tercera y cuarta ola alvin toffler

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‘‘AÑO DE LA PROMOCIÓN DE LA INDUSTRIA RESPONSABLE Y DEL COMPROMISO CLIMÁTICO’’ E.A.P. DE COMUNICACIÓN SOCIAL ASIGNATURA : TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN TEMA : LA TERCERA Y CUARTA OLA DE ALVIN TOFLER DOCENTE : Calderón Reyes Esmila INTEGRANTES: Mattos Carranza Jean Canales Balarezo Jeampier Revoredo Torres Ivan Rodriguez Ponte Renzo Villareal Arteaga Galo CICLO : PRIMERO

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AO DE LA PROMOCIN DE LA INDUSTRIA RESPONSABLE Y DEL COMPROMISO CLIMTICO

E.A.P. DE COMUNICACIN SOCIAL

ASIGNATURA : TEORA DE LA COMUNICACIN

TEMA : LA TERCERA Y CUARTA OLA DE ALVIN TOFLER

DOCENTE : Caldern Reyes Esmila

INTEGRANTES: Mattos Carranza Jean Canales Balarezo Jeampier Revoredo Torres Ivan Rodriguez Ponte Renzo Villareal Arteaga Galo CICLO : PRIMERO

2014NDICE GENERAL

AGRADECIMIENTO O DEDICATORIA 2INTRODUCCION GENERAL DEL TEMA ..3CUERPO DEL INFORME .4EL ENTRECHOCAR DE DOS OLAS .4LA SEGUNDA OLA 6LA CUA INVISIBLE 8LA TERCERA OLA 9LAS CUMBRES DOMINANTES .13EL ENTORNO INTELIGENTE ..14EL HOGAR ELECTRONICO ..16LA FAMILIA DEL FUTURO ..19LA CUARTA OLA . 21DESCIFRANDO LAS NUEVAS REGLAS 24LA PERSONALIDAD DEL FUTURO .. 26CONCLUSIONES FINALES ..28BIBLIOGRAFIA GENERAL Y LINKOGRAFIA 31

AGRADECIMIENTO O DEDICATORIA

Este simple y humilde informe grupal , esta dedicado a todas esas personas hermosas que colaboraron en la edicin , impresin y presentacin general del mismo , para ellas mi humilde agradecimiento GRACIAS SINCERAMENTE!Entre esas personas , de manera personal quiero agradecer infinitamente a mis queridos padres , los cuales abnegadamente y sin titubear me ayudan diariamente en cada proyecto que emprendo , es hermosa la labor que nuestros padres realizan diariamente en nuestro crecimiento tanto mental , fsico y espiritual Me quedo sin palabras Simplemente Son los Mejores Como olvidar tambin a los encargados de instruirnos paso a paso hacia la madurez profesional , A NUESTROS MAESTROS , personas que tambin abnegadamente de manera similar a la labor que hace una madre , nos instruyen , corrigen y nos forman como excelentes ciudadanos y profesionales GRACIAS! GRACIAS MUCHAS GRACIAS En fin , gracias a todas aquellas personas que participaron tanto de manera directa como indirecta en este humilde informe , sin ustedes estas hojas no hubieran sido escritas

MUCHAS GRACIAS A TODOS

INTRODUCCION GENERAL DEL TEMALa tercera ola es para los que creen que la historia humana, lejos de concluir, no ha hecho sino empezar.Una poderosa marea se est alzando hoy sobre gran parte del mundo, creando un nuevo, y a menudo extrao, entorno en el que trabajar, jugar, casarse, criar hijos o retirarse. En ese desconcertante contexto, los hombres de negocios nadan contra corrientes econmicas sumamente errticas; los polticos ven violentamente zarandeadas sus posiciones; Universidades, hospitales y otras instituciones luchan desesperadamente contra la inflacin. Los sistemas de valores se resquebrajan y hunden, mientras los salvavidas de la familia, la Iglesia y el Estado, cabecean a impulsos de tremendas sacudidas.Al contemplar estos violentos cambios, podemos considerarlos como pruebas aisladas de inestabilidad, derrumbamiento y desastre. Pero si retrocedemos un poco para disponer de mayor perspectiva, acaban evidencindose varias cosas que, de otro modo, pasan inadvertidas.En primer lugar, muchos de los cambios actuales no son independientes entre s. No son fruto del azar. Por ejemplo, la quiebra de la familia nuclear, la crisis mundial de la energa, la difusin de cultos y de la televisin por cable, el incremento del horario flexible y los nuevos conjuntos de beneficios marginales, la aparicin de movimientos separatistas desde Quebec hasta Crcega, tal vez parezcan acontecimientos aislados. Sin embargo, lo cierto es lo contrario. Estos y muchos otros acontecimientos o tendencias aparentemente inconexos se hallan relacionados entre s. Son panes de un fenmeno mucho ms amplio: la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilizacin.Si los consideramos como cambios aislados y dejamos que se nos escape su ms amplio significado, nos es imposible planear una respuesta coherente y eficaz a los mismos. Como individuos, nuestras decisiones personales carecen de objetivo o se hallan impregnadas de un carcter autoanulador. Como Gobiernos, vamos dando tumbos de crisis en crisis, avanzando a bandazos en el futuro, sin plan, sin esperanza, sin visin.Al carecer de un sistema para comprender el choque de fuerzas que se produce en el mundo actual, somos como los tripulantes de un barco atrapado en una tempestad y tratando de navegar sin brjula ni mapa por entre peligrosos arrecifes. En una cultura de especialismos beligerantes, ahogada bajo fragmentados datos y sutiles anlisis, la sntesis no es solamente til, es crucial.Por esta razn, La tercera ola es un libro de sntesis a gran escala. Describe la vieja civilizacin, en la que muchos de nosotros hemos crecido, y presenta una cuidada y vasta imagen de la nueva civilizacin que est haciendo irrupcin entre nosotros.Pero lo que ahora tenemos en puerta es la Cuarta Ola. Vender ms, satisfacer al mercado, ganar dinero, correr ms rpido que la competencia, adoptar mejor tecnologa, estar a la vanguardia; todo esto conlleva a su vez costos personales, y es aqu justamente donde se vislumbra esta rentable y gran industria del mundo. Hace falta acuar un trmino a la suma total de industrias que pretenden: curar heridas, llenar vacos, encontrar respuestas, y regresar a la persona su balance de vida. Esta suma incluye un amplio rango de giros: gimnasios, religiones, spas, control mental, mtodos alternativos de sanacin, turismo, meditacin, arte, yoga, tai chi, organizaciones para encontrar pareja, entretenimiento, etc., y por eso vale billones de dlares.Un entrechocar de olas

Una nueva civilizacin est emergiendo en nuestras vidas, y hombres ciegos estn intentando en todas partes sofocarla. Esta nueva civilizacin trae consigo nuevos estilos familiares; formas distintas de trabajar, amar y vivir; una nueva economa; nuevos conflictos polticos; y, ms all de todo esto, una conciencia modificada tambin. Actualmente existen ya fragmentos de esta nueva civilizacin. Millones de personas estn ya acompasando sus vidas a los ritmos del maana. Otras, aterrorizadas ante el futuro, se entregan a una desesperada y vana huida al pasado e intentan reconstruir el agonizante mundo que les hizo nacer.El amanecer de esta nueva civilizacin es el hecho ms explosivo de nuestra vida.Es el acontecimiento central, la clave para la comprensin de los aos inmediatamente venideros. Es un acontecimiento tan profundo como aquella primera ola de cambio desencadenada hace diez mil aos por la invencin de la agricultura, o la ssmica segunda ola de cambio disparada por la revolucin industrial. Nosotros somos los hijos de la transformacin siguiente, la tercera ola.Tratamos de encontrar palabras para describir toda la fuerza y el alcance de este extraordinario cambio. Algunos hablan de una emergente Era espacial, Era de la informacin, Era electrnica o Aldea global. Zbigniew Brzezinski nos ha dicho que nos hallamos ante una "era tecnetrnica". El socilogo Daniel Bell describe el advenimiento de una "sociedad postindustrial". Los futuristas soviticos hablan de la RCT, la "revolucin cientificotecnolgica". Yo mismo he escrito extensamente sobre el advenimiento de una "sociedad superindustrial". Pero ninguno de estos trminos, incluido el mo, es adecuado.Algunas de estas expresiones, al centrarse en un nico factor, reducen ms que amplan nuestra comprensin. Otras son estticas, dando a entender que una nueva sociedad puede introducirse suavemente en nuestras vidas, sin conflicto ni tensiones. Ninguno de esos trminos empieza siquiera a transmitir toda la fuerza, el alcance y el dinamismo de los cambios que se precipitan hacia nosotros ni las presiones y conflictos que suscitan.La Humanidad se enfrenta a un salto cuntico hacia delante. Se enfrenta a la ms profunda conmocin social y reestructuracin creativa de todos los tiempos. Sin advertirlo claramente, estamos dedicados a construir una civilizacin extraordinariamente nueva. Este es el significado de la tercera ola.La especie humana ha experimentado hasta ahora dos grandes olas de cambio, cada una de las cuales ha sepultado culturas o civilizaciones anteriores y las ha sustituido por formas de vida inconcebibles hasta entonces. La primera ola de cambio -la revolucin agrcola- tard miles de aos en desplegarse. La segunda ola -el nacimiento de la civilizacin industrial- necesit slo trescientos aos. La Historia avanza ahora con mayor aceleracin an, y es probable que la tercera ola inunde la Historia y se complete en unas pocas dcadas. Nosotros, los que compartimos el Planeta en estos explosivos momentos, sentiremos, por tanto, todo el impacto de la tercera ola en el curso de nuestra vida.Disgregando a nuestras familias, zarandeando a nuestra economa, paralizando nuestros sistemas polticos, haciendo saltar en pedazos nuestros valores, la tercera ola afecta a todos. Pone en cuestin todas las viejas relaciones de poder, los privilegios y prerrogativas de las comprometidas lites de hoy, y proporciona el trasfondo sobre el que se librarn maana las luchas claves por el poder.Muchas cosas de esta emergente civilizacin contradicen a la vieja civilizacin industrial tradicional. Es, al mismo tiempo, altamente tecnolgica y antiindustrial.La tercera ola trae consigo una forma de vida autnticamente nueva basada en fuentes de energa diversificadas y renovables; en mtodos de produccin que hacen resultar anticuadas las cadenas de montaje de la mayor parte de las fbricas; en nuevas familias no nucleares; en una nueva institucin, que se podra denominar el "hogar electrnico"; y en escuelas y corporaciones del futuro radicalmente modificadas. La civilizacin naciente escribe para nosotros un nuevo cdigo de conducta y nos lleva ms all de la uniformizacin, la sincronizacin y la centralizacin, ms all de la concentracin de energa, dinero y poder.

LA SEGUNDA OLAHace trescientos aos -medio siglo arriba o abajo- se oy una explosin cuya onda expansiva recorri la Tierra, demoliendo antiguas sociedades y creando una sociedad totalmente nueva. Esta explosin fue, naturalmente, la revolucin industrial. Y la gigantesca fuerza de impetuosa marea que desat sobre el mundo -la segunda ola- choc con todas las instituciones del pasado y cambi la forma de vida de millones de personas.Durante los largos milenios en que la civilizacin de la primera ola ejerci su absoluta soberana, la poblacin del Planeta podra haberse dividido en dos categoras, los "primitivos" y los "civilizados". Las llamadas sociedades primitivas, que vivan en pequeas bandas y tribus y subsistan mediante la caza o la pesca, eran las que haban sido dejadas de lado por la revolucin agrcola.Por el contrario, el mundo "civilizado" estaba constituido por aquella parte del Planeta en que la mayora de la gente cultivaba el suelo. Pues dondequiera que surgi la agricultura, ech races la civilizacin. Desde China y la India hasta Benin y Mxico, en Grecia y en Roma, las civilizaciones nacieron y murieron, lucharon y se fundieron en interminable y policroma mezcla.Pero por debajo de sus diferencias existan similitudes fundamentales. En todas ellas, la tierra era la base de la economa, la vida, la cultura, la estructura familiar y la poltica. En todas ellas prevaleci una sencilla divisin del trabajo y surgieron unas cuantas clases y castas perfectamente definidas: una nobleza, un sacerdocio, guerreros, ilotas, esclavos o siervos. En todas ellas el poder era rgidamente autoritario. En todas ellas, el nacimiento determinaba la posicin de cada persona en la vida. Y en todas ellas la economa estaba descentralizada, de tal modo que cada comunidad produca casi todo cuanto necesitaba.Hubo excepciones... nada es simple en la Historia. Haba culturas comerciales cuyos marineros cruzaban los mares, y reinos altamente centralizados, organizados en torno a gigantescos sistemas de riego. Pero, pese a tales diferencias, estamos justificados para considerar todas estas civilizaciones aparentemente distintas como casos especiales de un fenmeno nico: la civilizacin agrcola, la civilizacin extendida por la primera ola.Durante su dominacin se dieron ocasionales indicios de cosas futuras. En las antiguas Grecia y Roma existieron embrionarias factoras de produccin en masa. Se extrajo petrleo en una de las islas griegas en el ao 400 a. de J.C., y en Birmania, en el 100 de nuestra Era. Florecieron grandes burocracias en Babilonia y en Egipto. Surgieron extensas metrpolis urbanas en Asia y Amrica del Sur. Haba dinero e intercambios comerciales. Rutas comerciales surcaban los desiertos, los ocanos y las montaas, desde Catay hasta Calais. Existan corporaciones y naciones incipientes. Existi incluso, en la antigua Alejandra, un sorprendente precursor de la mquina de vapor.Sin embargo, no hubo en ninguna parte nada que ni remotamente hubiera podido denominarse una civilizacin industrial. Estos atisbos del futuro, por as decirlo, fueron meras singularidades producidas aisladamente en la Historia, dispersas a lo largo de lugares y perodos distintos. Nunca se combinaron, ni hubieran podido combinarse, en un sistema coherente. Por tanto, hasta 1650-1750, podemos hablar de un mundo de la primera ola. Pese a los parches de primitivismo y a los indicios del futuro industrial, la civilizacin agrcola dominaba el Planeta y pareca destinada a dominarlo siempre.Este era el mundo en que estall la revolucin industrial, desencadenando la segunda ola y creando una extraa, poderosa y febrilmente enrgica contracivilizacin. El industrialismo era algo ms que chimeneas y cadenas de produccin. Era un sistema social rico y multilateral que afectaba a todos los aspectos de la vida humana y combata todas las caractersticas del pasado de la primera ola. Produjo la gran factora Willow Run en las afueras de Detroit, pero puso tambin el tractor en la granja, la mquina de escribir en la oficina y el frigorfico en la cocina. Cre el peridico diario y el cine, el "Metro" y el "DC-3". Nos dio el cubismo y la msica dodecafnica. Nos dio los edificios de Bauhaus y las sillas de Barcelona, huelgas de brazos cados, pldoras vitamnicas y una vida ms larga. Universaliz el reloj de pulsera y la urna electoral. Ms importante, uni todas estas cosas -las ensambl como una mquina- para formar el sistema social ms poderoso, cohesivo y expansivo que el mundo haba conocido jams: la civilizacin de la segunda ola.

LA CUA INVISIBLELa segunda ola, como una reaccin nuclear en cadena, separ violentamente dos aspectos de nuestras vidas que siempre, hasta entonces, haban sido uno solo. Al hacerlo, introdujo una gigantesca e invisible cua en nuestra economa, nuestras mentes e incluso en nuestra personalidad sexual.A un nivel, la revolucin industrial cre un sistema social maravillosamente integrado, con sus propias tecnologas distintivas, sus propias instituciones sociales y sus propios canales de informacin, todos ellos perfectamente ensamblados entre s. Pero a otro nivel destruy la unidad subyacente de la sociedad, creando una forma de vida llena de tensin econmica, conflicto social y malestar psicolgico. Slo si comprendemos cmo ha moldeado nuestras vidas esta invisible cua a lo largo de la Era de la segunda ola, podremos apreciar todo el impacto de la tercera ola, que est empezando ahora a remoldearnos.Las dos mitades de la vida humana que la segunda ola separ fueron la produccin y el consumo. Estamos acostumbrados, por ejemplo, a pensar en nosotros mismos como productores o consumidores. Esto no fue siempre cierto. Hasta la revolucin industrial, la gran mayora de todos los alimentos, bienes y servicios producidos por la especie humana, eran consumidos por los propios productores, sus familias o una pequea lite, que recoga los excedentes para su propio uso.En casi todas las sociedades agrcolas, la gran mayora de las personas eran campesinos, que se agrupaban en pequeas comunidades semiaisladas. Llevaban una vida de mera subsistencia, cultivando apenas lo suficiente para mantenerse ellos vivos, y a sus amos, contentos. Careciendo de medios para almacenar alimentos durante largos perodos de tiempo, careciendo de las carreteras necesarias para transportar sus productos a mercados lejanos, y conscientes de que cualquier aumento en sus rendimientos sera, probablemente, confiscado por el dueo de esclavos o seor feudal, carecan tambin de incentivos para mejorar la tecnologa o incrementar la produccin.

LA TERCERA OLAEn enero de 1950, justo cuando se iniciaba la segunda mitad del siglo XX, un muchacho de veintids aos, provisto de un flamante diploma universitario, emprenda un largo viaje nocturno en autobs hacia lo que consideraba la realidad central de nuestro tiempo. Con su amiga al lado y una maleta de cartn llena de libros bajo el asiento, contempl un metlico amanecer mientras las fbricas del Medio Oeste americano se deslizaban en sucesin interminable ante la ventanilla batida por la lluvia.Amrica era el corazn del mundo. La regin que bordea los Grandes Lagos era el corazn industrial de Amrica. Y la fbrica era el ncleo palpitante de ese corazn de corazones: aceras, fundiciones de aluminio, talleres de herramientas y cojinetes, refineras de petrleo, fbricas de automviles, milla tras milla de sucios edificios vibrando por el funcionamiento de enormes mquinas para triturar, perforar, taladrar, doblar, soldar, forjar y fundir metales. La fbrica era el smbolo de toda la Era industrial y, para un muchacho educado en un semiconfortable hogar de la clase media baja, despus de cuatro aos de Platn y T. S. Elliot, de historia del arte y de teora social abstracta, el mundo que representaba era tan extico como Tashkent o la Tierra del Fuego.Pas cinco aos en esas fbricas, no como empleado o ayudante de personal, sino como pen de montaje, fresador, conductor de elevadora, soldador, operador de prensa taladradora... prensando paletas de hlice, reparando mquinas en una fundicin, construyendo gigantescas mquinas para el control del polvo en las minas africanas, dando los toques finales a las piezas de metal que pasaban con fragoroso estruendo por la cadena de montaje. Aprend de primera mano cmo luchaban los obreros de las fbricas por ganarse la vida en la Era industrial.

Tragu el polvo, el sudor y el humo de la fundicin. Mis odos parecieron estallar bajo el silbido del vapor, la estridencia de cadenas, el rugido de cimentadoras. Sent el calor de las coladas de acero al rojo blanco. Chispas de acetileno dejaron cicatrices de quemaduras en mis piernas. Ech en una prensa millares de piezas, repitiendo movimientos idnticos hasta que mi mente y mis msculos parecan gritar. Observ a los directores que mantenan en sus puestos a los obreros, hombres vestidos con camisa blanca y constantemente acosados por el afn de obtener rendimientos mayores. Ayud a una mujer de sesenta y cinco aos a levantarse de la ensangrentada mquina que acababa de arrancarle cuatro dedos de la mano, y an me parece estar oyendo sus gritos: "Dios mo, no podr volver a trabajar!"La fbrica. Larga vida a la fbrica! Hoy, incluso mientras se construyen nuevas fbricas, est agonizando la civilizacin que convirti la fbrica en una catedral. Y en alguna parte, en estos mismos momentos, otros hombres y mujeres jvenes estn penetrando a travs de la noche en el corazn de la naciente civilizacin de la tercera ola. A partir de aqu, nuestra tarea ser incorporarnos, como si dijramos, a su bsqueda del maana.Si pudiramos seguirles hasta su destino, adonde llegaramos? A las rampas de lanzamiento que arrojan al espacio exterior llameantes vehculos y fragmentos de conciencia humana? A laboratorios oceangraficos? A familias comunales? A equipos que trabajan sobre la inteligencia artificial? A apasionadas sectas religiosas? Estn viviendo en voluntaria sencillez? Estn trepando por la escala social? Estn entregando armas a terroristas? Dnde se est forjando el futuro?Si nosotros mismos nos hallramos planeando una expedicin similar al futuro, cmo prepararamos nuestros mapas? Es fcil decir que el futuro empieza en el presente. Pero, qu presente? Nuestro presente rebosa de paradojas.Nuestros hijos estn extraordinariamente informados acerca de drogas, sexo o lanzamientos espaciales; algunos saben de computadores ms que sus padres. Sin embargo, los niveles escolares descienden en picado. Continan aumentando las tasas de divorcio, pero tambin las de segundos y ulteriores matrimonios. Surgen antifeministas en el momento exacto en que las mujeres conquistan derechos que incluso los antifeministas apoyan. Los homosexuales reclaman sus derechos y salen a la luz... slo para encontrarse a Anita Bryant esperndoles.Una desatada inflacin atenaza a todas las naciones de la segunda ola; sigue incrementndose el desempleo, en contradiccin con todas nuestras teoras clsicas. Al mismo tiempo, desafiando la lgica de la oferta y la demanda, millones de personas estn exigiendo, no ya simplemente empleos, sino trabajos que sean creadores, psicolgicamente satisfactorios o socialmente responsables. Las contradicciones econmicas se multiplican.En poltica, los partidos pierden la fidelidad de sus miembros en el preciso momento en que cuestiones clave -la tecnologa, por ejemplo- se estn tornando ms politizadas que nunca. Entretanto, en amplias regiones de la Tierra aumenta el poder de los movimientos nacionalistas... en el preciso instante en que la nacin-Estado se ve sometida a un ataque cada vez ms intenso en nombre del globalismo o de la conciencia planetaria.Frente a tales contradicciones, cmo podramos ver por detrs de las tendencias y contratendencias? Nadie, ay!, tiene una mgica respuesta a esa pregunta. Pese a todo el material de los computadores, a los abigarrados diagramas y a los modelos y matrices matemticas que utilizan los investigadores futuristas, nuestros intentos de atisbar en el maana -e incluso de comprender el hoy- siguen siendo ms un arte que una ciencia.La investigacin sistemtica puede ensearnos mucho. Pero al final debemos acoger, no desechar, paradoja y contradiccin, presentimiento, imaginacin y audaz (aunque tentativa) sntesis.Al explorar el futuro en las pginas que siguen, debemos, por tanto, hacer algo ms que identificar las tendencias principales. Por difcil que pueda ser, debemos resistir la tentacin de dejarnos seducir por lneas rectas. La mayora de la gente -incluidos muchos futuristas- concibe el maana como una mera extensin del hoy, olvidando que las tendencias, por poderosas que parezcan, no se limitan a continuar de una manera lineal. Llegan a puntos de culminacin, en los cuales explotan en nuevos fenmenos. Invierten su direccin. Se detienen y arrancan. El hecho de que algo est sucediendo ahora, o haya estado sucediendo durante trescientos aos, no constituye ninguna garanta de que vaya a continuar. En las pginas sucesivas escrutaremos precisamente esas contradicciones, conflictos, cambios de direccin y puntos de ruptura que hacen del futuro una permanente sorpresa.Ms importante: escrutaremos las conexiones ocultas entre acontecimientos que, en la superficie, parecen desprovistos de toda relacin. De poco sirve predecir el futuro de los semiconductores de energa, o el futuro de la familia (aunque sea la familia de uno mismo), si la prediccin deriva de la premisa de que todo lo dems se mantendr inmutable. Pues nada permanecer inmutable. El futuro es fluido, no petrificado. Est formado por nuestras mudables y cambiantes decisiones cotidianas, y cada acontecimiento influye sobre todos los dems.La civilizacin de la segunda ola hizo extraordinario hincapi en nuestra capacidad para descomponer los problemas en sus elementos constitutivos; nos recompens menos frecuentemente por nuestra capacidad para ensamblar de nuevo las piezas. La mayora de las personas son culturalmente ms hbiles como analizadoras que como sintetizadoras. A ello se debe el que nuestras imgenes del futuro (y de nosotros mismos en ese futuro) sean tan fragmentarias, casuales... y equivocadas. Nuestra tarea aqu ser pensar como generalistas, no como especialistas.Tengo la conviccin de que nos encontramos en la actualidad al borde de una nueva Era de sntesis. En todos los campos intelectuales, desde las ciencias puras hasta la sociologa, la psicologa y la economa -especialmente la economa-, es probable que presenciemos un retorno al pensamiento a gran escala, a la teora general, al ensamblamiento de piezas ahora dispersas. Pues estamos empezando a comprender que nuestro obsesivo nfasis sobre el detalle cuantificado sin atencin al contexto, sobre la medicin progresivamente ms precisa de problemas progresivamente ms pequeos, no hace sino dejarnos sabiendo cada vez ms cosas sobre cada vez menos cosas.Por tanto, nuestro sistema a partir de ahora ser buscar esas corrientes de cambio que estn sacudiendo nuestras vidas, descubrir las conexiones subterrneas existentes entre ellas, no slo porque cada una de esas corrientes es importante en s misma, sino tambin por la forma en que todas ellas van reunindose para constituir ros de cambio ms anchos, ms profundos, ms rpidos, que, a su vez, confluyen en algo de dimensiones an mayores: la tercera ola.Como el joven que se puso en marcha en el momento central del siglo para encontrar el corazn del presente, nosotros empezamos ahora nuestra bsqueda del futuro. Puede que esa bsqueda sea lo ms importante de nuestras vidas.

LAS CUMBRES DOMINANTESEl 8 de agosto de 1960, un ingeniero qumico nacido en Virginia del Oeste y llamado Monroe Rathbone tom en su despacho de la plaza de Rockefeller, en Manhattan, una decisin que quiz futuros historiadores elijan algn da para simbolizar el fin de la Era de la segunda ola.Pocos prestaron la menor atencin aquel da, cuando Rathbone, ejecutivo jefe de la gigantesca Exxon Corporation, adopt medidas para reducir los impuestos que Exxon pagaba a los pases productores de petrleo. Su decisin, aunque ignorada por la Prensa occidental, cay como un rayo en los Gobiernos de esos pases, ya que virtualmente todos sus ingresos procedan de los pagos realizados por las Compaas petrolferas.A los pocos das, las dems Compaas petrolferas importantes haban seguido el ejemplo de Exxon. Y un mes despus, el 9 de setiembre, en la ciudad de Bagdad, delegados de los pases ms afectados se reunieron en consejo de emergencia. Puestos entre la espada y la pared, se constituyeron en comit de los Gobiernos exportadores de petrleo. Durante trece aos, las actividades de este comit, e incluso su nombre, permanecieron ignoradas fuera de las pginas de unas cuantas publicaciones especializadas. Hasta 1973, es decir, cuando estall la guerra del Yom Kippur y la Organizacin de Pases Exportadores de Petrleo sali sbitamente de las sombras. Estrangulando los suministros mundiales de crudos, hizo precipitarse en un estremecedor picado a toda la economa de la segunda ola.Lo que hizo la OPEP, aparte de cuadruplicar sus ingresos procedentes del petrleo, fue acelerar una revolucin que se estaba ya fraguando en la tecnosfera de la segunda ola.

EL ENTORNO INTELIGENTEMuchos pueblos crean -y algunos siguen creyendo- que, tras la inmediata realidad fsica de las cosas, existen espritus, que incluso objetos Carentemente desprovistos de vida tienen en su interior una fuerza viviente: tnana. Los indios sioux la llamaban wakan. Los algonquinos, manit. Los fcoqueses, orenda. Para esos pueblos, todo el entorno est vivo.En la actualidad, al tiempo que construimos una nueva infosfera para una civilizacin de tercera ola, estamos impartiendo no vida, sino inteligencia, al "muerto" entorno en que nos hallamos inmersos.La clave de este avance evolutivo es, naturalmente, el computador. Combinacin de memoria electrnica con programas que le dicen a la mquina cmo procesar los datos almacenados, los computadores eran todava una curiosidad identifica a principios de la dcada de 1950. Pero entre 1955 y 1965, la dcada en que la tercera ola inici su avance en los Estados Unidos, empezaron a introducirse lentamente en el mundo de los negocios. Al principio eran instalaciones aisladas, de modesta capacidad, empleadas, fundamentalmente, con fines financieros. Antes de que transcurriera mucho tiempo, mquinas de enorme capacidad comenzaron a entrar en sedes de grandes empresas y fueron aplicadas a diversas tareas. Desde 1965 hasta 1977 -dice Harvey Poppel, vicepresidente de Booz Alien & Hamilton-, asesores de direccin estuvimos en la "Era del gran computador central... Representa el eptome, la manifestacin final del pensamiento de la Edad maquinista. Es el logro culminante, un gran supercomputador enterrado a centenares de pies bajo el centro en un... medio ambiente antisptico... a prueba de bomba... dirigido por un puado de supertecncratas".Eran tan impresionantes estos gigantes centralizados, que no tardaron en constituir parte caracterstica de la mitologa social. Productores de pelculas, humoristas y escritores de ciencia-ficcin, utilizndolos para simbolizar el futuro, representaban rutinariamente al computador como un cerebro omnipotente, una masiva concentracin de inteligencia sobrehumana.Pero durante los aos 70, la realidad super a la ficcin, dejando atrs una anticuada imaginera. Al progresar la miniaturizacin con la rapidez del rayo, al aumentar la capacidad del computador y descender en vertical los precios por funcin, empezaron a brotar por todas partes pequeos minicomputadores, baratos y eficaces. Cada sucursal de fbrica, oficina de ventas o departamento de ingeniera reclamaba el suyo. De hecho, as aparecieron tantos computadores, que las Compaas perdan a veces la cuenta de los que tenan. La "potencia cerebral" del computador no se hallaba ya concentrada en un nico punto: estaba "distribuida".Esta dispersin de la inteligencia del computador est progresando ahora con gran rapidez. En 1977, los gastos dedicados a lo que ahora se denomina "procesamiento de datos distribuidos", o PDD, se elevaron, en los Estados Unidos, a trescientos millones de dlares. Segn la International Data Corporation, destacada firma de investigacin en este campo, la cifra pasar a ser de tres mil millones para 1982. Mquinas pequeas y baratas, que no requieran ya especial adiestramiento en computadores, sern pronto tan omnipresentes como la mquina de escribir. Estamos "inyectando inteligencia" en nuestro entorno laboral.Adems, fuera de los confines de la industria y el Gobierno se est desarrollando un proceso paralelo, basado en ese artilugio que no tardar en hacerse ubicuo: el computador casero. Hace cinco aos, era despreciable el nmero de computadores caseros o personales. Hoy se estima que 300.000 computadores zumban y susurran en salas de estar, cocinas y estudios de un extremo a otro de Amrica. Y esto, antes de que grandes fabricantes, como IBM y Texas Instruments, lancen sus campaas de ventas.Los computadores caseros no tardarn en venderse por poco ms que un aparato de televisin.Estas mquinas inteligentes estn ya siendo usadas para todo: desde calcular los impuestos de la familia, hasta controlar la utilizacin de energa en el hogar, practicar juegos, llevar un archivo de recetas, recordar a sus dueos citas prximas y servir como "mquinas de escribir pensantes". Pero esto no ofrece ms que un leve atisbo de todas sus potencialidades.Telecomputing Corporation of Amrica ofrece un servicio llamado simplemente The Source, que, por un coste minsculo, proporciona al usuario del computador acceso instantneo a la agencia de noticias United Press International; una gran variedad de datos del mercado; programas educativos para ensear a los nios aritmtica, ortografa, francs, alemn o italiano; la pertenencia a un club de descuentos computadorizados o compradores; reservas instantneas de hoteles o pasajes y ms.

EL HOGAR ELECTRONICOOculto en el interior de nuestro avance hacia un nuevo sistema de produccin se halla un potencial de cambio social de alcance tan sorprendente que muy pocos entre nosotros se han mostrado dispuestos a enfrentarse con su significado. Pues estamos a punto de revolucionar tambin nuestros hogares.Aparte estimular unidades de trabajo ms pequeas, aparte permitir una descentralizacin y desurbanizacin de la produccin, aparte alterar el carcter actual del trabajo, los nuevos sistemas de produccin podran desplazar literalmente a millones de puestos de trabajo de las fbricas y oficinas a donde las llev la segunda ola y devolverlas a su primitivo lugar de procedencia: el hogar. Si esto sucediera, todas las instituciones que conocemos, desde la familia hasta la escuela y la corporacin, quedaran transformadas.Hace trescientos aos, contemplando a masas de campesinos segar un campo, slo un loco habra soado en que llegara el da en que los campos quedaran despoblados y las gentes se apiasen en fbricas urbanas para ganarse el pan. Y slo un loco habra tenido razn. Hoy se requiere un acto de valor para sugerir que nuestras ms grandes fbricas y edificios de oficinas pueden, en el curso de nuestras vidas, quedar medio vacos, reducidos a ser utilizados como fantasmales almacenes o convertidos en viviendas. Y, sin embargo, esto es precisamente lo que el nuevo modo de produccin hace posible: un retorno a la industria hogarea sobre una nueva base electrnica y con un nuevo nfasis en el hogar como centro de la sociedad.Sugerir que millones de nosotros podemos pasarnos el tiempo en casa, en lugar de ir a una oficina o una fbrica, es desencadenar una inmediata lluvia de objeciones. Y hay muchas razones sensatas para el escepticismo. "La gente no quiere trabajar en casa, aunque pudiera. Mira cmo se esfuerzan todas las mujeres por salir de casa para ponerse a trabajar fuera!" "Cmo puede uno trabajar con los cros correteando por la casa?" "La gente no se sentir motivada si no hay un jefe vigilando." "La gente necesita el contacto con otras personas para desarrollar la confianza y la seguridad necesarias para trabajar juntas." "La arquitectura del hogar medio no es adecuada para ello." "Qu quiere decir con eso de trabajar en casa... instalar en cada stano un alto horno en miniatura?" "Y si lo prohiben las normas urbansticas y los caseros?" "Los sindicatos lo impedirn." "Y los impuestos? Hacienda est endureciendo su postura con respecto a las deducciones por trabajar en casa." Y la objecin definitiva: "Cmo, quedarme todo el da en casa con mi mujer [o marido]?"Hasta el viejo Karl Marx habra fruncido el ceo. Trabajar en casa -consideraba l- era una forma reaccionaria de produccin, porque "la aglomeracin en un taller" era "condicin necesaria para la divisin del trabajo en la sociedad". En suma, haba -y hay- muchas razones -y seudorrazones- para considerar la idea totalmente estpida.

Trabajo a domicilioSin embargo, haba razones igualmente poderosas, si no ms, hace trescientos aos, para creer que la gente nunca saldra del hogar y del campo para trabajar en fbricas. Despus de todo, haba trabajado en su casa y en la tierra vecina durante diez mil aos, no slo trescientos. Toda la estructura de la vida familiar, el proceso de educacin de los nios y formacin de la personalidad, el sistema entero de propiedad y poder, la cultura, la lucha cotidiana por la existencia... todo ello se hallaba ligado al hogar y a la tierra por un millar de invisibles cadenas. Pero esas cadenas no tardaron en saltar en pedazos tan pronto como apareci un nuevo sistema de produccin.Eso mismo est volviendo a suceder hoy, y todo un grupo de fuerzas sociales y econmicas estn convergiendo para cambiar el lugar del trabajo.En primer lugar, el cambio de una fabricacin de segunda ola a una nueva y ms avanzada fabricacin de tercera ola reduce, como hemos visto, el nmero de operarios que realmente tienen que manipular mercancas fsicas. Esto significa que aun en el sector de fabricacin se est realizando una cantidad cada vez mayor de trabajo que -supuesta la adecuada configuracin de las telecomunicaciones y otro material- podra ser realizado en cualquier parte, incluyendo la propia sala de estar. Y no se trata de una fantasa de ciencia-ficcin.Cuando la Western Electric pas de producir material interruptor electromecnico para la compaa de telfonos a fabricar equipo interruptor electrnico, la fuerza de trabajo de sus avanzadas instalaciones en el Norte de Illinois qued transformada. Antes del cambio, los obreros de produccin superaban a los empleados y tcnicos en la proporcin de tres a uno. Hoy, la relacin es de uno a uno. Esto significa que la mitad de los dos mil trabajadores manipulan ahora informacin en vez de cosas, y gran parte de su trabajo puede efectuarse en casa.Dom Cuomo, director de ingeniera en la Northern Illinois, lo ha expresado con claridad: "Si se incluyen los ingenieros, entre el diez y el veinticinco por ciento de lo que se hace aqu podra hacerse en casa con la tecnologa existente."El director de ingeniera de Cuomo, Gerald Mitchell, fue ms lejos incluso. "Teniendo todo en cuenta -declar-, entre seiscientos y setecientos de los dos mil podran ahora, con la tecnologa existente, trabajar en casa. Y dentro de cinco aos, podramos ir mucho ms all."Estas informadas estimaciones son notablemente similares a las formuladas por Dar Howard, director de fabricacin de la factora Hewlett-Packard en Colorado Springs: "Tenemos mil obreros en la fabricacin real. Tecnolgicamente, quiz 250 de ellos podran trabajar en su casa. La logstica sera complicada, pero el utilaje y el capital no supondran obstculo. En el campo de la investigacin y el desarrollo, si est uno dispuesto a invertir en terminales (de computadores), entre la mitad y las tres cuartas partes podran tambin trabajar en casa." En Hewlett-Packard, eso totalizara entre 350 y 520 trabajadores ms.

LA FAMILIA DEL FUTURODurante la gran depresin de los aos 30, millones de hombres se quedaron sin trabajo. Al cerrarse ante ellos las puertas de las fbricas, muchos se desplomaron en abismos de desesperacin y culpabilidad, quebrantada su autoestima por la rosada papeleta de despido.Finalmente, el desempleo pas a ser visto a una luz ms sensata, no como resultado de la holgazanera o el fracaso moral del individuo, sino de fuerzas gigantescas que escapaban al control de la persona. La mala distribucin de la riqueza, la inversin miope, la especulacin desatada, polticas comerciales estpidas, un Gobierno inepto... sas, no la debilidad personal de los obreros despedidos, eran las causas del desempleo. Los sentimientos de culpabilidad eran, en la mayor parte de los casos, ingenuamente inapropiados.Hoy, una vez ms, los egos individuales se estn rompiendo como cascarones de huevos lanzados contra la pared. Ahora, sin embargo, la culpabilidad est asociada al derrumbamiento de la familia nuclear, ms que de la economa. Millones de hombres y mujeres sufren tambin los tormentos del autorreproche mientras emergen de entre los restos de sus matrimonios naufragados. Y, una vez ms, gran parte de la culpabilidad se encuentra errneamente asignada.Cuando es una pequea minora la afectada, el resquebrajamiento de sus familias puede que refleje la existencia de fracasos individuales. Pero cuando el divorcio, la separacin y otras formas de desastre familiar alcanzan simultneamente a millones de personas en muchos pases, es absurdo pensar que las causas sean puramente personales.De hecho, la actual quiebra de la familia forma parte de la crisis general del industrialismo... el derrumbamiento de todas las instituciones levantadas por la segunda ola. Forma parte del despeje del terreno para dejar lugar a una sociosfera de tercera ola. Y este traumtico proceso, reflejado en nuestras vidas individuales es lo que est alterando el sistema familiar hasta hacerlo irreconocible.En la actualidad se nos dice repetidamente que "la familia" se est disgregando, o que "la familia" constituye nuestro problema nmero uno. El presidente Jimmy Crter declara: "Es evidente que el Gobierno nacional debe tener una poltica favorable a la familia... No puede haber ninguna prioridad ms urgente." Trtese de predicadores, Primeros Ministros o de la Prensa, la piadosa retrica resulta en todos los casos muy semejante. Pero cuando hablan de "la familia" no se refieren a la familia en toda su exuberante variedad de formas posibles, sino a un tipo particular de familia: la familia de la segunda ola.En lo que realmente suelen estar pensando es en un marido dedicado a ganar el pan, una esposa ama de casa y varios hijos pequeos. Aunque existen otros muchos tipos de familia, fue esta particular forma familiar -la familia nuclearia que la civilizacin de la segunda ola idealiz, hizo dominante y extendi por todo el mundo.Este tipo de familia se convirti en el modelo clsico y socialmente aprobado porque su estructura se ajustaba perfectamente a las necesidades de una sociedad de produccin en serie, con valores y estilos de vida ampliamente compartidos, poder burocrtico jerrquico y una clara separacin entre vida hogarea y vida laboral.Hoy, cuando las autoridades nos instan a "restaurar" la familia, es a esta familia nuclear de segunda ola a la que se refieren de ordinario. Y, con ello, no slo yerran en el diagnstico del problema, sino que revelan tambin una pueril ingenuidad con respecto a las medidas que realmente sera preciso adoptar para devolver a la familia nuclear su antigua importancia.As, las autoridades culpan frenticamente de la crisis de la familia a todo, desde los "mercaderes de obscenidad", hasta la msica rock. Unos dicen que la oposicin al aborto, o la eliminacin de la educacin sexual, o la resistencia al feminismo, volver a unir de nuevo a la familia. O preconizan la realizacin de cursos de "educacin familiar". El principal estadstico del Gobierno de los Estados Unidos sobre asuntos familiares desea "educacin ms eficaz" para ensear a la gente a casarse con ms acierto, o, si no, un "sistema atractivo y cientficamente comprobado para la seleccin de cnyuge". Lo que necesitamos -dicen otros- son ms consejeros matrimoniales e incluso ms relaciones pblicas para dar una mejor imagen a la familia. Ciegos a las formas en que las olas histricas de cambio influyen sobre nosotros, formulan propuestas bien intencionadas y, con frecuencia, necias que fallan por completo el blanco.

LA CUARTA OLA Segn Alvin Toffler futurlogo- tras la Primera Ola (agricultura) y la Segunda Ola (manufactura) sigue la Tercera Ola que se centra en los activos digitales, en el capital intelectual, y en los procesos de interaccin y de trabajo.

Pero lo que ahora tenemos en puerta es la Cuarta Ola.

Vender ms, satisfacer al mercado, ganar dinero, correr ms rpido que la competencia, adoptar mejor tecnologa, estar a la vanguardia; todo esto conlleva a su vez costos personales, y es aqu justamente donde se vislumbra esta rentable y gran industria del mundo.

Hace falta acuar un trmino a la suma total de industrias que pretenden: curar heridas, llenar vacos, encontrar respuestas, y regresar a la persona su balance de vida.

Esta suma incluye un amplio rango de giros: gimnasios, religiones, spas, control mental, mtodos alternativos de sanacin, turismo, meditacin, arte, yoga, tai chi, organizaciones para encontrar pareja, entretenimiento, etc., y por eso vale billones de dlares.

Es que siempre que ganamos algo, perdemos algo; y siempre que perdemos algo, ganamos algo.

La tecnologa no es intrnsecamente mala, ni se trata de una postura en contra del progreso de la Ciencia. Pero para que sea autnticamente progreso, tiene que ser cuestionado, criticado, pulido.

Lo que ocurre con la Tercera Ola -con todas sus ventajas y contribuciones- es que trae consigo una deshumanizacin implcita: relaciones virtuales, mecanizacin, interaccin remota, intimidad annima, aislamiento. Continuamente estamos conectados con celulares, faxes, mails, ancho de banda, y encendemos algo, lo que sea, cuando sentimos que acecha la angustia del silencio.

La tecnologa acerca a la gente, pero tambin tiene el potencial de alejarla porque como ya se est en contacto, entonces el verdadero contacto se pospone o se evita. La tecnologa avanza y amenaza -en la mente de muchos- al humanismo.

Y la cultura pop recoge esta mitologa: en I Robot de Assimov- el robot entra en conflicto al pretender humanizarse; en Odisea 2001 del Espacio la computadora quiere vivir y toma el control de la nave; en Matrix se libra una guerra frontal por la existencia entre humanos y mquinas.

No slo es la tecnologa la que puede deshumanizar, tambin est el sistema de vida.

El dinero, la fama y el xito tienen un precio y en muchos casos es la autodestruccin. La lucha por hacerla subordina tanto a la persona que puede acabar perdiendo su misma esencia.

Los costos por incapacidades y enfermedades siguen en aumento por el mundo. Solamente en Estados Unidos se estima que las empresas pierdan entre 200 y 300 billones de dlares al ao por bajas de productividad -incluyendo los gastos mdicos- debido al stress.

La carrera capitalista no cesa. Una ganancia obliga a otra. Un compromiso genera otro. Es como un tren del que no se puede bajar porque va demasiado rpido; adems, nuestro grupo de referencia siempre anda en lo mismo.

De ah la afirmacin de Nietzsche: vivimos atorados entre tener una vida sin precedente (la de generacin) o una vida con precedente (la de la escasez); entre ser la excepcin o ser la regla; entre ser original o ser copia.

Nuestras acciones y decisiones, pueden provenir de la parte fuerte y la potencia creativa -que quiere manifestarse- o pueden venir de la parte ansiosa y dbil -que quiere a toda costa la aceptacin convencional-.

Por eso el borreguismo, las modas, el querer imitar a otros, copiar formas aprobadas de ser, el deseo por afiliarse y pertenecer.

El consumismo: querer ms, comprar ms, tener ms es otro acicate de los tiempos.

La felicidad, al estilo de Platn, nace del mismo deseo de ser feliz. Y ah empieza la paradoja: el deseo depende de la carencia. La implicacin es curiosa: cuando la carencia se llena, cuando el objeto se tiene; la carencia desaparece y con ella el deseo puesto que slo se desea lo que no se tiene.

Como un prembulo a la Cuarta Ola, Vctor Frankl -sobreviviente Auschwitz, psiquiatra viens, fundador de Logoterapia- aseguraba que hoy en da el padecimiento predominante es la falta de sentido personal. Y el sntoma ms representativo de esta carencia es el aburrimiento. La Cuarta Ola, da la impresin de nacer como una respuesta necesaria para los excesos de la Tercera Ola. Y Lou Marinoff con su propia batalla- pone el dedo en la llaga y anuncia la llegada de otra industria nueva. Marinoff, equipado con un doctorado en filosofa, est causando revuelo por el mundo de la salud mental en funcin de que quiere tratar a pacientes con problemas existenciales -de su trabajo y/o de sus relaciones personales- con uno de los esquemas ms antiguos: filosofa. Su argumento lo centra sin que mencione a Frankl- de que muchos de los problemas actuales de falta de sentido y direccin en la vida podran atenderse con la filosofa.

Psiclogos y psiquiatras -quiz en parte porque son competencia directa- han puesto el grito en el cielo porque dicen que sin entrenamiento clnico un filsofo terapeuta errneamente podra recetar a Heidegger, en lugar de recetar un medicamento. Pero Marinoff asegura que la gente est cansada de que mdicos y psiquiatras se la pasen recomendando qumicos para eliminar sntomas, a pesar de que muchos de los problemas de las personas no son ni qumicos ni psicolgicos, sino filosficos.

No se tiene que estar clnicamente enfermo, ni cargar una bronca no resuelta de la niez, para autnticamente querer ayuda a contestar las preguntas de la humanidad como la muerte, el propsito de vida, el sufrimiento perenne de la condicin humana. Incluso entre ms sanas las personas, ms preguntas vlidas tienden a hacerse sobre la tica de vida y sus principios.

DESCIFRANDO LAS NUEVAS REGLASEn millones de hogares de la clase media se representa un drama ritual: el hijo o hija recientemente graduado llega tarde a cenar, grue, tira al suelo los anuncios en que ofrecen empleos y proclama que trabajar de nueve a cinco es una degradante estupidez. Ningn ser humano con una brizna de dignidad se sometera al rgimen "de nueve a cinco".Entran los padres.El padre, recin llegado de su empleo de nueve a cinco, y la madre, exhausta y deprimida tras el pago de la ltima remesa de facturas, estn consternados. Ya Otras veces han pasado por esta situacin. Habiendo vivido pocas buenas y pocas malas, sugieren un empleo seguro en una gran corporacin. El joven suelta una risita burlona. Las compaas pequeas son mejores. Ninguna compaa es la mejor de todas. Ampliar sus estudios? Para qu? Es una terrible prdida de tiempo!Horrorizados, los padres ven cmo sus sugerencias son rechazadas una tras otra. Su frustracin crece hasta que, al fin, articulan el ltimo lamento parental: Cundo vas a enfrentarte con el mundo real?Estas escenas no se limitan a los hogares acomodados de los Estados Unidos, ni aun de Europa. Mogoles empresariales japoneses refunfuan, mientras toman su sak, acerca de la rpida decadencia de la tica del trabajo y la lealtad a la Corporacin, sobre la puntualidad industrial y la disciplina entre los jvenes. Incluso en la Unin Sovitica, los padres de la clase media se ven enfrentados, desafos semejantes por parte de la juventud.Es, simplemente, otro caso de pater les parents... el tradicional conflicto generacional? O hay aqu algo nuevo? Puede ser que los jvenes y sus padres no estn hablando del mismo "mundo real"?El hecho es que no nos hallamos presenciando meramente la clsica confrontacin entre jvenes romnticos y adultos realistas. Pero lo que antes era realista puede no serlo ya. Pues el cdigo bsico de comportamiento que contiene las reglas bsicas de la vida social est cambiando rpidamente a medida que avanza la tercera ola.Hemos visto cmo la segunda ola trajo consigo un "cdigo" de principios o normas que regan el comportamiento cotidiano. Principios tales como sincronizacin, uniformizacin o maximizacin eran aplicados en el comercio, en el Gobierno y en una vida cotidiana obsesionada por la puntualidad y los horarios.En la actualidad est haciendo su aparicin un contracdigo... nuevas reglas bsicas para la nueva vida que estamos construyendo sobre una economa desmasificada, sobre medios de comunicacin desmasificados, sobre nuevas estructuras familiares y corporativas. Muchas de las batallas, aparentemente absurdas, entre jvenes y viejos, as como otros conflictos que tienen lugar en nuestras aulas, salas de juntas y crculos polticos no son, en realidad, sino enfrentamientos sobre qu cdigo ha de aplicarse.El nuevo cdigo ataca directamente gran parte de aquello en que se ha enseado a creer a la persona de la segunda ola, desde la importancia de la puntualidad y la sincronizacin, hasta la necesidad de conformidad y uniformizacin. Pone en tela de juicio la presunta eficiencia de la centralizacin y la profesionalizacin. Nos fuerza a reconsiderar nuestra conviccin de que lo ms grande es mejor y nuestras nociones de "concentracin". Comprender este nuevo cdigo, y cmo se opone al antiguo, es comprender al instante muchos de los conflictos, de otro modo desconcertantes, que se arremolinan a nuestro alrededor, agotando nuestras energas y amenazando nuestro poder, prestigio o salario personales.Tomemos el caso de los padres frustrados. Como hemos visto, la civilizacin de la segunda ola sincroniz la vida cotidiana, enlazando los ritmos del sueo y la vigilia, del trabajo y el juego, al subyacente latido de las mquinas. Educados en esta civilizacin, los padres dan por sentado que es preciso sincronizar el trabajo, que todo el mundo debe llegar al mismo tiempo a su puesto de trabajo, que el congestionado trfico de las horas punta es inevitable, que se deben establecer horas fijas de comidas y que hay que inculcar a los nios, desde su ms temprana edad, la atencin al tiempo y la puntualidad. No pueden comprender por qu sus hijos parecen tan irritantemente indiferentes al cumplimiento de las citas y por qu, si el trabajo de nueve a cinco (o el trabajo durante cualquier otro perodo fijo) era lo suficientemente bueno en el pasado, sus hijos tienen que considerarlo de pronto intolerable.

LA PERSONALIDAD DEL FUTUROA medida que irrumpe en nuestras vidas cotidianas una nueva civilizacin nos vamos preguntando si no nos habremos quedado anticuados tambin nosotros. Al ser puestos en cuestin tantos de nuestros valores, costumbres, rutinas y respuestas, no es de extraar que a veces nos sintamos gentes del pasado, reliquias de la civilizacin de la segunda ola. Pero si algunos de nosotros somos realmente anacronismos, hay tambin entre nosotros gentes del futuro, ciudadanos anticipativos, por as decirlo, de la prxima civilizacin de la tercera ola? Cuando contemplamos la decadencia y la desintegracin que nos rodean, podemos ver los emergentes rasgos de la personalidad del futuro, el advenimiento, por as decirlo, de un "hombre nuevo"?Si es as, no sera la primera vez que se cree percibir en el horizonte un homme nouveau. En un brillante ensayo, Andr Reszler, director del Centro de Cultura Europea, ha descrito anteriores intentos de predecir el advenimiento de un nuevo tipo de ser humano. Por ejemplo, a finales del siglo XVIII hubo el "Adn americano", hombre nacido en Amrica del Norte y supuestamente desprovisto de los vicios y defectos del europeo. A mediados del siglo XX se supuso que el hombre nuevo haba de aparecer en la Alemania de Hitler. "El nazismo -escribi Hermann Rauschning- es ms que una religin; es la voluntad de crear el superhombre." Este robusto "ario" sera en parte campesino, en parte guerrero, en parte Dios. "Yo he visto al hombre nuevo -confi una vez Hitler a Rauschning-. Es intrpido y cruel. Me he sentido asustado ante l."La imagen de un hombre nuevo -pocos hablan jams de una "mujer nueva", excepto como rectificacin- obsesion tambin a los comunistas. Los soviticos hablan todava de la llegada del "hombre socialista". Pero fue Trotski quien ms poticamente se expres sobre el humano del futuro. "El hombre ser incomparablemente ms fuerte, ms sabio y ms perceptivo. Su cuerpo se tornar ms armonioso; sus movimientos, ms rtmicos; su voz, ms melodiosa.Sus formas de vida adquirirn una calidad intensamente dramtica. El hombre medio alcanzar el nivel de un Aristteles, de un Goethe, de un Marx."Hace nada ms que una o dos dcadas, Frantz Fann anunciaba el advenimiento de un hombre nuevo que tendra una "mente nueva". Che Guevara vea su hombre ideal del futuro como poseedor de una vida interior ms rica. Cada imagen es diferente.Pero Reszler seala persuasivamente que, por detrs de la mayor parte de estas imgenes del "hombre nuevo" acecha nuestro viejo conocido el noble salvaje, una criatura mtica dotada de toda clase de cualidades que la civilizacin, supuestamente, ha corrompido o difuminado. Reszler pone adecuadamente en tela de juicio esta idealizacin de lo primitivo, recordndonos que los regmenes que han intentado conscientemente engendrar un "hombre nuevo" han dejado, de ordinario, una estela de asolacin totalitaria.Por tanto, sera necio anunciar una vez ms el nacimiento de un "hombre nuevo" (salvo que, ahora en que los ingenieros genticos estn en ello, utilicemos la expresin en un aterrador y estricto sentido biolgico). La idea sugiere un prototipo, un nico modelo ideal que la civilizacin entera se esfuerza por emular. Y en una sociedad que avanza rpidamente hacia la desmasificacin, nada es ms inverosmil.No obstante, sera igualmente necio creer que unas condiciones materiales de vida fundamentalmente modificadas no afectan en absoluto a la personalidad o, para expresarlo con mayor precisin, al carcter social. A medida que cambiamos la estructura profunda de la sociedad, modificamos tambin a las personas. Aunque se creyera en una inmutable naturaleza humana, generalizada opinin que yo no comparto, la sociedad seguira premiando y favoreciendo ciertos rasgos y penalizando otros, originando con ello cambios evolutivos en la distribucin de caractersticas entre la poblacin.El psicoanalista Erich Fromm, que es quiz quien mejor ha escrito acerca del carcter social, lo define como "esa parte de la estructura de su carcter que es comn a la mayora de los miembros del grupo". En toda cultura -nos dice - existen caractersticas ampliamente compartidas que componen el carcter social. A su vez, el carcter social moldea a las personas de tal modo que "su comportamiento no es cuestin de decisin consciente respecto a si seguir o no la pauta social, sino de desear actuar como tienen que actuar y, al mismo tiempo, encontrar gratificacin en actuar conforme a las exigencias de la cultura".

CONCLUSIONES FINALES DEL TEMASe est formando una nueva civilizacin. Pero, dnde encajamos nosotros en ella? Los cambios tecnolgicos y las agitaciones sociales actuales, no significan el fin de la amistad, el amor, el compromiso, la comunidad y la solicitud hacia los dems? Las maravillas electrnicas del maana, no harn las relaciones humanas ms vacas y distantes de lo que son hoy?Son preguntas legtimas. Surgen de temores razonables, y slo un ingenuo tecncrata las desechara a la ligera. Pues si miramos a nuestro alrededor, encontramos abundantes pruebas de derrumbamiento psicolgico. Es como si hubiera estallado una bomba en nuestra "psicosfera" comunal. De hecho, estamos experimentando no slo la ruptura de la tecnosfera, la infosfera o la sociosfera de la segunda ola, sino tambin la ruptura de su psicosfera.En todas las naciones opulentas, la letana resulta ya familiar: crecientes tasas de suicidio juvenil, niveles de alcoholismo vertiginosamente altos, depresin psicolgica generalizada, vandalismo y delincuencia. En los Estados Unidos, las salas de urgencia se encuentran abarrotadas de jvenes toxicmanos de las ms diversas clases, por no mencionar las personas afectadas de "derrumbamientos nerviosos".Las industrias de asistencia social y salud mental conocen un extraordinario auge en todas panes. En Washington, una comisin presidencial sobre salud mental anuncia que la cuarta parte de los ciudadanos de los Estados Unidos padecen alguna forma de grave tensin emocional. Y un psiclogo del Instituto Nacional de Salud Mental, afirmando que casi ninguna familia se halla libre de alguna forma de desorden mental, declara que "la turbacin psicolgica... se halla en extremo generalizada en una sociedad americana que se siente confusa, dividida y preocupada por su futuro".Cierto que vagas definiciones y estadsticas poco fiables hacen sospechosas tales generaciones, y es doblemente cierto que las sociedades primitivas difcilmente constituan modelos de buena salud mental. Pero algo marcha terriblemente mal en nuestros das.Se respira una enorme tensin en la vida cotidiana. Los nervios estn de punta -como sugieren las rias y disparos en el Metro o en las colas de los surtidores de gasolina-, y la gente es incapaz de dominarse. Millones de personas estn literalmente hartas.Estn, adems, crecientemente hostigadas por un ejrcito, que parece aumentar sin cesar, de matones y psicpatas cuyo comportamiento antisocial es frecuentemente presentado con atractivos rasgos en los medios de comunicacin. En Occidente al menos vemos una perniciosa idealizacin de la locura, una glorificacin del inquilino del "nido de cuco". Los best-sellers proclaman que la locura es un mito, y surge en Berkeley una revista literaria dedicada a la idea de que "locura, genio y santidad pertenecen al mismo reino y deben recibir la misma reputacin y prestigio".Entretanto, millones de individuos buscan frenticamente su propia identidad o alguna terapia mgica que reintegre su personalidad, proporcione intimidad o xtasis instantneos o les conduzca a estados "superiores" de conciencia.Para finales de los aos setenta, un poderoso movimiento humano, extendindose hacia el Este desde California, haba engendrado unas ocho mil "terapias" diferentes, compuestas de retazos de psicoanlisis, religin oriental, experimentacin sexual, juegos y exaltacin de la fe religiosa. En palabras de un estudio crtico, "estas tcnicas eran pulcramente empaquetadas y distribuidas de costa a costa bajo nombres como Dinmica Mental, Arica y Control Mental Silva. La Meditacin Transcendental estaba ya siendo ofrecida como los cursos de lectura rpida; la Diantica de Cienciologa haba estado difundiendo con arreglo a las ms depuradas tcnicas de mercado su propia terapia desde los aos cincuenta. Al mismo tiempo, los cultos religiosos de Amrica se sumaron al movimiento, desplegndose por todo el pas en masivas acciones de proselitismo y recaudacin de fondos".Ms importante que la floreciente industria de potencial humano es el movimiento evanglico cristiano. Dirigindose a los sectores ms pobres y menos instruidos y mediante un sofisticado uso de la radio y la televisin, el movimiento de los "nacidos de nuevo" est conociendo un auge extraordinario. Buhoneros religiosos, subidos a su carro, mandan a sus seguidores en busca de salvacin en una sociedad que presentan como decadente y condenada.Esta oleada de malestar no ha golpeado con igual fuerza a todas las partes del mundo tecnolgico. Por esta razn, lectores de Europa y otros lugares pueden sentirse tentados a considerarlo como un fenmeno tpicamente americano, mientras en los propios Estados Unidos algunos lo consideran todava como otra manifestacin ms de la famosa extravagancia californiana.Ni una opinin ni otra podan estar ms lejos de la verdad. Si la turbacin y la desintegracin psquica se acusan con ms evidencia en los Estados Unidos, y especialmente en California, ello no hace sino reflejar el hecho de que la tercera ola ha llegado un poco antes que a otros lugares, haciendo que las estructuras sociales de la segunda ola se desplomen antes y ms espectacularmente.En efecto, una especie de paranoia ha descendido sobre muchas comunidades, y no slo en los Estados Unidos. En Roma y en Turn, los terroristas acechan por las calles. En Pars, e incluso en la antes pacfica Londres, aumenta el vandalismo. En Chicago, las personas de edad no se atreven a andar por las calles despus del anochecer. En Nueva York crepita la violencia en las escuelas y en el Metro. Y en California una revista ofrece a sus lectores una gua supuestamente prctica de "cursos para el manejo de pistolas, perros adiestrados para el ataque, alarmas antirrobo, artilugios de seguridad personal, cursos de autodefensa y sistemas de seguridad computadorizados".Al nivel ms simple e inmediato, por qu no crear un cuadro de "organizaciones de vida" profesionales y paraprofesionales? Por ejemplo, probablemente necesitamos menos psicoterapeutas adentrndose como topos en el id y en el ego, y ms personas que puedan ayudarnos, incluso en pequeos aspectos, a organizar nuestras propias vidas. Entre las expresiones de buenos propsitos que nunca llegan a cumplirse, figuran: "Maana mismo empezar a organizarme", o "voy a actuar con ms sensatez".Pero resulta cada vez ms difcil estructurar la propia vida en las actuales condiciones de elevada agitacin social y tecnolgica. La quiebra de las estructuras normales de la segunda ola, el excesivo nmero de estilos de vida entre los que se puede optar y las oportunidades educativas... todo ello, como hemos visto, acrecienta la dificultad. Para los menos acomodados, las presiones econmicas imponen una alta estructura. Para la clase media, y especialmente sus hijos, lo que ocurre es lo contrario. Por qu no reconocerlo as?Algunos psiquiatras realizan en la actualidad una funcin organizadora de la vida. En lugar de aos en el divn, ofrecen ayuda prctica para encontrar trabajo, localizar a un amigo o amante, confeccionar un presupuesto, seguir una dieta alimenticia, etc. Necesitamos muchos ms de estos asesores, suministradores de estructura, y no tenemos por qu avergonzarnos de solicitar sus servicios.

BIBLIOGRAFIA GENERAL :LINKOGRAFIA: http://www.monografias.com/trabajos82/tercera-ola-toffler/tercera-ola-toffler.shtml http://www.gestiopolis.com/Canales4/ger/lacuarta.htm http://es.wikipedia.org/wiki/La_tercera_ola http://www.laterceraola.org/ http://www.uv.mx/nueva_biologia/numero2/contenido3.htm http://www.eluniversal.com/2005/06/27/opi_art_27491B http://www.xing.com/net/gestion_del_conocimiento/gestion-de-lo-intangible-465472/la-cuarta-ola-28878891 http://filasiete.com/en-primera-persona/la-tercera-ola-la-historia-real/ http://foros.expansion.com/politica-y-economia/67260-cuarta-y-quinta-ola-google.html