teoría gramatical del brocense - luis alberto hernando cuadrado

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La teoría gramatical del Brocense Luis Alberto HEruasDo CUADRADO Universidad Complutense de Madrid RESUMEN En este artículo, el autor estudia las líneas fundamentales de la doctrina gramati- cal del Brocense, humanista extremeño que ejerce su magisterio en la Universidad de Salamanca en la segunda mitad del siglo xvi, tomando como punto de referencia el texto de la edición crítica y bilingi>e de la Minerua (1587) de E. Sánchez Salor y C. Chaparro Gómez, recientemente editado por la Institución Cultural que lleva su nom- bre y la Universidad de Extremadura’. SUMMARY In ibis anide, te anibor siudies te main unes of dic grammatical doctiine of Ihe Brocense, Extremaduran humanist who exercised bis teaching in the University of Salamanca in the second half of the sixteenth century, getting as point of reference the text of te critical and bilingual edition of te Minerau (1587) of E. Sánchez Salen unid C. Chaparro Gómez, edited recently by the Cultural Institution that talces his name and te University of Extremadura. 1. Introducción Francisco Sánchez de las Brozas, conocido por el Bmcense, nace en Bro- zas (Cáceres) el 20 de julio de 1523, en el seno de una familia humilde. En E Sánchez de las Brozas, Minerun o De causis linguae latinne (1587). Introducción y edición de E. Sánchez Salor; edición de C. Chaparro Gómez, Cáceres, Institución Cultural «El Brocense», Excma. Diputación Provincial y Universidad de Extremadura ~995. Cuadernos de Filología Clásica. Estudios latinos, nY 12. Servicio de Publicaciones UCM. Madrid, 1997.

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Teoría gramatical del Brocense - Luis Alberto Hernando Cuadrado

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  • La teora gramatical del Brocense

    Luis Alberto HEruasDo CUADRADOUniversidadComplutense de Madrid

    RESUMEN

    En este artculo, el autor estudia las lneas fundamentales de la doctrina gramati-cal del Brocense, humanista extremeo que ejerce su magisterio en la Universidad deSalamanca en la segunda mitad del siglo xvi, tomando como punto de referencia eltexto de la edicin crtica y bilingi>e de la Minerua (1587) de E. Snchez Salor y C.Chaparro Gmez, recientemente editado por la Institucin Cultural que lleva su nom-bre y la Universidad de Extremadura.

    SUMMARY

    In ibis anide, te anibor siudies te main unes of dic grammatical doctiine of IheBrocense, Extremaduran humanist who exercised bis teaching in the University ofSalamanca in the secondhalf of the sixteenth century, getting as point of reference thetext of te critical and bilingual edition of te Minerau (1587) of E. Snchez Salen unidC. Chaparro Gmez, edited recently by the Cultural Institution that talces his name andte University of Extremadura.

    1. Introduccin

    Francisco Snchez de las Brozas, conocido por el Bmcense, nace en Bro-zas (Cceres) el 20 de julio de 1523, en el seno de una familia humilde. En

    E Snchez de las Brozas, Minerun o De causis linguae latinne (1587). Introduccin y edicinde E. Snchez Salor; edicin de C. Chaparro Gmez, Cceres, Institucin Cultural El Brocense,Excma. Diputacin Provincialy Universidad de Extremadura ~995.

    Cuadernos de Filologa Clsica. Estudios latinos, nY 12. Servicio de Publicaciones UCM. Madrid, 1997.

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    1551, es Bachiller en Artes por la Universidadde Valladolid, desde donde pasaa la de Salamanca. Aqu, en 1553, cursa Gramtica; en 1554, es nombradoregente de Retrica del Colegio Trilingile; en 1559, imparte Griego; en 1573,obtiene la Ctedra de Retrica; en 1576, consigue la Ctedra de Griego, y, en1593, logra la Ctedra de Latn.

    En su actuacin acadmica, destaca por su amor a la verdad, lo que le pro-ducida serios disgustos. Acusado ante la Inquisicin en 1584, entre otrascosas, de considerar bobos a los que se hincan de rodillas ante las imgenesde los santos, es severamente reprendido. Al hacer poco caso de las adverten-cias del Santo Oficio, en 1593 se le abre una segunda causa.

    Entre los cargos acumulados contra l hay puerilidades de estudiantesociosos o mal inclinados, atrevimientos y caprichos suyos y, en el fondo detodo, una rivalidad filosfica y unacuestin de escuela. Pero, al no haber moti-vo, sus obras no se incluyen en el ndice. Se le ordena como lugar de reclusinla casa de su hijo Lorenzo Snchez, doctor en Medicina, en Valladolid, y allmuere a comienzos de enero de 1601. La Inquisicin, que lo haba tratado conbenignidad, tal vez hubiera acabado por absolverle recomendndole ms can-tela y recato en sus palabras.

    El Brocense piensa que la corrupcin de las artes se debe a la costum-bre de aceptar a ciegas el dicho oportel addiscenteni credere. En este senti-do, M. Menndez y Pelayo nos lo retrata muy bien como un hombre deespritu vivo, arrojado e independiente, enemigo de la autoridad y de la tra-dicin, hasta el punto de declarar en una ocasin solemne que slo capti-yaba su entendimiento en las cosas que son de fe, y que tena por cosa malael creer a los maestros, si con evidencia matemtica no probaban lo quedecan 2

    Sus lecciones de Retrica se hallan incluidas en los tratados De arte dicen-di (1556) y Organunz dialecticurn et rhetoricum cunetis discipulis utilissimumfl necessariwn (1579), que revelan una concepcin forma] de la obra literaria.En el campo de los estudios clsicos, se encuentra su principal aportacin conobras como Arte para saber Latn (1595), Ve rae breuesque gramma tices lati-ncc institutiones (1562) o Grammaticae graecce compendium (1581), dondeprosigue la labor iniciada por Nebrija a comienzos de siglo. Su vertiente enci-clopdica queda reflejada en trabajos de carcter cientfico, como Declaracinyuso del reloj espaol (1549), Pomponii Melee de sitie orbis (1574)o Sphcramund ex variis auctoribus concinnata (1579), y filosfico, como Paradoxa(1581), De nonnullis Porphyrii aliorumque in dialecrica erroribus sc/micedialecticoe (1588> o Doctrina de Epicteto (1600). Es tambin autor de poesasen latn, algunas traducciones de Horacio, una edicin de las Buclicas de

    2 M. Menndez y Pelayo, Obras Completas 38, Santander, Aldus 1947, p. 417.

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    Virgilio (1591) y otra, anotada, de las poesas de Garcilaso (1574), as comode unos comentados a Juan de Mena (1582).

    La contribucin ms importante del Brocense a la historia de los esta-dios gramaticales es Minerua seu de causis linguae latinae (1587), que cons-tituye la recopilacin de toda su doctrina gramatical, al comprender, con losaadidos y supresiones pertinentes, no slo la contenida en la Minerua redu-cida de 1562, sino tambin la que aparece en las diferentes ediciones de lasInstitutiones y Paradoxa.

    La obra se encuentra dividida en cuatro libros. En el primero, tras unasbreves consideraciones sobre el carcter racional de la lengua y por qu sedenomina Minerua el tratado, se estudian las categoras gramaticales delnombre y del verbo, as como la preposicin, adverbio y conjuncin. Elsegundo est dedicado a la sintaxis del nombre. En el tercero, salvo en loscaptulos finales, en que se vuelven a tomar en consideracin las preposicio-nes, adverbios y conjunciones, se aborda la sintaxis del verbo o, si se prefie-re, del predicado. En el cuarto, se tratan temas monogrficos, como los rela-tivos a las figuras de construccin, entre las que ocupa un lugar primordial laelipsis, al significado de las palabras y a la cuestin de si es bueno o no hablaren latn t

    Influida por los planteamientos de autores tan importantes como T. Lina-cre (Rudimenta graniniatices, 1536), J. C. Escalgero (De causis linguae taU-nae, 1540) o P. Ramus (Scholae in liberales artes, 1559), la Minerua (1587)del Brocense, orientada a deshacer las falsas concepciones de L. Vala y A.Saturnio, entre otros, y a defender, no sin crticas, las tesis de Varrn, Quinti-liano, Donato, Prisciano, J. C. Escalgero, basndose en los usos autorizadosde los grandes literatos latinos, a los que cita extensa y constantemente, cons-tituye un buen exponente de la orientacin terica de la reflexin lingsticade su tiempo.

    Para Snchez de las Brozas, la palabra Minerun simboliza la Razn, facul-tad que emana de Dios y que, al ser conferida al hombre lo convierte en serracional. El lenguaje, cuyo origen constituye un problema imposible de resol-ver, es un fenmeno social otorgado por Dios al hombre para que le sirva devehculo de comunicacin con sus semejantes. El hombre, por su parte, hadado un nombre a cada cosa, pero no arbitrariamente, sino con intervencin dela razn (1, 1).

    El Brocense considera que la ensefianza del Latn debe tener como finalidad poder leer a losautores clsicos y asimilar adecuadamente su estilo, por lo que, frente a Erasmo de Rotterdam y LuisVives, se muestra partidario de la utilizacida de la lengua vulgar en los estudios inciales para noaprender errores desde el primer da (IV. 3).

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    2. Las partes de la oracin

    La gramtica, en cuanto ars recte loquend ~, tiene por objeto el estudio dela congruens oratio, y, frente a la cuatriparticin tradicional, se articulae-u dosgrandes bloques temticos, el estudio de las partes de la oracin (etimologa,libro 1) y cl de las construcciones (sintaxis, libros II, III y IV) (1, 2).

    El Brocense habla slo de arr recte toquend. Sin embargo, en la tradicin que se inicia conDionisio de Tracia se aade recteque seribend como se puede conxprnbar en la siguiente defini-cirin que forra-ola Nebrija: Quid en gram,nadca? Scieraia recte loquendi recreque scribendi ex doc-flssimorum uirorum usa cdque auctoritate collecta (Aeli Anwni Nebrissensis, lutroductiones in tca(nm grammoticen per eundem recognitae arque exacdssitne corre cute glorsemats cum antiquoexemptnri collatis, Complwti 1533, fol. XLIIY

    Tradicionalmente, los lirtgbistas y, en especial, los gr-arnticos no sollar, prestar atencin a tas lot-mas del lenguaje que no fueran las escritas de las obras literarias. Este prejuicio se debe a que losestudios gramaticales de Occidente nacieron con voluntad filolgica, ya que se consideraba que lagramtica de una lengua deba constituir la va de acceso para la lectura de las obras literarias. En estesentido, el Arte gramaticalde Dionisio de Tracia se basa en el griegO clsico y liteTaTio, y las ,nsti-turiones gi-mrnadcae de Prisciano describen la estructura de la lengua latina tal como la emplearonVirgilio, Tbrencio, Cicern. Horacio. Plauto y otros arilores. En el siglo xx, todava encontramosmuestras de esta tendencia, por ejemplo. en Las ediciones de la Gra,nca de la Real Academia Espa-dote, donde se aducen textos de Cervantes, Quevedo. Caldern y otros para corroborar los usos.

    Sin embargo, la lingilslica actual, sin desdear la lengua escrita, concede prioridad a la hablada.Como dice!. Vendryes, la lengua escrita es comparable con la capa de hielo que se forma en la super-ficie de un ro, debajo de la cual fluye el lenguaje. del mismo modo que el agua, en su forma msespontnea, la oral. Como argumentos de que el lenguaje es, ante todo, oral, podemos aducir que: a~la lengua hablada es anterior a la escrita; 6) sabemos hablar antes que escribir; c) existen lenguas queno poseen escritura y lenguas que han llegado a poseerla muy tarde, y rl) la misma literatura primerofue oral y luego escrita,

    A fines del siglo xix, los neogramticos detectaron algunos aspectos negativos en la lengua escri-ta, por lo que llegaron a afirmar que las letras son imgenes groseras, torpes y, muy a menudo, cit-neas de los sonidos. En la continua evolucin de la lengua. no suele darse una evolucin paralela dela ortografa, por lo que sta con frecuencia refleja fenmenos de estados anteriores (por ejemplo, laIt- en espaol, aspirada cm, otros tiempos, o la by la y, correspondientes a una distincin que hoy nose practica). Por otro lado, la escritura implica, por lo comn, una elaboracin de los textos y una fina-lidad culta.

    Aunque las diferencias entre la lengua hablada y la escrita son importantes, el estudio de ambases necesario, sobre todo si se tiene en cuenta que la escritura, a pesar de sus innegables arcasmos, esun fuerte nexo que evita la desmembracin del idioma. Por tanto, como indicbamos anteriormente,el lingaista debe estudiar la lengua en todos sus niveles y registros, y posteriormente formular unateora sobre la naturaleza del lenguaje en general.

    Esta distribucin de Los contenidos de La gramtica viene a coincidir. grosso modo, con laactual divisin en morfologa y sintaxis.

    En el Siglo de Oro, se distinguen tres tendencias en relacin con las partes de la gramtica: a) lade los que, de acuerdo con la tradicin procedente de los griegos, consideran que existen cuatro (orto-grafa, prosodia, morfologa y sintaxis, en terminologa actual): Nebrija, Ti. de Basto, el BachillerThmara, 1. Snchez,

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    Al ser concebida la oracin como la expresin de un juicio y, del mismomodo que todo juicio, constar de dos trminos, sujeto y predicado 6, sus partesfundamentales son dos, el nombre (que comprende las entidades de tipo est-tico) y el verbo (que abarca las de tipo dinmico), a las que se aaden los ele-mentos de relacin o panculas (subdivididas en preposiciones, adverbios yconjunciones) t

    La interjeccin no es ni oracin ni parte de la oracin, sino signo de tris-teza o alegra, comn a veces a los emitidos por los animales, que se registraen todas las lenguas ~. El pronombre (denominacin que sera preferible susti-tuir por la de protonombre, por haber existido antes que el nombre) no es unsustituto del nombre, sino un nombre, sustantivo o adjetivo ~. El participio, denaturaleza hbrida, queda asimilado al nombre adjetivo (1, 2).

    implcitamente ortografa, prosodia y morfologa), y c) la de aquellos que nicamente reconocen dos(ortografa y morfologa): Annimo de 1555, 0. Meurier, Gramtica Vulgar (1559), 0. M. Alessan-dri, E. Sotomayor, W. Stepney, J. Saulnier, A. de Salazar, J. de Luna. L. Franciosini, A. Fabre y 1. A.Zumarn.

    La cudruple divisin tradicional se ha mantenido hasta el siglo xx: B. de San Pedro (1769) dis-tingue analoga, sintaxis, prosodia y ortografta; J. A. Gonzlez de Valds (1798), ortografa, analo-ga, prosodia y construccin;V. Salv (1840), analoga, prosodia, sintaxis y ortografa; la Gramti-ca de la Real Academia Espaola (1931), analoga, sintaxis, prosodia y ortografa.

    6 La definicin de oracin que maneja el Brocense se enmarca dentro de la concepcin logicistadel lenguaje, que se ha perpetuado desde Aristteles hasta la actualidad, contra la cual, entre otros auto-res, 5. Gutirrez Ordez reacciona con el fin de satisfacer el principio de inmanencia y, partiendo dela interpretacin del enunciado como la unidad de comunicacin constituida por la conjuncin de unsigno enunciativo (que tiene como significante el contorno meldico pertinente, la entonacin, y comosignificado la modalidad) y un esquema sintagmtico (el dominio propio de la sintaxis, consistente enun signo articulado, simple o, ms frecuentemente, compuesto, ordenado en secuencia, que puede serverbal [Llega tarde], nominal [la tarde], adjetivo [tardo] o adverbial [tanle]), presenta la oracincomo el esquema sintagmtico verbal, el tipo esencial de enunciado a cuya estructura son reductiblesen ltima instancia los restantes (Es necesario el concepto de oracin?, REL 142 [1984],Pp. 245-270, e Introduccin a la semnticaffincional, Madrid, Sntesis 1992, Pp. 83-85).

    En este aspecto, Snchez de las Brozas se aparta de la lnea de Dionisio de Tracia, Donato,Prisciano, Nebrija, etc., inclinndose, tras una breve exposicin de la historia del problema, a favordel criterio de Aristteles, Verrn, San Agustn y los gramticos hebreos (1, 2). Con l coinciden otrosautores del Siglo de Oro como E. de Busto,

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    Los gneros son dos, el masculino y el femenino (el neutro significa queque no posee ni el uno ni el otro) y tienen por objeto relacionar los adjetivoscon los sustantivos ~. Si no existiesen los adjetivos, no sera necesario expli-citar el gnero gramatical; pero, como tienen varias terminaciones, para laconcordancia, es preciso tener en cuenta el gnero de los sustantivos (1, 7).

    Los nmeros tambin son dos solamente, el singular y el plural. El dual,aunque lo tuvieron algunos dialectos griegos, como el jonio, no existe en

    IIlatn

    Los seis casos latinos (a los que, dada la inexactitud de su denominacin,sera preferible llamar caso primero, caso segundo, caso tercero, caso cuarto,caso quinto y caso sexto) se registran en todas las lenguas, incluida la griega,en la que el dativo con preposicin no es sino el caso sexto, y todas las rela-ciones expresadas por ellos son las dnicas que pueden darse lgicamente (1, 6).

    Los diminutivos, muchas veces, adems de indicar disminucin, denotanirona y afecto (1, 10). Mientras que el adjetivo se encuentra capacitado pararecibir los grados de comparacin, el sustantivo no puede recibirlos (1, II).

    El nominativo es el caso del sujeto y del atributo. La aposicin no existe,dado que en un esquema sintagmtico del tipo de tigo Annibal peto pacem sedebe catalizar ens o gui sum, por lo que su estructura en realidad seria Ego[ens] Annibal peto pacem o bien Ego [gui sum] Annibal peto pacein (II, 2).

    El genitivo expresa propiedad o pertenencia. Siempre va regido por unnombre, nunca por un verbo. En los casos en que las gramticas hablan degenitivos dependientes de verbos, no se tiene en cuenta que existe un sustan-tivo elidido. De esta manera, en Fmi magni, por ejemplo, falta pretio, por loque la frase completa sea Em] hoc magn aeris pretio (II, 3).

    verdaderamente? /1 El pronombre, a semejanza del nombre, se divide en sustantivo y adjetivo; tienenumero y gnero, como el nombre; se declina (segn dicen) como el nombre; no le falta, en suma.ninguno de los oficios y caracteres de los nombres. Y si es al uso de las palabras a lo que debe rete-rirse su clasificacin, no comprendo cmo han podido colocarse el nombre y el pronombre en cate-goras diversas (Gramtica de la lengua castellana destinada al uso de los americanos [1847]. Ed.crtica de R. Trujillo, Madrid. Arco/Libro 1988, 229. nota IV). El punto de vista de los funciona-listas es prcticamente el mismo, pero con la particularidad de que en el caso de los pronombres per-sonales, mientras que los tnicos son interpretados como sintagmas nominales, los tonos son con-cebidos como morfemas verbales objetivos dependientes del sintagma verbal, del que forman parteincrementndolo (A. Llorente y J. Mondjar, La conjugacin objetiva en espaol, REL 4, (1974],Pp. 1-60).

    >~ Para resolver el problema de los epicenos, el Catedrtico de Salamanca recurre a la teora dela elipsis, alegando que hay nombres que tienen una sola forma pera designar los dos gneros, lo queno quiere decir que tales nombres pertenezcan ex aequo a ambos gneros, sino que se ba de sobren-tender mas (elepliantus mas) ofoemina (elepliantusfoemina) en funcin del contexto (1. 7).

    En este punto, nuestro gramtico se muestra en desacuerdo con Donato, que deficnde la exis-tencia del dual en latn, y sigue la teora de Prisciano, que la rechaza. En relacin con los duales amboy duo, sostiene con Quintiliano que son griegos y aceptan una concordancia con plural, como enambo currun (1, 4).

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    El dativo indica adquisicin, dao o provecho, pero no el agentede la pasi-va, frente a lo que comnmente se piensa (II, 4). El supino en -u es en parteun dativo de la cuarta declinacin (III, 9).

    El acusativo, si no es sujeto de un infinitivo o complemento directo de unverbo en voz activa, depende de una preposicin, que a veces est sobrenten-dida, desempeando la funcin de complemento circunstancial (II, 5).

    El vocativo no es un nombre de segunda persona, como sostienen los gra-mticos, sino res aliqua cum qua sermonem communicamus, un elementoindependiente que se agrega a la oracin una vez que ha sido construida (II,6).

    El ablativo, el sexto caso, siempre se encuentra regido por una preposi-cin, que puede estar elptica, debiendo entonces sobrentenderse. El ablativoabsoluto es un nombre en ablativo acompaado de un adjetivo en el mismocaso y regido por una preposicin que no aparece en el texto (II, 7).

    El verbo, definido como uox particeps numen personalis cum tempore,cuenta con los accidentes de acento, figura, especie, nmero, persona, tiempoy conjugacin. La persona, teniendo en cuenta que, como observa Donato, losnominativos son de tercera persona, excepto ego que es de primera y tu desegunda, se halla incluida en el verbo como uno de sus elementos constitu-yentes, por lo que en una oracin como Petrus uidetpanietem, la persona es ladesinencia -4 no el nombre Pet rus 12 (1, 12).

    El modo no es una categora del verbo, ya que con frecuencia est marca-do por el ablativo y a veces por los adverbios. Poreso, su clasificacin no tienerazn de ser (1, 13).

    Los tres tiempos del verbo finito se distribuyen en once unidades: dos depresente (amo y amem), dos de imperfecto (amabam y amarem), dos de per-fecto (amaul y amauerim), dos de pluscuamperfecto (wnaueram y aminas-sem) y tres de futuro (amabo, amauero y amo o amato 13) Las formas men-

    12 De una manera parecida, en el funcionalismo se interpreta que el sintagma verbal (el verbo,la oracin mnima) se baila integrado por dos tipos de signos, uno lxico, el lexema (que soporta elcontenido significativo) y otro gramatical (que, entre otros valores, posee los morfemas de persona ynmero), entre los cuales se establece la relacin predicativa, por lo que constituyen, respectivamen-te, el predicado (el lexema) y el sujeto gramatical (los morfemas de persona y nmero). Pero, comocon frecuencia el sintagma verbal no es suficiente para sealar con precisin la referencia que sedesea comunicar, entonces se requiere la presencia de otras unidades, sintagmas nominales, que enprincipio ejercen la misin de concreter la alusin designativa en la realidad contrayendo con elncleo diversas relaciones constitutivas de las funciones discernibles en la oracin. As, el sujeto gra-matical (en el ejemplo del Brocense, t) se expansiona en el sujeto lxico (Petras) y el lexema se con-creta mediante los trminos adyacentes que constituyen las restantes funciones oracionales con lasque operamos en nuestros anlisis (en el mencionado ejemplo, parietem, que desempea la funcinde implemento).

    ~ Las formas del imperativo ama y amato, aunque generalmente se piensa que la primera es depresente y la segunda de futuro muy remoto, en opinin del Brocense, no se diferencian entre s(I, 13).

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    ctonadas en segundo lugar pueden utilizarse con valor de futuro. El imperati-vo siempre tiene valor de futuro (1, 13).

    El infinitivo carece no slo de modo, sino tambin de tiempo y, sobre todo,de persona, distinguindose en ocasiones formas de presente (esse), de pasado(fiuisse) y de futuro (fore), especialmente con verbos de fama o de lengua,como aiunt, ferunt, fertun dicunt, dicitun afflrmo, scribo y otros similares (1,14).

    El participio es de naturaleza hbrida, verbo, por un lado, y adjetivo, porotro, y, al tomar su significado temporal del verbo personal al que acompaa,sus diferentes formas (amans, amaturus, amatus, amandus) pueden situarse encualquier punto del tiempo (1, 15, y III, 10).

    Los verbos impersonales de que hablan los gramticos no existen, ya quetodo verbo, por el hecho de serlo, excepto en el infinitivo, contiene una per-sona gramatical. En formas como accidit, pluit, miseret, decet o curritur, elsujeto, constituido por el infinito cognado del verbo correspondiente o el abs-tracto verbal, est elidido (1, 12, y 111,1).

    Los verbos pueden ser activos, pasivos y sustantivos. No procede hablarde verbos intransitivos, porque el complemento directo, aunque con frecuen-cia permanezca oculto, existe siempre (III, 2 y 3). En la construccin pasiva,donde slo es necesario un nombre en funcin de sujeto, tanto el dativo comoel ablativo agente de los gramticos son complementos circunstanciales noobligatorios cuya traduccin no es por.., sino de parte de... o por orden de...(III, 4).

    El infinitivo, sin dejar de ser verbo, se comporta sintcticamente como unnombre, desempeando las funciones asignadas a los casos. A veces, incluso,es un autntico nombre, como en scire tuum o nostrum ujuere (III, 6).

    La forma en dus es siempre participio pasivo, y de l proceden lasde gerundio (< gerendo o gerundo) en do y di, que tambin son pasi-vas, a no ser que lleven acusativo expreso, en cuyo caso son activas (III,8).

    El supino en um tambin es gerundio, ya que deriva (geritur) del partici-pio en tus, del mismo modo que las restantes formas de gerundio derivan delparticipio en dus, y recibe esta denominacin porque acta supine, es decir,negligentemente. El supino en u es en parte un dativo de la cuarta declina-cin y en parte un ablativo de modo (III, 9).

    Amaturum esse, amatum ire y amatum iri no son formas de la conjuga-cin, sino que pertenecen al plano de la sintaxis. Del mismo modo que sedice amans sum, amans eram o amans fui, se dice tambin amaturum esse,fuisse o fore. En amatum re y amatum ir], el verbo eo pierde su significa-cin de movimiento y constituye entonces uia unidad con el supino (III,II).

  • La teora gramatical del Brocense 173

    La preposicin es una forma carente de nmero que precede a los casos yse encuentra en composicin . Si aparece detrs del caso (mecum, tecum,secum), se da la figura denominada anstrofe sin que su naturaleza experi-mente alteracin. La preposicin es la ms importante de las partculas por elhecho de regir los casos, cometido que las dems no pueden llevar a cabo. Delas preposiciones recibidas de los gramticos procede rechazar circiter prope,propius, proxime, pridie, postridie, procul, secus, usque, uersus, uersum (1, 16,y III, 12).

    El adverbio no slo se une al verbo comportndose como un modo o adje-tivo suyo (bene currit), sino tambin a otras partes de la oracin, como sepuede comprobar en los grupos sintagmticos bene doctus, wilde mane y sem-per lenitas, en los que complementa a un adjetivo, a otro adverbio y a un sus-tantivo, respectivamente ~s.Teniendo en cuenta la desinencia, existen adver-bios en im (punctim), us (subtus), o (cito), as (cras), i (ubi), e (sane),

    ~ La doctrina del Brocense sobre la preposicinse sita en el contexto de la de Dionisio de Tra-cia, el primer autor que la separa de la conjuncin (avSapo~) y la define, como su mismo nombreindica, teniendo en cuenta la posicin que ocupa en la cadena hablada con respecto a otras clases depalabras: npOcai~ Aar4?g nponGeptv~ IrVTWV ubv roO Awv M2P adverbio), habla sido considerado como una palabra asociada exclusivamente al verbo hasta que en1540 3.

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    er

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    El mantenimiento del tradicional concepto de oracin platnico-aristotli-co como la articulacin bimembre de un nombre y un verbo hace que se debaninterpretar como elipsis de nominativo cognado los enunciados en que sloaparece el verbo, comoflatur ningit o miseres, siendo preciso sobrentender lossujetos lxicos flasio, nix y misericordia, respectivamente (IV, la).

    En los verbos considerados como intransitivos, se da la elipsis de un acu-sativo cognado que desempea la funcin de complemento directo, como enambulo, donde se ha de sobrentender ambulasionem, que no aparece por evi-tar el pleonasmo (IV, la2).

    Cuando el verbo no tiene su correspondiente lxico en la categora delnombre, procede recurrir al infinitivo del mismo verbo (places placere), con-siderado en tal caso como el correspondiente nombre verbal, dada la identidadsemntica y funcional que existe, por ejemplo, entre bonum est legere y bonaest lectio (IV, la2).

    Dentro del grupo sintagmtico nominal, el nombre es el elemento centraldel que dependen el adjetivo y el nombre en genitivo, sintagmas que no pue-den aparecer en funcionamiento autnomo ni dependiente de otra parte de laoracin. Por eso, cuando alguno de estos ltimos elementos aparece solo trasun verbo sustantivo, se debe sobrentender el elemento nuclear correspondien-te. De esta manera, Hoc pecus est regium (o regis) equivale a Hoc pecus estpecus regium (o pecus regis) (IV, la3).

    Al expresar el sustantivo sustancia y el adjetivo accidente, esta ltimaclase de palabras no se sustantiva, ya que un accidente no puede convertirseen sustancia, siendo preciso en los casos en que al adjetivo se presenta solocatalizar el sustantivo elidido, como se advierte, por ejemplo, en la expresincolligere uinacea (o uinaceos), frecuente en los autores agrcolas, donde sesuple acinos (IV, la3).

    El mantenimiento del principio de reccin hace sobrentender el sintagmaex numero en el uso partitivo del genitivo, como ocurre en Hispanorum al]]uigilans, al]] ssudent, quidam bon], quidam mali, quidamfortiores, al]] fortis-

    Observa, asimismo, que la operacin de catlisis, en la que se acta con entidades abstractas,exige que la interpolacin de funtivos (o funcionales) no altere la estructura del enunciado cataliza-do y que la entidad resultante de la interpolacin sea una constrnccin posible en la lengua deque setrate.

    Por otro lado, ve necesario operar con la cattisis en aquellos casos en los que, deno aplicarse,se pueda lleger a una contradiccin irreductible con la teora, sea preciso crear entidades funcionalesnuevas o lleve a una descripcin menos simple.

    Con ello deja claro que las lagunas del enunciado son tales no en relacin con la conciencia delhablante ni con la norma lingilstica, sino con la esniclura o sistema de la propia lengua tal comolo hace explcito la teora gramatical, con la que est, por definicin, en relacin isomrfica (ibid.,p. 115), de donde deduce que la necesidad de la nocin de catlisis en gramtica es palmaria, ya quela mantiene operante ms all de los datos aparentes y, cuando ya es imposible su aplicacin, proce-de pasar a la revisin de la teora.

  • 176 Luis Alberto Hernando Cuadrado

    simi, lo que se corrobora, entre otros, con el ejemplo Ex numero aduersarzo-rum circiter sexcenfis interfectis de Csar (IV, la2).

    Entendido el verbo como la parte de la oracin que indica persona, entreotras categoras, lo ms elegante es suprimir el sujeto en las primeras y segun-das personas y utilizar los pronombres personales en nominativo slo porrazones muy especiales (IV, la2).

    El verbo sum se elide con tanta frecuencia, como en Quid graculo cutnfidibus?, que resulta superfluo advertirlo. En la aposiopesis de los retricos(Egone illam?, quae illum?, quae me?, quae non?, Terencio), se suprime deforma elegante un verbo indeterminado. Con el denominado infinitivo histri-co (populus ea miran), interpretado como un pretrito imperfecto (mirabotar)se ha de sobrentender coep]t o algn verbo semejante (IV, la4).

    Los matices semnticos que los gramticos tratan de ver en la conjuncinut en las oraciones concesivas y optativas introducidas por esta partcula resi-den en un verbo sobrentendido (da, esto, fac, moneo, oro, precor quaeso...).En este sentido, por ejemplo, Protinus tt redeas, facta uldebor anus (Ovidio)equivale a Fac ita esse tt statim tenias, iam tomen facta uidebor tetula; delmsmo modo, en Vt, Syre, se cum tao monstratione magnas perdos fuppiter(Terencio), falta oro, precor o quaeso (IV, la4).

    En otros enunciados no introducidos por ut, con frecuencia se sobrentien-de tambin un verbo (caue, dico, imploro, obseero, respondeo, rogo, simeo...)que se corresponde semnticamente con la modalidad. As, en Quod epistolommeam ad Brutum poscis, non babeo eius exemplum (Cicern), se cataliza res-pondeo (IV, la4).

    Como ya se ha indicado anteriormente, todo ablativo depende de una pre-posicin; el acusativo que no sea sujeto de un infinitivo ni complemento direc-to de un verbo transitivo lleva una preposicin subyacente que especifica sufuncin, y el ablativo absoluto latino tambin contiene en la estructura pro-funda una preposicin (a, sub, cum, in) segn el matiz semntico que se detec-te. La ausencia de la preposicin en cada una de estas estructuras constituyeun caso ms de elipsis (IV, la5).

    La elipsis se produce tambin con los adverbios (por ejemplo, en libia,non tt nunc orichalco uincta tubaeque aemula, de Horacio, se suprime ohm)y, sobre todo, con las conjunciones (como en Decies centena dedisses huicparco, del mismo Horacio, donde se encuentra elidida la partcula si) (IV, la6).

    4. La huella del Brocense

    Las ideas del Brocense en Espaa inciden favorablemente en B. JimnezPatn y G. Correas, as como en el P. .1. Villar, G. Mayans y Siscar, P. del

  • Lo teora gramatical del Brocense 177

    Campo y Fray B. A. Zamora, dentro de la enseanza del Latn, y en el P. E. deSan Pedro, en el terreno de la enseanza del Castellano. Su influencia no esmayor debido a una Real Orden de fines del siglo XVI que declara al Arte deNebrija como texto nico de las Universidades, concediendo el privilegio desu impresin al Hospital General, y a la falta de inquietud especulativa queinvade poco a poco a los espritus.

    Fuera de nuestro pas, las concepciones gramaticales del autor tienen unmarcado efecto en los eruditos europeos de los siglos XVII y XVIII, especial-mente en el alemn O. Sciopio (que pasa parte de su vida en Italia), el holan-ds J. O. Vossius, el francs C. Lancelot (a travs de quien llega el pensa-miento gramatical del Brocense a la Grommaire gnrale eS raisonne dePort-Royal, 1660), el holands J. Perizonius, el francs C. Ch. Du Marsais ysu sucesor y compatriota N. Beauze, sucedindose las ediciones de la obra.

    Por otro lado, durante este perodo de tiempo, el Brocense y la gramticageneral van perdiendo gran parte de su influencia debido al contrapeso deotras corrientes europeas que resaltan la importancia de la observacin deluso. El mismo Perizonius se da cuenta de que la arbitrariedad y laanomala enlos subsistemas del lenguaje resultan difciles de acomodar dentro de unmodelo analgico general. Sin embargo, en las ltimas dcadas de nuestrosiglo, en que abundan las teoras que buscan un poder explicativo y la regula-ridad a travs de un nivel lgico, ha vuelto a resurgir el inters por la obra delBrocense y la gramtica general, a los que se considera como los anteceden-tes histricos de la gramtica generativa y transformacional.

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