schiele, egon - egon schiele en prision

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    EGON SCHIELE

    EGON SCHIELEEN PRISIN

    Traduccin:Jorge SEGOVIA

    MALDOROR ediciones

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    La reproduccin total o parcial de este libro, no autorizadapor los editores, viola derechos de copyright.

    Cualquier utilizacin debe ser previamente solicitada.

    Ttulo de la edicin original en lengua francesa:

    Egon Schiele en prison

    ditions La fosse aux ours, 2003

    Primera edicin: abril 2004

    Traduccin: Jorge Segovia

    Depsito legal: VG-138-2004ISBN: 84-933639-1-X

    MALDOROR ediciones, [email protected]

    www.maldororediciones.eu

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    El 9 de mayo de 1912, cuando Egon Schiele me escribe desde

    Viena a Torbole en el lago di Garda sufre un profundo senti -

    miento de deterioro interior: como le digo, estoy acabado, me

    siento tan miserable! He pasado 24 das en prisin estaba

    usted al corriente?. He sufrido de todo y en los prximos das le

    escribir sobre lo que me ha ocurrido.

    Las pginas que siguen traducen en palabras y en imgenes loque ha padecido durante esos 24 das. El tiempo transcurrido y

    la muerte del artista han creado la distancia que permite esclare -

    cer lo que aquel encierro de Schiele fue siempre en realidad: un

    mal golpe que no consigui su objetivo cuyo origen fue el excesi -

    vo celo de los guardianes de la moral, y el martirio doloroso de

    un artista incomprendido en vida.Schiele se vio obligado a moverse por caminos orillados de espe -

    sa maleza donde los prejuicios proliferaban como la mala hier -

    ba. Cuando disminuy el riesgo, pronto aprendi, a sus expen -

    sas, que haba otros paisajes equvocos, que tapices de flores pue -

    den cubrir muchas cinagas. A la vida que Egon Schiele debi

    compartir como ser humano con sus congneres puede aplicarse

    esta dura sentencia de la hermana Hedwige: Como ser human o

    que eres, conte mpla su vida de profunda miseria.

    Arthur Roessler

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    Prisin de Neulengbach, 16 de abril de 1912

    Al fin! Al fin! Al fin! He aqu lo que aliviar un poco mis sufri-

    mientos! Al fin papel, lpices, pinceles, colores, para escribir ydibujar. Qu tortura esas horas grisesgrises, montonas, infor-mes, que se parecen todas, anodinas, confusas y vacas, conmina-do a pasarlas desnudo, despojado de todo, como un animal, entreestos muros desolados y fros!Alguien ms dbil interiormente se hubiese vuelto loco aqu, y a

    la larga tambin yo, a fuerza de permanecer anonadado da trasda; por eso, cuando fui arrancado con violencia de mi mbitocreativo, para tratar de no caer en la verdadera locura, me puse apintar con mi dedo tembloroso mojado en mi amarga saliva,paisajes y rostros en las paredes de la celda, sirvindome de lasmanchas de la argamasa; despus observaba cmo secaban pocoa poco, se difuminaban y desaparecan en el fondo de las paredes,como borrados por una mano invisible, poderosa y mgica.Ahora, felizmente, dispongo de nuevo de material de dibujo y conqu escribir; me han devuelto incluso la peligrosa navaja. Puedotrabajar y soportar as lo que de otra manera sera insoportable.

    Para conseguirlo, tuve que doblar la cerviz, me rebaj, hice unapeticin, supliqu, mendigu y hubiese llorado si tuviera quepagar ese precio. Oh, Arte todopoderoso, qu no sera yo capazde soportar por ti!

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    17 de abril de 1912

    El 13. El 13. El 13. Trece veces el trece de abril! Anteriormente,

    el trece no me inspiraba ninguna aprensin supersticiosa, perohe aqu que ahora el da decimotercero del mes se ha converti-do en un da funesto. Fue el trece de abril de 1912 cuando mearrestaron y pusieron entre rejas por decisin del tribunal deldistrito de Neulengbach.Por qu? Por qu? Por qu?

    No lo s; mi pregunta no ha obtenido respuesta.Las calles de Viena no retumban de gritos estridentes contra miencarcelamiento, porque nadie sabe an que me han infligidoviolencia, hecho desaparecer como a travs de una trampilla. Porlo dems, gritara alguien si se supiera? Vendran en miayuda? S, quiz G.K., y A.R., pero los dems se esconderanmezquinamente; en cuanto a T.F., se comportara como unjesuita, pondra un semblante impasible, alzara los hombros yse sentira moralmente superior a ese otro que soy yo, y liberadoen su fuero interno de alguien que para l es un obstculo.En el infierno! No. No el Infierno con una gran i mayscula.

    En un infierno muy preciso, vil, abyecto, sucio, miserable yhumillante al que se me ha arrojado con presteza.

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    Polvo, telaraas, escupitajos,vaharadas de sudor, y tambinde lgrimas, han manchado laargamasa sarnosa que se res-quebraja. En el lugar donde el

    catre toca el muro, las man-chas son ms numerosas y lacal est abrasada; trozos deladrillos rojo sangre sobresa-len all completamente lisos yb rillan con un color gra s o ,

    como pulidos. Ahora s lo quees una fosa; todo recuerda aqu

    a las mazmorras. La visin de esa puerta espesa,brutal, maciza,con su enorme y slida cerradura, que ni golpendola con loshombros o el pie podra hacer vacilar, la mirilla con la vlvula, loque se llama el banco o catre armado a partir de toscas vigasescuadradas, las viejas mantas hechas jirones un caballo seestremecera de horror si con ellas le cubriesen los lomos queextraamente huelen a fenol o lisol y a sudor de hombres conhedor a moho y lanas animales; cuando se toma conciencia detodo eso, vivimos y revivimos todas las fosas de todos los tiem-

    pos, esos pozos de horror cavados en el suelo de las antiguas for-talezas, de los antiguos ayuntamientos, en los que se arrojaba ose dejaba pudrir a los prisioneros.

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    Slo el botn del timbre elctrico sobre la cabecera del camas-tro desentona aqu, y hace alusin a los tiempos modernos. Ypor eso s que no sueo, que no soy presa de visiones. No, nosueo, vivo, sufro; a menos que la vida slo sea un sueo dondese castigan severamente las pesadillas.

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    18 de abril de 1912

    Estoy obligado a vivir entre mis propios excrementos, respiran-do un aire sofocante, deletreo.Estoy sin afeitar, incluso no puedo lavarme como es debido. Sinembargo soy un ser humano!, y sigo sindolo aunque sea un pri-

    sionero: nadie lo ha pensado?

    El carc e l e ro ha entrado con su tintineo de llaves, hadejado un balde, una escoba y un cepillo en mi celda yme orde n fre gar el su elo. Est eso pe rm itido ? In fa m eex i genc ia. Y a pesar de todo me he alegrado : el simp l e

    h e cho de estar activo es una bendicin. Frot y fre g u ,l a v y sequ con todas mis fuerzas.

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    Las rodillas, la columna vertebral y los brazosan estn doloridos y los dedos magullados, lasuas rotas. Esperaba el regreso del carcelero,casi orgulloso de lo que haba hecho, y pens

    que ira a felicitarme. Cuando apareci, obser-v el suelo, y, despus, inmisericorde, lanznauseabundos escupitajos en distintos lugares,y gru: T llamas a eso fregar? Est peorque una porqueriza. Volvers a limpiarlo ahoramismo, pero esta vez ms te conviene dejarlo

    como una patena! De nuevo fui a llenar unbalde de agua, grande y pesado, me puse derodillas y frot y frot. Cmo puede un hom-bre encontrar placer ( placer! destello divi-no!) en humillar tanto a los otros? De dndeviene esa maldad? Cmo puede ser posible talinfamia? Yo an no estoy condenado! Quderecho tienen entonces a castigarme? Aqunadie sabe si an no ser inocente, y si lo soyqu derecho les asiste para maltratarme? Seprocede as con todos los preventivos? Estara

    bien meter en chirona un da a todos los dipu-tados, as, visto y no visto, a fin de que esoslegisladores descerebrados sientan en su pro-pia carne puesto que carecen de alma lo quesignifica estar encarcelado.

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    19 de abril de 1912

    Acabo de pint ar el sitio donde duermo. En medio del grismugroso de las mantas, una naranja radiante que me trajo V., la

    nica emanacin de luz en este espacio. Esa pequea mancha decolor me procura una indecible sensacin de bienestar.

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    20 de abril de 1912

    He dibujado el corredor que pasa ante las celdas, con el barati-llo que se ve tirado en los rincones, con los utensilios que utili-zan los prisioneros para limpiar su celda. Bien. Eso me ha

    devuelto un poco de equilibrio. Me siento purificado ms quecastigado.

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    21 de abril de 1912

    Desde que puedo trabajar, el encierro se ha hecho un poco mssoportable. He dibujado el movimiento orgnico del cntaro deagua y la rudimentaria silla, y he realzado el dibujo con algunas

    manchas de color.

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    Igualmente, he pintado dos de mis pauelos del mismo colorque la silla.

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    22 de abril de 1912

    Dios es eterno, y poco importa que el hombre le llame Buda,Zoroastro, Osiris, Zeus o Cristo; e intemporal como Dios es loque hay de ms divino despus de l: el Arte. El Arte no puedeser moderno; el Arte es eternal.

    23 de abril de 1912

    Echa tu mirada sobre m, Padre Todopoderoso, Todopoderoso

    hacedor, Altivo de ojos solares, T que ests aqu y en todas par-tes a la vez, y piensa si T quieres tolerar esos tormentos abru-madores y vergonzosos que se disponen a hacerme sufrir. Tusrayos X han radiografiado mi alma, T lo sabes todo de m, estoydesnudo ante Ti, T me reconoces enteramente como Tu cria-tura. En consecuencia: si yo tropiezo, es en Tus caminos, a causade Tu voluntad; pero sufrir por Tu voluntad? Estar encerradopor Tu voluntad? Es eso lo que me ocurre? Tal vez durante uninstante has bajado los prpados y has cerrado los ojos, Tus ojosazules mar y cielo llenos de bondad, ante el destello plateado deTus mundos y astros orbitales o ante la rueda luminosa de Tu sol

    de oro fundido, olvidndome as en ese instante? Pudo habersido as, y por eso Te imploro: escchame, confame Tu odoque no est cerrado a nada!

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    24 de abril de 1912

    No demasiado lejos de m, lo bastante cerca para queescuchara mi voz si yo gritase, instalado en su sala deaudiencias, est un hombre que es juez o quin sabequ, un hombre, pues, que se considera mejor que los

    dems, que tiene estudios, que ha vivido en la ciudad,ha frecuentado iglesias y museos, teatros y conciertos,e incluso sin ninguna duda exposiciones de arte, quecuenta, pues, entre las personas cultivadas, que ha ledoo cuando menos ha odo hablar de biografas de artistasy ese hombre puede asumir que yo est encerrado en

    una jaula! Ha dejado que me pudra aqu durante horas,durante das, y no se ocupa de m en absoluto. En qupiensa? Qu conciencia tiene ese hombre?Quiz te n ga preocupaciones, quiz sea dist ra d o ,quiz me ha olvidado? Deber tal vez permanecermuchos meses en prisin; s, quiz caiga enfermo aqu yme muera antes de que sea aclarada mi inocencia.Ninguna perspectiva de ayuda, ningn amigo est loca-lizable. No puedo informar a nadie de mi situacin. K.,est en Attersee, R., est en el lago di Garda, y quinsabe dnde se encuentran los dems.

    Pero aunque incluso estuviesen en Viena, ninguno deellos podra venir a liberarme de inmediato en vista deque me est prohibido escribir a quienquiera que sea.

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    25 de abril de 1912

    Ayer: splicas en voz baja, desalentadas, quejumbrosas; gri-tos altos y fuertes, insistentes, suplicantes; sollozos, gemi-dos, desesperacin, angustia, desesperacin; para acabar, tum-

    bado a lo largo, aplastado, con los miembros congelados, enmedio de trances mortales, inundado de sudores fros: perseve-rar de buena gana por el Arte y por mi bienamada!

    27 de abril de 1912

    Qu hara en estos momentos si no tuviese el Arte? Qu terri-bles han sido esas horas incomprendidas, brutalmente arranca-do de sueos infinitos en los que no existe nada feo, solamentecosas sorprendentes, y sentirse arrastrado con violencia a unprimitivismo brutal y absurdo al que le falta todo lo que puedeembellecerlo, pues podra ser energa y fuerza.Amo la vida. Me gusta sumirme en las profundidades de todoslos seres vivos; pero aborrezco ese t debes compulsivo, hos-til, que me tiene cautivo y quiere forzarme a llevar una vida que

    no es la ma, una vida empobrecida, funcional, til, sin Arte y sinDios.

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    28 de abril de 1912

    De todas mis amistades, la de A.R., es la ms fuer-te, la ms pura, porque l me comp rende hasta loms profundo, con su corazn. Comp re n d e m o scuando amamos, y siemp re deberamos amarcuando comp re n d e m o s .

    29 de abril de 1912

    Si al menos yo supiese por qu me han met i d oen este luga r. Desde luego no a causa deldibujo. Au n que... Todo es posible en Au st ri a ,

    el pas en el que Waldmller se vio forzado ae s c ribir una splica al fisco, en el que Ro m a kofue empujado al suicidio por ignora n te sc u rrelas, envidiosos y celosos, en el que pro-fe s o res de unive rsidad abandonaron escanda-l o s a m e n te un acto burlndose de Klimt.

    Pe ro para qu todo esto? Pri s i o n e ro, estoyp ri s i o n e ro, estoy encerrado, no puedom ove rme, no tengo dere cho a hacer nada; yen el ex te rior es ya pri m a ve ra, la tierra som-bra y hmeda exhala sus aromas, las saviasascienden, brotan las pri m e ras f l o re s !

    Q u i s i e ra pasear, ir hacia esas pra d e ras dei n n u m e rables f l o res, espiar al abrigo de losb rotes en f lor el canto de los pequeos pja-ros enamorados, de ojos bri l l a n tes, comog otas de color de esmalte o como enga stes dep i e d ras pre c i o s a s .

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    1 de mayo de 1912

    So con Trieste, con el mar, con los mares abiertos. Oh nos-talgia! Para consolarme he dibujado una embarcacin ventrudade colores abigarrados, como las que vemos balancearse en elAdritico. Gracias a ella la nostalgia y la imaginacin pueden

    izar las velas y navegar largo tiempo hacia islas lejanas, dondepjaros fantsticos se mueven y cantan en rboles increbles.Oh, mar!

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    Qu da? ?! ?!

    Interrupcin, cambio. He sido transferido a la prisin de SanPlten.El ge n d a rme se ha most rado muy amable. Un buen hombre .No me ha encadenado. Incluso me permiti fumar, con tal de

    que no me viesen.Aunque lo ms agradable fue el viaje en tren. Me imagin queestaba de vacaciones. Contemplaba por la ventanilla y vea loscampos verdeantes a medida que el tren avanzaba. Era un trenque se desplazaba lentamente, lo que en esta ocasin me alegrporque quera mirarlo todo, y despacio. Vi cosas hermosas: el

    cielo, las nubes, pjaros volando, rboles desgreados y casastranquilas de tejados confortables y slidos.

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    Un da cualquiera

    C u n to tiempo hace que estoy ya calcifi c a-do entre estos muros que la miseria de losh o m b res ha vuelto lepro s o s ? C u n to tiempo hace que no oigo los vien-tos blancos y mecedores sobre los ve r d e s

    o n d u l a n te s ?Cunto tiempo hace que no veo las nubes deblando algodn, los rocos matinales, los atar-deceres de azur crepuscular? Slo veo nubesnegras y negras.Todava el sol, en su altivo vuelo, hace rodar

    su gigantesco disco de oro incandescente porencima de la tierra temblorosa?En torno a m todos los colores son apagados.Es espantoso. Sin colores: as es como debe deser el mundo de los condenados. Un infiernoabrasador y rojo, pleno de ardiente fuego serabello! Y como toda belleza nos hace feliz, ynos maravilla, ese infierno en llamas no seraun castigo; nicamente la infinita monotonagrisgris y el aburrimiento son el verdadero,terrible y satnico castigo. Cuanto tiempo ha

    t ra n s c u rrido desde que estoy encarc e l a d o ?Yo, que soy uno de los seres ms libres pornaturaleza, atado nicamente a esta ley que noes la del mayor nmero.

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    decir por qu haba sido arrestado. Respond

    que ignoraba la razn. Ante lo cual sus rasgosse deformaron, volvindose maliciosos, conmuecas de desprecio. Verdaderamente, inclu-so aquellos seres depra vados an podanhacer demostracin de desprecio hacia otros.La mayora tambin me pregunt si no tena

    una mascada para ellos, una colilla o tabacopara mascar. Yo no tena nada de eso. Uno deellos un tipo robusto y pelirrojo, de ojos ver-diglaucos, escupi sobre mis zapatos ameri-canos; insista con encono en que se los diese,que se los cambiase por alguna de sus cosas.

    Un hombre ya mayor, el autnticoSchigolch,se mova hbilmente buscando mi proximi-dad. Se deslizaba sin parar y sin llamar la aten-cin delante del hombre que le preceda, hastaque justa m e n te se encontr det rs de m,

    arrastrando los pies cerca de mis talones. Mehizo preguntas a las que no respond porqueno las comprenda. Tambin me pregunt porqu estaba all. Se lo dije. Entonces se ech areir con una voz ronca y se lo susurr al queiba detrs de l, que tambin se ech a reir.

    Aquella risa reprimida, en sordina, se propa-g a travs de toda la formacin de hombresque caminaban en crculo, hasta el que mepreceda. Se retorca de risa. Despus volvila cabeza hacia m, mostrando los dientes, se

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    lami los morros violceos con su enorme len-

    gua hinchada y dijo: T te has tirado a unamenor, eh?Me estremec, como golpeado por el rayo: loque l sospecha podra muy bien ser lo quesospecha el tribunal. Hay tal vez una relacinentre el secuestro imaginario de esa joven, a la

    que yo no conozco, y que ha vuelto hace tiem-po con sus padres o abuela, y mi arresto. Unavez que este pensamiento atraves mi alma mesent aliviado, tranquilo. Pues s bien que ahno puede ocurrirme nada, que ese secues-tro es fruto necesariamente de un malenten-

    dido, toda vez que nunca hubo un secuestro.En lo que concierne a esa desconocida, lascosas ms bien han ocurrido as:En Neulengbach, cuando el tiempo lo permi-te, me pongo a trabajar en el exterior, al airelibre; primero en el jardn de mi casa, despusms lejos, tambin fuera, al azar de lo que meinteresa. Fue en esa ocasin cuando la joven,que acostumbraba a pasear por all, me vio.Pareca tmida y al principio slo me miraba delejos; un da sin embargo se aproxim y se

    detuvo para mirarme trabajar. Llevaba en sumano el catlogo de la Casa de los artistas, yde manera bastante ostensible. No me preocu-p. Me pregunt entonces si yo tambin iba aexponer en la Casa de los artistas. Era una

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    pregunta tonta, pero yo no quise ofenderla; me

    content con responderle que yo era un adver-sario implacable de la Casa de los artistas,porque all slo haba funcionarios de la pintu-ra, etc. Ella me escuch sin decir nada, des-pus me dio las gracias por mis explicaciones yse march. Volvi en otras ocasiones, ponin-

    dose a mi lado cuando yo pintaba en el exte-rior, entre la naturaleza; como haca preguntasmuy simples y no demostraba ningn sentidopara el arte y la creacin artstica, su conversa-cin no me procuraba ningn placer, as queyo no deca entonces gran cosa. Despus dej

    de ve rla dura n te un cierto tiempo. Casi lahaba olvidado, cuando repentinamente unatarde de mal tiempo, de lluvia y tempestad, lla-maron en la puerta de entrada a la casa. V.,estaba conmigo, y nos preguntamos sorpren-didos quin con aquel tiempo de perros podavenir tan tarde desde Viena, pues enNeulengbach no conocamos a nadie. Abr lapuerta y vi a la joven completamente empapaday manchada por el barro de aquellos caminosenfangados. Estaba plida y muy excitada. La

    llev a la habitacin donde habamos encendi-do el fuego, pues yo estaba all dibujando des-nudos, y se la present a V., que no parecimuy contenta. Sin que yo le hubiese pregunta-do, la joven comenz a contar que vena a refu-

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    giarse en mi casa porque se le haba hecho

    imposible vivir por ms tiempo en casa de suspadres. Se ech a llorar y dijo que se sentaincomprendida, atormentada, confinada porsu familia, en una palabra que la sometan atoda clase de agravios imaginables, hasta elpunto de que era incapaz de seguir sufriendo

    aquello y prefera partir a la aventura y refu-giarse en casa de los extraos antes que per-manecer con sus padres. Yo me senta muyincmodo, sin embargo no pude decir nada,porque no poda ni quera rechazarla y ape-narla ms.

    Entonces, V., vino en mi ayuda, explicndole ala joven que era imposible que permaneciesecon nosotros, no porque no deseramos ayu-darla, cobijarla en nuestra casa, sino porqueno podramos ayudarla, porque en uno o dosdas sus padres vendran a sacarla a la fuerzade nuestra casa y que todo eso conducira, eneste rincn perdido donde todo se sabe, a unenorme escndalo.

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    Al principio, continu llorando y sacudiendo su cabeza sinparar; despus, cuando consigui arrinconar las sospechas quealimentaba acerca de V., pareci reafirmarse en sus argumentos.

    Dijo que esperaba ir al da siguiente por la maana a casa de suabuela a Viena, y nos rog que la acogisemos al menos aque-lla noche entre nosotros, pues en modo alguno regresara a casade sus padres.

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    Qu poda hacer yo? Afuera, el tiempo haba empeorado; la

    tempestad bramaba en torno a la casa aislada. Pesados golpes delluvia se abatan contra los cristales que tintineaban, el conduc-to de la chimenea gema y aullaba, fuera la noche era negra y fra.Por eso le dije a aquella joven que tiritaba penosamente dentrode sus ropas mojadas que poda quedarse y dormir aqu con V.Quiso agradecrmelo besndome la mano, lo que por supuesto

    yo no toler. V., se dirigi con ella a otra habitacin para que sepusiera ropas secas. Cenamos juntos, bebimos cerveza y fuma-mos, y de esa manera permanecimos sentados durante algntiempo charlando un poco de todas las cosas, despus las dosjvenes se fueron a dormir juntas. Yo me qued solo, sumido enmis pensamientos.

    Al da siguiente por la maana, nos encaminamos los tres aViena.Me desped de ellas en Westbahnhof. V., sigui con la descono-cida para acompaarla a casa de su abuela, a donde a pesar detodo no se atreva a ir sola. Yo haba quedado con V., para el dasiguiente en Westbahnhof a una hora precisa, porque quera lle-varla a N., para que posara de nuevo para m. Cuando fui a laestacin y me diriga hacia el tren, no daba crdito a lo que veacuando descubr a la joven esperando al lado de V. Dijo que apesar de todo no se haba atrevido a presentarse en casa de suabuela, y que consecuentemente haba dormido en el hotel con

    V., y que ahora regresaba a N. No encontr nada que decir aaquello, pues crea, qu duda cabe, que ella pensaba regresar acasa de sus padres. Y tampoco me sorprend cuando en N., ellasigui con nosotros hasta la casa y se quedo all, pensando queno se decida a regresar a su casa antes de que se hiciese de

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    noche; no me convena que ella permaneciesemucho tiempo en mi casa, pero no dije nada,no s por qu. As que permaneci hasta lacada de la noche y volvi a pasar la noche en

    mi casa: entonces decid hablar de ello con V.,una vez que la joven estuviese acosta d a .Convine, pues, con V., que le hara compren-der al da siguiente por la maana a la desco-nocida que le era imposible permanecer mstiempo, y que tena que llevarla a casa de sus

    p a d res. Pe ro las cosas sucedieron de ot ramanera.A la maana siguiente, yo estaba pintandoante mi caballete, cuando de sbito la joven sepuso a gritar Dios mo, ah viene mi padre!Efectivamente: mir hacia fuera y vi a un hom-bre de cierta edad atravesando el jardn y acer-cndose hacia la casa. Sin esperar a que llama-ra, fui a su encuentro. Nos saludamos educa-damente bajo el umbral de la puerta, despusdijo que saba que su hija estaba en mi casa

    personas que la haban visto le haban infor-mado de ello, y que yo deba entregarle sindemora a la joven, pues si no me las vera enlos tribunales por corrupcin de menores, yahaba puesto una denuncia, etc. A lo que lecontest con tranquilidad que en primer lugar

    no poda ser cuestin de corrupcin de meno-res, puesto que su joven hija, a la que yo ape-nas conoca y que no me interesaba en modoalguno, se haba escapado por propia volun-tad de la casa paterna para entrar en mi casa

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    una noche de tempestad y suplicarme que leofreciese cobijo esa noche, etc. Que nada lehaba ocurrido en mi casa, que haba dormidocon V., la cual tambin haba estado presente

    en todo momento. Bien. Dnde est mihija? pregunt el padre. Le dije: Ah, en lapieza de al lado y le seal la puerta. En esemomento se oy un grito, despus sigui unruido apagado. Nos precipitamos en la pieza ydescubrimos a la joven cada en el suelo, con

    mis grandes tijeras de cortar papel en la mano.Aquella pequea idiota haba intentado cor-tarse las venas por temor a su padre, pero nolo haba conseguido, felizmente. O bien lastijeras estaban muy desafiladas, o bien ella nohaba sido lo bastante fuerte, o quiz la jovenfue to rpe o solamente finga. Despus dehaber discutido an un poco, el padre y la hija,reconciliados me pareci, se march a ro njuntos. Yo me senta dichoso, y di el asuntopor terminado.

    Parece que me equivoqu. En su alegra porhaber encontrado a su hija, probablemente elpadre olvid retirar su denuncia por corrup-cin de menores, y he aqu que debo expiaruna falta que yo no he cometido. Voy a exigirser presentado ante un juez de instruccin, es

    necesario que sea alguien bien situado, quec o mp renda las situaciones ex t ra o r d i n a ri a s ,para que yo pueda explicarle esta equivoca-cin.

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    Mi arresto no es una equivocacin!

    Yo no he sido arrestado a causa de la joven histrica sino ms

    bien como supongo tras las consultas con mi tutor porquesospechan de m actos de pedofilia con las jovencitas, a causa dela realizacin de dibujos erticos, es decir obscenos, que yohabra mostrado a los nios o dejado llevar por inadvertencia.Ahora s al fin por qu estoy en chirona!Es un escndalo!De una brutalidad casi inconcebible! Una infamia! Y unagran, gran estupidez! Es una vergenza para la cultura, una ver-guenza para Austria que algo parecido pueda ocurrirle a unartista en su pas.Yo nunca lo he ocultado: he realizado dibujos y acuarelas queson erticos. Pero son obras de arte, puedo afirmarlo alto y fuer-

    te, y las personas que comprenden algo de eso lo confirmarn debuena gana. No han concebido otros artistas imgenes erti-cas? Rops, por ejemplo, no hizo otra cosa. Pero el artista no fueencerrado por eso. Ninguna obra de arte ertico es una porque-ra cuando vale por sus cualidades artsticas; la misma se trans-forma en porquera nicamente cuando el espectador es un

    cerdo. Cuntos nombres de artistas podra citar aqu, compren-dido el de Klimt; pero yo no quiero disculparme en modo algu-no de esta forma, eso sera indigno de m. No niego, pues, nada.Declaro no obstante como falsas las alegaciones que me acusande haber mostrado conscientemente dibujos de ese tipo a losnios, a nios que yo habra pervertido. Es falso! Sin embargo

    yo s pertinentemente que existen muchos nios perversos. Yqu significa de hecho perverso? Han olvidado los adultoscmo fueron perversos, es decir cunto las pulsiones sexualeslos animaban y excitaban cuando eran nios? Yo no lo he olvida-do, pues eso lo he sufrido atro z m e n te.

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    Y estoy convencido de que el ser humano deber sufrir tanto

    tiempo los tormentos ligados a la juventud como sea capaz deexperimentar sensaciones sexuales.

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    Ah! De golpe todo se aclaraba! La investi-gacin en la casa! El secuestro de mis dibu-

    jos! Qu estpido he sido, qu ciega confian-za! Eran dos. Tenan una apariencia humana.Vestan ropas abigarradas, de botoneras bri-llantes. Se acercaron ms a m, hablaron, sea-laron; yo no vea sus rostros, tropezaba conmscaras. La avidez y la maldad animal, la

    pereza mental y la alegra maliciosa miraban aescondidas por detrs de los agujeros en formade mirilla que les serva de ojos. Y sus vocescomo de un disco rayado de gramfono, des-provistas de cualquier temblor que hubiesesealado la presencia de un alma. Productos de

    un origen impuro, sin voluntad de corregirse,enteramente bajo el yugo de las pulsiones y elcaporalismo, no se pertenecan. Criaturas demalignos demonios. Un estremecimiento dehorror me hel el espinazo al contacto de esos

    efluvios animales. Un eclipse de sol ensombre-ci mi alma, y me sent mal, agotado de ante-mano, ante la idea de tener que explicarme conesos dos emisarios de la polica. Re p e n t i -n a m e n te, se expandi en to rno un olor ahongo, a moho y fondo de cueva.

    Los dos policas un gendarme y un munici-pal se introdujeron subrepticiamente en mitaller para preguntar por lo que yo haca. Lospadres de algunos nios que yo haba dibujadose haban mostrado inquietos. Alguien debi

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    soplarles aquella inquietud al odo. Los dosespas no encontraron nada de indecente en el

    taller, pero creyeron que deban confiscarmeun dibujo que yo haba clavado en la pared demi dorm i to rio una acuarela realizada enK rumau, que les pareci escabro s a .Aquello era una solemne necedad y me pusenervioso. Les dije que no haba nada de incon-

    veniente en ese dibujo y que haba presentadootros mucho ms erticos en una exposi-cin de arte en Pra ga, solamente dura n tealgn tiempo, es verdad, ya que poco despusfueron retirados por orden de la polica. Elge n d a rme me pre g u n t si an conserva b aesos dibujos de Praga; respond que s. Conuna expresin pueblerina y sonrisa de enten-dido, aquel instalador de trampas me invit amostrrselos: Vamos, no se preocupe, dje-nos ver esos chismes. Y ca en la trampa.

    Saqu los dibujos del cajn en donde los guar-daba, y, como un imbcil, los pas a los dedosamorcillados de aquellos dos tipos. Despusde que examinaron todo el fajo, dibujo trasdibujo, el ge n d a rme dijo con voz seve ra : E stos dibujos son indecentes, tengo qu e

    depositarlos en el tribunal. Por lo dems, notardar en tener noticias.No tuve noticias; pero esos cabrones me hanencerrado.

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    Pueden, entonces s, comprendo ahora que se puede, perono comprendo que tengan derecho a hacerlo! privar a un hom-

    bre de su libertad, encerrar a un artista independiente, del queincluso no saben si ha cometido eso de que lo acusan. Por unasimple sospecha, o an peor, por una denuncia de alguienmalintencionado o simplemente de alguien despistado. Eso esun rapto. S, la privacin de libertad es aqu de hecho un atenta-do contra la libertad. No puedo comprender de ninguna manera

    que haya podido ser encerrado, que haya podido serlo ms quealgunas horas. No comprendo que esto haya podido ocurrir ytampoco comprendo por qu eso ha podido ocurrir. Ningnnio ha sido pervertido por m, por la sencilla razn de que yonunca les mostr esos dibujos; en cuanto a los mayores, lo cono-can todo con detalles. Entonces por qu? Yo no soy sin

    embargo un malhechor! No viol, ni rob, ni asesin, ni incen-di; y si he pecado contra la muy delicada sociedad de loshombres, es nicamente porque existo.

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    A m no me falta buena voluntad, pero cul es la voluntad quemueve a los otros? Habr que verlo. Nos incumbe, ni qu decir

    tiene, estar siempre preparados para sufrir todo aquello que lavida nos inf lige. Lo que importa es evaluar y transmutar de otromodo lo que se ha vivido. Resuelto a no llevar la peor parte.

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    Interrogatorios. Muy curioso. Muy turbador. A veces angustio-

    so. Preguntas cuya coherencia se me escapa. Una amabilidad dela que desconfo.

    El enjuiciamiento concerniente al secuestro de menor estparalizado desde hace tiempo, pero la instruccin del caso de losdibujos pornogrficos prosigue. Necesitan encerrarme por

    eso? Teme el tribunal que me fugu? Qu estupidez! El tribu-nal debe celebrar sesin prximamente. Bueno, sin embargo nollegarn tan lejos como para castrarme, no pueden, como nopueden castrar el Arte. Qu es lo que todava puede ocurrir-me? (Adems de que lo que me ocurre es malo y totalmenteinjusto).

    Viena, 8 de mayo de 1912

    24 das de encarcelamiento! Veinticuatro das o quinientassetenta y seis horas! Una eternidad! La instruccin se desarro-ll de una manera lamentable, y he sufrido una indecible desgra-cia. Se me castiga terriblemente sin haber sido condenado.Durante la sesin del tribunal, uno de mis dibujos confiscados,el que colgaba en mi dormitorio, fue quemado solemnementebajo la llama de una vela por el juez togado! Auto de fe!

    Savonarola! Inquisicin! Edad Media! S, corred a los muse-os y destrozar las mejores obras de arte. Quien desaprueba elsexo es una basura que mancilla, de la manera ms vil, a los pro-pios padres que lo han engendrado.Todo aquel que no haya sufrido como yo deber en adelanteavergonzarse ante m!

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    PINTURAS y DIBUJOS

    de EGON SCHIELE

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    Una oscura histo ria deatentado contra las bue-nas costumbres llevar alp i n tor Egon Schiele a

    sufrir la crcel.En esta obra, bajo formade diario, se nos ofrece elrelato de esa detencin.Ve i n t i c u a t ro das en el

    infierno de un artista quese adelant a su tiempo.

    ISBN: 84-933639-1-X