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Desde su apertura en 1958 hasta hace poco tiempo, la Casa Azul era considerada esen- cialmente un museo de sitio. De la misma manera, la museografía de la obra ahí expuesta se suponía inamovible, tal y como el poeta Carlos Pellicer -gran amigo de Fri- da Kahlo y Diego Rivera- la dejara montada en ese tiempo. Así, las cinco primeras salas exhibían obra de Kahlo, Rivera y algunas piezas de sus amigos y maestros. El come- dor, cocina, estudio y recámaras conserva- ron la decoración y el espíritu que tenían cuando fueron habitados por los pintores. Diego Rivera y Frida Kahlo albergaron siempre la idea de donar sus propiedades al pueblo de México y convertirlas en museos. Para ello Diego formó un fideicomiso ads- crito al Banco Central de México para cum- plir sus anhelos, e integró un Comité Técni- co, formado por once miembros y presidi- do por la gran amiga e indudable mecenas de Diego: Dolores Olmedo, quien fuera directora vitalicia de ambos espacios. Diego Rivera pidió a Dolores Olmedo no abrir hasta que hubieran transcurrido quin- ce años de su muerte un baño de la Casa Azu,l en el que el pintor guardó cajas cerra- das, libros y obra, entre otros objetos. Sin embargo, Lola decidió que, mientras ella viviera, no se abriría este espacio, respetan- do la voluntad del maestro. Además de ese lugar, se mantuvieron cerrados por casi cincuenta años otro baño, una bodega, cajones, baúles y armarios. Tesoros de la Casa Azul, una experiencia museográfica en el Museo Frida Kahlo (México D.F.) Hilda Trujillo Soto 1 Museos Diego Rivera y Frida Kahlo Hilda Trujillo Soto es licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM y máster en Ciencias Políticas por la Sorbonne. Fue directora general de cultura en la delegación Coyoacán, en México, y ha ocupado distintas posiciones en la promoción cultural en instituciones públicas de ese país. Desde 2003 es directora adjunta de los Museos Diego Rivera-Anahuacalli y Frida Kahlo, en los que ha impulsado importantes proyectos como la dirección del Festival Diego Rivera, la coordinación de la apertura de los archivos inéditos de la Casa Azul, y actualmente la actualización museográfica del Museo Diego Rivera-Anahuacalli. 222 1. Diego Rivera en su estudio, c. 1940. Foto: Museo Frida Kahlo. 1 Correo electrónico: [email protected]

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Desde su apertura en 1958 hasta hace pocotiempo, la Casa Azul era considerada esen-cialmente un museo de sitio. De la mismamanera, la museografía de la obra ahíexpuesta se suponía inamovible, tal y comoel poeta Carlos Pellicer -gran amigo de Fri-da Kahlo y Diego Rivera- la dejara montadaen ese tiempo. Así, las cinco primeras salasexhibían obra de Kahlo, Rivera y algunaspiezas de sus amigos y maestros. El come-dor, cocina, estudio y recámaras conserva-ron la decoración y el espíritu que teníancuando fueron habitados por los pintores.

Diego Rivera y Frida Kahlo albergaronsiempre la idea de donar sus propiedades alpueblo de México y convertirlas en museos.Para ello Diego formó un fideicomiso ads-

crito al Banco Central de México para cum-plir sus anhelos, e integró un Comité Técni-co, formado por once miembros y presidi-do por la gran amiga e indudable mecenasde Diego: Dolores Olmedo, quien fueradirectora vitalicia de ambos espacios.

Diego Rivera pidió a Dolores Olmedo noabrir hasta que hubieran transcurrido quin-ce años de su muerte un baño de la CasaAzu,l en el que el pintor guardó cajas cerra-das, libros y obra, entre otros objetos. Sinembargo, Lola decidió que, mientras ellaviviera, no se abriría este espacio, respetan-do la voluntad del maestro. Además de eselugar, se mantuvieron cerrados por casicincuenta años otro baño, una bodega,cajones, baúles y armarios.

Tesoros de la Casa Azul,una experienciamuseográfica en el MuseoFrida Kahlo (México D.F.)Hilda Trujillo Soto1

Museos Diego Rivera y Frida Kahlo

Hilda Trujillo Soto es licenciada enRelaciones Internacionales por la UNAMy máster en Ciencias Políticas por laSorbonne. Fue directora general de culturaen la delegación Coyoacán, en México, yha ocupado distintas posiciones en lapromoción cultural en institucionespúblicas de ese país. Desde 2003 esdirectora adjunta de los Museos DiegoRivera-Anahuacalli y Frida Kahlo, en losque ha impulsado importantes proyectoscomo la dirección del Festival DiegoRivera, la coordinación de la apertura delos archivos inéditos de la Casa Azul, yactualmente la actualización museográficadel Museo Diego Rivera-Anahuacalli.

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1. Diego Rivera en su estudio, c. 1940. Foto: Museo Frida Kahlo.

1 Correo electrónico: [email protected]

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Al morir Lola Olmedo en 2004, se renovóel Comité y éste decidió abrir los espacioscerrados en la Casa Azul y dar a conocer alpúblico lo que ahí se encontraba. El primerproblema a resolver fue el más común enlos museos: la falta de recursos económi-cos. La Casa Azul no depende del gobiernoy se mantiene con los recursos de la ventade entradas y de donativos que se obtie-nen con mucho esfuerzo.

Por ello, se buscó el apoyo de Isabel Gra-ñén Porrúa y de Alfredo Harp Helú -perso-najes generosos e interesados en la conser-vación y rescate del patrimonio, archivos ehistoria de México- quienes, a través deApoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliote-cas (ADABI), destinaron recursos humanos,asesoría técnica y fondos para la recupera-ción y clasificación de los archivos de la CasaAzul. Los trabajos duraron casi tres años.

Así, se pudieron clasificar 22 105 docu-mentos; 5 387 fotografías (figura 1); 3 874publicaciones periódicas; 2 170 libros; 1 124gráficos, entre carteles, mapas, y otros mate-riales; más de 300 prendas de vestir que Fri-da usó; 270 obras, entre dibujos, acuarelas yóleos; además de múltiples objetos persona-les (figura 2).

En enero de 2007, Carlos Phillips Olme-do, director general de los Museos DoloresOlmedo, Diego Rivera y Frida Kahlo, planteala idea de sacar a la luz pública los archivosencontrados y realizar una exposición den-tro del marco del centenario de Frida Kahlo,homenaje que organizaron distintas institu-ciones en el país. La clasificación de losarchivos estaba programada, en un inicio,para terminarse en septiembre, por lo quela exposición sólo quedaría lista para finalesde año. Se tuvieron que reducir tiempospara concluir la clasificación de archivos ytrabajar a marchas forzadas para poder inau-gurar la exposición el 4 de julio: el cumple-años de Frida.

Con todos los hallazgos clasificados huboque enfrentarse a un dilema, pues no era fácildecidir qué exponer frente a ese mar decosas de inmensa variedad: obras, impresos,objetos, documentos, libros y fotografías(figura 3). La solución fue invitar a expertosen cada tema para colaborar en la tarea: elmaestro Ricardo Pérez Escamilla, especialistaen arte mexicano del siglo XX, seleccionóobra y libros; la curaduría y selección de foto-grafía estuvo a cargo del fotógrafo Pablo OrtizMonasterio; la selección de documentos deFrida Kahlo se realizó bajo la supervisión deTeresa del Conde, experta en Frida Kahlo; losdocumentos de Diego Rivera fueron estudia-dos por Alicia Azuela, especialista en DiegoRivera, y el estudio del vestuario estuvo coor-dinado por Marta Turok, experta en textiles.

Afortunadamente, se logró digitalizarcasi todo, salvo los libros, revistas y perió-dicos (figura 3). Esto hizo mucho más

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2. Teatrito diseñado por Frida Kahlo.Foto: Museo Frida Kahlo.

3. Matrimonio Diego Rivera y Frida Kahlo, 22 de agosto de 1929.LA PRENSA «Diario ilustrado de la mañana». Foto: Museo Frida Kahlo.

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manejable la información. Cada expertoseleccionó las obras a exponer, tarea ardua,pues cada cual abogaba por su tema, igual-mente apasionante.

Para la exposición se intervinieron cincosalas, el cubo de la escalera y el estudio dela Casa Azul. En la primera sala se mostra-ron los dibujos de Frida descubiertos en elarchivo; en la segunda, la obra inédita deDiego Rivera recién encontrada; en la terce-ra, documentos y periódicos. Otra sala se

dedicó a exponer las joyas bibliográficas deambos artistas (figura 4). Las fotografías semostraron en la sala 5, y en el cubo de laescalera se realizó un montaje, «Retrato deFrida Kahlo», en el que se presentaron ele-mentos significativos de la obra de Kahlo:su espejo, un corsé, un libro que evoca aDiego Rivera, la caja de bordado de Frida,sus pinceles, una lámina que utilizaba parailustrar el desarrollo del feto humano y unode sus vestidos preferidos. En el estudio se

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5. Diego de Rivera y Frida Kahlo besándose en la casa de Coyoacán, 1948. Florence Arquin.Foto: Museo Frida Kahlo.

4. Sala 5: «Joyas bibliográficas». Exposición Tesoros de la Casa Azul: Frida y Diego,Museo Frida Kahlo 2007. Foto: Museo Frida Kahlo.

Diego Rivera y Frida Kahlo

albergaron siempre la idea

de donar sus propiedades

al pueblo de México y

convertirlas en museos

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montaron los códices atesorados por DiegoRivera, copias de finales del siglo XIX y prin-cipios del XX, así como dibujos que hicierael muralista inspirado en esos códices.

La selección fue rigurosa: se expusierontan sólo setenta fotografías, cinco vestidos,sesenta documentos, sesenta y cinco librosy publicaciones, y cuarenta ejemplares deobra plástica. Contar con especialistas que-con gran sutileza e inteligencia- seleccio-naron la obra, hizo posible lograr unaexposición con gusto y sensibilidad, perosobre todo, que se constituyera como unpunto de inflexión para entender la obra yla vida de Frida Kahlo y Diego Rivera (figu-ra 5). Con Tesoros de la Casa Azul se pudomostrar una nueva Frida, poco conocida,más humana, acuciosa, inquieta, de inte-lecto penetrante, interesada en la búsque-da y estudio de múltiples temas.

Quienes trabajamos en el museo sabía-mos que teníamos algo importante en lasmanos. Así, por ejemplo, encontramos un

óleo muy maltratado, montado sobre unacaja de huevos. Pensamos que era de Die-go, pero no teníamos la certeza. El maestroRicardo Pérez Escamilla pudo documentarla autoría y probar incluso el año en quefue creado, así como el tema: La cañada

de Contreras, 1911.Mientras se trabajaba en la selección de

obra, y con el correr de los días, los pasillosse fueron llenando de comentarios asom-brados: «Aquí está un Man Ray, un TinaModotti, un Alfred Stigilitz, un Álvarez Bra-vo, un Nicolas Muray». Todas las fotografíasfueron documentadas por Pablo OrtizMonasterio, quien además encontró sietefotografías firmadas por Frida Kahlo. Lafuerza y potencia de este archivo de imáge-nes refleja la pasión por la fotografía queFrida aprendió de su padre (figura 6).

El archivo de la Casa Azul reveló datossumamente interesantes. Por ejemplo, seencontraron más de veinte autorretratosfotográficos del padre de Frida; incluso en

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6. Dibujo a lápiz de Frida Kahlo, Museo Frida Kahlo. Foto: D. R. ©2008 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego de Rivera y Frida Kahlo.Av. Cinco de Mayo Nº 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D.F.

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uno de ellos él posa desnudo. Este dato des-conocido hasta ahora muestra que el interésde Frida en el autorretrato no sólo proveníade su reclusión en cama después de su acci-dente y de las múltiples operaciones a lasque fue sometida y que le obligaban a lainmovilidad, sino que también revela lafuerte influencia del padre (figura 7).

El archivo está lleno de este tipo de deta-lles y -como distintos expertos han afirmadoal visitar la exposición- es necesario revisarla historia de la artista a partir de estos nue-

vos y relevantes datos. Estos documentos ydibujos dan muchas y apasionantes clavessobre la obra de Frida. Así, por ejemplo,encontramos ilustraciones y dibujos sobrela matriz y el desarrollo del feto humanoque -más tarde se vio- corresponden al mar-co de madera de su díptico Naturaleza

muerta. También, en el fondo de un arma-rio, detrás de algunos libros, encontramosuna libreta llena de dibujos. En ella aparecióuno pequeño, pero importante: Las apa-

riencias engañan (figura 8).

226 7. Frida pintando el retrato de su padre, 1951. Giséle Freíd. Foto: Museo Frida Kahlo.

8. Las apariencias engañan, Frida Kahlo. Carbón a lápiz/papel (1907-1954), Museo Frida Kahlo. Foto: D. R.©2008 Banco de México, Fiduciario en el Fideicomiso relativo a los Museos Diego de Rivera y Frida Kahlo.Av. Cinco de Mayo Nº 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D.F.

La Casa Azul no depende

del gobierno y se mantiene

con los recursos de la

venta de entradas y de

donativos que se obtienen

con mucho esfuerzo

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De igual manera, en ese lugar perma-necían guardados varios borradores deltexto que Frida escribiera sobre Diego-Retrato de Diego Rivera- para el home-naje al muralista en el Palacio de BellasArtes. Había dudas sobre la autoría deese escrito pero, gracias al nuevo archi-vo, ahora tenemos la certeza de que salióde manos de Frida. Asimismo fue muyemocionante encontrar los estarcidosdel primer mural de Diego Rivera -La

Creación (1920-1921)- y que realizó parael edificio de la Escuela Nacional Prepara-toria, pues marca el inicio del movimien-to muralista mexicano.

Otro de los hallazgos fue completamen-te casual. En el autorretrato dedicado alDoctor Leo Eloesser, Frida se dibuja conunos aretes regalo de Pablo Picasso, aquien conoció en su estancia en París.Cuando se dio la orden de abrir los archi-vos y buscar entre los cajones de la CasaAzul, apareció uno de esos aretes.

El guardarropa de Frida encontrado eneste acervo revela más datos sobre la pin-tora. La antropóloga Marta Turok estudió lacolección de textiles guardados en unpequeño armario de madera, dentro delbaño de Frida. En las casi trescientas piezasde ropa, calzado y accesorios rescatadas,Marta Turok pudo documentar el estiloecléctico que Frida forjó; un estilo plenode colorido, textura y creatividad, una

extensión de su arte y su ser. Se descubrióque, incluso, algunas prendas fueron inter-venidas o diseñadas por la misma Frida.

A lo largo de su juventud Frida se trans-formó constantemente. Su búsqueda deidentidad se refleja en fotografías dondeaparece vestida de varón o como obrera-artista, con todo y cachucha y camisa demezclilla. A través de su vestuario se pue-de observar la metamorfosis entre su pri-mer círculo de amigos intelectuales -LosCachuchas- y su despertar político-artísti-co que habría de marcar por completo suvida y que la llevaría a explorar la vesti-menta de los distintos pueblos de México,construyendo con ésta su original imageny personalidad.

En el archivo encontramos una interpre-tación de la propia artista sobre su obra Las

dos Fridas. En esta carta ella explica: «Elhecho de haberme pintado dos veces, juz-go que no es sino la representación de sole-dad. Es decir, recurrí a mí misma buscandomi propia ayuda. Por esta razón las dos figu-ras se dan la mano. La diferencia en el esti-lo de los trajes creo que no tiene mayorimportancia que la del color y la forma. Elobjeto más vivo del cuadro son los corazo-nes que, unidos por arterias imaginarias, sevuelven uno solo. (…) creo que el objetoclaro de esta pintura es la relación entre mivida interna y Diego. El deseo de externarcon colores y formas lo que no podría con

palabras, y también el placer magnífico depintar por pintar (…)».

Entre todos los documentos, se encontróuna carta en la que Frida habla sobre el pro-ceso creativo de su cuadro El suicidio de

Dorothy Hale y sobre los consejos que paraello pide a Diego. Esta misiva es excepcionalno sólo por el tono desenfadado y el irreve-rente sentido del humor de Kahlo, sino por-que -ante todo- demuestra el enorme respe-to intelectual y artístico que ambos pintoresse tenían.

Ante tanto descubrimiento surgió un nue-vo reto: cómo mostrar objetos tan delicados,no siempre espectaculares para el público, enespacios tan reducidos. En particular surgió ladificultad de la conservación y de cómo com-binar ésta con un montaje moderno, limpio,atractivo, que diera relieve a la obra (figura 9).

Trabajando en equipo, la museografía ori-ginal cambió enormemente para bien. La pri-mera propuesta era demasiado pesada y seimponían los muebles y los materiales sobrela obra. Hubo discusiones fuertes; incluso lanoche anterior a la inauguración se hicieronvarias llamadas para pedir opiniones, puesno se lograba discernir si sería mejor mostraren un lugar primordial o secundario las foto-grafías de Frida Kahlo, inéditas y reveladorasde una parte desconocida de Frida: el inten-to de hacer fotografía artística. Llamamos aCarlos Phillips, Carlos Monsiváis y GerardoEstrada. La decisión se tomó a las 2:00 a.m.

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10. Dibujo a lápiz de Frida Kahlo, Museo Frida Kahlo.Foto: José Luis Pérez Arredondo.

9. «Cubo de la sala de los exvotos. Retrato sin rostro». Exposición Tesoros de la Casa Azul: Frida y Diego,Museo Frida Kahlo, 2007. Foto: Museo Frida Kahlo.

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Otro aspecto fue cómo dar a conocer laexposición. Era difícil dar crédito de la tras-cendencia de los hallazgos y la única formade comunicarlos fue apegándonos a loshechos, sin exageraciones que desvirtuaranel trabajo realizado y la importancia de losarchivos (figura 10).

Se tomó la decisión de no informar a nin-gún periódico en exclusiva sobre Tesoros de

la Casa Azul. Haríamos una rueda de prensainvitando a todos los medios, pero inespera-damente un periódico filtró la noticia: «Des-cubren más de un centenar de dibujos de Fri-da y Diego. Al parecer el acervo proviene deun “cuarto secreto” que ambos ordenarontapiar» (La Jornada, 6 de junio, 2007). Sinpoder negarlo, el resto de los medios empe-zó a presionar. Esto forzó a dar la noticia delos archivos encontrados antes de lo previs-

to. A la rueda de prensa acudieron cerca desesenta medios nacionales e internacionales.La nota tuvo amplia cobertura, algo insólitopara ser una nota cultural, pero explicablepor la atracción que Frida provoca en todo elmundo.

Fueron muchas las anécdotas apasionan-tes que rodearon Tesoros de la Casa Azul,

Frida y Diego, muchos los secretos desvela-dos a raíz de los últimos descubrimientos,pero lo que queda claro es que, con estearchivo, Frida sigue asombrándonos. Frida,en su Casa Azul, sigue jugando con nosotros.Cuando parecía que todo estaba dicho, estenovedoso acervo descubre enormes sorpre-sas. Sobre todo da la maravillosa posibilidadde organizar exposiciones innovadoras paraseguir entusiasmando al público que busca aFrida entre los muros de su propia casa.

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11. Boletín de calificaciones de Frida Kahlo, 1922. Escuela Nacional Preparatoria. Foto: Museo Frida Kahlo.

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