tesis flores 2006

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS (Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA) FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ARQUEOLOGÍA ESTUDIO DE UNIDADES RESIDENCIALES EN EL SUBSECTOR I2 DE CARAL, VALLE DE SUPE - PERÚ por Bach. LUIS ANGEL FLORES BLANCO TESIS PARA OPTAR EL TÍTULO PROFESIONAL DE LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA LIMA – PERU MARZO – 2006

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Page 1: Tesis Flores 2006

UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

(Universidad del Perú, DECANA DE AMÉRICA)

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE ARQUEOLOGÍA

ESTUDIO DE UNIDADES RESIDENCIALES EN EL

SUBSECTOR I2 DE CARAL, VALLE DE SUPE - PERÚ

por

Bach. LUIS ANGEL FLORES BLANCO

TESIS PARA OPTAR EL TÍTULO PROFESIONAL DE LICENCIADO EN ARQUEOLOGÍA

LIMA – PERU

MARZO – 2006

Page 2: Tesis Flores 2006

ESTUDIO DE UNIDADES RESIDENCIALES EN EL

SUBSECTOR I2 DE CARAL, VALLE DE SUPE - PERÚ

por

Bach. LUIS ANGEL FLORES BLANCO _________________________________________________________________________________ Dra. Ruth Shady Solís (Asesora)

Jurado

_________________________________________________________________________________ Dr. Alberto Bueno Mendoza (Presidente del Jurado)

_________________________________________________________________________________ Lic. Daniel Morales Chocano

_________________________________________________________________________________ Dr. Rafael Vega-Centeno Sara-Lafosse

Page 3: Tesis Flores 2006

AGRADECIMIENTOS

La elaboración de esta tesis ha sido un trabajo arduo, en las cuales muchos

amigos me lo han facilitado con sus ayudas y sugerencias, precisamente esta parte

de la tesis se lo quiero dedicar a todos ellos.

En primer lugar quiero reconocer que esta investigación no hubiera sido

posible sin la oportunidad brindada por mi asesora la Dra. Ruth Shady Solís, que

a pesar de tener una vida muy agitada piloteando el Proyecto Especial

Arqueológico Caral, siempre tuvo tiempo para aconsejarme, revisar las diferentes

versiones de esta tesis que le llego a sus manos, facilitarme los especialistas para

los análisis de los materiales y sobre todo, exigirme su culminación. Por todo ellos

gracias Dra. Shady.

Son muchas las personas que trabajan en el PEACS que han colaborado con

esta tesis, gracias por ello a cada uno de ellos, pero en especial a los del

Departamento de Análisis de materiales. Gracias especiales a la Lic. Gloria Quispe

por cada una de las facilidades que nos brindó para poder contar con la

información de identificación y análisis de los materiales. Y en particular gracias a

los arqueólogos Luis Miranda y Magali Pinedo por el análisis ictiológico, al Biol.

Oscar Portocarrero por el análisis botánico, a José Apolín por el análisis óseo, a

Dolores Buitrón por el análisis textil y a Manuel Gorriti por el análisis

malacológico.

La totalidad de estos análisis no hubiera sido posible sin el trabajo previo de

separación y clasificación que lo inicio el Lic. Jimmy Morales, y lo culminó el

estudiante de arqueología Ruy Escobar.

Mención a parte merece Estela Vásquez quien estuvo siempre a mi lado en

todo el proceso de elaboración de esta tesis, no sólo soportando mis ausencias

durante el trabajo de campo, sino alentándome para desarrollarlo. Fue además la

Page 4: Tesis Flores 2006

que realizó la mayor parte del trabajo de selección y clasificación de los materiales,

y finalmente tuvo la paciencia de enseñarme a manejar los programas de Autocad

y Photoshop, para que yo pueda digitalizar toda mi información gráfica. A ella

también le debo las imágenes en 3d. Gracias por todo Estela, gracias por todo mi

amor.

Un párrafo aparte merece todo el gran grupo humano de arqueólogos que

compartieron conmigo parte de su vida en Caral durante los años 2002-2004,

gracias amigos por sus consejos, sus ánimos, sus críticas y riñas al presente

trabajo: Daniel Cáceda, Cesar Cornejo, Roxana Gómez, Marco Guillén,

Leonidas Izarra, Sheyla Melgar, Luis Miranda, Arturo Noel, Diana León,

Liliana Tapia y Cristian Vizconde.

Esta sección resulta pequeña para darle las gracias a cada uno de los

obreros de campo del Proyecto Caral, junto a los cuales develamos y nos

emocionamos por cada uno de los hallazgos que aparecían en el subsector I2.

Dentro de este numeroso grupo mención a parte merecen los señores Rondón y

Pablo Vega, con los cuales compartimos el mayor tiempo de trabajo. Gracias

también al Sr. Julián Solís y a su familia por hacer más amena nuestra estancia

en Caral.

Gracias también al Lic. Pedro Espinoza por facilitarme el informe técnico

de sus preliminares excavaciones en el subsector I2, información importante que

me sirvió para reconstruir gran parte de la estratigrafía de las últimas fases.

Son numerosas las personas con quien he conversado y discutido muchas de

las cuestiones teóricas y las problemáticas del Periodo Formativo en los Andes

Centrales, parte de las cuales he formulado en esta tesis. En primer lugar quiero

agradecer al Arql. Rodolfo Peralta por sus comentarios sobre mi marco teórico,

pero además por estar siempre apto para facilitarme bibliografía actualizada.

Gracias a las sugerencias de la Dra. Elizabeth Bonnier por hacerme ver algunas

Page 5: Tesis Flores 2006

semejanzas de mis hallazgos y sus datos de Piruru. También debo agradecer aquí a

mi amiga la Dra. Elizabeth Klarich, de la Universidad de California, no sólo por

alentarme en la realización de este trabajo, sino además por facilitarme sus

publicaciones sobre el periodo Formativo en Pukará, Puno, y por proporcionarme

bibliografía. De igual forma gracias a Jason Nesbitt, de la Universidad de Yale,

por la bibliografía prestada.

También debo agradecer a mi hermano y amigo, el Lic. Luis Pineda

Blanco, quien fue el que inculcó en mi la vocación por la historia antigua, y se dio

tiempo para orientar mi metodología de tesis.

No quiero terminar sin darle las gracias a mis padres: a la Sra. Genoveva

Blanco y al Sr. Armando Flores, quien sin su amor y educación jamás hubiera

tenido las posibilidades de llevar a cabo estudios superiores, a pesar que al inicio

no entendían qué estudiaba, pero igual siempre me alentaron.

Page 6: Tesis Flores 2006

INDICE DEL TEXTO

PREFACIO………………….……………………………………………………………….…………………………………01

CAPÍTULO I

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

I.1. Marco Medio Ambiental……………………………………………….…………….………………………05

I.2. Marco Histórico e Idiomático…………….………..…………………………….………………………08

I.3. Marco Cronológico: Problemas y Propuestas……………………….………….……..………13

CAPÍTULO II

MARCO REFERENCIAL: Estudios Antecedentes sobre Unidades Residenciales

II.1. Estudios sobre Unidades Residenciales: Antecedentes Mundiales……………....19

II.2. Investigaciones Arqueológicas durante el Periodo Formativo en los Andes

Centrales: La preocupación por el estudio de la Unidades Residenciales…...31 II.3. Investigaciones en el Valle de Supe………….……………………….………………………..…..41 II.4. Caral y el Estudio de sus Unidades Residenciales…………….....…………………………43 II.5. El Subsector I2 y sus Antecedentes…………………………………….……………………………51

CAPÍTULO III

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE INVESTIGACION

III.1. Formulación del Problema…………………….….………………………………………….………...…56

III.2. Objetivos………………………………………………..……………………………………………………………59

CAPÍTULO IV MARCO TEORICO

IV.1. Postura Teórica…………………………………………………………………………………………….….…60

IV.2. Urbanismo Clásico, Aglomeraciones andinas y Urbanismo Andino: Posiciones

Teóricas sobre el Desarrollo Civilizatorio Andino……………………………………….……65

IV.3. Sociedades Diferencias en un contexto particular…………………………………….……74

IV.4. Gobierno Corporativo y Diarquía en el Poder………………….………..……………….……78

IV.5. Dinámica de los conceptos: La unidad residencial en el contexto de un

gobierno corporativo…………………………………………….………………………………….……..…84

Page 7: Tesis Flores 2006

CAPÍTULO V

HIPOTESIS…………………………………….………………………..……………………………………………………88

CAPÍTULO VI

METODOLOGIA DE INVESTIGACION

VI.1. Recolección de Información……………………………………………………..……………………….89

VI.2. Clasificación y Análisis de la Información Microespacial……..…..…………………….95

VI.3. Síntesis de la Información……………………………………………….…………………………………97

CAPÍTULO VII

EL SECTOR I: PRESENTACIÓN DE SUS EDIFICACIONES…..………………………….99

CAPÍTULO VIII

ESTRATIGRAFIA

VIII.1. Nociones Preliminares en la Estratigrafía…………………………………………...……..103

VIII.2. Descripción de la Sucesión Estratigráfica………………………………………........……107

CAPÍTULO IX

ARQUITECTURA Y ACTIVIDADES RELACIONADAS

IX.1. Consideraciones preliminares…………………………………………….…..……………………….195

IX.2. Materiales, técnicas y elementos constructivos………..………….……………………….195

IX.3. Tipos de recintos (áreas de actividad) y lugares de actividad…………..……….206

CAPÍTULO X

RECURSOS ALIMENTICIOS E INDUSTRIALES

X.2. Restos Botánicos..………………………………………………………………….…..……………………….222

X.3. Restos Ictiológicos………..……………………………………………………….…..……………………….228

X.4. Restos Óseos Animales………………………………………………………...…..……………………….230

X.5. Restos Malacológicos…………………………………………………………….…..……………………….232

X.6. Restos Textiles……………………………………………………………………….…..……………………….234

Page 8: Tesis Flores 2006

CAPÍTULO XI

PERÍODOS DE OCUPACIÓN Y SECUENCIA CRONOLÓGICA

XI.2. Cronología relativa……….……………………………………………………….…..…………………….237

XI.2. Cronología absoluta……..……………………………………………………….…..…………………….242

CAPÍTULO XII

PRACTICAS SOCIALES EN LAS UNIDADES RESIDENCIALES

XII.1. Estilo de vida en la Unidad Residencial 4 durante el Periodo I………………….244

XII.1. Estilo de vida en la Unidad Residencial 3 durante el Periodo II.……………….246

XII.1. Estilo de vida en la Unidad Residencial 1 y 2 durante el Periodo III.……….248

XII.1. Estilo de vida en la Unidad Residencial 1 y 2 durante el Periodo IV.……….252

CAPÍTULO XIII

EL SUBSECTOR I2 EN SU CONTEXTO SOCIAL Y TEMPORAL: ALGUNAS

DISCUSIONES E IMPLICANCIAS……………….…..……………………………………………….….253

CAPÍTULO XIV

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS……………….…..……………………………………………….286

CAPÍTULO XV

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS……………….…..……………………………………………...….290

CAPÍTULO XVI

ANEXOS……………….…..………………………………………………………………………………………………….322

Page 9: Tesis Flores 2006

INDICE DE FIGURAS

Fig. 01. Panorámica del valle de Supe vista desde la cima de la Pirámide Mayor de

Caral……………………………………….……………………………………..………………………………….07

Fig. 02. Vista aérea de los límites entre el sitio arqueológico de Caral y el valle de

Supe……………………………………………………………………………….…………………………………08

Fig. 03. Representación artística de una casa de la aldea de Chilca I……………..……..10

Fig. 04. Mapa de distribución de los principales sitios del Formativo Temprano en

los Andes Centrales. Nótese el Área Norcentral encerrado en una

circunferencia.………………………………………………………………………………………………….12

Fig. 05. Reconstrucción artística del asentamiento urbano de Khafajah, donde

destaca un templo oval y una residencia de elite (Casa D)……………………….22

Fig. 06. Vista de la antigua ciudad de Mohenjo-Daro, uno de los principales centros

urbanos de la civilización del valle del Indo. La ciudadela fortificada (que

se aprecia al fondo) domina la parte baja de la ciudad……………………………..25

Fig. 07. Reconstrucción artística de la Casa 16-17 de San José Mogote, una

residencia de elite durante la Fase San José (1150-850 a.C.)………………..…28

Fig. 08. Reconstrucción artística de la Estructura H1 de Chiapa de Corzo que

funcionó como un palacio durante un periodo de tiempo contemporáneo a

Monte Alban II……………………………………………………………………..……………………….…29

Fig. 09. Reconstrucción isométrica del Palacio Zapoteca asociado a la Tumba 105,

construido durante la fase Monte Alban III………………………………………………….30

Fig. 10. Vista de planta (arriba) y vista lateral (abajo) de la Unidad 1 del sitio del

Paraíso, Chillón…………………………………………………………………………………………………36

Fig. 11. Vista de planta de la Unidad I de Asia…………………………………………………..………37

Fig. 12. Vista aérea del sitio de Chavín de Huantar……………………………………………..……40

Fig. 13. Reconstrucción hipotética de las casas del sitio El Áspero, Supe……………...42

Fig. 14. Distribución de los 18 sitios del Periodo Arcaico Tardío ubicados en el Valle

de Supe………………………………………………………………..…………………………………………..46

Fig. 15. Plano del sitio Arqueológico de Caral, acompañado de una recreación

artística, en la parte superior. Nótese la ubicación del Sector I…………….…..48

Page 10: Tesis Flores 2006

Fig. 16. Vista aérea del subsector residencial B1…………………………………………………..……50

Fig. 17. Vista del Modulo Arquitectónico 1 del Sector A……………………………………….……50

Fig. 18. Vista desde la Pirámide de la Huanca (I1) del Subsector I2, al inicio de

nuestro trabajo………………………………………………….……………………………………….…….52

Fig. 19. Panorámica observada desde la Pirámide de la Galería (H1) de la plaza

central de Caral, rodeado por los montículos piramidales. Nótese a la

izquierda el perfil del frontis de la Pirámide de la Huanca (I1)………………….99

Fig. 20. Imagen de maquetas donde se observa el subsector residencial I2 ubicado

detrás de la Pirámide de la Huanca……………………………………………….…………...100

Fig. 21. Vista del frontis de la Pirámide I1, al fondo y la piedra parada o Huanca,

adelante…………………………………………………………………………………………………….……100

Fig. 22. Vista general del Subsector Residencial I2, tomada desde la cima de la

Pirámide de la Huanca (I1)……………………………………………………….………………….101

Fig. 23. Vista del Subsector I3 ubicado al exterior Este de las residencias y detrás

de la Pirámide de la Huanca……………………………………………………………….………..101

Fig. 24. Vista de los revoques de muros, hoyos y capas de ceniza que los cubre en

el Subsector I3……………………………………………………………….………………………………109

Fig. 25. Restos de talla de cuarzo y crisocola, en este último se observan

fragmentos de cuentas malogradas…………………………………………………..………..110

Fig. 26. Dije de cuarzo de forma romboidal………………………………………………………………110

Fig. 27. Vista N-S del corte del muro de quincha M46, enterrado por la Plataforma

Pla-20………………………………………………………………………………………………………………111

Fig. 28. Vista N-S del muro de quincha M52, enterrado por la ocupación

posterior………………………………………………………………………………………………………….111

Fig. 29. Restos de la demolición del Muro M46 realizado para construir la

Plataforma Pla-20 (lado izquierdo)……………………………………………………………...113

Fig. 30. Relleno de shicras en el lado norte de la Pla-20 (lado derecho)……………...113

Fig. 31. Pequeño percutor para retoque fino…………………………………………………..……….114

Fig. 32. Vista del Fogón F8 del recinto R51. Nótese que el fogón es cubierto por el

piso del recinto R32. Obsérvese además que el fogón se introduce por

debajo del muro M23………………………………………………………………………..…………..114

Page 11: Tesis Flores 2006

Fig. 33. Vista de las excavaciones debajo del recinto R6, donde se observan los

pisos de R46 (UE-114) y R8b (UE-149), precisamente este último se

encuentra encima de un relleno de escombros (UE-50) colocado sobre un

apisonado de arcilla que fue usado como superficie exterior (UE-

153).....................................................................................................................115

Fig. 34. Vista de los restos de la ocupación del recinto R35 (abajo) y el recinto R42

al fondo con fogón (F6) y plataforma (Pla-21)………………………….……………….116

Fig. 35. Restos del muro de cañas M53 (Nótese el área marcada con líneas blancas

el que representa el espesor del muro, el cual fue encontrado destruido).

El resto del muro y el piso que va a la derecha forma parte del recinto

R44………………………………………………………………………….……………………….………………118

Fig. 36. Vista de Shicras de cortaderia que fueron colocadas al pie de la Pla-20 y

sobre el piso de R44, cuando éste fue enterrado……………………….……………..119

Fig. 37. Nótese el área marcada con líneas blancas que representa el espesor del

muro de cañas M53 que ha sido removido, al enterrarse el recinto

R44…………………………………………………………………………………………………….…………….120

Fig. 38. Entierro ritual del recinto R34 donde se llevó a cabo una última quema en

el fogón F10 y se dejo un hacha de cuarzo como ofrenda. (Imagen

izquierda)………………………………………………………………………………………………………..121

Fig. 39. Dibujos técnicos e imagen del Hacha de cuarzo. Nótese las huellas de talla

en los bordes………………………………………………….……………………………….……………..122

Fig. 40. Vista del Recinto R47 construido sobre un relleno profuso de ceniza

(UE.115) que enterró por completo varios de los recintos (R52, R49, R40,

R26, etc.) de la ocupación anterior………………………………………….….………………124

Fig. 41. Tronco de un idolillo de barro no cocido…………………………………….……………….126

Fig. 42. Lítico que muestra un corte ventral. Por la forma y desgaste interno

pensamos que se trata de un afilador…………………………………………..…………….127

Fig. 43. Quema de un textil entrelazado en el recinto R8a……………………..………………131

Fig. 44. Restos de una esterilla en estado de descomposición hallado sobre el piso

del R8a…………………………………………………………………………………………….………………131

Page 12: Tesis Flores 2006

Fig. 45. Vista frontal del Recinto R8 donde se encontró una cuenta de piedra

siderita dejada al momento de construir las plataformas…………………………132

Fig. 46. Vistas del recinto R9………………………………………..…………………………………………….133

Fig. 47. Vista del ingreso al recinto R12. Nótese la profusa capa de ceniza en los

exteriores………………………………………………………….…………………………….………………134

Fig. 48. Cuenta tubular quemada………………………………….…………………………….………..……136

Fig. 49. Vista S-N del recinto R18, obsérvese la presencia de un espacio

cuadrangular hundido. El R18 linda por el Oeste con los recintos R16 y

R17……………………………………………………………………………………………………………..……137

Fig. 50. Vista W-E de los recinto R14 y R13……….….………………………………….…………….137

Fig. 51. Vista de la gran superposición de recintos desde R2 (más tardío) hasta R39

(más temprano) ……………………………………………………………………………………….……138

Fig. 52. Cubículo hundido D3 en R6……………………………………………………………………..……140

Fig. 53. Vista del frontis del recinto R1 que muestra una escalinata (Esc.1) y un

nicho (N1). Además nótese el hallazgo de una cuenta en la esquina

suroeste………………………………………………………………………………………………….….……140

Fig. 54. Vista N-S de los recintos R3 y R2 sobrepuesto a R70……….….……….………….141

Fig. 55. Vista E-W de la plataforma Pla-1 que sirvió de soporte para el recinto

R50……….….…………………………………………………………………………………………..………….142

Fig. 56. Fogón del R50. Obsérvese la ubicación de los cuatro ductos de

ventilación……….….……………………………………………………………………………….………….143

Fig. 57. Vista del recinto R23 caracterizada por presentar una banqueta (B4)….…144

Fig. 58. Vista desde el recinto R15 de parte de la plataforma baja Pla-13 y su

fogata asociada. Nótese el relleno debajo de ésta que fue el depósito (UE-

35) que cubrió el recinto R31……….….…………………………….…………………………….146

Fig. 59. Piruro de madera en mal estado de conservación………..….………….…………….147

Fig. 60. Pulidor de color negro y aspecto brilloso……….….…..……….………………….……….147

Fig. 61. Vista del recinto R4 lleno de ceniza negra……….….…..……………………….….…….149

Fig. 62. Mano de moler encontrado entre la capa de ceniza de R4……….….…..…..…150

Page 13: Tesis Flores 2006

Fig. 63. Vista de la estratigrafía que cubrió al recinto R21 para formar la plataforma

Pla-11……….….…..…………………………………………..….………………………………………….….152

Fig. 64. Vista N-S de la Plataforma Pla-11 que se construyó sobre los recintos R21 y

R22……….….…..………………………….…………………………………………………….……………….152

Fig. 65. Dos percutores duros para retoque fino por martillero. Nótese las huellas

de golpe en los extremos…….……………………………………………………………………….153

Fig. 66. Detalle del sello de la escalera que conduce del recinto R1 hacia el R6. Al

interior del relleno y sobre los pasos se encontró piedras impregnadas de

hojas (esquina superior derecha)……….….…..…………………………………….…..…….154

Fig. 67. Vista del lado norte del recinto R9 en proceso de descombramiento.....…155

Fig. 68. Mano de Batan elaborada en roca ígnea hipabisal pórfido diorítico, que

muestra manchas de pigmentos color rojo ocre……….….…..…….……….……….158

Fig. 69. Pulidor elaborada en roca ígnea volcánica andesita……….….…..……….….…….158

Fig. 70. Cuenta elaborada en hueso de guanay……….……………………..…….……….….…….159

Fig. 71. Cuenta elaborada en hueso de sapo…….……………………..…….………………….…….159

Fig. 72. Entierro encontrado en un hoyo en el piso de R17 (Arriba izquierda) y sus

objetos asociados: tres cuentas y un tupu de hueso animal (Arriba

derecha) ……….….…..………………………….……………………………….……………………..…….161

Fig. 73. Diagrama de la Matriz Harris de los Grupos Estratigráficos (Recintos) de los

Subsectores I2 e I3. ……….….…..……………………………………….……………….….……….194

Fig. 74. Tipos de Fogones……………………………………………………………….…………….…………….201

Fig. 75. Pallar (Phaseolus lunatus) encontrado en una capa de ceniza……..………...224

Fig. 76. Restos de una tuza de maíz (Zea mays) de la raza Confite morocho….….225

Fig. 74. Reconstrucción en 3d de la unidad residencial 4 durante su fase 2…..…...245

Fig. 75. Reconstrucción en 3d de la unidad residencial 3 durante su fase 4…..…...247

Fig. 76. Vista en 3d del recinto R9 (lado izquierdo)…….………………………….………….……249

Fig. 77. Vista en 3d del recinto R21 (lado derecho)…………………………….………….………249

Fig. 78. Reconstrucción en 3d de las unidades residenciales 1 y 2 durante su fase

20……………………………………………………………………………………………..……………………..251

Fig. 79. Reconstrucción en 3d de las unidades residenciales 1 y 2 durante su fase

22…………………………………………………………………………………………………………………....252

Page 14: Tesis Flores 2006

INDICE DE DIBUJOS

Dib. 01. Plano de las primeras excavaciones arqueológicas en el Subsector I2

durante las temporadas 1996-1997………………………….…………………..…..…………55

Dib. 02. Planta general del Sector I……………………………………………..……………………………102

Dib. 03. Plano compuesto de las excavaciones arqueológicas en el Subsector I2-I3

durante la Temporada 2002-2003……………………………………………….……………..106

Dib. 04. Planta Arqueológica de la Fase 01………………………………………..…………………….162

Dib. 05. Planta Arqueológica de la Fase 02………………………………………..…………………….163

Dib. 06. Planta Arqueológica de la Fase 03………………………………………..…………………….164

Dib. 07. Planta Arqueológica de la Fase 04………………………………………..…………………….165

Dib. 08. Planta Arqueológica de la Fase 05………………………………………..…………………….166

Dib. 09. Planta Arqueológica de la Fase 06………………………………………..…………………….167

Dib. 10. Planta Arqueológica de la Fase 07………………………………………..…………………….168

Dib. 11. Planta Arqueológica de la Fase 08………………………………………..…………………….169

Dib. 12. Planta Arqueológica de la Fase 09………………………………………..…………………….170

Dib. 13. Planta Arqueológica de la Fase 10………………………………………..…………………….171

Dib. 14. Planta Arqueológica de la Fase 11………………………………………..…………………….172

Dib. 15. Planta Arqueológica de la Fase 12………………………………………..…………………….173

Dib. 16. Planta Arqueológica de la Fase 13………………………………………..…………………….174

Dib. 17. Planta Arqueológica de la Fase 14………………………………………..…………………….175

Dib. 18. Planta Arqueológica de la Fase 15………………………………………..…………………….176

Dib. 19. Planta Arqueológica de la Fase 16………………………………………..…………………….177

Dib. 20. Planta Arqueológica de la Fase 17………………………………………..…………………….178

Dib. 21. Planta Arqueológica de la Fase 18………………………………………..…………………….179

Dib. 22. Planta Arqueológica de la Fase 19………………………………………..…………………….180

Dib. 23. Planta Arqueológica de la Fase 20………………………………………..…………………….181

Dib. 24. Planta Arqueológica de la Fase 21………………………………………..…………………….182

Dib. 25. Planta Arqueológica de la Fase 22………………………………………..…………………….183

Dib. 26. Corte Estratigráfico A-A’ (Oeste-Este)………………………………………………………..184

Dib. 27. Corte Estratigráfico B-B’ (Oeste-Este)….…………………………………………………….185

Page 15: Tesis Flores 2006

Dib. 28. Corte Estratigráfico C-C’ (Oeste-Este)….…………………………………………………….186

Dib. 29. Corte Estratigráfico D-D’ (Oeste-Este)…….………………………………………………….187

Dib. 30. Corte Estratigráfico E-E’ (Oeste-Este)….……………………………………………………..188

Dib. 31. Corte Estratigráfico F-F’ (Sur-Norte)…………..…………………………………….………..189

Dib. 32. Corte Estratigráfico G-G’ (Sur-Norte)………..………………………………………………..190

Dib. 33. Corte Estratigráfico H-H’ (Sur-Norte)…………..……………………………………………..191

Dib. 34. Corte Estratigráfico I-I’ (Oeste-Este)………..………………………………………………..192

Dib. 35. Corte Estratigráfico J-J’ (Sur-Norte)…………….……………………………………………..193

Dib. 36. Sección del Tipo de Muro 1 del paramento de M46……………………….…………214

Dib. 37. Sección del Tipo de Muro 3 del paramento de M14……………………….…………215

Dib. 38. Sección de los Tipos de Muro 3 y 6 de los paramentos sur y oeste de la

plataforma Pla-10……………………….………………………………………………….………….….216

Dib. 39. Sección del Tipo de Muro 4 del paramento de M3a……………………….…………217

Dib. 40. Sección del Tipo de Muro 6 del paramento de M31……………………….…………218

Dib. 41. Sección del Tipo de Muro 7 del paramento de M4……………………………………219

Dib. 42. Sección del Tipo de Muro 8 del paramento de M42……………………….…………220

Dib. 43. Tipología de recintos……………………….……………………………………………………………221

Dib. 44. Unidades residenciales comparadas…….…………………………………………….……….266

Dib. 45. Recintos ceremoniales comparados………………………………………………….…………273

Page 16: Tesis Flores 2006

INDICE DE TABLAS

Tabla 01. Cronología comparativa de los Andes Centrales durante el Periodo

Formativo…………………………………………………………………………………..………….…….18

Tabla 02. Identificación del material botánico del Fogón F9 del Recinto R60…..….108

Tabla 03. Identificación del material botánico de la UE.115…………………………….…….125

Tabla 04. Identificación del material ictiológico de la UE.115…………………………..….…125

Tabla 05. Identificación del material malacológico de la UE.115…………………………...125

Tabla 06. Identificación del material óseo animal de la UE.115…………………..………..126

Tabla 07. Identificación del material botánico del Fogón F3 del R9…….………………..148

Tabla 08. Identificación del material ictiológico del Fogón F3 del R9…..……………….148

Tabla 09. Identificación del material malacológico del Fogón F3 de R9…………….….148

Tabla 10. Identificación del material óseo del Fogón F3 de R9………………………..….…149

Tabla 11. Identificación del material mineral del Fogón F3 de R9………………….……..149

Tabla 12.Identificación del material botánico del Fogón F2 de R8………………….…….156

Tabla 13. Identificación del material ictiológico del Fogón F2 de R8……………….….…156

Tabla 14. Identificación del material malacológico del Fogón F2 de R8………….….…156

Tabla 15. Identificación del material botánico del Fogón F13 de R50………………..…157

Tabla 16. Identificación del material ictiológico del Fogón F13 de R50………….…..…157

Tabla 17. Identificación del material malacológico del Fogón F13 de R50…….…..…158

Tabla 18. Tipos de muros a través de la secuencia…………………………………………..…….204

Tabla 19. Tipos de fogones a través de la secuencia………………………………………………205

Tabla 20. Tipos de nichos a través de la secuencia………………………………………………...206

Tabla 21. Tipos de recintos a través de la secuencia………………………………………………213

Tabla 22. Presencia del material botánico por fase…………………………………………..….….227

Tabla 23. Frecuencia del material ictiológico por fase…………………………………….……...229

Tabla 24. Presencia del material óseo animal……………………………………………………….….230

Tabla 25. Presencia del material óseo animal por fase ……………………………………….….231

Tabla 26. Frecuencia del material malacológico por fase…………………………………….….233

Tabla 27. Tipo de material textil…………………………………………………….……………………….….235

Tabla 28. Distribución de muestras textiles por períodos………..……………………………..235

Tabla 29. Análisis de hilos estructurales……………….……………………….………………………….236

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Tabla 30. Resumen de análisis de hilos plegados.……………………….………………………….236

Tabla 31. Secuencia cronológica del Subsector I2……………………………………………….…..243

Tabla 32. Relación de bolsas de fibras ó Shicras encontradas….………………………..….323

Tabla 33. Cálculos sobre el Número Mínimo de Ocupantes y Usuarios……..…..….….324

Tabla 34. Sistemática, ecología y etnobotánica de los taxones determinados….….329

Tabla 35. Biomasa del material ictiológico por periodo……………………………………………330

Tabla 36. Distribución y hábitat de las especies ictiológicas identificadas…….………331

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

1

PREFACIO

En diciembre del 2001, luego de haber culminado con nuestras labores de

investigación y análisis del subsector X1 de Caral, como parte del curso de

pregrado, Practicas Pre-Profesionales II de la UNMSM, la Dra. Ruth Shady Solis nos

convocó a participar del Proyecto Arqueológico Caral, Supe (PACS), luego

denominado Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe / Instituto Nacional de

Cultura (PEACS / INC).

Al iniciar nuestro trabajo en Enero del 2002 se nos encomendó la

excavación del subsector I2, dándonos la oportunidad de usar la información

recuperada para elaborar nuestra tesis de licenciatura. Luego de arduo y paciente

trabajo aquí presentamos los resultados.

Nuestra investigación tiene básicamente un valor teórico/metodológico

debido a que entrega a la comunidad científica nuevos datos para un viejo

problema: el origen de las sociedades complejas y diferenciadas.

La tesis se centra en un análisis interno de uno de los conjuntos

residenciales, el subsector I2, del sitio arqueológico de Caral, valle de Supe, que

nosotros planteamos fue habitado desde los 3000 a los 1800 años a.C. por unos

residentes que con el transcurrir del tiempo lograron ocupar un status y jerarquía

importante en la sociedad formativa de Caral.

Para demostrar nuestra hipótesis de trabajo la investigación apuntó a

reconstruir la secuencia estratigráfica, identificar las áreas de actividad dentro de

un recinto, una residencia, conjunto residencial y el modo cómo se dispone y

relacionan en todo el sector en sus sucesivas fases de ocupación y su

amalgamiento al sitio de Caral. Es decir intentamos identificar lo que la gente hizo

y dónde lo hicieron, a partir del análisis estratigráfico, contextual, arquitectónico,

tecnológico y artefactual asociadas a las habitaciones. Hubiera sido ideal

complementar la sustentación de nuestros datos con la información de los análisis

químicos de los pisos, por falta de presupuesto y tiempo no logramos llevarlo a

cabo, aunque lo hemos intentado suplir con una análisis espacial.

El presente estudio, dividido en dieciséis capítulos, resulta importante pues

devela la estructura interna del subsector I2, no como una finalidad en si misma,

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

2

sino como una fuente importante de información empírica para entender mejor los

tipos de lazos o vínculos que existieron entre los habitantes de aquel residencia,

entre ellos y la restante población de Caral, y poder observar cómo estas

relaciones cambiaron con el tiempo en el contexto de la emergencia de una

sociedad diferenciada en los Andes Centrales.

En el Capítulo I. Consideraciones Preliminares, tratamos de entender,

en primer lugar las posibilidades y dificultades por el que atravesó el poblador

antiguo para desarrollarse en un marco medioambiental como el valle de Supe. En

segundo lugar intentamos contextualizar histórica e idiomáticamente nuestra

investigación dentro del proceso sociocultural que explica el desarrollo andino. En

tercer lugar introducimos nuestra investigación en una dimensión temporal

renovada.

En el Capítulo II. Marco Referencial: Estudios Antecedentes sobre

Unidades Residenciales, revisamos todas las evidencias sobre las unidades

residenciales, en primer lugar a nivel mundial, a nivel andino y finalmente a nivel

local (valle de Supe, Caral y específicamente el sector I).

En el Capítulo III. Planteamiento del Problema de Investigación

damos a conocer que la falta de identificación de unidades domésticas ó

residenciales es un problema a resolver de suma importancia para explicar el

desarrollo de las bases de la civilización andina. Y que ello sumado a otros

problemas como la identificación de su status, jerarquía y su historia ocupacional,

basada en una clara estratigrafía, son suficientes justificaciones para pensar en lo

importante de esta tesis.

En el Capítulo IV. Marco Teórico, insertamos nuestra investigación en

una forma de interpretación que los teóricos llaman Teoría de la Acción, pero con

una base empírica particular, nuestros datos arqueológicos y el dato etnohistórico

andino.

A partir de nuestros antecedentes y marco teórico plantemos en el

Capítulo V (la) Hipótesis de que estamos frente a dos unidades residenciales de

elite ocupados por una familia extensa que administró la Pirámide de la Huanca a

manera de una diarquía.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

3

En el Cap tulo VI. Metodología de Investigación, hacemos saber el

camino a seguir para alcanzar nuestro objetivo trazado y corroborar o falsear la

hipótesis de trabajo.

í

í

En el Capítulo VII. El Sector I: Presentación de sus edificaciones,

ubicamos y exponemos nuestra área de trabajo en el contexto espacial al que

pertenece, el sitio de Caral en general y el sector I en particular.

En el Capítulo VIII. Secuencia Estratigráfica, presentamos cada uno de

los estrato que formaron el subsector I2, a lo largo de su historia, pero clasificados

en grupos de estratos ó lo que nosotros llamamos recintos, lo cual nos servirá

posteriormente para interpretar las áreas de actividad.

En el Capítulo IX. Arquitectura y Actividades relacionadas,

recuperamos, correlacionamos y tipificamos cronológica y funcionalmente los

componentes estratigráficos (arquitectónicos), expuestos en el anterior capítulo, lo

cual suma variables para interpretar sobre las áreas y lugares de actividad

(recintos, patios, exteriores) expuestos al final de este capítulo.

En el Capítulo X. Recursos Alimenticios e Industriales, damos a

conocer las evidencias orgánicas (Botánicas, Ictiológicas, Malacológicas, Óseos y

Textiles) que nos han servido para determinar la subsistencia de los pobladores del

I2 y sus actividades relacionadas.

En el Capítulo XI. Períodos de Ocupación y Secuencia Cronológica,

en base a los datos expuestos en nuestro trabajo llegamos a establecer una sólida

secuencia crono-estratigráfica e interpretamos y proponemos una cronología

absoluta para la secuencia propuesta en el subsector I2.

En el Capítulo XII. Prácticas Sociales en las Unidades Residenciales,

damos a conocer los modos y estilos de vida social, política y económica que

atravesó el grupo social que ocupó el subsector I2 a lo largo de más de mil años.

En el Cap tulo XIII. El Subsector I2 en su contexto histórico y

temporal: comparaciones, discusiones e implicancias ensayamos algunas

ideas y entablamos algunas controversias en base a nuestros datos y los conocidos

para los Andes Centrales

En el Capítulo XIV entregamos las Conclusiones y Sugerencias a la que

hemos llegado como parte de nuestra investigación.

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4

Finalmente, en el Capítulo XV damos a conocer las Referencias

Bibliográficas usadas, y en el Capítulo XVI alcanzamos los Anexos que no es

otra cosa que parte de la información en “bruto” usada en la tesis.

Creemos que la información entregada en esta tesis, tanto para la

arqueología andina en general y para la arqueología peruana en particular,

significa un aporte significativo, si tenemos en cuenta que la historia que ha

provenido de ésta, mayormente se deduce a partir de las investigaciones en las

edificaciones monumentales, por lo tanto es una historia de ceremonias selectivas,

lo cual constituye una muestra poco representativa de la historia andina si

queremos llegar a saber sobre las prácticas sociales durante los inicios de la

civilización. Nosotros queremos compensar en parte esta laguna en el

conocimiento dando a conocer el descubrimiento de este complejo residencial

anexo a una de las pirámides de Caral en el valle de Supe.

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5

C a p í t u l o I

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

I. 1. Marco Medio Ambiental

El sitio de Caral se localiza en el área norcentral de los Andes Centrales, a

182 Km al norte de la actual ciudad de Lima y a 22 Km al interior del valle de

Supe, cuya geografía al parecer no ha variado significativamente desde hace cinco

mil años (Zechenter 1988).

Topográficamente Caral se asienta sobre una terraza aluvial, por encima del

valle de Supe que, en este sector medio, es angosto, abrigado, sin mucha

gradiente (5% de pendiente) y de clima cálido, muy favorable para la vida

humana. Además la napa freática está muy cerca de la superficie lo que significa la

formación de humedales en algunas depresiones, cubiertos de follaje y que en

temporadas de sequías se pueden realizar cultivos de regadío mediante canales

alimentados por pozos que aprovechan la fuente hídrica del subsuelo (Shady

1997:13).

Caral se ubica en un marco ambiental denominado Formación Desierto Pre-

Montano. Este medio se caracteriza por un clima semi-cálido (en promedio 24.3 °C

en Verano y 16.5 °C en Invierno), es decir que las precipitaciones son

prácticamente nulas y muy escasas, en promedio 25 mm anuales (ONERN 1972:

48-51).

El valle es recorrido por el río Supe, perteneciente al sistema hidrográfico

del Pacifico, el cual es un pequeño (una longitud total de 92 Km. y con de cuenca

total de 1008 Km2), intermitente y sinuoso río. Tiene sus orígenes en las lagunas

de Aguascocha y Jururcocha, donde es llamado río Jururcocha. En el área de

Lacasmayo el río cambia de nombre a río Ambar, continúa con este nombre hasta

su confluencia con la quebrada Carrizal ó Jaiva, donde se origina el río Supe

(ONERN 1972: 39).

La descarga media anual del río Supe es de aproximadamente 1.52 m3/seg.

El período de descargas se sucede en los meses de Febrero a Abril, siendo seco

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

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todo el resto del año seco, este río se caracteriza por presentar un período de

descargas y otra de sequía total. La descarga del río Supe es irrisoria si lo

comparamos con otras cuencas vecinas, por ejemplo, el río Pativilca tiene una

descarga media anual de 46.58 m3/seg. Hasta el río Fortaleza tiene una media

anual mayor que Supe, 2.3 m3/seg (ONERN 1972: 35-38)

Es interesante también hacer referencia al fenómeno atmosférico de

deposición de neblinas, que en la cuenca de Supe muestra una alta nubosidad y

humedad, siendo del orden de 6/8 y 89% cerca al litoral y 5/8 y 78% dentro del

valle costero, aumentando estos índices en los meses de junio a agosto, creando

un tipo de vegetación herbácea, de “loma”, que atrae una fauna importante

(ONERN 1972: 52-54, 58).

En relación a los suelos factibles para el cultivo, en los alrededores de Caral,

encontramos suelos de valle y de quebradas. Al interior del valle agrícola, los

suelos son en general del tipo aluvial profundos a superficiales, de textura media a

moderadamente gruesa y grado de fertilidad bajo. Mientras en las áreas de

quebradas los suelos varían al tipo coluvio-aluvial, profundo a medianamente

profundo, de textura media a gruesa y grado de fertilidad también bajo (ONERN

1972: 58).

Esta zona de Supe presenta cinco sectores diferenciados por su

aprovechamiento de recursos: Valle Agrícola de Costa (suelo coluvio-aluvial), Área

Agrícola de Quebrada (suelo aluvial), Área de Lomas, Pampas Eriazas y Pampas y

Colinas Per-Áridas. De estas sólo las dos primeras son aprovechables para la

producción agrícola mediante irrigación, aunque la productividad de la segunda

área es baja (ONERN 1972: 59).

Recordemos que Caral se encuentra asentado sobre un suelo coluvio-aluvial

de quebrada, pero contiguo al tipo de suelo aluvial del valle.

Biológicamente, la formación Desierto Pre-Montano del valle se caracteriza

por presentar en sus primeros niveles una vegetación del tipo xerofítico,

compuesta por bromeliáceas (Tillandsia spp.) y cactáceas del genero Cereus,

dentro de las que sobresale la especie conocida como gigantón (Cereus

macrostibas). También existen plantas silvestres del tipo arbustiva y/o arbórea

sumamente ramificada y espinosa que se desarrolla en las áreas húmedas

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cercanas a los cauces de los ríos y las quebradas. Sobresalen, especies como el

huarango (Acacia macacantha) y el algarrobo (Prosopis juliflora), si bien hoy sólo

quedan plantas aisladas, antaño constituyeron bosques de espinosa. Acompañando

a esta vegetación espinosa, se aprecia otras como el molle (Shinus molle) y

malezas de diversificada composición florística, además de algunos arbustos semi-

cultivados como la guayaba, pacay, chirimoya y guanábana, dando a los márgenes

de los ríos y quebradas verdadero aspecto de monte ribereño (ONERN 1972: 58;

Zechenter 1988: 74, 87-89) (Fig. 1).

Fig.1. Panorámica del valle de Supe vista desde la cima de la Pirámide Mayor de Caral. Fuente: Propia.

Por lo tanto, desde el punto de vista térmico y atmosférico, si bien el área

no presenta problemas para la agricultura diversificada, en lo que respecta a las

lluvias, la baja descarga del río y el tipo de suelo de fertilidad baja, la situación es

sumamente crítica, no permitiendo la actividad agrícola constante, en todo el año

(ONERN 1972: 56) y por lo tanto, descartando la idea de una agricultura de

secano o barbecho. Partiendo de la premisa que el medio ambiente y su clima no

ha variado significativamente desde hace cinco mil años, afirmamos que las

carencias medioambientales obligó a las poblaciones antiguas a:

• Aprovechar la poca pendiente de los terrenos para cultivar por inundación.

• Otra posibilidad complementaria es el aprovechamiento de la napa freática

elevada y los humedales tanto como fuente de agua bebible, así como base

para el cultivo en mahamaes o pukios ó en hoyas (Parsons 1970; Ojeda

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8

1982). Aunque tampoco hay que descartar de plano algún tipo de regadío

por medio de canales.

• Asentarse en el límite exterior del área de siembra, para aprovechar al

máximo los terrenos de cultivo, pero sin dejar de estar cerca de los

humedales o puquiales.

• Aprovechar ocasionalmente las áreas de loma a través del pastoreo, la caza,

e incluso la recolecta de algunos vegetales.

Estas afirmaciones responderían en parte el por qué de la ubicación

estratégica del asentamiento de Caral, y de la mayor parte de los establecimientos

tempranos de Supe, en una entrada de quebrada (cono aluvial), en la frontera con

el valle, muy cerca de manantiales y áreas de loma (Zechenter 1988: 72) (Fig. 2).

Fig.2. Vista Aérea de los límites entre el sitio arqueológico de Caral y el valle de Supe. Fuente: Revista GEO-Alemania.

I. 2. Marco Histórico e Idiomático Para comprender la temprana aparición de la civilización en los Andes

Centrales se debe conocer primero por el proceso que atravesó.

Cuando llegaron los primeros pobladores, cazadores y recolectores, a los

andes, entre hace 10000 y 8000 años a.C., durante lo que llamaremos el Arcaico

Inicial, traían consigo como parte de su primigenia cultura, la forma de hacer sus

instrumentos y una lengua, que gracias al aislamiento geográfico que encontraron

en el difícil territorio andino, posibilitó que se diferencien cultural e

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idiomáticamente unos de otros en al menos cinco grandes tradiciones culturales

(Bonavía 1991; Morales 1993; Fung 1991; Craig y Aldenderfer 2002; Torero 1990):

1. La tradición costeña Paijan-Chivateros,

2. Los norteños de Amotape-Zaña,

3. Los serranos centrales de Junín y Lauricocha,

4. Los de la costa sur del Perú y norte de Chile y

5. Los de la sierra sur del Perú y altiplano peruano-boliviano.

Durante lo que llamamos el Arcaico Temprano (8000-6000 a.C.) los grupos

primitivos fueron decreciendo en movilidad y se fueron estableciendo en

campamentos más permanentes escogiendo ciertos ecotonos como los valles

interandinos, la costa y las lomas (Dillehay, Bonavía y Kaulicke 2004: 22).

Durante el Arcaico Medio (6000-4000 a.C.), con el logro del sedentarismo y

domesticación, el localismo se incrementó, haciéndose necesario la interrelación,

ya sea entre los valles de la costa, separado por extensos desiertos, en la sierra,

por su topografía accidentada y la llanura amazónica y montaña con sus

enmarañado bosque selvático (Shady 1995, 1997: 15). Los grupos humanos

fueron creando así culturas diversas (Shady 2000: 50).

Según Torero (1990: 241, 2000: 11) luego que se obtuvo un pleno

sedentarismo y una economía que se perfilaba autosuficiente hace 5,000 años

a.C., se pudo obtener cierto aislamiento que dio como resultado una diversificación

de las lenguas.

En las tierras alto andinas, como en las cuevas de Junín, Telarmachay,

Lauricocha, Guitarrero y Toquepala, la caza, la recolecta y el pastoreo seguían

constituyendo las actividades de subsistencia, con un patrón semisedentaria en la

que los grupos humanos establecían esporádicas relaciones de intercambio con

pobladores de los valles vecinos (Lavalle et. al 1995; Rick 1983; Rick y Moore

1999).

En los valles interandinos de Ancash (como en la cueva de Guitarrero),

Ayacucho (como en las cuevas de Piquimachay, Jaywamachay y Puente) y Zaña; a

las actividades de caza y recolección se sumó la de cultivo, asentándose

permanentemente en aldeas y produciendo un pequeño excedente (Rossen y

Dillehay 1999).

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En la zona costera, además del aprovechamiento de los recursos del mar,

de los pantanos y las lomas, se habría sumado la práctica de horticultura en torno

a las tierras aluviales inundables y/o con napa freática elevada, cerca de la

desembocadura de los ríos, como se dio en los poblados de la Paloma y Chilca

(véase Fig. 3). Estos pobladores habrían mantenido intercambios de productos

entre ellos y con los grupos

serranos (Benfer 1999; Quilter

1989).

Fig.3. Representación artística de una casa de la aldea de Chilca . I Fuente: Web Arqueología del Perú (www.arqueologia.com.ar).

Por los 3000 años a.C.

se intensificaría los contactos entre las diversas unidades políticas, hasta lograr un

alto grado de intercambios a principios de nuestra era. En el campo lingüístico este

panorama favoreció a ciertos idiomas que lograron absorber, eliminar o

contaminarse con otras lenguas lugareñas, alcanzando así niveles regionales. Esto

es lo que aconteció con el protoquechua y protoaru, cuyos focos primigenios se

habría situado a distancias cercanas una de otra (en el centro y el sur de la costa),

a pesar de las notables similitudes en su morfología aglutinante y exclusivamente

fijadora, sin embargo su vínculo genético no ha sido demostrado (Torero 1974: 74,

2000: 11).

En el lapso de tiempo que va de los 3000 a los 2600 años a.C. el área

norcentral de los Andes (costa y sierra) fue escenario de un momento

determinante en la carrera civilizatoria. Arqueológicamente se ha comprobado la

aparición de una arquitectura mayor, que se vislumbra como monumental y la

aparición de residencias concentradas. Este proceso, presente en todo el área

norcentral al parecer se intensificó en el valle de Supe (Shady 2004).

Desde los 2600 a 2000 años a.C. la relación interregional entre las

sociedades del área norcentral benefició a las sociedades costeñas. Así esta

vinculación entre grupos costeños (Paraíso, Río Seco, Áspero, Caral, Las Aldas y

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Salinas de Chao) y poblaciones de cierta complejidad social del interior andino

(Kotosh y Shillacoto en Huánuco o la Galgada y Huaricoto en Ancash),

configurarían una unidad cultural que compartirían una misma creencia religiosa

llamado por Burger y Salazar (1980) como Tradición Kotosh, pero también

compartirían un mismo estilo arquitectónico, a la que Bonnier (1997) llama

Tradición Mito (Fig. 4). De igual forma compartían un idioma común, posiblemente

alguna forma antecesora al protoquechua o como lo llama Shady (comunicación

personal 2004) "pre-protoquechua", todo bajo el control de un Estado prístino,

conformándose el área cultural norcentral (Shady 2004, 2005)

Entre los 2600 y 1800 años a.C., el establecimiento de Caral se convirtió en

una de las más destacadas expresiones urbanas de la época, logrando una

hegemonía política en toda la costa norcentral y convirtiéndose en el primer núcleo

que sintetizó muchos de los desarrollos culturales de la región andina central. Caral

se convirtió en el eje comercial que controlaba los intercambios entre la costa,

sierra y selva central y fue un propulsor cultural e idiomático (Shady 2004).

Finalmente, desde hace 1800 a 900 años a.C. aparece una serie de

asentamientos con una arquitectura más monumental que sus antecesoras, así por

ejemplo tenemos en la costa a los sitios de Purulen (Jequetepeque), al complejo

Sechín Alto, Pampa de Llamas-Moxeque (Casma), San Jacinto (Chancay), Huacoy

(Chillón), la Florida, Garagay (Rimac), entre otros. Pero esta hegemonía

sociocultural costeña se fue equiparando con sitios serranos, creando otros ejes

comerciales, como Pacopampa en Chota, Cajamarca.

Históricamente, lo que devendría por los 900 a 500 años a.C. seria un

traslado del eje comercial a áreas altoandinas, prácticamente a puertas de la

amazonía en el callejón de Conchucos, en Chavín de Huantar. Según Torero (1990:

242) ello significó idiomáticamente el préstamo entre idiomas diferentes (como los

provenientes de troncos amazónicos como el pano-tacana y el arahuaco), dándose

fenómenos de bilingüismo para el caso del quechua y el aru.

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Fig. 4. Mapa de distribución de los principales sitios del Formativo Temprano

s Centrales. Nótese el Área Norcentral encerrado en una circunferencia.

en los Ande

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I. 3. Marco Cronológico: Problemas y Propuestas Las evidencias reportadas de arquitectura monumental (Kotosh, La Galgada,

Pajillas, Áspero, etc.), agrupados comúnmente dentro del período Precerámico VI

ó Precerámico Tardío ó Arcaico Tardío, ha servido para que algunos investigadores

dieran las primeras clarinadas de alerta sobre los problemas del uso/desuso de

términos como Precerámico, Arcaico y Formativo. (Bueno 1997; Onuki 1999)

mbién podría

signific

que significa “origen” y por tanto

proponiendo su uso desde los primeros pobladores (Arcaico Temprano: 10000-

8500 a.p.) hasta la introducción de la cerámica (Arcaico Final: 4000-3500 a.p.).

Los recientes resultados de Ruth Shady y sus colegas (Shady 2003, 2004;

Shady y Leyva 2003; Noel 2004; Vizconde 2004), en el valle de Supe, y en general

toda aquella información que se vislumbra en la región del área norcentral, ha

El término Precerámico propuesto por Lanning (1967) nació como un

complemento a la secuencia de Rowe (1962) y está basada en una negación, la

ausencia de un solo material, la cerámica.

Siguiendo esta misma línea de usar sólo un espécimen para caracterizar una

época, Moseley (1975) llamó Precerámico con algodón aquel momento que

Lanning (1967) denominó Precerámico VI.

Incluso se llegó a dividir secuencialmente el mal llamado período

precerámico. Quilter (1991) lo dividió en tres momentos: Precerámico Temprano

(13000-8000 AP), Precerámico Medio (8000-4450 AP) y Precerámico Tardío (4450-

3800 AP)

Como bien lo ha señalado Kaulicke y Dillehay (1999: 10), la sola ausencia

de cerámica no equivale a un período anterior a su aparición, sino ta

ar su status acerámico como lo han sugerido los Pozorski (1999). Además la

definición por negación (precerámico, acerámico) no define nada.

Por otro lado, la usanza del término Arcaico, proveniente de la combinación

Lítico-Arcaico de Willey y Phillips (1959), es la más encarnada en la mayoría de los

arqueólogos peruanos y extranjeros y continua en uso en el Perú. Hace unos años

Kaulicke y Dillehay (1999) intentaron llevar a cabo una redefinición del término

Arcaico, valiéndose de la etimología para darle significado al vocablo,

emparentándola con la palabra griega arche

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servido

n del uso/desuso del concepto período Precerámico, período Arcaico y

por ex

mbreras) o Período Inicial (en la

secuen

tan co

Llamas ragay, Cardal,

Manch

sus

orígen

za, Pativilca, Supe y Huaura. El

fechad

e

puede

en primer lugar para revalorar el estudio de las primeras sociedades

diferenciadas y segundo para discutir el marco conceptual que explica tales

desarrollos, precisamente uno de esos conceptos es la cronología y la necesaria

reformulació

tensión del período Formativo (Makowski 2004; Shady 2004; Lumbreras

2004; Shibata 2004)1.

Si bien ya otros investigadores han llamado la atención de lo insostenible de

llamar “Formativo” a un desarrollo tan concluido como Chavín (Bueno 1997: 77),

nosotros creemos, siguiendo esa misma lógica, que lo que se ha venido llamando

Formativo Temprano (en la secuencia de Lu

cia de Rowe) resulta también insostenible pues éstos engloban desarrollos

mplejos como los del valle de Casma (ejm. Sechín, Las Haldas, Pampa de

-Moxeque, etc.), los de Lima (San Jacinto, La Florida, Ga

ay, etc.), así como otros en las serranías, los cuales presentan un arte

comparable a Chavín, pero que arquitectónicamente alcanzaron incluso una

monumentalidad mayor, y que por lo tanto lo sitúan en la parte concluyente de la

formación de las bases de la civilización andina, entonces ¿dónde están

es, donde se forma las bases de todo el proceso civilizatorio?.

La respuesta a esta pregunta se avizora en el estudio de la gran

concentración de sitios con arquitectura monumental temprana en la región de la

costa norcentral, formada por los valles de Fortale

o más antiguo que se tiene de estas ocupaciones lo reportó Feldman (1980:

246) para el sitio de Áspero, en el litoral de Supe: 3055 a.C. (GX-3860)2, sin

embargo queda claro que este fechado no fue obtenido de los primeros niveles de

la Huaca de los Ídolos, de donde se extrajo la muestra, por lo tanto fácilmente s

afirmar que el sitio es aún más antiguo.

1 En Julio del 2003, en el 51 Congreso Internacional de Americanistas de Santiago, Chile se trajo al tapete esta discusión, con la ponencia de Ruth Shady sobre “las investigaciones en Caral-Supe y sus implicaciones en el conocimiento del proceso cultural de los Andes centrales”, así como con la ponencia de Luis G. Lumbreras “Un formativo sin cerámica y cerámica pre-Formativa” y la gran cantidad de ponencias de desarrollos a los que todos llamaban Formativo. Esta

que se presentó en la mesa, las cuales mostraban una diversidad falta de sintonía dio las primeras clarinadas de alerta, a nivel

internacional, sobre el uso y desuso del Término Formativo, porque evidentemente no estábamos hablando de lo mismo cuando estudiosos del Perú y Argentina presentábamos los resultados de nuestros desarrollos Formativos. 2 Descartamos el fechado de 3702 a.C. (GX-3859), sacado de Huaca de los Ídolos, debido a que ésta fue obtenida de un fragmento de madera que Feldman (1980: 251) cree que fue más antiguo que la ocupación.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

15

Somos concientes que nuestra cronología andina es una propuesta

funcional-evolucionista que reconoce la existencia de tres períodos, que

equivocadamente han sido tratadas y definidas como etapas: Lítico, Arcaico y

Formativo.

La división entre los períodos Arcaico y Formativo en Sudamérica se ha

definido por la ausencia/presencia de la cerámica, usado éste como indicador fósil,

sin tomar en cuenta el proceso social. En otras palabras lo que se ha venido

concibiendo como períodos en verdad no es mas que lo que Rowe (1962) ha

llamado etapas sencillas. Para mostrar un ejemplo reciente de tal afirmación

pasem

dose a concluir que en los actuales territorios de Ecuador y Colombia se

alcanz

(2004: 106), partiendo de dicha

de la Universidad de Tokio (Onuki 1999: 332;

os al siguiente párrafo de Jorge Marcos:

“El Arcaico, que se inicia aproximadamente en los 8.000 a.C. y dura, en el

noroeste de Sudamérica hasta los 4.000 a.C. mientras que en la América

templada continua hasta los 1.700 a.C” (Marcos 1999: 122).

Evidentemente Jorge Marcos está usando el ingreso de la cerámica como

determinante para definir el paso del Arcaico hacia el Formativo, incluso

atrevién

ó el Período Formativo dos mil años antes que en el territorio peruano.

Como bien lo ha señalado Lumbreras

diferenciación tecnológica, el concepto Formativo no tiene ninguna validez

cronológica (debido a que existen sociedades arcaicas con cerámica), ni histórica

(pues existen sociedades complejas sin cerámica).

Por lo tanto, estamos de acuerdo, como lo han sugerido Alberto Bueno

(1997), la Misión Arqueológica

Shibata 2004) y Ruth Shady (2004: 23, 252) de retroceder el uso del término

Formativo, en los Andes Centrales, hasta ó incluso antes de los 3000 años a.C. 3

Sin embargo, hay que tener en cuenta, como bien lo ha definido Jhon Rowe

(1962) que cuando hablamos de períodos nos estamos refiriendo a bloques de

tiempo y por lo tanto a grupos culturales contemporáneos, no importando cuan

diferentes éstos sean; mientras que cuando definimos etapas nos referimos a

desarrollos culturalmente semejantes.

3 Alberto Bueno (1997: 77) ha solicitado retroceder el uso del término Formativo hasta los 4000 a.C.

Page 33: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

16

rie de desarrollos

innovaciones económicas, sociales y políti

Partiendo de la tesis que el desarrollo de las sociedades se da de manera

disímil y por lo tanto, genera historias locales combinadas heterogéneamente en

un espacio socio-ambiental, también desigual y tomando como referente la

secuencia fundamentada en la información empírica de la parte norcentral (tanto

costa, sierra y ceja de Selva) de los Andes Centrales. Proponemos el uso del

término período Formativo a todos los Andes Centrales, para la se

culturales desiguales, pero contemporáneos, que se desarrollaron durante un poco

más de tres mil años, entre los 4000 y 800 años a.C, tiempo que sirvió para

asentar y desarrollar las bases de la estructura de la civilización andina.

La terminología de la palabra “Formativo” trae consigo la idea del inicio de

la formación o estructuración cultural de la civilización andina, independiente de la

presencia o ausencia de cerámica, es decir se trata del afianzamiento de las

cas logrados durante el Período Arcaico

(10000-4000 a.C.) como la domesticación de animales y plantas, la nuclealización

de los habitantes, la presencia de arquitectura pública y en suma la diferenciación

social.

De manera tentativa, y abierta a las críticas, hemos dividido al período

Formativo en cinco subperíodos, los cuales son:

• Período Proto-Formativo ó Formativo Remoto (4000-3000 a.C.). Definido por

las primeras construcciones de obra corporativa y con fines ceremoniales-

comunales. Creemos que las ocupaciones más tempranas, con las características

antes mencionadas, se debió llevar a cabo en el litoral, sobre todo en la costa

norcentral, como en Áspero.

• Período Formativo Inicial (3000-2500 a.C.). Se inicia la concentración

poblacional y la obra arquitectónica monumental al interior de los valles costeros,

como en Supe con Caral. También ya empezarían a existir sitios importantes en las

vertientes serranas como la Galgada y Pajillas en Ancash. Aunque por estos

tiempos el resto del territorio andino, principalmente el surandino estuvo viviendo

en una etapa arcaica, por lo menos por mil años más (Craig y Aldenderfer 2002),

al igual que el resto de América (Lumbreras 2004).

• Período Formativo Temprano (2500-1800 a.C.). Es un momento de fuerte

interrelación cultural y comercial a nivel panandino, donde se consolidó el área

Page 34: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidad e ales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. _____________________________________________________________________________________________________________

17

norce com eje ori n los s

es R sidenci

ntral o el civilizat o e Andes Centrale , con ll e Supe en

el centro de ese eje. Durant logro una relación económico

político y cultural vertical costa/sierra/selva, sino además se logró un intercambio

comercial con la cultura Valdivia la cual atravesaba por su período III (2600-2000

a.C.) que se distinguió por la consolidación de la agricultura intensiva, la presencia

de la arquitectura corporativa y la diferenciación social.

• Período For tivo M (1800-1200 a.C.). Caído el polo de poder en la costa

norcentral, éste se dive ó h la c a ce ral (El Paraíso, La orida) y al

valle de Casma (Complejo Sechín, Las Aldas, Pampa de Llamas-Moxeque, etc.) con

u a ectur un más onum tal an ce ra ct por una

serie de construcciones de montículos ó plataformas dispuestas en una planta en

“U” como lo entiende Carlos Williams (1980, 1985) y además con la presencia de

uni a a la al como lo

ha propuesto Shibata (2004: 87). En este contexto sumamente desarrollado se

agrega la cerámica como un componente más en el ajuar cultural del hombre

andin

• Período Formativo Ta ío (1200-800 a.C.). Durante este período se consolidan

los los en de la ta cen l (Sa acin H oy, Garagay, Cardal, Mina

Perdida) y en la costa corte (Huaca Lucia, Huaca de los Reyes, Huaca Herederos

Chica). Pero además en la sierra norte se inician las obras monumentales,

principalmente ajamarca copamp ge unt Wasi-Íd s, Huacaloma

T ima). Finalmente, en este período se cons da la plaza rectangular

hundi como centro de las activi

• Fi 00-2 a.C.). rata d omen e c pilación

de todo lo antecedido culturalmente, surgiendo dos ejes norteños con Chavín en la

sierra y Cupisnique en la costa.

el va e d

e este tiempo no sólo se

na

ma e

rsi

dio

fic acia ost nt Fl

rquit a a m en que su te so y cara erizada

dades modulares de recintos de pl nta rect ngu r y disposición line

o.

rd

costemp “U” tra n J to, uac

en C (Pa a-Apo o, K ur

oli

olo

ardío, Ud

da,

Período

dades públicas.

00 Formativo nal (8 Se t el m to d om

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 18

Tabla 1: Cuadro Cronológico comparativo de los Andes Centrales

ueológi n e Sitios Arq cos de los A des C ntrales

Años a.C. n

b

k,

Ka

ie a T

Onuki 1999,

es ( pr Siti l

Cos

Sitios de la Costa

Norcentral

SSit

erra Notios de la

tral SiSitios del Altiplano

Rowe / Lan ing 1967

Lum reras 1974

Kaulic e 1998

aulicke y Dilleh y

1999

M sión Arqu ológic

de okio:

Shibata 2004

Flornuestra

2005 opuesta) os de a

ta Norte Casma - Lurín

Sitios de la Costa ur Si

ios de la rte

SiSierra Cen

Sitios de la erra Sur

Formativo Fina l

Formativo Tard ío

200 300 400 600 800

o eo

o

m Tard

H rizont Tempran

Formativo Medi

For ativoío Formativo Fi Cu a Chavín C

Wankarani Cusipata

Titinhuayani Shillumoco

nal pisnique Gar gay Karwa hupas Chanapata

900

1200 Formativo Tar

Hua

Huaca Luc

San Jacinto Huacoy Cardal

copamuacalom

e ta

Chiripa Qalayu dío

ca de los Reyes

ia Pa

Hpa a

MarcavallPikicallepa

VichqanaFormativo

emprano T

1300 1400 1500 1600 1700

Perío c

Final

m do Ini ial

Formativo

Arcaico

For ativoMedio

Formativo Me Salinas Ch Las Aldas

Sechin andancnshuca ca i dio ao

La Florida

El Paraíso

Hacha PTu

he yco Wairajir Vichqana Pasir

1800 1900 2000

2500

Prec c m

erámi o VI

For ativoTemprano Fo o Tem

Caral Aspero

Huaricanga l

Galgauaricot

h to I rmativ prano

Huaynuna

Asia Otuma

Casavi ca

LaH

da o

S illacoKotosh

Asana VI

2600

3000 Precer o

ío

m ámic V

Arcaico Tard

For ativoInicial Formativo Ini Huaca Prie Caral Galga

Pajillas cial ta Áspero La da Asana VI

Proto-Formativo o Formativo Rem oto Áspero Carrizal Asana V

4000

Prec c Arcaico Medio

erámi o IV

Arcaico

Arcaico Arcaico Tard

ío Asana IVAs 08 -

Los Gavilanes

Asan IV a III y 6000 7000 8000

Prec cerámi o III Arcaico Med o

Chilca

i

a Asan II

io Pal ma

K4V lla del Mar

Yar

a II y I8000 9000 Precer o

ArcaicTempra

ámic II

o no

9000 10000 Prece o ¿ ? rámic I

Lítico Lítico

Arcaico Temprano u

uitarrer

ha hay hay ca

A Viscachani Paiján Chivateros

Quebrada de Burros Anillo

Tacah ay

G o

LauricocPachamacTelarmacPanaulau

sana I

Page 36: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 19

C a p í t u l o I I

MARCO REFERENCIAL: ESTUDIOS ANTECEDENTES SOBRE

En este capítulo hacemos una exploración global sobre los primeros

cas,

especialmente las dedicadas a las elites, reportadas a nivel mundial y a nivel

local.

s en cinco de los seis centros civilizatorios mundiales:

Mesopotamia, Egipto, Indo, China y México. En segundo lugar revisamos más

intensivamente los ejemplos reportados como unidades domésticas en el sexto

de los antecedentes en el área en estudio, el valle de Supe, el sitio de Caral y

en particular el sector I.

II. 1. Estudios sobre Unidades Residenciales: Antecedentes

mesopotámico surgen durante el período Uruk (3600 – 3100 a.C.) y se

consolida en el período Jemdet Nasr (3100-2900), en sitios considerados como

Para Charles Redman (1990: 340) el origen y crecimiento de estos

núcleos urbanísticos es producto de la migración rural y no tanto del

a la búsqueda de refugio, por parte de los aldeanos, en un contexto de guerra,

y a la búsqueda de nuevos recursos económicos y humanos por partes de las

elites a cargo de las urbes.

UNIDADES RESIDENCIALES

ensayos urbanísticos y las primeras unidades residenciales o domésti

En primer lugar examinaremos los ejemplos más destacados sobre

unidades residenciale

foco civilizatorio: los Andes Centrales, durante lo que venimos llamando

Período Formativo (4000-800 a.C). Finalmente, profundizamos en el escrutinio

Mundiales. - Unidades Residenciales en Mesopotamia

Se afirma que las primeras evidencias del fenómeno urbano

ciudades-templo, como los de Warka (antigua Uruk) y Eridu, cada uno a cargo

de un gobierno teocrático (Redman 1990: 352).

crecimiento planificado interno. Y probablemente ello se deba -según Redman-

Page 37: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 20

Este contexto de conflicto habría motivado la construcción de murallas

defensivas alrededor de las ciudades durante el Período Dinástico Antiguo

(2900 a 2350 a.C.).

Al interior de la ciudad mesopotámica se emplazaban diversos

complejos, entre las que destacaba una ciudadela con muralla defensiva propia

que contenía al Templo ó Zigurat y a oficinas administrativas, unidades de

1988: 97).

te

s no tenían patios y se ubicaron

piñad

residencia y mausoleos reales (Stone 1997: 19).

Pero también, dentro de las murallas de la ciudad, y al exterior de la

ciudadela, se podía encontrar una trama muy concentrada de barrios

residenciales que contaban además con tiendas comerciales y algunas capillas

(Kostof

Excavaciones llevadas a cabo en los sectores domésticos de Ur, Khafaje

y Tell Asmar, demostraron que desde el Período Dinástico Antiguo, el tamaño

de las casas era un indicador de estratificación social. Las casas más amplias

eran aquellas que gozaban de un acceso directo a las principales calles, que

llevaban hacia la ciudadela, y tenían una docena de cuartos dispuestos en

doble piso alrededor de un patio central (Redman 1990: 386-387; Postga

1990: 116).

El primer piso de la residencia estaba asignado a la recepción de los

invitados, en un patio central, mientras los cuartos eran usados para

actividades domésticas y habitaciones de los sirvientes. En la segunda planta

estaban las habitaciones de las familias pudientes (Kostof 1988: 100).

Por su parte, las casas más pequeña

a as al interior de los barrios residenciales, dichas casas se ubicaron en las

estrechas y retorcidas callejuelas que confluían dificultosamente hacia las calles

principales. Estas eran las viviendas de los pobladores pobres (Redman 1990:

387).

Pero, como bien lo señala Postgate (1999: 103) toda esta enmarañada

trama de barrios residenciales nunca cubrieron el total del enorme espacio

cercado, sino además, existieron espacios dedicados a plantaciones de dátiles y

hasta pozos de ladrillos.

Page 38: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 21

Durante el Período Dinástico Primitivo tanto los templos como las casas

e los sacerdotes se rodearon de muros que lo separaron del resto de la ciudad

0: 354).

ncias de residencias sacerdotales han sido advertidas por Safar

lannery 1998: 37) cerca de los templos de Eridu durante el

ruk. Estas estructuras tienen la misma orientación que el templo.

embargo, una de las más interesantes residencias de sacerdotes

do para periodos posteriores, durante el Dinástico Temprano II

para la llamada Casa D, investigada por Delougaz (citado por

998: 37) al interior del Templo Oval en Khafajah, en la región del río

iyala.

mplo Oval de Khafajah incluye una ciudadela con dos murallas

la más exterior separa la ciudadela en sí, de las casas populares y

2 accedía por una

n

de los cuales

contienen un horno (véase Fig. 05).

d

(Redman 199

Evide

(citado por F

período U

Sin

sería reporta

(2700 a.C.),

Flannery 1

D

El Te

concéntricas,

centros de venta, al interior del cerco exterior existe un patio, al este del cual

se encuentra la Casa D. En el cerco interior se presenta un patio con estanques

redondos y talleres, hornos y almacenes hacia los lados, dejando el templo en

la parte posterior, el cual se eleva sobre una plataforma (Kostof 1996: 108).

La Casa D ocupaba un área de 1200 m . A ésta se

pequeña puerta que daba hacia el exterior de la ciudadela. El visitante pasaba

primero hacia un cuarto de guardia, para de allí acceder a un corredor. De este

lugar condujo a dos antecámaras, uno de los cuales franqueaba un baño. De

las antecámaras se podría entrar al patio central del edificio, que constaba co

una mesa de ofrendas (Flannery 1988: 39).

El patio central fue un espacio principal para el tráfico dentro de la Casa

D. Para el lado sur se ubicó la sala de recibimiento del sacerdote, el que

presenta un diván en el cual se podría recibir a las visitas. Detrás del cuarto de

recepción estuvo un archivo y el dormitorio (Flannery 1998: 39).

Al este del patio hay un comedor, y en su parte trasera una cocina con

acceso al cuarto de los sirvientes. Al norte del patio central hay un depósito, la

capilla privada del sacerdote, y un pasaje delante en forme de “L”. El lado

posterior consiste en tres cuartos al este de la cocina, uno

Page 39: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 22

Fig. 05. Reconstrucción artística del asentamiento urbano de

donde destaca un templo oval y una residencia de elite (Casa D).

Kostof 1996,

Khafajah,

Fuente:

ry 199

rmitorio,

Flanne 8.

Pero la Casa D es sólo un tipo entre muchos de residencias sacerdotales.

Otro ejemplo de residencia independiente (gipar) ha sido encontrado en Ur,

donde Woolley excavó el templo de Ningal, al cual se le anexaba la residencia

de una sacerdotisa, que contaba con cocinas, baños, almacenes, do

estancias ceremoniales y un mausoleo (Postgate 1999: 161).

Pero además se ha encontrado otro tipo de residencias de elites, la

presencia de claustros múltiples de sacerdotisas (gagum) en el sitio de Sippar.

Este conjunto de claustros si bien estaba separado físicamente del templo,

estaba cerca a él. Comprendía casas, calles y jardines (Postgate 1999: 163).

Es una opinión común entre los investigadores del Próximo Oriente que

el palacio4 es un fenómeno posterior al templo (Flannery 1998; Kostof 1988;

Manzanilla 1987; Postgate 1999; Redman 1990; Stone 1997). Sin embargo, es

muy posible como lo ha señalado Redman (1990: 373) y más claramente

Kostof (1988: 119) que los antecedentes del palacio haya estado vinculado a

alguna actividad administrativa (distribución del grano, mantenimiento de los

diques y canales y los ritos preventivos contra inundaciones y ataques

exteriores) al servicio del templo durante el Período Dinástico Antiguo. Es decir

el pala

cio creció en un primer momento a expensas del zigurat.

En lengua sumeria el palacio se denominaba la “casa grande” (é-gal); paso al acadio como ekallum y se

nvierte en la palabra usada para palacio en todo el próximo Oriente en la antigüedad (Postgate 1999: 177).

4

co

Page 40: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 23

Un claro ejemplo de palacios primigenios asociados a templos lo

dem

60 m.

rchivos que tuvieron únicamente vía de

entrad p

s principales

icados en la parte

osterior. El sector público estaba centrado alrededor del segundo patio

unicación con el salón del

trono.

po os observar en Kish, siendo el mejor ejemplo el Palacio A, el cual consta

de al menos dos unidades arquitectónicas cubriendo un área de quizá 90 por

El más grande de las unidades fue cercado con una gruesa muralla

defensiva, el que ayudó a proteger los cuartos de la residencial real ubicados

en la parte occidental de la construcción. La entrada monumental estuvo en el

lado sureste y condujo a las oficinas y a

a indirecta primero por corredor estrecho y que a enas tiene la

apariencia de un anexo. En su interior estuvo un vestíbulo de recepción

decorado y con columnas grandes (Flannery 1998: 26-27; Postgate 1999: 171;

Redman 1990: 372).

Sin embargo, este primer palacio no pasa de ser un minúsculo ejemplo

comparado con los palacios posteriores, sobre todo los de la Tercera Dinastía

de Ur (2100 - 2000 a.C.). Además ya los nuevos y monumentales palacios

fueron construidos con frecuencia alejados del antiguo centro templario. Ello se

puede observar claramente en Esnunna y Uruk (Postgate 1999: 174).

El palacio mejor conocido es la casa de Zimri-Lim, el cual era un enorme

edificio, de unas 260 habitaciones, organizada rodeando dos patio

y uno privado. Al primero patio se accedía luego de pasar por una serie de

pasajes controlados desde la única puerta exterior. Al frente del primer patio,

hacia el lado sur, unas escaleras conducían hacia la sala de audiencias, desde

donde se tenía el control de ingreso del área de depósitos ub

p

ubicado hacia el oeste, desde el cual había com

La zona residencial privada de la familia real ocupaba la sección

noroeste del palacio y se organizaba alrededor de un pequeño patio. La

residencia contaba con lujosos dormitorios y la sala del rey. Contiguamente a

estos apartamentos reales se ubicaban las áreas de servicio como cocinas,

baños, escuelas, talleres, etc. (Kostof 1988: 114-115; Postgate 1999: 177).

Es decir –como opina Kostof (1988: 116)- el palacio funcionaba como un

microcosmos de la ciudad, es decir era una pequeña versión de una ciudad

reglamentada, ideal.

Page 41: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 24

- Unidades Residenciales de Egipto

La civilización de Egipto fue asentada a lo largo del río Nilo, el mismo

que sir

intereses y procesos

socioc

s

especi

siones para lo oficiales

del gobierno, que contaban además con sótanos para los telares y terrazas

para almacenes y tenían su fachada pintada; y un recinto amurallado para el

faraón (Bard 1997: 62, 63; Kostof 1988: 125, 146; Wenke 199

Ello no quiere decir que en Egipto nunca existió los apiñamientos

urbanos, si los hubo, en las llamadas “ciudades de las pirámides” que eran

elaboradas por el Estado para alojar a los artesanos, al sac

real y a los propietarios agrícolas (Bard 1997; Kostof 1988).

- Unidades Residenciales en el valle del Indo

La primera civilización del Valle del Indo, con clara presencia de una

organización sociopolítica estatal, un desarrollo urbano temprano y un sistema

e escritura, data de comienzos de la fase Harappan, en lo que los

specialistas llaman la Era de Integración, hace 2600 años a.C. Dicha

ivilización se desarrolló en un área de aproximadamente 1’000,000 Km2, con

numerosos centros urbanos mayores, de 80-85 hectáreas, y pueblos regionales

más pequeños (Kenoyer 2000).

El urbanismo del Indo ha sido adecuadamente estudiada (Kenoyer

ipalmente los sitios de Mohehnjo-daro y Harappa los que

vió para organizar su patrón de asentamiento (Bard 1997; Wenke 1999).

Como bien lo ha señalado Spiro Kostof (1988: 125) esta de más

comparar la ciudad enmarañada de Sumeria con las ciudades planificadas y

ortogonales de Egipto, por que ambos nacen de

ulturales distintos (Wenke 1999).

Un ejemplo de ese orden es la ciudad de El Kahún, Karnak y Luxor

cuyas calles principales eran usadas de manera excéntrica y corrían en

dirección norte-sur, la orientación del río Nilo, y fueron trazadas de un solo

momento como parte de proyectos estatales, con edificios agrupados en zona

ficas: casas contiguas elaboras en ladrillo sin cocer ocupadas por obreros

y artesanos, los cuales contaban con un patio, una sala principal, una cocina

trasera y una escalera que llevaba hacia el segundo nivel donde se

encontraban los dormitorios; un barrio de grandes man

9).

erdocio del culto

d

e

c

1997). Destacan princ

Page 42: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 25

habrían soportado poblaciones de 41,000 y 23,500 habitantes respectivamente

(Allchi

y Allchin 1982; Kenoyer 1997; Possehl 1998).

e y almacenes, que puede

indicar

la antigua ciudad

de la civilización

aprecia al fondo) domina la parte

n y Allchin 1982).

Muchos estudiosos han comentado que los centros urbanos del Indo son

altamente planificados, con calles cardinalmente orientados, complejos

sistemas de desagüe y una clara distinción entre el espacio público y el privado

(Allchin

Los centros urbanos en el Indo están compuestos por una ciudadela,

muchas veces fortificada como en Mohehnjo-daro (Fig. 06), que los separa de

los espacios domésticos-vitales populares. Al interior de la ciudadela

ncontramos los edificios públicos, baños reales,

el control sobre el acceso y distribución de los bienes (Possehl 1998).

La diferenciación social también es evidente en las unidades

habitacionales. Los grupos familiares más importantes ocupaban casas grandes

hechas de ladrillo cocido mientras que la gente de nivel bajo tenían casas

pequeñas elaboras con ladrillo de barro (Nesbitt 2004).

Fig. 06. Vista de

de Mohenjo-Daro, uno de los principales centros urbanos

del valle del Indo. La ciudadela fortificada (que se

baja de la ciudad.

Fuente: Encarta 2004.

Page 43: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 26

-

el urbanismo en dicho contexto estaba íntimamente relacionado

a la política (Chang 1976, 1986; Riveron 2000; Wiesheu 1996, 1997; Yates

extensión de 40 km2 y se organiza como una red

cercado de 3.2 Km2, en cuyo interior destacan templos y

rbe conocida es Anyang, en cuyo núcleo se ha

en un eje norte-sur. En los sectores A, B y C se

religiosas y otras fueron usadas como

s, se han encontrado más

de 600

uertas en un eje norte-sur en los sitios de Wangchenggang, Pingliangtai y

Unidades Residenciales en China

Los estudiosos sobre los orígenes de la Civilización en China sostienen

que ésta se dio claramente en la dinastía Shang (1750-1100 a.C.). Además han

sostenido que

1997).

El patrón urbano Shang destaca por presentar ciudadelas amuralladas

rodeadas por aldeas, estas características han sido descritas para las ciudades

capitales de los Shang, Zhengzhou (Período Shang Medio: 1750 a 1400 a.C.) y

Anyang (Período Shang Tardío: 1400 a 1100 a.C.).

Uno de los centros urbanos estudiados en China es el sitio llamado

Cheng-Chou, el cual tiene una

de partes especializadas, donde existen una seria de aldeas donde vivieron los

agricultores y los especialistas en el trabajo del bronce y la piedra, todos los

cuales rodean un

residencias reales (Nesbitt 2004).

Hasta ahora la mejor u

excavado un total de 53 edificios, los cuales, a su vez, están agrupados en tres

sectores (A, B, C), dispuestos

han reportado estructuras rectangulares construidas sobre plataformas

(hangtu), algunas de las cuales estuvieron dedicadas a funciones político

administrativas, ceremoniales,

residencias de elite, también se ha encontrado complejas obras de drenaje

(Chang 1986; Wiesheu 1996: 117).

Lo singular es que en medio de estos sectore

estructuras semi-subterráneas, las cuales posiblemente se trataban de

viviendas para la clase de bajo status al servicio de la elite. Estas unidades

estuvieron asociadas a talleres, almacenes y entierros diversos (Wiesheu 1996:

118).

Sin embargo, todas estas evidencias del Período Shang tuvieron sus

antecedentes en el tiempo de la legendaria dinastía Xia (2200 a 1750 a.C.),

donde los arqueólogos chinos han hallado evidencias de ciudadelas cercadas

con p

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 27

Hougang en el valle del río Amarillo (Wiesheu 1997). Incluso en el complejo

Erlitou se ha rescatado la primera evidencia de edificio palaciego de China

construido sobre una amplia plataforma (Wiesheu 1996: 124, 1997: 94; Yates

1997: 74).

- Unidades Residenciales en México

A nivel internacional, los mejores casos do portado

residencias de elite, asociados a templos, son en

es muy amplia por tanto nosotros sólo nos hemos concentrado en escudriñar

entre las evidencias de residencias tempranas en el valle de Oaxaca y sus

alrededores, dejando de lado la información proveniente de la meseta central

de Mé

A) Ab

n patio central.

) Ce

uadras y muros de bajareque revestidos de estuco,

además por tener un área de trabajo especializado en calcedonia (véase Fig.

07).

nde se han re

Mesoamérica. La información

xico.

Marcus Winter (1986: 337-340) ha logrado identificar en Oaxaca,

México, tres tipos de unidades domésticas, las cuales las ha clasificado de la

siguiente manera:

ierta, caracterizado por una sola estructura residencial habitada por

familias de bajo status social.

B) Semi-cerrada, consistente en dos estructuras residenciales separadas y

delimitando u

C rrada, habitada por personas de alta posición social, que idealmente

presentara un patio central con plataformas a los cuatro lados y conteniendo

estructuras residenciales encima.

Pero para llegar a esta compleja diversificación residencial, descrito por

Marcus Winter (1986), se tuvo antes que pasar por un largo proceso que dio

como consecuencia el desarrollo urbano en México.

Las primeras evidencias de casas de elite, dentro de un contexto de una

sociedad jerarquizada, se da durante la fase San José (1150 – 850 a.C.) donde

el equipo de Kent Flannery y Joyce Marcus (2001: 121-122) reportaron para el

sitio de San José Mogote, la existencia de residencias modestas como la Casa

13 y otras más elaboradas como la Casa 16-17, la que se distingue por tener

esquinas perfectamente esc

y

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 28

Fig. 07. Reartística dede San Josresidencia durante la (1150-850 Fuente: Marcus y Flannery (2001: Figura VIII.1

la siguiente fase, llamada Guadalupe (850 – 700 años a.C.), y

sobre todo durante la fase Rosario (700 - 500 años a.C.), se construyeron

grande

200 años a.C.) y

Monte

on su centro en el

sitio d

cinas, cuartos de servicios y

construcción la Casa 16-17 é Mogote, una de elite Fase San José a.C.).

5).

Durante

s residencias de adobe, sobre cimientos de mampostería y con patio

interior, como las Estructuras 25, 26 y 30 de San José Mogote.

Posteriormente durante la fase Monte Alban I (500 -

Alban II (200 a.C. – 250 años d.C.) las familias de nobles habitaron en

enormes palacios de mampostería (Marcus y Flannery 2001: 202-203, Wiesheu

1996: 107).

En la Depresión Central de Chiapas, en una época equivalente (150 a.C.

– 150 d.C.) a Monte Albán II, surgió otro Estado arcaico c

e Chiapa de Corzo. En dicho sitio destaca la Estructura H1 del Montículo

5, excavado por Gareth Lowe. Según Marcus y Flannery (2001: 234) la

estructura H1 resulta ser un palacio de características algo distintas a las de

Oaxaca, sobre todo porque el espacio mayor de la estructura es ocupada por

un vestíbulo de entrada o lugar de reunión de 8 por 5 m de superficie. Mientras

los aposentos habitacionales son tres recintos pequeños ubicados en la parte

posterior y están agrupados en torno a un patio hundido. Finalmente, hacia las

áreas laterales se reporta la existencia de pequeños patios, corredores y

unidades accesorias que pueden haber sido co

depósitos (véase Fig. 08).

Page 46: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 29

Fig. 08. Reconstrucción

que funcionó como

Figura XIII.29).

Por otra parte, en la región de La Mixteca Alta se o

unidades habitacionales, de al parecer familias de cierto prestigio social, en

tres centros urbanos: Monte Negro, Huamelulpan y Yucuita.

De estos primeros ejemplos de urbanismo mexicano, destaca las

evidencias del sitio de Yucuita, donde se ha recuperado la información más

detallada respecto a las unidades residenciales de la Mixteca s

indican la existencia de dos grupos sociales: la unidad doméstica elitista-

administrativa y el grupo de unidades domésticas afiliadas.

Los datos más importantes de Yucuita vienen del Área M compuesta por

tura compleja y amplia (M5) alrededor del cual se halló una

domésticas pequeñas de uno o dos

acan sus muros de piedra careada que son basamentos

tres componentes, el patio central de

uso cívico-público-administrativo, y dos estructuras

onales, al norte y al sur. La estructura sur es una residencia cerrada

estructura norte, mas del doble en

maño que la anterior, tiene un patrón cerrado.

Un caso similar reportó Winter (1986: 368) para el llamado Palacio de

En este sitio, al igual que en el caso

de Yucuita, una unidad residencial incluye tanto un patio cerrado para uso

artística de la Estructura H1 de Chiapa de Corzo

un palacio durante un período de tiempo contemporáneo a Monte Alban II. Fuente: Marcus y Flannery (2001:

han explorad

Alta. Los dato

una estruc

concentración de restos de unidades

cuartos. Del M5 dest

para paredes de adobe. El M5 presenta

24 m. por 28 m. para un

habitaci

con muros gruesos y pisos estucados. La

ta

Seis Patios de Yagul, en Oaxaca, México.

Page 47: Tesis Flores 2006

30Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú.

privado de la familia y un patio abierto utilizado como sala de recepción de los

visitantes. Además de cuartos para la residencia.

Ya tardíamente, durante la edad de oro de la civilización Zapoteca, en la

palacio Zapoteca asociado a la tumba 105,

durante la fase

: Marcus y Flannery (2001:

fase Monte Alban III (200 – 700 años d.C.), se construyen muy elaborados y

grandes palacios. Entre los ejemplares más representativos sobresalen el

Edificio S y el palacio asociado a la tumba 105, ambos residencias de elite, de

25 m de largo en promedio, dividida en 7 a 10 cuartos rodeando un patio

central más bajo (véase Fig. 09). Algunos de sus cuartos pequeños fueron

usados como cocinas, otros que tenían banquetas fueron usados para dormir

(Marcus y Flannery 2001: 255, 258; Wiesheu 1996: 113).

Fig. 09. Reconstrucción isométrica del

construido

Monte Alban III. Fuente

Figura XV.4c).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 31

II.2. Investigaciones arqueológicas durante el Período Formativo en los Andes Centrales: la preocupación por el estudio de las Unidades Residenciales. En los Andes Centrales se han reportado algunas unidades domésticas

tanto en complejos planificados, como en sitios monumentales aislados (Fig.

04), por ejemplo en Alto Salaverry (S. Pozorski y T. Pozorski 1977), Asia (Engel

1963), La Galgada (Grieder et al. 1988; Grieder y Bueno 1985) Huaynuná y

Pampa de Llamas-Moxeque (S. Pozorski y T. Pozorski 1994, 2000), Culebras

(Lanning 1967), Río Seco (Wendt 1976[1964]), Huaca Prieta (Bird 1970

[1948]), Paraíso (Engel 1967; Quilter 1985), Montegrande (Tellenbach 1986),

Las Aldas (Fung 1969), Huacoy (Silva y Jaime 2000), Cardal (Burger 1992,

Burger y Salazar 1992). Pero en todos estos casos no se ha precisado aún con

2004; Klarich 2002, 2003, 2005).

ma, de forma ovalada de cima

achata

Más al sur, Shelia y Thomas Pozorski (1977) reportaron, en Alto

Salaverry, presencia de arquitectura, que los investigadores tipificaron como,

escrupulosidad la ubicación, extensión total y sobre todo la estructura interna

de las áreas habitacionales en las que habrían vivido las poblaciones que

gerenciaron y sostuvieron las monumentales edificaciones del período

Formativo.

Sólo recientemente se viene informando convenientemente sobre

unidades residenciales para el período Formativo, tanto en la costa como en la

sierra (Noel 2002, 2004; Vizconde

Las primeras evidencias de casas reportadas, para el Formativo Inicial y

Temprano (3000 – 1800 a.C.), fueron descritas por Junius Bird en 1948 (1970:

114, 115) para Huaca Prieta, el cual consiste en un montículo, a orilla del

mar y cerca de la desembocadura del río Chica

da, de 125 m de largo por 50 m de ancho y 12 m de alto, con una

acumulación de centenares de estructuras subterráneas. Las casas son poco

amplias, con uno o dos cuartos, de forma entre cuadrada y ovalado, de

accesos pequeños y angostos, de umbral elevado. Los muros son hechos de

cantos rodados marinos, colocadas en mortero duro de basura y barro. Los

techos pequeños, con vigas de madera y costillas de ballena. Los pisos son de

basura y no hay fogones.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 32

doméstica, semidoméstica (s/n) y no doméstica ó ceremonial. No hay evidencia

de montículos piramidales. Nos interesan aquí las características de los dos

primeros tipos.

La arquitectura doméstica de Salaverry muestra estructuras

semisubterráneas, asociados y asentados sobre un basural profundo, de las

hos a mano. Las caras internas de las

do por Shelia y Thomas Pozorski (1977) como

nimo de cuatro fases. Los muros mayormente son de una

e encuentra el

sitio 10 o comúnmente llamado Salinas de Chao que fue descubierto en 1976

cuales nueve se han excavado. Las unidades generalmente disponen de dos ó

más habitaciones contiguas, rectangulares y semirectangulares, de 1.5 m por 2

m cada una. Los muros son delgados (0.1 a 0.25 m de ancho) y elaborados en

piedras cortadas y cantos de basalto asentados en mortero de arena fina y

barro. También se uso adobes hec

paredes y los pisos fueron enlucidos y pulidos, mas no los exteriores. Los

recintos mostraban fogones pequeños.

Las estructuras D y E de Alto Salaverry son dos complejos rectangulares

de baja elevación cuya evidencia arquitectónica indica una función no

exclusivamente domestica, llama

semidoméstica. La estructura D mide unos 100 m2 y se compone de tres

cuartos y tres plataformas, elaborado con piedras cortadas, pero

principalmente cantos rodados, construidos sobre un antiguo basural. Se

reportó tres fases constructivas.

La estructura E es más grande que la D, tiene un área de 600 m2, y se

han reportado la presencia de quince recintos y una plataforma que fueron

construidos en un mí

sola cara revestida, la exterior (Ibid 1977: 36).

Bird (1970: 117-118) describe otro lugar de habitación en Guañape,

excavado por Strong y Evans, en el sitio de Cerro Prieto ó Huaca Negra, al

norte de la desembocadura del río Virú. Aquí hay tres montículos separados, de

ochos metros de alto, con basura Pre-cerámica. Se ha encontrado una

superposición de casas, las más tempranas hechas de adobes grandes

rectangulares, colocados de lado. Encima se construyó un laberinto de paredes

de barro que formaban cuartos rectangulares con pequeñas hornacinas

cuadradas.

En la parte meridional del departamento de La Libertad s

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 33

por Carlos Milla Villena e inicialmente trabajado por un grupo de arqueólogos a

cargo de Mercedes Cárdenas (1977-78, 1999), sus excavaciones permitieron

determinar la presencia de dos ocupaciones sucesivas asociadas al uso del

algodón. Jaime Deza (1978) también presenta preliminares datos sobre Las

Salinas

El sitio tiene 8 hectáreas y representa un

2).

hay se reportó indicios de arquitectura doméstica es

ubo una parte inicial enterrada hecha en

de Chao.

Sin embargo, el trabajo más importante en Las Salinas fue llevado a

cabo por Walter Alva (1978, 1985).

extenso complejo arquitectónico dividido en diez unidades, las que revelaron

una superposición de edificaciones, de usos ceremoniales y domésticos, que no

se mostraban asociadas a cerámica.

Son dos las áreas rituales principales. La unidad A comprende una

muralla delantera y tres edificaciones (un templete adosado al cerro, un patio

circular hundido y un edificio rectangular). La unidad B esta formada por una

sucesión de plataformas reclinadas al cerro y presididas de una gran plaza

rectangular (Alva 1985: 56-6

Pero también hubieron evidencias habitacionales como restos de comida

incinerada, en las plataformas menores, adosadas al cerro (unidades C, D, E y

G), y algunas casas bien elaborados asociadas a áreas rituales como en las

unidades C y J. Finalmente la presencia de depresiones y residuos existentes

en los exteriores del sitio sugirieron la existencia de viviendas simples

construidas con material perecedero, indicadores de una población estable civil

(Alva 1985: 72, 92).

Otro sitio donde

Culebras, el cual fue un poblado extenso de 1.5 hectáreas, adosadas a una

ladera del cerro, donde se construyeron terrazas anchas comunicadas por

escaleras. Sobre cada plataforma hubo dos o tres cuartos, de 1.5 a 3 m de

lado, semisubterráneas aglutinadas. H

piedra y otra posterior construida con adobes, barro apisonado y quincha,

algunas veces se presentaban nichos rectangulares. Entre los cuartos hubo

criaderos subterráneos de cuy, canaletas que pasaban debajo de los muros

(Lanning 1967: 67, Bonavia 1991: 140). Fung (1991: 158) cree que estas

canaletas subterráneos son ductos de ventilación y no cuyeros.

Page 51: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 34

En el sitio Los Chinos (Malpass y Stothertt 1992), en el valle de

Nepeña, se informó evidencias de casas subterráneas rectangulares y

circulares que tienen un área promedio de 2.7 m2. Había tanto casas

individuales como complejos residenciales.

Malpass y Stothertt (1992: 146) creen que las unidades sociales que

ocupar

l período

1969: 30),

imas investigaciones (Vega Centeno et al. 1998; Vega Centeno

2005;

sitios de 10 a 100 hectáreas, con

ocupación perteneciente al Formativo Temprano.

on las casas pequeñas, tanto de Culebras y Los Chinos, estuvieron

constituidos por familias nucleares.

El sitio de las Aldas fue considerado por mucho tiempo el “sitio tipo” de

la costa norcentral con arquitectura temprana perteneciente a lo que llaman

período precerámico y al período inicial (Engel 1970, Lanning 1967, Fung

1969); pero se ha demostrado que la mayor parte de sus edificaciones

colosales corresponde al Formativo Tardío (1200-800 a.C.) (Matsuzawa 1978;

Grieder 1975); aunque existe aun una profunda ocupación precerámica

advertida por Rosa Fung (1969), que desafortunadamente no se ha llegado a

conocer convenientemente.

Las excavaciones de Fung (1969: 41, 60-63), correspondiente a

precerámico ó lo que llamamos Formativo Temprano, se limitaron al pozo del

Área 3, donde se alcanzó una profundidad total de unos 2.65 m, de los cuales

1.65 m corresponde a un estrato precerámico. El grueso de la capa esta

constituida por arena cenicienta conteniendo abundantes piedras

termofracturadas, lascas de cuarzo, calcita, un fragmento de Spondylus, valvas

de moluscos, restos óseos animales y evidencias de plantas (algodón, mates,

achupallas, calabazas).

El único reporte sobre evidencias domésticas lo señala Fung (

quien calculó alrededor de 1000 casas, que habría albergado unos 5000

habitantes, rodeando el templo de las Aldas. Esta ocupación doméstica cubrió

una extensión aproximada de 2 Km2.

Aún más al sur, ya en la región norte de Lima, en los valles de Fortaleza

y Pativilca, últ

Haas y Ruiz 2002, 2003; Haas y Creamer 2004) vienen señalando la

posibilidad de arquitectura monumental temprana asociada con arquitectura

doméstica estratificada, en al menos 17 a 15

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 35

En Bandurria, al sur de Huacho, Rosa Fung (1987, 2004) ha reportado

la existencia de dos ocupaciones precerámicas, donde destaca un montículo

piramidal, al que se asociaron restos de edificaciones menores no excavados

los datos preliminares sobre Río Seco de León.

gado ó Montículo 5 si mostraba

constr

das a los

rcilla y barro cubriéndola, al igual que depósitos de basura quemada

pozos bordeado con piedras

quemadas y ocasionalmente fogones. También se han reportado hileras de

hoyos de postes y plataformas. Por lo poco que se sabe de los trabajos de

Lanning (1967: 69) en Río Seco se encontró casas con múltiples cuartos que

habrían dado cobijo a una familia extensa de ocho a diez personas.

El Paraíso (véase Fig. 10) es un complejo de construcciones grandes

que cubren mas de 58 Ha, en el valle bajo del Chillón. Por mucho tiempo se le

considero uno de los complejos más grandes y antiguos con arquitectura

monumental en el Nuevo Mundo (Lanning 1967; Engel 1967; Moseley 1975;

Quilter 1985)

La unidad más conocida, la n

construcción. Los cu ron rellenados con

sacos de fibras con

(Fung 1987); también se reportan muros bajos de piedra dispuestos a 250 m

del montículo (Williams 1980: 384).

Siguiendo de norte a sur, antes de llegar a Chancay, el investigador

Wendt (1976[1964]) presentó

Describió tres montículos grandes y uno pequeño redondeado, así como un

montículo alargado. Uno de los montículos grandes, llamado Montículo 7 por

Lanning, consistía mayormente de basura (ceniza de alimentos incinerados con

piedras quemadas). El montículo alar

ucciones interesantes y al parecer había un montículo, el número 4,

anexado (Wendt 1976: 6). Por lo tanto, la posibilidad planteada por Fung

(1999: 181), de que hayan existido áreas domesticas asocia

montículos mayores, en este sitio, es muy probable, debido a que siempre se

encontraron montículos grandes y sus prolongaciones más pequeñas.

Las construcciones de Río Seco muchas veces se elaboraban sobre

terrazas, los recintos mostraban las bases de los muros de piedra y adobe con

pisos de a

(Wendt 1976: 24). En los pisos se encontraron

° I, evidencia cuatro a seis fases de

artos más antiguos abandonados fue

teniendo cantos rodados.

Page 53: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 36

(4.5 m

por 4.

una banqueta baja de 0.2 m de alto por 2 m de a

parecer los cuartos traseros de la Unidad I fueron

servicios, de apoyo (Quilter 1985: 285).

Los depósitos de basura, los artefactos variad

los vanos y las formas arquitectónicas hacen conclui

Unidad I del Paraíso se llevó a cabo actividades seculares y sacras.

En la Unidad IV se encontró mayormente basura incinerada y pocos

artefactos. Mucho de la basura se echaron en pozos subterráneos (Quilter

1985: 286). Precisamente estas características demuestran como los ocupantes

de la unidad consumían mucho, pero producían po s artículos (Quilter 1985:

287).

Cuatro complejos de cuartos o cámaras pueden definirse para la Unidad

I. El complejo N.E (cuartos 1, 2, 3, 5 y 6); un complejo N.W (cuartos 8 al 13);

un complejo S.E (cuartos 18 al 20) y un complejo S.W (cuartos 16 y 17).

El cuarto más grande, y posiblemente el más antiguo, es la cámara 2,

pintado de rojo, de 9 m de lado y que contaba con un patio hundido

25 m) y rectangular con hoyos circulares de 1 m de diámetro en cada

esquina (Quilter 1985: 283).

El cuarto 13 también es interesante ya que muestra un acceso limitado y

ncho por 5 m de largo. Al

usados para actividades de

os, la gradual reducción de

r a Quilter (1985) que en la

co

Fig. 10. Vista de planta (arriba) y vista lateral (abajo) de

la Unidad 1 del sitio del Paraíso, Chillón.

Fuente: Quilter 1985 y Web Arqueología del Perú

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 37

Al sur del área central, en el valle de Asia, a 3 km al este de la actual

playa, Engel (1958, 1963) reportó un extenso pueblo precerámico formado por

varios montículos menores no aglutinados y sin evidencia de arquitectura

tos.

de casas de palos (Fig.

do muchos datos

sobre evidencias domésticas, pero si

monumental, en un área que posiblemente llegó a tener hasta cuatro

kilómetros de largo por medio kilómetro de ancho (Ángeles 2002: 117).

Engel (1958: 25, 1963: 16) excavó uno de los pueblos, llamado Asia -

Unidad I, donde encontró una gran cantidad de paredes de adobe y piedras

que forma un doble rectángulo de 12.5 por 10 m, con pasadizos, patios,

plataformas y recin

Rodeando la estructura se

ha reportado una serie de

hoyos de poste, evidencias

11).

Fig. 11. Vista de planta de la Unidad I de Asia. Fuente: Engel 1963.

Los trabajos en la serranía peruana no han entrega

notable información sobre secuencia

arquitectónica.

Para la Galgada se señala la existencia de una serie de habitáculos2pequeños (estructuras domésticas), de 14 m de área, de plantas ovaladas,

circulares y rectangulares, alrededor de los Montículos norte y sur (Bueno

1998: 77; Grieder et al. 1988: 22). Los muros fueron de piedras de campo

dispuestas en mortero de barro, con pisos de tierra natural, cubiertos con

ceniza hasta 0.3 m. Un posible fogón fue encontrado al interior de una de los

cuatro recintos excavados. También hay depósitos de basura quemada en los

exteriores, por lo que se sugiere que la cocina estuvo en el exterior (Grieder et

al. 1988: 22, 23).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 38

Aunque Grieder y Bueno (1985: 93) señalan que todavía falta

demostrar, con excavaciones más amplias, si estas pequeñas depresiones

subcirculares (oval house) fueron o no habitaciones (Grieder et al. 1988: 24).

Para el caso de Piruru existen construcciones subterráneas que no

municación personal 2003, 2005)

cleo, el cual está rodeado por

conglo

Jequetepeque, costa norte.

strucciones públicas, pero fueron encontrados

presentan fogón ritual (las estructuras h, e, i, 11) lo que evidenciaría un uso

profano. No obstante Bonnier (1987: 342 y 351) señala que su funcionalidad

(doméstica) no está determinada, aunque en la reunión de Americanistas en

Chile y también recientemente, Bonnier (co

nos descartó la presencia de arquitectura doméstica en sus excavaciones.

Tal vez esta carencia de datos sobre residencias se deba, como nos

explicó Richard Burger (comunicación personal 2003), en parte a la

superposición de ocupaciones más tardías, lo cual limita la extensión de las

excavaciones en los sitios serranos.

Para el Período Formativo Medio y Tardío (1800 a 800 años a.C.)

también se han reportado varias evidencias de unidades domésticas asociadas

a monumentos ceremoniales.

Walter Alva (1987) informó sobre ocupaciones en el sitio de Purulen,

valle bajo de Zaña, donde se señala la presencia de 15 edificaciones

piramidales y terrazas que forman un nú

merados habitacionales elaborados algunos con piedras y otros con

postes, asociados a basura doméstica, también se ha encontrado caminos y

canteras distribuidos en una extensión de 3 km2.

Tellenbach (1997) también ha notificado sobre plataformas

habitacionales anexas a las estructuras ceremoniales de Huaca Grande y Huaca

Chica, del sitio de Montegrande, en el valle de

Shelia y Thomas Pozorski (1987, 1994) investigaron en Casma una

civilización de hace unos 3800 años, donde destacó Pampa de las Llamas-

Moxeque y Taukachi-Konkan, los cuales fueron centros urbanos, a decir de

los investigadores, cuidadosamente edificados, que alojaron cientos de

personas. La arquitectura residencial ocupó un porcentaje pequeño, si lo

comparamos con las con

residencias de estatus y jerarquía alto como bajo. Los Pozorski plantean que

los oficiales públicos probablemente ocuparon las mejores viviendas, anexas a

Page 56: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 39

los montículos piramidales y alineados al eje del sitio. Las casas tienen paredes

de piedra con enlucido de barro. Una habitación tiene un horno grande

cuadra

mostraban fogones pequeños y fogatas de piedras. Los desechos

domés

ntículos. El más

grande

un

techad

regular y menos accesible, interpretados como

ncontrado dos estructuras redondeadas con

ias religiosas.

Huacoy, valle de Chillón (Silva y Jaime 2000:

las unidades de excavación 10 y 13, ubicadas

zo) nor-oeste (II), han arrojado la presencia de

nes, alfarería incisa, negra pulida vinculada al

sí como otros vestigios (domésticos) como

na y huesos.

atos similares, pero más claros, fueron encontrados en las

excavaciones de 1987 en Cardal, valle de Lurín. Richard Burger (Burger y

Salazar 1992; Burger 1993: 95) encontró restos de basura orgánica y

construcciones rústicas pequeñas con evidencias de cerámica llana cubierta de

ho el montículo central (sector IIIB) y de los brazos del

complejo en “U” de Cardal.

Una estructura rectangular dividida en dos recintos habría servido

uti como vivienda. Es posible que existan zonas de vivienda en otros

do, otros con nichos en la pared, también hay cámaras en el subsuelo

usadas para el almacenamiento dentro de las casas de la élite.

En contraste, el común de la población, de Pampa de Llamas-Moxeque,

vivía hacinado en grupos habitacionales irregulares y reducidos, con paredes

de caña,

ticos rodean las casas (Ibíd. 1994).

En el sitio de Taukachi-Konkan, del 2000 al 1300 a.C., trabajado por S.

Pozorski y T. Pozorski (1994), se reportaron numerosas unidades de habitación

cuadradas dispuestas simétricamente alrededor de los mo

de las pirámides es el Montículo de Las Columnas, en cuya cima se

habría encontrado la residencia de la persona más importante de Casma, que

mostraba adelante casi cien columnas redondeadas que soportaban

o; además de un patio cubierto conteniendo cuartos con banquetas y

nichos interpretados como áreas de reunión. En contraste la mitad posterior de

la cima tenía recintos de forma ir

habitaciones; también se han e

fogón dedicados para ceremon

En el complejo en “U” de

67-68) datos preliminares de

detrás de la plataforma (bra

muros de cantos rodados, fogo

Formativo Inicial de Ancón, a

moluscos, fragmentos de obsidia

D

llín, justamente detrás d

lizada

Page 57: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 40

sectores fuera del complejo, especialmente al norte de la plaza y en la sección

.

lado, hay que destacar la posición de Burger (1978: 301, 1992),

Templo Antiguo, asociado a un pequeño poblado en las cercanías del templo y

poblado del Templo comenzó a crecer moderadamente (Burger 1978: 305).

uevo Templo registró un crecimiento acelerado tanto al

norte como al sur,

Mosna, ocupando un área

304-305, Burger 1992).

Fig. de Chavín de

superior al este del sector IIA (Burger 1993: 96)

Por otro

que siguiendo la idea original de Rowe, consideró que el llamado Templo ó

Castillo de Chavín (Fig. 12) sólo es el componente ceremonial de un

complejo urbano mayor que hoy yace debajo del actual pueblo de Chavín de

Huantar.

Burger (1978: 305) ha sostenido que la ocupación en Chavín de Huantar

se inicio en la fase Urrabariu (850-460 a.C.) con la construcción del llamado

un asentamiento poblacional en el exterior norte del núcleo.

En la posterior fase Chaquinani (460-390 a.C.) se propone que el

asentamiento poblacional exterior comenzó a ser abandonado, mientras que el

Finalmente, durante la fase Janabarriu (390-200 a.C.) el centro poblado

en las cercanías del N

formándose un centro

urbano que ocupo toda la

margen derecha del río

de 43 hectáreas y soportado

una población de hasta

3000 habitantes (Ibíd. 1978:

12. Vista aérea del sitio Huantar

Page 58: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 41

II. 3. Investigaciones en el Valle de Supe

Desde hace varias décadas algunos investigadores (Uhle 19255; Willey y

Corbet 1954; T 1ello 956 [en Mejía Xesspe 1956]; Kosok 1965; Engel 1979,

del tipo temprano Ancón-Supe con rasgos chavinoides, además

encont

cano, al que erróneamente lo asociaron

(Ibíd.

plataformas elevadas (1 y 2)

(Ibid.

de Edward Lanning (1967: 68) de que el sitio de

Áspero fue construido durante el Período Precerámico, Gordon Willey lleva a

Michael Moseley al sitio de Áspero, en 1971, y reexaminan la importancia de

este sitio, revalorando la presencia de arquitectura púb culos

1987) tenían conocimiento de la existencia de numerosos complejos

arqueotectónicos en el valle de Supe, pero ninguno llegó a comprender con

certeza la magnitud cultural y cronológico de los sitios frente a ellos.

Por ejemplo, en la década del 40, Willey y Corbett (1954) realizaron

trabajos arqueológicos en tres sitios localizados dentro de las Lomas de Supe:

El Faro, Li-31 y Áspero.

En el Faro (Lighthouse site) y Li-31 se descubrieron numerosos tiestos

cerámicos

raron alfares de estilo tardío asociado a la cultura Chancay (Ibíd. 1954:

36). El tercer sitio, Áspero es el único donde no se reportó evidencias de

cerámica, salvo en el cementerio cer

1954: 33).

En Áspero, Willey y Corbert (1954: 16: mapa III; 22: mapa IV) llevaron

a cabo una serie de exploraciones usando cateos, de éstos destaca el pozo II,

donde se reveló una estructura de cuatro recintos, los tres primeros (R1, R2,

R3) ubicados en la parte sur y separadas por muros de cantos rodados y otros

en cuyo núcleo se mezcla piedras angulosas, adobes y barro. Al parece desde

R1 había acceso central hacia el recinto 4, al norte. El R4 es el espacio más

grande y destacable, donde se presentan dos

1954: 25-28).

Willey y Corbett (1954: 29) consideraron la estructura excavada como

un templo. Sin embargo, no llegaron a sospechar que el sitio fuese

precerámico, quedándose el sitio –como señaló Moseley (1975: 81)- en el

limbo del olvido.

A partir del supuesto

lica y montí

5 La información de Uhle sobre Supe ("Reparton explontions at Supe. Appendixin the U rom Supe", by A. L. Kroeber. University of California Publications in American Archaelog 7 - 264.) lo usamos sólo como un dato referencial debido a que no logramos conseguir el manuscrito.

hlepottery adlections fy and Ethnology 21: 25

Page 59: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 42

ceremoniales, reafirmando la sugerencia cronológica de Lanning (Moseley y

stento económico

considerable de piedras termofracturadas. El segundo

tipo lo conforman terr

existencia o no de

nidades residenciales asociados a las pirámides de El Áspero como viene

Fig. 13. Reconstrucción hipotética de las casas del sitio El Áspero, Supe.

Willey 1973).

Los trabajos en Áspero fueron retomados en 1973 por el aquel entonces

alumno de Moseley, Robert Feldman (1980), quien con la finalidad de realizar

su tesis de doctorado, para la Universidad de Harvard, se centró en plantear la

aparición de una organización corporativa compleja con su

marino. Desafortunadamente no tomo en cuenta todo el sistema del valle, es

decir no logró correlacionar Áspero con otros sitios del interior y

estratigráficamente no alcanzó develar más allá de las ocupaciones del último

período.

Del trabajo de Moseley (1975) y Feldman (1980) hemos podido

recuperar algunos datos que evidencian la posibilidad de la presencia de

estructuras residenciales en Áspero.

Moseley (1975: 82-83) menciona sobre la presencia de dos tipos de

residencias. El primero son casas de planta rectangular semisubterráneas, de 2

a 3 m de lado y 1.5 m de profundidad, al parecer asociados a pozos de planta

oval de 1.2 a 1.9 de diámetro y de 1 a 1.3 m de profundidad, algunos de los

cuales sirvieron como depósitos y otros como hoyos para hornos, ello último

debido a la presencia

azas residenciales, ubicadas al norte del sitio, a lo largo

de las cuestas inferiores de una colina (Fig. 13).

Finalmente, Feldman (1980: 37) menciona sobre pequeños montículos,

posiblemente domésticos, por detrás de Huaca de los Ídolos y Huaca Alta. Pero

una excavación limitada practicada por él mismo sólo encontró basura

disturbada. Entonces, queda la problemática abierta sobre la

u

siendo mostrado en Caral.

Page 60: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 43

A Finales de la década de los setenta un importante catastro, llevado a

cabo por Williams y Merino (1979), en el valle de Supe, presentarían una

información que, si bien aún era muy general, sentarían las bases para tener

una idea de la envergadura ocupacional que existía

Fuente: Williams 1980: Fig. 1.9a.

en Supe.

eremoniales7 y otros tipos

tempra

cios Ramos (1993) condujo

an

A finales de la década de los 80’, una nueva investigación se preocupa

por el valle de Supe. Zechenter (1988), con el fin de realizar su tesis de

doctorado para la Universidad de California, trata de entender esta red de sitios

arqueológicos en el valle de Supe, a través de un punto de vista ecológico,

dilucidando las estrategias de subsistencia que se valieron los pobladores para

desarrollar una sociedad compleja. Es importante la información biótica y

abiótica, tanto holocénica como actual que recopila la investigadora. Tan

importante como lo anterior, es la lista de sitios tempranos agrupados en tres

tipos: complejos en “U”6, sitios con pozos c

nos. Un tercer punto que resulta de vital importancia en la tesis de

Zechenter (1988) es la entrega de nueve fechados con los que se demuestra la

existencia de sitios tempranos en Supe, pertenecientes al período que vengo

llamando Formativo.

Finalmente, tenemos conocimiento que a inicios de los años 90 dos

estudiantes de la Universidad de San Marcos llevaron a cabo reconocimientos

en los sitios tempranos del valle de Supe. Lucy Pala

un álisis espacial sobre la distribución de los sitios con plazas circulares

hundidas en el valle de Supe. Por su parte, Katie Navarro Vásquez (1993)

realizó un estudio sobre los complejos con planta en “U”.

II. 4. Caral y el Estudio de sus Unidades Residenciales Los antecedentes sobre el conocimiento de Caral, se inician con Paul

Kosok (1965), quien como parte de una investigación de Long Island

University, estudió los sistemas de irrigación en las sociedades costeñas

peruanas, durante 1948 y 1949. Como parte de dicho trabajo, Kosok,

6 En los sitios de El Chirimoyo, El Molino y La Empedrada son claros su disposición en “U”, también se incluyen los sitios de Alpacoto y Chupacigarro Oeste. 7 Tomando en cuenta que Williams (1980) reportó 36 pozos o estructuras circulares en el valle de Supe, Zechenter los clasifica en un tipo especial. Destacan dentro de este tipo los sitios de Piedra Parada, Chupacigarro Grande, Chupacigarro Centro, Chupacigarro Chico, Cerro Colorado, Alpacoto, Peñico, Cerro Blanco.

Page 61: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 44

valiéndose de fotos aéreas, le llamó la atención la concentración de sitios

arqueológicos de la parte media del ignoto valle de Supe, y de esta forma llegó

a prospectar los terrenos de las Haciendas Llama Huaca, Chupacigarro,

iado a una estructura

(Moche).

9

Allpacoto y Peñica (actualmente llamado Peñico)

Precisamente, Kosok (1965: 221) fue el primer investigador en hacer

una descripción general del sitio de Chupa Cigarro Grande (actualmente

llamado Caral por Ruth Shady)8. Kosok logró identificar una serie de montículos

rodeando una plaza central y de éstos destacó uno asoc

circular al que llamó “anfiteatro” (hoy denominado plaza circular del sector E ó

Templo Mayor). Además, reconoció un segundo “anfiteatro circular” asociado a

un edificio pequeño (que hoy es llamado sector L ó Templo del Anfiteatro). Lo

interesante es que Kosok (1965: 221) señala la presencia de un monolito

grande en el centro del anfiteatro, hoy ausente.

El sitio de Chupa Cigarro Grande fue considerado por Kosok (1965: 223)

como un centro ceremonial complejo de características distintas a las conocidas

hasta ese momento en la costa peruana. Finalmente, la casi ausencia de

cerámica en la superficie dificultó a Kosok (1965: 223) la datación cronológica

del sitio, por lo que el investigador supuso, a partir de las estructuras de

adobones cercanas, que el sitio correspondía a lo que él llamaba Período Medio

(Tiahuanaco) o al Período Temprano

Presumo que desconociendo los hallazgos de Kosok, que por cierto

publicó sus resultados 16 años después de su trabajo de campo, el

investigador Fréderic Engel (1979) supuso que el grupo del CIZA, compuesto

por Bernardino Ojeda, habría descubierto en el valle de Supe numerosos

complejos con arquitectura monumental . Engel (1979) describe de manera

muy general las 20 estructuras que observó en Chupa Cigarro (por los

elementos descritos al parecer se refería a Caral). Es interesante rescatar la

visión que tenia sobre las edificaciones encima de las pirámides, a los cuales le

asignó un uso habitacional. Describe también un edificio (plaza) circular

hundido con graderías concéntricas y escaleras de acceso, también pudo

8 Son importantes las fotos que muestra Kosok sobre Chupa Cigarro Grande y Chico (véanse las Figuras 9, 10, 11, 12, 13, 18, 19 y 20 en las paginas 222, 223 y 225 de Paul Kosok 1965). 9 Suponemos, ya que en la publicación citada no lo menciona, que dichos trabajos del CIZA se habrían llevado a cabo durante los años 60 ó 70, debido a que en las primeras publicaciones de Engel (1958) no se menciona nada sobre los sitios al interior del valle de Supe.

Page 62: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 45

observar la presencia de “canastas embolsando piedras” (hoy llamadas shicras)

(Ibid. 1979: 2-3).

Otro investigador que desarrolló un estudio preliminar sobre Caral fue

Fréderic Engel (1979, 1987) donde al parecer excavó algunas estructuras e

incluso especuló que el sitio fue ocupado en “la época pre-maíz y precerámica”,

e incluso llegó a sospechar que “Tales obras implican la existencia de una

sociedad ya jerarquizada y estratificada” (Ibíd. 1979: 3).

Atraídos por estos antecedentes que hacían alusión a establecimientos

monumentales y antiguos en el valle de Supe, Ruth Shady y un grupo de

arqueólogos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (2000) iniciaron

una prospección en las temporadas de 1994-1995, siguiendo en parte las

referencias del catastro de Williams y Merino (1979), lo cual los llevó a

identificar un conjunto de 18 centros urbanos (véase Fig. 14) construidos por

una población que se hallaba culturalmente integrada. Los sitios mostraron una

clara jerarquía tanto en el tamaño como en la fuerza de trabajo invertido (FTI).

Tres sitios, Era de Pando (79.74 ha.), Caral (66 ha.) y Pueblo Nuevo (55.01

ha.) ocupan el 49.07% del área total construida en el valle. Por otro lado,

cuatro sitios, Pueblo Nuevo, Caral, Miraya y Era de Pando concentran el 77.7 %

del total de FTI (Ibid. 2000: 16-20).

La exploración superficial, en el valle de Supe, reportó algunas

evidencias sobre unidades domésticas. Para el sitio Era de Pando se registró

una serie de montículos menores, al parecer algunos son plataformas

habitacionales, al oeste, sur y norte de la pirámide principal. En el sitio de

Pando se registran terrazas con recintos, probablemente de conjuntos

habitacionales (Ibid. 2000: 35). Para el sitio Pueblo Nuevo las estructuras

piramidales también presentan unidades anexas, probablemente residenciales

(Ibíd. 2000: 36). Finalmente, en el sitio Allpacoto, en el sector A, se observan,

al noroeste de las estructuras públicas, un conjunto de montículos menores

anexos. En el sector B, una serie de terrazas al este y oeste que podrían

corresponder a conjuntos habitacionales (Ibíd. 2000: 37).

Page 63: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 46

Fig.

14.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 47

En 1996, luego de haber llevado a cabo los trabajos exploratorios, Ruth Shady

(1997, Shady el al. 2000) selecciona el sitio de Caral para llevar a cabo una

investigación sistemática.

Los datos hasta hoy dados a conocer se han centrado en el sitio de

Caral en sí (Shady 2003, 2004, 2005), en sus sectores públicos como la plaza

circular del Templo Mayor (Shady, Machacuay y Aramburu 2000), en Altares

sagrados (Shady, Machacuay y López; Shady y Machacuay 2000) y otras

manifestaciones culturales y hallazgos importantes (Shady y Leiva 2003).

Felizmente en estos últimos años, se ha podido identificar en Caral, aparte de

arquitectura de carácter público, una serie de residencias agrupadas por Ruth

Shady (2003, 2004) en cuatro variantes10, las cuales las he reagrupado a la

vez, de a acuerdo a su ubicación, dentro y fuera de la urbe (Fig. 15).

Los sectores residenciales dentro de la urbe se pueden dividir en dos

tipos:

Residencias asociadas a pirámides o templos. Muestran una privilegiada

ubicación al costado o en la parte posterior de una pirámide, muestran planta

ortogonal, áreas de actividades especializadas, buen acabado, cuidado

constante del edificio y un área de ocupación grande, dichos indicadores han

servido para considerarlos como residencias de la elite, es decir identificándolos

como las viviendas de los funcionarios (Shady 2004: 182). Hasta el momento

se han investigado convenientemente cinco de estos conjuntos residenciales:

B1 (véase Fig. 16), B2, B5, I2, H2 en la parte alta de la ciudad y el sector Q y

L13 en la parte baja (Ibid. 2004: 128-137, Vizconde 2004, Flores 2003).

10 Las evidencias de arquitectura residencial son muy desiguales en el uso de material, tecnología constructiva, tratamiento arquite co, etc. Se ha podido identificar cinco variantes en Caral: 1) casas de piedras asociadas a las pirámides; 2) casas de material orgánico ubicadas a cierta distancia de las pirámides principales, pero asociadas a éstas; 3) casas pequeñas de material orgánico ubicadas cerca de las pirámides pequeñas; 4) casas pequeñas de canto rodado en la periferia de la ciudad y 5) Habitaciones aisladas de material orgánico asociadas a estructuras públicas (Shady et al. 2003: 25).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 48

Fig.

15.

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Page 66: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 49

Complejos Residenciales. Se han ubicado al menos dos grandes

concentraciones habitacionales en la ciudad, asentadas en extensas

explanadas, uno en la parte baja (Conjunto Residencial Menor ó subsector

NN2) y otro en la parte alta (Conjunto Residencial Mayor ó sector A) (Noel

2004). Son áreas de habitación de patrón aglutinado, y por la cantidad de

instrumentos encontrados, el tipo de arquitectura de quincha y piedra, creemos

que estuvo dedicado como viviendas para los especialistas civiles, léase

artesanos, maestros constructores, comerciantes, etc. Que precisamente por su

tipo de labor tuvieron el privilegio de vivir dentro de la urbe. Ruth Shady

(2004: 185) cree que cada uno de éstos dos conjuntos residenciales sirvieron

de morada para los grupos familiares ó linajes ordenadas en cada una de las

mitades de Caral (Fig. 17).

Fuera de la ciudad.

Barrios habitacionales (sector X). Se encuentra formado por una gran

cantidad de unidades habitacionales aglutinadas a manera de islotes ó

subconjuntos en la periferia oeste del núcleo de Caral. Uno de estos

subconjuntos ha sido denominado subsector X1, del cual se ha llevado a cabo

excavaciones en tres grandes unidades habitacionales que muestran plantas

arquitectónicas semicirculares y que comparten un espacio central común. Una

de las viviendas mide 19.36 m2. Las edificaciones están elaborados con cantos

rodados sin trabajar y quincha (Izarra com. per. 2003, Peralta 2003). Si bien el

sector puede presentar un estilo constructivo similar a las demás residencias

descritas, tiene un escaso acceso a los mejores materiales constructivos, por lo

tanto, compartimos la idea de Ruth Shady (2004: 128, 185) de que en este

sector se ubicaron las casas de los pobladores de más bajo status social,

vinculados mayormente a las actividades productiva ente

agrícolas)11.

s (mayorm

11 Es posible que la información que en el futuro provenga del sector D, sea similar o reportado en el sector X.

a l

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 50

Fig. 16. Vista aérea del subsector residencial B1.

Fuente: Arturo Noel

Fuente: GEO – Alemania.

Fig. 17. Vista del Modulo Arquitectónico 1 del sector A.

2004.

Page 68: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 51

A mediados del 2002, el PEACS, empezó los trabajos de excavación en

los sitios de Miraya y Lurihuasi. De estos sitios nos interesa describir un

subsector en especial por mostrar mucha similitud con el nuestro.

Una estructura excavada en el subsector E1 de Lurihuasi, durante la

tempo

tal, como recintos

poster

presencia, sino la extensión, formas y a partir de allí, las similitudes y

diferencias de las unid

tes dados a conocer sobre el subsector

I2 se resumen a una descripción somera aparecida en la primera publicación

sobre Caral (Shady 1997:55-59) y a un resumen escueto que logramos

conseguir de la ponencia de Pedro Espinoza (1996) en el Simposio

Internacional sobre los Orígenes de la Ciudad llevada a cabo en la Universidad

Na an Marcos, Lima.

En estas referencias se describe que el subsector I2 es una estructura

auxiliar de la Pirámide Cuadrangular (I1), compuesta por varios recintos

reducidos hechos de piedra, los cuales están enlucidos y pintados de crema,

amarillo y rojo. Son arquitectónicamente muy complejos debido a la presencia

de diversos elementos como plataformas, banquetas, nichos y fogones. Al igual

que las demás construcciones de la ciudad muestran sucesivas remodelaciones

y varios niveles de ocupación (Shady 1997, Espinoza 1996).

fortunadamente, a inicios del 2005, hemos logrado obtener y revisar el

informe técnico de las excavaciones en el sector I elaborado por Pedro

Espinoza (1996). Dichos trabajos lograron develar, aunque en algunos casos

rada 2002-2003, evidenció una unidad extensa y anexa a un montículo

piramidal (Melgar, comunicación personal 2003). Creemos que se trata de una

residencia de elite que muestra tanto un área ceremonial fron

iores de uso doméstico-habitacional y artesanal.

Futuras excavaciones, en otros sitios del valle, demostraran, no sólo la

ades residenciales.

II.5. EL SUBSECTOR I2 y SUS ANTECEDENTES Si bien en 1996 y 1997 se iniciaron las excavaciones arqueológicas en el

subsector I2, a cargo de los arqueólogos Pedro Espinoza y luego continuada

por Martín García, cabe mencionar, que casi nada de esa información primaria

ha sido publicada. Los únicos anteceden

cional Mayor de S

A

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 52

muy p

el subsector I2, como parte del Proyecto Caral, se

inicio

por arena y piedras, el primero fue

llamado I2, media 1.5 m de altura; el segundo nominado I3 de sólo 1 m. de

altura, con respecto a la superficie

espacios, considerados en su momento como recintos : R1 (R3), R2 (R4), R3 y

(R8) d

desde la

arcialmente, la mayoría de los recintos de la ultima fase, precisamente

esta información nos ha servido para poder entender mejor algunos datos

faltantes que teníamos en la comprensión de la estratigrafía del último período

de ocupación y la historia de investigación en el I2 (véase Dib. 01).

La excavación en

en agosto de 1996 y el trabajo de campo le fue encargado al aquel

entonces estudiante de arqueología Pedro Espinoza (1996).

Todo el subsector aparecía, antes de la excavación, como dos

montículos bajos y contiguos cubiertos

actual del terreno (Ibid. 1996).

Como resultado de las excavaciones de 1996 se lograron identificar 20 12

R5 (R6), R4 (R5), R6 (R23), R7, R8, R11 y R12 (R7), R9 (D1) y R10 (D2) y R13

entro de lo que se llamó I2, y los recintos R1 (R15), R2 (R19), R3 y R4

(R12), R5 (R16), R6 (R20), R7 (R9) dentro de lo que se llamó I3, todos

pertenecientes al último período de ocupación del subsector en estudio (Ibid.

1996).

Fig. 18. Vista Pirámide de la Huanca (I1) del subsector I2, al inicio de nuestro trabajo.

Fuente: Propia

12 Se incluye nuestra denominación, al interior de los paréntesis, que acompaña a cada unos de los recintos registrados por Pedro Espinoza (1996).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 53

A pesar de esta dilatada lista, tengamos en cuenta que de los 20

recintos identificados en 1996, en realidad fueron sólo 14 los que pueden ser

considerados plenamente recintos, debido a que muchos de ellos son sólo

compartimientos, y de éstos sólo logró conocer completamente la estratigrafía

de nue

lo debajo del piso gris (Ibid. 1996).

rvó un muro de troncos debajo del recinto que él llamó

R12 (I

El sector I de Caral pertenece al Arcaico Tardío. De manera específica concluye

que en el subsector I2 e I3 se llevaron a cabo dos grandes ocupaciones: la más

tempra

s montículos

enores funcionaron solos, mientras la pirámide ya estaba abandonada.

a dieta de los pobladores del I2 estuvo basado principalmente en recursos

arinos, acompañada por pocos recursos vegetales.

l proceso constructivo en el sector I implicó una ingente movilización de mano

de obra y reflejó la existencia de un Estado Teocrático.

ve (Ibid. 1996).

Además, Pedro Espinoza (1996) logró observar algunas evidencias de las

ocupaciones más tempranas a través de dos cateos pequeños que

profundizaron dentro de las dos trincheras excavadas originalmente, uno al

norte y el otro al centro de la ocupación.

En el cateo de la trinchera nº 1 ó norte se logró encontrar evidencias de

dos fogones asociados a un piso gris que pasaba por debajo de toda la

ocupación conocida hasta ese momento. Incluso se llegó a observar un piso

amaril

Mientras que gracias al cateo de 50 por 50 cm en la esquina S.E. del

recinto R13 (R8 para nosotros), dentro del área de la trinchera nº 2, se logró

determinar un piso gris correspondiente a la primera ocupación del recinto

R13, e incluso se obse

bid. 1996).

Gracias a estos trabajos, Pedro Espinoza (1996) llegó a las siguientes

conclusiones:

na, formado por tres momentos constructivos, en la cual la pirámide y

los montículos menores funcionaron simultáneamente. En un segundo

momento, formado por tres momentos constructivos, en que lo

m

L

m

E

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 54

Finalmente, concluye que resulta difícil asignarle una función doméstica

al área en estudio, y más bien cree que habría cumplido la función de

almacenar y preparar los productos usados en las ceremonias, tanto menores

(en los dos montículos: I2 e I3), como mayores (en la pirámide).

Sabemos, gracias a Ruth Shady (comunicación personal, Febrero del

2005) que posteriormente, durante 1997, el arqueólogo Martín García llevó a

cabo algunas limpiezas de cabeceras de muros, sobre todo en la parte oeste de

la ocupación, obteniendo la forma general de los recintos delanteros, así como

logrando definir mejor los recintos posteriores de lo que hasta ese momento se

llamó subsector I3. Dicha información, sumado al aporte de Espinoza (1996),

sirvió para tener un plano de planta arquitectónica, si bien aún general, más

fidedigno sobre el área en estudio del último período de ocupación (véase Dib.

01).

Frente a estos escasos datos sobre el subsector I2, emprendimos

nuevas, continuas, extensas y profundas excavaciones, desde enero del 2002

hasta diciembre del 2002, como miembro del Proyecto Arqueológico Caral,

Supe (véase Fig. 20).

Si bien a partir del 2003 y 2004 nuestras labores se centraron en la

investigación en la Pirámide de la Huanca de Caral, durante varios momentos

regresamos al subsector I2, para poder establecer con rigurosidad nuestra

secuencia estratigráfica13, así como para resolver algunas dudas que se

presentaba en el registro.

Finalmente queremos aclarar que por un motivo conceptual (explicado

en el Capitulo VI, acápite VI.1.2.1) hemos agrupando las denominaciones I2 e

I3 (dadas por Pedro Espinoza 1996) en un solo subsector, el I2.

13 La secuencia fue revisada in situ por el Jefe de campo del PEACS en Caral, el Arql. Marco Machacuay.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 55

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 56

C a p í t u l o I I I

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

Muchos autores (Fung 1999; Morales 1993; Bonavía 1991) han

plante

rituales (Burger 1992:79; Bonnier 1987: 342; Tellenbach 1998:10). Esta falta

III.1. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA

El estudio sobre lo que venimos llamando período Formativo,

especialmente para la costa peruana, se encuentra en una crisis

epistemológica y muchas de las perspectivas teóricas manejadas para

explicar el temprano surgimiento del planeamiento urbano, y por extensión

el origen de la civilización andina, son actualmente insostenibles porque

están basadas en un cuerpo empírico focalizado y abrumado por las

edificaciones monumentales a las que se les asigna una funcionalidad

ceremonial vacía y desconectada de la variable social y cronológica, sin haber

llevado a cabo excavaciones arqueológicas extensivas. Entendemos que sólo

en los últimos años viene zanjándose ese problema.

ado la existencia de dos tradiciones de arquitectura monumental, la

serrana y la costeña. En esta última tradición existe un problema complejo,

que escapa a nuestras metas trazadas, debido a la falta de un detallado

estudio estratigráfico/cronológico (Morales 1993: 200), pero a la cual

intentaremos aportar con algunas respuestas a partir de nuestros datos.

Si bien hay un gran problema en la secuencia estratigráfica de la

arquitectura monumental, aun más es problemática la misma identificación

de la arquitectura doméstica ó residencial que la debería acompañar, no sólo

para la costa, sino también para la sierra, y que sin embargo ha sido negada

por las escasas evidencias debido a la falta de excavaciones extensas en

áreas no monumentales (léase el capítulo II sobre Marco Referencial).

Por lo tanto, la información que hemos recopilado está sesgada debido

a que las investigaciones arqueológicas han tenido un interés privilegiado por

el estudio de las áreas monumentales ligadas a funciones ceremoniales y

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 57

de datos ha hecho caer, a los que trabajaron sobre el tema, en una serie de

errores teóricos, sobre el origen de la civilización andina, que más adelante

nning 1967), La

Galgad

os

estos casos no se ha precisado aún con escrupulosidad su ubicación,

sociales que sostuvieron y administraron estas monumentales edificaciones

propuestos por Burger (1993: 94) a finales de los 80’: ¿Quiénes construyeron

monumentales de tal magnitud? Pero estas mismas preguntas, a partir del

conocimiento actual, deben ser reformulados e indagarnos sobre ¿quiénes

ceremonia oficial y dónde vivieron?, ¿qué tipo de gobierno estuvo a cargo

eron y administraron las urbes vivieron

permanentemente en lo

desarrollaremos en el capítulo IV.

Se han documentado, aunque muy vagamente, algunas unidades

domésticas tanto en complejos planificados, así como en sitios aislados, por

ejemplo en Huaca Prieta (Bird 1970[1948]), Culebras (La

a (Grieder y Bueno 1985), Cardal (Burger 1993; Burger y Salazar

1992), Huacoy (Silva y Jaime 2000), Montegrande (Tellenbach 1998),

Huaynuná y Pampa de Llamas-Moxeque (S. Pozorski y T. Pozorski 1994,

2000), por citar algunos (véase en más detalle el capítulo II). Pero en tod

extensión, estructura interna, jerarquía y secuencia estratigráfica-

cronológica-funcional de las unidades domésticas donde habitaron los grupos

del Período Formativo. Sólo han sido señaladas como domésticas a partir de

su asociación con ceniza (basura quemada).

Por lo expuesto creemos que en parte aún esta vigente los problemas

y rindieron culto a los centros (ceremoniales)?, ¿dónde vivieron y qué

sistema económico (y sociopolítico) les permitió emprender construcciones

construyeron y donde habitaron los que construyeron y sostuvieron los

edificios públicos?, ¿quiénes estuvieron a cargo de la administración y

de la organización sociopolítica de las primeras sociedades diferenciadas

andinas?, ¿los que construy

s asentamientos?

Mayormente estas respuestas han sido buscadas en la investigación

de las edificaciones monumentales. Nosotros creemos que una respuesta

más precisa puede lograrse a partir de la identificación y el estudio de las

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 58

unidades residenciales que guardan datos no sólo de actos ceremoniales y

administrativos, sino además de prácticas sociales rutinarias.

Desafortunadamente los pocos estudios sobre unidades residenciales han

tratado de definir esta ocupación sólo a base de sus actividades domésticas

(como áreas de preparación de alimentos y pernoctorios) y a partir de pocas

evidencias (como la concentraciones de basura incinerada).

Además, parece que algunos han olvidado que las evidencias

das a los montículos resultan de vital importancia para

diferenciar entre lo que es una urbe (poblado) y lo que es un centro

ceremonial (vacío), e incluso pensar en términos de diferenciación social.

mos que sólo una excavación extensa podrá definir mejor el

proble

las diversas áreas de actividad en los

dife n

subsector I2 y cómo éste se engranaba sociopolíticamente a la urbe de

Caral.

n

dom s

misma

asociadas a las residencias?, ¿cuáles eran las relaciones entre las áreas

sidenciales y productivas?

Hoy en día sabemos, que los datos de Caral registran una gran

ariedad en el tipo, en la distribución espacial y en el tratamiento

arquitectónico de las residencias, los que han venido siendo interpretados

como prueba para plantear la existencia de una jerarquía habitacional (Shady

2003). Sin embargo, ésta categoría necesita de mayores indicadores

habitacionales asocia

Para resolver ese problema, en Caral y en el valle de Supe, se ha

venido llevando a cabo excavaciones arqueológicas, no sólo en los edificio

monumentales, sino también en unidades residenciales (Shady 2000, 2003;

Noel 2002, 2004; Vizconde 2004; Flores 2003), precisamente, una de éstas,

es el subsector I2, que abordamos en esta tesis.

Cree

ma de la funcionalidad del subsector I2 en sus diferentes períodos de

ocupación, desde la distribución de

re tes recintos, hasta llegar a responder cómo funcionaba todo el

Con ello pretendemos responder preguntas como ¿qué estructuras so

é ticas y cuáles tienen otras funciones?, ¿la función del subsector fue la

en el transcurso del tiempo de ocupación?, ¿existen otras estructuras

re

v

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 59

arqueológicos en diferentes s s y dentro de un contexto

temporal, para que permita no sólo reforzar la idea de la existencia de un

desigual acceso a los medios de producción, sino sobre todo entenderlo en

su pleno proceso. Este se forma parte de nuestra

investigación, por la cual nos preguntarem

status social perteneció aquella pobl

III.2. OBJETIVOS

El objetivo central de nuestra investigación es conocer las practicas

os sociales de elite de Caral, a lo largo de su

cuen

ectores residenciale

gundo problema también

os durante este estudio ¿a qué

ación que habitó en el subsector I2?

sociales de uno de los grup

se cia ocupacional, por medio del estudio de las áreas y lugares de

actividades al interior y exterior de lo que nosotros creemos es un conjunto

residencial, el subsector I2. Y a partir de este objetivo central intentamos

reconocer el tipo de gobierno que rigió Caral y de esta forma asistir a la

discusión sobre la aparición de las sociedades diferenciadas en los Andes

Centrales.

Otros objetivos secundarios que intentaremos alcanzar en el

transcurso de nuestro estudio son:

Conocer el tipo de actividades que se representaban en sus

residencias.

Determinar la secuencia constructiva del subsector en estudio, y con

ello ver el cambio tecnológico, el diseño arquitectónico y funcional.

Llegar a conocer cual era la dieta y si los recursos a los que tenían

acceso el grupo residencial del subsector I2 era cualitativamente

distinta al de otros subsectores.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 60

C a p í t u l o I V

MARCO TEÓRICO

“La teoría podrá ser ciega sin datos, y lo datos mudos sin

pero lo cierto es que sin tener clarteoría,

a la teoría, los datos corren siempre el riesgo de ser irrelevantes.”

Manuel Gandara 1992: 97

IV.1. POSTURA TEÓRICA

Creemos que el mayor aporte de la arqueología a las Ciencias Sociales

es la profundidad temporal de sus estudios (Shanks y Tilley 1992). Resulta

aún más importante dicha contribución cuando se llevan a cabo en

sociedades primarias con escritura primigenia o sin ella, en las que en gran

medida, sus restos materiales, muchas veces incompletos, son los únicos

instrumentos para conocerlas.

Por décadas, se han usado, en la arqueología mundial, modelos

teóricos unidireccionales que consideraban solo cierto principios evolutivos o

aspectos / desarreglos en el sist

etapa como la civilización, tales como circunscripción social, ambiental y los

conflictos poblacionales (Carneiro 1970, 1988), deterioro ambiental /

estrategias adaptativas (Steward 1955), control de la producción/ lucha de

clases (Gordón Childe 1992[1936]), comercio local e interregional (Rathje

1971), la tecnología hidráulica (Wittfogel 1966), cooperación y competencia

(Sanders y Price 1968), poder integrativo de las grandes religiones o estilos

artísticos (Willey y Philips 1959) y a partir de la década del 70 se ha tratado

de dejar las explicaciones evolucionistas unicausales por una de factores

múltiples (Adams 1966; Redman 1990; Renflew y Bahn 1991).

Este paradigma de la ciencia antropológica, proveniente

principalmente del enfoque Estructural-Funcionalista, ha sido muy criticada

ema, que se interpretaron como

desencadenantes para que las sociedades humanas alcancen una nueva

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 61

por su análisis empirista, sus estudios sincrónicos y por convertir al actor

social en un engranaje más del sistema.14

No obstante, existen muchos aportes para destacar de esta corriente,

sobre todo la proveniente de la Antropología Política, uno de sus teóricos

destacados es Michael Smith (1979), cuyas profundas y agudas definiciones,

nos permitió no cometer deslices conceptuales en nuestro trabajo.15

Smith (1979: 13) planteó que todas las sociedades manejan sus

asuntos públicos mediante una organización política, que Ronald Cohen

(1979: 35) ha llamado polity, que incluyen dos modos de acción pública, las

cuales frecuentemente se traslapan: acción política y acción administrativa o

jurídica. La primera conformada por relaciones de poder. La segunda por

relaciones de autoridad (Colson 1979: 20; Wiesheu 1996: 29-30)16.

de un

individ

La acción política es la pretensión de controlar o influenciar en la toma

de decisiones públicas mediante la coerción, la persuasión, la influencia, la

manipulación, la negociación, la sugestión o engaño por parte

uo o un grupo de interés o unidad de poder (linajes, partidos políticos,

grupos religiosos, empresas, individuos). Dicha acción puede darse en

cualquier época, dándole una naturaleza segmentaria al sistema (Cohen

1979: 34, Wiesheu 1996: 30).

En cambio, la acción administrativa se da cuando se centraliza el

poder y es propia sólo de sociedades complejas. La acción administrativa se

14 Matthew Johnson (2000: 113-114) reconoce válida la crítica sobre la Teoría de Sistemas y el FuncionalJohnson

os antropólogos equipararon el significado de gobierno, sistema político y estructura administrativa como si todos

p a

ismo, por la falta de atención que le han dado al “individuo” como actor, sin embargo afirma que dicha crítica está mal concebida porque “no podemos afirmar nada a priori” con

respecto al peso de las individualidades en el pasado”, pues tenemos que tener en cuenta que por medio existen esferas temporales, históricas e incluso cognoscitivas que lo impiden. Además llama la atención a que no caigamos en una “…noción romántica de la existencia de la libertad individual sin calificativos”, la cual no existe. 15 Cabe recordar que la antropología clásica sincrónica planteado por Radcliff-Brown, Meyer Fortes y Evans-Pritchard, ha sido muy criticada, a nivel de la Antropología Política, debido a que cayeron en una simplista y equivocada dicotomía conceptual, que lo heredaron de Herbert Spencer, Henry Maine y Lewis Morgan, al definir a las sociedades con gobierno y sin gobierno, sólo por la presencia o ausencia de una organización política, la cual fue definida sólo por el ejercicio organizado de una autoridad coercitiva que empleaba la fuerza física (Smith 1974: 21, 1979: 10). Este error conceptual –identificado por Smith (1974: 24)- se debe a que los antigu

fuesen lo mismo. De ahí que Smith (1974: 43) plantea la necesidad de una distinción analítica en las actividades públicas de una organización política. 16 Somos consientes –como bien lo ha señalado Ronald Cohen (1979: 32)- que la distinción entre actos políticos y administrativos no siempre es aplicable en sociedades sim les, pero si es válido p ra realidades complejas.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 62

t

son cumplidas por un gran

númer

ha exagerado la importancia

está

pensan

Organización Heterárquica (Crumley 1995), el

Engrandecimiento Personal (Clark y Blake 1994), los Modelos Comunales

(McGuirre y Saitta 1996), la Competición Faccionaria (Brumfiel y Fox 1994) y

explicación del origen de la civilización. Se ha pasado de una preocupación

1984 y Flannery 1972, entre otros) a

un enfoque basado en entender las pr

desigualdad institucionalizada y la identificación de las diversas estrategias

cabo por los actores para alcanzar, ejercer y mantener el poder.

entre alguna realidad global y abstracta que llaman sistema y la acción

rata de procesos autorizados, a partir de una jerarquía administrativa, de

organización y dirección de los asuntos y actividades públicas, para ejecutar

de esta manera tareas específicas, las cuales

o de subordinados, mediante una serie de reglas sociales donde la

fuerza física es el último recurso usado por los gobernantes –según Smith-

para controlar la administración y la autoridad (Wiesheu 1996: 31).

Al parecer los investigadores se han olvidado de dos cosas, en primer

lugar que la acción política siempre está presente en el accionar público; en

segundo lugar, y como fruto de lo anterior, se

de la fuerza física en los orígenes de las sociedades diferenciadas (Ej.

Carneiro 1970, 1988; Stocker 1988; Spencer 2003; Flannery y Marcus 2003,

por citar sólo algunos).

Recientemente se esta pensando que la fuerza física no fue la única

estrategia para conseguir, ejercer y mantener el poder, sino que se

do que los actores tuvieron astucias múltiples (Hayden 1995).

A partir de la propuesta anterior se han dado una serie de modelos

alternativos para el estudio de las estrategias del liderazgo: El modelo del

Proceso Dual (Blanton et al. 1996, Feinman 2000), la Materialización de la

Ideología (DeMarrais et. al. 1996), el Conocimiento Ritual como Poder (Joyce

y Winter 1996), la

la Economía Política (Hirth 1996, Muller 1997), para nombrar los principales.

Recapitulando, ha sucedido un giro en el enfoque teórico sobre la

por el desarrollo de la complejidad social a través de etapas evolutivas (como

lo propuso Morgan, Fried 1979, Service

ácticas sociales que originaron la

llevadas a

Este giro teórico está motivado y fundamentado en la Teoría de la

Acción y su preocupación por interpretar la realidad por medio de la relación

Page 80: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 63

humana (Dornan 2002: 304). En otras palabras, esta teoría enfoca la

atención en ambos “…el impacto del sistema en la práctica, y el impacto de

la prác

e originarse tanto en el “sistema” como en el

“actor”

ífices teóricos de este enfoque- han llamado “Teoría de la Acción o

la Prác

monolítico, sino más bien puede ser dividido en dos bloques:

(1999).

Seria muy largo, y no es objetivo de esta tesis, caracterizar las

tica en el sistema” (Ortner 1984: 148).

La preocupación central a lo largo de esta tesis será explicar el cambio

(tecnológico, arquitectónico, social, económico y político), para ello creemos

conveniente seguir los lineamientos de la Teoría de la Acción, la cual deja

abierta la posibilidad que estos cambios se puedan dar por decisiones de los

propios actores, pero sin dejar de lado el valor del sistema, solo igualándolos

en posibilidades causales (Flannery 2001: 39).

Es decir, el cambio pued

, por ambos modelos -que Cliford Geertz (2001) distingue- entre

“esfuerzo” e “interés”. En el primer modelo la explicación recae en el sistema

y sus problemas, que el actor tiene que solucionar. El segundo modelo recae

en el actor, cuyas acciones “egoístas” ó “interesadas alteran el sistema.

Como podemos ver nuestra tesis será canalizada por el modelo teórico

que Pierre Bourdieu, Anthony Giddens y Marshall Sahlins -por citar a los

principales art

tica”, que a decir de Sherry Ortner (1984: 147) es una re-lectura y

compatibilización posmoderna del clásico esquema materialista-marxista con el

idealismo weberiano.

Sin embargo, como lo ha señalado Antonio Nogués (1993) a pesar de

la cierta similitud entre los practicantes de este enfoque, no es un enfoque

Por un lado, la versión europea de la Teoría de la Acción,

fundamentada principalmente por la dupla Giddens (1995) y Bourdieu

Por otro lado, la versión norteamericana de Marshall Sahlins (1988)

que ha sido catalogada por Carlos Reynoso (1998) como Determinismo

Cultural.

diferencias de ambas vertientes de la Teoría de la Acción, pero si podemos

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 64

señalar que la fundamental diferencia es en cómo el sistema es producido y

reproducido.

Giddens y Bourdieu le deben mucho la explicación del cambio al

clásico modelo marxista de las asimetrías de las relaciones sociopolíticas. Por

ejemplo Bourdieu (1999: 65) sostiene que la tensión entre dos posiciones

distintas y enfrentadas (intelectuales vs. empresarios ó intelectuales clásicos

s. nueva vanguardia) es la que determina su cambio, pero aclara que tal

Mientras Marshall Salins (1988, 2000) arrastra en su explicación una

tes, es decir es un

orientado nuestra posición teórica más cerca a las ideas de

habitus), las que

pueden ser reestructuradas en la práctica misma.

a structuras inmanentes de un mundo o de un sector

entender la práctica social, desde su propio contexto histórico, por lo tanto

es un instrumento interpretativo, un marco general, a la cual intentamos

amalgamarla a una base empírica propiamente andina, para pensar en

primer lugar en nuestra área en estudio y a través de ésta embutirnos al

v

cambio no sólo se debe a factores internos, sino también se ve influenciado

por factores externos como el encuentro de refuerzos y el contexto social en

el que se da la confrontación.

estela sistémico-funcional, al creer que los cambios se producen cuando las

estrategias tradicionales oscilan, debido a que no pueden responder frente a

nuevos problemas -que Sahlins cree venido del exterior, del contexto- lo cual

conlleva a una reproducción de las relaciones existen

cambio de significado, una transformación o reproducción, no una creación ó

producción.

Hemos

Pierre Bourdieu (1999) y Anthony Giddens (1995). Uno de los planteamientos

claves de ambos autores es que la acción ó práctica social se desarrolla

sobre la base de condiciones objetivas de existencia (campos sociales) donde

se generan estructuras o “disposiciones para la acción” (

Un concepto vital en la tesis de Bourdieu es el término habitus que

cumple la función de ser un cuerpo estructurado, es decir un cuerpo que se

“…ha incorpor do a las e

particular de este mundo, de un campo, y que estructura la percepción de

este mundo y también la acción de este mundo.” (Bourdieu 1999: 146).

Esta postura teórica general, a la que nos insertamos, trata de

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 65

entendimiento de los orígenes de la diferenciación social en los Andes

Centrales.

Los Andes Centrales ha sido un laboratorio de prueba de muchos

model

ES TEÓRICAS CONFRONTADAS

SOBR

n preocupado por entender

la civil

mparaciones con

desarrollos históricos distintos como con Mesopotamia, Mesoamérica y

Grecia

aron sus explicaciones

17

Modelo Comparativo Marxista es uno de los experimentos

teórico

os explicativos, todas ellas de corte evolucionista, sobre el origen y

desarrollo civilizatorio. A continuación desarrollaremos y discutiremos

aquellas explicaciones y finalmente desplegaremos nuestro marco teórico.

IV.2. URBANISMO CLASICO, AGLOMERACIONES ANDINAS y

URBANISMO ANDINO: POSICION

E EL DESARROLLO CIVILIZATORIO ANDINO.

Desde los inicios de la arqueología en el Perú (desde sus pioneros Max Uhle

y Julio C. Tello) los arqueólogos andinistas se ha

ización que se desarrolló en los Andes, donde el factor urbano ha sido

uno de los puntos más importantes en dicha discusión.

Este entendimiento ha sido abordado en base a co

-Roma.

Los que apostaron por seguir modelos y desarrollos socioculturales

foráneos para explicar la historia andina antigua, bas

mayormente en la teoría cultural evolucionista, ya sea desde la vertiente

Marxista, Neo-evolucionista y desde la Teoría de Sistemas.

A este tipo de explicaciones evolucionistas que toman sus

fundamentos en realidades históricas distintas lo llamamos modelos

comparativos .

El

s, aplicados a los Andes Centrales por Luis Lumbreras (1984, 1988,

1994), y seguida por otros (Ej. Canziani 1989), el cual se nutrió de las ideas

17 Krzystof Makowski (2000) ha usado inicialmente este término “comparativo” para discutir sobre las diferentes posiciones que se ha asumido en los Andes para explicar el fenómeno urbano.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 66

de Go

cción, lugar de trabajo y residencia obligada de

la nue

epósitos y almacenes) que

adquir

domés

modo

formac

monop

los An

Horizo

l segundo experimento teórico es el Modelo Comparativo

Evolu

ntos urbanos a partir de

la cantidad, disposición y las actividades de los residentes: pueblos

sincori

nes están concentradas, nucleadas, pueden

llamar

rdon Childe18, y por tanto tomó como modelo de desarrollo

comparativo lo sucedido en Mesopotamia para entender lo acontecido en el

proceso andino.

Este modelo sostiene que la ciudad es “…un nuevo y totalmente

diferenciado centro de produ

va clase social, que concentra en ella sus instrumentos de trabajo

(templos y talleres) y sus recursos de vida (d

ieren la condición de `servicios públicos’ (y no comunales, familiares ó

ticos)” (Lumbreras 2004: 232).

Desde esta perspectiva el desarrollo urbano es la total maduración del

de producción de la “barbarie neolítica” y el reflejo material de la

ión de clases sociales con un aparato administrativo respaldado en el

olio de la fuerza física (Lumbreras 1988).

Lumbreras inicialmente pensó que este fenómeno se llevó a cabo en

des durante la cultura Wari, pero recientemente cree que fue en el

nte Temprano con Chavín (Lumbreras 1988, 1984).

E

cionista de Centros y Periferias, propuesto por John Rowe (1963),

el cual estuvo basado en la realidad Greco-Romana.

De esta forma Rowe (1963: 3) entiende que “…un asentamiento

urbano es un área de habitación humana en la cual muchos casas son

agrupadas estrechamente juntas.”

El mismo distingue cuatro clases de asentamie

ticos, pueblos acoriticos, ciudades sincoriticas y ciudades acoriticas

(Ibid. 3).

Si las poblaciones son periféricas pueden ser aldeas ó ciudades

sincoriticas. Si las poblacio

se pueblos o ciudades acoriticas.

18 Para ser exactos sobre la incursión del Marxismo en la explicación de la civilización andina habría que recordar que fue Emilio Choy el primero en insArqueología Social (Lumbreras 2005: 292).

ertar esa vertiente, que en el Perú ha sido llamado

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 67

Rowe (1963: 3) diferencia una ciudad de un pueblo, en primer lugar

por la diversidad y especialidad que muestran las actividades practicadas en

las ciudades en contraste con las actividades sólo de subsistencia propio de

los pueblos. En segundo lugar establece que en una ciudad la población

excede los 2000 habitantes.

Además, Rowe (1963: 4) distingue, para el caso peruano, un

asenta

usado se halla cerrado y vacío y

e (1963), como organizaciones espaciales

alterna

delo se toma como base el desarrollo urbano

mesopotámico propuesto por Adams (1960, 1966) y su aplicación a

Mesoa

miento urbano de un centro ceremonial.

“Un centro ceremonial es un agrupamiento de carácter público de

edificios de instalaciones comunitarias, algo semejante como

santuarios, lugares de reunión, mercados, tribunales de justicia, lo

cual es usado estacionalmente ó en los intervalos prescriptos por la

población de un área circundante considerable. Entre las ocasiones

cuando un centro ceremonial no es

hospeda sólo una población permanente pequeña de empleados del

tutor del santuario. La población general que hace uso del centro

puede estar enteramente dispersa en el campo circundante, o puede

estar apiñada en centros urbanos” (Rowe 1963: 4).

Las definiciones conceptuales “asentamientos urbanos” y “centros

ceremoniales” dadas por John Row

tivas para explicar los complejos arquitectónicos del Perú, han tenido

mucha repercusión, como veremos más adelante, en el pensamiento de los

arqueólogos andinistas, lo cual influenció en la idea popularizada de un

protourbanismo o incluso un antiurbanismo andino.

El tercer modelo teórico ha sido desarrollado por Richard Shaedel

(1951, 1969, 1978), en base a los planteamientos neo-evolucionistas y

sistémicos de Collier y Steward (1955), el cual puede denominarse Modelo

Comparativo Sistémico.

En dicho mo

mérica (Sanders y Price 1968), donde la ciudad está relacionada con el

surgimiento de un Estado expansivo.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 68

Shaedel (1978) pensaba que la jerarquía de asentamientos era un

reflejo de un patrón supracomunal (jerarquía administrativa) y de la

homog

estas ideas estaban fundamentadas en estudios sistémicos de

distrib

Moche) se logró por vez primera una primera integración regional

(estruc

promedio de

75,000 habitantes.

eneidad cultural –idea muy común por entonces (véase las referencias

de Wiesheu 1996 en relación a Hagget, Berry, Garner, Wright y Jonson).

Además se pensaba que el tamaño de los asentamientos estaba

correlacionado con el tamaño de la población y de sus funciones.

Todas

ución de los asentamientos a nivel regional y la búsqueda de patrones.

A partir de estas premisas Shaedel (1978) planteó un desarrollo

andino en etapas –acorde con la propuesta de Steward y Collier- que iniciaba

con un patrón disperso con santuarios religiosos rodeados por villas a cargo

de jefaturas teocráticas (Formativo) que gracias a la construcción de

sistemas de riego aumentó su población.

Durante una segunda etapa (Intermedio Temprano = Floreciente

Regional =

tura supracomunal) gracias al inicio de un proceso expansivo de una

elite religiosa militarizada que conquistó sociedades pequeñas y débiles,

estableciéndose una capital ó “centro ceremonial mayor” (Ej. Huaca del Sol y

la Luna con 10,000 habitantes) y pequeños satélites poblacionales que

incluían fortificaciones complejas.

En una tercera etapa (fase inicial de del Estado Expansionista Militar =

Huari) decaen los templos y se seculariza el proceso, surgiendo verdaderos

centros administrativos o ciudades, que a nivel regional se plasma por la

presencia de tres niveles jerárquicos de centros y villas. De esta forma se

pasa de un control sólo religioso-militar a uno económico.

Finalmente, durante el Período Intermedio Tardío se consolida la

estratificación social con un Estado expansionista como Chimú que alcanzó

ribetes imperiales, lo cual se vio reflejado por un patrón de asentamiento

multi-valles con una ciudad capital como Chan Chan con un

En el Perú la propuesta de Rowe (1963) y Shaedel (1969, 1978)

fueron adoptados por muchos investigadores (Williams 1980; Ravines e

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 69

Isbell 1976, Isbell 1977, 1979, 1985; Schreiber 1992; Wilson 1988; entro

otros).

La aplicación de esta propuesta, para los períodos más tempranos de

los An

ncepto centro ceremonial definido por

ero, donde Williams (1980: 384-385) reconoce una expresión de

urbani

y Shillacoto (Izumi y Terada

des, destacó que la mayor parte de la población vivía en aldeas

dispersas, tan pequeñas o temporales que es imposible de identificarlas

arqueológicamente (Ravines e Isbell 1976, Williams 1980, Makowski 1996,

2000: 109).

Por ejemplo, Roger Ravines e William Isbell (1976:266-267) concluyen

que los constructores de Garagay no vivieron en asentamientos nucleares

sino más bien en pequeñas aldeas o casas dispersas, pequeñas y

transitorias. Según dichos autores los aldeanos venían cada cierto tiempo a

sus templos para la ejecución de obras públicas trayendo consigo bolsas con

los materiales de construcción e incluso basura doméstica para relleno

(nótese la clara semejanza con el co

Rowe).

Por otro lado, Williams (1980: 384-385), a través de un análisis

arquitectónico, avizoró la existencia de cuatro tipos o arreglos en la

disposición de las viviendas: a) viviendas agrupadas con independencia del

montículo, tal es el caso de la Bandurria, donde las casas están a 250 m. del

montículo ceremonial; b) edificaciones aterrazadas sobre el que se

construyeron habitaciones de piedra, representado por Culebras I, Salinas de

Chao y Cerro Prieto; c) integración de los montículos con las áreas de

vivienda como en el Áspero; d) viviendas oblongas dispuestas en herradura

dejando al centro dos montículos como sucede en Real Alto, Valdivia. Pero a

pesar de las evidencias de viviendas asociadas a montículos, como en el caso

del Ásp

smo prematuro, al final el mismo investigador termina clasificando

como “aldea con templo”, lo que bien pudo ser reconocido como urbanismo

temprano, dejándose llevar más por la teoría que por el dato.

El problema se vuelve crítico por las casi nulas evidencias de unidades

domésticas en la serranía del Perú. De los sitios excavados para lo que

venimos llamando Formativo Temprano: Kotosh

Page 87: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 70

1972),

Andes se caracteriza

por un

áreas domésticas y su visión

occide

el Viejo Mundo (Ciudades -

Estado

como ha sido definida, implica un

significado propio del proceso histórico de occidente, no es menos cierto que

para el caso andino, así como para los otros focos civilizatorios

(Mesoamérica, India, China), se debe redefinir el concepto “ciudad” a partir

de sus desarrollos socioculturales particulares.

Huaricoto (Burger y Salazar 1980, 1985), Piruru (Bonnier 1987, 1988,

1997) y la Galgada (Bueno 1998, Grieder y Bueno 1985, Grieder et al. 1988);

sólo en el último sitio, aunque no de manera clara, se reportan casas.

Precisamente esta casi nula información sobre unidades residenciales

en la sierra ha justificado a Elizabeth Bonnier (1983, 1987, 1988, 1997) para

que sostenga que el comienzo de la arquitectura en los

precoz surgimiento de obras complejas y monumentales con función

religiosa o ceremonial, sin aldeas o unidades residenciales asociadas. Supone

entonces que primero se construyó por fines ideológicos con algún tipo de

aglomeraciones poblacionales, pero no de carácter sedentario, sino de meros

peregrinos que llegaban al santuario periódicamente; por lo tanto no son

aldeas, mucho menos ciudades, tan solo centros de peregrinaje (Bonnier

1988: 37-38). Aquí también nótese la gran influencia del concepto “centro

ceremonial (vacío)” de Rowe (1963).

Esta falta clara de datos sobre

ntalista de la realidad andina ha servido para que Krzystof Makowski

(1996, 2000) asuma una posición aun más radical sobre el urbanismo en el

mundo andino y plantee una cuarta posición teórica que llamamos Tesis

Comparativa Antiurbana, en la que se afirma que el concepto Ciudad,

construida a base de las investigaciones en

mesopotámicas o las polis griegas) no se estaría expresando en los

Andes, que más bien está caracterizado, esencialmente, por un patrón de

asentamiento “anti-urbano”, salvo casos excepcionales de capitales

regionales tardías (Huari, Cajamarquilla, Chan-Chan y Huánuco Pampa)

debido a que fueron probables residencias de elite guerrera (Makowski

2000).

Nosotros creemos que si bien Makowski (1996: 30) tiene razón en

sostener que el concepto “ciudad”, tal

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 71

Seria fácil usar un término quechua como llacta19, para al final

esconder lo que significa una ciudad, allí no esta la solución, más bien creo -

como lo ha señalado Colin Renfrew y Paul Bahn (1998: 165)- que al hablar

ias, una costumbre panandina (Espinoza 1990:

323).

oblación flotante y que sólo era un centro administrativo, de

invenc

sobre sociedades antiguas debemos utilizar palabras reconocidas, conceptos

generales donde todos los científicos nos podamos entender, pero sin dejar

de lado las especificaciones para cada realidad distinta.

En relación al concepto llacta, Waldemar Espinoza (1990) diferencia

dos tipos: una “llaqta capital” como el Cusco, que tenían sus antecedentes

preincas, con población permanente y estaba dividida por una línea

imaginaria en dos mitades territoriales y sociales: Anan y Urin, repartición no

inventada por los incas sino que se venia ejercitando en las etnias centrales y

meridionales desde centur

Mientras las llactas regionales” tenían “…fines exclusivamente de

control económico, social, político y militar…” de los grupos sometidos y una

población flotante (Espinoza 1990: 333).

Muchos autores no han tenido en cuenta esta diferenciación de llactas

que nos señala la etnohistoria y solo han pensado en una antiurbanismo

tomando como patrón el tipo de “llacta regional”, que como ya señalamos

solo tenia p

ión tardía, que cumplía fines imperiales.

A partir de este desconocimiento, Makowski (1996) alega que en los

Andes no existen poblaciones permanentes, pero cabe preguntarnos ¿qué

porcentaje se ha excavado en área en sitios como Cahuachi, Huari,

Cajamarquilla, y todos los mal llamados centros ceremoniales “vacíos” como

Cardal, Paraíso, Florida, Garagay, etc.?, y de cada uno de ellos ¿qué

porcentaje de nuestra excavación se ha centrado en sitios no monumentales,

en áreas supuestamente vacías ó debajo de los cultivos, para poder

reconocer las unidades habitacionales?

19 Llacta es un término quechua que se refiere a un centro poblacional andino de escala mayor que una simple pueblo o marca, y por su importancia ha sido trazada siguiendo un orden cosmológico (Espinoza 1990).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 72

Las excavaciones en Caral, Miraya, Lurihuasi y recientemente en

Áspero vienen demostrando no sólo la existencia de una población estable,

sino además una larga historia que supera los mil años de ocupación.

Lo que si es verdad es que en las urbes andinas el segmento público

organiza el espacio, incorporando el espacio sagrado y anexando o

popular. Por lo tanto,

ia de

divid

de información clara sobre unidades habitacionales en los sitios precerámicos

y una atadura fuerte a la teoría cultural (neo)evolucionista y su tradicional

marginando los espacios domésticos, que se articulaban de manera

organizada/anexa o desorganizada/marginal, con respecto a las áreas

principales, a partir de su estatus y jerarquía social. Es decir, diferenciando y

restringiendo lo sacro de lo secular, lo elitista de lo

claramente la planificación en el trazo urbano estuvo presente desde los

inicios de la civilización andina y esto se debió a que fueron proyectos

dirigidos por un gobierno.

El hecho de que estas características no estén presentes en

Mesopotamia no lo descartan para el caso andino como atributos de la

ciudad como ha sostenido Makowski (2000), quien también cae en un

modelo comparativo, criticado por él, debido a que olvida que ha tomado en

cuenta sólo un foco civilizatorio para su explicación y que existen por lo

menos cinco más, cada uno con sus propias particularidades en su

desarrollo.

Consecuentemente, la inexistencia de urbanismo andino y la presencia

de sólo aglomeraciones temporales como centros ceremoniales o

administrativos -como lo propone Makowski (1996, 2000)- para los Andes,

son inaceptables y revela el poco conocimiento arqueológico de la historia

andina antigua por parte de nosotros, los arqueólogos. En primer lugar no se

puede llegar a concluir que no existe ciudad solo por buscar en los Andes los

patrones urbanos de Mesopotamia, como lo ha hecho Makowski (1996,

2000), evidentemente si buscamos un crecimiento desordenado alrededor de

una ciudadela fortificada, principios de propiedad privada, la existenc

in uos, reglas de mercado, etc., concluiremos que no existen ciudades en

los Andes

Todas estos modelos explicativos “comparativos” muestran una falta

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 73

preocupación sociocultural del crecimiento de civitas (la sociedad basada en

lo civil que incorpora enajenadamente la propiedad privada, actividad

e

propon

esta postura teórica se cimienta en los recientes

d, existiendo al inicio una

diversi

MFAC y concluyendo que la

precoz

económica empresarial, y características relatadas, además del gobierno

estatal mismo y la vida en ciudades) por societas (la sociedad en pequeña

escala, basada en parientes, comunal y vida en aldeas) (Blanton 1998).

No nos sumamos, ni a las Tesis Comparativas de Rowe (1963), de

Shaedel (1978), ni al intento de adecuar el desarrollo andino a la Teoría

Marxista como lo sugirió Lumbreras (1988, 1994), ni a la tesis antiurbana

propuesta últimamente por Makowski (1996, 2000).

Recusamos a estas proposiciones, por un quinto modelo teórico qu

e la Tesis del Urbanismo y Estado Andino precoz y particular.

Esta posición estuvo basada inicialmente en las investigaciones y sugerencias

de Michael Tellenbach (1997, 1998) y de Shelia y Thomas Pozorsky (1994)

para los sitios formativos del norte andino. Sin embargo, el mayor

fundamento empírico para

datos provenientes de Caral y los sitios del valle de Supe estudiada en los

últimos diez años por Ruth Shady (1997, 2003, 2004, 2005) y su grupo de

arqueólogos (Shady y Leyva 2003; Peralta 2003; Noel 2004; Vizconde 2004;

Flores 2003, 2005).

La posición de Ruth Shady (2004) es que el origen de la ciudad y el

Estado en los Andes Centrales son fenómenos que se dan juntos y que es en

el valle de Supe donde alcanzó su mayor complejida

dad de unidades sociales autosuficientes y multifuncionales

(pachacas), pero es a partir de los 2600 a.C que la región empieza a alcanzar

una unidad cultural, a cargo de un gobierno estatal en Supe, la misma que

se difundió hacia los valles vecinos (Huaura, Pativilca y Fortaleza) donde

finalmente se formó lo que Shady (2004, 2005) viene llamando Área

Norcentral (que comprende tanto costa, sierra como selva norcentral).

Recientemente Michael Moseley (2005) se ha sumado a esta posición

prourbanista y proestatal, revalorando su teoría

civilización andina no tuvo que esperar la agricultura de irrigación,

Page 91: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 74

sino que se baso en una economía marina y con una agricultura industrial

orientada a beneficiar la actividad pesquera-marisquera.

éste no estuvo centralizado en un solo valle (Supe) sino que al

ferentes zonas ecológicas que se requirió un orden

region

líticas y

costa

s y el éxito de las estrategias de sus actores

te

desarrollo uno de los focos civilizatorios a nivel mundial.

Una variante de este quinto modelo teórico la esta representando el

enfoque de Jonathan Haas y sus investigadores (Haas y Ruiz 2003: 83; Haas

y Cramer 2004: 36), que valiéndose de la información difundida por Ruth

Shady, vienen planteando que si bien hubo un desarrollo civilizatorio

temprano,

inicio se dieron diversos e incipientes centros de poder en la costa norcentral

los cuales ejercieron el poder sobre sus poblaciones y que sólo entre los años

2300 a 2000 a.C. ocurrió la expansión hacia la sierra y el resto de la costa.

Vega-Centeno (2005: 356-357) además sostiene que es debido al

aprovechamiento de di

al heterárquico (tal como lo propuso Crumley 1995) dentro de un

proceso interactivo de competencias prácticas ó peer polity interaction (como

lo propuso Renfrew 1986).

Creemos que no debería estar en discusión que puedan haber existido

otros sitios contemporáneos ó más tempranos que Caral con arquitectura

pública (en valles distintos a Supe), lo importante en este debate es precisar

en qué región se dieron las condiciones socioeconómicas, po

ambientales necesarias para dar el paso cualitativa y cuantitativo de una

incipiente sociedad jerarquizada hacia una verticalmente diferenciada

(Shady, comunicación personal, setiembre 2005).

Las últimas investigaciones, preocupadas por conocer el origen de la

civilización andina, vienen concluyendo que la solución está en la

norcentral con sitios muy tempranos (antes de 3000 a.C.) ubicados

principalmente en el litoral de Huaura, Supe y Pativilca. Posteriormente sólo

en el eje formado por el valle de Supe se dieron las condiciones sociales,

ambientales necesaria

permitieron formar instituciones que le darían a la organización sociopolítica

de Supe la supremacía sobre los demás valles.

Esta diferenciación social tuvo un contexto particular que hace de es

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 75

IV.3. SOCIEDADES DIFERENCIADAS EN UN CONTEXTO PARTICULAR

El origen de la civilización en los Andes es una problemática muy

les.

un establecimiento construido

siguien

entan las diferentes

activid

difícil y general la definición

concep

como grandes focos expansivos de población que crecieron por

añadid

En otras regiones del mundo, como en el Indo o en la China, las

ciudades antiguas eran de planta regular como resultado de una mayor

planificación y de un crecimiento más rápido (Kenoyer 1997, Yates 1997).

grande, que escapa de nuestro trabajo, sin embargo sabemos que

tangencialmente nos cruzaremos con ella, a lo largo de la tesis, por lo que

me veo en la obligación de presentar algunas definiciones básicas y

genera

Entendemos por civilización como la representación de un nivel de

complejidad social, y la forma de administrarla, en bases a instituciones

jurídicas, que en tiempos modernos ha sido denominado Estado. Por su

parte, la ciudad es el espacio donde habitan las sociedades diferenciadas

(Redman 1990: 284).

La ciudad ha sido definida como

do un ordenamiento espacial (urbanismo); donde reside una

población permanente y numerosa. En esta clase de asentamientos se

presentan una serie diferencial de formas que repres

ades especializadas, mayormente productivas, administrativas, y en

donde las actividades de subsistencia, común en pueblos y aldeas, son

actividades secundarias en una urbe (Rowe 1963, Shady 1999c: 3).

La complejidad del proceso urbano hace

tual de la ciudad. Si bien la ciudad fue el espacio donde se desarrolló

el proceso de los orígenes de la civilización antigua mundial que

posiblemente se debió a causas compartidas, los efectos que se dieron,

luego de cada proceso particular, muestran diversos tipos de ciudades.

Por ejemplo, la mayoría de las ciudades mesopotámicas pueden

definirse

ura, sin una planificación rigurosa y que presentan una alta población

(Redman 1990: 277).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 76

En Egipto los núcleos ceremoniales no se ven acompañados de

grandes centros de población. Estos núcleos eran los centros de poder e

integra

cretense y micénica del Egeo no eran centros importantes de población, sino

solo centros seculares de integración y organización social (Redman 1990:

277).

ad, cerca o

lejos d

directamente por un

, como lo afirmó Balandier (1976), que

el conc

pto “Estado” es

ción del valle del Nilo.

De la misma manera, la mayoría de los palacios de la Civilización

Para el caso Andino, tomando como modelo el sitio de Caral y los

demás sitios tempranos del valle de Supe, las ciudades muestran una

planificación urbana en el crecimiento, así como poblaciones establecidas

concéntricamente, a partir de su status, dentro y fuera de la ciud

e los grandes edificios público – ceremoniales y administrativos e

incluso divididas en una dualidad espacial.

Como hemos venido planteando a lo largo de esta tesis el desarrollo

urbano en los Andes ha sido administrado y regido

gobierno, ¿pero a qué tipo de gobiernos nos referimos?

Últimos descubrimientos arqueológicos en el valle del Indo, así como

en los Andes Centrales contradicen la noción excesivamente popularizada de

que las sociedades complejas prístinas requirieron de un accionar militar

coercitivo para gobernar y mantener el poder.

Por lo arriba expuesto, creemos

epto “Estado” se ha construido a partir del Estado moderno europeo.

Es por ello que en las definiciones sobre “Estado” se enfatiza la soberanía

territorial,20 la necesidad de una fuerza física instituida para mantenerla y el

desuso de las relaciones de parentesco como base estructural de constitución

social.21

Por lo tanto, quisiéramos recalcar que definir el conce

sumamente difícil y muchas veces se cae en ambigüedades, porque no sólo

cliffe Brown y E. Colson (1979: 21) han demostrado que hasta las

dsa en

21

20 Ello a pesar que ya Radsocieda es más simples tienen alguna forma de estructura territorial y que esta no necesariamente se ba el parentesco.

Ronald Cohen (1979: 21) ha esclarecido que las diferencias que distinguen sistemas políticos altamente complejos de sistemas simples no se basan en una dicotomía Territorialidad vs. Parentesco.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 77

engloba distintos tipos de Estados, sino también distintos niveles de

omplejidad:

“…el mismo de

c

sarrollo estatal pasa por diversas fases evolutivas, por

ntro de este desarrollo estatal cabe rescatar la

distinc tados Primarios y

Estado

dispon

emerg

stado primario no solamente presenta

lementos de formación prístinos con variables causales propias (cf. Price

si no se

ses sociales, considerada por muchos

vestigadores como la característica identificadora de lo que es un Estado,

a de los

teóricos sociales. De esta forma la teoría marxista comete un error al intentar

pasar

een los conservadores,

sino e

n cierto modo en estado

lo cual es difícil sustentar una definición única de Estado” (Wiesheu

Forster 1996: 62).

Precisamente de

ión que hace Morton Fried (1979: 133) entre Es

s Secundarios, los primeros son de origen sui generis, en la que no

e de modelos para seguir. Mientras los estados secundarios

ieron pospresiones surgidas de una entidad estratificadas.

“Plantearemos además que un E

e

1978) sino también características de organización que lo diferencia de una

organización secundaria…” (Wiesheu Forster 1996: 63)

Así, Silverman (1992: 15) -citando a John Gledhill- e incluso Flannery

(1972) han advertido sobre el impedimento de llegar a un conocimiento

universal de categorías como “el Estado” o “la Civilización”,

considera la diversidad de las relaciones humanas, sociales y políticas, y sus

dimensiones culturales, en términos de la historia general de la humanidad,

tanto espacial como temporalmente.

Incluso Pierre Bourdieu (1997: 22-24) nos ha hecho recordar que no

debemos olvidar que las cla

in

no existe en la realidad, sino sólo es una construcción abstract

de la teoría a la práctica, sólo por un objetivo político.

Sin embargo, negar la existencia objetiva de las clases sociales no es

negar la existencia de las diferencias sociales, como cr

s hacer recordar que son los intelectuales los que agrupan las

diferencias en clases.

A decir de Bourdieu (1997: 25) lo que existe es un espacio social, un

espacio de diferencias, en el que las clases existen e

Page 95: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 78

virtual

ue sólo

incitan

evolución cultural que debe primero ser

religión, ritual) es un instrumento de mitificación del sistema

ideada por Colin Renfrew (1974), pero mejor sostenido

por Ri

, por lo tanto, nosotros usaremos en este trabajo el concepto de

Sociedades Diferenciadas para denominar a los grupos que presentan

diferencias sociales.

Consecuentemente, aquellos intentos de construir indicadores

arqueológicos para organizaciones estatales primarias o arcaicas que parten

de una conceptualización moderna del Estado son un intento inútil y q

a la confusión.

En conclusión como bien lo ha señalado Silverman:

“…una trayectoria andina de

entendida en sus propios términos para luego, si se desea, compararla

con otras sociedades ‘equivalentes’ al exterior de nuestra área

cultural.” (Silverman 1992: 15)

Como hemos revisado la mayoría de los investigadores sociales han

asumido que el poder excluyente es sinónimo de Estado y que el código

cognitivo (Ej.

que funciona como legitimadora de la jerarquía, pero que en realidad el

sostén son factores económicos respaldados por una fuerza física.

Nosotros creemos –siguiendo las ideas de Richard Blanton y otros

(Blanton 1998, Blanton et al. 1996)- que el código cognitivo y la experiencia

ritual pudieron soportar, en algunos casos, la estructura política (Blanton et

al. 1996: 2). Precisamente a continuación desarrollaremos el modelo teórico

que guiara nuestra explicación.

IV.4. GOBIERNO CORPORATIVO Y DIARQUÍA EN EL PODER

Cuando iniciamos este capítulo señalamos que existe una variedad de

estrategias usadas por los actores en la construcción y mantenimiento de las

instituciones administrativas (Blanton et. al 1996: 1).

De todos ellos nos sentimos más cercanos a la explicación del modelo

dual, originalmente

chard Blanton (1998; Blanton et al. 1996) y últimamente usada por

Linda Manzanilla (2001) para Teotihuacan, México.

Page 96: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 79

Dicho modelo plantea que existen dos diferentes fuentes de poder

usados por los actores políticos en el desarrollo de mayores y más complejas

organizaciones públicas.

La primera fuente es objetiva y se relaciona con la concentración de la

riqueza y la producción. La segunda fuente es simbólica donde los códigos

cognitivos (conocimiento, mágico, moral, ritual, etc.) son lo esencial.

El modelo dual propone, a partir de lo anterior, dos formas de

gobierno que han sido bien definidas por Blanton y sus colegas (1998, 1996)

y por Linda Manzanilla (2001: 82):

a) La estrategia individualizante (o tipo network) (s/n), con un único

jefe que ocupa el punto más alto de la jerarquía de linajes logrado por el

aprovechamiento de las relaciones de intercambio a larga distancia, acceso

diferencial a bienes exóticos y conocimiento especializado, el surgimiento de

la elite que monopolizará las alianzas matrimoniales más ventajosas entre

segmentos de linajes, y presiones sociales que privilegian la innovación

tecnológica.

b) En segundo lugar, la estrategia corporativa (s/n), donde el poder se

comparte entre diferentes grupos en una sociedad, donde hay restricciones

hacia el comportamiento monopólico del poder de aquellos que detentan el

poder, donde existe interdependencia entre subgrupos, un énfasis en las

obligaciones colectivas reciprocas soportado por un ciclo ritual enfatizado por

una tr

obernar, donde

“exclusividad”, por tanto creemos que en los “gobiernos corporativos” si bien

ascendencia cosmológica, es decir se trata de seguir una estrategia

donde se maneje correctamente los consensos.

En este punto hay que recordar la parte inicial de este capítulo donde

repetíamos las definiciones de Michael Smith (1979) sobre las acciones

administrativas y las políticas. Lo que Blanton (1998) ha denominado

estrategia dual no es mas que ver estas dos tipos de acciones públicas,

usadas en este modelo dual como tipos de estrategia para g

la preponderancia de una acción política es propio de los gobiernos

corporativos y una acción (imposición) administrativa en los gobiernos

individualizantes.

Nosotros aquí queremos aclarar que “supremacía” no quiere decir

Page 97: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 80

hubo una división del poder entre varios segmentos apropiados del capital

cognitivo, si lograron, a través de su estrategia que funcionó como medio,

y no sólo en un individuo. De esta forma es que

nosotr

individ

única

hasta el momento las definiciones que hemos venido usando para explicar

nuestra realidad andina han estado basadas en realidades traídas de

desarr

andina.

habría remontado

una concentración de la riqueza pero repartida sólo entre estos segmentos

privilegiados de la sociedad

os entendemos una sociedad corporativa, distinta de una sociedad

ualizante.

Entender ambas estrategias, es entender que no puede haber una

definición del Estado y de la ciudad. Por ello mismo, creemos que

ollos culturales “individualizantes” como las culturas Mesopotámicas y

de Egipto, a partir de dicha premisa entiéndase que las propuestas teóricas

de Lumbreras, Schaedel, Rowe y Makowski cayeron en un error al pensar

que el único modelo civilizatorio fue el desarrollo Mesopotámico, ó incluso

Egipto, que se extendió por todo occidente (Grecia y Roma).

Actualmente, no nos sentimos en la capacidad teórica para poder

definir lo qué es un Estado andino o lo que es una ciudad andina, incluso,

como dijimos líneas arriba, este problema escapa de nuestra problemática de

investigación, sin embargo, somos concientes que ésta es una tarea que

debe ser cumplida por los científicos ligados con la investigación de la

civilización andina.

Pero si queremos intentar seguir el camino hacia esa respuesta

creemos que el rastro esta en retomar la tarea iniciada por Julio C. Tello,

John V. Murra y seguida por otros intelectuales (Tom Zuidema, Craig Morris,

Martha Anders, Heleine Silverman, Gary Urton, Ruth Shady, entre otros)

donde se trató de entender el mundo andino antiguo –como lo propuso

Murra (1975: 191-192)- a partir de la suma de tres tácticas metodológicas /

teóricas: la arqueología, la etnohistoria y la etnología

Originalmente se planteaba que la estructura sociopolítica Inka esta

organizada de manera dual (Duviols 1979, Zuidema 1995), ahora se ha

reconocido que esta estructura organizativa es un patrón panandino (Murra

1975, Rostworoswski 2000, Urton 1994) que incluso se

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 81

hasta

cialidad…” (Matienzo 1967: 20, tomado de Rostworoswski 2000:

sobre izado

Ros

los es

menta e muchos de

sus

habría que sumarle el problema de que en la cosmovisión andina no existió

una visión histórica unidireccional, y ni una veracidad de los sucesos.

Precisa

las fuentes más importantes para entender las estructuras

andina

por Iñ

docum

Paucar

llamad

caciqu 967: 70, 81, 88)

Así como el anterior ejemplo existen numerosas evidencias

los orígenes de la civilización (Burger y Burger 1994, Shady 2004,

Vega-Centeno 2005).

La existencia del dualismo en el gobierno de los curacas es una

antigua costumbre preinca:

“En cada repartimiento o provincia hay dos parcialidades una que se

dice de Hannansaya y otra de Hurinsaya. Cada parcialidad tiene un

cacique principal que manda a los principales e indios de su

par

115)

Para el caso de los Incas son numerosos los ejemplos en las crónicas

las diarquías en el poder, sin embargo como bien lo ha puntual

tworoswski (2000: 106) la historia Inca ha sido muy mal transmitida por

pañoles debido a que éstos se enfrentaron con una realidad y

lidad totalmente distinta a la suya, por ello observamos qu

descripciones están nutridos de sus propios modelos europeos. A ello

mente debido a todo ello es que es mejor revisar las historias locales,

menos distorsionadas por los españoles, para poder entender mejor las

estructuras andinas del poder anterior a los Incas.

Una de

s es la Visita a la provincia de León de Huanuco, de 1562, realizada

igo Ortiz de Zúñiga (1967) en la tierra de los Chupacho. En dicho

ento existen tres importantes declaraciones de tres líderes (Nina

, Capari y Guacachi) de la banda derecha del Pillkumayu (actualmente

o río Huallaga) los cuales señalan que: “cada guaranga tenia dos

es principales”. (Iñigo Ortiz 1

etnohistóricas, tanto en la costa (Lima, Lurin, Lunahuana, Acari, etc.) como

en la sierra (los Lupaca, los Collagua, los Huanca, etc.) para afirmar que la

organización política andina se basaba en un poder dual.

Page 99: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 82

Precisamente de la obra de Murra (1975) hemos logrado distinguir

tentativamente tres tipos de gobiernos liderados por kuraqkakuna o “señores

étnicos tradicionales” (léase autoridades que gobernaron el territorio andino

de

Caral y los ha identificado con los

más de los sectores residenciales y su

dedicados al cultivo de la tierra y al trabajo en las obras de interés

publico.” (Shady 2003: 98)

Sin embargo, recordemos qué es una pachaca. La visita a León de

Huanuco de Iñigo Ortiz (1967) nos ha permitido conocer funcionalmente este

término. Como bien lo señala Murra (1979: 183-184), una pachaca es primer

lugar un término territorial formado por un grupo de asentamientos donde se

antes del Estado Inca). Estos tres tipos de gobiernos que se establecieron en

el antiguo Huánuco, y que nos hace reflexionar sobre la existencia de un

cogobierno desde épocas pre-incas, y sobre la diversidad de estas

organizaciones sociopolíticas que seguramente responda a la diversidad

cultural.

Los tres tipos de cogobierno andino propuestos son:

1. Cogobierno Centralizado. Los kurakas vivían dentro de un mismo

asentamiento, el cual era el principal de la guaranga y se pudieron

dividir el poder y el sitio de manera dual: Hanan y Hurin.

2. Cogobierno Separado. Los kurakas vivían en los extremos de su

territorio o guaranga, podría hablarse de dos asentamientos-capitales

y tal vez su territorio se dividió por las márgenes del río.

3. Cogobierno Cercano. Los kurakas vivían en asentamientos distintos,

pero próximos el uno al otro.

Últimamente, Ruth Shady (2003: 99) ha planteado la posibilidad de

que las pachacas sean la unidad básica de la organización sociopolítica

18 establecimientos encontrados en el

valle de Supe:

“…ellos serian las pachacas, donde cada una tuvo su núcleo

administrativo, religioso, ade

territorio de producción y, asimismo, cada una tenia sus autoridades –

representantes de linajes- y la gente del común, los ‘comuneros’,

Page 100: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 83

congrega a varias decenas de unidades domésticas. A su vez, se dice que

varias pachacas, es decir varios centenares de unidades domésticas,

formaban una waranga.22

Por lo tanto, quisiéramos dar una explicación alterna, a la sugerida por

Ruth Shady (2003). Conociendo que los 18 establecimientos del valle de

Supe, son de tamaños diversos, y siguiendo este criterio Shady (2003: 97)

tos no fueron necesariamente una pachaca, que como ya

señala

s

les serian verdaderas urbes emplazadas a lo largo

del val

ta como lo hemos definido.

Pero el dualismo sociológico23 en los Andes no sólo se restringió a los

ades ceremoniales

ostworoswski 2000, Urton 1994).

los ha agrupado en al menos cuatro tipos: A (sitos con mas de 50 ha.), B

(con sitios entre 25 y 40 ha), C (sitos entre 25 y 11 ha), D (entre 4 y 11 ha).

Nosotros, sugerimos la posibilidad de que cada unos de estos

establecimien

mos anteriormente ese término andino se refiere a divisiones

territoriales y no a establecimientos específicos, por lo tanto es posible que

itios del tipo D, e incluso los menores del tipo C, fuesen villorrios al interior

de pachacas lideradas por sitios del tipo A y B, e incluso por los sitios

mayores del tipo C, las cua

le de Supe, cuyo conjunto cultural formaba una waranga, divida en

mitades a partir de cada margen, Caral en la vertiente Sur y Era de Pando en

la vertiente Norte.

Consiguientemente, podríamos pensar, para el caso del valle de Supe,

en la existencia de un cogobierno separado, l

esquemas políticos, sino también fue notorio en los aspectos sociales como

en la organización militar, religiosa y festivid

(R

Una interesante información sobre la dualidad en el ejercicio del poder

militar en los Andes Centrales lo representa las crónicas sobre las tropas

Téngase en cuenta que la pachaca pre-Inca no tuvo una división decimal, por lo tanto, cuando hablamos de una pachaca piénsese en términos de división territorial, que agrupan a más de un asentamiento en el caso de las pachacas, y a una región en el caso de una waranga.

22

de dualidiádicas cl

como también en las practicas rituales” (Urton 1994: 118).

23 Gary Urton (1994: 118) ha definido el dualismo sociológico (en base al concepto de Terence Turner) como “…formas de organización política y social –basada en la complementariedad y jerarquía- que se formulan y reproducen sobre la base de intercambios, interacciones, competiciones, etc., entre los grupos de personas que conforman una sociedad unificada” (Urton 1994: 118). Este tipo

smo se diferencia del dualismo simbólico, porque éste sólo “…se refiere a las representaciones asificatorias y simbólicas (por ejemplo: masculino/femenino, noche/día, sol/luna, etc.) que

son elaboradas en una variedad de formas y materiales (por ejemplo: mitología, iconografía, etc.) así

Page 101: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 84

Chanca en su conquista al Cusco. Sarmiento de Gamboa, Juan de Betanzos,

Cristóbal de Albornoz, Cabello de Valboa y Polo de Ondegardo informan que

los Chancas tuvieron dos fundadores míticos, Uscovilca para la mitad alta y

Ancovi

esencia de una

organi

hasta los inicios de la

civiliza

LOS CONCEPTOS: LA UNIDAD RESIDENCIAL EN

EL CONTEXTO DE UN GOBIERNO CORPORATIVO.

Como hemos entendido la estrategia dual de gobierno no sólo implica

distintos tipos de organización política, sino distintos tipos de organización

urbana. En relación a los que nos interesa, las unidades habitacionales,

vemos que las residencias de elite de los gobiernos individualizantes, como

Egipto, Mesopotamia y al parecer China, sobresalen, una encima de todas, el

“palacio real”, construcción única y monumental, sede del gobierno,

residencia del faraón o el rey, y un sitio desde donde se concentra el tributo.

Mientras que en civilizaciones de gobierno corporativa, sobre todo en

sus inicios, como en los Andes, México y la India, no se muestra una sola

lca para la baja, pero además señalan que cada uno de sus ejércitos

fue dirigido por dos jefes, Tomayguaraca y Astuguaraca (Rostworoswski

2000: 107, 108).

En la vida social, Gary Urton (1994) ha establecido la pr

zación de mitades, para los ritos de iniciación, de actividades agrícolas

y ceremonias públicas –incluidas las “batallas rituales”- alrededor de la época

de carnaval.

Por lo tanto, podemos afirmar que en los Andes Centrales se dio un

cogobierno en la administración pública, es decir un gobierno corporativo o

diarquía como también lo señalan Pierre Duviols (1979) y Maria

Rostworoswski (2000), y que ésta se habría remontado

ción (Shady 2004).

Nosotros intentamos enmarcar nuestro estudio de las unidades

residenciales partiendo de la premisa –sostenida por Urton (1994: 120)- de

que la arquitectura, dado que organiza y gerencia acciones sociales, puede

proveer evidencias primarias de la existencia de una división de mitades a

nivel político y social (dualidad sociológica).

IV.5. DINÁMICA DE

Page 102: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 85

estructura monumental que destaque sobre el resto, es decir no existen

palacios, sino tantas residencias de elite como gobernantes hubiera en el

sitio y región.

Esta diferenciación no ha sido tomada aún en cuenta al momento que

los arqueólogos han estructurado el concepto de unidad residencial o

habita

un grupo doméstico28

dentro de lo que Marcus Winter (1986: 329) llama una unidad doméstica

(household cluster).

cional, creyendo que ésta no tiene ninguna influencia de su contexto

social diferencial, ya sea de la forma individual o corporativa.

Se ha venido distinguiendo una estructura residencial,

comparándolas con datos etnográficos, debido a la presencia asociada de

artefactos con restos que reflejen actividades domésticas como por ejemplo,

la preparación de comida, habitaciones para dormir o áreas para producción

manual de pequeña escala (artesanal) que hayan sido realizadas en las

estructuras o muy cerca de ellas (Patterson 1983: 32-33). A partir de ello se

han venido definiendo la estructura familiar antigua.

La residencia de la unidad básica de producción, es decir de la familia,

es la Unidad Habitacional o Unidad Residencial, en donde conjugan

una serie de áreas y lugares de actividad: producción24, uso/consumo25,

almacenamiento26 y evacuación27, muy bien definidas por Manzanilla (1986)

y Morelos (1986: 196) para el México prehispánico y Carandini (1984) para

Europa. Estas actividades son llevadas a cabo por

25 entación, producción s), esfera política e

ideológica. 26 Puedecomo vasijas cerámicas.

iliares y de gobierno casero, que están ordenados para proveer, los recursos materiales requeridos para mantener y criar a sus integrantes. Idealmente la

composición de un grupo doméstico corresponde a la de una familia biológica, sin embargo esto no tiene quconsiste en los indi

existen tres criterios para definir un grupo domestico: el de la residencia, el de las actividades compartidas y el de parentesco.

24 Tanto para la subsistencia como para el trabajo artesanal y la construcción; que incluye el aprovisionamiento de materias primas y la preparación de alimentos (como la molienda) y manufacturas (talleres).

Se refieren a una serie de elementos como la subsistencia familiar (alimartesanal, construcción), Circulación e intercambio (en mercados y plaza

n adoptar desde cavidades en el terreno hasta construcciones aéreas o recipientes muebles

27 Se refiere a los basureros o lo que Shiffer (1988) llama "desperdicios secundarios" en la que se congrega una mezcla de diversas actividades. 28 Según Jack Googy (en Patterson 1983: 32) los antropólogos han definido a los grupos domésticos como unidades fammateriales y no

e ser así, pues puede variar por razones culturales. Segun Peter Lastell, "...un grupo doméstico viduos que comparten el mismo espacio físico para comer, dormir descansar

crecer, procrear, etc." (en Manzanilla 1986: 14, 1990: 15). Para Manzanilla (1986: 14, 1990: 15)

Page 103: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 86

Pero hay que tener en cuenta que no sólo el conjunto de aspectos del

material arqueológico que ha sido llamado doméstico (áreas de descanso, de

preparación y consumo de alimentos, así como de desecho de basura) es lo

que permite definir el espacio arquitectónico como habitacional o residencial,

il) y sobre todo un área particular, de uso formal

conforme señala Morelos (1986: 196).

La postura hasta el momento expuesta no toma en cuenta una posible

jerarquía entre las viviendas. Para Lumbreras (1984: 11), y muchos

marxistas, dicha jerarquía está determinada por la posición de sus habitantes

en el proceso productivo, escapando de esa definición economicista nosotros

entendemos que tal jerarquía del espacio social debe ser entendida como

“…una estructura de posiciones diferenciadas, definidas, en cada caso, por el

lugar que ocupan en las distribuciones de una especie particular de capital

(económico, simbólico, político, intelectual, etc.)…” (Bourdieu 1999: 28). Por

lo tanto, habría que tener en cuenta que no es lo mismo hablar de una

unidad habitacional de un poblador común, que la residencia de un jefe.

Entonces para residencias de elites además de encontrar áreas de actividad

domésticas, también deberá encontrarse áreas de actividad productivas

(manufactura familiar o serv

(político e ideológico), como los descritos en los sitios de Mesoamérica y

Mesopotamia (ver “capítulo II. Marco Referencial”).

or ello, en el contexto de una sociedad diferenciada, hay que tener

claro que el reconocimiento de áreas de actividad es más amplia y segregada

que la propuesta de Linda Manzanilla (1986), quien incluye dentro del Área

de Uso/Consumo, diversas actividades, como los vinculados a la subsistencia,

la circulación e intercambio y la esfera política - ideológica.

Nosotros creemos –como también lo han planteado Manuel Castells

(1982) y Juergen Brueggernann- que en las sociedades diferenciadas

además existen dos áreas particulares: Área de gestión y Área de

Intercambio.

Por todo lo expuesto, preferimos usar el término Unidad Residencial y

no el de Unidad Habitacional, ni mucho menos el de Unidad Doméstica,

P

Page 104: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 87

porque este último término n , debido a que implica sólo

actividades de habitación, preparación, consumo y desuso de alimentos, mas

no concibe la idea de que de idad se puedan llevar a cabo

actividades de gestión ó administración.

tadas y especializadas

(Kent 1990; Wason 1994)

os parece simplista

ntro de una un

A partir de lo enunciado podemos definir una residencia de elite y un

palacio, sea en el contexto corporativo o individual, como el espacio

complejo usado por un grupo de poder como sede de su administración y

guarnición para su familia más cercana. En general una morada de elite

muestra una serie de espacios compartidos que pueden dividirse en dos

grandes secciones: El Oficial y el Doméstico. La sección Oficial es el más

importante, impresionante y que ocupa mayor espacio; puede estar

compuesto por recintos usados como cámaras ceremoniales, de audiencia y

demás zonas administrativas. Mientras que el espacio doméstico está

formado por las áreas de descanso, de preparación de alimentos, almacenes,

entre otros (Manzanilla 2001: 157-158). En ambos casos, individualizante y

corporativa, creemos que la diferenciación social trae consigo diferenciación

espacial y por tanto áreas de actividad más segmen

Page 105: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 88

C a p í t u l o V

HIPÓTESIS

y

aus

camos en

sidencial de elite de

económico mixto

La cercanía del subsector I2 a un edificio piramidal, su destacado

acabado tecnológico, su planta ortogonal y la presencia asociada de ceniza

(basura quemada) que se reporta en sus antecedentes, la gran extensión

encia de cerámica que se observa en superficie y nuestra posición pro-

urbanista en un contexto de cogobierno andino como lo expli

nuestro marco teórico nos da base para iniciar nuestra investigación

planteando que el subsector I2 fue un conjunto re

permanente y larga ocupación donde se llevaron a cabo actividades

domésticas, productivas y ceremoniales, ocupado por una familia extensa, de

privilegiado status y alta jerarquía, bajo un sustento

(marino/agrícola) y representada por un cogobierno que estuvo a cargo del

manejo de la Pirámide de la Huanca de Caral durante el período que venimos

llamando Formativo Temprano (2500-1800 años a.C).

Page 106: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 89

C a p í t u l o V I

METODOLOGÍA DE INVESTIGACIÓN

acias a su retroalimentación con la teoría.

yor escala (entender las prácticas sociales).

2.- Contexto. Agrupamos las acciones (estratos) en actividades asociadas y además

los consideramos como parte de interacciones sociales que ocurrieron en un lugar y

tiempo, para producir de esta forma un todo con significado.

3.- Materialidad. Se refiere al análisis de los materiales, tanto a nivel tecnológico

(arquitectura y material asociado) como identificatorio (material orgánico), tomados

no como una finalidad, sino como base para las interpretaciones del espacio social.

4.- Teoría Social. Consideramos que la Teoría de la Acción es el sustento teórico

acorde a nuestro objetivo de investigación porque se preocupa por reconstruir la

dinámica de las prácticas sociales.

Los factores descritos han sido aplicados a los distintos niveles metódicos

que guiaron nuestra investigación, los cuales son:

VI.1. RECOLECCIÓN DE INFORMACIÓN.

VI.1.1 Revisión de la bibliografía especializada.

Se fuentes escritas como los textos arqueológicos

rela

pro

a n

Nuestro estudio representa una investigación microespacial. El camino

metódico seguido va desde la recolección de los datos, su clasificación y análisis y

finalmente la síntesis alcanzada gr

Esta investigación ha usado cuatro factores, para cada uno de los niveles

metódicos, como herramientas para analizar la información recogida:

1.- Escala. Iniciamos con una análisis microescalar (estrato/acción) y terminamos

con uno a ma

consultó las diferentes

cionados a Caral, así como los vinculados a las unidades residenciales y a la

blemática de la urbanización y surgimiento temprano de la diferenciación social

ivel local y universal.

Page 107: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 90

cua

sociales en el contexto andino.

Por

de

tes

des

cuaderno de 100 hojas, señalando

claramente las referencias de origen de la fuente. Optamos por un cuaderno y no

por fichas de resumen básicamente por parecernos más manejable y fácil de

transportar.

ubcomponentes, con relativa separación física y

dis

ra

más un número correlativo. Ejemplo: subsector I1 (Pirámide de la

residencial asociado) y subsector I3 (área

exterior de uso compartido).

VI.1.2

Específicamente en los subsectores I2 e I3 se llevó a cabo un sistema de

la información que permitió localizar

espacialmente los elementos descubiertos en nuestro trabajo.

También revisamos las fuentes etnográficas y etnohistóricas andinas las

les nos ayudaron a comprender cómo se comportaron y comportan los grupos

ultimo consultamos los datos dados por ONERN, así como los extraídos

la Carta Nacional para el valle de Supe y la información proporcionada en la

is de Zechenter (1988), para entender el marco geográfico sobre el que se

arrollaron las primeras urbes.

Los datos fueron anotados en un

VI.1.2. Trabajos previos

VI.1.2.1. Sectorización

Cada uno de los componentes del sitio arqueológico de Caral ha sido

agrupado en sectores los cuales han sido nominados alfabéticamente, desde el

sector A hasta el Z (Shady 1997, Shady et al. 2000, Shady 2004) (Fig. 15).

Nuestro estudio se centra en uno de los sectores de Caral, denominado

sector I, el cual muestra varios s

tinción formal, pero vinculados funcionalmente, por lo tanto optamos por

denominar a cada subcomponente como “subsector”, denominados por la let

del sector

Huanca), subsector I2 (conjunto

.2. Cuadriculado

referenciación para el registro de

Page 108: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 91

La

Las cuadrículas fueron nominadas a partir de un eje arbitrario, desde el

ea de excavación siguiendo los ejes cardinales norte-sur /

este-o

Norte

0N0 E0N0

unidad mínima de excavación fueron cuadrículas de 2 por 2 metros cada

una, las cuales fueron trazadas siguiendo la orientación de la arquitectura, es

decir N65ºE.

cual se enmalló el ár

este, colocando sus iniciales (N, S, E, W) y enumerados en pareja desde

el cero. Por ejemplo si avanzamos hacia el sur se enumera W1S0, W1S1, W1S2,

y gráficamente se verá:

W2N0 W1N0 W

W2S0 W1S0 W0S0 E0S0

W2S1 W1S1 W0S1 E0S1

W2S2 W1S2 W0S2 E0S2

Sur

VI.1.2.3. Reconocimiento superficial

A n el trabajo de excavación se llevó a cabo un

reconocimiento superficial, lo cual implicó registrar textual, fotográfica y

gráficamente cada componente arqueológico y topográfico que se observe en la

superficie, ello incluyo recoger los materiales de superficie tomando como

referencia las cuadriculas trazadas.

os a realizar el levantamiento topográfico del subsector

I2, m s (cuatro esquineros y uno central) por cada cuadrícula.

VI. 3 eológica

VI.1.3.2. Proceso de excavación

ntes de iniciar co

Finalmente procedim

to ando cinco punto

1. . Excavación arqu

VI.1.3.1. Estrategia de excavación

Nuestro plan de excavación fue en área abierta (open area).

Page 109: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 92

El proceso a seguir fue por medio de una excavación estratigráfica,

respetando la exhumación de las formas y contornos de las unidades

estratigráficas.

VI.1.3

id ráfico y fotográfico detallado,

que a

Para

camp

En la Fichas se anotaron las diversas clases de información de campo. El

conju

• Fic

• Ficha de Arquitectura

En registramos nuestra “memoria” escrita en donde

anoté cuándo, cómo y porqué se hizo la

asociacione

.3. Registro

Para llevar a cabo el conveniente registro de los contextos y estratos

entificados nos valimos de un registro escrito, g

continuación describimos.

VI.1.3.3.1. Registro escrito

el registro escrito usamos una serie de fichas, además del diario de

o.

nto de fichas usadas son:

ha de Sitio

Ficha del Sector

Ficha del Subsector

Ficha de Excavación

• Ficha Estratigráfica

• Ficha de Hallazgos

• Fichas de Entierros

• Ficha de Dibujos

• Ficha de Fotografías

• Ficha de Muestras

• Ficha de Objetos o Hallazgos

el Diario de Campo

excavación. Se anotaron los hallazgos,

s, fotos y dibujo obtenidos día a día.

Page 110: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 93

complementario. En las fichas se hicieron las referencias a la página o páginas del

diario de

nte indicada.

Sólo en casos especiales (por ejemplo: hallazgos) se hicieron dibujos de

n, lo que en dibujos se llama planta compuesta, de cada

La primera evidencia con el que nos topamos en nuestra investigación

vación fue con el estrato ó Unidad Estratigráfica

definida ésta como la “realidad míni

, como lo comprendió Harris

(19

ntales (superficies ó pisos). El segundo tipo de estrato lo forman

mayormente las interfacies verticales (muros) y los elementos interfaciales

El uso de fichas y diario no fue usado aisladamente, sino que fue

campo en el cual se detalló esa información.

VI.1.3.3.2. Registro Gráfico

Luego de registrar la información de modo textual, se paso a registrar la

información de manera gráfica, priorizándose en el registro horizontal, pero

teniendo en cuenta su posición tridimensional.

Llevamos a cabo dibujos de plantas compuestas, a escala 1:20, para

cada fase de ocupación. Además dibujamos perfiles de muros y proyectamos

diez cortes estratigráficos en la escala anteriorme

planta a una escala 1:10.

VI.1.3.3.3. Registro Fotográfico

Finalmente se llevó a cabo el registro fotográfico de cada uno de las

fases de ocupació

Grupo Estratigráfico, de cada hallazgo, de perfiles, y en casos que ameritó se

fotografió cada estrato.

VI.1.3.4. Unidades Estratigráficas

cuando iniciamos nuestra exca

(U.E.), tal como lo concibió Edward Harris (1991) y otros (Harris et al 1993),

ma, con significación en si misma y

caracterizada por rasgos físicos peculiares en que se puede dividirse una

secuencia estratigráfica” (Parcero, Mendez y Blanco 1999: 11).

Recordemos que los estratos antrópicos

91: 76-77) son de dos tipos: estratos horizontales y estratos verticales. Los

primeros están representados principalmente por los depósitos y las interfacies

horizo

Page 111: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 94

ve

ontales en el I2 están numerados correlativamente.

Mie

ando hablemos de la construcción del

M4 y del F3, estamos hablando de muro y fogón.

evantamos los objetos guardándolos en

bolsas de plástico (zipper) ó de papel, en casos especiales se guardó previamente

en papel al

Las muestras de tierra que se saco de la excavación fueron zarandeadas con

os materiales que recuperemos en el campo fueron sistematizados en un

invent

con pinzas, lupas de aumento y estetoscopio. Lo sobrante de esta selección fue

flotado.

rticales (hoyos de poste, fogón, etc.) y horizontales (nivel de la rotura de las

estructuras).

Los estratos horiz

ntras los estratos verticales están nominados independientemente a partir

de un prefijo para cada tipo, por ejemplo los muros, fogones y hoyos de poste

están nombrados de la siguiente manera: M32 (Muro n° 32), F1 (Fogón n° 1),

Pla-14 (Plataforma n° 14), HP3 (hoyo de poste n° 3), B1 (Banqueta n° 1), V3

(Vano n° 3), ello lo hacemos para agilizar el entendimiento de la estratigrafía y

saber de antemano, por ejemplo, que cu

VI.1.3.5. Recojo de Materiales

Solo después de todo este registro l

uminio ó en papel tissue. Cada bolsa fue referenciada al exterior como al

interior con una ficha.

una malla de 2 mm de abertura; siempre tratamos que sea una muestra de 10 kg

por capa, para poder recuperar hasta el mínimo de evidencias como vértebras de

peces, semillas, cuentas, restos de plantas, líticos, etc.

VI.1.3. Tratamiento de los Materiales Arqueológicos en el Laboratorio

L

ario donde cada elemento fue enumerado, para finalmente ser embalados en

bolsas y almacenados en cajas de cartón que fueron enviados a Lima a los

depósitos del Proyecto Especial Caral, Supe – INC.

Las muestras de tierra fueron separadas mediante una selección mecánica,

Page 112: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 95

A partir de esta primera distinción se separó cada uno de los ejemplares de

acuerdo a su naturaleza: Malacológico, óseo humano, ictiológico, óseos animales,

botánico, lítico, textil, etc.

Luego cada ejemplar fue identificado a qué familia y especie taxonómica

pertenecen, trabajo llevado a cabo por los especialistas del PEACS-INC. Ello se

realizó mediante comparaciones con la colección ó muestrario del Proyecto de

aral. Cabe anotar que sólo se analizó las muestras completas o casi completas y

uya identificación fue casi indudable. Las muestras excesivamente fragmentadas

fuero

C

c

n categorizadas como indeterminadas.

Restos Identificados (NRI) para el caso de los restos vegetales y animales; pero

además, en el caso de los restos animales

n

alguno

ISIS DE LA INFORMACIÓN MICROESPACIAL

de, como bien lo ha señalado Luis Bate (1998: 143),

estrato (UE) ó acción, en lo que muchos llaman “Arqueología Testimonial”, sino que

las hemos contextualizado para poder llegar a su significado histórico-funcional,

Las muestras identificadas fueron cuantificadas mediante el Número de

se hizo un cálculo del Numero Mínimo de

Individuos (NMI) y su proporción cárnica.

Las muestras de carbón y de arcillas fueron entregadas al proyecto para su

análisis físico y químico.

Cada uno de los elementos especiales (hallazgos) fueron fotografiados y e

s casos (lítico, textil, etc.) se llevaron a cabo dibujos técnicos de éstos.

Todo el material gráfico (planos, cortes, elevaciones) fue scaneado, editado en

Photoshoop, y los mapas y cortes repasados en Autocad.

VI.2. CLASIFICACION Y ANAL

Luego de recopilar la información, sea en la biblioteca, en el campo y/o en el

laboratorio, el siguiente paso metodológico fue el de ordenar todos los datos

recuperados con el objetivo

descubrir, distinguir e identificar las características, cualidades y nexos internos de

los fenómenos investigadores.

De esta forma nuestro trabajo no se ha perdido en la formación de cada

Page 113: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 96

porque como ha señalado Andrea Carandini (1997: 139) lo más importante del dato

“… reside en la arquitectura de conjunto de la estratificación…”. Para ello seguimos

tácitamente la jerarquía de relaciones físicas propuestos por Carandini (1997: 139):

actividades, grupos de actividades, fase y periodo; la misma que ha sido también

bordado por el Laboratorio de Arqueología de la Universidad de Compostela que

e actividades dentro del concepto grupo

estrat

29

los términos recinto (R) y patio, que los

definimos como espacios construidos ó sólo adecuados, cerrados y abiertos, donde

a

agrupa los términos actividades y grupos d

igráfico, el cual es definido como el “conjunto de unidades estratigráficas que

muestran una relación física y lógica entre ellas…” (Parcero, Méndez y Blanco 1999:

15).

Nosotros entendemos y usamos los conceptos actividades y grupos

estratigráficos para definir nuestra secuencia e identificar las “áreas de actividad”

(al interior de los recintos) y los “lugares de actividad” (en los exteriores) .

En nuestro trabajo usamos

se asocian diversos grupos estratigráficos, a través del tiempo de uso. Por tanto es

equiparable nuestro término Recinto y Patio al concepto “actividad” de Carandini

(1984), y por extensión y significado a los términos “área y lugares de actividad”.

e

explica

Una vez determinadas las áreas y lugares de actividad al interior y exterior

de los

Antes de pasar a nuestro siguiente nivel clasificatorio, es convenient

r que incluso cada uno de las U.E han sido reunidas a partir de sus

semejanzas estilísticas y tecnológicas, en una serie de tipos de muros, de vanos, de

fogones, de recintos, etc., notándose que muchos de estos tipos representan ser

verdaderos indicadores tecnológicos y estilísticos e incluso funcionales y sociales en

un contexto temporal y espacial.

recintos subimos a un escalón analítico mayor, agrupando los recintos ó

áreas de actividad en grupos de actividades, que nosotros llamamos unidades

residenciales (UR).

Posteriormente ascendemos a un nivel superior y analizamos las unidades

residenciales, tanto histórica como funcionalmente durante su tiempo de uso. Cada

uno de los cambios y creaciones estructurales que secuencialmente se suceden en

29 Diferenciación que tomamos de Carandini (1984) y su adecuación por Ruiz, Molinos, Nocete y Castro (1986)

Page 114: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 97

los edificios lo llamamos fase , y el conjunto de esos cambios, es decir el total de

la historia de una unidad residencial lo llamamos

30

periodo, y el paso de un periodo a

otro implica el desuso/abandono/entierro de una unidad residencial y la formación

y uso de otra.

o de

La herramienta del análisis semiótico esta orientado de tal manera que

VI.3. SÍNTESIS DE LA INFORMACIÓN

Sólo a partir de la reconstrucción crono-estratigráfica del edificio, reseñada

en el acápite anterior, podemos estar en condiciones para aventurarnos a

interpretaciones funcionales, sociales y políticas.

Uno de los principios que hemos tomado en cuenta para una primera

aproximación al conocimiento del área investigada es el de asociación/contexto el

cual nos ayudó a realizar un análisis micro espacial para lograr la identificación del

tip actividades en los recintos.

En un siguiente nivel de análisis se aplicó el mismo principio de

asociación/contexto, pero de una manera más amplia, correlacionando

horizontalmente todas las áreas de actividad en cada fase para así estar en la

capacidad caracterizar funcionalmente a las unidades residenciales.

Esta interpretación funcional a la que llegamos con nuestro estudio debió

haber sido corroborado por un análisis químico de los pisos como lo ha sugerido

Manzanilla (1986, 1990), sin embargo no logramos llevarlo a cabo por limitaciones

técnicas y económicas. A cambio de ello nos hemos valido de un análisis semiótico

para tratar de entender la conducta sociofuncional de los habitantes del Subsector

I2.

permita determinar la forma, uso y jerarquía de los espacios habitacionales a partir 30 Una definición similar de fase ha sido planteada por el laboratorio de Arqueología de la Universidad de Compostela: “…cada uno de los episodios de construcción, uso o abandono que se identifican en un yacimiento y que se materializan en la presencia de Unidades Estratigráficas…” (Parcero, Méndez y Blanco 1999: 17). Finalmente recordemos que las fases pueden ser de dos tipos: fases positivas o de construcción/uso y fases negativas o de destrucción/abandono. (Parcero, M1997). En nuestra secuencia hemos dado prioridad a la fa

éndez y Blanco 1999: 17, E. Harris 1991 y Carandini se de construcción/uso, y por lo tanto a la correlación

temporal de las interfacies, porque partimos de la premisa que la fase de destrucción y entierro de la ocupación ecedente, no es más que el primer paso lógico para la fase de construcción y uso de una nueva ocupación, y

por lo tanto ambas, a nuestro parecer, forman una sola fase, y así son explicadas en nuestra secuencia estratigráfica.

pr

Page 115: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 98

de la definición de siete factore grupados en tres categorías:

Factores Naturalmente Fijados (clima y topografía), Factores Flexibles (materiales

disponibles, nivel tecnológico y s) y Factores Culturalmente

Fijados (función

Esta herramienta semiótica parte del supuesto que existe una interacción

entre la arquitectura y la conducta social, en otras palabras se afirma que todo

ambi

como la materialización de los principios estructurales (condiciones objetivas)

producto de la rutinización de las prácticas sociales o habitus (estructuras

resultantes) (Bourdieu 1999; Giddens 1995).

Este camino lógico no fue posible culminarlo sin e

comparativo que fue vital para poder inferir sobre jerarquía social. Para ello

comparamos nuestra unidad de estudio con relación a l s

habitacionales situadas dentro como fuera de la urbe de Caral.

basándose en la técnica, forma, orientación, dimensión y tratamiento

arquitectónico, ubicación y en los contextos asociados. Adem

comparación entre los bienes de consumo registrados para el á on las

evidencias que se encuentren en nuestro subsector. Esto definió e un

desigual acceso a los medios de producción, con ello no sólo quisimos corroborar la

existencia de una sociedad diferenciada en Caral, sino que sobre todo situar a

nuestra unidad en estudio en el status

contexto social.

cam

aso

his

inc

s que pueden ser a

recursos económico

estructural y convenciones culturales) (Sanders 1993)

ente construido tiene y comunica significados establecidos por convenciones

culturales aceptadas y que son transmitidos por medio de signos utilizando

redundancias (Sanders 1993). Precisamente estas redundancias lo entendemos

l uso del método

as otras unidade

La comparación fue

ás de realizar una

ea urbana, cr

la existencia d

y jerarquía que se ubicó dentro de su

Si bien nuestro argumento de relación, elegida para vincular los datos de

po con nuestro marco teórico, es principalmente el significado que nos dan las

ciaciones y recurrencias del contexto arqueológico, usamos también la analogía

tórica y etnográfica, para entender aquellas partes aisladas y seguramente

ompletas que recuperamos del campo.

Page 116: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 99

C a p í t u l o V I I

EL SECTOR I:

PRESENTACION DE SUS EDIFICACIONES

El sector I se ubica en el lado este de lo que Shady (2004) l itad Alta

de Caral. El sector I se subdivide en tres subsectores: La Pirámide de la Huanca

(I1), el subsector residencial I2 y el área abierta I3 (véase Fig. 19

Fig. 19. Panorámica ob la Pirámide de la Galería (H1) de la plaza central de Caral, rodeado por los montículos piramidales. Nótese a la izquierda el perfil del frontis de la Pirámide de la Huanca (I1). Fuente: Propia.

El subsector I1 constituido por una pirámide de planta cuadrangular y de

erfil escalonado que hemos denominado Pirámide de la Huanca, de 12 m. de

altura y unos 50 m de lado. La pirámide cuenta con al menos tres accesos

d

escalera

empotrada ubicada cerca de la esquina S.E. de la pirámide, permite el transito

entre las terrazas. Cabe mencionar que nuestras investigaciones en la pirámide

lama la M

y Dib. 02).

servada desde

p

i entificados, el primero y principal formado por una escalera central, de 5.7 m

de ancho, orientada al N25ºE. Una segunda escalera, de 3 m de ancho, ubicado

en la parte posterior, permite una comunicación directa y privilegiada entre las

residencias del I2 y la cima de la pirámide. Finalmente, una pequeña

Page 117: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 100

han permitido determinar la presencia de al menos tres grandes periodos, que

se correlacionan con las residencias y prueban su desarrollo paralelo (véase

Figs. 20 y 21).

se observa el Sector I.

e los subsectores I1 (Pirámide de la Huanca), el subsector residencial I2 ubicado detrás de la pirámide, y el

fondo, y la Huanca, adelante. Fuente: Propia

• El Subsector I2 se ubica en la parte posterior, suroeste, de la pirámide,

comprende dos unidades residenciales contiguas que en conjunto tienen un área

construida de 444.24 m2. Este subsector I2 está emplazado exactamente en las

coordenadas UTM: 8794677 N, 224843 E y a los 370 m.s.n.m (Fig. 22).

Fig. 20. Imagen demaquetas donde

Obsérves

espacio abierto I3.

Fuente: Propia

Fig. 21. Vista del frontis de la Pirámide I1, al

Page 118: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 101

Fig. 22. Vista general del Subsector Residencial I2, tomada desde la cima de la Pirámide de la Huanca (I1). Fuente: Propia

• El subsector I3 es un espacio ubicado hacia el este del conjunto residencial

I2 y la parte posterior de la pirámide. Comprende un área aproximada de 500

m2 (Fig. 23). Creemos que habría funcionado como área de elaboración de

alimentos, de trabajo artesanal y botadero de desperdicios. Este subsector aún

espera ser excavada en mayor extensión para conocer sus límites y comprender

mejor la dinámica de uso de dicho espacio a través del tiempo.

Fig. 23. Vista del Subsector I3 ubicado al exterior este de las residencias y detrás de la Pirámide de la Huanca. Fuente: Propia

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe-Perú. 102

Page 120: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

103

C a p í t u l o V I I I

SECUENCIA ESTRATIGRÁFICA

es de la tierra que el arqueólogo estratígrafo fundamentalmente se ocupa,

como si fuera un campesino de la historia.”

“La tierra lo gana todo y

Carandini 1997: 12

VIII.1. NOCIONES PRELIMINARES EN LA ESTRATIGRAFIA

El propósito de este capítulo es la explicación de la sucesión, a través del

tiempo, del acumulamiento de los estratos y de la elaboración de los elementos

interfaciales del subsector I2, en otras palabras intentamos dar a conocer lo que

Edward Harris (1991: 152) llamó la secuencia estratigráfica.31

La estratigrafía del área estudiada no es uniforme, mostrando más bien una

variedad de estratos horizontales (un mínimo de 174 UEs), verticales (un mínimo

de 65 muros) y negativos o cortes (unos 80 como mínimo).

La razón de esta compleja estratigrafía se debe a las diferentes

construcciones, las remodelaciones, sus respectivas destrucciones y entierros, pero

sobretodo a las superposiciones de varios momentos de ocupación (véase Dib. 03).

Tuvimos problemas al decidirnos que estrategia usar para poder explicar no

sólo la compleja estratigrafía, sino hacer que ésta sea entendible. Teníamos dos

31 Si bien es cierto que este subsector no fue registrado siguiendo explícitamente cada uno de los principios

registro en fichas para cada tipo de UE (deposito, estructura y corte), como lo propone el manual del Museo

nuestro registro, sin de

metódicos para el tipo de registro Harris (1991), donde se privilegia el uso de plantas de estrato simple y el

de Londres (1994), metodología que en el año 2001 aún no había sido aplicada por el PEACS, sin embargo jar de ser riguroso, siguió una estrategia de excavación en área (open area) y un

proceso estratigráfico, tal como lo propuso Philip Barker (1986). Registramos los estratos en plantas compuestas, en secciones acumulativas, en un cuaderno de campo y en fichas estratigráficas y arquitectónicas.

Tal registro nos ha permitido llevar a cabo un análisis posterior a la excavación, en la que si hemos usado los principios estratigráficos de Edward Harris (1991) y los conceptos de Andrea Carandini (1997) con la finalidad de armar nuestra secuencia estratigráfica.

Page 121: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

104

opcion

era entendible la estratigrafía de cada

orte, sabíamos también que privilegiaba sólo la estratigrafía vertical, y por ello

odo el conjunto. Elegimos finalmente una

afía horizontal, como lo recomienda Edward

tas compuestas de cada fase (véanse Dib. 04 -

sobre la estratigrafía vertical por medio de

ecciones acumulativas reconstruidas (véanse Dib. 26 - 35).

rategia fue difícil de llevarla a cabo, porque

e reestructurar la numeración de nuestros estratos,

ndente, de arriba abajo, en otras palabras, en la que cada

o número que lo identifique y no necesariamente que este

tuve que correlacionar la totalidad de la

stratigrafía, que estaba partida por dibujos de cortes, para poder equivaler ciertos

ales y que se presentan en áreas extensas.

ulminado con la tarea descrita anteriormente decidimos describir nuestra

estratigrafía en un orden ascendente, de abajo arriba, siguiendo la formación de

los estratos, los que son presentados de manera agrupada en sus respectivos

recintos o espacios (grupos estratigráficos) y de manera amplia dentro de sus

fases constructivas.32

Estamos incluyendo en la descripción estratigráfica aquellos restos de

contextos primarios que sabemos formaron parte de actividades in situ, todos los

demás restos identificados en los rellenos constructivos (contextos secundarios)

han sido tomados en cuenta en el capítulo X, donde se ven su secuencia de

aparición y uso.

es, la primera, y creo más fácil, era la que inicialmente realizamos como

parte de un artículo presentado al PEACS para su publicación (Flores 2006), el cual

consistía en describir mecánicamente una serie de cortes estratigráficos que

atraviesan toda nuestra área de excavación; sin embargo desistimos usarla así

para la tesis, porque creemos que si bien

c

hacia difícil entender la estratigrafía de t

estrategia que privilegie la estratigr

Harris (1991: 120), a través de plan

25), pero que a la vez informe

s

La apuesta por esta est

prácticamente teníamos qu

dándole un orden desce

estrato tuviera un únic

confinado en un recinto, por lo que

e

estratos ue eran igu q

C

32 Para las definiciones de términos estratigráficos como UE, grupo estratigráfico, fase, período, etc., véase el capítulo VI, acápite VI.2, de esta tesis.

Page 122: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

105

Para agilizar la descripción estratigráfica del I2, que de por si es bien

cargada, preferimos describir el color y tamaño de las UE y sus componentes, por

tanto evitamos colocar los códigos de los colores de la tabla Munsell y el tamaño

de las piedras, dicha información la entregamos a continuación como preámbulo,

junto a la leyenda de los planos y cortes.

Colores Código Munsell Rojo………………………… 2.5 YR 4/6 Blanco……………………… 10YR 8/1 Amarillo claro…………... 10YR 6/4 Amarillo oscuro………… 10YR 6/6 Gris claro…………………. 2.5Y 7/2 Tamaño de piedras (en metros): 0.01 – 0.02: Diminutas 0.02 – 0.05: Muy Pequeñas 0.05 – 0.10: Pequeñas 0.10 – 0.30: Medianas 0.30 – 0.50: Grandes 0.50 – 1.00: Muy Grandes 1.00 – más: Extremadamente Grandes Leyenda de dibujos:

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

106

Page 124: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

107

VIII.2

nstrucción del subsector I2, así como todas las estructuras de la parte

alta de

ravilla fina de color rosáceo (UE-174), material muy similar en coloración,

naturaleza y consistencia a la presente en toda la explanada aluvial antes

ion reemo llo e p ater lle fu t

a n cercano. ro ade , tam enco co en ione e

ceniza (UE-173) sobre el nivel estéril, lo os s

antes de iniciar la ocupación. Si bien casi todas nuestras excava n egar al

es

2

e

eviden

os (áreas

menor2

. DESCRIPCIÓN DE LA SUCESION ESTRATIGRÁFICA

Hemos logrado determinar, en el subsector I2, la existencia de 22 fases de

construcción/uso y además una de abandono y otra de post-abandono.

Fase 1: Estratos del 174 al 168 (véase Dib. 04)

La co

Caral, se asentaron sobre una terraza aluvial de topografía casi plana, que

muestra pequeñas ondulaciones, las cuales fueron salvadas, en el I2, nivelándola

con g

menc ada. C s por e que est rimer m ial de re no e ex raído de

lgú lugar Pe más bién ntramos nc trac s d

que n ugiere algún acto crematorio

cio es ll on

nivel téril, estos dos estratos fueron conocidos con poca amplitud.

Sobre la nivelación descrita, se elaboraron las primeras edificaciones

registradas en el subsector I2. De esta ocupación sólo quedan dos fragmentos, a

manera de “islas”, de pisos de color amarillo claro (UEs- 171 y 172), que formaron

dos amplios recintos: R59 al extremo oeste y R60 inmediatamente al este del

primero. El espacio más grande e interesante lo forma el R60 con al menos 145.3

m de piso recuperado, sin tener claro su límite norte, y con un fogón lateral.

Hacia el extremo este hemos logrado recuperar la mayor concentración d

cias de ocupación durante este período. Pero nuestras restringidas

excavaciones sólo han revelado tres pisos amarillos claros (UEs- 168, 169 y 170)

de tres recintos: R65, R66 y R67. Los dos primeros son muy pequeñ

es a 10 m2 c/u), pero mostraban fogón central (F14 y F15). El tercero, R67,

tiene un área mayor, con un piso de 28 m .

Creemos que en conjunto todas estas evidencias, de pisos y revoques,

formaron una amplia unidad residencial (UR-4).

Page 125: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

108

FASE 2: Estratos del 167 al 166 (véase Dib. 05)

Toda la ocupación fue vuelta a enlucir con arcilla de color gris claro (UE-

167).

de consistencia

compacta, y sobre ésta y debajo del piso una pequeña lámina de barro con piedras

diminutas.

La última actividad en el fogón F9 de R60 consistió en incineración de

semillas de algodón y guayaba, entre otros vegetales no identific

02).

En el lado oeste, el cambio que devino, con el nuevo piso, fue el sello del

fogón F9 del R60, que antes de ser clausurado fue escenario de una última quema

(UE-166), del cual sólo quedó una capa de ceniza de color blanco

ados (véase Tabla

Clase Familia Especie Nombre común

Parte(s) identificada(s) Condición Nº Peso

(g) Porcentaje

(%)

- - - N.I Tallos Carbonizados descompuesto .9 s - 5.4 92

D Malvaceae Gossypium barbadense Algodón Semillas Enteras

carbonizadas 0.4 6.9 55

D Myrtaceae Psidium guajava Guayaba Semillas Entera

quemada 1 0.01 0.2

Total - 5,81 100 Tabla 02. Identificación del material botánico del Fogón F9 del Recinto R60.

Mientras hacia el lado este de la ocupación se sucedieron una serie de

que dividió R65 (recinto de la fase 1) en dos nuevos recintos: R68 y R63. De igual

forma sobre el espacio del antiguo R66 se aplicó un nuevo piso de color gris claro

Por otro lado, sobre el antiguo espacio del R67, se construyó un nuevo

laterales orientadas hacia el oeste, pero sin fogón.

mos de grandes recintos al oeste (R59

y R60) y pequeños espacios construidos al este (R68, R52, R63, R67), pero ello

puede deberse a que los primeros recintos ubicados al oeste han sido poco

subdivisiones y agregados, como fue la construcción de un muro delgado de

quincha, del cual sólo hemos recuperado cañas horizontales entre los revoques,

que se colocó selló el fogón central (F14) y se asoció a la construcción de una

plataforma y a un nuevo fogón (F16). Todo ello configuró el nuevo recinto R62.

recinto, el R64, que a partir de la presencia de revoques laterales, creemos que

mostraba banquetas

Es contrastante la imagen que mostra

Page 126: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

109

conocidos por nosotros, debido a la gran superposición de elementos

estratigráficos (depósitos horizontales, arquitectura y cortes) que los cubrieron y

sobre todo por el grado de destrucción que han sufrido.

Es muy posible que la mayoría de los muros que conformaron los recintos

estén fabricados con la técnica de “quincha”, sobre todo aquellos divisorios que se

presentan entre los recintos R68 - R62 y R68 - R63 (véase Fig. 24). También hay

evidencias de muros de piedras, sobre todo para los perimétricos.

Fig. 24. Vista de los revoques de

muro, hoyos y capa de ceniza que los

cubre en el subsector I3.

Foto: Luis Flores – Proyecto Especial Arqueológico Caral,

Fase 3: Estratos del 165 al 161 (véase Dib. 06)

Se destruyeron las edificaciones de las fases anteriores y sus escombros

sirvieron como rellenos de los mismos (UE-165) y a partir de este momento toda

ésta área abandonada sirvió como botadero de basura incinerada (UE-164). En

este basurero ha sido encontrado gran cantidad de restos alimenticios quemados

como

Supe.

semillas de guayaba, vértebras de anchoveta, sardina, valvas de machas,

chitones, además de semillas de algodón, una semilla de palta, piedras

termofracturadas y frecuentemente restos de talla de cuarzo cristalino e incluso

fue hallado un dije de cuarzo de forma romboidal, y esporádicamente se encontró

restos de talla de crisocola y cuentas malogradas del mismo material (véanse Figs.

25 y 26).

Page 127: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

110

Fig. 25. Restos de talla de cuarzo y crisocola, en este último se observan fragmentos de cuentas malogradas.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 26. Dije de cuarzo de

forma romboidal.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

a ocupación continuó en el lado oeste, levantándose una nueva unidad

residen

L

cial (UR-3) formada por cinco recintos, cuatro de los cuales -R25, R51, R34

al sur y R27 al norte- se distribuyen alrededor de uno central e interior, el R29a.

Todos los elementos de los recintos (pisos, muros, banqueta y fogones) fueron

construidos y enlucidos simultáneamente con arcilla de color gris claro (UE-163

para el R25, UE-162 para el R51, R27 y R29a y UE-161 para R34).

Page 128: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

111Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

111

Fig. 27. Vista N-S del corte del muro de

quincha M46, enterrado por la Plataforma Pla-20.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 28. Vista N-S del muro de quincha M52, enterrado por la ocupación posterior.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial

Llama la atención que sólo los recintos laterales presentan fogones: R27,

R51 y R34. Este último recinto, el R34, el que más nos atrae, por su comple

Arqueológico Caral, Supe.

jidad

arquitectónica (presencia de banqueta y fogón), su restricción en el acceso (vano

de 0.55 m de ancho) y su reducido tamaño (10 m2) en comparación al resto de

recintos que superan los 30 m2.

Page 129: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

112

La ocupación, en general, presentaba gruesos muros de piedras (M9, M8,

M65, M34), que delimitan recintos formados por muros delgados de quincha, de

0.12 m de ancho, elaborada con cañas bravas entramadas y unidas con argamasa

e color amarillo oscuro (M30, M52, M53, M50 y M46) (véanse Fig. 27 y 28).

Fase 4: Estrato 160 (véase Dib. 07)

Durante esta fase se respetó el patrón concentrado de la anterior, y los

únicos cambios que sucedieron, en la unidad residencial 3, es la construcción de

un nuevo recinto y la subdivisión de otro.

El recinto nuevo, identificado como R8a, se logró con la construcción de los

muros de piedras M5 y M6 y el piso de color gris claro (UE-160), que formaron un

espacio interior de 5.65 m de este a oeste y 6.6 m de norte a sur, el cual cuenta

con una salida hacia el norte por el V24, y permitió internarse hacia R29a por un

vano elevado en M46.

Fase 5: Estratos del 159 al 151 (véase Dib. 08)

En la parte central de la unidad residencial 3 se demolió el muro de quincha

M46, edific d

este a se usó un

relleno de piedras en la base y ripio encima (UE-157) y algunas shicras se

colocaron sólo próximas a los

nterior se dieron tres construcciones conjuntas: Al

norte, de la ocupación, destacó la edificación del recinto elevado R28a, cuyo

interior mide 2.5 m de norte a sur y 2.4 m de este a oeste, y presenta un piso

d

ándose encima la plataforma Pla-20 de 7.3 m de norte a sur, 3.6 m

altura (véase Fig. 29). Para dicha

e

oeste y 0.55 m de construcción,

muros de contención (véase Fig. 30). En dicho

relleno de shicras se encontró algunos tallos de cola de caballo (Equisetum

giganteum) y un lítico pequeño, de roca ígnea andesita, que por la presencia de

huellas de golpe en uno de sus extremos debe tratarse de un percutor para

retoque fino (véase Fig. 31). Finalmente, todo fue enlucido de color gris claro (UE-

156). Un enlucido similar cubrió todo el R8 (UE-159). Además, superpuesto al lado

sur de la plataforma, se construyó inmediatamente un muro de piedra (M40).

Asociado al cambio a

Page 130: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

113

enlucido de color gris claro (UE-155) que fue construido sobre un relleno de

piedras y tierra arcillosa (UE-154), que a su vez cubrió un apisonado amarillo de

arcilla de fabricación rustica (UE-153), que nosotros creemos se trata del exterior.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 29. Restos de la demolición del Muro M46 realizado para construir la Plataforma Pla-20 (lado izquierdo).

Fig. 30. Relleno de shicras en el lado norte de la Pla-20 (lado derecho).

Al sur de la ocupación, luego de la destrucción del

un nuevo piso de base arcillosa de color amarillo claro

encima (UE-152), cubriendo a los recintos R25 y R51, y d

cubrió el fogón F8 (véase Fig. 32), que antes de ser tapad

ultima quema (UE-151), del cual pudimos recuperar, de

pequeño (0.01 m) de tierra arcillosa mezclado con poca c un

profuso nivel (0.06 m) de ceniza blanca compacta; todos estos cambios

configuraron el recinto R32.

M46, se colocó encima

con enlucido gris claro

entro de este último se

o, fue contexto de una

arriba abajo, un nivel

eniza negra y abajo

Page 131: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

114

toque fino.

queológico Caral, Supe-INC

Fig. 31. Pequeño percutor para re

Documentación: Proyecto Especial Ar

Fig. 32. Vista del Fogón F8 del recinto R51. Nótese que el fogón es cubierto por el piso del recinto R32. Obsérvese además que el fogón se introduce por debajo del muro M23. Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Precisamente estos cambios concatenados prosiguieron en el recinto R27, el

ual fue subdividido en dos nuevos espacios, al parecer comunicados, R42 al

c

Page 132: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

115

oeste, con un primer piso de color amarillo y luego enlucido de color gris claro (UE-

152) y

el recinto R28a, al cual denominaremos R28b. Para dicho cambio se

destru

compacta (UE-148) y enlucida con arcilla de

color amarillo oscuro (UE-147).

Fig. 33. Vista de las excavaciones debajo del

R40 al este, con un piso primero de color amarillo y luego enlucido de color

gris claro (UE-158).

El R42 presenta un fogón central (F7) y un espacio interior de 4.5 m de

norte a sur y 4.4 m de este a oeste. Mientras el R40 mide 4.5 m de norte a sur y

2.4 m de este a oeste.

Fase 6: Estratos del 150 al 147 (véase Dib. 09)

En esta fase se registra un solo cambio, asociado a la ampliación, hacia el

norte, d

yó el muro de piedras M49 y sus escombros se echaron hacia el norte de

R28a, en el espacio formado por los muros M43 y M3a de reciente construcción y

dicha tierra sirvió como relleno constructivo (UE-150), sobre el que se elaboró un

piso enlucido de color amarillo (UE-149) (véase Fig. 33).

Al mismo tiempo se le adosó, en la

parte frontal oeste del R28b, la plataforma

Pla-22, de 0.20 m de altura, construida a

base de un relleno de tierra arcillosa

recinto R6, donde se observan los pisos de R46 (UE-114) y R8b (UE-149), precisamente este último se encuentra encima de un relleno de escombros (UE-50) colocado sobre un apisonado de arcilla que fue usado como superficie exterior (UE-153). Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 133: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

116

Fase 7: Estratos del 146 al 141 (véase Dib. 10)

Durante esta fase se amplió la unidad residencial 3 hacia el norte con la

construcción de los muros de piedra M1 y M47, los cuales se adosaron a los muros

M3a y M50 respectivamente. Estos muros permitieron configurar el recinto R2633,

que mostraba un piso de color gris claro (UE-145), con un área de 21.6 m2, dicho

piso se extendió hasta el recinto R42.

Al exterior este de R26 se constituyó un espacio abierto (Patio Norte), para

ello se construyó un piso de color gris claro (UE-144) sobre un relleno previo de

ceniza

de la superficie actual y era accesible a través de un escalón.

Todo e

olor gris claro (UE-

41). Un enlucido similar

R32 (U

negra colocada sobre el estéril, que creemos se trata del estrato 173 antes

citado.

Paralelamente a la construcción del R26, y comunicado con éste, se asocia

por el oeste la edificación del recinto semi-subterráneo R39, el cual esta a 0.7 m

por debajo del nivel

l recinto estuvo enlucido con arcilla de color amarillo claro (UE-143).

Además, se cerró la comunicación entre R29b y R42, y entre R29b y R32,

prolongando los muros M53 y M30, hasta adosarlos a la Pla-20 (véase Fig. 34).

Precisamente, con este cambio se elevó 0.07 m el nivel del piso de R29b, a base

de un relleno de tierra arcillosa (UE-146), y con un piso de c

1

se colocó en el recinto

E-142).

Fig. 34. Vista de los restos de la ocupación del recinto R35 (abajo) y el recinto R42 al fondo con fogón (F6) y plataforma (Pla-21).

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe

33 El recinto R26, estuvo subdividido en dos ambientes, el R26a y el R26b, por medio de un muro delgado (M54).

Page 134: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

117

Fase 8

inó enluciendo todo el recinto con

arcilla

E-138) y con una

altura de 0.20 m a 0.25 m. En el R42 se aplicó un nuevo enlucido de color gris

claro (UE-137), el mismo que clausuró el fogón F7, construyéndose otro (F6),

asociado a Pla-21.

El cambio anterior estuvo asociado a un le nto de 0.04 m de la

superficie del Patio Norte, colocándose un piso de color amarillo oscuro (UE-136)

sobre un relleno previo de piedras pequeñas y ripio (UE-135). El mismo enlucido

de arcilla amarilla fue aplicado en el recinto

(de R26b) se practicaron quemas que dejaro

Fase 9: Estratos del 134 al 129 (véase Di

En la parte noreste de la unidad residencial 3 se construyó el muro M55 que

dividió a R42 en dos nuevos recintos: R5 comparten la

plataforma Pla-21, todos enlucidos con arcilla de color grisáceo (UE-134).

El recinto R49 se distingue por su espacio reducido, de 1.8 m de norte a sur

y 2.4 m de este a oeste y porque muestra un fogón (F6) en su entrada.

En la parte central este de la unidad residencial 3 se construyó el muro de

iedra M35a, el cual dividió a R35 en dos nuevos recintos comunicados: R22 al

este y R44 al oeste, ambos con pisos de color gris claro (UE-133) (véase Fig.35). El

6.8 m de norte a sur y 2.6 m de este a

este. R44 muestra un interior de 6.8 m de norte a sur y 3.8 m de este a oeste.

: Estratos del 140 al 135 (véase Dib. 11)

Se amplió la ocupación hacia el este de R29b, se construyeron para ello los

muros de piedra M29a, M36 y M33, configurándose de esta manera el recinto

R35. Paralelamente, se amplió hacia el este la plataforma Pla-20, usando para ello

tierra barrosa con algo de cascajo (UE-140), el mismo relleno fue usado en la base

de la superficie de R35. Finalmente se culm

de color gris claro (UE-139). El interior de R35 mide 6.8 m de norte a sur y

6.7m de este a oeste.

Vinculado al cambio anterior, en la esquina noroeste de R42 se construyó la

plataforma Pla-21, a base de relleno de escombros de muro (U

vantamie

R26, cabe anotar que sobre este piso

n manchas rojas.

b. 12)

2a y R49a, los cuales

p

recinto R22 tiene un espacio interior de

o

Page 135: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú.

118

mitad del antiguo espacio de

R54, s

luego por un estrato de 0.1 m, que

la cubr

En el lado sur de la unidad residencial 3, en la

e construyó el muro de piedra M16 y, en su parte media este, se levantó la

plataforma Pla-14, a base primero de un relleno de 0.6 m de tierra arcillosa con

piedras medianas y pajilla mezclada (UE-132) y

e, de ripio y cascajo (UE-131). La plataforma Pla-14 mide 2.7 m de norte a

sur, 1.8 m de este a oeste y 0.7 m de altura.

Asociado a este cambio, se edificó el muro de piedra M23, adosado a Pla-20

y a M15. La construcción de estos elementos arquitectónicos transformó el espacio

del antiguo R32 en tres nuevos recintos, R9a al oeste, R31 al centro y R33 al este,

con sus respectivos pisos de color gris claro (UEs- 129 y 130).

Fig. 35. Restos del muro de cañas M53 (Nótese el área marcada con líneas blancas el que representa el espesor del muro, el cual fue encon ado destruido). trEl resto del muro y el piso que va a laderecha forma parte del recinto R44.

Foto: LuiArqueológic

s Flores - Proyecto Especial o Caral, Supe.

Page 136: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 119

Fase 10: Estratos del 128 al 117 (véase Dib. 13)

Esta es una fase de notables cambios caracterizado por la separación de la

unidad residencial 3 en dos unidades: la unidad residencial 1 ubicado en el lado

norte y la unidad residencial 2 en el lado sur.

n la parte central de la ocupación, en un momento transitorio entre la fase

9 y 10, se destruyeron los muros M30 y M53, y sobre este relleno de escombros de

0.3 m de grosor (UE-128), que cubrió la ocupación anterior37, se elaboró un piso y

se aplicó un enlucido de color gris claro (UE-127). Paralelamente se levantaron los

muros de piedra M29, M32, M37 y se engrosó 0.10 m el muro M35,

conformándose de esta manera el recinto R43, al oeste de R22, cuyo espacio

interior es de 7.8 m de norte a sur y 8.2 m de este a oeste, y que destaca por

contar con pisos a distinto

Por su parte, el R22 presenta una extensa y baja plataforma en su lado

norte, dejando un piso a desnivel en su lado sur, desde donde hay una vano al

exterior (V20), el cual lo comunicaba hacia un lugar que llamamos .

126), el piso del Patio Norte que fue enlucido con arcilla color amarillo claro (UE-

125).

E

nivel (véanse Fig. 36 y 37).

Patio Este

Al mismo tiempo se levantó, a base de un relleno de piedras pequeñas (UE-

Fig. 36. Vista de Shicras de cortaderia que fueron colocadas al pie de la Pla-20

y sobre el piso de R44, cuando éste fue enterrado. Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe. 37 Como parte del relleno de entierro también hemos encontrado, al pie del muro este de la Pla-20, unas shicras de fibra de cortaderia atadas con haces de cañas.

Page 137: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 120

Fig. 37. Vista del interior del muro de piedra M35 y sus sucesivos adosamientos.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

ios estuvieron vinculados a otras varias modificaciones:

Al norte de la unidad residencial 1 se destruyó el muro de quincha M52 y

sobre sus restos se construyó el piso gris (UE-124) que enterró por completo a la

plataforma Pla-21, creando un nuevo recinto al que llamamos R53.

Lamentablemente, el piso gris se encuentra muy destruido, sobre todo hacia el

este y Noreste, donde sus límites no son claros.

a ampliación anterior habría reducido los espacios de los recintos R52 y

R49, los cuales mostraron un espacio interior similar, de 2.65 m de este a oeste y

1.85 m de norte a

El segundo cambio, asociado a la construcción de R43, se llevó a cabo en el

lado este de la unidad residencial 2, donde se enterraron los recintos R33 y R34

pertenecientes al período anterior.

Pero previo a enterrarse el recinto R34, se llevó a cabo un último uso del

fogón F10 y del Hoyo 1, los cuales ambos fueron encontrados abiertos y llenos de

Estos camb

L

sur.

Page 138: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 121

ceniza negra (UE-123), pero además el relleno del Hoyo 1 mostraba un contexto

cultural más rico, porque presentaba 19 piedras pequeñas quemadas, restos de un

mate muy fragmentado y hierbas atadas y quemadas, esta ceniza luego se

esparció por el piso del recinto, tal como fue encontrado. Precisamente entre este

estrato 123 se encontró un objeto votivo consistente en un hacha de cuarzo

hialino, única en su género para el período. El hacha mide 0.15 m de largo, 0.1 m

de ancho y 0.05 m de espesor, asociado a este hallazgo se halló un pequeño canto

rodado quemado (véanse Fig. 38 y 39).

Inmediatamente, se destruyeron los muros M15a, M51 y todos aquellos que

cercaron al recinto R34, así como parte de la banqueta B5, y sus escombros (UE-

122) se echaron encima del piso de R33 y sobre el estrato 123 en R34. Además,

sobre la UE-122 en R34 se colocó una capa de ripio entremezclado con lentes de

ceniza (UE-121).

Fig. 38. Entierro ritual del recinto R34 donde se llevó a cabo una última quema en el fogón F10 y se dejo un hacha de cuarzo como ofrenda. (Imagen izquierda).

Foto: LuisProyecto E

Flores - special

ArqueolSupe.

ógico Caral,

Page 139: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 122

Fig. 39. Dibujos técnicos e imagen del Hacha de cuarzo. Nótese las huellas de talla en los bordes.

Foto: Lu

se construyó un piso de color gris que fue parte de una

extens

amarrado a los descritos anteriormente, sucedió en el lado

oeste

uevo

muro implicó colocar nuevos enlucidos (UE-118 y UE-119) y construir fogones

subterráneos (F2 y F3) al centro de los recintos R8b y R9b.

Esta nueva pavimentación sobre R9b se extendió hacia el sur donde se

construyó un gran recinto al cual llamamos R48. Cabe mencionar que debajo de la

is Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Sobre estos rellenos

a plataforma de planta escalonada (UE-120). De este modo, se configuró

dos nuevos recintos. El primero es un espacio con pisos a desnivel, el cual

llamamos R38, que presenta tres compartimientos formados por los muros

divisorios M17 y M25, que en esta misma fase se levantan. El segundo recinto es

el R37 que tiene un espacio interior de 2.1 m de norte a sur y 2.96 m de este a

oeste.

Otro cambio,

de la ocupación, en el límite norte de la unidad residencial 2 y el límite sur

de la unidad 1. En este lugar se destruyó primero el muro de quincha M48 y se

sobrepuso luego otro más ancho de piedras (M7). La construcción de este n

Page 140: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 123

construcción de este recinto (

por su escaso espesor (0.02 m) puede ser producto de una quema previa a la

construcción del recinto (léase fase 1 sobre la UE-173). Asociado a estas

construcciones se preparó un espacio cuadrangular abierto con un piso que

contaba con el mismo enlucido que R9-R48 (UE-119), al cual llamamos Patio sur.

En el recinto R9 sucede un cambio más, la construcción de un escalón de

forma trapezoidal, rellenado de tierra arcillosa y piedras (UE-117), en la parte

media del paramento oeste de M16, que permitió una comunicación directa entre

el R9 y la plataforma Pla-14 de R31, la misma que empezó a ser usada para

prácticas crematorias como lo demuestra su piso quemado.

Finalmente, en la esquina noroeste del recinto R31 se edificó un nicho que

mide 1.05 m de este a oeste y 0.35 m de norte a sur, el cual selló el único acceso

entre la UR-2 y la UR-1.

Fase 11: Estratos del 116 al 107 (véase Dib. 14)

En esta fase también se dan grandes cambios, sobre todo en la parte norte

cambio más notable resultó sobre los recintos de la fase anterior: R26,

R53, R

R48) subyace una delgada capa de ceniza negra que

de la unidad residencial 1.

l E

52, R49 y R40, los cuales fueron destruidos, sus escombros sirvieron de

relleno constructivo (UE-116) que colocaron sobre el piso del recinto R26b,

posteriormente se echó una gruesa capa de ceniza negra de 0.15 a 0.20 m (UE-

115)38 a todos los recintos citados arriba (véase Fig. 40). El material proveniente

de la UE. 115 muestra una gran variedad de especies vegetales y animales (véase

Tablas 03, 04 y 05).

Inmediatamente, se levantaron los muros M41 y M42, éste último se adosó

al alargamiento norte del muro M34, y se construyeron los pisos de color amarillo

claro (UEs- 114 y 113) de los recintos R46 al suroeste y R47 al norte y este.

38 Esta gruesa capa de ceniza es el producto de una incineración de gran cantidad de basura, allí encontramos semillas de guayaba y algodón en cantidades apreciables, también muchas vértebras de anchovetas, así como valvas de horos y en menor medida de machas.

c

Page 141: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 124

Foto: Luis royect rque ico C up

Fig. 40. Vista del recinto R47 construido so relleno ce E ue

Flores - P o Especial A ológ aral, S e.

bre un profuso de niza (U .115) qenterró por completo varios de los recintos (R52, R49, R40, R26, etc.) de la ocupación anterior.

2 y la ampliación del

M cede la fa n de un o al exterior norte y este del subsector

2), el prof de a (UE ) descr n la fas

amente ado d en e terior e e hemos istrado l

presencia de hoyos de poste que formaron, en conjunto, estructuras semicirculares

tempo o, pero junto a la

esquina exterior que forman los muros M29 y M28, hemos hallado la presencia de

hoyos de poste que encierran dicha esqu ado ha

reg un r s dian erm ura s, a a

a c a una ja sobr lucid el M2

Precisamente asociado a la construcción del muro M4

34, su bricació apisonad

I2 (UE-11 cual cubrió la usa capa ceniz -164 ita e e

3. Precis en el apison e arcilla l ex st reg a

rales y precarias. También sobre este mismo apisonad

ina, y en cuyo espacio cerc se

istrado cúmulo de pied as pequeña y me as t ofract da sociad

eniza y quema ro e el en o d 9.

Page 142: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 125

Clase Familia Especie Nombre común

Parte(s) identificad ) a(s Condición Nº Peso

(g) Porcentaje

(%)

M Poaceae - Tallo Fragmentos quemado 6 0,01 0.004 -

M Poaceae An

h verita volu s quemados 3 0,03

0.0

tephora ermaphrod

ita Cala In cros Entero

1

M Bromeliaceae palla Hoja Fragmentos 2 0,02 0.009 Tillandsia

sp. Achu

F Gig Yuyo, yuyo Talo Fr entos 2 0.02 0.00Gigartinaceae artina cf.

chamissoi cocha agm 9

D Fabaceae In teras quemadas 2 0,5 0.2 ga feuillei Pacae Semillas En

Epicarpi Fr entos 9 0.35 0.1 o agm D Cucurbitaceae Lasiceraria Mate

illa Entera 2 0.05 0.2 genaria

Sem

D Cucurbitaceae Csp. alabaza Semilla C entera 2 0.03 0.01

ucurbita C asi

D Myrtaceae gu Guayaba Semilla

teras quemadas Enteras no quemadas

994

469

3.6

1.7

Psidium ajava

En

Semillas quemados

Enteras

ent

Fragmentadas no quemadas

106

322 4

4.85 2.2

quemadas Fragm os

D Malvaceae barbadense Algodón

Conservada y mezclada con otros restos

0.2

Gossypium

Fibra 1 0,5

D - allos F enquemados - - T ragm tos Indet. 202.1 95.6

D s Fragmentodo 0.1 - - - Tallo s no

quema s Indet. 0.4

Total 100 >1924 211.4 Tabla 03. Identificación del material botánico de la UE.115.

Familia Especie Nombre común NISP NMI % Rango

Engraulidae Engraulis ringens Anchoveta 4666 138 97.2 1

Clupeidae Sardinops sagax Sardina 29 2 1.4 2

Clupeidae Ethmidium maculatum Machete 51 2 1.4 2

Total - - 4746 142 100 -

Tabla 04. Identificación del material ictio

lógico de la UE.115.

Clase Familia/Especie Nombre Común

Nº de Restos

Nº de Fragmentos Peso (g) NMI

Porcentaje (%) Rango

Bivalvia Choromytilus chorus Choro zapato 380 367 134.3 10 15.15 2

Bivalvia Mesodesma donacium Macha 302 102.8 4 6.06 6 308

Bivalvia Aulacomya ater Choro actual 6 24 19 13.9 4 6.06

Bivalvia Perumytilus purpuratus Chorito 2 0 0.3 2 3.03 7

Bivalvia Eurhomalea rufa Almeja 1.51 8 1 0 0.2 1 Bivalvia Donax sp. Palabritas 1.51 8 1 0 0.1 1

Page 143: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 126

Bivalvia 7 Bivalvo no identificado - 2 0 0.51 2 3.03

Bivalvia Familia Mytilidae Choro 25 17 6.6 6 9.09 4

Bivalvia Fragmentos de

Bivalvo N.I - presente presentre 47.1 0 0 0 Gastròpoda Crepipatella sp. Pique 10 2 2.61 8 12.12 3 Gastròpoda Prisogaster niger Caracolito 1 0 0.01 1 1.51 8

Gastròpoda Gasteròpodo no

identificado Caracolito 1 0 0.1 1 1.51 8 Poliplacophora Familia Chitonidae Chitòn 2 0 0.2 1 1.51 8 Echinodermata Equinodermo Erizo 13 0 0.9 1 1.51 8

Crustácea Crustàceo no identificado Cangrejo 1 0 0.01 1 1.51 8

Gastrópoda terrestre Scutalus sp.

Caracol de loma 16 0 1.31 16 24.24 1

Gastrópoda terrestre Familia Bulimulidae

Caracol de loma 5 0 0.02 5 7.57 5

Gastrópoda terrestre Bostrix sp.

Caracol de loma 1 0 0.01 1 1.51 8

Crustácea de rìo

Cryphiops caementarius Camarón 1 0 0.01 1 1.51 8

Total 0 0 794 707 310.99 66 100 0 Tabla 05. Identificación del material malacológico de la UE.115.

Taxón Nombre común Estructura identificada

Nº de restos

Peso (g)

Observación

Mammalia indet.

Mamífero indeterminado

Fragmento dy hueso largo trabajoe escápula

2 1,1 No presenta evidencia de

Ave indet. Ave Fragmentos de húmero 1 6 No presenta evidencia de trabajoMuridae indet. Ratón silvestre Vértebras caudales 9 <0,1 Fragmentos de huesos largos y

cortos, sin evidencia de trabajo Tabla 06. Identificación del mat

Como parte de este proceso de entierro

este del muro de piedra M34

encontró la parte central (tronco) de

Tronco de un idolillo de barro no

erial óseo animal de la UE.115.

de estructuras, junto al paramento

y al interior de la capa de ceniza (UE-115), se

una figurilla humana de barro no

cocido (véase Fig. 41).

Fig. 41.cocido.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 144: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 127

Por otra parte, al noroeste de la unidad residencial 1, el recinto R39 fue

de afilador (véase Fig. 42). Encima de este relleno

se con

muro de piedra M4, de reciente construcción, que formó el

cinto R45, que contaba con un espacio interior de 8.4 m de norte a sur y de

De igual modo en el lado este del

residencial 2, se llevaron acabo en el lado este,

resultado un nuevo recinto, el R36, al sur del

enterrado con un relleno limpio de 0.45 m de espesor, consistente en arena gruesa

mezclado con ripio (UE-111). En dicho relleno fue encontrado un instrumento lítico

elaborado en roca ígnea hipabisal microdiorita, que muestra un corte ventral de

lados convergentes, a manera

struyó un piso de arcilla que fue constantemente renovada como lo muestra

las diversas láminas de arcilla y colores, de arriba ajo, rojo, beige, amarillo claro y

amarillo, de 0.015 m de espesor (UE-110). Dicho piso formó parte de un espacio

pequeño y hundido de 3.1 m2, llamado R30, el cual se asoció a un piso exterior

que hizo revoque con el

re

este a oeste de 3.9 m y 2.5 m.

En la parte central de la ocupación, precisamente en el lado oeste y central

de R43, se erigió, sobreponiéndose a la plataforma Pla-20, la plataforma Pla-6, a

base de relleno de ripio mezclado con tierra

arcillosa de 0.68 m de espesor (UE-109).

recinto R8 se elaboró una plataforma

rectangular (Pla-3) de 0.30 m de altura, a base

de tierra arcillosa mezclado con cascajo y ripio

(UE-108). El R8 fue completamente vuelto a

enlucir con una arcilla de color gris claro (UE-

107).

Los únicos cambios en la unidad

donde se construyó el muro M58, dando como

R37, de 2.4 m de norte a sur por 3.5 m de

este a oeste.

Fig. 42. Lítico que muestra un corte ventral. Por la forma y desgaste interno pensamos que se trata de un afilador. Fuente: PEACS

Page 145: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 128

Fase 12: Estratos del 106 al 105 (véase Dib. 15)

Durante esta fase no se llevaron a cabo grandes cambios. En el lado norte

de la unidad residencial 1, mas precisamente en el recinto R46 se construyó el

muro d

e los muros de quincha reportados en las primeras fases, este nuevo

espécimen presenta postes más gruesos y ya no un entramado de cañas, sino sólo

ste, de la unidad residencial 1, se enterró por completo el recinto

R30, d

De igual forma sobre el piso del R45a se echó una delgada capa, de 0.05 m

de esp

de la unidad residencial 1 se engrosó el muro M35, de 0.45 m de

ncho a 0.75 m, en su lado norte y en su extremo sur, mientras que la parte

entro-sur mantuvo el grosor de 0.45 m, configurándose una forma en greca en

este lado del muro, destruyéndose el muro de postes M56.

e piedra M57, el que subdividió al recinto en dos ambientes nuevos (a y b),

con un piso nuevo (UE-106).

Por otro lado, en el lado este de R43 se construyó un muro de estructura

vegetal (M56) adosado al paramento oeste, del lado sur, del muro M35. A

diferencia d

largueros horizontales.

Fase 13: Estratos del 105 al 98 (véase Dib. 16)

Al noroe

ejando sólo un espacio a desnivel, cerca al lado norte del M4, con un

delgado brazo, también hundido, junto al M1. Para ello se rellenó R30, primero con

una mezcla de 0.2 m de cascajo (UE-104) y encima otro relleno de ripio con

algunos lentes de ceniza (UE-103).

esor, de ceniza con algunas piedras quemadas pequeñas (UE-101). En esta

capa se encontró la parte central (tronco) de una figurilla humana. Luego se echo

un relleno de tierra arcillosa semicompacta (escombros) de 0.10 m de espesor

(UE-102). Sobre estos rellenos (UEs-101 al 102) se construyó un piso de arcilla de

color amarillo claro (UE-100). De esta forma se siguió usando el recinto R45, pero

renovado (R45b) con un piso a tres niveles distintos, a manera de gradería, que

bajaba de sur a norte.

Mientras tanto, en el recinto R46, se engrosó casi 0.20 m el lado sureste del

muro M43.

Al este

a

c

Page 146: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 129

En la unidad residencial 2 solo se registra la construcción del muro M14, el

que di

a los recintos R36 y R37 en cuatro nuevas habitaciones: R20 y

R19 al

45, se construyeron dos pequeños “cajones” de 0,14

m2 cad

uyó el

muro

En el recinto R21, de la misma unidad residencial 1, se terminó de engrosar

el muro M35 hasta 0.75 m de ancho, destruyendo con dicho cambio el muro de

quincha M56.

vidió el recinto R48 en dos nuevos espacios, R41 al oeste y R12 al este,

cada uno con sus respectivos enlucidos de color beige claro (UEs-98 y 99) 39.

Mientras al este de la unidad residencial 2 se construyeron los muros M24 y

M26, dividiendo

oeste y R16 y R17 al este, cada uno con un área aproximada de 3 a 4 m2. A

todo este conjunto de recintos se le aplicó una nueva capa de enlucido en el piso

(UE-105).

Fase 14: Estratos del 97 al 94 (véase Dib. 17)

En el lado noroeste, de la unidad residencial 1, previo a enterrar el delgado

brazo del patio hundido de R

a uno.

Mientras en el lado sur-centro de la unidad residencial 1 se constr

M31, dividiendo el recinto R43 en dos espacios comunicados: R7 (lado

oeste) y R21 (lado este), cada uno con un enlucido de arcilla de color gris claro

(UEs- 96 y 97). A la vez entre el M31 y la Pla-6 se construye un pequeño fogón

(F5).

Precisamente la formación del R7 estuvo ligado a la construcción, al interior

de éste, del muro M38 y un pequeño escalón de 0.20 m de altura, ambos

adosados a la cara norte de la Pla-6, de esta forma se constituyó una angosta

escalera de tres pasos, que permitía comunicar R8 con R7, este acceso fue

facilitado debido a que se amplió la plataforma Pla-3, a base de un relleno de tierra

arcillosa y algunas piedras pequeñas (UE-95), hasta adosarlo al muro M5,

colocando un nuevo enlucido, de color amarillo claro (UE-94).

39 No tenemos muy claro si el muro M14 apareció en ésta o en la anterior fase, por la que somos cautos y lo insertamos recién durante esta fase.

Page 147: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 130

Fase 15: Estratos del 93 al 75 (véase Dib. 18)

Durante esta fase, en el lado Noroeste de la unidad residencial 1, se rellenó

el brazo del patio hundido al nivel del piso de R45, rellenándolo con tierra arcillosa

(UE-93) y volviendo a enlucir todo el recinto R45b con arcilla de color amarillo

claro (UE-92).

También, se destruyó el delgado muro de piedra M57 de R46 y se renovó su

enlucido (UE-91), formándose un nuevo recinto, el R6, el cual mostró un espacio

interior de 4.6 m de norte a sur y 2.9 m de este a oeste.

plataforma Pla-4 se llevaron a cabo una serie de

ivos. En primer lugar, en la esquina suroeste del

, las cuales estuvieron asociadas a quemas de

lo cual fue cubierto, en una caso, por un textil

o que también fue quemado (véase Fig. 43), y en el otro caso por un

agmento de esterilla40 (véase Fig. 44). Ya como parte de los actos constructivos

e sirvieron como muro de contención de la futura

piedras cortadas medianas con caras planas hacia el

8b, entre el muro M7 y la parte posterior del muro

de contención antes descrito, y tapando las evidencias de quemas antes citada, se

echó un relleno de grava fina mezclada con arena gruesa de 0.06 a 0.08 m de

El recinto R6 mostraba una plataforma (Pla-10) de planta escalonada, en el

lado oeste del R6, y además tenía un acceso hacia R7 gracias a que se alargó el

muro M38 hasta adosarlo al M37 y se construyó una mocheta (M39) adosado a

M38 y sobrepuesto a Pla-6.

Mientras, en el lado norte y sur del R8b, se construyeron las plataformas

Pla-4 y Pla-5, renovando así el diseño del recinto que ahora llamamos R8c.

Para la elaboración de la

actos preparatorios y construct

R8b, el piso sufrió dos roturas

alimentos sobre piedras, todo

entrelazad

fr

se asentaron las piedras qu

plataforma, se trata de

exterior. Encima del piso del R

40 Aquí describimos con más detalle dichos hallazgos: - Hallazgo de entrelazado quemado. En una pequeña depresión e rompe las UEs. 94, 107 y 118 (centro de la cuadrícula E2S7) se encontró una camilla (espesor 0.023 m) co una maderilla de soporte, hecha de cañas y de algodón, sobre ésta se ubicó un fragmento (0.15 x 0.12 m) de textil de algodón entrelazado quemado. - Hallazgo de fragmento de estera de totora. Entre la UE. 98encontró una pequeña esterilla de totora joven (aprox. 0.50 x 0 e conchas y una piedra igualmente quemada. Encima de la estera o. De la esterilla sólo se observa las filas de totora de contextura plana cada fibra an solo un amarre en la parte central de 0.30 m de ancho. Retirando o que tapa una rotura de piso.

qun

(a solo 0.04 m del piso) cerca al muro 6 se .50 m) asociado a un contexto de quema d había un choro no quemadmide aproximadamente 0.005 m, presenta t este hallazgo se encuentra solo algo de ripi

Page 148: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 131

espesor (UE-90). Encima se sobrepuso otro relleno, consistente en ceniza negra

suelta (UE-89) con alta concentración de

peces, botánicos), algunas evidencias de c os

pulidores y piedras quemadas. Cabe mencionar que esta capa de ceniza se

concentró pura mayormente en la mitad este, donde alcanzó hasta 0.2 m. Mientras

en su lado oeste la capa de ceniza se enco . Finalmente se

enlució la plataforma Pla-4 con arcilla de color amarillo (UE-88), dicho enlucido se

extendió por todo el piso central del R8c.

Para construir la plataforma Pla-5, en primer lugar se echó una primera

capa de ceniza negra de 0.08 m de espesor (UE-87) sobre el piso de R8b. Luego

se colocó un relleno compacto de tierra arcillosa, con algunas evidencias de

todo de un espesor de 0.18 m (UE-86). Sobre ésto se construyó el piso de color

amarillo de la Pla-5 (UE-88). Como parte de la construcción de la Pla-5 se volvió a

enlucir la plataforma Pla-3,

entre el cual se encontró una

cuenta de piedra siderita de

color marrón y forma ovoide

quemas de alimentos (malacológico,

oprolitos junto al muro M7 y algun

ntró mezclada con ripio

escombros de muro, mezclado con piedras angulosas y cantos rodados medianos,

(Fig. 45)

Fig. 43. Quema de un textil entrelazado en el recinto R8a. Foto: LuEspecia

is Flores - Proyecto l Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 44. Restos de una esterilla en estado de descomposición hallado sobre el piso del R8a. Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 132

Fig. 45. Vista frontal del recinto R8 donde se indica el lugar que se encontró una cuenta de piedra (siderita) dejado al momento de construir las plataformas.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

ientras que en el recinto R21, de la misma unidad residencial 1, se

destruyó gran parte del lado norte del muro M35, con la finalidad de construir una

banqueta de 0.45 m de altura, con respecto al piso del patio hundido, con el que

estaba asociado, aplicándose una nueva capa de enlucido gris claro (UE-85),

mientras al sur del M35 se terminó de homogenizar el ancho del muro.

n el interior sur del recinto R22, al este de R21, se levantó el piso unos 0.1

m (UE-84), a base de un relleno de tierra barrosa y piedras medianas (UE-83),

nivelándolo a la altura del piso norte del mismo R22. También se construyó un

fogón central (F11). Además en R22 se cerró el vano V20 y se abrió uno nuevo al

este, el V18.

n la unidad residencial 2 se llevaron a cabo cambios significativos. En el

espacio de R9 se construyó la plataforma Pla-12 de forma en “U”, con la abertura

semicerrada, que delimitó un pequeño espacio a desnivel con fogón central.

ara construir esta plataforma Pla-12 se colocó, sobre el piso de R9b, un

relleno de cascajo (UE-82) de 0.02 m. de espesor. Luego sólo en el lado norte, de

la plataforma en construcción, se llevó a cabo una quema de alimentos, cuyos

restos (ceniza negra) fueron esparcidos sólo en ese lado (UE-81)41.

Posteriormente, se rellenó todo con una capa de ripio de color rosáceo, de 0.1 a

0.2 m de espesor (UE-80). Finalmente, se construyó el piso de la plataforma de

color gris claro (UE-79), el que se asoció al nuevo piso central del R9 (véase Fig.

46).

M

E

E

P

41 Quiero aclarar que estamos pensando en una quema in situ, en el lado norte de la plataforma, porque todo el paramento sur del M ado, al sur de la plataforma, sólo he

7, que soportó a la Pla-12, fue encontrada ahumada. Hacia el otro lmos encontrado delgadas y minúsculas evidencias de lentes de ceniza.

Page 150: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 133

Fig. 46

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

. Vistas del recinto R9.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 134

Por otro lado, al levantarse los muros M12 y M13, adosados el primero al

M9 y el segundo al M14, se creó, en el antiguo espacio del R41, dos nuevos

recintos, aparentemente comunicados: R10 y R11, ambos con un piso compartido

de arc

ertura entre la juntura

de M1

l vano

V26, c

constr

inge el acceso hacia

R20, r

da al muro M17.

. 47. Vista del

illa de color gris claro (UE-78).

Además, se acomodó para que la comunicación entre R9 y R10 fuese

posible a través de un par de escalones. Mientras la comunicación entre R10 y R11

no ha sido identificada, pero asumimos que existió una ab

2 y M13, debido a que en este espacio los muros se encontraron rotos.

Al interior del R12, en su lado sur, se construyó la plataforma Pla-17, a base

de un relleno de tierra arcillosa, ripio fino y algo de arena gruesa (UE-77), además

al frente de Pla-17 se construyó un fogón central y pequeño (F12) y se enlució

todo el recinto con arcilla de color gris claro (UE-76), éste mismo enlucido se

extendió hacia el exterior este, al Patio Sur, y estuvo asociado al sellado de

errando de esta forma el único acceso independiente que había desde R31

hacia el exterior. Cabe anotar que este nuevo piso del Patio Sur (UE-76) se

uyó sobre un relleno previo de tierra arcillosa de 0.15 m de espesor (UE-75)

que cubrió el piso antiguo (véase Fig. 47).

En la parte este, de la unidad residencial 2, se restr

educiendo el ancho del vano V14 de 0.90 m a sólo 0.45 m, para lo cual se

construyó una mocheta adosa

Figingreso al recinto R12. Nótese la profusa capa de ceniza en los exteriores. Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 152: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 135

Fase 16: Estratos del 74 al 61 (véase Dib. 19)

En el lado noroeste de la unidad residencial 1, se dividió el recinto R45 en

dos: e

o de piedras angulosas, algunos cantos rodados medianos y tierra

arcillos

ste, con un piso de arcilla de color amarillo (UE-70).

o caso, fue una

reutilización, aunque reducido, del vano de la fase ante 42.

Mientras en el recinto R6 se amplió 2 metros, hacia el norte, la Pla-10,

destruyendo para ello M43.

En el recinto R7, a partir de la mocheta que existía sobre la Pla-6, se

construyó el muro M39a, de sólo 0.3 de ancho ta

manera se configuró un nuevo recinto, el R23, el cual no guardó ninguna

comunicación con el renovado R7b, pero si con R47, por el norte.

El R23 tiene un espacio interior de 2.65 m de norte a sur y 2.7 m de este a

oeste, y tiene un piso de color gris claro (UE-69).

l recinto R24 en el lado sur y R69 lado norte, para ello se construyó el muro

de piedra M44 de 0.55 m de ancho que se adosa al M3a.

El R24 muestra un espacio interior de 4.5 m de norte a sur y 3.9 m de este

a oeste, con un piso de arcilla de color amarillo claro (UE-74). En este recinto se

construyó un pequeño altillo adosado a la mitad oeste del muro M43, y mide 0.3 m

de este a oeste, 0.6 m de norte a sur y 0.63 m de altura.

Además, en los exteriores del R24 se construyó la plataforma Pla-2, a base

de un rellen

a (UE-73) e inmediatamente se echó una capa de ceniza negra en los

exteriores de la unidad residencial 1 (UE-72), donde se ha identificado dos

fragmentos de ulna de guanay, la cual sirvió de base para construir encima un piso

exterior de arcilla de color amarillo claro de no muy buen acabado (UE-71).

El R69 presenta un espacio interior que mide 4.35 m de norte a sur y 2.5 m

de este a oe

Cabe destacar que ambos recintos contaban con accesos independientes

hacia el exterior, tanto R24 (V1) como R69 (V28), en éste últim

rior

, adosándolo al muro M31. De es

La construcción del muro M39 trajo consigo la aplicación de un nuevo

enlucido de color gris claro (UE-68), en todo el recinto R7, clausurando con ello el

vano V17, pero construyendo otro, aunque más angosto, (V22) que permitió 42 No sabemos si existió comunicación entre R24 y R69 debido a que los restos del muro que los dividía (M44) apenas alcanzaba 0.2 m, por lo que es difícil saber si el muro se elevó ó dejó un espacio para un vano.

Page 153: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 136

comun

iso de color gris claro del renovado recinto

R21b (

e este espacio como nicho

superficial (N4). Mientras en la esquina sureste de R21 se construyó un nicho

mural (N2).

antiguo piso del R22, se echó una capa de ceniza negra de 0.1 m

), con la finalidad de construir un nivel de piso más alto de color gris claro

s, en el R22 se abrió un nuevo acceso hacia el exterior este (V19).

la ceniza UE. 65 se ha encontrado cinco fragmentos quemados de

n ave indeterminada, cuatro de ellos pulidos y el otro una cuenta tubular

er, entre R21 y R17 existía comunicación a través de un vano de

.60 m de ancho, sin embargo las huellas están muy destruidas.

Fig. 48. Cuenta tubular quemada.

Foto: Proyecto Especial ArqueoCaral, Supe.

En el lado oeste de la unidad residencial 2 se dieron cambi

En el recinto R9 se anchó, hacia el oeste, la parte posterior de la plataf

12, reduciendo significativamente el espacio hundido alrededor del

enluciendo todo el R9 con arcilla de color gris claro (UE-63).

icar R7 con R21, pero de manera más restringida, al mismo tiempo se selló

el fogón F5 en R7.

En el recinto R21 se levantó el nivel del piso del espacio hundido, hasta

nivelarlo igual que el piso central, para ello se rellenó los desniveles con una capa

limpia y compacta de escombros de muro, tierra arcillosa y piedras medianas (UE-

67). Sobre este relleno se construyó el p

UE-66). Además, se engrosó 0.40 a 0.50 m el muro M35 cerrando el acceso

V21 que comunicaba R21 con R22, aprovechándos

Sobre el

(UE-65

(UE-64). Ademá

Al interior de

radio de u

(Fig. 48).

Al parec

0

lógico

os importantes.

orma Pla-

fogón central y

Page 154: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 137

En el lado este de la misma unidad residencial 2 también se dieron cambios

import

Fig. 49. Vista S-

antes que configuraron el diseño final de este lado de la casa. Se construyó

el muro M21 cubriéndose la parte sur del patio hundido del R38, formando de esta

manera dos nuevos recintos, el R18 y el R14, ambos con pisos de color gris claro

(UEs. 61 y 62). Junto al cambio anterior, se construyó una banqueta (B3), en el

lado sur del R20 (véanse Fig. 49 y 50).

Paralelamente se anexó un pequeño recinto (R13) con piso de color beige

claro (UE-60) y fogón esquinero (F4) (véase Fig. 50).

N del recinto R18, obsérvese la presencia de un espacio cuadrangular hundido. El R18 linda por el oeste con los recintos R16 y R17. Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 50. Vista W-E de los recintos R14 y R13

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 155: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 138

Fase 17: Estratos del 59 al 53 (véase Dib. 20)

En el lado noroeste, de la unidad residencial 1, se construyó un delgado

muro (M45) de 0.25 m de ancho, en la mitad del R69, segmentándolo en dos

recintos comunicados por un vano de 0.6 m de ancho (V34). Al primer recinto

hacia

uro M39 hasta alcanzar casi 0.5

el sur lo denominamos R70 y el espacio hacia el norte R3a, ambos con un

piso de arcilla de color gris claro (UE-59).

En el recinto R7 se terminó de engrosar el m

m de ancho. También se construyó una pestaña de retiro en el paramento este del

muro M38; dichos cambios implicaron volver a enlucir el espacio de R23 con una

arcilla gris clara (UE-58).

Fig. 51. Vista de la gran superposición de recintos desde R2 (más tardío) hasta R39 (más temprano)

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

En el R21 se construyó una extensa y alta plataforma (Pla-18), en la mitad

del paramento del M35, a base de un relleno de cascajo (UE-57) y se subió 0.26 m

el nivel del nicho 2. Estos cambios fueron culminados con la aplicación de una

Page 156: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 139

nueva capa de arcilla gris claro sobre el R21 (UE-56), el mismo que selló el posible

vano entre R21 y R17. Cabe informar que la superficie de la plataforma Pla-18

mostraba quemas rojas y que cerca al vano V22 de R22 se encontró una pequeña

fogata sobre el piso.

Además, se construyó una escalinata de tres pasos que llevaba de R22

hacia la parte alta de la plataforma Pla-18, finalmente se colocó un nuevo enlucido

de arcilla de color gris claro sobre el R22 (UE-55).

En la parte oeste de la unidad residencial 2 sólo se dio un cambio

importante, en el R10 se subió el nivel del piso, a la altura de la superficie de la

Pla-12 del R9, a base de un relleno de cascajo y tierra arcillosa (UE-54) y

fabricando encima un piso de arcilla que fue constantemente renovado como lo

muestra las multicapas y multicolores, de arriba abajo, color amarillo, amarillo

claro, gris claro sobre una argamasa de color gris oscuro (UE-53), dicho piso se

extendió hacia el R9 y se asoció a la construcción de la escalinata Esc.3, que

comunicaba R9 hacia la plataforma Pla-14 de R31.

Fase 1 Dib. 21)

En la parte norcentral de la unidad residencial 1, en el recinto R6, se edificó

un cubículo hundido (D3), de planta irregular, de 1 m de norte a sur y 2.8 m de

este a oeste (véase Fig.52); conjuntamente se amplió la plataforma Pla-10 hacia el

oeste, construyéndose un muro de contención a 1 m del M43, y rellenando el

espacio entre ambos con piedras canteadas medianas y poca tierra arcillosa (UE-

52)43. Estos cambios formaron, hacia el oeste, un nuevo recinto, el R1, cuyo

interior mide 2.75 m este-oeste y 4.4 m norte-sur. Este recinto nuevo muestra una

escalera de tres pasos en su esquina noreste (Esc. 1) que lo comunica con R6, un

nicho en su esquina sureste (N1) y un piso de arcilla de color amarillo claro (UE-

8: Estratos del 52 al 42 (véase

43 Pero antes de colocar dicho relleno se dejaron algunos objetos votivos como un palo cavador abajo del altillo, también fue encontrado un canto pequeño impregnado de cabello humano y una concentración de material vegetal apelmazado, y más al sur se registró al menos tres shicras pequeñas, solo una se pudo recuperar (shicra 1), las dos restantes estaban destruidas, pero fueron similares. La Shicra n° 1: Ubicado cerca de la esquina S.W. del R24 a manera de ofrenda, estaba muy maltratada, se pudo observar que contenía unas 14 piedras pequeñas, mayormente redondeada l total de

s (8) y algunas angulosas (6). El tamaño de las piedras fluctúa entre 0.10 × 0.08 m a 0.03 × 0.04 m. Elas piedras pesaron 5 kg. La fibra usada es de cortaderia.

Page 157: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 140

51) sobre el que frecuentemente se llevaron quemas. Antes de construir el piso del

R1 se dejó una cuenta elaborada en concha de abanico (Argopectun purpuratus)

(véase Fig. 53).

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 52. Cubículo hundido D3 en R6.

Fig. 53. Vista del frontis del recinto R1 que muestra una escalinata (Esc.1) y un nicho (N1). Además nótese el hallazgo de una cuenta en la esquina suroeste.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 141

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 54. Vista N-S de los recintos R3 y R2 sobrepuesto a R70

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

de 0.45 m de ancho ubicado en la esquina noroeste del R2 (véase Fig.

54

En la parte noroeste de la unidad residencial 1 se destruyó gran parte de los

muros M44 y M45 del recinto R70, y precisamente dichos restos fueron colocados

sobre su piso, formando una capa compacta de 0.2 m de espesor (UE-50), encima

del cual se echó una delgada capa de ripio de 0.08 m (UE-49) y se construyeron

los muros de piedra M3b y M2, configurando con ello dos nuevos recintos: R2

(superpuesto a R25) y R3b (una nueva versión de R3a), los cuales compartían un

piso de arcilla color amarillo claro (UE-48). Desde el R2 también había acceso, por

un vano (V2) de 0.60 m de ancho, hacia R24. Desde R2 se accedía además a R3

por el V3

).

Al noroeste del conjunto residencial I2, a 1.45 m frente de R3, se edificó la

plataforma Pla-1, de forma rectangular elaborada con muros de contención de

piedras medianas, mayormente canteadas, y cuyas medidas son de 4.47 m de este

a oeste y 4.24 m de norte a sur y con una altura de 0.50 m (véase Fig. 55).

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 142

ta

Fig. 55. VisE-W de la plataforma Pla-1 que sirvió de soporte para el recinto R50.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

angulosas y redo

una canaleta que se dirige desde la entrada en

La

plataforma Pla-1, pero que siempre desaparecida a 0.5

Para lograr dicha construcción se uso primero un relleno de piedras

ndeadas de tamaño mediano, algunas quemadas (UE-47a), sobre

la cual se echó un relleno de cascajo y ripio de 0.08 a 0.12 m de espesor (UE-47b),

base que sirvió para construir encima el recinto R50, el cual consiste en un “Altar

del Fuego”, que contaba con

dirección este – oeste hacia un fogón de 0.4 m de diámetro, al cual lo rodea

dejando un pequeño espacio circular entre ambos. El fogón cuenta con cuatro

ductos de ventilación subterráneos, de los cuales sólo el ducto oeste tiene salida al

exterior, los tres restantes forman un flujo cerrado alrededor del fogón (véase

Fig.56).

plataforma Pla-1 en el momento de su hallazgo no mostraba muros

delimitadores, pero notamos que su piso de color amarillo claro (UE-46) se

prolongaba a lo largo de la

m antes de llegar al paramento de la plataforma, lo que nos hace pensar en la

existencia de muros que formaron una estructura cuadrangular, hoy no visible.

Page 160: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 143

Fig. 56. Fogón del R50. Obsérvese la ubicación de los cuatro ductos de ventilación.

Foto: Luis FloProyect

res - o Especial

a, al

final de M37, dificultando el acceso al R23. Mientras que en el R7 se construyó un

delgado muro, entre el lado norte del M40 y la Pla-6, delimitando el acceso de R8

al R7, lo a través de la Pla-6.

ad residencial 2 los cambios más importantes se dieron en el lado

oeste. La plataforma 12 del recinto R9 toma la forma de una “U” de lados rectos,

ello implicó además la aplicación de un nuevo enlucido (UE-45). En este momento,

se restringió el acceso de R9 hacia el recinto R10 subiendo 0.15 m el umbral del

cceso V7.

se construyó la plataforma rectangular Pla-16 adosada al M13 en

evó a la aplicación de un nuevo enlucido en todo el piso de la

superficie de R11 (UE-44).

ientras en el exterior sureste de la unidad residencial 2, en el Patio Sur, se

levanto

arcilla de color gris que mostraba muchas quemas rojas (UE-42).

Arqueológico Caral, Supe.

Siguiendo con los cambios en la unidad residencial 1, en la esquina sureste

de R6 se construyó una pequeña plataforma (Pla-9).

Además, en la parte central de la misma Unidad 1 se adosó una mochet

En la unid

a

Además,

el R11. Ello conll

M

0.15 m el nivel de la superficie, a base de un relleno de ripio

entremezclado con ceniza negra (UE-43), construyéndose encima un apisonado de

Page 161: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 144

Finalmente, se restringió el acceso del recinto R17, levantando el umbral del

vano V15 unos 0.30 m.

Fase 19: Estratos del 41 al 33 (véase Dib. 22)

En el lado noroeste de la unidad residencial 1, en el R3, se construyó una

elaboró un delgado muro de piedra (M67), delimitando, hacia

Mientras que al interior norte del recinto R23 se construyó una banqueta

ajo y piedras medianas (UE-37),

banqueta (B1), a base de tierra arcillosa y algunas piedras (UE-41), de 1.35 m

norte a sur y 0.90 m de este a oeste adosado al M4 y además un fogón de 0.15 m

de profundidad. El cambio culminó pintando de rojo el recinto (UE-40).

En el lado sureste de R7 se erigió una plataforma rectangular (Pla-23), a

base de un relleno de tierra arcillosa y algunas piedras (UE-39), y en el lado oeste

del mismo recinto se

el este, un espacio hundido (D1). Todo el R7 fue nuevamente enlucido con una

capa de arcilla (UE-38).

(B4), a base de una mezcla de tierra arcillosa, casc

y se colocó una capa nueva de enlucido sobre el piso (UE-36) (véase Fig. 57).

Fig. 57. Vista del recinto R23 caracterizada por presentar una banqueta (B4).

ArqueoSupe.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial

lógico Caral,

En el lado sureste de la Unidad residencial 1, en el recinto R22, se selló el

vano V19, dejando comunicación hacia el exterior sólo a través del vano V18.

Page 162: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 145

Por otro lado, en la mitad de la unidad residencial 2, se dio un cambio

fundamental debido a que se enterró por completo el recinto R31, con un relleno

de cascajo combinado con tierra barrosa, grama y algunas shicras medianas, mal

conservadas (UE-35), sobre todo en el lado noroeste, construyéndose encima el

recinto R15, que contaba con un piso de color gris claro (UE-34).

Este nuevo recinto R15 mantendría todavía comunicación con el R9, a

s 0.10 m. Desde el R12 también

existirí

(UE-33).

Fase 20: Estratos del 32 al 28 (véase Dib. 23)

n el lado suroeste de la unidad residencial 1, en el eje medio y posterior

del R8, sobre la Pla-3, se construyó una pequeña escalinata de dos pasos (Esc.3)

al oeste del D1, se destruyó la mitad

s fueron echados hacia el lado oeste (UE-

32), relleno que sirvi construcción de la plataforma Pla-7.

Además, se e a noroeste del R7 cubriéndolo con una

plataforma (Pla-8), construida con un relleno de tierra arcillosa y piedras (UE-31).

Por otro lado, en el recinto R6 se amplia hacia el sur la Pla-10, tapando con

ello el cubículo D3.

En la parte central de la unidad residencial 2, en el lado sur del R15, se

construyó la plataforma Pla-15, a base de un relleno de piedras medianas y tierra

arenosa suelta (UE-30). Además, se cierra la escalinata en M23, perdiéndose la

comunicación con los recintos posteriores pequeños de la unidad residencial 2. A

todo el recinto R15 se le aplicó un nuevo enlucido de color amarillo (UE-29).

través de la escalera Esc. 3, que fue anchada uno

a acceso hacia R15 por medio de una escalinata de dos pasos ubicado en la

esquina suroeste del recinto R15. Además, se elaboró una pequeña escalera

empotrada, de dos pasos, en la parte media del M23, permitiendo la comunicación

entre el R20 y R15.

Finalmente, en la parte este de la unidad residencial 2 se selló el fogón de

R13, colocando un nuevo piso de color amarillo claro

E

que facilitó la comunicación entre R8 y R7.

Mientras en la esquina suroeste del R7,

del muro de piedra M67 y sus escombro

ó como base para la

nterró la escalera en la esquin

Page 163: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 146

Al este de la unidad residencial 2, al interior oeste del R14 se edificó una

banqueta alta (B2) a base de un relleno de piedras grandes y medianas de formas

angulosas mezcladas con tierra arcillosa (UE-28), la cual permitió la comunicación

con R15, al final se enlució el R14 con un enlucido similar al que se aplicó en R15

(UE-29).

Fase 21: Estratos del 27 al 11 (véase Dib. 24)

Durante esta fase, en la unidad residencial 2,

comunicación, clausurando la escalera Esc.6 con tierra arcillosa y piedras medianas

(UE-26), relleno que sirvió de base para construir la plataforma baja Pla-13 (véase

Fig. 58). Además se selló el fogón F12 del R12 con ripio ar ado limpio (U.E-25).

Los anteriores cambios culminaron con la aplicación de un nuevo enlucido de color

amarillo claro sobre el recinto R12 y R15 (U.E-24).

Fig. 58. Vista desde el recinto R15 de parte de

entre R15 y R12 se cierra la

en

la plataforma baja Pla-13 y su fogata asociada. Nótese el relleno debajo de ésta que fue el depósito (UE-35) que cubrió el recinto R31.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Al este de R12, el Patio Sur se dejó de usar como espacio para quemas,

para usarlo como botadero de basura quemada (UE-23). Dentro de esta basura

identificamos un piruro de madera (Fig. 59) y un pequeño pulidor negro (Fig. 60).

Page 164: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 147

Fig. 59. Piruro de madera en

mal estado de conservación.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Pul r de cFig. 60. ido olor negro y aspecto brilloso.

Foto: Luis FloresEspecial Arqueol

- Proyecto ógico Caral,

Supe.

Además, se levantaron m elgados en los bordes de la plataforma 12

d lucié amen do recinto UE-22) br do o el

fogón F3, el cual fue escenario de una última quema, del cual quedaro

n res os , d bajo h ia arriba: (21a) Ceniza negra

sobre 2 m, (21c)

uros d

e R9, en ndose nuev te to el ( , cu ien inclus

n varios

iveles de tos estratificad (UE-21) e a ac

el piso del fogón de 0.02 m, (21b) ceniza blanca compacta de 0.0

Page 165: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 148

tierra arcillosa compacta de 0.05 m y (21d) ceniza negra con restos de conchillas,

plantas quemadas, restos ictiológicos y piedras pequeñas quemadas, todo de

0.015 m de e

xtendiéndonos en lo referente a la última quema que se llevo a cabo en el

fogón del R9, se pudo i ficar que m yormente se quemaron semillas de

algodón y gu m valvas de

machas y choros y algunos fragmentos de esternón de ave marina identificada

como cormorán ó guanay. Además se ha reconocido doce fragmentos minúsculos

spesor.

E

denti a

ayaba; ta bién incineraron gran cantidad de anchovetas,

de cuarzos cristalinos (véanse Tablas 7-11).

Clase Familia Especie Nombre común

Parte(s) identificada(s) Condición Nº Peso

(g) Porcentaje

(%)

D Myrtaceae Psidium guajava Guayaba Semillas Enteros

quemados 203 0,4 4

D Malvaceae Gossypium barbadense Algodón Semillas Enteros

quemados 700 5,8 60

M Poaceae Antephora hermaphrodita Calaverita Involucro Fragmentado

quemado 1 0,02 2

D - - - Tallos Fragmentos carbonizados Indet. 3,4 35

Total >904 9,62 100

Tabla 07. Identificación del material botánico del fogón F3 del R9.

Familia Especie Nombre

común NMI % Rango

Engraulidae Engraulis ringens Anchoveta 40 95,24 1

Clupeidae Sardinops sagax Sardina 1 2,38 2

Scienidae Sciena deliciosa Lorna 1 2,38 2

Total - - 42 100 - Tabla 08. Identificación del material ictiológico del fogón F3 del R9.

Clase Familia/Especie Nombre Común

Nº de Restos

Nº de Fragmentos

Peso (g) NMI

Porcentaje (%) Rango

Bivalvia Choromytilus chorus Choro zapato 185 175 76.7 6 28.57 1

Bivalvia Mesodesma donacium Macha 134 123 84.7 6 28.57 1 Bivalvia Familia Mytilidae Choro 14 13 11.2 1 4.76 2

Bivalvia Protothaca thaca Almeja rayada 6 5 0.6 1 4.76 2

Gastrópoda Crepipatella sp. Pique 7 1 3.7 6 28.57 1

Gastrópoda Xanthochorus buxea Caracolito 1 0 0.9 1 4.76 2 Crustácea Familia Balanidae Cirripedo 12 12 4.1 0 0 0

Total 0 0 359 329 181.9 21 100 Tabla 09. Identificación del material malacológico del fogón F3 de R9.

Page 166: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 149

Taxón Nombre común Estructura identificada Nº de

restos Peso (g)

Observación

Phalacrocorax sp. Cormorán" - "Guanay" Fragmento proximal de fémur

y del esternón 3 0,3 Fragmentos óseos quemados, sin evidencias de trabajo

Tabla 10. Identificación del material óseo del fogón F3 de R9.

Mineral N° de Fragmentos Peso (gr.)

Cuarzo cristalino 12 0.2

Tabla 11. Identificación del material mineral del fogón F3 de R9.

Finalmente, en la unidad residencial 1, se dividió el recinto R47 en dos: el

R4 al oeste y el R5 al este.

El R4, estuvo descomunicado de los demás recintos, y su único acceso fue

desde el exterior norte (V4). Dicho recinto muestra un espacio sin piso visible,

lleno de ceniza (basura quemada) (UE-20), y cuyo interior mide 3.6 m de norte a

sur y 3.35 m de este a oeste (véase Fig. 61). Entre la ceniza se identificó un lítico

elaborado en roca andesita, con huellas de golpe mayormente en los extremos

aunque también en los bordes laterales, por dichas evidencias creemos se trata de

una mano de moler ó golpear (Fig. 62).

Fig. 61. Vista del recinto R4 lleno de ceniza negra.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 167: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 150

Fig. 62. Mano de moler encontrado entre la capa de ceniza de R4.

Documentación: Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe - INC

Page 168: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 151

El recinto R5 tiene un espacio de 6.5 m de norte a sur y de este a oeste de

6.2 m y 6.6 m, y un piso de color amarillo cla

destruidas (UE-18).

Mientras en el recinto R6 se amplió la plataforma Pla-10 hacia el este y se

enlució todo el recinto con arcilla de color am e se

aplicó en los recintos R1, R2 y R3, particularmente en este último recinto dicho

enlucido cubrió el fogón F1, pero previo a ello se enlució el fogón y se vertió ceniza

negra fina en su interior (UE-19) 44.

Por otro lado, en el recinto R7 se terminó de ampliar hacia el este la

plataforma 7 por medio de un relleno de esco

el espacio hundido D4.

Pero el cambio más significativo durant

lado sureste de la unidad residencial 1 (R21 y

El recinto R21 fue rellenado, de abajo a

y muy grandes (U.E-16)45, encontradas sobre

una capa de ceniza negra de 0.04 a 0.06 m d

destruyó la mitad de los muros de piedra M

como relleno (UE-14) (véase Fig. 63). Por su parte, el recinto

R22 fue enterrado usando primero un deposito de escombros (UE-12) y luego

encima un deposito de arena eólica.

ro, del encontramos evidencias muy

arillo claro (UE-17), el mismo qu

mbros (UE-27), dicho cambio redujo

e esta fase es el entierro de todo el

R22).

rriba, con piedras medianas, grandes

el piso, luego se procedió a echar

e espesor (UE-15)46, y finalmente se

29, M31, M32, M33 y M36 y sus

escombros sirvieron

44 Esta información ha sido obtenida gracias al informe técnico de Pedro Espinoza (1996). Nosotros encontramos el fogón completamente limpio. 45 Al momento de enterrar el recinto R21 se dejó un mate aplastado, en la esquina suroeste, al interior del estrato 16. Este mate fragmentado mostraba, en su interior, pocos copos pequeños de algodón marrón con restos de coprolito de animal (posiblemente se trate de un roedor). Este mate esta sobre una concreción de arcilla cocida color rojo/anaranjado sin forma definida. En los alrededores del mate se encontró un fragmento de bolo masticado y cinco fragmentos de huesos (ulna) de pelicano (Pelecanus sp.). 46 Una delgada capa de esta ceniza (0.02 a 0.04 m de espesor) fue encontrada sobre el piso de R21, creemos que ésta proviene de la UE-19 que seguramente se deslizó hacia abajo, entre las piedras.

Page 169: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 152

Fig. 63. Vista de la estratigrafía que cubrió al recinto R21 para formar la plataforma Pla-11.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Todo este relleno sirvió como

base para construir encima una

amplia plataforma (Pla-11) que

contuvo dos recintos rectangulares

ascender a esta Pla-11 se construyó

pasos (Esc-4) en el lado sureste del

R5 (véase Fig. 64).

Fig. 64. Vista N-S de

(R54 y R55) con pisos de arcilla de

color amarillo claro (UE-13). Para

una escalinata esquinera de tres

la plataforma Pla-11 que se construyó sobre los recintos R21 y R22.

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Page 170: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 153

Mientras que todo el exterior este del subsector I2 sufrió un levantamiento

del nivel de la superficie, cubriendo los hoyos de postes con tierra arcillosa

mezclado con material orgánico, que en muchas secciones se presentó quemado

(UE-11a), la parte superior de este relleno sirvió como apisonado ó interfacie (UE-

11b).

ie, pero en el lado del Corredor

Sobre este apisonado se ha encontrado franjas poco espesas de basura

quemada, creemos que se trata del mismo estrato UE-23. Precisamente sobre este

nivel de superfic

Norte se encontró dos percutores duros (véase

Fig. 65).

Fig. 65. Dos percutores duros para retoque fino por martillero. Nótese las huellas de golpe en los extremos.

Documentación: Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe - INC

Fase 22: Estratos 10, 09, 08 y 05 (véase

Dib. 25)

En la unidad residencial 1 se destruyó

hasta la mitad los muros de piedra que

conforman el recin

piso mezclado con

sobrepuso un rell ste

relleno sirvió de base para construir la

plataforma Pla-24 que mostró un pis cido

de color amarill ada

to R23 y se echaron sobre el

ripio (UE-10) 47 y luego se

enos de shicras (UE-9), e

o enlu

o claro (UE-08), aplic

47 El mismo que fue usado para rellenar el espacio a desnivel del R7.

Page 171: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 154

también en R7c, donde se dejó un espacio central y estrecho con fogón central y

rodeado por plataformas como Pla-11, Pla-24, Pla-8, Pla-7 y al parecer comunicado

a un p

mo R4, donde se colocó una gran

piedra

Es de

Fig. 66. Detalle del sell de la

equeño recinto (R71) en cuyo interior se encontraban los cubículos D2 y

D448.

Por otro lado, la unidad residencial 2 no mostró modificaciones

significativas, al parecer sólo se construyó un pequeño cubículo de 1.2 m2 en el

lado noroeste (R72) de la plataforma 12, sobre R9.

Por la presencia de la clausura de algunos accesos hemos podido

determinar que el abandono del subsector I2 fue paulatino.

Primero se dejaron de usar espacios co

que cubría completamente su vano (V4), y dejando al interior solo basura

quemada. Otro recinto clausurado fue al recinto R6, al que se selló la escalinata

Esc.1 que era la única salida, hacia el exterior, atravesando el R1. La única

posibilidad de salida desde el R6 quedó supeditada a través de la Pla-24 en R7;

pero también cabe la posibilidad de que el recinto R6 fuese abandonada en la fase

22.

destacar la clausurara de la escalinata Esc.1, debido a que se colocó primero

una serie de fibras de aspecto resinosa, no identificadas, sobre los peldaños y

encima se asentaron piedras acomodadas que sirvieron para levantar un murete

pircado sin barro (UE-05) (véase Fig. 66).

o escalera que conduce del recinto R1 hacia el R6. Al interior del relleno ysobre los paso s se encontró piedrasimpregnadas de hojas (esquina superior derecha).

Foto: Luis Flo - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

res

48 Esta información ha sido obtenida gracias al informe técnico de Pedro Espinoza (1996).

Page 172: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 155

Abandono y Post-abandono del Subsector I2: Estratos 07, 06, 04, 03, 02

y 01

Finalmente cuando se decidió abandonar completamente el subsector I2, al

final de la fase 22, se le desbarató completamente, llevándose consigo casi todo el

echados abajo durante el abandono, dichos escombros (UE-01) rellenaron los

recintos R2, R1, R15, R16, R18, R9, pero algunos en algunos de ellos, se le echo

previamente, cubriendo el piso, una capa delgada de arena eólica (UE-02), como

en R9 y R3, y ceniza fina (UE-03) como en R8, creemos de manera intencional,

buscando preservar los pisos (véase Fig. 67).

Los pocos objetos dejados luego del abandono fueron un batan con

manchas de pigme

encontrado entre los escombros de R6 y un lito redondo de color negrusco de

naturaleza ígnea andesita la su apariencia exter

usado como pulidor (Fig. 6 n orada en hueso de guanay (Fig.

70), encontrados en la ceniza depositada sobre el piso de R8.

Un caso que a simple vista puede parecer s R8 se presentó en el

re to un es 2, e e llenado omple e por ba ura

q ada E-04). Sin embargo, la c

ntaba además muchas piedras quemadas y su espesor era mayor. Por ello

creemos que el recinto R12 se convirtió y sirvió como un lugar de botadero de

basura durante el último momento de ocupación.

Fig. 67. Vista del

mobiliario (artefactos de trabajo y valor), además parte de los muros fueron

nto rojo elaborada en una roca ígnea hipabisal (Fig. 68)

que por

9) y u

fineza de

a cuenta elab

ior creemos fue

ímil al de

cin 12 de la idad r idencial l cual fu c tam nte s

uem (U apa de ceniza en R12 no era fina, sino

prese

lado norte del recinto R9 en proceso de descom ento. brami

es - oyecto cial

ológipe.

Foto: Luis FlorPrArque

Especo Caral,

Su

Page 173: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 156

Para este caso de abandono de estructuras, resulta interesante el recinto

R2 e c om s (UE- , hem egi do u plejo

es ivi ive bre iso de 0 se ó u ivel niza y

piedras medianas y pequeñas quemadas, todo de 0.25 m esp or (U a). En

este contexto se registro un fragmento de cuenta de forma tubular alargado

quema 1,9 cm de

largo, 0,4 cm de ancho y 0,3 cm de espesor; pesa 0,1 gr. (Fig. 71). Inmediatamente

se le s

0, dond debajo de la apa de esc bro 01) os r stra n com

trato, d sible en tres n les: so el p R2 coloc n n de ce

de es E-07

,

do, elaborado en hueso de sapo “Bufo sp.” La muestra mide

obrepuso un relleno de piedras grandes entremezclado con tierra arcillosa de

0.2 m de espesor (UE-07b). Luego se echó una capa de cascajo de 0.25 m de

espesor (UE-07c). Finalmente se echaron a bajo los muros y se rellenó el recinto.

Sólo dos fogones fueron encontrados abiertos, uno de ellos es el F2 de R8 que fue

encontrado lleno de ceniza (UE-3), descrito párrafos arriba. Al interior del fogón F2 se identificó

el siguiente material:

Clase Familia Especie Nombre común

Parte(s) identificada(s) Condición Nº Peso

(g) Porcentaje

(%)

M Poaceae - - Tallos Fragmentos 1 0.02

D Malvaceae Gossypium barbadense Algodón Semillas Fragmentadas

quemadas 210 1.82

D Myrtaceae Psidium guajava Guayaba

Semillas

83 0.3

D - - - Tallo quemados 6 0.05 Fragmentos

Total 1 00 .09 Tabla 12. Identificación r l fogón F2 de R8. del mate ial botánico de

Familia Especie Nombre común NMI % Rango

Engraulidae ens Anchoveta 29 93,55 1 Engraulis rirngClupeidae Sardinops Sardina 2 6,45 2 sagax

Total 31 100 -

Tabla 13. Identificación del material ict eiológico d l fogón F2 de R8.

Clase Familia/Especie Nombre Común

Nº de Restos

Nº de Fragmentos

Peso (g) NMI

Porcentaje (%) Rango

Bivalvia Choromytilus

zapato 180 211.5 9 1 chorus Choro 213 1 27.14

Bivalvia des

193 246.1 17 24.29 2 Meso ma donacium Macha 224

Bivalv aca

0 4.3 1 3 8 ia Prototh thaca rayada Almeja

4 1.4

Bivaimytilus

algosus Chorito 3 0 2 9 6 lvia Sem

3 4.2

Page 174: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 157

Bivalvia Perumytilus

purpuratus Chorito 20 4 6 10 14.29 4 Bivalvia A Choro actual 34 18 51.2 11 16.41 3 ulacomya aterBivalvia Mulinia edulis Almeja 1 0 2.5 1 1.43 8Bivalvia Fa e milia Mytilida Choro 15 8 4.42 5 7.14 5

Gastrópoda Gasterópodo N.I 0 3 0 0.02 3 4.29 7 G astrópoda Molusco N.I 0 0 0 27.2 0 0 0

Total 0 0 517 403 5 4 55.2 70 100 0Tabla 14. Id tificacen ión eria cológ el f

El otro fogón abierto es el F13 de R50, el cual fue escenario de una quema

final que arrojó un relleno (UE-06) formado primero por un nivel compacto de

ceniza blanca de 0.02 m de espesor (a), luego por concreciones de color beige

claro de 0.06 m de espesor (b), después por tierra arcillosa de color marrón,

mezclado con gran cantidad de material orgánico y muy poca ceniza. Espesor: 0.2

m (c). Finalmente fue cubierto por arena eólica suelta entremezclada con valvas de

choros cubrió todo el diámetro exterior del fogón con un espesor de 0

El material recuperado del fogón del R50 mostraba muy

orgánico. Pocas vértebras de peces como anchovetas, sardinas, cabinza y corvina.

También semillas de algodón, guayaba y mate. Además se enco

valvas de choros, machas, almejas y caracoles de loma (Tablas 15-1

del mat l mala ico d ogón F2 de R8.

.15 m (d).

poco material

ntró restos de

7).

Clase Familia Especie Nombre común

Parte(s) identificada(s) Condición Nº Peso

(g) Porcentaje

(%)

D Cucurbitaceae Lagenaria siceraria Mate Semilla Entero 1 1,54 0,05

D Malvaceae Gossypium barbadense Algodón Semillas

Fragmentadas quemadas

14 0,2 6,15

D Myrtaceae Psidium guajava Guayaba

Semillas

quemados 15 0,1 3,07

D - - - Tallo Fragmentos quemados 30 2,9 89,23

Total 60 3,25 100 Tabla 15. Identificación del materia de R50.

l botánico del fogón F13

Familia Especie Nombre común NMI % Rango

Engraulidae Engraulis ringens Anchoveta 2 40 1 Clupeidae Sardinops sagax Sardina 1 20 2

Haemuliade Isacia conceptionis Cabinza 1 20 2 Scienidae Cilus gilberti 20 2 Corvina 1

Total 5 100 - Tabla 16. Identificación del material ictiológico del fogón F13 de R50.

Page 175: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 158

Clase Familia/Especie Nombre Común

Nº de Restos

Nº de Fragmentos

Peso (g) NMI

Porcentaje (%) Rango

Bivalvia Choromytilus

chorus Choro zapato 171 157 118.3 8 61.53 1

Bivalvia Mesodesma donacium Macha 0 4.4 1 7.69 3 6

Bivalvia Aulacomya ater Choro actual 12 8 29.4 3 23.07 2 Bivalvia Familia Mytilidae Choro 0 1 1 7.69 3 4

Gastrópoda Familia Balanidae Cirripedo 1 0.3 0 0 0 1 Total 0 0 194 166 153.4 13 100 0

Tabla 17. Identificación del ma

terial malacológico del fogón F13 de R50.

Fig. 68. Mano de Batan

elaborada en roca ígnea hipabisal pórfido

diorítico, que muestra

manchas de pigmentos

color rojo ocre.

Documentación:

Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 69. Pulidor elaborada en roca ígnea

Proyecto Especial

volcánica andesita.

Documentación: Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe - INC

Page 176: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 159

Fig. 70. Cuenta elaborada en hueso de Guanay encontrada entre la ceniza que cubre el piso de R8.

Foto: Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Fig. 71. Cuenta elaborada en hueso de sapo (Bufo sp.) encontrada encima del piso del R20.

Foto: Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe.

Como parte del período de post-abandono del subsector I2 es interesante

mencionar el hallazgo de varios entierros simples e intrusivos entre las residencias

y la pirámide, así como la presencia de un entierro en un hoyo que rompió el piso

de R17

ado en el hoyo funerario de R17. Se trata de los restos de un niño de 10 a

13 año

y otros posibles entierros (así pensamos debido a la presencia de roturas

en los pisos de los recintos R20 y R19).

De todos ellos, resulta interesante para esta tesis reportar sobre el entierro

encontr

s.49

Se encontraba a 0.4 m debajo del piso del R17 y a 1.8 m con respecto al

nivel de la cota del I2. El cráneo del entierro estaba removido, girado 180° con

49 Edad calculada aproximadamente en base a que observamos que la epífisis de los huesos largos se encuentran desunidos.

Page 177: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 160

respecto a su posición normal. En otras palabras en vez de estar mirando hacia el

sur, hacia el cuerpo, miraba hacia el norte, hacia la pirámide de la Huanca. El

cadáve

Debajo del maxilar inferior fueron localizados tres cuentas de piedra, dos

circulares de siderita, y una rectangular de jasperoide; y un tupu o prendedor, de

0.075 m de largo, elaborado en hueso de animal mamífero no determinado. En las

proximidades al entierro, asociado a la esterilla, se encontró fragmentos de textiles

entrelazados quemados y fracciones de choros morados, aunque es posible que

éstos se hayan deslizado del perfil (véase Fig. 72). Ningún fragmento de cerámica

fue encontrado.

La determinación cronológica del entierro ha sido difícil establecerla, porque

si sólo nos guiamos de los elementos asociados (fragmentos de textil entrelazado,

cobertura de esterilla, choros morados, cuentas de piedra, la ausencia de

cerámica) terminaríamos concluyendo que se trata de un ejemplar perteneciente a

lo que venimos llamando Período Formativo Temprano (2600-1800 a.C), pero si

evaluamos todo el contexto y nuestra propia secuencia constructiva, tenemos que

tener en cuenta que este entierro esta destruyendo el piso de un recinto, es decir

se infiere que el mismo ya estaba en desuso, por lo tanto no puede pertenecer a

lo

bsector L13 (Luis Miranda,

comunicación personal 2002), se ha hallado entierros que rompen el piso de los

recinto

I2, aunque no asociados a los entierros, son tiestos de pasta

ja, asociado muchas veces a pequeñas hogueras que nos hace recordar a la

r se encontró cubierto, debajo de la capa de piedras, por una tierra arcillosa

semicompacta.

El cuerpo fue flexionado y envuelto en una esterilla de totora, la cual se

encontró muy destruida, y en general mide 1 m de largo (N-S) y 0.60 m de ancho

(E-W).

s períodos de ocupación del subsector I2.

En otros sectores, particularmente el su

s precerámicos y están asociados a cerámica del Formativo Final (800-200

a.C.).

La única cerámica que nosotros hemos encontrado entre la arena superficial

(UE-0) del subsector

ro

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cerámica del estilo blanco sobre rojo, de los inicios del Período Intermedio

Temprano (200 a.C.-200 d.C.).

Por lo tanto, creemos que los entierros que hemos hallado, entre los

escombros del I2, deben pertenecer a los períodos Formativo tardío (1800-900

a.C.) ó al Formativo final (800-200 a.C.), tiempo durante el cual el sitio de Caral

perdió su importancia y habría estado funcionando de manera reducida en el

sector F (Ruth Shady, comunicación personal, 2003).

Fig. 72. Entierro encontrado en un hoyo en el piso de R17 (Arriba izquierda) y sus objetos asociados: tres cuentas y un tupu de hueso animal (Arriba derecha).

Foto: Luis Flores - Proyecto Especial Arqueológico Caral, Supe

Finalmente toda la ocupación fue encontrada cubierta con una fina capa de

tierra arcillosa mezclado en algunos tramos con arena eólica (UE-0), creemos que

esta capa superficial es producto del intemperismo ambiental y la erosión de las

propias estructuras.

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. 73. a Harri s de los Grupos Estratigráficos (Recintos) de los Subsectores I2 e I3.Diagram de la Matriz Fig

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C a p í t u l o I X

y los

una funcina unidad cultural de significado

co

ARQUITECTURA Y ACTIVIDADES RELACIONADAS

“El espacio es un producto material en relación con otros elementos materiales…”, hombres al contraer determinadas relaciones sociales dan al espacio “…una forma,

ón, una significación social” (Castells 1982: 141). De esta forma como bien lo han señalado los semióticos una edificación es u

nnotado, además de ser un objeto de función práctica (denotada) (Sanders 1993).

IX. 1.

del Capítulo VIII de

Est ig

materi

arquite

nichos

E

tempo

tipos d

abierto

IX. 2.

casos,

que muchas veces puede reflejar la historia misma del subsector I2, lo

presentamos agrupados en 8 tipos de muros, 3 tipos de fogones, 2 tipos de

ichos, 3 tipos de vanos,. Entre otros (plataformas, escalinatas, rellenos), cada uno

con sus propias descripciones de materiales y técnicas constructivas usadas.

CONSIDERACIONES PRELIMINARES

Esta sección de la tesis resulta ser un complemento

rat rafía.

En primer lugar entregamos una información desmenuzada de los

ales y técnicas que se usaron para elaborar una serie de elementos

ctónicos como muros, pisos, fogones, plataformas, banquetas, altares,

, etc. Esta es una observación a nivel micro tecnológico.

sta información tecnológica minuciosa, vista en su contexto espacial y

ral, ha servido para alcanzar una escala de análisis mayor y lograr definir los

e espacios: áreas de actividad (recintos) y lugares de actividad (espacios

s).

MATERIALES, TÉCNICAS Y ELEMENTOS CONSTRUCTIVOS

A través del tiempo la construcción de los muros cambiaron, en algunos

coexistiendo técnicas y materiales distintos. Toda esta historia tecnológica,

n

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 196

IX.2.1. Tipos de muros.

Para clasificar los muros en ocho tipos nos hemos valido principalmente de

la disposición técnica y ausencia ó presencia del tipo de material en el muro.

• Tipo 1: El primer tipo esta representado por los muros de quincha y están

presentes desde la fase 1 hasta la fase 9, resultando ser la más antigua técnica

constructiva recurrente presente en el I2.

La estructura de estos muros fue de armazón vegetal, formado por cañas

colocadas horizontal como verticalmente. Las verticales se presentan emparejadas

y distanciadas 0.4 m cada par y se ven atravesadas horizontalmente por otras dos

cañas separadas cada 0.2 m. Las junturas fueron unidas por soguillas de fibras

este entramado fue sostenido verticalmente por delgados postes

de sauce de 6 cm de

un primer

enlu id

lámina de pint

M30, M46, M52, M50 y M53, y también de

espacio (0.12 m) for

(véase Fig. y Di

o tipo es inusual y antiguo. Este tipo de muro esta presente

desde la fase 3 hasta la fase 9.

acta de color blanco cremoso que muestra, al interior del barro,

improntas de vegetales, principalmente

claro.

se de un muro que soportó una

estr ctu

de su a

vegetales. Todo

diámetro.

Todo este armazón fue cubierto por una gruesa capa de argamasa de arcilla

color amarillo intenso (oscuro) mezclado con pajilla. Luego se cubrió por

c o de color gris claro, otro más encima de color beige y finalmente una

ura de color blanco. Los muros agrupados a este primer tipo son:

berían incluirse, debido al angosto

mado por lo revoques, los muros M22, M48, M51 y M54

b. 36).

Tipo 2: El segund

Está representado sólo por el muro M15a, el cual está elaborado en arcilla

muy comp

hojas descompuestas de color anaranjado

Puede ser que este ejemplar sea sólo la ba

u ra distinta (piedras ó adobes ó cañas), pues sólo hemos recuperado 0.2 m

ltura. Sin embargo, lo consideramos como un tipo de muro aparte porque

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 197

las pos

que muestra es tan fuerte como “concreto”, que nos hace recordar al barro

com ac s

tanto,

Tipo 3: Muros de planta gruesa (de 0.5 m a 0.7 m.) formada por doble fila de

intenso. Las piedras en el paramento están organizada en hiladas

rbitrarias (véase Dib. 37 y 38).

muros M5, M6, M7, M8, M9, M12, M13, M14,

M15b,

, pero es posible que

estuvie

ra separar cada una de las unidades residenciales; sólo

en poc

Tipo 4: Muros de piedras medianas y pequeñas, mayormente canteadas (90%)

%). Vista en planta, los muros

mayor

M25, Pla-17, M26, M27, M28, M32, M35, M37, M40,

ibilidades de ser un tipo distinto es grande, debido a que la compactación

p to usado en lo muros de adobe de la Pirámide de la Huanca (I1), y por lo

puede tratarse de un muro de barro.

piedras canteadas formando una estructura mural entrelazada. Muestran piedras

grandes y medianas con mayor cantidad en la base y pequeñas y medianas en la

parte superior. Están unidas con mortero y enlucidas en primer lugar con arcilla de

color gris (en las primeras fases) y cambiando luego por limo de color gris oscuro,

muchas veces mezclado con fibras vegetales y fragmentos de valvas de moluscos

molidos. Finalmente, en ambos casos, fue enlucido con arcilla fina de color amarillo

oscuro o

a

Están representados por los

M29, M33, M34, M36, M44, M45 y parte de los muros de contención de la

Pla-10 en R6.

Este tipo de muro aparece claramente desde la fase 3

se desde la fase 1, de manera más simple. Su construcción se extendió

hasta la fase 17. Mayormente son construidos como muros perimétricos para el

subsector en general y pa

os casos son usados como muros divisorios.

y muy ocasionalmente cantos rodados (10

mente son de una sola fila. Las piedras están unidas con un mortero de

arcilla color gris, mezclado, en algunas ocasiones, con argamasa amarilla. En

ciertos casos las piedras más grandes están en la base (véase Dib. 39).

Este tipo está representado por los muros: M1, M3a, M10, M11, M16, M17,

M18, M19, M20, M21, M23,

Page 215: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 198

M41,

de

quinch

estructura vegetal distinto del tipo 1 porque en este caso sólo

existen

similar, aunque a micro-escala, de los que aparecen en los frontis de las pirámides

de Caral y otros del valle de Supe, siendo el caso más conocido el de Cerro Sechín,

Casma (véase Dib. 38 y 40).

Los muros que lo representan son pocos: M31, M38 y M39a; y son fabricados

durante un tiempo corto, desde la fase 14 hasta la fase 16.

Tipo 7: Muro de piedras medianas y pequeñas. Las piedras más grandes y

también las menos numerosas (30%) son de forma angulosa canteada y colocadas

en una hilada en la base del muro. Encima de ella, sin orden aparente, piedras

menores, mayormente cantos rodados pequeñas (70%) y algunas piedras

canteadas también pequeñas (10%).

M43, M47, M49, M57 y M59. Presumimos que también forman parte los

muros M55 y M65.

Esta técnica mayormente se uso para construir muros divisorios, aunque

existen algunos ejemplares (Ej. M1, M10, M11) que sirvieron como muros

perimétricos, pero en áreas secundarias o laterales.

Este tipo de muro va aparecer en la fase 6, coexistiendo con muros

a, y luego será elaborada hasta la fase 16.

Tipo 5: Muro de

cañas colocadas horizontalmente y sostenido por postes de 10 cm de

diámetro. Todo fue cubierto con un mortero de arcilla color gris y enlucido con

arcilla del mismo color. Existe un único muro identificado que pertenece a este

tipo: M56, que aparece y se usa sólo en la fase 12.

Tipo 6: Muro de doble fila en planta y con piedras cortadas grandes colocadas

verticalmente, como “columnas”, cada cierto tramo, intercaladas por piedras

medianas, todo unido con un mortero de limo y arcilla de color gris, a veces

mezclado con conchilla molida, y enlucida de color amarillo. Este tipo de muro es

Page 216: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 199

Las piedras están unidas con morte

colocado un enlucido grueso de arcilla col m co pa i

fino (0.007 m de espesor) de color amarillo claro. En algunos casos se

estos d pintura r ja (véase Dib. 41 .

muros que lo representan son: M2, M3b, M4, M24, M39b, M58, M60,

, M63 y presumiblemente M64. Creemos que arte de 1, sobre todo su

este, f refaccio ado siguiendo es a técnic

tipo d muro ap rece a c nstruirs desde l fase 11 subsiste asta el

ocupa ón (fase 22).

Muros gruesos la de piedras (0.6 m a 0.7m de ancho), vista

en planta, con núcleo de cascajo. Usa piedras grandes y medianas en el

das irregulares. Es de fábrica muy rústica, aunque si bien

a simil los lítos verticales, es más parecido a un pircado

a que n se obse va mort ro, mucho menos enlucido No cree os que

alcanzado gran altu éase Dib. 42

rtenece 42 y M34b. Este tipo de muro aparece

rcer peri do (fase 1) y se uelve a constru en el cuarto perio o (fase

Pisos

s pisos mantienen los mismos materiales y cnicas c nstructiva de las

os descrito para los enlucidos de mu s, con l s cuales articula en una

que se hacia el enlucido del muro,

se enlucía los pisos. El enlucido sufrió un proceso de alisado, tanto en el muro

como en el piso, con pequeños cantos rodados (pulidores: por ejemplo Fig. 60 y

69). En algunos casos hemos reportado la existencia de pisos quemados.

Hasta la fase 9 los pisos fueron elaborados con arcilla mezclada con

desgrasante de pajilla, a partir de la fase 10 se empezó a usar conchillas molidas

como mordiente.

ro de color amarillo claro. Encima se ha

or gris ezclado n poca jilla. Enc ma

un enlucido

muestra r e o )

Los

M61, M62 p l M

lado nor-o ue n t a.

Este e a o e a y h

final de la ci

Tipo 8: de doble fi

paramento formando hila

tiene ciert itud al tipo 6, por

simple, y o r e . m

hubiera ra (v ).

Pe n a este tipo los muros: M

en el te o 1 v ir d

21).

IX.2.2.

Lo té o s

que hem ro o se n

sola unidad, en otras palabras, al mismo tiempo

Page 217: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 200

IX.2.3. Fogones

Los fogones qu trad e

ulares o se icirculares, de colo rojo, debido a la arcilla quemada. Los

ones mues ran muchas lámina de enlucidos lo que demuestra su

stante uso. Hemos encontrado un total de dieciséis fogones47, los cuales,

artir de su forma, tanto de sus planos como de sus lados, se les ha

sificado en es tipos de fogones (Fig. 74):

. De planta semicircular, lados cóncavos, base

plana. Representados por F15 de R65, F1 del R3, F5 y F17 del R7 y F8 de

F8 fueron encontrados intactos, los

bían sido envacados en la temporada 96, los que fueron

ontrados re lenados básicamente de ceniza blanca.

po 2. Forma de barril. De planta circular, lados verticales paralelos,

e semiplan . Representado por 2 de R8, F3 de R9 de R49, F7 de

42 y F13 de R50. Precisamente estos fogones son los más grandes y

ejor elabora os, además están resentes en aquellos espacios que se

enen interpre ando como recintos eremoniales de los templos de Caral.

Cuenco (semiesférico). De planta circular, lados y

se convexos. Representado por 14 de R66, F16 de R62, F9 de R60,

11 de R22 y de R12. Por el amaño reducido, en el caso de F12 su

sco acabad y asociación con piedras termo fracturadas y basura

cinerada, es s fogones estuviero vinculados a actividades domésticas,

para calentar líquidos. En general

ran un orden cronológico. Todos

los tipos aparecen desde las primeras fases, por lo tanto su distinción debió

ser funcional (Tabla 19).

e hemos encon o son cortes en l piso, de plantas

circ m r

fog t s

con

a p

cla tr

• Tipo 1: Forma de plato

R51. Desafortunadamente, solo F15 y

otros tres ya ha

enc l

• Ti

bas o F , F6

R

m d p

vi t c

• Tipo 3. Forma de

ba F

F F12 t

to o

in to n

tal vez de calentamiento de piedras

podemos concluir que los fogones no muest

Los fogones F4 y F10 no fueron tomados en cuenta al momento de la clasificación debido a que no fueron

excavados. 47

Page 218: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 201

Fig. 74. Tipos de Fogones

IX.2.4. Nichos

Hemos encontrado cuatro nichos: N1 en R1, N2 en R21, N3 en R31 y N4 en

R22. La constr los nichos se inicia a partir de la fase 10. Hemos

• Tipo 1. Nichos murales o elevados. Son aquellos que están empotradas

. Nichos superficiales. Son aquellos que se proyectan desde la

superficie. En muchas ocasiones se aprovecha el cierre de un vano.

on umbral elevado. Solo el umbral esta más alto, pero los pisos

a ambos lados están casi al mismo nivel. A este tipo corresponde dieciséis

ucción de

clasificado los nichos en dos tipos según su posición:

en los muros. Tenemos solo un caso: N2.

• Tipo 2

Tenemos tres casos: N1, N3 y N4.

IX.2.5. Vanos

Se han encontrado 37 accesos, y otros 8 han sido asumidos (ante las pocas

evidencias por su estado de conservación). Los registrados se han agrupado en

tres tipos:

Tipo 1. A nivel del piso. Las superficies (pisos) tanto interno y externo

están al mismo nivel. A este tipo corresponden once vanos: V4a, V7, V10,

V13, V15, V21, V24, V27, V32, V36 y V37

• Tipo 2. C

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 202

vanos: V4b, V5, V6, V11, V12, V17, V18, V19, V20, V22, V25, V26, V28,

V29, V33 y V35.

• Tipo 3. A desnivel. Los pisos están a distintos niveles. A este tipo

corresponden once vanos: V1, V2, V3, V8, V9, V14, V16, V23, V30, V31 y

34

de los vanos no guarda ningún orden cronológico aparente,

aunqu n, debido a la falta

d

tr

a

m

d

IX

atas al grupo

d

d

a

e

e

IX 2.7

son más extensas y altas que las segundas, siendo las banquetas sólo pequeños

paralepípedos adosados a un muro. Los altares, por su parte, son aun más

pequeños en área que las plataformas, pero pueden ser más elevadas, también

están adosadas a un muro.

V

La tipología

e eso podría deberse a una razón: la falta de informació

e conservación, de vanos de las primeras fases, los cuales nosotros creemos se

ataron de vanos a nivel de piso. Si fuese así entonces tendríamos un acceso fácil

l inicio de la ocupación y su restricción con el paso del tiempo hasta llegar a

ediados y finales de la ocupación donde no encontramos casi ningún vano a nivel

e piso.

.2.6. Escalinatas y escalones

Hemos registrado 13 escalinatas y escalones. Llamamos escalin

e escalones que permite comunicar dos espacios a distintos niveles, siendo el

esnivel máximo encontrado entre dos recintos el de 1.1 m.

Existen tres escalinatas (Esc. 2, 3 y 4) y un escalón (Esc. 12) que están

dosadas (sobresalidos) a muros. Los restantes están empotrados en algún

lemento arquitectónico.

Casi todos estos elementos son construidos a partir de la fase 10 a

xcepción de la Esc. 13 que se construye en la fase 7.

. . Plataformas, banquetas y altillos

Hemos diferenciado plataformas de banquetas debido a que las primeras

Page 220: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 203

Los muros de contención de estos elementos son del tipo de muro 3 y 4,

empre usando piedras cortadas angulosas en los muros de contención.

Generalmente las plataformas sirven de base para levantar construcciones

ncima, aunque también tienen funciones específicas, com

si

e o de carácter

eremonial (Ej. Pla-14, Pla-18); mientras que las banquetas son básicamente áreas

de descans

icinco plataformas, siete banquetas y dos altares.

IX

b scajo y shicras. Hay rellenos

homog

u ra construir plataformas y banquetas.

e

a

u

ta

s

c

o. Lo que llamamos Altillos son para sostener algún objeto o ídolo.

Hemos registrado veint

.2.8. Rellenos

Los relleno usados son diversos, pero los más frecuentes son escombros,

asura incinerada (ceniza), tierra arcillosa, ca

éneos, pero también los hay formados por diversas capas. Los rellenos son

sados para enterrar y renovar recintos, y pa

Los rellenos exhiben una variación a través del tiempo. Al enterrar las

structuras de las primeras fases (1-9) se usó un relleno limpio, mayormente tierra

rcillosa, arena gruesa y gravilla fina. Cabe mencionar que a partir de la fase 5 se

saron las shicras como parte del relleno. Los rellenos de las fases intermedias y

rdías (10-22) fueron más variadas: escombros de muros, ceniza, ripio, piedras y

hicras.

Page 221: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 204

TIPO DE MUROS

8Tipo 1 Tipo 2 Tipo 3 Tipo 4 Tipo 5 Tipo 6 Tipo 7 Tipo

FASE 22

FASE 21

FASE 20

F E 1AS 9

FASE 18

F E 1AS 7

F ASE 16

F E 1AS 5

FASE 14

FASE 13

FASE 12

FASE 11

FASE 10

FASE 9

FASE 8

FASE 7

FASE 6

F E 5AS

FASE 4

FASE 3

FASE 2

F E 1AS

T

abla 18. Tipos de muros a través de la secuencia.

Page 222: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 205

TIPOS DE FOGONES

a de plato Forma de barril Forma de cuenco Form

F E 2AS 2

FASE 21

FASE 20

F SE 1A 9

F E 1AS 8

FASE 17

FASE 16

FASE 15

FASE 14

FASE 13

FASE 12

FASE 11

FASE 10

FASE 9

FASE 8

F E 7AS

FASE 6

FASE 5

F SE 4A

F E 3AS

FASE 2

FASE 1

Tabla 19.

Tipos de fogones a través de la secuencia.

Page 223: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 206

TIPOS DE NICHOS

Nicho mural Nicho Superficial

FASE 22

FASE 21

FASE 20

FASE 19

FASE 18

FASE 17

FASE 16

FASE 15

FASE 14

FASE 13

FASE 12

FASE 11

FASE 10

IX y LUGARES DE

A TIV

h ello básicamente hemos

to ad

m

recinto por recinto, sino sólo el tipo al que pertenezca.

En el caso de los tamaños de los recintos se esta consideraron como

re e

de s a 10 m2 y recintos grandes aquellos mayores a 20 m2

(v se

Tabla 20. Tipos de nichos a través de la secuencia.

. 3. TIPOS DE RECINTOS (AREAS DE ACTIVIDAD)

C IDAD

En total hemos identificado 72 recintos, además de los exteriores, los cuales

an sido clasificados en once tipos (Tabla 21). Para

m o en cuenta su forma y los elementos arquitectónicos que la componen.

Esta tipología no es claramente cronológica, como en el caso de los muros,

ás es funcional. Por lo tanto, no nos parece importante describir monótonamente

cintos pequ ños aquellos menores a 10 m2, recintos medianos aquellos menores

20 m2 pero mayore

éa Dib. 43).

Page 224: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 207

Además a partir del área interna calculamos el número mínimo de

cupantes (NMO) y el número mínimo de usuarios (NMU) siguiendo los modelos

atemáticos propuestos por Raoul Narrol y Samuel Casselberry (Renflew y Bahn

998: 418)

o

m

1

es

ente se acceden directamente desde el exterior desde

anos angostos con umbral elevado.

(fases 15-22). Por el tamaño de su área interna calculamos que podrían albergar

central, en el momento de su hallazgo, no

ostraba muros delimitantes, pero se cree que fueron de planta cuadrangular.

a.

ce

48.

IX.3.1. Tipo 1. Recintos con doble nivel de piso y fogón central: Salon

ceremoniales.

Este tipo de recinto ha sido subdividido en dos subtipos:

Subtipo 1a. Recintos de planta rectangular que muestran una extensa y baja

plataforma en forma de “U”, de 0.3 m a 0.4 m de altura, que rodea un fogón

central circular del tipo barril. Estos recintos están cercados con muros gruesos

(del tipo M3) y generalm

v

Se han encontrado al menos dos recintos con estas características: R8 y R9

4 personas en promedio cada uno (según modelo de Casselberry).

Subtipo 1b. Un recinto interesante y una variante de estos recintos resulta ser el

recinto R50 (fase 18), el cual consiste en una estructura construida sobre una

plataforma (Pla-1). Cuenta con una canaleta, un fogón empotrado de 0.40 m de

diámetro, un espacio circular alrededor de éste y cuatro ductos de ventilación, de

los cuales sólo el ducto oeste tiene salida al exterior, los tres restantes forman un

flujo cerrado. El doble piso con fogón

m

Por su espacio interno computamos que fue usado sólo por una person

Estamos concluyendo que este tipo de recinto fue ocupado como salón

remonial para actividades de quemas de ofrendas; a tal conclusión llegamos

xisten dos enfoques para hacer cálculos demográficos, el primero consiste en evaluar la riqueza de los dedores como capacidad de sostén de una población. La segunda, que aquí aplicamos, consiste en obtener s a partir del suelo ocupado, de éstas la ecuación más famosa es la propuesta de Raoul Narrol quien rió que la población de un asentamiento es igual a la décima parte de su superficie total del suelo en ros cuadrados. Samuel Casselberry es el que mejor ha perfeccionado este modelo, insertándole as etnográficos provenientes de las casas multifamiliares del Nuevo Mundo, según este m

48 Ealrecifrasugimet demás dato odelo se propone que la población es igual al sexto de la superficie del suelo en metros cuadrados.

Page 225: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 208

porque este tipo de recinto además de exhibirse pulcro y presentar muros

uesos bien acabados, muestran piso/altar, fogón ceremonial y en un caso

uctos de ventilación (R50), los cuales guardan similitud con las cámaras rituales

e la tradición arquitectónica Mito definida por Bonnier (1997).

.3.2. Tipo 2: Recintos medianos con plataformas y fogón: Áreas de

roducción doméstica.

Representado por un solo recinto, el R12 (fases 15-20), que muestra dos

itades, una mitad elevada por una plataforma (Pla-17) y la otra al ras de la

perficie donde se ubica un pequeño fogón en forma de cuenco y dos hoyos

equeños, todo rodeado por un piso quemado.

Este tipo de recinto tuvo la capacidad de albergar unas 3 personas en

gr

d

d

IX

p

m

su

p

promedio (según modelo de Casselberry).

Por la presencia del fogón y de n el piso, además por

el hecho de estar io t a t lle e d ti

xa al cinto ceremonial R31, y ser encontrada rellenada por ceniza,

os que el R1 sirvi para algún tipo de acti dad doméstica (¿área de

mo de iment s?) o e pro ucción vincu do a sten las a tivida es ó a

rsonaje que u aron l recin o cere onia R31.

. Tipo 3: Recintos pequeños con pl tafor as/b nqu as y ogón

tacion con ltare privados.

ecintos cuadr ngula s y ctang lares que presentan una banqueta de

a 0.4 de a ura, ociada a un fogón en forma de lato. u ac so e

medio de un acceso angost do) a desnivel. Este t o de ecinto

cercado or mu os de os tip 1, 4 7.

Hemos identificado al menos cuatro recintos con estas características: R62

2), R34 (fase 3-9), 49a (fase 9) y R3 (fases 19-20 Los ales drían

cupados or 1 2 per onas.

las áreas de quema e

relac nado anto un ex erior no d actividades omés cas

y ane re

creem 2 ó vi

consu al o d d la so er c d

los pe s s e t m l

IX.3.3 a m a et f :

Habi es a s

R a re re u

0.3 m m lt as p S ce s

por o (restringi ip r

está p r l os y

(fase s R ). cu po

ser o p ó s

Page 226: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 209

Por las características expuestas creemos que este tipo de recinto son

habitaciones privadas pero que tiene la particularidad de contar con un fogón

ceremonial privado: áreas de descanso exclusivo y/ó altares privados.

IX.3.4. Tipo 4: Recintos pequeños con piso llano y fogón.

Son recintos pequeños que muestran sólo un piso llano y un fogón. Los

muros que cercan este tipo de recinto son de los tipos 1 y 4.

Por su espacio reducido determinamos que fue usado por 1 ó 2 personas

como máximo.

Se han descubierto cuatro recintos con estas características: R65 y R66

(fase 1), R49b (fase 10), y R13a (fases 16-18).

Definir la funcionalidad de este tipo es harto difícil, pero hipotéticamente

planteamos que sirvieron para actividades secundarias o de servicio, de

naturaleza doméstico - productivo. El único que podría tener una función ritual es

R49b por contar con un fogón del tipo ceremonial.

IX.3.5. Tipo 5. Recintos grandes y medianos con piso llano y fogón:

Salones comunales.

Son recintos que muestran sólo un piso llano y un fogón de forma de barril

ó de cuenco. El acceso a estos recintos es fácil a través de amplios vanos a nivel

de la superficie. Los muros que cercan este tipo de recinto son de los tipos 1, 3 y

4.

Se han descubierto nueve recintos con estas características: R60a (fase 1),

R51 (fases 3-4), R27 (fase 3), R42 (fases 4-7) y R22 (fase 15).

Este tipo es definido tentativamente como salones comunales por tratarse

de espacios amplios con fogón ceremonial49 y de fácil accesibilidad.

Aquellos recintos medianos creemos fueron usados por 4 personas, pero

aquellos muy grandes como el R60 albergó hasta 20 personas.

Cuando nos referimos en este caso a fogones de uso ceremonial no debe asociarse el término xclusivamente a actos rituales, sino a una definición más amplia que se refiere a cualquier acto público o

solemne.

49

e

Page 227: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 210

IX.3.6. Tipo 6. Recintos con plataforma alta y nicho: Salones

posteriores especiales.

Recintos de planta ortogonal que muestran un plataforma elevada

rectangular adosada al centro de un muro (véase Pla-6, Pla-18 y Pla-14). Además

están asociados a un nicho.

Los muros que cercan este tipo de recinto son de los tipos 3, 4 y 6.

Se ha encontrado al menos tres recintos con estas características: en la

unidad residencial 1, R7 (fases 14-15), luego reemplazado por R21 (desde la

fase 17) y R31 (fases 9-18) en la unidad 2. Este tipo de recinto fue usado por 2

a 4 personas.

Por lo expuesto se tratan de recintos especiales, mayormente están

asociados a los recintos ceremoniales del tipo 1, pero son más privados que

éstos porque muestran acceso restringido y se encuentra al final de la

circulación, además están elaborados con los mejores tipos de muros.

IX.3.7. Tipo 7. Recintos con una banqueta: Áreas de descanso.

Son recintos medianos y pequeños de vano con umbral elevado, de plantas

cuadrangulares, sin fogón, y que presentan banquetas en uno o dos lados. Están

ubicados al final del área de circulación.

Este tipo de recinto esta cercado por muros de los tipos 4, 6 y 7.

Dentro de este tipo hemos considerado a los recintos R23 (fases 19-21) de

la Unidad 1 y R20 (fases 16-22) de la Unidad 2. Mucha similitud muestran los

recintos R20 y R23 con una banqueta de un solo lado, de 1.55 m de largo por

0.4 m a 0.5 m de ancho y 0.2 m a 0.35 m de altura.

Por su espacio interno reducido creemos que este tipo de recinto albergó

sólo una persona.

Debido a su acceso restringido, su ubicación al final de la circulación, la

presencia de banqueta y su fino acabado podría tratarse de áreas de descanso.

Page 228: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 211

IX.3.8. Tipo 8. Recintos con pisos a desnivel sin fogón: habitaciones y

áreas de recepción.

Dentro de esta categoría entran todos aquellos recintos que presentan dos

niveles de piso, pero sin fogón. Mayormente el nivel más elevado es debido a la

presencia de una plataforma baja de 0.15 a 0.25 m de altura.

Los representantes de este tipo son trece recintos: R64 (fase 2), R22

(fases 8 al 14), R36, R37, R38 (fases 10-15), R43 (fases 10-13), R45-R30

(fases 11 al 14), R21 (fases 12 al 15), R6 (fases 15-19), R14, R18, R69 (fases

16-22). Este tipo de recinto pudo albergar entre 3 a 7 personas, a excepción de

R36 y R37 donde sólo hay espacio para una persona.

IX.3.9. Tipo 9. Recintos subterráneos: Depósitos.

Llamamos recintos subterráneos a aquellos cuyo piso y muros están por

debajo del nivel exterior, ya se del estéril o nivel de algún piso. Todo ellos

muestran muros con caras internas, estando los paramentos externos ausentes y

sin un vano formal, lográndose acceder desde arriba. Todos estos recintos son

pequeños, 0.8 a 7.7 m2, alcanzando contener desde 1 a 8 m3.

Espacios de este tipo hemos encontrado en un número de once en el l2:

R39 (fase 7), R54, R55 (fase 21), R56, R57, R58, R61 (fase 22), D1, D2, D3

y D4 (fases 19-22). Todos estos recintos fueron encontrados cubiertos con un

relleno limpio, por escombros ó arena gruesa con ripio.

Estamos concluyendo que estos espacios fueron usados como áreas de

depósitos por su forma subterránea, la falta de un acceso formal, su tamaño

reducido y porque en ciertos casos forman parte o están anexos a recintos

mayores.

IX.3.10. Tipo 10. Recintos pequeños y medianos con pisos llanos: Áreas

de usos múltiples.

Como bien dice su nombre, no muestran ningún elemento sobresaliente,

sólo un piso llano.

Page 229: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 212

Se ha logrado identificar al menos veintiocho recintos de este tipo: R59,

R68, R63, R67 (fases 1-2), R40 (fases 4-10), R28ab (fases 5-9) y R52 (fases

5-9), R46 (fases 11-14), R12a (fases 13-14), R41 (fases 13-14), R10, R16,

R17, R19, R20 (fases 13-22), R11 (fases 15-17), R13b (fases 16-18), R24

(fases 16-17), R22 (fases 17 a 20), R3, R70 (fase 17-18), R23 (fases 17-18),

R2 (fases 18-22), R1 (fases 18-22), R4 (fases 21-22), R71 y R72 (fase 22).

La función de estos recintos es difícil de establecer porque no muestra

ningún elemento que los caracterice, pero queda claro que no funcionaron para

actividades rituales porque no presentan fogones, ni elementos arquitectónicos

simbólicos y por su ubicación puede suponerse que sirvieron para diversas

funciones: áreas anexas, como habitaciones, áreas de recepción y para

actividades reservadas.

IX.3.11. Tipo 11. Recintos grandes con pisos llanos: Salones

comunales.

Sólo muestra un piso llano. Aquí se agrupan diecisiete recintos: R60b (fase

2), R59 (fase 1-2), R25 (fases 3-4), R29a y b (fases 3-7), R8 (fases 4-9), R32

(fases 5-8), R26a y b (fases 7-10), R35 (fase 8), R9 (fase 9), R33 (fase 9),

R44 (fase 9), R47 (fases 11-20), R21 (fase 16), R15 (fase 19), y R5 (fases 21-

22). Estamos concluyendo que se tratan de salones comunales porque son

amplios, no segmentados, de fácil acceso desde el exterior y porque pudieron

albergar desde 5 hasta 20 personas.

IX.3.12. Tipo 12. Los Exteriores: Espacios Abiertos multiusos.

• Exterior Sur. Lugar de producción de alimentos y botadero de basura:

Desde la fase 9 se comenzó a utilizar esta área como lugar de preparación y

arrojo de alimentos. Así lo demuestra la gran cantidad de piedras quemadas

medianas, mayormente cantos rodados, que se encuentra dentro de la profusa

capa de ceniza, que no es más que alimentos incinerados y las piedras usadas

en tal preparación. Aproximadamente abarca un área de 30 m2.

Page 230: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe - Perú. 213

• Exterior Este. Lugar de producción de alimentos, botadero de basura y

lugar de producción artesanal: Sinceramente, esta área merece un trabajo

exhaustivo que muy bien puede ser objeto de una tesis o al menos un artículo

extenso. Por el momento, nosotros lo hemos denominado como subsector I3,

para distinguirlo por razones metodológicas del I2, pero en razones prácticas es

una extensión de lo mismo. Comprende un área mayor de 500 m2 donde

existen depósitos poco profundos, pero extensos de ceniza negra (basura

quemada), restos de talla de cuarzos cristalinos, de crisocola y piedras

quemadas sobre un apisonado rústico de arcilla. Debajo encontramos otra

superficie con hoyos de poste igualmente asociada a basura. En el tercer nivel,

más abajo, encontramos profusos y extensos rellenos de desechos conteniendo

restos de alimentos y otros materiales orgánicos quemados y varias esquirlas

de talla de cuarzo.

TIPOS DE RECINTOS Tipo

1 Tipo

2 Tipo

3 Tipo

4 Tipo

5 Tipo

6 Tipo

7 Tipo

8 Tipo

9 Tipo10

Tipo 11

FASE 22 FASE 21 FASE 20 FASE 19 FASE 18 FASE 17 FASE 16 FASE 15 FASE 14 FASE 13 FASE 12 FASE 11 FASE 10 FASE 9 FASE 8 FASE 7 FASE 6 FASE 5 FASE 4 FASE 3 FASE 2 FASE 1

Tabla 21. Tipos de recintos a través de la secuencia.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

222

C a p í t u l o X

RECURSOS ALIMENTICIOS E INDUSTRIALES

En el á os (bióticos) e

inorgánicos que hemos identificado en el subsector I2. Informamos sobre los restos

botánicos, ictiológicos, malacológicos y óseo animal. También entregamos un

preliminar á dos. Por falta de

tiempo no hemos podido separar, clasificar e identificar la totalidad de material

recuperado, especialmente de las primeras fases, por lo cual sólo estamos

presentando el 50% de nuestra muestra.

Cada de material es expuesto tanto a partir de su uso como por su

ubicación estratigráfica.

X.2. REST BOTÁNICOS50

Como señaló Virginia Poper “…las condiciones excepcionales de la costa

peruana, permiten una conservación excelente de los restos de plantas disecadas…”

(Grobman et al. 1982: 148) y los materiales del subsector I2 de Caral no fueron la

excepción.

Los materiales identificados en el subsector I2 corresponden a 21 taxones, de

los les p ie Equisetum

giga um, Antephora hermaphrodita, Gynerium sagittatum, Canna edulis, Lagenaria

siceraria, d idium guajava y Salix

hum ldtia o cf. chamissoi y ,

Phaseolus cf. vulgaris); también se determinó 4 taxones hasta el nivel de género

(Schoenoplectus sp, Equisetum sp, Capsicum sp, Cucurbita sp.); 1 hasta un posible

género (Pha sta n l d ilia eae y Cype c Otros dos

taxones posiblemente pertenezcan a th s, la falta

presente capítulo abordaremos acerca de los restos org nic

an lisis estructural de los restos de textiles identifica

tipo

OS

cua

nte

bo

10 pudieron ser determinados hasta el nivel de es ec (

Ing

na);

a

do

fe

s

ui

e

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Go

es

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ca

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ra

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oe

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b

e).

atataA mac a e Ipom a

50 La id icación de los restos botánicos fue realizado, en casi su totalidad, p ar Portocarrero Alcedo alista del PEACS, una muestra menor ha sido identificado por el Biólogo Asunción Cano, sólo una pequeñ estra, perteneciente a las primeras fases, ha sido identificado tentativamente por nosotros. Además, Alexan an ha realizado la identificación de la raza del maíz encontrado en nuestras excavaciones.

entif, especia muder Grobm

or el Biólogo Osc

Page 240: Tesis Flores 2006

Estudio _______

de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. __________________________________________________________________

223

presentaban características afines a esas

especies, no había suficientes restos para poder llegar a una determinación

indu

l

Dicotiledónea y

Monocot s

% o

e

cripción hemos dividido las plantas identificadas en tres

categ

Plant

ias Cultivadas

s

n a frutas de guayaba, Psidium guajaba, muchas de ellas quemadas, las

cuale

son

consumida n. Si bien es difícil saber si el total de las

cimenes pertenecen a árboles cultivados

yaba y pacay), los consideramos así debido a que guardan similitudes

as para los Gavilanes, que según los

investigadores se trataban de especies domesticadas (Bonavía 1982: 150, 152).

de seguridad es que si bien estos restos

dable. Estas especies estarían representados en le caso de I. batatas por raíces

carbonizadas y en el caso de A. macracantha por una flor carbonizada y algunos

foliolillos bien conservados. Los restos que pudieron ser determinadas hasta el nive

de familia (Poaceae y Cyperaceae) están representados por tallos que no

presentaban estructuras botánicas diagnósticas. También se encontraron numerosos

restos que fueron solamente determinados hasta el nivel de clase, como

Dicotiledónea y Monocotiledónea.

Los restos determinados pertenecen principalmente a las clases

iledónea. Están representadas por nueve y siete especies las cuale

representan el 47 y 37 del total de taxones determinados. Las otras clases com

Floridae y Sphenopsida están representadas por una y dos especies respectivament

(ver Tabla 22).

Para efectos de des

orías: Plantas alimenticias, Plantas industriales y Miscelánea. A su vez, las plantas

alimenticias e industriales han sido subdivididas en cultivadas y recolectadas.

as Alimenticias

Plantas Alimentic

La mayor cantidad y recurrencia de semillas alimenticias identificada

corresponde

s tienen la forma de un riñón de 0.4 a 0.2 cm de longitud.

Otro de los frutales bien representados es el pacae (Inga feuillei) del cual se

han recuperados fragmentos de tallo, hojas, vainas y semillas.

El pacae aparece recién a partir de la fase 11, mientras las guayabas

s desde el inicio de la ocupació

semillas correspondientes a ambos espe

(gua

morfológicas con las muestras reportad

Page 241: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ___________________________ __ ____ ________ ________

224

La palta ericana) también está presente desde un fase temprana

(fase 4), pero es escasa, sólo n fragmento de cotiledón ha sido encontrado entre

todo el basural exter es de .

Se ha enc tra varias semillas de frutas de calabaza, Cucurbita spp, desde la

fase 11. Las semillas tienen un tamaño que varía de 1 a 1.5 .

Comparando estas medidas con las reportad po ir ia pp (1 2: 3) ra

los Gavilanes podemos indicar que presentan un similar estado de domestica n.

Del espécimen an e is, comú en l a achira, se han encontrado

dos restos de semilla carboniza a de 0.5 por 0.6 cm. de tamaño, presente desde la

fase 16.

También d de fa n identificado semillas de ají, Capsicum sp,

Entre los restos alimenticios cultivados poco representados tenemos: Tres

semillas de leguminos s quemadas han sido encontradas, la más antigua (fase 16) ha

sido identificado com semilla de pallar quemado, Phaseolus lunatus, de 1.7 por 1

cm. de largo (Fig. 75); los otros dos son de finales de la ocupación (fase 22): uno es

una semilla de fríjol Phaseolus vulgaris .5 cm., y el otro identificado con

el género Phaseolus sp., pero

con la mayor proba dad de

tratarse de fríjol.

Fig. 75. Pallar (Phaseolus lunatus) encontrado en una capa de ceniza.

Documentación: Proyecto E cial Arqueológico Caral - INC

bién, para ú a e, e ha encontrado una raíz quemada de 1.75 por

0.8 cm, que ha sido identificado como camote, Ipomea batatas.

alment en el lleno final (UE-01) encima del recinto R18 (fase 22)

recup mos los res d do fragment ico Zea

Mays

____ ___ ______ ___ ________

(Persea am

u

ior te l I2

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cm. por 0.6 cm

as r V gin Po er 98 15 pa

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, , de 0.8 por 0

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spe

Tam

Fin

era

, en muy mal estado de conservación. Alexander Grobman los ha clasificado

la ltim fas s

e, re

tos e s os de una tusa de maíz precerám ,

Page 242: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

225

como parte de la raza Confite morocho, aunque no muy primitiva. El fragmento de

tuza mejor conservada, al parecer contó con 8 hileras y mide 2 cm. de largo por 1 cm.

de ancho, además muestra un color púrpura en algunas de sus partes (Fig.76).

Fig. 76. Restos de una tuza de Maíz (Zea mays) de la raza Confite morocho.

Documentación: Proyecto Especial Arqueológico Caral - INC

Plantas Alimenticias Recolectadas

Dos ejemplares de talo de yuyo, Gigartina cf. Chamissoi, fueron recuperados

entre la ceniza debajo del R47 (fase 11).

Plantas Industriales

Plantas Industriales Cultivadas

El algodón, Gossypium barbadense, es la planta más representada en este

repertorio y esta presente desde la primera fase. Lo más común son las semillas

quemadas. El tamaño de las semillas varia entre 0.7 a 0.55 cm. por 0.3 a 0.45 cm.

Otra planta industrial recurrente y antigua (fase 5) son los mates, Lagenaria

siceraria. A parte de los cuatro ejemplares de frutos casi completos, pero arruinados,

encontrados entre los rellenos que soportaron los recintos R23, R2, la Pla-11 y dentro

Page 243: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. 226_________________________________________________________________________ del hoyo de R34; encontramos también 7 semillas, 23 fragmentos de epicarpio,

algunos de ellos quemados y 1 pedúnculo de mate.

Plantas Industriales Recolectadas

La planta recolectada y usada industrialmente en la construcción de muros de

quincha, con mayor antigüedad (fase 1), es la caña brava (Gynerium sagittatum) del

cual es recurrente encontrar sus tallos tanto en los rellenos como en la estructura

mural.

Otra planta encontrada, vinculada al uso constructivo, es el sauce, Salix

humboldtiana. Nosotros hemos encontrado restos de tallos que fueron usados como

postes en las estructuras murales de quincha desde la fase 3.

Se han identificado restos de cortaderia (Cortaderia sp.) usado desde la fase 5

para fabricar las bolsas de fibras o shicras.

De igual forma tallos de junco, Schoenoplectus sp., también aparecen en el

registro desde la fase 5, esta fibra fue usada poco, sobre todo para la elaboración de

shicras y para amarrar las cañas de los muros de quincha.

Otro resto botánico recolectado en la antigüedad con gran frecuencia, para su

uso como combustible, son las achupallas, Tillansia sp., de los cuales hemos

recuperado sus hojas y tallos, casi todos quemados, presentes desde la fase 11.

A partir de los rellenos de la fase 16 encontramos restos de tallos de cola de

caballo, Equisetum giganteum, el cual es usado en los andes como planta medicinal.

Finalmente, en la fase 22, se ha encontrado restos de flor y foliolillos de

guarango, Acacia macracantha?, planta que pudo ser aprovechada también en la

construcción.

Otras Plantas

La plantas silvestres encontradas con más frecuencia en las excavaciones son

una gramínea llamada comúnmente calaverita, Antephora hermaphrodita, la cual es

un pastizal que crece en los alrededores de los cultivos.

Page 244: Tesis Flores 2006

Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

227

Tabla 22.- Presencia del material botánico por fase.

TAXA Nombre común

FASE 1

Fase 3

Fase 5

FASE 9

FASE 11

FASE 15

FASE 16

FASE 17

FASE 18

FASE 20

FASE 21

FASE 22

Gigartina chamissoi Yuyo Equisetum giganteum Cola de caballo Equisetum sp. Cola de caballo? Schoenoplectus sp. Junco Antephora hermaphrodita Calaverita Gynerium sagittatum Caña brava Canna edulis Achira Tillandsia sp. Achupalla Lagenaria siceraria Mate Cucurbita sp. Calabaza Acacia macracantha? Guarango Inga feuillei Pacae Cf. Phaseolus. Fríjol Phaseolus cf. vulgaris. Fríjol Phaseolus lunatus Pallar Gossypium barbadense Algodón Psidium guajava Guayaba Capsicum sp. Ají Persea americana Palta Salix humboldtiana Sauce Ipomoea batatas? Camote Zea mays Maíz Cortaderia sp. Cortaderia Poaceae n.i - Cyperaceae n.i - Monocotiledónea - Dicotiledónea (Tallos quemados)

-

Dicotiledónea (Tallos no quemados)

-

Total de taxones por fase

- 3 5 7 2 13 7 14 4 11 7 5 20

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

228

X.3. RESTOS ICTIOLÓGICOS51

Para el caso de los restos ictiológicos las comparaciones fueron a nivel

morfológico, se tuvo en cuenta principalmente los huesos diagnósticos como otolitos,

vértebras, primeras vértebras, basioccipital y epurales, luego se procedió al conteo

de los huesos para poder obtener el número mínimo de individuos (NMI), al dividir el

número total de vértebras encontradas entre el promedio de vértebras de un

individuo, (en el caso de la anchoveta es de 48 y en la sardina 50); mientras los

otolitos (de acuerdo a su laterización), los basioccipitales, primeras vértebras y

epurales, indican cada uno de ellos un individuo.

La mayor cifra de peces identificados en el subsector I2 corresponden a

restos de Anchovetas, Engraulis ringens. Se ha logrado identificar 26,376 óseos,

mayormente vértebras comunes, aunque también hay otolitos, basioccipitales,

primeras vértebras y epurales. En conjunto forman un Número Mínimo de 849

individuos de anchovetas.

Un segundo lugar en presencia lo constituyen las Sardinas, Sardinops sagax,

de las cuales han sido recuperadas 343 óseos entre vértebras, basioccipitales y

epurales, ningún otolito, los cuales conforman un Número Mínimo de 29 individuos.

En tercer lugar, tenemos la presencia de Machetes, Ethmidium maculatum,

con 11 individuos.

Finalmente otra especie recurrente son las Lornas, Sciaena delicosa, con 6

individuos.

Otras especies identificadas poco presentes, pero importantes por la

cantidad cárnica (biomasa) proporcionada, son: Róbalo (Sciaena starksi), Corvina

(Cilus gilberti), Cabinza (Isacia conceptionis), Cachema (Cynocium analis),

Cojinova (Seriolella violacea) y Tollo (Mustelus sp.) y Bonito (Sarda chiliensis).

Para más detalle véase la Tabla 23.

51 La identificación de los restos ictiológicos fue realizado por los arqueólogos Luis Miranda y Magaly Pinedo, especialistas en ictiología del PEACS.

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udio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _____________________________________________________________________

229

Frecuencia del Material Ictiológico por fase.

Fase 9 Fase 10 Fase 11 Fase 13 Fase 15 Fase 16 Fase 18 Fase 20 Fase 21 Fase 22

Est____

Tabla 23.-

Especie Noco

Engraulis ringens Anchoveta 132

Sardinops sagax Sar

Sciaena delicosa L

Ethmidium maculatum Machete

Sarda chiliensis Bonito

Mustelus sp. T

Seriolella violacea Cojinoba

Sciaena starksi Róbalo

Cynocium analis Cac

Isacia conceptionis Cabinza

Cilus gilberti Cor

Total

mbre mún

NISP

NMI

% NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI % NISP NMI %

4 100 337 16 89 4716 153 96.8 42 1 50 2554 54 94.74 1840 37 94.8 869 24 96 10509 296 95.4 185 3 75 5192 261 90.6

dina 10 1 5.5 29 3 1.9 6 1 50 21 1 1.75 2 1 2.6 2 1 4 17 7 2.3 5 1 25 251 13 4.5

orna 1 1 5.5 17 2 0.7 7 3 1

51 2 1.3 3 2 3.51 59 1 0.3 79 6 2.1

1 1 2.6

ollo 1 1 0.35

1 1 0.3

2 2 0.7 1 1 0.35

hema 1 1 0.35

1 1 0.35

vina 1 1 0.3 1 1 0.35

132 4 100 348 18 100 4796 158 100 48 2 100 2578 57 100 1843 39 100 871 25 100 10606 310 100 190 4 100 5534 288 100

Page 247: Tesis Flores 2006

Estudi____ X.4.

o de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _____________________________________________________________________

230

RESTOS ÓSEOS ANIMALES52

Se analizó 18 contextos del subsector I2, los cuales son los únicos que

contenían material óseo animal. De los cuales 17 contextos fueron registrados como

correspondientes al período Arcaico Tardío y uno de ellos a un período posterior53.

El análisis reportó la presencia de 8 taxones, representados por 28 números

mínimos de individuos (NMI). El NMI se obtuvo considerando un individuo a cada

especie identificada en cada contexto.

De los 8 individuos identificados el Phalacrocórax sp. (cormorán o guanay) y

Muridae indet. (ratón silvestre) representan el 25 % cada uno; Mammalia indet.

(Mamífero indeterminado) y el Ave indet. (ave) representan el 14,3 % cada uno; el

Bufo sp. (sapo común) y el Pelecanus sp.(pelícano) representan el 7,1 % cada uno y

el Hadruroides sp. (alacrán) y Coleoptera indet. (escarabajo) representan el 3,6 %

cada uno.

Por otra parte se ha identificado la presencia de objetos manufacturados de uso

suntuario como cuentas y huesos pulidos, estos fueron elaborados en hueso de

Phalacrocorax sp. (cormorán o guanay), Ave indet. (ave) y Bufo sp. (sapo común).

Dos de estas cuentas se encuentran totalmente quemadas; estas fueron elaboradas

en huesos de Ave indet y Bufo sp. Otros huesos no facturados de Phalacrocorax sp.

fueron recuperados quemados, lo que nos indica que fueron consumidos.

Tabla 24- Presencia del Material Óseo animal.

52 Los restos óseos animales han sido identificados en su totalidad por el Blg. José Apolín. 53 Resulta importante reportar el hallazgo de un tupu elaborado en un fragmento de estilopodio de mamífero indeterminado. Se trata de un prendedor de 0.075 m de largo asociado a un entierro encontrado en un corte que rompe el piso del recinto R17 y que pertenece al periodo de post-abandono del subsector I2. A pesar que no se encontró cerámica asociada y estuvo cubierto todo por una esterilla y textil entrelazado quemado es complicado decir que pertenece al periodo Arcaico Tardío.

Nº Especie Nombre común Número de individuos por contexto

Porcentaje (%)

1 Phalacrocorax sp. Cormorán o Guanay 7 24.1 2 Muridae indet. Ratón silvestre 7 24.1 3 Mammalia indet. Mamífero indeterminado 5 17.2 4 Hadruroides sp. Alacrán 1 3.45 5 Coleoptera indet Escarabajo 1 3.45 6 Pelecanus sp. Pelícano 2 6.9 7 Ave indet. Ave 4 13.8 8 Bufo sp. Sapo común 2 6.9

Total 29 100

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

231

Los análisis óseos han identificados restos del periodo III y IV donde en general

no se observa un mayor cambio en el uso de las especies, solo nos llama la atención

el aprovechamiento de huesos de sapo para el período IV en contextos vinculados a

actividades ritual-simbólicas.

Tabla 25.- Presencia del Material Óseo animal por Fase.

Periodo III Periodo IV Nº Especie Nombre común Fase 11

Fase 15

Fase 16

Fase 20

Fase 21

Fase 22

Presencia

1 Phalacrocorax sp. Cormorán o Guanay X X X X 7 2 Muridae indet. Ratón silvestre X X X 7 3 Mammalia indet. Mamífero indet. X X X X 5 4 Hadruroides sp. Alacrán X 1 5 Coleoptera indet Escarabajo X 1 6 Pelecanus sp. Pelícano X X 2 7 Ave indet. Ave X X X X 4 8 Bufo sp. Sapo común X 2

Numero Mínimo de Individuos 4 1 3 2 3 16 29

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232

___

X.5. RESTOS MALACOLÓGICOS54

La información que presentamos sobre los restos malacológicos es sólo parcial y

general en comparación a los restos anteriormente expuestos. Gran parte de la

identificación y análisis malacológico ha sido realizado por los especialistas del PEACS,

una pequeña parte, las de las primeras fases lo he realizado personalmente (Tabla

26).

De la muestra identificada hemos notado que la mayor frecuencia de valvas de

moluscos identificado en el subsector I2 son de “choro zapato” (Choromitylus chorus),

seguido por las machas (Mesodesma donacium). Sin embargo, esta preponderancia

del choro sobre la macha tiene un límite cronológico, porque en las primeras fases la

frecuencia se invierte a favor de las machas, llegando incluso el choro a desaparecer

por debajo de los rellenos de la fase 10, aunque esta última afirmación está basada en

una muestra muy pequeña y requiere en el futuro confirmar o refutar dicha

afirmación. Además hemos notado que la presencia de la especie Aulacomia ater es

tardía, esta presente prioritariamente en las dos últimas fases (21-22) y en el

momento del abandono.

Otras especies identificadas en el registro la podemos observar en la tabla 23.

54 Los análisis malacológicos han sido realizados en su mayor parte por el Arql. Manuel Gorriti, especialista malacólogo del PEACS.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

___

233

Tabla 26.- Frecuencia (%) del Material Malacológico por fase y contexto.

Familia/Especie Nombre Común

Fase 09R34-Hoyo

Fase 11 Bajo R47

Fase 16 Relleno Pla-10

Fase 16, ceniza

bajo R22

Fase 17, debajo de Esc. R9

Fase 18 R11, Pla-

16

Fase 18 Debajo de R2

Fase 20 Fogón de

R9

Fase 20, Ceniza

sur

Fase 21 sobre piso

R21

Fase 21 ceniza en

R21

Fase 22 Fogón de

R8

R22 Fogón de

R50

Fase 22, fogata de

R15

Choromytilus chorus Choro zapato 0 15.15 12.5 38.88 40.57 48.48 55.55 28.57 20.37 5 5 27.14 61.53 50

Mesodesma donacium Macha 67 6.06 25 11.11 27.53 36.36 11.11 28.57 20.37 35 35 24.29 7.69 16.66

Aulacomya ater Choro actual 0 6.06 12.5 5.55 1.44 0 11.11 0 4.63 5 5 16.41 23.07 0

Perumytilus purpuratus Chorito 0 3.03 0 11.11 1.44 3.03 0 0 2.78 5 5 14.29 0 16.66

Eurhomalea rufa Almeja 0 1.51 0 0 1.44 3.03 0 0 0.9 0 0 0 0 0

Mulinia edulis Almeja 0 0 12.5 0 0 0 0 0 0 0 1.43 0 0

Protothaca thaca Almeja rayada 0 0 0 0 1.44 0 11.11 4.76 3.7 0 0 1.43 0 0

Donax spp. Palabritas 0 1.51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Semimytilus algosus Chorito 0 0 0 0 1.44 0 0 0 1.85 5 5 4.29 0 0

Argopecten purpuratus Concha abanico 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 16.66

Bivalvo no identificado - 0 3.03 0 11.11 0 0 0 0 1.85 0 0 0 0 0

Familia Mytilidae Choro 0 9.09 12.5 11.11 1.44 3.03 11.11 4.76 4.63 5 5 7.14 7.69 0

Concholepas concholepas Chanque 0 0 0 0 0 3.03 0 0 0.9 0 0 0 0 0

Crepipatella spp. Pique 0 12.12 12.5 5.55 2.89 0 0 28.57 8.3 10 10 0 0 0

Prisogaster níger Caracolito 0 1.51 0 0 1.44 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Gasteròpodo no identificado Caracolito 0 1.51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 4.29 0 0

Familia Chitonidae Chitón 0 1.51 0 5.55 0 0 0 0 0.9 0 0 0 0 0

Equinodermo Erizo 0 1.51 12.5 0 0 0 0 0 0.9 5 5 0 0 0 Crustáceo no identificado Cangrejo 0 1.51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Scutalus spp. Caracol de loma 33 24.24 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Familia Bulimulidae Caracol de loma 0 7.57 0 0 15.94 0 0 0 13.89 0 0 0 0 0

Bostrix spp. Caracol de loma 0 1.51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Xanthochorus buxea Caracolito 0 0 0 0 0 3.0.3 0 4.76 0.9 0 0 0 0 0

Nassarius spp. Caracolito 0 0 0 0 1.44 0 0 0 0 0 0 0 0 0 Tegula spp. Caracol turbante 0 0 0 0 1.44 0 0 0 0 0 0 0 0 0

Familia Balanidae Cirripedo 0 0 0 0 0 0 0 0 0 25 25 0 23.07 0 Cryphiops caementarius Camarón 0 1.51 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

___

234

X.6. RESTOS TEXTILES55

La totalidad de las muestras textiles analizadas en el subsector I2 tiene como

materia prima el algodón (Gossypium barbadense). Se observa que el 66,7% de la

muestra se encuentra carbonizada, esto indica que la mayoría de las muestras

provienen de contextos de quemas que podrían indicar ofrendas.

A nivel estructural podemos agregar que el 50% de la muestra textil está

conformada por hilos plegados con dirección de torsión “S” con un ángulo promedio de

88º (tensión muy fuerte), el grosor promedio es de 0,06 cm. Además tiene una

dirección de retorsión en “Z” con un ángulo promedio de 40º (tensión fuerte) y con un

grosor promedio de 0,13 cm.

El otro 50% de la muestra está conformada por 3 muestras de tejido, dos de

las cuales corresponden a la técnica torzal simple, uno de ellos presenta flecos los que

estarían definiendo que se trata de un fragmento de un vestido (Fig. 77), en estos

tejidos las urdimbres están conformados por hilos plegados con dirección de torsión en

“S” donde el ángulo promedio es de 75º (tensión muy fuerte) siendo el grosor de

0,075 cm, mientras la dirección de retorsión es en “Z” donde el ángulo promedio es

35º (tensión fuerte) y tiene un grosor promedio de 0,15 cm. Así mismo se encontró un

pequeña muestra de tejido llano 1x1 cuyos hilos de urdimbre tiene dirección de torsión

en S siendo el ángulo de 95º (tensión muy fuerte) el grosor es de 0,1 cm.

El 50% de la muestra analizada corresponden al tercer período de ocupación

del sitio mientras que el otro 50% corresponden al

cuarto (último) período de esta área residencial.

Fig. 77. Dibujo de técnica torzal simple con orillos de urdimbre que termina en flecos.

Documentación: Proyecto Especial Arqueológico Caral - INC

55 El análisis textil ha sido realizado por la arqueóloga del PEACS Dolores Butrón.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. _________________________________________________________________________

235

Tabla 27. Tipo de material textil hallado en el Subsector I 2 Tipo de material Código

Tejido torzal simple

Tejido llano 1 x 1

Hilos

PACS-0513 muestra 1 X PACS-0513 muestra 2 X

PACS-0545 X PACS-0555 X PACS-0842 X PACS-0903 X

Tabla 28. Distribución de muestras textiles por períodos

Periodos

Código

Período III

Período IV

Torzal simple (PACS-0513 muestra 1) X

Tejido llano

(PACS-0513 muestra 2) X

Torzal simple (PACS-0545) X

Hilos plegados (PACS-0555) X

Hilos plegados (PACS-0842) X

Hilos plegados (PACS-0903) X

___

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Estudio _______

___

* = Carboniz

Códigos

PACS-0513 Muestra 1

PACS-0513 Muestra 2

PACS-0545

de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. __________________________________________________________________

236

Tabla 29. Análisis de Hilos Estructurales de Tejidos del Subsector I2

ado

Tabla 30. Resumen de Análisis de Hilos Plegados del Subsector I2

Códigos Fibra Color Torsión Angulo Diámetro

(cm) Retorsión Angulo Diámetro (cm)

Retorsiones por cm2

PACS-0513 Muestra 1

Gossypium barbadense (Algodón)

* S 90º 0,05 Z 40º 0,1 10

PACS-0513 Muestra 2

Gossypium barbadense (Algodón)

* S Varía de 80º a 90º

Varía de 0,05 a 0,07 Z 35º a 45º

Varía de 0,1 a 0,15

6

PACS-0545

Gossypium barbadense (Algodón)

Beige s 90º 0,05 Z 40º 0,1 6

URDIMBRES

TRAMAS

Fibra Color Torsión Angulo Diámetro (cm) Retorsión Angulo Diámetro

(cm) Urdimbres

por cm2 Fibra Color Torsión Angulo Diámetro (cm) Retorsión Angulo Diámetro

(cm) Tramas por cm2

Gossypium barbadense (Algodón)

* S 85º Varía de 0,05 a 0,1 Z Varía de

25º a 45º Varía de 0,1 a 0,2 6

Gossypium barbadense (Algodón)

* Z 90º 0,05 - - - 5

Gossypium barbadense (Algodón)

Beige S 100º 0,1 - - - 10

Gossypium barbadense (Algodón)

Beige S 100º 0,1 - - - 10

Gossypium barbadense (Algodón)

* S Varía de 80º a 90º

Varia de 0,05 a 0,1 Z Varia de

25º a 45º Varía de 0,1 a 0,2

6

Gossypium barbadense (Algodón)

* S 90º 0,05 Z 45º 0,1 6

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237

C a p í t u l o X I

PERÍODOS DE OCUPACIÓN Y SECUENCIA CRONOLÓGICA

7.2.1. Cronología Relativa

Desde el inicio de nuestro trabajo partimos de la hipótesis que el

subsector I2 pertenecía a lo que Lanning (1967) había llamado Período

Precerámico VI (2500-1800 a.C.) y que otras llaman Arcaico Tardío (Kaulicke y

Dillehay 1999) y que yo vengo denominando Formativo Temprano (véase

Capítulo I).

En el transcurrir de las excavaciones, las evidencias reforzaban esa inicial

idea por la presencia/ausencia de los siguientes indicadores:

• Ausencia de cerámica en las capas culturales.

• Presencia de textil entrelazado de algodón.

• Preponderancia de semillas de algodón sobre otros cultivos.

• Recurrencia de valvas de choros morados (Choromytilus chorus) y

machas (Mesodesma donacium).

• Presencia de bolsas de fibra vegetal conocidas como Shicras.

• Presencia de arquitectura similar, tanto en técnica, componentes y

diseño con lo que se ha venido llamando Tradición Arquitectónica Mito

(Bonnier 1997).

Sin embargo, las excavaciones en el I2 han mostrado una ocupación más

profunda temporalmente y más compleja estratigráficamente de lo que había

pensado al inicio. Como demostramos en el capítulo VIII, a pesar de tener sólo

2 m de espesor de estratigrafía logramos identificar la superposición de 22

fases constructivas.

Recalcamos que por fases constructivas identificamos a todos los

agregados estratigráficos que pueden darse tanto horizontal como

verticalmente, en una unidad arquitectónica, en este caso una residencia, en ___

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ____________________________________________________________________________

___

238

otras palabras NO implica la constitución de una nueva unidad residencial, sino

sólo cambios al interior de una preexistente.

Pero además notamos que estas fases forman parte de un conjunto

estratigráfico mayor, al que llamamos período.

Entendemos por período de ocupación cada uno de los niveles de

unidad(es) residencial(es) y cuyo cambio hacia un nuevo período implica

necesariamente la destrucción, abandono/entierro y superposición de una

nueva ocupación, es decir una nueva(s) residencia(s). En el subsector I2 hemos

logrado recuperar la presencia de cuatro niveles de residencias56 y que a

continuación describiremos de manera correlacionada con la historia

constructiva de la Pirámide de la Huanca (I1), comprobando que siempre

estuvieron asociados57:

Período I: Unidad Residencial 4

Comprende la primera ocupación con arquitectura formal llevada a cabo

en el subsector I2, al sur de la Pirámide de la Huanca. Durante este primer

período se llevaron a cabo construcciones de quincha (tipo de muro 1), algunas

de las cuales coexistieron con muros de piedra canteada que mayormente

fueron usados como muros perimétricos (tipo de muro 3), los cuales sirvieron

para construir seis tipos de recintos: 3, 4, 5, 8, 10 y 11. Las actividades del

exteriores nos es desconocido.

56 Creemos por antecedentes en las excavaciones del Sector P de Caral (Liliana Tapia, comunicación personal 2002) y en el sitio de Cerro Lampay (Vega-Centeno 2005) que debe existir un primer período de construcción que antecede a la Pirámide de la Huanca, momento en el cual no fue una pirámide, sino sólo un edificio al ras del piso y con altos muros. Este edificio monumental habría estado asociado a construcciones precarias de cañas (cabañas) de plantas circulares que antecedieron a las edificaciones del Subsector I2 e I3. A este tiempo lo llamamos en nuestra secuencia “período 0 ó remoto” (anterior a 3000 a.C.) y corresponde a lo que venimos llamando período proto-Formativo y que otros llaman período arcaico medio. Este momento es sólo tentativo, por ello no lo consideramos en nuestra secuencia cronológica. 57 Esta correlación lo hacemos partiendo de la premisa que a cada cambio de período en la pirámide le correspondía un cambio de período en las residencias, lo que implicaba un cambio paralelo tanto a nivel tecnológico como funcional.

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___

239

Este período comprende las dos primeras fases en nuestra secuencia, las

cuales ocuparon, hasta donde conocemos, un área mayor de 500 m2, donde se

levantó una extensa unidad residencial (UR-4)58.

Los pobladores durante este período ya se aprovechaban de la guayaba

y del algodón, pero no hemos visto un claro uso del algodón en la textilería.

Esta residencia estaba vinculada a una primera y pequeña versión de la

Pirámide de la Huanca que tentativamente planteamos tuvo 30 m de lado y una

altura máxima de 6 m.

Período II: Unidad Residencial 3

Esta nueva ocupación destruyó y enterró por completo la anterior,

trasladándose hacia el lado oeste, donde se construyó la unidad residencial UR-

3. Las edificaciones durante este período conservaron la misma técnica

constructiva de las fases anteriores (tipos de muro 1 y 3), pero además se

construyó un muro con barro (tipo de muro 2) y otra con piedra canteada (tipo

de muro 4), conjuntamente se empieza a usar las shicras en algunos rellenos.

Durante este período se inicia un patrón constructivo concentrado y si

bien al comienzo del período no se registra áreas de actividad especializadas,

en las fases finales existe la predisposición hacia un mayor orden funcional-

espacial. En este período existen varios tipos de recintos: 3, 5, 6, 8, 9, 10, y un

lugar exterior para arrojo de desperdicios.

Este período agrupa siete fases, desde la fase 3 hasta la fase 9. Dicha

agrupación ha sido determinada porque en el transcurso de estas fases, si bien

se observa una secuencia estratigráfica intensa, ésta mayormente trata de una

serie de construcciones de elementos arquitectónicos, como la segmentación de

recintos o la renovación de los enlucidos, pero en ningún momento se divisó un

entierro general, ni parcial, de las mismas. Por lo tanto, nuestra agrupación es

válida, porque muestra una misma ocupación con modificaciones en el tiempo.

En relación a la segmentación de los recintos es interesante informar que

al inicio del período (fase 3) se registró la presencia de cinco recintos con un

58 Aunque siendo objetivo con el alcance de nuestra investigación, cabe aclarar que aproximadamente hemos excavado sólo un 40% de la ocupación de este período.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ____________________________________________________________________________

___

240

área construida de 205.4 m2 y al final del período (fase 9) terminamos

registrando quince recintos con un área construida de 342 m2.

Las construcciones de este período fueron pintados de color blanco y gris

claro.

Esta única residencia estuvo anexada al segundo período de la Pirámide

de la Huanca que midió unos 40 m de lado y 9 m de altura. En su cima se

ubicaba un salón amplio comunal-ceremonial frontal y central, también recintos

laterales organizados a partir de estrechos pasajes. Todos estos recintos fueron

construidos con muros de postes de sauce y de adobes.

Período III: Unidades Residenciales 1 y 2

Se destruyó y abandonó por completo las edificaciones de quincha y se

reemplazó definitivamente por la piedra canteada como material constructivo,

apareciendo nuevos tipos de muros como 5, 6, 7 y 8.

A partir de este tercer período se separó claramente la unidad residencial

UR-3 en dos unidades nuevas: UR-1 y UR-2.

Además se logra la ortogonalidad de la planta arquitectónica en las

construcciones del I2 y la mayoría de los recintos se construyen sobre

plataformas. En este contexto aparecen a construirse los recintos ceremoniales

(tipo 1), además de los tipos 2 y 7, y reaparecen los tipos de recintos 3, 4, 5 y

9. En relación a los recintos ceremoniales estos muestran una clara interrelación

arquitectónica-estilística con la tradición serrana Mito.

Por lo expuesto, queda claro que se consolida también la diversificación

de recintos y áreas de actividad, notándose claramente una área formal

(ceremonial) en la parte delantera, un área doméstica u habitacional en la parte

trasera y lateral, y un área poli-funcional, dedicada a la producción (elaboración

de alimentos y trabajo lítico) y arrojo de desperdicios en los exteriores este y

sur de las dos bien definidas unidades residenciales.

Este período comprende once fases, que van desde la fase 10 hasta la

fase 20. Al inicio de este período se registró la presencia de quince recintos con

un área construida de 348.2 m2 y al final del período terminamos registrando

veintitrés recintos con un área construida de 458.3 m2.

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241

Los recintos, durante este período, mayormente están pintados de color

blanco o en algunos casos de gris claro o blanquecino. Son escasos otros tipos

de colores pero hemos identificado también el rojo claro y amarillo claro.

Estas residencias estuvieron asociadas a la versión final de la Pirámide de

la Huanca, la cual alcanzó 50 m de lado y más de 12 m de alto. En la cima de la

pirámide se ha registrado una serie de recintos de piedra presididos por un

salón ceremonial con fogón central y plataformas superpuestas a manera de

gradas. Además se presenta un recinto posterior con plataforma y detrás de

éste otro salón ceremonial con orientación opuesta, al primero, el cual se

vincula con las residencias del subsector I2 por medio de una estrecha escalera.

Período IV: Unidades Residenciales 1 y 2

Se trata del último momento de ocupación del subsector I2, y está

representado por las fases 21 y 22.

Siendo objetivo con la información, tenemos que decir que no

conocemos muy bien la historia y distribución de los recintos durante este

período, sobre todo los emplazados encima de las plataformas 11 y 24, debido

a que prácticamente fueron encontradas destruidos. Razón por la cual no

hemos cambiado el nombre de las residencias porque desconocemos la

distribución de las construidas tardíamente. Sin embargo, si pensamos que se

trata de un período nuevo, aunque de corta duración, debido a que se

destruye, entierra y superpone, sobre toda la mitad sur de la unidad residencial

1, una serie de plataformas (11 y 24) que soportaron nuevos recintos, y sobre

la parte oeste de la unidad 2 se inició también una superposición que cambió el

diseño del recinto anterior (R9). Además algunos espacios fueron abandonados

(R4 y R12).

Este período se inicio con la presencia de un mínimo de veinticuatro

recintos y culminó con unos veintiocho recintos.

Los recintos durante el período IV fueron pintados primero de amarillo

claro y luego de rojo. Se elaboran muros del tipo 7, pero sobretodo del tipo 6.

Las residencias durante este último período se asociaron con una

Pirámide de la Huanca que no sufrió ningún cambio importante.

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ____________________________________________________________________________

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242

7.3. CRONOLOGIA ABSOLUTA

Recientemente Ruth Shady (comunicación personal, Marzo del 2005) ha

obtenido un fechado del subsector I2, se trata de una muestra de cañas del

muro de quincha M56, que pertenece a la fase 3 del Período II. Los resultados

del análisis radiocarbónico arrojó una antigüedad de 2,850 años a.C

(información aún inédita perteneciente al PEACS-INC)59. Por lo tanto, si el

fechado es de la caña constitutiva del muro M56, se trataría entonces de la

fecha de la primera fase constructiva del Período II, es decir de la fase 3 de

nuestra secuencia.

A manera de hipótesis de trabajo y concientes que sólo contamos con

nuestra secuencia ordinal que nos ha dado el análisis estratigráfico, un fechado

que sirve como ancla para conocer el inicio de nuestro período II del subsector

I2, un segundo fechado que nos sirve de comparación con la estructura a la

que se asocia (Pirámide de la Huanca), además respaldados por la secuencia

general del valle de Supe, presentada recientemente por Shady (2004), en base

a más de 40 fechados radiocarbónicos60 y partiendo de la lógica (por la gran

cantidad de fases) que la ocupación en el I2 se extendió hasta finales del

Precerámico o Formativo Temprano, proponemos que la ocupación en el

subsector I2 duró unos mil doscientos años (3000-1800 años a.C.).

La secuencia crono-estratigráfica propuesta muestra cuatro grandes

períodos de ocupación para el subsector I2, que van desde los inicios del

59 Datos similares se han obtenido de otras estructuras de quincha en todo el sitio de Caral. Es de interés para este trabajo rescatar el fechado que se obtuvo de la ocupación intermedia de la Pirámide de la Huanca (2850 a.C.), lo que comprueba su contemporaneidad con el subsector I2 y un desarrollo paralelo con éste. 60 Una reciente publicación de Shady (2004) ha planteado la existencia seis períodos ocupacionales en Supe:

1. Período Remoto (antes de 3000 años a.C.) 2. Período Antiguo (2900-2600 a.C.) 3. Período Medio Inicial (2600-2400 a.C.) 4. Período Medio (2400-2200 a.C.) 5. Período Tardío Inicial (2200-2100 a.C.) 6. Período Tardío (2100-1800 a.C.) Cabe resaltar que dentro de esta secuencia se plantea que el gobierno estatal y la vida urbana surgen

en Caral durante el Período Medio Inicial. Pero es durante el Período Medio donde Caral, y en general el sistema cultural del valle de Supe, alcanza su mayor esplendor. Por otro lado, se sostiene que es durante el Período Tardío Inicial que otros centros urbanos, como Era de Pando, competirían en importancia con Caral. El ocaso de la importancia de Caral se inicia en el Período Tardío, tal vez debido al surgimiento de nuevos polos de desarrollo en otras regiones andinas (Shady 2004: 234-237).

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243

Formativo Inicial hasta finales del período Formativo Temprano y que

tentativamente presentamos (Tabla 24), la cual debe ser corroborada en el

futuro con fechados extraídos de los inicios de cada período, como por ejemplo

de las cañas de los muros de R66-R65 o de sus fogones asociados (Período I),

de carbones u otro tipo de muestras debajo del piso de R38 ó de R43 (Período

III) y del relleno de shicras que han quedado en el recinto R23 (Período IV).

Propuesta de Años a.C.

Fases del Subsector I2

Períodos del subsector I2

Períodos de Ocupación del Valle de Supe (Shady 2004)

Nuestra Sugerencia

3000

2900

Fase 1

Fase 2

Período I

Período Antiguo 2850

2550

Fase 3 Fase 4 Fase 5 Fase 6 Fase 7 Fase 8 Fase 9

Período II

Formativo Inicial

Período Medio Inicial

Período Medio

Período Tardío

Inicial

2500

2000

Fase 10 Fase 11 Fase 12 Fase 13 Fase 14 Fase 15 Fase 16 Fase 17 Fase 18 Fase 19 Fase 20

Período III

1950

1800

Fase 21

Fase 22 Período IV

Período Tardío

Formativo Temprano

Tabla 31. Secuencia cronológica del Subsector I2.

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244

C a p í t u l o X I I

PRÁCTICAS SOCIALES EN LAS UNIDADES RESIDENCIALES

"... las viviendas palaciegas, la ornamentación y el lujo, la elegancia y el ceremonial, en suma, el notable consumo,

por mucho que parezca un simple interés propio de la clase gobernante, tiene un significado social más decisivo...

conduce a una pasiva... aceptación de la autoridad"

M. Sahlins 1979: 284

El área residencial I2 representa un buen ejemplo arqueológico de la movilización

social y politización doméstica de una de los grupos sociales más importantes de Caral.

Lo que observaremos en ella son las prácticas sociales de un determinado

estamento que se distinguió por una serie de modificaciones en los estilos de vida y con

ello en la variación de los bienes y propiedades y de una visión del mundo diferente, a

través del tiempo y el espacio.

Estilo de vida en la Unidad Residencial 4 durante el Período I

Comprender la forma de vida de los inicios (durante el primer período) de los

habitantes del subsector I2, de aproximadamente cinco mi años, es harto difícil, en primer

lugar porque sólo hemos recuperado un porcentaje pequeño de las evidencias

constructivas y contextos asociados de aquella ocupación y en segundo lugar porque no

contamos con los resultados de los análisis de lo materiales de dicho período.

De lo poco que se pudo recuperar en el campo podemos interpretar que se trata de

una población que conocía el cultivo del algodón y la recolección de la guayaba, pero al

parecer la técnica del tejido entrelazado y la fabricación de las shicras le eran extrañas.

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245

En general la topografía sobre la que se construyó la unidad residencial 4 es de

aspecto plano, con pocas irregularidades que fueron niveladas. Esta topografía plana fue

inicialmente asumida en la construcción de la unidad.

Tecnológicamente se utilizaba la piedra canteada mediana (tipo de muro 3), pero

más frecuentemente se usaba las cañas para levantar sus muros (tipo de muro 1), los

cuales los enlucían con un acabado de arcilla con mordiente de pajilla.

La forma de los recintos edificados no muestra una especialización funcional de los

ambientes, sino todo lo contrario, los recintos R59 y R60 fueron extensas áreas, con falta

de divisiones ¿ambientes comunales?; sólo aquellos recintos ubicados en la parte este son

los que guardan ciertos rasgos especiales que indicarían su uso doméstico-habitacional

(Fig. 78).

Por todo ello planteamos que el subsector I2 durante este primigenio período fue

usado para funciones auxiliares (reuniones comunales) y habitacionales, ligadas a la

Pirámide de la Huanca. No hay evidencias, ni en el modo ni en el estilo de vida, para

asegurar que fueron los dirigentes de la pirámide de la Huanca, y por lo tanto un grupo de

elite, los que habitaron en la unidad residencial 4, lo más posible es que éstos ocuparon la

cima de la pirámide y que en el espacio del subsector I2 existieron poblaciones no

diferenciadas socialmente.

Fig. 78. Reconstrucción en 3d de la unidad residencial 4 durante su fase 2.

Imagen: Luis Flores - PEACS.

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246

Estilo de vida en la Unidad Residencial 3 durante el Período II

La vida durante este segundo período transcurrió en una sola unidad residencial

(UR-3) la cual fue encerrada por paredes, sin presencia de aberturas importantes, salvo las

vías de acceso, lo cual le debió darle un aspecto interno oscuro, seguramente en respuesta

al calor, luz intensa y fuertes vientos presentes en Caral, dicho patrón encerrado es todavía

observable en muchas casas de quincha a lo largo del valle de Supe.

Durante la fase 3 en la unidad residencial tiene aún una topografía plana y una

preocupación por contar con espacios amplios indistintos: R25, R51, R29a y R27 (con más

de 30 m2 cada una), de fácil acceso debido a que contaba con cuatro ingresos, por los

lados este, oeste y sur, de ellos sobresalen dos ingresos por el sur por ser muy amplios: V7

de 1.2 m y V31 de 1.7 m. De esta forma los amplios vanos permitieron una visión

considerable del interior. Por todo lo dicho creemos que dichos espacios fueron usados

para reuniones comunales de 16 a 26 personas ó usadas como amplias habitaciones para

ocupantes socialmente indiferenciados, que contaron con dos fogones ubicados a cada

extremo de la unidad ¿a caso dos grupos de ocupantes coexistiendo en un ambiente en

común?

Durante esta ocupación sólo existe un recinto especial, reducido y cerrado, de

acceso muy restringido (vano de 0.55 m), el R34, lo cual demuestra su preocupación de

controlar su privacidad y territorialidad, pero que además por sus componentes, como la

presencia de un hoyo lleno de alimentos incinerados y piedras quemadas, banquetas bajas

bien elaboras y la presencia del pequeño fogón F10, nos hace pensar en una habitación

con las condiciones para un uso privilegiado y privado, de descanso, que contaba con un

depósito pequeño de alimentos y se practicaba además actividades ceremoniales

restringidas relacionadas a la quema de objetos votivos y que por su tamaño en área pudo

haber albergado 1 a 2 personas que tuvieron que ser muy importantes porque aquí fue

donde se encontró el hacha de cuarzo, un verdadero símbolo de poder.

La preocupación por contar con espacios amplios, comunitarios, aun es notoria

entre las fases 4 y 6: con recintos como R32 (78 m2), R29b (55 m2), R42 (21 m2), R8a (37

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m2) y la presencia por vez primera de una plataforma amplia, alta y central de 14 m3 de

relleno, elaborada en parte a base de shicras. Todas estas construcciones son evidencias

de una edificación para uso comunal (Fig. 79).

Pero además aparece el R40 que es otro recinto reducido, de difícil acceso, cerrado,

separado del transito interno del subsector y que si bien su organización espacial es

equiparable con el recinto R34, es más sencillo porque no cuenta con elementos

contextuales internos, por lo cual debe tratarse de un área de descanso para una o dos

personas, menos privilegiadas que los del recinto R34.

La segmentación interna y la ampliación de la residencia fueron dos características

sobresalientes entre la fase 7 y la fase 9. Ya para finales de este segundo período se inicia

la tendencia de dejar los espacios grandes para la parte oeste y segmentar los espacios

ubicados al norte y este. Además empieza el cambio de los accesos fáciles y amplios, a

nivel del piso, por aquellos con umbrales elevados y angostos, notándose una clara

intención por restringir y controlar el acceso hacia la unidad residencial.

En resumen, durante este periodo se ha logrado determinar la presencia de una

unidad residencial cuyos habitantes y sus actividades, reflejados en el diseño

arquitectónico, mostraron una evolución de espacios amplios con actividades indistintas a

espacios que funcionalmente empezaron a especializarse hacia usos no únicamente

domésticos, sino más bien diferenciados.

Fig. 79. Reconstrucción en 3d de la unidad residencial 3 durante su fase 4. Imagen: Luis Flores - PEACS.

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248

Estilo de vida en las Unidades Residenciales 1 y 2 durante el Período III

A partir del tercer período, durante la fase 10, se llevó a cabo cambios sustanciales

en el espacio social, no sólo en lo técnico y arquitectónico, sino además en lo económico,

todo ello con clara implicancia simbólica y sociológica.

El primer cambio significativo, sucedido en la fase 10, resulta ser el abandono y

destrucción de la antigua unidad residencial 3, y la superposición, en el mismo lugar, de

dos nuevas unidades residenciales: UR-1 y UR-2, cada una con espacios y elementos

similares. Nosotros estamos interpretando que la presencia de dos unidades residenciales

contiguas es el reflejo de una dualidad sociológica inicial, es decir una organización social y

política dual (diarquía en el poder) acontecido en el subsector residencial I2 durante el

período III (aprox. 2500 a.c.).

A nivel espacial este cambio trascendental se vio manifestado por un proceso de

segmentación y reducción de los espacios en el lado norte de la unidad 1 y lado este de la

unidad 2, los cuales fueron destinados a convertirse en espacios de uso doméstico,

mientras que en el lado oeste se caracterizó más bien por contar con espacios de uso

ceremonial o formal (R8-R7-R21 y R9-31).

La construcción de recintos anexos a estos espacios amplios, a partir de la fase 13,

respondería justamente a la necesidad de contar con áreas que sirvan de auxilio y de

depósitos para los objetos usados en las diversas actividades de las unidades.

A partir de la fase 15 los espacios con tendencia a áreas de actividad especializadas

en lo ceremonial se consolidan, se recrean R8 y R9, los que asumen la forma de un

pequeño salón con plataformas laterales, piso a desnivel con fogón central y recintos

anexos asociados. Mientras sus contrapartes posteriores, los recintos R31 y R7 primero (y

luego R21), se caracterizan por una plataforma elevada y un nicho esquinero. En general

estas agrupaciones imitan los componentes arquitectónicos, aunque a menor escala y con

ciertas diferencias, de algunos templos de Caral.

En la doble dupla formada por R9-R31 y R8-R7 (luego R21) se han encontrado

constantes evidencias de quemas en el interior de los fogones o sobre pisos de las

plataformas, las que hemos interpretado como prácticas rituales habituales.

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R9 y R8 serían espacios públicos, de uso reducido e interfamiliar, mientras que R31

y R21 sería más un lugar de ceremonias privadas.

Ambos tipos de recintos fueron formalmente asimétricos pero funcionalmente

complementarios. En lo formal muestran claramente una dualidad simbólica porque si

comparamos las plantas arquitectónicas de R8 y R9 con las de R31 y R21 observaremos su

similitud en planta, pero su desigualdad en volumen. Su igualdad en relación a su planta

arquitectónico es que ambas presentan una clara división en dos mitades de su espacio

interior, la primera mitad tiene la forma de una “U” que rodea a la segunda mitad que es

un espacio cuadrangular, en ambos casos el espacio en forma de “U” es el espacio

transitable; mientras que el cuadrángulo es el que cuenta con las quemas sobre el piso o

con el fogón, es decir es el espacio reservado para lo ritual. La diferencia radica en el

tratamiento del volumen, porque para el caso de R8 y R9 la primera mitad en forma de “U”

es la que ha sido levantada, dejando el cuadrángulo con un piso bajo conteniendo el

fogón. Mientras en R31, R7 (y luego R21) la primera mitad mas bien fue dejado como piso

bajo y el cuadrángulo fue el que sufrió el levantamiento (Figs. 80-81).

Estos recintos ceremoniales muestran una clara caracterización, en lo

arquitectónico, de una dualidad simbólica de complementariedad: simétrico/asimétrico,

alto/bajo, ceremonial público/ceremonial privado.

Fig. 80. Vista del recinto R9 (lado izquierdo). Fig. 81. Vista del recinto R21 (lado derecho).

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250

Por otro lado, el lado posterior (este) de la unidad residencial 2 y el lado lateral

(norte) de la unidad 1 se afirman como los espacios reservados para la vida secular de un

grupo de elite para cada lado, con presencia habitaciones (áreas de descanso) agrupadas

alrededor de un patio interno, áreas comunal-familiares y depósitos (Fig. 82).

Estos recintos habitacionales estuvieron asociados a un exterior donde se llevaron a

cabo prácticas como de preparación de alimentos sobre piedras calientes y la manufactura

de productos utilitarios y simbólicos, éstos últimos elaborados en crisocola, pero

especialmente en cuarzo, todo ello trabajado al aire libre o al interior de cobertizos

pequeños construidas a base de cañas y postes. Todo muestra que los residentes en el I2

tenían acceso permanente a mano de obra, tal vez a manera de mita.

Durante este período toda esta ocupación los ocupantes del subsector I2 podían

contar con una mayor y más variada cantidad y calidad de bienes alimenticios como el

acceso a peces con mayor proporción cárnica como róbalos, tollos, bonitos, así como otras

especies nuevas como corvinas, cabinzas, cachemas, cojinobas, además de las especies ya

aprovechadas desde el período anterior como las anchovetas, sardinas, lornas y machetes

(véase Tabla 25). Lo mismo sucede con el aprovechamiento de nuevos vegetales,

empiezan a consumir achira, calabaza, pacae, ají, pallar e incluso yuyo.

Otro factor económico, a nivel tecnológico, que también aparece en este período es

el manejo destacado de la piedra en la construcción de los muros, un ejemplo claro de ello

es el tipo de muro 6 (Dib. 40).

Por otro lado, durante la fase 18 es importante destacar la construcción del recinto

R50, y con ello la vinculación definitiva, inicialmente presente en los recintos R8 y R9, de la

Tradición Arquitectónica Mito definido por Bonnier (1997). Esta es una prueba clara de la

unidad cultural que se venia dando en toda el área norcentral como lo ha propuesta Shady

(2004, 2005). Como podemos apreciar estamos frente a unidades residenciales donde las

acciones ceremoniales asumen su mayor cima en la vida de los grupos domésticos del I2.

No basta haber determinado una serie de bienes (cuentas, objetos de cuarzo, etc.)

y un conjunto de actividades objetivas (ceremoniales) asociadas regularmente a la elite

para sentenciar que la unidad residencial del I2 fue ocupado por un grupo de poder. En

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251

otras palabras, usando un ejemplo contemporáneo, no basta consumir caviar y jugar golf

para pertenecer a la clase alta de la sociedad.

La distinción se da en el momento en que se especializan los espacios ceremoniales,

institucionalizando dichas prácticas. Esta es una muestra de cómo el grupo social a cargo

del I2 ha logrado objetivar el capital simbólico que inicialmente estuvo basado sólo en un

reconocimiento colectivo (durante mediados y finales del período II), pero que ahora era

formal y se expresaba en rituales de integración (reciprocidad andina) para renovar las

uniones existentes, buscar consensos y planear proyectos corporativos. Lo sucedido en el

I2 es un reflejo a nivel macro de la situación social que vivía Caral y en general todo el

valle de Supe y alrededores. La respuesta creativa venida de los actores de Supe fue

encontrar un consenso entre los varios grupos políticos interesados, y por consiguiente una

división del poder tanto a nivel intrasitios e intersitios, para que de este modo se logre una

integración social, ante la necesidad de coordinar dentro de un contexto cada vez más

complejo y un agregado poblacional cada vez más amplio. Este mismo modelo luego seria

aplicado a nivel regional.

Fig. 82. Reconstrucción en 3d de las unidades residenciales 1 y 2 durante su fase 20.

Imagen: Luis Flores - PEACS.

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Estilo de vida en las Unidades Residenciales 1 y 2 durante el Período IV

Desde las últimas fases del período III (fases 19 y 20), pero en especial durante

este período, se puede observar el entierro de las principales áreas ceremoniales,

principalmente los recintos posteriores R31, R21, R7 y la superposición de construcciones

sobre R9.

A ello habría que sumarle el cambio porcentual en el material constructivo de los

muros, del uso mayoritario de piedras cortadas al uso de cantos rodados y piedras

canteadas pequeñas, de campo, sin trabajo (tipos de muros 7 y 8), en las últimas fases del

período III y durante todo el período IV, ello muestra no la falta de este material, sino un

desmedro en la disponibilidad de fuerza, tiempo y mecánica de trabajo (Fig. 83).

Ello estaría indicando la perdida del prestigio simbólico y poder económico de sus

gobernantes, el cual podría relacionarse con el inicio del ocaso de la civilización de Supe a

partir de los 2,000 años a.c. aproximadamente.

Fig. 83. Reconstrucción en 3d de las unidades residenciales 1 y 2 durante su fase 22.

Imagen: Luis Flores.

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253

C a p í t u l o X I I I

EL SUBSECTOR I2 EN SU CONTEXTO ESPACIAL Y TEMPORAL:

COMPARACIONES, DISCUSIONES E IMPLICANCIAS

En este capítulo llevamos a cabo algunas comparaciones entre los resultados

expuestos e interpretados para el subsector residencial I2 y los demás ejemplos

reportados en los Andes Centrales durante el período Formativo. Además con este

esfuerzo comparativo discutimos algunas conclusiones a la que llegaron algunos colegas,

que en algunos casos se han convertido en verdaderos mitos y al final tratamos de llegar

a algunas implicancias de orden social.

Empezamos nuestra discusión desde un nivel micro para culminar con la propuesta

de una tradición arquitectónica originaria de la costa norcentral y finalmente sugerir un

modelo teórico sobre el origen de la diferenciación social.

Ocupación, abandono, destrucción, entierro y renovación de las estructuras y

el mito de la deposición y la construcción maciza

El entierro y reposición de estructuras es un patrón cultural presente en los Andes

Centrales y que no sólo se restringe al período Formativo, sino que se prolonga hasta el

Intermedio Temprano.

Desde que la expedición de la Universidad de Tokio llamó la atención sobre el

“entierro de templos” en Kotosh (Izumi y Matsuzawa 1967), son numerosos los sitios que

han sido reportados con esta característica.

Un entierro de estructuras, similar al señalado en Huanuco, ha sido encontrado

por Grieder y Bueno en el sitio de la Galgada (Grieder et. al. 1988, Grieder y Bueno

1985).

Como bien lo ha señalado Onuki (1994: 83), a parte de los edificios enterrados

como el Templo Blanco, de los Nichitos y de las Manos Cruzadas, y otros de la Galgada,

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el resto de evidencias muestran una construcción encima de los restos destruidos del

recinto anterior, por lo cual Onuki (1994) prefiere usar el termino “renovación de

templos” en vez de “entierro de templos” porque mayormente implica una

“destrucción/renovación” de las estructuras.

Wendt (1976[1964]) informó sobre la presencia de rellenos de piedra y escombros

debajo de los pisos que a su vez se sobreponía a otros pisos, lo cual demuestra que en el

sitio de Río Seco también hubo una constante demolición y construcción superpuesta.

La información de Áspero también revela una larga historia para cada unos de los

edificios, una clara muestra de ello es la gran sucesión de estratos en el corte central de

Huaca Alta (Feldman 1980).

Bird (1970[1948]) cree que Huaca Prieta creció por un rápido acumulamiento de

basura. Al analizar las evidencias del sitio nos damos cuenta que estamos frente a un

montículo aterrazado, en la cual hay un sin número de estructuras en diferentes niveles

de ocupación.

Comúnmente se pensaba que los cuartos más bajos eran elaborados para servir

como base de las construcciones superiores y que éstos sólo eran contenedores de

relleno (Fung 1991: 158). Esta misma idea aun sigue vigente en algunos arqueólogos,

por ejemplo Lumbreras (2004: 125) sugiere que:

“Las construcciones de los montículos de Áspero, Caral y los demás

asentamientos de época, fue hecha con una tecnología bastante rudimentaria y

más o menos generalizada en la región central del Perú: se hacia una suerte de

“cajón”, con muros de mampostería simple, rellenándolo con bolsas hechas de

junco o caña brava, conocidas como “shikra”, que formaban una suerte de

“canastas” que eran dispuestas unas al lado de las otras y retenidas, en sus

extremos, con los muros de mampostería que, a su vez, servían de paramento del

montículo”.

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255

Además, Lumbreras (2004: 125) cree que debemos dejar de lado la idea de que

los montículos se formaron por deposición, como lo sugirió Bird (1948) para Huaca

Prieta, para pensar que fue resultado de la construcción de un edificio macizo.

No nos queda claro si cuando Lumbreras habla sobre “cajones” se refiere a

terrazas ó a recintos, pero de cualquier forma habría que precisar que dichos espacios no

son construidos sobre un espacio vacío como piensa Lumbreras (2004) y también Rosa

Fung (1991), sino que entierran ocupaciones precedentes, es decir cuartos que fueron

escenario de actividades de la vida diaria en un determinado tiempo, por lo tanto las

edificaciones monumentales tuvieron una larga historia constructiva, es decir que el gran

monumento que observamos es sólo la ultima fase constructiva y no producto de una

deposición ó construcción, en un sólo momento, de un edificio macizo, sino que éste

encierra la superposición de varios niveles de ocupación, que en algunos casos se trata

incluso de la sobre posición de pirámides más grandes sobre otras más pequeñas.

Nosotros observamos que esta tradición de renovación de edificios no es exclusiva

de la arquitectura monumental, sino que también se presenta en las unidades

residenciales, y que en ellas es más notoria la característica de destrucción.

El sitio de Caral se han encontrado buenos ejemplos de esta tradición de entierro

de estructuras tanto en edificios monumentales como residenciales (Shady 2003, 2004).

Arturo Noel (2004) ha presentado, para el modulo A1 de Caral, una superposición

de doce fases constructivas comprimida en menos de 2 m de estratigrafía.

Por su parte Cristian Vizconde (2004) también ha reportado este patrón de

destrucción y entierro de estructuras tanto para el subsector B1, como para el subsector

B5 de Caral. En el subsector B1 se informa que en una estratigrafía no mayor de 1.5 m

de espesor existen 17 fases, con edificaciones con muros que no superan el medio metro

de alto.

Nosotros también hemos logrado identificar actividades de destrucción y entierro

de estructuras y además nos ha quedado claro la idea que la destrucción de los muros es

posterior a la preparación del recinto para su abandono.

Por citar sólo dos ejemplos:

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Ej. 01.- Hemos observado que previo al abandono / destrucción / entierro del recinto R44

para construir encima una extensa plataforma que sirvió de base para el recinto

R43 (paso de la fase 9 a la 10), se colocaron primero shicras sobre el piso de R44

y posteriormente se echaron a bajo el 70% de los muros y este relleno sirvió de

base para construir encima el piso del nuevo recinto R43.

Ej. 02.- Antes del abandono / destrucción / entierro del recinto R34 (fase 9), el mismo

fue escenario de una última ceremonia de quema en el fogón F10 y la ceniza

proveniente de este ritual fue arrojado sobre el piso y se abandonó un hacha de

cuarzo. Encima de toda esta última actividad hemos encontrado una capa de tierra

arcillosa que interpretamos como escombros de muro que enterró el recinto y se

construyó encima el piso del nuevo recinto R38.

Así como estos dos ejemplos existen numerosa evidencia sobre el abandono /

destrucción / entierro de recintos en el I2 (léase Capítulo VIII de Estratigrafía) como en

todo Caral (Noel 2002; Peralta 2003).

Lo que evidencia esta práctica es que en primer lugar la tradición de destrucción y

renovación de estructuras está también presente en las unidades residenciales. En

segundo lugar, la recurrencia de estas evidencias indica que el subsector I2 estuvo

ocupado de manera permanente. En tercer lugar, quisiéramos llamar la atención que no

se debe de confundir el momento de entierro de la estructura, el cual puede involucrar

actos rituales, con la funcionalidad innata del recinto en su momento de uso. Finalmente,

nos queda claro que estos ejemplos muestran una práctica ritual habitual en la acción

social de los habitantes de Caral, y de otros sitios formativos, lo cual no es más que la

plasmación de su cosmovisión andina donde el tiempo es cíclico (Rostworoski 2000) y

que además, podría estar vinculado con la presencia de ciclos vitales de las estructuras

como lo ha sugerido Shady (2004).

Discutiendo sobre tecnología constructiva

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Nuestro trabajo ha permitido diferenciar siete tipos de muros (léase Capitulo IX),

los cuales guardan claramente un orden funcional y cronológico, a partir de dichas

variables nos resulta interesante discutir nuestra tipología con otras evidencias

reportadas tanto en Caral como en los sitios tempranos de los Andes Centrales.

Nuestro primer nivel de comparación es interno, en Caral. Tomaremos tres

sectores como cotejo: A, B1 y X.

Arturo Noel (2004: 120) ha logrado definir tres tipos de muros para sus períodos

de ocupación. En los dos primeros períodos se presentan estructuras de armazón

vegetal, mientras en el tercero se construyen plataformas como muros de contención de

piedra. En este último caso cabe preguntarse ¿qué tipo de estructuras sostuvieron las

plataformas? Arturo Noel (2004:187) cree que fueron espacios abiertos de uso doméstico

y ceremonial.

Esta sugerencia de Noel para el sector A nos hace recordar la tesis de Vega-

Centeno (2005) quien también cree que en un momento final de la ocupación en Cerro

Lampay existió una cima vacía.

No estoy de acuerdo con esas interpretaciones, más bien creo que este aspecto

“vació” de la cima de la plataforma (en el caso del sector A de Caral) o cima de la

pirámide (en Lampay) es a causa de un problema de conservación de la última fase. Sólo

para citar un ejemplo, la plataforma 11 del subsector I2 fue prácticamente encontrado

vacío, sin embargo pocos revoques nos sugirió que sobre dicha plataforma existieron

muros de edificaciones ya destruidas, por lo tanto quedan advertidos los investigadores

citados, así como todos los demás involucrados en el tema, de tener en cuenta los

problemas tafonómicos al momento de establecer las secuencias ocupacionales.

Volviendo al tema de los tipos de muros, Cristián Vizconde (2004: 53), para el

subsector B2, ha logrado determinar la existencia de cinco tipos de muros de piedra los

cuales tienen un orden cronológico. Esta tipología va desde el uso de piedras grandes y

mayormente canteadas (tipos 1, 2, 3), elaboradas en las primeras diez fases, a un

cambio constructivo, en las dos fases finales, por tipos de muros donde se usa

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mayormente cantos rodados y piedras canteadas pequeñas sin un orden claro en el

paramento (tipos 4 y 5).

Si bien Vizconde (2004: 67) no encontró muros de quincha en el subsector B2, por

lo cual concluye que debe de tratarse de una ocupación “precerámica final”, si lo ha

reportado para el subsector B5 donde la quincha antecede a las edificaciones de piedras

(Vizconde 2004: 28).

Rodolfo Peralta (2003) y Leonidas Izarra (comunicación personal 2002) han

logrado identificar en el sector X muros de quincha antecediendo a los de piedra, los

cuales mayormente son cantos rodados.

Fuera de Caral, en el litoral de Supe, Robert Feldman (1980: 43) ha reportado la

existencia de hasta cinco tipos61 de muros para el sitio de Áspero, donde los muros de

quincha y adobes son más antiguos que los de piedras, incluso sostiene que entre los

muros de piedra, el uso de cantos rodados es tardío en su secuencia.

La quincha es una de las técnicas constructivas más antiguas reportadas en la

historia constructiva andina. Johny Isla (1990), como parte del Proyecto Arqueológico

Nasca en Cahuachi dirigido por Giuseppe Orefici, ha reportado el hallazgo de dos

ocupaciones arcaicas superpuestas, en la primera existen hoyos de postes y restos de

ramas que fueron parte de muros de quincha que datan de 4400 años a.C. En un

segundo momento se levantaron muros de postes delgados de madera, asentados en

zanjas, formando un recinto pequeño de esquinas curvas, que data del 4200 años a.C.

Esta misma secuencia en la construcción de los muros hemos logrado determinar

en el subsector I2, donde los muros de armazón vegetal (quincha) están presentes desde

la primera fase. El uso de la piedra en el sector I estuvo restringido para la construcción

de las terrazas de la pirámide de la Huanca (subsector I1) y como muros perimetrales en

el subsector I2 (tipo de muro 3). Un tipo de muro también antiguo son los elaborados

con barro (tipo 2) que estaría emparentado con los muros de adobe que registramos en

la Pirámide de la Huanca.

61 Tipos de muros en Áspero: 1) Muros de bloques de basalto anguloso. 2) Muro de cantos rodados. 3) Muro de adobes. 4) Muro de piedras con núcleo de cascajo. 5) Muro de Quincha.

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Otros muros de piedra canteada que empezaron a construirse desde el segundo

período es el tipo de muro 4 (Dib. 39).

Recién a partir del tercer período se inicia la fabricación de muros con piedras bien

cortadas y de buen acabado (tipo 6) (Dib. 40).

Otro tipo de muro es el nº 8 que también se inicia a construir desde el período III,

pero a pesar que muestra un acabado rústico (pircado), usa piedras grandes, por lo cual

su diferenciación debió ser funcional y no jerárquica, debido a que fue usado sólo para

cercar patios.

Finalmente, el uso del canto rodado y las piedras pequeñas (tipo 7) en los muros

del I2, se vuelve muy frecuente desde finales del tercer período e inicios del cuarto (Dib.

41).

A partir de esta discusión nos llama la atención que una secuencia inversa ha sido

propuesta por Grieder y Bueno (1985, Grieder et al. 1988) para el sitio de la Galgada,

donde se plantea que las cámaras construidas con cantos rodados son más tempranas

que las elaboradas con piedras canteadas. Sin embargo, al revisar los datos notamos que

no existe un orden claro en tal secuencia de muros, porque a si como es claro la

presencia de muros de cantos rodados en las edificaciones más antiguas asociadas al

piso 40 como las cámaras H10:F4 y F12:B2, también encontramos un ejemplo de una

cámara (G12:I2) para este mismo período donde se usa las piedras canteadas asociadas

también al piso 40. Del mismo modo para el subsiguiente piso 30 alternan piedras

canteadas y de cantos rodados en diversos recintos. Por lo tanto, lo que se tendría que

analizar en este caso no es simplemente la presencia / ausencia de un tipo de piedra,

sino la frecuencia de su uso.

Al parecer otra anormalidad en nuestra secuencia es la sucesión de muros en el

sitio de Piruru. Bonnier (1987, 1988) reporta que la construcción más tardía del período

precerámico, el Templo P1, está elaborado de “quincha” sobre una plataforma de piedras

de sillar. Sin embargo, antes de entrar en detalle sobre el Templo de Piruru, habría que

aclarar a qué llamamos “quincha”.

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Para esclarecer esta situación nos valemos de la información del sector A de Caral

donde existe claramente dos tipos de muros de armazón vegetal, el cual sólo en el caso

más antiguo es definido por Noel (2004) como “quincha”, mientras el segundo, que

aparece desde su fase 4, lo llamamos “muro de postes”.

El muro de quincha reportado por Noel es similar al tipo de muro 1 descrita por

nosotros para el I2, los cuales son angostos (0.11 m de espesor), con estructura interna

de cañas colocadas tanto horizontal como verticalmente y soportadas por postes

delgados de guarango ó sauce. Las junturas fueron unidas por soguillas de fibras

vegetales y todo fue empastado con arcilla color amarillo con inclusiones de grama (Fig.

27 y Dib. 36).

El segundo tipo de muro con armazón vegetal lo llamamos “muros de postes”,

ejemplos muy claros existen en las pirámides de Caral, tienen una estructura interna

formada por cañas atravesadas sólo horizontalmente y sujetadas a gruesos muros de

postes mayormente de sauce. Todo empastado con un grueso mortero de arcilla color

gris. Estos muros alcanzar a tener un espesor de 0.2 m, casi el doble que el anterior.

Volviendo a Piruru, Elizabeth Bonnier me ha informado (comunicación personal,

Junio 2005) que en dicho Templo P1, en primer lugar no se encontraron los postes,

mucho menos el muro, por lo tanto se desconoce su estructura interna, pero si se ha

registrado los hoyos y una zanja gruesa sobre la que se habrían construido los muros,

que según la reconstrucción realizada por Bonnier se trata de un muro grueso, similar a

lo que llamamos aquí “muros de poste”. A partir de esta distinción en Piruru no se

construyó un simple y delgado muro de quincha, que en Caral es típico de las primeras

fases, sino un fuerte y grueso muro de postes, que en Caral está presente en las

ocupaciones intermedias.

A parte de los antecedentes discutidos sobre tipos de muros existen otras

informaciones en otros sitios, lamentablemente no se precisa su estratigrafía. Por

ejemplo Wendt (1964) encontró tres tipos de muros: 1) de piedra, 2) de adobes

cuadrangulares y 3) de barro. Igualmente, S. Pozorski y T. Pozorski (1977: 31) comentan

sobre delgados muros en Alto Salaverry, elaborados tanto de piedras canteadas como

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guijarros, y que en ciertas ocasiones son mezclados con adobes hechos a mano, aunque

no existen propiamente muros de adobes.

Recapitulando, podemos afirmar en relación a los tipos de muros que el uso de la

piedra estuvo presente desde el inicio de la secuencia del subsector I2, sin embargo no

fue popular su uso en las residencias para las primeras fases donde las elaboradas con

quincha son lo común. El uso de la piedra canteada, incluso con mayor trabajo, es propio

de los períodos III y IV, y en este último la utilización de los cantos rodados se vuelve

más frecuente.

Por otro lado, hemos notado que en el sector A de Caral no son habituales los

muros de doble cara elaborados con piedras, sino más bien los de estructura vegetal.

Mientras en el sector X es común tanto la quincha como los cantos rodados. Ellos nos

indican un desigual acceso a los materiales constructivos por parte de los residentes que

vivían cerca de las pirámides en desmedro de los habitantes no asociados o los que se

hallaban fuera del núcleo urbano.

Otro elemento recurrente en las construcciones es el uso de bolsas de fibras

(shicras) para contener el relleno constructivo. En la bibliografía arqueológica se discute

su antigüedad y funcionalidad.

Son numerosos los sitios donde se ha reportada la existencia de shicras: Los

Gavilanes, Áspero, Piedra Parada, Paraíso, Las Aldas, Río Seco de León, Caral, Cerro

Lampay, Porvenir, Caballete y los sitios de planta en “U” de Lima, sólo por citar algunos

ejemplos (Bonavía 1982, Feldman 1980, Quilter 1991, 1985, Engel 1967, Fung 1991,

Vega-Centeno 2005, Haas y Ruiz 2003, Bueno 1983).

Bonavía (1982: 264) ha venido sosteniendo que el uso de las shicras se inicia a

finales de la etapa precerámica y se populariza en la época inicial.

Queremos ser un poco más preciso en esta última afirmación, en primer lugar no

es tan cierto que las shicras aparezca recién al final de lo que venimos llamando período

Formativo Temprano ó lo que se ha llamado etapa precerámica final (2000-1800 a.C),

sino mas bien aparece al inicio de este período (2500 a.C), como fue reportado por el

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mismo Bonavía para los Gavilanes. Incluso nosotros creemos que podría ser un poco más

antiguo, al haberlo identificado en el relleno constructivo de la plataforma Pla-20, al inicio

de la fase 5 (período II) del I2.

Por su parte Arturo Noel (2004: 354) ha analizado 61 muestras de shicras en el

sector A1 de Caral, lo cual resulta ser el mejor registro de este componente. Este

investigador sostiene que “En el Módulo Arquitectónico Nº 1 (“Módulo Central”) se ha

determinado que la “shicras” están presentes, desde la Fase Arquitectónica VII…”.

Desafortunadamente no se tiene un fechado radiocarbónico de las primeras shicras, ni

tampoco Noel se ha atrevido a proyectar un fechado a partir de su secuencia

estratigráfica, pero si se tiene un fechado radiocarbónico de una muestra de shicra más

tardía, proveniente de la fase XII-b, que data de 2490 a.C (ISGS-4729) (Shady et. al.

2001: 726, tabla 1, Noel 2004: 344), por lo tanto el inicio de las shicras en el sector A

llegaría incluso a superar la barrera de los 2500 años a.C., debido a que existen shicras

por lo menos cuatro fases antes de la muestra fechada.

Otra cuestión problemática sobre las shicras ha sido la función y significado que

habrían cumplido en las construcciones. Comúnmente se ha aceptado su función

práctica: contenedora de relleno y su uso exclusivo para edificaciones públicas (Moseley y

Willey 1973, Moseley 1975, Feldman 1980, Bonavía 1982). Además Feldman (1980) han

sugerido que podría significar un tipo de trabajo en forma de impuesto, similar a la mit’a,

esta idea ha sido acogida también por Quilter (1985) y Fung (1999). Nosotros tenemos

ciertas dudas sobre este planteamiento porque si el peso de las shicras fueron elementos

de “pagos” a través del trabajo, habría preguntarse ¿cuál era la medida estándar?, los

datos nos informan que no existe tal medida estándar sino mas bien una gran variedad

de pesos, nosotros hemos cogido una muestra de nueve shicras y ellas van desde 5

hasta 23 Kg. (anexo 1: tabla 25); por su parte Noel (2004) presenta una variación aun

más notable entre las shicras, van desde los 3 hasta los 56.5 kg.

En cuanto a su funcionalidad práctica, en el caso de obras públicas monumentales,

es definitivamente para contener y estabilizar el relleno constructivo, pero nos

preguntamos ¿las shicras sólo cumplieron un rol constructivo? Para responder esta

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pregunta habría que aclarar que las shicras no fueron usadas sólo en las edificaciones

públicas monumentales, sino que también aparecen en las unidades residenciales (Noel

2002, 2004, Flores 2005).

En el subsector residencial I2 cuando aparecen las shicras no copan todo el

relleno, siempre lo hemos registrado junto a los muros y colocados después del

abandono del recinto, pero previos al proceso de destrucción / entierro y construcción de

nuevas estructuras, pero no de cualquier tipo de recinto, sino que fueron dejadas debajo

de los recintos que venimos interpretándole una funcionalidad ceremonial y mayormente

están sólo en los grandes cambios, que nosotros llamamos períodos. Por lo tanto, su

funcionalidad en las residencias no fue práctica, sino más bien simbólica.

Discutiendo sobre unidades residenciales del período formativo andino: las

aldeas con templo, templos con aldeas y templos habitacionales

Desde que Richard Schaedel (1951: 22) planteara que en los Andes Centrales el

urbanismo fue tardío, recién con Chimu (Ej. Chanchan), y que antes de ello existían

“centros ceremoniales” donde vivían una reducida población y que la mayor parte

habitaba en los campos, es decir donde existía un patrón de asentamiento disperso que

John Rowe (1963) ha llamado “sincorítico”; la mayoría de estudiosos andinos han venido

entendiendo que inicialmente se construyó grandes monumentos para fines ceremoniales

y rituales (Williams 1980; Bonnier y Rozemberg 1988).

Además, inicialmente se pensaba que los montículos eran los que albergaban, en

su cima, las viviendas. Así fueron interpretados sitios como Chupacigarro Grande (Caral),

Culebras, Huaca Prieta, Cerro Prieto, etc. (Engel 1987, 1979; Lanning 1967; Bird 1970;

por citar algunos).

Desafortunadamente aún son escasos los datos sobre unidades residenciales en

sitios formativos, pero toda la referencia que hemos logrado recopilar nos permite

concluir que al menos todos los sitios de la costa fueron centros poblacionales (ya sea

ciudades o pueblos) y no meros centros ceremoniales vacíos.

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Además, entre las unidades habitacionales existió una jerarquía determinada por

su ubicación en la urbe, sus características formales y su material constructivo. Por

ejemplo, en Caral se ha logrado distinguir tres rangos:

1. Unidades Residenciales asociadas a las pirámides.

2. Grandes Conjuntos Residenciales al interior del centro urbano pero desasociado

de alguna edificación ceremonial.

3. Grandes Conjuntos Habitacionales apiñados ubicados en la periferia de la urbe.

Creemos que estos tres tipos están presentes en los sitios costeros, claro que es

harto difícil comprobarlo porque repetimos no existen aún los datos, pero podemos

ensayar algunas inferencias.

Por ejemplo en sitios como Bandurria se han reportado evidencias domésticas

tanto junto al montículo piramidal como en los exteriores del sitio (Fung 2004, Williams

1980). El mismo caso se dan en Áspero y Río Seco, Salinas de Chao, etc.

Un caso interesante es Alto Salaverry porque allí se han reportado evidencias

domésticas y semidomésticas (Pozorski y Pozorski 1977). Nosotros creemos que esta

diferenciación es debido a una jerarquía entre ambos tipos, siendo lo semidoméstico una

residencia de elite.

En relación a las unidades residenciales de elite estas existieron durante el periodo

formativo y como hemos comprobado en el subsector I2, éstas estuvieron formadas no

sólo por áreas domésticas sino también por áreas ceremoniales y productivas. Las

evidencias más factibles de ser consideradas como residencias de elite son aquellas

ubicadas en las cercanías de las pirámides, pero sólo una excavación extensiva podrá

comprobar esa hipótesis. De los sitios revisados el que agrupa mejor estas características

es la Unidad I del Paraíso, la cual nosotros creemos –concordando con la propuesta de

Quilter (1985)- fue una unidad residencial de elite de primer orden.

A partir de lo expuesto proponemos que una unidad residencial de elite durante el

periodo formativo se caracteriza por lo siguiente (Dib. 44):

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1. Una ubicación preferentemente asociado a un edificio público, y por tanto al

interior del centro urbano.

2. Una configuración arquitectónica ortogonal, con un buen tratamiento tecnológico

de la construcción y resultado de un diseño y ejecución unitaria de la obra.

3. Integran una zona pública, otra privada y una tercera de importancia económica,

todas con áreas de actividad especializadas. La zona pública fue usada para actos

ceremoniales o formales (cámaras y altares, así como recintos auxiliares). La zona

privada para funciones domésticas (habitaciones, preparación y consumo de

alimentos, depósitos, etc.). Ésta ultima zona estuvo vinculada a una área

periférica usada para el arrojo y quema de los desperdicios, pero además para

actividades productivas (manufactura artesanal), de servicio de atención a la

residencia principal.

4. Uso preferente de recursos simbólicos (objetos suntuosos símbolos de poder) y

económicos (bienes de consumo) de acceso restringido para el resto de la

sociedad.

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Discutiendo sobre recintos ceremoniales: La definición de una Tradición

Arquitectónica Supe y su diferenciación de la Tradición Arquitectónica Mito.

Las evidencias encontradas en los recintos R8, R9 y R50 del subsector I2 de Caral

guardan semejanzas arquitectónicas, estratigráficas y contextuales con diversos sitios

contemporáneos durante el período Formativo Medio, e incluso con los del Formativo

Tardío y Final, como Kotosh (Izumi et. al. 1972), Shillacoto (Izumi et. al. 1972), La

Galgada (Grieder y Bueno 1985, Grieder et. al. 1988), Piruru (Bonnier 1987, 1997),

Huaricoto (Burger y Burger 1980, 1985), varios sitios del valle de Casma (Pozorski y

Pozorski 1996) e incluso Huacaloma en Cajamarca (Terada 1985), los que inicialmente

Richard Burger y Lucy Salazar (1980) habían agrupado dentro de la “Tradición Religiosa

Kotosh”, los cuales comparten la actividad de ejecutar “…rituales cíclicos de incineración

de ofrendas (en fogones especiales) con la directa participación de un grupo limitado de

individuos” (Burger y Burger 1980: 28).

Tratando de ordenar cronológicamente esta larga tradición de Kotosh, Elizabeth

Bonnier (1997) ha agrupado y definido como “Tradición Arquitectónica Mito” solo

aquellos ejemplos del Formativo Medio (2500 - 1800 años a.C.), que se define por tener

ciertas caracteres arquitectónicos y constructivos compartidos donde sobresale la

edificación de pisos-altares o pisos a doble nivel, con multicapas de enlucidos y fogón

central subterráneo para llevar a cabo la quema de ofrendas.

Nuestras excavaciones han logrado recuperar evidencias para discutir la propuesta

de Bonnier (1997) sobre la existencia o influencia de una tradición Mito en la costa

norcentral.

En el subsector I2 de Caral hemos logrado definir la presencia de un tipo de

recinto ceremonial caracterizado por extensas plataformas que rodean un patio hundido

que cuenta, en el centro, con un fogón circular y profundo, con o sin ductos de

ventilación. Todo el espacio estuvo cercado por muros de piedra canteada que al parecer

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no contaban con nichos, pero que si mostraban un fino enlucido con múltiples capas de

arcilla y pintura amarilla, roja y blanca.

El tipo en mención, llamado por nosotros arbitrariamente tipo 1, lo hemos

diferenciado en dos subtipos (1a y 1b), a partir de sus diferencias en la forma de sus

plataformas, como en la presencia o no de ductos de ventilación (Dib. 43).

De esta forma el subtipo 1a, representado por los recintos R8 y R9, se caracterizan

por ser relativamente grandes, con plataformas en forma de una “U” que rodea un patio

hundido rectangular con fogón central sin ducto de ventilación.

Mientras que el Tipo 1b, representado únicamente por el recinto R50, es un

recinto cuadrangular, construido sobre una plataforma de escasa elevación, en cuyo

interior se ha construido una especie de canaleta abierta a desnivel, que nace cerca del

vano y desemboca rodeando el fogón central, creando de esta manera un estrecho doble

piso. Del interior del fogón se proyectan cuatro ductos de ventilación, de los cuales sólo

uno sale al exterior.

Recintos del tipo definidos por nosotros como 1a no han sido, hasta el momento,

sus datos totalmente publicados, aunque existen varios ejemplos en Caral. En el sector B,

Cristian Vizconde (2004), como parte de su tesis de Licenciatura en la UNMSM, reportó,

en el subsector residencial B2, un recinto cercado por muros de piedra, con plataformas

laterales rodeando un patio hundido, aunque con el fogón central cubierto por un piso. Al

parecer para el subsector H2 también se habría encontrado un ejemplo similar, pero con

fogón abierto (Cristian Vizconde, comunicación personal, 2004).

Ruth Shady (2003: 18, 2004) y yo (Flores 2003) pensábamos que los recintos

ceremoniales de las residencias eran una copia, a pequeña escala, de los llamados “atrios

ó salones ceremoniales” de las pirámides de Caral.

Actualmente creo que si bien existe una similitud, ésta no es igualdad, porque las

semejanzas son sólo con un tipo de salón ceremonial, que por cierto no es el más común

entre los templos de Caral. El salón ceremonial típico de Caral cuenta con espacio interno

de piso a un solo nivel y con fogón central sin ducto, todo rodeado de banquetas

superpuestas a manera de graderías. Este representa un típico patrón arquitectónico

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costero presente en la mayoría de las pirámides y templos de Caral como en el

Anfiteatro, Templo Mayor, Pirámide de la Huanca y al parecer también en la Pirámide de

la Galería, incluso habría ejemplos en otros sitio de Supe como Miraya, Lurihuasi, Era de

Pando, entre otros, cuya información total aún se mantiene inédita (Shady 2003, 2004,

2005). Este patrón costero solo tardíamente ingresa a la sierra, y está presente en el

nivel 20 de la Galgada (Grieder et al. 1981, Grieder y Bueno 1985).

Lo que nosotros hemos identificado como tipo 1a es algo distinto, principalmente

porque presenta un piso a doble nivel y no tiene graderías. Pero nuestro tipo no es un

caso aislado y si tiene modelos a grandes escalas en las pirámides de Caral, pero no es lo

común, hasta donde se conoce el Sector P de Caral tiene un atrio con una plataforma

que deja al centro un piso bajo con fogón (Tapia comunicación personal 2003; Shady

2003: 21, 2005: 35), también en el Templo de la Banqueta y en el sitio de Chupacigarro

(Shady 2003: 21).

Variantes del tipo 1a en la costa, es el hallazgo excepcional, en el sitio de Pampa

de Las Llamas, Casma, de un recinto de 7 m2, con un patio hundido trapezoidal y un

fogón circular sin ducto de ventilación, en el centro el cuarto (Pozorski y Pozorski 1996).

Similar a esa variante, Jeffrey Quilter (1985: 283) ha reportado para el Paraíso, la

existencia del recinto nº 2, el cual presenta un doble piso con hoyos circulares en la parte

superior de las esquinas y con el piso bajo con evidencias de quemas. Dentro de esta

lista podemos incluir el atrio de Huaca de los Ídolos de Áspero, aunque su forma no es

muy clara (Feldman 1980, 1985).

Además nos llama fuertemente la atención la gran semejanza, cuando

comparamos las plantas arquitectónicas de nuestros recintos R8 y R9 (tipo de recinto

1a), y las “cámaras rituales” precerámicas de Kotosh (Izumi et al. 1972: Figs. 86-93),

Shillacoto (Izumi et al. 1972) y las del piso 30 de La Galgada (Grieder et al. 1988: Fig.

32). Esta semejanza se basa en sus plataformas interiores diseñados en forma de “U”

que rodean un patio cuadrangular hundido con un fogón central en forma de barril. La

diferencia entre nuestros ejemplares y los citados en otros sitios, como ya mencionamos

párrafos arriba, es la falta de ductos de ventilación subterráneos y de nichos. De esta

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forma la presencia del ducto de ventilación, muy común en la sierra, se convierte

también un elemento particular de la tradición arquitectónica Mito, el cual es introducido

tardíamente en la secuencia ocupacional de Caral como parte de lo que venimos

definiendo como tipo 1b y que Shady (2003, 2004, 2005; Shady, Machacuay y López

2000; Shady y Machacuay 2000) viene llamando “Altares de Fuego Sagrado” (Dib. 45).

En relación al tipo 1b cabe recordar que en Caral la mayoría de los casos los

altares ha sido encontrados asociados (sobre ó anexas) a pirámides ó templos: el altar

del Templo Mayor, de la Pirámide de la Cantera, la Pirámide del Altar y del Anfiteatro.

Además, mayormente, a excepción del Anfiteatro, se ubican, subiendo la pirámide, hacia

el lado derecho, en un espacio de acceso restringido que le imprime un carácter privado

y exclusivo. Además casi siempre han sido construidos a mediados o finales de la historia

del edificio (Shady comunicación personal 2004).

Todos los “altares”, algunos con pequeñas variantes formales, como la ubicada en

la Pirámide de la Cantera (Shady 2003, Cáceda comunicación personal 2003), muestran

los mismos componentes arquitectónicos interiores: un piso elevado que forma un anillo

a desnivel, que rodea un fogón central, y una canaleta que desemboca al exterior.

Esta misma comparación también deberíamos alargarlo hasta Casma, donde se

han reportado en los sitios de Bahía Seca, Taukachi-Konkan y Pampa de Las Llamas, la

presencia de estructuras circulares construidos sobre una plataforma, con fogón central y

cuatro chimeneas (Pozorski y Pozorski 1996), características éstas similares a las

descritas para el R50 del I2, salvo que en nuestro caso, los ductos presentan un diseñó

mas complejo.

A pesar que todos estos ejemplares de Casma muestran algunas características

arquitectónicas de la “Tradición Mito”, como fogón central con ductos de ventilación,

éstos no pueden incluirse fácilmente dentro de la tradición Mito, como la entiende

Bonnier (1997), porque le falta un componente crucial: el doble piso. Sin embargo, si

forma parte de la “Tradición Religiosa Kotosh”, en la que solo es importante la presencia

de un fogón elaborado y evidencias de quemas rituales.

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En este punto habría que ser cuidadosos de considerar sólo la tradición religiosa

Kotosh porque ésta es muy ambigua como bien lo ha señalado Bonnier (1997), debido a

que podemos incluirle muchos ejemplos como el recinto R1 del período Huacaloma

Temprano (1500 a 1000 a.C.), en Cajamarca, donde se presenta un cuarto de 14.7 m2 de

área interior, cercado por muros de piedra, con piso llano y fogón central (Terada 1985:

195 y Fig.2-3) ó nuestros recintos de los tipos 2, 3, 4 y 5, e incluso los ejemplares

definidos por Bonnier (1997) como Pre-mito.

Estos datos expuestos nos dan pie a discutir que tan valedero resulta el seguir

usando ortodoxamente la propuesta de Bonnier (1997) y su aplicación a la costa.

Creemos que frente al gran cúmulo de información que se ha sumado, debería

reformularse algunas afirmaciones.

Queda claro que nuestros tipos 1a y 1b se encuentran formalmente más próximos

a la tradición Mito, aunque con matices costeros.

Nosotros creemos que los recintos ceremoniales del tipo 1a, son producto de una

interrelación entre la sierra y la costa, pero no estamos en condiciones de sugerir dónde

apareció primero todas sus características o si cada región aporto por separado algunos

elementos como el ducto de ventilación originalmente serrano. Mientras nuestro tipo de

recinto 1b guarda más semejanza con la tradición Mito, siendo una adaptación costera de

la tradición serrana.

En cambio las cámaras ceremoniales de las pirámides de Caral muestran un

desarrollo cultural distinto.

Dicha distinción define dos tradiciones62 con una arquitectura ceremonial distintiva

para el período Formativo Temprano:

1. Tradición Arquitectónica Mito (T.A.M.) es propiamente serrana y esta definida

por la presencia del piso/altar a doble nivel rodeando un fogón (Bonnier 1997),

pero que además debe incluir los ductos de ventilación (Shibata 2004).

2. Tradición Arquitectónica Supe (T.A.S.) es propiamente costera y se caracteriza

por la presencia de edificios piramidales voluminosos de cima plana que soportó 62 Rafael Vega-Centeno (2005) también ha identificado dos tradiciones arquitectónicas en los Andes Centrales para el Formativo, uno en la costa norcentral y otra en la sierra.

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recintos ceremoniales y especiales, y donde se uso la shicra como parte del relleno

constructivo. En algunos casos las pirámides o edificios estaban antecedidos por

plazas circulares. Los cuartos ceremoniales se caracterizaban porque contaban con

un piso llano con fogón central y rodeado de plataformas superpuestas a manera

de graderías, y en cuya parte posterior, siguiendo el mismo eje, se ubicó un

recinto con plataforma alta y amplia, algunas veces rodeado de nichos. En ciertos

casos por detrás del recinto con plataforma se situó otro salón ceremonial pero

orientado de manera opuesta al primero.

Como hemos podido revisar, en la totalidad de los casos de arquitectura temprana

en la serranía del Perú, la “cámara ritual” tipo Mito, representa el espacio formal más

importante y central del sitio; a diferencia de la costa donde son áreas privadas y

secundarias con respecto a los salones ceremoniales centrales y se presentan siempre

encima ó asociados a edificios piramidales ó dentro de complejos administrativos y de

arquitectura residencial de elites.

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Discutiendo sobre las Bases Económicas: Estableciendo su cronología,

importancia económica y distribución espacial.

Ya han pasado más de treinta años que Michael Moseley (1975) propuso la

hipótesis de “Las Bases Marítimas de la Civilización Andina" ó MFAC, inspirado en los

trabajos de Engel (1957, 1963, 1967), Lanning (1967) y Fung (1969, 1972).

En esta hipótesis MFAC se sostiene que hace miles de años los recursos marinos

sostuvieron el crecimiento de las tempranas poblaciones del litoral, el aumento de las

comunidades sedentarias, la formación de sociedades complejas y la constitución de las

bases para la civilización costera, donde destaca la presencia de una autoridad

corporativa capaz de dirigir grandes obras comunales.

Sin embargo, Moseley (1975) fue originalmente claro al plantear que la civilización

misma se levantó después de los 1800 a.C, sobre las bases políticas del precerámico,

pero con un patrón de subsistencia distinto fundado en la intensificación de la agricultura

gracias a la construcción de sistemas de irrigación a gran escala al interior de los valles,

además de la introducción de la alfarería.

Como el propio Moseley (2005) lo ha señalado recientemente, esta hipótesis ha

sufrido muchas críticas (Osborn 1977, Raymond 1981, Wilson 1981, Bonavía 1982, 1991,

1998) y ha estado basado excesivamente en la información exclusiva de dos sitios

costeros: Áspero en el valle bajo de Supe y El Paraíso en el Chillón bajo.

A nuestro parecer la crítica más certera al MFAC lo ha realizado Duccio Bonavia

(1982: 407-410, 1991: 166-167, 1998), la misma que se ha centrado en tres puntos:

1. Bonavía (1998: 45) critica la inspiración misma de Moseley, aduciéndo que éste “O

no… ha leído bien los textos o no… ha querido leerlos bien”, porque su fuente

primaria de inspiración, Edward Lanning (1967: 58, 67), cuando destacó el papel

de los recursos marinos en la economía, en primer lugar sólo se estaba refiriendo

a poblaciones costeras, y jamás trato de quitarle importancia a los cultivos en la

subsistencia, como si lo hizo Moseley.

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2. Bonavía (1998: 47) no perdona a Moseley, sobretodo en su publicación de 1992,

de no tomar en cuenta los datos de los sitios serranos y de la selva, más aun si se

conoce que las relaciones entre las costas y la costa-sierra-selva fue constante y

continua.

3. Bonavía sostiene que la hipótesis de Moseley no tiene una base cuantitativa para

la información de dieta. “De modo que si en teoría no hay problema para aceptar

la posibilidad de que se haya explotado la anchoveta en tiempos precerámicos, el

asunto serio que se plantea, y esto es lo que no ha tomado en cuenta Moseley, es

que no hay pruebas arqueológicas que lo sustenten y demuestren.” (Bonavía

1998: 52). Por lo tanto “…si en teoría no hay problema para aceptar la posibilidad

de que se haya explotado la anchoveta en tiempos precerámicos… el asunto serio

que se plantea…es que no hay pruebas arqueológicas que lo sustenten y

demuestren…con lo datos que tenemos, es imposible afirmar que el uso de la

anchoveta en los tiempos precerámicos ha sido importante.” (Bonavía 1998: 52).

4. Además Bonavía (1998: 56) concluye que el proceso cultural por el que atravesó

el poblador andino proviene de unos orígenes donde sus actividades principales

era la recolecta de plantas y caza de animales, por lo tanto sugiere que la etapa

de domesticación es producto del conocimiento de la etapa anterior de caza-

recolección.

Otro examinador acucioso del MFCA ha sido Scoot Raymond (1981) quien basa su

crítica en cuatro ejes centrales:

1. El número de calorías que brindan los restos faunísticos marinos reportados en los

sitios costeros no es considerable para sostener grandes poblaciones.

2. Ha sido subestimada la importancia de las plantas cultivadas.

3. La información obtenida para los restos vegetales está sesgada por problemas

tafonómicos.

4. Finalmente concluye que la distribución de los sitios tempranos tuvo una dependencia

con la agricultura de llanuras irrigadas.

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En primer lugar quisiéramos sostener que no es totalmente cierto que los primeros

pobladores andinos eran exclusivamente cazadores y recolectores adaptados a la sierra

como lo ha venidos sosteniendo Bonavía (1991, 1998), sino que también habría que

pensar en grupos adaptados a la costa con una larga tradición pesquera-marisquera

como lo han demostrado las investigaciones de Chauchat (1975; Chauchat et. al. 1992),

y más recientemente Daniéle Lavallée y sus investigadores (1999), Karen Wise (1999),

Sandweiss y sus colegas (1999), por citar a los principales y sin tomar en cuenta las

extensas investigaciones en el norte de Chile.

A partir de todas estas pruebas de una actividad marina temprana y frente al

reciente cúmulo de datos que ha provenido de la costa norcentral, especialmente de

Caral (Shady 1999b, 2000, 2003, 2004, 2005), parece ser momento de revaluar la tesis

de Moseley (1975, 1992).

Cuando Moseley (1975) sostuvo su teoría MFAC en la década del 70, éste no

tenía datos cuantitativos sobre los recursos marinos, por lo tanto éste sólo se debió

tomar como una hipótesis de trabajo, sin embargo tuvo y tiene repercusiones

significativas en la explicación del origen de la civilización andina (Moseley 2005).

Pero cuando Moseley (1992) renovó su MFCA ya existían algunos datos publicados

(Áspero, El Paraíso, La Paloma), que fortalecieron su hipótesis, tanto es así que incidió en

la importancia de la anchoveta como parte de la subsistencia marina, aunque ésta no

estaba convenientemente cuantificada como mencionó Bonavía (1998).

Robert Benfer (1990) y Elizabeth Reitz (1982, 1988) han documentado, para el

sitio de La Paloma, un consumo alto de comida marina, donde la anchoveta es

abundante entre los restos.

Para el sitio de El Paraíso, Jefrey Quilter, Ojeda, Pearsall, Sandweiss, Jones y Wing

fueron muy claros en asegurar que “Los resultados de los análisis sustenta el argumento

que los pescados fueron la proteína principal para los habitantes de El Paraíso. Más del

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90% de los animales identificados son huesos de pescados y moluscos… Los huesos de

peces más comunes son las anchovetas (Engraulidae)…” (Quilter et al. 1991: 279)63

Cuando Shelia y Thomas Pozorski (1987: 15, 50) se refieren a que en Huaynuná y

Tortugas son comunes los restos, en especial las cabezas desechadas, de peces

pequeños, posiblemente se estén refiriendo a peces como la anchoveta y la sardina, pero

claro esa es sólo una posibilidad.

Creemos que estos iniciales datos permiten fundamentar la idea tentativa de

Feldman (1980: 168, 1985: 71), tomado luego por Moseley (1992), acerca de la

importancia de los peces menores (anchovetas y sardinas) en la dieta precerámica.

Pero existen problemas en el registro cuando queremos ser más exhaustivo con el

dato: ¿cómo explicamos la ausencia de peces menores, sobre todo de la anchoveta, en

algunos contextos precerámicos como sostiene Duccio Bonavía? En primer lugar hay que

tener en cuenta el tamaño de sus vértebras, los cuales no pasan los 4 mm, por lo tanto

para recuperarlas en las excavaciones se tiene que usar una malla muy fina de 1 a 2 mm.

Si tenemos en cuenta que Shelia y Thomas Pozorski (1977: 44, 45) en Alto

Salaverry, usaron una malla de 6 mm, y que Walter Alva (1985: 52, 76) en Salinas de

Chao uso una malla de 5 a 10 mm, no es de extrañar que en estos sitios tempranos, sólo

por citar algunos, no se hayan encontrado restos de anchovetas.

En cambio la información cuantificada que ha provenido de Caral vienen

mostrando que las vértebras de anchoveta (Engraulis ringens) y las valvas de choros

zapato (Choromytilus chorus) y machas (Mesodesma donacium) son las especies marinas

más habituales en el registro, y que las semillas de algodón (Gossypium barbadense) y

guayaba (Psidium guajaba) son las especies botánicas más frecuentes (Shady 1999b,

2000, Béarez y Miranda 2000, Vizconde 2004).

De manera general Ruth Shady (2000) ha informado que en Caral la anchoveta es

la especie marina mas frecuente con el 74%.

63 Original: “The results of analices support the contention that fish were the primary protein source for the inhabitants of El Paraíso. More that 90% of the animals identified are bony fishes and molluses …The most common bony fishes are the anchovies (Engraulidae)...”

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En particular, en varios sectores de Caral, como en el B1 y A1, podemos señalar

que la presencia de la anchoveta no sólo es indiscutible, sino que es el espécimen más

frecuente entre los peces, ocupando el 92.7% y 74 % en promedio respectivamente

(Vizconde 2004, Béarez y Miranda 2000).

En lo que respecta a los restos ictiológicos recuperadas de nuestras

investigaciones en el subsector I2 de Caral, donde usamos una malla de 1 y 2 mm, los

restos de anchoveta representan en promedio el 88% de frecuencia (a partir del NMI) y

constituye el 53% en promedio de proporción cárnica consumida (biomasa). Pero es

claro que no todo es anchoveta, porque el poblador del I2 tuvo acceso a varias especies

como:

• Sardinas (10% de frecuencia y 4% de proporción cárnica),

• Lornas (0.7% de frecuencia y 1.5% de proporción cárnica),

• Machete (0.7% de frecuencia y 2.8% de proporción cárnica),

• Bonito (0.26% de frecuencia y 1.3% de proporción cárnica),

• Tollo (0.04% de frecuencia y 9.7% de proporción cárnica),

• Cojinoba (0.04% de frecuencia y 1.8% de proporción cárnica),

• Róbalo (0.1% de frecuencia y 23.7% de proporción cárnica),

• Cachema (0.04% de frecuencia y 0.3% de proporción cárnica),

• Cabinza (0.04% de frecuencia y 0.3% de proporción cárnica) y

• Corvina (0.6% de frecuencia y 1.5% de proporción cárnica).

Con esta defensa acérrima de la importancia de la anchoveta, y en general de los

recursos marinos en la dieta formativa, no queremos subestimar la importancia de las

plantas.

En relación a las especies botánicas la información del subsector I2 muestra una

gran variedad de cultivos, pero cuya frecuencia en el registro es ocasional. Sólo dos

productos son frecuentes y recurrentes a lo largo de toda la historia ocupacional del I2:

el algodón y la guayaba. No obstante, es difícil entregar porcentajes para cada especie

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porque no sabemos de algún método cuantitativo, para que dicho porcentaje sea

representativo.

Se ha comentado que por problemas de conservación las especies botánicas no

están bien representadas en el registro arqueológico (Bonavía 1998, Raymond 1981),

nosotros estamos de acuerdo con aquella premisa, sin embargo nos llama la atención la

recurrencia del algodón y la guayaba, así como el uso de la caña brava y el sauce, desde

el período más antiguo de ocupación en el subsector I2 (Véase Tabla 21).

La planta más importante identificada en el subsector I2 es el algodón

(Gossypium barbadense) y está presente desde los inicios de su historia. Las evidencias

de algodón recuperadas por nosotros, por estar asociadas a la primera fase (al interior

del fogón del recinto R60), deberían tener una edad de 2900 aC. Su notable frecuencia y

antigüedad nos estaría sugiriendo la gran demanda por este producto, desde tiempos

muy antiguos, seguramente debido a su utilidad tanto en los cordeles y redes de pescar,

como en la fabricación de vestidos. A ello habría que sumarle la sugerencia –planteado

por Smith- sobre la importancia alimenticia (alto contenido de azúcar) de las cápsulas

verdes del algodón (Bonavía 1982: 334).

Nuestro hallazgo no es un caso aislado, Arturo Noel (2004: 333) y Cristián

Vizconde (2004: 33, Cuadro 1c) lo habían reportado para las primeras fases del Sector A1

y B1 respectivamente. En general para Caral se ha informado que el algodón es la

especie botánica más frecuente con el 80.56 % (Shady 2000: 65, Tabla 1d). Por lo tanto,

sugerimos que en Caral, y en general en el valle de Supe su aparición podría remontarse

hasta los 3000 años aC, aunque al inicio no es seguro su uso en la industria textil. Por lo

tanto, el área de domesticación del algodón no estaría tan al norte como lo planteó Smith

(1987), sino más bien en una región intermedia entre el área norcentral y el norte del

Perú.

La fecha temprana que sugerimos no debería de sorprendernos si recordamos que

Bonavía (1982: 333) ha concluido que “…todo el algodón arqueológico peruano

precerámico es Gossypium barbadense y segundo, que éste aparece en la costa en el

limite entre lo que Lanning llamó el precerámico V y VI.”

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Otro de las especies recurrente y antigua son las semillas de guayaba (Psidium

guajaba). En el subsector I2 esta presente desde la fase 1. En otros sectores en Caral

también aparece desde la primera fase, por ejemplo en el subsector B1 (Vizconde 2004:

33, Cuadro 1c). También ha sido reportado en Cerro Lampay, Áspero, Asia, en los sitios

de Ventanilla, Alto Salaverry, Huaca Prieta, Paraíso y en las épocas 2 y 3 de los Gavilanes

(Vega-Centeno 2005, Feldman 1980: 175, Engel 1963: 77, Engel 1967: 265, Moseley

1975, Pozorski y Pozorski 1977: 49, Bonavía 1982)

Por otra parte, creemos que una de las pocas plantas alimenticias cultivadas

identificadas en el I2 es el tubérculo conocida como achira (Canna edulis), aunque su

presencia no es muy frecuente y se encuentra siempre quemada, está desde la fase 16.

En el subsector B1 Cristian Vizconde (2004: 39, Cuadro 3i) también informa sobre

el hallazgo de semillas quemadas de achira para su fase 9.

Todo indica que esta planta se consumía cocido, como lo menciona Middendorf

“…se cocina en hornitos y se asa en cenizas calientes, formando un alimento agradable y

nutritivo” (citado en Bonavía 1982).

Si tomamos como cierto la idea sugerida por Scoot Raymond (1981: 814) de que

los tubérculos por el hecho de ser carnosos se consumen completamente y/o se

malogran rápido, y además por lo que hemos visto eran quemadas, consecuentemente

sobrevivieron poco para ser encontrados en las excavaciones arqueológicas. Si a todo ello

se suma la gran cantidad de calorías que habría brindado este espécimen, Raymond

habla de 3.3 x 106 calorías por hectárea, por tanto, hay que tenerlo en cuenta como un

alimento importante en la dieta, sin embargo no hay que olvidar que su uso esta

presente sólo a partir de la mitad de la historia ocupacional del subsector I2.

Bonavía (1982: 312-313) cree que la achira puede aparecer desde un poco antes

del Precerámico final porque esta presente en los Gavilanes en sus tres épocas. Lo que si

es claro es que esta presente en sitios como Cerro Lampay, Huaca Prieta, Huaca Negra

en Virú, Áspero, Paraíso, varios sitios en Ventanilla e incluso en la Galgada (Vega

Centeno 2005: 188-189, Bird 1948, Feldman 1980, Engel 1967: 265, Moseley 1975,

Smith 1987: 101).

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Una planta poco representada en el registro arqueológico, pero que nosotros

hemos fichado entre los depósitos de basura (UE.162) de la fase 6-8 es la palta, Persea

americana (un fragmento de cotiledón).

También ha sido identificado “palta” en los Gavilanes, para las épocas 2 y 3

(Grobman, Kaplan, Moran, Popper, 1982: 150, Bonavía 1982: 314), en Alto Salaverry

(Pozorski y Pozorski 1977: 49) y en la Galgada donde habría tenido una antigüedad de

2000 a.C (Smith 1987: 99) por lo tanto su presencia precerámica es un hecho aunque no

fuese un producto muy difundido.

Las referencias de esta especie en México, donde es llamado aguacate, son más

antiguas y frecuentes, pudiendo datar hasta en 8000 a.C. en el valle de Tehuacan,

aunque todavía en un estado silvestre. Ante la falta de información de antecedentes

antiguos de palta en los Andes centrales, Smith (1987: 98) cree que fue una especie

introducida de Meseoamérica.

Otras especies identificadas en el segundo período del I2 son todas plantas

industriales como sauce (Salix humboldtiana), junco (Schoenoplectus sp.), mate

(Lagenaria siceraria), cortaderia (Cortaderia sp.) y cola de cabello (Equisetum sp.).

A partir del tercer período sucede un aumento sustancial en el acceso a diferentes

productos vegetales, pasando de 9 especies aprovechadas durante los dos primeros

períodos a 21 especies que se accedían en los períodos tres y cuatro.

Entre los principales productos alimenticios que empiezan a aparecer en el tercer

período están: yuyo (Gigartina chamissoi), calabaza, pacae, ají, pallar y achira.

Mientras en el cuarto período, sobre todo en la última fase aparecen el fríjol, el

camote y el maíz (Zea mays).

El maíz era aprovechado en el subsector I2 recién a finales de la etapa

precerámica. Información similar ha sido observada en todos los sectores de Caral

(Shady, comunicación personal 2005), a pesar que un inicio no fue reportado (Shady,

Haas y Creamer 2001: 725).

En El Áspero se han reportado hallazgo de maíces, creemos que el contexto más

claro provino de las excavaciones de Willey y Corbett (1954: 27), que hallaron cuatro

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tuzas de maíz debajo del piso del Recinto 2: “En el resto del depósito de basura debajo

del piso, cuatro tusas y algunos diversos restos de alimentos fueron encontrados 85

centímetros debajo del piso.”

Al parecer este hallazgo de maíces no fue el único que existió en la Estructura de

Áspero, por ello cabe citar a Bonavía (1999) quien logró obtener una comunicación

personal con Gordon Willey:

“El hecho que Corbett y yo dejamos de mencionar el escondrijo de muchas tusas

de maíz que provenían de debajo de la Plataforma 1 en la Pieza 4, es un descuido

que lamento y por el que asumo la responsabilidad…Todo lo que yo recuerdo de la

circunstancia (del hallazgo) del escondrijo debajo de la Plataforma 1 en la Pieza 4

es que hubo muchas tusas, o fragmentos de tusas en él, y que ellos estuvieron en

un pequeño montón en la basura suelta subyacente la arcilla endurecida por el

fuego de la plataforma” (Bonavía 1999: 245-246).

Por lo tanto, en 1941 se encontró 54 tusas de maíz precerámico en el llamado

“Templo de Áspero”, aunque todos provienen de los rellenos que sirvieron para la

construcción del edificio de la última fase.

En relación al hallazgo de maíces precerámicos por Feldman (1980) en el As1V de

Áspero es harto problemático, pues posteriormente el mismo Feldman (1992: 72) los ha

considerado como proveniente de contextos mezclados o superficiales y no asociados a la

etapa precerámica. Bonavía y Grobman (1999: 247) han criticado agudamente este

cambio de posición, pero han olvidado que la posición de la tesis de Feldman (1980: 183)

nunca fue concluyente, más bien ambiguo en relación al hallazgo de los maíces, porque

si bien en un párrafo sostiene que “…quedan solamente 3 corontas de maíz del basural

que no tienen cuestionamiento acerca de su asociación precerámica: As1V-4=5 y As1D-

1=2.” En el párrafo siguiente, de la misma página, Feldman (1980: 183) finiquita que:

“Todas las corontas halladas en el basural, son de asociación cuestionable o de niveles

superficiales, y así tardías al interior de la secuencia de deposición del basural.”

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Por lo tanto, todo lo que se diga de los maíces encontrados por Feldman en

Áspero quedan encerrados en una interrogante, que sólo Feldman puede aclarar. Pero

este problema no deja de lado que en Áspero si se encontró maíz precerámico y que éste

fue reportado por Willey y Corbett (1954: 27).

Otro sitio reciente donde se ha reportado el hallazgo de maíz es en Cerro Lampay

(Vega-Centeno 2005).

Uno de los sitios más tempranos en la costa peruana donde se ha informado de

maíz precerámico es en Los Gavilanes donde se señala una antigüedad de 2500 aC.

Además existen otros sitios costeros (Huaynuna, Las Aldas, Culebras, por citar los

principales sitios) con evidencia de maíz precerámica, para más detalle léase la revisiones

hechas por Bonavía (1982, Bonavía y Grobman 1999).

Los orígenes del maíz, en los andes centrales, que provino de la línea evolutiva

Confite Morocho, parecen estar en las tierras altas del Callejón de Huaylas donde Earle

Smith (1982: 95) informó sobre los restos de maíz que provinieron del Complejo III

(quizá 7000 AP) y del Complejo IV (quizá 2200 AP) de la Cueva de Guitarrero.

En todos los contextos discutidos sobre el maíz ha quedado comprobado que es

una especie precerámica, pero también ha quedado claro que no jugo un rol importante

en el surgimiento de la civilización andina como lo habían pensado algunos

investigadores (ej. Wilson 1981; Tschauner 1998).

Frente a los datos expuestos y discutidos somos de la idea que si bien la riqueza

marina permitió una concentración temprana de pobladores en todo el litoral peruano,

éste factor no fue el único para lograr la diferenciación social. Si hubiera sido así

entonces la civilización hubiera surgido tempranamente a lo largo de toda la costa

sudamericana y todos sabemos que no fue así.

Sólo la confluencia de varias condiciones como la circunscripción ambiental y a su

vez el acceso y aprovechamiento de varios pisos ecológicos (costa-sierra-selva), y por su

puesto la riqueza que habría producido la concentración del recurso marino habría

convertido al área norcentral en la región ideal para que sus actores den ese salto

cualitativo.

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Este cambio económico sólo es visible a partir del período Formativo Temprano

(2500-1800 aC), con la consolidación de una economía mixta, con una extracción

marítima que alcanzaba índices “industriales” y donde la agricultura se vio diversificada

con la producción de plantas alimenticias (Ej. achira, fríjol, pallar, camote, maíz) e

industriales (Ej. algodón y mate), que se alcanzó una sociedad competitiva capaz no sólo

de sostener grandes poblaciones concentradas sino además con actores capaces de

estructurar una sociedad diferenciada y vivir en grandes centros urbanos. Precisamente a

continuación queremos ensayar un modelo del desarrollo civilizatorio para la costa

norcentral de los andes centrales.

Un modelo práctico sobre los Orígenes de la Civilización Andina

A partir de estas evidencias cabe preguntarse ¿Qué motivo a los pobladores

costeros en poblar los valles si no fue el cultivo de productos de alimentación?

Por las evidencias expuestas creemos que las mismas poblaciones costeras que

ocuparon el litoral, por ejemplo en los sitios de Áspero y Bandurria, se internaron a

poblar y explotar las tierras de interior de valle para producir el algodón necesario para

satisfacer una industria extractiva marina creciente y sostenedora del crecimiento

poblacional costero. Hay que recordar que estas sugerencias no son nuevas, pero si

recientemente sostenidas por Moseley (2005) y Lumbreras (2004), a partir de los

resultados de Ruth Shady (2003, 2004) en el valle de Supe.

Pero queremos ir un poco mas allá y preguntarnos ¿Cómo es que cierta clase de la

sociedad se diferenció por su trabajo de los productores y tomo el rumbo de las

acciones?

Esta economía mixta marítima / agrícola industrial explicada en el acápite anterior

no habría sido la única causal para el surgimiento de la civilización andina, pero si fue el

sostén que ayudó a las poblaciones costeras a crecer poblacionalmente, asentarse por

tiempos más prolongados en un solo lugar de manera concentrada y dedicarse a otros

trabajos productivos y crear otras actividades no productivas como la necesidad de

agentes sociales encargados de la distribución externa y la redistribución interna, agentes

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poseedores del capital de conocimientos de la naturaleza, capaces de realizar

predicciones calendáricas sobre la estacionalidad de las lluvias para los agricultores y la

naturaleza de la marea y sus corrientes para los pescadores.

Creemos que la respuesta está no sólo está en el buen desempeño de los actores

en estas labores de agencia (predicciones y buena distribución), sino en su

reconocimiento social lo que les permitió transformar (homogenizar) sus capitales

“intelectuales” en capitales simbólicos, es decir hacer que sus labores, tal vez al inicio

sólo temporales, tengan que ser necesariamente permanentes y además, basados en

dicho reconocimiento, lograron magnificar la trascendencia de sus labores por encima de

otras de orden productivo. De esta forma el capital intelectual y también económico se

transfigura en capital simbólico y éste en una verdadera fuerza mágica capaz de impartir

orden y lograr crear obras corporativas.

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C a p í t u l o X I V

CONCLUSIONES Y SUGERENCIAS

Fue nuestro objetivo particular al iniciar de esta tesis lograr definir las prácticas

sociales que se llevaron a cabo en el subsector I2, y a partir de sus datos inferir sobre

el status y jerarquía social de la población que la habitó.

Creemos haber alcanzado nuestro objetivo central, aunque con ciertas

limitaciones teóricas y metodológicas (como la falta de análisis químicos de los pisos,

identificación de algunos materiales sobre todos de los dos primeros períodos y una

mayor cantidad de fechados radiocarbónicos al menos para cada período), que pueden

superarse en el futuro.

Estructuración de las Unidades Residenciales del Subsector I2

En el subsector I2 se ha logrado identificar una larga ocupación de mil

doscientos años, mucho mayor de lo que originalmente planteamos al inicio de nuestra

investigación.

Esta larga ocupación se vio plasmada en las 22 fases que hemos podido agrupar

en 4 períodos, de las cuales las dos primeras mostraron la existencia de una sola

unidad residencial o habitacional, y que a partir del tercer período se amplió a dos

unidades.

La presencia durante el primer período y primera mitad del segundo período de

construcciones mayormente elaboradas con material vegetal (quincha) y piedras

pequeñas, con edificaciones casi todas al ras del suelo, con poca segmentación

espacial, fácil acceso a los recintos y por lo tanto sin una clara distinción funcional de

sus espacios. Los argumentos expuestos nos hace concluir que sus ocupantes, durante

estos dos períodos tempranos, no mostraban una gran diferenciación social, por tanto

o no pertenecían a la elite de Caral ó en tal sitio aun no se existía una clara división

social.

La separación de la ocupación, a partir de la fase 10, en dos unidades

residenciales; la gran segmentación espacial notoria desde la fase 15; la mejora en la

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tecnología constructiva y el mayor y más variado acceso a los recursos alimenticios,

nos hace concluir que el inicio de la diferenciación social se da desde el tercer periodo,

momento en el cual podemos hablar que el subsector I2 es una residencia de elite.

Esta complejidad notada en la organización arquitectónica que nosotros

interpretamos como especialización funcional de los espacios alcanza su punto más alto

entre la fase 15 y la fase 20.

Por lo tanto, con esta investigación hemos logrado caracterizar el desarrollo de

una residencia simple hacia una de elite, de unas de áreas de actividad exclusivamente

domésticas a otras de actividades diversas y especializadas.

Una residencia de elite se presenta con áreas delanteras usadas para prácticas

ceremoniales u oficiales. Mientras en las zonas posteriores y laterales, muchas veces

separadas físicamente de las delanteras, están las áreas domésticas (áreas de

descanso, depósitos, etc.), las mismas que están asociadas a un exterior que evidenció

actividades de preparación de alimentos, arrojo de basura y la manufactura de objetos

simbólicos en cuarzo y crisocola.

Además comprobamos que esta división funcional y formal de lo público y lo

privado responde en cierto momento (a partir del Período III) al resultado del diseño y

ejecución de un solo proyecto constructivo. Además esta división muestra una clara

dualidad simbólica en la organización de la arquitectura y sus actividades:

pública/privada, ceremonial/doméstico, anterior/posterior, alto/bajo, limpio/sucio.

Nosotros estamos concluyendo que esta dualidad simbólica es una plasmación de una

dualidad sociológica representada por una diarquía en el poder que estuvo a cargo de

dos actores o co-gobernantes (teócratas), los cuales se valieron de su capital simbólico

o cognitivo para ejercer el poder y administrar la Pirámide de la Huanca.

La presencia de estas características en el I2 creemos representa no sólo la

división en mitades arquitectónicas (dualidad simbólica), sino un sistema dual de

mitades (dualidad sociológica), es decir una dualidad que va desde la unidad familiar

hasta lo comunal y regional (área norcentral).

Por lo tanto, recapitulando, no sólo queda demostrada la funcionalidad

residencial durante toda la historia del subsector I2, sino además, que es sólo a partir

de finales del segundo período, pero sobre todo desde el tercer período, que podemos

hablar de dos residencias ocupadas por una elite que ejercía una diarquía en el poder,

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el cual fue alcanzada debido a que logró transfigurar su capital intelectual, asociado al

reconocimiento de su trabajo predictivo alrededor de la huanca, en capital simbólico

capaz de ejercer poder, administrando la Pirámide de la Huanca, y habitando en

residencias extensas, muy elaboradas y constantemente renovadas, con áreas no sólo

domésticas, sino también productivas y ceremoniales, todo ello le dio un estilo de vida

preferencial a los ocupantes del I2, pudiendo contar con objetos lujosos, como hachas

y dijes de cuarzo, collares de cuentas y figurines de barro y tener un acceso diferencial

a los mejores bienes alimenticios, como el consumo de peces grandes.

Finalmente, durante el período IV la ocupación en el subsector I2 paso por un

período de decadencia, momento en el cual se dejó de construir muros con piedras

canteadas bien cortadas y se reemplazó por piedras canteadas pequeñas y cantos

rodados de río sin trabajo, además se dio el abandono y entierro de las áreas

ceremoniales, no por nuevas, sino por espacios reducidos y con acabados poco

elaborados.

Lo que no nos queda claro y sería entrar en un bosque de adivinanzas es seguir

sosteniendo, como originalmente pensábamos, de que la historia expuesta del

subsector I2 es la historia del asenso social de una familia de elite o una familia

extensa como sostuvimos en nuestra hipótesis. Comprobar ello es harto difícil porque

no tenemos argumentos para sostener si los habitantes del I2 tuvieron relaciones de

parentesco.

Diferenciación Social en los Andes Centrales

Las evidencias del surgimiento de residencias de elite en el subsector I2 se

asemejan con otras edificaciones asociadas a pirámides en Caral, como aquella

presentada por Vizconde (2004) para el subsector residencial B1 asociada a la Pirámide

de la Cantera, las residencias del Sector H asociadas a la Pirámide de la Galería, las

residencias del Sector Q asociada a la Pirámide del Altar, por citar sólo algunos casos,

las cuales se diferencian por sus materiales usados en la construcción, nivel

tecnológico, tamaño, recursos económicos e incluso complejidad funcional, de aquellas

viviendas del resto de la ciudad (Ej. sector X, A, NN2) (Shady 2004).

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Esta diferenciación económica no es más que el reflejo de la fundación de una

Sociedad Diferenciada tanto a nivel social (status), político (jerarquía) y laboral

(especialización y división del trabajo) por parte de los residentes del subsector I2 con

respecto a los otros habitantes de la urbe de Caral. A su vez resulta ser un claro

ejemplo que es recién a partir de la mitad de la historia de Caral, hace 2500 años a.C.,

que podemos hablar de una sociedad con gobierno corporativo en el área norcentral.

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322

ANEXOS

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323

ANEXO 1 Tabla 32. Relación de bolsas de fibras ó Shicras encontradas en los rellenos constructivos del Subsector I2.

Tipo de Piedras

Nº Ubicación Cronología Relativa Tipo de Fibra Dimensiones en Metros

(E-W / N-S / Espesor) Cantidad de

Piedras Canteadas Cantos Peso en

Kilogramos Observaciones

01 Debajo del piso de R1, junto al altillo, fue parte del entierro de R24.

Fase 18 (Periodo III)

Cortaderia sp. 0.25 / 0.20 / 0.12 14 06 08 5 Mayormente son piedras pequeñas y muy pequeñas

02 En la esquina SW de Pla-20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.35 / 0.32 / 0.17 01 0 01 23 Una sola piedra de tamaño Mediana-grande

03 Debajo de R21, junto ampliación Este de Pla20

Fase 10 (Periodo III)

Cortaderia sp. 0.42 / 0.51 / 0.12 35 04 31 13 Mayormente son piedras pequeñas y muy pequeñas

04 Debajo de R21, junto ampliación Este de Pla20

Fase 10 (Periodo III)

Cortaderia sp. 0.40 / 0.42 / 0.11 30 04 26 11 Mayormente son piedras pequeñas y muy pequeñas

05 Debajo de R23/Pla20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.62 / 0.30 / 0.15 41 11 30 18 Mayormente son piedras pequeñas y muy pequeñas

06 Debajo de R23/Pla20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.45 / 0.45 / 0.13 150 0 150 20 Mayormente piedras muy pequeñas

07 Debajo de R23/Pla20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.37 / 0.37 / 0.13 03 0 03 9.5 Mayormente piedras medianas-pequeñas y Medianas-medianas

08 Debajo de R23/Pla20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.37 / 0.40 / 0.16 12 04 08 20.5 Mayormente piedras medianas-pequeñas y algunas Medianas-medianas

09 Debajo de R23/Pla20

Fase 05 (Periodo II)

Cortaderia sp. 0.43 / 0.26 / 0.14 17 0 17 6.3 Mayormente son muy pequeñas y pequeñas

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324

ANEXO 3

Cálculos sobre el Número Mínimo de Ocupantes y Usuarios en el Subsector I2

N.M.O 64 N.M.U65

Recintos Fases Periodo Área

(m2)

Función

asignada Modelo

Narrol

Modelo

Casselberry

Modelo

Narrol

Modelo

Casselberry

R59 1 y 2 I 31 Doméstico 3 5 - -

R60 1 y 2 I 141 Comunal - - 14 23

R65 1 I 5.78 Doméstico 1 1 - -

R66 1 I 10.65 Doméstico 1 1 a 2 - -

R67 1 I 28.44 Doméstico 3 4 - -

R68 2 I 2.11 Doméstico 0 0 - -

R62 2 I 17.25 Doméstico 1 2 - -

R63 2 I 5.2 Doméstico 1 1 - -

R64 2 I 28.4 Ceremonial - - 3 4

R25 3, 4 II 36.86 Comunal - - 4 6

R27 3, 4 II 32.3 Comunal - - 3 5

R29a 3, 4 II 51.8 Comunal - - 5 8

R34 3, 4, 5, 6,

7, 8, 9 II 10.63 Habitacional 1 1 a 2 - -

R51 3, 4 II 43.14 Comunal - - 4 7

R8a 4 II 37.94 Comunal - - 4 6

R32 5, 6, 7, 8 II 78.17 Comunal - - 8 12

R29b 5, 6, 7 II 55.98 Comunal - - 5 9

R8b 5, 6, 7, 8, 9 II 34.36 Comunal - - 3 5

R28a 5 II 6.3 Doméstico 1 1 - -

R42 5, 6, 7, 8 II 21.57 Comunal - - 2 3

R40 5, 6, 7, 8,

9, 10 II, III 10.64 Habitacional 1 1 a 2 - -

R28b 6, 7, 8, 9 II 10.9 Doméstico 1 1 a 2 - -

R39 7, 8, 9, 10 II, III 3.03 Doméstico - -

Patio

Norte 7, 8, 9, 10 II, III 18.3 Producción - - 2 3

64 NMO: Número Mínimo de Ocupantes en el caso que se trate de áreas de actividad usadas permanentemente (habitacional ó en general doméstico). 65 NMU: Numero Mínimo de Usuarios, se trata de áreas con actividad comunal y/ó ceremonial, cuyo uso no es necesariamente permanente, sino sólo lo que dure las ceremonias.

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325

R26a 7, 8, 9, 10 II, III 12.75 Doméstico 1 2 - -

R26b 7, 8, 9, 10 II, III 7.85 Doméstico 1 1 - -

R35 8 II 78.72 Comunal - - 8 13

R9a 9 II 34.21 Comunal - -

R31

9, 10, 11,

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18

II, III 23.13 Ceremonial - - 2 3 a 4

R33 9 II 24.67 Doméstico 2 4 - -

R44 9 II 59.55 Comunal - - 6 10

R52a 9 II 9.25 Doméstico 1 1 a 2 - -

R22

9, 10, 11,

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18, 19, 20

II, III 17.92 Doméstico -

habitacional 2 3 - -

R52a 10, 11 II 11.62 Doméstico 1 2 - -

R49a 9 III 8.8 Ceremonial-

Doméstico 1 2 - -

R49b 10 III 4.4 Ceremonial-

Doméstico 0 1 - -

R48 10, 11, 12 III 34.1 Comunal - - 3 5

R9b

10, 11, 12,

13, 14, 15,

16, 17, 18,

19, 20, 21,

22

III, IV 26.8 Ceremonial - - 2 4

Patio

Sur

10, 11, 12,

13, 14 III 17.04 Producción - - 1 3

R38a 10 III 41.8 Doméstico -

habitacional 4 7 - -

R37 10, 11 III 6.2 Doméstico -

habitacional 1 1 - -

R8c

10, 11, 12,

13, 14, 15,

16, 17, 18,

19, 20, 21,

22

III, IV 34.6 Ceremonial - - 3 5

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ____________________________________________________________________________

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326

R43 10, 11, 12,

13 III 65.34 Comunal - - 6 10 a 11

R53 10 III 19.85 Doméstico 2 3 - -

R52b 10 III 4.29 Doméstico 0 1 - -

Patio

Este

10, 11, 12,

13 III 15.9 Producción - - 1 a 2 2 a 3

R38b 11, 12, 13,

14, 15 III 46.31

Doméstico -

habitacional 5 7 a 8 - -

R47

11, 12, 13,

14, 15, 16,

17, 18, 19,

20

III 57 Comunal - - 6 9 a 10

R46 11 III 12.8 Doméstico 1 2 - -

R45a +

R30 11, 12 III 27.47 Doméstico 3 4 a 5 - -

R36 11 III 8.73 Doméstico -

habitacional 1 1 - -

R16

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III, IV 4.1 Doméstico –

habitacional 0 1 - -

R17

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III, IV 3.46 Doméstico –

habitacional 0 1 - -

R19

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III 2.45 Doméstico –

habitacional 0 1 - -

R20

12, 13, 14,

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III 4 Doméstico –

habitacional 0 1 - -

R46 a+b 12, 13, 14 III 11.81 Doméstico –

habitacional 1 2 - -

R41 13, 14 III 14.52 Comunal - - 1 a 2 2 a 3

R12 13, 14, 15, III, IV 17.67 Doméstico 2 3 - -

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327

16, 17, 18,

19, 20, 21

R45b 13, 14, 15 III 27.4 Doméstico -

habitacional 3 4 a 5 - -

R7a 14, 15 III 32.15 Ceremonial - - 3 5

R21a 14, 15 III 26.9 Doméstico -

habitacional 3 4 a 5 - -

R11

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III, IV 14.37 Doméstico 1 2 - -

R10

15, 16, 17,

18, 19, 20,

21, 22

III, IV 2.3 Doméstico 0 0 - -

R6a 15, 16, 17 III, IV 14.4 Doméstico -

habitacional 1 2 - -

R6b 18, 19, 20,

21, 22 III, IV 17.8

Doméstico -

habitacional 1 a 2 3 - -

Patio

Noreste

16, 17, 18,

19, 20, 21,

22

III, IV 39.9 Productivo - - 4 6 a 7

R13 16, 17, 18 III, IV 3.9 Doméstico 0 1 - -

R18

16, 17, 18,

19, 20, 21,

22

III, IV 11.41 Semi-

doméstico 1 2 - -

R14

16, 17, 18,

19, 20, 21,

22

III, IV 11.7 Doméstico 1 2 - -

R7b 16, 17, 18,

19, 20, 21 III, IV 21.2 Ceremonial - - 2 3 a 4

R23 16, 17, 18,

19, 20, 21 III, IV 7.4

Doméstico -

habitacional 1 1 - -

R24 16, 17 III 17.6 Semi-

doméstico 1 a 2 3 - -

R69 16 III 8.7 Doméstico 0 1 - -

R21b 16, 17, 18,

19, 20 III 23 Ceremonial - - 2 4

R70 17 III 4.2 Doméstico - 0 1 - -

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Estudio de Unidades Residenciales en el Subsector I2 de Caral, valle de Supe – Perú. ____________________________________________________________________________

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328

habitacional

R3a 17 III 4 Doméstico -

habitacional 0 1 - -

R2 18, 19, 20,

21, 22 III, IV 5.15

Doméstico -

habitacional 1 1 - -

R3b 18, 19, 20,

21, 22 III, IV 3.45

Doméstico -

habitacional 0 1 - -

R1 18, 19, 20,

21, 22 III, IV 13.7

Semi-

Doméstico 1 2 - -

R50 18, 19, 20,

21, 22 III, IV 13.88 Ceremonial - - 1 2

D3 18, 19 III 1.72 Doméstico 0 0 - -

D1 19, 20 III 2.48 Doméstico 0 0 - -

D2 19, 20 III, IV 0.84 Doméstico 0 0 - -

R15 19, 20, 21,

22 III, IV 22.7

Ceremonial - - 2 3 a 4

D4 21, 22 IV 0.91 Doméstico 0 0 - -

R5 21, 22 IV 42.6 Doméstico 4 7 - -

R4 21, 22 IV 12 Doméstico 1 2 - -

R54 21 IV 3.49 Doméstico 0 1 - -

R55 21 IV 7.69 Doméstico 1 1 - -

R56 22 IV 1.7 Doméstico 0 0 - -

R57 22 IV 2.46 Doméstico 0 0 - -

R58 22 IV 1.3 Doméstico 0 0 - -

R61 22 IV 1.4 Doméstico 0 0 - -

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ANEXO 3 Tabla 34.- Sistemática, ecología y Etnobotánica de los taxones determinados en el subsector I2.

Clase Familia Especie Nombre

común Parte(s)

Identificada(s) Posible

situación Hábitat Posibles usos y parte usada

Floridae Gigartinaceae Gigartina cf. chamissoi. Yuyo Talo Silvestre Litoral Marino Alimenticio (Talo)

Sphenopsida Equisetaceae Equisetum giganteum Cola de caballo Tallo Silvestre Acequias, Áreas pantanosas Medicinal (Tallos)

Sphenopsida Equisetaceae Equisetum sp. Cola de caballo Tallo Silvestre Acequias, Áreas pantanosas Medicinal (Tallos)

Monocotiledonea Cyperaceae Schoenoplectus sp. Junco Tallo Silvestre y domesticado Humedales Industrial-Cestería (Tallos)

Monocotiledónea Poaceae Antephora hermaphrodita Calaverita Involucro Silvestre Pastizales y bordes de cultivos. Forraje (Planta)

Monocotiledonea Poaceae Gynerium sagittatum Caña brava Tallo Silvestre Monte ribereño. Industrial-Construcción (Planta)

Monocotiledonea Cannaceae Canna edulis Achira Semilla Cultivada Áreas disturbadas. Alimenticia (Rizoma)

Monocotiledonea Bromeliaceae Tillandsia sp. Achupalla Hojas Silvestre Áreas desérticas, Lomas. Combustible (Planta)

Dicotiledónea Cucurbitaceae Lagenaria siceraria Mate Pedúnculo, epicarpio Cultivado Áreas disturbadas. Industrial-Utensilio (Epicarpio)

Dicotiledonea Cucurbitaceae Cucurbita sp. Calabaza Semillas Cultivado Áreas disturbadas. Alimenticio (Fruto)

Dicotiledonea Fabaceae Acacia macracantha? Guarango Flor Foliolillos Silvestre Bosques ribereños, valles

interandinos. Construcción-Madera (Tallo)

Leña (Tallo)

Dicotiledonea Fabaceae Inga feuillei Pacae Semillas Silvestre y cultivado

Bosques ribereños, valles interandinos

Alimenticio (Fruto) Madera (Tallo)

Dicotiledonea Fabaceae Phaseolus cf. vulgaris. Fríjol Semillas carbonizadas Cultivado Áreas disturbadas Alimenticio (Fruto)

Dicotiledonea Fabaceae Phaseolus lunatus Pallar Semilla Carbonizada Cultivado Áreas disturbadas Alimenticio (Fruto)

Dicotiledónea Malvaceae Gossypium barbadense Algodón Semillas Cultivado Áreas disturbadas, riberas de ríos, laderas rocosas Industrial-Textil (Fibra de fruto)

Dicotiledónea Myrtaceae Psidium guajava Guayaba Semillas Cultivado y

silvestre Áreas disturbadas. Alimenticio (Fruto)

Dicotiledonea Salicaceae Salix humboldtiana Sauce Tallos Cultivado Bosques ribereños, valles interandinos

Construcción-Madera (Tallos) Ritual (Tallos y hojas)

Dicotiledonea Convolvulaceae Ipomoea batatas? Camote Raíz quemada Cultivada Áreas disturbadas Alimenticio (Raíz)

Monocotiledónea Poaceae - - Tallos Silvestre Pastizales, Bordes de cultivos Forraje

Monocotiledónea Cyperaceae - - - Silvestre Humedales Cestería?

Dicotiledónea - - Tallos Quemados Silvestre? - Leña

Dicotiledónea - - - Tallos Silvestre? Construcción-Leña

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ANEXO 4 Tabla 35.- Biomasa del Material Ictiológico por periodo.

PERIODO II PERIODO III PERIODO IV Especie Nombre

común NMI Biomasa % NMI Biomasa % NMI Biomasa %

Engraulis ringens Anchoveta 4 120 100 581 17 430 36.6 264 7 920 23.04

Sardinops sagax Sardina - - - 15 2 400 5 14 2 240 6.52 Sciaena delicosa Lorna - - - 3 912 1.9 3 912 2.65

Ethmidium maculatum Machete - - - 5 1 500 3.15 6 1 800 5.24 Sarda chiliensis Bonito - - - 1 1 800 3.8 - - -

Mustelus sp. Tollo - - - - - - 1 10 000 29.09 Seriolella violacea Cojinoba - - - 1 2 600 5.5 - - -

Sciaena starksi Róbalo - - - 1 20 000 42 1 10 000 29.09 Cynocium analis Cachema - - - - - - 1 300 0.87

Isacia conceptionis Cabinza - - - - - - 1 300 0.87 Cilus gilberti Corvina - - - 1 900 1.9 1 900 2.62

TOTAL 4 120 100 608 47 542 100 292 34 372 100

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ANEXO 5

Tabla 36.- Distribución y hábitat de las especies ictiológicas identificadas en el Subsector I2.

Nº Familia Especie Nombre común

Piezas esqueléticas diagnósticas Hábitat y ecología Distribución

Tamaño (cm)

Forma de captura Rango

1 Engraulidae Engraulis ringens Anchoveta Vértebras, basioccipital, epural,

otolitos, primera vértebra, huesos craneales, etc.

Pelágica nerítica de aguas frías (Ecuatorial Costera Fría y del Sur). Vive en cardúmenes, llega a pesar hasta 30 g. Se alimenta

de fitoplancton y es la primera en la cadena alimenticia

Punta Aguja (Perú) a Talcahuano (Chile) 9 a 12 red 1

2 Clupeidae Sardinops sagax Sardina Vértebras, basioccipital, primera vértebra, otolitos

Pelágica nerítica. Se alimenta de zooplancton, se moviliza también en cardúmenes, su captura se realiza con redes,

preferentemente de noche, al ser identificada su cardumen por su manchas plateadas que son resplandecientes

Ecuador (Islas Galápagos), Perú, Chile 18 a 28 red 2

3 Sciaenidae Sciaena deliciosa Lorna Otolitos, epural, vértebras Pelágica costera sobre fondo arenoso cerca de las playas. Se

alimenta de peces pequeños, como las anchovetas, crustáceos y huevos de otros peces. Se desplaza en cardúmenes

Puerto Pizarro (Perú) hasta Antofagasta (Chile) 25 a 40 red y

anzuelo 3

4 Clupeidae Ethmidum maculatum Machete Vértebras, otolitos Pelágica nerítica. Su rango de profundidad es de 5m. Vive en climas tropicales de 3º C - 37º C. Se alimenta de fitoplancton,

zooplancton y crustáceos pequeños

Pimentel (Perú) a Talcahuano (Chile) 18 a 26 red y

anzuelo 4

5 Scombridae Sarda chiliensis Bonito Vértebra

Pelágica nerítica de aguas de la Corriente Costera Peruana. Se desplaza en cardúmenes en los alrededores de la costa en aguas

verdes (14-18º C). Se alimenta de anchoveta. y pesa de 2 a 6 Kg. e ingresa a la costa de noviembre a enero.

Puerto Pizarro (Perú) a Talcahuano (Chile) 36 a 69 red 7

6 Triakidae Mustelus sp. Tollo Vértebra Bento-pelágica nerítica sobre fondos arenosos en aguas tropicales y subtropicales

Cabo Blanco (Perú) al Sur de Chile, Islas Galápagos e Islas Juan

Fernández 45 a 75 anzuelo 7

7 Cetrolopidae Seriolella violacea Cojinoba Vértebra Pelágica nerítica sobre fondos arenosos cerca de las playas. Realiza migraciones entre alta mar y costa. Se alimenta de

anchoveta, muy-muy y pejerrey. Pesa aprox. 2600 gr.

Ecuador, Talara (Perú) a Valparaíso (Chile) 22 a 55 anzuelo 7

8 Sciaenidae Sciaena starksi Róbalo Vértebra Bento-pelágico, vive sobre fondos arenosos y areno-rocosos. Huanchaco a Pisco (Perú) 20 a 65 anzuelo 7

9 Sciaenidae Cynoscion analis Cachema Vértebra Pelágica nerítica de aguas calidas y templadas sobre fondos

arenosos. Habita cerca de las playas, de preferencia donde hay remolinos (concentración de cardúmenes).

Colombia, Santa Elena (Ecuador) a Coquimbo (Chile) 16 a 36 anzuelo 7

10 Haemulidae Isacia conceptionis Cabinza Vértebra Pelágica costera sobre fondo arenoso y rocoso. Se alimenta de algas, crustáceos, peces pequeños y huevos planctónicos. Pesa

aprox. 300 gr. Paita (Perú) a Talcahuano (Chile) 14 a 30 red y

anzuelo 6

11 Sciaenidae Cilus gilberti Corvina Vértebras, otolito

Pelágica costera sobre fondos arenoso cerca de las playas: Realiza migraciones entre alta mar y las orillas, de preferencia

donde hay concentración de cárdumenes. Se alimenta de anchoveta, pejerrey, marucha y muy muy. Pesa aprox. 900 gr.

Bahía Sechura (Perú) hasta Lota (Chile) 28 a 50 anzuelo 5

*Pelágica costera-nerítica, que comprende la masa de agua que se encuentra sobre la plataforma continental, por lo que va desde la costa hasta la profundidad de 200m. * Fondo arenoso: se caracteriza por presentar partículas finas (arenas) que pueden desplazarse entre si, por lo que se trata de un sustrato móvil. En el se encuentra una fauna de invertebrados no tan variada como en el fondo rocoso, pero que sirve de alimento de muchas especies ícticas que viven en este campo vital.