silvia ruiz-vázquez el compromiso de la permanencia · te en excélsior en 1966, ahí comimza ......
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Silvia Ruiz-Vázquez
El compromiso de la permanenciaEntrevista a Ricardo Garibay
Desde la llamada telefónica paraconcertar la cita, Ricardo Garibay
manifestó su agresividad. "¡Aquí en Cuernavaca, por donde se encuentra la estatuadel imbécil de Zapata!; llega usted a lacalle de... " Pero nunca pensé que esa agresividad fuera hacia mí sino que tuve laimpresión de que era hacia la vida.
No hago otra cosa que escribir yleer. Probablemente esto se des
pertó en mí porque era yo muy estúpido para todo lo demás y lo único quemás o menos entendí en mi infancia fueron las clases de Lengua Nacional; ahíme desempeñaba con cierta facilidad.En la casa de mi padre había libros. Mipadre nos leía a Nervo, Núñez de Arce,Zorril1a, San Martín, el Tabaré, Lo
pe de Vega, sobre todo los poemas religiosos, las novelas de Julio Verne,Dumas... y lo hacía tan bien que me gustaba mucho oírlo, parecía música su manera de leer. De los hermanos de mi
padre, uno era un poeta bastante considerable, suicida, si no hubiera sidofamoso; su padre era poeta, el padre demi madre y un hermano también eranpoetas hidalguenses; al último, la provincia le pudría el alma, ahí se acabó suinteligencia y la proyección que indudablemente hubiera tenido. El clima en lacasa era intensamente literario. Éramostodos muy ineptos para lo demás y supongo que vine a dar en esto que soyahora, por simple eliminación, comodiría Alfonso Reyes: por deslinde. Deslindando entre todas las ineptitudes,acabé en una sola aptitud más o menoslograda, que es escribir. Esto es mi origen, digamos.
.e.
Ricardo Garibay
Los autores surgen según los hábitos delas familias y a la generación a que pertenecen. En mi tiempo, en mi niñez,(hablo de los años treinta), los autorespor excelen-cia eran Amado Nervo y losespañoles del romanticismo; tan desleznables, tan malos, tan indecentes en sucalidad literaria y tan fáciles de expresión, la única excepción era GustavoAdolfo Bécquer. Si hoy día ponen enmis manos a un niño para que yo leenseñe literatura, lo haría leer todo menos lo que yo leí en mi infancia, porsupuesto. Nunca hubo un propósito definido. No todos los padres son como elpadre de Stuart Mili, ni todos los niñosson como él, cuya educación fue dirigida con mucha precisión y mucho conocimiento desde sus primeros años devida. Uno se hizo a la trompa talega, a:como dio lugar. Y más en aquellos años
en que la ciudad de México era todavíauna aldea, un pueblote, sin casi ningunaposibilidad de adelanto, de modernidad.
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Recuerdo con buen humor e irónicamente que mi escritura seguía la huellade los románticos españoles. Quería yodecir cosas que tenían que ver con elamor, que yo no conocía... ¡desconocíacasi tanto como ahora! y teñía que vercon un especie de grandeza de la que yome suponía dueño. Yo debía ser tan
grande o más grande que Campoamoro que Nervo o que algún otro majaderode aquel tiempo, o que Echegaray porejemplQ. Era el afán de ser eminente,inmortal, importantísimo para la lecturadel resto de los hombres, me río unpoco de lo que estoy diciendo. Una pretensión muy conmovedora, muy ingenua, yo diría muy desventurada. Noestaba uno armado para nada. Los sistemas educativos eran pésimos y realmente sólo si se tuvo algún talentooriginal, uno pudo salvarse.
No soy periodista, nunca he sido periodista y nunca seré periodista. Comencéhaciendo versos, sigo haciendo versos yseguiré haciendo versos. Esta últimafrase es de Alfonso Reyes y yo creo quedebe decirla todo aquel que de verdadame escribir. Comienzo a escribir artículos sobre la sociedad mexicana, por el'57 '58 ocasionalmente; en el suple
mento cultural de Excélsior que dirigíael pobrecito maestro Larroyo; se llamaba Diorama de la Cultura y digamosentro profesionalmente, diliberadamente en Excélsior en 1966, ahí comimzalo que podría llamarse mi' "periodismopolítico". Los periodistas dijeron inva
riablemente que yo no era periodista ydicen que yo no soy periodista; yo lesacepto esto porque en verdad no lo soy.
Los literatos no me hablan y no les ha
blo y lo que digan verdaderamente no
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me interesa. Nunca ha surgido algunapolémica entre nosotros. Simplementehe tenido siempre un sólido desdén porcasi todos ellos, esto es el secreto y melo han cobrado en el libro Ycómo se pasala vida editado por la UNAM. Allí estála prueba de que no soy un periodista.Ahí se encuentra una colección de artículos que publiqué en el suplementocultural de Excilsior, ya no me acuerdode cuándo a cuándo; hablaba de lascosas que estaban sucediendo en esemomento. Un periodista tiene la fortuna de la viveza; un escritor tiene el.compromiso de la permanencia. Unescritor escribe las cosas intemporalmente. Un periodista debe hacer vivirel momento que se vive. El periodismoes especialmente cruel para un escritorpues si se logra, al mes o a los seis mesesya no vale nada. El escritor, a cambio dela vivacidad que no tiene el reportaje,tiene, si bien le va, la permanencia de loque nunca deja de ser cierto. Si no pensemos en altísimos periodistas a lamanera de Marco Polo o Tucídides, porejemplo. En mi literatura, siempre tratode no atacar el tema de modo obvio, loque en el periodismo es obligado. Esevidente que si un novelista, por ejemplo, en la primera página, anuncia todosu tema o todo su argumento, ustedcierra la novela y ya no la lee. El temava saliendo conforme se desentraña;conforme la lengua desentraña a lospersonajes que son los que cuentan eltema.
Detesto el folclor y no sé cómo voy armando las notas. Escribo sobre lo que meinteresa, sobre lo que amo nada más. Conmis apuntes en el cuaderno y cincuentay un años de experiencia literaria digamos que las notas se van armando solas.Actualmente estoy publicando muybreves capítulos, el espacio de mi periódico impide extenderlos, sobre la vidade mi primera juventud y escribo sobrecosas que amaba, que sigo amando o sobre cosas que odiaba con todo mi corazón. Y para mi sorpresa estos temascomo que se "abren" solos, como quesola la memoria me va dictando loque tengo que hacer. Yo necesito estarconstantemente enamorado de cadarenglón que escribo, como necesitoestar constantemente enamorado de al-
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guna mujer; lejana o cercana, entregadao ajena, real o fantástica; pero lo necesito. Igual en cada renglón... el amor deun renglón produce el amor del siguiente, y el del siguiente y se consigueun cuento, una novela, una crónica o unreportaje que se pretende intemporal.
El libro que le escribí a mi padre loescribí por el ;62 y yo detestaba a mipadre...
Para que la entrevista valga.la pena porla veracidad: primero yo creo que soymuy desvalido, que toda la imagen defuerza que doy, dentro de mí, no es másque una constante quebrazón, unaabrumación, una especie de conciencia,de incapacidad o de imposibilidad quese traduce, dado mi temperamento enfuerza, en vigor, en acometividad. Unaespecie de amor plañidero que se traduce en ironía, en sarcasmo, en vitalidad.Inclusive las cosas que he hecho a lolargo de toda mi vida, ya nada breve,hablo de cumplir sesenta y ocho años,han sido muy riesgosas; podrían hacerver que tal vez sea yo muy valiente y enrealidad soy de una enorme cobardíaque me desarma hasta el llanto. Lo extraño, que nunca me he explicado, esque lo que sale al exterior tiene formade furia, de acometividad y violencia,cuando en realidad por dentro estoy llorando. Esta es una de las cosas que probablemente más me fastidian de mí y hetenido que llegar a la plena madurezpara tener el arrojo de decirlas.
Soy un hombre incapaz de todo. Loúnico que sé hacer es escribir y juego;con la sintaxis como nadie. (Esto no lodigo con orgullo, sino con humildad.)Es una lata no haber sido campeónmundial de boxeo, cuando pude serlo.Es una lata no haber sido un padrote
famoso, cuando pude haberlo sido. Esun lata no haber sido un gran payaso,cuando pude haber llenado los circos degente. Es una lata no haber sido unsanto, como supuso mi madre, mujersantísima, que iba yo a ser. Es una latano haber sido un político y pude haberlo sido, o un gran abogado y pudehaberlo sido. ¡Es una lata del caraja elque a la postre uno no sea más que unescritor! ¡Es decir un artesano! Nada
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más. Toda la vida, se me ha ido en tratar de enamorar a estas "putas viejas"que son las palabras y que no se entregan nunca. Y esto no se dice, se loaseguro, con orgullo, sino con conocimiento, sí, con madurez. No soy humilde pero no soy tontamente vanidoso.
Tengo treinta y siete libros publicados ydentro de una semana sale otro y enabril otro y en noviembre saldrá otro.El que no escribe )' no publica, no es unescritor. Estoy volviendo a leer unaobra de Blaise Cendrars El hombre fulminado del cual se decía que junto a élHemingway era un bo)' scout; un hombre de una vida violentísima, valientísima, que escribió una gran camidad delibros. Si se es e critor se escribe entodas partes, en cualquier circunstancia.Aunque ve que ten o una biblioteca yhay una mesa de billar y hay una pequeña alberca en un jardín, me tardémás de cual' nta y in o a,",os en podertener esto. Ha habid prolongadas lem·poradas en que h rilO prá li amentesin tener con qu lim .ntar a mis hijos.sin metáfora, d ir in lener paracomprar una bot lIa de le he. Tenerque salir apre uradam nte en la nochepara con guir alg ,para compr.:Ir la leche en polvo para la riatura. uandolo eran; y sin embarg escribia yo ince·santemente. Soy e ril r y eSlo ¡ lo hecumplido. Ya e mu ha ser poca cosa yno cumplirla ent ram nte.
Lo único que he apr ndido es el uso delas palabras; esto I único que é.Y claro, me hace feliz ... Como a un pobre cabrón que lo hace feliz tener unempleo, sacarse cualquier cosa en lalotería, poder comprarse un terrenopara sembrar... igual, me hace feliz usarlas palabras; saber hacer música con laspalabras... Sí, me hace feliz, pero entiendo que esto no es gran cosa. Tengoamigos políticos importantes que mehan dicho ya en la intimidad y concierta lástima... "¿y te hace feliz, deveras, publicar un libro?", mientras hemosestado en su espléndida terraza bebiendo vino costosísimo que le han robado ala nación, ¡Claro!, se ve su abundancia ysu contento de sí y me preguntan con lástima si realmente me hace feliz escribirun libro. ¡Bueno tengo que reconocer
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vale. Lo que quiero escribir es sobre lo
mío y que me lea mi gente y mi genteestá aquí en este país. Uno de los dramas más dolorosos creo, en la personali
dad de Jesús el de Nazaret, es que esprecisamente su pueblo, su naciónquien no lo conoce, quien no lo ama; yyo no tengo las agallas de Jesucristocomo para jugarme eso, yo quiero que.aquí me conozcan... casi, casi, no pidomás. Me importa la goma que me conozcan en otros idiomas, ¡la goma! Acáestá mi cuento, acá debo escribir, acádebo maldecir y bendecir.
Decía mi gran maestro Don Erasmo V:mientras en este país no escriban hastalos perros, no surgirá el gran genio dela literatura. Me da una gran alegría vera jóvenes que se acercan a las palabras,cuya pasión es, ya desde temprano, dominar a las palabras. Las palabras soncomo personas, por eso antepongo el
acusativo latino a. También debo decirque he encontrado muy poco talento... ,talento de verdad, muy poco, en los jóvenes que se entregan a esto. Salvo ésteo aquél, podría yo citar a Germán De
hesa por ejemplo, verdaderos maestrosque amen el hecho de amar las palabras.
que sí! No publicarlo, escribirlo. Yacuando se publica viene otra vez la fraseque dice que el libro se convierte en
una puta vieja y traicionera que va a andar de mano en mano. Pero si nadie meleyera entonces sí sería muy desdichado.
Tengo verdadera reverencia por lasmujeres, sólo trato mujeres. He habladopor ellas, para ellas, en la radio, en latelevisión, en el cine, en periódicos, enrevistas, en conferencias, en todas partes y, lo increíble, es que de repente meencuentro mujeres que me llaman misógino. ¡Bueno!, pues ni a ésas les cobroantipatía. Para mí una mujer es el sentido de la vida. No trato casi a ningúnhombre, casi a ninguno, no tengo diá;Iogo casi con nadie. Estoy aquí y usola condenada máquina de escribir parapoder entregar el capítulo o el artículo;pero todo lo escribo a mano y si no estoy aquí, estoy cumpliendo algún trabajo con lo que me gano la vida enMéxico, la televisión principalmente.
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De no estar en esas actividades, estoyconversando con alguna mujer, y nadamás. ¡Nunca con algún hombre!, meaburren soberanamente, son profundamente estúpidos, groseros, vanidosos,ignorantes, toscos y son feos.
Escribo sobre México como quien escribe sobre un hijo idiota. Invariablemente es el hijo más amado porque es alque rodea la compasión. Al hijo talentoso se le quiere; pero al hijo imbécil sele adora, por su desgracia, y yo amo,como probablemente a nada en mi vida,a mi patria; por eso escribo sobre mi patria. Casi siempre con un áspero puntode vista pero con indudable amor. Estosí. Puedo escribir con desprecio sobreMéxico, pero con indudable amor. Yluego otra cosa, si hemos de ser sinceros, no me interesa ningún otro país,me interesa éste. Tampoco me desvivopor andar buscando traducciones al inglés, al francés, aunque tengo algunas,.al alemán, al sueco; qué coño...que me
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Ningún escritor de verdad quiere deberle nada a sus contemporáneos, estoes universal desde que el mundo esmundo. Quiere tener maestros y quiere
reverenciar a hombres del pasado, peronadie, si deveras es escritor, quiere deberle nada a su contemporáneos. Meacuso de prácticamente no haberlosleído, no sé quiénes sean, qué hayan escrito. Pero desde la generación inmediatamente anterior a mí para atrás mesé casi todo, como es mi obligación; delos que de mi edad para abajo no sé casinada. Pero me alegra saber que se publican y se publican libros; que se escribe, que ya hay montones de revistas.Cuando yo tenía 18 o 19 años uno subíaa un tren y algún joven por allá adelante se veía inclinado sobre un libro;era un amigo. Y si no era joven, era un
hombre maduro, algún maestro. Porque
éramos poquísimos y hoy hay millares.¡Qué bueno! Probablemente yo no losvaya a leer nunca... ¡pero qué bueno! Si
sale uno con talento yo seré el primero
que me levante gritando con reconoci-
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miento y reverencia para ese muchacho;es muy dificil encontrar eso.
Vivo de las palabras y est<t¡ anhelándolas de modo constante; si alguien vienepara hacer una entrevista, yo siento unaprofunda gratitud y probablemente mirecepción nunca sea cálida, pero elcurso del diálogo conmigo siempre escálido. Solamente no es cálido porqueyo estoy metido en lo que escribo. En·tonces viene alguien y jode, quita eltiempo, pero me voy enamorado de mispalabras y de la persona que me estáoyendo y acabamos siendo amigos. Nohay nadie que haya venido aquí, y sonmuchos que han venido a entrevistarme, que no se hayan llevado un buenaimpresión de mi persona. No soy elogro ni el loco que se supone: soy fundamentalmente un hombre inteligentey yo creo que quiero mucho a losdemás. Lo que pasa es que tengo quedisimularlo porque si no me lleva elcaraja.
No me acerco a la gente; ni me rodeode información. Leo y la gente es generosa y se acerca a mí. Sobre todo los .jóvenes se acercan y yo lo agradezcomucho. Yo ya no me acerco a nadie; nopuedo ir a tocar puertas, ya lo hice mucho. La relación con la demás gente es
cada vez más escasa, cada vez hay menosnecesidad -de relacionarse con los demás; la relación está con los libros, esahí donde se navega, donde se viaja,donde se vive, donde se aprende, dondese sufre y se goza, en los libros. Perocuando surge un buen interlocutor, unohabla encantado de la vida. Yo tuve espléndidos interlocutores, digamos hastalo 45 años, después se comenzaron amorir o nos fuimos alejando. Cadaquién está en lo suyo, muy cerca de aquívive el gran artista Zúñiga, el pintor yescultor; es un gran artista y un hombre encantador, yo tengo aquí ya doceaños y no nos hemos visto nunca y el díaque me lo encuentre me va a dar unagran alegría. Hace poco en Jalapa meencontré con Joaquín Sánchez MacGregOl', amigo queridísimo de los veinteaños y fue un gozo estar con él y oírlo,no lo veía yo desde hacía treinta años.Ya no se busca la cercanía de la gente;ya no hay tiempo. Vainas a suponer que
me vaya muy bien... muy bien, que vivadiez años más, vamos a suponer que noreviente de repente, en diez años tengoque escribir siquiera treinta libros másy esto ya no se cambia por nada. Seconoce lo que es la soledad, que en realidad no es soledad porque estoy acompañado constantemente por todos estosgrandes señores que han escrito antesque yo, pero es una forma de soledad yya no hace sufrir. Está uno feliz aquí.
Anoche me enfrasqué, ando leyendoun libro que se llama Los Gitanos deJean Pierre Liégois; es un investigadormuy serio pero no entiendo nada de loque me dice. ¡Ya van dos veces que leola porquería y no entiendo ni madre!Pero me acordé que Blaise Cendrarstrató mucho a los gitanos, entonces saqué su libro y el artista me hizo conocerlos ¡rápido! por lo que me pasé todala noche con la estupenda compañía deBlaise Cendrars; admirándolo, amán
dolo', envidiándolo con toda mi alma,sufriendo porque ya murió.
Joaquín Mortiz me pagó cinco millones de pesos para que escribiera el
segundo tomo de mis memorias; o no
escribí nada. Escribí una novela que le
acabo de entregar hace tres semanas ysale dentro de cuatro. Eso sí he conseguido: que e publique de inmediatolo que entrego. Entonces le dije: de todas maneras va a escribir el segundo
tomo de mis memoria y estoy haciéndolo, como dUe hace rato, en capítulosmuy breves que valen como artículospara la revi L,'l dond trabajo; cosas muybreves que me llenan de encanto. Estoyescribiendo todo lo que reservo de los
afias cuarenta qu fu ron los más felicesde México, probabl mente. o e elhervor naciente d lo ai'los treinta,no es tampoco la inm diata postrevolución; es el M' xi qu omiell7"l a exi -tir por í mi m n un mi1l6n de habi·tante, n barri b 111 imo . toda laciudad 11 n( d rbol, interminableavenida 11 na d rb le . d {llamocentenari , l 1 d ~ lo mm ía ycamione ,d I ni n s mo"Am l'Perdid .. ualro vida·".
La gloria d la inf6nide háv l, im por fin aBeeth ,a sar Fran k.todo I un ami o fu ron mi·nente d pu . Pa bál1l la vida ndiálog qu n t rminaban nun a. 1 r·minaban 610 para irnos a dormir.Venía 1 r n ¡mi 1lI0 dios burd •les, los cabal' la all de lo dignpleitos a puf\ taz n h antinas. Oeso hace a in u nta al)o . Y vu lvo atener 20, 19 añ ,uand ribo estacosas. Es uno de lo ingr diente d lanostalgia. En la m m ria parece queal segundo sigui III 11 gara la felicidad,por eso duele tanto la no talgia, porqueahora sí, ya se sabe qu no llegará, ¡nollegará nunca! Entonce uno se sumergeen la nostalgia que e dolorosa pero quetiene una especie de de garrada felicidad que uno no cambia por nada; estoes escribir sobre la juventud que uno
vivió, claro.
Ojalá que la entrevista le irva y que losjóvenes la lean. Que adviertan lo que esun varón que dice la verdad, ahora queestá tan de moda ocultarla de tantas ma·neras, sobre todo por los intelectuales.Esta punta de maricones de mierda queson incapaces de abrir el corazón y el
alma. O
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