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Secretaría Provincial SS.CC. Quito-Ecuador

MADUREZ AFECTIVA EN LA SEGUNDA EDAD


1.El desafío afectivo que tenemos como mujeres adultas es notable: somos más sensibles que hace

años


Y tenemos que aprender a Amar de manera

gratuita y desinteresada, sin esperar nada de

aquellos y aquellas a quienes nos entregamos.


Aprender a amar al estilo de Jesús de Nazareth


Allí donde lo he dado todo experimento ahora que he querido poseerlo todo. Grandeza y miseria

de la paternidad/maternidad humanas. ¿Qué

padre/madre/religiosa no descubre a esta edad como ha proyectado en sus hijos, alumnas formandas,

en las obras que ha impulsado trabajos pastorales…Donde uno ha dado lo mejor de si misma.


Esto que parece regresión ha de ser la plataforma para el amor definitivamente maduro, el desinteresado y oblativo que nace de la libertad interior, de autodonación y que exige un proceso de purificación.


Hay que tener en cuenta los siguientes pasos:

a). Es importante que se exprese la niña con sus necesidades. Dejarle que grite que llore, ¿porqué? La adulta se ha hecho dura, ha creado caparazón y defensa para ser autónoma y manejar la vida y sus golpes.


Pero el corazón necesita espacio abierto, no calcular. La mujer madura que se deja ser niña vuelve a nacer de nuevo, aprendiendo a ensanchar el corazón. Así fue de claro JESÚS: “Si no vuelven a ser como niñas no entrarán en el REINO”.


b). Asumir paciente y humildemente las desapropiaciones afectivas, permaneciendo fiel a la fuente del propio corazón. Somos así cuando nos quitan lo nuestro, dejamos de amar. Creer en el propio corazón, capaz de amar dándose es descubrir que la fuente está dentro de nosotros.


2. Con todo conviene a ser una advertencia: estos niveles de transformación del corazón no se dan unívocamente. Además del ritmo de purificación interior que exigen las desapropiaciones afectivas, están en juego, la libertad de la gracia y las limitaciones últimas de la persona que nosotros no controlamos.


Por ejemplo a una persona afectivamente madura se la conoce en que no es habitualmente egocéntrica. Pero eso no quiere decir que sus reacciones no muestren ciertos desfases. Tenemos una falsa imagen del cristiano perfecto, de la religiosa perfecta, sin requebrajaduras, ni heridas, ni desequilibrios ni lagunas.


Con frecuencia, DIOS da la impresión de que le gusta transformar el corazón dejando intactos nuestros automatismos y reacciones temperamentales. Porqué lo hace?.

Quizá porque lo que cuenta es el Amor. El ve el corazón; nosotros, la apariencia.

Quizá para fundamentarnos en humildad. “llevamos este tesoro en vasijas de barro”


3. El creyente maduro, la religiosa madura conoce la fuerza que realiza esta transformación: El Amor que viene de DIOS. La madurez cristiana se mide en la coherencia que tenemos de la unidad de amor de DIOS y del prójimo.


Preguntémonos si estamos a la altura de nuestra edad, ¿Cómo y donde experimentamos la posibilidad de amar desinteresadamente, de modo que superemos nuestra propia contradicción afectiva entre autodonación y apropiación?


Podemos ofrecer dos claves:

a) La experiencia afectiva de que DIOS es mi absoluto.Los desgarros afectivos. Resitúan la afectividad en su fuente: DIOS. Esto vale no solamente para las y los célibes, sino también para los casados creyentes


Cuando has de desapropiarte de tus hijos, puedes volverte a tu marido o a tu mujer como agarradero y seno protector de tus necesidades. O será el momento de centrarte en DIOS y consolidar el amor de pareja sobre nuevas bases.


Nosotras religiosas hemos de hacer de nuestra soledad mas consciente que nunca, el ámbito en que descubrir a DIOS como la parte de nuestra herencia, como nuestro ÚNICO Y TOTAL BIEN.


Podemos entretenernos con cariños que consuelen ilusoriamente nuestro vacío interior; o podemos hacer de nuestra soledad, habitada por el AMOR ABSOLUTO: unas veces dulce y delicado, otras celoso y exigente, el ámbito privilegiado de la contemplación y de la caridad inagotable.


b). El Amor de Fe: tiempo de Amor sufriente, que el Espíritu Santo aprovecha para que el Amor brille con su fuego propio, limpio de ganga.

El Amor de fe es desnudo. Deja a DIOS ser DIOS.


Como una niña, se abandona a oscuras en el corazón de DIOS. Vivir en la experiencia de la gratuidad del Amor de DIOS, sin las expectativas del deseo, con la capacidad de asumir la soledad y la finitud.


A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS Y DE MARÍA

HONOR Y GLORIA.

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