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ALFREDO MARIO FERREIRO 1899 1 de marzo. Nace en Montevideo, hijo de Arturo Ferreiro y Mara Celia Martne z. 1917 Ingresa en la Facultad de Derecho, pero pronto deja sus estudios para tr abajar en la Ctedra ambulante de agronoma y, ms tarde, en el Banco Hipotecario. Escribe para e l diario El Siglo. 1920 Primeras colaboraciones en el diario La Razn. 1926 Participa en la revista literaria La Cruz del Sur (N 15), en la que perma necer hasta 1929 (N 26) 1927 Publica El hombre que se comi un autobs (Poemas con olor a nafta) (Ed. La Cruz del Sur). Aparece un fragmento de La cita, novela indita (El Pas, 12/XII). 1929 15 de diciembre. Aparece la revista Cartel. Panorama mensual de literatu ra y arte que, dirigida por Ferreiro y Julio Sigenza, se publica hasta marzo del 31 (N 10). 1930 Publica Se ruega no dar la mano. Poemas profilticos a base de imgenes esme riladas (Ed. Cartel, 3er. Cuaderno). 1932 Tiene a su cargo charlas en CX 16 (Carve) y CX 44 (Radio Montevideo). 1933 31 de marzo. Apoya el golpe de estado de su primo el presidente Gabriel Terra, quien lo nombra miembro de la Asamblea deliberante (rgano legislativo que sustituye al Se nado), en el que se mantiene hasta su extincin (mayo, 1934). En julio forma parte del grupo e ditor Sociedad de . Amigos del Libro Rioplatense. Dirige, junto a Jos P. Heguy Velazco, la se ccin literaria del diario El Pueblo 1938 Vive en Buenos Aires, donde trabaja en prensa y radiotelefona. Comienza a colaborar en diversos . medios uruguayos con artculos humorsticos y otras crnicas: El Imparcial, La Tribuna Popular, El Plata, Mundo Uruguayo, empleando diversos seudnimos (Gong, Arturo Pereira , Mario Martnez, Susana Jewkes) 1939 Publica sus dos ltimos poemas en la Revista Nacional (N 21). Ocupa el carg o de Secretario general de Impuestos Directos. 1945 Dirige la pgina "Martes literario" del diario La Razn. 1954/58 Escribe para Marcha crnicas humorsticas (con el seudnimo Marius) y notas so bre asuntos "serios". 1959 24 de junio. Muere en Montevideo.Encrucijada de Juan CunhaLas jvenes revistas literarias de los ltimos aos han recogido todas ellas o casi tod as- poemas de Juan Cunha. Esta circunstancia pudo hacer pensar a ms de uno que se trataba de un poeta de las nuevas promociones, ignorando que tena ya tras de s ca si veinte aos de poesa. Es corriente que a esa edad potica nuestros poetas se hayan concluido o amanerado. Tal vez por eso tambin ocurre que casi no leamos a los de la misma generacin de Cunha, o que los miremos con cierta desdeosa desconfianza m ovido nuestro desinters por el general pasatismo en que ha cado la mayora de los qu e se dieron a conocer por el tiempo en el que l lo haca. Esa sola circunstancia debe hacemos pensar que en Cunha se instalan valores de d eterminada permanencia; que su poesa se apoya sobre un trabajo serio. Quiz su ause ncia de ciertos cargos oficiales de la poesa, su labor oscura y tenaz sostenida d urante tanto tiempo, sean sus mejores credenciales y las que le han asegurado es ta general consideracin. Pero ms que eso, y desde luego de modo principal, que lo legitima es que esa labor se ha cumplido siempre dentro de un verdadero territor io de poesa. Juan Cunha ha llegado ya a una altura de su desarrollo en que cree necesario rec apitular lo hecho. Con esa intencin ha preparado y editado su ltimo volumen1, dond e recoge poemas de casi todo su itinerario potico que, sin embargo, lamentablemen te para una total comprensin, omite su trabajo de estos ltimos tiempos. Es importa nte esa omisin porque actualmente parece querer dar una profunda virada en su poti ca y hallar una nueva lnea de su destino. Ahora bien: qu refiere esta poesa, qu dice y cmo lo dice? Hay una experiencia fundamental que se trasluce ya en sus primeros versos y se m antiene hasta los ltimos; la experiencia del hombre de campo en medio de su mundo particular: serranas, soles, lunas pjaros, perros, caballos. (Este ltimo animal oc upa y preocupa mucho lugar en su poesa: como smbolo, como elemento real, insistent emente.) Se fue por el campo de la tarde galopando como al encuentro de la gran noche El hombre oscuro de mi tierra slo l y su caballo frente al anochecer Su poncho sobre el viento era su adis de largo pauelo Alejarse lo vieron silbando cuchillas sierras llanuras montes (El pjaro que vino de la noche, p. 21.) Aqu slo el campo la soledad desmesurada de los campos La soledad extraa del campo que invade el espritu de cosas lejanas (p. 24.) Estos asuntos, alimentos primeros de una joven sensibilidad de poeta se objetiva rn a cada paso en esta poesa, servirn de correlato metafrico a diversas experiencias , a diversos, estados poticos del autor. Muerto fue el perro fiel que guardaba las puertas Y anunciaba los pasos de grises vagabundos. Y aquel su caballo pardo que daba resoplidos al tenderse en la hierba; El que huy con casco lento hacia hmedas tinieblas. (Sombra, p. 63.) Hombre de campo, demostrado por su sensibilidad y por la permanencia de su temtic a, Cunha refiere su abandono de ese su natural mbito de origen, su desasimiento d e las cosas que le son queridas, para hundirse en el trfago multitudinario de la ciudad donde ir a perderse posiblemente.Madre Un da de stos he de decirte adis con el alma temblando en los ojos llena de llanto Porque me entrar enloquecido en el mar y te dejar y me ir Y desde lejos subido en una ola te har la ltima sea con el pauelo roto de mi corazn, Despus ciudades sin nombre Paisajes vistos en los sueos Caras extranjeras Voces extraas Msicas perdidas Horas que se van Alas cerrndose y suspiros Nostalgias como heridas Dolor Fiebre Cansancio Desesperacin Pozo del olvido (El pjaro que vino..., ps. 35-36.) Y es en la ciudad donde Cunha se siente ya definitivamente perdido, sostenido ap enas por una apagada fe subyacente. He de llegar Fue para eso entonces dira al fin Aquella soledad de prado desterrado Y aquella lengua rota debajo de la hierba Y largo tiempo un corazn tirado entre la niebla (Solodenoche, p. 96.) Aqu, en la ciudad se manifiesta su amargura, el porques de todas las cosas, la neg ra desolacin. Desde cundo ambulo a ciegas territorios del misterio? Por qu frecuento, a deshoras, dominios de lo oscuro? Qu busco asiduamente en alrededores decididamente nocturnos? Qu intenta asir mi mano, extendida tenazmente a lo sombro? Y Y Y Y esa palabra desvalida que se parapeta detrs de los vientos; esa voz enmohecida que me sigue y me nombra, o se aleja, entre fros; esos pasos sordos a mi siga tercamente, pisando mi sombra; ah ese rumor que no entiendo, rodendolo todo, insomne sin fin.Pero desde cundo merodeo en esta zona de los misterios? Desde cundo exploro ensimismado a tientas este pas oscuro oscuro? (Ronda en lo oscuro, p. 41.) Aquellas viejas compaas que en sus comienzos convocaba: el caballo, el perro, cita dos con la certeza de su presencia, se evocan despus, en medio de las ms tristes c arencias. Y busco mi oscuro corcel, el de partir con la alborada: Aquel noble animal de mi hora desamparada, antao, El nublado caballo que me esperaba, puntual, Pero no lo encuentro ya resoplando, impaciente, No escucho ms su duro casco sonandoNi huella de su galope por la extensin Ni el olor de su piel hmeda (Madrugada, p. 73.) Entonces aparece una diferencia en el enfoque que cambia fundamentalmente el ton o de su poesa, aunque los elementos permanecen, son los mismos. La nostalgia de l o perdido crea este clima melanclico. Lloro por una tierra lejos. Lejos, y lloro siempre, y lloro. Y siempre y siempre, porque su ola Terrestre verde, rompe en mi frente. Busco Donde Comer Aquel esa tierra, es all, sera quiero, donde querra, donde aquel mi pan en sombra; agua beber, inacabable.Busco su paz, su orilla, su olvido; Lloro su borde lejos, sin nombre; Y lloro y lloro a ro abierto; Y lloro a lgrima sin trmino. (Por una tierra, p. 106.) Una a una, todas las compaas de otro tiempo abandonan a Cunha, quien se muestra po r eso cada vez ms oscuro y dolorido del mundo. Toda estampa fue borrada, toda sal aqu es disuelta, Aventada la familiar sombra que agrieta el hombro cada da, No tiene eco la piedra lanzada a los pjaros del sueo, No volvi la paloma soltada en la vigilia, (Zona del vrtigo, p. 60.) No es extrao entonces que el fantasma de la falta de destino de los seres y las c osas que se quieren en el mundo amenace al poeta; no es extrao que se vaya quedan do solo de ms en ms y que pierda hasta al hombre finalmente. Yo recordaba, recordaba entonces las aves heridas que alguna vez vinieron a mori r en mis rodillas. Record alas que he sentido quedar inmviles apoyadas en el silencio de mi frente pa lideciendo. Y el pajaro que a veces llega como buscando un perdido o imposible canto, Y luego huye, Y ya no vuelve Nunca mas. (En la noche, p. 47.) Ya a esta altura de su experiencia, impotente para con su destino, para con las fuerzas que lo llevan, dice: Mis caballos de sombra galopan la noche negra entera Desamparados, sin jinete ni freno ni restallante ltigo; Sus hocicos resoplan hasta su extremo nocturno, Los cascos sordo tambor desvelado hacen del mundo, Sacuden la tierra con su furia como los vientos de agosto; A veces rueda hacia el cielo algn relincho oscuro que rebota en las esferas y estremece hasta la ms lejana estrella. (Zona del vrtigo, p. 60.) En este vrtice pues, (carencias, desolacin, falta de destino), en esta coyuntura s e halla Cunha. Mejor dicho, superando esa problemtica se encuentra ya. Ahora es c uando se produce en su obra la aguda virada a que antes nos referimos, cuando elpoeta quiere recuperar sus cosas y sus hombres perdidos, y ensaya una nueva poe sa, desvinculada aparentemente de la suya anterior, e integrada con otras afirmac iones. El poeta se interna ahora en un territorio difcil y peligroso, se interna en la q ue puede ser llamada poesa social. Poco es lo que ha publicado o ledo de esta nuev a etapa; algunos anticipos sin embargo indican inequvocamente que se afana por re cuperar lo perdido, por comunicarse con el hombre y las cosas de mejor manera. E sta virazn es total en Cunha. Tambin desde el punto de vista formal porque, quien casi siempre se expres por medio de verso libre, de larga medida, ahora recurre a viejas formas poticas, no solo a la rima sino a la dcima con su popular forma est rfica. Si este camino, temtica y formalmente nuevo, ser duradero no puede predecirse cier tamente. Hace pensar que lo sea, la genealoga de la circunstancia, ntida, ajena a lo que pudiera ser un mero capricho de su autor. Alguien ha dicho que de un poema siempre poda saberse si era anterior o posterior a Rubn Daro. Tal fue la revolucin y ensanchamiento del mundo potico que trajo apare jada su poesa. Otro tanto puede decirse de Pablo Neruda. Su influencia, su legado de mundos y e lementos a los poetas que le siguen en el tiempo ha sido enorme. Juan Cunha ha recibido tambin ese alimento, ha tomado de ese vasto mundo nerudian o, ciertos puntos de vista, cierta ptica diferente, se ha alimentado de sus produ ctos, Pero lo ha hecho legtimamente, de tal modo que esa influencia, perceptible sin duda en muchos pasajes de sus poemas, no lo esteriliza e invalida sino que l o enriquece. Esa actitud honesta, (tan lejos de la usurpacin vaca de asuntos y acentos) no alca nza a hacer olvidar un reproche que se le ha hecho frecuentemente: la falta de u na vos totalmente diferenciada (enriquecida s de influencias previsibles) radical mente distinta, como lo son su imaginacin, su temtica y su problemtica. Puede esperarse sin embargo que Cunha d con ese acento substancial, ahora que aco mete su trabajo en un mundo en que se encuentra vitalmente comprometido y enreda do con su verdadero destino. 1. En Pie de Arpa, (poesa), Montevideo, Ediciones del Pie en el Estribo, 1950.Juan Cunha fue un permanente deparador de asombros. Deslumbr en 1929, cuando cont aba diecinueve aos, con un primer libro ya entero. Redonde luego una veintena y de j inditos cuarenta y seis. Casi cada uno de sus libros muestra a un poeta distinto , pero siempre cabal. Concit la adhesin de las generaciones posteriores: cuando lo s entonces jvenes de la generacin del 45 entraron al escenario repartiendo mandobl es, respetaron slo a Cunha. Lber Falco tuvo el aprecio de un nico sector; Sara de I bez fue leda y respetada por todos, pero casi no hablaron pblicamente de ella. Solam ente Cunha -a quien hicieron crticas parciales- fue estudiado, comentado y admira do por todos en voz alta. Las crticas que se formularon decan relacin con su versatilidad. Cada libro obligab a a descubrir a un poeta distinto y, en ciertos perodos, Cunha pareci un magnfico i nstrumento en disponibilidad. No recordamos que la palabra autenticidad y su antn imo se escribieran a su propsito, mas subyacen en la objecin. Y la autenticidad er a, en aquellos aos, una de las piedras de toque de la valoracin esttica. Pensamos q ue esa objecin solapaba una limitacin del propio juicio crtico, que supone que todo ahondamiento es tal si se cumple en una nica zona. Hay poetas -y seres- que ahon dan desplegando el abanico de los mltiples posibles. Ni toda profundizacin unidire ccional es valiosa, ni toda versatilidad es superficial. Por lo dems, casi en cad a tramo de nuestra historia potica se encuentran ejemplos de escritores para los dos extremos. En el 900 es la interrogacin persistente, encarnizada de Mara Eugenia frente a la variacin deslumbrante de Herrera y Reissig; en el Centenario, Falco y Cunha; en el 45,Idea Vilario y Amanda Berenguer; en el 60, Circe Maia y Wshingt on Benavides. Extremando el razonamiento, podra incluso argrse que todo ser humano es mltiple y diverso y los que no lo son es porque han padecido o realizado una o bliteracin de sus posibles. La relectura de esta obra dita entera autoriza a afirmar que hay un asunto centra l: la nostalgia del paraso perdido de la infancia campesina; y autoriza a pensar que Cunha recorri la poesa y las poticas buscndose y buscndose en su mbito de origen. Cada libro -nuevo y diverso- es un intento de recuperacin de s propio, de sutura d e un tajo que est ah, no se sabe cmo ni por qu. Y muchsimos poemas se limitan a decir la nostalgia. De las ms variadas maneras: Cunha puede ser oscuro, difcil, tortura do, suavemente melanclico, juguetn, refinado, cultsimo, popularsimo. Y puede serlo e n cualquiera de las formas estrficas: puede jugar en y con un soneto y en un sone to puede ser sufriente y serio; puede cabriolear en una coplita popular y puede llenarla de sabidura sentenciosa. Graciela Mntaras Loedel - Jorge Arbeleche Panorama de la Literatura Uruguaya (entre 1915 y 1945) Academia Nacional de Letras - 1995 JUAN CUNHA fue el segundo hijo, el primero varn, de una familia de once. Nacido e n "pleno campo", estaba destinado a las tareas rurales, pero muy joven decidi ser poeta. Escriba desde nio, y cont que senta un "temblor inaugural" cuando llegaba a sus manos algn diario con la foto de un poeta o un poema: "algo as como eso que pe rcibimos siente un pajarito que tenemos aprisionado en un puo cuando oye y ve cru zar el espacio a sus congneres libres" (Seal de vida Tomo I). Un to slo tres aos mayo r, Vctor Dotti, fue quien descubri su escondida vocacin literaria y le "revel" que l os "versos se medan" (J. Ruffinelli). Ese to que public su nico libro Los alambrador es (1929), el mismo ao en que Cunha se iniciaba como escritor, fue tomado como un o de los ejemplos de la expresin de un "nuevo sentido de la narracin gauchesca" po r Carlos Reyles. Sin embargo sera el sobrino poeta quien encontrara un camino orig inal y convincente para ese encuentro entre la vanguardia y lo autctono tan busca do en los veinte. Contra la voluntad de su padre, Cunha parti a los 18 aos a Montevideo: "Con el con fesado propsito de iniciar estudios liceales y el no confesado, pero sin duda ms d ecidido de hacerme poeta", lleg, "lo ms rural que imaginarse pueda, el hombrecito; timidsimo, arisco, asustadizo en extremo" a una Montevideo que sinti como "urbe i nfernal" y que con el tiempo y la experiencia ciudadana recuper en su encanto ald eano. Se instal en una pensin en la que conoci al poeta chileno, y desde el comienz o amigo, Humberto Daz Casanueva, que aliment su espritu con poesa: "'Tentativa del h ombre infinito', 'Crepusculario', 'Veinte poemas de amor y una cancin desesperada ' de Neruda; 'El aventurero de Saba' del mismo Daz Casanueva; los primeros libros de Salinas y Guilln. Tambin Rimbaud, Mallarm, Apollinaire, Supervielle..."(Seal de vida, T.I). Un alimento explosivo para la avidez de creacin de Cunha. EL SEGUNDO NACIMIENTO. Un ao despus de su traslado a Montevideo, Juan Cunha naci po r segunda vez. Es ya y defintivamente, como quera, un poe ta. En 1929 publica El pjaro que vino de la noche. Llega de la nada, en cuanto a saberes literarios se r efiere, agarra las vanguardias latinoamericanas "por la cola", como l mismo ms ade lante cuenta, las mastica y crea una obra fundamental de nuestro vanguardismo. E n el mismo acto da forma a uno de los temas eje de una obra que ser extensa, mltip le, en cambio continuo pero recurrente en sus asuntos; y modela un afn de investi gacin y descubrimiento que hace que este primer Cunha sea insoslayable como ejemp lo de la "nueva sensibilidad". "Me parece que fue la vez que fui ms poeta", dice Cunha en una entrevista (D. Arcomano). Ese "pjaro que vino de la noche" es metfora del trnsito, del renacer en pos de la l ibertad o de lo desconocido. Cunha canta que la renovacin implica prdida y una zon a de agona que no inhibe el impulso hacia adelante. De ah que la nostalgia lo acom pae siempre. Una anotacin suelta de su cuaderno "Revoltijo o de todo un poquito" d ice: "El primer pjaro que silba hacia el alba es el que sell el pasaporte de la no che que acaba de pasar la frontera." Atravesar ese muro de miedo, prevenciones, costumbres, hbitos, amores, que separa a la vida del campo de la ciudadana le imp uso a Cunha un continuo balance de ausencias.No todos los escritores lograron el feliz encuentro de lo criollo y la vanguardi a. Francisco Espnola s lo hizo en sus cuentos de Raza ciega (1926), Fernn Silva Val ds en cambio encontr la frmula conceptual de mayor predicamento en la poca --el nati vismo-- pero no lleg a una realizacin literaria convincente. En su estudio sobre " las vanguardias literarias", Carlos Martnez Moreno plante la insuficiencia de su p ropuesta. Cita a Borges (Sur No. 54), quien supo decir de Agua del tiempo (1921) : "...contena un recado, un poncho, un pual, una espuela nazarena, unas boleadoras , una guitarra, un mate, un clarn. Todas las cosas criollas estaban pero no el ho mbre de esas cosas. Para Silva Valds el gaucho es una ocasin de metforas y de nosta lgia, no un hombre concebible. La nostalgia es veraz y las metforas son generalme nte vistosas pero no las respalda nadie. ntimamente los libros de Silva Valds adol ecen de muerte". La operacin que hace Cunha es la inversa: no hay nada decorativo en su apropiacin de una experiencia que tiene al hombre como centro. Algunos ttulos posteriores, como Sueo y retorno de un campesino (1951) y Pastor pe rdido (1966), dan en su manera de referirse al hombre de campo --"campesino", "p astor"-- indicios de cmo ese trasvasar una sensibilidad campera a una ciudadana s e centr fundamentalmente en la bsqueda de un lenguaje, que lleg a algunos hallazgos , pero que no se detuvo en ninguno. Nadie menos dispuesto a acomodarse en un des cubrimiento que Cunha. Los trminos "pastor" y "campesino" apuntan a una visin idlic a, a la construccin armoniosa de un campo, que no es una realidad sino un paraso p erdido. Por eso no hay retorno posible. Cunha, lector voraz y variadsimo, reivind ic el sentido y el valor de las eglogninas de Julio Herrera y Reissig: "Parece men tira que a un Julio Herrera, por ejemplo, se le reproche, y reiteradamente para peor, como falla, lo que sin duda es una de sus virtudes, cual es la de crear im aginariamente esos cuadros tan idealmente verdaderos al hacerlos tan vvidamente r eales; vitalmente poticos por lo mismo." (Seal de vida T.I). LIBROS Y LIBROS. Hace casi cincuenta aos, Idea Vilario planteaba en una resea en Ma rcha a propsito de la publicacin de Cancionero de pena y luna (1953) las dificulta des de seguir la obra de Cunha. En ese momento tena nueve libros publicados. El d oble dej editados al morir en 1985. Ese mismo ao la Feria de Libros y Grabados le rindi homenaje con la impresin de Arboles. Quedaron cuarenta y seis libros inditos. En diciembre de 2000, quince aos despus de su muerte, la Academia Nacional de Let ras inici la tarea de darlos a luz en cuatro tomos bajo el ttulo comn de Seal de vid a: es el primer paso, imprescindible, para empezar a recuperar a Cunha. Durante cuarenta aos aproximadamente --desde la aparicin de su primer libro hasta el golpe de estado de 1973-- la obra de Cunha fue atendida por la crtica. ngel Rama, Rodrgu ez Monegal, Idea Vilario, Ida Vitale, Jorge Ruffinelli, Arturo Sergio Visca, Domi ngo Luis Bordoli, Alejandro Paternain comentaron su obra. Cunha editaba artesana lmente sus libros, los regalaba a sus amigos y eran juzgados por quienes estaban en "ejercicio del criterio". El hecho de que dejara de publicarse a s mismo, coi ncidi con la dictadura militar y el arrasamiento cultural inmediato que ella prov oc. Cunha sigui escribiendo, acumulando libros, negndose a hacer una antologa de su obra cuando editores amigos se lo ofrecieron, y qued escondido. Algunos intelectu ales escribieron sobre l en ese perodo: Rafael Courtoisie, Jos Pedro Daz, Luis Neira , Wilfredo Penco, dentro del pas; fuera, Enrique Fierro, Domingo Arcomano. Intent aron mantener una presencia que se saba vital para la cultura y la poesa uruguayas . Pero la desproporcin entre la produccin de Cunha y lo que se poda ver de ella fue demasiado grande. Cunha qued solo escribiendo una obra que creca y se multiplicab a sin referentes crticos, sin dialogar con sus lectores. "Morosa/ Amorosamente/ H ago mis libros// Hijos/ Oh hijos/ Mos// Pues digo/ Que los prosigo/ Y uno por uno / Y todos juntos// Eso s/ Sin apuro/ Ninguno/ / Hasta que los termino/ Y/ Los/Api lo// En silencio/ Con mucho sigilo// Eso/ Mismo", dice el poema "Libros Libros" (Seal de vida T.I). Durante la dictadura public dos libros de casi nula circulacin: Plurales (Edicin Po pular Fenaligra, 1981), De cosa en cosa (Ed. de la Escuela Nacional de Bellas Ar tes, 1977) y otro en Mxico: Enveses y otros reveses (1981). Su muerte, ocurrida e n octubre de 1985 desencaden con la reapertura democrtica el justo reclamo de recu peracin de una obra tan esquiva como fundamental. En aquel artculo de Marcha (31.12.53) Idea Vilario arriesgaba un ordenamiento. Vea un primer Cunha, el de sus tres primeros libros: El pjaro que vino de la noche (1929), Guardin oscuro (1937) y 3 Cuadernos de poesa (1937) que "encierran una poesa de sostenida tristeza, de dolorosa soledad, de flaqueza y de quejas, escrita en verso libre, a menudo muy largo, en perodos que podran hacer hablar a los descuida dos de prosa potica si no fuera por su ritmo sin tregua, por su intenso lirismo". Cunha queda en silencio durante unos aos y vuelve a un ritmo de edicin sostenido a partir de 1945. Aparecen Cuaderno de nubes (1945), 6 Sonetos humanos (1948), E n pie de arpa (1950) (que recoge con variantes poemas de los tres primeros libro s), Sueo y retorno de un campesino (1951), Variacin de Rosama (1952), Cancionero de pena y luna (1953). La crtica es unnime en sealar a Sueo y retorno de un campesino como un momento fundamental en la obra de Cunha. As lo explica Idea Vilario: "El p oeta toca tierra. Se dedica apasionadamente a una realidad separada por muchos ao s de ajenamiento y unida por tantos otros de nostalgia; la describe, la cuenta, la canta, saliendo por primera vez de su enclaustrada angustia..." Es en esos "b riosos tercetos","donde Cunha inaugura con tanto coraje la nueva mezcla, la nica valedera para su tema (...) Es una lengua sencilla, de acento coloquial, cuyos g iros camperos se confunden por momentos con otros del ms acendrado casticismo, ha sta traer a veces reminiscencias del siglo de Oro..." Los dos tomos de Seal de vida publicados --el I rene ocho libros, el II, once-- ha cen posible afirmar que Cunha no dej nunca de experimentar. Sigui usando las forma s clsicas de la poesa, jugando con ellas y transgredindolas. Sigui intacta su versat ilidad y su reencuentro con sus intereses y su peculiar manera de mirar. Todo in tento de enumeracin es insuficiente y vano, pero para acercar algo de los temas d e esta poesa habra que nombrar al canto y la creacin, la soledad, la visin csmica. El poeta se deslumbra ante el universo y canta al da (cada una de sus etapas, y pre ferentemente la tarde) y la noche, la luna, las nubes, la lluvia, los animales. La aoranza del pago est siempre. La ciudad y sus calles, aparecen como el recorrid o de la melancola y como prisin. La ciudad lo encerraba en sus muros, lo tena cauti vo en Pastor perdido(1966). Ese sentido negativo perdura en el poema "Lentsima de spedida" de Seal de vida (T.II): "... Pues ahora de viejo/ Desterrado se sabe/ Ci udadano a disgusto/ Les sigo desde lejos/ Los pasos a estas tardes/ Que pasan si n apuro..." La nostalgia lo invade todo desde el comienzo. Parece el precio de s er poeta. "Y el caso es que hoy da/ Vidalitay/ Viejo y ya sin flete/ Suea con su t ierra/ Vidalitay/ Como si volviese("Canciones de jinete", T.II) o en el libro "A lgn indicio y lo dems silencio" del Tomo II: "Sediento de memorias/ Hambriento de lugares/ Paso y repaso das/ Traspapelados aires/ Trascordados momentos/ Olvidados afanes..." Tambin est el Cunha solidario, con su sensatez, con su buscado tono me nor para expresar su compromiso: "Un grano no hace granero/ pero ayuda al compaer o..." ("Vidalitas de pena y sombra", Seal de vida T.I). La poesa de Cunha nunca es meramente descriptiva. En algunos momentos logra sntesi s iluminadoras. Un alambre que "canta en la azotea" "en la noche de largo viento " es la imagen concreta de la suma de insomnios. Dice la ltima estrofa del poema "De inesperados regresos": "Canta ese alambre igual que entonces/ De punta a pun ta tiempo a tiempo/ Que une esas dos lejanas noches/ Y son la misma o ya no enti endo" (T.II). El humor es un elemento indisociable de su manera de ver el mundo. Es una forma de atemperar la tristeza, de poner a raya al dramatismo. Domina to dos los matices, desde la fina irona hasta la broma grotesca, y logra que todo en tre en el verso: "... Quin fuera como la pulga/ Ese bichito sutil/ Que duerme con las mujeres/ Y no las deja dormir...", dice en "Decires de mi tierra" (T. I). SUMAS Y RESTAS. Se acenta la presencia del tema de la muerte. Una y otra vez una voz realiza la cuenta regresiva. En el libro Triple tentativa(1954) el poema "No viembre 2 festival" haca gala de un humor macabro. La muerte se vuelve una obsesin , un dilogo constante a medida que el poeta se introduce en la vejez. Le da un tr atamiento variadsimo: desde el tono elegaco a la humorada. En Seal de vida con "Las coplas del jinete" (Tomo I) y las "Canciones de jinete" (Tomo II) realiza un ho menaje a Federico Garca Lorca, juega con el verso y traza con sutil lirismo una p arbola de la vida y la muerte. Sobre todo "Las coplas del jinete" son una estruct ura compleja, de densa atmsfera, recorrida por imgenes irracionales. Un universo f antasmtico, cruzado por voces: "Yeguas azules/ Arrea el aire// Mi insomnio cruzan / Lejos es tarde..." El caballo, que evoca el pago y a la figura de su padre si es moro ("Mi padre yano monta/ Su moro, en la maana;..." [Triple tentativa]), que es recuerdo y anhel o de libertad, es tambin el que realiza el trnsito vida-muerte: "Mira una tierra/ --Noche aire fro--/ Desierta y negra// Negra y desierta/ --Silba bajito--Y aqu se apea// Soltar el pingo/ --Vlgale el dicho-- Que otro lo enfrene// Si otro se atrev e/ --NO ms camino/ Ni copla amigo--/ Otro que llegue// Otro que venga/ Monte y se pierda" ("Las coplas del jinete" XIII). En otros poemas le falta el respeto a la muerte: "Me voy como dije/ Vidalitay/ M e voy de corrido/ Derechito al hoyo/ Vidalitay/ Rumbo del olvido..."("Vidalitas de pena y sombra", T.I). El tono irreverente es la mejor manera de poner "las so mbras en su lugar": "... Ms ahora que la cosa me anda cerca y me suda/ ya en las entrelneas..." (T.II). Da algunos consejos prcticos: "Te toms un vinito o una grapa / Y ya mirs la cosa no tan fula/ Si te la ves al fin como de yapa/Al final la ful ana ya te adula..." ("Sonetos de trece", T.II). Una variante del tema de la muerte es el de la cuenta regresiva. El poema "Despus de todo" (T.I) termina con una escandalosa mentira potica:"Lo mo es este resto/ Q ue ya ni cuento mido ni sopeso". Hay una voz que una y otra vez cuenta los das qu e le quedan. Apareca en el soneto "Cifra" de Hombre entre luz y sombra (1955): "N uestras horas, que al fin sern ninguna,/ Esta suma, que, en fin, resulta resta./ Y este agrio limn te desayuna/ Y te sirve una cena descompuesta". Y en Seal de vid a (T.I) dice: "Bueno como se sabe es lo de siempre/ Que viene a ser pues lo de n unca/ Lo que uno tena se pierde/ Con lo que no tens hacs la suma..." ("Eplogo se dira "). QUE ARDA. Cunha desarroll una potica de la pluralidad. En una entrevista en la que Ruffinelli le pregunta por la poesa poltica, el poeta responde que "en ese como e n cualquier otro tema, lo que importa es la manera como la poesa demuestra lo que dice". Y agrega ms adelante: "En cuanto a esto de los temas, podra recordar aquel lo de Neruda: 'Nada de lo que es susceptible de arder queda fuera de la poesa. La cosa es que arda no? Y se la sepa moldear'." Nunca dej de reflexionar sobre la poesa ni se amilan ante su propia abundancia, su desborde. El largo poema "Juan de Illescas" (T.II) es un repaso de su vida y su obra. El poeta se apropia de las opiniones y las crticas a su manera de crear: "D icen que la cantid/En relacin a la obra/ Se sabe ms que de sobra/ Va contra la cali d/ Pero no siempre es verd/ Y yo lo que siempre digo/ Es que son los estreidos/ Los que han largado la bola/ Yo les hago carambola/ Y les doy justo en el hgado." Ms de una vez se refiere al sentido del canto: "... Me lo dijo un viejo/ Vidalita y/ Cierta vez prosiando/ --Muchacho las penas/ Vidalitay/ Las corrs cantando..." ("El cantar de novolver y otros cantares", T.I). Esta nocin del cantar se combina con la zona lmpida de su potica: "Transparencia y gracia/ Gracia y transparencia/ De ah su eficacia/ No es otra su ciencia// Aprend poetilla/ No olvids poeta/ Para hacer poesa/ Esta la receta..."("Potica", T.I). Pero hay zonas oscuras, porque a C unha lo tienta el misterio, y ste huye de la claridad. En el soneto "Potica" de 6 sonetos humanos (1948), la rosa, su prdida, su reconstruccin es smbolo de la creacin . "Mas su llama retuve, su guarismo/Su figura mortal ya trastocada/ Oh, qu perfum e erijo ante la nada/ Smbolo clave, ley, fiel ostracismo..." El anhelo expresado en uno de sus "sonetos eneaslabos" no deja de ser sorprendente en un poeta tan va sto. All describe una tarde de domingo en el barrio y termina: "Yo me qued esperan do creo/ Sin duda un breve lento verso/ Que diga todo en una lnea" (T.II). En el citado "Juan de Illescas" se refiri tambin al oficio de poeta. Cunha, que pr actic la poesa poltica, se piensa anclado en este mundo subdesarrollado: "En un pas como el nuestro/ Este oficio de la pluma/ Es resta que nunca suma/ Ms bien es pur o descuento/ Mal negocio por supuesto/ Y no fcil aventura/ Lo dems es amargura/ A no ser ese contento/ Que a m siempre me da el verso/ Su materia y su factura..." Dice en el soneto 9 de los "Sonetos de trece" (T.II): "Mientras tanto se queja u no y deplora/ Este destino oscuro de escribiente/ Y lo peor de todo la demora/ E n llegar a este juicio inteligente". LA POESA Y EL OLVIDO. El trazar un paralelismo entre Juan Cunha (1910) y Lber Falc o (1906) ha sido una tentacin recurrente para la crtica (Rodrguez Monegal, Domingo Luis Bordoli, Alejandro Paternain). Ambos realizaron una opcin absoluta por la po esa; ambos supieron configurar para sus contemporneos un modelo de autenticidad, a unque Falco fuese el poeta nico de un solo libro, no importa cuntos publicara, y Cunha el de la multiplicidad, la experimentacin, el placer de la sonoridad. Compar ten una misma actitud, ingenua, ante la vida y la creacin, por su bondad, su falt a de ambicin y clculo, su entrega total a su juego. En su Antologa de la poesa uruguaya contempornea (Tomo II, 1966) Domingo Luis Bordo li recuerda o fantasea un momento en que los dos poetas se juntaron: "Una vez se encontraron en un caf, mientras trajinaban sus pobres trabajos, Liber Falco y Ju an Cunha. (Cunha, portafolio; Lber, una muestra de hilos de colores). Hablaron de sus poesas. Y Falco se fue perplejo. Juan Cunha le haba dicho: "Y... yo... todava me ando buscando'." El caf, que convoca a la ciudad y los amigos, y la humildad d el oficio son elementos esenciales a ambos. La perplejidad que Bordoli le atribu ye a Falco slo encubre cierta incapacidad de entender lo proteico, lo provisorio de una identidad no fijada sino en permanente elaboracin. La versatilidad de Cunha fue mayor que la de Falco tanto en el ejercicio potico, como en lo referente a las tareas afines a la escritura. Cunha fue un editor art esanal que supo realizar opciones que marcaron rumbos en nuestra cultura. En 193 9 puso la imprenta "Stella" con su amigo Casto Canel: en ella imprimieron El poz o y un ao despus Cometas sobre los muros de Falco. El escptico Onetti comparte con ambos no slo la vinculacin circunstancial a travs de "Stella"; l da la versin desenca ntada, no anglica, de ese paradigma de autenticidad --esa entrega total a la obra --que involucra a los poetas. Juan Cunha parece un carcter ms afiliado a las postergaciones, las dilaciones que a los grandes gestos; a los deslizamientos ms que a la confrontacin. Con su partic ular mesura, con esa falta de nfasis que uno descubre al seguir su vida y su obra , en el llanto por cada bien perdido, este "hombrecito" --como l se refiri a s mism o-- dio un lmpido ejemplo de cumplimiento de un destino. Con ser admirable, su te sn y consecuencia quedaran en la esfera de la vida privada, si no fuera porque la gran poesa la trasciende siempre. Al hacer esa eleccin Cunha cre un lenguaje, maner as de decir que hacen ms libres a aquellos que lo leen, porque todo poeta descubr e mundos, ampla el de sus lectores, les permite crecer. Tambin encontr formas para expresar la sensibilidad colectiva, para hacer una poesa de la solidaridad, cuand o esta era un valor reivindicado por un sector importante de la sociedad. Es dudoso que esa actitud de Cunha de editarse a s mismo, regalar sus libros, seg uir escribiendo quitando importancia a la publicacin sea repetible en nuestros das . En el conjunto de la produccin de cultura, la poesa como bien de intercambio, en el largo perodo en que Cunha escribi, fue marginal, como lo es ahora, pues al mer cado no le interesa la poesa, que es del gusto de pocos, por definicin no masiva. Sin embargo Cunha estuvo presente cuarenta aos, y desapareci durante la dictadura, no por una voluntad expresa de los militares, que no lo conocan aunque alguno pu diera haber escuchado --no por culto-- la cancin que cantaba Daniel Viglietti "La nostalgia de mi tierra" (del libro A eso de la tarde). Desapareci cuando dej de f uncionar un aparato cultural (crticos, medios, lectores) atento a lo que se consi dera valioso ms all de las ventas. Que Cunha no vuelva a caer en el olvido, as como que los poetas actuales tengan ms espacio para su accin y difusin son fenmenos que juntos desafan nuestra capacidad para jerarquizar lo que importa, de abrir sendas hacia el futuro. ngel Rama pens en Cunha como un ejemplo de "poeta nacional" porque reconoci lo fund amental de su invencin idiomtica que integra la msica, el ritmo, las expresiones de l habla popular y las races castizas de la lengua a una esttica del cambio. La exp resin suena tan grandilocuente para alguien que lo fue tan poco, como justa para medir su proeza literaria. * Las palabras citadas de Cunha estn sacadas de "Revoltijo o de todo un poquito" en Seal de vida, T.I (2000), y de entrevistas: Domingo Arcomano, "El itinerario de la palabra. Juan Cunha, un poeta de la patria grande", Crear No.7, Bs. As., dic 1981-feb. 1982. Jorge Ruffinelli, "La historia del pjaro prisionero", Marcha, 16. 2.73. Carina Blixen Seales de Juan CunhaOriundo de Sauce de Illescas (Florida) naci en 1910 (mismo ao que su amigo J. C. O netti, de quien fue editor, nada menos que de El Pozo), y vivi hasta 1985. Los aos de dictadura fueron determinantes para que su obra, y su nombre, fueran quedand o, con el paso implacable del tiempo y con la dbil memoria activa de nuestra cult ura, a la sombra del gran pblico. Desde Palabra cabra desmandada (1971), Cunha no public ms en el pas. En Mxico sali Enveses y otros reveses (1981); y recin en 1984, N ancy Bacelo, desde las ediciones de la Feria, fue quien primero se anim a rescata rlo, publicando Plurales y despus el pstumo rboles (1985). Al estar fuera de circul acin esos largos aos, y al morir justo cuando poda haber vuelto a la luz (pblica), n o tuvo la oportunidad de reencontrarse a sus anchas con sus lectores, ni de ser ledo cabalmente por las generaciones postdictadura. Polifactico y prolfico se autop ublic en vida (lo que le depar "los consiguientes dficits"), y a pesar de estar pre sente en toda antologa latinoamericana y/o espaola que circule con dignidad, no cu enta al da de hoy con una edicin de sus Obras Completas. Sus libros son inencontra bles y por tanto hoy su poesa es inasible. Ha permanecido, eso s, en la memoria y en la escritura de otros poetas que, en muchos casos, lo sealan como un maestro. Decir que Cunha es "un poeta de poetas" es, en parte, honroso, y en parte injust o. Porque sus varias poticas transitan con naturalidad de lo experimental a lo po pular, de lo telrico a lo intelectual, de la tradicin a la ruptura. Se saba que Cun ha haba dejado un gran nmero de libros inditos, fielmente guardados por su mujer, W ilda Belura. El legado no era ficcin sino 46 ttulos que dej bajo un ttulo comn y sign ificativo: Seal de vida. Saba que, a la corta o a la larga, volvera de la noche por segunda vez, como lo hiciera por vez primera a los 19 aos, con El pjaro que vino de la noche. Es la Academia Nacional de Letras (con apoyo del Fondo Capital de l a comuna capitalina, y el aporte de las editoriales Cal y Canto, Banda Oriental, Feria Nacional de Libros y Grabados) quien emprende, finalmente, la imprescindi ble tarea de darlos a conocer en cuatro tomos, el primero de stos ya en circulacin (diciembre, 2000). El volumen (509 pginas) incluye ocho ttulos, con sus correspon dientes, abundantes, secciones. Estos son : Letromaquia (de la A a la U); Viejos preteridos versos; Del suelo al cielo solos; El cantar de novolver y otros cant ares; Revoltijo o de todo un poquito; De mi tierra; Cenizario; Por ltimo (Menuden cias). Sin desmerecer el emprendimiento, ni la elegante cubierta en blanco y neg ro (con foto de un impecable joven Cunha), ni el cuidado de una composicin sin er ratas, llama la atencin, sin embargo, que en la "advertencia" (annima) no se den d atos sobre los criterios de esta edicin inaugural. No se dice en base a qu parmetro s se ordena la salida de estos inditos; se prefiri no incluir algunos libros, pero no se dice por qu, ni cules. No se dan las fechas de composicin de los mismos (pue den no existir) pero tampoco se explicita, entonces, por qu se comienza por stos y no por otros. Se podra alegar que son "atemporales" (de hecho ningn libro lo es), o que Cunha prefiri dejar de lado las fechas (cosa rara pero posible), pero no s e advierte al lector, ni a la crtica, sobre tales posibilidades.Es factible que e stos textos formaran parte del "taller incesante" del poeta, que nunca dej de tra bajar y reversionar incluso sus libros ya cerrados. Algo de esto, de su modus op erandi, igual, hace falta decirse. Acaso esta carencia se subsane en tomos subsi guientes, pero tampoco se anuncia. En un corpus tan complejo en formas y estilos , lo adecuado sera explicar el cmo y el cundo de estos inditos, o al menos el cmo de este abundante rescate que se acomete. Lo exigen la necesaria vertebracin y la re insercin histrica que su obra demanda y merece. Seal de apertura y otros sonidos Letromaquia ocupa casi la tercera parte del volumen. Su ttulo, algo as como "pelea de o con la letra" es todo un dato porque lo que hace Cunha es "luchar" (y juga r) con el desplazamiento de la letra, en tanto Alfabeto (y grafa), recuperando su valor fontico. As el libro-poema va de un fonema voclico a otro (de la A a la U) a vanzando entremedio por grupos consonnticos (b/v; c/k/q; j/g; ll/y; s/c/z), obvia ndo otros (w/x), mientras alterna, y deja significativamente para el final, el f onema "mudo" de la letra H. Abre con la fundacional, generosa A ("Ancha abajo am plia abierta") y cierra con la silenciosa H, asociada a lo mortuorio ("Humedecid a huesera"). As el significante (la imagen acstica) pasa a un primer plano, mientr as los significados se construyen en la asociacin de trminos que, a modo de islas,constituyen los ncleos significativos. Es un texto para ser odo, o ledo en voz alt a, y apunta ms al arte de lo voclico y sonoro que al arte de lo verbal y escrito. Es el ejercicio ms extremo que, en esa vertiente experimental, ha compuesto Cunha . Es posible que un lector tradicional, en busca de significados inmediatos (en la buena poesa nunca los hay), abandone a la cuarta o sexta pgina en que se sucede n palabras que, aparentemente, slo tienen en comn comenzar por el fonema A o R. Pe ro quien lo lea atendiendo a la voz, sus asociaciones y ritmos ondulantes, inclu so sus parodias, lo disfrutar como una obra que deja, literalmente, sin aliento, por su exigencia fnica y por su trepidante imaginacin expresiva. En lo grfico slo de staca el uso estricto de maysculas para referir a otros poetas: APOLOGA APOLLINAIR E; VERIFICACIN VALLEJO; VUELTA BCQUER; DULCEDOR DARO; NUDO NERUDA; HUBO UN HUIDOBRO . Y aunque en el fonema O no nombre al poeta al que ms debe, Oliverio Girondo, s d eja dicho, en lo que corresponde a la D: "Dadasta d dad". Ilustra lo verstil y lo amplio de este creador que la gran mayora de los textos re stantes sean sonetos, una forma considerada tradicional slo porque suele olvidars e que surgi como experimentacin en la rebelde y creativa corte de Federico II de S icilia, iniciando el Siglo XIII y el prerenacimiento. Su significado es "pequeo s onido" o "cancin breve" (del italiano sonetto), lo que en Cunha adquiere particul ar coherencia con sus bsquedas sonoras. Suman tres los libros enteros ("Del suelo al cielo solos"; "De mi tierra"; "Cenizario"), ms cinco secciones de "Viejos pre teridos versos", los textos en que el soneto reina, suena, y hasta se divierte. Desde esa forma aherrojada, entre apenas 14 versos y una rima que no perdona, Cu nha transita por tpicos varios. Lo autobiogrfico aparece en "Rueda de amigos"; una visin antropolgica retrata al ho mbre-mono hasta su evolucin al homo-faber; una serie de retratos-adivinanza muest ra a Scrates, Orfeo, Prometeo, Galileo, Miguel Angel, Beethoven, entre otros, par a desembocar en lo poltico-histrico (Jos Artigas, Fidel Castro), esto en el conjunt o titulado "Del Hombre", uno de los ms atractivos del libro. En los sonetos de "B iblia en mano" repasa: la creacin, la cada del edn, la figura de Eva, de Jess, de Ju das. Lo identitario nacional aparece en "Fundadores" (retratos de Artigas, Herna ndarias, Larraaga, Lavalleja, Jos Pedro Varela), y en "seis o siete paisanos" (El indio Higinio, el vagabundo Rivadavia, el bruto Cornelio Pea, el diablo Piringo). Es una joyita el bestiaro de fauna criolla ("Animales"). Por otro lado, nada fi gurativos son los sonetos existenciales de "Otras soledades", mientras lo elegaco (metaforizado en galopes o en pjaros-poemas) se constituye en "Cenizario". Entre los cantares, coplas y formas populares, destaca "Uno por uno los poetas p referidos (faltan los de otra lengua)". Comienza con los espaoles, desde el annimo juglar de Vivar (Siglo XI), para atravesar la poesa espaola hasta 1950, con el re cientemente premiado Jos Hierro. Le siguen "los de mi Amrica", donde "hace punta" la "guitarra guerrera" del payador Martn Fierro, y finaliza con el "nada fcil Leza ma". Refiere luego "a los nuestros" : desde el cielito de Hidalgo hasta el sol p artido de Humberto Megget. Al final ("aunque deb intercalarlas") estn las mujeres, ya sin mapa definido, desde Santa Teresa hasta la "fantstica Marosa desde su hue rta". Con precisa sntesis y gracia, homenajea (a "mis poetas de a uno"), como poc os suelen hacerlo, como los humildes lo hacen: "saludo les doy las gracias/ y me quedo con lo mo". Lo ms distinto es "Revoltijo", cuya "prosa en cpsulas" da, en pequeas dosis, buena idea de su potica. Una potica hecha de reflexin y de pulsiones expresivas, de lectu ras de paisajes y de poetas, y de una constante, indeleble lucha por aunar hecho s y palabras. En fin, Cunha vuelve con sus cantares, como los pjaros esos que "no s dejan la hebra finsima del silencio que sigue a la ltima nota de su trino". Fragmentos de "Revoltijo" Los grillos tejen y destejen el asombro azul de la noche. Y tambin la poesa es "cosa mental". Hay dos estados extremos propicios al buen desempeo de esa no fcil tarea sobre ala mbre o pretil suspendido en el abismo, que es el ejercicio de las artes poticas. Ellos son: lucidez extrema, puro sonambulismo (...)Las nubes de pronto fingen lentos camellos en un desierto todo l espejismos. La noche bien que se lo calla; y al da no se le entiende. Unos van delante cargando con lo ms pesado; otros ayudan, ms o menos; otros no hac en nada y van de contrapeso; otros, an, tiran en sentido contrario. As camina el m undo, si es que camina. La vaca rumia ms que nada con esa su larga mirada entredormida y lenta que deja i r a lo largo y quieto del campo. Somos pequeos fragmentos de una gran pieza de alfarera que un da el dios hizo aicos. Qu milagro, y cmo no, el reencuentro, la coincidencia de dos de sus pedacitos! A veces busco a deshoras y entre las ms lejanas estrellas la flautita de lata que se le perdi al nio que fui. Se acaba en hijo de la obra que se empez en padre. Me tiene secuestrado - asumo de antemano el ridculo que pueda hacer al confesarlo - me tiene secuestrado en su casa la Poesa. Y no tengo la ms mnima seguridad del v alor del resultado. Por el contrario, de lo que creo estar cierto, es que me rod ea, me asedia, mejor dicho: me habita una casi invariable desconfianza. Con el silencio y los pjaros yo me entiendo.