sent i do internet

Upload: clau-ber

Post on 09-Oct-2015

6 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Indice

La pregunta por lo RealIndice1. Introduccin2. Lo material-concreto y lo ideal-simblico3. La co(nstruccin)mprensin de lo ideal-simblico4. Antropologa del sentido? 5. Sentido y Significacin6. El Sentido y el Otro7. Los mundos contemporneos8. Bibliografahttp://www.campogrupal.com/mundos.htmlGabriel Eira1. Introduccin

Desde la clebre alegora platnica de la caverna se desprende un proyecto filosfico que ha desvelado a los pensadores a partir de la propia constitucin de la filosofa (en tanto metadiscurso); la pregunta sobre la naturaleza de lo real. Ahora bien, como cabe esperar en la tradicin clsica, quien se ha reivindicado como discpulo predilecto de Scrates no hizo otra cosa que recurrir al caro dualismo heleno, para responder desde un posicionamiento que, mucho tiempo despus, sufri la tipificacin de idealista.En efecto, Platn inaugura una serialidad filosfica, que consigue ser nominada como idealismo ontolgico, serialidad para la cual el mundo de las ideas se configura como el nico merecedor del estatuto de lo Real. En el binomio idea-materia, esta perspectiva se posiciona sobre el primer trmino desplazando al segundo al orden de lo aparente. Habra, pues, una existencia previa del ser, localizada en un real-ideal suprasensible (topos uranos) para la cual el conocimiento sensorio-perceptivo se limita a un re-conocimiento en la fantasmtica existencia de la apariencia material.Desde la academia aristotlica, en cambio, el posicionamiento se inclina hacia el segundo trmino del binomio, jerarquizando le preeminencia de la materia (y su impacto sensorial) por sobre lo real-ideal suprasensible, ltimo trmino que llegara a ser considerado como un efecto del primero. La conceptualizacin del universo desde dos categoras estatutariamente opuestas (idea-materia) instituye, as, un nuevo dualismo en la tradicin filosfica, el cual opone posicionamientos desde dos serialidades del pensamiento: idealismo ymaterialismo.Esta polmica (y este desvelo) impactar en Occidente desde entonces y hasta la actualidad. Sus efectos se traducirn en la obra de Hegel y en la produccin kantiana, instaurarn posicionamientos rgidos desde el materialismo mecnico del siglo XVIII y el racionalismo emprico-positivista, inaugurarn una tradicin materialista (tanto contempornea com posterior a Marx), y racionalizarn las formas del conocimiento instituido a partir del cogito cartesiano.Sin embargo, y ms all de la polmica, qu es, concretamente, lo real? O, planteado de otra manera, en qu consiste o cmo se configura- la naturaleza de lo real?Como no creo poder resolver un problema que ha dejado perplejo al pensamiento desde hace milenios, opto por intentar responder desde una postura puramente instrumental. Antes de responder a la pregunta, el objetivo ser entonces- proponer un abordaje operativo sin pretensin de ontologa metafsica. Para ello, recurro a un esquema propuesto por Rafael Bayce (quien parte de Dilthey y Weber) que aspira a oficiar de punto de partida a los efectos del presente trabajo.

2. Lo material-concreto y lo ideal-simblico

El universo del cual da cuenta la dimensin sensorio-perceptiva impacta de manera radical en el organismo receptor, de modo tal que lo real puede llegar a configurarse estrictamente como dicha dimensin, y no como aquello de lo cual la misma da cuenta. De esta manera, la distancia entre lo percibido y la propia percepcin pasa a desdibujarse en beneficio de una suerte de ontologa emprica. No corresponde -a los objetivos de este trabajo- pronunciarse sobre la naturaleza meta-subjetiva del universo. Pero si discriminar, al menos operativamente, un orden de lo real que trasciende a la experimentacin del mismo frente a otro orden de lo real comprometido con dicha experimentacin. En otras palabras; una realidad material-concreta (que pre-existira a la posibilidad de su experiencia e inteligibilidad) y una realidad ideal-simblica (instituida a partir de configuraciones perceptivas y procedimientos de inteligibilidad que constituyen al universo desde representaciones del mismo).Las relaciones entre ambas realidades (la posibilidad de que lo ideal-simblico pueda dar cabal cuenta de lo material-concreto, as como la propia pre-existencia de la segunda categora) han sido objeto de apasionadas polmicas. Campo problemtico cuya efervescencia puede ser ilustrada en aquel clebre dilogo entre Albert Einstein y Rabindranath Tagore, recuperado (y no es un dato vanal) por Ilya Prigogine en uno de sus textos ms difundidos (la forma en la que la citada discusin fue titulada -Tan slo una ilusin?- da nombre al libro de Prigogine). Campo problemtico (vale redundar en ello) que ha inquietado ha disciplinas aparentemente tan "duras" como la fsica (dando origen a la fsica cuntica) y que ha materializado sus desvelos en oposiciones terico-conceptuales tales como la que enfrenta a partidarios del principio antrpico duro y partidarios del blando. Como ya se ha dicho, no interesa intervenir en esta discusin, pero s discriminar el estatuto de ambas realidades. En tal sentido, se propone aceptar instrumentalmente el orden de lo material-concreto (sin definir su naturaleza ltima) como un orden meta-subjetivo que antecede a la posibilidad de su inteligibilidad.Ahora bien, y por definicin, no hay posibilidad de acceso a la realidad material-concreta si no es a travs de un ejercicio de intermediacin; no se accede a lo material concreto sino a representaciones de ello. Los complejos procedimientos que viabilizan tales representaciones se diagraman desde una doble batera tecnolgica: el sistema sensorio-perceptivo y las configuraciones de sentido que hacen posible su inteligibilidad. Este universo de representaciones conforma un nuevo orden de lo real; otro tipo de realidad o, ms precisamente, una diferente dimensin de realidad: lo real ideal-simblico. Esta dimensin de la realidad no constituye una "realidad de segunda categora" , no es "menos real", es (o, lo que sera ms adecuado, est siendo, en la medida en que se construye procesualmente) lo real, slo que en un plano diferente a lo material-concreto. Ideal-simblico y material-concreto, entonces, no discriminan distintos coeficientes de realidad sino diferentes tipos de realidad, sin que ninguno de ellos pueda aspirar a alguna preeminencia sobre el otro (pese a que la voluntad de legitimidad esencialmente poltica- aspira a una equivalencia literal entre ambas realidades). Poco importa la legitimidad material-concreta del mito de Abraham para poner un ejemplo vtero-testamentario- sino sus efectos en lo ideal-simblico (insisto, real), produciendo materialidades ideal-simblicas que se traducen en el enfrentamiento rabe-israel (a partir de la doble genealoga Isaac-Ismael). La paradoja se hace evidente. Es posible enunciar lo material-concreto como categora pero tal enunciacin imposibilita su definicin concreta. Esto se debe a que, tal como fue conceptualizado, el procedimiento que lo define es, necesariamente, ideal-simblico, (un universo de representaciones conceptuales); al hablar de lo material-concreto se lo hace desde lo ideal-simblico. "La realidad", al decir de Ruben Tani, "siempre es virtual", en su acepcin literal (posee las virtudes de, puede producir efectos). Cuando de ella se habla se lo hace de y desde sus representaciones. El hablar (as como percibir y pensar sobre ello) es, en suma, un ejercicio ideal-simblico no menos real que aquello (de ontologa cuasi-metafsica) a lo cual refiere. Las Ciencias Humanas, al igual que las tipificadas como "duras", operan desde y con lo ideal-simblico, slo que a diferencia de estas ltimas- lo tematizan.Como se adelantaba, el proceso gensico de lo ideal-simblico se relaciona con un doble procedimiento tcnico: el sistema sensorio-perceptivo y las configuraciones que le confieren sentido (y, por tanto, significacin).Evidentemente, la versin que se construye del universo se encuentra ntimamente ligada a la batera perceptiva (y a las prtesis tecno-sensoriales que implican nuestros aparatos de observacin, vasallas de tal batera). La percepcin cromtica, por ejemplo, es el resultado de la especificidad del impacto de una longitud de onda en nuestra retina (y la posibilidad de esta ltima de ser sensible a una magnitud especfica del espectro), nuestra versin visual de las cosas es heredera de este proceso. Podemos deducir cual ser la versin de una forma de vida sensible al infrarrojo (amebas y mosquitos, por ejemplo), capaz de traducir por tanto- la temperatura en informacin visual, pero ello slo es posible en funcin de una prtesis tecnolgica (la termo-fotografa) adaptada a nuestras posibilidades sensoriales. Qu es "ms real", un universo saturado de contornos o manchas difusas que van del blanco al rojo (en funcin de la temperatura)? Si atendemos a lo material-concreto ninguna de las dos. Si atendemos a lo ideal-simblico, ambas (en funcin de la referencia sensorio-perceptiva). Este real ideal-simblico es lo que nos interesa. Pero no es suficiente. La actividad sensorial (que trasciende un tipo especfico de rgano perceptivo) por s sola no explica al universo ideal-simblico, aunque contribuya con su diagramacin. Junto con ella se configuran procedimientos que hacen posible su inteligibilidad, materializando lgicas de sentido, que operan tanto en la decodificacin de lo visible como en la constitucin de los campos posibles de visibilidad. La distancia entre las cosas (percibidas y conceptualizadas) y lo que de ellas se dice (se piensa y se representa) constituye el teatro de operaciones de esta dimensin, tal cual lo trabajara extensamente Foucault. Es all donde se posiciona la preocupacin jerrquica de las Ciencias Humanas y, ms especficamente, de las Ciencias Sociales; la realidad (no menos material y concreta que lo material-concreto) ideal-simblica, sus procesos constitutivos, sus efectos de verdad, y por ende- su dimensin social-histrica. En proximidad a la realidad histrico-social humana que propona Dilthey. Morin y Piatelli-Palmarini propondrn, entonces, una "bioantroposociologa" como metadisciplina, configurando una estrategia de abordaje a un objeto que, lejos de una ontologa material-concreta pre-existente y de presencia universal, se relaciona con un orden ideal-simblico caracterizado por su variabilidad. De esta manera descartan el valor universal (posicionado como material-concreto) de una esencia humana aunque reconocen la presencia de series de invariantes (anatmicas y fisiolgicas pero tambin comportamentales, que se desprenden de las primeras) traducidas en un orden especfico de variabilidad: "La idea de universales slo tiene sentido e inters cuando la invariabilidad est asociada a la variabilidad en una relacin de tipo generativo/fenomnico o competencia/actuacin, y va unida a la idea de sistema/organizacin" .Vale sealar, sin embargo, que la propuesta metadisciplinaria no debera desdibujar la especificidad de los territorios disciplinarios. Muy por el contrario, en funcin de la rigurosidad en los procesos de construccin del conocimiento, debera obligar a la profundizacin de los estudios especficos, orientados al mximo aprovechamiento de las tecnologas que le son propias, evadiendo as la posibilidad de una conceptualizacin "light" propia de un abuso de la utopa eciclopedista. La operativa disciplinaria sobre la realidad (entendida siempre como ideal-simblico) se orientara, entonces, a la contribucin instrumental a la comprensin de ella, desde las especificidades que les dan sentido.

3. La co(nstruccin)mprensin de lo ideal-simblico

El estatuto de lo real no puede explicarse exclusivamente por un mero impacto de lo material-concreto en el orden de lo sensorio-perceptivo. Hay un plano lgico-dinmico, una suerte de gramtica operativa, que confiere la oportunidad de la inteligibilidad. De alguna manera, aparece un plus de procedimientos que posibilitan la adjudicacin de significados, la decodificacin de lo percibido en el lugar de una estructura lgica, la sistematizacin en series relacionales, la materializacin de la posibilidad y la imposibilidad y hasta la propia existencia cognitiva. Pero tambin, estos procedimientos se hacen responsables de ciertos planos de percepcin, abriendo (y cerrando), espacios de perceptibilidad, seleccionado entre todas eventualidades aquellas precisamente funcionales a la configuracin de referencia; un punto de visibilidad posible, sealara Spinoza. Dicho plus no puede inscribirse en otro lugar que no sea el de lo social-histrico.Pese a su ligera afiliacin en el campo de las Ciencias de la Salud (afiliacin que considero ms obediente a razones poltico-institucionales que a razones estrictamente acadmico-disciplinarias), la Psicologa no puede evadir la pertinencia de su localizacin en el campo de las Ciencias Sociales. Desde la "Psicologa de las masas" de Freud (texto muchas veces olvidado por el psicoanlisis corporativo, en el que el autor define a "toda psicologa" como "social") a la Concepcin Operativa de Grupo de Pichon-Rivire, desde la psicosociologa de Lewin a la metapsicologa de Bleger (y su propuesta de trabajo en torno a los mbitos, desplazando la nocin de psiquismo por la de mbito psicosocial), slo para nombrar algunos, los autores del mundo "psi" se han inquietado por abordar el mundo de lo ideal-simblico a partir de la interfase entre lo singular y lo colectivo. Tal vez su especificidad se relacione con algo a lo que muy ligeramente se lo podra denominar como plano de interioridad, relacin que se ha visto radicalmente cuestionada desde la produccin de la Psicologa Social contempornea. La produccin terica en Psicologa Social (fundamentalmente en el Rio de la Plata) ha devenido en una preocupacin orientada fundamentalmente hacia las modalidades de relacin. Es decir, antes que atender a qu cosas se relacionan, la mirada se dirige al cmo, antes que a los trminos de la relacin al entre. En este sentido ya en tiempos de Pichn-Rivire- se opt por proponer la nocin de vnculo como alternativa a la de relacin (proveniente de filas psicoanalticas), intentado trascender la sobrevaloracin del objeto (es decir, lo qu se relaciona por sobre el como), inherente a la idea de relacin objetal . Desde all, y recogiendo entre otros-aportes de la produccin foucaultiana, el propio estatuto ontolgico del binomio sujeto-objeto pasa a ser cuestionado, en beneficio de una categora (de cuo foucaultiano) que busca subvertir radicalmente la naturalizacin de dicho binomio (de genealoga evidentemente cartesiana); subjetividad. Definida como un modo especfico de existencia (socio-histricamente constituido), la subjetividad refiere antes que a contenidos a los procedimientos por los cuales los mismos se constituyen. De esta manera, el foco de atencin se dirige hacia la dimensin constitutiva de lo real, asumiendo su cualidad de constructo. ntimamente ligada con la propuesta genealgica (ms preocupada por el pasado de la Verdad que por la Verdad del pasado) esta perspectiva pretende poner en cuestin los procesos de naturalizacin de lo real (es decir, la identificacin literal entre lo material-concreto y un ideal-simblico que no se reconoce como tal) para, desde all, acceder a una comprensin material (no por ello menos ideal-simblica) de sus lgicas de sentido. La subversin del dualismo sujeto-objeto conduce a la subversin del propio dualismo en tanto tcnica de inteligibilidad. Articulado con la analtica deleuziana en torno a la lgica binaria, se constituye un devenir terico que problematiza los binomios en s, adjudicando a cada uno de ellos la cualidad de constructo con la capacidad de legitimarse a s mismo, en una suerte de lnea de segmentaridad (que une ambos trminos del binomio) naturalizada que -por ello- evade la posibilidad del pensamiento hacia el exterior de sus lgicas de sentido; las lneas de segmentaridad obstaculizan el pensar en otros trminos, obligando al trazo de lneas de fuga para hacer viable el acceso a sus lgicas internas. Estallan, as, dualismos de fuerte impronta emprica tales como adentro-afuera, individuo-sociedad, y salud-enfermedad, pasando a ser considerados como formaciones subjetivas (no referente al sujeto, sino a la subjetividad), metodologas especficas para construir lo real. El pensamiento ser metaforizado, desde all, como un pliegue de configuraciones socio-histricas (subjetivacin), desnaturalizando tanto al orden de la interioridad como al de la exterioridad.Desde esta perspectiva, la preocupacin por la dimensin vincular (cmo se vinculan las cosas, a travs de qu procedimientos) deviene en una preocupacin por el sentido. Los vnculos ya no seran conexiones entre entidades (objetos o sujetos) preexistentes, ni estructuras fijas e independientes sino que "los vnculos emergen simultneamente con aquello que enlazan en una dinmica de autoorganizacin. Se trata entonces de pasar de un nico mundo compuesto por elementos y relaciones fijadas por las leyes de la lgica clsica a multimundos donde unidades heterogneas y vnculos no tienen un sentido unvoco, no estn completamente determinadas, no existen independientemente sino que emergen y co-evolucionan en una dinmica creativa." La pregunta por el sentido pasa a preceder la pregunta por la verdad; la atencin se dirige a la "produccin de sentido desde una dimensin multidimensional de la experiencia humana del mundo". En trminos deleuzianos, se trata de atender al plano inmanencia, substituyendo la monarqua causal por la causalidad inmanente; el sentido no precede sino que se constituye en el propio acto de su constitucin.

4. Antropologa del sentido?

Francisco Osorio sostiene que al menos hasta 1998- la antropologa social ha privilegiado la pregunta de la significacin por sobre la pregunta del sentido. Propone, entonces, trascender un lmite que, en dicha disciplina, se localizara en la conducta del otro, para desde la antropologa filosfica- traspasarlo mediante la pregunta por el lmite del sentido mismo. "La antropologa social siempre se ha preguntado por el otro, aunque la pregunta cul es el sentido de la conducta del otro?, no es abordada con la misma frecuencia. En su lugar, la pregunta por el significado de la conducta del otro es, lejos, la ms desarrollada en esta disciplina social. Una situacin tal puede tener dos consecuencias principales, entre muchas otras. La primera es que se llegue a pensar que sentido y significacin es lo mismo. La segunda, derivada de la anterior, es que una antropologa de la significacin ignore una antropologa del sentido".Para demostrar tal tesis, el autor recurre a textos de Margaret Mead y E.E. Evans-Pritcahrd en los que la discriminacin entre sentido y significado no aparece claramente delimitada. "Gran parte de la antropologa social no es sino un intento de mostrar que el ser humano es tan variado que imponer un criterio uniforme cae por la falta de fundamento. Podemos observar que la pregunta por el sentido est presente al dar sentido al lector occidental de conductas que son incomprensibles"(...). "Sin embargo, hay aqu un error, pues sealar que la pregunta por el sentido ha estado siempre presente en la antropologa social es falsa Las preguntas hacia el pasado de una tradicin no se pueden hacer, sino se reconoce que son formuladas desde el presente; por eso no es vlido afirmar pero si eso lo dijo fulano hace mucho tiempo, puesto que desconoce que dicho juicio destaca y define un concepto que, en el presente, es motivo de discusin. Es como sealar que el concepto de sentido ya lo discuti Kant en la Crtica de la Razn Pura, empero, hay que reconocer que no leemos la Crtica por el sentido, sino por el estudio de la Razn que ah se desarrolla. En otras palabras, hasta ahora la antropologa no se entiende como una antropologa del sentido. Es ms, slo desde la dcada de los aos setenta la antropologa de la significacin ha cobrado importancia dentro de los ambientes acadmicos, as que menos podemos hablar de una antropologa del sentido".Es de sealar, sin embargo, que la preocupacin por el significado aparece en Clifford Geertz; "la cultura es un patrn histricamente transmitido de sentidos incorporados en smbolos" y, como resulta clebre, se desprende de la globalidad de la obra de Levi-Strauss.Una cita a Marc Aug; "Que cada cultura particular posea sus propias configuraciones simblicas, es lo que, en cierto sentido, todos los antroplogos estn obligados a admitir; pero en qu medida estas configuraciones particulares no son sino variaciones alrededor de un mismo tema simblico central? En qu grado la antropologa ha tratado de pensar simultneamente la universalidad de los smbolos y la especificidad de la cultura?". La tesis desde la que responde a estas interrogantes seala que la historia de la antropologa se ha debatido en torno a dos ejes principales; el primero oscila entre la evolucin y la cultura (los antroplogos clsicos se desplazaran progresivamente desde la evolucin a la cultura) y el segundo entre el smbolo y la funcin (el polo simblico sera el que actualmente convocara ms adhesiones). Vale sealar, sin embargo, que para Aug la mayora de los antroplogos se mueven entre los dos ejes, a veces privilegiando un polo, a veces no.Pero, como seala Osorio, Aug se posicionara en el principio de una reflexin que busca transitar desde una antropologa de la significacin a una antropologa del sentido. De acuerdo al profesor chileno, esta antropologa del significado jerarquiza preguntas tales como qu significa esto para este ser humano? y qu nos dice esto otro de este ser humano? , por sobre cul es el sentido de aquello para este ser humano?.

5. Sentido y Significacin

La significacin no es ms que el plano de contenido de un signo; en oposicin al significante (que corresponde a la imagen) se identifica con el concepto. Ms all de los valores denotativos (relacionados con una tendencia universalista relativamente estable: madre = hembra que ha parido), los connotativos (relacionados una valoracin de la denotacin: asociaciones valorativas tales como abnegacin, sacrificio, amor ...) corresponden a diagramas socio-histricos especficos. El fundamento de la connotacin est ligado a la polisemia del lenguaje (y, por ende, a la capacidad de simbolizacin), de modo que si cada unidad lxica tuviera relaciones biunvocas con un solo significado la connotacin no prosperara.El sentido, en cambio, se relaciona antes con el procedimiento constitutivo que con el contenido; antes con la posibilidad de simbolizar (y los procedimientos que materializan tal posibilidad) que con aquello a lo cual el smbolo refiere. "El sentido es siempre un efecto producido en las series por la instancia que las recorre. Por ello, el sentido, tal como es recogido por el Ain, tiene, tambin l, dos caras que corresponden a las caras disimtricas del elemento paradjico: una tendida hacia la serie determinada como significante; otra tendida hacia la serie determinada como significada. El sentido insiste en una de las series (preposiciones): es lo expresable de las proposiciones, pero no se confunde con las proposiciones que lo expresan. El sentido sobreviene en la otra serie (estados de cosas): es el atributo de los estados de cosas, pero no se confunde con los estados de cosas a los que se atribuye, ni con las cosas y cualidades que lo efectan. As, pues, lo que permite determinar una serie como significante u otra como significada son precisamente estos dos aspectos del sentido, insistencia y extra-ser, y los dos aspectops del sinsentido o del elemento paradjico del que derivan, casilla vaca y objeto supernumerario: lugar sin ocupante en una serie y ocupante sin lugar en la otra. Por ello el sentido en s mismo es el objeto de paradojas fundamentales que recogen las figuras del sinsentido. Pero, la donacin de sentido no se hace sin que sean tambin determinadas unas condiciones de significacin a las que los trminos de las series, una vez provistos de sentido, estarn sometidos ulteriormente en una organizacin terciaria que los remite a las leyes de las indicaciones y las manifestaciones posibles (buen sentido, sentido comn). Este cuadro de un despliegue total en la superficie est necesariamente afectado, en cada uno de estos puntos, por una extrema y persistente fragilidad". El sentido, entonces, se configura como un procedimiento maqunico al servicio de la significacin. Punto estratgico en la constitucin de lo real-simblico. "El sentido no debe confundirse ni con la proposicin o los trminos de la proposicin (las palabras mismas), ni con el objeto o estado de cosas que sta designa (designacin), ni con la vivencia, la representacin o la actividad mental de quien se expresa en la proposicin (manifestacin), ni con los conceptos, o incluso las esencias significadas (significacin)." La coceptualizacin del sentido, as expresada, contribuye al estallido tanto del binomio dentro-fuera como del individuo-sociedad (correlato del primero en Ciencias Sociales).

6. El Sentido y el Otro

De acuerdo a Baudrillard, el sentido del otro es tanto la alteridad como la diferencia. La alteridad implica una identificacin del otro como Otro; remoto, extico, incomparable, incomprensible, tal vez sin sentido para el Nosotros. Implica un plano de extranjera tan lejano que su propia lejana trasciende el plano de la diferencia. "Los alacalufes de la Tierra del Fuego fueron aniquilados sin que hubieran intentado entender jams a los blancos, hablarles o negociar con ellos. Ellos se llamaban hombres, y no haban otros. Los blancos ni siquiera eran diferentes: eran ininteligibles". Cuando los presidiarios britnicos desembarcaron en Australia consideraron a la isla-continente como deshabitada, los aborgenes no merecan ser tipificados como humanos (s como simios), hasta un lapso tan cercano como 1967 no fueron considerados jurdicamente- como parte de la poblacin, sino como flora y fauna autctona.La diferencia, en cambio, refiere a otro cercano. Tanto que se hace necesario el ejercicio de la diferenciacin. Se impone el discriminar(se), establecer series diferenciales que instituyan estamentos identitarios separados. En la diferencia se sostiene la xenofobia, la segregacin y la tipificacin prejuicial. Los marroques son para los franceses- un Otro (alteridad) cuando estn en Marruecos, pero cuando se instalan en Pars constituyen un otro al que conviene expulsar. Para los espaoles, un campesino es un gaucho si arrea ganado en las pampas argentinas, pero deviene en sudaca cuando vende jeans en El Rastro madrileo."Detengmonos por un instante para relacionar el planteamiento de Baudrillard con el de Deleuze en relacin al problema del sentido y el otro. Una relacin manifiesta es la siguiente: sinsentido/alteridad, absurdo/diferencia, tal como lo puede ejemplificar Geertz. Pero, qu relacin existe entre el segundo par de distinciones?Concentrmonos en Deleuze: Otro-a priori y este otro-aqu, este otro ah constituyen las dos series del sentido (y el otro). Toda concepcin del sentido en Deleuze debe considerar una serie significante y otra significada. Propongo que la relacin del sentido y el otro en Deleuze es como sigue: La serie significante es el otro y la serie significada es el mismo. Por lo tanto, el otro tiene sentido porque constituye la serie.No hay que establecer una relacin Otro-a priori/mismo, este otro-aqu, este otro-ah/otro, pues se refieren a series distintas. Si el otro tiene sentido es, a la manera de Baudrillard, como otro/mismo, serie que insiste o subsiste con la serie Otro-a priori/este otro aqu, ese otro ah. Por lo tanto, el sentido y el otro en Deleuze es una paradoja con series enredndose como un anillo de Moebio.Por lo tanto, el otro no tiene sentido en s; lo tiene en cuanto constituye la segunda serie del sentido. Por lo tanto, el sentido est entre (el subrayado es mo) el mismo y el otro, es producto, efecto de superficie."

7. Los mundos contemporneos

Marc Aug dedica su texto a demostrar la necesidad de la antropologa en la actual contemporaneidad. "Es necesaria", dice, "porque la cuestin del sentido social se plantea explcitamente en todas partes o est implcitamente presente. Y la antropologa es posible en la medida en que su tradicin de reflexin autocrtica le permite adaptarse a los cambios de la historia y a los cambios de escala correspondientes". El texto de Aug, punto de partida (y excusa) que oblig a las precedentes reflexiones y punto de cierre para el trabajo en el cual se inscriben- , ser utilizado nuevamente (en la medida en que el valor de todo texto radica, precisamente, en su valor de uso) como catalizador que permita poner orden en el asunto.Habiendo definido lo real (al menos en lo que le concierne a las Ciencias Humanas) como un ideal-simblico, se comprende su reconocimiento como constructo en funcin de los vectores socio-histricos que lo hacen posible (condiciones de produccin). Este reconocimiento implica, necesariamente, acceder a las condiciones de su posibilidad. Lo real est siendo en tanto que se conjugan sus procesos constitutivos. Lo real est siendo, de un modo particular, en tanto que su naturaleza obedece a configuraciones locales (tanto en el plano espacial como en el cronolgico). Lo real est siendo, en forma plural, en tanto que los colectivos en los que se inscribe se despliegan como formaciones de mismidad y otredad. Lo real est siendo, finalmente, en lazos de vasallaje con las configuraciones de sentido que as lo diagraman.La necesidad de la antropologa, entonces, se torna ineludible. Si concedemos al autor que "el objeto de la antropologa es en primer lugar y esencialmente la idea que los dems se hacen de la relacin de los unos con los otros" el aporte de la disciplina a la comprensin de lo real (as como de las relaciones entre sus diferentes versiones) se torna obvio. "Si admitimos que la nocin de pluralidad remite a todas las diversidades y no tan solo a las que han sido connotadas como exticas o, para decirlo en lenguaje ms cientfico, como etnogrficas, y si prestamos atencin a la relacin alteridad/identidad y al hecho de que siempre es una reflexin sobre la alteridad lo que precede y permite toda definicin de identidad, podemos llegar a la conclusin de que toda antropologa es tripolar (a saber, que tiene la vocacin de concebir juntas la pluralidad, la alteridad, y la identidad) y de que su objeto central y hasta nico es lo que se podra llamar la doble alteridad, es decir, la concepcin que otros se hacen del otro y de los otros (se observar que ese objeto abarca ipso facto la relacin observador-observados).Si se llama simblica la relacin representada y establecida con los dems, la relacin de complementariedad entre uno mismo, definido como tal por esa relacin, y otro que es relativo a ese uno mismo relacin recproca, pero no simtrica, como lo atestiguan los trminos de tratamiento y cortesa- puede afirmar asimismo que lo simblico es el objeto primero de la antropologa, con la condicin de aclarar que lo simblico se presenta como anterior a toda prctica, entra en juego por obra de prcticas histricas cuyas evoluciones y mutaciones traducen la eficacia y prolongan la influencia de lo simblico". Al privilegiar lo simblico como objeto, la antropologa para Aug- estara interesada prioritariamente por la constitucin de la alteridad de los dems y en consecuencia- por la constitucin de las identidades. Posteriormente seala la preocupacin de la antropologa por la cuestin del sentido, dndole, indirectamente, la razn a la tesis planteada por Osorio: "desde el punto de vista del antroplogo, el sentido es el sentido social, a saber, el sentido directamente prescrito o indirectamente significado de las relaciones de los hombres entre s".La contemporaneidad estalla en un doble movimiento paradojal: Una compulsin globalizante (grandes bloques geo-polticos) articulada con un repliegue hacia la identidad ms local (micro-nacionalismos, el pueblo, el barrio, la esquina...), una evidente tendencia hacia la homogeneidad (de la mano, fundamentalmente, de la economa de mercado y la mercantilizacin de la vida) traducida en una acelerada multiplicacin de la heterogeneidad. La globalizacin se relaciona directamente con lo que Truett Anderson denomina "cultura de Davos" (un grupo cuantitativamente insignificante, pero de impacto econmico, comunicacional y simblico gigantesco; comparten la misma esttica, paradigmas macro-econmicos, tecnologa, una misma lengua supra-nacional el ingls-), cultura que, pese a imponerse como hegemnica, no puede evadir la emergencia de identidades cada vez ms fragmentadas en pequeos grupos referenciales. Lejos de borrar la diferencia, la globalizacin la multiplic; aunque -en cierto plano- haya minimizado cierto tipo de alteridad (en los trminos en los que la planteaba Baudrillard) extrema. El proyecto globalizador pretende imponer un tipo especfico de ideal-simblico como material-concreto de ontologa absoluta y universal (la preeminencia cuasi metafsica de la economa de mercado) al tiempo que posibilita en funcin del devenir de su propia tecnologa- poner en cuestin tal procedimiento de ontologizacin de las cosas. La extensin planetaria de la informacin, en formatos electrnicos de todo tipo, hace que el acceso a innumerables otros mundos se vuelva posible con relativa facilidad y progresiva expansin. Desde este orden de cosas cualquiera puede preguntarse: "si tantos, en tantos lados diferentes, estn convencidos de sostener la verdad de maneras tan radicalmente diferentes qu me garantiza cual de ellas sea la verdad o, incluso, que tal verdad exista?". Lejos de la homogeneidad, la globalizacin se traduce en innumerables modos de heterogeneidad.La otredad y alteridad relativiza la distancia espacial y cronolgica en beneficio de la distancia social y paradigmtica. Qu est ms lejos, un analista de sistemas australiano de uno sueco o un empresario carioca de los meninos da rua de su propia manzana? La propia compulsin a la homogenizacin diagrama a la posibilidad de la heterogenizacin; a la molaridad los hombres de Davos se les opone la molecular heterogeneidad del Foro Social Mundial. La diferencia, lejos de desdibujarse, se ha multiplicado (al menos, en lo referente a la micro-identidad): en cierto plano, en los mundos contemporneos parece ms fcil ofertar la vida por la identidad inmediata (el cuadro de ftbol, la barra de la esquina...) que por la abstracta lejana de lo macro (la Patria, la Revolucin, el Partido...); la identidad parece replegarse hacia las pequeas unidades (aunque se inserten en serialidades macro). Es aqu donde el antroplogo, y las tecnologas que le son propias, se vuelve necesario."(...)la antropologa de los mundos contemporneos pasa por el anlisis de los ritos que esos mundos tratan de poner por obra y tales ritos, en lo esencial, son de naturaleza poltica. La actividad ritual en general conjuga las dos nociones de alteridad y de identidad y apunta a estabilizar las relaciones siempre problemticas entre los hombres". Una antropologa de los mundos contemporneos, en suma, implica contribuir con el acceso a los procedimientos constitutivos de los reales contemporneos y, en lo que tal vez radique su especificidad ms concreta, a los procedimientos relacionales entre los mismos.

8. Bibliografa

Aug, Marc; Hacia una antropologa de los mundos contemporneos, Gedisa, Barcelona, 1998 Aug, Marc; Smbolo, Funcin e Historia: Interrogantes de la Antropologa, Grijalbo, Mxico, 1987Baudrillard, Jean; La transparencia del mal, Anagrama, BarcelonaBayce, Rafael; "Las cuatro realidades: material-concreta, ideal-simblica, hiperrealidad y virtual", en Medios de comunicacin y vida cotidiana, compilacin a cargo de Joaqun Rodrguez Nebot y Jos Portillo, Goethe Institut-Multiplicidades, Montevideo,1995De Brasi, Juan Carlos; La explosin del sujeto, Multiplicidades, Montevideo, 1996Deleuze, Gilles y Guattari, Flix; El Antiedipo, Barcelona, Piados, 1985Deleuze, Gilles; Foucault, Paids, Buenos Aires, 1987Deleuze, Gilles; Lgica del sentido, Planeta-Agostini, Buenos Airres, 1994Deleuze, Gilles; Mil Mesetas; capitalismo y esquizofrenia, Valencia, Pretextos, 1997Foucault, Michel: Las palabras y las cosas, Planeta-Agostini, Barcelona, 1984Geertz, Clifford; La interpretacin de las Culturas, Gedisa, Barcelona, 1990Najmanovich, Denisse; Dinmica Vincular: territorios creados en el juego, comunicacin electrnica interna, Area de Psicologa Social, Fac. de Psi., Udelar, Montevideo, 2001, p. 2Osorio, Francisco; "El Sentido y el Otro: un ensayo desde Clifford Geertz , Gilles Deleuze y Jean Baudrillard", Cinta deMoebio, N 4, Diciembre de 1998. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de ChileTruett Anderson, Walter; La realidad emergente, ya nada es lo que era, Mirach, Barcelona, 1992.

Trabajo enviado por:Gabriel Eira [email protected] esfuerzos por hallar el verdadero significado de las palabras han sido siempre laboriosos. Ello se debe a que no hay tal significado verdadero. El semantismo no es una cosa, esto es, su eje bsico no obedece a una determinacin de objeto sino de sujeto. Fuera de consideraciones de razn pura que podran hacerse, a la manera de Noam Chomsky, sobre hipotticas reglas mnimas o estructuras profundas del semantismo, la masa crtica de este es cultural y, por tanto, vive en el espacio-tiempo social. As y todo, opera como el juicio esttico segn Kant, en que todo es subjetivo pero todo es percibido como objetivo. Me gusta una sinfona y no entiendo que otros no la aprecien igual, porque me parece objetivamente hermosa. Similar ocurre con el sentido: siempre me parece obvio que algo significa para todos lo que significa para m. Es, en fin, un a posteriori, no un a priori, que ha de ser pensado con carcter de necesidad como el conocimiento matemtico, por ejemplo(Immanuel Kant, Crtica de la razn pura, Barcelona: Orbis, 1984, Introduccin, II. Ver tambin la Crtica de la facultad de juzgar, Caracas: Monte vila, 1986). El semantismo, pues, no es anterior a la experiencia, como los atributos geomtricos. No podemos derivar a priori el sentido de un trmino, como en la lengua que deliraba John Wilkins. He aqu la versin de Borges (1974:707):

Dividi el universo en cuarenta categoras o gneros, subdivisibles luego en diferencias, subdivisibles a su vez en especies. Asign a cada gnero un monoslabo de dos letras; a cada diferencia, una consonante; a cada especie, una vocal. Por ejemplo: de, quiere decir elemento; deb, el primero de los elementos, el fuego; deba, una porcin del elemento del fuego, una llama.

La semntica se ha alimentado del mito de la lengua perfecta, habla racional en que el sentido de cada palabra obedece a una exacta correspondencia con su fontica o su morfologa (tambin Alfonso Reyes habla de John Wilkins, 1983:39 y ss.).

El xito de las otras ramas de la lingstica estimul la expectativa de la averiguacin en el campo semntico de datos igualmente duros como los de la fontica y la morfosintaxis. Estas dos ramas son relativamente simples, pues requieren de esprit gomtrique; en cambio la semntica exige principalmente esprit de finesse (Blaise Pascal, Penses 21).

Se han sugerido con la ingenuidad perversa de los seudocientficos cosas como rasgos mnimos, hipnimos e hipernimos. No tienen conciencia de sus confines al proponerse tener la consistencia objetiva de las ciencias duras, como si el significado fuera un hecho natural dado, un datum, que no depende del sujeto, compartiendo la gran virtud que supuestamente tienen de las ciencias duras: haberse emancipado del sujeto, algo que la fsica terica contempornea ha perdido, pues la posicin o el acto mismo de observacin del sujeto puede sesgar la percepcin del objeto. De all el llamado principio de incertidumbre de Heisenberg. Asimismo, la posicin del sujeto observador modifica la percepcin de una onda sonora emitida por un cuerpo en movimiento, segn esa posicin sea aquella a la cual el cuerpo se dirige, aquella de la cual se aleja o que el observador est movindose en la misma direccin y velocidad del cuerpo. Es el llamado efecto Doppler, comn en las carreteras, cuando un automvil en direccin contraria a la del observador se acerca y luego se aleja: la altura del sonido de su bocina vara de relativamente agudo a relativamente grave. Ese mismo efecto es el que sesga la coloracin hacia el rojo de los cuerpos celestes, de donde han tomado ocasin muchos astrofsicos, no todos, para sealar que el universo est en una expansin resultante de un estallido primigenio que se ha bautizado Big Bang. En tales casos el observador est obligado a sealar su situacin a fin de ponderar los datos que ha recogido. Pero los signos son diferentes: no poseen propiedades intrnsecas.

La tesis boquirrubia de los hipnimos y los hipernimos requiere responder algunas cuestiones que deben tener carcter previo: ballena, por ejemplo, es hipnimo de mamfero o de pez? Depende, me parece, del sujeto que diga su nombre: un zologo obviamente dir que de mamfero, un pescador quiz que de pez. Ambos tendrn sus razones, aunque el pescador no tenga la razn. Para el hombre de mar que declara que es hipnimo de pez, el signo ballena se comporta como parte del paradigma ictiolgico usual entre los hablantes no doctos. Para l eso de que el ballenato succiona como un cachorro tal vez le parezca escandaloso. Por eso no podemos decir a priori que el signo ballena pertenece a este o aquel hipernimo. Del mismo modo, culturalmente, segn la doxa, tomate no pertenece al hipernimo fruta, aunque botnicamente as sea, sino al de verdura, aunque no sea verde sino rojo... Hay sabidura en el botnico, pero tambin en el gastrnomo que ubica al tomate en la cocina, donde tiene ms luz social que en en el invernadero del botnico. Cul es el hipernimo de amor? Cules sus hipnimos? Tela es hipnimo o hipernimo de ropa? Cules son los hipnimos y el hipernimo de una palabra usada metafricamente? De todos modos te recomiendo precaverte de los lingistas que sostienen cosas as, pues al refutarles sus verdades seudoduras creen que el bruto eres t. Si esto lo est leyendo uno de ellos debe estarse riendo de lo bruto que soy.

Cultura se opone a ciencia en la medida en que esta no es de dominio general sino de un nicho especfico, que suele trastornar las convicciones de la doxa, en donde la ciencia tiene una presencia nula y en todo caso precaria. No podemos invadir el uso general del lenguaje con especulaciones cientficas que, de paso, son siempre provisionales. Cualquier da una nueva teora cientfica las echa por tierra, as como pas con el tomo (lo que no se divide). Un da amaneci fragmentado y as y todo lo seguimos llamando tomo y no tomo, que contina siendo trmino bibliogrfico. Los signos, pues, no tienen propiedades intrnsecas. La palabra perro no muerde...

Otras veces la lingstica se ha impacientado y con esa ingenua perversidad de los lingistas que venimos prosando, ha expulsado la semntica como un estorbo enojoso dejndola en una suerte de limbo epistemolgico ha tirado el agua del bao con el nio dentro, por cierto, pues en la semntica est la razn de ser del lenguaje: qu sera este sin competencia evocatoria? Sera una mera sucesin de sonidos gratuita y ms o menos ordenada. Fontica y morfosintaxis operan en funcin del sentido, aun en aquellos casos en que parecen independizarse, como en la jitanjfora: Hay horas en que las palabras se alejan, dejando en su lugar unas sombras que las imitan (Reyes, 1962:XIV, 190-230). Citemos una jitanjfora cualquiera, la de Chaplin en Modern Times:

La spinach or la tukogigeretto toto torloe rusho spagalettoje le tu le tu le twaa.

O esta otra, de Mariano Brull, de donde precisamente tom Alfonso Reyes el trmino jitanjfora:

Filiflama alabe cundreala alalnea alferaalveolea jintanjforaliris salumba salfera.

Aun en la jitanjforala sucesin aparentemente caprichosa de sonidos crea un efecto difuso de sentido, o su parodia, como los sentidos imprecisos e intensos de la msica. En la de Chaplin hay un efecto de italianidad y de francesidad al final. Este efecto difuso o pardico de sentido es el neokantiano de las palabras mismas que J. M. Briceo Guerrero les atribuye:

Desde siempre la experiencia vivida en la palabra me pareci ms real que el contacto directo con las cosas. No sent al lenguaje como representante del mundo que los sentidos me entregaban, no como camino hacia l, sino como mbito de una realidad ms fuerte y ms cercana a m. No slo lo que yo perciba, tambin que todo lo que haca y senta mostraba signos dolorosos y grises de inferioridad y exilio en contraste con la plenitud verbal. Todos los seres eran para m aspirantes oscuros a una dignidad que slo la palabra poda darles y hasta su dbil existencia provena de sus nombres; una existencia prestada, pues el centro de gravedad y de prestigio se mantena en los nombres (1987:13).

Es, adems, doctrina de abolengo. Tambin Alfonso Reyes se ejercit en ella (1962:XIV, 193-94):

...la palabra nos fue dada, primero, para apoderarnos de los objetos. [...] despus de la palabra comenzamos a abusar creando con ella nuevos entes, nuevos ontos. Y a esto propiamente se llama creacin; en griego: poesa. Juntando los nombres de dos objetos que no se dan juntos por s solos, los pobres objetos quedan atados por el conjuro verbal, sean centauros, sirenas, dragones, heroicidad o verso: mitologa, tica, mtrica.

Luego cita a Paul Valry (Reyes, 1962:XIV, 194):

Mito es el nombre de aquello que no existe o no subsiste sino fundado, como causa nica, en la palabra. [...] Qu sera, pues, de nosotros sin la ayuda de lo que no existe?

Es el sentido de estas palabras luminosas del Caraqueo, un hombre abrumado por la llanura venezolana, que conversa dramticamente con los llaneros Cantaclaro y Crisanto Bez, en la novela de Rmulo Gallegos (Cantaclaro, I:ii, Al abrigo de las matas, Obras completas, Madrid: Aguilar, 826:27).:

Porque las palabras son los espantos de la sabana. Usted lo ha dicho y ya se me vena ocurriendo. No slo por el sentido enigmtico que adquieren de la manera con que, al emplearlas como lo hacen, deforman ustedes [los llaneros] la realidad, sino porque ellas mismas y cualesquiera que sean, resultan inquietantes por estas soledades. Hace poco le advirti el baquiano que no es bueno ir regando uno su nombre por el camino, y estoy seguro de que no se refera solamente al peligro de que por ello pudiese identificarlo un posible enemigo emboscado. Verdad, Crisanto?

[...]

...todas las palabras que se pronuncian estando a solas, que es como generalmente se halla el hombre por estas tierras, se convierten en fantasmas. En estos sitios callados y desiertos estn suspendidas en el aire, o mejor dicho en el silencio, a orillas del camino, todas las palabras frustradas, por no haber sido recogidas por el interlocutor necesario en toda conversacin, que se pronunciaron al atravesarlos pensando en alta voz. Estn mudas, pero sentimos que nos hablan, porque son palabras y necesitan ser recogidas por odos inteligentes. Esas son las almas en pena que, segn ustedes, se aparecen por estos lugares pidiendo oraciones que las saquen del purgatorio. Por estas tierras vagan en el limbo del silencio todas las palabras que van dejando por el camino los que viajan hablando a solas. Maana, cuando usted vuelva a pasar por aqu, oir estas que estamos pronunciando y dir que es el nima Sola que recorre esta mata gimiendo y rezando.

La semntica ha sido ciertamente una zona fronteriza de la lingstica, suerte de interfazentre la precisin clara y distinta de la fontica y la morfosintaxis por un lado y por el otro el resto impreciso de la vida de los signos en el seno de la vida social. Es as como Saussure defini la semitica (la smiologie), que adscribi a la sicologa (Saussure, 1973:33). En tal caso, me parece, tambin se podra adscribir a la sociologa, a la antropologa, a la historia, a la filosofa y a las disciplinas humansticas en general. Pienso, sin embargo, que no tiene por qu adscribirse a ninguna ciencia, en la medida en que trata con un objeto bien delimitado, irreductible a esas disciplinas, aunque sea imprescindible recurrir a ellas para comprenderlo auxiliarse con otras ciencias es prctica normal entre los cientficos inteligentes. Igualmente les es imprescindible a ellas comprenderlo para comprenderse (cf. Morin, 1991:Du langage). En computacin el neologismo interfaz (del ingls interface) designa un recurso para la interaccin entre dos elementos de la cadena computacional. Entre el usuario humano y la computadora, por ejemplo, hay una interfaz que les permite interactuar: hay interfaces textuales, aquellas en que los comandos toman la forma de cadenas verbales que el usuario escribe; existen tambin interfaces grficas, que hoy predominan: el usuario manipula la computadora mediante iconos de diverso tipo, que funcionan como metforas de otros tantos comandos: para borrar un documento, por ejemplo, se arrastra su icono hasta el de una papelera. Estas interfaces grficas contienen tambin elementos sonoros que orientan al usuario en el manejo de la mquina. Es decir, ha sido la interfaz entre el lenguaje y el resto del mundo, lo que ha conducido a proponer a la lingstica como ciencia piloto no solo de la semitica, como sugera Saussure, sino de las ciencias humanas en general, puesto que todo lo humano conduce al lenguaje y este conduce a todo lo humano. Es ms: el lenguaje es una interfaz entre el hombre y el mundo gracias a su componente semntico. Sin lenguaje no hay vida humana en tanto tal porque no habra vida squica, el hombre no se hominizara en sociedad ni las cosas tendran sentido para l. Sin semntica, sin lxico, no hay lenguaje. Fontica y morfosintaxis son imprescindibles, pero en tanto servidoras del sentido. El sentido es la esencia del lenguaje, fontica y morfosintaxis son auxiliares, ancilarias del sentido. George Bataille (1981:25) lo expone, luminoso, inquietante:

No hubo paisajes en un mundo en el que los ojos que se abran [los de los animales, antes de la aparicin del ser humano] no aprehendan lo que miraban, en el que, a nuestra medida, los ojos no vean. Y si ahora, en el desorden de mi espritu, contemplando como un bruto esa ausencia de visin, me pongo a decir: No haba ni visin ni nada, nada ms que una especie de embriaguez vaca a la que el terror, el sufrimiento y la muerte, que limitaban, daban una suerte de espesor..., no hago ms que abusar de un poder potico, sustituyendo la nada de la ignorancia por una fulguracin indistinta. Ya lo s: el espritu no podra prescindir de una fulguracin de palabras que le forma una aureola fascinante: es su riqueza, su gloria, y es un signo de soberana.

En realidad las cosas tienen el sentido que les dan las palabras que nos las organizan y clasifican en la mente. Cuando aprendemos una nueva cualidad de una cosa le ponemos un nombre, si es que no lo tena ya y aprendimos esa cualidad a travs de otra persona, que nos la inform a travs de ese nombre. Es ms: hasta qu punto esa separacin trinitaria (semntica, fontica, morfosintaxis) no es un desenfado epistemolgico a que nos tienta nuestra limitacin de medios para entender algo firmemente nico? Porque cmo pensar que se trate de tres entidades distintas si sabemos cunto se interdeterminan y que nunca estan separadas? Si sabemos, por ejemplo, cmo una inestabilidad fonolgica puede provocar cambios formidables en el sistema morfosintctico y de las propiedades semnticas? O cmo la fontica puede provocar la desaparicin de trminos y la creacin de otros? No nos es dable pensar que el adverbio de lugar y desapareci cuando la antigua conjuncin e pas a pronunciarse y, lo que podra causar confusiones? Veamos una el subrayado, mo, distingue el adverbio y de la actual conjuncin y:

...no pudieron y llegar, tuvieron por bien que hubiesen esos perdones cumplidamente, as como aquellos que y llegaron y cumplieron su romera (El caballero Cifar, prlogo).

El caballero Cifar es el primer libro de caballeras de lengua espaola y con fecha conocida (primera mitad del siglo XIV). En Calila y Dimna, de fecha anterior (1261?), la distincin entre adverbio y conjuncin era ms obvia:

Dicen que un buen hombre religioso cuya voz oa Dios, estaba un da ribera de un ro, e pas por y un milano, et levaba una rata, e caysele delante de aquel religioso.

La semntica, pues, es disciplina compleja, mientras fontica y morfosintaxis tienen la virtud de ser simples, es decir, monolgicas, en el siguiente sentido, descrito por Mijal Bajtn:

Las ciencias exactas representan una forma monolgica del conocimiento: el intelecto contempla la cosa y se expresa acerca de ella. All slo existe un sujeto, el cognoscitivo (contemplativo) y hablante (enunciador). Lo que se le opone es tan slo una cosa sin voz. Cualquier objeto del conocimiento (incluso el hombre) puede ser percibido y comprendido como cosa. Pero un sujeto como tal no puede ser percibido ni estudiado como cosa, puesto que siendo sujeto no puede, si sigue sindolo, permanecer sin voz; por lo tanto su conocimiento slo puede tener carcter dialgico (1982:383).

Para el estudio de la fontica y la morfosintaxis bastan recursos en gran medida anlogos a los empleados para las ciencias exactas. Pero para el estudio de la semntica se requiere la aplicacin, adems del esprit de finesse, de lo que, a propsito de Bajtn, Todorov (1981) llama el principio dialgico. No es posible tratar una propiedad del sujeto, si sigue sindolo, sin entablar un dilogo con l en tanto que sujeto. As ocurre con la semntica.

Es posible tal vez hallar compuestos semnticos que puedan ser descritos objetivamente, pero no parecen verificables, al menos por ahora, que sepamos. Los ms visibles son precisamente los subjetivos. El significado es cosa de sujetos. Sin embargo, no podemos descartar a priori compuestos semnticos objetivos, es decir, que en el seno del sujeto se manifiesten fenmenos puramente objetivos. No es imposible, aunque luce arduo. Podemos examinarlo por el momento a la luz de algunos fenmenos simples: nuestra capacidad lgica es un objeto, tanto, que puede ser replicado por una mquina. Como la mquina aritmtica que invent Blaise Pascal, el antecedente y el razonamiento ms lcidos de la computadora contempornea:

La machine arithmtique fait des effets qui approchent plus de la pense que tout ce que font les animaux; mais elle ne fait rien qui puisse faire dire quelle a de la volont comme les animaux (Pascal, Penses, 262).

Y as sucesivamente. No solo somos capaces de hacer clculos conscientes, que son los menos sorprendentes, sino los enormsimos que se requieren para dar un paso, para no hablar de una grande jete o para los cmputos bioqumicos necesarios para asimilar un simple vaso de agua. Hay en nuestra condicin humana una vinculacin enmaraada con el mundo: Yo soy yo y mi circunstancia, dijo Jos Ortega y Gasset. Asimismo, Edgar Morin ha dicho: Je suis dans le monde qui est en moi. Una traduccin espaola nos obligara a desdoblar la frase: Soy en el mundo que es en m y estoy en el mundo que est en m. En francs el verbo tre abarca los valores de los verbos espaoles ser y estar. La observacin no es trivial, pues la idea de Morin implica por igual esencia y presencia.

Le computo est un acte opratoire qui suppose et pose une praxis, cest--dire, ipso facto, a)un monde physique/nergtique), b)une activit biologique inscrite dans ce monde physique, c)une relation dialogique auto-co-organisatrice qui permet un sujet dlaborer une connaissance objective.

Dans ce sens, nous pouvons tablir la ralit de ltre-sujet dans la ralit du monde objectif. Non pas, de faon cartsienne, dans la disjonction entre le sujet et lobjet, mais au contraire, de faon complexe, dans leur indissoluble conjonction, en vertu dune boucle rcursive dont les diverses instances sont ncessaires la constitution les unes des autres; le computo est la fois producteur et produit de la boucle auto-co-organisatrice, laquelle ncessite la fois lindividu-sujet et lunivers o il opre, o il sinscrit, et qui, dune certaine faon, sinscrit en lui. Ainsi, si nous cogitons le computo (ce que ne pouvait videmment faire Descartes), nous dbouchons sur un je suis dans le monde qui est en moi. La preuve de la ralit objective du monde auquel nous appartenons nous est fournie par lactivit objective qui organise, non seulement la connaissance, mais primordialement la vie.

Dans ces conditions, la computation vivante nous permet de concevoir lmergence simultane, insparable et distincte du sujet et de lobjet. De plus, tout en demeurant distincts, le sujet et lobjet sont inclus en yin-yang lun dans lautre: le sujet est ncessairement un tre objectif et objectivable, tandis que lobjet de connaissance comporte ncessairement en lui les oprations/constructions/traductions du sujet. Chacune des deux notions est la fois ncessaire et inhrente lautre au sein de la mme boucle dialogique (Morin

HYPERLINK "http://www.analitica.com/bitblioteca/roberto/" \l "Morin1986" , 1986:210).

Bello modo de rematar la ciclpea elipse epistemolgica iniciada por Descartes, transcurrida por Kant y sus empresas filiales Berkeley entre otros spin-offs , recusada por Lenin en su ruda requisitoria contra el empiriocriticismo y descansando en paz finalmente en esta auto-eco-organizacin de Morin. Sujeto y objeto no son, pues, instancias distintas sino un yin-yang existencial en que los miembros del par se ordenan mutuamente como seres interdependientes que no pueden ser reconocidos por separado a riesgo de prolongar interminablemente una bsqueda fantasmal.

As, el significado no es una dimensin objetiva sino en la medida en que el sujeto es necesariamente un ser objetivo y objetivable, mientras que el objeto de conocimiento comporta necesariamente las operaciones/construcciones/traducciones del sujeto. Mientras aprendemos a identificar la dimensin objetiva de la semntica, sin embargo, convendr detenerse en un tpos poco frecuentado: el principio dialgico.

Cuando decimos una palabra, decimos todas las palabras. Como lo desmenuza Pinson (1985):

En retrica esto tiene un nombre, la metonimia: beber una copa, beber el vino contenido en una copa, tragar el lquido alcohlico proveniente de la fermentacin de la uva en un recipiente de vidrio, hacer descender por el gaznate el fluido condensado y alcohlico proveniente de la transformacin producida por una enzima del jugo del fruto de la vid en el utensilio hueco hecho de una materia quebradiza y transparente compuesta de silicatos alcalinos, etc., etc.

Por eso no se habla en vano: proferimos algo y eso tiene resonancias inesperadas: nombrar la soga en la casa del ahorcado tiene consecuencias impredecibles. De modo que hablar, por inocente que sea, es un riesgo, porque no podemos adelantarnos a los efectos de lo dicho: no hay un estado puro, o una luz blanca, del sentido a que podamos apelar para sostener que eso no fue lo que quise decir, sino esto otro. El sentido es poder, y no hay poder inocente (Saint-Just). Para asegurar el sentido que queremos dar a nuestras palabras hay que tener cuidado con quien se habla, porque ese alocutario es corresponsable de ese sentido.

Recordamos haber ledo por primera vez, en Ortega y Gasset, la palabra chumbera, la desconocamos, pero junto con ella nos deca que vive en Australia, que, llevada irresponsablemente a ese continente a cuyo bioma no perteneca, se convirti en una plaga que devora los arijos y no han podido exterminarla. Es un conejo! O casi, nos decimos. No la define as el diccionario, pero no hace falta tal a nuestras entendederas. Y arijos han de ser sembrados. Qu gusto entretenido ese de Ortega de usar palabras raras, aunque castizas, como eso de rigoroso en lugar de riguroso. Por ademanes as, entre otros motivos, nos aficionamos a un escritor. Con este y otros recursos, se compone un estilo literario.

Un sistema de lgica deductiva nos rellena de sentido ese colgajo vaco que al principio nos desconcert y luego pudimos interpretar, pues cuando no entendemos una palabra, intentamos reconstruirla con las fracciones hologramticas que nos inspiran las que s entendemos. La holografa es un modo de crear una imagen sin el uso de un lente. La fotografa que resulta de ello, un holograma, es un conjunto de lneas curvas que registran la imagen, que solo es interpretable como tal para el ojo cuando es iluminada por una luz coherente, como un rayo lser, que permite reproducir los registros de fase de la luz reflejada por el objeto, que tambin fue fotografiado con luz coherente. El holograma organiza entonces la imagen como una representacin tridimensional del objeto original. En un holograma la informacin no aparece en forma analgica, como en una foto convencional, en que la figura se parece al objeto, en la cual se registran las diversas intensidades de luz. Adems, en la foto de la Torre Eiffel hay una parte que se parece a la torre y lo dems a los Campos de Marte donde est emplazada, etc. En el holograma hay datos no analgicos, distribuidos por toda la placa fotogrfica. La imagen no est en cierto lugar de la placa, sino distribuida en toda ella. De modo similar conserva el cerebro sus informaciones, por eso puede recuperarlas luego de una mutilacin cortical.

En lo que respecta al sentido, casi siempre logramos reconstruir el rompecabezas hologrfico. El lxico no es un conjunto de elementos discretos que tienen cada uno su propio valor y solo ese. Este est definido por otras palabras y el lxico de una lengua es un entramado en que las palabras se hablan unas a otras. No tiene sentido emitir una palabra aislada en un acto de comunicacin. El efecto sera tal vez desconcertante, por decir lo menos, salvo que el contexto complete el sentido, como ocurri al explorador Samuel Fergusson, en una novela de Julio Verne, cuando quiso resumir su proyecto de exploracin del frica. Dijo solo una palabra: Excelsior!. En el contexto de la asamblea de la Royal Society que Verne narra, este vocablo no solo fue interpretable sino que ocasion una ovacin (Cinq semaines en ballon, cap.I). Tal me dijo una vez un analfabeto: Nunca aprend a leer porque nunca entend que una letra le habla a la otra. Me hubiera gustado consultar estas cosas a hombre tan sabio, ya desaparecido. Dolido de su ausencia, recurro a otro, Edgar Morin (1991):

El sentido es hologramtico [...] El sentido es lo que se autoenlaza [se boucle]; lo vemos en ocasin de una traduccin del latn, en la que, a partir de la localizacin de palabras conocidas (que hacen emerger insularmente las potencialidades polismicas), a partir de verbos, nombres propios, singulares, plurales, a partir de las articulaciones secundarias reconocidas, verificamos por diccionario las palabras inciertas, buscamos un sentido que no emerge an, aunque aparece ya como los picos de un macizo ahogado entre las nubes. Buscamos, lo que quiere decir tambin que los sentidos aislados de las palabras reconocidas buscan la frase, que los sentidos en gestacin nebulosa de la frase buscan su cristalizacin interrogando las palabras, una dialgica sobresaltada confronta palabras inciertas y el ectoplasma informe de un sentido global no concretizado todava, hasta el momento en que los fragmentos esparcidos de sentidos inciertos se unen, se entremodifican, se entrearticulan en el lazo [boucle] formado por un enunciado sensato, que retroacta inmediatamente sobre todas las otras palabras, les fija un sentido unvoco e integra todas las articulaciones en la secuencia discursiva.

La lengua, pues, se boucle, se autoenlaza. El concepto es ciberntico: actividad en la cual es necesario generar bucles, loops, lazos, acciones obstinadas de la computadora en que el comando A conduce a B y B conduce a A. La lengua, aunque de modo mucho ms complejo y paradjicamente abierto, tambin se cierra y termina por bastarse a s misma. Las palabras estn abiertas, tienen un sentido que refleja y refracta un referente, son un prisma que nos pone en contacto con la realidad, nos sirven, precisamente, de referencia. Pero ese sentido prismtico no es un foco cerrado, sino un punto de partida del que emana el efecto de sentido. Por ello pueden

Enlazarse con otras.

Conformar metforas, el nombre que damos al efecto que se produce cuando una palabra, en conexin con otras, nos ofrece un sentido inesperado.

El lenguaje tiene metabolismo, que le permite asimilar elementos externos, e inmunidad, que lo hace capaz de rechazar influencias externas y desviaciones internas. Esta estructura abierta explica su intercambio con lenguas vecinas. La lengua espaola, por ejemplo, recibe una palabra forastera: to pitch, en la prctica beisbolstica. A la hora de usarla, no podemos decirle a alguien: Pitch me la bola, porque eso no se entiende: a qu inflexin espaola pertenece eso de pitch? La variante pronominal espaola me no pega con pitch y ese sonido t, antes del representado por ch, no pertenece a la fontica espaola. Entonces lo que el sistema espaol hace es asimilarla, aclimatarla, espaolizarla y por eso decimos: Pchame la bola, que s es hispnicamente formable e interpretable y, adems, sin esa t, falsaria en espaol. El pronominal me pega con picha, que se puede pronunciar como nos cuadra, segn nuestro sistema fontico. De all bisbol o beisbol (