sistema neoliberal y totalitarismo

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¿Cómo puede evitarse la existencia del totalitarismo en este sistema neoliberal en que está inserto nuestro país? El totalitarismo es un sistema político que requiere de condiciones especiales para germinar; es difícil pensar en gobiernos totalitarios en países con alta participación ciudadana, más bien requiere, o requirió en el pasado, de una ciudadanía despolitizada, empobrecida y decepcionada. El totalitarismo se vale de estos elementos para nacer y subsistir. El sistema neoliberal presenta serias debilidades en torno a evitar el surgimiento de totalitarismos, este régimen constituye un propicio caldo de cultivo para el desarrollo de caudillos y populistas. Pero, ¿por qué somos más vulnerables al totalitarismo? La supremacía alcanzada por el régimen neoliberal en el siglo pasado, trajo consigo que lo privado consiguiera supremacía sobre lo público, es decir, el Estado sería relegado sólo a un rol de garante de la propiedad, razón por la cual debe existir, pero le otorga a la vez un implícito carácter molesto, de mal necesario. Una vez introducidos en una sociedad neoliberal, entendemos y acuñamos este nuevo concepto del estado como el único. La propiedad entonces pasa a ser lo político y su protección, el deber del estado. Pero en este concepto de “mal necesario” no está implícito el sentido de pertenencia a un Estado y se llega a la ciega convicción de poder vivir en una sociedad apolítica. La despolitización de la ciudadanía, su falta de vigilancia hacia la función y probidad de sus gobernantes, favorece la disociación entre la clase política y las bases, contribuyendo al establecimiento en cúpulas

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Page 1: Sistema Neoliberal y Totalitarismo

¿Cómo puede evitarse la existencia del totalitarismo en este sistema

neoliberal en que está inserto nuestro país?

El totalitarismo es un sistema político que requiere de condiciones especiales para

germinar; es difícil pensar en gobiernos totalitarios en países con alta participación

ciudadana, más bien requiere, o requirió en el pasado, de una ciudadanía

despolitizada, empobrecida y decepcionada. El totalitarismo se vale de estos

elementos para nacer y subsistir.

El sistema neoliberal presenta serias debilidades en torno a evitar el surgimiento de

totalitarismos, este régimen constituye un propicio caldo de cultivo para el desarrollo

de caudillos y populistas.

Pero, ¿por qué somos más vulnerables al totalitarismo?

La supremacía alcanzada por el régimen neoliberal en el siglo pasado, trajo consigo

que lo privado consiguiera supremacía sobre lo público, es decir, el Estado sería

relegado sólo a un rol de garante de la propiedad, razón por la cual debe existir, pero

le otorga a la vez un implícito carácter molesto, de mal necesario.

Una vez introducidos en una sociedad neoliberal, entendemos y acuñamos este nuevo

concepto del estado como el único. La propiedad entonces pasa a ser lo político y su

protección, el deber del estado. Pero en este concepto de “mal necesario” no está

implícito el sentido de pertenencia a un Estado y se llega a la ciega convicción de

poder vivir en una sociedad apolítica.

La despolitización de la ciudadanía, su falta de vigilancia hacia la función y probidad

de sus gobernantes, favorece la disociación entre la clase política y las bases,

contribuyendo al establecimiento en cúpulas del capital político, deformadas y

apartadas de la sociedad de la cual surgieron, mientras en la ciudadanía penetran

ideas de estado o de civilización, que se empantanan entre el consumo y la

competencia.

Una sociedad que no se siente parte de un Estado, encuentra en el libre mercado un

medio para asegurar cierto sentido de pertenencia por medio del consumo.

¿Por qué el neoliberalismo debilita nuestro juicio como ciudadanos?, porque aunque

ciertos segmentos de la sociedad participan de él, el sistema neoliberal es un régimen

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que se orienta a la creación de pobreza o, lo que sería más grave, inequidad; y la

inequidad puede producir dos cosas: el sentimiento de no pertenencia a la sociedad, y

la fragmentación de la misma en grupos, que se unen por sus limitaciones o su

abundancia, y que en consecuencia, deriva en una segregación que traspasa el nivel

económico, constituyéndose en grupos excluídos e incluídos de la sociedad misma.

El Estado enfrentado a esta realidad no puede intervenir más que buscando la

inclusión de grupos marginados del sistema, aumentando el acceso al consumo -

cumpliendo además su función de garante de la propiedad - potenciando el sistema

neoliberal y la nueva concepción política que trae consigo.

El totalitarismo se valdría de la despolitización, que trae aparejada disociación

entre clase política y ciudadanía, y del neoliberalismo que produce exclusión y

segregación de la sociedad. El totalitarismo desestructura la sociedad y nos hace

olvidar cuál es la razón primera de la formación del Estado.

Frente a esta crisis, en las estructuras de la sociedad nos queda un órgano

político que es inclusivo e intrínsicamente politizador, que son los partidos políticos.

Los partidos políticos, como organización, deberían constituirse en un futuro

inmediato como los llamados a supervigilar la labor de nuestros gobernantes, hacer

partícipe a los ciudadanos, tendiendo hacia la supremacía de lo público sobre lo

privado, y sobre todo, a la unión de los ciudadanos en torno a una única sociedad.

Politizar, es recordarnos a todos por qué el hombre decide organizarse en torno

a un Estado. La institucionalización partidaria constituye la mejor defensa de la

democracia.