volney - las ruinas de palmira

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    LLaassRRuuiinnaassDDeePPaallmmiirraa

    Conde De Volney

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    Las Ruinas De Palmira Conde de Volney

    NDICE

    Notic ia sobre la vida y las obras del Conde de Volney

    Invocacin

    01 - El Viaje

    02 - La Meditacin

    03 - El Fantasma

    04 - La Exposicin

    05 - Condicin del Hombre en el Universo

    06 - Estado original del Hombre

    07 - Principios de las sociedades

    08 - Origen de los males en las sociedades

    09 - Origen de los gobiernos y las leyes

    10 - Causas generales de la prosperidad de los estados antiguos

    11 - Causas generales de las revoluciones y de la ruina de los estados antiguos

    12 - Lecciones de los tiempos pasados repetidas en los tiempos presentes

    13 - Se mejorar la especie humana?

    14 - Grande obstculo para la perfeccin

    15 - El siglo nuevo

    16 - Un pueblo libre y legislador

    17 - Base universal de todo derecho y de toda ley

    18 - Espanto y conspiracin de los tiranos

    19 -Asamblea general de los pueblos

    20 - Investigacin de la verdad

    21 - Problema de las contradicciones religiosas

    22 - Origen y filiacin de las ideas religiosas

    23 - Identidad del fin de las religiones

    24 - Solucin del problema de las contradicciones

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    Las Ruinas De Palmira Conde de Volney

    NOTICIA SOBRE LA VIDA Y LAS OBRAS DEL

    CONDE DE VOLNEY

    ConstantinoFrancisco Chassebeuf, que ms adelante tom el nombre de Volney, nacien Craon el 3 de febrero de 1757, en la clase media, que ofrece ms ancho campo a losaccesos y a las ventajas de la ilustracin.

    El padre de Volney, abogado de mucho crdito a quien el nombre de Chassebeuf no leagradaba, dio a su hijo el de Boisgirais, que tampoco fue ms que provisional.

    A los dos aos de edad, Volney perdi a su madre y qued en poder de una antigua criadacampesina y de una vieja parienta, consentido por la una y severamente tratado por la otra.

    Por entonces era ya de salud delicada y esta fatal circunstancia no le abandon en toda suvida.

    A los siete aos entr en un colegio que tena en Ancenis un cura bretn y bien pronto hizonotables progresos en sus estudios.

    Era taciturno y meditabundo, ya por naturaleza, ya por consecuencia del abandono en quele tena su padre, y esta ltima causa inspir inters a un to suyo materno, nica personade su familia que le visitaba con alguna frecuencia. Este to decidi al padre de Volney aque trasladara a su hijo a un colegio de Angers, donde acab brillantemente sus estudios. Alos diecisiete aos, su padre, que continuaba ocupndose poco de l, lo emancip, leentreg los bienes de su madre que ascendan a mil cien libras de renta y le dej encompleta libertad.

    Volney siempre solitario y taciturno, sin tomar parte en las distracciones propias de losjvenes de su edad, se entreg primero al estudio de la medicina y despus al de laslenguas orientales.

    Hacia el ao 1776 lleg a Paris donde perfeccion sus estudios de lingstica y de historia,y se dio a conocer con una memoria sobre la cronologa de Herodoto, rompiendo una lanzacon Larcher, como si quisiera seguir las huellas trazadas por el doctor Frret.

    En seguida fue presentado en la casa del barn de Holbach, conoci a Franklin, la sociedadde Madama Helvetius y todo esto influy en l de tal modo que lleg a ser el discpulo,acaso ms original de la mencionada escuela.

    En 1781, hered una fuerte suma, siete mil libras aproximadamente, y la mayor dificultadpara l fue que no supo qu hacer con ellas.

    "Mis amigos", dice l, "me aconsejaban de distintos modos: los unos que gozara lo posiblecon aquella cantidad y los otros que procurara aumentar mi renta; pero yo ech mis cuentasy calcul que la suma era escasa para mejorar de un modo efectivo mi porvenir y crecida

    para disiparla en un momento. Felices circunstancias haban creado en m desde lajuventud la costumbre de estudiar; yo senta placer, hasta pasin, por el estudio y conceb

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    la idea de emplear aquella cantidad en satisfacer mis aficiones, abriendo ms anchoshorizontes a mi educacin".

    "Haba ledo y haba odo decir que entre todos los medios de adornar el espritu y deformar el raciocinio, ninguno mejor que los viajes. Proyect uno; slo me faltaba elegir el

    sitio y yo lo quera nuevo, o por lo menos, que tuviera atractivos".

    Despus de algunas dudas sobre la eleccin, se decidi por el Oriente, cuna de antiguasreligiones, contribuyendo tambin a esta resolucin algo de esa especie de curiosidadfilosfica que le tena como subyugado.

    Volney hizo un viaje concienzudo, exacto, positivo y lo refiri con estilo propio y nuevo,aunque imperfecto. El Viaje por Egipto y Siria que apareci en 1787, le dio justorenombre.

    Un viaje a Oriente era por entonces una cosa extraa y Volney se propuso ir con un palo en

    la mano por los mismos sitios que haban de recordar a Chateaubriand viajando como unhidalgo, a Byron como un gran seor y a Lamartine como un emir o como un prncipe.

    Tena a la sazn veinticinco aos y dice; que antes de marchar quiso despedirse del to quecon cario paternal le prodig en Angers algunos cuidados durante su infancia, que a sulado durante algunos meses, se ejercit en las marchas para irse acostumbrando a lasfatigas que le esperaban y cuando se crey bastante fuerte se puso en marcha a fines delao 1782.

    Cuando sali de Angers, donde haba pasado los primeros aos de su estudiosa juventud,se detuvo un momento para contemplar aquellas techumbres pizarrosas que a lo lejos

    brillaban, y llor.

    As fue; pero no es l quien lo dijo porque jams hombre alguno, jams viajero alguno, fuems sobrio y ms discreto al referir sus propias impresiones.

    En este momento solemne de la partida cambi el nombre de Boisgirais, que haba llevadohasta entonces, por el de Volney, que iba a hacer clebre.

    Cuando lleg a Oriente, despus de descansar en Egipto, comprendi que nada adelantarasin conocer el idioma y decidi encerrarse durante ocho meses en el monasterio de Mar-

    Hanna, en el Lbano, para aprender el rabe. Ms adelante se reuni con un cheik beduinoy se acostumbr a manejar la lanza y el caballo como un rabe del desierto. Descbrese ensu relato algo de lo que hizo personalmente, pero al contrario de lo que en casossemejantes han hecho otros escritores antes y despus, Volney emple en su obra unmtodo de autor, ms que de viajero.

    En vez de referirnos sus jornadas, la forma en que empleaba el da y de obligarnos aseguirla paso a paso, nos ofrece el resultado de sus observaciones durante tres aos.

    "He desechado, como difuso y largo", dice l mismo, "el orden y el detalle de lositinerarios, as como las aventuras personales; aprecio las cosas en conjunto y en grandes

    cuadros que presenten los hechos y las ideas, porque siendo tan considerable la cantidad delibros que se produce, me parece justo economizar tiempo a los lectores".

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    No ha procurado rodear a su obra de ese encanto que tienen los relatos de los viajeros aquienes acompaa el lector durante su camino. No se encuentra en l nada de Montaigne.Volney rechaza esos atractivos; teme agregar a las cosas o a los hechos lo que no lescorresponde y huye de presentar sus relatos en formas seductoras.

    "Yo me he prohibido", dice, todo trabajo de imaginacin, aunque no desconozco el efectoque la ilusin produce en muchos lectores; pero entiendo que los libros de viajes tienenms afinidad con la historia que con la novela. No presentar los pases que recorra ms

    bellos que me lo hayan parecido, no retratar a los hombres mejores o peores, sino comolos haya visto, y creo que los presentar tales como son porque no he recibido de ellos ni

    beneficios ni ultrajes".

    No abusar del colorido ni prodigar el relato de las impresiones que dejen de conducir alfin capital de la obra; lejos de caer en estas exageraciones, se inclinar, tal vez con exceso,al extremo opuesto, aunque resulte rido.

    La publicacin de su viaje, en 1787, hizo clebre a Volney. Aunque por la forma no tenaeste libro nada seductor, aunque rompi con las tradiciones que daban tono especial a losescritos de la poca de Luis XVI, Volney encontr al pblico preparado, hasta cierto punto.Ya entonces el fsico Laplace, el qumico Lavoisier, el gemetra Monge y otros muchos,haban dado testimonios elocuentes de su genio, y Volney fue el viajero ms estimado enesta nueva escuela sabia y positiva.

    En el ao siguiente, 1788, public un escrito de circunstancias titulado Consideracionessobre la guerra de los turcos, demostrando que hablaba con conocimiento de causa y queno era su juicio del todo desfavorable a los proyectos de Catalina. En cuanto a lasconsecuencias de la guerra, opinaba que seran favorables a Rusia. La emperatriz comodemostracin de agradecimiento le envi por conducto de Grimm, una medalla de oro.

    Ms adelante, cuando Catalina se puso enfrente de Francia y al lado de la emigracin de1791, Volney devolvi la medalla con una carta dirigida a Grimm, carta que fueconsiderada como ms pretenciosa que patritica. La respuesta que obtuvo con el nombrede Grimm, pero que se atribuy a Rivarol, fue una stira amarga que desagrad mucho aVolney.

    Su fama de ilustre viajero y la confianza que inspiraba a los hombres de letras, fueron lascausas que le llevaron a los Estados Generales en 1789: fue elegido por sus compatriotas

    de Anjon, y las primeras palabras que pronunci fueron por la publicidad de lasdeliberaciones.

    En la poca en que se trataba de la venta de los bienes de la corona (en 1790) public unescrito breve sentando estos principios: "El poder de un estado est en razn de su

    poblacin; sta en razn de la abundancia; la abundancia en la razn de la actividad delcultivo, y ste en razn del inters personal y directo, es decir, del espritu de propiedad.De donde se deduce que cuanto ms se acerca el cultivador a la clase pasiva de mercenario,es menor su industria y su actividad, y al contrario cuanto ms se acerca a la condicin de

    propietario libre y rico, desenvuelve ms fuerzas y aumenta los productos de sus campos yla riqueza general del estado".

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    El autor llega a esta consecuencia: que un estado es tanto ms poderoso, cuanto el nmerode sus propietarios es ms grande, es decir, cuanto ms dividida est en l la propiedad.

    Conducido a Crcega por un espritu de observacin, que no es dado sino a los hombrescuyas luces son muchas y variadas, de la primera ojeada vio lo que se poda hacer para

    perfeccionar la agricultura en aquel pas; pero saba que entre los pueblos dominados porprcticas rancias, no hay otra demostracin, ni otro medio de persuadir que el ejemplo.Compr pues una hacienda considerable, y empez a hacer experiencias sobre todos loscultivos que crea poder naturalizar en aquel clima; la caa de azcar, el algodn, el ail, elcaf atestiguaron bien pronto el feliz xito de sus esfuerzos. Estos llamaron la atencin delgobierno, y fue nombrado director de agricultura y comercio de la isla, en donde por faltade luces, todos los mtodos nuevos eran tan difciles de introducir.

    No es posible apreciar los bienes que habran debido esperarse de esta pacficamagistratura, pero se sabe que ni las luces, ni el celo, ni el valor de la perseverancia,

    podan faltar al que estaba revestido de ella: sobre esto haba dado las pruebas necesarias.

    Un sentimiento no menos respetable le hizo interrumpir el curso de sus tareas. Cuando susconciudadanos de la baila de Angers le nombraron diputado de la asamblea constituyente,hizo dimisin del empleo que tena del gobierno, fundado en la mxima de que elmandatario de la nacin no debe depender por un salario de los que la administran. Mas si

    por respeto a la independencia de sus funciones legislativas haba renunciado a la plaza queejerca en Crcega antes de su eleccin, no haba por esto renunciado a hacer bien a este

    pas. Concluida la legislatura de la asamblea constituyente, este noble sentimiento le llevde nuevo a Crcega, en donde llamado por los habitantes que ejercan en esta isla unagrande influencia, y que invocaban el socorro de sus conocimientos, pas una parte de losaos 1792 y 1793.

    A su vuelta public un escrito titulado Resumen del estado actual de Crcega. Fue un actode valor: porque no era una exposicin fsica, sino la exposicin del estado poltico de una

    poblacin dividida por muchos partidos, en que fermentaban odios inveterados. Volneyrevel los abusos sin contemplaciones; solicit el inters de Francia a favor de los corsossin lisonjearlos, y denunci sin temor sus faltas y sus vicios: as el filsofo obtuvo el

    premio que deba esperar; fue acusado por aqullos de hereje. Para probar que no era dignode esta calificacin, public poco tiempo despus una obrita titulada: La ley natural o

    principios fsicos de la moral.

    No tard en ser el blanco de una inculpacin mucho ms peligrosa, y sta, es necesario

    confesarlo, era merecida. Este filsofo, este digno ciudadano que en la primera asambleanacional haba colaborado con sus votos y sus talentos al establecimiento de un orden decosas que no crea favorable a la felicidad de su patria, fue acusado de no amarsinceramente la libertad por la cual haba combatido, es decir, de desaprobar la licencia.Una prisin de diez meses que no acab sino despus del 9 termidor, era una nuevatribulacin reservada a su fortaleza.

    La poca en que recobr su libertad, fue aqulla en que el horror que haban inspiradosangrientos excesos haca volver los espritus hacia otros pensamientos.

    Despus de tantos crmenes y desgracias se pedan a las letras consuelos, y se trat de

    organizar la instruccin pblica. Para esto importaba primeramente asegurarse de losconocimientos de aqullos a quienes se deba confiar la enseanza. Pero los sistemas

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    podan ser diferentes y era necesario establecer los mejores mtodos y la unidad de lasdoctrinas. No bastaba examinar los maestros, era preciso formarlos y crearlos nuevos, ycon esta mira se form en 1794, una escuela en que la celebridad de los profesores

    prometa nuevas luces a los hombres ms instruidos. No era, como se ha dicho, comenzarel edificio por el techo, era crear arquitectos para dirigir todas las artes empleadas en la

    construccin.

    Cuanto ms difcil era esta misin, tanto ms era importante la eleccin de los profesores;pero Francia, acusada entonces de haberse abismado en la barbarie, contaba talentossuperiores, ya en posesin del aprecio de Europa, y se puede decir, gracias a sus vigilias,que su gloria literaria estuvo tambin sostenida por conquistas. Sus nombres fuerondesignados por la opinin pblica, y el de Volney se vio asociado a todo lo ms ilustre quehaba en las ciencias y las letras.

    Sin embargo, esta institucin no llen las esperanzas que se haban concebido, porque delos dos mil discpulos venidos de diversas partes de Francia, no todos estaban igualmente

    preparados para recibir estas altas lecciones; y porque no se haba examinado bien hastaqu punto la teora de la enseanza puede estar preparada por la enseanza misma.

    Las lecciones de historia de Volney, que atraan un concurso inmenso de oyentes, llegarona ser uno de los ms bellos ttulos de su gloria literaria. Obligado a interrumpirlas por lasupresin de la escuela Normal, deba prometerse gozar en el retiro de la consideracin quesus nuevas funciones acababan de aadir a su nombre; pero entristecido por el espectculoque le presentaba su patria, sinti despertarse la pasin que en su juventud le haba llevadoal frica y al Asia. La Amrica civilizada atraa sus miradas. Todo all era nuevo: el

    pueblo, la constitucin, la tierra misma, objetos bien dignos de sus observaciones. Sinembargo, al embarcarse para este viaje, le agitaban sentimientos bien diferentes a los queen otro tiempo le haban acompaado a Turqua. Joven entonces, haba partido alegre de un

    pas en que reinaban la paz y la abundancia, para ir a viajar entre brbaros; ahora, en edadmadura, ms entristecido por el espectculo y la experiencia de la injusticia y la

    persecucin, no iba, sin desconfianza, a pedir a un pueblo libre, asilo para un amigosincero de la libertad que crea profanada.

    El viajero haba ido a buscar la paz ms all de los mares, y se vio expuesto a la agresinde un filsofo no menos clebre, el doctor Priestley. Aunque el asunto de esta discusin sereduca al examen de algunas opiniones especulativas que el escritor francs habaanunciado en su obra titulada Las ruinas, el fsico mostr en este ataque una violencia que

    no aade nada a la fuerza del raciocinio, y una dureza de expresiones que no se debaesperar de un sabio. Volney, tratado de ignorante y de Hotenote, supo conservar en sudefensa todas las ventajas que le daban las faltas de su adversario. Respondi en ingls, ylos compatriotas de Priestley no pudieron reconocer un francs en esta respuesta sino porsu agudeza y por su urbanidad.

    Mientras que Mr. de Volney se hallaba en Amrica, se cre en Francia el cuerpo literario,que, bajo el nombre de Instituto, tom en pocos aos un lugar distinguido entre lassociedades sabias de Europa. Desde luego se inscribi el nombre de nuestro viajero, y steadquiri nuevos ttulos a los honores acadmicos que le haban sido dispensados en suausencia, publicando las observaciones que haba hecho en los Estados Unidos.

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    Estos ttulos se multiplicaron con los trabajos histricos y filolgicos del acadmico. Elexamen y jurisdiccin de la cronologa de Herodoto, numerosas y profundasinvestigaciones sobre la historia de los pueblos ms antiguos han ocupado largo tiempo alsabio que haba observado sus monumentos y sus huellas en los pases que haba recorrido.La experiencia que tena de la utilidad de las lenguas orientales, le haba hecho concebir un

    vivo deseo de extender el conocimiento de ellas, y para propagarlo haba conocido lanecesidad de hacerle menos difcil. Con esta mira concibi el proyecto de aplicar al estudiode los idiomas del Asia, una parte de las nociones gramaticales que hemos adquirido sobrelas lenguas europeas. Slo el que conoce las relaciones que ofrecen, de semejanza oconformidad, puede apreciar la posibilidad de este sistema; mas se puede decir que stehaba recibido ya la aprobacin menos equvoca, el ms noble estmulo, por la inscripcindel nombre de su autor en la lista de la sociedad sabia y ya ilustre, que el comercio inglsha fundado en la pennsula de la India.

    Volney ha desenvuelto su sistema en tres obras (1), que prueban que la idea de unirnaciones separadas por distancias inmensas y por tantos y tan diversos idiomas, no dej de

    ocuparle en el espacio de veinticinco aos, mas temiendo que estos ensayos, cuya utilidadhaba penetrado, no fuesen interrumpidos despus de su muerte, con la mano helada conque correga la ltima obra, traz en su testamento una clusula por la cual fundaba un

    premio para la continuacin de sus trabajos; as es como prolong, ms all del trmino deuna vida consagrada enteramente a las letras, los servicios gloriosos que les habadispensado.

    En este discurso no se puede apreciar el mrito de los escritos que han honrado el nombrede Volney: este nombre haba sido inscrito en la lista del Senado, y despus en la cmarade los pares, a la cual pertenecan todas las ilustraciones.

    El filsofo que haba visitado las cuatro partes del mundo observando en ellas el estadosocial, tena, para ser admitido en este recinto, otros ttulos ms que su gloria literaria, suvida pblica, su presencia en la asamblea constituyente, la franqueza de sus principios, lanobleza de sus sentimientos, la prudencia y la constancia de sus opiniones que le habanhecho estimar entre los hombres firmes con quienes es tan grato encontrarse en ladiscusin de los intereses polticos.

    Aunque ninguno tena ms derecho que l a formar opinin, ninguno se impona mayortolerancia con las opiniones contrarias. En las Asambleas del Estado, en las sesionesacadmicas, el hombre que las esclareca tanto, votaba segn su conciencia que nada poda

    hacer vacilar; pero el sabio olvidaba su superioridad para escuchar, para contradecir conmoderacin, y para dudar algunas veces. La extensin y la variedad de sus conocimientos,la fuerza de su razn, la gravedad de sus costumbres y la noble sencillez de su carcter, lehaban conquistado en los dos mundos ilustres amigos, y hoy que este vasto saber ha ido aapagarse en la tumba, sanos permitido decir que era del corto nmero de hombres aquienes ha sido dado vivir para la posteridad.

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    CAPTULO I

    EL VIAJE

    El ao undcimo del reinado deAbd-ul-Hamid, hijo deAhmedo, emperador de los turcos; cuando los rusos victoriosos se apoderaron de Crimea y plantaron sus banderas enfrente de Constantinopla, viajaba yo por el imperio de los otomanos, y recorra las

    provincias que en otro tiempo formaron los reinos de Egiptoy de Siria.

    Fijando toda mi atencin en lo que concierne a la felicidad de los hombres en el estadosocial, entraba en los pueblos, y estudiaba las costumbres de sus habitantes; penetraba enlos palacios, y observaba la conducta de los que gobiernan; me diriga a los campos, yexaminaba la condicin de los hombres que los cultivan: y no viendo en todas partes ms

    que iniquidades y destrozos, miseria y tirana, sentase mi corazn oprimido de tristeza yde indignacin.

    Todos los das encontraba en mi camino campos abandonados, pueblos desiertos yciudades en ruinas. Con mucha frecuencia encontraba tambin monumentos antiqusimos yreliquias de templos, de palacios y de fortalezas, de columnas, de acueductos y demausoleos; y este espectculo excit mi espritu a meditar sobre los tiempos pasados, ytrajo a mi mente pensamientos graves y profundos.

    As llegu a la poblacin de Hems, sobre las riberas del Oronto; y hallndome cerca dePalmira, situada en el desierto, resolv reconocer por m mismo sus ponderados

    monumentos: al cabo de tres das de marcha en las soledades ms ridas, habiendoatravesado un valle lleno de grutasy de sepulturas, observ repentinamente, al salir de estevalle, una inmensa llanura con la escena ms asombrosa de ruinas colosales; era unamultitud innumerable de soberbias columnas derechas, que, como las alamedas de nuestros

    jardines, extendanse hasta perderse de vista en filas simtricas y hermosas. Entre estascolumnas haba grandes edificios, los unos enteros, los otros medio destruidos. Por todas

    partes estaba el terreno cubierto de cornisas, de capiteles, de fustes, de pilastras todo demrmol blanco, y de un trabajo exquisito. Despus de tres cuartos de hora de camino sobreestas ruinas, entr en el recinto de un vasto edificio, que fue antiguamente un templodedicado al Sol; admit la hospitalidad de unos pobres campesinos rabes, que habanestablecido sus chozas sobre el pavimento mismo del templo y resolv detenerme all algn

    tiempo, para considerar atentamente la belleza de tantas y tan suntuosas obras.

    Todos los das sala a visitar alguno de los monumentos que cubran la llanura; y una tarde,que, ocupado mi espritu en serias reflexiones, me haba adelantado hasta el Valle de losSepulcros, sub a las alturas que le rodean y desde las cuales a un mismo tiempo domina lavista la totalidad de las ruinas y la inmensidad del desierto...

    Es decir, el ao 1787 de J.C. 1198 de la gira.

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    Acababa de ponerse el sol, y una zona rojiza marcaba todava su curso en el horizontelejano de los montes de Siria; la luna llena se levantaba por el oriente, sobre un fondoazulado, en las riberas planas del Eufrates; el cielo estaba despejado, el aire en calma;

    la luz moribunda del da aminoraba el horror de las tinieblas; la frescura de la nochecalmaba el fuego de la abrasada tierra, y los pastores haban retirado sus camellos; la vistano perciba ya movimiento alguno sobre la llanura montona y sombra; un silencio

    profundo reinaba en el desierto, y slo a intervalos remotos oanse los lgubres acentos dealgunos pjaros nocturnos y de algunos chacales... Las sombras se aumentaban y yano distinguan mis ojos en los crepsculos ms que la blancura de las columnas y de losmuros... Estos lugares solitarios, esta noche apacible, esta escena majestuosa, imprimieronen mi nimo un recogimiento religioso. El aspecto de una gran ciudad desierta, la memoriade los pasados tiempos, la comparacin del estado actual, todo elev mi mente a las mssublimes reflexiones. Sentado sobre el fuste de una columna, apoyando el codo sobre mirodilla, sostenida la cabeza con la mano y dirigiendo mis miradas alternativamente al

    desierto y a las ruinas, me entregu a una profunda meditacin.

    El chacal es una especie de zorra que aparece slo durante la oscuridad de la noche.

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    CAPTULO II

    LA MEDITACIN

    Aqu, me dije, aqu se alz en otro tiempo una ciudad opulenta; aqu existi un imperiopoderoso. S, estos mismos lugares, ahora desiertos, una multitud de vivientes los animabaen otros das; un gento inmenso circulaba entonces por estos mismos caminos hoy tantristes y solitarios. En estos muros, donde reina un silencio tan ttrico, habr resonado eleco de las artes y los gritos alegres de las festividades pblicas; estos mrmolesamontonados, formaban slidos palacios; estas columnas cadas, adornaban la majestad delos templos; estas galeras destruidas, rodeaban las plazas pblicas. Aqu concurra un

    pueblo numeroso a llenar los deberes respetable de su culto y a atender a los cuidados

    importantes de su subsistencia. All una industria creadora de las comodidades, atraa lasriquezas de todos los climas y se vean cambiar la prpura de Tiro por el precioso hilo de laSiria , los tejidos delicados de Cachemira; por los tapices fastuosos de laLidia, elmbar del Blticopor las perlas y los perfumes rabes, y el oro de Ofirpor el estao deTule.

    Pero ahora, he aqu lo que resta de una ciudad tan poderosa, un lgubre esqueleto!. Heaqu lo que queda de una vasta dominacin, un recuerdo confuso y vago!. Al concursoestrepitoso que se reuna bajo estos prticos, ha sucedido la soledad de la muerte. Elsilencio de las tumbas reemplaza ahora el bullicio de las plazas pblicas. La opulencia deuna ciudad mercantil, se ha cambiado en una miseria horrorosa. Los palacios de los reyes,

    se han convertido en guaridas de fieras; los ganados, se acogen en el umbral de los templosy los reptiles inmundos habitan los santuarios de los Dioses... Ah! cmo se ha eclipsadotanta gloria!... Cmo se han perdido tantos afanes!... As perecen las obras de loshombres! As sucumben los imperios y las naciones!.

    Y la historia de los tiempos pasados representndose al vivo en mi mente, me recordaquellos siglos antiguos en que veinte pueblos famosos existan en estos parajes: me figuralAsirioen las riberas del Tigris: al Caldeoen las del Eufratesy al Persa reinando desdeel Indo al Mediterrneo. Cont los reinos de Damasco, de Indumea, de Jerusaln, deSamaria, los estados belicosos de los Filisteosy las repblicas comerciales de la Fenicia.Esta Siria, deca yo, hoy da casi despoblada, contaba entonces con cien ciudades

    poderosas. Sus campos estaban cubiertos de villas, lugares y aldeas .

    Es decir la seda, originaria de la provincia hoy da de Chen-Se, donde fue la cuna del imperiochino, conocida de los griegos y latinos bajo el nombre de Srica, Regio Serrarum. Vase laGeografa de los antiguos, por Gosselin. Es decir, los chales que el profeta Ezequiel se cree que ha conocido con el nombre de Choud-choud. Segn los clculos de Fl. Josefo y de Estrabn, deba tener la Siria antigua nueve o diezmillones de almas: hoy apenas tiene dos.

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    Las Ruinas De Palmira Conde de Volney

    Por todas partes veanse tierras cultivadas, caminos concurridos y habitantes diligentes.Ah! Dnde estn esas pocas de abundancia y de vida? Cul es la suerte de esas

    brillantes creaciones de la mano del hombre? Dnde existen aquellos baluartes deNnive,aquellos muros deBabilonia, aquellos palacios de Perspolis, aquellos templos deBalbek

    y deJerusaln? Dnde estn las flotas de Tiro, los astilleros deArad, los talleres de Sidny aquella multitud de marineros, de pilotos, de mercaderes y soldados? Y aquelloslabradores, y aquellas cosechas, y aquellos rebaos, y toda aquella creacin inmensa deseres animados, de que se envaneca la superficie de la tierra, dnde estn?... Ah! Yo herecorrido esta tierra devastada!... Yo he visitado los lugares que fueron el teatro de tantasgrandezas y slo he visto en ellos desolacin y soledad... He buscado los antiguos pueblosy sus obras magnficas y slo he visto rastros parecidos a los que deja el pie del caminantesobre el polvo movedizo: los templos cayeron, los palacios se desmoronaron, los puertosdesaparecieron los pueblos no existen, y la tierra, desnuda de habitantes, no es ms que unespacio desolado cubierto de sepulcros... Gran Dios! De dnde vienen tan funestostrastornos? Por qu causas se ha mudado tanto la suerte de estas regiones? Por qu han

    desaparecido tantas ciudades? Por qu no se ha reproducido y conservado su antigua einmensa poblacin?

    As, entregado a mis meditaciones, se presentaban incesantemente a mi espritupensamientos nuevos. Todo, continuaba yo, extrava mi raciocinio y aflige mi corazn conturbaciones e incertidumbres. Cuando estas comarcas disfrutaban de lo que constituye lagloria y la felicidad de los hombres, eran pueblos infieles los que las habitaban; eran losFenicios, sacrificadores homicidas de Molok, que reunan en estos muros las riquezas detodos los climas; eran los Caldeos, posternados delante de una serpiente , quesubyugaban ciudades opulentas y despojaban los palacios de los reyes y los templos de losdioses; eran los Persas, adoradores del fuego, que recogan los tributos de cien naciones;eran los habitantes de esta misma ciudad adoradores del sol y de los astros, los queelevaban tantos monumentos de prosperidad y de lujo... Ganados numerosos, camposfrtiles, cosechas abundantes; todo cuanto debiera ser el precio justo de la piedad, sehallaba en poder de estos idlatras; y ahora que los pueblos creyentes y santos ocupanestos sitios, todo se ha convertido en desierto y esterilidad. La tierra slo produce abrojos yespinas bajo estas manos benditas. El hombre siembra con afanes, y slo cosechainquietudes y lgrimas; la guerra, el hambre y la peste, le acometen por todas partes. Y sinembargo, no son stos los hijos de los profetas? Este Musulmn, este Cristiano, este

    Judo, no son por ventura los pueblos elegidos del cielo, colmados de gracias y milagros?Por qu, pues, no gozan de los mismos favores estas castas privilegiadas? Por qu estas

    tierras, santificadas con la sangre de los mrtires, se ven ahora privadas de los beneficiosprecedentes? Por qu han sido expelidos y como transportados a otras naciones y a otrospases, tantos siglos hace?

    Que fue el dragn llamado Bel o Baal.

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    Y al hacerme estas consideraciones, siguiendo mi espritu el curso de las viscisitudes quehan transmitido alternativamente el cetro del mundo a pueblos tan diversos en cultos ycostumbres, desde los del Asia antigua hasta los ms modernos de Europa, este nombre detierra natal despert en m el sentimiento de lapatria; y volviendo mis ojos hacia ella, fij

    todas mis ideas en la situacin en que la haba dejado .

    Me acord de sus campos tan prdigamente cultivados, de sus caminos tan suntuosamenteconstruidos, de sus ciudades habitadas por un inmenso pueblo, de sus escuadras por todoslos mares, de sus puertos cubiertos de los tributos de una y otra India; y comparando con laextensin de su comercio, con la actividad de su navegacin, con la riqueza de susmonumentos, con las artes y la industria de sus habitantes, todo lo que el Egipto y la Siria

    pudieron poseer en otro tiempo, me complaca en encontrar el esplendor pasado del Asiaen la Europa moderna; pero muy pronto se vio disipado el placer sentido ante el ltimotrmino de mis comparaciones. Reflexionando cul haba sido en otros tiempos laactividad de los lugares que yo contemplaba, quin sabe, dije, si no ser tambin igual

    dentro de algunos aos el abandono de nuestras comarcas? Quin sabe si a las orillas delSena, del Tmesisy delZwiderzee, donde actualmente no bastan el corazn y los ojos parasentir y ver el torbellino de tantos placeres; quin sabe, digo, si un viajero como yo no sesentar algn da sobre las ruinas silenciosas y llorar solitario sobre las cenizas de esos

    pueblos y la memoria de su presente grandeza?

    A estas palabras se inundaron mis ojos de lgrimas; y cubriendo mi cabeza con el extremode mi capa, me entregu a meditaciones tristes sobre las cosas humanas. Ah! desgraciadodel hombre!, exclam con profundo dolor. Una fatalidad ciega se burla de su suerte, unanecesidad funesta rige a la ventura el destino de los mortales. Pero, no, no; son los decretosque se cumplen de una justicia divina; un Dios misterioso ejerce sus juiciosincomprensibles. Sin duda l mismo ha lanzado contra esta tierra un anatema secreto; envenganza de las generaciones pasadas, ha descargado su maldicin terrible sobre lasgeneraciones presentes. Oh! quin se atrever a escudriar los arcanos del Altsimo?.

    Y en esta situacin me qued inmvil y absorto, abismado en profundsima melancola.

    El autor sali de Francia en 1782, cuando se terminaba la guerra de los Estados Unidos deAmrica.

    El atribuirlo todo a una fatalidad ciega, es la preocupacin universal de los Asiticos,especialmente de los Musulmanes: su respuesta comn en todos los casos es la de as est escrito:de aqu resulta una incuria y una apata que son el mayor obstculo a toda instruccin y a los

    progresos civilizadores.

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    CAPTULO III

    EL FANTASMA

    Depronto hiri mis odos un ruido semejante al del movimiento de un ropaje flotante yde una marcha pausada sobre hierbas secas. Inquieto, levant mi capa y mirando a todas

    partes con espanto, cre distinguir sobre mi izquierda, en la confusin del claroscuro de laluna y por entre las columnas y ruinas de un templo inmediato, un fantasma blanquecino,envuelto en un grandioso manto y semejante a los espectros que se representan saliendo delas tumbas. Tembl de horror y mientras mi alma vacilaba entre el deseo de huir y el desaber lo que aqullo era, los graves acentos de una voz profunda me hicieron oir este

    discurso:

    "Hasta cuando importunar el hombre a los Cielos con sus injustas quejas? Hastacuando, por medio de sus clamores vanos, acusar a la suerte de ser la causa de susinfortunios? Estarn siempre sus ojos cerrados a la luz y su corazn a las impresiones dela verdad y la justicia? Por todas partes se presenta a su vista la verdad luminosa y noquiere distinguirla; el grito de la razn hiere sus odos y obstinado no le escucha. Hombreinjusto!, si puedes por un instante suspender la ilusin que fascina tus sentidos, si tucorazn es capaz de comprender el idioma del raciocinio, interroga esas ruinas, lee en ellaslas lecciones que te presentan. Y vosotros, testigos de veinte siglos diversos, templossantos, sepulcros venerados, muros antes gloriosos, compareced ante el tribunal de la

    naturaleza misma; venid al juicio de un entendimiento recto a deponer contra unaacusacin injusta: venid a confundir las declamaciones de una falsa sabidura o de una

    piedad hipcrita y vengad a los cielos y a la tierra del hombre que los calumnia.

    Quin es esa ciega fatalidad que sin regla y sin leyes se burla de la suerte de losmortales? Quin esa necesidad injusta que confunde el xito de las acciones, el de la

    prudencia y el de la locura? Qu vienen a ser esos anatemas celestiales lanzados sobreestas regiones? Dnde est esa maldicin divina que perpeta la desolacin de estoscampos? Hablad, monumentos de los tiempos pasados!, han variados acaso los cielos susleyes, o la tierra el curso de sus operaciones? El sol ha extinguido, por ventura, los fuegosque vivifican el orbe? Los mares no elevan del mismo modo las nubes? Las lluvias y los

    rocos se quedan por ventura detenidos en el aire? Las montaas retienen susmanantiales? Los riachuelos no siguen su curso? Y las plantas estn privadas de semillasy de frutos? Responded, raza de mentira y de iniquidad! ha turbado Dios aquel orden

    primitivo y constante que design l mismo a la naturaleza? Ha negado el cielo a la tierra,o la tierra a sus habitantes, los bienes que antes le concedieran? Si nada ha variado en lacreacin, si los mismos medios que existieron siempre subsisten todava, en qu consisteque las generaciones presentes no son lo que las antiguas fueron? Ah! Cun injustamenteacusis a la suerte y a la divinidad! Es una sinrazn atribuir a Dios la causa de vuestrosinfortunios. Decid, raza perversa e hipcrita, si estos lugares estn desolados y si estasciudades poderosas se han convertido en soledades, es acaso Dios el que ha motivado suruina? Es su mano la que ha destruido estas murallas, derribado estos templos y mutiladoestas columnas, o bien es la mano del hombre? Es el brazo de Dios el que ha llevado elacero a los pueblos, el fuego a los campos, el que ha asesinado al pueblo, incendiado las

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    mieses, arrancado los rboles y talado los campos, o es el brazo del hombre furibundo?...Cuando despus de la devastacin de las cosechas ha sobrevenido el hambre, es lavenganza de Dios la que la ha producido o el furor insensato de los hombres? Cuando alsentir hambre se ha mantenido el pueblo con alimentos inmundos, si la peste se hadesarrollado, es la clera de Dios la que la envi o la imprudencia del hombre? Cuando la

    guerra, el hambre y la peste han arrebatado los habitantes, si la tierra ha quedado desierta,es Dios tambin el que la ha despoblado? Es su codicia la que roba al labrador, desola latierra productiva y aniquila sus frutos, o la codicia de los que gobiernan? Es su orgullo elque suscita las guerras homicidas, o el orgullo de sus reyes y de sus ministros? Es lavanidad de sus resoluciones la que trastorna la suerte de las familias, o la corrupcin de lasleyes? Son, en rin, sus pasiones las que bajo mil formas diversas atormentan a losindividuos y a los pueblos, o son las pasiones de los mismos hombres? Y si en lasangustias de sus males no encuentran stos los remedios, es la ignorancia de Dios laresponsable o la suya? Cesad, pues, oh mortales, de acusar a la fatalidad del destino y a los

    juicios de la Divinidad. Si Dios es bueno, podr ser el autor de vuestro suplicio? Si esjusto, ser cmplice de vuestras iniquidades? No, no; la fatalidad de que el hombre se

    queja, no es la fatalidad del destino; la oscuridad en que su razn se extrava, no es laoscuridad de Dios; el origen de sus calamidades no est en los cielos; est muy cerca de l,est sobre la tierra; no se oculta en el seno de la Divinidad, sino que reside en el hombremismo y lo lleva en su propio corazn.

    T murmuras, y dices: cmo es posible que pueblos infieles hayan gozado de losbeneficios de los cielos y de la tierra? Y cmo lo es que unas generaciones santas seanmenos felices que los pueblos impos? Hombre obcecado! dnde est la contradiccinque te escandaliza? dnde el enigma que atribuyes a la justicia de los cielos? Yo teentrego a ti mismo la balanza del premio y del castigo, de las causas y de los efectos.Dime: cuando estos infieles observaban las leyes del cielo y de la tierra; cuando ellosarreglaban sus labores oportunamente segn el orden de las estaciones y el curso de losastros, deba Dios trastornar el equilibrio del mundo para burlarse de su cuerdo y prudente

    proceder? Cuando sus manos cultivaban estos campos con esmero y fatigas, debanegarles las lluvias y el roco fecundante y hacer crecer en ellos slo espinas? Cuando, parafertilizar este rido suelo, su industria construa acueductos, formaba canales y traa,atravesando los desiertos, las aguas ms distantes, deba secar las fuentes de lasmontaas? Deba arrancar las mieses que el arte haca nacer, devastar los campos que la

    paz poblaba, destruir las ciudades que el trabajo engrandeca y turbar, en fin, el ordenestablecido por la sabidura del hombre? Qu infidelidades esa que fund los imperios

    por la prudencia, los defendi por el valor, los afirm por la justicia: que levant ciudades

    poderosas, form puertos profundos, desec marismas pestilentes, cubri la mar de naves,la tierra de habitantes; y semejante al espritu creador esparci el movimiento y la vidasobre el mundo? Si tal es la impiedad, qu ser la verdadera creencia? La santidadconsiste acaso en destruir? El Dios que puebla el aire de aves, la tierra de animales, lasondas de reptiles; el Dios que anima la naturaleza entera, es un Dios de sepulcros y deruinas? Fue la devastacin por homenaje y por sacrificio los incendios? Quiere recibirgemidos por himnos, homicidas por adoradores y por templo un mundo desierto y asolado?He aqu, sin embargo, razas santas y fieles, cules son vuestras obras; he aqu los frutosde vuestra decantada piedad! Vosotros habis asesinado los pueblos, quemado lasciudades, destruido las mieses, convertido la tierra en soledad, y peds ahora el premio devuestras obras! Ser preciso sin duda ofreceros milagros! forzoso resucitar los labradores

    que habis degollado, levantar los muros que habis destruido, reproducir las mieses quehabis asolado, reunir las aguas que habis esparcido, y contrariar, en fin, todas las leyes

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    de los cielos y la tierra, leyes establecidas por Dios mismo para demostracin de sumagnificencia y de su grandeza! Leyes eternas anteriores a todos los cdigos y a todos los

    profetas; leyes inmutables que no pueden alterar ni las pasiones ni la ignorancia delhombre; pero lapasinque las desconoce, la ignorancia que no observa las causas, que no

    prev los efectos, han dicho en la necedad de su corazn: Todo viene del acaso, una ciega

    fatalidad derrama el bien y el mal sobre la tierra, sin que la prudencia o el saber puedanestorbarlo. O bien adoptando un lenguaje hipcrita, han dicho: Todo viene de Dios, que secomplace en engaar a la sabidura, o en confundir a la razn; y la ignorancia entonces ha

    podido aplaudirse en su malignidad.As, ha dicho sta,yo me igualar a la sabidura queme ofende; yo har intil la prudencia que me importuna; y la codicia aade:As, oprimir

    yo al dbil, devorar el fruto de sus trabajos y podr decir: Dios es el que lo ha decretado,la suerte as lo ha querido. Mas yo juro por las leyes del cielo y de la tierra y por las querigen el corazn humano, que el hipcrita no podr lograr su iniquidad ni el justo su ferozintento. Antes cambiar el sol su curso que la necedad prevalezca sobre la inteligencia y elsaber, y que la ceguedad pueda ms que la prudencia en el arte delicado y profundo de

    proporcionar al hombre sus placeres verdaderos y de sentar su felicidad sobre slidas

    bases".

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    CAPTULO IV

    LA EXPOSICIN

    Ashabl el fantasma y sobrecogido con este discurso y agitado el corazn por diferentessensaciones, permanec largo rato silencioso. Al fin, atrevindome a hablar, dije losiguiente: "Oh, Genio de las tumbas y de las ruinas!, tu presencia y tu severidad hanturbado mis sentidos; pero la exactitud de tu discurso penetra mi alma de la mayorconfianza: perdona mi ignorancia. Ah! Si el hombre es ciego, ser posible que lo quecausa su tormento constituya todava su delito? Yo he podido desconocer la voz de larazn, pero no la he despreciado despus de haberla conocido. Ah! Si lees en mi corazn,t sabes cunto deseo y amo la verdad!; t sabes que la solicito con ansia... Y no es por

    cierto en busca de ella por lo que me ves en estos sitios solitarios? Ay de m! Yo herecorrido la tierra, yo he visitado los campos y los pueblos; y viendo en todas partes lamiseria y la desolacin, el sentimiento de los males que atormentan a mis semejantes hadesconsolado profundamente mi alma. Yo me he preguntado a m mismo suspirando: elhombre ha sido criado nicamente para las angustias y el dolor?, y he dirigido mi espritu ala meditacin de nuestros males para descubrir sus remedios. Yo me separar, he dicho, delas sociedades corrompidas; yo me alejar de los palacios en que el alma se deprava por elhasto de los deleites, y de la cabaa donde se envilece por las privaciones de la miseria.Ir a vivir en el desierto entre las ruinas, e interrogar los monumentos antiguos sobre lasabidura de los tiempos pasados; invocar del seno de las tumbas el espritu que form enotro tiempo el esplendor de los estados y la gloria de los pueblos del Asia. Preguntar a las

    cenizas de los legisladores, por qu mviles se elevan y se derrumban los imperios; de qucausa nacen la prosperidad y las desgracias de las naciones; y en fin, sobre qu principiosha de establecerse la paz de las sociedades y la felicidad de los hombres".

    Call, y bajando los ojos, o la respuesta que sigue del Genio: "La paz, dijo, y la felicidad,descienden sobre aqul que practica la justicia. Oh, joven humano!, puesto que tus ojosacreditan todava que pueden reconocerla en medio de la ofuscacin de las preocupaciones,tus ruegos no sern intiles: expondr a tu vista esa verdad por la que suspiras; ensear atu razn la sabidura que reclamas y te revelar los secretos de las tumbas y la ciencia delos siglos...". Entonces, acercndose a m, y poniendo su mano sobre mi cabeza: "Levntatemortal, dijo, y despeja tus sentidos del polvo que los ofusca...". Y repentinamente,

    penetrado de un fuego celestial, me pareci que senta romperse los lazos que nos fijan a latierra, y como un vapor ligero, arrebatado por el vuelo del Genio, me vea transportado alas regiones superiores. All, suspendido en los aires, bajando mis ojos a la tierra, percibuna escena nueva. Nadaba en el espacio bajo mis pies, un globo semejante al de la luna,

    pero menos grande y luminoso, me presentaba una de sus faces que tena el aspecto de undisco salpicado de grandes manchas, las unas blancas y nebulosas, las otras verdes yoscuras; y mientras yo me esforzaba en descubrir lo que eran estas manchas: "Hombre que

    buscas la verdad, me dijo el Genio conductor, reconoces este espectculo?". "Oh Genio!,respond, si no viese en la otra parte el globo de la luna, tomara ste por aqul, porquetiene las mismas apariencias de aquel planeta visto con el telescopio en la sombra de uneclipse: cualquiera dira que estas diversas manchas son mares y continentes".

    "S, respondi, son mares y continentes, y los mismos del hemisferio que habitas".

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    "Cmo!, exclam, esa es la tierra donde viven los mortales!".

    "S, repiti, ese espacio nebuloso que ocupa irregularmente una gran porcin del disco y lecie casi por todas partes, eso es lo que vosotros llamis el vasto Ocano, que desde el

    polo del Sur, adelantndose hacia el ecuador, forma primero el gran golfo de laIndiay del

    frica, despus se prolonga al Oriente por medio de las islasMalayashasta los confines dela Tartaria, al paso que por el oeste envuelve los continentes del fricay la Europahastael norte delAsia".

    "A nuestros pies se halla esa pennsula de forma cuadrada que es la regin rida de losrabes; a su izquierda, ese gran continente casi desnudo en su interior y solamente verdosoen sus extremos, es el suelo abrasado que habitan los hombres negros. Al norte, ms allde un mar irregular, estrecho y largo, estn las tierras de la pinge Europa, rica en praderasy en campos cultivados: a su derecha, desde el Caspio, se extienden las llanuras nevadas eincultas de la Tartaria. Volviendo hacia nosotros, este espacio blanquecino y seco, es elvasto y triste desierto de Cobi, que separa la Chinadel resto del mundo. Mira este imperio

    en el terreno que se esconde a nuestra vista bajo una superficie curva; sobre sus extremos,esas lenguas de tierra desunidas y esos puntos separados que ves, son las pennsulas y lasislas de los pueblos Malayos, tristes poseedores de los aromas y de los perfumes. Esetringulo que avanza a lo lejos en el mar, es la pennsula harto clebre de la India.Contempla el curso tortuoso del Ganges, las speras montaas del Tibet, el valle deliciosode Cachemira, los desiertos salinos de Persia, las riberas del Eufratesy el Tigris, el curso

    profundo delJordny los canales del solitarioNilo".

    "Oh Genio admirable!, dije interrumpindole, la vista de un mortal no puede alcanzar adistinguir esos objetos a la distancia que me encuentro...". Al instante me toc los ojos, quese hicieron ms perspicaces que los del guila misma; y a pesar de ellos, los ros no me

    parecan todava ms que cintas ondulantes, las montaas, surcos tortuosos y las ciudades,pequeos embutidos semejantes a los tableros de damas.

    Qu bien real produce a una nacin el comercio de la India, todo compuesto de objetos delujo? Con una marina que consume vidas y dinero, lleva las materias tiles o necesarias e introducemercaderas superfluas que aumentan la desigualdad de las condiciones y la distancia del rico al

    pobre; ahora bien, qu masa de supersticiones no ha aadido la India a la supersticin comn?

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    Y el Genio indicndome con el dedo los objetos, me dijo: "Esos montones de piedraslabradas que percibes en el valle estrecho que el Nilo fecundiza, son los esqueletos de los

    palacios y los templos del antiguo Egipto. He all los vestigios de su metrpoli primitiva, laTebas de los cien palacios, donde nacieron las leyes, las ciencias y las artes .

    Ms abajo, esos puntos cenicientos, son las pirmides cuyas masas enormes te hansorprendido: ms all, esa ribera que guarnece el mar y una cadena de montaas estrechas,fue la mansin de los pueblos Fenicios, all estuvieron las ciudades poderosas de Tiro, deSidn, de Ascaln, de Gazay de Berites. Ese hilo de agua sin salida, es el ro Jordn; yesas rocas ridas fueron algn da teatro de sucesos que hicieron mucho ruido en el mundo.He all aquel desierto deHoreby aquelMonte Sina, donde por unos medios que el vulgoignora, un hombre atrevido y de genio profundo, fund instituciones que han influidomucho sobre la especie humana. En la rida playa confinante, no percibes resto alguno deesplendor, y sin embargo fue un depsito de riquezas. All estaban aquellos puertosidumeos desde los cuales las flotas hebreas y fenicias, costeando la pennsula rabe, sedirigan al golfo Prsico, para tomar en l las perlas de Hevila y el oro de Saba y de Ofir

    .

    Los eruditos de la expedicin francesa a Egipto han demostrado que Tebas, dividida encuatro o cinco ciudades sobre las dos orillas del Nilo, no poda tener jams las cien puertas citadas

    por Homero. (V. El vol. II de la obra magnfica de estos eruditos). El historiador Diodoro de Siciliahabla despus indicando la causa del error, observando que en las lenguas y costumbres delOriente, la misma palabra signfica puerta, casa o palacio (la parte tomada por el todo); adems desto, parece que haba sentido el origen de esta tradicin griega, cuando dice: 'Despus de Tebashacia Menfis, existieron antiguamente a lo largo del ro Nilo cien vastas caballerizas, provistas cadauna de doscientos caballos (siempre prontos al servicio de los reyes).' (V. Diod. De Sicil., lib. I,sec. II, ed. de Wesseling.) El nombre de etopes, aqu atribuido a los tebanos, autorizado porHomero, y fue por la piel y los ojos negros de este pueblo, pero sin pretender que fuesen africanos,

    con pelo crespo. Las observaciones hechas por los franceses no dejan duda sobre este particular.

    El historiador Herodoto dice que cien mil hombres trabajaron diariamente, por espacio deveinte aos, en la pirmide del rey Cheops, que no es ms que un sepulcro. Se ha calculado que sicon este gasto se hubiera cerrado el istmo de Suez con una muralla fuerte como la de la China, lasuerte de Egipto hubiera sido muy diferente: todas las invasiones de los persas, griegos y rabes,hubieran sido imposibles. - Oh cuntos miles de millones perdidos en poner piedras sobre piedras

    para edificar iglesias y templos! Convierten los alquimistas las piedras en oro, y los arquitectos eloro en piedras. Desgraciados de los reyes (como de los particulares), que entregan su bolsa a estasdos especies de empricos!

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    S, all, sobre aquella costa de Omny deBarain, se hallaba el centro del lujoso comercioque hizo por su movimiento y viscisitudes la fortuna de los antiguos pueblos: all es dondevenan a parar los aromas y las piedras preciosas de Ceiln, los chales de Cachemira, losdiamantes de Golconda, el mbar de las Maldivas, el almizcle del Tibet, el acbar deCochn, los monos y los pavos reales del continente de laIndia, el incienso deHadramaut;

    la mirra, la plata, el polvo de oro y el marfil de Africa: de all es desde donde tomando sudireccin, unas veces por el mar Rojo, sobre los buques del Egipto y de la Siria, estosobjetos alimentaron sucesivamente la opulencia de Tebas, de Sidn, de Menfis y de

    Jerusaln, y otras veces subiendo por el Tigrisy el Eufrates, solicitaron la actividad de lasnaciones asirias, medas, caldeas y persas; y estas riquezas, segn el uso o el abuso que deellas se haca, levantaron o destruyeron alternativamente su dominacin. He aqu elmanantial que produca la mangnificencia de Perspolis, cuyas columnas descubres; deEcbatana, cuyo sptuplo recinto est destruido; deBabilonia, que slo conserva montonesde tierra removida; de Nnive, cuyo nombre apenas subsiste; deTapsaques, de Anato, deGerra y de esta desolada Palmira. Oh nombres para siempre gloriosos!, oh camposclebres!, oh recintos memorables! Qu lecciones tan sublimes nos ofrece vuestro

    aspecto!, cuntas verdades importantes ven escritas sobre la superficie de esta tierra!Recuerdos de los tiempos pasados, venid a mi memoria; lugares, testigos de la vida delhombre en tantas edades diversas, representadme las revoluciones de su fortuna; decidcules fueron los mviles y los procedimientos; decid a qu causas debi sus venturas ysus desgracias; descubridle a l mismo el origen de sus males; rectificad sus juicios con lavista de sus errores; enseadle su propia sabidura, y que la experiencia de las generaciones

    pasadas forme un cuadro de instruccin y un germen de felicidad para las generacionespresentes y futuras".

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    CAPTULO V

    CONDICIN DEL HOMBRE EN EL UNIVERSO

    Despus de algunos momentos de silencio, volvi el Genio a hablar de esta manera:

    "Ya te lo he dicho, Oh amante de la verdad!, el hombre atribuye en vano sus desgracias aunos agentes desconocidos e imaginarios: en vano busca causas misteriosas y extraas

    para sus males: no hay duda que su condicin est sujeta a varios inconvenientes en elorden general del universo; no hay duda que su existencia est dominada por potenciassuperiores; pero estas potencias no son ni los decretos de un destino ciego, ni los caprichosde seres fantsticos y extravagantes; lo mismo que al mundo de que forman parte, rigen al

    hombre leyes naturales, regulares en su curso, consiguientes en sus efectos, inmutables ensu esencia; y estas leyes manantial comn de los bienes y los males, no estn escritas a lolejos en los astros, u ocultas en cdices misteriosos, sino que, inherentes a la naturaleza delos seres terrestres, identificadas con su existencia misma, se presentan al hombre en todotiempo y en todo lugar, obran sobre sus sentidos, advierten su inteligencia y proporcionan acada accin su pena y su recompensa. Que conozca el hombre esas leyes; que comprendala naturaleza de los seres que le rodean y su naturaleza propiay entonces conocer losmotores de su suerte, sabr cules son las causas de sus males y cules son sus remedios.

    Cuando la potencia desconocida que anima el universo, form el globo que el hombrehabita, imprimi a los seres que lo componenpropiedades esencialesque constituyeron la

    reglade sus movimientos individuales, el lazode sus relaciones recprocas y la causade laarmona del todo. As estableci un orden regular de causas y efectos, de principios y deconsecuencias, que bajo una apariencia casualgobierna el mundo y mantiene el equilibriouniversal: as es que lapotencia desconocidadio al fuego el movimiento y la actividad, alaire lo hizo elstico, pesada y densa la materia, form el viento ms ligero que el agua, elmetal ms pesado que la tierra, y la madera menos compacta y tenaz que el acero; ordenque la llama subiese, que la piedra bajase y que las plantas vegetaran; al hombre,queriendo exponerleal choque de tantos seres diversos y al mismo tiempo preservar su

    frgil vida, le dio facultad de sentir. Por esta facultad, toda accin nociva a su existencia leprodujo una sensaci{on de maly de dolor; y toda accin favorable, otra de bienestary deplacer. Por medio de estas sensaciones, el hombre unas veces desviado de lo que hiere sus

    sentidos, y otras atrado por lo que los halaga, se ha visto en la necesidad de amar y deconservar su vida. Por lo tanto, el amor de s mismo, el deseo del bienestar, la aversin deldolor, han sido las leyes esenciales y primordiales impuestas al hombre por la

    NATURALEZA misma; leyes que la potencia ordenadora, sea cual fuere, ha establecidopara gobernarle; y que, semejantes a las del movimiento en el mundo fsico, han venido aser el principio sencillo y fecundo de todo lo que ha pasado en el mundo moral.

    Tal es la condicin del hombre; por una parte est sometido a la accin de los elementosque le rodean y sujeto a muchos males inevitables; y si en este principio se ha mostradosevera la NATURALEZA, por otra parte justa y an indulgente, ha templado no slo susmales con bienes positivos, sino que ha dado adems al hombre el poder de aumentar losunos y de siminuir los otros, pareciendo decirle: "Dbil obra de mis manos, nada te debo yte doy la vida; el mundo en que te coloco no fue hecho para ti y sin embargo te concedo

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    que le disfrutes; t te hallars mezclado de bienes y de males; a t es a quien tocadistinguirlos, a t corresponde guiar tus pasos con acierto en los senderos de flores y deespinas. S t mismo el rbitro de tu suerte, yo te entrego tu destino". S, seguramente, elhombre se ha hecho el autor de su destino; l mismo ha creado alternativamente los revesesy los triunfos de su fortuna; y si a vista de tantos dolores con que ha martirizado su vida,

    tiene motivos para quejarse de su debilidad o de su imprudencia; al considerar de quprincipios ha partido, y a qu altura ha sabido elevarse, tal vez tenga derecho para presumirde su fuerza y para envanecerse de su ingenio.

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    CAPTULOVI

    ESTADO ORIGINAL DEL HOMBRE

    Formadoel hombre en su origen falto de espritu y de cuerpo, se hall lanzado por elacaso sobre una tierra agreste y desconocida: hurfano abandonado de la potenciadesconocida que le creara, no vio a su lado seres bajados de los cielospara advertirle lasnecesidadesque no deba ms que a sus sentidos, ni para instruirle en los deberesnacidosde sus necesidades. Semejantes a los dems animales, sin experiencia de lo pasado, sin

    previsin de lo futuro, vag por los bosques, guiado y dirigido solamente por los consejosde la naturaleza; el dolor del hambrele inclin a los alimentos y provey a su subsistencia;las intemperies del airele inspiraron el deseo de cubrir su desnudez y se hizo los vestidos;

    por el atractivo de un placer poderoso, se acerc a un ser parecido a l y perpetu suespecie...

    De esta suerte las impresiones que recibi de cada objeto, despertando sus facultades,desenvolvieron por grados su entendimiento y comenzaron a instruir su profundaignorancia; sus necesidades crearon su industria, sus peligros formaron su valor: aprendi adistinguir las plantas tiles de las dainas, a combatir los elementos, a sujetar los animales,a defender su vida; y de este modo disminuy su miseria.

    El amor de s mismo, la aversin al dolor, el deseo de bienestar, fueron los mvilessencillos y poderosos que sacaron al hombre del estado salvaje y brbaro en que la

    NATURALEZA le haba colocado; y cuando al presente ve su vida rodeada de placeres,cuando puede contar en cada uno de sus das algunas dulzuras, tiene el derecho defelicitarse y decir: "Yo soy el que ha producido los bienes que me rodean, yo soy el autorde mi felicidad; habitacin cmoda, vestidos convenientes, alimentos sanos y abundantes,campos risueos, colinas frtiles, imperios populosos, todo es obra de mi ingenio; sin m,esta tierra abandonada al desorden no sera ms que una marisma inmunda, un camposalvaje, o un desierto espantoso...". S, hombre creador, yo te saludo! T has llegado amedir la extensin de los cielos; t has conseguido calcular la masa de los astros; t haslogrado apoderarte del rayo de las nubes, dominar el mar y las tormentas y sujetar todos loselementos. Ah!, cmo han podido mezclarse tantos rasgos sublimes con tantos extravos!.

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    CAPTULOVII

    PRINCIPIOS DE LAS SOCIEDADES

    Errantes en los bosques y en las orillas de los ros, ocupados en la caza y en la pesca,rodeados de riesgos, asaltados de enemigos, atormentados por el hambre y los reptiles yacosados por las fieras, debieron los primeros hombres sentir su debilidad individual, ymovidos de una necesidad comn de seguridad y de un sentimiento recproco de losmismos males, reunieron sus medios y fuerzas; y cuando uno corri peligro, muchos leayudaron y socorrieron; cuando uno careci de subsistencia, otro le dio una parte de lasuya; y de este modo los hombres se asociaron para asegurar su existencia, para aumentarsus facultades, para proteger sus goces y el amor de s mismo fue el principio de la

    sociedad.

    Instruidos despus por la prueba repetida de diversos accidentes, por las fatigas de una vidavagabunda, por las inquietudes de frecuentes hambres, entraron los hombres en cuentasconsigo mismos y dijronse: Por qu hemos de emplear nuestros das en buscar frutosesparcidos sobre una tierra estril? Por qu hemos de aniquilarnos persiguiendo brutosque suelen escaprsenos en los bosques y los ros? Por qu no reunir bajo nuestra manolos animales que nos sustentan? Por qu no aplicar nuestros esmeros a su multiplicacin

    y defensa? Nos alimentaremos entonces con sus productos; nos vestiremos con susdespojos y viviremos exentos de las fatigas del da y de los cuidados del porvenir.

    Y ayudndose unos a otros cogieron el cabrito ligero, la oveja tmida, el camello paciente,el toro indmito, el caballo fogoso, y celebrando su industria, descansaron con alegra desu corazn y comenzaron a gozar del reposo y de las comodidades; y el amor de s mismo,

    principio de todo raciocinio, fue el motor de todas las artes y de todos los placeres.

    As que los hombres pudieron pasar los das entregados al reposo y en la comunicacin desus ideas, dirigieron sobre la tierra, sobre los cielos y sobre su propia existencia, curiosasmiradas y reflexionaron: observaron el curso de las estaciones, la accin de los elementos,las propiedades de los frutos y las plantas y aplicaron su espritu a multiplicar sus goces. Yhabiendo observado en algunas comarcas, que ciertas semillas contenan bajo un pequeovolumen una sustancia sana, propia para ser conservada y conducida a todas partes,

    imitaron el procedimiento de la naturaleza; esparcieron sobre la tierra el trigo, la cebada yel arroz, que fructificaron segn sus esperanzas; y habiendo encontrado el medio deobtener en un pequeo espacio y sin mudar de sitio, muchas subsistencias e infinitas

    provisiones, construyeron casas estables y formaron aldeas y ciudades; se reunieron enpueblos y ms adelante en naciones numerosas y el amor de s mismoprodujo el desarrollodel ingenio y del poder.

    De este modo y con el nico auxilio de sus facultades, ha sabido elevarse el hombre por spropio a la asombrosa altura de su bienestar presente. Y hubiera sido muy dichoso, si,observando escrupulosamente la ley impresa a su ser natural, hubiese llenado con fidelidadsu nico y verdadero objeto. Pero, por una imprudencia funesta, habiendo unas vecesdesconocido y otras rebasado sus lmites, se ha confundido en un laberinto de errores e

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    infortunios; y el amor de s mismo, ya ciego, ya desarreglado, se ha convertido fatalmenteen un principio fecundo de calamidades inmensas.

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    CAPTULO VIII

    ORIGEN DE LOS MALES DE LAS SOCIEDADES

    Enefecto, cuando los hombres pudieron desenvolver sus facultades, enajenados por elatractivo de los objetos que halagan los sentidos, entregronse a los deseos msdesenfrenados. Ya no les fue suficiente la medida de las dulces sensaciones que la

    Naturaleza haba ligado a sus verdaderas necesidades para hacerles apreciar suexistencia; no contentos con los bienes que les ofreca la tierra, o que produca su industria,quisieron acumular goces sobre goces y codiciaron los que posean sus semejantes. Y unhombrefuerte se levant contra otro dbilpara arrebatarle el fruto de sus fatigas; y el dbilconvoc a otro dbilpara resistir a la violencia; y los fuertes se dijeron: A qu fatigar

    nuestros brazos para producir los regalos que se encuentran en poder de los dbiles?Unmonos y despojmosles; ellos trabajarn por nosotros y nosotros gozaremos de sustrabajos! Y habindose asociado los fuertes para la opresin, como los dbiles para laresistencia, se atormentaron los hombres recprocamente y se estableci sobre la tierra unadiscordia general y funesta, en la cual reproducindose las pasiones bajo mltiples formas,no han cesado de formar un encadenamiento sucesivo de calamidades.

    Ese mismo amor propio, que moderado y prudente, era un principio de felicidad y deperfeccin, convertido en ciego y desordenado, se transform en veneno corruptor; y lacodicia, hija y compaera de la ignorancia, ha sido la causa de cuantos males handesolado a la tierra.

    S; s, la ignoranciay la codicia, he aqu el doble origen de todos los tormentos de la vidadel hombre. Ellas han formado ideas falsas de la felicidad, desconocido o quebrantado lasleyes de la Naturaleza en sus relaciones con los objetos exteriores, y perjudicando a suexistencia, han violado la moral individual: por ellas, cerrando su corazn a los buenossentimientos y su espritu a la equidad, ha vejado y afligido a su semejante y violado lamoral de la sociedad. Por la ignoranciay la codicia, ha tomado el hombre las armas contrael hombre, la familia contra la familia, la tribu contra la tribu y la tierra se ha convertido enteatro sangriento de discordia y latrocinio; por la ignoranciay la codicia, fermentando unasecreta guerra en el seno de cada estado, se han desunido entre s los ciudadanos; y unamisma sociedad se ha dividido en opresores y oprimidos, en dueos y esclavos: por ellas,

    insolentes y atrevidos los jefes de una nacin han fundado el despotismo poltico; otrasveces, hipcritas y astutos, han hecho creer que del cielo descendan poderes mentirosos yyugos sacrlegos; la crdula avaricia ha fundado el despotismo religioso; por ellas, en fin,se han desnaturalizado las ideas del bieny del mal, de lojustoy de lo injusto, de la virtudydel vicioy las naciones se han perdido en un caos de errores y de calamidades. La codiciadel hombrey su ignorancia!... he aqu los genios malignosque han perdido la tierra: heaqu los decretos del acaso, que han derrocado los imperios; he aqu los anatemascelestiales que han destruido estos muros en otros tiempos tan gloriosos, y convertido elesplendor de una ciudad populosa en soledad y ruinas. Pero, supuesto que fue del seno delhombre de donde salieron todos los males que le han despedazado, en l fue donde debiencontrarse los remedios, y en s es donde deben buscarse.

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    CAPTULO IX

    ORIGEN DE LOS GOBIERNOS Y DE LAS LEYES

    No tard mucho en llegar el tiempo en que fatigados los hombres de los males querecprocamente se causaban, suspiraron por la paz; y reflexionando sobre sus grandesinfortunios y las causas que los producan, dijeron: Nosotros nos perjudicamosmutuamente con nuestras pasiones; y por querer cada uno apoderarse de todo, resulta queninguno posee nada: lo que hoy quita uno maana se lo arrebatan, y nuestra codicia recaesobre nosotros mismos. Instituyamos rbitros que juzguen nuestras pretensiones y que

    pacifiquen nuestras discordias. Cuando el fuerte se levante contra el dbil que el rbitro lereprima, y disponga de nuestros brazos para contener la violencia; y la vida y las

    propiedades de cada uno de nosotros se hallarn bajo la custodia y la proteccincomunes, y todos gozaremos de los bienes de la naturaleza.

    As se formaron en el seno de las sociedades ciertos convenios tcitos o expresos, quevinieron a ser la reglade las accionesde los particulares; la medidade sus derechos, la leyde sus relaciones recprocas, y se pusieron delante algunos hombres para hacerlas observar,y el pueblo les entreg la balanzapara pesar los derechos, y la espadapara castigar lastransgresiones.

    De este modo se estableci entre los individuos un feliz equilibriode fuerzas y de accin,que constituy la seguridadcomn. El nombre de equidady de justiciafue reconocido y

    reverenciado sobre la tierra; cada hombre pudo gozar en paz de los frutos de su trabajo, sededic enteramente a los movimientos de su alma; y suscitada y sostenida su actividad porla esperanza o por la real y verdadera posesin de los placeres, hizo germinar todas lasriquezas del arte y de la naturaleza: los campos se cubrieron de mieses, los valles deganados, las colinas de frutos, la mar de buques; y el hombre fue feliz y poderoso sobre latierra.

    El desorden que produjo su imprudencia, lo repar su propia sabidura; y esta sabidura fuetambin un efecto de las leyes de la naturaleza en la organizacin de su ser. Para asegurarsus propios goces, respet los ajenos; y la codicia encontr su correctivo en el amorilustrado de s mismo.

    Este amor de s mismo, mvil eterno de todo individuo, vino a ser la base necesaria de todasociedad; y de la observancia de esta ley natural dependi la suerte de las naciones.Cuando las leyes ficticias y convencionales lograron su objeto y llenaron su destino, elhombre movido por un instinto poderoso, despleg todas las facultades de su ser y de lamultitud de felicidades particulares surgi la felicidad pblica. Pero cuando estas leyescoartaron la tendencia del hombre hacia su felicidad, privado su corazn de los mvilesverdaderos, se debilit en la inaccin, y el decaimiento de los individuos produjo ladebilidad pblica.

    As, como el amor de s mismo, imprudente e impetuoso, instiga sin cesar al hombre contrasu semejante, y trabaja siempre para disolver la sociedad, el arte de las leyesy la virtud desus agentes deben templar el conflicto de las pasiones, mantener el equilibrio entre las

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    fuerzas, y asegurar a cada uno su bienestar, a fin de que en el choque de una sociedad conotra tengan todos los individuos un mismo intersen la conservacin y en la defensa de lacausa pblica.

    Resulta, pues, que el esplendor y la prosperidad de los imperios, han dependido

    interiormente de la equidadde los gobiernos y las leyes, y su poder respectivo, ha tenidopor lmite en lo exterior el nmero de los intereses particulares, y el grado de adhesin a lacausa pblica.

    Por otra parte, habiendo hecho la multiplicacin de los hombres ms difcil el sealamientode sus derechos recprocos, por la complicacin de sus relaciones; habiendo ocasionado lalucha perpetua de sus pasiones incidentes imprevistos; habiendo sido los conveniosviciosos, insuficientes o nulos; y en fin, habiendo ya desconocido, ya ocultado su objetolos autores de las leyes; y habindose dejado arrastrar sus ministros por su propia codicia,en vez de sujetar la ajena; todas estas causas introdujeron en las sociedades la turbacin yel desorden: y el vicio de las leyesy la injusticiade los gobiernos, derivados de la codicia

    y la ignorancia, han sido los mviles de las desgracias de los pueblos y la causa deltrastorno de los estados.

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    CAPTULO X

    CAUSAS GENERALES DE LA PROSPERIDAD

    DE LOS ESTADOS ANTIGUOS

    He aqu, oh mortal que buscas la sabidura, cules han sido las causas de lasrevoluciones de estos antiqusimos estados, cuyas ruinas contemplas! Sobre cualquier

    punto en que repose mi vista, a cualquier tiempo que se dirijan mis ideas, en todas partes seofrecen a mi espritu los mismos principios de fomento y destruccin, de prosperidad ydecadencia. Por todas partes veo que si un pueblo es poderoso, si un imperio prospera, es

    porque las leyes convencionalesestn conformes con las leyes de la naturaleza; es porqueel gobierno proporciona a los hombres el libre usode sus facultaes, la seguridad igual desus personas y de sus propiedades. Si al contrario, un imperio se arruinao se disuelve, es

    porque las leyes son viciosas e imperfectas, o porque el gobierno corrompido lasquebranta. Y si las leyes y los gobiernos, al principio sabios y justos se depravan, estaalternativa de bien y de mal depende de la naturaleza del corazn humano, de la sucesinde sus inclinaciones, del progreso de sus conocimientos, de la combinacin de lascircunstancias y de los sucesos, como lo acredita la historia de la humanidad.

    En la infancia de las naciones, cuando los hombres vivan en los bosques sujetos todos alas mismas necesidades, y dotados todos de las propias facultades, eran casi iguales enfuerzas; y esta igualdad fue una circunstancia fecunda para la organizacin de las

    sociedades; siendo cada individuo independiente de otro, ninguno fue esclavo, ni tuvo lapretensin de ser dominador. El hombre nuevo ni conoca la servidumbre, ni la tirana;provisto de medios suficientes a su bienestar, no pens en adquirir otros extraos. Nodebiendo nada, no exigiendo nada, juzgaba de los derechos ajenos por los suyos, y tenaideas exactas de la justicia; ignorando el arte de gozar, no saba producir sino lo necesario;y por falta de superfluidades estaba embotada la codicia: mas si sta se atreva a despertar,se la resista con vigor; el hombre atrincherado en sus verdaderas necesidades, y en el

    poder de esta resistencia, conservaba un justo equilibrio.

    As pues, la igualdad original, la falta de convenciones, mantena la libertad de laspersonas, la seguridadde las propiedades y produca las buenas costumbres y el orden.

    Cada uno trabajaba por s y para s, el corazn del hombre, ocupado, no experimentabadeseos culpables. El hombre gozaba poco, pero satisfaca sus necesidades; y como lanaturaleza indulgente las hizo inferiores a los medios de satisfacerlas, el trabajo de susmanos produjo muy luego la abundancia y sta la poblacin: se desplegaron las artes, seextendi el cultivo, y la tierra cubierta de numerosos habitantes se dividi en diversosdominios. Luego que se fueron complicando las relaciones de los hombres, se hizo msdifcil el sostenimiento del orden de las sociedades.

    El tiempo y la industria engendraron las riquezas, y la codiciase hizo ms activa; y comola igualdad, fcil entre los individuos, no pudo subsistir entre las familias, se rompi elequilibrio natural; fue preciso entonces sustituirle con un equilibrio simulado, fue preciso

    tambin nombrar jefes, establecer leyes y debi suceder en la inexperiencia primitiva, quesiendo ocasionadas por la codicia, debieron participar de su carcter; pero varias

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    circunstancias contribuyeron a moderar el desorden, y a que los gobiernos se viesen en lanecesidad de ser justos.

    En efecto, siendo los estados dbiles al principio y debiendo temer los enemigos externos,import mucho a los jefes no oprimir a sus sbditos; porque si hubiese disminuido el amor

    de los ciudadanos a su gobierno, hubieran disminuido tambin sus medios de resistencia;hubieran facilitado las invasiones extranjeras, y por medio de pretensiones injustas,comprometido su propia existencia.

    En lo interior, el carcter de los pueblos rechazaba la tirana. Los hombres haban contradoantiguos hbitos de independiencia: tenan muy pocas necesidades y un conocimiento muy

    positivo de sus propias fuerzas. Como los estados eran pequeos, era difcil desunir a losciudadanos para que los unos oprimieran a los otros; se comunicaban con demasiadafacilidad y eran muy claros y sencillos sus derechos. Adems siendo propietarios ycultivadores todos los hombres, ninguno tena necesidad de venderse a otro, y el dspotano habra encontrado quien vendiera su trabajo.

    Si se suscitaban disensiones, era de familia a familia, de bando a bando, y los interesessiempre eran comunes a un gran nmero de individuos; las turbulencias eran seguramentems vivas, pero el temor a los extranjeros apagaba las discordias: si la opresin de un

    partido lograba consolidarse, siendo la tierra libre y encontrando los hombres sencillos entodas partes las mismas ventajas, los oprimidos emigraban y llevaban a otra parte suindependencia.

    Los antiguos estados gozaban por lo tanto entre s de infinitos medios de prosperidad y depoder: cuando el hombre hallaba su bienestar en la constitucin de su pas, con el ms vivointers la conservaba; si un extrao le atacaba, como que defenda su hacienda y su casa,llevaba a los combates la pasin de una causa personal y el sacrificio de s mismoocasionaba el amor a la patria.

    Y porque toda accin til al pblico atraa su estimacin y su reconocimiento, cada cualprocuraba ser til y el amor propiomultiplicaba los talentos y las virtudes civiles.

    Y porque todo ciudadano, contribua igualmente con sus bienes y su persona, eraninnumerables los ejrcitos y las rentas pblicas, y las naciones desplegaban unas masasrespetables de fuerzas.

    Y porque la tierra era libre, y su posesin segura y fcil, cada cual era propietario; y lasubdivisin de las propiedades conservaba las costumbres e impeda el lujo.

    Y porque cada cual cultivaba por s mismo, el cultivo era ms atractivo, los productos msabundantes, y la riqueza particular constitua la opulencia pblica.

    Y porque la abundancia de los productos facilitaba la subsistencia, la poblacin fue rpiday numerosa, y los estados llegaron en breve al trmino de su esplendor.

    Y porque hubo ms productos que consumos, naci la necesidad de comerciar y sehicieron cambios de pueblo a pueblo, que aumentaron su actividad y sus gocesrespectivos.

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    Y porque ciertos parajes, en ciertas pocas, reunieron la ventaja de ser bien gobernados a lade estar situados en el camino de la ms activa circulacin, se hicieron escalas florecientesde comercio y puntos poderosos de dominacin. Y a orillas del Nilo y del Mediterrneo,del Tigris y del Eufrates, las riquezas reunidas de la India y de la Europa levantaronsucesivamente cien metrpolis a la mayor altura.

    Y enriquecidos los pueblos, aplicaron el sobrante de sus recursos a los trabajos de utilidadpblica y comn; y esta fue la poca de aquellas obras cuya magnificencia nos admira; deaquellos pozos de Tiro, de aquellos diques del Eufrates, de auquellos conductossubterrneos de Media, de aquellas fortalezas del desierto, de aquellos templos, de aquellos

    prticos... Y estos trabajos pudieron ser inmensos sin abrumar a las naciones, porquefueron el producto de un concurso igual y comn de las fuerzas de individuos apasionadosy libres.

    As prosperaron los estados antiguos, porque las instituciones sociales fueron en ellosconformes con las verdaderas leyes de la naturaleza, y porque gozando en ellos los

    hombres de la libertad y seguridad de sus personas y propiedades, pudieron desplegartodas sus facultades y toda la energa del amor de s mismos.

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    CAPTULO XI

    CAUSAS GENERALES DE LAS REVOLUCIONES

    Y DE LA RUINA DE LOS ESTADOS ANTIGUOS

    Cuandola codicia suscit entre los hombres una lucha constante y general, que produjolas invasiones recprocas de los individuos y las sociedades, se siguieron tambin lasagitaciones y revoluciones sucesivas.

    En el estado salvaje y brbaro de los primeros hombres, esta codicia audaz y feroz ensela rapia, la violencia y el asesinato y por mucho tiempo se suspendieron los progresos dela civilizacin.

    Despus que las sociedades empezaron a formarse, pasando el efecto de los malos hbitosa las leyes y a los gobiernos, se corrompieron las instituciones y su objeto y seestablecieron derechos arbitrarios, que depravaron las ideas de justicia y la moralidad delos pueblos.

    Porque un hombre fue ms fuerte que otro, se tom esa desigualdad accidental de lanaturaleza por una ley positiva; y como el fuerte pudo quitar al dbil la vida y no se laquit, se atribuy un derecho abusivo de propiedad, y la esclavitud de los individuos

    prepar la esclavitud de las naciones .

    Porque el jefe de familia pudo ejercer una autoridad absoluta en su casa, ajust la regla desu conducta a sus gustos y pasiones, dio o quit sus bienes, sin igualdad, sin justicia, y eldespotismo paternalech los cimientos del despotismo poltico .

    Casi todos los filsofos y polticos antiguos han establecido por dogma o principio, que loshombres nacen desiguales y que la naturaleza ha criado los unos para ser libres, y los otros para seresclavos. Estas son las expresiones positivas de Aristteles en su Poltica, y de Platn en suRepblica. El derecho del ms fuerte ha sido el derecho de gentes de todos los pueblos antiguos, delos galos, romanos, atenienses, etc.; y de esta doctrina feroz han dimanado los grandes crmenes

    polticos y las crueldades de las naciones.

    A quien haya meditado sobre la historia, le ser fcil probar que la mayor parte de los abusosde los gobiernos se han fundado sobre los del rgimen domstico, que algunos espritussuperficiales han elogiado con el ttulo de gobierno patriarcal; pero, en una palabra, qu cosa es lafamilia, sino la parte elemental de que se compone el gran cuerpo llamado nacin? El espritu deeste gran cuerpo no es ms que la adicin de sus fracciones; tales como son las costumbres de lafamilia, as son las de la nacin. - En el Asia, los grandes vicios polticos son: 1. el despotismo

    paternal; 2. la poligamia que corrompe toda la casa, y que entre los prncipes y reyes introduce elasesinato para cada sucesin y consume al pueblo, obligndole a sealar alimentos a muchas

    personas; 3. la falta de propiedad, porque los sultanes se arrogan solos todo el territorio; 4. la

    desigualdad de herencia entre los hijos, el derecho abusivo de testar, la exclusin de las hembras enlas herencias, etc. Mudad estas leyes y cambiaris la situacin de estos pases.

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    En las sociedades formadas sobre tales bases habindose multiplicado las riquezas con eltiempo y el trabajo, se hizo la codicia ms artificiosa, sin ser por eso menos activa, por lomismo que las leyes se proponan sujetarla. Bajo las apariencias engaosas de unin y pazcivil, foment en el seno de cada estado una guerra intestina, en la cual divididos losciudadanos en cuerpos contrarios, compuestos de rdenes, de clases y familias, aspiraron

    constantemente a apropiarse, bajo el nombre depoder supremo, la facultad de acapararlo yavasallarlo todo, segn la voluntad de sus pasiones; y este espritu de invasinfue el quedisfrazado con diversas formas, pero siempre el mismo en su fin y en sus mviles, no hacesado de atormentar a las naciones.

    Unas veces oponindose al pacto social, o rompiendo el que ya exista, entreg a loshabitantes de un pas al choque tumultuoso de todas sus discordias; y los estados disueltos

    bajo el nombre de anarqua, fueron atormentados por las pasiones de todos sus individuos.Otras veces un pueblo celoso de su libertad, habiendo propuesto agentespara administrar,se apropiaron stos los poderes de que slo eran depositarios; emplearon los fondos

    pblicos en corromper las elecciones, en hacerse partidarios y en dividir al pueblo. Por

    estos medios convirtieron su poder t