vértigos argumentales - revista de la universidad de méxico · thomas nagel aborda los problemas...

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a las ciudades y seres que me . habitan porque son en mí lo que me dieron y no pierdo. Vivir hoy no me niega haber vivido y el libro de horas que existencia tiene en mí . es un objeto vivo en su conjunto. aunque sólo sentido halle en quien lo hojea o lee. cuando se da ese encuentro milagroso y diario. acaso oculto en su misterio a vistas. En los poemas que integran Au/aga en la mara/ta podrá advertirse que es la . de Francisco Cervantes una de las vo- ces más personales de la poesía hispa- noamericana contemporánea. Debería . añadirse que también una de las más originales. Siendo diferente y ajena a , una cierta común retórica. visible en te- mas•. formas y lenguaje. que por mo- mentos parece abrumar. empequeñe- ciéndola , a una extensa zona de los Poemas que. tanto en nuestro conti - nente como en España.se escriben hoy en castellano. Bien lo dice José tv1iguel Francisco Cervantes Oviedo en las palabras que de él hemos citado: Cervantes habla muchas veces desde otra época y aún desde otra len- gua. como situándose fuera de nuestra edad. apasionado de un mundo en el que lo histórico se confunde con lo le- gendario . Y aún si el poeta se enfrenta a las presencias actuales. aquellas con las que en la calle convivimos a diario. también un resplandor pretérito parece circundarlas con un nimbo de idealiza- ción y lejanía: Lugares de reunión lo fueron todos. aquella noche que. semidesnuda . del balcón me despedías. esperando que tu conmovedora hermosura me hiciera regresar al lecho tuyo. Yo supe verlos como eran: desérticos. miserables. dolorosos ya sin tí. Pero Lisboa. Lisboa siempre fue más bella que tú misma. más bella que el destino y que su historia. Fernando Charry Lara 44 Vértigos argumentales Me propongo leer un moralista de la otra América. La geografía en este caso nos abruma de ecos. y tanto. que casi borra la fuerza del sustantivo "moralis- ta" . Porque ¿cómo un dedicado a escu- driñar las borrosas motivaciones huma.. nas. sus lemas declarados y escondi- dos. las duras virtudes. y las otras. las generosas máscaras del propio.interés. puede venir de un paisaje teórico que imaginamos hecho de ingenuidad au- daz. espíritu deportivo y discreta luci- dez analítica 7 Quien lea el libro La muerte en cuestión podrá responder esta pregunta. Thomas Nagel aborda los prob lemas más tradicionales -la muerte . el absurdo. la suerte moral. la guerra.,. -y otros que no lo son tan- to- la perversión sexual. la crueldad en la vida pública . las relaciones entre la é- tica y la biología ... - y lo hace con luci- dez y penetrac ión . devolv iendo frescura al trato con esas dificultades; incluso les descubre aspectos inusitados. La tradición analítica procura al co- mienzo -entre los años 30 y los 60- neutral idad frente a sus objetos de es- tudio : en moral elucida el uso de pala- bras seleccionadas por su papel tenido como centra l en el lenguaje normativo. digamos . "bueno" . " malo". "deber". " poder". para luego dedicarse a aplicar esos análisis a ejemplos muy simples (a veces. más bien. simplemente alarman- tes). Detrás de esas austeridades -de esos aburr imientos- no s610 había teo- . rías falsas sobre el lenguaje y la morali- dad. sino tamb ién una enfática ausencia de experienc ias que no fuesen eso que Alejandro Rossi acertadamente llamó el " Laberinto de los profesores" . labe- rinto que no se puede romper más que desde afuera : desde la investigaci6n científica . y en general. desde la aten-o ci6n minuciosa a las complejas. y a me- nudo trág icas. prácticas en que nos de- batimos cotidianamente. En torno al Círculo de Viena. la filosofía analítica naci6 de una ruptura te6rica con ese la- berinto : de una sustituci6n de las teo- rías de la ciencia -ficci6n hegeliana. por . teorías de las ciencias reales. A su vez. para los j6venes norteamericanos de los 60 . pisar el césped si uno está apu- rado o usar la alberca si hay sequía. de- Thom.. Negel: Le muene en cuesti6n. En- uros sobre le vide humena. f'CE. México. 1981 .

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Page 1: Vértigos argumentales - Revista de la Universidad de México · Thomas Nagel aborda los problemas más tradicionales -la muerte. el absurdo. la suerte moral. la ... to- la perversión

a las ciudades y seres que me. habitanporque son en mí lo que me dieron yno pierdo.Vivir hoy no me niega haber vividoy el libro de horas que existenciatiene en mí .es un objeto vivo en su conjunto.aunque sólo sentido halle en quien lohojea o lee.cuando se da ese encuentromilagroso y diario.acaso oculto en su misterio a vistas.

En los poemas que integran Au/aga enla mara/ta podrá advertirse que es la .de Francisco Cervantes una de las vo­ces más personales de la poesía hispa­noamericana contemporánea. Debería

. añadirse que también una de las másoriginales. Siendo diferente y ajena a ,una cierta común retórica. visible en te­mas•. formas y lenguaje. que por mo­mentos parece abrumar. empequeñe­ciéndola , a una extensa zona de losPoemas que. tanto en nuestro conti ­nente como en España.se escriben hoyen castellano. Bien lo dice José tv1iguel

Francisco Cervantes

Oviedo en las palabras que de él hemoscitado: Cervantes habla muchas vecesdesde otra época y aún desde otra len­gua. como situándose fuera de nuestraedad. apasionado de un mundo en elque lo histórico se confunde con lo le­gendario . Y aún si el poeta se enfrenta alas presencias actuales. aquellas conlas que en la calle convivimos a diario.también un resplandor pretérito parececircundarlas con un nimbo de idealiza­ción y lejanía:

Lugares de reuniónlo fueron todos.aquella noche que. semidesnuda .del balcón me despedías. esperandoque tu conmovedora hermosura mehiciera regresar al lecho tuyo.Yo supe verlos como eran:desérticos. miserables . dolorososya sin tí.Pero Lisboa. Lisboa siempre fue másbella que tú misma.más bella que el destino y que suhistoria.

Fernando Charry Lara

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Vértigosargumentales

Me propongo leer un moralista de laotra América. La geografía en este casonos abruma de ecos. y tanto. que casiborra la fuerza del sustantivo "moralis­ta" . Porque ¿cómo un dedicado a escu­driñar las borrosas motivaciones huma..nas. sus lemas declarados y escondi­dos. las duras virtudes. y las otras. lasgenerosas máscaras del propio.interés.puede venir de un paisaje teórico queimaginamos hecho de ingenuidad au­daz. espíritu deportivo y discreta luci­dez analítica 7 Quien lea el libro Lamuerte en cuestión podrá responderesta pregunta. Thomas Nagel abordalos prob lemas más tradicionales -lamuerte . el absurdo. la suerte moral. laguerra. , . -y otros que no lo son tan­to - la perversión sexual. la crueldad enla vida pública . las relaciones entre la é­tica y la biología ... - y lo hace con luci­dez y penetrac ión. devolv iendo frescuraal trato con esas dificultades; inclusoles descubre aspectos inusitados.

La tradición analít ica procura al co­mienzo -entre los años 30 y los 60­neutral idad frente a sus objetos de es­tudio : en moral elucida el uso de pala­bras seleccionadas por su papel tenidocomo centra l en el lenguaje normativo.digamos. "bueno" . " malo" . "deber"."poder". para luego dedicarse a aplicaresos análisis a ejemplos muy simples (aveces. más bien. simplemente alarman­tes). Detrás de esas austeridades -deesos aburr imientos- no s610 había teo- .rías falsas sobre el lenguaje y la morali­dad. sino tamb ién una enfática ausenciade experienc ias que no fuesen eso queAlejandro Rossi acertadamente llamóel " Laberinto de los profesores" . labe­rinto que no se puede romper más quedesde afuera : desde la investigaci6ncientífica . y en general. desde la aten-oci6n minuciosa a las complejas. y a me­nudo trág icas. prácticas en que nos de­batimos cot idianamente. En torno alCírculo de Viena. la filosofía analíticanaci6 de una ruptura te6rica con ese la­berinto : de una sustituci6n de las teo­rías de la ciencia -ficci6n hegeliana. por .teorías de las ciencias reales. A su vez.para los j6venes norteamericanos delos 60 . pisar el césped si uno está apu­rado o usar la alberca si hay sequía.de-

• Thom.. Negel: Le muene en cuesti6n. En­uros sobre le vide humena. f'CE. México.1981 .

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jaron poco a poco de const ituir proble­mas y así también se acabó por romper

,práct icamente con el laberinto . SeñalaNagel:

Algunos de estos ensayos los escribímientras los Estados Unidos em­prendían una guerra criminal. dirigi­da criminalmente. Esto me dio unalto sentido de lo absurdo de mi in­vestigación teór ica. La nacionalidades un vínculo sorprend entemente vi­goroso. hasta para aquellos de noso­tros cuyos sent im ientos patr iót icosson débiles. Leíamos los periód icosdiariamente con ira y horror. y era di­ferente de leer acerca de crímenesen otro país. A finales de la décadade 1960. tales sentimientos estimu­laron una obra seria. profesional.acerca de los asuntos públicos (p.13-14).

Hay que subrayar los adjetivos "serie"."profesional" ya que:

un ensayo filosófico aun obr Iasunto públ ico más común continúsiendo teórico (p. 151.

y por lo tanto. ha de juzgar d acu r­do a los criterios argumontalo mtrictos. Sin embargo. como ntr locriter ios hay que inclu ir al d rolovon­cía. las experiencias más inm di tque están en la base do un tr b jo t 6­rico. no sólo no desaparecen ino que.en parte al menos. pre-determin n uvalor. Elaborando un poco este pen a­miento. acaso no es demasiado simpl i­ficador distinguirle cuat ro pasos a la la­bor filosófica realmente efectiva. En pri­mer lugar. en torno a las creencias con­vencionales sobre un asunto . aquí y alládesarrollos científicos. acontecimient ospolíticos o intensas vivencias persona­les comienzan a prod ucir confl ictos queimpugnan esas creencias. En segundolugar. se transforman esos confl ictos enproblemas. se les inte nta dar una so ~ u ­

ción y sobre todo. se exploran sus nn­eones. sus diversos aspectos . así comosus consecuencias directas e indi rec­tas. En tercer lugar. hay que buscar lalección que nos enseña el debate lleva­do a cabo en el segundo paso: de estamanera. se producirán materiales másgenerales y se los a rt i cu l ~ rá en.mar.c.osteóricos Y programas de mvesnqacron,e incluso. si es posible. en teorías. Lue­go. en cuarto lugar. habrá que.volver adiscutir otros ejemplos a part ir de las

ideas generales ya ganadas. Es claroque este cuarto paso es. a la vez. nece­sario y peligroso. Necesario porque sinél aprenderíamos de esos materialesgenerales y no tendríamos la menoridea del grado de fecundidad de nues­tro marco teórico. Peligroso. porqueuna vez que se establece un programade invest igación. tendemos a aferrar­nos a él y a ignorar cualquier anomalía.Nada más fácil que. ya en un marco teó­rico. volverse ciego a sus dificultades ysin la menor sospecha. dejarse apresarpor sus vért igos argumentales.

Con la palabra " vért igo" aludimosusualmente a disturbios en la capaci­dad de juicio: cuando un sujeto sufre devért igos tiene la sensación de que élmismo o los objetos que lo rodean es­capan de su control. toman un cursopropio al que él es incapaz de dirigir odetener. a la manera de poderososmecanismos que. una vez puestos enmarcha. ya no admiten interferencia.Paralelamen te. pienso en vértigos ar­gumentales cuando se razona de modounilateral. desencadenando dispositi­vo que. por un lado. autoconfirman sine ar la perspectiva adoptada. y porotro . la inmunizan. descalif icando apriori lo con traejemplos o condenandocomo ininteligible cualqu ier dificultad.Para. ya en un vért igo. en una pseudo-rgumentaci6n. recobrar la capacidad

d juicio. e necesita. ante todo . dese­char lo últi mos t res pasos que distin­guimo como constituyentes de la la­bor filos6fica y volver al primer paso:h y que reaprender a percibir los con­flictos situados más allá de nuestroshábitos intelectuales. sobre todo. hayque comenzar por aceptar dificultadesque repugnan a los sobrentend idosdesde donde pensamos.

En la siguiente lectura apropiadora dealgunos argumentos de Nagel me dejoguiar por estos cuatro pasos. En primerlugar. en algún momento. Nagel sienteque :

Por la reacción apát ica ante las atro­cidades cometidas en Vietnam porlos Estados Unidos y sus aliados.puede concluirse que las rest riccio­nes morales y los actos de guerratienen casi tan poca simpatía entreel público general como entre los en­cargados de modelar la política mili­tar norteamericana (p. 93) .

A part ir de estas vivencias. Nagel buscaexaminar:

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el problema mora l más general plan­teado por la guerra: el problema delos medios y los fines. Desde ciertopunto de vista. hay limites para loque puede hacerse aun al servicio deuna finalidad que vale la pena bus­car. y aun cuando apegarse a las res­tricciones puede resultar muy costo ­so. El que reconoce la fuerza de es­tas restricciones puede encontrargraves dilemas morales (p. 94).

Nagel formula este dilema como elproblema entre. por un lado. dar prima­cía -con morales consecuencialistascomo el utilitarismo- al interés en loque sucederá. a las metas que busca­mos alcanzar; y por el otro. atender so­bre todo -como exige una moral de­ontológica- lo que se está haciendo.reflex ionar sobre la persona en que nosconvertimos cuando hacemos lo quehacemos. Sin embargo. no voy a re­construir la argumentación de Nagelsobre este dilema: quiero más bienrecordar todavía otra grave dificultad.en apariencia de un tipo muy distinto:la situación ambigua que introduce lamuerte en la vida humana:

Observados desde el exterior. los se­res humanos obviamente tienen unlapso de vida natural. y no pueden vi­vir más de cien años. El sentido queel hombre tiene de su experiencia.por otra parte. no corresponde a estaidea de un límite natural. Sú existen­cia le fija un futuro posible esencial­mente abierto. que contiene la mez­cla usual de bienes y males que él haencontrado tan tolerable en el pasa­do (p. 31 l.

¿Cómo vincular estas inquietudes so­bre la muerte con el ya aludido dile­ma moral sobre la guerra? Demos ya eltercer paso que he distinguido en unalabor filosófica : descubrir de qué ideasgenerales ambas dificultades son ejem ­plos. O si se prefiere : exploraremos elmarco teórico que permita situar conmás perspectiva ambas dificultades.Nagel expresa tal marco de la siguientemanera : por un lado. miramos el mun­do desde el punto de vista de la subjeti­vidad . Por otro lado. en el seno mismode esta subjetividad. vamos constitu­ye~do un punto de vista que com ienzahaciendo abstracción:

de la posición personal. temporal.espacial y específica del individuo en

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..

el mundo y después de las caracte­rísticas que lo distinguen de los otroshumanos, 'luego, gradualmente delas formas de percepción y de la ac­ción características de Ioshurnanos.y que se apartan del estrecho campo

, , de una escala humana en el espacio,en'el tiempo y enJa cantidad, y se di­rigen hacia una concepción del mun­doqúe en lo posible no es el puntode vista de cualquier lugar dentro deéste. probablemente este procesono tiene fin, pero su meta ,es consi­derar el mundo algo sin centro, en elque el ,observador es uno de sus ele­mentos (p. 314). '

Este punto de vista de la objetividad en- ,': ' cuenttcl.su promesa de expresión m ás

acabada en los resultados de las diver­:sas invest igaciones científicas. La dis­tinción entre ambos puntos de vista po­see, sin embargQ, ámbitos de resonan­cia .radicelmente diferentes. Por' ejemc

, ", plo: ' ',, ' '< "

. " t) el contraste entre la existencia'de agentes l¡bre~ y!Jn pensarel mundocomo unaserte de sucesos que perte-

.' -necen por entero a 'un orden (o a un de-'': soid~n) natúrál; ,

,2) .el contraste entre el sujeto y susexperiencias vividas, y una perspectivaque ~onsidere los estados mentales en

, sus relaciones : -r-causales. funciona -les..,... con:el sistema nervioso central o

. la conducta ;' " ' (,. , '''; ; , '

3) ' el contraste entre el punto de vis­.ta espcntáneo.Jdiosincrático, de la pri­

, mera persona en tanto tal , y el punto devista razonado de la tercera persona o

, persPectiva de la intersubjetividad;4) el contraste entre la perspectiva

de la 'persona "ace rca del valor y unaperspectiva social. ,

Vayamos ya al cuarto 'paso de unalabor filosófica: reconstruiré algunos de

Jos ejemplos de Nagel a la luz de estoscontrastes.. El contraste 1) constituye el proble­

ma del libre albedrío. Tenemos dificul­tades con el concepto de acción libre,primero ' porque es imposible borrar lasospecha de que toda acción se produ ­ce dados ciertos antecedentes, y se­gundo, porque la ausenc ia de estos noequivale por sl misma a una acción li­bre. Indica Nagel:

Los actos sin causa no pueden atri - ,buirse más al agente que los causa­dos por. las circunstancias previas.Por consiguiente. nos sentimos incli-

' R ESEÑAS

nados a preguntarnos qué otro fac­tor, además de la ausencia del deter­minismo, se requiere para lograr laacción libre .. . El problema más difí­cil del libre albedrío es indicar en Quéconsiste el problema (p. 301-302),

Nagel rechaza la propuesta de R. Chis­holm de pensar una " causalidad delagente", lo que Kant llamaba " causali­dad por libertad", como una conceptono inteligible. Sin embargo, estas pro­puestas tienen. al menos, el mérito deenfatizar, por un lado , las dos condicio­nes negativas que necesitamos parapensar el concepto de acción libre : talacción no estaría causada por circuns­tancias previas ni sería algo Que mera -

, mente sucede. (Pensar la segunda con ­dición puede advertirnos que el proble ­ma del libre albedrío tiene. contra loque suele suponerse. relaciones muycomplicadas con el de la predicción : sinduda, es más fácil predecir Que si yosaco un número de lotería actuaré decierta manera , a saber . cobrándolo. Quepredecir un suceso como la lluv ia demañana.) Por otro lado. de modo máspositivo, en estas propuestas tambiénse 'expresa la experiencia Que necesa­riamente hace cualquier agente de Queél realiza sus acciones (las produce. lascausa .. .), de Que sus acciones le perta ­'necen, Esto es. cuando yo actúo no ob­servo simplemente Que algo acaece.sino que yo soy Quien actúa. Aunqueformular una experiencia. art icularla noimplica su elucidación . y mucho menos .

- una explicación. al menos lno estamosidentificando el problema al señalarque entenderlo significaría entender el

, poder causal pero no causado de unagente? Tal vez Nagel me objetará :toda esa manera de argumentar se estámoviendo en círculo. Entender el podercausal pero no causado de un agente essaber cómo sería el mundo si ese agen ­te fuese libre. Sin embargo. lo Que pro ­curamos entender es en Qué podríaconsistir ese saber. Qué estado de co­sas sabríamos si lo supiéramos. ya Quelos otros ejemplos de poderes causalesson (ejemplos) acerca de los cuales esposible dar una explicación estructural.digamos: es posible aludir a la estructu ­ra molecular Que produce ese podercausal . Quien no Quiera abandonar deinmediato una posición naturalista aca­so todavía puede replicar: la existenciade poderes causales pero no causadoslo explica la teoría de la evolución . . .Lamentablemente, no estoy seguro de

46 ,

. ;".:,.

Quealguna teoría de la evolución pudie- ,se decir algo al respecto (esto es. no meimagino en Quépodría consistir una ex­plicac ión natural de un perpetuum mo­bile) , No obstante. insistiré todavía en ,un argumento como el siguiente:

P,: La vida humana con sus ideales yaspirac iones. sus luchas y enjuicia­mientos. necesariamente implica laexistenc ia de agentes.

P2 : Si se niega la existencia de indi­viduos con poderes causales pero nocausados se niega la existencia deagentes,

P3 : La vida humana es un hecho.

C: Por lo tanto . la existencia de indi­viduos con poderes causales pero no ,causados es un hecho.

Es claro Que Nagel - o más bien. un .objeuv rsta- podría nuevamente refutarla conclusi ón de este argumento indi­cando Que me estoy moviendo encírculo , lno es acaso el hecho que dapor sentado la premi sa 3) lo que hay queprobar? la única réplica Quetodavía seme ocurre no es Qu izá tan débil comoparece: en elec to . argumento en círcu­lo. pero en círcu lo virtuoso (más preci­samento : en una espiral aclaradora).

El con tras te 2) está en la base tantodel problema de la identidad personalcomo del problema mente -cuerpo. Porlo pro nto. se han propuesto varios tiposde identidad personal : física, mental.causal. " pero en estas propuestas loQue se pierde es la experiencia vividaQue tiene el sujeto de Que él es él mis­mo y no otra persona :

Cuando algu ien se plantea interior­mente la pregunta de si sus expe­riencias pasadas o futuras fueron (oserán ) suyas, t iene la sensación de 'elegir algo cuya identi dad en el tiem­po está bien defin ida. sólo con con­centrarse en su experiencia presentey con especificar la extensión' tem­poral de su sujeto . .. El yo Que el su­jeto cree tener. parece desaperecercuando se realiza un análisis externo(p . 305-306).

El problema de pensar vínculos entre lamente y el cuerpo es similar. La dificul­tad. una y otra vez resistente, está dadapor el carácter subjetivo de la experien-cia personal : ' '

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Hasta podríamos solucionar los pro­blemas de lo intencional si hiciéra­mos a un lado su aspecto subjetivo.porque podríamos defin ir cierto tipode computadoras como sistemas in­tencionales . Lo que parece imposi­ble. sin embargo. es incluir en unaconcepción física del mundo los he­chos acerca de qué son los estadosmentales para la criatura que los tie­ne (p. 306).

Los contrastes 1) Y 2) son. en realidad.variaciones de una misma oposición:por un lado. ubicamos la especie huma­na como un fragm ento de la naturaleza.regido por leyes de la misma clase quecualquier otro fragmento. Por otro lado.nos pensamo s como algo único. p .rado del resto de la naturaleza. como unconjunto de personas. esto e •de a n­tes capaces de iniciar accion s y d in­dividuos con una subjet ividad prop i . Elproblema surge de que no pudiendo d •jar de pensarnos a la vez de amb rna­neras. y no soportando la tensión. t n­demos a hundirnos en algún v rt igo r­gumental. Para quien ucumbe Iv rti­90 naturalista desapar c n I s xpe·riencias y las acciono on t nto t I s.esto es. desaparece él mi mo n t ntopersona : los incli nados a ttu r n Icentro de sus vidas a la inv stig clóncientifica. tienden a o te v rt igo. P roigualmente fácil es dojar rr str r porel vértigo subjet ivista: entonc • Imundo se va empobroci ndo h staconvertirse en una pálida interiorid d.

Los contrastes 3 ) Y 4 ) son m es­quivos. inclu so de rastrear. Nag I dis·cute las crít icas contra div o con •cuencialismos. sobre todo el utili t ris­rno, desde el punto de vi t d ticasmás centradas sobre el agente:

Estas críticas afirman que una t orlaética debería permitir qu cadaquien viviera su vida sin ten r qucons iderar a cada momento en quéforma él sirve a metas má amplia(p.'30S).

Por el contrario. las consid racionesconsecuencialistas:

están tota lmente envuelta en unpunto de vista impersonal que nonos asigna ninguna ·po icién spe­cial . a menos que ésta pueda justi fi·carse imperso nalmente (p. 3091.

Nagel indica que. de esta man re. lasmorales deonto lógicas también dop­tan un punto de vista subjetivo:

Los requisitos deontológicos se cen­tran en el agente porque le enseñana cada persona a determinar lo co­rrecto o lo incorrecto de sus actos.sólo desde el punto de vista de suposición en el mundo y de su rela­ción directa con los demás (p. 310).

Pienso que esta manera de plantear elproblema lo oscurece y nos confunde.Por lo pronto. consideremos el ejemplomás característico -más célebre. máselaborado- de moral deontológica: elkantismo. De acuerdo al contraste 3)- entre las perspectivas de la primerapersona y de la tercera-. combaten delmismo lado. tanto una moral teleológi­ca o consecuencialista a la manera delut ilitarismo. como una moral deontoló­gica a la manera de Kant. Enambos ca­sos. se rechazan los deseos. las inclina ­cione y los intereses de un individuoen tanto primera persona. para adoptaruna p rspectiva intersubjetiva. el puntod vista de cualquier persona (lo quellamé perspect iva de la tercera perso­n l. En ambos casos. pues. la meta eslo qu Nagel erróneam ente vuelve lacon igna exclus iva del consecuencialis­t

Lo correcto es converti rnos hastadond sea posible en un instrumentod I realización de lo que es mejorcomo sub speci« Betern itBtis (p.311 ).

E verd d que Kant centra su atenciónn I ente . pero se trata de un agente

univer 1. Por ejemplo. respetar a unap rsona es. para Kant, respetar a esapersona no en tanto tal . sino comoejemplo del ser en general persona.e to s, como una instanciación deluniversal " persona" . De esta manerapodría indicarse que. digamos. tantoKant como Mili son moral istas. en tan­to adoptan el punto de vista de la terce­ra persona. Ya en ese punto de vista.podemos discutir el contraste 4) entremorales teleol ógicas y deontológicas.pero no antes. A ntes sólo encontramos- al m nos eso nos dice gran parte dela tradición moderna- la arbitrariedaddel individuo. un nivel donde todavía notiene sentido hablar de acuerdos o de­sacuerdos normativos.

¿El contraste 3) no indica entoncesuna oposición - como lo hace el restode los contrastes-. sino un claro " pro­greso"? Esto es. cuando abandonamosel punto de vista de la primera personapara acceder al de la tercera ¿acaso norescatamos todo lo que vale la pena

47

rescatar? Yocreo que no. pero para res­ponder estas preguntas atendamostodavía ot ro problema. el del significa­do de la vida. Señala Nagel:

Hay una manera de considerar losesfuerzos humanos desde el interiorde la vida. que permite just ificar al­gunas actividades en términos deotras. pero que no nos permite poneren duda la importancia de toda lacuestión (p. 299).

Por otra parte. desde un punto de.vista más objetivo. más externo. no te­nemos por qué atenernos alas valora­ciones que la vanidad de los individuosconcede a sus empresas. De ahí quepodamos preguntarnos: ¿los propósi­tos humanos efectivamente tienen sig­nificado. o más bien son literalmenteabsurdos?

Como en relación a los contrastes 1)Y 2) -contrastes entre pensar los sereshumanos en tanto personasy pensarloscomo un elemento más de la naturale­za- . tamb ién con respecto a los con­trastes 3) y 4) -contrastes entre pen­sar al individuo desde su experienciapersonal y pensarlo desde un horizontenormativo más general-. estamos ex­puestos al peligro de vértigos. Está elvértigo individualista y está también elvértigo de mirar la realidad sub specieaeternitatis y así. estar dispuesto a sa­crificarlo todo en aras de generalidadesvacías. No es raro que. precisamente.en la busca de la imparcialidad. de tota­lizar situaciones desde un punto de vis­ta exterior a ellas. se vaya perdiendo elsentido mismo de estas situaciones.(Con los conflictos humanos sucede unpoco lo que con el paisaje: algunos pa­sos de distancia permiten una visiónmás abarcadora. pero demasiada dis­tancia lo pierde definitivamente de vis­ta).

Aunque Nagel no alude a estos vérti­gos (ni a los que desencadenaban laobjet ivación de la naturaleza y la subje­tivación de las personas) nos ayuda acomprenderlos. en tanto discute tres delas técnicas que los constituyen.

En primer lugar. la reducción . Porejemplo. podemos intentar reducir lasdiversas ciencias sociales a la econo­mía. o la psicología a la neurología ; oanalizar las experiencias de una perso­na sólo en términos de la conducta deesa persona. o no pensar las accionesmás que como sucesos iguales a otrossucesos. Estasserían reducciones obje-

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tivas. Pero las puede haber tambiénsubjetivas: ni siquiera la teoría de laciencia se ha visto libre de estas tenta­ciones. A partir'de T. Kuhn no pocas ve­ces.se ha tendido a pensar que las ver­dades científicas se reducen a lo que lamoda impone 'como tales en las cornu ­nidades científicas pertinentes . Usar latécnica de la reducción. tanto subjetivacomo objetiva. trae consigo pesadoscompromisos. Terees como las de ex­plicar paso a paso cómo una cienciapodría reducirse a otra. o de qué mane­ra un sujeto o las comunidades científi- .cas producen el conocimiento. implicanel respaldo de complejas teorías. Poreso. casi siempre. después de un entu­siasmo inicial. se term ina por abando­nar tales programas y se recurre a unatécnica más sencilla.

Segundo. la eliminación. Nada másfácil que asegurar que no hay acciones.ni experiencias. 'ni identidad personal.que se trata de puras ilusiones. O' dellado subjetivista. digamos. nada más

, fácil que reducir la moral al drama delos deseos del individuo : de un .indivi­duo. claro. sin naturaleza; sin sociedady sin historia ("nada más fácil" digo,porque para estas " almas bellas" -laexpresión es de Hegel'- ninguna tarea

. puede importar. mas que el merodeo desí mismas). Lasdificultades conesta téc-

I nica es que. nuevamente. después depasado el entusiasmo inicial. la elimina­ción no suele convencer más que a pe­queñísimas sectas.

Tercero. la anexión . Es' la técnicamás sofisticada.. La anexión subjetivatratará de repensar subjetivamente in­ciuso los datos objetivos más recalci­trantes : la fenomenología contemporá­nea anexa la realidad entera como unterritorio más del sujeto. repensándolasegún lo que el sujeto "constituye"

.com,otal . La-filosofla analítica -a pesarde Wittgenstein- ha tendido a la .ane­xión objet ivista. Contra ella señala Na­gel:

Es inútil tratar de ampliar nuestroconcepto del mundo objetivo para

. incluir en él cualquier cosa que se re­vela subjetivamente. porque el pro­blema no consiste en que algo sehaya dejado fuera. Una concepciónobjetiva del espacio y del tiempo nopuede ser culpada de excluir la iden-

o tificación del aquí y del ahora. Cual- •quier concepto que la incluyera nosería objetivo. y cualquier concep­ción oojetiva no podría captarla. Esto

RESEÑAS

también se aplica a predecir que losfenómenos mentales a la postre lle­garán a explicarse como físicos. Nopodemos resolver estos problemassencillamente anexando al mundoobjet ivo (o hasta físico) todo lo queno encuentra ya en éste (p. 32 1).

La argumentación una vez más descu­bre que los caminos fáciles están blo­queados. No podemos procurar unpaso más acá de la objet ividad. o un de­finitivo más allá de la subjet ividad. sinsucumbir a vértigos argumentales. Y lopeor de todo: atender efect ivamentelas demandas tanto de la objet ividadcomo de la subjetividad. esto es. enten­der en cada problema y en cada argu­mentación, cuál es el sentido de estasdemandas. constituye una tarea. cadavez. nuevamente a repensar. Ardua taorea. entonces. la de resist ir vért igos ar­gumentales: consiste en ejercer. decaso en caso. la capacidad de juicio.Quien está dispuesto a argumentar notiene. sin embargo. otra opción.

Carlos Pereda

P.S.- Sobre la edición en castellano :pese al extraño título (en inglés el librose llama Mortal Questions) y a algunos'errores. el texto es perfectamente legi­ble.

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}\JTUALIDADES1beroamérica:

encuentro en MadridDurante una semana. a fines de junio.el Instituto Internacional de Literaturalberoamericana. entidad que publicadesde Pittsburgh la antigua y prestigio­sa Revista Iberoamericana . celebró suXXIII Congreso -i.ln rito anual que reú­ne a numerosos investigadores. críticosy profesores de esa literatu ra en Esta·dos Unidos. Europa y América Lati­na-o esta vez en Madrid. bajo los aus­picios de la Universidad Complutense yel Instituto de Cooperación Iberoameri·cana. El hecho de que la reunión se ce­leb~ase en Madrid no es casual: el grantema de la misma era " Las relacionesliterarias entre España e Iberoamér ica" .relaciones que han sido siempre tanevidentes como malentendidas por la

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crítica. que ha solido plantearlas comouna competencia o disputa entre losmovimientos literarios nacidos a uno y .otro lado del Atlántico. La actitud de" Yo lo vi primero" parece haber sidopredominante para entender una com­pleja red de infl ujos. préstamos. trasla­dos y notorias interrelaciones. muy le­jos de ser sólo una competencia o unadisputa motivada por no tan ocultas ra­zones nacionalistas. La ocasión era.además. propicia en la nueva Españapostfranquista. cuyo proceso de libera­ción. aun imperfecto. la ha abierto alresto del mundo después de un largoaislamiento e. increíblemente para losque recuerdan la época de Franco. la haconvert ido en el refugio ideal de milesde exilados políticos de Argentina . Cu­ba. Chile y otros países con regímenesautoritarios. Así como después de laguerra civil. España se dispersó por elmundo ("la España peregrina" . de le­gendarias dimens iones). se trasplantóen Amér ica Latina y dio generosos fru­tos en Méx ico. Argent ina y otros paí­ses. ahora es ella la Que acoge a los pe­regrinos forzosos de nuestras dictadu­ras. los incorpora a su vida literaria. lospublica. los reedita. los celebra y lospremia. Además . a ocho años de la ce­lebración de los 600 del descubrimien­to de Amér ica. España ya está prepa­rándose para hacer de la fecha una granoportunidad de examinar su pasado. supresente y su futuro como una conse­cuencia de su asociación histórica connuestro cont inente . Ya se sabe: Españadescubrió América. pero América hizode España lo Que es. Aun en pequeñosdetalles admin istrativos el nuevo acen­to en estas relaciones se deja notar: elInstituto de Cooperación Iberoamerica­na era el llamado Instituto de CulturaHispánica. cuyas oficinas en nuestrospaíses frecuentemente eran sedes de lamás rancia (en los dos sentidos de lapalabra) cultura castellana al serviciode caballeros y damas ultramontanos.con quienes un verdadero escritor teníapoco que hablar. Animado por estasideas y estas expectativas. acepté la in­vitación a part icipar en el Congreso y areencontrarme con España.

Madrid era una fiesta

Descubrí Que Madrid (y que me perdo­ne Juan Goytisolo. su más feroz deni­grador) estaba espléndida. iluminadaademás por el sol del verano. Por hábi­to los lat inoamericanos nos la hemos