sobre sociabilidad en simmel y la tecnología

12
 Las nuevas modalidades de sociabilidad en la red. Georg Simmel y el universo tecnológico Palabras clave ciberespacio comunicación comunidades virtuales identidad vida cotidiana Ponente/s Resumen La comunicación pretende comprender el auge adquirido recientemente por distintos grupos informales en la red. Para ello, utiliza fundamentalmente el marco teórico propuesto a partir de ciertos desarrollos de la sociología simmeliana. Por una parte, muestra cómo las sociedades modernas han sufrido un proceso de erosión de los espacios tradicionalmente asignados para un tipo de socialización desligada de intereses o fines utilitarios. Por otra  parte, revela la idiosincrasia de la sociabilidad como forma específica de socialización. Finalmente, concluye proponiendo que la comprensión de las nuevas fórmulas de identidad en la red exige reconocer el modo en cómo la sociabilidad utiliza y se despliega en un soporte tecnológico. Contenido de la comunicación Introducción Las nuevas redes informáticas han facilitado recientemente la emergencia de unas nuevas formas de vinculación entre individuos, favorecedoras éstas de la gestación de grupos informales y, a la postre, de un abanico variopinto de

Upload: comuniloco

Post on 02-Nov-2015

8 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

sociabilidad

TRANSCRIPT

Las nuevas modalidades de sociabilidad en la red. Georg Simmel y el universo tecnolgicoPalabras clave

ciberespacio comunicacin comunidades virtuales identidad vida cotidianaPonente/s

ResumenLa comunicacin pretende comprender el auge adquirido recientemente por distintos grupos informales en la red. Para ello, utiliza fundamentalmente el marco terico propuesto a partir de ciertos desarrollos de la sociologa simmeliana. Por una parte, muestra cmo las sociedades modernas han sufrido un proceso de erosin de los espacios tradicionalmente asignados para un tipo de socializacin desligada de intereses o fines utilitarios. Por otra parte, revela la idiosincrasia de la sociabilidad como forma especfica de socializacin. Finalmente, concluye proponiendo que la comprensin de las nuevas frmulas de identidad en la red exige reconocer el modo en cmo la sociabilidad utiliza y se despliega en un soporte tecnolgico.Contenido de la comunicacinIntroduccinLas nuevas redes informticas han facilitado recientemente la emergencia de unas nuevas formas de vinculacin entre individuos, favorecedoras stas de la gestacin de grupos informales y, a la postre, de un abanico variopinto de identidades virtuales. El desarrollo de esta comunicacin pretende dar cuenta de las claves explicativas del auge de estas novedosas expresiones identitarias que utilizan como receptculo el universo de las nuevas tecnologas. Nuestra propuesta incide en que la comprensin de stas exige, como tarea fundamental, la clarificacin de la naturaleza socio-antropolgica de la socializacin y cmo sta ha podido llegar a adoptar perfiles distintos en funcin de los escenarios en donde se ha desenvuelto. Las nuevas identidades fraguadas en la red, pues, tendran su origen en una peculiar socializacin grupal, o incluso diramos comunitaria, adems de desterritorializada, transversal y libre que estara aflorando en el espectro del Ciberespacio (Lvy, 2007: 103). En este sentido, ciertas formulaciones simmelianas constituyen, a nuestro juicio, un excelente marco sociolgico explicativo de la dinmica anterior. Nuestro objetivo no es tanto auscultar el surgimiento, en general, de grupos denominados como formales, institucionales o bien profesionales en la red, sino, ms bien, circunscribir nuestro foco de atencin analtico en el especfico dominio en donde las identidades son claramente mayoritarias, en donde stas adquieren un mayor vigor en la red, a saber: los Clubs de amigos, los Clubs de fans, los Chats o las comunidades virtuales seguidoras y aglutinadas en torno a emblemticas figuras del deporte o de la cancin; en suma, en la dimensin ms informal de la vida societal. Y en estos escenarios informales, en los que se concretiza una singular expresin socializadora, urge interrogarse, quiz ms que en ningn otro escenario social, en torno a lo siguiente: Qu es aquello que predispone a la unin (llmesele afinidad emotiva, sentimental o pasional) o bien al rechazo con otros?. O en otros trminos, es en estos espacios informales en donde sobremanera cabe preguntarse, sociolgicamente, acerca de la misteriosa esencia propiciadora de la atraccin/repulsin social (Tacussel, 1984).Para ello, se requiere profundizar en las diferentes modalidades, propiamente culturales, a travs de las cuales se han podido fraguar unas institucionalizadas expresiones de interaccin social (una socializacin). Es bien sabido que los individuos interaccionan al conformar relaciones de reciprocidad entre ellos, pero estas relaciones estarn inevitablemente mediadas y teidas por la caracterizacin del vnculo relacional en ellas preestablecido (que no se correspondera con el consensualmente acordado). Lo importante no es tanto, entonces, la singularidad de los individuos integrantes de la interaccin, sino la singularidad del modelo de lazo cultural que predispondr y configurar sus interacciones. La socializacin, como invariante estructura antropolgica en lo que implica de reconocimiento en y por el Otro (Castro Nogueira, 2008: 284-295), adquiere fisiognomas diversas en funcin de los contextos culturales en donde sta se materialice. Urge, pues, primeramente, elaborar una diseccin sociolgica que permita radiografiar los distintos contextos culturales de interaccin promovidos en las sociedades modernas, para luego analizar cmo stos han incidido directamente en la estructuracin de traducciones de esta socializacin tambin distintas.I. El vnculo contractual moderno: Implicaciones en el mbito de la socializacinLas sociedades modernas, segn el bien conocido dictamen clsico de E. Durkheim (1993: 86-282), no necesitan estar respaldadas por una conciencia colectiva, por un ideal social, garante de su integridad y de su funcionamiento armnico como sociedad. Bastara con el hecho de que se mantenga inclume una equilibrada interdependencia y complementariedad, de carcter estrictamente funcional y sistmico, entre las diferentes instancias y sectores (econmicos, polticos, jurdicos) que componen, en su conjunto, el cuerpo colectivo. El lazo de interaccin entre los co-participantes de una sociedad, a diferencia de los modelos de sociedad precedentes, no descansa, entonces, en una comunidad de sentimientos conjuntos, sino, en exclusividad, en las relaciones de carcter ahora contractual institucionalizadas entre sus miembros. La relacin entre stos ser, pues, una relacin mediatizada por lo contractual. Por una parte, la sociedad moderna socava la posibilidad de existencia de un fin colectivo representado por un ideal social en donde todos los individuos se pudiesen reconocer- que trascenda a las distintas voluntades expresadas a travs de los mltiples intereses particulares. Por otra parte, asimismo, propicia la gestacin de una nocin de individuo entendido ste con una entidad autosuficiente y desgajada de lo colectivo. El resultado de lo anterior ser el abono para el surgimiento de una nueva y unidimensional forma de socializacin en donde la interaccin entre la totalidad de integrantes de una sociedad va a estar marcada por una apririco conflicto u oposicin de intereses. Desmantelada toda instancia tradicionalmente encargada de regular, de hacer converger y de subordinar la multiplicidad de intereses particulares en torno a un inters comn - representado ste por unos patrones morales de orientacin conjunta-, la nica posible socializacin entre individuos ser aquella en donde stos intenten hacer valer sus intereses y sus derechos sobre los intereses y los derechos de otros individuos. La sociedad moderna reposa, en trminos estructurales, sobre un potencial antagonismo entre la diversidad de individuos o sectores que la integran, slo subsanable por medio de la creciente generalizacin de una relacin jurdica encargada tanto de salvaguardar los intereses individuales de partida como de atenuar o sublimar una posible colisin entre stos.Por utilizar la terminologa aportada, a partir de una reelaboracin del estructural-funcionalismo clsico, por la Teora de sistemas de N. Luhmann (1998: 71-98), diramos que, en las sociedades derivadas de la modernidad, toda relacin social pasa o debiera pasar necesariamente, supeditndose a ello, por las distintas lgicas que rigen el funcionamiento de unos independizados, aunque interdependientes, subsistemas sociales. Para algunos (los que ven este proceso bajo un prisma evidentemente crtico y, por ende, bajo la tentativa de una ansiada resolucin), esto no habra ocasionado ms que una insana colonizacin de estos subsistemas sociales sobre el mundo de la vida, es decir, sobre los plexos de socializacin responsables de la armazn del tejido normativo de una sociedad (Habermas, 1992: 402 y ss.). De cualquier modo, el presuntamente irreparable destino de las sociedades modernas (que sera inseparable, al decir de N. Luhmann, del mismo nfasis autopoitico en el que estara en juego nada menos que la supervivencia de la propia sociedad) se habra encaminado en la direccin hacia una creciente diferenciacin funcional encargada de afrontar el aumento de la complejidad estructural al que estas sociedades se ven expuestas. De manera que, en esta textura socio-cultural, la accin social entre individuos no sera otra cosa, en realidad, que una elaboracin ad hoc, encontrndose atrapada y subordinada a las directrices -contradictorias por veces- de las lgicas contextuales, no siempre complementarias, imperantes en cada subsistema. A su modo, el nostlgico diagnstico de F. Tnnies (1979: 277 y ss.) de las sociedades modernas, incidiendo en la acrecentada extensin de un tipo de relacin social marcada por la asociacin (por el inters o la finalidad utilitaria) en detrimento de aquella favorecedora de un arraigo a los vnculos de naturaleza comunitaria (los relativos al afecto y al sentimiento), aparentemente ms aferrados stos ltimos en el acerbo simblico-cultural de las sociedades tradicionales, estara revelando las claves del horizonte hacia al cual se dirigiran las sociedades nacidas de la modernidad. Toda relacin social institucional o formal en la modernidad, aquella guiada por un inters o finalidad, se deber desenvolver en el marco contextual diseado por estos subsistemas y difcilmente podr salirse de ellos. As, la relacin social institucionalizada entre individuos (ya separados y en un potencial conflicto de intereses) que se mueven en el seno del subsistema econmico ser aquella pre-condicionada por una lgica, la del dinero, reguladora sta de la distribucin y el acceso a los recursos materiales (y simblicos) de una sociedad, y, en definitiva, de los modos de subsistencia y de acumulacin de bienes a travs del trabajo. La relacin social entre individuos que se mueven en el seno del subsistema poltico estara pre-condicionada por la facultad por parte de algunos de ellos por someter (o ser sometido) a otros, por los dictados de una relacin de poder (mandato/obediencia). De igual modo, la relacin social entre individuos en el marco de una garanta jurdica veladora de sus derechos como ciudadanos vendra dada desde el subsistema legal. Otra circunstancia anloga ocurrira con el tipo de relacin social entre individuos insertos en los subsistemas familiar o educativo.El acrecentado protagonismo adquirido posteriormente por estos subsistemas en la sociedad moderna avanzada habra incidido, asimismo, en una paulatina erosin de los espacios comunitarios en donde se haba podido desarrollar hasta entonces una socializacin ajena a los imperativos de la relacin social pre-condicionada por la lgica de las instituciones, provocando un secuestro de la experiencia interpersonal y una transferencia en la resolucin del vaco socializador por ello desencadenado al mbito de los sistemas abstractos e impersonales (Giddens, 1997: 185-226). El avance de la lgica racional, utilitaria y funcional diseada por la modernidad, que se manifestar no slo en el campo administrativo o en el econmico sino, tambin, y con una especial gravedad, a nivel urbanstico con la generacin de un espacio homogneo y abstracto (Lefebvre, 1976: 23-42) o con la proliferacin de los no lugares (Aug, 1995: 81-118), alindose tanto con el individualismo (el individuo concebido como mnada distanciada de lo colectivo y en un antagonismo potencial con respecto a otros) como con el refortalecido fantasma de la inseguridad ciudadana, ha conseguido invadir, as, la prctica totalidad de los espacios/tiempos cotidianos favorecedores de la interaccin social. Esta consiguiente desintegracin de los lazos comunicativos, tan acentuada en las sociedades tardomodernas, ha ocasionado una verdadera fragmentacin espacio-temporal generadora de grandes tensiones en la vida cotidiana (Juan, 2000: 123-133), dando lugar, asimismo, a un generalizado sentimiento de encontrarse destinado a una suerte de deriva personal (Sennet, 2000: 13-31). Por fortuna, en ninguna sociedad, habida y por haber, la textura magmtica que conforma la polisemia definitoria de la vida social se ha conseguido constreir por completo a la lgica de los subsistemas enunciados por la Teora de sistemas, sobreviviendo en ellas un reservorio de localizaciones impermeables a esta lgica y en donde se anclara un depsito cultural ligado, en ltima instancia, a la creacin y a la invencin cotidiana. La sociedad vivida (la autntica vida en sociedad) nunca se ha identificado plenamente con la vida polticamente administrada. De este modo, en todo modelo social ha existido un territorio de creatividades cotidianas, lo que M. De Certeau (1990: Xxxv-68) ha denominado arts de faire, en donde se han llegado a entretejer prcticas socializadoras, multiplicidad de puntos de contacto en los que se entrecruzaban lealtades de forma compleja (Sennet, 2001: 99-104); vacunados y resistentes stos frente (o sorteando) a las imposiciones de la lgicas institucionales (estratgicas en la terminologa utilizada por M. De Certeau). Aqu, en este espectro cultural, tendran cabida una constelacin de espacios/tiempos deslindados de la esfera del trabajo o incluidos en la propia actividad gremial, en las tradicionales interacciones informales en el vecindario, en bares o en cafeteras de reunin con una fuerte presencia comunitaria, en los grupos informales originados en agrupaciones parroquiales, gastronmicas o deportivas, catalizadoras todas ellas de actividades ldicas y recreativas. Pues bien, todo ello se habra visto notablemente afectado, en su conjunto, por la lgica relacional y contractual desplegada por la modernidad avanzada (o posmodernidad, como se quiera); vindose, en suma, hondamente daadas las urdimbres estructurales primarias en donde haba llegado a arraigar una autntica socializacin liberada de un mvil basado exclusivamente o prioritariamente sobre un inters o un propsito predeterminado. Al mismo tiempo, y como corolario de lo anterior, se habra abortado la posibilidad de emergencia de un abanico de microidentidades revalorizadoras de una dimensin comunitaria, en el sentido que propiamente M. Weber (1993: 33) le otorgaba a este trmino: aquella apoyada sobre fundamentos afectivos y emotivos que trascienden la persecucin de un fin concreto; y originadas stas como fruto de la cristalizacin de los tradicionales vnculos informales de socializacin. Como luego veremos con ms detalle, esta dinmica social ha facilitado una emigracin de esta socializacin informal hacia dominios (espacio/temporales) ahora virtuales y, por el momento, todava inmunes a la lgica relacional regidora de un actuar interindividual inserto y sujeto a las directrices centrales marcadas por las instituciones derivadas de la modernidad. En este contexto, el soporte proporcionado por las recientes tecnologas informticas, como receptculo inmaterial en donde esta sociabilidad informal podra llegar a fraguar y a desplegarse, pasar a jugar un papel especialmente descollante; compensando y supliendo los dficits estructurales que, en este orden, fueran generados por la racionalidad auspiciada a raz de la implantacin de la cultura moderna.II. Aproximacin a la nocin de sociabilidad en G. SimmelEl concepto de sociabilidad, elaborado por G. Simmel, es el que, a nuestro juicio, mejor permite comprender la idiosincrasia de las formas de relacin social operantes al margen de los cnones establecidos desde los subsistemas funcionales anteriormente indicados. Para Simmel (1999: 39-62), la socializacin sera una interaccin recproca entre individuos, orientada sta por unos determinados impulsos o fines y cuyo resultado final ser la forja de un singular sentimiento de unin entre ellos; no en vano, como insistir nuestro autor, en la prctica totalidad de las lenguas europeas sociedad significa, sin ms, el sociable estar juntos. La socializacin, para l, tendra dos dimensiones perfectamente ensambladas: lo que llamar el contenido o materia de la socializacin y la forma. El contenido se correspondera con las distintas concreciones en donde se realiza la socializacin, con las peculiares maneras de ser sta (trabajo, juego, erotismo, solidaridad..). La forma, por su parte, sera la propia esencia socializadora, que ser la que luego adoptar incontables expresiones particulares. Ahora bien, el desarrollo de la civilizacin, segn Simmel, posibilitar que ciertas energas humanas sobrantes, como resultado del cumplimiento de los fines prcticos de la vida, se eleven de su subordinacin a stos, quedando libremente flotantes y en una predisposicin para convertirse en una recreacin de s mismas, sin otra motivacin o finalidad que la de un juego liberado de todo servicio a cualquier coercin de ndole prctica. En el plano ya ms especfico de la socializacin, una vez que aquellas formas de relacin social orientadas a dar cuenta de los fines prcticos y materiales de la vida logran satisfacerlos, puede dar lugar a la irrupcin de una dimensin socializadora ahora liberada de toda coaccin impuesta por tales fines y cuyo nico mvil ser, entonces, el atractivo desprendido por la experimentacin de esta liberacin. Por tanto, los individuos que en ella participan lo haran desgajados de la sujecin de su identidad personal a los dictados de los marcos institucionales en donde aquellos se encontraran involucrados y sometidos, pudindose, as, mostrar tal como realmente son. A este singular tipo de socializacin, Simmel la llamar sociabilidad, o tambin, sintomticamente, forma pura de la socializacin; forma pura en el sentido, a tenor de lo anterior, de forma ldica de la socializacin. La relacin social en ella establecida, deslindada de todo inters teleolgico, (por ejemplo la que se da en la conversacin despojada de finalidades) se limita y se agota en la intensidad de la satisfaccin de aquellos que la sostienen, revelndose, sin reservas, lo ms subjetivo de los que en ella coparticipan. De ah que Simmel afirme:Puesto que la sociabilidad en su configuracin pura no tiene una finalidad material, no tiene contenido ni resultado que estuviera, por as decir, fuera del momento sociable como tal, se apoya por completo en las personalidades; no se persigue nada ms que el estar satisfecho de este momento como mucho an de su resonancia posterior-, y as, el suceso, tanto en sus condiciones como en su resultado, queda limitado exclusivamente a los que lo sostienen personalmente (Simmel, 2002: 84).Y a continuacin, reclamar la calificacin de democrtica para la sociabilidad, apostillando:La sociabilidad, si se quiere, crea un mundo sociolgico ideal: porque en ella como lo expresan estos principios- la alegra del individuo depende plenamente de que tambin los otros estn alegres, y en principio nadie puede encontrar su satisfaccin a costa de sentimientos totalmente opuestos al otro; como tambin ocurre en muchas otras formas de organizacin de la vida, aunque por imperativos ticos superiores y no por su principio inmediato propio e interior (Simmel, 2002: 88).Pero, para lo que nos concierne, lo ms sugerente del formismo simmeliano es cuando nuestro autor recalque que, en realidad, el mundo de la sociabilidad es un mundo absolutamente artificial, en el sentido de construido de seres que desean crear exclusivamente esta pura interaccin entre ellos que no est desequilibrada por ningn acento material (Simmel, 2002: 88). No conviene hacer aqu una lectura del trmino artificial bajo unas estrechas connotaciones peyorativas; por el contrario, este mundo artificial sera aqul propio del reencuentro y afirmacin de la autntica singularidad -de lo que el individuo realmente es ms all de las distintas prerrogativas sociales a las que debe dar cuenta-, doblegada por los imperativos que la cultura moderna impone sobre l. De ah que, en tiempos pasados, el comportamiento en situaciones de sociabilidad se hubiese regulado de una manera ms rgida de lo que se hace en las sociedades contemporneas. La constante tensin entre desingularizacin (producida por las formas institucionalizadas (fosilizadas) de la vida social) y re-singularizacin (demandada, como contraefecto, por un individuo deseoso de afirmar su yo) ser, para Simmel, el rasgo ms definitorio, aunque tambin irresoluble, de la sociedad moderna. En funcin de lo anterior, cabe comprender que la artificiosidad, la irrealidad, mencionada no sea otra cosa que el caldo de cultivo que dispondr el abono para el florecimiento de la autntica individualidad e interioridad. De hecho, para ser ms precisos, el florecimiento de esta oculta interioridad slo podra darse, curiosamente, a travs de una interaccin sociabilizadora con los otros. En ltima instancia, este carcter de artificiosidad de la sociabilidad radicara en que:Debido a su idea fundamental se refiere a la sociabilidad-, debe crear la ilusin de unos seres que se despojan de tantas partes de sus contenidos materiales y que se modifican tanto en su significado exterior e interior que resultan iguales como seres sociables, pero de tal manera que cada uno slo puede obtener para s los valores de la sociabilidad con la condicin de que los otros, en interaccin con l, los obtienen igualmente. Es el juego en el que se hace como si todos fueran iguales y al mismo tiempo como si se hiciera honor a cada uno en particular. Esto no es mentira en la misma medida en que tampoco son mentira el juego o el arte con todas sus desviaciones de la realidad. La sociabilidad slo se convierte en mentira en el momento en el que el actuar y el hablar entran en los propsitos y los acontecimientos de la realidad prctica; del mismo modo en que el cuadro se convierte en mentira cuando pretende simular la realidad a modo de un panorama (Simmel, 2002: 90).Asimismo, la sociabilidad ser, para Simmel, el fundamento ltimo sobre que descansar una, diramos, tica de grupo. La socializacin es, en s misma, lo que proporciona el estmulo de fondo para que los individuos se atraigan (o se repelan), se vinculen, se unan y se junten, conformndose y escindindose, de este modo, la entidad de diversos grupos. La sociabilidad, en lo que concierne a su propia especificidad socializadora, establecer una libertad de vinculacin slo amparada sobre la liviandad y el distanciamiento de la realidad generada por el juego, dando lugar a una particular modalidad de tica que, en ltima instancia, reposara sobre una dimensin que podramos llamar esttica. As, el pensamiento de Simmel abrir una verdadera veta sociolgica, al poner de relieve que el vitalismo de la sociabilidad en lo que sta tiene de forma libremente flotante- es lo que permitira sentar las bases para la consolidacin de una peculiar forma de ser con y para los otros, para, en suma, la configuracin de vnculos identitarios de naturaleza propiamente informal en donde, por tanto, no son aceptados ni debieran arraigar fines ajenos a la sociabilidad en s misma-. Unos vnculos identitarios, dir Simmel, de carcter vacuo y suspendido en el aire, anclados sobre la dimensin menos seria y ms superficial de la existencia social, dado que ser en ese preciso atractivo engendrado en y por la superficialidad, en esa aparente banalidad, en donde pueda llegar a expresarse y a cuajar socialmente, de modo exclusivo, lo que los hombres realmente son y lo que stos desean. Por eso, dir Simmel a partir de ello comprendemos el efecto liberador y de felicidad de algunos de estos reinos construidos de las meras formas de la existencia; porque en ellos estamos libres de la vida y, sin embargo, la tenemos (Simmel, 2002: 100).III. La sociabilidad en un soporte tecnolgicoQu podra aportar el pensamiento simmeliano en torno a la sociabilidad en una sociedad que se autodefine como sociedad de la informacin y que se encuentra presidida por el desenfrenado auge cobrado por las nuevas tecnologas?. Sera conciliable, e incluso iluminadora, la propuesta sociolgica de Simmel con este nuevo universo cultural?. En qu medida y cmo?. A nuestro juicio, dicha propuesta resulta decisiva para desentraar las claves interpretativas del vitalismo adquirido por buena parte de las nuevas formas de comunicacin identitaria nacidas en el Ciberespacio. Para ello, es preciso subrayar primeramente un hecho sociolgico capital ya anteriormente desgranado: el paulatino desanclaje y consiguiente vaciado espacio-temporal (Giddens, 1994: 28-38) de los territorios de sociabilidad con respecto a sus contextos locales de interaccin que fuera inaugurado por la dinmica social caracterstica de la modernidad. Este proceso, mucho ms intensificado todava en las postreras fases de desarrollo de esta modernidad, lo que realmente habra ocasionado es que la sociabilidad se hubiese reubicado en el dominio de lo virtual engendrado por las nuevas tecnologas, tratando de ser rescatadas y saciadas las demandas sociabilizadoras, el impulso antropolgico a estar juntos sobre el que tanto insiste M. Maffesoli, ahora en este novedoso decorado tecnolgico (Maffesoli, 1998: 9-20). Si primeramente, tal como haba ya mostrado E. Morin (1981), fue el surgimiento del universo mass-meditico el campo espectral en el que se lograron condensar, compensar y vectorializar, a travs de mecanismos psico-antropolgicos de identificacin y de proyeccin, ciertos anhelos y deseos ubicados en la trastienda de la sociedad institucionalizada, el universo del Ciberespacio desempear, en una fase cultural consiguiente, un papel similar, pero con unas especiales implicaciones en el orden de lo comunicativo. El Ciberespacio, en suma, pasando a ser contemplado ahora como lugar de reencuentro con una reminiscente sociabilidad que podra permitirse el lujo de prescindir de las relaciones face to face, pudiendo desarrollarse en un dominio especficamente inmaterial. Las mltiples y multitudinarias redes de interaccin informal que, de un modo desorbitado, han proliferado en el Ciberespacio durante los ltimos aos, pero tambin en otros mbitos tecnolgicos emergentes y limtrofes como es el caso de la mensajera mvil, estaran revelando la autntica efervescencia de una sociabilidad al modo en cmo sta ha sido motivo de un minucioso anlisis sociolgico por la microlgica mirada de G. Simmel. La efervescencia reciente del magnetismo suscitado por las novedosas redes informales de contactos, de Clubs de amigos, de Clubs de fans, de Chats o de comunidades virtuales no estara expresando ms que la irrupcin de una incipiente urdimbre de sociabilidad que utilizar los canales propios del mundo virtual o que adquirir un rostro virtual, por retomar al propio Simmel, como detonante de la misma artificialidad que le es caracterstica. A diferencia de las interacciones no recprocas a distancia constitutivas de gran parte de la cultura meditica (Thompson, 1998: 269-301), las interacciones anteriores poseern una reciprocidad estimuladora de una intimidad a distancia cuyo beneficio fundamental para los individuos ser la apertura a la exploracin de nuevas realidades interpersonales sin el coste que pueda acarrear una implicacin o compromiso con ellas. La absoluta independencia mediante la cual el individuo se adhiere a estos grupos de la red facilita una liberacin en aquellos de la presin a la que, en otro contexto, pueden verse sometidos en funcin del juicio de los otros, posibilitando una tolerancia grupal, por una parte, inimaginable en otras adhesiones a grupos y, por otra parte, sostenedora de la fuerza de atraccin suscitada por el propio grupo (Hugon, 2000: 57-61). Por tanto, la naturaleza vinculante (sociabilizadora) entre los/las a estos grupos asociados/as no tendr, en modo alguno, que ver con un clculo, una finalidad utilitaria, o un inters o propsito propiamente prctico. Y en esto radicar precisamente, y en exclusividad, el magnetismo del peculiar lazo que los sostiene.Asimismo, los vnculos socializadores (y fundamentalmente sociabilizadores) en este universo estrechados darn lugar a la estructuracin de unas cristalizadas frmulas microidentitarias cuyo nico mvil vinculante es la dimensin relativa al juego, a lo ldico; reflejado ste en mltiples apetencias de tipo sexual deportivo, musical o de cualquier otra ndole en donde se revele lo menos serio, lo ms aparentemente superficial y liviano de la vida social. La argamasa representacional de unin entre sus afiliados se basar, pues, sobre una coparticipacin conjunta en gustos, en afinidades o incluso, reapropindonos del lenguaje de P. Bourdieu, en un determinado habitus. De ah que, como bien ha puesto de manifiesto M. Maffesoli (1990: 245-288), la lgica de la identificacin bajo la que se constituyen las identidades sociales actuales acte en el orden de lo aparente y de lo tildado como supuestamente superfluo de la existencia societal. En consonancia con lo anterior, estas conformadas frmulas identitarias se caracterizarn por una consistencia extremadamente pobre y fluida; no teniendo ms solidez que la del simple impulso originario que mueve a la sociabilidad y que, al mismo tiempo, se agotar en la misma intensidad de ste. Su fisiognoma ser, pues, sumamente dbil, verstil, voluble, pudiendo los individuos a ellas adheridos transitar a travs de un sinfn de vnculos identitarios sin llegar a aferrarse definitivamente en ninguno de ellos. De hecho, el que un individuo se adscriba a una determinada microidentidad no depender tanto de los perfiles de esta identidad en s mismos cmo, especialmente, de la fuerza sociabilizadora en ella desatada y de la particular sintona con la que este individuo pueda incorporarse a un flujo en relacin con ella. En ltima instancia, la sociabilidad gestada en la red nace de un sui generis modo de encantamiento: el suscitado en estos espacios inmateriales como resultado del hecho de que en ellos podr realmente el individuo despojarse de la carga impuesta por unas estrategias de relacin social propiamente acordes a la lgica de los subsistemas sociales, pudiendo revelarse y satisfacerse, en este nuevo horizonte virtual, sus autnticas inclinaciones y deseos; y que, fundamentalmente, stos entren en confluencia y en reciprocidad relacional con los de otros.A modo de conclusinDe nuestro trabajo se puede extraer, a modo de sinttica conclusin, lo siguiente:La comprensin, en trminos sociolgicos, del amplio abanico de grupos informales en la red pasara, primeramente, por el reconocimiento de unas formas de relacin social propiamente informales y deslindadas de aquellas en donde su vnculo es aqul especficamente basado sobre el inters. La degradacin de aquellos espacios cotidianos en los que tradicionalmente se llegaron a desarrollar estas formas vinculantes de relacin social habra ocasionado que stas hubiesen desplazado su fijacin hacia el universo virtual proporcionado por las nuevas tecnologas de la informacin, configurando un sinfn de nuevas expresiones identitarias asentadas ahora sobre el receptculo inmaterial aportado por el Ciberespacio.Bibliografa/Referencias

Aug, M. (1995): Los no lugares. Espacios del anonimato: Una antropologa de la sobremodernidad, Barcelona, Gedisa. Castro Nogueira, L. L y M. A. (2008): Quin teme a la naturaleza humana?, Madrid, Tecnos. De Certeau, M. (1990): Linvention du quotidien. Arts de faire, Pars, Gallimard, vol. I. Durkheim, E. (1993): La division del trabajo social, Barcelona, Agostini, vol. II. Giddens, A. (1994): Consecuencias de la modernidad, Barcelona, Alianza. -- (1997): Modernidad e identidad del yo, Barcelona, Pennsula. Habermas, J. (1992): Teora de la accin comunicativa, Madrid, Taurus, vol. II. Hugon, S. (2000): LEffet de rticulation, en Socits. Revue des Sciences humaines et Sociales, Pars, De Boeck Universit, n 68, vol. II. Juan, S. (2000): Las tensiones espacio-temporales de la vida cotidiana, en Lindon, A. (Coord.). La vida cotidiana y su espacio-temporalidad, Barcelona, Anthropos. Lefebvre, H. (1976): Espacio y poltica, Barcelona, Pennsula, vol. I. Lvy, P. (2007): Cibercultura. La cultura de la sociedad digital, Barcelona, Anthropos. Luhmann, N. (1998): La diferenciacin de la sociedad, en Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia, Madrid, Trotta. Maffesoli, M. (1990): Au creux des apparences. Pour une thique de lesthtique, Pars, Livre de Poche. -- (1998), (1979, 1 edic.): Introduction, en La conqute du present. Pour une sociologie de la vie quotidienne, Pars, Descle de Brouwer. Morin, E. (1981): LEsprit du Temps, Pars, Livre de Poche. Sennet, R. (2000): La corrosin del carcter en el capitalismo tardo, Barcelona, Anagrama. -- (2001): Vida urbana e identidad personal, Barcelona, Pennsula. Simmel, G. (1999): Socialization, Pars, PUF. -- (2002): Cuestiones Fundamentales de Sociologa, Barcelona, Gedisa. Tacussel, P. (1984): L'attraction sociale. Le dynamisme de l'imaginaire dans la socit monocphale, Pars, Mridiens. Tnnies, F. (1979): Comunidad y asociacin, Barcelona, Pennsula. Thompson, J. B. (1998): Los medias y la modernidad. Una teora de los medios de comunicacin, Barcelona, Paidos. Weber, M. (1993): Economa y sociedad, Mxico, FCE.