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Yo soy el Diego Diego Maradona 1

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biografía del mejor del mundo diego armando maradona

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Yo soy el Diego

Yo soy el Diego

Diego Maradona

Realizacin: Daniel Arcuchi y Ernesto Cherquis Bialo

ISBN 950-49-0228-6

EDITORIAL PLANETA

NDICE

6EL ORIGEN

17LA EXPLOSIN

25LA PASIN

37LA FRUSTRACIN

46LA RESURRECCIN

61LA GLORIA

76LOS AMIGOS, LOS ENEMIGOS

82LA LUCHA

87LA VENDETTA

103EL DOLOR

117LOS REGRESOS

135LA DESPEDIDA

152UNA MIRADA

165YO SOY EL DIEGO

169PREMIOS, LOGROS

A Dalma Nerea y Gianinna Dinorah Maradona.A mis viejos, Chitoro y Tota.A mi mujer, la Claudia.A mis hermanos, el Lalo y el Turco.A mis hermanas, Ana, Kity, Lili, Mary y Caly.A mi amigo, Guillermo Cppola.Y a todos los futbolistas del mundo.

A Fidel Castro y, por l, a todo el pueblo cubano.

A Rodrigo.

A Carlos Menem.

A todos mis sobrinos.

A todos los Cebollitas.

A todo Fiorito.

A los napolitanos.

A los hinchas de Boca.

A la gente de La Quiaca.

A Francis Cornejo.

A Caniggia y sus hijos.

A Marito Kempes.

A Claudio Husain, el Turu Flores, el Turco Asad y el Rifle Pandolfi.

A la memoria de Juan Funes.

A Julio Grondona.

A Ciro Ferrara.

A Salvatore Bagni.

A Rivelinho.

A Agustn Pichot.

A los chicos del voley.

A Emiliano Daz, el hijo de Ramn.

A los abogados que sacaron a mi amigo de la crcel.

A Carlos.

A Salvatore Carmando.

A Quique y a Gabriel.

A Los Piojos.

A Charly y a Calamaro.

A Laura.

A Gabriel.

A Ornar.

A Leo.

A Fede Ribero y Andrea Burstein.

A todos los pibes de Tortugas.

A Cristian de Las Caitas.

Al doctor Oliva.

Al doctor Lentini.

Al Ciego Signorini.

Al Renegado Villamitjana.

Al Negro Avila.

A Costy Vigil.

A la gente del Cristforo Colombo.

A Shaquille O'Neal, Michael Jordn y las torres gemelas de San Antonio.

Y por ltimo, a mi corazn y a Dios.

EL ORIGENVilla Fiorito, Los Cebollitas, Argentinos Juniors, Seleccin Argentina

A m, jugar a la pelota me...

me daba una paz nica.

Empiezo este libro en La Habana. Por fin me decid a contar todo. No s, pero siempre me parece que quedan cosas por decir. Qu raro! Con todo lo que ya dije, no estoy seguro de haber contado lo importante, lo ms importante.

Ac, por las noches, mientras aprendo a saborear un habano, empiezo a recordar. Es lindo hacerlo cuando uno est bien y cuando a pesar de los errores no tiene de qu arrepentirse.

Es brbaro recorrer el pasado cuando vens desde muy abajo y sabes que todo lo que fuiste, sos o sers, es nada ms que lucha.

Saben de dnde vengo? Saben cmo empez esta historia?

Yo quera jugar, pero no saba de qu quera jugar, no saba... No tena ni idea. Yo empec de defensor. Me gust siempre y todava me seduce jugar de lbero, ahora que apenas me dejan tocar una pelota porque tienen miedo de que mi corazn explote. De lbero miras todo desde atrs, la cancha entera est delante tuyo, tens la pelota y decs, pim, salimos para all, pum, buscamos por el otro lado, sos el dueo del equipo. Pero en aquellos tiempos, ma' qu lbero ni lbero! La cosa era correr atrs de la pelota, tenerla, jugar. A m, jugar a la pelota me... me daba una paz nica. Y esa sensacin la misma, la misma la tuve siempre, hasta el da de hoy: a m dame una pelota y me divierto y protesto y quiero ganar y quiero jugar bien. Dame una pelota y djame hacer lo que yo s, en cualquier parte. Porque la gente, la gente es importante, la gente te motiva, pero la gente no est adentro de la cancha. Y donde uno se divierte es adentro de la cancha, con la pelota. Eso hacamos en Fiorito y eso mismo hice siempre, aunque estuviera jugando en Wembley o en el Maracan, con cien mil personas.

Lo que pasa es que nosotros, en Fiorito, all en la villa, desafibamos mucho ms que eso. Desafibamos al sol. Mi vieja, la Tota, que me cuidaba y me mimaba todo el tiempo, me deca: Pelu, si vas a jugar... despus de las cinco, cuando caiga el sol. Y yo le contestaba: "S, mami, s, mami, qudate tranquila". Y salamos a las dos de casa, con mi amigo el Negro, con mi primo Beto o con quien fuera, y a las dos y cuarto ya estbamos jugando, dale que dale, bajo el rayo del sol!, y no nos importaba nada y nos matbamos... A las siete, por ah, parbamos un rato, pedamos agua en alguna casa y seguamos. Jugbamos en la oscuridad, igual. Y ahora por ah escucho algunos que dicen eh, en tal cancha falta luz, si yo jugaba a oscuras, hiju'e puta! Yo no s si nosotros ramos chicos de la calle; ms vale ramos chicos del potrero. Si los viejos nos buscaban, saban donde encontrarnos. Ah estbamos, corriendo detrs de la pelota.

Los sbados y los domingos era as, todo el da. Y los das de semana tambin, desde las cinco, porque tena que ir al colegio. Yo iba al Remedios de Escalada de San Martn, justo ah, frente a la estacin Fiorito. Al colegio me lo bancaba porque me lo tena que bancar, por el hecho de no defraudar a mi viejo y a mi vieja, que me compraban el delantal y me llevaban y porque sospechaba que ah iba a tener la oportunidad de poder ir a un club o de poder jugar a la pelota. Todo lo que haca, cada paso que daba, tena que ver con eso, con la pelota. Si la Tota me mandaba a buscar algo, yo me llevaba cualquier cosa que se pareciera a una pelota para ir jugando con el pie: poda ser una naranja, o bollitos de papel, o trapos. As suba las escaleras del puente sobre las vas, saltando en una pata, la derecha, y llevando lo que fuera en la zurda, tac, tac, tac... As iba hasta el colegio, tambin, o cuando la Tota me mandaba a hacer algn mandado. La gente me cruzaba y me miraba, no entendan nada. Los que me conocan ya no se sorprendan. Eran mis amigos, los pibes con los que comparta todo, hasta una porcin de pizza. S, nos bamos cuatro o cinco a La Blanqueada, al toque de Puente Alsina, donde todava hoy se hace la mejor pizza del mundo, y nos comprbamos una nica porcin entre todos para ms no daba, y la comamos as, un mordiscn cada uno.

Tengo un recuerdo feliz de mi infancia, aunque si debo definir con una sola palabra a Villa Fiorito, el barrio donde nac y crec, digo lucha. En Fiorito, si se poda comer se coma y si no, no. Yo me acuerdo de que en invierno haca mucho fro y en verano mucho calor. La nuestra era una casa de tres ambientes, je... Era de material, un lujo: vos pasabas la puerta de alambre de la entrada y ah haba como un patio de tierra; despus, la casa. El comedor, donde se cocinaba, se coma, se hacan los deberes, todo, y las dos piezas. A la derecha estaba la de mis viejos; a la izquierda, no ms de dos metros por dos, la de los hermanos... De los ocho hermanos. Cuando llova haba que andar esquivando las goteras, porque te mojabas ms adentro de la casa que afuera. O sea, no es que no tenamos una pileta; no tenamos agua: as empec a hacer pesas yo, con los tachos de veinte litros de aceite YPF. Los usbamos para ir a buscar agua hasta la nica canilla que haba en la cuadra, para que mi vieja pudiera lavar, cocinar, todo. Y para baarnos tambin: con la mano sacabas el agua del tacho y te la pasabas por la cara, por los sobacos, por las bolas, por los tobillos, entre los dedos. Lavarse la cabeza era ms complicado, te imaginas, y en invierno ms vala zafar.

La verdad, la verdad, no tenamos mucho para divertirnos, pero con mi amigo el Negro hacamos barriletes y los vendamos. Aparte tena la pelota, claro. La primera pelota que tuve fue el regalo ms lindo que me hicieron en mi vida: me la dio mi primo Beto, Beto Zrate, hijo de la ta Nena. Era una nmero uno de cuero; yo tena tres aos y dorm abrazndola toda la noche.

Yo siempre digo que fui un profesional de chiquito: jugaba para el equipo que primero me vena a llamar; a veces en casa no me dejaban y yo lloraba como loco, pero cinco minutos antes del partidito, la Tota siempre me daba permiso. A don Diego costaba ms convencerlo.

Yo lo entenda a mi viejo, cmo no iba a entenderlo si se deslomaba para que pudiramos comer y estudiar? Eso era lo que l quera, que estudiara. Claro, l haba llegado a Fiorito desde Corrientes por el ao '55. Despus que la Tota, eso s. Porque la Tota se vino primero, con mi hermana la Ana, la mayor, al hombro. En Fiorito ya viva una ta ma, Sara, y fue ella la que le dijo que en Buenos Aires iban a estar mejor. En Esquina se haba quedado esperando novedades mi viejo, con Rita, mi otra hermana, y mam Dora, mi abuela, un fenmeno. All era lanchero, trabajaba para Don Lupo, Guadalupe Galarza: en barquitos llevaba animales a las islas cuando el ro bajaba y volvan a buscarlos cuando llegaba la creciente, para llevarlos otra vez a los campos. Viva en el ro, conoca todos sus secretos. Y todava los conoce. All tena muchas de las cosas que le gustaban, cosas que compartimos todava: pesca, asado y ftbol. Es el da de hoy que una de mis salidas preferidas es la pesca. Nunca nadie har un asado ms rico que el de mi viejo. Segn me contaron siempre, jugaba realmente bien al ftbol, le pegaba como una mula. La cosa es que cuando la Tota lo llam, se larg para Buenos Aires a conseguir un trabajo. Lo consigui... Bueno, eso de trabajo es un decir: en la molienda Tritumol laburaba desde las cuatro de la maana hasta las tres de la tarde.

La cosa es que se instalaron como pudieron. No fue fcil, eh?, nada fcil. Alquilaron una casilla, primero. Despus, se mudaron a otra, un poquito, un poquito, nada ms, mejor. Y a lo ltimo llegaron a una casita con mucha chapa y madera y algunos ladrillos, cerca de la esquina de Azamor y Mario Bravo. Ah est, todava de pie, esa casita, casi igual. Ah nacieron Elsa, Mara, despus yo, Ral (el Lalo), Hugo (el Turco) y Claudia (la Caly).

Haba que laburar mucho para alimentar tantas bocas. Haba que laburar mucho y mi viejo se mataba. Por eso yo trataba de hacer las menos cagadas posibles, pero... A veces mi viejo cobraba y me compraba zapatillas y yo las rompa enseguida porque jugaba a la pelota todo el da. Era para llorar! Y en realidad llorbamos, porque encima de que se rompan, mi viejo me fajaba... Pero ojo, no lo cuento para recriminarle... Eran otros tiempos y eran otras costumbres... Mi viejo no tena tiempo de hablarme! Y entonces me tena que pegar. Mi viejo no tena tiempo para decirme como yo hoy le puedo decir a Dalma o a Gianinna: "Ven, ven que quiero explicarte esto". Mi viejo tena que dormir aunque sea un ratito para ir al otro da a las cuatro de la maana a la fbrica, porque si no se pudra todo en casa y no haba para comer. Esto lo cuento para que todos sepan que hay muchas familias obligadas a vivir as y de paso para reconocer que me sirvi de experiencia, de mucha experiencia. Es el da de hoy que reconozco a mi viejo, a don Diego, como la persona ms buena que conoc en mi vida, y repito, para ellos, para l y para la Tota tambin: si me piden el cielo, se los doy.

Esto es lo que quiero transmitir: a m se me hizo la piel ms dura por lo que viv en Fiorito y despus tambin; pero los sentimientos no me cambiaron nunca. Ni me cambiarn. Cuando digo lo que quiero transmitir estoy diciendo que a los dolos la gente los tiene en sus casas, bien cerca, pueden tocarlos. No es que los ven por la tele o en las revistas; estn ah... Por eso siempre digo que no soy ni quiero ser ejemplo. En todo caso, para mis hijas s; a ellas me debo, ellas podrn juzgarme.

La verdad es que, gracias a mi viejo, a m nunca me falt de comer. Por eso tena buenas piernas, aunque era flaquito. En otras casas por ah los pibes no coman todos los das, y entonces se cansaban antes que yo. Eso me haca un poco diferente a los dems: que tena buenas piernas y que coma. Nunca pens, nunca, que haba nacido para jugar al ftbol, que me iba a pasar todo lo que me pas despus. Tena mis sueos, s, como ese que qued grabado en la televisin, cuando ya era ms conocido y dije que mi sueo... era jugar un Mundial y salir campen del mundo con Argentina, pero era el mismo sueo de todos los chicos, como cualquiera. Lo que s sent fue que con la pelota era diferente a los dems, que en cualquier picado que me ponan lo resolva, lo ganaba yo siempre. As como en la vida se elige, en los picados tambin: siempre eligen los dos ms grandes y ah se arma todo. Y bueno, al Pelusita siempre lo elegan primero en los picados.

Siempre jugbamos a la vuelta de casa, en las Siete Canchitas. Eran unos potreros enormes, algunas canchas tenan arcos y otras no. Las Siete Canchitas, como si fuera uno de esos complejos que hay ahora, con csped sinttico y esas cosas! Aqullas no tenan ni csped ni sinttico, pero eran maravillosas para nosotros. Eran de tierra, de tierra bien dura. Cuando empezbamos a correr se levantaba tanto polvillo que pareca que estbamos jugando en Wembley y con neblina.

Una de esas canchitas era la del Estrella Roja, el equipo de mi viejo, donde yo jugaba s o s. Otra era de Tres Banderas, del pap de un amigo mo, el Goyo Carrizo. Estrella Roja contra Tres Banderas era como Boca contra River! Era muy comn eso, en aquellos tiempos, y creo que ahora tambin: los padres a los que les gusta mucho el ftbol arman equipos y hacen jugar a los pibes. A veces por plata y todo. La cosa es que nosotros ramos el clsico del barrio. Pero con Goyo todo bien. Tan bien que un da, a mediados del '69, en la escuela donde ramos compaeros de grado me dijo:

Diego, el sbado fui a Argentinos Juniors a entrenar y me dijeron que llevara pibes a probarse, quers venir?No s, le tengo que preguntar a mi viejo, no s...

La verdad era que yo saba que si le peda a mi viejo que me llevara era gastar plata en boleto y sacarle a l tiempo de descanso. Y eso me frenaba. Pero, claro, como me pasaba siempre cuando algo tena que ver con mi viejo, le cont a mi mam que me gustara ir, que esto y que lo otro... La Tota cumpli, como siempre: le cont a mi viejo y l decidi que averigemos todo a ver cmo era, que l me iba a llevar... Para qu! Sal corriendo para la casa del Goyo ms rpido que Ben Johnson. Eran como tres kilmetros, tena que cruzar Las Siete Canchitas, y llegu as, sin aire, y le dije: "Goyo, voy, voy, me dejan, cundo es?". Faltaban unos das todava, que para m fueron como un siglo.

Con mi viejo lo pasamos a buscar a Goyo y a Montaita, otro pibe del barrio que jugaba bien. De Fiorito fueron un montn de pibes ms, pero nosotros tres fuimos juntos y nosotros tres quedamos.

Ya el viaje fue una aventura. Hice por primera vez el trayecto que despus iba a repetir miles de veces. Salimos de Fiorito en el verde, como le decamos al 28, y en Pompeya nos tomamos el 44, para llegar hasta Las Malvinas, que era donde se entrenaba Argentinos en Tronador y Bauness. Juro que para m cruzar el Puente Alsina era como hoy es pasar el puente de Manhattan, lo juro.

La cosa es que llegamos a Las Malvinas. Haba llovido tanto que, cuando por fin estuvimos todos juntos, nos informaron que no se poda jugar para cuidar las canchas. Qu desilusin! Creo que si los pibes nos ponamos a llorar inundbamos todo y ah s que no se iba a poder jugar ms. Entonces Francis, que es un fenmeno, y manejaba todo ah, dijo: No se hagan problemas, agarremos el Rastrojero de don Yayo y vamos al Parque Saavedra, que ah s vamos a poder jugar.Francis era Francisco Gregorio Cornejo, el creador de Los Cebollitas, un grupo de chicos de la clase '60 armado para jugar en cuanto torneo se presentara antes de llegar a los 14 aos, que era cuando Argentinos los poda fichar en la AFA y arrancar con la novena divisin. Y don Yayo era Jos Emilio Trolla, su ayudante, un hombre ms o menos de la misma edad que l, que era el dueo de la camioneta con la que nos llevaban a todas partes.

En el Parque Saavedra armaron dos equipos. En la segunda tanda entramos nosotros y a m me toc jugar con Goyo. Aunque siempre habamos sido rivales, nos entendamos de memoria y les pintamos la cara. Tir caos, taquitos, sombreros, hice un par de goles, no me acuerdo cuntos. Lo que s me acuerdo fue que Francis le dijo a Goyo que siguiera yendo, que me quera ver otra vez. Pero lo que l no crea es que de verdad yo tuviera nueve aos. Entonces me encar, con cara seria...

Nene, seguro que sos del sesenta?S, don Francis...

A ver, mostrame los documentos.

No, los dej en casa...

Era cierto, pero l no me crea. Tiempo despus me confes que pensaba que yo era un enano.

Para esa poca ya se haba hecho amigo de mi viejo, que confiaba en l y en don Yayo como si fueran de la familia. Por esa confianza es que yo termino en Argentinos y no en otro equipo. Viviendo donde vivamos podra haber ido a Independiente o a Lans... River no creo... Si ahora pudiera elegir me quedara con Boca, con Boca... Ojo que en aquel tiempo yo, mientras me iba formando como jugador, estaba enamorado de Bochini. Me enamor terriblemente y confieso que era de Independiente en la Copa Libertadores, a principios de los setenta, cuando estaba por dar el salto de los Cebollitas a la novena, porque Bochini me sedujo tanto! Bochini... y Bertoni. Las paredes que tiraban Bochini y Bertoni eran una cosa que me qued tan grabada que yo las elegira como las jugadas maestras de la historia del ftbol. Tambin me gustaba el Beto Alonso, porque era zurdo y a m me parece que, no s, los zurdos somos ms vistosos. Ah est el caso de Rivelinho, el mejor ejemplo. Creo que eso es lo nico que no tuvo el Bocha: zurda. Pero amagaba con el pie por arriba de la pelota... y los defensores se caan. Yo pensaba: "No puede ser, no se entiende. Yo engancho para pasar a uno, lo encaro y tengo que correr la pelota para pasarlo". El Bocha no la corra; haca as, se inclinaba, y la pelota segua ah, y los defensores igual se caan de culo. La verdad, a los 16 aos decan que me quera comprar Independiente: en esa poca soaba con jugar con el Bocha; despus, se me pas.

Pero yo los miraba a todos, y aprenda. Mientras tanto, con los Cebollitas le bamos ganando a todos los que nos ponan enfrente. Ganamos 136 partidos seguidos, los tengo anotados en un cuaderno que me regalaron Francis y don Yayo. Claudia lo tiene guardado como un tesoro... Si me contaran los goles que hice ah, tengo ms que Pel! Pero, claro, eso no se puede probar, aunque yo s que los hice. Me acuerdo que perdimos el partido que nos cort la racha en Navarro, porque nosotros bamos a jugar a todas partes. Era un equipazo! Ah fue donde yo empec a ser jugador de ftbol, jugador de verdad, porque yo en Fiorito lo que haca era correr atrs de la pelota.

Jugaba siempre de cualquier manera: una vez, hasta con siete puntos de sutura en una mano y todo vendado. Resulta que estbamos por sentarnos a comer con Goyo, en mi casa, y la Tota me pidi que le fuera a buscar un sifn, que no haba soda. Nos fuimos corriendo con el Goyo y, cuando volvamos doblo en la esquina y me pego un porrazo. Un porrazo terrible! Se me revent el sifn y me hice un tajo enorme en la mano. Para qu! A m me dola todo lo que se me vena: el corte, el susto de la Tota, la paliza de mi viejo y sobre todo el partido del da siguiente. Porque era viernes y el sbado tenamos que jugar en Banfield. Me llevaron al hospital, donde pudieron, y me cosieron y me pusieron una venda enorme, pareca La Momia.

Al da siguiente me fui con los pibes en el Rastrojero de don Yayo. Tena miedo de que Francis no me pusiera y que encima me retara, porque, la verdad, le tenamos un respeto que se pareca bastante al miedo. Ya en el vestuario, la cosa fue que Francis me llam y me pregunt...

Qu le pas en la mano, Maradona?Me ca y me cort, don Francis. Pero puedo jugar...

Qu? Ni loco! Usted as no puede jugar.Pegu media vuelta y me volv al banco, donde me estaba cambiando, mordindome los labios para no llorar. El Goyo me vio y lo encar a Francis...

Dle, Francis, djelo jugar, aunque sea un ratito. Si Don Diego le dio permiso.Francis frunci la cara y gru algo as como ...est bien, pero un ratito. A m me volvi el alma al cuerpo... No jugu un ratito; jugu todo el partido: ganamos 7 a 1 y yo hice cinco goles.

En el equipo nuestro estaba el hijo de Perfecto Rodrguez, el Mono Claudio, que era un ocho excepcional. El nueve era Goyo, el diez era yo y el once, Plvora Delgado. Pero el pap de Rodrguez estaba muy vinculado con Chacarita, y cuando llegamos a la edad de novena divisin se llev al hijo para all y nos desarm el equipo. Francis tuvo que poner a Osvaldo Dalla Buona, que fue uno de mis mejores amigos pero era un picapiedra terrible, y entonces se complicaba la historia. Se complicaba. As naci el clsico de inferiores, el Argentinos nuestro contra el Chacarita del Pichi Escudero y el Mono Rodrguez. Ganamos nosotros porque marcbamos la diferencia... por la izquierda. Una formacin tpica era: Ojeda; Trotta, Challe, Chammah, Montaa; Lucero, Dalla Buona, Maradona; Dur, Carrizo y Delgado.

De aquellos Cebollitas me quedaron muchas historias que me marcaron para siempre. Ahora que hay tanto lo con lo de las edades, como con los brasileos, que ponen jugadores mayores en los juveniles, debo contar que a m me pasaba lo mismo, pero al revs: tena 12 aos, tres menos que los dems, pero Francis igual me pona, en el banco. Si la cosa iba mal, me mandaba a la cancha. La primera vez fue contra Racing, en la cancha de Sacachispas: faltaba media hora, empatbamos cero a cero y no pasaba nada; me mand a la cancha, hice dos goles y ganamos; el tcnico rival, un tal Palomino que lo conoca muy bien, se acerc a Francis y le pregunt: Cmo es posible que tengas a ese pibe en el banco? Cudalo, que va a ser un genio. Francis le mostr los documentos y Palomino no lo poda creer. Otra vez, contra Boca, hizo lo mismo, pero como en el ambiente de las inferiores ya me conocan, me cambi el nombre: me mand Montanya. Perdamos tres a cero, entr, hice un gol, empezamos a apretar y empatamos; el problema fue que mis compaeros me mandaron en cana: Grande, Diego!, gritaban, hasta que el tcnico de Boca se aviv. Fue y lo encar a Francis: Vos me pusiste a Maradona... Por esta vez pasa, no te voy a protestar el partido. Vos s que sos un tipo de suerte. Ese chico es maravilloso. Tambin alguna vez qued afuera, y no precisamente por una cuestin de edad: en 1971, cuando fuimos a un campeonato a Uruguay, la primera vez que sala del pas. No pude jugar porque me faltaba el documento, me quera matar! Pos con el equipo, pero con pantalones largos y una cara de bronca que lo deca todo. Ese ao tambin sali mi nombre por primera vez en un diario: el martes 28 de septiembre Clarn public en un recuadro que haba aparecido un pibe "con porte y clase de crack". Segn ellos, me llamaba... Caradona. Increble, la primera vez que aparece mi nombre y mal escrito. Tambin me llev Pipo Mancera a la televisin, para que hiciera jueguito con la pelota en Sbados Circulares, un programa que vea todo el mundo en la Argentina.

En realidad, la gente que iba a ver a Argentinos me conoca, pero no por el nombre. Resulta que un da yo estaba de alcanzapelotas en un partido de primera, y al vivo de Francis se le ocurri tirarme una en el entretiempo, para que empezara a hacer jueguito. Yo la recib y empec a darle, como siempre: empeine, muslo, taco, cabeza, hombro, espalda, dale que dale. Francis, vivo, insisto, me empez a arrear para el centro de la cancha. A m me daba vergenza, porque los otros chicos no me podan seguir y me daba cuenta de que la gente ya me estaba mirando. Empezaron a aplaudir y se hizo un clsico. Pero lo ms lindo fue una vez en un Argentinos-Boca, en 1970 en la cancha de Vlez. Hay que imaginarse que nosotros jugbamos toda la semana con un pelota rota, un desastre, as que cuando llegaba el domingo y veamos las Pintier oficiales de los partidos de primera, nos brillaban los ojitos... En el entretiempo nos ponamos a jugar. En una de sas yo le pego de afuera del rea, la pelota rebota y le da en la cabeza a Don Yayo, que estaba al lado del arco. A la gente le llam la atencin y se empez a rer. Don Yayo me devolvi la pelota y yo empec con el jueguito, tac-tac-tac-tac, y la gente empez a aplaudir, a aplaudir, volvieron los de primera, el refer, y la gente empez a gritar: Que-se-que-de, que-se-que-de, que-se-que-de, que-se-que-de! Era toda la gente: la de Argentinos, pero ms todava la de Boca, la de Boca... Ese es uno de los recuerdos ms lindos que tengo de ellos. Creo que ah empec a sentir lo que siento ahora por Boca, ya saba que algn da nos encontraramos.

Con los Cebollitas perdimos la final del Campeonato Nacional, en Ro Tercero, Crdoba. Nos gan un equipo de Pinto, Santiago del Estero, dirigido por un seor llamado Elas Ganem. El hijo de l, Csar, me vio tan amargado que se me acerc y me dijo: No llores, hermano, si vos vas a ser el mejor jugador del mundo. Todos creen que me regal su medalla de campen, pero nada que ver: se la qued l y bien ganada que la tena.

De ese torneo tambin hay una foto ma que mucha gente conoce: estoy arrodillado, consolando a un muchacho ms grande que lloraba. El muchacho era Alberto Pacheco, jugaba para Corrientes, que haba perdido la final contra Entre Ros. Nos habamos hecho muy amigos porque pap, como buen correntino, los iba a ver en todos los partidos. Ya desde esa poca me gustaba jugar contra River... y ganarle. Recuerdo tres partidos: un 3 a 2, en un cuadrangular en el que tambin estuvieron Huracn y All Boys, un 7 a 1! y, el mejor, un 5 a 4 por la final del Campeonato Evita 1973: si me pongo a buscar un antecedente del gol que le hice a los ingleses, lo encuentro ah; gambeti a siete y los vacun.

Ah!, tambin tengo un antecedente en los Cebollitas del otro gol, el de la mano de Dios: en el Parque Saavedra hice un gol con la mano, los contrarios me vieron, y se fueron encima del refer. Al final dio el gol y se arm un lo brbaro... Yo s que no est bien, pero una cosa es decirlo en fro y otra muy distinta tomar la decisin en la calentura del partido: vos quers llegar a la pelota y la mano se te va sola. Siempre me acuerdo de un arbitro que me anul un gol que hice con la mano contra Vlez, muchos aos despus de los Cebollitas y muchos aos antes de Mxico '86. El me aconsej que no lo hiciera ms; yo le agradec, pero tambin le dije que no le poda prometer nada. No s si l habr festejado el triunfo contra Inglaterra.

Una semana despus de aquel partido contra River, el presidente de ellos, William Kent, le pidi a mi viejo que me pusiera precio, que l me quera comprar. Pero mi viejo le ech flit: Dieguito est muy feliz de jugar en Argentinos, le contest. Igual, no fue la ltima vez que River me busc.

Por aquellos tiempos tambin conoc a Jorge Cyterszpiller. El siempre haba seguido las inferiores de Argentinos porque tena un hermano, Juan Eduardo, que parece que la rompa. Pero este chico falleci de una enfermedad terrible, y eso lo golpe muy duro a Jorge. No volvi ms por el club. No volvi hasta que alguien, un amigo, no s, le cont que en los Cebollitas haba surgido un pibe que la rompa... Ese pibe era yo, y Jorge sali de su encierro. Se convirti en algo as como coordinador de las inferiores, de los ms chicos. Cuando tenamos partidos importantes con la novena nos llevaba a su casa para que descansramos mejor, para que comiramos ms. El viva en la calle San Blas, en La Paternal, y muchos viernes me quedaba a dormir ah. Jugbamos al Scrabel, al Estanciero, as empez la amistad... Yo dorma en la cama de Juan Eduardo, para los Cyterszpiller era como uno ms de la familia. Lo del manager y todo eso vendra despus, no faltaba mucho.

Cuando River sali campen despus de 18 aos en el 75 yo fui alcanzapelotas. Aquella noche, en la cancha de Vlez, ellos le ganaron a Argentinos 1 a 0, con el famoso gol de Bruno. No jugaron los profesionales por una huelga. Fue el 14 de agosto. Pude haber debutado en primera justo un ao antes! Francis le dijo al tcnico, que era Francisco Campana, que ya que ponan a los pibes para jugar contra otros pibes, me metiera a m. Pero no, no me puso. Me acuerdo, s, que ataj el Feo Daz, pero a m no me puso y me qued como alcanzapelotas, atrs del arco. Estaba Juan Alberto Bada, el periodista, haciendo notas ah, desde ese lugar.

Veo que todo lo hice muy rpido: todos los Cebollitas salimos campeones con la novena; al ao siguiente pas a la octava, con el mismo equipo, y cuando llevbamos como diez puntos de ventaja, me mandaron a la sptima; en sptima jugu dos partidos y me subieron a la quinta; cuatro partidos ah y enseguida a la tercera; debut contra Los Andes, en la cancha de ellos, con un gol; dos partidos ms y pum, a la primera. Todo, todo, todo eso nada ms que en dos aos y medio.

La verdad, si toda la gente que dice haberme visto debutar en primera fue a la cancha, el partido debi jugarse en el Maracan y no en La Paternal. Lo cierto es que yo ya me entrenaba con la primera en la cancha de Comunicaciones. En la prctica del martes, se me acerc el tcnico, que era Juan Carlos Montes, y me dijo: Mire que maana va a ir al banco de primera, eh? A m no me salan las palabras, entonces le dije: "Qu!? Cmo!?". Y el me repiti: S, va a ir al banco de primera... Y preprese bien porque usted va a entrar. Entonces yo agarr, desde ah mismo, de Comunicaciones, me fui corriendo con el corazn en la boca para contarle a mi viejo, a mi vieja. Y, claro, le cont a la Tota y a los dos segundos ya lo saba todo Fiorito, todo Fiorito saba que yo jugaba al otro da!

Justo para ese da, Argentinos me haba empezado a alquilar un departamento en Villa del Parque, en la calle Argerich 2746. Pero todava tenamos cosas en Fiorito. Adems all estaba mi abuela, mam Dora, que no quera saber nada de mudarse. As que por ah pasaban todos, mi primo Beto, mi primo Ral, todos pasaban por la casa de la villa para ver si haba partido, si jugaba o no. Claro, si ellos me iban a ver hasta en las inferiores. Cuando tenan plata iban; cuando no, no. Igual que yo, bah: a veces no tena ni para ir a entrenar; llegaba del colegio ya estaba en la secundaria y si no me alcanzaba la plata, mis hermanas casadas la Ana y la Kity le robaban plata a sus maridos para que yo pudiera ir. De ida solo!, porque la vuelta me la pagaba Francis. As hasta que Argentinos me empez a pagar un vitico, gracias al dirigente Rey, que en paz descanse.

La cosa es que cuando le cont a mi primo Beto, el que ms quise y ms quiero, se larg a llorar... Pero se larg a llorar de una manera que no lo podamos parar. En ese momento yo me di cuenta de que estaba por pasarme algo grande al otro da. Y tambin de que justo al otro da, un mircoles, mi viejo laburaba, as que no iba a poder estar en eso que tanto habamos soado juntos. Entonces me prepar para ir a la cancha solo.

En realidad, podra haber debutado un mes antes, pero me mand una... Resulta que en un partido de tercera contra Vlez, en septiembre, el arbitro haba sido realmente un desastre. Cuando termin, me acerqu y le dije, as tranquilamente: "Juez, usted es un fenmeno, tendra que dirigir partidos internacionales". Me dieron cinco fechas por la cabeza y atrasaron el debut.

Cuando lleg el gran da, mircoles 20 de octubre de 1976, haca un calor brbaro. O eso senta yo, por lo menos. Me puse la camisa blanca y el pantaln de cordero y turquesa, con la botamanga ancha, el nico que tena! Qu iba a hacer? No haba otro! Y yo no reniego de eso, eh? Se hablaba de los premios y todo eso, entonces pensaba: "Bueno, en este partido al suplente le toca algo, y si entra, un poco ms". Haca cuentas: "Por ah, me compro otro pantaln, o algo". Despus perdimos, je, pero igual fue todo muy lindo.

A la maana, cuando sal, mi vieja me acompa hasta la puerta. Voy a rezar por vos, hijo, me dijo. Encima, mi viejo pidi permiso para salir antes del laburo para irme a ver. No me acuerdo la hora exacta del partido, si fue a las tres o a las cuatro, pero lo que s recuerdo bien es que antes de salir a la cancha me avisaron que mi viejo haba llegado a tiempo. Lo primero que me impact fue ver a la hinchada de Talleres, haba cordobeses por todos lados! Nosotros los jugadores de Argentinos, digo nos juntamos antes del partido a comer ah en Jonte y Boyac. El clsico bife con pur, con la charla tcnica de Montes como postre, todo ah. Despus cruzamos caminando hasta la cancha, entre la gente, no nos conoca nadie! Y encima eran todos cordobeses. Soy Taaaeere, Taaaeere, io soy.', gritaban, con su tonada inconfundible. Ellos tenan un equipazo: Luduea, Ocao, Luis Galvn, Oviedo, Valencia, Bravo. Nosotros, bueno, no tenamos tantas figuras. La verdad? Nos tendran que haber hecho dieciocho goles... Recuerdo el cuadro de memoria: Munutti; Roma, Pellerano, Gette, Minutti; Fren, Giacobetti, Di Donato; Jorge Lpez, Carlos lvarez y Ovelar.

Yo entr por Giacobetti en el segundo tiempo, con el 16 en la espalda, con la camiseta roja cruzada por una banda blanca. Cmo me gustaba esa camiseta! Era como la de River... pero al revs, je.Los cordobeses nos estaban dando un toque brbaro y a los 27 minutos el Hacha Luduea hizo el gol. Antes del final del primer tiempo, Montes, que estaba en la otra punta del banco, gir la cara hacia m y me clav la mirada, como preguntndome: Se anima? Yo le mantuve la mirada y sa, creo, fue mi respuesta. Enseguida empec con el calentamiento y en el arranque del segundo entr. En el borde de la cancha, Montes me dijo: Vaya, Diego, juegue como usted sabe... Y si puede, tire un cao. Le hice caso: recib la pelota de espaldas a mi marcador, que era Juan Domingo Patricio Cabrera, le amagu y le tir la pelota entre las piernas; pas limpita y enseguida escuch el Oooole... de la gente, como una bienvenida. No estuvieron todos los que dicen haber estado, pero las tribunas estaban hasta la manija, no se vea ni un pedacito de tabln. Me acuerdo que lo que ms me llam la atencin fue la falta de espacios; la cancha me pareca chiquita al lado de las de inferiores. Y los golpes grandes. Entre los chicos me haba acostumbrado a que me cagaran a patadas, pero ac aprend rapidito que tena que saltar justo; lo gambeteas al tipo, saltas la patada y segus con la pelota... Si no aprendes eso, a la tercera patada ya no podes seguir. Igual, yo vena muy fuerte fsicamente, porque el doctor Paladino, Roberto "Cacho" Paladino, nos daba vitaminas, inyecciones, cuidaba nuestra alimentacin. Creo que gracias a l me desarroll fuerte y sano. Fuerte y sano. Me hace acordar a lo que pidi la Tota cuando me bautizaron, el 5 de enero de 1961: Que sea buena persona y que crezca sanito.Perd el primer partido, s, pero arrancaba con Argentinos una larga historia, hermosa, inolvidable. Siempre digo que, futbolsticamente, ese da toqu el cielo con las manos. Por todo, yo saba que se iniciaba algo muy importante en mi vida. En aquel Nacional jugu diez partidos ms, fueron once en total, y tambin hice dos goles, los primeros de mi carrera: los dos a San Lorenzo de Mar del Plata, en el estadio San Martn, porque el mundialista todava ni exista, el 14 de noviembre de 1976.

Me empezaron a hacer reportajes, notas. Me acuerdo de una por el ttulo, porque resuma todo lo que me estaba pasando: "A la edad de los cuentos, escucha ovaciones", deca. Claro, si en tres aos, nada ms, haba pasado de Fiorito a las revistas, a la tele, a los reportajes. Fue todo tan rpido como lo cuento ac, tal cual. Por eso debe ser que me ponan nervioso las notas. Me gustaban, pero me ponan nervioso. Yo no me la crea, no me senta nadie y terminaba diciendo siempre lo mismo: dnde nac, cmo viv y qu jugadores me gustaban. Tuve que madurar demasiado rpido. Conoc la envidia de los otros, no la entenda, me encerraba en la pieza y me pona a llorar. Madur de golpe. Me quise comprar todo: camisas, camperas, pantalones, remeras... Me empec a cuidar de lo que hablaba pero eso no es tan fcil. Nadie se pudo haber imaginado en aquel momento lo que hoy me pasa. Lo mo fue todo muy rpido, tan rpido que ni siquiera tuve tiempo de sentir envidia por lo que hacan los otros, si yo lo tena todo! Qu s yo, me daba cuenta de que haba dejado atrs una poca de grandes esfuerzos, no slo mos, sino tambin de mi familia. De mi viejo, de su sacrificio para acompaarme todos los das, cabeceando el sueo en el colectivo. Y ahora yo tena la posibilidad de tener el auto estacionado en la puerta. Era un Fiat 125 rojo, guarda, eh?

No s, me pasaban un montn de cosas, un mundo todo distinto y todo de golpe. Tan de golpe que aquel sueo mo, jugar en la Seleccin, se cumpli enseguida, cuando recin tena once partidos en primera, once!

Como todo en mi vida, las cosas se iban dando demasiado rpido. Esto pas a principios del 77, apenas tres meses despus de mi debut en Argentinos. Yo estaba con los juveniles y nos entrenbamos contra los mayores. Por eso Menotti, que era el tcnico de la Seleccin mayor, siempre me vea. A mi me haba citado don Ernesto Duchini, que era un maestro, un verdadero maestro, y jugbamos contra los grandes, contra Passarella, Houseman, Kempes, todos monstruos!

En una de esas prcticas parece que la romp, porque el Flaco me habl especialmente a m. Cada palabra del Flaco era un silencio, dentro mo, sepulcral... Porque el Flaco era, era Dios! Y ah estaba, me hablaba a m solo. Me estaba anunciando que iba a jugar en el amistoso contra Hungra, que iba a debutar en el Seleccionado! Esto lo cont una vez y no creo que ahora encuentre palabras distintas para hacerlo...

Cuando termin la prctica, Menotti me llam aparte y me dijo: Maradona, cuando salga de ac vaya al hotel a concentrarse. Lo nico que le pido es que no se lo diga a nadie. Si quiere, comnteselo a sus padres, pero evite que se entere el periodismo. No me gustara que se pusiera nervioso.Lo tom con calma. Al da siguiente, a la maana, Menotti me volvi a hablar: Quiero decirle que si el partido se resuelve favorablemente, si el equipo llega a golear, es posible que usted juegue.Yo segua tranquilo. No s por qu, pero el anuncio me puso alegre y no me preocup para nada. Adems, todo dependa de cmo le fuera al equipo. El domingo 27, el gran da, el del partido, no desayun. Quera descansar todo el tiempo posible, as que me levant a las once. Me ba y vi televisin en la pieza del hotel hasta las doce. Despus baj y estuve charlando con los muchachos hasta que fuimos a almorzar. Volv a mi habitacin y estuve viendo otro rato la televisin. Salimos para la cancha de Boca a las tres y media de la tarde.

Cuando el micro estacion en La Bombonera empec a darme cuenta dnde estaba, qu me suceda. Vi tanta gente que se acercaba, nos palmeaba y gritaba consejos que empec a sentir que me temblaban las piernas... Parece mentira el miedo que te puede hacer sentir la gente!

Primero se cambiaron los titulares. Despus nosotros, los suplentes... Cuando aparec en la cancha y escuch la ovacin del pblico, los gritos, cre que todos me gritaban a m, que todos miraban a Maradona. La verdad es que nadie me debe haber dado bolilla, pero yo sent eso.

Empez el partido y enseguida, penal. Entonces pens: "Bueno, esto es goleada, preprate Diego". Pero cuando el arquero lo ataj me di cuenta de que iba a ser muy difcil que jugara. Al toque lleg el golazo de Bertoni, y el segundo, y el tercero... y cada gol que hacamos era como si me entrara una hormiga ms en el cuerpo. Si la cosa segua as, iba a entrar, seguro.

Yo estaba sentado al lado de Mouzo; despus seguan Pizzarotti, el doctor Fort y Menotti. Iban veinte minutos del segundo tiempo cuando el Flaco me llam: Maradona!, Maradona!, dos veces me llam. Me levant y fui hasta donde l estaba. Me di cuenta de que iba a jugar. Va a entrar por Luque, me dijo Menotti. Haga lo que sabe, est tranquilo y muvase por toda la cancha. Estamos? Eso me dio coraje. Empec a correr haciendo precalentamiento y ah fue cuando o que la tribuna coreaba mi nombre. Maradoo, Mara-doo! No s qu me pas. Me temblaron las piernas y las manos. Era un ruido brbaro: la tribuna gritaba, lo que me haba dicho Menotti me sonaba en la cabeza, el Japons Prez me alentaba: Vamos, Diego, con fuerza!, y todo se mezclaba. Lo digo honestamente: tena un julepe brbaro.

La toqu enseguida. Sac Gatti para Gallego y el Tolo me la dio a m, de una. Lo hizo a propsito, me di cuenta de que era una gran muestra de compaerismo. Me la dio rpido para que tomara confianza, para que tuviera la pelota. Fue ah cuando lo dej solo a Houseman con un pase entre dos hngaros. Entonces me seren del todo. Me alentaba Villa, me cuidaba Gallego, Carrascosa me gritaba buena, buena! aunque no la hiciera bien.

Termin el partido y el primer abrazo lo recib de Gallego: As te quiero ver siempre, Diego! As! Me pareca mentira. Haba pasado todo. Me fui a casa con pap y con Jorge Cyterszpiller. Cen y prend la televisin para ver el partido. Me di cuenta de que me haba equivocado varias veces. Le di una pelota a Bertoni a la derecha, y el que estaba solo en la otra punta era Felman; quise gambetear a un hngaro y la enganch muy corta: me acord de que en ese momento pens hacerla larga y despus me arrepent; vi la patada que me dio un hngaro sin la pelota, pero por televisin duele menos. Despus me fui a dormir. No so nada. Dorm como nunca.

Ya estaba instalado definitivamente en la casita de la calle Argerich, con toda mi familia. Era una tpica casa de barrio, propiedad horizontal. Nosotros vivamos al fondo y adelante estaba la familia Villafae: don Coco, taxista y fantico de Argentinos, doa Pochi, ama de casa, y... la Claudia. Creo que nos empezamos a mirar desde el primer da, cuando me instal ah, en octubre del 76. Ella me miraba por la ventana cada vez que yo sala y yo me haca el boludo, pero siempre la relojeaba. Eso s: recin me le anim casi ocho meses despus. Exactamente el 28 de junio de 1977. Fui a bailar a un clsico del barrio: el Social y Deportivo Parque. Ah, sobre las baldosas de la cancha de papi, las mismas en las que jugaban todos los monstruitos que despus terminaran en Argentinos, se armaban unos bailongos brbaros. Despus de las dos de la maana empezaban los lentos y se era el gran momento. Yo estacion mi Fiat 125 rojo en la puerta y me mand... Ella estaba adentro, con sus compaeras del colegio, iba al quinto ao comercial. Los dos sabamos que nos espibamos, as que apenas la cabeci, acept. Justo, justo en el momento en que empezamos a bailar, ni nos habamos saludado todava, meten el tema "Yo te propongo", de Roberto Carlos... Espectacular! Me ahorr todas las palabras, que justamente no me sobraban. A partir de ah, a partir de ese momento exacto, somos El Diego y La Claudia. Y no sabemos vivir el uno sin el otro... Bueno, ella se tuvo que acostumbrar a algunas cosas. Y no hablo de las concentraciones precisamente: una vez yo volv muy tarde, casi de da. Ni dorm: me ba y me fui a entrenar. Mi viejo me escuch, pero no me dijo nada... Al medioda, cuando volv, lo veo a mi viejo hablndole a la Claudia, casi a los gritos: Vos no podes hacerlo acostar tan tarde al nene, lo tens que cuidar un poco ms, l tiene que ir al entrenamiento! Yo quera que me tragara la tierra: esa noche no haba salido con la Claudia.

LA EXPLOSINArgentinos Juniors, Argentina '78, Japn '79

Me haba propuesto una revancha

por lo del Mundial '78...

Y en Japn la cumpl.

Yo creo que podra haber jugado en el Mundial 78... Estaba afilado, estaba como nunca, como nunca estuve. Pero bueno, son cosas que pasan, qu s yo. Llor mucho, llor tanto que... no s. Ni siquiera cuando pas lo del '94, lo del doping, llor tanto. Yo las siento hoy como dos injusticias. Son distintas, pero injusticias las dos. Yo a Menotti no lo perdon ni lo voy a perdonar nunca por aquello sigo sintiendo que se le escap la tortuga, pero nunca lo odi. Odiar es distinto a no perdonar. Eso creo yo, por lo menos. Por eso digo que, a pesar de todo, a m no se me borra la imagen que yo tengo del Flaco, de su sabidura para saberme llevar.

Fue un 19 de mayo y llova en Jos C. Paz, en la quinta de Natalio Salvatori donde estbamos concentrados. El Flaco nos llam a todos, a los veinticinco, al centro de la cancha donde hacamos ftbol. Yo me la vea venir, me la vea venir. El plantel tena cinco que jugbamos de diez: Villa, Alonso, Valencia, Bochini y yo. Creo que el que ms le gustaba al Flaco era Valencia, porque lo haba descubierto l; despus, Villa; a Alonso lo sum porque hubo una campaa tremenda del periodismo y de no s quin ms; al Bocha le dio el toque antes que a nadie. Y a m, bueno, me lleg la hora.

El da anterior haba ido a visitarme Francis a la concentracin, y me encontr llorando en la pieza... Por eso digo: me la vea venir. Cuando todos conocieron la noticia esa de que Bravo, Bottaniz y yo quedbamos afuera, se me acercaron algunos a consolarme: Luque, un gran tipo, el Tolo Gallego... Y ninguno ms. En ese momento eran demasiado grandes como para gastar una palabra en un pibe. No digo que hayan estado mal, no?, pero todo el mundo quera jugar su primer Mundial y todo el mundo cuidaba su quintita. O sea, quien le tena que hacer de alcahuete al Flaco Menotti, le haca de alcahuete al Flaco Menotti; quien le tena que hacer de alcahuete a Pizzarotti, le haca de alcahuete a Pizzarotti. Era todo muy entendible, en el ftbol la cosa es as con las estrellas, y lo mo pas como si fuera un pibe ms... Un pibe ms... Ahora, a la distancia, es otra cosa, lgico. Por ejemplo, a m lo de Lito Bottaniz no me gust; pero l se qued porque lo sinti as, es su personalidad. Yo no me qued ni un segundo ms ah: yo ya no me senta parte de ese grupo y si estabas, era para tirar para adelante. Si no, mejor irse.

Pero lo peor de todo fue cuando volv a mi casa. Pareca un velorio. Lloraba mi vieja, lloraba mi viejo, lloraban mis hermanos y mis hermanas. Me decan que yo era el mejor de todos, que no me preocupara porque iba a jugar cinco mundiales... Pero lloraban. Eso fue lo peor. Ese da, el ms triste de mi carrera, jur que ira por la revancha. Fue la desilusin ms grande mi vida, lo que me marc para siempre, lo que me defini. Yo senta en mis piernas y en mi corazn y en mi mente que yo les iba a demostrar que iba a jugar muchos mundiales. Eso mismo me deca Menotti, pero yo en ese momento no entenda razones. Igual yo viv el Mundial como un argentino ms. Hasta fui a la cancha y todo. Fui contra Italia y tambin en la final contra Holanda; despus sal en la furgoneta de mi suegro a festejar por todo Buenos Aires. Yo pensaba que poda haber estado ah adentro, estaba seguro de que hubiera aportado mucho.

Ah, cuando qued afuera de la lista de veintids, "porque era muy joven", empec a darme cuenta de que la bronca era como un combustible para m. Me pona en marcha el motor a la mxima potencia. Cuando buscaba revancha, mejor jugaba. Dos das despus de la nefasta noticia que me comunic el Flaco, me puse la camiseta de Argentinos y sal a la cancha: le ganamos a Chacarita cinco a cero, hice dos goles y serv otros dos... Me acuerdo de que despus de hacer uno se me acerc Pena, Huguito Pena, un tipo extraordinario, que en paz descanse, que jugaba para ellos, me pas el brazo por arriba del hombro y me dijo, al odo: Dieguito, si no fuera porque tengo otra camiseta, lo festejara con vos... Qudate tranquilo, nene, que vas a jugar muchos Mundiales y les vas a tapar la boca a todos.Ah, en Argentinos, aprend lo que es pelear desde abajo, pelear siendo chico contra los grandes. A dejar de lado la palabra descenso para soar con el campeonato. Empezamos a levantar, a levantar... Contra todo y contra todos. En el campeonato Metropolitano del 78 ya fuimos quintos, y yo goleador con 22 goles. En el Nacional de ese ao casi no jugu, pero lo aprovech bien: jugu cuatro y met cuatro.

En aquella poca, ya habamos formalizado nuestra relacin profesional con Cyterszpiller. Es increble: desde los tiempos de los Cebollitas hasta 1977, nos habamos manejado slo por la amistad, sin firmar un papel. Pero la historia haba cambiado demasiado y ya no era posible seguir as. Ya era hora de que lo nuestro fuera definitivamente profesional. Yo quera a alguien de confianza, y en l confiaba. Haba ofertas de todos lados, para hacer publicidad, para jugar... Hasta una oferta de Inglaterra haba: un milln cuarenta mil dlares por m y por Carlitos Fren, un milln cuarenta mil dlares! Entonces un da, saliendo de mi casa de Argerich, yo con diecisis aos y l con dieciocho, le digo: "Cabezn, quiero que manejes mis cosas". Y as empez todo. El, que haba dejado sus estudios de Ciencias Econmicas, creo que en segundo ao, me acompa al Sudamericano Juvenil de Venezuela, en Caracas, en el 77, un fracaso total: todo haba estado mal barajado; a aquel equipo no lo apoyaba nadie, todos pensaban en el Mundial 78 y nada ms que en el Mundial 78. No era un mal equipo, pero estbamos ms solos que Adn en el Da de la Madre.

Recin cuando termin Argentina 78 se acordaron de nosotros, despus de la vuelta olmpica, enseguida noms, Menotti se empez a meter en los Juveniles. Era un grupo espectacular, elegido por el maestro Duchini: Sergio Garca era el arquero, de Tigre; Carabelli, que haba jugado contra los Cebollitas con Huracn, de Argentinos; Juanchi Simn y el Gringo Sperando, de Newell's; Rubn Juan Rossi, de Coln; Huguito Alves y Bachino, de Boca; Juancito Barbas y el Gaby Caldern, de Racing; Osvaldito Rinaldi, de San Lorenzo; el Pichi Escudero, de Chacarita; Ramn Daz, de River; Piaggio y Alfredito Torres, de Atlanta; el Flaco Lanao, de Vlez; el Tucu Meza... bamos por todo el pas, jugbamos contra los ms grandes, los golebamos, las canchas se llenaban, la rompamos!

En noviembre del 78, me acuerdo, le ganamos al Cosmos, en Tucumn, con la cancha a reventar, dos a uno. Hice un gol yo y el otro Barrera. Al final del partido, cambi la camiseta con Franz Beckenbauer, que me vino a saludar.

El Flaco nos haba prometido que l iba a estar siempre con el equipo. Y cumpli... Nos acompa al Sudamericano que se jug en Montevideo, que fue dursimo. Ah nos clasificamos para Japn. A m me enorgulleca eso de formar parte del equipo de Menotti! Era un orgullo muy grande porque yo estaba convencido de que l era el artfice de meternos en la cabeza a todos que ser campeones morales ya no serva para nada. Yo siempre digo y repito: cuando me fui a fichar a la AFA, a los 12 aos, no vi ninguna Copa del Mundo, estaban todas las vitrinas vacas... Ahora, gracias a Dios, tenemos algunas, y en eso el Flaco tuvo algo que ver.

Bueno, la cosa es que en Montevideo arrancamos con todo. Goleamos a Per, tocamos, empatamos con Uruguay, tocamos, empatamos con Brasil, tocamos. Eso hicimos contra Brasil: ellos nos tocaban, nos tocaban... En un momento, en el entretiempo, nos juntamos en la mitad de la cancha, y Menotti nos dijo: Hagamos lo mismo que ellos! Y sali un partido brbaro! Porque los negritos jugaban, taca, taca, llegaban al rea y tiraban cada bombn que se iba cerquita del palo; la tenamos nosotros, taca, taca, y tambin les quembamos el arco... Salimos cero a cero, pero los dejamos afuera; nos clasificamos junto con Uruguay y Paraguay.

Al final de ese Sudamericano, adems del resultado, cumpl un sueo, tal vez ms importante: llev a toda mi familia a conocer el mar. Nos pasamos unos das en Atlntida, en Uruguay, y ah mismo, en la playa, cuando estbamos todos juntos haciendo algo que durante aos habamos soado, le ped por favor al viejo algo muy especial: que dejara de laburar... Ya tena 50 aos, ya bastante haba hecho por nosotros. Ahora me tocaba a m.

Enseguida, el Flaco nos empez a meter a los juveniles en la Seleccin mayor. Nos estaba preparando para que llegramos con todo al Mundial. A m y a Barbas nos hizo jugar contra Bulgaria, en la cancha de River, en el primer partido despus de la Copa del Mundo. Ganamos 2 a 1, y despus nos llev a Berna, a jugar un partido contra Holanda, por una fiesta de la FIFA o algo as. Me llev, pero con la condicin de que si apareca Kempes yo no jugaba... Nunca se lo pregunt al Flaco, nunca: me hubiera puesto igual si apareca Mario? Bueno, la cosa es que Mario no vino y sal a la cancha yo, contra Neeskens, contra Krol, contra una banda! Empatamos 0 a 0 y despus ganamos en los penales: pati uno yo, tambin pate otro Barbitas... Eramos pibes, s, pero nos sentamos importantes.

Tan importantes, que a m me declararon intransferible. El tema era cmo hacan para pagarme y retenerme, con las ofertas que llegaban de afuera. Entonces, apareci un arreglo con Austral: me vistieron de arriba a abajo con los colores de la compaa, le pusieron la publicidad a la camiseta de Argentinos y as pude seguir... Si no, hubiera jugado en la Argentina todava menos de lo que jugu, que para m fue muy poco. A esa altura, ya era la cara de Puma, de Coca-Cola, de Agfa, de un montn de marcas que yo, dos aos antes, ni conoca. Enseguida jugu otro partido con la Seleccin mayor, contra Italia, en Roma. Y despus me mand de lleno a mi gran objetivo...

La cosa es que cuando llegamos finalmente a Japn sabamos que no podamos perder. Particularmente yo: me haba propuesto una revancha por lo del Mundial 78... Y en Japn la cumpl. Aqul fue, lejos, el mejor equipo que integr en mi carrera, nunca me divert tanto adentro de una cancha! En aquel momento la defin como la alegra ms grande de mi vida y, la verdad, sacando a mis hijas, hablando slo de mi carrera, me cuesta encontrar otra parecida... Qu lindo que jugbamos! Y nos seguan todos, eh? Basta con preguntarle a cualquier argentino qu recuerda de aquel equipo y seguro que te contesta: Era de locos. Nos levantbamos a las cuatro de la maana para verlo por televisin. As era: durante dos semanas hicimos levantar al pas a las cuatro de la maana.

No s si los milicos que estaban en el gobierno en aquel momento nos usaban, no s. Seguramente s, porque eso hacan con todos. Pero una cosa no quita la otra: ni se puede ensuciar aquello por culpa de los milicos ni deben quedar dudas de lo que yo pienso de ellos. Tipos como Videla, que hicieron desaparecer a treinta mil tipos, no merecen nada. Mucho menos ensuciar el recuerdo del triunfo de un montn de pibes... Por eso digo: se quejan de m, dicen que soy contradictorio, y nuestro pas? En nuestro pas todava hay gente que defiende a Videla y son muchos menos los que defienden al Che. Muchos menos! Ni lo conocen, siquiera. Tipos como Videla hacen que el nombre de la Argentina est sucio afuera; en cambio, el del Che nos tendra que hacer sentir orgullosos.

La cosa es que, en aquellos tiempos, el que mandaba era Videla. Y ms all de que por ah anda dando vueltas alguna foto ma dndole la mano, debo decir que... no me quedaba otra.

En la relacin con los milicos, siempre me voy a acordar de la actitud del Pato Fillol con el almirante Lacoste, que pesaba y mucho en el ftbol argentino. En el ftbol y en River. La historia fue que el Pato se haba puesto duro para firmar, era bravo con la plata, Fillol! Y Lacoste lo apret, o lo quiso apretar. El Pato, ni bola: jugamos un partido y antes de cantar los himnos estbamos todos formados, as, y este tipo, Lacoste, empez a pasar delante de todos, para saludar uno por uno... Cuando lleg hasta donde estaba Fillol, El Pato se qued as, duro, firme, no le dio la mano. Un fenmeno!

Siguiendo con la historia, los japoneses nos adoptaron enseguida, les camos simpticos. De arranque, el 26 de agosto, le hicimos cinco a Indonesia, 5 a 0, en Omiya, donde ramos cabeza de serie. A partir de ah, no paramos ms: 1 a 0 a Yugoslavia, el 28, y 4 a 1 a Polonia, el 30. Ganamos el grupo caminando o, mejor dicho, tocando, cmo tocbamos! Yo era el capitn y me encantaba serlo: cada vez que hablaba por telfono con la Claudia, me deca que, cuando tena la cinta de capitn, llevaba el brazo izquierdo ms arriba, ms alto. Ella ya me llamaba El Gran Capitn. La verdad es que por eso senta ms responsabilidad, aunque igual haba cosas que no poda contener. Bueno, tienen que ver con mi personalidad, con mi forma de entender el ftbol: como lo senta como una gran revancha, me haba propuesto jugar absolutamente todos los partidos del Mundial, los noventa minutos ntegros, no me quera perder nada. Contra Argelia, en los cuartos de final, el Flaco me sac. Para qu! Me agarr una bronca terrible... Primero me sent en el banco con cara de orto. Y despus me fui directamente al vestuario, a cambiarme. Y ah me agarr un ataque, me puse a llorar como un loco. Cuando termin el partido y llegaron los muchachos, con otro 5 a 0 en el bolsillo, se dieron cuenta de que algo haba pasado, de que estaba mal.

Me preguntaron y yo les confes lo que me pasaba. Todos trataron de consolarme, especialmente el Flaco, que me dijo: Pero, Diego, usted quiere jugar siempre. Ya lo pensaba sacar contra Polonia. Diego, no se da cuenta de que lo quiero reservar? Qu reservar ni qu carajo, yo quera jugar, quera jugar todos los partidos... Esa noche casi no voy a cenar, pero pens en la capitana, en la responsabilidad. Igual la bronca recin se me fue dos das despus, cuando lleg la hora de salir a la cancha contra Uruguay, por la semifinal, el 4 de septiembre. Me dur un poquito, no? Bueno, as era yo, ya en aquella poca.

Aquel partido contra los uruguayos fue un partido... contra los uruguayos. No le falt nada de lo que siempre tiene el clsico rioplatense. Me cagaron a patadas y si lo ganamos fue porque guapeamos, pero con la pelota: no renunciamos al estilo nuestro y terminamos 2 a 0, con un gol de Ramn Daz y uno mo, de cabeza. Cuando el Pelado hizo el primero yo sal a gritarlo como un loco, Y de golpe me encontr de frente al banco de ellos. Un papeln! Pareca que los estaba cargando... Despus, cuando termin el Partido, les ped disculpas. Es que estaba muy, pero muy loco. Aqul era mi equipo y ya estbamos en la final. A m me obsesionaba la idea de volver a la Argentina con la Copa. Eso de bajar por la escalerilla del avin con el trofeo en la mano, era como una pelcula que pasaba por mi cabeza todo el tiempo... Pero haba un problema: poda ser que no se concretara. Porque podamos perder la final contra los rusos? No, por eso no, yo estaba seguro de que les ganbamos. El tema era que el Flaco Menotti ya me haba anunciado que iba a formar parte de la Seleccin mayor en una gira por Europa y por ah no me daba tiempo a volver... Yo me quera morir: no me animaba a negarme a jugar en la mayor, pero tampoco me quera perder el sueo. Saben quin me salv? El servicio militar! S, seor, yo estaba haciendo la colimba en aquellos das, y a m y a Barbitas, que estaba en la misma, se nos venca la licencia militar... As que tenamos que volver s o s! La noticia me la dieron un da antes de la final, as que no me faltaba nada. Bueno, s, slo faltaba ganarle a los soviticos.

Con Barbas, un tipo al que quiero mucho, compart la pieza. El 7 de septiembre se jugaba el partido, a las siete de la tarde de Tokio, una cosa as. Con Juan tratbamos de dormir la siesta, pero no pegbamos un ojo: los tenamos clavados en las agujas del reloj. Hiju'e puta, siempre eran las tres de la tarde! Qu ansiedad! Esas esperas a m siempre me mataron. Yo prefera jugar a la tarde, porque como me gusta dormir hasta el medioda, no tena ni tiempo de ponerme ansioso... Pero con esta hora no haba forma. El consuelo era que los argentinos no tenan que madrugar tanto: en la final nos iban a ver a las siete de la maana.

Al final, partimos en el micro para el estadio Nacional, en el centro de Tokio, y ah empezamos a cumplir con todas y cada una de las cbalas. Por ejemplo, antes del partido contra Uruguay, Csar estaba por empezar la charla tcnica y yo me haba demorado. Entonces Rogelio Poncini, que era el ayudante, me llam: Diego, el nico que falta es usted. Antes del partido contra la URSS, entonces, me hice el boludo y esper, me demor a propsito para repetir la historia, hasta que Poncini pic y me tuvo que llamar. Otra cosa era una mana de Menotti, que golpeaba la pared con los dedos, y pareca que haca msica tropical. Como en el ltimo partido no arrancaba, me acerqu y le pregunt: "Csar, hoy no toca?". Y el Flaco empez, dale que dale... Tena otro rito, ms ntimo: me iba hasta la ltima ducha y ah rezaba, peda que me ayudara mi mam y que Dios jugara conmigo, que la Claudia pidiera por m y que ganramos.

Ganamos, claro, le ganamos la final de la primera Copa del Mundo Juvenil FIFA Coca-Cola a la Unin Sovitica 3 a 1, aquel inolvidable 7 de septiembre de 1979, y yo lo escrib, en un diario de viaje que hice...

En el primer tiempo en ningn momento pens que nos podan hacer un gol. Al contrario, nosotros no llegamos mucho pero lo hicimos mejor. En el segundo, cuando ellos metieron el gol, fueron cinco o seis minutos de incertidumbre. Me puse a pensar en el partido contra Brasil en el Sudamericano de Uruguay, cuando no la podamos embocar de ninguna forma, patebamos del rea chica y le pegaba al arquero en las rodillas. Inslito. Pero lo ms importante fue que no nos desesperamos. Cuando entr el tucumano Meza, l nos llev de la mano. Jug el mejor partido de su vida. El clima no fue tan duro como contra Uruguay. Hubo muchos menos roces, sobre todo porque ellos creen ciegamente en su preparacin fsica y tratan de quitar la pelota con firmeza, pero siempre leales.

Seguimos sin desesperarnos, sin tirar pelotazos; tratamos de imponer la habilidad y eso nos ayud; nunca jugamos a los ponchazos. Siempre lo hicimos con claridad. Y empatamos, con el gol de Alves de penal. Entonces comprend que bamos a ganar. Estaba convencido. Ya perdiendo uno a cero andbamos mejor y nos tenamos una fe brbara. Con el empate, si seguamos as, la Copa era nuestra.

En unos minutos pas de todo. El gol del Pelado y el tiro libre que met yo. La med, vi el hueco y el gol. Ah estaba al fin, no lo poda creer, ramos campeones del mundo!

El primero que se me cruz en el camino fue Caldern. Despus me abrac con mi viejo, con Jorge, con los dems muchachos Y enseguida mir para arriba para regalarle este campeonato a mi mam. Volv a acordarme de cuando qued afuera del Mundial 78, Y tuve esa revancha...Me prepar para ir a buscar la Copa en medio de un mundo de gente. Lo vi a Havelange que me extenda la mano, le pregunt si la poda agarrar, hasta que no aguant ms... Y se la saqu. Di un paso atrs y me mand un saludo reverencial tipo japons y buscamos a Csar, que en ese momento no estaba con nosotros. Corrimos hasta l con la Copa, se la entregamos, lo llevamos en andas y empezamos a dar la vuelta olmpica. Alrededor, empezamos a escuchar cmo los japoneses se sumaban a nosotros y gritaban: Ar-gen-tina, Ar-gen-tina!De golpe, se apagaron las luces y un foco nos sigui durante toda la vuelta. Entonces nos largamos a llorar, como chicos. Era una locura, la gente nos peda que le mostrramos la Copa como si ellos fueran argentinos.

Cuando volv al vestuario, todo era baile, todo era festejo. No nos queramos ir del estadio, pero la fiesta segua en el hotel, haba que ir. Ah hubo un momento muy especial. El Flaco Menotti, hacindome el nudo de la corbata y dicindome, bajito, como para que los dems no escucharan: Diego, fue elegido el mejor jugador del campeonato. Le van a dar el Baln de Oro. Para m, ya todo eso era demasiado.

Terminamos a la madrugada, todos en la habitacin de Poncini, tomando mate. Como si estuviramos en la Argentina, como si nada hubiera pasado. Entonces, saboreando la bombilla, me acord de una frase de Francis Cornejo. Una frase que haba usado l para definirme a m, cuando mi nombre ya empezaba a ser conocido por todo el mundo. Francis siempre deca que yo poda estar en una fiesta de gala, con un traje blanco, pero que si vea venir una pelota embarrada, la paraba con el pecho. Eso tal cual: as me sent jugando con aquel hermoso equipo en Japn. Y ms todava: si me vena para la cabeza, le pegaba el frentazo, y si me caa para la zurda... bueno, me pona a hacer jueguito entre las mesas.

Porque as siento el ftbol quise volver a la Argentina, a toda costa, para bajar del avin con la Copa en mis manos. Lo consegu y fue uno de los momentos ms hermosos de mi vida. Adems, me saqu de encima la colimba: todos los que estaban hacindola, Escudero, Simn, Barbas, un montn, me mandaron al frente para que pidiera la baja. Me present, me cuadr y les dije: "Nosotros les dimos el ttulo, ustedes no nos daran la baja?". Increblemente, lo consegu, fue otro triunfo ms, no daba para salir gritando, pero casi.

Despus, enseguida, me puse a las rdenes del Flaco otra vez. Cmo no lo iba a hacer? Se me estaban cumpliendo todos los sueos, todos juntos. En Glasgow, en el estadio Hampden Park, el 2 de junio de 1979, grit por primera vez un gol mo con la camiseta del Seleccionado mayor. Le ganamos a Escocia 3 a 1 y yo senta que poda ganarle al mundo. En aquella gira pas lo del Negro Oscar Ortiz, pobre, que se tuvo que volver a la Argentina porque le haba dado un ataque que lo haba dejado medio paralizado. Para m fue un correo generoso: l le llev a Claudia todas las cartas que yo le haba escrito, da por da, porque eso hacamos. Me pasaban tantas cosas juntas, que no lo poda creer: el 25 de junio, un ao despus de la final del 78, de esa final en la que yo deb estar, se jug un partido como celebracin: la Seleccin contra el Resto del Mundo. Me hice notar, s: le met al brasileo Emerson Leao uno de los goles ms lindos que yo recuerde, pegndole en comba, con la zurda, desde afuera del rea, y clavndola en un ngulo... La puta madre que lo pari, si me hubieran dejado estar en esa cancha un ao antes, slo un ao antes. Tanto ms chico era, carajo?

En ese momento, me jur no perderme un partido ms en el Seleccionado, estuviera donde estuviera, pasara lo que pasara. Me daba lo mismo cualquier rival. Inglaterra en Wembley no era cualquier rival, claro, y all fui: perdimos 3 a 1 y me qued con las ganas de hacerles lo que hubiera sido un golazo. En realidad, aquello que me pas en Londres ese 13 de mayo de 1980 me sirvi para acertar, seis aos despus, y meterles el mejor gol de mi vida: en Wembley los gambeti a todos, igual, pero en vez de gambetear al arquero defin antes... Y se fue as del palo. Mi hermanito, el Turco, que tena 7 aos, me dijo que me haba equivocado. Y en el Mundial de Mxico me acord de su consejo.

Mientras, yo la segua peleando con Argentinos. En el Metro 79, donde hice 22 goles junto con Sergio Elio Fortunato, terminamos segundos con Vlez y tuvimos que ir a un desempate. Fue la primera vez que tuve que ver una definicin de Argentinos desde afuera y, lamentablemente, no sera la ltima. La cosa fue as: en aquella poca nos contrataban de todos lados, y durante la semana bamos a jugar miles de partidos amistosos. Todos nos queran ver. Viajamos a Mendoza, a jugar contra Gimnasia, en el estadio mundialista. Todo bien hasta que, como sucede en estos casos, el refer quiso hacerse la figura... Tpico... Ni me acuerdo cmo se llamaba, un nombre difcil tena. La cosa es que, como nos estaban pegando mucho, yo me acerqu y le dije: "Maestro, prelos un poco, es un amistoso...". Y el tipo me contest: A vos no te voy a echar, pero te voy a verduguear todo el partido. La cosa es que termin echndome y en el informe mand que yo le haba dicho: "A ver si cobras bien, mendocino" y tambin "Segu laburando por 30 palos, que yo gano 3.000 por mes". Ms all del disparate que es recordar lo que vala la plata en aquel momento, hay algo todava peor: el partido fue a mediados de junio, el 14, y la AFA me suspendi dos semanas despus! Fue el 5 de julio, me acuerdo, y me perd varios partidos y tambin por supuesto el desempate con Vlez: perdimos 4 a 0.

En el Nacional 79 fui el goleador, con 12, y en el Metropolitano '80 tambin, con 25, pero volv a perderme la definicin: esta vez me enferm y cuando festejamos el segundo puesto, en la cancha de Tigre, estaba de jean y pulver. As vestido me di el gusto de salir a la cancha: debe haber sido el nico segundo puesto que festej en toda mi carrera... Para Argentinos, en aquel tiempo, era como haber salido campen.

En el Nacional '80, el ltimo con los Bichos, me pasaron un par de cosas inolvidables: primero, haber convertido mi gol nmero 100, contra San Lorenzo de Mar del Plata, el 14 de septiembre; segundo, la famosa historia con el Loco Gatti.

Fue a finales de octubre, se estaba definiendo el campeonato Nacional. En un diario de Santa Fe le hicieron una nota a Hugo, y el diario La Razn, que en ese momento venda un montn, la levant: la publicaron justo el sbado, la noche anterior al partido que tenamos que jugar contra Boca. El deca que yo jugaba bastante bien, pero que los periodistas me estaban inflando... Y que era un gordito, o que iba a ser un gordito... Yo estaba que me sala de la vaina porque quera jugar de una vez por todas una definicin y justo ste me vena a decir eso. Nosotros habamos jugado el mircoles contra Unin, en Santa Fe; al da siguiente, al da siguiente!, un amistoso en San Justo, ah cerca; y ahora estaba la posibilidad de clasificarnos para las finales del Nacional si le ganbamos a Boca. Al Loco le contest con todo: dije que ms que un problema de locura, era un problema de celos, que para m haba, haba!, sido un gran arquero pero que ahora no era nadie, que le metan goles estpidos... Que se meta conmigo y con Fillol porque tambin haba dicho que el Pato atajaba porque tena suerte por envidia. La verdad? Me haba sorprendido, porque con l tenamos onda. En otro Boca-Argentinos nos haban pedido una foto juntos y todo bien, ningn problema. La cosa es que me haba hecho calentar. Y como Cyterszpiller ya se haba dado cuenta de que cuanto ms enojado estaba mejor jugaba, me empez a pinchar.

Bueno, hoy le haces dos goles y se acab la historia, no?No, Jorge, no... Dos, no; cuatro le voy a meter.

Antes del partido, Hugo se me acerc y me dijo que l no haba dicho eso, que yo era un fenmeno. No me import... Ms me import cumplir con la promesa que yo le haba hecho a Jorge. Lo vacun cuatro veces.

En el primero, la recib por la derecha, la tir al medio del rea con un zurdazo de rabona y le peg en el brazo a Hugo Alves. El penal lo tir suave, a la derecha de Gatti; l fue a la izquierda.

En el segundo, me fui con la pelota por la derecha, a cuatro o cinco metros de la banderita del crner y en diagonal hacia el centro de la cancha. Ruggeri me hizo foul, ellos se desconcentraron un poco, aprovech y pati enseguida. La pelota se meti arriba y en el segundo palo.

En el tercero, la trajo Pasculli como puntero izquierdo. Yo piqu por el medio, me la tir perfecta al borde del rea, lo sobr a Abel Alves y entonces la baj con el pecho. Despus me fui ms a la derecha y cuando sali Gatti se la toqu de cachetada, suave, al segundo palo.

En el cuarto, tiramos una pared con Pasculli, me fui por el medio y Abel Alves me hizo foul desde atrs; me parece que ya estaba adentro del rea. El refer lo cobr afuera, del centro un poco hacia la derecha. Vidal se puso adelante de Gatti, aprovechando que ellos ponan a Hugo Alves al lado de un palo y entonces no haba offside. Le pegu fuerte, al palo del arquero, y la pelota se meti arriba.

Aquel partido fue increblemente importante para m: le respond a Gatti de la mejor manera, consegu algo valioso para Argentinos, como era la clasificacin para los cuartos de final del torneo y... la tribuna de Boca me grit por primera vez: Maradoo, Ma-radoo! Fue una emocin enorme: eran los mismos que me haban cantado, haca pocos aos, Que-se-que-de, que-se-que-de! Ya se empezaba a dar entre nosotros algo muy especial... Amor, que le llaman. Encima, despus del partido, arranqu con toda mi familia para Estados Unidos: los llev a conocer... Disneyworld! Mira vos, de Fiorito a Disneylandia en cuatro aos.

Por aquellos tiempos, muchos decan que era mi mejor nivel en Argentinos Juniors, desde mi debut en primera. Es posible. Lo ms lindo de aquella poca es que todas las hinchadas me queran, seguramente porque Argentinos era un club chico. El "problema" es que tambin me quera la Seleccin y otra vez me dejaban sin la posibilidad de jugar con Argentinos por cosas importantes. Se vena el Mundialito de Uruguay y nos llamaban a una preparacin larga. En Montevideo le ganamos a Alemania, empatamos con Brasil y nos volvimos... Ya estbamos en el '81, y yo no volvera a jugar otro campeonato con la camiseta que me haba lanzado al mundo del ftbol, a mi mundo. Argentinos Juniors se terminaba para m.LA PASINBoca '81

El pase lo invent yo... Y Boca no tena ni un sope para pagarme!

Siempre supe que con ellos iba a vivir algo especial, siempre. Y eso que a m me tiraba Independiente, porque me fascinaba el Bocha, me encantaba. Pero en mi casa Boca era el equipo de todos. Y haban sido ellos los primeros hinchas que me gritaron en una cancha: Que-se-que-de, que-se-que-de! Los mismos que me ovacionaron cuando le met los cuatro goles a Gatti. Siempre supe que me iba a encontrar con Boca, pero... cunto tardaron en llamarme! El captulo de mi relacin con Boca es muy lindo. Sobre todo porque la historia la invent yo; el qua arm todo.

River me hizo una oferta a Cyterszpiller, en realidad ms que interesante. Aragn Cabrera, que era el presidente, le dijo a Jorge que yo iba a ganar como el jugador mejor pago del club, que en ese momento era el Pato Fillol. Cuando me lo coment, le contest: "Ojal que el Pato gane cincuenta mil". No s, una cifra exagerada, cualquier guita, porque si no era por mucha plata, yo no iba. Era muy interesante la oferta de River, pero qu pasaba? En mi casa el corazn estaba con Boca. Una tarde, caminando con mi viejo por La Paternal, l se anim a contarme un sueo... Era algo raro en l, me sorprendi. No es de hablarme mucho, as que lo escuch. Me dijo: Dieguito, sabes qu estuve pensando anoche? Que algn da sera muy lindo verte jugar con la camiseta de Boca... La Bombonera, vos, nosotros gritando los goles, los parientes de Esquina tambin. Y... Boca tiraba, pero... Boca estaba quebrado, no tena un cheln!

Aragn se dio cuenta de que yo no estaba convencido, porque me mand un mensaje a travs de Jorge: Decile que arregle por la misma plata que Fillol o va a tener problemas. A m me son a amenaza, y la historia me gust menos todava. Jorge haba averiguado cunto ganaba Fillol y era un buen paquete, pero yo ya no quera saber nada. Adems, si al plantel que ya tena River me sumaba yo, se terminaba el ftbol, porque era un equipo monstruoso, nadie nos hubiera podido mojar la oreja. En ese momento, River tena a Passarella, a Gallego, a Merlo, a Alonso, a Jota Jota Lpez. Y Boca se vena desangrando, vena de la peor campaa de su historia, con Rattin... Rattin hizo tres puntos en Boca! Por eso, hace un tiempo, cuando el Rata empez a hablar mal de Caniggia, mal de m, que el equipo no funcionaba por nosotros, yo le grit: "La puta madre, Rattin! Si a vos te dieron Boca y sacaste tres puntos".

Bueno, la cosa es que estbamos en pleno tira y afloje, cuando me llam Franconieri, un periodista de Crnica: Hola, Diego, as que ya est hecho lo de River? Yo lo cac al vuelo, me quera sacar de mentira verdad, as que lo dej hablar un poco y enseguida me jugu: "No, no voy a firmar porque me llam Boca". Se me ocurri en el momento, no s, fue una inspiracin, una idea de esas que aparecen de vez en cuando. A l le vena fenmeno la noticia que no exista y pic. A la tarde, apareci Crnica con un ttulo as de grande: "Maradona a Boca". Ya estaba la operacin en marcha, slo faltaba una cosa: que picaran los dirigentes de Boca... Y los dirigentes de Boca picaron.

Me preguntaron si era cierto que tena ganas de ir al club o era slo para presionar a River. Es fcil imaginar cul fue la respuesta que les di. En la negociacin estaban los dirigentes Carlos Bello y Domingo Corigliano. Era una situacin rara: River, con toda la plata y sin mis ganas; Boca, sin un mango y con toda mi pasin. En el medio del lo, vamos con Argentinos Juniors a Mar del Plata, para jugar por la Copa de Oro contra River! Para qu...! Ya todo el mundo saba que yo mora por Boca y no pararon de insultarme en todo el partido: Maradona,/ hijo de puta/ la puta/ que te pari! Todo el partido! En realidad, yo era el tipo ms feliz del mundo, haba logrado lo que quera: que ellos mismos se convencieran de que yo no los quera para nada. Hasta ese momento, ms all del ttulo de Crnica, yo no haba hecho ninguna declaracin, pero esa noche, apenas sal del vestuario, despus de que encima perdimos uno a cero, casi grit: "Despus de estos insultos, no me quedan dudas: quiero ir a Boca y no a River". Se me vinieron todos encima: Martn Noel, que era el presidente de ellos, y el viejo Prspero Cnsoli, que era el presidente de Argentinos y me adoraba, pero... me quera matar! Le haba pedido trece millones de dlares a River y saba que se los poda sacar, pero a Boca? Nada. Qu hacemos? Cmo hacemos? Empezaron las negociaciones.

En el medio, me pas algo que me convenci todava ms. El martes 3 de febrero no tuve mejor idea que invitar a la Claudia y a un montn de parientes y amigos a ver la final del Campeonato Mundial Infantil, Inter contra la Academia Tahuichi de Bolivia... en el Monumental! Claudia dud un poquito; no entenda por qu yo me expona tanto, pero all fuimos. El ambiente estaba pesado contra nosotros. Cuando llegamos al palco, un tipo me dice: Usted y su novia pasan, para el resto no hay lugar. Si quieren, vayan a la platea. A m me cay como una patada en el hgado, pero acept, para no hacer ms lo. Nos instalamos y al ratito noms, un par de dirigentes empezaron a gritarme cosas: Qu haces ac, bostero!? Para qu...! Me di vuelta, los quera matar, nos agarramos a trompadas, hasta que nos sacaron de ah a m y a Claudia. Lo ltimo que les grit, antes de juntarme con el resto en la platea, fue algo que ya saba: "A este club no vuelvo nunca ms! Lo juro: Nunca ms!". Nunca ms.

El tema era ver cmo se concretaba lo otro. El jueves 12 los dos clubes ya se haban puesto de acuerdo, pero al da siguiente Aragn cumpli con aquella amenaza que me haba hecho: a Boca le cay la DGI y la plata que estaba lista para pagar mi pase desapareci. Empez un tironeo terrible que recin termin el viernes 20. El pase, al fin, se hizo a prstamo y Boca se quedaba con la opcin de comprarme. Por ese prstamo pagaron o tenan que pagar cuatro millones de dlares, y le tenan que dar a Argentinos un montn de jugadores: Santos, Rotondi, Salinas, Zanabria, Bordn y Randazzo... A todos los representaba Guillermo Cppola! Y Randazzo, no s, se crea Uwe Seeler, porque no quera saber nada de irse de Boca. En realidad, todo era una maniobra de Guillermo: por l casi se cae mi pase a Boca, porque cuando los dirigentes le decan: Guillermo, es una falta de respeto, la gente nos va a matar si no se concreta lo de Diego, l les contestaba: Falta de respeto? Es una falta de respeto para Randazzo.Pobre Randazzo, el padre se me acerc llorando, cuando ya todo se haba hecho, para que hiciera volver al hijo al club en un ao, porque se haba quedado con una opcin. Ellos, con Cppola a la cabeza, me invitaron a almorzar en El Viejo Puente, en Almirante Brown y Pedro de Mendoza. Comimos ranas importadas de Japn y as festejamos el pase.

A m me tocaba un montn de plata, pero fue como si hubiera firmado en blanco. Por el porcentaje de la transferencia, nada ms, eran 600.000 dlares, pero terminaron pagndome en especies. Me dieron unos departamentos que haba hecho el empresario Tito Hurovich que parecan de cartn, ni papeles tenan, no los podamos escriturar, nada. Uno estaba en Correa y Libertador, en Nez, donde viv muchos aos, justo enfrente de la ESMA, la Escuela de Mecnica de la Armada que se haba hecho famosa por culpa de la dictadura, por los desaparecidos. El otro estaba en Repblica de la India... No se los podamos vender a nadie, eran un desastre!

Y yo haba rechazado una oferta de River, que estaba lleno de plata, para aceptar la de Boca, que no tena un sope. Era una cosa de locos! Perd guita. O sea, dej de ganar, porque saba que, haciendo un buen campeonato en Boca, tena al Barcelona ah... El Barcelona ya haba puesto la plata, prcticamente. Yo no pas directamente desde Argentinos por esas cosas de la vida, porque los catalanes eran tan poderosos que compraban todo, como ahora.

Lo que s pas fue de una vida a otra. Yo era famoso ya, pero nunca imagin que ponerme la camiseta de Boca iba a significar para m un cambio tan grande. Desde esa poca es que yo no puedo ir a comer a un restaurante sin que se rompa algo, o se amontonen doscientas mil personas, o me pidan cuatro mil autgrafos. Para esa poca, yo ya me haba mudado de la casita de Argerich a otra ms grande, en la calle Lascano. El Fiat 125 tambin me haba quedado chico, ya andaba en Mercedes Benz. Otra historia, otra vida. Un salto muy grande, enorme.

Firm mi contrato en La Bombonera, delante de las cmaras de Canal 13, que haba pagado por la exclusividad. Y esa misma noche sal a la cancha, con la camiseta de Boca, para jugar el amistoso contra Argentinos que formaba parte del negocio. Fue el viernes 20 de febrero de 1981. Era un tiempo con cada camiseta. La que us en el primero, la blanca de Argentinos, se la regal a Francis Cornejo. Despus, en la escalera del vestuario visitante, me cambi y me puse por primera vez los colores de Boca. Me mand para la cancha, me persign, pis el csped con el pie derecho, entr y supe que empezaba una gran historia... Lo que son las cosas, le hice un gol de penal a mi equipo de toda la vida, el equipo con el que me haba quedado con las ganas de ser campen, sabes lo que es eso?

En el ltimo entrenamiento con Argentinos, en el club Telfonos, me haba dado un tirn en un pique. Me qued toda la tarde con la bolsa de hielo, pero no pasaba. Me cuid mucho, hice reposo, pens que iba a estar bien, pero el viernes apenas corr, zas, me tir de nuevo... As que llegu a Boca lesionado y no pude darle enseguida a la gente lo que esperaba de m. Me brind entero, como siempre, pero saba mejor que nadie que todos esperaban ms, ms... Lo saba porque yo tambin esperaba ms. Pero no poda picar ni moverme mucho. Lo que me salv fue que hice goles, que vacun de entrada. El que le haba hecho a Argentinos, en la presentacin, casi ni contaba; hasta me dola pensar en eso, me dola de verdad... Pero enseguida tuve el debut oficial, a los dos das, el domingo 22, contra Talleres de Crdoba en la Bombonera. Mamita, cmo estaba la Bombonera!

Cuando entr a la cancha me persign, como siempre. Estaba muy nervioso. Pareca que el piso se mova. Y yo pensaba en el maldito tirn... Pero no poda fallar, y menos ese da. En La Candela, el da anterior, me haban hecho de todo para que pudiera jugar. El doctor Luis Pintos me haba infiltrado, pero igual me dola, me dola. Hasta me dieron pastillas para dormir... Estaba en un sesenta por ciento, ms o menos. Me morda los dientes por la impotencia de no poder correr, senta que la pierna me tiraba para atrs... Pero yo le daba para adelante.

El Negro Baley, que era el arquero de Talleres, me hizo un penal. Lo pati yo y se lo met. Despus, otro. Recuerdo con muchsimo cario esos dos goles, fueron los primeros en Boca y sirvieron para ganar 4 a 1. Para los penales, en aquella poca, ningn secreto: slo la velocidad de vista necesaria para intuir hacia donde se tirar el arquero. Todava me acuerdo de la primera pelota que quise tocar en mi debut en Boca. Se la tiraron para atrs a Mouzo y yo la baj a buscar como haca siempre en Argentinos: Mouzo la revole de un patadn y me revent la espalda... Es que nosotros casi no nos conocamos, si cinco das antes yo todava me estaba entrenando con Argentinos: con Miguelito Brindisi apenas si habamos jugado un Capital-Provincia en el Monumental. En la cancha nos gritbamos, yo le deca a Miguel que bajara y Marcelito Trobbiani a m que encimara ms a los centrales de Talleres. Cada uno aportaba lo suyo y la gente cantaba: Lo quera el Barcelona, /lo quera RiverPlei, /Maradona es de Boca, /porque gallina no es!Me haban pasado tantas cosas en tan pocos das que empec a pensar que nunca iba a llegar ese momento: jugar, ganar, golear... Mis viejos haban venido desde Esquina a verme y tambin mi hermano Lalo. El que se lo perdi fue el Turco, porque tena que actuar en una comparsa.

Ya estaba en lo mo, aunque me dola que se hubieran tenido que ir todos esos muchachos por mi llegada. No s, hasta me dio algo de vergenza presentarme en La Candela, donde se concentraba el equipo, all por San Justo. Me daba no se qu entrar. Si hasta dej lejos el auto. En el patio estaban Mouzo, el Colorado Surez, Perotti. Enseguida pas el momento. Me hubiera gustado tener conmigo en aquellos tiempos a Galndez, el masajista de Argentinos que me segua a todas partes. La verdad es que fue un cambio muy brusco. Yo vena de convivir con un plantel al que conoca mucho. Tena amigos de verdad, de mucho tiempo atrs: era el padrino del nene del Negro Carrizo. En Argentinos, cada uno saba las virtudes y los defectos de los dems, y el Zurdo Miguel ngel Lpez, que era el tcnico, nos entenda como nadie. De repente llegu a Boca y a los diez minutos de entrar en La Candela me llam Marzolini y me dijo que Boca era distinto a Argentinos Juniors, que si yo all tena ciertas prerrogativas ac no las iba a tener. Que si yo estaba acostumbrado a ir a la cancha con mi familia eso no poda ser en Boca...

Silvio no me conoca y se equivoc conmigo al hablarme as en el primer encuentro, de entrada. Se le escap la tortuga, la verdad. En cambio Yiyo Carniglia, que era como un manager en el club, me dijo que no me sintiera el salvador de nadie. Yiyo era ms grande, por eso me entenda ms. Silvio me tena menos paciencia: creo que tena miedo de que yo me le fuera de las manos, qu s yo... Por ah era yo el que daba una imagen equivocada, no s, pero sinceramente necesitaba y necesito sentir el afecto de los dems. Eso me lo daba Yiyo y no me lo daba Silvio.

De aquel grupo tengo un recuerdo brbaro. Con Pichi Escudero y Huguito Alves nos conocamos de la Seleccin juvenil del 79: habamos compartido mucho tiempo durante el Sudamericano en Montevideo y el Mundial en Japn. Osvaldo, as como se lo vea de calladito, era uno de los que despus de los partidos, en Uruguay, se cruzaba a la playa y bailaba como si estuviera haciendo una macumba. Hugo, en cambio, era de los ms serios... Al llegar a Boca enseguida congeni con Ramoa, Ruggeri y Abel Alves, el hermano de Hugo. No era que no le diera bolilla a los ms grandes, pero no tena demasiadas cosas en comn por una cuestin de edad. Nadie me lo deca, pero yo senta que tanto mis compaeros como la hinchada esperaban mucho ms de m.

Encima estaba el problema de la plata: en el primer partido, contra Talleres, la recaudacin fue de un milln de dlares; en el segundo no s si lleg a mil... Claro, nos agarr la devaluacin, se fue al diablo la famosa tablita cambiara de Martnez de Hoz.

Jugu esos dos primeros partidos cada vez ms lesionado, me arrastraba en la cancha. Pero igual hice goles: otra vez en La Bombonera, otra vez a los cordobeses, pero de Instituto, les met dos: uno de penal y el otro... sencillito. Encar hacia la media luna, corriendo de izquierda a derecha, le tir un sombrerito al Negro Nieto y, antes de que cayera la pelota, la toqu con la zurda: la pelota pas entre las piernas de Munutti y todo, un golazo!

As estbamos hasta que fuimos a Mar del Plata, en la semana, para jugar un amistoso contra San Lorenzo en el estadio mundialista. Esos partidos eran necesarios para pagar el pase, pero me estaban matando. No poda correr. Pareca que tena encima de los hombros a Mara Martha Serra Lima. Cuando volv al vestuario dije basta... Cada vez que picaba era como si me clavaran un cuchillo en la parte de atrs del muslo derecho. El doctor Pintos me deca que era un pequeo desgarro, pero todos tenamos miedo de que se hiciera grande. Enseguida nos tocaba Huracn y yo ya quera parar, pero por hacerle un favor a Miguel, que se haba ido mal del club y lo tenan en la mira, jugu igual. Fue el 8 de marzo, ganamos dos a cero, Miguelito se dio el gusto de hacerles un gol en el ltimo minuto, pero yo no daba ms... Y par.

Estuve cuatro partidos afuera, pero igual Boca los gan todos: los muchachos queran demostrar que tambin podan ganar sin Maradona y a m me pareca fenmeno.

El otro problema era que, por aquellos primeros tiempos, las relaciones con Marzolini y con el profesor Gustavo Habbegger, que era el preparador fsico, no eran las mejores. Ellos eran muy rgidos con las concentraciones, con los entrenamientos, con un montn de exigencias pelotudas y yo no me lo bancaba. Despus, con los triunfos, nos fuimos entendiendo. Entonces declar sobre Silvio: "Es un hombre honesto, que trabaja todo el da tratando de mejorar el equipo y aunque no tiene mucha experiencia se nota que sabe". Pero al principio tena una mufa terrible con l y con el profe. Las cosas no eran sencillas.

Volv contra Newell's, el 29 de marzo, hice un gol de penal, empatamos 2 a 2. Al domingo siguiente vena un lindo clsico, que yo senta mucho, contra Independiente. Aquella vez me tuve que pelear con Marzolini para que pusiera a Ruggeri de una vez por todas. Como no me daba bolilla me agarr a los viejos, a Brindisi, a Mouzo, a Perna, y les pregunt: "Dganme la verdad, ustedes no se sienten ms seguros cuando juega este pibe?". El Cabezn ya tena una personalidad terrible, iba para adelante siempre... Ellos me contestaron: S, s, Diego, tens razn, este pibe tiene huevos de verdad. Entonces fuimos y lo apretamos a Marzolini. Ruggeri jug contra Independiente en Avellaneda, ganamos 2 a 0, con una volea ma de afuera del rea y con un gol... de l. A pap! Yo saba que el Cabezn la iba a romper: no sali ms del equipo, a menos que estuviera lesionado o expulsado.

As era yo, no me callaba nada. Si estaba seguro de lo que senta, lo deca. Y qu? Por qu no iba a hacerlo? Porque haba salido de Fiorito? Las pelotas! Otra vez, declar que en Argentinos Juniors, estuviera donde estuviera, la pelota me llegaba siempre y en Boca no. Dije que no quera pensar que hubiera egosmo, pero... Saltaron todos. Me contest Perna, me contest Brindisi, pero yo tena razn. Lo agarr a Miguel y le dije: "Tenemos que juntarnos ms y t