Gospel Publ ishing House

HAZ TUYA LA VIDA QUE DIOS OFRECE

U N D E V O C I O N A L D E 3 0 D Í A S

K E R R Y C L A R E N S A U

Plenamentesuya

Copyright © Kerry Clarensau 2016

TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Publicado por Influence Resources1445 N. Boonville Ave.

Springfield, Missouri 65802

Título en inglés: Fully HisPublicado por Influence Resources

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A menos que se indique lo contrario, las citas de las Escrituras utilizadas en este libro son tomadas de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional®, NVI®, Propiedad literaria © 1999

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El texto bíblico identificado «RV-1960» fue tomado de la versión de la Reina-Valera © 1960, Sociedades Bíblicas en América Latina; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas

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Las citas de la Escritura que llevan la sigla RVC son extraídas de la versión Reina-Valera Contemporánea, © 2009, 2011 por Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizadas con permiso.

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El texto bíblico indicado con «NTV» ha sido tomado de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2008, 2009, 2010. Usado con permiso de Tyndale

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Las citas de la Escritura que llevan la sigla DHH son extraídas de la versión Dios Habla Hoy ®, Tercera edición © Sociedades Bíblicas Unidas, 1966, 1970, 1979, 1983, 1996.

Utilizada con permiso. Todos los derechos reservados.

ISBN: 978-1-60731-456-1

Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica

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Introduccion

Un domingo, nuestro pastor invitó a una niña de cuatro años a la pla-taforma. Subió con su padre, asida �rmemente de su mano. El pastor Scott se inclinó con una rodilla en el piso y entrevistó a la pequeña.

Le hizo todo tipo de preguntas. Por ejemplo, ¿Quién te preparó el desa-yuno esta mañana? ¿Qué hiciste ayer? ¿Dónde conseguiste ese vestido?¿Cómo llegaste a la iglesia esta mañana? Parecía que la respuesta a cada pregunta —acerca de dónde había conseguido algo o cómo realizó cierta tarea— incluía a mamá o a papá. Ella respondió con dulzura y, al responder a cada pregunta, miraba a su padre, buscando su aprobación. Su papá simple-mente asentía con la cabeza y sonreía, o la corregía con ternura.

Después de que el pastor habló con la niña, se dirigió directamente al padre. Éste dijo que amaba mucho a su hija y que se había comprometido a darle lo que necesitara y algunas cosas que ella quisiera. Dijo que, como padres, no había nada que no estuvieran dispuestos a sacri�car por ella, y que querían que se cumpliera el plan de Dios para la vida de su hija. Este era un padre bueno y bondadoso.

Cuando el padre y la hija bajaron de la plataforma, el pastor Scott desa�ó a la congregación con las palabras de Jesús en Mateo 18:3: «Si ustedes no cambian y se vuelven como niños…» (DHH). Después nos preguntó: «¿Reconocemos que cada cosa buena en la vida es un regalo de nuestro Padre celestial? ¿Están dispuestos a que Dios los suba al automó-vil, les ajuste el cinturón de seguridad y los lleve a donde Él quiere que

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vayan?». Y añadió: «Tienen un Padre muy pero muy bueno que los ama más de lo que este papá terrenal ama a su dulce hijita. Dios los ama tanto, y quiere que confíen en Él y dependan de Él más de lo que esta princesa de cuatro años confía y depende de sus padres».

La manera en que la niñita se aferraba a la mano de su padre y lo miraba de continuo, buscando su aprobación, despertó algo en lo profundo de mi corazón. ¿Estoy aferrándome a la mano de Dios? ¿Busco siempre su aprobación? La pregunta del pastor Scott —¿están dispuestos a que Dios los ponga en el automóvil, les ajuste el cinturón de seguridad y los lleve a donde Él quiere que vayan?— me desa�ó a profundizar en nuevos niveles de dependencia y a entregarme con�adamente a Dios.

En las Escrituras vemos destellos del corazón de Dios y de las cosas que Él quiere para sus hijos. Anhela que dependamos por completo de Él, así como un niño pequeño descansa en el cuidado de sus padres amo-rosos. No tenemos que encontrarle el sentido a todas las circunstancias ni vivir en nuestra propia sabiduría y fuerzas. Dios quiere que con�emos en Él con todo nuestro corazón y que experimentemos la vida plena que ha planeado para sus hijos. «Les aseguro que el que no reciba el reino de Dios como un niño, de ninguna manera entrará en él» (Marcos 10:15).

Este devocional de treinta días está diseñado para ayudarte a com-prender algunas de las muchas promesas que Dios ofrece a aquellos que confían en Él y a entender cómo nosotras, como sus hijas, podemos reci-bir esos regalos. En los días impares, hablaremos de algunas de las cosas que Dios provee. Y en los días pares que siguen, consideraremos cómo podemos aceptar y poner en práctica lo que Él provee. Este devocional y diario incluye algunos pasajes selectos de las Escrituras, y espero que dediques el tiempo para leerlas cada día. La Palabra de Dios es poderosa y nos guía a toda verdad. El devocional también incluye un espacio para que escribas cada día, ya sea para meditar en la provisión de Dios o para expresar tu anhelo de recibir con los brazos abiertos lo que Él te ofrece.

Nuestro Padre celestial provee todo lo que necesitamos para una vida abundante. Pero debemos reconocer estos regalos, acercarnos acti-

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vamente hacia Él y aceptar con entusiasmo las buenas cosas que están disponibles para nosotras a través de Cristo. Ésta es mi oración por ti: que busques una relación dependiente de Padre e hija y que experimen-tes las riquezas de ser plenamente suya.

Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia. Por medio de ellas nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, puesto que han huido de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos.

Por eso, ustedes deben esforzarse por añadir virtud a su fe, conocimiento a su virtud, dominio propio al conocimiento; paciencia al dominio propio, piedad a la paciencia, afecto frater-nal a la piedad, y amor al afecto fraternal. Si todo esto abunda en ustedes, serán muy útiles y productivos en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Quien no tiene todo esto es corto de vista, o ciego, y ha olvidado que sus antiguos pecados fueron limpiados.

Por eso, hermanos, procuren fortalecer su llamado y elec-ción. Si hacen esto, jamás caerán. De esta manera se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 1:3-11, RVC).

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D Í A U N O

_ L A P R O V I S I Ó N D E D I O S _

Dios te creoy te conoce

Mientras estoy aquí, sentada frente a mi escritorio, escribiendo este devocional, nuestra familia espera la llegada de nuestra nieta. Según los médicos, ella tendría que haber nacido hace dos días,

así que mi teléfono está al lado de mi teclado. Podría sonar en cualquier momento. Y cuando eso suceda, el trabajo creativo tendrá que esperar porque mi nuera y mi hijo me pidieron que esté con ellos durante el parto y el alumbramiento. Nada me impedirá estar ahí. ¡No veo la hora de conocer a esta beba!

La pequeñita Winnie Frances tiene una familia que la ama mucho. Desde que oímos que estaba en camino, hemos pensado en ella todos los días. Sus abuelos y bisabuelos no ven la hora de abrazarla, sus tías y tíos están ansiosos por ver a quién se parece y sus primitos no ven la hora de besar su dulce cabecita. Estamos preparados para darle una cálida bienvenida a nuestra familia.

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Recuerdo con nitidez el primer encuentro con nuestros hijos, los con-templé por horas. Memoricé cada detalle de sus diminutas facciones. Esos momentos quedaron atesorados en lo más profundo de mi corazón. Fue tan divertido ver cómo surgía la personalidad de cada uno. Mi esposo y yo nos propusimos conocer a nuestros hijos y nietos. Y siempre hemos que-rido que ellos nos conozcan, porque nos pertenecemos los unos a los otros.

Ningún hijo es un «error» o una simple obra azarosa de la naturaleza. Eso te incluye a ti y a mí. Dios nos formó de manera deliberada y nos puso en este momento de la historia por una razón. Piensa en estas verda-des por un momento: Dios eligió darnos vida, nos conoce por completo y tiene presente cada detalle de nuestra existencia.

El Salmo 139 ofrece una hermosa descripción de cómo Dios nos conoce de manera íntima mediante frases tales como …sabes todo acerca de mí… Sabes todo lo que hago… Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre (Salmo 139:1, 3, 13, NTV). Dios te conoce de manera íntima, más de lo que cualquier per-sona jamás te conocerá.

Dios no sólo te conoce, sino que quiere tener una relación continua y cada vez más cercana contigo. La Biblia describe cómo Él nos busca de modo incesante. Tal vez no fuiste valorada de niña. Tal vez no tuviste una familia terrenal que te acogiera de la manera en que nuestra familia está recibiendo a la bebita Winnie. Pero Dios te conoce y anhela una relación contigo. Tal vez te guió a personas que te hablaron acerca de Él, o tal vez te guió a este devocional por esa misma razón.

- LEE - G É N E S I S 1 : 2 6 – 2 7 ; J U A N 1 0 : 1 4 ; S A L M O 1 3 9

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L A P R O V I S I Ó N

Dios quiere que sepas que fuiste creada a su imagen, y Él anhela disfru-tar de una relación enriquecedora contigo. Permite que estas verdades se asienten en lo profundo de tu corazón: Dios sabe todo acerca de ti, incluso los acontecimientos de tu vida que quizá no recuerdes. Él conoce lo que te gusta y lo que no te gusta, tus fortalezas y debilidades. Él com-prende tus preocupaciones y lo que sientes en este mismo momento.

Describe tus pensamientos y emociones cuando piensas en que Dios te conoce plenamente.

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Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan

maravillosamente complejo! Tu �no trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se

entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento

fue diseñado antes de que un solo día pasara.

S A L M O 1 3 9 : 1 3 – 1 6 , N T V

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D Í A D O S

_ H A Z L O T U Y O _

Derrama tu corazon ante Dios

El pecado es parte de la condición humana y hay algo en él que nos impulsa a escondernos de nuestro Creador. Sabemos instintivamente que Él es santo y que el pecado nos hace indignas de su presencia.

Adán y Eva lo experimentaron de inmediato después de que desobede-cieron la instrucción de Dios. Trataron de esconderse de su presencia y se ocultaron de su vista (Génesis 3).

Pero este Dios lleno de gracia que nos creó entiende que somos débiles y que tenemos esa tendencia a pecar. Él quiere que seamos diá-fanas en su presencia. No tiene sentido que escondamos algo de Dios, dado que Él lo sabe todo. De hecho, sabe mucho más acerca de nosotras que nosotras mismas. Cuando los acontecimientos nos desaniman y nos a�igen, Él lo entiende.

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Él no sólo recuerda esos acontecimientos, sino que también conoce tu personalidad, tus gustos, tus experiencias, tus fracasos, tus desilusio-nes, tus triunfos y tu dolor. Y Él quiere que le hables acerca de todo eso. Quiere que seas transparente con Él, o sea, que le abras el corazón. Tal vez te resulte extraño contarle lo que Él ya sabe, pero la relevancia no está en decirle a Dios algo nuevo. Más bien, el desafío es darte a conocer a tu Creador, ser trasparente, vulnerable y abierta con Él.

Nuestra parte de la relación con Dios comienza (y crece) recién cuando somos sinceras a la luz de su presencia. Algo sobrenatural sucede cada vez que nuestro ser auténtico se encuentra con el Creador in�ni-tamente sabio, omnisciente y amoroso. Comenzamos a ver nuestra vida desde una perspectiva completamente diferente. Nos encontramos cara a cara con su gracia y misericordia de una manera profunda y transforma-dora. Su luz nos revela su promesa de redención y plenitud. Y, en última instancia, esos encuentros nos llevan a una vida más plena de lo que antes pudimos imaginar.

Amiga, fuiste creada para esta relación con Dios. No te pierdas la intimidad que Él desea tener contigo porque no estás dispuesta a ser vulnerable en su presencia. (Recuerda que no importa hace cuánto lo conoces, una relación íntima requiere de una transparencia continua.)

- LEE - S A L M O 6 2 : 8 ; 3 4 : 1 7 – 1 8

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T U R E S P U E S TA

¿Hay alguna situación en tu vida de la cual necesitas hablar con Dios? Quizá sientes que tienes que lidiar sola con esa circunstancia. O tal vez piensas que no es un asunto tan importante y, por eso, simplemente lo has sepultado en tu corazón. ¿Hay algún pecado que hace que te escondas de Él o alguna desilusión que te avergüenza? Recuerda que, aunque Él sabe todas estas cosas, quiere que tú misma se las con�eses. Él se acerca cuando somos completamente abiertas y sinceras.

Dedica unos minutos a abrir tu corazón en su presencia, porque Dios quiere que seas plenamente suya.

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Confía siempre en él, pueblo mío; ábrele tu corazón cuando estés ante él. ¡Dios es nuestro refugio!

S A L M O 6 2 : 8

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Acerca de la autora

Kerry Clarensau es oradora, mentora, autora y una inspiradora líder para las mujeres. Junto con su marido, Mike, fueron pastores de una iglesia con amplia diversidad cultural en Wichita, Kansas, antes de

que Kerry asumiera la posición de directora del Departamento Nacional de los Ministerios a las Mujeres de las Asambleas de Dios. En la actua-lidad, sirve como directora del Ministerio a las Mujeres del distrito del Norte de Texas de las Asambleas de Dios.

A Kerry le apasiona ayudar a las mujeres a aplicar la palabra de Dios a su vida de maneras prácticas. Ella es la autora de Selah, Una vida her-mosa, ¡Redimida!, El amor revelado, Desafío: El amor revelado y Secretos.

Kerry y Mike viven en la zona de Dallas, Texas. Tienen dos hijos, dos hermosas nueras y tres preciosas nietas.

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