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Tumbas sin nombre no es un libro más sobre las caras de Bélmez. Los autores, Íker Jiménez y Luis Mariano Fernández (malas lenguas dicen que Jiménez ha puesto poco más que la firma en la portada), se han fijado un objetivo más ambicioso que escribir la enésima recopilación de anécdotas sobre el agotado “enigma” de las caras. Han llevado a cabo una investigación que pretende aportar datos espectaculares: la identidad de las famosas “teleplastias”. Las conclusiones, como se verá en este artículo, son absolutamente inaceptables. La aventura del nuestros “reporteros de misterios” arranca en 2003 con la “pista” que surge en Bélmez de la Moraleda, donde el hipnotizador televisivo Ricard Bru somete a la vidente Ana Castillo a una especie de regresión hipnótica “por poderes”. La médium dice “revivir” hechos de la vida de María Gómez Cámara (la famosa dueña de la casa de las caras de Bélmez), y sus “visiones” de muerte se identifican con la matanza real de familiares de María en el asedio del Santuario de la Virgen de la Cabeza durante la Guerra Civil española (en la revista Estigia tenemos esta misma historia). Sobre estos intragables indicios paranormales, los autores inician una investigación que acaba con la identificación de las caras de Bélmez con los parientes de María muertos en el asedio. Para reforzar estas conclusiones, antiguas fotografías y las “teleplastias” son contrastadas, con éxito aparente, mediante software forense y policial de identificación y bajo el supuesto asesoramiento de un experto de la policía científica.

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INTRODUCCIóN

E

STE LIBRO lo componen letras,documentos y corazón. Está escritocomo hacían los viejos reporteros,

con el latido de una actualidad que nosha conmovido con cada hallazgo. Concada giro inesperado

que ocurría ante nosotros.

Siempre en vivo. Siempre en directo.Tumbas sin nombre es un grito, unadenuncia y una

esperanza. Ahí reside su fuerza. No la

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busquen en presuntos análisis sosegadosy eruditos sobre el

fenómeno en cuestión. Esta investigaciónes, ante todo, impulso, emoción yprofunda fe en la

búsqueda.

Ese ha sido el espíritu que nos haguiado. Estos son los hechos y así loshemos vivido.

Solo a ustedes les corresponde opinar.

LOS AUTORES Sígüenza(Guadalajara), 27 de abril de 2003

NoTA PREVIA

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L

A ESCENA con la que da comienzo estaaventura es una se-

sión de hipnosis regresiva efectuada unanoche del mes de febrero de 2003 en unacasa del pueblo

jiennense de Bélmez de la Moraleda.Allí, en septiembre de 1971, empezarona surgir unas

misteriosas caras en el suelo a las quenadie pudo dar una explicación.

Rostros que aún siguen ahí.

María Gómez Cámara, de ochenta y

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cuatro años -la solitaria viuda dueña delinmueble-, asistió

extrañada y en silencio a la experienciadirigida por el hipnólogo Ricard Bru.

La persona que se prestó a ser«dormida» en la habitación dondeaparecen las efigies es Ana

Castillo, un ama de casa sevillana quejamás había estado en el lugar.

La fría mirada de una cámara detelevisión fue testigo de lo que allísucedió.

CAPíTULO

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Unas cruces y unos niños

quema*ndose

En Bélmez, pasado y presente estándialogando.

[Diario Pueblo, 18 de febrero de 1972.]

- VEO UNAS CRUCES y unos niñosquemdndose. Escucho gritos, chillidos, ygente muerta..., hay un

hombrefusilado...

Los balbuceos se han convertido enpalabras. El objetivo se

acerca con su ojo de cristal y el

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micrófono intenta captar con precisión.

-Hay un hombre fusilado..., varios, másdisparos...

Ricard Bru, barba, traje oscuro y gestoserio, pone la mano sobre la frente de lamujer. Por un

instante regresa el silencio, como

si aquella palma pudiese borrar elpensamiento. Ella nunca había estadoallí; sin embargo, en su

cerebro, en su voz dormida, se es-

tán grabando nítidos los trazos de undrama del pasado.

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-Hay unafamilia..., niños muertos ....fuego...

Los ojos continúan cerrados y el plácidosueño hipnótico se va

convirtiendo en una pesadilla. Quizá,piensa Bru, ha forzado demasiado lamaquinaria oculta de la

mente,

Hay que parar.

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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Ana Castillo: «Vi una niña que se lallevaba alguien de uniforme, tiros, niñosquemándose, un edificio

que se cae ... »

-Tranquila -le repite deletreando muydespacio-. ¿Dónde estás ahora?

La mujer gira la cabeza como en unaconvulsión. jadeos. El pelo moreno sepega a la frente. Un

gruñido. La cara, cada vez más pálida.Suda, siente escalofríos, se retuerce conuna mueca de dolor.

Un lamento seco y largo parece que lesale del fondo del alma, retumbando por

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esta cocina donde

ya nadie cocina.

Es un quejido de muerte del que brotanmás palabras...

-Un edificio grande..., se cae. Sederrumba sobre la gente, y noto elpolvo, la arena que sube y oigo

llorar..., son los niños, las familias..., lamatanza de unafamilia...

En el suelo hay caras que miran laescena. Como si alguien las hubiesepintado con gusto macabro

algún día lejano. Rostros desagradables,

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hoscos, como retratos perdidos en eltiempo. Una

decoración insólita y no elegida queacompaña este lugar desde hace muchotiempo.

A un lado, María Gómez Cámara, dueñade la casa. Siempre enlutada, cabellosblancos hacia atrás

y facciones tan duras y angulosas comolas sierras que rodean el pueblo.Permanece sentada,

callada, dibujando una sonrisa cuyosignificado nadie comprende. Estábarruntando algo que se nos

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escapa...

TUMBAS SIN NOMBRE

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-Veo muchas cruces, cruces clavadas,piedras que caen..., y siento el dolor deunafamilia... -

prosigue la hipnotizada.

María es alta, fibrosa, y tiene ochenta ycuatro años. Y una vida difícil que ahorava a sufrir un

nuevo vuelco. Agarra la mano

de la mujer dormida entre las suyas,

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venosas y arrugadas. Las dos en el sofá,en ese sofá

polvoriento que lleva ahí toda la vida,entre paredes blan cas sin adornos, entrecuatro esquinas

inás pobres que humildes; las mismasque un día lejano sobrecogieron a todaEspaña.

-Los niños se queman..., arden..., haygente a caballo... Veo colores, muchoscolores queflotan y

una niña que grita y es cogida en brazospor un hombre de uniforme. Alguien lasalva, se la lleva...,

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se aleja..., siento el dolor de esamadre... y los llantos de la hija al dejarallía sufamilía...

Bru procura devolver del trance a AnaCastillo; el viaje a lo más profundo delsubconsciente puede

ser peligroso para esta ama de casasencilla y sincera que se ha prestadopara la experiencia sin

conocer la historia ni el tétrico pasadode la vivienda.

-Ya, ya, todo va a pasar -susurra eldirector de la hipnosis-. Estás aquí,estás aquí... ¿Qué ves?

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-Todo se ha derrumbado. Todo. Ya nose oyen los gritos.

Le ha costado unos minutos volver en sí.El duro retorno del laberinto deimágenes producen

arcadas, la encogen ... , la hacentemblar.

-Ha sido terrible, muy desagradable,siento el llanto de esa niña, una niña a laque han arrancado de

los suyos...

Maria permanece callada, como sinatreverse a decir algo que le quema pordentro. La cámara ya

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no rueda y se produce un silencio queescuece. La anciana lo rompe con unaspalabras que son un

martillazo a treinta años deinvestigaciones. Una sorpresamonumental. Algo que nadie espera, una

confesión rotunda y se-

ca como su talante.

Era el secreto que guardaba en lo másprofundo de su ser desde hacíademasiado tiempo...

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lKERJIMÉ',EZ Y LUIS MARIANO

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FERNÁNDE7

-Mifamilia murió así. La mataron deesaforma.

La noche de febrero, en Bélmez, es másfría que nunca. Nadie pasea por suscalles. Solo la luz de la

lámpara de la cocina ilumina el exteriorcon un haz que surge por el ventanuco.Da la impresión, tal

y como ocurrió aquel 23 de agosto de1971, que María va a salir de unmomento a otro por la

puerta gritando: «¡Una ca-

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ra! ¡En mi casa hay una cara!»

Nada ha cambiado desde fuera. Lamisma soledad, la misma calleja blancacon el cielo negro como

contraste.

Sin embargo, allí dentro está ocurriendoalgo clave. Se están abriendo lasinesperadas puertas de un

camino sorprendente. La anciana, acuentagotas, da unos datos precisossobre la tragedia que se

cebó con los suyos. Al parecer, en unode los acontecimientos más negros de laGuerra Civil

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española, el asedio del san-

tuario de la Virgen de la Cabeza, deAndújar, su hermana, cuñado y cincosobrinas murieron de

forma brutal. Ella nunca ha podidoolvidar y lo tiene siempre presente en sumemoria. Es algo que

le obliga a un rezo nocturno por elrecuerdo.

La confesión de María Gómez Cámaraes contundente:

«Mi familia murió así».

TUMBAS SI\ \OMBRE

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Unos niños mo’ribundos, comoespectros vivos, escapando de la muerteen algún

punto de la provincia de Jaén. AnaCastillo había descrito hechos concretosque se produjeron en el Santuario de laVirgen de la Cabeza, de AndúJar, hacíasesenta y cinco años. Una de las páginasmás trágicas de la Guerra

Civil española.

Un rezo doloroso como la herida que nose cierra. Tenía diecisiete años ypermaneció en Bélmez,

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protegida, se-

gura, a unos noventa kilómetros de aquelenclave colgado del pico más alto deSierra Morena.

Aquel lugar casi inaccesible donde lasbombas cayeron, piedra sobre piedra, enuna lluvia fatal que

aniquiló, uno a uno, a los ChamorroGómez, su propia familia.

-Bueno, todos no murieron... -irrumpeante el impresionado equipo que asisteacurrucado y en

silencio-. Queda una superviviente...Eran siete niñas y los padres... Ella

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vive, se salvó, quedó muy

lierida, pero se salvó. Es mi sobrinaIsabel y vive allíabajo...

-María -pregunta el hombre quetransporta una pesada cámara intentandotrazar una similitud

inmediata entre aquella familia y losrostros aparecidos en el cemento de lacocina-, ¿usted guarda

alguna foto de ellos?

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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-No. Ella es la única que guardó, creo...

Al llegar a casa de Isabel Chamorro,única superviviente de la matanza, venun cuadro colgado de

la pared. Siempre había estado allí...,pero ahora su significado era muydistinto. La buena mujer no

entendía nada... ¿Para qué querrían ver aaquellas horas el sencillo recuerdo quela Guardia Civil

compuso en honor a su familiamasacrada?

-Oiga, ¿pero usted no es «el que duermea la gente por la tele?» -pregunta la

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señora Chamorro

mientras enciende la luz de una sala...

-Sí, sí..., pero ahora le juro que es muyimportante ver esa foto -responderesoplando Bru, guiado

como un autómata por su intuición...

Agobiada por la ansiedad de losinvestigadores, accede a descolgarlo,sin ser consciente de que la

primera pieza del puzzle co-

menzaba a encajar..

Ana Castillo, todavía en un estado de

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confusión tras el esfuerzo realizado parala hipnosis, tiene

que sujetarse para no caer al suelo. Daun grito. Un alarido ronco.

Isabel Chamorro miró el cuadro deforma distinta. ¿Qué tenían que ver sus

familiares muertos con las caras deBélmez?

TUMBAS SIN NOM.BRE

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La imagen de un Santuario derruido,devorado por las llamas, era unrecuerdo

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lejano que todos pretendían olvidar. Unatragedia sin parangón, que puede

guardar algunas de las claves delmisterio de Bélmez.

-Las niñas..., ¡esas son las niñas!

Llora y abre la boca, como si no lellegase el aire, reviviendo de nuevotodo lo que hacía unos

minutos había visto en la pantalla de supropia mente. De nuevo el dolor. Con lamano indica un

rostro entre todos los del cuadro, comosi este reclamase toda su atención. Unaefigie de ojos

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redondos y expresivos que parecensalirse de la tenebrosa orla en sepia.Que parecen querer

comunicar algo, perdidos en el otro ladodel tiempo.

-Las niñas quieren...

Nadie había caído en la cuenta hastaahora, pero la chiquilla que señala es elvivo retrato de una

cara que apareció en el suelo de la casade María en 1976.

Y el espanto recorre, como una cuchillafría, a todos los presentes.

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- ¿ Qué es lo que ocurre? i Diganmealgo, por Javor!

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Bru y su colaboradora no puedenresponder. Se han quedado

uir, como estatuas. Ana Castillo sienteganas de vomitar, quiere huir, salir deaquel lugar.

Nadie contesta a la angustiada IsabelChamorro. Cuando los dos visitantessalen a la calle y los

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pasos se alejan, la buena mujer seacerca con cierta inquietud al retrato desu pequeña hermana.

¿Qué misterio podía haber en esa foto?

Antes de volver a apagar la lámparapasa la mano sobre el cristal y recuerdaque aquel flequillo

recortado, aquellos mofletes redond ‘os,aquella cara que parecía viva, era la dePaquita. Su

hermana pequeña, de quien no recuerdanada.

Solo pudo cumplir cuatro años y llevabaseis décadas en algún punto impreciso

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de una fosa común.

CAPíTUIL 2

Retrato de familia

No sé, esto puede sé una familia, creoyo. La primera que salió parecía unhombre’ y esta é una mujer..., y las hijasson caras chiquitillas que han salío...

[Transcripción de una grabaciónmagnetofónica a un vecino de Bélmez enfebrero de 1972.]

L

A CASA DE MARíA GóMEz es lanúmero cinco. Bajo el arco de su puerta

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y el dígito enmarcado en azul

han pasado cientos de miles de personasdeseosas de encontrarse con el milagro.

Antes fue cementerio cristiano ymezquita árabe, «tierra cursía demuertos» en el hablar de los

vecinos, lugar donde se excavó yreflotaron, como en una mareafantasmal, decenas de huesos de

niños sin cráneo. ¿Quiénes eran? Nuncaquedó claro del todo.

Los informes realizados en su día por lajunta de Energía Nuclear aseguraban queunas piezas

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pertenecían al siglo xiii y otras al xviii.jamás hubo consenso y jamásaparecieron las cabezas. No

pocos hablaron de muertos sin descanso,de enterramientos en

vida, de familias enteras refugiadas ysepultadas en el tiempo de las revueltascon los franceses.

Eran teorías que surgían de lo máshondo de los temores de una comunidadasustada. De una aldea

donde nunca había pasado nada y ahoraestaba pasando todo. De un lugar al quellegaron en tromba

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miles de curiosos colapsando las calles,mirando

TUMBAS SIN NOMBRE

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con mueca de terror a la fachada de la«casa maldita». Un rincón de la sierradel que nadie se

ocupaba y que durante meses fue portadade todos los periódicos, día a día,noticia a noticia.

-Aquello le digo a usté que son lasalmas de los de abajo -le re-

marcaba un lugareño a uno de tantos

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sociólogos que, grabadora en ristre,pasó por aquí en 1972.

Era un modo directo de explicar eltormento que se sentía en esta viviendade dos plantas; igual de

fría y espartana que los portales 1, 3 y 7,testigos también en tiempos pasados dehechos

misteriosos, tal y como quedabaconstancia en los húmedos archivosparroquiales.

Pero ninguno fue como aquel que,envuelto en el absurdo, vino a romper deforma definitiva la

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calma y a cambiar de raíz la vida, lahistoria y la memoria de todo el pueblo.

Fue un mal día, o mejor una mala noche,cuando aquel rostro de bigotes afloró enel cemento. Sin

previo aviso, junto al fogón de leñadonde se cocinaba.

Había aparecido una cara tosca ydesabrida, con fosas nasales, con laboca abierta, como expirando,

y los ojos asimétricos.

Parecía el retrato infantil de alguien enla agonía. Después de los primerosanálisis, que no hallaron

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pintura ni fraude, el ayuntamiento ordenóexcavar. Se temía «a lo nuclear», aluranio, a una

poderosa radiactividad capaz de generardibujos bajo el suelo. Los albañilesFuentes León,

hermanos que aún no se han recuperadode la impresión, hicieron a golpe depico y pala un hueco

profundo y empezaron a sacar restosóseos a espuertas. Bajaban con lascestas y salían más. Y el

miedo les su-

bía a ellos por el espinazo. Cadáveres

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anónimos de otros tiempos, huesos deniños sin nombre.

Pero todo eso -pensábamos, rodandohacia Bélmez, atravesando unaoscuridad de treinta años-

ocurrió hace ya mucho tiempo. Incluso,como irá adivinando el lector a lo largode esta aventura, la

sombra del poder gubernamental hizoacallar la historia y amenazó a losprotagonistas que no

estuviesen dispuestos a confesar quetodo era un invento. Y lo que de verdadse inventó fue la

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fórmula química de un burdo fraude paraexplicar las de-

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

cenas de caras que, como mensajesmacabros, estaban adueñándose delcemento. Nunca se dijo la

verdad. Los modernos análisis de laverdadera ciencia -ya en tiempo dedemocracia- se en-

cargaron de demostrar cómo se mintiódescaradamente a la opinión pública.

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Lo único cierto es que las teleplastias -así las llamaron los pio-

neros en parapsicología llegados aprincipios de los setenta- se-

guían allí. Unas desaparecieron al cabode días, otras se desfiguraron en unaamorfidad

espantosa.... y un puñado, como si fueranlas abanderadas de todo aquelimposible, seguían allí

desde el principio. Imborrables,sobreviviendo a todos los que quisieronenterrarlas en el olvido.

En el tercer milenio, solo de vez en

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cuando, en algún escrito suelto, en algúnperiódico o programa

de radio, se volvía a hablar de ellas, arefrescar la memoria del, quizá, mayormisterio español de

todos los tiempos. Y se daban datos,análisis científicos, documentos sobrelas extorsiones que

algunos sufrieron..., una lista inmensa depruebas en torno a un enigma agónico yolvidado, pero

vivo.

Nosotros lo hacíamos desde nuestrosrespectivos medios de comunicación,

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gritando para que la

ciencia hiciese algo. Para que

se encerrasen en aquella casa y nosmostraran con luz y taquígrafos toda laverdad. Pero el silencio

siempre ha sido la única respuesta.

Aquella «broma», de espaldas ya a laactualidad y a las gentes,

Estos son los huesos de los«decapitados» que yacían bajo elsubsuelo de la casa. Nadie pudoexplicarjamás la ausencia de cráneos.

¿Quiénes fueron enterrados allí? ¿Tienen

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algo que ver con el fenómeno?

TUMBAS SIN NOMBRE

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La noticia fue un impacto que recom o

el país en apenas

unas horas. La prensa desempeñó

un papel destacado y siniestro en todo

el asunto.

seguía allí: plantando cara. Eso era loincreíble, lo esperpéntico. Una ancianacompartía su vida con

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aquellas efigies cambiantes del suelo ysolo algún viajero despistado sedesviaba de la carretera,

pasaba bajo el dintel de la puerta y encuclillas, mirando hacia abajo,exclamaba:

-¡Aquí ha salido otra!

A lo que María ni siquiera respondía.Callada, inmersa en sus

pensamientos. Quizá dándole vueltas eintentado saber por qué a

ella. Por qué allí.

En eso se ha convertido su existencia

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desde 1971. Y cada vez que se acostabamiraba a la bombilla

pelada que colgaba del techo engarzadaal cable. Y antes de apagar se cruza-

ba con la cara de bigotes, más redonda,más grotesca que cuando apareció.Ahora da la impresión

que de la boca le sale algo, como

un vómito. Y entonces sentía, aunquefuese por unos segundos, aún tamizadala impresión por

treinta y dos años de compañía, ellatigazo del miedo.

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Un miedo seco a sus propios invitados.

- ¿Quién eres? -ha preguntado más deuna vez en silencio.

Y no sabemos si algo le ha respondido.Informábamos cada cierto tiempo desdelas páginas y los

micrófonos, con cierta esperanza. Comoaguardando una prueba, una pista, unanueva vía que nos

hiciera sumergirnos aún más en

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ese abismo de dolor y misterios. Quenos explicase la verdad o la mentira detodo aquello.

-Mifamilia murió así. La mataron deesaforma.

Y, con esa sentencia retumbándonos enlas sienes, empezamos estainvestigación. A golpe de

corazón, guiados por la intuición,convencidos de que la prueba, la pista,la vía..., estaba en esas

palabras.

La fotografía

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Hacía años que María vivía sola en esacasa. Más de una y de dos veces nosconfesó la dualidad de

su vida. Temía a las caras y a la vezsentía una especie de protección.

- ¿Por qué Dios me habrd enviado a míesto?

Lo que en un principio fue amarga quejapropia de una maldición, se ha idoconvirtiendo en duda

existencial, en inquietud más sosegada.Ya no tiene el pánico de aquellosprimeros días cuando su

hijo, harto de tantos vecinos agolpados a

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la puerta, picó el feo rostro y echó unalechada de

cemento sobre él. Pero ¡qué terror!cuando, siete días después, la cara,como una venganza, se

asomó de nuevo idéntica y horrible.

Tres décadas son demasiadas paraseguir con la broma. Y más aún con unaanciana que llevaba

bastantes años tranquila, frente a sutelevisión de blanco y negro, ocultandolas piernas

entumecidas bajo la mesa camilla..., enuna rutina que ya no se parecía al ajetreo

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y los sustos de

antaño. A aquellas pruebas de loscientíficos, arrancando suelo a altashoras de la madrugada, a

aquellas

TUMBAS SIN NOMBRE

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Fotografiamos aquel cuadro como si deuna reliquia se tratase. Allí, casiescondido,

dormitaba el único testimonio gráfico dela familia masacrada.

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voces de niños que gritaban comoapaleados que surgían en losmagnetofones sin que nadie las

hubiese escuchado.

María recuerda las noches de insomnio,los profesores de universidadesalemanas, las bobinas

grabando en silencio, varias a

la vez, junto al hueco del que salían loshuesos. Y aquella prime-

ra voz:

-¡Es que yo sigo enterrada!

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Aquel grito de mujer que se habíaquedado enganchado en la cinta y quehabía emanado del

silencio, solo audible en aquellosaparatos plateados que giraban.Instrumental de última

generación para aquella familia depastores en 1971.

Aquella exclamación, ahora, aunque lointentase evitar con todas sus fuerzas,seguía trayendo

imágenes de un drama oscuro.

Quizá por eso se arrepiente de habercolaborado en el experimento. Quizá

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salió a la luz una pista

que era mejor que permaneciese secreta.

Era como si todo se le hubiese revueltopor dentro, ya al final del camino.

30

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

¿Cómo era posible? -se ha preguntadotodas estas noches¿Cómo la «mujerdormida» sentada en su

propio sofá había relatado cosas quenadie sabía?

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Lo había hecho con tanta fuerza y verdadque a María le pareció el retrato de unapelícula que fue

real. Un secreto de familia en

boca de una desconocida.

Efigies de niños, hombres y mujeres;tortuosas, puro impresionismo queaprovecha las partes más

oscuras del hormigón para autogestarsecomo si fuesen dibujadas por un pincelinvisible. ¿Oué

sentido tenía todo aquello? ¿Acaso eraculpable de algo? ¿Una acusación? ¿Unapromesa no

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cumplida?

Las caras tienen muchas formas de serentendidas cuando una pasa los años ensilencio solo con su

compañía.

En la misma entrada de la puerta, hacia1990, apareció un cuer-

po femenino desnudo, largo, mostrandolos senos y rodeada de niños, algunossegmentados, como

miembros mutilados. Uno de ellos,inexplicablemente, sonríe.

La cara del guardia civil miguel

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Chamorro, el padre de familia, nosprodujo enorme

impacto. No sabemos explicarlo, perosu mirada, su mueca, la expresión de surostro perdido en el tiempo, nos llenó deinquietud.

Enseguida la relacionamos con

La Pava, la efigie que lleva más detreinta años en la casa del misterio.

1 UMBAS SI\ \OMBRE

31

Estábamos seguros; la mirada

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de Francisca Chamorro -cuatro añoscuando murió-

quería decirnos algo.

ho años y se Duró unos oc borró poco apoco, como un mal recuerdo. Años antessurgieron las espectrales

formas de unos fetos con gran cabeza vmirada penetrante, algunos flotandosujetos al cordón umbilical.

Un mundo de pesadilla en

aquel lienzo duro del suelo...

-Hay un antes y un después de esto. Enesasfosas comunes del san-

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tnario hay niii-os de tres aTios con tirosen la cabeza. Aquellofue un episodionegro, oculto, de la guerra. La

familia de María murió as@. Nadie losabía ... , pero esto explica muchascosas.

Bru, muy impresionado, habla aborbotones por teléfono. Ha dado, caside carambola, con una nueva

dimensión de esta historia. Unacasualidad genial; un nuevo campo queexplorar dentro de un enigma que se

moría.

Todos habían rastreado el pasado en

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busca de un detonante dramático. Y sehabían fijado en la casa, en el

suelo, en los restos... Tenía que haber,según aquellos expertos pioneros, algoque explosionara el poder mental

y produjera aquel milagro o aquellamaldición. Y quizás ahí estaba. En unviejo secreto descubierto por el

atajo inesperado de la hipnosis.

-Es muyfnerte, amigos. María suei7a conaquella gente..., est(í?i en

su subconsciente..., siempre.

Nuestro interlocutor estaba convencido

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de que los miembros de esa familia sonlas caras. Su venganza, su

recuerdo, su condena. ¿Qué buscan?Nadie lo sabe. Pero cree a pies juntillasque en

la vieja casa, ajena a la ciencia y a loslaboratorios, se ha estado

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

produciendo un contacto directo con elmás allá. Con almas en pena. Conespíritus. Un contacto

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constante y que nadie ha sabido leerhasta ahora.

Palabras mayores. Nosotros, comoperiodistas, como informadores quebuscan la objetividad, no

podíamos tenerlo tan claro. Y no loteníamos. Son muchos los años deseguimiento del caso,

muchas las pruebas y denunciasobtenidas con sangre y sudor quedemuestran la inexistencia de

fraude..., y debíamos mantener la calma.Pero, a veces, nos tambaleamos por elpuñetazo de la

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impresión. Hemos de re-

conocerlo: nada nos había inquietadonunca tanto como esta nueva vía que seabría ahora.

¿Por qué nunca lo contó antes? ¿Cómonadie sabía esta tragedia en el pasado dela persona que

vive y convive con las caras? ¿Por qué,si las efigies de Bélmez son el recuerdode esas personas

muertas de forma violenta, no surgieronhasta treinta y cuatro años después de lamasacre? ¿Y

cómo fueron los últimos mo-

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mentos de esos «inártires» del pasado?¿De qué forma murieron exactamente?¿Hay algún tipo de

«deuda pendiente»? ¿Cuál era

su conexión con María? ¿Dónde estánsus cuerpos?

Las preguntas se nos acumulaban hastahacernos daño. Así nos plantamos encasa de Isabel

Chamorro..., ante aquella foto, la únicaque existe de toda la familia.

Y nos quedamos sin palabras. Nisiquiera valía la exclamación, laadmiración o el espanto.

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Nuestro silencio era todo eso y muchomás.

CAPíTuLo 3

Rumbo a la tragedia

0

Mirad caminantes, que os habla estapiedra, es Sierra de Andújar, gloria delas sierras, breñal encantado de SierraMorena...

Es por eso, viajero que a este sitio llega,por lejos que vaya, alma aquí deja.

[Inscripción en Valdeinfierno, en lasubida al santuario.]

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L

AS CARAS CONCUERDAN. Hayalgunas cuya similitud causa espanto.La*de la niña Paquita tardará

mucho en abandonar nuestra memoria.Parece, efectivamente, que quisierahablarnos.

Francisca Chamorro Gómez, cuatroaños, muere despedazada junto a sumadre y hermanas en las

inmediaciones de la llamada CasaColornera este 26 de abril de 1937, enel doscientos cincuenta y

un día de asedio.

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Las palabras escritas, como acta dedefunción en guerra re-

tumban y se entremezclan con aquelcuadro dramático y angustioso. Unosretratos detenidos en el

éter del tiempo que nos acon-

gojan, que nos atrapan, que no permitenque desviemos la mirada.

Los dos periodistas nos encontramoscomo hipnotizados, sin parpadear.Aquello no puede ser

casualidad.

34

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lKER JIMÉNEZ Y LLIS MARIA\0FER\'c17

Isabel Chamorro es la que rompe elsilencio:

-Yo sal! muy herida. No me mataron demilagro. Fue ya en los últimos días,cuando el capitiin

Cortés ordenó que cada uno se buscasela vida entre las piedras. Casi todo sehabía caldo ya..., y mi

madre y las cínco chiquitíllas buscamoscobijo en una cueva...

Tiene que buscar un pañuelo blanco. Laslágrimas afloran bajo el cristal de las

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gruesas gafas. Se

queda callada también.

-Yo era la mas pequeña -prosigue, trasunos segundos mirando hacia ningunaparte-, tenía un año y

allí cumplidos. Mis her-

manas eran: Paquita -pone el dedoíndice sobre su foto-, Remedios, deocho años; Carmen, de

dieciocho, Ana, con veintiuno, y Juana,la mayor, con veintitrés. Este cuadro noslo mandó la

guardia civil para que lo tuviésemos de

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recuerdo...

Al escuchar el relato pormenorizado dela muerte de las mujeres de la familiaChamorro, en boca de la únicasuperviviente, no podemos evitarrecordar una de las más extrañasformaciones surgidas en Bélmez a finalde los ochenta. Un complejo entramadode figuras femeninas, una de ellas conuna criatura

casi fetal en los brazos, arremolinadas,como si esperasen la tragedia.

TUMBAS SINNOMBRE

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-1

.,&L

Allí, a lo lejos, colgado del cerroCabezo, aparece el lugar donde todoocurrió.

-¿Y todos ellos mueren allí ese día?

-No. Es una historia muy dura. Mecuesta recordarlo... No podéis

1.maginar lo que fue. Mi padre y las dosmayores murieron envenena-

dos... Comieron unas rafces o hierbasvenenosas. Allí no había nada quecomer y claro...

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-¿El padre era Miguel, el guardia civil?-preguntamos, intentando calibrar eldrama de aquella

gente.

-Sí, él tuvo que trasladarse al santuario,estábamos sitiados, yfueron todas lasfamilias. Y allí

cayeron. Mi madre y el resto de lashermanas, de un cañonazo... Eso lo tengograbado.

-Ocurrió cuando se protegían en aquellacueva, el día 26 de abril...

-Eso. Asífue. Dijeron que cada uno semetiera donde pudiera... Ya era

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aquello... todo piedras

caídas. Los murosfueron derrumbadospor los canonazos, y entonces vino uno anosotros yftjate,

mi madre partida por /a cintura...,partida en dos..., una hermana con lacabeza por un lado y el

cuerpo por otro..., y yo allíen un pan desangre.

36

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

-Pero sobrevivieron una hermana y

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usted...

-A mí hermana Amparo, que tenlacatorce años, vino un guardia civil consu casaca y la cogió de

un brazo y se la llevó. La salvó...

En ese momento nos miramos. Unhombre uniformado, una

niña apartada de los suyos... Aquello lohemos escuchado en alguna parte. Y nopodemos dar

crédito a nuestros oídos...

-Ella iba mirando para atrds, llorando,sintiendo cómo caían los ca-

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ñonazos..., viendo cómo moría toda sufamilia. Ella ha estado siempre muyenferma de los nervios,

recordando esta imagen que le hizoperder el habla. Cada noche, una trasotra, viviendo aquella

escena hasta que murió.

Felipa Gómez, sobrina por parte paternade la dueña de la ca-

sa de las teleplastias, conoceperfectamente el misterio y estedescubrimiento la desborda. Entra y

se une ala conversación con una

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sentencia llena de dudas y miedos. Unapregunta a bocajarro que, como tantas,nadie está en

disposición de responder. Es el fiel re-

flejo de la sociología del milagro quéaún pervive en estos pueblos de labendita Andalucía:

Las cruces de piedra, marcando lugaresde muerte y tragedia, aparecen por todos

los rincones. Nosotros, sin poderevitarlo, nos acordamos de las palabrasde

Ana Castillo en su estado de trance:«Veo cruces, muchas cruces..., y un

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edificio que se cae».

TUMBAS SIN NOMBRE

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Sobre el edificio solitario yreconstruido aún retumban los ecos deun pasado

terrible que nadie quiere recordar..

- ¿ Y si las caras se aparecen para pedirjusticia? ¡Ay Dios mío! ¿ Y si se estdnmanifestando

porque tal vez quieren decir que losasesinos estén vivos todavía?

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Silencio sepulcral. Dispuestos a realizaruna investigación rigurosa, con el únicoobjetivo de que la

verdad aflore para conocimiento de losque quieran saber, nos despedimos,apretón de manos

firme, de una Isabel muy afectada,prometiendo regresar con nuevaspruebas. Con evidencias de

aquella conexión sobrecogedora entre sufamilia y las caras que llevaban treintaaños en el suelo de

la cocina de su tía. Esa posibilidad quese barrunta, se presiente y que ladesconcierta tanto como a

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nosotros.

Con la imagen clavada de esa niña quese alejaba viendo cómo los suyosquedaban atrás,

reventados por los morteros junto a unatapia derruida en mitad de la nada,emprendemos rumbo al

lugar donde todo ocurrió.

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IKIER JIMÉNFZ Y LUIS MARIANOFER\'c1

Al recinto en el que, a pesar del tiempotranscurrido, intuíamos la aparición de

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nuevas claves.

Solo había que saber leerlas.

En Andújar, hacia las 14.30 horas

Se une a nuestra comitiva Carmen Portercon su cámara digital al hombro. Laperiodista está muy

impresionada. Aunque su

instinto femenino le impulsa a mantenerla guardia, nosotros ya no podemos.Hablamos con

aspavientos, casi a gritos, resaltandocada pormenor de lo que hemos visto,oído y anotado. El

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rostro del padre con sus recios bigotes yojos asimétricos, el de la redondeadacara de la niña, el

anguloso mentón de una de las hermanas,todo corresponde en gestos yexpresiones con las

teleplastias. Como en un puzzle del quese encuentra la última pieza perdida.

La sufrida camarera, y no será la últimavez, espera repitiéndonos el menú sinobtener respuesta.

¡Si ella supiera!

En algunas murallas aún perviven losdestrozos de los cañonazos. ]Unto a

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ellos,

más cruces, señalando el punto dondehubo enterramientos civiles.

ILMBAS SI’\ \OMBRE

39

#q. oí

lr ley

F

HY.O.

w,

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En cada esquina, en cada rincón,permanecen las heridas de la metrallaque acabó

con tantas vidas, la mayoría mujeres yniños.

Es un material que quema en las manos,que reclama soluciones, profundizarhasta donde nadie

haya llegado. Y la adrenalina nos brotapor los poros. Hay emoción viva en lamesa de El

Churrasco, el agradable restaurante en elcorazón de la ciudad olivarera que nosacoge con su mesa

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redonda y sus buenas viandas. Cuando, ala hora de los cafés, la luz de todos lossalones se apaga

de modo inesperado, sonreímos casinerviosos. Cualquier detalle, por nimioque sea, nos

sobresalta.

Nervios a flor de piel, que se dice. Ladocumentación que hemos idorecopilando sobre la tragedia

del santuario de la Virgen de la Cabezadaría para completar varios tomosenciclopédicos. Hemos

rebuscado en archivos militares de

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Madrid y Andalucía, recuperado actas,consultado viejos libros

y desempolvado fotografías que dormíanel sueño de los justos.

Fantasmas que también vuelven alpresente para ocupar su lugar en latrama.

Fue una de tantas irracionalidadescometidas, igual da el bando, en nuestrasangrienta Guerra Civil.

Una contienda que todos los estudiosos,con el paso del tiempo y, por fortuna,los ánimos

40

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

más calmados, no han dudado encatalogar a nivel internacional como unade las más

despiadadas de todos los tiempos. Loshistoriadores consultados --comoEnrique Gómez,

miembro de la Real Academia de laHistoria y del Instituto de EstudiosJiennenses- nos

confirmaron lo espantoso de lo allísucedido en batalla claramente desigual.Sin embargo, el

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eco de los acontecimientos del santuarionunca alcanzó la gran relevancia quetuvo, por

ejemplo, la toma del Alcázar de Toledo.Es curioso. Solo en círculos muyconcretos -como

la Guardia Civil- se ha mantenido elrecuerdo, quizá idealizado odistorsionado por el

tiempo, conver-

tido en gesta o epopeya sin precedentes.Sin embargo, y bien que locomprobamos, para

otros muchos lugarenos aquello fue una

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carnicería propiciada por esos mismosguardias, encerrados en su

propia locura en lo alto de un cerro.

Lo cierto, al margen de interpretacionesque nunca son del todo objetivas, es queno hubo

durante las batallas enviados especialesde prensa -apenas acudieron los últimosdías- y

muy Pocas evidencias gráficas de aqueldesastre se publicaron en los medios dela época.

Fue un infierno sin publicidad. Nuestraimpresión, lógica por otra parte, es que

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las gentes

sencillas de Andújar quieren olvidartodo aquello. Una historia fácilmentepolitizable y

sobre la que, como un sarpullido,emergen a

cualquier nivel enfrentamientosperpetuados con una sola mención.Material sensible, que

con su solo planteamiento puede es-

tallar en cualquier dirección.

Y nos aconsejan prudencia y cuidadoextremo. Pero lo nuestro no es hablar de

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quién tuvo

razón o no, sino de averiguar quéocurrió realmente. Queremos ir másallá, saber cómo

vivieron sus últimos días y bajo quécircunstancias de presión y dramamurieron los

integrantes de la familia del misterio.Conocerlo todo en tomo a aquellosmeses de lenta

agonía en las montañas es necesario yurgente para, quizá, comprender en su

justa dimensión lo que después ocurrióen una cocina de pueblo, de noche, con

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una mujer

enferma que entre los sudores de lasfiebres de Malta sacaba fuerzas deflaqueza para

preparar la cocina a su rudo marido quebajaba del monte. Esa mujer que cambiósu historia

y la del pueblo con un grito:

TUMBAS SIN NOMBRE

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- ¡Una cara!

Los nueve meses de asedio, en los que

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dejaron de existir más de doscientaspersonas, son palabras

mayores. Y en ellos hay que sumergirse.

Los expertos buscaban unacontecimiento de un dramatismoexpreso y ahí estaba. Muertes que no

podemos ni imaginar en su crudeza, ensu desesperanza, envueltas porconstantes llantos de niños.

Una banda sonora que, casualmente,había aparecido varias veces en lasprimeras grabaciones

dentro de la casa de las caras. Ensilencio, sin que nadie hubiese

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escuchado nada, la cinta registró

lamentos.

Sobre la mesa, como un resorte entrenuestras carpetas y papeles, aparece elartículo de aquel

periódico. Es el diario Pueblo, el quemayor despliegue informativo dio alasunto. Bajo el titular de

«Las caras hablan» aparecía estacrónica de los asustados AntonioCasado y Uttama Sitkari,

refiriéndose a una técnica desconocidapor aquel entonces en España:

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Fue poco antes de las doce de la nochecuando dispusimos el magnetófono parainiciar la más

trascendente de las sesionespsicofónicas.

Se realizó dentro de la más estricta yseria rigurosidad. En la habitación delas caras de Bélmez la

noche es otra..., avanza len~ ta,apretada, llena de rumores intuidos. Y eldiálogo del magnetófono

con las sombras busca el soporte de lalarga cinta. Éramos conscientes de quepor debajo del

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zumbido mecánico de nuestro aparatograbador, muy por debajo del umbral depercepción de

nuestro oído, el tiempo mantenía eldiálogo con unos estremecedoresrecuerdos, que ni aun la

muerte había podido borrar. Recuerdosque estaban allí, con aquellosespantosos quejidos de mujer.

¡Borracho! ... Y el espeluznantelloriqueo de un niño moribundo. Ychillidos, más chillidos,

inacabable. Penetrantes chilli~ dos detemor entre sollozos. Dolor sobre dolor.El dolor prolongado

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de un espanto condensado. Y másrevelaciones. Una hora entera deconfesiones escenificadas con

ruido de ambiente. Y, por encima detodo, el horrible gemido de los niños...,¿masacrados?

ULMBAS SIN\ \OMBRE

43

En aquel 1972, nadie siquiera imaginabala tragedia que acompañaba a la dueñade la casa como

una rémora secreta. Los viejosreportajes, las pruebas ya olvidadasefectuadas en aquella cocina,

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recreaban un ambiente que quizá seprodujo en el santuario de la Virgen dela Cabeza como un

calco trágico suspendido en el tiempo.Como el bucle de un recuerdo que no sepodía borrar del ce-

mento ni la memoria.

Dispuestos a averiguarlo, nosconjuramos contra ese olvido que tantasbocas ha sellado en la región

y salimos al exterior.

«Mejor dejarlo todo como está», pareceque quieren decirnos algunos, mirandohacia el cielo.

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Y no hacemos caso. Sobre eltodoterreno, escrutando cada palmo decamino estrecho, avanzamos

hacia el lugar más aislado de SierraMorena. Allí aguarda el objetivo.

Dejamos atrás la llanura y en losprimeros giros nos sorprende unasinscripción solitaria grabada en

una roca:

Mirad camiuautes, que os habla estapiedra, es Sierra de Aíidújar, gloria delas sierras, breFial

encautado de Sierra Moreua...

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1...1 Es por eso, z?¡ajero que a este sitiollega, por lejos que zaya, alma aquídeja.

El nombre del lugar nos intriga comouna profecía a la vera del camino:Valdeinfierno.

Es el justo inicio de la ruta que muere enlugar sagrado. El principio del lentocalvario de aquella

gente. Y la imaginación y la memoria,sin que nadie pueda impedirlo, se nosva, vuela libre, hasta

una escena que nunca vimos -aún nohabíamos nacidopero que quedóremarcada con fuerza en

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todos los rotativos de la época: lasegunda experiencia psicofónica deGermán de Argumosa. Los

magnetófonos de cinta abierta y elsilencio en la cocina en plena noche consus entrañas de

cadáveres abiertas..., y, sin que nadie loespere, en la audición de la grabaciónuna voz que irrumpe,

que se registra como por arte de magia.Otra señal. Otro grito de mujer:

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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-¡Aquiempíeza el ínfierno!

Respiramos hondo y perdemos la miradaen las crestas que co-

mo un mar dibujan el horizonte cada vezmás oscuro. El frío comienza aadueñarse del aire. Nos

resguardamos de nuevo en el

vehículo y metemos primera.

Quedan trescientas veinte curvas pararecordar y asimilar con

calma todo lo que allí ocurrió.

CAPíTULo 4

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Mayo 1936-abril 1937.Del asedio a lalocura

Las escenas que se han desarrollado noson para describir. Heridos de díasanteriores muertos en los rincones enque se hallaban, familias enterasdesaparecidas por la acción de lametralla o sepultados entre escombros...Las mujeres y los niños se han refugiadoen cuevas. Aun así, rehúyen la idea derendición. Esto, más que odisea, es yalocura...

[Mensaje de la paloma mensajera46.415, enviado desde el santuario de laVirgen de la Cabeza en los últimosdías.]

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J

AÉN, EL SANTO REINo que derramasus campos en las junturas de Andalucíay Castilla, se convirtió en

uno de los enclaves más convulsos de laGuerra Civil.

A mediados de julio de 1936, lasituación ya es anárquica en la capital,esa ciudad siempre

adormecida en su plácida vidaprovinciana que esta vez se despierta atiros. En las barriadas más

populares, a las faldas del castillo deSanta Catalina, hay acciones

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descontroladas, fuego y tiroteos.

En los olivos que llegan casi hasta losracimos de infraviviendas hay reyertas y«paseos».

Fusilamientos sin delitos, juicios nijueces. Los dinamiteros de los pueblosmineros de La Carolina

y Linares también efectúan diversasdemostraciones de su fuerza. Hay unvacío de poder y nadie

sabe cómo actuar. La provincia es

la única que se niega a participar en elalzamiento nacional ocurrido el día 18.La desconfianza,

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conforme transcurren las horas,

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERN ÁNDEZ

imagina que van a comenzar nuevelargos meses de aislamiento y asedio.

A 686 metros de altura, sobre elllamado Cerro Cabezo, existe unsantuario. Un enclave de remoto

culto mariano, lugar frío y aislado quese encuentra flanqueado por unacarretera tortuosa.

Resguardado por cadenas de montañas,

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lo eligen como campamento idóneo parala resistencia,

convencidos de que no se demorará lallegada de las tropas nacionales deQueipo de Llano, que ya

están dominando el resto de lasprovincias del sur.

Se equivocaban.

Hambre

Setenta y cinco gramos de pan porpersona y un puñado de garbanzos ojudías -según el día- fue el

menú obligatorio de los asediados. Y

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esto en los tiempos de bonanza. Lasprimeras jornadas

resultan relativamente tranquilas, pues lamasa humana no

Con unas condiciones higiénicasmínimas, el fantasma de la tuberculosisacechando permanentemente yalimentándose prácticamente de tallos yraíces, van pasando

los meses de asedio. Los primeros enpadecer los rigores del clima, el hambre

y el hacinamiento, son los niños.

TUMBAS SIN NOMBRE

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JIP

A la llegada del otoño sonbombardeados desde tierra y aire lasposiciones del

santuario. Los muertos empezarán a serenterrados en un paraje conocido

como «pozo de la Higuera».

es consciente de que las brigadas 16 y91 del llamado Batallón Fantasma deJaén, con casi 12.000

hombres, tanques rusos, cuarenta piezasde artillería, lanzaminas y morterosestaban tomando las

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faldas de la montaña. Con las primerasbombas y sus estallidos comienzan losllantos, los quejidos

interminables, a todas horas, día ynoche, que acompañarán como músicafúnebre nueve meses de

pesadilla.

El 12 de septiembre, el capitán SantiagoCortés, al mando de los sitiados,renuncia por vez primera

a la orden de rendición que lanzan losmegáfonos de las milicias. El fantasmadel hambre ya es el

mayor enemigo. Causa más deterioro

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que la metralla y obliga a la suelta depalomas mensajeras.

Sus mensajes, enviados por

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IKERJIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

TUMBAS SIN NOMBRE

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esa precisión mágica de las aves,portaban claves y dígitos que reflejabanuna situación angustiosa.

Al frente de Córdoba, tomado por el

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bando nacional, llegó el 28 denoviembre una con el número

46.403 en la pata.

Decía lo siguiente:

Día 281niebla.

Hemos llegado hasta hoy sin tenerabsolutamente nada que comer, siendoya estos hombres

verdaderos cadáveres que solo semueven a base de un fuerte espíritu. Losmuchos enfermos y el

gran número de niños existentes sin otroalimento que unos gramos de madroños,

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recogidos con

gran riesgo, a extremo de habernosocasionado bajas, dan al campamento unmatiz de tristeza y

angustia.

La «rebusca», que así se bautizó laarriesgada operación de ras-

trear las zonas donde caían provisionesenviadas por un avión nacional, produjomuchas muertes.

El 2 de febrero comenzaba el drama dela familia Chamorro. Miguel, elprogenitor, había acu-

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dído en busca de alguna lata deconservas reventada contra las piedras,semillas desprendidas de

los sacos o quizá uno de esos

trozos de tocino que a veces sedescolgaban de los cilindros de metalque, a modo de bombas para

paliar el hambre, caían desde laaeronave Douglas, pilotada por elcapitán Carlos Haya.

En esa jornada, según consta en

los archivos militares, el inventario quese precipitó desde el cielo fue elsiguiente: 1.000 kilos de

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pan, 70 de tocino, 40 de manteca decerdo, 15 de chorizo, mantas, alpargatasy cuatro metralletas

inutilizadas al golpearse en las rocas.

Foto de la paloma mensajera 46.403,gracias a la cual se pueden conocer lassituaciones exactas por las que pasaronaquellas gentes sitiadas en el cerroCabezo. Eran enviadas hasta la zonanacional y cumplieron su misión conmagistral exactitud. Sus mensajes eran elvivo retrato del horror,

Todos esos víveres se trasladaban aleconomato improvisado instalado en elsantuario para

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procederse a su calculado racionamientoentre el millar largo de personas allírefugiadas. A las dos

horas de este proceso se levantaba laveda. Los padres de familia bajabanhasta las zonas de

hojarasca, hasta las zanjas donde podíahaberse extraviado algo. Eran sectoresvigilados y batidos

por las fuerzas sitiadoras. Allí seprodujeron las primeras muertes pordisparo. Por eso Miguel

Chamorro, guerrera verde y laciosbigotes -ahora caídos, pues ya no teníanel reglamentario

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aspecto del fijador hacia arriba-, tomósus precauciones. Puso cuerpo a tierra yavanzó reptando

sobre el suelo mojado hasta una ladera.No había restos del «rancho aéreo»,pero sí unas jugosas

raíces que paliarían el hambre de lafamilia por unas horas. «¡Parecenrábanos!», le indicó a su hija

Carmen, tras agitar el brazo mostrandovía libre y ausencia de enemigos. Elansia y los días sin

probar bocado les hicieron llevarsealguno de aquellos bulbos a la boca sinmiramientos, recién

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arrancados de entre los hierbajos.

Y su desconocimiento lo pagaron caro.Julio de Urrutia Echániz, consternadopor la historia del

santuario, escribió en 1965 El cerro delos héroes, una joya bibliográfica amodo de detallada

memoria que, gracias a variossupervivientes, hemos podido tenerentre las manos. En sus páginas

recuerda lo especial y dramático de lasprimeras tres muertes entre losChamorro:

Pepe Liébana atendió a los tres

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íntoxicados durante sus terriblesconvulsiones..., pupilas

puntiformes, ojos en estrabismoconvergente y saliva rosácea. La raiz otubérculo cuyas hojas se

parecian al perejil del que habló lainfeliz Juana poco antes de entrar en elataque con~ vulsivo

debió corresponder, sin género dedudas, a la cicuta minor...

Muchos de los que de allí salieron convida recuerdan la fría noche «de loslamentos».

Era la primera vez que, con fuerza, se

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adueñaban del santuario, rebotando porsus paredes,

multiplicándose y alcanzando todas lasestancias. Llenando como en un quejidointerminable toda

aquella sierra olvidada. La fiebre y eldelirio acompanaron toda la agonía.

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Echániz la recuerda así en susdocumentos:

El vulgar vómito no hizo el menor efecto

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en el estómago de Juana. Su rostroadquirió por

momentos mayor palidez. Presa del granpánico y dándose cuenta entonces delposible

envenenamiento, vio penetrar por lapuerta del botiquín los cuerposconvulsos y rostros

desencajados de su padre y su hermana.

-¡Don José, que yo también he comido! -gritó desesperada al médico mientras seagarraba

fuertemente a la camilla como siquisiera abrazar por última vez a sus

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seres queridos.

El cuadro era desgarrador en extremo.El líquido volvía al exterior ligeramentecoloreado por una

sustancia rosa fuerte. Libída ydescompuesta, Juanafue presentando losmismos síntomas que su

padre y hermana para, como ellos,perder el conocimiento minutos después.Sus extremidades

aparecían rígidas, las mandihulasapretadas, el rostro desencajado por elefecto de las

convulsiones...

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El acta de defunción elaborada por elcapitán Cortés era es-

cueta. Con la tarjeta de identidad serieA, número 24525, se certificaba concaracteres escritos a

máquina la muerte del guardia primeroMiguel Chamorro Sánchez, el día 2, aconsecuencia de

intoxicación.

Liébana Serrano atendió en sus últimashoras a los tres miembros envenenadosde la familia Chamorro.

Según apuntó en sus cuadernos de notas,fue uno

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de los hechos que más conmocionaron atodo el campamento en todo el asedio.Sus gritos rasgaron

la noche durante horas eternas.

Un documento terrible: parte dedefunción en el asedio firmado por elpropio capitán Cortés. Miguel Chamorroy dos de sus hijas resultan envenenadostras ingerir cicuta minor. Su agonía fueterrible. Murió, según los testigos queestaban allí esa noche, con el rictusrígido y vomitando una sustanciarosácea.

TUMBAS SIN NOMBRE

el director Arturo Ruiz Castillo filmaba

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5 ¡lE¡ aSantuario no se rinde!, con papel

década después de los hechos,

estelar del célebre galán Alfredo Mayo,En la Película -en la que se incluyenescenas reales captadas en el lugarsedescribe de este modo la dramáticaescena de la muerte por envenenamientode una de las hijas de los Chamorro,

La firma del documento, acompañada deuna vieja fotografía del padre que segrapó en un lateral,

se firmo dos días después, tras elentierro.

Aquel, según recuerdan los

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supervivientes, fue un acto carga~ dO deemoción contenida. Al

amanecer, José Ortiz ofició deimprovisado sepulturero. En un lugarconocido COMO pozo de la

Híguera, situado a las faldas delsantuario, en un gran hueco lleno debarro, abrazaron a las tres

víctimas y las depositaron con sumocuidado. El silencio era total, y aquellascaras, desencajadas

por el dolor sufrido, se reflejaban con sublancura entre las sombras.

54

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁ

A la noche siguiente, entre estas tascasde

piedra, en el llamado pozo de laHiguera, son

enterrados albrazados los cuerpos de lastres primeras víctimas de la familiaChamorro. Hoy este espacio es elcementerio de las tumbas sin

nombre.

~L-

Pocos de los presentes imaginaban

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entonces que la mayoría iría a dar consus huesos a ese mismo

foso oscuro como la muerte.

Cuando las paletadas de tierra fueroncubriéndolos sin más ataúd que unamanta harapienta,

algunos oficiales se percataron de lofantasmal de aquellos tres rostros sinvida que miraban desde

abajo.

José Liébana, el médico, apuntabarápido en su libreta, clavando sus ojosen aquellos otros

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estrábicos, en aquellas bocas imposiblesde cerrar, en los miembros tensos yagarrotados. La del

padre, con su lacio bigote, parecía unamueca grotesca que, fruto del deliriosufrido, se reía de

aquel espantoso drama.

Un sacerdote hizo dar unas campanadasantes de que llegase el día.

Después, poco a poco, todos se fueronmarchando.

CAPíTULO 5

Ya estan aquí

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..0

-1

de la tierra..., isere human---oEsorparece de aquí..

-La de la pared e un hombre. Tienebigote bastante grande... Veo una cara delo hombre que había ante..., recio,fuerte.

-Tendrán que investigá eso a vé algúnMUerto de la familia.

[Declaraciones de tres vecinos deBélmez al aparecer el fenómeno.Transcripciones literales. Doctor MartínSerrano, 1972.]

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NTONIO MOLINA, párroco de Bélmezde la Moraleda, salió de tAela sacristíaescuchando las

campanadas de las diez, justo an-

s de que llegase la noche. Hacía calortodavía y por eso no le extrañó que, a lavuelta de la iglesia,

apareciese un corrillo de gente. Unpuñado de vecinos que gesticulabancuesta arriba, cerca de la

pequeña fuente que parte en dos la callede Rodríguez Acosta.

No le dio importancia y la sotana se fuealejando después de atravesar la plaza,

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mientras las

sombras caían sobre el pueblo.

De haberse asomado tan solo un par demetros hubiera descubierto cuál era elsingular motivo de

tanta expectación.

Nada agradable. María Gómez Cámara,riguroso traje negro, intentaba explicarlo que era evidente:

en su fogón había aparecido una cara.

Apretujándose en un racimo, lospresentes especulaban y, a la @,ez,hacían inventario de las

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características del rostro:

56

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

-Lacio bigote, boca abierta, ojosestrdbicos... Estaba en el fogón, en lasuperficie lisa donde la

mujer cocinaba diariamente. En unasuperficie de cemento sobre la que seponía el humilde

puchero. Pero esta vez los pimientos sequedaron en la olla. Saltaron como unresorte cuando se

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oyó el grito. El es-

panto había hecho impulsarse hacia atrása María para, sin apartar su vista deaquello, salir al

exterior.

Nadie pensó en una broma. Su marido,Juan Pereira Sánchez, conocido corno«el Obispo» -mote

que compartían'varias generaciones deantepasados-, era orondo, rudo yventicuatro años mayor

que ella. Bajó con las

bestias de la sierra y se abrió paso entre

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el público para ir escu-

chando los veredictos de los allípresentes, apartándolos casi amanotazos:

María mirando al fogón y dandoexplicaciones al J.efe de la Brigada deInvestigación Criminal: «Le pasoestropajo y lejía y no se va».

TUMBAS SIN NOMBRE

57

-Esto tie que ser de «los de abajo»... -Nialegre ni triste..., pue tiene ojo y tieneboca y bigote.

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Algunos, aventurándose bajo la luz de labombilla, trazaron rápidos paralelismos.Juan escuchó:

-Ese é el Santo Rostro. -Puede sésanto.... o diablo... -íEse señó de la parée de mifamília y to! Uno

de los visitantes estaba muy nervioso.Se sentó en una de las sillas de paja quecomo único

mobiliario había en la cocina y comenzóa hablar muy rápido. Se puso la mano enel pecho y res-

piró fuerte y muy seguido. Parecía presode un ataque de histeria:

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-Esa cara se llama Juan..., y yo..., ¡y yosoy también!

En apenas unos segundos, estalló la purasociología del milagro. De la sorpresa ala inquietud y de

ahí al torbellino del miedo incontrolado.El Obispo ya había escuchado bastante.La garrota la

empuñó como elemento disuasorio. Unpar de gritos bastaron. Nadie quedó ensu casa. Tan solo

María y aquella faz grotesca, comodibujada por la mano de un niño. Comouna burla que se ex-

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tendería hasta el tercer milenio.

Juan, intentando mostrar calma yprudencia, se pasó la mano

por encima de la boina y prometióllamar al alcalde, Manuel Rodríguez.

Ellos sabrían mejor qué hacer.

Pico y cemento

Demasiadas visitas en aquellos días.Los curiosos no les dejaban comer nidormir. Gente a todas

horas aporreando la puerta númerocinco. Pidiendo paso, opinando,echando ensalmos. El cura, no.

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Ese fue el único que no se acercó. En laiglesia había poca gente. El puebloprefería ver el milagro

en directo. Y la Rodríguez Acosta,siempre periférica, se convirtió en lacalle más ajetreada del

pueblo.

58

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFER\'c1,DEZ

IUMBAS SIN NOXIBRE

-59

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El ayuntamiento no sabía qué hacer, y,por tanto, no se opuso a que Miguel, unode los hijos de

Juan, borrase aquella pesadilla a golpede piqueta, Tres pasadas de cemento,planchando la zona

con fuerza, dejaron todo tal y comoestaba. Como si no hubiese transcurridoel tiempo.

Pero la calma no duró apenas nada. Unsuspiro. Al atardecer del 8 deseptiembre una efigie idéntica

a la primera, si cabe aún grabada contrazos más gruesos y visibles, esperabaen el mismo lugar, de

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la misma forma. En apenas cuatrominutos se formó, ante la mirada deMaría y un nieto, que

mantenía en brazos y que lloraba sincesar.

Con su dedo la señalaba, como si fueseun diablo.

- Ya, ya... -repetía María, meciéndolo,presa de un pánico que la devorabalentamente.

El comandante de puesto de la GuardiaCivil acudió rápido tras la llamada deauxilio del panadero,

que vivía enfrente de la «casa del

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misterio». María Gómez Cámara estabamal, sin habla y

completamente lívida. Se negaba aentrar en su propia casa: aquella caraera el motivo.

Los hermanos Fuentes León practicaronla fosa de 2,80 metros por orden del

ayuntamiento. Y allí comenzaron a salirhuesos...

-He pasado lejía y es tropajo y iio se w-dijo, encogiéndose (le hombros.

La propia Benemérita hizo el primer yaproximado retrato robot del individuoque tan toscamente

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aparecía retratado por segunda vezsobre el fogón:

- Cuarenta centímetros de ancho porsesenta de alto.

- Rostro oval.

- Ojos estrábicos a diferente altura.

- Nariz recta de apariencia aplastada.

- Boca abierta en tono más oscuro que elresto.

- Fosas nasales de forma frontal.

macabraa ycoqinuceidaehnocriaa

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cobra sentido: La Pava fue recortada y

empotrada, tras el

cristal, en una hornacina. Desde

aquel mismo instante, en septiembre de1972, se fue ensanchando,

le salieron algo parecido a dientes y sumirada y posición

variaron. Lo más extraño es que de su

boca, pasados los años, surgió algo,

una especie de vómito. En aquel

entonces nadie entendió el mensaje.

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60

[KER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Recios bigotes que surgen desde lasfosas y caen hasta los

confines de la efigie. Cejas gruesas yrectas. Orientación de la mirada hacia laderecha. Dos

miembros de la junta de EnergíaNuclear, desplazados tras uncomunicado interno del gobernador

civil de Jaéri, José

Ruiz de Gordoa, aseguraron que « ...

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para averiguar la presencia de uranio ocualquier otro material

radiactivo presuntamente re-

sidente en el subsuelo», lo mejor seríaproceder al recorte de la zona decemento donde la

formación aparecía. Así procederá elefi-

ciente jefe de obras Sebastián FuentesLeón; sin embargo, tras el primeranálisis in situ de la cara,

comprobarán que no existen pintura oañadidos sobre la superficie dehormigón.

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Después, tras petición del matrimonioPereira --que asistió en

silencio a toda la operación-, la caraquedó alojada en la pared,

empotrada tras un cristal. Una primitivahornacina de donde aún

no se ha movido.

Un miembro de la Brigada deInvestigación Criminal, dependiente dela Dirección General de

Seguridad, realizó un curioso

experirnento: dividió el rostro en dosmitades simétricas de ma-

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nera vertical. El resultado relatado en suexpediente era el síguiente:

El hijo de María Gómez y Juan Pereira,cansado de la curiosidad de losveci.nos, decidió borrar para si1empreel rostro a golpe de pico y cemento.unos días después emergia una fazprácticamente idéntica.

TUMBAS SIN NOMBRE

61

Zona izquierda: Suinisión, asentimientoante algo poderoso, tristeza,pesadumbre.

Zona derecha: Expresión amenazadora,

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grito encolerizado, ojos inexpresivos,semejanzas con el inomento del

óbito.

El gran especialista en arte ycatedrático, Camón Aznar, su-

frió un verdadero shock al visitaraquella figura. Lo hizo casi poraccidente, llevado en volandas por unaserie

de habladurías que ya brincaban por losmontes y aldeas de la provincia. La vozpopular, sin que nadie supiera

por qué, la había bautizado como LaPava.

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Aznar, sin titubeos, realizó su precisodesignio:

-Es un rostro masculino, marcadamenteasimétríco y con expresión alíenada. Loslabios, ligeramente

entreabiertos, muestran perplejidad. Lamirada refuerza ese carácter de asombroparalizante.

Insertada bajo el cristal, sin posibilidadde contacto con el oxígeno, la caracomenzará un lento proceso de

transformación y ligerodesdibujamiento. Sin embargo, laexpresión de la boca va-

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riará rotundamente. Surgirá lentamenteuna risa irónica, extraña, Y en la partesuperior de la cara se irá

acumulando un área en diferente tonoque se asemejará, con los años, a unarudimentaria dentadura. Poco a

poco, como en un reguero continuo desangre, algo empezará a formarse en elcentro del orificio bucal. En un

principio, la familia piensa que es unalengua. Después, con el paso de losmeses, se va haciendo más ancha.

Es el vivo retrato de un vómito. De unespantoso vómito que expulsa la carasonriente.

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En esas mismas fechas varios alumnosde la Universidad Autónoma de Madrid,de viaje por las sierras

andaluzas, llegan hasta la casa númerocinco.

Todos comprueban cómo en lasuperficie de la que se arrancó lamisteriosa efigie aparecían variossignos

nítidos. Según se desprende delapresurado «informe» que realizaron,las nuevas imágenes duraron muy poco

tiempo. Son varias cruces perfectamentevisibles y una flecha que las señala.

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junto a ellas, dos letras mayúsculas: FE.

CAPíTULo 6

Morir en Casa Colomera

0 F

Mi madre partida en dos, una hermanacon la cabeza por un lado y el cuerpopor otro... Y yo allí, en un pan de sangre.

[Declaraciones de Isabel Chamorro,única superviviente de la familia.]

A

BRIL DE 1937: las sombras de lostenientes coroneles Fe y Galdeano

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ascendieron por una loma

repleta de cruces. Las botas de lasmilicias pasaron por encima de lasviejas fosas comunes.

El cerco se estrechaba cada vez mássobre el santuario. Casi toda la zonahabía sido ocupada.

Tenían la misión de dirigir a miles dehombres del Batallóti Faiitasma de Jaénpara acabar cuanto

antes con aquellos guardia civilesbravucones que se habían encerrado enlo más alto de Sierra

Morena con sus familias. La resistencia

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había sobrepasado todo lo previsto yurgía terminar con un

duro golpe de efecto. Los carrosblindados y su peculiar sonido seaproximaron por las faldas de la

montaña.

No había esperanza alguna para lossitiados. Los llamamientos a larendición no fueron

escuchados. Las mujeres, a pesar de quela República, a través de los megáfonos,les aseguraba un

trato digno, se negaron a abandonar ellugar.

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Fe, en un documento obrante en elServicio Histórico Militar, escribió a susegundo, de modo muy

explícito, trasladándole la siguienteorden:

64

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Conviene que aprovechando la masa dela aviación, que si las circunstancias nolo impiden estarán a vuestra

disposición en un plazo de cuatro ocinco días como mdximo, desenlacéis elasunto de Santa María de la

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Cabeza.

Aquello fue una dramática profecía. Elcapitán Cortés, en uno de los últimosmensajes enviados por paloma

mensajera hasta el frente de Córdoba,expresaba sin tapujos una situaciónlímite que no se podía aguantar por

más tiempo:

Han robado nuestro ganado, necesitamosropas con las que cubrirnos, pues,aunque yo estoy dispuesto a morir

aquí, no puedo sacrificar a las milquinientas personas que permanecen enel campamento.

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José Liébana Serrano, bigote y pelorubio grefloso por los me-

ses en aquella cárcel de piedra, ejercíade médico. En realidad, le faltaba unaasignatura para licenciarse, pero

en aquellas situaciones era lo de menos.Según los dramáticos -solo así puedencalificarse- partes médicos que

firmó, podemos asegurar que desde elmes de febrero, sin anestesia alguna,dispuso de un se-

,á, ‘

@l

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Un tanque -remarcado con un círculo- seaproxima al santuario lanzando

sus proyectiles. Comenzaba la hora de lamuerte.

-FUMBAS SIN NOMBRE

krft";W” * ‘04 ya

1 1

11 ,4

qft

Situación exacta de la casa de la antiguaCofradía de Colomera, lugar solitario en

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el que los Chamorro decidieronrefugiar-se. Allí encontrarían una muerteatroz. [Documento fotográfico de¡ Partede Guerra, abril de 1937.]

rrucho, dos bisturís y tres alicates paraefectuar operaciones de grancomplejidad y amputar

miembros de los heridos. Un trago decoñac hacía de rudimentario sedante. Nohabía camas. En la

cripta, los más graves se apilaban conlos huesos en el suelo.

Además, el «arador de la sarna», undiabólico ácaro, pequeño en tamañopero devastador en su

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quehacer, carcomía las carnes sucias dela mayoría de los hacinados en espaciosreducidos. Al

mismo tiempo, sin la mínima asepsiarequerible, decenas de tuberculososexpectoran sus sangres

por las paredes. Las pocas inyeccionesde calcio que había para calmar sussíntomas se habían

acabado hacía semanas.

Los rezos se escuchaban en todos loslados de aquel laberíntico edificioiluminado ya tan solo con

velas. De las diferentes estancias, de su

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negrura, salían plegarías entrecortadaspor los gritos de

dolor.

66

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFFRNÁNDEZ

«iiAgua!!» era la palabra que más serepetía. Pero ya no había. Aquello eraun infierno sin salida.

Un ahogo de lamentos, un

delirio en la oscuridad perpetua deaquellas ruinas donde faltaba comida ysobraba dolor. Donde

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los cadáveres se iban amontonando,entre quejidos que llegaban de lugaresimprecisos.

A pesar de todo, veintidós mujeresdarían a luz entre tanta desesperanza.Muchos de aquellos bebés

no verían jamás el exterior delsantuario.

Entre los días 15 y 17 de abril hubo unprimer ataque directo, con balasperforadoras y tanques.

Setenta y nueve muertos, la mayoría enlos sótanos de la capilla por efecto delos cañonazos.

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Isabel Gómez Cámara, hermana deMaría, y sus cinco hijas se

salvaron de milagro aquella jornada.Pero el horror tenía una cita con ellas ypronto las iba a

alcanzar en toda su crudeza y con una

precisión difícilmente explicable.

i - ll@-

TUMBAS SIN NOMBRE

Una granada de mortero cae justo sobrela zona de la casa Colomera el 26 deabril.

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1 Pudo ser el que aniquiló a las cincointegrantes de la familia que rezaban

en un agujero sin luz.

En una estancia del interior del santuariose guardan fragmentos de mo .rtero ybalas perforadoras que cayeron sobreCasa Colomera en aquellos días de abrilde 1937.

El día 26, con niebla y malos augurios,con hambre y muchas jornadas de ayunoobligatorio, varios

grupos de sitiados se divi~ den. Elcapitán Cortés manda un último mensajesuplicando una ayuda

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que nunca llegará:

Paloma mensajera número 46.415:

El día de hoy ha sido tenaz y mortíferoen la actuación de la artillería. Lasescenas que se han desarrollado no sonpara describir.

Heridos de días anteriores muertos enlos rincones en que se hallaban, familiasenteras desaparecidas por la acción dela metralla o sepultados entreescombros... destruido el botiquín. Lasmujeres y los niños se han refugiado encuevas. Aun as!, rehúyen la idea derendición, Esto, mas que odisea, es yalocura...

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Antes de que el envío aéreo llegue a sudestino, viendo cercano el final, dio laorden de que cada

uno se procurase la vida o la muerte,ocultándose entre peñas, grietas ycuevas. Cualquier refugio,

cualquier hueco de la montaña, servíaante la lluvia de Morteros que empezó abarrer toda la zona.

68

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁ.

TUMBAS SIN NOMBRE

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69

De fondo, el «cli-cli-cli» de las ruedasmetálicas de los tanques, que subencomo orugas

prehistóricas mirando con su único ojode fuego, iba acercándose hasta que, porvez primera, todos

pudieron ver las maquinariasdisparando.

Los guardias que aún empuñaban losfusiles sintieron la impotenciaaferrándose al alma.

En aquella situación, las Chamorrodecidieron apiñarse en un

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caserón abandonado, a unos quinientosmetros de la pared sur.

La Casa de Colomera.

Estaban rezando

-Padre nuestro que estds en los cielos,santificado sea tu nombre...

El murmullo de las siete vocesfemeninas retumbaba en aquella casetade piedra. Se mezclaba con

el llorar nervioso de las más pequeñas.Estaban juntas, la madre intentandoabarcarlas a todas.

Paquita, de cuatro años, se agarraba a

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las faldas y sus ojos grandes se veíanentre aquella

penumbra. Expresivos, siempre fijos en

algo, ahora brillaban de miedo.

Remedios y Ana juntaban las manosmirando al cielo. Amparo e Isabeltemblaban cogidas la una a

la otra. Luego se oyó un silbido. Unsiseo que se aproximaba poco a poco,lentamente, cada vez

más cerca entre aquella oscuridad. Algoque como un ave fatal sobrevolaba ellugar dando giros

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cada vez más pequeños hasta posarse.Entonces la madre las agarró aún másfuerte contra su pecho.

Amparo se adelantó unos pasos. Elsonido, como un molinete de viento,estaba ya allí, sobre ellas.

El rezo cesó y se hizo un silencio. Luegotodo fue fuego, una luz fuerte, el brillode la explosión

como una bengala y aquel olor a goma ycarne quemada.

Después, un grito como nunca sevolvería a escuchar y la nu-

be de polvo muy lenta que lo fue

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envolviendo todo como de un algodónborroso.

Las piedras caían sobre las cabezas,sonando al dar en el hueso, pero ya nodolían, porque todo

dolía más de lo que nadie pudiesesoportar.

Son cabezas inertes... Una estaba suelta,sin cuello, sin cuerpo. Era solo una niña.Más allá, la

madre partida en dos. Abierta co-

mo una bisagra, los brazos extendidos ylas manos hundiéndose en los matojosde hierba,

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agarrándolos con fuerza. El pelo se ha-

La madre protegía a sus hijas contra elregazo. Estaban rezando, mientras los

morteros caían apenas a centímetros.Isabel Gómez acabó partida en dos,Remedios decapitada... Solo se salvaronAmparo, recogida en el último segundo

por un guardia, e Isabel, que quedó muymalherída.

70

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

bía desmadejado. Y el dolor y la boca

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abierta ocupaban todo el rostro.

Isabel estaba envuelta en sangre, suvestido harapiento había cambiado decolor. Sangre suya y de

sus hermanas: en las manos, en el cuello.Lo último que vio fue a un guardia civilagarrando a

Amparo, que había quedado casi en elexterior. Aquel hombre de uniforme lasalvó llevándola

hacia otra dirección imprecisa.

Un tapón en los oídos le impedíaescuchar el entorno; como si tuviese elcuerpo embotado a

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presión dentro de un tarro. De fuerallegaron voces, más silbidos, perotamizados, lejanos, como en

un idioma incomprensible. El estruendode más bombas, y aquella tierra ensuspensión que olía a

miseria y a muerte entraban por la bocay la hacía toser. En el suelo está lafamilia entera masacra-

da, como un cuadro antiguo. Ya no debequedar ninguno excepto ella. ¿Y quiénsabe qué suerte

habría corrido su hermana?

Solo son dos niñas. Después, el manto

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negro se fue, el fuego se apagó. Y atientas salió de allí por

el único hueco que quedaba comopuerta. En el santuario, allá arribaencima de la ladera, se

alumbraban las ventanas de rojo,atronando dentro del edificio.

Amparo Chamorro fue llevada envolandas por un desconocido deuniforme que la salvó la vida en elúltimo instante. Cada noche sufríapesadillas con la muerte de su familia.Murió hace unos años.

TUMBAS SI\ \OMBRE

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71

Pero la vida la empujó a salir, a huir deaquello sacando fuerzas de donde no lashabía. Gateó

oliendo el aire frío. No identificó anadie, solo sombras altas que se movíancomo en un teatro,

tanques, ruido de metal.

Atrás, en un chamizo derruido, habíaquedado toda su gente muerta.Destrozada por un solo

proyectil.

En un momento notó unas manos firmes

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que la recogían.

-Esta niña se muere. ¡Llamen al médico!

Después las voces volvieron aengancharse, a formar una mezclainaudible. Un mareo y los ojos

que se cierran.

Ellas estaban rezando. Pero no sirvió denada.

-¿A @PU L<

Las caras del dolor

11-

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Destacaban, fuertes y claras, dos vocesde mujer que se autoidentificaban comoSofia e Isabel. Se grabaron fragmentosde una conversación en que se citabanhechos sangrientos, una pistola, niñosmuertos...

[Exctracto del informe oficial secretoelaborado por Germán de Argumosa yentregado al gobernador civil de Jaén,]osé Ruiz de Gordoa, en 1972.]

APARECIó UNA CARA frontal. Muydistinta a la anterior. Muchos L-I.decíanque era una mujer.

Alguien con pánico, con terror ante loque se avecinaba. Luego, en apenas unosdías, fueron sa-

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liendo un grupo de cabezas muypequeñas, como satélites. Eran caras deniños, igual de espantosas

en su miedo. Rostros que aprovechabanlas zonas oscuras del cemento paramostrarse con una

expresividad que dejaba frío hasta almás escéptico.

-No se preocupe, María, aqui no hayfraude y ustedes no van a ir a la ctírcel.

Tras el portazo del jefe de la Brigada deInvestigación Criminal, los Pereirarespiraron. Las

acusaciones de trucaje ya habían corrido

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por algún lugar. Y el engaño en aquellostiempos podía

pagarse muy caro. La decisión de haceruna foto de La Pava y ven-

derla a cinco pesetas entre laconcurrencia quizá no fue lo másadecuado. Guzmán, el fotógrafo del

cercano pueblo de Huelma,

74

lKERJIMÉNEZ Y LUISMARIANOFFRNÁNDEZ

las había hecho llegando a un acuerdocon María. Algo sin malicia, decían,

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pero a muchos les dio

por elucubrar. «¡A ver si todo ha sido unmontaje para ganar dinero!»

Demasiado montaje, pensaban otros. Erafácil descubrir si aquello estaba pintado,y si no lo han

hecho... ¡por algo será! con-

cluía la mayoría.

Una mañana temprano llegó el fardo delos periódicos al colmado del pueblo.

Un rostro que aparece y desaparece enun fogón...

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En enero de 1972, el diario Pueblo sedesplaza a Bélmez. Comenzará el granboom nacional del asunto que duraráexactamente un mes.

TUMBAS SIN NOMBRE

Uno de los especialistas de Pueblocoloca una lámina plástica sobre elnuevo rostro. Es completamente distintoal anterior. En apenas unos esbozososcuros

plasma un horror sin límite.

Bajo este titular, la noticia a grandestipos en los diarios Jaén e Ideal deGranada. La mecha se

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acababa de encender. Llegaron losinvestigadores y los periodistas. Gentesde vestir distinto, unos

con cámaras fotográficas y otros demaneras atildadas y pulcras chaquetascon corbata. Estos

últimos decían ser científicos,profesores, catedráticos. Algunosllegaban de las frías universidades

de Alemania. Personas que nunca antesse habían interesado por el pueblo y queahora, sin

ruborizarse, afirmaban categóricamenteque lo que ocurría en la casa de LaLarga y El Obispo’ era

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«el mayor enigma de la parapsicologíamoderna».

Tras ellos, en días sucesivos ‘ unreguero de miles de personas queacabarían colapsando las

calles con las cámaras del No-Do y latelevisión de por medio. Así, trasaquella primera nota de un

reportero que se presentó de improviso,el país comenzó a conocer lo que estabapasando en

aquella casa número cinco, en elcorazón de aquel lugar que nunca salíaen el mapa.

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1 Motes del matrimorúo Pereira.

76

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Boca entreabierta. Y de nuevo las fosasnasales de modo frontal. Había rasgoscomunes, sí, pero

aquella cara era completamentediferente. Parecía a medio formar. Aalgunos les daba más miedo

que la anterior. Un vecino recién llegadode Linares lo ex-

presaba de esta forma a los

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magnetofones del primer sociólogo -

Manuel Martín Serrano- que yatrabajaba en el lugar sondeando laopinión popular:

-Las dos estdn angustias. Veo una caraaterrorizada como si estuviesen en unsitio solos, una cara

de sufrimiento. La veo

como esas personas que estíín su~

friendo algo terrible. E algo de pena.Esa impresión la puede re- cibir anteuna cosa imprevista,

estd viendo el horror, viéndolo. Esta del

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suelo es una hembra ue estd viendo latragedia.

«Está viendo el horror, viéndolo.

Esta del suelo es una hembra que estáviendo la tragedia», dijo un vecino trasver aparecer la figura conocida como ElCráneo.

¿Se puede expresar más

con menos elementos?

Observamos, de repente, al igual que lohizo Bru en su programa de Canal SurTV, que había una gran similitud en laforma oval del la cara y en los rasgoscaracterísticos esenciales del nuevo

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rostro y una de las hermanas. Era lasegunda efigie en surgir y se asemejabap cisamente al segundo miembro de lafamilia Chamorro en morir.

TUMBAS SIN NOMBRE

77

Al poco tiempo, otras efigies máspequeñas, de niños o niñas, rodeaban alo que los paisanos

bautizaron como La Pelona. Un corofamiliar que producía un sordo espantoen María. Como si

intuyese algo. Como si aquello le trajeseterribles recuerdos que ni todo el tiempo

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del mundo

podrían borrar.

«¡Isabel!»

Germán de Argumosa y Valdés, hombrede aspecto impecable, con ademanes deviejo marqués

curtido en mil batallas, fue enviado porel gobernador civil José Ruiz de Gordoapara realizar las

primeras investigaciones. Ocupado enaquellos meses en realizar un seminariosobre

parapsicología en la Universidad de

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Madrid, el cántabro, emocionado conaquel lugar donde todos

los misterios parecían producirse a unmismo tiempo, elaboró un informesecreto que fue remitido

como expediente oficial a Gober-

Germán de Argumosa (en la imagen) y elcatedrático José de Solas colocaronvarios magnetofones junto al fosopracticado en mitad de la cocina. Segúndejó escrito en el informe confidencialremitido al gobernador civil José Ruizde Gordoa,

la primera voz que se escuchó decía«Isabel», el nombre de la madre.

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78

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

nación. Allí, bajo siete sellos, estabansus pesquisas. En este documentoconfidencial, fechado a

mediados de febrero de 1972, se es-

pecifica lo siguiente:

La experiencia psicofónica fuealucinante. Se grabó en silencio ab-

soluto por parte de los presentes y, unavez terminado el experimento, serebobinó la cinta para oír

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las posibles «entradas paranormales».La

cosecha fue abundante.... e inquietante.

Sobre el sonido defondo, representadopor los ruidos lejanos de la

calle y el zumbido atenuado de algúnmotor de automóvil que pasaba,destacaban fuertes y claras

dos voces de mujer, que seautoidentificaban con los nombres de«Softa» e «Isabel».

Las voces supuestamente paranormalesproducen un seísmo en la opi1ni.ónpública española. Con el titular de «Las

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Caras

Hablan» el diario Pueblo agota lasnumerosas díci.ones de la tarde y batesus propios records de venta.

TUMBAS SIN NOMBRE

79

Escéptico en torno al asunto, el profesorde sociología de la Universidad deMadrid, Manuel Martín Serrano, realizóun gran trabajo, encuestando acentenares de belmorenses acerca de laidentidad

de las caras. Para la mayoría se trataba«de una familia». Aquella obra se tituló

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Sociología de¡ Milagro

y fue el primer libro en torno a Bélmez.

«¡Isabel!»..., el nombre se repetía varias

veces en las grabaciones del viejoNagra de cinta abierta que Germán deArgumosa co-

locó junto al rostro afeminado rodeadode pequeñas caras. Cada una de ellasparecía querer gritar

una historia, una muerte. Nadie pensóentonces en la dramática muerte deIsabel Gómez Cámara, la

hermana de la dueña de la casa. Una

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dueña que, al igual que su

callado marido, se negaban a escucharaquello. Los gritos de niños, loslamentos continuados, lo

invadían todo. Y sobre todos ellosaquellos nombres. Aquellas claves quenadie supo leer...

«¡Isabel!»...

Los nombres de Sofla e Isabel -proseguía el informe de Argumosa- semezclaban con voces y

llantos insistentes de niños, y también ladesagradable voz del Quico, una vozcascada que hablaba

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el dialecto andaluz de principios delsiglo pasado, cuajado de arcaismos.También se grabaron

fragmentos de una conversación en quese citaban

hechos sangrientos, una pistola, niñosmuertos..., todo mezclado con palabrassoeces.

El hallazgo de huesos de pequeñotamaño en el subsuelo de la casaprovocó el estallido del miedo

psicosocial sobre el pueblo. Unaverdadera bomba de relojería de efectoretardado. Muchos, según

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denunciaba el diario Pueblo, no seatrevían a pasar por la casa misteriosa.

Al poco tiempo, tapado el «cráter» conkilos de hormigón, co-

menzaron a plasmarse una nueva tandade rostros. Más fuertes, con expresionesaún más

atormentadas. Uno de ellos era unhombre calvo. Durante dos días exhibióunas misteriosas letras

en uno de sus brazos. Palabras que luegodesaparecieron y que dificulto-

so

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lKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

TL MBAS SIN \OMBRE

samente dejaban leer algo parecido a«Surizu». Algo más arriba, en la zonacorrespondiente al

tórax, afloraron unos números, como siuna mano invisible los hubiese raspado:6, 7, 39.

Meses más tarde, en toda esa zona, justoal pie del fogón donde nació elfenómeno, empezó a ser

poseída por todo un rosario de carasinterconectadas. El ojo de uno podía ser

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la de otra efigie

invertida. Fusiones sorprendentes,impresionismo en estado puro,fascinante, jamás visto hasta

entonces.

En pleno centro de la cocina seperfilaron una cuantas figuras. Tenían laposición del rezo y la

súplica. Miraban hacia arriba, co’ moesperando un siniestro devenir. Mástarde, en esos mismos

centímetros cuadrados de cemento yabsurdo, cobraría cuerpo una de las másimpactantes caras de

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Bélmez. Duró POCO, pero gracias a lacámara de un reportero gráfico quedóconstancia de ella. Un

grupo de cinco mujeres se apiñaban.Una de ellas era ca-

si una criatura fetal en brazos de lamadre.

Un cuadro que entonces nadiecomprendió.

Febrero de 1972 supone el cenit delmisterio. Día a día los periódicos eincluso las

televisiones nacionales y extranjerasinformarán del suceso. Nadie vislumbra

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fraude. Un grupo de caras de niños comoesta son captadas por los flases de losreporteros que pernoctan en la casanúmero cinco. A las pocas horasvolverán a desaparecer, engullidas porel cemento. Como si solo hubiesen sidoun mal sueño

A mediados de febrero, el equipo de«Pueblo Investiga»,

descubre uno de los rostros más

extraños: el del Rabino. «A mí meimpactá

muchísimo, se parecía a Valle-Incián»,Ft confesó el reportero

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Antonio Casado.

Un grito

Los restos óseos tenían una explicaciónen el viejo cementerio que siempreestuvo allí. Las voces,

no. No la tenían. Antonio Casado,,elreportero del periódico que paso días ynoches enteras, vio

como su inicial escepticismo se volcabahacia el lado de la incomprensión y elmiedo la madrugada

en la que comenzaron a grabarsehorrorosos gritos de niños en la cintamagnetofónica.

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-Era algo muy claro y muy fuerte. Gritos,gritos, sobre todo esos gritos que nuncapodré oIzidar.

Gritos desgarrados, muerte---, níÚosflorando. Durante diez minutos segrabaron continuarnente a

un z,olliiiicii muy alto en mi grabador.Eso lo ¿,¡zTyo. Ya eso nunca le lieenconl`V17dO

explicación, Gritos desgarradores comocuando le mutilan a alguicil...

82

IKER JINIÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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Una de esas noches, delante de dosperiodistas, Rafael Alcalá y PedroSagrario, de los periódicos

Patria de Granada y Jaén, se

forma un rostro en tiempo récord.Avisan a voz en grito a Argu~ mosa,quien extasiado asiste a la

gestación de una atormentada cara quese une al mosaico de lo imposible.María Gómez no quiere

saber nada.

-¡Que habré hecho yo para mandarmeDios a mí esto!

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Los fiases destellearon contra el suelo.La cara, poco a poco, volvió a ser unamancha oscura. Las

formas se deformaron, el sentido seconvirtió en un delirante sinsentido.

A los diez minutos, ya no había faz.Había sido como un mal sueño, comouna brumosa pesadilla.

Argumosa, muy impactado, se sentó enel viejo sofá con los dedosmasajeándose las sienes. En el

mismo punto donde treinta años despuésla sensitiva Ana Castillo vería escenasterribles de

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una matanza.

Muy serio, mirando a los reporteros que,nerviosos, pasaban la palma de la manopor el área de

cemento de la «aparición», sentenció:

- Si el diablo tuviese rostro..., ese seríael suyo. Esa noche, según consta entodos los medios, se

colocaron los aparatos casi dentro de lainesperada fosa repleta de huesos ytrozos de arcilla

excavada por los operarios delayuntamiento. La ne-

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grura era mayor en contraste con laoscuridad en la que habían decididohacer la experiencia. El

catedrático José de Solas se sentíanervioso. Aquel silencio, vigilados porla mirada fría de las ca-

ras, parecía distinto, lleno de claves ymensajes.

A los nueve minutos de grabación seregistró algo. Cada uno escuchó la vozcon unos cascos.

Todos quedaron sin habla. Una voz demujer, perfectamente audible, se dirigíaa ellos con amargor,

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con rabia. Una voz que daba pánico. Uneco que se colaba hasta el tuétano. Unamaldición que

gritaba:

-¡Es que yo sigo enterrada!

CAPíTULo8

Santuario

Lo de aquella pobre familia fue el mayordrama que allí se vivió. La tragedia másgrande.

[Antonio García García, superviviente yhuérfano del asedio al santuario de laVirgen de la Cabeza. ]

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ó SABER dónde estdn enterrados es unade mis mayores penas. -NEstán en algúnpunto de lasfosas

comunes, pero no sé dónde. No quiero irallí

Las palabras de Isabel Chamorro, lasuperviviente, no quieren abandonarnuestra cabeza. El

desconocimiento de la ubicación de lafamilia muerta se nos antoja como unaherida abierta

todavía. Algo pendiente que aún quema.

A la derecha, una cuK7a pronunciadamuestra un cuadro que nos obliga a

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parar en seco. En lo alto

del cerro Cabezo, como colgado delcielo encapotado de Sierra Morena,aparece el santuario. Allí

sucedió todo. Y allí nos dirigimos conuna mezcla de emociones difíciles deolvidar. Conecto el

mini-disc al radiocasete del coche yunas palabras claras y firmes se unen ala comitiva. Es Antonio

García, de setenta y cuatro años,superviviente del asedio y amigo deaquellas niñas. Él también

quedó huérfano entre estos riscos

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silenciosos. Cada kilómetro rodamosmás alto, a poca velocidad,

con menos vegetación y más piedra rotacomo paisaje. Las confesiones grabadasde aquel hombre

nos llegan cada vez más hondo. Son elrecuerdo vivo de un tiempo negro:

84

lKER JIN@l@NN LUIS MARIANOFER.\'c1.

-Yoful allícon mis padres y un hermanomayor. Aquellofue terrible. ¡Muchapena! Es diftcíl

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explicarlo... Cuando ya escaseaban losvíveres y empezaron a bombardear fuetremendo. Imposible

olvidar aquellos ruidos, aquellosgritos..., los cuerpos saltando hechospedazos.

»Imagínese allí-continúa Antonio-,sitiados, sin poder comunicar con nadie,carentes de

medicamentos, de alimentación, deropa... y todo eso acumulándose día trasdía durante llueve

meses. Mi padrefalleció en el llamadocerro de la Cuarta, el último dia delasedio. Estaba

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malherido y cuando entraron, con laeuforia de la victoria, no respetaron ni aconvalecientes ni a

nadie..., los eliminaron allí mismo... Elcerro se convirtió en un montón decadáveres. Eso lo vi

yo... y no sé con certeza dónde está mipadre.

-¿Usted conoció a la familia Chamorro?

-Claro. Eran Miguel Chamorro, elguardia primero, e Isabel. Tenían sietehijas de muy diversas

edades. Fue la familia mas golpeada...Este es el mayor drama que se dio allí.

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La mayor tragedia,

sin duda alguna, fue la de ellos.Recuerdo que cuando bajaban al sitiodonde yo vivia, que era

donde los nacionales nos daban losvíveres, yo las conocía y hablaba conellas. Allíéramos todos

una verdadera familia.

-Eran siete niñas, eso debía hacerlassingulares...

-SI, es verdad. Eran todo hijas... Elpadre, aquel buen hombre, hacía lo quehicimos todos. Intentar

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que los suyos no muriesen de hambre. Eldos defebrero salió para buscaralimentos tras los

bombardeos. Se abría «la rebusca» ynos lanzábamos todos para encontrar,con un poco de suerte,

latas rotas de conserva, garbanzos o loque fuera..., y yo les decia a ellas:«¿Encontrasteis algo?» o

«¡Aquí hay comida!» Y as!, todos losdías, intentábamos sobrevivir a eseinfierno.

-Buscaban hasta hierbas cuando de lootro no había...

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-Claro. Lo quefuera habla que llevarseal estómago. Participábamos juntosbuscando hierbas,

cardillos, cosas comestibles..., yrecuerdo que aquel hombre comió unasraíces pensando que eran

buenas. Pensaban los pobres que eranrábanos.... pero izo. Era veneno.

-¿Y vio la agonía de aquel hombre?

FUMBAS S,1\ \OMBRE

8 5

-Sí, y eso nunca se me olvidartí..., locogieron en una camilla afli’ inismo, en

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el monte,

descompuesto. Eso lo vi* yo con misojos y no se me borrardjamás de lamemoria mientras viva.

Era una cara de dolor.. Lina de las hijasque comió un poco menos y pudo llegarandando al

botiquín- pero aquellofue un drama. Lacicuta les hizo efecto y entre sildores ydelirios terribles

murieron muy rápidamente.

-¿Y el resto de la familia9

-Me acuerdo que ya todos buscábamos

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refugio a la desesperada... En abril, quefue ya lo peor con

las subidas de los tanques, quedarontodas las casas hundidas. Junto a unatapia de la antigua

cofradia de Coloniera estaban allilamadre con las cinco chiquillas restantes.Estaban ahí todos

abrazaícos... El obús de cañón le pegóde lleno a la madre... la destrozó. Lamás pequeña quedó con

vida..., y yo creí que había muertotambién.... pero no, sobrevivió. Sesalvó, se llama Isabel

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Chamorro y vive en Bélmez de laMoraleda.

-Antonio, ¿vio el programa de latelevisión de Canal Sur? Usted queconoció a aquellas personas,

¿cree que pueden ser ellas las caras deBélmez?

- S(. Hay que admitir que el parecido essorprendente.

En la cripta

Las campanadas nos reciben en lo altodel cerro. Suenan con un eco puro, tanlimpio como el aire

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que rodea todo el entorno. El cieloparece que de un momento a otro va adescargar lluvia, y desde

aquí, a vista de pájaro, permite mirarcontornos a decenas de kilómetros. Esuna atalaya que todo lo

domina. Por eso quizá eligieron esteemplazamiento privilegiado losasediados.

Mirando ladera abajo intentamosescuchar la tragedia, los alaridos, losllantos, la sangre. El caos

inimaginable que se produjo en estaspiedras y que ya casi todos hanolvidado.

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Solo queda el silencio. Un silencio queda la impresión de se-

guir aullando de lo hondo eimpenetrable.

lKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Como fantasmas, nos reciben los trajesde novia colgados de la cripta, con elaire que se filtra por los huecos de loscañonazos zarandeando sus galas.

Aquí murieron 79 personas en un solodía,

Inscripción en la entrada a la cripta en ellugar exacto en el que cayó

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el capitán

Cortés.

TUMBAS SI’\ NWMBRE

87

julio Urrutia, autor del estudio El cerrode los héroes, amplió la lista de caídosen este recinto a 206

-las oficiales indicaban 154ante laexistencia de varias decenas dedesaparecidos que jamás

regresaron de estas peñas. Nombresperdidos para siempre en algún lugar deestos contornos.

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Identidades que no volvieron de esteinfierno, ni vivos ni muertos.

Doscientos seis... Antes de llegar a lacripta, girando a la izquierda, hay untúnel de unos treinta

metros, en cuyo techo oscuro como lamuerte aún hay boquetes. Cicatrices delpasado. Heridas de

los cañonazos que nadie se ha atrevido acerrar. La visión que recibimos es de

nuevo como un puñetazo a los sentidos.Un traje de novia revolotea entre lanegrura, espectral, sin

cabeza, sin brazos, ululando con sus

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velos blancos al final del pasadizo. Porun momento, creemos

ver un fantasma. Tras él, otros muchosde comunión, de niños recién nacidos.Trajes y ropas que

pertenecieron a alguien. Muestras deperegrinación y devoción. Y también dedolor. La cara de una

chica sobre la palabra «besaparecida»nos saluda con tibia sonrisa, detenida enel tiempo desde un

marco de cristal que alguien dejó allíalgún día.

Es uno de los lugares donde peor nos

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sentimos. Caminamos hasta el final,donde cuelgan las

blancas galas, y observamos velas rojasencendidas en el suelo, iluminando lascuatro esquinas.

Desde arriba entran zarpazos de airefrío por los huecos de los bombardeos.Y la atmósfera se ve ya

de un azul totalmente opaco y oscuro. Elsilencio, de nuevo, que retumba de unmodo distinto en

este lugar donde se produjo la mayorma-

tanza. Esto fue un charco de sangre

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inmenso en el que se removían mujeres,niños y ancianos. Una

masa informe y viscosa de dolor en sumás pura esencia. Un grito prolongadode 79 muertos que en

un mismo día fueron masacrados en esteangustioso y as-

fixiante lugar.

Al salir, en una piedra de la puerta, unainscripción:

AQUí CAYó MORTALMENTEHERIDO

EL HEROICO CAPITÁN CORTÉS

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EL 1` DE MAYO DE 1937 CUANDOFUSIL EN MANO DEFENDíA ELSANTUARIO

88

lKERJIMIÉY LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

TUMBAS SIN \OMBRE

89

ABC inforrnó así del último día de laresistencia del santuario de la Virgen

dela Cabeza.

Esas letras abandonadas nos recuerdan

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el momento del fin del asedio. Unmomento dramático en el

que las propias tropas republicanas,según recoge la historia, quedaronimpresionadas ante la

situación dramática de los allírefugiados durante nueve meses.

El gran poeta alicantino MiguelHernández era uno de los soldadossitiadores. Y en uno de sus

viejos cuadernos dejó la viva impresiónde aquella jornada:

La artillería intensificó sufuego contra elreducto de la Cabeza; los tanques,

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también. Sobre uno de

los muros rotos del santuario apare~cieron dosfiguras con una banderablanca y otra roja.

Suspendimos el fuego. La rendición seconsumaba. Los soldados no podíancontenerse en las

trincheras. Saltaron de ellas muchos, ylos guardias que queda~ ban rebeldeshicieron varias bajas.

Del santuario comenzaron a brotarmujeres y niños. Unos ciento cincuentaguardias civiles vinieron

hacia nosotros con los brazos en alto. Un

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soldado se encontró con un hermanosuyo, guardia civil, y

se abrazaron llorando. Pude comprobaren

aquellos momentos la grandeza delcorazón popular: ni ni¡ insulto ni unaOensa salió de la boca de

los soldados, que ayudaban a curar a losheridos, y sentaban los nfflios sobre sushombros. Muchos

de ellos se conocían, y se estrechaban lamano con emoción.

Un puñado de hombres Jamélicos aún seagarraba a las armas ya sin municiones.

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Y entre los

peñascos y columnas de este lugar,apare~

El célebre poeta Miguel Hernándezparticipó como

miliciano en el asedio y ataque alsantuario de la

Virgen de la Cabeza. Para él, Cortés fueel culpable de la matanza y

escribió en su cuaderno

de notas: «La rendición se consumaba.Los soldados no podían contenerse enlas trincheras. Saltaron de

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ellas muchos, y los guardias quequedaban rebeldes hicieron variasbajas. Del santuario

comenzaron a brotar

mujeres y niños ... »

90

IKER J1),lÉNEZ Y LUIS MARIANOFER\'c1NDEZ

cían mujeres y niños mutilados. Unarealidad espantosa que horror¡zó a lospropios conquistadores del

enclave.

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El cuerpo del capitán Cortés -héroeexcepcional y valeroso, para unos; yvillano motivador de

aquella matanza colectiva, para otros-fue llevado aún con un latido de vidahasta el hospital

de sangre instalado en una de las curvasde la carretera de descenso haciaAndújar. Allí

pereció a causa de las profundas heridastras ser atendido por enfermeros delFrente

Popular. Gracias a la cortesía delingeniero informático y graninvestigador murciano

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Joaquín Abenza hemos podido acceder ala terrible visión que Miguel Hernándeztenía del

capitán Cortés y que dejó plasmada enuno

de sus últimos escritos:

En mis manos he tenido una fotograflaque le Izan hecho momen-

tos antes de su muerte. Su crdneo,aglobado, y sus rasgos, curvos haciadentro, lo delatan como un

hombreferoz, rapaz, mezquino. Él hasido culpable de que una preciosacantidad de juventud haya caído

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inútilmente. Por él gimen en el hospitalde Andújar muchos hombres de los quemandaba, y en varias

poblaciones, muchas mujeres viudas yenfermas.

Cortés, herido de muerte y agonizandoen el hospital de sangre situado en lasubida al santuario. Su cuerpo, según elinforme del forense Pedro 55áánchezz

García, quedó incorrupto dentro de sufosa.

TUMBAS SIN \OMBRF

Plano de situación del Santuario. Laflecha indica la ubicación de la Casa

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Colomera,

No mucho tiempo después de escribirseestas líneas, terminada la contienda civilen Andalucía, le

fue encargada al forense Pe-

aver para ser dro Sánchez García latarea de la exhumación del cad’trasladado a la gran cripta que

se había practicado dentro del santuario.La ayuda de Queipo de Llano y sushombres nunca llegó a

tiempo para liberar el santuario. Ya sinartillería, ni sangre corriendo monteabajo, se abrió el

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primitivo ataúd donde reposaban losrestos del guardia civil. Y la sorpresa yuna sensación de

inquietud se apoderaron del doctor; elcuerpo estaba incorrupto, sin síntomasde que el tiempo

hubiese pasado por él.

El informe de puño y letra de SánchezGarcía dice así:

Mas de venticinco caddveres hubimosde exhumar y todos se hallaban en talestado de putrefaccíón que temíamosencontrarnos con una masa informe osuelta y descarnada por los ferocestrabajadores de la muerte, nos hallamos,

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por el contrario, con un cuerpo entero,rigido, con actitud de entereza militar.

El enigma de la conservación del cuerpode Cortés, sin embargo, quedaríaensombrecido por otro

que caló aún más hondo en ambosbandos. La primitiva imagen de laVirgen de la Cabeza, estatua

misteriosa, negra y tallada en loprofundo del románico, ha~ bíadesaparecido sin dejar ni rastro.

IKER JIMÉY LLIS MARIANO FER,Á

Decenas de niños salieron de cuevas yrocas ante los asombrados m* ‘ ‘

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republicanos, consternados con elestado famélico de la troparesister>t&”,@

Todos habían quedado huérfanos.

Tras hablar con los padres trinitarios,los religiosos qquuee en el lugar, nosllevamos la sensación

diáfana de la necesi olvido. En elpequeño museo que nos es abierto conarnab* observamos solo

unos trozos de mortero en una esquina yun

de fotografías borrosas. Nada más.

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Tenemos la certeza de pisar un terrenocursío de muertos mo Bélmez- ypreñado de un dolor no tan

lejano. La sus Í

las frases a medias, el «eso es mejordejarlo» nos demuestra a pesar deltiempo transcurrido, la

tragedia sigue candente interior demuchas personas.

Algunos hablan de la destrucción de laimagen por p los invasores -a pesar deque el batallón de

Jaén tenía ó claras de conservar la tallade la Virgen- y otros aseguran,` Cortés y

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los suyos la

escondieron en algún punto concreto queel enemigo jamás la tuviese entre susmanos.

Sea como fuere, ambas teorías nopueden ser dem

hasta que no aparezca el objeto de tantodesvelo. Extraña a los,

pertos que, de haberse procedido a suocultamiento, no se claves para elposterior hallazgo de una

reliquia tan venerada.

‘,(AIBM

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93

A lo largo de la investigación

hemos podido entrevistar y

recordar a la Familia Chamorro en lavoz de

aquellos con quienes convivieron nuevelargos meses. Francisca Cervera

González, de Málaga,

0 Antonio García García, de

Linares, abrieron la espita de lamemoria para nosotros

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y nos dieron detalles impresionantes deaquellas

muertes. Ellos también estuvieron apunto de dejar la vida entre aquellosriscos.

cierto es que jamás apareció, siendosustituida por una copia moderna que seidolatra en las

populosas romerías que hasta este lugarse realizan a finales de abril.

Una romería -la más antigua de España-que, nos da la impresión, es el únicomomento en el que la

gente, mezclando fe y vino, recuerda

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este lugar sin saber o sin querer saber loque aquí ocurrió.

Un dato histórico viene a añadir másmisterio a la desaparición de la Virgen.Nos lo recuerdan las

afinadas palabras del historiadorEnrique Martínez Gómez, miembro de laReal Academia de la

Historia, con quien hemos hablado largoy tendido al respecto y que nos remitía aun escrito de otro

experto de la historia jiennense, TorresLaguna, que decía así:

Ha llegado hasta nosotros una z?ersÍ .oí¡

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que considerainos zeroslulil yhastafidedigna de Francisco

Porras, hombre de bien a carta cabal,persona de integridad inoral y bienconocido en AndÚjar. En

la tarde del 29 de abril de 1937,después dejiualizar lo intís recio delataque que acabó a las últimas

lloras del día, el capitáii Cortésconcibió la idea de ocultar la imagen,ante la graz7edad extreina de

la situación. Llegó a in7)ítar a algunaspersonas que se encontraban en elrecinto del santuario a

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despedírse de la Virgen, sin inanifestarsu propósito de esconderla. Uno de esosiiwitados era

Porras, que, cu efecto, se despidió y Pi0CÓ1/1o qllt'dt7ba en la alacena. En lainadrugada del siguiente día,

94

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Envuelta entre sombras, con la noche yasobre nosotros y en mitad del monte,

aparecen los cimientos de la CasaColomera. Aquí murieron abrazadas lasintegrantes de la familia Chamorro. Aquí

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parece que desapareció

la talla de la virgen.

TUMBAS SI\ NOMBRE

95

Porras vio cómo antes del amanecerCortés salía del santuario acompañadode un guardia civil que era

portador de un bulto envuelto en unamanta. Ambos se dirigieron a la laderasudeste del cerro, hacía la casa

antigua de la cofradía de Colomera, ydesaparecieron por las es-

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car-paduras situadas mas abajo. Ciertotiempo después volvió a ver al capit(íny a su acompañante sin el bulto

del que era portador..

La Casa de Colomera y no otro lugar.justo allí, con los cuerpos aún calientesde la familia Chamorro, se

perdían todas las pistas.

Tumbas sin nombre

Carmen Porter lo vuelve a repetir:«Parece que alguien nos observa». Laimaginación se dispara y

damos gracias a la pequeña linterna que

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a última hora se nos ha ocurrido sumaral parco equipaje.

La noche ha caído sobre esta sierra depeñascos y linces. Y por ella, saltandotrochas y buscando

casi a tientas, avanzamos poco a poco.Las baldosas del santuario han dadopaso a la tierra fresca, y

esta a las rocas puntiagudas como únicasenda. Escalando, más que otra cosa,llegamos a lo alto de

un montículo. Un monolito nos cierra elpaso. Unas letras olvidadas que leemospasando el foco de

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luz por la loseta grabada. Unas palabrasque van

cobrando sentido y que, para quénegarlo, nos estremecen:

Parapetados tras estas peñas, cinconiños de doce a catorce al-los de edad,hijos de los defensores,

contuvieron durante varias horas a lasfuerzas que el día 1 de mayo de 1937asaltaron el santuario

por este sector.

Es un lugar por donde nadie pasa ya. Yllegan a la mente imágenes, comoborrosas, de lo que tuvo

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que vivirse aquí. Al fondo,

en una pequeña explanada, una casasiniestra, sin techos, con los matojoscreciendo por dentro y

apoderándose de todo. Aquí mu-

rió la familia. Aquí se encontrabanIsabel Gómez Cámara, Amparo, Ana,Isabel, Remedios y

Paquita, aterradas y unidas como en unapiña. Y aquí estamos nosotros, sintiendoalgo muy fuerte y

96

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANO

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FER\'c1

En plena oscuridad encontramos unainscripción. Dice así:

PARAPETADOS TRAS ESTASPEÑAS, CINCO NIÑOS DE DOCE ACATORCE AÑOS DE EDAD, HIJOSDE LOS DEFENSORES,CONTUVIERON DURANTE VARIAS

HORAS A LAS FUERZAS QUE ELDiA 1 DE MAYO

DE 1937 ASALTARON ELSANTUARIO POR ESTE SECTOR.(Foto: Carmen Porter.)

profundo. Una sensación de malestar, de

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mareo, que nos invade. Por el hueco delventanuco -quizá

el mismo por donde agarraronmilagrosamente a Amparo- se ve elsantuario a lo lejos, con

algunas ventanas iluminadas comofaroles en mitad de esta nochetranslúcida.

Tocamos las piedras, el suelo, todotranspira tragedia y abandono. Aquímismo estaban ellas, y la

imaginamos con esas caras

de miedo. Las caras desencajadas quepresagian muerte, con una

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expresión tan angustiosa que esimposible imaginar.

Dejamos las grabadoras analógicas ydigitales y salimos al ex-

terior. Es un lugar en el que se estámolesto, donde se siente la necesidadconstante de mirar hacia

atrás. Donde se pide en silencio que nose agote la única pila de la pequeñalinterna.

Cuatrocientos metros más abajo,retornando el camino que sa-

le del santuario, llegamos a otro lugarapartado. Nuestras voces

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TUMBAS SIN NOMBRE

Iker liménez y Luis Mariano grabando enel interior de la Casa Colomera. (Foto:Carmen Porter.)

Al caer la tarde llegamos por vezprimera al cementerio de las tumbas

sin nombre.

98

¡KFRJIMÉY L U le, MARIANOFER\'c1

hacen eco en la nada, como frasessueltas que se pierden viento arriba, ynos topamos con un

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recinto que parece ha quedado fuera deesporádicas devociones ymanifestaciones de alegría. Como

en una burbuja atemporal aparece antenosotros el cementerio de las tumbas sinnombre. Aquí todo

sigue igual, como si las manecillas delreloj no hubiesen avanzado desdeentonces.

Con la misma fuerza de una coz en mitaddel pecho, nos impulsa hacia atrás laimpresión al ver las

cruces que se nos aparecen profundas,emergiendo de cada sepulcro blanco.Sin más datos, sin más

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señas, sin más recuerdo. La imagen delas hileras de nichos alargándose hastael fondo del

camposanto, entre som-

bras, nos atrapa sin decir nada mirandoal frente, durante minutos eternos.Somos conscientes de

que hemos llegado a una estación deparada y final de trayecto.

Saltamos al interior y vamos repasandocon la mano los nombres que en letrasde molde

descienden desde las palabras «Cuadrode mártires». Rápidamente encontramos

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al guardia primero

Miguel Chamorro Sánchez, su filiacióninscrita junto a la de otros muchoscompañeros que ya son

solo historia. La pared inmensa

Debajo de cada uno de estos sepulcrosyacen decenas de personas. Siete deellas

quizá guarden los sombríos secretos delas Caras de Bélmez.

TI NABA1,1'1\ \OMBRV

99

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0101 s LOVEZ

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SAJA. Á)1 OR lao

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14 1

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JJ

s parede aparttado En la s se grabaronlos nombres de los muertos. En elapartado de mujeres, tras la identidad deIsabel Gómez Cámara, la hermana deMaría, aparecen, como un rosario de

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tragedia, los nombres de aquellasmujeres...

Fue la familia más duramente golpeada.

de granito está llena de ellos, Repleta deunas muertes trágicas y primitivas quenosotros hemos

revivido en busca de un misterio.

Un poco más abajo, ya casi tocando elsuelo de tierra oscura, bajo el epígrafe«Mujeres», una lista

nos hiela el corazón cuando la vamosdeletreando ante el micro:

-Isabel Gómez Gírnara. -Juana

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Chamorro Gómez. -Ana ChamorroGómez. -Carmen Chamorro

Gómez. -Remedios Chamorro Gómez.

En cuclillas, iluminamos las identidadesde toda la familia. Aquí están. Nadiesabe a ciencia cierta

el punto exacto, pero aquí están. Losdocumentos afirman que fueronenterradas en un solo hueco,

abrazadas...

A unos diez metros, otro sencilloepígrafe guarda una historia truncada:

Nii-ios: Francisca Chamorro Gómez.

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100

IKIER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFER\'c1NDEZ

El nombre de Francisca Chamorro -cuatro años- encabeza el macabrolistado de

niños enterrados en algún punto delcementerio.

Y recordando los ojos de la fotografíade la niña, los inolvidables ojos queparecen perseguirnos

hasta en sueños durante toda lainvestigación, escuchamos en silencio elrodar de las grabadoras,

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como esperando una respuesta, ymiramos hacia arriba buscando la nocheestrellada.

Nuestro barruntar vuela hacia escenassin sonido, fotogramas imaginados demuerte, de fiebres, de

cuerpos fragmentados. Y también haciaesas caras sombrías que como laspinturas negras de Goya

se asoman en una casa ante laincomprensión del mun-

do. Como si en todo hubiese unaconexión que se pare y se gesta aquí. Enesta sangría de guerra

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oculta por paletadas de tierra.

Nos es imposible, con todo lo quellevamos a la espalda después de dosmeses de tensión y

búsqueda, no ver a La Pava, con esaexpresión monstruosa, esa sonrisamalévola que ha ido

tornándose aún más macabra con el pasode tres décadas.

Con esa especie de lengua que se hatransformado en un vómito, en laexpulsión de un líquido.

Quizás en un veneno de muerte.

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CAPíTUM

El examen policial

Hay una simetría perfecta en esa cara.Lo que definimos como “volumenarmóníco’. Es un óvalo pequeño, ladistancia del arco ciliar al punto mediodel puente nasal y a la barbilla nosdemuestra que es una cara que en elargot decimos “cara de muñeca’.

[Salvador Ortega Malién, fundador de laPolicía Científica española, ex directordel grupo de Homicidios de Sevilla yBarcelona; diplomado en psiquiatríaforense y autoridad mundial enpsikokillers.]

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-íESA ES UNA CARA de horror!

Se remanga la camisa y nos enseña elantebrazo.

-Os juro que se me estd poniendo elpelo de punta. Sí, es una cara

de horror, de miedo, no os hablo desusto, sino de pdnico... Esttí viviendoalgo que sus ojos no

quieren ver. Esa expresión de la boca...,famélica. Hay signos de deshidratación.Esos ojos

hundidos, profundos..., la clave es elóvalo de la cara. Distancia de labio abarbilla, tabique nasal,

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distancia de ojos a nariz, de labio afosanasal, prominencia de estas. Eso es loque te permite trazar

paralelismos. Es muy posible que secorrespondiera con el estado que podiatener después de

doscientos cincuenta y seis dias deasedio.

Salvador Ortega Mallén, fundador de laPolicía Científica es-

pañola, auténtica autoridad mundial enla investigación de psicokillers, hombreque ha atrapado a

los asesinos en serie más im-

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102

¡KER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

portantes de España y que innovó lastécnicas de comparativa fotográfica yrobotización, está muy

impactado. Y eso significa mu-

cho en un hombre que ha diseñado,comparado y analizado miles de retratosrobot a lo largo de su

vida.

No hay dudas: las fotografías de lafamilia Chamorro y de algunas de las

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más longevas caras de

Bélmez generan paralelismos fuera de locomún.

-Esto es verdaderamente impresionante -dice, antes de remo-

ver los hielos de su vaso de Coca-Cola.

En la pantalla del portátil parpadeaahora una comparativa de imagen dePaquita, muerta en la Casa

de Colomera a los cuatro años de edad,y el rostro surgido hacia 1976 conocidocomo El Hijo. La

redondez de su cara, la distancia de los

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ojos, la abertura

Salvador Ortega Mallén, el que fuerafundador de la Policía Científicaespañola y

jefe de Homicidios de Sevilla YBarcelona, examina cuidadosamente lascomparativas con técnica de retratorobot de la cara de Francisca Chamorroy la de

una teleplastia conocida como El Niño.

IL%IBA',Si\ ‘\O

«Son imágenes de horror, de pánico, deuna tragedia inminente que les llega

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y contra la que nada pueden hacer .. »,asegura el fundador de la Policía

Científica española.

Ir

104

IKER JINIÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

bucal y la expresividad generaltransmiten un efecto sorprendente.

-Son caras de angustia -asegura denuevo el que fuera jefe de Homicidiosde Barcelona y Sevilla-,

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efigies de un desasosiego má-

ximo. Reflejan una tragedia que está porvenir y que es inevitable.

Repentinamente, hace un chasqueo conla boca... -Vaya, es una pena que no sevean las orejas. Por

principio, compruebo en este tipo decomparativas la comisura de labios,cejas, orejas, distancia

frontal yfosas nasales. Pero las orejasson claves. Nos dan una gran cantidadde información

completamente individualizada...

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Con el «efecto lupa» del programainformático acerca la imagen de lateleplastia que fue bautizada

a mediados de los setenta como El Hijoy que nos parece el vivo retrato deFrancisca Chamorro. Le

escuchamos en total silencio...

-Es una niña pequeña. De eso no hayduda. Hay un problema de chateo queocurre muy a menudo

cuando todavía no esta configurado eltabique nasal. Sobre todo pasa en niñas.Es curioso que

venga reflejado aquí. Esta imagen

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surgida en el cemento correspondeperfectamente a

una edad de cuatro años.

Nos sobrecogemos. Salvador no conoceque esa es la edad exacta de Paquita...

-Me da la impresión -prosigue, tras rotarla imagen varias ve-

ces en ambos sentidos- de que esa caraha perdido consistencia. Hay zonas devolumen, sombras de

ojos, pómulos y perfil de la nariz queson

correctas. Pero seguro que antes estuvo

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marcada con más nitidez, con masfuerza. Parece que estd

en el final de su proceso...

Tampoco se equivoca nuestro buenamigo. El vigor de casi to-

das las caras se ha ido mitigandoaceleradamente en los últimós tiempos,Para no pocos

investigadores y teóricos del asuntosignifica que pronto ocurrirá undesenlace definitivo en la

historia: la muerte de María.

-Hay una simetría perfecta en esa cara -

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sentencia Ortega-. Es lo que definimoscomo «volumen

armónico». En la cara puede que ten-

1 UMBAS SIN NOMBRE

105

ga el pelo mas despeinado, a diferenciade lafoto, que debió realizarse en

estudio. Eran fotos caras que incluso seretocaban..., quízd por eso la teleplastiase acerque con mas

fidelidad a la situación exacta que sevivía tras el asedio. Desde luego seríacompleta Esa cara es

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perfecta. Es un

óvalo pequeño, la distancia del arcocíliar al punto medio del puente na-

sal y a la barbilla nos demuestra que esuna cara que en el argot decimos «carade muñeca».

-¿Esto podría ser un recuerdo de alguienque no vio las fotos desde niña?

-Dependerd de su memoria. Si vive soladurante mucho tiempo, entonces estamujer se ha quedado

con el recuerdo de sus caras. Con unaidea imprecisa que retiene los rasgoscaracterísticos. Si tiene

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en la memoria a su familia, cómomurieron..., la asociación es perfecta. Loex-

traño es cómo no lo ha comentado antes.Esto parece una proyección de algo o dealguien. Es muy

diffcil de dibujar. ¿Tan fuerte puede seruna

proyección cerebral para recordar latragedia de lo que le pasó a su familia?Puede ser.

-¿Qué te inspira todo este dramatismo enla coincidencia? -le preguntamos,mientras el programa

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informático Confront de la PolicíaCientífica va revelando la igualdad delas trazas y proporciones.

-Pues, sinceramente, pudo haber un temade remordimientos. De no atender a lassupervivientes...,

o por pensamientos distintos. En laguerra ocurrieron cosas de este tipo. ¿Elremordimiento es

capaz de proyectar esto en la pared?¡Quién lo sabe! Por cierto... -Ortega sequeda mirando

fijamente a la pantalla-, ¿hubo algunaenfermedad en

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el tiempo de aparición de los primerosrostros 7

-Sí -respondemos casi al unísono- ytambién tragos amar-

gos a nivel biológico de esta mujer.Parece ser que aquel 23 de agosto MaríaGómez sufría unas

fiebres de malta.

-Sería interesante una hipnosis -irrumpeel fundador de la policía científica-. Suconsciencia es de

una importancia clave en es-

ta historia...

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-Lo malo es que jamás se ha prestado aningún experimento de este tipo. Lahipnosis de Bru a la

sensitiva Ana Castillo

7-

IKFR JIMIÉNEZ F.LIZARI Y LUISMARIA\0 FERN,,Á

1 L \IBASS¡\ \OMBRE

107

agarrándola a ella es lo más parecidoque se ha realizado al respecto.

Repentinamente, a golpe de un clic,

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aparece entre nosotros la versión digitalde una fusión que

asusta solo con mirar. El programainformático ha fraccionado y reunido,como en un puzzle de

perfecto encaje, la cara de MiguelChamorro con La Pava...

-Sí, sí.. La nariz recta, sí. La barbilla,sin embargo, es un poco masprominente. Lo que ocurre -nos

dice Ortega señalando con su lápiz hastaque casi la mina toca el plasma delordenador- es que sin

tricornio y en la época del santuario

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podriamos ajustarnos mas. La fotograflaes de joven, como

quince años antes o mas..., y sabemosque su edad en el santuario era ya decuarenta y ocho años,

con efígie re-

dondeada por la edad y sin fijador enlos bigotes.

Reuniendo y modificando esosparámetros probablemente veríamos unaconformación muy

similar. Es decir, que ambas caras, apesar de que vemos que encajan, separecerían mucho más...

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Una técnica reveladora

El Pelao es una de las caras másenigmáticas. En su superficie, muy cercade pecho y brazos, surgieron unosdígitos -6, 7, 3 y 9-, que nadie logródescifrar.

La superposición de retratos de lafamilia Chamorro y de las teleplastiasque aún perviven en

Bélmez de la Moraleda es otro golpe deefecto. Una impresión más en estacadena de sobresaltos.

Unas sobre otras componen un mismocuadro de terror...

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-La superposición de imágenes -diceSalvador- es otra clave. Se hace y lohicimos por primera vez

en España con los huesos de un niño quese llamaba Jean Luc. El hijo de unosfranceses que cogía

caraco-

les cerca de La Junquera. Asíempezó atrabajarse en España. Recuerdoperfectamente que los

padres eran de Perpiñán. A los dos queempezdbamos con el tema de la policíacientifica nos llegó

el caso y tuvimos que actuar.

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Demostramos que no había muerteviolenta, y encontramos el resto

de los huesos a unos tres kilómetros ypico. E hicimosfotografías con el mismofocal, medida,

distancia y encuadre para superponerlasa

las del crtíneo sobre el niño. Asíseactúa...

IKER JINIÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

Salvador Ortega, pasando a negativo yampliando el brazo de El Pelao,

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toma nota cuidadosamente de algo queconsidera clave.

Se puede leer Sunzu o Santu...

FLMBAS SI’\ ‘^HE

109

Un experimento sobrecogedor, Lastécnicas policiales permiten hacer unasuperposición exacta a nivelfisionómico entre las teleplastias y losretratos

de la familia Chamorro. Realizamos elanálisis sobre dos de las caras,

las de Miguel Chamorro y La Pava y

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Francisca Chamorro y El Niño.

Este es el resultado.

Observando las «fusiones» efectuadastras el trabajo sin descanso de cuatropotentes ordenadores a

tiempo completo, utilizando un softwaresolo al alcance de los mejores equiposde investigación

criminal y forense, nos quedamos s'nhabla durante unos minutos.Simplemente, pasando una a

una, nos vamos en-

volviendo del mensaje que toda esa

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información tamizada y procesada porlas máquinas parece

querer decirnos.

-Se ha hecho la comparativa en base aporciones. Y tengo que con-

firmar que hay claros signos deequivalencia. Entre tc,leplastias y caras

de esa familia. Sin duda. ¡Tienenmuchafuerza las expresiones!

Lo que síes cierto es que hay muchopara escribir

La imagen, conocida como El Padre y elHijo, nos parece ahora un reflejo claro

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de los

acontecimientos ocurridos en abril de1937 en el Santuario, en el instante enque Isabel Góni@z

Cámara y sus cinco hijas se refugiabanen los aledaños de la Casa Colomera.Misma cantidad de

figuras, presencia de seres “etales entrelos

110

lKER JIMÉNEZ ELIZARI YLUISMARIA\0 FER\'c1

brazos de la madre, rostros angustiados

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que miran hacia arriba en actitud derezo...

Ortega describe lo que ve con laprecisión de tantos y tantos informesredactados durante décadas:

-Estdn protegiéndose, en un rincón, sinsalida; hay un peligro profundo paraellas, se abrazan..., se

protegen. Una, dos y tres... Son las tresque mueren en un rincón. El peligro queles acecha es

profundo para ellas. Parece que la figuraagarra a alguien, quiztí un bebé... Esto,queridos amigos,

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es una historia muy negra que si .guevi.va en el pensamiento de esa mujer.Quizd pasaron mas

cosas, hechos que ni siquiera puedenrevelarse después de la muerte:violaciones, tropelías de la

guerra, cosas que para siempre sequedaron allí..

Amante de la criptografía, nuestroexperto repara en las extrañas siglas quea mediados de los

setenta aparecieron en uno

de los brazos de El Pelao. Convierte laimagen en negativo y nos

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indica dos letras que parecen estarocultas a simple vista...

-Sunzu,sunzu... También podría serSantu. Eso es lo que yo, am-

plíando la iniagen y pasdndola anegativo, puedo ver. Vamos a resaltarmds los contrastes...

Suena la pulsación de la tecla unas cincoveces...

-¿Veis? Hay varias letras que puedenvariar. «Santu»._ quizá se refiera asantuario. Y estas pueden

ser «h», «n» y «s»..., ¿hermanos?,¿hermanas? Por cierto, ¿quéfue de esas

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niñas justo tras la toma

del santuario? ¿Se sabe algo?

En esos momentos solo podemos acudira los puros datos históricos. En la obraanteriormente

citada de Urrutia Echaniz se refleja estafrase:

La familia estaba compuesta por padres,siete hijas y el no-

vio, guardia también desaparecido, deuna de las mayores. En total, diezpersonas. El día 1 de mayo

de 1937 dos pobres huérfanas -Amparo

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e Isabel Chamorro Gómez- abandonan elsantuario sin más

cobijo que el del cielo ni más amparoque el de Dios. ¿Qué habrá sido deaquellas dos pobres niñas

que fue-

1 L \IBAS SI-\ \OMBRE

roii protagonistas y supervivientes deuna de las más espantosas tragedias detodo el asedio? Una de las

últimas noticias que he podido alcanzares la facilitada al capitán Rodríguez deCueto por uno de sus hijos:

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-Las vi -afirmaba el testigo----- cuandollegamos desde el santuario al Viso delMarqués, provincia de Ciudad

Real. Estaban sentadas y solas sobreunos bultos de ropa. Llorando.

CAPíTULO 1 )

Un informe revelador

Las coincidencias y paralelismos dan unnivel de concordancia de un 68,3 por100 en modo forzado, lo cual nos indicaalgo más que el simple azar o elcapricho del mismo en la formación delconjunto de Bélmez.

[Conclusión del informe de comparativa

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y robotización entre retratos de lafamilia Chamorro y las caras deBélmez.]

R

ESúMIMOS AQUí el extenso informerealizado con métodos informáticos decomparativas de rostros

y robotización em-

pleado por las dotaciones de la policíacientífica británica. Entregado un juegode imágenes de las

«caras de Bélmez» más longevas ysignificativas, así como de los retratosde la familia Chamorro,

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programas como Confront GB, Faccette,Shoock o MIGi han ido revelándonos unsensacional

mapa de conjeturas y posibilidades.

Los resultados de la computerizacióndejan poco lugar a la duda; lascoincidencias entre la familia

y los rasgos de las teleplastiassobrepasan ampliamente los márgenesde lo casual.

Gracias al esfuerzo titánico de losinvestigadores José Manuel GarcíaBautista y Rafael Cabello

Herrero, y a sus decenas de horas de

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trabajo ininterrumpido gestionando todoeste experimento re-

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volucionario en la parapsicologíaespañola, podemos hoy adelantaralgunas conclusiones

sencillamente sorprendentes.

114

lKERJIMÉNEZ Y LUISMARIA.FERNÁNDF7

Trazas y paralelismos, puntos comunes,robotización, superposición, fusión demorfologías... El

llamado «análisis Bélmez» es

un hito en la historia de la investigacióndel misterio.

Page 300: TUMBAS SIN NOMBRE IKER JIMENEZ Y LUIS MARIANO.pdf

Destacamos aquí, con términos legiblesy sencillos, las partes clave de esteproceso apasionante

que demuestra la rotundídad de unahistoria que queda reflejada en los fríosresultados

informáticos. Muy lejos de lasubjetividad y las creencias.

Aquí están los datos y el desafío querepresentan.

INFORME

Se realizaron en esta investigación: ,

Comparación de rostros por

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superposición (estudio de imagen).Robotización de retratos fotográficos delos

familiares y comparación con lasteleplastias (estudio de imagen).Obtención informática de puntoscomunes

en rostros de forma forzada (estudio deimagen). *Confrontación de rasgos(estudio de imagen y texto).

*Análisis faciales y morfológicos(estudio de imagen y texto.). *Análisisde expresiones (estudio de imagen y

texto).

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ANÁLISIS EXPRESIVO DE LASCARAS DE BELMEZ

Las caras de Bélmez parecen haber sido«dibujadas» por la misma persona,alguien quizá de entre ocho y catorceaños de

edad, y diestro. Curiosamente, la partemás expresiva del cuerpo humano, losojos, ¡os presenta mayores cuanto mayores el sentimiento o las emocionesmostradas, de ahí que en algunas«caras» llegadas hasta nuestros días losojos presenten una

manifiesta desproporción con respectoal resto de los rasgos faciales. En unaclara representación a dos dimensiones,

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y con el solo esbozo de los rostros,presentan una clara proporcionalidad ala asimetría facial humana genérica quecoincide con los rasgos faciales de

sujetos es-

tudiados en las confrontación facialrealizada.

«Todas las caras parecen ser de unmismo autor, con la intención manifiestade comunicar algo sin que sepamosdescifrar la razón del mismo».

1 UMBAS MN NOMBRE

La imagen «Niña sola» (FranciscaChamorro) representa al menor de los

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«dibujos» comentados anteriormente. Se

reafirman todas las conclusionesobtenidas anteriormente.

La imagen denominada como «Madre»(Isabel Gómez Cámara) nos muestra unrostro más completo que un

simple esbozo de dibujo. En ella nosmuestra una cara semiconcluida por unsegundo sujeto, un observador. La

persona representada demuestra unaclara desproporción a la altura de losojos, lo cual nos indica que el

representado tenía un alto valorsentimental y una clara jerarquía.

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Demuestra serenidad y por ladeformación

de los globos oculares vuelca unaindudable carga emocional -llanto, risao extrema preocupación-. La boca,

pequeña, afilada y prominente, nosinforma de duda, desconfianza yseriedad, por lo que dota a la escena dela

solitaria imagen de una claraconnotación de preocupación.

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

La imagen clasificada como «Pacire»

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(Miguel Chamorro) quizás es una de lasque más correspondencias

guarden con la imagen fotográficarelacionada. En ella, un sujetoobservador y autor de la mismarepresenta el

rostro sereno y expresivo de un sujetoque por el tamaño dado a sus ojos nosindica un alto grado de jerarquía,

relación y emocionalidad. Presentaserenidad y podríamos decir que se tratade un sujeto masculino por el

tocado bigotudo con el que se le harepresentado, de pómulos marcados yboca entreabierta que nos indican

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expresión, llamada de calma, relajacióny tranquilidad. Es un rostro sereno, deespera.

La imagen «Comparativa Mujer 1» nosrepresenta clara y evidentemente larepresentación de un sujeto

femenino, a juzgar por la longitud de loscabellos y suavidad en las formas ylíneas pictóricas representadas,

que muestra sorpresa, temor, miedo,duda y desolación. Mirada perdida ytemerosa, cejas estiradas y subidas,

y boca «agachacla», en clara muestradel momento de terror; la mano indicarelajación, como si nos indicara

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lo inevitable. Miedo, abandono oresignación.

TUMBAS SIN NOMBRE

La imagen «Muchacha 2» (CarmenChamorro) nos muestra larepresentación de alguien que mira con

curiosidad o preocupación algo, como sifuera o estuviera presente en la vida dealguien o asistiera a un

acontecimiento importante para élmismo o alguien de su entorno. La visiónla presenta su autor con boca

pequeña demostrando curiosidad; ojospequeños, denostando una visión

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detenida del entorno u objeto sujeto de

la atención de la figura representada; lacabeza ligeramente inclinada nos indicainequívocamente curiosidad, y

por el de las cejas fruncidas,posiblemente preocupación.

ESTUDIO DE LASCOMPARACIONES FACIALES YMORFOLóGICAS A LAS CARAS DEBÉLMEZ

..........1................................................................................................................

La primera revisión sobre la cara de la«Madire»......................................................................

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....

.............................................. ...

En ella partimos de los rasgos que másse asemejan, intentamos hacer coincidirlos máximos elementos

faciales entre las dos imágenes y nosllevamos la primera sorpresa: la cejaderecha de la teleplastia parece

estar interrumpida «casi de la mismaforma» que el arco de la ceja en lapropia fotografía; en esta se ve

claramente que la interrupción estáocasionada por un rebote de luz(sobreexposición puntual o de zona) que

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hace casi desaparecer los vellos,confundiéndose con el fondo, tono ycolor de la propia frente.

La siguiente «coincidencia» ladescubrimos en la nariz, donde se puedeapreciar que dicho hueco nasal tiene

una forma ovalada con semejanza en elparecido de la caída y enfrentamientovisual,

I K ERJUvIÉY LUISMARIANO FE R NÁ

incluso la sombra de la propia aletanasal derecha presenta un mismo rasgode sombras entre las dos fotos.

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Aunque la boca no es exactamente igual,el perfilado de los labíos, así como lacomisura, presentan una

inclinación mucho más acusada en lateleplastia que en la propia foto, y ellabio superior en la zona de¡ bigote

(músculo orbicular superior de¡ labio)se ase-

meja en el volumen carnoso querepresenta.

La segunda serie de fotos estárelacionada con la revisión de la carade¡ «Padre» ...........

................................................

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.............................

......................................... ...........

De nuevo, en esta segunda intervenciónsolo reconstruimos parte de lateleplastia para colocarla sobre el rostro

de la foto del militar (guardia civil),

Lógicamente, al reproducir y contrastardescubrimos que había una inversiónhorizontal entre los elementos a

revisar, por lo que decidimos voltear1800 E/0 la teleplastia, además deeliminar la mitad de la zona facial

derecha con rasgos poco relevantes,para tener en cuenta, asimismo, la

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cercanía de la cara al filo de la foto,

TI MBAS SI\ NOM BRE

pero no dejaba mucha maniobrabilidad;no obstante, hay que destacar unasimilitud evidente en la forma del

volumen del pómulo derecho de lateleplastia con el filo del pómuloizquierdo (músculo masetero) de la

fotografía del militar.

Básicamente, nuestras referencias decoincidencias la hacemos en puntosdispares, a ser posible lo más

retirados los unos de los otros para, de

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esta forma, intentar localizar puntosexactos que acondicionen el

volumen de un elemento con respecto alotro.

La ceja derecha, el hueco ocular, el filode sombra de la nariz, así como elpropio bigote, tienen una asombrosa

coincidencia, incluso el arco facial de lasombra lateral de la teleplastia coincidecasi perfectamente al mismo

arco de la barbilla y maxilar inferiorderecho de la propia foto.

El bigote también presenta una similitudabrumadora, curiosamente; así como la

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revisión anterior es

perfectamente coincidente en tamaño,arco de caída y forma, particularmenteeste elemento creemos que es el

más relevante entre todas las fotosverificadas.

Lógicamente, existen diferencias, perobajo nuestro propio punto de vista ycriterio personal podemos decir

que en estas primeras fotos el porcentajede coincidencias es evidentementesuperior.

La tercera serie de fotos la relacionamoscon la revisión fotográfica de «Niña

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sola» --------------------------------

----------------------------------------

Tuvimos que deformar el plano desdeesa tal tridimensionalidad hastaconvertir ese fragmento de la teleplastia

en bidimensional, atendiendo al propioalto y ancho de la foto de la niña; lasconsecuencias es que existía una

pequeña deformación entredeterminados puntos revisados.

Por este motivo, partimos de tres puntosconcretos pero centrándonosparticularmente en los orificios nasales

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de la foto y la te-

in

120

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

leplastia; a esta, se le cambió el ángulofacial sobre unos 120 hacia la izquierdahasta cazarla con la que

íbamos a utilizar de base.

Mientras que la sombra de la boca erarelativamente coincidente, la distanciaentre el pómulo derecho alineado

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con la naricilla y el propio ojo derechohubo que darle un poco de altura; noobstante, las características de la

formación ocular en la teleplastiaexponía una deformación inminente ysolo daba una pequeña similitud en el

arco de la ceja (unión entre losmúsculos orbicular de¡ ojo y frontal); enel resto de¡ ojo no hay ningún tipo de

concordancia.

El flequillo de la niña estaba algo másacorde, pero tampoco es tan evidentecomo los resultados de las fotos

anteriores en coincidencias, ya sea de

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volúmenes como de perspectivas.

En cambio, la última mención quepretendemos sobre el estudio de estasfotos está muy acertada para los

rasgos nasales; existen unascoincidencias pasmosas en las aletasnasales por su volumen, así como por

extensión, de la propia forma achatada yrespingona de esta; las ventanas nasalesestán perfectamente

alineadas e incluso las sombras que danese volumen a la incipiente anchura delos huesos propios, aun casi sin

formar, se confunden con los senos de

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los pómulos (músculo elevador propio)coincidiendo en el tamaño y

volumen entre ambos registrosfotográficos.

La cuarta intervención (B) se hace sobreotra serie de fotos denominada«Muchacha»

En este caso, después de invertir unazona facial de¡ lateral izquierdo de lateleplastia la utilizamos

acoplándola en el lado facial derecho dela fotografía de la mujer; de nuevoaparecen algunas coincidencias

«no muy exactas» como en casos

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anteriores, pero sí bastante curiosas.

1 U %IBAS SIN NOMBRÌ

De la forma habitual, colocamos lasfotos haciéndolas coincidir eintercalando la ceja y globo ocular decada una de ellas (lógicamente, se tienenque recomponer las dimensiones de unade las imágenes, en este caso de lateleplastia);

posteriormente, observamos que lasombra de¡ pómulo derecho, aunque noes idéntica, es muy parecidas en suforma y

volumen.

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Las dimensiones oscuras de los huecosnasales entre la teleplastia y la foto soncoincidentes e incluso parecen estar enlínea con la sombra de¡ pliegue lateralderecho formado por la nariz y la cara.

Y, por último, nos parece percibir queel brillo de¡ labio inferior y lascomisuras que forman la boca están muy

proporcionadas volumétricamente,aunque no son idénticas.

La quinta verificación a la serie defotografías se hace sobre la llamada«Muchacha 2»

.........................................................................................................1........................................

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Convenientemente recortada y ladeadaunos 220 hacia la izquierda, tomamos lareferencia de la teleplastia

sobre la fotografía de esta mujer.

Como en anteriores superposicioneshemos tratado hacer coincidir los arcosde las cejas (filo muscular frontal

en la intercepción con el orbicular delos párpados), invirtiendohorizontalmente la imagen de lateleplastia

1800; a su vez, esa pequeña inclinaciónlateral también ha sido corregida hastaconseguir la linealidad entre

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ambas cejas.

Curiosamente, los huecos de lospárpados y sus respectivas sombrasinternas son muy parecidas, incluso

adivinando sus pequeños pliegues, encambio, la dirección y expresión en lamirada de la muchacha no

coincide con la que presenta lateleplastia.

lKER JIMrNEZ YLUIS MARIANOFFR\'c1

Los huecos o ventanas nasales presentanuna deformación en

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las sombras, haciendo parecer distintaslas prominencias en longitud y anchura(narices distintas).

Revisión realizada sobre la cara de la«Mujer 2» y la teleplastia denominada«Dama de la Copa» ....................... ..

.................1

.........................................................................................................

En esta imagen comenzamos el análisisde confrontación morfológica partiendode la dificultad que entraña establecer

paralelismos y similitudes entre unafotografía frontal y el esbozo de la re-

presentación de un sujeto de perfil. Así

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pues, determinamos establecer un ordende análisis forzado resaltando los rasgos

que más se asemejan y estableciendo losmáximos elementos facialescoincidentes entre las dos imágenes. Lacara a

confrontar se trata de la «Mujer 2»,famosa y efímera teleplastia denominadala «Dama de la Copa», cuyo perfil ysilueta

fue un auténtico reto para losinvestigadores. En la confrontaciónmorfológica nos sorprendieron

los resultados, ya que se estableció unparalelismo de¡ 41,1 por

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100 entre dichas imágenes (en modoforzado). Esto nos indica que entreambas hay las suficientes similitudes

como para afirmar que ambas estánrelacionadas o pertenecen a la mismarama de relación.

Los principales rasgos destacados enestas dos imágenes dan como resultadoque uno de los elementos

primeros relacionados se trata de lamandíbula de la joven. En un estudiodetenido de la «Dama de la Copa»

descubrimos informáticamente que estaha si-

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FUN1BAS SI\ \0NIBRE

do «dibujada» de forma exagerada,queriendo destacar este rasgo anatómicoen particular de esa persona.

Sorprendentemente la confrontaciónmuestra como resultado que la «Mujer2» presenta un cuadro de

mandíbula prominente.

Otro elemento destacado son lassimilitudes entre los apéndices nasales ylos arcos oculares, estableciendo así

un cuadro semicompleto de elementoscoincidentes. La forma y espesura de lacejas, así como el tipo de

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orificio bucal de tipo enjutÍo y carnoso,también se perfilan como elementossimilares de tipo secundario. A

nivel de observación, la imagen nosmuestra un último paralelismo en lalongitudes de los cabellos y tipo de

peinado.

En este caso, la computerización nopermitió la realización de un retratorobot frontal de la imagen de la

«Dama de la Copa» vía Facette, debidoa los pocos datos que nos ofrece laefímera teleplastia.

A nivel expresivo nos muestra a una

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persona de sexo femenino que en lamano izquierda toma una copa o

cáliz..., ¿nos indica ello su ubicación enuna iglesia o lugar de oración?1

Prueba de confrontación informática a labúsqueda de puntos anatómicoscoincidentes

1 Según demuestran los diversostrabajos realizados por los historiadoresque se ocuparon de investigar el día adía en el asedio de¡ santuario de laCabeza (Urrutia Echaniz, Luque Arenas,Luengo Muñoz, Munilla Gómez o RuizAyúcar, entre otros), se realizabancomuniones casi diariamente y hasta el29 de abril ante la imagen de la antigua

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Virgen. Misas efectuadas en las cuevasde¡ subsuelo de la cripta donde muchaspersonas encontraron la muerte. En lateleplastia llamada «Dama de la Copa»,considerada por muchos como la máscompleja, y que apenas duró unos días,surgió un cáliz y una hostia.

lKER J [M ÉNEZ Y LUIS \IAIUA',0 KRN\ Á FZ

1 L'vlBA’, 1,1\ \OMBRE

Prueba de establecimiento de matricesen correspondencia geométrica

Mad (IsabelG

Fladre (Miguel Chamorro)

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Nin-a (Francisca Chamorro)

Muchachal (Carmen f-h;Amnrrn)

IKHJIMÉNEZ Y LLIS, MARIA'\0FUR>\'c1

Prueba de superposiciones anatómicas

entre fotografías y teleplastias porcomputerización de programasConfront y Faccete

..

.........................1............................................1............................

1 UMBAS Si\ \OMBRE

Muc

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Cha

Padre (Miguel Chamorro)

Prueba de renderizaciones paraefectuar un proceso de transformación

entre fotografía y teleplastia

128

lKERJIMÉNEZ Y LUISM A M ANOFER\'c1

IL MBAS SU\ \OMBRE

RESUMEN/CONCLUSIóN

Las coincidencias y paralelismos para

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ser simples esbozos o dibujos dan unnivel de concordancia de un 68,3 por100 en modo forzado, lo cual nosindica algo más que el simple azar o elcapricho de¡ mismo en la formaciónde¡ conjunto

teleplástico de Bélmez.

El análisis de los rasgos faciales ymorfológicos nos podrían indicar uncierto grado de familiaridad entreellos, un

parentesco definible por las formas delos rostros, sus morfologías, lospómulos, arcos frontales y labios.

Se han insertado las teleplastias a su

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teórico rostro con el resultado visibleen las fotografías que hablan por sísolos y, sobre todo, el nivel deexpresividad queda de manifiesto.

Apreciaciones estilísticas sobre elfenómeno

de las caras de Bélmez

Al tiempo que se efectuaban lasdiferentes comparaciones informáticascon medios de la policía

científica, le- pedíamos a Pedro RamónJiménez, dueño de Theotokopoulos -una de las más

prestigiosas galerías de arte antiguo

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europeo de los siglos xv-

XVI1-, veterano pintor y profundoconocedor de la técnica y la plásticaartística, otro informe

sobre el estilo con el que se hanejecutado las caras de Bélmez.

Le hicimos llegar a su estudio lasimágenes y detalles de los rostros -desde los primeros hasta los

últimos en surgir- e intentamos queefectuase esta experiencia pionera conel objetivo de

responder a dos preguntas que desdehace treinta años flotan en el ambiente

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y nadie ha

respondido: ¿Los dibujos son de una ode varias personas? ¿Son creacionesingenuas o

composiciones complejas al alcanceúnicamente de entendidos?

Las detalladas respuestas de Pedro R.Jiménez nos dejaron asombrados.Parece ser que la factura

y la técnica empleada para gestar estemisterio es mucho más complicada delo que todo el mundo

suponía.

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0 lKER JUMÉYLUIS N1 A RI A N\ 0FER\'c1

Exponemos aquí el análisis transcritode su puño y letra:

Hemos sido invitados a expresarnuestra opinión para analizarelfenómeno de la aparición de una

serie defiguras en una cocina del -pueblo de Bélmez de la Moraleda,Jaén. Al contemplar las

diapositivas que se me han entregado,una serie de sensaciones, para las queno dispongo de

vocablos adecuados, surgen

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instantáneamente. Son los mismos queacontecen ante un objeto

sagrado de cualquier cultura. Unasensación de estar despojados de unasabiduria que no

nos sirve ante esa grandeza.Sobrecogidos por la incógnita y laevidencia de que existe una

dimensi .ón que no podemos entender ya la cual estamos ligados incluso porresortes mas

profundos que nues-

tro propio acontecer cotidiano. Creoque las caras tienen esa capacidad. Su

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misterio es propia

invitación a sentirlo,

Si los análisis realizados descartan laintervención de sustancias ajenas alpropio cemento,

debemos pensar que elfenómeno seproduce por acumulación de átomos demateria que ofrecen

una superficie que reflejadistintamente las longitudes de onda dela luz provocando claros y

oscuros.

Una misma cultura

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Esas díferencias producen unasuperficie heterogénea que es sus-

ceptible de sugerirfiguras e imágenes.

Hay que aclarar que las imágenespictóricas, cuando son figurativas,tratan de presentar elementos de la

realidad. El hombre ve lo que estápreparado para ver y capta einterpreta su entorno en función de un

universo conceptual y vivencial. Tantoen la captación como en la proyección,subyace en cada uno de

nosotros ese universo cultural. Así, losestilos pictóricos podemos

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identificarlos en or-

den a su hístoricidad y su localizacióngeogrtifico-cultural. Los estilosculturales son como grandes corrientes

en las que lo general no

ahoga por completo la individualidad.Y la personalidad del artista -cuandoadquiere determinado nivel - se

pone nitidamente de ma-

nifiesto. Y así llegamos a conocer lagracia, el estilo y la forma deconfigurar de obras de artistas aún no

estando firmadas ni documentadas. Así

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llegamos a descubrir quién pintódeterminada obra hace siglos, a

pesar de que en un principio suspinceladas nos parezcan muy parecidasa las de otros miles de artistas. Cada

uno, oculto, tiene su misterioso código.

TUMBAS SI’,\ \O»,\1BRE

Las posibles y múltiples lecturasdependen del universo cultural dellector. Las caras son legibles para

nosotros, occidentales del siglo xxi, ypodríamos decir que están entroncadasdentro del ámbito de nuestra

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cultura. Las referencias y conexionesson amplias, multiples y diversas.

Y no nos serían extrañas en elcontenido de una galería de arte o

cualesquiera otra manifestación visual.Tendrían, sin duda, el poder que ahoratienen de conmovernos.

Pinturas negras

A nivel estilistico, afirmo mi convicciónde la coherencia y unidad estilísticasque nos remiten a una

personalidad que tiene homogeneidad yque de estaforma tan singular lamanifiesta. Los recursos que emplea

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no son nada ingenuos y plantea unun¡versoformal bien definido. Con todoello, podemos determinar, sin

lugar a la duda, que hay un estilo yentidad propios. El estilo a nivelpictórico quedarla encuandrado en el

expresionismo, corriente que provocala expresión de los sentimientos y larepresentación emocional que

despiertan en el espectadordeformando y exagerando la realidad.

Parece que el autor bebe en laspinturas negras de Goya, Solana yEdward Munch. Sus trazos yconformación

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tienen grandes paralelismos.

132

lKERJIW'Y[ U ISMARIA\0 FER

El célebre Grito del pintor

Edward Munch, ejemplo

de la distorsión y la

angustia, parece reflejarse en susentido más profundo en rostros

como El Cráneo.

La Pava: Es, curiosamente, la primeraen aparecer y la que se

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considera mas tosca, sin embargo,posee elementos dinamizadores que lahacen ser mucho mas moderna que

el resto. Las caras femeninas son decarácter mas goyesco y decimonónico.Las caras posteriores tienen

elementos mas antiguos, menosavanzados que la primera.

Falsa ingenuidad

Una de lasfrases mas repetidas entorno a este curiosofenómeno es

la supuesta ingenuidad de quien lascreó. Bien, podemos decir que a

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nivel plástico y artístico no existe talingenuidad, sino una gran complejidadmuy difícil incluso de copiar.

Esto se pondria de ma-

nífiesto si se hiciera copia porpersonas de diferentes grados detécnica y conocimiento pictóricos. Coneste

experimento se evidenciaría lapresencia de resoluciones sutilísimas yde díffcil ejecución para alguien queno

tenga un nivel elevado. Estas sutilezasse ponen de ma-

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nifiesto tan rotundamente que hay quedescartar definitivamente la teoria delaformacíón aleatoria en el

cemento.

Los «espacios blancos», limpios dezonas oscuras, son tan precisos ydefinidos que hacen imposible la

casualidad. Hay intuición, volun-

11 @1BAS SI\ ‘\OMBRE

133

tad y concepto técnico de una grandificultad. Es por lo tanto impensableque una sola de estasfiguras hubiese

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surgido por azar en la conjunción delos diversos elementos del cernento.

Si las caras no están realizadas porhumanos, sin duda nos referímosentonces a otra dimensión del mismo, o

a entidades desconocidas pero quetienen una gran similitud, tal y comodemuestra su repre~ sentación,

similitud con nosotros.

Analizando lasformaciones másímpactantes, podemos concluir lo quesi gue:

* La Pava: Es, sin lugar a dudas, lamás impresionante. La que ema-

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na una contundencia expresiva de laque es dificil sustraerse. Tiene ciertasnotas diferenciadoras en blanco.

El perfil de los ojos o la oscuridad delos labios están al servicio de unabrutal expresión. Solo con intentar

hacer una copia de este rostro secomprobara la tremenda dificultadpara alcanzar una expresión tan

contundente*.

* Mujer 1: Hay una clara intención detransmitir o sugerir elegan-

cia. Esto se subraya por la aparicióndel collar o escote que no aparece en

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otras formaciones.

* Cara del Miedo: Correspondiente alas llamadas «efigies de ni-

ños». Es digna del pincel de un Goya.Hay una gran expresividad en ojos y elgesto desencajado de la boca.

* Niña 1: Alcanza gran perfección enla proporción perfec~

ta de su óvalo. El conjunto expresivo esdigno del estilo goyesco.

* El cráneo (Muchacha 2): La imagenno puede ser mas sintética.

Todo un prodigio de técnica y ahorro

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p1dstico. Es Imposible expresar mascon menos trazos.

* Las pruebas para «copiar a La Paza»efectuadas por el doctor Viñas ---químico---, en febrero de 1972, y pordiversos especialistas, entre los que seencontraba Enrique Guerrero deGuindos en Málaga, en 1974,demostraron a las claras que ningunade ellas, realizadas con pintura o salesde plata, alcanzaba la enigmáticafuerza y expresividad de la genuina.

Con el dosier informático en lasmanos, decidimos dar un nuevo saltomortal hacia delante. Otro

reto. Nuestra idea, regresar a Bélmez y

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mostrar estas pruebas elaboradas contecnología policial

a Isabel Chamorro, la únicasuperviviente de la tragedia de sufamilia, y a María Gómez Cámara,

dueña de la casa de los misterios.

Sus palabras, sus reacciones y sussilencios podían aclararnos muchascosas.

Rumbo de nuevo a la sierra Mágina,quedamos absortos ante los parajes dela recién llegada

primavera. Y sin saber cómo, poco apoco comenzaron a poblársenos los

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pensamientos con algo

que se llamó «operación Tridente».

Bajo ese nombre se ocultó la unión delMinisterio de la Gobernación de laépoca y la Iglesia para

aniquilar un enigma imposible deexplicar. Para mentir a la opiniónpública y dejar por farsantes

a aquellos hombres y mujeres deBélinez.

Una siniestra trama que,pacientemente, fuimos derrumbandodurante años de investigaciones

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como se derrumba un castillo de arenaagrietado por el tiempo.

Solo el afán de saber la verdad noscondujo a notarios, expedientessecretos, policías, médicos,

periodistas... A todos los actores deuna trama negra sobre la que habíaque arrojar luz después de

treinta años.

Y atravesando las sendas de los olivoscentenarios, como en una viejapelícula, nos viene a la

memoria, de golpe, toda aquellaaventura oscura que un día se cernió

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sobre este misterio...

Catálogo

de las

Caras de Bélmez

136 lKER J~',U Y 1 LIS INJARIA'IMFERNÁM)EZ

La Pava

luz”

Esta es la primera imagen conservadade La Pava, que apareció en losprimeros días de septiembre de 1971.Para muchos, se trata de¡ epicentro

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de¡ fenómeno.

I U MBAS SI\ \OMBRE

El Cráneo, La Pelona

El Cráneo o La Pelona, surgida entrediciembre y enE,,,) de 1972 Es una

de las -nás expresivas y la que máseconomía de @azos presenta,

-91da a finales la Dama de la Copa, sut1 liz y una formacijone 1 parecido a unca .0. lejas 3unto a ella algo 0

los sitia Una de las más comp- unasemana. ta el último día de asedi

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Bc) Duró apenas en el fondo de lacriPta’ de 19 [estacar .. que ri-bombardeoS,

hostia. Hay que d acl oH- %ucele.. nuna misa, en

l---a moza cie -

lorrible mueca», bautizaron losreporteros de In te rviú a la efigie de laDarria de la Copa -

Es una de las rinisteriOsas caras..,gidas en tiempo de silencio-

El conjunto familiar de mujeres yniñas, aparecido en el fogón en ladécada de os ochenta. Es la viva

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representación de la muerte de lasChamorro en la Casa

Colomera el 26 de abril de 1937.

142

lKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIA\0KR'\'c1NDE7

Mujer del Esquinazo

Inicio de la formación de una cara enel esquinazo, hacia 1975, y suevolución con el paso de las semanas.Hoy este rostro no existe.

IL %IBAS SI\ \OMBRE

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El Feto

El Feto, una de las mássobrecogedoras hornada de 1980,descubierta por el inves

Para algunos, es la viva plasmacióndt@

ocurridos en la vida t

breviven. lecidos de

144

La Madre

lKER JIMÉY LLIS NIARIANO FER\'c1

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1¡,,,w,

>j

Una mujer con niño fetal en los brazos.Finales de los noventa. ¿A quiénrepresenta? ¿Se trata de IsabelCámara con su hija Isabel Chamorroantes de su muerte? ¿Tiene algo quever la voz «Isabel»,

grabada justo en ese mismo lugar de lacocina.

FLNOMBRE

La Guapa. La Mujer del Escote

La bautizaron como La Guapa y surgió

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en 1990. Es una de las que sobreviven.Solo permanecen las que guardansimilitudes con los miembros fallecidosde

la familia Chamorro. ¿Por qué?

146

IKI-RJIMíY LUIS NI A RI A’, 0FUR\'c1NDE/

El Maestro. El Santo

Evolución de una figura de aspecto

religioso. La llamaron El Maestro, y su

vida efímera

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transcurrió hacia 1982.

1 UMBAS SI\ \OMBRE

La Mujer Desnuda. La Venus

Aparición y posterior desdibujamientode una mujer desnuda

aparecida en el pasillo de entrada a lacocina.

Vio la luz en diciembre de 1990.

148

lKER JIMÉNEZ Y ¡.U IS NI A RIANOFIR\'c1

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Rostros Satélites. Los Niños

Impresionantes imágenes de los rostrossatélites que empezaron

a aflorar bajo los pies de la mujerdesnuda.

Desparecieron en apenas dos años.

11 MBAS SI.\ \OMBRE

149

El Monstruo

Un rostro de gran tamaño e inacabadosurgió junto a la puerta que fue selladadurante el proceso de precintado

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notarial.

Con el tiempo, de uno de los ojos,

comenzó a surgir otra faz. Es elejemplo de la llamada bivalencia

o trivalencia de las caras de Bélmez.

150

IKERJI M ÉNFZ Y LUIS MARIANO FEIC\'c1m-)Fz

La Cara del Miedo

Fotografiada por el médico de Bélmez,es una de las más fugaces y expresivas

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muestras del horror que se plasma enese cemento. Para el especialista

Pedro R. liménez, es una«esquematizacla pero viva imagen delas

pinturas negras de Francisco deGoya».

1 UMBAS SI\ \OMBRE

El Pelao

En 1973

nació El Pelao.

Fue arrancado

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para ser examinado

en el Instituto Hidrográfico deValencia.

152

I K F.RJI',1ÉY ILLAS MARIA\0FERNÁNDEZ

El Rabino. El Viejo

Valle-Inclan, así fue bautizada estaimagen por el reportero AntonioCasado.

Vio la luz el 10 de febrero de 1972, enpleno apogeo de¡ misterio.

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CAPr'ruLO 11

Mentira de Estado

El ministro me puso entre la espada yla pared y dijo que eso había quecortarlo, pero yo no podía decirle a lagente que no fuera a mi pueblo. A esoél respondió enfurecido: «¡Te vas aenterar Rivas..., te enterarás!».

[Conversación secreta entre el ministrode la Gobernación, Tomás GaricanoGoñi, y el alcalde de Bélmez, ManuelRodríquez Rivas, en Madrid, agosto de1972.]

E

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N EL CORAZóN de la Gran Vía, en elquiosco próximo al número 32, frente ala Casa del Libro y

Radio Madrid, la hilera de curiososllegaba hasta el final de la manzana.Todos querían un

periódico, el que con su mejor plantelde reporteros y más de cerca estabacubriendo los sucesos

de Bélmez: el diario Pueblo.

Nadie sabe qué ocurrió con certeza,pero lo cierto es que el

25 de febrero de 1972 el promotorinformativo de todo el asunto durante

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varias semanas plegaba

velas y se descolgaba bajo un so-

noro e impactante titular, cuyos ecosaún no se han apagado:

Se acabó el misterio

El serial que habían ido construyendohábilmente durante casi un mes -primero bajo el epígrafe:

«En este pueblo de Jaén algo estápasando», y luego con el membrete de«Las caras hablan»- se

había cortado abruptamente.

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154

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO, FERNÁNDEZ

Antonio Casado, el autor del célebrereportaje titulado «se acabó elMisterio», posa

con aquella página histórica. Graciasa esta investigación podemos saber querecibió presiones del director delperiódico, Emilio Romero, quien, a suvez, las

recibió del ministro de la Gobernación,Tomás Garicano Goñi.

Como un machetazo amputando un

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miembro. Así de doloroso fue paraalgunos periodistas y

lectores. Pero pocos se atrevieron acontar la verdad en aquellos tiempos.

Según rezaba aquella sorprendentecrónica, que cambió de raíz la formade pensar de los

españoles, una comisión dirigida porun tal José Luis Jordán, y el propioequipo de Pueblo

investiga, con el químico Ángel Viñas ala cabeza, había dado con la solución atodo el increíble

enigma; una sencilla fórmula quimica,

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re-

sultante de la acción solar sobre unasustancia compuesta por sa-

les de plata, era el origen de aquellasfotografías en piedra que tan«engañados» habían tenido a

millones de personas.

Sencillo, ¿verd'ad?

Tras esa conclusión, y sin cuestionarseel rigor de los análisis efectuados, elresto de medios de

comunicación dejaron de infor-

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TUMBAS SIN NOMBRE

155

mar sobre el asunto Bélinezsolidarizándose con el único yrepentino veredicto.

Y el pueblo serrano volvió a ser lo quesiempre fue. Silencioso, sin nadie ensus calles. Como si

todo hubiese sido un bullicioso sueno.Como si aquellas caravanas de gente yaquella expectación

jamás hubiese trepado por sus calles...

Parecía, según confesaron a pie de

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aeropuerto los estudiosos europeoscomo el profesor Naegli,

de la universidad de Sant Gallen, deSuiza, o el doctor Hans Bender, de laaleman-i d.(-, Fribur-

90. «que una mano negra hubieseintervenido en todo el asunto».

No se equivocaban. Avivadomilimétrica e inteligentemente el rumordel bulo, de la trampa rural y

de la Andalucía profunda, negra ygrotesca, el fenómeno fue olvidadorápidamente incluso por

todos aquellos que jamás pusieron un

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pie en la aldea belmorense. Los quesolo seguían los

noticiarios, la prensa y la radio fueronlos primeros en

caer en la cuenta.

-¡Si ya decíamos nosotros que hablatruco!

Y solo algunos, muy pocos, recelaban.Pensaban que algo no

encajaba. Pero como casi todos,sellaron sus bocas. Mejor así, lesaconsejaron más de una vez.

Esos indecisos se preguntaban, quizás,

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por qué los autores de análisis yreveladores

descubrimientos habían puestohábilmente pies en polvorosa,llevándose consigo los importantes

informes que demostraban la falsedadde las caras.

Cómo todo había ocurrido tanrápidamente y no se había hecho unamultitudinaria rueda de

prensa. Cómo no se habíanreproducido punto por punto aquellosanálisis...

Algo olía a podrido aquel febrero de

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1972. Pero no hubo una sola vozdisidente. Todo estaba

atado y bien atado.

Un halo de misterio y de trama urdidadesde muy arriba planeó rápida sobreel pueblo, sobre los

vecinos que habían quedado como «lostramposos del país”. Y más de unopensó en una ex-

traña visita ocurrida a principios demes cuando una periodista, hoyresidente en París, alquilaba

una habitación no muy lejos de la casade María Gómez Cámara y redactaba

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durante dos madru-

156 IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

Carmen Polo, la esposa de FranciscoFranco, tuvo, al parecer, un graninterés por saber si el tema de lascaras de

Bélmez tenía algún nexo de unión conel ámbito religioso.

Tras desestimarse esa posibilidadcomenzó a rodar la

«Operación Tridente».

gadas, a golpe de café y máquina de

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escribir que aún se

conserva intacta, un grueso expediente.Su destinataria, Carmen Polo, laesposa del jefe del

Estado.

Tres puntas, tres puñaladas

Parece ser que el interés de la señora ybrazo derecho de Francisco Franco noera otro que

averiguar, con una persona de enteraconfianza como enviada especial, siaquellos rostros de los

que se hablaba en todo el país podían

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representar algo de origen religioso.Nadie puede saber qué

derroteros hubiese tomado el asun-

to si se hubiese dado una respuestaafirmativa, pero lo cierto y real es quela reportera pronto se

dio cuenta de que las efigies de aquellacocina poco o nada tenían que ver conimágenes dignas de

veneración divina.

Desde el preciso instante en que eseinforme es remitido a Madrid comienzala fría y calculada

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misión de aniquilar el misterio. Y lotriste es que, al menos durante más deveinte años, ese

objetivo se logró plenamenteconsiguiendo el descrédito y lacreencia -aún mantenida en miles de

personas- de que « aquello de las carasfue un engaño».

Nuestra paciente investigación,efectuada junto al investigadorLorenzo Fernández, demostraron

tajantemente la existencia de tres fasesdemoledoras que, como puñaladashondas y morta-

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TUMBAS SIN NOMBRE

157

les de necesidad, en apenas quince días«reventaron» el caso de las caras deBélmez. Serían

concretamente estas:

Primera: Postura de la Iglesia

La paradoja no pasó inadvertida parael Obispado de Jaén. El número cincode la calle Rodríguez

Acosta, con sus problemáticasapariciones en la piedra, se habíaconvertido -a pesar de no

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desearlo sus dueños- en un segundosantuario. Hasta su portalperegrinaban diariamente miles de

personas dispuestas a en-

contrarse frente al milagro; un milagropagano que irritó desde un primerinstante a la iglesia

belmorense. Fue el joven párrocolocal, Antonio Molina, el primero enreaccionar lanzando a los

cuatro vientos arengas contra laautenticidad del fenómeno.

Según nos confesaron algunos de losestudiosos que arribaron en Bélmez en

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los primeros días de

1972, el sacerdote hizo todo lo posiblepor intentar demostrar que aquello'noera más que un

ingenuo fraude provocado por ungrupo de vecinas; un incidente queempezó como una simple

broma al retocar una manchaaparecida en el fogón de la vivienda deMaría Gómez Cámara y que

ya no se pudo detener ante laspublicaciones en los diversos diariosregionales.

Pero en Bélmez, para enfado del

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sacerdote, nadie dudaba de lahonradez de los inquilinos de la

vivienda «encantada». Ante esaperspectiva, Molina difundió lahipótesis de la broma incontrolada

entre los investigadores que llegabanhasta aquel rincón de la sierraMagina. Aquel ardor suyo en

atacar el misterio era ya excesivo ylogró levantar sospechas en el máximomandatario del pueblo,

Manuel Rodríguez. Lo que no se sabíaentonces es que el párroco no actuabade motu propio, sino

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que cumplia órdenes tajantes de susuperior, el obispo de Jaén, MiguelPeinado Peinado.

Así nos lo confirmó el alcalde enaquellos turbulentos años de la«operación Tridente», Manuel

Rodríguez Rivas. Un hombre clave quehabía permanecido veinticinco años almargen de los

medios informativos y al que arrancarestas confesiones costó sudor ylágrimas:

158

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUIS

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MARIANO FERNÁNDEZ

-Todo aquello -nos decía Rivas en supropio domicilio- se

vino abajo porque había que echarlo.Si se admitía la parapsicología habíaque desterrar el

milagro y entonces topamos con laiglesia. El diario Pueblo hizo explotarel fenómeno. Aquí todos

los días de los primeros seis mesesllegaban tres mil personas..., seagotaba la comida, la bebida y

todo lo que había en este lugar. Era ungran problema para el orden público.

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En un principio, ni el

gobernador civil se interesó por elasunto..., fue la Iglesia. Se da lacircunstancia de que yo estudié

magisterio en Granada y miprofesorfue el que, en aquel milnovecientos setenta y uno, era obispo

de Jaén, don Miguel Peinado Peinado.Yfue precisamente él quien me llamó yme dijo que aquello

había que cortarlo como fuese y queesperaba que yo estuviera en cabeza deun grupo de gente que

pusiéramos fin al incómodo asunto de

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las caras. Yo no pude mds queresponderle tajantemente que

elfenómeno estaba allí, que era

real y que no se podía cortar nada...

Con el paso del tiempo, elrepresentante de la Iglesia en elpueblo, el párroco Antonio Molina, al

verse duramente presionado por lascúpulas eclesiásticas, acabórechazando todo lo con-

cemiente al fenómeno teleplástico. Ensu afán por alejarse de aquelinquietante asunto tomó la

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decisión de abandonar el pueblo paracolgar definitivamente los hábitos añosdespués.

Tras un largo periplo siguiendo surastro por toda Andalucía, finalmentelogramos dar con él.

Cuando conectamos con Antonioejercía de maestro en un colegio de lalocalidad cordobesa de

Lucena, alejado de toda la efímerapopularidad que vivió en aquellasjornadas de 1972.

Según comprobamos con sorpresa, apesar del tiempo transcurrido, nopodía olvidar lo que

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ocurrió.

-Yo no recibí presiones de ningún tipo -nos confesó con voz atiplada a travésdel teléfono-, lo

único que puedo decir es que aquelloes un fenómeno parapsicológico,parafisíco, y no hay nada

mas que añadir..

La brevedad de sus palabras norestaban importancia a las mismas.Estaba descartando con

rotundidad la hipótesis del fraude encontra de lo que parece se vio obligadoa decir treinta años

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atrás. A pesar de nuestros esfuerzos, nopudimos continuar la

TUMBAS SIN NOMBRE

159

Manuel Rodríguez Rivas, entoncesalcalde de Bélmez de la Moraleda:«Fue precisamente el obispo MiguelPeinado quien me llamó y me dijo queaquello había que cortarlo como fuesey que esperaba que yo estuviera encabeza de un

grupo de gente que pusiéramos fin alincómodo asunto...»

conversación. Antonio quería

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permanecer ajeno a cualquierinvestigación que se realizara al

respecto, pese a ser consciente de queeso era imposible, pues, queriéndolo ono, ya formaba parte

de la sombría historia paralela de lascaras de Bélmez.

Segunda: Patraña analítica

El 19 de febrero de 1972, en plenaefervescencia nacional del enigma,hacía acto de presencia en

la casa número cinco un controvertidopersonaje, el psicólogo industrial JoséLuis Jordán Peña, a

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la cabeza de una supuesta comisióncompuesta por especialistas enconstrucción, pintura, química

y fotografía. Según acreditó anteinvestigadores y curiosos, llegabaenviado directamente por el

Ministerio de la Gobernación paradescubrir el fraude.

160

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

La primera «autoridad» que entró encontacto con Jordán Peña fue donAntonio Molina. El

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párroco afirmó a su interlocutor queMaría Gómez le había desvelado quetodo era fruto de una

supuesta broma entre vecinas; por otrolado, aseguró que las psicofonías enlas que se registraban

expresiones dramáticas, obtenidas díasatrás por Germán de Argumosa, seprodujeron gracias a

la utilización de un complicadomontaje electrónico situado en elinterior de un vehículo -

concretamente un destartalado Citroén

2CV- a tres kilómetros de la casa.

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Con estos antecedentes, el psicólogoindustrial creía tener re-

construido la mitad del puzzle y, paraél, la solución al misterio no quedabalejos. Su siguiente

paso fue analizar la segunda formaciónaparecida en la cocina. Finalmente,acabó por convencer-

se y convencer a los suyos de que dichafaz estaba modelada por un pincel degruesas cerdas con

hollín y vinagre como elementosbásicos.

¿Cómo era posible que ni la Brigada de

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Investigación Criminal ni losanteriores especialistas

hubiesen encontrado esos elementos?

Misterio. El «descubridor del fraude»dejó escrito en diferentes documentosla existencia de tan

importante misión oficial, pero no dijola verdad. La comisión gubernamentaljamás existió, como

de hecho nos confirmaron lossupuestos miembros de la misma añosdespués.

Además, en las actas de la AsociaciónERIDANI del 10 de abril de 1972 -que

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por aquellas fechas

presidía el propio Jordán Peña-quedaba reflejado que aquella visita aBélinez de la Moraleda tan

solo «fue una excursión muyinteresante y en todo caso losparticipantes tuvieron la oportunidad

de conocerse mejor entre sí». Curiosaforma de calificar a una supuestarepresentación

ministerial. Además no había, tal ycomo sospechábamos, rastro de loscomplejos análisis, toma

de muestras o microfotografías que

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deberían acompañar a ladocumentación.

Sencillamente, no había nada. Quizásun grupo de «amiguetes» que hicieroncreer a la opinión

pública, en un momento clave, queenviados por los más altos mandatariosdel régimen habían

resuelto en un par de horas el granmisterio.

TUMBAS SIN NOMBRE

161

El polémico Jordán Peña, haciendo

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gala de cierto cinismo, nos

confirmaba en su domicilio madrileñoque lo más interesante fue demostrar laexistencia en uno de

los rostros de un compuesto químico(cloruro sódico) que, una vezevaporado, dejaba una

imagen latente invisible.

3 k-)@

1 . 1. J”’/’.

>9 111-A h¡.

Xvi? pe JoRp,A,

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Documento personal de 3osé LuisJordán Peña -que encabezó una de lascomisiones dedicadas a descubrir elpresunto fraude-, en el que dibujaba elcroquis de la cocina donde aparecíanlas caras. Quisieron demostrar queeran

enviados gubernamentales y que todoera un truco efectuado con

hollín y vinagre. Hoy sabemos que esano fue la verdad.

162

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

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Gracias a las pesquisas del abogadogaditano Manuel Gómez Ruiz hemossabido que jamás se

pudieron efectuar análisis directossobre el rostro en cuestión, ya que estefue situado tras el cris~

tal y empotrado en la pared muchoantes de que Jordán y su «comisiónfantasma» llegaran hasta

allí. El recubrimiento de la faz nuncase movió de allí y nadie pudomanipular la superficie de la

imagen.

Aquel «meticuloso análisis» parecía un

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puro fraude. Por último, el alcaldeManuel Rodríguez

Rivas nos aseguró que de haberexistido tal comisión avalada por elGobierno, el primer paso que

debían haber llevado a cabo era lapresentación de credenciales ante él,cosa que nunca sucedió...

A una conclusión semejante llegó otrano menos sospechosa comisión, laorganizada por el diario

Pueblo y comandada por el químicoÁngel Viñas. Tras descubrir lainexistencia de uranio y

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radiactividad en la superficie decemento, la duda se apoderó de aquelgrupo de personas con una

idea predeterminada: dar a co-

nocer el fraude a toda costa. Algo quecon las pruebas en la mano jamáspudieron argumentar. A

pesar de todo, el 25 de febrero labomba informativa recorría España. Elperiódico madrileño

titulaba en su última página: «Seacabó el misterio», plasmando en

una célebre crónica del reporteroAntonio Casado cómo los ros-

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tros eran en realidad pinturasrealizadas a base de cloruro y nitratode plata, sometidos a la luz

ultravioleta. Es decir, toscasfotografías en la piedra.

La comisión de Viñas hirió de muerteal fenómeno. Ese día el país enterocomulgó con el hallazgo.

Nadie se preguntó dónde es-

taban los análisis, qué pruebasconcretas se habían efectuado, bajoqué controles...

Nadie preguntó nada.

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Tercera: Intervención directa delGobierno

Entre los muchos secretos de esta «otracara de las caras», se

encuentra lo ocurrido tan solo unosdías antes de la publicación de esetitular histórico que

derrumbaba el misterio ante la opiniónpública. Una investigación minuciosaefectuada junto al

in-

TUMBAS SIN NOMBRE

163

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vestigador Lorenzo Fernández nospermitió saber cómo, de qué forma ypor qué se actuó de

aquella forma. Dando la espalda a laverdad.

En aquella semana apretada deacontecimientos, una maniobra estabasiendo orquestada desde

las sombras del poder. Pablo NúñezMoto, jefe provincial deAdministración Local de Segovia,

sería el primero en amenazardirectamente a los presuntos encu-

bridores del «truco». En su punto de

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mira se encontraba Manuel RodríguezRivas, receptor de una

histórica misiva. En la carta se aludíaal expediente número 8.700 abierto porel ministro de la

Gobernación, para procesar yproponer su destitución como alcaldede la pequeña villa.

Fue un ataque por escrito que dio delleno en la línea de flotación de loshabitantes de Bélinez. Las

palabras «procesado», «consideradopersona no apta» o «destituido comoalcalde» tenían un

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sentido más peligroso del que hoypodemos imaginar.

Después aquello llegó, justo a tiempo,la explicación oficial del fraude através del periódico

representante del sindicato vertical.

Por-miso qu” *19nIMOS 7a n,º 8700del “@xc-TO Sr-lanístro de la4,obernac-ibn pá p-r<)p,@rp zarle'yeso si richado ami, 0 t7n,

Drsona no n_ptri p,,ra ectos pr

por_ lo eXPUCgt0 ante---¡Om, è,.te,Iir5TO 7 SR AIC,11,Dp @ient-rxis tantoel citndo ezy)edie@-to y -,,r,1 @ _0n el

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renoraimiento debido elae no haJjjgF_>r z otrq ,Ido y re ni tio nd o esto sp -- 1eVp'r” a efe ct o C 0.

n t9170 este 9er,,ovi;,no.

4 Jk.

“;@tr,up,do.% . blo Nulez T,.oto(J,-fede AdMI911 T_oca1)

Un documento revelador: El expediente8700, que contenía sesenta y cuatro

firmas del movimiento para procesar ydestituir al alcalde por no afirmar

públicamente que el tema Bélmez eraun fraude.

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164

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

Manuel Rodríguez Rivas, hombrevaliente a carta cabal, se resistió ynunca realizó comunicado

alguno inculpando a aquella familia.Unas gentes que él conocía bien y queno creía hubiesen

engañado a nadie.

_ Elfenómeno estd ahí, no esfraude yhabrd que investigarlo -nos repetía unay otra vez,

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recordando los momentos más duros desu mandato.

Tras el descrédito oficial del caso, sinpresentar una sola prueba de lossupuestos análisis y

exámenes científicos, una densa ola deolvido se ciñó sobre la sierra Magina.El alcalde Rivas

respiró tranquilo. Las caras seguíanallí, sin gente que las visitase, perodemostrando que no

había fraude alguno. Sin embargo, enagosto, alguien no invitado llegaría aBélmez para saldar

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viejas cuen-

tas. Y este sí que venía en verdad departe del Ministerio de laGobernación.

-Me llevaron para Madrid, sí. No sabíaqué iba a pasar. Imaginaos lo que fuepara mi..

Hacia las cuatro de la tarde, unimponente coche negro entraba en larecoleta plaza del pueblo.

Varios vecinos vieron montar en él aManuel Rodríguez Rivas y se temieronlo peor. El rumor

se extendió como la pólvora: el

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Gobierno se había llevado al alcalde aMadrid para hacerle callar

definitivamente. El silencio en

torno a todo lo sucedido en aquellaobligatoria visita relámpago hasta lacapital duró venticinco

años, justo hasta nuestra entrevistaefectuada en el verano de 1997:

-Me llamó el ministro Tomds GaricanoGoñi -nos decía el alcalde, mirándoselas manos

entrelazadas sobre la mesa- para quefuera al Ministerio de la Gobernacióny, sinceramente, me

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puso entre la espada y la pared.

»Me preguntó cómo se me habíaocurrido montar una cosa de esas. Y esque el Gobierno, ¿a quién

iba a echar mano?, pues al alcalde,para enterarse de cómo iba la cosa.

»Yo confesé que ni había montado nadani sabía nada. Que eso es un

fenómeno que estd all1y que loaverigüe quien sepa de ello. Elministro me dijo que eso había que

cortarlo, pero yo no podía cortar, nopodía de-

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TUMBAS SIN NOMBRE

165

El ministro de la Gari Gobernación,Tomás

cano Goñi, fue duro y tajante con elalcalde de Bélmez. Gracias a su labor,

el misterio de Bélmez fue

ocultado a la opinión

pública española.

cirle a la gente que nofuera a mipueblo. Le dije que él, como autoridad,que pusiera a la Guardia

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Civil a la entrada del pueblo y que nodejara pasar a nadie. Yo no iba a darningún comunicado.

»A eso el ministro respondió,enfurecido: «¡Te vas a enterar Rivas...,te enterarás!»

A estas amenazas del ministro de laGobernación, y según nos afirmó elalcalde, se unían las

llamadas del máximo mandatario de laIglesia en Jaén: el obispo AntonioPeinado Peinado:

-Sin duda el que mds me presionabaera el obispo... Decía que se

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acabara aquello, que eso no podía ser,que dónde Íbamos a llegar.

Hasta ahí llegaba la cosa. Llamadas yórdenes constantes. El obispo creía queyo podía cortar

esto; pero yo ya no podía hacer nada...

Venticinco largos años. Durante todoese tiempo el silencio y la peor de lasmuertes, el injusto

olvido, planeó con su sombra ne-

gra por la casa número cinco.

Algo no encajaba en toda esta historia;si España entera creía en el ingenioso

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y malévolo fraude

rural, ¿ cómo era posible que las caras,cada vez más atormentadas y de rasgosmás duros,

siguiesen aflorando con mayorinsistencia?

Daba la sensación de que la fuerza quelas impulsara a salir desde su mundose manifestase

furiosa ante la trampa impuesta poruna sociedad asustada.

166

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUIS

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MARIANO FERNÁNDEZ

A pesar de lo espectacular de lasformaciones, pocos reporteros seacercaban ya hasta aquel lugar

estigmatizado.

Y María, viuda y sola, contaba siemprela misma historia, una

cantinela repetida miles de veces anteforasteros de todas las razas, y ahorasolo a algún

viandante perdido por aquellasfronteras entre Jaén y Granada.

_ Fue un veintitrés de agosto, estaba

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cocinando pimientos y de re~

pente dije: «¡ Una cara!»...

A pesar de que todos les habían dado laespalda, las efigies continuabanaflorando y mostrando un

surtido sobrecogedor de bustos,cuerpos desnudos y formaciones de unacalidad «pictóri~ ca»

mucho mayor que las de suspredecesoras En 1976 y 1980 seprodujeron nuevos «rebrotes» que

demostraban muy a las claras que«Bélmez seguía plantando cara».Fueron destacables las

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experiencias realizadas en el lugar porel jienense José Martínez Romero, uninvestigador que, en

compañía de algunos interesados en elasunto, pernoctó muchas noches en lacocina a mediados

de los setenta. De aquellas jornadas envilo quedaron terroríficas ex-

periencias, donde aparecieron objetosparecidos a guijarros con barro y pajaen la estancia -lo

que los especialistas llamaríanaportes- e incluso se registraronsobrecogedores efectos en

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algunas personas al encontrarse juntoa los rostros. En concreto fue La Pavala figura que más

suspicacias y miedo levantó entre lospropios investigadores. Una«sensitiva» o vidente que

acompañaba al grupo investigador deMartínez Romero aseguró inclusohaber notado una fuerte

punzada «como un pequeño y dolorosomor-

disco» en el antebrazo al aproximarsea dicha efigie. Efectivamente, sereprodujo al instante una

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marca perfectamente visible quecorrespondía a un mordisco producidomuy recientemente.

¿Herida autoproducida por sugestión?¿Alergia repentina a

alguno de los materiales de la casa?

Nadie lo supo.

Con la llegada de la democracia y elsoplo de nuevas libertadesinformativas, algunas revistas se

atrevieron a regresar al lugar de losmisterios. Y, asombrados, comprobaronque a pesar de lo

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publicado en su día por la prensa delmovimiento, el fenómeno

TUMBAS SIN NOMBRE

167

continuaba manifestándose. Una de lasformaciones más extrañas fue lallamada Dama de la

Copa, a quien los periodistas deInterviú rebautizaron como «La mozade la horrible mueca», de

la impresión que les causó. El final deaquel escrito, redactado en 1980,detallaba perfectamente

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la situación a la que el fenómeno habíallegado sin hacer apenas ruido:

«Así es. No hay ninguna explicación, niracional ni mucho menos. Pero nueveaños después, en los

suelos de la cocina de Juan y Maríahan vuelto a aparecer los rostros, losmisteriosos rostros de

Bélmez. Apuntamos con la cámarafotográfica como

para matar una alucinación. Es inútil.Los rostros siguen allí».

El acta notarial

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-Sí, señores, yo fui quien precintó lahabítación-cocina de María Gómez, ylo hice con todas las

garantías de seguridad, realizdndoseademds un acta paralela a cargo delnotario Julidn

Echeverría y otros dos letrados.Transcurridos tres meses desclausuréel precinto, y lo cierto y

verdad es que entre lasfigurasprecedentes y las posteriores habíahabido variaciones.

»Yo no conozco una técnica de pinturaque pueda originar las ca-

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ras que allí aparecieron. Y he dedecirles que, a través del tiempo y es-

tando clausuradas la primera y lasegunda cocina, ¡las caras variaban!

Antonio Palacios Luque, ilustre notariode Córdoba, uno de los másprestigiosos de toda

Andalucía, accedió a contarnos el gransecreto oculto de esta historia. Sin quenadie lo supiese, se

había precintado la habitación,demostrándose que el enigma se-

guía vivo. Después de aquella largaentrevista mantenida en su despacho,

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con varias grabadoras

sobre la amplia mesa de caoba paradejar constancia del hecho, el señorPalacios jamás ha

querido volver a hablar del asunto.

Sin embargo, sus palabras,proclamadas con el tono inconfundiblede la verdad y arropadas por

los documentos --quizás únicos en lahistoria de los fenómenosparanormales-, fueron

sencillamente históricas:

168

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IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

Antonio Palacios Luque, ilustre notariocordobés, precintó con todas lasmedidas

de seguridad aquella cocina. Allevantarse los sellos se comprobó quehabía

nuevas caras. Para él no hay fraudeposible.

-Durante el precintaje -prosiguió elnotario-, a mi juicio, allí no pudoentrar nadie hasta que yo

procedí al levantamiento del mismo.

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Yo puedo decir a ciencia cierta y contoda seguridad que allí no hu-

bo fraude. Aquello es un fenómenoparanormal, y de eso no me cabe

ninguna duda.

jamás un notario se había expresado deforma tan valiente acerca de unfenómeno

parapsicológico. Y guardamos aquellascintas como oro en paño. Era lamuestra evidente de que

aquella funesta «operación Tridente»,orquestada por Iglesia y Gobierno,había manipulado y

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solapado unos hechos que quizá seconside~ raron «peligrosos» para lasociedad de la época.

Manuel Rodríguez, el alcalde, añosdespués nos recordó aquella escena delprecintado de la

habitación, haciendo hincapié en unasobrecogedora anécdota:

TUMBAS SI\ NOMBRE

169

- Yofui quien llamó a Antonio Palaciospor requerimiento del pro- _fesorArgumosa. Lo que puedo

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asegurar es que en aquellas caras hubocambios. El mas impactante, y que nosasustó a todos, fue

el de un rostro que, en los tres mesesque duró el precintaje, varió laperspectiva. Rotó la posición

de la cabeza ciento ochenta grados y elnotario salió espantado de allí..

Lógico y normal, pensamos.Probablemente, en un primer impulso,nosotros hubiésemos hecho lo

mismo. De hecho, no eran pocas laspesadillas, malos suenos y angustiosassensaciones que nos

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habían abordado en la investigación.Esa inquietud peculiar es algo que vapegado a la piel

cuando se profundiza en ciertos temas.

En el vecino pueblo de Huelma, a untiro de piedra de Bélmez de laMoraleda, pudimos conseguir

las actas notariales de aquel históricoproceso. Fue una operación dura,laboriosa y arriesgada,

en la que intervinieron contactos einformantes que por obligación de laética periodística no

podemos desvelar. Esas fuentes, vitales

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e imprescindibles para que hoy laverdad salga a flote, lo-

---------tran en el mismo es. tado, quequeda reseñado en el Acta por m¡autorizada el pando y.eintitres * julio,bajoel número 462 de m¡ Protocologeneral corriente - ---------------------------------

b.) Que, a mi juicio, los indicadosPrecintos son los mismos que fueronPuestos a mi presencia en la fechaseñalada, y

c-) Que igualmente, a mi juicio, no hansufrido alteración alguna - ----------------------------------------------------

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---------------------

Y no teniendo nada, más que hacerconstar doy por te rminada J-auDiligencia, extendida a continuacióndel Acta que la m

otiva

1~ pi. ¡ego y el presente de la clasedecimocuarta, se-

de cuw total contenido doy fe,

Una evidencia única en el mundo de unfenómeno paranormal: las actasnotariales

00462 y 00467 demostraban que allí

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nadie violentó los precintos. Elfenómeno

había variado en condiciones deaislamiento excepcionales.

170

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

graron poner en nuestras manos lostreinta y dos excepcionales documentosque conformaban las

actas del precintado de la ya míticacasa de las caras.

Las actas 00462 y 00467 de la notaría

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de Huelma, referidas a la clausura dela casa número cinco

de la calle de Rodríguez Acosta, porparte de los ilustres notarios,describían las normas de alta

seguridad empleadas para tal fin:sellos con dígitos especiales soloconocidos por el notario,

planchas de plomo y acero taponandocualquier acceso a la habitación, panelplástico dividiendo

en re-

cuadros la superficie de cemento...

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Los documentos, únicos en su especie,reafirmaban con firmas de los notarioscómo no se había

violentado ninguno de los precintos.

Sean lo que fueren las caras de Bélmez,no parecían un truco sencillo. Lamisteriosa fuerza que las

originaba había seguido ac-

tuando a pesar de hallarse en unbúnker durante tres meses.

Y esto ocurría con total cautela,mientras miles de personas creían apies juntillas la teoría del

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fraude con sales de plata, hollín,vinagre y demás zarandajas.

Antonio Casado: Así se acabó con lascaras de Bélmez

Toda la investigación acerca de la«operación Tridente» -que algunosdesinformados aún

en plenos años noventa siguieronafirmando que no existió- no tendríacolofón y auténtica

demostración de no ser por laentrevista que pudimos mantener con

Antonio Casado. Sí, el célebre r,-13ortero del diario Pueblo, autor de

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aquel sonoro «Se

acabó el mislerio», que hirió de muertey para siempre al fenómeno de Bélmez.

Hombre clave de la transición a travésde la dirección del informativoradiofónico más

escuchado de esa convulsa época,España a las ocho, y en la actualidadanalista político

en radio y televisión, además deredactor jefe de la revista Tiempo,Casado acu-

dió con nosotros a un programanocturno de Radio Nacional de España

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dirigido por el

colega Paco Pérez Abellán. Allí, ante laatenta observación de Carmen Porter ysin

miramientos ante la

TUMBAS SIN NOMBRE

171

oportunidad, sacamos a la palestravoces, documentos y datos sobre la«operación Tridente». Era

ya hora de saber cómo y por qué laprensa mintió a la opinión pública.

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Lo que no esperábamos, y menos amicrófono abierto, fue la declaraciónde intenciones de nuestro

interlocutor:

-Ahora me casan muchas historias ydatos en torno a lo que de verdadocurrió.

Días más tarde se produjo unaentrevista que nunca podremos olvidar.La confirmación, punto por

punto, de nuestras sospechas. Lamuestra de que no estábamosequivocados.

-Entonces, Antonio, nos dices que a ti

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te dieron una orden para acabar conaquel fenómeno

surgido en una cocina de Jaén para elque de momento no había unaexplicación satisfactoria...

-A míse me dice simplemente que hayque acabar con aquello. No se me danmas explicaciones. Ni

tampoco yo las pido, ya que sonconsabidas. Me refiero al hecho ciertode que se había creado un

clima que rayaba en la «histeriacolectiva» a nivel nacional. Ycomenzaba a haber serio peligro de

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alteración del orden público. Y esa esla razón por la que se decide pararlo. Ylo decide @uien

puede hacerlo, un poderpiramidalizado como era la Dictadura,en lafigura del ministro de

Gobernación con orden directa orecibida del mismo Franco. Y tampocoquiero dramatizar,

muchas veces no hacía falta ni siquieradar órdenes, fue una llamada aldirector del periódico,

Emilio Romero, diciendo: «Esto hayque pararlo».

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-Intentemos retroceder en el tiempo.¿Recuerdas cómo fue aquellaconversación?

-Yo no puedo decir que fuese unavíctima del franquismo. No se puedeafirmar tajantemente que

las cosas se hicieran asíconstantemente, aunque es muyprobable que se hicieran así

constantemente -sonríe y apura la copadel vino que compartimos en la frugalcomida en pleno

centro de Madrid.

»Lo cierto -prosigue con voz grave- es

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que una mañana me llama a sudespacho Emilio Romero y

me dice: «Oye Antonio, esto in-

172

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

formatívamente está muy bien yperiodistícamente hemos dado un

gran pelotazo..., pero hay que pararloporque se ha convertido en todo unproblema de orden

público».

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-¿Y qué acordasteis en aquella reuniónen febrero de 1972?

-Le dije al director qué yo podía tenerexplicaciones o hipótesis pa-

Í

5 ra defender que aquello podía ser uncaso de índole parapsícológica, ytambién podía haber

argumentos para considerar que allípodía haber Jfraude. La cuestión eratirar por uno de

los dos lados... Aunque no había

nada comprobado.

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-Y se te ordenó ir por el lado delfraude... -Sí. Se me dijo que optaradirectamente por el fraude. Y

así, me vi ‘i

41 obligado a sacar a la luz algunaspruebas que en esa línea yo había idoí’@ acumulando,

sobre todo las realizadas con elquímico Ángel Viñas, que hizo unas«caras» con nitrato cloruro

de plata sometidas a la acción

y solar. Asíarticulamos, mas o menos,todas aquellas sospechas y salió lo.que salió. Una cosa que

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se publicó bajo el título «Se acabó elmisterio».

Antonio nos alarga una de esasimágenes históricas de la «re-

creación» de las caras a base de salesde plata. Apuntado, en un

margen de la hoja ya sepia por el pasodel tiempo cerrada en el archivo, lafórmula del fraude:

dos unidades de cloruro y nitrato deplata más luz ultravioleta.

-Pero tú sabes que no todo estabaexplicado...

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-Claro. Si por míhubiera sido, yohubiera continuado con lo otro, con laotra línea de

investigación. Pero, simplemente,porque era lo que 1 estaba aumentandola venta de periódicos.

Bueno, que quede claro que yo no fuiconsciente de estar haciendo un fraudeperiodístico, en el

sen-

tido de que podía argumentarse lo unoy lo otro. Yo podía haber seguido ylimitarme a seguir

contando cosas que ocurrian, como

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aquellas psicofonías que se produjerondelante de mi.

-¿Y en cuanto a las caras?

-En cuanto a las caras, sinceramente,no tengo la certeza de que suexplicación fuese conocida. No

sé todavia a qué carta quedarme.

TL:MBASSIN \OMBRE

173

Gritos, chillidos...

-Según nos has confesado, fuistetestigo de voces misteriosas en aquel

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lu,ar. ¿Viviste hechos que se

salían de lo común en aquella casa?

-S@. Recuerdo perfectamente un gritoestremecedor que se corres-

pond(a por su registro al de un bebé, alde un niño pequeño. Surgió allí,deladeJe todos. Aquello

se grabó en mi presencia en cintavirgen. En presmci .a tanbiéri decuatro o cinco personas que

estdbamos alli. Recuer.lo a mi amigoJuan Pld. Éramos absolutamenteescépticos y ante todo; se

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gra2o aquello. Era la voz desgarradorade un niño que te ponía bs pelos depunta.

---0 sea, que el equipo que luego acabócon el misterio tuvo una experienciasobrecogedora con

las psicofonías. ¿Recuerdas si habíaalgún mensaje en aquellas voces?

-No, sclamente gritos. Gritosdesgarradores, desconsolados.Chilll'dos nny a3,udos... Yo he

trabajado muchos años en radio ti séperfectame,ite cón:o entran los sonidosen una cinta

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magnetofónica. Difícilmt-vi te aqu4lavoz se pudo meter allísin que lahubiéramos oído nos-

otros. i,4que@'lo era una wz clarísimay muy alta! ¡Llegaba a romper lasaguji-,s de in:ensidad

del magnetófono!

Los Jeckelios eran muchos. Algo muyagudo..., nada de algo de fondc.Aqueilo estaba adY eso lo

comprobé yo.

-Aquello no era ningún fraude...¿Sentiste miedo a pesar de tu ta'anteescéptico?

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-No tei:@o ni-iguna duda de que estono era níngúnfiraude. Sentíml*t-,Io@;i se interpretael

miedo como el vértigo o el pánico antelo que ne, co,ioc.,,mo,@..., e¡ terror yla inseguridad ante

lo desconocido.

-De aquellos rostros que para ti ya sonrecuerdo, ¿alguno se te quedó marcadode manera

especial?

claro! ¡El del Valle-Inclán! Lafiguraque «hicimosfamosa, el equ:po dePueblo investiga. Aquel

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rostro, te lo aseguro, era

“”’Y ¡’1f:cíl de hacer. La mdsinquietante, sin duda, era aquel Cristoem-

174

IKER JIMÉNEZ FLIZARI Y LUISMARIANO FERNÁNDEZ

Los informes del CSIC -ConsejoSuperior de InvestigacionesCientíficas-, elaborados entre 1990 y1995

en base a distintas muestrasentregadas por el risico Lorenzo

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Plaza al Instituto de Cerámica yVidrio, demostraron que toda

la teoría de las sales de plata era unapatraña que sirvió para acabar con elmisterio en 1972.

potrado en la hornacina con bigote odos hilillos de sangre brotando por lanariz y que coincidía

con la efigie de la Santa Faz que secustodia en

la catedral de Jaén.

-¿Hubo algo que te impresionara enaquel lugar además de las caras y laspsicofonías?

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-El rostro de María Gómez Cdmara,sin duda. El rostro inquietante,perturbador, que me producía

cierta desazón, cierto desasosiego.Tenía un punto misterioso. Y también laubicación y los

antecedentes de aquella casa, sualineación topogrdfica con elcementerio del pueblo. Tenía la

sensación de estar en un lugar mágico.

-¿Eras consciente de la que estabas«montando» y de la re-

percusión nacional que tus reportajesestaban teniendo?

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TUMBAS SIN NOMBRE

175

-En aquel momento, no. Yo era muyjoven. Sabía que Pueblo es-

taba llegando a vender cincuenta milejemplares diarios más por mi .sreportajes de las caras.

Pero yo no tenía tiempo de nada,estaba allí me-

tido en la vorágine, viviendo todo endirecto y apenas me enteraba de nada.Luego s(he sido

consciente del tremendo impacto social

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de aquellos escritos míos en todo elpaís. Aquello es digno

de estudio, España atravesaba un largososiego que se prolongó hasta elasesinato de Carrero en

mil novecientos setenta y tres. Fuerondos años de calma, de la calma tensaque precede a la

tormenta. Y en esa época tranquila dela dictadura surge lo de Bélmez,cuando la gente solo

hablaba defútbol, folclóricas o sucesos.

-Por cierto, además de la tajante ordendel director de Pueblo, Emilio Romero,

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¿nadie más te

presionó?

-No. Pero habiá una especí .e deguerra civil en todo el pais entre lospartidarios de la hipótesis

delfraude y los que abogaban por laver-

dad del asunto. Eso sifueimpresionante. Aquello era bonito,divertido, entusíasmante, mágico y

misterioso.

Hubiese seguido investigando

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Los reportajes de Antonio Casadoanunciando día a día las evoluciones ysucesos en «La casa de

las Caras» se convirtieron en unfenómeno sobre el que incluso serealizó una tesis doctoral al

respecto. Hablando de aquel trabajo deManuel Martín Serrano, tituladoSociología del Milagro,

nuestra conversación entra de lleno enla magia irrepetible de aquellos díasde reporterismo...

-¿Qué hubiese pasado si no te llegan adar la orden de cortar con el asunto?

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-Amigos, yo hubiese seguido hasta elinfinito. ¡Claro que hubiese continuadocon la investigación!

Yo tenía mucho material..., ese materialque ponía a la gente la piel de gallina.No solo de las

propias caras, sino del contextoambiental y social que surgió en tornoa ellas y al hervidero

humano heterodoxo que allí seconcentró en aquellos diasinolvidables.

176

IKER JIMÉNEZ ELIZARI Y LUIS

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MARIANO FERNÁNDEZ

Surgió también una mezcolanza contodo tipo de personajes extravagantesque se dirigían a

míddndome todas las explicaciones. Yo,simplemente, querria haber seguidocontando como

periodista...

-¿Aquella fue la noticia más insólitaque tú has dado jamás?

-Sí, la mas extraña, sí. Sin duda, es loque mds repercusión tuvo de todo loque yo he hecho. Es

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imposible que vuelva a haber un asuntode ese impacto nacional. Ahoracualquier noticia,

porfuerte que sea, su eco duraveinticuatro horas como mucho. Yohice quince reportajes sobre las

caras de Bélmez, día a día... Aquelloera otra historia. Nada podrd volver aser igual.

-¿Aquel mundo de las caras de Bélmezen mil novecientos setenta y dos eraoscuro?

-Sí, sin lugar a dudas. Aquello teproduce temor e inseguridad. No tienesnada claro. No puedes

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poner la mano en elfuego de queaquello era un fraude. Y esa sensación,desde luego, refleja un

mundo negativo.

-¿No te hubiera gustado haber podidoseguir hasta el fondo de aquel asunto?

-Sí, porque profesionalmente habríasupuesto una gran experiencía. Aprendíun montón de cosas.

Fue, probablemente, lo mds divertido yapasionante que he hecho en mí vidadentro del mundo del

periodismo.

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-¿Más incluso que todos los conflictospolíticos y sociales de estas tresdécadas?

-Aquello -nos dice con una mirada quetransmite emoción y melancolía a unmismo tiempo- fue lo

más apasionante que yo he hecho, os loconfieso. Porque era muy de verdadtodo. Yo estaba muy

mo-

tivado... Ahora, hoy, en el tema de lapolítica es todo falso. Nada que ver.Aquello era el suceso, el

milagro en directo, y tiene el valor de

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que lo que yo escribía era tal y comoocurrían las cosas

hasta que tuve que cortar. Yo escribíaalgo en estado puro hasta entonces...,no como en el mundo

político, todojalso, prefabricado.

-Entonces, en el mundo político, sí quehay muchos «caras

de Bélmez».

-Bastantes -sonríe-, y ellos sí que sonfraudes.

CAPíTULO 12

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Lo que dicen

las voces

«Isabel», grabación de 1972.«Miguel«, grabación de 1996.«Fallecieron todos», grabación de2002.

«¡Fallecieron todos!» i

OAQUíN ABENZA ingenieroinformático superior, se quedó depiedra. Era la primera vez que acudía

a la casa de las caras y habíaprocedido a realizar un experimentopsicofónico. Grabador, micro,

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silencio..., y aquella frase.

Ocurrió el 6 de diciembre de 2002, dosmeses antes de que co-

menzasen nuestras primerasinvestigaciones sobre la conexión conlos hechos del santuario de la

Virgen de la Cabeza y se emitiese elprograma de Ricard Bru en Canal Sur.

El propio Abenza se había puesto encontacto con nosotros antes de lasNavidades, informándonos

de la inusual fuerza y cantidad de lanueva cosecha de voces grabadas enaquella jornada.

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Lo más inquietante es que todas ellaspodían tener conexión con nuestrainvestigación.

«¡Ahíestán todos!»

¿A quién se estaban refiriendo esoslamentos? ¿Qué lugar se

estaba marcando? ¿El subsuelo de lacocina de Bélmez? ¿El ce-

menterio de las Tumbas sin nombre?

178

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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«¡Justicia!»

Las voces fuertes de un varón, mujer ycoros infantiles -idéntico plantelsonoro obtenido en

muchas otras ocasiones- arreciarondurante los minutos de registromagnetofónico:

-¡María quiero salir!, parece quesuplica alguien atrapado para siempreen las partículas

magnéticas de la grabación.

El voluntarioso investigador murcianonos llamó aterrorizado. Había leído elbreve adelanto de

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nuestras investigaciones en la revistaMás Alld en abril de 2003 y nos queríahacer partícipes de

al-

El descubrimiento del investigadormurciano loaquin Abenza nos dejó depiedra:

La comparativa -incluida la posiciónde los brazos de su fotografía oficial-

del capitán Cortés y de la formaciónconocida como El Pelao era,

sencillamente, asombrosa.

TUMBAS SIN NOMBRE

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179

go que le había impresionadotremendamente. Junto a una figuracalva que desde 1975 permanece

arrancada bajo la vieja chimenea de lacasa y que fue bautizada como ElPelao, surgió una voz

susurrante que decía lo siguientesiempre según la hipótesis de JoaquinAbenza:

«Santiago... El Pelao»

En un principio esta posible inclusiónno supo cómo interpretarla; sinembargo, cuando leyó

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nuestro artículo y supo del terribleasedio al santuario de la Virgen de laCabeza, le cupieron,

según nos afirmó nervioso, pocasdudas: ¡Aquel podía ser el capitánSantiago Cortés!

Acto seguido nos remitió unaasombrosa comparativa que nos

dejó petrificados. Su teoría, real o no,se veía reforzada por la similitud delos rasgos de Cortés

con la efigie. Hasta la posición de losbrazos de una de las fotos oficiales deCortés coincidía con

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aquella teleplastia. La cabeza rasa, lanariz ganchuda..., para Abenza nohabía dudas.

Y a nosotros se nos seguíanacumulando todas las del mundo.

Palabras en la nada

La historia no es nueva. En muchasocasiones las «voces acompañantes»,sobre todo la de

una mujer quejumbrosa ha surgido en

infinidad de ocasiones desde 1971 trasalguna exclamación o palabra deMaría Gómez

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Cámara. No son psicofonías al uso,sino introducciones repentinas queparecen contestar a

contenidos que en ese momento estáexpresando la dueña de la casa.

En 1991 el investigador LorenzoFernández charlaba con ella, con laspreguntas clásicas

tantas veces formuladas. En unmomento dado se dirigió a la puerta deentrada a la cocina

y preguntó por el lacre que el notarioen su día puso en ese lugar. MaríaGómez, sentada

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siempre y con las piernas bajo la mesacamilla, le reprochó con un «¿Vas ahacer

levantarme? Acto seguido, apenastranscurrido un segundo, un vocablopoderoso y terrible

a la vez como gritado por una mujerque está sufriendo, surge:

180

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

TUMBAS SIN NOMBRE

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-¡Ayúdame porfavor!

Algo parecido ocurrió en aquellosprimeros años. Pilar Salcedo,periodista de Radio Nacional,

hablaba con María tranquilamente.Las bobinas del grabador, mientrastanto, captaban ese

ambiente que muchos venfantasmagórico y otros, sin embargo,caja de resonancia natural. Casi

al final de la entrevista, una preguntade rigor:

-María, ¿en qué fecha surgió laprimera cara?

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-No sé, ya no me acuerdo -respondecon desgana la mujer.

Eso es lo que se dijeron. Ni más nimenos. Nadie oyó otra cosa.

En el regreso a Madrid, con espanto,Salcedo comprobó presionandofrenéticamente las teclas de

rewind yJórward de aquel magnetófonoextranjero como algo inaudible seaparecía justo en ese

momento de conversación. Era otravoz. Y sintió el mismo miedo, la mismasensación como de frío

por todo el cuerpo, que invade a

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todos los que hemos experimentado enaquella casa:

«¡Tú sílo sabes!»

Eso decía enérgicamente una voz denadie. Muchos años después, ya casirozando el tercer

milenio y con

medios digitales que eliminancualquier molesto sonido de fondo o demotores de los aparatos,

María se lamentaba en uno de estosexperimentos:

-El porqué habrdn venío aquía mícasa!

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--exclamo textualmente. En milésimasde segundo, con la

misma cadencia, tono y timbre, alguienimposible de identificar decía ¡Es unabuso!

Las técnicas y formas del procederpsicofónico han variado no-

tablemente con el paso del tiempo.Treinta años son un abismo en estesentido. Hoy, con

grabadores portátiles de mini-disc,análisis simultáneo por ordenador omicrófonos digitales de

alta sensibilidad, deberíamos

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encontramos más cerca de comprenderel significado y procedencia

de esas inclusiones aparente menteparanormales.

Sin embargo, parece que el enigmasigue igual de insondable que en elmismo instante en el que

nació.

Estudiosos como el argentino CarlosFemández aseguran que en la desoladaSiberia Central en

los años veinte, con rudimentariosprototipos para la obtención desonidos de la naturaleza, se

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obtuvieron los primeros cánticos ylamentos del otro lado.

Oficialmente admitido está, sinembargo, que fue Friedich Jurgenson,afamado documentalista

sueco, quien acabó atormentadamentesu existencia convencido del posible«nexo

comunicacional» entre este y el otrolado del que se suponía emergían esasvoces.

Ocurrió con muchos investigadores delfenómeno, acabaron siendo absorbidospor el, devorados

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lentamente hasta el delirio, encerradosen sus laboratorios entre miles decintas, bovinas y ca-

setes, convencidos de lo fundamentalde encontrar esa nueva forma decomunicación.

Pero, a nivel demostrativo, parece queabsolutamente nada han logrado hastael momento. El

misterio de esas voces sigue siendo tancaprichoso que no se puede determinarcon precisión -tal y

como demanda el método científico- elmomento y la intensidad con la queaparecerán.

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Jurgenson acudió a grabar a un bosquecerca de su vivienda. Intentaba captarel sonido del canto

del pinzón para incluirlo en

el documental que estaba produciendo.Al escuchar tranquilamente y concascos aquella cinta

notó que alguien, muy de fondo lehablaba al micro. Extremó lasprecauciones y desprecintó nue-

vas bobinas. Con algo de inquietud sedirigió al mismo enclave, solitario sinun alma en

kilómetros a la redonda.

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-¡Friedel, Friedel, mí pequeño Friedel!

Pasó adelante el reproductor como siquisiera olvidar una pesadilla ...hundió el play y volvieron a

escucharse los sonidos del bosque, lospájaros, el ligero viento ... y de prontode nuevo aquella

mujer, cada vez más cerca del micro

-Friedel... ¿puedes oírme?

182

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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Hombres como Friedich

3urgenson o Konstantin Raudivededicaron su vida a intentar esclarecerel enigma de las «voces sin rostro»grabadas en cinta magnetofónica. Apesar de su profunda obsesión pordescubrir las causas que lasoriginaban, no lograron explicar elfenómeno. El enigma sigue tan vivocomo en sus inicios.

No le cabían dudas. Aquella era la vozde su madre. La habría distinguidoentre todas las del

mundo.

Pero ella llevaba varios años muerta.

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Investigaciones del siglo XXI

Cuentan en ciertos mentideros -y nofaltan argumentos para afirmar lacerteza de tal afirmación-

que Germán Argumosa y Valdés acabóabandonando la investigación deBélmez al sentir cierto

respeto hacía el fenómeno que allí seproducía.

Es incomprensible que después dellevar allí a los mejores especialistaseuropeos, financiar obras

de construcción efectuadas, realizartodos los requisitos para el precintado

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notarial, pelearse

durante meses con los detractores delcaso o pasar cientos de horasininterrumpidas de análisis y

examen en aquella cocina se

marchase de allí en total silencio,apenas balbuceando- cosa que hamantenido hasta su retiro-

que «como demostramos que aquelloera paranormal ya no había nada queinvestigar».

Aguantó -corajudo como es-estoícamente los envites de losjerifaltes del antiguo régimen que

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querían derribarlo a toda costa.

Parecía que estaba ante el caso soñadopor cualquier buscador del misterio.Poco antes de poner

pies en polvorosa, una noche fría de

TUMBAS SIN NOMBRE

183

febrero, dejó a oscuras la pequeñahabitación donde surgían las caras. ALa Pava la tapó con

papel de estaño y lanzó variasfotografías con trípode. De allí, justodel recuadro que ocupaba el

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ros-

tro, surgía diapositiva a diapositiva unser que no podemos calificar más quede demoníaco. Algo

horrendo, tocado con una especie degorro y la nariz redonda. Parecía unpayaso infernal.

Otra de las tomas recogía un halo deluz en el techo, por encima de lacabeza de uno de los

presentes. Ese trazo que nadie vioacababa en un pie. Un pie de niño.

Sobre estas imágenes se especulómucho y se llegó a decir --o llegaron a

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decir los desinformados

de siempre- que nunca existieron.

En el recóndito estudio de Germán deArgumosa, en un populoso barrio delsur de Madrid,

pudimos ver esas tomas. Y nos dejaron,lo admitimos, con un amargo sabor.Mitad incomprensión

y mitad sorda e inconfundibleinquietud.

Desde Germán pocos estudiosos hanarribado a Bélmez para centrarseexclusivamente en la

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obtención de nuevas voces. PedroAmorós encarnaría perfectamente elejemplo solitario de

«investigador» psicofónico del sigloxxi. Ingeniero informático deprofesión, dispone de medios

técnicos que no están al alcance deninguno de los compañeros que conmás voluntad que otra

cosa indaga en este campo tanescurridizo.

Una tarde, experimentando con latécnica de la búsqueda de unapregunta~respuesta coherente, le

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hizo preguntar a María si eran dealguien esas caras que ahí aparecían.De frente, La Pava, el

epicentro de este misterio. En lagrabación suena fuerte y decidida lacuestión planteada por la ya

viuda y solitaria mujer. Después,tenuemente, aparece un nombre. Quizáuna clave:

-¡Miguel!

Algunos, quizá con las prisas, creyeronque esa identidad correspondía a sumarido, que siempre

se llamó sin embargo Juan Pereira

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Sánchez.

Estaban desencaminados; Miguel eraotra persona; concretamente sucuñado, de apellidos

Chamorro Sánchez, enterrado a lasfaldas del Santuario de la Virgen de laCabeza.

184

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Pedro Amorós ha conseguido algunasde las psicofonías más interesantes enla casa número

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cinco. Algunas, como ocurría con lasrecientísimas de Abenza, podríanreinterpretarse a tenor de

los resultados de nuestra investigación.Es por eso que acudimos a él, con elobjetivo de saber más

en torno al contenido de esos mensajesque el pacientemente ha ido grabandocon avanzados

medios a lo largo de la última década:

-Pedro, ¿cuándo se inició la primerainvestigación en Bélinez y cuálesfueron los resultados?

-Fue un 5 de Abril de 1996, me

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acompañaban J. J. Requena, AntonioGarcia y Manuel Capella,

investigadores del S.E.I.R (SociedadEspañola de InvestigacionesParapsicológicas).

Realizamos un amplio documentalfotogrdfico con películas de díversascaracterísticas. Filmamos

con vídeo y con película sensible alinfrarrojo todas las apariciones de losrostros e imágenes que

se mostraban en el suelo de la cocina ydel pasillo de entrada a la vivienda.Pudimos contabilizar

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en total mds de quince imágenes; hoysobreviven apenas siete, en lasdependencias antes

mencionadas.

-¿Los diversos aparatos que llevabasdemostraron la existencia dedemasiada humedad, corrientes

subterráneas o zonas huecas que quizáexplicasen el fenómeno de las voces?

-Se procedió a analizar la humedad delsuelo y se pudo comprobar que bajocondiciones normales

posee un índice superior al ochenta porciento. Uno de los motivos por los

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cuales creo que las

telepldstias toman una intensidadsuperior al del resto de otrasformaciones que aparecen en otros

lugares, es esta excesiva humedad encombinación con algunos materiales oelementos queforman

parte del suelo de la casa. Lo mdscurioso es que cuando las imágenes sehumedecen, toman una

coloración mds oscura, que las hacesobresaltar delfondo de cemento.

-¿Existe algún tipo de campoelectromagnético inusual en ese lugar?

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-Ese día en concreto existía un factorde radiación inferior a 15 Rem1hora,una medida normal y

corriente. La humedad, se disparaba de

TUMBAS SIN NOMBRE

185

una manera asombrosa. Latemperatura rondaba los 11 OC en elín terior de la cocina. Se

estableció un sistema para evitar elruido que procedía del exterioranulando el mismo de una

forma muy sencilla. Y el nivel de

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campos electromagnéticos eracompletamente nulo, quizás dado

el extremado grosor de las paredes dela casa.

-¿Y María? ¿Le realizasteis algúnexamen especial? -A pesar desometerla al uso de un polígrafo

(detector de mentiras) y aun sabiendoque no es fiable al cien por cien, sepudieron corroborar

muchas de las preguntas que se lehacian con respecto a laformación delas caras y su misteriosa

aparición.

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-¿Qué material empleasteis para laobtención de psicofonías? -Sedispusieron un total de tres

magnetófonos. El numerado como«uno», era el que iba recogiendo todaslas conversaciones

defondo de manera que en caso deinclusión psicofónica, podercorroborar que no se trata de un

simple ruido producido por un agenteexterno. El segundo magnetofón seencontraba escondido y

ninguno de los asistentes teníaconocimien7to del mismo. Este trataríade identíficar

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posiblesfraudes por parte de alguno delos presentes a la investigación. Porúltimo, el

denominadocomo «tres», era elaparato con el que se realizaban lasexperíencias de

transcomunicación y su posteriorandlisís psicofónico. El primer aparatose colocó junto a la

llamada La Pava.

El segundo se encontraba en el interiorde mi maleta de investigación y eltercero estaba situado

en la mesa ju.nto, a Mará-y a mi,

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habiendo colocado el micrófonopróximo a la telep1dsfla de-

conocida como El Pelao...

«¡Matar a.él!»

-¿Re.cuerdas tu primera grabación?

V valoración del estudio de la cintamaster utiliza-

ras una primera da en el aparatonumero tres, se detectaron mds deveinte claras psicofonías de

gran trascendencia . Y a éstas ibanligadas un sinfln de debilitadasvocecillas. Conforme sefiteron

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realizando exdmenes de la cinta mas-

186

IKER JIMÉNEZ Y LUISMARÍANOFERNÁNDEZ

ter, se detectaron nuevas entradas, porello digo que dejo abierto el caso

de investigación psicofónica, ya que laúltima palabra en cuanto al andlisísestil todavía por dar,

Como ejemplo de alguna grabación -podríamos citar una -Zara. voz demujer, que dice

claramente: « ¡Ángela! »

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La verdad es que en el lugar no habíanadie que se llamara así, pero Maríarecordó que una

antepasada de ella se llamaba Ángela.

-Con este dato miramos rápidamenteen la lista de los llamados «mártiresdel Santuanode la

Cabeza» y observarnos que, junto a lafamilia Chárn@orro@ murieronencircunstancias igual de

trágicas Ángeles Villery España,siendo herida de gravedad ÁngelaCapos Lillo.

@14úbo-- algunas quei-pali--cían

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amenazantes, ¿no?

-Una profunda VOZ de hombre nosdijo: «¡Matar a yei!» -la mayoría dépersonas que

hán'estuchado esta impactanteinclusión aseguran c @ fu didad que elverdadéro mensaje es «

matara él» -,y debo decir on ro n quefúmpoco habia n'adié que se llamaraYeí o algo parecido.

Pedro Amorás ha sido uno de los másprolíficos investigadores del temaps@cofóniw en nuestro pa&Utifi_*ando material muy sofisticado yrelacionado con sú Pirofesión

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mó “. de ingeniero informático, haíogrado industones de voces tanimpactantescomo

aquella que decía: «¡Matar a é/!».

TUMBAS SIN NOMBRE

187

so de grabaciones por la tarde delsábado, Nada más iniciar el proce unavoz de hombre se

presentó diciendo.- «¡Maoni!», y acontinuación una titubeante ydesgarrada voz de niña replicó

con claridad extrema: «¡Mamaaaa ...

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!», la verdad es que esta últimapsicofonía sí nos puso los

pelos de punta y nos estremeció. Y aúnlo sigue haciendo.

-¿Participó María en la experiencia?

-Sí, claro. A continuación, Marlapreguntó: ¿Os gusta mi compañía? A locual respondieron en la

cinta de una manera inmediata, «Sí»...,con voz masculina.

Al mismo tiempo otro investigadorpreguntaba: ¿Quiénes son los que hanformado estds imágenes

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en el suelo?

La respuesta vino dada por otra vozque exclamó perfectamente «¡Unapena!».

-Una respuesta que parece referente aun hecho desagradable del pasado...

-Poco después pregunté que si en aquellugar había algún «ente» o serinvisible y se me respondió

de una manera que no me loesperaba..., unafina vocecilla femeninareplicó: «¡Almas hay!»

-Tremendo. ¿Y qué tipo de aparatostécnicos habéis utilizado en vuestras

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grabaciones en Bélmez

para eliminar posibles interferencias osonidos del exterior?

-Una larga lista..., ordenadoresespecializados en tratamiento desonido, magnetófonos de bobina

abierta, grabadores convencionales,analizadores espectrométricos sonoros,grabadores digitales,

micrófonos de hasta veinte mil herzios,sensores de infrarrojos, cdmaras devigilancia, cdinaras

fotogrdficas, un polígrafo, escannersde imagen, microscopios; iluminación

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ultravioleta, infrarroja

y polarizada, medidores de camposelectromagnéticos, sensores sísmicos yde radiación X,

Gamina...

-Y después de todo esto..., ¿cuál es tuteoría? ¿Por qué salen esas rostros enel cemento? ¿De

dónde provienen esas voces? ¿Quétiene que ver María?

-A pesar de que nos movemos en unmundo de hipótesis, siempre me gustaexplicar esta cuestión

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con un ejemplo: Para poder pintar un

188

lKER JIMÉNEZ Y LUIS M~NOFERNÁNDEZ

cuadro se necesitan algunos elementosindispensables como es el lienzo, lapintura y el pincel.

Situados en Bélmez, el lienzo sería elsuelo de la casa, la pintura sería lahumedad del subsuelo y

el pincel sería María Gómez Cámara. Apesar de que nos queda por aclarar laduda de «quién es

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el que mueve el pincel».

Creo de alguna forma que cuando aMaría se le estimula con el aumento devisitas a la casa, el

fenómeno se reactíva y vuelven aparecer trazos e incluso imágenes...

La conclusión es obvia, se trataría deun fénómeno paranormalinterrelacionado entre María, la

humedad y el suelo, donde María es elpotencial psíquico que actúa comocatalizador de las

manifestaciones. A pesar de todo larespuesta, y aunque nos duela decirlo,

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la encontraremos

cuando la dueña.de la casajalte de estemundo...

-Por cierto..., ¿estaba María siemprepresente en esas grabaciones?

-SI, ella siempre estuvo en los procesosde investigación.

¡Son ellos!

¡Son ellos!

[Sentencia de Isabel Chamorro, únicasu-

perviviente de la familia, al ver el

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informe com-

parativo de las caras de Bélmez.]

Y

É MANUEL SÁNCHEZ, comisario deldistrito Centro de Mádrid, consideradomaestro de muchos

policías de este país y de la Interpol, semuestra muy impactado al ver lascomparativas de las

imágenes. Las examina con cuidado y-con el recuerdo vivo de alguien quecon otros compañeros

estuvo en Bélmez analizando

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detenidamente caras...

-Es tremenda esta, la del padre@..>,¡impresionante!

rIO151EM j1ip Recuerda su encuentrocon La Pava perfectamente. Y escategórico; allí no había

fraude. Ahojevi&,con~n entre el dramadel Santuario de la Virgen de laCWleza j0a#3, caras de

Bélmez que le

tCeo

anunciamos durante la emisión)M¡programa de sucesos Código Rojo,

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dirigido por nuestro buen

amigo y compañero en las tareasinformativas Javier Manzano, le dejahelado. Para él hay algo

mu-

cho más que casual en esa posiblerelación entre la difunta familiaChamorro y el enigma en

piedra que pudo tocar y ver hace tantosaños. Rememora así a María:

190

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

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-Yo recuerdo lafuerza de la mirada deaquella mujer. A muchos les dabacierto miedo, pero a mí

no. Era una mirada quebrada,atravesada, dura como la roca. Hablémucho con ella..., siempre

sentada en su sillón. Sin embargo, a mi,no sé por qué, me dio una extrañasensación de quietud,

de calma, de paz...

Atento a nuestra conversación, JavierManzano, periodista de la Cadena Sery Localia TV, curtido

en mil lides, mira fijamente la pantalla

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de plasma donde se refleja a un lado elrostro detenido en

el tiempo de aquel guardia civil. En lasmanos lleva un fajo de periódicos comoEl País o Diario

Jaén en los que se plasma a todapagina las primeras informacionessobre nuestra investigación.

-Me ha puesto los pelos de punta estahistoria. ¿Cómo es posible que entreinta años nadie dé un

veredicto?

Esto hay que contarlo,,c~ñer0s...

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En carretera, 22.00 horas

Coyv ese objetiv ente, i mar e, indagaren4o

1 0 siempreyVeP . nfor más pXofundode est . ma, llegiamos, a un Bélmez que.

eni@cvo, enig a esi,@s 4,9Fal,p53Tpcesolitirio.'Vr ni un alw por. las calles.Ahn el bar, ent---

re humo concentrado y el sonido lejanode la tele en-

cendida allá.en. lo alto, algunosancianos juegan A las, cartas,~ pués dela jornada en el campo.

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Otros charlan,junto a la -barra y nosacercamos para escuchar. El tema essiempre el mismo:

¿Cómo no se habían dado cuentaantes,del tema de lía. guerra civil?¿Estarán vivos los que

mataron a esa familia? ¿Y qué querránesas caras?

Notwrios @ que el eco de losprogramas. de Canal Sur y deMilenio3, -en las ondas a, través de la

fue@zá'dé la,Cadena Se:r, hanconvertidoí él pueblo en un hervideroque no mengua. Al contrario,

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el paso de las semanas hace que laspreguntas y acaloradas: discásiones lollenen todo.

-1 Ya podrían desparecer las caras yque nos dejasen en paz! -grita un viejovecino del pueblo.

TUMBAS SIN NOMBRE

191

Los medios de Comunkaci6n escritos -además deJa radio y 1,9 tetevisión- sevokaron; con los pnm~ hallazgos deesta r~gacióri. El Paí!;@ después deaños sin dedicar una página entera almisteno, titulaba «Las caras de Bélmezresurgen», haciéndose eco de las

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investigaclones de losautores. Lapolémica hizo que en periódicosregionales como Diario Jaén, antiguossupervivientes del

asedio narrasen @sus versiones o que@revistas nacionales como Más Allá

dedicasen toda su portada al primeradelanto de esta aventura,

192

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Justo detrás, el bueno de Sebástián-Fuentés León, el albañil que practicóel «foso» en la casa

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número cíncQ, exclama:

¡$egurb que las’ ponen. otro~ @ @g

Lo cierto es qué4levan ya variiasr-ni"s,haciéndolo. Algu~:

-4 risa faltandoPracti@16,d¿,e,I.S@ncfijo deporte < eDi f¡i y 1

mo escrúpíüos,@64’, de cualquierinformador que pretende, ser- áb@jétivo. Nos

lega el eco de que -hay- un profundodesagrad'o por el tratamiento.télevisivo de

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determinada productora, que se habur_ia,a¿inc,lus muertos de 1- familia

Chamorro y de sus su-

9 de los” a puestos p@Tcidos con lacaras. Vergonzoso. Pero hay también, y

10 remar,caws en honor a la verdad, nopocos vecinos que muestran, su enfadopor

considerar que hay personas delentorno de la casa de c- aras», y noprecisamente

María Gómez Cámara, que estánintentando hacer negocio p n -sumas

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exorbitantes* a _@die do IQ5,m-edio@s audiovisuales'@que, tras..'Iapolvareda de esta

nueva inY~acíón, pretenden grabar elfenómeno.-

ns on asfixiante, tan,,densa que secorta a cuchillo y se respi ra en cadaesquina. Huyendo

de ella, con el informe impreso enpapel fotográfico a color, recorremosla ruta conocida

hasta la vivienda de Isabel Chamorro.

-Tendrían que haberse informado -nossuelta nada más llegar-, ¡es que, - o

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han

investigado! e¡Qu@ sabrdn ellos lóqueLe pasó a mi familia!

Se refiere con dureza a algunasconclusiones sacadas’ de contexto quealgún

programa ha anunciado a bombo yplatillo.

A finales del año,2000 lker Jiménez,gracias,a una columna titulada«600.000 pelas», correspondiente a suvieja sección «Carreteja y manta» delperiódico Enigmas Express, seconvertía en el primer p4pri9dista quese atrevía a denunciar públicamente

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este tipo de desorbitantesplanteanúentosgconón-ácos por partede algunas personas relacionadas conla casa. Nunca nadie antes --a pesar deser un, tema intuido y conocido- habíaalzado la voz a este respecto. A pesarde haber demostrado durante años ypúblicamente los documentos quepermiten saber definitivamente que elcaso Bélmez no fue un-fraude y cómo elGobierno engañó a la opinión pública,liménez fue «crucificado» pornumerosos «belmezólogos» y acusadode «atacar al gran misterio español»por numerosos

investigadores. Esos mismos, e inclusociertos políticos locales que se tiraban

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de, los pelos con aquella dura,columna,tenían que retractarse ahora, amediados de 2003, al producirse laevidencia de este tipo de prácticas conproductoras televisivas que llegaron alpueblo siguiendo el rastro de lasnuevas noticias.

TUMBAS SIN NOMBRE

193

Guardamos silencio, sabedores de quepara ella somos amigos por encima deperiodistas. Se

sienta y comienza a mirar lo que lehemos traído.

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7-iMadre mía...!

La expresión se repite dos o tres veces,cada vez más bajo. La mano en lafrente y luego las

lágrimas. Ahí estaba lo que ella queríaver, un informe extenso donde quedabaa las claras la

relación de «familiaridad» entre lascaras y su familia muerta...

-Este es mi padre...

Isabel nos mira con los ojos llenos derecuerdos. Le damos el parte dedefunción de su Miguel

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Chamorro, firmado por el propioCortés un 4 de febrero de 1937 duranteel asedio. Por vez

primera lo ve y se lo acerca a loslabios. Su llanto es puro contagio y enla estancia,se concentran

mil sentimientos. Suyos... y,nuestros.

-Isabel -le decimos al unísono- tengapor seguro que esto ya es una cruzadapara llegar a la

verdad..., una obsesión que no nos dejani dormir..., incluso nos hemosdespertado, en Málaga y en

Madrid, en nuestras casas,

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sobresaltados, con la imagen dePaquita, su hermana, en mitad de la

oscuridad, acercándose.... como

en un sueño que nos quisiera deciralgo.

Isabel calla. Pone el dedo sobre lateleplastia conocida como el El Hijoque el informe compara

con aquella niña. Lo deja allí clavado ymirándonos solo suelta un hilo de voz:

-Mí hermana pequeña...

Percibe sin lugar a dudas en nuestrosrostros la emoción y, a la vez, el

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profundo respeto. Y eso la

tranquiliza. Queremos saber la verdad,nada más, y ella nos ha *ayudadodesde él principio.

Ahora es el momento de encontrarsecon aquella evidenéía dolorosa...

En un inomen to se acuerda de Amparo,la otra superviviente que murió haceun par de años. Otra

hermana que sé fue, casi con

el habla perdida tras vivir todoaquello...

-Ella quedó enferma de los nervios. Lo

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vio todo cuando se la iba lle-

194

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANGFERNÁNDEZ

vanda aquelhombre -de unorme. Lorevivía todocada noche enpesadillas...,’ vio cómo mukÚ5

nuestro padre y@nuestras hermanas, yde cómo nos libramos nosotras dos demilagro. Recuerdo

aquella cueva donde había que metersea rastras. Como ya habían muerto mipadre y mis dos

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hermanas mayores, pues mi madre sequedó con las cinco menores. Y yaempezaron.a caer

las.bom.bas hasta que una de ellas.impactá sobre ella y tres hermanas. -Us destrozó. Las

deshizo...

El informe, implacable y con lasanotaciones de profesionales comoSalvador Ortega, nos muestra

ahora a,una de svis hermanascomparándolas con un rostro femeninode pelo largo a la que

cuitiosamente los belmorensés

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bautizaron corno La Guapa. La ver-

daderá inuichacha, la de carne yhueso, al parecer, era Úna'bélleza...

Ciérto. Décian que era guapísima. Sunovio, el guardia civil Francisco UlísesGutiérrez, también

murió allí. Fue el colmo de ladesgracia. El capitán Cortés pidiówluntarios para ir a la zona

nacional, para co-

municar la situacik en la que nosencontrabamos. Yfueron dos, uno deellos e@te@Güti&r-ez.

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Sevistieron con un mono y saliffm denoche. Pcir el j0lle éstbñ~ y dórMían.Una mañana¿bien

tempranofuermi a beber agua, a, ü-h-pequé4b riachuélo que hay por'aqüé1lugar, y allílo mataron

a él. El compañero sí se pudo e@capary no sé qué habñÍ sido dé él.

Isabel continúa viendo una tras otralas comparativas de,los análisismientras va afirmando con1a

cábeza, impactada por lo que ve encada una ellas. En su rostro casipodemos adivinar su

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pensamiento. Nos da la corazonada deque sabe el porqué de la aparicióndesu , ímuilia en.la

casade María. Nof, sQnríe entre,eldolor.rWivido,"qow"si,callaw!@kngran secretoc

Después,,nos:cue~histerias negras de,un pasado que asoló a

aque” pueblos -,tras la -conticeda. Y-lía soledad profunda. que sintió desde.jeptopees. . Y le

proirieternos que, de todo esto jamássaldrá upA pa

Ya muy entrada la noch”,@ a - punto.

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de poner rumbo con -nuestros papelesen dirección a la

casa del misterio, Isabel, con el cuadrode mártires a su espalda, observa,porúltima vez las

compara-

TUMBAS SIN NOMBRE

195

tivas de su padre, Miguel, y suhermana Paquita. Y tomando aire y sinmirarnos, dice algo claro y

fuerte. Algo que no podremos olvidar.Una sentencia que nos demuestra que

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habíamos tomado el

camino correcto. Unas palabras quenos hielan el alma:

-¡Son ellos!

Los silencios, de Mariá

-Yo todos los días enciendo una vela.Por si las caras las necesitan..., por sison espíritus de otra época.

[MARíA GóMEZ CÁMARA]

E

N LA PUERTA del número cinco,entreabierta, nos detenemos un

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momento. Horas antes hemos

mantenido una larga con-

versación con Ana Castillo, lainiciadora de esta aventura llena decarambolas, sobresaltos y

kilómetros. Retumban en la

memona sus palabras al describimoslas sensaciones que tuvo antes de lahipnosis, justo bajo este

mismo umbral;_

-Cuando iba de camino hacia, Bélmez,empecé a sentirme mal. Me empezarona sudar las manos,

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las tenía muy frías, los pies también, yempecé a ponerme muy nerviosa y atener miedo. Fue algo

muy extraño. Tuve un presentimientode intranquilidad, como si mefuera apasar algo. Cuando

entré en la casa fue la mirada y elrostro de María lo que meimpresionó..., ¡mds que las caras!

-

En ella veía tristeza, tragedia en susojos. No puedo explicarloracionalmente..., pero esofue lo que

sentí.

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María Gómez Cámara parece elepicentro del misterio. Consideradapropietaria de rasgos

esquizoides para unos, y dotada defuerzas sobrenaturales para otros,nunca ha dejado a nadie

indife-

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TUMBAS SIN NOMBRE

199

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rente. Todos intuyen en ella años desilencio y de secretos bien guardados.Un silencio que ahora

queremos romper con la «dinamita» delos informes gráficos.

Algunos investit;adores que se ganaronsu confianza durante años, como elpadre jéslbitti'josé

María Pilón, cuyo equipo tomó, lasprimeras muestras cemento para elanálisis del CSIC, se

han aventurado incluso’ á ínsiñúár enella fenómenos paranormales desde laniñez; así de

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contundente nos lo expresó a través delos micrófonos---de Milenio3:

-Es una mujer muy especial, con unagran fuerza concentrada en esos ojosun tanto obsesivos,

dotada de una psicorragia o energíaparawrmal iucorür~,,reaiffwnieasombrosa. Recuerdo que

hicimos un

sondeollentj,e'-mujetís de-su edad ytodas ellas recordaban, con temortodavía vivo, cómo el

maestro las castigaba a vecesponiéndolas junto a

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Ma?-íír.,La @cu-estióti es que ningunaquería estar con ella, ya que al parecerse escuchaban

extrañas voces y acontecían diversosfenómenos inexplicables a su vera...

~o sidiésemos el salto a otró ffifiñWdm&-,Ity,>iabogurdoicobraí vida. Elcirko enmarcado

enaiiAtnábtt IóWét nÚe,~ algunas de4as Vieías y.á E,,táii-C,¿@

muriéndóse; conw sus rnttecá's cádá vez más:borrosas. Nos es'rfigtéri¿plrn-eñté im, pósiW

eWrutárlág Ya sin hacer el par¿tlélilmd

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~ntal con lo@@ &sgradados, Pe decarne y hueso de la

familia Chamorro. Esos que hanprotago-

izado actos dtiú¿túte tre@,kneséS.-..

-~fá,'h@tñá@4 -~6 WhábIár tóñüitéd,.@

hab¿ar,,o aentropi@Mrme,otra, vez?. -nos corta con voz W_ ca-. Sé que mehabéis

sacado;,en7.1«, teje y@en J« radio,,.

Casi entre sombras, emerge lafigura,siempre pegada al viejo, sofá.

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Las faldillas de la mesa sobre

las piernas y esa mirada que pe~. y leeen tu.. üi~,,;

Ve~,Os e!-charlar u~ y a,enseñarle.una cosa -le va ásorptender@j,¿

,- r: !--~o, me imagíno, lo que es.Cerrad la puerta y> sen taros- antes de

que venga alguien -nos dice curvando,su seriedad en, tímida sonrisa.

Antes de sentarnos en el tresilloechamostma rápida ojeada: La Pava,El Pelao, El Crdneo...,

siguen ahí. -Mirándonos. ---

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-¿María, alguna nueva cara? -leespetamos al tomar asiento en el mismolugar donde Ana Castillo

«re,vivió» la tragedia relacionada conesa casa.

-Eso dicen, pero yo no he visteningiÁ,na. Salen, desapareQ.en,vuelven a salir, yo qué sé..., ya son

tantas...

Nos quedamos en silencio por uno5instantes, recordando cómo la AgenciaEfe y Europa Press se

habMn hecho, eco,~ días de unamisteriosa noticia, bajo el

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sor@p"denlte titular «Nuevas caras en

Bélmez», sin aportar ningunainformación y refiriéndose a uncongreso patrocinado por la

alcaldía.

Pero apenas nada ha cambiado; elinventaxio eseFrnismo de siempre: uncentro de mesa con una

plantita arti~ un relo@ unasmedicinas, y unas postales de santos.Eso, es, todo lo que hay en su

mesa camilla. Por lo demás, dosbombillas@ huérfanas- de cualquieradorno cuelgan del techo

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‘Páirá alumbraila,estanciá. Igual quehace treinta años.

Las luces y sombras le dan un

aspecto aún más siniestro a La Pava.De su boca surge ese vómito de muerte,entre díentes que

durante muchos años nunca estuvieronahí. Lleva tres décadas tras un cristal,.empotrada en la

l@ A pared. ¿Cómo son posibles tan- -V, _’-7

tos cambios?

María, la dueña de la casa de las

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caras, con ocho años. Según el padreJose María

Pilón, desde esa época se manifestabanfenómenos paranormales a sualrededor,

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TUMBAS SIN NOMBRE

203

no tuve molestia ninguna.Esaqwequedecíaw., Las@mokstitísquejer tenido fue que -vino mucha

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gente y ya nos tenían aburridos...,porque ya

no nos dejaban ni comer. Por. ¡odemás, con nosotros directamente no semetió ni@el Gobierno,

ni laGuardía-Ciffil, ni la Policía,'ninadie. Lo único que me ha molestado esgente que ha venido

aquí

-Por orden del gobernador civil dejaén, José Ruiz de Gordoa, vino elparapsicólogo Germán de

Argumosa. ¿Se acuerda usted deGerm4n? ... ¡cómo no me voy a

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acordar! Y también de su amígo,

el alemán Hans Bender. Recuerdo quellegaron diciéndome que erancientíficos. Pusieron muchos

aparatos,lde todos 1os. lipos.L1enawoft #ti casa de aparatos de esos-se lleva las, manos a la

cabeza- para hacer psicofonías deesas, con las voces raras que meponían los pelos, de punta.

Vamos, unas cosas muy raras que noerande esté mundo. Y me iban contandotodas las cosas

que hacían...

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-En su casa no solo aparecían lascaras, sino que también se

escuchaban y se grababan voces...

- Sí, asíes. Yo varias veces las sentí,pero me marchaba á dormír y losdejaba allí de madrugada

trabajando. Porqué despuésme,quedúbi2 sola y me entraba elmiedo...

-¿Recuerda alguna de esas'vócés7’

-Sí. Se escuchaba a una niña quelloraba que deciá: «Sdcame de aqui, yono quiero esta

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Otra decía: «Aóbre Oúi@ó,pobréQuico».

r aquI». @j La voces decían palabrassueltas...,*, no se'trátába de

@óni7éi,@aciones. Otra decía:«¡Borracho! ¡Borracho! »

Yo desde entonces no volvía sentirlasmás, aunque han pasado mu-

chos investigadores a grabarpsicofonías. A mime daban Lrror esasvo-

ces..., eso era algo raro y que encimasalía en mi casa. íEn mi casa!

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-Luego le entraría la inqu~ ¡al e~ sola---aqW.j,

-Claro, cuando yo estaba aquí meentraba el miedo pensando lo qu epodía haber pasado aquíy lo

que podía haber alliabajo...

14 á"k,

-Es aquí justo donde se hizo el granagujero -le preguntamos, señalandojusto frente al fogón.

1Terría dos ‘úvi@henta de hondo. YsAIron huesos. Los huesos eran delsiglo doce..., o eso dijo la

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Policía. Y me dijeron que estoseguramentefue un cementerio enaquella época. En Ios huesos que

aparecieron no

salió ningún cráneo. Solo huesos deotras partes del cuerpo. Y yo no séporque.

-¿EI:'Gobierno y la, Iglesia intentarofiacabar con esto?

-Sí. Asífue. Que no querián que estosaliera a flote. No querían que sedijese que esto era’ verdad.

recuerdos guarda del alcaldeRodríguez Rivas? ¿A el lo amenazaron7

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‘:

-El alcalde era una gran persona.Recuerdo que le llamaron desdeMadrid, y se lo llevaron para

alld. Desde el Gobierno se le amenazóal

Un reencuentro: María Gómez Cámara ve las fotograFias de su familiadifunta en el informe preparado contécnicas de la Policía Científica: «Nopuede ser, no puede

r,-pítiá Vartas t,@tés@. Liu,g,o,@,ás'táp, ffi'ftas ^raron en su rostro.

204

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IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

TUMBAS SIN NOMBRE

205

buen hombre. Le dijeron en Madrid quecomo no quitase lo de las caras, quecomo no le echara

tierra al asunto y lo olvidara, lo metíanen la cárcel. Y él dijo que qué iba ahacer él, que aquello

salía allíy que era verdad. Que se leechaba cemento encima a las caras yvolvían a salir sobre ese

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cemento nuevo. ¿Qué hago yo?, decíaRivas.

-María, por aquí han pasado miles depersonas, cientos de periodistas ytelevisiones que han

querido ver, filmar y fotografiar lascaras. ¿Usted o su familia han hechonegocio con lo que aquí

ha ocurrido y ocurre?

-No. La casa estaba vieja cuandosalieron las caras, y vieja está hoy. Siesto lo coge un tío

«espabilao» hoy tiene millones. Y yosolo tengo lo que quieren dejarme.

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Unos me dejan un euro,

otros me dejan cincuenta céntimos yotros no me dejan nada. Yo no le pido anadie nada.

Espíritus de otra época

-Después de tantos años conviviendocon las caras, imagino que lespreguntará cosas.

-¿Que hablo yo con ellas?... quedapensativa durante casi medio minuto.Mira todo el suelo

del salón desde su posición.Vadeteniendo sus ojos en las pocas queaún sobreviven y se lanza en

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la respuesta-. Pues sí Les pregunto aqué han venido, qué es lo que quieren,que si quieren ayuda,

que a ver si yo puedo ayudarles poralgo..., que me lo digan, que s<Í, son -almas, pues- si

necesitan misa, luces o lo que sea...

-¿Usted cree que pueden ser almas enpena de personas quesufrieron?

-Yo continuamente tengo una velaahiencendida, en la otra cocina..Y latengo ahípara que la gente

no lo vea. Para que la gente no digaque María le pone velas a las caras. Yo

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todos los días

enciendo una vela. Todos. Cuando setermina una enciendo otra. Por si lascaras las necesitan...,

por si son espíritus de otra época.

-Y cuando usted les habla, lespregunta, ¿ellas respibnden?

-No. Ni las ensueño si .qui.era.

-Solo silencio, ¿no María?

-Solo silencio.

-¿Quiénes pueden ser estas caras?¿Alguien tendría motivo para

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aparecerse y atormentarle aquí,

en su casa?

-Y yo qué sé... Eso no lo sabe nadie. Lovoy a saber yo que soy me-

dio analfabeta... ¡Si no lo sabe ni quiénlo está estudiando e investigando!

-¿Y cree que desaparecerán algún díade ahil?

-Dicen que el día que yo me muera sevan las caras. Una vez que yo cierrelos ojos yo que sé lo

que pasará. El día que yo me muera yme vaya de aquí no sé si seguirán las

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dichosas caras ahí.. A

lo mejor se vienen conmigo, o sequedan aquí. Eso solo lo sabe Dios.

Ahora nadie dice nada durante untiempo que se extiende. Que pareceeterno. Fuera nos llega el

grito lejano de un niño que llama aotro en la calle.

-El alemán Hans Bender -arranca de,nuevo María como su hubiese estandopescando algunos

recuerdos casi olvidados- decía muyserio que cuando yo me muera lascaras desaparecerán. Mi

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ma-

rido se fue al otro mundo sin saber loque eran. A mí me va a pasar lomismo.... seguro.

-¿Le hacen compañía las caras María,le gusta que estén ahí? -Claro. Es queya estoy

acostumbrada a su presencia. Ya sonmas

de treinta años los que llevoconviviendo con ellas. Yo me he hechoa las caras como ellas a mí...,

si se mefueran las caras lo pasaríahasta mal y todo...

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-María, ¿cómo era usted de joven? -¿Yo? -la vemos sonreír francamente porvez primera¿cuándo

aparecieron?

206

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

-No, antes, mucho antes de las caras...,de eso nunca ha hablado.

-Pero, ¡qué me voy a yo a acordar!...Soy ya muy mayor.

-¿Qué es lo primero que le viene a lamente? Haga el esfuerzo de recordar..

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-Solo sé que no he visto nunca el tren,nunca he visto la mar, Jamds he salid9del pueblQ.,

Es mds-,, ahora, que me acuerdo,nunca he bailado, nunca he ido aningún, baile..., no sé,

lo que es bailar. Siempre he sido unachica muy seria..., y muy triste.

-Después de treinta años quedan yamuy pocas caras. ¿A qué será debido?

-Se habrdn cansado de salir. 0 es que alo mejor ya no quedan mds por salir.Es pósible

que las caras no tengan ya nada que

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decir.

-Igual es queya lá han dicho todo y nolas hemos entendido.

A eáta-pregtmta@María no! respondey vuelve a quedarse absorta enla:defonüe efio

e~ado, en la hornacinà

-Hay rumores de que en su habitación,arriba, hay también caras...

No. A -los'p¡és de Dios,,que,allí@ffríbanó hay caras. Yo no sé quien hapeídidbdetiYés@a,

porjúé árribír=nb sube nadie. N í ha

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habido ni hily. Las'éaras éstd” ñ0dabajd...

-María, hay mucha gente que nospregunta, por toda EspafIk cómo esposible que usted

viva sola aquí..

Dé*dia ésfoy sollá. Pér'0’& noch leú@i4en'e'un hijo mió'a dormir. Y nomesiento sola; p~

¡e nr ¿as,ó«.a6 y ellas me dancompañía,

--- ~tm y no'sábernos si es verdad oleyenda, que cu~ usted se ausentó unosdías para ir al

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hospital las caras empezaron a irse, aborrarse.

-Asífue. Me ingresaron Pbrqüe meóperaron dela vesícula. Estuveu~squince días..

Y,ef1ctúw~te, cuando. volví las carashabían perdidofuerza. Algunas,incluso,

desparecieron.

TUMBAS SIN NOMBRE

207

La familía muerta

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-¿Que significa para usted el santuariode la Virgen de la Cabeza?

-Allí murió. mifamilia.

¿Y usted dee que éstas caraspertenecen a su familia?

-Yo no creo, que la cara esa -señala’ denuevo a La Pava- sea mi cuñado..., ylas de aba¡o

mis.sobrinas. Nú puedo creerlo.Cuando sa-

lió la primera vez la'cara era larga,larga... Cuando la arrancaron y lapusieron allísalió

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redonda. ¿Es la misma cara? Que no,eso no me ca-

be. Y que el Señor me perdone si leofendo.

-Jiene alguna foto de esa familia?

-No, yo no tengo ninguna. La única latiene mi sóbrinalsabel,...

-¿Y se acuerda usted mucho de esafamilia?

-Pues claro. Todos los dias. Les rezotodos los días,

-¿Y sueña -con ello0 -Soñar no sueñoyo. Bueno..., nunca m e acu erdo de los

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sueños.

Soñaré como todo el mundo, peronunca me acuerdo de la quehe soñado.

.1 1 1 @- ; 1 1

Ponemos sobre la mesa el informe conlas anotaciones y trabajos paralelos de

especialistas enarte y destacadosmiembros del área de la investigación.policial.

María lo mira con una mezcla deperplejidad y asombro. -¿Esto qué es? -pregunta

lalancian@a.,

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-Mírelo usted misma...

Las páginas las pasa delicadamentecon las manos. Observa cada,cara,cada comparativa.

Cada nueva hipótesis. De repente susojos se e~cen y comienza a llorar.

Nunca, a pesar de las muchas visitasdesde 1994, la habíamos visto así. Enaquellos

papeles hay algo que la ha removidopor dentro. Que la ha hecho temblar.

208

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANO

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FERNÁNDEZ

-Cálmese María. Oiga, ¿por qué salenlos rostros de su familia aquí7

-No lo sé... --se seca las lágrimas conla manga de la chaqueta de lana negra-, francamente

no lo sé.

La situación, sinceramente, es tensa ydifícil. Pero nuestro deber es ahoridairlo mas

posible. Buscar la -verdad de unahistoria que, presentimos, estáacorazada por mil y un

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secretos de aquella época negra.Silencios y rencores p 1erpetradosdurante mucho

tiempo. Ahora, gracias a mil‘carambolas, a la avispada acción deB.rú y a una frenética

investigación, en la historiacomplementada con la laborencomiable a nivel informático

capitaneada por José Manuel GarcíaBautista, podemos dar un vuelco a estahistoria.

Por eso volvemos a la carga., -¿Quérelación tenía usted con la familiaChamorro? ¿Y con

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las hermanas Isabel y Amparo?

-Pues son mis sobrinas, aunque una deellas -Amparo- ya murió. Tenía muybuena

relación, me llevaba... y me llevo muybien con ellas.

-Jero por qué no han salido esosrostros en la casa de Isabel MaríaChamorro y sí en la

suya? . -Os digo la única verdad..., nolo sé. ¿Que cómo no han salido en otracasa? Eso

no lo sabe nadie..., ¡nadie!

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---Quizá quieran decir algo. Que ustedrecuerde algo. Tenemos quepreguntárselo,

entiéndalo: ¿Usted está tranquila pordentro?

El rictus se vuelve algo seco, quebrado,rememorando todos los matices de esegesto que

tanto a impactado a quienes desde

1971 se han acercado a esta pequeñacasa-

-¿Está tranquila, María? -le repetimos-, ¿tiene algún re-

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mordimiento con aquella gente ... ?

-¿Y por qué no he de estarlo? Claroque estoy tranquila. No tengo ningúntipo de

remordimiento de conciencia de quehaya actuado mal con nadie, ni conlafamilia ni

ajenos. ¿Acaso venís a confesarme?

Esta pregunta provoca una sonrisa enlos tres que sirve espontáneamentepara calmar el

ambiente.

TUMBAS SIN NOMBRE

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209

-Mire, solo podemos decirle que elinforme no engaña; esa es

su familia -le decimos, intentandoforzar la situación para que elladeclare ciertas cosas

queconocemos pero no podemosdivulgar por nuestro compromiso conel o the record

prometido a cier-

tas personas.

María calla. No dice nada. Vareconociendo con nostalgia y tristeza

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cada uno de los

rostros de su familia que aparecen enel análisis informático. Los señala conel dedo.

Luego repite sus

nombres varias veces. Consternada,niega constantemente con la cabeza ensilencio.

-No puede ser. Ellos no pueden ser..

Nuevas lágrimas se escapan de suscansados ojos. Está emo-

cionada y conmocionada. Y nos da lasincera impresión de que la mirada de

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María

encierra justo en este momento larespuesta definitiva de la razón por laque aparecen aquí

esas personas muertas en el santuarioVirgen de la Cabeza de Andújar.

-María, ¿qué está pasando? Ahorapuede contar la verdad. La que alguienya sabe.

-Tengo el alma rota con este asunto.Que no me creo eso. Que esas caras noson mi

familia. ¡No puede ser! Es como si micara la ponen compardndola con otra.

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Con esto de

los ordenadores igual todo es posíble...

-No nos malinterprete. Pero cuandoregresaron Amparo e

Isabel Chamorro de aquel lugar tras elasedio, ¿dónde se quedaron? ¿fueronacogidas

aquí?

-Bueno..., sí. Se quedaron en mi casa.Con mis padres. Hasta que ya se acabóla guerra y

ya le dieron a ellas «la paga» y seindependízaron. Os puedo asegurar

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que nosotros nos

portamos muy bien con ellas. Laspobres... ¡con la desgracia que tenían!

Sabemos muy bien por qué hacemosesta pregunta. Y no esperamos otrarespuesta. Ahora

somos nosotros los que guardamossilencio.

210

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

1 Al salir de nuevo a la noche,envueltos de niebla y frío, giramos

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sobre nuestros talones como si

fuésemos autómatas.

A través del ventanuco de la casanúmero cinco se ve la figura sentada dela-histórica ancianá de

ochenta -y cuatro años mirando lascaras fijamente.

Lo hace con más angustia que nunca.

NOTA FINAL

-nUEDE PERVIVIR EL ALMA de losmuertos y manifestarse en

esta realidad? ¿Hay un mensaje

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terrible que esas caras

quieren revelar a la dueña de la casa?¿Un aviso, una

clave o señal que implica a algo oalguien del lugar? ¿ Acaso una

venganza que busca culpables desde elotro lado?

¿Existen remordimientos, injusticias,abandonos o promesas incumplidas quelos rostros

de Bélmez quieren recordar?

No hemos logrado despejar las dudas apesar de que en estos meses apretados

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de

emociones y sobresaltos, de dejamosllevar en volandas por la casualidad ylos

acontecimientos, la informáfica ha idorevelando detalles sorprendentes, losanálisis

artísticos se han afinado e, incluso, latécnica de la hipnosis regresiva ha sidoaceptada

como prueba en un juicio.

En suma, los elementosmultidisciplinares con los que hemostrabajado a toda máquina y

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gracias a la ayuda de un gran equipode colaboradores, han llegado hastadonde han

podido; rozando, acariciando quizá elsecreto.

Es por eso que, guiados por la brújulainexacta de las corazo-

nadas, hemos regresado varias veces alcementerio de las tumbas sin nombre,como si un

poderoso imán o canto de sirena nosatrajese. Como si intuyésemos que enlos sentimientos

más profundos y no en la técnica se

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encontrase la última verdad de todoesto.

212

IKER JIMÉNEZ Y LUIS MARIANOFERNÁNDEZ

Y en el silencio de la noche de SierraMorena, a veces durante muchotiempo, nos hemos quedado

frente a las lápidas blanquecmas,creyendo, esperando, imaginando quealguien nos susurra-

ba la respuesta.

Quizá la voz de una niña.

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BIBLIOGRAFíA

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Document OutlinetumbasIker Jimenez y M. FernandezUrresti - Tumbas sin nombre