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Versiones sobre el diario unomásuno
http://www.cicloliterario.com/ciclo75agosto2008/genesis.html
Génesis y decadencia del diario Unomásuno
Lorenzo León Diez
Morir de periodismo
Marco Aurelio Carballo
Axial, Tinta Nueva
2008
La vida profesional de Marco Aurelio Carballo ha cubierto casi la última
mitad del siglo XX y en su ejercicio periodístico podemos recorrer los
momentos más significativos protagonizados por este gremio.
Podríamos decir que Marco formó parte de una utopía periodística que
ha caducado y que consistió en lograr, mediante la asociación de los
periodistas en cooperativas, independencia, autonomía y hasta
autogestión en relación al poder del Estado y el capital privado.
Estos caminos por los que marchó el periodismo de nuestro país están suficientemente
documentados en varios libros, aunque no conozco todavía un registro unitario que nos permita
una perspectiva histórica y un análisis crítico de todos estos acontecimientos. Los propios
periodistas que participaron en los conflictos y en las creaciones de periódicos y revistas han
escogido el género de la novela, las memorias y la crónica para referir estas experiencias. Así
podemos leer las gestas de esos años (que comprenden las cuatro últimas décadas del siglo
pasado) en Los periodistas, de Vicente Leñero; Los presidentes, de Julio Scherer (aunque en casi en
todos sus libros no ha dejado de contar su expulsión de Excélsior); Dos poderes, de Manuel
Becerra Acosta (ahora personaje de este libro de Marco Aurelio); Morir en Golfo y la guerra de
Galio, de Héctor Aguilar Camín, entre los más destacados.
Estaba pendiente, en este
periplo que va de la
expulsión de Julio Scherer
de Excélsior en 1976 a la
creación de la revista
Proceso y del diario
Unomásunoen 1977, el
testimonio de lo que pasó
con este último diario,
que en su origen fue
también una cooperativa,
la cual sucumbiría por
complejas razones. El
libro Morir de periodismo
es ese testimonio.
Marco Aurelio estuvo
bajo las órdenes de los
periodistas más
emblemáticos de este
período: Julio Scherer
García, Manuel Becerra
Acosta y José Pagés
Llergo; siempre
pendiente y solidario con las batallas de sus compañeros de oficio, pues cuando los periodistas
fueron echados de su casa, Excélsior, él les ofreció para sesionar, el flamante edificio recién
construido de la revista Siempre!
El 8 de julio de 1976, Julio Scherer García y 400 cooperativistas fueron expulsados de Excélsior.
Siete años después, el 8 de diciembre de 1983, un grupo de periodistas, muchos de de los cuales
formaron parte del grupo de los expulsados de Excélsior, como Miguel Ángel Granados Chapa,
publicaban un desplegado titulado “Por qué nos fuimos de Unomásuno” y argumentaban que ese
diario vivía “una grave crisis que es a la vez empresarial, moral y política” y acusaban a su director
Manuel Becerra Acosta, quien había sido subdirector general de Excélsior cuando el golpe a este
diario, de una “voluntad conservadora poco visible aun hacia el exterior”. Era un traidor, decían, “a
su propia biografía.”
Estos son los escenarios de la novela de Marco Aurelio Carballo, plena de personajes y situaciones
que ciertamente un historiador de la prensa no hubiese recogido, pues son propias de
circunstancias cotidianas y personales, pero un novelista sí. Y están aquí los personajes que
continuaron esta historia de rupturas y desencuentros: Carlos Payán, Carmen Lira y Héctor Aguilar
Camín, quienes fundarían a su salida del Unomásuno, el diario La Jornada.
Es notable que el Unomásuno intentara recoger los principios que esgrimió el antiguo Excélsior,
ahora en un formato novedoso y moderno. Desaparecen las páginas editoriales y se distribuyen
los artículos en secciones temáticas y se crean nuevas fuentes, como “partidos de oposición y
organizaciones independientes” (que serán motivo de importantes ingresos por sus insertos, pues
en 1981 el ochenta por ciento de la publicidad que recibe el periódico es la llamada publicidad
Fotografía
René Almanza
política). Otras fuentes nuevas son “Ciencias sociales”, “Ciencias exactas y naturales”, “Literatura”
y “Medios de comunicación”. Es importante señalar también que se organiza un destacado cuadro
de redacción en economía. Otra aportación del Unomásuno en la organización periodística es la
Junta de Redacción, un aparato diseñado específicamente para pensar la política del diario (y que
Marco Aurelio reseña en su funcionamiento). Miguel Ángel Granados Chapa escribió que “el
Unomásuno es un diario específicamente político que reconoce que en el periodismo se puede
hacer política, un periódico que sirve de desfogue en forma de espiral, no de círculo. Y aunque
surgió con un crédito gubernamental, esto no debe significar una atadura”.
Otra de las características de la organización novedosa del Unomásuno fue lo referente a la
distribución de ingresos por publicidad. Se decide, como apunta Marco, establecer una bolsa
común para repartir el 10 por ciento de comisiones entre todos los cooperativistas, no sólo entre
los reporteros. Notemos que es el último coletazo de una ilusión igualitaria entre los integrantes
del gremio. Aunque otras fuentes señalan que esos ingresos no se reciben por los reporteros y
redactores, pues se acuerda que estas cantidades se aportarán como pago a la deuda contraída
con Nafinsa.
En efecto, a diferencia de
cuando fue perpetrado el
golpe a Excélsior, ya
estamos en otro
momento histórico de
México, es el
lopezportillismo y el
tiempo de la reforma
política impulsada por el
secretario de
gobernación, Jesús Reyes
Heroles. Marco Aurelio
nos cuenta que “de entre
los huesos (o sea, los
ayudantes de redacción y
aprendices de reporteros)
y muchos articulistas y
arribistas, el director
Manuel Becerra Acosta
convocó a buen número
para fundar el
Unomásuno. El más
conocido era Fernando Benítez, creador de los suplementos culturales de la segunda mitad del
siglo XX.” Fueron a ver a Reyes Heroles, quien “chupando un habano puro en la sala de juntas,
prometió hablarle al oído al Presidente sobre la necesidad de editar un diario que difundiera los
propósitos y alcances de la reforma política”. Según esto, también Julio Scherer había solicitado un
crédito para abrir la revista Proceso. Dice Marco Aurelio:
“Se le dio el crédito al Unomásuno pero no a la revista Proceso. La gente del semanario pidió cien
millones, se dijo, y la del Unomásuno doce”.
Fotografía
Brassai / 1930
Continuando con la utopía de Excélsior, el Unomásuno se postuló también como una cooperativa,
aunque en asociación con una empresa privada. “Una cooperativa –escribe Carballo- es una ilusión
óptica en el vasto desierto soleado de la vida del reportero”. Así, dice El Patán, uno de los más
divertidos personajes de la novela: “Denme una cooperativa y haré que los reporteros muevan su
culo el doble, incluido el mió”. El jefe MAC (alter ego de Marco Aurelio en Morir de
periodismo)confirma: “La línea iba a quedar trazada por la búsqueda de la verdad periodística,
basada en el reporterismo profesional y establecida a partir de que se trataba de una cooperativa,
no de una sociedad anónima, aunque fuera editado por una cooperativa y una empresa privada”.
Sea como sea, a seis años de su aparición el Unomásuno se posicionó sorprendentemente entre el
público lector de diarios. Granados Chapa sostiene que en 1978, a un año de fundado, “los
secretarios de estado leían el Unomásuno” y la analista de medios, Fátima Fernández Cristlieb se
preguntaba: “¿Qué análisis tendríamos que hacer para saber cómo el Unomásuno, siendo uno de
los periódicos más jóvenes de todo el país haya llegado a tener tanta o más influencia en la vida
política nacional que El Universal y que el Excélsior que tienen 67 y 66 años de existencia
respectivamente? ¿Qué fue lo que convirtió al Unomásuno en un actor político de primer orden en
sólo seis años? ¿Fue la experiencia del director y del grupo de periodistas que como él tenían
muchos años de oficio o fue la visión fresca (como dijo Carlos Payán) de quienes no habían hecho
periodismo y sentían que se podían utilizar nuevos caminos? ¿O fue la combinación de esta
experiencia y esta creatividad, o por otra parte fue la formación profesional y la honestidad de
muchos reporteros, aunado al trabajo paciente y bien ejecutado de fotógrafos, caricaturistas y la
gente de talleres y oficinas? ¿O es que las causas de la inobjetable relevancia del Unomásuno
habría que buscarlas en el exterior? ¿Fueron más bien las condiciones del país las que propiciaron
el desarrollo del periódico? ¿Cuánto tuvo que ver la reforma política en el nacimiento y en los
primeros años del Unomásuno? ¿Qué tanto influyó la ausencia de un periodismo crítico, la falta de
periódicos dispuestos a guardar una mínima independencia respecto al gobierno? ¿Qué tan
aplicable sería aquello de que en este país de prensa ciega el Unomásuno es rey?
En efecto, la empresa tuvo un éxito comercial, cultural y político espectacular. Del grupo inicial
que elaboraba el periódico, de alrededor de 70 trabajadores, el personal fue aumentando a partir
de 1979, cuando Editorial Uno, la empresa que publica Unomásuno, (y que fue constituida por una
cooperativa con el 60 por ciento de acciones y un socio industrial, editorial Bodoni, con el 40 por
ciento) empieza su consolidación al comprar maquinaria e instalaciones. Cuenta Marco Aurelio: el
Subdirector Eduardo Deschamps se opuso al “acto ilegal” de unir a la cooperativa con una
sociedad anónima. Esta irregularidad le permitiría al director vender el uno. Así sucedería al final”.
Ante esta halagüeña perspectiva el diario se planteó no solamente como la empresa editora de un
periódico, sino como una planta industrial maquiladora y ofertante de servicios gráficos.
Así, tres años después de que inició actividades, Unomásuno contaba entre talleres,
administración y redacción con 250 trabajadores. Había que poner orden laboral. Carlos Payán,
subdirector general, señaló en una conferencia: “El sindicato fue impulsado por la empresa
deliberadamente para cumplir con los postulados del Unomásuno, tan discutidos en sus páginas”.
Marco Aurelio confirma esta opinión. El sindicato –dice- lo organizó el director. El Sindicato de
Trabajadores de Editorial Uno se constituyó el 16 de agosto de 1980. Es oportuno señalar también
que un año después los fundadores de la cooperativa rompieron con su socio industrial (Editorial
Bodoni) e instalalaron, mediante contratación de créditos con Nafinsa, su propio local y
maquinaria.
Los directivos del Unomásuno, entre ellos Héctor Aguilar Camín, asesor del director general,
idearon su crecimiento industrial con empresas paralelas con el fin –dijo él mismo-, de garantizar
“en un momento de conflicto político (como había sido el caso del periódico Excélsior con las
autoridades) el sostenimiento del periódico. Esta fue la razón que impulsó a los fundadores del
Unomásuno a plantearse el periódico dentro de una estructura empresarial comercial: Unocolor y
Unoacabados”. Y Aguilar Camín hizo esta consideración: “En los años que el periódico salió hubo
un movimiento en el conjunto de la sociedad de una extraña coincidencia con los propósitos del
periódico; hubo una reforma política que permitió márgenes de tolerancia y conciliación social
muy amplios, y entonces lo que empezó a ser un éxito comercial y político fue el periódico mismo
y las empresas que estaban alrededor del periódico no tanto, pues se había escogido una rama
muy difícil de desarrollar industrialmente: montar una buena imprenta es muy complejo porque
exige más capital de máquinas, gran capacitación de mano de obra y precisión en el trabajo y en
los tiempos de entrega que no era sencillo cumplir para una empresa que empezaba
prácticamente sin capital propio y con préstamos muy exiguos”
Estas declaraciones las hicieron los funcionarios del periódico ante una asamblea sindical a finales
de 1983, cuando se habían deteriorado las relaciones entre el director Becerra Acosta y su grupo
de allegados y estaba a punto de estallar la primera huelga en un sindicato que ya agrupaba 400
trabajadores. El primer comité ejecutivo del sindicato había planteado que “la expansión inusitada
de la empresa se debió, sin duda alguna, a la orientación económica que siguió para capitalizarse,
restringir prestaciones los tres primeros años a sus empleados y colaboradores (..) la tendencia
sostenida para el crecimiento fue el aplazamiento de los beneficios a la fuerza de trabajo”.
Manifestaban los trabajadores, ante las negativas de aumentarles el salario, que la empresa “no
podía seguir resolviendo su estabilidad financiera casi exclusivamente con los beneficios de
publicidad que se originaba por el prestigio del diario, que lo tenía por el talento, la capacidad y el
profesionalismo de sus trabajadores y periodistas”. Marco Aurelio señala: “El sueldo de la tropa
del Unomásuno era miserable, no obstante que se trataba de los reporteros mejor pagados del
D.F.” Argumentaban que “la expansión notoria de la empresa excedía, en riesgosa proporción, los
beneficios laborales que concedía y apuntaba hacia el rompimiento con los nexos de congruencia
que se postulaban en la línea editorial”.
Aquí están los motivos que llevarían a la división y la ruptura, un panorama muy distinto, como se
puede ver, a lo que había sucedido en Excélsior, pero que acabó igualmente con un proyecto
periodístico. Por lo que Carlos Payán reconocería: “Hemos hecho nosotros más cosas hacia dentro
que ponen en peligro la estabilidad del diario, que de afuera hacia dentro”.
Todos se dan cuenta que las empresas paralelas “no sólo no iban a sacar al Unomásuno de algún
problema financiero o político, sino que estaban empezando a hundirlo”.
A partir de este embrollo que fricciona las relaciones entre los funcionarios y el director, entre el
gerente (que Marco Aurelio llama K, solamente por la inicial de su apellido) y el sindicato, y
también entre los funcionarios y el gerente, renunciaron a sus puestos “el subdirector general, el
subdirector, la subdirectora de información, el asesor de la dirección general y el jefe de
redacción, tres de los cuales eran al mismo tiempo miembros del Consejo de
Administración”. Según contó Fernando Benítez, Miguel Ángel Granados Chapa, a nombre de este
grupo, “presentó amistosamente su petición de que el director se alejara para restaurar una
relación deteriorada con quienes –los cinco mismos- habían entregado ya su renuncia. Manuel
accedió en el acto y se retiró tres meses”.
El Consejo de
Administración, entonces
“resolvió asumir la
gestión empresarial”,
reemplazando al gerente
al que se le comprueban
malos manejos y
unilateralidad en la
dirección administrativa a
favor del accionista
mayoritario, Manuel
Becerra Acosta. Marco
Aurelio denuncia en su
libro algunas acciones en
este sentido.
Este sería el principio de
la segunda gran escisión
de periodistas con su
empresa originaria, y
segunda parte de la
historia que empezó con
Excélsior. En diciembre de 1983 este grupo de renunciantes lo hizo de manera definitiva, pero
salieron seguidos de la mayoría de los articulistas y paulatinamente de un gran número de
reporteros, fotógrafos y técnicos para fundar el diario La Jornada.
En su manifiesto expresaron que “el original proyecto cooperativo, sin dueño, se convirtió en una
empresa mercantil, Becerra Acosta asumió el papel de simple dueño que trata de resolver los
problemas desde la típica posición que da el capital” Incluso se le acusó de ver “la reivindicación
de las demandas de los marginados y los trabajadores del país como un rentable negocio”. Lo
acusaron de abusar de la buena fe y la confianza”, y burlar “el pacto básico de cooperación y
solidaridad entre iguales en que descansaba el proyecto”.
He querido dar este panorama en que surgió y transcurrió el Unomásuno, destacar su importancia
en la historia de la prensa de México, para ubicar la narración múltiple que ha realizado Marco
Aurelio Carballo en su libro, pues aunque él no llegó a la última etapa de la renuncia colectiva (se
fue antes, sin cobrar liquidación ni indemnización ni sus acciones, cuenta) sí aparecen en su libro
cómo fueron desarrollándose los conflictos en el diario. Son protagonistas de esta historia, Hugo
del Río y René Avilés Fabila personajes como muchos otros: Antonio Andrade, René Arteaga, el
célebre Patán, Rafael Cardona, el Diablo Ibarra, Catalina –o sea Kateri Aragón- Eduardo
Deschamps, León Roberto García, Sergio Von Nowaffen, Miguel López Saucedo; en fin, una lista
larga de personas de las que Marco Aurelio no pudo olvidarse, al contrario, cultivó en sus
recuerdos, pues esa es la labor esencial de Carballo, “reportear la vida”.
Marco Aurelio refiere que en una de las Juntas de redacción del Unomásuno, el subdirector
editorial, el poeta Jorge Hernández Campos, alertó “Cuidado, puede haber un Leñero entre
nosotros”. Y ahora es válido preguntar, ¿Será Morir de periodismo un testimonio similar al que
escribió Vicente Leñero en Los periodistas? Sí y no. Aunque los dos autores no dudan en poner
Fotografía
Alexander Rodtchenko / 1928
nombres reales a sus personajes, Marco Aurelio está más interesado en la vida cotidiana del
periodista que en las relaciones de poder. En observaciones como ésta: “En los años sesenta y
setenta del siglo XX, si algo caracterizaba a los buenos reporteros era su peculiaridad de ser
conflictivos. Pero las cosas han cambiado, los periodistas empezaron a graduarse en las escuelas.
Incluso ya no beben. Tampoco son destripados universitarios o alumnos de prepa que por falta de
orientación vocacional llegaban a las redacciones como reporteros o como correctores de estilo”.
Estoy de acuerdo con Rafael Cardona cuando dice que Marco Aurelio es un humorista contenido y
espero que esta vena la deje fluir a plenitud pronto, porque tiene todo el material para explotar
este talento. El Patán y Antonio Andrade son personaje dickenianos. El libro concluye con una
última aventura, la vida efímera del diario El Centenario, de Antonio Andrade, que contrató como
director a su carnal Marco Aurelio, y que terminó rápidamente en una hilarante catástrofe.
Morir de periodismo tiene un público privilegiado entre nosotros, los periodistas que hemos vivido
o hemos presenciado cómo nuestros amigos y compañeros han cumplido estás labores, ilusiones y
decepciones. Pero creo que los lectores en general también encontrarán en esta historia un
motivo de diversión y reflexión, pues el libro de Carballo es un engarce importante para
comprender cómo de ha desarrollado y hacia dónde se dirige lo mejor del periodismo en nuestro
país.
UNOMASUNO: UNA HISTORIA TURBULENTA
30 septiembre, 1989
Carlos Marín
MADRID, España- A finales de 1983, con la renuncia de cuatro ejecutivos y medio centenar de
colaboradores, salió a flote un extraño manejo económico en la empresa cuya propiedad, mezcla
de sociedad anónima y cooperativa (en su directorio), era clara únicamente para sus dirigentes y
algunos enterados: Unomásuno Nacido el 14 de noviembre de 1977, con periodistas que
renunciaron a Excélsior el 8 de julio de 1976, tras del golpe que instrumentó el gobierno
echeverrista, Unomásuno fue la segunda alternativa de su fundador, Manuel Becerra Acosta
exsubdirector de Excélsior, quien no halló consenso para intentar, mediante el retorno, la
recuperación de este periódico
Con más análisis que información como oferta, Unomásuno ganó pronto,
la confianza de sectores ilustrados y se hizo de un sitio decoroso en la vida periodística de México,
particularmente a través del suplemento sábado que dirigió el escritor Fernando Bénitez durante
siete años
El 2 de diciembre de 1982, sin embargo, renunciaron los
subdirectores Carlos Payán y Miguel Angel Granados Chapa, junto
con la subdirectora de información Carmen Lira, y el segundo jefe
de Redacción, Humberto Mussachio El asesor de la Dirección General, Héctor Aguilar Camín, fue
cesado
Los renunciantes adujeron una triple crisis en Unomásuno: empresarial, moral y política La
primera, porque las únicas vías de
solución, a su juicio, eran el ajuste de la economía interna, la
declaración de quiebra o la búsqueda de un subsidio La segunda,
porque se había “abusado de la buena fe de los trabajadores”
y “burlado el proyecto básico de la editorial” Y la tercera,
porque la Dirección General manifestaba una “voluntad conservadora”
y “una actitud antisindical”
“nos hemos retirado luego de un largo e infructuoso proceso de negociación con el dueño y
director general de Unomásuno para inducirlo a que devuelva lo que, en rigor de justicia, le
pertenece a la comunidad y resume los compromisos políticos básicos que dieron hasta ahora
aliento y sentido a nuestro trabajo”, explicaron
Lo que se destapaba era el entuerto de una propiedad en duda: ¿cooperativa o sociedad
anónima?
A causa de este mismo problema, pero sin repercusiones, habían salido ya, en años anteriores,
otros fundadores, como Eduardo Deschamps, que fue jefe de la sección cultural de Excélsior y
coautor de la fisonomía, el nombre y hasta el logotipo de Unomásuno, quienes advertían del
riesgo de la indefinición de la propiedad de la empresa
Los renunciantes de 1983 habían confiado en que el 60% de las acciones que formalmente poseía
Manuel Becerra Acosta fueran eso, acciones “formales” Le habían dado su aval y, por eso, cuando
se enfrentaron al hecho de que para él sí eran absolutamente suyas, lo acusaron de haberlos
sorprendido en su buena fe
En solidaridad con ellos salieron 48 articulistas, que invitaron a Becerra Acosta a retomar “el
espíritu cooperativo mediante la redistribución del capital”
El 21 de diciembre de ese año renunció el más relevante apoyo intelectual de Becerra Acosta,
Fernando Benítez
En febrero siguiente y con Carlos Payán como cabeza, 75 periodistas y escritores convocaron a la
formación de una empresa periodística, que dio a luz el 19 de septiembre de 1984, al primer
número de La Jornada
El 15 de agosto de 1987 surgió otro conflicto que puso en crisis a Unomásuno y volvieron a aflorar
turbios manejos:
Los trabajadores de talleres efectuaron un paro en demanda del cumplimiento de cláusulas
contractuales, como la entrega de despensas en especie, botas para uso industrial, uniformes,
pago de horas extras, y denunciaron la contratación excesiva de personal de confianza (110 frente
a 303 sindicalizados) y dieron a conocer que la empresa no pagaba cuotas al Infonavit desde su
fundación, diez años antes, y que evadía impuestos sobre productos del trabajo
Intervino un exfundador y exsecretario general del Sindicato del periódico, Luis Gutiérrez, quien
para entonces ya era gerente
Gutiérrez resolvió el problema de inmediato: les dijo que estaban despedidos y corrió también al
secretario general, Mario García Sordo
El sindicato, simplemente, desapareció desde entonces
Para consumo de los lectores, Unomásuno publicó una nota en la que afirmó que un “piquete” de
enemigos del diario pretendió dar “un golpe de mano” y afirmó que había “una campaña de
desprestigio montada desde el exterior”
Por esos años Becerra Acosta había comprado el 40% restante de las acciones de la empresa
Finalmente, este año, el viernes 3 de marzo, los reporteros de Unomásuno externaron una
angustia acumulada durante varios días Sabían que su antigua idea de ser copropietarios (en la
cooperativa que resultó no ser) no fue más que una ilusión Ahora les llegaban rumores alarmantes
y no sabían qué pasaba en torno de Manuel Becerra Acosta:
—Que lo habían encarcelado
—Que los Migueles, De la Madrid Hurtado y Alemán Velasco, querían comprar Unomásuno y
alguno le entraría con el 49% de las acciones que tenía Becerra Acosta para “recapitalizar la
empresa”
—Que Becerra Acosta perdió la dirección porque había ofendido al presidente Salinas de Gortari
“con exabruptos e impertinencias”
—Que le cobraban su amistad con Porfirio Muñoz Ledo
—Que le hacían pagar una comedia teatral en la que ridiculizó a
Salinas (Sucesión de familia)
—Que por haber “inventado” la Corriente Democrática
—Que Unomásuno debía mucho dinero por papel y por impuestos (el 18 de noviembre de 1988
Luis Gutiérrez informó a varios de sus compañeros que la deuda era de 4,000 millones de pesos,
sin contar intereses ni multas que podrían quintuplicar la cifra)
—Que Becerra Acosta había sido expulsado de México y convencido con
un millón de dólares
Luis Gutiérrez, ahora en papel de “director interino”, informó a los
reporteros, que Unomásuno había sido comprado por el grupo Ingenieros
Civiles Asociados
“¿Con qué porcentaje?”, preguntó alguien
“El nuevo dueño es IVA No necesitan saber más”, hizo que informó
IVA, por su parte, desmintió a Gutiérrez El comprador resultó ser Angel Borja, hermano del
presidente del consorcio, quien a los pocos días “vendió” su caliente adquisición
Para los reporteros, el calce de un editorial publicado en el periódico ponía los puntos sobre las íes
en cuento a la propiedad real de Unomásuno: “Los primeros 100 días de Carlos Salinas de Gortari
han puesto en claro que el país tiene un gobierno y un rumbo”
En los primeros 30 días de Luis Gutiérrez como director se produjeron protestas en su contra,
tanto por el abierto oficialismo de la política editorial como por medidas “prepotentes”, entre las
que se contaban el despido de los que no le tributaban incondicionalidad
Y en los primeros dos meses renunciaron los directores de los suplementos, ocho reporteros y el
jefe de Información
A principios de marzo, Luis Gutiérrez contó que se habían presentado en el diario dos auditores de
Hacienda “Le hablé a Otto Granados (director de Comunicación de la Presidencia) y le dijo
‘aguántame caray, estamos arreglando esto’ Y corrí a los auditores”
El 8 de marzo anunció que iría a hablar con el presidente Salinas de Gortari para proponerle 25
nombres de probables compradores de las acciones de Borja
A la postre, con el 76% de un millón de dólares para Luis Gutiérrez, salidos de Banobras, nueve
fueron los afortunados que resultaron ser sujetos de crédito
El jueves 28, en una conferencia realizada en la Universidad de Wisconsin, Gutiérrez reconoció que
el “cliente principal de los medios, en México, es el gobierno”, lo cual, “de origen, vicia y afecta la
relación de la prensa con el poder” Explicó que el instinto de conservación del editor invita a
cuidar al cliente” y si las verdades no le gustan al cliente “entonces se ocultan”
https://www.milenio.com/opinion/juan-pablo-becerra-acosta/doble-fondo/el-unomasuno-
periodismo-politica-y-narco
Doble fondo
El "unomásuno": periodismo, política y "narco"…
Juan Pablo Becerra-Acosta
21.12.2015/00:22
En una muy-muy breve síntesis sobre la historia del diario unomásuno, les puedo contar esto...
Excélsior fue fundado en 1917. Mi abuelo —Manuel— fue director general hasta 1968, cuando
murió. En ese momento Julio Scherer quedó al frente del diario junto a mi padre (también
Manuel), que se hizo cargo de la subdirección. En julio de 1976 el gobierno de Luis Echeverría
culminó sus embestidas contra ambos y sus cientos de colaboradores tuvieron que abandonar su
casa, que quedó en manos de un traidor.
La larga y entrañable amistad entre Manuel y Julio se resquebrajó cuando cada quien concibió un
proyecto distinto: Julio pensó en el semanario Proceso y Manuel ideó unomásuno, que se publicó
por primera vez el 14 de noviembre de 1977. Ambas publicaciones estaban pobladas de
talentosísimos periodistas, pero hoy nada más tecleo acerca del diario, que desde el inusual
nombre fue provocador para los conservadores que solo entendían de aritmética. ¿Qué era eso de
uno más uno, escrito como una sola palabra en minúsculas? Lo que pretendía el proyecto, su
esencia conceptual: la suma del trabajo del periodista y la participación del lector no daba dos, no
debe sumar dos, sino uno. Uno solo.
El hermoso cabezal fue imaginado, con tipografía como de una máquina de escribir, por el talento
del gran Juan Pablo Rulfo, mejor conocido como Pablo Rulfo en su precioso mundo de las artes
plásticas. Sobrio, limpio, elegante, en letras negras sobre el papel blanco, así se veía el nombre de
ese diario tamaño tabla, que no tabloide.
El periódico impulsó los géneros (crónica, entrevista, reportaje). Estimuló la tentación literaria de
los periodistas (aquel "nuevo periodismo" del que se hablaba en Estados Unidos desde los 60).
Para los jóvenes aprendices como yo era deslumbrante la redacción del diario. No voy a mencionar
a algunos de sus reporteros porque sería injusto para muchos más, pero dense una vuelta en la
hemeroteca para que vean qué clase de textos tenía el periódico. Y lo mismo con los fotógrafos,
porque fue la cuna del nuevo fotoperiodismo mexicano: gran despliegue y gran respeto a su
libertad de expresarse a través de las imágenes. Y con los cartonistas y articulistas lo mismo:
relevantes espacios para ellos.
En 1989 se acabó la historia. Una nueva embestida presidencial, entonces de Carlos Salinas de
Gortari, aderezada con traidores, como siempre, nos echó de ahí, se extinguió el diario, y devino
pasquín, panfleto, una cosa horrenda de un tamaño raro con letras rojas y negras, siempre en
manos de personajes diminutos, oscuros y oscurísimos.
Los políticos mexicanos no entienden que son efímeros y que cuando sus desplantes los dominan,
cuando su codicia, sus rencores y sus arbitrariedades los gobiernan, lo único perdurable que han
dejado en nuestro país son infamias, despojos, robos y suelos ensangrentados. Pero sobre todo, su
herencia es de destrucción. Vean, vean en qué acabó el unomásuno, presuntamente ligado al
narco hoy, según el gobierno de Estados Unidos.
Qué triste. Hombre, al menos hubieran desaparecido el cabezal en 1989. O lo hubieran devuelto...
twitter.com/@jpbecerraacosta
http://www.ejecentral.com.mx/ayuda-la-prensa-que-desconoce/
Ayuda de Memoria.
La prensa que desconoce
6 de noviembre de 2019
Raymundo Riva Palacio.
1ER. TIEMPO: A los perros les debe la Presidencia. En 1988, un tabasqueño desconocido en el país,
Andrés Manuel López Obrador, se unió a la Corriente Democrática, un movimiento que se había
escindido del PRI en 1987, ante la cerrazón del proceso de sucesión presidencial. Cuando se
integró a la Corriente, habían pasado varios años de que varios periódicos en la Ciudad de México
y un puñado de distinguidos diarios en el resto de la República empujaban para que se fueran
abriendo los espacios de libertad. La batalla llevaba años. La salida de Julio Scherer de Excélsior,
seguido de más de 250 colaboradores, provocó el nacimiento de dos importantes medios:
Proceso, bajo su dirección, y unomásuno, fundado por Manuel Becerra Acosta, que había sido su
segundo de abordo en Excélsior hasta 1976. Proceso se convirtió durante su primera década —aun
con la dureza del autoritarismo encabezado por quien hoy es director de la Comisión Federal de
Electricidad, Manuel Bartlett—, en un piolet contra la muralla rígida del viejo sistema político.
Unomásuno fue el periódico de la transición democrática, el primer medio que abrigó las causas
sociales de manera ideológica y tomó posiciones de izquierda democrática que fueron los
cimientos para que, en 2018, 30 años después, López Obrador llegara a la Presidencia. Una
escisión en unomásuno dio nacimiento a La Jornada, que se sumó a la lucha por la libertad de
expresión que venían haciendo esos diarios y otros, como El Norte de Monterrey, el Diario de
Yucatán, El Imparcial de Hermosillo, A.M. de León, y El Diario de Juárez. En los 80 nació también El
Financiero, que el 7 de julio de 1988, la mañana siguiente a las elecciones presidenciales donde
ganó Carlos Salinas —una victoria aún ensombrecida por las nubes de fraude—, tituló a ocho
columnas: “Nada para nadie”. Hoy ese titular es inocuo, pero en aquellos años era profundamente
disruptivo. Rogelio Cárdenas Sarmiento, el propietario del periódico, se jugó con esa cabeza el
futuro del periódico —en ese entonces, de eso se trataban tales atrevimientos editoriales— con la
propuesta del director, Alejandro Ramos. “Nada para nadie” fue un parteaguas en la historia
política de este país. Días después, El Financiero publicó la noticia electoral más longeva del último
cuarto, el “fraude cibernético” en Gobernación, en la que el secretario era Bartlett. Todos ellos y
quienes siguieron abriendo espacios son los “perros” que acusa López Obrador. La desmemoria es
grande; la mezquindad, superlativa.
2O. TIEMPO: México no era un edén. En los 80, Andrés Manuel López Obrador empezaba a
construir su carrera política. Hombre honesto y comprometido con las causas sociales y los pobres,
creció en la cosmogonía de Macuspana. Desde allá, hay cosas que el desconocía, ignorancia que se
ha prolongado hasta ahora, que es Presidente de la República. En aquellos años, muchos de los
que ahora denuesta con impunidad insultante, ya daban la lucha dentro de las redacciones. El
Norte de Monterrey contaba con alfileres las fotografías aéreas de los mítines para demostrar el
acarreo que hacían los candidatos priistas, sin importar que fueran presidenciales. En Excélsior, los
reporteros rompían la técnica de redacción de la “pirámide invertida” —de lo más importante a lo
menos— y colocaban lo más sensible e importante de la información a la mitad de los textos para
burlar la autocensura. Cada semana, Proceso exploraba incansablemente la corrupción del
gobierno federal, con denuncias espectaculares sobre los abusos del poder. En los 90, se sumaron
más gladiadores a la lucha por la libertad de expresión. Reforma, hijo de El Norte, comenzó a
publicarse el 20 de noviembre de 1993, y rápidamente se convirtió en el ejemplo de esa lucha,
rompiendo primero con la mafia de la Unión de Voceadores, y después publicando investigaciones
y entrevistas que fueron moldeando la agenda nacional. A mediados de esa década se sumó El
Universal a ese grupo de periódicos que optaron por vivir separados del poder, y tras él
continuaron sumándose otros medios. Para finales de esa década se vivía lo que Alain Minc
describió como “la borrachera democrática”, en un libro en 1995, el creciente peso de la opinión
en los medios y el periodismo de investigación en la opinión pública. En esos años hubo excesos en
la prensa mexicana, ciertamente, y hubo famas públicas dañadas permanentemente. El país
estaba cambiando. Desde el principio del gobierno de Carlos Salinas, comenzó el reordenamiento
financiero en la relación con los medios —impuesto de 2% a las nóminas, el punto más importante
de todo—, y con el levantamiento del EZLN en enero de 1994, los controles que todavía seguían
sobre los medios —como el boicot publicitario sexenal a Proceso y El Financiero—,
desaparecieron. Los zapatistas contribuyeron a ponerle final al autoritarismo sobre los medios,
que continuó su demolición durante el gobierno de Ernesto Zedillo. No había sido una lucha fácil,
sino azarosa. Casi 25 años de horadar al sistema políticos, empezaban a dar frutos.
3ER. TIEMPO: La consolidación de la libertad de prensa. La llegada de Vicente Fox a la Presidencia
en 2000, aceleró la consolidación de la libertad de prensa en México. En la campaña presidencial,
varios medios desafiaron los resabios que quedaban del autoritarismo y comenzaron a publicar las
encuestas que daban ventaja a Fox sobre el candidato favorito, el priista Francisco Labastida. La
llegada del panista abrió una esperanza de consolidación democrática, pero no fue así. No dejaron
de haber abusos del poder, exigencias de censura y despidos solicitados por Marta Sahagún,
poderosa vocera y esposa del Presidente. Sólo algunos le hicieron caso, pero la mayoría continuó
con su trabajo. En una ocasión, Sahagún se quejó de una reportera con el director de Milenio, que
nació con el siglo, porque “hacía muchas preguntas”, sugiriendo que eran incómodas. La reportera
ni siquiera fue convenida. Como lo habían hecho los medios, fue ignorada. Los medios
comenzaron a hurgar en acusaciones de corrupción, como lo habían hecho antes, y surgieron las
revelaciones sobre la Fundación Vamos México de la vocera presidencial, y las primeras pesquisas
sobre la corrupción de sus hijos. Cuando Fox quiso meter a la cárcel al jefe de gobierno de la
Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador, por un desacato judicial, fue la prensa la que se
sumó a su defensa y creó las condiciones para que se desistiera. También salió de los medios —
propuesta de René Delgado, en Reforma— que la sociedad se organizara y convocara una marcha
contra la inseguridad. La idea prendió: más de un millón de personas manifestaron vestidas de
blanco en la Ciudad de México reclamando seguridad. Fueron también los años en los que el
crimen organizado inició su cacería de periodistas. Era 2005, y la primera trinchera contra los
cárteles la puso la prensa, pagando con su vida muchos de nuestros colegas. La prensa se mantuvo
en la línea de fuego, aun sin la protección de las autoridades, que tampoco se la dio a la sociedad.
La libertad de prensa se había consolidado, pero la profesión se había vuelto más difícil por la
inseguridad. Eran décadas que, a costa de luchar cotidianamente, habían derrotado el
autoritarismo. Lo desconoce López Obrador. Sugerir que fue él quien “le quitó el bozal” a los
medios, para morderle la mano, es ignorar la historia de lucha por la libertad en este país de la
cual él, antes que nadie, resultó el principal beneficiario.
https://www.unotv.com/noticias/portal/internacional/detalle/sanciona-eu-a-unomasuno-por-
nexos-con-narcotrafico-749201/
Sanciona EU a Unomásuno y Diario Amanecer por
nexos con el narco
16/12/2015 12:23
Agencia Estados Unidos Internacional AP
Se les acusa de apoyar al cartel mexicano Los Cuinis. Foto: Especial
Estados Unidos sancionó este miércoles al ciudadano mexicano Naim Libien Tella y a cuatro de
sus empresas, entre ellas las publicaciones Unomásuno y Diario Amanecer, por apoyar al cartel
Los Cuinis y a su líder, Abigael González.
¿Cómo funcionaba?
"A través de su relación con Naim Libien Tella, la organización de tráfico de drogas Los Cuinis ha
utilizado el periódico mexicano Unomásuno para impulsar sus actividades de tráfico de droga",
dijo John E. Smith, director de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del
Departamento del Tesoro. Los Cuinis es la estructura a través de la cual lava activos el Cartel de
Jalisco-Nueva Generación.
Según la OFAC, Libien Tella ha tenido relaciones económicas durante años con Abigael González,
implicado en actividades de narcotráfico desde los años 90 y que en 2007 le otorgó poder notarial
a Libien Tella de su empresa de inversiones ubicada en Guadalajara, Valgo Grupo de Inversión,
también fue designada como empresa vinculada al narcotráfico.
Además de los dos periódicos y la empresa de inversiones, una empresa de taxi aéreo,
Aerolíneas Amanecer, también aparece en la lista hecha pública el miércoles por la OFAC. La
designación congela todos los bienes de estas personas y empresas en Estados Unidos y prohíbe a
ciudadanos estadounidenses tener ninguna relación con ellas.
El Cartel de Jalisco-Nueva Generación y Los Cuinis fueron designados narcotraficantes en abril de
este año. González, líder de Los Cuinis, fue detenido en febrero. El líder de Jalisco-Nueva
Generación, Nemesio Oseguera Cervantes, se fugó.
Unomásuno, periodismo que resta
Ese periodismo que necesita de profesionales para decirles a los lectores con datos fiables y
hechos lo que sucede en su entorno se extinguió.
Juan Carlos Romero Puga
08 Enero 2016
La historia del Unomásuno, la que importa, se inició el 14 de noviembre de 1977. Fue uno de los
dos proyectos periodísticos más valiosos que nacieron del golpe de julio de 1976 perpetrado
contra Excélsior por el gobierno de Luis Echeverría. Con un cabezal en Courier New que asemejaba
la tipografía de una máquina de escribir, el diario se convirtió en un referente, indócil, crítico,
espacio de muchos de los debates del proceso de transición que nos llevó a esta democracia
germinal, como la llama José Woldenberg
La historia de ese proyecto que se proponía tener una actitud antimonologante y participar en una
sociedad íntegra en sus divergencias, llegó a su fin algún día de 1989, cuando se les quitó el
control a sus fundadores para ponerlo en manos de un soldado priista de cuatro sexenios que
colocó en la Dirección a la más rancia y vieja guardia del diarismo nacional.
Ese periodismo que necesita de profesionales para decirles a los lectores con datos fiables y
hechos lo que sucede en su entorno se extinguió. En 2002 cuando la empresa se encontraba en
etapa casi terminal, Naim Libien Kaui, empresario propietario de otros periódicos en el Estado de
México (entre ellos el aún existente Diario Amanecer) se convirtió en dueño de la empresa a
cambio de una ridícula cantidad.
Su apuesta periodística, según le dijo a la revista Etcétera era clara: “no seremos viles ni soeces. La
veracidad, reitero, será nuestra prioridad, nuestra mística”. Casi al mismo tiempo, un grupo de
reporteros le contaba a Proceso que las órdenes eran que solo serían publicadas notas
informativas de aquellas dependencias y personajes públicos que estuviesen dispuestos a pagar
por ellas y, que quien no pagara sería atacado hasta que acudiese a sus oficinas a “buscar un
arreglo”. “Nos dio una especie de licencia para extorsionar y chantajear”, aseguró la subdirectora
del diario.
Reeditando las viejas formas de la genuflexiónante el presidente de la República (sirvan como
ejemplos estas portadas: 1, 2 y 3[1]) y con una agenda peculiar,Unomásuno ha cumplido ya varios
años usando sus primeras planas para adjetivar y ridiculizar a políticos, al grado de dedicar
ediciones especiales de 135 páginas para denostar a un director de Comunicación Social y a su
familia por no haber liquidado varios pagos por pautas publicitarias.
Objeto de fotomontajes ridículos, apodado como “Rata-Bala”, el gobernador de Puebla es llamado
en sus páginas asesino, represor, criminal, atracador, mitómano y dictador, entre otros adjetivos.
El Estado de México, para los editores del diario no es sino un territorio de ejecuciones y pobreza,
miseria y muerte, sin rumbo, en manos del crimen, al borde del abismo y paraíso de la extorsión,
gracias a un gobernador incapaz y mentiroso. El escarnio en el lugar de la información.
El lodazal “crítico y veraz” construido en los años recientes por los Libien, se volvió noticiael
pasado 16 de diciembre. Autoridades estadounidenses dieron a conocer, a través de un reporte
del Departamento del Tesoro, que a través de su relación con Naim Libien Tella, la organización
criminal de Los Cuinis ha utilizado a Unomásuno para impulsar sus actividades de tráfico de droga.
Libien Tella, vicepresidente de Unomásuno, dice Estados Unidos, ha tenido una larga relación
personal con Abigael González Valencia, líder de este grupo de la delincuencia organizaday quien
ha estado involucrado en el narcotráfico desde la década de los noventa.
Sin embargo, para los directivos del diario, tras las acciones del Departamento del Tesoro hay
intereses oscuros que pretenden callarlos por negarse a venderse. Es decir, que su periodismo
crítico y veraz ha molestado a las autoridades mexicanas, que tratan de amedrentarlos y buscan,
como en otros medios de comunicación, que exista “contubernio para bajar la línea editorial”.
Todo (todo), dicen, es producto de una campaña oficial en su contra, mientras subrayan
amargamente que no se les da publicidad oficial.
Incapaces de sumar, representantes del matonismo editorial que coloca mensajes de primera
plana para que sean vistos por alguien, los dueños de Unomásuno se fabricaron la mañana del 18
de diciembre una primera plana en la que le gritan al mundo que son víctimas de una supuesta
“ley mordaza”, ilustrada por un moño negro que aparentemente declara la muerte de la libertad
de expresión.
Nadie los ha acompañado y nadie los acompañará en su duelo. No hay dolientes por este
Unomásuno ha muerto hace mucho.
[1] Aunque acá pueden verse otras tantas: 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10