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TEMA 6:
EL SECTOR PRIMARIO ESPAÑOL.
1. DELIMITACIÓN Y CLASIFICACIÓN Y DEL SECTOR PRIMARIO
ESPAÑOL
Las actividades primarias de la economía son imprescindibles para el
funcionamiento de toda sociedad, porque suministran productos alimenticios a
los ciudadanos y generan materias primas para la producción manufacturera de
otros bienes básicos, como vestido, calzado, etc.
La importancia de este sector económico va incluso más allá, pues también
contribuye a la preservación y desarrollo del medio rural y, en gran medida, a la
conservación del entorno natural y de sus valores paisajísticos. No obstante,
ciertas formas de producción agraria actuales son negativas en términos
medioambientales, por su agresiva transformación del paisaje, con el
consiguiente impacto visual, su elevado e ineficiente consumo de agua y el
agotamiento de tierras sometidas a procesos de explotación intensiva.
El sector primario está compuesto por las siguientes ramas de actividad, de
modo resumido:
Ø Agricultura, ganadería y caza (y actividades de servicios relacionadas
con las mismas).
Ø Selvicultura, explotación forestal (y actividades de servicios relacionadas
con las mismas).
Ø Pesca, acuicultura (y actividades de servicios relacionadas con las
mismas).
La Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE-93 Rev.1) las
recoge dentro de las Secciones A y B.
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2. PRINCIPALES RASGOS DEFINIDORES
2.1. EL MODELO AGRARIO ESPAÑOL
Son diversos los factores que caracterizan el sistema agrícola español.
Destacaremos, a grandes rasgos, los más significativos.
En cuanto a los factores físicos, la compleja y accidentada orografía, la baja
calidad mineral del suelo y su elevado nivel de degradación física y la reducida
pluviosidad, con la consiguiente escasez de recursos hídricos, condicionan
notablemente la producción agraria.
En relación con los factores demográficos, el sector primario se ha
caracterizado por el descenso de la población activa agraria, su mayor grado
de envejecimiento y la escasa cualificación profesional de la mano de obra.
A escala territorial, cabe destacar el marcado carácter dual del sector agrícola
español, con una agricultura extensiva de tipo continental, de base cerealista
en las zonas interiores, de reducida productividad y escasa competitividad, con
excepciones, en la actualidad, como la vid y el olivo, y otra agricultura intensiva
de tipo mediterráneo, de base hortofrutícola, de elevada productividad y
competitiva en la esfera internacional.
Las diferencias territoriales se manifiestan también en la enorme disparidad de
las estructuras productivas, en relación con la extensión parcelaria y el régimen
de explotación. Existe:
Ø Por un lado, un gran número de explotaciones de muy reducida
dimensión territorial y económica (minifundismo). El 62% de las
propiedades agrarias tienen menos de 5 Ha. y abarcan un escaso 4% de
la superficie agraria del país. Su explotación es frecuentemente de tipo
familiar y, en gran medida subsidiaria de otras fuentes de renta familiar,
orientada en una elevada proporción al autoconsumo. Es predominante
en Galicia, la franja cantábrica, ciertas zonas de la meseta norte y las
montañas húmedas del interior. Las áreas minifundistas presentan una
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parcelación excesiva, que resta extensión de cultivo, por el exceso de
lindes divisorias, propicia un derroche de tiempo empleado en
desplazarse entre parcelas distintas de la explotación y dificulta, incluso
imposibilita, el empleo de maquinaria agrícola moderna y la puesta en
regadío. Los procesos de concentración parcelaria acometidos en el
marco de la política agraria durante las últimas décadas han aliviado
estos problemas.
Ø Por otro, un minoritario grupo de grandes unidades productoras, en
superficie (latifundistas - de más de 100 Ha.) y producto generado, que
representan prácticamente el 4% del número total de explotaciones
agrícolas y que abarcan las dos terceras partes de la superficie agraria
del país. Son explotadas con trabajo jornalero y se encuentran situadas
de forma mayoritaria en la mitad sur peninsular (Castilla-La Mancha,
Extremadura y Andalucía). Estas explotaciones generan escasos
rendimientos por unidad de superficie y, dada su extensión, presentan
enormes dificultades para la introducción de técnicas de regadío, habida
cuenta del esfuerzo inversor que ello requiere. En los últimos decenios,
se ha registrado una creciente concentración del factor tierra en manos
de este reducido núcleo de grandes explotaciones.
Ø Finalmente, una de cada tres propiedades tienen una extensión
intermedia, entre 5 y 100 Ha. y representan casi el 30% de la superficie
de uso agrícola nacional. Se trata de explotaciones de muy distinta
condición productiva, localizadas mayoritariamente en Castilla y León
(explotaciones cerealistas) y en La Rioja, Navarra y el área mediterránea
(explotaciones hortofrutícolas).
2.2. TRANSFORMACIONES DEL SECTOR PRIMARIO NACIONAL
España, como toda economía moderna, ha experimentado un proceso de
desagrarización muy intenso a lo largo del último medio siglo, perdiendo
importancia en términos de contribución al PIB y al empleo, hasta llegar a ser
meramente testimonial en la actualidad, como se verá en el epígrafe siguiente.
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No obstante, el sector primario español ha sufrido profundas transformaciones,
motivadas fundamentalmente en el intento por adaptarse a los cambios en la
demanda de alimentos.
Ø Con la democracia y la modernización socioeconómica del país, el
objetivo prioritario era aumentar y diversificar aceleradamente la oferta
interior, con el fin de satisfacer las necesidades de una sociedad en
proceso de crecimiento económico y urbanización.
Ø Con la adhesión a las Comunidades Europeas y en el marco de la PAC,
las exigencias han sido la contención, incluso reducción, de la
producción, para equilibrar los mercados que, en gran cantidad de ramas
agrarias, presentaban elevados excedentes estructurales.
Ø En el presente los principales retos tienen que ver con la progresiva
liberalización de los intercambios comerciales internacionales impulsada
por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y que implicaría una
sustancial reducción de los actuales instrumentos de protección a la
agricultura; la preservación medioambiental, esto es, el desarrollo
sostenible del sector primario y, finalmente, la diversificación de las
actividades en el ámbito rural.
Una de las transformaciones más destacables del sector ha sido precisamente
su creciente integración internacional, frente a la tradicional situación de mero
abastecimiento de la demanda doméstica. El coeficiente de apertura externa
[(X+M)/Producción] de la agricultura española se ha multiplicado por dos entre
1983 y 2005, orientándose el comercio exterior agrario esencialmente hacia los
socios comunitarios. El sector primario es uno de los pocos que, dentro de la
balanza comercial, genera un superávit, por ser sus exportaciones mayores
que sus importaciones y que, en gran medida, obedece a las ventas de
productos mediterráneos - hortofrutícolas en el mercado interior europeo. Ello
refleja el alto grado competitividad de estos productos agrarios. Por el contrario,
los principales déficit corresponden al pescado, el tabaco y la madera.
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La PAC y su sistema de ayudas ha favorecido la transformación del tejido
productivo agrario español, propiciando un auge de la participación de la
agricultura nacional en la producción comunitaria, que ha pasado del 9 al 14%
entre 1990 y 2004, en tanto que el conjunto de la economía española en
relación con el PIB de los veinticinco ha pasado de suponer el 6,5% en 1990 al
7,5% en 2004. El crecimiento de la producción agraria se ha basado en
orientaciones fuertemente intensivas, como granívoros (explotaciones porcinas
y avícolas), o mediante la intensificación de otros productos tradicionalmente
extensivos, como el olivo y la vid. La productividad de la tierra ha registrado
mayores ganancias que en el conjunto de la UE, convergiendo hacia la media
comunitaria.
Ello ha venido propiciado por los importantes cambios en la dotación factorial, a
favor del capital. Entre 1985 y 2007 el crecimiento de los salarios agrícolas ha
sido mayor que el experimentado por el IPC y ha doblado prácticamente el
aumento de los precios de los bienes de inversión, lo que ha sido un poderoso
estímulo para sustituir trabajo por capital.
Las primeras estimaciones realizadas por Eurostat para la UE27 indican que la
renta agraria media por trabajador aumento en 2007 un 4,7%, tras el aumento
del 3,9% en 2006. Este incremento es el resultado combinado de varios
factores: de un crecimiento de la renta agraria real del 2,6%, junto con una
reducción de la mano de obra en un 1,9%, asimismo es resultado del aumento
de los precios de la produccion en términos reales (4,6%), de la subida de los
costes de los inputs (5,3%) (mientras que las amortizaciones permanecieron
estables en terminos reales), y de una disminucion en el valor real de las
ayudas netas de impuestos (–3,1%)
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El empleo agrario se ha reducido considerablemente desde 1985 con 1941,6
miles de empleos hasta llegar a la cifra de 926 miles en 2007.
Se ha producido, a cambio, un incremento de la mecanización (17% entre 1994
y 2004) y de los consumos intermedios (fertilizantes, pesticidas…34% entre
1987 y 2004) y la introducción de nuevas técnicas de producción y avances
tecnológicos, como el cultivo en invernadero, la ampliación de la superficie
regada (en 2004, casi el 20%, frente al 15,5% en 1989).
3. VALOR AÑADIDO, EMPLEO Y PRODUCTIVIDAD
La pérdida de importancia económica del sector primario, en términos relativos
es un fenómeno común al de cualquier país desarrollado, que tiene que ver con
el proceso de industrialización y terciarización de la economía y, en relación
con ello, con hechos como la reducción de la proporción de gasto familiar
destinado a alimentación, debida al desarrollo de nuevos bienes y servicios, o
la disminución del componente agrario en los alimentos finales adquiridos por
el consumidor.
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Relaciones 1985 1995 2005 2007
Importancia relativa VAB
agrario/VAB total
4,2%
3,8%
3,3% 3.2%
Empleo agrario/Empleo
total
17,6%
8,8%
5,3% 4,5%
(Fuente: datos del INE)
-A mediados del decenio de 1980, el sector agrario todavía
proporcionaba trabajo al 17.6% de la población ocupada. Un cuarto de
siglo después, su contribución al empleo ni tan siquiera lleva al 5.3% y
en el último dato que tenemos constancia a año cerrrado (2007) se sigue
reduciendo al 4.5%.
En términos nominales la aportación del sector primario al Valor Añadido Bruto
Total de la economía española era del 12% a comienzos de los setenta, el
8.9% a comienzos de los ochenta, el 5,4% al inicio de los noventa, hasta llegar
al 3% en la actualidad. En términos reales, la contribución del sector primario a
la economía nacional apenas ha variado en las tres últimas décadas y media,
disminuyendo del 5% en el arranque de la década de los setenta al 3,5%
actual. La diferencia se explica por el elevado diferencial de precios de los
productos agrarios, respecto del conjunto de productos generados en el interior
del país, al inicio de los setenta y su paulatino ajuste al nivel general de precios
con el paso del tiempo y la democratización y modernización económica del
país, experimentando incluso deflaciones en años puntuales (1980, 1987,
1991-92) y prácticamente durante toda la segunda mitad de los noventa.
El ciclo económico del sector agrario experimenta bruscas fluctuaciones al alza
y la baja, mucho mayores que el conjunto de la economía. Éstas vienen
motivadas, aparte de en la situación económica general a escala nacional e
internacional, en circunstancias particulares, como las orientaciones de la PAC
o la elevada dependencia de la producción agraria respecto de las condiciones
climatológicas particulares de cada año. En el último ciclo expansivo de la
economía española, en tanto que ésta ha crecido en términos reales un 3,7%
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de media cada año, el VAB del sector primario lo ha hecho tan sólo en un 2%,
acumulando un desfase de crecimiento de casi el 14% en ocho años.
El sector primario ocupaba en el año 1970 a casi 3,4 millones de personas, lo
que constituía el 27% del empleo en España. Tres décadas y media después el
empleo de este sector económico se queda en 926 mil empleados en 2007,
siendo el único sector en que, de modo agregado, se ha destruido empleo.
Esta cifra representa menos del 3,6% de la población ocupada en la agricultura
con respecto al la del total ocupado, existiendo, no obstante, acusadas
diferencias territoriales.
El empleo primario es, en gran medida, desempeñado a tiempo parcial; en más
del 40% de los casos representa una actividad secundaria, subsidiaria de la
principal. Asimismo, presenta una baja tasa de asalarización; frente al
predominio de los trabajadores por cuenta ajena en el conjunto del mercado
laboral español, la mayor parte de la población ocupada agraria la forman
miembros de la unidad familiar titular de la explotación.
La productividad aparente del trabajo del sector primario es muy reducida, muy
inferior a la productividad del trabajo en el conjunto de la economía española,
aunque ha evolucionado muy positivamente a lo largo de las últimas décadas,
convergiendo hacia la media nacional. En 1970 no llegaba al 18%, en el año
1986 era del 25% y en la actualidad oscila en torno al 70%. El desarrollo del
sector primario en el marco de la PAC ha propiciado un espectacular
incremento de la productividad del trabajo agrario, de manera que actualmente
supera ligeramente la media de la UE, habiéndose realizado un magnífico
avance convergente (En 1986 la productividad agrícola española equivalía al
70% la media de la UE). Este hecho es, si cabe, más relevante, si se considera
que, de manera agregada, la productividad de la economía española es el 80%
de la media comunitaria.
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La productividad aparente del trabajo agrario puede desagregarse en dos
componentes:
.... OPSAU
SAUVAB
OPVAB
PAT ×==
Siendo:
.SAUVAB
, el Valor Añadido Bruto por hectárea de superficie agraria utilizada;
esto es la productividad de la tierra, que puede aumentar mediante avances
en los consumos intermedios (fertilizantes, semillas selectas, piensos,
tratamientos sanitarios, pesticidas...).
..OPSAU
, la superficie agraria disponible por persona ocupada, relación que
está vinculada a las tecnologías que posibilitan la sustitución de trabajo por
capital, mediante la mecanización de las labores agrarias, lo que permite el
aumento de la superficie capaz de ser puesta en producción por el mismo
volumen de empleo agrario o, lo que viene a ser lo mismo, el descenso de
los requerimientos de trabajo directo por hectárea de cultivo.
El firme crecimiento de la productividad del trabajo agrario tiene su explicación:
Ø En primer lugar en la elevación del grado de intensificación, es decir en
la mayor productividad de la tierra, que se ha incrementado en cerca del
45% entre 1985 y 2004.
Ø En segundo lugar, y fundamentalmente, la mayor superficie agraria
explotada por ocupado, cuyo aumento se sitúa en torno al 75% entre
1985 y 2004.
4. LAS ACTUALES POLÍTICAS AGRARIA Y PESQUERA DE LA UNIÓN
EUROPEA Y SU INCIDENCIA SOBRE LAS ACTIVIDADES PRIMARIAS
ESPAÑOLAS
La Política Agrícola Común (PAC) nació en los años sesenta, cuando Europa
era deficitaria en la mayoría de productos alimenticios. Su propósito ha sido
incrementar la productividad, garantizar a los agricultores un nivel de vida
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equiparable al de otros agentes económicos, estabilizar los mercados agrarios
y asegurar el aprovisionamiento alimenticio de la población a precios
razonables. Esta política se ha articulado en torno a los principios de Unidad de
Mercado (libre circulación de productos agrarios), Preferencia Comunitaria
(producciones agrarias protegidas de la competencia exterior) y Solidaridad
Financiera (costes de la PAC financiados por todos los Estados miembros a
través del presupuesto comunitario).
Para entender el celo protector debe tenerse en cuenta que en los primeros
años de desarrollo de la PAC, la Unión Europea era deficitaria en la práctica
totalidad de las producciones agrícolas.
La PAC se ha dirigido esencialmente a fijar, para buena parte de los productos
agrarios, unos precios de garantía a los agricultores comunitarios muy por
encima de los del mercado mundial y estableciendo una fuerte protección en
frontera, mediante el establecimiento de precios de umbral para los productos
importados, superiores a los interiores.
Asimismo, la PAC ha establecido Organizaciones Comunes de Mercados
(OMCs), esto es, acuerdos específicos reguladores de la producción y el
comercio de los distintos productos agrarios comunitarios.
La gestión financiera de la PAC se lleva a cabo por parte del Fondo Europeo de
Orientación y Garantía Agraria (FEOGA), a través de sus dos secciones:
Ø Sección Orientación, financia la política de reforma de las estructuras
agrarias, operando como instrumento de Política de Cohesión.
Ø Sección Garantía, responsable de la provisión de recursos para la política
de precios y mercados. Absorbe el 95% del gasto agrario de la UE.
El régimen proteccionista de la PAC posibilitó un rápido crecimiento de la oferta
interior, que ante una demanda estable, dio lugar a la aparición de voluminosos
excedentes estructurales (cereales, azúcar, carne de vacuno, leche y productos
lácteos, fundamentalmente), cuyas repercusiones presupuestarias obligaron a
adoptar medidas, como la fijación de tasas de corresponsabilidad (los
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agricultores de los sectores excedentarios contribuyen a la financiación del
gasto agrario) o el establecimiento de contingentes a la producción (cuotas).
El sistema de precios y ayudas ha resultado regresivo, al dirigir la mayor parte
del gasto hacia las grandes explotaciones más productivas. El 80% de las
ayudas se ha destinado al 20% de explotaciones de mayor tamaño y
producción.
Los acuerdos de la Ronda Uruguay del GATT [acrónimo de General Agreement on Tariffs
and Trade (Acuerdo general sobre comercio y aranceles) fue creado por los acuerdos de Bretton Woods ]
y las indicaciones de la OMC determinaron una reducción del proteccionismo
agrario comunitario, sólo parcialmente satisfecha por la UE, aunque abrieron el
camino a la reforma de la PAC en relación con el exterior.
Se han acometido distintas reformas de la PAC. De entre las que caben
destacar la denominada “Reforma MacSharry” de 1992, la impulsada por la
Agenda 2000 (aprobada por la Comisión Europea en julio de 1997 y por el
Consejo en marzo de 1999) y la reforma de 2003-2004.
Los principales elementos y cambios introducidos por las mismas tienen que
ver con:
Ø La reducción de los precios agrícolas, para aumentar la competitividad de
los productos en el mercado interior y mundial y la compensación de la
pérdida de ingresos experimentada por los agricultores (montantes
compensatorios).
Ø El fomento del desarrollo rural (enriquecimiento del tejido productivo rural,
a través del fomento de otras actividades paralelas a la agricultura:
turismo, artesanía, etc., generadoras de otras fuentes de ingresos para
los habitantes del mundo rural), convertida a partir de la Agenda 2000 en
segundo pilar de la PAC.
Ø Mayores consideraciones medioambientales en la explotación agrícola.
Ø La mejora de la calidad y la seguridad de los alimentos.
Ø La simplificación de la legislación agrícola.
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Ø Un mecanismo de disciplina financiera, que permita cumplir el
decreciente presupuesto agrícola previsto para el periodo 2007-2013. Se
establece una ayuda única por explotación, disociada de la producción,
de modo que las explotaciones beneficiarias tienen plena libertad en sus
decisiones de producción e inversión, pero debiendo garantizar el
cumplimiento de una serie de normas legales en materia de medio
ambiente, salubridad alimentaria, bienestar animal y seguridad laboral.
La PAC ha sido la principal política comunitaria en términos presupuestarios,
absorbiendo en los últimos años en torno al 45% del presupuesto comunitario.
Vemos la aplicación de la PAC al sector Agrario Español:
- La agricultura española ha sabido aprovechar las
oportunidades brindadas por la PAC, aumentando su cuota en
la Unión Europea, tanto en producción, como en exportaciones
agroalimentarias.
- El flujo de recursos públicos en apoyo del sector agrario ha
alcanzado niveles similares a los de la Unión.
- España ha sido el estado miembro más beneficiado por la
política de desarrollo rural.
En el actual marco presupuestario 2007-2013, la PAC se enmarca dentro de la
estrategia (rúbrica de gasto) de “Conservación y gestión de los recursos
naturales”, concretamente bajo el epígrafe “Gastos de mercado y pagos
directos” y los recursos a ella asignados disminuyen anualmente, desde algo
más de 43.000 millones de euros en 2007 a poco más de 40.500 en 2013,
hecho por el cual irá perdiendo importancia relativa hasta situarse en 2013 en
el 32%, por detrás de la política de cohesión.
España es el país de la UE con mayor flota pesquera.
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Fuente Eurostat
Siendo los productos más capturados en la zona del Atlántico Noreste los
arenques, sardina y pescadilla.
En el área de Pesca del Mediterráneo las especies con mayor volumen de
captura son anchoa, sardina, atún y pez espada.
En 1993 las medidas estructurales de la Política Pesquera Común (PPC)
quedaron integradas plenamente en el sistema comunitario de los fondos
estructurales, concretamente en el Instrumento Financiero de Orientación de la
Pesca (IFOP) destinado a financiar un sector en proceso de profunda
reestructuración, cuyos principales retos son lograr el equilibrio entre los
recursos pesqueros y su explotación, incrementar la competitividad de las
empresas pesqueras y contribuir a la revitalización de las zonas que dependen
de la pesca y de la acuicultura.
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Fuente Eurostat
La evolución de la produccion acuicola en la UE marca una tendencia
ascendente, como se refleja en el cuadro, que recoge los paises de mayor
producción (Francia, Espana, Italia, Holanda Alemania).
La producción acuícola supone en torno al 20% de la producción pesquera total
y supone un papel importante en la creación de empleo.