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TERAPIA DE PAREJAS MIGUEL COSTA CARMEN SERRAT Miguel Costa y Carmen Serrat: Terapia de parejas Un enfoque conductual

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TERAPIA DE PAREJAS

MIGUEL COSTA

CARMEN SERRAT

Miguel Costa y Carmen Serrat:

Terapia de parejas

Un enfoque conductual

Page 2: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Primera edición en «El Libro de Bolsillo»: 1982

Segunda edición en «El Libro de Bolsillo»: 1985

Dibujos Emilio Ruiz de Arcamte y Rosaura García

© Miguel Costa y Carmen Serrat

© Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1982, 1985

Calle Milán, 38; 200 00 45

Fotocomposición Compobell, S. A. Patino (Murcia) ISBN: 84-206-1930-2

Depósito legal: M. H.074-1985

Papel fabricado por Sniace, S. A.

Impreso en Hijos de E. Minuesa, S. L.

Ronda de Toledo, 24. 28005 Madrid

Printed in Spain

Page 3: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Prólogo

Sin el amor que encanta

la soledad de un ermitaño espanta.

¡Pero es más espantosa todavía

la soledad de dos en compañía!

Ramón de CAMPOAMOR

Esta glosa poética de Campoamor sintetiza con precisión el estado final que con frecuencia suele alcanzarse en el proceso de deterioro de una pareja: “la soledad de dos en compañía”.

“De novios mieles, de casados hieles” reza otro dicho, esta vez popular y más prosaico, para describir igualmente el proceso seguido por muchas parejas cuya relación, como suele ocurrir en general, está llena de agasajos y de cumplidos en su comienzo y de desafectos e incomunicación en su final, cuando termina.

Merece la pena caer en la cuenta de este proceso prácticamente universal, al menos en la moderna sociedad occidental, con su pretendida libertad de vinculación y su canto al amor romántico y a la elección libre de pareja, donde la relación suele tener abundantes cosas positivas en sus comienzos, rayando con frecuencia en la exuberancia, para entrar, con no menos exuberante frecuencia, en un proceso, normalmente gradual, de deterioro hasta desembocar, en el mejor de los casos, en la ruptura más o menos aliviadora; y en el peor, aunque no el menos frecuente, en la institucionalización de la incomunicación o el ataque sutil o mordaz en la fingida tolerancia cotidiana.

Ambas situaciones, la idílica del comienzo y la trágica de la ruptura, son de sobra conocidas de todos, aunque sólo sea por su frecuencia; lo que no resulta tan asequible, sin embargo, es el proceso que lleva de una situación a otra.

En este afán tan humano de buscar expresiones abstractas incluso para las realidades más cotidianas y concretas, en el tema de la pareja siempre se lleva la culpa el «amor». El amor fue el responsable de juntar a la pareja, y el mismo amor (o su desaparición, que viene a dar igual) la separa. Y así, después de encontrada la explicación, todos tan contentos.

Otra constante humana, bastante retorcida por cierto, es la asociación entre causalidad y culpabilidad. Ante la disolución de una pareja es frecuente preguntarse, personalizando: ¿quién es el causante?, ¿quién es el culpable? Entre las respuestas, como es sabido, las hay para todos los gustos: él, ella, los amigos, el divorcio, el progreso, la crisis de valores... y hasta las mismas suegras. Así, en resumen, el amor se va porque algo o alguien le echa.

En la mitificación del sexo -lo que suele ocurrir cuando éste se disfruta de forma deficiente- es aquél el que suele llevarse con frecuencia la culpa. Y casi siempre aparece la infidelidad o el adulterio como la hipotética causa más o menos remota (el culpable) de la desavenencia.

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Pero las cosas no son tan simples en los humanos, y aunque lo complejo no tiene que ver con lo abstracto, ni mucho menos con idealizaciones más o menos afortunadas, siempre es posible, sin embargo, hacer un análisis de la pareja, especialmente de su relación y de las circunstancias que la rodean, y llegar a formulaciones más 'pragmáticas y operativas respecto de las causas de su deterioro; y lo que es más importante, de las posibles vías de su recuperación, siempre que ello sea, no sólo posible, sino también deseado por los propios interesados.

En cualquier caso, es importante destacar que una pareja es ante todo relación, interacción, intercambio, dar y recibir, y es en este dinamismo donde se encuentra la raíz del “amor” donde fundamentalmente se han de buscar las causas tanto de la armonía como del deterioro de una pareja.

Aunque sea accidentalmente, pues no es éste el lugar para extenderse sobre ello, podemos decir algo sobre el omnipresente «amor». El contenido semántico del término, como es bien sabido, es desbordante e inespecífico, tiñendo prácticamente cualquier forma de relación humana. En esta excesiva vaguedad y sobre inclusión del término «amor» radica, precisamente, su mayor debilidad y hasta el peligro de un uso indiscriminado del mismo, como puede verse en el caso de la relación de pareja, donde el término es utilizado para explicar todo y, lógicamente, acaba por no explicar nada.

El «amor romántico», por otro lado, no parece ser sino una invención moderna, acorde con el desarrollo y la materialización de la ideología liberal-burguesa y su mentalidad individualista, base de la economía de mercado de la revolución industrial. Esta revolución en los sentimientos (como la califican algunos autores), que descansa en el deseo de ser libre emocional y sexualmente, se plasmó en el hecho básico de asumir el derecho a la elección de pareja sobre la base del amor romántico y la atracción sexual. Este importante factor

del surgimiento del sentimiento romántico fue, por otro lado y con bastante probabilidad, el responsable del desarrollo de la familia nuclear moderna y del con-cepto del hogar como retiro emocional y base de la felicidad de la pareja, todo lo cual pareció acentuar el sentimiento de domesticidad, con, al menos, la importante consecuencia del retiro de la mujer al hogar y la perpetuación de su correspondiente segregación de la vida pública.

La consideración de todos estos factores puede, como se verá, ser importante, sobre todo si se tiene en cuenta que buena parte de los problemas de pareja arrancan o son simple expresión de una crisis más amplia en unos roles convencionales socialmente asignados a la mujer y al hombre que aquélla se empeña, en parte, en cuestionar y modificar.

El mismo hecho de la elección de pareja en el acto de enamorarse viene dado por factores psicológicos mucho más concretos que las esotéricas y misteriosas razones a las que suelen atribuirse estos sucesos. Los propios psicólogos dedicados actualmente a la investigación de este campo están logrando notables progresos en el desvelamiento de estas áreas tradicionalmente consideradas irreductibles y enigmáticas.

Todas estas reflexiones en torno al espinoso tema del amor no tienen en última instancia otra finalidad, al menos en nuestra intención actual, que la de llamar la atención sobre la posibilidad y la necesidad de abordar las relaciones de pareja y sus problemas sobre una base operativa y científica, en lugar de refugiarse en el tópico inoperante de la simple sustitución de palabras. Y esto es precisamente lo que intenta el libro que aquí prologamos, no limitarse a las grandes palabras sino descender a los hechos y a la realidad concreta de la pareja y operativizar su relación y sus problemas, para desde ahí no sólo vislumbrarlos sino poder superarlos. Como dijo o debió decir alguien, “lo importante no es definir la felicidad, sino lograr que los hombres sean felices”.

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Esta concepción de la Psicología como servicio público y ayuda práctica en la solución de problemas es lo único que puede sacar a nuestra profesión del dominio de la simple especulación teórica, o del ámbito de lo esotérico e incluso místico en que con demasiada frecuencia ha estado sumida. En el campo concreto de los problemas de pareja, esta proyección práctica de la Psicología científica actual se está revelando de gran utilidad, como lo muestra el mismo libro objeto de este prólogo, hasta el extremo de que yo me atrevería a proponer para nuestro país, ahora que ya existe una regulación sobre el divorcio, la posibilidad de disponer de la asesoría de psicólogos previa a la tramitación del divorcio, con objeto de que las parejas tengan la oportunidad, si lo desean, de replantearse su relación agotando las nuevas posibilidades que la Psicología ofrece para resolver los conflictos de pareja.

Un aspecto adicional a tener en cuenta en la terapia de parejas es el de la base teórica en que se fundamenta. En la actualidad distintos enfoques teóricos ofrecen estrategias terapéuticas diferentes para abordar estos problemas. Entre ellos cabe mencionar el enfoque psicoanalítico, el estructural, el de la teoría de sistemas y el conductual. Salvando méritos específicos de cada uno de los enfoques, y sin ánimo de polemizar sobre los mismos, sí nos atrevemos al menos a afirmar, en base a las necesidades y demandas prácticas de la psicología actual que antes comentábamos, que el enfoque conductual, además de sintetizar en cierta medida algunas de las características de los demás enfoques, reúne en sí las fundamentales ventajas de ser operativo, funcional y orientado a la resolución práctica de los problemas. Pero, sobre todo, tiene el mérito de ofrecer unos resultados prácticos no igualados por ninguno de los enfoques alternativos.

El libro objeto de este prólogo, «Terapia de parejas» (el primero que sobre el tema se escribe en español) está centrado en el enfoque conductual, y como tal reúne todas las características antes mencionadas. No obstante, a estas ventajas generales del enfoque cabe añadir otras específicas del libro en sí. Ante todo, es de destacar el enfoque práctico del libro, cuyo centro de atención está puesto en transmitir al lector cómo enfrentar de forma constructiva los problemas de parejas, a través, primero, de una evaluación adecuada de los mismos y, sobre todo, de una formulación y una inter-vención operativa y fundamentalmente constructiva sobre los problemas.

Aunque el enfoque teórico del libro, como destacan sus autores en el título, es el conductual, éste es entendido de forma abierta y actual, como es propio del enfoque en nuestros días, y no del modo simplista y reduccionista censurado por muchos y realmente adoptado por el conductismo en algún tiempo pretérito de su historia. Quizás sean obvias estas aclaraciones y no mereciera abundar en ellas, pues evidentemente los conductistas han avanzado con el conductismo y el conductismo con los conductistas hasta incluir, explicar y resolver problemas cada vez más complejos, y lógicamente su estructura teórica ha evolucionado en el mismo sentido haciéndose más flexible e incluyente. No obstante, nos permitimos hacerlas como una llamada de atención para aquellos "que sigan aferrados de forma inflexible a la evocación de cierto contenido semántica del término conductismo e incluso a la fantasía futurista de cierta praxis política y humanamente objetable. En definitiva, nos dirigimos a todos aquellos que recelan del enfoque conductista más sobre la base de prejuicios (en el sentido propio del término de juicios previos) que sobre el conocimiento profundo y la reflexión desapasionada y sincera sobre el mismo. A todos ellos les pediríamos que lean detenidamente el libro y que después de leído reflexionen sobre sus juicios previos en torno al conductismo y traten de evaluar si los conceptos y la praxis vertidos en este libro, básicamente conductista, responden a esos juicios que se habían formado sobre ellos.

En cuanto a las características estructurales del libro en sí, todas ellas, tanto la distribución del contenido como el propio contenido (nada simple y de gran amplitud, por cierto) e igualmente su forma de presentación, todas ellas, repito, abundan en la preocupación básica de los autores de hacer un libro práctico y útil para cualquier persona que pudiera leerlo, pero especialmente para el profesional de la psicología enfrentado con los problemas de pareja.

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El libro, en síntesis, como la propia trayectoria de los autores del mismo, tiene, sobre todas, las virtudes de su practicidad y su amplitud de enfoque y sirve ade-cuadamente al ideal que debe guiar nuestra profesión y que anteriormente expresábamos al afirmar que «lo importante no es describir la felicidad, sino hacer que los hombres sean felices».

Madrid, octubre de 1981

José Antonio I. Carrobles

Universidad Autónoma de Madrid

Nuestro agradecimiento más sincero a cuantas personas han colaborado en la creación de este libro. A Isabel Pellicer y al equipo Luria por sus aportaciones y sugerencias inestimables, a Blanca Serrat por su ayuda mecanográfica y a Ernesto López por su apoyo entusiasta.

Vaya también nuestro agradecimiento a Emilio Ruiz y Rosaura García por sus dibujos, de indudable valor didáctico, ya Miguel Paredes, quien nos «tentó" y animó para escribir este libro.

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Introducción

La aplicación de la aproximación conductual al tratamiento de los problemas de pareja es de reciente y creciente desarrollo. Aunque probablemente este fenómeno se deba, en parte, al auge que la Ciencia del Comportamiento viene experimentando en los últimos años, no podemos por menos que recurrir a otro tipo de factores para explicar el que la terapia de pareja haya llegado a ser una modalidad de tratamiento cada vez más popular.

Un factor muy relevante, casi con toda seguridad, es el cambio experimentado en las últimas décadas por la estructura familiar. En efecto, la creciente industrialización de la sociedad, la liberalización de las costumbres, el desarrolló de las reinvindicaciones feministas..., han alterado los papeles de los miembros de la pareja y facilitado la manifestación de sus conflictos. La mujer comienza a tener acceso a la educación, al mundo del trabajo, se cuestiona su papel de madre «sacrificada» y esposa «sumisa», y exige condiciones de igualdad y respeto; habla ahora más de sus intereses y tiene una actitud más crítica e independiente ante su realidad. El hombre, por otra parte, en la medida que su papel empieza también a ser cuestionado, sufre de algún modo esta situación.

La sociedad industrial que conocemos conlleva otros factores que condicionan hábitos de vida y de relación interpersonal poco adecuados para lograr una comunicación efectiva. El rápido crecimiento incontrolado de la vida urbana, y las tasas de sobreexplotación, con exceso de número de horas de trabajo y transporte, vienen a ser algunos de los más representativos. Estas condiciones de vida restringen considerablemente lo que en términos conductuales denominamos las redes de reforzamiento social. Es decir, no existe tiempo para visitar a los amigos, vecinos y miembros de la familia. La red de individuos que proporcionan refuerzos sociales (elogio, afecto, relación) se reduce a su mínima expresión: al otro miembro la pareja, y cada uno de los componentes de la misma pasan a ser casi exclusivamente dependientes del reforzamiento social del otro.

De este modo, se están sentando las bases sociológicas necesarias para la insatisfacción en la vida de pareja como una parte más de la insatisfacción individual y colectiva en el seno de una sociedad que genera estas condiciones de vida. En la pareja, en particular, esta «dependencia» a que aludimos determina a menudo demandas recíprocas de afecto y de atención tan apremiantes que ambos encuentran difícil de satisfacer.

Por otra parte, el tiempo de ocio y recreo, ya de por sí limitado, lo ocupa de manera abusiva la televisión, que introduce en los hogares el “silencio del espectador” y reduce al mínimo las oportunidades de intercambio conversacional y de cuantas actividades placenteras pudieran planearse.

Existen también, sin duda, otros elementos sociológicos que introducen probablemente factores explicativos adicionales para entender esa demanda creciente de ayuda profesional a la pareja. Uno de estos elementos es la debilidad de uno de los miembros de la pareja respecto del otro. A pesar de las reivindicaciones feministas y del desarrollo social persiste en la mujer una situación de discriminación en los campos de la educación, laboral y social en general con respecto al hombre. Si las oportunidades de contacto y refuerzo social se restringen considerablemente para éste, en un amplio sector, de mujeres llegan a alcanzar cotas que rayan en el auténtico aislamiento social. La mujer se convierte así en un ser más dependiente del refuerzo social proporcionado por el otro. No es raro ver en nuestras consultas mujeres con cuadros depresivos que se resuelven con relativa facilidad tras conseguir un incremento de contactos sociales y oportunidades de ser reforzada por su pareja.

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En otros casos, cuando la mujer tiene la oportunidad de trabajar fuera de casa, no es raro que se vea sometida a dobles jornadas de trabajo, ya que las tareas domésticas suelen recaer en ella.

Todas estas condiciones presionan y facilitan el conflicto en la pareja. Unas veces vendrá manifestado a través de una sintomatología depresiva en uno de ellos, generalmente la mujer, o en ambos; y otras a través de enfrentamientos, conflictos o de una declaración directa del tipo “¡Así no podemos seguir!”

Hasta fechas recientes, y aún hoy día en que la profesión del psicólogo se introduce tímidamente en nuestro país, el conflicto se ha venido abordando desde posturas muy simplistas e impregnadas de un gran misticismo e ideologismo. El que fuera canónigo de Victoria, E. Enciso, se preguntaba (Ferrándiz y Verdú, 1974): «¿Por qué hay tantos matrimonios desgraciados y tantos otros que, sin llegar precisamente al nivel de desgracia, no son felices?» El mismo se respondía... «porque abundan mucho las mujeres casadas que no saben callar, ceder, sonreír... la culpable es la mujer... Dios ha dado al hombre la fuerza de los puños y, en compensación, ha entregado a la mujer la fuerza de la sonrisa». En otra parte (Ferrándiz y Verdú, 1974) aconseja «técnicas» muy concretas como método de superar los problemas de la pareja: «...ya lo sabes: cuando estés cansada, jamás te enfrentarás con él, ni opondrás a su genio tu genio, y a su intransigencia la tuya. Cuando se enfade, callarás cuando grite, bajarás la cabeza sin replicar; cuando exija, cederás, a no ser que tu conciencia cristiana te lo impida. En este caso no cederás, pero tampoco te opondrás directamente: esquivarás el golpe, te harás a un lado y dejarás que pase el tiempo. Soportar [el subrayado es nuestro], esa es la fórmula… Amar es soportar».

A través de estos consejos del canónigo E. Enciso queda reflejada con claridad lo que ha sido la actitud de ciertos sectores de la Iglesia Católica que, de modo generalizado y prepotente, han impregnado en nuestro país la vida de pareja y familiar durante muchos años. Esta mistificación e ideologización, aparte de plantear como única alternativa la resignación, se ha convertido, en no pocos casos, en fuente de inadaptaciones. Por poner algún ejemplo, aún no faltan mujeres en nuestra consulta, con problemas de inadecuación sexual, que han tenido una historia de aprendizaje muy mediatizada por su «director espiritual» y con pautas del tipo «cuando hagas uso del matrimonio trata de no disfrutar... piensa en otra cosa... ». El consejero espiritual es quien ha asumido durante muchos años, y aún hoy día, la función de asesor o terapeuta familiar y de pareja; podía, evidentemente, tener una gran voluntad e interés por solucionar cuantos problemas le llegaban, pero generalmente carecía de planteamientos científicos para afrontar con rigor una tarea tan compleja como es la relación interpersonal y la comunicación en la pareja.

La gran resistencia cultural a asimilar planteamientos, científicos en los temas relacionados con el comportamiento humano ha sido una constante de nuestra civili-zación. Los medios de comunicación de, masas y la «prensa del corazón» suelen ser exponentes representativos de “culturización” idealista en estos temas. Por otra parte, la crisis profunda y sin precedentes por la que atraviesa nuestra civilización, sometida a riesgos de catástrofes nucleares o ecológicas antes inimaginables, tiende a poner en cuestión los valores positivistas del desarrollo científico y tecnológico. Argumentaciones simplistas identifican a éste como la fuente de todos los males. Existe una vuelta al idealismo o una reactivación del mismo y, en medio de este clima emocional, el planteamiento científico, en su aplicación a la pareja y al hombre en general, no está exento de críticas poco argumentadas y generalmente apoyadas en meros juicios de valor. Los defensores de estas posturas parecen olvidar que el desarrollo científico ha contribuido, con aportaciones específicas, a aliviar gran parte del sufrimiento humano. El problema no reside tanto en la naturaleza de la ciencia en sí misma como en los criterios de su aplicación, en la utilización que el hombre hace del desarrollo científico y tecnológico. Falla, en definitiva, el hombre y la estructura social que lo conforma. Cuando Skinner (1969, pág. 35) comenta: “los métodos de la ciencia han sido extraordinariamente eficaces dondequiera que se han ensayado, ¿por qué no lo aplicamos entonces a los asuntos humanos?”, parece querer significar que una alternativa para mejorar el mundo social de hoy debe pasar, si bien no exclusiva-

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mente, por una profundización en el conocimiento científico del comportamiento humano.

El saber popular, fiel reflejo del contexto cultural, y cuantos tímidos intentos se hicieron desde una perspectiva algo más profesional han estado impregnados también de cierto idealismo. El estar o no estar enamorados» viene a ser el factor causal relevante. Cuando una pareja “está enamorada” transcurren sus relaciones con normalidad; en cambio los problemas comienzan cuando uno u otro «deja de estar enamorado». El amor se convierte así en el elemento explicativo por excelencia: «el amor lo vencerá todo». Claro está, «amor» es una palabra que no se sabe qué define, como se adquiere ni cómo se pierde, y ante la que, por su falta de concreción y operatividad, no sabremos qué hacer. El planteamiento derrotista de la resignación no es ni más ni menos que una consecuencia lógica del planteamiento idealista, vago e inconcreto del amor: «o se está o no se está enamorado, y si no… ¡qué le vamos a hacer! ¡Resignación!»

Otras tímidas alternativas desde el campo profesional, como decíamos más arriba, se formulan en términos vagos e inespecíficos que resultan a la postre tan inoperantes como el planteamiento simplista y causal del amor. Desde esta perspectiva suelen ser “da pérdida de individualidad” o “da capacidad de sentir” los elementos explicativos del desastre en la pareja. Aquí estamos, igual que antes, ante expresiones verbales que no sabemos qué encierran y de las que caben cuantas interpretaciones quieran hacerse.

No será hasta las dos últimas décadas/'coincidiendo con el arraigo del psicólogo clínico como profesional, cuando comienzan a irrumpir, de la mano de éste, al-ternativas surgidas en la Psicología, entendida como disciplina científica que estudia el comportamiento humano. Surge la Terapia del Comportamiento que, lejos de los planteamientos vagos e inconcretos, realiza un intento riguroso, y al parecer efectivo, de aplicar una metodología científica al estudio, prevención y tratamiento de cuantos problemas de comportamiento presenta el hombre en su vida personal y de relación.

La aproximación de la Terapia del Comportamiento a la problemática de pareja es altamente estructurada y explícitamente didáctica. Enfatiza los principios del Aprendizaje y se orienta no sólo hacia el cambio de conducta sino también, y sobre todo, hacia el entrenamiento en habilidades de cambio de conducta. En este enfoque las parejas aprenden a realizar análisis funcionales de sus propias conductas y de las de su compañero y a utilizar procedimientos específicos tales como el reforzamiento positivo, el moldeamiento, etcétera.

El objetivo básico de este enfoque es el entrenamiento en habilidades de comunicación y de solución de problemas con el fin de que la pareja resuelva, de modo autónomo, no sólo sus problemas actuales sino también aquellos que en un futuro pudieran plantearse. El terapeuta conductual de pareja no se centra en la resolución de problemas específicos sino más bien en el proceso por el que las parejas adquieren una serie de habilidades para llegar a solucionados.

El papel del terapeuta se parece al de un maestro de habilidades de comunicación que intenta que la pareja adquiera competencia necesaria para funcionar con independencia de él (Jacobson 1979). En este sentido constituye una aproximación preventiva, en tanto en cuanto las parejas abandonan la terapia con los medios suficientes para resolver sus problemas en el futuro.

Este libro pretende ofrecer una aproximación modesta al tema del conflicto de pareja y su tratamiento desde esta perspectiva conductual. Está dirigido especialmente a cuantos psicólogos salen de la Universidad I sin una experiencia clínica suficiente ya los profesionales que de algún modo tocan la problemática de la pareja. Por esta razón, hemos tratado de exponerlo del modo más didáctico posible y atender a los aspectos prácticos que un tratamiento de esta índole comporta.

El libro consta de cuatro partes diferenciadas. En el capítulo 1 se ofrece un planteamiento teórico que está lejos de los modelos lineales simplistas del condicio-

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namiento clásico y operante. Basándose en el modelo mediacional introduce elementos teóricos de la Teoría de la Comunicación y del Modelo de Campo (Kantor 1978, Ribes 1980, Bayés 1980), con las matizaciones que el medio de contacto normativo-social comporta en el intercambio conductual de una pareja. El capítulo 2 ofrece una aproximación a los medios básicos de evaluación, con una relación breve de cuestionarios muy utilizados en la misma. El capítulo 3 desarrolla algunas estrategias de intervención encaminadas a que la pareja adquiera una serie de habilidades necesarias para resolver sus problemas de relación. El Apéndice es la cuarta parte diferenciada del libro. En él se ofrecen materiales (Cuestionarios, Guía de Trabajo, Guía de Sesiones...) de cierta utilidad clínica para orientar el trabajo de aquellos profesionales que están iniciándose en el campo de las relaciones de pareja.

En el libro utilizamos indistintamente términos como «marido/mujer», «esposo/esposa», «compañero-compañera» para referimos a los dos integrantes de la pareja la razón de ello es la gran relevancia sociológica de los mismos. Sin embargo, no es nuestra intención prejuzgar la naturaleza sexual de una relación de pareja. Consideramos que los principios que se exponen en este libro son tan válidos, si bien con matizaciones, para una pareja heterosexual como homosexual. Por otra parte, queremos llamar la atención del lector sobre el hecho de que aunque el contenido de este libro se desarrolla fundamentalmente desde una perspectiva de tratamiento individual, sus presupuestos básicos no excluyen un marco de intervención grupal o la inclusión de co-terapeutas. Al contrario: puede que estas modalidades sean las más idóneas.

Finalmente, deseamos que esta publicación sirva de estímulo a otros muchos colegas que en nuestro país ya están aportando experiencias y trabajos muy interesan-tes. Somos muchos, incluidos los autores de este libro, los que necesitamos aprender de esa joven profesión que es la de psicólogo.

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1. Aspectos teóricos

1.1. Conceptos básicos

El comportamiento humano no es aleatorio ni imprevisible, no ocurre «porque sí» o porque haya algo intrínseco en el individuo que le haga comportarse como lo hace. Si observamos con detalle, tenemos necesariamente que constatar un hecho: la conducta de un individuo mantiene una regularidad en la interacción con su ambiente. Este hecho es precisamente el elemento empírico nuclear que nos permite construir una ciencia del comportamiento y fundamentar la Psicología como tal.

La moderna teoría del aprendizaje social, construida a partir de observaciones y medidas cuidadosas, es uno de los soportes teóricos más importantes de esta ciencia. Esta teoría sostiene que la mayor parte de los determinantes de la conducta humana pueden localizarse en la relación dialéctica y continua que existe entre el individuo y su entorno. Analizando aquellas circunstancias del entorno que sistemáticamente covarían con las respuestas -conductas- de un individuo, es posible establecer predicciones específicas sobre la recurrencia de la conducta subsiguiente. Al decir «determinantes» no pretendemos inferir una relación causal entre fenómenos, sino simplemente describir la relación funcional entre algunas propiedades de un fe-nómeno determinado (frecuencia, latencia, intensidad) y las de ciertos fenómenos antecedentes (Ribes, 1980).

1.1.1. Determinantes Ambientales

Toda conducta tiene lugar en un contexto ambiental en el que hay circunstancias y sucesos que la preceden y la siguen. El concepto básico que utilizamos para describir estas circunstancias y sucesos que influyen en la conducta es el de estímulo. Los estímulos pueden ser antecedentes y consecuentes, según que precedan o sigan a la conducta en cuestión. Ambos tienen una influencia controladora sobre la conducta. Por ejemplo, los ladridos de un perro pueden señalar o indicar que un desconocido se aproxima a la casa; el ambiente agradable (música, comida preferida, velas, verbalizaciones del tipo «te he preparado algo que te gusta…, rico»...) que se en-cuentra la señora Ana al llegar a casa puede indicar que con toda probabilidad ocurrirá una relación de intimi- dad afectiva o sexual Los «ladridos» en el primer caso y el «ambiente agradable» en el segundo, son estímulos antecedentes que señalan la probabilidad de que ocurran las conductas de «acercarse un extraño» e «iniciación sexual» respectivamente. Por el contrario, si el perro comienza a «menear la cola» o la señora Ana encuentra a su pareja con «verbalizaciones exigentes y gestos de malhumor», lo que ocurrirá probablemente es que se aproxime un conocido en el primer caso y que se inicie una discusión, en el segundo.

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Estos estímulos que preceden a una conducta adquieren el valor de señales discriminativas, porque en el pasado estuvieron asociados repetidamente con la con-ducta a la que preceden. Y ésta tiende a ser fomentada por dichas señales. Sin duda la mayoría de nosotros hemos podido comprobar cómo determinados lugares despiertan ciertas emociones positivas porque en el pasado los hemos frecuentado realizando alguna actividad o tratando con personas que nos resultaban muy placenteras. Por el efecto de estas señales discriminativas, puede ocurrir también, que una pareja que

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trata de dialogar para alcanzar una solución a algún problema planteado termine discutiendo, si lo hace en un contexto estimular (cocina, casa...) donde habitualmente discute. Por el contrario, si eligen otro lugar donde esto no suele ocurrir (comiendo en un restaurante, dando un paseo, etc.) es probable que la discusión no aparezca y se facilite así el diálogo. Estímulos «aparentemente» inocuos pueden proporcionar mucha discriminación estimular para la conducta de cada día, y pueden fomentar conductas-problema o conductas alternativas, según sea la historia de aprendizaje. Por esta razón, la preparación y cambio de los estímulos antecedentes debe ser una estrategia a tener en cuenta en todo programa de terapia de parejas. Algunos autores (Goldiamond, 1965) llegan incluso a recomendar un reajuste completo de la situación estimular donde vive una pareja con conflicto, llegando hasta el cambio de muebles y del esquema de los cuartos de la casa; o bien, en algunos casos en que el marido tiene dificultad para discutir con su mujer sin llegar a gritada, que lo haga en lugares semipúblicos, donde el gritar es menos probable que ocurra.

Los estímulos consecuentes pueden tener un doble efecto sobre la conducta que les precede. En primer lugar, pueden incrementar la probabilidad de que la conducta en cuestión se presente en el futuro. A estos estímulos se los denomina reforzadores positivos, y reforzamiento es el proceso por el cual la conducta se incrementa. Pueden ser reforzadores conductas tales como la intimidad física o sexual, hacer regalos, detalles, caricias, salir a cenar, intercambio de afirmaciones verbales positivas: elogio, agradecimiento, piropos, etc. Escuchar, abrazar, sonreír, hablar y prestar atención son en general una clase de reforzadores que los seres humanos estamos utilizando miles de veces cada día en nuestros contactos sociales y ¡cómo no! en la relación interpersonal con nuestra pareja. Si alguien nos escucha y nos atiende cuando hablamos, es probable que intentemos de nuevo, en el futuro, este tipo de contactos sociales. Si la conducta de «llegar temprano a casa», por parte de uno de los miembros de la pareja, va seguida de consecuencias agradables, es probable que en el futuro también repita ese comportamiento.

En estos ejemplos la conducta del otro de «escuchar», «sonreír», «preparar un ambiente agradable» han actuado como reforzadores para incrementar las conductas de «reanudar el contacto social» y «volver

temprano a casa». Por el contrario, si cuando hablamos con una persona no nos escucha ni nos presta atención, es muy probable que nuestra conducta de reiniciar el

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contacto social con dicha persona se debilite y termine por desaparecer. Es decir, cuando una conducta determinada no es seguida de reforzadores acaba por debili-tarse. A este proceso se le denomina extinción y suele jugar un importante papel en el deterioro de muchas relaciones de pareja. Uno o ambos componentes de la misma pierden, por su modo de comportarse, ese valor reforzante necesario para mantener la relación. En otros casos puede ocurrir que nos resulte más gratificante la relación con otra persona y que, por problemas de tiempo, ideológicos, etc., se cree cierta incompatibilidad con la primera, extinguiéndose así también nuestra primitiva amistad. A este proceso se denomina contracondicionamiento y suele ser habitual en el deterioro de la relación cuando existe un amante que se manifiesta como alternativa a la pareja actual. También el fenómeno de hartazgo o saciación tiene un efecto controlador en el comportamiento de ambos miembros de la pareja. El valor reforzante de la relación puede perderse e incluso tornarse aversivo por este fenómeno.

El reforzamiento positivo es una consecuencia necesaria pero no suficiente para el aprendizaje de una conducta. Es preciso que existan además unos requisitos previos sin los cuales no puede aprenderse talo cual comportamiento. Por ejemplo, por muchos refuerzos positivos que demos y por grandes esfuerzos que hagamos para intentar que un niño lea el Quijote, no lo conseguiremos si no sabe leer. La conducta de leer es previa y requisito básico para leer el Quijote. La discriminación verbal de las letras, el aprendizaje de la asociación de un sonido con un signo escrito, etc., son a su vez requisitos básicos para aprender a leer. Por esa razón, si se pretende conseguir el objetivo de que el niño lea el Quijote, tendremos que ir poco a poco, gradualmente, reforzando todas aquellas conductas previas que conducen a la meta final. A este proceso lo denominamos moldeamiento, y a través de él aprendemos conductas tan complejas como la de vivir en pareja. Ni que decir tiene que una relación interpersonal gratificante y compleja no llega a establecerse en toda su profundidad de modo repentino y por refuerzos contingentes más o menos ocasionales. Desde el primer contacto visual e intercambio de palabras entre dos desconocidos, hasta el mantenimiento estable de relaciones íntimas y personales que pueden contraer esas dos mismas personas, existe un proceso más o menos largo de mutuos intercambios de refuerzos y gratificaciones. Este intercambio, para ser efectivo y llegar al objetivo final: vivir en pareja, ha tenido que ir centrándose en aquellas conductas que gradualmente se han ido adquiriendo y han servido de soporte básico de las siguientes.

Tanto en el aprendizaje de conductas adecuadas como en el cambio de comportamientos que interfieren en una relación afectiva suele ser necesario seguir este proceso de moldeamiento.

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En segundo lugar, las consecuencias o estímulos que siguen a una conducta pueden ser aversivos o no deseados. Lo más probable entonces es que tratemos de escapar o evitar dichos estímulos. Cuando esto ocurre se experimenta un cierto alivio por la eliminación de la estimulación dolorosa o no deseada, lo cual refuerza la conducta de evitación o de escape y, por tanto, la probabilidad de que ocurra dicha conducta en el futuro. Por ejemplo, la conducta de «llegar temprano a casa» puede estar seguida de consecuencias no deseadas tales como riñas, gritos... En este caso la conducta de evitación de «no llegar temprano a casa» o, en casos extremos, «abandonar la relación de pareja» puede ser un medio eficaz para eliminar consecuencias aversivas. Se aprende así a escapar de la presencia de su pareja. Este proceso de aprendizaje mediante el cual aumenta la probabilidad de que se produzca o se repita en el futuro la conducta de evitación a determinados estímulos se denomina reforzamiento negativo. En las parejas con relaciones deterioradas suele ser habitual, como veremos más adelante, el uso frecuente de la estimulación aversiva. En ocasiones uno o ambos miembros de la pareja utilizan el castigo como medio de eliminar conductas no deseadas en el otro. El marido que insulta y grita a su mujer por haber llegado tarde a casa está utilizando el castigo (gritos, insultos, amenazas...) como sistema de control para que esta conducta no se vuelva a repetir en el futuro. El castigo es una técnica de control que no parece ser eficaz a largo plazo, amén de que suele tener serios inconvenientes (fomenta la agresividad y las emociones negativas...).

Con estos sencillos ejemplos vemos que para comprender una conducta debemos mirar más allá del simple acto y preguntarnos sobre las condiciones en que se produce. En general una descripción de cualquier conducta nos plantea una serie de interrogantes acerca del contexto (Antecedentes) en que tiene lugar (¿cuándo?, ¿dónde?..) y de lo que sigue a su práctica (Consecuencias). El conocimiento de los antecedentes y de las consecuencias, así como de sus efectos combinados sobre el comportamiento, nos permite establecer cierto control y predicción sobre el mismo.

Existe finalmente otra fuente de aprendizajes o de influencias con poder de control sobre el comportamiento humano. Esta fuente no es otra que la que proviene de observar lo que los otros hacen, piensan y sienten. Aprendemos a comportamos a través de modelos significativos de nuestra vida, como son los padres, amigos, profesores, hermanos e incluso nuestra propia pareja. Basta echar un vistazo a los juegos de los niños para damos cuenta de que hablan y se comportan con sus muñecos del mismo modo que sus padres reaccionan con ellos. Una gran parte de los aprendizajes que hacemos a lo largo de nuestra vida proviene de la observación e imitación de lo que hacen los otros. Aprendemos a hablar, a realizar una operación quirúrgica, etc. por imitación.

Existen importantes experiencias acerca de los efectos de la observación sobre el comportamiento del que observa, que han demostrado que muchas conductas verbales, emocionales y motoras se aprenden, conservan, evocan, inhiben y modifican, por lo menos en parte, debido a sugerencias del modelo observado (Bandura y Walters, 1974).

El aprendizaje por modelos, como ya veremos más adelante, nos facilita increíbles recursos a la hora de intervenir en el tratamiento de la pareja.

En la relación interpersonal y, en concreto, en la relación de pareja, la conducta de cada uno de los miembros de la misma tiene efectos mutuamente controladores. Este control ocurre por la presencia o ausencia sistemática de conductas de ambos miembros de la pareja, gratificantes o aversivas. Se establece un proceso de

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influencia y control mutuo, recíproco y circular de conductas y consecuencias Jacobson 1979).

Veamos de un modo más matizado algunos aspectos de este proceso de influencia.

1.1.1.1. Intercambio de reforzamiento

Lejos de la explicación vaga y simplista del amor, éste es un término que, en nuestro marco conceptual, describe un comportamiento complejo, susceptible de ser practicado mediante conductas específicas de tipo cognitivo, emocional y motor. Decimos que una pareja «está enamorada" cuando el intercambio de conductas se establece entre ambos es reforzante o gratificante en algún nivel

La Ciencia del Comportamiento mantiene que el desacuerdo o conflicto en la pareja está en función directa del bajo nivel de reforzadores positivos intercambiados entre las partes. Sin embargo, esta hipótesis no prejuzga necesariamente una explicación de tipo etiológico. Es decir, se puede afirmar que las parejas con problemas intercambian menos gratificaciones que las parejas sin problemas, sin implicación alguna acerca de cómo se desarrollaron esas diferencias (Jacobson, 1979).

Estudios de observación interaccional, tanto en un marco de laboratorio como en la vida real (Birchler, Weiss y Vincent, 1975; Vincent, Weiss y Birchler, 1975; Klier y Rothberg, 1977; Robinson y Price, 1976; Gottman y al. 1977), dan apoyo a esta hipótesis conductual. En los primeros se han encontrado consistentemente tasas más altas de conductas castigadoras o aversivas en parejas con rencillas o en conflicto que en las parejas sin conflicto. En los estudios realizados en base a observaciones de los miembros de la pareja en el mundo real (Birchler y al. 1975; Robinson y Price, 1976) se encontró que las parejas en conflicto registraron menos «gratificaciones» y más «'Castigos» que las parejas sin conflicto. Estas últimas suelen registrar, significativamente, conductas de comunicación más positivas y menos negativas que los miembros de una pareja en conflicto (Gottman, Notarius, Markman, Bauk, Yoppi y Rubin, 1976).

En estos trabajos (Wills, Weiss y Patterson, 1974; Jacobson, 1978) se descubrieron también correlaciones entre conducta gratificadora o castigadora y nivel de satisfacción de la pareja, es decir, que las parejas con problemas exhiben interacciones menos gratificantes y más castigadoras que las parejas sin problemas. Esta correlación significativa entre tasas de conductas aversivas y conflicto en la pareja puede ser objeto de diferentes explicaciones alternativas (Jacobson, 1979). O bien la deficiente interacción puede causar la aflicción en la pareja, o ésta puede ser la causa de aquélla, o bien, ambas, interacción deficiente y aflicción de la pareja, pueden ser efectos correlacionados de alguna tercera variable causal no identificada.

1.1.1.2. Habilidad de comunicación y de resolución de problemas

Otro componente importante de la hipótesis comportamental es que las parejas en conflicto son deficientes en habilidades de comunicación y de resolución de problemas (Weiss, 1978). Estas parejas difieren de las no conflictivas en su relativa inhabilidad para manejar sus problemas de un modo efectivo y originar cambios en la conducta del otro miembro de la pareja cuando tales cambios son deseables Jacobson, 1979). Al parecer, suelen utilizar tácticas de control basadas en el castigo y el reforzamiento negativo (Jacobson, 1979), es decir, intentan influir en el otro mediante la coerción o

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la estimulación aversiva del tipo «críticas», «amenazas», «regañinas», «chantajes»..., para obtener el cambio que desean. Lo cual, como es lógico, crea insatisfacción, interacciones tensas y evitación mutua.

Estas parejas desgraciadas no aciertan normalmente a aplicar adecuadamente los principios de reforzamiento positivo, moldeamiento... Pretenden cambiar las con-ductas del otro mediante el control aversivo y no refuerzan positivamente las conductas que éste desea.

Esta falta de habilidad en la negociación para el cambio de conductas, que no significa necesariamente un déficit de habilidad en áreas no interacciónales, es una resultante de una inhabilidad global para comunicarse.

En efecto, la comunicación es un componente esencial no sólo en la negociación para el cambio de conducta sino también para la salud general de la pareja.

No en vano, Liberman, en su último libro Handbook of Marital Therapy (1980), afirma sin vacilar que la enseñanza de habilidades de comunicación es con mucho el componente más importante de un tratamiento exitoso de pareja y, como reflejo de esta importancia, dedica dos capítulos al tema.

La comunicación no debemos entenderla como un concepto vago que pudiera definir una mezcla más o menos misteriosa de transacciones de también difícil concreción. En la acepción que damos aquí al término debemos entender más bien un conjunto específico de intercambios de conductas verbales y no verbales. Ambos miembros de una pareja se comunican entre sí en una variedad de formas para transmitirse sentimientos o emociones, peticiones, elogios... Hablan, tocan, sonríen, gesticulan, gritan, lloran... Cada uno de ellos actúa a la vez como un emisor y receptor de mensajes.

Para que el intercambio de mensajes personales fluya de un modo directo, honesto y adecuado se requieren habilidades de expresión (emisor) y de reacción (receptor); habilidades que, por otra parte, o no han sido aprendidas o se descuidan con demasiada frecuencia. El nivel de satisfacción o desolación de una pareja dependerá de la efectividad de sus componentes para intercambiar mensajes recíprocos.

La existencia de ciertos déficits o inhabilidades tanto en la recepción como en la emisión puede cortocircuitar este proceso, dar lugar a inadecuaciones en la co-municación y facilitar el conflicto en una pareja. Los déficits o inhabilidades más frecuentes podemos detectarlos en tres niveles:

- En el receptor. Es muy frecuente, en parejas con relaciones deterioradas, que exista cierta inhabilidad para escuchar o atender los mensajes del otro. Esta recepción inadecuada facilita también un procesamiento cognitivo inadecuado (ver 1.1.2. Determinantes cognitivos) y un reenvío de mensajes no sintonizados con los del otro. Otro fenómeno muy corriente es la dificultad que tienen muchas parejas para reconocer y, por tanto, «recibir» conductas positivas en su cónyuge. La interacción de pareja se ha deteriorado tanto que cada uno de los dos se ha convertido en un estímulo discriminativo para los sucesos aversivos solamente. Las conductas y mensajes positivos no se reconocen, o cuando se reconocen se equiparan a obligaciones que el otro tiene para con nosotros por el hecho de ser nuestra pareja, sin valorar su auténtico carácter de gratuidad.

- En el emisor. Como dijimos antes, un déficit en la recepción facilita una emisión inadecuada de mensajes tanto a nivel verbal como no verbal. Sin embargo, puede que también este tipo de habilidades específicas no se hayan aprendido. La comunicación puede resentirse por una inhibición de la emisión o porque ésta resulte inadecuada para sus objetivos. En parejas con relaciones deterioradas es relativamente frecuente que no se expresen sentimientos o peticiones por temor a las consecuencias que pueden derivarse de una comunicación directa y honesta. Suele decirse «estoy muy

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cansada» o «estoy mal; por no decir «cada vez que vamos a la cama y hacemos el amor lo paso mal; creo que deberíamos hablar sobre esto, ¿no te parece?». En otras ocasiones, uno de los miembros se calla sistemáticamente y ejecuta las exigencias y peticiones del otro con tal de que no ocurra un conflicto. Estos y otros procedimientos de comunicación convierten a la pareja en constante fuente de renuncias personales, adquiriendo connotaciones aversivas para el otro y para la relación en sí.

Por otra parte, el cómo se emite el mensaje es un elemento también determinante en la efectividad de la comunicación. U no de los miembros de la pareja puede tener el objetivo de expresar ternura, pero lo hace con un tono de voz alto, gestos y contacto físico bruscos, que hace que el otro perciba algo muy diferente. O puede querer expresar un sentimiento negativo del tipo «me siento triste» y lo que hace en realidad es comunicar acusaciones.

- En el mensaje. El requisito fundamental que debe cumplir el mensaje es que sea reconocible y comunicable por ambos miembros de una pareja. Por esta razón d mensaje debe ser expresado en términos observables. Expresiones del tipo «me gustaría que fueras más considerado conmigo» hace difícil precisar cuáles son los problemas concretos e impide a las parejas coincidir con precisión respecto a las conductas que están discutiendo. Cuando uno de los miembros de la pareja dice «me gustaría que fueras menos egoísta», lo que posiblemente quiera decir es «me gustaría que te hicieras cargo de los niños dos días a la semana». Pero mientras que esta segunda formulación es operativa y comunicable, la primera presenta un gran contenido subjetivo, de difícil concreción y motivo de frecuentes discusiones hasta llegar a «comprender» lo que uno desea del otro.

Por otra parte, las parejas desgraciadas carecen de la habilidad para resolver los múltiples problemas que la convivencia y la relación con los hijos diariamente plantea. Estas parejas, cuando intentan resolver un problema específico, mezclan en sus discusiones toda una gama de otros problemas secundarios e irrelevantes que suelen ser fuente habitual de conflicto. El discurso se convierte en una larga lista de acusaciones mutuas que les aparta de su objetivo.

En general, las dificultades provienen del déficit de los miembros de la pareja en algunos de los componentes básicos necesarios para la resolución de problemas.

Estos componentes son:

1. Especificación o selección de los componentes del problema.

2. Especificación de los cambios concretos que se desean.

3. Formulación de posibles soluciones.

4. Ser capaces de llegar a un acuerdo.

1.1.1.3. Reciprocidad

Al parecer, las parejas en conflicto difieren de las parejas sin problemas no sólo en sus tasas de reforzamiento (o castigo) intercambiado, sino también en la relación entre reforzamiento iniciado por uno de ellos y reforzamiento iniciado por el otro Jacobson, 1979). Es decir, las tasas de gratificaciones intercambiadas se hacen sobre una base de reciprocidad (Patterson y Reid, 1970). Esto se asemeja mucho a lo que Gottman et al. (1976) describieron como un modelo de cuenta bancaria del intercambio conductual en la relación de pareja. Según este modelo, las parejas invierten en la relación según las gratificaciones recibidas, si bien no excluye intercambios no recíprocos en un momento dado. La diferente reactividad de uno o ambos miembros de la pareja a la estimulación aversiva, proveniente del com-

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portamiento del otro, puede estar balanceada según la historia de reciprocidad. Es decir, una pareja que ha mantenido en el pasado una alta tasa de intercambios gratificantes puede tolerar mejor cierta estimulación aversiva ocasional o una baja momentánea de los intercambios positivos que otra pareja con un pasado diferente. Hay muchos datos (Wills et al., 1974; Birchles, 1973; Robinson y Price, 1976) para pensar que existe una relación directa entre la administración de gratificaciones (o castigos) de un miembro y la del otro. La reciprocidad negativa, definida como la tendencia a responder inmediatamente a respuestas negativas del esposo con una respuesta del mismo signo, parece ser más probable en parejas en conflicto. Así, al menos para el intercambio de conducta negativa, su reciprocidad puede servir para diferenciar las parejas en conflicto de las no en conflicto. Según esto, cabe decir que los comportamientos son interdependientes, es decir, que la conducta de uno está en función de la del otro y, que por tanto existe:

- mayor probabilidad de ser reforzado, si refuerzo,

- mayor probabilidad de ser castigado, si castigo,

- mayor probabilidad de recibir mucho, si doy mucho,

- mayor probabilidad de dar poco, si recibo poco.

1.1.2. Determinantes cognitivas

Qué duda cabe que el entorno proporcionado por el contexto de la relación no es el único determinante en el comportamiento interpersonal. El individuo no responde al mundo real, sino al mundo percibido (Mahoney, 1974).

Existen procesos mediacionales (expectativas, procesos atencionales y perceptivos, valoración en función de la experiencia previa) que matizan e incluso distorsionan el entorno y la relación. La satisfacción de ambos miembros de una pareja está muy en relación con la valoración e interpretación que ambos hacen de la conducta del otro.

Los procesos cognitivo-mediacionales condicionan y matizan el nivel de satisfacción y el comportamiento de los miembros de una pareja en base, fundamentalmente, a tres factores.

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1.1.2.1. Hábitos perceptivo-cognitivos

La valoración y estimación que cada cónyuge hace de la conducta del otro puede venir matizada por hábitos cognitivos erróneos (Beck, 1979) ya "adquiridos por uno o ambos miembros de la pareja. Estos errores cognitivos facilitan el desarrollo de suposiciones inadecuadas que no solo interfieren la comunicación en la relación, sino que además dan lugar a estados de ansiedad y/o depresión en cada uno de los componentes de la misma.

Son muchas y frecuentes las suposiciones erróneas que encontramos en parejas con relaciones deterioradas. En unos casos el error cognitivo es de sobregeneralización (“como una chica me engañó en el pasado, todas las mujeres, incluida mi mujer, son y serán siempre infieles”). En otros, es de catastrofismo o magnificación negativa de los hechos (“es horrible y desastroso que mi pareja no se acuerde de mí en un día como hoy”). También puede existir el hábito de percibir únicamente los fracasos, errores o imperfecciones propios o del otro (“es un desastre... todo lo hace mal”), o el de valorar la relación y la conducta del otro de modo dicotómico o rígido (“o es o no es un amante perfecto, y si no lo es, es malo, no me interesa”)

Estos hábitos determinan la apreciación que un determinado individuo hace de su vida de relación y del comportamiento de su pareja y, por tanto del grado de satisfacción que éstos le deparan y el grado de exigencias y concesiones que puede hacer el otro. Por poner un .ejemplo, un pequeño olvido (un regalo en el ani-versario...), que puede carecer de importancia en una pareja determinada, puede ser motivo de un conflicto serio en otra en la que uno de sus miembros lo valore como algo horroroso o catastrófico.

1.1.2.2. Expectativas y experiencia de la relación percibida

El nivel de expectativas, al igual que el resto de las variables mediacionales, matiza el valor reforzante del intercambio conducta de una pareja. Unas expectati-vas excesivas o exclusivas y por tanto no satisfechas, conducen a minusvalorar las gratificaciones del otro y de la vida de relación en general y reducen el umbral de tolerancia a las frustraciones y a la estimulación aversiva que toda relación interpersonal, en algún grado, conlleva.

Es muy corriente encontrar la expectativa de mantener un alto nivel de sucesos positivos sin realizar ningún esfuerzo para logrado.

Por otra parte, el nivel de tolerancia a la estimulación aversiva que puede generar la relación puede estar en función del balance o de la experiencia percibida de la misma. Si el balance es positivo, es muy posible que el umbral sea mayor-que si es

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negativo. En este último caso, es decir cuando la interacción de pareja ha seguido un proceso grave de deterioro, uno de sus miembros o ambos se convierten en un estímulo aversivo tan relevante, que el otro se muestra incapaz de reconocer conductas o mensajes positivos.

1.1.2.3. Percepción de alternativas

Cada uno de los miembros de una pareja compara el resultado de su vida de relación con alternativas ya pasadas, presentes o futuras. Qué duda cabe que indivi-duos que perciben opciones atractivas (trabajo, viajes, amantes, etc.) fuera de la relación demandarán soluciones más positivas para continuar en ella. Por el contrario, una relación que es mínimamente reforzante puede no obstante ser completamente estable y persistente si los participantes perciben que las alternativas son limitadas o restringidas, o no igual de satisfactorias Jacobson, 1979). ¡Cuántos matrimonios mantienen relaciones aversivas, cercanas a la tortura, y sin embargo no se separan precisamente por la ausencia de alternativas! Romper con su marido supone, para muchas mujeres, perder la posibilidad de comer, amén de soportar la coacción social.

1.1.3. Determinantes socio-culturales

«El ser humano se comporta no sólo ante las propiedades físicas del ambiente, sino también, y prioritariamente, ante las propiedades que socialmente, por convención, se asignan a los objetos de estímulo y a los eventos ambientales» (Ribes, 1980, pp. 230), es decir, que el individuo «atribuye propiedades a los eventos con base en el acuerdo, en el consenso, en la convención que determina el grupo social» (Ribes, 1980). Con estos comentarios Ribes quiere significar discriminativamente lo peculiar de la conducta humana: la mediación social.

Una relación de pareja se da en un marco normativo que matiza significativamente el punto de contacto en donde se da la relación (Kantor, 1978, Bayes, 1980).

Las matizaciones que el contexto socio-cultural introduce en la relación de una pareja pueden resumirse en:

1.1.3.1. Accesibilidad de alternativas

El contexto socio-cultural introduce matizaciones pertinentes en la vida de relación de una pareja y en el comportamiento de cada uno de los miembros de la misma. Por ejemplo, una mujer que vive una relación aversiva tendrá más probabilidades de romper con ella o de exigir mejores soluciones en la negociación si tiene independencia económica, si existe el divorcio y si además el grupo social en que vive no ejerce coacciones significativas. Es decir, el contexto sociocultural, medio de contacto donde tiene lugar la relación, condiciona el comportamiento y futuro de la misma.

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Una mujer que vive en un ambiente liberal y permisivo tiene más oportunidad de tomar la decisión de divorciarse o de separarse que una campesina. La clase social suele ser un elemento mediador crucial.

1.1.3.2. Modificación del intercambio conductual

El medio de contacto social introduce también matizaciones en el intercambio conductual que mantiene la pareja. El nivel de satisfacción y de reforzamiento recí-proco dependerá de aspectos tales como la disponibilidad de tiempo libre, los recursos económicos, etc., por ejemplo, la posibilidad de intercambios mutuamente gratificantes se verá reducida en aquellas parejas en que uno o ambos se ven obligados a realizar una jornada laboral muy prolongada. Por una parte, no disponen de tiempo libre para implicarse en actividades placenteras, y por otra, el agotamiento físico que conlleva dicha jornada interfiere en el goce mutuo de la relación cuando tiene lugar. En otros casos, la falta de recursos económicos puede originar situaciones de stress y conflictos que contribuyen de modo significativo a elevar la tasa de intercambios aversivos.

El entorno en donde tiene lugar el intercambio conductual de la pareja puede también estar limitado por la existencia de enfermedades crónicas en algún familiar, inaccesibilidad de recursos sociales (cenar fuera, viajes, colegios para los hijos, etc.) que pueden interferir en el incremento de intercambios positivos o reducción de aspectos aversivos de la relación, ambos componentes objetivos esenciales en cualquier intervención.

1.2. Modelo conceptual del desarrollo del conflicto de pareja

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Una representación gráfica del modelo conceptual del desarrollo del conflicto de pareja puede verse en la fig. 1. Este esquema sintetiza los aspectos más relevantes que hasta aquí hemos ido desarrollando. Podemos resumirlos y caracterizarlos del siguiente modo:

1. Este modelo acepta la premisa de que las consecuencias proporcionadas por los esposos serán los determinantes fundamentales de la conducta de relación del otro Jacobson y Margolin, 1979). Ambos actúan como emisor y receptor simultáneamente, estableciendo un proceso de secuencias circulares y recíprocas de conductas y consecuencias Jacobson, 1979). En este proceso de causalidad recíproca, los miembros de parejas en conflicto se refuerzan uno a otro menos frecuentemente y se castigan uno a otro más frecuentemente que las parejas felices.

2. Los efectos de los estímulos proporcionados por cada uno de los miembros de la pareja, y por tanto sus valores gratificantes y aversivos, dependerán de las va-loraciones cognitivas respectivas de cada esposo(a) (según un modelo mediacional) y de la percepción relativa de los mismos en función de la existencia o no de alterna-tivas (E'). El Contexto socio-cultural (medio de contacto normativo) introduce también matizaciones pertinentes en el desarrollo del deterioro de la relación.

Jacobson (1979) enumera una serie de factores hipotéticos que son determinantes tanto en la atracción inicial mutua de una pareja como en el desarrollo del conflicto.

Atracción inicial mutua. En el comienzo de una relación (proceso de noviazgo, o primeros contactos de la pareja) suele existir atracción debido a una elevada tasa de intercambios reforzantes. Este tipo de intercambios constituye la base de la persistencia y profundización de la futura relación. El amor no es otra cosa que un intercambio complejo de conductas gratificantes tanto en sus dimensiones motoras como cognitivas y emocionales. Puede inferirse que el amor estará ciertamente ausente si el refuerzo potencial de uno de ellos llega a ser mínimo. La tasa elevada de gratificaciones en el comienzo de una relación viene facilitada por las características de la misma que, entre otras, son:

A) Carácter restrictivo de la interacción. Lo habitual es que la pareja, al comienzo de su relación, sólo intercambie conductas en un marco restrictivo. Sólo se ven algunas horas al día e interactúan en un contexto gratificante. Se ven para tomar una copa, charlar de proyectos, momentos de ocio...; por asociación, su relación debe ser gratificante también.

B) Ausencia de toma de decisiones. Por el carácter restrictivo de la misma relación, los miembros de la pareja se ven libres de tomar decisiones importantes, financieras o de otro tipo, habituales en una vida de pareja estable. No se ven expuestos al temor o consecuencias aversivas que se pueden derivar de esa toma de decisiones y, por tanto, se minimiza el intercambio de conductas aversivas o de castigo.

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C) Novedad de la comunicación sexual. La novedad de esta comunicación viene a ser otro elemento gratificante que se asocia al intercambio conductual y facilita la elevada tasa de intercambios reforzantes.

D) Expectativas idealizadas. Los proyectos idealizados son elementos adicionales de un intercambio conductual gratificante y característico del comienzo de una relación.

Desarrollo del conflicto. A poco de comenzar a vivir juntos ambos miembros de una pareja tienen ocasión de tomar decisiones importantes, de afrontar problemas conjuntamente. Surge el choque entre las expectativas y la realidad. Cuando ese choque es significativo, comienzan a intercambiarse ciertas dosis de estimulación aversiva y la tasa de intercambios reforzantes sufre un decremento. Se están inoculando los primeros ingredientes para el desarrollo del conflicto. Este avanzará o no dependiendo de otra serie de características:

A) Déficit de habilidades, ya sea de comunicación, de resolución de problemas, sexuales...

B) Deficiencias en el control de estímulos. Elementos estimulares adicionales no previstos en la relación de pareja pueden ser motivo de un incremento en el inter-cambio de conductas aversivas. Por ejemplo, el nacimiento de un hijo no deseado puede alterar el tipo de intercambios mantenidos hasta entonces. Surgen problemas económicos, se reducen las actividades recreacionales, aumenta el número de problemas a que han de hacer frente, etcétera.

C) Cambios en el entorno. Algunos cambios introducen efectos muy significativos en el deterioro de la relación. Por ejemplo, la aparición de un amante, la pérdida de trabajo, la discrepancia política o ideológica como consecuencia de definiciones personales que impone el medio, la ampliación del círculo social y el desarrollo de cierta autonomía en la mujer como consecuencia de trabajar fuera de casa, y la presencia en general de otras fuentes de reforzamiento alternativas a la relación de pareja.

D) Preferencias discrepantes en cuanto al grado de intimidad deseada. Los individuos tienen diferentes necesidades acerca de la soledad y el grado de relación, y éstas suelen cambiar con el desarrollo de la vida. Cuando la cantidad de espacio emocional deseado por cada uno de los miembros de una pareja difiere, las irritaciones y frustraciones derivadas de la saciación y deprivación puede llegar al abandono (Liberman, 1980).

En una pareja no dichosa, un miembro de la misma, o ambos, por las razones señaladas más arriba, recibe pocas gratificaciones del otro, o el coste por recibidas es excesivamente alto. En tales casos los miembros de la pareja recurren a uno de dos patrones de comportamiento en relación con el otro (Stuart, 1969): algunas parejas recurren a la coerción (regañinas, amenazas, etc.) para obtener la conducta deseada del otro; otras llegan al abandono.

En estos casos, uno o ambos miembros de la pareja abandonan emocional o físicamente la relación, eliminando una tasa de estimulación aversiva elevada, bus-cando otras fuentes de reforzamiento como puede ser un hijo, un amante, etcétera.

Se han sentado así las bases del conflicto, para cuya solución habrá que evaluar de modo preciso qué factores son los determinantes e intervenir discriminativamente en consecuencia.

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2. Evaluación

La evaluación conductual de los problemas de pareja es algo reciente en el campo de la Ciencia del Comportamiento. Podríamos decir que los trabajos de investigación en esta área no sobrepasan la década en los países pioneros, y en España es algo que resulta desconocido para la mayoría de los estudiantes de psicología y muchos profesionales.

Son varios los objetivos que debe cumplir una evaluación. En primer lugar debe permitir conocer la problemática específica de una pareja determinada y poder diseñar un tratamiento «a la medida». El modelo conductual del conflicto de pareja hipotetiza la existencia de un déficit o inadecuación del intercambio conductual en las parejas con problemas. Así pues, deben ser objeto de evaluación los patrones de influencia conductual recíproca, los cambios conductuales que cada miembro de la pareja desea en el otro, los procedimientos usados hasta ahora para promover dichos cambios (amenazas, regañinas, otras relaciones, etc.), los factores que mantienen las conductas no deseadas, los recursos y reforzadores potenciales que cada uno tiene y que pueden ser utilizados más efectivamente para alterar la conducta del otro, y los problemas personales específicos de cada uno de los miembros de la pareja que contribuyen a ese déficit o inadecuación del intercambio conductual. A la luz de todos estos datos podrá realizarse, como decíamos, un tratamiento «a la medida». Es decir, no se tratará de aplicar sistemáticamente una serie de técnicas o «recetas», sino de modificar las variables que en cada caso estén relacionadas funcionalmente con la conducta o conductas problema. La intervención, por ejemplo, para reducir las disputas de una pareja será distinta si se debe a una falta de habilidad en la comunicación que si son debidas a la falta de colaboración del hombre en las tareas domésticas. En el primer caso la intervención estará orientada a entrenarles en habilidades de comunicación y en el segundo caso a entrenarles en la resolución del problema y posibilitar la negociación de un acuerdo.

En segundo lugar, la evaluación debe permitir verificar si las estrategias y recursos técnicos utilizados en la intervención posibilitan los objetivos trazados.

La evaluación es un proceso continuo y constante que nos permite, no sólo elaborar hipótesis de tratamiento y objetivos específicos de intervención, sino también valorar la eficacia de las intervenciones diseñadas y del proceso terapéutico general, facilitándonos así la tarea de revisar hipótesis erróneas y ensayar nuevas estrategias terapéuticas.

En la evaluación conductual del conflicto marital consideramos cuatro niveles (Keefe, 1978). Estos niveles son:

2.1. Identificación del problema

El primer objetivo que nos trazamos en nuestro acercamiento inicial a la pareja en conflicto es el de identificar la naturaleza del problema. Para ello nos servimos de la entrevista inicial y la utilización de cuestionarios.

Cuando el conflicto de pareja es secundario a un problema personal en uno o ambos componentes de la misma, está indicado realizar una evaluación y tratamiento individual previo o paralelo al tratamiento individual previo o paralelo al tratamiento de pareja. Ejemplos de esto serían aquellos casos en que alguno de los componentes

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de la díada presente algún problema de alcoholismo, depresión, obsesiones, déficit asertivo, etc…, y que por su gravedad y relevancia en la etiología del conflicto de pareja requiera una intervención preferente con independencia de que se lleve a cabo un tratamiento de pareja.

Por otra parte, cuando el conflicto de la relación es nuclear pasamos directamente a realizar una evaluación del mismo. Uno de los principales y primeros problemas que nos encontramos en la entrevista inicial es el de evaluar el compromiso de cada uno de los miembros de la pareja para con el otro y para con la expectativa de que el problema reside en el otro y que, por tanto, lo único que cabe esperar es que el otro cambie. Conviene evaluar el nivel de expectativas de cada uno de los componentes de la pareja. Es muy corriente encontrar expectativas de mantener un alto nivel de conductas reforzantes en el otro sin realizar ningún esfuerzo uno mismo. Otras veces, uno o ambos miembros no están motivados para implicarse activamente en la terapia y tratan de utilizar al terapeuta como testigo del «rosario interminable de quejas contra su pareja», En estos casos suele ser útil permitir que la pareja continúe por un breve período de tiempo interactuando entre sí. El terapeuta toma nota de las quejas e intenta concretadas para dar a la pareja una información operativa del diálogo mantenido por ellos. Es decir, les da información precisa de la muestra comportamental recogida en sus notas y comenta con ellos los inconvenientes de este tipo de interacción: ineficaz para conseguir sus objetivos, empeoramiento del estado emocional, etcétera.

Por esta y otras razones, la fase de intervención suele comenzar ya en estas entrevistas iniciales, sin esperar a tener una evaluación completa del problema. El terapeuta deberá controlar la sesión desde el comienzo, evitando salirse del tema objeto de evaluación y salvando interrupciones innecesarias y críticas mutuas in-discriminadas. Todo ello de modo amable pero firme y cuidando de no tomar partido por ningún miembro de la pareja. El siguiente diálogo puede ilustrar un modo de intervenir:

MUJER: ¡Yo no puedo continuar así. He aguantado mucho y ya no puedo más!...

MARIDO: Pues yo no sé de qué te quejas... Estoy como un esclavo, incluso haciendo horas extraordinarias para que no os falte nada y vienes con esas... Desde luego quien no puede seguir así soy yo, porque...

MUJER: ¿Por qué? ¿Por qué? Desde luego lo que me faltaba oír... Eres un egoísta, sólo piensas en ti, eres...

MARIDO: ¡No me interrumpas, por favor! No se puede hablar contigo. ¡Estoy hasta las narices de ti, de la casa, de los niños...!

TERAPEUTA: ¡Bueno, bueno... calma! Un momento. Si vuestro objetivo es seguir discutiendo, podéis hacerla; pero dudo que realmente lo sea, porque cuando habéis venido aquí es porque ambos deseáis mejorar vuestras relaciones, ¿no es así?

MUJER: Sí, así es...

MARIDO: Sí, pero es que se pone imposible.

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MUJER: ¡Yo imposible!...

TERAPEUTA: ¡Basta! Calma. De nuevo podéis iniciar el rosario de quejas mutuas, pero eso ¿a dónde os conduce? ¿Creéis que es efectivo para mejorar vuestras relaciones el continuar intercambiando quejas y acusaciones?

MUJER: No, lleva razón.

TERAPEUTA: Bien, efectivamente, este modo de actuar, echándonos la culpa uno al otro, no conduce a nada; todo lo contrario, agrava el problema y empeora vuestras relaciones, y a eso no habéis venido aquí, ¿no es así? Estoy seguro de que ambos tenéis motivos para estar pasándolo mal y que deseáis cambiar en algunas cosas vuestra relación. Así que me gustaría oíros tranquilamente primero a uno y luego a otro, ¿de acuerdo?... Me gustaría también comentar hasta qué punto deseáis cambiar...

Si es necesario, conviene, como veremos más adelante, introducirles en el marco conceptual del proceso y de lo que se espera de cada uno de ellos. Conviene advertir también y dejar muy claro que serán ellos los que marcarán sus propios objetivos: mejorar la relación, una separación amistosa o ser capaces de tomar una decisión en un sentido u otro. El especialista les podrá ayudar en cómo conseguir cualquiera de esos objetivos, pero el qué se pretende lo van a determinar ellos. Igualmente conviene aclarar que no se da por supuesto que quieran comprometerse de antemano a ningún tipo de tratamiento.

Una vez aclarados todos estos puntos, y si el compromiso mínimo de uno para con el otro y para con el tratamiento parece adecuado, la evaluación puede continuar.

Ya desde el comienzo, y a lo largo de todo el tratamiento, utilizamos entrevistas con ambos miembros de la pareja y entrevistas con cada uno de ellos por separado. Estas últimas son muy necesarias sobre todo en la fase inicial, para recabar información que la presencia del otro miembro puede obligar a ocultar (existencia de relaciones extramaritales...), o bien para evitar volver a hablar entre ellos de temas dolorosos que, si bien pueden ser necesarios para la evaluación, quizá no sea útil ni positivo discutidos. .

A fin de garantizar que la entrevista inicial resulte lo más eficaz y productiva aconsejamos cierta estructuración. Con este propósito sugerimos un esquema-guía que viene a completar y enriquecer el propuesto por Peterson (1977). Este esquema para estructurar la entrevista clínica de pareja es como sigue:

l. Cómo empezó la relación.

2. Cambios importantes durante el curso de la relación.

3. Entendimiento afectivo.

4. Relación autoritarismo/dependencia.

5. Los problemas principales en la vida de pareja.

6. Áreas de incompatibilidad-compatibilidad con la pareja.

7. Secuencias, frecuentes en la actualidad, de interacción problemática:

- Número, intensidad y duración

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- Descripción detallada de las situaciones en que ocurre

- Lugar y situación

- Qué han dicho y hecho

- Sentimientos en relación con el otro

- Cómo se influyen respectivamente

- Cómo terminan. Resultado

8. Tiempo libre de conflicto.

9. Pensamientos positivos y negativos sobre el otro.

10. Sentimientos de descontento y de satisfacción.

11. Actividades placenteras que comparten (ejemplos). .

12. Problemas con los hijos.

13. Relación sexual actual. Nivel de satisfacción.

Problemas específicos.

14. Experiencias sexuales fuera de la pareja.

15. Compañero ideal en relación al:

- sexo

- trabajo

- comportamiento con los hijos

16. Problemas individuales que influyen en la relación de pareja.

17. Objetivos del tratamiento y expectativas hacia el mismo.

Conviene conocer cómo empezó la relación y qué aspectos positivos (conductas y atributos) intervinieron en un principio en la atracción mutua de la pareja. En el caso de que estas áreas positivas, que existían en un comienzo, se hayan extinguido en la actualidad, habría que realizar un análisis funcional a fin de conocer qué estímulos hay que modificar para instaurar de nuevo esos aspectos gratificantes. Es frecuente encontrar que en algunas parejas, después de unos años de relación, se han extinguido una serie de conductas tales como expresión de afectos, refuerz0s extraordinarios con ocasión de fechas importantes (regalos con ocasión de onomástica, cumpleaños o aniversarios de boda...), cuidado del aspecto físico, etc. Este tipo de comportamiento pudo haber sido habitual al principio de la relación, por la funcionalidad de «conquistar» al otro. Pero una vez «realizada la conquista» se dejan de poner en práctica estas conductas reforzantes, propiciando así una pérdida de interés en la relación. En ocasiones, la reimplantación de estas conductas reforzantes es uno de los objetivos terapéuticos a tener en cuenta en la intervención.

Las parejas, como la mayor parte de las relaciones diádicas, se forman porque existe suficiente potencial para el refuerzo mutuo. La relación se mantiene el tiempo que ambos miembros continúan suministrándose suficiente refuerzo entre sí. Si uno o ambos miembros de la pareja cambian su conducta, hasta el punto de tomarse no reforzante e incluso punitiva para el otro, es probable que la relación se deteriore o

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incluso cese. Por esta razón, cualquier cambio importante acaecido durante el curso de la relación debe ser objeto de evaluación.

En algunos casos, encontramos que la evolución en la concepción y filosofía de la vida, así como el cambio de intereses en un miembro o ambos de la pareja, da lugar a que las conductas de uno y/o del otro, que en un comienzo podían resultar gratificantes o reforzantes, ahora ya no lo son. Este sería el caso, por ejemplo, de una pareja en la cual uno de los miembros evoluciona adoptando una filosofía de vida más progresista, con mayores intereses intelectuales y culturales, y ya no considera reforzantes conductas que antes lo eran, como las relativas a ser una buena ama de casa. Ahora, por el contrario, le gratificaría más que su pareja tuviera intereses culturales o trabajase fuera de casa.

El entrevistador continúa indagando según la estructura de la entrevista señalada más arriba y ayudando a la pareja a expresar sus deseos y quejas con descripciones lo más específicas y precisas posible. La razón de esto es que las parejas que acuden a tratamiento suelen tener cierta inhabilidad para expresar las conductas concretas que desearían ver aumentadas o disminuidas en su compañero. Utilizan a menudo un lenguaje vago e impreciso. Expresiones del tipo «que sea más considerado conmigo» hacen difícil precisar cuáles son los problemas concretos e impiden a la pareja coincidir con precisión en las conductas que deseen cambiar.

El fin principal de la evaluación es planificar objetivos para el tratamiento. Estos objetivos se deben establecer en términos de conductas concretas y observables. En consecuencia, la mejoría alcanzada con el tratamiento no se definirá, exclusivamente, en base a impresiones subjetivas del paciente, sino a metas y cam-bios conductuales logrados.

U n complemento importante de las entrevistas iniciales de evaluación es el uso de cuestionarios, que el terapeuta puede pedir que se completen al final de la entrevista o en casa.

2.1.2. Cuestionarios

Los cuestionarios constituyen un elemento importante en el marco de la evaluación e intervención de la terapia de pareja. No sólo ayudan a reunir información valiosa para el tratamiento sino que pueden enseñar a la pareja nuevos modos de describir sus problemas y de pensar más operativamente acerca de su relación. A menudo los cuestionarios ayudan también a descubrir nuevos aspectos positivos de la relación que hasta ahora habían pasado desapercibidos.

Existen diferentes tipos de cuestionarios:

Cuestionario de Áreas de Compatibilidad-Incompatibilidad. (Carmen Serrat, 1980) (Ver Apéndice)

Este cuestionario de manejo sencillo consta de una escala en la que la pareja valora su nivel actual de satisfacción en la relación y 38 ítems relativos a una amplia gama de áreas propias de la vida de pareja y familiar (finanzas y economía, educación de los hijos, trabajo...). El cuestionario permite detectar áreas problema que pudieran existir y pretende discriminar también la habilidad o inhabilidad que la pareja puede mostrar en la resolución del problema. En resumen, nos permite delimitar:

- Las áreas en que existe compatibilidad o acuerdo.

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- Aquellas en que, cuando no existe acuerdo, la pareja tiene habilidad para la resolución del problema.

- Las áreas en que existe incompatibilidad o desacuerdo manifiesto.

- Y aquellas áreas en que la conflictividad es tan alta que evitan hablar del tema.

Es habitual encontrar en las parejas que acuden a tratamiento un descontento generalizado pero difícil de concretar en problemas específicos. Este cuestionario tiene por objeto ayudar a discriminar ciertas fuentes de conflicto y facilitar, posteriormente, el trabajo en ellas. Las áreas identificadas como conflictivas se utilizan para ser discutidas por la pareja, permitiéndonos la evaluación y el entrenamiento en la resolución de problemas. Como es lógico, los conflictos dentro de un área vendrán originados por distintos tipos de comportamientos que serán los que hemos de modificar. Por ejemplo, cuando una pareja evalúa como conflicto el ítem 26, referido a la relación extramarital, pueden especificarse conductas muy distintas como causantes del conflicto. N ó es igual que la conducta insatisfactoria sea una rela-ción extramarital mantenida en la actualidad que el que uno de los miembros de la pareja hable con frecuencia, o saque a relucir en momentos de disputa, una relación extramarital mantenida por el otro en el pasado y completamente abandonada en la actualidad. La estrategia de tratamiento será distinta en un caso u otro.

Suele ser útil extraer del cuestionario una lista «hecha a medida» de la pareja y que puede ser puntuada diaria o semanalmente por ambos miembros, para así tener una evaluación más continuada de los logros. También solemos emplearlo antes y después del tratamiento para evaluar los resultados del mismo.

Cuestionario de intercambio de conductas en la pareja. (C. Serrat, 1980) (Ver Apéndice)

El objetivo de este cuestionario es definir qué intercambios conductuales agradables o aversivos existen o no en la relación actual de pareja, a fin de fomentar su aumento o reducción según los deseos de ambos. Muchas parejas tienen dificultad para verbalizar y describir qué conductas desearían que el otro cambiara. Este cuestionario les ofrece una amplia lista de conductas habituales en la vida de pareja. El cuestionario hace referencia a intercambios conductuales posibles que pueden ocurrir en áreas generales tales como «Comidas y compras», «Tareas domésticas», «Sexo y afecto», «Cuidado de los hijos», «Finanzas y economía», «Trabajo» y «Hábitos personales».

El introducir cambios en estas áreas con el objetivo de incrementar los intercambios conductuales mutuamente gratificantes puede ser de suma importancia para paliar el conflicto existente.

Cuestionario de actividades de ocio en la pareja. (Serrat, 1980).

La evaluación de las actividades placenteras que comparte la pareja en su tiempo libre es de suma importancia. Muchas parejas que acuden a tratamiento tienen problemas derivados de una escasa dedicación de su tiempo libre a actividades de recreo y sociales.

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En algunas parejas, especialmente después de haber tenido hijos, es frecuente observar cierto aburrimiento. Se olvidan de dedicar tiempo y atención a ellos mismos «como pareja», en el sentido de hacer juntos cosas divertidas. Este tipo de actividades debió tener sin duda un papel muy importante en la atracción inicial del uno por el otro y con el paso del tiempo se fue extinguiendo.

La realización conjunta de actividades placenteras reviste suma importancia para la satisfacción dentro de la pareja. La situación placentera o reforzante se condiciona así al estímulo «pareja». Implicarse en actividades gratificantes provoca o fomenta interacciones positivas que entran en competencia con las interacciones conflictivas. La risa, el juego, las actividades divertidas pueden combatir parte de las interacciones negativas, como es el aburrimiento, la deprivación emocional einc1uso la percepción negativa del otro, déficits o excesos que presentan las parejas cuando vienen a tratamiento.

En otros casos puede ocurrir que la pareja dedique un tiempo excesivo a estar juntos sin otro tipo de contactos sociales. O puede darse el caso de que uno o ambos componentes de la pareja desee emplear más tiempo para sí mismo o para disfrutarlo con sus amigos que lo deseado por el otro. Ambas cosas tienden a consolidar ciertas fuentes de conflicto. Por otra parte, la excesiva dependencia de uno con respecto al otro, verbalizada en frases como «yo es que no necesito irme con otras personas para pasarlo bien», puede resultar un estímulo aversivo que provoque conductas de evita-ción en la pareja.

Este cuestionario trata de evaluar esta área. Su objetivo es definir qué actividades de ocio pueden resultar placenteras para la pareja y en qué medida desean verlas incrementadas o disminuidas, bien sea con su pareja, solo o con otros.

El cuestionario está diseñado para un amplio sector de la población, abarcando un espectro de actividades de ocio propio de diferentes clases sociales.

Diferencial semántico. (Osgood, 1957)

Esta prueba tiene el objetivo de evaluar qué connotaciones o percepciones tiene cada uno de los componentes de la pareja acerca de sus respectivos comportamientos y de la relación que mantienen. Consta de una serie de adjetivos bipolares (bueno/malo, agradable/desagradable, excitante/no excitante, tenso/relajado...) separados entre sí por una escala continua de gradación.

BUENO MALO

+3 +2 +1 0 -1 -2 -3

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Cada uno de los miembros de la pareja evalúa en estas escalas las expresiones que se le presentan y que suelen tener relación con sU vida en pareja (“La vida sexual con mi pareja», «mi pareja», «mi relación con mi pareja”... etc.).

En el Apéndice se ofrece una adaptación de la prueba para problemas sexuales (Mark y Sartorius, 1968) y que nosotros utilizamos en el marco general de relaciones de pareja.

Escala de Ajuste Marital. (Locke-Wallace, 1959.)

Este cuestionario, que ha sido utilizado por los consejeros matrimoniales durante 20 años, refleja la satisfacción marital expresada por uno de los cónyuges. Contribuye poco al análisis detallado de conductas, pero tiene la ventaja de que supone un coste de aplicación bajo y de que ofrece una medida fiable de la satisfacción marital subjetiva; ha demostrado ser útil en la discriminación entre parejas satisfechas y no satisfechas.

Marital Precounseling Inventory. (Stuart and Stuart, 1972)

Este cuestionario evalúa los siguientes aspectos: objetivos del tratamiento, concretados en cambios de conducta; grado de entendimiento marital; distribución del poder; efectividad de la comunicación; satisfacción sexual; acuerdo sobre cuidado y educación de los hijos y satisfacción marital en general.

Area of Change Seale. (Weiss, Hops and Patterson, 1973)

Es un inventario de 34 ítems que describen las conductas de cada miembro de la pareja. Se puntúan las conductas que desean incrementar o disminuir.

Potential Problem Area Checklist. (Weiss, Hops and Patterson, 1973)

Lista de 26 áreas potenciales de conflicto referentes a la vida de pareja y familia: economía familiar, tareas domésticas, cuidado de los hijos, celos, salud, filosofía de la vida, relación con familiares, etcétera.

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Marital Activities Inventory. (Weiss, Hops and Patterson, 1973)

Lista de 85 actividades recreativas que las parejas pueden encontrar divertidas.

2.2. Medida y Análisis funcional

Tras un primer acercamiento al problema o conflicto de pareja a través de la entrevista inicial y el uso de cuestionarios, podemos seleccionar áreas específicas para someterlas a una evaluación más precisa. En este análisis de segundo nivel utilizamos las observaciones y los autorregistros.

2.2.1. Observaciones

Una vez que se han determinado ciertas áreas problema, se entrena a los miembros de la pareja para que observen su propia conducta y la del otro, en la clínica y en la vida real (Gorrman et al. 1976; Jacobson y Margolin, 1979; Margolin, 1978; Patterson, 1976; Weiss et al., 1973). El terapeuta puede pedir a la pareja que registren en cinta magnetofónica ciertas situaciones críticas de intercambio conductual para un pos-terior análisis.

Por otra parte, el terapeuta también puede utilizar la misma entrevista como marco de observación y grabar, en cinta o en video, los intercambios seleccionados a fin de reproducir y observar junto con la pareja dichas interacciones. Se les anima a que discutan y traten de llegar a una solución del problema que tienen planteado, y en cuanto comienzan su tarea iniciamos el registro y la observación. Para una observación más controlada hacemos uso de la sala de observación. Esta sala consta de dos espacios -una cabina de registros y la sala de entrenamiento- separados por un tabique que tiene incorporado un espejo de visión unidireccional. Este espejo permite observar desde la cabina de registros la escena que transcurre en la sala de entre-namiento. Entre ambos espacios existe un sistema de intercomunicación que permite escuchar, desde la cabina de registros, cuantos diálogos se mantengan en la sala de entrenamiento, así como enviar mensajes específicos e individualizados a los ocupantes de dicha sala.

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A través del espejo de observación unidireccional los terapeutas pueden observar las múltiples respuestas presentes en una secuencia de intercambio conductual de una pareja. La incorporación del video garantiza un registro fiel y preciso, amén de que facilita a la pareja información sobre las conductas que utilizan en su in-teracción.

En el Apéndice B ofrecemos un esquema de registro de datos de observación de conductas implicadas en la Solución de Problemas.

Habitualmente son objeto de análisis las siguientes conductas.

2.2.1.1. Expresión de sentimientos

La expresión de estados de ánimo puede ser motivo de conflicto o no según se haga de modo inadecuado o adecuado. Expresiones del tipo «es que me irritas», «me deprimes», «me desquicias»..., que encierran un tono acusativo, pueden interferir en el diálogo de la pareja e impedir que lleguen a un acuerdo o solución efectiva para el problema en cuestión. En cambio, expresiones del tipo «cuando dices eso yo me siento mal» o «cuando te comportas así me siento irritada» pueden ser más adecuadas porque reconocen la propia paternidad del estado de ánimo y eliminan el contenido acusativo. Es posible que el otro reaccione de un modo más accesible.

Las expresiones de ironía y las acusaciones directas son también frecuentes en estas sesiones de observación.

En otros casos la expresión de emociones positivas no llega a ser efectiva porque se realiza con un comportamiento verbal y no verbal inadecuado. Expresiones como «se te ve una chica con encanto» parecen describir más que expresar emoción. En cambio la expresión «me agradas» o «me encanta estar contigo» puede tener un mayor impacto emocional y más si se realiza con contacto visual, tocando levemente el brazo o cogiendo suavemente la mano. Todos estos aspectos de la expresión emocional

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conviene evaluarlos, ya que juegan un papel importante en la comunicación inter-personal.

2.2.1.2. Descripciones del problema

El cómo la pareja describe sus problemas debe ser también objeto de observación, porque de ello depende, de modo importante, el que lleguen o no a una solución. Las parejas en conflicto suelen expresar las quejas en términos vagos y generales: «deseo sentirme más segura en mi matrimonio», «cada día estamos peor», «no nos entendemos». Este modo de describir está impidiendo que la pareja llegue a entenderse y conseguir algún acuerdo. Cuando detectamos en la observación un uso frecuente de este tipo de verbalizaciones, un objetivo de intervención prioritario suele ser el de enseñar a la pareja a definir sus dificultades y problemas en términos de conductas concretas que les permitan conocer a uno ya otro qué es lo que hay que modificar y en qué sentido. Las parejas con relaciones deterioradas que llegan a nuestra consulta suelen hacer uso frecuente de este tipo de comunicación vaga e in-concreta, tendiendo más a interpretar un comportamiento que a definirlo en términos precisos. Expresiones como «ya sé por qué dices eso», «tú dices eso pero sé lo que realmente estás pensando» infieren la intención, motivación o actitud del otro a partir de interpretaciones, originan conflicto y son ineficaces para llegar a una solución del problema.

2.2.1.3. Análisis y solución del problema

Las parejas en conflicto suelen realizar un análisis de sus problemas según, como dice Hurvitz (1970), «hipótesis terminantes», es decir, ofrecen una explicación de la conducta de un modo que no da información acerca de cómo se puede cambiar la situación. La expresión «eres tan desordenada como tu madre» no aporta datos efectivos que le sirvan a la mujer para superar el problema. En su lugar ambos componentes de la pareja deben aprender a emplear «hipótesis instrumentales», que expliquen la conducta y los sentimientos, indicando qué se puede hacer para cambiar la situación. Esta otra expresión puede ser más operativa: «me disgusta encontrarme tu ropa sucia en el cuarto, ¿qué te parece si la recoges y la echas al cesto de la ropa sucia, mientras yo me encargo de bajar la basura que tanto te molesta?»

La especificación de resultados deseados, los compromisos y acuerdos, las soluciones alternativas y cualquier otra conducta que la pareja emplee para analizar y encontrar una solución a su problema deben ser objeto de evaluación y observación.

2.2.1.4. Habilidades de comunicación

Conviene observar también el patrón de comunicación de la pareja con el objetivo de eliminar o reducir las conductas inadecuadas e instrumentar o incrementar conductas básicas que son necesarias para una comunicación efectiva y facilitar así la solución de los problemas.

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La observación está dirigida tanto al componente verbal como al no verbal de la comunicación. El motivo de incluir lo segundo tiene que ver con el enorme impacto de significación que los gestos y cuantas conductas no verbales hacemos tienen sobre lo que decimos.

Generalmente suelen ser objeto de nuestra atención las siguientes conductas:

- Ausencia o no de contacto visual, es decir, si la pareja se mira mutuamente o no a los ojos cuando hablan.

- El uso de las manos para resaltar determinados contenidos del mensaje.

- La expresión facial adecuada o no a la situación y al mensaje verbal.

- La postura del cuerpo (acercamiento, inclinación hacia el otro o hacia atrás..., etc.) puede ser indicativa de

atención e interés hacia la otra persona o, por el contrario, de alejamiento y rechazo.

- El volumen de voz, según sea demasiado alto o excesivamente bajo. Su adecuación depende de lo que se desea expresar y del contexto donde tiene lugar. Si queremos, vaya por caso, llamar la atención de un amigo que vemos por la calle a veinte metros de distancia, un volumen de voz excesivamente bajo será inadecuado para nuestro objetivo. Por el contrario, si el objetivo es hablar con nuestra pareja en una habitación, en un contexto de intimidad afectiva, un volumen de voz excesivamente alto no sería demasiado idóneo.

- El tono de voz. Muy a menudo, una comunicación resulta inefectiva y provoca aburrimiento y alejamiento en nuestro interlocutor porque empleamos un tono excesivamente monótono y no realizamos las inflexiones que convienen al contenido del lenguaje. Y a la inversa, el interés que algunas personas parecen mostrar en el intercambio conversacional puede ser debido a una adecuada utilización de las inflexiones de la voz. Tanto el volumen como el tono de voz juegan un papel relevante en la expresión y modulación de los estados emocionales.

Las conductas no verbales que utilizamos en la comunicación pueden indicar actitudes y estados emocionales concretos, así como conferir un significado tal al contenido verbal que, en ocasiones, pueden hasta invalidarlo. Cuando decimos «pues márchate si quieres», con un tono y una expresión facial determinados, podemos estar comunicando al otro que no se marche. A continuación se presenta una relación de indicadores no verbales de determinadas actitudes y estados emocionales.

INDICADORES NO VERBALES

Actitud Segura, confiada Actitud insegura

(Expresión abierta del cuerpo) (Expresión cerrada del cuerpo)

- Postura relajada - Postura rígida

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- Falta de tensión muscular - Presencia de tensión muscular

- Movimientos fáciles y pausados - Actividad inquieta

- Expresión facial sonriente y - Movimientos con tendencia a

Risueña ser rígidos, forzados

- Cabeza alta y contacto visual - Expresión facial apretada, es tirada y hosca

- Movimiento del cuerpo y cabeza - Posición de cabeza a menudo

orientado al otro hacia abajo

- Falta de contacto visual. Miradas furtivas

- Movimiento de la cabeza y del cuerpo

tendentes a alejarse de los otros

Estilo cordial o amistoso Estilo dominante

- Proximidad física - Hablar alto, deprisa y durante la mayor

- Ciertos tipos de contacto corporal parte del tiempo con tono confiado

- Contacto visual - Interrumpir a los demás

- Sonrisa - Controlar el tema de la conversación

- Tono de voz amable - Dar órdenes o utilizar Otros tipos de influencias

- Conversación sobre temas personales - Ignorar los intentos de in fluencia por parte de los otros

- Señales de estar escuchando - Postura erecta con la cabeza hacia atrás

Estados emocionales concretos

SORPRESA

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- Cejas levantadas- Boca entreabierta.- Paralización motora súbita- Ojos muy abiertos- Tono de voz alto con inflexiones

ALEGRIA

- Sonrisa abierta- Labios hacia arriba- Tono de voz alto y rápido

TRISTEZA.

- Cejas caídas

- Mirada baja- Comisura labial hacia abajo - Tono de voz bajo, lento

IRA

- Ceño fruncido- Ojos muy abiertos o muy cerrados- Labios apretados- Puños cerrados- Tensión muscular- Tono de voz alto con inflexiones bruscas

MIEDO

- Cejas levantadas y contraídas- Ojos muy abiertos- Inflexiones de la voz- Expresión motora, en general en retirada o paralizada

Lenguaje corporal inadecuado Contacto visual

- Parpadear rápido y mucho

- Excesiva fijación sin cambiar la mirada

- No mirar

- Mover la cabeza y los ojos excesivamente

- Ojos tensos y/o fatigados

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Expresión facial

- Frente contraída y tensa

- Tragar saliva repetidamente

- Carraspear repetidamente

- Humedecer los labios

Gestos y posturas

- Taparse la boca al hablar

- Taparse la cabeza, los ojos o el cuello

- Pasarse la mano por los cabellos o retocárselos

- Juguetear con joyas o adornos

- «Ajustar» la ropa

- Cambiar el peso del cuerpo de un pie a otro

- Moverse mucho o estar rígido

- Estar encogido

El componente verbal de la comunicación (interrupciones, afirmaciones radicales o dogmáticas, reiteración, paráfrasis, etc...) también suele tener funciones significativas aparte de la mera transmisión de contenidos, por lo que es de suma importancia evaluarlo. El fomentar ciertos estados emocionales en el interlocutor dependerá asimismo de la buena o mala utilización de determinados contenidos verbales.

A continuación presentamos una lista de los errores más frecuentes cometidos en la comunicación de una pareja. Esta lista, recopilada por Thomas, Walter y O'Flaherty (1974), debe considerarse sólo como ilustrativa.

- Alejamiento temporal: U no de los interlocutores hace excesiva referencia al pasado o a un futuro hipotético.

- Expresión desconectada: U no de los interlocutores habla sobre un asunto que no muestra una clara conexión con el objetivo inmediato de la discusión (p. ej., ideas o situaciones hipotéticas, ejemplos irrelevantes).

- Déficit de lenguaje positivo: Uno de los interlocutores omite alabar o decir cosas agradables al otro como persona, o sobre lo que el otro dice o hace.

- Exceso de lenguaje positivo: Uno de los interlocutores halaga excesivamente al otro como persona o alaba demasiado lo que el otro dice o hace.

- Hablar en exceso: Uno habla considerablemente más que el otro (o los otros con los que está interactuando), en relación con la entrevista o interacción total.

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- Hablar por debajo de lo normal: U no habla considerablemente menos que el otro u. otros, siempre considerando la entrevista en su totalidad.

- Latencia rápida: U no comienza a hablar en seguida, después de que el otro ha terminado de hacerlo.

- Latencia lenta: Uno de ellos responde mucho después de que el otro ha terminado de hablar.

- Interrupción: A menudo, uno de ellos interviene cuando el otro está hablando. Estas intervenciones pueden convertirse en interrupciones cuando producen una inmediata y prematura terminación del discurso del otro.

- Rizar el rizo: Esforzarse en explicar, clarificar o discutir un detalle irrelevante, tangencial o sin importancia.

- Responder en exceso: Responder a una pregunta realizada por el otro hablando durante largo tiempo y extendiéndose mucho más allá de lo preguntado. (Esto se aplica al discurso del interlocutor cuando es preguntado por otros y habla más que los demás, considerando la conversación total.)

- Déficit en la contestación: Un interlocutor contesta muy poco en relación con lo que se le ha preguntado previamente o se le ha pedido comentar.

- Pedantería: Utilizar palabras complicadas, difíciles o raras, en lugar de palabras sencillas o más conocidas que resultarían más adecuadas. (Ej.: vicisitud, en lugar de suceso, paradigmático en lugar de ejemplar o modelo.)

- Afirmaciones radicales o dogmáticas: Hacer afirmaciones de modo categórico: «todo o nada», «blanco o negro».

- Excesiva generalización: Referirse a hechos que suceden de vez en cuando como si sucediesen siempre.

- Evitar hablar de un tema: Evitar abierta y claramente hablar sobre un asunto.- Cambiar el contenido de un tema: Introducir un contenido nuevo o diferente del

propuesto por la otra parte.- Insistencia en un tema: Hablar excesivamente sobre un asunto propuesto.- Reiteración en la expresión verbal de un asunto: Explicar un asunto o hacer una

propuesta o solicitud con excesiva insistencia indirecta. (Ej.: No te parece, no crees tú también.)

- Falta de especificidad: Hablar de modo inconcreto e inespecífico, tendiendo el discurso a ser general y abstracto.

- Habla rápida: Hablar demasiado rápidamente.- Habla lenta: Hablar excesivamente despacio. - Hablar bajo: Tono de voz excesivamente bajo.- Discurso excesivamente emocional: Exceso de conducta emocional durante el

habla (intensa entonación, gritos...)- Déficit en reconocer la razón de la otra parte: No admitir ni dar crédito a las

afirmaciones correctas del otro, ni reconocer su punto de vista.- Contraquejas: Responder a una queja del otro con una queja sobre él- Respuesta cortante: Responder de malos modos al intento del otro de iniciar una

conversación sobre un asunto que no gusta.- Insultar: Dirigir al otro una expresión ofensiva. - Déficit de opinión: No expresar la propia opinión o las preferencias de uno

cuando eso es lo que se pide.- Exceso de opinión: Expresar opiniones o preferencias de modo excesivo, incluso

cuando no se le pide.- Exceso de acuerdos: Estar excesivamente de acuerdo con las afirmaciones del

otro.- Excesivo desacuerdo: Estar en desacuerdo con las afirmaciones del otro, de

modo excesivo.- Dar poca información: Dar excesivamente poca información cuando se

considera que podría o debería darse.

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- Información redundante: Repetir excesivamente la información ya dada o conocida.

- Demasiada información: Dar más información de la que es necesaria.- Exceso de habla negativa: Expresar con demasiada frecuencia opiniones

negativas de los demás, de sucesos o de otros aspectos de su situación o circunstancia.

- Déficit de habla negativa: No expresar evaluaciones negativas, especialmente en situaciones en que están permitidas.

- Habla ilógica: Hacer afirmaciones ilógicas, al considerar lo dicho por los otros.- Lenguaje no operativo: Descripción de los problemas recurriendo a

interpretaciones o explicaciones pseudos-científicas, que no ofrecen conductas concretas a las que se puedan aplicar planes para cambiar.

- Negar responsabilidades: Negarse a reconocer la parte de responsabilidad que a cada uno le corresponde en un conflicto.

- Interpretación incorrecta de los mensajes del otro: El interlocutor interpreta mal los mensajes del otro.

- Adivinación del pensamiento: Suponer que uno sabe lo que la otra persona está sintiendo o pensando.

Muy útil también para la evaluación de las habilidades de comunicación es el Código de Interacción Marital de Weiss, Hops y Patterson (1973), que permite codificar las conductas verbales y no verbales observadas en una secuencia de la interacción de la pareja: criticismo, desacuerdo, humor, interrupciones, quejas..., contacto visual, contacto físico positivo, etcétera.

2.2.1.5. Consecuencias

Como ya dijimos en el capítulo primero de este libro, las conductas de ambos miembros de la pareja actúan como consecuencias de la conducta del otro. Estas consecuencias, según se utilicen, pueden contribuir al aprendizaje de conductas efectivas empleadas en las fases previas de la resolución de problemas (expresión, descripción...) o pueden fomentar conductas inadecuadas e inefectivas y ocasionar la agravación del conflicto. Las consecuencias reforzantes o aversivas pueden dispensarse por vía verbal (aprobaciones, elogios, acuerdos, insultos...) y por vía no verbal (sonrisa, ceños, contacto físico, caricias...). También pueden contribuir a facilitar la distensión ante conflictos no resueltos.

Encontramos con frecuencia que no se realizan comentarios positivos ante las conductas deseables del otro, por considerar que es «normal», que «debe ser así» y habernos habituado a su ocurrencia. Esta ausencia de comentarios positivos o ausencia de reforzamiento verbal suele provocar la extinción de estas conductas positivas.

En el Apéndice B ofrecemos un esquema de registro de datos de observación de conductas implicadas en la resolución de problemas.

2.2.2. Autorregistros

Aunque las limitaciones de este tipo de evaluación son familiares para los lectores de la literatura conductual, el uso ha aumentado considerablemente debido a su fácil manejo y economía. Este procedimiento es útil para reunir información acerca de las tasas y tipos de intercambios conductuales en la pareja. Se pide a uno o ambos

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componentes que registren conductas específicas que ha presentado el otro y que son de su agrado, así como aquellas otras que observe en su pareja y que desee cambiar.

Este tipo de procedimiento podemos utilizado también para realizar una evaluación cognitiva de las expectativas que un miembro de la pareja puede tener del otro. Podemos animarle a registrar auto observaciones de los pensamientos positivos y negativos acerca de sí mismo y del otro, así como las conductas y situaciones que suelen preceder.

2.3. Evaluación del proceso terapéutico

La evaluación entendida como un proceso continuo requiere comparar periódicamente los índices iniciales y presentes del fenómeno objeto de evaluación. Es decir, tras períodos razonables de experimentación y puesta en práctica de determinadas tareas y ejercicios conviene evaluar los efectos que tienen en el intercambio conductual de la pareja. De este modo se clarifica el proceso, permitiéndonos:

- Continuar con las hipótesis previamente delineadas si los datos reflejan un grado razonable de progreso.

- Revisar cuándo puede utilizarse alguna estrategia alternativa más efectiva y económica.

- Reemplazar las hipótesis originarias por otras alternativas si los datos no sugieren cambio alguno o incluso indican deterioro. Mahoney (1977) sugiere que en esta fase de ampliar, revisar o reemplazar, antes de pasar a opciones alternativas, conviene considerar:

a) La validez de los datos, es decir, si existe confianza o no en la precisión de los datos sobre los que se basa la evaluación.

b) Adecuación o implementación de las opciones y objetivos. En ocasiones las metas están bien diseñadas pero falla el plan para alcanzadas. ¿Realiza las tareas la pareja? De no ser así, ¿qué les impide realizadas? ¿Se han mantenido suficientes sesiones de entrenamiento con el terapeuta? Estas y otras preguntas parecidas conviene planteárselas para evaluar si se ha realizado una implementación adecuada de los programas diseñados.

c) Tiempo de experimentación. En ocasiones el intervalo de tiempo transcurrido entre el inicio de los ejercicios y el control de evaluación ha sido mínimo e insuficiente para obtener datos relevantes.

Todas estas consideraciones nos ayudan a detectar posibles causas e implicaciones del fracaso o ausencia de progreso en el programa de intervención.

Los métodos de evaluación que utilizamos son los mismos que mencionamos anteriormente, es decir entrevistas, autorregistro, cuestionarios, observaciones de la conducta -bien sea en cintas, video, o en el marco natural a través del rol playing-, ensayo conductual o interacciones espontáneas que la pareja mantiene durante el proceso. Y los objetivos de evaluación son el nivel de intercambios gratificantes, la comunicación verbal y no verbal, la resolución de problemas, el vocabulario interpersonal y las verbalizaciones de satisfacción y acuerdo que la pareja muestra sobre el proceso. Cada entrevista y cada contacto que mantenemos con la pareja es una ocasión idónea para evaluar. Sin embargo, y de acuerdo con Mahoney (1977) en su esquema general de la ciencia personal, el objetivo fundamental en toda intervención es que la pareja desarrolle una serie de habilidades para que de modo autónomo diseñe sus hipótesis, planifique y desarrolle sus programas y evalúe constantemente la validez y eficacia de los mismos. Por esa razón, el proceso de evaluación cognitiva debe recaer, especialmente, en la pareja. Esta debe ser la

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auténtica protagonista del proceso, por lo que el terapeuta debe animarles a darse información mutua sobre la conducta, más o menos periódicamente.

La «Guía de trabajo personal para mejorar la relación de pareja» consta de un apartado de «autoevaluación» en donde cada uno de los componentes de la pareja puede ir evaluando sus avances y progresos a lo largo del tratamiento. Esta información más o menos periódica tiene también la función de motivar su trabajo y hacer que persistan en sus objetivos.

2.4. Evaluación de los resultados

Es la evaluación final del proceso y suele hacerse en base a los cuestionarios, escalas y a la especificación de los objetivos conseguidos.

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3. Intervención

El modelo comportamental del conflicto de pareja concibe a éste como un proceso de intercambios de conducta inadecuados que se dan entre los, dos componentes de aquélla. Lejos de una conceptualización determinista e idealista, que fomentaría la pasividad cuando no la impotencia de ambos cónyuges ante sus conflictos, la perspectiva conductual hace hincapié en la modificabilidad del tipo de relación afectiva a través de los cambios que cada uno de los componentes de la pareja introduzca voluntariamente en sus comportamientos. Por esta razón, un objetivo central en la intervención es lograr que la pareja se implique activamente en la resolución de sus problemas y adquiera una concepción operativa del amor y de sus intercambios afectivos. Esta concepción es básica para que en todo el proceso los componentes de la pareja sientan que están trabajando en sus propios problemas, adquieran experimentalmente la conciencia de reciprocidad, incrementen la tasa de interacciones mutuamente gratificantes, reduzcan la tasa de interacciones aversivas y aprendan habilidades de comunicación y de solución de problemas.

El proceso a seguir en la consecución de estos objetivos debe partir, por tanto, de una introducción de los miembros de la pareja al marco teórico del modelo utilizado, a fin de que comprendan el porqué de estos objetivos y el tipo de ejercicios y estrategias utilizados. A esta introducción la denominamos fase conceptual.

3.1. Fase conceptual

A la pareja se le ofrece información y explicación detalladas de lo que les ocurre, a la luz de la Ciencia del Comportamiento y del modelo conductual desarrollado en el primer capítulo. Se les explica que la conducta es aprendida, que uno no es «así» de nacimiento y que, por lo tanto, podemos aprender nuevas conductas más satisfactorias y más eficaces de cara a conseguir el objetivo de tener una mejor relación con la pareja. Al entender los mecanismos y leyes del comportamiento, la pareja no sólo va a modificar y resolver sus problemas actuales, sino que también aprende, y esto es lo más importante, habilidades para prevenir y resolver futuros problemas de modo autónomo y evitando dependencias prolongadas con el terapeuta.

Como apoyo a nuestras explicaciones podemos utilizar esquemas, comics en diapositivas, role-playing, ejemplos de conflictos, etc.

El inicio de esta fase es necesario realizado no sólo al comienzo del programa de intervención propiamente dicho, sino en muchos casos también al principio de la evaluación, ya que esto facilita la implicación activa de la pare ja en la misma. La asignación de tareas del tipo de autorregistros, observaciones..., suele ser más efec-tiva cuando los protagonistas entienden el porqué.

Se les explica cuál va a ser su participación y responsabilidad en el tratamiento y en qué va a consistir éste. Se les advierte también que las verbalizaciones y quejas referidas al pasado no son operativas y que más bien interfieren en el proceso de cambio. Si es necesario, el terapeuta puede pedir que hagan ensayos conductuales con contenido aversivo (discusiones, quejas del pasado) a fin de que la pareja tenga una información experimental y precisa de los efectos de este tipo de interacción.

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Para facilitar la discriminación de lo inadecuado e ineficaz de estos intercambios el terapeuta puede sugerir a continuación un ensayo conductual pero esta vez ton contenidos mutuamente gratificantes (comentar aspectos positivos de la relación, dialogar acerca de las futuras vacaciones o cómo solucionar el problema...). Una vez realizados estos ensayos, el terapeuta intenta, con un interrogatorio hábil, dirigir la atención de cada uno de los miembros de la pareja hacia sus estados de ánimo y actitudes, con el fin de que ambos tomen conciencia de los cambios habidos en los mismos y de la contingencia de éstos a mantener un tipo u otro de intercambio conductual.

Se les introduce así, de un modo activo y didáctico, en los núcleos conceptuales del modelo conductual.

En esta fase conceptual conviene precisar también, como decíamos anteriormente, la responsabilidad de cada uno de ellos en el tratamiento. Algunas de estas responsabilidades que conviene subrayar son las siguientes:

1. La conducta de uno es interdependiente de la del otro. Por esta razón, uno es responsable del comportamiento del otro y, por tanto, de los cambios y de los resultados que desee conseguir. Esta asignación de responsabilidad se ilustra aduciendo los conceptos y ejemplos utilizados en el primer capítulo (consecuencias de la conducta, refuerzo, castigo, aprendizaje por modelos...). El acento que pongamos en esta responsabilidad va a depender, fundamentalmente, de la evaluación que hagamos del grado de compromiso que cada uno de los miembros de la pareja muestra para con el otro. Ya comentamos, con ocasión de hablar de la evaluación inicial, que hay muchas parejas que acuden al tratamiento con la expectativa de que el problema reside en el otro. En estos casos conviene que experimenten y aprendan con claridad la realidad de esta interdependencia en sus comportamientos, a fin de que se planteen: «¿Qué puedo hacer yo para que mi pareja cambie?», en lugar de: «He de esperar a que mi pareja cambie».

2. De la responsabilidad anterior se deriva que ambos componentes de la pareja son terapeutas o enseñantes del otro. Dado que el comportamiento de uno es causa de cambio en el comportamiento del otro, ambos se convierten en auténticos modificadores de conducta efectivos con sólo una introducción en las leyes del comportamiento. Conviene precisar que no es tarea del terapeuta el resolverles los problemas. El terapeuta únicamente les va a ayudar a adquirir una serie de habilidades y conocimientos para que sean ellos mismos los protagonistas activos en la resolución de sus conflictos. Por esa razón, el tratamiento es un proceso a llevar a cabo, día a día, por ellos mismos, y fuera del marco restringido del despacho del psicólogo.

3. Del punto anterior se deduce la importancia que tiene la implicación de ambos en el cumplimiento de tareas planificadas conjuntamente con el terapeuta y para realizar fuera del marco de intervención directa del psicólogo.

4. Como consecuencia de los puntos anteriores se plantea también una doble responsabilidad. Por una parte deben observar muy activamente el comportamiento propio y del otro, y por otra deben delimitar sus propios objetivos de cambio y negociación. No está de más precisar el compromiso que tienen en la adquisición de objetivos instrumentales, es decir, medios conductuales idóneos que les permitan alcanzar sus objetivos finales: modificar y negociar sus comportamientos de un modo efectivo.

Los objetivos instrumentales van desde la adquisición de un nuevo vocabulario interpersonal hasta el saber describir sus problemas de un modo operativo. El terapeuta puede utilizar recursos didácticos (ensayo conductual, grabaciones, ejemplos...) para asegurarse que la pareja comprende con claridad la idoneidad de tales objetivos. El siguiente diálogo puede ilustrar cómo el terapeuta puede ayudar a ambos componentes de la pareja a adquirir modos más operativos de describir sus objetivos.

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TERAPEUTA: ¿Qué os parece si nos escuchamos por unos momentos y nos damos, así oportunidad de saber qué es lo que uno desea del otro?

MARIDO: Sí... me parece bien... Por empezar... A mí me gustaría que mi mujer fuera más simpática.

TERAPEUTA: Tú deseas efectivamente que tu mujer sea más simpática, pero... Veamos cómo podemos ayudarla a conseguir este objetivo ¿Crees que con decirla «deseo o me gustaría que fueras más simpática» ,es suficiente?

MARIDO: Pues... no sé... creo que sí...

TERAPEUTA: Bien inténtalo, ánimo, dirígete a tu mujer y propónselo. Además es un objetivo que estoy seguro que ella desea. ¿A quién no le va a gustar ser más simpático? ¿No te parece?

MUJER: ¡Pues claro!... Pero yo no sé comportarme de otra manera...

MARIDO: Mujer... podías ser un poco más simpática y amable con mis amigos.

MUJER: Mira... yo hago lo que puedo... además yo creo que soy amable con ellos...

TERAPEUTA: (Al marido) ¿Has conseguido tu objetivo de lograr que tu mujer sea más simpática con tus amigos?

MARIDO: No...

TERAPEUTA: Entonces lo que has hecho parece que no es efectivo. ¿Qué puede haber fallado?... Veamos, vamos a intentar otro modo de hacerlo... fíjate bien, yo voy a realizar tu papel... «oye cariño (dirigiéndose a la mujer) me agradaría mucho que cuando vengan mis amigos a casa nos sonrieras, nos preguntaras qué queremos tomar y te pusieras a charlar con nosotros. ¿Qué te parece? ¿Te costaría mucho hacer esas cosas?"

MUJER: ¡No, por Dios! Eso lo puedo hacer fácilmente...

TERAPEUTA: Como ves (dirigiéndose al marido) este modo parece ser efectivo, ¿no es así? ¿Por qué crees que he conseguido mi objetivo?

MARIDO: Ya... empiezo a comprender... en esta ocasión has precisado lo que querías...

TERAPEUTA: En efecto... El término empleado en la primera ocasión «ser simpático» es muy vago e inconcreto, además se presta a todo tipo de interpretaciones sobre las cuales es difícil ponerse de acuerdo. Posiblemente lo que entiendes tú por simpático no es lo mismo que lo que entiende tu mujer. En cambio los términos empleados en la segunda ocasión «sonreír», «preguntar», «charlar» son específicos, descriptivos y operativos. Nos permiten llegar a un acuerdo y además le informamos eficazmente qué es lo que deseamos de ella...

MARIDO: Sí... sí... empiezo a comprender...

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3.2. Fase de experimentación

El objetivo de esta fase es que las parejas comprueben por sí mismas las hipótesis que hemos venido discutiendo en la fase anterior y de este modo adquieran la conciencia de reciprocidad y la importancia de los intercambios agradables. Las parejas que suelen venir a tratamiento tienen un sesgo perceptivo negativo del otro y de la relación, es decir suelen centrar su atención en las conductas negativas que realiza el otro y olvidan los aspectos positivos que, por pocos que sean, generalmente siempre existen en el comportamiento de un individuo. Están, por así decir, «pillándose» uno al otro en faltas, errores, etc., con excesiva frecuencia. No se percatan de los efectos que cada uno de ellos puede ejercer sobre el otro con simples cambios introducidos en sus propios comportamientos.

En esta fase suele ser útil introducir una serie de ejercicios, algunos de los cuales describimos a continuación.

«Pille a su pareja haciendo algo agradable». Este ejercicio, desarrollado por el profesor A. Jack Turner, recogido por el profesor Liberman (1980) Y en el que nosotros hemos introducido algunas modificaciones, consiste básicamente en lo siguiente:

a) Se pide a la pareja que anote diariamente en la hoja de registros (ver Apéndice B) las conductas agradables que encuentre en el otro.

b) Tan pronto como se “den cuenta” de la conducta positiva del otro, deberán darle señales de haberla reconocido. Es decir, en el preciso momento en que "la conducta en cuestión ocurre conviene reforzarla dando información al otro -bien sea mediante sonrisas, caricias, o verbalizaciones positivas-, de que a uno le resulta agradable aquello que el otro está haciendo o diciendo. Con este ejercicio estamos fomentando los objetivos antes mencionados: por un lado se contribuye a cambiar la percepción negativa que se tenía del otro, al observar y valorar sus conductas positivas, y al mismo tiempo se tiene ocasión también de comprobar cómo al reforzar dichas conductas se está fomentando que se vuelvan a repetir con mayor probabilidad en el futuro. Al comprobar los efectos positivos en el otro, de algún modo también se está fomentando la realización del ejercicio.

c) Se sugiere a la pareja que, al final del día, busquen un lugar y un momento adecuados y relajados para intercambiarse los registros y comentarios. Cuando se da el caso de que uno de los miembros de la pareja «no ha pillado» nada agradable en el otro, aquél puede sugerir cosas concretas que este último podría hacer o decir para tener la oportunidad de «ser pillado». Con este ejercicio de comunicación la pareja está introduciendo un lenguaje más operativo, es decir, cada uno de ellos está informando y sugiriendo al otro cosas concretas que puede hacer, en lugar de esperar o pretender, como venía haciendo hasta ahora, que el otro las adivine.

En la entrevista que periódicamente se mantiene con el terapeuta ambos componentes de la pareja informan de sus registros. El terapeuta refuerza discriminativamente la ocurrencia de conductas positivas, el registro de las mismas y el modo en que se han reforzado. Suele ser conveniente sugerir a la pareja que comenten juntos los registros realizados y se refuercen mutuamente al mismo tiempo que verbalizan cada suceso agradable y anotado en la hoja de registros. Este ensayo conductual nos permite observar la habilidad o inhabilidad de los componentes de la pareja para reforzar al otro y expresarle emociones positivas.

Al sugerirles este ensayo de conducta nos encontramos con relativa frecuencia que uno o ambos se limitan a leer escuetamente los registros. El terapeuta debe insistir y animarles a que los comenten tal y como lo hacen en la vida real, con el fin de observar la habilidad de cada uno para describir y reforzar. De ser necesario, el terapeuta puede actuar de modelo y hacer sugerencias de cómo mejorar las conductas

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verbales (“me agrada...”, “me gusta...”, “me encanta...”) y no verbales (tono de voz, contacto visual, sonrisa, contacto físico...) implicadas en el ejercicio. Una vez que han aprendido a describir el comportamiento y reforzar al otro adecuadamente, se les sugiere y anima a que lo practiquen en la vida real. A continuación puede verse una representación gráfica de ensayos.

Es conveniente advertir a la pareja que deben llevar al día este registro y no esperar a hacerlo un momento antes de venir a la entrevista con el terapeuta. De hacerlo así el ejercicio perdería gran parte de su utilidad, ya que uno de sus objetivos es aumentar la atención de cada uno de los componentes de la pareja hacia las conductas positivas del otro.

Algunas parejas, tras unos días de registro, comentan que ya no les parece necesario proseguirlo y que ya han comprendido su sentido y eficacia. A pesar de sus buenos resultados iniciales, es necesario insistir en que continúen realizando el ejercicio, ya que el hábito perceptivo negativo lo practican desde hace tiempo y es conveniente un entrenamiento más o menos constante para modificarlo. El camino para que estas conductas lleguen a ser «espontáneas» como ellos desean es prac-ticarlas una y otra vez, y hay que tener en cuenta que muchas conductas que aparentemente son fáciles de entender son difíciles de llevar a cabo.

Liberman (1980) introduce algunas modificaciones para mantener el interés y el compromiso con el ejercicio y evitar que la pareja lo abandone. Algunas de estas variaciones son:

- Anotar las conductas agradables que les hayan parecido más importantes.

- Anotar aquello que haya sido una sorpresa total.

- Anotar aquello que fue más personal.

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- Anotar el momento en que dijo algo agradable.

- Anotar el momento en que hizo algo desagradable.

«Día del Amor». Este ejercicio ha sido utilizado muy frecuentemente por los terapeutas de conducta que trabajan en problemas de pareja (Weiss et al. 1973; Wills et al. 1974; Birchler, 1973). El terapeuta pide a uno de los miembros de la pareja que ofrezca al otro un «día del amor», en el cual deberá aumentar notablemente el número de conductas positivas que habitualmente tiene con el otro. Es decir, en ese día, a pesar del comportamiento del otro, tratará de hacer, decir o facilitar situaciones que resulten de su agrado. El otro miembro no es advertido del día que ha sido elegido ni de lo que se va a hacer.

Un objetivo fundamental de este ejercicio es comprobar experimentalmente que la conducta de uno influye en la del otro, es decir, «cuando yo cambio mi modo de comportarme cambia el modo de comportarse de mi pareja». Los efectos de' aumentar las conductas positivas se discuten en una entrevista con el terapeuta, haciendo énfasis en el valor de estas conductas como reforzadores y, por ello, en los efectos que tienen en los sentimientos y actitudes del uno hacia el otro. Las gráficas diarias de las conductas positivas intercambiadas son herramientas muy útiles para evaluar y demostrar el efecto del «día del amor». El tomar conciencia de estos efectos permite que la pareja comience a alejarse de aquellas conceptualizaciones que recurren a la «personalidad» del otro como factor explicativo causal y relevante del conflicto. Así se implican más activamente en el tratamiento y asumen la responsabilidad de cambiarse mutuamente.

El terapeuta debe cuidar de que las conductas positivas del otro no se valoren como una obligación sino como un hábito adquirido que puede o no manifestarse según los objetivos y deseos de cada uno. El que se valore como una obligación lleva, en muchas ocasiones, a no reforzarlo cuando está presente y a quejarse cuando falta.

«Ejercicio de reciprocidad». Este ejercicio, original de Azrin, Naster y Jones (1973), lo utilizan también muchos terapeutas. Se pide a cada uno de los miembros de la pareja que confeccionen dos listas de conductas: una en la que figuren 10 conductas placenteras que uno está dando al otro, y otra con 10 conductas placen-teras que está recibiendo del otro. Una vez completadas las listas, que podría ser una tarea para casa, se leen y comentan en la entrevista con el terapeuta.

Este ejercicio, como los anteriores, ayuda a la pareja a «darse cuenta» de las conductas positivas del otro y a dirigir su atención hacia ellas. Otro objetivo es facilitar información mutua sobre aquellas cosas que resultan placenteras para cada uno de ellos. Es muy frecuente encontrar reacciones de sorpresa en uno o en ambos componentes de la pareja cuando acceden a esta información. En ocasiones manifiestan conductas que no requieren mucho esfuerzo, y. que, por el contrario, re-sultan altamente positivas y gratificantes para el otro.

Ejercicios en la sala de observación. Otro modo de hacer que la pareja cobre conciencia de la reciprocidad y de su comportamiento interdependiente es realizar «ensayos conductuales dirigidos» en la sala de observación y entrenamiento social. El proceso en el desarrollo de este ejercicio es como sigue:

1° Se les dice a ambos componentes de la pareja que permanezcan en el interior de la sala de observación hablando entre sí sobre cualquier problema que tengan pendiente de resolver. Se les sugiere también que conecten los auriculares a fin de poder comunicarnos con ellos desde la cabina de registros y poder notificarles directamente nuestras impresiones sobre cómo están interactuando entre sí.

2° A continuación, y aprovechando una situación de conflicto, el terapeuta envía, a través del sistema de intercomunicación, sugerencias a uno de ellos sobre cómo manejar la situación. Estas sugerencias suelen ser específicas, tales como

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«sonríele», «acércate», «dile: tienes razón», «es mejor comenzar a discutido serenamente», etc. El diálogo que mantiene la pareja puede ser grabado en magnetófono o en video.

3° Finalmente el terapeuta facilita una información específica del intercambio de conducta mantenido, a través de los registros y comentarios. Discute con ellos el efecto que ha tenido en el comportamiento del otro este nuevo modo de reaccionar sugerido por él. Comienzan así a darse cuenta de la interdependencia de sus comportamientos.

Estos ejercicios pueden facilitar el que la pareja compruebe y experimente los resultados derivados de los cambios que ellos mismos introducen en sus com-portamientos. Contribuyen a desarrollar la conciencia de reciprocidad y motivan a continuar trabajando y afianzando sus objetivos conductuales hasta convertidos en hábitos. Se descubren como responsables de los mismos.

3.3. Trabajando y profundizando en los objetivos conductuales

En la fase de experimentación algunas parejas aprenden fácilmente a incrementar los intercambios positivos y a generar una atmósfera de relación adecuada para solucionar muchos de los problemas que tienen planteados. Sin embargo, en otras muchas esto no ocurre tan fácilmente y es necesario continuar trabajando y afianzando los objetivos conductuales, profundizando puntualmente en las áreas-problema que se han detectado en la evaluación y desarrollando habilidades para su

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manejo. En casos especiales, suele ser; además, necesario realizar un control estimular específico en la relación de contingencias que se establecen en la pareja.

3.3.1. Entrenamiento en habilidades de comunicación y de resolución de problemas.

Ya vimos en capítulos anteriores que, a menudo, los miembros de una pareja fracasan en su relación por culpa de cómo reciben, procesan y se transmiten entre sí información. Es en estos casos donde suele ser muy útil un entrenamiento en habilidades de comunicación.

La comunicación que se establece en una relación diádica, como la pareja, puede ser inadecuada por deficiencias en alguno de los tres elementos implicados: el emisor, el receptor y el mensaje. Por tanto, el objetivo básico del entrenamiento en habilidades de comunicación será, por una parte, asegurar que ambos componentes de la pareja aprendan un nuevo vocabulario interpersonal que sea adecuado para vehiculizar un mensaje descifrable por un código común, y por otra, que incorporen a sus repertorios comportamentales una serie de habilidades (saber escuchar, expresar sentimientos...) que les capaciten para emitir y recibir dichos mensajes adecuadamente.

3.3.1.1. Aprendizaje de un nuevo vocabulario interpersonal

Si bien es un objetivo que ya se inicia en la fase conceptual, debe continuar profundizándose en él hasta lograr un modo de comunicación más operativo. Algunas parejas tienen especiales dificultades en abandonar su lenguaje inespecífico y les resulta muy difícil saber qué deben hacer de modo distinto, incluso si ambos están favorablemente dispuestos a cambiar sus conductas. El lenguaje inespecífico, lejos de responder a las exigencias de un código común descifrable, se presta a cuantas interpretaciones subjetivas y muy personales puedan realizar cada uno de los componentes de la pareja. De este modo se fomenta la existencia de un código interpretativo en el que cada uno hace un juicio de intenciones del comportamiento del otro. El mundo de valoración subjetiva pierde el anclaje en los datos de la realidad externa en donde está «el otro» y se establece un tipo de «comunicación» basado casi exclusivamente en los errores perceptivo-cognitivos que cada uno de los componentes de la díada pudiera tener. Se sientan así las bases de la incomunicación y del mutuo alejamiento, debido a la reiterada improductividad de los sucesivos intentos de comunicarse y a los efectos emocionales negativos derivados de la «malin-terpretación» en que suele incurrirse cuando no existe un lenguaje específico y operativo. El siguiente diálogo puede ilustrar alguno de los efectos que suele tener el uso inespecífico del lenguaje.

MARIDO: «Me gustaría que comprendieras mi situación... que me comprendieras más...

MUJER: Sí... y lo intento, pero dime ¿qué es lo que tengo que comprender?...

MARIDO: Tú ya lo sabes..., siento que no me comprendes, que no me quieres como antes...

MUJER: Bueno, pero dime en qué te basas para decir eso... ¡no te entiendo!

MARIDO: Sí, ahora sólo piensas en ti, en cambio antes...

MUJER: Sigo sin entenderte...

MARIDO: ¡Lo ves!... no me comprendes...

MUJER: ¡Mira, me estás irritando! ¡Así desde luego no te entiendo!

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MARIDO: ¡Desde luego, es la última vez que te comento algo! ¡Te pones tan cerrada...!

En un diálogo como éste, uno o ambos componentes de la pareja no saben o no se esfuerzan por utilizar un lenguaje más preciso y esperan a que el otro «interprete» adecuadamente lo que uno desea. El proceso es lógico: hay un alejamiento gradual entre ambos, aparecen emociones negativas como cólera, irritación, frustración, etc., y finalmente se desencadena el conflicto.

Así pues, el lenguaje ha de ser operativo, y definimos como tal aquel que logra establecer un código intercambiable y descifrable y es eficaz para conseguir una comunicación mutuamente satisfactoria si ese es el objetivo básico de los componentes de la pareja. Para que un lenguaje sea operativo debe cumplir con una serie de requisitos:

- Debe estar basado en descripciones observables y cuantificables para que cada miembro de la pareja sepa con facilidad qué es lo que ocurre y qué es lo que se debe cambiar.

- Debe ser congruente, es decir, conveniente y oportuno según la situación y el contexto en que tiene lugar. Por ejemplo, un chiste en un velatorio o utilizar expresiones categóricas del tipo “dos que opinan que el político Sr. X es inteligente son unos necios” ante un desconocido puede ser poco congruente. Si el objetivo en el segundo caso es conocer y profundizar una relación con un desconocido, es probable que ese modo de comportarse no sea efectivo para conseguido. Puede ocurrir que estemos llamando «necio» al desconocido por ser éste simpatizante del político Sr. X. Existen personas que son poco hábiles para relacionarse con la gente porque no saben utilizar el lenguaje intrascendente y operativamente adecuado cuando inician con-tactos sociales con desconocidos.

Proponer una relación sexual o pedir un favor a mi pareja en medio de una fuerte discusión puede ser poco conveniente para lograr dichos objetivos.

- Debe hacer énfasis en la información positiva. Si digo a mi pareja «habla más bajo» (información positiva) en lugar de «no 'hables tan alto» o «no des voces» es posible que colabore mejor, amén de que evito de ese modo prestar atención y por tanto, reforzar, conductas negativas o defensivas y enviar señales acusativas en mi mensaje.

- Debe estar basado tanto en la comunicación verbal como no verbal. El cómo expresamos nuestros sentimientos y peticiones contribuye a transmitir más in-formación y significado que lo que se dice, Por esta razón conviene incidir marcadamente en los elementos no verbales de la comunicación, Por ejemplo, utilizar un tono de voz excesivamente elevado, apretar fuertemente el brazo de mi pareja y tener el ceño fruncido puede ser poco adecuado para sugerir un contacto sexual.

El terapeuta, a lo largo de las entrevistas y de todo el proceso de intervención, debe procurar que todos estos requisitos estén presentes en la comunicación de la pareja, Utilizará modelado, role-playing, ensayo conductual, instrucciones, tareas, etc., para asegurar el aprendizaje de este nuevo vocabulario interpersonal

En base al material grabado en cinta o video de sus intercambios conductuales, el terapeuta les ofrece ejemplos de información no específica y negativa utilizada por ambos, con el objetivo de discutir la eficacia de la misma y proponer alternativas de información específica.

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EJEMPLOS

Información no específica Información específica

1. «No me quiere» 1. «Que me acaricie cuando llego y converse conmigo»,

2. «Es un machista» 2. «Que comparta conmigo el cuidado de los niños

(especificando tareas)»,

3. «Es un egoísta» 3. «Que dedique un rato a la semana a hablar conmigo

y encontrar una solución para el problema de fracaso

escolar de tal hijo»,

4. «Sólo va a lo suyo» 4. «Que se acuerde de los aniversarios y me haga un

regalo y hagamos un plan jumos».

En otros casos el terapeuta puede proponer ejercicios más complejos en donde la pareja evalúa los requisitos de congruencia, especificidad, información positiva y comunicación no verbal, sugiriendo diálogos alternativos que sean operativos. Este ejercicio puede realizarse en .el marco mismo de la entrevista o puede ser una tarea para realizar y discutir conjuntamente en casa.

DIALOGO EVALUAClÓN DIALOGO OPERATIVO

M.: «Eres un egoísta, sólo piensas en ti» ……………………………….. ………………………………

H.: «¡Jo!... ¡Qué pesada eres! ¡No hay ……………………………….. ……………………………….

quien te aguante! »

M.: «¡Ves! Lo que yo digo, me estás ………………………………. ………………………………..

dando la razón, no te preocupas

de mis problemas» ……………………………… ………………………………..

H.: «¡Es que siempre estás con lo mismo!...

¡Déjame en paz...!» ………………………………. …………………………………

H.: «¡Pues desde luego no pasa un fin de

semana más sin que vayamos a ver

a mi familia!» ………………………………. ………………………………….

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M.: «¡Pues te irás tú solo!» ………………………………. ………………………………….

H.: «¡Pues me iré yo solo! Porque para

lo que vas a hacer tú... que será ponerte

a discutir con mi hermana...» ………………………………… ……………………………………

M.:¡Anda! ¡Ojala te quedes allí y no vuelvas!»……………………………….……………………………………

M.: «No me haces caso...ya no me quieres»………………………………….…………………………………….

H,: «¡Claro que te quiero, boba! Es que no paro...

no ves que estoy muy ocupado...» ………………………………….…………………………………….

M.: «Sí, pero los fines de semana igual...

no trabajas y es lo mismo» ………………………………….…………………………………….

H.: «Anda, anda... no te preocupes por tonterías..,»...................................................................................................

Estos diálogos, representativos de muestras comportamentales de la pareja, se sitúan en su contexto

definiendo los objetivos que persiguen cada uno de ellos al iniciarlos.

Se realizan ensayos conductuales a fin de observar de modo discriminativo los diferentes efectos que producen en el estado emocional y comportamental del sujeto las variaciones del volumen, tono de voz, contacto visual, etc., sobre un mismo contenido verbal. Y finalmente, se comenta la adecuación o no de las conductas verbales y no verbales en base a las observaciones realizadas y a la consecución o no de los objetivos.

3.3.1.2. Aprendizaje de habilidades conversacionales

Existen parejas cuya dificultad esencial de comunicación radica en la inhabilidad que uno o ambos componentes tienen para conversar. La conversación es un recurso muy accesible y económico que la pareja tiene para intercambiar entre sí conductas mutuamente gratificantes. Sin embargo, ese mismo recurso puede propiciar también intercambios aversivos y originar conflictos si no se ha aprendido la habilidad de conversar. Hay parejas en que uno de sus componentes rehúye el contacto con el otro porque éste habla. excesivamente de sí mismo, no dándole oportunidad de hablar y ex-poner sus criterios y opiniones. En otros casos el alejamiento y el origen de sentimientos negativos se debe, por el contrario, a que uno de ellos apenas habla, permanece en un mutismo más o menos prolongado y elige otras alternativas a la conversación, como leer el periódico o ver la televisión.

Para estos y otros casos estaría indicado un entrenamiento específico en habilidades conversacionales. Este entrenamiento suele comenzar informando a la pareja de los elementos básicos de la conversación y de las funciones que unos y otros tienen. Estos elementos son:

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- Hacer preguntas

- Dar información gratuita o adicional

- Escuchar

- «Llevar» una conversación:

- cambiar de tema

- tomar la palabra

- pasar la palabra

- Cerrar la conversación

Mediante ensayos conductuales, modelado y refuerzos discriminativos el terapeuta enseña cómo utilizar estos elementos de un modo adecuado según los objetivos de ser un conversador ameno e interesante. Se incide en los componentes conductuales verbales y no verbales y se analiza qué elementos facilitan y hacen fluida una conversación. A continuación ofrecemos un ejemplo discriminativo de interacción conversacional.

Interacción conversacional inadecuada 1nteracción conversacional adecuada

E.: «¿Qué tal en el trabajo?» E.: «¿Qué tal en el trabajo?»

R.: «Bien» R.: «Bien... esta mañana he estado haciendo un

trabajo muy interesante»

E.: «¿Has hablado con tu jefe?» E.: «¿Sí? Cuéntame... ¿qué has estado haciendo?»

R.: «Pues sí» R.: «Pues mira, he tenido que salir a la calle e ir a otras

sucursales, que ya sabes que me gusta más que el

trabajo rutinario de oficina...»

E.: «¿Qué pasa con el traslado?» E.: «¡Oye... y ¿has hablado con tu jefe?»

R.: «Que me lo conceden» R.: «Sí... me ha recibido y ha estado muy amable,

me ha dicho que para el mes que viene me conceden

el traslado»

E.: «¡Qué bien!... ya podemos cambiarnos de ciudad,

con las ganas que teníamos...!»

En estos ejemplos, podemos ver cómo un tipo de interacción se convierte en un proceso interminable de preguntas y respuestas escuetas, a modo de interrogatorio, lo cual es muy poco eficaz para promover una conversación fluida. El otro modo de intercambio verbal se muestra, en cambio, efectivo para lograr dicho objetivo. Un

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simple análisis de contenido de ambas interacciones nos muestra las claves de por qué la segunda ha sido efectiva y la primera no. En aquélla existe un elemento básico que facilita y da fluidez a la conversación: la información gratuita o adicional. Ante la pregunta, por ejemplo, de «¿qué tal en el trabajo?", la otra persona responde «Bien" y además «... esta mañana he estado realizando un trabajo muy interesante". Esta información adicional sirve de estímulo para continuar la conversación.

Si bien la presencia o ausencia, exceso o déficit de estos elementos son importantes en el proceso conversacional, sin duda una de las habilidades más cruciales en el proceso de comunicación es escuchar. En efecto una característica esencial de un buen conversador es la de ser un buen «oidor».

El saber escuchar no supone sólo tener buenos oídos y recibir la información de un modo pasivo sino que, y sustancialmente, implica dar señales al emisor de que se está recibiendo.

Los efectos que la conducta no verbal (postura hacia atrás, ausencia de contacto visual..) y la ausencia de conducta verbal (ausencia de paráfrasis, preguntas...) del supuesto «oidor» pueden ejercer sobre el emisor del mensaje son claros. Generalmente éste termina aburriéndose, cuando no se irrita al comprobar que «no le están escuchando». En otros casos, un exceso de conducta verbal con interrupciones es también señal de «no escuchar».

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La conducta no verbal (contacto visual, movimientos de cabeza, inclinación de tronco...) y la conducta verbal (paráfrasis...) del receptor sirven de señales para infor-mar al emisor de que «adelante, estoy escuchando, continúa...». Es posible que éste se sienta gratificado al comprobar que le escuchan y trate de propiciar de nuevo este encuentro y reanudar la conversación. Ya vimos en el primer capítulo que el «escuchar» es un reforzador importante que los seres humanos dispensamos diariamente en nuestras relaciones interpersonales. El escuchar, pues, es un proceso activo que no sólo contribuye a mantener y fomentar la comunicación sino que también origina estados emocionales positivos en una relación diádica.

El terapeuta asume, a través del ensayo conductual, modelado, refuerzo discriminativo..., la tarea de enseñar a la pareja una habilidad tan básica como es el escuchar.

3.3.1.3. Aprendizaje de habilidades de expresión

El entrenamiento en este tipo de habilidades tiene por objetivo lograr que cada uno de los miembros de la pareja exprese, de modo honesto y directo, por una parte, sentimientos, peticiones y/o elogios positivos que faciliten el que ambos se sientan a gusto y disfruten de la relación, y por otra, sentimientos negativos o críticas que sean efectivos para producir cambios constructivos en sus relaciones o en la conducta del otro.

a) Expresión de sentimientos positivos

La pareja debe aprender habilidades específicas:

- Expresar emociones que sean del agrado del otro.

- Reconocer aspectos positivos y gratificantes en la conducta del otro.

- Expresar y pedir intercambio físico gratificante. El material básico de entrenamiento puede aportarse

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El materia básico de entrenamiento puede aportarse a partir del ejercicio Pilla a tu pareja haciendo algo agradable. En base a la información recogida se pueden realizar ejercicios de expresión de estados emocionales positivos. En la figura se ofrece una muestra de intervención del terapeuta en uno de tantos ensayos conductuales que se realizan a lo largo del proceso de intervención.

En la figura dos terapeutas sirven de modelo en la expresión y reconocimiento de aspectos positivos.

Al mejorar la comunicación y la expresión de afectos positivos se inicia cierta empatía entre ambos componentes de la pareja. Sin embargo, para desarrollada y ahondada es conveniente realizar algunos ejercicios adicionales, como es el de inversión o intercambio de papeles. En este ejercicio, como su nombre indica, la pareja intercambia sus papeles: cada uno asume las necesidades, peticiones y comportamiento del otro y lo representa. Una variante de este ejercicio es el realizar un intercambio real. Por ejemplo, si la función de uno, durante el fin de semana, es realizar las tareas domésticas casi exclusivamente y la del otro salir con los críos a pasear, pueden acordar intercambiar ambas funciones. Estos ejercicios contribuyen a comprender mejor la situación del otro, desarrollándose así la empatía.

Otro medio de desarrollar la empatía (Liberman, 1980) es aconsejarles que escriban por separado una lista de sus preocupaciones y ansiedades derivadas de la relación. Posteriormente deberán intercambiar/as y discutir sus reacciones.

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b) Expresión de sentimientos negativos

Tan importante como la expresión de sentimientos positivos es la expresión de críticas y sentimientos negativos tales como cólera, irritación, depresión, frustración... La expresión de estos sentimientos suele hacerse de un modo que generalmente fomenta las discusiones y peleas en el seno de la pareja. Aprender a expresarlos de un modo más adecuado puede contribuir a obtener ciertos cambios adaptativos y, por tanto, debe ser un objetivo importante de intervención.

En la figura pueden verse gráficamente y de modo didáctico los pasos que podría incluir una expresión adecuada de sentimientos negativos. Estos pasos (Liberman, 1980) son:

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1. Especificar la conducta del otro que ha «motivado» los sentimientos negativos.

2. Expresar y «confesar» como propios los sentimientos negativos.

3. Hacer una petición al otro que contribuya a mejorar la situación y los sentimientos:

- para cambiar palabras o acciones en el presente o futuro,

- para ayudar en la solución de un problema o dilema,

- para encontrar un consenso, compromiso o clarificación.

4. Reforzar al otro por haber escuchado nuestra petición y comprometerse a realizarla o plantear un compromiso alternativo.

En este contexto y, en especial, en los casos en que exista cierto descontrol emocional y se manifiesten a menudo conductas de irritación o de cólera, puede estar indicado un entrenamiento asertivo. El terapeuta comenta las diferencias que existen entre comportamiento asertivo, inhibido y agresivo, y elabora junto con la pareja un programa que facilite la expresión asertiva de emociones.

3.3.1.4. Desarrollo de habilidades de resolución de problemas y de negociación

Una vez que las parejas han sido o están siendo entrenadas para identificar conductas específicas y han adquirido las habilidades de saber escuchar y expresar, pueden utilizarse éstas en la resolución de problemas y en la negociación de cambios.

Jacobson y Margolín (1979, pág. 215) definen la solución -de problemas como una interacción estructurada entre dos personas, diseñada para resolver una disputa particular entre ellas. La disputa generalmente gira en torno a una queja o petición de cambio de una persona en relación a la conducta del otro.

Por ser una interacción estructurada, se define previamente el marco donde tendrá lugar. El terapeuta establece junto con la pareja la fecha, duración y lugar de una serie de sesiones en donde llevarán a cabo la discusión y negociación de algunos de los problemas que tengan pendientes de resolución y que suelan ser motivo de conflictos. El proceso que normalmente se sigue al comienzo es ensayar primero con el terapeuta y, posteriormente, elegir dos o tres temas centrales para practicar en casa antes de la próxima entrevista con aquél. En ocasiones el terapeuta puede pedir a la pareja que grabe con cinta magnetofónica las sesiones en casa, con el objetivo de analizarlas posteriormente.

En orden a una mayor eficacia de las sesiones se instruye a cada uno de los esposos acerca del tipo de normas o reglas a seguir. Jacobson y Margolin (1979, pp. 215-253) proponen una serie de pautas que vienen a ser resumen de algunas habilidades de comunicación reseñadas anteriormente. En el proceso de discusión de la sesión ellos enfatizan dos fases: una fase de definición y una fase de solución del problema, ambas claramente diferenciadas y separadas.

Definición del problema

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l. Comenzar siempre con algo positivo. Este modo de introducir un problema facilita la cooperación y receptividad del otro. Dada la dificultad que tenemos todos para recibir críticas, comenzar por tonos acusativos y negativos puede suscitar en el otro conductas defensivas y de contraataque, alejándose el objetivo de llegar la alguna solución acordada.

Si mi objetivo es conseguir que mi compañero se quede alguna tarde cuidando los niños, podré ser más efectivo si le digo «ya sé que has estado trabajando mucho esta semana, no creas que no me he dado cuenta...

Lo único que lamento es que no me ayudes a cuidar los niños algún día a la semana», que si digo «no me ayudas a cuidar los niños». Todos tenemos alguna expe-riencia en este sentido: la crítica que va precedida de algún aspecto positivo la aceptamos mejor que aquella que- no ya acompañada de ese componente.

2. Ser específico. El problema debe ser descrito de tal modo que pueda ser determinado con claridad por un observador. Los términos vagos e inespecíficos, como vimos más arriba, no son operativos, facilitan la utilización de un código interpretativo y son factores de riesgo para el conflicto de pareja. Igualmente, la utili-zación de términos provocativos y categoriales dicotómicos como “eres un desconsiderado”, «siempre», «nunca», fomentan los estados de ánimo negativos y nos alejan de los objetivos de cooperación y mantenimiento de una comunicación clara y precisa.

3. Expresar tus sentimientos. Una buena comunicación para resolver problemas significa compartir tus sentimientos así como admitir abiertamente la conducta que los motiva (Jacobson, 1979). En este sentido conviene seguir los pasos que se indicaron más arriba en la «expresión de sentimientos negativos».

4. Admitir tu papel en el problema, es decir aceptar la responsabilidad que uno tiene en el conflicto existente. Se les recuerda a ambos componentes de la pareja que, independientemente de las responsabilidades pasadas de cada uno, en el momento presente uno es responsable del comportamiento del otro y de lograr éxito en el objetivo crucial: resolver el problema Los diálogos siguientes pueden servir de ejemplo de las consecuencias que pueden derivarse de seguir o no esta regla.

Diálogo adecuado Diálogo inadecuado

MUJER: “¡Estoy harta de tener que ocupar me de MUJER: “¡Estoy harca de tener que ocuparme de todas

todas las cosas de la casa... de la comida, de la compra... las cosas de la casa... de la comida, de la compra...

Y tú nunca haces nada!” Y tú nunca haces nada!”

MARIDO: “Sí... sí... reconozco que la comida y la MARIDO: “¡Pues a ver que te crees que haces tú! ¡Para un

compra no suelo hacerlas... [admite responsabilidad]... guiso que haces de vez en cuando! Pues yo hice el año

pero es algo que me resulta muy difícil... no sé...” pasado la biblioteca y no digo nada, no me quejo...”

MUJER: “¡Muy difícil! ¿Y a mí? A ver si te crees que MUJER: “¡Cómo! ¡Encima tienes valor de decir que no

a mí me gusta?” trabajo, y para una cosa que haces al año…!”

MARIDO: “Si yo valoro mucho el que tú hagas la comida MARIDO: “Mira... déjame en paz...”

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y te ocupes de la compra, que a mí me parecen tareas muy

pesadas...”

MUJER: “¡Hombre! menos mal que lo reconoces...” MUJER: «¡Estoy harca!... ¡Estoy hasta las narices!

¡Desde luego yo no aguanto más esta situación"

MARIDO: «Sí, claro que sí, ¡cómo no voy a reconocerlo!

Lo que ocurre es que no sé guisar... ni sé hacer la compra

como lo haces tú... pero a lo mejor podríamos encontrar

alguna solución a esta situación..."

5. Ser breve cuando defines problemas. A menudo la pareja confunde hablar sobre el problema con resolver el problema. En este sentido, muy a menudo, uno o ambos componentes de la pareja suelen emplear mucho tiempo en referencias al pasado, anécdotas o en preguntarse el porqué de los mismos o de sus sentimientos, sin comprender que todo esto puede ser irrelevante o inapropiado para resolver el problema actual del que están hablando. Las causas por las que ellos se preguntan no suelen ser tan «profundas» como presuponen, y sí, en cambio, tan inmediatas y presentes como su inhabilidad para utilizar un lenguaje operativo y para saber comunicarse.

El terapeuta, en esta fase, instruye y ayuda a la pareja a darse cuenta de lo adecuado de describir la conducta problema, especificar las situaciones en que ocurre y las consecuencias que ese problema tiene para la pareja que se siente especialmente afectada por él.

Jacobson y Margolin (1979) sugieren unas normas generales, comunes para ambas fases, que son:

6. Discutir únicamente, un problema a la vez. Muy a menudo se observa que las parejas en conflicto, cuando inician una discusión con el objetivo de hallar alguna solución a un pr6blema, introducen otros, accesorios, que complican aún más el proceso. Si difícil les resulta discutir con eficacia un problema, más aún lo será si son varios los presentes en la escena de debate y negociación. Por otra parte, los datos accesorios que se introducen suelen hacer referencia a «cuentas pendientes» contraídas por uno u otro, por lo que tienden a fomentar estados de ánimo inadecuados para un dialogo, sereno y efectivo.

Por estas razones, el terapeuta debe asegurar que la discusión se realice en un marco restrictivo, llegando a hacer uso, si es necesario, de prohibiciones expresas de discutir otros problemas ajenos al elegido.

7. Paráfrasis. El utilizar las paráfrasis suele ser un recurso eficaz para dar señales de que uno está escuchando activamente al otro. Aparte de que facilita el centrar la atención en lo que el otro dice, este recurso tiene la ventaja de originar en el emisor estados de ánimo que le hacen más receptivo y motivado a llegar a una solución. Qué duda cabe que cuando percibimos que somos escuchados nos sentimos, generalmente, gratificados y “comprendidos”.

8. No hacer inferencias. Hablar únicamente sobre lo que puede observarse. Hacer inferencias o interpretaciones de la conducta de nuestra pareja puede ser muy

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peligroso para resolver un problema. El siguiente diálogo puede ilustrar lo inadecuado de utilizar inferencias.

MARIDO: ¡No me agrada que me humilles!

MUJER: ¡Pero si yo no intento humillarte! Sólo he hecho un comentario y me he sonreído porque me hacía gracia.

MARIDO: Eso es lo que dices ahora, pero te he visto que querías humillarme.

MUJER: ¡Mira! ¡Estoy harta de que siempre andes interpretándome lo que yo quiero o deseo hacer!

Hablar únicamente de lo que puede observarse es una regla básica para lograr una comunicación efectiva

y resolver cuantos problemas se planteen.

9. Ser neutral y no negativo. El terapeuta debe aclarar que el objetivo no es discutir ni humillarse mutuamente sino llegar a despejar el terreno y lograr resolver sus problemas.

Una vez definido el problema, y cuando la pareja ha aprendido a comunicarse más o menos eficazmente, se pasa a la segunda fase de solución de problemas.

10. Centrarse en las soluciones. En esta segunda fase el terapeuta anima a sugerir soluciones absurdas y adecuadas de modo impulsivo. De este modo las parejas aprenden a discriminar entre unas y otras y a superar inhibiciones que pueden servir de base a temores a las reacciones del otro. En esta fase el terapeuta debe evitar que se vuelva a la primera, a redefinir de nuevo los problemas.

11. El cambio de conducta deberá incluir reciprocidad y compromiso, es decir, ofrecer ayuda en el proceso de cambio del otro y ofrecerse a cambiar algún aspecto de la propia conducta. Este ofrecimiento de reciprocidad y compromiso tiene un gran poder reforzante y facilita los cambios deseables en el otro miembro de la pareja. La cooperación y el compromiso de cada uno está en función del nivel de ayuda y compromiso del otro.

12. Alcance del acuerdo. Una vez que se han planteado una serie de soluciones, se pasa a discutir las ventajas y desventajas de la solución propuesta, incluyendo las consecuencias de cada una para la relación y para ambos componentes de la pareja.

Los acuerdos de cambio finales deberán ser muy específicos y estar formulados de un modo claro y en términos conductuales descriptivos. Es deseable, además, que se constate el cuándo se espera que ocurran dichos cambios y su frecuencia. Ya vimos en otra parte que la vaguedad comporta interpretación y riesgo de que los acuerdos no se cumplan.

Jacobson y Margolin (1979) también aconsejan que los acuerdos finales de cambio incluyan señales de recuerdo (escribirlos en lugar visible) para su mejor cum-plimiento.

Una vez establecidas y aclaradas las reglas a respetar por los esposos en cada una de las sesiones, se pasa a determinar los temas que van a ser objeto de discusión.

Liberman (1980) recomienda, en base a su experiencia clínica, que se utilice la siguiente secuencia para determinar el contenido de las sesiones:

- Temas neutrales

- Temas positivos

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- Peticiones de cambio

- Temas sensibles y negativos.

Aconseja comenzar con temas neutrales porque éstos no contienen en principio componentes emocionales que pudieran interferir en la resolución de los problemas. Los temas positivos pueden ocasionar reacciones emocionales negativas. Posteriormente se irán elaborando los siguientes temas, en orden creciente de dificultad.

Dependiendo del tipo de pareja, nosotros abordamos a veces las peticiones de cambio en las fases iniciales del proceso. El lograr con cierta rapidez alguna solución a sus problemas contribuye a motivarlos. En la siguiente entrevista con el terapeuta se revisan las dificultades que han tenido y, de ser necesario, se vuelve a practicar de nuevo en la misma sesión.

En algunos casos es conveniente utilizar un procedimiento de contrato para ayudarles a realizar y hacer efectivas las peticiones de cambio que cada uno de ellos hace al otro. Para tal fin se prevén también una serie de sesiones, unas en casa y otras con el terapeuta, en las que se les anima a hacerse peticiones mutuamente y a darse información de lo que espera uno del otro, enfatizando el modo positivo de hacerlo y los requisitos ya mencionados del nuevo vocabulario interpersonal y habilidades de escuchar. Se especifican las peticiones según cómo, cuándo y dónde, y posteriormente se determinan los privilegios que cada uno de ellos desea. Por ejemplo, si uno ha pedido al otro que cuide los niños los martes y jueves por la tarde, éste último a su vez puede pedir un privilegio que sabe que su pareja puede y le gustaría realizar, tal como ir al cine juntos el sábado por la noche.

Una vez que el terapeuta ha explicado el procedimiento, la pareja intenta bajo su supervisión llevar a efecto este compromiso. Los siguientes diálogos pueden dar una idea de cómo se procede en esta primera sesión.

DIALOGO 1

TERAPEUTA: Bien, tenéis algo que deciros y estáis ante un problema que debéis resolver, ¡adelante!

MUJER: Oye Pedro, yo quiero que te ocupes más de los niños.

TERAPEUTA: Carmen, ¿podrías especificar mejor tu petición?

Podrías especificar qué cosas concretas querrías que Pedro hiciera para ocuparse más de los niños.

MUJER: Pedro, querría que te quedaras tú con los niños dos tardes a la semana.

TERAPEUTA: Muy bien, Carmen, has especificado muy bien tu petición; sin embargo puedes hacerlo mejor. Podrías comenzar describiendo tu situación y cómo te sentirías de llevarse a efecto tu petición. Inténtalo de nuevo [el terapeuta da información discriminativa sobre la ejecución, reforzando lo positivo del ensayo y aportando datos de cómo hacerlo mejor].

MUJER: Bien... Pedro, me siento muy cansada..., el tener que estar todas las tardes con los críos me agota y me impide tener al menos una tarde libre para salir..., ya sé que tú también tienes mucho trabajo..., pero me sentiría mucho mejor, más contenta si pudieras venir dos tardes a la semana a cuidar a los niños.

TERAPEUT A: Muy bien. Has descrito muy bien la situación y has expresado emociones negativas sin tono acusativo, reconociéndolas como propias. También te has puesto en su lugar, has realizado una petición expresando muy bien cómo te sentirías de llevarse a efecto. ¡Muy bien!... Adelante...

MARIDO: Yo también me siento muy cansado...

TERAPEUT A: Pedro, es importante que expreses cómo te sientes, pero más importante aún es cómo expresarlo. Si das señales a tu pareja de que la has escuchado, si describes tu situación y propones alternativas, contribuirás a llegar a un acuerdo. Ya sabes, utiliza señales verbales y no verbales.

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HOMBRE: [Acercándose a su pareja, sonriendo y cogiéndola una mano]. Entiendo, Carmen, que estés cansada... el estar todas las tardes con los niños debe ser algo agotador... y que te sentirías mejor de poder tener alguna tarde libre [paráfrasis]... Creo que tenemos que hacer algo, encontrar una solución, aunque tú sabes que las horas extraordinarias me cogen mucho tiempo y cuando llego a casa estoy tan cansado que no tengo ganas de críos...

TERAPEUTA: Muy bien.

MUJER: Lo comprendo, Pedro ¿qué podríamos hacer entonces?

¿Qué te parece, por ejemplo, si no puedes venir toda la tarde, que te ocuparas a partir de una hora determinada? ¿Cuándo podrías tú? ¿Qué tardes te vendría bien a ti? Quizás yo podría también liberarte a ti otra tarde por completo y que fueras a hacer footing con el vecino, que sé que tanto te gusta.

TERAPEUT A: Muy bien.

HOMBRE: Mira, creo que podemos encontrar una solución.

¿Qué te parece si yo trato de arreglarlo para poder estar en casa dos tardes a partir de las 5 y 1/2? ¿Te arreglarías con eso? Yo podría hacerlo y a mí me encantaría que no te importase que yo me fuera a hacer footing a la vuelta del trabajo, alguna tarde a la semana, dejándote a ti sola con la cena y los baños de los críos.

MUJER: Estupendo, ¡qué contenta estoy!

HOMBRE: Yo también, me alegro que podamos llegar a un acuerdo y que podamos resolver este problema... Además se me está ocurriendo que podríamos dedicar un día a salir los dos juntos..., porque entre unas cosas y otras no nos vemos ¿qué te parece si el sábado por la tarde dejamos los críos a una chica y nos vamos al cine? )

MUJER: Me encantaría... ¡qué bien me siento cuando podemos hablar tranquilamente y encontramos solución!

DIALOGO 2

En la sesión, una pareja refiere haber tenido un conflicto durante la semana porque ella le ha pedido insistentemente a él que reclame a su padre un dinero que les debe. El, en la tercera ocasión que ella se lo pidió, le respondió con críticas hacia la familia de ella, continuando ambos con respuestas en cadena de insultos mutuos, hasta desembocar en una situación de gran malestar y evitación mutua y sin dar solución al problema planteado.

En la sesión se trata de enseñar a la pareja otro comportamiento más adecuado y eficaz, que les permita conseguir sus objetivos, uno inmediato (en este caso que pida el dinero al padre) y otro más general, de no tener un conflicto ni molestar al otro.

Para ello se ensayan conductas alternativas, actuando el terapeuta de modelo, si es preciso, y dando a los miembros de la pareja una información positiva sobre su conducta, así como alternativas,

TERAPEUTA: Vamos a ver, Maite, puedes repetir aquí tu petición a Tomás en los términos del otro día para que veamos cómo lo hiciste.

MUJER: [Al hombre] Que a ver qué va a pasar con el dinero que nos debe tu padre. No sé como hay que decirte que se lo pidas. ¿A qué esperas? A este paso nos quedaremos sin vacaciones.

TERAPEUTA: [Al hombre]. ¿Cómo te sientes cuando ella te habla así?

HOMBRE: Mal, me siento agresivo. Pienso que mis padres están mal de dinero y que les vendrá mal pagarlo; aunque por otro lado veo que tengo que pedírselo, pero me da rabia que me lo exija así.

TERAPEUTA: [A la mujer]. ¿Es tu objetivo hacerle sentirse mal? ¿ Cuál es tu objetivo?

MUJER: Que le pida el dinero a sus padres.

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TERAPEUTA: Y me imagino que también el no molestarle ¿ver dad? y el tener una buena relación ¿no es así?

MUJER: Sí, sí, claro. Por supuesto.

TERAPEUTA: [A la mujer]. Vamos a ver, de qué otro modo podrías hacerlo.

MUJER: ¿¿¿ Uhm... Pues no sé.

TERAPEUTA: Vamos a ver, fíjate bien en lo que yo hago. Obsérvame. [Al hombre, sin mantener contacto físico, ni visual, ni sonrisa]: Oye, que a ver qué va a pasar con el dinero que nos debe tu padre. No sé cómo hay que decírtelo para que se lo pidas. ¿A qué esperas? A este paso nos quedaremos sin poder ir de vacaciones.

[Pausa) ¿Cómo te sientes?

HOMBRE: Mal, agresivo.

TERAPEUTA: [A la mujer]. ¿Estás observando? Sigue observando. [Dirigiéndose al marido, acerca su silla, le coge una mano y sonriéndole y mirándole a los ojos] Oye cariño, nos vamos de vacaciones y no tenemos bastante dinero. Yo había pensado, si a ti te parece, hablar con tuS padres y ver si pueden damos algo de aquel dinero que nos deben. Yo me hago cargo de que ellos están mal de dinero y que quizás no les venga bien. Pero, ¿qué te parece si hablamos con ellos? ... Yo entiendo que para ti sea molesto, pues son tus padres y ves que no están bien de dinero. Pero podemos hablarlo con ellos y a lo mejor pueden darnos una parte de ello. [Pausa]

¿Cómo te sientes ahora?

HOMBRE: Muy bien.

TERAPEUTA: [A la mujer]. ¿Y tú, que has observado?

MUJER: Sí, pues que la segunda vez has estado más simpática.

TERAPEUTA: ¿Qué es eso de más simpática? ¿Qué he hecho yo para estar más simpática?

MUJER: Pues que le has sonreído... uhm... sí, que has acercado tu silla y le has cogido una mano... y también que le mirabas a los ojos.

TERAPEUTA: Muy bien. Has observado que le he sonreído, he mantenido contacto físico y visual. Muy bien. Estos aspectos de la comunicación -los elementos no verbales- son muy importantes. Tan importante como lo que decimos es cómo lo decimos. Muy bien, muy bien. Esto ha contribuido a que tU pareja se sienta bien y ¿qué más has observado?

MUJER: Pues que se lo has dicho muy bien.

TERAPEUTA: Vamos a ver, ¿qué le he dicho?

MUJER: Pues le has dicho que entendías que era difícil para él y... no sé, quizás, se lo pedías más que exigírselo... y también le pedías una parte y no todo, le sugerías el hablarlo con los padres...

TERAPEUTA: Muy bien [y repite los elementos de la comunicación verbal]. Le he sugerido, no exigido. He empatizado con sus sentimientos. He ofrecido soluciones --el hablar con sus padres- y una negociación -conseguir sólo una parte del dinero- cediendo yo también en algo. Muy bien, ¿podrías hacerlo tú ahora? [Al hombre] Y ahora tú le vas a contestar también de un modo adecuado y eficaz.

MUJER: [Realiza varios ensayos en los que se le va corrigiendo la ejecución hasta conseguir la siguiente respuesta] Oye querido, no quiero crearte un problema, pero como nos vamos a ir de vacaciones y, como tú sabes, no tenemos suficiente dinero, había pensado que

podríamos hablar con tus padres y ver si nos pueden dar algo del' dinero que nos deben. Vamos a ver qué cantidad pueden darnos, pues ya sé que andan mal y es posible que no les venga bien, pero lo mejor es hablar lo.

Yo entiendo que para ti es doloroso, pues ves que tus padres no andan bien de dinero. Pero vamos a hablar y veamos cómo lo podemos arreglar.

HOMBRE: [Haciéndole una caricia en la cara]. Ahora me siento mucho mejor. Yo entiendo que necesitemos dinero y me parece bien pedírselo a mis padres. Me parece muy bien eso que propones de hablar con ellos y ver cuánto nos pueden dar.

TERAPEUTA: Lo habéis hecho muy bien. [A la mujer] Date cuenta cómo has influido tú en el comportamiento de tu pareja. Hablándole tú de un modo adecuado y eficaz, ¡fíjate!, has conseguido tu

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objetivo y además no habéis tenido un conflicto. Muy bien. [Al hombre] Ahora bien, en este caso ha sido ella la que ha actuado adecuadamente, y ha conseguido otro comportamiento en ti. Pero tú también puedes influir y cambiarla a ella. Debemos tener en cuenta lo anterior, pero puede ocurrir que falléis, porque estéis nerviosos, etc., y uno de vosOtros inicie un diálogo de modo poco adecuado y eficaz, como ocurrió en esta ocasión, en un principio. En ese caso tú [al hombre] puedes también cambiar su comportamiento, influir en él actuando de modo más eficaz. Vamos a ver, ahora Maite te va a volver a hacer un planteamiento poco adecuado, como el del principio. A ver, ¿qué puedes hacer tú para cambiar su comportamiento, su actitud? ¿De qué otro modo te podrías haber comportado?

HOMBRE: Pues no sé, callándome. No diciéndole nada.

TERAPEUTA: Vamos a ver. Observa mi comportamiento. A ver Maite, dirígete a mí en la forma como lo hiciste el otro día con Tomás.

MUJER: Que a ver que va a pasar con ese dinero que nos debe tu padre, a este paso nos quedaremos sin vacaciones. No sé a qué estás esperando para pedírselo.

TERAPEUT A: Oye Maite, me siento mal cuando me hablas así. Yo entiendo que necesitamos el dinero y que los niños tienen derecho a las vacaciones. Por ello estoy de acuerdo en que podemos pedírselo a mis padres. Pero me gustaría que me lo dijeras de otro modo y que te mostraras más flexible. Quiero decir con ello, que admitas la posibilidad de que nuestros padres no nos lo den todo y podamos llegar a un acuerdo.

MUJER: Tienes razón, siento hacerlo de este modo. Es que yo estoy algo nerviosa, porque me preocupa que los niños se tengan que quedar en Madrid. Me parece bien eso que dices de que sea una parte. Quizás, si nos dan una parte y nos dicen cuando pueden darnos la otra, podemos pedir un préstamo a alguien, contando con ello.

TERAPEUTA: [Al hombre] ¿Qué has observado?

HOMBRE: Sí, es verdad. Tú has conseguido calmarla a ella y hablar por las buenas.

TERAPEUTA: Muy bien ¿Qué he hecho para calmarla?

HOMBRE: Pues sí, le has dicho que no te hablara de ese modo porque te hacía sentirte mal... Has admitido que pueda estar preocupada por el problema... Le has dicho de qué otro modo podría hacerlo: esto es, negociando y encontrando una solución.

TERAPEUTA: Muy bien. Has observado que he expresado emociones -me siento mal-- más que acusarla por su conducta. He empatizado con sus preocupaciones -entiendo que necesitamos el dinero y los niños las vacaciones-- y le he ofrecido soluciones y le he pedido un comportamiento específico alternativo. Muy bien. Ya has visto cómo tú puedes modificar el comportamiento de ella y evitar un conflicto, haciendo tú de modelo y dándole sugerencias.

Una vez realizados estos ejercicios el terapeuta puede sugerirles que lo practiquen en casa. El «Cuestionario de intercambio de conductas en la pareja»puede servir de material básico a partir del cual puedan elegir el tipo de peticiones que deseen realizar.

En el entrenamiento para la negociación, se enseña a la pareja que los cambios son negociables y posibles. Ambos esposos o compañeros aprenden a comprometerse cada uno con el otro, asumir responsabilidades y centrarse en el futuro más que en antiguas quejas o problemas. Un importante aspecto del entrenamiento es cambiar las concepciones personales de cada uno, en lo que se refiere a considerar determinadas conductas del otro como un derecho propio, y asumir la actitud de que dichas conductas son graciables (regalos) y por lo tanto no puede recibirlas del otro (ganarlas) a no ser que éste se las quiera proporcionar.

Generalmente la pareja aprende habilidades de negociación y compromiso que tras ejercicios repetidos se desarrollan de una manera espontánea. Sin embargo, en ocasiones conviene implicar a la pareja en un contrato formal escrito donde se especifican responsabilidades, privilegios y penalidades contingentes a su no cumplimiento.

Existen cuatro pautas básicas para asegurar la efectividad de un contrato (De Risi y Butz, 1975; Homme, 1969; Stuart, 1971; Liberman, 1980). Estas pautas son:

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a) El contrato debe ser abierto y libre de coacción. No debe utilizarse para obligar a ninguna de las partes a realizar conductas que voluntariamente no desea. Por tanto, las responsabilidades y privilegios que se consignan en el contrato son únicamente aquellas que se aceptan libremente tras una discusión y negociación previa y sobre las que existe un compromiso formal de llevarlas a efecto. Por ejemplo, no deberá incluirse en el contrato como un compromiso el tener relación sexual cuando uno de los componentes de la pareja presenta una problema de impotencia o dispareunia. En este caso, dicho compromiso resultaría aversivo, amén del peligro de generalización de estos efectos al resto del contrato.

b) Los términos del contrato deben ser escritos clara y explícitamente. No es conveniente dejar espacio a la interpretación de los esposos acerca del cumplimiento o no de los objetivos del contrato, ya que de este modo pueden provocarse conflictos innecesarios. La utilización de términos imprecisos como «ser más limpio» no especifica con precisión cuál es la responsabilidad concreta que se contrae. Puede pensarse que la responsabilidad es “ducharse antes de tener un contacto sexual”, “lavar la vajilla después de comer”, “lavarse los dientes todos los días”, “cortarse y limpiarse las uñas una vez por semana”, “lavarse las manos antes de comer”, etc... Los fracasos repetidos por esta falta de especificación y las consiguientes discusiones pue-den fomentar conflictos innecesarios.

c) El contrato debe proporcionar ventajas a cada uno de los esposos. Ambos deben sentir que han ganado algo de valor en la relación. El contrato permite formular y pactar privilegios y responsabilidades que son adaptativos para crear un buen clima en la relación de pareja.

d) Las conductas consignadas en el contrato deben estar ya en el repertorio comportamental de la persona que ha accedido y se ha comprometido a llevarla a efecto. Sería absurdo solicitar al otro el compromiso de hacer una buena comida si no sabe cocinar. En este caso lo idóneo es solicitar el compromiso de aprender a cocinar un plato cada semana.

Además de estas cuatro pautas, consideramos importante una quinta adicional.

e) En el contrato deben consignarse explícitamente las responsabilidades de modelado y de efectividad que cada uno tiene. Es decir, de la habilidad de cada uno depende el que el otro se implique y ejecute adecuadamente lo acordado en el contrato. En este sentido deben especificarse las funciones de modelo, enseñante, dispensador de refuerzos discriminativos, etc... que cada uno tiene con el otro. El siguiente diálogo puede ilustrar el papel terapéutico que uno de ellos puede tener cuando el otro, por alguna circunstancia, incurre en errores comportamentales.

HOMBRE: ¡Otra vez igual! ¡Estoy harto! Cuando llego a casa nunca estás. ¡No sé que tienes que hacer a esas horas en la calle!

MUJER: Calma, calma... ¿qué adelantas poniéndote así y hablándome en ese tono? Vamos a ver, ¿cuál es tu objetivo?

HOMBRE: ¡Mi objetivo! ¡mi objetivo!... ¡Pues cuál va a ser mi objetivo! ¡Pues que vengas a casa antes!

MUJER: Bien... pues eso me lo puedes decir de otra manera... Cuando has reaccionado así yo me he sentido mal y con toda probabilidad también habría reaccionado a gritos... o ni te habría escuchado. Creo que estaría mejor que me dijeras cómo te sientes, por qué te sientes así y pedirme o sugerirme con tranquilidad lo que deseas.

HOMBRE: Llevas razón... es que a veces me pongo nervioso y ya no sé lo que hago.

MUJER: Me agrada que lo reconozcas... Yo creo que hablando con tranquilidad podemos solucionar nuestros problemas ¿no te parece!

HOMBRE: Sí, sí, estoy de acuerdo.

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MUJER: Bueno, pues ¿qué te parece si ahora hablamos tranquilamente sobre ello!

En este diálogo puede verse cómo uno de ellos ha asumido la función de calmar al otro y de proponer y enseñar un nuevo modo de comportarse.

El insistir, a lo largo del proceso, en esta capacidad y responsabilidad de enseñar al otro nuevos modos de comportamiento es importante por varias razones:

- Facilita la generalización de los aprendizajes. No siempre se tiene a disposición al terapeuta para controlar ciertos conflictos. Además el objetivo final es prescindir del mismo y afrontar autónomamente cualquier conflicto que pudiera surgir.

- Los conflictos ocasionales son inevitables. Nadie pretende que vayamos a comportarnos siempre adecuadamente; pero se dispone del recurso de que uno al menos ofrezca un comportamiento alternativo que permita salir del conflicto.

- Reforzar estas funciones de enseñante mutuo impide que cada uno se justifique para comportarse inadecuadamente cuando el otro lo hace. De no ser así tendría lugar el «efecto cascada», es decir, una reacción inadecuada de uno a una reacción inadecuada del otro terminaría inevitablemente en un conflicto del que sería más difícil salir.

El proceso de ejecución del contrato implica una se ríe de pasos. Estos son:

1. El terapeuta explica y discute con ambos miembros de la pareja las pautas, requisitos, condiciones y objetivos de un contrato.

2. La pareja llega a un acuerdo de tratar de resolver juntos algunos problemas y de modificar algunos aspectos de su relación.

3. Una vez que han llegado a este acuerdo previo, cada uno de los dos escoge del «Cuestionario de intercambio de conductas en la pareja» una o varias conductas y situaciones que estén dispuestos a realizar y que piensan que puede ser del agrado del otro, (Liberman, 1980). Posteriormente cada uno pide información a su pareja sobre el grado de satisfacción que le produciría en caso de llevarlas a efecto.

4. A continuación escogen del citado cuestionario uno o varios privilegios (refuerzos) o conductas que sean del agrado de uno mismo. Cada uno especifica .cómo se sentiría si pudiera realizar aquellos aspectos de su agrado o si el otro actuara de esa forma placentera (Liberman, 1980).

5. Cada uno se pone en el lugar del otro reconociendo lo agradable o difícil que le resultaría llevar a cabo lo pedido.

6. Ambos especifican las condiciones de espacio, tiempo y lugar para la realización de lo acordado y lo consignan por escrito.

Finalmente el terapeuta, tras haberles ayudado en el desarrollo del proceso mediante ensayos conductuales e instrucciones pertinentes, les sugiere el control pe-riódico del contrato a fin de asegurar su cumplimiento o de introducir ampliaciones pertinentes. Las sugerencias se realizan de modo específico matizando el lugar, día y tiempo destinado a esta puesta en común. Algunos autores utilizan una caja de sugerencias ubicada en un lugar común de la casa, donde pueden depositarse propuestas de cambio, que la pareja revisa cada semana.

En las sesiones siguientes el terapeuta pasa revista a las tareas asignadas, reforzando muy discriminativamente su cumplimiento y las funciones de enseñante

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que cada uno de los componentes de la pareja pudiera haber tenido para ayudar al otro.

3.3.2. Control estimular

3.3.2.1. Control de contingencias específicas

En la vida de una pareja existen sucesos y contingencias específicas (nacimiento de un hijo, desempleo, enfermedades, problemas de educación de los hijos...) que pueden ser origen de conflictos. Estos sucesos pueden actuar, en otros casos, como estímulos desencadenantes o agravantes del conflicto en relaciones ya de por sí deterioradas. Algunos de ellos -p. ej. el desempleo originado por expediente de crisis de una empresa, inexistencia de puestos de trabajo, enfermedades, etc.-, escapan a la responsabilidad directa de la pareja y al marco de nuestra intervención, y es necesario recurrir a niveles de análisis no comportamentales (político, social...). Sin embargo, existen otros sobre los que podemos incidir más o menos efectivamente desde una óptica interprofesional.

La pareja con un entrenamiento adecuado en habilidades de solución de problemas sabe llegar al acuerdo de intentar resolver juntos el problema en cuestión, sabe escoger una parte del problema a resolver, sabe hacer una lista de posibles soluciones, sabe seleccionar soluciones para probadas y sabe decidir cómo se va a llevar a cabo esta solución. Conoce el proceso metodológico para tomar decisiones al respecto, pero no suele poseer o no conoce los recursos técnicos necesarios para la implementación de medidas adecuadas. Existen casos en que puede estar indicado incidir directamente en resolver problemas con los hijos (inquietud, rabietas, enuresis...) o facilitar recursos sociales (becas, campamentos infantiles...) como medio de aliviar fuentes de stress que interfieren en la vida de relación de la pareja. En otros casos lo indicado es prever problemas adicionales (ejemplo: asesoramiento en métodos anticonceptivos para prevenir el nacimiento de un hijo no deseado) que agravarían más aún el conflicto. En todos estos problemas el terapeuta de pareja debe saber derivarlos adecuadamente a otros profesionales (asistente social, ginecólogo, pediatra, psicólogo infantil...) a fin de hallar una solución satisfactoria a las demandas de la pareja.

3.3.2.2. Planificación del tiempo libre

En otro capítulo vimos los efectos que puede tener una planificación inadecuada -por exceso o por defecto de las actividades recreacionales y sociales de una pareja. En los casos en que esta inadecuación es muy significativa, evaluar e incrementar las actividades recreativas de la pareja puede ser un modo de comenzar el tratamiento. De este modo se facilita el que la pareja descubra interacciones positivas que pensaba «se habían terminado ya» y se le da también ocasión de comprobar que «actuando» y «cambiando» es como van a poder resolver sus problemas. Esto motivará a la pareja en el tratamiento y les ayudará a contraer un compromiso mayor con el mismo.

Otra razón para empezar en algunos casos el tratamiento por esta área estriba en que la comunicación en este terreno está menos cargada de emociones negativas. Las actividades placenteras tienden a unirles y provocan actitudes más colaboradoras y constructivas a la hora de abordar la resolución de otros problemas. También son temas sobre los cuales conviene hablar, no sólo para planificados sino, una vez realizados, para incrementar la tasa de conversaciones en la pareja.

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Para planificar e incrementar este tipo de actividades, enseñamos a la pareja la utilización de todos los recursos a su alcance.

Enseñarles a manejar con frecuencia las publicaciones específicas sobre actividades de ocio puede ser un modo de comenzar para aquellas parejas a las que «no se les ocurre qué hacer».

Otro medio sencillo es sugerir a la pareja que dediquen un día de la semana a practicar actividades de ocio conjuntamente. Cada semana le tocará a uno de ellos sorprender al otro con la preparación de un plan divertido.

Muchas parejas alegan no disponer de dinero para divertirse. Sin embargo, pasear, comer, cocinar juntos un plato entretenido, los juegos de sobremesa visitar a unos amigos, ir a una conferencia en la asociación de vecinos, ir de merienda a un parque cercano o al campo, o acudir a un espectáculo del centro cultural del barrio son actividades que no cuestan dinero o por lo menos no mucho; y hay muchas otras.

Cuando los intereses de los miembros de la pareja difieran en este ámbito, recurriremos a la negociación y al compromiso dentro del marco de la resolución de problemas.

La persona casada, como cualquier otra, necesita tiempo para « sí misma» como individuo y no como pareja: tiempo para practicar las aficiones personales, para estar con los propios amigos, etc. En ocasiones puede existir desacuerdo acerca del tiempo dedicado a uno mismo al margen de la díada, o sobre dependencia de uno de los componentes con respecto al otro.

En el primer caso utilizaremos, una vez más, la negociación y el compromiso. En el segundo, el tratamiento puede ir dirigido previamente a establecer conductas más autónomas e independientes, entrenamiento en habilidades para estar solo, incremento del círculo social propio y planificación de actividades placenteras en el miembro sobredependiente.

La llegada de los hijos supone para muchas parejas el tener que dedicar el escaso tiempo libre que deja el trabajo a cumplir las tareas que exige el cuidado de la prole y de la casa.

La vida en la gran ciudad, con pisos pequeños y escasez de espacios verdes y zonas recreativas en los barrios, aboca a algunas familias a pasar su tiempo libre encerrados en un espacio reducido. Los intereses a veces tan incompatibles -como es el silencio y la tranquilidad para los padres y la necesidad de espacio y expansión, frecuentemente acompañados de ruidos, para los hijos- les hacen pasar su tiempo en el inútil empeño de evitarse en 50 m2, teniendo como único lazo de unión la T.V.

Un aspecto relevante de la intervención en estos casos sería el entrenamiento en la planificación y realización de actividades placenteras para toda la familia, durante el tiempo que están juntos, bien sea fuera de casa (Zoo, visita a parques, espectáculos infantiles, actividades físicas, etc.) o en la propia casa (lectura, teatro, juegos, bricolage, cocina, trabajo con arcilla, etc.). Ninguna de estas cosas requiere mucho tiempo ni dinero.

Estas actividades placenteras, que divierten a todos, estrechan los lazos afectivos y disminuyen la ansiedad y el aburrimiento.

3.3.2.3. Cambios estimulares específicos

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Dado que parte del ambiente estimular de una pareja suele haber estado asociado repetidamente con los conflictos, ciertas situaciones pueden servir de recuerdo de los mismos o facilitar estados emocionales negativos. Por esta razón, en ciertos casos conviene introducir algunos cambios estimulares que atenúen o alivien esos efectos, especialmente en situaciones de riesgo, como por ejemplo cuando la pareja ha de intentar resolver un problema.

3.3.2.4. Control de conductas específicas

Existen casos en que un problema en la pareja se ha venido desarrollando por un comportamiento marcadamente inadecuado o conflictivo de uno de ellos. Uno de los componentes presenta una ingesta excesiva de alcohol, un problema de impotencia, un comportamiento excesivamente tímido o un cuadro obsesivo de celos. Las consecuencias que estos comportamientos suelen tener en la vida de relación de una pareja son obvias. No sólo contribuyen a deteriorar las relaciones sino que generalmente agravan el problema en cuestión, amén de que contribuyen a originar otros nuevos.

En estos casos suele estar indicado un tratamiento individual del problema, antes o paralelamente al tratamiento de pareja. El tratamiento individual no excluye que el otro miembro de la pareja participe activamente en él con intervenciones terapéuticas específicas, y puede ser un contenido más, bastante relevante, del contrato a que se comprometan ambos.

Otros problemas de comportamiento menos graves pueden ser resueltos autónomamente por la pareja. Ocasionalmente o con cierta persistencia puede ocurrir que uno de los esposos presente reacciones de cólera, hostilidad inesperada, recriminaciones, repetidos incumplimientos de algunos acuerdos, etc. Unas veces responderá a un desplazamiento de la agresividad; tal es el caso de la persona que viene «frustrada» del trabajo y se lo hace pagar a su pareja. Otras veces las recriminaciones serán fruto de problemas no resueltos y que se utilizan fuera de contexto.

Con las habilidades que han aprendido posiblemente estén en disposición de resolver de modo efectivo estos pequeños o grandes problemas. Sin embargo, el terapeuta puede enfatizar y promover algún tipo de medidas. Algunas de ellas pueden ser:

- Retiro de atención: es decir, ignorar de modo constante y repetido la conducta problema. El encargado de realizar este control conoce ya qué es el proceso de extinción de una conducta y cómo funciona. El objetivo es conseguir que la conducta problema se extinga mediante el «efecto pared», es decir, que por más voces, gritos o recriminaciones que ocurran no haya ninguna muestra de afectación comportamental verbal y no verbal en quien los recibe. No es difícil imaginarse la rápida extinción de estos comportamientos cuando uno decide discutir con una pared. La evidente ausen-cia de respuestas hace desistir muy rápidamente al protagonista de seguir emitiendo voces, gritos y recriminaciones.

- Tiempo fuera. Unas veces la simple presencia del otro miembro de la pareja, por haber estado muy asociada en el pasado a estos conflictos, sirve de señal discriminativa para desencadenados. Otras, contribuye a reforzar el comportamiento-problema por la dificultad de conseguir el efecto pared. En estos casos suele ser conveniente que aquel que desea controlar y extinguir estas conductas inadecuadas se salga de la situación hasta que pase el «temporal». Liberman (1980) aconseja una serie de normas a tener en cuenta en la aplicación de este método de control:

Especificar la conducta del otro que está causando un problema. (Ej.: «Cuando gritas y das voces...»)

Expresar sus propios sentimientos en reacción a la hostilidad. (Ej.: «Me siento mal»)

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Explicar la razón por el «tiempo fuera». (Ej. «Me marcho fuera porque no quiero oír gritos y para que te tranquilices»)

Decir el lugar donde se estará. (Ej.: «Estaré en mi cuarto realizando un trabajo») Indicar el tiempo que se está fuera. (Ej.: «Tanto tiempo como dure tu irritación»)

En la figura puede verse un modo adecuado de realizar el «tiempo fuera».

- Respuestas incompatibles con la hostilidad y el mal humor. Un modo de desarmar las reacciones de cólera

es manifestando conductas incompatibles a las mismas. Si ante la expresión «estoy harto, sois inaguantables», acompañada de tono de voz alto, puños cerrados, cejas fruncidas, etc., se responde: «Anda, no te pongas así y cuéntanos qué te ha pasado» con tono de voz bajo, sonrisa, leve contacto físico, etc., es muy probable que aquélla se debilite. El adquirir un buen sentido del humor y modos asertivos de expresión pueden ser objetivos básicos no sólo para mejorar la comunicación sino también para desarmar y manejar reacciones de hostilidad inesperada.

Otras conductas que se presentan con frecuencia como generadoras de conflictos son aquellas que se derivan de expectativas diferentes acerca de la afiliación y la independencia en los miembros de una pareja.

U no de los componentes de la díada puede desear compartir juntos más tiempo que el deseado por el otro. Las actividades llevadas a cabo autónomamente por este último son vividas por el primero como señales de desafecto, desamor o falta de interés y provocan un conflicto.

La conducta de quejas o exceso de demandas del miembro dependiente constituye un estímulo aversivo para el miembro más autónomo y fomenta comportamientos de evitación o escape.

Estas discrepancias con respecto a la afiliación autonomía se derivan frecuentemente de que el miembro dependiente dispone de una fuente de reforzado-res que se restringe a la pareja, frente a una forma más amplia de posibilidades de reforzamiento en el miembro más independiente.

Ofrecemos a continuación la estrategia propuesta por Jacobson y Margolin (1979) para utilizar en estos casos, que consta de 4 pasos fundamentales:

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PASO 1. El miembro dependiente debe aceptar temporalmente la conducta independiente del otro sin protestar. Como ya dijimos, las quejas y protestas ante la conducta independiente constituyen un estímulo aversivo para la relación e incrementan el interés por las actividades alternativas a las compartidas con la pareja.

PASO 2. El miembro dependiente debe reducir considerablemente y por un tiempo la tasa con que refuerza al otro. Por lo común el miembro dependiente eleva notablemente la tasa de refuerzos de modo indiscriminado, con el objeto de agradar al otro y atraérselo. Lo que consigue es el efecto contrario -un alejamiento mayor-, pues lo que está reforzando, en muchos casos, es la conducta independiente. Se debe reducir notablemente la tasa de refuerzos y hacerlos de modo muy discriminativo ante las conductas de afiliación del otro.

PASO 3. El miembro dependiente debe incrementar la realización de actividades placenteras al margen de la relación, de cara a conseguir una vida más autónoma.

La relación de pareja es en ocasiones tan reforzante para uno de los miembros que se restringe a ella, y abandona otro tipo de actividades. En estos casos es conveniente incrementar en este miembro de la díada las actividades placenteras (de ocio, contacto social) independientes.

Nuestra experiencia nos ha demostrado que en muchos casos en que existía este conflicto de independencia-dependencia, el incremento de la tasa de conductas independientes en el miembro dependiente provoca en el otro conductas de aproximación más intensas, llegando incluso a la dependencia.

PASO 4. El miembro afiliativo debe expresar al otro, de modo claro y directo, los cambios deseados en la relación, mediante el feedback y el refuerzo ante las conductas de afiliación deseadas.

3.3.3. Reestructuración cognitiva

Las valoraciones erróneas y expectativas inadecuadas que cada uno de los componentes de la pareja puede tener respecto a sus comportamientos y a la relación que mantienen puede ser origen, como ya vimos en el primer capítulo, de conflictos. La modificación, por tanto, del comportamiento cognitivo inadecuado debe ser objeto de intervención.

El aprendizaje de un nuevo código de comunicación, operativo y descifrable para ambos, y la adquisición de habilidades de resolución de problemas contribuyen en gran medida a modificar estos sesgos perceptivo cognitivos que uno o ambos miembros de la pareja pudieran tener. Sin embargo, el terapeuta, según los casos, puede incidir de un modo más directo en la modificación de hábitos cognitivos inadecuados. Puede utilizar técnicas cognitivas específicas tales como parada de pensamiento (Wolpe, 1958, 1973; Rim y Masters, 1979; Tryon, 1979), auto-instrucción (Meichenbaum, 1979); uso del humor (Ellis, 1980; Beck, 1979), cuestionamiento socrático (Ellis, 1980; Beck, 1979), etc.

El marco de la entrevista y cuantos intercambios conductuales se establecen a lo largo del proceso de intervención entre el terapeuta y la pareja son un medio idóneo para introducir elementos de reestructuración cognitiva. El terapeuta, a través de sus verbalizaciones, gestos, ironía, aprobaciones, etc., ayuda a modificar valoraciones y expectativas inadecuadas sirviendo de modelo, utilizando reforzamiento discriminativo y cuestionando hábitos cognitivos erróneos.

A continuación presentamos un ejemplo de cómo utilizar el cuestionamiento socrático para ayudar a un miembro de la pareja a reevaluar sus reacciones emo-cionales ante el comportamiento del otro.

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ANTONIO: Las cosas no van como yo quisiera... el otro día tuvimos una bronca...

TERAPEUT A: ¿Por qué? ... ¿Qué ocurrió?

ANTONIO: Que es imposible... era el día que le tocaba a ella hacer la comida y cuando llego a casa ni siquiera se había puesto a hacerla.

TERAPEUT A: Entonces cuando tú llegaste no había hecho aún la comida, ¿no? y tú ¿cómo reaccionaste?

ANTONIO: Pues cómo iba a reaccionar... Tenía prisa, iba con el tiempo justo... Le grité... Es algo que no puedo aguantar... la informalidad me desquicia...

TERAPEUTA: ¿Y por qué no podías aguantar esa situación? ¿Por qué te desquicia el que tU mujer no cumpla algún compromiso como éste?

ANTONIO: Es que o respetamos los compromisos o no se qué va a pasar...

TERAPEUTA: ¿Y qué podía pasar?

ANTONIO: Hombre, como pasar, pasar...

TERAPEUTA: ¡Ah, ya! Es evidente, ¡qué se te hunde la casa! [utilización del humor]. O algo peor, ¡que te condenan a muerte!

ANTONIO: [Sonriendo] ¡Hombre no! Tanto como eso, no, pero...

TERAPEUTA: ¿Pero qué? ¿Qué puede pasar?

ANTONIO: No, si tienes razón..., pasar, pasar... no pasa nada...

TERAPEUTA: ¡Efectivamente! El que tu mujer tenga un fallo no es algo horrible ni se van a derivar de ello consecuencias catastróficas. Sin embargo, tu reacción da a entender como si estuviera en juego tu vida.

ANTONIO: Tienes razón... quizás exageré un poco.

TERAPEUTA: ¡Seguro que exageraste! Pero está muy bien darse

(/linfa de ello. Eso nos permite aprender a valorar las situaciones de otro modo más adecuado. Y lo que es mejor, podemos aprender a no apartarnos de nuestros objetivos y prever consecuencias de las que luego nos lamentemos. A propósito, en esa situación ¿cuál era tu objetivo?

ANTONIO: Pues... no sé... quizás...

TERAPEUT A: ¿Era irritarte y pasarlo mal? O acaso ¿deteriorar vuestras relaciones?

ANTONIO: No, desde luego que no.

TERAPEUTA: Entonces ¿cuál podría ser tU objetivo en esa situación?

ANTONIO: Bueno... pues quizás el que no se repitiese con mucha frecuencia esta situación y, por supuesto, mejorar la relación con mi mujer.

TERAPEUTA: ¿Y conseguiste esos objetivos?

ANTONIO: ¡Pues no! ¡Desde luego que no! Mi mujer también comenzó a gritarme, me amenazó con que no haría más acuerdos conmigo y que desde ahora cada uno hiciera su comida.

TERAPEUTA: Entonces tu modo de reaccionar no sólo no ha sido eficaz para alcanzar tUs objetivos, sino que además vuestras relaciones han empeorado y tú lo estás pasando mal, ¿ no es así?

ANTONIO: Sí, así es...

A través de este interrogatorio el terapeuta ha ido conduciendo a la persona en cuestión hacia «callejones sin salida» en donde se enfrente a la evidencia de lo irracional e ilógico de las asunciones que han dirigido sus reacciones emocionales. El introducir cierta dosis de ironía contribuye a desdramatizar las situaciones y facilitar, por tanto, una reevaluación cognitiva.

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El entrenamiento en habilidades cognitivas para manejar situaciones de cólera, hostilidad (Meichenbaum, 1979; Novaco 1979) y resolver problemas es un com-plemento básico en todo tratamiento de parejas para facilitar la autonomía y generalización de los aprendizajes obtenidos.

Meichenbaum y Goodman desarrollaron una estrategia de entrenamiento autoinstructivo inspirada en el trabajo de los investigadores soviéticos Vigotsky (1962) y Luria (1961, 1969). Estos teóricos pusieron de manifiesto la función reguladora que el lenguaje tiene sobre el comportamiento.

Con el entrenamiento autoinstructivo se pretende que cada uno de los componentes de la pareja utilice el lenguaje para regular y dirigir su comportamiento en función de los objetivos que determine. Si uno de estos objetivos es controlar ciertas respuestas de irritación, pueden autoinstruirse para investigar la naturaleza de estos estados emocionales y seleccionar métodos idóneos para su extinción. A continuación presentamos un programa de autoinstrucción diseñado para controlar la cólera e irritación en una pareja.

Para manejar mi cólera Para manejar la irritación de mi pareja

«Estoy furioso/a, irritado/a» «Mi pareja está irritada»

- “¿Por qué estoy así? ¿Qué estoy pensando o qué me estoy diciendo?

- ¿Por qué estará así? ¿En qué estará pensando?

- «No vaya pensar que estoy furioso/a» - «No voy a seguir tratando de descifrar o interpretar qué le ocurre»

- “Voy a pensar si es mi objetivo estar furioso/a»

- «Voy a pensar qué puedo hacer para ayudarle a salir de ese estado»

- «Voy a pensar entonces qué puedo hacer

para combatir mi irritación»

- «Para ello es necesario que esté calmado/a; vaya esperar; respiraré tranquilamente»

- «Lo primero que tengo que hacer es respirar tranquila y profundamente, sentirme tranquilo/a»

- «No debo irritarme ni dar voces porque eso agravaría más la situación y ese no es mi objetivo»

- «Ahora debo pensar más racionalmente: ¿lo que mi pareja dice o hace es realmente tan catastrófico como para sentirme así? ¿Resuelvo algo o consigo mis objetivos reaccionando de este modo?

- «¿Qué puedo hacer entonces?»

- “Realmente el que las cosas no sucedan como uno desearía que sucedieran no es algo catastrófico, es normal”

- «Puedo marcharme y dejarle solo hasta que se le pase... pero quizás pueda intentar antes otra solución»

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- «Me voy sintiendo más tranquilo/a voy venciendo mi irritación, lo estoy consiguiendo»

- "Puedo decirle cómo me siento cuando reacciona así y pedirle que me explique tranquilamente qué le ocurre; le diré también que así me sentiría mejor»

- “Voy a continuar respirando profundamente... Si es necesario voy a ponerme a pensar en algo agradable”

- «Debo estar calmado/a e incluso puedo sonreírle. Mi objetivo es ser eficaz, y no competir con mi pareja"

- «Realmente no merece la pena irritarse: si ante un problema me angustio tengo dos»

- Etcétera...

- «Ahora que, estoy más tranquilo/a voy a centrarme en mis objetivos»

- Etcétera...

El desarrollo de estos programas (Meichenbaum, Novaco) implica una fase educacional en la que se ofrece a la pareja una conceptUalización de sus reacciones de cólera en términos de una secuencia de fases que incluye procesos cognitivos y procesos de activación, una fase de ensayos autoinstruccionales y una última fase de aplicación. En la fase de ensayo el terapeuta crea situaciones, a través del role-playing, en donde ambos esposos tienen ocasión de «adquirir practicando» habilidades cognitivas para manejar la irritación u hostilidad en su pareja.

Cuando lo que existe es una abstracción selectiva negativa, o dicho con otras palabras, una imagen muy negativa de la pareja, puede estar indicada la elaboración de una “dista de cualidades” de la misma con el objetivo de focalizar la atención sobre los aspectos positivos y modificar el sesgo perceptivo.

3.4. El papel del terapeuta

El terapeuta, a lo largo de todo el proceso, trabaja en calidad de enseñante que suscita hipótesis de trabajo, ayuda a estructurar el programa y asiste a cuantas difi-cultades pueda presentar la pareja en su aprendizaje. Su objetivo fundamental es lograr que ésta sepa utilizar habilidades de comunicación y de solución de problemas con independencia de él.

La complejidad y alcance de todo este cometido comporta una serie de exigencias funcionales del enseñante o terapeuta que garanticen un máximo de efectividad del programa de entrenamiento.

Estas exigencias son:

1.°) El terapeuta debe establecer una buena relación con la pareja a fin de maximizar el efecto que su función de modelo y reforzador social puede tener en los cambios de conducta sugeridos y en cuantas reglas operativas se planeen a lo largo del proceso de entrenamiento.

2.°) El terapeuta debe evitar las coaliciones persistentes con alguno de los componentes de la pareja. En ocasiones, el terapeuta puede mostrarse como «aliado» de uno de ellos, por una diferencia significativa en la tasa de refuerzo que, inadvertidamente, le dispensa. La frecuencia de conductas verbales «muy bien», «estoy de acuerdo»...) y no verbales (sonrisas, contacto visual...) con que el terapeuta

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se relaciona con ambos esposos puede llegar a ser discriminatoria a ojos de uno de ellos.

Incurrir en estos errores puede ocasionar estados emocionales negativos, alejamiento, desconfianza..., en alguno de los miembros de la pareja.

3.°) El terapeuta debe asegurar la implicación activa de la pareja en el proceso de aprendizaje. Esto comporta también otra serie de exigencias:

a) Enseñar los principios del comportamiento y del modelo conductual del conflicto de pareja.

b) Asegurar la planificación y el cumplimiento de tareas necesarias para la generalización de los aprendizajes.

c) Moderar su grado de dirección en el proceso. El aprendizaje y la subsiguiente generalización a la vida real sólo se verán maximizados si la pareja aprende de sus propios errores. Cuando la solución a un problema marital la genera o la impone el terapeuta, éste puede impedir que cometan errores y, por tanto, que investiguen en el desarrollo de soluciones alternativas. A medida que se avanza en el programa, la autonomía de la pareja debe ser mayor y, por tanto, el grado de dirección del terapeuta menor.

4.°) El terapeuta debe ayudar a la pareja a establecer objetivos de tratamiento en términos de conductas concretas y observables.

5.°) El terapeuta debe evitar las abstracciones en su vocabulario interpersonal en cuantos intercambios verbales mantenga con la pareja. La asignación de tareas, la información, el refuerzo discriminativo y cuantas sugerencias y comentarios realice deben estar basados en términos descriptivos y observables. De este modo se asegura una comunicación efectiva.

6.°) El terapeuta debe cuidar que la pareja no se centre en el pasado y sí, en cambio, en el presente y en objetivos futuros de cambio. El pasado, a no ser que con-tenga experiencias positivas cuyo recuerdo resulte gratificante y por tanto motivante para mejorar la relación, suele interferir en el proceso de solución de problemas. En unas relaciones deterioradas las referencias al pasado suelen estar asociadas a estados emocionales negativos. Por otra parte, el pasado es algo inevitable sobre lo que no podemos influir, y los problemas de una pareja únicamente se van a resolver incidiendo en sus condiciones actuales y futuras.

7. °) El terapeuta debe ayudar a la pareja a clarificar las posiciones adoptadas en función de los objetivos perseguidos. En ocasiones, en el curso de una interacción conductual de la pareja pueden cristalizar luchas por el poder, reacciones de agresividad e irritación que, lejos de clarificar la relación, la hacen más difícil. En estos casos el terapeuta debe facilitar repetidamente a ambos esposos una información de las consecuencias de dichas conductas y de su adecuación de cara a los objetivos planificados. El siguiente diálogo puede ilustrar cómo el terapeuta interviene.

MUJER: [Comentando un conflicto reciente con su pareja]. ¡Es

que no estoy dispuesta a tolerar que me den órdenes!

TERAPEUTA: Haces muy bien en defender tus derechos, pero tan importante como esto es que lo hagas de un modo que resulte efectivo.

MUJER: Sí..., sí..., pero desde luego si es necesario volveré a

gritarle o mandarle a paseo.

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TERAPEUT A: Si es necesario, dices. Pero ¿es necesario? MUJER: ¡Hombre claro! No lo vaya tolerar...

TERAPEUTA: ¿Cuál es tu objetivo en esta situación? MUJER: Pues... que no vuelva a darme órdenes. TERAPEUTA: Bien, ese es uno de tUS objetivos. ¿Existe algún

otro?

MUJER: No sé...

TERAPEUTA: Tú me has comentado en repetidas ocasiones que deseas llevarte mejor con tu pareja. Además, esa es la razón principal por la que vienes aquí ¿no es así?

MUJER: Sí, así es... Me gustaría llevarme mejor, pero no a costa de renunciar a mi dignidad. .

TERAPEUTA: ¡Desde luego! De ese modo tu relación se convertiría para ti en una losa, en algo tremendamente aversivo. Se trata de ver si realmente puedes hacer compatible tu objetivo de que «no vuelva a darte órdenes» con el de «llevarte mejor con tu pareja».

MUJER: Sí... sí... sí, esto está muy bien, pero...

TERAPEUTA: ¡A propósito! ¿Has conseguido algún resultado hasta la fecha reaccionando así con insultos, gritos...?

MUJER: No, pero...

TERAPEUTA: ¿Pero qué?.. si ese modo de reaccionar no es efectivo ¿por qué insistes en continuar actuando así? Por otra parte, no sólo no has logrado tu primer objetivo, sino que además tu segundo se aleja, ¿no es así?

MUJER: Tienes razón... efectivamente, gritando e insultando, no estoy consiguiendo nada, todo lo contrario...

8.°) El terapeuta debe exigirse la adquisición de un repertorio de conocimientos teórico-prácticos y de habilidad social suficiente para desarrollar su función de un modo efectivo. A lo largo del proceso de intervención, el terapeuta ha de utilizar multitud de técnicas (ver cuadro), y una exigencia mínima que se le plantea es poseer un adecuado entrenamiento en la aplicación de las mismas.

Por otra parte, el terapeuta tiene también recursos terapéuticos derivados del mismo intercambio conductual que mantiene con la pareja. El comportamiento que exhibe el terapeuta puede ser adecuado o inadecuado a los objetivos que persigue de enseñar habilidades de comunicación y de solución de problemas. Si éste afirma e insiste en la necesidad de utilizar un nuevo vocabulario interpersonal pero se ve incapaz de utilizarlo en sus intercambios verbales con la pareja, es muy probable que ésta no lo adquiera.

TECNICAS EMPLEADAS EN LA INTERVENCION

1. Planificación de las contingencias de reforza-miento.

2. Modelado.

3. Moldeamienco.

4. Role-playin.

5. Ensayo de conducta.

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6. Feedback.

7. Control estimular.

8. Instrucción.

9. Reestructuración cognitiva.

10. Técnicas asertivas.

11. Asignación de tareas.

Con su comportamiento verbal y no verbal, el terapeuta puede incidir e influir en la conducta de la pareja a través de dos funciones básicas:

a) Función de modelado. El terapeuta se convierte en una fuente de aprendizaje de primerísimo orden por lo que dice, hace y siente.

b) Función de reforzamiento. A través de esta función el terapeuta ayuda también a adquirir determinados hábitos y conductas adecuados al objetivo de mejorar la relación. El terapeuta debe saber reforzar discriminativa y contingentemente.

En resumen, el repertorio de habilidades sociales que un terapeuta debe poseer es el mismo que se persigue que tenga una pareja:

- Saber observar.- Saber escuchar y conversar.- Saber utilizar vocabulario operativo. - Saber sugerir alternativas y negociar. - Saber plantear hipótesis.- Saber expresar emociones y sentimientos. - Saber reforzar.

3.5. Algunos problemas especiales en el tratamiento

3.5.1. Cuando acude a tratamiento sólo uno de los miembros de la pareja

Es muy corriente que a una primera entrevista acuda sólo uno de los miembros de la pareja. Este suele manifestar que el otro no desea venir o que no le ha informado de su decisión por temor a una reacción en contra.

En estos casos sugerimos al esposo que acude a nuestra consulta que hable con su pareja y le informe de su decisión de acudir a un especialista en busca de ayuda para resolver determinados aspectos de su comportamiento que le resultan insatisfactorios. También aconsejamos que pida a su compañero ayuda para resolver dichos problemas y, por tanto, le indique la necesidad de su presencia. Es importante hacer énfasis en

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las matizaciones de cómo realizar la petición. La expresión «... necesita hablar contigo, pues tú puedes ayudarle a ayudarme a mí» puede ser adecuada; en cambio, conviene evitar frases como «tú también te tienes que tratar», que frecuentemente se utilizan y que ponen a la defensiva al otro cónyuge.

De no dar resultado esta invitación por parte del cónyuge, el propio terapeuta puede ponerse en contacto con el otro miembro de la pareja, por teléfono o por correo, explicando sugestivamente la idoneidad de su presencia para ayudar a resolver algunos problemas que presenta su pareja. El que utilicemos estas estrategias no supone mentir para atraerle, puesto que realmente, según nuestro modelo, cada uno de ellos es un enseñante del otro y se ayudan mutuamente a cambiar comportamientos deteriorados.

Si a pesar de todos estos intentos no ha sido posible conseguir que el otro se incorpore al tratamiento, éste puede realizarse a través de uno de ellos. Si bien el tratamiento puede ser más efectivo y breve cuando ambos miembros de una pareja colaboran activamente en él, utilizando los principios del modelo conductual, también se puede modificar la conducta de uno de los miembros de una relación diádica a través del otro. Esto es, en cierto modo, consecuencia lógica del modelo de enseñanza que se utiliza y de la interdependencia que existe en el comportamiento de una pareja.

El entrenamiento en habilidades conversacionales y de resolución de problemas, la planificación adecuada de contingencias (refuerzo de conductas a incrementar, retiro de atención, tiempo fuera ante conductas a disminuir) y el entrenamiento asertivo suelen ser componentes importantes del tratamiento cuando se da esta condición. El incrementar la seguridad, autoafirmación y autonomía en el miembro de la pareja que acude a tratamiento suele traer consigo, en muchos casos en los que existe cierta «dependencia», una pronta incorporación de su pareja al tratamiento.

El esposo que acude en solitario deberá trabajar más y en un terreno más arduo, pero la experiencia clínica nos ha demostrado que se consiguen resultados.

3.5.2. Cuando existe un déficit de motivación

En parejas que acuden a nuestra consulta es frecuente encontrar también que ambos. componentes de la misma o uno de ellos muestran desconfianza en los resultados de la intervención.

En estos casos es conveniente plantear un período de prueba, que no exceda de un mes y medio o dos meses, al final del cual podrá replantearse la decisión adoptada. Se establecen unas condiciones de tratamiento, entre las que figuran el cumplimiento de tareas, el no volver a replantearse la utilidad del tratamiento hasta el final del período fijado, evitar hablar del pasado e implicarse en la modificación del presente y del futuro.

Suele ser importante diseñar una estrategia que incluya como primeros objetivos aquellas áreas de fácil solución y de alto carácter reforzante para la pareja con el fin de que los cambios operados en ese tiempo les motiven para continuar el tratamiento.

3.5.3. ¿Conveniencia de una separación provisional?

Page 83: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Muchas parejas se plantean como solución de sus problemas una separación provisional. Salvo circunstancias especiales no suele aconsejarse esta medida. La razón es que los problemas que presenta una pareja suelen derivarse de un déficit de ciertas habilidades de relación, y éstas no van a aprenderse si se separan. Por el contrario, permaneciendo juntos podrán especificar sus déficits, excesos e inadecuaciones conductuales y tener oportunidad de poner en práctica las habilidades adquiridas en el entrenamiento. De este modo, y a la luz de los resultados de la intervención en un plazo limitado, tendrán un mayor fundamento para saber si su objetivo es separarse o no. En el caso de que se decidan por una separación, el especialista podrá ayudarles a tomar sus decisiones con más tranquilidad, sin traumatismos y sin reacciones de culpabilidad o agresividad.

En casos especiales en que el conflicto tiene dimensiones de cierta magnitud, existe una historia repetida de fracasos terapéuticos y hay implicación abundante de estados emocionales negativos, una separación temporal puede facilitar una reducción considerable del componente aversivo de la relación y permite delinear una estrategia de aproximación gradual en la pareja sobre unas bases más firmes y positivas. En otros casos la separación puede tener el efecto de incrementar la motivación para mejorar la relación, por «echar en falta» algunos aspectos reforzantes que pudieran existir antes de separarse, si bien lo contrario también puede ocurrir.

En cualquier caso es importante dejar claro que nuestro objetivo no es el de hacer de «celestinos», sino más bien ayudarles a alcanzar aquellos objetivos que ellos libremente deseen. No vamos a intentar «arreglar la pareja» si esta decide no hacerla. En unos casos, el objetivo puede ser mejorar la relación; en otros, ayudarles a realizar una separación con los mínimos costes personales para ambos o para terceros implicados. Haley (1976) llega a decir que hacer terapia marital con una pareja separada es una pérdida de tiempo, ya que en la vida independiente actúan demasiadas fuerzas centrífugas que hacen inviable la reanudación de relaciones. Lo mejor, dice este autor, es forzar las cosas pidiéndoles que vivan juntos si han de seguir una terapia de pareja.

3.5.4. Cuando existen reticencias a participar en los ejercicios de ensayo de conductas y expresar sentimientos y peticiones.

Existen parejas que se muestran reticentes a implicarse activamente en los ensayos de conducta y/o expresar sentimientos y peticiones, porque se ven ridículos haciendo estas cosas o porque temen que se les valore negativamente por expresar o realizar tal' o cual petición. En estos casos conviene introducir algún tipo de matizaciones en la intervención.

a) El terapeuta puede ensayar primero mientras ellos observan, expresando o realizando peticiones exageradas y muy «personales». De este modo tienen ocasión de oír y ver expresiones y ensayos en el terapeuta que ellos podrían no haberse atrevido a exteriorizar.

b) Si existen temores sociales (temor al ridículo, a hacerla mal, a lo que opine el terapeuta o su pareja) puede estar indicado que el terapeuta, mediante el cuestionamiento socrático o cualquier otra técnica idónea, intente que la pareja reevalúe cognitivamente tales situaciones.

c) Siempre es útil dar información positiva (feedback) y refuerzo discriminativo sobre cualquier ensayo, por mínimo que sea.

d) Conviene ignorar las verbalizaciones de resistencia y pedir a la pareja que describa con detalles pormenorizados cuanto ocurre en la realidad durante interac-ciones conductuales concretas. De este modo se les introduce suavemente en el ensayo de conducta. En ocasiones, cierta dosis de persuasión física puede ser muy adecuada.

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e) La utilización de un coterapeuta ayuda en grado importante a superar todas estas resistencias. Uno o ambos, terapeuta y coterapeuta, pueden realizar ensayos torpes e inadecuados con el objetivo de facilitar en la pareja la superación de ciertos temores sociales que subyacen a sus inhibiciones. Una relación de igual a igual, en que la pareja perciba a los terapeutas como personas con problemas, que también presentan inhabilidades, pero que con la práctica y ensayos repetidos pueden superarlas, fomenta la participación en los ejercicios.

f) Finalmente, la empatía del terapeuta a través de expresiones como «a mí también me daba apuro» puede facilitar la implicación de la pareja en los ejercicios.

3.5.5. Cuando hay resistencia a los objetivos generales y específicos de la aproximación conductual.

Algunas parejas, cuando se les introduce en nuestro modelo de intervención a través de la fase conceptual, suelen verbalizar que sus problemas son «más profun-dos» como para resolverlos de ese modo o que todo ese plan que se propone es «poco espontáneo». Habitualmente estas parejas suelen tener también una experiencia previa de fracasos terapéuticos con orientaciones poco sistemáticas desde el punto de vista metodológico y, paradójicamente, suelen preferir este tipo de intervenciones cuando lo cierto es que han resultado inefectivas para sus problemas. En el proceso de intervención de estos casos conviene:

a) Demorar algún tiempo la determinación de objetivos y la intervención conductual. La magnitud de este tiempo puede oscilar, según los casos, desde fracciones de media hora hasta una o dos sesiones completas, y tiene la finalidad de que la pareja «se agote» de interactuar entre sí con su «modo espontáneo» de hacerla. Naturalmente, este modo espontáneo de reaccionar no es ni más ni menos que hábitos aprendidos de relacionarse que pueden ser efectivos para mantener reacciones catárticas más o menos periódicas pero inadecuados para delimitar y alcanzar unos objetivos determinados. A menudo las parejas necesitan ventilar sus sentimientos antes de que puedan expresar sus necesidades (Liberman, 1980) y, por esta razón, puede ser conveniente también el permitir este tipo de encuentros.

Durante este proceso el terapeuta puede facilitar la información de los efectos que este modo de relacionarse tiene sobre los sentimientos de cada uno.

Pasado un tiempo la pareja comienza a percibir que relacionándose de este modo no avanza y que necesita hacer algo diferente. Es en este momento cuando el terapeuta puede sugerir la alternativa conductual.

b) Discutir sobre los conceptos «espontáneo» y «profundo» y las acepciones tan gratuitas que suelen hacerse de los mismos. Conviene cuestionar con claridad las similitudes conceptuales en que equívocamente incurren: «espontáneo» igual a «no aprendido», y «profundo» igual a «no sintomático», igual a «no conducta», igual a «no aprendido».

Si es necesario, para un mayor didactismo, podemos recurrir a algún tipo de símil El diálogo que a continuación se expone puede ilustrar este recurso.

TERAPEUTA: Oye Maite... ¿sabes conducir?

MAITE: Sí, desde luego... hace quince años que tengo el carnet.

TERAPEUTA: ¿Y qué tallo haces? .

Page 85: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

MAITE: Bastante bien... llevo ya muchos miles de kilómetros...

TERAPEUTA: Me imagino que entonces no tienes que pensar mucho cuando tengas que cambiar de velocidad, frenar cuando se te

atraviesa un animal o cuando el semáforo está rojo, ¿no es así?

MAITE: ¡Claro! Me sale espontáneamente.

TERAPEUTA: ¡Ah! ESPONTANEAMENTE...

MAITE: Sí, sí, claro...

TERAPEUTA: ¿ Recuerdas, Maite, cuando sacaste el carnet de conducir hace quince años? ¿Recuerdas si tenías que pensar cuándo y cómo meter la velocidad? Me imagino que en ocasiones confundirías el pedal del acelerador con el del embrague, ¿no es así?

MAITE: Sí, en efecto. Recuerdo que me hacía un lío.

TERAPEUTA: Entonces, me imagino que el llegar a conducir espontáneamente como lo haces ahora lo has llegado a aprender a base de practicar y hacer muchos kilómetros, ¿no es así?

MAITE: Empiezo a comprender lo que quieres decirme...

c) Explicar algunas conceptualizaciones teóricas de las emociones y sus bases cognitivas, fisiológicas y motoras (teoría de los tres sistemas de respuestas) en el proceso de aprendizaje de las mismas.

d) En base a los puntos anteriores, sugerir objetivos de sentirse mejor mejorando sus relaciones.

e) Establecer que esta terapia es diferente de otras con las que fracasaron en el pasado y lo único que se requiere es probar su efectividad. En este sentido conviene aclarar que no se espera de ellos que tengan una fe ciega en el terapeuta. Lo único que éste exigirá de ellos es que confíen en él como un profesional capaz de proponer hipótesis. Serán ellos los que tengan la función de falsarlas y de este modo, en la medida en que no lo consigan, continuar trabajando en los objetivos propuestos.

3.5.6. Cuando no se cumplen las tareas

El cumplimiento de las tareas es una condición necesaria para obtener resultados efectivos en el tratamiento. Las tareas refuerzan y complementan los aspectos educacionales del mismo y facilitan la generalización del aprendizaje. Cuando no se cumplen, es difícil obtener los cambios esperados; la pareja puede llegar a la conclusión de que «aquello -el tratamiento- no sirve para nada» y terminar con unos sentimientos de impotencia y frustración aún mayores por haber quemado una alternativa importante.

Para asegurar un adecuado cumplimiento de las tareas es necesario mantener una serie de normas. Estas son:

a) Explicar el porqué y la importancia de las tareas. b) Revisar periódicamente las tareas y reforzar discriminativamente su cumplimiento

mediante elogios y cualquier otra contingencia reforzante que sea conveniente utilizar.

Page 86: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

El refuerzo contingente, sistemático y discriminativo, contribuye a mantener la motivación en el cumplimiento de tareas.

c) Especificar muy detalladamente la tarea en cuestión, es decir, asignar un tiempo y lugar para su cumplimiento y delimitar la naturaleza y el cómo de su realización. La asignación vaga e inespecífica del tipo «comenten entre ustedes algún día a la semana algún aspecto agradable que hayan experimentado» corre gran riesgo de no cumplirse. En cambio la asignación «diariamente, después de cenar, comuníquense uno al otro qué cosas agradables han registrado durante el día en su hoja de «Pille a su pareja haciendo algo agradable», es más probable que se lleve a efecto.

d) La asignación de tareas debe ser realizada conjuntamente por el terapeuta y la pareja. Esto evitará cualquier asignación arbitraria y no asumida por la pareja, con riesgo de su no cumplimiento.

e) Pueden existir casos en que, a pesar de haberse seguido las condiciones anteriores, no se cumplan las tareas. Cuando esto ocurre debe .investigarse si ha existido una razón de peso que lo justifique. De no ser así, conviene repasar las condiciones del tratamiento y, si es necesario, hacer contingente la entrevista con el terapeuta a la realización de las tareas. Es decir, la condición para celebrar la entrevista es haber realizado previamente las tareas asignadas.

f) Utilización de controles telefónicos. En ocasiones el refuerzo discriminativo que el terapeuta dispensa de modo contingente al cumplimiento de tareas suele ser inefectivo porque no se administra de modo inmediato. La demora del refuerzo que transcurre entre la realización de la tarea y la entrevista con el terapeuta puede ser tan dilatada como para perder su función motivadora. En estos casos suele ser conveniente sugerir a la persona en cuestión que llame por teléfono al terapeuta inmediatamente después de haber realizado las tareas. De este modo se facilita un refuerzo inmediato por parte del terapeuta.

g) La función motivad ora para el cumplimiento de tareas puede ser asumida también por cada uno de los miembros de la pareja. Ambos asumen la función de animarse y -reforzarse mutuamente y se corresponsabilizan en el proceso y realización de tareas de su pareja.

Apéndice A

Esquema guía de sesiones en el proceso de evaluación e intervención

Esta guía de sesiones que ofrecemos a continuación tiene el objetivo de servir de orientación sobre el contenido básico que puede tener un proceso standard de evaluación e intervención. Obviamente este contenido es variable según el caso de que se trate y las exigencias de ritmo y contenido que las peculiaridades del mismo planteen.

1ª Sesión

1. Evaluación inicial.

a) Determinar los objetivos generales.

b) Determinar el grado de compromiso de cada uno con el otro y con el proceso terapéutico que se inicia:.

c) Determinar las áreas-problema generales:

- Especificación. Planteamiento del nuevo vocabulario interpersonal.

Page 87: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

- Naturaleza.

- Proceso de la interacción problemática.

- Expectativas:

. De tratamiento.

. De la relación de su pareja (pareja ideal).

2. Despertar expectativas positivas de cambio.

a) Reestructuración cognitiva dirigida a eliminar sentimientos derrotistas, de culpabilidad y de impotencia.

b) Explicación del amor en términos conductuales y alentar expectativas ofreciendo alternativas de cambio.

3. Normas generales.

a) Asistir a todas las sesiones.

b) Centrarse en el presente y futuro. Evitar discusiones sobre el pasado.

c) Utilizar un lenguaje operativo.

4. Asignación de tareas.

a) Completar cuestionarios en casa, por separado.

b) Delimitar, por separado, el matrimonio ideal o perfecto en cuanto a la comunicación, intercambio sexual y afectivo,

dependencia e independencia, labores domésticas. etcétera.

2ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) Reforzar discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar cuestionarios.

c) Especificar las áreas-problema y objetivos de cambio según los cuestionarios y las descripciones realizadas sobre el

“matrimonio ideal”. Confeccionar “listas a medida”.

2. Introducción del modelo conceptual.

a) Entrega de «Guía de trabajo para mejorar las relaciones

de pareja».

b) Explicación del principio de reciprocidad.

3. Ejercicios de reciprocidad en la sala de entrenamiento social (en su defecto realizar ensayo conductual en presencia del

terapeuta).

Page 88: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

a) Darse cuenta del efecto que el comportamiento de uno tiene sobre el comportamiento del otro.

4. Asignación de tareas.

a) Leer y discutir la «Guía de trabajo».

b) Ejercicio de «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

3ª Sesión

1. Revisión de tareas:

a) Reforzar discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

c) Discutir y aclarar cuestiones que sobre la «Guía de trabajo» pueda plantear la pareja.

2. Practicar el dar, recibir y reconocer las conductas gratificantes registradas en el ejercicio de «Pille a su pareja haciendo

algo agradable».

a) El terapeuta modela y moldea las conductas apropiadas.

b) El, terapeuta anima al feedback mutuo, es decir, sugiere a la pareja que se informen mutuamente de cómo lo hacen y cómo se sienten cuando realizan esos ejercicios. Si alguno no ha tenido oportunidad de pillar a su pareja haciendo o diciendo algo agradable, se le anima a que sugiera a su pareja alguna conducta de su agrado.

c) El terapeuta explica y comenta la importancia de la comunicación verbal y no verbal en el intercambio conductual.

d) El terapeuta explica cómo los sentimientos y emociones se aprenden.

e) El terapeuta ayuda a la pareja a ampliar la lista de refuerzos intercambiables.

3. Desarrollo del modelo conceptual apoyándonos en las experiencias iniciadas por la pareja.

a) Bases teóricas del aprendizaje social.

b) Interdependencia comportamental. Reciprocidad.

c) Objetivos generales a la luz del modelo:

- Incrementar intercambios mutuamente gratificantes. - Reducir intercambios mutuamente aversivos.d) Aprendizaje de objetivos instrumentales:

- Adquirir un nuevo vocabulario interpersonal.- Adquirir habilidades de comunicación y de resolución de problemas.

4. Explicar compromisos derivados del modelo.

a) Responsabilización en cada uno del comportamiento del otro.

b) Observación y delimitación de objetivos de cambio y de negociación.

c) Enseñanza mutua en el proceso de cambio.

d) Participación en los ejercicios.

e) Cumplir la asignación de tareas.

Page 89: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

5. Asignación de tareas. Experimentar algunas hipótesis.

a) Ejercicio del “Día del Amor”.

b) Ejercicio de «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

4ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio de «Pille a su pareja haciendo algo agradable»).

c) Revisar el «Día del Amor».

2. Practicar reconocimiento de conductas gratificantes.

a). El terapeuta modela, moldea y refuerza las conductas verbales y no verbales adecuadas.

b) El terapeuta comenta y discute con la pareja el cambio de emociones y sentimientos a la luz del trabajo y progreso

que realizan.

3. Practicar peticiones afectivas.

a) El terapeuta modela y moldea conductas adecuadas.

4. Asignación de tareas.

a) Reconocimiento de conductas positivas a través del ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

b) Anotar conductas y/o situaciones de cambio que cada uno quiere pedir al otro.

5ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio de «Pille a su pareja haciendo algo agradable» ).

c) Revisar los registros sobre situaciones y/o cambios de conductas que cada uno quiere pedir al otro.

2. Practicar habilidades de comunicación en la pareja en el intercambio de peticiones de cambio.

a) Experimentar habilidades de escuchar (paráfrasis, sonrisa, contacto visual).

b) Practicar las habilidades de expresión de sentimientos negativos sin herir al otro.

Page 90: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

c) Practicar las peticiones de cambio en forma de sugerencia y no de acusación.

d) Aprender a empatizar con los sentimientos negativos del otro.

El terapeuta

- Modela y moldea las conductas apropiadas, mediante varios ensayos muy discriminativos.

- Anima al feedback mutuo, es decir, sugiere a la pareja que se informen mutuamente de cómo lo hacen y cómo se sienten cuando realizan estos ejercicios.

- Explica y comenta la importancia de la comunicación verbal y no verbal en el intercambio conductual.

3. Asignación de tareas:

a) Continuar con el ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

b) Practicar en casa el ejercicio «Aprendiendo la expresión adecuada de sentimientos negativos y la petición de cambio». Comenzar por temas de escasa conflictividad. Establecer: Condiciones de lugar, tiempo, duración, terminación, feedback y forma de hacerlo.

6ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio de «Pille a su pareja haciendo

algo agradable»).

c) Revisar las ejecuciones del ejercicio: «Aprendiendo la expresión adecuada de sentimientos negativos y

las peticiones de cambio».

2. Practicar la expresión adecuada de sentimientos negativas y las peticiones de cambio, con temas de mediana conflictividad.

El terapeuta:

- Modela y moldea las conductas apropiadas, mediante ensayos de conducta y feedback muy discriminativo.

- Anima al feedback mutuo.

Page 91: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

3. Revisar la utilización de la guía. Planificación e incremento de actividades de ocio.

4. Asignación de tareas.

a) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable», incluyendo cada miembro una actividad de ocio

sorpresa.

b) Ejercicios: «Aprendiendo la expresión adecuada de sentimientos negativos y las peticiones de cambio», introduciendo temas de mediana conflictividad. Establecer condiciones de: lugar, tiempo, duración, terminación, feedback y forma de hacerlo.

7ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio de «Pille

a su pareja haciendo algo agradable»), y las actividades de ocio «sorpresa» realizadas.

c) Revisar el ejercicio «Aprendiendo la expresión adecuada de sentimientos negativos y las peticiones de cambio» con temas de mediana conflictividad.

2. Revisión de actividades de ocio a realizar solo o con otros en caso de ser área de conflicto.

a) Reestructuración cognitiva para eliminar sentimientos de abandono, desafecto o celos en el miembro que se opone a la realización de actividades propias por el otro.

b) Planificación de actividades placenteras en caso de existir en un miembro excesiva dependencia.

3. Practicar expresiones afectivas.

a) El terapeuta modela y moldea conductas adecuadas.

4. Practicar habilidades de resolución de problemas.

a) Revisar áreas conflictivas experimentadas por la pareja. b)Experimentar habilidades de lenguaje operativo.c) Utilizar habilidades de expresión de sentimientos negativos y peticiones de cambio.

d) Experimentar habilidades de ofrecer soluciones.

e) Experimentar habilidades de llegar a acuerdos y contraer compromisos de negociación.

El terapeuta:

- Modela y moldea las conductas apropiadas.

Page 92: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

- Selecciona conjuntamente con la pareja, de entre las áreas problema, las de menor conflictividad o las neutrales para comenzar a trabajar en casa.

5. Asignación de tareas.

a) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable». (Subrayar la conducta que considera le ha podido

resultar más difícil al otro.)

c) Ejercicios «Ensayo de resolución de problemas». Establecer condiciones de: lugar, tiempo, duración,

terminación, feedback y forma de hacerlo.

8. a Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio «Pille a

su pareja haciendo algo

agradable,,).

c) Revisar el ejercicio «Ensayos de resolución de problemas».

2. Practicar habilidades de resolución de problemas.

El terapeuta:

- Modela y moldea las conductas apropiadas.

- Elige, conjuntamente con la pareja, temas de mayor conflictividad para trabajar sobre ellos.

3. Introducción del contrato para la resolución de aquellos problemas que lo exigen por presentar una mayor dificultad.

El terapeuta:

- Explica el valor del contrato y su utilidad en la resolución de problemas en que no han sido suficientes las habilidades aprendidas.

- Clarifica el valor del contrato como instrumento temporal Con el tiempo la pareja puede llegar de modo espontáneo al reparto de responsabilidades.

- Ofrece a la pareja las características y requisitos del contrato de negociación.

4. Prácticas del contrato de negociación.

El. terapeuta:

Page 93: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

- Modela y moldea las conductas apropiadas.

- Establece, junto con la pareja, un contrato para la resolución de un problema.

5. Asignación de tareas.

a) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

b) Ensayos de contrato en la resolución de temas neutrales o de leve conflictividad. Determinar con el terapeuta las condiciones de lugar, tiempo, temas a tratar, feedback y forma de hacerlo.

9ª Sesión

l. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de tareas.

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable»).

c) Revisar los ejercicios «Ensayos de contrato».

d) Reforzar discriminativamente el cumplimiento del contrato establecido.

2. Practicar el contrato de negociación ante otro problema y establecer un acuerdo para su cumplimiento fuera de la sesión.

3. Prácticas de habilidades para manejar la cólera del otro:

- Actuando de modelo con una comunicación adecuada. - Time out, etcétera.El terapeuta modela y moldea las conductas adecuadas.

4. Asignación de tareas.

a) Revisar la forma de trabajo, inventario de objetivos conseguidos y anotar temas pendientes de trabajo.

b) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable», introduciendo una conducta placentera nueva.

c) Cumplir los acuerdos del contrato.

10ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

Page 94: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable»).

c) Reforzar discriminativamente el cumplimiento del contrato.

2. Evaluación de objetivos conseguidos.

El terapeuta:

- Enfatiza la responsabilidad de la pareja en los avances logrados.

- Refuerza por los resultados conseguidos.

- Subraya las habilidades conseguidas que permitirán enfrentar problemas, desdramatizando su aparición.

3. Revisar áreas conflictivas pendientes. Practicar habilidades para la resolución.

4. Conducta asertiva.

a) Modelo conceptual de la conducta inhibida, agresiva y asertiva.

b) Inventario de situaciones en que se comportan de modo inhibido o agresivo.

c) Práctica de conductas asertivas.

- Petición de conductas positivas.

- Petición de cambios.

- Saber decir «no» de manera no ofensiva.

- Seguir alternativas.

- Planificación de conductas asertivas.

5. Asignación de tareas.

a) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable». b) Practicar el decir «no» de manera no ofensiva.

Practicar conductas que anteriormente uno inhibía por temor al otro.

Practicar el sugerir alternativas a una petición y negociarla comprometiéndose con un acuerdo.

11ª Sesión

l. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

Page 95: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable»).

c) Revisar los ejercicios de conductas asertivas, decir «no» y sugerir alternativas ante una petición.

2. Práctica de conductas asertivas, decir «no» sin ofender y seguir alternativas ante una petición.

El terapeuta moldea y modela las conductas adecuadas.

3. Revisar los progresos conseguidos en el intercambio conductual mediante el ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable».

El terapeuta enfatiza:

- la interdependencia comportamental.

- la mutua responsabilidad.

- el efecto de reforzar las conductas.

- la correlación entre sus sentimientos y sus acciones, en la realización de conductas mutuamente placenteras.

- la relación entre práctica repetida y «espontaneidad». - el concepto conductual del amor.

4. Revisar los resultados de la planificación e incremento de actividades de ocio placenteras.

Enfatizar la relación entre realización de estas actividades y emociones positivas.

5. Asignación de tareas.

a) Ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable». b) Evaluación del repertorio de conductas placenteras establecido desde el inicio del tratamiento, y su responsabilidad en las mismas.

e) Evaluación sobre la experiencia de la terapia.

12ª Sesión

1. Revisión de tareas.

a) El terapeuta refuerza discriminativamente el cumplimiento de las tareas.

b) Revisar el intercambio de conductas positivas y gratificantes (ejercicio «Pille a su pareja haciendo algo agradable»).

c) Revisar evaluaciones sobre repertorio de conductas positivas establecidas.

El terapeuta enfatiza:

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- la interdependencia comportamental.

- la responsabilidad de los miembros de la pareja en los logros conseguidos.

Revisar habilidades de comunicación:

Revisar habilidades de resolución de problemas.

Abrir y cerrar una discusión sobre la experiencia de la terapia:

-Objetivos alcanzados en relación con los propuestos. -Expectativas no conseguidas.-Problemas pendientes.-Planificación de nuevas estrategias de intervención y de entrenamiento

complementarios insuficientemente practicados.Esta guía de sesiones ha de servir como simple orientación. El número de sesiones y

el contenido de las mismas deberá planificarse de modo específico en cada caso.

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Apéndice B

Guía de trabajo para mejorar las relaciones con tu pareja

Todos conocemos parejas que «se llevan ma¡". Los medios de comunicación y la literatura sociológica hablan de elevado número de separaciones. Muchas de estas parejas se separan porque «no se entienden», «no se llevan bien», y sin embargo desearían tener una relación más satisfactoria. Pues bien, esto se puede conseguir, usted puede aprender a entenderse y llevarse mejor con su pareja si desea hacerlo. Puede aprender a comportarse de un modo más adecuado y eficaz para tener una relación más satisfactoria.

El amor no es algo vago y abstracto que no sepamos cómo conseguir o recuperar una vez que se ha terminado. El amor es conducta. Una pareja es feliz y «se siente enamorada» cuando ambos componentes de la misma se implican frecuentemente en conductas que les hace sentirse queridos y desear afectivamente la relación. Esto no significa que cualquiera de ellos deba renunciar a su propia vida y dedicarla por completo al otro; por el contrario, la relación debe estar basada en el libre intercam-bio de conductas mutuamente gratificantes.

Son muchas las investigaciones que evidencian que el conflicto de una pareja («llevarse mal», «no entenderse», «haber perdido el amor») suele deberse a un déficit de ciertas habilidades para relacionarse el uno con el otro, y no a problemas individuales imposibles de cambiar (<<somos así», «él es un neurótico»). El cómo nos relacionamos es fruto de un aprendizaje social a lo largo de nuestra vida, y como tal podemos modificarlo.

Con el entrenamiento que vamos a llevar a cabo, usted puede conseguir; si lo desea:

- aprender a valorar su problema de un mudo más operativo, que le permita la posibilidad de solucionarlo.

- aprender habilidades de comunicación que le permitan resolver el problema actual

Algunas de estas habilidades son:

saber escuchar saber expresar sentimientos positivos y negativos saber llegar a acuerdos y contraer compromisos de negociación saber ser gratificante el uno con el otro.

Esta guía, con la que asistirá usted a todas las sesiones, tendrá varias funciones:

Le recordará practicar sus ejercicios cada día. Anotar las situaciones en que han tenido problemas puede ayudarle a tener

una conducta más adecuada la próxima vez. Anotar las conductas que su pareja muestra y que le resultan a usted

placenteras. Como usted se las refuerza o reconoce, hará que su compañero las repita y le ayudará a usted. a valorar positivamente la relación.

Esta guía le permitirá ir viendo cómo va usted avanzando, cómo va aprendiendo a mejorar su relación de pareja.

Le recordará algunos principios y técnicas instrumentales necesarias para desarrollar su entrenamiento de un modo efectivo.

Le permitirá anotar sugerencias para mejorar su relación y poder ponerlas en práctica conjuntamente, una vez que se lo haya comunicado a su pareja.

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1. Principios del cambio de conducta

Su conducta no es algo que se dé de modo aislado en el tiempo y el espacio. Por el contrario, su comportamiento está siendo influido por su medio ambiente e influye a su vez en él. Su pareja es una de las personas con las que usted interactúa más frecuentemente.

Conociendo los principios del comportamiento, usted podrá utilizados para ser más eficaz a la hora de cambiar la relación entre usted y su compañero de modo que les resulte más satisfactoria.

1. Fortalecer o enseñar una nueva conducta

A) Principio del refuerzo positivo. Para conseguir que la frecuencia de una conducta se incremente o se intensifique hay que responder de forma placentera al que emite dicha conducta.

Para incrementar o Q1ejorar aquellas conductas que muestra su pareja y que le resultan a usted agradables, proporciónele refuerzos inmediatamente después de que ocurran o dé señales de haberse dado cuenta de la presencia de las mismas.

El refuerzo es algo que nos agrada. Puede ser un incentivo material (unas flores, una buena comida, ayudarle en alguna tarea...), un elogio (cumplidos, halagos...), una expresión de afecto (un beso, una caricia, una sonrisa, decide cuánto le ha gustado), la oportunidad para implicarse en una actividad placentera (salir a comer fuera, ir al cine...).

B) Desarrollar una nueva conducta

B.1. Principio de aproximaciones sucesivas. Refuerce cada «pequeño paso» hacia la conducta deseada. No pretenda que su pareja se compone de un determinado modo de un día para otro. Necesita un tiempo, y usted deberá reforzar cualquier pequeño avance, día a día.

B.2. Principio del modelado. Un modo de enseñar otra manera de comportarse es mostrar cómo lo hace otra persona. Enséñele a su pareja cómo desea que se compone, ejecutando usted esa conducta; haga usted de modelo.

2. Detener y extinguir conductas inadecuadas

A) Principio de extinci6n. Para impedir que alguien siga actuando de un modo inadecuado, debemos intentar que esa persona no reciba constantemente refuerzos tras la emisión de esa conducta inadecuada. Por ello no debe usted prestarle atención (críticas...) inmediatamente después de que su pareja exhiba conductas que usted desea disminuir. Los malos humores y los enfados disminuirán si los ignoramos.

B) Principio de incompatibilidad. Para impedir que su compañero actúe de un modo inadecuado, puede usted reforzar una acción alternativa o sustituta que sea incompatible con la primera o no pueda ser ejecutada al mismo tiempo. Reforzar el hablar de modo tranquilo y adecuado es incompatible con hablar a gritos. Besar a la compañera es incompatible con que nos regañe. Reírse es incompatible con enfadarse.

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C) Principio del castigo. (Explicación durante la sesión.)

3. Principio de información sobre las ejecuciones de la conducta del otro (Feedback)

El facilitar información sobre cómo el otro ejecuta determinadas conductas supone un medio básico para cambiar, fortalecer o extinguir dichos comportamientos. Puede usted informar a su pareja y ayudarle a cambiar.

Para que esta información sea adecuada y efectiva debe tener en cuenta las siguientes reglas:

- Primero, déle la información positiva, es decir, comience informándole de aquello que haya hecho bien.

- Sea específico en sus comentarios (comente acerca de la conducta, no de la persona).

- La información negativa debe dada en forma de alternativa sugerida- Úsela como «opinión personal» y no hable a su pareja desde una posición de

autoridad.- Evite expresiones como «nunca», «siempre» o equivalentes.- Exponga su crítica como hipótesis.- Evite el sarcasmo y la ironía.- Evite los juicios de evaluación moral.- Cite evidencia observable, cuando sea posible.- Permita al otro ignorar sus sugerencias, revisadas, incorporar las o escogerlas.- Utilice una lista de criterios observables (tono de voz, temblor de manos, contacto

visual, contacto físico).- Haga preguntas o sugerencias, no acusaciones. Las acusaciones ponen a la gente

a la defensiva y raramente ayudan a encontrar soluciones.- No acumule resentimientos. Esto le llevará a explotar en cualquier momento, le

dificultará actuar de modo eficaz. Comenten diaria o semanalmente los aspectos a mejorar en 'el comportamiento de cada uno.

4. Principio de generalización

El objetivo último del entrenamiento es que las habilidades aprendidas en las sesiones de tratamiento se desarrollen en la vida real, es decir, que el aprendizaje se generalice. Para ello debe tener en cuenta:

a) Proponer en las sesiones aquellas situaciones de la vida diaria que no ha sido capaz de resolver satisfactoriamente por usted mismo, o aquellos aprendizajes que conside-re necesarios para tener una relación más satisfactoria.

b) Implíquese activamente en el programa, realizando cuantas tareas se le planteen y busque cualquier ocasión de la vida real para practicar sus nuevos aprendizajes.

5. Principio de la persistencia. (Explicación durante la sesión).

Page 100: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

2. Guía para ser más conscientes de las cosas agradables que ambos hacen

Escriba en cada columna 10 cosas agradables que usted ha hecho para agradar a su pareja y otras 10 cosas que su pareja ha hecho y que a usted le han agradado.

10 cosas positivas que 10 cosas positivas que

yo he hecho él/ella ha hecho

1………………………… 1………………………….

2.............................. 2………………………….

3.............................. 3………………………….

4...................................... 4………………………….

5............................ . 5………………………….

6……………................... 6………………………….

7.............................. 7…………………………..

8...................................... 8………………………….

9....................................... 9………………………….

10……………………….. 10………………………….

Intercambien sus listas y coméntenlas. ¿Ha habido cosas que usted ha hecho con el fin de agradar a su pareja y que él no ha notado, o viceversa? Mediante este ejercici9 pueden conocer mejor aquellas cosas que les agradan a los dos y pueden tratar de incrementarlas. Hablen a fondo sobre ello, entérense bien de aquello que le gusta a cada uno. Háganse sugerencias mutuamente sobre cosas agradables que pueden hacer por el otro. Sean imaginativos, introduzcan cambios y novedades. Trate de sorprender a su pareja con algo agradable cada semana.

3. Guía para aumentar las cosas que me gusta que haga mi compañero/a (Pille a su pareja haciendo algo agradable)

1nstrucciones

Las parejas que han tenido durante un tiempo una relación conflictiva tienden a fijarse en los fallos, los errores, las cosas negativas del comportamiento del otro, olvidándose y pasando por alto las conductas positivas que su compañero hace.

Está comprobado experimentalmente que el pensar en los defectos de nuestro compañero/a provoca en nosotros emociones negativas hacia él/ella. Por el contrario cuando pensamos en las cosas positivas sentimos deseos de contacto físico, acercamiento y valoramos como algo bueno la relación.

El objetivo de este ejercicio es:

Page 101: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

- por un lado, darnos cuenta de las conductas agradables o positivas que tiene nuestra pareja.

- aumentar estas conductas mediante el efecto que tiene en el otro el que se las valoremos, que le hagamos ver que nos gustan.

Para ello usted deberá anotar en la hoja de registro, diariamente, las conductas agradables que tiene su pareja.

¡Esté atento, pues seguro que hace muchas cosas y usted no les da importancia porque se ha acostumbrado ya a ellas!

Además de anotarlo, deberá hacerle ver al otro que le ha gustado eso que ha hecho: un beso, una sonrisa, una caricia, un «gracias», expresar cómo se siente uno de bien, son modos de reforzar al otro por lo hecho y provocará que lo vuelva a repetir con más frecuencia.

Trate de anotar al menos una cosa al día. Al final de cada día traten de buscar un momento y un lugar tranquilos para intercambiar sus registros y comentarios.

Si usted no ha encontrado nada para anotar, no importa, sugiérale algo que podría hacer al día siguiente y que usted podría anotar.

“PILLE A SU PAREJA HACIENDO ALGO AGRADABLE”

Nombre ______________________________________________

Nombre del esposo/a _____________________________________

DIA FECHA CONDUCTA PLACENTERA

Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Domingo

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4. Guía para el autorregistro de las situaciones conflictivas

Reglas para describir la situación

1. La descripción deberá ser observable en términos de DONDE, CUANDO y QUE está ocurriendo.

2. Describa cómo se ha comportado su compañero/a y qué ha hecho usted.

3. Qué le hubiera gustado que hubiera hecho él y qué otra cosa podría haber hecho usted.

4. Cuáles eran sus objetivos en esa situación.

5. Escriba las anotaciones sugeridas.

SITUACION

QUÉ HIZO

EL/ELLA

QUE HICE YO

QUE HUBIERA

QUERIDO QUE

HICIERA EL/ELLA

QUE PODRÍA OBJETIVOS

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5. Guía para pasado mejor y estar más contento

Aquellas personas que nos hacen pasar ratos agradables y divertidos nos atraen especialmente; seguramente que «el pasarlo bien juntos» fue un motivo importante en la atracción inicial entre Ud. y su pareja.

El compartir actividades placenteras es muy importante para mantener una buena relación. Es como el agua para las plantas. ¿Recuerda cómo se sintieron después de un agradable fin de semana juntos, o cuando iban a bailar? Es posible que entre Ud. y su pareja no tengan ahora suficiente tiempo para dedicar a estas cosas, pues las obligaciones, el trabajo, las tareas domésticas, los hijos, no les dejan momentos libres ni ganas para ello.

Su relación de pareja es tan importante o más que estas cosa y merece que Vds. le dediquen tiempo y atención, que la rieguen como a las plantas A continuación le presentamos una lista de actividades, algunas de las cuales le gustaría hacer con más frecuencia.

Rellénela y comente con su pareja lo que ha escogido. ¿Podrían practicar cada semana una de las actividades elegidas por cada uno de Uds.? Prueben a hacerlo. Busquen el tiempo necesario. Si Uds. quieren lo encontrarán. Seguramente Ud. también hacía actividades de ocio divertidas con amigos o por su cuenta, antes de estar tan ocupado con su trabajo, los hijos o las tareas domésticas, o antes de casarse. Es importante practicar estas actividades para sentirse bien, estar contento, descargar tensión. Si desea Ud. aumentar estas actividades, con amigos o solo, tiene Ud. derecho a hacerlo. Háblelo con su pareja y si Uds. dedican el tiempo necesario a mejorar su relación, ambos sabrán comprender que el otro tenga algo de tiempo para sí mismo o para pasarlo con los amigos.

Page 104: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Cuestionario de actividades de ocio en la pareja (C. Serrat, 1980)"

Nos interesa conocer como le resultan de agradables cada una de las siguientes actividades, realizadas con su pareja. Para ello, valórelas en la columna placer-displacer según la siguiente escala:

1. Muy desagradable2. Desagradable3. Normal4. Agradable5. Muy agradable

Anote también, poniendo una cruz en la columna correspondiente, si le gustaría ver aumentado ese tipo de actividades, sea con su pareja, solo o con otros. Valoración

Placer,displacer

Con laPareja

Solo Con otros

Aumen-tadas

Dismi-Nuidas

Aumen-tadas

Dismi-nuidas

Aumen-tadas

Dismi-nuidas

1. Ir a comer a un restaurante 2. Ir a tomar una copa 3. Ir a bailar 4. Ir de compras 5. Ver la TV 6. Oír música 7. Cocinar 8. Decorar la casa9. Coleccionar algo ¿qué?10. Pasar juntos un fin de semana fuera de casa

11. Estar con amigos 12. Hacer algún deporte ¿cuál?13. Tomar copas con amigos14. Charlar15. Invitar amigos a casa16. Viajar17. Interpretar música con un instrumento18. Ir al teatro, ir al cine19. Arreglar o reparar objetos 20. Cantar21. Pintar22. Dibujar23. Hacer trabajos manuales 24. Ir al campo25. Jugar a juegos de sobremesa26. Construir objetos27. Cuidar las plantas28. Hacer labores29. Arreglar la casa30. Observar un paisaje bonito31. Ir a una exposición32. Ir a una conferencia33. Ir a un concierto34. Ir al teatro35. Dar un paseo36. Acudir a una fiesta37. Participar en una asociación (política, cultural)38. Realizar actividades políticas39. Visitar a unos familiares40. Visitar a unos amigos familiares

Page 105: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

41. Organizar en casa una fiesta42. Ir a un museo43. Ir a un recital de música 44. Aprender algo45. Ir de camping 46. Hacer fotografía47. Ir de excursión 48. Ir al Zoológico49. Ir al parque de atracciones50. Ir a una verbena51. Ir a una fiesta de un barrio52. Ir al cine53. Ir al Fútbol54. Realizar actividades de ocio con los hijos55. Ir al parque56. Cuidar animales57. Cuidar una huerta 58. Planear u organizar algo59. Visitar las ruinas o monumentos artísticos60. Escribir61. Estudiar62. Ir a tomar un aperitivo63. Ir a comer 64. Leer65. Pasear OTROS

Page 106: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

6. Guía para las sesiones de solución de problemas

1. Comenzar siempre por algo positivo. 2. Ser específico. 3. Expresar sus sentimientos. 4. Admitir su papel en el problema. 5. Ser breve cuando define un problema. 6. Discutir únicamente un problema cada vez. 7. Utilizar paráfrasis.8. No hacer inferencias o interpretaciones. Hablar únicamente sobre lo que

puede observarse.9. Ser neutral y no negativo. El objetivo no es discutir, ni humillar a su pareja. 10. Centrarse en las soluciones. 11. Ofrecer ayuda para el cambio del Otro y comprometerse a introducir cambios

en la propia conducta. 12. Seleccionar las soluciones más idóneas y expresadas en términos descriptivos.

Determinar también cuándo se espera que .ocurran dichos cambios y la frecuencia de los mismos.

7. Guía para hacer un contrato

Hay conductas que nos resultan difíciles de cambiar y aunque lo intentemos, no conseguimos los resultados deseados. En estos casos nos puede ayudar mucho hacer un contrato.

- Elija una conducta (no más de 3) que a Vd. le resulta difícil de cambiar. - Que su compañero/a elija una conducta (nomás de 3) que sea especialmente

difícil de cambiar.- Las conductas deben expresarse en términos concretos y específicos, y si es

posible incluyendo criterios de cantidad.- Comentar las conductas elegidas. Exprésele al otro cómo se sentiría de bien si

actúa de la forma placentera alternativa. Póngase en el lugar del otro y reconózcale lo difícil que le puede resultar llevar a cabo lo pedido.

- Elijan los premios que van a ganar por cumplido y las faltas por su incumplimiento. Los premios deben ser relevantes para que sean efectivos, así como las faltas.

- Lleven un registro de la evolución de esos comportamientos para tener una información objetiva de lo que van cambiando. Puede servirle el registro que se adjunta.

- Todos los términos del contrato deben ser negociados y no se debe imponer nada.

- Recuerde el principio de aproximaciones sucesivas. Al principio se deben reforzar pequeños cambios. Progresivamente se irán reforzando comportamientos más complejos.

- Al principio conviene reforzar frecuentemente. - El refuerzo deberá decirse después de realizada la conducta deseada. O

después de un intervalo limitado de tiempo en el que no se ha emitido la conducta no deseada. El mismo criterio debe seguirse con las faltas.

- El contrato debe ser justo y equilibrado en lo referente a conductas y refuerzos o faltas.

- Deben ser positivos, de forma que provean más bien refuerzo por una conducta deseable alternativa que faltas por conductas no deseadas.

- Revise regularmente su contrato y renegocie lo si es necesario.

Page 107: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

MODELO DE CONTRATO

CONDUCTAS A CAMBIAR

POR EL MARIDO POR LA MUJER

1. ………………………………… 1. ………………………………….………………………………… ………………………………….

2. ………………………………… 2 ………………………………….………………………………… ………………………………….

3. ………………………………… 3 …………………………………..

………………………………… …………………………………..

Refuerzos por cumplirlo Refuerzos por cumplirlo

1. ………………………….……… 1. …………………………………….…………………………………. …………………………………….

2. …………………………………. 2 …………………………………….………………………………… …………………………………….

Faltas por no cumplirlo Faltas por no cumplirlo

1. ………………………………… 1. ………………………………….

………………………………… ………………………………….

Page 108: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

2. ………………………………… 2. ………………………………….

………………………………… ………………………………….

3. ………………………………… 3 ………………………………….

………………………………… ………………………………….

Firma Firma del terapeuta Firma

HOJA DE REGISTROS DE CONDUCTAS ESTABLECIDAS ENEL CONTRATO

…………………………………….

……………………………………

……………………………………

.……………………………………

…………………………………….

…………………………………….

.……………………………………

Page 109: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

…………………………………….

…………………………………….

8. Guía para evitar un conflicto no deseado

«Cuando uno no quiere, dos no se pelean». Usted es responsable del comportamiento de su pareja y puede influir en el mismo. Si usted no desea tener un conflicto puede evitado. A continuación le presentamos dos estrategias a seguir. Le aconsejamos utilizar siempre la 1ª ; de no darle resultado, utilice entonces la 2ª Ante un comportamiento inadecuado de su pareja, usted puede:

A) -. Relajación. Contar hasta 10 antes de contestar y pensar en lo que le va a decir.

- Exprésele sus emociones y sugiérale comportamientos alternativos más adecuados.

B) - Relajación. Contar hasta 10 antes de actuar y pensar en lo que le va a decir y hacer.

- Utilización del tiempo fuera:

- Parada de pensamiento.

- Cambio de pensamiento y/o actividad.

9. Recuerda...

- Usted no puede no comunicarse. Siempre estamos comunicando algo con nuestra conducta. Ejemplo: Si Ud. llega a casa y sin saludar a su esposa/o se sienta a leer el periódico, no está «no comunicando», está «comunicando» alguna de estas cosas: enfado, disgusto, indiferencia.

- Cuide la comunicación no verbal tanto como la verbal. Ejemplo: mirarse a los ojos, sonreír, contacto físico, proximidad.

- La buena comunicación es aquella que permite que el otro se entere de lo que le queremos decir.

- Especifique lo que le gusta y lo que le desagrada del comportamiento del otro, poniendo ejemplos concretos. Procure poner el énfasis en lo que le ha gustado.

- Haga una petición, no una exigencia. Supone que tiene respeto por e! otro y empuja a la cooperación.

- Haga preguntas y sugerencias, no acusaciones. Las acusaciones ponen a la gente a la defensiva y raramente ayudan a encontrar soluciones.

- No le adivine el pensamiento al otro. Antes pregúntele. - Hable de lo que el otro hizo y no de lo que es. El objetivo es cambiar conductas y una

etiqueta no nos lleva al cambio. - Céntrese en el tema que está tratando durante una discusión. - Plantee los problemas, no los acumule. El resentimiento le hará explotar en el momento

menos oportuno. - Escuche al otro cuando habla. No le interrumpa. - Acepte las responsabilidades propias. No presente contraquejas. - Ofrezca soluciones. Trate de llegar a un acuerdo. - Pregunte al otro qué ha entendido, por si fuera necesario explicar con más claridad.- Hágale ver al otro que le ha entendido, repitiéndole alguna fiase de su discurso que

refleje las peticiones de él.- Evite la crítica inadecuada, comentarios negativos, el sarcasmo y la ironía.- Pregúntele al otro qué puede usted hacer para mejorar las cosas.- Exprese su satisfacción por las cosas que el otro ha hecho y que a usted le agradan. - Interésese por las actividades del otro.- Céntrese en lo actual y no saque a relucir cosas pasadas.

Page 110: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

- Busque un ambiente apropiado y facilitador para hablar de cosas que pueden ser un conflicto: tranquilidad, intimidad y otros estímulos agradables: bebida, música.

- Sorprenda a su pareja de vez en cuando con algo agradable: comprarle algo que le gusta especialmente, llevarle a cenar a un restaurante.

- Tenemos derecho a cierta intimidad. No estamos obligados a tener que decírselo todo. Hay cosas que nunca deben decirse. No diga la verdad sobre cosas que no se pueden cambiar.

10. Guía de evaluación de la relación

El realizar a lo largo de todo el programa una evaluación general y específica de las relaciones que mantiene con su pareja le resultará útil:

- Le permitirá saber si el programa logra o no alcanzar los objetivos planeados.- Nos permitirá rectificar o cambiar planes de tratamiento que no aporten

soluciones, por otros más idóneos. - Le permitirá conocer los progresos que va obteniendo y, por tanto, se motivará

más para continuar trabajando, al darse cuenta de la efectividad de sus actuaciones.

Esta GUIA consta de dos partes: una evaluación general en donde usted pueda valorar su impresión o valoración global de la relación, y una evaluación específica que le permitirá valorar el proceso de aspectos más concretos de la relación con su pareja.

A) Evaluación general. Ponga una cruz en el lugar de la línea que mejor refleje la valoración de su relación de pareja.

1ª Evaluación…

(Fecha) Muy Normal Muy

insatisfactoria satisfactoria

2.a Evaluación. . .

3ª Evaluación. . .

4ª Evaluación.. .

5ª Evaluación. . .

Page 111: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

B) Evaluación especifica. Ustedes ya han rellenado el cuestionario de áreas de compatibilidad e incompatibilidad o el cuestionario de intercambio de conductas y los han comentado conjuntamente con el terapeuta. Ustedes ya saben qué áreas-problema presentan en su relación de pareja y qué cosas concretas y específicas desean cambiar.

Rellene los apartados específicos que se encuentran en este apéndice con las áreas que en el momento inicial del tratamiento son problema para usted y observen su evolución. También anote las conductas que a usted y su pareja les gustaría cambiar en el otro.

Después, de acuerdo a una escala 1-5 (1-2-3-4-5) en la que 1 significa «muy insatisfecho», 3 «normal», y 5 «muy satisfecho», vaya anotando cada semana su satisfacción y la de su pareja con esa área o conducta, según vaya evolucionando.

Coméntenlo juntos. Refuércense por los logros conseguidos. Háganse sugerencias de cómo avanzar más.

AREAS Satisfacción de mi pareja Mi satisfacción

Antes

Trata.

10ª

Antes

Trata.

10ª

1........................

2........................

3........................

4........................

5........................

6........................

7........................

8.......................

9.......................

10......................

Page 112: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Conductas

a Cambiar

Por mi

10ª

10ª

1........................

2........................

3........................

4........................

5........................

6........................

7........................

8.......................

9.......................

10......................

Satisfacción de mi pareja Mi satisfacción

Antes

Trata.

10ª

Antes

Trata.

10ª

1........................

2........................

3........................

Page 113: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

4........................

5........................

6........................

7........................

8.......................

9.......................

10......................

CONDUCTAS A

CAMBIAR POR

MI PAREJA

Antes

Trata.

10ª

Antes

Trata.

10ª

1........................

2........................

3........................

4........................

5........................

6........................

7........................

8.......................

9.......................

Page 114: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

10......................

11. Agenda de tareas

Sesión 1 Fecha...........…………… Sesión 7.……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Sesión 2 Fecha...........…………… Sesión 8.……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Sesión 3 Fecha...........…………… Sesión 9.……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Sesión 4 Fecha...........…………… Sesión 10……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

Page 115: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Sesión 5 Fecha...........…………… Sesión 11……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Sesión 6 Fecha...........…………… Sesión 12……………………………….

....………………………………… ..........………………………………….

…....……………………………… …….........…………………………….

…….....…………………………… ………….........……………………….

Page 116: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Apéndice C

Cuestionario, escalas y hojas de observación

1. Diferencial semántico

1nstrucciones

A continuación encontrará usted unas series de adjetivos, precedidos por un concepto (palabra o conjunto de palabras) en cada página.

Usted deberá situar ese concepto en todas y cada una de las parejas de adjetivos de la página, de la forma que mejor exprese sus sentimientos u opiniones respecto a él.

Los extremos representan las posiciones máximas (muy bueno, muy malo, etc...). El centro representa el «no sé» o posición neutral.

EJEMPLO:

PAREJA

X

BUENO I I I I I I I I MALO

EROTICO I I I I I I X I I NO EROTICO

RELAJADA I I I I I I I I TENSA

Agradable Desagradable

Confortante Frío

Incitante No incitante

Plácido Inquieto

Cercano Distante

Bueno Malo

Erótico Frígido

Relajado Tenso

Page 117: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Amigable No amigable

Sexualmente excitante Sexualmente aburrido

Amable Cruel

Calmado Ansioso

Seductor Repulsivo

+3

+2

+1

0 -1 -2 -3

Agradable-Desagradable

Escala de Bueno-Malo

Evaluación general Amable-Cruel

Amigable-No amigable

Escala de aproximación Cercano-Distante

Confortable-Frío

Seductor-Repulsivo

Escala sexual Incitante-No incitante

Sexualmente excitante-Sexualmente aburrido

Erótico-No erótico

Plácido-Inquieto

Escala de ansiedad Calmado-Ansioso

Relajado-Tenso

Page 118: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

2. Cuestionario de áreas de compatibilidad – incompatibilidad en la pareja

(C. Serrat, 1980)

Marque con un aspa, en la escala inferior, el nivel global de felicidad y satisfacción que tiene actualmente en su relación de pareja. 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ______________________________________________________ Muy Satisfecho Muy Desgraciado feliz

Y ahora, por favor valore cada uno de los aspectos de su relación de pareja que figuran a continuación, poniendo una cruz en la columna que mejor defina su satisfacción.

Nosupone

unproblema

Tenemos problemas con

frecuencia,pero los

resolvemos

Tenemos problemas

frecuencia, pero no encontramos una solución y

discutimos

Tenemos problemas con

frecuencia, pero difícilmente

hablamos de ellos

1. Finanzas y economía 2. Comidas 3. Compras 4. Transporte 5. Trabajo del marido 6. Trabajo de la mujer 7. Cuidado de los hijos 8. Tareas domésticas 9. Quehaceres familiares10. Tiempo de ocio y entretenimiento de los hijos11. Tiempo de ocio y entretenimiento de la familia 12. Tiempo de ocio y entretenimiento de los adultos.13. Amistades14. Relaciones sociales de compromiso15. Religión16. Educación de los hijos17. Valores y criterios morales18. Lo social19. La política20. Intereses culturales21. Puntos de vista conservadores actuales22. Filosofía de vida 23. Relaciones sexuales24. Control de natalidad25. Celos26.Relaciones extramatrimoniales27. Demostraciones de afecto28. Apariencia personal29. Cuidado físico30. Hábitos personales31. Salud32. Diferencias de temperamento y personalidad33. Gustos34. Hobbies

Page 119: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

35. Relaciones con familiares próximos36. Independencia propia37. Independencia del otroOTROS

Señala con una P las 3 áreas más problemáticas

Señala con una S las 3 áreas más satisfactorias.

Page 120: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

3. CUESTIONARIO DE INTERCAMBIO DE CONDUCTAS EN LA PAREJA (C.

Serrat, 1980)

A continuación se enumeran diversas conductas relacionadas con la vivencia de la pareja. Por favor:

A) Valore en la columna placer-displacer el grado de satisfacción que le produce cada una de esas conductas realizadas por su pareja, según la siguiente escala:

1. Muy desagradable2. Desagradable3. Normal4. Agradable5. Muy agradable

B) En las otras columnas anote una (X) si desea que dichas conductas aumenten, disminuyan o permanezcan como están.

COMIDAS Y COMPRAS Placerdisplace

r

Queaumente

Quedisminu

ya

Esta Bien así

1. Preparar una buena comida 2. Ayudarme en la compra 3. Levantarse y preparar el desayuno 4. Ayudarme a cocinar 5. Hacer un plato de comida favorito 6. Acompañarme a ir de compras 7. Comprar cosas necesarias para la casa o los niños. 8. Tener la comida a tiempo 9. Invitarme a comer fuera de casa10. Prepararme un refresco o una merienda11. Responsabilizarse de hacer la comida12. Levantarse y desayunar juntos13. Avisar cuando no viene a comer14. Llegar a comer a la hora15. Cumplir su dieta16. Hacer comentarios favorables cuando cocino o hago algo especial OTRAS:

TAREAS DOMESTICAS 1. Arreglar algo que se ha roto o estropeado.

2. Hacer algún recado

3. Lavar, tender la ropa

4. Planchar

5. Barrer y limpiar

6. Lavar los platos, ollas...

7. Tener la casa ordenada

8. Ser mas ordenado/a con sus cosas

9. Preocuparse de tener el carro preparado y utilizable10. Ayudarme a hacer un cambio o arreglo en la casaOTROS:

Page 121: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

SEXO Y AFECTO

1. Decirme que me quiere

2. Alabar mi apariencia física

3. Hacer cosas juntos en nuestro tiempo libre

4. Iniciar un acercamiento sexual

5. Abrazarme y besarme

6. Responder positivamente a mis acercamientos sexuales

7. Cogerme de la mano

8. Hacerme caricias sexuales excitantes

9. Sorprenderme con algún regalo o sorpresa

10. Insultarme

11. Utilizar palabras cariñosas en la conversación

12. Hacerme una caricia o decirme algo cariñoso cuando estamos con otros.

13. Demostrarme alegría y afecto cuando llego a casa

14. Conversar conmigo

15. Interesarse por mis asuntos personales

16. Llevarme o venir a recogerme a algún sitio

17. Reírse conmigo

18. Llamarme por teléfono cuando no estamos juntos19. Obligarme a una relación sexual cuando no me apetece20. Utilizar algún método anticonceptivo

21. Respetar mi tiempo para estar solo

22. Respetarme mi tempo para mis cosas/amigos

23. Sonreírme

24. Pegarme

25. Dormir conmigo

Page 122: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

26. Hablar fuerte o con gritos

27. Tener relaciones sexuales con otra persona

28. Hacer caricias o halagos sexuales a otra persona

29. Preguntar constantemente sobre mi conducta afectiva y sexual con otras personas (celos)

30. Tener regalos y detalles con otra persona.

OTROS:

CUIDADO DE LOS HIJOS

1. Jugar con los hijos

2. Sacar a los niños de paseo a algún espectáculo

3. Quedarse en casa con los niños cuando yo tengo que salir

4. Bañar a los niños

5. Darles de comer

6. Llevarlos al colegio

7. Vestirlos

8. Orientarlos en los deberes

9. Interesarse por la educación de los hijos

10. Besar y abrazar a los hijos

11. Hablar con ellos de sus cosas

12. Pegarles

13. Insultarles

14. Interesarse por sus estudios junto al maestro

15. Hablarles en voz alta o gritando

OTROS

Page 123: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

FINANZAS Y ECONOMIA

1. Planificar el presupuesto.

2. Pagar los recibos: agua, luz, teléfono, cable, celular, etc.

3. Responsabilizarse de la cuenta del Banco

4. Gastar menos en sus cosas personales

5. Consultarme para hacer un gasto grande

6. Llevar las cuentas del dinero que gasta

7. Contraer deudas sin contar conmigo

8. Gastar dinero que no tenemos en cosas que no considero de interés para la familia

9. Permitirme hacer un gasto especial.

OTROS

TRABAJO

1. Venirse a casa a la salida del trabajo

2. Trabajar en tiempo libre o hacer servicio social

3. Aceptar que yo trabaje

4. Que mi pareja trabaje para ayudar al presupuesto familiar

5. El tipo de trabajo de mi pareja

6. El tiempo que mi pareja dedica al trabajo.

OTROS

Page 124: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

HABITOS PERSONALES

1. Beber

2. Fumar

3. Vestirse adecuadamente

4. Cuidar su apariencia personal

5. Comer

6. Lavarse, ducharse

OTROS:

Page 125: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

4. Hoja de observación para la tarea de resolución de problemas (Keefe, 1978)

Pareja.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Fecha. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Problema seleccionado

Instrucciones: Señale con una cruz cada vez que ocurra una I de las siguientes conductas, colocando la cruz bajo la columna correspondiente al miembro de la pareja que emite la conducta.

Escuche la cinta o vea la película una vez por cada una de las cinco categorías de respuesta más importante. Se pueden añadir comentarios para describir el estilo de cada categoría.

I. IDENTIFICACIÓN DEL PROBLEMA

MARIDO MUJER

1. Señala aspectos concretos

2. Delimita o define el problema………………..

3. Se desvía el problema………………………

4. Lo analiza…………………………………….

5. Cree saber lo que el otro piensa

II. ANALISIS Y RESOLUCIÓN DEL PROBLEMA

1. Aclara el resultado que él desearía……………

2. Pone condiciones……………………………..

3. Da alternativas de solución.............................

4. Discute posibles acuerdos………………….

5. Da soluciones satisfactorias para ambos…..

III. HABILIDADES DE COMUNICACIÓN

1. Parafrasea………………………………….

2. Muestra inconsistencias entre la expresión verbal y no verbal…………………………..

3. Mantiene contacto visual…………………….

4. Reconoce la razón del otro. Llega a acuerdos……

Page 126: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

5. Porcentaje del tiempo hablado……………

IV. INTERCAMBIO DE CONDUCTAS POSITIVAS Y NEGATIVAS

1. Positivas (reforzantes)…….

a) Verbales……………..

b) No verbales………….

2. Negativas (castigos)

a) Verbales………………………..

b) No verbales…………………….

3. Retiro de atención (extinción)…………..

DESCRIPCIÓN DEL ESTILO: Describir el estilo de las conductas en cada uno de los apartados.

Preguntar a cada miembro de la pareja las siguientes cuestiones inmediatamente después de realizada la tarea:

1. ¿Esta resolución de problemas fue representativa (típica) de la forma de hacerlo usualmente?

MARIDO En absoluto Algo muy representativo

MUJER En absoluto Algo muy representativo

2. ¿Usualmente, la resolución de problemas resulta más positiva o más negativa?

MARIDO Mucho más positiva Igual Mucho más negativa

MUJER Mucho más positiva Igual Mucho más negativa

Page 127: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

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Page 130: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

Índice

Prólogo

Introducción

1. ASPECTOS TEORICOS

1.1. Conceptos Básicos

1.1.1. Determinantes ambientales

1.1.1.1. Intercambio de reforzamiento

1.1. 1.2. Habilidades de comunicación y de solución de problemas

1.1.1.3. Reciprocidad

1.1.2. Determinantes cognitivas

1.1.2.1. Hábitos perceptivo-cognitivos

1.1.2.2. Expectativas y experiencia de la relación percibida

1.1.2.3. Percepción de alternativas

1.1.3. Determinantes socioculturales

1.1.3.1. Accesibilidad de alternativas

1.1.3.2. Modificación del intercambio conductual

1.2. Modelo conceptual del desarrollo del conflicto de pareja

2. EVALUAClÓN

2.1. Identificación del problema

2.1. 2. Cuestionarios

2.2. Medida y análisis funcional

2.2.1. Observaciones

2:2.1.1. Exposición de sentimientos

2.2.1.2. Descripción del problema

2.2.1.3. Análisis y solución del problema

2.2.1.4. Habilidades de comunicación

2.2.1.5. Consecuencias

2.2.2. Autorregistros

2.3. Evaluación del proceso terapéutico

2.4. Evaluación de los resultados

3. INTERVENClÓN

Page 131: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

3.1. Fase conceptual

3.2. Fase de experimentación

3.3. Trabajando y profundizando en los objetivos conductuales

3.3.1. Entrenamiento en habilidades de comunicación y de resolución de problemas

3.3.1.1. Aprendizaje de un nuevo vocabulario interpersonal

3.3.1.2. Aprendizaje de habilidades conversacionales

3.3.1.3. Aprendizaje de habilidades de expresión

3.3.1.4. Desarrollo de habilidades de so lución de problemas y de negociación

3.3.2. Control estimular

3.3.2.1. Control de contingencias específicas .

3.3.2.2. Planificación del tiempo libre...

3.3.2.3. Cambios estimulares específicos

3.3.2.4. Control de conductas específicos

3.3.3. Reestructuración cognitiva

3.4. Papel del terapeuta

3.5. Algunos problemas especiales del tratamiento

3.5.1. Cuando acude a tratamiento sólo uno de los miembros

3.5.2. Cuando existe un déficit de motivación

3.5.3. ¿Conveniencia de una separación provisional?

3.5.4. Cuando existen reticencias a participaren los ejercicios de ensayo de conductas y expresar sentimientos y

peticiones

3.5.5. Cuando hay resistencia a los objetivos generales y específicos de la aproximación conductual

3.5.6 Cuando no se cumplen las tareas

Apéndice A

Esquema guía de sesiones en el proceso de evaluación e intervención

Apéndice B

Guía de trabajo personal para mejorar las relaciones con tu pareja

1. Principios del cambio de conducta

2. Guía para ser más conscientes de las cosas agra dables que ambos hacen

3. Guía para aumentar las cosas que me gusta que haga mi compañero/a (Pille a su pareja haciendo algo agradable)

4. Guía para el autorregistro de las situaciones conflictivas

Page 132: Terapia de Parejas - Miguel Costa y Carmen Serrat

5. Guía para pasarlo mejor y estar más contento

6. Guía para las sesiones de solución de problemas.

7. Guía para hacer un contrato

8. Guía para evitar un conflicto no deseado

9. Recuerda

10. Guía de evaluación de la relación

11. Agenda de tareas

Apéndice C

Cuestionarios, escalas y hojas de observación

1. Diferencial semántico

2. Cuestionario de áreas de compatibilidad- incompatibilidad en la pareja

3. Cuestionario de intercambio de conductas en la pareja (C. Serrat, 1980)

4. Hoja de observación para la tarea de resolución de problemas (Keefe, 1978)

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS .......................