una curiosidad lexicográfica de 1890, por francisco javier pérez
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Opinión, cultura, VenezuelaTRANSCRIPT
18/4/2016 Una curiosidad lexicográfica de 1890
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FRANCISCO JAVIER PÉREZ
21 DE DICIEMBRE 2015 12:01 AM
Movido por el espíritu purista, un muy fuerterebrote de esta tendencia será motivo central enla descripción propuesta por Juan Seijas parasu Diccionario de barbarismos cotidianos (1890).Concibiéndolo con una estructura explicativa quetrabaja las voces desde una consideraciónsancionadora o elogiosa de los usos,ambiciosamente pretende alertar sobre “todaslas impropiedades del lenguaje hablado ó escrito,que se escapan diariamente a cierta clase de gentes”. Su procederexplicativo contrapone con las voces “correctas” frente a las“populares”, objetivo último de la descripción purista.
Considerado como un autor fundamental para el conocimiento deespañol americano, Seijas, para ese momento residenciado en laArgentina, elaborará este texto con intenciones sancionadorasmotivadas por el insumo poderoso que suponía tener a la vista unode los dialectos hispanoamericanos más renuentes a las normativasy más zafado de los cánones restrictivos de naturaleza académica.Ciertamente, y hasta el presente, será un tópico de estudio laliberalidad (su riqueza) en el empleo del español rioplatense (allítenemos la ruda polémica entre el escritor Jorge Luis Borges y elfilólogo español Américo Castro). Demostraciones elocuentes deesta situación serían la inexistencia en la Argentina de unaAcademia correspondiente de la española y, en su lugar, lapresencia de una Academia Argentina de Letras que se consideraba“Asociada” y no “Correspondiente” de la Real Academia Española yque se establece muy tardíamente, en 1931. En el mismo sentido, laclásica polémica que sostienen el filólogo Américo Castro y elescritor Jorge Luis Borges en torno a la existencia de una lenguaargentina, que produjo el magistral trabajo de este último: La lenguade los argentinos, viene a hacer entender que se trataba,especialmente en el momento en que trabaja Seijas, de una de lasvariedades hispanoamericanas más ricas y productivas derestricciones. Casi como frente a un manjar, elaborará con deleitepurista su diccionario para cuestionar los usos “bárbaros” y para
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ofrecer las formas legalizadas de la lengua. En otro orden de
consideración, Seijas será un adelantado de la descripción de la
variedad del español argentino, ya que, Daniel Granada, la
indiscutible autoridad, había publicado su Vocabulario rioplatenserazonado, en Montevideo, apenas un año antes, en 1889.
En Seijas ya se vislumbran algunos quiebres al dogmatismo purista
en tratamientos encontrados y en actitudes dubitativas sobre la
aplicación irracional del purismo que, sin duda, impulsarán y
justificarán la arremetida posterior, como veremos, de Julio Calcaño.
El señalamiento de lo que evita resulta también documento
significativo de las prácticas habituales: “He tratado de evitar en
cuanto me ha sido posible dar á mi estilo ese tono magistral que
predomina siempre en obras de esta naturaleza; ese ceño severo y
esa voz levantada del viejo escritor que enseña regañando y
gruñendo, como si tratara de extirpar errores sociales de
trascendencia perniciosa: no tanto por considerar todo esto cosas de
una vanidad indigna, cuanto por ser incompatible con mi edad y
poca ciencia”. Muy respetuoso de la lengua y de sus procesos
productivos, aunque sin dejar de sostener sus criterios purificadores,
hace uno de los tratamientos más dignos de esta materia, tan
delicada. Se trata de un raro pensamiento purista que repudia el
criterio de autoridad: “Si acaso alguna vez pretendo que prevalezca
alguna apreciación mía, es por encontrarla apoyada por buenos
escritores y hablistas, cuyos principios, sugeridos por el uso y por no
escasa ciencia, son por más de un motivo dignos de observarse. He
procurado del mismo modo en mi propósito de ser tenido antes por
sensato que por erudito, de tratar errores con sumo laconismo”.
Punto de honor en el trabajo de Seijas lo constituye el repudio de los
extranjerismos, en el fondo, los más auténticos barbarismos en la
lengua. Haciendo expresa mención del aporte de Baralt a este
ámbito de estudio, asentará su criterio sobre este particular. En su
crítica hay un dejo muy fuerte de cuestionamiento social a través de
los usos lingüísticos, aspecto de implicaciones sociolingüísticas y de
refuerzo a planteamientos que propician la idea de que el análisis
del discurso lingüístico puede hacer significativos aportes para el
conocimiento social, cultural e histórico. Estaba repudiando un
hábito social que se traducía en problema lingüístico. Ironiza sobre
las personas que viajan y que con vanagloria traen a su discurso
palabras y locuciones ajenas a la lengua española con chocante
echonería.
Corrupción y casticismo parecían ser los extremos en debate en la
consideración de la descripción purista de los diccionarios. Esta
contraposición conceptual implicaba una lectura de sus profundas
raíces políticas para las sociedades en proceso de formación
durante el siglo XIX. El purismo lingüístico venía a contribuir a la
idea de que los individuos en su desempeño ciudadano debían estar
protegidos y disciplinados por un lenguaje limpio y carente de las
máculas que sólo podían provenir del uso degenerado que
sociedades, también degeneradas, hacían de él. Por una parte, los
disciplinamientos sociales exigían también disciplinamientos en
diversos ámbitos y manifestaciones del trabajo cultural. Catecismos,
manuales, constituciones y códigos civiles constituyeron algunas de
las modalidades genéricas capaces de ordenar las conductas
públicas y privadas. Estas exigían controlar el aparato fundamental
de subversión del orden social a través de los desarrollos del
pensamiento. El disciplinamiento en el nacimiento y fundación de las
nacionalidades recién creadas estaba requiriendo un imperativo
más: la regulación de las indisciplinas lingüísticas. A una lengua
ordenada correspondería un pensamiento ordenado y una
comunicación ordenada de las ideas y modos de expresión de
conductas públicas y privadas ya expurgadas de toda mancha
envilecedora. Las metas del purismo no serían otras que las de
vigilar por el buen uso de la lengua y por la asignación de los
castigos necesarios para encauzar cualquier rebelión o subversión
de las normas.
Hasta aquí, el purismo había actuado como regulador de las
transgresiones a la lengua imperial. Su propuesta más enfática no
era otra que la de eliminar los vicios que la desvirtuaran o desviaran
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de su pureza primigenia.
Un segundo proceso estaba generando otro tipo de reacción contrala lengua imperial; español canónico, paradigma de corrección,única expresión posible en una lengua que se entendía como laautoridad suprema y legitimadora. Se plantearía, ahora, el debatecomo lucha de poder entre el español general, santificado por unaAcademia de cuño Real y por una tradición de innegablesautoridades literarias, y el español americano, recién nacido y deestirpe dudosa. La lucha quedaría asentada, no ya entre uncasticismo y su contraparte, sino entre la forma española general yla forma americana de decir. El conceptode americanismo fecundaría para cada una de las hablashispanoamericanas en extensa descendencia: colombianismo,mexicanismo, argentinismo, cubanismo, peruanismo,venezolanismo, etc.
El purismo venía a generar una respuesta que se afiliaba a ladominación política en su materialización discursiva en todas y cadauna de las disciplinas escriturarias, inclusive las de naturalezalingüística. Sería en éstas, por razones evidentes, en donde seafincarían más los excesos ya que debían ser ellas las creadoras delos instrumentos y las difusoras de los alcances de las políticas tantode restricción como de liberación del canon. En este concierto devoces discordantes y de permanente rivalidad, unas a favor de lospurismos y otras en pro de la liberalización y apertura lingüísticas,los diccionarios, así como también las gramáticas, vinieron apropiciar descripciones desde la restricción y desde la apertura.
El discurso del diccionario no fue más que un discurso de poder;vehículo de dominación, regulación interesada e ideológica,disciplinamiento manipulatorio de la lengua como portadora de lasfilosofías grupales movidos por intereses de poder. Purismo yantipurismo actuaron como posibilidades abiertas en la dinámica delas relaciones de dominación a través de la lengua en un tiempohistórico caracterizado por el debate entre los imperialismos y suscontrarios. El curioso texto del lexicógrafo venezolano así nos loevidenciaría.
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