tesis doctoral de emerita a mĀrida -...

787
TESIS DOCTORAL DE EMERITA A MĀRIDA EL TERRITORIO EMERITENSE ENTRE LA HISPANIA GOTHORUM Y LA FORMACIÓN DE AL-ANDALUS (ss. VII-X): TRANSFORMACIONES Y PERVIVENCIAS BRUNO FRANCO MORENO LICENCIADO EN GEOGRAFÍA E HISTORIA. ESPECIALIDAD: HISTORIA. DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL Y C.C. Y T.T. HISTORIOGRÁFICAS. FACULTAD DE GEOGRAFÍA E HISTORIA. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (MADRID) 2008

Upload: duongdan

Post on 18-Oct-2018

224 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • TESIS DOCTORAL

    DE EMERITA A MRIDA

    EL TERRITORIO EMERITENSE ENTRE LA HISPANIA

    GOTHORUM Y LA FORMACIN DE AL-ANDALUS (ss. VII-X):

    TRANSFORMACIONES Y PERVIVENCIAS

    BRUNO FRANCO MORENO

    LICENCIADO EN GEOGRAFA E HISTORIA. ESPECIALIDAD: HISTORIA.

    DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL Y C.C. Y T.T.

    HISTORIOGRFICAS. FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA.

    UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIN A DISTANCIA (MADRID)

    2008

  • DEPARTAMENTO DE HISTORIA MEDIEVAL y C.C. y T.T.

    HISTORIOGRFICAS. FACULTAD DE GEOGRAFA E HISTORIA

    DE EMERITA A MRIDA

    EL TERRITORIO EMERITENSE ENTRE LA HISPANIA

    GOTHORUM Y LA FORMACIN DE AL-ANDALUS (ss. VII-X):

    TRANSFORMACIONES Y PERVIVENCIAS

    BRUNO FRANCO MORENO

    LICENCIADO EN GEOGRAFA E HISTORIA. ESPECIALIDAD: HISTORIA

    DIRECTOR CODIRECTORA

    PEDRO MATEOS CRUZ PAULINA LPEZ PITA

    TUTORA

    PAULINA LPEZ PITA

  • Agradecimientos

    No quisiera iniciar el desarrollo del presente trabajo sin tener unas palabras de

    agradecimiento para aquellas personas e instituciones que me han aportado tanto su

    saber, como su disponibilidad, para llevar a buen puerto todo lo que se expone a

    continuacin. El mismo no se hubiera llevado a cabo sin la ayuda prestada por Pedro

    Mateos, promotor y director de esta tesis, tanto por el inters mostrado desde el primer

    momento, cuando hablamos sobre la posibilidad de realizar un trabajo de esta

    envergadura, como por el nimo constante y las indicaciones ofrecidas a lo largo del

    proceso de elaboracin. Igualmente agradezco los inestimables consejos de Paulina

    Lpez, tambin directora de este trabajo, por sus asesoramientos y orientaciones en los

    siempre escasos momentos que hemos tenido para departir. Del mismo modo debo

    recordar a Eduardo Manzano por las sugerencias aportadas a tiempo, y a Jos Miguel

    Lpez, por los consejos y charlas mantenidas a lo largo de todo el periodo de duracin

    que abarcaron los estudios de tercer ciclo.

    Este trabajo se hubiera demorado excesivamente en el tiempo sin la ayuda concedida

    por el Instituto de Arqueologa de Mrida, que en la persona de su director, me

    concedi la oportunidad de pasar temporadas en su sede para la redaccin del mismo.

    Igualmente slo tengo palabras de gratitud para los compaeros arquelogos, Toms

    Cordero y Victor M. Gibello, por la ayuda que de manera desinteresada me han

    ofrecido, tanto en la elaboracin de la planimetra, grficos, entrega de material grfico,

  • etc., que figuran en los apndices finales, como por las opiniones vertidas en relacin a

    la evolucin que sufre el territorio durante el periodo estudiado.

    De igual modo, nicamente tengo palabras de agradecimiento para los compaeros del

    Consorcio de la Ciudad Monumental de Mrida, por su siempre estar y su ayuda

    desinteresada; especialmente a los arquelogos Miguel Alba y Santiago Feijoo, por sus

    sabios razonamientos y charlas mantenidas acerca de la evolucin-involucin de la

    ciudad a lo largo de toda esta etapa cronolgica, as como sus siempre acertadas

    observaciones y nimos recibidos a lo largo de la redaccin de este trabajo. Tambin

    recordar las valiosas aportaciones de Jos ngel Calero durante los ltimos aos de

    carrera, que me introdujo en la comprensin del campo extremeo durante el periodo

    de transicin que marcan estos siglos.

    Indicar por ltimo que ninguno de los errores u omisiones que pudieran ser hallados en

    el desarrollo de la presente Tesis, pueden ser atribuidos a las personas arriba

    mencionadas, recayendo los mismos sobre el autor de estas pginas.

    Finalmente, no quisiera terminar sin tener unas palabras de reconocimiento para todos

    aquellos familiares y amigos, que de una manera u otra, me han alentado para

    conseguir alcanzar las metas propuestas al inicio de esta empresa. Especialmente a mi

    familia ms cercana, por su inquebrantable apoyo y por las horas robadas durante su

    elaboracin: a Marin Sauceda y a mis hijos, Alma y Marcelo, as como a mi madre por

    la vitalidad mostrada a lo largo de toda una vida, y a mi padre, fallecido cuando yo aun

  • no haba alcanzado la edad de la adolescencia, motivo por el cual este trabajo les est

    dedicado.

  • El mundo inmenso: un grano de polvo en el

    espacio. Toda la ciencia de los hombres:

    palabras. Los pueblos, las bestias y las

    flores de los siete climas: sombras. El fruto

    de tu constante meditacin: la nada.

    Omar Khayym, Rubaiyat (S. XI)

    El olvido es verdadero sudario de la muerte.

    George Sand (1804-1876)

  • De Emerita a Mrida

    6

    NDICE GENERAL

    TOMO I Pg.

    Introduccin ................................ 12

    - Objetivos . 18

    - Condicionantes y caractersticas de la investigacin ... 23

    - Estructura metodolgica ... 27

    CAPTULO 1.

    Anlisis historiogrfico y fuentes consultadas

    Introduccin 33

    1.1. Corrientes historiogrficas para los estudios Altomedievales de los siglos XIX y

    XX en Espaa. Estado de la cuestin .. 39

    1.1.1. Bibliografa general y temtica sobre la Hispania de poca visigoda (S.

    VII) 46

    1.1.2. Bibliografa general y de temtica arqueolgica sobre el periodo omeya de al-

    Andalus 63

    1.2. El registro arqueolgico. Estado de la cuestin 71

    1.2.1. El registro material de los siglos VI-X en el territorio emeritense. Un

    problema de insuficiencia de excavaciones arqueolgicas. 73

    1.3. Las fuentes historiogrficas 96

    1.3.1. Fuentes documentales cristianas para el estudio del siglo VII 99

    1.3.2. Fuentes rabes para el estudio de los siglos VIII-X... 109

  • Bruno Franco Moreno

    7

    1.3.3. Fuentes cristianas para el conocimiento de la etapa de dominio islmico de

    al-Andalus (S. VIII-X).... 120

    1.3.4. Las fuentes judas 125

    CAPTULO 2.

    Estudio del medio. El espacio fsico y la actuacin antrpica en el territorio

    emeritense... 129

    2.1. Paleogeografa del territorio emeritense en el periodo altomedieval.. 132

    2.1.1. Consideraciones acerca del paleoclima en el periodo altomedieval...147

    2.1.2. La Vegetacin .. 153

    CAPTULO 3.

    Evolucin histrica y organizacin del territorio emeritense entre los siglos VII-X.

    3.1. El ltimo siglo de la Emerita visigoda (600-712). Aspectos polticos, sociales y

    religiosos en la urbe y el territorio . 162

    3.1.1. El marco administrativo del territorium emeritensis. Origen y evolucin...... 164

    3.1.2. La sociedad y sus manifestaciones materiales.... 177

    3.1.3. Mrida en la configuracin de la Iglesia cristiana hispana durante la etapa

    visigoda (S. VI-VII)... 202

    3.1.3.1. Metrpolis de la dicesis lusitana y trascendencia de su obispado.... 218

    3.1.3.2. El concilio provincial de Mrida (ao 666). Problemtica y definicin..... 228

    3.1.4. Urbanismo y ordenacin del territorio .. 260

    3.1.4.1. Estructura urbana de Emerita (s. VII)... 266

  • De Emerita a Mrida

    8

    3.1.4.2. Comercio, economa y sociedad .... 282

    3.1.5. El poblamiento en el medio rural ....... 301

    3.1.5.1. Ocupacin y explotacin 304

    3.1.5.2. Baslicas rurales, monasterios y parroquias como evidencia del poblamiento

    en el medio rural.. 325

    3.2. Mrida islmica en las fuentes: de la conquista, al final del periodo emiral en al-

    Andalus (713-929/94-316). 347

    3.2.1. Conquista, dominio y enfrentamientos en el territorio emeritense durante el

    califato omeya de Damasco (713/94-756/140) 350

    3.2.1.2. Abd al-Ramn al-Djil y la proclamacin del emirato de al-Andalus.

    Mrida capital de al-agr al-Adn Frontera Prxima o Inferior de al-

    Andalus (756-788/140-172) 376

    3.2.1.3. De Him a Muammad (788-886/172-273): Auge y decadencia 386

    3.2.1.4. Del emirato de Abd Allh a la proclamacin del califato por Abd al-

    Ramn al-Nir (888-929/275-316). Decadencia poltico-administrativa de la

    mdina de Mrida en al-agr al Adn .. 415

    3.3. El estudio del territorio (ss. VIII-X). La divisin administrativa, itinerarios y

    asentamientos

    3.3.1. Explicacin previa .. 436

    3.3.2. Origen de la divisin administrativa . 438

    3..3.2.1. La divisin administrativa de la kra de Mrida 444

  • Bruno Franco Moreno

    9

    3.3.2.2. Un territorio escasamente definido ...... 454

    3.3.2.2.1. Lmite norte del territorio........ 457

    3.3.2.2.2. Lmite suroeste-sur 459

    3.3.3.1. Itinerarios de la kra de Mrida 462

    3.3.3.2. El aprovechamiento del viario anterior 466

    3.3.3.3. Los itinerarios de la kra en las fuentes rabes...... 470

    3.3.4. Asentamientos de periodo emiral repartidos por el territorio emeritense (S.

    VIII-X) 498

    3.3.4.1. La terminologa de los emplazamientos rurales en los textos rabes...... 502

    3.3.4.2. Los un y qur del territorio marid en los textos y en el trabajo

    arqueolgico...... 513

    3.3.4.3. La defensa del territorio. Una aproximacin 523

    3.3.5. Estructura urbana de Mrida (S. VIII-X): El registro arqueolgico..530

    3.3.5.1. Restos arqueolgicos de periodo emiral en Mrida: Fisonoma de la

    ciudad y usos del suelo .. 540

    3.4. La sociedad. La poblacin de la kra de Mrida (ss. VIII-X)

    3.4.1. El poblamiento en el territorio de la Mrida emiral. Su componente

    tnico. 576

    3.4.2. Grupos rabes establecidos en Mrida. Balades (Baladiyyn).. 582

    3.4.2.1. Opositores a miembros de la dinasta omeya 586

  • De Emerita a Mrida

    10

    3.4.2.2. Miembros de la familia de los emires de al-Andalus (gobernadores y

    aspirantes al trono). 588

    3.4.3. Los pueblos berberes en las fuentes historiogrficas 595

    3.4.3.1. Asentamientos y distribucin de tribus bereberes en el territorio

    emeritense... 601

    3.4.3.2. La presencia bereber en Mrida hasta la proclamacin del Califato de al-

    Andalus (868-929/254-316) 614

    3.4.4. Muladiyyn (Mulades) Trascendencia de esta comunidad en la mdina de

    Mrida durante el siglo IX/III. Auge y decadencia.. 620

    3.4.5. La comunidad cristiana de Mrida bajo el poder omeya ........ 632

    3.4.5.1. Permanencia de la Comunidad cristiana de Mrida hasta el emirato de

    Muammad I.... 635

    3.4.5.2. La organizacin eclesistica. Iglesias y monasterios. 640

    3.4.5.3. La comunidad mozrabe emeritense hacia su declive en la segunda mitad

    del siglo IX... 644

    3.4.6. La poblacin de origen hebreo en la ciudad de Mrida en el trnsito de los

    siglos VII-VIII. Fuentes y restos materiales 651

    3.5.6.1. Decadencia y final de la comunidad juda de Mrida en el transcurso de los

    siglos IX-X.. 659

    4. Consideraciones finales... 665

    5. Bibliografa Consultada .. 679

  • Bruno Franco Moreno

    11

    Fuentes rabes y cristianas medievales. 680

    Bibliografa... 687

    6. ndices 752

    De lugares..... 753

    De personas, dinastas y tribus ....761

    TOMO II. APNDICES Pg.

    ndice de los Apndices 1

    ndice de Figuras, lminas y tablas ......5

    Documentacin arqueolgica del territorio emeritense entre finales del siglo VI,

    inicios del VIII. Catlogo de yacimientos arqueolgicos.10

    Catlogo de yacimientos arqueolgicos para la kra de Mrida: Ciudades

    (mudn/madna), Distritos agrcolas (aqlm/iqlm), alqueras/aldeas (qarya/qur-

    darya), fortalezas ubicadas en altura (un/in) y torres de vigilancia (bur/al-

    bur)....107

    Figuras, Lminas y Tablas 293

  • De Emerita a Mrida

    12

    INTRODUCCIN

  • Bruno Franco Moreno

    13

    Con la realizacin de la presente Tesis Doctoral pretendemos fijar o acotar los lmites

    entre la Edad Antigua y la Edad Media en el territorio dependiente jurisdiccionalmente

    de Mrida. Estudios que se enmarcan en la historiografa ms reciente como categora

    periodolgica denominada Antigedad Tarda, y que tantas polmicas ha levantado en

    el seno de la comunidad cientfica, tanto en el mbito internacional como del nacional,

    en trabajos que fijan su mirada en regiones o ciudades de la geografa Peninsular y el

    entorno del Mediterrneo1. Controversia que en una ciuitas de la importancia y

    trascendencia de Mrida, parece incuestionable en relacin con los sucesos que se van a

    ir desarrollando en el transcurso de los siglos VI-VIII, en el marco del Occidente

    Mediterrneo, y ms concretamente en el escenario de la Pennsula Ibrica.

    Con el estudio de este perodo de transicin, que transcurre desde la consolidacin del

    reino visigodo de Toledo a partir de la tercera dcada del siglo VII hasta el

    progresivo afianzamiento de un nuevo orden social, econmico, religioso y cultural,

    como consecuencia de la presencia islmica, pretendemos crear una unidad temporal

    que abarque hasta la descomposicin de la misma. De modo que nos ayude a

    comprender los cambios sufridos por la sociedad emeritense tanto en la ciudad como el

    territorium que esta comprenda. Aspectos todos ellos que en los ltimos aos han

    1 Para ello tomaremos como referencia los trabajos dedicados a esta cuestin y que tienen su marco de estudio en torno al Mediterrneo y las civilizaciones nacidas en sus orillas (Brown, P., 1974; Maier, F.G., 1972; Anderson, P., 1974; Cameron, A., 1998), as como aquellos que centran sus estudios en ncleos urbanos o regiones de la Pennsula Ibrica (Barbero, A. y Vigil, M., 1978; Daz de Garayo, E. P., 1996; etc.) y tambin, lo expuesto en los ltimos aos en Congresos, simposium y seminarios donde se tratan diferentes aspectos de este periodo histrico, considerado mayoritariamente de transicin, heredero en gran medida del pasado clsico. Buena parte de las cuestiones que genera esta problemtica son desarrolladas y expuestas en foros y asociaciones de mbito nacional e internacional, que acogen a fillogos, historiadores, historiadores del arte y arquelogos, donde con un marcado carcter pluridisciplinar se debate acerca de todas aquellas cuestiones que vengan a aportar algo de luz.

  • De Emerita a Mrida

    14

    llamado la atencin de la comunidad cientfica, especialmente desde el mbito de la

    arqueologa y que han posibilitado la apertura de nuevas vas de investigacin que nos

    vienen a mostrar su originalidad por s misma, y no a depender de interpretaciones de

    etapas histricas anteriores, como se ha estado haciendo hasta ahora.

    En una breve sipnosis queremos destacar la importancia y transcendencia que para los

    estudios actuales tienen esta etapa cronolgica de la Historia en el Mediterrneo

    occidental. Se viene entendiendo como Antigedad tarda, segn la tradicin

    historiogrfica que parte de la traduccin del concepto germnico de Sptantike, a los

    lmites cronolgicos que van desde la desintegracin del Imperio romano hasta la

    desaparicin de las monarquas germnicas (ss. V-VIII) en el Occidente Europeo.

    stas supieron mantener vigentes, en lneas generales, las estructuras de poder poltico-

    administrativos del anterior mundo clsico, hasta los primeros sntomas de

    bipolaridad surgidos en el mediterrneo como consecuencia de la irrupcin del Islam, y

    su posterior expansin hacia entidades estatales herederas del pasado romano.

    No olvidemos que la concepcin de este periodo como una simple lnea que separa la

    Edad Antigua y el Medievo est arraigada de tal manera a escala institucional en todos

    los niveles de la enseanza (tanto en el mbito de la universidad, como de la

    investigacin en general), desde que Flavius Biondus la instauara en el siglo XV, que

    parece imposible en la actual historiografa considerar a este espacio temporal como

    una poca con suficiente entidad propia. As, pese a la ingente cantidad de trabajos y

    estudios llevados a cabo hasta la fecha, donde se han venido defendiendo varias

  • Bruno Franco Moreno

    15

    propuestas de las que a continuacin presentamos las ms importantes, pensamos

    que el periodo cronolgico analizado, entra en una dinmica que afectar a todos los

    mbitos de la vida, y que se prolongar hasta bien entrado el siglo IX.

    Estas propuestas se han venido dividiendo tradicionalmente en tres grupos:

    A- El constituido por los que relacionan esta secesin con las luchas de cristianos

    contra paganos (313, Edicto de Miln; 325, Concilio de Nicea; 380, Edicto de

    Tesalnica).

    B- Los que unen la trayectoria de ambos sectores del Imperio a lo largo de los siglos IV-

    VI d.C. (330, fundacin de Constantinopla; 395, muerte de Teodosio I y ruptura del

    Imperio; 410, saqueo de Roma por Alarico; 476, fecha de deposicin de Rmulo

    Augstulo; 560 y el fracaso de Justiniano en la reunificacin de los antiguos dominios

    del occidente romano en torno al mediterrneo).

    C- Y por ltimo, las teoras que vinculan el ocaso de la Antigedad a la irrupcin y

    consolidacin del Islam por el Mediterrneo, con la aparicin de un nuevo bagaje

    social, econmico y religioso en plena expansin, por contraposicin al modelo

    imperante desde el siglo IV d. C. Teora defendida por Henri Pirenne en su conocida

    tesis, la cual gener una fuerte polmica an viva, y donde se presentaba la ruptura de

  • De Emerita a Mrida

    16

    la unidad cultural mediterrnea y el fin del comercio con Oriente2. Esta visin que a

    nuestro entender peca de eurocentrismo, ha ido perdiendo adeptos, como demuestran

    los ltimos estudios realizados3. El panorama que nos presenta Pirenne resulta ms

    propicio para las monarquas europeas del siglo VII, que para los de la siguiente

    centuria, el mismo reino visigodo mostr signos de agotamiento durante sus ltimos

    treinta aos, fcilmente identificable en las artes y la cultura en Mrida y su territorio.

    Pirenne presenta el nacimiento del Islam (siglo I h./VII d. C.), ms como una etapa

    vinculada a la Antigedad que a la Edad Media, lo que determin que el adjetivo

    Tardorromano y el trmino Antigedad Tarda, acuados por miembros de la Escuela

    historicista de Viena en sus investigaciones sobre el arte romano tardo4, cobraran

    pujanza y se utilizaran como denominadores de un periodo de transicin entre el

    mundo antiguo y medieval, extensible a los siglos VI y VIII. Dicha terminologa

    aspiraba a sustituir el trmino Bajo Imperio, como contraposicin al Alto Imperio, de

    marcada significacin peyorativa.

    Este proceso de transicin y su ubicacin temporal protagonizan numerosos estudios

    que intentan definir un modelo histrico, segn el cual se habra pasado de una

    2 En su obra Mahomet et Charlemagne, se expone la visin del autor. Traducida al espaol en 1978, ejerci una gran influencia tanto en historiadores como en socilogos. 3 La conquista islmica signific una apertura del Mediterrneo, hasta ese momento un lago de Bizancio, conectndolo con el Ocano Indico y convirtindolo en una ruta del comercio mundial, como se constata en la apertura de nuevas rutas comerciales y sus influencias (Hodges y Whitehouse, Mohammed, Charlemagne and the Origins of Europe, Cornell Univesity Press, 1983; Glick, T.F. Cristianos y musulmanes en la Pennsula Ibrica, 1991. pp: 23-43; Picard, C. La mer et les musulmans d`Occident au Moyen Age VIIIe-XIIIe sicle, Presses Universitaires de France, 1997). 4 En 1889 el viens A. Riegle, defendi su hiptesis sobre tapices egipcios en el que se introduca la expresin Spte antike, para designar un estilo que no era estrictamente tardorromano ni medieval, sino que contena elementos de ambos, extendiendo su duracin desde el siglo IV hasta el VIII (de Constantino a Carlomagno).

  • Bruno Franco Moreno

    17

    sociedad de corte antiguo, a una de tipo feudal; es decir, de una estructura social

    homognea, estable y con un estado distribuidor de riquezas, a otra heterognea en los

    llamados por Duby tres rdenes (social, econmico y territorial). Sin embargo este

    proceso de transicin no es entendido por los historiadores de forma unvoca; en lo

    temporal la mayora de los medievalistas son seguidores de la tesis de M. Bloch en su

    estudio: Cmo y porqu finaliz la esclavitud antigua (Bloch, M., 1952), aunque

    su lmite cronolgico oscile entre la teora de Maier, que sita este proceso entre los

    siglos III-VIII, la presentada por Wickham que lo fija en el VI, o la del propio Bloch

    que los define entre los siglos V y el final del VIII, de la cual somos partcipes.

    De este modo, pervivencia y transformacin (aunque disarmnicas en el tiempo y en el

    espacio) son los rasgos distintivos del trmino Antigedad Tarda, que como periodo

    histrico se inici en la produccin historiogrfica con los historiadores alemanes K. F.

    Stroheker (1965) y P. E. Hubinger (1962), y cuya denominacin ya emancipada de

    periodizaciones, lleva implcita una cualificacin moral y valorativa.

    Una vez expuesta esta breve pero necesaria aclaracin sobre la cuestin a todo este

    proceso, hay que resaltar el particularismo hispano, que en parte va a desarrollar una

    evolucin peculiar y un tanto diferente al resto de las monarquas herederas del

    Imperio romano de occidente, y que los estudios tradicionales han considerado en su

    mayora como de una ruptura total con los momentos precedentes, como consecuencia

    de los hechos acaecidos tras la mtica fecha del 711 d.C./91h.

  • De Emerita a Mrida

    18

    Cmo afectan todos estos cambios a un ncleo urbano de primera categora como es

    el representado por Mrida, considerada una de las ciudades ms pobladas y dinmicas

    del occidente europeo en el transcurso de los ss. IV-VIII?. Cmo se ha venido

    manifestando esta problemtica durante los ltimos aos en numerosos trabajos y

    congresos por parte de los mejores investigadores del campo de la Arqueologa y de la

    Historia?.5 El propsito del presente trabajo es exponer como afect este complejo

    proceso de transformacin poltica, econmica, social, religiosa y cultural al devenir de

    la ciudad, pero sobre todo incidiremos en el territorio dependiente de Mrida, al verse

    integrado en un nuevo concepto de civilizacin, que de modo progresivo ira

    basculando hacia oriente, hasta su total integracin en la cultura y civilizacin islmicas

    en los comienzos del siglo X.

    - Objetivos.

    El objetivo principal a conseguir en la presente tesis doctoral, es abrir nuevas hiptesis

    de trabajo, por las que se puedan esclarecer las grandes lneas a seguir en el tiempo que

    va a marcar el trnsito de la Antigedad tarda (heredera en gran medida de la cultura

    clsica), hacia el nuevo horizonte que se va a ir despejando con la instauracin de un

    nuevo marco estatal. Este nuevo poder, de clara influencia oriental, se ira

    5 Collins, R., Mrida and Toledo: 550-585. Visigothic Spain. Oxford. 1985. Mateos, P., Emerita Augusta, de capital de la dicesis hispaniarum a sede temporal de poca visigoda, Sedes Regiae-Regna Barbarica. Barcelona, 2000. Alba, M., Mrida entre la Tardoantigedad y el Islam: datos documentados en el rea arqueolgica de Morera, La Islamizacin de la Extremadura romana, C.E., n 17, Mrida, 2001. Mateos, P. y Alba, M. De Augusta Emerita a Mrida en Actas del Congreso Int. Visigodos y Omeyas: Un debate entre la Antigedad Tarda y la Alta Edad Media, Anejos de AEspA XXIII, Madrid, pp: 143-168, 2001.

  • Bruno Franco Moreno

    19

    consolidando paulatinamente a partir de la segunda mitad del siglo VIII, en nuestro

    caso especialmente traumtico a lo largo del siglo IX, no slo en Mrida, sino tambin

    en todo el espacio administrativo dependiente de la madna.

    Partiendo de estas consideraciones, se pretende analizar, exponer y clasificar el mayor

    nmero posible de documentacin relacionado con el tema a desarrollar, dentro de las

    coordenadas geogrfico-temporales suscritas, con la finalidad de estudiar y dilucidar la

    nueva organizacin poltico-administrativa y social, los cambios poblacionales y de

    asentamiento, las nuevas formas productivas, y la creacin de un nuevo sistema fiscal

    que el nuevo orden va a imponer sobre el territorio.

    Con respecto a la organizacin del territorio durante la etapa emiral, hemos analizado

    el nuevo organigrama estatal islmico sujeto al poder cordobs, que se deriva en un

    primer momento como deudor del perodo precedente. Ya que contina como ncleo

    vertebrador la ciudad de Mrida, principal centro urbano y eje de comunicaciones del

    agr Inferior o Prximo, como elemento indispensable del ordenamiento y

    articulacin del estado en esta regin de al-Andalus, por lo menos hasta el primer tercio

    del siglo X/IV. Ser a raz de la pacificacin del Oeste andalus con la proclamacin del

    califato, cuando Mrida, segn no han trasmitido las fuentes, parece obtener la

    categora jurdico-administrativa de kra, la cual perdura hasta la desintegracin del

    mismo. En buena medida se tomar como ejemplo a seguir las antiguas divisiones

    provinciales romano-visigodas, pero ahora adaptadas a la nueva organizacin regional

    (provincia) denominada Kra/plural, Kuwr, las cuales se subdividirn en los

  • De Emerita a Mrida

    20

    denominados iqlm, o distritos de menor tamao, que sern en definitiva la base sobre

    la que descansar la fiscalidad omeya que recaer sobre la gran masa de la poblacin

    (campesinos y artesanos).

    Por ltimo, comentar el espacio temporal-cronolgico elegido para este trabajo, para el

    que he fijado como inicio el ltimo concilio provincial celebrado durante el otoo del

    666 en la dicesis emeritense; y como final, la conquista de la madna de Mrida por las

    tropas de Abd al-Raman III al-Nir en manos de berberes de las tribus mamda y

    kutama, en el transcurso del mismo ao de la proclamacin del califato omeya de al-

    Andalus (928-29/316-317).

    El por qu la eleccin de esta dos fechas? Desde el planteamiento que vamos a ir

    desarrollando en el presente trabajo, dicha concepcin cronolgica la situamos entre la

    finalizacin de la tardoantiguedad, que fijamos hacia el final del siglo VIII, y el inicio de

    las revueltas mulades en el territorio emeritense. Ello debe enmarcarse dentro de la

    poltica generada por el califato omeya de oriente, que entendemos debe encuadrarse

    dentro de la Antigedad, entre otros motivos, por polticas que van a tener una lnea de

    continuidad ms que evidentes con el Imperio romano de oriente. As, de entre los

    aspectos ms sobresalientes del mismo, habra que destacar la clara intencin de

    dominio territorial por asegurarse las antiguas fronteras del antiguo Imperio Romano,

    la copia del ceremonial palatino de Constantinopla, y el emplazamiento de la capital en

    Damasco, ciudad con un importante legado clsico, en clara referencia a su inters por

    el dominio de las antiguas fronteras del Mediterrneo, ahora bajo una nueva fe (fig. 1).

  • Bruno Franco Moreno

    21

    Del mismo modo no debemos olvidar el arte omeya, que recibe unas influencias

    directas de la Antigedad Clsica, constatadas en los palacios del desierto sirios

    lunetas de los techos de Jirbat al-Mafjar, frescos del Palacio de Quayr Amra y las

    grandes construcciones omeyas de Siria y Palestina (Palacio de Ammn, Qsr al-Hayr

    al-Garbi) por citar solo los ejemplos ms representativos, los cuales vienen a

    competir con las baslicas que Constantino I y Justiniano I levantaron en Tierra Santa.

    Poltica que variar drsticamente en Oriente con la proclamacin del califato Abbas a

    partir del 756/138, y en un cambio de rumbo puesto de manifiesto en la concepcin del

    estado, la religin, y el arte, dirigidos a partir de ahora hacia el interior del continente

    asitico, dejando en un segundo plano el mediterrneo (VVAA, 2000: 35-75) .

    Como iremos exponiendo a continuacin, todos estos cambios se trasladarn, de un

    modo paulatino, al confn ms occidental de la r al-Islam. Ser el nieto del califa

    Him, el clebre Abd al-Ramn al Djil, huido de la masacre que sufrira su dinasta

    en Oriente por parte de los Abbses el protagonista de esta empresa. No obstante, no

    debemos olvidar que la concepcin estatal que lleva imperando en al-Andalus, desde el

    inicio de la presencia islmica, no difiere en grandes rasgos de la etapa precedente, no

    slo por la impronta de la cultura anterior, sino tambin porque el patrn elegido desde

    el primer momento por la dinasta Omeya de oriente, no variar consustancialmente de

    la poltica que se llevaba realizando en la cuenca del Mediterrneo desde haca siglos.

    De este modo, muchos de los aspectos que se habran considerado como

    diferenciadores desde un principio, entre un momento y otro, no llegaran a producirse

    de manera inmediata, como generalmente se ha considerado por buena parte de

  • De Emerita a Mrida

    22

    comunidad cientfica. As para el territorio dependiente de Mrida durante todo el siglo

    octavo e inicios del noveno, las transformaciones materiales, sociales y religiosas se van

    a ir imponiendo de una manera paulatina, en medio todava, de una mentalidad

    aferrada fuertemente a su pasado.

    Con esto no queremos afirmar que no existiera un progresivo proceso de aculturacin

    en la sociedad marid, por parte de la civilizacin y cultura islmica, como consecuencia

    de la degradacin cultural que va sumiendo a la minora cristiana y las continuas

    revueltas encabezadas por la cada vez ms numerosa poblacin mulad. La misma va a

    tener un amplio desarrollo durante el siglo IX, como queda constancia por las fuentes

    escritas, tanto rabes como cristianas, y el cada vez ms amplio registro arqueolgico

    practicado. Aspectos que han sido tratados durante los ltimos aos para otras reas

    geogrficas del territorio andalus, donde se ha incidido en la pugna mantenida entre

    los ltimos feudales, contra el nuevo organigrama impuesto desde Crdoba (Chalmeta,

    P. 1994, Acin, M. 1997; Salvatierra, 2002, Manzano, 2006) donde se indica el carcter

    rupturista que va asumiendo la formacin de una sociedad islmica en el territorio

    peninsular, especialmente significativo en los ncleos urbanos.

    En esta direccin las investigaciones que en materia de documentacin escrita se llevan

    realizando, conjuntamente con la informacin suministrada por el trabajo

    arqueolgico, intensificados en los ltimos aos, coinciden en retrasar todos estos

    cambios en buena parte de la pennsula, bien reflejados en Mrida y su territorio. As,

    la cultura material puesta de manifiesto en la produccin cermica y las novedades

  • Bruno Franco Moreno

    23

    desarrolladas en las obras arquitectnicas y escultricas, no empezarn a ser

    perceptibles hasta bien entrado el siglo IX.

    Por ltimo, sealar que el problema, como es obvio, no reside nicamente en aceptar

    esta ruptura social, que ha sido tratada por la ltima generacin de arabistas,

    arquelogos e historiadores6, sino en analizar el proceso por el cual la sociedad del siglo

    VII va a ir transfigurndose de manera paulatina, a una totalmente distinta durante los

    siglos IX-X. Este cambio ser especialmente perceptible en la fisonoma del principal

    ncleo urbano estudiado, Mrida, as como por los patrones de asentamiento, como es

    la aparicin de nuevas formas de hbitat de carcter rural dispersos por el territorio, en

    similitud a lo generado en otros espacios de al-Andalus.

    - Condicionantes y caractersticas de la investigacin

    Uno de los principales problemas con los que nos encontramos a la hora de llevar a

    cabo la presente investigacin es el estudio de las fuentes historiogrficas rabes, tanto

    histricas como geogrficas, que han llegado hasta nuestros das. Dichas obras estn

    compuestas, en su mayor parte, en fechas muy posteriores a la sucesin de los hechos

    (ss. X-XI), y claramente al servicio de un poder central que lucha por la implantacin

    de un estado unitario. Dato este muy a tener en cuenta para la realizacin de un

    detallado anlisis de las mismas, ya que el carcter marginal que ostenta el agr

    6 P. Guichard (1976; 2003), P. Chalmeta (1988; 1994; 1998, 9-28), M. Acin (1997), E. Manzano (1995, 185 y ss. 2005), F. Valds (1995, 265-296).

  • De Emerita a Mrida

    24

    inferior en relacin con los ugr o fronteras que conforman al-Andalus, se vera

    reflejado en las crnicas histricas y geogrficas del momento en muy contadas

    ocasiones y, siempre y cuando este territorio se encuentre en franca rebelda contra los

    intereses de la dinasta omeya.

    Para ello me he valido tambin de la informacin que nos proporcionan las Fuentes no

    escritas, el registro arqueolgico, con la intencin de localizar los asentamientos

    humanos repartidos por el territorio: principalmente los restos materiales conservados

    en yacimientos a los que casi siempre se les ha adjudicado cronologas ms tardas, y los

    hallazgos cermicos que se derivan de las prospecciones arqueolgicas de superficie.

    Todo ello contrastado por la documentacin escrita publicada, que tiene como base las

    obras geogrficas, histricas y jurdicas de los autores rabes y cristianos que trataron

    sobre este periodo de nuestra historia.

    Tras este necesario apunte en torno al tema que va a tratar el presente trabajo, es

    necesario aadir algunas otras que tienen relacin con la elaboracin y el contenido del

    mismo. As, la presente tesis doctoral es la continuacin natural del trabajo de

    investigacin elaborado para la obtencin del Diploma de Estudios Avanzados

    (D.E.A.), que con el ttulo El final de la Antigedad Tarda en el territorio Emeritense

    (s. VII-VIII), fue presentado en el Departamento de Historia Medieval y Ciencias y

    Tcnicas Historiogrficas de la Universidad Nacional de Educacin a Distancia en el

    ao 2003.

  • Bruno Franco Moreno

    25

    En l se llev a cabo una primera aproximacin, ms reducida en el espacio y el tiempo,

    de los sucesos acaecidos durante el transcurso de los siglos VII al VIII, en el territorio

    administrativo de Mrida. Periodo de implantacin y prdida del dominio visigodo, y

    que en lneas generales pervivir hasta la proclamacin del emirato por Abd al-

    Ramn al-Djil. Trabajo en el que se intent poner al da el estado de la cuestin en

    estos dos siglos, los cuales marcarn el futuro devenir de la ciudad y su entorno, para a

    continuacin iniciar un breve anlisis del periodo de formacin de al-Andalus en esta

    parte de la pennsula ibrica, donde van a ir apareciendo de forma paulatina procesos

    de ruptura con el periodo anterior y una nueva concepcin de dominio sobre el

    territorio, sin olvidarnos del complicado proceso de afianzamiento y consolidacin de la

    sociedad islmica.

    As, partiendo de la elaboracin de dicho trabajo, nos hemos propuesto continuar y

    dilatar el espacio cronolgico del mismo, hasta el momento que podamos hablar de un

    nuevo concepto de sociedad, con todo lo que ello implica, bastante diferente a la

    representada por el ltimo siglo de presencia goda en la ciudad y su entorno. La

    presente tesis doctoral supone, por tanto, una ampliacin con respecto al trabajo

    anterior, puesto que se abordan nuevas cuestiones y se ofrece una ms amplia

    documentacin de temtica arqueolgica, dentro de los lmites fijados, en vas del

    esclarecimiento de lo que supuso este periodo para el devenir de un espacio, que en

    opinin generalizada vino a sealar el fin del esplendor de la ciudad y de su territorio,

    como consecuencia inmediata del dominio islmico ejercido sobre el mismo.

  • De Emerita a Mrida

    26

    Por ltimo no quiero finalizar este apartado, sin mencionar una serie de contrariedades

    con las que me he encontrado en el transcurso del presente trabajo. La primera ha sido

    la escasa informacin que hay plasmada en las Cartas arqueolgicas, redactadas hace

    ms de dos dcadas, sobre todo acerca de los asentamientos de periodo andalus en su

    fase omeya. Buena parte de esta informacin se haya recogida de manera sesgada y a

    veces con datos que llaman la atencin por su falta de contrastacin. Ello es debido sin

    duda a la falta de informacin de la poca y a la premura con la que se llevaron a cabo

    dichos trabajos, as como la recogida de los datos, especialmente los relacionados con

    los estudios ceramolgicos y las coordenadas de los yacimientos en cuestin. Aunque en

    los ltimos aos se ha mejorado ostensiblemente en estos y otros aspectos, todava

    estamos lejos de equipararnos al trabajo desarrollado en otras partes de la geografa

    peninsular, especialmente la zona de Levante y sureste de Andaluca. Precisamente

    donde las Universidades han estado presentes y donde las instituciones, tanto pblicas

    como privadas han prestado su apoyo, cuestin sin duda primordial para que el trabajo

    arqueolgico de campo llegue a buen puerto.

    Otra de las contrariedades con la que nos hemos encontrado en el transcurso del

    presente trabajo, es el palpable desinters manifestado por las instituciones acerca del

    periodo islmico de nuestra regin, sobre todo si tenemos en cuenta que este se

    prolong durante algo ms de quinientos aos. De ello queda fiel reflejo en las ms que

    escasas intervenciones que tienen como objetivo asentamientos adscritos a este periodo

    histrico, muchos de los cuales se encuentran ocupando el mismo espacio que con

    anterioridad haba sido elegido por otros pueblos de nuestra historia, que por ironas

  • Bruno Franco Moreno

    27

    del destino s merecen la atencin de las instituciones, en su mayora pblicas. Todo

    ello deriva en una documentacin escasa y parcial que ofrece al investigador de este

    periodo unas herramientas que resultan muy difciles de manejar, sobre todo si tenemos

    en cuenta la de por s reducida y fragmentada documentacin textual que tambin se ha

    conservado para esta regin.

    - Estructura metodolgica

    El trabajo consta de dos grandes apartados, divididos en tres grandes captulos, y unos

    apndices, que a su vez se subdividen para tratar temas relacionados entre s. Abre el

    trabajo una breve introduccin donde se plantea el porqu del mismo y la finalidad

    ltima que pretendemos conseguir. Dentro de la primera parte planteamos cuestiones

    de carcter previo, expuestas en dos captulos, donde se expone un estado de la

    cuestin sobre la documentacin historiogrfica que ha ido apareciendo en los ltimos

    aos. Estos me han sido de una gran ayuda para poder situar el presente trabajo dentro

    la perspectiva de los estudios elaborados hasta el momento actual, sobre el periodo

    estudiado en el mbito geogrfico que nos ocupa. Del mismo modo, me he servido

    como base documental de las fuentes primigenias, ya sean stas de carcter

    historiogrfico como epigrficos, la mayora de ellas de procedencia rabe, aunque sin

    excluir la documentacin cristiana conservada. En este estudio de las fuentes, se hace

    necesario resaltar, tanto la escasez de las mismas, como la dificultad que entraa llevar

    a cabo un exhaustivo trabajo para desentraar la importante carga ideolgica que

    arrastran.

  • De Emerita a Mrida

    28

    Los dos captulos siguientes y el apndice final, vienen a configurar la parte central y

    ms densa de la presente tesis. Se encuentran englobados en dos apartados en el que

    son expuestos desde un planteamiento de orden diacrnico, y estn dedicados al

    estudio de las diferentes etapas que jalonan el devenir del periodo histrico analizado,

    dedicando una especial atencin a los acontecimientos y hechos sociales, polticos,

    culturales y poblacionales que acontecen en dicho espacio temporal a lo largo y ancho

    del territorio objeto de este trabajo. Antes en el captulo segundo realizamos un breve

    incursin para tratar del medio, tanto fsico como antrpico, que tiene como fin

    principal fijar los cambios habidos y su repercusin sobre el poblamiento repartido por

    el territorio.

    Mencin especial merece el captulo tercero, dedicado en su primera parte al estudio

    de la Mrida tardovisigoda o preislmica heredero en gran medida de los periodos

    precedentes en muchos de los aspectos tratados, y que nos servirn para la comprensin

    de los hechos que van a sucederse a continuacin. En el mismo hacemos un exhaustivo

    estudio de la iglesia emeritense, al erigirse en el principal estamento dinamizador de la

    sociedad en esta etapa, tanto en la urbe como en el territorio. En relacin directa con

    este captulo presentamos tambin un catlogo de yacimientos arqueolgicos repartidos

    por el territorio objeto de este estudio, donde se recogen todos aquellos restos

    pertenecientes a la sptima centuria y las primeras dcadas de la octava. Se incluir en

    los apndices junto al catlogo confeccionado para periodo emiral.

  • Bruno Franco Moreno

    29

    Los siguientes apartados del tercer captulo se centran respectivamente, en el anlisis

    de los acontecimientos que van a afectar al espacio administrativo dependiente de

    Mrida bajo el dominio islmico, especialmente su fase emiral, que como capital de la

    frontera Inferior (agr al-adn o agr al-awf, dependiendo del momento de su

    redaccin), y centro de la Kra de su nombre darn lugar. Trataremos aspectos que

    tienen una especial relacin con el territorio, como son las vas de comunicacin, los

    itinerarios ms comunes que confluan en Mrida y los asentamientos, tanto los

    descritos en las fuentes rabes, como los recogidos en el catlogo de yacimientos

    arqueolgicos, incluido este ltimo en los apndices finales. En cuanto a Mrida

    intentaremos aportar los ltimos datos que la documentacin arqueolgica nos ha ido

    deparando para conocer la configuracin de la ciudad en esta etapa de su historia.

    Cuestiones todas ellas que nos mostrarn cmo con el afianzamiento de la dinasta

    omeya en al-Andalus, los modelos precedentes van a ir cambiando de una manera

    cuantitativa y palpable, de acuerdo a un orden establecido y organizado desde la

    cancillera cordobesa.

    Del igual modo abordaremos cuestiones que estn estrechamente relacionadas con el

    poblamiento del territorio, tanto en el mbito urbano como en el rural; las relaciones

    protagonizados por los distintos grupos sociales que van a convivir durante este

    prolongado espacio histrico y, las vicisitudes por las que va a pasar cada comunidad,

    en el seno de esta nueva entidad estatal integrada plenamente en la dr al-Islam,

    dcadas antes de la proclamacin del califato andalus.

  • De Emerita a Mrida

    30

    El trabajo se completa con todas aquellas reflexiones que nos ha ido procurando el

    desarrollo de la presente tesis en las consideraciones finales, as como la

    correspondiente bibliografa consultada, que incluye los principales textos latinos,

    rabes y castellanos, que en definitiva han servido como base documental para la

    elaboracin de este estudio, y cierra el trabajo un amplio apartado de ndices, donde se

    han incluido el de personas y lugares, as como el de figuras.

    Por ltimo y, no menos importante, incluimos unos apndices dedicados al catlogo de

    yacimientos arqueolgicos, que se corresponden con el territorio estudiado, tanto para

    la ltima fase de la tardoantigedad, como para el periodo de presencia islmica en su

    etapa emiral. El mismo incluye varios apartados que nos indica su localizacin: trmino

    jurdico actual, coordenadas UTM 30, categora, etc., as como una descripcin del

    yacimiento, los restos estudiados, su bibliografa correspondiente y aparato grfico si lo

    hubiera. De igual modo incluimos la documentacin grfica, como planimetra y

    mapas, que permiten ilustrar aquellos aspectos que tienen una estrecha relacin con los

    contenidos del trabajo, de modo que vengan a esclarecer aquellos puntos que ofrecen

    una mayor dificultad para su comprensin, especialmente los relacionados con los

    restos arqueolgicos (cultura material).

    En cuanto al sistema de transliteracin de las palabras de origen rabe que hemos

    seguido en el desarrollo de este trabajo, es el utilizado en la revista Al-Andalus

    seguido comnmente por la escuela de arabistas espaoles: (nicamente en medio y

    final, inicial nunca se transcribe), b, t, , , , j, d, , r, z, s, , , , , , , g, f, q, k, l, m, n, h,

  • Bruno Franco Moreno

    31

    w, y. La t marba slo se transcribe en estado constructo, nunca en el absoluto. Las

    fechas las hemos colocado anteponiendo el ao de la era cristiana, seguido a

    continuacin por el cmputo de la Hgira.

  • De Emerita a Mrida

    32

    CAPTULO 1

    ANLISIS HISTORIOGRFICO Y FUENTES CONSULTADAS

  • Bruno Franco Moreno

    33

    Introduccin

    Los estudios y publicaciones que de un modo general se centran en este perodo

    segunda mitad del siglo VII y primera mitad del VIII, englobando no slo al territorio

    objeto de este trabajo, sino tambin a aquellos que mantuvieron una relacin ms

    directa, tanto en el mbito cultural y social, como en el religioso y econmico con

    Mrida, van siendo cada da ms numerosos, an contando con la escasez de fuentes

    documentales disponibles. Suelen ser obras de carcter general, de amplia aplicacin,

    donde se tratan diferentes aspectos de la sociedad del momento: socio-econmicos,

    administrativos, polticos, religiosos y culturales7.

    De igual modo, en las ltimas dcadas resulta significativo el incremento de

    publicaciones y trabajos que se centran en cuestiones especficas de distinta ndole

    historia jurdica y eclesastica, urbanismo, relaciones sociales y econmicas,

    asentamientos, etc.,que en buena medida presentan una visin de conjunto de las

    7 Los avances producidos durante los ltimos aos en la investigacin as lo demuestran, no slo en Espaa, sino tambin en los pases de su entorno cultural, esto es buena parte del Mediterrneo y los de influencia anglosajona, de los cuales presentamos una pequea muestra: El ya clsico trabajo de Georg Maier (1972): Las transformaciones del mundo mediterrneo ss. III-VIII, Barcelona. Publicada en el V. 9 de la Historia Universal S. XXI; Brown, P. (1989): El mundo en la Antigedad Tarda: de Marco Aurelio a Mahoma, Madrid. Collins, R. (2000): La Europa de la Alta Edad Media, 300-1000, Madrid. P. de Palol y Ripoll, G. (1988): Los godos en el Occidente europeo: ostrogodos y visigodos en los siglos V-VIII, Madrid. En cuanto a la pennsula Ibrica, destaca la obra conjunta de Daz y Daz, M.C. y Prez Prendes, J. M et alii, Espaa visigoda, Madrid (2001), editada en dos tomos correspondientes al T. III de la Historia de Espaa de Menndez Pidal, donde se realiza una labor de puesta al da en cuanto a las ltimas novedades aportadas por la investigacin. Tambin destacan los trabajos de Garca Moreno, L. A. (1988): Historia de la Espaa visigoda, Madrid y El fin del reino visigodo de Toledo: decadencia y catstrofe, una contribucin a su crtica, Madrid, 1975. Una obra que sigue manteniendo la importancia del momento de su publicacin - hace ya casi cuarenta aos- es Los godos en Espaa de E. A. Thompson. Dos de las ltimas aportaciones han sido publicadas dentro de colecciones de la Historia de Espaa, la primera de la mano de Roger Collns, en el Volumen IV de la Historia de Crtica, La Espaa Visigoda (409-711), 2004 que ana el estudio de las fuentes escritas con las ltimas aportaciones del registro arqueolgico. La otra es la obra conjunta de Pablo C. Daz, Clelia Martnez y Francisco J. Sanz, en la coleccin de Istmo con el volumen V, Hispania tardoantigua y visigoda, 2007.

  • De Emerita a Mrida

    34

    sociedades del momento que resulta ms completa y clara en su exposicin, y por tanto

    ms alejada de los posibles lastres que cierta historiografa decimonnica ha ido

    marcando para algunos de los trabajos publicados durante la segunda mitad del siglo

    XX (Alonso, A. 1985). Estudios que en los ltimos treinta aos han llegado a

    profundizar en muchos de los aspectos mencionados, dirigidos a un pblico ms o

    menos extenso que tiene cierta preparacin sobre el tema8.

    En cuanto a los trabajos centrados al estudio de Emerita, que desde la implantacin del

    Cristianismo trinitario se configura como religin oficial del reino en el ltimo tercio

    del siglo VI, se encuentran mayoritariamente dedicados a la vigencia de la sede

    arzobispal y al mantenimiento de su mbito urbano, cuando la ciudad participa en la

    configuracin del reino visigodo de Toledo, tanto en el mbito de la poltica como de la

    religin (Collns, R. 1980: 189-219; Mateos, P. 2000: 506-512; Mateos y Alba, 2000: 143-

    168; Snchez, E. 1975: 135-150). Muchas ms dificultades encontramos para la segunda

    mitad del siglo VII, e inicios del VIII, sobre todo por la falta de documentacin escrita

    (Daz, 1993), que aunque paliada en buena medida por la calidad de los restos

    materiales excavados en el solar emeritense y sus proximidades, suelen ser en su

    mayora hallazgos descontextualizados (Repertorio de Bibliografa Arqueolgica

    8 Remitimos a la recensin realizada por L.A.Garca Moreno en la revista Medievalismo El hoy de la Historia de la Espaa Visigoda. (Compilacin) (1994: 115-122) y a los ltimos avances presentados en el seminario que sobre los Visigodos se han publicado bajo la edicin de Alberto Ferreira en 1999: The Visigoths. Studies in culture and society; destacando tambin las Actas del Seminario celebrado en Mrida en 1999, editada por L. Caballero y P. Mateos, Visigodos y omeyas: un debate entre la Antigedad Tarda y la Alta Edad Media, Madrid. 2000, donde se han presentado las ltimas novedades, algunas innovadoras, sobre la pervivencia y transformacin que sufre la sociedad y sus manifestaciones materiales entre los ss. V al IX. Para el periodo andalus las aportaciones ms destacadas han sido las presentadas en un Seminario organizado por la Casa de Velzquez-Universidad de Extremadura en el ao 2002, Extremadura andalus: ltimos avances arqueolgicos, Cceres 8-9 abril. Las mayores aportaciones han venido del campo de la arqueologa, aunque finalmente sus actas no vieran la luz, algunas de las ponencias han sido publicadas en revistas de arqueologa.

  • Bruno Franco Moreno

    35

    emeritense II, Velzquez, A (edit.) 2000: 271-320; Extremadura Arqueolgica IX,

    ABAE 2001: 365-393; Memorias de excavaciones en Mrida, etc.).

    En relacin a la importancia de la sede metropolitana emeritense durante el trnsito de

    los siglos VI-VII, se han publicado en los ltimos aos nuevos estudios sobre la obra

    hagiogrfica de las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium. Trabajo fundamental para

    conocer el dinamismo de una ciudad, totalmente cristianizada, donde la mano rectora

    de la iglesia configura un ncleo urbano dinmico y abierto a las influencias exteriores.

    As a la publicacin de Maya (1992), se han unido en los ltimos aos los trabajos de

    Isabel Velzquez (2006 y 2008) y Blas Curado (2007), este ltimo teniendo como teln

    de fondo el oficio y desempeo de la medicina en la ciudad durante este periodo. Ahora

    bien, en cuanto a los trabajos de carcter monogrfico que profundicen en la evolucin

    y transformacin del medio rural, los diferentes asentamientos repartidos por el

    territorio, y las relaciones entre los distintos grupos sociales, resultan sin duda menos

    fructferos, aunque no as la celebracin de seminarios y congresos donde se han

    abordado estos temas9.

    Un terreno donde la investigacin sigue dando sus frutos, al mismo nivel que en pocas

    anteriores, es en los estudios centrados en el mbito de la religin, especialmente en el

    9 Daz, P.C., Propiedad y explotacin de la tierra en la Lusitania tardoantigua, Stvdia Historica. Historia Antigua 10-11 (1992-93): 297-309 en J.G. Jorges y M. Salinas (eds.), Les campagnes de Lusitanie romaine. Occupation du sol et habitats, Madrid, 1994, Cuadernos de la Casa de Velzquez, 47: 297-309. Del mismo autor tenemos, El testamento de Vicente: Propietarios y dependientes en la Hispania del

    siglo VI M.J. Hidalgo, D. Prez y M.J.R. Gervs (eds.), Romanismo y reconquista en la pennsula Ibrica: Nuevas perspectivas, Salamanca, 1998: 257-270.

  • De Emerita a Mrida

    36

    desarrollo y preponderancia que alcanza la institucin eclesiastica en el transcurso del

    siglo VII. La Iglesia sigue manteniendo su influencia entre las distintas capas de la

    sociedad, adems de erigirse en el principal estamento colaborador de la monarqua al

    final de la sexta centuria. Precisamente por esta relacin tan estrecha entre estos dos

    estamentos, surgirn a lo largo del siglo VII disensiones, que acabarn por distanciarse.

    No olvidemos el ambiente de inestabilidad poltica, social y hasta de relajacin

    dogmtica en el seno de la Iglesia, que se recoge en los ltimos Concilios celebrados

    durante esta fase final del reino visigodo. En las actas conservadas de los snodos

    celebrados a nivel nacional, como el convocado en Mrida a nivel provincial, se arroja

    bastante luz para profundizar en las relaciones sociales que se viven en el seno del reino

    visigodo, la influencia de la Iglesia en el organigrama estatal, etc., en buena medida

    recogidos en estudios monogrficos y congresos celebrados durante los ltimos

    cuarenta aos10.

    Por contra, el mbito de trabajos dedicados al periodo andalus (emiral y califal

    Omeya) en nuestro territorio, por no extenderlo a la totalidad de la Comunidad

    10 Resultan significativas las aportaciones derivadas del III Concilio Eclesistico Emeritense, recogidas por E. Snchez (1975: 135-150); la influencia de este en el contexto de los Concilios nacionales del reino, en la obra general de Orlandis y Ramos-Lissn, 1986: o la ya clsica de Jos Vives, Historia de los concilios hispanorromanos y visigodos, Madrid-Barcelona, 1961. Un artculo que resulta clarificador en este aspecto es, Pablo C. Daz (1995): Propiedad y poder: la Iglesia de Lusitania en el ss. VII, en A. Velzquez, E. Cerrillo y P. Mateos, (eds.) Los ltimos romanos en Lusitania, Cuadernos Emeritenses 10, Mrida, pp: 49-72. Destacan en los ltimos aos los congresos y seminarios que tratan acerca de la proliferacin de monasterios y baslicas en el territorio, como ejemplo de colonizacin de nuevas tierras, a la par que como proceso evangelizador. Sobresalen en el tiempo dos de ellos, el primero celebrado en el ao 1963, que marcara las pautas a seguir en esta faceta de la investigacin religiosa: Diaz y Diaz, M, 1970: La vida eremtica en el reino visigodo Espaa eremtica. Analecta Legerensia I. Actas de la VI Semana de Estudios Monsticos Abada de San Salvador de Leyre, Pamplona; y el ltimo celebrado hace escasamente un ao, los das 18-20 de diciembre de 2006 en Madrid, que trasciende el periodo objeto de este estudio, pero por esto mismo abre nuevos caminos a la investigacin: Lpez Quiroga, J. et alii (2007): Monasteria et territoria. Elites, edilicia y territorio en el Mediterrneo meridional (s. V-XI). Madrid.

  • Bruno Franco Moreno

    37

    Exremea, muestra en su produccin bibliogrfica actual, un ms que apreciable

    abandono. Parece como si la presencia en nuestro teritorio de la dr al-Islam ms de

    quinientos aos, fuera nicamente objeto de inters para especialistas y soadores

    postromnticos de un pasado felzmente superado. Quiero incidir en este aspecto,

    porque s en las ltimas dcadas los estudios centrados en los siglos IV-VII en nuestro

    territorio, han llamado la atencin de buena parte de la comunidad cientfica, el

    inmediato periodo posterior, slo ha suscitado el desvelo de arquelogos y algn que

    otro medievalista, provenga este del campo de la historia, del arte o de la filologa

    (arabista)11.

    Pensamos que es debido a la falta de reas de estudios dedicados al mundo islmico,

    tanto en el mbito de la historia como de la arqueologa en nuestra regin. Hay que

    reconocer que la Universidad de Extremadura es relativamente joven (treinta y pocos

    aos), y que en los departamentos de Historia Medieval, reas de Arqueologa o

    Filologa parece no interesar lo suficiente dicho periodo andalus. No obstante en el

    mbito del trabajo arqueolgico, en los ltimos aos se ha apreciado un notable

    impulso por parte de las instituciones de carcter local, desarrolladas en las labores

    desarrolladas en mbito urbano, sobre todo si las comparamos con lo desarrollado con

    anterioridad, aunque todava quede un gran vaco en lo que al trabajo arqueolgico de

    campo se refiere. En general podemos afirmar, sobre todo en relacin a Mrida, que 11 nicamente merecen researse en los ltimos quince aos dos trabajos: Extremadura en las fuentes rabes de M. A. Prez lvarez (1992), la Tesis Doctoral presentada por Sophie Gilotte en el 2004, que estudia la parte ms meridional de Cceres durante periodo andalus, L` Extremadure Centre-Orientale (VIII-XIII sicles): Peuplement et formes d` habitat aux marges d`Al-Andalus, Vol. I-II. Univ. La Sorbone, Paris. Otra aportacin relacionada en parte con la poca omeya, fueron las publicaciones en dos volmenes que vieron la luz hace un dcada sobre el reino Aftas de Badajoz, coordinadas por Fernando Daz Esteban (1996), Batalis, El reino Taifa de Badajoz: Estudios, Madrid.

  • De Emerita a Mrida

    38

    hoy da poseemos ms y mejor informacin que hace tan slo unas dcadas (Alba, 2001:

    265-273).

    Dicho esto pasaremos a sealar la produccion bibliogrfica que sobre el territorio

    emeritense, durante los siglos VII al X, ha publicado la comunidad cientfica, en un

    periodo que abarca desde mediados del siglo XIX, hasta mediados del pasado siglo,

    para finalizar con las ltimas aportaciones que con motivo de la instauracin

    democrtica en nuestro pas, ha dado lugar en la historia de las mentalidades , a la

    apertura de nuevas vas interpretativas.

    Por ltimo sealar que el contenido de este captulo se ha completado con la intencin

    primordial, de ofrecer un panorama lo ms completo posible, de aquellos trabajos que

    mantengan una estrecha relacin con el territorio que nos ocupa, y no con el de una

    total exhaustividad en cuanto a las referencias bibliogrficas generales se refiere, puesto

    que para esta ltima labor, remitimos a magnficos estados de la cuestin publicados

    por los mejores especialistas, ya sea desde el mbito nacional o internacional12.

    12 Una muy buena sntesis es la aportada por M. Jess Viguera Molins, Al-Andalus: de Omeyas a

    Almohades en la Semana de Estudios Medievales dedicadas a La Historia Medieval de Espaa. Un balance historiogrfico (1968-1998), Navarra,: 51-147. En este misma publicacin los balances historiogrficos de Garca de Cortzar, J. A Glosa de un balance sobre la historiografa medieval espaola en los ltimos treinta aos (I) pp: 807-824 y Valden Baruque, J. Glosa de un balance sobre la historiografa medieval espaola en los ltimos aos (II), pp: 825-842.

  • Bruno Franco Moreno

    39

    1.1. Corrientes historiogrficas para los estudios Altomedievales de los siglos XIX y

    XX en Espaa. Estado de la cuestin.

    Es significativo el hecho, en relacin a los estudios altomedievales en nuestro pas, de

    que todava nos tengamos que preguntar bajo qu ptica o visin tenemos que afrontar

    los mismos y, a qu corriente hay que adherirse si los mismos se van a centrar en la

    pennsula ibrica bajo poder musulmn, cuando la mayor parte de nuestros

    historiadores, hasta no hace mucho, han enfocado su estudio como si fuera algo ajeno a

    nuestro devenir como pueblo. Aspecto que cuenta con una largusima tradicin

    historiogrfica en nuestro pas, y que ha consagrado una clara demarcacin entre lo que

    hoy conocemos como Medievalismo por un lado, y los estudios que se encuadran

    dentro del Arabismo por otro, desarrollndose ambas disciplinas por caminos

    diferentes, cuando no enfrentadas 13.

    Este estado de la cuestin resulta an ms llamativo para el perodo Andalus ,

    consecuencia de la dominacin islmica de la Pennsula Ibrica a partir del 711/92H.,

    abriendo una brecha que afectar a la creacin de dos campos de estudio, abiertamente

    opuestos, que constituyen el clebre debate sobre el carcter oriental u occidental de la

    formacin que emerge como consecuencia de la dominacin islmica.

    13 Con relacin a esta problemtica se pueden consultar algunos trabajos recogidos sobre todo en Actas de

    congresos y seminarios, especialmente los que hacen una mencin especial a nuestro pasado medieval: Africanismo y Orientalismo espaol, Awrq, anejo volumen XI, 1990; Orientalismo, exotismo y traduccin, Fernndez Parrilla y Feria Garcia (ed.), Escuela Traductores de Toledo, 2000.

  • De Emerita a Mrida

    40

    Se trata de un discurso que ha marcado, en un sentido u otro, la interpretacin histrica

    sobre al-Andalus durante ms de un siglo, y que en la actualidad sigue levantando

    ampollas (Fanjul, 2001; Vidal, 2004). Afortunadamente en las ltimas dcadas se est

    operando un cambio en las mentalidades, y en los trabajos llevados a cabo por una

    parte importante de la comunidad cientfica para superar esta tendencia, que tantas

    incomprensiones han suscitado en el pasado, y que todava tienen una amplia influencia

    sobre ciertas capas intelectuales de la sociedad espaola. De este modo podemos ir

    entreviendo que vamos por el buen camino, que podemos abrir nuevos horizontes de

    comprensin hacia lo que represent nuestra Edad Media, y el periodo histrico de al-

    Andalus en particular.

    El discurso arabista en Espaa como ahora veremos, est inserto en el marco del

    orientalismo europeo que lo ha condicionado y enmarcado. Es de todos aceptado la

    estrecha relacin entre la colonizacin y el desarrollo del orientalismo (estudios

    centrados principalmente en el mundo musulmn del momento, donde tambin

    entronca el estudio de la historia de al-Andalus), como nadie tampoco niega que el

    eurocentrismo ha marcado la orientacin de dichos estudios, segn sealaba Claude

    Cahen en su ya clsico trabajo; El Islam. Desde los orgenes hasta el comienzo del

    Imperio Otomano. T-I Vol. 14, Siglo XXI, 1977, Barcelona. Tambin ahora los

    orientalistas europeos se ven influidos por el peso de las modas o los condicionantes

    ideolgicos, sucumbiendo a cierto recelo hacia lo oriental.

  • Bruno Franco Moreno

    41

    Los estudios de la Historia de al-Andalus en Espaa, a diferencia de lo que ocurra en

    muchos pases de Europa, no surge en principio como una curiosidad cientfica, sino

    que hunde sus races en nuestra propia historia, su mundo fsico, nuestra literatura,

    pensamiento, arte, filosofa, adentrndose en nuestro idioma, costumbres de toda

    ndole, y hasta en cierta manera de comprender y vivir la vida. Este etnocentrsmo local

    nos aleja un tanto, de la visin colonial e imperialista con que es enfocada por la

    historiografa europea y norteamericana de aquel momento.

    El orientalismo espaol moderno nace en el siglo XVIII, en plena Ilustracin, por tanto

    se aleja de la visin Medieval y Renacentista anteriores, siendo el inters poltico por el

    Mediterrneo y Norte de frica de los Borbones espaoles, el que fomentar este

    reinicio por los estudios islmicos bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III. La

    figura seera de esta transicin hacia el orientalismo moderno, que sentar las bases de

    la historiografa posterior, ser la representada por Jos Antonio Conde (1765-1820),

    precursor de una corriente que valorar nuestro pasado islmico. Autor de la Historia

    de la dominacin de los rabes en Espaa, entresacados de manuscritos rabes,

    supone un cambio de actitud en la historiografa hispana, al tomar partido por los

    rabes desde un repudio de triunfalismo histrico imperante en Espaa durante ms de

    tres centurias.

    El romantismo hispano, a diferencia del europeo, encuentra en nuestro suelo un

    particular Oriente domstico, que atraer tambin a viajeros, escritores y pintores de

    otros lugares. Pascual de Gayangos, primer Catedrtico de rabe de la Universidad

  • De Emerita a Mrida

    42

    Central (1843) fu el orientalista ms destacado de este perodo, hegeliano como

    Moreno Nieto, autor este de la primera Gramtica de la Lengua arbiga del siglo XIX,

    ambos contribuirn en su polmica con la escuela tradicional, a imponer una visin ms

    favorable de nuestro pasado rabe, demostrando una voluntad apasionada de

    rehabilitar una parte silenciada de la historia de Espaa (Lpez, B., 1990: 41 y ss).

    No es fcil establecer las conexiones personales de nuestra escuela de estudios rabes

    con las restantes europeas a lo largo del siglo XIX, y primera mitad del XX. Ser el

    holands R. Dozy (1820-1883) el que concili en su magisterio a los medievalistas

    espaoles por el quehacer de la historia islmica, sufriendo un proceso de

    especializacin que les centr en el espacio exclusivo de la Espaa musulmana,

    abandonando otras reas geogrficas de dicha cultura.

    El arabismo hispano, encerrado en su etnocentrismo, se mantuvo alejado de las

    manifestaciones del orientalismo europeo, en contacto tan solo con aquellos, que como

    Dozy, Guidi, Lvi-Provenal, etc., podan adaptar elementos a nuestra propia historia,

    por lo que permaneci casi desconocido en Europa y quedando arrinconado de un

    proceso de informacin a la sociedad espaola, sobre aquellos aspectos bsicos de la

    civilizacin de la que pretendan ser intermediarios (Lpez, B., 2000: 153-171).

    Ser Francisco Codera con el que el Arabismo hispano inicie su perodo positivista,

    siendo el fundador de la escuela de Arabistas modernos, que se desarrollar durante la

    Restauracin, y que tendran en Julin Ribera, Francisco Pons Boigues, Francisco

  • Bruno Franco Moreno

    43

    Guilln Robles y Miguel Asn sus seguidores ms sobresalientes. Ellos mostrarn el

    camino hacia la siguiente etapa de nuestro arabismo, la de su incorporacin de pleno

    derecho al proceso de renovacin de la ciencia espaola, donde ya no slo se ocupan de

    historia hispanorabe, sino tambin de ciencias, filosofa e incluso de las diferentes

    lenguas dialectales rabes, sobresaliendo de entre todos ellos, Ambrosio Huici

    Miranda, Cndido Gonzles, Jos Antonio Sanchez Prez, Pedro Longas, ngel

    Gonzales Palencia...

    Aunque hay que sealar la influencia de un pensador como Ortega y Gasset, que

    haciendo uso de la crisis del historicismo y ante la demanda de mtodos antropolgicos

    y etnogrficos en nuestra trayectoria historiogrfica nacional, llevara en sus estudios su

    particular forma de entender la historia de nuestro pas en contra de no pocos

    adversarios. Sin olvidarnos, que junto a otros intelectuales, reflej el drama que

    supuso la Guerra Civil y el exilio en sus anlisis histricos, as como el inters por los

    estudios islmicos en nuestro pas.

    No es necesario recalcar que nuestra guerra civil tuvo unas nefastas repercusiones para

    la investigacin histrica en Espaa. Grandes historiadores fueron al exilio, y aunque

    con la creacin del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas se pretendi

    sustituir instituciones desaparecidas, este organismo tardara en situarse al nivel

    alcanzado por anteriores organismos cientficos. As los estudios tendieron hacia el

    neopositivismo, impregnado de nacionalismo de posguerra; aunque en el lado positivo

    se llegaron a publicar un notable nmero de fuentes documentales. Los trabajos ms

  • De Emerita a Mrida

    44

    importantes se debieron a Julio Gonzles, J. M. Lacarra, Mills Villacrosa, Garca

    Valdeavellano y, sobre todo, Vicens Vives, que introdujo la influencia de la escuela de

    "Annales", adems de impulsar la historia econmica e implantar los estudios de base

    regional, que tanta influencia alcanzaran con la llegada de la democracia a nuestro pas

    (Ruz Gmez, 1998).

    No obstante habra que esperar a los aos cincuenta para que otro orientalista, el Padre

    Felipe Pareja, ofreciese la nica sntesis de valor producida en Espaa y por un espaol

    sobre el Islam, su obra titulada Islamologa. A partir de estos aos, se inicia en Espaa

    un despertar historiogrfico sobre los estudios medievales y andaluses, que tendrn en

    Amrico Castro a uno de los ms acrrimos defensores de nuestro pasado semita.

    Amrico Castro establece un anlisis comparativo cristiano-musulmn, hallando en su

    tarea investigadora una oposicin por parte de los cristianos a lo musulmn,

    considerado en principio superior, excepto en cuestiones de valores meramente picos

    y espirituales. la espaa cristiana era un mundo fijo sobre el cual caan palabras,

    literatura o instituciones musulmanas. La visin cristiana consideraba que la persona

    lograba hidalgua, nobleza y libertad solamente con coraje. Este sentimiento castellano

    de fe en la libertad y autonoma hizo que se tuviera puesta una venda en los ojos

    respecto a otras cuestiones cientficas, en las que el musulmn se manifest netamente

    superior (Castro, 1948; reed. 1983).

  • Bruno Franco Moreno

    45

    Como contrapunto a las tesis de Amrico Castro, se sita la mayor parte de la

    produccin cientfica de Claudio Snchez Albornoz, que frente al materialismo

    histrico del aquel, defiende y se adhiere a las corrientes institucionalistas en el

    tratamiento de la historia. Frente a Castro, Snchez Albornoz explica nuestra historia

    sin ceirse a la existencia de judos y musulmanes; en sus estudios considera de gran

    importancia la influencia de la presencia visigoda en nuestro devenir histrico,

    manifestando la preponderancia de la influencia germnica en la mentalidad de los

    espaoles del siglo XVI y an posteriores, hasta llegar a las argumentaciones teidas

    de un inaceptable racismo, como achacar nuestro atraso con respecto a Europa, a la

    presencia islmica en nuestro suelo, as como una etnocntrica visin de la llamada

    reconquista de Espaa, donde las aportaciones de orientales (judos y

    musulmanes) habran quedado diludas en el marco de un supuesto carcter hispnico,

    capaz de neutralizar unos componentes totalmente extraos a su esencia (Marn, M.,

    1985:21-25). Dejando a un lado esta cuestin, hay que reconocer la tremenda influencia

    y aportaciones al conocimiento de la presencia islmica en nuestro suelo que Snchez

    Albornoz ha volcado en numerosos artculos y obras de referencia indispensables.

    Por fortuna en las ltimas dcadas de la pasada centuria ha habido una reaccin frente

    a la dinmica, un tanto encasillada, de nuestros estudios medievales que ha aportando

    una visin mucho ms acertada, abierta y saludable en nuestra historiografa. La

    nmina de estudiosos y publicaciones se ha multiplicado, de donde destacamos los

    trabajos de Miguel Cruz Hernndez, Gmez Nogales, M Concepcin Vzquez,

    Montserrat Abulmahan y de Felpe Mallo en el campo de la filosofa y la filologa. En

  • De Emerita a Mrida

    46

    la faceta cientfica andalus sobresalen los estudios de Juan Vernet, Camilo lvarez de

    Morales, Julio Sams o Joaqun Lomba. Ocaa Jimnez, Federico Corriente, Manuela

    Marn, M. L. vila, M. Jess Viguera, Pedro Chalmeta y Joaqun Vallv en el campo

    filolgico e histrico respectvamente. Por ltimo sealaremos las importantes

    contribuciones al mundo de la arqueologa andalus durante los primeros aos de la

    democraca en Espaa, donde sobresaldran los trabajos de Rossell Bordoy, Juan

    Zozaya, Miquel Barcel, Fernando Valds, arquelogo este ltimo que ha desarrollado

    buena parte de su trabajo en nuestra regin autonmica, o ms recientemente Antonio

    Malpica en Andaluca oriental, Sonia Gutierrez en la comunidad Levantina y

    Murciana, y Manuel Retuerce en Castilla la Mancha y Comunidad de Madrid.

    1. 1. 1. Bibliografa general y temtica sobre la Hispania de poca visigoda (ss. VII)

    Una vez expuesta esta breve introduccin a las corrientes historiogrficas que marcarn

    los estudios altomedievales en nuestro pas, especialmente los andaluses, pasaremos

    balance a los trabajos publicados que hagan una referencia expresa a la ltima etapa de

    la denominada como, Antigedad tarda en la pennsula ibrica, en nuestro particular

    estudio del ltimo siglo del reino visigodo. A ello me referir no solamente a lo

    publicado en exclusiva al territorio que nos ocupa, sino tambin a estudios que tienen

    una concepcin nacional y, que por tanto se extiende a otras regiones del reino,

    especialmente a su capital, Toledo, y aquellas que mantienen una especial relacin con

    Mrida y su territorio. Sin que por ello olvidemos el contexto general de este devenir

    histrico, econmico y social: ambas mrgenes del Mediterrneo, siendo muy

  • Bruno Franco Moreno

    47

    significativos los contactos culturales y religiosos entre ellas .

    Si damos comienzo con las obras de carcter general, destacaramos la obra de un autor

    capital que sobresale en el estudio de las fuentes documentales (Historia social,

    econmica, religiosa y cultural), y que ha llevado a cabo una intensa labor de

    recopilacin y puesta al da, desde los aos sesenta del pasado siglo: Orlandis (1972;

    1976; 1986; 1987: 166 ss; 1991), con especial incidencia en el estudio del desarrollo y

    organizacin social de la Iglesia bajo la monarqua visigoda. Un trabajo que sigue

    manteniendo la frescura del primer momento, es el del ingls a E. A. Thompson, en su

    clsico estudio sobre Los Godos en Espaa (1971), donde realiza un anlisis general

    sobre la presencia goda en Hispania, desde el inicio de la implantacin de la monarqua

    visigoda en la pennsula ibrica hasta su final, resaltando en algunos casos la labor de la

    iglesia emeritense en aras de la unidad religiosa en todo el reino. Otros trabajos que

    abarcan el estudio del reino godo en general es el elaborado por (Palol y Ripoll, G.

    1988), donde tambin se pone de manifiesto el peso de la ciudad lusitana en los

    aspectos ya mencionados. En esta misma lnea se encuentra la obra de L. A. Garca

    Moreno (1975; 1979: 217-237; 1982: 227-240; 1988: 179-192, 1998), Cerrillo (1985: 181-

    207; 1995: 11-48) que trata muchos de estos aspectos, pero centrados en el territorio de

    la Lusitania, en especial su capital. As podemos destacar las pautas de asentamiento en

    el medio rural y el auge constructivo que se desarrolla en este medio , protagonizado

    por la iglesia, sin olvidarnos de otras aportaciones como las presentadas por Velzquez

    y Ripoll, G. (1995), tanto conjuntamente como por separado. La puesta al da del

    volumen III de la historia de Espaa de Menndez Pidal (1999) ha recogido, en parte,

  • De Emerita a Mrida

    48

    los ltimos trabajos publicados desde las distintas disciplinas que forman este

    compendio. Una trabajo que merece un seguimiento especial, es la ltima aportacin

    de Santiago Castellanos (2007): Los godos y la cruz: Recaredo y la unidad de Spania.

    Trabajo muy relacionado en su temtica con el estudio de la presente tesis, donde se

    resalta la estrecha relacin existente entre monarqua-reino-iglesia en la configuracin

    del reino visigodo de Toledo, y donde se exprime la frmula rex, gens vel patria

    Gothorum, recogida en las obras de Juan de Biclaro, Isidoro de Sevilla y Julan de

    Toledo, en el que la iglesia emeritense particip activamente, segn se desprende de la

    obra de las Vitas Sanctorum Patrum Emeritensium y de las actas del Concilio provincial

    del ao 666, celebrado en la capital metropolitana.

    Resaltaremos tambin aquellos congresos, seminarios o simposium, que se encuentran

    incluidos en publicaciones que recogen de forma general, distintas facetas de la historia

    del perodo visigodo en la pennsula Ibrica, donde se presta una atencin especial a lo

    acaecido en la provincia Lusitania de los siglos VI-VII, especialmente a su capital. No

    debemos olvidar que en la ltima dcada, los estudios dedicados a este perodo estn

    sufriendo un nuevo enfoque en su interpretacin, tanto en su metodologa, como en el

    cambio operado en las mentalidades, tanto en el mbito nacional como de los estudios

    internacionales, especialmente significaticas son las ltimas publicaciones del mundo

    anglosajn (Monogrfico: Jornadas internacionales Los Visigodos y su mundo,

    V.V.A.A., 1990; Visigodos y Omeyas. Un debate entre la Antigedad tarda y la Alta

    Edad Media, Caballero y Mateos, Editores, 2000; The Visigoths. From the migration

    period to the seventh century. At ethnographic perspective, Heather, P., 1999; The

  • Bruno Franco Moreno

    49

    Visigoths. Studies in Culture and Society, Leiden/Boston/Kln, 1999, A. Ferreiro 8ed.)

    1999; Urban Centers and Rural Contexts in Late Antiquity, Edited by Thomas S. Burns

    & John W. Eadie, 2001). En ellas se exponen cuestiones de indole jurdico, religioso,

    del mundo de la cultura, economa, las transformaciones urbanas y del poblamiento

    durante el dominio visigodo de la pennsula, tratado con rigurosidad por los mejores

    especialistas de este periodo histrico.

    Otra parcela donde la investigacin ha avanzado considerablemente en los ltimos

    aos, es en el estudio de los componentes sociales, las instituciones y la legislacin

    durante el reino visigodo de Toledo. Imprescindibles continan siendo los trabajos de

    Abilio Barbero y Marcelo Vigil. El primero con La sociedad visigoda y su entorno

    histrico, Madrid (1992), y conjuntamente los dos con un clsico de la historiografa

    medieval, publicado en 1978, La formacin del feudalismo en la pennsula Ibrica,

    Barcelona. En cuanto a la administracin del territorio y sus instituciones, sigue

    manteniendo plena vigencia el trabajo de L. A. Garca Moreno, Estudios sobre la

    organizacin administrativa del reino visigodo de Toledo, Anuario de Historia del

    Derecho espaol, T. 44, p. 5-155, Madrid, 1974. Lo mismo podramos decir en el

    apartado de la legislacin y el derecho durante este mismo periodo, acerca de la ya

    clsica obra de P.D. King, Derecho y sociedad en el reino visigodo, Madrid, 1981;

    donde se recogen abundantes referencias acerca de las institucioes civiles y religiosas de

    la capital lusitana a lo largo del siglo VII. Una puesta al da sobre esta cuestin es el

    trabajo de Y. Garca Lpez en sus Estudios crticos de la Lex Wisigothorum (Alcal de

    Henares, 1997).

  • De Emerita a Mrida

    50

    Por otra parte hay autores que al centrar su estudio en determinadas reas o territorios

    de Hispania durante los siglos VI-VII, muestran un particular inters en el anlisis y

    estudio de los diferentes aspectos de la vida religiosa, econmica, poblacional y cultural,

    radicadas en la capital lusitana. De este modo nos encontramos con estudios centrados

    en las vas de comunicacin y los contactos con el mediterrneo oriental; Hillgarth

    (1980), Arce (1984, 1988), Daz P. C. (1997: 331-340); los aspectos econmicos,

    religiosos y sociales han sido de la atencin de Luis A. Garca Moreno (1972: 138-144;

    1975; 1979: 217-237; 1986: 93-114; 1988: 179-192; 1991: 265-273)14. De igual modo

    merecen destacarse las ltimas aportaciones derivadas del trabajo arqueolgico, que

    han supuesto una renovacin en el estudio del urbanismo de la ciudad, en clara relacin

    con el perodo anterior. As en las publicaciones de Pedro Mateos (1995-a: 135-149;

    1997: 601-616; 2000: 491-520), se recoge la continuidad en la labor edilicia y de

    transmisin de la cultura clsica, emprendida por la Iglesia emeritense, tanto en la

    ciudad como en su territorio, desde finales del S. V hasta ms all de la segunda mitad

    del siglo VII.

    El estudio de los patrones de poblamiento y sus manifestaciones materiales sobre el

    territorio, han venido influenciados por la investigacin desarrollada en pases como

    Italia, Francia o Inglaterra, principalmente de la mano de G. P. Brogiolo; Citt,

    14 Este autor presenta un estado de la investigacin sobre la Historia de la Espaa Visigoda que abarca desde el ao 1940 a 1989, publicado en la revista Hispania, L/2, n 175, 1990: 619-636. En el mismo se incide notablemente en aspectos de la investigacin jurdica y eclesistica, que fueron desarrollados a partir de los aos cincuenta y donde los autores se alejan de los postulados de la escuela germnica, tan querida por algunos durante los aos treinta y cuarenta (pp: 621-627). Tambin lleva a cabo una crtica demoledora contra las corrientes surgidas a finales de los sesenta y setenta, influenciadas por las tendencias estructuralistas y marxistas de la poca, que encabezadas por Marcelo Vigil y Abilio Barbero abrieron nuevas perspectivas a la investigacin, muchas de las cuales siguen an vigentes, aunque su autor intente minimizarla (pp: 632-633).

  • Bruno Franco Moreno

    51

    Castelli, Campagne nei territori di frontiera (VI-VII sec.); La fine delle ville romane:

    transformazioni nelle campagne tra tarda antichit e alto medioevo; sin olvidar algunos

    otros trabajos publicados en conjunto, que tienen una estrecha relacin con nuestro

    territorio pennsular.15 Tambin sobresalen en relacin al estudio de los cambios

    operados sobre el territorio, y las pautas de asentamiento en el occidente europeo, el

    trabajo realizado por C. Wickham, los cuales se estn viendo refrendados en estudios

    desarrollados en zonas del medioda y noroeste peninsular16.

    Ms tradicin han tenido en Espaa los trabajos que tienen como fuente principal el

    estudio de los textos escritos, no slo los considerados pramente historiogrficos,

    como crnicas, actas conciliares, textos jurdicos, etc, sino tambin aquellos que se

    encuentran a medio camino entre la historiografa propiamente dicha y la vida de

    santos, la conocida como hagiografa. Esta ltima ha tenido una significacin especial

    en relacin a Mrida, por cuanto una de estas obras se redact en su solar en el siglo

    VII. Existen una buena cantidad de trabajos que han tenido como objetivo el estudio y

    traduccin de la misma. LaVitas Sanctorum Patrum Emeritensium, trata de aspectos

    tan variopintos como la Iglesia lusitana en poca visigoda: Clasiis Patrum Latinorum (

    Daz, P; 2000, e.p.), Historia de la Iglesia en Espaa, con especial mencin a la Iglesia

    emeritense (Sotomayor, y otros; 1979). La obrita ha sido objeto de varios estudios

    crticos desde que el historiador local del siglo XVII, Moreno de Vargas, la publicara

    15 G.P. Brogiolo y A. Chavarra (2004): Aristocrazie e campagne nellOccidente da Constantino a Carlo

    Magno. Idem (2006): Archeologia e societ tra tardo antico e alto Medioevo, Documenti di Archeologia, 44. Padova.

    16 Wickham, C (1984): The other transition: From the Ancient world to Feudalismo: Past and Present n 103, Oxford: 3-36; Idem (2006): Framing the Early Middle ages. Europe and the Mediterranea (400-800), Oxford.

  • De Emerita a Mrida

    52

    por vez primera. Estos autores aaden, adems de la traduccin, cartas y cdices de la

    poca para su mejor comprensin. Destacaremos los estudios crticos realizados sobre

    la obra: Paulo Diacono, De vita et miraculis Patrum emeritensium, (E.S., XIII); Smedt,

    C. de: Anonymi libellus de vitis et miraculis Patrum emeritensium, 1884; Garvin, J.:

    The Vitas Patrum Emeritensium, 1946. Snchez Loro, D.: Libro de la Vida y milagros

    de los Padres Emeritenses por Paulo el Dicono, 1951, Camacho A.: El libro de la vida

    de los Padres emeritenses, 1988, hasta los ltimos trabajos publicados por A. Maya:

    Vitas Patrum Emeretensium, Corpus Christianorum. 1992, donde se seala la

    existencia de dos autores distantes en el tiempo, e Isabel Velzquez en sus Vidas de los

    Santos Padres de Mrida, Paids, 2008.

    En estrecha relacin con esta obra, destacan los estudios sobre la consolidacin de la

    iglesia cristiana trinitaria en Hispania, as como sus manifestaciones materiales, la

    construccin de edificios religiosos, tanto en el medio urbano como rural, la divulgacin

    del monaquismo y la creacin de monasterios en las ciudades de la Hispania de los

    siglos VI-VII. Esta temtica ha llamado la atencin en los ltimos aos de autores

    como Orlandis (1977; 1988), G. Moreno (1989), Sotomayor y Muro (1979: 654), Daz y

    Daz (1970), Gil, J, (1972; 1994), as como el peso de la tradicin clsica transmitida

    por la iglesia emeritense (Arce, 1982: 209-226; 1997; Snchez, 1990:23-40), y una larga

    lista de publicaciones que tienen en esta obra cumbre de la hagiografa tardoantigua un

    rico filn para la investigacin de este perodo. De entre todas ellas se pueden extraer,

    adems de la informacin histrica, los diferentes puntos de vista, enfoque y

    orientacin metodolgica de la sociedad de su tiempo; es decir, las indicaciones bsicas

  • Bruno Franco Moreno

    53

    necesarias para tener una visin bastante completa de este