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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE HONDURAS
“NUESTRA SEÑORA REINA DE LA PAZ”
CAMPUS SAN PEDRO Y SAN PABLO
CÁTEDRA UNESCO
INSEGURIDAD CIUDADANA
EN JÓVENES DE SAN PEDRO SULA
Presentan:
Doris Canales de Reynaud, Ph. D.
Arlin Martínez Vásquez, Ph. D.
Docentes Universidad Católica de Honduras “Nuestra Señora Reina de la Paz”
Campus San Pedro y San Pablo.
SAN PEDRO SULA, MARZO 23, 2012.
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TABLA DE CONTENIDO P.
INTRODUCCIÓN 4
CAPÍTULO
I
DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA DE
INVESTIGACIÓN 7
CAPÍTULO
II
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE
INVESTIGACIÓN 10
CAPÍTULO
III
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN 10
3.1 Objetivo General 10 3.2. Objetivos Específicos 10
CAPÍTULO
IV
MARCO CONTEXTUAL 11
4.1 La Inseguridad: el escenario mundial 11 4.2 La Inseguridad Ciudadana en Latinoamérica 13 4.3 La Inseguridad Ciudadana en Honduras 15
CAPÍTULO
V
FUNDAMENTOS TEÓRICOS 23
5.1 Definición de Inseguridad Ciudadana 23
5.2 Factores que influyen en la percepción de la inseguridad 26
5.3 Factores personales asociados a la inseguridad 28
5.4 Victimización 28 5.5 Inseguridad y Estrés 29 5.5.1 Breve historia y antecedentes del concepto estrés 32
CAPÍTULO
VI
VARIABLE DE ESTUDIO 35
6.1 Operacionalización de la variable 35 6.2 Diagrama Sagital 36
CAPÍTULO
VII
HIPÓTESIS 37
CAPÍTULO
VIII
EL INSTRUMENTO DE MEDICIÓN 38
8.1 Construcción del Instrumento de medición 38 8.2 Descripción de las escalas del Cuestionario de Inseguridad
Ciudadana (CIU) 38
8.3 Aplicación y Evaluación del CIU 39 8.4 Elaboración e interpretación del perfil 39 8.5 Evaluación de la validez del instrumento 40 8.6 Evaluación de la confiabilidad del instrumento 41
CAPÍTULO
IX
TAMAÑO DE LA MUESTRA 42
9.1 Criterios de las Unidades Muestrales 42 9.2 Descripción de la Muestra 42
CAPÍTULO
X
CAPÍTULO X. PLAN DE ANÁLISIS 44
10.1 Libro de Códigos 44
3
10.2 Matriz de Datos 45 10.3 Pruebas Estadísticas a Utilizar 45
CAPÍTULO
XI
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE DATOS 47
CAPÍTULO
XII
DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS A LA LUZ DEL MARCO
TEÓRICO 50
CAPÍTULO
XIII
CONCLUSIONES 53
BIBLIOGRAFÍA 55 ANEXOS 61
4
INTRODUCCIÓN
La inseguridad ciudadana es uno de los grandes problemas que enfrentan
muchos países del mundo, para América Latina es un tema fundamental a resolver y es
una situación vivida con gran preocupación por los habitantes de Honduras, un país
centroamericano que por el momento está ubicado entre los cuatro países más violentos
del mundo y donde, según datos del Comisionado de Derechos Humanos, en los últimos
11 años la violencia ha dejado 46 mil 450 muertes, añadiendo a lo anterior que en el año
2011 hubo siete mil 104 homicidios, un promedio de 558 mensuales, lo que equivale a
19 diarios, o uno cada 74 minutos, lo cual constituye una crisis de seguridad pública.
En un contexto de este tipo, la percepción del miedo es un fenómeno
experimentado diariamente por los hondureños; específicamente, como lo demuestra
esta investigación, lo experimentan los jóvenes universitarios sampedranos, ya que la
posibilidad de robos, asaltos, homicidios, forman parte de lo que diariamente se discute
en los diferentes espacios como la familia, el vecindario, los centros de estudio o
trabajo.
La situación anterior atenta contra los Derechos Humanos de los ciudadanos
hondureños, específicamente en lo que respecta al Artículo 3 y el tema de seguridad, ya
que el poder vivir sin miedo en las ciudades es una condición fundamental para el
bienestar del ser humano.
La inseguridad ciudadana puede ser objetiva o subjetiva, en esta investigación
se estudia esta última; interesa conocer el nivel de inseguridad ciudadana que
experimentan los jóvenes universitarios de San Pedro Sula, así como determinar si en
cuanto al nivel de inseguridad ciudadana, existen diferencias de género en las áreas
afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual. Para finalizar se desea establecer el nivel
de victimización/no victimización en los jóvenes universitarios.
El presente documento está dividido en trece capítulos. En el primero de ellos se
delimita el problema de investigación, se realiza un breve recorrido sobre la situación de
inseguridad ciudadana en diferentes países, se expone el punto de vista de algunos autores
y se considera la importancia de estudiar el nivel de inseguridad ciudadana que
experimentan los jóvenes universitarios de San Pedro Sula.
5
El segundo capítulo, plantea el problema de investigación. El capítulo tres establece
los objetivos de la investigación: determinar el nivel de inseguridad ciudadana en
jóvenes universitarios de la ciudad de San Pedro Sula, así como establecer si en cuanto
al nivel de inseguridad ciudadana, existen diferencias de género en las áreas: afectivo,
cognitivo, fisiológico y conductual, para al final conocer si existen diferencias en el
nivel de victimización/no victimización en los jóvenes universitarios.
El Marco Contextual se desarrolla en el capítulo cuatro, en él se hace referencia a la
situación de inseguridad ciudadana en el mundo, en América Latina y específicamente en
Honduras, exponiendo los diferentes puntos de vista que una serie de autores han
desarrollado hasta el momento sobre este tema.
En el capítulo cinco, se hace referencia al fundamento teórico de la variable de
estudio, tanto en su definición, como en los factores que influyen en la percepción de la
misma, se precisa el concepto de victimización y se establece la relación entre inseguridad
y estrés.
La variable de estudio se presenta en el capítulo seis, tanto en su definición
conceptual como operativa y adicionalmente se esboza el diagrama sagital.
El capítulo siete plantea las hipótesis de investigación. El instrumento de medición,
con el cual se recolecta la información, se describe en el capítulo ocho; también se hace
referencia a la confiabilidad y validez del mismo.
El tamaño de la muestra, su descripción y los criterios de las unidades muestrales se
detallan en el capítulo nueve.
El plan de análisis, en el capítulo diez, muestra cómo vaciar en el libro de códigos la
información obtenida a través del instrumento de medición, el capítulo también hace
referencia a la prueba estadística utilizada.
El capítulo once está destinado al análisis e interpretación de datos, en él se da
respuesta a los objetivos planteados y a las hipótesis de investigación, se realiza la
comparación de Medias de Muestras Independientes, utilizando la U de Mann-Whitney.
6
El capítulo doce corresponde a la discusión de los resultados de la investigación a la
luz del marco teórico. Para finalizar, el capítulo trece expone las conclusiones.
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CAPÍTULO I
DELIMITACIÓN DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
En los últimos años muchos países han experimentado un aumento de la
violencia, delincuencia, criminalidad e inseguridad. En los países latinoamericanos, el
acrecentamiento de la criminalidad y el sentimiento de inseguridad representan uno de los
principales problemas sociales que se deben enfrentar.
En relación a lo anterior, el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), en su
informe del año 2011, dio a conocer su Índice de Paz Global con una nueva advertencia
sobre la situación global. Alertó que el mundo fue "menos pacífico" el año 2011
debido, entre otras cosas, al terrorismo global y las manifestaciones violentas. Según
este informe, entre las naciones menos pacíficas del continente americano, sobre un
listado de 153 países, figura Honduras, con un Índice de Paz Global de 117.
El Artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948)
reconoce el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de la persona. Tomando en
consideración lo expresado en párrafos anteriores, el tema de seguridad puede
cuestionarse en un país como Honduras, donde se percibe un incremento del crimen y
la delincuencia de tal manera que una de cada tres personas (32%) reporta que ha sido
víctima como consecuencia de la inseguridad; así lo dio a conocer la Consultoría
Interdisciplinaria en Desarrollo (CID-Gallup) en su encuesta de opinión pública
Honduras, número 65, en mayo del 2007.
Sillano, Greene & Ortuzar (2006) comentan en su investigación que la sensación
de inseguridad ciudadana es muy dañina para la calidad de vida de los habitantes, tanto
o más que el crimen mismo, y que en función de esta situación las personas cambian sus
hábitos de vida lo cual puede llevar a un impacto político y económico en los países.
Leal, Añez & Morín en 1999 (citados en Ojeda Mercado), consideran que en el
nivel colectivo, es posible observar un aumento en la inseguridad social que se da en los
entornos urbanos, generada por el hecho de estar constantemente expuestos al riesgo de
ser objeto de una violencia social en sus múltiples manifestaciones.
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Para Vozmediano, San Juan & Vergara (2008) es importante tomar en
consideración el punto de vista de Hale (1995), para quien algunas de las principales
consecuencias de esa inseguridad señalada por la investigación son: fractura del sentido
de comunidad, abandono de los espacios públicos, actitudes favorables a políticas
penales más punitivas, efectos psicológicos negativos a nivel individual y cambio de
hábitos (adoptar medidas de seguridad, evitar transitar por ciertas zonas).
Ojeda Mercado (op.cit) sostiene que cuando se habla de inseguridad a nivel
individual es necesario distinguir entre la inseguridad objetiva y la inseguridad
subjetiva. La primera consiste en la probabilidad real de ser víctima de un delito, lo cual
depende de variables tales como la edad, el género, el lugar de residencia, la pertenencia
a una clase social y hace referencia a la inseguridad subjetiva, como producto de las
percepciones de victimización por parte de ellos mismos.
Vuanello (2006) manifiesta que esa inseguridad subjetiva se va transformando
en un estado físico y mental particular que va afectando al individuo. Argumenta la
investigadora que ese sentimiento de inseguridad perturba a los habitantes de modo
distinto a cualquier otro hecho traumático, ya que los hechos traumáticos no se repite
en el mundo real, pero en el caso de la inseguridad, los medios de comunicación, las
interacciones sociales en general, contribuyen a revivir las situaciones estresantes y en
palabras de esta investigadora ese “estado de revictimización actúa como un reforzador
de una serie de síntomas como: alteración del sueño, falta de energía, cansancio
generalizado, relaciones sociales dificultosas, ideas negativas especialmente sobre el
futuro, ansiedad, problemas de concentración y memoria”. Como consecuencia de esta
situación, las personas toman distancia, se encierran en sus casas, debido al miedo y al
recuerdo de imágenes de situaciones que se presenciaron, o bien fueron contadas por
otros o se transmitieron a través de diferentes medios de comunicación.
Medina (2003) sostiene que un término equivalente en la literatura a la
inseguridad subjetiva es el de miedo al delito. Este autor destaca que implícito en su
definición se encuentra el reconocimiento de algún peligro potencial. Interesa conocer
entonces si el miedo es mayor que la posibilidad real de ser víctima, por ese miedo que
se ha generalizando debido a las experiencias de que se van transmitiendo.
9
Carrión (2002) afirma que el grupo poblacional masculino ubicado entre los 15 y
los 25 años se convierte en el segmento de la población más afectado por la violencia,
en tanto víctimas y victimarios; con lo cual la juventud asume la condición de principal
actor de las violencias, en cuanto agente y víctima.
Tomando en cuenta lo anterior, un grupo interesante de ser analizado ante el
tema de la inseguridad ciudadana es el grupo de jóvenes. Específicamente en este
trabajo se investiga al joven universitario, el cual intenta abrirse camino en nuevo
ambiente donde ya no se siente tan protegido como lo estaba en su escuela secundaria o
sobre todo en su ambiente familiar y debe integrarse a un nuevo contexto donde
necesita buscar un equilibrio entre sus necesidades de libertad, independencia, pero
también de apoyo y seguridad.
La inseguridad subjetiva afecta tanto social como individualmente, puede
impresionar de diferente manera a jóvenes, adultos o ancianos, a hombre y mujeres; con
respecto al género, las respuestas emocionales pueden ser analizadas a nivel de estrés,
ansiedad (como respuesta al estrés) manifestado a diferentes sistemas: afectivo,
cognitivo, fisiológico y conductual. Este tipo de inseguridad subjetiva es el que se
intenta analizar en la presente investigación, utilizando para ello como instrumento de
medición el Cuestionario de Inseguridad Ciudadana (CIU) de Vuanello, que como ella
lo expresa, es “un instrumento fiable, válido y preciso de evaluación psicológica para la
medición específica de la inseguridad ciudadana y una herramienta adecuada para
poder conocer y/o prevenir las consecuencias del estrés que puede suscitar la violencia”.
Tomando en cuenta todo lo anterior, en esta investigación interesa medir el nivel
de inseguridad ciudadana subjetiva de los jóvenes universitarios, por lo que deberá
interpretarse así a partir de este momento.
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CAPÍTULO II
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
El problema concreto que se desea investigar es:
Determinar el nivel de inseguridad ciudadana en jóvenes universitarios de la
ciudad de San Pedro Sula.
CAPÍTULO III
OBJETIVOS DE INVESTIGACIÓN
3.1 Objetivo General
Determinar el nivel de inseguridad ciudadana en los jóvenes universitarios
sampedranos.
3.2. Objetivos Específicos
Determinar si existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre
hombres y mujeres.
Determinar si en cuanto a inseguridad ciudadana existe diferencia en el área
afectiva, cognitiva, fisiológica y conductual entre hombre y mujeres.
Determinar si existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre
víctimas y no víctimas.
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CAPÍTULO IV
MARCO CONTEXTUAL
A continuación se expone el marco contextual de la presente investigación, se
presentan algunos datos y trabajos sobre la inseguridad ciudadana en el campo
mundial, latinoamericano y nacional.
Una de las principales características de las sociedades modernas es que se vive
en un mundo en el que la extensión de la violencia se ha desbordado; el sentimiento de
inseguridad se ha apoderado de los habitantes y con ello el temor a posibles agresiones,
asaltos, secuestros, violaciones, entre otros. La inseguridad es un tema bastante
complejo que está relacionado con una serie de aspectos de tipo económico, cultural,
social, judicial, para mencionar algunos y a continuación será abordado en diferentes
escenarios: mundial, latinoamericano y hondureño.
4.1 Inseguridad: el escenario mundial
Muñagorri Laguía & Pegoraro (2004) exponen que hablar del tema de
inseguridad en las diferentes sociedades implica preguntarse acerca de las causas que la
producen, y manifiestan que la respuesta poco ha cambiado en los últimos cien o
doscientos años, ya que se siguen señalando la pobreza, el desempleo, patologías de
grupos o individuos, la privación relativa, la droga, la desintegración familiar, entre
otras. Manifiestan sin embargo que la inseguridad no es la misma ya que las situaciones
sociales, laborales, urbanas, de salud y educación son muy particulares en cada región.
También Hurtado Martínez en su obra del año 1999 comenta que la inseguridad
no es un fenómeno nuevo, pues toda la vida en sociedad comporta determinados
niveles de inseguridad. El mismo comentario es expresado por Huesca González y
Ortega Alonso (2007) cuando afirman que a lo largo de la historia de la humanidad
siempre han existido manifestaciones de temores colectivos; estas autoras hacen
referencia a la inseguridad ciudadana entendida como inseguridad ante la delincuencia
y expresan que en un país como España, el Centro de Investigaciones Sociológicas en
los barómetros de opinión que datan de 1985 a 2004 advierten que existen cuatro
problemas sociales que históricamente aparecen en todos los barómetros: desempleo,
terrorismo, drogas e inseguridad ciudadana.
12
Muchos gobiernos en la actualidad abordan el tema de la inseguridad. Este es un
asunto que se debate en diferentes grupos sociales y que ha venido a formar parte de la
conversación diaria de los individuos. En relación a lo anterior en el texto de Sozzo
comenta que “este clima puede conllevar a una excesiva seguritización de los enfoque
académicos, discursos políticos y políticas sociales” y hace referencia a la violencia
urbana, delincuencia organizada y terrorismo internacional como ejemplos del
fenómeno. Basta recordar los hechos ocurridos en la última década en diferentes países
tanto del nuevo como del viejo continente (EE.UU 11 septiembre 2001, España 11 de
marzo del 2004) televisados y presenciados por millones de personas en el mundo, la
lectura diaria de periódicos, para tener la sensación de que se vive en un mundo
inseguro.
Según datos de la Carga Global de la Violencia Armada (CGVA) de Ginebra
(2011) la violencia en el mundo se ha incrementado en países como El Salvador, Irak,
Jamaica, Honduras, Colombia, Venezuela y Guatemala, ocupando estos países los
primeros lugares. De lo anterior se puede colegir la percepción de inseguridad
ciudadana que los habitantes de estos países deben experimentar y es propicio señalar
que de estos primeros siete países, tres se sitúan geográficamente en la región
centroamericana y Honduras ocupa el cuarto lugar entre de ellos.
A manera de ejemplo Cubert (2006) cita el caso de España donde el tema de
inseguridad invadió el espacio social a mediados de los años 70. Desde esa fecha, la
victimización de delitos de diferente índole se convirtió parte de la sociedad. Para este
autor, “la inseguridad ciudadana es una sensación (por más justificada que pueda
parecer) que añade una dimensión de inseguridad subjetiva (aunque paradójicamente,
no menos real en la vivencia de quienes la experimentan)”.
Continúa este autor señalando que durante los años 90, países como Inglaterra
los Países Bajos y Francia continuaron desarrollando políticas de prevención y de
seguridad para intentar detener la victimización y sin embargo no pudieron contener el
aumento de la pequeña y mediana delincuencia ni disminuir la inseguridad ciudadana.
Para Cubert las encuestas de victimización que se inician en los Estados Unidos de
Norteamérica en el año de 1966 y que continúan en Inglaterra, el País de Gales desde
1982 así como las que se realizaron en Barcelona en 1984 y que desde el año 2000 se
13
realiza anualmente la Encuesta de Seguridad Pública de Catalunya, son ejemplos de
creciente interés por investigar el tema de seguridad y en palabras de Cubert “la
encuesta de victimización es la técnica que más revoluciona la forma de explicar la
delincuencia”.
4.2 Inseguridad Ciudadana en Latinoamérica
En la conferencia inaugural del taller Internacional “Políticas alternativas de
seguridad ciudadana en América Latina” celebrado en Buenos Aires el año 2008,
Kliksberg expone los datos del Latinobarómetro del año 2007 donde se puede apreciar
cómo “la inseguridad es, junto a la pobreza, la falta de acceso a la salud y la educación,
la corrupción y el desempleo”, uno de los grandes problemas que deben enfrentar los
países latinoamericanos (ver gráfico 1).
Gráfico No. 1
Fuente: Latinobarómetro 2007, citado en KLIKSBERG, B. ¿Cómo enfrentar la inseguridad en América
Latina? La falacia de la mano dura, Revista NUEVA SOCIED No, 215 mayo-junio 2008.
Comenta Kliksberg que la percepción de la inseguridad ha crecido, es un
fenómeno experimentado por casi cada cuatro de diez latinoamericanos y por lo tanto se
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ha convertido en un acontecimiento muy cercano a la población. Tomando como
referencia las tasas de homicidios que provienen de la Organización Mundial de la
Salud (OMS) y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Kliksberg expone
que la tasa de criminalidad en América Latina en 1980 era de 12.5 por cada 100,000
habitantes y en el año 2006 creció a una tasa de 25.1.
En el contexto peruano, y según una encuesta de victimización realizada por el
Grupo Apoyo, Ojeda Mercado (op. cit) manifiesta que el 92% de los peruanos piensa
que los delitos se han incrementado en el país, y que entre el 2004 y el 2005 el
incremento de homicidios fue de casi 100 por ciento. Expresa Ojeda Mercado que “lo
mencionado conduce a una sensación de inseguridad que en el 20 a 25 por ciento de los
residentes de Lima, Cusco, Arequipa y Trujillo, los lleva a pensar que en los próximos
12 meses serán víctimas de algún delito”.
Pegoraro (2000) comenta que “en los últimos 20 años en los países occidentales,
y en Argentina en la década de los 90, se instala el fenómeno de la inseguridad personal,
expresado en el aumento de los delitos violentos, y que aparece con la crisis del Estado
de bienestar y en el marco de la aplicación de políticas económicas neoliberales”.
Considera este investigador que la violencia delictiva en esta década aparece
diferenciada de otras anteriores, en las que predominaba una violencia de signo político.
Arriagada (2002) expone que América Latina se encuentra enfrentada a diversas
fuentes de inseguridad. Considera esta investigadora que sin duda, entre las causas más
directas de esa inseguridad se encuentra el aumento de la violencia de diversos tipos en
la región y su expresión es la inseguridad creciente de la vida cotidiana de los
ciudadanos. En esta investigación la autora expone cómo en la medida en que los
grupos interiorizan patrones de comportamiento que no obedecen a las normas legales
y sociales, la sociedad se expone cada vez más al uso de la violencia como una forma
de resolver conflictos y obtener recursos.
Burgos y Tudela (2002) opinan que:
“en los últimos años se ha puesto más énfasis en la inseguridad, esto es, en la
certeza que demandan los ciudadanos de que sus derechos sean respetados y no
vulnerados por la acción de la delincuencia común o el crimen organizado —
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narcotráfico u otras formas—, la violencia, e incluso por los propios órganos del
Estado. Hoy, cuando se habla de seguridad ciudadana, se piensa en aumento de
la criminalidad, ineficacia del sistema de administración de justicia penal,
inseguridad y desprotección”.
Sostienen estos autores que en Chile, estudios de la opinión pública señalan que
la inseguridad y la delincuencia constituyen una de las principales demandas, situación
que se viene repitiendo desde los inicios de la década del noventa —si bien asociada a
la pobreza y el desempleo— en porcentajes que varían entre el 35% y el 55%. La
inseguridad y el miedo, lamentablemente, son el signo de los tiempos. En Chile, según
estudios recientes, proporcionalmente una de cada ocho personas manifiesta un alto
temor vinculado con la delincuencia. Si bien esta cifra ha disminuido en los dos últimos
años, ello revela cómo la criminalidad afecta no sólo en términos directos victimizando,
sino también atemorizando.
En un artículo publicado por Salazar Caldas en Ecuador el año 2008, se hace
referencia al comentario del Secretario General de la Organización de Estados
Americanos OEA, José Miguel Insulza, el cual manifestó que la inseguridad en
América es más mortífera que el SIDA, “que destrozará más hogares que cualquier
crisis económica". Salazar Caldas continúa informando que la inseguridad ciudadana
ha crecido en Ecuador, obligando a los habitantes a vivir entre rejas. Añade que la tasa
de homicidios se ha incrementado de 10 a 16 por cada 100 mil habitantes entre 1900 y
el 2005.
4.3 Inseguridad Ciudadana en Honduras
Periódicamente la prensa escrita de Honduras coloca en sus titulares noticias que
hacen referencia al tema de inseguridad ciudadana: robos, asaltos, homicidios,
secuestros, o bien comentarios como el siguiente: “La preocupación por la inseguridad
ciudadana que vive Honduras fue el tema principal que abordaron ayer los empresarios
y personeros del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Tomando como referencia lo anterior se puede afirmar que la seguridad de las
personas puede cuestionarse en un país como Honduras, donde se percibe un
16
incremento del crimen y la delincuencia de tal manera que una de cada tres personas
(32%) reporta que ha sido víctima como consecuencia de la inseguridad; así lo dio a
conocer la Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo (CID-Gallup) en su encuesta de
opinión pública Honduras, número 65, en mayo del 2007. Para los hondureños
encuestados según el sondeo número 78 de la misma firma, los problemas principales
de Honduras son el crimen y la violencia, como se observa en el gráfico 2, la gran
mayoría opina que la violencia ha aumentado en los últimos cuatro meses (Diario La
Prensa,).
Gráfico No. 2
Opinión sobre Crimen y Violencia en Honduras octubre 2011.
Fuente: CID Gallup Latinoamérica, citado en Diario La Prensa, 28 de octubre 2011.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (2010) Ramón Custodio,
reveló que cada día, un promedio de 16 hondureños pierden la vida de manera violenta,
es decir que cada 88 minutos una persona es asesinada. Del año 2000 hasta junio de
2010 fueron asesinadas 36.036 personas. En fechas más recientes, otro medio de
comunicación impreso (DIARIOWEBCENTROAMERICA.COM) dio a conocer las
declaraciones del Comisionado de Derechos Humanos, Ramón Custodio, el cual
expresó que en los últimos 11 años la violencia ha dejado en Honduras 46 mil 450
muertes. A lo anterior añadió que en el año 2011 hubo siete mil 104 homicidios, un
promedio de 558 mensuales, lo que equivale a 19 diarios, o uno cada 74 minutos lo cual
constituye una crisis de seguridad pública.
En la edición No. 2 (febrero 2009) que corresponde al primer boletín elaborado
para el Observatorio Local de Violencia de San Pedro Sula, en la que se da a conocer la
información correspondiente al año 2008, se presentan una serie de datos de las muertes
17
como producto de una validación sistemática realizada por un comité interinstitucional
compuesto por representantes de la Policía Preventiva, la Dirección Nacional de
Investigación Criminal (DNIC) y Medicina Forense, bajo la coordinación de una
funcionaria del Observatorio.
Específicamente este documento da a conocer que durante el año 2008 en San
Pedro Sula se presentaron 1,020 muertes violentas, donde los homicidios aportaron un
69% (704 casos) de los hechos seguidos de las muertes en tránsito con un 19% (193
casos), mientras que los suicidios aportaron un 4%, y las otras muertes no intencionales
alcanzaron el 8%.
El Informe Especial del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos
(CONADEH) sobre la Prevención y la Investigación del Delito publicado en el año
2010, aporta una información valiosa ya que fue elaborado con las propias estadísticas
de esa organización en relación a las quejas atendidas por violaciones a los derechos
humanos, los informes anuales de labores del Ministerio Público, del Observatorio de la
Violencia del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de la
Policía Nacional y el Informe sobre Desarrollo Humano para América Central 2009-
2010 “Abrir Espacios a la Seguridad Ciudadana y el Desarrollo Humanos”.
El CONADEH en su investigación manifiesta que:
“ la sociedad hondureña ha experimentado en la última década, un alarmante
incremento de la criminalidad que se ve reflejado en las 36,036 muertes
violentas, que ubican a Honduras como uno de los países más violentos de la
región centroamericana, ya que la tasa de muertes violentas por cada 100,000
habitantes aumentó de 31.76 que era en el año 2000 a 66.8 en el 2009, con una
tendencia a llegar en el 2010 a 72.8, con lo cual se estaría superando 8.27 veces
la tasa mundial de 8.8 establecida por la Organización Mundial de la Salud”.
La empresa Consultoría Interdisciplinaria en Desarrollo CID-Gallup, realiza tres
encuestas cada año, con 1,200 entrevistas, tipo de muestra aleatoria representativa de la
población nacional de 18 años en adelante, en casi todo el país, en la que evalúa la
proporción de hogares que han sido víctimas de robo o asalto en los últimos cuatro
meses. Estas encuestas indican que en enero de 2004, el 21 % de los encuestados
18
respondió que ha sido víctima de robo o asalto en su hogar; este porcentaje se
incrementó a 24% en octubre de 2005; en septiembre de 2006 aumentó al 30%; en
enero de 2007, la tendencia al alza se mantuvo con un 32%; en el 2008, aumentó al
34% y en el 2009, se vio una ligera disminución de siete puntos porcentuales,
registrándose en octubre de ese año un 27%, que se incrementó de nuevo en el 2010 a
34% (ver gráfico 3).
Gráfico No. 3
Fuente: CID Gallup, citado en Informe Especial del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos
sobre la Prevención y la Investigación del Delito la Seguridad Pública: Una Prioridad en la Agenda
Nacional (2010), p.18.
Si se observa detenidamente esta gráfica puede apreciarse que se ha
incrementado en 16 puntos porcentuales la cantidad de hogares hondureños víctimas de
robo y asalto.
En relación a los principales indicadores de inseguridad subjetiva, en agosto de
2007, el CONADEH (op. cit) encargó a la empresa Borge y Asociados, la elaboración
de una encuesta victimológica nacional de opinión pública sobre seguridad pública. La
encuesta se realizó en todo el territorio nacional, estimándose un margen de error de
2.8%, con un nivel de confianza de 95%, con 1,200 entrevistas a adultos, mayores de
18 años en las zonas rurales y urbanas, víctimas de agresión física y robo,
preguntándoles sobre diferentes tópicos como seguridad en su barrio, las “maras” y la
confianza en las autoridades. Los resultados que se obtuvieron son los siguientes:
19
a) El 51.6% consideró que los delitos en su municipio habían aumentado en
comparación con el año anterior.
b) Por temor a ser víctima de delito, el 65.8% dejó de salir de noche, el 58.8% dejó de
usar joyas, el 52.4% dejó de llevar dinero en efectivo y el 44.7% dejó de usar el
transporte público.
c) El 53.3% de los encuestados víctimas de robo, indicaron que además de la pérdida
económica sufrieron daño emocional o psicológico, el 12.4% reportó daños físicos y el
11.8% laborales.
d) El 79.7% manifestó que no acudió a denunciar el robo ante las autoridades, sólo lo
hizo el 19.6% y el 0.7% no respondió.
e) Al preguntarles sobre la principal razón por la que no denunciaron el delito, el 36.5%
respondió que era una pérdida de tiempo, el 13.5% que no tenía pruebas, el 9.5% que
los trámites eran largos y difíciles, el 8.8% por desconfianza a la autoridad, y el 4.7%
por miedo al agresor.
f) Al consultarles qué sugerencias tiene para mejorar la labor de la policía en su barrio,
un 22.7% respondió que patrullar más rápido, un 14.8% más policías, un 8.3% que no
sean corruptos y un 28.8% no respondió.
g) Al preguntarles a que cree usted que se deban los problemas de bajo desempeño
policial contra la delincuencia, un 19.2% respondió que a bajos salarios, un 16.6% a la
poca preparación de sus fuerzas, un 13.6% a la falta de honradez y corrupción un 12.1
% a la falta de recursos, un 11.3% a la complicidad con los delincuentes y un 10.5% a
la mala organización de la institución.
Continuando con el documento del CONADEH (op. cit) en cuanto a muertes
violentas por región, departamento y municipio, las cifras más elevadas, se registran en
las zonas urbanas. El 89% de los 12,667 homicidios cometidos entre el 2008 y junio de
2010 se registraron en 9 de los 18 departamentos del país: Cortés, Atlántida y Colón de
la región norte; Copán y Santa Bárbara de la región occidental; Comayagua y Francisco
20
Morazán de la región central; Yoro y Olancho de la región oriental. En la región sur
integrado por Valle y Choluteca se registra el 3% de los homicidios (ver gráfico 4).
Gráfico No. 4
Fuente: Observatorio de la Violencia, citado en Informe Especial del Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos sobre la Prevención y la Investigación del Delito la Seguridad Pública: Una
Prioridad en la Agenda Nacional (2010).
El gráfico 5 establece que del 2008 a junio de 2010, se registraron en los 18
departamentos del país 12,667 muertes violentas, de las cuales el 65% se cometieron en
Cortés (31%), Francisco Morazán (17%), Atlántida (9%) y Yoro (8%) y el 35%
restante en los otros 14 departamentos. Esto es significativo para la investigación, ya
que la ciudad de San Pedro Sula está ubicada en el Departamento de Cortés, donde la
estadística confirma 3,921 muertes violentas del año 2008 a junio del año 2010.
Uno de los datos más significativos del informe del CONADEH es el que se
refiere a muertes violentas por grupos de edad ocurridas entre el 2007 y el año 2009
(ver gráfica 6). Afirma el documento que de 13,000 muertes violentas registradas en
ese período, 6,162 (47%) corresponden a jóvenes entre 15 y 29 años, en un segundo
plano 4,092 (31%) personas con edades entre 30-44 años. Esta gráfica reviste gran
importancia para la investigación, ya que el segmento de la población más afectado por
la violencia es el de 15 a 29 años, justamente el que se estudia en esta investigación.
1845 14%
5,649 45%
2.865 23%
362 3% 1.946
15%
Muertes violentas por región (2008 a junio 2010)
Occidente
Norte
Centro
Sur
Oriente
21
Gráfico No. 5
Fuente: Observatorio de la Violencia, citado en Informe Especial del Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos sobre la Prevención y la Investigación del Delito la Seguridad Pública: Una Prioridad
en la Agenda Nacional (2010).
Gráfico No. 6
Fuente: Observatorio de la Violencia, citado en Informe Especial del Comisionado Nacional de los
Derechos Humanos sobre la Prevención y la Investigación del Delito la Seguridad Pública: Una
Prioridad en la Agenda Nacional (2010).
3921
2177
1105 1006 702 676 587 564 552
292 258 220 220 105 104 101 59 18
Muertes violentas por departamento (2008 a junio 2010)
199 2%
6.162 47%
4.092 31%
1.624 12%
594 5%
329 3%
MUERTES VIOLENTAS POR GRUPO DE EDAD (2007 - 2009)
00-14
15-29
30-44
22
Para finalizar este apartado, es propicio dar a conocer la descripción que
brindan, sobre el tema de inseguridad ciudadana, una serie de hondureños que forman
parte del Centro de Documentación de Honduras (CEDOH) en el año 2004, ellos
describen así la situación de los hondureños:
“…El clima de inseguridad en que vive la ciudadanía es real. Actualmente, casi
todos los escenarios públicos son inseguros: calles, parques, autobuses y centros de
estudio… el desempeño de las autoridades de la Secretaría de Seguridad y de otros altos
funcionarios de Estado abona a la percepción de la inseguridad…la evolución de la
forma de operar de los delincuentes, ya sea que operen de manera independiente u
organizada en diferentes asociaciones, es otro de los elementos que contribuyen a esta
percepción…los diferentes medios de comunicación: prensa escrita, radio y televisión
contribuyen a dejar en evidencia un panorama generalizado de violencia”.
23
CAPÍTULO V
FUNDAMENTOS TEÓRICOS
Una vez definido el planteamiento del problema, determinados los objetivos de
la investigación y planteado el marco contextual, es necesario establecer los
fundamentos teóricos que sustentan este estudio. Considerando lo antes expuesto, en
este capítulo se muestran cinco apartados: el primero se refiere a la definición de la
variable inseguridad ciudadana y los puntos de vista que una serie de autores han
desarrollado sobre el tema, las secciones dos y tres tratan sobre los factores generales y
personales que influyen en su percepción; la cuarta sección proporciona una breve
descripción de lo que es victimización y en la quinta sección se expone la relación entre
las variables inseguridad y estrés.
5.1. Definición de Inseguridad Ciudadana
El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la inseguridad como
la falta de seguridad. Este concepto, que deriva del latín securĭtas, hace referencia a
aquello que está exento de peligro, daño o riesgo, o que es cierto, firme e indubitable.
Por lo tanto, la inseguridad implica la existencia de un peligro, daño o de un riesgo o
refleja una cierta duda sobre un asunto determinado.
En el caso de la inseguridad ciudadana, ésta se refiere a la existencia de un
peligro o riesgo que experimentan los habitantes de una población y que describe
situaciones de violencia, robo, asalto, crimen, que suceden en una proporción mayor a
lo deseable, llevando a las personas a cambiar sus hábitos de vida, de interacción social,
entre otros. Los estudios sobre inseguridad ciudadana han tomado mucha fuerza y
vigencia en los últimos años mostrando que este fenómeno social ha ido en aumento.
Ojeda Mercado (op. cit.) considera que cuando se habla de inseguridad a nivel
individual es necesario diferenciar entre la inseguridad objetiva y la inseguridad
subjetiva. La primera consiste en la probabilidad real de ser víctima de un delito, lo cual
depende de variables tales como la edad, el género, el lugar de residencia, la pertenencia
a una clase social e incluso de la misma inseguridad subjetiva, la cual a su vez depende
de la inseguridad objetiva, cerrándose de esta forma un círculo que se forma debido a
que, como señalan Nasar y Upton (1997, citados en Ojeda), la percepción del riesgo real
24
(inseguridad objetiva) por parte de las personas moldea sus comportamientos, por lo que
constantemente están resolviendo el conflicto entre la realización de actividades y el
riesgo de ser víctimas.
También Burgos y Tudela (op. cit) exponen que la inseguridad ciudadana tiene
un componente subjetivo, basado en percepciones y representaciones sociales sobre los
autores, sus causas y sus efectos, así como del papel de los actores e instituciones
responsables de preservar o mejorar las condiciones de seguridad de las personas, la
convivencia y la tranquilidad ciudadana.
Para Medina (op. cit.) el término inseguridad ciudadana goza de
reconocimiento, pero le parece más adecuado hablar de miedo al delito, al ser éste un
término menos genérico y ambiguo, así como mejor definido en la literatura comparada.
Ojeda Mercado (op. cit.) está de acuerdo con lo anterior y afirma que la inseguridad
ciudadana es un problema que conlleva altos costos a nivel humano, político y
económico y constituye un factor muy importante en la percepción de la calidad de vida
de los habitantes de las áreas urbanas.
Los autores anteriores han seguido la línea pensamiento de Ferraro (1995) quien
define el miedo al delito como “una respuesta emocional de nerviosismo o ansiedad al
delito o símbolos que la persona asocia con el delito”. Este autor destaca que implícito
en su definición se encuentra el reconocimiento de algún peligro potencial.
Esta posición de Ferraro es retomada por Vuanello (op. cit.) quien considera que
la inseguridad subjetiva se traduce en un estado físico y mental particular en el orden
individual. Para Vuanello:
“…El sentimiento de inseguridad afecta a los habitantes de una sociedad de una
manera distinta a cualquier otro hecho traumático ya que éste último no se repite, pero
en el caso de la inseguridad, los medios de comunicación, las interacciones sociales en
general mantienen un estado de revictimizaciòn que actúa como un reforzador de una
serie de síntomas como alteración del sueño, falta de energía, cansancio generalizado,
relaciones sociales dificultosas, ideas negativas especialmente sobre el futuro, ansiedad,
problemas de concentración y memoria. Como consecuencia de esta situación, el
individuo evita hacer cosas, se retrae y encierra debido al miedo y el recuerdo de
25
imágenes de situaciones que se presenciaron, o bien fueron relatadas por otros o se
transmitieron por otros medio de comunicación.
Blanco y Leal en el 2009 citan a una serie de autores que han realizado
contribuciones interesantes en cuanto al concepto de inseguridad subjetiva. En primer
lugar aluden a Thomé (2003) en cuanto a que la dimensión subjetiva está relacionada
con la percepción, es decir, la comprensión y la construcción que de la realidad o del
entorno hacen las personas en particular y la sociedad en su conjunto. Esta percepción
se va construyendo a partir de datos e informaciones de la realidad, que son valoradas
emocional y subjetivamente según la experiencia personal.
En la investigación de estos autores y en relación al sentimiento de inseguridad,
se hace referencia a Delgado (1997), el cual sostiene que este sentimiento no es el
resultado del auge delictivo, es producto también de la inducción de los medios de
comunicación social. “…a través del reportaje de hechos violentos…”, aclarando que
los medios de comunicación social al manipular la opinión pública generan un ambiente
de pánico moral favorable a la escalada represiva.
También en la misma investigación se cita a Hurtado (1999) quien señala que la
inseguridad subjetiva es también el efecto de la forma de difusión de los medios de
comunicación masiva, que juegan un papel importante en esa percepción, ejerciendo
una gran influencia sobre las representaciones que el público hace de la criminalidad y
del delincuente, al transmitir de ellos imágenes estereotipadas y casi siempre
incorrectas, a lo que se suma eventualmente la percepción sobre la falta de una
respuesta adecuada de los organismos de seguridad y de la administración de justicia en
general.
Blanco y Leal (op. cit) hacen referencia al trabajo de Delgado et al. (1997) y
afirman que la percepción en torno a la inseguridad subjetiva se forma por la relación
de una información de algún hecho violento concreto que ha sufrido alguna persona, o
alguien muy cercano, cargándose valorativamente los sentimientos con esa información,
positiva o negativamente y que en el caso concreto de la inseguridad, suelen ser de
profundo temor, rechazo y miedo.
De igual modo los autores manifiestan que Torrente (2001) considera que dicho
temor a ser víctima de un delito es el resultado de la difusión de la victimización, que al
26
difundirse a través de la población genera un grupo más amplio de víctimas indirectas,
es decir, aquellas personas que sin haber sido puntualmente afectadas sufren cambios en
cuanto a sus hábitos, conductas y actitudes a causa del miedo a la victimización.
Para finalizar, Blanco y Leal dan a conocer el punto de vista de Aniyar (2003)
donde manifiesta que “…las llamadas crisis de inseguridad, en vez de crisis, son
construcciones políticas sobre una situación de inseguridad que es crónica en el medio
urbano”… Por lo anterior analizan que el sentimiento de inseguridad, más que la
inseguridad en sí misma, se ha convertido en el distintivo del vigente siglo. Señalan
“que la inseguridad y el sentimiento de inseguridad se han constituido en la referencia
determinante de las clases medias y especialmente de las bajas, pues la seguridad ha
dejado de ser un bien público, convirtiéndose en prerrogativa de quienes consiguen
costearse una encarecida policía privada”.
En consecuencia, la conceptualización de la inseguridad subjetiva y el miedo es
todavía compleja y difícil, una primera dificultad es que el significado de la palabra
“miedo” o “inseguridad” varía entre las personas; en parte porque resulta artificial
separar los elementos cognitivos y emocionales del miedo, una cosa es que se piense en
el riesgo y otra que atemorice. El miedo y la inseguridad se suelen evaluar a través de
sus secuelas.
5.2 Factores que influyen en la percepción de la inseguridad
En la investigación presentada por Blanco & Leal (op. cit) se toma en
consideración el punto de vista de diversos autores (Guemureman 2002, Maguire et al.
1997, Box et al., 1988, Andrew 1988, Hraba et al. 1998, Mosegue 2002, Torrente,
1997), con la finalidad de analizar el sentimiento de inseguridad como un fenómeno
multifactorial. Se mencionan en su composición factores demográficos, psicológicos,
sociales y ambientales.
- La experiencia previa de sufrir un delito se perfila como el primer factor. Esto
es debido a que las personas que han sufrido delitos de poca gravedad tienden a
neutralizar y olvidar la experiencia negativa. Es importante mencionar que la
sensación de inseguridad depende de la persona que lo sufre y está relacionada
con su estilo de vida, sus hábitos y su personalidad.
27
- El segundo factor son las diferentes características sociodemográficas de los
individuos que tienen incidencias tanto en el aspecto subjetivo como en el
objetivo. Factores tales como la edad, género, estado civil, nivel económico y
educativo, etnia, definen los términos de vulnerabilidad.
- El tercer factor está relacionado con la percepción sobre el propio riesgo
personal, las evidencias sugieren que esa percepción depende de la imagen de la
víctima-tipo. Cuanto más se cree que una víctima es elegida al azar, más miedo
se provoca.
- El cuarto factor lo representan las condiciones ambientales y sociales. El
estudio de los efectos de las características físicas y sociales del entorno, muestra
que éstos son indirectos y dependen de la percepción del riesgo. Se mencionan
como características físicas del entorno social: basura, casas, terrenos y
vehículos abandonados, graffities, y destrozo del mobiliario urbano. Las
condiciones sociales se refieren a conductas molestas como personas durmiendo
en la calle, personas vestidas de cierta forma, personas gritando, o pandillas en
actitud agresiva, lo anterior provoca un incremento en la percepción del riesgo y
miedo.
- El quinto factor es la sensación de aislamiento de la comunidad, la cual
incrementa la percepción de riesgo en la vecindad, esta percepción es mayor
cuanta menos confianza se establezca con los vecinos y menor satisfacción se
experimente en relación con el barrio o la zona donde viven.
- Como sexto factor, se encuentra la confianza en la Policía y en el sistema
penal. La imagen de eficiencia hace aumentar la confianza, la creencia de que la
policía es efectiva y eficiente hace pensar que el ciudadano se siente más seguro.
- El séptimo factor habla del realismo de la información disponible sobre delitos
y víctimas. La información dramática sobre los delitos y víctimas es un elemento
de inseguridad y pueden afectar a los individuos e influir en la percepción del
riesgo y el miedo.
- Finalmente, el octavo factor es la percepción de la gravedad de los delitos y la
percepción sobre la probabilidad de su ocurrencia, lo que contribuye a la
generación de miedo, sobre todo si se combinan los elementos. Los delitos
28
relacionados con la violencia son los más temidos, también el consumo de
ciertas drogas lleva a una percepción de amenaza tanto por la imagen de
violencia que ofrece, como por la enajenación de la persona con la que se asocia.
5.3 Factores personales asociados a la inseguridad
Ojeda Mercado (op. cit.) manifiesta que existen diversos estudios que vinculan
la inseguridad subjetiva con factores personales, así, por ejemplo, Ortega & Myles
(1987) así como Smith & Hill (1991) encontraron que el miedo al delito es mayor entre
mujeres que entre varones. También Ortega & Myles (1987) y Box, Hale & Andrews
(1988) encontraron que las personas mayores son más temerosas al delito que otros
grupos etarios. Tanto en el caso de mujeres como de personas mayores esto podría estar
relacionado con una mayor percepción de vulnerabilidad.
Sin embargo, otros estudios que han empleado medidas menos genéricas de
miedo al delito han encontrado resultados menos claros en relación con género y edad.
Estas investigaciones han revelado que en determinados casos mujeres y personas
mayores no sólo no son más temerosos del delito, sino que pueden presentar un menor
nivel de ansiedad frente al delito (Ferraro, 1995; Hough, 1995).
Para Medina algunos autores señalan que la investigación que se centra en estos
factores personales como correlatos de miedo al delito carece de un claro marco teórico
(Warr, 1987; Ferraro, 1995). Comenta Medina que otros, sin embargo, como Hale
(1996), tienden a interpretar estas variables como indicadores indirectos de
vulnerabilidad. En ese sentido, se asume que mujeres, personas de mayor edad,
miembros de minorías étnicas, y personas de baja clase social son personas que exhiben,
por regla general, una mayor vulnerabilidad objetiva y subjetiva frente al delito.
5.4 Victimización
Blanco & Leal (op. cit.) consideran que la victimización está relacionada con el
riesgo percibido y es el resultado de una percepción o valoración del peligro de ser
víctima de un delito. Añaden estos autores que la victimización produce una reacción
emocional negativa ante una amenaza o las señales asociadas, o dicho de otra manera,
es una percepción psicológica basada en una estimación de riesgo personal. Si un sujeto
ha tenido una experiencia anterior de victimización, sobre todo si ésta ha sido grave y
reciente, aumenta su percepción del riesgo.
29
La victimización puede ser directa o indirecta. La experiencia directa puede
aumentar la sensibilidad al riesgo, llevando a la persona a percibir situaciones de peligro
de forma más frecuente y exagerada. La indirecta se refiere a individuos que tienen
amigos, parientes o vecinos victimizados. Estas personas influenciadas por la
victimización de otros, también pueden presentar una mayor percepción de riesgo y
miedo.
Estos mismos autores, tomando como referencia los estudios de Box et al.
(1988), consideran que las personas que perciben un riesgo alto de ser víctimas tienen
más miedo, lo cual conlleva a que las personas cambien o ajusten sus actividades
rutinarias. Para sentirse más seguros, instalan cerraduras dobles, alarmas, rejas, entre
otras. Tienden a permanecer más tiempo en el hogar. Cuando salen de casa toman
medidas de precaución como no caminar en determinadas calles, salir acompañadas,
alejarse de determinados “tipos” de personas, o regresar antes de que anochezca. Estos
cambios interfieren en la vida cotidiana del individuo, disminuyendo su calidad de vida.
Las personas viven con miedo y desconfianza y tienen dificultades a la hora de
relacionarse en su comunidad.
5.5 Inseguridad y Estrés
En una ciudad como San Pedro Sula, catalogada como la tercera ciudad más
violenta del mundo, según un estudio publicado por el Consejo Ciudadano de Seguridad
Pública y la Justicia, con sede en México (La Prensa.com.ni, 14 de enero 2011), es
importante estudiar las repercusiones psicológicas que la situación de inseguridad
ciudadana genera en la población, que pueden ser, entre otras, un elevado nivel de
estrés.
Es oportuno, recordar en este sentido que, el manejo del estrés por parte de los
individuos puede ser diferente en función de cómo se interprete la situación. En relación
a la inseguridad ciudadana ese estrés puede ser manifestado (Vuanello 2006) en
diferentes sistemas: afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual.
Autores como Clemente & Kleiman (1976, citados en Ojeda) opinan que el
aspecto psicológico es incluso más severo que la delincuencia en sí misma, ya que
obliga a las personas que lo experimentan a cambiar sus estilos de vida, refugiándose en
30
sus hogares, protegiéndose con candados y alarmas. Este tipo de inseguridad es el
origen de una serie de conflictos que se presentan en las relaciones interpersonales.
En esta misma línea, Ojeda (op cit.) considera que el aspecto psicológico debe
tomarse en cuenta, ya que:
…el miedo al delito conlleva que las personas vean afectada su personalidad
por una socialización alienante, represiva e inhibidora, en la que se expresan
ansiedad, incertidumbres y temores que constituyen estados emocionales que
limitan el desarrollo del potencial humano y dificultan el establecimiento de
relaciones interpersonales en diferentes contextos grupales de pertenencia o de
referencia.
Warr (1985, citado en Medina) ha señalado que es importante estudiar el miedo
al delito ya que: “las consecuencias del miedo son reales, tangibles, y potencialmente
severas a ambos niveles, el individual y el social”. El miedo al delito, a diferencia de la
delincuencia real, afecta a un mayor espectro de ciudadanos y sus consecuencias son
prevalentes y severas (Warr, 1987; Hale, 1996).
Moscoso (1998) sostiene que los seres humanos tienen la habilidad de anticipar
eventos futuros, de interactuar con otros, y cambiar el ambiente. En el caso de una
situación que se considera amenazadora, ésta provoca una reacción emocional, que va a
depender de cómo tal situación es percibida o interpretada por el individuo. Por lo tanto
la reacción emocional es el resultado del proceso de evaluar cognitivamente el
significado de lo que en ese momento está poniendo en peligro la seguridad, la
autoestima o bien la estabilidad personal (Spielberger y Moscoso, 1995).
Vivir una experiencia delictiva o ser testigo de ella puede provocar daño tanto
físico como psicológico. Los estados psicológicos que se generan son los propios del
estrés…”definido como el resultado de una relación particular entre el sujeto y el
entorno que se produce cuando éste es evaluado por la persona como amenazante o
desbordante de sus recursos y que por ello pone en peligro su bienestar” (Lazarus 1966,
Lazarus & Folkman, 1984, 1986, citados en Vuanello).
31
Ojeda (2007) considera que los estados psicológicos que se presentan son los
propios del estrés, entendido como el resultado de una relación particular entre el sujeto
y el entorno, que se produce cuando este es evaluado por la persona como amenazante o
desbordante de sus recursos (Lazarus & Folkman, 1986).
Interesa destacar en este momento el punto de vista de Thomé (2003, citado en
Blanco & Leal en el 2009) el cual considera que la inseguridad subjetiva afecta tanto
social como individualmente, con respecto a esta última situación, las respuestas
emocionales pueden ser analizadas a nivel de estrés, ansiedad (como respuesta al estrés)
manifestado de diferentes maneras: afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual.
Lo anterior es considerado en el instrumento de medición creado por Vuanello,
ya que al intentar operacionalizar la variable inseguridad ciudadana contempla estos
diferentes niveles a través de los cuales se puede medir el estrés que presentan las
personas. Para la investigadora, resulta lógico suponer que la sensación subjetiva de
inseguridad puede resultar más grave que la criminalidad en sí misma, ya que el temor
hace que las personas cambien y vean alterados sus hábitos de vida. Adicionalmente, la
sensación de desprotección tiene repercusiones a nivel físico, generando alteración de
sueño, falta de energía y cansancio generalizado; a nivel social se producen dificultades
para las relaciones sociales; a nivel cognitivo se elaboran ideas negativas especialmente
sobre el futuro, problemas de concentración y memoria, y a nivel emocional se
experimenta ansiedad con predominio de miedo. Como consecuencia de este cúmulo de
sensación, el comportamiento de las personas suele ser el evitar hacer las cosas,
provocando retraimiento y encierro individual.
No es infrecuente encontrar recuerdos de imágenes de situaciones que se
presenciaron, que fueron relatadas por otros o que se trasmitieron por algún medio de
comunicación. Dado que un amplio conjunto de conductas que las personas muestran
son aprendidas por observación, resulta interesante estudiar desde esta perspectiva si el
miedo experimentado es mayor que la probabilidad real de ser víctima, lo cual puede
suceder, ya que las personas transmiten sus experiencias de victimización unas a otras,
por lo que una persona, sin ser o haber sido víctima, puede desarrollar un miedo por
aprendizaje vicario, (concepto que es propuesto por Bandura entre los años 1963 a
1965), reconociéndose a sí misma como víctima potencial.
32
Como bien los explican Lazarus & Folkman en 1986 (citados en Ojeda),
experimentar un acto delictivo tiene diversas consecuencias físicas y psicológicas. No es
necesario padecer personalmente actos, como robos, accidentes, violaciones;
simplemente ser testigos de estos hechos puede afectar tanto a la persona como al hecho
de protagonizarlos. Los estados psicológicos que se presentan son los propios del estrés,
entendido como el resultado de una relación particular entre el sujeto y el entorno, que
se produce cuando este es evaluado por la persona como amenazante o desbordante de
sus recursos.
5.5.1 Breve historia y antecedentes del concepto estrés
Haciendo una síntesis sobre la historia y antecedentes del concepto estrés,
Canales de Reynaud (2007) inicia con una referencia de Slipak (1991) que en una
compilación sobre el tema del estrés, expone que esta palabra se deriva del griego
stringere, que significa provocar tensión. La palabra se usa por primera vez alrededor
del siglo XIV, y a partir de entonces, durante muchos años, se emplearon en los textos
en inglés numerosas variantes de la misma, como stress, stresse, strest, e inclusive
straisse.
A mediados del siglo XIX el fisiólogo francés Claude Bernard, sugirió que los
cambios externos en el ambiente pueden perturbar al organismo, y que era esencial que
éste, a fin de mantener el propio ajuste frente a tales cambios, alcanzara la estabilidad
del medio interior.
Hans Selye (1956), médico y endocrinólogo de la Universidad de Montreal,
definió el estrés como “la respuesta no específica del cuerpo humano a cualquier
demanda que se le haga”, él enfocó su investigación hacia las reacciones específicas,
esenciales para mantener el equilibrio interno en situaciones de emergencia, en realidad
formuló lo que, previa evolución, se habría de convertir en el concepto actual de estrés.
Autores como Zaldivar (1996), Landy & Conte consideran a Hans Selye, el “padre
del concepto estrés”. Sus investigaciones constituyeron las primeras aportaciones
significativas al estudio de este tema y sentaron las bases para llevar a cabo una serie de
estudios, aún en la actualidad.
33
Para Selye (op. Cit), el estrés puede ser positivo (eustréss) o negativo (distréss). El
eustréss, ejerce en el organismo una función protectora y en dosis adecuadas es beneficioso;
sin embargo el distréss, activa de manera constante el organismo y trae como consecuencia
una serie de reacciones emocionales, cognitivas y conductuales que repercuten en los
individuos.
En una publicación sobre el tema de estrés, Zaldívar (op cit.) brinda la siguiente
definición: “El estrés es un estado vivencial displacentero sostenido en el tiempo,
acompañado en mayor o menor medida de trastornos psicofisiológicos que surgen en un
individuo como consecuencia de la alteración de sus relaciones con el ambiente que impone
al sujeto demandas o exigencias que, objetiva o subjetivamente, resultan amenazantes para
él y sobre las que tiene o cree tener poco o ningún control”.
En esta definición de Zaldívar se pone el acento en los siguientes elementos:
1. El carácter displacentero de la vivencia, y el significado amenazante asignado por
el sujeto a la situación o estímulo al que se encuentra sometido en un momento
determinado.
2. La prolongación en el tiempo de este displacer.
3. La respuesta del sujeto que va más allá de la vivencia displacentera y que se
expresa en un estado de activación general del organismo y todos sus sistemas.
4. Relaciones persona-ambiente alteradas por la presencia de demandas, objetivas o
subjetivas, que desbordan las posibilidades y recursos del sujeto para darles
respuestas.
5. El sentimiento de la pérdida de control como elemento clave en la vulnerabilidad
del sujeto y en sus respuestas de tensión y estrés.
El estrés en general, puede ser considerado como un fenómeno causado por las
interacciones sujeto-ambiente, en las que las demandas de éste último desbordan la
capacidad de respuesta del primero y condicionan su sentimiento de pérdida de control.
A manera de conclusión:
Por todo lo expuesto en los capítulos anteriores esta investigación busca
determinar el nivel de inseguridad ciudadana en los jóvenes universitarios de San Pedro
Sula, los efectos que esta inseguridad tiene en esta población, determinar si con respecto
34
a lo anterior se presentan diferencias de género, constatar si esa inseguridad se
manifiesta de manera diferente en muchachos y muchachas en las esferas afectiva,
cognitiva, fisiológica y conductual. Para finalizar, verificar el nivel de victimización, no
victimización en los jóvenes universitarios sampedranos.
35
CAPÍTULO V I
VARIABLE DE ESTUDIO
6.1 Operacionalización de la variable
La variable de estudio en esta investigación es la siguiente:
- Inseguridad Ciudadana
Tabla No. 1: Operacionalización de la Variable
VARIABLE DEFINICIÓN
CONCEPTUAL
DEFINICIÓN
OPERATIVA
INDICADORES
Inseguridad
Ciudadana
(Subjetiva)
Respuesta emocional
de nerviosismo o
ansiedad al delito o
símbolos que la
persona asocia con el
delito.
Ferraro (1995) citado
en Vuanello (2006)
Medición de la
Inseguridad
Ciudadana a través
del Cuestionario de
Inseguridad
Ciudadana (CIU)
de Vuanello, el
cual contempla los
aspectos de tipo
afectivo, cognitivo,
emocional y
conductual en el
individuo.
Tipo afectivo:
Ítems: inseguro,
miedo, preocupo.
Tipo cognitivo:
Ítems: ignoro,
pienso, negativo,
capacidad
Tipo fisiológico:
Ítems: estómago,
corazón, tensión.
Tipo conductual:
Ítems: evitar, rezo,
seguridad, ayuda,
policía.
36
6.2 Diagrama Sagital
Figura No. 1
El contexto en el que se realiza la investigación, es el de cuatro universidades de San Pedro
Sula.
Universidades de San Pedro Sula
INSEGURIDAD
CIUDADANA
Universidades de San Pedro Sula
37
CAPÍTULO VII
HIPÓTESIS
En esta investigación se pretende:
Determinar el nivel de inseguridad ciudadana en los jóvenes universitarios
sampedranos.
Las hipótesis que se plantean en esta investigación son las siguientes:
- H1: Si existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre hombres y
mujeres.
- H1: Si existe diferencia en el área afectiva entre hombre y mujeres.
- H1: Si existe diferencia en el área cognitiva entre hombre y mujeres.
- H1: Si existe diferencia en el área fisiológica entre hombre y mujeres.
- H1: Si existe diferencia en el área conductual entre hombre y mujeres.
- H1: Si existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre víctimas y no
víctimas.
38
CAPÍTULO VIII
EL INSTRUMENTO DE MEDICIÓN
8.1 Construcción del Instrumento de medición: El Cuestionario de Inseguridad
Ciudadana (CIU)
En este apartado se describe el instrumento de medición creado por Vuanello
(op. cit). La persona que lo contesta evalúa la frecuencia con que en ella se manifiesta
una serie de conductas asociadas a la inseguridad ante diferentes situaciones. Este
cuestionario sigue un formato Situaciones y Respuestas (SxR). Las respuestas
provienen de los sistemas: afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual. Para su
construcción Vuanello tomó como base el Inventario de Situaciones y Respuestas de
Ansiedad ISRA de Miguel Tobar y Cano Vindel (1997).
8.2 Descripción de las escalas del CIU
Vuanello describe el CIU por medio de cuatro escalas que “no están definidas
directamente en su presentación, sino a través de la conformación de los ítems que
refieren estrategias de afrontamiento que evalúan las reacciones estresantes en los
diferentes sistemas: afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual”. Vuanello describe
las escalas de la manera siguiente:
“…Las respuestas de la escala afectiva se refieren a sentimientos y emociones
de inseguridad, miedo y preocupación, que promueven un estado de tensión y
alerta que alimenta la amenaza constante de caer bajo los efectos de la
delincuencia. En la escala cognitiva se presentan las posibilidades de evitación
de esta amenaza, así como la opción de posicionarse a nivel de pensamiento en
una mirada negativa del problema o bien sintiendo que se poseen los recursos
necesarios para afrontar las situaciones estresantes del acontecer cotidiano, como
otra de las alternativas a nivel de los contenidos del pensamiento. Se definen en
la escala fisiológica algunas manifestaciones propias de la activación orgánica
que acompañan el estrés, producido como consecuencia de haber sufrido el
delito o el miedo y la probabilidad de que ocurra. Para la escala conductual se
39
pensó en algunas opciones que estén al alcance de la población a la que va
dirigido el instrumento de medición, seleccionándose la huida real de la
situación estresora y las posibilidades de búsqueda de apoyos humanos,
espirituales e institucionales. (p. 26).
- Al sistema afectivo corresponden los siguientes 3 ítems (inseguro, miedo,
preocupo).
- Al cognitivo corresponden 4 ítems (ignoro, pienso, negativo, capacidad).
- Al fisiológico corresponden 3 ítems (estómago, corazón, tensión).
- Al conductual corresponden 5 ítems (evitar, rezo, seguridad, ayuda, policía).
8.3 Aplicación y Evaluación del CIU
El tiempo de aplicación fluctúa entre 20-30 minutos. La aplicación puede ser
individual o colectiva. La valoración de la prueba se realiza sumando las puntuaciones
dadas por la persona a cada ítem de cada escala. Se obtienen cuatro puntuaciones:
afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual, la puntuación total se obtiene sumando las
cuatro escalas.
Las puntuaciones directas se convierten en percentiles para conocer la posición
que ocupa un individuo concreto comparado con el grupo correspondiente (víctima o
no víctima).
8.4 Elaboración e interpretación del perfil
En esta fase se procede a realizar un perfil de resultados en base a los baremos
obtenidos a través de su administración a una muestra importante de jóvenes
caracterizados por haber sido víctima de delitos contra la propiedad o no. Se procederá
de la siguiente manera:
1. La puntuación directa se convertirá en percentil utilizando el programa PASW
para asignar los grupos víctima o no víctima de acuerdo a su pertenencia.
2. Las cinco puntuaciones centiles obtenidas (afectivo, cognitivo, fisiológico,
conductual y total) se ubican en el gráfico a su altura correspondiente.
40
3. Se obtiene el perfil al unir los puntos ubicados en las distintas escalas sin la
puntuación total.
Para la interpretación del perfil, Vuanello ha delimitado cuatro niveles de estrés
(ansiedad):
1. Ausencia de estrés o estrés normal para la activación: si los resultados caen en
los centiles 5 y 25.
2. Estrés moderado: en este nivel están incluidas las personas que alcanzan el
centil 50.
3. Estrés severo: si se superan los resultados llegando a valores dentro del centil
75.
4. Estrés extremo o postraumático: los resultados ocupan los centiles 80 al 99.
8.5 Evaluación de la validez del instrumento.
La validez de un instrumento hace referencia al grado en que éste mide lo que
pretende medir. Este aspecto busca determinar la representatividad del contenido de un
instrumento; en tal sentido se busca confirmar si se están midiendo la variable definidas
operacionalmente en la investigación. En la investigación de Vuanello se comenta cómo se
buscó la validación del instrumento a través de una serie de aplicaciones y para finalizar
con una muestra a una población de 922 jóvenes de la ciudad de San Luis, Argentina.
En la prueba aplicada a estudiantes de cuatro universidades de San Pedro Sula,
únicamente se realizó el siguiente cambio en la redacción en el ítem número 9 del
cuestionario de Vuanello a fin de contextualizarlo:
Situación “hacer dedo”
Se cambió por “pedir jalón”.
Adicionalmente se omitió el último ítem del CIU de Vuanello relacionado con
las Observaciones por parte del sujeto. El instrumento tal como se aplicó en esta
investigación puede verse en el Anexo No. 1.
41
8.6 Evaluación de la confiabilidad del instrumento.
La confiabilidad hace referencia al grado de precisión que ofrecen las medidas
obtenidas mediante un instrumento de medición. Un método bastante extendido para
estimar la confiabilidad de un test consiste en calcular el coeficiente Alpha de Cronbach.
Para interpretar este coeficiente, un criterio utilizado en gran medida es que éste ha de ser
igual o superior a 0.70 (Alpha de Cronbach α ≥ 0.7) para considerarse aceptable, así lo
proponen George y Mallery en 1995 (citados en Gliem & Gliem).
Vuanello utilizó el coeficiente Alpha de Cronbach siendo los valores logrados
para cada escala los que se citan a continuación: Escala Afectiva .94, Escala Cognitiva
.77, Escala Fisiológica .89, Escala Conductual .70, con un Alpha total con un valor de
.82.
Con la finalidad de conocer la fiabilidad del instrumento de medición en la
población de jóvenes universitarios de San Pedro Sula, se realizó la prueba piloto con
30 alumnos. Los resultados en Tablas pueden observarse con detalle en el Anexo No. 2.
Los datos finales en cuanto a confiabilidad obtenidos en la investigación se presentan
en el Anexo No. 3. A continuación se da a conocer la información de la fiabilidad de
escalas y del instrumento total en la prueba piloto.
Tabla No. 2
Coeficientes de Confiabilidad Alpha de Cronbach obtenidos en la prueba piloto.
VARIABLE
INSEGURIDAD
CIUDADANA-ESCALAS
ALPHA DE CRONBACH INTERPRETACIÓN
Escala Afectiva 0.97 Excelente
Escala Cognitiva 0.90 Excelente
Escala Fisiológica 0.97 Excelente
Escala Conductual 0.94 Excelente
Escala Total 0.97 Excelente
La confiabilidad final del instrumento después de la aplicación definitiva fue de 0.975.
42
CAPÍTULO IX
TAMAÑO DE LA MUESTRA
9.1 Criterios de las Unidades Muestrales
Los criterios a elegir para las unidades muestrales son los siguientes:
Jóvenes de ambos géneros (adolescentes y adultos jóvenes, según clasificación
de Papalia et al. 2009).
Estudiantes universitarios (procedentes de cuatro universidades de la ciudad de
San Pedro Sula).
9.2 Descripción de la Muestra
La muestra se compone de un total de 376 estudiantes universitarios procedentes
de cuatro universidades de la ciudad de San Pedro Sula. Los estudiantes universitarios
tienen edades comprendidas entre los 16 a 38 años de edad. La edad promedio de los
estudiantes es de 27 años, encontrándose además que la mitad de éstos se encuentran
por debajo de los 20 años. En la distribución por género, el 61% de los encuestados son
mujeres y el 39% son hombres. El 61% de los estudiantes que participaron en el estudio
han sido víctima de asalto.
En cuanto al género femenino, el promedio de la edad de las mujeres que
formaron parte del estudio es de 31.5 años y se observó que la mitad de estas tienen 20
años o menos. Del total de mujeres el 56% ha sido víctima de asalto.
En cuanto al género masculino, la edad promedio es de 21 años, observándose
que la mitad de ellos se encuentran por debajo de los 21 años. Se cuantificó que el 68%
de los hombres han sido víctima de asalto.
El tamaño de la muestra se extrajo de una población de 33,577 estudiantes
universitarios, de diferentes carreras (datos Banco Central de Honduras, Honduras en
Cifras). Se trabajó con un valor de error de 0.036 para obtener este tamaño de muestra.
43
El tipo de muestreo que se realizó fue no probabilístico, ya que se realizó un
muestreo por conveniencia.
44
CAPÍTULO X
PLAN DE ANÁLISIS
El plan de análisis conlleva una serie de actividades:
Realizar la revisión del material obtenido, prepararlo y transcribirlo a un formato de
tipo electrónico, para el procesamiento, organización y análisis del material.
Utilizar el programa PASW (Predictive Analytics Software Statistics) como
herramienta para el análisis de la información obtenida.
Elaborar el libro de códigos, donde se codifican las respuestas proporcionadas por
los encuestados utilizando el CIU.
Construir una matriz de datos donde se plasme el valor de cada variable, así como
de cada unidad.
Hacer uso de la estadística descriptiva de la variable.
Utilizar la prueba estadística adecuada para la comprobación de hipótesis.
A continuación se expone en forma más detallada cómo se llevan a cabo las actividades
anteriormente citadas.
10.1 Libro de Códigos
El propósito de este libro es el de dar un tratamiento cuantitativo a la información
contenida en cada uno de los instrumentos de medición o cuestionarios. Es un documento
que describe la localización de la variable y los códigos asignados a las los atributos que la
componen. Es un manual que cumple dos funciones:
a) es la guía para el proceso de codificación
b) es la guía para localizar variables e interpretar los datos durante el análisis.
De manera sistemática en este manual se plantean las unidades de análisis, criterios de
las unidades de análisis, la variable de estudio, los ítems de cada escala, la categoría en la
respuesta, su código correspondiente y la columna de la matriz de datos. Por lo tanto el
manual de código está integrado por los siguientes elementos:
Unidades de Análisis
45
Criterios de unidades de análisis
Variable
Ítems (afirmaciones)
Categoría
Código
Columna
Valores Perdidos
En el Anexo No. 4 se constata la información anterior.
10.2 Matriz de datos
Para la interpretación de la información levantada con los cuestionarios en las
diferentes universidades, se utiliza la matriz de datos, esta matriz consta de la siguiente
información:
Género: Columna 1
Edad: Columna 2
Víctima: Columna 3
Fecha: Columna 4
Ítems inseguridad: Columnas de la 5 a la 229
En la matriz de datos se observa toda la información obtenida a partir de los
instrumentos de medición aplicados. Esta información recibe un tratamiento estadístico de
manera electrónica, usando como paquete el PASW (Predictive Analytics Software
Statistics.)
10.3 Pruebas Estadísticas a Utilizar
Con la base de datos se realiza el procedimiento estadístico para las respectivas
pruebas de hipótesis de la siguiente manera:
Utilización de la estadística descriptiva para la variable.
46
Comparación de Medias de Muestras Independientes, utilizando la U de Mann-Whitney.
Adicionalmente con los resultados obtenidos a través de los cálculos realizados se lleva a
cabo la interpretación de los resultados tomando como referencia lo expuesto en el marco
teórico.
47
CAPÍTULO XI
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE DATOS
La investigación busca dar respuesta a un objetivo general y tres objetivos específicos.
A continuación se presenta el análisis e interpretación de datos, para una mejor
comprensión se puede consultar el Anexo No. 5.
En cuanto al objetivo general que consiste en determinar el nivel de inseguridad
ciudadana en los jóvenes universitarios sampedranos se obtuvieron los siguientes
resultados:
El Gráfico de Caja y la Tabla No.3 da a conocer que la medición más baja del
índice de inseguridad ciudadana fue de 34 (de un posible de 0), mientas que la
medición más alta fue de 743 (de un posible de 900). Asimismo se halló que el 25% de
los encuestados con niveles de inseguridad ciudadana más bajo obtuvo una evaluación
entre los valores 34 y 385 y el 25% de los encuestados con los niveles de inseguridad
ciudadana más altos alcanzó valores entre 527 y 743.
De igual manera por medio del Gráfico de Caja se observa una distribución con
características de simetría en la evaluación del índice de inseguridad ciudadana.
Además se encontró que la mitad de los encuestados logró un valor debajo de 460 en el
índice.
A través de la aplicación del instrumento de medición a los 376 jóvenes se
obtuvieron los siguientes percentiles, por medio de ellos se puede analizar la situación
de hombres y mujeres en cuanto al nivel de inseguridad ciudadana:
Tabla No. 4
Percentil Total Mujeres Hombres
5 258.8 264.6 250.5
25 385 412 350.5
50 459.5 480 419
75 526.75 545 490.75
80 542.75 562 514
99 679.98 718.72 652.35
48
Tomando como referencia a Vuanello en cuanto a la distribución en percentiles
lo anterior indicaría:
1. Ausencia de estrés o estrés normal para la activación: si los resultados
caen en los centiles 5 y 25.
2. Estrés moderado: en este nivel están incluidas las personas que alcanzan el
centil 50.
3. Estrés severo: si se superan los resultados llegando a valores dentro del
centil 75.
4. Estrés extremo o postraumático: los resultados ocupan los centiles 80 al
99.
El valor del percentil 50 es de 459.5. Valores hacia arriba de 526.75, estarían
expresando un estrés severo.
A partir de estos resultados es se observa que las mujeres alcanzaron valores
superiores a los hombres.
En lo que se refiere a determinar si existen diferencias en hombres y mujeres en
cuanto al nivel de inseguridad ciudadana, se obtuvieron los siguientes
resultados:
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.00) es menor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que existe diferencia
significativa en el nivel de inseguridad ciudadana entre hombres y
mujeres (ver Tabla No. 5).
Tomando en cuenta el género y si la inseguridad ciudadana se presenta más en
una de las cuatro áreas afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual, los
resultados se exponen a continuación:
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.00) es menor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que existe diferencia
significativa en el área afectiva entre hombre y mujeres (ver Tablas No.
6 y 7).
49
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.210) es mayor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que no existe diferencia
significativa en el área cognitiva entre hombre y mujeres (ver Tabla No.
8).
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.00) es menor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que existe diferencia
significativa en el área fisiológica entre hombre y mujeres (ver Tablas
No. 9 y 10).
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.00) es menor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que existe diferencia
significativa en el área conductual entre hombre y mujeres (ver Tablas
No. 11 y 12).
Para finalizar con los objetivos específicos, se propuso determinar si existían
diferencias en cuanto a la situación de victimización/no victimización en los
jóvenes.
o Dado que la significancia asintótica obtenida (0.659) es mayor que el
nivel de significancia (0.05), se evidencia que no existe diferencia
significativa en el nivel de inseguridad ciudadana entre víctimas y no
víctimas (ver Tabla No. 13).
50
CAPÍTULO XII
DISCUSIÓN DE LOS RESULTADOS A LA LUZ DEL MARCO
TEÓRICO
El marco teórico de la investigación plantea la importancia de estudiar la
inseguridad ciudadana (subjetiva) como una situación que afecta en los jóvenes
estudiantes universitarios de San Pedro Sula y que atenta contra el Artículo 3 de los
Derechos Humanos: gozar de seguridad. Una serie de investigaciones han sido
mencionadas en este documento, las cuales hacen referencia a los problemas que se
derivan a nivel afectivo, cognitivo, fisiológico y conductual como producto de esta
situación a la cual se debe enfrentar diariamente la población hondureña,
específicamente en la ciudad de San Pedro Sula.
Con respecto al nivel de inseguridad ciudadana en los jóvenes universitarios
sampedranos, la investigación determinó el índice de inseguridad ciudadana con
una mediana 459.5, (percentil 50), un valor mínimo de 34 y un máximo de 743,
ubicándose los percentiles 25 y 75 en las puntuaciones 385 y 526
respectivamente. Lo anterior es indicativo de que hasta el momento el nivel de
inseguridad ciudadana es moderado. Se debe mejorar o por lo menos mantener
esta situación, ya que en caso de acercarse el nivel al tercer cuartil, las
implicaciones que a nivel de estrés esta situación podría provocar serían
considerables. Es importante dar continuidad a la investigación, ya que desde el
punto de vista de salud mental, una población joven, económicamente activa,
sumergida en altos niveles de estrés se verá afectada en diferentes áreas y
representará una carga a nivel familiar o bien para el estado. Adicionalmente
desde el punto de vista de la productividad puede tener grandes implicaciones.
En cuanto al género, se evidencia que existe diferencia significativa en el nivel
de inseguridad ciudadana entre hombre y mujeres. Con un nivel de significancia
α = 0.05 y una significancia asintótica obtenida de 0.00, lo anterior refleja que
entre hombres y mujeres la forma de percibir la realidad en cuanto al tema de
inseguridad ciudadana es diferente. Lo anterior podría estar relacionado con
investigaciones como las de Ortega & Myles (1987) así como Smith & Hill
51
(1991) quienes encontraron que el miedo al delito es mayor entre mujeres que
entre varones, ya que en el caso de las mujeres esto podría estar relacionado con
una mayor percepción de vulnerabilidad, pero las conclusiones todavía en este
sentido son contradictorias.
A nivel afectivo se evidencia que existe diferencia significativa entre hombre y
mujeres. Con un nivel de significancia α = 0.05 y una significancia asintótica
obtenida de 0.00, lo anterior podría relacionarse con rasgos de mayor
inseguridad y preocupación ante situaciones estresantes por parte de las mujeres.
A nivel cognitivo se evidencia que no existe diferencia significativa entre
hombres y mujeres. Con un nivel de significancia α = 0.05 y una significancia
asintótica obtenida de 0.210, no existen diferencias en cuanto a la interpretación
que realizan tanto los hombres como las mujeres universitarias sampedranas al
momento de procesar la información a partir de sus propias características, a su
percepción o bien del conocimiento que se va adquiriendo.
A nivel fisiológico se evidencia que existe diferencia significativa entre hombre
y mujeres. Con un nivel de significancia α = 0.05 y una significancia asintótica
obtenida de 0.00, lo anterior muestra que los síntomas físicos experimentados en
hombres y mujeres son diferentes.
A nivel conductual se evidencia que existe diferencia significativa entre
hombre y mujeres. Con un nivel de significancia α = 0.05 y una significancia
asintótica obtenida de 0.00, el comportamiento de hombres y mujeres difiere
sobre todo en lo que respecta a buscar ayuda espiritual y buscar ayuda de otros.
En cuanto a la victimización/no victimización se evidencia que no existe
diferencia significativa. Con un nivel de significancia α = 0.05 y una
significancia asintótica obtenida de 0.659 tanto los jóvenes universitarios que
han sido objeto de asalto, robo, como aquellos que no lo han experimentado
tienen la percepción o valoración del peligro de poder convertirse en víctima de
un delito.
52
Para finalizar, es importante recordar que de una muestra de 376 estudiantes
universitarios procedentes de cuatro universidades de la ciudad de San Pedro Sula, con
edades comprendidas entre los 16 a 38 años de edad, la edad promedio de los
estudiantes es de 27 años, por lo tanto se considera adulto joven. El 61% de las
personas que contestaron el instrumento de medición, son mujeres y el 39% son
hombres, y el 61% de los estudiantes que participaron en el estudio han sido víctima de
asalto.
En cuanto al género femenino, el promedio de la edad de las mujeres que
formaron parte del estudio es de 31.5 años y se observó que la mitad de ellas tienen 20
años o menos. Del total de mujeres el 56% ha sido víctima de asalto.
En lo que respecta al género masculino, la edad promedio es de 21 años,
observándose que la mitad de ellos se encuentran por debajo de los 21 años. Se
cuantificó que el 68% de los hombres han sido víctima de asalto. En este sentido, la
investigación nos revela que en un 12% se tiene preferencia por el género masculino
para ser blanco de asalto, robo o hurto.
53
CAPÍTULO XIII
CONCLUSIONES
Con respecto al nivel de inseguridad ciudadana en los jóvenes universitarios
sampedranos la investigación determinó que la mitad de los encuestados logró
un valor debajo de 460 en el índice de inseguridad ciudadana (mediana 459.5,
percentil 50), lo cual es indicativo de que hasta el momento el nivel de
inseguridad ciudadana subjetiva es moderado.
En cuanto al género, se evidencia que existe diferencia significativa en el nivel
de inseguridad ciudadana entre hombre y mujeres.
A nivel afectivo existe diferencia significativa entre hombre y mujeres; los
sentimientos y emociones de inseguridad, miedo y preocupación se procesan de
manera diferente a nivel de género.
A nivel cognitivo no existe diferencia significativa entre hombre y mujeres. En
este sentido la interpretación que realizan tanto los hombres como las mujeres
universitarias sampedranas es similar en cuanto a ignorar el problema, pensar en
otras situaciones, anticipar negativamente cosas que pueden ocurrir y considerar
las capacidades que se poseen para resolver las situaciones.
A nivel fisiológico existe diferencia significativa entre hombres y mujeres, las
molestias somáticas que surgen como consecuencia del nivel de activación
propio del estrés se experimentan en forma distinta.
A nivel conductual existe diferencia significativa entre hombre y mujeres, la
evitación de la situación que produce estrés y la posibilidad de buscar ayuda a
nivel espiritual o humanal es considerada desigual en ambos géneros.
En cuanto a la victimización/no victimización se evidencia que no existe
diferencia significativa. Tanto los jóvenes universitarios que han sido objeto de
asalto, robo, hurto, como aquellos que no han tenido la experiencia, mantienen
la percepción de peligro en el ambiente.
54
La presente investigación contribuye a enriquecer la temática sobre la inseguridad
ciudadana en jóvenes universitarios hondureños, se espera que la misma pueda
despertar el interés de futuras investigaciones en poblaciones de adultos medios y
ancianos.
55
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60
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http://saludparalavida.sld.cu/modules.php?name=News&file=article&sid=214#zaldivar
REF
61
ANEXOS
ANEXO NO. 1
CUESTIONARIO DE INSEGURIDAD CIUDADANA*
FECHA: ______ noviembre 2011.
Esta investigación está destinada a conocer cómo influyen en la vida de los jóvenes
las situaciones de victimización por delitos contra la propiedad como el robo, hurto,
tanto por la experiencia directa de haberlo sufrido, como por la posibilidad de que
acontezca.
A continuación encontrarás una lista de situaciones en la parte izquierda de la hoja
y arriba hallarás las posibles reacciones y/o respuestas que podrías presentar ante un
delito.
Solicitamos que contestes a cada una de las situaciones en base a cómo sería tu conducta,
pensamiento o emoción, de acuerdo a su ocurrencia y a la siguiente escala:
0: NUNCA
1: POCAS VECES
2: ALGUNAS VECES
3: MUCHAS VECES
4: SIEMPRE
Por favor, necesitamos que completes estos datos:
Género: F___ M___
Edad: ____
¿Has sido víctima de robo o hurto? Sí_____ No_____
Fecha en que ocurrió:_________________________ Lugar:_____________________________
GRACIAS POR TU COLABORACIÓN
Autora: Vuanello; R. (2006)* Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de San Luis Argentina
62
CUESTIONARIO DE INSEGURIDAD CIUDADANA CIU
0: NUNCA 1: POCAS VECES 2: ALGUNAS VECES 3: MUCHAS VECES 4: SIEMPRE
Me s
iento
inse
guro
/a.
Sie
nto
mie
do.
Me p
reocu
po f
áci
lmente
.
Ignoro
el pro
ble
ma.
Pie
nso
en o
tra c
osa
. Antici
po las
cosa
s negativas
que
pueden o
curr
irm
e.
Pie
nso
en
mis
capaci
dades
para
reso
lver
esa
s si
tuaci
ones
Sie
nto
mole
stia
s en e
l est
óm
ago.
Se m
e a
cele
ra la f
recu
enci
a c
ard
íaca
.
Mi cu
erp
o e
stá e
n t
ensi
ón.
Tra
to d
e e
vitar
esa
situaci
ón.
Rezo
y e
spero
que D
ios
me a
yude.
Aum
ento
mis
medid
as
de s
eguridad.
Busc
o a
yuda e
n o
tros.
Confío e
n la p
olic
ía.
1. Ante la posibilidad
de que roben en mi
casa.
2. Cuando me
encuentro en un sitio
peligroso (camino por
una calle oscura, por
un lugar poco
habitado).
3. Cuando pienso que
me pueden asaltar otra
vez.
4. Cuando espero a
alguien en la calle y
estoy solo/a.
5. Al dejar mi auto,
moto o bici fuera de mi
vista.
6. Si alguien
desconocido se me
acerca en la calle.
7. Cuando siento que
me miran mucho y no
encuentro razón.
8. Cuando salgo de una
fiesta o del boliche en
la madrugada.
63
0: NUNCA 1: POCAS VECES 2: ALGUNAS VECES 3: MUCHAS VECES 4: SIEMPRE
Me s
iento
inse
guro
/a.
Sie
nto
mie
do.
Me p
reocu
po f
áci
lmente
.
Ignoro
el pro
ble
ma.
Pie
nso
en o
tra c
osa
. Antici
po las
cosa
s negativas
que
pueden o
curr
irm
e.
Pie
nso
en
mis
capaci
dades
para
reso
lver
esa
s si
tuaci
ones
Sie
nto
mole
stia
s en e
l est
óm
ago.
Se m
e a
cele
ra la f
recu
enci
a
card
íaca
.
Mi cu
erp
o e
stá e
n t
ensi
ón.
Tra
to d
e e
vitar
esa
situaci
ón.
Rezo
y e
spero
que D
ios
me a
yude.
Aum
ento
mis
medid
as
de
seguridad.
Busc
o a
yuda e
n o
tros.
Confío e
n la p
olic
ía.
9. Si tengo que "pedir
jalón" y viajo solo/a.
10. En lugares muy
concurridos
(espectáculos
públicos, boliche, etc.)
11. Al viajar en un
medio de transporte
público.
12. Cuando llevo
dinero u objetos de
valor, o voy con
alguien que los porta.
13. Cuando tengo que
ir a un lugar nuevo o
conocer gente por
primera vez.
14. Si tengo que ir a un
banco o a un comercio
y pienso que me
pueden asaltar.
15. Al conocer los
delitos que se
producen.
64
ANEXO No. 2
Con respecto a la confiabilidad del instrumento:
- Al sistema afectivo corresponden los siguientes 3 ítems (inseguro, miedo,
preocupo).
- Al cognitivo corresponden los siguientes 4 ítems (ignoro, pienso, negativo,
capacidad).
- Al fisiológico los siguientes 3 ítems (estómago, corazón, tensión).
- Al conductual los siguientes 5 ítems (evitar, rezo, seguridad, ayuda, policía).
Análisis de fiabilidad Escala: TODAS LAS VARIABLES
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 27 90,0
Excluidosa 3 10,0
Total 30 100,0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
,973 45
Análisis de fiabilidad Escala: TODAS LAS VARIABLES
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 27 90,0
Excluidosa 3 10,0
Total 30 100,0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
65
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
,902 60
Análisis de fiabilidad Escala: TODAS LAS VARIABLES
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 27 90,0
Excluidosa 3 10,0
Total 30 100,0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
,979 45
Análisis de fiabilidad Escala: TODAS LAS VARIABLES
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 23 76,7
Excluidosa 7 23,3
Total 30 100,0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
,944 75
66
Análisis de fiabilidad Escala: TODAS LAS VARIABLES
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 21 70,0
Excluidosa 9 30,0
Total 30 100,0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
,977 225
67
ANEXO No. 3
Datos de la confiabilidad obtenidos en la investigación a través de la aplicación del
Instrumento de Medición CIU.
Análisis de fiabilidad
AFECTIVO
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 413 96.9
Excluidosa 13 3.1
Total 426 100.0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
.968 45
Análisis de fiabilidad
COGNITIVO
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 411 96.5
Excluidosa 15 3.5
Total 426 100.0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
.923 60
68
Análisis de fiabilidad
FISIOLÓGICO
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 417 97.9
Excluidosa 9 2.1
Total 426 100.0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
.969 45
Análisis de fiabilidad
CONDUCTUAL
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 403 94.6
Excluidosa 23 5.4
Total 426 100.0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
.956 75
69
Análisis de fiabilidad
TOTAL
Resumen del procesamiento de los casos
N %
Casos Válidos 376 88.3
Excluidosa 50 11.7
Total 426 100.0
a. Eliminación por lista basada en todas las
variables del procedimiento.
Estadísticos de fiabilidad
Alfa de
Cronbach N de elementos
.975 225
70
ANEXO NO. 4
LIBRO DE CÓDIGOS
Variable Indicadores Código
Género Masculino 1
Femenino 2
Edad Número de años que tiene una persona Número de años que tiene una persona
Fecha Año en que la persona fue victima de un asalto Año en que la persona fue victima de un asalto
Tipo afectivo : Inseguro, miedo, preocupo
Nunca 0
Pocas veces 1
Algunas veces 2
Muchas veces 3
Siempre 4
Tipo cognitivo : Pienso, negativo, capacidad.
Nunca 0
Pocas veces 1
Algunas veces 2
Muchas veces 3
Siempre 4
Tipo fisiológico : Estomago, corazón, tensión
Nunca 0
Pocas veces 1
Algunas veces 2
Muchas veces 3
Siempre 4
Tipo conductual : Evitar, rezo, seguridad, ayuda, policía.
Nunca 0
Pocas veces 1
Algunas veces 2
Muchas veces 3
Siempre 4
Inseguridad
71
ANEXO NO. 5
Gráfico No 7: Gráfico de Caja
Tabla No. 3
Estadísticos
Inseguro
N Válidos 376
Perdidos 50
Mediana 459.5000
Mínimo 34.00
Máximo 743.00
Percentiles 25 385.0000
50 459.5000
75 526.7500
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el nivel de inseguridad entre hombre y mujeres.
H1: Si existe diferencia en el nivel de inseguridad entre hombre y mujeres.
α = 0.05
72
Tabla No. 5
Estadísticos de contrastea
Inseguro
U de Mann-Whitney 11215.500
W de Wilcoxon 21655.500
Z -5.306
Sig. asintót. (bilateral) .000
a. Variable de agrupación: Género del
encuestado
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el área afectiva entre hombre y mujeres.
H1: Si existe diferencia en el área afectiva entre hombre y mujeres.
α = 0.05
Tabla No. 6
Estadísticos de contrastea
Afectivo
U de Mann-Whitney 12478.500
W de Wilcoxon 25198.500
Z -6.489
Sig. asintót. (bilateral) .000
a. Variable de agrupación: Género del
encuestado
Tabla No. 7
Comparación de los componentes Afectivo
Estadísticos de contrastea
a1 a2 a3 Afectivo
U de Mann-Whitney 14229.500 13053.000 13011.000 12478.500
W de Wilcoxon 27595.500 26583.000 26377.000 25198.500
Z -5.492 -6.591 -6.453 -6.489
Sig. asintót. (bilateral) .000 .000 .000 .000
a. Variable de agrupación: Género del encuestado
Como se observa, en todos los elementos hay diferencias significativas.
73
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el área cognitiva entre hombre y mujeres.
H1: Si existe diferencia en el área cognitiva entre hombre y mujeres.
α = 0.05
Tabla No. 8
Estadísticos de contrastea
Cognitivo
U de Mann-Whitney 18659.500
W de Wilcoxon 49287.500
Z -1.253
Sig. asintót. (bilateral) .210
a. Variable de agrupación: Género del
encuestado
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el área fisiológica entre hombre y mujeres.
H1: Si existe diferencia en el área fisiológica entre hombre y mujeres.
α = 0.05
Tabla No. 9
Estadísticos de contrastea
Fisiológico
U de Mann-Whitney 15791.500
W de Wilcoxon 28994.500
Z -4.000
Sig. asintót. (bilateral) .000
a. Variable de agrupación: Género del
encuestado
74
Tabla No. 10
Comparación de los componentes Fisiológico
Estadísticos de contrastea
f1 f2 f3 Fisiológico
U de Mann-Whitney 14555.000 16827.500 17706.500 15791.500
W de Wilcoxon 28085.000 30688.500 31236.500 28994.500
Z -5.318 -3.556 -2.649 -4.000
Sig. asintót. (bilateral) .000 .000 .008 .000
a. Variable de agrupación: Género del encuestado
En todos los elementos hay diferencias significativas.
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el área conductual entre hombre y mujeres.
H1: Si existe diferencia en el área conductual entre hombre y mujeres.
α = 0.05
Tabla No. 11
Estadísticos de contrastea
Conductual
U de Mann-Whitney 14088.500
W de Wilcoxon 26491.500
Z -4.526
Sig. asintót. (bilateral) .000
a. Variable de agrupación: Género del
encuestado
75
Tabla No. 12
Comparación de los componentes Conductual
Estadísticos de contrastea
c1 c2 c3 c4 c5 Conductual
U de Mann-Whitney 19453.500 13621.000 18239.500 14951.000 20433.000 14088.500
W de Wilcoxon 32983.500 27482.000 31934.500 27671.000 52818.000 26491.500
Z -1.075 -6.117 -2.243 -4.389 -.555 -4.526
Sig. asintót. (bilateral) .282 .000 .025 .000 .579 .000
a. Variable de agrupación: Género del encuestado
Hay diferencias significativas en c2, c3 y c4. Los elementos c1, y c5 no muestran
diferencias significativas.
Contraste de Hipótesis
Ho: No existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre víctimas y
no víctimas.
H1: Si existe diferencia en el nivel de inseguridad ciudadana entre víctimas y no
víctimas.
α = 0.05
Tabla No. 13
Estadísticos de contrastea
Inseguridad
U de Mann-Whitney 16207.500
W de Wilcoxon 43468.500
Z -.442
Sig. asintót. (bilateral) .659
a. Variable de agrupación: ¿Ha sido
víctima?