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Universitat de Barcelona Facultat de Geografia i Historia Treball Final de Grau Curs 2012-2013 Un estudio del proceso de independencia del Brasil Portugal y Brasil en los siglos XVIII y XIX Memoria correspondiente al TFG realizado por Joaquín Martínez Cabezuelo. Tutorizado por la Dra. Pilar García Jordán. Barcelona, Septiembre de 2013.

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Universitat de Barcelona

Facultat de Geografia i Historia

Treball Final de Grau

Curs 2012-2013

Un estudio del proceso de independencia del Brasil

Portugal y Brasil en los siglos XVIII y XIX

Memoria correspondiente al TFG realizado por Joaquín Martínez Cabezuelo. Tutorizado por la Dra. Pilar García Jordán.

Barcelona, Septiembre de 2013.

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Dali avistámos homens que andavam pela praia, obra de sete ou oito, segundo disseram os navios pequenos, por chegarem primeiro. E o capitão mor mandou em terra no batel a Nicolau Coelho para ver aquele rio. E tanto que ele començou de ir para lá, acudiram pela praia homens, quando aos dois, quando aos três, de maneira que, ao chegar o batel à boca do rio, já ali havia dezoito ou vinte homens.

Eram pardos, todos nus, sem coisa alguma que lhes cobrisse suas vergonhas. Nas mãos traziam arcos com setas. Vinham todos rijamente sobre o batel; e Nicolau Coelho lhes fazia sinal que pousassem os arcos. E eles os pousaram.

Carta de Pêro Vaz de Caminha a El-Rei D. Manuel sobre o achamento do Brasil.

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Introducción..................................................................................................................................5 PARTE I

1. Portugal y el Brasil tras la Monarquia Dual. Portugal y sus colonias, economía, comercio

triangular, administración colonial (ss. XVII-XVIII)……………………………………………………………….6

2. El oro del Brasil. Transformaciones de la fisonomía del Brasil, las bandeiras, los primeros conflictos entre metropolitanos y coloniales………………………………………………………………………8

3. El Tratado de Methuen. El mundo político de la Europa del XVIII, la alianza con Inglaterra, la dependencia comercial con la Gran Bretaña y el nuevo sistema económico de Portugal……10

4. El reinado de José I y su primer ministro, Caravalho e Melo. El fin del siglo de oro portugués, el gobierno del Marqués de Pombal, la definición de las fronteras del Brasil y la expulsión de los jesuitas…………………………………………………………………………………………………....11

5. Las políticas reformistas pombalinas La creación de las compañías, el traslado de capital del Brasil, las disputas en el Rio de la Plata, la formación cultural de las elites brasileñas………………………………………………………………………………………………………………………….13

6. El reinado de D.Maria I “a viradeira”. La caída del Marqués de Pombal, fin del dirigismo económico de las Compañías, el auge comercial de Portugal…………………………………………….14

6.1. O Alvará de D. Maria I. Políticas económicas en el Brasil, la figura del Marqués de

Lavradio, fisiocracia y proteccionismo colonial…………………………………………………………………..15 6.2. La Inconfidência Mineira. Las elites del interior y sus relaciones con la metrópoli, las primeras tentativas de secesión, esclavismo………..…………………………………………………………………17 6.3. Inconfidência Baiana. Los influjos de la revolución francesa, la fractura de la sociedad brasileña, los intereses de la metrópoli y de la elite colonial……………………………………………………18 PARTE II 7. El inicio del reinado de D. João VI. La Europa de la revolución, la amenaza de España, la alianza con Inglaterra, el traslado a la colonia………………………………………………………………………..20 8. Decreto da abertura dos portos ás nações amigas de 1808. Llegada de la Corte, apertura de los puertos, relaciones con Inglaterra, economía……………………………………………………………….22 9. Política interior de D. João respecto al Brasil entre 1808 y 1810. Instituciones, reformas, la idea de Imperio Luso-Brasileiro frente al conservadurismo de la corte……………………………………24 10. La invasión de la Guayana y las ambiciones en el Rio de la Plata (1808-1810). Guerras napoleónicas, política exterior de D. João……………………………………………………………………............25

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11. La metrópoli bajo el dominio francés. Guerras peninsulares, revuelta popular, dominio inglés………………………………………………………………………………………………………………………………………28 12. Tratado de Navegação e Comerço de 1810. Brasil de 1810 a 1815. Dependencia de Inglaterra, conflictos de la sociedad colonial, problemas económicos…………………………………..30 13. El fin de la colonia. Congreso de Viena, el final de la condición colonial, conflicto entre los “filhos da terra” y los portugueses…………………………………………………………………………………………31 14. La definitiva invasión de la Banda Oriental. Brasil y Uruguay 1815-1821). Conflictos en el Rio de la Plata, Buenos Aires, Uruguay, expansionismo lusitano……………………………………………..32 15. La revolución pernambucana (Brasil, 1817). Liberalismo, republicanismo, desigualdades regionales, crisis económica, anti lusitanismo………………………………………………………………………..33 16. La revuelta de la antigua metrópoli (Portugal y Brasil 1817-1821). Conspiración masónica de 1817, revolución de Porto 1820, liberalismo, retorno de la monarquía………………………………35 17. La independencia (Brasil 1822-1824). Tensiones entre el Brasil y Portugal, D. Pedro, los “padres” de la revolución………………………………………………………………………………………………………..38 Conclusiones………………………………………………………………………………………………………………………….41 Bibliografía…………………………………………………………………………………………………………………………….43

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Introducción El presente trabajo tiene por objeto comprender las dinámicas históricas que llevaron al Brasil colonial a su emancipación. Esta se desarrolló bajo el reinado de D.João VI (1767-1826), y se produjo con el surgimiento de Brasil como imperio, en 1822, por parte del heredero de la corono, D. Pedro I del Brasil, y posteriormente IV de Portugal (1798-1834). Para comprender las claves del proceso deberemos considerar los procesos desarrollados en la metrópoli, así como la política desarrollada por esta tanto a nivel internacional, en particular en relación a su colonia, como en el ámbito nacional. Es por tanto que este estudio, si bien relativo a la separación de la colonia brasileña del Imperio de Portugal, abordará también los antecedentes más significativos en las relaciones de Portugal con su colonia así como los elementos más remarcables de la conformación del Brasil colonial. El análisis nos deberá permitir comprender mejor las razones fundamentales del proceso independentista brasileño. A partir de toda la bibliografía consultada nuestra hipótesis de trabajo concluye que la independencia de Brasil se produjo por el interés de algunos grupos socioeconómicos coloniales interesados en vincularse a la economía de librecambio rompiendo el monopolio ejercido por los comerciantes monopolistas portugueses, y que querían mantener el orden socioeconómico vigente; la chispa que acabó provocando la ruptura fue el intento recolonizador de la metrópoli tras el Congreso de Viena (1815). Esta hipótesis contiene otras como el papel protagonista jugado en este proceso por Inglaterra, principal aliada histórica de Portugal y potencia hegemónica tras dicho Congreso, y el interés de los grupos dirigentes brasileños por mantener la unidad territorial del país. El trabajo, fundamentalmente de carácter bibliográfico, intentará mantener una cierta paridad entre autores brasileños y autores portugueses, al mismo tiempo que recoger las diferentes interpretaciones historiográficas existentes. Por lo que respecta a la estructura, el trabajo tiene dos grandes partes, en las que en sus diversos apartados se irá recorriendo –ya sea en Portugal o en el Brasil- los procesos fundamentales que a nuestro entender intervinieron en el proceso. La primera parte -cronológicamente centrada en el siglo XVIII- estudia los aspectos políticos, económicos y sociales que nos deben permitir entender el proceso independentista; éste es el analizado en la segunda parte. Así la primera parte consta de un total de seis apartados relativos a la formación del Brasil y a las políticas metropolitanas, mientras que la segunda parte tiene un total de once apartados referidos a los inicios del siglo XIX durante la estadía de D. João y el estallido de las guerras napoleónicas. Finalmente, se incluyen las conclusiones y el apartado bibliográfico en el que constan, solamente, los trabajos citados a lo largo del trabajo Este trabajo final de grado, más allá de las habilidades, competencias y resultados conseguidos según lo requerido por los protocolos exigidos para la realización del TFG, es para mí una oportunidad de comprender mejor la historia compartida entre Brasil y Portugal, de la cual antes de iniciar este estudio tenía algunas nociones básicas adquiridas durante mi estadía Erasmus en Lisboa. Espero que los resultados conseguidos sean los adecuados y me permitan, en el futuro, poder continuar trabajando sobre tal historia compartida.

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PARTE I 1. Portugal y el Brasil tras la Monarquia Dual. Portugal y sus colonias, economía, comercio triangular, administración colonial (ss. XVII-XVIII) El último cuarto del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII significa, para Portugal y sus posesiones extraeuropeas, un período de inflexión tras la llamada, por la historiografía portuguesa, guerra de Restauración (1640-1668), en la que se reinstauraría el reino tras seis décadas de dominación hispánica, en la conocida como Unión Ibérica o Monarquía Dual (1580-1640)1. Por lo que se refiere a los territorios, la Compañía de las Indias Occidentales holandesa, invadiría casi todo el nordeste brasileño controlado por los colonos portugueses, en el conocido como Brasil holandés por la historiografía luso-brasileña, (1630-1654), una de las principales regiones azucareras de la colonia. El nuevo monarca D. João IV, como no podía ser de otra forma, pudo constatar cómo fueron los propios colonos quienes expulsaron a los holandeses en diversas zonas -Recife 1645, Olinda 1648 y nuevamente Recife en 1654; en igual medida asistió, en esta última ocasión, al rechazo a los invasores se hizo con la participación de los ejércitos metropolitanos y, finalmente, se logró recuperar la principal fuente de aprovisionamiento de esclavos, Angola. La monarquía portuguesa, vista la incapacidad de organizar tropas en el lejano oriente, daría un cambio de rumbo a sus pretensiones coloniales, fijando sus ojos en sus posesiones brasileñas2. El territorio efectivamente conquistado hasta entonces, no era más que una pequeña franja costera limitada por el tratado de Tordesillas, que hasta 1650 no estuvo plenamente conquistada3, y que se enfrentaba a las dificultades tanto poblacionales como de configuración territorial frente al inmenso sertão (traducido literalmente como región agreste) que quedaba tras la costa, desconocido y poblado por los nativos brasileños.

La economía brasileña radicó, ya desde su descubrimiento, en la agricultura y sus derivados, básicamente el azúcar que rápidamente se reveló como principal cultivo en la fértil tierra negra del Nordeste -llamada massapé-. La explotación de la caña de azúcar requirió de una

1 Además de hacer frente a los embates de los ejércitos españoles en sucesivos combates, el país tendría que hacer frente a una suerte de problemas en sus antiguos territorios de ultramar. Las antiguas y esplendorosas colonias asiáticas, otrora las posesiones más preciadas del Imperio Tricontinental Portugués, comenzaron a caer en manos de los enemigos de España en la década de 1630, sobre todo gracias a la acción de holandeses e ingleses que aprovecharían la debilidad, tanto del Imperio Hispánico como del portugués de después de la restauración, Malaca (1641), Colombo (1656), Ceilán (1658), Craganor y Cochim (1662) serían conquistadas por los holandeses, mientras que Bombay seria cedida a los ingleses en 1665 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 311. 2 Aunque si bien se utilizará el apelativo Brasil para designar a los territorios coloniales de Portugal, cabe señalar que en la época los territorios estaban divididos en dos organizaciones territoriales diferenciadas. Una recibía el nombre oficial de Estado do Brasil, centrado en Bahía, mientras que el Estado de Maranhão, en el norte, funcionaba de manera totalmente autónoma, una doble administración que existiría hasta 1772. 3 de Oliveira Marques, A.H. Op. Cit. Pág. 330.

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creciente mano de obra que se encontró en tierras africanas –primero Cabo Verde y después Angola-, y que dio lugar a un circuito comercial conocido como ”triangular”4.

Los senhores de engenho (propietarios de los ingenios), los negreros lusos y los pombeiros (captadores de esclavos en África por diversos medios) en las colonias esclavistas, contribuyeron a crear una red de la que cada territorio del imperio realizaba su papel5. Viviría el Brasil el llamado “ciclo del azúcar” que duraría casi todo el siglo XVII6; donde la unidad económica principal fue el engenho, configurando una realidad social totalmente extrapolable para entender la configuración de los habitantes de la colonia, una sociedad esclavista y patriarcal, que funcionaba bajo el trabajo de miles de esclavos en los grandes latifundios de los diferentes señores.

La nueva administración creada tras la restauración, traería también consigo nuevos órganos dedicados al funcionamiento de las colonias. En Portugal, después de la dominación castellana, se crearía el Conselho Ultramarino en 1642, que duraría como tal hasta 18237, y que se ocupaba de tratar los problemas de las diferentes colonias, salvo las posesiones africanas. Aunque con grandes atribuciones siempre entraría en conflicto con otra institución, más antigua, creada en 1522, que bajo el nombre de Mesa da Consciência e Ordens, hacía de equivalente a la primera en cuanto a los asuntos eclesiásticos. Otros organismos se ocupaban también de ciertos asuntos referentes a asuntos brasileños, tales como el Conselho da Fazenda, ya que no existía un monopolio real como pasaba en otros territorios8, organizaba las escuadras con destino al Brasil. La Casa da Índia, aunque dedicada a las posesiones orientales, realizaba, bajo control del Conselho Ultramarino, las tareas de registro de salida y el cobro de las diversas tasas de los barcos que salían de Lisboa, así como almacenaba el pau-brasil9, de monopolio real.

El Brasil, por tanto, sin olvidar que se encontró dividido desde el punto de vista político-administrativo en dos estados de 1621 a 1772 (Estado do Brasil y Estado do Maranhão), el primero con capital en Baía, se administraba gracias a un vice-rei enviado por la metrópoli y con grandes atribuciones, mientras que el segundo dependía directamente de Lisboa, con un gobernador propio con sede en Belem do Pará. Sometidos a ese vice-rei, se encontraban los

4 Boxer, Charles. The Golden Age of Brazil. 1695-1750. University of California Press, Berkeley (California), 1969 [3ª ed.]. Págs. 25-26. Se introduce este concepto de triangular trade entre Portugal, Angola y Brasil. 5 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 94. 6 Mauro, Frédéric (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1620-1750). Editorial Estampa, Lisboa, 1991.Pág. 217. 7 Ibíd. Pág. 55 8 El comercio con el Brasil era libre mediante concesiones o permisos reales, caso común era la participación en las diferentes flotas de navíos extranjeros. 9 El pau-brasil (Caesalpinia echinata) y sus derivados, fueron durante la primera mitad del quinientos la principal actividad económica de la entonces llamada Terra da Santa Cruz y que parece haber dado su nombre al territorio, por su semejanza a unos árboles similares presentes en Asia, que los portugueses llamaban brazil. Su transformación daba un colorante de diversas tonalidades muy apreciado en la producción textil europea. Ver Couto, Jorge. A construção do Brasil. Ameríndios, Portugueses e Africanos do início do povoamento a finais de Quinhentos. Edições Cosmos, Lisboa, 1997 [2ª ed.]. Pág. 281.

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diversos gobernadores de las diferentes capitanías10, que gobernaban sus respectivos territorios con la “teórica” supeditación a la autoridad de este, aunque si bien dependían de las diferentes condiciones dadas por los gobernadores tanto en Baía como de la metrópoli, para una mayor o menor libertad de acción.

2. El oro del Brasil. Transformaciones de la fisonomía del Brasil, las bandeiras, los primeros conflictos entre metropolitanos y coloniales.

Durante más de dos siglos, la historia del Brasil fue, por encima de todo, la historia de un esfuerzo desesperado para encontrar oro, tal y como los españoles lo habían hecho (tanto oro como plata) en las minas de Nueva España y el Perú11. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, los colonos del sur ya habían encontrado pequeñas muestras del preciado metal, aunque sin llegar a las cantidades ni calidades de los de las posesiones hispánicas, llegando pues sin resultados hasta finales del siglo XVII. Fue entonces cuando el bandeirante, Antônio Rodrigues Arzâo12, durante una incursión para la obtención de esclavos indígenas descubriría, en una de las riberas del río Doce, en tierra de los indígenas caeté13, tres octavas de oro14. Este descubrimiento llevaría a modificar el funcionamiento tradicional de la colonia en todos los aspectos. El sistema de control de la metrópoli, altamente centralizado desde la ciudad de Bahía de la mano del governador-geral, daría paso a una mayor autonomía de las capitanías así como creándose unidades nuevas, tales como Minas Gerais, Mato Grosso, Rio Grande de São Pedro y Santa Catarina, surgidas de la São Vicente (posteriormente São Paulo) o São José de Rio Negro, separada de la tradicional capitanía de Pará. Este surgimiento de nuevos territorios, todos situados en el interior, fruto de la incesante acción de las bandeiras principalmente desde São Paulo, llevaría en principio a un establecimiento irregular de los núcleos de población, advirtiéndose aquí grandes concentraciones en torno a un valle o un yacimiento minero entre grandes espacios deshabitados y con comunicaciones ciertamente rudimentarias15.

La “fiebre del oro” atraería a un gran número de personas hacia ciudades como Ouro Preto, por la bandeira de Antônio Dias de Oliveira en 1698 y reconocida como ciudad en 171116, que conformarían una peculiar realidad social, de la que el jesuita André Jõao Antonil nos hace una

10 Divisiones territoriales en base a las antiguas concesiones de D. João III (1502-1507) a diferentes señores menores en un intento por colonizar el territorio comprendido entre las costas brasileñas y la línea establecida en el Tratado de Tordesillas de 1494, en 15 lotes a 12 capitães-donatarios, que fueron progresivamente recuperados por la Corona durante el siglo XVI y el siglo XVIII, siendo algunas sometidos a la autoridad de capitanías mayores o recuperadas por la corona y declaradas autónomas. 11 de Oliveira Marques, A.H. Historia de Portugal: Desde los tiempos más antiguos hasta el gobierno de Pinheiro de Azevedo. Trad. de Milton Schinca, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1983. Pág. 325. 12 Aunque de forma general se le atribuye este descubrimiento, existen ciertas reticencias basándose en la obra del jesuita André João Antonil publicada originalmente en 1711, Cultura e Opulência do Brasil pág.119, el descubrimiento se le atribuye a un mulato durante el gobierno de Artur de Sá en la capitanía de São Paulo, en junio de 1697. 13 El descubrimiento daría origen al municipio de Caeté, que pertenece actualmente al área de influencia de la ciudad de Belo Horizonte, en el estado de Minas Gerais. 14 Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...]. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Pág. 259. 15 de Oliveira Marques, A.H Op.Cit. Pág. 406. 16 Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...] Op.Cit. Pág. 266.

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breve descripción, aportándonos también en su testimonio una estimación sobre la población de la ciudad que el padre cifra en unas treinta mil almas:

(…) Cada ano vem nas frotas quantidade de portugueses e de estrangeiros para passarem às minas. Das cidades, vilas e recôncavos e sertões do Brasil vão brancos, pardos e pretos e muitos índios de que os paulistas se servem. A mistura é de toda a condição de pessoas: homens e mulheres, moços e velhos, pobres e ricos, nobres e plebeus, seculares e clérigos e religiosos de diversos institutos, muitos dos quais não têm no Brasil nem convento nem casa (…)17.

Aunque esta llegada de mano de obra a estas regiones pueda parecer desmesurada, lo cierto es que hubo una incesante demanda de esclavos africanos para la explotación de las minas, estimándose una media de entre cinco y seis mil esclavos por año, sólo en la región minera18.

Los conflictos no tardaron en llegar, en este caso por parte de los inmigrantes portugueses y los paulistas. Estos últimos, sin ninguna representación presente del gobierno de la colonia o de la metrópoli, organizaban y repartían las explotaciones mineras según sus intereses suscitando rápidamente las iracundas protestas de los recién llegados. Estos otros, apodados emboabas, se alzarían en una serie de escaramuzas por el control de las minas, en la llamada Guerra dos Emboabas ( 1708-1709), de la que surgirán vencedores con el apoyo de los grandes potentados bahianos y de la Corona, mediante el gobernador de Río de Janeiro António de Albuquerque19. En ese contexto, la Corona no apoyó firmemente a ninguno de los dos contendientes hasta ver el desenlace; fue entonces que aprovechó la situación para establecer un control estricto sobre las minas así como la organización de los asentamientos y su directa vinculación con la administración colonial20.

Entre 1730 y1734 -después de la indicada Guerra dos Emboabas- empezaría por primera vez una tarea de control gubernamental, pues se subdividió la región en comarcas administradas por un ouvidor-corregidor representante directo del gobernador y responsable de la Casa de Fundición desde la que controlaba el impuesto real (un quinto de lo extraído), así como la distribución de los diversos yacimientos, llegando a Lisboa durante todo el período, según unos 7.248.669 de libras esterlinas de oro y diamantes en un periodo comprendido de casi treinta y cuatro años21.

El oro se convertiría, sustituyendo al tabaco y sobre todo al azúcar, en la principal base de la economía brasileña durante todo el siglo XVIII, dando lugar al desarrollo de una gran actividad destinada a la explotación y la exportación del metal. Fue como consecuencia de dicha actividad que ciudades como Río de Janeiro o São Paulo se revelaran como puertos naturales para las frotas, desarrollándose como nuevos centros de comercio con la metrópoli en contra de las tradicionales Bahía o Pernambuco, más al norte y con una asentada tradición azucarera.

17 Antonil, André Jõao. Cultura e Opulência do Brasil. Publicaçoes Alfa, Lisboa, 1989. Pág. 122 18 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág.156. 19 Boxer, Charles. The Golden Age of Brazil. 1695-1750. University of California Press, Tercera Edición, Berkeley (California), 1969. Pág. 75 20 de Oliveira Marques, A.H. Historia de Portugal: Desde los tiempos más antiguos hasta el gobierno de Pinheiro de Azevedo. Trad. de Milton Schinca, Fondo de Cultura Económica, México D.F. 1983. Pág. 407 21 Ibid. Pág. 433

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3. El Tratado de Methuen. El mundo político de la Europa del XVIII, la alianza con Inglaterra, la dependencia comercial con la Gran Bretaña y el nuevo sistema económico de Portugal En el continente europeo, los inicios del siglo XVIII estarían marcados por la Guerra de Sucesión en España. Aunque neutral durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), la muerte de Carlos II llevaría a D. Pedro II (1667-1706), a una difícil decisión sobre el apoyo de uno u otro contendiente. La primera elección de D. Pedro, que reclamaba a su vez los derechos de posesión del norte del Río de la Plata así como de la frontera meridional del Brasil, fue la de tomar partido por la Francia de Luís XIV. El tratado Franco-Portugués, firmado en junio de 1701, sólo duraría unos meses, y desarrollándose entonces una intensísima labor diplomática entre Portugal y la Gran Bretaña, que daría finalmente sus frutos con la adhesión del reino a la Gran Alianza (Inglaterra, Provincias Unidas, el Sacro Imperio y Saboya) en mayo de 1703. Aunque el anterior tratado, tuvo consecuencias más directas para el pequeño país ibérico en el ámbito europeo, otro firmado en diciembre de ese mismo año, esta vez de índole comercial, sellaría la dependencia económica de Portugal con su tradicional aliado, abriendo el comercio de los textiles ingleses y posteriormente otros productos manufacturados, al mercado interno luso a cambio de los ya reputados vinos de Porto, así como de otros productos de sus colonias, principalmente del boyante Brasil. Directo y simple, el tratado elaborado por el embajador inglés John Methuen, era el principio de una relación de total dominio económico de la Gran Bretaña en el Reino de Portugal en toda su extensión:

Artigo 1º- Sua Sagrada Majestade El-Rei de Portugal promete, tanto em seu própio Nome, como no de Seus Sucesores, admitir para sempre de aqui em diante, no Reino de Portugal os panos de lã e mais fábricas de lanifício de Inglaterra, como era costume até o tempo em que foram proibidos pelas leis, não obstante qualquer condição em contrário. Artigo 2º- É estipulado que Sua Sagrada e Real Majestade Britânica, em Seu Própio Nome, e no de Seus Sucessores, será obrigada para sempre, de aqui em diante, de admitir na Grã-Bretanha os vinhos do produto de Portugal, de sorte que em tempo algum (haja paz ou guerra entre os Reinos de Inglaterra e de França) não se poderá exigir direitos de Alfândega nestes vinhos, ou debaixo de qualquer outro título direta ou indiretamente, ou sejam transportados para Inglaterra em pipas, tonéis ou qualquer outra vasilha que seja, mais que o que se costuma a pedir para igual quantidade ou medida de vinho de França, diminuindo ou abatendo têrça parte do direito do costume. Porém, se qualquer tempo esta dedução ou abatimento de direitos, que será feito, como acima é declarado, fôr por algum modo infringido e prejudicado, Sua Sagrada Majestade Portuguêsa poderá justa e legitimamente proibir os panos de lã e tôdas as mais fábricas de lanifícios de Inglaterra. Artigo 3º- Os Exmos. Senhores Plenipotenciários prometem e tomam sôbre si, que Seus Amos acima mencionados ratificarão êste tratado, e que dentro do têrmo de dois meses se passarão as ratificações22.

22 Tratado de Methuen (1703) integramente reproducido en: Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed.]. Págs. 7-8.

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Las críticas al mismo, con acusaciones de sobornos diversos23, no tardarían en llegar de la mano de los más acérrimos defensores del coulbertismo, como D. Luís da Cunha (1662-1749), representante portugués en la capital inglesa y del Tratado de Utrech con Francia y España, que llamaba a la protección de las incipientes industrias nacionales y se preguntaba el sentido de tan grandes concesiones24.

El sistema resultante de esta situación funcionaba mediante la llegada de los grandes cargamentos de oro y diamantes a la metrópoli, que eliminaban las transacciones deficitarias de la compra de los productos ingleses; mientras, el azúcar (aunque ya no con el alza de precios de tiempos pasados), cueros, tabaco y madera, eran reexportados desde Lisboa a diversos mercados. Los mercaderes ingleses, establecidos en los principales puertos de Portugal, hacían un lucrativo negocio de intermediarios de esta transacción, de la que se ocupaban de transportar los productos tropicales, de la metrópoli a los principales mercados británicos en su mayoría.

El sistema de frotas, aún vigente para el comercio con el Brasil, llevaba también uno de los grandes males a la situación de dominio comercial británico. El contrabando, endémico en la colonia americana, venia favorecido por la incapacidad de Portugal para organizar una flota estatal de navíos mercantes, teniendo, desde hacía un tiempo, que conceder licencias para el comercio (con la obligación contractual de recalar en Lisboa en ambos sentidos del viaje) a comerciantes extranjeros. Es el caso de la licencia a los ingleses desde 1654, a los holandeses en 1661 o a los franceses en 1667, por lo que el tratado de Methuen iba a confirmar, en cierta forma, las ventajas concedidas a los primeros en el siglo anterior25.

4. El reinado de José I y su primer ministro, Caravalho e Melo. El fin del siglo de oro portugués, el gobierno del Marqués de Pombal, la definición de las fronteras del Brasil y la expulsión de los jesuitas.

Fruto de las nuevas corrientes que imperaban en Europa, el despotismo ilustrado llegaría bajo el reinado de D. José I (1750-1777), más concretamente a partir de 1755 de la mano del primer ministro, Sebastião José de Carvalho e Melo, mejor conocido como Marqués de Pombal26. Discutido hasta la saciedad, Pombal presenta tanto acérrimos defensores como detractores entre los más eminentes historiadores, algo que dada la corta extensión de este trabajo no podemos reproducir en su justa medida, pero que sigue siendo hoy, uno de los personajes más discutidos de la historiografía, no solo luso-brasileña, sino por los especialistas en el siglo XVIII.

Las minas de oro brasileñas presentaban, desde 1750, claros síntomas de agotamiento, en parte por la incapacidad de encontrar técnicos para la explotación de las vetas incrustadas en

23 Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed]. Págs. 8-9. 24 D.Luís da Cunha (1662-1749). O “oráculo” da política. Extraído de: http://www.bnportugal.pt/index.php?option=com_content&view=article&id=753:exposicao-d-luis-da-cunha-1662-1749-o-oraculo-da-politica-5-dez-&catid=162:2012&Itemid=785 25 Mauro, Frédéric (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1620-1750). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 79 26 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª edición]. Pág. 407. Pág. 375

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rocas graníticas, ya que el oro de aluvión, explotado hasta entonces, se estaba agotando rápidamente27. El sistema de pagos para subsanar el déficit comercial con Inglaterra llegaba a un punto crítico a principios de la década de los cincuenta, que sería agravado, por el célebre terremoto del primero de noviembre de 1755, en Lisboa, que arrasó prácticamente toda la ciudad y que precisaba de grandes sumas para su reconstrucción28.

Aquí se revelaría una figura de especial importancia para la reconstrucción de la capital. Un diplomático de la pequeña nobleza, que había llevado a cabo su carrera en Inglaterra y posteriormente en Austria, defendiendo esta vez los intereses del gobierno imperial ante la Santa Sede. Casado en segundas nupcias con la austríaca María Leonor Daun, sobrina del comandante del ejército austríaco, y en buena medida gracias a las relaciones de ella y de la reina María Ana de Austria, mujer del ya anciano João V, consiguió un puesto en el gobierno de Portugal29.

En 1750 habiendo asumido el cargo de secretario de estado, tuvo que lidiar con la firma del Tratado de Madrid, que intentaba poner fin a las disputas territoriales en América entre España y Portugal. Dirigido por parte portuguesa por Alexandre de Gusmão, sería ratificado por D. João V el 13 de enero, y por Fernando VI de Borbón, el 26 de febrero, que rompía con el discurso tradicional de la línea del Tratado de Tordesillas y que fijaba por primera vez las fronteras reales, que a su vez delimitaban más o menos, la actual configuración territorial del Brasil30.

Sin embargo, sería el catastrófico terremoto del primero de noviembre de 1755, el que daría al primer ministro un gran prestigio, gracias a las rigurosas medidas que fueron adoptadas para restituir el orden, remover a los muertos y heridos así como empezar a reconstruir la ciudad31. Aunque si bien el terremoto presentó las dotes de mando de Carvalho e Melo, tres años después, una tentativa de asesinato hacia el nuevo rey, D. José I, le daría el pretexto necesario para eliminar a los opositores, entre los que se encontraba el duque de Aveiro así como otros aristócratas además de apartar a la influente Compañía de Jesús del entorno de la corte.

Los ignacianos surgieron como uno de los primeros puntos a tratar en la agenda del ya nombrado conde de Oeiras (por sus servicios prestados al rey durante la conspiración del duque de Aveiro), en 1759. Establecidos en las zonas limítrofes de los dominios coloniales de las potencias ibéricas, mayoritariamente en el transcurso del rio Paraguay y del Amazonas, habían construido un Estado que se oponía a los intereses de la metrópoli y de los dirigentes coloniales. Su expulsión de los dominios de Portugal, llevaría posteriormente a su condena por

27 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 164 28 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª edición]. Pág. 407. Pág. 391. 29 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Op.Cit. Págs. 165-166. 30 Mauro, Frédéric (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1620-1750). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 168. 31 Los trabajos de reconstrucción de la ciudad comenzarían el 4 de diciembre de ese mismo año siguiendo un modelo racional ilustrado de planta octogonal ligando la plaça del Rossio con la de Terreiro do Paço, en la llamada “Baixa” de Lisboa.

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otros reinos europeos así como del propio Papado mientras que en Brasil rompería con la tradicional presencia de los jesuitas desde 154932

5. Las políticas reformistas pombalinas La creación de las compañías, el traslado de capital del Brasil, las disputas en el Rio de la Plata, la formación cultural de las elites brasileñas.

Consciente el Marqués de Pombal de la dependencia de Gran Bretaña y del atraso generalizado del país, el objetivo de sus políticas fue “nacionalizar” el comercio luso-brasileño. En 1755-56, con la ayuda de su hermano residente en la colonia, creó una compañía monopolista en el norte, la Companhia do Grão-Pará e Maranhao, mientras se expulsaban a los extranjeros que habían invadido la colonia como comisionistas de los mercaderes radicados en Lisboa.

La Guerra de los Siete Años, llevaría a una reformulación de este deseo de creación de monopolios comerciales. La invasión de la Colonia de Sacramento33 en la Banda Oriental del hoy Uruguay -y de Tras-os-Montes en Europa, en 1762, por tropas franco-españolas en virtud del “Pacto de Familia”- necesitó del apoyo británico para retomarla un año después. Los proyectos de las compañías que irían a cubrir todo el Brasil fueron detenidos, restando sólo la de Grão-Pará y la de Pernambuco, como gesto de agradecimientos entre gobiernos, y las protestas de los comerciantes británicos por las intromisiones del gobierno portugués, correspondidas.

A pesar de ello, el objetivo primordial continuó funcionando tal y como vemos en las acciones posteriores a la “reconquista” de la Colonia de Sacramento, el traslado de la capitalidad de la colonia a Rio de Janeiro en 1763, la supresión del sistema de frota en 1765, o la remodelación del sistema fiscal. Esta introduciría un sistema moderno de supervisión mediante las juntas da fazenda en todas las capitanías y que buscaba recuperar el control de las concesiones de algunos productos (como la explotación de diamantes por ejemplo, que fue recuperada para la gestión directa en 1771)34.

Otras medidas afectarían tanto a la metrópoli como a la preciada colonia, tales como la supresión del Tribunal del Santo Oficio (1769), que pasaba a ser un tribunal dirigido por la Corona, la supresión de la distinción entre cristianos viejos y cristianos nuevos, o la renovación del sistema universitario, de la que sólo existía ya la Universidad de Coimbra (la de Évora desapareció con la expulsión de los jesuitas en 1759), con unos nuevos estatutos en 1772 que traían consigo un moderno programa de ciencias y humanidades fundándose nuevas facultades.

Coimbra, así como otras facultades europeas, comenzó asistir a la llegada de estudiantes brasileños, hijos de los grandes terratenientes y potentados, se vieron influenciados por las ideas de la ilustración, con obras que superaban los impedimentos de la Real Mesa Censória, tanto en Portugal como en el Brasil. Así traspasarían las ideas revolucionarias las celosas

32 Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...]. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª ed.]. Pág. 71. 33 Actual capital del departamento de Colonia en la República Oriental de Uruguay. 34 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 341.

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fronteras del atlántico portugués, y llegarían a esa minoría dirigente, que “ilustraría” de la mano de los enciclopedistas, la colonia brasileña35.

6. El reinado de D.Maria I “a viradeira”. La caída del Marqués de Pombal, fin del dirigismo económico de las Compañías, el auge comercial de Portugal. Con la muerte de D. José en 1777, accedió al trono su hija, D. María I, casada con el infante D. Pedro, tío suyo para la preservación de la línea masculina de la casa de Bragança; ambos gobernarían juntos hasta la muerte del último en 178636. Las simpatías de la nueva reina se dirigirían, ya desde el gobierno de D. João, hacia la facción antipombalina, reapareciendo las fuerzas reprimidas por Pombal después de la coronación de la reina, intentando imponer una vuelta al pasado37, e instando a eliminar a los miembros del gobierno anterior y apareciendo en el plano político los miembros de la antigua aristocracia lusa. La reina, apodada a viradeira38, gobernó en forma menos radical de lo que los esperaban sus seguidores, los acérrimos enemigos del marqués; ya en su primer gobierno entrarían dos representantes de la alta nobleza, aunque manteniendo al mismo tiempo otros dos ministros de Pombal39. Por lo que se refiere a la política colonial desarrollada, en el inicio de su reinado se aprobó la extinción de las compañías monopolísticas que, por otro lado, tenían numerosos opositores tanto en Europa como en América40. Una de ellas, la Companhia de Grão-Pará quedaría extinta en 1777, a pesar de las reticencias del nuevo ministro de ultramar Martinho de Melo e Castro, mientras que la de Pernambuco sería extinta en 1780. Declarándose la libertad de comercio, el dirigismo económico por parte del estado de los monopolios de Pombal, llegaba entonces a su fin41.

La guerra de Independencia de los Estados Unidos de América (1776-1783), que concentraría todos los esfuerzos de la Gran Bretaña, daría un nuevo cariz a las relaciones comerciales ambos países42. Por primera vez desde el auge del oro brasileño, Portugal presentaba una balanza de pagos positiva con su socio inglés. Durante algunos años disminuyeron las importaciones inglesas mientras crecía en la metrópoli una burguesía y un artesanado con

35 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 173. 36 Por deseo de la reina D. Maria se le tituló como D. Pedro III de Portugal. 37 Hermano de Saraiva, José. Historia de Portugal. Alianza Editorial, Madrid, 1989. Pág. 306. 38 Vuelta, viraje, acción de dar completamente la vuelta. 39 Hermano de Saraiva, José. Op.Cit. 40 La oposición a las Compañías surge tanto desde la Mesa do Bem Comum –instituida por Pombal- en Portugal como de la mano de diversas Cámaras Municipales, sobre todo en el nordeste contra la Compahia Geral de Pernambuco e Paraíba, como eran, por ejemplo, las de Olinda, Recife y Paraíba que trasladarían sus reclamaciones hasta el rey D. José en diversas misivas en Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...] História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Págs. 332-333. 41 La Compahia do Alto Douro sería la única que se mantuvo, aunque con diversos cambios, hasta 1866 así como algunas compañías en África y Asia. 42 Hermano de Saraiva, José. Historia de Portugal. Alianza Editorial, Madrid, 1989. Pág. 308.

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cierta fuerza43 que empezaría a competir con sus homólogos británicos, y que recuperaría el monopolio de los productos tropicales del Brasil44.

El oro y los diamantes, que llegaban en grandes cantidades en otro tiempo –como se ha referido antes y se hará más adelante- dejó paso a nuevos productos, como el algodón, el tabaco, el cacao, las pieles, el ganado o el arroz, incentivado por los sucesivos gobernadores del Brasil45. A pesar de la caída de los monopolios estatales, el dirigismo económico durante el gobierno de D. Maria I se continuó aplicando, siguiendo las corrientes ilustradas del momento, que también se dirigirían a otras iniciativas estatales. Se constituirían unos nuevos estatutos para la Academia Real das Ciencias, incentivando la investigación científica al servicio del desarrollo económico portugués (1779) -con exención regia de la censura para sus obras- así como de otras instituciones, como las academias de Marina o de Artillería (1776), la primera biblioteca pública existente en Portugal (1796)46, o la creación de la Casa Pía por el intendente de policía Pina Manique47, para la asistencia o la acogida de los necesitados y como escuela de algunos oficios rudimentarios sufragados por el Estado.

6.1. O Alvará de D. Maria I. Políticas económicas en el Brasil, la figura del Marqués de Lavradio, fisiocracia y proteccionismo colonial

Siguiendo las bases establecidas en la política económica con el Brasil por Pombal, los gobernadores del Brasil tendrían también una incidencia clave para la recuperación económica de Portugal de finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Figuras como las del Conde da Cunha (1761-1767) -que sería el primer vice-rei en tener que rendir cuentas directamente al Erário Régio y a las directrices del primer ministro- la del Conde de Azambuja (1767-1769) -ocupándose este mayormente en reforzar el litoral después del conflicto de la guerra de los Siete Años por petición de Pombal- y la del Marqués de Lavradio (1769-1778). Este último se revelaría como un ilustrado en sintonía con las directrices de la metrópoli durante la era Pombalina, tratando de mantener el ansiado equilibrio entre las manufacturas de Portugal y los productos agrícolas del Brasil48 -en un momento, en que el oro y los diamantes, tal y como se reflejaba en la memoria del “desembargador” José João Teixeira, en su memoria titulada Instrução para o Govêrno da Capitania de Minas Gerais de 178049 , se encontraban en clara decadencia.

43 A finales de siglo se calculan unos 80.000 comerciantes y unos 130.000 artesanos libres (es decir sin dependencia de ningun señor) en el reino de Portugal en Birmingham, David. Historia de Portugal. Trad: María Ángeles Martínez García. Ediciones Akal, Madrid, 2005. Pág. 103. 44 Bourdon, Albert-Alain. Histoire du Portugal. Presses Universitaires de France, Vendôme, 1970 [10ª edición]. Pág. 71. 45 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª edición]. Págs. 409-410. 46 Actual Biblioteca Nacional de Portugal, se fundaría como Real Biblioteca Pública da Corte. 47 Diogo Inácio de Pina Manique (1733-1805) desempeñaría diversas funciones durante la época pombalina antes de ser designado como Intendente-Geral de la policía, cargo que desempeñaría hasta 1803, sería un destacado agente repressor contra los grupos influenciados por los ideales de la Revolución Francesa. 48 Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...] História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Págs. 367-370. 49 En esta memoria apunta a diversas causas que van desde la falta de capital, hasta algunas disposiciones judiciales y administrativas, sin olvidar los problemas técnicos de su explotación en

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Con el inicio del reinado de D. Maria, se enviaría a un nuevo gobernador, siendo substituido el Marqués de Lavradio -siguiendo aquí las demandas de alejar del primer plano político a todos los miembros del antiguo gobierno de Pombal- por un aristócrata, llamado D. Luís Vasconelos de Sousa (1778-1790). A pesar de ser escogido para hacer las reformas necesarias que acabasen con las medidas emprendidas por Lavradio, su gobierno sería una continuación de las decisiones tomadas por su predecesor -que incluso le dejó por escrito una extensa memoria para su sucesor, de todo lo emprendido y lo que quedaba por hacer- que Vasconcelos de Sousa siguió, haciendo reformas en las principales ciudades así como combatiendo el contrabando y continuar favoreciendo toda suerte de productos agrícolas en contra de las ya desgastadas minas del interior50.

La caída de Pombal en definitiva, traería al frente del poder a figuras defensoras de tendencia proteccionistas y neo mercantilistas, que actuaban en connivencia de los grupos de comerciantes e industriales surgidos en Portugal durante el largo gobierno de Pombal. El proteccionismo y la idea fisiócrata de las relaciones económicas entre Portugal y el Brasil, necesitaba entonces de la intervención real para hacer eliminar la concurrencia surgida por algunos productos hechos en el Brasil, resultando por parte de las presiones de la metrópoli una serie de demandas para endurecer la política entorno al papel que el Brasil tenía que tener en el orden del Imperio.

Estas reclamaciones llegarían por fin a buen término en 1785, cuando, por órdenes desde Lisboa, se prohibirían las actividades manufactureras, en un Alvará –designación para los edictos reales- que ponía fin a esta situación y reestablecía la preeminencia de la colonia en el comercio de los productos manufacturados, la única vía que mantenía a la economía de Portugal ligada con su colonia:

(…) Eu a rainha. Faço saber aos que este alvará virem: que sendo-me presente o grande número de fábricas, e manufaturas, que de alguns anos a esta parte se tem difundido em diferentes capitanias do Brasil, com grave prejuízo da cultura, e da lavoura, e da exploração das terras minerais daquele vasto continente; porque havendo nele uma grande e conhecida falta de população, é evidente, que quanto mais se multiplicar o número dos fabricantes, mais diminuirá o dos cultivadores; e menos braços haverá, que se possam empregar no descobrimento, e rompimento de uma grande parte daqueles extensos domínios, que ainda se acha inculta, e desconhecida: nem as sesmarias, que formam outra considerável parte dos mesmo domínios, poderão prosperar, nem florescer por falta do benefício da cultura, não obstante ser esta a essencialíssima condição, com que foram dadas aos proprietários delas. E até nas mesmas terras minerais ficará cessando de todo, como já tem consideravelmente diminuído a extração do ouro, e diamantes, tudo procedido da falta de braços, que devendo empregar-se nestes úteis, e vantajosos trabalhos, ao contrário os deixam, e abandonam, ocupando-se em outros totalmente diferentes, como são os das referidas fábricas, e manufaturas: e consistindo a verdadeira, e sólida riqueza nos frutos, e produções da terra, as quais somente se conseguem por meio de colonos, e cultivadores, e não de artistas, e fabricantes: e sendo além disto as produções do Brasil as que fazem todo o fundo, e base, não só das permutações mercantis, mas da navegação, e do comércio entre os meus leais vassalos habitantes destes reinos, e daqueles domínios, que devo

Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...]. História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Pág. 371. 50 Mauro, Frédéric. Histoire du Bresil. Presses Universitaires de France, Vendôme, 1973. Pág. 52.

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animar, e sustentar em comum benefício de uns, e outros, removendo na sua origem os obstáculos, que lhe são prejudiciais, e nocivos (…)51

6.2. La Inconfidência Mineira. Las elites del interior y sus relaciones con la metrópoli, las primeras tentativas de secesión, esclavismo

Con la decadencia del oro en Minas Gerais, durante el gobierno de Carvalho e Melo, como ya hemos visto, se intentó regularizar la explotación de las mismas así como enviar a funcionarios con órdenes directas de la metrópoli, con el único fin de recaudar todos los impuestos atrasados. La sombra de la duda planeaba por las minas, en las que el contrabando y la omisión del pago del quinto –un 20% del oro extraído- eran prácticas regulares, a pesar de la implantación de las Casas de Fundición, durante los primeros conflictos con los mineiros a inicios del siglo XVIII. Las sucesivas “derramas52”, de 1763 y 1768, cumplieron los objetivos bajo la atenta mirada desde Lisboa del Marquês de Pombal. Con el agotamiento progresivo de las explotaciones de Minas Gerais –las del Mato Grosso o Goias tardarían unos años más en agotarse completamente- ya empezado en el quinquenio de 1750-175553- llegamos a 1788 cuando Luís António Furtado de Castro do Rio de Mendonça e Faro, sexto Vizconde de Barbacena, sería enviado por orden de la reina Maria como gobernador de Minas Gerais54. Su nombramiento se produjo, entre otras razones, por el interés de la reina de reemplazar al hasta entonces gobernador, Luis da Cunha Pacheco e Meneses, conde de Lumiares, acusado de corrupción y de ciertos excesos55; el nuevo gobernador recibió órdenes de cobrar los impuestos atrasados y, si fuese el caso, convocar otra derrama, en la que varios contratistas y algunos grandes potentados de Minas debían a la corona fuertes sumas de dinero56.

Inspirados por los movimientos que se habían gestado unos años antes en las colonias americanas57, la elite mineira, preparó una conspiración –de ahí el termino inconfidência- para romper con el dominio colonial, entre los que se encontraban además los ya mencionados contratistas, altos funcionarios de la Cámara de Vila Rica de Ouro Preto, dos grandes hacendados, algunos contrabandistas de diamantes, así como algunos hombres de letras y ciencias, bien preparados, fruto de la primera generación brasileña que cursó sus estudios en Europa o bien en la renovada Universidad de Coimbra de Pombal58. El movimiento encontró su

51Digitalizado en el Arquivo Nacional do Brasil, extraído de: http://www.historiacolonial.arquivonacional.gov.br/Media/Junt%20da%20fazend%20COD439%20f27f27vf28.pdf 52 Contribución obligatoria sin distinción para todos los habitantes, hasta llegar a la suma exigida por la Corona. 53 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 114. 54 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 221. 55 Mauro, Frédéric. Histoire du Bresil. Presses Universitaires de France, Vendôme, 1973. Pág. 54. 56 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Op.Cit. Pág. 221. 57 Se llegó a producir una reunión entre un joven estudiante brasileño, José Joaquim Maia, que bajo el pseudónimo de “Vendek” se reunió con Thomas Jefferson –por entonces embajador en Francia- en la ciudad de Nimes. En del Priore, Mary [et al…]. Uma breve história do Brasil. Editora Planeta do Brasil, São Paulo, 2010. Pág. 144. 58 Ibid. Pág.222.

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brazo armado en el alférez Joaquim José da Silva Xavier, conocido como tiradentes59. Sus dirigentes calcularon que deberían librar una guerra de tres años contra las fuerzas portuguesas; tras la esperada derrama, se proclamaría una República independiente de Portugal, manteniendo el orden esclavista hasta entonces imperante en la sociedad de las minas, creando una Hacienda Real, una Casa de la Moneda y renunciando al famoso alvará de D. Maria I de 1785 instalando industrias de todo tipo. Todo ello quedó en nada cuando el gobernador Barbacena supo de la conspiración; Tiradentes fue arrestado en Rio (1789) y ahorcado, mientras que sus aliados debieron cumplir prisión perpetua y el destierro a África en el proceso conocido como Autos da Devassa60.

6.3. Inconfidência Baiana. Los influjos de la revolución francesa, la fractura de la sociedad brasileña, los intereses de la metrópoli y de la elite colonial

Si bien los hechos acaecidos en Francia, resultaban, a los ojos de los “conjurados” de Rio de Janeiro, un punto de interés para la solución de los numerosos problemas que afligían a la colonia, este movimiento de fascinación por lo francés, no resultaba nuevo para el Brasil61. La Revolución Francesa y la Declaración de los Derechos del Hombre abrieron un nuevo panorama visto con preocupación por las autoridades portuguesas, que encontraron un caldo de cultivo agravado por la grave carestía que sufría la ciudad de Baía y de la presencia, entre 1792 y 1796 de navíos franceses por las costas de la colonia62. Llegamos así al 12 de agosto de 1797, cuando la ciudad amaneció cubierta de carteles convocando al pueblo a adherirse a la revolución liderada por gentes de origen humilde sastres, zapateros, militares, peluqueros, esclavos63, que proclamaban la libertad y la igualdad entre todos los hombres al mismo tiempo que la libertad de comercio, todo promovido por una sociedad secreta, de inspiración masónica, llamada Cavaleiros da Luz, que se venía organizando entre las clases medias y populares de la capital. Si en la Inconfidência Mineira encontramos una elite que tenía clara la necesidad de mantener el orden esclavista, en este caso los inconfidentes bahianos preconizaban la caída de la esclavitud, de la opulencia y de la propiedad todo ello bajo un nuevo sistema republicano64.

59 En castellano, “Sacamuelas”. Mauro, Frédéric. Histoire du Bresil. Presses Universitaires de France, Vendôme, 1973. Pág. 54. 60 De todos los movimientos, quizá el más inofensivo fue la conspiración de Río de Janeiro, que reunió a un grupo de escritores, formados en su mayoría en la Academia Científica de Rio de Janeiro, y que tras la la extinción de esta se reunieron en la Sociedade Literária , siendo detenidos por conspiración. Ver Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág.222; Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...] História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Pág. 406-407; Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 360-361. 61 Diversas obras señalan la existencia de algunos movimientos destinados a dar el dominio de ciertos territorios brasileños a Francia en la primera mitad del siglo XVIII. Ver Buarque de Holanda, Sergio (coord.) [et al...] História Geral da Civilização Brasileira. Tomo I, A época colonial. Segundo Volume, Administração, economía, sociedade. Difel/ Difusão Editorial, Rio de Janeiro, 1977 [4ª edición]. Pág. 406. 62 Ibíd. Pág. 413. 63 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 231. 64 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 381.

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El movimiento, dirigido a romper con el dominio portugués e implantar los principios de la revolución francesa, se enfrentó a la oposición de los grupos dirigentes brasileños que después de la revuelta de los esclavos de Haití y de la Francia jacobina estaba en guardia para preservar a toda costa sus tierras y sus esclavos, contra unos “sans culottes baianos", que buscaban romper con todo orden establecido. La “libertad” que demandaban los plantadores de azúcar de Baía pues, eran intereses que no se encontraba directamente en conflicto con los intereses metropolitanos65.

Los conspiradores fueron descubiertos por las autoridades que detuvieron y acusaron alrededor de seiscientas personas66 entre quienes había soldados portugueses, médicos, profesores así como esclavos que tendrían diferentes penas que variaron entre la horca o su exilio forzado a las posesiones portuguesas en África. Los esclavos, en cambio, la mayor amenaza para las autoridades portuguesas y bahianas, serían devueltos a sus propietarios, bajo la condición de ser vendidos a capitanías del sur67.

Con una población que llegaba casi a los cuatro millones de habitantes68, el Brasil que se presentaba a la entrada del nuevo siglo, poco tenía que ver con aquella colonia costera de los principios del siglo pasado. Observar en las inconfidencias, el surgimiento de una conciencia nacional o regional brasileña que impulsaría pocos años después la independencia, sería llegar a una conclusión errada. En el extenso territorio nos encontramos con diversos grupos de poder que poco a poco iban adquiriendo una cierta conciencia de sí mismos, y que se caracterizaban por tener unos intereses que divergían en algunos puntos de los de la metrópoli o a identificar en ella la fuente de sus problemas69. Pero las ideas revolucionarias pertenecieron solo a reducidos grupos –soldados, letrados, artesanos, así como algunos miembros del pueblo- mientras la elite dirigente sólo reclamaba una serie de reformas económicas que permitiesen superar los obstáculos que el exclusivo comercio con Portugal representaba, y que al mismo recelaba de las ideas de libertad e igualdad social, que ponían en riesgo su condición privilegiada y el trabajo esclavo, base de sus beneficios.

65 En Memória sobre o preço do açúcar, libro de cabecera de algunos senhores de engenho baianos, se esgrimen las principales ideas de librecambismo y de libertad económica, principales líneas a seguir por los grandes potentados brasileños. En Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 381. 66 Para tener una idea aproximada de la población de la ciudad en 1823 la ciudad de Baía tendría algo más de 60.000 habitantes, siendo la segunda ciudad más poblada del Brasil por detrás de Rio de Janeiro con unos 100.000. Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 38. 67 del Priore, Mary [et al…]. Uma breve história do Brasil. Primera Reimpresión, Editora Planeta do Brasil, São Paulo, 2010. Pág. 151. 68 De todos los censos y cálculos, se ha creído conveniente escojer los realizados por el abad Correia da Serra en 1798 y por Rodrigo Sousa Coutinho, los cuales conciden en aproximarse a esa cifra y parecen contar en el sus produciones con la población esclava. En Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Op.Cit. Págs. 28-29. 69 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 64.

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PARTE II 7. El inicio del reinado de D. João VI. La Europa de la revolución, la amenaza de España, la

alianza con Inglaterra, el traslado a la colonia Aunque nominalmente reinando, D. Maria I sufriría una grave incapacidad mental, que ya se venía registrando puntualmente, haciéndose imposible mantenerla en las tareas del gobierno desde 1791, por lo que su hijo y heredero D. João VI70 se convertiría en regente del reino un año más tarde. Una de las primeras acciones del Príncipe Regente sería la de intervenir en la guerra contra la Francia de la Convención, aliándose tanto con Inglaterra como con España –con este último atacaría conjuntamente los Pirineos franceses- en la Guerra del Rosellón (1794-1795), la cual acabaría con la firma de Godoy de un tratado de paz a espaldas de sus aliados –Paz de Basilea- pasando a alinearse con Francia en su guerra contra Inglaterra. Las noticias de la nueva alianza entre la Convención y el Príncipe de la Paz llegaron a Lisboa provocando dos posibles tomas de posición portuguesa. Por una parte, si Portugal intentaba aliarse con Francia, la guerra con Inglaterra sería inevitable, con las obvias consecuencias negativas en el plano económico; por otra parte, si se optaba por conservar la alianza tradicional con los británicos, franceses y españoles atacarían las fronteras del reino con una más que probable invasión de Portugal y, por tanto, el período de 1795 a 1808 se convertiría para el reino, en palabras del eminente historiador José Hermano de Saraiva, en un dilema “entre la muerte por asfixia o por invasión”71.

Paralelamente, la Corona desarrolló una política represiva contra aquellos grupos que mostrasen alguna simpatía por los ideales “herejes, deístas, naturalistas, enciclopedistas, tolerantes, dogmáticos y apóstatas”72 de la que hacían gala algunos grupos de estudiantes e intelectuales, sobre todo concentrados en la Universidad de Coimbra y en las grandes ciudades de Lisboa y Porto, así como de grupos masónicos que ya se organizaban en una logia llamada Grande Oriente Lusitano desde 180273.

En el ámbito internacional, mientras España y Francia firmaron el Convenio de Aranjuez (1801), la Corona portuguesa recibió un ultimátum del entonces Primer Cónsul de la República, Napoleón Bonaparte en el que se le intimaba a dar por finalizado el Tratado de Methuen (1703); la administración portuguesa se encontraba en un dilema de difícil solución.

Fue en 1801 cuando se llevó a cabo la primera tentativa de invasión del territorio ibérico portugués –alianza fuerzas españolas y destacamentos franceses- que triunfó sobre el ejército portugués obligando a la Corte portuguesa a firmar el Tratado de Badajoz74. El acuerdo consistió en que Olivenza pasó a España que también recuperó parte del Paraguay y la Colonia

70 Su padre, D. Pedro moriría en 1785, mientras que el primogénito, de nombre José, moriría en 1788, siendo el hermano menor, aunque casado desde 1786 con una de las hijas de Carlos IV de Borbón, Carlota Joaquina. 71 Hermano de Saraiva, José. Historia de Portugal. Alianza Editorial, Madrid, 1989. Pág. 311. 72 Ibíd. Pág. 312. 73 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 411. 74 Bourdon, Albert-Alain. Histoire du Portugal. Presses Universitaires de France, Vendôme, 1970 [10ª ed.]. Pág. 74.

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del Sacramento75; Francia, por su parte, obtuvo algunos territorios al norte del Brasil y, sobre todo, el compromiso de Portugal de cerrar los puertos portugueses al comercio con Gran Bretaña76, en un conflicto conocido popularmente con el nombre de la Guerra de las Naranjas77.

De 1801 a 1807 la política de Portugal continuó oscilando entre las presiones francesas como de las de Inglaterra. Se llegaría incluso a poner a disposición de Francia un pago anual de dieciséis millones de cruzados, que casi se llega a aceptar por parte de Paris, siempre y cuando el reino se mantuviese neutral en el conflicto entre británicos y franceses impidiendo la utilización de los puertos lusos por los navíos británicos78, algo imposible ya que suponía una guerra abierta con Gran Bretaña, que el embajador en Lisboa ya se encargaba en recordar.

Sería la acción del hábil diplomático inglés, Percy Clinton Sidney Smyth, la que mantendría a Portugal en la esfera de influencia inglesa no obstante las presiones del cada vez más poderoso Napoleón y las dudas de la corte de D. João, acuciado además por los movimientos conspirativos de su propia esposa Carlota Joaquina.

En agosto de 1807, los enviados diplomáticos francés y español presentaron un ultimátum al príncipe regente: debía cerrar los puertos y declarar la guerra a Inglaterra antes del primero de septiembre. En caso contrario, el país sería invadido por una armada franco-española79 y el país se dividiría en tres partes; la zona del Duero y el Miño sería dada al rey de Etruria80 con el nombre de Reino de la Lusitánia Septentrional, el Alentejo y el Algarve para Godoy bajo el nombre de Principado de los Algarves, mientras que la parte restante se dejaba a decisiones posteriores una vez se hubiera efectuado la invasión.

Mientras el pánico se apoderaba de la corte de Queluz, lord Strangford convenció a D. João para su partida, bajo protección de la escuadra británica, hacia el Brasil -idea que por otra parte, no era nueva81- y evitar así que la soberanía legítima encarnada en aquel cayera en manos francesas. Así se firmó en Londres (octubre 1807) un tratado secreto según el cual

75 Castro Oury, Elena. La Guerra de la Independencia Española. Ediciones Akal, Madrid, 1995. 76 Hermano de Saraiva, José. Historia de Portugal. Alianza Editorial, Madrid, 1989. Pág. 311. 77 Godoy enviaria unos ramos de naranjas a la reina Maria Luisa como trofeo de guerra, dando así nombre al conflicto y por el cual recibiria el título de “Príncipe de la Paz” por orden de Carlos IV. 78 Hermano de Saraiva, José. Op.Cit. Pág. 313. 79 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª edición]. Pág. 397. 80 Estado satelite de Francia creado por Napoleón, que substituyó al antiguo Ducado de Toscana, acordado en el Tratado de Aranjuez bajo el dominio de la casa Borbón-Parma como compensación a la entrega de la Lusiana por parte de España a Francia. 81 Los planes de un traslado hacia el Brasil han sido objeto de un arduo debate historiográfico por encontrar desde cuando se plantearon por primera vez. Mientras que José Hermano de Saraiva mantiene que este “plan” se remonta a 1580 cuando el prior de Crato reinaba en Portugal -después de la muerte de D. Sebastião- antes de la invasión española liderada por Felipe II, y mantiene que surgieron otros planes posteriores com la misma sugerencia, del padre jesuita António Vieira después de la Restauración en 1640 o de D. Luís da Cunha embajador en París que presentaría un plan similar a D. João V (1707-1750) en el que se cambiaría el Algarve por las colonias españolas de Chile y Argentina, pasando a usar el monarca el título de “Emperador de Occidente”, António de Oliveira Marques lo sitúa en tiempos de Pombal, durante la invasión de Tras-os-Montes y de la Colonia del Sacramento por tropas franco-españolas en el contexto de la Guerra de los Siete Años ya que Pombal era un gran admirador del pensamiento de D. Luís da Cunha.

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Portugal cedía a Inglaterra la isla de Madeira en contraprestación al traslado de la corte a América; el gobierno británico se comprometía el gobierno británico a no reconocer a ningún otro rey de Portugal que no perteneciese a la casa de Bragança, una vez el país fuese invadido. Además, el Estado portugués, una vez implantado en su colonia brasileña, revisaría los tratados de comercio y de asistencia con los ingleses. Se aprobó también una cláusula que estipulaba que si se cerraban los puertos lusos a los navíos ingleses después de la invasión, se abriría un puerto en algún punto de la costa brasileña –surgiéndose alguno situado en el sur, ya que los ingleses dominaban el comercio con el área del río de la Plata- por donde los comerciantes ingleses pudiesen transportar las mercancías de rigor bajo las mismas tasas que regulaban el comercio con Portugal82. Lord Strangford, hábil diplomático, forzó al ministro dos Negócios Extrangeiros, António de Araújo de Azevedo, ya a bordo del navío que lo llevaba a Brasil83, a aceptar que la administración portuguesa abriría todos los puertos del Brasil a los ingleses y a una la rebaja de los derechos de aduana.

La firma del acuerdo precedió la partida de la Corte el 29 de noviembre de 1807 y los días sucesivos. Los historiadores señalan que salieron rumbo a Brasil alrededor de 15,000 personas entre aristócratas, funcionarios, así como todos los archivos y productos de valor que se pudieron embarcar.

8. Decreto da abertura dos portos ás nações amigas de 1808. Llegada de la Corte, apertura de los puertos, relaciones con Inglaterra, economía

El año de 1808 significó una ruptura tanto en la historia de Portugal como en la historia del Brasil. La invasión de las tropas franco-españolas liderada por el general Junot dejaba Portugal en manos de los designios franceses, mientras que Rio de Janeiro se convertía en la capital de un imperio a escala mundial, sólo con la presencia de la reina y del príncipe regente. D. João, nada más poner pie en tierra en sus dominios americanos (Baía), cumpliría con su parte respectiva del trato con la Gran Bretaña, declarando la apertura de los puertos a las naciones amigas, rompiendo con trescientos años de dominio colonial de Portugal. “Naciones amigas” entre las cuales los Bragança sólo podían encontrar a Inglaterra, que trasladaría su dominio hacia un mercado mucho más grande que el portugués y en el que no sólo se encontraba el Brasil, sino también el Rio de la Plata y la costa del Pacífico. Hay diversidad de posiciones historiográficas en torno a los beneficiarios del acuerdo luso-inglés y la decisión del regente de cumplir las medidas acordadas84. En el aspecto de los

82 Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Segunda Edición, Rio de Janeiro, 1969. Pág. 123. 83 Uno de los navíos en los que embarcó la corte, en el Príncipe Real (el más grande) embarcaron la reina D.Maria I, el principe D.João, los infantes D. Pedro y D. Miguel así como los miembros del consejo de estado y algunos prominentes nobles mientras que Carlota Joaquina y las infantas embarcaron en la nave llama Rainha de Portugal en: D. João VI e a família real portuguesa no Brasil (1808). Extraído de www.portalsaofrancisco.com.br/alfa/corte-portuguesa-do-brasil/corte-portuguesa-no-brasil-3.php. Ver también Werneck Sodré, Nelson. Op. Cit. Pág. 124. 84. Boris Fausto califica la apertura como un acto “históricamente previsible, pero impulsado, al mismo tiempo, por las circunstancias del momento”. Una reflexión interesante ya que entre las razones esgrimidas nos encontramos ante un panorama en que la metrópoli se encuentra invadida por el ejército francés impidiendo su tradicional papel de intermediario entre Inglaterra y el Brasil, así como

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“beneficios”, es opinión mayoritaria considerar que Inglaterra se benefició más que nadie de la situación85; no obstante, también los grandes terratenientes brasileños obtuvieron vía libre en las exportaciones, destinadas mayoritariamente a Inglaterra, un mercado sometido al bloqueo naval que requería de materias primas y alimentos, además de encontrarse necesitado de dar salida a un enorme stock de manufacturas que se acumulaban en los almacenes del Imperio. Estas medidas provocaron las protestas de los comerciantes monopolistas portugueses, forzando a la Corona a restringir el libre comercio -en junio de 1808- a los puertos de Belém, São Luis, Recife, Salvador y Rio de Janeiro; mientras, el comercio interno del Brasil quedó reservado para los navíos de lusos Por lo que se refiere a las cargas arancelarias, las importaciones quedaban fijadas en un 24%, lejos del 48% anterior para los británicos, y en un 16% para los portugueses, una medida que duraría tan sólo dos años hasta la firma de un nuevo tratado en 181086. Rio de Janeiro se convertiría así, tras la apertura de puertos, en un centro comercial de extrema importancia en el contexto americano, dado que, además, se benefició también de la confusión reinante en el Río de la Plata como consecuencia, en buena medida de las invasiones inglesas de 1806 y 1807. Allí, frente a la ausencia del virrey español –que huyó de Buenos Aires- el área fue controlada por las milicias que habían rechazado a las tropas británicas, colocando al frente de la Audiencia de Buenos Aires al general Liniers, en un ambiente de continuo conflicto entre las elites americanas y españolas, poco favorable para las necesidades comerciales británicas87. La colonia portuguesa presenció, en los dos años siguientes a la apertura, la entrada de ingente cantidad de productos que desequilibraron aún más si cabe la balanza comercial del Brasil. A título de ejemplo, crecieron las importaciones en Baía -casi un 50% frente a un 15% de las exportaciones entre 1808 y 181088-. Por otro lado, en este mismo periodo, en Río de Janeiro se produjo un aumento sostenido de los precios, del 7% anual durante el mismo periodo, tendencia alcista que duraría durante todo el reinado de D. João e incluso después de su retorno a Portugal89. Esto se produjo en un marco económico en el que el precio de los productos destinados a la exportación condicionaban los precios en el mercado interior, con una inflación continua que dominaría, con pocas variaciones, el Brasil durante todo el siglo XIX.

una opción para acabar con el contrabando más allá que el concepto de inversión colonial que defienden otros autores. Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 68. 85 Discrepa de tal opinión, de la que parcialmente discrepo, Andrew Marshall quien señala que “D. João tried to repair the damage done in the past by neglect and explotation”. Marshall, Andrew. Brazil. Thames and Hudson, Norwich, 1961. Pág. 47. 86 Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed.]. Pág. 141. 87 Halperin Donghi, Tulio. Historia Contemporanea de America Latina. Alianza Editorial, Madrid, 2013 [3ª ed.]. Pág. 88. 88 Werneck Sodré, Nelson. Op.Cit. Pág. 141. 89 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág.204.

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9. Política interior de D. João respecto al Brasil entre 1808 y 1810. Instituciones, reformas, la idea de Imperio Luso-Brasileiro frente al conservadurismo de la corte

La política del príncipe regente en estos dos años está ligada estrechamente a la figura de Rodrigo de Sousa Coutinho, primer conde de Linhares, ahijado del Marquês de Pombal, uno de los principales seguidores de la corriente de estadistas lusos que apostaron por el traslado de la corte de los Bragança al Brasil y ferviente seguidor de ese proyecto de Imperio Luso-Brasileiro preconizado por algunos pensadores de ambos lados del Atlántico. Entre las medidas que se emprendieron con la llegada al continente americano, la primera después del decreto de apertura de los puertos, fue el establecimiento de una Junta do Comerço e Navegação, que se concentró en la construcción de infraestructuras diversas. Además, se revocó el decreto que prohibía el establecimiento de fábricas en la colonia, que databa de 1785, con la intención de fomentar cierta actividad industrial90. El traslado de la corte lusa trajo consigo al Brasil todas las instituciones existentes en la metrópoli, basándose en el Almanaque de Lisboa91. Instalándose en los principales palacetes de Rio, además de la ya mencionada Junta do Comerço, desarrollaron también sus actividades una Junta de Fazenda, una Casa de Suplicação, una Imprenta Real –la primera constituida oficialmente en el Brasil-, un Ministerio de Guerra, diversas academias técnicas en Rio y en Baía, completándose con la instalación de un jardín botánico y un teatro nacional92. El funcionariado y los ministros fueron siempre portugueses, tanto en la administración central como en provincias; el ejército vio el aumento de soldados y de oficiales, estos últimos nobles metropolitanos. Vemos así que, junto con la Corte se trasladó todo el aparato institucional metropolitano (organismos de gobierno, academias) que se establecieron en Río de Janeiro y en menor medida en la ciudad de Baía. Se puede afirmar entonces que si bien se derogaron los decretos que mantenían al Brasil en su status de colonia y se rompió con el monopolio ejercido por Portugal, el control del gobierno y del ejército se mantuvo en manos de la élite metropolitana, aplicando las mismas políticas que se hubieran realizado desde Lisboa. Un ejemplo crítico, que podría reforzar esta idea desde las fuentes de la época lo encontramos en un artículo publicado en 1809 en el Correio Braziliense, por Hipólito José da Costa un brasileño exiliado por razones políticas a Inglaterra –siendo uno de los miembros destacados de la masonería portuguesa- por el intendente Pina Manique, en sus famosas purgas de principios de siglo:

El gobierno de Brasil se arregló siguiendo el Almanaque de Lisboa, sin ninguna atención al país que se establecía. Si el Almanaque de Lisboa mostraba la existencia de un Desembargo do Paço, un Consejo de Hacienda, una Junta de Comercio, etc., careciera el Brasil de esos establecimientos

90 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Págs. 424-425. 91 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 240. 92 de Oliveira Marques, A.H. Op. Cit. Pág. 425.

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o no, se constituyeron en Río de Janeiro, nada más llegar la Corte, un Desembargador do Paço, un Consejo de Hacienda, una Junta de Comercio, etc…93

En este aspecto, la historiografía brasileña considera que más allá del hecho de que la casa de Bragança fuese la primera potencia europea en pisar y establecerse en su territorio colonial, la acción del gobierno intentó recrear las condiciones y las instituciones que se encontraban presentes en la metrópoli, y que pretendían convertir al Brasil en un nuevo Portugal. Esto distaba mucho de cualquier programa imperial de nuevo cuño preconizado por personalidades como Rodrigo de Sousa Coutinho o incluso el propio D. João en su ideario de Imperio luso-brasileiro94. 10. La invasión de la Guayana y las ambiciones en el Rio de la Plata (1808-1810). Guerras

napoleónicas, política exterior de D. João A pesar de que la invasión de Portugal por las tropas de Junot se había consolidado –considerando además la orden regia de no oponer ninguna resistencia- la guerra contra Francia no sería declarada hasta que el príncipe regente, una vez asentado en el palacio del governador-geral de Rio de Janeiro, declaró el inicio de las hostilidades el primero de mayo de 180895. El llamado por la historiografía brasileña O Manifesto do 1º de Maio, declaraba la guerra a Napoleón, siendo clara la intención de invadir la única posesión americana francesa en América del Sur, la Guayana Francesa, que aunaba las antiguas reclamaciones portuguesas sobre el territorio -que se remontaban al Tratado de Utrecht96- así como el interés de Inglaterra por eliminar cualquier presencia francesa en la región. Este conllevaba tanto el obvio peligro militar, como el de la difusión de ideas revolucionarias que pudieses transgredir las fronteras entre los dos territorios y amenazar la monarquía de Rio de Janeiro. Con el apoyo naval británico, las tropas de tierra fueron organizadas por el governador-geral de Pará y dirigidas por el Teniente-Coronel Manuel Marques d’Elvas Portugal, distinguido oficial durante la invasión española de Portugal en 1801. El avance desde la isla de Marajó –la mayor isla fluvial del Amazonas situada en la región del Pará- hasta Cayenne, siguió casi sin oposición francesa, hasta la capital firmándose la capitulación en noviembre de 180897.

93 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 240. 94 Boris Fausto, Nissa da Silva, Kenneth Maxwell, Werneck Sodré e incluso los historiadores dedicados a la historia de Portugal como David Birmingham o Oliveira Marques coinciden en este punto. 95 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág.389. 96 La presencia francesa en la zona se remonta a inicios del siglo XVI, en una nueva tentativa francesa para establecer una colonia fija en el territorio, que en su máxima expansión controlaba las regiones del Maranhão –en donde fundarían la actual São Luis de Maranhão-, y parte de la región del Pará entre 1612 y 1615, siendo derrotados por un ejército brasileño dirigido por Jerónimo de Albuquerque, marchando hacia la actual región de la Guayana y después de varios intentos fundarían la ciudad de Cayenne en 1643. 97 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…]. Op. Cit. Pág. 390.

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La derrota supondría –a pesar de que la Guayana era un territorio de escasa importancia- la primera perdida territorial para la Francia Imperial. Más allá de la actuación portuguesa en el plano militar y de conquista, la actuación sobre el dominio de los nuevos territorios desde la firma de los acuerdos de capitulación son el punto más interesante para vislumbrar la visión que los gobernantes tenían sobre los nuevos territorios conquistados, y que nos revelan el poco interés que la monarquía tenía en integrar a la región a los territorios de la colonia. Se acordaría con el gobernador de la Guayana, Victor Hugues, además de su garantizado retorno a Francia en un navío inglés, la liberación de los esclavos de toda la colonia con la condición de alistarse en el ejército brasileño; esta cuestión no era nada baladí si nos atenemos a que la Guayana hace frontera con el norte azucarero y algodonero brasileño, en donde encontramos la mayor concentración de esclavos de todo el Brasil98. Esta medida fue protestada formalmente por el governador-geral de Pará en una carta dirigida al príncipe así como en los círculos de los grandes propietarios del nordeste brasileño. Otro aspecto sobre la actuación de las autoridades en la región conquistada sería la del mantenimiento del Código Napoleónico, que rigió excepcionalmente en la única zona de los dominios de Portugal; la medida se mantuvo hasta las negociaciones que se establecieron durante el Congreso de Viena con Francia, abandonando formalmente la Guayana en 1817, a cambio de una indemnización por daños de guerra sin haber sido integrada formalmente al ya por entonces Reino del Brasil. Otra de las cuestiones a tratar, y de gran importancia, fue la de la disputa por el dominio de la parte norte del estuario del rio de la Plata -otra de las reclamaciones históricas de Portugal en suelo americano- y que vivió en el período 1808-1810 un período turbulento dados los diversos intereses en la zona, antes de su invasión en 1816 por fuerzas luso-brasileñas, con el siempre indispensable apoyo británico99. Emergieron entonces nuevamente las figuras de, primero, lord Strangford, representante de la Gran Bretaña ya instalado en su nueva embajada en Río de Janeiro y muy cerca, en consecuencia, del Consejo de Estado del príncipe regente. Después, de Carlota Joaquina, la princesa de Portugal e hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII de España respectivamente y una de las principales opositoras de su marido a los dos lados del Atlántico. Uno de los hechos que repercutirán en la llamada cuestión platina, lo tenemos que colocar fuera de las fronteras del Brasil, en el Virreinato de la Plata, que tras las invasiones inglesas de 1806 y 1807 vivió una época de enfrentamiento entre las diferentes elites criollas en las poblaciones más significativas del virreinato. Efectivamente, tanto en Montevideo como Buenos Aires, las dos principales capitales de la región, esas élites pugnaban por el control político y económico de la región después del vacío de poder dejado por el virrey al huir durante la segunda invasión.

98 Según Tulio Halperim Donghi, el 50% de la población del nordeste serían negros esclavos frente a un 23% de blancos en Historia Contemporanea de America Latina. Alianza Editorial, Madrid, 2013 [3ª ed.]. Pág. 74. 99 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 391-393.

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En esta zona, la pugna entre Buenos Aires y Montevideo deja a dos figuras enfrentadas, que resumen las dos posturas a grandes rasgos que se encontraban en la región. Por un lado en Buenos Aires será escogido uno de los héroes de la reconquista, el brigadier de la armada real, de origen francés, Santiago de Liniers, surgiendo una oposición de peninsulares encabezados por Martín de Alzaga en el cabildo de la ciudad; mientras, en Montevideo se proclamaba una Junta que se autodenominaba fiel a la corona, denunciando a Liniers de estar en connivencia con los enemigos franceses100. La confusa situación en las dos principales ciudades del Virreinato tomaría un nuevo cariz con la llegada a América de Carlota Joaquina y con los acontecimientos de Bayona -en los que tanto su padre Carlos VII como su hermano Fernando VII serían obligados a abdicar- convirtiéndose en el único miembro de su familia que no se encontraba en manos de Napoleón, y por tanto, única figura de garantía para mantener el orden legal de América bajo control de la casa Borbón de España. Surgiría entonces la idea de conseguir que la princesa regente del Brasil o que el infante D. Pedro Carlos –un joven infante de España y de Portugal, sobrino al mismo tiempo de Carlota Joaquina y de D. João que sería acogido a la muerte de su padre, en la corte de Portugal- fuesen reconocidos como los regentes de todas las colonias españolas en América, lo que se ha denominado como carlotismo y que presenta algunos puntos oscuros en la escasa bibliografía que ha tratado el tema con cierta profundidad101. Sabemos, por la correspondencia de otro de los principales protagonistas de la corte carioca, el embajador lord Strangford, que las negociaciones sobre el tema avanzaron significativamente. Este remitiría tres días después de su llegada a la capital del Brasil -22 de julio- un informe en el que, con preocupación, describía cómo el gobierno de Portugal en el exilio, a través de Rodrigo de Sousa Coutinho, había comenzado ya las negociaciones con el cabildo de Buenos Aires, y que, ante la negativa a negociar por parte de estos, el gobierno luso se disponía a preparar una expedición militar. El mismo Strangford ya había dispuesto en preparativos a la flota británica presente en América –la misma que transportó a la Corte- para el buen desarrollo de los acontecimientos en la región platina en caso de realizarse la intervención militar102.

100 Halperim Donghi, Tulio. Historia Contemporanea de America Latina. Alianza Editorial, Madrid, 2013 [3ª ed.]. Págs. 90-91. 101 Aunque por lo general es tratado en la mayoría de manuales y trabajos monográficos sobre la historia de América, el movimiento carlotista tiene diferentes visiones y opiniones diversas tanto en la historiografía hispana como en la portuguesa, que de forma personal los encuentro de demasiada poca profundidad, así como quizá en Portugal haya tomado una cierta forma de imaginario colectivo que encuentra en la figura de Carlota Joaquina la de una terrible mujer conspiradora contra todas las políticas de su marido. Quizá demasiado exagerada por los trabajos de algunos autores decimonónicos portugueses como son los ilustres Alexandre Herculano y Oliveira Martins,. A pesar de ello hay que destacar aquí el trabajo de la professora-doctora Francisca L. Nogueira de Azevedo, que publicó en 2007 un excelente trabajo de investigación sobre la correspondencia de la princesa regente y que contiene documentos muy interesantes que nos acercan a la figura de Carlota Joaquina, y que me ha sido imposible de consultar, en Carlota Joaquina: Cartas Inéditas. Casa da Palavra, Río de Janeiro, 2007. 102 Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed.]. Págs. 144-145.

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Fuese o no Carlota Joaquina animada por las negociaciones iniciadas por su esposo, o por las muestras de afecto que le brindaban algunos de los líderes americanos103, la alianza entre ella y el almirante Sidney Smith, los llevó a casi fraguar el establecimiento, al igual que había pasado en el Brasil, de una dinastía metropolitana en sus territorios coloniales. El plan fue, finalmente frustrado tanto por su esposo como por lord Strangford, que vieron respectivamente amenazados sus intereses en la región -D. João por sus intereses en dominar la región de la Plata, clave para el comercio y las comunicaciones con el interior; Gran Bretaña porque había resuelto apoyar el restablecimiento de la dinastía y sus posesiones-. Ambas partes acordarían apartar a Carlota Joaquina y al almirante Smith de la corte, siguiendo el ministro y consejero del rey Sosa Coutinho, las negociaciones para intentar anexionar los territorios del rio de la Plata, los cuales acabarían cayendo en saco roto104. 11. La metrópoli bajo el dominio francés. Guerras peninsulares, revuelta popular, dominio

inglés Con la marcha de la mayoría de los miembros de la Corte, y bajo la orden de no oponer resistencia a la invasión, en Portugal se estableció una regencia de cinco miembros y dos secretarios, presidida por el marqués de Abrantes, que representó a la monarquía portuguesa en las negociaciones de la capitulación. A pesar de todo, la cortesía con la que se recibió a los franceses por parte de las autoridades lusas, no fue correspondida por el joven general Junot, que disolvió el consejo de regencia gobernando, el país como tierra conquistada .Dando rienda suelta al pillaje de sus mal pagados soldados, disolviendo parcialmente el ejército portugués y formando una Legión Portuguesa dirigida por el marqués de Alorna haciéndose con el poder, oficialmente, el 1 de febrero de 1808. Fue entonces cuando se declaró que la casa de Bragança ya no gobernaría en Portugal. Ecos de la decisión llegaron a España, que había colaborado con unos 12.000 hombres en la expedición, siendo uno de los factores que desencadenaría el famoso motín de Aranjuez105. El gobierno de Junot, apoyado por algunos colaboracionistas, transcurrió con cierta tranquilidad hasta que los ecos del dos de mayo madrileño traspasaron las fronteras de Portugal. Fue entonces cuando se produjo una revuelta popular en la ciudad de Porto, donde se aclamó a D. João VI estableciéndose una junta bajo el comando del obispo de la ciudad, que comenzó las hostilidades de una guerra de guerrillas por todo el Norte, sin presencia de las tropas españolas, que se irían retirando después de los diversos acontecimientos surgidos en su país. A esta insurrección de la población del norte, le siguió la intervención británica, cuyas fuerzas desembarcaron en julio, organizándose un ejército conjunto dirigido por Arthur Wellesley –futuro lord Wellington-; éste derrotó a las fuerzas francesas en las batallas de 103 Carlota Joaquina mantendria correspondencia con personajes como el general José Manuel de Goyaneche, el rico comerciante Filipo Contucci, o el intelectual Manuel de Belgrano entre otros destacados miembros, que apoyarán la causa de la princesa regente. Carlota Joaquina: Cartas Inéditas. Casa da Palavra, Segunda Edición, Río de Janeiro, 2007. Consultado on-line en: http://books.google.es/books/about/Carlota_Joaquina.html?id=eYJpAAAAMAAJ&redir_esc=y 104 Werneck Sodré, Nelson. Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed.] Págs. 146-149. 105 Fernandes, Paulo Jorge, et al. As invasões francesas e a Corte no Brasil. Editorial Caminho, Alfragide, 2011. Pág.182.

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Roliça y Vimeiro, obligando a Junot a firmar su rendición, siendo embarcado hacia Francia por buques británicos en septiembre de 1808106, llevándose las tropas francesas y el propio Junot, parte del botín que habían incautado, con el consiguiente malestar por parte de los portugueses, en la conocida como Convención de Sintra. El país, libre del control francés, recuperó la regencia, esta vez dirigida por el marques das Minas, con el indispensable apoyo de los británicos, que reorganizaron el ejército y prepararon la defensa para una más que probable nueva invasión, esta vez dirigidos por otro general británico, Wiliam Carr Beresford. Este, elevado por la regencia portuguesa al grado de mariscal –el máximo en Portugal- obtuvo plenos poderes para organizar el ejército y la administración portuguesa, convirtiéndose así en el hombre más poderoso del país, y a los efectos, en el verdadero gobernante del reino de Portugal hasta 1820107. A esta primera invasión le siguieron dos más –la primera dirigida por el mariscal Soult (1809) y la segunda, esta vez bajo comando del mariscal Masséna (1810-11)- todas repelidas por las tropas del nuevo ejército portugués, que expulsó a los franceses definitivamente de Portugal en 1811 y perseguidos por Welligton, mientras que Beresford retornó a Lisboa para cumplir con las obligaciones de las que había sido investido, primero como militar al servicio de su majestad de la Gran Bretaña y segundo, para con sus nuevos cargos concedidos por la regencia portuguesa108. Las guerras peninsulares provocaron la total destrucción del territorio además del saqueo indiscriminado por parte de los ejércitos que por allí pasaron, sumiendo al país en la ruina de la que tardaría en recuperarse; contando además con el hecho que el país fue gobernado por los británicos109. Estos aspiraban a mantener el status que había imperado en el país hasta la invasión francesa, reprimiendo a todos aquellos que mostrasen alguna inclinación a las ideas liberales, su oposición al absolutismo o su descontento con el consejo de regencia y, sobre todo contra el omnipotente Beresford, ya convertido en vizconde110. Portugal se convirtió –al menos hasta 1815- en un protectorado británico gobernado y controlado por las autoridades inglesas, bajo un manto de legitimidad conferido por el consejo de regencia, que mantenía a Portugal dentro de la esfera de la monarquía en el exilio, que se estaba asentando en su nueva sede de gobierno en América, y que no tenía por el momento intenciones de volver a Europa.

106 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Págs. 398-398. 107 Birmingham, David. Historia de Portugal. Trad. de María Ángeles Martínez García. Ediciones Akal, Madrid, 2005. Pág. 107. 108 de Oliveira Marques. Op. Cit. Pág. 399. 109 A pesar de las opiniones que hablan de una inversión de los papeles entre Portugal y el Brasil, concuerdo más con la opinión del doctor Oliveira Marques de que Portugal más bien se convirtió en un dominio británico que en una colonia del Brasil. Ibíd. Pág. 400. 110 João le otorgaría en 1812 el título de vizconde de Beresford.

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12. Tratado de Navegação e Comerço de 1810. Brasil de 1810 a 1815. Dependencia de Inglaterra, conflictos de la sociedad colonial, problemas económicos

Retomemos los procesos que se estaban desarrollando en Brasil y constatamos la existencia de un nuevo acuerdo comercial en 1810. Habría que señalar que si bien D. João y sus ministros cumplieron con los pactos firmados con los ingleses, declarando la apertura de los puertos a la Gran Bretaña, la contraprestación lusa era considerada en el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Londres, escasa y poco provechosa dadas las circunstancias y los esfuerzos que el país y sus soldados, estaban haciendo en Portugal. La escalada por el control del mercado brasileño exigió de nuevas negociaciones para la revisión del tratado de 1808 que después de duras negociaciones, llevaron a un nuevo acuerdo por el que se fijaba las tasas arancelarias en un 15% para los ingleses tanto en el Brasil como en Portugal. En igual medida se acordó mantener el comercio libre aunque la corte decidiese volver a Portugal con una cláusula que declaraba a Gran Bretaña la nación más favorecida, así como reconociendo todas las garantías del establecimiento de los comerciantes tales como libertad de culto, inmunidad diplomática, la presencia de una autoridad británica para los asuntos de los comerciantes…. Además, se firmaron dos clausulas secretas según las cuales Portugal pagaría una indemnización por los daños causados a los súbditos ingleses en Portugal, así como la concesión por cincuenta años de los enclaves africanos de Bissau y Cachéu en contraprestación de Olivença una vez acabara favorablemente la guerra contra Francia111. Antes de la firma de los nuevos acuerdos, el conocimiento de su contenido provocó críticas en ambos frentes por algunos sectores. Mientras el ministro Canning, en Inglaterra, discrepó de la cláusula que contemplaba la inviolabilidad de los cargamentos de los buques de ambas naciones, aunque ello conllevase a que trasladasen mercancías de algún país enemigo. En la Corte portuguesa, las resistencias radicaron en puntos tales como la libertad de culto y la prohibición de establecer en Brasil el Tribunal de la Santa Inquisición, cuestión que los sacerdotes llevaban reclamando mucho tiempo a la espera de una resolución regia. Sin embargo, la cuestión más importante por cuanto afectaba al sistema productivo de la colonia era la cláusula por la que Portugal se comprometía a la extinción gradual del tráfico de esclavos112. Ello provocó la oposición de los grupos dirigentes azucareros brasileños y constituyó uno de los puntos fundamentales del conflicto entre a Corte y los grandes terratenientes de la colonia. Esta resistencia duró escasos meses –los justos para que el diplomático británico enviase su informe y recibiese nuevas instrucciones- convirtiéndose las negociaciones en un ultimátum por parte inglesa, que la corona nuevamente tendría que aceptar. Firmándose finalmente el 19 de noviembre de 1810 bajo un clima de malestar por parte de los grandes potentados del Brasil, con incidencia especial en el norte, en donde se tomaba el tratado como un nuevo agravio, reafirmando esa desigualdad que las elites nordestinas encontraban –o querían encontrar- en las políticas de la corona fuese desde Lisboa o desde Rio de Janeiro.

111 Werneck Sodré, Nelson. As razões da independência. Editora Civilizaçâo Brasileira, Rio de Janeiro, 1969 [2ª ed.]. Págs. 152-153. 112 Íbid. Pág. 155.

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13. El fin de la colonia. Congreso de Viena, el final de la condición colonial, conflicto entre los “filhos da terra” y los portugueses

La definitiva derrota de Napoleón en Waterloo –si bien Portugal se encontraba libre de amenaza a partir de 1813 y gobernada por el británico Beresford113- despejó toda duda a quienes apostaban por la continuidad de la permanencia de la Corte en Brasil hasta que las condiciones permitiesen el retorno de la real familia. Sin embargo, estos quedarían rápidamente decepcionados por las medidas adoptadas por la monarquía respecto las relaciones colonia-metrópoli, pues Brasil se mantendría sujeta a Portugal, siendo elevada a la categoría de reino en 1815:

Dom João, por graça de Deus, principe regente de Portugal e dos Algarves, d’aquém e d’além mar, em Africa de Guiné, e da conquista, navegação e commercio da Ethiopia, Arabia, Persia e da India, etc. Faço saber asos que a presente carta de lei virem, que tendo constantemente o meu real animo os mais vivos desejos de fazer prosperar aos Estados que a Providencia divina confiou ao meu sobirano regímen: e dando ao mesmo tempo a importancia devida á vastidao e variedade dos preciosos elementos de riqueza que elles em si contêem: e o outrosim reconhecendo quanto seja ventajosa aos meus fieis vassallos em geral uma perfeita união e identidade entre os meus reinos de Portugal e dos Algarves e os meus dominios do Brazil, erigindo estes áquella graduação e categoria política, que pelos sobreditos predicados lhes deve competir, e na qual os ditos meus dominios já foram considerados pelos plenipotenciarios das potencias que formaram o congresso de Vienna, asim no tratado de alliança concluido aos 8 de abril do corrente ano como no tratado final do mesmo congresso; sou portanto servido, e me praz ordenar o seguinte: 1º Que desde a publicação d’esta carta de lei o Estado do Brazil seja elevado á dignidade, preeminencia e denominação de reino do Brazil. 2º Que os meus reinos de Portugal, Algarves e Brazil formen d’ora em diante um só e unico reino, debaixo do titulo de Reino Unido de Portugal e do Brazil e Algarves. 3º Que aos titulos inherentes á corôa de Portugal, e de que até agora hei feito uso, se substitua em todos os diplomas, cartas de leis, alvarás, provisões e actos publicos o novo titulo de principe regente do reino unido de Portugal e do Brazil e Algarves, d’aquém e d’além mar, em Africa de Guiné, e da conquista, navegação e commercio da Ethiopia, Arabia, Persia e da India, etc. E esta se cumprirá, como n’ella se contém. Pelo que mando a uma e outra mesa do desembardo do paço, e da consciencia e órdens, presidente do meu real erario, regedores das casas da supplicação, conselhos da minha real fazenda e mais tribunaes do reino unido, governadores das relações do Porto, Bahia e Maranhão, governadores e capitães generaes e mais gobernadores do Brazil e dos meus dominios ultramarinos, e a todos os ministros de justiça e mais pessôas a quem pertenecer o conhecimento e execução d’esta carta de lei, que a cumpram e guardem, e façam inteiramente cumprir e guardar, como n’ella se contém, não obstante quasquer leis, alvarás, regimentos, decretos ou órdens em contrario, porque todos e todas hei por derogados, para este effeito sómente, como se d’ellas fizesse expressa e individual menção, ficando aliás sempre em seu vigor. E ao doutor Thomás Antonio de Villa Nova Portugal, do meu conselho, desembargador do paço e chanceller mór do Brazil, mando que a faça publicar na chancellaria, e que d’ella se

113 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 423.

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remettam copias a todos os tribunaes, cabeças de comarca e villas d’este reino do Brazil, publicando-se igualmente na chancellaria mór do reino de Portugal, remettendo-se tambem as referidas copias ás estações competentes, registando-se em todos os logares, onde se costuman registrar similhantes cartas e guardando-se o original no real archivo, onde se guardam as minhas leis, alvarás, regimentos, cartas e órdens d’este reino do Brazil. Dada no palacio do Rio de Janeiro, aos 16 de dezembro de 1815.114

La celebración del congreso de Viena con la nueva balanza de poderes instaurada en Europa fue la razón que impulsó al príncipe regente a tomar esta decisión, legalizando tanto a nivel nacional como a nivel internacional –ya que Portugal estaba representado en las sesiones del congreso como potencia aliada de Inglaterra- el fin de la condición colonial del Brasil115. A pesar de esta reformulación de la legalidad del territorio de la corona de Portugal, el país siguió con el mismo sistema administrativo y de gobierno que se había ido construyendo desde la llegada de la corte en 1808, siguiendo la minoría portuguesa la que ostentaba los cargos en todos los puestos de la administración y el ejército, y aumentando irremediablemente el conflicto entre filhos da terra, es decir los brasileños, y los portugueses. Este conflicto se agravaría en los años sucesivos. En palabras del historiador británico Kenneth Maxwell, el conflicto entre brasileños y portugueses –por otra parte algo que podemos ir percibiendo desde los inicios del siglo XVIII, sino antes- era, básicamente, entre comerciantes y productores, entre acreedores y deudores, como los que iniciaron la tentativa separatista de Minas Gerais a finales del siglo XVIII.

14. La definitiva invasión de la Banda Oriental. Brasil y Uruguay 1815-1821). Conflictos en el Rio de la Plata, Buenos Aires, Uruguay, expansionismo lusitano

Las ambiciones lusas –entre las que hay que incluir las de los de las elites brasileñas interesadas- siempre fijaron sus miradas en el territorio al norte del rio de la Plata, donde se desarrollarían numerosos conflictos por este reducido territorio; además, para Brasil, el control de la región permitía también un rápido acceso desde ella a los territorios del interior brasileño; siendo la comunicación hasta entonces la obligación de atravesar el inhóspito sertão. La caída en desgracia de Carlota Joaquina y del carlotismo dio paso a una situación conflictiva clara entre Buenos Aires y la corona portuguesa, por el control de la región que pasaría por distintas etapas. Ya en 1811, la petición de ayuda de un sector de la élite hecha a Brasil motivó la intervención de sus tropas que solo Gran Bretaña pudo frenar116. Esta primera acometida

114 Calvo, Carlos. Colección completa de los tratados, convenciones, capitulaciones, armisticios y otros actos diplomáticos de todos los estados de la américa latina. Tomo sexto, Paris, 1862, consultado en google books: http://books.google.es/books?id=9k4NAAAAIAAJ&pg=PA398&dq=1815+BRASIL&hl=es&sa=X&ei=K5ftUaaFL8HD7Ab0mYHwAg&redir_esc=y#v=onepage&q&f=true 115 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 384. 116 Halperim Donghi, Tulio. Historia Contemporanea de America Latina. Alianza Editorial, Madrid, 2013 [3ª ed.]. Pág. 99.

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luso-brasileña, a la que siguió nuevamente otra tentativa de invasión en 1812 -que nuevamente bajo armisticio forzado por la Gran Bretaña, propició el surgimiento de la República del Uruguay- Finalmente, la decisión consensuada, entre el gobierno de Río de Janeiro y de Londres, de que el Brasil interviniese en la región con tal de mantenerla fuera de la esfera de los revolucionarios de las Provincias Unidas del Río de Plata, que en 1814 sitiaron Montevideo fracasando nuevamente en el intento117. Bajo el mando del General Lécor, y con 5.000 hombres traídos de Portugal –hombres que habían combatido en las guerras peninsulares- hicieron capitular a Montevideo en 1817, que no recibiría el apoyo de Buenos Aires ya que las autoridades argentinas demandaban la integración del territorio a las Provincias Unidas118. El dominio portugués en la región siguió la estela de lo acontecido en la Guayana Francesa hasta 1815. Se mantendría una gobernación militar, respetando las leyes locales y conservando la administración anterior, salvo algunos altos cargos que fueron ocupados por portugueses. A pesar de ello, los movimientos de resistencia surgieron por todo el territorio a modo de guerrilla, aunque poco pudieron hacer contra la presencia de los cuadros del ejército portugués, siendo derrotados definitivamente en campo abierto, en la batalla de Tacuarembó en 1820 y convirtiéndose la región, con la independencia del Brasil en 1821, en una nueva provincia del Imperio -gracias al apoyo del Consejo Municipal de Montevideo- la Provincia Cisplatina, que estaría bajo dominio del Imperio del Brasil hasta 1828.

15. La revolución pernambucana (Brasil, 1817). Liberalismo, republicanismo, desigualdades regionales, crisis económica, anti lusitanismo

De solo 74 días de duración, la república de Pernambuco nos revela los diversos antagonismos que se habían estado fraguando desde la llegada de la familia real en algunas regiones del Brasil. Lisboa, y posteriormente Rio de Janeiro, se habían convertido en los centros del poder aumentando esa sensación de desigualdad regional y de dominio portugués, en la que las aspiraciones autonomistas se habían ido diluyendo cada vez más bajo el dominio directo de las autoridades portuguesas119. A este conflicto entre brasileños –o pernambucanos- y portugueses se le agregó una grave crisis económica, iniciada en 1815 con el restablecimiento de la paz en Europa, que hizo caer los precios de las exportaciones de azúcar, algodón y tabaco, principales productos de la región, tan requeridos por los comerciantes británicos durante la guerra y que ahora llenaban

117 En guerra con la España de Fernando VI y declarandose independientes un año después del Congreso de Viena. 118 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 392. No trataré aquí de los diversos proyectos políticos de los grupos dirigentes uruguayos, unos interesados en incorporarse al Brasil, otros al emergente estado rioplatense, otros proclamando la independencia. 119 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág.71.

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los almacenes de los puertos de Recife de productos sin ningún comprador interesado120; por si ello no fuera suficiente, una grave sequía asoló la región en 1816. Todos esos factores -crisis económica, anti lusitanismo, la propagación de las ideas liberales- se vendrían a encontrar en la revolución de 1817, que serian liderados por una elite ligada a las logias masónicas surgidas en Brasil gracias a la presencia de los británicos. Esta elite estaba compuesta por los grandes terratenientes esclavistas, comerciantes que tenían que competir con los portugueses, así como de gran parte del clero, llamándose comúnmente esta rebelión la Revolução dos Padres. El inicio de la revolución, marcado por el intento del gobernador de Pernambuco de detener a algunos miembros masones, hizo estallar un movimiento popular que tomó el palacio del gobernador y proclamó la república, bajó un gobierno provisional que gobernaría el nuevo estado con una ley orgánica a vistas de aprobar una constitución. En esta ley orgánica se nos revelan los principales ejes del ideario de las elites nordestinas como fueron la libertad religiosa y la igualdad de derechos, aunque sin abordar la liberación de los esclavos, base fundamental de la actividad económica de los grandes propietarios y líderes de la revolución121. La revuelta se extendió por el interior, abarcando las antiguas capitanías de Pernambuco, Alagoas, Paraíba y Rio Grande do Norte, regiones desfavorecidas y unidas por el anti lusitanismo, aunque también con diversas posiciones en torno a la ley orgánica vigente –que esperaba convertirse en ley constitucional-. Además, debemos tener en cuenta las reclamaciones de las clases populares, que veían en la revolución una oportunidad para conseguir la igualdad, incluso en forma de cooperación interracial, y la ruptura social, que se contrapusieron al ideario liberal-esclavista de los líderes de la revuelta122. La República, que tuvo corta vida -en parte debido a los conflictos entre los grupos que la apoyaban allí- también intentó, sin éxito, el reconocimiento por parte de los Estados Unidos de América, Inglaterra y Francia, vio la caída de Recife en mayo de 1817. Los líderes fueron ejecutados y otros fueron condenados a penas de prisión; estos últimos serían liberados dos años después, tras la llamada la revolución de Porto de 1820123, y liderarían la independencia bajo la monarquía de D. Pedro I de 1820, renunciando a sus ideales republicanos.

120Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 385. 121 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 252. 122 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Op.Cit. Pág. 386. 123 Entre los que saldría entonces de prisión, destaca la figura de Muniz Tavares, que seria uno de los diputados que marcharian hacia Lisboa para la confección de la nueva constitución.

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16. La revuelta de la antigua metrópoli (Portugal y Brasil 1817-1821). Conspiración masónica de 1817, revolución de Porto 1820, liberalismo, retorno de la monarquía

Los hechos del nordeste brasileño encontraron eco en el Portugal de posguerra, que se enfrentaba a una muy dura crisis. Sin capacidad de respuesta ante los acontecimientos que ocurrían más allá del Atlántico, en medio de una grave crisis económica provocada en buena medida por el fin del monopolio comercial, debiendo hacer frente a la concurrencia de Gran Bretaña por el comercio con el Brasil y dominados por un oficial inglés, el descontento estaba garantizado. El mismo año de la revolución pernambucana, en Portugal se descubrió una conspiración para derrocar al vizconde de Beresford, por parte de algunos miembros de la francmasonería portuguesa, que se había introducido en el país gracias a la presencia de británicos y franceses, y que se convertiría en uno de los principales actores políticos del siglo XIX portugués. La conspiración de 1817, bastante similar en las formas de las inconfidencias habían surgido y sido reprimidas a finales del siglo XVIII en el Brasil, contaba con la novedad que sus miembros pertenecían a la logia del Grande Oriente Lusitano; sabemos que su gran maestre había sido uno de los ejecutados entonces, Gomes de Freire Andrade. Este había sido un oficial que había servido bajo las ordenes de Napoleón y se convirtió en el imaginario portugués en un mártir del dominio británico en Portugal124. La revolución en Portugal acabaría estallando en 1820. Fue Porto –al igual que durante la dominación francesa del país en 1808- la que inició el movimiento, siendo esta vez liderada por los comerciantes de la ciudad, miembros de una sociedad secreta llamada Sinédrio125, que aprovechando la ida de Beresford al Brasil, donde pretendía que D. João lo invistiese de más poder para poder maniobrar la delicada situación de su reino, se proclamaron contrarios a la ocupación británica el 24 de agosto. En Lisboa, -que se pronunció el 15 de septiembre- a diferencia de Porto, donde la revolución era comandada por los grandes comerciantes, serían los soldados quienes encabezarían la revuelta, seguidos finalmente por los comerciantes. El movimiento, inspirado en el pronunciamiento del general Rafael de Riego en España126, tuvo en Portugal su imitación de una forma mucho más conservadora en su programa político, resultando de la reunión realizada en Coímbra por los líderes de las dos ciudades una Junta Provisional que convocaría unas cortes constituyentes127.

124 Birmingham, David. Historia de Portugal. Trad. de María Ángeles Martínez García. Ediciones Akal, Madrid, 2005. Pág. 117. 125 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 471. 126 Que se inició el 1 de enero de 1820 en Cabezas de San Juan, proclamando la constitución de Cádiz de 1812. 127 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Primera Edición, Madrid, 1995. Pág. 72.

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El movimiento, que sería constitucionalista al defender la aprobación de una constitución, se extendería al Brasil, donde las tropas se alzaron a favor del movimiento en ciudades como Belem o Salvador –el nordeste brasileño- instituyendo juntas de gobierno. En Rio de Janeiro surgió también un movimiento de soldados que forzó a D. João a instituir Juntas de Gobierno allá donde no existieran -gracias a la intercesión de su hijo D. Pedro que, ya desde el inicio simpatizó con el movimiento- que defendieran las posiciones del movimiento frente a Lisboa128. La ideología del movimiento constitucionalista, si bien seguía mayoritariamente los puntos esgrimidos por el liberalismo internacional del momento, incluía también algunos principios meramente portugueses. Asentaba el derecho a la propiedad privada, la total sumisión a las leyes realizadas por las cortes o la constitución, el derecho a un juicio justo, la erradicación de la censura -punto que quedó concordado en Coímbra con la todopoderosa Iglesia, siempre que no ultrapasase los límites de la moralidad cristiana- derecho a la igualdad de oportunidades en los cargos administrativos, la abolición de la tortura, de los derechos feudales. Se proclamaba que la soberanía de la nación recaía en los ciudadanos, la división tripartita de los poderes, y la unión inseparable de la iglesia y del estado bajo el dominio de una monarquía constitucional hereditaria129. Los revolucionarios reclamaron el retorno del rey –D. Maria I falleció en 1816- y de toda la familia real a Portugal, para jurar la nueva constitución. El monarca adoptó, inicialmente, una solución de compromiso consistente en enviar a su heredero, D. Pedro, con plenos poderes. Esto no satisfizo a los liberales de ambos hemisferios, optando finalmente D. João VI por preparar su regreso, después de trece años de estadía en el Brasil, en abril de 1821. Mientras la Corte hacía el camino de vuelta hacia la colonia, se llevaron a cabo las elecciones de los diputados representantes del Brasil en las Cortes –donde del total de 181 miembros, 100 correspondían a Portugal, 68 al Brasil y 16 al resto de territorios de ultramar130-. Fueron elegidos algunos destacados miembros de la revolución pernambucana de 1817 tales como Cipriano Barata (Bahía), Muniz Tavares (Pernambuco) i Antonio Carlos Ribeiro de Andrada (São Paulo)131. En el Brasil quedó entonces una regencia liderada por el infante D. Pedro, en un ministerio separado, solución que la tradición popular de ambos países atribuye a D. João IV, señalando su habilidad política con las palabras dirigidas por el rey a su hijo, de que antes que un aventurero comandase los destinos del Brasil, fuese él quien liderase la futura independencia del Brasil132. Previsión o no de los acontecimientos futuros por parte del rey portugués, lo cierto es que una vez embarcada la familia real hacia Europa, y con los diputados brasileños 128 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Primera Edición, Madrid, 1995. Pág. 73. 129 de Oliveira Marques. A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 472. 130 Ibid. Pág. 426. 131 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 73. 132 Birmingham, David. Historia de Portugal. Trad. de María Ángeles Martínez García. Ediciones Akal, Madrid, 2005. Pág. 120.

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aun preparándose para salir hacia Portugal, las cortes en Lisboa comenzaron su actividad política. Las medidas tomadas por ellas provocaron, ya desde el inicio, un profundo descontento en la colonia. Entre otras decisiones, las Cortes determinaron la subordinación de todos los gobiernos provinciales a Lisboa, iniciaron las gestiones para revocar los tratados con Inglaterra –algo de lo que los grandes terratenientes brasileños se estaban beneficiando-, así como la sujeción a las cortes de la regencia de D. Pedro; la razón fundamental esgrimida por los diputados lusos fue que debía acabarse con el poder absoluto del que disponía el joven príncipe133. Estas medidas, tomadas unos días después de la salida del monarca, se completaron con los decretos del 29 de septiembre de 1821. Estos, que mostraban el interés de los legisladores portugueses por la “recolonización” del Brasil, causaron un profundo impacto en el Brasil y en el propio príncipe D. Pedro, que había mostrado sus simpatías desde un inicio por la causa liberal. Mientras, en Lisboa, se daban pasos significativos para cerrar los puertos a la concurrencia extranjera, siendo el Brasil considerado o natural desembocadouro dos géneros de Portugal134. El conflicto entre la minoría brasileña frente a los intereses de Portugal por reconducir la debilitada situación del comercio ultramarino -en palabras del doctor David Birmingham, de retroceder las manijas del tiempo- se hizo evidente en los fuertes debates135. Al final se hizo evidente la unión de los diputados brasileños en un frente común, a pesar de sus diferencias casi históricas. Las resoluciones del 29 de septiembre, en su última sesión votarían finalmente una resolución en la que se intentaría poner fin a la situación de “excepcionalidad”, que para los diputados lusos tenía la existencia del reino del Brasil, siguiendo un programa de tres escuetos puntos que pondrían fin a la amenaza que constituía la permanencia del príncipe D. Pedro en Rio de Janeiro:

As Cortes Gerais Extraordinárias e Constituintes da Nação portuguesa havendo decretado em data de hoje a forma de governo e administraçã pública das províncias do Brasil, de maneira que a continuação da residência do Príncipe Real no Rio de Janeiro se torna não só desnecessária, mas até indecorosa à sua alta jerarquia; e considerando juntamente quanto convém aos interesses da Nação, que Sua Alteza Real viaje por alguns países ilustrados, a fim de obter aqueles conhecimentos, que se fazem necessários para um dia ocupar dignamente o trono português: mandam respeitosamente participar a El-Rei, que têm resolvido o seguinte:

1º Que o Príncipe Real regresse quanto antes para Portugal

133 Halperim Pereira, Miriam. Portugal no século XIX. Revolução, finanças e dependência externa. Livraria Sá da Costa Editora, Lisboa, 1979. Pág. 88. 134 Intervención del diputado Pereira do Carmo el 4 de Enero de 1822 en Halperim Pereira, Miriam. Portugal no século XIX. Revolução, finanças e dependência externa. Livraria Sá da Costa Editora, Lisboa, 1979. Pág. 98. 135 El enfrentamiento verbal fue constante y se oyeron lindezas tales como definir al Brasil como una tierra de monos, bananas y negros recogidos de la costa de Africa que demuestran el profundo desconocimiento de los diputados del Brasil.

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2º Que Sua Alteza Real, logo que chegue a Portugal, passe a viajar incógnito às Cortes e Reinos de Espanha, França, e Inglaterra, sendo acompanhado por pessoas dotadas de luzes, virtudes, e adesão ao sistema constitucional, que para esse fim sua Majestade houver por bem nomear. Paço das Cortes em 29 de Setembro de 1821. –João Maria Soares de Castello Branco, Presidente. –António Ribeiro da Costa, Deputado Secretário; João Baptista Felgueiras, Deputado Secretário136.

17. La independencia (Brasil 1822-1824). Tensiones entre el Brasil y Portugal, D. Pedro, los

“padres” de la revolución Las noticias llegadas a inicios de 1822 al Brasil dieron alas a los grupos más “nacionalistas” quienes plantearon la definitiva separación de Portugal, centrando sus esfuerzos en que el joven príncipe D. Pedro, de por entonces veintitrés años, permaneciese en América137. Entre los miembros más destacados de las juntas de Rio y de São Paulo figuraron los hermanos António Carlos, Martim Francisco y José Bonifácio de Andrada, futuros líderes de la independencia. Este último, José Bonifacio de Andrada, nacido en Santos en 1763 – y como muchos de otros miembros de las clases adineradas brasileñas- cursó sus estudios en la Coimbra reformada por Pombal. Habiendo desempeñado algunos cargos en la administración en Portugal, se encontraba después de casi toda su vida en Europa, de regreso al Brasil, siendo él el escogido primero para desempeñar el cargo de consejero del rey de 1819 a 1820 y posteriormente presidente en la Junta de São Paulo. De extrema importancia en el pensamiento de las elites liberal-conservadoras del país, José Bonifácio defendía para el gobierno del Brasil una monarquía constitucional que restringiese la representación a las clases dominantes e ilustradas. Estas ideas lo convirtieron en el principal ideólogo de la independencia y por ello ha sido considerado el “patriarca” del Brasil138. La influencia de los paulistas en las decisiones de D. Pedro frente a los intentos de “recolonización” lisboetas, se tradujo en el envío de una misiva rogándole que permaneciese en el Brasil139. Esta fue la decisión tomada por el infante el 9 de enero de 1822, fecha conocida como el día do fico140, que dio inicio al movimiento de ruptura, siguiendo los postulados de la corriente liderada por José Bonifácio. Este contó con el apoyo de muchos miembros de los grupos dirigentes socioeconómicos; no podemos olvidar que estos recordaban aún lo acontecido en Haití y trataban de evitar el extremismo de una revolución con la participación

136 Intervención del diputado Pereira do Carmo el 4 de Enero de 1822 en Halperim Pereira, Miriam. Portugal no século XIX. Revolução, finanças e dependência externa. Livraria Sá da Costa Editora, Lisboa, 1979. Pág.92-93. 137 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 74. 138 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 257-259. 139 Halperim Pereira, Miriam. Portugal no século XIX. Revolução, finanças e dependência externa. Livraria Sá da Costa Editora, Lisboa, 1979. Págs. 94-96. 140 Traducido literalmente como “el dia del me quedo”.

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de esclavos y sectores populares para quienes la independencia se asociaba a la idea de república y de una reforma social significativa141. Fue así que el príncipe D. Pedro aceptó convertirse en Defensor Perpétuo do Brasil, título concedido por el Consejo Municipal de Rio de Janeiro a inicios de 1822, desobedeciendo las órdenes que le habían llegado de Portugal. Los grupos de presión cariocas no tardaron en pedir al príncipe la creación de una asamblea, con poderes para establecer las alteraciones que se requiriesen para la constitución que a pesar de las aposiciones de los diputados brasileños se iba a redactar en Portugal. Una petición que instaba a la creación de una asamblea constituyente en toda regla al otro lado del Atlántico, para indignación de los diputados portugueses, que rompía con la exclusividad e imposición del texto constituyente aprobado en Lisboa142. El entendimiento entre los diferentes grupos brasileños –de mayoría conservadora pero también con la presencia de miembros liberales y fervientes monárquicos preocupados con los acontecimientos de Portugal- y el príncipe regente dio la oportunidad a este para proteger sus poderes como el monarca absoluto que aspiraba a ser. Para el joven príncipe, su tierra natal significaba el enemigo que le despojaría de todas las autoridades de las que gozaría quedándose en el Brasil143. Los hechos que se sucedieron en los primeros meses de 1822 llevaron a la total ruptura con la metrópoli. Tras el Fico, D. Pedro nombró a José Bonifacio como Ministro de la Regencia, siendo el antiguo profesor de la universidad de Coímbra, el encargado de recibir las órdenes que llegaban desde Lisboa y someterlas a su decisión desde el mismo 9 de enero. La asamblea constituyente brasileña se estableció, finalmente, el 3 de junio mientras la masonería de Rio de Janeiro –aunque de mayoría republicana y a la que los hermanos Andrada así como otros miembros del nuevo gabinete de la regencia pertenecían- introdujo a D. Pedro en esta sociedad secreta, de la que fue finalmente nombrado como gran maestre unos meses después de la declaración de la independencia, siendo también uno de los principales activos en la ruptura con Portugal144. Con estas medidas, convirtiéndose el príncipe regente y defensor perpetuo de los brasileños en el principal enemigo del liberalismo y la constitución que se estaba fraguando en Lisboa, las cortes portuguesas emitieron un decreto por el que se le despojaba de los poderes de regente del reino del Brasil –considerándolo como un gobernador sometido a la autoridad de las cortes y de Portugal- así como conminándolo a detener a los miembros del su gobierno que habían firmado la petición de que permaneciese en el Brasil. El decreto llegó a Río el 28 de agosto y fue comunicado al príncipe el 7 de septiembre en el arroyo de Ipiranga, en las cercanías de São

141 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Op. Cit. Pág. 75. 142 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 422-423. 143 Guilherme Mota, Carlos [et al...] Historia de Brasil: Una Interpretación. Trad: José Manuel Santos Pérez. Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca, 2009. Pág. 257. 144 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Op.Cit. Pág.424.

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Paulo, donde profirió el grito de Ipiranga, dando formalmente inicio a la independencia del Brasil145, y publicando el famoso Manifesto aos Brasileiros del 1º de Agosto de 1822:

Não temais as nações estrangeiras. A Europa que reconheceu a independencia dos Estados Unidos e que ficou neutra na luta das colónias espanholas, não pode deixar de reconhecer a do Brasil, que com tanta justiça e tantos meios e recursos, procura também entrar na grande familia das nações146.

145 Guilherme Mota, Carlos [et al...]. Op.Cit. Pág. 270. 146 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Pág. 426.

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Conclusiones La independencia fue bien acogida en la mayoría de regiones brasileñas, salvo algunos casos en los que, constatamos, había fuerte concentración de tropas portuguesas –entre ellas Baía y la Provincia Cisplatina- produciéndose algunas refriegas poco significativas147. Si bien siempre se ha considerado la independencia del Brasil, como la menos sangrienta de las revoluciones americanas, los debates se han centrado extensamente sobre el hecho mismo de la independencia. Hemos constatado la existencia de tres tesis sobre las razones de la independencia del Brasil. La primera tesis, sostenida entre otros por Tulio Halperin Donghi148, pone énfasis en una independencia liderada por Inglaterra con el apoyo de unos grupos dirigentes mayoritariamente monárquicos. Una segunda tesis –sostenida, entre otros, por Antonio de Oliveira Marques149 y, en menor medida, Miriam Halperim Pereira150, sostiene que la ruptura con la metrópoli fue consecuencia de los intentos de recolonización de las Cortes liberales portugueses. Finalmente, la tercera –en la que se encuentran -Beatriz Nissa da Silva, Kenneth Maxwell, y en cierta forma Boris Fausto151 - sostiene que los acontecimientos de 1822, son una continuidad de los desarrollados en 1808 y 1816, siendo la elite promotora de la independencia la que buscó un modelo que no pusiese en peligro la estabilidad territorial ni el orden socioeconómico vigente, y vinculase la economía brasileña a la economía internacional. Intentando formalizar estas tres vías, vinculándolas a la bibliografía a la que he tenido acceso, de forma personal considero que la última tesis, defendida por tres historiadores del Brasil –Maxwell, aunque de origen británico su área de estudio principal está en el Brasil- quizá sea la más aproximada. Si observamos con detenimiento los hechos desde la llegada de la corte, las medidas emprendidas y los intereses de los potentados brasileños, llegan a un punto de entendimiento máximo, a pesar de las tensiones, solamente roto por los acontecimientos en Portugal y las medidas que las cortes constituyentes emprenderán. Es por tanto que si bien la acción de los diputados portugueses enciende la chispa, la separación de Brasil de la metrópoli ya se había producido casi al llegar el príncipe regente a Baía, constituyendo este –en mi modesta opinión- el punto de ruptura el decreto de apertura al comercio con Inglaterra en 1808, el que rompe con las relaciones económicas entre uno y otro lado del Atlántico, sustento básico de las relaciones de dominio portugués. Consiguiendo así la ansiada apertura comercial a nivel internacional por algunos grupos ilustrados y productores, que solo se verá en verdadero peligro con las medidas emprendidas por las cortes constituyentes de Lisboa.

147 Fausto, Boris. Brasil, de colonia a democracia. Trad. de Teresa Rodríguez Martínez. Alianza Editorial, Madrid, 1995. Pág. 74. 148 Halperin Donghi, Tulio. Historia Contemporanea de America Latina. Alianza Editorial, Madrid, 2013 [3ª ed.]. Pág. 135. 149 de Oliveira Marques, A.H. Breve História de Portugal. Editorial Presença, Séptima Edición, Lisboa, 2009 [7ª ed.]. Pág. 423 150 Halperim Pereira, Miriam. Portugal no século XIX. Revolução, finanças e dependência externa. Livraria Sá da Costa Editora, Lisboa, 1979. Pág. 88. 151 Nissa da Silva, Maria Beatriz (coord.) [et al…] Nova História da Expansão Portuguesa. O Império Luso-Brasileiro (1750-1822). Editorial Estampa, Lisboa, 1991. Págs. 78-79 y 429.

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En todo caso, lo que sí es cierto es que la implicación de las masas populares en el movimiento de independencia sería muy poco significativa en la coyuntura de 1822. Surgió entonces el Imperio del Brasil –reconocido por Portugal en 1825-, estado controlado por unos grupos dirigentes conservadores que necesitaban una figura de autoridad al frente del gobierno del país, que garantizase el orden social y económico vigente. En caso contrario, esto es, las soluciones más democráticas supondrían, probablemente, la destrucción del sistema económico-productivo del país (básicamente la esclavitud). Tampoco hay que olvidar un substrato poblacional importante que aún se sentía ligado a Portugal, y que veía en la figura del Bragança, al menos la de un rey que a los efectos tendría en un futuro la capacidad de reinar también sobre su país natal, quedando en la recamara pues, un proyecto de reunificación bajo la figura de Pedro I, que finalmente no se fraguó, dejando el monarca a su hijo D. Pedro II, como futuro emperador del Brasil y a su hija como reina de Portugal, con el título de D. Maria I.

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• Castro Oury, Elena. La Guerra de la Independencia Española. Primera Edición, Ediciones Akal, Madrid, 1995. http://books.google.es/books?id=9k4NAAAAIAAJ&pg=PA398&dq=1815+BRASIL&hl=es&sa=X&ei=K5ftUaaFL8HD7Ab0mYHwAg&redir_esc=y#v=onepage&q&f=true

• D.Luís da Cunha (1662-1749). O “oráculo” da política.: http://www.bnportugal.pt/index.php?option=com_content&view=article&id=753:exposicao-d-luis-da-cunha-1662-1749-o-oraculo-da-politica-5-dez-&catid=162:2012&Itemid=785

• Nogueira de Azevedo, Francisca. Carlota Joaquina: Cartas Inéditas. Casa da Palavra, Río de Janeiro, 2007 [2ª ed.] :http://books.google.es/books/about/Carlota_Joaquina.html?id=eYJpAAAAMAAJ&redir_esc=y

• Oliveira Martins, J.P. História de Portugal. Tercera Edición, Viuva Bertrand, Lisboa, 1882. digitalizado por la Biblioteca Nacional de Portugal: www.purl.pt/217/1

• A Corte portuguesa no Brasil: www.portalsaofrancisco.com.br/alfa/corte-portuguesa-do-brasil/corte-portuguesa-no-brasil-3.php.

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