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XIII Congreso Nacional y III Latinoamericano de Sociologa Jurdica
Viedma. 8-10 de noviembre 2012
Ttulo de la ponencia:
MUERTE DIGNA: UN ANLISIS TERICO CON PERSPECTIVAS EMPRICAS
Autoras:
Mera Salguero Ana Laura1, Azcona Noelia
2, Soria Garca Emilse Romina
3, Perrone
Mara Cecilia4 y Stadler Illu Karen Marlen Rosangel
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Comisin de trabajo:
Nmero 3: Delitos, controles institucionales y sistemas represivos.
1 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la
Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 2 Co directora de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica
de la Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 3 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la
Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 4 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la
Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected] 5 Miembro de equipo de investigacin que cuenta con subsidio de la Secretara de Ciencia y Tcnica de la
Universidad Nacional de Crdoba. Email: [email protected]
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I. Introduccin
El anlisis terico realizado en el marco de esta ponencia, es la antesala de una
investigacin en curso, cuyo objetivo final es conocer, a travs de un estudio emprico,
los posicionamientos de los estudiantes de las carreras de abogaca y medicina de la
Universidad Nacional de Crdoba frente al fenmeno de la muerte digna o eutanasia.
En primer lugar, el equipo de investigacin se ha abocado a la realizacin de un
amplio estudio para la concrecin de un marco terico completo, que aborde la muerte
digna o eutanasia, no slo desde la perspectiva de la legislacin imperante, sino
tambin, desde las distintas posiciones doctrinarias que confluyen en torno a la temtica.
Entre tanto, y de modo parcialmente concomitante a la construccin del marco
terico, el grupo de trabajo se dedicar a la confeccin de una base de datos compuesta
por encuestas a alumnos de las carreras universitarias de grado ya mencionadas. Para
ese fin se utilizar un instrumento psicosocial especfico, y los datos obtenidos a travs
de su empleo sern procesados en el sistema de anlisis cuantitativo SPSS.
A continuacin se explicar, sintticamente, qu es la muerte digna o eutanasia,
cules son las posiciones encontradas en torno a este fenmeno y sus argumentos, cul
es la situacin legal imperante en Argentina hoy en da, y, finalmente, cul es la
propuesta concreta de trabajo de este equipo de investigacin.
Cabe asimismo remarcar que la eutanasia despierta mucho inters y opiniones
encontradas (Daz Aranda, 2003, pp. 299), y que la cuestin ha cobrado especial
relevancia en las ltimas dcadas, dado el avance de la tecnologa y su aplicacin en
la medicina a travs de los llamados medios extraordinarios, con los cuales se puede
prolongar la vida de enfermos terminales (Daz Aranda, 2003, p. 299). Por esto es que
se ha vuelto un tema que genera rspidos debates, tanto al interior de ciencias como
medicina, derecho, sociologa, psicologa y filosofa, as como en mltiples espacios
interdisciplinarios y transdisciplinarios. Esto es as, pues el morir es un hecho que todo
ser humano debe transitar y como tal constituye un momento de excepcin. La
totalidad de la persona, en sus aspectos biofsicos y psico-espirituales deber afrontar
una situacin irrepetible y para la que requiere un real acompaamiento. Aqu est
situada la cuestin: cmo morir y cmo morir dignamente. Un asunto de esta
naturaleza no involucra solo a las ciencias mdicas sino que tambin compromete la
participacin de cuestiones legales, jurdicas, filosficas y morales (Rezznico, 2000,
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pp. 7-8).
II. El derecho a morir
Un punto central para abordar el estudio de la eutanasia o muerte digna consiste en
determinar la existencia del llamado derecho a morir. Cabe preguntarse, entonces, en
primer lugar, si existe tal derecho.
En este orden, Elena Highton (1992, pp. 175) afirma que en la actualidad s es
posible hablar de un derecho a morir, pues el tiempo y el modo de nuestra muerte han
llegado a ser materia u objeto de eleccin y decisin consciente.
La autora citada sostiene, en concreto, que el cundo morir, en supuestos
extremos y terminales, constituye una decisin personalsima del paciente, que debe
tomarse dentro de la esfera de intimidad de la familia, no pudiendo interferir los
terceros (mdicos y Estado), bajo el manto del paternalismo y de pretender saber ms y
mejor lo que es bueno para el paciente. El lmite entre el dao y la liberacin, si es
mayor dao morir que subsistir, excede de la decisin profesional (Highton, 1992, p.
180).
No obstante, Highton (1992, p. 175) tambin aclara que esta postura no supone
favorecer la eutanasia, sino la eliminacin o corte del suministro de medios
extraordinarios. En este punto, cabe resaltar que segn qu amplitud se le otorgue al
concepto de eutanasia, la eliminacin de medios extraordinarios de subsistencia es, para
algunos sectores, una forma de eutanasia.
En el estudio sobre voluntades anticipadas llevado a cabo por un grupo de
investigacin de Espaa, dan a conocer que en los ltimos aos se ha ido perfilando el
concepto de muerte digna, y aunque hay un acuerdo tcito sobre el derecho a morir con
dignidad, los puntos de vista de los pacientes terminales, los familiares, los ciudadanos,
los mdicos y los enfermos no son siempre coincidentes. Mientras los avances tcnicos
y cientficos permiten prolongar la vida, aparecen casos, particularmente complejos,
que abonan el debate entre encarnizamiento teraputico y cuidados paliativos que
alivien o eviten el sufrimiento, aunque tengan como consecuencia una aceleracin del
final de la vida (Nebot, Ortega, Mira y Ortiz, 2009, pp.437-8).
Ahora bien, para delimitar el estudio del fenmeno de muerte digna o eutanasia,
se ha tomado como base en el marco de este anlisis- la distincin realizada por
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Rogers, con base en dos dimensiones de comportamiento del constructo derecho a
morir: el locus de decisin y el locus de accin.
a) El locus de decisin de morir: la decisin de morir puede estar en el mismo
sujeto (self), en otros, o en forma conjunta en el sujeto y en otros (Klopfer and
Price, 1978, p.79).
b) El locus de accin de matar: la ejecucin de la muerte concreta o la omisin,
dejando morir. En este caso puede hacerlo tambin el propio sujeto, otros
individuos, o conjuntamente la persona y terceros.
Locus de decisin Locus de accin Fenmeno
1 S mismo S mismo Suicidio
2 S mismo Otros Eutanasia- Muerte Digna
3 Otros S mismo Rituales
4 Otros y s mismo Otros y s mismo Suicidio asistido
5 Otros Otros Eutanasia y homicidio- Muerte Digna
Como se observa, no todas las combinaciones sealadas representan casos de
eutanasia. En concreto, slo las opciones nmero 2 en la que es la propia persona
quien decide morir, pero la muerte la llevan a cabo otros- y la nmero 5 en la que la
muerte de la persona enferma la deciden otros y tambin la ejecutan otros- son las
posibles combinaciones en que tiene cabida hablar de muerte digna.
Ronald Dworkin se refiere, en su libro El dominio de la vida(pp. 239-251), a
tres situaciones en las que hay que decidir sobre el derecho a morir: 1) Un individuo
enfermo o discapacitado, plenamente consciente y con voluntad de morir, pero que
necesita la ayuda de otros para hacerlo; 2) una persona inconsciente y moribunda; 3)
una persona mentalmente incompetente; y que las decisiones no versan precisamente,
acerca de los derechos e intereses de individuos particulares, sino acerca de la
importancia intrnseca de la vida humana en s misma(Dworkin, 1994, p. 284).
III. Una prctica con historia
La eutanasia es una prctica que en las ltimas dcadas cobr gran relevancia,
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particularmente, por el avance tecnolgico y su aplicacin en medicina, as como
tambin, porque se han retomado numerosas discusiones jurdicas en torno a la
autonoma de la voluntad y sus alcances.
Sin embargo, es preciso sealar que desde tiempos antiqusimos las
civilizaciones conocieron y legitimaron el fenmeno eutansico, junto con el
eugensico, lo que responde a una distinta concepcin del valor de la vida humana,
que aleja dichas situaciones del planteamiento que actualmente se hace de la
eutanasia (Marcos del Cano, 1999, p. 25).
En la antigedad la vida humana era tal en la medida en que resultaba apta para
cumplir con las funciones que la comunidad le haba asignado a la persona. Por ende,
ante la prdida de la capacidad de llevar a cabo tal misin social, la vida no tena
sentido. Exista, pues, una prevalencia de la calidad de vida sobre el hecho de la
existencia misma, de modo que el hecho de desprenderse de aquellos que no slo no
eran tiles para la sociedad, sino que adems suponan una carga, era totalmente
legitimado por la autoridad poltica y por la sociedad (Marcos del Cano, 1999, p. 26).
En Grecia, por ejemplo y tambin en Roma aunque con algunas variaciones-, dar
muerte a invlidos, bebs con deformaciones, ancianos e incurables era admitido,
justamente, porque se trataba de individuos no aptos para cumplir con la funcin social
correspondiente, y en consecuencia intiles. Entre los celtas que realizaban la eutanasia
con propsito eugnico dndoles muerte a ancianos, lo mismo suceda en algunas tribus
indgenas primitivas. En India se llevaba a los incurables hasta el ro Ganges para
asfixiarlos ya que, segn sus creencias budistas, slo de esta manera podan
incorporarse a la esencia divina y obtener la eterna felicidad.
No obstante, la valoracin de la eutanasia de las civilizaciones antiguas se
modific sustancialmente con el advenimiento del cristianismo. ste aport, al menos
en Occidente, una nueva visin de la vida humana, la que pas a sacralizarse, por ser
considerada un don de Dios. Esta nueva perspectiva produjo un radical cambio en el
comn sentir y en la actitud de la humanidad en relacin con la posibilidad de
practicar la eutanasia (Marcos del Cano, 1999, p. 27).
El cambio de visin en torno al valor de la vida, que gener una nueva mirada
sobre la eutanasia, permanece an hoy vigente y es, incluso, uno de los argumentos
centrales que los detractores de esta prctica suelen invocar a la hora de criticar su
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utilizacin. En este sentido el doctrinario Vladimir Jaklvitch estima que hoy todo lo
que hace a la vida humana tiene tendencia a ser sacralizadolos partidarios de la
eutanasia son progresistas, y los adversarios son reaccionarios, pero en realidad unos y
otros estn un poco fascinados por una idea del precio infinito de la vida humana. Los
inquisidores no tenan tal sentido de la vida humana (2004, pp.75-76) asume que en
definitiva, tanto el tab progresista como el humanitario ven siempre el costo de la vida
humana.
IV. La cuestin terminolgica
Son muchos y variados los conceptos y definiciones que se han dado de la eutanasia, as
la Real Academia espaola define que es una palabra que viene del griego que
significa bien, y que significa muerte, y da dos conceptos: 1. Accin u omisin
que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su
consentimiento o sin l. 2. Muerte sin sufrimiento fsico. El segundo de los conceptos lo
engloba dentro un los trminos especficos de las ciencias mdicas.
Por su parte, Aquilino Polaino Lorente la define como una muerte dulce y
tranquila que se procura dar a los enfermos incurables y a los moribundos antes de su
vida se extinga en una agona amasada con sufrimientos y sin esperanzas (Artiachi de
Len, 1998, pp. 12-14). El mismo escritor ensea que el primero en acuar el vocablo
eutanasia fue el doctor ingls y canciller del reino, Francisco Bacn de Verulamio, en
su clebre obra escrita en el siglo XVII (ao 1623) titulada Historia de la vida y de la
muerte, influenciado por la corriente de la Filosofa experimental, sostuvo la tesis que
en las enfermedades consideradas como incurables, es imperiosa y humana la
necesidad de abolir el sufrimiento por el camino ms accesible de privar la vida a un
ser humano, buscando una agona buena y dulce que es aquella que se desliza sin
dolores (Artiachi de Len, 1998, p. 23).
Entre tanto, en la actualidad, la significacin del vocablo eutanasia condice con
la idea de muerte digna, y en el marco de este trabajo ambos vocablos sern utilizados
en forma indistinta.
El trmino eutanasia engloba diversas prcticas, pues suelen incluirse bajo esta
denominacin diferentes formas de dar muerte a una persona en estado terminal, que, a
su vez, responden a fines variados. Esta realidad dio lugar a la elaboracin doctrinaria
de numerosas clasificaciones.
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En ese marco, Carlos Gherardi (2006, p. 213) quien propone una definicin
restrictiva de eutanasia- seala que no resulta temerario afirmar que la biotica, como
espacio multidisciplinario y transversal que debe examinar los innumerables conflictos
morales que se plantean en las ciencias de la vida, ha permitido, inexplicable y hasta
imprudentemente, que todava hoy pueda catalogarse como eutanasia a situaciones
muy distintas y antagnicas.
La eutanasia, segn cmo haya operado la muerte de la persona podr ser:
Voluntaria: quien toma la decisin de morir es una persona plenamente
consciente. Es el enfermo eutansico quien decide morir. En la actualidad, en
gran parte del mundo, la posibilidad de tomar esta determinacin es considerada
como un derecho del paciente.
No voluntaria: incluye dos supuestos: a) el caso en que la persona eutansica
carece de consciencia y es un tercero quien toma la decisin de que muera (la
familia, los mdicos, la justicia, etc.); y b) la persona eutansica no est
consciente y se decide su muerte en contra de su voluntad. Este caso es
conocido, tambin, como eutanasia coactiva.
Entre tanto, segn el modo o la forma en que se concrete la eutanasia accin u
omisin- esta podr ser:
Pasiva: no se realiza ningn tipo de intervencin en la persona, de modo tal que
sta sigue con vida slo durante el tiempo en que su organismo pueda resistir.
Este tipo de eutanasia, implica no iniciar o no interrumpir el tratamiento o
cualquier otro medio que contribuya a la prolongacin de la vida, de quien
presenta un deterioro irreversible o una enfermedad incurable, y se halla en una
fase terminal, acelerando el desenlace mortal (Daz Aranda, 2003, pp.s. 302-
303).
Activa: hay una intervencin concreta en la persona para causar la muerte. Este
tipo de eutanasia ha sido el que ha generado mayores controversias y crticas, y
ha contribuido a dotar de cierta carga negativa al concepto.
En este caso, es preciso destacar que algunos autores realizan una subdistincin.
Es posible hablar, entonces, de: a) eutanasia activa directa: se provoca la muerte
del paciente en el momento en que ste lo solicita; y b) eutanasia activa indirecta
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o lenitiva: se le administran al paciente calmantes para el dolor, aunque ello
traer como consecuencia secundaria la anticipacin del momento de la
muerte (Daz Aranda, 2003, pp. 302-303).
Sin embargo, las distinciones no se agotan en las ya sealadas. Existen, adems,
otras clasificaciones. En este orden, Ana Mara Marcos del Cano (1999, pp. 49- 53),
indica que segn sus fines la eutanasia puede ser:
Eugensica: aquella en la que se da muerte a personas con algn tipo de
deformacin o tara con el fin de mejorar la raza.
Criminal: Marcos del Cano la define como muerte sin dolor ocasionada a los
individuos socialmente peligrosos (1999, pp. 49-51). En realidad, este caso es
una forma de ejecucin de la pena de muerte.
Econmica: practicada a enfermos incurables, locos, invlidos, ancianos, etc.,
con el fin de aligerar a la sociedad de personas intiles que suponen un
elevado coste econmico, sanitario y asistencial (Marcos del Cano, 1999, pp.
49-51).
Solidaria: se mata en forma indolora, a una persona desahuciada con el fin
teraputico de poder utilizar alguno de sus tejidos u rganos para salvar a otros
sujetos.
Experimental: consiste en procurar la muerte sin dolor de determinados
sujetos con fines de experimentacin para contribuir al progreso cientfico
(Marcos del Cano, 1999, pp. 49-51).
Piadosa: se provoca la muerte de una persona a raz de un sentimiento de
compasin hacia ella, derivado de los graves sufrimientos que ese individuo est
soportando, sin esperanzas fundadas de supervivencia.
Esta clasificacin intenta reflejar los diversos motivos que pueden impulsar a
que una persona decida la muerte de otra mediante la prctica de la eutanasia.
Ahora bien, dos trminos ntimamente relacionados con la nocin de eutanasia
son los de distanasia y ortotanasia, por lo que cabe distinguirlos:
Distanasia: etimolgicamente es lo contrario a la eutanasia. La palabra deriva del
griego y dis significa malo o mal, y thanatos es muerte (Yurman, 2005, p. 8).
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Este supuesto se produce cuando se aplican a la persona en estado terminal todos
los tratamientos mdicos que resulten necesarios para mantenerla con vida, a
travs de cualquier clase de medio, sea o no proporcionado, y aunque no haya
esperanza alguna de curacin y tales tratamientos impliquen infligir al
moribundo un sufrimiento aadido al que ya padece y que no lograr evitar la
muerte. Este tipo de conducta resulta contraria a la deontologa mdica, que no
admite la aplicacin de tratamientos intiles o, de aquellos que siendo tiles
resultan desproporcionadamente molestos para el resultado que se espera de
ellos. As pues la distanasia coincide, de hecho, con el llamado ensaamiento
teraputico (encarnizamiento u obstinacin), es decir, con la reiteracin de
tratamientos que, siendo intiles desde el punto de vista teraputico, son
aplicados con el fin de prolongar artificialmente la vida de un enfermo que se
encuentra en fase terminal (Marcos del Cano, 1999, p. 43).
Ortotanasia: el trmino orthos en griego significa recto, justo, que observa el
derecho conforme a la razn y thanatos quiere decir muerte. La ortotanasia se
produce cuando no se adelanta la muerte con una accin mdica intencional,
pero se deja morir al paciente, aunque s se le suministran tratamientos para
paliar el dolor y favorecer a su bienestar, y acompaamiento psicolgico y
espiritual.
Es preciso destacar que, el trmino ortotanasia es empleado por los autores con
diverso significado. Algunos, entienden que es una forma de eutanasia pasiva o
eutanasia activa lenitiva. Otros consideran que no es un tipo o clase de eutanasia,
sino un fenmeno diverso. El modo en que este vocablo es empleado depende,
en definitiva, de los alcances que se le den a la palabra eutanasia.
En este sentido, por ejemplo, Eduardo Tinant (2002, p. 514) afirma que la
exigencia tica que sustenta el derecho a vivir la propia agona y a morir
humanamente ortotanasia- suele transitar un delgado camino de cornisa,
flanqueada por una abreviacin tajante eutanasia- y una prolongacin
irrazonable distanasia- o cruelmente obstinada. Claramente, el autor
establece una distincin entre los vocablos ortotanasia, eutanasia y distanasia.
De todos modos, y ms all de las clasificaciones y tipologas reseadas, es
preciso recordar que en sus orgenes el trmino eutanasia significaba buen morir. Es
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precisamente a esta ltima idea, a la nocin de muerte digna, a la que apunta la
investigacin que se desarrollar a partir de este anlisis terico. La bsqueda de las
distintas posiciones de los futuros profesionales frente a la variada gama de conceptos y
preconceptos que empapan a la temtica es lo que se busca descubrir. Va de suyo que
un anlisis terico exhaustivo previo, conociendo las distintas miradas a lo largo de la
historia, es pieza fundamental en nuestra meta.
V. Los argumentos a favor y en contra de la eutanasia o muerte digna
Estamos ante un fenmeno que es, ante todo, una prctica controvertida. Esto se debe a
que, por un lado, involucra cuestiones muy profundas e ntimas, ligadas a la moral y la
religin de las personas y, adems, a que no hay absoluta claridad en torno a qu se
incluye y qu no dentro de las expresiones muerte digna y/o eutanasia.
La eutanasia o muerte digna, cuenta con defensores y detractores. Entre los
principales argumentos que esgrimen quienes defienden la realizacin de esta prctica
se encuentran los siguientes:
Autonoma de la persona: argumento muy utilizado, probablemente, el principal
dentro de esta postura. La autonoma de la persona es entendida como el derecho
de la persona de decidir sobre s mismo, su vida o su muerte. En tal sentido, se
afirma que la persona es autnoma y puede determinar si quiere, o no, continuar
viviendo. As como toda persona posee el derecho a planear, en la medida de
lo posible, su proyecto personal de vida, posee igualmente el derecho a
determinar, en la medida de los posible, el curso de accin a seguir en su propia
muerte (Cohen Agrest, 2006, p. 133). No obstante, quienes se oponen a esta
visin, recalcan que hay que tener en cuenta que tal autonoma puede estar
influenciada por una faz externa, tal como el contexto social y familiar, que
ejerce presin sobre el enfermo, predisponindolo a elegir la muerte (la persona
en estado terminal elige morir, por ejemplo, porque no quiere ser una carga para
su familia y/o amigos). As como tambin podemos encontrar condicionantes
que tienen que ver con una por una faz interna, aspectos psicolgicos que
pueden resultar preexistentes en el enfermo o aparecer como consecuencia de la
situacin por la cual se atraviesa tales como profundas crisis de angustia.
Distincin entre calidad y cantidad de vida: aqu se pone en tela de juicio la idea
paternalista que sostiene que continuar con vida es siempre la decisin y que no
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puede optarse por la muerte. La asuncin de una actitud pro vida, sin importar
en qu condiciones se viva, bajo cualquier forma de existencia (natural o
artificial, consciente o inconsciente), es, precisamente, lo que los defensores del
buen morir rechazan. Los partidarios de la eutanasia sostienen que lo que
debe promoverse no es mera cantidad de vida das de agona y sufrimiento-,
sino la posibilidad de disfrutar una vida mnimamente digna (Luna y Salles,
1995, p. 117). El problema es definir que se entiende por vida digna.
Compasin: atae a los padecimientos que sufren muchos enfermos terminales.
Se afirma que la eutanasia es un camino para liberar a la persona de horribles
dolores. Por su parte, los detractores de la eutanasia indican que la medicina
actual puede paliar casi todos los dolores del ser humano. No obstante, algunos
de ellos no pueden ser controlados. A menudo, cuando no se puede controlar el
dolor, se sugiere una sedacin completa. Pero esta sedacin provoca en el
moribundo una completa anulacin de la sensibilidad, de la percepcin, de la
comunicacin con los otros, y lo sume en un estado muy parecido a la muerte
(Cohen Agrest, 2006, p. 136).
Justicia distributiva: este argumento se enfoca en la escasez de los recursos, y en
la necesidad de asignarlos promoviendo el mayor beneficio posible. La idea
central es que aunque todo ser humano tenga derecho a ser atendido, este
derecho es dbil en los que no podrn ser salvados. Pero as, se asegurarn los
recursos para aquellos que tienen chances de recuperarse (Cohen Agrest,
2006, p. 138). No obstante, resulta evidente que este razonamiento, llevado a la
prctica, entraa un enorme riesgo de abuso.
Distincin en cuanto a diferencias sociales y econmicas: existira, segn este
argumento, una eutanasia de los pobres y una de los ricos. En el primer caso las
clases sociales ms bajas por no disponer del dinero que implica solventar los
gastos que conllevan algunas enfermedades como el cncer o la vida artificial,
simplemente se dejan morir aunque medie un fuerte deseo de seguir viviendo.
En cambio en los grupos sociales ms favorecidos econmicamente tienen
opcin de invertir todo su capital en salvar o prolongar la vida de quien va a
fallecer (Artiachi de Len, 1998, p. 64).
Entre tanto, los principales argumentos de quienes se oponen a la eutanasia son:
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Inmoralidad de la eutanasia: se suele afirmar que es una prctica inmoral,
puntualmente, porque tienen la conviccin que la vida humana es sagrada en s
misma. Tal es el caso de numerosas religiones, en las que no se admite la muerte
bajo ningn punto de vista, pues el fin de la vida es fruto, nicamente, de la
voluntad divina. Muchos de los argumentos que se enumeran a continuacin
estn subsumidos, en cierta medida, en esta idea de inmoralidad de la eutanasia.
Inclinacin natural a la vida: se trata del argumento tal vez ms difundido, tanto
en el mbito religioso como en el laico, segn el cual todos y cada uno de los
seres humanos poseen una inclinacin natural a seguir viviendo (Cohen
Agrest, 2006, p. 127). Desde esta perspectiva, nuestros instintos nos impulsan
a huir del peligro o del dao, y a diario ejercemos la prudencia y el cuidado
necesarios para protegernos. Nuestros cuerpos, an a nivel molecular, estn
estructurados para sobrevivir (Cohen Agrest, 2006, p. 127). Entonces, se
afirma que la eutanasia resulta contraria a la naturaleza humana, pues
menoscaban el objetivo primario de supervivencia (Cohen Agrest, 2006, p.
127). No obstante, quienes defienden la eutanasia indican que hablar de una
inclinacin natural a la vida resulta confuso y contradictorio, pues si por
natural se entiende no intervencin humana, casi ninguna intervencin mdica
es natural. Si por natural se alude a la no correccin de desviaciones o
problemas de la naturaleza, el uso de anteojos no es natural (Luna y Salles,
1995, p. 115).
La regla de oro kantiana. Este argumento toma como base la regla tica kantiana
por excelencia comprtate hacia los dems, cmo quisieras que los dems se
comportaran hacia ti. Segn Kant slo debemos actuar segn las reglas que
estemos dispuestos a aplicar universalmente (Cohen Agrest, 2006, p. 127).
Ahora bien, con relacin a la eutanasia se afirma que el sujeto que colabora en
el acto debe preguntarse si puede desear la misma conducta para con l
(Cohen Agrest, 2006, p. 128).
Prohibicin de matar: otro argumento de quienes se oponen a la eutanasia es la
prohibicin de matar. Sin embargo, a esta tesis se le suele objetar que,
histricamente, matar ha sido tanto social como legalmente permitido en actos
de autodefensa, en la guerra y en la pena capital. Por lo tanto, debera ser
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social y legalmente aceptable cuando es el resultado de una eleccin personal
de la persona que va a morir (Cohen Agrest, 2006, p. 128).
Esperanza de vida: segn este argumento es imposible establecer con certeza si
el estado clnico de un paciente puede no dar lugar a esperanza alguna (Cohen
Agrest, 2006, p. 129). As pues, lo que en un momento histrico es una
enfermedad incurable, en otro perodo de tiempo ya deja de serlo.
Error de diagnstico: otro argumento contrario a la eutanasia es el que sostiene
que si bien la medicina contempornea se encuentra muy desarrollada, an no
ha llegado a constituirse un conocimiento perfecto y completo, por lo que
cabe la posibilidad, como suele suceder con muchos actos mdicos, de que el
diagnstico est equivocado y se d el caso de que creamos que estamos
muriendo de determinada enfermedad cuando, de hecho, puede tratarse slo de
un pronstico errado (Cohen Agrest, 2006, p. 130). Se propone entonces, entre
los defensores de la eutanasia, como opcin a este argumento crear un cuerpo
colegiado de especialistas, psiclogos, trabajadores sociales, abogados, etc., que
trabajen en forma interdisciplinaria para evaluar, despus de un estudio
minucioso, la conveniencia o no de la aplicacin de la eutanasia teraputica,
independientemente del diagnstico primario del mdico tratante, evitando as
posibles errores de diagnstico e impidiendo que la misma sea solicitada por
razones testamentarias (Artiachi de Leon, 1998, pp. 74-75).
Nuevos tratamientos: este argumento se relaciona con el que postula la
esperanza de vida como oposicin a la eutanasia, as pues pensar en la
posibilidad que con el tiempo, se desarrollen nuevos tratamientos para
determinados padecimientos lleva de suyo que se elimine como opcin terminar
con la vida. A esta postura, los que estn a favor de la prctica de la eutanasia,
responden que el progreso en la cura de enfermedades proviene de la
investigacin lenta y concienzuda, no del descubrimiento repentino e inesperado
de remedios mgicos (Cohen Agrest, 2006, p. 131).
Obligaciones profesionales: una cuestin que suelen alegar los detractores de la
eutanasia es la obligacin de los profesionales de la salud de salvar la vida de
sus pacientes. Los mdicos estn comprometidos a salvar vidas, no a ponerles
fin (Cohen Agrest, 2006, p. 131). Admitir la eutanasia resulta contrario al
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juramento hipocrtico, e implicara contradecir un compromiso de carcter
milenario. Sin embargo, los defensores de la eutanasia atacan este argumento
sealando que el antiguo juramento hipocrtico prohbe a los mdicos, por
ejemplo, cobrar por ensear su disciplina. Si eso hoy es ampliamente permitido,
por qu no permitir ayudar a morir cuando el paciente lo pide? (Cohen
Agrest, 2006, p. 132). Adems existe la objecin de conciencia que pueden
ejercer los profesionales de la medicina que consiste en la negativa del mdico a
someterse, por convicciones ticas, morales o religiosas, a una conducta que se
le exige, ya sea jurdicamente, por mandato de la autoridad o por una resolucin
administrativa, de tal forma que realizarla violenta seriamente su conciencia, no
es admisible una objecin de conciencia colectiva o institucional (Cdigo de
Deontologa Mdica, 2011, p. 29).
Pendiente resbaladiza: este argumento alude al riesgo que entraa la admisin de
una prctica como la eutanasia, que puede derivar en que terceros decidan poner
fin a la vida de una persona que no lo quiere o no ha manifestado su voluntad en
tal sentido. El riesgo mayor reside en que esta prctica puede llevar a que se
acten en nombre de pacientes que no han manifestado sus deseos. Y con el
tiempo, permitir que los mdicos maten puede conducir a matar pacientes en
contra de sus deseos. Slo hay un paso, reza el argumento, desde la eutanasia
voluntaria o el suicidio asistido a la eutanasia dirigida, administrada a un
paciente que no ha dado su consentimiento (Cohen Agrest, 2006, pp. 132). No
obstante, contra esta argumentacin, los defensores de la eutanasia afirman que
antes de anular los derechos individuales entre los que se cuentan la
posibilidad de decidir personalmente sobre todo aquello que concierne a
nuestro cuerpo y a nuestra propia vida-, se debe probar empricamente esa
prediccin (Cohen Agrest, 2006, p. 132).
Estos argumentos se han trazado en base al trabajo ya citado del autor
Ronald Dwokin, quien sostiene que ms all de lo que se pueda decir en teora, la
realidad es que en las decisiones sobre la muerte se tienen en cuenta tres cuestiones,
la autonoma, los mejores intereses, y la idea de lo sagrado. sta ltima cuestin es
la valoracin intrnseca de la vida, y que a su vez su importancia puede ser
instrumental, segn la utilidad que reporta la vida. Subjetiva en funcin de las ganas
de vivir de la persona y que a su vez sea bueno para ella. Y la intrnseca que su
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importancia es independiente de la persona eutansica y de los otros. Los
desacuerdos entre los diferentes puntos de vista con relacin a la eutanasia tienen
que ver con las elecciones entre diferentes concepciones sobre la mejor manera de
satisfacer el valor intrnseco de la vida humana. (Dworkin, 1994, pp.22-37, 97-100).
VI. La perspectiva legal
Un anlisis completo del fenmeno de muerte digna o eutanasia no puede prescindir del
marco legal o jurdico. Ello as, cabe destacar que el estudio de las prcticas que se
subsumen dentro de la nocin de eutanasia involucra, principalmente, la siguiente
dicotoma: por un lado, el derecho a la vida, y, por otro, la autonoma de la voluntad.
El derecho a la vida, para quienes se oponen a la eutanasia y de acuerdo a la
tradicin jurdica occidental a la cual pertenece la Argentina, es concebido como un
derecho indisponible e irrenunciable. Esa tradicin jurdica occidental ha visto en el
valor vida humana un derecho-deber respecto del cual no parece vlido asignar
cualquier destino, como supuesta exteriorizacin de la autonoma individual (Yurman,
2005, p. 5).
Entre tanto, la autonoma de la voluntad desde la perspectiva anterior- no
podra llevarse al extremo de disponibilidad absoluta de la vida. En la balanza, el
platillo en el que su ubica el derecho a la vida tiene mayor peso que aquel en el que se
ubica la autonoma de la voluntad.
Sin embargo, y retomando la metfora anterior, durante los ltimos aos el
platillo de la autonoma de la voluntad ha ido aumentando su peso, y, por ende,
equiparndose ms y ms con el platillo del derecho a la vida.
Ensea una de las ms importantes doctrinarias de nuestro pas que el principio
de autonoma de la persona, que subyace en la idea de privacidad, prescribe que, salvo
dao a terceros, el ser humano puede desarrollar y ejecutar estilos de vida que
respondan a sus propios modelos individuales (Kemelmajer de Carlucci, 2006, p.
271).
En ese orden, la Ley Nacional de Salud Pblica, vigente desde el ao 20096, fue
modificada recientemente siguiendo el criterio de la autonoma.
6 Ley 26.529. Derechos del Paciente en su Relacin con los Profesionales e Instituciones de la Salud.
Sancionada: Octubre 21 de 2009. Promulgada de Hecho: Noviembre 19 de 2009.
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Antes de la citada reforma legal, el artculo 2 de la Ley de Salud Pblica
regulaba la relacin entre los profesionales de la salud y los pacientes, marcando
principios generales y reconociendo derechos especficos de los pacientes, tales como la
asistencia, el trato digno y respetuoso, la intimidad, la confidencialidad, informacin,
interconsulta y la autonoma de la voluntad, entre otros. El reconocimiento a la
autonoma del paciente, apareca expresamente en el inciso c de dicho precepto legal, en
tanto se faculta al paciente a aceptar o rechazar determinadas terapias o procedimientos
mdicos o biolgicos, con o sin expresin de causa.
Ahora bien, el derecho del paciente a rechazar determinados procedimientos
mdicos, tena como lmite el deber tico del profesional de la salud, cuya obligacin es
preservar la vida. Esta exigencia surge, expresamente, del Cdigo Internacional de tica
Mdica, aprobado en 1949 por la Asociacin Mundial de tica Mdica. De hecho, esta
entidad fue la que en octubre de 1987 declar que terminar deliberadamente con la vida
de un paciente, ya sea por su pedido consciente o por el de sus parientes cercanos, no
era tico y resultaba contrario al juramento hipocrtico.
No obstante, al reconocimiento que estableca la Ley de Salud Pblica a la
autonoma de la voluntad del paciente, vino a sumarse una nueva norma, popularmente
denominada como Ley de Muerte Digna.
Esta regulacin contempla dos situaciones concretas: a) la enfermedad
irreversible o incurable; y b) le enfermedad o estadio terminal. Estipula que en tales
casos, el paciente previa informacin de su estado por parte del mdico- tendr
derecho a: 1) rechazar procedimientos quirrgicos o de reanimacin artificial; y 2)
solicitar que se le retiren los soportes vitales artificiales.
Como exigencia para admitir el rechazo que manifest el paciente, debe ocurrir
que tales procedimientos mdicos resulten extraordinarios, o bien desproporcionados
(en perspectiva de la mejora manifestada), o que provoquen un sufrimiento
desmesurado. Slo si concurren las condiciones sealadas el paciente podr optar por la
eutanasia pasiva.
Por lo tanto, segn la nueva normativa nacional, en el caso de rechazo de
procedimientos por el paciente, el locus de decisin y el locus de accin, coinciden en la
propia persona eutansica. En cambio, en el segundo supuesto legal retiro de soportes
vitales artificiales-, el locus de accin recae en un tercero, y no en el paciente.
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A su vez, cabe destacar que este reconocimiento a favor de la autonoma de la
voluntad y del derecho a morir es muy reciente en Argentina. An no hay
instrumentacin, ni reglamentacin alguna. Progresivamente, los legisladores y los
profesionales de la salud tendrn que instrumentar, en forma conjunta o colaborativa,
los protocolos de actuacin que son necesarios para la realizacin y ejercicio del
derecho a morir con dignidad.
Sin embargo encontramos en el documento que rige las prcticas medicas
Cdigo de Deontologa mdica7, en su captulo VII artculo 36 (apartado que hace
referencia a la atencin mdica al final de la vida) puntualiza que 1. El mdico tiene el
deber de intentar la curacin o mejora del paciente siempre que sea posible. Cuando
ya no lo sea, permanece la obligacin de aplicar las medidas adecuadas para
conseguir su bienestar, an cuando de ello pudiera derivarse un acortamiento de la
vida. 2. El mdico no deber emprender o continuar acciones diagnsticas o
teraputicas sin esperanza de beneficios para el enfermo, intiles u obstinadas. Ha de
tener en cuenta la voluntad explcita del paciente a rechazar dicho tratamiento para
prolongar su vida. Cuando su estado no le permita tomar decisiones, tendr en
consideracin y valorar las indicaciones anteriormente hechas y la opinin de las
personas vinculadas responsables. 3. El mdico nunca provocar intencionadamente la
muerte de ningn paciente, ni siquiera en caso de peticin expresa por parte de ste. 4.
El mdico est obligado a atender las peticiones del paciente reflejadas en el
documento de voluntades anticipadas, a no ser que vayan contra la buena prctica
mdica. 5. La sedacin en la agona es cientfica y ticamente correcta slo cuando
existen sntomas refractarios a los recursos teraputicos disponibles y se dispone del
consentimiento del paciente implcito, explcito o delegado (2011, p. 31).
VII. Conclusiones y proyecciones. Propuesta de estudio emprico a futuro.
La complejidad y relevancia de la materia bajo estudio, resulta evidente. Por lo tanto,
pretender fijar postura o emitir opinin como equipo de investigacin sera desviarnos
de nuestro objetivo cientfico, ya que nuestra bsqueda de respuestas est basada en
lograr descifrar e intentar definir los parmetros sobre el tema de un grupo social
determinado (futuros mdicos y abogados), es decir analizar la postura de otros y
explayarla lo ms objetivamente posible.
7 Vigente desde julio de 2011.
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Va de suyo reconocer que el camino hasta ac recorrido ya logr movilizar
ideolgicamente a cada uno de los integrantes, como mnimo reviendo lo que se tena o
crea tener como creencia personal propia.
Los aspectos centrales del estudio emprico que estamos proponiendo tienen un
sostn en lo terico y otro fundamental en el anlisis cuantitativo (tras procesar, como se
dijo, los instrumentos psico-sociales que estn siendo elaborados por los estudiantes de
abogaca y medicina). Lo relativo al anlisis terico es lo que se pretende alcanzar a
partir de este trabajo, no sin antes reconocer que el estudio lejos est de pretenderse
agotado, ya que la bibliografa en torno a la eutanasia es vasta, amplia y sumamente
diversa.
Pascal Dupont, uno de los autores estudiados, pone nfasis en que la muerte
digna es un problema exclusivo de los mdicos, as dice que el problema de la
eutanasia se le plantea al mdico, no a Freud. Pues ah, es el problema del suicida
(Jaklvitch, 204, p. 58). Creemos que es una postura muy particular e interesante, pero
que abarca slo una arista de la realidad, ya que la forma de definir cmo morir es un
fenmeno que trasciende la accin u omisin de un sector profesional especfico, sino
que involucra tambin aspectos histricos, polticos, ideolgicos, religiosos, ticos,
jurdicos y sociales. Todo lo cual demuestra la amplitud que reviste nuestro objeto de
anlisis elegido.
Hoy se estn multiplicando, en todas partes, las peticiones, los movimientos de
opinin, las propuestas de ley a favor del reconocimiento de la eutanasia. Pero estas
iniciativas son fruto del contraste entre los principios del respecto ms absoluto a la
vida humana y la consideracin de las particulares situaciones en las cuales el mismo
respecto en relacin con la persona impone la necesidad de tener piedad de sus
condiciones extremas, incompatibles con la dignidad, poniendo fin con la muerte a los
sufrimientos insoportables (Marcos del Cano, 1999, p. 31).
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y Ciencias Sociales, Volumen 2006, pp. 119-139.
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Mdica-Gua de tica mdica, ao 2011, pp. 29-31.
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difuso lmite entre el dao y el beneficio a la persona, Tomo II, Revista de
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