segundo emprendimiento
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UNIVERSIDAD POLITÉCNICA ESTATAL DEL
CARCHI
ESCUELA DE COMERCIO EXTERIOR Y NEGOCIACIÓN
COMERCIAL INTERNACIONAL
EMPRENDIMIENTO
INTEGRANTES:
JULIO PUCUNA
NIVEL:
SEXTO SEMESTRE “A”
MSC. JULIO LÓPEZ
Bisutería, lámparas, bandejas, relojes y otras piezas elaboradas bajo la técnica de
la vitrofusión es la oferta de Creart. El emprendimiento surgió en el 2008 en
Guayaquil, como iniciativa de Priscila Linzán y su madre Nancy García.
La vinculación de estas emprendedoras con el arte empezó en 1996, cuando, a
raíz de un accidente, Priscila Linzán empezó a tomar cursos artísticos como
terapia. Aprendió técnicas como acrílico, óleo, acuarela y dibujo técnico, en
instituciones como la Escuela de Bellas Artes y la Casa de la Cultura de Guayaquil
.
Así, la pintura se convirtió en un pasatiempo y pronto en un pequeño negocio.
Linzán exponía y comercializaba sus obras de arte a conocidos y familiares como
un ingreso adicional a su trabajo.
En la cafetería del Campus Sur de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS),
con sede en Quitumbe (sur de Quito), Pablo Álvarez, Katerine Pauta, Johanna
Nicolalde y César Pacheco, estudiantes del octavo nivel de la carrera de
Gerencia y Liderazgo, son las personas que administran esta cafetería desde
hace dos años.
El proyecto empezó a gestarse en el primer trimestre del 2010 y para agosto de
ese año se materializó en un emprendimiento, que actualmente maneja unos
USD 7 500 en ventas al mes, la “fortaleza” de los alumnos fue arriesgarse por
un negocio que las autoridades universitarias les propusieron, basadas en su
rendimiento académico.
El negocio empezó con un monto de 10000 USD que le facilitó la entidad
financiera, gracias a la presentación del proyecto que pensaban realizar, y
como motivo de su desarrollo empresarial.
Además para poder llevar a cabo el emprendimiento, decidieron realizar
encuestas en las cuales, ponían a consideración las inversiones que se debían
realizar y en los ámbitos que debían poner a disposición sus conocimientos y su
desarrollo económico.
Una pareja de casados y desde entonces se dedican a la elaboración artesanal
de cucharas, bandejas, jarrones, cofres, flores, móviles, etc., en madera liviana.
Es decir, utilizan pino, sauce, alisa… y las piezas que elaboran pesan en
promedio 70 gramos. Con esta iniciativa, llamada ARTD artesanías en madera
liviana, pueden vender hasta USD 600 en ferias -participan en cuatro al año- y
mediante intermediarios, sus productos llegan a Brasil, España, Suiza, México,
EE.UU., Costa Rica, Perú y Colombia.
Este emprendimiento comenzó, hace unos 30 años, como un pasatiempo de
Tenemaza, quien aprendió a pintar en cerámica. Los productos que elaboraba
los comercializaba desde su hogar (noreste de la capital azuaya).
Ella identificó que a los clientes extranjeros les gustaban sus creaciones, pero
como la cerámica pesaba y se quebraba era difícil transportarla en maletas
hacia sus países de origen.
Un servicio personalizado de fotografía con diferentes temáticas en eventos
sociales. Ambas trabajan en empresas privadas de Guayaquil y pensaban en
cómo generar un ingreso adicional. Mantilla tiene conocimientos sobre
fotografía y Orellana sobre la organización de eventos. Juntaron su talento,
crearon el emprendimiento y se asociaron en enero del 2011.
Así empezó la primera etapa de negocio, que incluyó investigaciones de
mercado, búsqueda de proveedores y elección de un nombre. Luego, en mayo
del mismo año, juntaron USD 3 000 de sus ahorros personales y los invirtieron
para la creación de Memory’s Box.
Mantilla explica que el servicio consta de una cabina fotográfica instalada en
eventos como matrimonios, matinés, fiestas corporativas, fiestas de 15 años,
graduaciones, etc. El pequeño estudio permite crear un ambiente diferente,
basado en una temática única, de acuerdo con los gustos del cliente. Por estos
servicios, facturan entre USD 1 300 y 3 000 mensuales, dependiendo de la
cantidad de eventos que atiendan en el mes.
Katherine Arévalo y su madre, Katherine Argoti, están al frente de una iniciativa
con misión social. Ellas crearon un espacio en donde las personas de la tercera
edad participan de actividades recreativas grupales como: recorridos por el
Centro Histórico de Quito, visitas a museos, eventos culturales, talleres de
manualidades y fiestas.
Este emprendimiento, que factura un promedio de USD 1 700 mensuales, se
llama Abu Club. Funciona en la casa de Argoti, en el norte de Quito. Allí se
reunen los abuelitos tres veces por semana
El costo por persona es USD 20 de inscripción y 170 mensuales. Esto cubre
todos los gastos, desde la alimentación y el transporte, hasta los paseos.
El gusto de Ana Andrade por la moda y los colores, la llevó a iniciar la
producción de bisutería en el 2009. Su madre Johanna Rhor recuerda que en
ese año, tras graduarse del colegio, le regaló a su hija algunos collares que le
habían pertenecido y estaban sin uso. De esta manera comenzó la afición de la
emprendedora de reutilizar materiales en la creación de diseños para su uso personal.
El mismo año entró a estudiar Psicología en la Universidad de Especialidades Espíritu
Santo de Guayaquil (UEES).
Pronto, sus amigas, familiares y compañeras de la universidad, empezaron a
hacerle pedidos. Por este motivo, en el 2010 realizó una inversión de USD 50 y
compró tagua, cadenas y otros materiales en el Mercado Artesanal de la
ciudad.
Sin embargo, no tenía una técnica y elaboraba únicamente collares. “Decidí
investigar en Internet y consultar revistas y libros especializados en bisutería,
para lograr un mejor acabado”
La emprendedora vende aproximadamente USD 200 mensuales en productos
de bisutería. “Siempre me ha gustado tener cosas originales. Por eso nunca
repito un diseño; cada pieza es única”, dice.