tercios españoles durante el imperio

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    Los Tercios espaoles en elImperio.

    Los Tercios espaoles.

    Or ganizacin.

    Unif ormes y ar mament o.

    Piqueros.

    Arcabuceros.

    Ballest eros.

    Guardias imper iales.

    Of iciales.

    Pf anos y t ambores.

    Banderas y est andar t es.

    Reclut amient o.

    Pr ot agonist as

    Campaas

    El camino espaol

    La mil icia vist a por Calder n de la Barca

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    Los Tercios espaoles.Al finalizar la Edad Media el influjo de la antigedad

    clsica se deja sentir poderosamente en Europa promoviendo laaparicin de profundas transformaciones polticas y socialesque marcan el nacimiento de los modernos Estados europeos.

    Como consecuencia de la superacin de las estructurasmedievales se crean ejrcitos permanentes en cuya concepciny organizacin influyen no poco los principios constitutivos dela milicia romana. En Espaa ese tipo de ejrcito de carcter

    permanente se configura a finales del siglo XV con motivo de las guerrasentabladas con Francia en Italia por Fernando el Catlico, quien en 1496 organizla Infantera en unidades tcticas denominadas compaas que constaban dequinientos hombres. Sin embargo estas unidades no posean suficiente capacidadde combate para operar aisladamente por lo que ms adelante se cre una unidad

    superior denominada coronela, que constaba de veinte compaas y contabaadems con elementos de caballera y de artillera. Tras las victorias del GranCapitn sobre los franceses en Italia, las afortunadas campaas del cardenalCisneros en frica y la elevacin de Carlos V al trono imperial de Alemania,Espaa se convierte en pieza fundamental de la dinmica europea configurada porla expansin del protestantismo en el norte y por la amenaza turca en elMediterrneo. Para defender la unidad espiritual y poltica de Europa, el CsarCarlos convierte al ejrcito que le legara el cardenal Cisneros en una formidablemquina de guerra, en la que la Infantera organizada en tercios asombrar enadelante a Europa por su eficacia y disciplina. Los primeros tercios creados enItalia a propuesta del Duque de Alba, fueron los de Lombarda, Sicilia y Npoles.

    En su gnesis es preciso tener en cuenta tanto la doctrina y la prcticamilitares del Gran Capitn recogidas y asimiladas por sus oficiales y sucesorescomo la fusin del influjo de la antigedad clsica con la tradicin militar forjadaen Espaa a lo largo de siglos de enfrentamiento con el Islam as como lastransformaciones en las tcticas de combate promovidas por la aparicin de lasarmas de fuego porttiles.

    La influencia de la antigedad clsica se manifiesta sobre todo en la evidentefiliacin grecorromana de los rdenes de marcha y combate, en la disposicingenuinamente romana de los campamentos, y en la preponderancia de la Infanterasobre la Caballera. Si durante el Medioevo la Caballera haba constituido elelemento decisivo en las batallas quedando relegados los combatientes a pie a unpapel meramente auxiliar. Durante el siglo XV esta relacin de fuerzas comienza acambiar de signo, convirtindose gradualmente la masa infante en la unidadfundamental de combate. El caballero se siente cada vez ms impotente ante lasformaciones erizadas de picas entre las que se sitan tropas armadas con arcabuces,

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    y, en un esfuerzo desesperado por no perder la hegemona conservada en el campode batalla durante siglos, se reviste de armaduras cada vez ms pesadas que si bienle proporcionan cierta proteccin frente al impacto de los proyectiles, le vanrestando movilidad hasta el punto de dejarle inerme frente al enemigo cuando caede su cabalgadura.

    La tradicin militar hispanorabe se advierte fcilmente en la existencia en laEspaa del Renacimiento de un ambiente belicoso propicio a fomentar la carrerade las armas. De esta forma, aunque Carlos V emple el sistema de levas paraorganizar las tropas de Italia y las guarniciones de frica, su ejrcito se nutri engran medida de voluntarios. A fin de regular el alistamiento voluntario la RealHacienda haca un contrato con un capitn cuya reputacin garantizara sucapacidad para alistar a un cierto nmero de soldados, y los inspectores realesdeterminaban si se haban cumplido las condiciones establecidas en el contratoantes de pagar a aqul. Los que voluntariamente se alistaban, llamados guzmanes,eran con frecuencia hijos de familias nobles que preferan la carrera militar a lacortesana o eclesistica y deseaban ponerse al servicio de los oficiales de mayorfama.

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    Organizacin

    Como ya se ha indicado, las compaas en que se articulaba la milicia entiempos de los Reyes Catlicos no podan operar independientemente a causa de suescasa potencia y de su reducido nmero de efectivos, y por esta causa se crearon

    las Coronelas primero y, ms adelante, en la reforma de 1534, los Tercios, conobjeto de disponer de ncleos poderosos de combate relativamente autnomos y decaractersticas apropiadas para satisfacer las necesidades de las campaas en lasque se hallaban comprometidas las tropas imperiales. Cada Tercio con una fuerzade tres mil hombres, se compona de tres Coronelas cada una de las cualescomprenda a su vez solamente cuatro compaas en lugar de las veinte iniciales,con el fin de simplificar su administracin y gobierno interior. Cada Coronelacontinu mandada por un Coronel y el mando de las tres lo reasumi un Maestrede Campo, nueva categora cuya creacin data de esta poca. De las doce

    compaas que formaban el Tercio unas eran de piqueros y otras de arcabuceros,destinndose a las primeras los hombres de mayor fortaleza y resistencia, puesyendo revestidos de armadura tenan que manejar una pica de grandesproporciones.

    Por otro lado, es muy probable que en determinadas circunstancias seorganizaran compaas mixtas de piqueros y arcabuceros y que se emplearanballesteros como elementos auxiliares. La ballesta, en efecto, se continuutilizando como arma de guerra (as como de caza) durante el siglo XVI.

    Existen diversas opiniones acerca del origen del vocablo tercio. Segnalgunos autores se dio este nombre a las tropas espaolas de infantera del sigloXVI en recuerdo de la tercia legin romana, que estuvo destacada en la PennsulaIbrica. Por su parte don Sancho de Londoo, militar distinguido que prest susservicios a principios del siglo XVI, se expresa en estos trminos en un informeque dirigi al Duque de Alba: "Los Tercios, aunque fueron instituidos a imitacinde las tales legiones (romanas), en pocas cosas se pueden comparar a ellas, que elnmero es la mitad y aunque antiguamente eran tres mil soldados, por lo cual sellamaban Tercios y legiones. Ya se dice as aunque no tengan ms de mil hombres.

    Antiguamente haba en cada tercio doce compaas, ya en unos hay ms y en otrosmenos, haba tres Coroneles que lo eran tres capitanes de las doce, cosa muynecesaria para excusar las diferencias que nacen cuando se envan de una compaaarriba alguna faccin o presidio". Por tanto, segn este autor el nombre de tercioderiva del nmero de plazas que componan esta unidad. El Conde de Clonard ensu obra Historia de la Infantera y Caballera espaolas, indica que la composiciny haberes mensuales de la plana mayor de los primeros Tercios era la siguiente:

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    EmpleoEscudos al

    mesMaestre de Campo 40Sargento Mayor 20Furriel Mayor 20

    Municionero 10Tambor General 10Capitn Barrichel de compaa. 12Teniente Barrichel de compaa 6Mdico 10Cirujano 10Boticario 10Capelln 12

    8 alabarderos alemanes de la guardia dehonor del Maestre de campo. 32

    Total Escudos 194

    El Maestre de Campo era elegido por el rey en Consejo de Estado y gozaba delas consideraciones que hasta entonces se haban reservado casi exclusivamente alos capitanes generales. Era el superior jerrquico de todos los oficiales del tercio,y tena poder para administrar justicia y reglamentar el comercio de vveres conobjeto de evitar fraudes. Dispona para su guardia personal de ocho alabarderos

    alemanes pagados por el rey que le acompaaban en todos los actos militares Ypolticos y posea las atribuciones de los antiguos mariscales de Castilla.

    El Sargento Mayor, nombrado por el Capitn general era el segundo jefe deltercio como lo haba sido anteriormente de la Coronela. Estaba encargado de lainstruccin tctica del cuerpo, de su seguridad en los desplazamientos y delalojamiento de las tropas que lo componan. En un tercio solamente l poda "pasarla palabra" es decir transmitir verbalmente las rdenes del Maestre de campo oincluso del Capitn general a todos los oficiales del mismo.

    Del Sargento Mayor dependa el Tambor General quien iba armado con unapequea lanza de hierro. Tenia por misin suplir la transmisin oral de las rdenesy vigilar la actuacin del resto de los tambores del tercio. Adems de conocer todoslos toques: "arma furiosa", "batalla soberbia", "retirada presurosa" etc. deba sercapaz de interpretar y explicar las respuestas. Haba de ser espaol pero estabaobligado a conocer los toques franceses, alemanes, ingleses, escoceses, walones,gascones, turcos y moriscos (los toques italianos eran los mismos que losespaoles). Tambin era conveniente que pudiera actuar como intrprete.

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    Cabe suponer que en medio del estruendo y confusin de la batalla latransmisin de rdenes por este sistema no resultase siempre eficaz. A esterespecto don Sancho de Londoo aconsejaba a los Maestres de Campo que con elfin de evitar la posible confusin entre los toques de Tambor General y los de losotros tambores del tercio tuvieran tambin a su servicio a un trompeta.

    La misin del Furriel Mayor consista en auxiliar al Sargento Mayor en laorganizacin de los alojamientos del tercio. Tenia a responsabilidad delalmacenamiento y de la redistribucin de los bagajes que el tercio precisaba paracumplir sus cometidos y que constituan la Municin Real (vveres, armamento,vestidos, materiales de construccin, municiones, etc.). El municionero era unproveedor de las municiones y de todo el equipo necesario para las tropas.

    El Capitn y el Teniente Barrichel eran oficiales jurdico-militares (su nombreen italiano significa alguacil) cuya misin principal consista en velar por el ordeny el cumplimiento de la ley en el tercio, especialmente cuando las tropas sehallaban acampadas. Con tal fin tenan poder para castigar las infraccionescometidas contra los bandos publicados, y aunque el Capitn Barrichel poda enestricto derecho hacer ahorcar a un soldado sorprendido en flagrante delito, si talera la pena que le corresponda, su cometido se limitaba generalmente a supervisarlas ejecuciones. Para realizar sus funciones el Capitn Barrichel contaba con laasistencia de cuatro auxiliares a caballo. Ayudaba al Sargento Mayor en laoperacin de cargamento de los bagajes y, en relacin con la organizacin de losdesplazamientos del tercio, tena la delicada misin de contratar y vigilar a guas eintrpretes cuando las tropas atravesaban territorios desconocidos.

    El mdico y el cirujano eran nombrados por los Capitanes Generales, siendoel primero responsable del hospital de la unidad en realidad un embrin de hospitaldonde deba contar con una farmacia provista de los medicamentos de empleo msfrecuente, que se compraban a los boticarios a los precios tasados por el Maestre decampo. El servicio de sanidad del tercio no se limitaba a la asistencia de soldadosheridos o enfermos, sino que de l se beneficiaban tambin todos aquellos que sedesplazaban con las tropas, familias, criados, mujeres. Hay que tener en cuenta queaunque la evaluacin numrica de estos acompaantes no resulta fcil, es probableque contando con ellos, el efectivo del tercio fuera doble. Si a escala de tercio laasistencia mdica era rudimentaria (con frecuencia los heridos se confiaban a losbarberos!), la estructura sanitaria contaba para el conjunto de la Infantera, convarios hospitales de campaa (enclavados tanto en el teatro de operaciones comoen los itinerarios logsticos) y un hospital general relativamente bien equipado yatendido. Aunque la asistencia mdica prestada en estos establecimientos eragratuita, su funcionamiento dependa de aportaciones deducidas del sueldo de cadasoldado proporcionalmente a su salario. Tal contribucin, especie de cuota deseguro, denominada "real de limosnas" era de diez reales para el Capitn, cincopara el Alfrez, tres para el Sargento y uno para la tropa.

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    Seguidamente, y siempre de acuerdo con la obra ya citada del Conde deClonard, se relacionan la composicin y los haberes mensuales de una compaa dearcabuceros y otra de piqueros:

    Sueldo en escudosPersonalArcabuceros Piqueros

    Un Capitn 15 15Un Paje 4 4Un Alfrez 12 12Un Sargento 5 5Un Furriel 3 3Un Tambor 3 3

    Un Pfano 3 3Un Capelln 10 10Diez Cabos de escuadra 40 40Doscientos cuarentasoldados

    1032 780

    Total Escudos: 1127 875Resulta interesante constatar la diferencia existente entre los haberes de

    piqueros y arcabuceros. Estos ltimos reciban un escudo ms para plvora, cuerday municin, adems de un tostn (treinta cntimos de escudo) para que pudieranproveerse de morrin (casco con los extremos curvados hacia arriba y una cresta enel centro. Ver cascos).

    El grado de Capitn era el de mayor reputacin y el ms ambicionado. Enrelacin con el prestigio de este grado resulta revelador el hecho de que durante elreinado de Carlos V se dieran casos de Sargentos mayores que preferan el mandode una compaa a su propio destino en el que tenan a sus rdenes comosubordinados a los capitanes de compaa, y gozaban de un sueldo superior al destos. En relacin con el procedimiento para ascender a este grado exista una regla

    de antigedad generalmente aceptada que se basaba en la permanencia en un gradodurante un cierto perodo de tiempo antes de acceder al grado superior. Segnalgunos autores la regla de antigedad ms comnmente aceptada era la siguiente:

    Cinco aos para ascender de soldado a Cabo, un ao de Cabo a Sargento, dosaos de Sargento a Alfrez, tres aos de Alfrez a Capitn.

    En principio pues la eleccin de un nuevo Capitn se realizaba entre losalfreces de mayor mrito aunque no era infrecuente que, ignorndose los grados

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    intermedios, se ascendiera a Capitn a un soldado a condicin de que ste tuvieradiez aos de antigedad y reuniera los mritos suficientes. El Capitn haba detener gran experiencia en las tcticas de combate y en el empleo de las distintasarmas especialmente de las de fuego, cuya importancia se revelaba cada vezmayor. Tena la obligacin de supervisar el entrenamiento de sus hombresorganizando para ello combates simulados en los que se empleara la pica, se

    disparase el arcabuz, se maniobrara en distintas formaciones, etc. Entre suscometidos estaba tambin la eleccin de oficiales competentes capaces demantener un alto grado de disciplina y entrenamiento entre los soldados de sucompaa.

    El Alfrez era el lugarteniente del Capitn a quien sustitua cuando ste sehallaba enfermo, herido o ausente. Era responsable de la bandera, que deba portaren los combates y en las revistas. Teniendo en cuenta que las dimensiones de lasbanderas eran considerables y que durante los combates el Alfrez tena quesujetarla con una sola mano para poder manejar la espada con la otra, cabe suponerque slo eran aptos para ostentar este grado hombres de gran fortaleza fsica.Aunque el Alfrez no era directamente responsable del alojamiento de los soldadosde su compaa, tena la obligacin de visitarlos con frecuencia para conocer decerca sus problemas y ayudarles a resolverlos. Cuando no portaba la bandera, porejemplo en tales visitas, llevaba como distintivo una alabarda.

    Otra de las obligaciones del Alfrez consista en escoger buenos msicos paracubrir los puestos de tambores y pfanos, a quienes se encomendaba la importantemisin de transmitir rdenes, publicar bandos, etc. Estos instrumentistas deban

    conocer todos los toques del ejrcito que indicaban asambleas, marchas, avisos,retretas, desafos, mensajes, asaltos, etc. adems deban ser capaces de interpretar ytransmitir las respuestas.

    El grado de Sargento fue creado a finales del siglo XV a peticin de loscapitanes, que sentan la necesidad de contar con oficiales que se encargaranespecficamente de mantener la disciplina y de velar por la ejecucin de lasrdenes en sus compaas. El Sargento tena que conocer en todo momento elnmero de soldados disponibles para poder formar rpidamente la compaa deacuerdo con las rdenes recibidas. En lo relativo al mantenimiento de la disciplina,poda castigar las faltas al servicio sin que mediase proceso alguno, en caso deflagrante delito. Estaba tambin encargado del entrenamiento y de la instruccin desus soldados, ensendoles el manejo y el cuidado de las armas y asignando a cadauno el puesto que ms se ajustase a sus condiciones. Antes de emprender unamarcha, el Sargento se reuna con su Alfrez y su Capitn para establecer elitinerario, determinar las caractersticas de los bagajes, etc. De acuerdo con lasdecisiones adoptadas en esta reunin tomaba las medidas necesarias para que latropa estuviese formada y los bagajes cargados antes del momento previsto para lapartida.

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    El grado de Cabo es ms antiguo que los de Sargento y Alfrez.Esencialmente, el Cabo estaba encargado del buen estado de las armas y de laformacin de los reclutas. Tambin se ocupaba de los enfermos, transmitiendo alCapitn las solicitudes de hospitalizacin. Era asimismo responsable del puesto deguardia que se le asignara y deba permanecer en l con todos los soldados de suescuadra hasta que el Sargento le relevase.

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    PiquerosLos piqueros iban provistos generalmente de

    capacete, peto, espaldar, escarcela o falzete (especie defaldas metlicas que formaban un ngulo de 45 gradoscon el cuerpo para permitir al soldado libertad de

    movimientos), brazales, guarda-brazos y manoplas.Llevaban por tanto media armadura o coselete; suvestimenta se completaba a veces con gregescosamarillos acuchillados en rojo, calzas rojas y zapatos decordobn. Como arma defensiva utilizaban tambin unescudo metlico ovalado o rodela en cuyo anverso serepresentaban dos columnas enlazadas por una banda conla inscripcin "Non Plus Ultra". Este escudo llevaba ensu reverso un gancho que permita al soldado sujetarlo a

    su cinturn.

    Sus armas defensivas eran la pica y la espada. Del examen de las piezas quehan llegado hasta nosotros y de la iconografa de la poca se deduce que el tamaode las picas variaba entre amplios mrgenes. As, mientras que en el Museo delEjrcito de Madrid se conservan piezas que tienen una longitud aproximada de dosmetros y medio, en grabados y tapices que representan las campaas de Tnez, seaprecian picas de hasta cinco metros. Aunque las grandes picas eran armas pesadasy de difcil manejo, sus ventajas en el plano defensivo eran notorias pues permitanguarnecer el frente de los escuadrones manteniendo controlado al enemigo con elmnimo riesgo. El empleo de la pica en formaciones cerradas requera granentrenamiento y disciplina. Es preciso tener en cuenta que a causa de su granlongitud siempre exista el peligro de que los piqueros situados en posicionesretrasadas hirieran a los que formaban las primeras filas.

    En las formaciones defensivas los piqueros de la primera lnea se agachabandoblando una rodilla, con la pica apoyada en el suelo, y los de las lneas siguientesmantenan la pica en posiciones progresivamente ms verticales. Durante lasmarchas es probable que las picas se transportaran en los carros de municin, yaque llevarlas sobre el hombro haba de resultar fatigoso a causa de la vibracin delasta, las picas estaban hechas con madera resistente para evitar que se quebraran.

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    Cuando no se utilizaban en combate la punta de hierro se protega por una vaina.La espada no sola medir ms de un metro con objeto de que pudiera desenvainarsecon facilidad. Sin embargo muchos soldados preferan espadas de mayor longitudque resultaban ms convenientes en los duelos. Este arma se sujetaba por encimade la cadera con una correa ajustada para evitar que se bamboleara durante lamarcha, el combate, etc. Los soldados espaoles se hicieron famosos en toda

    Europa por su destreza en el manejo de la espada. No en vano era Toledo uno delos centros de manufactura de espadas ms apreciados en el continente. Lasespadas toledanas tenan doble filo y punta cortante, generalmente iban provistasde una guarnicin en forma de S, con uno de los brazos curvado hacia laempuadura con objeto de proteger la mano. Las hojas se sometan a controlesmuy rigurosos antes de considerarlas aptas para la venta, y se distinguan por estarafiladas como cuchillas y ser resistentes al tiempo que flexibles y ligeras. Tambinson caractersticas de esta poca las grandes espadas o mandobles, de ms de metroy medio de longitud, que se manejaban con ambas manos.

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    ArcabucerosLa indumentaria de los arcabuceros era mucho ms liviana

    que la de los piqueros. Consista habitualmente en un morrin,una gola de malla de acero y un coleto (vestidura hecha de piel,por lo comn de ante, con mangas o sin ellas, que cubre el

    cuerpo, cindolo hasta la cintura; en lo antiguo tena unosfaldones que no pasaban de las caderas) o chaleco de cuero. Alos arcabuceros se les consideraba, en efecto, soldados ligerosrespecto de los piqueros, cuyas compaas constituan el ncleobsico del tercio. Durante el combate las compaas dearcabuceros se caracterizaban por su gran movilidad,desplegndose rpidamente para situarse en las alas de loscuadros formados por los piqueros y tratar de envolver alenemigo hostigando sus flancos. El arcabuz se utiliz con

    sucesivas innovaciones desde el siglo XV al XVIII. El vocablo quiz derive delalemn hakenbchss (haken: gancho o garfio. bchss, arma de fuego), aunquetambin podra ser una deformacin del rabe al kduz (el tubo). Este armaconsista en un can montado en un fuste de madera de un metroaproximadamente, aligerado hacia la boca y reforzado hacia la cmara de fuego. Lalongitud del nima oscilaba entre 0,80 y 1,60 metros. Al evolucionar el arcabuzhacia el mosquete, aumentando de tamao y peso, fue preciso apoyarlo en unahorquilla para poder hacer fuego. El equipo adicional de los arcabuceros consistaen una bandolera de la que pendan las sartas o cargas de plvora en doce estuchesde cobre o de madera (a los que se conoca como los doce apstoles), un polvornde reserva y una mochila en la que se guardaban las balas, la mecha y el mecheropara prenderla. Iban tambin armados con una espada semejante a la que solanusar los piqueros. Cada arcabucero reciba una cierta cantidad de plomo o estaopara fundir sus propias balas en un molde que se les entregaba junto con su arma.Como cada pedido de armas inclua los moldes para fabricar la municin, el calibrede las balas fundidas tendra que coincidir con el del can. Sin embargo, esto nosiempre ocurra en la prctica debido a imprecisiones en la manipulacin de losmoldes. Por otro lado, hay que tener en cuenta que muchos soldados empleabanarmas que no eran normalizadas y que la dosificacin de la plvora se realizaba de

    forma subjetiva y ms bien exagerada una vez que se haban utilizado los estuchespredosificados de la bandolera, Esto ocurra con frecuencia cuando lascircunstancias obligaban a mantener una cadencia de fuego rpida y el tirador notena tiempo de volver a llenar los estuches para dosificar sus cargas y verta laplvora en el bacinete directamente con el polvorn de reserva. De todo elloresultaba una considerable desigualdad de tiro.

    En los primeros arcabuces se utilizaba el sistema de encendido por mecha quefue sustituido ms adelante por el de rueda. El sistema de encendido por mecha se

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    basaba en el empleo de un dispositivo denominado serpentn que inicialmente erauna simple palanca en forma de Z montada a un lado del fuste de madera: si seoprima su parte inferior, la superior se mova hacia delante. En el extremo delserpentn se fijaba un trozo de mecha de combustin lenta para provocar laignicin de la plvora. Estas mechas se confeccionaban con cuerda de lino o decamo empapada en una solucin de salitre y puesta a secar. Ms adelante se

    perfeccion el modelo de serpentn simple incorporndose un resorte de maneraque al aflojar la presin sobre ste el serpentn se separaba inmediatamente de larecmara. En las armas equipadas con el sistema de rueda, sta accionaba unpercutor con forma de quijada provisto de una pieza de gata que al golpear a otrade pedernal inflamaba el cebo con la chispa producida.

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    BallesterosLas tropas armadas con ballestas, que tan eficaces

    haban resultado como fuerza de apoyo y cobertura durantela Edad Media, continuaron emplendose durante el SigloXVI. El ballestero iba protegido con casco, armadura para

    media pierna y una cota de malla con un chaleco de cuerosuperpuesto este ltimo reforzado con piezas metlicas. Enla parte trasera es visible el cranequn, sistema para tensarla cuerda de la yerga. Exista tambin el denominado"armatoste", formado por un conjunto d e poleas. Al tensarla cuerda, sta quedaba enganchada en un resalte llamadonuez del que se soltaba bruscamente cuando se oprima lallave.

    Las ballestas se fabricaban a veces con piezas de huesoy de madera ensambladas. Cuando la verga era de madera,la ballesta se llamaba "de palo". Estos materiales se fueronsustituyendo progresivamente por el acero a partir del sigloXVI.

    En la figura de la derecha podemos observar, arriba:Ballesta provista de armatoste. En el centro: flechas ovirotes de ballesta. Abajo: Ballesta con cranequn.

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    Guardias imperialesEstaban integradas por los alabarderos de la Guardia Espaola, los archeros

    de Borgoa y los alabarderos de la Guardia Alemana. Los alabarderos de laGuardia Espaola iban vestidos con jubones y gregescos acuchillados de coloresamarillo y rojo, calzas rojas y zapatos negros. Se tocaban con una parlota (gorra

    ancha y casi plana) negra adornada con plumas blancas, completando suvestimenta un capotillo amarillo forrado en rojo dispuesto de travs sobre elhombro izquierdo. Los archeros de Borgoa procedan de la Guardia de arquerosde Borgoa, introducida en Espaa por Felipe el Hermoso, y sus componentesprestaban servicio a pie en el interior de las estancias reales y a caballo en elexterior. En el servicio a pie vestan jubones y gregescos acuchillados de coloresamarillo y rojo, calzas amarillas, parlota negra, capotillo de igual forma y coloridoque los alabarderos de la Guardia Espaola y zapatos negros con grandes lazosrojos. Su arma principal era el archa, especie de lanza con hoja en forma de

    cuchillo de gran tamao. Los alabarderos de la Guardia Alemana vinieron deAlemania en 1519, rigindose siempre por fueros especiales. Acerca de suindumentaria existen varias versiones. As, segn Gimnez llevaban parlota blancay capotillo, mientras que el Conde de Clonard los representa sin capotillo y con elcolor de las medias (blanca una y amarilla la otra) alternando con el del Jubn y losgregescos.

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    OficialesLos oficiales vestan de forma similar a la de la tropa aunque gustaban de

    utilizar prendas ms suntuosas, de acuerdo con su grado o con su propiadisponibilidad de fortuna. Los generales se distinguan por el empleo de una anchabanda de color carmes que les cruzaba el pecho. Entre los jefes y oficiales era

    frecuente el empleo de borgoota, adornada con plumas rojas y blancas, mediaarmadura o armadura completa. Durante el reinado de Carlos V tuvo considerableauge la armadura denominada "Maximiliana", que se caracterizaba por poseermultitud de estras o acanaladuras muy prximas entre s que imitaban los plieguesde las prendas de la poca y cubran toda su superficie a excepcin de las grebas oparte inferior de las defensas de las piernas. Los zapatos metlicos, con bordesrectangulares, estaban inspirados tambin en el estilo civil del momento conocidocomo "pata de oso".

    Las estras, aparte de su funcin decorativa, se introdujeron para reforzar laarmadura y tratar de desviar de las zonas vulnerables el impacto de los proyectileso de las armas blancas. Carlos V vesta una armadura a la romana que se conservaen la Real Armera de Madrid. Fue labrada por Bartolomeo Campi, platero de

    Pesaro, y est compuesta por siete piezas de acero pavonado con adornos debronce dorado, de plata y de oro. Se inspira en las armaduras grecorromanas,puestas de moda durante el Renacimiento. El casco es una borgoota con yugularesa la romana, adornada con una diadema de hojas de encina en oro. La coraza seadapta a la musculatura del cuerpo, a la manera de las que utilizaban losemperadores romanos.

    Adems de la espada y la daga, de uso general entre los oficiales, loscapitanes utilizaban pica y rodela o arcabuz al entrar en combate. Su distintivo de

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    grado era una jineta sin punta acerada y guarnecida con "flecos galanes" queportaban durante las marchas o en las estancias en los campamentos.

    Los sargentos mayores llevaban coleto de ante, museques o mangas de mallay morrin (prenda militar, a manera de sombrero de copa sin alas y con visera), eiban armados con espada y corcesca (arma semejante a la alabarda, rematada en

    una sola punta como las lanzas); la corcesca constitua tambin, junto con subastn de mando, un distintivo de grado.

    Los alfreces y los sargentos de compaa llevaban una alabarda comodistintivo de grado, y en los combates solan utilizar, adems de la espada, un grandardo con punta de hierro fabricado con madera muy resistente (generalmentefresno). Con frecuencia los generales tenan a su servicio a un heraldo para queactuara como enlace entre las diversas unidades a su mando y transmitieramensajes al enemigo. Los heraldos del Emperador vestan una dalmtica de sedaen la que iban bordados los emblemas imperiales, y portaban un bastn de mandoblanco como signo de su misin de paz.

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    Pfanos y tambores

    No iban armados sino con una pequea daga y nousaban ningn tipo de casco ni de armadura. Como prenda

    de cabeza empleaban una parlota de pao amarilloadornada con un plumero rojo. Sus jubones y gregescossolan ser amarillos acuchillados en rojo, las calzas rojas ylos zapatos negros.

    Los tambores, o "cajas de guerra" como entonces sellamaban, eran muy altos y voluminosos. La caja solaestar pintada en azul con dos bandas rojas en los extremossuperior e inferior, aunque algunos autores opinan que,con frecuencia estas bandas eran del color de la librea delos maestres de campo, coroneles o capitanes. Tambin es

    probable que en algunos casos se pintaran en la caja lasarmas imperiales.

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    Banderas y estandartesEn las banderas de las compaas figuraba generalmente

    la cruz de San Andrs o de Borgoa, unas veces con nudos,lisa otras, con el aspa dispuesta de extremo a extremo de latela. Esta bandera representada, blanca con la cruz de Borgoa

    en rojo, onde quiz por primera vez en la batalla de Pava, yes la ms caracterstica de las utilizadas por las tropas deInfantera espaola durante los siglos XVI y XVII.

    Si bien en las banderas de compaa la cruz de San Andrs figuraba sobrefondos de muy diversa forma y colorido (en los que a veces se incluan jeroglficoso motivos herldicos del oficial que estaba al mando), el color blanco es el queautnticamente representaba al poder real.

    La figura de la derecharepresenta el estandarte de CarlosV Emperador, reproduccin delque contiene el InventarioIluminado que se conserva en laReal Armera de Madrid. En elmismo se distingue, en el extremosuperio r izquierdo, la figura deDios Padre sobre SantiagoMatamoros:

    en el centro se encuentranlas columnas de Hrculesrodeando al escudo imperial, y el extremo derecho lo ocupa San Andrs con la cruzde Borgoa y la inscripcin "Plus Oultre" (en otros estandartes imperiales lainscripcin figuraba en alemn: "Noch Weiter"),

    Esta otra figura de la izquierda muestra las armasimperiales: las de Castilla y Len (castillos y leones),de Aragn (barras), de Sicilia (guilas y barras) y lagranada de Espaa: de Austria (fajas), de Borgoamoderna (flores de lis) y antigua (bandas), deBrabante (len en oro) y, en escudete superpuesto, lasde Flandes (len en negro o de sable) y Tirol (guilaroja o de gules).

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    La figura de la izquierda representa un estandarte imperial enel que el escudo con las armas descritas aparece sostenido sobre elpecho del guila bicfala.

    Finalmente, la figura de la derecha muestra unpendn de la Santa Hermandad de Toledo que llev CarlosV en la expedicin a Tnez en 1535.

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    Reclutamiento

    La primera necesidad que se sentapara formar un Tercio era reclutar a loshombres que haban de formarlo. Para

    reclutar a las tropas, se otorgaba a lapersona que trataba de levantarlas unreal despacho o permiso que reciba elnombre de conducta , a la que se aadauna instruccin que serva de normapara llevar a cabo estas operaciones. Noresultaba fcil la seleccin de loscapitanes que haban de formar lasnuevas compaas.

    En el momento en que se tenan noticias de que se iba a producir un nuevoreclutamiento, una legin de pretendientes trataba de llegar a la Corte y exponer supretensin, llevando sus hojas de servicios ms o menos brillantes y, a veces, hastasupuestas.

    El duque de Alba, con el enorme prestigio que su figura llevaba consigo,soslay los inconvenientes de los "pretendientes" y al necesitar una nueva leva parasus Tercios, escribi al rey pidindole los soldados, aadiendo que l mismomandara a los hombres apropiados para hacerse cargo de los reclutas.

    El compromiso siempre era voluntario, excepcin hecha de ciertoscondenados que venan forzosamente a servir al rey. Una vez firmado el contratode alistamiento -que no tena lmite de tiempo establecido- el soldado poda serdestinado a cualquier parte y a cualquier pas. El aprendizaje, la instruccin, quediramos ahora, era algo que en los Tercios se cuidaba con esmero. Estabadeterminado que ningn soldado formara en las filas de los Tercios antes de saberbien su oficio. El perodo de recluta, cuyo tiempo era variable segn lascircunstancias, se pasaba, normalmente, en los Tercios de Italia, en servicio deguarnicin y aprendiendo de los veteranos a ser soldados. Entonces reciban el

    nombre depajes de rodela, encargados de llevar las armas de los veteranos a losque estaban adscritos. As se ejercitaban en el dominio y manejo de sus armas eincluso de las que no eran de su especializacin, de los movimientos tcticos y delas evoluciones precisas en el campo de batalla y reciban una esmeradapreparacin fsica que inclua -en el siglo XVI- prcticas de salto, natacin,equitacin y juego de pelota, aparte otras prcticas y juegos que se realizabanaprovechando cualquier rato de ocio o descanso, porque "es preciso que el infanteno caiga nunca en la ociosidad para que as no caiga nunca en la pereza ".

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    Protagonistas

    La personalidad militar de Carlos I

    Carlos I fue un rey-emperador soldado, a ejemplo de

    sus abuelos los Reyes Catlicos durante la campaa deGranada. El ltimo de la historia de Espaa durante elperodo de la Casa de Austria, salvo la fugaz aparicin deFelipe II en San Quintn; despus Felipe V y Carlos III deBorbn -y durante la campaa del Norte en 1876 AlfonsoXII- tambin vivieron junto a sus tropas en el campo debatalla. La principal ocupacin de Carlos V en Europa fuela direccin personal de sus ejrcitos y decidi retirarsecuando ya le faltaron las fuerzas para la actividad militar.

    "En la historia de las guerras europeas habidas en el siglo XVI -resume el mariscalMontgomery- la nacin ms destacada fue Espaa, que alcanz la cima de supodero en 1550". Es el fruto militar del reinado de Carlos V. Ese resultado sedebi de forma importante al perfeccionamiento de la tctica y de la tecnologamilitar y naval "en las que tambin -dice el mariscal historiador de la guerra-estuvo Espaa a la cabeza". El factor moral era decisivo: el mpetu y el valor delcombatiente hispano, la voluntad de vencer, la seguridad en la causa propia, elnuevo sentido de la patria y de su misin en el mundo, la presencia y actividad delos capellanes militares. "Santiago y cierra Espaa" era el grito de ataque queinauguraron en Italia las tropas de Gonzalo Fernndez de Crdoba.

    Carlos I adopt y perfeccion la gran innovacin del Gran Capitn, el usopreponderante de las armas de fuego porttiles y la maestra en la combinacin delas diversas armas y cuerpos.

    La estructuracin de los Tercios, nacidos tambin en las campaas de Italia;unidades mviles que actuaban con disciplina colectiva pero dejando campo libre ala iniciativa individual, como en la tradicin militar ibrica de la Antigedad.

    La seleccin de los mandos en todos su grados, desde el capitn al maestre decampo, apoyados en un excelente plantel de mandos intermedios y sargentos.

    La presencia personal del rey-emperador en las campaas, como si parecieradecidido a vengar las derrotas, no bien explicadas para sus contemporneos, de subisabuelo Carlos el Temerario en el corazn de Europa frente a los piqueros suizos.

    Los perfeccionamientos europeos (asimilados bien por Espaa) y espaolesdel armamento individual de la infantera, la artillera y la ingeniera militar, de laque naci en gran parte la ciencia moderna; las fbricas espaolas y las de Europa

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    al servicio de Espaa lograron hacia 1520 perfeccionar el arcabuz, cuyo alcancetil subi de 80 a 200 metros. La gran apertura de Espaa a Europa en la primerapoca de Carlos V hizo que los fabricantes espaoles de armamento captaseninmediatamente cualquier idea de mejora que surgiera, sobre todo en Italia. Y lacompenetracin entre espaoles e italianos sera uno de los factores decisivos en laestrategia de Carlos V.

    El rey de Espaa y emperador de Alemania posea, segn el conjunto de losespecialistas en su poca, un admirable sentido estratgico, con rasgos muymodernos dentro de su enraizamiento medieval en el fecho del Imperio, y quepodemos resumir en los puntos siguientes:

    Su firmeza profunda, ante todo, para la guerra ideolgica que entonces sedesencaden en Europa desde los comienzos de la tercera dcada del siglo XVI,y su captacin asombrosa de la Reforma como desafo estratgico para laCristiandad, que salt hecha pedazos. Pero que se mantuvo como ideal y comoposibilidad mientras vivi Carlos V, para diluirse despus inevitablemente.

    La idea de cruzada, tpicamente medieval, pero trasplantada con todo vigor alos comienzos de la Edad Moderna y desplegada en tres frentes de resistencia yaccin:

    (1)El frente centroeuropeo, sometido a la doble amenaza de los protestantes yde los turcos.

    (2)La recuperacin del horizonte norteafricano, abandonado despus de losprimeros intentos Fernando el Catlico.

    (3)La defensa del Mediterrneo central, con bases en Italia y Sicilia, parafrenar las amenazas turcas y con la idea, nunca abandonada, de organizaruna nueva cruzada a Tierra Santa.

    Afianzamiento del gran conjunto de Estados hereditarios sobre los dos polos deEspaa y de Austria, y con un sistema de enlace y comunicacin entre estospolos y todos los dems Estados, con los que, gracias al ejrcito permanentefinanciado con los extraordinarios recursos de Castilla, poda el emperador

    asegurar su hegemona sobre Europa. Espaa sera, desde el retorno delemperador en 1522, centro para esta estrategia.

    El cerco a Francia, la cual, vista desde Espaa y Austria, era esa porcin dscolade la Cristiandad que no dudaba en aliarse con el turco para satisfacer suorgullo y sus pretensiones. Es lgico que ante esta actitud, y ante lafragmentacin de la Cristiandad por las convulsiones de la Reforma, Espaaapareciese ante los designios estratgicos de Carlos V como un bastin deunidad y de lealtad en cuanto los espaoles en conjunto aceptasen, tras la

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    prueba de la guerra civil de 1520- 1522, la idea del Imperio y una posicinpreeminente para realizarla.

    La idea de Europa. Esta idea estaba inicialmente identificada con la deCristiandad y constitua por tanto una herencia medieval evidente, destinada aenfrentarse con la Modernidad secularizadora. Pero incluso cuando la divisin

    de las religiones y las conciencias hizo entrar en crisis el concepto deCristiandad y Carlos fue muy consciente de esa crisis, el emperador mantuvo elideal de la unidad europea, pese a tan grave obstculo, y no consider canceladasu misin imperial unitaria.

    El horizonte Amrica. Durante el reinado de Carlos V los espaoles consiguenen esos veinte aos milagrosos que van de 1520 a 1540 la conquista deAmrica, nada menos. Pero tambin hemos dicho que Amrica constitua, en laestrategia imperial de Carlos V un horizonte, una retaguardia y una reservasegura, indisputada en lo esencial, ms que un adelantamiento y unavanguardia.

    La conjuncin concreta de estos seis factores en una estrategia coherente esuna prueba de la genialidad de Carlos I de Espaa y V de Alemania. Y comoafirma el profesor Fernndez lvarez, uno de los grandes conocedores de CarlosV, el rey-emperador, adems de concebir este grandioso designio quiere contribuirpersonalmente a realizarlo.

    "Va vestido de soldado, -cita el embajador Salinas, un testigo prximo-

    Quiere pasar los puertos en compaa de los soldados, y a la causa va de esteatavo. Es muy gran placer de verle tan sano y alegre en estos trabajos, y no es elque menos parte dellos toma... S decir a V.M. que va la gente de guerra y la queno lo es la ms alegre del mundo, como si fuesen a jubileo."

    Ser soldado: sa fue la gran vocacin de Carlos V como hombre. y, sinembargo, el estadista comprende que necesita la paz y la busca sinceramente.

    Gonzalo Fernndez de Crdoba, el Gran Capitn (1453-1515).

    Militar espaol al servicio de los Reyes Catlicos. Nacien Montilla (Crdoba) el 1 de septiembre de 1453. Miembrode la nobleza andaluza (perteneciente a la Casa de Aguilar),siendo nio fue incorporado al servicio del prncipe Alfonsocomo paje y, a la muerte de ste, pas al squito de la princesaIsabel. Fiel a la causa isabelina, inici la carrera militar que lecorresponda a un segundn de la nobleza en la Guerra Civilcastellana y en la de Granada, donde sobresali como soldado

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    (sitio de Tjara y conquista de Illora), espa y negociador, se hizo cargo de lasltimas negociaciones con el monarca nazar Boabdil para la rendicin de laciudad. En recompensa por sus destacados servicios, recibi una encomienda de laOrden de Santiago, el seoro de Orjiva y determinadas rentas sobre la produccinde seda granadina, lo cual contribuy a engrandecer su fortuna.

    En 1495 fue requerido para una nueva empresa militar de sus soberanos, laintervencin en la pennsula Italiana. Desembarc en Calabria al mando de unreducido ejrcito para enfrentarse a las tropas francesas que haban ocupado elreino de Npoles, sobre el que Fernando de Aragn tena aspiraciones.Maniobrando con gran habilidad y tras varios xitos entre los que se incluyen lalarga marcha a Atella que le permiti llegar oportunamente a combatir y queculminaron con la derrota y expulsin de los franceses, regres a Espaa en 1498,donde sus triunfos le valieron el sobrenombre de Gran Capitn y el ttulo de duquede Santngelo. En 1500 fue enviado a Italia por segunda vez con el encargo deaplicar, por parte espaola, el Tratado de Chambord-Granada (1500) que implicabael reparto del reino de Npoles entre los Reyes Catlicos y Luis XII de Francia.Desde el principio se produjeron roces entre espaoles y franceses por el reparto deNpoles, que desembocaron en la reapertura de las hostilidades. La superioridadnumrica francesa oblig a Fernndez de Crdoba a utilizar su genio comoestratega, concentrndose en la defensa de plazas fuertes a la espera de refuerzos.

    El Gran Capitn derrot en Ceriola al ejrcito alemandado por el duque de Nemours, que muri en el combate(1503), y se apoder de todo el reino. Mando Luis XII un

    nuevo ejrcito, que fue igualmente vencido a orillas delGarellano (1504), y los franceses hubieron de rendir a la plazafuerte de Gaeta y dejar libre el campo a los espaoles.Terminada la guerra, Fernndez de Crdoba gobern comovirrey en Npoles durante cuatro aos, con toda la autoridadde un soberano; pero, muerta ya Isabel, se hizo el Rey eco de los envidiosos delgeneral y, temeroso de que se hiciese independiente, le quit el mando, aunque noest demostrado que le pidiese cuentas. Si es cierto, en cambio, que no cumpli atan ilustre caudillo los ofrecimientos que le haba hecho. Pese a sus deseos devolver a Italia, Gonzalo, entonces, se retir a Loja, donde muri en 1515.

    El Gran capitn fue un genio militar excepcionalmente dotado que porprimera vez manej combinadamente la Infantera, la Caballera y la Artillera.Supo mover hbilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que habaelegido como ms favorable. Revolucion la tcnica militar mediante lareorganizacin de la infantera en coronelas (embrin de los futuros tercios).Idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad su mayorenemigo.

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    Campaas

    La Batalla de Pava. (24 de febrero de 1525)

    Por Juan Eslava Galn

    En la aldea europea dos poderosas familias se odiaban a muerte, los Borgoa-Austria y los Valois-Angulema. Sus vstagos respectivos, Carlos I de Espaa yFrancisco I de Francia, parecan nacidos para llevar aquella rivalidad a sus ltimasconsecuencias. Ambos eran orgullosos y testarudos, ambos haban heredado viejoslitigios de lindes (en el Milanesado, en Npoles, en Luxemburgo, en Navarra...) ycada uno de ellos deseaba humillar al otro. Adems, Francisco no perdonaba aCarlos que se hubiese alzado con el ttulo de Emperador del Sacro Imperio al quetambin l aspiraba.

    Carlos, el de la mandbula progntica, y Francisco, el de la luenga narizota,sostuvieron cuatro guerras. La primera dur cinco aos, entre 1521 y 1526, y sedesarroll en el ducado de Miln.

    El primer asalto lo gan Carlos tras una breve y brillante campaa cuyabatalla ms importante se dio en Bicoca, un lugarejo en las proximidades deMonza.

    Los espaoles alcanzaron la victoria tan fcilmente que el topnimo se

    incorpor al castellano como sinnimo de cosa fcil, ganga o prebenda que seconsigue con poco coste. En descargo del perdedor, el general francs Lautrec, hayque apuntar que dio la batalla contra su voluntad, forzado por sus mercenariossuizos a los que deba muchas pagas atrasadas.

    Despus de Bicoca, los pgiles se concedieron un respiro para alistar nuevastropas antes de volver a la carga. Los ejrcitos de la poca estaban compuestos desoldados profesionales que combatan por la paga y eran en una alta proporcinextranjeros. En el ejrcito de Carlos, adems de espaoles militaba una grancantidad de alemanes, italianos y suizos; en el de Francisco, adems de franceses,abundaban igualmente los mercenarios europeos.

    En el segundo asalto Francisco bes nuevamente la lona. El almiranteBonnivet invadi el Milanesado con un ejrcito de cuarenta mil hombres perofracas en su empeo de expulsar a los espaoles, El tercer asalto fue el msespectacular. Francisco I en persona pas los Alpes, el 25 de octubre de 1524, alfrente de un gran ejrcito en el que lo acompaaba toda la nobleza de Francia.Once das despus los franceses entraban en Miln y avanzaban por doquierarrinconando a las guarniciones espaolas en sus plazas y castillos. Las fuerzas de

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    Carlos, el llamado ejrcito de Miln, unos diez mil hombres escasos de pertrechos,cedieron terreno y se replegaron a Lodi.

    Uno de sus generales, el navarro Antonio de Leiva, se encerr en la ciudadfortificada de Pava con dos mil espaoles y cinco mil alemanes Pareca queFrancisco haba vencido antes de combatir. No obstante no poda considerar

    conquistado el territorio hasta que hubiese expulsado de l a las fuerzas espaolas,Por lo tanto puso sitio a Pava y comenz a batir la ciudad. Pero su defensorAntonio de Leiva, organiz muy bien la defensa y rechaz los asaltos francesesrespondiendo a sus minas con contraminas. Los franceses se las haban con uno delos generales ms veteranos de Europa. A sus cuarenta y cinco aos, el de Leivahaba hecho la guerra de las Alpujarras contra los moriscos y haba acompaado alGran Capitn en sus campaas italianas contra los franceses.

    Si Pava no se conquistaba por las armas perecera por hambre. Era slocuestin de tiempo, pero mientras el ejrcito francs estaba inmovilizado delantede sus muros, los imperiales se reponan y consolidaban posiciones en otroslugares.

    Al campamento de Francisco comenzaron a llegar noticias preocupantes. Losimperiales haban reclutado doce mil lansquenetes en Alemania; Fernando deAustria les enviaba otros dos mil hombres...

    Francisco I celebr consejo y decidi batir al enemigo antes de que serobusteciera. Puesto que Pava sera rendida por hambre podan permitirse el lujo

    de dividir sus fuerzas: dejaran una parte en el cerco de la ciudad y enviaran alresto en sendas expediciones contra Gnova y Npoles.

    Mientras tanto los imperiales estaban en apurada situacin. Las arcas de susregimientos estaban exhaustas y era presumible que los lansquenetes alemanes ylos mercenarios suizos, faltos de pagas, no tardaran en amotinarse o simplementeen ponerse en huelga, en dejar de combatir. Los generales salieron del pasoempeando sus fortunas personales para obtener crditos con los que pagar a lastropas, pero ni siquiera as obtuvieron el dinero necesario para sostener unacampaa tan prolongada como la que se avecinaba. El marqus de Pescara pulshbilmente la ntima fibra del orgullo nacional de sus compatriotas: expuso laapurada situacin a los arcabuceros espaoles y consigui no slo que combatierande fiado sino que le adelantaran sus ahorros para pagar a los alemanes. Es evidenteque los soldados adoraban al vencedor de Bicoca.

    La guerra en invierno era muy dura, con el tiempo lluvioso, los caminosembarrados y las nieblas traicioneras ocultando celadas en valles y malos pasos,pero tampoco quedaba otra opcin. A mediados de enero, los generales de Carlos,

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    el contestable de Borbn, Lannoy y Pescara marcharon sobre Pava para forzar alrey de Francia a levantar el cerco.

    El enfrentamiento se produjo el 24 de febrero de 1525. En todas las academiasmilitares del mundo ponen la batalla de Pava como ejemplo de ejecucin perfectade un plan de ataque.

    Despus de la llegada de los refuerzos espaoles, los ejrcitos estabanequilibrados numricamente, unos veinticinco mil hombres por cada bando, perolos franceses superaban a los espaoles en caballera y artillera. Francisco, con sustropas resguardadas por la muralla del parque, dejaba pasar los das sin mover undedo. Saba que las arcas del enemigo estaban casi exhaustas y esperaba que suejrcito se disolviera por falta de pagas. Adems los sitiados no tardaran enrendirse por hambre.

    En efecto. A los quince das comenzaron a escasear los vveres en el ejrcitoimperial y algunos oficiales aconsejaron a Pescara que se retirara hacia Miln.Pescara, tan excelente psiclogo como general, hizo nuevamente de la necesidadvirtud y se gan a sus hambrientas tropas con la siguiente arenga: "Hijos mos,todo el poder del emperador no basta para darnos maana un solo pan. Sabis elnico sitio donde podemos encontrarlo en abundancia? En el campamento de losfranceses que all veis." No era lerdo el de Pescara. Desde que acamp ante Pavano pas da en que no fingiera un ataque nocturno contra los franceses. De estemodo los acostumbr a las falsas alarmas y se asegur que los cogeradesprevenidos cuando desencadenase el ataque verdadero. Es una argucia de

    guerra muy antigua que suele dar resultado.

    El 23 de febrero, los imperiales salieron a dar la batalla definitiva. Pescaraenvi dos compaas de encamisados a abrir una brecha en el muro del parque queprotega a los franceses. Los encamisados, as llamados porque llevaban lascamisas blancas encima de las armaduras, como camuflaje para la nieve. Tambinera uniforme de guerra nocturna que les permita reconocerse de noche. Losencamisados abrieron tres brechas por las que al amanecer se col Pescara al frentede los imperiales. Los espaoles avanzaban en formacin, sus escuadrones depiqueros flanqueados por la caballera. En el campo francs los caballeros seprepararon para el combate en sus relucientes armaduras. Las instrucciones eran nodejar a un espaol con vida. Pescara form su columna y arremeti contra la lneafrancesa en ngulo agudo, siguiendo el orden oblicuo que tan buen resultado dio algriego Epaminondas en la clsica batalla de Mantinea. Durante el siglo y picosiguiente todos los ejrcitos de Europa, y especialmente el de Federico el Grande,adoptaran el orden oblicuo. Consiste en chocar contra el enemigo no de frente sinoformando un ngulo agudo de modo que se trabe el combate en un nico punto,dejando el resto de la tropa retrasado. As se consigue fijar al enemigo sobre elterreno y evitar que refuerce el punto atacado, donde se hace la mayor presin.

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    El ejrcito francs se caracterizaba por un elemento moderno, su artillera, yun elemento evidentemente desfasado, su caballera feudal, hombres de armascubiertos de brillantes armaduras sobre robustos caballos igualmente acorazados.Frente a ellos las tropas imperiales se componan principalmente de infantera, losfamosos tercios espaoles que muy pronto seran considerados invencibles enterreno llano. Los tercios constituan una tropa sufrida, valiente y experimentada.

    Sus largas picas debidamente concentradas en formacin cerrada formaban unaespecie de puerco espn que se mova cansinamente a golpe de tambor y formabauna barrera infranqueable para la caballera. Adems sus cuadros iban festoneadospor escuadrones de expertos arcabuceros capaces de acertar al caballero a cienpasos, traspasando la coraza. Comenzaba a dictar su dura ley la tan denostadaplvora que dio al traste con la guerra noble y ldica, casi deportiva, de la Edadmedia. Otra vez, como en Crcy y en Aljubarrota, el arma que mata a distancia ycasi annimamente, sea arco largo ingls o arcabuz de mecha espaol, venciendo ala espada y la lanza del caballero. El contraataque francs desbarat la lneaimperial. Las cuatro piezas de artillera que el de Pescara llevaba en retaguardia,sin escolta de caballera, fueron presa fcil de los franceses, que se lanzaron porellas y las arrebataron a los alemanes que las servan. Pero al hacerlo dejaron aldescubierto su retaguardia y las tropas imperiales del marqus del Vasto se colaronpor la brecha y pusieron en fuga a los suizos de Francisco.

    Mientras tanto el condestable de Borbn, antiguo general francs que se habaenemistado con Francisco y se haba puesto al servicio de Carlos, cay sobre lavanguardia francesa con el centro imperial. Fue entonces, en el momento msdecisivo del combate, cuando Francisco I, arrastrado por su vanidad caballeresca,

    quiso decidirlo todo en un santiamn con una vistosa carga de caballera y se lanzalocadamente al combate. En este movimiento su galopada se interpuso frente a lasbocas de sus cuarenta caones que estaban conteniendo a las fuerzas imperiales.Los artilleros se vieron obligados a suspender el fuego para evitar herir a los suyos.La caballera imperial contuvo la carga a duras penas pero mientras tanto elmarqus de Pescara, maniobrando hbilmente, dispuso a sus mil quinientosarcabuceros de modo que acribillaran a la caballera enemiga. En el momento mscrtico Leiva sali de Pava con sus cinco mil hombres y despus de romper elpuente sobre el Ticino para cortar la retirada a los franceses, cay sobre el flancodel enemigo. Hombre animoso este Leiva que el da de la batalla estaba tanenfermo que no se sostena sobre el caballo, pero as y todo quiso estar entre sushombres y se hizo llevar en silla de manos. La torpeza de Francisco I habadecidido la batalla. No obstante todava le quedaba casi intacta la infantera delcentro e izquierda, compuesta de mercenarios suizos y de lansquenetes alemanes.Los arcabuceros espaoles hicieron una carnicera en ellos y los pusieron en fugapor el camino de Miln. Sobre el campo quedaban los cadveres de los generalesLa Pacice y Diesbach que mandaban el ala derecha francesa y los suizos. Encuanto a Bonnivet, consejero militar del rey y ms directo responsable del desastre,se suicid.

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    Desarticulados los franceses y perseguidos por los imperiales, la batalla seredujo a combates aislados. Francisco y sus caballeros de escolta fueron rodeados.El rey de Francia haba perdido el caballo y estaba herido, aunque levemente, en elbrazo. Pugnaba por levantarse cuando un soldado vasco, Juan de Urbieta, le pusoel estoque al cuello y lo hizo preso. Con l estaban Alfonso Pita, gallego, y Diego

    Dvila, granadino. Los arcabuceros se disputaban aquel rehn de elevada estaturaque, por la riqueza de las armas que luca y la altivez con que se conduca aun en laderrota, deba de ser de la ms alta cuna. Fue La Motte, oficial del condestable deBorbn, el que lo reconoci y caballerosamente le prest homenaje. Franciscoentreg a Lannoy su espada y una manopla, en seal de rendicin.

    Con la perspectiva del tiempo no deja de ser curiosa la supervivencia de esteconcepto medieval de la guerra en la que los propios reyes se juegan la vida alfrente de sus tropas, Tambin Carlos I estuvo a punto de caer prisionero delenemigo en Innsbruck en 1552. Los monarcas actuales, sin embargo, aunquegusten de vestir uniforme y de lucir medallas y condecoraciones, hace tiempo quedejaron de ir a la guerra y se contentan con presidir desfiles. La batalla de Pava sesald con ms de ocho mil muertos franceses. Adems, muchos nobles y caballerosprincipales cayeron prisioneros. Francisco fue trasladado a Espaa y permaneciprisionero de Carlos por espacio de un ao, hasta que se avino a firmar el tratadode Madrid en 1526. En virtud de este tratado, el francs reconoca los derechos deCarlos V sobre los ducados de Miln y Borgoa. Papel mojado. En cuantoFrancisco se vio al otro lado de los Pirineos, se olvid de lo pactado y reanud laguerra en Italia aliado al Papa y a Gnova. Carlos en su nueva campaa le hizo la

    guerra al Papa y sus lansquenetes desmandados saquearon Roma en 1527 (ytrazaron graffiti con vivas a Lutero a punta de alabarda sobre los frescos de laCapilla Sixtina). sa es ya otra historia.

    El Saqueo de Roma

    El da 6 de mayo de 1527, el ejrcito Imperial de Carlos V, del que formabanparte unos dieciocho mil lansquenetes, muchos de ellos luteranos, toman al asaltoRoma y durante semanas someten a saqueo la Ciudad Eterna. El terrible episodio,

    que se inscribe en la segunda guerra entre el emperador Carlos V y el rey francsFrancisco I, marca el fin del papado renacentista en Italia. Los saqueos, cometidospor tropas que se haban quedado sin jefes, degeneraron en una orga de sangre: semultiplicaban los episodios de pillaje, violaciones y torturas contra la poblacincivil. Un texto veneciano de la poca dice: "El Infierno no es nada si se lo comparacon la visin que ofrece la Roma actual." El humanista Erasmo de Rotterdam, porsu parte, escribe: "Roma no era slo la fortaleza de la religin cristiana, lasustentadora de los espritus nobles y el ms sereno refugio de las musas; eratambin la madre de todos los pueblos. Porque para muchos Roma era ms

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    querida, ms dulce, ms bienhechora que sus propios pases. En verdad, esteepisodio no constituy slo el ocaso de esta ciudad, sino el del mundo."

    En este segundo duelo entre Francia y el Imperio se distinguen claramente dosetapas. En la primera, el conflicto adquiere las caractersticas de un enfrentamiento

    entre las dos cabezas supremas de la cristiandad, el mximo poder espiritual,Clemente VII, y el mximo poder temporal, Carlos V. Se combate en Italia. Lastropas francesas apenas intervienen. En la segunda parte, entra en lid nuevamenteFrancisco I. Se trata de dilucidar definitivamente quin va a ser el dueo de Italia.

    Al comenzar las hostilidades, el ejrcito imperial con base en Italia seencuentra en condiciones de franca inferioridad. El duque de Miln ha arrojado dela ciudad a los imperiales. Lodi se pierde tambin. Frente a los 10.000 hombres quemanda el condestable de Borbn se aprestan las tropas mucho ms numerosas delos aliados.

    El 20 de septiembre las tropas espaolas se presentan frente a los muros deRoma; finalmente entran en la ciudad. El Papa tiene que refugiarse en el castillo deSant'Angelo. Asustado ante el saqueo que llevaron a cabo los soldados en la mismaIglesia de San Pedro, Clemente VII accede a firmar una tregua de cuatro meses.

    Hugo de Moncada, dndose por satisfecho, se retira de Roma, llevndosecomo rehenes a dos cardenales, sobrinos del Papa. Pero Clemente no respet latregua.

    Entretanto, las tropas del condestable de Borbn se encaminan hacia Roma.Borbn, como representante del emperador en Italia, iba dispuesto a obligar alPapa a cumplir las condiciones estipuladas. Con l iban el capitn Jorge deFrundsberg con sus tropas alemanas, los lansquenetes, unos 18.000 hombres, entrelos que no faltaban muchos luteranos, gentes para quienes el Papa era elmismsimo Anticristo. Junto a los 10.000 espaoles, los 6.000 italianos, los 5.000suizos y los 6.500 jinetes que integraban las fuerzas de caballera, el ejrcito delcondestable de Borbn vena sobre la Ciudad Eterna como un nublado. Parte deellos quedaron con Leyva guarneciendo el Milanesado; mas el grueso del ejrcito(cerca de 30.000 hombres) ya estaba en marcha hacia el sur. Conforme avanzaban,se les iban uniendo gentes extraas, aventureros, oportunistas, que acudan al olordel botn. Por eso se ha comparado la marcha de aquel ejrcito al avance de unabola de nieve que crece y crece conforme rueda.

    El Papa, entretanto, haca y deshaca las treguas con una inconscienciademencial. Apenas reciba noticias de que algn aliado proyectaba enviarlesocorro, rompa los pactos, para volver a rehacerlos al ver que los socorros nollegaban.

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    "Quebrantando cien veces su palabra siempre que reciba alguna noticia esperanzadorade llegada de refuerzos franceses, pareca confiar, en ltimo trmino, en detener con un

    gesto pacfico la marcha de sus enemigos."

    A finales de marzo, los imperiales estaban acampados cerca de Bolonia. Latropa se desesperaba. Haban tenido que soportar los rigores de un crudo invierno;

    las soldadas tardaban en pagarse; la noticia de que se trataba de ajustar una tregua asus espaldas les exasper. Estallaron los motines. Frundsberg, confiado entranquilizar a sus soldados con una arenga, tuvo que soportar una rechifla tanmonumental que muri del disgusto. La soldadesca quera resarcirse de laspenalidades sufridas con el botn que le esperaba en las ricas ciudades de Italia.Intentando frenar el alud, Clemente VII ofreci a Borbn 60.000 ducados. Borbn,presionado por las tropas, pidi 240.000 El Papa regate y el condestablerespondi subiendo su propuesta a 300,000 ducados. Clemente no estaba encondiciones de ofrecer aquella suma, y el pueblo romano mucho menos an,

    desconfiando ms incluso que sus enemigos de la palabra del Papa. Se intent unacolecta entre los romanos. El ms rico de ellos no aport ms de 100 ducados.Presas del pnico, los patricios y los cardenales se apresuraron a ocultar sus tesorosy a huir de Roma. Seores hubo que reclutaron tropas privadas para poner guardiaa sus propios palacios, No era posible organizar una defensa conjunta. Renzo diCeri, encargado por el Papa de coordinar los esfuerzos y dirigir la defensa,demostr su incapacidad descuidando tomar las ms elementales medidasdefensivas. NI siquiera se pens en destruir los puentes del Tber, operacin quehabra impedido a los atacantes penetrar en el corazn de la ciudad. Sabiendo queel ejrcito imperial vena sin artillera y encontrndose ellos bien artillados,

    llegaron incluso a rechazar la ayuda que precipitadamente le ofrecieron algunos delos capitanes de la liga.

    "En 1527 -escribe Gregorovius-, los descendientes de aquellos romanos que en un

    tiempo haban rechazado desde sus murallas a poderosos emperadores, no conservaban

    ya nada del amor por la libertad y de las viriles virtudes de sus progenitores. Aquellas

    cuadrillas de siervos del clero, de delatores, de escribas y fariseos, la plebe nutrida en el

    ocio, la burguesa refinada y corrompida, privada de vida poltica y de dignidad, la

    nobleza inerte y los millares de sacerdotes viciosos eran semejantes al pueblo romano de

    los tiempos en que Alarico haba acampado ante Roma."

    A primeros de mayo, el ejrcito imperial acampa frente a los muros cercanosal barrio del Vaticano, la llamada Ciudad Leonina, donde se hallaban los palaciospontificios la fortaleza de Sant'Angelo (unida al Vaticano por un pasadizoamurallado) y la baslica de San Pedro.

    El 6 de mayo, durante la noche, cay una espesa niebla sobre la ciudad.Apenas clare, comenz el ataque a la misma. La niebla Impeda ver a losasaltantes La artillera disparaba al azar desde Sant'Angelo, Los Imperialesadosaron sus escalas a los muros entre el estruendo de la arcabucera, Tiempo

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    adelante, el famoso escultor y aventurero florentino Benvenuto Cellini, que poraquellos das se encontraba en Roma y particip en la defensa de la ciudad,contara en su vida un incidente ocurrido en el sector donde luchaba l:

    "Vuelto mi arcabuz donde yo vea un grupo de batalla ms nutrido y cerrado, puse en

    medio de la mira precisamente a uno que yo vea levantado entre los otros; la niebla no

    me dejaba comprobar si iba a caballo o a pie. Me volv inmediatamente a Lessandro y a

    Cecchino, les dije que disparasen sus arcabuces... Hecho esto por dos veces cada uno, yo

    me asom a las murallas prestamente, y vi entre ellos un tumulto extraordinario. Fue que

    uno de nuestros golpes mat a Borbn; y fue aquel primero que yo vea elevado por los

    otros, segn lo que despus comprend."

    En efecto. el condestable de Borbn, mortalmente herido, haba cado de unaescalera gritando:

    "Ah, Virgen Santa, soy hombre muerto."

    La noticia se difundi rpidamente tanto entre los asaltantes como entre losdefensores. stos, creyendo que haban conseguido ya la victoria, descuidaron demomento la defensa, Aqullos, enfurecidos por la muerte de su general ydescontrolados al faltarles su jefe, se lanzaron con mayor bro an al asalto deRoma. Los Alfreces espaoles, con sus banderas a cuestas, fueron los primeros ensaltar el muro, a los gritos de "Espaa!, Imperio!".

    "Que detrs de ellos -cuenta Pedro Mexa- las otras naciones hizieron lo mismo. La

    victoria es cosa cruel y desenfrenada; pero sta fuelo ms que otra, porque la indinacin

    de la gente de guerra contra el papa y cardenales hera grande por las ligas pasadas, e

    por el quebrantamiento de la tregua de D. Hugo, por los grandes trabajos que en elcamino haban pasado, e sobre todo por faltarle el Capitn General, que pudiera

    templar la furia de los soldados e poner orden en las cosas. De manera que, indignados y

    desenfrenados, sin piedad matavan y heran a cuantos pudieron alcanzar, siguiendo el

    alcance hasta las puentes del ro Tber, que divide el burgo donde est el palacio sacro y

    la iglesia de San Pedro, de la cibdad, asta se apoderar de todo l; lo qual hizieron en

    muy breve espacio. E lo saquearon e robaron todo."

    El Papa, que estaba orando en San Pedro, escap de la baslica en el momentojusto en que los imperiales hundan las puertas a hachazos y mataban a los guardiassuizos que lo defendan. Por el pasadizo anteriormente mencionado, Clemente VIIse refugi en Sant'ngelo, junto a algunos cardenales y obispos que estaban con l.Renzo di Ceri tambin se refugi all, con 500 guardias suizos. En adelante, laguardia suiza conmemorara hasta nuestros das su defensa de Vaticano,celebrando cada 6 de mayo la jura de bandera de los nuevos miembros de laguardia.

    El medioda trajo un descanso a los asaltantes. El prncipe de Orange, que sehaba hecho cargo, entretanto, del mando supremo del ejrcito, dio la orden de

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    continuar el asalto apenas terminaron de comer. Los puentes del Tber fueronatravesados y continu la lucha en el resto de la ciudad:

    "Y tras esto, sin hacer diferencia de lo sagrado ni profano, fue toda la ciudad robada y

    saqueada, sin quedar casa ni templo alguno que no fuese robado, ni hombre de ningn

    estado ni orden que no fuese preso y rescatado. Dur esta obra seis o siete das, en que

    fueron hechas mayores fuerzas de insultos de lo que yo poda escribir. Y de esta manera

    fue tomada y tratada la ciudad de Roma, permitindolo Dios por sus secretos juicios;verdaderamente, sin lo querer ni mandar el Emperador, ni pasarle por el pensamiento

    que tal pudiera suceder. Y ste fue el fruto que sac el papa Clemente, por la pertinencia

    y dureza que tuvo en ser su enemigo".(P.Mexa)

    Durante el da 6 de mayo, el esfuerzo por conquistar la ciudad no permiti laorganizacin metdica del saqueo. Los mayores destrozos los causaron losincendios provocados para quebrantar la resistencia de los defensores. Pero aun asse cometieron actos de extremada crueldad, que no se explican sino por el deseo deinfundir el terror al resto de la poblacin. La soldadesca penetr en el hospital del

    Espritu Santo y asesin a los enfermos que en l se alojaban. Aquella noche, loscapitanes imperiales lograron reagrupar a sus hombres. Los espaoles seconcentraron en la plaza Navona. Los alemanes, Campo del Fiori. El cuerpo delCondestable haba sido trasladado, entretanto, a la capilla y colocado en uncatafalco. A media noche se dio la seal de romper filas. Entonces comenz laorga de sangre. De los cincuenta y cinco mil habitantes que Roma contaba, sloqued poco ms de la mitad. El resto logr escapar o fue asesinado. El total de lasprdidas materiales sufridas alcanz la cifra, astronmica en aquellos tiempos, dediez millones de ducados. Los palacios de los grandes fueron saqueados, tanto los

    de la nobleza como los de los eclesisticos. Los que ofrecieron resistencia fueronborrados con minas o flanqueados a caonazos. Algunos se salvaron del saqueopagando fortsimo su rescate. Pero los palacios respetados por los alemanes fueronsaqueados por los espaoles, y viceversa. No se respetaron los de los prcerespartidarios del emperador, que haban permanecido en Roma pensando que nadieles molestara. La iglesia nacional de los espaoles (Santiago, en la plaza Navona)y la de los alemanes (Santa Mara del nima) fueron saqueadas. Se violaron lastumbas en busca de joyas. La de Julio II fue profanada. Las cabezas de losapstoles San Andrs y San Juan, la lanza Santa, el sudario de la Vernica, la Cruzde Cristo, la multitud de reliquias que custodiaban las iglesias de Roma..., todo

    desapareci. Los eclesisticos fueron sometidos a las ms ultrajantes mascaradas.El cardenal Gaetano, vestido de mozo de cuerda, fue empujado por la ciudad apuntapis y bofetadas. El cardenal Ponzetta, partidario del emperador, tambin fuerobado y escarnecido. Otro, Numalto, tuvo que hacer el papel de cadver en elmacabro entierro que organizaron los lansquenetes. Las religiosas corrieron lamisma suerte de muchsimas otras mujeres, e incluso nias de diez aos, en manosde la soldadesca lasciva. Muchos sacerdotes, vestidos con ropas de mujer, fueronpasados y golpeados por toda la ciudad, mientras los soldados, vestidos con los

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    ornamentos litrgicos, jugaban a los dados sobre los altares o se emborrachaban enunin de las prostitutas de la ciudad.

    "Algunos soldados borrachos -cuenta Gregoribus- pusieron a un asno unos ornamentos

    sagrados y obligaron a un sacerdote a dar la comunin al animal, al que previamente

    haban hecho arrodillarse. El desventurado sacerdote engull todas las sagradas formas

    antes de que sus verdugos le dieran muerte mediante tormento."

    Muchas iglesias y palacios (as la baslica de San Pedro y los palacios delVaticano) fueron convertidos en establos. Las bulas y los manuscritos de las ricasbibliotecas romanas fueron a parar a los presentes. Los soldados destrozaronmultitud de obras de arte. El famoso fresco de Rafael conocido como "la escuela deAtenas" qued deteriorado por los lanzados de los lansquenetes. Uno de ellosgrab sobre el una frase que expresaba perfectamente los nimos de su autor:"vencedor el emperador Carlos y Lutero". Lutero, en efecto, fue proclamado papaen aquellos das por los soldados alemanes.

    La situacin de los que se encerraron en Sant'ngelo era bastantedesesperada. La carne de burro se reserv como bocado exquisito para los obisposy los cardenales. Los soldados sitiados colgaban nios, atados con cuerdas por losmuros para que se recogiese de los fosos las hierbas que all crecan. Losimperiales, desde las trincheras que abrieron alrededor del Castillo, mataroncamuflados a muchos de ellos. Un capitn estrangul con sus manos a una viejaque llevaba al papa un poco de lechuga. El prncipe de Orange, a los tres das delasalto haba dado la orden de interrumpir el saqueo, pero nadie le obedeci.nicamente pudo evitar que no fuese saqueada la Biblioteca Vaticana, gracias a

    que se estableci en ella su residencia. La noticia de lo ocurrido lleg a Espaa"precedida y desconectada de mil falsos rumores, creando una atmsferatempestuosa y revolucionaria" (Bataillon). Al ao siguiente la Inquisicin abri unproceso contra el doctor Eugenio Torralba, acusado de hechicera. Segn decaTorralba, l haba sido el primero en conocer lo ocurrido y en difundir lo porEspaa. Casi un siglo despus, Cervantes recogera los ecos de este incidente en lasegunda parte del Quijote, captulo XLI:

    "No hagas tal -respondi don Quijote-, y acurdate del verdadero cuento del licenciado

    Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire, caballero en una caa,

    cerrados los ojos, y en doce horas lleg a Roma, y se ape Torre de Nona, que es una

    calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto de muerte de Borbn, y por la maana

    ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que haba visto."

    Estas singulares "revelaciones", dentro de su evidente inverosimilitud, nodejan de tener valor como testimonio de un fenmeno de sugestin colectiva queacompa al conocimiento de lo ocurrido en Roma. Carlos se encontraba poraquellos das ocupado en la preparacin de las cortes que haban de reunirse enValladolid, de las que esperaba conseguir los crditos que necesitaba para acudir

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    en ayuda de su hermano, amenazado por los turcos, y para proseguir su polticaimperial. Al conocer la noticia, Carlos se visti de luto. Orden que sesuspendieran las fiestas con que se celebraban el nacimiento de su hijo Felipe.Dispuso unos solemnes funerales por el alma del condestable de Borbn. Escribicartas explicativas a los dems soberanos de Europa. Aunque se alegr de lavictoria obtenida, "le pes en el alma y mostr gran sentimiento de que hubiese

    sido con tanto dao de aquella ciudad y prisin del papa".

    La opinin pblica europea qued perpleja. Entre los amigos de Carlos, nofaltaron quienes, como Luis Vives, manifestaron su opinin favorable a loocurrido:

    "Cristo ha concedido a nuestro tiempo -escriba Vives en griego, para hacer ms

    confidenciales sus palabras y la ms hermosa oportunidad para esta salvacin, por las

    victorias tan brillantes del emperador y gracias al cautiverio del papa."

    Otros, sin embargo, an perteneciendo al crculo de colaboradores delemperador, no dejaron de mostrar su preocupacin por lo ocurrido. El mismoAlfonso de Valds, en una carta que escribi a su amigo Erasmo en aquellos das,se expresaba de la siguiente manera:

    "De La toma de Roma no te escribir nada. Sin embargo, me gustara saber qu crees

    que debemos hacer nosotros en presencia de este gran acontecimiento, tan inesperado, y

    las consecuencias que esperas de l."

    La Liga Clementina reaccion violentamente. Francia e Inglaterra enviaron

    embajadores exigiendo la liberacin del Papa, la restitucin del Milanesado y elcastigo de los responsables del saqueo de Roma. Al mismo tiempo un ejrcitofrancs, mandado por Lautrec, penetraba en Italia. Lo componan cerca de 65.000hombres. Gnova cay en sus manos. Npoles ya pareca al alcance de suspropsitos: los barones napolitanos, esperando la llegada de los franceses de unmomento a otro, se levantaron contra el poder imperial. En Roma se encontrabatodava el ejrcito de Orange, diezmado por las deserciones, la peste y el hambre.Poco ms de 15.000 hombres. La indisciplina de los soldados y la dispersin delmando en muchas cabezas hizo sumamente difcil levantar el campamento ymarchar sobre Npoles, donde deban esperar a los franceses. El Papa, poco antes,

    se haba rendido por fin al virrey de Npoles, despus de entregar varias fortalezasy 400.000 ducados para ejrcito.

    En la primavera de 1528, las tropas imperiales se encontraban situadas enNpoles. La flota Genovs de los Doria impeda la llegada de abastecimientos yauxilios por mar. Ejrcito de Lautrec dominaba en tierra firme. Hugo de Moncada,virrey de Npoles desde la muerte de Lannoy, intent romper el bloqueo martimo,con tan mala fortuna que hall la muerte en el intento. Mas de la noche a lamaana, la buena estrella de Carlos brill de nuevo. Andrea Doria, convencido por

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    el marqus de Vasto, abandon a Francisco I y se uni al campo imperial. Dejandola baha de Npoles, se dirigi con su escuadra a Gnova, la arrebat a losfranceses y la puso al servicio de Carlos. Entretanto, la peste se declar en elejrcito de Lautrec. Cada da moran centenares de soldados. El propio Lautrec sesinti contagiado, si bien l afirmaba:

    "Que no mora por estar herido de pertinencia, si no de puro enojo por ver cun parcialse mostraba la fortuna con los del emperador y cun contraria al ejrcito del Rey de

    Francia" (Santa Cruz).

    La victoria de los imperiales sobre los franceses fue rotunda. Cuando,afligidos por tantos contratiempos, se retiraban hacia el norte, el ejrcito de Orangecay sobre ellos y los derrot.

    En julio de 1529 termina la guerra. El papa y el emperador se reconcilian porel tratado de Barcelona. Clemente VII aceptaba recibir a Carlos en Italia y

    coronarle emperador. Francisco I, derrotado y abandonado, tuvo que aceptar lascondiciones que su adversario impuso. El 3 de agosto de 1529 se firmaba el tratadode Cambray, conocido tambin como "la Paz de las Damas", por haberla negociadola gobernadora de Flandes, Margarita de Borgoa, ta paterna de Carlos, y Luisa deSaboya, madre de Francisco I. Carlos, aun sin renunciar a sus derechos sobreBorgoa, se comprometa a no urgir su devolucin. Francisco Sforza volvinuevamente a Miln como feudatario imperial. El Rey de Francia retiraba suspretensiones sobre Miln, Gnova y Npoles irreconocible a la completa soberanade Carlos sobre Flandes y Artois. Francisco I haba perdido todas las esperanzas deencontrar aliados en cualquier otro reino de la Cristiandad. No le quedaba ms queun recurso: negociar una alianza con los turcos en contra del emperador. Al fin y alcabo, pensaba, no menos reprochable haba sido el comportamiento de Carlosatacando al Papa y saqueando su ciudad. Esta nueva orientacin de la polticafrancesa obligara tambin a Carlos a un replanteamiento de la suya propia.

    La cruzada de Tnez de 1535

    Dominado el bastin de Rodas, que le aseguraba la posesin plena delMediterrneo oriental, Solimn el Magnfico reorganiz su ejrcito y su escuadra.Desde 1525 presion sobre la cuenca del Danubio y el 29 de agosto de 1526 arrollen la batalla de Mohacs a Luis II de Hungra, que slo pudo oponer 35.000hombres a los setenta mil del sultn. Luego opt por retirarse de Viena para nomedirse con los Tercios, pero en 1531 tante una nueva invasin por el Danubio.En la primavera de 1532 hizo desfilar por Belgrado un formidable ejrcito de300.000 hombres, con abundante caballera y artillera bien entrenada. El ataque secombin con otro muy fuerte y efectivo en el Mediterrneo. Dos piratas del Egeo,dos hermanos de los que el ms famoso era conocido por el nombre de Barbarroja,entraron en contacto con los moriscos de Espaa y se establecieron en dosimportantes plazas fuertes del norte de Africa: Horuc, rey de Argelia, en Tremecn,

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    aunque pereci en lucha con el gobernador espaol de Orn. El ms peligroso,Barbarroja, logr apoderarse de Tnez.

    Carlos V haba destinado a la defensa de Viena, desde donde Solimnpensaba tomar de revs la pennsula italiana, importantes fuerzas hispanoitalianas,adems de las imperiales, a las que anim contra el turco el propio Lutero. Carlos

    V conceba la cruzada contra el turco como un factor de unidad cristiana en mediode la pleamar de la Reforma. La unin de los prncipes del Imperio fue efectiva, ySolimn decidi suspender el ataque a Viena, salvada de nuevo por la presencia,esta vez personal, del emperador y rey de Espaa. El enfrentamiento directo entreespaoles y turcos quedara reservado para el hijo de Carlos V.

    Entonces el emperador decidi emplear el ejrcito que haba preparado para ladefensa de Viena en la conquista de Tnez, que le aseguraba el pleno dominio delMediterrneo central y occidental. Crea, con razn, conjurado el peligro turco enel frente centroeuropeo y decidi, ante el ejemplo de Escipin, llevar la guerra alfrica, donde Barbarroja actuaba como adelantado del poder turco. Sali de Vienaen octubre de 1532 con los Tercios Espaoles que haban acudido a la defensa dela ciudad, que desde aquel momento qued como responsabilidad de los prncipesalemanes y los lugartenientes imperiales de Carlos. Cruz por el campo de Pava yse hizo explicar detenidamente la gran victoria. Estaba en Barcelona en abril de1533. Entonces Francisco I, rey catlico de Francia, entabl conversaciones con elGran Turco para oponerse al emperador. A fines de mayo de 1535, Carlos embarcen Barcelona hacia Cerdea para la empresa de Tnez. Esta importante accin, degran alcance estratgico, comenz el 30 de mayo de 1535 en Barcelona, de donde

    el emperador zarp para Cagliari despus de pasar revista a parte de su ejrcito.Hasta el mes de julio no pudo verificar la concentracin de su fuerza multilateral,como la llama el historiador militar duque de la Torre, que constaba decuatrocientos bergantines y galeones, galeras y fragatas, urcas y fustas procedentesde Espaa, Portugal, Italia y Holanda, para transportar a treinta y dos mil soldadosprofesionales y veinte mil aventureros y soldados de fortuna. El genovs AndreaDoria fue designado jefe de la escuadra combinada y don lvaro de Bazn de laflota espaola. El duque de Alba, con un estado mayor multinacional, mandaba lastropas de reserva y todo el conjunto navegaba al mando personal del Emperador.

    El desembarco se consigui sin problemas en el emplazamiento de la antiguaCartago el 17 de junio de 1535. Carlos orden asaltar primero la fortaleza de LaGoleta, poderosamente fortificada. El 1 4 de julio se dio la orden de tomar la plaza,defendida por Barbarroja, pero el empuje de los expedicionarios, apoyados en laartillera y sobre todo en la arcabucera espaola, les dio la posesin de La Goletaaquella misma noche. Se capturaron trescientos caones, muchos procedentes deFrancia, cuyo rey traicionaba por bajas miras partidistas a la Cristiandad unida enla cruzada. Barbarroja prefiri defender la ciudad de Tnez en campo abierto peronada pudo hacer ante la decisin y la acometividad de los Tercios. Cinco mil

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    cristianos cautivos consiguieron salir a la desesperada de sus prisiones, seapoderaron de armas enemigas y contribuyeron desde dentro a la victoria delemperador. Barbarroja consigui huir a duras penas y la mortandad de musulmanesfue espantosa. Todo el ejrcito qued asombrado ante la actuacin personal delemperador, que empuando una pica combati entre los soldados de Leiva.

    La Batalla de Mhlberg 1547

    Combate que tuvo lugar el 24 de abril de 1547 en esta ciudad alemana situadaa orillas del Elba. Las tropas imperiales dirigidas por el duque de Alba yencabezadas por el propio emperador Carlos V (Carlos I de Espaa), junto conalgunos prncipes protestantes vencieron a los ejrcitos de la Liga de Smalkaldamandados por Juan Federico de Sajonia. Aunque ambos contaban con fuerzassimilares, el factor sorpresa, los arcabuceros espaoles y, en general, el arrojo delos imperiales les proporcionaron rpidamente la victoria. Como consecuencia del

    triunfo, la Liga de Smalkalda se deshizo, a Mauricio de Sajonia le fue devuelto suelectorado y Carlos V logr una posicin desde la que pudo imponer, por elmomento, su propio ajuste poltico y religioso en Alemania.

    La Batalla de Lepanto

    Antecedentes

    Hacia 1550, la amenaza del turco penda sobre la cerviz de la Cristiandadcomo la espada de Damocles. En menos de cien aos, los otomanos habanconquistado Constantinopla y haban extendido su dominios por los antiguosterritorios del imperio romano de Oriente. Y an les quedaba cuerda: despus deocupar Servia, Bosnia, Siria, Arabia y Egipto continuaban avanzando por Asia ypor Europa.

    Si Polonia, Austria y Hungra lograban contenerlos a duras penas, la situacinen el mar no era menos desesperada. Las escuadras otomanas seoreaban elMediterrneo. Rodas haba cado en sus manos. Chipre y Creta estaban

    amenazadas y con ellas las rutas comerciales de las prsperas repblicas italianas.Adems el Mediterrneo estaba infestado de piratas turcos o berberiscos con baseen Tnez, Trpoli y Marruecos.

    Pareca que los turcos estaban llamados a ocupar el lugar de la antigua Roma.De hecho sus temibles jenzaros, los mejores soldados de su tiempo, no tenannada que envidiar a las antiguas legiones de los Csares. La Cristiandad se sentaamenazada y haba desarrollado un evidente complejo de inferioridad. Ya lo diceCervantes: Todas las naciones crean que los turcos eran invencibles por la mar.

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    Los ms afectados por la expansin turca eran los venecianos. Venecia, laciudad ms triunfante que jams se haya visto, era una prspera repblica decomerciantes y banqueros cuyo negocio consista en importar a Occidenteproductos caros de Oriente. No estando sujeta como sus clientes a los vaivenesdinsticos propios de las monarquas, funcionaba como una multinacional regida

    por un consejo de administracin que no tena ms objetivo que aumentar losbeneficios, y para lograrlo desplegaba una diplomacia eficacsima y, si no quedabaotro recurso, haca la guerra, como cualquier otro estado. En el siglo XV, losvenecianos haban llegado a la cima de su poder, y haban extendido por losarchipilagos del mar Egeo una tupida red de sucursales en forma de prsperascolonias, puertos y puntos de apoyo para sus navos.

    Durante el siglo XV, el negocio haba marchado viento en popa pero amediados del XVI las cosas comenzaban a torcerse. Por una parte la explotacinportuguesa de la ruta comercial alternativa con Oriente, circunnavegando Africa,haba dado al traste con el prspero monopolio veneciano. Por otra, la expansinturca pona en peligro sus rutas tradicionales.

    El caso es que aquellos turcos llegados de las po1vorientas estepas de Asiaeran ms jinetes que marinos, pero desde que se instalaron en el Mediterrneo, unsiglo a