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Tu fe te ha sanado

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Tu fete ha sanado

Un mensaje de apoyoNuestro ministerio es sostenido principalmente por ofrendas voluntarias de personas como tú. Tu generosidad hace posible que podamos ofrecer este folleto edificante. Nuestro deseo es que la literatura de Unity esté disponible para todo el que la desee, especialmente aquellos que más necesitan aliento espiritual.

IntroducciónJesús era conocido por sus milagros sanadores. Sin embargo, Él a menudo les decía a quienes fueron sanados: “Tu fe te ha sanado”. Él dejó en claro que la curación no provenía de él, sino del interior de cada uno de ellos, por medio de un cambio de su propia conciencia.

Este folleto está lleno de historias y poemas de personas que han descubierto la poderosa conexión entre su estado de conciencia y su estado de salud. Muchos experimentaron curaciones aparentemente milagrosas según aprendían a verse a sí mismos como Dios los ve: innatamente plenos, sanos y perfectos.

Esperamos que este folleto refuerce tu fe y transforme tu conciencia; de modo que tú, también, conozcas a un nivel más profundo ¡que eres sano, pleno y hermoso!

Bendiciones en tu viaje,

Tus amigos en Unity

Una vida larga y prósperapor la Rev. Toni Stephens Coleman

En mi adolescencia, me propuse la tarea de recolectar herramientas para vivir con éxito. Mi clase de biología en la escuela secundaria me enseñó acerca de la necesidad del cuerpo humano de mantener el equilibrio y la circulación. Al año siguiente, aprendí el principio de la homeostasis en fisiología. La homeostasis es la tendencia de un organismo o célula de regular sus condiciones internas para mantener su salud y funcionamiento, independientemente de las condiciones externas.

El cuerpo tiene la inteligencia para perseverar y mantener un estado de equilibrio. ¡Estos conceptos parecían las ideas más admirables que yo había escuchado! Los reclamé y adopté como principios a seguir en mi vida. Para ese tiempo, también descubrí algunos folletos de Unity. En aquel entonces, eran pequeños, de

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tres por cuatro pulgadas, pero me parecía que ellos ofrecían una sabiduría eterna. Yo creé un lugar íntimo en mi clóset donde leía usando una linterna y meditaba en la oscuridad. Añadí los “Doce Poderes” a mi caja de herramientas, y me di cuenta de que las leyes de la ciencia que yo había adoptado eran en realidad Leyes Divinas.

Un día, tuve la epifanía que podía establecer mi curso en la vida para siempre tener lo que necesitara cuando lo necesitara. Yo podía reclamar que la información y el suministro que requería llegaran en el momento perfecto.

La Palabra Diaria llegó a mis manos. Leí sus mensajes de principio a fin una y otra vez cada mes ¡hasta que se deshizo! Me dio el regalo de las afirmaciones positivas y dirigió mi mente hacia el pensamiento positivo.

Creciendo durante 1960, sentí como si caminara por una cuerda floja, tratando de balancear mis amistades y la presión de grupo con mis principios. Me di cuenta de que, aunque la cuerda floja era un reto, ¡también proveyó un sendero claro! En aquel tiempo yo era una mujer joven que había probado mi caja de herramientas en varias ocasiones y había demostrado el valor de alinearme con mi bien.

El pequeño folleto de Myrtle Fillmore: “Cómo encontré la salud” llegó a mí en el momento perfecto. Me permitió poner en práctica el proceso de fortalecer mi cuerpo mientras me mudaba a mi pequeña granja de ensueño y afrontaba el desafío de lidiar con sacos de 100 libras de alimento para animales y el cultivo de un terreno de un acre. Comencé a dialogar con mi cuerpo, lo cual continúa hasta el día de hoy, fomentando la homeostasis y la salud. He gravado mi cuerpo y forzado su capacidad. Mas mi cuerpo nunca me ha decepcionado.

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Logré un gran sentido de libertad de la influencia de la herencia y la cultura cuando afirmé con valentía mi salud diciendo: “Como hija de Dios, no heredo enfermedad”, en lugar de aceptar la historia de salud de mi familia. Conocía el poder de “La Palabra” de manera que afirmaba con frecuencia: “Soy sana y plena y estoy bien”.

Mantener esta fe, hace que vea un problema de salud como una señal para prestar atención a mi cuerpo, para ver lo que me corresponde aprender a través de la experiencia. Cuando acudo a un profesional médico, lo hago para consultar y pedir consejo. No lo hago para ser curado o sanado, porque sé que la salud es un trabajo interno.

Elijo vivir en un mundo armonioso, pacífico y amoroso que promueve la salud de mi cuerpo. No es que yo no tenga desafíos; es que he aprendido a ver más allá de ellos, a hacer las paces con la “condición” y pedir su bendición. Cuando mi alma lucha con un ángel durante la noche, no lo dejo ir antes de que

me bendiga al amanecer. Lo transformo en una parte de la danza de mi vida y le permito que me enseñe y recompense. Dios es

bueno y espero que el bien surja de cada experiencia de la vida.

He oído decir que una persona “tiene una constitución sana” debido a su salud y

vitalidad. Creo que eso se debe a algo. Al aplicar el principio de la homeostasis,

y todos los demás principios de salud o Leyes Divinas, sé que pase

lo que pase, la tarea consiste en

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confiar en que el cuerpo, la mente y el espíritu se esforzarán para corregir, reequilibrar y avanzar hacia la salud. Eso es tener fe.

Dicho esto, todos llegamos al final de la vida, cuando es el momento de dejar ir. Estar sano no significa aferrarse al cuerpo. Para mí significa cuidar del templo que el cuerpo es tanto como sea necesario para hacer lo que me corresponde en este plano terrenal. El Espíritu, que vive en y a través de mí, está experimentando la vida como yo. Yo soy los sentidos, el pensamiento y el cocreador de la Energía Divina “en la carne”. Me parece que el saludo de Vulcano de Star Trek: “Una vida larga y próspera”, puede ser un buen credo. En una gran escala, la prosperidad es el cumplimiento de una experiencia de vida encarnada. Jesús dijo: “Tu fe de ha sanado” (Lucas 17:19). La plenitud es salud, pero no siempre de la manera que esperamos. Un empleado del hospicio me dijo en mi primer día de prácticas que “toda vida es una vida completa”. Este fue un gran regalo, estar consciente de que no existe pérdida en Dios. La vida sigue su curso, un continuo eterno. El tiempo encarnado en este momento es precioso, mas destinado a ser finito. La fe es saber esto al nivel celular y del alma. En esta conciencia, soy plenamente sana.

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Cómo encontré la saludpor Myrtle Fillmore

He hecho lo que me parece un descubrimiento. Estaba terriblemente enferma, sufría de todos los males de la mente y del cuerpo que podía soportar. Los médicos y sus medicamentos dejaron de proporcionarme alivio y estaba desesperada, hasta que encontré el cristianismo práctico. Afirmé mis creencias y sané. La mayor parte de la curación la hice yo misma porque quería tener el conocimiento para uso futuro. Así es como hice lo que llamo “mi descubrimiento”.

Estaba reflexionando acerca de la vida. De la vida que está en todas partes —en los animales, así como en la gente. Luego me pregunté: “¿Cómo es que la vida de un animal no forma un cuerpo como el del ser humano?” Después pensé: “Un animal no tiene tanta inteligencia como el ser humano”. ¡Ah! entonces hace falta inteligencia además de vida para formar un cuerpo. He aquí la clave de mi descubrimiento. La vida tiene que ser guiada por la inteligencia para tomar forma. La misma ley obra en mi cuerpo. La vida es simplemente una forma de energía y tiene que ser guiada y dirigida en el cuerpo humano por la inteligencia del ser humano. ¿Cómo comunicamos inteligencia? Por medio del pensamiento y la palabra, por supuesto. De repente, se me ocurrió que podía hablarle a la vida en todas partes de mi cuerpo para hacer que éste funcionara según yo dispusiese. Empecé a disciplinar mi cuerpo y obtuve resultados maravillosos.

A la vida en mi hígado, le dije que no era torpe ni inerte, sino vigorosa y enérgica. Le dije a la vida en mi abdomen que no era débil o ineficiente, sino vigorosa, fuerte e inteligente; que no

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estaba infestada con ideas ignorantes de enfermedad puestas allí por mi y por los médicos, sino que estaba llena de energía divina, dulce, pura y perfecta. Les dije a los miembros de mi cuerpo que eran activos y fuertes; a mis ojos que no veían por sí solos, sino que expresaban la visión del Espíritu y recibían su fuerza de una fuente ilimitada; que eran ojos jóvenes, claros, brillantes, porque la luz de Dios brillaba a través de ellos. Le dije a mi corazón que el amor puro de Jesucristo fluía en y a través de sus latidos y que todo el mundo sentía sus gozosas pulsaciones.

Me dirigí a todos los centros de vida en mi cuerpo y les hablé palabras de Verdad, fuerza y poder. Les pedí perdón por la actitud insensata e ignorante que había asumido en el pasado, cuando los condenaba llamándolos débiles, ineficientes y enfermos. El que se demoraran en despertar no me desalentaba, sino que seguía adelante, tanto en silencio como audiblemente, declarando palabras de Verdad hasta que los órganos respondían. No me olvidé de decirles que ellos eran Espíritu libre e ilimitado y no esclavos de la mente carnal; que no eran carne corruptible, sino centros de vida y energía omnipresente.

Entonces le pedí al Padre que me perdonara por haber desperdiciado Su vida en mi cuerpo. Le prometí que nunca, nunca más, retardaría la corriente libre de esa vida a través de mi mente y cuerpo con ningún pensamiento o palabra falsa; que siempre la bendeciría y estimularía con pensamientos

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y palabras de Verdad en su sabia labor de edificar mi cuerpo-templo; que usaría toda diligencia y sabiduría al dirigirla según mi voluntad.

También me di cuenta de que usaba esta vida del Padre para pensar y decir mis palabras, por lo que tuve cuidado de lo que pensaba y decía.

No dejé que entrara a mi mente ningún pensamiento de preocupación o de ansiedad y dejé de murmurar, de hablar palabras violentas, frívolas y petulantes. Elevaba una pequeña oración cada hora para que Jesucristo estuviera conmigo y me ayudara a pensar y a hablar sólo palabras de bondad, amor y verdad. Tengo la seguridad de que Él está conmigo, porque me siento en paz y feliz ahora.

Quiero que todo el mundo conozca y use esta ley bella y verdadera. No es un descubrimiento nuevo, mas cuando lo uses y recojas sus frutos de salud y armonía, te parecerá algo nuevo, como si fuera tu propio descubrimiento.

Myrtle Fillmore (1845-1931), autora, editora, profesora y consejera espiritual, fue la cofundadora de Unity School of Christianity junto con su esposo Charles. En el artículo “Cómo encontré la salud”, Myrtle cuenta la historia de su recuperación personal, la cual inspiró la búsqueda espiritual de los Fillmore y les condujo a la fundación de Unity. El artículo fue publicado por primera vez en Unity Magazine en 1897 y ha estado disponible como folleto.

La vida tiene que ser guiada por la inteligencia para tomar forma. La

misma ley obra en mi cuerpo.

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¿Qué necesita ser sanado?por la Rev. Joy Wyler

La curación comienza cuando despertamos a la simple verdad: “Soy completo y pleno”. La plenitud de mi ser divino no es algo por lo que tengo que trabajar; es inherente en mí. Me doy cuenta de la perfección de mi ADN espiritual cuando comulgo con lo Divino; cuando me veo reflejada en la nueva vida de un niño o hablo la Verdad: “Soy una creación amorosa de Dios”. Mi fe en mi plenitud propicia la curación en cualquier área de mi vida que yo pueda percibir como incompleta.

“¿Qué necesita ser sanado?” es una pregunta muy personal. ¿Podría el Creador de infinita variedad tener una imagen específica de cómo la plenitud ha de lucir en los seres humanos? La imagen que visualizamos usualmente muestra lo que nuestra cultura llama “normal”: una combinación de tamaño, forma, apariencia, orientación sexual y habilidades que esperamos en nosotros mismos y en los demás. Qué idea tan interesante. ¡Los seres humanos hemos creado la imagen física de lo que creemos que Dios tiene destinado para nosotros!

Juan 9 cuenta la historia de cuando Jesús sanó a un ciego. Esta es mi interpretación de ese pasaje: Los discípulos preguntan: “¿Qué está mal que este hombre nació ciego? ¿Él pecó o fueron sus padres? Jesús responde: “¡No hay nada malo! Él nació como está, para que la obra de Dios pueda ser apreciada por todos”. Como los discípulos, a menudo juzgamos por las apariencias y percibimos que algo está mal. Sin embargo, cada uno de nosotros nace en una condición humana perfecta para demostrar el poder de nuestra divinidad.

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En la historia, Jesús aplica barro a los ojos del hombre y cuando el barro es retirado, el hombre puede ver. La transformación fue tan grande que la gente se pregunta si es el mismo hombre. ¿Qué sucedería si este hombre permaneciera físicamente ciego, pero su capacidad de ver su divinidad fuera restaurada? Él caminaría erguido y con confianza, ya no se sentiría un mendigo o víctima, su viejo ser no lo reconocería. ¿Qué sucedería si el mensaje de esta historia fuera que cada uno de nosotros es capaz de demostrar nuestra divinidad cuando descubrimos que somos completos y plenos tal como somos, incluso si no encajamos en la imagen humana de lo “normal”? ¿Qué pasaría si la comisión del Cristo fuera la misma para todos: demostrar nuestra divinidad, con miles de millones de maneras distintas de hacerlo?

Yo nunca voy a encajar en el concepto de alguien “normal”. Nací con enanismo y, como adulto, tengo una altura de menos de 4 pies. No veo mi estatura como algo en mí que necesita ser

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sanado. Otros pueden juzgar que necesito curación, al igual que puede que juzguen a quienes nacieron ciegos, sordos o con otra condición humana fuera de lo “normal”. La curación es un proceso personal que surge primero como una conciencia de plenitud interna. Luego, la fe dirige los cambios en la expresión externa deseada. Cada uno de nosotros elegimos lo que deseamos sanar. Cuando me pregunto a mí misma: “¿Qué necesita ser sanado?” Yo podría pensar en un dolor o enfermedad que me gustaría que desapareciera. Puedo concentrarme en mis finanzas o relaciones personales y buscar restaurar la plenitud. Cuando recuerdo mi divinidad, sé que soy una expresión perfecta del Espíritu. La fe restaura mi salud, mis relaciones y mi prosperidad. El cambio que se manifiesta en mi vida demuestra la obra de Dios. La curación surge del interior hacia el exterior. Ya estamos completos y plenos en el interior. No hay una sola imagen de cómo la plenitud debe lucir —mas la fe en mi divinidad dirige la curación de la mejor manera para mí.

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Curación de adentro hacia afuerapor Richard Mekdeci, Maestro Licenciado Unity

Jesús nunca se atribuyó los milagros de curación. La mujer que tocó su manto fue sanada de sus hemorragias sin la intervención de Jesús. Él le dijo: “Hija, tu fe te ha sanado” (Marcos 5:34). Al hombre en el estanque de Betesda se le preguntó: “¿Quieres ser sano?” (Juan 5:6), indicando que el hombre tenía que tomar parte en su propia sanación. A Bartimeo también le fue dicho: “Vete, tu fe te ha sanado” después de que fue curado de su ceguera en Jericó (Marcos 10:52). Y Jesús le dijo al centurión, quien le pidió que sanara a su criado: “Vete, y como creíste te sea hecho” (Mateo 8:13).

En nuestro conocimiento actual acerca de la naturaleza de Dios, de nuestra relación con Dios y de nuestra propia naturaleza, vemos que la curación no proviene de ningún poder o entidad externos. La curación y la perfección surgen o son “reveladas” de acuerdo a la fe de cada persona. ¿Cómo se adquiere suficiente fe para curarse a sí mismo?

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Los afligidos vieron a Jesús como algo más divino que ellos mismos. Por lo tanto, tenían fe perfecta en que él los sanaría. Ellos creían, sin lugar a duda, que Jesús podía sanarlos. El que ellos creyeran que Jesús tenía poderes curativos especiales era irrelevante. Lo importante fue que su fe en Jesús era tan fuerte que fueron capaces de dejar atrás toda creencia en su indignidad y pudieron verse a sí mismos sanos. Eso fue lo que permitió que el poder sanador en su interior se expresara generando un “milagro”. Por esta razón, es más justo decir que Jesús no fue quien sanó, sino quien inspiró la sanación.

Para lograr la curación, sólo tenemos que tener fe en nuestra naturaleza divina, como que si tuviéramos con nosotros a Jesús. Jesús dijo: “Estas y mayores cosas pueden hacer”. Él sabía que su trabajo no era sanar sino inspirar la curación con su ejemplo. Los milagros de sanación en la Biblia son posibles para todo aquel que tenga fe en sí mismo, tal como aquellos en las historias de la Biblia tenían fe en que Jesús los sanaría.

No sanamos por algún poder místico externo, sino por nuestra propia fe.

Ya sea que nuestra fe esté en alguien o en algo más, o en nosotros mismos eso importa poco. La fe brota desde nuestro propio sentido de autoestima y dignidad. La fe abre el camino para que la perfección con la que fuimos creados pueda manifestarse a

través de nosotros.

No sanamos por algún poder místico externo, sino por

nuestra propia fe.

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De la curación a la plenitudpor la Rev. Frieda King

El ministerio de sanidad de Jesús se produjo gracias a la fe en el poder de la vida divina en cada persona que él suscitó. Del mismo modo, el movimiento Unity llegó a existir porque Myrtle Fillmore fue sanada de tuberculosis gracias a la oración, la afirmación y la fe en que ella podía sanar completamente.

Un día, no hace mucho tiempo, tuve una necesidad de curación. Una prueba de laboratorio mostró células precancerosas en mi vientre. Oré por tranquilidad y orientación. A sugerencia de mi médico, empecé a tomar ácido fólico y vitamina E. También hice una cita con un ginecólogo.

Entonces, como ahora, yo era un estudiante de la Verdad en Unity. Visualicé que mi cuerpo estaba lleno de luz divina y células perfectas —que era plena en todo sentido. Usé la oración afirmativa: Soy una hija amada de Dios. Soy saludable, y estoy bien y libre de enfermedad. ¡Estoy bien, gracias a Dios, estoy bien!

El día en que iba a ser examinada por un especialista, me dirigí a su consultorio mientras visualizaba una imagen clara de la sustancia y vida impecables, no sólo en mi vientre, sino también en la verdad viva en todo mi cuerpo físico.

La visita al médico resultó fascinante, médicos y alta tecnología fueron utilizados para realizar el examen. Durante la revisión, una pantalla reveló una imagen sana de mi vientre. ¡Una imagen literal de bienestar! Mis ojos se llenaron de lágrimas de gozo. Salí del consultorio con los resultados del examen, los cuales mostraban que yo estaba libre de enfermedad. En momentos tranquilos de oración, la suave y apacible voz interior anuncia nuestra verdad: Hemos sido creados perfectos.

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Vivimos bajo el cuidado divino y rodeados de confort y amor fortalecedores. En la radiante sustancia de nuestros cuerpos templo yace el amor y la vida danza; y nuestras células felices componen y edifican nuestro ser físico milagrosamente.

Junto con la visualización positiva, practico ver el bien absoluto en todo. Creo una imagen en mi mente y suscito el sentimiento o sentido de verdad y plenitud. Medito acerca de lo que significa ser pleno verdaderamente. Considero qué imagen representa la plenitud para mí. ¿Dónde se encuentra la salud en la presencia de la enfermedad?

En mi viaje de curación, visualicé bienestar interior y exteriormente. Con el tiempo, la imagen de vida intachable se hizo evidente y se reflejó en mi cuerpo. Mientras visualizaba la plenitud, también estudié escritos de Unity sobre salud así como historias de sanación de otras personas, lo que reforzaron aún más mi fe.

Al tener fe en la bondad y verdad de Dios y en la presencia de la vida completa y plena en nosotros, nuestra fe crece. Reconocemos la vida de Cristo, la imagen y semejanza del Espíritu divino en nosotros y en todas las personas como la realidad absoluta de nuestra integridad física y completo bienestar. Si surgen dudas o temores, nos dirigimos a Dios en momentos de oración, revitalizando nuestra claridad y fe.

En momentos tranquilos de

oración, la suave y apacible voz

interior anuncia nuestra verdad:

Hemos sido creados perfectos.

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Tienes que creerpor D. Kucha Brownlee

Estaba embarazada y en una de mis revisiones el médico me dijo: “Mira, aquella luz es donde se encuentra el corazón de tu bebé”, al principio no me asusté. Cuando vi la luz, mi primer pensamiento fue que mi hijo tenía una fuerte y brillante fuerza vital.

Sin embargo, el doctor nunca había visto una luz así. El hospital acababa de adquirir una máquina nueva y más potente que mostraba todo con más claridad que antes. Esta luz podía ser cualquier

cosa, dijeron. Así que, ellos pensaron que yo debería estar prevenida. Puede ser un defecto. El médico comenzó a decirme todas las posibilidades, incluyendo el peor de los casos: cirugía de corazón de emergencia inmediatamente después del nacimiento de mi hijo.

Lágrimas brotaron de mis ojos. Entonces pensé: “No lo creo”. Creo que esa luz es la fuerza vital de mi hijo sonriéndome”. Creí que esa máquina nueva y potente había captado una energía que nunca antes había sido vista. Dios está allí, pensé. Mi hijo es sano, pleno y completo.

Camino a casa, mi esposo y yo decidimos no compartir con nuestros familiares la posibilidad negativa que existía. No queríamos que nadie considerara que algo pudiera estar mal o decir algo como: “Qué pena”. No quería que mi hijo percibiera el efecto de tal conversación. Decidimos decirles a todos que tendríamos un hermoso bebé.

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Todos los días yo afirmaba que mi hijo era saludable, pleno y completo. Varias veces al día, le agradecía a Dios mi regalo perfecto, sano, y hermoso.

La luz no desapareció, por lo que el médico descartó usar una sala de partos. Después de la visita de cada doctor, me preguntaban: “¿Cómo se encuentran? Yo respondía, “¡Estamos perfectamente!”

Cuando llegó el momento, trajimos el reproductor de CDs al hospital para que nuestro hijo pudiera llegar con las melodías de Wynton Marsalis. No necesité la epidural. Pujé dos veces y Alex salió. El personal se movió rápidamente para examinarlo de cerca. Su corazón estaba sano y completo.

Unos momentos después pusieron a mi hijo en mis brazos. Yo dije: “Gracias, Dios”.

La primavera pasada, Alex se graduó de la universidad.

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Yo Soy un árbol de vidapor la Rev. Toni Stephens Coleman

Extiendo mi alma inquebrantablepara llegar a la parte superior del árbolpara llegar a mi plena capacidad.Escalo cada parte de mi serpara aprender lo que he de saber.Yo Soy dueña de mi caminoA través del sentir interno y del pensamiento profundoAl escalar hacia afueracrezco hacia arriba.Extiendo mis raíces para absorber la fortalezapara llevar mis hojas hacia la luzhasta que mi fruto crecemi semilla es sembradamis hojas toman vueloY yo soy libre…Soy mi plena capacidad.

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La fe me sanópor Lesley Miller

Era julio, una semana después de que saliera la sentencia de divorcio. Mi hija menor, Samantha, tenía 11 años y comenzaría la secundaria en septiembre. La gran pregunta era: “¿Dónde íbamos a vivir?” Alquilar un apartamento, en Westfield, Nueva Jersey, aunque fuera modesto era demasiado costoso. Consideré otras ciudades más accesibles que tuvieran escuelas aceptables. Pero alejar a Samantha de sus amigos parecía demasiado cruel aunado a todos los ajustes que ya había tenido que hacer. Nadie pensó que fuera prudente que comprara una casa por mí misma, pero de alguna manera yo tenía fe de que una casa pequeña aparecería ¡y así fue! Luego, justo cuando los vendedores estaban a punto de firmar el contrato, cambiaron de parecer y decidieron no vender. Aun así, teníamos que salir de nuestra casa. Me sentía agobiada. Cada parte de mi vida parecía inmanejable. Por costumbre, continué caminando cada mañana

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por la casa que habíamos deseado. Finalmente, después de unas semanas, con fe en que encontraría otra casa —una mejor— la dejé ir.

Mi agente de bienes raíces llamó el primer día que dejé de caminar por la casa. Dicha casa estaba de nuevo en el mercado, aunque por $10,000 más. Aun así, yo sentía que era un milagro. Sólo tenía que juntar más dinero, y tenía fe de que lo lograría.

Mientras tanto, necesitábamos un lugar a donde ir. Afortunadamente, otro agente de bienes raíces tenía un apartamento pequeño vacante en una ciudad cercana. El

propietario estaba dispuesto a alquilarnos el departamento mensualmente hasta que pudiéramos mudarnos a nuestra casa. Aunque esto significaba que teníamos que mudarnos dos veces, era una gran bendición. Sin embargo, mi hija no lo veía de esa manera. Ella sentía que nos habíamos vuelto pobres de la noche a la mañana y estaba molesta porque teníamos que dejar nuestra ciudad. Ella se sentía enojada, herida y asustada. En cierta forma, yo también lo estaba.

El pequeño departamento en Fanwood era pequeño pero cálido y cómodo. Pasamos dos meses allí e hicimos

amigos en el vecindario, incluyendo a la señora de la tienda Dunkin Donuts que no hablaba inglés, pero que tenía preparado el desayuno de Sam cada mañana junto con una enorme sonrisa —y sin tener que hacer fila. El viaje a la escuela nos permitió tener calidad de tiempo juntas.

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Una noche en el apartamento, me desperté por la actividad habitual de los camiones cruzando la calle a las 4 a.m., lo cual sorpresivamente, no me molestaba. El ruido era reconfortante —predecible. Volví a dormir sabiendo que todo estaba bien. Lo íbamos a lograr. ¡La fe me había sanado!

Una gran cadena de acontecimientos nos habían servido de apoyo a través de los desafíos que antes habían parecido insuperables. Algo estaba obrando, guiando y sosteniendo. La fe había sido parte de cada situación y ¡permanecía conmigo!

Logramos mudarnos por segunda vez y pudimos hacerle algunas renovaciones a la casa. Con el tiempo, mi relación con mis hijos mayores sanó. Encontré un mejor trabajo y comencé mi propio negocio después de eso. La fe hizo que todo eso fuera posible. Nada fue fácil, pero todo fue factible porque tuve confianza en que podía hacerlo. La fe hizo que todas mis piezas estuvieran de nuevo juntas. La fe me impulsó a la acción. La fe me sanó del miedo y de la inseguridad, y me enseñó a cuidar de mí misma y de mis hijos. Todavía sigo agradecida. ¡Mi fe me sanó!

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El corazón de la curaciónpor el Rev. Mark Fuss

Hace varios años, cuando asistía al seminario en Unity Village, mi madre fue diagnosticada con cáncer de mama. Rápidamente, ella fue envuelta en amor y oración. Tenemos una familia muy unida y amorosa, por lo que ella tuvo mucho apoyo.

Tan pronto como supe lo que le sucedía, llamé a Silent Unity, al ministerio de oración telefónico de Unity disponible los siete días de la semana. Me consolaba el saber que mi mamá sería parte de la vigilia de oración por los próximos 30 días. Mi siguiente llamada fue a mis compañeros de estudio ministeriales para pedirles su apoyo. Hice preparativos para ir a casa para la cirugía, pero aún sentía que había más por hacer.

En la librería de Unity Village me encontré con un CD que me encanta llamado “Heart of Healing” por mi amiga Karen Drucker. Está lleno de mensajes de fe, curación y plenitud, así que lo compré y se lo envié a mi mamá con una tarjeta.

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Ella tuvo su cirugía y comenzó con la quimioterapia. Mamá compartió cuánto la ayudó la música, la escuchaba cada día en el coche mientras conducía a sus tratamientos de quimioterapia y visitas al médico. Ella me pidió que le enviara el CD al doctor y a otro miembro de la familia con problemas de salud.

Poco después de que terminó su quimioterapia, fui a visitar a mi mamá y la llevé a la casa de mi hermana en la playa. Hablamos de nuestras vidas, mientras conducía a lo largo del camino soleado, hasta que mamá cerró los ojos y comenzó a dormitar. En aquel momento de tranquilidad me di cuenta que se escuchaba de fondo el CD que le había regalado. Los mensajes de curación eran una cobija que la envolvían en fe, afirmación y plenitud.

Al ver a mi madre, me di cuenta que sus labios se movían y supe que estaba cantando, con sus ojos cerrados, casi en silencio pronunciaba las palabras:

El gozo llena cada célula de mi cuerpo

cada célula está viva con amor

Me sosiego en el proceso de sanación

le permito al Espíritu hacer lo que hace.

En ese momento, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón de amor, fui testigo del poder de la música y de la afirmación en el proceso de curación. Las letras amorosas y positivas alimentaron la fe de mi mamá durante ese tiempo difícil en su vida.

Hoy mi madre está libre de cáncer y sigue escuchando esas palabras de sanación. San Agustín de Canterbury dijo una vez: “El que canta, ora dos veces”. Hay algo acerca de la música que sensibiliza y eleva cada célula viva con amor.

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En el vuelo de Wisconsin a Californiapor Karen Drucker

Miércoles, 1 de octubre del 2003Mi madre murió hace cinco días de cáncer de mama. Fue una montaña rusa de 6 años con un zumbido constante en mi vida. En ocasiones, el zumbido se convertía en un fuerte rugido cuando ella era hospitalizada, a veces era sólo un ruido persistente cuando golpeaba una mala racha, pero el zumbido siempre estuvo ahí. Me preocupaba por cuidar, aconsejar y querer a quien era mi mejor amiga, mentora, inspiración y madre. Allí estaba yo, sentada durante los largos tratamientos de quimioterapia en cuartos de hospitales esterilizados, viendo programas de juegos, hablando y orando para la quimio destruyera todas esas horribles células cancerosas.

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Lloré con ella cuando perdió su cabello, le di palabras de ánimo cuando se debilitaba y, finalmente, tomé su mano mientras mi hermana Tina y yo la ayudábamos a dejar este mundo.

Ella nunca se vio como víctima o como un paciente de cáncer. Sinceramente, creo que su actitud positiva fue lo que la mantuvo aquí hasta el momento en que se “suponía” tenía que irse. Todas las mañanas, ella decía sus afirmaciones y una pequeña oración, y continuó haciendo todos los proyectos que la mantenían activa. Incluso dos días antes de morir, aunque apenas era capaz de caminar y hablar, dio los últimos toques a un proyecto de pintura. Ella fue una artista hasta el final. Su manera de abordar la muerte me enseñó mucho acerca del vivir.

Miércoles, 20 de septiembre del 2005Mi madre trabajó diariamente en su actitud, y compartió conmigo una de sus afirmaciones diarias: “Estoy curada, soy plena y saludable”. Convertí esto en un canto y lo grabé para que ella pudiera cantar conmigo todos los días. Ese canto fue un regalo de ánimo para ella…

Yo sé que diciendo, hablando o escribiendo afirmaciones como una práctica diaria ayuda a que el cuerpo y la mente incorporen esas cualidades. Existen muchos datos e información científica sobre los beneficios del pensamiento positivo y del uso de afirmaciones… Espero que sea cual sea la situación en la que te encuentres en este momento —un problema de salud, transición de vida, que esta canción pueda ayudarte un poco. Eso fue lo que yo deseé para mi madre, y es lo que deseo para ti.

¿Qué haces cuando un ser querido se encuentra con dolor físico o emocional? Un querido amigo me dio el mejor consejo: sólo escucha, ama, ríe y ora con ellos.

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Has sanadoLetra y música por Karen Drucker

Te veo caminando por el desierto —es la noche oscura de tu almaSiento el dolor de tu interior mientras dejas ir todo lo que has

conocidoPero sé que encontrarás las respuestas a lo que estás buscando A través de las cenizas renacerás mucho más sabia que antes

Todo lo que puedo orar por ti, todo lo que puedo orar Todo lo que puedo decirte, todo lo que puedo decir Todo lo que puedo saber de ti, todo lo que puedo saber Es que has sanado, has sanado

Me siento tan perdida y desamparada —No sé qué hacerQuiero hacer desaparecer tu dolor aunque sé que no puedo

rescatarteAsí que voy a escuchar, amar, reír contigo y estar allí para tomar tu

manoRecordarte suavemente que estás haciendo lo mejor que puedes…

Todo lo que puedo orar por ti, todo lo que puedo orar Todo lo que puedo decirte, todo lo que puedo decir Todo lo que puedo saber de ti, todo lo que puedo saber Es que has sanado, has sanado

Has tenido el valor de caminar a través de la oscuridad Confianza en la fe para ayudar a calmar los temores Siente tus ángeles que siempre están a tu alrededor Ellos te susurran al oído.

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En el purépor Joyce Flowers

Decidimosen lo que nos convertiremosno como orugassino mientras no somos nadamás queuna mezcla químicareducida a una mera intenciónrecordamos los momentos en que fuimos la oruga para ganarunos díasbendecidoscomo mariposas

“La idea fascinante que las experiencias de una oruga pueden persistir en la mariposa o polilla adulta, captura la imaginación, ya que desafía en términos generales la visión de la metamorfosis —que la larva se convierte esencialmente en puré y sus componentes son reconstruidos en una mariposa”.

—Autor principal, Martha Weiss, Science Daily, 8 de marzo del 2008

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La curación espiritual puede tomar muchas formas

por el Rev. Robert Brumet

En nuestro deseo por curación espiritual, es importante no apegarnos a una imagen específica de cómo ésta debe lucir. La curación espiritual se manifiesta en tantas formas como hay individuos manifestándola. La curación espiritual es un movimiento hacia una mayor plenitud del ser. Esto puede tomar muchas formas.

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La curación espiritual puede incluir cualquier tipo de curación convencional, así como cualquier modo de medicina alternativa. No es una función del método de tratamiento, mas sí de la opinión que tenemos y cómo la incorporamos en el proceso de curación. La curación espiritual puede ocurrir cuando vemos cada necesidad de sanación como una oportunidad para una mayor conciencia de nuestra verdadera naturaleza y una oportunidad para expresar más de nuestra plenitud inherente.

Existen infinitas formas de curación espiritual. Por lo general, pensamos en la curación como la desaparición de un síntoma, pero esto no es necesariamente así. Si tenemos un dolor de cabeza y tomamos una aspirina para hacer que el dolor de cabeza desaparezca, no necesariamente hemos experimentado la curación. La verdadera curación del dolor de cabeza puede requerir que exploremos otros sistemas físicos y posiblemente descubramos que algunos sistemas de algún órgano no funcionan correctamente.

La curación puede requerir que revisemos y, posiblemente, que modifiquemos nuestros hábitos alimenticios. Puede demandar que cambiemos nuestro comportamiento y la forma en que vivimos nuestras vidas. Puede exhortarnos a examinar y cambiar algunos de nuestros valores y creencias. Puede instarnos a explorar y sanar algunos problemas emocionales no resueltos. Puede exigir que exploremos nuestra relación con Dios y nuestro más profundo sentido de identidad. La curación espiritual significa reconocer la interrelación de todos los aspectos de nuestra naturaleza. Ser sanado es ser hecho pleno. La curación espiritual involucra todos los niveles de nuestro ser.

No es raro que la curación espiritual aparezca milagrosamente. Un llamado milagro es simplemente un efecto producido por una causa desconocida. Cuando la causa es conocida, la curación deja de ser un milagro.

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Es un poco como ver un espectáculo de magia y después descubrir cómo el mago hace sus trucos. La próxima vez que veas la demostración, ya no verás ninguna “magia”, porque ahora tendrás una explicación. Las curaciones que son prácticas comunes hoy en día, pudieron parecer milagros hace cien años, porque no había explicación alguna para ellas en términos de ciencia. No existe límite para lo que puede ser sanado. Sólo existe un límite para lo que podemos explicar.

Lo que llamamos un milagro es milagroso sólo por la visión condicionada y habituada que tenemos del mundo. Muchos creen que sólo Jesús —y tal vez algunas otras personas— pueden hacer milagros. Sin embargo, el mismo Jesús dijo a los discípulos: “El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las hará; y aún mayores hará” (Juan 14:12). Lo que nosotros llamamos milagros en una era, en otra es algo ordinario. En los tiempos de Jesús, ¿qué podría parecer más milagroso que viajes espaciales, trasplantes de órganos, clonación y redes informáticas? Sin embargo, hoy en día vemos todo esto como algo común.

A la inversa, la curación espiritual puede no aparecer como una curación del todo en sentido convencional. A veces, los síntomas no desaparecen, sin embargo, la curación espiritual se está llevando a cabo. Pablo de Tarso tenía un enigma: “una espina en la carne”, la cual pedía repetidamente que fuera removida. El Señor (su propia naturaleza espiritual) respondió diciendo: “mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9). La conciencia de nuestra naturaleza espiritual puede ser más poderosa a través de la debilidad del cuerpo o de la mente.

La curación espiritual involucra todos los niveles de nuestro ser.

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Yendo a Dios primeropor Dinah Chapman

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Yo crecí en Estados Unidos en la época en que se veían programas de reavivamientos y sanaciones en la televisión —a finales de los años 50 y principios de los 60. De niña, me sentaba en reuniones de reavivamiento que culminaban con largas filas de oración y de sanación. La idea se presentaba en lo profundo de mi alma que la curación era posible —pero yo era ambivalente y, a menudo, dudaba que los métodos y las probabilidades fueran perdurables. Era desconcertante para mi mente joven, ya que parecía que Dios sanaba a algunas personas pero a otras no. En el mejor de los casos, la curación parecía tener una probabilidad de 50/50.

Mientras me acercaba al sexto grado, fui devastada cuando contraje una infección cutánea. Aprender que esto me dejaría cicatrices de por vida en mis piernas fue un golpe para mi autoestima, sobre todo en la época cuando todas las niñas a mi alrededor empezaban a usar medias de nailon. Una tarde triste, casi no podía soportar la increíble picazón de las llagas en mis piernas inflamadas. Le pedí a mi papá, quien era ministro pentecostal, que orara por mí. Llamamos a los ancianos de la iglesia. Su oración me tranquilizó y me dio paz, y sentí un poco de alivio. Más tarde, esa misma semana, mi madre me llevó al médico y finalmente la infección cutánea se aclaró. Esa experiencia sentó las bases para mí de ir a Dios primero por cualquier necesidad de curación. Creo firmemente que fue la paz que sentí después de orar lo que produjo la resolución de la situación. Con los años, mi fe ciega como la de un niño floreció en una fe comprensible. Entendí que la sanidad y plenitud son realmente mi estado natural como ser espiritual —que son mi herencia divina como hija de Dios.

Mi perspectiva cambió. Me di cuenta de que la curación era un trabajo interno, que ya estaba en mí, que no era algo que tenía que rogar o suplicar a Dios que me diera. He aprendido a dejar que surja desde mi interior.

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Hace años, sentí como si tuviera una pelota de golf bloqueando mi esófago. Mi doctor quería realizar pruebas a mi aparato digestivo, pero tuve que viajar por cuestión de trabajo y le dije que no tenía tiempo. La prescripción que me dieron no funcionó y me provocó efectos secundarios. Me fui a mi viaje de trabajo, afirmando y sabiendo que la curación estaba ocurriendo. Comenzaba con una oración sencilla y mantenía mi rutina de meditación. También repetía: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). Después de unos meses, ya no tenía síntomas y no los he tenido desde entonces.

Reconozco que cada situación no será igual. Sin embargo, por medio de una conciencia amplia de la presencia de Dios, sé que puedo enfrentar lo que venga. Con valentía puedo afirmar que mi conexión con Dios significa que soy una con cada idea divina y cada bendición —ya sea que busque salud, abundancia, paz o guía. Gracias a mi fe, puedo suscitar la curación a través de la oración. Puedo meditar en la verdad y afirmar mi bien independientemente de las apariencias externas. También, al practicar el perdón y liberar cualquier creencia negativa o falsa, puedo mantener el sendero de mi vida libre de residuos mentales que puedan interferir con la curación.

Ahora mi práctica es dirigirme a Dios en mí primero —ya sea necesaria una intervención médica o no.

La sabiduría de nuestra curación está siempre en nosotros cuando vamos más allá de lo que podemos ver visiblemente. Con convicción y seguridad, podemos percibir nuestro mayor bien

como una realidad viva.

Gracias a mi fe, puedo suscitar la curación a través de la oración.

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El poder constructor de la fepor la Rev. Barbara Hadley

Me gustaría poder decir que yo tenía fe en que mi hermana sanaría, pero eso no es cierto. Ella ha sufrido de enfermedad mental la mayor parte de mi vida adulta. Verla padecer mentalmente y perder su habilidad para cuidar de sí misma no fue sorprendente para mí, a pesar de mis creencias Unity de la plenitud. He acompañado a mi hermana a través de repetidas hospitalizaciones psiquiátricas y atentados de suicidio —¿acaso no era eso prueba de que “la buena vida” no era algo posible para ella?

He visto a un primo seguir el mismo camino de la adicción a los analgésicos recetados y finalmente a la muerte. A través de

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los años, he orado para que mi hermana “vea la luz” y siga el consejo médico de participar del Programa de 12 pasos, de salir con mayor frecuencia, de encontrar una manera de contribuir a su propio bienestar. Finalmente, mis oraciones fueron: “Que se haga la voluntad de Dios”. Había llamado a Silent Unity y reforzado mi propia fe, pero, sinceramente, ¿una cura para mi hermana? Yo no tenía ninguna fe de que eso fuera posible.

Pero Dios tenía otros planes. Dios puede reconstruir tu fe aun cuando pienses que no tienes ni “un grano de mostaza”. Experimenté ese poder un día hace poco, cuando mi hermana me llamó por teléfono “inesperadamente”. Esto en sí mismo fue trascendental. Ella no podía llamar por teléfono, ya que ha perdido muchas de sus capacidades debido a sobredosis de drogas. Para levantar el teléfono ella requiere un estado mental que no ha tenido desde hace tiempo. Pero en efecto, era mi hermana al teléfono. Nuestra conversación fue breve, pero ella dijo: “Yo no puedo recordar cosas”. ¡Eso en sí fue un milagro! Ya que ella podía reconocer que no era capaz de recordar. Estaba lo suficientemente alerta para saber que no estaba bien en su mente. Eso fue un gran avance. La curación siempre es posible. El que mi hermana levantara el teléfono y que yo la escuchara hablar con lucidez fue muy esperanzador para mí. Ahora tengo un grano de mostaza de fe y, no importa lo que pase, puedo ver a mi hermana en plenitud en lugar de enfermedad. Esa semilla de mostaza se ha abierto y está haciendo crecer en mí una fe y una esperanza a las que no voy a renunciar.

Dios puede reconstruir tu fe aun

cuando pienses que no tienes ni “un

grano de mostaza”.

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