todos somos censores - nodelman

8/18/2019 Todos Somos Censores - Nodelman

1/21

TODOS SOMOS CENSORES

Perry Nodelman

Nodelman, Perry. “Todos somos censores” en Un encuentro con la crí tica y los libros para niños.

Caracas: Banco del Libro, 2001.

Resumen: El autor se centra en el examen crítico de los comportamientos que dan base a la

censura, entre los cuales distingue lo que él llama la agnosis o el negarse a saber. Cuestiona la

clasificación de los libros en función de la edad de los niños y se niega a concebir el libro como

una fuente de aprendia!e en sí. "eg#n Nodelman, la $erdadera fuente de transmisión del saber

se encuentra en los educadores, en los e!emplos que dan y los $alores que defienden. En esta

óptica, el niño debería poder leer todos los libros que quiera, a condición de que esta libertad

sea guiada por un adulto resueltamente in$olucrado en el proceso de aprendia!e.

La mayoría de los lectores de esta publicación, como yo mismo y las personas con las

cuales hablo acerca del tema, se muestran contrarias a la censura de los libros infantiles. Como

yo, hacen muecas de horror al enterarse de que funcionarios sindicales en la Columbia Británica

intentan prohibir un libro ilustrado que trata de árboles porque podría predisponer a los niños

contra los leñadores, o de que una junta educativa en el occidente de Canadá prohibe un cuento

de obert !unsch acerca de un maestro y un director que no lo"ran colocarle a un niño un traje

especial para la nieve, aduciendo que socava el respeto que deben sentir los jóvenes lectores por

los detentores de la autoridad #es decir, maestros, directores y juntas educativas$ #1$.

1


2/21


3/21

3ero esto no implica que los fanáticos, necios y pervertidos ten"an derecho a que su

fanatismo, estupide+ y perversión no sean cuestionados. l contrario4 deben ser cuestionados. )i

lo"ramos evitar que lo di"an, perdemos la oportunidad de cuestionarlos y la historia nos enseña

que el mal y la locura reprimidos sencillamente aumentan y se tornan más peli"rosos, como la

"an"rena bajo una venda. )e vuelve prohibido y tentador. Crece y empeora. %o, es mejor que se

di"a, para que a la ve+ nosotros ejer+amos la libertad de señalar cuán ridículo o peli"roso es, con

la certidumbre de que si nuestros ar"umentos en contra son ló"icos y bien ra+onados, las

personas en "eneral serán lo suficientemente ra+onables como para aceptar la valide+ de nuestras

conclusiones al respecto. Creer lo contrario sería una arro"ancia sin sentido.

3or ello, nada debe ser censurado, nada suprimido y eso incluye, posiblemente antes que

nada, los murmullos de censura de los censores en potencia. 3orque si verdaderamente estamos

en contra de la censura, no nos queda otra alternativa sino permitirle tambi'n a los censores

ejercer la libertad de e&presión. )i realmente somos tolerantes, debemos tolerar su intolerancia,

para que podamos condenar lo equivocados que están.

5odo esto suena bien y es verdad, dirán ustedes por supuesto que debemos permitirle a la

"ente decir lo que desea. 3ero el derecho que tiene la "ente de decirlo no si"nifica que otra "ente

est' obli"ada a escucharlo, sobre todo si la 6otra "ente7 a que nos referimos son los niños. 3or eso,

sí, dejemos que los escritores e&presen su racismo o antiambientalismo siempre y cuando yo

ten"a el derecho a no escucharlos, y más que eso, ten"a el derecho de mantener sus perversiones

enfermi+as lejos del alcance de los niños que están bajo mi responsabilidad.

-n %ormenta en las &ontañas, el preocupante libro acerca del intento de prohibir en 8est

9ir"inia la serie de te&tos sobre artes del len"uaje que 'l había editado, :ames !offett su"iere

que la censura se ori"ina en lo que 'l denomina agnosis #;deseo de no saber


4/21

sencillamente no están interesados. )upon"o que ese es el fundamento para seleccionar lo que

vamos a leer como por ejemplo, buscar libros de ciencia ficción parecidos a los que ya hemos

disfrutado, y recha+ar la porno"rafía. %o obstante, si se trata de los niños, la situación no es tan

sencilla.

-n lo que respecta a niños, muchos de nosotros ponemos en práctica cierto tipo de

a"nosis. echa+amos al"unos libros porque pensamos que pueden enseñar a los niños al"o que

nosotros ya sabemos, pero que no deseamos que ellos sepan.

=eneralmente no queremos que ten"an ese conocimiento porque creemos que puede

dañarlos o pervertirlos es decir, que el conocimiento del mal los hará malos. -sta posición no

toma en cuenta un hecho importante4 nuestro propio conocimiento del mal no nos ha hecho malos

a nosotros. -n "eneral ocurre lo contrario4 cuando nos encontramos con un estereotipo se&ista, no

nos convertimos en ac'rrimos chauvinistas, sino en feministas furiosas#os$. %uestra respuesta

habitual ante el descubrimiento de te&tos nocivos en un libro que leemos es un acceso de rectitud

escandali+ada.

3ero eso es porque ya sabemos identificar los estereotipos por lo que son podría

sostenerse #y de hecho es así$ que mentes más d'biles o inmaduras que las nuestras carecen de

esta capacidad. -n otras palabras, los niños aceptarían los estereotipos inconscientemente, y por

eso debemos prote"erlos para que no lean libros que los conten"an.

3ero vivimos en un mundo no sólo repleto de libros con los cuales estamos en desacuerdo,

sino tambi'n de publicidad por televisión, narcotraficantes, vendedores por tel'fono, políticos,

evan"elistas e hijos cuyos padres tienen valores distintos a los nuestros. !antener apartados a los

niños de las ideas y los valores que no nos "ustan resulta prácticamente imposible. -n ve+ de

tratar de prote"erlos suprimiendo los materiales potencialmente peli"rosos, sería más ló"ico

ayudarlos a aprender la importancia de ser menos confiados. !i hija asumió la responsabilidad de

4


5/21

identificar el se&ismo en los libros de te&to que leía cuando el mundo la hi+o tomar conciencia de

su se&o, y sus padres la ayudaron a ser consciente de la opresión que enfrentaría debido a ello.

>esde entonces, ella puede ver hasta el certamen ;!iss -stados ?nidos< sin un deseo aparente de

transformarse en una e"omaníaca con cerebro hueco.

)upon"amos que no hubi'ramos enseñado a lice a reconocer los estereotipos se&uales.

pesar de las fervorosas convicciones de los adultos acerca de cuáles libros no deben leer los

niños, hasta ahora no he conocido a nadie @ni una sola persona@ que admita que aprendió a ser

malvada o violenta por la maldad y violencia contenida en los libros que leyó en su niñe+. 3or el

contrario, puedo citar este ejemplo4 una estudiante en el curso de literatura infantil que dict' este

año me mostró un libro que atesora porque le había encantado cuando era niña. 3ero hoy en día,

lo mantiene oculto en el Altimo tramo de un closet oscuro, detrás de la lencería, porque le parece

insoportablemente racista y no quiere que sus hijos lo lean y se contaminen con 'l. -l libro sí es

muy racista se llama '( Negritos y habla de ;)am Chocolate< y su esposa bano, que se sienten

;or"ullosos como mapaches< de su familia cada ve+ más "rande de ;ne"ritos


6/21

motivos4 o los niños son inherente e ineludiblemente malvados, a pesar de los intentos de sus

tutores por convertirlos en buenos #yo me rehuso a aceptar esta conclusión$ o bien los padres de

las personas responsables por el cuidado de los niños no ofrecieron a sus hijos un conte&to desde

el cual poder recha+ar el mal.

3or lo tanto, sospecho que los libros son siempre menos si"nificativos para nuestra

educación que los valores que nos inculcan quienes nos cuidan y nutren ya sean los valores enlos cuales ellos dicen creer y se esfuer+an por inculcar, o bien los que en realidad ponen en

práctica y nos enseñan al mostrárnoslos. 5ambi'n sospecho que es esto Altimo lo que realmenteenseña a tantos niños a amar la violencia y a no preocuparse por los demás, aunque muchos de

nosotros culpamos de ello a la televisión y a los comics. Los pro"ramas de televisión y los librosdiri"idos al "ran pAblico debe tener popularidad para ser rentables, y sólo conservan su

popularidad si reflejan los valores conservadores de la sociedad, es decir, si confirman la realidaden la cual la mayoría de las personas se ima"ina que habita. )i afirmamos no compartir esa

versión de la realidad, pero no nos esfor+amos para que los niños bajo nuestra responsabilidad se

percaten de las objeciones que hacemos a los valores inherentes a esa realidad, no debe

sorprendernos que los niños tomen esos valores de la televisión y los libros.

3ara efectos de la discusión, voy a fin"ir que lo que acabo de ar"umentar es erróneo en

este caso específico es decir, que las palabras que leemos sí tienen una influencia ineludible

sobre nosotros, y que independientemente de la posición que usted tenía cuando comen+ó a leer

este ensayo, para ese momento ya lo he convencido de que ten"o ra+ón en todo. !i prosa

insidiosa ha hecho bien su trabajo, y triunfó sobre todas sus convicciones previas. Lo"r'

persuadirlo4 la censura es siempre un error.

)in embar"o, sospecho que usted continAa siendo un censor. Como señal' anteriormente,

en lo que respecta a los libros infantiles, todos somos censores pero la cuestión que hace que nos

volvamos más censores que nunca no tiene que ver con los valores, con la violencia, ni con el

estereotipo se&ual que he discutido hasta ahora. 5iene que ver con la edad.

ndependientemente de que seamos padres, maestros, bibliotecarios, o especialistas en

literatura infantil, la mayoría de nosotros sólo quiere determinar una cosa acerca de cualquier

6


7/21

libro infantil que cae en nuestras manos4 /está diri"ido a niños de qu' edad0 D aunque

sostenemos que nos interesa encontrar la edad apropiada, casi siempre diri"imos nuestros

esfuer+os para definir la edad errónea. ;/-ste libro es muy sencillo para un niño de cuatro

años0


8/21

)in embar"o, estoy se"uro de que se sentirían ofendidos si los llamara de esa forma.

puesto que la mayoría, si no todos, propu"nan la libertad de e&presión y son enemi"os

ac'rrimos de la censura. puesto que ellos mismos calificarían la práctica que he definido como

censura en t'rminos muy distintos. 3robablemente la llamarían ;selección de libros


9/21


10/21

actitudes su"ieren la necesidad de aislar a los niños, ya sea de la inmodestia corruptora de la

se&ualidad adulta o de las limitaciones corruptoras de la racionalidad adulta.

-n otras palabras, la niñe+ tal como la entendemos exige que los adultos se comporten

como censores los niños pueden continuar siendo niños sólo mientras los adultos censuren sus

percepciones acerca del mundo adulto. D parecemos tener una profunda necesidad de que la

niñe+ se prolon"ue lo más posible. La respuesta de muchos adultos ante mis recomendaciones

positivas de libros para niños con contenidos que consideran inapropiados es la si"uiente4

;)e"uro que podrían comprenderlo, pero /por qu' tienen que leer acerca de cosas terribles

cuando son tan jóvenes0 Da se enterarán de eso con el tiempourante los Altimos si"los @desde que concebimos la idea de que los niños son distintos

a los adultos por las limitaciones inherentes a su capacidad para comprender@ hemos

desarrollado un sistema altamente sofisticado para determinar e&actamente cuándo y cómo deben

enterarse. Creemos que e&isten ;etapas< en el desarrollo del pensamiento infantil, y en las

capacidades morales y sociales de los niños. -stos no sólo difieren de los adultos en su forma de

pensar las cosas, sino que los niños más pequeños son distintos a los más "randes4 la especie

;humana< está conformada por una serie de subespecies cronoló"icamente diferenciadas que son

inherentemente distintas entre sí.

-s por eso que nos preocupamos tanto por esas cate"orías etarias4 mientras los niños no

sufran esas abruptas y aparentemente má"icas transformaciones de una subespecie a la si"uiente,

de una etapa a la si"uiente, sencillamente no están en capacidad de absorber más que la cantidad

limitada que permite la etapa en la cual se encuentran en un momento dado, del mismo modo

que las oru"as no pueden volar. 3ensamos que e&ponerlos causaría un cortocircuito en sus

mentes, y quemaría unos fusibles co"noscitivos. )us cabe+as podrían e&plotar.

10


11/21

l seleccionar libros como acto de censura en realidad intentamos evitar esas

e&plosiones. !uchas de las personas con las cuales hablo acerca de estos temas están

convencidas de que facilitar a los niños libros que no son apropiados para la etapa en que se

encuentran @es decir, que no son lo suficientemente sencillos@, de al"una manera aho"ará

cualquier deseo que pudieran volver a tener de pensar al"o o leer otro libro.

>e nada sirve que estos adultos admitan que ellos mismos a veces han leído libros con

palabras desconocidas, sin que esto les causara daños serios y que leyeron palabras como

;onomatopeya< o ;diploblástico< y sobrevivieron, sin haber e&plotado. %o sólo sobrevivieron,

sino que si"uieron leyendo. ntes de persuadirlos de que deben confiar en sus propias

e&periencias, por encima de sus convicciones teóricas acerca del si"nificado de las edades y las

etapas, debo cuestionar esas etapas.

-n realidad se trata de al"o que resulta sencillo cuestionar. La idea se"An la cual la niñe+

consta de una serie de etapas relacionadas con edades específicas es una versión de las teorías

co"noscitivas del psicólo"o sui+o :ean 3ia"et, y a menudo la versión que se e&presa es

incorrecta. 3ia"et nunca su"irió que las relaciones entre las etapas de desarrollo y la edad

cronoló"ica de los niños fueran tan rí"idas como creen muchos de sus se"uidores, o que la

información debía mantenerse alejada de los niños se"An etapas específicas, porque ellos no

pueden manejar ideas o e&periencias desconocidas. 5odo lo contrario4 3ia"et resalta que los

niños necesitan asimilar nuevas ideas y e&periencias antes de pasar a una nueva etapa, y que

pueden lo"rar esto si cuentan con la información, y no sencillamente porque alcan+aron un punto

cronoló"ico má"ico.

3or otra parte, 3ia"et sí afirmó que era imposible que los niños aprendiesen conceptos

que 'l definió como fuera del alcance de su etapa actual de desarrollo, una idea que la

investi"ación más reciente sobre desarrollo co"noscitivo ha cuestionado seriamente. 9ersiones

11


12/21

li"eramente distintas de los e&perimentos en los cuales 3ia"et basó sus teorías han demostrado

que los niños pueden alcan+ar formas de pensar que teóricamente resultan imposibles a etapas

asombrosamente tempranas.

Las investi"aciones contemporáneas tambi'n cuestionan la suposición de que el

desarrollo consiste en una serie de cambios periódicos de un estado específico a otro. -studios

recientes su"ieren que el aprendi+aje ocurre "radualmente, en una serie continua de pequeños

pasos, siempre y cuando e&istan nuevas e&periencias para que los niños #y los adultos$ aprendan

de ellas. unque sí parecen e&istir las etapas esbo+adas por 3ia"et, estudios su"ieren que 'stas

podrían ser impuestas culturalmente como resultado de elementos tales como edades de in"reso a

la escuela y nuestras creencias adultas del tipo de e&periencias que pueden procesar los niños

como manifestó Barry :. Kimmerman4 ;lo que parece 6normal7 desde el punto de vista de la

maduración en el proceso co"noscitivo y en el desempeño refleja, si se le e&amina más de cerca,

un sistema culturalmente impuesto de 6estímulos y frenos7 e acuerdo con el psicólo"o co"noscitivo Charles Brainerd, ;Las objeciones empíricas y

conceptuales a las teorías #de 3ia"et$ se han vuelto tan numerosas que ya no pueden se"uir

siendo consideradas como una fuer+a positiva en las investi"aciones sobre desarrollo

co"noscitivo


13/21

su"iere que lo serán la teoría de las etapas. l ne"arles el conocimiento, los niños continuarán

siendo i"norantes.

3ero por supuesto que la i"norancia es sólo otra palabra, menos positiva, para la

;inocencia


14/21

3ero podría ar"umentarse que esas son e&actamente el tipo de e&periencias brutales y

destructoras de esperan+as que los niños no deberían tener. -sas e&periencias forjan y perjudican

a las personas, por lo que prote"er a los niños de las mismas posiblemente es una forma de

mantenerlos sanos y saludables. -ste tipo de a"nosis parece ser buena para los niños.

3ues bien4 /deben ser inocentes los niños0 )í, evidente e idealmente, sí deben ser

inocentes ante la presencia del hambre, del caos emocional, de la e&plotación por parte de los

adultos ávidos de se&o y violencia. %o ten"o intención al"una de ar"umentar que el hambre y la

e&plotación y la violencia son buenos para los niños no son buenos para nin"An ser humano.

3or otra parte defiendo que el conocimiento de estas cosas es bueno para los seres

humanos, incluyendo a los niños. )i sabemos al"o acerca de al"o, podemos pensar en eso aunque

no lo hayamos e&perimentado jamás. D pensar en el mal es sin duda nuestra mejor defensa

contra 'ste.

l menos, por supuesto, que creamos que el mal es inherentemente más atractivo que el

bien. Do no lo creo. Creo que todo lo que se relaciona con el mal y la violencia es repu"nante, y

no hay que pensar mucho para descubrir en toda esta sobreoferta de mal los límites voluptuosos

de cierta autocomplacencia perversa siempre y cuando uno haya desarrollado estrate"ias de

pensamiento.

simismo, creo que los niños a quienes se les brinda conocimiento de este tipo de cosas y

estrate"ias para pensar en ellas lle"arán a conclusiones @no necesariamente las mismas a las

cuales lle"ar' yo@, pero sus conclusiones serán sutiles y bien pensadas y tomarán en cuenta la

mayor cantidad posible de elementos. Las teorías del desarrollo moral ( como la de LaHrence

ohlber" ( que su"ieren que los niños en realidad no son capaces de pensar así, no sólo

dependen de suposiciones pia"etianas hoy en día insostenibles, sino que son objeto de serios y

merecidos ataques por ser chauvinistas desde el punto de vista masculino, así como

14


15/21

euroc'ntricas ya que premian actitudes similares a las de sus creadores europeos como el punto

más alto de la evolución moral. Lle"ó el momento de dejar a un lado estas teorías y tratar de

ayudar a niños de todas las edades a ser tan sutiles en su pensamiento moral como nos "usta

creer que somos nosotros.

Cuando menos, si damos a los niños conocimiento del mundo, podremos discutirlo con

ellos, y comunicarles nuestras propias actitudes. -n cambio, si preferimos mantenerlos

i"norantes de todo lo que recha+amos #teóricamente porque los estamos prote"iendo de eso$,

perderemos la oportunidad de sostener este tipo de discusiones. l mismo tiempo, es probable

que los niños discutan estos asuntos tan interesantes entre sí. 3ueden llamarme elitista, pero

ten"o más fe en la solide+ de mis propios valores que en los que pueden idear un "rupo de niños

de cuatro años, o jóvenes de catorce años, que han sido mantenidos en la i"norancia del

pensamiento maduro para prote"er su inocencia. Cualquiera que como yo haya aprendido en el

parque y en la calle tantas cosas sobre temas como el se&o y lo que realmente quieren las

mujeres, a falta de discusiones pAblicas o con nuestros padres sobre estos temas, comprenderá

por qu' he lle"ado a esta conclusión4 la i"norancia no es precisamente una bendición, y raras

veces es inocua.

>e hecho, estoy convencido de que son más dañinos quienes i"noran lo que seres

pensantes y morales consideran malvado, que los que tienen conocimiento acerca de esas cosas

es la i"norancia @y no el conocimiento@ lo que destruye el paraíso.

La verdadera inocencia no es i"norante. 3ermanecer inocentes, es decir, tratar de no hacer

el mal, e&i"e conocer el mal. 3or lo tanto, el conocimiento prote"e a la inocencia4 sólo los que

están armados de nociones 'ticas y prácticas acerca del comportamiento propio y el de los demás,

tienen cómo ser buenos. D estoy convencido de que esto es particularmente cierto en el caso de

los niños.

15


16/21

>e esta forma lle"o a la esencia de mi propia filosofía en lo que respecta a la selección de

libros4 no se preocupen por que los niños no comprendan lo que deberían comprender. !ás bien

ten"an esperan+as de que comprenderán. -stimAlenlos a aprender. 3ermítanles leer cualquier cosa

que les interese, de acuerdo al nivel de dificultad que ellos mismos decidan que pueden manejar,

para que ellos mismos aprendan lo que sienten que deben saber. >enles acceso al conocimiento

del mundo tal cual es a libros que lo describan con todo el detalle necesario, y anímenlos a

conocerlo en la forma más cabal, profunda y sutil que sea posible. )i creemos que pueden no

comprender al"o, ayud'moslos a comprenderlo hay que enseñarles los hábitos mentales y las

estrate"ias de lectura de modo que, cuando lean, ten"an e&periencias ricas, si"nificativas y

productivas.

%o siempre tuve tan buen sentido de las cosas. Lo aprendí de mis hijos. Cuando eran más

pequeños, :osh, sa y lice seleccionaban los libros que les atraían o que querían que les

ley'semos de un estante que contenía todos los libros infantiles que había en la casa. -ra una

selección ecl'ctica4 contenía no sólo los que yo consideraba que eran buenos libros, sino tambi'n

los que había comprado para usar en mis clases de literatura infantil como ejemplos de literatura

mala, y a veces, los que consideraba que manejaban valores inapropiados, tontos, o superficiales.

3ara mi mortificación, los niños a menudo seleccionaban y disfrutaban de mis ejemplos malos, y

a pesar de mi abierta oposición a la censura en pAblico, no puedo ne"ar que sentí la necesidad de

restrin"ir lo que esco"ían.

3ero lue"o me di cuenta de que los niños nunca parecían interesarse o dejarse influenciar

mucho por los valores malos, y a menudo seleccionaban tanto los buenos ejemplos como los

malos. -l acceso a las tentaciones del mal no pareció alejarlos de la apreciación de lo que sus

padres les enseñaron que era bueno. 3or eso, me tra"u' mi mortificación y permití que esco"ieran

lo que desearan.

16


17/21

-sto no cambió mucho despu's que aprendieron a leer y tuvieron mayor libertad a la hora

de esco"er sus lecturas. l dejar de estar limitados a los libros infantiles o a los libros que

teníamos en la casa, leían lo que deseaban si bien en ocasiones debí luchar con mi conciencia

para permitírselos.

/Cuál fue el resultado0 -l libre acceso al conocimiento no convirtió a nin"uno de mis

hijos en monstruos, al menos se"An mi definición de monstruo. *oy en día son adolescentes y

ante los ojos de su or"ulloso padre actAan como seres sensibles, humanitarios, responsables y

felices4 son seres humanos morales, a pesar de @aunque yo creo que fue a causa de@ su amplio

y temprano acceso al conocimiento del mal, la lujuria, el dolor, la anatomía, la vul"aridad y la

violencia.

=racias a este acceso, es obvio que mis hijos nunca fueron las criaturas ;aniñadas< que los

adultos decimos admirar. >esde muy temprano, su conocimiento les mostró su propio poder4 su

derecho a ser escuchados y tomados en serio, y su libertad para evaluar el comportamiento de los

demás, incluyendo los adultos, con una mirada considerada y a veces crítica. %o puedo ne"ar que

esas cualidades ocasionalmente han causado an"ustia y hasta enfurecido a al"unos de sus

maestros y profesores. ?n nAmero sorprendente de estos me ha dicho que los niños deben

respetar siempre a los mayores, independientemente del tipo de abuso, estupide+, o estreche+ de

mente que decidan poner en práctica. >e hecho, son estas conversaciones preocupantes con

individuos insensibles y defensivos que profesionalmente se ocupan del cuidado de los jóvenes,

las que confirmaron mi confian+a en que el conocimiento que adquirieron mis hijos sobre el mal

y la capacidad para pensar en 'l de forma analítica les ha servido de protección.

-so no implica que jamás recha+aría un libro o pro"rama de televisión u obra teatral. !i

su"erencia de dar a los niños más libertad para esco"er incorpora una condición muy importante4

que ten"a lu"ar en el conte&to de un inter's activo por la vida de los niños en "eneral y por la

17


18/21

lectura en particular de parte de los adultos, y como parte de un esfuer+o activo de estos por

enseñarles todas las capacidades de respuesta crítica y análisis que nosotros mismos poseemos. )i

no se hace en este conte&to, los niños sí podrían ser influenciados por libros y pro"ramas de

televisión tontos y superficiales o llenos de maldad. >e hecho, eso ocurre. 3or ello, nosotros

como adultos tenemos el derecho @en realidad la obli"ación@ de informar a los niños lo que

consideramos es malvado, inmoral, vul"ar o sencillamente tonto, sin ne"arles al mismo tiempo el

acceso a ello.

3or eso, mis hijos han tenido que escuchar a sus padres discutir acerca de la estupide+ de

al"unos libros que a ellos les "ustaban, aunque les permitíamos disfrutar de esa estupide+.

Cuando eran más pequeños a menudo me ne"aba a leerles libros que no me "ustaban, por

ejemplo, libros que dejaron de interesarme despu's de haberlos leído cien veces, o cualquier cosa

de los 2sitos Cariñosos. -llos podían ver esos libros por sí solos todo lo que quisieran, pero no

sin antes escuchar mis opiniones al respecto. simismo, tenían que escuchar a su padre y a su

madre hablar con sarcasmo sobre las tonterías de al"unos pro"ramas de televisión que veíamos

con ellos, con lo cual aprendían a defender sus propios "ustos o a compartir el sarcasmo. !e

complace decir que ellos aprendieron rápidamente a hacer ambas cosas, y aunque hoy en día sus

"ustos y opiniones a menudo difieren de las de sus padres, comparten nuestro placer e inter's en

discutir estos asuntos.

-n otras palabras, nos esfor+amos por enseñarles que había opiniones distintas sobre

ciertas e&periencias que les daban placer. %o sólo tenían que reconocer la e&istencia de estas

opiniones distintas tambi'n tenían que aprender a pensar, para de ese modo defender @o incluso

cambiar@ sus propios "ustos e intereses. )u inocencia estaba acora+ada, no sólo por el

conocimiento, sino por haber aprendido formas responsables de pensamiento.

18


19/21

l"unos dirán que este nivel de participación por parte de los adultos no es posible para

todos, que no todos son especialistas en literatura infantil, que muchas personas encar"adas de

cuidar un niño tienen otras responsabilidades y sencillamente no tienen tiempo para leer los libros

que leen los niños bajo su responsabilidad, o para ver los pro"ramas de televisión que ven dichos

niños, y mucho menos para discutir esas e&periencias con sus hijos. 3ero uno no necesita ser

especialista en la materia para comunicar a los niños la reacción que uno siente ante un libro,

basta con tener la disposición para responder con honestidad, y ser consecuente con esa

respuesta. D en cuanto a los que no tienen tiempo para este tipo de conversaciones4 no estoy tan

dispuesto a absolver a "ente que por lo menos debería sentirse culpable por su falta de

participación. Los niños sí requieren cuidado, y un cuidado responsable consume tiempo y

esfuer+o por lo que hay que hacer un esfuer+o por leer y comentar un par de libros sobre ardillas

y princesas de cuentos de hadas, si esto contribuye a que los niños bajo nuestro cuidado no

absorban valores que nos parecen aborrecibles y, con el tiempo, no terminen siendo el tipo de

personas que afirmamos despreciar. Creo que esto es precisamente lo si"nificativo.

!ás aAn, estoy convencido de que son pocas las personas con niños a su car"o que no

participan en su vida intelectual e ima"inativa por insensibilidad o falta de inter's. ?na ve+ que

han desechado su fe en el valor o inevitabilidad de la i"norancia infantil, los adultos con los que

he conversado estos asuntos aceptan tranquilamente la responsabilidad de darle a los niños un

conocimiento más amplio del mundo y orientarlos para que desarrollen una forma más sabia de

comprenderlo.

D lo hacen porque esto les enseña una cosa sumamente importante4 al darles libertad y

responsabilidad para esco"er por sí mismos, la mayoría de los niños esco"en sabiamente. -n su

descripción del columpio de cuerdas en el establo de KucMerman contenido en C/arlotte0s 1eb,

-. B. 8hite indica que los padres siempre se preocupan de que los niños accidentalmente se

19


20/21

cai"an del columpio y se ha"an daño. 3ero se"An 8hite, ;los niños casi siempre se aferran más

tena+mente a las cosas de lo que creen sus padres< #p. JN$. Do tambi'n pienso que lo hacen @

tanto a las cuerdas como a los valores de quienes velan por ellos@ pero sólo si dejamos de tratar

de aferrarnos nosotros por ellos para inculcarles un falso sentido de se"uridad.

NOTA

#1$ ?na persona que leyó los borradores de este ensayo su"irió que los ejemplos de actitudes

censoras que utilic' son tan absurdos que los lectores de 'pocas posteriores y de otros lu"ares

podrían pensar que las invent' a manera de chiste. %o lo hice, y no son chistes. >e acuerdo a la

información suministrada por el ;BooM and 3eriodical Council for Oreedom to ead 8eeM PNNE


21/21

!2OO-55, :ames. "torm in t/e mountains)* case study of censors/ip, conflict and consciousness. Carbondale4 )outhern llinois ?3, PNQQ.

5-, 8alter . '( little negroes. %ueva versión. Londres4 )ylvan 3ress(%icholson 8atson,PNSS.

8*5-, -. B. C/arlotte0s 1eb. PNTE. %eH DorM4 *arper 5rophy(*arper U oe, PNRI.K!!-!%, Barry :. ;)ocial Learnin" 5heory4 conte&tualist account of co"nitivefunctionin"

todos somos censores - nodelman

Documents