uso y degradacion del suelo

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    USO Y DEGRADACIN DEL SUELO

    LA DESERTIFICACIN EN LA REPBLICA ARGENTINA

    Por: Octavio Perez PardoDireccin de Conservacin del Suelo y Lucha contra la Desertificacin, Secretara de Ambiente y Desarro-llo Sustentable, Ministerio de Salud y Ambiente de la Nacin. [email protected]

    Anlisis de la situacinLa Repblica Argentina ocupa ms del 80% de su territorio con actividades agrcolas, ganade-ras y forestales, y genera un impacto importante en la base de sus recursos naturales, que se ex-presa en la actualidad con ms de 60.000.000 de ha sujetas a procesos erosivos de moderados agraves. Cada ao se agregan 650.000 ha, con distintos grados de erosin.

    Esta situacin es particularmente aguda y crtica en las zonas ridas y semiridas, donde la pr-dida de productividad se traduce en el consiguiente deterioro de las condiciones de vida y la ex-pulsin de poblacin. La poblacin urbana y rural establecida en esta regin rida/semirida esaproximadamente un 30% del total nacional (9.000.000 de habitantes).

    Muchos de los estados provinciales de la regin presentan ingresos per capita promedio infe-riores a la media nacional, y los porcentajes de hogares con necesidades bsicas insatisfechasduplican la media nacional.

    La dramtica disminucin de las formaciones boscosas de la Argentina ha acompaado el pro-ceso de desertificacin. Enlos ltimos setenta y cincoaos la reduccin de la su-perficie forestal naturalpor efecto de la explota-cin con fines madereros yenergticos, del sobrepasto-reo y del desmonte para laganadera y la agriculturaalcanz el 66% (mayorita-riamente en las zonas secas)de su superficie original.

    Asociada con la ocupacindel territorio y la modifica-cin de los ecosistemas, laprdida de biodiversidad se

    expresa en el peligro de la Figura 1. Siembra de cebolla (onion set

    ) con pequeos productores delGran Chaco. Gentileza Proyecto PAS Chaco Americano.

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    desaparicin del 40% de las especies vegetales y animales en todas las regiones marginales y,

    en especial, en las ms expuestas a la desertificacin.

    Las deficiencias en la tenencia de la tierra son un factor que contribuye a agravar los procesosde deterioro. Tanto el latifundio como el minifundio, la ocupacin de tierras fiscales y los pro-blemas de ttulos llevan a una creciente degradacin del suelo, del agua y de la vegetacin, loque provoca la disminucin y la anulacin de su productividad, y tambin sume a los poblado-res en la pobreza o los obliga a migrar.

    El deterioro de los recursos en las tierras secas o la propia incapacidad para incrementar la pro-

    ductividad del sistema agrcola generan permanentes flujos migratorios hacia los centros urba-nos. Estas migraciones desestructuran a las familias rurales, generan una importante prdida cul-tural y, por sobre todo, incrementan la pobreza extrema en los centros urbanos.

    Acciones de lucha contra la desertificacinLa Repblica Argentina se ha suscripto en 1994 en adhesin a la Convencin de las NacionesUnidas de Lucha Contra la Desertificacin (UNCCD), ratificada por el Congreso de la Nacinmediante la Ley N24.701.

    Esta herramienta normativa es un instrumento de singular importancia para prevenir, com-batir y revertir los graves procesos de desertificacin que sufre este pas. Para ello, la im-plementacin del Programa de Accin Nacional de Lucha contra la Desertificacin (PAN),llevada adelante por la Secretara de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nacin comorgano de coordinacin nacional, permite desarrollar numerosos estudios y proyectos de in-tervencin, a fin de conservar, preservar y rehabilitar los recursos naturales de las tierrasridas, semiridas y subhmedas secas.

    El PAN es ejecutado en coordinacin con una amplia red de instituciones y organismos pbli-cos nacionales, provinciales, municipales, con organizaciones no gubernamentales (ONG) yasociaciones de productores relacionadas con la problemtica.

    Este proceso participativo cuenta con cinco reas estratgicas de intervencin:1. Programas de accin provinciales, interprovinciales y regionales, cuyo objetivo especfico escontar con mecanismos institucionales de coordinacin, participacin y accin, a nivel provincial ymunicipal, del sector pblico y privado, en la lucha contra la desertificacin.2. Una red nacional de informacin de lucha contra la desertificacin, cuyo objetivo espec-fico es disponer de un diagnstico acabado de la situacin, que pueda ser actualizado siste-mticamente y que permita evaluar los avances en la lucha contra la desertificacin y la mi-

    tigacin de los efectos de la sequa.

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    La desertificacin en la Repblica Argentina

    3. La educacin, la capacitacin y la concientizacin pblica, cuyo objetivo especfico es al-

    canzar un nivel de sensibilizacin y educacin que posibilite una eficaz participacin de to-dos los estamentos estatales.4. El fortalecimiento del marco institucional, jurdico y del marco econmico-financiero,cuyo objetivo especfico es disponer de instrumentos legales, econmicos e institucionalesque permitan optimizar los esfuerzos en la lucha contra la desertificacin.5. La insercin del programa nacional en el marco regional e internacional, cuyo objetivo es-pecfico es armonizar y complementar los programas nacionales, as como tambin incre-mentar su eficacia, por lo que la Convencin de las Naciones Unidas de Lucha contra la De-sertificacin y Mitigacin de los Efectos de la Sequa expresamente exhorta a que los pases

    se consulten y cooperen para preparar, con arreglo a los anexos regionales, programas de ac-cin subregionales y regionales.

    Entre las principales actividades en ejecucindentro de estos lineamientos, se encuentran: El Proyecto de Manejo Sustentable de

    Ecosistemas ridos y Semiridos para elcontrol de la Desertificacin en la Patago-nia (Proyecto GEF).

    La evaluacin de la Degradacin de Tierrasen Zonas ridas (Proyecto LADA).

    Las actividades de rescate de tecnologastradicionales.

    Las actividades de difusin y sensibiliza-cin con los actores sociales.

    La inclusin de la perspectiva de gnero enla lucha contra la desertificacin.

    La coordinacin de la Comisin Asesora Nacional del PAN. Los convenios interinstitucionales de cooperacin, como el Convenio SAyDS/INTA/GTZ. El Programa Subregional de Desarrollo Sostenible del Gran Chaco Americano. El Programa Subregional de Desarrollo Sostenible de la Puna Americana. El Programa Temtico Regional en indicadores y puntos de referencia.

    El proceso participativo, esencial para una efectiva implementacin del PAN, se basa en la con-certacin con los actores locales, quienes cumplen un papel activo en el impulso de accionesconcretas, de modo que as se establece un acuerdo, un consenso y un alto grado de compromi-so de los diferentes actores, sumados a la creciente presencia y apoyo de diversas agencias yfondos de cooperacin multilaterales y bilaterales (Mecanismo Mundial de la UNCCD, PNUD,

    PNUMA, Cooperacin Alemana GTZ, GEF, AICD-OEA, etc.).

    Figura 2. Microemprendimiento y trabajo comunitarioen la Puna. Gentileza del Convenio SAyDS/INTA/GTZ.

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    PROBLEMAS AMBIENTALES DE LA AGRICULTURA

    EN LA REGIN CHAQUEAI

    Por: Jorge AdmoliFacultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), Universidad de Buenos Aires (UBA) y Consejo nacional

    de Investigaciones Cientficas y tcnicas (CONICET). [email protected] en el Proyecto Sustentabilidad de la expansin de la frontera agrcola UBACyT G059

    El gran crecimiento de la agricultura en el pas gener una fuerte expansin de la frontera agr-cola en la regin chaquea, proceso que seguramente continuar. La agricultura chaquea, des-de sus orgenes en el pasaje del siglo XIX al XX, fue protagonizada por innumerables colonias

    de pequeos productores, con campos de pocos cientos de hectreas cada uno. Actualmente, lamayor parte de la expansin agrcola est integrada por campos que pertenecen a grandes y me-dianos productores con miles de hectreas por establecimiento. Esto en s no es un problema,porque adems de ser protagonistas legtimos, muchos de ellos estn contribuyendo a la incor-poracin de nuevas tecnologas. Si bien este trabajo se centrar en factores biticos y abiticos,debe tenerse en mente el gravecontexto social, ya que la ausen-cia de polticas especficas paralos pequeos productores, as co-mo tambin de polticas para fi-jar a los trabajadores que estnsiendo desplazados por las nue-vas tecnologas generan la expul-sin de la poblacin rural hacialos cinturones de pobreza de losgrandes centros urbanos.

    Riesgo de reversin de lasactuales tendenciasclimticasLa frontera agrcola se localizaen el deslinde del Chaco Se-mirido con el Chaco Subh-medo. Esto genera preocupa-cin porque, en caso de rever-tirse la actual tendencia de ma-yor pluviosidad, aumentara elriesgo de prdida de cosechas y

    de desertificacin.

    Tres Isletas

    Quitilpi

    Avia Terai

    Campo Largo

    Pte. R. Senz Pea

    Corzuela

    Las Breas

    Charata

    General Pinedo

    Hermoso Campo

    Gancedo

    Los Frentones

    Pampa del Infierno

    Concepcin del Bermejo

    Lluvias2003/2004ESTACIN

    Diferencia%

    Media 1956

    a 2004

    667 -38,4%

    673 -29,1%

    1.083

    949

    536 -45,1%

    396 -59,0%

    977

    967

    625 -34,1%

    582 -44,2%

    948

    1.043

    668 -31,0%

    661 -31,9%

    968

    970

    454 -48,4%

    599 -35,3%

    879

    926

    349 -58,7%

    327 -62,5%

    846

    873

    468 -51,0%

    482 -46,0%

    956

    893

    Sequa del ao hidrolgico 2003-2004. Fuente: AdministracinProvincial del Agua (APA), Chaco.

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    En el perodo de 1921 a 1950 la isohieta de 900 mm pasaba ligeramente al este de Senz Pea

    (Chaco). En el perodo de 1956 a 2001 la isohieta de 900 mm se desplaz 100 km hacia el oes-te, y pas a abarcar casi la totalidad de las reas de expansin agrcola actual, en la frontera en-tre las provincias de Chaco y Santiago del Estero. sta es un rea de gran variabilidad intera-nual de precipitaciones y no se puede descartar la posibilidad de que vuelva un ciclo seco.

    En la dcada del 30 hubo una prolongada sequa, que alcanz valores extremos entre 1936 y1937 y, en especial, en 1933, cuando todo el territorio provincial qued por debajo de 900 mm.Estos valores son comparables con la gran sequa registrada en el ao hidrolgico 2003-2004.En las localidades que son el epicentro de la expansin de la frontera agrcola, llovi la mitad

    de los valores medios. Es importante tener presente que la evapotranspiracin potencial es delorden de 1.500 mm anuales. Ms all de las cuestiones ambientales involucradas, un elementalsentido de prudencia y de buenas prcticas sugieren que el modelo productivo debera tener unabase mixta con un componente forestal, otro ganadero y uno agrcola, preferentemente con agri-cultura de doble propsito.

    Riesgo de prdida de biodiversidad por desaparicin de ambientes nicosLa superficie actualmente ocupada por cultivos en toda la regin chaquea es del orden del12 al 15% de la superficie total. En la provincia de Chaco es del 13,5%. Por qu, entonces,existe preocupacin por las implicancias de la expansin de la frontera agrcola en la biodi-versidad? La respuesta es que la mayor parte de la superficie regional est ocupada por am-bientes semiridos o por extensos humedales, es decir, en ambos casos, en tierras no aptas pa-ra la agricultura convencional.

    El grueso de la agricultura se concentra en las dos porciones subhmedas de la regin: Chaco Subhmedo Occidental: angosta faja localizada en la transicin Chaco Semirido-Yun-gas (este de Salta, Tucumn y Catamarca, y oeste de Santiago del Estero). Chaco Subhmedo Central: cruza el centro de la provincia de Chaco, el este de Santiago delEstero y el noroeste de Santa Fe.

    Ambas zonas presentan la mayor proporcin de tierras cultivadas de la regin y la casi totalidadde la expansin agrcola actual. Virtualmente no existen tierras fiscales y no existen reas pro-tegidas (AP), salvo la Reserva Provincial Lotes 32 y 33, que el gobierno de Salta intent ven-der recientemente. En este contexto, las posibilidades de preservar muestras representativas deambos tipos de bosque son muy reducidas. Conocer esto y no actuar afectar seriamente lacredibilidad acerca de la sustentabilidad del modelo agrcola implantado.

    Existe consenso en que los bosques deben ser conservados, pero qu bosques, cmo y cun-

    to conservar de ellos? Los mejores suelos agrcolas del Chaco Subhmedo Central coinciden

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    con el bosque de tres quebrachos (colorado santiagueo, colorado chaqueo y blanco). La

    intensidad de avance de la frontera agrcola en el rea originalmente ocupada por este bos-que es muy alta. En los alrededores de las localidades de Las Breas, Charata y Pinedo, enel sudoeste de la provincia del Chaco, se ha estudiado un rea de 73.317 ha con fotografasareas del ao 1957 y con imgenes satelitales del ao 2002. La agricultura que en 1957 ocu-paba un 63% del rea se extendi hasta un 79% en 2002 (Figura 1). En las reas de ocupa-cin agrcola ms antiguas como el Departamento Comandante Fernndez (Senz Pea), lasimgenes satelitales de 2002 muestran que la agricultura ocupa un 85% de la superficie es-tudiada. En ambos casos, la mayor parte de la vegetacin remanente no es el bosque de tresquebrachos, sino que corresponde a comunidades herbceas o leosas tpicas de suelos ane-

    gables o salobres (razn por la cual perduran). La pregunta, entonces, es: cul es el lmitemnimo e indispensable por debajo del cual seguir deforestando implica la desaparicin deespecies que quedan sin espacio vital suficiente? De acuerdo con diversos especialistas, elmnimo a conservar debera estar entre el 15 y el 25% de la cobertura original.

    El bosque de tres quebra-chos presenta tal nivel defragmentacin, sobreexplo-tacin y ritmo de deforesta-cin que, si no se adoptanmedidas urgentes, en unospocos aos ser posible queya no queden masas dispo-nibles con nmero, tamaoy conectividad mnimos co-mo para asegurar la protec-cin. Por ello, debera for-marse una red de AP parapoder conservar muestrasrepresentativas de la diver-sidad ecolgica de este tipode bosques.

    Estudios realizados acerca dela tasa de extincin de espe-cies sobre la base de diversos escenarios de deforestacin demuestran que no existe una relacinlineal, ya que para una prdida del 11% de la superficie se prev una prdida del 2% de las es-pecies, mientras que con un 44,8% de prdida de la superficie, se calcula que las prdidas de las

    especies llegaran a un 35%.

    Figura 1. rea Las Breas-Charata-General Pinedo. Negro: remanentesde vegetacin en 2002; gris: reas convertidas entre 1957 y 2002;blanco: agricultura.

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    En el rea del bosque de tres quebrachos, las prdidas estimadas son del orden del 85% de la su-

    perficie original. Los cambios climticos podran exacerbar esta prdida potencial. Estos bos-ques se estn perdiendo y fragmentando, pero si se controlan tanto el patrn espacial como lalocalizacin de los fragmentos y si se asegura que sigan existiendo reas relativamente grandesde hbitat naturales y semi-naturales, la prdida de especies podra reducirse sensiblemente. s-te es un gran desafo que debe asumirse en la regin chaquea.

    Riesgo de prdida de materia orgnica de los suelos por falta de rotacionesLa agricultura chaquea siempre tuvo como gran protagonista el algodn, con un reasembrada del orden de 300.000 ha. Debido a los altos precios registrados a mediados de

    los 90, el rea sembrada creci hasta 712.000 ha en la campaa 1997-1998. Las intensasprecipitaciones del evento de El Nio de 1998, junto con la cada de precios en 2001,provocaron un marcado descenso en el rea sembrada, que alcanz un mnimo de 85.500ha en 2002-2003.

    La soja, que en los aos 70 era casi una rareza, fue ganando posiciones hasta estabilizarse en tornoa 50.000 ha a principios de los 90. La liberacin de la soja transgnica en 1996, junto con la deba-cle del algodn, permiti expandir el rea sembrada hasta 650.000 ha sembradas en 2002-2003.

    En la FCEN de la UBA se mape la evolucin de las reas agrcolas de la provincia de Chaco.El total de reas cultivadaspas de 946.055 ha en 1992,a 1.399.426 ha en el ao2002. Esto significa que lasreas cultivadas pasaron del9,5% de la superficie provin-cial en 1992 al 14% en 2002(Figura 2).

    Los seis cultivos principalesresponden al 90% de la su-perficie sembrada total. Losdatos del Ministerio de laProduccin de la Provinciade Chaco indican que losprincipales cultivos en lacampaa 2002-2003 fueron:La mayor parte de la agri-

    cultura en la provincia de

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    Figura 2. Gris: reas con cultivos en 1992 (946.055 ha); negro:

    expansin agrcola perodo 1992-2002 (453.371 ha). Total cultivado en2002: 1.399.426 ha.

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    Chaco utiliza masivamente equipos de siembra

    directa, aunque est lejos de cumplir con uno delos requisitos elementales del sistema de siem-bra directa, que es el de las rotaciones de culti-vos. Hay una dbil participacin de especies conamplia relacin carbono/nitrgeno (C/N) comoel maz, el sorgo o el trigo, cuyos rastrojos sedescomponen lentamente. Por el contrario, pre-dominan las especies con estrecha relacin C/N(soja, girasol y algodn), que se descomponen

    rpidamente, por lo que dejan muy poco rastro-jo para cubrir el suelo. Si se analiza la propor-cin entre los cultivos estivales, puede obser-varse que slo el 13,2% de la superficie est cu-

    bierta con maz y sorgo, muy lejos del porcentaje considerado como indispensable paramantener una rotacin adecuada.

    El panorama es ms crtico en el noroeste argentino, de acuerdo con los datos del INTA (ProRe-NOA), ya que el maz y el sorgo, con 156.650 ha, no llegan siquiera al 10% del rea cubiertapor la soja, el algodn, el poroto y el man (que ocupan 1.764.210 ha), con el agravante de queestos dos ltimos cultivos se hacen con siembra convencional y con fuerte remocin del suelo.En el mismo documento aparecen los datos de siembra desglosados, lo que permite ver en de-talle los del Departamento Moreno (Santiago del Estero), lindante con las reas de mayor ex-pansin agrcola de la provincia de Chaco. All la desproporcin es an mayor, ya que la soja yel algodn totalizan 211.410 ha, contra slo 11.140 ha de maz y sorgo, lo que apenas s repre-senta un 5,2% del rea total.

    Balance negativo de emisin/captacin de CO2

    Uno de los beneficios de la siembra directa bien realizada es la fijacin de carbono en la mate-ria orgnica del suelo, lo que le permite actuar como sumidero de CO2, clave entre los gases delefecto invernadero. Esto abre la posibilidad de acceder en el futuro a los bonos de carbono, quese negocian a travs del Mecanismo de Desarrollo Limpio.

    En la regin pampeana, los incrementos de materia orgnica comienzan a notarse entre los cin-co y los diez aos de siembra directa continua. Por las condiciones climticas de la regin cha-quea, con altsimas temperaturas, los incrementos en la materia orgnica de los suelos tienenun ritmo ms lento. Un productor que cumpliera con todos los requisitos de la siembra directa,y que trabajara en un campo con una historia previa de setenta aos de algodn, podra demos-

    trar que, al cabo de cierta cantidad de aos, fijara un volumen determinado de carbono en el

    Algodn

    Girasol

    Soja

    Subtotal

    Maz

    Sorgo

    Trigo

    Subtotal

    Total

    Superficieen ha

    CULTIVO

    280.000

    Porcentaje

    85.500

    22,5%

    6,9%

    1.015.500

    650.000

    81,6%

    52,2%

    65.000

    100.000

    5,2%

    8,0%

    230.000

    65.000

    18,4%

    5,2%

    1.245.500 100%

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    suelo. Por el contrario, un productor que comenzara su actividad desmontando un rea forestal

    sera un generador neto de emisiones, con valores ampliamente superiores a las posibilidades defijacin que el suelo pudiera alcanzar, por lo que no podra bajo ningn concepto acceder a losposibles beneficios del Mecanismo de Desarrollo Limpio.

    En un informe de la Direccin de Bosques Nativos (SAyDS, 2004), se estima que la super-ficie deforestada en la regin chaquea en el perodo acontecido entre 1998-2002 alcanz las740.487 ha. La madera del bosque alcanza las 139,31 t/ha. Si se considera que el contenidode carbono es del 50% del valor de la biomasa, la madera del bosque tiene 69,66 t/ha de C,a lo que se deben agregar 2,8 de la hojarasca y 38,0 del suelo, para totalizar 110,46 t/ha de

    C. A esto se le debe agregar el hecho de que, luego de la quema, los suelos son removidosgeneralmente con rastras pesadas para poder hacer el despalado, lo que genera una fuerte mi-neralizacin de la materia orgnica del suelo. En el mismo trabajo, se presentan datos del In-ventario de gases de efecto invernadero de la Argentina de 1997, en el que se demuestra quelas emisiones de CO2 resultantes de la deforestacin y la consiguiente quema de bosques enla regin chaquea (casi 50 Gg) superan el consumo de combustibles (40 Gg) de todos losmedios de transporte del pas.

    ConclusionesEl escenario internacional demanda un alto incremento en la produccin de alimentos. Es-to es una gran oportunidad para que la Argentina obtenga fuertes ingresos. El tema centrales si esos recursos van a servir para aumentar la brecha entre pobres y ricos, o si sern des-tinados a disminuir las enormes desigualdades sociales y econmicas generadas en los l-timos aos.

    La regin chaquea tiene un inmenso potencial de tierras y gente, que puede y debe contribuircon este esfuerzo. Dicho en otros trminos, es posible incrementar significativamente la fronte-ra agrcola, pero el actual proceso muestra diversos indicadores ambientales y sociales que cues-tionan severamente la sustentabilidad de dicha expansin. Hay una situacin de descontrol queencierra altos riesgos potenciales, inclusive para la rentabilidad econmica futura.

    Hace falta un nuevo marco para pensar la produccin, que contemple que: No son suficientemente buenas las prcticas tranqueras adentro, si en el nivel regional se pro-voca la desaparicin de bosques nicos. No se pueden exhibir los incrementos de materia orgnica de un suelo cultivado, si para elloantes se quem un bosque. No se puede apostar a un planteo 100% agrcola en zonas de alto riesgo climtico. No se deben cultivar los campos sin rotaciones.

    Todos estos aspectos deben quedar en el pasado.

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    Como todo proceso de cambio, la gran expansin agrcola en la regin chaquea est generan-

    do problemas. Frente a los problemas, la solucin no es volver a lo arcaico, sino profundizar lamodernizacin. Deben incorporarse nuevos paradigmas, entre los cuales es preciso saltar delanlisis de la sustentabilidad tranqueras adentro hacia una visin regional.

    Para los productores, la planificacin de sus actividades a nivel predial es elemental. Lomismo debe hacerse a nivel regional, al introducir el ordenamiento territorial, donde losdiversos actores sociales, junto con el Estado, tienen que programar un futuro realmentesustentable.

    PATRONES REGIONALES DE DEFORESTACIN EN ELSUBTRPICO ARGENTINO Y SU CONTEXTO ECOLGICO YSOCIO-ECONMICOPor: Ignacio Gasparri y Ricardo Grau

    Laboratorio de Investigaciones Ecolgicas de las Yungas, CONICET. Universidad Nacional de Tucumn.

    [email protected]

    IntroduccinLa percepcin de la deforestacin como problema ambiental en la Argentina ha crecido notable-mente en los ltimos aos. Sin embargo, el proceso de reemplazo de bosques no es reciente enla Argentina, un pas con una fuerte base econmica y cultural asociada a la agricultura y la ga-nadera. Por ejemplo, la actividad caera se desarroll sobre los bosques pedemontanos del no-roeste desde fines del siglo XIX; el cultivo de algodn, acompaado de los planes de coloniza-cin en la actual provincia de Chaco, ocurri entre 1910 y 1925; en Misiones, la yerba mate seexpandi durante la misma poca y, desde la dcada del 60, se expandieron las plantaciones depinos. En las ltimas tres dcadas, la acelerada difusin del cultivo de soja proporcion un nue-vo impulso al avance de la frontera agrcola, y el rol preponderante de este cultivo en la econo-ma argentina ha propiciado que la deforestacin se generalice (Grau et al., 2005 a) en reas msextensas que los procesos histricos mencionados.

    La disponibilidad de la tecnologa satelital ha permitido que, en los ltimos aos, se realicen lasprimeras estimaciones rigurosas de tasas de deforestacin (Montenegro et al., 2005; Grau et al.,2005 b; Zak et al., 2004). La cartografa de los bosques de la Argentina realizada por la UMSEF(la primera estimacin con metodologa y definiciones rigurosas) indica que entre 1998 y 2002se deforestaron casi 200.000 ha/ao en el norte del pas. Las caractersticas de la deforestacinvaran de acuerdo con los contextos ambientales y socio-econmicos de cada regin. Alrespecto, en este trabajo, se sintetizan los patrones actuales de deforestacin (Tabla 1) y se dis-

    cute su relacin con el contexto regional.

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    Deforestacin en los distintos biomas del norte argentino

    I) Selvas pedemontanas de las Yungas. La deforestacin ocurre en las tierras planas ocupadaspor bosques para la expansin de soja y, en menor medida, para otros granos, caa de azcar ycitrus. Este ecosistema posee una biodiversidad intermedia y se encuentra poco representado enla Argentina, aunque se contina en extensas reas de Bolivia. La deforestacin es realizada porgrandes propietarios o empresas agropecuarias. El rea ms activa de deforestacin es en la al-ta cuenca del ro Bermejo (noreste de Salta y parte de Jujuy), donde se deforestan actualmentems de 10.000 ha anuales, tasa que provocara la desaparicin de las selvas pedemontanas entierras planas entre los cincuenta y los cien prximos aos. Debido a que se trata de agriculturatecnificada de gran escala, esta deforestacin se restringe a situaciones con poca pendiente, por

    lo que buena parte de la Selva Pedemontana (ms de 1.000.000 de ha en zonas de baja monta-a), en sentido biogeogrfico, no se encuentra amenazada por este proceso.

    II) Chaco Semirido. La deforestacin actualmente se localiza en reas cercanas al umbral deprecipitaciones para la agricultura de secano (600 mm), favorecidas por el aumento regional de laslluvias ocurridas durante el siglo XX (Grau et al., 2005 b; Minetti y Vargas, 1997). Esta defores-tacin se ha acelerado independientemente de las fluctuaciones en la economa nacional y se hafavorecido por la incorporacin de cultivares transgnicos de soja que reducen costos de produc-cin y, posiblemente, favorecen la economa hdrica del cultivo. Las provincias donde ocurre esteproceso son Salta (38.000 ha/ao), Santiago del Estero (50.000 ha/ao), el norte de Crdoba(30.000 ha/ao), Catamarca (estimativamente, 5.000 ha/ao) y Tucumn (5.000 ha/ao). Al igualque la deforestacin en la Selva Pedemontana, la deforestacin del Chaco Semirido ocurre engrandes superficies y es realizada por grandes y medianos propietarios junto a empresas agrope-cuarias. Ms de la mitad de la deforestacin argentina ocurre en este bioma, aunque es tambin elbioma de mayor superficie remanente en la Argentina, el de menor biodiversidad y el que histri-camente ha sido ms degradado por el sobrepastoreo y el aprovechamiento forestal selectivo (Bu-cher y Huszar, 1999). Los sectores que probablemente albergan la mayor biodiversidad son losmenos afectados hasta el momento (el este de Salta, el norte de Santiago del Estero y el oeste deFormosa y Chaco), situacin tambin compartida por los extensos sectores de este bioma en Bo-livia y Paraguay. La superficie de AP del bioma es menor al 1%.

    III) Chaco Hmedo. La deforestacin se localiza en el sudeste y el centro de Chaco (32.000ha/ao), en Formosa (5.000 ha/ao) y en el norte de Santa Fe (5.000 ha/ao). Este bioma se ex-tiende en Paraguay, donde tambin sufre una intensa deforestacin. En esta regin, las propie-dades en general son de menor extensin que en la Selva Pedemontana y el Chaco Semirido.La principal limitante agrcola es la aptitud de los suelos (por textura o por napa fretica a ba-ja profundidad), que alterna en un mosaico heterogneo. La combinacin de estos factores pro-duce un patrn de unidades pequeas y medianas que forman un paisaje de parches de bosque

    muy fragmentado (Bono et al., 2004). Aqu tambin la deforestacin la realizan propietarios y/o

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    empresas agropecuarias, y as se afecta un tipo de ambiente de diversidad intermedia, con poca

    superficie remanente en el pas y con poca superficie incluida en AP.

    IV) Selva Misionera. Se caracteriza por usos singulares del suelo en la Argentina, aunque se-mejantes a otras reas tropicales. Es el bioma de ms alta biodiversidad del pas y cuenta conuna buena proporcin de la superficie remanente incluida en las AP. Dado que estos bosques hansido casi totalmente destruidos en Brasil y Paraguay, la Selva Misionera representa la mayorrea de Bosque Atlntico Austral y, como tal, es una prioridad global de conservacin (Mitter-meier et al., 2002). La deforestacin es tpicamente realizada por colonos que, en ocasiones, norespetan el estatus de AP. El tipo de cultivo es variado, la deforestacin se realiza sin tecnifica-

    cin y las tierras transformadas entran en un ciclo de produccin basado en la agricultura mi-gratoria. La deforestacin ocurre muchas veces en reas serranas y est asociada espacialmentecon caminos y cursos de agua que actan como vas de comunicacin. Este tipo de transforma-cin produce bosques fragmentados compuestos por un mosaico de bosques secundarios de dis-tintas edades (capueras), bosques primarios con distinto estado de degradacin y parcelas agr-colas. Lamentablemente, la tasa de deforestacin no se ha podido calcular debido a dificultadesmetodolgicas, pero puede afirmarse que alrededor del 50% de los bosques son secundarios y/omuy fragmentados (Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos, 2002). En este mismo am-biente se suma el reemplazo de selvas por forestaciones con pinos realizadas por grandes em-presas papeleras en el noroeste de la provincia. Todas estas interacciones implican una situacinmucho ms compleja en trminos socio-econmicos, dado que incluye la participacin de unagama ms variada de actores sociales, importantes procesos de migracin y patrones econmi-cos vinculados a la proximidad con Brasil y Paraguay.

    Conclusiones e incertidumbresEn las Yungas, la deforestacin se restringe slo a las reas planas de la Selva Pedemontana sin afec-tar el grueso de este bioma, por lo cual su biodiversidad y sus principales servicios ecolgicos noestn amenazados directamente por la deforestacin. En las reas de las selvas pedemontanas conpendiente tampoco hay expansin agrcola, aunque podra haber procesos significativos de degra-dacin causados por el aprovechamiento forestal, los incendios y el sobrepastoreo, procesos que de-beran evaluarse. Por otra parte, sera til evaluar si la potencial eliminacin de las selvas pedemon-tanas en tierras planas afecta el funcionamiento de estos biomas por ejemplo, a travs de su poten-cial influencia en las migraciones altitudinales de la fauna (Brown y Malizia, 2004) o si existenconsecuencias biogeogrficas si se eliminara la transicin entre Chaco y las Yungas.

    En el Chaco Semirido la deforestacin alcanza su mayor magnitud absoluta. En este sentido,efectos a gran escala como las emisiones de carbono alcanzan una magnitud mayor y, posible-mente, adquieren relevancia continental, de modo que su cuantificacin es un objetivo priorita-

    rio de investigacin. Por otro lado, dado que se trata tambin del bioma donde el rea remanen-

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    te es mayor, deben evaluarse las tendencias de transformacin a largo plazo. Distintas hiptesis

    pueden proponerse al respecto: a) que los cambios tecnolgicos producirn la deforestacin degran parte del Chaco Semirido (Dros, 2004); b) que las reas remanentes sufrirn una mayorpresin ganadera, debido al desplazamiento de esta actividad desde las reas ms productivas(Dros, 2004; Paruelo et al., 2005); c) que los cambios socio-econmicos pueden producir unadesintensificacin de uso de los ambientes marginales y favorecer, as, la recuperacin de vas-tas reas de bosques actualmente muy degradados (Grau et al., 2005 c). El estudio de la din-mica e importancia relativa de estas tendencias, as como tambin la exploracin de los facto-res que gobiernan su evolucin son los objetivos de investigaciones con gran potencial de im-pacto para entender y manejar el mayor frente de deforestacin en la Argentina.

    En el Chaco Hmedo, las tasas absolutas de deforestacin son menores, pero este ambiente hasido fuertemente reducido y fragmentado, por lo cual la importancia ecolgica de esta destruc-cin y fragmentacin requiere mucha mayor atencin.

    Los cambios de uso del suelo en Misiones probablemente son el proceso de mayor impacto enla biodiversidad y los servicios ecolgicos, proceso que, a su vez, presenta mayores compleji-dades e incertidumbres tanto en la metodologa de los anlisis con sensores remotos como enlos procesos sociales involucrados. Superar estas dificultades con una investigacin rigurosa esun desafo mayor que debe enfrentarse.

    Eplogo: mediatizacin e intereses sectorialesLamentablemente, en la discusin sobre la deforestacin y el uso de la tierra se mantienen, enmuchos casos, posturas extremas y visiones parciales. Por ejemplo, en el sector agrcola se fi-jan metas como la produccin de 100.000.000 de t (Clarn, 2003) de granos (a partir de las84.000.000 actuales) que tienen implcita la habilitacin de millones de hectreas de nuevas tie-rras, sin evaluar los costos ecolgicos de la deforestacin asociada. Por otra parte, las iniciati-vas que proponen limitar la expansin agrcola a favor de la conservacin pueden representarimportantes frenos para el crecimiento de algunas economas regionales y una reduccin de unafuente significativa de impuestos estatales que son derivados a ayuda social. El foco en la sojacomo motor de deforestacin puede hacer desmerecer procesos tal vez ms urgentes desde elpunto de vista conservacionista, como los cambios actuales en la Selva Misionera.

    La difusin meditica del problema de la deforestacin en los ltimos aos, promovida por lasONG de conservacin y por los organismos estatales del sector forestal, ha estado dominada porsobreestimaciones de porcentajes de deforestacin de la superficie original, que sealan una pr-dida de entre un 70 y un 82% durante el siglo XX. La primera cifra (basada en una estimacinde 105.000.000 de ha en 1914) implicara que las tasas de deforestacin durante el siglo XX han

    sido cuatro veces mayores que las actuales, lo que es totalmente improbable. Estas cifras y otras

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    similares persisten en los medios de mayor difusin (Parera, 2003;La Nacin, 2005), pese a que

    se contradicen con el informe tcnico de la propia Direccin de Bosques (Montenegro et al.,2004), cuya mejor estimacin indica una prdida de menos de 7.000.000 de ha entre 1937 y2002, lo que equivale a alrededor de un 15% en los ltimos sesenta aos.

    Tal vez ms importante que el porcentaje de bosque remanente sea estimar cunto bosque es ne-cesario para que cumplan con sus servicios ecolgicos, un aspecto que ha sido prcticamente ig-norado en la difusin meditica, en parte por el desconocimiento que se tiene sobre el tema. Es-te trabajo pretende ejemplificar el gran valor de contar con informacin cuantitativa y rigurosapara evaluar los patrones, los procesos y las consecuencias de la deforestacin. El pas ha hecho

    significativas inversiones para disponer de estas primeras evaluaciones. Las incertidumbresmencionadas implican que son necesarias ms inversiones para poder entender las complejida-des del proceso (idealmente, predecir y, eventualmente, influir en el futuro). Pero de poco valela informacin generada si es usada para promover intereses sectoriales y no es transferida ob-jetiva y honestamente a la sociedad.

    Tabla 1. Caractersticas del proceso de deforestacin en los cuatro biomas boscosos principales delsubtrpico argentino (las selvas montanas de las Yungas no se incluyen por no tener procesos activos dedeforestacin de escala significativa). Estimaciones sobre la base de datos de la Unidad de Manejo delSistema de Evaluacin Forestal (UMSEF).

    Direccin de Bosques de la Secretara de Ambiente y Desarrollo Sustentable, perodo 1998-2002, [enlnea], .

    SelvaPedemontana

    ChacoSemirido

    ChacoHmedo

    SelvaParanaense

    Superficie aproximadaen la Argentina (millones

    de ha)Tasa actual de

    deforestacin (ha/ao)

    Actores sociales

    Fragmentacin

    Representatividad en AP

    Biodiversidad

    1,7 (0,5 en tierrasplanas)

    Menos de 15.000

    Grandes y medianospropietarios;

    empresasagropecuarias

    Mediana-baja

    Baja

    Media

    19

    130.000

    Grandes ymedianos

    propietarios;empresas

    agropecuarias

    Baja

    Muy baja

    Baja

    4,5

    42.000

    Pequeos ymedianos

    propietarios;empresas

    agropecuarias

    Alta

    Muy baja

    Media

    2 (0,6 de bosquesfragmentados y 0,4

    de capueras)

    Sin datos

    Colonos; pequeosy medianos

    propietarios;empresasforestales

    Mediana-alta

    Alta

    Alta

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    MIRANDO AL REVS: LA CIUDAD DESDE EL CAMPO. EL CASO

    DE LA LLANURA CHACO-PAMPEANA ARGENTINAPor: Jorge Morello, Andrea F. Rodrguez y Walter PengueGrupo de Ecologa del Paisaje y Medio Ambiente (GEPAMA), Facultad de Arquitectura Diseo y

    Urbanismo (FADU), UBA. [email protected]

    Cada da resulta ms evidente para planificadores, administradores, gegrafos y eclogosque una divisin rgida entre campo y ciudad dificulta no slo el planeamiento, sino tambinla gestin de un territorio, porque sobresimplifica y distorsiona la realidad (Tacoli, 2003).Igualmente evidente es el hecho de que siempre existi una compleja red de interacciones o

    sinergias entre el campo y la ciudad, aunque raramente se analizan las influencias rurales enel diseo, la evolucin y el funcionamiento de la ciudad. Hoy se ha comenzado a tomar con-ciencia de que tanto el paisaje periurbano como ciertos rasgos y comportamientos del espa-cio amanzanado y aun del centro de una ciudad tienen el sello de la ecorregin donde estnubicados y del recurso natural ms valioso del entorno. Manaos es la ciudad del caucho y laselva, por su teatro, sus plazas, por su muelle que sube y baja acompaando las creci-das, as como tambin por sus barrios populares sobre pilotes de troncos de 15 a 20 m de al-tura, slo obtenibles en ecosistemas de selva pluvial tropical. En el Gran Chaco, los aglome-rados de Puerto Tirol, Comandante Fontana y La Escondida, con su arquitectura de barriosde ejecutivos, empleados jerarquizados y obreros, reflejan la estratificacin social rgida deasentamientos tanineros, donde la distancia a la materia prima es el factor de interaccin msimportante entre el campo y el centro urbano.

    En las ltimas dos dcadas, se han hecho progresos interesantes en el anlisis e identificacinde las influencias del campo en el diseo del periurbano y en la distribucin espacial de elemen-tos urbanos de articulacin con el campo, tales como la estructura fsica de acopio; la red de ac-cesos portuarios; los centros de relaciones entre productores; los centros de comercializacin,de investigacin agrcola, de finanzas; las oficinas gubernamentales; las empresas exportadoras;las inmobiliarias; los bancos; la industria de procesamiento de materias primas rurales, etc.

    Todava hay una concepcin sectorial donde el habitante del campo es considerado solamentecomo agricultor y el de la ciudad como vinculado a la industria y los servicios. Esto dificulta elreconocimiento de no slo la urbanizacin de la economa y el empleo en el campo de la lla-nura chaco-pampeana, sino tambin de la ruralizacin en los aglomerados tanto de inversoresy ahorristas que arriesgan sus capitales en la produccin agrcola sin conocer demasiado delcampo como de los pobres que producen sus alimentos en lotes vacantes del periurbano. Hay,adems, crecientes ncleos familiares ricos y muy pobres que pueden considerarse como mul-ti-espaciales, con algunos miembros que viven en la ciudad, pero que estn involucrados en ac-

    tividades rurales, mientras que otros estn en el campo trabajando en actividades no agrcolas.

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    Los programas de ajuste estructural y las nuevas modalidades de produccin agrcola a gran es-

    cala y ahorradora de mano de obra han profundizado la polarizacin social e incremento de lapobreza, lo que hace imprescindible incorporar a la planificacin urbana un enfoque del entor-no rural para bajar su nivel de incertidumbre y evitar las sorpresas que estn ocurriendo en laocupacin del espacio pblico.

    Rosario es, probablemente, el ejemplo ms dramtico de la polarizacin social en una ciudadcada vez ms asociada al monocultivo de la soja. Por un lado, respecto del polo aceitero, cuyasinversiones previstas o en ejecucin sumaron en el 2004 alrededor de U$S 470.000.000, seconstruirn dos centros de compras por U$S 245.000.000 y hay ciento ochenta edificios en

    construccin (Sainz, 2004). Por otro lado, el Gran Rosario tiene una tasa de desempleo superiora la media nacional, el 42% de su poblacin est por debajo de la lnea de pobreza y el hambreha producido hechos nicos como la apropiacin instantnea de camiones volcados que condu-can alimentos (por ejemplo, un camin-jaula con ganado).

    En este trabajo se analiza la ciudad desde una perspectiva rural y se trata de balancear lo que seha llamado el sesgo o prejuicio de la visin urbana (Allen, 2003). Este caso es el de la PampaOndulada y el Gran Buenos Aires, y se eligieron aquellos elementos y procesos que influyen enel desarrollo urbano y son muy dinmicos en el tiempo.

    La interaccin Pampa-ciudades portuariasEn la dcada del 80, el tamao mnimo crtico de las propiedades susceptibles de sobrevivir comounidades de produccin en el modelo tecnolgico de la llamada agricultura de altos insumos au-ment considerablemente. En el Partido de Pergamino, en 1988, las propiedades de menos de 50ha constituan el 33,5% y en 1999 disminuyeron al 25%. Esta disminucin del 8,5% correspondea los chacareros con poca tierra, candidatos a ingresar tarde o temprano a algn cinturn periurba-no. En este perodo intercensal se pasa de un promedio de tamao de propiedad de 133 ha a 192.Por otro lado, el promedio del tamao de aquellas propiedades que utilizaban siembra directa, unindicador de incorporacin tecnolgica reciente, era de 394 ha en 1999 (Blanco, 2003).

    En la llanura chaco-pampeana se est dando una concentracin y un aumento de la superficie delas explotaciones agropecuarias asociadas a un alarmante xodo rural y congestin urbana (DiCastri, 2001; Pengue, 2005). Lo anterior prueba que la agricultura industrial monoproductora tie-ne, hasta hoy, una capacidad econmica muy importante que le ha permitido revitalizar determi-nados sectores de la actividad urbana, pero que tambin demuestra que no posee ninguna capaci-dad destinada a generar empleo suficiente como para limitar el xodo rural a las grandes ciudades.

    A pesar de la consolidacin de la red de centros urbanos de distinta jerarqua en el interior, el

    campo pampeano sigue dependiendo de los grandes puertos de ultramar, lo que consolida la je-

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    rarqua de aglomerados portuarios tradicionales (Buenos Aires, La Plata, San Nicols, Miramar,

    Rosario, Baha Blanca, Santa Fe, Barranqueras); tambin se van incorporando ejes portuariosfluviales nuevos como los del conglomerado del Gran Rosario que, en conjunto, exportaba en2004 el 85% del total de los aceites que se producan en el pas. Por los planes de obras que in-cluyen un anillo ferroviario y vial entre Villa Gobernador Galvez y San Lorenzo, el acceso di-recto de cuatro lneas de ferrocarriles, un centro de investigacin y transferencia de biotecnolo-ga y la profundizacin del dragado en Rosario de 22 a 40 pies, es previsible que, alrededor de2010, el Gran Rosario asuma una centralidad industrial, cientfico-tecnolgica y comercial-por-tuaria casi absoluta (Bertello, 2005). Ya es un hecho que ese territorio histricamente llamadozona ncleo maicera o zona ROSAFE (corredor productivo-portuario entre Rosario y Santa

    Fe) fortalece sus conexiones de todo tipo con Rosario y es, en la prctica, la zona ncleo soje-ra, ya que en la campaa 2004-2005 tena apenas el 10,6% de su superficie cultivada con maz,contra el 68,9% cubierto con soja de primavera y el restante 20,5% que va a ser destinado a lasecuencia trigo/soja (Bertello, 2005). Es el momento, entonces, de asumir la centralidad de Ro-sario en las relaciones urbano-pampeanas.

    Actualmente, en pases jvenes como la Argentina y con la coleccin de incertidumbres quecaracterizan la ausencia de un plan nacional de desarrollo, las relaciones campo-ciudad no sonlineales y las tendencias histricas y actuales no tienen carcter predictivo. Nadie sabe exac-tamente qu consecuencias tendr la monoproduccin agroindustrial chaco-pampeana actual,la homogeneizacin de los usos del suelo, la concentracin de la propiedad de la tierra ruraly su correlato, la urbanizacin descapitalizada en barrios precarios donde se concentran lospobres del campo y los hijos urbanos de pobres del campo. El enfoque sectorial por el cual laciudad es patrimonio intelectual del urbanista y el campo, de los bilogos y agrnomos ha fer-tilizado la idea de que lo urbano y lo rural son temas que se piensan separados y se manejanseparados.

    El recurso del suelo y la interfase campo-ciudadEn la Argentina, las estimaciones de prdida de suelos por erosin estn siendo monitoreadasconstantemente no slo por la Secretara de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nacin, si-no tambin por el Instituto Nacional de Tecnologa Agropecuaria (INTA); pero faltan controlesperidicos estandarizados y estimaciones confiables de la conversin de tierra agrcola en urba-na y periurbana, tanto a nivel regional como nacional.

    Con respecto a los tipos de suelo, la ignorancia sobre el soporte edfico urbano surge del hechode que en la cartografa nacional y regional de suelos que prepara el INTA, tanto los aglomera-dos como un amplio cinturn externo, donde en el momento de preparar la cartografa de sue-los se estimaba que avanzara el amanzanado, no son estudiados y aparecen en los mapas como

    reas miscelneas.

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    Hace menos de diez aos (Morello et. al., 2000 a, 2000 b, 2001 a y b) que se conocen los gran-

    des grupos de suelos del Gran Buenos Aires y el Municipio de Rosario (Godagnone y Casas,1998 y 2000). En estos inventarios se determinan, en cada caso, la evolucin de la superficieagrcola til (entendida como el rea utilizable para la produccin); la superficie improducti-va no ocupada (que son las tierras con serias limitantes por anegamiento, salinidad, alcalini-dad, rocosidad, movilidad del sustrato mdanos, canteras) y la superficie ocupada por infraes-tructura construida (caminos, aeropuertos, autopistas, casas, ingenios, industrias, basurales, ca-vas, humedales, riberas de uso comn).

    En pases con larga trayectoria de planificacin como Francia y los Estados Unidos, se monito-

    rea el conjunto del territorio nacional y se establecen propuestas respecto de dnde puede cre-cer una ciudad con un mnimo impacto sobre la tierra frtil de muy alta calidad, donde no esaconsejable la conversin a usos no agrcolas o donde dicho uso debe hacerse muy parcialmen-te y con consenso pblico vinculado a la construccin de grandes obras de infraestructura.

    La extraccin de suelos y las tierras en promocinEn los espacios periurbanos del Gran Buenos Aires, los usos que muestran mayor dinamismoson: a) las canteras, entendidas como excavaciones para extraer material del subsuelo (calc-reo en forma de tosca y conchilla), b) las extracciones o decapitaciones, que abarcan todos lostipos de retiro de material de suelo (es decir, desde la resaca, la hojarasca o el mantillo, hasta loshorizontes A y B) y c) los llamados suelos en promocin. El suelo en promocin es definidocomo el conjunto del territorio que es el fruto de las expectativas del negocio inmobiliario delos barrios privados o residenciales; se reconocen dos tipos: de promocin ejecutada, es decir,el barrio residencial en cualquier etapa de desarrollo, y el de promocin en sentido estricto,que incluye las parcelas de cualquier uso rural ya compradas o reservadas y en espera para serocupadas por infraestructura industrial y, sobre todo, residencial.

    La estructura del paisaje de esta frontera inmobiliaria es la de un mosaico con una matriz agr-cola extensiva que aloja parches o manchones de aglomerados de tamao intermedio, que fun-cionan como centros de servicios rurales y manchas de agricultura intensiva, donde aparecenperforaciones de estructuras habitacionales dispersas (los countries), adecuadamente conectadascon el sistema vial urbano.

    En general, los suelos en promocin en sentido estricto siempre poseen una matriz de paisajede cobertura vegetal que es un mosaico de antiguos potreros, estructuras rurales en desuso yfragmentos de ecosistemas naturales. Estas reas en reserva cubren superficies mucho mayoresque las que van a ocuparse en forma efectiva. La teledeteccin permite identificar los countriesen cualquier estado de desarrollo, pero sin un intenso control del terreno se hace difcil calcular

    la tierra en espera que, en general, cubre superficies mayores que los manchones residenciales.

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    Es imprescindible agregar que casi nunca se tienen en cuenta las superficies que reclaman los

    grandes aglomerados urbano-industriales para destinarlos a embalses, basurales, villas de emer-gencia, escombreras, canteras, extracciones, chatarra en desuso, las cuales llegan a comprome-ter, en conjunto, el 17% de la superficie ocupada, por ejemplo, en Madrid (Lopez Linaje, 1987).

    Las exigencias de los suelos que reclaman los aglomerados para usos no habitacionales rara-mente son estudiadas como subsistema y tampoco suelen ser relacionadas con las demandas demateriales que crea la densificacin (crecimiento en altura) de los cascos urbanos. Siempre sepiensa que el crecimiento en altura ahorra la ocupacin de tierras, pero no se considera que es-to va asociado a una alta demanda de materiales de construccin que se extraen del entorno cer-

    cano y ni que esos espacios de cavas y canteras nunca ms tendrn potencial agrcola. El benditoproceso de densificacin y concentracin, como mecanismos de ahorro de tierras rurales, slopuede analizarse si se tiene en cuenta que estos fenmenos son los que impulsan a la segundaresidencia o a irse a vivir al campo.

    En cuanto a los usos industriales e institucionales fuerzas armadas y de seguridad, clubes depor-tivos, etc., en el caso del Gran Buenos Aires, son los nicos que han disminuido sensiblementeen la superficie ocupada. El verde en sentido amplio, las tierras en espera, la agricultura intensi-va, los parques y el verde deportivo han disminuido en el casco urbano y han aumentado en loscinturones periurbanos desde 1980 a 1991, pero no se disponen de datos desde 1991 a 2004. Laconcentracin y la densificacin de los centros de las ciudades en la llanura chaco-pampeana noahorran tierra, porque simultneamente con el crecimiento vertical se estimula el fenmeno devivir en el campo como primera o segunda residencia. La tierra en promocin es la que resta losms altos porcentajes de suelo agrcola y a ella le siguen los barrios populares donde se alojaronen los 80 y los 90 los migrantes de las regiones pauperizadas, particularmente de la Ecorregindel Chaco, las Yungas y la Selva Paranaense, y de Per, Bolivia y Paraguay.

    En el Gran Buenos Aires y en el municipio de Rosario, el crecimiento de la mancha urbana des-de 1980 hasta hoy no se debe a la ampliacin del casco urbano, al desarrollo industrial, al cre-cimiento del verde deportivo ni a los espacios institucionales, sino, por el contrario, a los gran-des galpones y a la industria, que constituyen espacios ociosos en casi todo el territorio de laRMBA (Regin Metropolitana de Buenos Aires) a excepcin de Campana y Zrate; en rela-cin con esto, mucha tierra institucional se privatiz, los centros histricos crecieron en alturay hubo un desarrollo en la congestin vehicular y demogrfica.

    Los usos de tierra para escombreras, canteras, as como tambin para la extraccin y la disposi-cin de basura aumentaron de un 17 a un 20% del total de incremento en la RMBA (Morello,2003) y todos estos usos tienen un halo de villas de emergencia que los rodea, cuya dimensin

    total no se conoce. La importancia de las canteras de conchilla bajo los nicos fragmentos de

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    bosques de la RMBA y la costa atlntica bonaerense explica la casi total desaparicin de los ta-

    lares de la Ecorregin del Espinal (ver Torres Robles en este volumen).

    Quita urbana de suelo frtil en la Pampa OnduladaLa importancia de la ocupacin del suelo agrcola y de fragmentos de ecosistemas naturales porel proceso de urbanizacin en la RMBA puede resumirse en las siguientes cifras: la Pampa On-dulada tiene 3.800.000 ha de tierra agrcola, y un 70% de las aglomeraciones y sus periurbanosestn ubicados en ella, entre los que se incluyen la RMBA, Gran La Plata, Gran Rosario, SanNicols, Campana, Zrate, Baradero, Lujn, San Pedro, Ramallo, San Lorenzo, Puerto San Mar-tn, Pergamino, Granadero Baigorria. La tierra agrcola ocupada por el crecimiento urbano de

    este conjunto de ciudades cubre una superficie de 162.319 ha; los fragmentos de ecosistemasnaturales sustituidos por la urbanizacin suman 69.413 ha y los barrios residenciales ubicadosfuera de los aglomerados suman 190.389 ha. Lo anterior significa una quita del espacio rural de422.118 ha, es decir, poco ms de un 11% del total de tierra agrcola disponible en la Pampa On-dulada (Morello, et al., 2001 a). No obstante, este clculo es engaoso porque no se computanni las canteras ni las reas de extraccin ubicadas en la tierra rural. Si se agrega la superficieocupada por los periurbanos que son el amplio ecotono entre la ciudad y el campo que cubren251.600 ha, se puede llegar a valores ms cercanos a la realidad con 673.710 ha ocupadas porlas ciudades y sus bordes, que hacen un 17,7% de la superficie agrcola de la Pampa Ondulada,una de las subregiones de mayor fertilidad de la Ecorregin de la Pampa, con una red de cami-nos pavimentados y unidades de acopio y conservacin de muy alta densidad. Lo ms impor-tante es que uno de los bordes ms extensos de la Pampa Ondulada es fluvial, el Paran-Plata,que posee el sistema portuario de ultramar ms denso, moderno y diversificado del pas, conti-guo a una poderosa industria agroalimentaria, aspectos que raramente se tienen en cuenta cuan-do se analiza el significado de la ocupacin urbana de las tierras de esta subregin.

    Los fenmenos ya indicados condicionan fuertemente la evolucin de las disponibilidades delsuelo agrcola para el territorio de la Pampa Ondulada y debe ser un tema fundamental de discu-sin en cuanto a la fijacin de polticas de avance de las aglomeraciones (no slo de aquellas per-tenecientes al eje portuario industrial, sino tambin de las ciudades del interior como Chascoms,Pergamino, Junn, etc.). Por otro lado, los fragmentos de tierras considerados como no agrcolaspor pertenecer a las escarpas que conducen a los paleovalles de tributarios de los grandes colec-tores representados por el Paran y el Estuario del Ro de la Plata tienen un valor patrimonial na-tural y ecolgico enorme. Escarpas y paleovalles conservan una mezcla de biodiversidad pam-peana, chaquea, uruguayense y paranaense deltaica nica y a punto de extinguirse.

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