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BOLETíN INFORMATIVO Asociación Universitaria del Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales 4 Diciembre de 1997 tJ4 «le aM ItJtJf

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BOLETíN INFORMATIVO Asociación Universitaria del Profesorado de

Didáctica de las Ciencias Sociales

4

Diciembre de 1997

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BOLETíN INFORMATIVO, 4

EDITORIAL

Punto y seguido: ¿Qué pasará con la Historia y

con las Humanidades en la enseñanza obligatoria?

Después de dos largos de meses de debate, el Congreso de los Diputados acordó el pasado día 16 de diciembre, retirar el Anteproyecto de reforma de las Humanidades presentado por la Sra. Ministra de Educación y Cultura. La política -los diputados y las diputa­das- ha servido esta vez, con oportu­nismo o sin él, allá cada quien, para frenar un importante dislate: enmendar sin evaluar, cambiar sin intentar resol­ver, los problemas reales de la ense­ñanza y el aprendizaje de las humani­dades y, más en concreto, de la historia escolar.

Dos hechos destacan en este debate reciente, que esperamos que prosiga pero por las vías por las que debe circu­lar.

En primer lugar, un hecho insólito en la historia de la educación en España: la enseñanza de la historia ha sido objeto de un tratamiento masivo por parte de los medios de comunicación de masas. Nunca hasta la fecha, los diarios, los semanarios, las emisoras de radio, la

televisión, habían concedido tanto tiempo y tanto espacio a la enseñanza de la historia y de las humanidades.

En segundo lugar, apenas nadie ha hablado de los problemas reales de la enseñanza y del aprendizaje de la his­toria y de las humanidades. Los políti­cos porque debatían las competencias de las distintas administraciones -la central y las autonómicas- sobre a quién correspondía fijar los contenidos curriculares y qué modelo de naciona­lismo se debía vehicular a través de la enseñanza de la historia. Los historia­dores y otros expertos consultados, porque reducían el problema de la en­señanza de la historia a un problema de los contenidos. Los periodistas porque no saben en general cuál es la verda­dera naturaleza de los problemas de la enseñanza de la historia y de las hu­manidades y cogiendo el "rábano por las hojas" enmarañaron más que clarifi­caron la cuestión. Los didactas y las didactas de las ciencias sociales por­que apenas si hemos sido consultados y nos ha sido difícil hacer oir nuestra

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voz. Los profesores y las profesoras han intervenido casi siempre a través de las cartas al director de los distintos medios, opinando sobre el tema según les fuera la película. La ciudadanía -los padres y las madres, los alumnos y las alumnas- han sido los protagonistas mudos de una película que a ella atañe o debería atañer en primer lugar.

¿Y ahora qué? La Asociación Universi­taria del Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales debe intentar, junto con otras plataformas de perso­nas y profesionales interesados en el tema, reconducir el debate por los ca­minos que puedan permitir una mejora de la enseñanza de la historia, de las ciencias sociales y de las humanidades, sabiendo que el debate nunca llegará a un único final.

La carga ideológica de los contenidos de las humanidades es de tal enverga­dura que difícilmente se pueden tomar decisiones sobre los contenidos del currículum sin tener en cuenta los valo­res que vehiculan. En una sociedad democrática, la pluralidad de cosmovi­siones sobre nuestro mundo, nuestro presente, nuestro pasado y sobre el futuro que queremos construir ha de tener su lugar en la escuela y en la en­señanza de las humanidades. Ello no significa convertir la enseñanza de la historia ni en un dogma ni en una es­pecie de "formación del espíritu nacio­nal". Significa simplemente considerar que las ciencias sociales y humanas interpretan la realidad desde un conjun­to de teorías y conceptos que también pueden, a su nivel, ser construidos por los jóvenes y las jóvenes ciudadanas. La apuesta por la formación de una consciencia democrática a través de la enseñanza de las ciencias sociales y de las humanidades ha de permitirles ser los auténticos protagonistas de la construcción de su futuro.

Formar personas que "piensan, sienten y actúen" es el objetivo último de la educación para una ciudadanía demo­crática y, en consecuencia, es el norte que debería orientar el currículum y la práctica de la enseñanza de las huma­nidades y de la historia.

Consejo Editorial

Asociación Universitaria del Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales

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2. EL DEBATE SOBRE LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA Y DE LAS

HUMANIDADES

Los puntos de vista aparecidos en la prensa escrita sobre el debate de las Humanidades han sido diversos. En nuestro número dos incluíamos el texto íntegro de la conferencia pronunciada por la Sra. Ministra de Educación y Cultura, en la Real Academía de la Historia, sobre su proyectada refonna de las Humanidades y, en concreto, de la Historia. Recogemos en este aparta­do los puntos de vista de la Asociación, de algunos historiadores, de periodistas e intelectuales, de algunas revistas de educación o de divulgación histórica.

2.1. La Asociación Universitaria del Profesorado de Didáctica de las

Ciencias Sociales

El presidente de la Junta Directiva de la Asociación elaboró una carta abierta a la Sra. Ministra de Educación y Cultura, que a través de Internet se hizó llegar a distintos medios de comunicación escri­tos. Esta carta estuvo en pantalla en El País Digital durante una semana. Con posterioridad, y a instancias del com­pañero Isidoro González de la Universi­dad de Valladolid, que colaboró en la readaptación de la carta abierta, se envió directamente esta carta a la Sra. Ministra, acompañada de dos libros de recién publicación (uno de ellos el edi­tado por nuestra ASOciación) y de una invitación formal para asistir al IX Sim­posium de nuestra Asociación. Asimis­mo, el presidente de nuestra Asociación fue entrevistado por un periodista del Diario Vasco y tuvo algunas otras inter-

venciones en los medios de comunica­ción catalanes.

Carta abierta a la Excelentísima Sra. Ministra

de Educación y Cultura:

Excelentísima Sra.:

Me comunicó con Usted a través de la prensa porque imagino que no tiene constancia de la existencia de la Aso­ciación que represento ni de las apor­taciones realizadas en los últimos años en el campo de la enseñanza y del aprendizaje de la Geografía, la Historia y las Ciencias Sociales. Los problemas de esta enseñanza no difieren dema­siado de los problemas de nuestro en­torno cultural y, en general, de todo el mundo. Tal vez, el hecho de haber vívi­do un largo proceso de experimenta­ción curricular, iniciado allá por los pri­meros años ochenta, y que culminó con los decretos de enseñanzas mínimas del año 1992, ha sido el elemento que nos ha diferenciado del resto de países, aunque también en muchos de ellos (Francia, Estados Unidos, Italia, Inglate­rra, etc. ) se han producido cambios curriculares y debates en tomo a la en­señanza de las Ciencias Sociales y, más en concreto de la Historia casi si­multáneamente.

Nuestro país ha vívído en los últimos quince años una explosión de debates, seminarios, publicaciones de artículos y libros, simposia, etc ... que pone de re-

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lieve el enorme interes suscitado entre los profesionales de todas las etapas educativas por los problemas de la en­señanza de la Geografía, de la Historia y de las otras Ciencias Sociales. Se han editado revistas, boletines, libros como nunca había ocunido en la re­ciente historia de España (en lo que va de año 1997 tengo constancia de la aparición de, como mínimo, seis libros de didáctica de la Geografía, la Historia y las Ciencias Sociales, además de varias revistas y un anuario).

En la Universidad, se han consolidado las didácticas como áreas de conoci­miento cuyo objeto de estudio son los problemas de la enseñanza y el apren­dizaje de los contenidos escolares y la busqueda de soluciones a los mismos. La Asociación Universitaria del Profeso­rado de Didáctica de las Ciencias Socia­les, que me honró en presidir, ha inicia­do un debate continuado sobre cómo deberia ser la formación inicial del pro­fesorado de todas las etapas educati­vas para enseñar Geografía, Historia y Ciencias Sociales y garantizar unos mejores aprendizajes en el alumnado de todas las etapas educativas. Este debate ha culminado en la realización de ocho Simposia, desde 1987 (Universidades de Salamanca, Córdo­ba, País Vasco-San Sebastián, Gerona, Burgos, Pontevedra, Las Palmas y Sa­lamanca) y la preparación del noveno para el año 1998 a celebrar en la Uni­versidad de L/eida. En ellos se han tra­tado la mayor parte de aspectos rela­cionados con nuestro campo de do­cencia e investigación: el currículo y la enseñanza y el aprendizaje de la Geo­grafía, la Historia y las otras Ciencias Sociales y la formación de maestros de educación infantil, primaria, secundaria y bachillerato.

Además se están realizando cursos de Doctorado en Didáctica de las Ciencias Sociales en bastantes universidades y se han presentado ya muchas investi­gaciones y tesis doctorales sobre los problemas de la enseñanza y el apren-

dizaje de la historia, la geografía y las ciencias sociales. También sectores importantes del profesorado de secun­daria han tenido un enorme protago­nismo en estos intentos de renovación de la enseñanza de estas disciplinas (así, por ejemplo, lo ponen de manifies­to la existencia de la Asociación Espa­ñola del Profesorado de Historia y Geo­grafía o FEDICARIA, asociación de grupos de renovación que han realiza­do una importante tarea de concreción y ejemplificación del cuniculum de se­cundaria obligatoria). Este patrimonio parece que es desconocido por los res­ponsables del ministerio que usted diri­ge y que cuando consultan a "expertos" optan por profesionales cuyas relacio­nes con los problemas de la educación no universitaria parece que no son su ocupación preferente.

El debate acaecido a raiz de la presen­tación del Real Decreto de reforma de las enseñanzas mínimas es un debate poco consistente desde el punto de vista educativo. Sin embargo, es de una enorme trascendencia política. ¿Por qué? En primer lugar, porque la reac­ción manifestada por los socios nacio­nalistas de su gobiemo no se basa en razones educativas (que también son políticas) sino políticas. En el fondo ni a ustedes ni a sus socios les preocupan los problemas reales de la enseñanza y del aprendizaje de la Historia, de la Geografía y de las Ciencias Sociales. Lo que les preocupa es su utilización como elemento de cohesión nacionalis­ta (españolista en su caso, catalanista, vasquista o andalucista en los otros). Lo que se debate no son dos altemati­vas educativas sino dos posiciones aparentemente contrapuestas pero de un mismo significado ideológico (la historia como elemento de identidad). Es un debate muy viejo, tan viejo como la propia aparición de estas disciplinas en el currículo escolar que ha tenido críticas desde sus mismos orígenes por parte de aquellos sectores del profeso­rado más vinculados a la renovación pedagógica.

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No estamos, pues, ante un problema educativo, aunque no seré yo quien niegue la necesidad de conocer la his­toria propia y la historia de los demás. En todo caso, si quiero recordarle que no existe una historia única ni unívoca sino que el pasado es objeto de inter­pretación por parte de los historiadores y, en consecuencia, coexisten interpre­taciones distintas de un mismo hecho y de un mismo pasado. Es de justifica que en una sociedad democrática y plural, estas interpretaciones no se den solamente en el ámbito de la investiga­ción sino también en el ámbito de la educación a fín de permitir a las futuras generaciones la construcción de su propia visión del mundo, del presente y del pasado y de dotarles de instrumen­tos teóricos, conceptuales, procedimen­tales y actitudinales para poder inter­venir de manera razonada en la cons­trucción de su futuro personal y social.

Le decía que no es un problema edu­cativo el que usted -y las autoridades autonómicas que se le oponen- preten­de resolver. Esto se pone de relieve en el mismo hecho de que no habrá más horas lectivas para estas disciplinas sino más contenidos con lo cual, de nuevo, se caerá en un sistema trans­misivo, memorístico y, porque no, poco significativo de la enseñanza de estas asignaturas.

Si, en cambio, es un problema político. y de enorme envergadura. Usted -y también muchas autoridades autonómi­cas- no se fian de su profesorado. Du­dan de su capacidad para concretar los contenidos del curriculum y para tomar las decisiones más adecuadas a su contexto y a su alumnado. Si algo había aportado la LOGSE a la educación es­pañola es que por primera vez en la historia de la educación, se diseñaba un perfil de profesorado capaz de tomar decisiones en la práctica y no de hacer seguidismo de lo que los programado­res ministeriales o autonómicos pres-

cribían como único y obligatorio para toda la población escolar.

Joan Pagés Blanch Presidente de la Asociación Universitaria del Profesorado

de Didé1c1ica de las Ciencias Sociales

Doña Esperanza AGUIRRE Excelentísima Sra. Ministra

de Educación y Cultura: Madrid

Excelentísima Sra.:

Me comunico con V. E. porque imagino que no tiene constancia de la existencia de la Asociación que represento, ni de las aportaciones realizadas en los últi­mos años en el campo de la enseñanza y del aprendizaje de la Geografía, la Historia y las otras Ciencias Sociales. Son aportaciones que han supuesto, en los últimos quince años, una explosión de debates, seminarios, publicaciones de artículos y libros, simposia, etc .. . que pone de relieve el enorme interés susci­tado entre los profesionales de todas las etapas educativas por los proble­mas de la enseñanza de la Geografía, de la Historia y de las otras Ciencias Sociales. Se han editado revistas, bole­tines, libros sobre la enseñanza de es­tas materias, como nunca había ocurri­do en la reciente historia de España.

En la Universidad, se ha consolidado la Didáctica de las Ciencias Sociales (Didáctica de la Geografía, de la Histo­ria, de la Historia del Arte y de otras Ciencias Sociales) como área de cono­cimiento cuyo objeto de estudio e in­vestigación son los problemas de la enseñanza y el aprendizaje de los contenidos escolares, y la busqueda de soluciones a los mismos. Hay en esta área, varios Catedráticos y Titulares de Universidad, y un amplio número de Catedráticos y Titulares de Escuela Universitaria. Por otro lado, la Asocia­ción Universitaria del Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales, que

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me honro en presidir, ha iniciado un debate continuado sobre cómo debería ser la formación inicial del profesorado de todas las etapas educativas para enseñar Geografía, Historia y Ciencias Sociales y garantizar unos mejores aprendizajes en el alumnado de todas ellas. Este debate ha culminado en la realización de ocho Simposia, desde 1987 (Universidades de Salamanca, Córdoba, País Vasco-San Sebastián, Gerona, Burgos, Pontevedra, Las Pal­mas y Salamanca) y la preparación del noveno para el año 1998 a celebrar en la Universidad de Ueida, simposium al que de antemano me honro en invitarla formalmente a presidir. Su temática versará sobre nLos valores y la Didácti­ca de las Ciencias Socialesn.

El debate acaecido a raiz de la presen­tación del Real Decreto de reforma de las enseñanzas mínimas, a nuestro juicio, está careciendo de consistencia desde el punto de vista educativo y, sin embargo, es de una enorme trascen­dencia política para la educación. ¿Por qué? Porque la reacción que se ha pro­ducido no se basa en los problemas reales de la enseñanza y del aprendiza­je de la Historia, de la Geografía y de las Ciencias Sociales detectados por la investigación educativa, sino en su utili­zación política. Es un debate muy viejo, tan viejo como la propia aparición de estas disciplinas en el currículo escolar, que ha tenido críticas desde sus mis­mos orígenes por parte de aquellos sectores del profesorado más vincula­dos a la renovación pedagógica: los programas de contenidos no son nada por muy nrepletosn que esten, sin contar con los expertos en la didáctica de la materia, sin incidir en la formación ini­cial y continua de los profesores y sin plantear los métodos y las estrategias de enseñanza y aprendizaje. Porque no estamos hablando, Sra. Ministra, de la enseñanza del antiguo Bachillerato, selectivo y preparatorio para la Univer­sidad, sino de una educación general para todos los niños y jóvenes españo­les, para lo cual los contenidos ocupan

un lugar importante pero adjetivo, frente a la sustantividad de los métodos y los recursos de enseñanza y aprendizaje. El que los niños y los jóvenes sepan más o menos Historia, creame Sra. Mi­nistra, no se va a resolver con un nuevo programa.

En consecuencia, lo que estamos le­yendo en la prensa y lo que estamos escuchando en los foros políticos, en el fondo, no es un debate científico (aunque quiera parecerlo) sobre un problema educativo real, sino sobre determinadas concepciones de la His­toria, aunque nadie niegue la necesidad de conocer la historia propia y de la historia de los demás. Y no es un pro­blema educativo real el que se pretende resolver, Sra. Ministra, porque la discu­sión que se plantea es, fundamental­mente incluir más contenidos con lo cual, de nuevo, se caerá en un sistema transmisivo, memorístico y, por qué no, crea me, aunque le hayan indicado otras cosas, muy poco significativo para la enseñanza de estas asignaturas.

Si, en cambio, es un problema de políti­ca educativa. Y de enorme envergadu­ra. Para plantearlo y resolverlo tiene VE los resortes en la mano. Se trata de contar con los profesores, fiarse de ellos y fiarse también de sus formado­res en Didáctica de la Geografía y de la Historia. Unos y otros crean conoci­mientos sobre los problemas de la práctica de enseñar y tienen muchas más cosas que decir, en lo que a V.E. y a todos nos preocupa, que los científi­cos que investigan (con gran prestigio profesional, sin duda) en los contenidos de aquellas ciencias, pero no en los problemas que plantea su enseñanza y su aprendizaje en la enseñanza no uni­versitaria. Fundamentalmente, aquellos y no éstos, son los que disponen de hecho de la capacidad para concretar los contenidos del currículo y para to­mar las decisiones más adecuadas a su contexto y a su alumnado. Cuente VE con ellos, Sra. Ministra. Porque si algo había aportado la LOGSE a la educa-

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ción española es que por primera vez en la historia de la educación, se dise­ñaba un perfil de profesorado capaz de tomar decisiones en la práctica y no de hacer "seguidismo" de lo que los pro­gramadores ministeriales (o autonómi­cos) prescribían como único y obligato­rio para toda la población escolar.

El profesorado español es tan compe­tente como el de cualquier otro país para saber para qué, qué y cómo debe enseñar a su alumnado Historia, Geo­grafía y Ciencias Sociales, y, en el su­puesto de que no lo fuese, la respon­sabilidad debe recaer no en ellos sino en la fonnación inicial que han recibido para ejercer como profesores. Le re­cuerdo que a pesar de estar ya en ple­no funcionamiento la Enseñanza Se­cundaria Obligatoria (ESO), el profeso­rado de esta etapa educativa aún se sigue fonnando con el viejo -y obsoleto­CAP, a la espera de que tanto su Minis­terio como las Comunidades Autóno­mas con competencias universitarias, y las propias Universidades, decidan abordar con el rigor que se merece la fonnación del profesorado de Secunda­ria y de los Bachilleratos. Aquí, y no en unos programas "repletos", está la base de la solución a los problemas de la enseñanza de la Historia, de la Geo­grafía y de las otras Ciencias Sociales. Sólo lo que Ud. invierta, de tiempo y de presupuesto, en este campo, le penniti­rá actuar realmente sobre la enseñan­za. y en este campo muy poco se está haciendo. Naturalmente sin que ello no quiera decir que no pueda ser necesa­ria una revisión de los curricula oficiales una vez evaluados y detectados los problemas de su puesta en práctica.

En fín, Sra. Ministra, los profesores y las profesoras de Didáctica de las Ciencias Sociales de las Universidades Españolas, y en concreto el centenar de ellos que pertenecen a la Asociación Universitaria del Profesorado de Didác­tica de las Ciencias Sociales, queremos ofrecemos a V.E. para aportar nuestra colaboración al trabajo que conlleva

todo lo relacionado con la enseñanza y el aprendizaje de la Historia, de la Geo­grafía y del resto de Ciencias Sociales, no sólo porque eso constituye nuestro quehacer educativo e investigador, en la Universidad, sino porque supone un reto para el futuro de nuestra sociedad y de nuestro mundo.

Atentamente,

Joan Pagés Blanch, profesor Titular de Universidad, en Didáctica de las Cien­cias Sociales y Presidente de la Junta Directiva de la Asociación Universitaria del Profesorado de Didáctica de las Ciencias Sociales.

4 de diciembre de 1997

Postdata: Le adjunto dos libros de re­ciente publicación sobre la temática que nos ocupa. Uno de ellos coordinado por la Dra. Pilar Benejam y el que suscribe y editado por el ICE de la Universidad de Barcelona y la Editorial Horsori. El otro ha sido editado por la Asociación que presido y la editorial Diada y en él se recogen algunos trabajos presenta­dos en nuestros últimos simposia. También le adjunto el programa del IX Simposium en el que nos gustaría po­der contar con su colaboración y su presencia.

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2.2. Reflexiones de otros profesores de Didáctica de las Ciencias Sociales

2.2.1. ¿Qué debate se ha producido sobre la

enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Sociales? 1

Antoni Gavaldi!J i Antoni Santisteban. Profesores de la URV. Tarragona

El día 16 de diciembre de 1997 se reti­raba del Congreso de los Diputados el proyecto de Real Decreto por el cual se pretendían establecer las enseñanzas mínimas, correspondientes a las áreas de Ciencias Sociales: Geografía e His­toria y Lengua Castellana y Literatura en la ESO. Este borrador, que desde el gobierno se ha intentado defender a toda costa, ha originado una gran po­lémica, la cual pretendemos analizar desde el área de Didáctica de las Ciencias Sociales, con la intención de valorar el debate, sus causas y sus consecuencias, el grado de utilidad y de calidad que ha generado, la reacción del profesorado y de la sociedad en general, así como los elementos ideo­lógicos y curriculares que han domina­do o que, desde una perspectiva crítica, deberían haber predominado.

Nuestra opinión, que se desarrolla en las líneas que siguen, tiene como ideas básicas las que a continuación se sin­tetizan. a) Que el debate de las humanidades ha querido substituir a otro debate más lógico, científico y necesario, que se había producido antes y durante la im-

1 Adaptación de un artículo en prensa: "El debate de las Humanidades·, en Comuni­cació Educativa, núm.11 , edita Áreas de Didácticas específicas de la Universidad Rovira i Virgili y Movimientos de Renova­ción Pedagógica. Tarragona.

plantación de la Reforma, por una parte importante del profesorado - aunque no por la mayoría. Así, en parte, se ha querido recoger el descontento del profesorado opuesto a la renovación, y que no intervino apenas en la planifi­cación de la Reforma educativa, por sentirse marginado por la propia admi­nistración o por desinterés en las cues­tiones curriculares o didácticas. En el fondo el debate que se ha producido no es el debate de las Humanidades, es el debate de la Reforma, en un intento de atacar sus principios a través de un tema sobre el cual resulta fácil hacer demagogia, sobretodo cuando intervie­nen los medios de comunicación de masas, mediatizados por el poder polí­tico. La mayoría del profesorado reco­noce la necesidad de algún tipo de de­bate, sobre ésta y otras cuestiones educativas, pero no está de acuerdo con los planteamientos dirigistas del gobierno central.

b) En todo caso la clave de la mejora, de la renovación o del avance de la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Sociales, no está en el debate sobre cuestiones de las escalas territo­riales, ni sobre la enseñanza de deter­minados hechos o sistemas conceptua­les desde una u otra perspectiva. Lo importante en la actualídad no es si se enseña más historia de Cataluña que de España, sino ¿qué historia de Cata­luña se está enseñando? y ¿qué histo­ria de España? Reconociendo la impor­tancia de estos aspectos, la clave del avance está en saber cuáles han de ser las finalidades de la enseñanza de las Ciencias Sociales, saber para qué sir­ven, cuál es su funcionalidad y qué pueden aportar las Ciencias Sociales a la vida y a la maduración de las perso­nas. Este es el debate pendiente que debería cambiar la concepción de la enseñanza de las Ciencias Sociales, que cambiaría el curriculum y que cambiaría la íntervención dídáctica del profesorado.

c) Hemos aprendido un poco más sobre ideología y currículum, sobre conteni-

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dos y neutralidad, en definitiva, sobre conocimiento y valores, pero también sobre pedagogías invisibles o currícu­lum oculto. La ideología conservadora del gobierno ha topado con la autono­mía del profesorado, con las autono­mías de nacionalidades como Cataluña y con los gobiernos de otras autono­mías. La visión centralista, uniformado­ra y hasta totalitaria, ha aparecido en la forma y en el fondo, en el continente y en el contenido, con ímpetu y con tor­peza. Las posiciones se han radicaliza­do con un debate innecesario, y es po­sible que hoy día haya generado más nacionalismo español y, al mismo tiem­po, mayor reafirmación del nacionalis­mo catalán o vasco.

1. Precedentes legales de un debate

El Real Decreto aprobado en 1991 y todavía vigente, en el momento de su redactado, fue objeto de un intenso debate que duró dos años entre el go­bierno central y los gobiernos de las diferentes comunidades autónomas, Se discutió objetivo por objetivo, contenido por contenido, respetando de forma global los contenidos mínirnos estable­cidos por la LOGSE para el Estado del 65 % Y del 45 % para las comunidades con lengua propia como Cataluña, País Vasco o Galicia.

En cierta manera, el decreto de 1991 recogía la opción por un currículurn abierto que permitiera a las comunida­des autónomas concretar sus propios diseños. El proyecto de Humanidades de 1997 discurriría rayando la frontera del currículum cerrado. En historia, por ejemplo, pretendía volver a una historia más política que social. Por otro lado, el proyecto de 1991 comienza con dos temas procedimentales importantes, como son los métodos históricos y el tiempo histórico. En cambio, el proyecto de 1997 ignora estos ternas y se con­vierte en una relación de contenidos en orden cronológico, excesivos y al mis­mo tiempo -por su olvido de procedi-

mientos y valores sociales-, insuficien­tes.

El proyecto de Real Decreto de 1997 presenta una intencionalidad manifiesta en el problema del tratamiento del con­cepto de nación o país, nacionalismo y diversidad dentro del Estado, que dela­ta al mismo tiempo una concepción confusa del mismo estudio de la socie­dad. Se califica España de ámbito na­cional, de país y de Estado, se citan las minorías nacionales en referencia al respeto y a la solidaridad con los inmi­grantes y no se hace ninguna referen­cia a las nacionalidades dentro del Es­tado Españd . Una ley educativa no puede presentarse como un intento de definir conceptos con tanta carga ideo­lógica, histórica y, por tanto, conflictiva, entrando incluso en contradicción con otras leyes superiores. Debe presentar­se la problemática, pero no se puede pretender realizar ningún tipo de adoc­trinamiento.

Las promesas del Partido Popular reali­zadas antes de las últimas elecciones generales, sobre la necesidad de frenar y dar una dirección distinta a la Refor­ma educativa, junto con los plantea­mientos educativos relacionados con la enseñanza de determinados valores conservadores, como puede ser un cierto renacimiento del "españolismo" o del uniformismo centralista, son los factores que han dado como resultado el proyecto de 1997 que, afortunada­mente, ha fracasado.

2. ¿Por qué dar tanta importancia a las Humanidades?

Muchos gobiernos conservadores se han caracterizado por hacer retroceder

2 Citas que aparecen en el apartado 'Objetivos comunes a Historia y Geografía", puntos séptimo y décimo, página 7, y en el apartado de 'Criterios de Evaluación. Histo­ria. i) Prehistoria y Edad Antigua, punto sexto, página 14. Ejemplar fotocopiado, cedido por la Inspección de Cataluña, Dele­gación de Tarragona.

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la enseñanza de las Humanidades. Estos mismos gobiemos, también, se han caracterizado por pretender el re­nacimiento de un determinado tipo de enseñanza de la Geografía y de la Historia, basada en la aclamación del patriotismo, de la simbología nacionalis­ta y en los elementos más superficiales de la cultura.

El aprendizaje de las Ciencias Sociales es importante porque desarrolla una parte esencial de nuestras capacida­des, ayuda a madurar a las personas y las hace más hábiles para resolver de­terminados problemas de la vida coti­diana y científicos, en último término. El pensamiento creativo que se forma con el aprendizaje de las Ciencias Sociales, es útil para la investigación tecnológica o de cualquier otro tipo, de tal manera que podemos afirmar que las Humani­dades en su conjunto deben ser ense­ñadas al conjunto de la sociedad (Eisner,E.w., 1987).

La Historia nos permite mantener la cultura del tiempo y en el tiempo, dar sentido a las tradiciones y saber que nosotros mismos formamos parte de un espacio que cambia y también pode­mos decidir cambiar. La perspectiva social de la Historia da sentido tanto al pasado como al futuro, el tiempo ante­rior que reconstnuimos se equipara al tiempo posterior que imaginamos, que planeamos o que constnuimos. La de­mocracia tiene como base el conoci­miento histórico, la intervención social y la constnucción del futuro. La Historia es una excelente herramienta de conoci­miento y de crítica y "es necesario que nos pongamos conjuntamente a repa­rarla y a ponerla a punto para poder hacer frente a un futuro difícil e incierto" (Fontana,J.,1992, 123).

A pesar de todo, el aprendizaje de la Historia por sí mismo no significa que se favorezcan capacidades como las citadas antes. Incluso puede provocar un efecto contrario, cuando se convier­te en un conocimiento de acumulación de datos. Cualquier listado de conoci-

@ mientas debe incluir la intencionalidad, el modelo didáctico, etc., ya que si no se convierte en un material inútil o al servicio de una enseñanza memorística poco significativa.

La Reforma Educativa que en estos momentos se aplica debe pretender alcanzar algunos de los objetivos ante­riores, e incluir los elementos necesa­rios de debate en este sentido. El es­fuerzo debe tender a introducir los as­pectos psicopedagógicos más indiscu­tibles y racionalizar las selección de contenidos. Pero además necesita del esfuerzo del profesorado y que éste crea posible una mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje.

Proyectos como el de Humanidades de 1997 no están en consonancia con las finalidades o las necesidades que en este apartado hemos apuntado. En primer lugar el aprendizaje de Ciencias Sociales no serviría para formar el pen­samiento creativo, ni crítico ni para re­solver problemas. Por otro lado, la His­toria que se hubiera enseñado no permitiría ni la más mínima posibilidad de considerar que el futuro se puede constnuir, ya que el pasado sería asfi­xiante e inalcanzable, incluso incom­prensible. Finalmente, el profesorado no puede estar convencido de ninguna mejora cuando se le niega la posibilidad de realizar adaptaciones a la realidad que vive.

3. ¿Es necesario el debate sobre las Humanidades?

Siempre es necesario el debate sobre las Humanidades. Quienes nos dedi­camos a la Didáctica de las Ciencias Sociales, no dudamos en considerar nuestra área como un conjunto de sa­beres en contínuo debate, en contínua renovación y cambio. Parece absurdo pensar que en un momento determina­do se deba realizar el gran debate edu­cativo sobre el tema, cuando ya existe una reflexión con una gran productivi­dad, que por otro lado se ha traducido

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en una gran cantidad de publicaciones, en un aumento de las investigaciones, etc.

Parece que el debate de las Humani­dades se ha planteado al margen de quien lo estaba llevando a cabo. De esta manera podemos entender que del grupo de expertos que realizaron el proyecto de 1997, presididos por Celso Almuiña, catedrático de Historia Con­temporánea de la Universidad de Valla­dolid, acompañado de un buen grupo de profesores de esta misma universi­dad, y otros, entre los que se contaba el catalán Pere Molas, catedrático de la Universidad de Barcelona, no hubiese un sólo representante del área de Di­dáctica de las Ciencias Sociales, aun­que, teóricamente, somos expertos en la materia.

Las reivindicaciones de quienes pro­pugnan el debate de las Humanidades acostumbran a ser para reclamar más terreno, más tiempo, más ciases, más temario. Más campo para la Filosofía, más oportunidades para el latin o el griego, más importancia para la Histo­ria, más espacio para la Literatura. Pe­ro, una de las cuestiones que se acep­tan en general desde cualquier campo de conocimiento educativo, es que de­ben estudiarse conceptos en profundi­dad, temarios pensados de forma glo­bal, temas de una cierta globalidad, donde se tengan en cuenta procedi­mientos diversos y reflexión sobre valo­res, a los cuales se les pueda dedicar un cierto tiempo para conseguir un aprendizaje significativo. Esta realidad provoca la necesidad de una empresa compleja como es la selección de con­tenidos, donde unas áreas de conoci­miento salen beneficiadas con respecto a otras, al igual que determinados con­tenidos siempre están mejor situados que otros. Lo importante es hacer el debate en función de lo que las diferen­tes áreas de conocimiento puedan aportar al alumnado y a su desarrollo personal.

Uno de los factores que favorecen regu­larmente el debate sobre las Humani­dades, es el que denuncia el retroceso en determinados conocimientos de la juventud, el desconocimiento de perso­najes históricos o políticos, las dificulta­des de escritura o la falta de determi­nados valores sociales. El afirmar que otros tiempos pasados fueron mejores parece un tópico que se repite desde la civilización mesopotámica y que, en general, es falso. La juventud está cada vez mejor preparada.3

4. ¿Cuál es el debate actual sobre la Reforma Educativa en el debate de las Humanidades?

El proyecto de Humanidades se ha considerado por una parte del profeso­rado como un actitud de contra reforma y, en parte, así es. No puede plantearse la modificación de la Reforma educativa en un momento inicial de su aplicación. Debe tenerse en cuenta que el debate de la Reforma educativa se realiza desde hace más de diez años y, en muchas ocasiones, no ha sido un deba­te profundo y formativo, habiéndose mezclado aspectos políticos, laborales y didácticos. Debe señalarse, por un lado, lo que son aspectos de mejora del sistema, respecto a la situación ante­rior, así como la defensa del cambio y de la renovación profesional y, por otro lado, lo que son problemáticas genera­das por la organización de un nuevo sistema, deficiente actuación de las administraciones, historial de los cen­tros, del profesorado, etc.

3 El proyecto de Humanidades utilizó un trabajo de Ramón Canals de la Universidad de Girona para afirmar el retroceso educati­vo. El mismo Ramón Canals denunció esta utilización de su trabajo y afirmó que en la actualidad lo que se produce es un aprendi­zaje diferente, más procedimetal y más funcional, en consonancia con las nuevas formas de vida, donde los medios de ce­municación y las posibilidades de acceso a la información se han multiplicado. Entrevis­ta publicada en El Periódico de Catalunya del 28 de octubre de 1997.

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Cada uno deberá reflexionar sobre su papel y su responsabilidad a lo largo de estos años, en el camino de mejora y de la innovación educativas: a) la ad­ministración; b) los medios de comuni­cación; c) el profesorado escéptico desde el principio y opuesto al cambio, en defensa de sus privilegios. Hemos de aclarar que la Reforma fue impulsa­da por los sectores más progresistas de la sociedad. La experiencia de los Mo­vimientos de Renovación Pedagógica, a nivel experimental y las aportaciones más importantes de la Psicopedagogía, a nivel teórico. Los diseños curriculares, incluso con las devaluaciones posterio­res a las primeras aportaciones, signifi­caron una mejora muy importante.

La Reforma continúa siendo necesaria y válida. En todo caso, las deficiencias del nuevo sistema se deben más a una falta de planificación administrativa, para la formación del prOfesorado y en la adecuación de los centros públicos, que no por la validez de la renovación que supone el nuevo sistema. Es nece­sario defender el nuevo modelo educa­tivo y luchar de manera decidida por una enseñanza de calidad. El profeso­rado debe exigir y ser capaz de decidir qué, cuándo y cómo enseñar y qué, cuándo y cómo valorar esta enseñanza. El profesorado no debe estar dirigido por la administración con un programa uniformado, sino en colaboración, ni por intereses comerciales, ni religiosos o de las editoriales de los libros de texto. Nadie pensaría en un médico a quien el hospital le dice qué debe observar en sus pacientes y qué tratamiento o qué medicamentos les debe recetar. El profesorado, además, ha de ser un agente crítico y comprometido con la sociedad.

Lo mejor del debate de la Reforma educativa es el mismo debate. Hemos de entender, al mismo tiempo, que la renovación y el cambio siempre ha co­rrespondido a una minoría. Por otro lado, es muy importante entender que el debate educatico tampoco se acaba

con la Reforma administrativa. El deba­te educativo es ante todo una actitud para avanzar en el conocimiento de la enseñanza y del aprendizaje, en nues­tro caso de las Ciencias Sociales.

5. Continuidad en el tiempo y en el espacio

Es conocida la idea de Pierre Vilar que, al reflexionar sobre la Historia, conside­ra que al igual que existe una continui­dad en el tiempo también existe una continuidad en el espacio. De esta ma­nera justificamos que el debate que en la mayoría de ocasiones se plantea sobre las escalas tenritoriales, en la problemática sobre la selección de los contenidos de Ciencias Sociales, no tiene una lógica didáctica, sino más bien una intención político-ideológica que, por otro lado, deforma el verdade­ro debate sobre los aprendizajes, inclu­so desde un enfoque crítico, que puede estar del todo pOlitizado porque repre­senta un compromiso social y, como tal, ideológico y político (Rozada,J.M., 1997). Desde el punto de vista didácti­co, la preocupación sobre la selección de los contenidos no viene determina­da, en principio, por un problema sobre las escalas tenritoriales. En la actuali­dad, las propuestas basadas en el aprendizaje conceptual aportan elemen­tos organizativos muy interesantes, de manera que la selección de las diacro­nías o las sincronías en el tiempo y en el espacio, es una problemática poste­rior y no es la cuestión principal.

Para nosotros la concepción de la Geo­grafía o la Historia de Cataluña, por ejemplo, incorpora las ideas originales y esenciales de Jaume Vicens Vives, Pau Vila o Pierre Vilar, expuestas en nume­rosas obras, sobre Cataluña como lugar de paso, de encuentro, de intercambio, de mezcla, ha de dar lugar a un tipo de Historia que incorpora las otras Histo­rias que dan significado a la continui­dad no sólo en el tiempo, sino también en el espacio. Desde este punto de vista, lo que interesa es ¿qué tipo de

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Historia se está enseñando? y no qué determinados hechos de la Historia se han escogido.

Siguiendo con el planteamiento, la con­tinuidad en el espacio también significa que desde el resto de España debe analizarse, valorarse e interpretarse el tipo de relaciones que han existido en­tre las distintas regiones y nacionalida­des. Relaciones de poder, de opresión, de conflicto, económicas, demográficas. Lo que no puede negarse es que estas relaciones han existido, y que este he­cho corrobora niveles de cooperación o de conflicto entre comunidades que son diversas.'

6. Ideología y currículum

Hemos elegido el mismo título que el libro de Apple,M.W. (1986) porque, en el fondo, el debate sobre las Humani­dades ha sido también el debate sobre la ideología en el curriculum. Gi­roux,H.A. (1990), referiéndose a la se­lección de los contenidos, desenmasca­ra cualquier posibilidad de manipula­ción: "La forma en que se selecciona, se ordena y se secuencia la informa­ción para construir un cuadro de la rea­lidad contemporánea o histórica es algo más que una simple operación cogniti­va, es además un proceso íntimamente ligado a las creencias y valores que guían la propia vida:

Cuando las intenciones educativas son analizadas a través de la selección de los contenidos descubrimos, además, los conocimientos didácticos que se han puesto en juego durante la selec­ción. La simple suma de contenidos factuales o conceptuales es el ejemplo más claro de ignorancia didáctica y de­muestra, en último término, que lo que se perseguía era plasmar determinados hechos basados en una posición políti-

, En una entrevista televisiva la ministra Esperanza Aguirre negó que pudieran existir relaciones de ningún tipo entre España y Cataluña, porque, según ella, las dos co­munidades eran lo mismo.

ca. Desde Cataluña no es el primer ejemplo que tenemos de intento de imposición de conocimientos factuales desarrollados sin criterios didácticos. Poco antes de la celebración del mile­nario de Cataluña en 1988, la Generali­tat se alannó al comprobar que, a pesar de su gran catalanismo, llevaba desde 1981 proclamando su nacionalismo pero sin dar unas mínimas directrices sobre qué Historia de Cataluña debe­ríamos enseñar. Cuando se decidió a presentar su propuesta descubrimos que unos expertos -que renegaban de los conocimientos psicopedagógicos y didácticos-, se habían limitado a añadir al programa oficial las concreciones de los temas para Cataluña, de manera que multiplicaban el programa, casi casi, por dos. En aquella ocasión tam­poco se tuvo en cuenta que existía un gran debate, prerefonna, que había profundizado con esfuerzo y riqueza en esos temas. Las quejas del profesorado catalán asistente al simpósium de Vic, 1988, en el que presentó este progra­ma, fueron sonoras y contundentes.

El debate que debemos plantear es el debate de los valores en las disciplinas (Popkewitz,Th.), el debate de las finali­dades y el debate de la crítica, por en­cima de cualquier proyecto de Real Decreto de Humanidades.

Bibliografía citada

* APPLE,M.W. (1986): Ideología y currículo. Akal. Madrid. * EISNER,E.W. (1987): Procesos cognitivos y currículum. Una base para decidir lo que hay que enseilar. Martínez Roca. Barcelo­na. * FONTANA,J. La história després de la ti de la história. Eumo. Vic, 1992. * POPKEWITZ,T.S. (1985): "Los valores latentes del curriculum centrado en las dis­ciplinas". GIMENO SACRISTÁN,J.; PÉREZ GÓMEZ,A. (ed.): La enseilanza, su teorfa y su práctica. Akal. Madrid. 306-321. * ROZADA,J.M. (1997): Formarse como profesor. Ciencias Sociales, Primaria y Se­cundaria Obligatoria (Guía de textos para un enfoque crítico). Akal. Madrid.

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2.2.2. Problemas didácticos* Joaquim Prats

Los cambios educativos importantes produ­cen siempre una crisis en el funcionamiento

del sistema. Las crisis suelen afectar a la vi­da académica y a la práctica didáctica coti­diana de los profesionales de la enseñanza, que viven el desconcierto (en ocasiones mag­nificándolo) que conlleva toda reforma en pro­fundidad. Si a ello añadimos la poca compli­cidad que el profesorado de Enseñanza Se­cundaria ha tenido y tiene con las nuevas pro­puestas que les ha ofrecido la Reforma, es fácil pensar que la enseñanza de la Historia (y la de otros conocimientos) no está pasando por sus mejores momentos.

2) El Ministerio de Educación y Cultura ar­gumenta que la reforma propuesta respon­de a una demanda de los historiadores y, so­bre todo, del profesorado de Secundaria. Es

cierto que existe un malestar docente que se justifica por razones complejas y que se re­laciona con procesos ligados a la relativa cri­sis de los sistemas educativos occidentales . Pero entre los motivos del descontento (en Historia podemos distinguir entre motivos y causas) debe incorporarse también, en una parte no determinante, la política ministe-

rial precedente en temas de currículum. Efectivamente, la visión de parte del profe­sorado y de un número sig­nificativo de historiadores es que el plan vigente pone en peligro la sustantividad y la coherencia interna de la Historia como saber cientí­fico y lo minusvalora como contenido educativo. Ello, unido a la artificiosidad y a la tendencia psicologista del modelo curricular prescrito, ha despertado poco entu­siasmo y, en ocasiones, algo de hostilidad entre sectores de profesorado de ense­ñanza secundaria. Pero, en

realidad, las nuevas propuestas no han afec­tado sustancialmente a la enseñanza de la Historia. El modelo curricular no ha funcio­nado, por lo que el llamado segundo nivel de concreción (momento en el que se determi­nan los contenidos educativos a impartir) se ha hecho de la mano de las editoriales. Ana­lizando los libros de texto, la historia no pa­rece correr demasiado peligro, ya que estos textos se elaboran teniendo presentes las de­mandas y preferencias del profesorado. En general, se repite la tradicional tendencia de presentación de una Historia acabada y que

deja poco lugar a la actividad reflexiva e in­dagativa del alumnado aunque , respecto a etapas anteriores, incorporan muchos más elementos y recursos para mejorar la cali­dad didáctica de las clases.

Otra cuestión es la sorpresa que puede pro­ducir que, en un país de tradición centralista, no exista un programa único y común como lo hay en países vecinos, como Francia. En .esto radica, en parte, la explicación del pro­yecto de decreto. Desde mi punto de vista, el Ministerio aspira únicamente a garantizar que a alumnos de determinadas autonomías (Ca­talunya y Euskadi, especialmente) no se les escamoteen conocimientos sobre la Historia de España. Dicho de otro modo, a volver a una tradición uniformiSTa del sistema escolar. La iniciativa del Gobierno (hecha sin guardar las formas con sus socios) supone aceptar las pre­siones de los sectores nacionalistas (españo­les) más radicales. Por tanto, la ministra tien­de más a calmar a un sector de su electorado, que a intentar solucionar problemas reales que, sin duda, existen en la aplicación del ac­tual modelo curricular.

3) Los contenidos que se proponen son de carácter universal, desde una óptica exclusi­vamente europea, y se completan con la His­toria de España, La propuesta es más bien una Historia de las Civilizaciones con algunas ampliaciones sobre España o temas hispá­nicos. Un temario en la línea del BUP, que no aporta novedades. De hecho, nos conduce a la situación anterior en la que algunos éramos conscientes, por un lado , de la poca valora­ción por parte del alumnado de la Historia co­mo materia de estudio y, por otro, de la ne­cesidad de innovar en la selección de conte­nidos y en la metodología didáctica para con­seguir obtener de la Historia su gran capaci­dad educativa.

El programa propuesto, por su extensión, orientación y nivel de abstracción, no incor­pora los elementos suficientes para poder construir una enseñanza de la Historia que permita trabajar con métodos activos. No per­mite plantear los contenidos para que resul­ten eficaces para la comprensión de los fe­nómenos y las formaciones sociales. La orien­tación propuesta por el MEC es puramente culturalista. Pretende, sin decirlo, que los es­tudiantes de ESO sepan en reducido (suele ser en simplificado) todo lo que se estudia en una licenciatura de Historia, Y esta visión ya sa­bemos que no nos ayuda a solucionar los pro­blemas de la didáctica de la Historia en una enseñanza obligatoria.

--_._---------• PRATS,J. (1997): "Problemas didácti­cos", en Historia 16, núm. 260. Catedrático de Didáctica de la Historia. Universidad de barcelona.

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DOMINGO. 20E NOVIEMBRE DE li97 • EL OIAAIO\ll\SCO PAISVASCO 15

JOAN PAGES· PROFESOR DE DIDACTICA DE lAS CIENCIAS SOCIALES EN LA AUTO NOMA DE BARCELONA

«Es una disputa por Se :án

ver qué modelo de escondiendo los verdaderos nacionalismo se da problemas de la

en las clases» Bf:NJAMIN LANA

J DAN pagés es profesor de Didactica de las Ciencias Sociales en la Unjversidad Autónoma de Barcelona y

presidente de la asociación espa­ñola que agrupa a todos los espe­cialistas en este campo. Meses arlo

les de que se desatara la polémica del decreto de Humanidades, habla publicado junto a otros tres compa. fieros el libro 'Enseñar y aprender ciencias sociales, geografía e histo­ria en la ESO'. Pagés se rruestra muy crítico con el decreto de la mi­nistra y asegura que se está escon­diendo el verdadero debate.

-¿emito ~periali.~la m didúctica dr la.~ Ci~ndlL<t SocjQl~ cUmo va­{(Ira l'f prOl¡eclo d~ d«n'lo de ID. mitli.~lra A,qirre?

- En el dCt"fcto no se anali7..an pmblcmas educ:lti\·~. Parece que a nadie le interesan los problemas {le l, CnC;Ci\3117.a y del aprendizaje de I;\.'i Hum:lnklad~. Lo que se plantea t'!' un pmblcma de com­pclencta..s entre 1O!'i gobiemO!> ceno Iml y auwllÓmicos por ver qué modelo de nacionalismo se 1m­pane en las cb.c;cs, si el espaílolls­la ti d \".Lo;quisla, () cataL"U!i.ta. Ni en el proyecto de decreto, ni en el deh:llt' que se ha planteado des­pué!! se han rerogido Jos \'erdade­~ prnblem .. s de la enseñ:mz.a, ni ~t' h:m tenkJo en cuenta la inves­l~dtíl'1 cdurnti\':J en relación a I¡¡~ (lificult:l.(I~ tic los alumnos ~lra ubicarse en su mundo y en­tender el pac;ado y el presente, que es el papel de la Historia,

-M,e e.~ld ~condit1ldo ti t'eT­

nl/dem quiz dt la fIItslron? - Se pretcnde una utilización

espúrea del saber histórico, una utilización más vinculada a crear l1.0nciencla de ·nosotros somos los m~res y hay otros que no son tan buenos- '1 no a suministrar teorías, conceptos y métodos para que el nlilo pueda ubicarse en su mundo desde la construcción de su propia visión. Este es el debate que se esconde.

-¿Qut di(erenda.~ dt (ando 1'e lL~jed tntre el actual decreto tn tri­!}Uf Y ti que prttmde implantar /o. ministra?

-La propuesta de Agirre evi· dencia una desconfianza total con el proresorado de España porque frente a un curnculo abierto, que daba competendas a los profeso­res y a los centros para d~rrollar los contenidos y completarlo en función de sus contextos, da un paso atr-Js enorme y dice al profe­sorado lo que debe enseñar. Pare­ce como si se sospechara que el profesorado puede enseñar una Historia para hater que la gente piense, en vez de fonnar personas dóciles que comulguen con Las Ideas de los poderes gobernantes, sean los que sean.

En C3ta1uña, el Gob)emo Cata­lán cerró el currlculo dando una visión del pasado polSticamente correda en función de la ideolo­g(a nacionalista que gobierna en el pais, no dando opción a que las distintas escuelas de pensamiento historiográfico tmieran posibilidad de tener su roll , Quiero decir que frente a una pluralidad de inter­pretadones del pasado y del pre­sente, t3mbién desde las comuni­dades autónomas se pretende im­poner como conocimiento histó-

Joan Pagés, especialista en dldácticaJ::)MEGA

rico escolar una visión unh'Oca, me da igual que sea de España, del País Vasco o de La llioja, con la intención de que todos los ciu­dadanos tengamos la misma con­ciencia de dónde venimos y a dónde vamos.

El decreto de núnlmos del Go­biemo Socialista pemútia a los profesores y a los centros concre­tar el curriculo '1 por tanto tomar decisiones sobre qué Historia o qué Geografia era más pertie­nente enseñar en función del contexto local, social o cultural,

-¿Si ÚJ ministra le hubiera pe­dido su opinión sobrt c6mo mtjo­rar la enseñanza de las Humani­dJJths, qut fe hubiera dkho?

-Que apostara por la cantidad y no por la caUdad. En las escue­las sobra infonnadón y falta pen­samiento. Los alumnos deben aprender a construir conocimien­tos sociales, que siempre son ro­nocimientos complejos, y eso no

se hace sabiendo muchos nom­bres de lugares o de fechas sino a través tle un proceso lento y com­plejo. El segundo consejo es que se forme bien al proresorado. Si no se enseña. bien o no se aprende no es por culpa del alumnado ni del profesorado sino porque las administraciones y la universidad no tienen aún resuel· la la formación del profesorado de secundaria. El CAP no es sufi­ciente, Ser prorCfoOr es algo dife­reme a ser historiador o geógrafo.

-¿Cud/e.~ son la.~ principa~.~ leru que defumden. en su libro~

- La idea que defendemos en nuestro libro es, por un lado, apostar porque el alumno sea pro­tagonista de la construcción de su conocimiento y, por otro, saber que la tienda social es una cien­cia en construcción, cargada de ideologfa y que únicamente será relevante para el alumno cuando se acerque a aquellos problemas

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enseñanza

que son pmhlemas ~ial('5 reales y que le interesan porque le fadli­lan elementos dc comprt.'sion de su munckl y de poder inlCI'\"(.'llir en él, n.1da (IUC ver con la.~ fechas y las cifra!'.

-Se ha criticado qUl' el proyecto de decrefo fcnnina co" la l'iMón plllricull,¡ral de E.~palia. Cree que e:cisHa ha.~la ahora c.~ visión?

- Creo que no ha hahido un enfoque para tralar de manera. correcta el pluralismo cullural, para que nos conociéramos mejor catalanes, rioj:mos y ~, Por eso nosotros teividicamos que 10 impol1ante no es estudiar la reaij­dad de cad;1 uno sino conlrastllrla con otrJ._~ rurque a Iral'l:'5 de la comparación vemos qui! tenemos en común y qué de direrente y apl'endemos a \"alorJr la divern­dad desde el conocimiendo que los dcmá!' "peman o han aportado a la socieuad. L1 solución no es una Historin de Espnria .~ino una historia de los pueblos \' ele las culturlls, de esto que !ienérica­metltc denominamos Espaila. En la di\'ersidad está el enriqueci­m iento de l:t~ coIct'lh"idad('5.

-i.Qué f/llina di' I(J.~ cnmi.~ionc.~ de c.~pcciali~,(J.~ que han rednc­lado d mltt'O programa de Ia.f hu­manir/ades?

- Han ~;¡do hi~toriadorcs pe­ro no espedaliqas en didáctica de la Cn!iC'llan7 ... 1 de la Historia. Se ha consideradrl expel1us a personas que no SOl! expertos en pro­gramas educativos. F.~toy com'en­cido que dc los miembros de la Comi~ón ninguno sabe cu¡jles son las últimas in~~tigacioncs ro­bre I!'I!> problemas del aprendi7..aje de la Historia,

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2.3. Editoriales y artículos. Revistas educativas y de Historia

@

* L'AVENC· Revista d'História. Núm.220. Desembre de 1997. Barcelona (Editorial).

NO VOLEM AIXO ! ~\'

El País, (151Xl11997)

L·a polomiea que ha general el decret dHumanitats des del passat mes d'octubre. al moment d'escriure aquestes linies, transcendeix el deba! aparent sobre qüestions estrictarnent histbriques o historiogrlúiques. Així, malgrat la «bona fides » alegada

per la ministra Esperanza Aguirre sobre la seva inquietud per l'estudi de les Humani­tats com a element motor del decret, existeix una notable recanl? respecte a la possi­hilitat que hi hagi un aItre mbbil subjacent: el d'inculcar, senzilla i planerament, epatriotisme espanyol». De fet, el decret ha assenyalat inicialment com a objectiu «com­prender y valorar el carácter unitario de la trayectoria histórica de España con sus diver­sidades lingüfslico-culturales • . Aquesta voluntat d 'incidir en el caracter «unitariJo de l'Estat mostra una clara manca de sensibilitat pels anomenats cnacionalismes perife­rics . , alhora que un notable apriorisme ideológico El recel que ha despenat aquesta asseveració, a més, cal inserir-Io en un context de reivindicació desacomplexada -tan legítima com es vulgui- del nacionalisme espanyol per pan del Partido Popular. Ante­rionnent, l'executiu d'Aznar s'havia preocupat per reglamentar l'himne nacional i, des­prés de manifestar la seva decisió de regular I'enseyament de la historia, per inculcar una fonnació de l' «esperit militar'/>: fer saber als nois i noies «10 que vale España y ser españoles • . Si afegim a aquesta situadó una gestió conflictiva de la ministra Aguirre, el debat es pot interpretar facilment en cla1,l polftica (adhuc conspirativa) i, des d'aques­ta perspectiva, esdevé un elernent de crispació que afegeix inestabilitat a un pacte de govern cada vegacla rnés enrarit entre el PP i el seu sod catala, Convergencia i Unió. Ara bé, existeix una qüestió molt rnés profunda en el debat: la concepció de la histO­ria que han rnanifestat els governs de l'Estat, tant el «central» com els «periferies •. 1 aquesta concepció és instrumental: la historia serveix per fomentar, en darrera instan­cia, «consciencia nacional» o «fet diferencial •. El president Pujol, per exernple, ha escrit que «clavant de la present dispersió de la memoria, cal que reforcem de mane­ra intel·ligent els elements de la identificació col·lectiva: la llengua, la cultura i el conei­xement solidari de la propia historia» (presentació de l'obra Catalunya, historia i memO­ria, Barcelona, 1995). Ha de seIVir, dones, la historia per crear una «identificació col·lec­tiva» catalana? Ha d'utilitzar-se per entendre i valorar el «caracter unitari» de la trajectoria d'Espanya? Ha d'emprar-se la historia per fonnar individus amb capacitat critica o enquadrar cívicament les multituds? En resum, és la historia una eina per forjar ciutadans «patriotes» (del nacionalisme que es vulgui)? És la disciplina que ha d'oferir-Ios els elements d'identificació com a comunitat? La resposta a aquests inte­rrogants és decisiva per comprendre una polemica, on -en el fons- es debat un pro­blema polític, pero no científico Des de L'AVEN~ considerem que l'ensenyament i la divulgació de la história no poden estar encotillats per apriorismes ideolbgics (siguin els que siguin), ni han de consti­tuir un bagatge de les disputes polítiques del moment. La funció de la historia a l'ensen­yament és elemental: coneixer criticament el passat, entendre el present i extreure, mitjan93Ilt l'analisi, possibles claus del futuro Tot el que vagi més enlla (en aquest cas la voluntat de fonnar cconsciencies naciona1s» o «identitats col·lectives») converteix l'estudi de la historia en un medi, no en un fi en si mateix.. 1 la voluntat de reglamen­tar el seu estudi esta condemnada a entrar en conflicte amb la llibertat de catedra deIs docents-.i, per que no?, amb una realitat caleidoscopica i complexa ......

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• Cuadernos de Pedagogía., núm. 264, diciembre de 1997. Barcelona (Editorial)

El objetivo de la educación básica, algo esencial que a menudo se olvida, es la for­mación integral del alumnado para que desarrolle sus diversas capacidades cogni­tivas, sociales y afectivas. La adquisición de esta cultura general, tanto en la Pri­

maria como en la ESO, no ha de estar supeditada a imperativos utilitaristas de un futuro e hipotético mercado de trabajo ni debe guiarse por criterios de especialidad propios de ba­chillerato y de estudios superiores, sino que ha de contribuir a despertar la pasión por e! conocimiento, e! placer de lálectura y e! ejercicio de! pensamiento, e! razonamiento y la interrogación. Todo ello con· e! objeto de conocer y comprender un poco mejor en qué mundo vivimos y saber de sus origenes, su funcionamiento, la complejidad de sus cam­bios, la riqueza y diversidad cultural y las interrelaciones entre los distintos conocimientos.

Estos nobles propósitos igual pueden lograrse desde la enseñanza de la historia y la filo­sofía que de las matemáticas o la tecnología. Como se ha dicho en más de una ocasión, lo prioritario en las humanidades no es el qué se enseña, sino el cómo se enseña, qué valores se trabajan, cuál es la actitud y formación del profesorado y en qué concepciones y mode­los pedagógicos se sustentan. En este sentido, tan importante es humanizar e! conjunto de la enseñanza como imprimir rigOr científico a todos los contenidos, tratando de establecer

Humanidades puentes continuos entre las culturas científica y literaria. Sabiendo, eso sí, que existen dis­tintas visiones e interpretaciones y que no todos los valores son igualmente educativos.

El proyecto de real decreto ministerial por el que se establecen las enseñanzas minirnas de humanidades en la ESO es tan inoportuno como regresivo. En primer lugar, porque su carácter centralista y dirigiSta atenta, o cuanto menos limita, la necesaria autonomía de las comunidades, de los centros y del profesorado. En segundo lugar, porque se ins­pira en concepciones historiogcificas y pedagógicas que nos trasladan al túnel del tiem­po. Y, en tercer lugar, porque el listado de temas es tan exhaustivo y desmesurado que no habci tiempo material de impanirlo en curso alguno.

Ésta no es la mejor manera de iniciar un debate en tomo a la revisión de contenidos. Cuando se discutia la LOGSE, ese debate estuvo demasiado mediatizado por las presio­nes corporativas. Ahora lo está por la obtención de cuotas de poder político entre los partidos gubernamentales, enzarzados en una pugna por engrandecer o empequeñecer la patria. El debate ha de abrirse a nuevos horizontes, atender a todas las áreas de cono­cimiento al mísmo tiempo -y no sólo a las de humanidades- e implicar al conjunto de la ciudadanía: intelectuales, asociaciones científicas y profesionales y a los distintos sectores y colectivos de la comunidad educativa y de la sociedad civil. Lo primero es ob­tener un amplio consenso en cuanto a la selección de los contenidos básicos y relevan­tes. Luego ya vendci su conversión en disciplinas y horas. Pero quizás antes seria bueno evaluar y hacer públicos los resultados de los nuevos aprendizajes de la ESO.

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* Perspectiva Escolar, núm.219, noviembre de 1997. Barcelona (Editorial)

Una falsa soludó als problemes de I'ensenyament i de I'aprenentatge de les Humanitats

No podem estar d"acord amb el que la ministra d"Educació ¡Cultura planteja quant al ¡ractamen! de les Humanit3ts en J"ensenyament obligatori. Estem d'acord a potenciar-les. pero. com?

Seos duble. robjecle principal d'aquests ensenyaments hauria de ser restudi dei s homes i de les dones amb els nostres problemes. les nostres organitzacions. el nostre trebal!. la nostra cultura. les nostres idees ¡les nostres creeoces. el nostre art i la nostra literatura. les relacions amb el medi ... Els neos i les nenes. els nois i les ocies que actualment cursen els seus estudis obligatoris ---els homes i les dones del segle XXI- han de ser preparats -i ben preparats- per poder afrontar els reptes del [utur j per poder exercir el seu protagonisme en la constTUcció del seu món personal i social.

Creiem que aquesta és la finalitat més imponant de r ensenyament de les Humanitats: preparar per participar en la construcció d'un món més just. més equitaliu, més democratic, més solidari. D'un món on tothom -qualsevol home i qualsevol dona, sigui d 'on sigui. hagl nascut on hagi nascut- hi tingui el seu 1I0c, i pugui gaudir d'uns ni vells de vida semblants, Un món divers en que el respecte i la potenciació de la pluralitat de concepcions. creences i ideologies. ens enriqueixi i ens mostri rexistencia de camins diversos per solucionar problemes identics.

La geografia. la historia, I'antropologia, I'economia, la literatura ... poden tenir un paper relle\'ant en rassolimem d'aquesta finalitat perque, a través de les aportacions de les generacions passades o a través del que succeeix en altres indrets, il ,luminen el presem i hi donen senti! alhora que acompleixen una funció exemplificadora ... Són instruments imprescindibles per a la construcció del fUlur. Ara bé: han estat. s6n i seran instruments facilment manipulables --com ha posat en relleu ractual debat entorn de la proposta de reforma deIs ensenyaments mínins de la ministra- per part deis poders polítics, estatal s o autonomics. La geogratia. la historia i la resta de ciencies soc ials com a coneixements escolars han esta! i s6n utilitzats per a finalitats alienes al seu potencial valor educatiu. que, en una societat democratica, no pot ser altra que la formació d'una consciencia personal democratica on cada persona opti Jliurement per participar en la construcció del seu món des del coneixement que no existeix un sol carní sinó que també són possibles altematives diferents.

En aquesl debat volem posar raccent en els problemes d'ensenyamem i d'aprenentatge d' aquestes assignatures i en el que suposa aquesta reforma per al professorat. el qual. un cap més, veura retallades les seves competencies professionals per la desconfian¡;a que hi tenen les administracions. Així no s·avanr.;a ni es resolen els p~obJemes reals ...

No se'ns escapa que, a cap de decret. i passant per sobre dei s mecanismes de can vi previstos per la LOGSE. es perverteix el sentí! de la Reforma, una Reforma que just s'esta comenr.;am a implantar i encara no s'ha pogUl avaluar.

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BOLETíN INFORMATNO, 4

* Historia 16, núm. 260, diciembre de 1997. Madrid (Monográfico)

J U lz O Valdeón Baruque

Reflexiones sobre la enseñanza de la

Historia Siempre he tenido presente que la ense­

ñanza de la Historia tiene, al menos en potencia, una fuerte carga política e ideoló­gica. Al fin Y al cabo ya dijo en su día el pro­fesor polaco Topolsky que la educación his­tórica es una de las bases principales para configurar la conciencia ideológica y políti­ca de una sociedad. Pero en modo alguno po­día imaginarme que la presentación por par­te de la ministra de Educación y Cultura del borrador de proyecto sobre la mejora de las Humanidades en la enseñanza media, y en concreto la propuesta acerca de la enseñan­Za de la Historia, pudiera provocar un terre­moto de tales proporciones. Unos han detec­tado inmediatamente en dicha propuesta un regreso a la caverna, entiéndase a una ense­ñanza memorística, basada en la acumula­ción de datos y de fechas. Otros han señala­do que detrás del proyecto en cuestión se ha­Ba una inequívoca historiografia reacciona­na. Incluso se ha tildado a la propuesta de ex­presión de las voces del conservadurismo más duro y retrógrado, cuando no simplemente de franquista. Asimismo se ha presentado el pro­yecto como gravemente lesivo para determi-

nadas Comunidades Autónomas, pues trata de imponer una concepción unitaria de la His­toria de España, lo que chocaría frontalmen­te con la idea de la pluralidad. Según esos ' puntos de vista se trataría de imponer, más o menos, la concepción de la historia de Es­paña propia del Partido Popular.

Mucho me temo que la mayor parte de es­tas opiniones están dictadas ante todo por mo­tivos políticos, tanto en el caso de los nacio­nalistas como en el de los partidos de la opo­sición. Es más, intuyo que quizá muy pocos han leído detenidamente el borrador de pro­yecto de enseñanza de la Historia en la ESO. No cabe la menor duda de que dicho texto, co­mo toda obra humana, es criticable. Pero lo que en modo alguno veo en el mismo es ni una vuelta a una Historia memorística, ni una con­cepción de la Historia retrógrada ni un ata­que a la pluralidad de España. En todo caso se podrá decir que no cambia nada de lo es­tablecido en la LOGSE, pues se limita a de­sarroBar los contenidos mínimos de la disci­plina, que en el actual diseño curricular re­sultan excesivamente generalistas. Veamos un ejemplo concreto, ... SIGUE EN ~ PÁGINA 74

JUlio Valdeón Baruque. Catedrático de Historia Medieval. Universidad de Valladolid.

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Reflexiones sobre la enseñanza de la Historia

por Julio Valdeón Baruque

VIENE DE LA PÁGINA 3 ... referido a la Historia medieval. En el Real Decreto 1007/1991. de 14 de junio. que establecía las enseñanzas mínimas de la ESO. dentro del apartado número dos . So­ciedades históricas y cambio en el tiempo. figuraba. en el punto tres. Las sociedades me­dievales , que se desglosaba así: Al-Andalus y los reinos cristianos en España. La con­fluencia de las tres tradiciones religiosa~ en la España medieval: cristianismo, islamismo y judaismo. El arte y la cultura en la Edad

en el Mediterráneo . 3.5. España, eslabón en­tre la Cristiandad, el Islam y el Judaismo). Las similitudes entre lo que aparecía a pro­pósito de la España medieval en el proyecto actualmente en vigor y en el borrador que ahora se propone son notables. En todo ca­so el nuevo proyecto aclara un poco más, al poner de relieve la existencia de un proceso dialéctico entre al-Andalus y los reinos cris­tianos, el binomio reconquista-repoblación, elemento clave de la historia hispana como todo el mundo sabe. La confluencia de las tres culturas, por otra parte , no se limita, como aparecía en el decreto de 1991, al aspecto re­ligioso. Asimismo incorpora una referencia a la proyección catalana-aragonesa por el Me­diterráneo. La principal novedad no obstan­te radica en el hecho de que la Historia de Es­paña, protagonista por excelencia del decre­to de mínimos de 1991, se inserta en la pers­pectiva general europea en el borrador que ahora comentamos, lo que se traduce en un tema acerca de Europa y su entorno y otro so­bre La sociedad feudal , uno de cuyos apar­tados trata de cultura y arte. ¿Cabe deducir de lo indicado que hay un abuso de datos y de

.\ Media . ¿Cómo queda la historia medieval en el bo­rrador de proyecto que tantas críticas ha suscita­do? Pues sencillamente dividido en tres temas : 1. Europa y su entorno (con cuatro apartados: "1.1 Ei­zancio y el Islam. 1.2. El nacimiento de Europa y el Imperio de Carlomagno. 1.3. La expansión de Eu­ropa. Siglos Xl-XlII. 1.4. La crisis de la Edad Me­dia. SiglosXlVyXV); 2.La sociedad feudal (con tres apartados: 2.1. Señores. clérigos y campesinos. 2.2. La génesis de la bur­guesía. 2.3. Cultura y Ar­te); 3. La Edad Media es­pañola (con cinco aparta­dos: 3.1. Ellslam hispáni­co: al-Andalus. 3.2. Re­conquista y repoblación cristiana. 3.3. Las Espa­ñas medievales. Los cin­co reinos. 3.4. La proyec­ción catalana-aragonesa

Cornicen (detalle de uno de los relieves ibéricos de Osuna. hacia 100 a. C .. Museo

Arqueológico Nacional, Madrid)

fechas? Sólo se menciona un nombre concreto. el de Carlomagno. relacionán­dolo con el primer pro­yecto de unidad europea (¿no existe hoy en día un premio Carlomagno, que se otorga a los que más contribuyen al fomento de la construcción de Euro­pa?) y en cuanto a fechas únicamente se pone de re­lieve que hubo en los tiempos medievales una época de expansión y otra de crisis. La principal crí­tica que se podría hacer a esta propuesta es que pretende imitar lo que se enseña en Francia en idéntico nivel a propósito de la Edad Media. consis­tente en conjugar la tra­yectoria global de la His­toria europea con la espe­cífica de su nación. Pienso que podrían ha­cerse parecidas conside­raciones sobre el resto de

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los contenidos mínimos que se proponen para la ense­ñanza de la Historia en la ESO. Por otra parte, si se consultan los libros de tex­to actualmente en el mer­cado, se verá que los con­tenidos de Historia que de­sarrollan difieren muy po­co de las líneas maestras que informan la propuesta que comentamos. Ello es ló­gico, por cuanto los autores de dichos textos, a la hora de llevar a cabo su traba-

. jo, se vieron obliga<;losa especificar un poco más y a profundizar los enunciados, sin du­da muy genéricos, que aparecían en el dise­ño curricular de contenidos mínimos de la LOGSE.

El programa propuesto para la enseñan­za de la Historia en la ESO no es innovador, sino más bien clásico. Por de pronto acepta la cronología tradicional. En él hay referencias a la economía, la sociedad y la cultura, pero el hilo conductor lo constituyen los aconteci­mientos políticos. Aho­ra bien, eso no signi­fica' en modo alguno, que preconice una vuelta a una Historia memorística. Todo lo contrario. Para com­probar lo que decimos lo mejor es acudir a los criterios de evalua­ción, piedra de toque indiscutible para co­nocer lo que se pre­tende alcanzar con es­ta propuesta y de los que, por cierto, nadie ha hecho la menor alusión. En esos crite­rios se habla de iden­tificar, analizar, des- r. cribir, caracterizar, va­lorar, comprender, manejar, interrrelacio- • nar, comparar, etc.

¿Y la historiografía reaccio­naria que algunos dicen de­tectar? El programa no es ni reaccionario ni revolu­cionario. Que el estudio de la Edad Contemporánea, por ejemplo, comience con un tema dedicado a las re­voluciones burguesas no prejuzga la posible orien­tación que pueda dar un profesor a su clase. Pero quizá el punto que más discusiones ha moti­vado es el relativo a la con­

cepción unitaria de la Historia de España que, dicen algunos, pretende imponerse. Cierta­mente entre los objetivos generales de la Histo­ria figura uno, el número cinco, que dice com' prender y valorar el carácter unitario de la tra­yectoria histórica de España con sus diversi­dades lingüístico-culturales. Es posible que el término unitario no sea el más afortunado. Pe­ro en todo caso no se trata de aferrarse a una pa­labra, que puede tener significados variados. Si dijera, por ejemplo, comprender y valorar los

operaciones todas ellas que en modo al- ,_ guno pueden aseme­jarse con la pura y simple memorización.

Jaime 1, el Conquistador (por Rafael Atche. S. XIX). arriba.

elementos comunes de la trayectoria histórica de Espa­ña ... ¿seria acepta­do el discutido obje­tivo por los nacio­nalistas? Pues esa expresión utilizaba el diputado de Iz­quierda Unida An­tonio Romero, al afirmar que existe una Historia común para todos los es­pañoles (El País, 27 de octubre de 1997). En mi opi­nión lo grave sería que del desarrollo del programa o de los criterios de eva-1uación se dedujera la pretensión de im­poner una concep­ción determinada de la Historia de Es­paña. Pero esa lec­tura es de todo pun­to impensable .•

Felipe el Hermoso y la Reina Doña Juana (miniatura del Códice de MarcueUo. S XVI), abajo

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Un problema político • • mnecesarlO José Luis de la Granja Catedrático de Historia Contemporánea. Universidad del País Vasco

En principio. el propósito de reforzar la en­señanza de las Humanidades y, en con­

creto. de la Historia en la ESO me parece loa­ble. También considero necesario que exista un cierto equilibrio en la enseñanza entre la Historia Universal. la de España y la de sus nacionalidades y regiones. que evite un ex­cesivo localismo o la minusvalora­ción de la Historia de España por la influencia de los nacionalismos en algunas comuni­dades autqno­mas.

......

y una respuesta visceral de la Generalitat de Cataluña por considerarlo un ataque a su identidad. Esto último es exagerado. pero la impericia de la ministra ha creado un pro­blema político innecesario que dificulta un de­bate racional.

El proyecto adolece de defectos concretos. que revelan la mentalidad de la derecha es­pañola gobernante, como el empleo del tér­mino unitario para referirse a la trayectoria histórica de España o la ausencia del vocablo dictadura para denominar la época de Fran­co. Pero lo más grave es que la ministra pre­tenda impartir unas enseñanzas mínimas tan detalladas (con 174 contenidos. desde la Prehistoria hasta la actualidad) sin aumentar

El reciente pro­yecto de decreto del MEC lleva a la práctica las ideas expuestas por la ministra Esperan­za Aguirre en su discurso a la Real

Estampa popular catalana del siglo XVIII

el número de horas lectivas ni modificar los li­bros de texto. Esto contribuye a . que resulte inaplicable téc­nicamente. Y su excesivo inter­vencionismo contrasta con su abandono de la urgente re­forma de la Universidad y con su intento de liberalizar el

Academia de la Historia, el 10 de octubre de 1996. en el que denunció el asombroso arrin­conamiento y el calamitoso estado de la en­señanza de la Historia en nuestro país ("His­toria de España", ABC, 18-X-1996). Allí lan­zó varias propuestas: no subsumir la Historia en las Ciencias Sociales. volver a la cronolo­gía tradicional en épocas históricas, estudiar las grandes personalidades y no reducir la Historia a la Edad Contemporánea y menos al Mundo Actual. Entonces. el fllósofo José An­tonio Marina señaló que por su importancia éste es un asunto que merece un debate na­cional. Pero un debate racional, no visceral ("La ministra y la Historia". ABC. 18-X-1996).

Al cabo de un año, sin que dicho debate ha­ya tenido lugar. la ministra del PP presenta su proyecto de decreto sin negociarlo ni con­sensuarlo con nadie, ni siquiera con las co­munidades autónomas con competencias educativas. El resultado es su rechazo por parte de las izquierdas y los nacionalismos,

precio de los libros de texto. Para reconducir racionalmente el debate

de un tema de suma importancia, creo que la mejor solución es la retirada del polémico proyecto y el comienzo de nuevo del proce­dimiento. consultando a los agentes sociales y políticos implicados. en el mismo.

Planteamiento impecable Carlos Martínez Shaw Catedrático de Historia Moderna. Universidad Nacional a Distancia

Comparto la opinión mayoritaria de los pro­fesionales del área en el sentido de que la

enseñanza de la Historia (y algo parecido pue­de afirmarse, mutatis mutandis. de la Geo­graffa) , en los niveles de Secundaria Obliga­toria y Bachillerato. sufría de tres graves li-

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mitaciones: insuficiencia de los contenidos, fragmentación de la materia histórica y visión localista de los problemas generales. Por es­te motivo, considero sumamente oportuno el proyecto de reforma propuesto por el Minis­terio de Educación, que significa un notable progreso en la adjudicación a la enseñanza de la Historia del papel formativo que sin du­da posee. Valoración positiva que puede apli­carse al conjunto de las Humanidades, aun­que las modificaciones ihtroducidas hayan si­do más tímidas en algunas otras áreas.

Tanto los criterios expuestos en la Intro­ducción (Anexo: Ciencias Sociales: Geogra­fía e Historia), como las orientaciones didác­ticas me parecen pefectamente justificados y de acuerdo con las líneas más reconocidas internacionalmente en la materia. En cuan­to al programa de Historia Universal y de Es­paña, estoy convencido de que satisface ple­namente las exigencias científicas de la His­toria total propugnada por la renovación his­toriográfica de nuestro siglo. El programa es impecable en su planteamiento, coherente en su desarrollo, alejado de radicalismos ideo­lógicos de cualquier signo y respetuoso para con las sensibilidades particulares. En ese sentido. no podía dejar de serlo conocida la composición de la comisión encargada de su elaboración, integrada por profesionales de probada competencia en la materia y de muy diversa adscripción ideológica, entre los que se encontraba uno de los grandes nombres de la historiografía española de nuestro siglo, don Antonio Domínguez Ortiz, y donde el pun­to de vista de la pluralidad española estaba defendido al menos por un historiador de tan­to seny como Pere Molas Ribalta.

En definitiva, ignoro los mecanismos por los que un proyecto tan equilibrado, que só­lo merece el Teconocimiento de los profesio­nales de la Historia y de las Humanidades en general, ha podido suscitar esta oposición, a no ser por oscuras motivaciones políticas. El programa de Historia Universal y de España otorga a la materia su dignidad científica y, por supuesto, respeta el pasado de este Es­tado de las Autonomías. Mucho más desde luego que los programas impartidos en algu­nas comunidades autónomas, donde sus te­rritorios se convierten en ínsulas ensimis­madas flotando en el limbo, la conciencia na­cional aparece en el Auriñaciense, la narra­ción histórica se acerca al género de la epo­peya. la interpretación racional cede el paso

a la mitología y la denostada lista de los reyes godos se sustituye por la de los condes de Be­salú o las brujas de Zugarramurdi. Sin que ca· si nadie haya levantado la voz reclamando sensatez o sencillamente en defensa de la ver· dad.

¿Es España historiable? Francisco Palicio Catedrático de Educación Secundaria. Madrid

El debate sobre los contenidos minimos de Historia y Geografía trasciende el plan de

mejora de las enseñanzas de Humanidades y el ámbito mismo de la enseñanza.

El plan del Real Decreto del 97 es más que un mero cambio de los contenidos mínimos; se reforman los objetivos generales, los con· tenidos conceptuales y los criterios de eva­luación. La realidad es que la cantidad de con· tenidos se amplía mucho. A los contenidos que se proponen han de añadirse los conte­nidos procedirnientales y actitudinales -no de· rogados-o

Por otra parte,> el peso de los contenidos conceptuales resulta aún mayor de lo que ya era: los conterudos, que tienen que formar ne­cesariamente parte de los objetivos básicos del currículo común, constituyen el núcleo del mismo, según dice el Decreto. Y, si bien en nuestras materias los contenidos conceptua· les siempre tuvieron más peso que en otras materias más experimentales, ahora parece que sólo habra tiempo para ellos. Todo esto sin ampliar ningún horario.

Contrasta, sin embargo, que los criterios de evaluación resultan más abiertos de lo que parecen indicar la exhaustividad y la multi· plicidad de epígrafes que aparecen en los con­tenidos. Los objetivos generales y los criterios de evaluación se exponen al modo de la LOG· SE, mientras que los contenidos conceptuales parecen beber de otras fuentes, y esto no re· ferido al qué de los contenidos, sino al modo cómo se plantean.

Los actuales contenidos mínimos, por otra parte resultan ser un .currículo abierto, pero por indefinido. Casi se puede explicar la His· toria sin tiempo y la Geografía sin espacio. Es­te enfoque viene ya debatiéndose entre los profesores de Historia desde los comienzos de

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la Reforma. Visto desde aquí, parecía ir acor­de con el momento histórico de la transición política, que dicen que ya ha acabado.

El problema surge cuando se tratan de de­finir estos contenidos mínimos de forma más concre~. Supone, a fin de cuentas, decidir y fijar que pasado común puede explicarse de lo que hoy se conoce por España, hasta qué punto España es historiable.

y la respuesta a este pro­blema se sale de las aulas. Es una respuesta política, en su más amplio sentido; se trataría, por ejemplo, de di­lucidar y llenar de conteni­do qué significan ~oy co­munidades históricas , con todo el pasado a cuestas. So­lamente.

En este debate se ha opi­nado desde todos los medios de comunicación y desde to­do tipo de tribunas y cáte­dras; yeso a pesar de que casi todos fuimos enseñados y aprendidos con la denos­tada historia de la lista de los reyes godos.

Unitarista e insuficiente Xosé Ramón Quintana Profesor de Educación Secundaria. Mondariz, Pontevedra

La enseñanza de la Historia presenta diver­sos problemas. A nivel más general se cons­

tata la necesidad de revalorizar socialmente la Importancia de las Humanidades y de po-

ten ciar las seriamente en la enseñanza, pues una formación meramente científico-técnica no ayuda a la creación de ciudadanos/as li­bres y conscientes de su época. Más en con­creto, los problemas son muy variados y de difícil resumen. Entre otros, irían desde la ne­cesidad de criterios comunes al abordar la dialéctica generaVparticular hasta la habili­tación de mecanismos efectivos para el per­feccionamiento del profesorado, cuyo objeti­vo último no es otro que lograr que los alum­nos/as adquleran una serie de conocimientos ejerzan determinadas habilidades y desarro: llen un cierto número de actitudes.

2) Es necesario un amplio debate sobre la enseñanza de Historia y, en general, de las Humanidades. El proyecto del Ministerio de Educación y Cultura no ayuda en lo más mí­nimo a su potenciación ni mucho menos a un debate sereno y riguroso, tanto por los errores procedimentales en su elaboración inaceptables en una democracia, como por la~ graves deficiencias del mismo. La propuesta de JavierTusell de consensuar un Ubro Blan­co entre el Gobierno. las comunidades autó­nomas y los verdaderos grandes expertos (in­cluyendo en esta categoría a los docentes).

Brujas disfrazadas

dejlSicos comunes: ¿De qué

mal morirá?

(aguafuerte de Goya)

puede ser un buen camino para solucionar los problemas existentes, los cuales se han mag­nificado de una forma desorbitada y pinto­resca.

3) El proyecto Agulrte es notoriamente de­ficiente, decepcionante e incluso irritante. Ideo­lógicamente, escora hacia una visión unita­rista de la Historia de España. Sin duda exis­te una trayectoria histórica común, pero de

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esa constatación no puede derivarse el ha­cer tabla rasa de las especificidades históri­cas y culturales de los distintos pueblos que conforman España. El reto es conseguir una . Historia de España plural y diversificada y que tal circunstancia sea evidente para los estu­diantes de todas sus comtmidades. Desde un punto de vista pedagógico, se potencia en de­masía un aprendizaje memorístico en detri­mento de un aprendizaje significativo, cuan­do lo óptimo sería un cierto equilibrio. A to­do lo anterior no es ajeno un excesivo hin­capié, en lo relativo a la Historia de España, en la Historia política institucional y un cier­to menoscabo de la Historia económica, so­cial o cultural, además de primar las Edades Media y Moderna frente a la Contemporánea, que es la etapa más importante desde el pun­to de vista de la formación de la ciudadanía. Por otra parte, unos contenidos mútimos tan detallados no sólo lesionan en la práctica la competencia de las comtmidades autónomas sino también la propia libertad de cátedra, y suponen una desconfianza hacia los profe­sionales de la Historia. Por último, el proyec­to es radicalmente insuficiente por otra razón bien simple: si no se amplían tanto los hora­rios lectivos de las materias históricas como la dotación de medios, no se puede hablar se­riamente de potenciación de la Historia ni de mejora de su enseñanza.

Necesitamos un Ubro Blanco Javier Thsell Catedrático de Historia Contemporánea. ~D

El Real Decreto sobre la mejora en la cali­dad de las enseñanzas de las Humanida­

des -yen especial de la Historia- ha sido abor­dado de una forma incorrecta y el resultado de ello no sólo ha sido que estamos más le­jos que nunca de lograr este objetivo, sino que nos hemos enzarzado en una discusión que tiene todas las características de resultar es­téril y acabar como el rosario de la aurora.

Antes del decreto nadie había planteado si tiene o no sentido la enseñanza de la His­toria en España porque es obvio que no hay nadie serio que responda de forma negativa

a esta pregunta. El decreto no proporciona un mútimo de información acerca de cómo son los manuales de Historia, qué aprenden los estudiantes y cómo otros países han aborda­do este problema. En realidad, no hace otra cosa que proporcionar unos criterios peda­gógicos muy generales y desglosar los enun­ciados de contenidos que existían en el de­creto anterior de una forma obvia pero que, por eso mismo, puede llevar a una discusión inacabable. Carece de un mínimo de seriedad pensar que el decreto va a elevar el nivel de la enseñanza de las Humanidades cuando, además, ni amplía horarios, ni cambia libros ni, menos aún, los planes de estudio.

Lo único que ha proporcionado el decreto es polémica, y lo malo de ella es que tiene pocas posibilidades de prosperar hacia una solución racional porque los profesionales de la política, bien acabarán por olvidarse de to­do el asunto porque les importuna en exce­so, o bien pactarán un acuerdo al margen de los intereses objetivos de la enseñanza. Un de­bate como el que está teniendo lugar no sir­ve más que para confirmar a unos y otros en sus peores vicios. A los nacionalistas les fo­menta el victimismo y a los centralistas -mu­cho más numerosos de lo que se pueda ima­ginar-la idea de que los primeros son algo así como un cruce entre provincianos y salva-jes. ,

Si de verdad se quiere resolver la cuestión y se piensa sobre todo en los intereses de la enseñanza, sería necesario empezar de nue­vo. Lo primero que necesitamos es un Libro Blanco que levante un mapa objetivo de la situación en que nos encontramos. Y en la composición de la comisión de expertos sería necesario exigir mucho más en pluralidad y calidad de los convocados. Lo esencial es par­tir de una situación inicia¡ de consenso. To­davía estamos a tiempo de evitar lo peor, aun­que el camino inicial ha sido francamente de­safortunado .•

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