violencia sagrada

Upload: yosolo

Post on 12-Feb-2018

224 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    1/11

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    2/11

    45

    Violencia y sacrificio. La contribucinantropolgica de Ren Girard y reflexionespara la investigacin

    Violence and sacrifice. The Ren Girards anthropologicalcontribution and reflections for the research

    MANUEL ANTONIO BAEZA R.1

    Resumen

    En un primer momento, el artculo revisa aspectos del concepto de violencia inscrito en la obradel antroplogo francs Ren Girard, para quien la violencia est asociada al sacrificio ritual ytiene un carcter ambivalente: quien provoca o encarna la violencia, es a la vez veneno y antdotopara la sociedad. Veneno porque le provoca dao, y antdoto porque permite que la sociedad sepurifique a travs de este individuo, por ejemplo mediante pena de muerte, exilio, encierro. Enun segundo momento, se plantean algunas reflexiones e hiptesis para la investigacin que surgende la revisin del concepto de violencia de Girard. Se concluye que existen continuidades y ruptu-ras en las formas de violencia a travs del proceso histrico de la humanidad, desde las cuales sepueden comprender y enfrentar varias expresiones de violencia en la sociedad contempornea.

    Palabras clave: Violencia, sacrificio, ritual.

    Abstract

    At first, the article reviews aspects of the concept of violence in the work of French anthropologistRen Girard, for whom violence is associated with ritual sacrifice and it has an ambivalent charac-ter: who embodies or causes violence is both poison and antidote to the society. Poison because itcauses damage, and an antidote because it allows society to purify from this individual, forexample using the death penalty, exile, confinement. At second, we propose some ideas and hy-potheses for research arising from the review of the concept of violence in Girard. We concludethat there are continuities and ruptures at forms of violence through the historical process ofhumanity, from which we can understand and deal with various expressions of violence in con-temporary society.

    Keywords:Violence, sacrifice, ritual.

    Recibido: 04.10.08. Aceptado: 10.11.08.

    1Profesor Titular del Departamento de Sociologa y Antropologa, Facultad de Ciencias Sociales, Uni-versidad de Concepcin. Concepcin, Chile. E-mail: [email protected]

    SOCIEDAD HOY 15: 45-54, 2doSem. 2008 ISSN 0717-3512

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    3/11

    46

    SOCIEDAD HOY 15, 2doSem. 2008

    Introduccin

    QUlugar ocupa la violencia en las sociedades humanas? Desde siempre aqulla ha estado presente en nuestra existencia como si se tratara de unaforma ms de comunicacin, o mejor dicho como una suerte de lenguaje noverbal cuyo terreno de aplicacin tendra que ver justamente con maneras noverbalizadas que los seres humanos empleamos para dirimir nuestros conflictos,nuestras tensiones, tanto internas como externas a nuestros grupos de pertenen-cia. De la sociedad tribal a la sociedad moderna, el recurso a la violencia se hacepresente, bajo distintas modalidades, que van desde la agresin simple no planifi-cada y espontnea hasta la guerra que s es planificada en trminos estratgicos ytcticos.

    F. Engels tuvo el mrito de plantear el tema desde un punto de vista propio delmaterialismo histrico en su texto El papel de la violencia en la historia (1895-1896), para referirse sobre todo a los nacionalismos burgueses europeos y a susanhelos expansionistas. La violencia se transforma aqu en el lenguaje de intere-ses de una clase dominante, comenzando por lo que l observa en la Prusia deci-monnica. Sin embargo, es posible indagar en un sentido ms antropolgicoan, vale decir ms all de un primer gran indicio aportado por F. Engels, enmateria de causas materiales eficientes, o mejor dicho, de motivacina la violen-cia, en este caso de carcter clasista?

    Dimensiones antropolgicas de la violencia

    Efectivamente esas investigaciones pueden tener lugar, responden algunos antro-plogos, como por ejemplo en sus reflexiones acerca de la violencia, ms exacta-mente en lo escrito en su libro La violence et le sacr(1972), el francs Ren Girardquien instala la temtica de la violencia en su conexin con el sacrificio en tantoque ritual sustitutivo de aqulla: Desvindose de manera durable hacia la vcti-ma sacrificial, la violencia pierde de vista el objeto apuntado por ella. La sustitu-cin sacrificial implica un cierto desconocimiento (Girard, 1972: 15). Este des-conocimiento, agrega, no es otro que el desplazamiento intervenido desde quiendeba originalmente ser objeto de inmolacin hacia quien es realmente inmoladocon motivo de un acto sacrificial.

    El mito de Ulises relatado en La Odisea, encerrado junto a sus compaeros enla caverna del Cclope para ser devorados por ste uno tras otro, sirve de ejemploa R. Girard para ilustrar su argumentacin: el grupo liderado por Ulises se liberadel encierro tras haber enceguecido al Ciclope con una prtiga en llamas clavadaen su nico ojo; pero ellos han advertido que el ser monstruoso, entre la ira y eldolor, liberaba a su tropel de ovejas palpndolas en el lomo para cerciorarse quesolamente ellas podran salir de la caverna, razn por la cual, con astucia, se desli-zaron bajo el cuerpo de las mismas para impedir as ser descubiertos y retomar su

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    4/11

    47

    libertad. El engao tiene as que ver con el desconocimiento: la vctima designada(Ulises y los suyos) ya no es la vctima real, o mejor dicho ya ha dejado incluso deser vctima.

    El sacrificio, en su funcionalidad mayor, protege a la comunidad de su propiaviolencia, de algn modo externalizndola hacia una vctima designada, totali-dad de un singular fenmeno cuyas claves de lectura no se encontraran precisa-mente en el psicoanlisis.

    Hay no obstante un denominador comn de la eficacia sacrificial, de tanta visibi-lidad y preponderancia que la institucin recobra an ms vida. Este denomina-dor es la violencia intestina; son los disensos, las rivalidades, los celos, las pugnasentre prximos que el sacrificio pretende de entrada eliminar, es la armona de lacomunidad que restaura, es la unidad social que refuerza. Todo el resto se despren-de de aquello (Girard, 1972: 19).

    Una fuerte ambivalencia se hace aqu presente: la vctima ofrecida al sacrificioes tambin un victimario; al igual que en la Atenas del siglo V, el personaje delPharmakoses conducido o arrastrado a travs de la ciudad y contra l se dirigenimproperios e insultos de las multitudes, hasta ser finalmente expulsado de laurbe o, peor an, ultimado. Resulta curioso observar quepharmakoses, a la vez,veneno y antdoto; o sea, un personaje que encarna aquello que es nocivo parala sociedad ateniense, pero tambin, y simultneamente, un personaje que repre-senta aquello que la cura, por el acto mismo de su lapidacin o exilio 2. En estamisma ambivalencia queda sintetizada la idea de saciar el apetito de violenciagenerado casi fatalmente en la sociedad.

    El sacrificio advierte R. Girard tiene como funcin apaciguar las violencias in-testinas, impedir que los conflictos estallen. Pero las sociedades que no tienen ritospropiamente sacrificiales, como la nuestra, logran bastante bien evitarlos; la vio-lencia intestina no est ausente, sin duda, pero ella no se desencadena jams hastael punto de comprometer la existencia de la sociedad (Girard, 1972, p. 27).

    sa es quizs la razn fundamental por la cual la preocupacin intelectual decientficos sociales y estudiosos en general por el sacrificio haya estado ms bienausente. En esta ptica, quizs el sacrificio no sea considerado sino como un actobrbaro o propio de primitivos. El acto de venganza, tambin arrojado a estacategora inferior, pone en nuestro mundo occidental frente a frente, en calidadde barbarie, tanto al acto de venganza como al acto que lo ha provocado: ambos

    podran caer rpidamente en la categora del delito y de un castigo. El deber de

    2Previsora, la ciudad de Atenas mantena con costos propios una cierta cantidad de desdichados paralos sacrificios de este tipo. En caso de necesidad, es decir cuando una calamidad se dejaba caer o amenazabacon dejarse caer sobre la ciudad, una epidemia, una hambruna, una invasin extranjera, disensos internos,haba siempre un pharmakos a disposicin de la colectividad (Girard, 1972: 143).

    Violencia y sacrificio. La contribucin antropolgica de Ren Girard y reflexiones para la investigacin / M. A. BAEZAR.

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    5/11

    48

    SOCIEDAD HOY 15, 2doSem. 2008

    nunca derramar sangre no es verdaderamente distinto del deber de vengar la san-gre ya derramada (Girard, 1972: 29). El sistema judicial en un Estado modernoes aquel que, al fin y al cabo, est destinado a desterrar la venganza como mtodode justicia; como bien lo destacara . Durkheim (1995) en sociedades premodernas,de organizacin social simple, la justicia opera de manera personalizada an, lacomunidad entera determina la sancin que tendr un infractor que, por susactos, la ha ofendido, pero en sociedades modernas, en donde impera lo que elsocilogo francs llama la solidaridad orgnica, el derecho escrito y traducido enleyes, cdigos y otras normativas, es impersonal, no est dirigido nominativamente

    jams a personas en particular; en tales condiciones, la venganza como mtodoqueda totalmente excluida. En palabras de R. Girard, ms bien tal mtodo es dealgn modo metaforizado: Las decisiones de la autoridad judicial se afirmansiempre como la ltima palabrade la venganza (Girard, 1972: 29). Con ello,adems, nos dice este autor, se interrumpe definitivamente un ciclo el de lavenganza misma que podra resultar interminable.

    R. Girard asigna a lo religioso un rol, tal vez tambin violento (a travs delsacrificio), de prevencin de la violencia en las sociedades. Este aspecto es centralen la tesis de nuestro autor. Lo religioso apunta siempre a apaciguar la violencia,a impedir que se desencadenen. Las conductas religiosas y morales apuntan a lano violencia de manera inmediata en la vida cotidiana y de manera mediata,frecuentemente, en la vida ritual, por intermedio paradjico de la violencia (Girard,1972: 36). Una autntica domesticacin de la violencia en sociedades arcaicas, esprobablemente la frmula que mejor define la situacin, pues aqulla constituyesiempre un riesgo que es necesario prevenir, dadas sus consecuencias potencial-mente desastrosas para un conjunto social. Podra entenderse entonces la justiciamoderna como la forma moderna de esa misma domesticacin necesaria, me-diante lo que el autor denomina una teologa que garantiza la verdad de su justi-cia (Girard, 1972: 40). La religin sacrificial y el sistema judicial, ambos, requie-ren de un principio trascendente cualquiera sea ste que asegure un controlpreventivo de la violencia; si ese mismo principio se derrumba, la violencia legti-ma e ilegtima se confunden: Solamente una trascendencia cualquiera, que hacecreer en una diferencia entre el sacrificio y la venganza, o entre el sistema judicialy la venganza, puede engaar durablemente a la violencia (Girard, 1972: 41).

    La sexualidad no se encuentra al margen, ni mucho menos, del tema de laviolencia. R. Girard nos advierte especficamente que el derramamiento de sangresiempre ha provocado espanto entre los hombres, razn por la cual se le asocia altema de la muerte (por contemplacin de la putrefaccin, por ejemplo) y con staa aqul de la impureza, con lo cual la sangre femenina en perodo menstrualestablece un vnculo entre sexualidad y violencia, en donde siempre la posibilidadde derramamiento est presente, algo que nos lo recuerda sistemticamente laperiodicidad de la menstruacin.

    La relacin estrecha entre sexualidad y violencia, herencia comn de todas lasreligiones, se apoya en un conjunto de convergencias bastante impresionante. La

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    6/11

    49

    sexualidad tiene que ver frecuentemente de entrada con la violencia, y en sus ma-nifestaciones inmediatas, rapto, violacin, desfloracin, sadismo, etc., y en susconsecuencias ms lejanas. Ella causa diversas enfermedades, reales o imaginarias;ella conduce a los dolores sangrientos del parto, siempre susceptibles de acarrear lamuerte de la madre, de su hijo o incluso de los dos al mismo tiempo. Al interiormismo de un marco ritual, cuando todas las prescripciones matrimoniales y lasdems prohibiciones son respetados, la sexualidad est acompaada de violencia;desde que alguien escapa a ese marco, en los amores ilegtimos, el adulterio, elincesto, etc., esta violencia y la impureza que resulta devienen extremas. La sexua-lidad provoca innumerables disputas, celos, rencores y batallas; ella es una ocasinpermanente de desorden, incluso en las comunidades ms armoniosas (Girard,1972: 57).

    El autor, en su descripcin de la sexualidad, asocia as a ella toda una serie de

    fenmenos y acontecimientos que no hacen sino confirmar el pavor que desata lasangre al ser vertida a raudales, involucrando de inmediato la analoga con laviolencia y sus inminentes consecuencias.

    A pesar de todo esto, el simbolismo de la sangre, como todo simbolismo al finy al cabo, es en extremo ambivalente: la sangre, al mismo tiempo que reflejaimpureza, considerando as en plenitud lo antes descrito, puede reflejar tambinlo contrario, a saber, la limpieza de lo impuro, a travs de la forma misma enque aqulla es derramada, por ejemplo a travs de la inmolacin de una vctimasacrificial3.

    Nuestro autor habla de una crisis sacrificial, que es por lo dems una crisisde la tragedia en el sentido de la incertidumbre reinante acerca de los resultadosposibles de la accin por medios violentos. Sin embargo, esta nocin de crisis

    amerita una explicacin: a primera vista, se podra entender que hoy en da, lossimbolismos, o rutinizados o incluso invisibilizados, dejaran de decir lo que pre-tendan decir y que esto es causal de crisis. Y si observamos, adems, la Moderni-dad occidental basada en el racionalismo por ende, en la secularizacin de lasociedad ha terminado extravindolos y perdido de vista4. En tales condiciones,en las sociedades contemporneas la violencia resurge sin metodologas de ate-nuacin.

    Pero la nocin de crisis sacrificial, en el sentido dado por el autor, tiene que vercon algo bastante distinto: la necesidad social de recurrir al rito sacrificial con elvalor expiatorio asignado a una vctima en determinadas circunstancias, tal

    3Podramos asociar de inmediato a la idea de vctima sacrificial y al derramamiento de sangre, aqullavertida por el hroe cado en combate. Girard seala en este sentido que El sacrificio del hroe no logra sinoen demasa polarizar sobre l la violencia. sta es simplemente demasiado abundante, demasiado virulenta.La sangre derramada en trabajos terribles y en ltimo lugar en la ciudad misma, confunde el espritu deHeracles. En lugar de absorber la violencia y disiparla hacia afuera, el sacrificio no la lleva sino hacia lavctima sino para dejarla desbordar y fluir de manera desastrosa en su alrededor (Girard, 1972, p. 65).

    4El antroplogo francs G. Durand (1984) habla en este sentido de una Modernidad perfectamenteiconoclasta.

    Violencia y sacrificio. La contribucin antropolgica de Ren Girard y reflexiones para la investigacin / M. A. BAEZAR.

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    7/11

    50

    SOCIEDAD HOY 15, 2doSem. 2008

    como se ver ms adelante. Ahora bien, y sin perjuicio de esta ltima aclaracin,no podemos abandonar completamente el tema de nuestros sistemas culturales, nimucho menos: Cuando lo religioso se descompone, no es solamente, o de inme-diato, que la seguridad fsica est amenazada, sino el orden cultural mismo (Girard,1972: 78). Entonces, en nuestra contemporaneidad, qu orden cultural es se?

    En nuestros das, tomando en cuenta las premisas fundamentales de la eramoderna, las diferencias culturales son consideradas nos dice el autor comoobstculos que desfavorecen la armona entre los seres humanos. Las religiones denuestros tiempos, como si lo anterior no fuese suficiente, en un afn indito detransparencia, pierden de vista igualmente toda referencia a la enseanza socialdel sacrificio. El antroplogo R. Girard plantea un necesario reencuentro de nues-tras sociedades con el mito y el ritual sacrificial, y sus respectivas enseanzas. stastienen que ver con ciertos fenmenos de metamorfosis hacia el pensamiento sim-blico, en este caso relacionadas con una violencia que, de no sufrir este tipo detransformaciones, puede tener consecuencias devastadoras para nuestras socieda-des. Nos propone as, en un captulo de su obra aqu comentada, ir de maneraanaltica y con mayor profundidad a la gnesis de los mitos y rituales (Girard,1972: 135 y sig.).

    Adolphe Jensen se pregunta:

    Qu es lo que ha motivado suficientemente a los hombres para que maten a sussemejantes, no mediante el gesto inmoral e irreflexivo del brbaro semi-animalque sigue a sus instintos sin conocer otra cosa, sino bajo el impulso de una vidaconsciente, creadora de formas culturales, buscando dar cuenta de la naturalezaltima del mundo y transmitiendo el conocimiento a las futuras generaciones einstituyendo figuraciones dramticas? () El pensamiento mtico vuelve siempre

    a lo que pas la primera vez, al acto creador, estimando con justeza que es ste elque entrega el testimonio ms vivaz. Si el crimen tiene un lugar tan decisivo (en elritual) se requiere que tenga un lugar particularmente importante (en el momentofundador) (Jensen, 1954: 206-207).

    Sin negar el valor de mltiples tentativas destinadas a precisar las descripcionesdel mito, R. Girard cuestiona el factor primera vez planteado por A. Jensen.Desde luego, la mayor dificultad se encontrara en la verificacin emprica de unhecho o fenmeno primigenio; pero adems y sobre todo una tentativa de estetipo no nos permitira entender su vigencia prolongada a travs de los ritos, almismo tiempo que las razones del olvido de los hombres a travs del tiempohistrico del sentido mismo de lo ocurrido en esa presunta primera vez.

    La tesis esgrimida por R. Girard conduce al valor catrtico del sacrificio. Des-de una generacin espontnea y unnime de la violencia malfica en los colecti-vos humanos5, el ritual sacrificial permitira mediante una compleja metamor-

    5La violencia original es nica y espontnea. Los sacrificios rituales, por el contrario, son mltiples; seles repite hasta la saciedad (Girard, 1972, p. 154).

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    8/11

    51

    fosis simblica canalizarla finalmente hacia una vctima6que concentra toda laagresividad inicial: () ella protege a todos los miembros de la comunidad desus violencias respectivas (Girard, 1972: 153). De manera entonces que el ritoque, como veamos, integra el acto sacrificial, an manteniendo una dosis deviolencia para su propia eficacia es evitamiento de una violencia sin duda ma-yor; en aqul est contenido, no un aspecto curativo para el conjunto social sinopreventivo: El rito es violento, ciertamente, es siempre violencia menor que hacetrinchera frente a una violencia peor; busca siempre reanudar con la mayor pazque conozca la comunidad, aquella que, tras el asesinato, resulta de la unanimi-dad en torno a la vctima designada (Girard, 1972: 155). Ms adelante, R. Girardafirma de manera concluyente y cerrando as buena parte de sus anlisis prece-dentes que la violencia fundacional es la matriz de todas las significacionesmticas y rituales (Girard, 1972: 170).

    Reflexiones e hiptesis antropolgicas sobre la violencia

    Hasta aqu las referencias directas y exclusivas al texto de R. Girard. Nos propone-mos ahora aunque siempre recurriendo a su obra de manera ms tangencialextraer algunas reflexiones a partir de un par de preguntas bsicas: en nuestraModernidad, sin duda imperfecta, en nuestra sociedad de mestizaje y de herenciacolonial, cmo se producira la metamorfosis de esa violencia primaria ineludi-ble planteada por R. Girard? Y, complementariamente, quin ocupara el sitialdel chivo expiatorio?

    Una hiptesis preside tal reflexin: las sociedades no dejan jams de producirviolencia, importando muy poco que existan, para su control o regulacin, sen-dos mecanismos sofisticados en gran parte de nuestras sociedades contempor-neas (sistemas burocrticos de justicia). Nuevas tensiones, nuevos conflictos deintereses, nuevas intolerancias, se generan en los conjuntos sociales, con motivodel hacinamiento en grandes urbes, de la existencia sobre-exigida por el trabajo,de las formas deshumanizadas que a menudo adquieren las relaciones sociales,etc. Por distintas vas y mecanismos, la violencia que se puede asociar, por ejem-plo, a la accin simplemente reivindicativa de derechos no debidamente ejerci-dos logra ser mantenida, durante tiempos no determinados a priori, en el marcoalgo frgil de la latencia. Sin embargo, se esbozan as ms bien escenarios de disi-mulacin, no de erradicacin definitiva de la violencia. Sociedades altamente je-rarquizadas son incluso, per se, generadoras de tensiones y conflictos, para loscuales el recurso sutil a la ideologa y a la produccin de imaginarios socialesheteronmicos est siempre presente.

    6Analgicamente, Girard (1972: 412) sita al personaje del prisionero en idntica posicin de vctimasacrificial: El prisionero debe atraer hacia su persona todas las tensiones internas, todos los odios y rencoresacumulados.

    Violencia y sacrificio. La contribucin antropolgica de Ren Girard y reflexiones para la investigacin / M. A. BAEZAR.

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    9/11

    52

    SOCIEDAD HOY 15, 2doSem. 2008

    A primera vista, la metamorfosis necesaria de la violencia primaria es muchoms un plido reflejo del mito y de los rituales sacrificiales que una mera conti-nuidad histrica con respecto a sociedades dichas arcaicas. Porque como se dicemuy a menudo, y ms an con los ojos propios de los humanos modernos quesomos, tal continuidad simplemente no existira.

    No obstante, y no citando sino un ejemplo flagrante entre muchos, el ritual dela pena de muerte establecido en ciertos cdigos penales (aunque cada vez menos,por razones ligadas al progreso de los derechos humanos), ms all del horror queproduce en mentalidades civilizadas como para impugnar con vehemencia suprctica, nos recuerda esa vital necesidad de polarizar en el personaje del conde-nado toda esa violencia inicial de la sociedad; aqul contiene ambos elementos yaampliamente comentados por R. Girard: la mancha (por un crimen alevoso)que atrae la odiosidad de toda una poblacin y la purificacin obtenida a travsde su muerte.

    Toda la sociedad se hace partcipe de este doble proceso, mediado por el siste-ma judicial, exclamando primero su indignacin por el crimen y luego el alivioprovocado por la ejecucin del castigo. R. Girard dice que la vctima del sacrificioproviene de fuera, no pertenece o ha dejado de pertenecer a la comunidad; elcondenado a muerte, sometido primero a presidio, ha sido de este modo separadode la sociedad, de la cual ya no recibe sino los espordicos encuentros con unabogado defensor y, quizs con algunos familiares, si no ha sido privado de visitas;como si fuera poco, el individuo puede constatar a su alrededor la vigilancia siste-mtica y estricta de sus celadores, justamente para evitar que el condenado inten-te regresar maliciosamente a aqulla7. Mientras tanto, con una curiosidad morbosa,la sociedad espera el instante mismo en que la espada de la justicia se haga cargo dela venganza, es decir que la metamorfosis de la violencia tenga lugar al fin.

    Sociolgicamente hablando, esta mutacin de la violencia fsica inicial en otraforma simbolizada de violencia puede caer en el mbito del concepto acuadopor P. Bourdieu (1994), aquel de violencia simblica. No obstante, para que estoocurra, la condicin implcita es que este mismo concepto tendra, en todo caso,que hacerse cargo de la totalidad del procesoanalizado por R. Girard, en los trmi-nos que ya hemos sealado en el texto. Para tales efectos, considerando que elsocilogo francs se refera a la violencia simblica en una relacin asimtricaentre dominantes y dominados, podramos decir entonces, desde un punto devista lgico, que es en el plano de las significaciones socializadas o por socializarque tiene finalmente lugar la pugna otra vez la violencia por la asignacin deun sentido socialmente aceptado para la totalidad del proceso. De este modo, lasignificacin o, en su defecto, la re-significacin del mito y, por ende, la figuramisma que adopta el ritual correspondiente, es lo que finalmente est en juego enesta especie de meta-campo de lo simblico planteado por P. Bourdieu.

    7Podramos excluir de estas alusiones a la sociedad el personaje del sacerdote en el momento ltimo devida, pues su rol es preparar al condenado, a travs del arrepentimiento, al juicio final.

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    10/11

    53

    Ahora bien, en las sociedades modernas existen ciertos personajes o tipos queson, por algo que no es para nada una misteriosa razn, de un modo u otro,marcados por la discriminacin. Los ejemplos abundan en el anlisis del soci-logo: G. Simmel (1977) hablaba del personaje del forastero y, con l, las dificulta-des propias de la condicin de husped en la comunidad que le acoge; E. Goffman(1995) se refera, por su parte, a un sujeto que simplemente es estigmatizado, osea cargado por un conjunto social de toda una serie de atributos ampliamentenegativos, convirtindose as en alguien que sufre, de hecho, una fuerte margina-lizacin.

    Sociedades como las nuestras descargan as sus animosidades y discriminacio-nes en contra del inmigrante, del viejo, del homosexual, del negro, del indgena,del pobre, del discapacitado, etc., segn las circunstancias histrico-sociales y,sobre todo en el sentido sugerido por R. Girard, segn quien parezca en undeterminado momento atraer mejor la violencia espontnea y por consiguientepoder personificar el pharmakoscontemporneo. Cualquiera de esos personajesemblemticos, por su vulnerabilidad casi extrema y por su posicin desmejoradaen la sociedad, pueden convertirse en vctimas potenciales en momentos de crisissacrificiales. Todos y cada uno de ellos pueden encarnar, a la vez, el veneno quela sociedad teme y el antdoto que la salva. Todos y cada uno de estos personajespueden ponerle en un metafrico espejo un rostro no deseado a la sociedad mis-ma, con los rasgos que sta repudia y siente miedo para s misma: la vejez, lahomosexualidad, la diferencia racial, la miseria, la discapacidad fsica, etc.

    La segunda parte de nuestra tesis, inspirada en parte desde el texto de R. Girard,consistir en decir entonces que en nuestro mundo contemporneo, habiendoconsagrado tanto el carcter iconoclasta de nuestras sociedades, as como tambinel desconocimiento de lo simblico y del valor orientador del mito y del ritual enel tratamiento de la violencia primigenia, los procesos de metamorfosis se realizanno tanto con aparatos judiciales sofisticados, pero s con disposiciones difusas ymuy desordenadas que circulan intersubjetivamente en la sociedad, en todo casoinspiradas tales disposiciones desde el inconsciente colectivoen el sentido arquetpicoplanteado por C. G. Jung. Tal sera el trasfondo del racismo, de la xenofobia, de laestigmatizacin, de la denegacin de identidad, etc., todas manifestaciones viru-lentas de una violencia primaria que, sin darnos cuenta, ha encontrado un chivoexpiatorio de nuestros propios males.

    A modo de conclusin

    En sntesis, podramos decir que la historia social tiene lugar, por una parte, conimportantes continuidades, no siempre vividas de manera consciente, y por otra,con significativas rupturas, tampoco obligatoriamente situadas en el plano de laconciencia. En esta misma lnea de argumentacin, podemos agregar el hecho deque la violencia en las sociedades humanas es un dato que no podemos entonces

    Violencia y sacrificio. La contribucin antropolgica de Ren Girard y reflexiones para la investigacin / M. A. BAEZAR.

  • 7/23/2019 Violencia Sagrada

    11/11

    54

    SOCIEDAD HOY 15, 2doSem. 2008

    observar sino a travs de la continuidad y desde la gnesis de la humanidad, perode inmediato debemos aadir que sus formas de domesticacin parecen escapar atal continuidad histrica e inscribirse por ello en el rubro de las rupturas.

    Quizs, el ms grave y hasta grosero problema consista en, por el hecho mismodel desconocimiento de la funcin social del pensamiento mtico, terminar acep-tando la brutalidad sin lmites de una violencia perfectamente gratuita, vale decirno domesticada. R. Girard nos sugiere, en todo caso, y en un sentido antropol-gico, reexaminar el mito y el ritual sacrificial para mejorar las posibilidades derelaciones sociales pacficas.

    Referencias

    Bourdieu, P. (1994). Raisons pratiques. Paris: Seuil.

    Durand, G. (1984). Limagination symbolique. Paris: PUF.Durkheim, . (1995). De la divisin del trabajo social. Madrid: Akal.Engels, F. (1895-1896). El papel de la violencia en la historia. In: Die Neue Zeit,Bd. 1,

    pp. 22-26.Goffman, E. (1995). Estigma. Buenos Aires: Amorrortu Editores.Girard, R. (1972). La violence et le sacr.Pars: Grasset.Jensen, A. (1954).Mythes et coutumes des peuples primitifs. Paris: Payot.Simmel, G. (1977). Sociologa. Madrid: Alianza Editorial.