xiii congreso nacional y iii latinoamericano de ... · teórico, el grupo de trabajo se dedicará a...

20
1 XIII Congreso Nacional y III Latinoamericano de Sociología Jurídica Viedma. 8-10 de noviembre 2012 Título de la ponencia: “MUERTE DIGNA: UN ANÁLISIS TEÓRICO CON PERSPECTIVAS EMPÍRICAS” Autoras: Mera Salguero Ana Laura 1 , Azcona Noelia 2 , Soria García Emilse Romina 3 , Perrone María Cecilia 4 y Stadler Illu Karen Marlen Rosangel 5 . Comisión de trabajo: Número 3: Delitos, controles institucionales y sistemas represivos. 1 Miembro de equipo de investigación que cuenta con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. Email: [email protected] 2 Co directora de equipo de investigación que cuenta con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. Email: [email protected] 3 Miembro de equipo de investigación que cuenta con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. Email: [email protected] 4 Miembro de equipo de investigación que cuenta con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. Email: [email protected] 5 Miembro de equipo de investigación que cuenta con subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad Nacional de Córdoba. Email: [email protected]

Upload: dophuc

Post on 04-Nov-2018

217 views

Category:

Documents


1 download

TRANSCRIPT

  • 1

    XIII Congreso Nacional y III Latinoamericano de Sociologa Jurdica

    Viedma. 8-10 de noviembre 2012

    Ttulo de la ponencia:

    MUERTE DIGNA: UN ANLISIS TERICO CON PERSPECTIVAS EMPRICAS

    Autoras:

    Mera Salguero Ana Laura1, Azcona Noelia

    2, Soria Garca Emilse Romina

    3, Perrone

    Mara Cecilia4 y Stadler Illu Karen Marlen Rosangel

    5.

    Comisin de trabajo:

    Nmero 3: Delitos, controles institucionales y sistemas represivos.

    1 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la

    Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 2 Co directora de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica

    de la Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 3 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la

    Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 4 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la

    Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 5 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la

    Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected]

  • 2

    I. Introduccin

    El anlisis terico realizado en el marco de esta ponencia, es la antesala de una

    investigacin en curso, cuyo objetivo final es conocer, a travs de un estudio emprico,

    los posicionamientos de los estudiantes de las carreras de abogaca y medicina de la

    Universidad Nacional de Crdoba frente al fenmeno de la muerte digna o eutanasia.

    En primer lugar, el equipo de investigacin se ha abocado a la realizacin de un

    amplio estudio para la concrecin de un marco terico completo, que aborde la muerte

    digna o eutanasia, no slo desde la perspectiva de la legislacin imperante, sino

    tambin, desde las distintas posiciones doctrinarias que confluyen en torno a la temtica.

    Entre tanto, y de modo parcialmente concomitante a la construccin del marco

    terico, el grupo de trabajo se dedicar a la confeccin de una base de datos compuesta

    por encuestas a alumnos de las carreras universitarias de grado ya mencionadas. Para

    ese fin se utilizar un instrumento psicosocial especfico, y los datos obtenidos a travs

    de su empleo sern procesados en el sistema de anlisis cuantitativo SPSS.

    A continuacin se explicar, sintticamente, qu es la muerte digna o eutanasia,

    cules son las posiciones encontradas en torno a este fenmeno y sus argumentos, cul

    es la situacin legal imperante en Argentina hoy en da, y, finalmente, cul es la

    propuesta concreta de trabajo de este equipo de investigacin.

    Cabe asimismo remarcar que la eutanasia despierta mucho inters y opiniones

    encontradas (Daz Aranda, 2003, pp. 299), y que la cuestin ha cobrado especial

    relevancia en las ltimas dcadas, dado el avance de la tecnologa y su aplicacin en

    la medicina a travs de los llamados medios extraordinarios, con los cuales se puede

    prolongar la vida de enfermos terminales (Daz Aranda, 2003, p. 299). Por esto es que

    se ha vuelto un tema que genera rspidos debates, tanto al interior de ciencias como

    medicina, derecho, sociologa, psicologa y filosofa, as como en mltiples espacios

    interdisciplinarios y transdisciplinarios. Esto es as, pues el morir es un hecho que todo

    ser humano debe transitar y como tal constituye un momento de excepcin. La

    totalidad de la persona, en sus aspectos biofsicos y psico-espirituales deber afrontar

    una situacin irrepetible y para la que requiere un real acompaamiento. Aqu est

    situada la cuestin: cmo morir y cmo morir dignamente. Un asunto de esta

    naturaleza no involucra solo a las ciencias mdicas sino que tambin compromete la

    participacin de cuestiones legales, jurdicas, filosficas y morales (Rezznico, 2000,

  • 3

    pp. 7-8).

    II. El derecho a morir

    Un punto central para abordar el estudio de la eutanasia o muerte digna consiste en

    determinar la existencia del llamado derecho a morir. Cabe preguntarse, entonces, en

    primer lugar, si existe tal derecho.

    En este orden, Elena Highton (1992, pp. 175) afirma que en la actualidad s es

    posible hablar de un derecho a morir, pues el tiempo y el modo de nuestra muerte han

    llegado a ser materia u objeto de eleccin y decisin consciente.

    La autora citada sostiene, en concreto, que el cundo morir, en supuestos

    extremos y terminales, constituye una decisin personalsima del paciente, que debe

    tomarse dentro de la esfera de intimidad de la familia, no pudiendo interferir los

    terceros (mdicos y Estado), bajo el manto del paternalismo y de pretender saber ms y

    mejor lo que es bueno para el paciente. El lmite entre el dao y la liberacin, si es

    mayor dao morir que subsistir, excede de la decisin profesional (Highton, 1992, p.

    180).

    No obstante, Highton (1992, p. 175) tambin aclara que esta postura no supone

    favorecer la eutanasia, sino la eliminacin o corte del suministro de medios

    extraordinarios. En este punto, cabe resaltar que segn qu amplitud se le otorgue al

    concepto de eutanasia, la eliminacin de medios extraordinarios de subsistencia es, para

    algunos sectores, una forma de eutanasia.

    En el estudio sobre voluntades anticipadas llevado a cabo por un grupo de

    investigacin de Espaa, dan a conocer que en los ltimos aos se ha ido perfilando el

    concepto de muerte digna, y aunque hay un acuerdo tcito sobre el derecho a morir con

    dignidad, los puntos de vista de los pacientes terminales, los familiares, los ciudadanos,

    los mdicos y los enfermos no son siempre coincidentes. Mientras los avances tcnicos

    y cientficos permiten prolongar la vida, aparecen casos, particularmente complejos,

    que abonan el debate entre encarnizamiento teraputico y cuidados paliativos que

    alivien o eviten el sufrimiento, aunque tengan como consecuencia una aceleracin del

    final de la vida (Nebot, Ortega, Mira y Ortiz, 2009, pp.437-8).

    Ahora bien, para delimitar el estudio del fenmeno de muerte digna o eutanasia,

    se ha tomado como base en el marco de este anlisis- la distincin realizada por

  • 4

    Rogers, con base en dos dimensiones de comportamiento del constructo derecho a

    morir: el locus de decisin y el locus de accin.

    a) El locus de decisin de morir: la decisin de morir puede estar en el mismo

    sujeto (self), en otros, o en forma conjunta en el sujeto y en otros (Klopfer and

    Price, 1978, p.79).

    b) El locus de accin de matar: la ejecucin de la muerte concreta o la omisin,

    dejando morir. En este caso puede hacerlo tambin el propio sujeto, otros

    individuos, o conjuntamente la persona y terceros.

    Locus de decisin Locus de accin Fenmeno

    1 S mismo S mismo Suicidio

    2 S mismo Otros Eutanasia- Muerte Digna

    3 Otros S mismo Rituales

    4 Otros y s mismo Otros y s mismo Suicidio asistido

    5 Otros Otros Eutanasia y homicidio- Muerte Digna

    Como se observa, no todas las combinaciones sealadas representan casos de

    eutanasia. En concreto, slo las opciones nmero 2 en la que es la propia persona

    quien decide morir, pero la muerte la llevan a cabo otros- y la nmero 5 en la que la

    muerte de la persona enferma la deciden otros y tambin la ejecutan otros- son las

    posibles combinaciones en que tiene cabida hablar de muerte digna.

    Ronald Dworkin se refiere, en su libro El dominio de la vida(pp. 239-251), a

    tres situaciones en las que hay que decidir sobre el derecho a morir: 1) Un individuo

    enfermo o discapacitado, plenamente consciente y con voluntad de morir, pero que

    necesita la ayuda de otros para hacerlo; 2) una persona inconsciente y moribunda; 3)

    una persona mentalmente incompetente; y que las decisiones no versan precisamente,

    acerca de los derechos e intereses de individuos particulares, sino acerca de la

    importancia intrnseca de la vida humana en s misma(Dworkin, 1994, p. 284).

    III. Una prctica con historia

    La eutanasia es una prctica que en las ltimas dcadas cobr gran relevancia,

  • 5

    particularmente, por el avance tecnolgico y su aplicacin en medicina, as como

    tambin, porque se han retomado numerosas discusiones jurdicas en torno a la

    autonoma de la voluntad y sus alcances.

    Sin embargo, es preciso sealar que desde tiempos antiqusimos las

    civilizaciones conocieron y legitimaron el fenmeno eutansico, junto con el

    eugensico, lo que responde a una distinta concepcin del valor de la vida humana,

    que aleja dichas situaciones del planteamiento que actualmente se hace de la

    eutanasia (Marcos del Cano, 1999, p. 25).

    En la antigedad la vida humana era tal en la medida en que resultaba apta para

    cumplir con las funciones que la comunidad le haba asignado a la persona. Por ende,

    ante la prdida de la capacidad de llevar a cabo tal misin social, la vida no tena

    sentido. Exista, pues, una prevalencia de la calidad de vida sobre el hecho de la

    existencia misma, de modo que el hecho de desprenderse de aquellos que no slo no

    eran tiles para la sociedad, sino que adems suponan una carga, era totalmente

    legitimado por la autoridad poltica y por la sociedad (Marcos del Cano, 1999, p. 26).

    En Grecia, por ejemplo y tambin en Roma aunque con algunas variaciones-, dar

    muerte a invlidos, bebs con deformaciones, ancianos e incurables era admitido,

    justamente, porque se trataba de individuos no aptos para cumplir con la funcin social

    correspondiente, y en consecuencia intiles. Entre los celtas que realizaban la eutanasia

    con propsito eugnico dndoles muerte a ancianos, lo mismo suceda en algunas tribus

    indgenas primitivas. En India se llevaba a los incurables hasta el ro Ganges para

    asfixiarlos ya que, segn sus creencias budistas, slo de esta manera podan

    incorporarse a la esencia divina y obtener la eterna felicidad.

    No obstante, la valoracin de la eutanasia de las civilizaciones antiguas se

    modific sustancialmente con el advenimiento del cristianismo. ste aport, al menos

    en Occidente, una nueva visin de la vida humana, la que pas a sacralizarse, por ser

    considerada un don de Dios. Esta nueva perspectiva produjo un radical cambio en el

    comn sentir y en la actitud de la humanidad en relacin con la posibilidad de

    practicar la eutanasia (Marcos del Cano, 1999, p. 27).

    El cambio de visin en torno al valor de la vida, que gener una nueva mirada

    sobre la eutanasia, permanece an hoy vigente y es, incluso, uno de los argumentos

    centrales que los detractores de esta prctica suelen invocar a la hora de criticar su

  • 6

    utilizacin. En este sentido el doctrinario Vladimir Jaklvitch estima que hoy todo lo

    que hace a la vida humana tiene tendencia a ser sacralizadolos partidarios de la

    eutanasia son progresistas, y los adversarios son reaccionarios, pero en realidad unos y

    otros estn un poco fascinados por una idea del precio infinito de la vida humana. Los

    inquisidores no tenan tal sentido de la vida humana (2004, pp.75-76) asume que en

    definitiva, tanto el tab progresista como el humanitario ven siempre el costo de la vida

    humana.

    IV. La cuestin terminolgica

    Son muchos y variados los conceptos y definiciones que se han dado de la eutanasia, as

    la Real Academia espaola define que es una palabra que viene del griego que

    significa bien, y que significa muerte, y da dos conceptos: 1. Accin u omisin

    que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su

    consentimiento o sin l. 2. Muerte sin sufrimiento fsico. El segundo de los conceptos lo

    engloba dentro un los trminos especficos de las ciencias mdicas.

    Por su parte, Aquilino Polaino Lorente la define como una muerte dulce y

    tranquila que se procura dar a los enfermos incurables y a los moribundos antes de su

    vida se extinga en una agona amasada con sufrimientos y sin esperanzas (Artiachi de

    Len, 1998, pp. 12-14). El mismo escritor ensea que el primero en acuar el vocablo

    eutanasia fue el doctor ingls y canciller del reino, Francisco Bacn de Verulamio, en

    su clebre obra escrita en el siglo XVII (ao 1623) titulada Historia de la vida y de la

    muerte, influenciado por la corriente de la Filosofa experimental, sostuvo la tesis que

    en las enfermedades consideradas como incurables, es imperiosa y humana la

    necesidad de abolir el sufrimiento por el camino ms accesible de privar la vida a un

    ser humano, buscando una agona buena y dulce que es aquella que se desliza sin

    dolores (Artiachi de Len, 1998, p. 23).

    Entre tanto, en la actualidad, la significacin del vocablo eutanasia condice con

    la idea de muerte digna, y en el marco de este trabajo ambos vocablos sern utilizados

    en forma indistinta.

    El trmino eutanasia engloba diversas prcticas, pues suelen incluirse bajo esta

    denominacin diferentes formas de dar muerte a una persona en estado terminal, que, a

    su vez, responden a fines variados. Esta realidad dio lugar a la elaboracin doctrinaria

    de numerosas clasificaciones.

  • 7

    En ese marco, Carlos Gherardi (2006, p. 213) quien propone una definicin

    restrictiva de eutanasia- seala que no resulta temerario afirmar que la biotica, como

    espacio multidisciplinario y transversal que debe examinar los innumerables conflictos

    morales que se plantean en las ciencias de la vida, ha permitido, inexplicable y hasta

    imprudentemente, que todava hoy pueda catalogarse como eutanasia a situaciones

    muy distintas y antagnicas.

    La eutanasia, segn cmo haya operado la muerte de la persona podr ser:

    Voluntaria: quien toma la decisin de morir es una persona plenamente

    consciente. Es el enfermo eutansico quien decide morir. En la actualidad, en

    gran parte del mundo, la posibilidad de tomar esta determinacin es considerada

    como un derecho del paciente.

    No voluntaria: incluye dos supuestos: a) el caso en que la persona eutansica

    carece de consciencia y es un tercero quien toma la decisin de que muera (la

    familia, los mdicos, la justicia, etc.); y b) la persona eutansica no est

    consciente y se decide su muerte en contra de su voluntad. Este caso es

    conocido, tambin, como eutanasia coactiva.

    Entre tanto, segn el modo o la forma en que se concrete la eutanasia accin u

    omisin- esta podr ser:

    Pasiva: no se realiza ningn tipo de intervencin en la persona, de modo tal que

    sta sigue con vida slo durante el tiempo en que su organismo pueda resistir.

    Este tipo de eutanasia, implica no iniciar o no interrumpir el tratamiento o

    cualquier otro medio que contribuya a la prolongacin de la vida, de quien

    presenta un deterioro irreversible o una enfermedad incurable, y se halla en una

    fase terminal, acelerando el desenlace mortal (Daz Aranda, 2003, pp.s. 302-

    303).

    Activa: hay una intervencin concreta en la persona para causar la muerte. Este

    tipo de eutanasia ha sido el que ha generado mayores controversias y crticas, y

    ha contribuido a dotar de cierta carga negativa al concepto.

    En este caso, es preciso destacar que algunos autores realizan una subdistincin.

    Es posible hablar, entonces, de: a) eutanasia activa directa: se provoca la muerte

    del paciente en el momento en que ste lo solicita; y b) eutanasia activa indirecta

  • 8

    o lenitiva: se le administran al paciente calmantes para el dolor, aunque ello

    traer como consecuencia secundaria la anticipacin del momento de la

    muerte (Daz Aranda, 2003, pp. 302-303).

    Sin embargo, las distinciones no se agotan en las ya sealadas. Existen, adems,

    otras clasificaciones. En este orden, Ana Mara Marcos del Cano (1999, pp. 49- 53),

    indica que segn sus fines la eutanasia puede ser:

    Eugensica: aquella en la que se da muerte a personas con algn tipo de

    deformacin o tara con el fin de mejorar la raza.

    Criminal: Marcos del Cano la define como muerte sin dolor ocasionada a los

    individuos socialmente peligrosos (1999, pp. 49-51). En realidad, este caso es

    una forma de ejecucin de la pena de muerte.

    Econmica: practicada a enfermos incurables, locos, invlidos, ancianos, etc.,

    con el fin de aligerar a la sociedad de personas intiles que suponen un

    elevado coste econmico, sanitario y asistencial (Marcos del Cano, 1999, pp.

    49-51).

    Solidaria: se mata en forma indolora, a una persona desahuciada con el fin

    teraputico de poder utilizar alguno de sus tejidos u rganos para salvar a otros

    sujetos.

    Experimental: consiste en procurar la muerte sin dolor de determinados

    sujetos con fines de experimentacin para contribuir al progreso cientfico

    (Marcos del Cano, 1999, pp. 49-51).

    Piadosa: se provoca la muerte de una persona a raz de un sentimiento de

    compasin hacia ella, derivado de los graves sufrimientos que ese individuo est

    soportando, sin esperanzas fundadas de supervivencia.

    Esta clasificacin intenta reflejar los diversos motivos que pueden impulsar a

    que una persona decida la muerte de otra mediante la prctica de la eutanasia.

    Ahora bien, dos trminos ntimamente relacionados con la nocin de eutanasia

    son los de distanasia y ortotanasia, por lo que cabe distinguirlos:

    Distanasia: etimolgicamente es lo contrario a la eutanasia. La palabra deriva del

    griego y dis significa malo o mal, y thanatos es muerte (Yurman, 2005, p. 8).

  • 9

    Este supuesto se produce cuando se aplican a la persona en estado terminal todos

    los tratamientos mdicos que resulten necesarios para mantenerla con vida, a

    travs de cualquier clase de medio, sea o no proporcionado, y aunque no haya

    esperanza alguna de curacin y tales tratamientos impliquen infligir al

    moribundo un sufrimiento aadido al que ya padece y que no lograr evitar la

    muerte. Este tipo de conducta resulta contraria a la deontologa mdica, que no

    admite la aplicacin de tratamientos intiles o, de aquellos que siendo tiles

    resultan desproporcionadamente molestos para el resultado que se espera de

    ellos. As pues la distanasia coincide, de hecho, con el llamado ensaamiento

    teraputico (encarnizamiento u obstinacin), es decir, con la reiteracin de

    tratamientos que, siendo intiles desde el punto de vista teraputico, son

    aplicados con el fin de prolongar artificialmente la vida de un enfermo que se

    encuentra en fase terminal (Marcos del Cano, 1999, p. 43).

    Ortotanasia: el trmino orthos en griego significa recto, justo, que observa el

    derecho conforme a la razn y thanatos quiere decir muerte. La ortotanasia se

    produce cuando no se adelanta la muerte con una accin mdica intencional,

    pero se deja morir al paciente, aunque s se le suministran tratamientos para

    paliar el dolor y favorecer a su bienestar, y acompaamiento psicolgico y

    espiritual.

    Es preciso destacar que, el trmino ortotanasia es empleado por los autores con

    diverso significado. Algunos, entienden que es una forma de eutanasia pasiva o

    eutanasia activa lenitiva. Otros consideran que no es un tipo o clase de eutanasia,

    sino un fenmeno diverso. El modo en que este vocablo es empleado depende,

    en definitiva, de los alcances que se le den a la palabra eutanasia.

    En este sentido, por ejemplo, Eduardo Tinant (2002, p. 514) afirma que la

    exigencia tica que sustenta el derecho a vivir la propia agona y a morir

    humanamente ortotanasia- suele transitar un delgado camino de cornisa,

    flanqueada por una abreviacin tajante eutanasia- y una prolongacin

    irrazonable distanasia- o cruelmente obstinada. Claramente, el autor

    establece una distincin entre los vocablos ortotanasia, eutanasia y distanasia.

    De todos modos, y ms all de las clasificaciones y tipologas reseadas, es

    preciso recordar que en sus orgenes el trmino eutanasia significaba buen morir. Es

  • 10

    precisamente a esta ltima idea, a la nocin de muerte digna, a la que apunta la

    investigacin que se desarrollar a partir de este anlisis terico. La bsqueda de las

    distintas posiciones de los futuros profesionales frente a la variada gama de conceptos y

    preconceptos que empapan a la temtica es lo que se busca descubrir. Va de suyo que

    un anlisis terico exhaustivo previo, conociendo las distintas miradas a lo largo de la

    historia, es pieza fundamental en nuestra meta.

    V. Los argumentos a favor y en contra de la eutanasia o muerte digna

    Estamos ante un fenmeno que es, ante todo, una prctica controvertida. Esto se debe a

    que, por un lado, involucra cuestiones muy profundas e ntimas, ligadas a la moral y la

    religin de las personas y, adems, a que no hay absoluta claridad en torno a qu se

    incluye y qu no dentro de las expresiones muerte digna y/o eutanasia.

    La eutanasia o muerte digna, cuenta con defensores y detractores. Entre los

    principales argumentos que esgrimen quienes defienden la realizacin de esta prctica

    se encuentran los siguientes:

    Autonoma de la persona: argumento muy utilizado, probablemente, el principal

    dentro de esta postura. La autonoma de la persona es entendida como el derecho

    de la persona de decidir sobre s mismo, su vida o su muerte. En tal sentido, se

    afirma que la persona es autnoma y puede determinar si quiere, o no, continuar

    viviendo. As como toda persona posee el derecho a planear, en la medida de

    lo posible, su proyecto personal de vida, posee igualmente el derecho a

    determinar, en la medida de los posible, el curso de accin a seguir en su propia

    muerte (Cohen Agrest, 2006, p. 133). No obstante, quienes se oponen a esta

    visin, recalcan que hay que tener en cuenta que tal autonoma puede estar

    influenciada por una faz externa, tal como el contexto social y familiar, que

    ejerce presin sobre el enfermo, predisponindolo a elegir la muerte (la persona

    en estado terminal elige morir, por ejemplo, porque no quiere ser una carga para

    su familia y/o amigos). As como tambin podemos encontrar condicionantes

    que tienen que ver con una por una faz interna, aspectos psicolgicos que

    pueden resultar preexistentes en el enfermo o aparecer como consecuencia de la

    situacin por la cual se atraviesa tales como profundas crisis de angustia.

    Distincin entre calidad y cantidad de vida: aqu se pone en tela de juicio la idea

    paternalista que sostiene que continuar con vida es siempre la decisin y que no

  • 11

    puede optarse por la muerte. La asuncin de una actitud pro vida, sin importar

    en qu condiciones se viva, bajo cualquier forma de existencia (natural o

    artificial, consciente o inconsciente), es, precisamente, lo que los defensores del

    buen morir rechazan. Los partidarios de la eutanasia sostienen que lo que

    debe promoverse no es mera cantidad de vida das de agona y sufrimiento-,

    sino la posibilidad de disfrutar una vida mnimamente digna (Luna y Salles,

    1995, p. 117). El problema es definir que se entiende por vida digna.

    Compasin: atae a los padecimientos que sufren muchos enfermos terminales.

    Se afirma que la eutanasia es un camino para liberar a la persona de horribles

    dolores. Por su parte, los detractores de la eutanasia indican que la medicina

    actual puede paliar casi todos los dolores del ser humano. No obstante, algunos

    de ellos no pueden ser controlados. A menudo, cuando no se puede controlar el

    dolor, se sugiere una sedacin completa. Pero esta sedacin provoca en el

    moribundo una completa anulacin de la sensibilidad, de la percepcin, de la

    comunicacin con los otros, y lo sume en un estado muy parecido a la muerte

    (Cohen Agrest, 2006, p. 136).

    Justicia distributiva: este argumento se enfoca en la escasez de los recursos, y en

    la necesidad de asignarlos promoviendo el mayor beneficio posible. La idea

    central es que aunque todo ser humano tenga derecho a ser atendido, este

    derecho es dbil en los que no podrn ser salvados. Pero as, se asegurarn los

    recursos para aquellos que tienen chances de recuperarse (Cohen Agrest,

    2006, p. 138). No obstante, resulta evidente que este razonamiento, llevado a la

    prctica, entraa un enorme riesgo de abuso.

    Distincin en cuanto a diferencias sociales y econmicas: existira, segn este

    argumento, una eutanasia de los pobres y una de los ricos. En el primer caso las

    clases sociales ms bajas por no disponer del dinero que implica solventar los

    gastos que conllevan algunas enfermedades como el cncer o la vida artificial,

    simplemente se dejan morir aunque medie un fuerte deseo de seguir viviendo.

    En cambio en los grupos sociales ms favorecidos econmicamente tienen

    opcin de invertir todo su capital en salvar o prolongar la vida de quien va a

    fallecer (Artiachi de Len, 1998, p. 64).

    Entre tanto, los principales argumentos de quienes se oponen a la eutanasia son:

  • 12

    Inmoralidad de la eutanasia: se suele afirmar que es una prctica inmoral,

    puntualmente, porque tienen la conviccin que la vida humana es sagrada en s

    misma. Tal es el caso de numerosas religiones, en las que no se admite la muerte

    bajo ningn punto de vista, pues el fin de la vida es fruto, nicamente, de la

    voluntad divina. Muchos de los argumentos que se enumeran a continuacin

    estn subsumidos, en cierta medida, en esta idea de inmoralidad de la eutanasia.

    Inclinacin natural a la vida: se trata del argumento tal vez ms difundido, tanto

    en el mbito religioso como en el laico, segn el cual todos y cada uno de los

    seres humanos poseen una inclinacin natural a seguir viviendo (Cohen

    Agrest, 2006, p. 127). Desde esta perspectiva, nuestros instintos nos impulsan

    a huir del peligro o del dao, y a diario ejercemos la prudencia y el cuidado

    necesarios para protegernos. Nuestros cuerpos, an a nivel molecular, estn

    estructurados para sobrevivir (Cohen Agrest, 2006, p. 127). Entonces, se

    afirma que la eutanasia resulta contraria a la naturaleza humana, pues

    menoscaban el objetivo primario de supervivencia (Cohen Agrest, 2006, p.

    127). No obstante, quienes defienden la eutanasia indican que hablar de una

    inclinacin natural a la vida resulta confuso y contradictorio, pues si por

    natural se entiende no intervencin humana, casi ninguna intervencin mdica

    es natural. Si por natural se alude a la no correccin de desviaciones o

    problemas de la naturaleza, el uso de anteojos no es natural (Luna y Salles,

    1995, p. 115).

    La regla de oro kantiana. Este argumento toma como base la regla tica kantiana

    por excelencia comprtate hacia los dems, cmo quisieras que los dems se

    comportaran hacia ti. Segn Kant slo debemos actuar segn las reglas que

    estemos dispuestos a aplicar universalmente (Cohen Agrest, 2006, p. 127).

    Ahora bien, con relacin a la eutanasia se afirma que el sujeto que colabora en

    el acto debe preguntarse si puede desear la misma conducta para con l

    (Cohen Agrest, 2006, p. 128).

    Prohibicin de matar: otro argumento de quienes se oponen a la eutanasia es la

    prohibicin de matar. Sin embargo, a esta tesis se le suele objetar que,

    histricamente, matar ha sido tanto social como legalmente permitido en actos

    de autodefensa, en la guerra y en la pena capital. Por lo tanto, debera ser

  • 13

    social y legalmente aceptable cuando es el resultado de una eleccin personal

    de la persona que va a morir (Cohen Agrest, 2006, p. 128).

    Esperanza de vida: segn este argumento es imposible establecer con certeza si

    el estado clnico de un paciente puede no dar lugar a esperanza alguna (Cohen

    Agrest, 2006, p. 129). As pues, lo que en un momento histrico es una

    enfermedad incurable, en otro perodo de tiempo ya deja de serlo.

    Error de diagnstico: otro argumento contrario a la eutanasia es el que sostiene

    que si bien la medicina contempornea se encuentra muy desarrollada, an no

    ha llegado a constituirse un conocimiento perfecto y completo, por lo que

    cabe la posibilidad, como suele suceder con muchos actos mdicos, de que el

    diagnstico est equivocado y se d el caso de que creamos que estamos

    muriendo de determinada enfermedad cuando, de hecho, puede tratarse slo de

    un pronstico errado (Cohen Agrest, 2006, p. 130). Se propone entonces, entre

    los defensores de la eutanasia, como opcin a este argumento crear un cuerpo

    colegiado de especialistas, psiclogos, trabajadores sociales, abogados, etc., que

    trabajen en forma interdisciplinaria para evaluar, despus de un estudio

    minucioso, la conveniencia o no de la aplicacin de la eutanasia teraputica,

    independientemente del diagnstico primario del mdico tratante, evitando as

    posibles errores de diagnstico e impidiendo que la misma sea solicitada por

    razones testamentarias (Artiachi de Leon, 1998, pp. 74-75).

    Nuevos tratamientos: este argumento se relaciona con el que postula la

    esperanza de vida como oposicin a la eutanasia, as pues pensar en la

    posibilidad que con el tiempo, se desarrollen nuevos tratamientos para

    determinados padecimientos lleva de suyo que se elimine como opcin terminar

    con la vida. A esta postura, los que estn a favor de la prctica de la eutanasia,

    responden que el progreso en la cura de enfermedades proviene de la

    investigacin lenta y concienzuda, no del descubrimiento repentino e inesperado

    de remedios mgicos (Cohen Agrest, 2006, p. 131).

    Obligaciones profesionales: una cuestin que suelen alegar los detractores de la

    eutanasia es la obligacin de los profesionales de la salud de salvar la vida de

    sus pacientes. Los mdicos estn comprometidos a salvar vidas, no a ponerles

    fin (Cohen Agrest, 2006, p. 131). Admitir la eutanasia resulta contrario al

  • 14

    juramento hipocrtico, e implicara contradecir un compromiso de carcter

    milenario. Sin embargo, los defensores de la eutanasia atacan este argumento

    sealando que el antiguo juramento hipocrtico prohbe a los mdicos, por

    ejemplo, cobrar por ensear su disciplina. Si eso hoy es ampliamente permitido,

    por qu no permitir ayudar a morir cuando el paciente lo pide? (Cohen

    Agrest, 2006, p. 132). Adems existe la objecin de conciencia que pueden

    ejercer los profesionales de la medicina que consiste en la negativa del mdico a

    someterse, por convicciones ticas, morales o religiosas, a una conducta que se

    le exige, ya sea jurdicamente, por mandato de la autoridad o por una resolucin

    administrativa, de tal forma que realizarla violenta seriamente su conciencia, no

    es admisible una objecin de conciencia colectiva o institucional (Cdigo de

    Deontologa Mdica, 2011, p. 29).

    Pendiente resbaladiza: este argumento alude al riesgo que entraa la admisin de

    una prctica como la eutanasia, que puede derivar en que terceros decidan poner

    fin a la vida de una persona que no lo quiere o no ha manifestado su voluntad en

    tal sentido. El riesgo mayor reside en que esta prctica puede llevar a que se

    acten en nombre de pacientes que no han manifestado sus deseos. Y con el

    tiempo, permitir que los mdicos maten puede conducir a matar pacientes en

    contra de sus deseos. Slo hay un paso, reza el argumento, desde la eutanasia

    voluntaria o el suicidio asistido a la eutanasia dirigida, administrada a un

    paciente que no ha dado su consentimiento (Cohen Agrest, 2006, pp. 132). No

    obstante, contra esta argumentacin, los defensores de la eutanasia afirman que

    antes de anular los derechos individuales entre los que se cuentan la

    posibilidad de decidir personalmente sobre todo aquello que concierne a

    nuestro cuerpo y a nuestra propia vida-, se debe probar empricamente esa

    prediccin (Cohen Agrest, 2006, p. 132).

    Estos argumentos se han trazado en base al trabajo ya citado del autor

    Ronald Dwokin, quien sostiene que ms all de lo que se pueda decir en teora, la

    realidad es que en las decisiones sobre la muerte se tienen en cuenta tres cuestiones,

    la autonoma, los mejores intereses, y la idea de lo sagrado. sta ltima cuestin es

    la valoracin intrnseca de la vida, y que a su vez su importancia puede ser

    instrumental, segn la utilidad que reporta la vida. Subjetiva en funcin de las ganas

    de vivir de la persona y que a su vez sea bueno para ella. Y la intrnseca que su

  • 15

    importancia es independiente de la persona eutansica y de los otros. Los

    desacuerdos entre los diferentes puntos de vista con relacin a la eutanasia tienen

    que ver con las elecciones entre diferentes concepciones sobre la mejor manera de

    satisfacer el valor intrnseco de la vida humana. (Dworkin, 1994, pp.22-37, 97-100).

    VI. La perspectiva legal

    Un anlisis completo del fenmeno de muerte digna o eutanasia no puede prescindir del

    marco legal o jurdico. Ello as, cabe destacar que el estudio de las prcticas que se

    subsumen dentro de la nocin de eutanasia involucra, principalmente, la siguiente

    dicotoma: por un lado, el derecho a la vida, y, por otro, la autonoma de la voluntad.

    El derecho a la vida, para quienes se oponen a la eutanasia y de acuerdo a la

    tradicin jurdica occidental a la cual pertenece la Argentina, es concebido como un

    derecho indisponible e irrenunciable. Esa tradicin jurdica occidental ha visto en el

    valor vida humana un derecho-deber respecto del cual no parece vlido asignar

    cualquier destino, como supuesta exteriorizacin de la autonoma individual (Yurman,

    2005, p. 5).

    Entre tanto, la autonoma de la voluntad desde la perspectiva anterior- no

    podra llevarse al extremo de disponibilidad absoluta de la vida. En la balanza, el

    platillo en el que su ubica el derecho a la vida tiene mayor peso que aquel en el que se

    ubica la autonoma de la voluntad.

    Sin embargo, y retomando la metfora anterior, durante los ltimos aos el

    platillo de la autonoma de la voluntad ha ido aumentando su peso, y, por ende,

    equiparndose ms y ms con el platillo del derecho a la vida.

    Ensea una de las ms importantes doctrinarias de nuestro pas que el principio

    de autonoma de la persona, que subyace en la idea de privacidad, prescribe que, salvo

    dao a terceros, el ser humano puede desarrollar y ejecutar estilos de vida que

    respondan a sus propios modelos individuales (Kemelmajer de Carlucci, 2006, p.

    271).

    En ese orden, la Ley Nacional de Salud Pblica, vigente desde el ao 20096, fue

    modificada recientemente siguiendo el criterio de la autonoma.

    6 Ley 26.529. Derechos del Paciente en su Relacin con los Profesionales e Instituciones de la Salud.

    Sancionada: Octubre 21 de 2009. Promulgada de Hecho: Noviembre 19 de 2009.

  • 16

    Antes de la citada reforma legal, el artculo 2 de la Ley de Salud Pblica

    regulaba la relacin entre los profesionales de la salud y los pacientes, marcando

    principios generales y reconociendo derechos especficos de los pacientes, tales como la

    asistencia, el trato digno y respetuoso, la intimidad, la confidencialidad, informacin,

    interconsulta y la autonoma de la voluntad, entre otros. El reconocimiento a la

    autonoma del paciente, apareca expresamente en el inciso c de dicho precepto legal, en

    tanto se faculta al paciente a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos

    mdicos o biolgicos, con o sin expresin de causa.

    Ahora bien, el derecho del paciente a rechazar determinados procedimientos

    mdicos, tena como lmite el deber tico del profesional de la salud, cuya obligacin es

    preservar la vida. Esta exigencia surge, expresamente, del Cdigo Internacional de tica

    Mdica, aprobado en 1949 por la Asociacin Mundial de tica Mdica. De hecho, esta

    entidad fue la que en octubre de 1987 declar que terminar deliberadamente con la vida

    de un paciente, ya sea por su pedido consciente o por el de sus parientes cercanos, no

    era tico y resultaba contrario al juramento hipocrtico.

    No obstante, al reconocimiento que estableca la Ley de Salud Pblica a la

    autonoma de la voluntad del paciente, vino a sumarse una nueva norma, popularmente

    denominada como Ley de Muerte Digna.

    Esta regulacin contempla dos situaciones concretas: a) la enfermedad

    irreversible o incurable; y b) le enfermedad o estadio terminal. Estipula que en tales

    casos, el paciente previa informacin de su estado por parte del mdico- tendr

    derecho a: 1) rechazar procedimientos quirrgicos o de reanimacin artificial; y 2)

    solicitar que se le retiren los soportes vitales artificiales.

    Como exigencia para admitir el rechazo que manifest el paciente, debe ocurrir

    que tales procedimientos mdicos resulten extraordinarios, o bien desproporcionados

    (en perspectiva de la mejora manifestada), o que provoquen un sufrimiento

    desmesurado. Slo si concurren las condiciones sealadas el paciente podr optar por la

    eutanasia pasiva.

    Por lo tanto, segn la nueva normativa nacional, en el caso de rechazo de

    procedimientos por el paciente, el locus de decisin y el locus de accin, coinciden en la

    propia persona eutansica. En cambio, en el segundo supuesto legal retiro de soportes

    vitales artificiales-, el locus de accin recae en un tercero, y no en el paciente.

  • 17

    A su vez, cabe destacar que este reconocimiento a favor de la autonoma de la

    voluntad y del derecho a morir es muy reciente en Argentina. An no hay

    instrumentacin, ni reglamentacin alguna. Progresivamente, los legisladores y los

    profesionales de la salud tendrn que instrumentar, en forma conjunta o colaborativa,

    los protocolos de actuacin que son necesarios para la realizacin y ejercicio del

    derecho a morir con dignidad.

    Sin embargo encontramos en el documento que rige las prcticas medicas

    Cdigo de Deontologa mdica7, en su captulo VII artculo 36 (apartado que hace

    referencia a la atencin mdica al final de la vida) puntualiza que 1. El mdico tiene el

    deber de intentar la curacin o mejora del paciente siempre que sea posible. Cuando

    ya no lo sea, permanece la obligacin de aplicar las medidas adecuadas para

    conseguir su bienestar, an cuando de ello pudiera derivarse un acortamiento de la

    vida. 2. El mdico no deber emprender o continuar acciones diagnsticas o

    teraputicas sin esperanza de beneficios para el enfermo, intiles u obstinadas. Ha de

    tener en cuenta la voluntad explcita del paciente a rechazar dicho tratamiento para

    prolongar su vida. Cuando su estado no le permita tomar decisiones, tendr en

    consideracin y valorar las indicaciones anteriormente hechas y la opinin de las

    personas vinculadas responsables. 3. El mdico nunca provocar intencionadamente la

    muerte de ningn paciente, ni siquiera en caso de peticin expresa por parte de ste. 4.

    El mdico est obligado a atender las peticiones del paciente reflejadas en el

    documento de voluntades anticipadas, a no ser que vayan contra la buena prctica

    mdica. 5. La sedacin en la agona es cientfica y ticamente correcta slo cuando

    existen sntomas refractarios a los recursos teraputicos disponibles y se dispone del

    consentimiento del paciente implcito, explcito o delegado (2011, p. 31).

    VII. Conclusiones y proyecciones. Propuesta de estudio emprico a futuro.

    La complejidad y relevancia de la materia bajo estudio, resulta evidente. Por lo tanto,

    pretender fijar postura o emitir opinin como equipo de investigacin sera desviarnos

    de nuestro objetivo cientfico, ya que nuestra bsqueda de respuestas est basada en

    lograr descifrar e intentar definir los parmetros sobre el tema de un grupo social

    determinado (futuros mdicos y abogados), es decir analizar la postura de otros y

    explayarla lo ms objetivamente posible.

    7 Vigente desde julio de 2011.

  • 18

    Va de suyo reconocer que el camino hasta ac recorrido ya logr movilizar

    ideolgicamente a cada uno de los integrantes, como mnimo reviendo lo que se tena o

    crea tener como creencia personal propia.

    Los aspectos centrales del estudio emprico que estamos proponiendo tienen un

    sostn en lo terico y otro fundamental en el anlisis cuantitativo (tras procesar, como se

    dijo, los instrumentos psico-sociales que estn siendo elaborados por los estudiantes de

    abogaca y medicina). Lo relativo al anlisis terico es lo que se pretende alcanzar a

    partir de este trabajo, no sin antes reconocer que el estudio lejos est de pretenderse

    agotado, ya que la bibliografa en torno a la eutanasia es vasta, amplia y sumamente

    diversa.

    Pascal Dupont, uno de los autores estudiados, pone nfasis en que la muerte

    digna es un problema exclusivo de los mdicos, as dice que el problema de la

    eutanasia se le plantea al mdico, no a Freud. Pues ah, es el problema del suicida

    (Jaklvitch, 204, p. 58). Creemos que es una postura muy particular e interesante, pero

    que abarca slo una arista de la realidad, ya que la forma de definir cmo morir es un

    fenmeno que trasciende la accin u omisin de un sector profesional especfico, sino

    que involucra tambin aspectos histricos, polticos, ideolgicos, religiosos, ticos,

    jurdicos y sociales. Todo lo cual demuestra la amplitud que reviste nuestro objeto de

    anlisis elegido.

    Hoy se estn multiplicando, en todas partes, las peticiones, los movimientos de

    opinin, las propuestas de ley a favor del reconocimiento de la eutanasia. Pero estas

    iniciativas son fruto del contraste entre los principios del respecto ms absoluto a la

    vida humana y la consideracin de las particulares situaciones en las cuales el mismo

    respecto en relacin con la persona impone la necesidad de tener piedad de sus

    condiciones extremas, incompatibles con la dignidad, poniendo fin con la muerte a los

    sufrimientos insoportables (Marcos del Cano, 1999, p. 31).

  • 19

    VIII. Bibliografa

    Alonso Carlos, Eutanasia: Licencia para matar, Ediciones digitales 2008, pp.

    56-206.

    Artiachi de Len Anglica, Opsculos de Derecho Penal y Criminologa.

    Eutanasia, Editorial Lerner, ao 1998, Crdoba, pp.12-75.

    Cohen Agrest Diana, La buena muerte: razones y sinrazones de la eutanasia y

    el suicidio asistido, en Revista Jurdica de Buenos Aires, Facultad de Derecho

    y Ciencias Sociales, Volumen 2006, pp. 119-139.

    Consejo General de Colegios Oficiales de Mdicos, Cdigo de Deontologa

    Mdica-Gua de tica mdica, ao 2011, pp. 29-31.

    Daz Aranda Enrique, Eutanasia -Propuesta de solucin jurdica en Mxico,

    Revista de Derecho Penal. Buenos Aires, Editorial Rubinzal-Culzoni, ao 2003,

    pp. 209-309.

    Dworkin Ronald, El dominio de la vida, Editorial Ariel S.A., Barcelona, ao

    1994, pp.235-315.

    Gherardi Carlos R., Eutanasia. Propuesta para una definicin restrictiva, en

    Biotica y Derechos Humanos, Volumen 2006, Facultad de Derecho y Ciencias

    Sociales, Buenos Aires, pp. 213-223.

    Highton Elena, La salud, la vida y la muerte. Un problema tico-jurdico: el

    difuso lmite entre el dao y el beneficio a la persona, Tomo II, Revista de

    Derecho Privado y Comunitario, Buenos Aries, Editorial Rubinzal Culzoni, ao

    1992, pp. 165-180.

    Janklvitch Vladimir, Pensar la muerte, Fondo de cultura econmica,,

    Buenos aires, ao 2004, pp. 39-126.

    Kemelmajer de Carlucci Ada, Las voluntades anticipadas. Una apertura a

    favor del reconocimiento de la autonoma de la voluntad para expresar

    decisiones bioticas, en Revista Jurdica de Buenos Aires, Facultad de Derecho

    y Ciencias Sociales, Volumen 2006, pp. 249-294.

    Klopfer, F.J. and Price W.F. Euthanasia acceptance as related to afterlife belief

  • 20

    and other attitudes. Omega 9, ao 1979, pp. 245-253.

    Kottow Miguel, Biotica y biopoltica: espacio pbico y espacio privado,

    Editorial Abeledo Perrot, ao 2010, Buenos Aires, pp. 1075-1082.

    Luna Florencia y Arleen Salles, Decisiones de vida y muerte: eutanasia, aborto

    y otros temas de tica mdica, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, ao

    1995, pp. 109-162.

    Marcos del Cano Ana Mara, La eutanasia: estudio filosfico-jurdico, en la

    serie Monografas Jurdicas, Madrid, Editorial Marcial Pons, ao 1999, pp. 23-

    65.

    Nebot Cristina, Ortega Blas, Mira Jos Joaqun y Ortiz Lidia, Morir con

    dignidad. Estudio sobre voluntades anticipadas, publicado por Elsevier

    Espaa, S.L., ao 2009, pp. 437-445.

    Rezznico Carlos A., Muerte digna, Academia Nacional de Derecho y

    Ciencias Sociales de Crdoba, Academia de Ciencias Mdicas, Editorial El

    Copista, ao 2000, pp. 7-8.

    Rogers James R., Assessing right to die attitudes. A conceptually guided

    measurement model. Jornal of Social Issues. Volumen 52, N 2, ao 1996, pp.

    63-84.

    Shah N, Volker DL, Young A, Rieger PT, Thorpe D. Psychiatrists' attitudes to

    euthanasia. Lancet. 2000 January 16; 9148(353):136.

    Tinant Eduardo Luis, Eutanasia pasiva y adistanasia a la luz de un fallo de la

    Corte Suprema del Estado de California, Revista Jurdica La Ley, Buenos

    Aires, Editorial La Ley, ao 2002, pp. 512- 521.

    Yurman R. Pablo, La eutanasia en el marco de los procesos de reingeniera

    social, Revista El Derecho, Volumen 215. Buenos Aires, Editorial Universitas,

    ao 2005, pp. 1-13.