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El entrenamiento de artes marciales crea guerreros de cuerpo y mente, y comenzar en edades tempranas le proporcionará al niño una serie de herramientas que le servirán de adulto para templar su carácter, sentirse más seguro y ser más controlado.

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El practicar un deporte de contacto además de beneficiar al niño desde un punto de vista puramente físico, hace un tremendo aporte a su mente y espíritu, uno que a mi juicio es mucho más valorable que el sólo hecho de ejercitarse.

Muchas veces un niño llega presentado por sus papás ante un profesor de artes marciales o deportes de contacto, a un dojo o gimnasio, con motivo de diversos problemas que pueda estar teniendo: falta de concentración, exceso de impulsividad, baja autoestima, problemas para socializar con los compañeros en el colegio o bien que es víctima de bullying o demasiado tímido. O a veces sencillamente porque quieren que el niño se ponga en forma y tenga una actividad que le impida estar flojeando o jugando en el computador.

Para todos estos problemas la práctica de artes marciales puede presentar una solución muy idónea, y que yo recomiendo absolutamente, habiendo visto los resultados positivos que tiene y los cambios que pueden verse desde fases muy tempranas del entrenamiento en la personalidad de un niño.

El entrenamiento de artes marciales crea guerreros de cuerpo y mente, y comenzar en edades tempranas le proporcionará al niño una serie de herramientas que le servirán de adulto para templar su carácter, sentirse más seguro y ser más controlado.

Los siguientes son los beneficios para la mente y espíritu de un niño:

Autoestima: Este tema hay que abordarlo desde dos puntos de vista. En primer lugar está la imagen que el niño tiene de sí mismo, y segundo cómo lo ven sus pares. Respecto de su autoimagen, el hecho de estar proponiéndose metas nuevas, ver que es capaz de cumplirlas y después ir teniendo logros cada vez mayores es algo que a cualquiera da una inyección de energía y seguridad en sí mismo. Más aún en un niño, que está definiéndose como persona, ya que los resultados beneficiosos de esto perdurarán para toda su vida.

Luego, está el cómo ven sus amigos y compañeros al niño que entrena, y este es un tema muy delicado y sensible a veces con los niños que tienen dificultades para socializar. Primero, todo lo mencionado sobre la autoimagen que tiene el niño ayuda muchísimo, ya que esto es captado por quienes lo rodean, y al verlo más seguro de sí mismo y más dispuesto a defenderse naturalmente los demás van a estar más reticentes a molestarlo. También está el factor físico, en que un niño flaquito se pone más musculoso o un niño más rellenito baja su porcentaje de grasa. Es bastante común que los niños en edad escolar sean muy crueles y discriminadores con sus pares que sean en cualquier modo distintos y los cambios físicos son un apoyo para el cambio sicológico. Por último y aunque suene muy básico, el sólo hecho de estar practicando un deporte considerado como algo “rudo” inspirará necesariamente más respeto.

El respeto es uno de los valores que se inculca en las artes marciales.

Disciplina y respeto: Las artes marciales tienen este nombre precisamente por ser relacionadas con la guerra y lo militar. Siendo así, el método de enseñanza debe tener un componente de disciplina y de transmitir ciertos valores. Idealmente las artes marciales deben ser enseñadas por alguien que sepa mucho del tema, lleve un tiempo considerable entrenando, tenga capacidades pedagógicas y se gane la confianza del niño. Acá el profesor se convierte en un maestro, que no sólo enseña la parte deportiva, sino que puede ser un modelo a seguir y un guía en todo ámbito de la vida del niño.

Concentración y perseverancia: El hacer lo suficientemente depurado, por ejemplo, un golpe; o ejecutar con la perfección requerida un movimiento puede ser una tarea muy exigente y que requiere repetir muchas veces un ejercicio –como hizo miles de veces el niño de Karate Kid: “Encerar, pulir”- y hacerlo con mucha concentración. Para conseguir resultados a mediano y largo plazo, ya sean éstos ponerse en forma y mejorar la técnica, o más aún, cuando se quiere llegar a niveles competitivos para combatir, se requiere una perseverancia tremenda, aunque se tenga condiciones y un talento natural. Todo esto se puede extrapolar a todas las demás áreas en que el niño se desempeña, enseñándole a enfrentar la vida de un modo distinto, y creyendo más en sus propias capacidades para lograr sus objetivos

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Introducción La palabra "lucha" procede del Palé, un concepto griego que dio origen a

la lucta. El Palé era una modalidad de combate en el que los luchadores pelea-

ban en posición vertical, logrando el triunfo el primero que conseguía derribar

al adversario (Amador, 1996). Si se consulta el diccionario de la Real Acade-

mia Española, se encuentran acepciones de la palabra "lucha", como pelea en

que dos personas se abrazan con el intento de derribar una a otra, o combate,

contienda, disputa; también aparece como oposición, rivalidad y hostilidad en-

tre contrarios que tratan de imponerse el uno al otro.

Así, las actividades de lucha pue-

den definirse como aquellos actos motri-

ces que han perdido el componente es-

pecífico propio de la técnica de los de-

portes de lucha, conservando su poten-

cial educativo. Hay que distinguirlas de

los deportes de lucha; éstos están regla-

mentados, suelen tener un límite de

tiempo, existen unas reglas estrictas y el

blanco es generalmente el cuerpo del ad-

versario.

La lucha, desde siempre, estuvo presente en la vida humana, encontrándose

representaciones de la misma en todas las culturas y civilizaciones hasta el

momento. Supone una creación de la sabiduría popular en el transcurso de mi-

les de años.

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2. Justificación

Las actividades de lucha son susceptibles de ser aplicadas en el ámbito esco-

lar, debido a la gran cantidad de ventajas que presentan. Algunas de ellas son:

Se desarrolla el sentido del tacto, ya que es necesaria gran implicación por

parte del mismo.

Se descarga y se controla la agresividad, haciendo esto extensible a otras ac-

tividades deportivas y situaciones de la vida cotidiana.

Se aumenta la responsabilidad, ya que se "obliga" al alumno/a a garantizar la

integridad física de los demás compañeros/as.

Se desarrollan las habilidades motrices básicas, especialmente los desplaza-

mientos y los giros.

Se incrementa la condición física de forma muy globalizada: fuerza, resisten-

cia, velocidad y flexibilidad.

Se valora continuamente el riesgo que supone la acción a realizar, tanto para

uno mismo como para el adversario/a.

Se gana en seguridad, ya que los alumnos/as se familiarizan con las caídas y

el contacto físico.

Se produce un efecto de catarsis, porque se favorece la liberación de la carga

de represión que acumulan los niños/as.

Se establecen modificaciones casi instantáneas en función de las actuaciones

del compañero/a (en caso de que lo haya) y adversario/a.

Se necesitan constantes esquemas de percepción, decisión y ejecución para

responder continuamente a la incertidumbre creada.

Se logra la educación integral del individuo y el desarrollo armónico de la per-

sonalidad, enfocando adecuadamente estas actividades.

Se libera el estrés.

Se favorece la integración de todos los alumnos/as, ya que incluso aquellos

que debido a sus características morfológicas y fisiológicas puedan ser

"discriminados" en otras actividades (por ejemplo los niños/as con sobre-

peso), en este caso tendrán un rol importante en el grupo.

Se aumenta el grado de motivación, ya que al partir de acciones naturales y

espontáneas, los practicantes tendrán una especial implicación.

Se pueden desarrollar gran parte de los objetivos y trabajar casi todos

los contenidos que van a ser importantes en el currículo de Educación Pri-

maria, incrementando así capacidadesdiversas: psicomotrices, cognitivo-

lingüísticas, afectivas, de relación interpersonal, de actuación e inserción

social…

Se aprenden a aceptar las normas del grupo y a respetar al resto de compa-

ñeros/as.

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Pese a ofrecer esta cantidad de ventajas y posibilidades educativas, las acti-

vidades de lucha suelen convertirse en un potencial poco explotado en la es-

cuela, especialmente en la etapa de Educación Primaria. Por lo tanto, tendre-

mos que hacernos la siguiente pregunta: ¿cuáles son las causas para que es-

tas actividades de lucha no se utilicen en las sesiones de Educación Física?

Ello ocurre principalmente por:

El desconocimiento de muchas de las características de la actividad, así como

de las posibilidades y bene-

ficios que aporta.

La idea de que el riesgo que

corre el alumnado es muy

grande. Se cree que

la "agresividad" que pueden

tener los alumnos/as se

convertirá en algo incontro-

lado durante la realización

de la actividad.

La ausencia de actividades de lucha organizadas en los programas de Educa-

ción Física e iniciación deportiva.

La creencia de que se necesitan materiales, instalaciones y conocimientos es-

pecializados para este tipo de actividades.

3. Clasificación de las actividades de lucha Existen múltiples clasificaciones de este tipo de actividades, en función de los autores/as con-

sultados, si bien quizás una de las más sencillas y coherentes es la siguiente:

Deportes de lucha de "cuerpo a cuerpo" : La finalidad generalmente

es derribar al adversario/a y los luchadores/as parten de un agarre

determinado. Se desequilibra, derriba, fija, controla o excluye del

espacio. La distancia de guardia de los participantes es casi nula

(menos de 1 metro). Por ejemplo la lucha canaria, el judo o el su-

mo.

Deportes de lucha de "golpear o marcar": La finalidad es tocar en

alguna parte del cuerpo del adversario/a o golpearlo. La distancia

de guardia de los participantes es reducida (de 1 a 3 metros). Por

ejemplo el taekwondo, el boxeo, el full-contact…

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Deportes de lucha de "golpear o marcar": La

finalidad es tocar en alguna parte del cuerpo

del adversario/a o golpearlo. La distancia de

guardia de los participantes es reducida (de 1

a 3 metros). Por ejemplo el taekwondo, el bo-

xeo, el full-contact…

Deportes de lucha con implemento: Se quiere

golpear, derribar o controlar al adversario/a me-

diante la utilización de un implemento, indepen-

dientemente de que también se pueda golpear

con los brazos o piernas. La distancia de guardia

de los participantes es media (de 3 a 5 metros).

Por ejemplo la esgrima o el kendo.

Las tareas que se proponen

para aplicar en las sesiones de

Educación Física, dentro de la

Educación Primaria, se agru-

pan en los siguientes bloques:

Tirar, empujar o excluir del

territorio: Estas acciones

están implicadas en casi todos

los gestos que se generan en

deportes de combate de aga-

rrar (por ejemplo el judo). Al

no tener implícita la caída, se

pueden trabajar en superficies

duras, ofreciendo situaciones

de lucha sin necesidad de ma-

terial o equipamientos espe-

ciales.

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Volcar, fijar o inmovilizar: Inmovilizar es bloquear los movimientos. Así, es-

tas acciones se desarrollan preferentemente en el suelo, obteniendo una

ventaja sobre el adversario/a al

mantener una determinada parte

de su cuerpo en contacto con la

superficie. Volcar, por su parte,

supone invertir la posición del

adversario, desarrollándose

igualmente en el suelo.

Derribar o desequilibrar: El objetivo es provo-

car la caída del adversario, estando éste ge-

neralmente de pie. Posiblemente los derribos

sean las acciones de lucha que más respon-

sabilizan al alumno/a de la integridad física

de su compañero/a. Así, se debe insistir en

este aspecto, al igual que en realizar estas

actividades con parejas de peso y fuerza si-

Tocar: Tocar al adversario/a con los miembros superiores y/o inferiores

en el lugar deseado y sin que esta acción se transforme en un golpe, supo-

ne unos cálculos perceptivo-motrices (corporales, espaciales y tempora-

les) extremadamente rápidos y pre-

cisos. Los juegos y ejercicios indi-

cados en este apartado hacen refe-

rencia a tocar al adversario/a, y en

ningún momento la finalidad es gol-

pear. Por lo tanto, es importante

tocar el punto del oponente que se

indique con la mano

plana, para evitar

hacer daño, o con el

pie descalzo.

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4. Las actividades de lucha en el ámbito educativo

Ya se han comentado los beneficios de las actividades de lucha. Pero, ¿cuándo

se debe comenzar a realizarlas? No existe una edad ideal para ello. De hecho, al-

gunas modalidades como el boxeo limitan la edad a los 10 años. Pero en la ma-

yoría de los clubes donde se practican deportes de combate (judo, karate, taek-

wondo…) los niños/as son admitidos/as a partir de los 6 años.

Así, ya en Educación Primaria estas actividades tienen cabida, siempre y cuan-

do se estructuren en actividades y juegos de oposición y lucha, sin que necesa-

riamente se tenga que practicar un deporte en concreto ni centrarse en aspectos

demasiado específicos de los mismos.

Una propuesta interesante es la de Fernando Amador Ramírez (1996), que rea-

lizó una tesis doctoral sobre los deportes de lucha y la lucha canaria, en concreto.

Él establece que las fases por las que se debe pasar en la iniciación a los deportes

de lucha son las siguientes:

4.1. Relación con el currículo de Educación Física en Educación Primaria

Las actividades de lucha contribuyen al desarrollo de los objetivos genera-

les de la Educación Primaria, de los objetivos generales de Educación Física y

de los contenidos propios de dicha área de la siguiente manera:

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5. Aplicación de las actividades de lucha en Educación Física

A continuación se exponen algunos aspectos que pueden resultar de interés en el caso de que-

rer plantear una unidad didáctica de actividades de lucha dentro de la etapa de

Educación Primaria: objetivos, contenidos, temporalización, metodología y eva-

luación. El ciclo en el cual se debería llevar a cabo esta unidad es el tercero, ya

que es en 5º y 6º cursos de Educación Primaria cuando, atendiendo a las reco-

mendaciones curriculares, se debe comenzar con la iniciación deportiva y pre-

star también atención al acondicionamiento físico general. Además, desde un

punto de vista evolutivo, es el momento en que mejor pueden asumir los alum-

nos/as este tipo de trabajo:

5.1. Objetivos

Los objetivos de la aplicación de esta unidad didáctica, de cara al

alumnado, serían los siguientes:

Mejorar globalmente la condición física.

Adquirir técnicas básicas de defensa.

Incrementar la coordinación dinámica general y el equilibrio.

Conocer los orígenes y modalidades de las artes marciales.

Identificar las técnicas y movimientos en función del contexto en el que

se crearon.

Respetar a los demás compañeros/as.

Controlar la fuerza a aplicar en las tareas propuestas.

Asumir responsabilidades en las actividades propuestas.

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5.2. Contenidos

Conceptuales

Orígenes e historia de las artes marciales y deportes de combate: Ju-

do, karate…

Técnicas básicas de defensa.

Medidas de seguridad como prevención de riesgos.

Procedimentales

Aprendizaje de técnicas y habilidades específicas relacionadas con

artes marciales y deportes de combate.

Incremento global de las capacidades físicas básicas.

Adopción de posturas correctas en las actividades realizadas.

Actitudinales

Apreciación de la importancia del autocontrol en la vida cotidiana.

Aceptación de las propias posibilidades y limitaciones corporales.

Respeto de las medidas de seguridad para evitar riesgos innecesa-

rios.

Valoración de la relación existente entre la práctica de actividad físi-

ca y la mejora de la salud y calidad de vida.

5.3. Temporalización

A grandes rasgos, la distribución de las sesiones dentro de la unidad didácti-

ca es la siguiente:

Cada una de las sesiones aplicadas se divide en cinco partes. Aunque generalmente

se suele hablar únicamente de tres partes (animación, parte principal y vuelta a la

calma), es apropiado, siguiendo a diversos autores, el introducir una fase al principio

para informar sobre lo que se va a hacer y motivar hacia las actividades a realizar

(fase de información), y otra al final para ver el grado de participación, qué tareas re-

sultaron más complicadas, etc. (fase de análisis de resultados).

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5.4. Metodología

El juego está presente en todas las sesiones. Éste es recomendable en la

Educación Primaria por sus muchas ventajas. Siguiendo a José María Cagigal

(1957), el juego es una "acción libre, espontánea, desinteresada e intranscen-

dente, que surge de la vida habitual, se efectúa en una limitación espacial y

temporal, conforme a unas determinadas reglas, establecidas o improvisadas, y

cuyo elemento informativo es la tensión". Presenta ciertas características inte-

resantes como ser: ficticio, gratuito, libre, incierto, convencional… Con él se

facilita el proceso de enseñanza-aprendizaje y se fomentan diferentes tipos de

aprendizaje.

Respecto a los estilos de enseñanza, en determinados momentos se usa el

mando directo (especialmente al trabajar los estiramientos y la movilidad arti-

cular), la asignación de tareas (los contenidos a desarrollar se prestan espe-

cialmente a ésta) y algunos estilos de enseñanza que fomentan la disonancia

cognitiva, según Muska Mosston (1993), como son el descubrimiento guiado y

la resolución de problemas.

Además, se tuvieron en cuenta algunas medidas de seguridad para minimizar

cualquier situación de riesgo. De ellas depende, en gran medida, no sólo el éxi-

to o el fracaso de la actividad, sino el evitar lesiones o accidentes que se pue-

dan producir. Estas reglas elementales tendrán que ser bien conocidas tanto

por el profesor/a que dirige la actividad como por los/as alumnos/as que la van

a realizar. Son las siguientes:

Realizar estas actividades siempre en una su-

perficie acolchada. También se pueden emplear

superficies de arena, césped…, pero nunca su-

perficies duras.

No se deben utilizar zapatillas durante el desa-

rrollo de las mismas.

Prestar especial atención a la vestimenta; en

ningún caso se usarán anillos, collares, pulse-

ras, pendientes que puedan poner en peligro la

integridad física de los/as participantes…

Buscar, cuando sea posible, agrupaciones homogéneas en cuanto al peso y/o

fuerza de los/as ejecutantes.

Evitar golpear o incidir sobre zonas que puedan perjudicar al oponente. Con-

cienciar al alumnado de que la seguridad de los compañeros/as depende en

gran medida de las acciones que ellos realicen.

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5.5. Evaluación

La evaluación educativa, según Lagardera (1999), se define como "el meca-

nismo de recogida de información que una vez valorada debe servir para tomar

determinadas decisiones". Para evaluar esta unidad didáctica se tienen en

cuenta tres momentos principales:

Al principio de la unidad didáctica es conveniente tener un conocimiento

preciso sobre el estado de los alumnos/as respecto a los nuevos conte-

nidos a desarrollar. Así, la primera sesión tiene la función de evaluación

inicial, valorando los conocimientos del alumnado sobre los contenidos a

tratar. Es decir, será una sesión en la que se practiquen, a grandes ras-

gos, los aspectos principales de la unidad didáctica pero haciendo espe-

cial hincapié en tomar registros (por medio de una escala de valoración).

A lo largo de la unidad y para ser conscientes de las incidencias presenta-

das (si la selección de contenidos es ajustada, el enfoque metodológico

apropiado, las actividades atractivas o eficaces...) se aplicará

la evaluación continua o formativa, realizando los ajustes y correcciones

que se precisen sobre la marcha. Igualmente se tomarán registros con la

escala de valoración.

Al final de la unidad didáctica, hay que comprobar el grado de aprendizaje

de los contenidos por parte de los alumnos/as; esto tiene lugar en la

última sesión (evaluación sumativa o final). Igualmente se registrará por

medio de una escala de valoración.

La mayor parte de la información obtenida es cualitativa (subjetiva), y se

registra por medio de la siguiente escala valoración:

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Los criterios de evaluación de esta unidad didáctica son los siguientes:

Experimentar diversidad de técnicas de defensa con distintos segmentos

corporales.

Adquirir habilidades específicas propias de estas actividades.

Incrementar la condición física: Fuerza, velocidad y flexibilidad.

Controlar las reacciones que puedan surgir fruto de la oposición a los

demás.

6. Conclusiones

En el presente artículo se ha pretendido dar a conocer las ventajas que puede

representar la aplicación de las actividades de lucha en el ámbito educativo

(especialmente en Educación Primaria), dentro del área de Educación Física. Ob-

viamente no todo son ventajas, y en ocasiones estas actividades pueden parecer

demasiado peligrosas, agresivas o directivas. Muchas veces el "peligro" de una u

otra actividad no lo determina sólo el carácter intrínseco de la misma, sino que

determinados aspectos que la rodean pueden o no agravarlo. En cualquier caso,

adoptando las oportunas medidas de seguridad, es posible minimizar riesgos

(éstos no están más presentes que en cualquier otra unidad didáctica).

Además, las actividades de lucha suelen resultar muy motivantes para el alum-

nado; por una parte, porque no son un contenido tradicional dentro de la Educa-

ción Física, y quizás ese carácter relativamente novedoso contribuye a dicha mo-

tivación. Por otro lado, la lucha acostumbra a considerarse como algo tabú, como

"no recomendable" (en muchos casos por desconocimiento), lo cual también re-

sulta un incentivo.

Respecto al directivismo de las actividades de lucha (recordemos que muchas

artes marciales y deportes de combate se basan en la repetición y la excesiva ri-

gidez para adquirir las habilidades específicas requeridas), éste puede ser reduci-

do o casi eliminado con una adaptación por parte del/la docente de Educación

Física, planteando las actividades por medio de juegos, lo cual contribuye a con-

seguir los objetivos planteados de una manera más eficiente. Además, recordemos

la importancia del juego con esa famosa cita:

"No dejamos de jugar porque nos hacemos mayores; Nos

hacemos mayores porque dejamos de jugar".