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    VICENTE LOMBARDO TOLEDANO

    SUMMA

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    V I C E N T E L O M B A R D O T O L E D A N O

    SUMMA

    M E X I C O / 1975

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    I N D I C E

    PRESENTACION.....

    PGINA

    9I. Dimensiones del Universo . . 17

    II. La triloga csmica . . 23

    III. Esencia del hombre. . 31

    IV. El hombre y la libertad. . . 37

    V. Teora de la Creacin . . 41

    VI. El hombre y el pecado. .

    44VII. El pan del hombre . . 49

    VIII. Propiedad y trabajo . . 53

    IX. Las vas de la ascensin. . 56

    X. La vida desde la cumbre . . 59

    XI. El reino de la Tierra. . 62

    XII. El arte y la vida. . . .

    . 64XIII. Hambre y amor . . . . . 71

    XIV. La filosofa y el poder . . 76

    XV. Las crisis de la historia. . 82

    XVI. Luces y sombras. . 87

    XVII. La plenitud que llega. . . 90

    XVIII. Inmortalidad del hombre. .

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    Ya puedo entonar el canto:

    se han abierto las palabras y las flores.

    CUICAPICQUI

    [El poeta].

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    P R E S E N T A C I O N

    La poca en que vivimos es para millones de per-

    sonas una etapa histrica confusa, sin perspectivas cla-

    ras, como si el hombre hubiera vuelto a su origen,

    cuando la Naturaleza tena sobre l un poder incon-

    trastable que lo haca vctima de fuerzas que no podavencer ni comprender en su esencia. Slo que hoy no

    es la Naturaleza la que atemoriza al hombre, sino el

    hombre mismo, lleno de odio que ofusca sus faculta-

    des ms altas y destruye sus ideales construidos en un

    penoso ascenso de largos siglos. Pero tambin para

    muchos nuestra poca tiene caractersticas diferentes:es un tiempo maravilloso porque corresponde a la li-

    quidacin de un pasado pleno de conflictos insolubles

    y al advenimiento de un rgimen superior a todos los

    anteriores desde que la sociedad existe.

    Bien mirada, la confusin que hay en el ambiente

    es slo superficial, porque lo que ocurre es que de lasruinas de un sistema de la vida colectiva se levanta

    otro nuevo ms vigoroso y ms justo, que tiene como

    punto de partida y como finalidad suprema la supera-

    cin humana. No hay nada de oscuro en este proceso

    para quienes comprenden cul es su substancia ver-

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    dadera, porque lo que perece, lo mismo en lo material

    que en lo espiritual, ya no cuenta ni puede servir para

    orientar la vida. Es en lo nuevo en lo que hay que

    poner el acento del pensamiento y de la conducta, lo

    cual quiere decir que, como en todos los perodos de-

    cisivos de la Historia, lo importante es adoptar una

    actitud consciente ante la situacin, ya sea optando

    por lo imposible por impedir el hundimiento de

    un mundo incurable o contribuyendo a que conclu-

    ya para que la humanidad, libre de temores, reanude

    su marcha hacia la felicidad con la que siempre hasoado.

    Lo viejo se derrumba en todos los lugares de la

    Tierra y lo nuevo nace en todas partes tambin. Po-

    dra suponerse que slo en los grandes pases capita-

    listas, que hace ya casi un siglo que entraron a la

    etapa final de su desarrollo y agravan cada vez mssus contradicciones internas, es en donde se presenta

    la lucha dramtica entre lo que muere y lo que surge.

    Pero no es as, porque el conflicto alcanza a los hom-

    bres de todas las latitudes, a los que apenas estn en

    la va del progreso, no obstante que no han llegado

    siquiera al umbral del rgimen capitalista, y a losque viven en los pases nuevos en los que han cons-

    truido o estn edificando el socialismo. Esto se expli-

    ca porque ningn rgimen social desaparece de golpe,

    liquidando al mismo tiempo sus bases materiales y sus

    formas de entender la vida, su estructura econmica y

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    las instituciones polticas y las normas culturales que

    todo sistema de la vida social engendra.

    Nuestra poca es de transicin y los choques que

    provoca en la conciencia individual y en el escenario

    del mundo, agudizan los antagonismos especialmente

    en el campo del saber, en forma de una gran batalla

    ideolgica entre los partidarios del mantenimiento de

    lo que todava prevalece y de los que quieren trans-

    formar la existencia. Por esta razn, la gran crisis in-

    fluye en todos, y todos se ven obligados a examinar-

    la en sus aspectos fundamentales y a tomar partidoante ella.

    Mi preocupacin mayor concierne a la juventud

    que vive en los pases ms azotados por la vorgine

    del cambio, porque si gran parte de los adultos no

    percibe las causas de su inseguridad en la vida y de

    sus dudas respecto del futuro, las nuevas generacio-nes son vctimas del desasosiego de los mayores, bus-

    cando al mismo tiempo, su propio camino sin hallarlo.

    Cada generacin es distinta a las anteriores. Repre-

    senta la continuidad de la especie; pero no en un pro-

    ceso puramente cuantitativo, sino tambin cualitativo.

    Cada nueva promocin humana tiene necesidades yaspiraciones que no son las de sus antepasados; pero

    como no est a su alcance la posibilidad de lograrlas

    desde luego, muchos jvenes optan, conscientemente o

    sin saberlo, por el aturdimiento o por la fuga, tanto

    por causas suyas como por influencia de lo que ocu

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    rre en otras partes. Se mofan de los valores supremos,

    desafan a la vida con actitudes grotescas e ideas ab-

    surdas, como el que grita para no or lo que ocurre

    a su alrededor, y derivan su caudal espiritual hacia los

    apetitos primarios, empequeeciendo su existencia.

    Lo nico permanente en el cerebro de muchos j-

    venes, como martilleo que no permite la meditacin,

    es la doctrina repetida sin cesar de que los hombres

    no tienen el poder de crear su destino, porque todo est

    predeterminado, y que lo nico verdadero es la salva-

    cin de sus almas en un mundo que no es ste, sino

    otro, en donde el hombre deja de padecer para siem-

    pre y encuentra la felicidad completa.

    Es cierto que ningn ser humano nace por su pro-

    pio designio; pero cuando forma parte del escenario

    de la Tierra est obligado a justificar su existencia

    con su pensamiento y con sus obras. De otra suerte,vivir y morir sin saber para qu vino al mundo y

    por qu un da tendr que desaparecer, con la mis-

    ma inconsciencia de las hojas que brotan en la pri-

    mavera y ya secas se desprenden del rbol al llegar

    el otoo. Yo soy de los que creen que el hombre, por

    ser racional el nico dentro de las especies dota-das de vida puede conocer la naturaleza que lo ro-

    dea, el sitio que en su seno ocupa y actuar sobre ella

    como efecto que se convierte en causa y produce nue-

    vos hechos imprevisibles. En esa facultad estriba su

    grandeza.

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    No utilizar ni pulir arma tan poderosa como el ra-

    zonamiento, que eleva al hombre como si ascendiera

    desde el fango hasta la cumbre luminosa desde la

    cual el porvenir se le entrega sin reservas, equivale a

    sentirse desvalido poseyendo el ms rico de los teso-

    ros. El apotegma cartesiano: Pienso, luego existo,

    debe formularse as: Existo porque pienso.

    Pensar es saber y saber es transformar el mundo y

    la vida, cambiar la realidad por otra mejor. A esta

    tarea se han dedicado muchos hombres en lucha con-

    sigo mismos y con la naturaleza, a la que los primi-

    tivos le atribuyeron cualidades que ellos queran te-

    ner, en un acto de antropomorfismo explicable por el

    estadio infantil en que se hallaban.

    Pero el discurrir para alcanzar el conocimiento no

    ha sido fcil. Sentada una tesis sobre el universo, el

    mundo o la vida, ha costado ms trabajo reempla-zarla por otra que concebirla. La mentira y el error

    se agarran con fuerza al interior del hombre en las

    diversas etapas de su desarrollo, que se cuentan por

    siglos, sirven de base a su conducta y sobre ellos crea

    sus intereses y forja sus ideas. Por eso los beneficia-

    rios de esos perodos de la evolucin histrica selevantan contra las nuevas teoras acerca de la verdad,

    porque su injusto privilegio se ve amenazado.

    Hasta la primera mitad del siglo XIX el conoci-

    miento de la realidad corra parejas con lo que el.

    hombre ignoraba todava. En esta falla el no saber

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    an se apoyaba el alegato de los cultivadores de lo

    falso, al margen de los principios de la filosofa ra-

    cionalista, de la ciencia y de las reglas de la lgica,

    rechazando sus conclusiones y parapetndose en la

    trinchera de lo subjetivo, que tiene en su favor, para

    quienes renuncian al examen crtico de los hechos, el

    atractivo de lo simple frente a lo complejo, la supe-

    rioridad del temor natural a lo desconocido sobre la

    afirmacin de que el hombre llegar, paso a paso, a

    la aprehensin de la verdad plena, porque es capaz

    de conocer la esencia de las cosas.Y ante cada descubrimiento de las leyes que rigen

    lo que existe, destructor de la mentira, estalla la ne-

    gacin del hallazgo con la frase reiterada sin cesar:

    La verdad es mi creencia, que equivale a procla-

    mar la primaca de la ilusin sobre el ideal, del miedo

    a la vida sobre el valor de vivir, de la servidumbredel hombre sobre su seoro.

    La batalla entre el saber y la renuncia al saber se-

    guir indefinidamente; pero son cada vez menos los

    que se conforman con vegetar, ya sean pobres o ricos,

    analfabetos o letrados, porque crece el nmero de los

    que quieren hacer de la Tierra un paraso para todos,confiando en el poder creador del pensamiento.

    Ahora ya se puede afirmar que lo que conocemos

    es ms que lo que ignoramos, y que partiendo de

    lo que sabemos podemos forjar nuestro destino sin

    obstculos invencibles y transformar a la Naturaleza

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    de fuerza indomable y ciega en auxiliar de nuestros

    planes de arquitectos de una vida nueva.

    Las pginas que siguen son mi verdad respecto del

    universo, el mundo y la vida, sobre el hombre y su

    porvenir, de acuerdo con la filosofa que profeso y con

    los ltimos datos de la ciencia. Yo, sempiterno opti-

    mista, porque he estudiado y amado a los hombres,

    las ofrezco a los que se encuentran apenas en el prin-

    cipio de un largo camino, con el deseo de que sean

    un estmulo para que se superen, conquistando para

    sus semejantes la libertad verdadera, que consiste enllevarlos de la caverna en que todava sufren por su

    ignorancia, a la luz esplendorosa de la verdad.

    V. L. T.

    Rarmuri, 16 de julio de 1964.

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    I. DIMENSIONES DEL UNIVERSO

    El problema fundamental que se presenta al hom-

    bre que medita en la vida, es el de saber qu es lo que

    lo rodea, cules son sus caractersticas, qu influencia

    tienen sobre su mente y cmo puede actuar sobre el

    exterior. Pero casi simultneamente a esta pregunta sele plantea otra: el mundo en el que yo vivo es todo lo

    que existe o forma parte de una entidad mayor, cuyas

    fuerzas han de tener, por su propia dimensin, reper-

    cusiones en el cuerpo celeste al que pertenezco? De

    esta manera la investigacin acerca del mundo conduce

    al hombre al esfuerzo por conocer el lugar que ocupala Tierra dentro de la cual ocurre su existencia. Es en-

    tonces cuando se le revela el universo en su inmensa

    y compleja magnitud.

    Sabemos que la Tierra es uno de los astros del sis-

    tema solar no de los mayores, y que ste es slo

    una parte de un conjunto impresionante de cuerpospor su nmero, una galaxia compuesta de 150 mil mi-

    llones de estrellas, agrupadas en forma de una espiral

    gigantesca. Su dimetro es de unos 100 mil aosluz,

    y su espesor de 10 mil aosluz, medida que la ciencia

    ha creado como instrumento para medir dimensiones

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    difciles de entender de otro modo, considerando el

    aoluz como la distancia que recorre la luz a la velo-

    cidad de 300 mil kilmetros por segundo en 365 das.

    Pero nuestra galaxia no est compuesta slo de estre-

    llas. Tambin la integran cerca de 100 millones de ne-

    bulosas difusas constituidas por gases y polvo. La masa

    general de la galaxia se calcula en 120 mil millones

    de masas solares.

    Qu es el hombre dentro de este conjunto sideral

    de proporciones casi inconcebibles? Qu representa

    en esta voluta que apunta su proa hacia arriba, cuyoncleo es tan grande que se mide por lo menos en

    4 mil aosluz? El Sol alrededor del cual gira el pla-

    neta en que vivimos, y que para el hombre fue durante

    largos siglos el centro del universo, est situado a 28

    mil aosluz del ncleo de la galaxia y a 22 mil aos

    luz de su extremo. Se mueve en torno al centro de laespiral a una velocidad aproximada de 234 kilme-

    tros por segundo, y realiza su rotacin completa en

    190 millones de aos.

    No obstante esas proporciones slo apreciables por

    el clculo matemtico, la galaxia a la que pertenece el

    sistema solar no es todo lo que existe. Fuera de ellahay un nmero ilimitado de sistemas estelares y nebu-

    losas. Los ms prximos a nosotros, como la conste-

    lacin de Andrmeda, se encuentra de la Tierra a un

    milln y medio de aosluz. Surge as, para el hombre,

    el problema de lo infinito.

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    Pero tampoco el universo termina en las galaxias.

    Constantemente se descubren nuevas nebulosas. Los

    astrnomos dicen que han podido contar 400 millones

    de nebulosas extragalxicas. Las ms alejadas se en-

    cuentran a una distancia aproximada de 2 mil millones

    de aosluz. Uno de los investigadores del cielo dice

    que para tener una idea aproximada de ese hecho, bas-

    ta con pensar que el rayo de luz que desde esa distan-

    cia llega a nosotros, empez su movimiento cuando

    en la Tierra se producan los primeros procesos tect-

    nicos y no exista an la vida, y que cuando para lle-gar a nuestro planeta le faltaba recorrer dos milsimas

    de su camino, apenas se iniciaba aqu el proceso de

    transformacin del antropoide en hombre.

    Cmo se disminuyen las galaxias en el universo

    infinito? No de un modo uniforme, porque detrs de

    ellas existen otros sistemas csmicos con diferente es-tructura. Las galaxias forman parte de otros todava

    mayores: las metagalaxias. Nuestro sistema solar es un

    fragmento de una galaxia y sta se encuentra a una

    distancia de varias decenas de millones de aosluz del

    centro de la metagalaxia a la que est incorporada, y

    se mueve alrededor del centro a una velocidad aproxi-mada de mil kilmetros por segundo. Qu es el hom-

    bre en medio de esta magnitud difcil de imaginar aun

    para la fantasa?

    Y las metagalaxias no son todo el universo. Lejos

    de donde se encuentran hay otros sistemas con dife-

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    rente composicin que no se ha podido todava cono-

    cer de una manera precisa; pero se ha comprobado

    que existen. Es indudable que en la medida en que la

    ciencia se desarrolle en todas sus ramas, llegar el da

    en que se podr afirmar que las metagalaxias tampoco

    constituyen exclusivamente el universo.

    Lo finito, en consecuencia, es slo una parte de

    lo infinito, o slo lo finito es lo real y lo infinito una

    categora creada por la intuicin humana? Los hom-

    bres primitivos, espantados ante las proporciones de

    lo que sus sentidos captaban, a pesar de que no era

    mucho, y creyendo que su mente careca de aptitud

    para proponerse el conocimiento cabal del universo,

    llegaron a la conclusin de que lo infinito era atributo

    de seres sobrenaturales y no de los hombres; pero esa

    creencia dejaba sin solucin el problema, porque la

    esencia divina resultaba tambin inconcebible para surazn.

    Ahora sabemos que todo lo que existe, el universo

    en su conjunto y cada objeto de los que lo integran,

    poseen la misma esencia, que adquiere diversas formas

    y tiene distintas manifestaciones. La esencia del uni-

    verso es la materia en constante movimiento. Es, portanto, infinita en el espacio y eterna en el tiempo.

    Nadie la cre, es indestructible y cada objeto material

    es inagotable en sus propiedades.

    La tesis de la infinidad y de la eternidad de la ma-

    teria en el espacio y en el tiempo, no es un dogma ni

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    una teora basada en concepciones apriorsticas, sino

    el resultado de la generalizacin de los progresos de

    la ciencia y de la tcnica. El infinito que conocemos

    hoy ya no es el producto de la especulacin matem-

    tica, porque para la ciencia de los nmeros lo infinito

    no es sino una cifra mayor que la ya considerada, o

    bien un proceso que se repite y no concluye; pero ho-

    mogneo en todas sus etapas. Esto quiere decir que el

    infinito matemtico es slo un concepto de cambios

    cuantitativos que no revelan la realidad, porque en la

    naturaleza no existen cuerpos absolutamente simples.

    Lo que llamamos un cuerpo simple es un hecho aislado

    de otros ya aceptados como evidentes; pero examinado

    en su substrato se comprueba que est relacionado con

    los dems, en un proceso de interaccin que alcanza a

    lo finito y a lo infinito, que lo mismo se refiere a la

    estructura de la materia en lo grande que en lo peque-o, al universo y al microcosmos, a todo cuanto existe

    y al proceso de la materia en el tiempo. La fsica ha

    desentraado esa esencia, que no se limita a cambios

    cuantitativos, sino que comprende tambin transforma-

    ciones cualitativas, al pasar los hechos y los fenmenos

    de una escala a otra.Por qu el hombre ha podido penetrar tan hondo

    en el universo? Porque posee la facultad de razonar,

    de examinar crticamente las cosas, de descubrir las le-

    yes que las rigen y vinculan entre s, y de utilizarlas

    como punto de partida para llegar a los principios

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    generales, a las nociones abstractas, vlidas tanto o

    ms que el conocimiento de los hechos concretos. El

    pensamiento humano, su capacidad para discurrir, es el

    fruto mayor de la naturaleza, porque no slo es el pro-

    ducto ms valioso y bello de su proceso interminable,

    sino tambin una fuerza capaz de conocer las causas

    que la originan y las leyes objetivas que la presiden.

    Puede servirse de ellas y aplicarlas, con lo cual aumen-

    ta el caudal de su sabidura. Por eso, siendo el hombre

    un ser infinitamente pequeo en el universo infinito,

    no parece desproporcionado a la inmensidad de la na-turaleza, sino en su dimensin fsica, que no es su

    atributo medular, porque tiene posibilidades ilimitadas

    para conocer y para actuar sobre el resultado de lo

    que va descubriendo.

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    II. LA TRILOGIA COSM ICA

    La materia, el tiempo y el espacio, constituyen el

    universo.

    Hace cerca de un siglo se crea que la materia es-

    taba compuesta por elementos idnticos e invariables,

    poseedores slo de una masa y una carga de energa.

    Pero hoy sabemos que existen numerosas partculas

    elementales con cualidades propias y susceptibles de

    diversas transformaciones.

    La primera partcula elemental descubierta fue el

    electrn. Despus el fotn, denominado cunto del

    campo electromagntico, es decir, cierta cifra de loscampos lumnicos elementales, que desaparece en el

    espacio de acuerdo con las leyes del movimiento on-

    dulatorio. Estos cuntos de luz se distinguen de las

    partculas materiales y se mueven aproximadamente a

    300 mil kilmetros por segundo. No estn nunca en

    reposo porque seran absorbidos, por lo cual no po-seen la masa de las partculas materiales. Los inves-

    tigadores, para distinguirla de la masa en reposo, di-

    cen que los fotones poseen una masa en movimiento

    determinado por su propia energa.

    El cunto electromagntico no es el nico en el

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    cual se mueve la materia. Existe tambin el campo

    gravitatorio, gracias al cual se concentra la materia

    dispersa y forma parte de un nuevo ciclo de desarrollo.

    Fue Newton el primero en formular la ley de la gra-

    vitacin universal, que sirvi para conocer la mec-

    nica celeste. Despus Einstein demostr, por medio

    de la teora general de la relatividad, que la materia,

    a travs del campo gravitatorio, determina las propie-

    dades mtricas del espacio y del tiempo. Hoy se ini-

    cia el estudio de la naturaleza del campo gravitatorio

    partiendo de la teora cuntica de la materia.Una cadena compuesta de descubrimientos sucesi-

    vos, a partir de la primera dcada de este siglo, ha

    puesto de manifiesto la complejidad de la materia, de

    su estructura y de las leyes que gobiernan las diversas

    partes de su contenido. Despus del electrn y del fo

    tn, se descubri el protn, y en seguida el positrn,el neutrino y el neutrn. Este se desintegra a pocos

    minutos de su surgimiento y es radiactivo, forman-

    do protones, electrones y neutrinos. Los neutrones y

    los protones constituyen el ncleo del tomo.

    Las fuerzas que encierra el ncleo atmico tienen

    un substrato material que forma un campo propio, enel cual se han encontrado los mesones que crean tam-

    bin sus cuntos. Descubiertos primeramente en los ra-

    yos csmicos, existen mesones positivos y negativos

    en estado libre, que hacen posible la interaccin entre

    protones y neutrones.

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    Se desintegra, as, la materia, hasta convertirse en

    energa, impulsada por una fuerza dirigida en un sen-

    tido unilateral? No. En la naturaleza hay una ley que

    abarca a todos los hechos y fenmenos, gracias a la

    cual lo que existe pasa por momentos de estabilidad

    y sufre una variacin interna, ininterrumpida, desde

    el ncleo atmico hasta la met agalaxia. Es la ley de

    la atraccin y la repulsin, que forman una unidad

    indisoluble.

    Si en la naturaleza slo existieran las fuerzas de

    atraccin, los cuerpos y partculas se reuniran en una

    masa continua y el movimiento sera imposible. Si, por

    el contrario, predominasen las fuerzas de repulsin, se

    producira la dispersin de la materia en el espacio

    y no podran formarse sistemas estables. Tan slo la

    unidad de esas fuerzas opuestas garantiza una estabi-

    lidad relativa de los sistemas materiales y su constantecambio.

    En el ncleo atmico se lleva a cabo tambin la

    unidad de las fuerzas contrarias. Las fuerzas de atrac-

    cin se transforman en fuerzas de repulsin, que im-

    piden la accin de unas partculas sobre otras. Gracias

    a esas fuerzas el ncleo atmico es un sistema estableque experimenta, al mismo tiempo, cambios internos

    por el movimiento de las partculas que lo forman.

    Los descubrimientos continan sin cesar. Nuevos

    mesones mesones-k, positivos, negativos y neutros,

    que se desintegran en mesones, electrones y neutrinos.

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    Otros elementos llamados hiperones, y seguirn des-

    cubrindose ms; pero dentro de todas las partculas

    elementales se hallar siempre la misma ley, la de re-

    pulsin y atraccin, la ley de la oposicin y la unidad

    de los contrarios. La nica que no cambiar, sino que

    ser confirmada, una y otra vez, es la tesis de la uni-

    dad material del mundo, que no est constituida por

    los elementos qumicos que hoy conocemos ni por los

    tipos de partculas elementales ya descubiertas, pues

    la unidad del universo no supone la homogeneidad

    de la materia. Significa que todos los objetos existen-

    tes en la naturaleza no son ms que formas diversas de

    la materia en movimiento, y que no existe nada fuera

    de la materia y de sus manifestaciones.

    La ciencia ha encontrado que todas las partculas

    elementales tienen sus correspondientes antipartculas,

    y que no hay partculas materiales invariables y sinestructura como creyeron los antiguos. La naturaleza

    est integrada por partculas que se encuentran en

    constante movimiento y cambio, en un proceso ininte-

    rrumpido de formacin y destruccin. Sus propiedades

    e interacciones son inagotables. Sin embargo, el dog-

    matismo tradicional se defiende. Admite lo que le esya imposible de negar; pero pretende darle un sentido

    ilgico a los hallazgos cientficos. Ante el examen pro-

    fundo de la estructura del tomo, afirma que la propie-

    dad fsica fundamental de la materia, la masa, acaba

    por convertirse en energa y que, por tanto, la materia

    26

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    no puede ser la substancia del universo. Todos los des-

    cubrimientos, dice, no hacen sino confirmar la exis-

    tencia de Dios y de su facultad exclusiva de creacin

    como fuerza eterna e infinita. Pero esa tesis es sofsti-

    ca: es cierto que la masa est vinculada a la energa;

    pero la masa se divide en activa y pasiva. La activa es

    la medida de la energa liberada y constituye slo una

    parte de la masa del cuerpo. El resto no toma parte

    en las transmutaciones energticas.

    Otra de las propiedades importantes de la materia

    es su carga elctrica, que expresa la relacin de laspartculas con el campo electromagntico y la masa, y

    los vnculos de las partculas con el campo gravitatorio.

    Otra propiedad ms es el espn o cantidad regular

    de movimiento, cuyo valor determina en gran medida

    el carcter de la interaccin de las partculas y su

    desplazamiento. Otra es el momento magntico, y otrala carga nuclear, que caracteriza la relacin de las

    partculas con el campo mesnico.

    Se puede afirmar ante las diversas propiedades de

    la materia, que algunas partculas estn compuestas

    por otras? No, porque su desintegracin no equivale a

    la dispersin mecnica de sus componentes, sino que setrata de cambios cualitativos, de partculas elementales

    que se transforman en otras tambin elementales, pero

    diferentes; entendiendo por elemental la propiedad de

    no dividirse desde el punto de vista cualitativo.

    La conclusin a la que se llega despus de este pro-

    27

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    fundizar del razonamiento, del trabajo del laboratorio

    y de la experiencia, sobre la estructura de la materia,

    que no terminarn nunca, es la de que cada una de las

    partculas que la forman est ligada a diversos cam-

    pos: al electromagntico, al gravitatorio o al nuclear,

    y que este proceso modifica las propiedades y hasta las

    estructuras de las partculas, si la energa de estmulos

    exteriores aumenta con intensidad. Esta conclusin se

    expresa en la ley universal de conservacin de la ma-

    teria y del movimiento, que determina todos los cam-

    bios que ocurren en la naturaleza, y demuestra que esimposible que algo surja de la nada o que desaparez-

    can la materia y el movimiento, confirmando que son

    inseparables, indestructibles y que nadie los cre.

    El idealismo filosfico la conciencia es ante-

    rior a la naturaleza pretende demostrar que la base

    de todos los fenmenos naturales es una energa in-material, que puede considerarse como la verdadera

    substancia del universo. Primero identificaba la mate-

    ria con la masa, despus la masa con la energa, y hoy

    afirma que la materia y la energa son equivalentes y

    que las nicas leyes que rigen el universo son las leyes

    de la energa. Dicho de otro modo, la materia es ener-ga y la energa es materia; la diferencia entre ambas

    no es ms que un estado temporal. Pero esa tesis es

    falsa: la masa y la energa tienen propiedades distin-

    tas. La masa es la medida de la inercia, en tanto que

    la energa es la medida fsica del movimiento. A cada

    28

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    masa corresponde su energa, lo mismo que a toda

    energa corresponde una masa determinada. A esto se

    debe que la masa y la energa no puedan desaparecer

    transformndose la una en la otra.

    La materia es una de las entidades de la triloga

    csmica. Las otras son el espacio y el tiempo, unidas

    indisolublemente a la materia. Fuera del espacio y

    del tiempo no puede existir la materia; pero tampoco

    el tiempo y el espacio independientemente de la ma-

    teria. El espacio es la extensin de todas las formas

    de la materia que constituyen la naturaleza, y el tiem-

    po representa la medida de los cambios de la materia.

    No hay regiones en el espacio en donde no haya

    materia en alguna de sus formas. De no aceptar este

    hecho, habra que convenir en que el universo tiene

    lmites; pero esta suposicin implica la posibilidad de

    salir de ellos, la existencia de un espacio fuera de s

    mismo, ya que un lmite que no tiene extensin no

    puede concebirse. Lo mismo ocurre con el tiempo:

    as como no se puede imaginar un espacio vaco, sin

    materia, tampoco una materia intemporal. Por eso to-

    das las teogonias se derrumban, porque la Creacin

    debida a una divinidad supone la presencia de la divi-nidad anterior al tiempo y al espacio; pero la tesis de

    la predestinacin de cuanto existe es inaceptable a la

    luz del razonamiento. Los que, a pesar de todo, siguen

    afirmando mi creencia es la verdad, tienen derecho

    a hacerlo; pero del mismo modo que no han contri-

    29

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    buido nunca a que el hombre se eleve, tampoco ayu-

    darn a que se convierta en el amo de la naturaleza

    y pueda construir el reino de la felicidad a que tiene

    derecho.

    Rebaja el hombre su dimensin espiritual el

    espritu es su principal atributo porque haya dado

    muerte a sus dioses? Lo nico que ha hecho es des-

    cubrir que los dioses que crearon su temor y su fan-

    tasa ante la naturaleza dura e impenetrable para su

    mente en formacin, nunca existieron. En la medida

    en que el hombre se desarrolla intelectualmente y uti-

    liza el acervo de la cultura que ha formado durante

    milenios para disfrutar de los ms altos valores de la

    vida, los fantasmas que amenazaron su infancia des-

    aparecen, se arma de valor ante lo desconocido pri-

    mer paso para penetrar en lo que ignora y comprue-

    ba que su posibilidad de conocimiento es ilimitada y

    congnita a su propio ser.

    30

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    III. ESENCIA DEL HOMBRE

    Si el espritu es lo substancial del hombre, cul

    es la substancia del espritu? La respuesta consiste en

    precisar las relaciones squicofsicas, los vnculos que

    existen entre el cerebro y la conciencia.

    Por ignorancia, por no ceder el paso a la verdad,

    por mantener prejuicios seculares o por considerar que

    el hombre desciende de la altura en que la fantasa lo

    haba colocado, algunos afirman an que los fenme-

    nos squicos no estn relacionados con la actividad

    fisiolgica del cerebro. Los filsofos idealistas y ciertos

    investigadores cientficos que no se atreven a formular

    conclusiones lgicas de sus trabajos experimentales,

    porque cultivan los temores que heredaron, postulan

    la tesis de que, como deca Descartes, el cerebro es un

    piano, un instrumento pasivo, y el alma el concertista

    que extrae del aparato musical lo que quiere. Otros

    tratan de reforzar la misma tesis dualista afirmandoque la conciencia acta sobre el cerebro gracias a su

    influencia sobre sus partes ms sensibles.

    Hacia la mitad del siglo pasado la principal base

    cientfica para resolver el problema estaba constituida

    exclusivamente por las investigaciones anatmicas y

    31

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    morfolgicas. Por eso la cuestin squicofsica se re-

    duca al problema de localizar los procesos squicos

    en el cerebro. Lo que se investiga hoy es algo ms pro-

    fundo y real: las relaciones recprocas entre lo squico

    y las formas de movimiento de la materia. Hace mu-

    chos aos ya Engels deca que el movimiento, en el

    sentido ms general de la palabra, concebido como una

    modalidad o atributo de la materia, abarca todos y cada

    uno de los cambios y procesos que se operan en el

    universo, desde el simple desplazamiento de lugar has-

    ta el pensamiento. Por eso hay que entender el movi-miento de la materia no como un movimiento mec-

    nico primario, sino en todas sus formas: el calor y la

    luz, la tensin elctrica y magntica, la combinacin

    y la disociacin qumicas, la vida y, en fin, la concien-

    cia. Lenin precis que la verdad al respecto no consiste

    en deducir la sensacin o en reducirla al movimientode la materia, sino en considerar la sensacin como

    una de las propiedades de la materia en movimiento.

    Por tanto, la conciencia no es materia ni movimien-

    to, sino una propiedad de la materia en movimiento, y

    como en el mundo no hay nada fuera de la materia

    en constante cambio, la conciencia no es un fenmenoindependiente.

    En un determinado estadio del desarrollo de la ma-

    teria, aparece en ella la propiedad de reflejar en for-

    ma de imgenes ideales, mentales, la realidad existente

    fuera del hombre. Pero la conciencia tiene su entidad

    32

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    propia: es reflejo de la realidad y, sin embargo, no

    puede confundirse en la realidad reflejada. La imagen

    del objeto es distinta del objeto mismo.

    Pvlov descubri y demostr que lo squico es la

    actividad del sistema nervioso superior y que el reflejo

    de la realidad objetiva constituye un fenmeno fisiol-

    gico y squico al mismo tiempo. Lo squico surge como

    resultado del establecimiento de las relaciones del or-

    ganismo con el medio del que forma parte. El reflejo

    es la forma de ese vnculo.

    La conciencia como forma de reflejo squico, de re-

    flejo ideal, como imagen subjetiva del mundo objetivo,

    se realiza en el cerebro como actividad nerviosa. Por

    eso se puede decir que lo squico es una manifestacin

    de lo fisiolgico, su propiedad de reflejar idealmente

    la realidad objetiva. Y como la actividad fisiolgica

    constituye la base de la actividad squica y lo squico

    es la manifestacin de lo fisiolgico, se puede afirmar

    tambin que tanto lo fisiolgico como lo squico son

    partes de la actividad nerviosa superior. Si lo ideal es

    la imagen, el reflejo de lo material, y fuera de lo ma-

    terial no existe nada ideal, como deca Marx, lo ideal

    no es otra cosa que lo material trasplantado al cerebrodel hombre y transformado por l. Cmo se realiza la

    transformacin? A travs del reflejo condicionado, que

    es la forma en que el organismo se relaciona con el

    medio y constituye el mecanismo que origina el mundo

    interior, el mundo subjetivo. De esta suerte, lo squico

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    constituye un eslabn esencial en la interaccin efectiva

    entre el hombre y el mundo de afuera.

    Es necesario, sin embargo, rechazar la tesis de que

    los fenmenos squicos constituyen una propiedad de

    una determinada estructura de la substancia cerebral.Son el reflejo de la realidad en la mente del hombre,

    en el curso de su actividad efectiva. Por eso la concien-

    cia se convierte en reguladora de la actividad humana

    en determinadas condiciones histricas de la sociedad.

    Surge en el proceso de la evolucin de la materia y

    rige la actividad vital del hombre. As se explica queuno de los problemas ms importantes de la filosofa

    sea el de las relaciones recprocas entre el ser social y

    la conciencia humana, el de su dependencia de causa

    a efecto, y tambin el problema de la conciencia como

    transformadora de la vida.

    Ante esa cuestin existen dos concepciones opues-tas: el fatalismo y el voluntarismo. Para la teora ma-

    terialista y mecnica de la vida, toda accin del hom-

    bre, toda actividad de su conducta, est condicionada

    por una relacin causal, de tal modo que no hay lugar

    para su actividad eficaz y libre. Segn esos partidarios

    del fatalismo no slo la conducta del individuo aisla-do, sino tambin el curso todo del desarrollo histrico

    est predeterminado, dirigido por el destino. El hom-

    bre no puede intervenir en la marcha de la sociedad,

    imponer su voluntad a los acontecimientos ni alcan-

    zar sus metas previamente planteadas. De esta suerte,

    34

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    el fatalismo condena al hombre a una actitud pasiva y

    contemplativa frente a la realidad.

    El voluntarismo es la anttesis del fatalismo. La vo-

    luntad se levanta sobre el mundo y la naturaleza, y es

    el nico motor de la conducta humana. Esa voluntadse encarna en el querer y la decisin de algunos hom-

    bres excepcionales, en los superhombres proclamados

    particularmente por Nietzche; pero que tambin acep-

    ta la filosofa del pragmatismo, que llega hasta la

    apologa del sujeto y de su mundo personal.

    La verdad no es esa. Estriba en que el hombre nopercibe pasivamente los estmulos exteriores, sino que

    se opone de un modo activo a la naturaleza. Al cono-

    cerla y actuar sobre ella la transforma. El mundo ex-

    terior se refleja en el cerebro del hombre en forma de

    sentimientos, deseos y aspiraciones, que se convierten

    en fuerzas ideales.Si lo que llamamos espritu o conciencia es lo dis-

    tintivo del hombre y constituye el resultado de la pro-

    yeccin del mundo exterior sobre un sistema nervioso

    superior el cerebro, podemos afirmar que la esen-

    cia del hombre no es distinta a la esencia de la natu-

    raleza y que consiste en las relaciones entre la vida y elmundo, entre lo objetivo y lo subjetivo, que forman

    una entidad propia dirigida por una serie de interac-

    ciones ilimitadas.

    Para algunos quiz esta doctrina acerca del carc-

    ter verdadero del espritu puede parecer mezquina, por-

    35

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    que destruye la concepcin alegrica del ser humano

    como individuo colocado entre los dioses y la Tierra,

    aunque inferior a la que imagin el mito del Olimpo,

    porque los dioses griegos eran parecidos a los hombres,

    en tanto que los de otras cosmogonas son los amos de

    la conducta individual y de la vida colectiva, paterna-

    les o iracundos, que reducen a sus hijos a una obe-

    diencia ciega y crean para ellos un ambiente de temor

    cotidiano, dentro del cual la esperanza en una vida,

    que no es la nuestra, reduce sus fuerzas y su voluntad

    de actuar sobre el mundo.No es disminuir la personalidad del hombre des-

    cubrirle su verdadero ser, sino, al contrario, elevarlo

    hasta el sitio que ocupa en el seno de la naturaleza

    como fruto y, al mismo tiempo, como creador perma-

    nente de ella, ya que puede transformarla conociendo

    las leyes que la presiden y aprovecharla para aumen-tar sus facultades originarias. No aceptar esta hermosa

    realidad equivale a manejar fantasas, que a la postre

    se convierten en decepcin amarga y en tristeza perpe-

    tua. Seguir afirmando que el hombre es libre en un

    sentido ilimitado, es insistir en una ficcin que produce

    los efectos contrarios a los que la ilusin encierra.

    36

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    IV. EL HOMBRE Y LA LIBERTAD

    La filosofa idealista sigue postulando la tesis de la

    libertad irrestricta del hombre. Su propsito es claro:

    el de separar al hombre de la naturaleza, el de hacerlo

    depender no de la evolucin general del mundo y de la

    vida, sino de un poder sobrenatural que lo gobierna.

    Consiste en reiterar la intervencin de los dioses en

    la vida humana, dejando a merced de su voluntad el

    curso de la historia en la que el hombre se ha formado.

    Por eso proclama que la Libertad, con mayscula, es

    lo nico que distingue al hombre de los seres inferiores

    a l en la escala zoolgica.Pero cundo ha sido el hombre libre de esa ma-

    nera? Si se examinan las diversas etapas del proceso

    histrico, a partir de la esclavitud hasta el rgimen ca-

    pitalista, la libertad que postula la doctrina idealista

    no ha sido comprobada jams por ningn hecho con-

    creto. Cul es la libertad de que disfruta la mayorade los hombres en el rgimen social basado en rela-

    ciones de produccin que permiten la explotacin de

    la mayora por una minora? Libertad para vender

    su esfuerzo fsico e intelectual en provecho de otros?

    Libertad para vivir en constantes privaciones de or-

    37

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    40/97

    den econmico, espiritual y cultural? Libertad para

    caminar en busca de trabajo o de ayuda cuando pierde

    su nico patrimonio que consiste en un puesto que no

    siempre est de acuerdo con sus personales inclinacio-

    nes? Como no se trate de la libertad de imaginar lo

    que est fuera del alcance de los hombres, la libertad

    ilimitada que se les atribuye es una simple quimera.

    La libertad no consiste en imaginar a la conciencia

    del hombre aislada de la naturaleza, sino dentro de

    ella, como fruto de su grandioso devenir y como su

    factor ms trascendental, porque puede actuar sobreel mundo exterior y cambiarlo para ponerlo en conso-

    nancia con sus necesidades y sus sueos. En el mundo

    de hoy, concebir al hombre sin la Tierra en que ha-

    bita es tan imposible como concebir a la Tierra sin el

    hombre. La naturaleza es una sinfona que nunca ter-

    mina y que va enriqueciendo sus temas en la medidaque transcurre. Dentro de su desarrollo polifnico el

    hombre crece porque comprende su profundo sentido,

    se siente parte de ella y acaba por dirigirla como el

    maestro genial de una gran orquesta.

    La libertad consiste en conocer las leyes que rigen

    el universo, el mundo y la vida, y en manejarlas paraaumentar el dominio del hombre sobre la realidad

    objetiva de que forma parte. La libertad estriba en

    descubrir las causas de la accin humana y en tomar

    decisiones para alcanzar metas asequibles. Qu ma-

    yor orgullo para el hombre que el de sentirse forjador

    38

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    de su propio destino? Su libertad no puede consistir

    en su sometimiento voluntario o inconsciente hacia un

    poder extrao a su conciencia, sino en el poder de su

    conciencia sobre todo lo que la rodea.

    Los nicos que carecen de libertad son los que ig-

    noran el origen, el carcter y las posibilidades de la

    accin humana. Quienes los conocen son verdadera-

    mente libres. Por eso la tarea principal del individuo

    consiste en cultivar sus facultades intelectuales, en nu-

    trir constantemente su cerebro con el estudio y con su

    su accin creadora, que aumenta su influencia sobre

    las dems actividades biolgicas y su eficacia sobre el

    medio en que vive, aun cuando por el proceso natural

    de la existencia algunas de esas funciones declinen.

    Lo nico que puede crecer hasta el lmite mismo de

    la vida individual es el pensamiento.

    La libertad no es una concepcin abstracta, sinouna facultad concreta en cada etapa concreta de la

    vida, y por eso est ligada estrechamente a la marcha

    de la historia. En cada perodo de la evolucin, la liber-

    tad consiste en destruir las barreras interiores y exter-

    nas que impiden al hombre el pleno disfrute de su exis-

    tencia. Los esclavos lucharon por su libertad. Tambinlos siervos de la gleba. Hoy luchan por ella los asala-

    riados. Cuando la sociedad est integrada por indi-

    viduos de una sola clase, los que trabajan, se habrn

    establecido las bases para la verdadera libertad, que

    estriba en poder construir un rgimen social que permi

    39

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    42/97

    ta a todos el acceso fcil a los servicios creados por la

    ciencia y por la tcnica, y que har posible el disfrute

    de gran parte del tiempo para que el hombre pueda

    vivir con la presencia constante de la belleza, de la ar-

    mona que engendra la interaccin que se realiza lo

    mismo en el seno de las metagalaxias inconmensurables

    que en el interior de la partcula atmica.

    La libertad no es un don de los dioses, sino un

    derecho de los hombres; pero este derecho no puede

    servir a quienes renuncian a conquistarlo.

    40

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    V. TEORIA DE LA CREACION

    Todas las mitologas contienen un mismo principio:

    el hombre fue creado por un ser superior, de voluntad

    omnipotente, de sabidura infinita, de presencia eterna.

    En algunas de esas concepciones sobrenaturales acercade la naturaleza, y segn el lugar de donde surgieron,

    la parte corporal del hombre fue hecha de barro, del

    fruto de una planta o de otro elemento perecedero;

    pero la conciencia del hombre, su pensamiento, por su-

    til e inexplicable para los primitivos, tuvo otro origen:

    fue un soplo o decisin del Creador, que incorpor enla materia una parte de su propio espritu.

    En el mundo de la civilizacin mediterrnea el

    hombre fue creado de polvo y despus de modelado

    Dios introdujo el alma en su cuerpo. Del varn fue he-

    cha la mujer y forjada la pareja comenzaron las gene-

    raciones; pero el mundo y la vida tendrn un fin, por-que todo lo que existe es pasajero. Llegar la hora de

    la destruccin de todo, de la misma suerte que hubo

    un momento para su formacin. Respecto de la vida

    humana y de su destino, la mitologa plantea as, por

    primera vez, el problema de lo infinito y lo finito.

    41

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    Ninguna de las teogonias ni de los mitos antiguos

    resiste el ms superficial de los anlisis, porque hace

    tiempo que el hombre dej el mundo de la fantasa,

    hija de su ignorancia, para reemplazarlo por los datos

    de la realidad. Lo infinito existe y lo constituyen las

    innumerables formas de la materia que cubren total-

    mente el espacio y se hallan en perpetuo movimiento

    y cambio. La nica manera de aceptar la creacin del

    mundo y su destruccin inevitable, es negar la existen-

    cia de lo infinito; pero entonces hasta lo finito carece

    de sentido, porque si han de desaparecer en un tremen-do cataclismo el mundo y la vida, y en compensacin

    por esa horrible fatalidad el hombre slo podr vivir

    en un lugar que se halla fuera del espacio y del tiempo

    a condicin de su buen comportamiento en la Tie-

    rra como espritu puro, sin cuerpo material, el ra-

    zonamiento conduce a la conclusin de que una exis-tencia as, perpetua, pero sin vida ntegra, sin ms

    relaciones de la conciencia que consigo misma, sin

    actividad creadora, sin cambios y sin otros vnculos

    que con una divinidad cuya esencia le ser siempre

    impenetrable, carece de inters y se convierte en lo

    finito menos deseable.

    Si se admite, en cambio, que la creacin no es po-

    sible fuera del espacio, del tiempo y del movimiento, y

    que lo que hay existir eternamente y puede transfor-

    marse por la capacidad creadora del hombre, la teora

    42

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    de la creacin puede equipararse a la concepcin delo infinito.

    As considerado el problema, la creacin comienza

    con la aparicin del hombre y no con anterioridad a

    su presencia en la Tierra. Pero es indudable que hay

    otros seres semejantes a los habitantes de nuestro pla-

    neta en otros cuerpos celestes, en otras galaxias, que

    tambin son creadores de su historia y arquitectos del

    mundo en que viven, porque suponer que el hombre

    terrqueo es el nico ser pensante en el universo, es una

    vanidad perdonable; pero que no se justifica a la luz

    del propio razonamiento humano. Si tal es la verdad,

    si hay otros seres parecidos a nosotros para quienes se

    han planteado las mismas cuestiones que nos esforza-

    mos en desentraar, la teora religiosa de la Creacin

    se desploma, porque los habitantes de la Tierra dejan

    de ser los hijos predilectos de Dios, como afirma laleyenda.

    La tesis antropolgica de la Creacin corresponde

    a la etapa en que se consideraba que la Tierra era el

    centro del universo. Pero como hace muchos siglos

    que esa teora fue rechazada, hay que aceptar que la

    vida y, por tanto, el ser racional que llamamos hom-bre, existe en muchas partes del universo, porque ste

    es increado, indestructible y eterno.

    43

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    VI. EL HOMBRE Y EL PECADO

    Como en los viejos mitos explicaciones fantsti-

    cas de la realidad inaprensible para el anlisis racional

    que empezaba apenas a surgir, no podan apoyarse

    en las causas verdaderas de la debilidad del hombrefrente a las fuerzas de la naturaleza consideraba como

    enemigas, inventaron la tesis de que, en su origen, el

    hombre y su complemento la mujer, eran inocentes y

    puros. Se hallaban en un huerto maravilloso en donde

    podan vivir sin apremios, sin tentaciones y sin temo-

    res, a condicin de no tratar de probar el fruto de unrbol magnfico que se ergua en el centro del vergel:

    el rbol del bien y del mal. Pero desobedecieron la

    orden de su Creador y fueron castigados. Su falta con-

    sisti en pretender alcanzar la sabidura atributo

    exclusivo de Dios que guardaba en su seno el fruto

    prohibido, y en haber descubierto la atraccin fsicade entrambos. La pena que recibieron fue trascenden-

    tal: la mujer, condenada a multiplicar sus preeces y

    a parir con dolor, a desear a su marido y someterse a

    sus mandatos. El hombre, a alimentarse con sufrimien-

    to porque el pan tendra que ganarlo con duro esfuerzo

    44

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    y el sudor de su frente. Y fueron expulsados del Edn.

    As surgi la teora del pecado.

    El mito es hermoso porque describe al hombre

    como fue al principio: ignorante y, al mismo tiempo,

    resuelto a conocer el bien y el mal el movimientocontradictorio que entraa la vida y dominarlo para

    salir de su infancia mental y convertirse en el amo del

    mundo. En el perodo de la formacin histrica de la

    sociedad ese mito se repite con diversos smbolos en

    distintas regiones de la Tierra, como en el caso de

    Prometeo. Es la alegora de la impotencia del hombreprimitivo ante la naturaleza y, a la vez, la confianza

    en su propia fuerza creadora que consider durante

    mucho tiempo como facultad exclusiva de los dioses.

    Pero es tambin un mito que condena al hombre por

    su atrevimiento inaudito de saber. Por eso pierde su

    luminoso ropaje si se sujeta a examen, porque entoncesse convierte en una teora de la existencia en perpetuo

    martirio.

    Respecto de las relaciones sexuales, consideradas

    como pecado que debe expiarse, el juicio es contradic-

    torio. Si la desobediencia de la supuesta primera pareja

    no hubiera ocurrido, la humanidad no existira y, portanto, el problema de la formacin del hombre, de la

    vida y del mundo no tendra razn de ser, porque es

    cuestin exclusivamente humana, ya que Dios no pue-

    de plantearse un problema que para l no existe. Y si

    todo lo que nace, crece y se multiplica, se podra decir,

    45

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    por extensin del argumento, que la naturaleza es tam-

    bin fruto del pecado, si por ste hay que entender el

    mantenimiento de la vida.

    El pecado no es una falta, sino el motor de la his-

    toria. Por eso es bello como la vida misma. Los grie-

    gos as lo aceptaron. Saber, y cultivar el cuerpo y el

    espritu, era para ellos la felicidad completa, la supre-

    ma armona, porque no hay nada ms hermoso en el

    seno del universo que el hombre. Despus, durante los

    siglos de la Edad Media, la Iglesia llen el mundo de

    sombras; pero los hombres siguieron pecando, porquela reproduccin es una ley de la naturaleza y el afn

    de conocimiento es el impulso fundamental del pro-

    greso. No obstante, la moral religiosa sigue conde-

    nando al hombre por una falta en la que no incurri,

    como tampoco fue culpable por alimentarse, por buscar

    abrigo y por ensanchar sus relaciones afectivas.Hay quienes afirman que la proclamacin del pe-

    cado es til porque constituye un freno para el hombre

    que se deja llevar con facilidad por Sus instintos. Pero

    esta concepcin religiosa de la vida no puede ser un

    estmulo para la conducta humana, porque los instin-

    tos no necesitan pararse de un modo arbitrario, ya que

    la naturaleza pone lmites a su ejercicio. Con esa idea

    habra tambin que postular el principio de que el

    razonamiento humano requiere moderacin, para que

    se mantenga en actitud mansa y tranquila y no se des

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    borde, porque es peligroso que se proponga grandes

    hazaas.

    El hombre no es un pecador. Su imaginacin de

    ignorante y temeroso invent el pecado y despus se

    convirti en su vctima. Lo mismo ocurri con los dio-

    ses: los cre y despus les tuvo miedo. Y le ha sido

    difcil liberarse de ellos porque la indiferencia por la

    investigacin es tambin una caracterstica humana,

    como su deseo de penetrar en los misterios de la vida.

    Considerar que el cuerpo humano es una fuente de

    tentacin y por eso no hay que cuidarlo, y que slo suespritu es digno de atencin esmerada, entraa el error

    no slo de aislar al hombre de la naturaleza, sino tam-

    bin de su propio pensamiento, de su conciencia, refle-

    jo del mundo exterior, hasta convertirlo en una sombra

    que camina.

    El pecado es la tristeza de vivir por una culpa queno existi. Los hombres de otras regiones del mundo

    rindieron culto por igual a la tierra y a la savia, a la

    sangre y al espritu, considerndolos inseparables. Por

    eso su teora de la existencia consiste en la dualidad,

    en la conjuncin indestructible del hombre y la mujer,

    y su deidad mayor es la lluvia, que hace posible lasmieses y limpia a los hombres de impurezas. Para ellos

    una de las figuras principales de su paraso es el agua

    que fluye, en donde no slo los cuerpos se lavan, sino

    tambin el pensamiento. Le dieron a la unin sexual

    el mismo valor que a la siembra de las semillas, que

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    al canto de las aves en la poca de su acercamiento,

    que al brote de las hojas precursoras de la floracin,

    y al nacimiento de los hijos el mismo significado que

    al acto de levantar la cosecha y de recoger el fruto de

    los huertos.

    El hombre peca por otros motivos; pero no por su

    origen. Peca por explotar a sus semejantes, por hacer-

    los desdichados, por reducir el horizonte de su vida.

    Ese pecado, por fortuna, es fcil de corregir, supri-

    miendo la causa que lo engendra.

    48

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    VII. EL PAN DEL HOMBRE

    Hubo una poca en la que los hombres ganaron

    su pan sin dolor, cuando por lo rudimentario de los

    instrumentos que empleaban para aumentar su fuerza

    fsica se vieron obligados a trabajar colectivamente y

    a repartirse de manera equitativa el fruto de su es-fuerzo. La mitologa del Mediterrneo llam a ese esta-

    dio histrico la Edad de Oro. Pero despus, cuando

    muchos se transformaron en mquinas de produccin

    en beneficio de quienes los convirtieron en esclavos,

    obtuvieron su pan con enormes aflicciones, ms que

    por el diario sufrimiento fsico por el sentimiento desentirse despojados de su personalidad de seres pen-

    santes y responsables de su vida. Desde entonces los

    siervos de la gleba antes y hoy los asalariados, la

    mayora de los hombres consigue su pan no slo con

    dolor, sino tambin con desaliento, porque su oscura

    vida termina cuando disminuyen sus fuerzas fsicas omentales y son reemplazados como mquinas ya in-

    servibles por quienes pueden rendir ms a los que

    explotan el trabajo ajeno.

    En el mundo occidental, que muchos consideran

    como depositario de la ms alta cultura, inspirada en

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    el cristianismo que manda a los hombres amarse los

    unos a los otros, el pan de cada da sigue siendo un

    tormento, porque la vida no se reduce a la alimenta-

    cin, sino tambin comprende el vestido, la habitacin,

    la salud, la educacin y el disfrute de la belleza. Y la

    mayora carece de pan en tanto que los menos lo tienen

    con exceso, aun cuando a veces slo disfruten de una

    parte de su fortuna.

    La maldicin bblica que condena al hombre a ga-

    nar el pan con el sudor de su frente, slo alcanza a

    los desvalidos; pero no a los que viven en la opulencia.

    Por eso los desheredados se quejan, porque se les ha

    negado lo que debe ser patrimonio de todos. Sentirse

    sin respeto para su razn y su facultad de trazar su

    propio camino, es el mayor de los pesares para el hom-

    bre, porque deja de ser actor para convertirse en ob-

    jeto de fuerzas hostiles a su conciencia. Un alienado

    no es un hombre, y si la mayora de los humanos se

    enajenan porque han perdido su derecho a vivir de

    acuerdo con sus capacidades y deseos, no pueden dar

    sus mejores frutos porque slo los producen los que

    disfrutan de la plenitud de la existencia.

    La explotacin del hombre por el hombre permiti

    que una minora dispusiera del tiempo necesario para

    la meditacin y el conocimiento de la verdad. Fue un

    progreso para la comunidad humana ese hecho; pero

    no para los hombres concretos. En la Atenas de S-

    crates vivan centenares de miles de individuos; pero

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    la vida social se reduca a los propietarios de esclavos

    y a quienes les servan de diversas maneras. Las gran-

    des masas humanas se hallaban al margen de la vida

    poltica, de la cultura y hasta de las empresas militares

    de la ciudad.

    El humanismo que los privilegiados proclamaron

    como objetivo de su vida se reduca a ellos mismos, y

    aun dentro de su breve grupo a los varones, ya que la

    mujer no era sino la depositara del poder gensico de

    los hombres. Era un humanismo aristocrtico con ex-

    presiones muy altas del arte y del saber; pero estrecho,

    que siguen ponderando todava quienes suean con

    una sociedad semejante a aquella y querran dirigirla

    sin ms mritos que el de creer que nacieron superiores

    a los dems o que la clase social a la que pertenecen

    es la llamada a presidir la historia.

    Los seores feudales y los monarcas de la EdadMedia necesitaban del trabajo voluntario de los hom-

    bres, porque sin su concurso las fuerzas productivas

    no podan multiplicarse; pero tambin entendieron la

    vida como un privilegio. Y cuando la burguesa domi-

    nante en el campo de las relaciones econmicas tom

    el poder, cambi los conceptos tradicionales sobre loshombres, considerndolos jurdicamente iguales; pero

    mantuvo el sentido minoritario de la existencia.

    En el fondo de la concepcin aristocrtica de la

    vida social, lo mismo en el mundo antiguo que en el

    de nuestro tiempo, slo hay un hecho: la fuerza del

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    que manda porque domina, porque tiene en sus manos

    los medios que producen los bienes que todos necesi-

    tan. Los ciudadanos griegos, los libertos romanos, los

    terratenientes y los prncipes, y los burgueses de hoy,

    fueron y siguen siendo la minora, en tanto que los

    productores de la riqueza han sido siempre el mayor

    nmero, sin el disfrute de sus mejores beneficios.

    El pan del pobre es un pan insuficiente y amargo.

    El del rico es un pan que aumenta sin provecho. Para

    el que tiene de sobra no rige la maldicin bblica, que

    se redujo a castigo de la mayora. La invocacin a Diospara que otorgue el pan de todos los das a los que

    lo tienen, es una blasfemia, mientras que el ruego de

    los que carecen de pan es una demanda intil porque

    nunca han sido escuchados. La nica manera de hacer

    que el pan abunde, que el trabajo deje de ser castigo

    y se convierta en un honor, es suprimiendo la alie-nacin humana, haciendo que todos alcancen el reino

    de la libertad que principia con la satisfaccin de las

    necesidades fundamentales de la vida.

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    VIII. PROPIEDAD Y TRABAJO

    La propiedad privada sobre los medios de la pro-

    duccin econmica cre el mercado, la contratacin

    pblica de lo que se vende y se compra, de las cosas

    fruto del esfuerzo social; pero humill al hombre al

    reducirlo a fuerza de trabajo, a factor de produccin,sin que importara a los traficantes de mercancas su

    valor de individuo dotado de conciencia.

    Al convertirse el hombre en una cosa, no slo vive

    sujeto a las leyes de la oferta y la demanda, sino a

    algo ms grave todava: a las consecuencias de su des-

    censo en la escala de los seres vivos, porque pierde sucarcter de ser dotado de pensamiento que puede ac-

    tuar sobre el mundo y renuncia, sin quererlo o sin de-

    cirlo, a su posibilidad de transformar el medio que lo

    rodea, convirtindose en uno ms de los fenmenos

    que constituyen la naturaleza, en un acontecimiento

    sin calidad ni relieve.Elevar al hombre por encima de la naturaleza ha

    sido la epopeya ms grande de la historia; pero con-

    fundirlo con ella equivale a separarlo de las leyes que

    la gobiernan, comenzando por la fuerza de su razn

    que si es resultado del proceso general de lo que existe,

    53

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    constituye tambin su motor ms eficaz y ms valioso.

    Inspirado en la filosofa idealista, el rgimen de la pro-

    piedad privada de los instrumentos de la produccin

    ha dejado solo al hombre en el seno del mundo, coin-

    cidiendo con la concepcin religiosa de la vida que

    hace de la Tierra un lugar de trnsito hacia un lugar

    desconocido.

    Nave sin timn, caminante sin rumbo, colocado al

    margen de la grandiosa marcha de la historia y pade-

    ciendo siempre, el hombre tiene que vivir con deses-

    peranza y sentir rencor hacia quienes lo han dejado amerced del trfico mercantil sin posibilidad de reco-

    brar su esencia, su facultad de vivir reinando sobre el

    mundo, en lugar de verlo con miedo como en los lar-

    gos y oscuros siglos de su origen. La inseguridad y

    el temor al futuro liquidan al hombre, mientras que

    saberse capaz de vivir como dueo de su conductaequivale a luchar con alegra, porque puede trazar su

    camino y alcanzar las metas que se ha propuesto.

    Si la propiedad no se extendiera al trabajo humano

    nadie disputara por ella, porque quedara reducida a

    las riquezas fsicas del suelo, ya que los instrumentos

    creados por la ciencia y por la tcnica son producto deltrabajo, lo mismo que el dinero que slo representa el

    valor de la produccin material acumulada. Por eso la

    propiedad sobre el trabajo equivale a la propiedad so-

    bre el hombre, en tanto que el hombre sin propiedad

    se convierte en propietario de s mismo.

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    Despojar a la propiedad de su jurisdiccin sobre

    el trabajo, equivale a emancipar al hombre de sus su-

    frimientos, a mantenerlo en el seno de la naturaleza

    utilizando las leyes que la encauzan para aumentar su

    dominio sobre ella y convertirla en factor de bienestar

    y de constante optimismo.

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    IX. LAS VIAS DE LA ASCENSION

    Subir, ganar la altura, penetrar en lo distante pare-

    ce ser la ley del universo, del mundo y de la vida. Por

    eso todo movimiento adquiere la forma de espiral, lo

    mismo el de las galaxias que el del pensamiento hu-

    mano. La materia, dentro del espacio y del tiempo,

    gira alrededor de su punto de partida y se aleja de l

    traspasando su origen. La facultad de razonar es su

    prueba ms elocuente, porque nacida del trabajo de la

    mano del hombre, que hizo evolucionar al cerebro has-

    ta diferenciarlo para siempre de los monos superiores,

    se ha convertido en un arma prodigiosa que aclara mis-terios, descubre la verdad e imprime un ritmo cada vez

    mayor a su propio vuelo.

    La ascensin espiritual del hombre no persigue la

    calma, la ausencia de sufrimientos, sino la victoria so-

    bre sus limitaciones y sus penas. En un lugar imagina-

    rio en el que el hombre encontrara paz sin contrastes,sera un ser infeliz, porque no podra disfrutar de la

    armona del universo que consiste en la concordan-

    cia de hechos contrapuestos, en conflictos que se re-

    suelven dando origen a nuevos fenmenos ms ricos y

    complejos.

    56

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    La ascensin del pensamiento para dejar de pensar

    es la forma ms directa de la anulacin del hombre.

    Por eso el xtasis que lleva slo a la contemplacin

    de los seres creados por la imaginacin, no importa

    las cualidades que se les atribuyan, es una fuga de la

    realidad, una batalla perdida para la vida y no un

    triunfo de la existencia.

    El xtasis puede suprimir todos los deseos, desco-

    nectando al hombre de la vida; pero slo por brevsi-

    mo tiempo, porque es fuente inagotable de necesidades

    y de apremios. A eso se debe que muy pocos hayan

    llegado al arrobamiento ante sus propias imgenes,

    porque es difcil substraerse a los imperativos de la

    vida, no slo a los biolgicos, fciles de dominar, sino

    a los espirituales, en los que radican la justificacin

    de la vida y la belleza del mundo.

    Los caminos de la ascensin no son muchos. Hayslo uno: el que le permite al hombre superarse sin

    descanso, como el artista que pule con tesn una pie-

    dra preciosa todava en bruto y la transforma en joya

    fulgurante. Subir sin retrocesos es llegar a la perfec-

    cin, que estriba en la armona del cuerpo y del esp-

    ritu, y del hombre y la naturaleza, en una interaccinque se asemeja a un concurso que da lugar a hechos

    siempre nuevos de calidad ms alta.

    La perfeccin no consiste en liberar al hombre de

    sus impurezas o de sus errores, porque no cuentan en

    su biografa. La perfeccin estriba en su ascenso hasta

    57

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    convertirlo en descubridor de las leyes de su desarro-

    llo, en arquitecto de su propia vida, en transformador

    de la naturaleza, en creador de una sociedad que pro-

    duzca hombres superiores a los que existen, con mayor

    inteligencia, con ms voluntad, con sensibilidad ms

    fina para captar la armona del universo lo mismo en

    el espacio infinito que en el ncleo atmico, en la lu-

    cha por la vida que en las tormentas de la atmsfera, y

    con mayor capacidad para expresar en forma vigorosa

    y limpia el triunfo de la belleza y la verdad sobre la

    fealdad y la mentira.

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    X. LA VIDA DESDE LA CUMBRE

    La doctrina idealista, cuyo fin es el de llevar al

    hombre al convencimiento de su origen sobrenatural,

    ha formulado una tabla de valores que dividen la vida

    en secciones yuxtapuestas; pero de distinto carcter.

    De acuerdo con sus postulados, uno es el hombre comoentidad biolgica, otro como sujeto de amor trascen-

    dente y otro ms como espritu puro ante la vida.

    El hombre resulta, as, un animal gobernado, a veces,

    por sus sentidos; un espritu guiado, a ratos, por la

    caridad, y un artista iluminado, en ciertos momentos,

    por su inspiracin.Nada ms grotesco que esa concepcin del hombre,

    independientemente de su falsedad filosfica y cient-

    fica. Dirigido por tres imperativos a los que de ante-

    mano se les otorga un origen distinto, cuando la tesis

    se aplica a la sociedad, sta se presenta dividida en

    diversos sectores, de los cuales el ms valioso tieneque ser el que acepta la subordinacin de la voluntad

    humana a Dios, que le dicta su actitud ante el mundo.

    Pero la vida no es as. Todo lo que existe en el in-

    terior del hombre proviene del exterior y la conciencia

    lo rehace sin salirse de los marcos de la realidad obje

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    tiva. Los valores no implican preferencia de unos so-

    bre otros ni exclusin de alguno de ellos. El valor

    biolgico es el sustento del individuo en su esplndida

    complejidad. El pensamiento es la fuerza que manda

    al ser biolgico del que recibe sus exigencias, y es

    tambin el que investiga, el que capta el mundo de

    afuera, el que formula las teoras sobre la verdad, el

    que ordena la conducta y el que expresa la armona

    de la vida.

    El hombre cabal no renuncia a ninguna de sus ne-

    cesidades, biolgicas o espirituales. Las acepta como

    son, vinculadas entre s, y las subordina a una finali-

    dad suprema que consiste en llegar a la excelencia de

    la vida porque puede mejorarse y hacer posible la feli-

    cidad de todos que, en ltima instancia, no es sino

    el disfrute de los bienes posibles para cada una de las

    personas que forman el gnero humano.

    El individuo puede preferir entre los valores; pero

    esa es una cuestin que slo a l interesa. El proble-

    ma radica en saber si est obligado a seleccionarlos

    porque son contradictorios o si puede reunirlos en una

    sola categora, la categora de la vida, indivisible y

    susceptible de enriquecimiento constante.No conozco a nadie que no disfrute de la altura, de

    las cumbres desde donde se divisa la tierra como paisa-

    je, sin el drama y la comedia inherentes a los hombres.

    Para los que la observan desde arriba, la vida pierde

    sus aristas duras, sus lados hirientes, y slo les presen

    60

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    ta su aspecto sedante y plcido, que invita al olvido

    de sus problemas. Esas son las alturas geogrficas,

    agradables porque en cierta forma ausentan al hombre

    de la realidad y mitigan su cansancio; pero son torres

    efmeras, escenarios atractivos nicamente para el que

    quiere fugarse de s mismo y de sus semejantes. La

    cumbre ms alta no est ah, sino en el espritu.

    Pero no en el espritu entendido como alma que

    desprecia al cuerpo y considera as la vida propia y

    la ajena, porque esa creencia no es sino una ficcin.

    La altura mxima a la que el hombre puede subir es

    la que crea su pensamiento, la de los ideales que forja

    su razn, la de los gustos que cultiva, la de los sueos

    que acaricia, la de su propio horizonte interior.

    Todo hombre puede vivir en la altura y tambin en

    el llano, que tiene una sola dimensin: la de las cosas

    colocadas al mismo nivel. De la atencin que preste a

    su inteligencia depende todo, del acervo de su cultura,

    de su decisin de vivir con vigor, de su propsito de

    hacer de la vida una fuerza que crea en vez de un triste

    andar sin rumbo hasta que se apague su menguada luz.

    61

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    XI. EL REINO DE LA TIERRA

    Las religiones afirman que la felicidad es imposible

    en este mundo y que el hombre slo la alcanzar en

    otro, despus de su muerte. Y como ha sufrido tanto,

    la dicha ultraterrena sigue siendo una esperanza para

    muchos de los que padecen. Es una doctrina antihis-trica de la evolucin de la naturaleza y del hombre,

    porque descansa en la supuesta inmutabilidad de los

    seres vivientes, del individuo y de la sociedad humana,

    y en la predeterminacin del universo.

    El hombre naci como una manada de antropoides

    superiores, que se fue diferenciando de sus congnereshasta formar una nueva especie. Entre ese ser, ms

    animal que humano al principio, y el hombre de hoy,

    hay un abismo, una distancia de miles de aos y una

    diferencia de calidad que ha borrado su origen. El hom-

    bre primitivo era un esclavo de la naturaleza; el de hoy

    ha hecho a la naturaleza esclava suya. Su razn corres-ponda a su modesto nacimiento; la de hoy es la de un

    gigante por su sabidura y por su obra revolucionaria

    sobre el medio en que acta.

    La transfiguracin del hombre no radica tanto en el

    cambio de su aspecto, como en el de su fuerza mental.

    62

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    Lo que se propone lo logra, con excepcin del intento

    de convertir las fantasas en realidades. Y stas han

    entrado en su dominio, porque conoce las leyes de

    su estructura y de su devenir, y procede ya como el

    que maneja un transporte seguro y sabe el lugar de su

    destino. Por eso ha decidido construir su reino en la

    Tierra.

    Cul sera ese reino? El reino propio, el levantado

    por l de acuerdo con sus necesidades y anhelos. Un

    mundo en el que todos puedan vivir con holgura, con

    los servicios que evitan los padecimientos curables y

    prolongan la existencia, con acceso real al saber y a

    la cultura, contribuyendo al bienestar de todos y a su

    elevacin espiritual, en competencia colectiva para que

    no haya nadie que no participe en el progreso comn

    y en la accin del hombre sobre las regiones todava

    ocultas de la Tierra y sobre el espacio csmico.

    Parece lejos ese reino; pero si se piensa que hace

    apenas unos aos, para lo que la historia significa, los

    hombres vivan pendientes de los astros a los que ha-

    ban subordinado su presente y su futuro, lo mismo

    los prncipes que los labriegos, los profesores de las

    universidades que los brujos, es fcil admitir que el

    reino del hombre en la Tierra es slo una cuestin de

    tiempo y no una empresa imposible.

    63

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    XII. EL ARTE Y LA VIDA

    El hombre no podra vivir sin pan; pero tampoco

    sin el conocimiento de la verdad y sin el disfrute de

    la belleza.

    En qu radica lo bello, en dnde se encuentra,

    cules son sus atributos y su influencia sobre la comu-nidad humana? La ciencia descubre lo esencial en los

    fenmenos concretos y lo expresa en forma lgica y

    abstracta, sin tomar en cuenta sus peculiaridades. El

    arte las expone a travs de la sensibilidad del artista

    y de su concepcin de la vida. La ciencia y el arte son,

    en consecuencia, partes del mismo proceso, de la rela-cin entre la conciencia y el mundo exterior. Su dife-

    rencia consiste en que el reflejo de lo que se halla

    fuera del hombre sobre su pensamiento, en el caso del

    arte produce imgenes ideales de lo concreto, en tanto

    que la ciencia descubre lo substancial de los hechos

    y formula principios de carcter general. En ambos ca-sos se trata de la unidad de lo objetivo y de lo subje-

    tivo, examinado crticamente por el razonamiento o

    por la imaginacin y la sensibilidad.

    El arte ayuda a descubrir la belleza oculta en las

    cosas, porque persigue tambin el conocimiento de la

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    realidad. Pero la belleza es como el corazn de la na-

    turaleza y del hombre. Creer que los artistas son los

    nicos que pueden encontrar y apreciar la belleza,

    equivale a decir que se halla exclusivamente en nos-

    otros, en lo ms ntimo de nuestro ser y no en el mun-

    do exterior, y a aceptar que slo a unos cuantos pri-

    vilegiados les es dable forjar las imgenes espirituales

    de la vida. Esa es la tesis de la esttica basada en la

    filosofa que proclama la primaca de la conciencia so-

    bre la naturaleza, y trata de separar arbitrariamente el

    arte y la vida.

    La belleza est en todas partes, porque es un atri-

    buto de la existencia. Una noche estrellada despierta

    en el hombre una emocin profunda, porque advierte

    la armona del universo. La tierra a la luz del plenilu-

    nio adquiere calidades insospechadas, porque borra

    sus aspectos hostiles y la transforma en un espectculo

    de placidez inefable en que el hombre se siente vivir

    sin obstculos. El amanecer es siempre una promesa

    para quienes entienden la vida como una constante

    renovacin. El aire trasparente de las alturas es bello

    porque se identifica con la claridad a la que aspira

    el espritu. El canto de las aves es hermoso porque el

    pensamiento lo equipara a la poesa de la libertad. Un

    arroyo de agua cristalina atrae porque contagia con su

    fluir sonoro e inmaculado. Y as son tambin las cosas

    pequeas que encierran la misma armona de lo gran-

    de, como las flores o los cristales de la nieve. Esta

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    maravillosa realidad de la naturaleza es la que el arte

    recibe y la expone a travs de las ideas de quienes

    lo realizan.

    Pero como la vida no se estanca, sino que es un

    manantial incesante que se enriquece por sus constan-

    tes cambios, el arte es mayor cuando capta la vida en

    movimiento. Eso es lo que explica que su tema funda-

    mental haya sido y siga siendo el hombre. El cuerpo

    humano representa la belleza activa, la armona de

    las ideas surgidas del cerebro y el ser biolgico que las

    iecibe, por lo cual entre ms estrecha es la unidad del

    cuerpo y del espritu ms grande es su belleza.

    De ah que haya siempre una actitud instintiva en

    el hombre al rechazar lo opuesto a la vida. El artista

    puede representar tambin la fealdad, la injusticia, la

    miseria, la perversidad, el dolor o la angustia; pero

    slo para subrayar la intromisin del desorden en lo

    armonioso, la ruptura momentnea del proceso univer-

    sal, denunciando lo infecundo o lo contrario a la per-

    feccin. Lo que no le es permisible es apartarse de la

    realidad, porque entonces no slo huye de la vida, sino

    de s mismo. Una obra que nada expresa deja de ser

    artstica, como un esquema sin contenido, lo mismoque la exclusivamente descriptiva, porque equivale a

    una reproduccin mecnica del objeto.

    El arte tiene un fundamento material la realidad

    de la naturaleza, pero sin la labor del espritu no

    existira. El hombre es una criatura de la vida; pero

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    tambin su creador. Esta frmula que representa su

    alto significado afuera y adentro de s mismo, tratn-

    dose del arte se convierte en ley. Percibir lo que existe

    y devolverlo enriquecido, es la tarea del artista; pero

    tambin la de sealar los caminos del hombre, que tiene

    una misin: mejorar lo que existe, agigantndose a s

    mismo.

    No se trata de la tica, de las reglas de la conducta,

    que pertenecen a otro orden de la vida social, sino de

    la ascensin del espritu. Recurdese el llamado del

    Destino a la puerta del hombre en la Quinta Sinfona

    de Beethoven y su grandiosa respuesta, o la Cancin de

    los Bosques de Schostakvich, himno de victoria del

    hombre sobre la naturaleza y sus propias viejas ata-

    duras interiores, y mensaje sobre el porvenir. En estas

    dos obras, lo mismo que en otras muchas, el arte es

    reflejo de las relaciones dramticas entre el mundo yel hombre, y reelaboracin de ellas, a un alto nivel

    del pensamiento.

    Es tan grande la influencia del arte sobre la socie-

    dad, que cuando sta sufre una crisis profunda la

    concepcin tradicional de la armona se quiebra para

    dar lugar a nuevas formas de la vida. En toda etapade transicin histrica, con la estructura material de la

    sociedad perecen las formas ideolgicas que la acom-

    paaron; pero de sus escombros se levantan otras rela-

    ciones humanas y, en consecuencia, nuevas maneras de

    concebir la belleza.

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    As ocurre hoy. Las relaciones de produccin, los

    vnculos entre los hombres se hallan en conflicto insal-

    vable en el mundo capitalista, y tambin su teora de

    la existencia. El arte surgido del rgimen que muere

    refleja la crisis; pero a su lado la necesidad de un mun-

    do nuevo se levanta con fuerza, lo mismo en el terreno

    de las formas polticas de la vida colectiva que en el

    campo de las ideas. Por eso no resulta paradjico que

    junto al arte que tiene como tema la podredumbre

    de la vida social, surjan lo mismo en las letras que

    en las artes plsticas o en la msica, las tesis sobre la

    superacin de la existencia.

    La discusin que comenz en las primeras dcadas

    de este siglo, y que renace a cada momento, acerca

    del contenido y la forma del arte, no se puede resolver

    como un problema aislado del resto de la vida colec-

    tiva, porque si el arte est en crisis, es porque vive endesajuste la sociedad que lo ha engendrado. Y como

    un rgimen de la vida humana no desaparece volun-

    tariamente, sino que trata de prevalecer, el debate

    acerca de la crisis del arte no tiene solucin si no se

    examina a la luz del cambio histrico en que nos

    hallamos.Afirmar que el arte no es fruto de la realidad re

    elaborada por el pensamiento, es caer en la filosofa

    idealista, para la cual no existe una liga orgnica entre

    la conciencia y el mundo exterior. Los partidarios

    del arte abstracto son agentes de la doctrina que pos-

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    tula la independencia del pensamiento en el seno del

    mundo; del mismo modo que los que aceptan la reali-

    dad llena de contradicciones que se resuelven en nue-

    vas formas de la armona, se acogen a la concepcin

    materialista de la naturaleza en constante movimiento.

    La belleza es la floracin de la vida. Pero si el arte

    no recoge y expresa la riqueza de la realidad, jams

    podr producir obras de valor perenne. Por eso no hay

    arte desinteresado como deca Kant, o espontneo,

    como afirman los filsofos espiritualistas, sin conexin

    con las tendencias de una poca o con sus clases so-ciales. Slo la teora idealista puede afirmar que el

    contenido del arte se encuentra fuera del medio his-

    trico, en la experiencia general humana, en el naci-

    miento, en la muerte o en la vida sexual. El Partenn

    seguir siendo un templo grandioso que exalta la ar-

    mona del cosmos y no un movimiento en honor delcaos, porque los griegos as concibieron la naturale-

    za, y la Divina Comedia una gran pintura potica de la

    Edad Media en declinacin, del seno de la cual surgen

    las luces de una vida nueva. Pero nadie puede tomar

    como obras de arte las pinturas mgicas de los salvajes

    que tenan como objeto atraer a los animales para ca-zarlos, ni la pintura geomtrica de nuestra poca que

    nada expresa, como no sea la imaginacin que se ha

    apagado en algunos y su desesperacin porque ante

    ellos no se abre ninguna perspectiva.

    Todo es uno y lo mismo en la conciencia del hom-

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    bre: reflejo de la realidad y nueva creacin de la

    realidad. Por eso no hay forma mejor para anular al

    hombre que colocarlo al margen de la naturaleza, por-

    que entonces se extingue su propio vivir. Por el contra-

    rio, cuando se siente profundamente unido al universo

    y al mundo, su capacidad creadora aumenta y enton-

    ces, si su inclinacin lo lleva al arte, puede ser un

    productor de belleza, acrecentando la que existe.

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    XIII. HAMBRE Y AMOR

    De la idea que el hombre tenga de la mujer se

    infiere su concepto del amor y, recprocamente, de

    la opinin que la mujer posea del hombre depende la

    calidad del vnculo que a l la une. Entre los hombres

    primitivos y los pueblos brbaros la mujer naci paradar hijos al padre y, a travs de ste, a la comunidad:

    mujer estril, mujer inservible y despreciable. Si el va-

    rn hubiese podido prescindir de ella para lograr su

    objeto la multiplicacin de la especie lo habra

    hecho, aun renunciando al placer de la posesin f-

    sica. En esos estadios del desarrollo histrico el amorno poda existir: se limitaba a la satisfaccin de una

    necesidad biolgica, tanto en el macho como en la

    hembra, sin ms diferencia respecto de los animales

    que la del deseo constante y no episdico limitado a

    la poca de la brama. Despus la mujer fue signo de

    podero: entre ms mujeres y ms bellas tuviera unseor, mayor era su influencia social. Constituan una

    medida de fuerza poltica, como la tierra, el ganado

    y las armas. En la Edad Media no variaron substan-

    cialmente las relaciones amorosas. Las expresiones del

    afecto s; pero la calidad de los sentimientos, aun los

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    ms delicadamente decorados por la poesa, siguieron

    siendo los mismos: la mujer era propiedad, lujo, prue-

    ba de masculinidad y vanidad del hombre. Al surgir las

    naciones, la mujer ascendi en valor, pero en valor de

    cambio: por medio de matrimonio de conveniencia cre-

    ci la autoridad de algunos nobles y monarcas frente

    a sus abversarios. La coronacin de las mujeres de la

    aristocracia casi siempre ocultaba lo nico real de tales

    enlaces: la renuncia de la mujer a su anhelo de encon-

    trar al hombre ideal con el cual haba soado. Y en

    la era del capitalismo, todava servidora del hombre

    ante todo, la mujer entr al torrente del mercado al

    unirse a un individuo vendedor de su trabajo, convir-

    tindose en un ser doblemente dependiente del marido

    y de la sociedad en