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Sobre la traza de los mocárabes: adarajas, medinas y la pieza «grullillo» de López de Arenas Mila Piñuela García De las mucarbas, mocárabes en español, sabemos que en nuestro entorno se forman por la adición de unos prismas verticales con el extremo inferior, que es el que queda visto, labrado. A estos se les llama adarajas. Pero pueden tener otro elemento quizá no tan conocido, es la medina. Esta comunicación se centra en él, y lo va a hacer siguiendo el camino in- verso al de su evolución. Empieza por lo que puede ser su desenlace final en un ámbito muy concreto y tardío, que se desarrolla incluso ya fuera del mundo islámico, para luego avanzar hacia atrás en el tiem- po y con una visión más amplia que entre de lleno en la arquitectura árabe, ver cuál pudo ser su senti- do y origen. El ámbito concreto al que nos referimos es la car- pintería de lo blanco, di con él a través del análisis que Enrique Nuere hace de dos tratados de principios del XVII sobre el tema, uno de fray Andrés de San Miguel (1990), otro, un manuscrito de López de Are- nas (1985; 2001). Lo que explica Nuere de este últi- mo fue la base para seguir con una revisión que el propio Arenas publica poco después de su manuscri- to (López de Arenas [1633] 2001). Es en esta revi- sión, donde se encuentra la definición de medina: «un filete… que va culebreando por sus adarajas…». Pero es del análisis conjunto de esta revisión y del li- bro de fray Andrés, de donde se extrae el rastro de dos formas distintas de meter medinas en un mocára- be (figura 1). TRATADOS DE CARPINTERÍA DE LO BLANCO DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XVII De estos, se extrae que los mocárabes se forman a base de adarajas, es el nombre genérico que reciben una serie de elementos prismáticos con un extremo labrado. Las bases de estos prismas son formas con- cretas: un medio cuadrado cortado por su diagonal, en este caso la adaraja se llama atacia; un rectángulo cuyos lados son el cateto y la diagonal del anterior, la adaraja, es una conça; un rombo con lados el cateto del primero y ángulos 45º y 135º, son jairas; un co- meta que sale o de este o del medio cuadrado, son al- mendrillas; y medios rombos, seccionados o por la diagonal corta, dumbaques; o por la larga, medias jairas. Estas formas base tienen, por un lado ángulos que se complementan, por otro lados que, o comparten, son el cateto y la diagonal del medio cuadrado, o es- tán relacionados, es el caso del lado corto de la al- mendrilla que es la diferencia de los anteriores. Que- dan las diagonales de la jaira por las que se han dividido dumbaques y medias jairas, pero en estos casos, al menos en lo visto en carpintería o están en el borde del mocárabe, o se compensan con otras for- mas iguales. Así que ángulos que se complementan y lados compartidos o relacionados, permiten distintos acoplamientos que llevan a estas formas base a cua- jar múltiples tramas en planta. Uno de los elementos más comunes para hacer con mocárabes en carpintería son los racimos, que a Actas Vol. 3.indb 1267 Actas Vol. 3.indb 1267 20/09/17 8:52 20/09/17 8:52

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Sobre la traza de los mocárabes: adarajas, medinas y la pieza «grullillo» de López de Arenas

Mila Piñuela García

De las mucarbas, mocárabes en español, sabemos que en nuestro entorno se forman por la adición de unos prismas verticales con el extremo inferior, que es el que queda visto, labrado. A estos se les llama adarajas. Pero pueden tener otro elemento quizá no tan conocido, es la medina. Esta comunicación se centra en él, y lo va a hacer siguiendo el camino in-verso al de su evolución. Empieza por lo que puede ser su desenlace final en un ámbito muy concreto y tardío, que se desarrolla incluso ya fuera del mundo islámico, para luego avanzar hacia atrás en el tiem-po y con una visión más amplia que entre de lleno en la arquitectura árabe, ver cuál pudo ser su senti-do y origen.

El ámbito concreto al que nos referimos es la car-pintería de lo blanco, di con él a través del análisis que Enrique Nuere hace de dos tratados de principios del XVII sobre el tema, uno de fray Andrés de San Miguel (1990), otro, un manuscrito de López de Are-nas (1985; 2001). Lo que explica Nuere de este últi-mo fue la base para seguir con una revisión que el propio Arenas publica poco después de su manuscri-to (López de Arenas [1633] 2001). Es en esta revi-sión, donde se encuentra la definición de medina: «un filete… que va culebreando por sus adarajas…». Pero es del análisis conjunto de esta revisión y del li-bro de fray Andrés, de donde se extrae el rastro de dos formas distintas de meter medinas en un mocára-be (figura 1).

TRATADOS DE CARPINTERÍA DE LO BLANCO DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XVII

De estos, se extrae que los mocárabes se forman a base de adarajas, es el nombre genérico que reciben una serie de elementos prismáticos con un extremo labrado. Las bases de estos prismas son formas con-cretas: un medio cuadrado cortado por su diagonal, en este caso la adaraja se llama atacia; un rectángulo cuyos lados son el cateto y la diagonal del anterior, la adaraja, es una conça; un rombo con lados el cateto del primero y ángulos 45º y 135º, son jairas; un co-meta que sale o de este o del medio cuadrado, son al-mendrillas; y medios rombos, seccionados o por la diagonal corta, dumbaques; o por la larga, medias jairas.

Estas formas base tienen, por un lado ángulos que se complementan, por otro lados que, o comparten, son el cateto y la diagonal del medio cuadrado, o es-tán relacionados, es el caso del lado corto de la al-mendrilla que es la diferencia de los anteriores. Que-dan las diagonales de la jaira por las que se han dividido dumbaques y medias jairas, pero en estos casos, al menos en lo visto en carpintería o están en el borde del mocárabe, o se compensan con otras for-mas iguales. Así que ángulos que se complementan y lados compartidos o relacionados, permiten distintos acoplamientos que llevan a estas formas base a cua-jar múltiples tramas en planta.

Uno de los elementos más comunes para hacer con mocárabes en carpintería son los racimos, que a

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modo de colgantes acompañan al trabajo de lazo. El lazo les deja un hueco, y en este se encaja el raci-

mo. Arenas explica cómo, hace un cómputo de lo que mide el lado del racimo, y lo hace dando un valor 5P a cada medida igual al cateto del medio cuadrado y 7P a cada medida igual a la diagonal del medio cuadrado. 7P es una aproximación, su valor real es √2 × 5P, pero sirve a los carpinteros para este primer paso, máxime si se tiene en cuenta que el racimo luego va rematado con una moldura perimetral (albernica), a nosotros 5P y 7P nos van a servir para a partir de ahora, referirnos de una forma cómoda a ambas longitudes. Una vez se tiene el lado del racimo hecho partes (nP), el obje-tivo es con el lado del hueco a ocupar, y habiéndole quitado el grosor de la albernica, obtener el valor 5P preciso para ese hueco. 5P es lo que llama el «grue-so del mocárabe», es el valor característico de cada mocárabe.

También lo llama «el grueso», incluso «la made-ra», esto último refiriéndose a una de las maderas o chapones que se preparan previamente para poder re-cortar de ellos los prismas, figura 2. De un chapón con grosor 5P, se recortarán los prismas de atacias, almendrillas, incluso conças. Habrá un segundo cha-pón de grosor 5P/√2 del que recortar los prismas de jairas, dumbaques y medias jairas. Fray Andrés men-ciona otro, él los llama marcos, tiene un grosor 7P, de

Figura 1Mocárabes de la bóveda de Dos Hermanas en la Alhambra. (Girault de Prangey, [1842?], p. 17, Fig 1)

Figura 2Proceso de corte de adarajas

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él se pueden sacar los prismas de conças, en princi-pio parece prescindible, como hemos visto estas se pueden cortar del chapón 5P.

Una vez se tienen los prismas recortados, se marca en el extremo a labrar con plantillas previamente pre-paradas, las caras que se precisen según el remate que se pretenda. Fray Andrés de San Miguel explica alguna de estas plantillas: una para la cara 7P, otra para la cara pequeña de un dumbaque y lo que en principio parecen tres para la cara 5P.

Marcado el extremo del prisma se labra, y solo en-tonces se tiene la adaraja, que será conça, atacia, jai-ra, media jaira, dumbaque o almendrilla, según del prisma del que se haya partido. A este primer nombre habrá que añadir otro, porque dentro de cada uno de estos tipos, pueden darse distintos modelos, según qué caras se hayan marcado y con qué plantillas, por lo tanto como sea el remate labrado. Una atacia pue-de estar labrada según distintas plantillas en su cara 5P, o en su cara 7P, incluso distintas combinaciones en ambas caras a la vez. Si lo que se precisa entre dos adarajas es que formen una superficie continua y sinuosa, la clave estará en procurar que las caras que van a compartir estén marcadas para la labra con la misma plantilla.

Puede haber otro elemento en los mocárabes, la me-dina, es un filete con un cierto grosor que discurre en-tre las adarajas formando figuras geométricas. Fray Andrés no habla de medinas, pero si aporta el dibujo de un mocárabe con ellas, figura 3(a). A simple vista parece que el filete tiene un solo grosor, pero visto en detalle, figura 3(b), tenemos que la única manera de intercalar ese filete entre adarajas es ir dándole el gro-sor que precise, que va a depender del nudo que for-men las medinas en sus confluencias y quiebras. En este esquema todos los nudos se reducen a un triángu-lo rectángulo, de forma que las medinas que conver-gen tienen por grosor el cateto o la hipotenusa de ese triángulo, la relación entre grosores en cada nudo es por lo tanto 1:√2. En cuanto al nudo, valdría con cor-tar a bisel una de las medinas que confluyen.

Arenas no deja ningún dibujo, pero si un procedi-miento para hacer mocárabes amedinados. Antes ex-plica y dibuja dos variantes de una plantilla que in-tervienen en el proceso, figuras 4 y 7(a). Son para la cara 5P, las presenta como una plantilla doble, con dos extremos. A uno lo llama conza, al otro grullillo, entre ambos la diferencia es muy pequeña, lo rayado en la figura 4. El sentido de estas dos variantes esta

en dejar la medina un poco resaltada respecto a las adarajas. No se detiene a explicarla, pero menciona una «plantilla mas ancha», la que respondería a esa cara que estamos llamando 7P. En la figura 4 damos una propuesta partiendo de la plantilla 7P que explica fray Andrés, puesto que Arenas no explica ninguna plantilla para esa cara.

Figura 3Mocárabe con medinas: (a) dibujo de Fray Andrés. (b) De-talle

Figura 4Plantilla 5P conça y grullillo según indicaciones de Arenas y propuesta de Plantilla 7P conza y grullillo

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Luego explica su procedimiento:

Los razimos amedinados se obran del mismo modo de los que se hazen para amedinar [sic, no amedinar]; porque tan solamente difieren en que sacando el gruesso, como queda dicho, se le quite medio septimo al gruesso, que es la mitad del gruesso de la medida [sic, medina]: de modo, que faltando el medio gruesso de filete á cada pieça, y teniendo la medina de gruesso vn filete y el ancho lo que le quedare á la madera, que serán seis septi-mos, va culebreando por sus adarajas, haziendo vna armonia en que se ofusca la vista muy gracio-sa: las medinas se rodean con la conza de la planti-lla y la pieça grullillo con la parte de grullillo de la plantilla, de modo que conza y grullillo siempre la conza quede con relieue (López de Arenas [1633] 2001,43)

La definición queda clara: «un filete…, va cule-breando por sus adarajas, haziendo vna armonía en que se ofusca la vista muy graciosa».

En cuanto al resto, vamos a dar por puntos una po-sible explicación:

1) La medina tiene por grosor 1/7 de 5P, es lo que llama un «filete».

2) Al chapón 5P, «el grueso», hay que quitarle un filete, por lo que queda un nuevo chapón 5P re-ducido (5PR)

3) La medina tienen un largo de lo que queda a «la madera», que es 6/7 de 5P.

Hasta aquí todo lo ha dicho Arenas, de una manera o de otra, el problema está en que antes de decir que lo que queda a «la madera» son 6/7, es decir que se le ha quitado 1/7, ha dicho hasta dos veces que lo que hay que quitar a la madera, es medio filete, es decir la mitad del séptimo.

Si el largo de la medina queda de 6/7, que es lo que queda a «la madera» tras reducirla, de ese cha-pón 5PR, se pueden cortar las medinas 5PR, igual que de su correspondiente chapón 7PR, se podrán cortar las medinas 7PR. Así que cuando el mocárabe es amedinado, sí vendría bien tener ese chapón 7P, que antes podía parecer prescindible, figura 5(a).

Por otra parte tenemos dos tamaños de chapón 5P, por lo tanto dos grosores de piezas. ¿Cuál es el senti-do? Aquí puede estar el segundo descuido de Arenas.

No explica que es la pieza grullillo, pieza que sí menciona luego al tratar el uso de las plantillas.

Esta es la propuesta:

1) La pieza grullillo es una pieza que resuelve los desajustes que la medinas con un solo grosor producirían al discurrir entre adarajas y se ob-tiene del chapón 5P original.

2) Del juego de chapones reducidos se obtienen las adarajas reducidas, las propias del mocára-be amedinado.

La pieza grullillo (P.G.), en su cara 5P es un filete mayor que la cara 5PR, así que absorbe el grosor de la medina, y permite su total normalización: la medi-na tiene, o se puede modular, con dos largos, 5PR y 7PR, y tiene un solo grosor. En planta las piezas en-cajan, medinas y piezas grullillo forman tramas geométricas, y en los reductos que dejan cristalizan las piezas reducidas. Queda labrar los elementos y ver su ensamble en altura. En este punto Arenas es claro, recurre a la plantilla doble que explico: con el extremo conza marca para la labra las medinas, con el extremo grullillo, hace lo propio con la PG. Co-menta que de esta forma existe un retallo entre lo que

Figura 5(a) Desglose de piezas en cada juego de chapones. (b) En-samble de piezas en planta

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corta una y lo que corta otra. Añadimos alguna pun-tualización:

1) Para recortar las medinas, se marcan con el ex-tremo conza de las plantillas 5PR o 7PR.

2) Las piezas reducidas se marcan con el extremo grullillo de las plantillas 5PR o 7PR.

3) Las piezas grullillo se marcan con el extremo grullillo de la plantilla 5PR, de forma que lo que falta hasta el 5P, que es lo que mide su cara, se le da a la pierna, es la parte donde va a envestir la medina a la P.G.

De esta forma entre adarajas reducidas y P.G. no hay resalto, solo la medina queda resaltada sobre el conjunto, figura 6(a). Según esta interpretación, la P.G. solo funciona si cede al mocárabe su cara 5P, la 7P no encaja en el procedimiento, es por lo que P.G. simple solo podrían ser jairas y atacias si son de bor-de, si están en el interior del mocárabe, la atacia tiene que ir doble para que sus caras 7P se compensen en-tre sí. Una conça sola no podría ser P.G., tampoco una almendrilla.

Con jairas y atacias solas o en grupo, como P.G., se puede llegar a esquemas como el de la figura 6(b). La posibilidad de redes es inmensa, curiosa-mente la que no es posible, es la red de medinas de fray Andrés.

Tenemos dos procedimientos para amedinar y dos tipos de esquemas de medinas. En uno existen varios grosores de medina y los nudos se pueden resolver con las propias medinas. En el otro, hay un solo grosor de medina y el nudo se resuelve con una pieza nueva, normalizada, la P.G. De este segundo esquema además sabemos que la medina queda resaltada. ¿Queda resal-tada la medina en el esquema de fray Andrés?

Fray Andrés, no dice cual es el cometido de cada uno de los extremos, pero dibuja una plantilla con el mismo formato que la de Arenas, figura 7b, la llama plantilla «de mocaravez». No es exactamente igual que la de Arenas, pero sí muy parecida. Igual que Are-nas, para trazarla divide un extremo en 5 y otro en 7, por lo que, las piernas de cada extremo en ambos ca-sos tienen los mismos grosores, por lo tanto también la diferencia de grosor entre piernas es la misma.

¿Será lo que dibuja fray Andres una plantilla para amedinar? No lo dice, pero es lo que parece, el senti-do que tiene el que existan plantillas tan próximas, es resaltar con un ligero retallo piezas, y ese retallo no parece que se dé entre adarajas; entre estas o existe continuidad o salto. Dice Nuere de fray Andrés que no conoce el oficio antes de llegar a América, que es allí donde recopila y estudia lo que desarrolla en su libro (Nuere 1900, 10). La duda está en si los dos di-bujos que presenta: mocárabe amedinado y plantilla doble, provienen del mismo sitio, si son piezas del mismo puzle o piezas sueltas de dos puzles distintos.

Figura 6(a) Jaira como P.G. El retallo solo se da entre adaraja redu-cida (A.R.) y medina (Md.). (b) Esquema con P.G. a base de jairas y atacias

Figura 7(a) Dibujo de Lopéz de Arenas, extremos conza y grullillo de la plantilla 5P. (b) Dibujo de fray Andrés de San Miguel, plantilla de mocárabes

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Si esa plantilla que llama «de mocaravez» se hubiese usado para el mocárabe con medinas que da, ya ten-drían algo en común los dos procedimientos. No lo sabemos a ciencia cierta, pero los casos que hemos encontrado en madera hasta ahora, responden al tipo de esquema de fray Andrés y parecen tener la medina resaltada, un ejemplo es el de las figura 8.

OTROS EJEMPLOS FUERA DE LA CARPINTERÍA DE LO BLANCO

¿Qué encontraríamos sobre este tema fuera de la car-pintería? Nos fijamos en los mocárabes de la Alham-bra, no sólo supone dar un salto atrás en el tiempo, sino entrar en el mundo islámico.

La Alhambra, dinastía Nazarí de Granada. (1232–1492)

Empezamos por las bóvedas de las Salas de Dos Her-manas y los Abencerrajes. La figura 9, representa el esquema de un cuarto de cada una de ellas, lo prime-ro que se ve es que tienen medinas y además preci-san distintos grosores de medina, en la primera se llega al equilibrio con 8, en la segunda con 13, en el esquema con distintos trazos.

En lo de necesitar distintos grosores de medina re-cuerdan al esquema de fray Andrés, pero sus trazados

Figura 8Pechina de media naranja procedente del Palacio de los Cárdenas en Torrijos, hoy en el Arqueológico de Madrid: (a) esquema en planta, con tres grosores distintos de medina y (b) vista

Figura 9(a) Cuarto de Cúpula octogonal de Sala de Dos Hermanas. (b) Cuarto de Cúpula estrellada en Sala de los Abencerrajes

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son distintos, se evidencia al ver en la misma Alham-bra otros ejemplos, que no solo tienen distintos gro-sores, sino que tienen trazados que si son parecidos al de fray Andrés. La figura 10(a) es el esquema de uno de ellos, responde a una de las bóvedas de la Sala de la Justicia.

En la Alhambra ya tenemos dos esquemas, coinci-den en necesitar distintos grosores, varían en el tipo de trazado. Pero todavía encontramos otro en los res-tos de la bóveda de mocárabes de la alcoba SO del Patio de Comares, Gaspar Aranda Pastor levanta un esquema del resto que se conserva in situ (2000, lam. 2, fig. 2), figura 10(b), la medina con un solo grosor, discurre sola o doble formando unos espacios en los que las adarajas han de encajar, y para ello tienen que cambiar su tamaño, incluso su forma.

Mezquita Kutubiyya, Marraquech, dinastía de los almohades. (1158)

La figura 10(c) es el esquema de una de las bóvedas de la Kutubiyya, y es de los que se parece al esque-

ma de fray Andrés por necesitar varios grosores, y por el tipo de trazado. En este momento parece el tipo de esquema más común. También es común el hecho de que existan adarajas con dos tamaños: ‘1’ y ‘2’ en el esquema. Según los carpinteros serían dos grosores de mocárabe, pero si nos fijamos detenida-mente no se salen de una trama, podría encajarse un solo grosor, el ‘1’. Son dos grosores que están rela-cionados: dos caras 5P de ‘1’, es igual a la cara 7P de ‘2’, y la cara 7P de ‘1’, es igual a la cara 5P de ‘2’.

Mezquita de Tinmal en Marruecos, también de los Almohades. (1153–1154)

En esta mezquita nos fijamos en dos cúpulas. La fi-gura 11(a), responde a la Cúpula Este. Aunque queda un resto en los ángulos con otro grosor, de una forma generalizada la medina con un único grosor, discurre sola o doblada entre los grupos de adarajas, a cambio estas tienen que variar su grosor en cada grupo.

La 11(b) responde a de la Cúpula del Mihrab, en este caso sin tener que variar el grosor de las adarajas

Figura 10(a) Bóveda en Sala de la Justicia. (b) Resto bóveda de alcoba SO del Patio de Comares (Aranda Gaspar 2000, lam. 2, fig. 2). (c) Bóveda en la Mezquita Kutubiyya, Marraquech.

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se quedan cerca del grosor único de medina, solo ha-brían tenido que eliminar los tramos distintos, pero entonces tal y como llevan el trazado, habrían rema-tado con un grupo de adarajas en forma de jaira, que solo habrían podido rellenar con jairas, ya tienen gru-pos con forma de atacia, que solo rellenan con ata-cias. ¿Y sí por encima del grosor único de medina, lo que están buscando son formas que les dé un cierto juego a la hora de cuajar con adarajas su interior?

Linterna de la Gran Mezquita de Tremecén, ya de los Almorávides. (1136)

Es una bóveda de arcos entrecruzados con plemente-ría calada, en el dodecágono central se encaja una pequeña cúpula de mocárabes, figura 12. Sera de los ejemplos más primitivos que se conservan en occi-dente, y ya tiene medinas, los grupos de adarajas son pequeños, algunos incluso de una sola adaraja. De una forma más clara que en cualquiera de los casos anteriores se aprecia, primero que los grupos de ada-rajas parecen ser un elemento con identidad propia, un elemento que puede incluso haberse construido fuera de la cúpula, y segundo que ese filete tiene que ver con la forma en la que se unen esos nuevos ele-mentos.

En el mundo islámico podemos haber encontrado el sentido de la medina como un elemento para unir grupos de adarajas. Hemos visto algún intento de normalizar su grosor, en un par de casos a costa de

Figura 11(a) Mezquita de Tinmal, media cúpula este y (b) media cúpula del mihrab

Figura 12Esquema de cúpula central en Linterna de la Gran Mezquita de Tremecén.

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variar la forma o el grosor de las adarajas, pero en otro, sin necesidad de modificar estas, si no llegan a ese grosor único, es por elección. En cualquier caso, son ejemplos sencillos, y no parece que tengan mu-cho recorrido. Si nos fijamos en lo visto, el camino que principalmente toman es el de normalizar adara-jas, o mejor dicho, una trama que puede recoger dos tamaños de adarajas, el que la medina tenga distintos grosores no parece ser un problema, lo que si procu-ran es enriquecer su trazado, y con él, las posibilida-des que las formas de los grupos de adarajas tengan de cara a la cristalización interior. En paralelo a ese enriquecimiento de la trama, se ven dos modelos de trazado, en el más extendido sobre una trama princi-pal de direcciones ortogonales, existe otra igual pero girada 45º, que tiene menos peso en el conjunto. En el otro, el trazado es centrado y las cuatro direccio-nes tienen la misma presencia, es el que se ve muy al principio en Tinmal y tiempo después en los casos más ricos de la Alhambra.

¿EXISTEN MEDINAS EN ORIENTE?

Varios autores sitúan el origen de los mocárabes en oriente, ¿vienen de allí las medinas? La descripción más antigua que hemos encontrado, es de Ghiyāth al-Din Jamshid Masud al-Kāshī, astrónomo y matemáti-co de la primera mitad del siglo XV (Dold-Samplo-nius 1993). La muqarna está compuesta por dos tipos de elementos: celdas y elementos intermedios. Las primeras están compuestas por facetas y un techo, las facetas son planos en posición vertical, en cuanto al techo, puede ser una superficie plana no paralela al suelo, o dos superficies articuladas, planas o curvas. Las celdas se suman apoyándose en un mismo nivel y empezando a conformar una grada. En cuanto a los elementos intermedios, rellenan el espacio entre te-chos, terminan por lo tanto de conformar la grada y fijan el nivel de apoyo de la grada superior, figura 13. Grada a grada se forma la muqarna.

¿Cómo se construyen? Hay autores que describen casos construidos a base de moldes de yeso que se van colgando de elementos dispuestos para el caso: bandejas, vigas o arcos…, se ayudan con tensores y codales. En este caso el conjunto se monta de arriba hacia abajo, se empieza por la grada superior y se avanza, grada a grada hacia el suelo (Dadkhah, Safaeipour y Memarian 2012). Otros describen ejem-

plos en los que uno o varios elementos de los que describe al-Kāshī, conforman piezas prefabricadas que se disponen en gradas, cada grada es una cornisa que hará de encofrado perdido de la tongada corres-pondiente de mortero u hormigón que va constitu-yendo el muro macizo (Harb 1978). Existen ejem-plos construidos con hiladas de ladrillo o sillares de piedra. Lo cierto es que la casuística es inmensa, las formas en planta pueden evolucionar o cambiar de unos casos a otros, los hay que se montan de arriba hacia abajo, otros de abajo hacia arriba, pueden ser de yeso, cerámica, ladrillo o piedra, estar construidos con elementos superficiales o masivos, pero siempre se da una constante, la muqarna, que es el nombre que recibe en oriente, se piensa y se construye por gradas horizontales.

Y aquí hay una diferencia con occidente, porque en algún momento en este extremo del mundo islá-mico, los elementos prismáticos se empiezan a dis-poner en vertical. La explicación parece estar en lo que dice Alicia Carrillo, las cúpulas de mucarbas se empiezan a usar en occidente con los almorávides de forma discreta, por ejemplo en trompas, y acaban ocupando la bóveda completa, pero incluso entonces mantienen un cierto recuerdo del esquema de nervios califales anterior, las mucarbas generalmente se en-cuadran entre nervios, se adosan a estos (Carrillo 2013,431).

Recuperamos la pequeña cúpula vista en Treme-cen que ocupa el espacio central que dejan los arcos entrecruzados, puede ser uno de esos casos «tími-dos» de los que habla Alicia Carrillo. Es fácil enten-

Figura 13Formación de grada según al-Kāshī, primera mitad del XV

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der que los prismas de los que participan las superfi-cies que vemos, tiendan a un desarrollo vertical, no horizontal, porque no apoyan sobre un muro, se pe-gan a un arco o a otro prisma, en esa posición lo que prestan a la labra es su extremo inferior.

Las muqarnas en oriente parece que surgen en el tránsito de una planta cuadrada a una bóveda y lo ha-cen recreciendo el muro, volando ligeramente hilada tras hilada. Se seguirán varias líneas de evolución, pero en ningún caso se dejan de montar por gradas y desde luego las que están construidas con ladrillos o sillares, prismas en definitiva, siguen apoyando estos sobre el muro, y lo que prestan a la labra, es su parte volada, su extremo lateral.

Parece que es la particular ubicación que en un principio se elige para las mucarbas en occidente, lo que lleva a la solución que las acaba distinguiendo de las muqarnas orientales: primero la pieza base se de-sarrolla en vertical, segundo estas piezas crean otras mayores, probablemente para optimizar el montaje, que siguen teniendo un desarrollo, una raíz vertical, y tercero surge un elemento que sirve para unir entre sí esos nuevos elementos, y fijarlos en su sitio, es la medina.

La primera intención era encontrar la P.G, esa pie-za de la que habla Arenas y que se resiste a aparecer. Hemos dado una idea de cual pudo ser su papel, pero no tenemos la certeza. Por el camino, y ya en el mun-do islámico, hemos tomado conciencia de lo que es, y de donde puede venir la medina, ese elemento al que supuestamente acompaño de alguna manera. No hemos encontrado en este mundo rastro de pieza es-pecial que acompañe a la medina, lo que nos lleva a reafirmarnos en que la P.G. es producto de la carpin-tería de lo blanco, según nuestro interpretación tiene sentido, la P.G. es una pieza normalizada que permite la normalización de la medina, y es una máxima de la carpintería que las piezas se puedan construir con precisión antes del montaje.

Otra cosa es lo visto en yeso en el mundo islámi-co, el camino que principalmente toman es ese en el que son las adarajas lo que se normaliza, la medina y su grosor parece que es con lo que cuentan para ab-sorber los errores acumulados inevitables en el pro-ceso de montaje, hay que tener en cuenta que cada uno de esos grupos es la suma de muchas pequeñas piezas. Puede que partieran de un esquema próximo a estos que hemos estado viendo, en el que todo se equilibra de una forma geométrica, pero ‘la realia-

dad’ debía necesitar un nuevo reajuste, y este es posi-ble gracias a la medina. Visto así, la existencia de la medina, ayuda en parte a explicar cómo es posible construir esas moles de yeso a partir de infinidad de pequeñas piezas, pero queda aun buena parte del pro-ceso por comprender.

AGRADECIMIENTOS

A Santiago Huerta, un día me dijo que este paso me podría ayudar a superar la pieza grullillo, no sé, qui-zá, aunque tengo la intención de seguir buscándola. De lo que estoy segura es que este paso ha sido mu-cho más que un reto para mí, le agradezco animarme a darlo y sobre todo, la ayuda para darlo.

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