seudonimos de escritores peruanos

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SEUDONIMOS DE ESCRITORES PERUANOS 1. José María Arguedas “escritor etnológico”, “el hombre” 2. Juan Espinoza y Medrano “el lunarejo”, “doctor sublime” 3. José María Eguren “poetadifícil”,”el genio secular” 4. Javier Heraud “Rodrigo machado” 5. Luis Alberto Sánchez “El zorro” 6. Abelardo gamarra “el tunante”, “el ultimo haravico” 7. José santos Chocano “antor de americe”, “el poetade América”, “Aladino” 8. José Carlos Mariátegui la chira “el amauta”, “Juan croniqueur” 9. Ricardo palma soriano “bibliotecario mendigo” 10. Cesar Abraham Vallejo Mendoza “poeta del dolormetafísico” 11. Manuel Gonzales Prada “el sibarita”, “el apóstol de la muerte” 12. Enrique López Albujar “sansón Carrasco”, “narrador de América” 13. Mariano melgar “poeta mártir” 14. Carlosaugusto Salaverry “ruiseñor se chira” 15. Manuel Asencio segura “padre del teatro nacional” 16. Felipe pardo y aliaga “señor de la sátira” 17. Abraham Baldelomar “code de lemos” 18. IncaGarcilazo de la vega “padre de la historia del Perú” 19. José Gálvez Barrenechea “maestro de la juventud” 20. Luis Antonio de Oviedo “conde de la granja” 21. Francisco del castillo “ciegode la merced” 22. Pedro paz soldán “Juan de la orona” 23. Rafael de la fuente y Benavidez “Martin Adam” 24. Federico Barreto “poeta del cautiverio en Tacna” 25. Mario Florián “el juglarandinista” 26. Flora Tristán “la paria” 27. Víctor Raúl haya de la torre “el coloso de indoamericana” 28. Alejandro Romualdo valle “xanno” 29. Mario Vargas Llosa “el escritor político”, elarquitecto de la novela peruana” 30. Grima esa Matto Usandivares “Clorinda Matto de Turner 31. Luis Góngora pareja “Aloysius” 32. Julio ramón Ribeyro “el mejor cuentista peruano” 33. ClorindaMatto de Turner “Carlota Dimont” 34. Francisco a. Loayza “Fray k. B. Zon” 35. Mariano melgar “El poeta de los yaravíes”, “Momento curioso de la

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SEUDONIMOS DE ESCRITORES PERUANOS1. José María Arguedas “escritor etnológico”, “el hombre”2. Juan Espinoza y Medrano “el lunarejo”, “doctor sublime”3. José María Eguren “poetadifícil”,”el genio secular”4. Javier Heraud “Rodrigo machado”5. Luis Alberto Sánchez “El zorro”6. Abelardo gamarra “el tunante”, “el ultimo haravico”7. José santos Chocano “antor de americe”, “el poetade América”, “Aladino”8. José Carlos Mariátegui la chira “el amauta”, “Juan croniqueur”9. Ricardo palma soriano “bibliotecario mendigo”10. Cesar Abraham Vallejo Mendoza “poeta del dolormetafísico”11. Manuel Gonzales Prada “el sibarita”, “el apóstol de la muerte”12. Enrique López Albujar “sansón Carrasco”, “narrador de América”13. Mariano melgar “poeta mártir”14. Carlosaugusto Salaverry “ruiseñor se chira”15. Manuel Asencio segura “padre del teatro nacional”16. Felipe pardo y aliaga “señor de la sátira”17. Abraham Baldelomar “code de lemos”18. IncaGarcilazo de la vega “padre de la historia del Perú”19. José Gálvez Barrenechea “maestro de la juventud”20. Luis Antonio de Oviedo “conde de la granja”21. Francisco del castillo “ciegode la merced”22. Pedro paz soldán “Juan de la orona”23. Rafael de la fuente y Benavidez “Martin Adam”24. Federico Barreto “poeta del cautiverio en Tacna”25. Mario Florián “el juglarandinista”26. Flora Tristán “la paria”27. Víctor Raúl haya de la torre “el coloso de indoamericana”28. Alejandro Romualdo valle “xanno”29. Mario Vargas Llosa “el escritor político”, elarquitecto de la novela peruana”30. Grima esa Matto Usandivares “Clorinda Matto de Turner31. Luis Góngora pareja “Aloysius”32. Julio ramón Ribeyro “el mejor cuentista peruano”33. ClorindaMatto de Turner “Carlota Dimont”34. Francisco a. Loayza “Fray k. B. Zon”35. Mariano melgar “El poeta de los yaravíes”, “Momento curioso de la literatura peruana”36. Mercedes cabello...

Warma Kuyay (en quechua: Warma Kuyay, ‘amor de niño’)? es un cuento del escritor peruano José María Arguedas publicado en 1933 en la revista Signo de Lima, aunque presumiblemente por un error tipográfico apareció titulado como «Wambra Kuyay». Fue el primer cuento divulgado por el autor (al menos del que se tiene constancia) y junto con

otros dos relatos, «Agua» y «Los escoleros», conformó su primer libro, titulado Agua, que fue publicado en 1935.

Warma Kuyay es un cuento breve pero bien elaborado, que inauguró una nueva época en la historia del indigenismo literario en el Perú1 y que ha sido considerado como una de las mejores obras de Arguedas.2

Índice

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1 Contexto 2 Época 3 Escenario 4 Personajes 5 Argumento 6 Resumen 7 El Narrador 8 Análisis temático 9 Análisis estilístico 10 El problema del lenguaje 11 Vocabulario 12 Referencias 13 Bibliografía 14 Enlaces externos

Contexto[editar]

1933, el año en que fue asesinado el presidente Luis Sánchez Cerro y subía al poder el general Óscar R. Benavides, fue de una intensa agitación política. La Universidad de San Marcos, en donde el entonces joven Arguedas había ingresado en 1931 para estudiar Letras se hallaba en receso desde 1932, y lo estaría hasta 1935. Por esos días había a diario sangrientos enfrentamientos entre apristas y comunistas y todavía se vivían la secuelas de la revolución aprista de Trujillo, donde fueron fusilados indeterminado número de militantes de dicho partido. Al parecer, aunque sus simpatías se volcaban al comunismo, durante esos años Arguedas se mantuvo alejado de la política militante, a diferencia del resto de sus condiscípulos. Solo desde 1936 empezaría a participar activamente en las protestas, a raíz de la amenaza fascista que se cernía sobre la Segunda República Española. En ese lapso que va de 1933 a 1935 escribió muchos cuentos, en las que se propuso plasmar la vida y el paisaje andino, en opinión de Arguedas y en sus propias palabras, "tal como era en realidad y no de la manera falsa y artificial como lo habían hecho anteriores escritores indigenistas como Enrique López Albújar y Ventura García Calderón".

Época[editar]

El cuento fue publicada en 1933 y reeditado en 1935 formando la colección de Agua, pero los sucesos que relatan se inspiran en episodios de la niñez del autor, es decir, de la década de 1920, episodios que sin duda están distorsionados y con la carga de fantasía propia de las creaciones literarias. El protagonista es un niño-narrador (o un adulto que narra en retrospectiva) llamado Ernesto, en quien podemos identificar al Arguedas-niño.

Escenario[editar]

Los hechos se desenvuelven en la hacienda de Viseca, cercana a Puquio, la capital de la provincia de Lucanas. Se menciona a la quebrada del mismo nombre y el cerro Chawala, montaña tutelar que es la morada del apu.

Personajes[editar]

El niño Ernesto, de 14 años, quien vive en la hacienda Viseca junto con los peones indios y cholos. Es de la familia de los patrones: su tío es uno de los dueños de la hacienda. Es mestizo aunque de tez clara, que le hace parecer “blanco”.

El Kutu, un joven indio, que trabaja en la hacienda como novillero y amansador de potrancas. Es fornido y de voz atronadora, de “nariz aplastada, sus ojos casi oblicuos, sus labios ennegrecidos por la coca.”

La Justina, es una india joven que “era bonita: su cara rosada estaba siempre limpia, sus ojos negros quemaban;… sus pestañas eran largas, su boca llamaba al amor…”

Don Froylán, uno de los patrones de la hacienda Viseca. Es el típico hacendado abusivo, que maltrata a sus peones y viola a las muchachas indias.

Otros secundarios: Julio el charanguero, Gregoria la cocinera y los indios de la hacienda.

Argumento[editar]

Ernesto, un mestizo perteneciente a una familia de hacendados, relata en retrospectiva un romance de su niñez: el amor por una india, un amor frustrado, imposible, de triste final.

Resumen[editar]

El niño Ernesto, sobrino de uno de los dos patrones de la hacienda Viseca, se enamora de una india joven llamada Justina, a quien una noche la ve bailar en el patio del caserío. Pero ella prefiere al Kutu, un joven indio y novillero, empleado de la hacienda. Ernesto no entiende cómo, siendo el Kutu feo y con “cara de sapo” pueda ser el preferido de la Justina. Ella y los demás indios se burlan de Ernesto, quien se retira avergonzado mientras continúa el jolgorio, hasta que llega don Froylán, el otro patrón, quien sacude su látigo y manda a dormir a todos. Esa misma noche Ernesto se entera que don Froylan ha abusado sexualmente de Justina, cuando esta fue de mañana a la toma de agua para bañarse. Es el mismo Kutu quien le cuenta esta desgracia, y entonces Ernesto le incita a que asesine al ofensor. Pero el novillero se niega por «ser indio», es decir, socialmente inferior, además

porque el patrón tenía nueve hijos que aún eran muy pequeños. Ernesto no entiende estas razones y cree que por maula o cobarde el Kutu no quería enfrentar al malvado patrón. El Kutu trata de consolarle, diciéndole que pronto se iría y le dejaría a la Justina para él solo. En las noches, el Kutu iba al corral y daba de latigazos a los becerros del patrón, a modo de desquite; Ernesto lo veía y aprobaba su acción, pero luego se arrepentía y abrazaba a los animales, llorando y pidiéndoles perdón por tal crueldad. Dos semanas después, el Kutu, hastiado de las humillaciones, se marcha de la hacienda, dejando a la Justina. Ernesto mantiene su amor por la muchacha aunque sin guardar esperanzas, pues su amor era solo un warma kuyay (amor de niño) y no creía tener derecho sobre ella; sabía que debía ser de otro, de un hombre ya mayor. Finalmente Ernesto es llevado a la costa, donde vive amargado y languidece «como un animal de los llanos fríos trasladado al desierto», imaginando que lejos, el Kutu, aunque cobarde, llevaría una vida mejor trabajando en las haciendas de la sierra.

El Narrador[editar]

El relato está narrado en primera persona; el narrador se hace llamar Ernesto, que no es sino el mismo Arguedas relatando un episodio de su niñez, sin duda ya distorsionado y cargado de fantasía.

Análisis temático[editar]

El cuento muestra a un protagonista de catorce años, descendiente de los patrones, que aunque mestizo, es visto como blanco pero que vive en medio de los indios comuneros y participa de sus costumbres y sus labores. El espacio que se representa aparece escindido tajantemente en dos segmentos irreconciliables: los indios y los señores. Ernesto se halla pues entre dos mundos en conflicto y opta por inscribirse en el de los indios aunque entre ellos tendrá una relación de amor y competencia. Ernesto ama a una muchacha india mayor pero ésta es ya pareja del Kutu, un indio novillero al servicio de la hacienda. Ernesto no entiende el rechazo de la Justina, que siendo tan delicada, como una paloma torcaza, prefiera al Kutu, grotesco y feo, con “cara de sapo”. Pero inevitablemente, interfiere la figura del odiado patrón, don Froylán, quien ejerce lo que para el autor es la forma más cruel del abuso del explotador hacia la clase sometida: la violencia sexual, en la persona de la Justina. El Kutu al no poder enfrentar este abuso, se venga latigueando al ganado de la hacienda; esta actitud es vista como cobardía Ernesto, quien desearía que el Kutu se vengue matando al patrón. El Kutu trata de justificar su actitud: el patrón tiene hijos muy pequeños y no desearía que estos quedaran huérfanos a temprana edad; su esperanza es que Ernesto crezca y se haga abogado para defenderlos. Este argumento no satisface a Ernesto, que insiste en calificar de cobardía la actitud del Kutu, quien hastiado de tanta humillación, decide abandonar la hacienda y a la Justina. Todo esto constituye para Ernesto un aprendizaje: comprueba que en el mundo de los patrones el amor es visto como oportunidad, no como mérito, el amor se banaliza en su forma más cruda, la violación; en cambio Ernesto aprende a amar a Justina en armonía con el amor por la cultura andina. Finalmente, Ernesto es trasladado a la costa, desde donde escribe este episodio de su vida a manera de recuerdo, expresando su nostalgia por la vida en el campo y su desazón por la urbe. La amada queda idealizada al transcurrir el tiempo y se convierte en un recuerdo

melancólico. El amor se torna en frustración, pero sirve para afianzar en el protagonista su adhesión a la cultura andina.

Análisis estilístico[editar]

La narración se abre con un coro de voces y entre los parlamentos y cantos hay brevísimas apuntaciones impersonales sobre el escenario («Noche de luna en la quebrada de Viseca»), lo que da al texto un semblante de un libro dramático.3

Este relato, como muchas de las obras narrativas del autor, es de una gran belleza plástica. El hermoso colorido de los bailes, las canciones y los poemas quechuas se nos muestra en toda su dimensión.

El problema del lenguaje[editar]

En este relato se advierte el primer problema que tuvo que enfrentar Arguedas en su narrativa: el encontrar un lenguaje que permitiera que sus personajes indígenas (monolingües quechuas) se expresaran en idioma castellano sin que sonara falso. Tras una larga y angustiosa búsqueda del estilo adecuado, Arguedas resolvió el problema con el empleo de un «lenguaje inventado»: sobre una base léxica fundamentalmente castellana, injertó el ritmo sintáctico del quechua.

Vocabulario[editar]

Witron: patio grande recubierto de lajas, donde se depositan los metales. Maktasu: palabra quechua derivada de makta, ‘joven’; significa muy fuerte y

valiente. Daños: animales que incursionan en chacra ajena. Maula: cobarde, despreciable, desleal, deshonesto. Torcaza: variedad de paloma silvestre.

Aves sin nidoDe Wikipedia, la enciclopedia libre

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Aves sin nido (1889) fue la primera de tres novelas de la peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909). Es su obra máxima, reconocida como la novela precursora del Indigenismo, movimiento literario básicamente peruano, en el que brillaron las figuras de Ciro Alegría ("El Mundo es Ancho y Ajeno") y sobre todo su compatriota José María Arguedas, con novelas cumbres como "Los ríos profundos".

Clorinda Matto de Turner fue exiliada del Perúal caer el gobierno de Andrés Avelino Cáceres a manos de los pierolistas por ser simpatizante de éste. Los pierolistas asaltaron su

casa y la imprenta de su hermano, quemaron su efigie y varios de sus libros. Moriría en el exilio en Argentina.

Índice

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1 Ediciones 2 Características 3 Personajes

o 3.1 Principales o 3.2 Secundarios

4 Resumen o 4.1 Primera parte o 4.2 Segunda parte

Ediciones[editar]

Hay numerosas ediciones en el Perú (Peisa), en México y en Estados Unidos (Stockcero). Recientemente la novela fue publicada otra vez en inglés en dos versiones, una de Naomi Lindstrom (La Universidad de Texas) y la otra de Antonio Cornejo Polar (Oxford University).

Características[editar]

La novela se divide en dos partes, con 26 capítulos la primera y 32 la segunda. Fue traducida inmediatamente al inglés desde su publicación. La trama de novela consiste en un matrimonio criollo que va a la sierra peruana, a un pueblo ficticio Kíllac para invertir en una mina. Mientras se radican allí descubren las formas de control contra la gente quechua como la mita y la institución de los pongos. La novela es una denuncia de la subordinación de los naturales peruanos por parte de la vieja aristocracia.

La obra comienza hablando de Killac, un pueblito de los andes, donde transcurren los principales hechos de la novela. En Killac solo el paisaje fisico es bello, pero el aspecto social es horrible. En la trama de la novela aparece un joven de nombre Manuel, el cual se enamora de una joven llamada Margarita. él desea casarse con ella, pero pronto descubrirán que a su amor se interpone el estrecho vínculo que, sin saberlo, conllevan.

Personajes[editar]

Principales[editar]

Margarita: Muchacha sumisa, discreta y buena. Poseedora de una belleza incomparable. Hija de Marcela y el cura. Perdidamente enamorada de Manuel.

Manuel: Muchacho de alta clase social, simpático, de actitudes bastante maduras, caballero, decidido, estudioso. Desde un principio se fijó en la belleza de Margarita

Sebastián Pancorbo: Corrupto gobernador (en un principio) del pueblo, tan astuto como hipócrita y estafador. Sin embargo era bastante fácil de influenciar, como un títere para todo aquel quien se mostrase de su lado, ya que al parecer, esa era considerada una necesidad para él.

Lucía Marín: Mujer joven, ejemplar por su infinita solidaridad para con su prójimo, a quien le gustaba inmiscuirse en los asuntos de su marido, siempre para algo de buena intención. Jamás se dejaba llevar por actitudes machistas de otros personajes de la nobleza del pueblo. Tenía una constante conducta digna, femenina y madura.

Fernando Marín: Honorable hombre de bien y de la alta clase social del pueblo de Kíllac. Esposo de Lucía, quien defendía y velaba hasta donde podía, las condiciones en que vivían los indios en esa época.

Pascual Vargas: Inmoral, atrevido y lujurioso, cura de la provincia. Se aprovechaba de su autoridad para llevar a cabo los más denigrantes y provechosos (económicamente) objetivos

Secundarios[editar]

Estéfano Benítez Petronila Hinojosa Pedro Esco Coronel don Bruno de Paredes Obispo Don Pedro de Miranda Marcela Yupanqui Hilarión Verdejo Juan Yupanqui Doña Melitona Isidro Champi Claudio Paz Teodora Martina. Juan Luis Arratia Colorado

mejia

Resumen[editar]

Comienza con la ayuda que le pide Marcela a la señora Lucía de Marín acerca de lo que tenían que pagar para que les devuelvan a sus hijas. Con la ayuda de Fernando Marín, Lucía ayuda a Marcela pagándole al gobernador Sebastián Pancorbo y al padre Pascual, devolviéndoles a sus hijas Margarita y Rosalía, que mientras tanto Estéfano Benítez, Pedro Escobedo, el gobernador, el padre Pascual y otros planeaban un ataque a los esposos Marín. Petronila Hinojosa, esposa del gobernador, recibe la grata visita de su hijo Manuel, que después va de visita a la casa de los Marín. El ataque había comenzado contra los Marín el campanero Isidro Champí comenzó a tocar las campanas, los Marín se protegían contra la gran turba de hombres armados y con antorchas que destruían la entrada de la casa de los Marín, Manuel y su madre fueron ahí para ayudar, que en el camino encontraron dos indios,

uno muerto con un balazo que le rozó los pulmones y le destruyó el hígado y la otra tenía un balazo en el hombro y que le había comenzado la infección, eran Marcela y su esposo, detenido el ataque los Marín los auxiliaron pero Juan Yupanqui ya estaba muerto pero Marcela podía vivir, recogieron y adoptaron a sus hijas Rosalía de tres años y Margarita de 14, dándoles vestido, alimento y vivienda en su propia casa. Fernando Marín presentó un juicio contra los que habían organizado el ataque contra su casa que fue ayudado por Manuel el hijo del gobernador que estaba involucrado en este juicio, en el juicio se presentaba el padre Pascual cuando de pronto se desmayó y lo tuvieron que llevar de emergencia, por este embrollo Sebastián Pancorbo tuvo que dejar su cargo dejando de gobernador a un antiguo coronel del ejército, Don Bruno Paredes; por mientras, Marcela estaba agonizando y pronto a la muerte dejando a sus hijas a lado de Lucía que las acogió gratamente. En una reunión con Escobedo, Benítez, Pancorbo, el nuevo gobernador y otros idearon un plan para inculpar al campanero y meterlo a la cárcel, y sí, lo metieron preso. El padre pascual ya dado de alta después de tener la fiebre Tifoidea, fue a otro pueblo vecino para descansar pero haciendo maniobras con su caballo cae y se chanca la cabeza quedando desmayado siendo auxiliado por un convento cercano, pero lamentablemente muere. Martina, esposa de Isidro Champí, el campanero, fue a pedir ayuda a su compadre que era Pedro Escobedo, y este le pide sus vacas y algunos ganados para la liberación del campanero, pero que en realidad no le iba dar libertad sino hasta dentro de unos meses, Martina pensando esto fue a pedir ayuda a Don Fernando Marín. En la casa de Doña Petronila, estaba con su hijo Manuel conversando cuando de pronto entro Sebastián borracho y comenzó a golpear a su esposa, viendo esto Manuel va a su auxilio y relaja a Sebastián. El nuevo gobernador de Kíllac estaba en un pueblo vecino, Saucedo, en la casa de don Gaspar donde había una fiesta, el gobernador vio a la hija de don Gaspar y quería estar con ella, visto esto Gaspar planeó una idea para sacarla del lugar y llevarla a donde Petronila y le enseñe a ser una verdadera mujer, haciendo esto, Gaspar se llevó a su hija con un pretexto que iba a dejar un encargo en Kíllac, junto con su criado se la dejó a doña Petronila, el nuevo gobernador sabiendo esto salió de la fiesta y fue a buscarla, pero le llegó una carta que le hacía dejar su cargo, y con esto se desapareció y no se supo nada más de él. Manuel había ido a visitar a Don Fernando (que en realidad buscaba a Margarita), habló con Margarita sobre el amor que sentía hacia ella, Margarita, tímida fue a llamar a su padrino. Lucía y su esposo planearon un viaje para salir fuera de Kíllac, y nunca más regresar, y se llevarían a sus ahijadas a Lima para que estudien y luego irse a Europa, Lucía habló esto con Margarita que le preguntó si iría también Manuel, pero lamentablemente tenía cosas que hacer en el pueblo y no podía salir. En la conversación entre Manuel y Fernando apareció Martina para pedirles ayuda, y Fernando siempre generoso prometió junto con Manuel ayudarla y liberar a su esposo. Después de que Martina se fue, bajaron Lucía y su ahijada, y en ese instante apareció Doña Petronila y la hija de Gaspar para que la conozcan. Manuel y Fernando luchaban por la libertad del campanero y a pocos días de su partida a Lima, ideó una fiesta para que convencer a las autoridades. Ya en la fiesta, el primero en llegar fue Manuel y su familia, que preguntó por Margarita, pero ella estaba en el cementerio, junto con su hermana para despedirse de sus padres para siempre; en la fiesta intentaron convencer a las autoridades de liberar a Isidro con noticias positivas. Ya en el día de su partida, estaba Manuel, Benítez, Escobedo, Verdejo y Pancorbo, se estaban despidiendo cuando llegó un grupo de hombres junto con López, que tenía nuevas noticias: Sebastián Pancorbo iría directamente a la cárcel por el atentado contra los Marín, Pedro Escobedo, Estéfano Benítez e Hilarión Verdejo tendría el mismo destino. Enterados de

esto, Fernando Marín se retrasó un poco para conversar con Manuel, para que se quede un tiempo más y arregle lo que pasaba en Kíllac: liberar al campanero y ver el juicio de los otros culpables. Ya en el tren Lucía, Fernando, Margarita y Rosalía partieron en tren. Petronila enterada que su esposo se iba a la cárcel le pidió a su hijo que intente liberarlo. El plan de Manuel era hacer todo lo necesario en Kíllac y luego ir tras su amada Margarita. Ya todo listo en Kíllac, Sebastián Pancorbo e Isidro Champí estaban libres gracias a Manuel, este partió tras su amada. Mientras tanto en el tren de los Marín se acercaba una catástrofe, en los rieles cerca al puente pasaba un ganado de lo que no se percataron los maquinistas, luego Mister Smith, se dio cuenta y en el acto quiso frenar, todos los vagones saltaron, mientras que algunas vacas eran trituradas por el inmenso tren toda la gente del tren gritaban, Mister Smith disparó contra la caldera poniendo en riesgo su vida para salvar a todos los pasajeros, gracias a el lograron detenerse, pero el tren se descarriló ya fuera del puente, solo con algunas personas heridas levemente, como Rosalía que se chancó el labio; ya todo listo volvieron avanzar. Los Marín ya estaban en la segunda ciudad del Perú (eso significa que era La Ciudad Blanca, Arequipa), se hospedaron en el hotel Imperial. Ahí Margarita sintió los pasos de su amado que atravesaban la puerta, era Manuel tras su amada, le pidió que sea su amada, pero una muy mala noticia le caería a esa relación, Lucía les confesó algo, Manuel no era el hijo de Sebastián, él era su padrastro como ya sabemos por la forma de hablar con él, en realidad su padre era el cura Pedro Miranda y Claro que abusó de doña Petronila, Marcela antes de morir le dijo un secreto a Lucía, Margarita era la hija de Marcela, pero no de Juan Yupanqui, el Cura Pedro Miranda Y Claro siguiendo con sus fechorías también abuso de Marcela, así que eso llegaba a una conclusión: MANUEL Y MARGARITA ERAN HERMANOS.

Primera parte[editar]

Aves sin nido empieza con una descripción del pueblo situado en la sierra del Perú que se llama Kíllac—un lugar en que la naturaleza inspira a la gente a sentir mucho amor para su país. La autora usa los colores y los olores para describir la naturaleza y la belleza de la tierra peruana. El narrador continúa por describir a la gente del pueblo. Primero, se presenta a Marcela, una mujer india que lleva la ropa peruana tradicional. En contraste, hay otra mujer, se llama Lucía, que pertenece a la clase alta y acaba de mudarse a Kíllac con su esposo, don Fernando. Con su tiempo libre empieza a hablar con Marcela y aprende de su situación devastadora: Marcela tiene que pagar sus deudas al cura y al gobernador del pueblo pero no tiene bastante dinero. Por eso, Lucía decidió hablar con el cura Pascual y con el gobernador, don Sebastián. Cuando los dos oficiales del pueblo van a visitar a Lucía y se enteran de sus opiniones, se burlan de ella. Ellos piensan que Lucía tiene la intención de cambiar el ritmo y estilo de vida en el pueblo. Además, el cura dice que tiene que recolectar las deudas para que él pueda continuar con sus servicios al pueblo. En este momento Lucía empieza a darse cuenta de la corrupción en Kíllac en vez de estar de acuerdo con ellos. Marcela, después de conocer a Lucía, comienza a tener la esperanza de que alguien pueda tenerles compasión y tal vez cambiar el sistema corrupto de su pueblo.

En la próxima parte, se descubre que el cura tomó a la hija de Marcela, que se llama Rosalía, que es la hija menor, con la intención de amenazar a Marcela. Entonces, Lucía decide que va a dar dinero a Marcela para que pueda recoger a su hija. Mientras tanto, el

esposo de Lucía da un documento al gobernador en que se dice que pagarán las deudas de Marcela si ella puede recuperar a su hija.

Este es el comienzo de situaciones conflictivas. Cuando el cura se da cuenta que fue Lucía que le dio el dinero a Marcela, se reúne con el gobernador, y juntos hablan a su vez con la gente del pueblo. Todos deciden matar a esta nueva pareja (Lucía y Fernando) por sus intenciones de arruinar la felicidad del pueblo.

Al mismo tiempo que esto ocurre, se presenta a Doña Petronila (la esposa del gobernador) y su hijo (cuyo verdadero padre no es el gobernador) que se llama Manuel. Manuel es muy bien educado y tiene una mente clara y digna. También él tiene mucho respeto hacia Lucía y don Fernando y quiere ayudarlos de cualquier manera que sea posible. Cuando Lucía y don Fernando vuelven a su casa, tienen que escapar la brutalidad de la gente del pueblo cuando tratan de allanar su casa y matarlos. En medio del ataque, la gente del pueblo mata al esposo de Marcela y ella muere poco después por dificultades y el desconsuelo ante la muerte de su esposo. Las hijas de Marcela quedan sin hogar, son las “aves sin nido”, carentes de padres, casa y sostén. Lucía, por su empatía, decide ser la nueva madre de las huérfanas (Margarita y Rosalia).

Este parte termina con el retiro del cura del pueblo de Kíllac que se va, debido a que padece de la fiebre tifus, de la cual se recupera, quedando sin embargo con perturbaciones psicológicas. Se resalta también la persistencia y afán de Lucía, su esposo Fernando y Manuel por proveer justicia y borrar la corrupción al interior del pueblo.

Segunda parte[editar]

Al principio de la segunda parte de la novela, el narrador cuenta que pasan “meses y meses” sin que haya progreso en la investigación del crimen de la noche del 5 de agosto. Ésta continúa “con la lentitud alentadora del reo, lentitud con que en el Perú se procede dejando impune el crimen y tal vez amenazada la inocencia” (79).

A pesar de haber tomado las declaraciones de muchos testigos, el juez de paz, don Hilarión Verdejo, no ha hecho un juicio y cita a don Fernando Marín para que éste dé su testimonio. Marín no ha querido “empeñarse en aquel juicio” (79), pero cumple con la citación y llega a la oficina de Verdejo para hacer su declaración. Después de que llega el plumario Estéfano Benites, el juez de paz comienza la entrevista con Marín. Cuando Marín declara que sí “sabe quiénes atacó la casa o conoce los autores del atentado”, Verdejo concluye la entrevista diciendo que está suficiente para hoy y que anda muy ocupado con otras cosas. Al salir Marín, Benites y Verdejo planean el embargo para poder quitarle al campanero Isidro Champí de sus vacas, ovejas y alpacas y deciden que su amigo Escobedo será el que exige la orden para la entrega del ganado de Champí.

“Encerrado en su cuarto por largas horas” (82), Manuel sufre por la contradicción entre la implicación de don Sebastián en el crimen y su deseo de ayudar a Lucía con los planes para el futuro de su nueva ahijada, Margarita. Después de largas vacilaciones, Manuel decide volver a la casa de don Fernando Marín y de su esposa la señora Lucía. Antes de llegar él

coge una ramita de violetas del jardín de su mamá para dársela a Margarita, haciendo una comparación entre ellas y la modestia de la chica. Una vez en la casa de Marín, observa a Margarita estudiando una fichas grabadas con las letras del alfabeto. Lucía le pregunta a Manuel porque ha estado ausente por tanto tiempo, y él explica mencionando a sus preocupaciones recientes. Mientras estudia Margarita, Manuel expresa de manera disimulada su interés en la chica y Lucía se da cuenta de los sentimientos de Manuel.

Gracias a “la asistencia caritativa” (85), el cura Pascual no muere del ataque de tifoidea y se va para la ciudad de Lima para pasar el período de su convalecencia allí. Mientras tanto, llega a Kíllac el hombre que ha sido designado por el Supremo Gobierno como la nueva autoridad de la provincia serrana. El coronel Bruno de Paredes es conocido en el Perú “por gozar de influjos conquistados en torneos del estómago, o banquetes, como por sacar con frecuencia las manos del plato de Justicia” (85), y además es amigo antiguo de don Sebastián.

Don Sebastián y el coronel se reúnen en la casa de don Sebastián para hablar de los sucesos de los últimos meses. Paredes critica a don Sebastián por haber tomado en cuenta las sugerencias de Manuel, y le dice que a pesar de su resignación, nuevamente le va a nombrar gobernador a don Sebastián. Paredes declara su intención de aprovechar de su nueva posición para sacar beneficias, y dice que quiere incluir a don Sebastián en sus planes.

Nuevamente en la casa de don Fernando Marín, Manuel y Marín lamentan el estado de las autoridades en el pueblo. Marín revela sus planes para mandarlas a las chicas a educar en Lima. Manuel le da a Margarita el ramillete de violetas y ella lo acepta. Los hombres continúan hablando de la nueva autoridad, quien parece no querer la amistad de Manuel. Éste se va de la casa y se pierde en sus pensamientos de Margarita. Piensa que si puede revelar la verdad se su verdadero padre a don Fernando, podrá estar con Margarita. Se resuelva además a seguirla a Margarita cuando se vaya a Lima y estudiar para hacerse abogado.

Mientras Manuel está en la casa de Marín, los vecinos notables de Kíllac se reúnen en la casa de don Sebastián para conocer al nuevo subprefecto, coronel Paredes. Paredes declara su esperanza de poder apoyar a los vecinos y de recibir su apoyo también. Avisa que “debemos aprovechar de la estación para hacer nuestro reparto moderado”, pues dice que no le gustan los abusos (91). También Paredes les hace una recomendación en cuanto al juicio todavía irresuelto. Les dice que tengan “prudencia” con don Marín y que capturen y encarcelen a Isidro Champí. Entonces Paredes parte de la casa entre la multitud voces gritando “¡viva el subprefecto, coronel Paredes!” (93) y poco después se va Benites a ejecutar la orden para la captura de Champí. Don Sebastián queda sólo en su casa y comienza a tomar caña de azúcar, pues teme que su esposa y Manuel arruinarán su ambición de llegar a un puesto más alto por medio de conspirar con Paredes. Doña Petronila oye los gritos locos de su esposo borracho y luego de vacilar entre esperar a que llegue Manuel e intervenir por su propia cuenta, entra en el cuarto donde don Sebastián está tomando. Éste sigue gritando y se pone violento con su mujer. Mientras tanto, Manuel llega a la casa y encuentra el conflicto entre su padrastro borracho y su madre. Manuel termina la escena por tomar a su padrastro por la cintura y llevarlo a su dormitorio.

Benites rápidamente cumple la tarea de llevarlo preso a Champí. El campanero se está alistando para ir a la iglesia cuando llega Benites. Delante de la esposa y los siete hijos de Champí, Benites sale para la cárcel con su prisionero. Antes de irse dice que no tengan miedo, que les va a ayudar a resolver el asunto. La esposa Martina está muy preocupada y decide acudir a su amigo Escobedo, pues cree que “él puede hablar por nosotros” (97).

Don Fernando se preocupa cada día más por el estado de las cosas en Kíllac y toma la decisión de que partir del pueblo. Le revela su decisión de volver a Lima a Lucía, quien está embarazada. Rosalía y Margarita acompañarán a la pareja en el viaje para entonces estudiar en la capital.

El cura Pascual, que está en el camino para Lima, pasa unos días sin tomar alcohol ni estar con mujeres. Su intención de llevar una vida más sana fracasa cuando llega a un posado y ve a la bella posadera. Se emborracha en el posado y la posadera y su esposo lo ponen nuevamente en su caballo fino para que termine el viaje a Lima. Cuando llega a Lima se cae de su caballo y está salvado por los frailes de un convento. Le dan un cuartito en que descansar, y una vez allí el cura piensa en la contradicción entre el deseo natural del hombre y la vida que tiene que llevar en el servicio de Dios y la Iglesia. De repente cae muerto el cura, y lo encuentran unos frailes que después hablan de su temor a la muerte repentina, pues una muerte repentina no les daría la oportunidad de prepararse para el más allá.

Manuel, que ha sufrido internamente por el tumulto de los sucesos domésticos, habla con su mamá sobre su deseo de estudiar para hacerse abogado. Doña Petronila le asegura que ha ahorrado dinero para estos fines. También le acuerda de que es su deber respetar a Don Sebastián y de tratarlo como si fuera su padre verdadero.

En la casa de Escobedo, Martina aplica al vecino para que la ayude a liberar a su esposo. Escobedo le avisa que le entrega cuatro de sus vacas, pues así podrá liberar a Champí “mañana, pasado, dentro de tres días” (110). Ella sale de la casa rumbo a la cárcel y Escobedo se dice riendo, “Ratón, caíste en la ratonera” (110).

El subprefecto coronel Paredes visita a los pueblos vecindarios de Kíllac y en uno de ellos escoge a una joven muy linda para ser su próxima conquista. Teodora está prometido a otro, y sabe que las intenciones del subprefecto son malas. Mientras Paredes pasa cinco días en la casa de Teodora bebiendo y festejando con sus amigos, ella se preocupa por su reputación y por su novio. Su papá le aconseja que sea amable con el subprefecto en la noche de la última cena, y que luego buscará una salida para su hija.

Manuel va a la casa de don Marín y la halla sola a Margarita. Aprovecha de la circunstancia para declararle su amor y su deseo de casarse con ella. Margarita, que todavía está muy joven, sin embargo “sabía desde este momento que era mujer. Sabía que amaba” (115).

Después Lucía le informa a Margarita que toda la familia se irá para Lima. Cuando Margarita le cuenta de lo ocurrido con Manuel, Lucía le aconseja que no se enamore de Manuel, pues él es “el hijo del sacrificador de tus padres” (116). Margarita se siente muy

triste por el conflicto. Lucía decide que va a hablar con su esposo acerca de la situación de Manuel y Margarita.

Mientras tanto, Teodora y su padre don Gaspar huyen de su casa y del coronel Paredes. Teodora continúa en el camino para la casa de doña Petronila, quien la esconderá del subprefecto. Su padre regresa a la casa para encontrarse en el camino con los amigos de Paredes que han salido en busca de Teodora. Mientras tanto, Paredes recibe una carta avisándole de “una tempestad política” (123) que le obliga a salir rápidamente de la casa de don Gaspar para esconderse en la ciudad.

Después de la declaración de amor de Manuel, éste se reúne con don Fernando y los hombres hablan de sus planes para ir a Lima. También Manuel insinúe que don Sebastián no es su padre verdadero. Don Fernando dice que le va a ayudar a Manuel con el arreglo de sus financias para el viaje a Lima, y luego los hombres cierran su conversación lamentando nuevamente la situación de la política y de las indígenas en los pueblos del Perú, pues la huida de Teodora a la casa de Manuel ha destapado otra prueba de la corrupción de las autoridades regionales.

Martina lo visita a su esposo en la cárcel y le cuenta de la entrega de las cuatro vacas a Escobedo. Mientras toma lugar la triste reunión de la pareja, Escobedo y Benites planean dar una vaca al subprefecto y quedar con las otras tres, y también arreglan cómo proceder con el embargo. Champí permanecerá en la cárcel, pues “Ahora no conviene que salga; lo embromaremos unos dos meses, y después la sentencia hablará” (132).

La familia de doña Petronila llega a la casa de don Fernando para presentar a Teodora. El grupo está platicando amablemente cuando aparece Martina. Ella está desesperada porque las justicias han llevado sus vacas y porque teme que don Sebastián los esté persiguiendo a ella y su esposo. Don Fernando dice que los protegerá y salvará de las autoridades corruptas y Martina sale “llena de esperanzas” (137) para comunicarle la noticia a su esposo encarcelado.

Gracias a la situación inestable de las políticas nacionales, también cambia el autoridad local en Kíllac. Nadie sabe dónde se ha escondido Paredes.

Manuel continúa pensando en Margarita y declara que les revelará a don Fernando, Lucía y Margarita el secreto de su nacimiento.

Doña Petronila también fue a la casa de don Fernando para pedirle cartas de recomendación al nuevo subprefecto para Teodora y su padre. Don Fernando dice que pedirá las cartas a la vez que aplica a su amigo para ayuda en respecto a la situación de Champí. Después de que se van doña Petronila y Manuel, Lucía habla con su esposo acerca del amor que ha observado entre los jóvenes. Don Fernando le asegura que el de Manuel y Margarita sería un muy buen matrimonio, y Lucía piensa en la educación de las virtudes domésticas de Margarita. Don Fernando prepara la carta con el doble propósito a su amigo don Federico Guzmán.

Mientras Martina le cuenta las noticias a su esposo, Escobedo, Benites y otros amigos hablan de la intervención de don Fernando y de Manuel. Deciden que no es una gran amenaza a sus planes debido a la pronta partida de Marín.

Don Fernando y Lucía deciden invitar a los vecinos para un desayuno en la mañana de su viaje para Lima. Así don Fernando podrá hablar a favor de la causa de Champí. También se han concretizado los planes de Manuel para estudiar en la ciudad capital.

En la mañana de la partida de la familia Marín, llegan todos los vecinos, inclusive Escobedo, cuya esposa ha dicho que está de viaje. Margarita y Rosalía van a despedirse de la tumba de sus padres. Durante el desayuno, don Fernando habla por la causa del campanero Champí. Mientras la familia se está tomando las últimas preparaciones para salir rumbo a la estación del tren, un grupo de hombres armados llega a la casa con el propósito de llevarlos preso a don Sebastián, don Verdejo, Escobedo y Benites. Como su padrastro ha sido encarcelado, Manuel sabe que va a tener que postergar sus planes. Intenta calmar a su madre y comienza a trabajar en las defensas de Champí y de don Sebastián.

Don Fernando y su familia viajan por caballo hasta llegar a la estación de tren. Manuel está muy triste por la postergación de sus planes y extraña mucho a Margarita. Su madre le anima por decirle que vaya a alcanzar a don Fernando para que declare su intención de casarse con Margarita.

Lucía y su esposo suben al tren con las dos chicas. El tren sigue sale de la estación y todo va bien hasta que el tren choca con una tropa de vacas que está en el centro de un puente.

Manuel cumple su deber con respecto a su padrastro, pues don Sebastián sale de la cárcel. Él explica a don Sebastián su deseo de salir la próxima mañana diciendo que además de pedir

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Todas las sangres

de José María Arguedas

Género Novela

Idioma Castellano

Editorial Losada (Buenos Aires)

País Perú

Fecha de

publicación

1964

Formato Impreso

Serie

El Sexto

(1961)Todas las sangres

El zorro de arriba y el

zorro de abajo (1967)

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Todas las sangres es la quinta novela del escritor peruano José María Arguedas publicada en 1964. Es la novela más larga de dicho autor, y la más ambiciosa, siendo un intento de retratar el conjunto de la vida peruana, por medio de la representación de escenarios geográficos y sociales de todo el país, aunque su foco se sitúa en la sierra. El título alude a la variedad racial, regional y cultural de la nación peruana. La novela se desenvuelve entre dos ideas fundamentales: el peligro de la penetración imperialista en el país por intermedio de las grandes transnacionales y el problema de la modernización del mundo indígena.

Índice

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1 Argumento 2 Personajes

o 2.1 Principales o 2.2 Secundarios

3 Resumen 4 Resumen por capítulos 5 Análisis 6 Polémica en torno a la obra 7 Crítica 8 Adaptación cinematográfica 9 Mensaje 10 Referencias

11 Bibliografía 12 Enlaces externos

Argumento[editar]

La novela se inicia con el suicidio de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú. Su muerte anuncia el fin del sistema feudal que hasta entonces ha predominado en la región. Don Andrés deja dos hijos: don Fermín y don Bruno, enemigos y rivales, quienes en vida del padre se habían ya repartido sus inmensas propiedades.

El conflicto principal gira en torno a la explotación de la mina Apar’cora, descubierta por don Fermín en sus tierras. Don Fermín, prototipo del capitalista nacional, quiere explotar la mina y traer el progreso a la región, a lo que se opone su hermano don Bruno, latifundista tradicional y fanático católico, que no quiere que sus colonos o siervos indios se contaminen de la modernidad, que según su juicio corrompe a las personas.

Con la llegada de un consorcio internacional –la Wisther-Bozart– se inicia la disputa por el control de la mina de plata. Don Fermín no puede competir ante la gigante transnacional y se ve obligado a venderle la mina, que desde entonces adopta el nombre de Compañía Minera Aparcora. Ante la necesidad de abundante agua para el trabajo de la mina, la compañía muestra interés por las tierras del pueblo y de las comunidades campesinas aledañas, obligando a que se los vendan a precios irrisorios; para ello cuenta con la complicidad de las autoridades corruptas. La compañía actúa como una fuerza desintegradora que hace de todo para conseguir el máximo lucro, sin importarle los perjuicios que causa a los pobladores. Se inicia entonces un proceso de convulsión que lleva a la movilización del campesinado liderado por Rendón Willka, un comunero indio que ha vivido en la capital del país donde ha aprendido mucho. Bajo sus órdenes estallan levantamientos que son reprimidos sangrientamente por las fuerzas gobiernistas pero que son el anuncio de la rebelión final.

Personajes[editar]

Principales[editar]

Don Andrés Aragón y Peralta, es el viejo mencionado al inicio del relato. Es el jefe de la familia más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, región típicamente feudal de la serranía peruana. En su mejor momento, don Andrés acapara muchas tierras desplazando a otros latifundistas o señores feudales, así como a los comuneros indios. Luego se vuelve alcohólico y su entorno familiar se disgrega: sus hijos se pelean entre ellos y su esposa también empieza a beber, decepcionada de su familia. Antes de suicidarse ingiriendo veneno, don Andrés maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno, a quienes acusa de apropiarse ilegítimamente de sus propiedades, y lega por testamento sus últimos bienes a los indios.

Don Fermín Aragón de Peralta, es un frío hombre de negocios, representante del capitalismo nacional. Ambicioso y obsesionado por el poder económico, aspira llevar el progreso económico a la sierra desplazando el orden tradicional. Cree que la modernización es necesaria para lograr un cambio en el Perú, pero con una dosis de nacionalismo. Sin embargo no puede competir con una trasnacional minera a quien vende su mina de plata; con el dinero obtenido incursiona en la industria pesquera, comprando fábricas de harina y conservas de pescado en el puerto de Supe; asimismo decide ampliar y modernizar su hacienda serrana de «La Esperanza». Al final de la novela será herido de bala por su propio hermano, don Bruno.

Don Bruno Aragón de Peralta, es el terrateniente de la hacienda «La Providencia», donde tiene sus colonos o siervos indios. Es violento con sus trabajadores a quienes golpea y azota sin piedad, y abusa sexualmente de las mujeres, siendo esto último su deporte preferido. Ante la llegada de la modernización, defiende el mantenimiento del sistema feudal, pues cree que sólo este asegura que sus indios se sigan manteniendo «puros», lejos de la corrupción del dinero, posición que lo enfrenta con su hermano mayor, don Fermín. Es también un fanático religioso pues considera que la preservación de dicho sistema tradicional es un mandato divino que debe cumplir. A la mitad de la novela, y luego de conocer y embarazar a una mestiza llamada Vicenta, se produce un cambio en su conducta: se dedica a hacer el bien, distribuyendo sus tierras a los indígenas y ayudando a otros comuneros en sus luchas contra los gamonales. Termina como justiciero, ejecutando al malvado gamonal don Lucas e intentando asesinar a su hermano, lo que le acarreará la prisión.

Demetrio Rendón Willka, es un indio o comunero libre de Lahuaymarca. Es un hombre sereno, sabio, paciente, lúcido, valiente, astuto, heroico y casto. Es representante de la nueva conciencia de los indios, aquella que pretende romper con la anticuada estructura social, pero preservando sus aspectos más positivos, como la comunidad social, a fin de contrarrestar los efectos nocivos de la inminente modernización. Representa pues, una opción de desarrollo en contraste con el proyecto de modernización de don Fermín y la defensa del viejo sistema feudal de don Bruno. Rendón Willka es el primer hijo de comuneros que llega a Lima, donde vive durante ocho años en barriadas, trabajando como barrendero, sirviente, obrero textil y de construcción. Aprende a leer en una escuela nocturna y pasa por la cárcel, donde tiene una toma de conciencia político-religiosa. Toda esa experiencia lo hace sentir un hombre renovado y regresa a su tierra decidido a encabezar la lucha por la liberación de los indios. Llega al pueblo poco después de la muerte de don Andrés y se pone al servicio de don Fermín como capataz de la mina. Luego don Bruno lo nombra administrador de su hacienda «La Providencia». Encabeza finalmente el alzamiento de los indios y su fin es heroico pues muere fusilado por las fuerzas del orden.

Secundarios[editar]

La kurku Gertrudis, una jorobadita enana que es violada por don Bruno, fruto de lo cual aborta un feto con cerdas.

Vicenta, la mujer de don Bruno, de quien tiene un hijo, el niño Alberto. Matilde, la rubia esposa de don Fermín, una señora «linda y dulce». Nemesio Carhuamayo, primer mandón o capataz de los indios de la hacienda «La

Providencia» de don Bruno. Policarpo Coello, segundo mandón o capataz de los indios «La Providencia». Adrián K’oto, primer cabecilla de los siervos indios de «La Providencia». Santos K’oyowasi, segundo cabecilla de los siervos indios de «La Providencia». Justo Pariona, indio perforador de la mina. Anto, criado de don Andrés. Su patrón le regala un terreno en La Esmeralda, donde

eleva su casa. Cuando la compañía minera expropió el terreno, no quiso abandonar su propiedad y se voló con dinamita junto con las máquinas aplanadoras de terreno.

Hernán Cabrejos Seminario, costeño piurano, ingeniero jefe de la mina de Apar’cora. Es un agente encubierto de la Wisther-Bozart. Cuando esta transnacional se adueña de la mina (que adopta el nombre de compañía minera Aparcora) es nombrado como su gerente. Muere asesinado a manos de Asunta de la Torre.

Gregorio, mestizo, chofer del ingeniero Cabrejos y a la vez músico tocador de charango, que se enamora de Asunta de La Torre. Muere en una explosión que ocurre dentro de la mina.

Perico Bellido, joven contador al servicio de don Fermín. Don Alberto Camargo, capitán de la mina de don Fermín. Felipe Maywa, alcalde varayok de la comunidad indígena de Lahuaymarca. El alcalde de San Pedro, Ricardo de La Torre. Asunta de La Torre, una joven de familia aristocrática del pueblo de San Pedro, hija

del alcalde. Tiene unos 35 años de edad y una fisonomía española. Es pretendida por don Bruno, a quien rechaza. Simboliza la virtud y la pureza. Asesinará al ingeniero Cabrejos, culpable de la desgracia de su pueblo que sucumbe ante la voracidad del consorcio minero.

El subprefecto Llerena, mestizo, a sueldo de la compañía Wisther-Bozart. Don Adalberto Cisneros, «el cholo», indio, señor de Parquiña, es la encarnación del

latifundista malvado. Abusa despiadadamente de los indios comuneros de Paraybamba, a quienes arrebata sus tierras. Amenaza con adquirir las haciendas de don Bruno y don Fermín.

Don Aquiles Monteagudo Ganosa, joven de familia blanca, de hacendados, viaja por Europa y retorna para vender sus dos haciendas a don Adalberto.

Don Lucas, es otro gamonal desalmado, que no paga jornales a sus trabajadores y mantiene a sus indios hambrientos y harapientos. Es asesinado por don Bruno.

El Zar, es el apodo del presidente de la compañía minera Aparcora. Es malvado y homosexual.

Palalo, fiel servidor y compañero íntimo de El Zar. El ingeniero Velazco, otro representante de la compañía minera Aparcora. Don Jorge Hidalgo Larrabure, ingeniero que renuncia de la compañía Aparcora pues

no está de acuerdo con sus métodos.

Resumen[editar]

La novela se inicia con la aparición de don Andrés Aragón de Peralta, jefe de la familia más poderosa de la villa de San Pedro de Lahuaymarca, en la sierra del Perú. Don Andrés, ya viejo, se sube al campanario de la iglesia del pueblo y desde allí maldice a sus dos hijos, don Fermín y don Bruno, a quienes acusa de apropiarse de sus tierras; asimismo, anuncia su suicidio, dejando en herencia a los indios todos los bienes que aun conservaba. En efecto, se retira a su casa e ingiere veneno.

Los dos hermanos, don Fermín y don Bruno, viven en perpetua discordia. Don Bruno es dueño de la hacienda «La Providencia» donde viven varios centenares de indios como colonos o siervos. Don Bruno es un católico tradicional y fanático, que se opone a que el progreso llegue a sus tierras pues cree que eso corromperá inevitablemente a sus indios, al inoculárseles el llamado veneno del lucro. Un rasgo característico de don Bruno es su ardor sexual desenfrenado que lo lleva a poseer y violar a muchas mujeres, de toda raza, edad y condición social. Por su parte, don Fermín es el propietario de la mina Apark’ora, que trata de explotarla prescindiendo de la voracidad de las empresas transnacionales. Don Fermín representa al capitalismo nacional y desea que el progreso y la modernidad lleguen a la región, oponiéndose así a su hermano. Pero para explorar la mina necesita como trabajadores a los indios de Bruno, quien acepta entregárselos, a condición de que lo deje vivir en paz en sus tierras. Es entonces cuando entra en escena Rendón Willka, un «ex indio», es decir un nativo transculturado, que ha vivido varios años en Lima y que ha perdido parte de su herencia cultural, pero que ha conservado sus valores tradicionales más valiosos. Rendón Willka es contratado como capataz de la mina, pero tiene ya el soterrado propósito de encabezar la lucha por la liberación de sus hermanos de raza y cultura.

Don Fermín empieza a explorar la mina Apark’ora en busca de la veta principal, para lo cual empieza a usar la mano de obra de unos 500 indios enviados por don Bruno. El sistema de trabajo que impone es el de la mita, es decir por turnos, pero los indios no reciben jornal y solo se les da alimentos. Estos indios laboran como lampeadores y cargadores, mientras que otros obreros especializados trabajan como jornaleros. Para continuar su proyecto don Fermín calcula que necesitará más suelos con agua, por lo que enfoca su interés en las tierras de su hermano y en las de los vecinos de San Pedro. Empieza por comprar tierras de algunos de estos vecinos.

Pero el consorcio internacional Wisther-Bozart, que ha puesto sus miras en la mina, infiltra en ella al ingeniero Cabrejos para que boicotee las labores y haga fracasar la exploración; de esa manera don Fermín se vería obligado a vender la mina al consorcio. Cabrejos logra la ayuda del mestizo Gregorio, quien planea una estrategia. Se sirve de las creencias indígenas sobre una serpiente gigantesca, el Amaru o espíritu de la montaña, que supuestamente vive los socavones de la mina. Gregorio da aullidos desde el interior, simulando al Amaru, a fin de asustar a los indios, algunos de los cuales efectivamente se espantan, pero de pronto ocurre una explosión dentro de la mina y Gregorio muere despedazado. Rendón Willka tiene la certeza de que el causante de esa muerte es el ingeniero Cabrejos. Gregorio estaba enamorado de una joven de San Pedro, la señorita Asunta de La Torre, quien más adelante se vengará asesinando al ingeniero Cabrejos.

Entretanto don Bruno sufre una transformación milagrosa, tras asesinar a una de sus amantes, de nombre Felisa. Abandona la vida lujuriosa, uniéndose definitivamente a una

mestiza, Vicenta, de quien espera un hijo. Redimido por el amor, Bruno visita a los comuneros de Paraybamba, a quienes ayuda a elegir a su alcalde y regidores, así como les ofrece semilla para la siembra. De pronto se asoma en la plaza del pueblo don Adalberto Cisneros, un hacendado cruel y abusivo que había arrebatado sus tierras a los indios. El nuevo alcalde de Paraybamba humilla públicamente a Cisneros, a quien hace azotar y pasear desnudo por las calles. Don Bruno se despide de Paraybamba aclamado por los indios, pero el incidente con Cisneros origina después que el alcalde y los regidores sean arrestados, y que el mismo don Bruno sea denunciado por Cisneros. Ambos se encuentran en la capital de la provincia, ante las autoridades, pero don Bruno se defiende bien y Cisneros se marcha jurando vengarse.

Volviendo a la mina, al fin se encuentra la veta del metal argentífero y don Fermín viaja a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales peruanos, ya que se había quedado descapitalizado. Sin embargo, la Whistert-Bozart tiene mucho poder e influencias y logra finalmente que don Fermín le venda la mina, tras una reunión que se realiza en un edificio capitalino. Don Fermín terminar por ceder pues no puede competir con la gigantesca transnacional. La empresa le reconoce un porcentaje de las acciones de la mina y le cancela los gastos iniciales de la exploración. Don Fermín decide invertir este dinero en la industria pesquera, adquiriendo fábricas de harina y conservas de pescado en Supe, de la que se encargará administrar su cuñado, mientras que él vuelve a San Pedro, dispuesto a ampliar y modernizar su hacienda «La Esperanza».

Mientras tanto, la compañía minera necesitaba agua para represarlas en beneficio de la mina y a fin de ello consigue una orden judicial que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de labranza de la hacienda «La Esmeralda». Los vecinos se niegan a hacerlo, y como protesta deciden quemar el pueblo, marchándose del lugar. Son acogidos temporalmente por una de las comunidades indígenas. Mientras tanto llegan las maquinarias pesadas de la compañía y cientos de indios como jornaleros. Empieza también a proliferar en la región los locales de vicios nefandos (bares y burdeles).

Don Bruno, que retorna a San Pedro, encuentra destruida la iglesia, por lo que siente honda pena. También llega don Fermín, trayendo todo lo necesario para modernizar su hacienda «La Esperanza» y promete que el pueblo volvería a renacer con su ayuda. Se anuncia también la llegada del hacendado Cisneros, quien quiere vengarse de don Bruno, para lo cual se entrevista con el subprefecto. Este se ofrece para matar a don Bruno a cambio de dinero, pero su plan se desbarata.

La empresa minera, continuando con la expropiación de la hacienda «La Esmeralda», comienza a aplanar la pampa con máquinas bulldozer. Pero uno de los residentes de esa zona, Anto, un antiguo empleado de don Andrés (el padre de don Fermín y don Bruno) se niega abandonar su propiedad y cuando una de las máquinas ya se acercaba a derrumbar su casa, se tira contra ella con varios cartuchos de dinamita en la mano, volando en pedazos con todo.

Don Bruno se culpa de todas esas desgracias por haber contribuido con la explotación minera, y decide purificar el mundo acabando con los responsables. Encomienda a su hijo y a su mujer Vicenta a Demetrio Rendón Willka, coge sus armas y se dirige a la hacienda de

don Lucas, gamonal cruel y abusivo que no pagaba a sus trabajadores y que tenía a sus indios famélicos y harapientos. Don Bruno mata a don Lucas, ante el regocijo de los indios; luego se dirige a la hacienda «La Esperanza» de su hermano don Fermín, a quien acusa de ser responsable de todas las desgracias del pueblo y le apunta con su revólver. Al verse amenazado, don Fermín corre pero cae herido en las piernas. Al ver lo que ha hecho, don Bruno se derrumba y llora, pidiendo que lo lleven a la cárcel. Don Fermín es trasladado a Lima donde se recupera de sus heridas, mientras que don Bruno es encarcelado en la capital de la provincia.

En la hacienda de «La Providencia», Demetrio Rendón Willka se entera de la prisión de don Bruno y la probable muerte de don Fermín. Entonces, con la aprobación de Vicenta, se proclama administrador de la hacienda y protector del niño Alberto, hijo del patrón. Los colonos trabajarían en adelante para ellos mismos, sin patrones. Esto significa ya una revolución, por lo que el gobierno envía a los guardias civiles a sofocar la revuelta que considera de inspiración comunista. Vicenta y su hijo se esconden en el pueblo de Lahuaymarca. Mientras que Demetrio se queda alentando a los indios a resistir. Los guardias irrumpen a sangre y fuego, encuentran a Demetrio Rendón Willka y lo fusilan junto con otros indios. Pero Demetrio ha cumplido la misión de despertar la conciencia de sus hermanos de raza dejando abierto el camino para la liberación.

Resumen por capítulos[editar]

La novela se divide en 14 capítulos numerados con dígitos romanos; no llevan título.

Capítulo I.- Se inicia con la presencia del viejo don Andrés de Aragón y Peralta, quien anuncia su suicidio desde la torre de la Iglesia del pueblo de San Pedro de Lahuaymarca. Califica de ladrones a sus hijos, don Fermín y don Bruno, por apoderarse de sus tierras. Regresa a su casa y cumple su amenaza: se envenena y muere. Don Fermín y don Bruno se odian mutuamente; el primero tiene una mina llamada Aparcora, y el segundo es dueño de la hacienda «La Providencia», que hace trabajar a indios siervos. Aparece también en escena Rendón Wilka, un indio comunero que ha vivido en Lima donde asimiló ideas nuevas.

Capítulo II.- Don Fermín quiere explotar su mina y solicita a su hermano don Bruno que le conceda sus indios. Don Bruno acepta y llama al primer capataz, don Nemesio Carhuamayo, para que reúna a todos los indios. Demetrio Rendón Wilka empieza a trabajar como capataz de la mina de don Fermín, de quien se hace hombre de confianza. Se relata la vida de Demetrio, quien siendo un indio comunero de Lahuaymarca pasó a Lima, donde trabajó en diversos oficios, vivió en barriadas y aprendió a leer y escribir; intelectualmente asimiló las ideologías revolucionarias, aunque sin renunciar a su identidad andina.

Capítulo III.- Hernán Cabrejos es el ingeniero jefe de la mina de Apar’cora, pero actúa como agente encubierto del consorcio internacional Wisther-Bozart para boicotear las labores y obligar así a que don Fermín venda la mina a dicho consorcio. Cabrejos habla secretamente con Demetrio confiándole sus planes y

pidiéndole que se sume a él, pero Rendón no acepta. Cabrejos es llevado por su chofer Gregorio al pueblo para que visite a la joven Asunta de La Torre a quien la describe como una aventurera, pero Cabrejos descubre que Asunta es virtuosa y se da cuenta que Gregorio está enamorado de ella. Cabrejos promete a Gregorio ayudarlo a conquistar a la joven, pero a cambio le pide sumarse a sus planes para boicotear las labores de la mina. Gregorio acepta.

Capítulo IV.- Los 500 indios de don Bruno empiezan a laborar en la mina de don Fermín, con el propósito de llegar a la veta principal. Don Bruno visita a su hermano don Fermín y a su cuñada Matilde; conversa también con Demetrio, a quien pide que cuide a sus indios. Mientras tanto, Gregorio, en conveniencia con Cabrejos, ingresa al fondo de la mina, desde donde hace ruidos simulando al Amaru o serpiente de la mitología andina; lo hace para ahuyentar a los trabajadores indios y de esa manera hacer fracasar las labores. Pero solo unos pocos se asustan; para desgracia de Gregorio, justo en ese momento explota una carga de dinamita dentro de la mina y muere despedazado. Sus restos son sepultados, mientras Demetrio sospecha del ingeniero Cabrejos como promotor de esa muerte.

Capítulo V.- Los vecinos del pueblo de San Pedro se reúnen en cabildo presididos por el alcalde; en esa reunión la señora Adelaida pide a los propietarios que no vendan más tierras a don Fermín, que las necesitaba para la explotación de su mina. Una de las participantes del cabildo, la joven Asunta de La Torre recibe un papelito donde alguien secretamente le informa que el ingeniero Cabrejos es responsable de la muerte del músico Gregorio. Mientras tanto, luego del entierro de Gregorio, Cabrejos acompaña a don Fermín y doña Matilde hasta la casa patronal; allí don Fermín interroga a Cabrejos y le pide que confiese que envió a Gregorio a la mina para simular al Amaru; le pregunta también bajo qué intereses actuaba. Cabrejos se muestra burlón y evasivo, y entonces don Fermín llama a Demetrio, quien informa todo lo que sabe. Cabrejos admite finalmente estar al servicio de un consorcio internacional,la Whistert-Bozart, y le informa a don Fermín que dicho consorcio compraría el 80 % de la mina dejándolo solo el resto; que ya todo estaba planificado, pues don Fermín no llegaría a reunir jamás el dinero necesario para explotar la mina industrialmente. Don Fermín no acepta su situación y cree poder reunir el dinero necesario. Por intermedio de Demetrio, don Bruno se entera de todo lo sucedido en la mina.

Capítulo VI.- Don Bruno recibe la visita de tres hacendados: don Adalberto Cisneros, de origen indio; don Aquiles Monteagudo y Ganosa, blanco pero de familia empobrecida; y don Lucas, abusivo propietario que tenía a sus indios hambrientos y famélicos. Estos patrones reclaman a Bruno el haber comerciado con los colonos indios de sus haciendas. Don Bruno les responde diciéndoles que cada señor es libre de hacer lo que quiera y que no haría nada para variar la situación. Los visitantes se sienten ofendidos ante tal respuesta y amenazan desatar una guerra de hacendados; entonces don Bruno los expulsa de su hacienda. Dichos hacendados estaban al tanto de la situación de los hermanos Aragón y confían en que don Bruno sucumba absorbido por la voracidad del consorcio que explotaría la mina. En otra escena aparece la Vicenta, una mestiza amante de don Bruno que espera un hijo

suyo; pero otra amante del patrón, Felisa, llena de celos ataca a Vicenta con un cuchillo, ante lo cual don Bruno la dispara, matándola. A partir de entonces don Bruno cambiará, dejando de lado su vida disipada y procurando ayudar a los indios.

Capítulo VII.- Fallece la madre de los hermanos Aragón y ningún vecino de San Pedro asiste a los funerales; solo lo hace la señorita Asunta de La Torre. Los indios, encabezados por Demetrio, entierran a la señora. Un antiguo empleado de los Aragón, el indio Anto, ocupa un terreno que le cediera el viejo don Andrés; don Fermín le ofrece cambiarlo por otro terreno, a lo que se opone tenazmente Anto, a pesar de ser amenazado con una pistola; finalmente don Fermín, maliciosamente, felicita a Anto por su valentía y le regala dos vacas. El mismo Fermín le regala a Asunta un brillante; todo lo hace para ganarse aliados en su lucha contra el consorcio. En el trayecto de vuelta a su casa, don Fermín le expone a Matilde la situación en la mina y dice saber quienes son sus amigos y enemigos.

Capítulo VIII.- El ingeniero Cabrejos es despedido de la mina, pero promete volver con el consorcio. Don Fermín se entera que el cholo Cisneros ha adquirido la hacienda de don Aquiles y le propone hacerlo socio de la mina con un 40 % de acciones a cambio de un aporte de diez millones de soles, pero Cisneros se niega a participar de ese negocio. Mientras tanto don Bruno visita a los comuneros de Paraybamba, que se hallaban empobrecidos por culpa de la ambición desmedida del hacendado Cisneros; don Bruno les ayuda a elegir sus autoridades y es testigo de la humillación pública que recibe dicho hacendado, que es azotado y paseado desnudo, y su mula volada con dinamita. Cisneros se va, amenazando volver para vengarse. Don Bruno regresa a su hacienda siendo aclamado por los indios de Paraybamba.

Capítulo IX.- Al fin se encuentra la veta principal en la mina y don Fermín viaja a Lima para tratar de formar una sociedad con capitales peruanos, ya que se había quedado descapitalizado. Se aloja en el hotel Crillón y su esposa le pide radicar definitivamente en Lima, a lo que accede, adquiriendo para ella una magnífica propiedad. Mientras tanto, en Paraybamba, el incidente con Cisneros origina que el alcalde y los regidores de dicho pueblo sean arrestados, y que el mismo don Bruno sea denunciado por Cisneros. Don Bruno marcha a la capital de la provincia, pero antes, ante el riesgo de ser arrestado, nombra como su albacea a Demetrio para que proteja a su mujer Vicenta, su pequeño hijo y administre su hacienda. Pero don Bruno, ya ante las autoridades y frente a Cisneros que lo acusa, se defiende y no es arrestado. Cisneros se marcha jurando vengarse. Al mismo tiempo, en la plaza principal de Paraybamba se producen incidentes sangrientos entre la policía y los pobladores.

Capítulo X.- La Whistert-Bozart tiene mucho poder e influencias y logra finalmente que don Fermín le venda la mina. El directorio de la Wisthert nombra a Cabrejos como gerente de la mina, con un excelente sueldo. Don Fermín terminar por ceder pues no puede competir con la gigantesca empresa transnacional. Esta le reconoce un porcentaje de las acciones de la mina y le cancela los gastos iniciales de la exploración. Don Fermín decide invertir ese dinero en la industria pesquera, adquiriendo fábricas de harina y conservas de pescado en Supe, de la que se

encargará administrar su cuñado, mientras que él vuelve a San Pedro, dispuesto a ampliar y modernizar su hacienda «La Esperanza».

Capítulo XI.- La compañía minera, que adopta el nombre de Aparcora, ante la necesidad de agua para el trabajo de la mina consigue una orden judicial que obliga a los propietarios de San Pedro a vender sus tierras de la hacienda «La Esmeralda» a precio irrisorio. Los vecinos se niegan a hacerlo, y en cabildo acuerdan defender su propiedad. El alcalde emprende viaje para entrevistarse con el subprefecto, a fin de saber la verdad, pero en el camino se encuentra con el mismo subprefecto, que encabeza con el juez la comitiva de policías que se dirigía a cumplir la orden de desalojo. Entretanto, la señorita Asunta visita al ingeniero Cabrejos y le dispara tres tiros con un revólver, matándolo, como venganza por vender su pueblo a la mina y por causar la muerte a Gregorio, un ser inocente. Asunta es apresada y trasladada a Lima. Un nuevo cabildo de vecinos de San Pedro decide abandonar el pueblo, pero no sin antes dejarla presa del fuego, comenzando por la iglesia. Mientras tanto llegan las maquinarias pesadas de la compañía y unos 1500 indios como jornaleros. Los representantes indígenas que reclaman un aumento de sueldo son enviados presos a la capital de provincia, acusados de comunistas. Los bares y las casas de prostitución amplían su negocio.

Capítulo XII.- Don Bruno, de vuelta en San Pedro, encuentra destruida la iglesia. Ordena a Demetrio que toque las campanas. Se reúnen la señora Adelaida, el alcalde La Torre, los alcaldes indígena y los regidores, quienes acuerdan reconstruir la iglesia. También llega don Fermín, trayendo todo lo necesario para modernizar su hacienda «La Esperanza» (ganado importado, semillas, etc.) y promete igualmente ayudar con el renacimiento del pueblo. Se anuncia también la llegada del hacendado Cisneros, quien quiere vengarse de don Bruno, para lo cual se entrevista con el subprefecto. Este se ofrece para matar a don Bruno a cambio de dinero, pero en ese momento llega una orden de Lima ordenando el arresto del subprefecto, por lo que el plan se desbarata. Entretanto, el ingeniero Jorge Hidalgo, que no está de acuerdo con los manejos de la compañía minera, decide renunciar a esta y emplearse con don Fermín

Capítulo XIII.-. Los diarios de Lima informan sobre el incendio de la iglesia del pueblo de San Pedro de Lahuaymarca, hecha por manos «ateas comunistas» así como el asesinato del ingeniero Cabrejos a manos de una «criminal fría y desalmada». La empresa minera, continuando con la expropiación de los terrenos de «La Esperanza», aplana la pampa con máquinas bulldozer. Pero uno de los residentes de esa zona, el indio Anto, se niega a abandonar su propiedad y se vuela con dinamita junto con las máquinas que ya tumbaban su casa. Don Bruno se culpa de todas esas desgracias y decide purificar el mundo acabando con los responsables. Encomienda a su hijo y a su mujer Vicenta a Demetrio Rendón Willka; luego coge sus armas y parte acompañado de un indio. Se dirige a la hacienda de don Lucas, el gamonal cruel y abusivo, a quien mata ante el regocijo de los indios; luego se dirige a la hacienda «La Esperanza» de su hermano don Fermín, a quien encuentra conversando con el ingeniero Hidalgo. Don Bruno acusa a su hermano de ser responsable de todas las desgracias del pueblo y le apunta con su revólver; al verse

amenazado, don Fermín corre pero cae herido en las piernas. Al ver lo que ha hecho, don Bruno se derrumba y llora, pidiendo al ingeniero Hidalgo que lo lleve a la cárcel.

Capítulo XIV.- Don Fermín es operado en la mina, extrayéndosele tres balas, y luego es trasladado a Lima en avión, donde se recupera. Mientras que don Bruno es encarcelado en la capital de la provincia. En la hacienda de «La Providencia», Demetrio Rendón Willka se entera de la prisión de don Bruno y la probable muerte de don Fermín; entonces, con la aprobación de Vicenta, la mujer de don Bruno, se proclama administrador de la hacienda, albacea guardador y protector del niño Alberto, el hijo del patrón. En adelante los colonos indios trabajarían para ellos mismos, sin patrones, lo que significaba ya una revolución. El gobierno envía entonces a los guardias civiles a sofocar la revuelta. Vicenta y su hijo se esconden en la comunidad de Lahuaymarca. Mientras que Demetrio se queda alentando a los indios a resistir. Los guardias irrumpen e inician una despiadada cacería. Demetrio es fusilado junto con otros indios. Pero este episodio luctuoso solo es el inicio del camino de la liberación.

Análisis[editar]

La novela presenta la imagen de una nación sometida por la penetración imperialista y, sobre todo, el problema de la modernización de la cultura indígena. Arguedas intenta ofrecer un retrato global del Perú por medio de la representación de escenarios geográficos y sociales de todo el país, aunque el foco narrativo se sitúa en la sierra. El título de la novela expresa la compleja vida nacional del Perú, en el que «todas las sangres» se entremezclan y rivalizan duramente. Pero en esta lucha no sólo está envuelto el Perú sino también un poder imperialista que pretende manejarlo.1

El enfrentamiento de las fuerzas de la modernidad con una cultura y una sociedad tradicionales es el principal conflicto que aborda la novela, cuya gran pregunta gira en torno a la posibilidad de lograr un desarrollo genuinamente nacional, ante la certidumbre de que ha terminado una época en la historia del país y debe construirse, sobre sus ruinas, una nueva patria. El orden destruido es el viejo orden feudal. Las alternativas que se enfrentan van desde el proyecto imperialista hasta el utópico retorno a un orden feudal, imaginado por don Bruno como un sistema natural presidido por principios morales, pasando por la propuesta del capitalismo nacional, tal como lo plantea don Fermín. En la novela se invalidan estas opciones y se enfatiza la legitimidad moral e histórica de otra alternativa, representada por el comunero Rendón Willka, que podría resumirse en su sentido colectivista (en el plano social), en su adhesión a los valores quechuas (en el plano cultural), y en una cauta modernización (en uno y otro nivel).

El proyecto de Willka tiene, sin embargo, algunos componentes más ideales que reales y una limitación tal vez insubsanable: es un proyecto cerradamente campesino-serrano que desconfía y hasta rechaza la participación del proletariado y pone en cuestión el servicio de los partidos políticos. Es un proyecto más cultural que social (aunque ponga de relieve la

importancia de la organización colectivista bajo el modelo de la comunidad indígena) y más ético que político.

De todas maneras, en el curso de la

Los cachorros (novela)De Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a: navegación, búsqueda

Los cachorros

de Mario Vargas Llosa

Género Novela

Idioma español

País Perú

Fecha de

publicación

1967

Mario Vargas Llosa

La casa verde (1966) Los cachorrosConversación en La

Catedral (1969)

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Los cachorros es un novela breve del escritor peruano y Premio Nobel de literatura 2010 Mario Vargas Llosa, publicada por primera vez en 1967 por la editorial española Lumen en su serie Palabra e Imagen.

En este relato se muestra la intuición de su autor, el dominio de las técnicas, que consiguen una prosa fluida, impactante, que deja huella. La historia tiene además la grandeza de ser muy local y muy universal, a la vez simbólica y realista. Consiguiendo su máximo afán: la totalidad.

Tema[editar]

No es fácil determinar el tema principal de esta novela breve. Se suele relacionar directamente con "La ciudad y los perros", por el argumento (la adolescencia y la juventud, los problemas de adaptación, la sociedad fiera que castiga al que no sigue sus reglas o cumple sus requisitos...). La novela muestra la falta de adaptación propiciada por algo insalvable, la castración física. Esta castración puede simbolizar esa falta de machismo en el personaje (Pichula Cuéllar), rasgo que caracteriza esta sociedad retratada. Cuéllar, sin embargo, nunca rechaza este machismo, sino que intenta adaptarse a él, aun sabiendo que no puede.

Puede tomarse, pues, como una crítica a la presión que la sociedad ejerce sobre el individuo diferente. La pandilla de amigos (que representa la sociedad), le aceptan, le toleran, pero cuando se hacen mayores y su rebeldía cesa, se apartan de él. Los padres del chico son también parte de esta sociedad. No facilitan el camino a su propio hijo, no le incitan a la autorreflexión, ni reflexionan ellos, tan solo se compadecen, e intentan ocultar el problema. Hay, entonces, también, una crítica personal muy fuerte, lo que realmente causa la infelicidad de Cuéllar: su malestar, su conducta, es su falta de reflexión y conocimiento de sí mismo. Cuéllar no se acepta, mantiene en completo silencio su problema, intenta seguir los cánones del grupo, que nunca podrá seguir plenamente por su castración.

Sólo hay un momento que permite ver una especie de pensamiento más profundo y de rebeldía frente al grupo, es el enamoramiento de Teresita. Con la llegada de la chica, Cuéllar siente cosas nuevas. Incluso aparecen nuevos intereses que desconciertan a sus amigos que piensan que quiere admirarla, hablando de “cosas raras y difíciles” (1967:93) como la religión, la política, el espiritismo... Cuando el protagonista revela a sus amigos su amor por ella confiesa, casi inaudiblemente, que no quiere empezar una relación con la chica, porque no quiere luego dejarla. Pero no busca soluciones. Pronto, y ante la incomprensión del grupo rechaza sus primeros sentimientos, no encuentra una resolución que no sea el miedo, y vuelve a fracasar, lo que le provocará una caída cada vez más fuerte.

Estructura[editar]

"Los cachorros" tiene seis capítulos, en los que su protagonista, Pichulita Cuéllar va pasando por todas las fases de la vida: infancia, adolescencia, juventud y madurez (a la que nunca llega psicológicamente). El capítulo cuarto es, por así decirlo, el punto de inflexión. Hasta él, Cuéllar había experimentado el fracaso y el aislamiento por su problema, pero no había llegado a afectarle tan profundamente. De hecho, queda siempre cierta esperanza. Con la aparición de este enamoramiento, vemos que el personaje trata de superar su problema: promete que se declarará, busca una solución médica... Sin embargo, su inmovilidad le conduce de nuevo al fracaso. A partir de este momento vemos la decadencia del personaje, que vuelve a la adolescencia, a sus demostraciones de fuerza y valor, y a una degradación cada vez mayor.

LOS CACHORROS (Mario Vargas Llosa) Siguiendo las pautas de "La ciudad y los perros" y "La casa verde", Vargas Llosa continúa con un experimentalismo, que consigue efectos

muy intensos. Lo más destacable en la lectura de esta obra es la velocidad narrativa, su viveza, la impresión de que el relato se desborda, cae fluidamente. Para conseguir esto, utiliza una serie de procedimientos muy amplia. Para empezar destaca la acumulación narrativa. Todo es posible dentro de una misma frase: diálogo, narración, descripción, sonidos, fantasías, pensamientos... Por ejemplo, esto se ve claro con uno de sus recursos estilísticos más utilizados, el estilo indirecto libre. Los diálogos son introducidos sin marcas previas, buscando la velocidad, el desconcierto, pues no se sabe quién habla exactamente.

La escena de la castración es magistralmente relatada, mediante el ladrido del perro amenazante que interrumpe la narración, creando sobresalto y angustia:

A veces ellos se duchaban también, guau, pero ese día, guau guau, cuando judas se apareció en la puerta de los camerinos, guau guau guau, sólo Lalo y Cuéllar se estaban bañando: guau, guau, guau, guau. (1967:59)

La cantidad de ladridos muestra la cercanía cada vez mayor del perro. Mediante estos recursos de creación de imágenes sonoras se ayuda a crear las visuales.

Otro de los procedimientos innovadores que utiliza, y el que resalta por encima de los demás es el cambio de persona verbal en una misma frase varias veces, la falta de concordancia sujeto-verbo, la supresión de verbos... Vemos ya en novelas anteriores el afán de totalidad del autor, el deseo de narrar desde todos los puntos de vista. En "Los cachorros" intensifica esta concepción del punto de vista total. Nunca sabemos quién es el narrador, puesto que hay un continuo juego: “Lo vieron pasar uno, dos, y al tercer tumbo lo vieron, lo adivinamos meter la cabeza, impulsarse con un brazo para pescar la corriente, poner el cuerpo duro y patalear.” (1967:106) “Entonces volvíamos a nuestras casas, y se duchaban y acicalábamos”.

El juego entre la primera persona narrativa y la narración omnisciente es constante. Esa primera persona narrativa representa la voz de uno de “los cachorros”, pero, intencionadamente, según parece, no se puede saber cuál, todos ellos forman una unidad. Puede parecer incluso que ese “nosotros” incluye al lector. Llama la atención que Cuéllar no es nunca el narrador, es el diferente, el que no es parte de ellos. La inclusión del lector como parte de la narración se consigue también por la lengua utilizada: jerga colegial, juvenil, local... Se crea intimidad con el uso de diminutivos, y la lengua infantil usada, por ejemplo, por Teresita. Vargas Llosa logra apresar ambientes, recobrarlos vivamente gracias al tratamiento formal.

Donde no hay experimentalismos es en el tiempo y el espacio, perfectamente delimitados. El tiempo es lineal y recorre todas las etapas de una vida.1

El huerto de mi amadaDe Wikipedia, la enciclopedia libreSaltar a: navegación, búsqueda

El huerto de mi amada

de Alfredo Bryce Echenique

Género Narrativo

Idioma Español

Editorial Editorial Norma

País Perú

Formato Impreso

Páginas 286

ISBN ISBN 84-080-4579-2

OCLC 433436971

Serie

La amigdalitis de

Tarzán

El huerto de mi

amada

Doce cartas a dos

amigos

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El huerto de mi amada es una novela de comedia romántica del reconocido escritor peruano Alfredo Bryce Echenique (famoso por Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romaña, La Amigdalitis de Tarzán, entre otras) ganadora del Premio Planeta 2002. El título de la obra fue tomado de una composición del músico peruano Felipe Pinglo.

Índice

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1 Título de la obra 2 Argumento 3 Personajes 4 Referencias 5 Enlaces externos

Título de la obra[editar]

"El huerto de mi amada" es el nombre de un vals compuesto por el también peruano Felipe Pinglo, uno de los máximos exponentes de la música criolla, citado en la parte introductoria del libro:

"Si pasas por la vera del huerto de mi amadaal expandir tu vista hacia el fondo verásun florestal que pone tonos primaveralesen la quietud amable que los arbustos dan".

Argumento[editar]

La historia transcurre en la Lima de los años 50, donde Carlitos Alegre di Lucca, joven de 17 años y de acaudalada familia, conoce a Natalia de Larrea y Olavegoya, una hermosa y codiciada mujer de la clase alta limeña que lo supera en 17 años de edad, en una fiesta de sociedad que ofrecen los padres de Carlitos. Rápidamente se apasionan el uno por el otro y, en medio de una caótica y escandalosa escena llena de encuentros violentos con los ebrios y celosos invitados, y con la repentina complicidad de los mayordomos de la familia de Carlitos, huyen a la casa vacacional de Natalia en las afueras de Lima, a la cual el ocurrente y excéntrico Carlitos llama "el huerto de mi amada". Es ahí, en el huerto (atendido por Luigi y Marietta), donde ambos se refugian de todos los prejuicios e hipocresía de la conservadora sociedad de la época.

Su familia decide denunciar a Natalia (ya que Carlitos es menor de edad) y la mejor amiga de ella, Antonella (madre de Carlitos), decide ya no tratar más con ella, lo que la hiere mucho.

Carlitos acaba de terminar sus estudios en el Markham College y se prepara para ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, es así como conoce a los arribistas mellizos Raúl y Arturo Céspedes Salinas, quienes tras divertidos experimentos en los que usan la posición de Carlitos conocen a unas muchachas de clase alta, las hermanas Susy, Mary y Melanie Vélez-Sarsfield, quienes los fascinan por sus costumbres tan británicas y su visión de la vida tan cosmopolita.

Tras una fiesta de disfraces y un concurso de equitación, los mellizos deciden fijarse en otras muchachas, ya que no tienen opción con la chicas Vélez-Sarsfield. Por su parte, Natalia empieza a darse cuenta de la enorme diferencia de edades, lo que la preocupa mucho, dado que piensa que Carlitos la puede dejar por una chica más joven. Entonces decide dejar el Perú y marchar a París, preparando todo lo necesario y pidiéndole a Carlitos que empiece a aprender francés. Carlitos empieza sus lecciones con la señorita Melon y, después, con Melanie Vélez-Sarsfield, quien finalmente se enamora de él.

Después de vender todas sus propiedades (excepto el huerto que es dejado a Luiggi y Marietta) parten a París en octubre de 1959. Carlitos termina sus estudios de Medicina y se convierte en un prestigioso doctor en Europa y Estados Unidos. Los mellizos, en desesperada búsqueda de una mejor posición social, empiezan a frecuentar (con la ayuda de Carlitos, antes de que partiera) a Silvina y Talía Grau Henstridge, dos chicas sin dinero pero de muy bien relacionadas y descendientes del almirante Miguel Grau (hecho que impresiona a los mellizos).

Habían pasado más de 15 años, Carlitos de 33 años asiste a un congreso médico en Salta, Argentina. Ahí Carlitos se encuentra con los mellizos Céspedes (quienes finalmente se casan con las hijas de un millonario provinciano que queda en la ruina) y comete un error que para Natalia sería imperdonable: No llamarla cuando cumplió 50 años de edad. A su regresó a París, Carlitos encuentra a Natalia con un hombre, quien lo tira por las escaleras mientras ella le grita: ¡Te odio! ¡Te he odiado siempre!.

Herido y con algún hueso fracturado, Carlitos es llevado al Hôpital Cochin, de donde después es dado de alta y encuentra, sorprendido, a Melanie Vélez-Sarsfield, quien lo había estado esperando y todavía lo amaba. Finalmente, Carlitos se casa con Melanie en una iglesia de Londres, ganándose el eterno odio de Natalia.

Personajes[editar]

Carlitos Alegre: Personaje principal. Natalia de Larrea: Acaudalada mujer que se convierte en amante de Carlitos. Raúl y Arturo Céspedes: Arribistas amigos de Carlitos. Melanie Vélez-Sarsfield: Amiga de Carlitos, de quien se enamora. Susy y Mary Vélez-Sarsfield: Amigas de Carlitos y hermanas de Melanie. Carlos Alegre: Prestigioso médico y padre de Carlitos. Antonella di Lucca: Madre de Carlitos. Luigi y Marieta: Pareja italiana que sirve en el huerto. Señor Molina: Chofer de Natalia. Dante Salieri: Médico argentino que se enamora de Natalia y que luego se convierte

en enemigo de ella y Carlitos. Consuelo Salinas: Hermana de los mellizos. Talía y Silvina Grau Henstridge: Jovenes pretendidas por los mellizos. Olga y Jaime Grau:ES UN AMIGO DE NATALIA