wieviorka michel_otro mundo es posible_otro mundo_pp17-67

56
OTROMUNDO... Discrepancias, sorpresas y derivas en la antimundialización M ichel W ieviorka (compilador) FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Upload: manuel-ansaldo-roloff

Post on 24-Oct-2015

35 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTROMUNDO...Discrepancias, sorpresas y derivas

en la antimundialización

M i c h e l W i e v i o r k a (compilador)

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Page 2: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

Primera edición, 2009

Wieviorka, Michel, comp.Otro mundo... Discrepancias, sorpresas y derivas en la antimundialización /

comp. de Michel Wieviorka; trad. de Isabel Vericat. — México : FCE, 2009 364 p .; 21 x 14 cm — (Colee. Sociología)Título original: Un autre monde... Contestations, surprises et dénves dans

l'antimondialisationISBN 978-607-16-0043-1

1. Sociología I. Vericat, Isabel, tr. II. Ser. III. t.

Título original en francés: Un autre monde... Contestations, surprtses et derives dans l'antimondialisation, publicado bajo la dirección de Michel Wieviorka, Éditions Balland, ©2003

D. R. © 2009, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.Empresa certificada ISO 9001: 2000

Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.comwww.fondodeculturaeconomica.comTel. (55) 5227 4672 Fax (55) 5227 4694

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-0043-1

LC HN17.5 A945Dewey 301 W I880

ac'fa:

Distribución mundial

Impreso en México • Printed in México

Page 3: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

Traducción de

I s a b e l V e r i c a t

Page 4: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

SUMARIO

Prefacio, por Michel Wieviorka................................... o

Primera Parte E n f o q u e s y n o c io n e s

Otro mundo es posible, por Michel W ieviorka............................. 17Las transformaciones del movimiento global, por Paolo Ceri . . . 68De la solidaridad a la fluidaridad, porTCevin McDonald............... 94¿Quésignifica hoy un movimiento antisistémico?, por Immanucl

W allerstein ................................... ; .............. ^Las vicisitudes del sistema mundial y la aparición de los movi­

mientos sociales, por Jonathan Fried m an ............................. 128

Segunda Parte M o m e n to s y v i r a je s

El zapatismo, primera insurrección contra la mundialización neo­liberal, por Yvon Le Bot ............................................................ 255

El modelo francés: 1995-2000, por Geoffrey Pleyers ................. ..170La batalla de Seattle, por Elaine Coburn ........................................ 185El viraje italiano, por Antimo L. Farro........................................ ..... 212Después del 11 de septiembre de 2001: entre mundialización libe­

ral y choque de civilizaciones, por Geoffrey P le y e rs ............234

Page 5: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67
Page 6: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE

M ic h e l W i e v i o r k a

H a y e x p r e s io n e s o categorías que se imponen súbitamente, sin por ello dejar de envejecer no menos rápidamente y desaparecer para dejar el lugar a otras. Así fue como en las ciencias sociales el debate principal desde fines de los setenta hasta finales de los ochenta se organizó alrededor de la noción de posmodemidad. Se trataba entonces de dar cuenta de la entrada de la humani­dad en una nueva era, y por tanto de pensar en un cambio his­tórico decisivo, planetario, pero perceptible en la vida de socie­dades en las que se separarían la objetividad y la subjetividad: por un lado el universo de la economía, de los mercados, de la razón instrumental, de la ciencia y de las tecnologías, y por otro, el de las identidades, de las comunidades, de las afirma­ciones culturales. Las discusiones han sido muy acaloradas, defendiendo unos el diagnóstico posmoderno y hasta hacién­dose sus profetas (es el posmodemismo), prefiriendo otros ha­blar de crisis o de nuevo estadio de la modernidad, convertida por ejemplo en "tardía", la late modernity. Un rebote de estas discusiones está dado por la idea, cara sobre todo a Schmuel Eisenstadt o Nilüfer Gole,1 de "múltiples m odernidades", o de modernidad "polim orfa", idea que tiene el mérito de indicar en qué, simultáneamente, somos modernos todos, y en el mun­do entero, pero sin que sea posible reducir la modernidad a una modalidad única, ni por otra parte acceder a ella por un one best way.

1 Cf. Nilüfer Gole, "Snapshots on Islamic Modemities", en el número es­pecial de Daedalus, Múltiple Modemities, dirigido por Schmuel Eisenstadt, vol. 129, núm. 1, invierno de 2000.

17

Page 7: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

18 ENFOQUES Y NOCIONES

El debate sobre la modernidad está evidentemente lejos de haberse agotado. No obstante, en muchos aspectos las preo­cupaciones han sido desplazadas en lo esencial y la "m undia­lización" ha llegado a constituir el término emblemático de los años noventa y de hoy en día.2

L a n o c ió n d e m u n d i a l iz a c i ó n

Las primeras preguntas surgieron desde que la palabra se di­fundió en las discusiones de expertos, pero también y sobre todo en el espacio público: ¿qué hay que entender por mun­dialización3 (término que los franceses prefieren al de globali- zación)? Y si se puede llegar a un acuerdo sobre su definición, ¿nos las tenemos que ver con un fenómeno de una novedad radical, y cuál es el alcance de su reciente extensión?

La mundialización (parece que en Francia la temática, si no es que la palabra, fue lanzada entre los primeros por el lí­der del Frente Nacional, Jean-M arie Le Pen) apareció primero como un fenómeno económico y político con implicaciones so­ciales y culturales. Para los más sañudos críticos, la internacio- nalización de las finanzas y la apertura de los mercados que ella implica se basan en un liberalismo devastador y sin fron­teras. La liberalización del comercio y de los flujos de capital opera por encima de los Estados, sin ellos, contra ellos, debili­tando su soberanía y acarreando consecuencias dramáticas, socialmente (agravamiento de las desigualdades) y cultural­mente (subordinación de las culturas locales o nacionales a una cultura internacional bajo la hegemonía norteamericana,

2 Cf. Michel Wieviorka, "Sociologie post-classique ou déclin de la so- ciologie", Cahiers Internationaux de Sociologie, vol. cvm , enero-junio de 2000, pp. 5-35.

3 Cf. La mondialisation (ed.), Le Cavalier Bleu, 2002, donde Sylvain Allemand y Jean-Claude Ruano-Borbalan analizan las ideas recibidas referen­tes a este tema.

Page 8: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 19

fragmentación cultural, tentaciones comunitaristas, integris- mos), En esta perspectiva, la mundialización tiene fambicn por efecto reforzar la separación entre Norte y Sur.4 En cambio, para sus partidarios, la mundialización aporta el progreso, contribuye a la riqueza general, eleva en beneficio de todos el nivel de vida y galvaniza la creatividad cultural. Además, se­ría beneficiosa para el Sur y no sólo para el Norte; sería una oportunidad para todos.

En favor o en contra de la mundialización: así es como se instauró un debate, que se vuelve a lanzar periódicamente, en particular a raíz de las grandes concentraciones "antiglobali- zación".5

La novedad del fenómeno y su importancia histórica fue­ron pronto discutidas. Se pudo así subrayar que las descrip­ciones que se propusieron se reanudan en muchos aspectos con temáticas de fines del siglo xix y de principios del xx, y en particular con los análisis marxistas de un Rudolf Hilferding o de una Rosa Luxemburgo. Se han dado cifras para señalar que la economía contemporánea no está, en resumidas cuentas, más "globalizada" que en vísperas de la primera Guerra Mun­dial, cuando los capitales circulaban sin restricción, el patrón oro constituía una moneda mundial y las migraciones interna­cionales eran masivas. Por lo demás, la crítica de la globaliza-

4 Una de las obras más convincentes es la de Joseph Stiglitz, La Grande Désillusion, París, Fayard, 2001.

5 Cf. Daniel Cohén, "Que faire de l'antimondialisation?", Le Monde, 6 de septiembre de 2001, que analiza uno tras otro los siete puntos principales de las argumentaciones opuestas presentadas por Alain Mine (en favor de la mundialización) y Bernard Cassen (de a t t a c , que la critica); los textos de Alain Mine y de Bernard Cassen se publicaron en el mismo diario unos días antes. La controversia se desarrolla en tomo a los puntos siguientes: la regla­mentación internacional de los mercados; el lugar de los Estados del Tercer Mundo en la movilización contra la mundialización; el impacto de la globali- zación sobre la autosuficiencia alimentaria de China o de la India; los vínculos entre mundialización y crisis financieras; el alcance de la tasa Tobin si se apli­cara; la legitimidad de las o n g y la capacidad de los movimientos contestata­rios para proponer contraproyectos.

Page 9: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

20 ENFOQUES Y NOCIONES

ción, cuando denuncia el papel de las empresas m ultinacio­nales, no siempre está alejada de los análisis, en gran parte dominados también ellos por referencias al marxismo, que en los años sesenta y setenta atacaban a estas mismas empresas, y los análisis de hoy no podrían hacer olvidar las amplias pers­pectivas históricas de la "econom ía-m undo" propuestas una vez más en los años setenta por Immanuel Wallerstein o Fer- nand Braudel.6 No obstante, algunos analistas consideran al contrario que la mundialización actual se instauró, en muchos aspectos inédita, a partir de la "revolución liberal" de los Esta­dos Unidos de Ronald Reagan y de la Gran Bretaña de Marga- ret Thatcher, en el hundimiento institucional del sistema eco­nómico tal como estaba organizado desde Bretton Woods.

La importancia y la extensión del fenómeno actual son igualmente objeto de controversias. Así, algunos economistas rechazan las imágenes de un planeta convertido en puro cam­po de fuerzas del mercado. Subrayan el hecho de que los in­tercambios económicos continúan efectuándose en gran parte en el seno de espacios limitados de Europa, por ejemplo, si se trata de intercambios de Francia, y hacen hincapié en el papel que desempeñan diversas instancias de regulación, aun cuan­do este papel pueda parecer insuficiente.7 Pero se les objeta que no porque la mundialización no sea tan masiva como se podría pensar, deja de constituir un fenómeno históricamente inédito y decisivo.

Por último, la mundialización, que las más de las veces se presenta como cosa de grandes empresas y del capitalismo fi­nanciero, ¿no se debe contemplar también por la parte inferior,

6 Immanuel Wallerstein, The Modern World System: Capitalist Agriculture and the Origins o f the European World Economy in the Sixteenth Century, Academic Press, Nueva York, Femand Braudel, Le Temps du monde, que constituye el ter­cer volumen de Civilisation matérielle, économie et capitalisme: Í5 ‘-Í8e siécle, Livre de Poche, París, 1979.

7 Cf. por ejemplo Elie Cohén, La tentation hexagonale: la souveraineté a l'épreu- ve de la mondialisation, Fayard, París, 1996, y L'ordre économique mondial: essai sur les autorités de regulation, Fayard, París, 2001.

Page 10: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 21

a partir de innumerables interacciones que tejen no menos in­numerables actores, la mayoría muy modestos, esos pequeños comerciantes, esas "horm igas" que recorren el mundo y a los que estudian, por ejemplo, Michel Péraldi o Alain Tarrius?8 ¿No es la mundialización ante todo un conjunto inmenso de interconexiones y de establecimientos de redes hasta el grado que se puede hablar, junto con Manuel Castells,9 de la sociedad de redes, o considerar que se cree una especie de sociedad civil sin fronteras,10 hecha de redes y de organizaciones "de base" interconectadas, una especie de "aldea global"? Este enfoque nos aleja considerablemente de aquellos que ven en la mun­dialización el triunfo del capitalismo financiero sin fronteras, y nos habla en realidad de otra cosa hasta el punto que una sos­pecha puede salir a la luz: ¿con esta expresión de mundializa­ción no estamos ante una noción generalizadora y, en definiti­va, ante una ideología en sus variantes elogiosas y críticas?

El hecho es que a propósito de la mundialización se enta­blan importantes debates. ¿Hasta dónde juzga la mundializa­ción a los Estados y su soberanía, su capacidad de desarrollar políticas económicas? ¿Se puede aceptar la idea de un impacto multidireccional sobre la cultura, con efectos de fragmentación por un lado y por otro un fomento contrario a la uniformidad o a la homogenización de las culturas bajo el efecto de las in­dustrias culturales mundializadas, en el terreno del consumo o en el de la comunicación y, por otro lado más, paradójica­mente, un dinamismo, una creatividad incrementada y una

8 Michel Péraldi (ed.), Ceibas et containers, Maisonneuve, París, 2001; y Alain Tarrius, La mondialisation par le bas, Balland, París, 2002.

9 Manuel Castells, L'ére de l’information, 1, Fayard, París, 1998, y también La galaxia Internet, trad. del inglés (Estados Unidos) al francés de Paul Chemla, Fayard, París, 2001.

10 Estos movimientos se asocian a menudo al nacimiento de una sociedad civil internacional. Cf.: "La société civil mondiale: mythes et réalités" de Jean- Claude Ruano-Borbalan, Sciences Hutnaines, núm. 130, agosto-septiembre de 2002, y el informe "Une société civile intemaitonale" dirigido por Béatrice Pouligny, Critique Internationale (2001-2010), núm. 13.

Page 11: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

22 ENFOQUES Y NOCIONES

diversificación de la que por ejemplo el dueño de Vivendi, Jean-Marie Messier, se ha jactado en su momento en las colum­nas de Le M onde (verano de 2001), confirmando a su manera los análisis de Naomi Klein que muestran que la diversidad cultural puede ser fuente de ganancia para las grandes mar­cas?11 ¿Hay que aceptar la imagen (de la que Samuel Hunting- ton se ha vuelto el vocero) de un mundo en el que algunas grandes civilizaciones se disponen a "chocar", choque que da título a un libro que ha hecho mucho ruido?12 ¿O más bien te­ner en cuenta que los fenómenos culturales que la mundializa­ción suscita o exacerba son ante todo internos a nuestras socie­dades, en cuyo seno se enfrentan las identidades, pero también se entremezclan, se hibridan y se fecundan mutuamente al co­rrer de gigantescos procesos de mestizaje?13 ¿Hay que pensar que la mundialización contribuye en conjunto a un mejora­miento de la vida social, o acusarla de considerables estragos en el seno de todas las sociedades y más aún en detrimento de la del Sur? Si seguimos a Richard Sennett,14 por ejemplo, hay que ser sensibles a la manera en que el capitalismo flexible de la mundialización pesa sobre la vida de los asalariados y hasta sobre su personalidad, suscitando conflictos entre lo que el asalariado valora en la empresa globalizada y fuera de ella, sobre todo en su vida familiar. Pero las nuevas formas de tra­bajo y de empleo pueden constituir también un avance para aspectos significativos del mundo del trabajo. Asimismo, se puede cusar a la mundialización de apartar a los países po­bres de la vida económica moderna, de profundizar el foso en­tre el Norte y el Sur, o de reforzar la indiferencia cuando se trata de los dramas de África; pero se puede también indicar

11 Naomi Klein, No Logo, Flamingo, Londres, 2000.12 Samuel Huntington, Le choc des civilisations, Odile Jacob, París, 1997.13 Cf. por ejemplo Jan Nederveen Pieterse, "Globalization as Hybridiza-

tion", en M. Featherstone et al. (eds.), Global Modernices, Sage, Londres, 1995.14 Richard Sennett, The Corrosion o f Character. The Personal Consequences o f

Work in the New Capitalista, W. W. Norton and Co., Nueva York, Londres, 1998.

Page 12: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 23

que, al contrario, la mundialización aporta los frutos del pro­greso científico y técnico a todo el mundo, por ejemplo en ma­teria de alimentos.

La formulación de estos temas y de muchos otros nos lle­va necesariamente a tomar partido, a decidirnos más o menos claramente en favor de la mundialización o contra ella. Este tipo de alternativa plantea problemas delicados. En efecto, se basa en la idea de que es posible considerar la mundialización como un fenómeno complejo, sin duda, pero relativamente bien delimitado, con su coherencia interna, sus actores clara­mente identificados, sus procesos bien marcados. Cuanto más es objeto de una reflexión seria, más se desliza este concepto entre los dedos de los investigadores para convertirse en una representación que fusiona, como dice Alain Touraine, todo "un conjunto de tendencias, importantes todas pero poco soli­darias unas con otras [...] La afirmación de que se está crean­do una sociedad mundial de esencia liberal dirigida por los mercados e impermeable a las intervenciones políticas nacio­nales es puramente ideológica" .15

Por lo tanto, el debate corre el peligro de reducirse a una polémica en la que la mundialización se convierte en un meca­nismo abstracto, asimilado al bien para unos y al mal para otros. En último término, la palabra se basta a sí misma, y no hay más que pronunciarla para indicar que disponemos con ella de un principio poderoso de comprensión del mundo.

Las ciencias sociales, con la sociología en primerísimo lu­gar, llevan todas las de ganar si se distancian de controversias en las que se trata de escoger un campo ideológico. En cam­bio, no podrían hacerse las sordas a las protestas que, de una manera u otra, ponen en duda la mundialización y dibujan un carácter conflictivo con apuestas planetarias, al mismo tiempo que, con mucha frecuencia, locales, regionales o inscritas en un marco nacional. Si la mundialización invita a entrar en in­

15 Alain Touraine, Comment sortir du liberalisme?, Fayard, París, 1999.

Page 13: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

24 ENFOQUES Y NOCIONES

tensas y útiles discusiones es porque en efecto constituirá en lo sucesivo el blanco de numerosas e importantes luchas que todavía hoy son difíciles de nombrar de manera satisfactoria, y que han sido calificadas en primer lugar de "antiglobaliza- ción" o de "antim undialización", después de acción "por otra mundialización", "contra la mundialización neoliberal" y, más recientemente, de "alterm undistas", en tanto que los sociólo­gos que se expresan en otras lenguas que no son el francés ha­blan de movimientos "globales".

Pensar en estas luchas, reflexionar en lo que ponen en jue­go es una cosa; dar cuenta de la mundialización es otra. Diga­mos claramente que no se explica a las primeras por la segun­da, a los actores por su descripción del sistema frente al que se alzan, a la acción colectiva por aquello a lo que dice oponer­se. ¿Quién se habría contentado, en el pasado, con explicar el movimiento obrero por el capitalismo? La reflexión sobre los movimientos "globales" debe evitar enviscarse en las discu­siones sobre la mundialización, e inclinarse más bien por la conciencia de los actores que se oponen a ella, por el sentido de su acción, sus orientaciones, las relaciones sociales y políticas en las que se constituyen y actúan, y sobre todo que construyen o transforman. La reflexión debe también preguntarse por los cambios principales que han aportado los atentados del terro­rismo "global" de Bin Laden (11 de septiembre de 2001), y des­pués la guerra en Irak. ¿No hemos entrado ya en una era nue­va, en que la violencia, el terrorismo y la guerra han arrebatado a la economía y la mundialización su lugar central en las preocu­paciones de los actores de la historia, y de los que las impug­nan? Sin llegar necesariamente a hablar de "desglobalización", ¿no hay que reconocer que los actores "altermundistas" se han visto llevados cada vez más a conferir una importancia crecien­te a los temas del pacifismo, del rechazo a la guerra, pero tam­bién a un antiimperialismo y a un antiamericanismo que, en último término, concentran las críticas sólo sobre los Estados Unidos?

Page 14: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 25

U n e s p a c io p a r a l a a c c ió n

¿Dónde empieza, dónde se detiene el espacio de las luchas en cuestión? Unos dicen que se oponen a la mundialización, otros abogan por otra mundialización, no liberal, y otros más se ins­criben en el corazón mismo de la mundialización liberal, no para impugnar su principio sino para criticar a uno u otro de sus protagonistas.

Además, ¿cuál es hoy la movilización que no merece que­dar bajo esta bandera? Así, la gran huelga de noviembre-diciem­bre de 1995 en Francia ha sido interpretada muchas veces como una lucha contra la mundialización y el neoliberalismo. Aunque en lo esencial se oponía a una reforma que iba a acabar ponien­do la seguridad social bajo el control del Parlamento, y extrajo su mayor fuerza del rechazo a medidas referéntes a los retiros complementarios de asalariados protegidos (en particular en los transportes públicos), en suma, ponía frente a frente al Estado y a los trabajadores de la Empresa Nacional de Ferrocarriles ( s n c f ,

por sus siglas en francés) o de la Operadora Autónoma de Transportes de París ( r a t p , por sus siglas en francés).16

¿Es necesario que un actor participe en las grandes reunio­nes del movimiento (Seattle, Génova, etc.) para que sea consi­derado como "antim undialización"? ¿Si no, cuál es el criterio? La dificultad es tanto mayor cuanto que el marco clásico de las luchas sociales, el espacio nacional, se ve frecuentemente des­bordado por esas luchas que, a la inversa, son movilizaciones que podrían ser a la vez sociales e internacionales pero no lo son. ¿Qué decir, por ejemplo, de los conflictos ocurridos por el anuncio del cierre de la fábrica Renault en Vilvorde, decisión que se inscribía en una estrategia internacional de la firma au­tomotriz y que no ha suscitado realmente globalización en la movilización?

16 Cf. Alain Touraine, Le Grand Refus, Fayard, París, 1996.

Page 15: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

26 ENFOQUES Y NOCIONES

La idea de que lo que mejor caracteriza a los movimientos "alterm undistas" tiene que ver con las dimensiones transna­cionales de la acción es en sí frágil. La existencia de vínculos internacionales entre los actores, que se construyen en lo esen­cial en los marcos nacionales, es de hecho antigua: surgió muy pronto en la historia del movimiento obrero en el siglo xix, o en la del movimiento de las mujeres a partir del periodo entre las dos guerras. Por su parte, los "nuevos movimientos socia­les" de los años setenta, empezando por el movimiento anti­nuclear, se desplegaron a veces con verdadera capacidad de in­ternacionalizarse. Es tal vez m ucho m ás en la capacidad de los actores para funcionar en redes, conectándose y desco­nectándose cuando bien les parece, donde aparece la novedad que hace de la acción una práctica realmente "global", capaz eventualmente de articular en tiempo real la m ovilización lo­cal y sus niveles regionales, nacionales e internacionales, en interacción inmediata. Los movimientos "alterm undistas" sa­ben utilizar los recursos de las tecnologías más modernas, y rio solamente en materia de comunicación, lo cual no les im­pide en absoluto expresar las emociones y las pasiones de su­jetos individuales. ¿No fue la manifestación de Seattle, como dijo Paolo Ceri, "el primer movimiento internet [...], la prime­ra gran manifestación organizada 'en línea'" ? ,17 observación que se ha hecho igualmente a menudo a propósito del zapa- tismo, que podría entonces aún mejor merecer el calificativo de "primero".

En una primera aproximación, podemos distinguir tres ti­pos de luchas, analíticamente diferentes aun cuando en la práctica con frecuencia se interpenetran:

— La acción de organizaciones, especializadas unas en un campo particular, los derechos del ser humano, como Am nistía Internacional, Survival Internacional y Human Rights Watch, o en el medio ambiente, por ejemplo con el Worldwide

17 Paolo Ceri, Movimenti globali. La protesta nel x.xi secolo, Laterza, Roma, 2002, p. 14.

Page 16: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 27

Fund for Nature y Greenpeace, otras más bien generalistas y por tanto más políticas o ideológicas (pensamos ante todo en a t t a c , nacido en Francia), y a los que se llama a veces, tanto a unos como a otros, o n g i (Organismos No Gubernamentales Internacionales). Su espacio de intervención es planetario y, en teoría, sus miembros provienen asimismo de todo el mundo. Algunos, como a t t a c , critican severamente la mundialización neoliberal, otros llevan a cabo más bien combates tan "globa­les" que contribuyen, como otros actores de la mundializa­ción, a abrir el mundo y debilitar a los Estados y las naciones, tanto si se trata por ejemplo de apelar al derecho de injerencia, a los derechos del hombre (Amnistía Internacional) como a problemas ecológicos (Greenpeace).

— Las movilizaciones a raíz de un acontecimiento, las gran­des concentraciones, Seattle, Porto Alegre, Niza, Genova, etc., en las que se mezclan todo tipo de actores ( o n g i y o n g , 18 sindi­catos, etc.). Paolo Ceri señala que había unas 350 asociaciones representadas en Seattle (con ocasión de la cumbre de la Orga­nización Mundial del Comercio [o m c], en diciembre de 1999).Y cerca del doble en Genova (para protestar contra la cumbre del G8, julio de 2001). Las más notables, de las que Ceri esboza la lista en los dos casos, dan cada vez la imagen de un inventa­rio a la Prévert, lo que no le impide pensar que "en vez de ser un elemento de debilidad, la diversidad insólita constituye un elemento de fuerza" para la contestación en conjunto.19

— Las campañas, definidas por un tema, un problema pre­ciso, una apuesta muy delimitada, contra un actor claramente identificado, por ejemplo: contra tal firma petrolera responsa­ble de una catástrofe ecologista; contra la deforestación en

18 Los artículos de Steve Charnovitz, "Les o n b : deux siécles et demi de mo- bilisation'', L’Économie politique, núm. 13, 1er trimestre de 2002, y de Sylvie Brunel, " o n g et Mondialisation", Cahiers Franfais, 2001, núm. 305, 11-12, pre­sentan las relaciones existentes entre o n g y mundialización, a s í como su evo­lución.

w Idem., p. 12.

Page 17: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

28 ENFOQUES Y NOCIONES

Malasia, imputada entre otros a Mitsubishi o a las tiendas Do-it- Yourself; para obligar a Union Carbide a asumir la respon­sabilidad de la catástrofe de Bhopal, a fin de que se revise un tratado internacional, para que se suspenda la pesca de balle­nas, contra las minas terrestres antipersonas, etcétera.

Esta distinción en tres categorías no nos dice si hay que atenerse a una imagen amplia o al contrario restringida del conjunto de estas luchas y en este texto dejaremos abierta la pregunta.20 Porque un actor muy "local" puede llevar a cabo una batalla de implicaciones planetarias, mientras que mu­chos actores que se desempeñan en un espacio mundial no impugnan de ninguna manera la mundialización. ¿Hay que hablar de una lucha antiglobalización, por ejemplo, cuando en jimio de 1995, una manifestación de campesinos y de indíge­nas mexicanos procedentes del estado de Tabasco se prepara para ir a la residencia del presidente Ernesto Zedillo a pedir "democracia, libertad y justicia social" y en el momento de pasar por delante de la Bolsa, decide de pronto hacer de ella el blanco y coparla durante dos horas, explicando que aquél es el mejor ejemplo de las prácticas que han hecho hundirse a México y a su pueblo?21 De hecho, las luchas que nos interesan aquí articulan comúnmente los niveles local, regional, nacio­nal e internacional. En ciertos casos, un actor cuyo espacio propio es restringido, por ejemplo local, puede atacar una fir­ma multinacional; una protesta inscrita en un marco nacional puede poner en tela de juicio al f m i o al Banco Mundial, por ejemplo, en forma de una movilización social, huelgas, distur­

20 Varias obras han tratado recientemente de presentar la "nebulosa" de las luchas antimundialización. Cf. en francés, en especial Christian Losson y Paul Quinio, Génération Seattle: les rebelles de la mondialisation, Grasset, París, 2002; Isabelle Sommier, Les nouveaux mouvements contestataires a l'heure de la mondia­lisation, Flammarion, París, 2001.

21 Cf. Joshua Karliner, "Grassroots Globalization: Redaiming the Blue Pla- net", The Globalization Reader, Krank J. Lechner y John Boli (eds.), Blackwell Publishers, Oxford, 2000, pp. 34-38.

Page 18: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 29

bios, como lo hemos visto en Argentina en diciembre de 2001, etcétera.

Para analizar las luchas "alterm undistas", no basta pro­longar el razonamiento espontáneo que exige estar "en favor" o "en contra" de la mundialización, lo cual equivale a juzgar a los actores en función de sus posiciones económicas, políticas e ideológicas, a apoyar a irnos, a criticar y combatir a otros a partir de una opción por la que han tomado partido. Una acti­tud de este tipo acaba por retomar argumentos bastante próxi­mos en realidad a los que se utilizan en el debate de la mun­dialización: los partidarios de la "m undialización feliz" tan cara a Alain Mine o bien tienen los colmillos más o m enos afi­lados o tienen objetivos vagamente condescendientes de acuer­do con los actores de las luchas que dicen combatirla. Y a la inversa, los que los sostienen tienden a retomar por su cuenta una crítica de la globalización, sin la distancia o la reflexión que son la característica del análisis.

Para salir de una oposición pronto estéril, no basta hacer la lista de los argumentos de los dos bandos y después exam i­narlos con una cierta distancia. Pues este proceso, sobre todo si se lleva a cabo de manera seria, no puede sino desembocar en una im agen ambigua de las luchas en cuestión, y propo­ner un diagnóstico embrollado. Es tan fácil, en efecto, mostrar por un lado que estas luchas son portadoras de todo tipo de esperanzas, denuncian formas importantes de dominación, al­gunas de las cuales son relativamente muy delimitadas (el po­der de las multinacionales farmacéuticas por ejemplo), lo cual remite a lo que Paolo Ceri llama en este libro la "verticalidad" de la mundialización22 tan fácil como definir apuestas de al­cance universal (en materia de medio ambiente, por ejemplo); y que por otro lado, las mismas luchas son capaces de promo­ver intereses particulares (por ejemplo, los de los campesinos amenazados económicamente), engancharse con los peores na­

22 Cf. asimismo Paolo Ceri, op. cit.

Page 19: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

30 ENFOQUES Y NOCIONES

cionalismos, o en todo caso, amalgamar orientaciones e intere­ses heterogéneos sin ninguna unidad posible más que la de una posición de puro rechazo onírico o violento del "sistem a".

Una vez establecido este tipo de balance no habremos avanzado casi nada. Por eso es mejor promover otro trámite totalmente distinto. Si en la práctica las luchas "globales" parecen ambivalentes o contradictorias, es porque mezclan todo tipo de actores y, más profundamente, toda clase de sig­nificaciones. La labor del sociólogo es, en una primera etapa, desenmarañar lo que la práctica concreta fusiona, hacer apare­cer, analíticamente, los diversos significados de la acción, los diferentes niveles en los que se sitúa. Por ejemplo, es útil esta­blecer una jerarquía de los significados, según correspondan a la defensa de intereses precisos y limitados, se esfuercen por ejercer una presión política institucional, para obtener cambios negociados, o lleven en sí mismos un cuestionamiento funda­mental. Este proceso puede permitir situar las formas organi­zadas de la acción colectiva unas en relación con otras, y las di­versas o n g que participan en ella, por ejemplo: unas ponen en juego las orientaciones más generales de la vida colectiva en la escala planetaria, otras corresponden antes bien a intereses precisos, económicos y hasta políticos, a veces incluso de ma­nera perversa, por ejemplo cuando una o n g no es más que creación de un Estado (en la jerga militante se habla entonces a veces de o n g - g o ) .

Este proceso analítico se puede completar, o, más bien, se puede inspirar, en una hipótesis histórica que ve en esos com­bates un conjunto naciente de impugnaciones susceptible de revestir una importancia tan considerable en el mundo de ma­ñana como lo que pudo significar el movimiento obrero en la era industrial. ¿En qué condiciones las luchas que nos intere­san pueden elevarse a un alto nivel de proyecto, pensar glo­balmente su acción, sin dejar de inscribirse a la postre en los combates llevados a cabo localmente o en el marco de las na­ciones y los Estados? O bien además, simétricamente, ¿cómo

Page 20: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 31

pueden pensar localmente su acción, aunque actúen de mane­ra global? Plantearse estas preguntas es conferirles un inmen­so crédito, es considerar que más allá de sus límites actuales, de sus contradicciones, de sus tendencias a amalgamar signifi­cados dispares, algunos de los cuales son seguramente poco brillantes, corporativistas, nacionalistas por ejemplo, estas lu­chas llevan en ellas, virtualmente, una carga de conflictividad que hace de ellas la prefiguración o el inicio de los grandes movimientos del mañana. Y tratar de responder a ello es darse los medios de comprobar la hipótesis de esta virtualidad y lle­varla lo más lejos que se pueda.

De hecho, son dos los razonamientos distintos, pero no necesariamente contradictorios, que pueden guiar esta explo­ración. El primero examina las luchas "antim undialistas" a la luz de aquellas significaciones suyas, reales o virtuales, que podrían acercarlas a un movimiento social. El segundo consiste en privilegiar las dimensiones políticas e históricas de su acción. Son, pues, dos vías las que se trata ahora de explorar. Dos hi­pótesis. Ambas tienen en común buscar lo que es más impor­tante en las luchas "alterm undistas”, pero tienen que ver con dos registros aparte, sitúan estas luchas en dos familias socio­lógicas distintas: la de los movimientos sociales y la de los mo­vimientos históricos.

L a h i p ó t e s i s d e l m o v i m i e n t o s o c ia l

¿En qué medida la acción "alterm undista" pertenece a la fami­lia de los movimientos sociales?

Tres conceptos del "movimiento social"

Para considerar esta hipótesis es necesario hacer un rodeo teó­rico. Lo más sencillo es, pues, partir de los debates de los años

Page 21: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

32 ENFOQUES Y NOCIONES

sesenta y setenta en torno a la noción de movimiento social y de tres definiciones posibles que se han desprendido de ellos.

Para diversos enfoques de tipo funcionalista que actúan en realidad desde los años cincuenta, el movimiento social es una acción colectiva resultante de una crisis, de cambios pro­fundos en un sistema, y constituye una respuesta a las modifi­caciones relativas o absolutas de la situación de personas y de grupos que reaccionan mediante la lucha. Desde esta primera perspectiva, la teoría sociológica se completa eventualmente con una psicología que insiste en la noción de frustración rela­tiva, y la acción aparece entonces como la traducción de una frustración. Precisemos que el marxismo pudo haber tenido participación en este tipo de enfoque, sobre todo cuando ex­plicaba el movimiento obrero y sus luchas por las contradic­ciones crecientes del sistema capitalista.

Una segunda orientación desde fines de los años sesenta, ve en el movimiento social, especialmente con el historiador- sociólogo Charles Tilly, una conducta estratégica, instrumen­tal, en la que el actor moviliza medios, incluida la violencia, para conseguir sus fines. La acción, desde esta perspectiva, es racional y corresponde a los intereses del actor, que es colecti­vo (lo que distingue estas teorías, a veces llamadas "de la mo­vilización de los recursos", de los enfoques utilitaristas que explican la acción por los intereses individuales de los partici­pantes, sin dejar de preguntarse sobre el paso de los intereses personales a la lucha colectiva y sobre las paradojas o los efec­tos perversos de un pasaje de este tipo). Las investigaciones que tienen que ver con la "m ovilización de los recursos" insis­ten en el carácter conflictivo de la acción, que no es reductible a una conducta de crisis, sino que muy al contrario se piensa como calculada y reflexionada. Agreguemos que estos enfo­ques se interesan en lo esencial en el nivel político en el que funcionan los actores, por ejemplo porque se esfuerzan en pe­netrar en el seno de un sistema institucional o por mantenerse en él.

Page 22: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 33

Finalmente, desde los años sesenta, para Alain Touraine el movimiento social es una significación singular de la acción colectiva, entre otras, en la que el actor se implica en un con­flicto y no en conductas de crisis, y a un nivel más elevado so­ciológicamente que el que conservan los teóricos de la "m ovili­zación de los recursos". Desde esta perspectiva, el movimiento social impugna a un adversario social el dominio que tiene de las orientaciones principales de la vida colectiva, lo que Tou­raine denomina la "historicidad".

Si retenemos, como lo vamos a hacer, esta tercera defini­ción del movimiento social, se vuelve posible decir en qué ciertas dimensiones de alcance general están eventualmente presentes en las luchas contra la mundialización liberal: estas dimensiones no corresponden, como lo quisiera la primera de las tres familias de pensamiento que acabamos de mencionar, a reacciones a los cambios o a conductas de crisis — aunque estas reacciones por supuesto existan— , no están tampoco vincula­das a cálculos o a estrategias destinadas a mejorar en un actor la relación entre su contribución y su retribución, o a permi­tirle reforzar su influencia política, aun cuando estos cálculos, estas estrategias, estén por supuesto presentes. Estas dimensio­nes corresponden más bien a una mirada contestataria que in­tenta promover un contraproyecto, otra concepción de lo que podrían ser las formas principales de la vida colectiva, y opo­niéndose, de modo que puede ser también defensivo, a la ma­nera en que la mundialización está siendo conducida en la actualidad.

Tres estados del movimiento social

El movimiento social, en el sentido preciso que conservamos aquí, es una categoría sociológicamente "pura", una significa­ción de la acción aislada de las otras, analítica y teóricamente, y cuya presencia en la práctica es capaz de inmensas variacio­nes. En ciertas experiencias concretas, o en ciertos momentos

Page 23: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

34 ENFOQUES Y NOCIONES

de una experiencia, el movimiento social está muy presente, bien formado, relativamente visible; en otros, parece poco pre­sente, débil. En otros más, su distintivo parece extraño, en la medida en que el discurso de los actores parece que simultá­neamente lo lleva, pretende encarnarlo y desfigurarlo. Por esto es necesario distinguir para el análisis entre tres estados posi­bles: aquel en que el movimiento se constituye, aquel en que está más o menos desestructurado, y aquel en que se invierte en su contrario para formar un antimovimiento social.

Un movimiento social constituido presenta dos caras ar­ticuladas. Una es ofensiva, porta un contraproyecto y hasta una utopía, y sabe m anifestar una identidad positiva (por ejemplo si se refiere al m ovim iento obrero) la de los trabaja­dores que producen las riquezas que necesita toda la socie­dad. Aquí el actor es más bien negociador, capaz de apoyarse en su identidad para entrar en discusiones con adversarios y socios. La segunda cara es defensiva, popular, preocupada en extremo por evitar la destrucción de un ser social amenazado o devastado por las condiciones en las que se opone a su ad­versario. Aquí el actor (por ejemplo, para seguir con la refe­rencia al movimiento obrero: las maniobras de fuerza y en términos más generales los trabajadores no calificados) oscila frecuentemente entre la apatía y la ruptura violenta, sin gran capacidad para instalarse en un espacio de negociación. En la historia del movimiento obrero, estas dos caras se han acerca­do para formar un gran movimiento social bajo el impacto de la organización científica del trabajo en las industrias taylori- zadas.23

La desestructuración de un movimiento social correspon­de con la disociación de las dos facetas que acabamos de des­cribir y con la incapacidad de los actores para contener las lógicas centrífugas que prevalecen sobre él. Este proceso es

23 Cf. Alain Touraine, Michel Wieviorka, Francois Dubet, Le mouvement ouvrier, Fayard, París, 1984.

Page 24: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 35

particularmente visible en las coyunturas de crisis del movi­miento, pero también, y sobre todo, en la fase por un lado de nacimiento y por otro lado de decadencia histórica. La expe­riencia del movimiento obrero muestra que la lucha estalla cuando el actor todavía no es o ya no es capaz de verdadera­mente poner en duda las orientaciones principales de la vida colectiva. Algunos segmentos se implican entonces en una ins- titucionalización precoz, o extrema, cogestionaria y no conflic­tiva; otros prefieren la acción puramente política, y otros más, están como rabiosos; en todo caso se entregan a una violencia social que impide toda negociación, mientras que algunos gru­pos, en cambio, negocian, pero en provecho propio, sólo en función de sus intereses categóricos o corporativos.

La descomposición de un movimiento en decadencia, o sus dificultades de integración en la fase de nacimiento, pro­bablemente no se detengan allí y conduzcan a un tercer esta­do, el del antimovimiento.

El antimovimiento social hace del actor un Partido-Estado totalitario, una secta o un grupo terrorista, que destruye en lu­gar de tratar de imponer mediante el conflicto su propia vi­sión de la historicidad. Aquí no hay contraproyecto, sino el llamado a un más allá, lo cual coloca la fe, la religión o la ideo­logía en el centro de todo antimovimiento. Tampoco hay ad­versario, sino más bien un "afuera" del que se está distante, al que se es indiferente, o bien uno o varios enemigos a los que uno se opone no en una relación conflictiva, sino en un enfren­tamiento sin concesiones. La lógica de la guerra aquí no es tan­to la prolongación de la política por otros medios, según la fórmula clásica de Clausewitz, sino el triunfo de lo absoluto y del todo o nada.

Podemos ahora indicar lo que puede ser un enfoque de las luchas "alterm undistas" en términos de movimiento social: a primera vista, estas luchas nacientes corresponden concreta­mente en la actualidad a la imagen del segundo estado, el de la estructuración débil, mucho más que a los otros dos estados

Page 25: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

36 ENFOQUES Y NOCIONES

posibles. Pero también son susceptibles de derivar hasta acer­carse a la terrible figura del antimovimiento, del que el terro­rismo internacional contemporáneo, pero también ciertas sec­tas (en especial la secta Aum en Japón)24 han sido recientes expresiones espectaculares. ¿En qué condiciones pueden estas luchas, en sentido contrario, afirmarse cada vez más como movimiento social plenamente constituido?

L a e x p e r i e n c ia d e l m o v i m i e n t o o b r e r o

No hay ninguna razón para concebir el mundo de mañana es­tructurado de la misma manera que el de ayer, y no es serio postular que las sociedades postindustriales se organizarán como las sociedades industriales, con un conflicto central del mismo tipo, en el que un movimiento social que desempeñe el mismo papel que ayer el movimiento obrero se opondría a los nuevos amos de la vida social, herederos en alguna forma de los amos del trabajo de ayer. Este fue incluso uno de los ar­gumentos más poderosos de los pensadores de la posmoder­nidad: afirmar el final de los grandes relatos, el agotamiento histórico no sólo del movimiento obrero, sino también del pa­radigma del movimiento social que ha podido constituir. En cambio, para reflexionar sobre las sociedades contemporáneas, es útil volver a ver cómo en la aurora de la era industrial apa­reció un conjunto por mucho tiempo heterogéneo de luchas que en numerosos países desembocaron en la formación de un gran movimiento social, el movimiento obrero.

En la Gran Bretaña, a partir del siglo x v i i i , y más tarde en otras sociedades europeas, el nacimiento del movimiento obre­ro pasó por luchas cuya unidad o incluso su congruencia eran problemáticas. ¿Qué hay de común, por ejemplo, entre la des-

24 Cf. Sylvaine Trinh, "Aum Shinrikyo: secte et violence", Cultures et con- flits, número especial Urt nouveau paradigme de la violence, dirigido por M. Wie­viorka, enero de 1998, pp. 229-290.

Page 26: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 37

tracción de las máquinas, el "ludism o", y otras conductas que se oponen a la industrialización en nombre de la defensa del trabajo artesanal o preindustrial?25 Las huelgas obreras en la industria contra la explotación de los trabajadores, pero no contra la industria misma; las reflexiones de los primeros pen­sadores del socialismo; los intentos de desarrollar los primeros sindicatos; la invención de las mutualidades y las cooperati­vas; el surgimiento de fuerzas políticas que empiezan a invo­car el movimiento obrero; las grandes encuestas y las campa­ñas de denuncia de las condiciones de trabajo y de existencia del proletariado urbano, etc. Habrá que esperar a fines del si­glo xix para que se imponga la imagen de un movimiento ca­paz de considerarse como tal, en su integración y en su relati­va unidad.

Hay allí una rica fuente de reflexión para quien se intere­se en las luchas "alterm undistas". Las primeras m ovilizacio­nes, en vísperas de la era industrial, han puesto en movimien­to actores que, unos se negaban a entrar en esta era y otros empezaban a instalarse en ella impugnando no tanto la indus­tria como a los que la dirigen y se apropian de sus frutos. Asi­mismo, los actores hostiles a la mundialización conjugan de una y mil maneras el rechazo y el reconocimiento del carácter global de la economía en la actualidad, lo cual introduce un principio de diferenciación en el seno de sus luchas.

En efecto, unos se oponen a la mundialización, lo cual puede conducirles, por un lado, a apelar al reforzamiento de los Estados, que serían los únicos en desarrollar realmente po­líticas económicas y culturales para ir en contra de las fuerzas de la economía mundializada, y por otro lado, a poner por de­lante la identidad nacional como la principal resistencia cultu­ral a esas mismas fuerzas. Así es como encontramos figuras muy conocidas del nacionalismo y del soberanismo en el pai­saje general de la antimundialización y que se pueden ver par-

25 La cuestión es compleja y muy discutida y recomendamos remitirse prio­ritariamente a las obras clásicas de Eric Hobsbawm y de Edward P. Thompson.

Page 27: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

38 ENFOQUES Y NOCIONES

ticularmente incluso en algunos de sus elementos en Europa y en Francia, un nuevo avatar de la conjugación clásica del co­munismo (o del izquierdismo) y del nacionalismo. Otros re­chazan las consecuencias de la mundialización y se constitu­yen en figuras contestatarias de un mundo globalizado cuyo funcionamiento quieren orientar de otra manera, lo cual lleva a sus actores a desarrollar una acción internacional, a coordi­nar movilizaciones locales o nacionales, a entrar plenamente en el universo de la información. Una misma acción, una mis­ma organización, un mismo individuo son siempre suscepti­bles de acarrear estas dos tendencias y de vivir el enfrenta­miento de ambas- en su seno.

El movimiento obrero no se construyó sino reconociéndo­se plenamente como el actor estructural de las sociedades in­dustriales, valorando la ciencia, el progreso, el desarrollo de la producción y separándose de las conductas hostiles a la indus­tria propiamente dicha. Asimismo, una condición que podría hacer de las luchas "alterm undistas" una figura central del porvenir es que sepan alejarse del nacionalismo, del sobera- nismo y, más ampliamente, de todo lo que se limita en ellas a un rechazo puro y simple de la idea de participar en la vida de un planeta global, o globalizado, para prohibirles finalmen­te que esperen influir desde el interior. Hay aquí un problema que parece que está bien percibido por los militantes de un movimiento como a t t a c , puesto que, como lo indica Geoffrey Pleyers en su revista electrónica, se encuentran fórmulas del género "¡Viva la mundialización! ¡La liberalización se ha apo­yado en la mundialización!" y que él cree poder afirmar: "D es­pués de Porto Alegre, ya nadie habla de este movimiento en términos de antimundialización".26 La conciencia del movi­miento es antiliberal y también es mundial.

Para los actores de la "alterm undialización", el objetivo es cada vez menos acabar con la mundialización, y cada vez más

26 Geoffrey Pleyers, L'esprit de Porto Alegre, un mouvement contestataire dans la société informationnelle, memoria de d e a , e h e s s , septiembre de 2001, p. 29.

Page 28: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 39

reforzar su definición y decir: ésta es la mundialización que nosotros queremos, por la que luchamos. Lo cual quiere decir que no hay fatalidad para ellos, que consideran posible forjar el planeta, insistir en su evolución, a través de presiones insti­tucionales y políticas en diversos niveles, mediante moviliza­ciones espectaculares, campañas, grandes concentraciones, pero también mediante la acción cotidiana.

La n u e v a c u e s t i ó n SOCIAL

En las luchas contra la mundialización se encuentran constan­temente elementos que tienen que ver con el sindicalismo (in­cluido el más clásico), ideologías obreras y hasta obreristas, corporativism os llevados por grupos socioprofesionales o ca­tegorías obreras. Los efectivos entre los más activos y más numerosos en la contestación de la cumbre de la o m c en di­ciembre de 1999 en Seattle fueron proporcionados por los sindicatos norteamericanos. Por lo demás, el dirigente del mo­vimiento más conocido hoy día en el mundo entero es un diri­gente de un sindicato de agricultores franceses, José Bové, que no olvida promover los intereses de su sector (la producción del queso Roquefort). Pero la idea presente en la extrema iz­quierda que ve en la acción antiglobalización una prolonga­ción de las luchas obreras del pasado, y de la misma naturale­za que aquéllas porque es como ellas anticapitalista, descansa en un error fundamental. La antiglobalización pone de relieve con toda razón la injusticia y las desigualdades sociales que refuerza el neoliberalismo asociado a la mundialización, pero sigue poniendo al frente para definir a las víctimas una figura social de referencia que no está muy alejada de la del proleta­rio explotado en las fábricas, del obrero dominado en las rela­ciones de producción. Esto permite pasar de hecho a una lu­cha política en nombre de un sujeto social fantasmagórico. Así es como Toni Negri y Michael Hardt sustituyen en su reciente

Page 29: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

40 ENFOQUES Y NOCIONES

libro, que ha sido un éxito de venta,27 al proletariado obrero por la figura de las "multitudes productivas".

Ahora bien, en las sociedades contemporáneas la domina­ción directa que ayer se ejercía en Occidente en las relaciones de producción industriales, en la explotación de los trabajado­res, parece, si no diluirse o desaparecer, por lo menos perder su carácter central en provecho de formas fragmentadas y di­versificadas, las "dominaciones ordinarias" de las que habla Danilo Martuccelli,28 perceptibles en toda clase de terrenos de la vida pública y privada. La "cuestión social" pasa en la ac­tualidad mucho más por al menos tres lógicas diferentes. La primera es la de la exclusión: el gran drama en el seno de una sociedad como la nuestra, como para todas las sociedades en los países del Sur, es ya no ser o no ser explotados en las rela­ciones clásicas de trabajo, o en una relación de tipo colonialis­ta. La exclusión, para los que la viven, consiste en ser puestos a un lado, en ser considerados "desechables", en ya no ser in­cluidos en las relaciones, en ya no ser dominados, puesto que toda relación social incluye dimensiones de dominación.

Menos espectacular pero sin embargo profunda, puesto que está inscrita en la cotidianidad de muchas de las experien­cias personales, una segunda lógica de lo social es la de la alie­nación, indisociable del avance del individualismo moderno. Desde este punto de vista, la alienación tiene que ver con el hecho de que el individuo no es dueño de su destino y no po­see siquiera las categorías que podrían permitirle pensar su experiencia. El individuo privado de una inserción cualquiera en una relación de dominación, y por tanto en una relación que puede adquirir un giro conflictivo, no es apenas más que aquello que el sistema le hace ser, o lo abandona, y cuyas cate­gorías interioriza. Es en referencia a este tipo de lógica como mejor se construye el pensamiento hipercrítico que denuncia

27 Antonio Negri, Michael Hardt, Imperio, trad. del inglés por Denis-Armand Canal, Exil, París, 2000.

28 Danilo Martuccelli, Dominations ordinaires, Balland, París, 2001.

Page 30: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 41

por ejemplo, con Pierre Bourdieu la dominación masculina,29 que se ha convertido en realidad, desde su perspectiva, en una alienación que prohíbe a las mujeres pensar lo que ellas expe­rimentan o padecen y movilizarse en contra.

Por último, una tercera lógica, indisociable también del auge del individualismo moderno del que es uno de los as­pectos constitutivos, es la que puede desembocar, para hablar como Alain Ehrenberg, en la depresión y que corresponde más ampliamente a las demandas crecientes y cada vez más difíci­les de satisfacer de cada quien para producir una individuali­dad, afirmar una subjetividad. La persona singular es aquí la única responsable de su existencia, de sus fracasos, de sus di­ficultades, no puede acusar a un adversario, ni siquiera a todo el sistema; por no lograr llegar a ser lo que quisiera ser, por no hacer lo que quisiera hacer de su existencia. La alienación prohíbe pensar su situación, el individualismo mal vivido des­emboca, en los casos más dramáticos, en la depresión, que es ante todo una lucidez exacerbada por la ausencia de relaciones sociales y de conflictos, por las dificultades de vivir en univer­sos donde los problemas de la persona y de las relaciones in­terpersonales se vuelven centrales y singularmente difíciles de vivir.

Un movimiento social debe ser capaz de conciliar un cues- tionamiento general, y en este caso planetario, con la toma en consideración de esperanzas, sufrimientos y dificultades per­sonales; debe conciliar lo universal y lo particular, un poco como cuando Marx podía decir del proletariado obrero que al deshacerse de sus cadenas liberaría a toda la humanidad. Si la exclusión, la alienación o el individualismo desdichado están en el meollo de los peores dramas sociales, entonces las luchas altermundistas deben lastrarse con las esperas y las esperan­zas de aquellos que lo padecen y cuya subjetividad personal está negada, maltratada o duramente puesta a prueba. No es

29 Pierre Bourdieu, La domination masculine, Seuil, París, 1998.

Page 31: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

42 ENFOQUES Y NOCIONES

poca la paradoja: para acusar los procesos, mecanismos y orientaciones sistémicas, esas luchas deben proceder, desde la perspectiva del movimiento social, lo más lejos del sistema y lo más cerca de la persona singular, de sus dificultades para asegurar una subjetivación individual, para construir su expe­riencia. La acción debe cubrir un espacio inmenso porque se trata de articular la comprensión crítica del sistema de conjun­to, planetario, de manera que se le acuse, con la movilización de las esperas o de las necesidades más subjetivas, más perso­nales. El objetivo no es únicamente invertir las formas de do­minación ni habilitarlas, teniendo en cuenta, como invita a ha­cerlo con fuerza Naomi Klein en No Logo, que las modalidades extremas de explotación en los países nacientes pueden estar asociadas a la producción de bienes destinados a las expectati­vas de los países más ricos. El objetivo es también permitir a cada quien construir su personalidad y dominar su existencia, darle un sentido, sin caer por ello en el narcisismo o el egoís­mo de los que tienen.

L a h i p ó t e s i s d e l m o v i m i e n t o h is t ó r i c o

La presencia o la ausencia de una temática propiamente social en una lucha o una campaña contra la mundialización no es necesariamente un indicio de la fuerza o de la debilidad de la movilización. Puede ser un indicio de su naturaleza, pues cuanto menos social es la movilización, más política puede ser, poniendo entonces en tela de juicio, en lo que presenta de más decisivo, los modos y los procesos de la decisión (económica y política), y no relaciones entre actores sociales dominantes y actores dominados, víctimas, excluidos. Hay que evitar un sociologismo sumario que sólo buscaría los significados más altos de las luchas "alterm undistas" en referencia a la única hipótesis del movimiento social.

Page 32: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 43

El retorno de lo político

¿Cuál fue la experiencia más espectacular de las m anifesta­ciones de Seattle (diciembre de 1999) o de Porto Alegre I (enero de 2001, Primer Foro Mundial) y II (enero de 2002)? Fue, tal vez, haber puesto fin a la arrogancia de las élites eco­nómicas que habían tomado la costumbre de reunirse en Da- vos, Suiza, apartadas de muchas realidades, como si la eco­nomía neoliberal operara naturalmente por encima de los Estados y las naciones, como si, sobre todo, la primacía de la economía sobre lo político fuera intangible, indiscutible, in­contestable. Los participantes en estas grandes concentracio­nes han marcado a su manera el retorno de lo político obli­gando también a las organizaciones internacionales ( fm i,

Banco Mundial, etc.) a tener en cuenta sus críticas, incluso excesivas, imponiendo la reflexión y la discusión sobre temas no abordados o insuficientemente abordados hasta ahora: la regulación internacional del comercio, la política del fm i , etc. Así, haciendo fracasar la ceremonia de apertura en Seattle y después retardando las obras de apertura del milenium round, los aproximadamente 50000 m anifestantes han politizado o repolitizado un encuentro que en caso contrario corría el fuer­te riesgo de ser opaco y en muchos aspectos técnico y hasta tecnocr ático.

Vista así, la acción colectiva, en sus significados más altos y más decisivos, ya no constituye un movimiento social, sino un movimiento histórico, o si se prefiere, político. Desde esta perspectiva, que no está muy alejada de los enfoques llamados a veces "neogram scianos" ,30 se deben examinar dos dimensio­nes distintas y complementarias. La primera, que acabamos de subrayar, hace del actor una figura que crea o recrea un es­pacio político, que impone la apertura de debates y que sobre todo repolitiza la economía. Esta figura está bajo la tensión de

30 Cf. en este libro la colaboración de Elaine Coburn.

Page 33: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

44 ENFOQUES Y NOCIONES

dos orientaciones que siempre pueden coexistir pero también estar en pugna: una reformista, preocupada por crear o favo­recer las condiciones del diálogo y del cambio negociado; otra radical, preocupada en primer lugar por poner de manifiesto la cerrazón o la arrogancia de los amos de la economía y más o menos tentada por ideologías de ruptura.

Y una segunda dimensión de la acción histórica consiste ya no en promover las condiciones de lo político, sino en ins­talarse en el campo político que se inaugura o se amplía para defender en él reivindicaciones políticas, hablar en favor de soluciones precisas, exigir respuestas sobre problemas deter­minados. Así es como a t t a c , considerada con frecuencia la punta de lanza de la contestación antimundialización neolibe­ral, ha hecho del "im puesto Tobin" su caballo de batalla.

Las tentaciones de la violencia

La hipótesis del movimiento histórico, así como la del movi­miento social, exige una reflexión sobre los diversos "estados" posibles de la acción, y en particular sobre los riesgos de debili­dad y hasta de deriva del actor. Si la fuerza y la grandeza de la movilización "altermundista" como movimiento histórico con­sisten en imponer el retomo de lo político allí donde se ejerce la primacía de la economía, si concretamente ésta no ha dejado desde mitad de los años noventa de volver a encantar la políti­ca, en particular con la afirmación a plena luz en 1994 del mo­vimiento zapatista en Chiapas, existe el riesgo de ver que este esfuerzo se pervierta en violencia,31 en una radicalización en la que el contenido político, pero también social y cultural de la acción quede abolido en conductas destructivas y autodestruc-

31 Franck Poupeau, en "La contestation de la mondialisation en France", Année sociale, París, 2002, pp. 89-100, expresa los debates sobre la violencia y traza un retrato de las diferentes reacciones después de las manifestaciones de Genova.

Page 34: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 45

tivas. Esta inquietud puede remitir hacia la violencia propia­mente dicha, a los comportamientos no democráticos o antide­mocráticos que eventualmente intentan ciertos grupos o ciertas organizaciones. También puede extenderse hacia abajo, a moda­lidades extremas de la violencia, en especial al terrorismo, como si éste fuera capaz de nacer en el seno mismo del movimiento y de sus luchas concretas, lo cual parece poco verosímil.32

Una evolución de este tipo no depende solamente del ac­tor, de la presencia en su seno, por ejemplo, de ideólogos revo­lucionarios o anarquistas, y de su inmadurez e incapacidad para dotarse de un proyecto y de una definición clara de su adversario. Esa evolución es también y en primer lugar fun­ción del comportamiento de sus adversarios y de aquellos que, en términos más generales, encuentra en su camino. Así pues, si la violencia queda como el recuerdo más característico de la manifestación de Génova (julio de 2001, un muerto, un joven militante italiano muerto en los enfrentamientos con las fuerzas del orden), es tal vez porque entre los manifestantes algunos representaban el anarquismo y hasta el gusto por la violencia, como lo atestiguan en especial los Black Blocks, esos "rom pedo­res" herederos de los "autónom os" de los años ochenta. Pero la violencia es en primer lugar y ante todo producto de la repre­sión y del comportamiento de las fuerzas del orden, así como, detrás de ellas, de la incuria del poder político italiano.33 Las concentraciones ulteriores en Lieja, Gante, Bruselas, Barcelona, Madrid o Sevilla se desarrollaron sin incidentes, lo cual refuer­za el análisis que imputa las violencias de Génova no a los m a­nifestantes, sino a la represión.

M ás allá de la cuestión de la violencia en caliente duran­te las manifestaciones y más profundamente es necesario pre­

32 Cf., no obstante, Jéróme Montés, "Mouvements antimondialisation: la crise de la démocratie représentative", Études Internationales, vol. xxxn, núm. 4, diciembre de 2001, pp. 773-782.

33 Cf. Ludovic Prieur, Aris Papathéodorou, Jean-Pierre Masse, Germinal Pinalie, Genes. Multitudes en marche eontre l'Empire, Reflex, 2002.

Page 35: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

46 ENFOQUES Y NOCIONES

guntarse por el espacio de la violencia en el seno del movimien­to, tal como lo condiciona el contexto geopolítico. Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 han marcado desde este punto de vista una inflexión, y quizás hasta han inaugura­do una nueva era. Estos atentados indican, por el vigor del te­rrorismo en cuestión pero además por la réplica norteamerica­na, también sostenida al principio y relevada p o r numerosos Estados en el mundo, que la época en que la economía parecía d i r i g i r por sí sola el mundo está rebasada y sugiere que en lo sucesivo son la guerra y los comportamientos militares de los Estados los que recuperan su importancia. Tampoco son las so­las fuerzas del dinero las que mandan, como se pudo pensar en los años ochenta y hasta en los noventa, sino también lógi­cas guerreras, sean estatales o terroristas. En semejante contex­to, los movimientos históricos que con anterioridad reinyecta- ban lo político en universos dominados por la economía, corrían el peligro de ser desestabilizados y, en algunos de sus elementos, arrastrados también a los juegos de la violencia y las armas. ¿No hemos visto, por ejemplo, a José Bové hacer una visita a Yasser Arafat en la primavera de 2002, como si su ac­ción debiera incluir dimensiones que no son seguramente las del enfrentamiento directo con la economía global y que no aportan nada a la politización del debate económico y social?

En pocas semanas, entre julio de 2001, con la manifesta­ción de Génova, y septiembre de 2001, con los atentados con­tra el Pentágono y el World Trade Center, la contestación "al- termundista" entró en una nueva época, marcada por una parte por la tentación de la violencia y, por otra, por la de to­mar partido, al menos ideológico, en los conflictos armados. El peso de la nueva apuesta es considerable, lo cual resume bien Paolo Ceri cuando escribe: "Después de Génova el movi­miento temía sobre todo la represión; después de Nueva York, teme sobre todo la guerra".34 Dicho de otra manera: la coyun­

34 Paolo Ceri, op. cit., p. vm.

Page 36: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 47

tura de los años 2000 es más favorable a la militarización de la acción que a su politización.

Con la guerra en Irak (2003), la cuestión se ha agudizado más y se ha sobrecargado para el movimiento altermundista. A la imagen de un planeta animado por toda clase de flujos y redes económicas globales ha sucedido la de un mundo que funciona bajo la hegem onía norteam ericana. Para los acto­res que nos interesan, se han desplazado considerablemente las apuestas: tan artificial o ideológico parece encerrarse en una ecuación del tipo mundialización = imperio norteamerica­no. Un problema más político que económico se vuelve cen­tral: el de la potencia de los Estados Unidos y la manera en que la ejerce mediante la fuerza y sin enredarse demasiado tiempo en instancias internacionales. El movimiento arriesga entonces perder su capacidad de influir sobre esas instancias, a su vez debilitadas y hasta desprovistas de sentido, y sus orientaciones propiamente políticas tienden a ya no hacer de él más que una fuerza de protesta que impugna a un país, los Estados Unidos, que tampoco encarnan la mundialización económica sino las lógicas egoístas de una superpotencia; tam­poco el neoliberalismo, sino el control, a veces monopólico y adosado a la fuerza, de los mercados y recursos económicos; tampoco la apertura de fronteras a los cuatro vientos, sino la clausura.

¿Movimiento social o movimiento histórico? Sería prema­turo proponer un juicio demasiado tajante sobre la validez re­lativa de las dos hipótesis principales a las que recurre la con­testación altermundista en sus dimensiones más positivas. Por otra parte, esas dos hipótesis no son incompatibles, y nada im­pide tomarlas, en cambio, una y otra como herramientas ana­líticas que permiten examinar las conductas concretas de los actores, nada impide distinguir analíticamente las lógicas del movimiento social y las lógicas del movimiento histórico o, si se prefiere, las lógicas que remiten al funcionamiento de nues­tras sociedades y del planeta, y a las relaciones que se desem­

Page 37: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

48 ENFOQUES Y NOCIONES

peñan en ellas, y las lógicas vinculadas con el cambio político, con el desarrollo, así como, por otra parte, con la guerra.

L a s id e n t id a d e s c u l t u r a l e s

Desde finales de los años sesenta, el avance de los particularis­mos culturales tiene por resultado en todo el mundo innume­rables demandas de reconocimiento en el espacio público, con mayor frecuencia pero no solamente nacional, algunas reivin­dicaciones, por ejemplo, de reparación de la esclavitud y del colonialismo, tal como fueron formuladas con ocasión de la Conferencia de las Naciones Unidas contra el Racismo (Dur- ban, agosto/septiembre de 2001), se ejercen a escala transna­cional e internacional. Estas dimensiones culturales, siempre más o menos asociadas a desigualdades sociales, se encuen­tran en muchas de las luchas "antimundialización". Los actores, en efecto, manifiestan una especificidad étnica, religiosa, na­cional, histórica para rechazar la mundialización en nombre de la defensa de una cultura amenazada por la combinación del mercado y de la cultura internacional de masas. Pero sucede también que exigen producir ellos mismos sus formas de vida cultural, poder autotransformarse, afirmarse incluso en su ca­pacidad creadora y por tanto en su capacidad de producir sus propias evoluciones culturales, sin ser manipulados o subor­dinados a las industrias culturales hegemónicas. Presentes también en el corazón de las sociedades del Norte, estas di­mensiones identitarias no se limitan únicamente a los países del Sur o a grupos cuyo conocimiento correspondería más a la etnología que a la sociología; esas dimensiones no son única­mente el vestigio de culturas en proceso de erradicación por el hecho de la modernidad triunfante. Son del orden de la inven­ción o de la producción, y no solamente del orden de la repro­ducción y de la resistencia. Desde este punto de vista, hay que conceder la misma importancia a José Bové, ya mencionado,

Page 38: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 49

pero esta vez por su "toque francés", que al subcomandante Marcos, cuando recuerda el carácter indígena del movimiento "zapatista" que él anima, un movimiento cuya aparición a ple­na luz, en enero de 1994, constituye a los ojos de numerosos analistas el punto de partida, o uno de los primeros tiempos fuertes de la contestación de la mundialización neoliberal.

Si no hay ninguna razón para pedir a los actores "alter­mundistas" que eviten izar la bandera de las diferencias cultu­rales que participan en sus combates, hay que alertarlos sobre los peligros que acechan a toda afirmación identitaria: ésta puede siempre derivar en comunitarismo, en integrismo o en sectarismo. Cuando las identidades culturales no son concebi­das como espacios de creatividad y de invención, cuando no se presentan como tales y se limitan a manifestar la herencia del pasado y el rechazo único a la destrucción, cuando no son capaces de proyectarse de manera dinámica e inventiva hacia el futuro, constituyen una fuerza regresiva para el movimien­to en cuyo seno se integran, y le dificultan articular su promo­ción con visos democráticos. Las identidades pueden reforzar tanto un movimiento social como un movimiento político, aportando un anclaje en la experiencia vivida y el imaginario de los actores. Pero pueden también arrastrar a uno o al otro a los peores resbalones.

A n t i c a p it a l i s m o , a n t i i m p e r i a l i s m o

Y ANTIMUNDIALIZACIÓN

El anticapitalismo

Las luchas antimundialización gustan de presentarse como an­ticapitalistas. De hecho son, sobre todo, hostiles al carácter libe­ral o neoliberal del capitalismo contemporáneo, y su intención no es tanto acabar con el capitalismo como controlarlo, limitar en é l los aspectos más brutales, más devastadores, a t t a c , por

Page 39: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

50 ENFOQUES Y NOCIONES

ejemplo, está en favor, como hemos dicho, del impuesto Tobin, que debe, según ellos, evitar o castigar los comportamientos especulativos, moralizar de alguna manera el capitalismo; no habla de acabar con el capitalismo, aunque para muchos de sus militantes el impuesto Tobin no es más que un primer paso, un "grano de arena" que podría entorpecer toda la maquinaria ca­pitalista. Asimismo, numerosas asociaciones se movilizan para imponer transparencia a la vida económica, hacer frente a la corrupción, pedir a los Estados que sean más eficaces frente a la delincuencia financiera o que pongan término a los paraísos fiscales.

Proponiéndose así objetivos razonables, pretendiendo en­mendar y regular el capitalismo, los actores por un lado se re­fuerzan y por otro se debilitan. Se refuerzan en la medida en que pueden promover objetivos realistas, capaces de alimen­tar negociaciones y hasta asociaciones entre ellos y los respon­sables políticos, y en la escena política internacional, interesta­tal. Es, por ejemplo, interesante comprobar que el impuesto Tobin se ha convertido en objeto de debates políticos en diver­sos ámbitos nacionales e internacionales. Pero los actores im­plicados en él están debilitados porque pierden lo que la críti­ca más radical del capitalismo puede implicar de carga utópica o de contraproyecto. A partir del momento en que ellos ejer­cen una presión política o institucional, más que buscar intro­ducir una ruptura radical con el capitalismo, que para ellos ya no se trata de abolirlo, ya no tienen necesidad de definir un contraproyecto ni de dibujar qon energía la imagen de otro mundo que les serviría de horizonte. En el pasado, el anticapi­talismo pudo alimentar este tipo de objetivos y dotarse de uto­pías durante casi dos siglos: el socialismo o el comunismo. Pero con el hundimiento histórico del comunismo real, tanto en el Este como en Occidente, este tipo de utopía casi no tiene espa­cio legítimo que autorice su promoción. Los movimientos an- timundialización son hostiles al neoliberalismo, pero no es en un anticapitalismo radical donde pueden encontrar con qué

Page 40: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 51

fundar la imagen de un contraproyecto. Y si no es allí, ¿es po­sible en otra parte?

Los actores altermundistas no pueden tratar de instalarse en un alto nivel de proyecto más que buscando sus contrapro­yectos y sus utopías fuera del derrocamiento del capitalismo. Tienen buenas razones para querer dominarlo y moralizarlo, pero tienen todo que perder abandonándose a retóricas que reducen su acción a una lucha anticapitalista.

El antiimperialismo

En una obra reciente, Chalmers Johnson ve en la palabra "glo- balización un término esotérico para aquello que en el siglo xix se llamaba simplemente imperialismo":35 ¿no enmascara en realidad la idea de mundialización una dominación claramen­te localizada y que resume bien la noción de imperialismo? Las multinacionales, por ejemplo, ¿no son ante todo norteame­ricanas?; ¿los principales centros del podeí político y económi­co mundial no están localizados en los Estados Unidos?; ¿la cultura, el consumo y la comunicación de masas no operan bajo la hegemonía norteamericana?

La tentación de hacer de las luchas antimundialización una acción ante todo antiimperialista y antinorteamericana es muy real en su seno; esta dimensión es uno de los componen­tes de la acción. Por eso Johan Galtung, importante activista e intelectual orgánico del pacifismo, exige que se hable no de "globalización" sino de americanización, y de dominación mi­litar, política, económica y cultural de los Estados Unidos so­bre el mundo. Galtung defiende una globalización equitativa, en la que las Naciones Unidas asegurarían la coexistencia de las naciones y la diversidad cultural y política en la unidad.36

35 Chalmers Johnson, Blotvback: The Costs and Consequences o f American Empire, Holt, Nueva York, 2000, p. 205.

36 Johan Galtung, "Americanization versus Globalization", en Eliezer Ben

Page 41: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

52 ENFOQUES Y NOCIONES

Algunos analistas y actores han hablado incluso, en cier­tos casos, de una lucha contra la "recolonización", de la que se­ría causa la mundialización. Así, en la India, se ha podido sub­rayar la continuidad de algunas luchas de hoy en día con el movimiento de Gandhi, en sus dimensiones anticoloniales, pero acercándose al nacionalismo y hasta al soberanismo. La empresa Cargill en particular ha sido impugnada en el mo­mento en que recibió del gobierno indio el derecho de explotar una mina de sal en la región de Kutch, cuando Gandhi había hecho precisamente de la sal un objetivo importante de la lu­cha anticolonial.

Por último, la asociación de la mundialización y del impe­rialismo está a menudo sugerida y hasta confortada por la evocación del imperialismo mediático, con la idea de un papel clave de los medios de comunicación norteamericanos, empe­zando por la omnipotente c n n , que se habría revelado en el cambio de los años ochenta a los noventa, con motivo de la re­presión del movimiento de la plaza Tienanmen (junio de 1989) y después con la guerra del Golfo.37 Esta idea, cuyo promotor más influyente sea tal vez Herbert Schiller, propone que los flujos de comunicación provienen de los Estados Unidos, o son orientados por ellos en beneficio del refuerzo del poder de los medios de comunicación norteamericanos y, más amplia­mente, de la empresa de la economía y de la política norteame­ricanas, y en detrimento de la capacidad de los países domina­dos para producir su cultura y su información. Una afirmación de este tipo es demasiado simplista para poder aceptarla. De­ja de lado el formidable crecimiento de algunos lugares de producción de las industrias culturales que no son norteame­ricanas, y cuyo impacto puede ser regional, en la escala de un continente y hasta transnacional o internacional: México, Bra­sil para la televisión y en especial por sus telenovelas, la India

Rafael (ed.), Identity, Culture and Globalization, Brill, Leiden, Boston, Colonia, 2001, pp. 277-289.

37 Cf. Lewis A. Friedland, Covering the World, Twentieth Century Fund, 1992.

Page 42: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 53

para el cine, Hong Kong, etc. Existen regiones, espacios "geo- lingüísticos", según la expresión de John Sinclair, Elizabeth Jack y Stuart Cunningham,38 que poseen centros de produc­ción audiovisual. Como vimos durante las operaciones milita­res de los Estados Unidos en Afganistán después del 11 de septiembre de 2001 , la c n n tiene la competencia, en su propio terreno, de una cadena de Qatar, Al Jazira. Y sobre todo, la te­sis del imperialismo mediático deja de lado los fenómenos de hibridación, de circulación, de intercambio que hacen que los medios de comunicación norteamericanos se impregnen de elementos culturales que importan antes de exportarlos. La circulación de informaciones y de imágenes no se reduce por supuesto a un flujo en un solo sentido.

El debate sobre las dimensiones realmente imperialistas y hasta poscoloniales de lo que se denomina "m undialización" es sin duda interesante; pero la trayectoria que hemos adopta­do consiste en distanciamos para examinar lo que esta dimen­sión aporta o cuesta a las luchas antimundialistas cuando se hacen cargo de ella para convertirla en el meollo de su pensa­miento. La respuesta es bastante simple: el antiimperialismo transforma en lucha ideológica, hostil a los Estados Unidos, y hasta directamente en antiamericanismo a un manojo de im­pugnaciones que, sin exonerar a ese país de sus responsabili­dades, no persiguen tampoco otros objetivos o apuntan a unos que ni necesaria ni principalmente ponen a ese país en el ban­quillo. Ya se trate de flujos financieros y de mercados, de la cultura y de las identidades, de la comunicación y de las re­des, ya se trate, dicho de otra manera, de los lugares y los ac­tores cuyas decisiones ejercen una influencia económica y cul­tural en todo el mundo, el poder no siempre está localizado en los Estados Unidos, y cuando lo está no es obligatoriamente

38 John Sinclair, Elizabeth Jack, Stuart Cunningham, "Peripheral Visions", New Patterns in Global Televisión: Peripheral Vision, John Sinclair et al. (eds.), Oxford University Press* Oxford, 1996, retomado en The Globalization Reader, op. cit., p. 302.

Page 43: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

54 ENFOQUES Y NOCIONES

reductible a la nación o al Estado norteamericano. Por otra parte, la conciencia de los actores comprometidos en luchas concretas sobre apuestas reales es con frecuencia ajena a todo cuestionamiento unívoco y sistemático de ese país, del que por añadidura provienen muchos militantes, organizaciones y recursos de la acción.

La observación de intercambios y de cambios culturales en escala planetaria impide asignar a los Estados Unidos un papel en sentido único; es mejor seguir en este aspecto a un an­tropólogo como Arjun Appadurai cuando muestra cómo por doquier en todo el mundo se inventan identidades y formas culturales que son muestra de flujos de los que los Estados Unidos pueden ser el receptáculo y de los que ese país no tie­ne el monopolio de la iniciativa.39 _

El antiimperialismo construye artificialmente un único enemigo de las luchas, los Estados Unidos, politiza e ideologiza la acción prohibiéndole definir problemas y apuestas que no le serían reductibles. Propone, finalmente, una opción tajante que cierra todo debate: más que alentar a los actores a abordar uno u otro elemento de un vasto conjunto de problemas don­de se juegan diversas formas de dominación, de exclusión, de alienación y de negación de la subjetividad personal, el antiim­perialismo les invita a llevar a cabo una lucha necesariamente política contra la superpotencia norteamericana. Para que la acción antimundialista pueda definir intereses que le sean pro­pios en términos sociales, culturales, ecológicos, etc., así como en términos políticos, ha de evitar dejarse invadir por una te­mática que haría de los Estados Unidos el lugar único o la fuente exclusiva de las desgracias del planeta. Lamentable­mente, la evolución reciente ha abierto un inmenso espacio a esa dimensión constante del movimiento. A partir del momen­to en que los Estados Unidos deciden hacer una guerra en Irak y después intervenir en todo el mundo sin vacilar en usar la

39 Arjun Appadurai, Apres le colonialisme. Les consequences culturelles de la globalisation, Payot, París, 2001.

Page 44: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

mano dura y sin esperar el posible aval de las Naciones Uni­das, el pacifismo y el antiimperialismo se han conjugado para arrastrar a los "alterm undistas" por la pendiente donde se de­bilitó su capacidad de comprometerse en una acción diferente de la militar-política, pronto violenta, y abriendo entonces el ciclo de represiones que los criminalizan.

T r e s d e r iv a s

Al examinar el tema de las identidades culturales o la influen­cia de las ideologías anticapitalistas y antiimperialistas, ya he­mos hecho hincapié en las dificultades o los riesgos que pue­den alejar a las luchas altermundistas de su más alto nivel de proyecto. Ha llegado el momento de contemplar de manera sistemática esos riesgos y esas dificultades.

Tanto si tienden a constituirse más bien en movimiento social como si se constituyen en movimiento político, las lu­chas antimundialización llevan necesariamente en ellas una carga de oposición crítica; para asentar sólidamente su protes­ta y respaldarla con argumentos construidos y racionales, son capaces de movilizar conocimientos, competencias, pericias en todo tipo de terrenos: tecnológico, científico, jurídico, econó­mico, etc. Finalmente, estas luchas son tanto más potentes y están tanto más inscritas en la duración cuanto que sus actores pueden invocar una identidad, sea cultural, social u otra. Estas tres dimensiones — crítica, experta e identitaria— son indis­pensables para la acción, a condición de que sean articuladas y puestas al servicio de un proyecto que las rebase, aun cuan­do resulte limitado a un objetivo preciso, circunscrito a un tipo de problema específico.

Pero constantemente acecha un peligro a los actores: el de la autonomización de una u otra de estas dimensiones y el de su toma de poder político o ideológico.

OTRO MUNDO ES POSIBLE 55

Page 45: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

56 ENFOQUES Y NOCIONES

1. El fenómeno más espectacular corresponde al dominio del iz- quierdismo conjugado con el pensamiento hipercrítico. Cuando la movilización se presenta o es presentada como simple denun­cia, como pura crítica del sistema o de alguno de sus elemen­tos; cuando todo lo que no está con ella suscita la desconfianza y la calumnia, y no se intenta ni se considera ni sobre todo se acepta ningún esfuerzo para construir una relación conflictiva con la parte adversa, entonces esto significa que el movimien­to se encierra en una lógica de rechazo, de ruptura, de rehusar toda presión negociadora, todo esfuerzo por contribuir a cam­bios graduales, a reformas, a una participación del mayor nú­mero en una reflexión y a discusiones sobre lo que convendría cambiar. El pensamiento hipercrítico desemboca así en dos perversiones. Por una parte, y sobre todo, paraliza los esfuer­zos del actor para construirse de otra manera diferente una fuerza de rechazo; destruye lo que puede aportar como con­traproyecto, como objetivo capaz de alimentar una relación conflictiva con un adversario. Y por otra parte, de manera complementaria, desemboca, sobre todo en sus variantes ex­tremas, a considerar a los actores como no actores, los llama alienados, incapaces de pensar por sí mismos y de pensar en la dominación que se trata de trastocar, la exclusión con la que se trata de acabar. El pensamiento hipercrítico es paradójico porque propone a los actores movilizarse sobre la base de una teoría que los debilita o que los niega. Se convierte muy pron­to, de hecho no en la marca de la fuerza de una lucha, sino en la de su debilidad, de su recuperación por la extrema izquier­da, o de la entrada en liza de intelectuales cuyo discurso por ejemplo puramente "antisistém ico" corre peligro de sustituir a la acción. El pensamiento hipercrítico espera mucho de las contradicciones del sistema, de sus crisis, que afirma que se deben, por ejemplo, a la desruralización, al agotamiento ecoló­gico o a la democratización, y espera muy poco en realidad de la movilización de los actores y de su participación en los con­flictos.

Page 46: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 57

Una variante paradójica de este tipo de pensamiento se desprende de las ideologías libertarias y anarquistas cuando son empujadas al extremo en el interior de las luchas antimun­dialización. Estas ideologías exigen la desaparición de normas y de controles, y son hostiles a toda forma de organización de tipo estatal o superestatal, supranacional. El resultado es que finalmente estas ideologías se incorporan al neoliberalismo más desenfrenado contra el que hacen campaña. Su presencia vuelve imposible o por lo menos muy difícil admitir la idea de una lucha tendiente a transformar o a ejercer una presión so­bre los mecanismos concretos de la mundialización y sobre las instancias que se supone que la regulan, como la Organización Mundial del Comercio (o m c). La presencia de estas ideologías contribuye a volver particularmente confusa una reunión como la de Seattle (diciembre de 1999) y permeables a la violencia otros encuentros: los Black Blocks, particularmente activos en Génova (julio de 2001), estaban ya presentes en Seattle, donde habrían sido la causa de millones de dólares en daños.

2. En lo más lejos del pensamiento hipercrítico, la lógica de la pericia en la medida en que, librada a sí misma, ejerce una fuerte influencia sobre la acción, puede conducir también al debilitamiento de los actores. Las organizaciones antimundia- listas no dejan de dotarse de toda clase de recursos expertos, observatorios, centros de documentación, etc. Tienen especia­listas capaces de analizar racionalmente los problemas que plantean, de desplegar argumentos sólidos, de ayudarlos a ha­cer contrapropuestas frente a proyectos que están impugnan­do. Estas organizaciones no dejan a sus adversarios el m ono­polio de la razón y de la ciencia. Pero cuando se convierten en puras fuerzas de modernización, instancias de elaboración de programas, tienden a constituirse en élites hiperinstitucionali- zadas, en organizaciones de contrapericia cuyos miembros no son muy diferentes de los expertos que actúan en las esferas oficiales, gubernamentales o supranacionales, en el Fondo Mo­

Page 47: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

58 ENFOQUES Y NOCIONES

netario Internacional ( fm i) , en el Banco Mundial, etc. Estas or­ganizaciones corren el peligro de perder su dinámica contesta­taria, sus aspectos de protesta, su capacidad de movilización de las bases, una cierta radicalidad, a costa de su participación en juegos institucionales donde se comparan los proyectos y los argumentos, pero sin gran conflictividad. Esta tendencia es tanto más perniciosa cuanto que se ponen importantes recur­sos a disposición de las o n g , incluidas las que están implicadas en luchas antimundialistas, a través de las grandes organiza­ciones internacionales tipo Banco Mundial, fm i, pero también la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ( u n e s c o ) , las Naciones Unidas, etc.; ahora bien, esos recursos a veces alimentan redes o centros destina­dos a financiar la pericia del lado de las organizaciones no gu­bernamentales (o n g ) .

Las Naciones Unidas y sus agencias hace ya tiempo que han aprendido a integrar a las organizaciones no gubernamen­tales internacionales ( o n g i) en su funcionamiento, y conceden a miles de ellas "estatus consultivo", les confieren un papel muy activo en sus programas; un caso límite es el del Progra­ma Conjunto de las Naciones Unidas sobre el v ih s i d a (u n a id s ,

por sus siglas en inglés) puesto que hay o n g i situadas en sus órganos mismos de dirección, pero el fenómeno es excepcional más que ejemplar. Cuando hay grandes conferencias de las Na­ciones Unidas, por ejemplo en el marco del decenio de las mu­jeres (1975-1985) o en 1995 en Pekín; sobre el medio ambiente, como en la Cumbre de la Tierra en Río en 1992 y después en Kioto, las o n g i y las o n g organizan conferencias paralelas. Todo esto puede actuar en el sentido de reforzar las tendencias a la pericia en el seno de los movimientos implicados y, por tanto, en el sentido de una institucionalización precoz y de una disolución de su capacidad de Conflictualización. Todo ello puede igualmente favorecer una radicalización emparen­tada con la otra deriva ya señalada, la del pensamiento hiper- crítico, como se comprobó en la conferencia de Durban sobre

Page 48: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 59

el racismo (verano de 2001). Todo esto puede además autorizar manipulaciones de centros de poder, estatales o económicos, cuando crean o controlan o n g u o n g i , que nunca son más que el medio que ellos tienen de hacer prevalecer sus intereses.

3. Por último, una tercera deriva amenaza a los movimientos antimundialización: la tendencia al retiro identitario ya men­cionado. Hay que señalarlo de nuevo porque tan improbable es que en el futuro se desarrollen luchas sin el lastre de la refe­rencia a una identidad, como este tipo de referencia, cuando está exacerbada y domina la acción, no puede sino volverse contra el proyecto de participar en una lucha global en el seno de la mundialización. El empuje de las identidades desemboca antes bien, desde esta perspectiva, en la fragmentación y en la violencia: guerra civil, purificación étnica, yihads de todo géne­ro, etc. El comunitarismo, el integrismo, el sectarismo, el tota­litarismo, esas grandes plagas de nuestro tiempo, acechan en los casos extremos a los actores que se encierran en su identi­dad, apelando a la pureza o a la homogeneidad y entablan un combate particular, sin carga universal, que tiende a convertir­se en el de un antimovimiento social. Pero es cierto que mu­chos actores van en sentido inverso, hablando de sí mismos en términos de ciudadanía de un nuevo cuño, intentando apare­cer como ciudadanos que reprochan a los políticos, y sobre todo a los grandes de este mundo, el haber confiscado el po­der. Este tipo de actores quiere una democracia más participa- tiva, pretende encarnar la sociedad civil y encuentra su identi­dad en la reconstrucción de la democracia desde abajo: de ahí la importancia simbólica de Porto Alegre como lugar de en­cuentro (en dos ocasiones, en 2000 y después en 2001) puesto que esta ciudad es conocida en el mundo entero por experi­mentar, precisamente, formas nuevas de democracia local.40

40 C f Marión Gret e Yves Sintomer, Porto Alegre: l'espotr d'une autre démocra- tie, La Découverte, París, 2002; Martine Hassoun, Porto Alegre: voyage en alter- native, Syllepse, París, 2001.

Page 49: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

60 ENFOQUES Y NOCIONES

Así, los actores de las luchas antimundialistas corren el ries­go, siempre, de ser tentados por tres derivas. La primera es la de la radicalización que remplaza el conflicto mediante la rup­tura y se encierra en la postura hipercrítica de la desconfianza, la denuncia y la alienación supuesta de las víctimas. La segun­da se inscribe en las tendencias a la pericia, en la que él conflicto se disuelve. La tercera, por último, desemboca en diversas for­mas de retiro identitario que transforman la acción en antimo­vimiento al no poder actuar hacia el exterior más que en la mo­dalidad de la invectiva y la violencia. Una condición decisiva para que se formen en el futuro movimientos poderosos con di­mensiones tanto sociales como históricas, es que cada una de esas tres derivas sea imposible, pero sin que por ello los elemen­tos a partir de los que se engranan sean reducidos a nada. Las luchas antimundialización son necesariamente críticas porque ponen en tela de juicio situaciones adquiridas, formas de domi­nación y de exclusión que se deben hacer visibles y denunciar. Estas luchas tienen necesidad de científicos, de juristas, de espe­cialistas que les aporten las armas de la razón. Están dedicadas a llevar adelante identidades, pertenencias culturales que resis­ten al laminado, a la perversión o al empobrecimiento por las fuerzas del mercado y del neoliberalismo. Pero ninguna de es­tas tres dimensiones podría por sí sola definir el meollo de la acción, hacer las veces de proyecto o definir un objetivo positi­vo, ninguna permite colocar una relación social o política. Cada una de ellas sólo puede desempeñar un papel complementario, por muy vital que pueda parecer a los ojos del actor.

E l t e r r o r is m o g l o b a l

Sería profundamente injusto ver en las luchas concretas contra la globalización liberal un antimovimiento cualquiera, social o histórico. A lo sumo conviene ser sensible a sus derivas, que las alejan de un movimiento social constituido, o de un movi­

Page 50: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 61

miento histórico capaz de volver a encantar la política y les con­fieren el cariz de los combates que las hacen semejantes a un gran rechazo antisistémico.

No obstante, la mundialización define también en muchos aspectos al enemigo, la apuesta y el marco de verdaderos anti­movimientos, empezando por el que constituye el terrorismo que se manifestó de manera estrepitosa el 11 de septiembre de 2001.

En efecto, ese día el fenómeno terrorista entró espectacu­larmente en una nueva fase de su historia, al mismo tiempo que el mundo entero entraba en una nueva era. Ya no pensare­mos en el planeta después como antes de ese acontecimiento fundador, acontecimiento que por otra parte no sabemos si­quiera nombrar de otra manera que no sea por su fecha: "el 11 de septiembre". Desde el punto de vista que nos interesa aquí, lo esencial es que el terrorismo se expresó como un antimovi­miento global, invirtiendo algunos de los significados más ele­vados que inician o que llevan en ellos las luchas contra la mundialización liberal. El terrorismo suele estar preñado de un antimovimiento y ha sido comúnmente internacional.41 Pero hoy es de otra naturaleza: más que internacional es glo­bal. Ya no es la violencia extrema incluso internacional de los años setenta y ochenta, la que permanecía confinada dentro de los límites que le imponía el marco de la Guerra Fría y que en lo esencial apelaba a la causa palestina. No es tampoco el terro­rismo de los años ochenta y noventa, dominado por el islamis­mo, que lo anuncia y lo prepara, pero del que no obstante se desmarca en ciertos aspectos.

Porque con lo que se ha imputado a la red de Bin Laden — una red que en realidad conocían desde hacía varios años no sólo los especialistas, sino también los medios de comuni­cación— , el terrorismo ha salido del marco de la cuestión na-

41 Permítaseme remitirme a mis libros: Sociétés et terrorisme, Fayard, París, 1989; Face au terrorisme, Liana Lévi, París, 1995, y sobre el terrorismo global, a mi artículo "Terrorismes", Ramses, Dunod, París, 2003, pp. 29-42.

Page 51: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

62 ENFOQUES Y NOCIONES

cional y, más generalmente, de los datos de la geopolítica tal como la impugnaron los actores terroristas del pasado, y se vuelve global, en el sentido de que la economía está globaliza- da, lleva en él una crítica a la mundialización, lo cual pone en aprietos a los protagonistas de luchas que también la cuestio­nan y que sin embargo no tienen nada que ver con el uso de la violencia ciega y asesina.

En el origen, el islamismo radical conjugaba la protesta so­cial de pobres, desheredados y sobre todo de campesinos sin tierras, la movilización de capas medias piadosas y las de inte­lectuales musulmanes para quienes política y religión son in- disociables. El islamismo radical incluía a personas calificadas, médicos, técnicos, ingenieros, que no es sorprendente volver a encontrar en las redes actuales. Se inscribía en un marco esta­tal, social y nacional, Irán, Argelia..., y cuestionaba a uno u otro régimen. Y si estos actores no se encerraban en los límites del Estado-nación donde se habían constituido, en lo esencial fun­cionaban en un perímetro regional, por ejemplo Irán, Siria, Líbano. Como en el periodo anterior en el que el terrorismo estaba dominado por las referencias a la causa palestina, los primeros protagonistas de un islam ism o radical y asesino estuvieron comúnmente vinculados y hasta adheridos a un Estado “patrocinador" que eventualmente les hacía realizar las tareas que no se atrevía a confiar a su diplomacia ni a su ejército oficial. Pero con Bin Laden se trata de otro fenómeno que funciona en red o, más verosímil, en red de redes, en últi­mo término sin un anclaje nacional y sin que los actores pue­dan ser identificados en todos los casos con alguna base o capa social: los desarraigados llegados de diversos países árabes o musulmanes a entrenarse en los campos afganos, lo mismo que las élites educadas que perpetraron el ataque del 11 de sep­tiembre de 2001 no se definen por un proyecto político para su propio país, o secundariamente, sino por su compromiso con una lucha planetaria que resulta artificial explicar por los orí­genes sociales o nacionales de unos o de otros. Se trata verda­

Page 52: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 63

deramente de actores globalizados. Y su violencia no se inscri­be en un espacio político en el que se pueda negociar, sino que es metapolítica, guerrera y puramente terrorista.

Estos terroristas son tanto más "globales" cuanto que sa­ben también utilizar internet y las tecnologías modernas de comunicación y están integrados al capitalismo financiero más in, al grado de que existe la sospecha de que no hayan antici­pado sus actos y realizado las ganancias bursátiles de un "de­lito de iniciados". Estos terroristas saben conectarse y desco­nectarse para formar entonces lo que los especialistas llaman "redes durmientes". Y si han tomado como base Afganistán, no ha sido para ser los cuasimercenarios de un Estado-patroci- nador, como ayer un cierto número de grupos, sino para sacar partido de un Estado inexistente en la escena internacional y donde más que protegidos, eran bienvenidos. Lo que vuelve opacos sus cálculos políticos o geopolíticos: contrariamente al terrorismo de los años anteriores, no dan a conocer reivindica­ciones claras, que darían a su acción un giro instrumental, no expresan siquiera demandas políticas negociables, ni siquiera un proyecto que tenga un mínimo de realismo, como era el caso cuando los grupos que defendían la causa palestina te­nían como objetivo principal prohibir toda solución negocia­da entre Israel y la Organización para la Liberación de Palesti­na (OLP).

Este terrorismo global, sumamente flexible, no tiene por ello menos implicaciones geopolíticas bastante directas. Tan grave­mente o fundamentalmente antisionista y antisemita como la violencia extrema de los grupos islamistas del pasado, es pro­fundamente antinorteamericano, y sin dejar de lado en lo más mínimo los temas vinculados al conflicto entre Israel y los palestinos, sin descargarse del odio de los judíos, hace apare­cer otros objetivos, lugares y espacios de tensiones guerreras, empezando por la región del subcontinente indio. Con él se precisa la imagen de violencias internacionales que ya no se cen­tran esencialmente en el Cercano Oriente, la imagen de un pía-

Page 53: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

64 ENFOQUES Y NOCIONES

neta multipolar en el que los conflictos parece que se desarro­llan en torno a varios nudos. La fragmentación del mundo, que ya no es el que estructuraba la Guerra Fría, dibuja innu­merables líneas de fracturas, actuales o virtuales, algunas de ellas imprevistas o nuevas, ya sea en el interior de algunos países (Argelia o Arabia Saudita, por ejemplo), ya sea entre Es­tados, y esta desestructuración política y geopolítica puede ser activada por sectas u organizaciones terroristas cuya capaci­dad de hacer ruido es desproporcionada.

Por otra parte, el terrorismo global lleva al extremo una ló­gica mediática que sus predecesores sólo habían esbozado y que presenta una doble característica: es en efecto productor de espectáculo — ¡y qué espectáculo! Superior a todo lo que Holly­wood haya podido imaginar en el género— y al mismo tiempo productor, si se puede decir, de un antiespectáculo, un vacío absoluto: fuera de imágenes de archivos, no vemos a los terro­ristas, no podemos más que intentar imaginar su modo de fun­cionamiento, sus encuentros, sus discusiones internas, o entre­gamos a especulaciones sobre sus cálculos y sus estrategias futuras. En materia mediática, estamos respecto a ellos en el desbordamiento y, en la falta, en escenarios increíbles, dignos de los mejores autores de política-ficción, y sin datos confiables.

Finalmente, el terrorismo global descansa en un espíritu de martirio inédito. La guerra de Irán contra Irak, con sus jó ­venes mártires, los basidjis, acción del Hezbollah libanes y, más recientemente, atentados perpetrados por jóvenes pales­tinos sacrificándose para contribuir a su manera a la segunda Intifada, atentados en Kenia o en Bali en 2002, en Casablanca en 2003...: el islamismo tiene ya una larga historia de com bi­nación de orientaciones a la v,ez destructivas y suicidas. Pero los terroristas del 11 de septiembre de 2001 no actuaron en caliente, en el fragor de la revuelta, de la revolución o de la' guerra, a partir de una experiencia vivida de la m iseria y el abandono, bajo presión directa y constante de ion grupo o de una comunidad; su desesperación había tenido mucho tiem ­

Page 54: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 65

po para enfriarse, su cólera o su rabia para transform arse en una estrategia determinada. Eran individuos separados de su población de origen, pero tam bién de la influencia que pueden constituir los campos de entrenam iento, y habían ac­cedido a la educación, al saber m oderno, habiéndose pulido por mucho tiempo en Occidente, y hasta parece que a veces vivido en familia en los Estados Unidos o en Europa. Organi­zada, determinada y planificada a largo plazo, su violencia mortífera es quizá lo más m isterioso que hay en esta inmensa cuestión.

Está claro que este fenómeno interpela con tanta fuerza a los actores altermundistas. Propone, en efecto, una figura que en muchos aspectos invierte los términos de su lucha, y reto­ma a la vez algunas categorías de las más decisivas. Denuncia también a los Estados Unidos, país del que hace el mal absolu­to, lo cual coloca a los militantes norteamericanos de la lucha antimundialización, más que a otros, en vina posición insoste­nible: ¿no son traidores a su país, ciegos a la violencia destruc­tora que la alcanza, si participan en manifestaciones que criti­can a los Estados Unidos y su poderío político y económico? El terrorismo global funciona también en red, apunta al World Trade Center, símbolo de la mundialización económica, sede del capitalismo más moderno. Pero se niega a todo debate y hasta toda reivindicación explícita, lleva al extremo la lógica de la guerra en detrimento de la de la política, y lo más lejos de toda reivindicación social o cultural.

En escala mucho más amplia, tal vez ese terrorismo sea el equivalente de lo que fue el terrorismo anarquista de los años 1892-1894 en Francia: el anuncio al vacío, sumamente asesi­no, invertido en forma de antimovimiento, de lo que es en germen y llegará en seguida a ser un movimiento importante, en este caso, en la época, el movimiento obrero. Hasta ese día, el mundo árabe-musulmán permaneció al margen, en conjun­to, de las luchas contra la mundialización aun cuando, entre otros encuentros, se celebró un Foro Mundial sobre la o m c en

Page 55: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

66 ENFOQUES Y NOCIONES

Beirut en noviembre de 2001 o aun si la IV Conferencia Islá­mica General de la Liga Islám ica Mundial (abril 2002 en La Meca) tuviera por tema "la nación islámica y la m undializa­ción". Pero podemos pensar que el Islam es hoy cada vez más moderno o que está en la modernidad, y que el terrorismo global de Bin Laden es uno de los signos precursores de esta modernidad creciente que verá tarde o temprano construirse movimientos altermundistas en el seno de las sociedades mu­sulmanas, o dirigidos por grupos que defienden el Islam. Pero aquí será largo y caótico el camino que podría llevar del antimovimiento al movimiento. El vigor de las dimensiones antiimperialistas y pacifistas de la acción, después del anun­cio de una guerra por venir en Irak, y después su puesta en marcha en los primeros meses de 2003, ¿es la marca de esta trayectoria? Hay que ver en ello, más bien al contrario, un re­troceso en relación con los años noventa, el inicio de una des­estructuración en la que se refuerzan las lógicas de ruptura, en detrimento de las que encarnan la construcción de conflic­tos sociales y culturales, o el esfuerzo por reencantar las rela­ciones políticas en todos los niveles, planetarios, regionales, nacionales y locales.

Así, la escena de las impugnaciones de la mundialización abarca a actores que expresan el nacimiento aún confuso de un movimiento todavía mal definido, y en muchos aspectos tentados de desviar, y otros expresan la entrada en una nueva era en la que se presentan en forma de un antimovimiento. La sociología no tiene vocación de formular previsiones o predic­ciones. Pero, ¿cómo no pensar que cuanto más se refuercen las luchas contra la globalización liberal para imponer mediante sus protestas reformas políticas, formas de regulación de la vida económica, internacionales, regionales (en el sentido en que Europa por ejemplo es una región) y locales, más suscita­rán la formación de nuevos espacios de discusión y de vida pública, también más serán capaces de movilizar a actores ve­nidos de países del Sur, intención que han empezado a marcar

Page 56: Wieviorka Michel_Otro Mundo Es Posible_Otro Mundo_pp17-67

OTRO MUNDO ES POSIBLE 67

el primero y, sobre todo, el segundo Foro de Porto Alegre (ene­ro de 2001), más se alejarán de sus pecados de juventud y más cerrarán el espacio de la violencia y tal vez incluso del terro­rismo, al que contribuirán a alejar en todo caso de sus bases y de sus simpatías populares e intelectuales?