VERLO SOLO A ÉL

Es sorprendente lo que los sentidos del cuerpo humano pueden hacer. La perfección es

incuestionable, todos ellos llevan información al cerebro para que éste a su vez emita órdenes

a los diferentes órganos del cuerpo y así se produzca la acción necesaria.

Hablar de los ojos; su estructura, funciones, cuidados y demás es algo que sólo un especialista

puede hacer, sin embargo los medios de comunicación hoy nos permiten conocer cosas que

antes era muy complicado acceder a ellas.

Leyendo acerca de los ojos encontré que muchos de los que saben del tema, ven los ojos o el

sentido de la vista como el más importante entre los cinco. Los ojos proporcionan las imágenes

que van al cerebro para ser interpretadas por este y llevar a cabo una acción. Los ojos

permiten que el cerebro tenga la información necesaria para determinar si el entorno es

seguro o no. Los ojos en un estado normal perciben la profundidad de los elementos que le

rodean para entonces determinar las distancias y así el cerebro ordena a los pies si moverse o

no. Si alguien está conduciendo, los ojos envían las imágenes al cerebro para así determinar si

el cruce de la calle se ejecuta o no. Podemos decir entonces que la vista está directamente

relacionada al movimiento o a las acciones. Sería apropiado tener esto en cuenta.

Otro asunto muy interesante sobre el sentido de la vista es que cambia con el tiempo.

Un niño puede ver con claridad a una distancia tan corta como 6 cms. Al aumentar la edad de

la persona, las lentes oculares se van endureciendo poco a poco y la visión cercana disminuye.

A la edad de treinta años se necesitan unos 15cms como mínimo para poder ver con claridad y

a la edad de cincuenta años se necesitan unos 40cms. Los ojos necesitan a medida que pasa el

tiempo un campo más amplio para ver correctamente. Muy pero muy interesante.

Otra cosa llamativa acerca de los ojos es su protección. Varias partes y elementos del cuerpo

están en función de protegerlo; la cavidad craneal, los parpados, las pestañas y los fluidos

lagrimales que se activan también cuando un elemento extraño cae al ojo. Podemos decir que

es muy necesario que la visión este protegida. ¡Qué bueno!

Los ojos de Dios

Son muchas las referencias que la Biblia hace acerca de los ojos de Dios. De hecho en la misma

creación según Génesis 1 el hablar de Dios desemboca en el ver de Dios. Él dijo hágase la luz

(ver 3) y el vio la luz (ver 4) y así cada vez que Él hablaba luego veía hasta llegar al punto más

alto de su creación al formar al hombre y al ver que era bueno en gran manera (ver 31).

Así que, Dios tiene ojos con visión perfecta. Lo que Él ve como bueno es porque es bueno.

El relato bíblico a través de los 66 libros nos va a revelar un Dios que ve, y en el libro de

Apocalipsis el apóstol Juan describe los ojos de Dios como fuego (Apoc 1:14) el mismo fulgor

que Daniel vio setecientos años atrás (Dan 10:6).

Dios posó su mirada en el hombre y determinó mantenerla allí, pero fue el mismo hombre desde el Edén quien decidió esconderse de Dios. Adán y Eva pecaron y se escondieron. Dios los había vestido con Su gloria y por eso los podía ver, mas cuando fueron desnudados por causa del pecado no podían ser vistos por Dios. La visión de Dios para el hombre se había deteriorado no por causa de Él sino por causa del hombre mismo. Adán y Eva no podían estar más en Edén con Dios, tenían que salir de allí. Lo que Dios hizo bueno y vio bueno en gran manera se había corrompido. La misericordia de Dios estuvo con el hombre, por siglos fue así sin embargo el hombre seguía en su extravío al punto que la maldad llegó a su culmen. Gén 6:5 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo

designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Dios ahora ve que su creación máxima; el hombre, se echó a perder y determina la sentencia;

un diluvio acabaría con ellos y sólo guardaría una semilla.

Gén 6:8 Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. Dios posó sus ojos sobre Noé, esto es gracia soberana. No fueron las “justicias” de Noé que

hicieron que Dios lo escogiera, fue simplemente Su voluntad. Pudo ser otro pero fue Noé y de

su descendencia no faltaría alguien en los siglos y milenios posteriores en el cual el Señor

soberanamente no posara sus ojos.

Dios miró a Abraham, Isaac y Jacob, siguió mirando y escogió a Moisés, a Josué, los jueces,

reyes, profetas, sacerdotes y lo siguió haciendo sobre quien Él quiso. Dios puso sus ojos en

ellos y les mostró lo que nunca hubieran podido ver por sí mismos, les abrió los ojos para que

vieran Su gloria. Todos los personajes bíblicos tuvieron que haber tenido un vislumbre de la

cruz, más allá de comprender la redención en plenitud, ellos pudieron ver aspectos de Dios

que el común de la gente de su época no podían ver. Ellos hablaron de Cristo, representaron a

Cristo, tuvieron en muchos casos experiencias con Cristo pre-encarnado; Abraham fue visitado

por Él, Moisés vio “sus espaldas”, se le apareció a Josué en el camino, estuvo en el horno de

fuego con los amigos de Daniel.

Dios decidió mirar al hombre para que el hombre tuviera la oportunidad de verlo de nuevo a

Él. Dios ha seguido viendo al hombre para restaurar el Edén, para restaurar sus delicias.

El hombre está ciego y para poder abrir sus ojos debe ser visto primero por Dios.

2Co 4:4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.

2Co 4:6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Creados para ver

Adán fue creado para gobernar la tierra y fue provisto de las habilidades para ello. Los sentidos

de los que Dios dotó al hombre tienen que ver con su propósito, cada forma obedece a un

propósito. Adán fue dotado con oído para oír instrucciones, con vista para mirar la proporción

de las cosas, para medir la cercanía y distancia con Dios. Fue dotado con olfato para reconocer

la atmósfera para la cual había sido creado, con tacto para palpar la tierra de la cual fue hecho

y reconocer que fue puesto sobre ella, no bajo ella, y fue dotado con lengua no sólo para

disfrutar los sabores sino para articular con ella lo que las instrucciones le dictaban.

Dios da una asignación, da la capacidad para ejecutarla y da el tiempo necesario.

Adán fue creado y se le dio una tarea. Allí necesitaba ejercitar sus sentidos.

Gén 2:19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de

los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.

Dios crea animales y los trae a Adán para que él viera cómo llamarlos. Primero es necesario ver

para poder llamar correctamente algo. La visión antecede al nombre, esto es simple pero

profundo a la vez. En casos específicos Dios nos lleva a un lugar para que veamos algo a lo cual

hay que darle nombre. Dios sabía que Adán tenía la habilidad para la tarea, lo había provisto

de lengua y le había dado ojos.

Esto es “curioso” en la creación Dios habla primero y luego ve pero en la primer tarea del

hombre primero ve y después habla. ¡Si no hay visión no se puede hablar lo correcto!. Y la

fuente de la visión es la misma que dio los ojos ¡!Dios!!

La biblia llama ciegos a los que están sin Cristo. (2 Cor 4:4)

Juan 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me

sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. El hombre fue creado para ver pero sin Cristo no hay visión alguna que tenga valor eterno. El

éxito según Dios se mide por la trascendencia eterna de la visión. Personas en esta tierra

tienen gran influencia y han desarrollado visiones pero los logros no contaran para nada si el

fundamento de ello no es Cristo y su gracia.

El abrir los ojos no inicia minutos después de nacer en una clínica, tampoco cuando se tiene

una cédula o cuando se casa. A menudo decimos ¡abra los ojos! ¡Abra los ojos!, para hacer

caer en cuenta a alguien de algún error pero el verdadero momento donde se abren los ojos es

cuando por el obrar del Espíritu Santo uno que había estado ciego puede ver a Cristo, abrir los

ojos inicia con el nuevo nacimiento y es un proceso que dura toda la vida.

El apóstol Pablo escribe la oración que continuamente hacía por los efesios.

Efe 1:17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, Efe 1:18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la

esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,…

La iglesia de Éfeso en la época que fue escrita esta carta era una iglesia muy fuerte. Fue la

iglesia donde Pablo pasó más tiempo enseñando (tres años). El contenido de la carta es

profundo y elevado y revela cómo Dios ve a la iglesia (en lugares celestiales). Según la historia

extra bíblica, la iglesia en Éfeso llegó a ser muy grande, algunos historiadores dicen que llegó a

tener unos 70.000 miembros. Esto es asombroso si tenemos en cuenta que en esa época las

ciudades no eran muy grandes; Éfeso pudo haber tenido entre 200.000 y 300.000 habitantes.

Así que la influencia de la iglesia era muy grande en el campo social. Pablo en su carta exalta la

fe y el amor entre los hermanos de la iglesia, diríamos entonces ¿Por qué Pablo ora para que

tengan revelación, sabiduría y para que sus ojos espirituales sean alumbrados? La respuesta es

simple: no hay ningún creyente que tenga un “nivel espiritual” donde ya no necesite conocer

más de Cristo.

La experiencia misma de un adorador le hace comprender que cuanto más conoce de Dios,

más necesita conocer. La revelación de Cristo y su palabra nos abren los ojos más y más pero

siempre habrá hambre de revelación; ¡hambre de Dios! Es un “inconformismo santo” es el

deseo de ver más de Cristo.

La iglesia en Éfeso lo necesitó, teniendo el vigor que tenían, la iglesia hoy lo necesita y más aún

cuando abundan tantas carencias.

Abrir los ojos

Un relato bíblico bastante conocido sigue siendo un bálsamo que refresca para hacernos ver

con la óptica correcta.

La historia la encontramos en 2 Reyes 6:8-23.

2Re 6:8 Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo:

En tal y tal lugar estará mi campamento. 2Re 6:9 Y el varón de Dios envió a decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal

lugar, porque los sirios van allí. 2Re 6:10 Entonces el rey de Israel envió a aquel lugar que el varón de Dios había

dicho; y así lo hizo una y otra vez con el fin de cuidarse. 2Re 6:11 Y el corazón del rey de Siria se turbó por esto; y llamando a sus siervos, les

dijo: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel?

2Re 6:12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. 2Re 6:13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe a prenderlo. Y le fue dicho:

He aquí que él está en Dotán. 2Re 6:14 Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y un gran ejército, los

cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. 2Re 6:15 Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el

ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?

2Re 6:16 El le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

2Re 6:17 Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

2Re 6:18 Y luego que los sirios descendieron a él, oró Eliseo a Jehová, y dijo: Te ruego que hieras con ceguera a esta gente. Y los hirió con ceguera, conforme a la petición de Eliseo.

2Re 6:19 Después les dijo Eliseo: No es este el camino, ni es esta la ciudad; seguidme, y yo os guiaré al hombre que buscáis. Y los guió a Samaria.

2Re 6:20 Y cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: Jehová, abre los ojos de éstos, para que vean. Y Jehová abrió sus ojos, y miraron, y se hallaban en medio de Samaria.

2Re 6:21 Cuando el rey de Israel los hubo visto, dijo a Eliseo: ¿Los mataré, padre mío? 2Re 6:22 El le respondió: No los mates. ¿Matarías tú a los que tomaste cautivos con tu

espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua, para que coman y beban, y vuelvan a sus señores.

2Re 6:23 Entonces se les preparó una gran comida; y cuando habían comido y bebido, los envió, y ellos se volvieron a su señor. Y nunca más vinieron bandas armadas de Siria a la tierra de Israel.

Ubiquemos los personajes de la historia:

Rey de Siria: éste acusaba a Eliseo de sabotear sus planes, el rey había determinado capturar a Eliseo posiblemente con el objetivo de darle muerte.

Eliseo: el profeta de Dios al servicio del rey de Israel. Eliseo milagrosamente escuchaba los planes del rey de Siria y se los comunicaba al rey de Israel para prevenirlo

El criado de Eliseo. Estaba al servicio del profeta, lo acompañaba.

Otros personajes: el gran ejército sirio, el ejército celestial, el rey de Israel

El gran personaje y que está por encima de los demás es Dios mismo, son sus intervenciones

las que hacen que los relatos tengan peso. Eliseo ha visto el poder de Dios pero sin duda lo que

vendría estaba en otra dimensión, su siervo no olvidaría la experiencia vivida…..

El rey de Siria odiaba al pueblo de Israel que a pesar de no tener un corazón recto para con

Dios seguía siendo Su pueblo. Dios quiso que en esta época Eliseo fuera el profeta que sirviera

al rey de Israel. El rey de Siria tramaba cómo destruir a Israel y planeaba con sus más cercanos

colaboradores la forma de acabar con su enemigo, mientras tanto Eliseo posiblemente orando

o meditando en la palabra, milagrosamente escuchaba lo que el rey hablaba. Eliseo no era un

espía internacional pero los dones que operaban en él eran más efectivos que serlo. Así que el

profeta hacía lo que le correspondía, él avisaba al rey de Israel y así los planes malvados del rey

de Siria quedaban inoperantes. El rey de Siria se enojó mucho, estaba cansado que sus planes

no dieran resultados y pensó que alguno de sus cercanos lo traicionaba. y pensaría: “si lo

descubro lo mato! nadie puede traicionar al rey!. Es cuando uno de sus cercanos

colaboradores le dice acerca de Eliseo. No sabemos cómo los sirvientes del rey se enteraron o

si sólo concluyeron que por ser profeta, Eliseo era el causante de sus fracasos. El rey de Siria

no se hace esperar, él decide capturar al hombre, entonces organiza el ejército y emprende el

viaje; su misión: capturar a Eliseo y si es necesario darle muerte.

Entre tanto Eliseo está en casa con su siervo. Han tenido un día normal y al llegar la noche

están cansados, así que el siervo atiende al profeta. Algunos piensan que el siervo aquí es Giezi

del que habla el capítulo anterior pero eso no es seguro, posiblemente era otro. Si es otro

siervo llevaría poco tiempo con el profeta. El siervo está para servir al profeta pero también

aprende al lado de él. Ellos se acuestan a dormir plácidamente, tendrían sus planes para el día

siguiente y mientras ellos duermen un gran ejército se acerca a la ciudad, ellos no lo saben

pero vienen buscando al profeta. Los sirios eran temidos por su crueldad, no son gente de

diálogo, ellos aplastan todo a su paso, son violentos. La noche se hizo para descansar pero

también en ella se planean y ejecutan maldades. Las horas de la noche corren y el amanecer

clarea en las ventanas. El siervo se levanta a atender a su Señor, quizá Eliseo ora y mientras el

siervo se dirigía para preparar algo de comer, algo inusual llama su atención; los lugares que

circundan la ciudad están rodeados de gente. No vienen a celebrar una fiesta, no vienen a

adorar a Dios, no vienen a ofrecer sus servicios a Eliseo o al rey de Israel, no, ellos vienen a

acabar con el que consideran su enemigo y el culpable de sus fracasos. El siervo mira aterrado

esa gran multitud. Dotan que es la ciudad (pueblo) donde vivían no era muy grande y no era

tan visitada. Un gran ejército la rodea. Creo que el siervo no parpadea y no puede dar crédito a

lo que ve. Un gran ejercito con caballos y con carros. El siervo está asustado ¿Qué paso? Quizá

pensó. Yo estoy sirviendo a Dios, estoy haciendo lo mejor que puedo, ¡no me quiero morir!. El

siervo está allí pensando todo esto pero está enmudecido y posiblemente ante el silencio del

siervo y el sonido del ejercito el profeta salió y vio al siervo allí paralizado. Posiblemente el

ejército se preparaba para acabar con la ciudad incluyéndolos a ellos y el siervo presentía que

se le había acabado la vida. Un día normal se convirtió en una pesadilla. Un día soleado ahora

tiene oscuridad de muerte. Un día en el cual había planes empezó con la amenaza de

destrucción. Si el siervo hubiera podido pensar más quizá renegaría del trabajo y hubiera

querido tener otro pero esto no sucedió. Estaba muy asustado y la expresión es tan clara que

lanza un grito de angustia ¡ah, señor mío! ¿Qué haremos? (ver 15). El siervo está muy

asustado, ese ejército es muy grande, son miles. No sé qué esperaba el siervo que le

respondiera Eliseo, quizá esperaba que le dijera: “traiga el palo de la escoba y la tranca de la

puerta y alistémonos para pelear” pero no fue así. El profeta ve el mismo ejército enemigo que

el siervo ve, ve los caballos, los carros de guerra pero contrastando con la angustia de su siervo

él tiene una extraña calma. El verso 16 se parece a la respuesta de los héroes de ficción de

películas taquilleras; “no tengas miedo”. Pero aquí no se trata de nada ficticio sino de algo real.

Un día normal se convirtió en uno anormal. La calma del profeta no proviene de un libreto

aprendido sino de tener una visión anormal. El profeta veía al enemigo, no lo ignoraba, la fe no

ignora los problemas, pero el profeta veía más que el enemigo, él veía algo o más bien alguien

que estaba por encima, alguien mucho más poderoso. El rey de Siria infunde miedo, pero

cuando se tiene una visión de Dios el miedo es reducido a nada. Eliseo veía al rey de Siria y a su

ejército pero también veía al Rey del universo y al ejército que había desplegado para cuidarlo

a él y a Su pueblo. Sin embargo lo que el profeta veía no lo veía el siervo. El miedo perdura

cuando la visión es opaca y más aún cuando hay ceguera. El siervo está temeroso pero

también está al lado del profeta lo suficientemente cerca para escuchar su oración y de ser

necesario para que lo alcance su mano. El profeta ora para que los ojos del siervo se abran, en

otras palabras el profeta oró para que el siervo viera lo que él veía. ¡Qué modelo de oración!

¿No les parece similar a la del Pablo en efesios 1:17-18?

El Señor abrió los ojos del siervo y vio lo que veía el profeta; un ejército glorioso que los

rodeaba. El siervo pasó de la angustia a la gloria. ¿Qué hizo la diferencia? Que sus ojos fueron

abiertos. La diferencia entre la angustia y la seguridad está en lo que vemos. ¿Qué es lo que

ves de Dios? Eso determinará cómo enfrentas cada día. Lo que empezó como un día que

amenazaba destrucción término siendo una ocasión para ver la gloria de Dios.

Eliseo oró para que estos sirios fueran enceguecidos y así fue. Qué contraste; el siervo que no

veía, vio el ejército de Dios y el ejército que había caminado en la noche ahora está ciego. Esta

historia podría llevar como título “ojos abiertos y ojos cerrados”

El ejército sirio fue derrotado, Eliseo los entregó al rey de Israel y luego en un acto de

misericordia fueron liberados.

Nos parecemos a lo que vemos

Cuando estaba pequeño y veía mucha TV, mi mamá me decía que los ojos se me iban a poner

cuadrados. En algún momento eso me asustaba pero luego se me pasaba y seguía viendo.

Cuando decía eso, lo que quería decir ella, era que por estar tanto tiempo viendo la pantalla

del televisor mis ojos parecían tener su forma. Y esa apreciación aunque exagerada, ilustra

algo; llegamos a parecernos a lo que vemos.

Al Israel bíblico Dios les repetía constantemente acerca de no tener ídolos. Este es uno de los

temas más amplios de las escrituras. Hay pasajes que hablan claramente de la relación que se

gesta entre una persona y sus ídolos y cómo esta relación los hace semejantes.

Sal 115:4 Los ídolos de ellos son plata y oro, Obra de manos de hombres. Sal 115:5 Tienen boca, mas no hablan; Tienen ojos, mas no ven; Sal 115:6 Orejas tienen, mas no oyen; Tienen narices, mas no huelen; Sal 115:7 Manos tienen, mas no palpan; Tienen pies, mas no andan; No hablan con su

garganta. Sal 115:8 Semejantes a ellos son los que los hacen, Y cualquiera que confía en

ellos. De alguna forma somos moldeados por lo que vemos. El adorador se parece a lo que adora; si

es un ídolo se tornará como él y si es Dios será transformado para ser como Él.

Por esta razón es que el creyente necesita tener muy claro hacia dónde apuntan sus ojos.

Cuando algo o alguien toma el lugar que sólo le corresponde a Dios, esa persona o cosa

controla y moldea a quien le dio ese lugar.

El nuevo testamento advierte acerca de la idolatría, no sólo con relación a los no creyentes

sino aún con relación a los nacidos de nuevo. Pablo menciona a creyentes habituados a los

ídolos (1 Cor 8:7) y menciona la avaricia como expresión de idolatría la cual hay que hacer

morir ( Col 3:5, Efes 5:5). Al punto que voy, es que no es difícil que el creyente desvíe la mirada

y ponga en el lugar equivocado cosas, actitudes o personas y cuando esto sucede la persona

termina pareciéndose a esos ídolos.

El creyente fue libre del poder del pecado; legalmente el creyente tiene en Cristo el poder para

impedir ser dominado por algún pecado, sin embargo la expresión visible de ese poder está

ligada a la dirección que tomen los ojos de su espíritu. Si los ojos están en la dirección correcta

el poder correcto se manifestará, de lo contrario será el poder del ídolo el que manipulará a la

persona llevándole donde quiera.

Jesús dijo algo con respecto al ojo y conviene pensar en ello:

Mat 6:22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; Mat 6:23 pero si tú ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas…… Aquí hay un principio; el ojo le da luz a todo el cuerpo. El ojo no provee visión para sí mismo

sino para todos los demás miembros. Si el ojo está sano, mirará bien y si mira bien, proveerá

entonces la información necesaria para que los pies no tropiecen.

Si tus ojos son alumbrados por Cristo no abra tropiezo. Nuestros ojos espirituales son

alumbrados cuando lo miramos a Él.

Estar en tinieblas es no tener visión según Cristo, estar en tinieblas es no verlo a Él, por eso es

que los que no han nacido de nuevo están ciegos e inevitablemente caerán al “hoyo” de

perdición eterna si Cristo no es revelado a ellos. En el caso de los creyentes, que legalmente

fueron librados de la ceguera, es inaceptable que vivan sin rumbo, sin visión cuando Cristo ya

fue revelado en ellos.

Es muy necesario examinarnos acerca de la dirección a la que apuntan nuestros ojos, la

diferencia entre cumplir propósitos en Cristo y fracasar radica en esto; ¿Miran nuestros ojos a

Cristo?

En el tercer capítulo de 2 Corintios Pablo “coloca” los dos pactos en una balanza para hacerles

ver a sus lectores el valioso tesoro que tienen en Cristo.

Pablo dice del Antiguo Pacto que era un ministerio de muerte (ver 7) y de condenación (ver 9),

en contraste llama al Nuevo Pacto ministerio del espíritu (ver 8) y de justificación (ver 9). Al

hacer la comparación plantea que si el Antiguo Pacto tuvo gloria aun cuando no podía dar vida

ni justificar cuanto más es el Nuevo Pacto en la sangre de Cristo que da vida y justificación al

que en Él está. Por eso lo antiguo debía ser abolido y se debía recibir lo nuevo. Sobre esta base

Pablo habla con contundencia y sinceridad, él dice que los que dependen de las obras de la ley

no tienen una visión clara de la redención. Pablo dice que tienen un velo, ahora, un velo es

algo que en el sentido positivo, le permite ver algo a “medias” y en el sentido negativo es algo

que no le deja ver a uno lo que hay del otro lado.

Los judíos tenían una comprensión muy limitada de la redención, era tan limitada que cuando

Cristo se manifestó a ellos no lo pudieron reconocer sino que más bien lo rechazaron. En otras

palabras por estar mirando a la ley no miraron a Cristo. Ignoraron que Cristo era el

cumplimiento de la ley. Los ojos de ellos estuvieron puestos en lo que debía ser abolido y no

pudieron ver al eterno Dios que los “visitaba”.

Pablo dice de los judíos religiosos, que cuando leen el Antiguo Pacto hay sobre ellos un velo,

un velo que no les deja ver lo que hay del otro lado. Este velo sólo lo rompe Cristo mediante la

regeneración, la recreación del espíritu. Mientras Cristo no sea revelado el velo permanece y

así ha sido hasta el día de hoy con la nación de Israel. Pablo proféticamente dice en el verso 16

que cuando ellos se conviertan el velo se quitará y esto tiene cumplimiento pleno después que

la iglesia sea llevada por Cristo.

El verso 17 dice así: 2Co 3:17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay

libertad. El verso dice algo implícitamente; la libertad es el resultado de abrir los ojos a Cristo. El

ministerio del espíritu es abrir los ojos de las personas para que lleguen a ser hijos de Dios y

experimenten la libertad de cualquier forma de esclavitud perversa. Ahora, esa libertad en el

creyente es una libertad dada para ver a Cristo continuamente. Leamos..

2Co 3:18 Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.

La libertad de la que habla el verso 17 haya su propósito en el verso 18. La libertad comienza

con abrir los ojos y esa libertad se nutre con ver a Cristo para llegar a ser como Él.

El creyente tiene el gran regalo de ver a Cristo directamente. La ley no permitía que el hombre

se acercara a Dios para verlo “cara a cara”, esto debido al pecado, pero cuando Cristo condenó

al pecado en su cuerpo que llegó a ser el velo que se rompió, abrió el camino para que

pudiéramos ir con confianza a Dios por medio de Él.

Al creyente le fue otorgada la libertad de ver a Dios con los ojos del espíritu. El velo de la ley se

rompió y la gracia nos hace conocidos por Dios.

Es necesario considerar esto. Pablo le escribe a la iglesia en Corinto la cual tenía problemas

doctrinales que derivaban en diversos problemas relacionales en el aspecto familiar, eclesial y

social. La iglesia en corinto no era una iglesia ejemplar, sin embargo en el verso 18 él dice

“nosotros todos” y se refiere a los nacidos de nuevo pero no está haciendo diferencia entre los

que se han portado mal y los que no lo han hecho. Él dice que todos tienen la libertad para

mirar a Dios y es como si les estuviera diciendo que la razón de los problemas relacionales es

por no mirar a Cristo, es como si les estuviera diciendo que han tratado de mirar a Cristo a

través del velo de la ley y eso es imposible. “Tratar” de mirar a Cristo con estorbos doctrinales

deriva en malas relaciones.

En Corinto se fabricaban los mejores espejos. En esta época eran espejos de bronce, el bronce

era pulido y brillado de tal forma que reflejaba las imágenes de lo que se colocara en frente.

Conocer a Cristo desde lo revelado en el Nuevo Pacto es vital para tener el reflejo correcto.

No nos podemos ver claramente si hay velos, estorbos o mezclas.

Una gran parte de creyentes hacen cosas sin entender porque las hacen, muchos de ellos ni se

interesan por estudiar acerca de los fundamentos bíblicos de las prácticas en la iglesia

cristiana. La mayoría sólo las asumen y con el pasar de los años se acostumbran a dichas

prácticas. Otros pocos estudian y preguntan con el ánimo de aprender y algunos viven

criticando todo, con intenciones incorrectas y con conocimientos muy limitados de lo que

alegan saber.

Hace tiempo aprendí un principio básico; es necesario interpretar la biblia desde el pacto en el

cual estamos. ¿Qué quiere decir esto? Que no se puede tener una interpretación correcta del

Antiguo Pacto sino se conoce lo básico del Nuevo Pacto. El creyente nuevo debe ser enseñado

acerca de lo que es y tiene en Cristo para poder filtrar lo que del Antiguo Pacto aplica a la

iglesia y de todo aquello que Dios le dijo exclusivamente a Israel.

Debo decir que gran cantidad de veces el Señor me ha hablado a través del Antiguo Pacto y ha

sido sobremanera rico y estremecedor pero también sé, que no podría recibir correctamente

lo que Dios me dice allí si no tengo una identidad en Cristo y si no veo lo que Dios me habla a

través de la obra redentora de Cristo. ¿Por qué digo esto? Porque no se puede tener el reflejo

correcto sino se tiene una identidad correcta. Las mezclas de ley y gracia son muy comunes y

son muy peligrosas. La ley y la gracia no pueden convivir juntas. La ley demanda pero la gracia

otorga. Creo que la iglesia necesita mucho, ser santificada al respecto.

Me gusta una imagen que vi; se trata de un gato que se ve al espejo. Se supone que si un gato

está frente a un espejo el reflejo debe ser igual, debe ser un gato el que aparece en el reflejo

del espejo. Sin embargo en la imagen no es así. El gato se mira al espejo pero el reflejo que

aparece es de un león. Un gato no representa mucho poder a no ser que lo esté viendo un

ratón, pero un león inspira respeto, el león es símbolo de autoridad, de realeza, de poder.

Pienso que es así con relación a la ley y a la gracia; la ley te dirá que eres un gato pero la gracia

te dirá que eres un león.

Ver en un espejo la gloria del Señor es ver su expresión poderosa, Él es el león de la tribu de

Judá la cual representa la iglesia; somos el pueblo que lo adora. Si puedes ver al León serás

transformado como Él, tu andar será como tal; seguridad, poder, autoridad son las

credenciales de los que miran fijamente al Señor que está en gloria para ir de un nivel a otro

mayor.

Nos parecemos a lo que miramos. ¡Gloria a Dios que podemos verle a cara descubierta!

¡Tú decides a quien quieres parecerte!

Los ojos puestos en Él

De una u otra forma Dios nos dice en su palabra que lo miremos, debe ser porque Él tiene la

perspectiva completa de nuestras vidas. Sabe por dónde dirigirnos, y creo que al mirarlo es

cuando verdaderamente nos hallamos plenos al punto de menospreciar esta tierra.

Un relato conocido que ilustra esto es el de Mateo 14:22-33 que también lo narran Marcos y

Juan.

Los discípulos atraviesan el mar de Galilea, Jesús no está con ellos en la barca, Él se ha

quedado para orar. En medio del mar y ya avanzada la noche una gran tormenta amenaza con

despedazar la barca y acabar con las vidas de los discípulos. Jesús decide aparecer como nunca

antes lo había hecho; Él se aparece andando sobre el mar. Los discípulos están tan asustados

por la oscuridad y por las olas que golpean la barca, que al aparecer Jesús, con razón justa no

lo pueden reconocer. Muchas veces representaciones bíblicas televisivas acerca de este

evento hacían creer que el mar estaba quieto. En esas representaciones se le quitaba la fuerza

del texto bíblico al punto de hacernos ver que en lugar de andar sobre un mar enfurecido,

Jesús parecía estar caminando sobre un tranquilo estanque. Obviamente no fue así; Hay olas y

viento fuerte, los discípulos al ver a Jesús, no sabiendo que era Él, se asustan aún más. El verso

26 parece cómico pero creo que ninguno quisiera estar allí.

Mat 14:26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.

El evangelista Marcos dice que gritaron del susto

Mar 6:49 Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron;…

Así que pueden imaginarse el cuadro; son doce hombres hechos y derechos, fuertes y

valientes capaces de enfrentar demonios y echarlos fuera pero están posiblemente abrazados

entre si y gritando desesperadamente porque el “coco se los va a comer”. Yo no sé lo que

gritaban pero quizá llamaban a la mamá. Vuelvo y digo, parece chistoso pero no hubiera

querido estar allí salvo por lo que Cristo les enseñó.

Jesús ve a sus asustados discípulos, Él sabe quiénes son ellos pero ellos no le reconocen, así

que el Maestro en su bondad les hace saber que es Él, es entonces cuando aparece el

pintoresco Pedro pidiendo confirmación de lo que oye….

Mat 14:28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.

Yo creo que Pedro no tenía idea de lo que pedía, pero ya lo había dicho, y ante esto Cristo en

su generosidad accede y con una palabra se lo dice; “ven” a lo cual el discípulo atendió de

inmediato empezando a caminar. ¡Qué osadía la de Pedro! el mar está furioso, el viento es

fuerte, pero él baja de la barca y se dirige a Jesús. Recordemos que está de noche y para llegar

donde está Jesús debe mirarlo fijamente, no puede mirar a otro lado, tiene que cerrar sus

oídos a lo que le pudieran decir los que estaban en la barca y a los ruidos tenebrosos de la

tormenta, no puede fijarse si es salpicado por el agua o no. Sus otros sentidos deben de estar

cerrados pero sus ojos bien abiertos, necesita ir al frente y mientras lo hace experimenta el

milagro, ¡Pedro está caminando sobre las aguas! los otros once ¡no! Pedro mira a Jesús y la

fuerza de Cristo llega a ser la suya, la palabra de Cristo le ha hecho posar su mirada en los ojos

del Maestro y puede caminar, pero desafortunadamente llega el momento en que le da rienda

suelta a los sentidos.

Mat 14:30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio

voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Pedro oye las olas y el fuerte viento. Empieza a darse cuenta que el mar lo salpica de agua y

desvía su mirada para comenzar entonces su descenso; Pedro comienza a hundirse y

nuevamente empieza a gritar. Creo que fue la noche que Pedro más gritó, el capítulo podría

llamarse “los gritos de Pedro”. Gritó en la barca y gritó en el mar. Pedro se mantuvo a flote

mientras vio a Jesús pero cuando desvió su mirada se hundió. Gracias a Cristo la historia no

termina con un Pedro ahogado, regresó de nuevo a la barca, creo que caminando sobre el

agua, no me imagino a Cristo cargándolo.

El libro de Hebreos en el capítulo 12 habla de los ojos como elementos vitales para tener una

buena carrera en la vida cristiana.

Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. El escritor de Hebreos ha estado hablando en el capítulo 11 acerca de hombres y mujeres que

recibieron de Dios y que entregaron todo por Dios. Éstos son la gran nube de testigos junto

con todos los que ya partieron de esta tierra y que caminaron en fe. El autor hace referencia a

las olimpiadas de la época; los corredores están en el estadio rodeados de una muchedumbre

que animan a unos y otros a terminar la carrera. Los competidores previamente preparados

para correr debían despojarse de cualquier peso o estorbo para poder correr con libertad y

llegar a la meta. El escritor ve al creyente como uno que está inscrito en la carrera y que debe

correr despojado de cualquier pecado para poder llegar a la meta, para cumplir propósitos en

Cristo. El creyente debe verse como en un maratón de largo aliento donde necesita “dosificar

el aire” y mantenerse en su carril para no ser descalificado. El creyente no debe cargar pesos

muertos, debe cortar las amarras y avanzar. Cristo es el iniciador y madurador de la fe. La vida

cristiana tiene como inicio a Cristo, como fuerza a Cristo y como meta a Cristo mismo. Es decir

que en toda etapa ha de estar Cristo manifestado. El autor muestra cómo es la forma de correr

para el creyente; “puestos los ojos en Jesús” un atleta debe mirar siempre al frente, mirar

atrás es el inicio del fracaso. El atleta va hacia la meta, tiene la meta en su pensamiento, la

meta es el sentido final de la carrera. Así mismo el creyente debe mirar a la meta, la meta es

Cristo. No se puede correr eficazmente sino se mira la meta ¡Recuerdan a Pedro? Él se hundió

por desviar la mirada de la meta.

Hebreos 12: 2 es el ejemplo claro de lo que es tener visión.

………El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

Podemos decir que este texto hace referencia a lo que Cristo experimentó en el Getsemaní.

Jesús iba a ser entregado, el tiempo se aproximaba para morir en la cruz. El dolor físico que en

la cruz sufriría, no era lo más fuerte que Jesús iba a vivir y no era lo temido por Él. Sin embargo

la separación del Padre era algo que excedía por mucho cualquier experiencia humana. Jesús

al ver en su oración agónica en Getsemaní, el momento mismo de la separación con el eterno

Padre clama por otra opción pero no la hay, así que Jesús llevará a cabo la voluntad del que lo

envió. Pero en la oración posiblemente y según este texto de Hebreos Jesús vio algo más. El

escritor de Hebreos dice: “por el gozo puesto delante de Él” o sea que Jesús vio algo que le

proporcionó el gozo, que a su vez le dio fuerza para enfrentar ese terrible momento en la cruz.

Cristo tuvo una visión y esa visión le hizo ver más allá de los momentos fuertes, la visión lo

puso en un nivel de disfrute aun a pesar de lo que debía enfrentar. Cristo vio sin duda a los

redimidos como resultado de su sacrificio. Cristo vio a los millones que iban a nacer de nuevo.

Sin presumir o presumiendo mucho, Cristo me vio a mí y te vio a ti y eso le produjo gozo. La

visión superó el dolor. La visón lo llevó a tener el Nombre sobre todo nombre. ¡Jesucristo!

La visión llevó a Cristo al lugar de autoridad por encima de todo; ¡Él está a la diestra de Dios

Padre!

Puestos los ojos en Jesús es un encargo de la gracia, no una imposición religiosa, puestos los

ojos en Jesús es un principio de vida. El que corrió la carrera de principio a fin sin desviarse ni a

un lado ni al otro, nos enseña por su Espíritu, cómo correr eficazmente. ¡Necesitamos mirarlo

solo a Él! Seguro llegaremos a la meta.

Sólo Cristo

El ojo humano no puede ver varias cosas de una forma detallada a la misma vez. Si

concentramos la atención en un determinado objeto no cabe duda que podremos ver detalles

que otros no verían al mirar el mismo objeto superficialmente.

Un experimento simple lo comprueba; si marcamos cuatro puntos como lo muestra la imagen

en las cuatro esquinas de un cuadrado o rectángulo y si fijamos nuestra mirada en alguno de

ellos permaneciendo así por un minuto o más, nos daremos cuenta que los otros tres puntos

eventualmente no se ven. Parece que los tres puntos desaparecen sin embargo continúan allí.

Esto es debido a que la funcionalidad del ojo le permite ver en detalle solo un objeto a la vez.

Curioso ¿no?

El sentido espiritual del ojo funciona de la misma manera por eso es que la biblia insta de una y

otra forma a que el cristiano ponga su mirada en Cristo.

Cuando el creyente decide poner su mirada en Cristo, las circunstancias que lo rodean se

tornan invisibles. No quiere decir que el creyente ignore las circunstancias, pero al tener su

mirada en la dirección correcta; que es mirar a Cristo, las demás cosas no predominan,

desaparecen del paisaje y todo lo que importa es Cristo solamente.

A menudo los creyentes podemos perder el enfoque; las circunstancias o personas pueden

llegar a ser el centro de atención. Precisamente la madurez en la fe consiste en no perder de

vista a Cristo para poder darle el correcto lugar e importancia a las demás cosas.

Si un creyente no tiene sus ojos en Cristo será como un barco a la deriva, sin un puerto a

dónde ir, se convertirá en fácil presa de las confusiones y le dará una importancia desmedida a

asuntos que muchas veces son triviales.

Si no se tiene la mirada en Cristo inevitablemente se tendrá en algo más y cualquier otra cosa

o persona que “sustituya” a Cristo siempre producirá desorden, confusión y destrucción

El apóstol Pedro tuvo una experiencia que recordó hasta su ancianidad. Esto se narra en

Mateo 17.

Mat 17:1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; Mat 17:2 y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus

vestidos se hicieron blancos como la luz. Mat 17:3 Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Mat 17:4 Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos

aquí; si quieres, hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías.

Mat 17:5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.

Mat 17:6 Al oír esto los discípulos, se postraron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor.

Mat 17:7 Entonces Jesús se acercó y los tocó, y dijo: Levantaos, y no temáis. Mat 17:8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Antes de este episodio Jesús les había preguntado a los discípulos acerca de lo que la gente

decía de Él. Ellos le contaron que la gente pensaba que Él era Elías u otro profeta, Jesús

entonces le pregunta a ellos lo que piensan, y es en ese momento cuando Pedro tiene la gran

revelación; “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” y desde ese momento en adelante Jesús

empieza a hablar de lo que padecería como hombre pero también habla de su resurrección.

Los discípulos aun no pueden entender esto y Pedro que antes había tenido la maravillosa

revelación ahora se interpone para pretender decirle a Cristo cómo hacer las cosas. Jesús lo

reprende fuertemente y nuevamente ratifica que va a padecer, pero que va a resucitar y va

más allá, hablándoles de su retorno con poder y gloria para juzgar.

Lo que Cristo habló los dejo muy inquietos, y en especial Mateo cuenta los días desde que

habló de su muerte, resurrección y de su venida en gloria. Dice el evangelista que fueron seis

días y algunos eruditos ven aquí una referencia a los seis mil años de historia bíblica y de cómo

la manifestación de Cristo se dará precisamente en el milenio número seis que es el que

estamos viviendo según el calendario hebreo.

Lo que si podemos afirmar es que Mateo 17:1-8 es una clara muestra de la transformación

corporal que tendremos los salvados por Cristo. Cristo muestra una dimensión de gloria que

sus discípulos no habían visto y la reacción no se hizo esperar.

Cristo fue a un monte a orar y lleva a Pedro, Jacobo y Juan. En medio de la oración Cristo

empieza a resplandecer; su rostro y vestidos toman un aspecto glorioso y de repente aparecen

hablando con Él, Moisés y Elías. Notemos que no dice que Cristo hablaba con ellos sino que

ellos hablaban con Cristo, eran ellos los que necesitaban saber algo de Cristo y no Cristo de

ellos. Este evento lo narraron Mateo, Marcos y Lucas y gracias a Dios podemos saber de qué

hablaban. El evangelista Lucas nos lo dice:

Luc 9:30 Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; Luc 9:31 quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén Moisés y Elías hablaban con Cristo acerca de la redención en la cruz. Lo que Jesús les había

estado diciendo a los discípulos ahora se lo dice a Moisés y a Elías. ¿Quiénes eran Moisés y

Elías? ¿Que representaban ellos para los Judíos? Moisés fue el gran legislador y Elías el profeta

que “hizo” descender fuego del cielo. Moisés era un representativo de la ley y Elías de los

profetas. En el pensamiento judío ellos representaban la ley y los profetas o en otras palabras

el Pacto de Dios con Israel. En la biblia para mencionar el Pacto se decía a menudo “la ley y los

profetas”. Así que Cristo se transfigura no sólo ante los discípulos sino ante “la ley y los

profetas” el que resplandece es Cristo; no Moisés, ni Elías, sólo Cristo ¿Por qué? Porque Cristo

es mayor que la ley y los profetas. La ley y los profetas anunciaron a Cristo, anunciaron su

muerte, resurrección y venida en gloria. Cristo no se muestra igual a Moisés o a Elías, Cristo

resplandece ante ellos. La gracia que es Cristo mismo y la cual se expresa por el Nuevo Pacto

en su sangre es superior a la ley y los profetas que expresaban en Antiguo Pacto.

Miremos un poco lo que sucedió con los discípulos. Pedro, Jacobo y Juan están atónitos. Ellos

nunca han visto algo así. En medio del impacto que esto causó, Pedro que siempre tomaba la

iniciativa aprovecha cuando Moisés y Elías se alejan para hablar con Jesús. Pedro le sugiere a

Jesús hacer unas “chozas”; una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Al parecer Pedro

quería estacionarse allí y no dejar ir a Moisés y a Elías, como si quisiera caminar con Cristo pero

teniendo a Moisés y a Elías al lado. Los evangelistas que escribieron este evento “coinciden” en

decir que Pedro no sabía lo que hacía. Pedro quiere colocar en una misma posición a Jesús, a

Moisés y a Elías. Pedro sin darse cuenta quería colocar a la ley y a los profetas al mismo nivel

de Cristo, quería colocar el Antiguo Pacto al mismo nivel del Nuevo Pacto. Pedro olvidó en

minutos que el que resplandecía era Cristo y no los otros dos. El resplandor de Dios se

evidencia en Cristo y no se pueden hacer mezclas de ley y gracia. El Nuevo Pacto es superior y

por ello, el que más debemos conocer. Posiblemente Pedro oyó lo que se hablaba, lo que

Cristo les enseñaba a Moisés y a Elías pero en ese momento no lo pudo entender, sin embargo

la misericordia de Dios que siempre se muestra le hizo oír la voz del Padre.

Mat 17:5 Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.

La voz desde el cielo le dice a Pedro y a los otros, a quién se debe oír. Es al Hijo al que hay que

oír. La ley y los profetas hablaron del Hijo y fue necesario oírlos, pero ahora vino el Hijo y es

suficiente con oírlo a Él.

El verso siguiente nos dice claramente a quien se debe ver y cuál es la dirección precisa hacia

donde nuestros ojos se deben dirigir.

Mat 17:8 Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Ver a Jesús a cara descubierta, ver a Jesús en el lugar correcto, ver su gracia sin mezclas de ley.

Cuando se ve a Jesús solamente, todo lo demás toma su lugar, ver lo que hizo en la cruz, verlo

en el poder de Su resurrección, verlo por la fe en Su glorioso retorno por la iglesia. Este es el

tema central del evangelio y ha de ser el fundamento de nuestra vida. Pedro llegó a

comprenderlo luego, nosotros hoy podemos hacerlo.

2Pe 1:16 Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor

Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

Tus ojos espirituales no pueden mirar en dos direcciones al mismo tiempo. Decide mirar a

Cristo, decide verlo sólo a Él.

¡Sin duda llegarás a tu destino!

Heb 12:2 puestos los ojos en Jesús………………