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VUELTA A MATUSALÉN (Pentateuco Metabiológico) BERNARD SHAW Digitalizado por http://www.librodot.com

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  • VUELTA A MATUSALN

    (Pentateuco Metabiolgico)

    BERNARD SHAW

    Digitalizado por http://www.librodot.com

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    PREFACIO

    EL MEDIO SIGLO INFIEL

    LA AURORA DEL DARWINISMO

    Un da, all por el ao 1860 y pico, yo, que era entonces un nio, estaba con mi niera

    comprando algo en una modesta papelera y librera de Camden Street, Dubln, cuando entr

    un caballero de cierta edad, grave y solemne, que avanz hasta el mostrador y pregunt

    pomposamente:

    -Tiene usted las obras del celebrado Bufn? Mis propias obras no haban sido escritas

    todava; si no, es posible que la empleada hubiera tenido de m una idea tan errnea como

    para ofrecerle un ejemplar de Hombre y Superhombre. Pero saba perfectamente lo que se le

    peda, pues eso ocurri antes de que la Ley de Educacin de 1870 hubiera producido

    empleados de comercio que saben leer y no saben nada ms. El celebrado Bufn no era un

    humorista, sino el famoso naturalista Buffon. Todo chico que saba leer en aquel tiempo

    conoca la Historia Natural de Buffon tan bien como las fbulas de Esopo. Y ninguno haba

    odo el nombre que desde entonces ha borrado a Buffon en la mente popular: el nombre de

    Darwin.

    Pasaron diez aos. El celebrado Buffon qued olvidado; yo haba duplicado mis aos y

    mi estatura y prescindido de la religin de mis antepasados. El ms ricoy ms

    consecuentemente dogmtico de mis tos entr un da en un restaurante donde yo estaba

    comiendo y se encontr, muy contra su voluntad, en conversacin con el ms discutible de sur

    sobrinos. Yo, tratando de hacerme agradable, le habl del pensamiento moderno y de Darwin.

    Mi to dijo:

    -Ah!, se es el individuo que quiere demostrar que todos tenemos cola, como los

    monos.

    Intent explicarle que en lo que Darwin haba insistido a ese respecto era que algunos

    monos no tienen cola. Pero mi to era tan impermeable a lo que Darwin dijo realmente, como

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    lo es en nuestros tiempos cualquier neodaruwiniano. Muri impenitente y no me mencion en

    su testamento.

    Pasaron veinte aos. Si mi to hubiera vivido habra sabido de Darwin todo lo que se

    poda saber, y lo habra sabido mal. A pesar de los esfuerzos de Grant Allen para poner a

    Dartoin en el sitio que le corresponda, mi to lo hubiera aceptado como el descubridor de la

    Evolucin, de la Herencia y de la modificacin de las especies por la Seleccin. Pues la era

    predarwiniana haba llegado a ser considerada como una Edad Oscura en que los hombres

    seguan creyendo en el libro del Gnesis como en un tratado cientfica standard, y en que las

    nicas adiciones a dicho libro eran la demostracin que hizo Galileo de una simple

    observacin de Leonardo de Vinci, cuando dijo que la tierra es una luna del sol; la teora de

    Newton sobre la gravitacin; la invencin de la lmpara de seguridad por Sir Humphry; el

    descubrimiento de la electricidad; la aplicacin del vapor en la industria, y el franqueo de

    cartas de un penique. Igualmente, las dos o tres personas en cuyas manos cayeron los escritos

    de Nietzsche lo tuvieron por el primer hombre a quiense le ocurri que la mera moralidad,

    legalidad y urbanidad no llevan a ninguna parte, como si Bunyan jams hubiera escrito

    Badman. A Schopenhauer se le atribuy la invencin entre el Pacto de Gracia y el Pacto de

    Obras que turb a Cromwell en su lecho de muerte. La gente hablaba como si no hubiera

    habido msica dramtica o descriptiva antes de Wagner; ni pintura impresionista antes de

    Whistler; en cuanto a m mismo, yo estaba encontrando que la manera ms segura de producir

    un efecto de audaz innovacin y originalidad era la de reavivar la antigua tradicin de los

    largos discursos retricos, seguir muy de cerca los mtodos de Molire, y sacar fsicamente

    los personajes de las pginas de Charles Dickens.

    EL ADVENIMIENTO DE LOS NEODARWINIANOS

    Esta clase especial de ignorancia no importa siempre o a menudo. Pero en el caso de

    Darwin tuvo importancia. Si Darwin hubiera llevado realmente al mundo de un salto desde el

    libro del Gnesis hasta la Herencia, la Modificacin de las Especies por la Seleccin, y la

    Evolucin, habra sido un filsofo y un profeta a la vez que un eminente naturalista

    profesional, con la geologa como entretenimiento. La falsa ilusin de que realmente haba

    logrado esa hazaa no hizo dao al principio, porque si bien las opiniones de la gente son

    slidas, sobre la evolucin o cualquier otra cosa, importa un bledo que a quien les revela sus

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    opiniones lo llamen Tom o Dick. Pero esos errores, aparentemente desdeables, traen ms

    tarde extraas consecuencias. La inmensa mayora que no lee sus libros di a Darwin una

    impresionante fama no slo como a un evolucionista, sino como al evolucionista. Y llev a

    los que no leen otros libros a concentrarse exclusivamente en la Seleccin Circunstancial

    como explicacin de todas las transformaciones y adaptaciones que eran la prueba de la

    Evolucin. Pronto su especializacin aisl a estos ltimos de la mayora que no conocan a

    Darwin sino por su espuria reputacin, de tal manera que se vieron obligados a distinguirse,

    no como darwinianos, sino como neodarwinianos.

    Antes de que pararan otros diez aos, los neodarwinianos estaban dirigiendo

    prcticamente la ciencia del momento. Estbamos en 1906, yo tena cincuenta aos; haba

    publicado mi propia opinin sobre la evolucin en una comedia titulada Hombre y

    Superhombre; y vea que la mayora de la gente era incapaz de comprender cmo poda ser yo

    un evolucionista y no neodarwiniano, o por qu me burlaba habitualmente del

    neodarwinismo, como de una espantosa idiotez y atacaba despiadadamente a sus profesores

    en los debates pblicos. En la esperanza de que yo aclarara el asunto, la Fabian Society, que

    estaba entonces organizando una serie de conferencias sobre los profetas del siglo XIX, me

    pidi que diera una sobre el profeta Darwin. La di; y trozos de aquella conferencia, que nunca

    se han publicado, dan variedad a estas pginas.

    EL ANIMAL HUMANO ES INADECUADO POLTICAMENTE

    Pasaron diez aos ms. El neodarwinismo en poltica haba producido una catstrofe

    europea de una magnitud tan espantosa y de un alcance tan imprevisible, que cuando yo

    escribo estas lneas, en 1920, sigue estando muy lejana la seguridad de que nuestra

    civilizacin sobreviva. Las circunstancias de esta catstrofe, el romanticismo de adolescentes

    nutridos en pelculas cinematogrficas que hizo posible imponerla a la gente como una

    cruzada, y especialmente la ignorancia y los errores de los victoriosos de la Europa occidental

    cuando pas su fase violenta y lleg la hora de la reconstruccin, confirmaron una duda que

    haba ido creciendo constantemente en mi espritu durante los cuarenta aos que yo llevaba

    trabajando pblicamente como socialista: la duda de si el animal humano, tal como existe

    actualmente, es capaz de resolver los problemas sociales planteados por su propia agregacin,

    o, como l dice, su civilizacin.

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    COBARDIA DE LOS IRRELIGIOSOS

    Otra observacin que yo haba hecho era que los hombres de buen carcter y sin

    ambiciones son cobardes cuando carecen de religin. Los dominan y explotan no slo los

    hombrecitos codiciosos y a menudo medio tontos que no viven ms que a medias, que hacen

    cualquier cosa por tener cigarros de hoja, champaa y automviles y poder gastar dinero de la

    manera ms infantil y egosta, sino tambin los gobernantes competentes y sensatos que lo

    nico que pueden hacer con aqullos es dominarlos y explotarlos. Los trminos gobierno y

    explotacin se convierten en sinnimos en esas circunstancias; y el mundo lo gobiernan

    finalmente los infantiles, los bandidos y los canallas. A los que se niegan a hacer lo que se les

    dice se les persigue y en ocasiones se los ejecuta cuando molestan a los explotadores; y los

    explotados caen en la pobreza cuando carecen de especficas habilidades lucrativas. En el

    momento actual media Europa, que ha tumbado a la otra media, trata de matarla a puntapis, y

    es posible que lo consiga; procedimiento que, en pura lgica, es slidamente neodarwiniano.

    Y la mayora de personas de buen carcter contempla eso horrorizada y sin poder hacer nada,

    o se deja persuadir, por los diarios de sus explotadores, de que el pateo es no slo una slida

    inversin comercial, sino tambin un acto de divina justicia de que ellos son ardorosos

    instrumentos.

    Pero si el hombre es realmente incapaz de organizar una gran civilizacin y no puede

    organizar bien, ni mucho menos, una aldea o una tribu, para qu sirve darle una religin?

    Una religin puede darle hambre y sed de justicia; pero, lo dotar de la capacidad prctica

    para satisfacer ese apetito? Las buenas intenciones no llevan consigo ni un grano de ciencia

    poltica, que es una ciencia muy complicada. Que yo sepa, los estudiosos ms incansables,

    desinteresados y dedicados a esta ciencia en Inglaterra son mis amigos Sydney y Beatrice

    Webb. Y les ha llevado cuarenta aos de trabajo preliminar, en el curso de los cuales han

    publicado varios tratados comparables con La riqueza de las naciones, de Adam Smith,

    el formular una construccin poltica adecuada a las necesidades existentes. Si esta es la

    medida de lo que pueden conseguir en toda una vida una extraordinaria capacidad, una

    penetrante aptitud natural, unas oportunidades excepcionales y la falta de preocupacin de

    tener que ganarse el pan, qu vamos a esperar del parlamentario para quien la ciencia poltica

    es tan remota y de tan mal gusto como el clculo diferencial y para quien una cuestin tan

    elemental, pero vital, como la ley de la renta econmica es un pons asinorum al que no

    hay que acercarse y mucho menos cruzar? O de los electores corrientes, la mayora de los

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    cuales tienen que trabajar tanto para ganarse la vida que no pueden ponerse a leer sin que a los

    cinco minutos les entre el sueo?

    HAY ALGUNA ESPERANZA EN LA EDUCACIN?

    La respuesta habitual es que debemos educar a nuestros maestros, esto es, que debemos

    educarnos nosotros mismos. Debemos ensear ciudadana y ciencia poltica en la escuela.

    Pero, debemos ensearla? No hay "debemos" que valga, pues la dura realidad es que no

    debemos ensear ciencia poltica o ciudadana en la escuela. El maestro que intentara

    ensearla se vera pronto en la calle sin dinero y sin alumnos, si no en el banquillo de los

    acusados y defendindose contra una acusacin, pomposamente redactada, de sedicin contra

    los explotadores. Nuestras escuelas ensean la moral del feudalismo corrompida por el

    comercialismo y defendida por el conquistador militar, por el barn bandido y por el especu-

    lador, como modelos de personas ilustres y triunfantes. Los profetas que ven a travs de esta

    impostura predican y ensean en vano un evangelio mejor: los individuos a quienes

    convierten desaparecen fatalmente al cabo de pocos aos; y las nuevas generaciones se ven

    llevadas otra vez en las escuelas a la moral del siglo XV y se creen liberales cuando defienden

    las ideas de Enrique VII y caballerosos cuando oponen a ellas las ideas de Ricardo III. As, el

    hombre educado es un fastidio mucho mayor que el ineducado: en realidad, es la ineficiencia

    y la falsa del aspecto educativo de nuestras escuelas (a las que, de no ser por obligacin, los

    padres no mandaran a sus hijos si las escuelas no sirvieran de prisiones donde los inmaduros

    no pueden molestar a los maduros) la que nos salva de estrellarnos contra las rocas de la falsa

    doctrina en vez de ir a la deriva en la corriente de la mera ignorancia. A travs del maestro no

    hay salida.

    EDUCACIN HOMEOPTICA

    En verdad, a la humanidad no se la puede salvar desde fuera, ni por maestros de escuela

    ni por ninguna otra clase de maestros; lo nico que pueden hacer esos maestros es lisiarla y

    esclavizarla. Dicen que si se lava a un gato, no se vuelve a lavar jams: lo que es cierto es que

    si a un hombre se le ensea algo, no lo aprender nunca; y si se le cura de una enfermedad no

    sabr curarse la prxima vez que la enfermedad lo ataque. Por lo tanto, quien quiera ver

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    limpio a un gato debe volcarle encima un balde de barro, y el gato se tomar entonces un tra-

    bajo extraordinario para limpiarse a lengetazos y acabar por quedar ms limpio que antes.

    De la misma manera, cuando los mdicos que "estn al da" (digamos un 0,0005 por ciento de

    los autorizados a ejercer, y el 20 por ciento de los no autorizados) quieren librarnos de una

    enfermedad o un sntoma, nos inoculan esa enfermedad o nos dan una droga que produce el

    sntoma, para provocar nuestra resistencia, como el barro provoca al gato para que se lave a s

    mismo.

    Ahora bien, una persona aguda preguntar instantneamente por qu, si eso es as,

    nuestra falsa educacin no provoca a nuestros hombres cultos para que encuentren la verdad.

    La respuesta es, en parte, que los provoca. Voltaire fu discpulo de los jesuitas; Samuel

    Butler fu discpulo de un sacerdote rural irremediablemente convencional y equivocado.

    Pero Voltaire era Voltaire, y Butler era Butler, es decir, tenan una mentalidad tan

    anormalmente poderosa que pudieron eliminar todas las dosis de veneno que paralizan a las

    mentalidades ordinarias. Cuando los mdicos inoculan y los homepatas dosifican, dan una

    dosis infinitamente atenuada. Si dieran un virus de plena potencia venceran nuestra

    resistencia y produciran su efecto directo. Las dosis de doctrina falsa que se dan en las

    escuelas preparatorias y en las universidades son tan grandes que vencen la resistencia que

    una dosis diminuta provocara. El estudiante normal se corrompe irremisiblemente, y al genio

    que resiste no le queda ms remedio que irse del pas, si puede. Byron y Shelley tuvieron que

    huir a Italia mientras Castlereagh y Eldon dirigan los asuntos. A Rousseau lo acosaron en

    frontera tras frontera; Karl Marx pas hambre en el exilio en una habitacin de Sobo; a

    Ruskin le rechazaron artculos las revistas (era demasiado rico para que lo pudieran perseguir

    de otro modo). Mientras tanto, unos don nadie ya olvidados gobernaban el pas, mandaban a

    la gente a las crceles o al cadalso por blasfemia y sedicin (por decir la verdad acerca de la

    Iglesia y del Estado) y laboriosamente acumulaban el mal y la corrupcin social que de vez en

    cuando estallaba en unos diviesos gigantescos que haba que sajar con un milln de

    bayonetas. Este es el resultado de la educacin aloptica. No se ha ensayado oficialmente

    todava la educacin homeoptica, que sera evidentemente un asunto delicado. Un cuerpo de

    maestros de escuela que incitara a sus discpulos a pecaditos infinitesimales con objeto de

    provocarlos a exclamar "Atrs Satans!", o que les dijera inocentes mentirillas sobre historia

    para que contradijeran, insultaran y refutaran, hara ciertamente menos dao que nuestros

    actuales educadores alpatas; pero entonces nadie abogara por la educacin bomeoptica. La

    alopata ha producido la venenosa ilusin de que ilumina en vez de oscurecer. Lo que sugiero

    puede explicar, sin embargo, por qu mientras la mente de la mayora de las personas

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    sucumbe a la inculcacin y al ambiente, unos pocos -las personas sinceras y decentes

    procedentes de tugurios propios de ladrones, y los escpticos y realistas procedentes de

    casas rurales- reaccionan vigorosamente.

    LA DIABLICA EFICIENCIA DE LA EDUCACIN TCNICA

    Entretanto y ahora viene lo horrible de todo ellonuestra instruccin tcnica es

    honrada y eficiente. Al chico que asiste a las escuelas preparatorias para estudios

    universitarios se le ciega, engaa y corrompe minuciosamente en lo referente a una sociedad

    basada en aprovecharse de todo para hacer dinero; y el chico aprende a disparar tiros y a

    cabalgar y a mantenerse en buen estado fsico, con toda la ayuda y gua que se le pueden

    procurar con el sincero deseo de que haga esas cosas bien y, si es posible, superlativamente

    bien. En el ejrcito aprende a volar, a tirar bombas y a manejar ametralladoras lo mejor que

    pueda. El descubrimiento de explosivos potentes trae recompensas y honores; la instruccin

    en la manufactura de armas, acorazados, submarinos y bateras terrestres que aplican

    destructivamente aquellos explosivos es muy sincera: los instructores saben lo que ensean

    y se proponen que los aprendices aprendan de verdad. El resultado es que los poderes de

    destruccin que no se podran confiar sin cierta intranquilidad ni a la infinita prudencia

    unida a la infinita benevolencia, se ponen en manos de patriotas romnticos con alma de

    chicos de escuela, quienes, por generosos que sean por naturaleza, son por educacin unos

    ignorantones, unos engaados, unos snobs y unos deportistas para quienes la lucha es una

    religin y el matar una hazaa; mientras que el poder poltico, intil en esas circunstancias,

    excepto para los imperialistas militaristas presas de crnico terror de la invasin y la

    subyugacin, los imbciles pomposos y vacuos, los aventureros comerciales para quienes la

    organizacin de los servicios industriales de la nacin por ella misma equivaldra a perder la

    partida, los financieros parsitos del mercado del dinero, y los simplemente estpidos

    conservadores de todo lo que existe por la mera razn de que estn acostumbrados a ello, se

    obtiene mediante la herencia, la simple compra, sosteniendo peridicos y fingiendo que son

    rganos de la opinin pblica, mediante arteras de mujeres seductoras, y prostituyendo el

    talento ambicioso para llevarlo al servicio de los especuladores, quienes son los que marcan

    el paso porque, despus de haberse asegurado todo el botn que han podido, son los nicos

    que pueden pagar al gaitero. Ni los gobernantes ni los gobernados entienden la alta poltica.

    No saben ni siquiera que es una rama de la ciencia poltica; pero entre todos pueden

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    coaccionar y esclavizar con una eficacia fatal y llegar hasta borrar una civilizacin, por

    haber sido instruidos sincera y eficazmente para matar. En esencia, todos los gobernantes

    son deficientes; y no hay nada peor que el gobierno de deficientes que cuentan con

    irresistibles poderes de coaccin fsica. Las personas vulgares y sensatas se someten y

    obligan a los dems a someterse porque se les ha enseado eso como un artculo de f e o

    puntillo de honor. Aquellos en quienes unas luces naturales han reaccionado contra la

    educacin artificial se someten porque se ven obligados a someterse, pero si no fueran unos

    cobardes se resistiran y acabaran por resistirse eficazmente. Son unos cobardes porque, no

    profesando ninguna religin oficial o establecida ni un puntillo de honor reconocido

    generalmente, forcejeando contra sus convicciones particulares se ven obligados a mandar a

    sus hijos a escuelas donde los corrompern, porque no hay otras. Los gobernantes se sienten

    igualmente intimidados por la inmensa extensin y abaratamiento de los medios de matanza y

    destruccin. El gobierno ingls teme a Irlanda, ahora que los submarinos, las bombas y los

    gases venenosos son baratos y fciles de hacer, ms de lo que tema al Imperio alemn antes

    de la guerra; en consecuencia, la antigua cautela inglesa, que mantena un equilibrio de

    fuerzas mediante su dominio de los mares, se intensifica hasta convertirse en un terror que no

    ve seguridad ms que en el absoluto dominio militar sobre el mundo entero, es decir, en una

    imposibilidad que en detalle les parecer, sin embargo, posible a los soldados y a los insulares

    y parroquiales patriotas civiles.

    ENDEBLEZ DE LA EDUCACIN

    Esta situacin se ha planteado ya tan a menudo en lo pasado, siempre con el mismo

    resultado de un hundimiento de la civilizacin (el profesor Flinders Petrie ha revelado el

    secreto de previos hundimientos), que los ricos gritan instintivamente: "Comamos y bebamos,

    pues maana moriremos", y los pobres: "Hasta cundo, Seor, hasta cundo?" Esto no

    significa que si el hombre no puede encontrar el remedio no se va a encontrar un remedio: la

    fuerza que produjo al hombre cuando el mono dej que desear puede producir un ser de ms

    talla que el hombre si el hombre deja que desear. Lo que significa es que si se ha de salvar el

    hombre, se debe salvar l mismo. Le falta mucho para ser un ser ideal.

    Dentro de lo mejor que sea actualmente, muchos de sus modos de obrar son tan

    desagradables que no se pueden mencionar en la sociedad corts, y padece tanto que se ve

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    obligado a fingir que el dolor es a veces un bien. La naturaleza se desentiende del

    experimento humano, que se mantendr o caer por sus propios resultados, Si el hombre no

    sirve, la naturaleza ensayar otro experimento.

    Qu esperanza hay en la mejora humana? Segn los darwinianos, y llegando hasta los

    mecanicistas, ninguna, pues la mejora no puede producirse sino mediante un accidente sin

    sentido, que, segn el promedio de estadsticas de accidentes, quedar pronto eliminado por

    algn otro accidente que igualmente carecer de sentido. EVOLUCIN CREADORA

    Pero este triste credo no desalienta a quienes creen que el impulso productor de

    evolucin es creador. Han observado el simple hecho de que la voluntad de hacer una cosa

    cualquiera, al llegar a cierto punto de intensidad provocado por la conviccin de su necesidad

    crea y organiza un nuevo tejido biolgico para hacerla. Para ellos, por lo tanto, la humanidad

    no est acabada todava, ni mucho menos. Si el atleta que levanta pesas puede "hacerse un

    msculo" cuando lo mueve el trivial estmulo de la competencia atltica, parece razonable

    creer que un filsofo igualmente convencido y que se ponga a ello en serio pueda "hacerse un

    cerebro". Ambos siguen una direccin vital para un propsito determinado. La evolucin nos

    indica esa direccin haciendo toda clase de cosas: da al centpedo cien pies y priva totalmente

    de pies al pez, construye pulmones y brazos para su uso en tierra

    y agallas y aletas para el mar, hace que el mamfero geste sus hijos dentro de su cuerpo

    y que el ave incube los suyos fuera de s; y nos ofrece a eleccin, por decirlo as, toda clase de

    medios corporales para mantener nuestra actividad y aumentar nuestros recursos.

    LONGEVIDAD VOLUNTARIA

    Entre otros asuntos aparentemente cambiables a voluntad est la duracin de la vida

    individual. Weismann, bilogo muy inteligente y sugestivo a quien desgraciadamente el

    neodarwinismo redujo a la idiotez, seal que la muerte no es una eterna condicin de la vida,

    sino un expediente introducido para producir una continua renovacin y evitar el exceso de

    poblacin. Ahora bien, la Seleccin Circunstancial no explica la muerte natural; slo explica

    la sobrevivencia de especies cuyos individuos tienen suficiente sentido comn para decaer y

    morir deliberadamente. Pero los individuos no parecen haber calculado muy razonablemente:

    nadie puede explicar por qu un loro vive diez veces ms tiempo que un perro y que una

    tortuga sea casi inmortal. En el caso del hombre se ha pasado de la raya, y el hombre no vive

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    bastante tiempo; para todos los fines de la civilizacin el hombre es simplemente un nio

    cuando muere; y nuestros Primeros Ministros, considerados como hombres hechos y

    derechos, dividen su tiempo entre el campo de golf y la banca de la Tesorera en el

    Parlamento. Es de presumir, sin embargo, que la misma fuerza que cometi este error pueda

    remediarlo. Si, por razones de oportunismo, el Hombre fija ahora el trmino de su vida en

    setenta aos, lo mismo puede fijarlo en trescientos o en tres mil, o hasta el lmite fijado por la

    autntica Seleccin Circunstancial, que sera hasta que un accidente, tarde o temprano

    inevitablemente fatal, termine con el individuo. Todo lo que se necesita para hacerle extender

    su trmino actual es que las tremendas catstrofes, como la de la ltima guerra, lo convenzan,

    si la raza se ha de salvar, de la necesidad de dejar atrs su aficin al golf y a fumar puros. Esto

    no es una especulacin fantstica; es biologa deductiva, si existe la ciencia llamada biologa.

    Aqu, pues, hay una piedra a la que hemos dejado sin darle vuelta y es posible que valga la

    pena de drsela. Para hacer que la sugestin sea ms entretenida que lo que sera para la

    mayora de la gente en forma de un tratado de biologa, he escrito Vuelta a Matusaln como

    contribucin a la Biblia moderna.

    Sin embargo, muchas personas pueden leer tratados y no pueden leer Biblias. Darwin no

    poda leer a Shakespear. A algunos que pueden leer a Shakespear y Biblias les gusta conocer

    la historia de sus ideas. A otros su ignorancia en historia los enmaraa tanto en la actual

    confusin entre la Evolucin Creadora y la Seleccin Circunstancial, que cualquier distincin

    entre las dos les deja perplejos. En consideracin a ellos debo exponer aqu una breve historia

    del conflicto entre el criterio sobre Evolucin adoptado por los darwinianos (aunque no del

    todo por el propio Darwin) y llamado Seleccin Natural, y el que est emergiendo, bajo el

    ttulo de Evolucin Creadora, como la genuina religin cientfica que todos los hombres

    discretos esperan con ansiedad.

    LOS PRIMEROS EVOLUCIONISTAS

    La idea de la Evolucin, o Transformacin, como ahora se le llama a veces, no fu

    concebida por primera vez por Charles Darwin o por Al f red Russel Wallace, quien

    observ el funcionamiento de la Seleccin Circunstancial al mismo tiempo que Charles.

    El celebrado Buffon fu mejor evolucionista que ninguno de los dos; y, dos mil aos

    antes de que naciera Buffon, el filsofo griego Empdocles opinaba que todas las formas

    de la vida son transformacin de cuatro elementos: Fuego, Aire, Tierra y Agua,

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    efectuada por dos fuerzas innatas de atraccin y repulsin, o amor y odio. Tan tarde

    como 1860, a m mismo, siendo un chico, me ensearon que todo se compona de esos

    cuatro elementos. Los empedocleanos y los evolucionistas se oponan a quienes crean

    en la creacin separada de todas las formas de vida tal como la describe el Gnesis. Este

    "conflicto entre la religin y la ciencia", como se deca entonces, no dej absolutamente

    nada perpleja a mi mente infantil; yo saba perfectamente, sin saber que lo saba, que la

    validez de una explicacin no es lo mismo que la ocurrencia de un hecho. Pero a medida

    que f u creciendo me encontr con que tena que elegir entre la Evolucin y el Gnesis.

    Si se crea que los perros, los gatos, las serpientes, los pjaros, los escarabajos, las

    ostras, las ballenas, los hombres y las mujeres fueron ideados y hechos y se les puso un

    nombre en el Paraso Terrenal en el comienzo de los tiempos, no se era evolucionista. Si

    uno crea, por el contrario, que las distintas especies son modificaciones, variaciones y

    elaboraciones de un material primario, o hasta de unos pocos materiales primarios, uno

    era evolucionista. Pero no era

    necesariamente darwiniano; pues se poda haber sido evolucionista moderno

    veinte aos antes de que naciera Darwin y durante el trmino de toda una vida antes de

    que publicara su Origen de las Especies. En cuanto a eso, cuando Aristteles agrup

    como parientes consanguneos a los animales con columna vertebral, inici el gnero

    de clasificacin que, llevada por Darwin hasta el mono y el hombre, disgustaba tanto a

    mi to.

    El Gnesis fu dueo del terreno hasta la poca del famoso botnico Linneo

    (1707-1778). Entretanto, se haba inventado el microscopio, que revel un mundo

    nuevo de seres hasta entonces invisibles, llamados infusorios, porque se pudo saber que

    el agua era una infusin de ellos. En el siglo XVIII los naturalistas se interesaron

    mucho por las amebas infusorias y les sorprendi muchsimo la manera de portarse y

    desarrollarse de los miembros de esa antigua familia. Pero todava sigui siendo

    posible que Linneo empezara un tratado diciendo: "Hay exactamente tantas especies

    como fueron las formas creadas en el principio", aunque entonces vivan centenares de

    vulgares jardineros escoceses y de criadores de palomas y de ganado que estaban mejor

    informados que l. El propio Linneo lleg a estar mejor informado antes de morir. En

    su ltima edicin de su Sistema de la Naturaleza empez a preguntarse si no sera

    posible la transmutacin de las especies por la variacin. Entonces apareci el gran

    poeta que salt por encima de los hechos a la conclusin. Goethe dijo que todas las

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    formas de la creacin eran primas; que deba de haber un comn material primario del

    que procedan todas las especies; y que fu el ambiente areo el que produjo el guila,

    el ambiente acutico el que produjo la foca, y el ambiente terrestre el que produjo el

    topo. No poda decir cmo haba ocurridoeso, pero adivin que haba ocurrido.

    Erasmus Darwin, abuelo de Charles, llev mucho ms adelante la teora ambiental,

    sealando caso tras caso de modificaciones ocurridas en las especies, al parecer

    para adaptarlas a las circunstancias y al ambiente; por ejemplo, diciendo que los

    brillantes colores del leopardo, que lo hacen tan conspicuo en Regent's Park, lo

    ocultan en una selva tropical. Finalmente escribi como declaracin de fe: "El

    mundo es producto de evolucin, no de creacin; ha surgido poco a poco de un

    principio pequeo y ha aumentado mediante la actividad de fuerzas elementales

    encarnadas en s mismo, por lo que ms que producto completo del conjuro de una

    palabra todopoderosa es resultado de un crecimiento. Sublime idea del inf inito

    poder del gran Arquitecto, Causa de todas las causas, Padre de todos los padres, Ens

    Entium! Porque si comparramos el Infinito, seguramente se necesitara un Infinito

    ms grande para producir las causas y los efectos que para producir los efectos

    mismos." En esto, publicado en el ao 1794, est definida con precisin la

    Evolucin tal como se la entenda en el siglo XIX. No fue Erasmus Darwin su nico

    apstol, La evolucin estaba entonces en el aire. Un bilogo alemn llamado

    Treviranus, cuyo libro apareci en 1802, escribi: "En todo ser vivo existe una

    capacidad. para infinitas diversidades de forma. Cada uno posee el poder de adaptar

    su organizacin a las variaciones del mundo externo." Ah tienen ustedes la

    evolucin del Hombre desde la ameba, completa mientras todava navegaba Nelson.

    Y en 1809, antes de la batalla de Waterloo, un soldado francs llamado Lamarck,

    que convirti su mosquetn en un microscopio y se hizo zologo, dijo que las

    especies eran una ilusin producida por la brevedad de nuestras vidas individuales y

    que estn constantemente cambiando y fundindose unas con otras para convertirse

    en nuevas formas, lo que se poda decir con tanta seguridad como que las agujas de

    un reloj se mueven continuarnente aunque por moverse muy despacio nos parezca

    que estn quietas. Desde entonces hemos empezado a pensar que su actividad no es

    tan continua; que el reloj se para por mucho tiempo y de pronto le "da cuerda" una

    mano misteriosa. Pero no nos ocupemos de esto por el momento.

    ADVENIMIENTO DE LOS NEOLAMARCKIANOS

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    Llamo especialmente la atencin sobre Lamarck porque ms tarde hubo

    neolamarckianos as como neodarwinianos. Yo fui neolamarckiano. Lamarck fu ms

    adelante en el concepto de la Evolucin como ley general en el sentido que la expuso

    Charles Darwin, que era el mtodo evolutivo. Mientras haca muchas ingeniosas su -

    gestiones acerca de la reaccin de las causas externas sobre la vida y las costumbres,

    tales como los cambios de clima, abastecimiento de alimentos, trastornos geolgicos

    y dems, Lamarck sostuvo seriamente, como proposicin fundamental, que los

    organismos vivos cambiaban porque queran cambiar. Tal como lo expuso, el gran

    factor en la Evolucin es el uso y el desuso. Si no se tienen ojos y se quiere ver y se

    insiste en intentar ver, se acaba teniendo ojos, Si, como el topo o pez subterrneo, se

    tienen ojos y no se quiere ver, se acaba perdiendo los ojos. Si le gustan a uno las

    hojas tiernas de la punta de los rboles lo suficiente para hacerle concentrar todas sus

    energas en alargar el cuello, acabar teniendo un cuello largo, como la jirafa. Esto

    les parece absurdo a quienes, en el primer rubor, no se paran a pensar; pero todos

    sabemos, por propia experiencia, que, exactamente por este mismo proceso, un nio que

    anda dando tumbos en el suelo acaba por ser un chico que camina erguido; o que un

    hombre de bruces en la carretera con una barbilla contusionada, o en posicin supina sobre

    el hielo con un occipucio estropeado, se convierte en un ciclista o en un patinador. El

    proceso no es continuo, como lo sera si la mera prctica tuviera algo que ver en l, pues

    aunque durante la leccin pueda uno progresar en cada una de las lecciones de ciclismo, al

    empezar la siguiente no se empieza en el punto en que qued la anterior, sino que, al

    parecer, se retrotrae uno al comienzo. Finalmente se consigue de pronto montar bien y no

    hay recada. Ms milagroso an: los nuevos conocimientos se aplican inconscientemente,

    Aunque uno est adaptando la rueda delantera al propio equilibrio con tanto cuidado y

    actividad que si se agarrota el manubrio por un segundo la bicicleta lo tira a uno al suelo, y

    aunque cinco minutos antes le era imposible hacerlo, lo hace uno tan inconscientemente

    como le crecen a uno las uas. Tiene uno una nueva facultad, y hay que crear un nuevo

    tejido corporal para que le sirva de rgano. Y lo ha conseguido simplemente con la

    voluntad. Porque en esto no se puede hablar de la Seleccin Circunstancial o de la

    supervivencia de los ms aptos. El hombre que est aprendiendo a andar en bicicleta no

    tiene en la lucha por la vida ninguna superioridad sobre el no ciclista. Ha adquirido un

    nuevo hbito, un hbito automtico e inconsciente, simplemente porque quera adquirirlo

    y no ha cesado de quererlo hasta que se le ha aadido.

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    CMO SE HEREDAN LOS CONOCIMIENTOS

    ADQUIRIDOS

    Pero cuando su hijo, a su vez, intenta patinar o andar en bicicleta, su habilidad no

    empieza all donde termin la del padre, como no nace con seis pies de estatura, barba y

    sombrero de copa. Y de nuevo vuelve a ocurrir el salto atrs que ocurra entre leccin y

    leccin. La raza aprende exactamente igual que el individuo, El hijo del ciclista tiene una

    recada, no hasta el mismsimo principio, pero s hasta un punto que ningn mtodo

    mortal de medidas puede distinguir del comienzo. Ahora bien, esto es extrao; porque

    ciertos hbitos de uno, igualmente adquiridos (para el Evolucionista, por supuesto, todos

    los hbitos son adquiridos), igualmente inconscientes, igualmente automticos, se

    trasmiten sin ninguna perceptible recada. Por ejemplo, el primer acto de su hijo cuando

    entra en el mundo como individuo separado es berrear con indignacin, con el berrido

    que segn Shakespear es el ms trgico y lamentable de todos los sonidos, En el acto de

    berrear empieza a respirar: otro hbito que ni siquiera es necesario, pues el fin de respirar

    se puede alcanzar de otros modos, como lo alcanzan los peces de profundidades marinas.

    El nio hace que circule su sangre bombendola con su corazn. Pide de comer y

    procede inmediatamente a efectuar con la comida que traga las ms complicadas

    operaciones qumicas. Manufactura dientes, prescinde de ellos y los reemplaza con otros

    nuevos. Comparados con estas hazaas habituales, el andar, el tenerse erguido y el

    montar en bicicleta son meras bagatelas; sin embargo, si puede estar erguido, andar o

    montar en bicicleta es porque quera y ha insistido en quererlo, mientras que los otros

    hbitos, mucho ms difciles y complejos, no slo no los quiere ni los intenta

    conscientemente, sino que se opone a ellos consciente y vigorosamente. Fjense en el

    temprano hbito de echar dientes; los echara el nio si pudiera evitarlo? Fjense en el

    otro hbito ms tardo, de decaer y eliminarse mediante la muerte-otro hbito adquirido,

    recurdenlo. Cmo lo aborrece el hombre! Sin embargo, el hbito ha llegado a estar tan

    enraizado y a ser tan automtico, que debe cumplirlo a pesar de s mismo y aun a costa

    de su propia destruccin.

    Tenemos aqu una rutina que, si se le da tiempo bastante para que opere, acabar por

    producir las formar ms complicadas de vida organizada siguiendo las lneas lamarckianas

    sin ninguna intervencin de la Seleccin Circunstancial. Si se puede transformar a un

    peatn en un ciclista o a un ciclista en un pianista o violinista, sin intervencin de la

    Seleccin Circunstancial, se puede transformar a una ameba en un hombre o a un hombre

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    en un superhombre sin aquella intervencin. Todo lo cual es una crasa hereja para el

    neodarwiniano, quien imagina que si se detiene la Seleccin Circunstancial, no slo se

    detiene el desarrollo, sino que se inaugura una rpida y desastrosa degeneracin.

    Grabemos bien en la mente el proceso evolutivo lamarckiano. Uno est vivo y

    quiere estar ms vivo. Quiere una extensin de la conciencia y de las facultades, En

    consecuencia, quiere nuevos rganos, o nuevos usos de los rganos que tiene, es decir,

    nuevos hbitos. Uno los adquiere porque los desea con tal intensidad que no cesa de tratar

    de conseguirlos hasta que los consigne. Nadie sabe cmo, nadie sabe por qu; lo nico que

    sabemos es que eso ocurre. Entre esfuerzo y esfuerzo recaemos triste mente hasta que se

    modifica el antiguo rgano o se crea uno nuevo, momento en que lo imposible se hace

    posible y se forma el hbito. En el momento que lo formamos queremos desprendernos de

    lo que tiene de consciente, para economizar nuestra conciencia para nuevas conquistas en

    la vida, pues todo lo consciente significa preocupacin y obstruccin. Si tuviramos que

    pensar en respirar, en digerir o en hacer que circule la sangre, no podramos fijar la

    atencin en nada ms, como nos damos cuenta, a nuestra costa, cuando algo no anda bien

    en esas operaciones. Tanto queremos ejecutarlas inconscientemente como queramos

    adquirirlas, y finalmente conseguimos lo que queramos. Pero la inconsciencia en nuestros

    hbitos la ganamos a costa de perder nuestro dominio sobre ellos; y tambin nos hacemos

    una nueva costumbre y la correspondiente modificacin funcional de nuestros rganos en

    otros, y as llegamos a depender de nuestros viejos hbitos. La consecuencia es que te-

    nemos que persistir en ellos aunque nos hagan dao. No podemos dejar de respirar para

    evitar un ataque de asma o para no ahogarnos. Podemos perder una costumbre o descartar

    un rgano cuando ya no lo necesitamos, exactamente igual que como los adquirimos; pero

    este proceso es lento e interrumpido por recadas; y las reliquias del rgano y el hbito

    sobreviven mucho tiempo a su utilidad. Y si sobre los rganos de que queremos des-

    cartarnos se han construido otros hbitos y modificaciones todava indispensables, antes

    de demoler el antiguo rgano debemos suministrar la base para ellos. Este es tambin un

    proceso lento y muy curioso.

    EL MILAGRO DE LA RECAPITULACIN CONDENSADA

    Las recadas entre los esfuerzos para adquirir un habito son importantes porque, como

    hemos visto, no slo ocurren entre esfuerzo y esfuerzo en el caso del individuo, sino entre

    generacin y generacin en el caso de la raza, La recada de generacin en generacin es

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    una invariable caracterstica en el caso de la raza. Aunque Rafael, por ejemplo, descenda de

    ocho ininterrumpidas generaciones de pintores, tuvo que aprender a pintar como si ningn

    Sanzio hubiera manejado jams un pincel, Pero tambin tuvo que aprender a respirar, a

    digerir y a hacer que le circulara la sangre. Aunque su padre y su madre eran adultos

    plenamente desarrollados cuando lo concibieron, no lo concibieron ni naci completamente

    crecido; tuvo que volverse atrs y empezar por un puntito de protoplasma y luchar a travs

    de toda una vida embrinica durante parte de la cual no se le distinguia de un perro

    embrinico y careca de crneo y de columna vertebral. Cuando al fin adquiri estos

    artculos le qued durante algn tiempo la duda de si era un pjaro o un pez, En nueve

    meses tuvo que comprimir incontables siglos de desarrollo antes de ser lo suficientemente

    humano como para desprenderse y empezar una vida independiente. Y aun entonces era tan

    incompleto que sus padres hubieran podido muy bien exclamar: "Santos cielos! No has

    aprendido nada de nuestra experiencia, puesto que vienes al mundo en este estado

    ridculamente elemental? Por qu no sabes hablar, andar, pintar y portarte decentemente?"

    El nio Rafael no tena respuesta para estas preguntas, Lo nico que poda haber dicho es

    que as es como ocurre la evolucin o transformacin. Quiz llegue la poca en que la

    misma fuerza que comprime el desarrollo de millones de aos en nueve meses pueda

    comprimir muchos ms millones en un espacio an ms breve; por lo que es posible que

    nazcan Rafaeles pintores como nacen ahora sabiendo respirar y hacer circular la sangre,

    Pero siempre empezarn por ser puntitos de protoplasma, y la facultad de pintar la

    adquirirn en el seno de su madre en una etapa muy posterior de su vida embrinica.

    Tendrn que condensar la historia de la humanidad en sus propias personas, por muy breve-

    mente que la condensen.

    Nada hubo en los descubrimientos de los embrilogos tan asombroso y

    significativo, ni tan absurdamente poco apreciado, como esta recapitulacin, como se le

    llama ahora: este poder de apresurar en unos meses un proceso que en otro tiempo fu

    tan largo y tedioso que el contemplarlo se les hace insoportable a los hombres cuya vida

    dura setenta aos. Ampli las posibilidades humanas hasta el punto de darnos la

    esperanza de que las operaciones ms largas y difciles de nuestra mente puedan

    efectuarse un da instantneamente, o, como decimos nosotros, instintivamente. Dirigi

    tambin nuestra atencin a ese acumular siglos en segundos que nos salta a los ojos en

    todas direcciones. En el momento en que escribo estas lneas los diarios se ocupan de las

    hazaas de un nio de ocho aos que acaba de derrotar a veinte ajedrecistas adultos en

    veinte partidas simultneas y que despus ha podido reconstruir las veinte sin ningn es-

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    fuerzo aparente de memoria. La mayora de las personas, incluso yo mismo, juegan al

    ajedrez (si juegan) de una jugada a otra y apenas si pueden recordar la penltima 0

    prever las dos siguientes. Igualmente, cuando yo tengo que hacer un clculo aritmtico lo

    tengo que hacer paso a paso con lpiz y papel, y con tan poca confianza en el resultado,

    que no me atrevo a basarme en ese clculo sin "hacer la prueba" de la suma con ms

    clculos que implican ms cifras. Pero hay hombres que no saben leer ni escribir

    palabras ni cifras, para quienes la respuesta a las sumas que yo soy capaz de hacer es

    instantneamente obvia sin ningn clculo consciente; y el resultado es infalible. Pero

    algunos de estos aritmticos natos tienen un vocabulario reducido, se sienten perdidos

    cuando tienen que encontrar palabras para todo lo que no sean las ocasiones cotidianas

    ms simples, y ni poniendo toda su alma pueden describir las operaciones mecnicas que

    efectan diariamente en el curso de su oficio o profesin; mientras que a m todo el

    vocabulario de la literatura inglesa, desde Shakespear hasta la ltima edicin de la

    Enciclopedia Britnica, me acude tan completa e instantneamente que jams he tenido

    que consultar ni siquiera un diccionario de sinnimos ms que una o dos veces cuando

    por alguna razn quera un tercero o cuarto sinnimo. Igualmente, aunque he intentado,

    fracasando, dibujar retratos reconocibles de personas a quienes he visto diariamente

    durante muchos aos, Bernard Partridge obtiene un parecido exacto y lleno de vida sin

    ms que ver a una persona una vez ni ms esfuerzo que el necesario para comer un

    sandwich. El teclado de un piano es para m un dispositivo que nunca he podido

    dominar, pero Cyril Scott lo usa con la misma exactitud que yo mis dedos; y para Sir

    Edward Elgar una partitura orquestal es tan inteligible a primera vista como para m una

    pgina de Shakespear. Un hombre no puede, despus de intentarlo muchos aos, tocar

    con facilidad la flauta. Otro toma una flauta cuyas llaves estn ordenadas segn una

    nueva invencin, y la toca en el acto sin cometer una pifia. Todos conocemos personas

    para quienes el escribir es tan difcil que prefieren firmar su nombre con un signo, y al

    lado de ellas hay otras que dominan la taquigrafa e improvisan nuevos sistemas propios

    con la misma facilidad con que aprendieron el alfabeto. Estos contrastes se ven a derecha

    e izquierda y no tienen nada que ver con diferencias de inteligencia general, ni siquiera

    con la inteligencia especial correspondiente a la facultad en cuestin: por ejemplo,

    ningn compositor o autor dramtico ha pretendido jams ser capaz de ejecutar todas las

    partes que escribe para los cantantes, actores e instrumentistas que son sus ejecutantes.

    Eso sera lo mismo que esperar que Napolen fuera un buen esgrimista o que el

    Astrnomo Real sepa mejor que su contable cuntos porotos suman cinco. Ni siquiera el

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    excepcional dominio del lenguaje implica la posesin de ideas: Mezzofanti, que

    dominaba cincuenta y ocho idiomas, tena menos que decir en ellos que Shakespear con

    su poco latn y menos griego; y la vida pblica es el paraso de los hueros volubles.

    Todos estos ejemplos, que se podran multiplicar por millones, son casos en que el

    largo, laborioso, consciente y detallado proceso de la adquisicin de hbitos se ha

    condensado en uno instintivo e inconsciente con el cual se nace. Factores que antes haba

    que considerar uno por uno se integran en lo que parece un factor nico y simple. Series

    de problemas difcilmente solubles se han comprimido en uno que se resuelve a s mismo

    en el momento que se plantea, Es ms: se los ha empujado atrs (o adelante, si se

    prefiere) y de ser prenatales pasan a ser prenatales, El nio puede tardar, en la matriz,

    tiempo en resolverlos, pero un tiempo milagrosamente corto.

    El fenmeno implicado en cuanto al tiempo es curioso y sugiere que, o estamos

    equivocados acerca de nuestra historia, o exageramos enormemente los perodos reque-

    ridos por la adquisicin prenatal de hbitos. En el siglo XIX hablbamos con gran

    volubilidad sobre perodos geolgicos y de la manera ms seorial tirbamos millones de

    monedas en nuestra reaccin contra la cronologa del arzobispo Ussher. Tenamos la

    mana de las grandes cifras y nos gustaba positivamente creer que el progreso que haca el

    nio en la matriz estaba representado por eras y eras en la poca prehistrica. Insistamos

    en que la Evolucin avanzaba ms despacio de lo que se arrastra un caracol y que la

    Naturaleza no procede a saltos. Todo eso estaba muy bien mientras nos ocupbamos de

    hbitos adquiridos tales como los de respirar y digerir. Era posible creer que la lenta

    adquisicin de esos hbitos haba durado docenas de pocas. Pero cuando tenemos que

    considerar el caso de un hombre que nace no slo como un perfecto metabolista, sino con

    tal aptitud para manipular con la taquigrafa o el teclado de un piano, que para cuando

    puede dirigir inteligentemente sus manos tiene ya por lo menos cinco sextos de taqugrafo

    o pianista, nos vemos obligados a sospechar que el teclado del piano y la taquigrafa son

    invenciones ms antiguas de lo que suponemos, o que esas "adquisiciones" se pueden

    asimilar y almacenar como dotes congnitas en mucho menos tiempo del que creemos; por

    lo que, como entre Lyell y el arzobispo Ussher, es posible que Lyell no pueda rerse tan

    estrepitosamente como pareca hace cincuenta aos.

    LA HERENCIA ES UN VIEJO ASUNTO

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    Es evidente que el proceso evolutivo es hereditario, o, para decirlo menos

    secamente, que la vida humana es continua e inmortal. Los evolucionistas tomaron la

    herencia como la cosa ms natural. Lo mismo hizo todo el mundo. La mente humana

    est empapada de herencia desde los tiempos a los que podemos remontarnos. La

    aristocracia hereditaria, las monarquas hereditarias y las castas, profesiones y clases

    hereditarias eran las instituciones sociales ms conocidas, y en algunos casos engorros

    pblicos. Los hombres con pedigree contaban los perros con pedigree entre sus

    posesiones ms apreciadas. Lejos de sentirse inconscientes o escpticos acerca de la

    herencia, se tena en ella una credulidad loca: no slo se crea en la trasmisin de las

    cualidades y los hbitos de generacin en generacin, sino que se esperaba que el hijo

    empezara mentalmente donde se haba detenido su padre.

    Esta creencia en la herencia llev naturalmente a practicar la Seleccin

    Intencionada. La buena sangre y el buen origen eran buscados vidamente en el

    matrimonio. Tratndose de plantas y animales, la seleccin con vistas a la produccin

    de nuevas variedades se vena ya practicando desde que los hombres los cultivaban y

    criaban. Mi predarwiniano to saba tan bien como Darwin que el caballo de carreras y

    el caballo de tiro no eran creaciones separdas procedentes del Paraso Terrenal, sino la

    adaptacin, mediante la deliberada seleccin hecha por el hombre, del caballo guerrero

    medieval al moderno transporte deportivo e industrial. Saba que hay cerca de

    doscientas clases distintas de perros, todos ellos capaces de producir uno con otro

    variedades que Adn no conoca. Saba que lo mismo ocurre con las palomas. Saba

    que los jardineros haban pasado la vida tratando de producir tulipanes negros, claveles

    verdes y orqudeas inverosmiles y haban producido flores que a Eva le hubieran

    parecido tan extraas como sas. Su disputa con los evolucionistas no consista en que

    no admita las pruebas de la evolucin: la haba aceptado, antes de haber odo hablar de

    ella, lo suficiente para probar ms de diez veces que exista. Lo que repudiaba era el pa-

    rentesco con el mono, que implicaba la sospecha de que tena una cola rudimentaria,

    porque le ofenda en su sentido comn y dignidad y pensaba que los monos eran

    ridculos y que las colas eran diablicas cuando se las asociaba a la postura erecta.

    Crea tambin que la Evolucin era una hereja que implicaba la destruccin del

    cristianismo, del que, como miembro de la Iglesia Irlandesa (la seudoprotestante), se

    consideraba como un pilar. Pero eso no se deba ms que a su ignorancia; porque un

    hombre puede negar que desciende de un mono y ser elegible para el cargo de

    churchwarden, sin dejar por eso de ser un convencido evolucionista.

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    EL DESCUBRIMIENTO ANTICIPADO POR LA

    ADIVINACIN

    Es ms, las personas religiosas pueden decir que se contaron entre los primeros

    evolucionistas. Weismann, con todo lo neodarwiniano que era, dedic un largo pasaje en

    su Historia de le Evolucin a la Filosofa de la Naturaleza, de Lorenz Oken, publicada en

    1809, Oken defini la ciencia natural como "la ciencia de las sempiternas trasmutaciones

    del Espritu Santo en el mundo".

    Su religin lo puso desde un principio en el buen camino, y no slo lo llev a

    pensar todo un esquema de Evolucin en trminos abstractos, sino que le gui la puntera

    en un disparo cientfico significativamente bueno que lo llev dentro de la esfera de

    Weismann. No slo defini como protoplasma, o, como l deca, limo primitivo

    (Urschleim),la sustancia original de que se han desarrollado todas las formas de la vida,

    sino que dijo que este limo tom la forma de vesculas, de las cuales procede todo el

    universo. Aqu estaba la moderna clula morfolgica adivinada por un pensador religioso

    mucho antes de que el microscopio y el escalpelo la impusieran a la visin de los meros

    trabajadores de laboratorio incapaces de pensar y carentes de religin. Los trabajadores

    de laboratorio trabajaban muchsimo para averiguar lo que le ocurrira a un perro al que

    le obturaran los conductos biliares, o al mono si la mitad de sus sesos se los quemaba un

    hombre que careca totalmente de ellos, del mismo modo que un nio le arranca las patas

    a una mosca para ver lo que le pasa a su vuelo, Lorenz Oken pens mucho para averiguar

    lo que le pasaba al Espritu Santo, y de ese modo aport una contribucin de extra-

    ordinaria importancia a nuestra comprensin de los seres que no tienen nada anormal en

    sus conductos biliares o en su sesera. El hombre que era suficientemente cientfico para

    ver al Espritu Santo en todos los hechos ms prosaicos de la vida se puso fcilmente a la

    cabeza de los zoquetes que no saben ms que pecar contra l. De ah que mi to, al

    burlarse de la Evolucin, volviera la espalda a una compaa muy respetable, y, si

    alguien le hubiera sealado el solecismo que cometa, se habra retractado y disculpado

    inmediatamente.

    El lado metafsico de la Evolucin no era, pues, una novedad cuando lleg Darwin.

    Aunque Oken no hubiera vivido jams, siempre habra habido millones de personas a

    quienes desde la niez se les haba enseado a creer que a todos nos lleva continuamente

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    hacia arriba una fuerza llamada Voluntad de Dios. Schopenhauer public en 1819 su

    tratado El mundo como voluntad y representacin, que es el complemento metafsico de la

    historia natural de Lamarck, pues demuestra que la fuerza impulsora que acta detrs de la

    Evolucin es la voluntad de vivir, y de vivir, como dijo Cristo mucho antes, ms

    abundantemente. Y los primeros filsofos, desde Platn hasta Leibniz, haban mantenido la

    mente humana abierta al pensamiento de que tras las transformaciones fsicamente

    perceptibles del universo hay una idea.

    FECHAS CORREGIDAS ACERCA DEL DESCUBRIMIENTO DE LA

    EVOLUCIN

    Todo esto, recurdenlo, era el estado de cosas en el perodo predarwiniano, que a

    muchos nos sigue pareciendo que es un perodo preevolutivo. El evolucionismo se

    puso en boga antes de que la reina Victoria subiera al trono. Permtaseme, para fijar

    esta cronologa, repetir lo que cont Weismann de la revolucin de julio de 1830 en

    Pars, cuando los franceses se desembarazaron de Carlos X. Goethe viva todava, y un

    amigo francs que f fu a visitarlo lo encontr muy agitado.

    -Qu piensa usted del gran acontecimiento? -le pregunt Goethe-. El volcn est

    en erupcin, es todo llamas. Ya no puede haber conversaciones a puertas cerradas.

    El francs contest que la cosa era terrible; pero, qu se poda esperar de tal

    ministerio y de tal rey?

    -No diga bobadas -contest Goethe-. No estoy pensando en esa gente, sino en la

    franca ruptura entre Cuvier y St. Hilaire en la Academia Francesa, Tiene una

    grandsima importancia para la ciencia.

    La ruptura a que se refera Goethe era acerca de la Evolucin; Cuvier sostena

    que haba cuatro especies, y St. Hilaire que no haba ms que una.

    Entre 1830, cuando Darwin era un chico de diecisiete aos que aparentemente no

    prometa nada, y 1859, en que li vuelta al mundo con su Origen de las Especies, el

    Evolucionismo decay algo. La primera generacin de sus entusiastas iba envejeciendo

    y murindose; y a sus sucesores se les enseaba el libro del Gnesis, exactamente igual

    que a Eduardo VI (y que a Eduardo 'VII, si vamos a eso). Ninguno de los que conocan

    la teora le aadi nada. Este decaimiento no slo realz la impresin de completa

    novedad cuando Darwin puso otra vez la cuestin en primer trmino; probablemente le

    impidi tambin comprender lo mucho que haban hecho ya otros, incluso su propio

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    abuelo, contra quien se le acus de ser injusto. Adems, no slo prosigui el negocio

    familiar. Era un trabajador completamente original y segua una nueva pista, como

    veremos en seguida. En todo caso, jams hubiera pensado mucho, como naturalista

    prctico que era, en las especulaciones ms o menos msticas de los destas de 1790-

    1830. Los trabajadores cientficos estaban entonces muy cansados del lesmo. Haban

    dejado de lado el enigma de la Gran Causa Primera por considerarlo insoluble y, en

    consecuencia, se llamaban a s mismos Agnsticos. Abandonando la inescrutable

    cuestin de por qu existan las cosas, se haban puesto al trabajo de azada de descubrir

    qu ocurra realmente en el mundo y cmo ocurra,

    Con toda su atencin puesta en esa direccin, Darwin not pronto que de una

    manera totalmente no mstica y hasta sin sentido ocurran muchas cosas que los antiguos

    deisto-evolucionistas haban tenido muy poco o nada en cuenta. Hoy, cuando disgustados

    y desilusionados nos volvemos del Neodarwinismo y el Mecanicismo al Vitalismo y a la

    Evolucin Creadora, es difcil imaginar cmo este nuevo punto de partida de Darwin

    pudo parecerles a sus contemporneos emocionante, agradable y, sobre todo, lleno de

    esperanzas. Permtaseme, pues, evocar un poco del ambiente de aquel tiempo, descri-

    biendo una escena, muy caracterstica de sus supersticiones, en que yo tom una parte

    que entonces fu considerada como inmencionable e indignante.

    EL DESAFIO AL RAYO: UN EXPERIMENTO FRUSTRADO

    Una noche de hacia 1878, estando yo, que tena entonces veinte y pico de aos, en

    una reunin de solteros en casa de un mdico en el barrio de Kensington, en Londres, se

    pusieron a hablar del reavivamiento del fervor religioso y alguien cont la ancdota de

    un hombre a quien, por haberse burlado incautamente de la misin de Moody y Sankey,

    entonces famoso dueto de evangelistas norteamericanos, lo tuvieron que llevar

    subsiguientemente en camilla a casa, herido, por blasfemo, por la venganza divina. Una

    tmida minora, sin llegar a aventurarse a poner en tela de juicio que el incidente fuera

    cierto -pues, naturalmente, no queran correr el riesgo de que tambin a ellos los tuvieran

    que llevar a casa en camilla- se pusieron a buscarles las cosquillas a quienes les pareca

    magnfico; y empez algo que se acertaba a una discusin. Al fin, el ms evanglico de

    los discutidores adujo que en una ocasin Charley Bradlaugh, el ateo ms formidable de

    la tribuna secularista, sac su reloj en pblico y desafi al Todopoderoso a que, si

    realmente exista y desaprobaba su atesmo, lo hiciera caer muerto antes de que pasaran

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    cinco minutos. El principal bromista rechaz eso acaloradamente como una torpe

    calumnia, diciendo que Bradlaugh lo haba contradicho repetidamente con indignacin, e

    implicando que el paladn del atesmo era un hombre demasiado piadoso para proferir tal

    blasfemia. La exquisita confusin de ideas despert en m el sentido de lo cmico. Para

    m era muy claro que el desafo atribudo a Charles Bradlaugh era un experimento

    cientfico simple, directo y adecuado para comprobar si la expresin de opiniones ateas

    llevaba consigo algn riesgo personal. Era ciertamente el mtodo que ensea la Biblia,

    donde Elas confundi a los profetas de Baal exactamente de la misma manera,

    zahiriendo burlonamente a su dios cuando dej de mandar fuego desde el cielo.

    Conforme a eso, yo dije que si la cuestin que se debata era la de si el castigo por poner

    en duda la teologa de Moody y Sankey consista en que una deidad indignada lo hiciera

    a uno caer muerto, de ninguna otra manera poda quedar zanjada ms convenientemente

    que mediante el obvio experimento atribudo a Bradlaugh; y que, por lo tanto, si no lo

    hizo deba haberlo hecho. La omisin, aad, se poda remediar fcilmente en aquel

    mismo momento, pues daba la casualidad de que yo comparta las opiniones de

    Bradlaugh en cuanto a lo absurdo de creer en esas violentas intromisiones de una deidad

    supernatural, y de cutis demasiado fino, en el orden de la naturaleza. Por lo tanto, al

    llegar eso saqu mi reloj.

    El resultado fu electrizante. Ni los escpticos ni los devotos estaban preparados

    para soportar el resultado del experimento. Yo inst en vano a los piadosos a que

    confiaran en la buena puntera de su deidad con el rayo y en la justicia de su

    discriminacin entre los inocentes y el culpable. En vano di ;e tambin a los escpticos

    que aceptaran el lgico resultado de su escepticismo. Pronto se vi que cuando se

    trataba de rayos no haba escpticos. Nuestro anfitrin, viendo que sus huspedes

    desaparecan precipitadamente si se profera el impo desafo, dejndolo solo con un

    solitario infiel bajo sentencia de exterminacin en cinco minutos, intervino y prohibi

    el experimento, rogando al mismo tiempo que se cambiara de tema de conversacin.

    Yo, por supuesto, acced, pero no pude menos de decir que aunque no se haban pro-

    nunciado las temibles palabras, ya que las haba formulado en mi mente era muy

    dudoso que las consecuencias se pudieran evitar sellando mis labios. Sin embargo, los

    dems dieron la impresin de que estaban seguros de que el juego se jugara conforme

    a las reglas y que, mientras no dijera nada, importaba muy poco lo que yo pensara. Pero

    a m me pareci que el principal del grupo evanglico estuvo un poco preocupado hasta

    que pasaron los cinco minutos y el tiempo sigui en calma.

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    EN BUSCA DE LA PRIMERA CAUSA

    Otro recuerdo. En aquellos tiempos pensbamos en trminos de tiempo y espacio,

    de causa y efecto, como seguimos pensando, pero ahora no pedimos a la religin que

    explique completamente el universo en trminos de causa y efecto y nos presente el

    mundo como artculo fabricado y propiedad particular de su Fabricante, Entonces s,

    Nos inspiraba compasin el engao en que vivan los paganos que crean que al mundo

    lo sostiene un elefante a quien sostiene una tortuga. Mahoma decidi que las montaas

    son pesos grandes que impiden que el mundo desaparezca volando en el espacio, Pero a

    aquellos orientales los refutbamos triunfalmente preguntndoles sobre qu se sostena

    la tortuga. Los librepensadores preguntaban qu vino primero; la gallina o el huevo. A

    nadie se le ocurri decir que, puesto que el problema final de la existencia es

    evidentemente insoluble y hasta impensable en trminos causales, el problema de causa

    y efecto no poda existir, Para los religiosos esto hubiera sido puro atesmo, pues

    partan de que Dios debe ser una Causa, y a veces lo llamaban la Gran Causa Primera,

    o, en lenguaje ms selecto, la Causa Primaria. Para los racionalistas hubiera equivalido

    a renunciar a la razn, Aqu y all, un hombre confesara que estaba como con una

    linterna mortecina entra una densa niebla y que vea muy poco en ninguna direccin

    hacia el infinito. Pero no crea realmente que lo infinito fuera infinito o que la causa

    eterna fuera sempiterna; y supona que todas las cosas, las conocidas y las

    desconocidas, obedecan a una causa.

    De ah que yo me encontrara un da, a fines de la sptima dcada del siglo pasado,

    en una celda del antiguo Oratorio de Brompton, discutiendo con un jesuita a quien haba

    llamado uno de su rebao para que intentara convertirme al catolicismo, El universo

    existe, me dijo el Padre; alguien ha debido hacerlo. Si ese alguien existe, contest,

    alguien ha debido hacerlo a l. Se lo admito para seguir discutiendo, dijo el jesuita. Le

    concedo que haya quien ha hecho a Dios. Le concedo la larga lista de autores de Dios

    que usted quiera, pero es impensable y absurdo que el nmero de ellos sea infinito: no es

    ms difcil creer en el primero que en el cincuenta milsimo o en el cincuenta

    millonsimo. Por qu no aceptar el primero y no seguir ms, puesto que el intentar

    seguir adelante no va a eliminar su dificultad lgica? Con permiso de usted, le repliqu, a

    m se me hace tan difcil creer que el universo se ha hecho a s mismo como que su autor

    se hizo a s mismo; en realidad, mucho ms fcil, pues el universo existe visiblemente y

    se va haciendo a medida que sigue existiendo, mientras que lo de su hacedor es una

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    hiptesis. Naturalmente, no pudimos seguir discutiendo. El jesuita se levant y dijo que

    l y yo ramos como dos hombres que manejaban una sierra, uno empujndola hacia

    adelante y otro tirando de ella hacia atrs, y sin cortar nada; pero despus que habamos

    dejado de hablar de aquel tema, y cuando atravesbamos el refectorio, el jesuita volvi a

    hablar de lo mismo y dijo que l se volvera loco si perdiera la fe. Yo, regodendome en

    la robusta indiferencia de la juventud y el espritu de lo cmico, me senta muy a gusto y

    se lo dije; pero su evidente sinceridad no dej de emocionarme.

    Estas dos anedotas son superficialmente triviales y hasta cmicas, pero debajo de

    ellas hay un abismo de terror. Revelan un estado de nimo tan totalmente irreligioso, que

    la religin no significa sino la creencia en el fantasma del cuarto de nios, y su

    incongruencia se demuestra por un dilema lgico planteado en broma, pues ni el

    fantasma ni el dilema tienen nada que ver con la religin, ni son lo suficientemente serios

    para impresionar o confundir a ningn nio de ms de seis aos debidamente instruido.

    Apenas sabe uno qu es ms espantoso: si lo abyecto de la credulidad o la frivolidad del

    escepticismo. El resultado era intevitable. Todos los que tenan el suficiente vigor mental

    se quedaron aislados en una negacin vacuamente desdeosa y discutieron, si

    discutieron, como yo con el jesuita. Pero su posicin no era cmoda intelectualmente. Un

    miembro del Parlamento expres lo incmodo que se senta cuando, oponindose a que

    se admitiera a Charles Bradlaugh en el Parlamento, dijo: "Qu caramba, un hombre debe

    creer en algo o en alguien!" Era fcil tirar el fantasma al tacho de basura, pero, as y

    todo, el mundo, nuestro rincn del universo, no pareca ser un puro accidente:

    manifestaba en todas direcciones pruebas de que exista un designio. Detrs de l haba

    una mente y un propsito. Como hubiera dicho el parlamentario que se opona a

    Bradlaugh, detrs de algo debe haber alguien: ningn ateo poda saltar por encima de

    eso.

    EL RELOJ DE PALEY

    Paley haba expuesto el argumento en una forma al parecer incontrovertible. Si uno

    encontrara un reloj lleno de un mecanismo exquisitamente adaptado para producir una

    serie de operaciones conducentes a cumplir un propsito central midiendo para la

    humanidad el trascurso del da y la noche, podra creer que no era la obra de un hbil

    artfice que lo haba ideado y hecho para aquel fin? Pues bien, aqu tenamos algo ms

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    admirable que un reloj: un hombre con sus rganos maravillosamente dispuestos, con

    cuerdas y equilibradores, vigas y pilares, sistemas circulatorios con caos y vlvulas,

    membranas indicadoras, retortas qumicas, carburadores, ventiladores, enchufes y

    desenchufes, trasmisores telefnicos en los odos, lentes y registradoras de luz en los

    ojos; era concebible que fuera la obra del azar, que ningn artfice hubiera intervenido,

    que no hubiera en l ningn propsito, designio ni inteligencia rectora? Eso era increble,

    En vano dijo Helmholtz que "el ojo tiene todos los defectos que se pueden encontrar en

    un instrumento ptico y hasta algunos que le son peculiares" y que "si un ptico intentara

    venderme un instrumento que tuviera todos esos defectos, yo me considerara muy jus-

    tificado para reprocharle en los trminos ms fuertes su desidia y devolverle su

    instrumento". Desacreditar la destreza del ptico no era desembarazarse de l. El ojo

    podra no estar hecho tan inteligentemente como pensaba Paley, pero se hizo de algn

    modo, y lo hizo alguien.

    Y en ese punto volva a repetirse mi discusin con el jesuita. Era fcil decir que todo

    hombre se hace sus propios ojos; en realidad, los embrilogos lo haban sorprendido

    cuando se los estaba haciendo. Y del evidente propsito que lo mova a hacrselos, qu?

    Para qu quera ver sino para extender su conciencia, su conocimiento y su poder? Ese

    propsito actuaba en todas partes, y tena que ser algo ms grande que el hombre indi-

    vidual que se haca sus propios ojos, Pero el admitir eso pareca implicar que al fantasma

    se le permita volver; tan inextricablemente habamos conseguido mezclar la creencia en la

    existencia del fantasma con la creencia en que en el universo exista un designio.

    EL IRRESISTIBLE GRITO DE ORDEN, ORDEN!

    Los jvenes y desdeosos leones cientficos y filosficos de hoy no deben reprochar a

    la Iglesia Anglicana el ser la causa de esta confusin ideolgica, En 1562, convocada en

    Londres "para evitar la diversidad de opiniones y establecer el consenso acerca de la

    verdadera religin", proclam en primer trmino, como artculo de fe, que Dios carece de

    "cuerpo, partes o pasiones", o, como decimos nosotros, que es un Elan Vital o Fuerza Vital,

    Desgraciadamente, ni a los padres de familia, ni a los sacerdotes, ni a los pedagogos, se les

    pudo inducir a que adoptaran ese artculo. San Juan pudo decir que "Dios es espritu"; nuestra

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    reina Elizabeth pudo ratificar dicho artculo una y otra vez; nuestros telogos serios podan

    pensar, con toda la hondura de que eran capaces, que un Dios con cuerpo, partes y pasiones

    no poda ser ms que un dolo antropomrfico, Nada de eso importaba; la mayora de la gente

    no poda concebir un Dios que no fuera antropomrfico, y, aferrndose a las leyendas del

    Antigo Testamento acerca de un Dios cuyas partes vi uno de los patriarcas, finalmente

    opuso contra la Iglesia un Dios que, lejos de carecer de cuerpo, partes y pasiones, no se

    compona ms que de eso, y las pasiones eran adems muy malas. Aquella gente le impuso

    en la prctica este dolo a la Iglesia misma, a pesar del Primer Artculo, y con ello produjo

    homeopticamente el ateo, cuyo rechazo de Dios era simplemente un rechazo del dolo y una

    manifestacin contra una idolatra insoportable y nada cristiana. El dolo, como seal

    Shelley, a quien por eso lo echaron de Oxford, era un malvado todopoderoso con mala fama y

    un ilimitado poder, rencoroso, cruel, celoso, vengativo y fsicamente violento, Los maestros

    de escuela ms viles y los padres de familia ms tirnicos se quedaban muy cortos al intentar

    imitarlo. Pero no fueron sus defectos sociales los que desacreditaron aquella idea, Lo que la

    hizo intolerable cientficamente es que estaba dispuesta a trastornar en cualquier momento

    todo el orden del universo con la provocacin ms insolente, bien deteniendo el sol en el

    valle de Ajaln, bien mandando muerto a casa al ateo sobre una camilla improvisada (la

    camilla improvisada era indispensable para recalcar que el ateo no estaba preparado y que, no

    pudiendo salvarse arrepintindose en su lecho de muerte, subsiguientemente se achicharr

    por toda la eternidad en llamas sulfurosas). Fu ese desorden, esta negativa a obedecer las

    leyes de la naturaleza, la que cre la necesidad cientfica de destruirlo, La ciencia no poda

    tolerar un dios injusto; y la naturaleza estaba llena de padecimientos e injusticias. Pero un

    dios desordenado era imposible. En la Edad Media se lleg a una transaccin mediante la

    cual se reconocieron dos clases diferentes de verdad, la religiosa y la cientfica, para que un

    hombre ilustrado pudiera decir que dos y dos eran cuatro sin que por eso lo quemaran por

    hereje. Pero el siglo XIX se imbuy de una ignorancia entrometida, presuntuosa, de simple

    saber leer y escribir, social y polticamente poderosa, pero que ni Santo Toms de Aquino ni

    siquiera Roger Bacon hubieran podido concebir; y la ciencia fu estrangulada por unos

    fanticos ignorantones que invocaban la infalibilidad para su interpretacin de la Biblia, que

    era considerada, no como literatura, ni siquiera como libro, sino en parte como un orculo

    que responda a todas las cuestiones y las zanjaba, y en parte como un talismn que los

    soldados tenan que llevar en sus bolsillos del pecho o que las personas que teman a los

    fantasmas deban poner debajo de la almohada, En las vidrieras se exhiban Biblias marcadas

    por balazos, regalos hechos por madres a sus hijos y con los que les salvaron la vida, pues los

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    fusiles de aquel tiempo, que se cargaban por la boca, no podan perforar con un proyectil

    tantas pginas.

    EL MOMENTO Y EL HOMBRE

    Esta supersticin de un continuo y caprichoso desorden en la naturaleza, de un

    legislador que era tambin un infractor de las leyes, cre ateos en todas direcciones

    entre la gente inteligente y de mente gil, Pero el atesmo no explicaba el reloj de

    Paley. El atesmo no explicaba nada, e incumba a la ciencia explicar todo lo que fuera

    fcilmente explicable. A la ciencia no le serva para nada la mera negacin; lo que se

    quera entonces, sobre todo, era la demostracin de que las pruebas de un designio se

    podan explicar sin recurrir a la hiptesis de un artfice personal. El genio que

    admitiendo los hechos de Paley le demostrara su insensatez descubriendo un mtodo

    por el que los relojes pueden existir sin relojero, poda estar seguro de que los

    pensadores de su tiempo lo acogeran como jams se haba acogido hasta entonces a

    ningn filsofo natural.

    Cuando madur el tiempo apareci el genio: se llamaba Charles Darwin. Ahora

    bien, qu fu lo que Darwin descubri realmente?

    Me temo que aqu voy a necesitar una vez ms la ayuda de la jirafa, o

    camileopardo, como se le llamaba en tiempo del celebrado Buffon, No recuerdo cmo

    se impuso ilustrativamente este animal en la controversia sobre la Evolucin, pero

    entonces no se poda prescindir de l y yo soy lo suficientemente anticuado para no po-

    der prescindir de l ahora, Cmo lleg a tener su cuello largo? Lamarck hubiera dicho

    que queriendo alcanzar las hojas ms tiernas de la copa de un rbol e intentndolo hasta

    que consigui el cuello largo que quera tener. Haba tambin otra respuesta posible:

    que algn criador Prehistrico quiso producir una curiosidad natural y seleccion los

    animales de cuello ms largo que pudo encontrar y sigui producindolos hasta que al

    fin la seleccin intencionada, exactamente igual que en los caballos de carrera o en los

    pavos reales, produjo un animal con un cuello anormalmente largo. Pero observarn

    ustedes que ambas explicaciones implican una idea consciente, voluntad, designio,

    propsito, bien por parte del propio animal, bien por parte de una inteligencia superior

    que fiscaliza su destino. Darwin seal -y eso nada ms f u su famoso descubrimiento-

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    que haba una tercera explicacin que no implicaba ni propsito ni designio por parte

    del animal ni por parte de nadie. Si el cuello de uno es demasiado corto para alcanzar el

    alimento, uno se muere. Esta puede ser la simple explicacin del hecho de que todos los

    animales que han sobrevivido y que se alimentan de hojas de rboles tienen un cuello o

    una trompa suficientemente larga para alcanzarlas. Ah queda destruida la creencia de

    que los cuellos han tenido que ser ideados para que alcancen la comida. Pero Lamarck

    no crea que los cuellos hubieran sido ideados as en un principio, sino en que fueron

    producto del deseo y de los esfuerzos. No necesariamente, dijo Darwin. Consideren el

    efecto de la multiplicacin natural del nmero de jirafas segn Malthus. Supongan que

    la estatura media de los animales que comen hojas es de cuatro pies y que su numero va

    aumentando hasta que llega un momento en que ya se han comido todos los rboles que

    no se alzan ms que cuatro pies del suelo. Entonces los animales a los gane les faltan

    una o dos pulgadas para tener la estatura media se morirn de hambre. Los dems, que

    tienen una o dos pulgadas ms de estatura que el promedio, se alimentarn mejor y

    sern ms fuertes que los otros. Se asegurarn las parejas ms fuertes y altas, y su

    progenie sobrevivir mientras los que tienen una estatura media y por bajo de la media

    se extinguirn. Este proceso, mediante el que las especies ganan, digamos, una pulgada

    en alcance, se repetir hasta que el cuello de la jirafa sea tan largo como para poder

    encontrar siempre comida a su alcance, punto en el que, por supuesto, el proceso

    selectivo se detiene y se detiene tambin el crecimiento del cuello de la jirafa. De otro

    modo, crecera hasta que pudiera mordiscar los rboles de la luna. Y esto, obsrvenlo

    ustedes, sin intervencin de un criador divino o humano y sin intencin, propsito,

    designio, ni siquiera idea consciente ms all del ciego deseo de saciar el hambre. Es

    cierto que este ciego deseo, que en realidad es voluntad de vivir, pone todo al des-

    cubierto, pero, en fin, comparado con el desear e intentar con los ojos abiertos, de

    Lamarck, el proceso darwiniano se puede describir como un captulo de accidentes.

    Como tal, parece sencillo porque no se comprende desde un principio todo lo que

    implica. Pero en cuanto empieza uno a ver todo lo que significa, el corazn se le con-

    vierte a uno en un montoncito de arena. Encierra un horrible idealismo, reduce

    espantosa y condenablemente la belleza e inteligencia de la fuerza y del propsito, del

    honor y la aspiracin, a cambios tan pintorescamente accidentales como los de un alud

    en un paisaje o un accidente ferroviario en una figura humana. Llamar a eso Seleccin

    Natural es una blasfemia, posible para muchos para quienes la Naturaleza no es sino

    una agregacin casual de materia inerte y muerta, pero eternamente imposible para los

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    espritus y almas de los justos. Si no es una blasfemia, sino una verdad cientfica, no

    podemos seguir invocando las estrellas del cielo, las lluvias y el roco, el invierno y el

    verano, el fuego y el calor, las montaas y las colinas, para exaltar al Seor con

    nuestro encomio, La obra de todos esos elementos consiste en rnodificar todas las

    cosas haciendo que se muera de hanibre o asesinando todo lo que no tenga

    suficiente suerte para sobrevivir en la lucha universal por la pitanza.

    EL BORDE DEL ABISMO SIN FONDO

    As lleg el cuello de la jirafa a cruzar todos los cielos y a hacer creer a los

    hombres que lo que vean era el crepsculo de los dioses, Pues si este gnero de

    seleccin poda transformar a un antlope en una jirafa, era concebible que

    transformara a un pozo lleno de amebas en la Academia Francesa. Aunque la manera

    de Lamarck, la manera de vivir, la voluntad, la aspiracin y el logro seguan siendo

    posibles, tambin era posible la nueva manera indicada del hambre, la muerte, la

    estupidez, la falsa ilusin, la casualidad y la mera supervivencia, que era ciertamente

    la manera en que haban ocurrido muchas transformaciones al parecer

    inteligentemente ideadas. Si yo no hubiera empezado por el preludio de la

    aparentemente ociosa narracin de cmo verifiqu el mtodo controversional de

    Elas, se me preguntara cmo fu que al explorador que abri ese abismo de

    desesperacin, lejos de lapidarlo o crucificarlo como destructor del honor de la raza y

    del propsito del mundo, se lo aclam como Liberador, Salvador, Profeta, Redentor,

    Iluminador, Rescatador, Esperanzador y Hombre que hizo poca, mientras al pobre

    Lamarck se le dej de lado como tosco y fracasado adivinador que apenas era digno

    de que se le mencionara como a un precursor equivocado, A la luz de mi ancdota, la

    explicacin es obvia.

    Lo primero que hizo el abismo fue, tragarse a Paley, y al Desordenado Ideador

    y al Enemigo Todopoderoso de Shelley, y a todo el resto de estupideces

    seudorreligiosas que haban obstruido el camino arriba y adelante desde que todas las

    esperanzas del hombre se haban vuelto hacia la ciencia como Salvadora. Pareca una

    tumba tan conveniente que al principio nadie not que no era sino un abismo sin

    fondo, que ahora se ha convertido en un verdadero terror. Porque aunque Darwin

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    dej a su alrededor un sendero para su alma. sus seguidores cavaron en seguida en

    toda su amplitud. Pero por el momento no hubo ms que una loca alegra, una festiva

    celebracin cientfica. Nos haba oprimido tanto la idea de que todo lo que ocurra en

    el mundo era el acto personal y arbitrario de un dios de carcter tan peligrosamente

    celoso y y cruel, que hasta el aliviar los dolores de parto y utilizar el cloroformo en

    la mesa de operaciones era considerado como algo a que haba que oponerse como

    una intromisin en sus disposiciones, que lo disgustara, que nos precipitamos al

    encuentro de Darwin, Cuando le preguntaron a Napolen qu iba a ocurrir cuando

    muriera, dijo que Europa expresara su intenso alivio con un gran "Uf!" Pues bien;

    cuando Darwin mat al dios que se opona al cloroformo, todos los que haban

    pensado en eso exclamaron; "Uf!" Paley qued enterrado a mucha profundidad con

    su reloj, al que ya se le haba encontrado una explicacin completa sin ningn

    artfice. Todos nos alegramos tanto de habernos desembarazado de los dos, que no

    nos paramos a pensar en las consecuencias. Cuando un preso ve abierta la puerta de

    su mazmorra, se apresura a salir sin pararse a pensar dnde conseguir la comida

    afuera. En el momento que averiguarnos que podamos prescindir intelectualmente

    del enemigo todopoderoso de Shelley, el preso se dirigi al abismo, que no pareca ser

    ms que un tacho de basura, con una decisin que hizo de nuestras vidas uno de los

    perodos ms asombrosos de la historia. Si yo le hubiese dicho a mi to que antes de

    que pasaran treinta aos desde el da de nuestra conversacin me expondra yo a las

    sospechas de la ms grosera supersticin poniendo en tela de juicio la suficiencia de

    Darwin, manteniendo la realidad del Espritu Santo, y declarando que el fenmeno del

    Verbo que se hace Carne ocurre todos los das, me hubiera tenido por el loco ms

    absurdo que jams haba producido nuestra familia. Pero as era. En 1906 poda yo

    haber vituperado a Jehov hasta con ms vehemencia que Shelley, sin provocar

    protesta alguna en ningn crculo de pensadores ni sorprender desagradablemente a

    ningn pblico acostumbrado a las discusiones modernas; pero cuando describ a

    Darwin como "un inteligente y diligente criador de palomas", esa irreverencia

    blasfema, como pareci, fu recibida con horror e indignacin. La marea ha cambiado,

    y cualquier atrevidillo puede decir lo que quiera sobre Darwin; pero quie