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Perplejidad ante las vocaciones Izaskun Sáez de la Fuente Aldama Jesús Sánchez Maus

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Perplejidad ante las vocacionesIzaskun Sez de la Fuente Aldama Jess Snchez Maus

IZASKUN SEZ DE LA FUENTE ALDAMA JESS SNCHEZ MAUS

PERPLEJIDAD ANTE LAS VOCACIONESInvestigacin cualitativa desde la dicesis

de Bilbao

INSTITUTO DIOCESANO DE TEOLOGA Y PASTORAL EDITORIAL DESCLE DE BROUWER S.A.

NDICE

FICHA CATALOGRAFICASEZ DE LA FUENTE A L D A M A , Izaskun Perplejidad ante las vocaciones : investigacin cualitativa desde la dicesis de Bilbao / Izaskun Sez de la Fuente Aldama, Jess Snchez Maus. -Bilbao : Instituto Diocesano de Teologa y Pastoral : Descle D e Brouwer, D.L. 2004 189 p. ; 23 c m Bibliogr. ISBN 84-330-1865-5 1 . Bilbao (Dicesis) - Situacin sociorreligiosa. 2. Sacerdotes. I. Snchez Maus, Jess. 282 (460.15)"19" 262.14 (460.1 5)"1 9 "

Prlogo

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I. MARCO DE APROXIMACIN 1.1. El objeto de estudio: una realidad histrico-demogrfica en declive 1.2. El panel de hiptesis-gua de la investigacin . . . . A. Motivos que dificultan la opcin por el sacerdocio ministerial B. Motivos para poder optar por el sacerdocio ministerial 1.3. Unidad de anlisis, metodologa y tcnica 1.3.1. Subculturas poblacionales y muestra elegida 1.3.2. Perfil de los informantes 1.4. La religin y la Iglesia en medio de esta sociedad . 1.4.1. Referentes culturales e identitarios: la centralidad del "Yo" 1.4.2. Apuntes sobre el hecho religioso 1.5. El momento eclesial de nuestro trabajo 1.5.1. Resea de los antecedentes histricos ms significativos 1.5.2. I I contexto actual

13 15 27 27 28 28 30 32 36 36 41 54 55 58

Instituto Diocesano de Teologa y Pastoral - 2004 Plaza Nueva, 4, 1 a . 48005 Bilbao Editorial Descle De Brouwer S.A. - 2004 Henao, 6. 48009 Bilbao

Fotokonposaketa/Fotocomposicin: IKUR, S.A. Cuevas de Ekain, 3, 1. - 48005 BILBAO

ISBN: 84-330-1865-5 Depsito Legal: BI-1043-04

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II. LECTURA DE LOS RELATOS BIOGRFICOS 11.1. El papel de los agentes de socializacin 11.1.1. La familia 11.1.2. La escuela 11.1.3. Los amigos 11.1.4. Los grupos cristianos 11.2. La significacin del testimonio personal 11.3. La relevancia del compromiso 11.4. El proceso vocacional III. REFLEXIONES SOCIOPASTORALES 111.1. Desde el ambiente cultural de hoy 111.1.1. La interpelacin vocacional necesita la transmisin de la fe 111.1.2. Recuperar y potenciar la experiencia de lo cercano 111.1.3. Autonoma personal en la discontinuidad del espacio y del tiempo 111.1.4. Atender a la experiencia interior 111.2. Desde las personas representativas de la vocacin 111.2.1. Importancia del testimonio cercano 111.2.2. Devaluacin de la imagen de los curas y religiosos y religiosas III..'. l. I < visibilidad de los presbteros y consagra) dos y ( onsagradas III.2.4. Significado y alcance del acompaamiento 111.3. Desde la situacin que vive la institucin eclesial 111.3.1. Recomponer la imagen pblica de la Iglesia 111.3.2. Preocuparse de transmitir la fe antes que religin o religiosidad 111.3.3. Pluralismo de accesos vocacionales BIBLIOGRAFA ANEXO

63 64 64 77 82 85 94 101 114 131 133 133 135 1 39 143 145 146 148 151 1 57 160 1 61 1 66 171 175 185 "Un obispo de Roma acu en el siglo V un principio que tiene en este tema plena aplicacin: "lo que afecta a todos ha de ser debatido entre todos". Los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastin y Vitoria escriban las palabras citadas en la introduccin de su carta pastoral "Presbteros diocesanos: una necesidad urgente" (1991). Por estar en la motivacin del estudio que ahora tienes entre manos, contino la trascripcin del prrafo que las contiene: "La sequa vocacional aludida afecta a toda la familia diocesana. El texto presente quiere entablar con todos un dilogo encaminado a despertar una conciencia sensible y una accin responsable. A este dilogo invitamos con mayor apremio a los jvenes, los sacerdotes, los religiosos, los educadores, las familias, las parroquias y las comunidades orantes." Atendiendo a tal invitacin, los planes de Pastoral Vocacional al Ministerio Pastoral posteriores marcaron diversas acciones para "incrementar la participacin en esta tarea eclesial". En ese contexto, el Programa de Actuacin para el Quinquenio 1999-2003 contempl la elaboracin del presente trabajo. El citado programa fue presentado al Consejo Presbiteral el ocho de noviembre de 1999. Obtuvo el visto bueno de ste para que el I quipn de I ormadores del Seminario Diocesano de Bilbao,

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responsable de dinamizarlo, se pusiera a mplementarlo. En concreto, uno de sus objetivos propona: "Acercarse a la realidad actual de las vocaciones para conocer sus dificultades y posibilidades" y planteaba como accin consecuente: "Realizar un estudio sociolgico, en el mbito de nuestra dicesis, tomando como objeto del mismo a quienes participan ms directamente de la dinmica eclesial, y cuyo objetivo se centre en detectar la plausibilidad de la oferta vocacional al ministerio presbiteral. Ello nos deber servir para asentar y ajusfar posteriormente las actuaciones de Pastoral vocacional". Jess Snchez Maus, a la sazn formador del Seminario -el ms directamente responsabilizado de la Pastoral Vocacional-, se present con este encargo ante Izaskun Sez de la Fuente, miembro del entonces Departamento de Ciencias Humanas y Sociales del Instituto Diocesano de Teologa y Pastoral. Fruto de la colaboracin entre ambos se publica ahora la primera "Investigacin cualitativa sobre la vocacin presbiteral en la dicesis de Bilbao". Existen sondeos de opinin que, mediante muestras estadsticas representativas, nos presentan los valores que ms tienen en cuenta los jvenes a la hora de plantearse su existencia. Est cuantificado el porcentaje de quienes se han planteado alguna vez inquietudes vocacionales pero, como Izaskun y Jess indican al explicar la metodologa por la que han optado, los relatos biogrficos individuales y la dinmica de grupos de discusin permiten, adems, aproximarnos a ''los medios a travs de los cuales las personas crean un mundo con sentido para s mismas y para los dems". La propuesta inicial, nos dirn los autores del trabajo , "tena como pretensin abordar especficamente las resistencias y posibilidades de la vocacin al ministerio ordenado circunscritas al entorno de la dicesis de Bilbao". En cambio, se han encontrado con unas respuestas que ni se circunscriben a una iglesia local concreta ni se reducen a una nica vocacin. Lo que pudiera parecer una insuficiencia del estudio resulta, ms bien, uno de sus frutos al desvelar la rugosidad del suelo desde el que la comunidad eclesial ha de asentar su actuacin. Por otro lado, este mismo resultado permite que el estudio tenga inters en otras iglesias locales; en todas las que deban responder a los retos que

plantean a su misin evangelizados parmetros culturales parecidos. La perspectiva cualitativa facilita la interdisciplinariedad entre el aporte sociolgico y la lectura que de l pueda hacerse desde la comunidad cristiana. Izaskun Saz de la Fuente y Jess Snchez Maus nos dan una muestra de ello. La percepcin de la realidad de ambos, que ellos explicitan entre los principios de aproximacin cientfica, indica la provisionalidad de las propuestas; la rigurosa atencin al mtodo elegido apunta a la suficiencia de esta base para nuevos trabajos. La teologa, en cuanto "fe que busca comprender" (San Anselmo de Canterbury), encontrar mejor perfilados, gracias a este estudio, interrogantes que ya intua. La sociologa encontrar un referente para seguir adentrndose en un campo poco estudiado ms all de perspectivas clasificatorias. La distinta presencia de figuras representativas de lo religioso, tal como se manifiesta en los relatos en correlacin con la edad de los informantes, me ha llevado a recordar retazos de mi propia historia vocacional: - En los sesenta (yo era nio) lleg al barrio donde vivamos un cura recin ordenado y result, para mi sorpresa, que su familia y la ma eran amigas de toda la vida, ambas procedan de las Encartaciones. Rara era la familia en que, ya por lazos de sangre, ya por relaciones de vecindad, no existiera trato cordial con algn cura, religioso o religiosa: no era necesaria, pues, esa rea de la pastoral que hoy se plantea acciones para suscitar sensibilidad vocacional. - En los setenta (yo estrenaba juventud), bastaba la entrevista personal para acoger y acompaar una inquietud religiosa susceptible de precipitarse en una vocacin especfica. En mi experiencia, al menos, el clima familiar y el ambiente circundante no hacan especialmente necesario un mbito de "iguales", con inquietudes religiosas semejantes, para poder dar consistencia a la vocacin incipiente. - Fn 1989, cuando me confiaron la Pastoral Vocacional al Presbiterado Diocesano, ya era notoria la insuficiencia del .irnmp.iamiento personal si no iba complementado de con-

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vivencias entre guales. As, en 1992, pusimos en marcha el "Pre-Seminario" para dar oportunidad de juntarse peridicamente, a lo largo de dos o tres aos, a adolescentes con parecidas inquietudes vocacionales. - En 1997, coincidiendo con los inicios de mi etapa como rector del Seminario de Bilbao, estrenamos la "Residencia Vocacional" porque nos estbamos encontrando con algo indito hasta entonces: Jvenes, entre 18 y 22 aos, que, tras un proceso de discernimiento vocacional, afirmaban tener unos condicionamientos ambientales tales que no les permitan madurar suficientemente una decisin (ni en un sentido ni en otro).

I. MARCO DE APROXIMACIN

Ante una realidad tan cambiante como la superficie del mar cules han de ser hoy las propuestas de la Pastoral Vocacional? En principio, las que el delegado para esta pastoral nos presenta cada curso tratando de implicar a los ms en ella. No le pidamos a esta"Investigacin cualitativa sobre la vocacin presbiteral en la dicesis de Bilbao" ms que lo que se le encarg. Que, con sus conclusiones en torno al ambiente cultural actual y los protagonistas humanos de la vocacin, ponga balizas para la navegacin. Luego, que siga siendo Pastoral Vocacional quien marque el rumbo Y que quienes nos sentimos llamados a prolongar la obra de Cristo, desde el lugar que cada cual ocupe en la barca pero igualmente sensibles a la dimensin vocacional de nuestra tarea, lo mantengamos! Kerman Lpez Campo Bilbao, 11 de octubre de 2003 Solemnidad de Ntra. Sra. de Begoa

La pastoral vocacional se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la Iglesia Catlica en el ltimo tramo del siglo pasado y lo seguir siendo en los prximos aos. La Dicesis de Bilbao no es ajena a dicha preocupacin. Nuestra Iglesia local siente muy de cerca el peso de la escasez de efectivos ministeriales que pone en cuestin la forma de llevar a cabo su misin evangelizados para el territorio de Bizkaia. El Seminario Diocesano, institucin eclesial encargada de procurar, formar y presentar nuevos candidatos al ministerio presbiteral, es especialmente sensible a dicha preocupacin 1 . Lo que le ha inducido a promover un estudio y reflexin socio-pastoral en torno a las dificultades y posibilidades de la propuesta vocacional en nuestra dicesis en colaboracin con el Departamento de Investigacin del Instituto Diocesano de Teologa y Pastoral2.

1 Ideario del Seminario Diocesano, Dicesis de Bilbao, Junio 2000, en la Introduccin y especialmente n. 1 y ss, p. 7-9; y el Proyecto Educativo del Seminario Diocesano de Bilbao, Septiembre de 2001, p. 9-10. 2 Ideario del Seminario, n. 5, p. 8. Tras la convergencia entre el IDTP y el Servicio Diocesano de Formacin del Laicado (SDFL) y los correspondientes procesos de reestructuracin, las actividades de estudio se realizan en el Departamento de Inves!nacin (Instituid Diocesano de Teologa y Pastoral, Programa 2002-03). Este trabajo lo hemos llevado ,i i abo Izaskun Sez de la Fuente (Licenciada en Sociologa, I )nc lina n i ('lene I.I l'olitic ,i y ,H Un responsable del I )c|>arlamenlo de Investigacin

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En m e d i o de esta difcil situacin escuchamos voces que advierten que la coyuntura actual es una o p o r t u n i d a d para la misma Iglesia y su autoconciencia en m e d i o de esta nueva sociedad y que la posibilidad de descubrimiento de la v o c a c i n y su incorporacin vital se halla m u y v i n c u l a d a al m o d o en c m o se relacione la Iglesia c o n la sociedad 3 . Hay incluso quien considera que la situacin que atraviesa la Iglesia al respecto es la exigida catarsis neumatolgica que est p i d i e n d o nuevos planteamientos vocacionales; es decir, que no estaramos tanto en un m o m e n t o de desaparicin de la v o c a c i n , cuanto de c a m b i o 4 . Adentrarnos en esa cuestin es lo que haremos en el presente trabajo, que comenzamos con un marco de a p r o x i m a c i n que sita el objeto a investigar, el m o d o de hacerlo y sus contextos social y eclesial.

1.1. EL OBJETO DE E S T U D I O : U N A REALIDAD H I S T O R I C O D E M O G R F I C A EN DECLIVE Este estudio pretende realizar una descripcin sociorreligiosa del estado de la cuestin y descubrir y reflexionar sobre las potencialidades y lmites de un planteamiento v o c a c i o n a l . Por tanto, este trabajo c o m b i n a aportes de la sociologa de la religin, de la teologa y de la pastoral. Al hablar de la v o c a c i n , debemos hacerlo en un sentido inclusivo, diferente a las versiones tradicionales. "En esta ptica, el concepto vocacional se presenta como: dilogo relacional, en cuanto que se desarrolla en la relacin entre Dios y el hombre; dinmico-evolutivo, vinculado al desarrollo de la persona humana, que se ve comprometida en la vocacin; histrico-cultural, en cuanto que el hombre (...) est llamado a dar su respuesta en el contexto histrico y cultural en que le ha tocado vivir (...) El concepto de vocacin es hoy ms amplio que la nocin que durante tantos aos significaba solo las vocaciones sacerdotales y religiosas. La vocacin, en el sentido actual de la palabra, interesa a todos: a los adolescentes, a los jvenes y a los adultos. Desde el punto de vista teolgico, el discurso sobre la vocacin se articula hoy de esta manera: vocacin a la vida, vocacin a realizar la propia vida en Cristo y en la Iglesia, las vocaciones especficas de la Iglesia (...) De la variedad de carismas nacen las diversas vocaciones especficas; por eso, se puede hablar no solo de la vocacin sino de las "vocaciones'. Todo cristiano, para ser autntico protagonista en la Iglesia, tiene que comprometerse a descubrir y realizar su propia vocacin especfica."5 Por tanto, la respuesta de cualquier persona a la llamada de Dios a vivir de una determinada manera, concretada en un proyecto de vida verificable y desde la c o m u n i d a d cristiana, es una " v o c a c i n " . Comprende el m o d o vital de responder a Dios y ponerse al servicio de la misin de la Iglesia. Es hacer efectivo el seguimiento de Jess y la vivencia del a n u n c i o evanglico, transm i t i d o y testimoniado, entre luces y sombras, por la c o m u n i d a d creyente. Partimos de la constatacin de que esa llamada slo puede experimentarse en el seno de la c o m u n i d a d cristiana.

y Docencia) y Jess Snchez Maus (Cura Diocesano, Licenciado en Teologa y Formador del Seminario en el momento en que se plante el anlisis). La distribucin de funciones se ha realizado del siguiente modo: a) Labor conjunta de delimitacin del problema de investigacin, de su correspondiente panel de hiptesis y de la tcnica cualitativa de acceso; b) Diseo y realizacin del trabajo de campo a cargo de Izaskun Sez de la Fuente; c) Seleccin y contacto con los informantes por parte de Jess Snchez Maus; d) Hermenutica intersubjetiva de las historias de vida que nos permiten plantear reflexiones e interrogantes sociopastorales. 3 O. Balderas, "Pistas para una mayor significatividad de la vida consagrada a favor de la animacin vocacional", Todos Uno, Confer, 1999, n s 139, p. 71. Al comienzo de su artculo, seala: "Considerando que la vocacin a la vida consagrada no es algo que se da en forma independiente o aislada sino que, en gran medida, resulta de la vitalidad de la iglesia particular y de su incidencia en el contexto social en el que se encuentra, plantear el problema de la animacin vocacional al interior de la relacin v fe-sociedad'".4 A. Cencini afirma que "la crisis vocacional, entre otras cosas, ha sido tambin para nosotros [las congregaciones de vida consagrada] un rgimen adelgazante y muy saludable, que nos ha liberado de grasas intiles y de toxinas perjudiciales, es decir de aquella pretensin autorreferencial y aparatosa que nos pone en el centro de las cosas" (Ver A. Cencini, "Cules vocaciones para una vida consagrada? Qu tipo de vida consagrada para vocaciones nuevas", Todos Uno, Confer 1999, n s 139, p. 10). Tambin J. C. Rey Garca Paredes (CMF) apuntaba en la misma revista que "en la Iglesia no hay sequa vocacional. Gracias a Dios, ya no somos la nica alternativa, el nico camino de compromiso, de evangelio (...) Se presentan ms opciones. La distribucin es mucho ms equilibrada y ser ms fecunda a la larga. Hay sequas que son un regalo para el conjunto. La Iglesia, en sus formas de vida, se est reequilibrando" (Ver J.C, Rey Garca Paredes, "Riega la tierra en sequa! Vocacin y Espritu", Todos Uno, Confer, 1999, n9137, p. 82).

r > I. P.uomio y V. Mancuso, Diccionario teolgico enciclopdico. Estella, Verbo Divino, 1'WS, p. 1.0)4-1.0)5.

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En su larga tradicin, la Iglesia ha ido perfilando y agrupando en tres grandes opciones la respuesta de la fe: vocacin laical, religiosa y ministerial. El carcter de "consagracin", en un sentido amplio, compete a todo bautizado. La invocacin del Espritu sobre l le hace partcipe de la condicin proftica, real y sacerdotal de Cristo, tal como evidencia el Ritual de Bautismo 6 . Por ello, tambin laicas y laicos tienen una misin como seres humanos consagrados, que el Concilio Vaticano II resalt7. Sin embargo, en la tradicin de la Iglesia el uso comn que se ha hecho del concepto de "consagracin" ha quedado adscrito con una cierta prevalencia al ministerio sacerdotal y a la vocacin religiosa, tanto en la modalidad de vida activa como contemplativa, relegando la vocacin laical a una forma vocacional por defecto: si no eres ni religioso o religiosa ni presbtero, entonces eres laico o laica. Pero este es un debate en el que ahora no entramos, pues cae fuera de las pretensiones de este estudio, aunque se suscitar en los coloquios de las entrevistas que constituyen el eje de la tcnica empleada para nuestro trabajo. El objeto concreto de anlisis es la vocacin al ministerio presbiteral, pero, dada su identificacin y problematicidad compartida, utilizaremos en ocasiones reflexiones indistintamente aplicables a la consagracin religiosa y a la ministerial y abordaremos la cuestin de la vocacin teniendo como teln de fondo de las caractersticas que ms distinguibles hacen esas vocaciones (celibato, austeridad de vida, obediencia al proyecto de la institucin y sus responsables), aun cuando sabemos que el carisma de la vida religiosa es distinto en su perfil teolgico al del ministerio ordenado 8 . En el contexto de la vida religiosa, las caractersticas aludidas se denominan "consejos evanglicos", y se comprenden como medios para vivir la llamada a la santidad. Cada uno de ellos recibe el nombre de "voto", significando la consagracin que una

persona hace de s misma a Dios (que se puede realizar de forma individual o colectiva, privada o pblica). As como la vocacin laical es manifestacin del Dios presente en la realidad cotidiana del mundo, los votos realizados en la vida religiosa ponen fundamentalmente de relieve la dimensin trascendente de Dios, su Ser como misterio, ante el que slo cabe postrarse y adorar. Por eso simbolizan lo ms importante que tenemos (pobreza), el objeto principal de amor (celibato) y al nico que realmente hemos de obedecer y cumplir su voluntad (obediencia). La vida religiosa no forma parte de la estructura jerrquica de la Iglesia y el Papa se reserva el derecho de eximir a las diversas congregaciones e institutos del sometimiento a la jurisdiccin del obispo del lugar para someterlos a su sola autoridad 9 . Por su parte, el presbtero tiene exigido el celibato como condicin para realizar su ministerio. No es en primer lugar un medio para su santificacin, sino un modo que la Iglesia en su historia y en su tradicin entiende adecuado para el ejercicio de la "caridad pastoral", un estmulo de la caridad pastoral, tal y como recordaba el Concilio 1 0 . En la Exhortacin apostlica sobre la formacin de los sacerdotes "Pastores Dabo Vobis", Juan Pablo II pona de manifiesto la reiterada voluntad de mantener como exigencia la ley del celibato para los que accedan al sacerdocio ministerial.Los Padres sinodales han expresado con claridad y fuerza su pensamiento con una Proposicin importante, que merece ser transcrita ntegra y literalmente: " Q u e d a n d o en pie la disciplina de las Iglesias Orientales, el Snodo, convencido de que la castidad perfecta en el celibato sacerdotal es un carisma, recuerda a los presbteros que ella constituye un don inestimable de Dios a la Iglesia y representa un valor proftico para el m u n d o actual. Este Snodo afirma nuevamente y con fuerza cuanto la Iglesia Latina y algunos ritos orientales determinan, a saber, que el sacerdocio se confiera solamente a aquellos hombres que han recibido de Dios el don de la vocacin a la castidad clibe (sin menoscabo de la tradicin de algunas Iglesias orientales y de los casos particulares del clero casado proveniente de las conversiones al catolicismo, para los que se hace excepcin en la encclica de Pablo VI sobre el celibato sacerdotal, n. 42). El Snodo no quiere

6 Vanse las notas pastorales y doctrinales previas a la celebracin del Sacramento en el Ritual del Bautismo. 7 LC 34. 8 G. Uribarri, "Reavivar el don de Dios". Una propuesta de promocin vocacional. Maliao, Sal Terrae, 1997, p. 13.

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dejar ninguna duda en la mente de nadie sobre la firme voluntad de la Iglesia de mantener la ley que exige el celibato libremente escogido y perpetuo para los candidatos a la ordenacin sacerdotal en el rito latino. El Snodo solicita que el celibato sea presentado y explicado en su plena riqueza bblica, teolgica y espiritual, como precioso don dado por Dios a su Iglesia y como signo del Reino que no es de este mundo, signo tambin del amor de Dios a este mundo, y del amor indiviso del sacerdote a Dios y al Pueblo de Dios, de modo que el celibato sea visto como enriquecimiento positivo del sacerdocio" Tengamos en cuenta, por lo que tiene de inters para nosotros, que de ordinario hay dificultades para distinguir claramente una v o c a c i n religiosa de una de carcter presbiteral, c o m o ha evidenciado el estudio de Confer en el mbito de los jvenes 1 2 . Somos conscientes tambin de la variada terminologa que se utiliza para referirse al ministerio ordenado. Lo han puesto de manifiesto diversos autores, que inciden en la relacin con las diversas opciones preexistentes a la hora de d e n o m i n a r el sacerd o c i o cristiano. "Los que escriben sobre el ministerio ordenado seran sin duda muy inconscientes si no se dieran cuenta de la ambigedad de las palabras que usan (...) La misma ambigedad acompaa, obviamente, a la frmula moderna que distingue en el sacerdocio comn un sacerdocio ministerial (...) decir pastor puede parecer ms unvoco; pero no hemos de olvidar que se habla tambin de un ministerio pastoral de todo el pueblo de Dios (...) La nica expresin verdaderamente privada de ambigedad sera la de ministro ordenado (...) tras la incertidumbre de las palabras se esconde un profundo esfuerzo de desarrollo histrico de la autoconciencia de la Iglesia y de la reflexin teolgica sobre el ministerio. El Vaticano II y el snodo de obispos de 1971 se resienten de ello de manera evidente (...) Estos interrogantes excitan la curiosidad histrica y hacen necesario (...) un estudio del desarrollo histrico del sentido sacerdotal y jurisdiccional (...) el Vati-

cano II intent reducirlas de nuevo a una unidad ms armoniosa, aun cuando permanezcan abiertos no poco problemas. Nosotros hemos optado por utilizar preferentemente el concepto de "ministerio presbiteral'" 1 3 .

El debate acerca de cul es la terminologa ms adecuada sigue abierto. Y para algunos autores d i c h o debate en torno al paradigma teolgico presbiteral viene marcado por la necesidad de hacer plausible el trnsito de las figuras tradicionales a aqulla c u y o rasgo prioritario es el smbolo del pastor 1 4 . El testimonio de las personas entrevistadas es valioso por sus vivencias con relacin a la Iglesia, pues nos muestra percepciones e imaginarios religiosos que actan a favor o en contra de una propuesta v o c a c i o n a l . El estudio se localiza en nuestra Iglesia local y tienen un carcter sincrnico, aunque la c o n v i c c i n de que nos encontramos en un proceso de largo alcance requerir tener en cuenta a m o d o de contexto factores histricos, culturales, polticos, religiosos y eclesiales. N o vamos a entrar detenidamente en los procesos de abandono teniendo en cuenta que en el Seminario de Bilbao, y a diferencia de lo o c u r r i d o en los tiempos de secularizaciones masivas, la mayor parte de quienes se han marchado en las ltimas dca-

" Propositio II. (PDV29) 12 El 40% de los jvenes entrevistados no distinguan ente ambos tipos de vocacin. (Ver M*3 B. De Isusi, G. Garca y J. Lpez -Equipo de investigacin-, "Imagen de los religiosos y religiosas en la juventud. Resultados de una encuesta dirigida a jvenes en contacto con religiosos y religiosas espaoles". CONFER, Enero-Marzo de 2000, Vol. 39, n"149, p. 43).

S. Dianich, en Teologa del ministerio ordenado. Una interpretacin eclesiolgica. Madrid, Ediciones Paulinas, 1988, p. 59 y ss. No en vano, el Simposio sobre ministerio ordenado llevado a cabo en Madrid que tena por ttulo "Espiritualidad del presbtero diocesano secular" (Madrid, Edice, 1987) dio paso a un Congreso sobre "Espiritualidad sacerdotal" (Madrid, Edice, 1989). Otros autores han destacado el trasfondo que subyace a las diversas denominaciones: A. Vanhoye en Sacerdotes antiguos, sacerdote nuevo segn el Nuevo Testamento (Salamanca, Sigeme, 1984) o J. I. Gonzlez.-Faus en Hombres de la comunidad. Apuntes sobre el ministerio eclesial (Santander, Sal Terrae, col. Presencia Teolgica, 1984, ns54, p. 11 y ss). 14 L Rubio, en Nuevas vocaciones para un mundo nuevo (Salamanca, Sigeme, 2002, p. 250) dice que "Con este smbolo se retoma oficialmente la perspectiva genuinamente neotestamentaria (...) sobre el ministerio apostlico y el de sus sucesores. Por otra parte, se trata de un smbolo o imagen que, como tal, constituye el puente y lazo de unin y sntesis entre las imgenes de la cabeza y del siervo, entre la cristologa y la eclesiologa, entre el profetismo-magisterio y el sacerdocio, entre el sacerdocio comn y el sacerdocio ministerial (...) con l se pone la identidad no en una u otra de las funciones o actividades, la que ordinariamente se conoce como 'pastoral' o regia, l.\ del gobierno o direccin de la comunidad, sino en la realidad sigiiic ,id.i global del misterio de ("rislo paslor."

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das lo han hecho, segn sus propias palabras, de acuerdo a una decisin estrictamente vocacional y no debido a profundas crisis existenciales de fe: la mayora son personas que continan vinculadas de distintas formas a la Iglesia e incluso cuyo modus vivendi depende de ella. Digamos tambin que el presente estudio no slo seala aspectos a tener en cuenta en relacin con las particularidades de la vocacin consagrada (ministerial o religiosa). Al pretender abordar esta preocupacin eclesial se abren otras interesantes vas de exploracin en torno a la cuestin religiosa en la realidad socio-histrica de nuestra Iglesia de Bizkaia, como son los procesos de reorganizacin eclesial, el grado de asociacionismo de los creyentes y su progresin, otras posibles realizaciones de talante ministerial, etc. Segn los ltimos datos disponibles, el 6% de los jvenes espaoles y el 4 % de sus homnimos vascos se han planteado "alguna vez la vida religiosa o sacerdotal como una posibilidad en su vida" 1 5 . J. Gonzlez Anleo clasifica las comunidades autnomas en tres grupos en funcin del criterio de su apertura a la idea vocacional 16 : a) regiones ms abiertas, con porcentajes superiores a la media poblacional tanto en cuanto al planteamiento vocacional como al contingente de catlicos practicantes y a la tasa de asociacionismo religioso (como Andaluca, Aragn, Canarias o Castilla-La Mancha); b) regiones menos abiertas, donde los tantos por cientos de quienes declaran haber pensado en la vocacin estn por debajo de la media y la cuanta de practicantes y de pertenencia a asociaciones religiosas representa la mitad del promedio (como Comunidad Valenciana, Catalua o Pas Vasco); y c) regiones intermedias (es decir, en el entorno de la media), entre las que se incluyen Madrid, Extremadura y Galicia. Nuestra Dicesis comienza el tercer milenio con 438 presbteros incardinados -de los cuales el 40% tienen cargo en la di-

cesis, el 53% est jubilado y el 7% restante se encuentra en otras situaciones- y con un agudo proceso de envejecimiento que sita su media de edad en los 67 aos; en la actualidad, contamos con 10 seminaristas cuyo perfil sociodemogrfico incluye los rasgos de joven-adulto (con un promedio de edad que ronda los 28 aos), mayoritariamente en posesin de un ttulo universitario previo a los estudios de teologa, bilinge y una identidad creyente socializada en la militancia parroquial 17 . A comienzos de los aos 50 del siglo XX, la dicesis de Bilbao se pone en marcha con un contingente de 708 curas, un 58% ms del censado en el ao 2000. La evolucin numrica de este colectivo permite diferenciar cronolgicamente dos periodos: 1. En los primeros 25 aos se produce un incremento del 10%, alcanzando en los inicios de la transicin democrtica la cantidad de 783. 2. El ao 1977 marca un punto de inflexin, ya que a partir de l se inaugura una constante tendencia a la baja. Durante una dcada (1977-1986), el fenmeno de declive resulta muy acusado, pues la reduccin total es del 25% -media de 2,5% y de 19 clrigos al ao-, con lo que en 1986 la cuanta asciende a 593. En los quince aos siguientes, el descenso se amortigua -media de 1,7% y de 10 curas al ao-, si bien incide sobre un capital humano cada vez ms escaso. En la actualidad, nuestra Iglesia local cuenta con unos 400 presbteros, de los cuales son del orden de 370 los que residen en la dicesis 18 . Teniendo en cuenta las cifras de 1953 y de 2000, la disminucin porcentual en las tres dicesis de la Comunidad Autnoma Vasca -en adelante, CAV- oscila entre el 35% y el 40% en Bizkaia y Gipuzkoa y el 50% en Araba, mientras que en el conjunto del Estado se sita en el entorno del 25%.

15 J. Elzo y J. Gonzlez Anleo, "Los jvenes y la religin", Jvenes Espaoles 99. Madrid, Fundacin Santamara, 1999, p. 299. 16 ). Gonzlez Anleo, "Los jvenes espaoles y la irrelevancia del proyecto vocacional". Todos Uno, Confer, 1999, nL'140, p. 30.

17 Se trata de datos manejados en el momento de iniciar la elaboracin de ste estudio, los cuales, dado el pequeo nmero de seminaristas, pueden haber sufrido alteraciones al hacer pblico el informe. IB J. Martnez Gordo, Los laicos y el futuro de la Iglesia. Una revolucin silenciosa. Madrid, PPC, 2002, p. 14 y ! 1 .

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Tabla n e 1: Evolucin del nmero de presbteros en las tres dicesis de la Comunidad Autnoma Vasca entre 1953 y 20021953 (a) 708 Bilbao S. Sebastin 551 555 Vitoria 1977 (a) 783 737 487 1980 1986 (c) 593 563 387 1990 (c) 547 520 365 1993 (a) 1997 2000 2002

(b)723 639 432

(g)

se invierten los trminos: dos sacerdotes por cada tres parroquias (o, lo que es lo mismo, no llega a un sacerdote por centro de culto), dato diferencial este ltimo en el que puede influir -sin que podamos precisar hasta qu punto- el grado de dispersin demogrfica del territorio. Si proyectamos el anlisis a 2, 7 y 12 aos vista, tomando como premisas de clculo el que el descenso medio de nmero de curas sea de 10 por ao y que tanto la poblacin como el nmero de parroquias se mantenga constante, los ratios anteriormente descritos aplicados a la dicesis de Bilbao seran los siguientes: Tabla nQ3: Prospectiva sobre el nmero de personas por presbtero y el nmero de presbteros por parroquia en la dicesis de

517 481 (d) 447 (f) 415 477 405 (e) 357 (a) 342 294 (e) 284 (a)

Fuente: Elaboracin propia de acuerdo a datos extrados de: a) F. Placer en Herria 2000 Eliza, 2001, na172, p. 22; b) OES!, Estadsticas de la Iglesia Catlica, Madrid, EDICE, 1989, p.101; c) OESI, op. cit., 1992, p. 63; d) Gua Diocesana de Bilbao, 1997, p.20; e) OESI, op. cit., 2002, p. 93 y 94; f) Gua Diocesana de Bilbao, 2000, p. 20; g) Gua Diocesana de Bilbao, 2002, p. 24.

En el momento de cuantificar la carga eclesial del cura, utilizamos dos tipos de ratios: - Nmero de personas por presbtero. En el ao 2000, la dicesis de Bilbao dispone de una media de un sacerdote por cada 2.500 habitantes; la de San Sebastin, uno por cada 1.900 y la de Vitoria, uno por cada 1.000. Los datos de Espaa y de un grupo concreto de pases europeos, referidos a mediados de la dcada de los 90, indican que en ningn caso se dan ratios tan altos como en Bilbao 19 . - Nmero de presbteros por parroquia. Vizcaya y Guipzcoa cuentan con una relacin de 1,5/1, es decir, tres sacerdotes por cada dos parroquias, mientras que en lava con 0,67/1

BilbaoAO 2005 N 9 de personas por presbtero N 9 de presbteros por parroquiaFuente: Elaboracin propia.

2010 3.200 1,1/1

2015 3.800 0,95/1

2.800 1,3/1

9

Tabla n92: Clasificacin de un grupo de pases europeos en funcin del ratio nmero de personas por presbtero 700/1 a 1000/1 Irlanda Inglaterra Blgica Suiza Italia ~ 1.250/1 Austria Alemania Espaa Holanda 1.650/1 a 2000/1 Francia Portugal

El efecto combinado de dos factores, disminucin de presbteros y aumento en la esperanza de vida de la poblacin, explica que la media de edad del clero bilbano haya pasado de los 50 aos en 1963 a los 67 en el 2000. En el resto de las dicesis de la CAV, la media de edad registra tasas inferiores, 2,7 aos en Guipzcoa, 4,7 en lava 20 . No slo se ha reducido sustancialmente el nmero sino que los existentes son ms viejos; en 1997, algo ms del 50% sobrepasan la edad de jubilacin civil -son mayores de 65 aos-, aproximadamente solo uno de cada cinco no superan los 55 aos y nicamente uno de cada trece tiene menos de 45 aos 21 .

Fuente: Elaboracin propia de acuerdo a datos extrados de J. Segura, "Radiografa del clero diocesano. Datos y tendencias en el nmero de sacerdotes de la Dicesis", Presbyterium, 1997, n. < I., p. 29).

9S

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ta: el respeto a los dems, la tolerancia, la empatia -es decir, "la capacidad para ponerse en el lugar del otro"-, la responsabilidad, la solidaridad, etc. Hasta qu punto tales valores integran o no el referente de Jess de Nazaret? No hay que olvidar que esta dimensin sobre el fondo humanista aparece especialmente destacada por personas que han optado por la vida consagrada. Un presbtero recientemente ordenado y dos monjas con 15 y 7 aos de pertenencia a sus respectivas congregaciones dicen:"mi familia ha sido determinante en todo lo que soy (...) tengo una relacin muy estrecha con ella (...) algo que ha influido en mi vida, en cuanto a la fe sobre todo (...) la asistencia a la eucarista (...) una serie de valores (...) que no son solo cristianos sino humanos (...)" (Entrevista individual n9l: 1, prrafos 3B, 4 a y 6S) "(...) procedo de una familia (...) yo siempre la catalogo de grandes valores, mis padres han sido dos personas (...) de grandes principios y de grandes valores, comprometidos para nada en grupos ni en nada especial, s tradicionalmente para eucaristas y siguen yendo (...) una mujer de grandes (...) valores (...) de acoger al vecino y vivir dos aos en nuestra casa, de salir a buscar a alguien porque saba que estaba en malas circunstancias (...)" (Entrevista en grupo nB2: 34, prrafo 1a) "(...) los dos como pareja s que me han transmitido (...) no unos valores cristianos sino unos valores de persona, que para m son fundamentales (...) el respeto, la solidaridad (...) el pensar en la otra persona, el ser capaz de ponerte en la situacin del otro, a m eso me parece valores de persona y me parece que como los valores cristianos son igualmente vlidos, el cristianismo lo nico que te puede poner es la referencia en Jess como una persona que los vivi (...)" (Entrevistas en grupo nB3: 8, prrafos 11 a y 1 3-)

siales o centros educativos confesionales. "(...) mi familia es creyente, mis padres y ya desde el principio nos llevaron a colegios religiosos (...)" (Entrevista individual ns3: 2, prrafo 1e). Teniendo en cuenta la familia extensa y no la nuclear, se descubre la presencia de figuras religiosas de diverso tipo con las que se tienen conexiones familiares o de amistad y que ejercen una influencia ms o menos significativa en funcin de los casos: "(...) tengo un to sacerdote (...)" (Entrevista individual nB3: 2, prrafo 5U), "(...) el hermano de una ta ma es (...) y el cura que me ha bautizado en (...) es (...) pues tambin tiene mucha relacin con mi familia y en algunas comidas estn presentes el uno o el otro (...)" (Entrevistas en grupo nQ3: 30, prrafos 9S y 11Q). Una joven militante de la JOC que ronda la treintena alude a su infancia y denuncia la importancia que para su familia tena la presencia de un to Hermano marista: "(...) mi familia es una familia religiosa, quizs ms por parte de mi madre que por parte de mi padre, pero, bueno, tambin mis abuelos eran muy religiosos, una religiosidad tradicional (...) en mi casa se ha vivido siempre muy de cerca (...) tengo un to religioso que es marista y eso se ha vivido como un acontecimiento en casa (...) siempre hemos bromeado con el tema de que el trato con l siempre ha sido distinto del resto y a los sobrinos en concreto nos fastidiaba mogolln (...) Viene el to y hay que cuidar lo que se pone para comer (...)" (Entrevista en grupo ns2: 28, prrafo 5e y 29, prrafo 3Q) Entre los militantes ms jvenes hay quien insiste en que fueron sus padres los que le forzaron a hacer la primera comunin y a continuar en grupos."(...) yo con 8 aos deca que yo no crea en Dios (...) me pareca lgico que hubiese un Seor all arriba con las tablas de la sabidura en la mano (...) fui obligado a hacer la comunin (...) por mi madre y por mi padre (...) de la misma forma, tambin fui obligado a continuar en grupos de la parroquia, despus de la comunin y dems." (Entrevistas en grupo ne3: 21, prrafos 11 a , 15a y 17a y 22, prrafo 1a)

Desde este fondo de valores, se puede estimular la colaboracin entre creyentes y no creyentes. Tal giro difumina las fronteras entre planteamientos ideolgicos y tradiciones, pero tambin ayuda -segn sus propias palabras- a descubrir a Dios "en lo cotidiano": "me han enseado a descubrir a Dios en (...) lo de cada da, sin hacer grandes alardes, a ser militante en las cosas pequeas, pues por ejemplo cuando mi madre igual va a visitar enfermos (...) sin grandes teologas, o eso o pues la honradez de mi padre (...)" (Entrevista individual nel: 7, prrafo 8Q). La familia es, por tanto, el bandern del primer enganche con instituciones religiosas, ya sea la parroquia, comunidades eclr

Cmo valoran los padres la transmisin de la religin? Los realos ofrecen respuestas distintas de acuerdo a la propia identidad religiosa y, lgicamente, segn la que sus hijas e hijos presciii.m. .i su juicio, hoy. Madres y padres insisten en el esfuerzo

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realizado. Con un estilo no exento de nostalgia, una mujer de 4 7 aos insiste en que sus hijos - h o y totalmente desenganchadoshan seguido todos los pasos y sus correspondientes ritos/sacramentos; se muestra c o n v e n c i d a de que el problema radica en la falta de autoridad, en la excesiva benevolencia para con los hijos. "Por desgracia, estbamos muy contentos con ellos, porque ellos han asistido a la catequesis de comunin y de confirmacin (...) muchas promesas, todas se han quedado en el aire (...) creo que les hemos forzado a ir al colegio (...) el ir a misa, no, no voy, bueno, pues, venga, vamos (...) la pelea (...) igual hemos sido excesivamente benvolos (...)" {Entrevista en grupo nQl: 6, prrafos 9S y 10 s y 7, prrafo 12) Esta lectura no se reproduce m i m t i c a m e n t e . Otros y otras matizan y ven en los procesos de e m a n c i p a c i n , de asuncin de responsabilidades vitales, de eleccin de pareja, etc. algunos de los factores q u e , ai reordenar las prioridades, desembocan e n el desenganche religioso. "Hemos intentado transmitirles todo lo que nosotros hemos vivido, se han confirmado las dos, incluso en un grupo parroquial y luego de repente, se ech novio y lo dej (...) no piensa ni casarse (...) sabe que a m me duele muchsimo, nos duele muchsimo, pero no entro al trapo, porque s que algn da volver. La pequea (...) tuvo que ir a Madrid (...) por lo menos la misa con nosotros y su grupo de postconfirmacin (...) al ir a Madrid se desvincula de la familia, se desvincula de todo (...)" (Entrevista en grupo nB1: 13, prrafo 9S) Los que tienen hijos que mantienen militancia eclesial prefieren fijarse en que el propio hecho de tener hijos les p r o v o c un cierto replanteamiento y les ha llevado a intensificar sus contactos y compromisos con la Iglesia, ms all de la prctica d o m i n i cal. "Tienes hijos y bueno, ese cura que viene a la parroquia te animaba y bueno, los primeros aos, despus de casados, tienes hijos pequeos, tampoco te puedes comprometer (...) ya los hijos van a la cate (...) y haba una cuada (...) que estaba tomando el catecismo (...) y dice, ay, pues nos hace falta gente (...) hay una demanda de catequistas en euskera y bueno, me dej engaar (...) que llevo ya 1 7 aos ah (...)" (Entrevista en grupo nBl: 29, prrafo 16s y 30, prrafo 4fi)

Se percatan, adems, de que la religiosidad de sus hijos es diferente a la de su generacin sintetizando tal impresin en "(...) si un d o m i n g o no les apetece ir a misa, pues no v a n " (Entrevista en grupo ne1: 4 0 , prrafo 1 Q ) 96 . En ciertos casos, se afirma que el ambiente resulta p o c o p r o p i c i o para ser creyente, pero queda, no obstante, el consuelo de una visin positiva de la j u v e n t u d en el plano a x i o l g i c o , n o r m a t i v o . Se sigue aorando ese barniz de espiritualidad que otorga la religin y la fe. Y se cree, por tanto, que la j u v e n t u d del presente tiene fuertes valores de justicia y que se c o m p r o m e t e , aunque no vayan a la Iglesia. Una de las mujeres informantes mantiene una reserva de esperanza sobre la posibilidad de que sus hijas vuelvan a la Iglesia. "Bueno, mira, ellos no practican pero, la verdad, yo la juventud de hoy (...) veo unos valores fuera de serie, en la mayora, de justicia (...) son personas extraordinarias (...) que dejen su grupo de parroquia, nos duele porque somos padres, pero tenemos que ver tambin que tienen muchas cosas buenas (...) tengo la sensacin y casi la seguridad de que volvern con el tiempo, volvern otra vez a la Iglesia, porque van a necesitar ser ms espirituales otra vez, porque el ser humano lo va a necesitar, de entrada en este mundo que nos movemos, tan complicado y a veces tan dursimo, es muy difcil para los jvenes decir soy creyente (...) parecen astronautas muchas veces (...)"(Entrevista a grupo ne1: 14, prrafos 4Q) De manera particular, ante el surgimiento de la v o c a c i n presbiteral en un m i e m b r o de la familia, sta no reacciona de m o d o uniforme. En unos casos lo hace positivamente e incluso, a veces, se lo espera por la trayectoria de su infancia: "(...) me sent acogido, comprendido, respetado (...) y yo s tambin por otros casos que no es lo ms habitual (...)" (Entrevista individual n e 1: 15, prrafos 2Q y 6") "(...) siempre apoyaron, pues, mi vida de seminarista y mi vocacin (...) para lo bueno y para lo malo (...) en momentos muy puntuales de la niez yo jugaba a ser cura, jugaba a consagrar (...) a veces me pona en casa y delante de mis hermanos pues haca

'"' Una expresin que nos recuerda la frase "hoy en da si no vas a misa t puedes ser ireyenlr" utilizada por un joven de religiosidad individualista o "yosta" (I ilrevltrt di / ,i Costa" en I. Sez de la Fuente -Ed-, op. cit., p. 61).

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la [misa] (...) [pero se podan esperar que podas ser cura?] mis hermanos? S (...) algunos s, mi madre tambin (...) yo dorma con una recua de estampitas en mi cama (...)" {Entrevista individual ne3:\, prrafo 10a, 1 7, prrafo 9Q y 20, prrafos 10Q y 12a)

tareas y compromisos, verbalizan la sensacin de sentirse extraos ante sus propios familiares, amigos y conocidos por el hecho de tener un hijo que va a ser cura:"(...) tuvimos una comida con la familia y, 'dnde est (...)?' Y digo, no s, digo ... con esto Pastoral Vocacional "pues qu va a ir al Seminario o qu?' (...) cmo voy a decir que tengo un seminarista? cmo voy a decir a la gente? ^qu bicho raro tienes en casa, que adems me han dicho (...)' yo misma digo, con todo lo alegre que es (...) y se te tiene que meter en el seminario (...) "(Entrevista en grupo nQl: 30, prrafo 16a, pgina 31, prrafos 7a, 9a, 11 a , 1 3a, 15a y 1 7a y 34, prrafo 3a)

En un anlisis a posteriori, al buscar las causas de la vocacin, aparece, por ejemplo, el contacto personal con seminaristas de la parroquia como uno de los posibles factores (Entrevista en grupo nQ1: 30, prrafo 16Q). Siendo creyentes y practicantes y/o teniendo esos antecedentes que indican que era algo que no haba que descartar, hay padres que, sin embargo, se muestran muy sorprendidos e incluso reacios. Piensan que sus hijos e hijas estn desperdiciando su futuro, al tener en mente: - una imagen del cura y del religioso o religiosa socialmente devaluada, de ser sinnimo de promocin, ascenso y relevancia social a ocupar lugares marginales; - las renuncias que esas vocaciones pueden suponer."(...) dnde est (...)? Donde hay un grupo de chicas ah est (...) adems era pues, ms alegre (...) yo no lo vea (...) al principio me costaba (...) nosotros no le pusimos ninguna pega (...) tambin l ha estado en la parroquia aqu en el eskaut desde el principio, luego pues estuvo ayudndole a sta en el catecismo, porque como era en euskera (...) no estuvo mucho tiempo de monitor porque ya se tuvo que meter en el seminario (...)" (Entrevista de grupo ne1: 27, prrafos 1 5a y 1 7a y 28, prrafos 1 a y 5a) "(...) fjate mi madre quera que yo estudiara FP (...) porque eso sonaba que as tena ms difcil el acceso al Seminario a nivel de estudios (...) Mi madre no quera (...) que yo entrara en el Seminario por ningn concepto (...) ella vea pues que la imagen del cura socialmente estaba muy devaluada y bueno pues al final una madre pues como todas las madres pues quiere lo mejor para su hijo no? Y vea que eso no era lo mejor (...) era mucha renuncia (...)" (Entrevista individual ne2 : 11, prrafo 162 y^l2, prrafos 3a, 5a, 7a y 9S)

Cuando el tiempo pasa, opiniones y sentimientos se ponderan y los progenitores aluden a la libertad de eleccin y a la autonoma -"Lo ha decidido l" (Entrevista en grupo ne1: 32, 3Q) y al grado de satisfaccin de sus hijos con su iter vital."(...) mi padre llor y mi madre diciendo mmm... con miedo (...) pero esta etapa dur unos meses, porque luego me vieron muy contento (...)" (Entrevista individual nQ3: 20, 5a)

Adems, dejan la puerta abierta para el caso de que cambien de opinin, lo cual siempre tranquiliza al vocacionado: "(...) que fuese libre, que igual que haba tomado esa decisin que si vea en algn momento que no era lo mo, pues, que volviese a casa (...) la verdad es que eso me ayud muchsimo." (Entrevista en grupo n33: 15, prrafo 13Q). 11.1.2. La escuela Las personas entrevistadas del grupo de mayores (45-55 aos) han vivido una educacin escolar en la que la religin catlica formaba parte incuestionable de los conocimientos a transmitir. Los representantes de la religin oficial estn adems presentes de modo directivo en la institucin escolar. No podemos olvidar que estamos en la poca del nacional-catolicismo. La vinculacin tan estrecha entre escuela y religin propicia el cotidiano y continuo ejercicio de liturgias y otras prcticas religiosas, sobre todo en los colegios religiosos, que marcan profundamente un ambiente que se torna rgido y cargado de disciplina. "(...) que te levantaran a las 6 de la maana, que tenas 10 minuios para lavarle y a las seis y diez estabas en la capilla, eh,

Madres y padres desean lo mejor para sus hijos y perciben que el camino hacia el ministerio ordenado y/o la vida consagrada no es el ms adecuado para la autorrealizacin personal. Puede existir, asimismo, recelo cuando no vergenza en el momento de decir que su hijo est en el Seminario. Los padres de un seminarista, involucrados sin ambigedades con la Iglesia en diversas

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que tenas que rezar antes de desayunar, desayunabas y tenas la misa, despus de la misa pasabas a dar clases y entre clase y clase haba que rezar siempre (...) adems, yo pill una poca que hasta nos hacan cantar el cara al sol con el traje de clase (...) antes de r a comer tenamos que volver a la capilla (...) estudiando con msica sacra (...) despus de las clases tenas el rosario con confirmacin, a eso habra que aadir si haba novena o no haba novena." (Entrevista en grupo nB1: 19, prrafos 5S y 10B).

entrevistados individualmente, situado en esa franja de edad, lo manifiesta con las siguientes palabras:"Estaba todo conectado, es decir, la gente que bamos a clase era la que bamos a la catequesis (...) en [el pueblo] la gente va (...) a celebrar o a la catequesis o tal, si no, no pisa la Iglesia (...) en cambio aqu [Portugalete, San Pedro de Deusto] es un punto de encuentro (...) a qu vienes? (...) a estar (...) una ermita (...) como la de donde est ahora la Virgen de (...) puede aglutinar ms gente que la parroquia." (Entrevista individual nB2: 9, prrafos 3a, 5e, 9e y 13y)

Y obviarlo tiene, sin lugar a dudas, sus consecuencias."(...) tenamos colegios de monjas, colegios de curas y luego la enseanza pblica y luego cuando tenas unos 8-10 aos pasabas al colegio de curas y el primer golpe que tuve cuando pas al colegio de curas es que tenas que ir a misa todos los domingos, pero es que tena que llevar una, una, una cartilla sellada (...) si no llevaba el sello, pues, castigo {...)"(Entrevista en grupo n9l: 8, prrafos 4Q y 7S).

Las circunstancias que rodean esta poca, donde existe tal identificacin entre institucin escolar e institucin religiosa hasta el punto que podramos hablar de "simbiosis"- hace que no se necesiten tanto lo que hoy conocemos como "grupos parroquiales". Pero a medida que vamos acercndonos a las generaciones ms jvenes esto comienza a cambiar. Lo detectamos en las entrevistas realizadas a personas de 25-45 aos. Los aos setenta y ochenta representan la poca del desarrollo de los movimientos, de los grupos y del intento de realizar un trabajo que vaya ms en la lnea de la personalizacin de la fe. Estamos en el tiempo de la democracia y el nacional-catolicismo, al menos como estructura de plausibilidad de la fe, est en serio retroceso. En los mismos colegios religiosos se empieza a notar esa "desestructuracin"."(...) all no hay nada (...) es el formalismo de saber, pues eso, quin es cura y quin no es cura y hay celebraciones (...) pero actividad pastoral poqusima (...) no tengo tampoco mal recuerdo, pero (...)"(Entrevista en grupo ns2: 22, prrafo 1 3Q y 23, prrafo 1Q)

En los que tienen menos de 25 aos, queda constancia ms claramente de aquella desaparicin de lo religioso omnipresente, de manera que disminuyen drsticamente las prcticas religiosas, incluso en los centros de congregaciones y rdenes y lo que se ofrece acenta el mencionado aspecto de la personalizacin de la fe, tratando la relacin con Dios/Jess de forma ms cercana y afectiva."(...) lo que s he estado en un colegio cristiano que es Maristas, entonces, pues, que quieras o que no algo s que recibes (...) cuando estaba en 5S de EGB o as, un profesor y tal, que (...) ms o menos nos enseaba a rezar y eso (...) me acuerdo sobre todo que nos ense a rezar a Jess como si fuera un amigo (...) bamos a misa una vez al mes o una vez al trimestre (...) no me acuerdo, la verdad es que no, la verdad es que tampoco se me han quedado muchas cosas de religin (...) tambin me acuerdo otra vez una profesora que fue misionera y luego nos dio un reportaje de que haba estado en Filipinas en un basurero donde viva gente (...) eso me impresion bastante (...)" (Entrevista en grupo n93r: 1, prrafo 14s y 2, prrafos 2- y 8y)

En el mbito docente, con las generaciones que vivieron ms conscientemente la transicin, se comienza a dar una rebelin ante lo religioso y quienes lo representan, como manifiesta una de las informantes -joven religiosa ahora- con relacin a sus recuerdos del colegio de monjas."(...) estaba de las monjas hasta el gorro [lo que menos le gustaba de las monjas era] (...) la disciplina, la vida tan rida que mostraban (...) no, no las veas as, pues, con ilusin por vivir, transmitiendo (...) que ests feliz y que ests viviendo una opcin que t has elegido y que eso se te tiene que notar (...) yo creo que eso fue lo que ms rechac cuando sal del colegio (...)" (Entrevisliis en grupo n"3: 9, prrafos 2", 4U, 8" y 10y).

En las zonas rurales ms tradicionales dicho fenmeno tarda en llegar, raientizndose la transicin a una sociedad menos imbuida de lo religioso en sus referentes dentitan'os. Uno de l'.

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Otro de los entrevistados, de 21 aos, sintoniza con esta misma rebelin. Su versin pasa por un sentimiento de incredulidad en su poca de bachillerato en un centro salesiano, de cuyas clases de religin recuerda que llegaba a la siguiente conclusin:"(...) vamos, vete a engaarle a otro porque a m no me ests engaando." {Entrevistas en grupo nL3: 23, prrafo 14e)

lo religioso, sino en lo afectivo (...) una gente muy implicada (...) la gente con un compromiso, con un compromiso muy pleno, que algunos estn casados (...), pero que vivan la fe desde lo ms profundo de su ser y dejaban que toda su vida estuviera impregnada por esa fe en Dios (...)"{Entrevistas en grupo nB3: 22, prrafo 1 3Q y 23, prrafo 2a)

La manifiesta y progresiva desafeccin religiosa que desvelan las entrevistas ha sido ya corroborada por numerosos estudios al respecto. Una desafeccin que, sobre todo en las generaciones ms jvenes, se visibiliza inequvocamente en el desapego y ninguneo hacia la institucin eclesial 97 . Evidentemente, se va agudizando la separacin entre centros pblicos (no religiosos) y privados de marcado ideario religioso, aunque tambin stos padezcan los efectos de una cultura que avanza disolviendo la. carga de la religiosidad institucional en el sistema y el mundo de la vida. El proceso de decostruccin religiosa est ya en marcha, lo que produce significativas crisis en quienes pasan de una institucin religiosa marcadamente conservadora a otros mbitos educativos ms permisivos en consonancia con el momento cultural que vive el conjunto de la sociedad. Es decir, a un contexto donde la indiferencia denota la relacin con lo religioso y eclesial:"(...) en el Instituto con 14 aos, imagnate, chicos y chicas en clase (...) como ms presin, se perda toda la religiosidad (...)" (Entrevista individual n"3: 8, prrafos I a y 5Q)

Y sucede que, a medida que nos aproximamos a la poca actual, lo religioso se difumina para quedarse a menudo diluido en una cuestin de valores humanos, pero que resulta atrayente -como desvelaba el Estudio de Confer-, quizs como expresin de esa religiosidad difusa que se ha do extendiendo por nuestra cultura."(...) un Carmelita (...) me da religin y sociales (...) no tanto como religin, yo creo que pocas veces le habr odo en clase hablar de Jess (...) yo creo que fue ms una educacin en valores, valores que l los refera a valores cristianos (...) una persona que trabaja y que adems lo haca con cierto cario a la gente y eso, a m me llamaba mucho la atencin (...)"(Entrevistas en grupo nQ3: 31, prrafo 3a)

Podemos advertir tambin que el colegio religioso ha sido para muchos, en medio de todo ello, y sin saberlo, el soporte necesario para mantenerse en la posibilidad de experimentar la religin o la fe como algo natural."(...) estudio en la Ikastola Diocesana (...) s que ha habido una presencia y acompaamiento (...) nunca hasta llegar la adolescencia ni lo he cuestionado ni lo he rechazado, me ha parecido normal, pues, bueno, haba que irse a la cama, me lavaba los dientes y a rezar (...) en aquella poca Jess y los Reyes Magos la misma cosa." (Entrevista en grupo nQ2: 8, prrafo 14a y 9, prrafo 2a)

Con el paso de los aos, la fisonoma de quienes representan lo religioso en la educacin experimenta variaciones. Es debido a la inclusin de profesores laicos/as en religin y en otras materias en la medida en que se va extendiendo la ausencia de curas y monjas por la reduccin de efectivos de las congregaciones, especialmente en las que tienen instituciones escolares. Tambin colabora a ello el hecho de que personas laicas ejerzan de catequistas o monitores:"(...) nos invitaron a un campamento de verano, yo me fui solo sin conocer a nadie y fue una experiencia brutal para m, no en

En trminos generales, aquellos informantes que han optado por una vocacin consagrada, nos descubren dos tipos de experiencias respecto a los colegios religiosos: a) Efecto rebote de personas que han vuelto a la Iglesia pero por canales diferentes, desmarcndose de lo que han recibido en el colegio. Recurdense las alusiones de la monja ms joven sobre la Congregacin a la que actualmente perlenece y en la que fue educada de pequea. Experiencia muy neg.iliva del colegio, porque para ella las monjas eran

J. Elzo, op. cit., p. 289-307.

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unas personas muy rgidas, que no manifestaban la alegra de vivir con el mensaje que deban transmitir. b) Los tres informantes entrevistados individualmente coinciden en que una parte importante de su etapa educativa la han pasado en colegios religiosos. En conjunto, los tres tienen buena experiencia 98 . Normalmente, se recuerda a aquellas personas que han tenido capacidad de contagio, lo mismo que ocurrir en las parroquias. Los jvenes mayores de 25 aos ponen al descubierto algunas de las consecuencias que tiene la llamada quiebra en la transmisin de la fe. Quienes tienen que desarrollar actualmente su labor docente en el rea de la religin, incluso dentro de centros concertados, manifiestan que, en la mayor parte de los casos, su trabajo tiene que empezar de cero, pues no hay socializacin religiosa familiar previa. Muestran su preocupacin por adquirir una capacidad de empatia incluso en el lenguaje, no slo con los nios, sino tambin con los adultos, otros profesores y sobre todo los padres."(...) Es la experiencia de las trincheras (...) me siento ms c m o d o en Primaria (...) son personas mucho ms esponjosas (...) la teora debera decir en buena lgica pues que un padre catlico quiere que sus hijos se formen en una educacin (...) catlica (...) pero no ocurre as (...) muchos de ellos estn absolutamente disidentes del tema (...) yo les exijo (...) porque yo les digo: 'una cosa es ser buena persona y ser buen creyente, buen cristiano y practicar todos los das si quieren y otra es conocer, adquirir los conocimientos del cristianismo' (...)"'(Entrevista individual r-2: 38, prrafos 5 9 y 9 e y 13 S y 39, prrafo 1e)

caracterstico de las mujeres y de los roles de gnero a ellas atribuidos. Una de esas mujeres recuerda que, en aquel entonces, el tiempo libre lo pasaban haciendo actividades propias de las Hijas de Mara: "(...) nos preocupbamos, pues, no s, de estar siempre la Virgen impecable, con las flores (...) las hijas de Mara lo nico que hacamos era lavar los manteles." (Entrevista en grupo nQ1: 2, prrafos 6S y 10Q). Salvando las distancias contextales y de socializacin, chicos y chicas mayores y menores de 25 aos evidencian en sus relaciones una imbricacin entre cuadrilla, grupos eclesiales y centro educativo y sus actividades extraescolares correspondientes: "(...) estaban tambin los amigos y era tambin un momento de encuentro y, bueno, siempre sacabas algo en limpio (...) mi cuadrilla de barrio era los de kastola (...) las madres nos venan a buscar a clase, nos apuntaban juntos a catequesis, a krate y a ingls y a solfeo (...)" (Entrevista en grupo nB2: 9, prrafos 8 e y 1 3e); "(...) al final mi cuadrilla hoy da surge de ah (...) y del grupo de referencia" (Entrevistas en grupo nB3: 3 1 , prrafo 19). Las relaciones interpares estimulan la proximidad respecto de la institucin eclesial, incluso cuando la relacin con sta se torna adversa para los individuos. Llegan momentos en que, aunque la misa solo se vea como algo aburrido, que la confirmacin "no me llenaba" y que la Iglesia se perciba como una institucin encerrada en s misma, se puede continuar en grupos. La razn consiste en que stos favorecen relaciones de amistad y de pareja por medio de convivencias donde el/la joven reivindica y hace uso de su autonoma frente a la heteronoma y dependencia que caracteriza el resto de sus experiencias vitales. "(...) yo en la parroquia ya no reciba nada, yo notaba que el grifo, digamos, se haba agotado y yo segua yendo, pues, lo mismo, por la cuadrilla y por las chicas, haba chicas y era una oportunidad tremenda, tenas convivencias cada trimestre (...)'''(Entrevista en grupo nQ2: 11, prrafos 2S y 3e) "(...) te ibas un fin de semana por ah (...) era la excusa perfecta para escaparte de casa de vez en cuando (...)"'(Entrevista a grupo n92: 11, prrafos 8Q) En olio sentido, resulta llamativo detectar que son frecuentes los.( ,isos en que el grupo de pares, la cuadrilla o una buena parte

11.1.3. Los amigos Las personas entrevistadas de entre 45 y 55 aos que se han socializado de acuerdo al modelo ms tradicional relatan cmo las relaciones interpersonales con el grupo de amigos estn singularizadas por las obligaciones religiosas, hecho especialmente

98 Si bien puede que se juzgue de forma positiva porque luego ha habido una cierta continuidad con esa identidad.

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de sus miembros se mantiene al margen de las creencias y de las actividades religiosas de las y los narradores: "(...) yo perteneca a un grupo de amigos en el que cada uno tena sus inclinaciones ms o menos marcadas y que se respetaban las opiniones (...) yo creo que ah he tenido suerte (...)" (Entrevistas prrafo 7B). Algunos informantes reflejan con sus historias la presencia de lo que podramos denominar cuadrillas paralelas. Una es fruto del ambiente relacional y ldico creado a raz de los estudios, d o n d e d o m i n a la indiferencia y la desvinculacin de la religiosidad institucionalizada. "Y la cuadrilla (...) [Estaban en el mismo rollo que t?] No, nadie, nadie ... [No son creyentes?] No, salvo uno (...) ramos una cuadrilla, muy (...) normal (...) gente que se junta (...) van por ah a tomar algo (...)" (Entrevista individual nQV. 9, prrafos 39, 69, 79, 8Q y 199, 10, prrafo 19) "(...) probablemente sea el nico que pisa sistemticamente la Iglesia (...) de esos 30 habr 10 que vayan de vez en cuando (...) quiere decir funerales, bodas (...) el resto, no va nunca (...) (Entrevista individual ne2: 10, prrafo 79) La otra surge en torno a grupos de referencia parroquiales y m o v i m i e n t o s (Geideak, M o v i m i e n t o s Apostlicos, Eskultismo,...), en cuanto habitat privilegiado para compartir la experiencia de fe, eje de discernimiento y de fortalecimiento de la propia identidad (Entrevista individual ns1: 6, prrafo 3 2 y 5 S ). Ante la o p c i n v o c a c i o n a l , las cuadrillas de amigos carentes de raz religiosa tienden a reaccionar con una mezcla de sorpresa y de preocupacin por el futuro afectivo de su protagonista: "La cuadrilla de mis amigos se sorprendieron mucho (...) se lo dije un da en fiestas de Sodupe, tambin me daba mucho apuro decrselo (...) ni la expresin es bonita no? me voy a meter cura (...) haba alguna persona que estaba preocupada por mi futuro afectivo y claro y joe si viene alguna chica y te echa los tejos (...) hay dos posibilidades: una, si me enamoro de ella, pues probablemente me ir con ella, pero si no (...) pues seguir haciendo esto a lo cual me comprometo (...) al final te tiras (...) a una piscina y lo que no sabes es si est llena de agua" (Entrevista individual r'l: 16, prrafos 5", 7", 11" y 15") en grupo n 3: 1 1 ,Q

En ocasiones, se enteran de la decisin a travs de la familia, por sentimientos en los que se mezclan el m i e d o y la vergenza. "(...) porque yo en el Instituto era un polvorilla (...) ellos tienen la dea y siguen tenindola (...) un poco polvorilla (...) fuera alguien que se dedicara a ser cura no? Que parece como que tienen que ser una imagen como de una persona muy seria (...) se enteraron cuando me llamaban a casa y mi madre les deca pues, oye, se ha metido al Seminario (...) me daba miedo, decirlo, me daba miedo, con 20 aos me daba vergenza (...)" (Entrevista individual n'-'3: 21, prrafos 1 9 , 3e y 59) Pasado un t i e m p o , amigas y amigos parecen descubrir que es una decisin vital con la que se siente a gusto quien la ha t o m a do. "(...) medio ao despus (...) me dijeron un piropo (...) que no me haban visto nunca tan contento (...) Y alguno incluso pues deca: yo creo que ests en lo tuyo (...)" (Entrevista individual nQ1: 1 7, prrafos 59 y 79) En la e v o l u c i n que experimenta la cuadrilla destaca el c a m bio de percepcin respecto de la imagen que proyecta la persona; de ser extraa a inspirar cercana y confianza para intervenir en todo tipo de problemas -algunos de especial trascendencia y c o m p r o m i s o - incluidos los de pareja. "(...) yo s he vivido un poco la sensacin de (...) sonarles raro, luego a ver en m algo, por el hecho de ser seminarista, algo que inspira confianza (...) hablaban conmigo y no solo problemas personales (...) sino incluso de pareja (...) un sbado por la noche (...) estbamos charlando un rato fumando un cigarro y me dice uno de ellos: voye (...) t cmo sabes que la chica que has elegido es la chica de tu vida?' (...) le dije pues que eso no, no se puede saber y que lo haces al final pues un poco, un salto, confas en otra persona y vas construyendo en la medida en que vas haciendo un camino (...)" (Entrevista individual ne2: 1 5, prrafos 1 a , 5e y 9a)

11.1.4. Los grupos cristianos Entre los diversos agentes de socializacin adquieren una significacin especial la parroquia y el c o n j u n t o plural y diverso de grupos, asociaciones o movimientos de Iglesia en los que los intoini,mies estn o han estado encuadrados. Lgicamente, con el

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paso de los aos y el cambio de circunstancias, se ha dado una evolucin en los modos de vinculacin parroquial o eclesial. Los informantes ms mayores vivieron inmersos en un modelo de "cristiandad", con una presencia natural e integrada socialmente de liturgias y otras prcticas religiosas."(...) vivimos muy, muy a fondo la religin, a los nios desde que nacemos, yo creo que nos va marcando, antes de hacer la comunin ya vamos a la catequesis (...) despus de hacer la c o m u n i n (...) ya tenamos ciertas obligaciones con la Iglesia, de ir a limpiar el altar, de ir a poner las flores, de cuidar la imagen de la Virgen y todo esto, lo mismo pasaba en Semana Santa (...) tenamos la obligacin de ir a todos los oficios religiosos y yo recuerdo aquellas, a las plticas que llamaban a las 6 de la maana, que bamos a escucharlas con mucho fro y mucho sueo (...)" (Entrevista en grupo r-P. 1, prrafo 6e)

Como hemos apuntado, todava en los aos cincuenta y sesenta, el modelo vigente hace que la parroquia y su mbito de influencia y presencia coincidan con el mbito social o cvico de la vida de los ciudadanos de ese territorio. Son esa influencia y presencia cotidianas, que vemos tambin en el caso de la escuela y otros agentes de socializacin, las que coadyuvan ineludiblemente a hacer plausible la religiosidad:"(...) a la escuela he ido siempre a una particular, que no era la escuela nacional, y el cura donde cuando estbamos en el recreo (...) el catecismo, pues el mismo cura del pueblo nos coga (...) ya hacas la c o m u n i n y seguas con esa horita, hora y pico, que te coga l a la semana, yo no tengo el recuerdo de que me sentara muy mal ni tampoco muy bien (...) lo vivas c o m o algo normal (...)"(Entrevista en grupo n-1: 28, prrafo 1 7- y 29, prrafo 1s)

Como ya advertimos al hablar de la escuela, la connaturalidad de lo religioso haca innecesaria una organizacin de grupos como la que hoy conocemos en nuestra dicesis. La obligatoriedad que envuelve esos espacios y tiempos, por supuesto con ms fuerza en unos lugares que en otros, contrasta con un tipo de adhesiones basadas en la decisin libre de los individuos, que se abrir paso ms adelante."(...) se tiene que ir por fuerza, todo el m u n d o y tambin lo de rezar el rosario, bueno, c o m o en todos los sitios yo creo que en todos los sitios pasaba (...) y a misa todos los das, todos los domingos, todos los das no bamos, bamos los domingos a las 6 de la maana (...)"(Entrevista en grupo nB1: 2, prrafos 8 e y 11e)

En el Pas Vasco, la situacin vivida, especialmente en el tardofranquismo, hace que la experiencia de grupos parroquiales sirva de cobertura para reuniones de diferentes sectores de la oposicin poltica, convirtindose la Iglesia en un "espacio protegido" que, en la prctica, permite el desempeo de funciones tribunicias o de suplencia poltica; se recrea as otra imagen de la institucin eclesial, ms prxima y comprometida con la ciudadana, no exenta de repercusiones de distinto tipo para la propia institucin. En relacin con ello, las historias rememoran, asimismo, casos de secularizaciones."(...) haba uno que era el prroco que era dominante, soberbio, otro, que era una persona que colaboraba m u c h o con la gente, sobre todo con gente humilde, y se fue a unos barrios, bueno, bueno, regal todo (...) luego se meti en poltica (...) otro (...) acab conociendo a una mujer (...) se seculariz (...) hacamos salidas en verano, a nivel de tiendas de campaa, bien con ellos (...)" (Entrevista en grupo, nQ1: 8, prrafos 1 1 a y 13e)

Los grupos caractersticos de esa poca eran la antigua Accin Catlica (hasta la crisis de los aos sesenta), las Hijas de Mara, la Adoracin Nocturna, etc., donde hombres y mujeres estaban separados, como corresponde a la cultura del momento. En una Iglesia en la que el cura concentra casi todas las tareas eclesiales, y por tanto, a diferencia de hoy, sin un espacio reconocido al lajeado, aunque encontramos la tradicional figura de los monaguillos:"(...) nosotros en la juventud ramos monaguillos (...) luego estuvimos en la Accin Catlica (...) en Adoracin Nocturna (...)" (Entrevista en grupo nB1: 25, prrafos 7" y 9)

Algunas de esas experiencias se agudizan por las oleadas migratorias procedentes de diversos lugares de Espaa, que multiplican la masa obrera y, por tanto, las condiciones de reivindicacin social y poltica, lo que da an ms posibilidades para desarrollar cauces de complicidad entre el pueblo y la Iglesia. Uno de nuestros entrevistados, de 52 aos, al hacer memoria de sus vivencias parroquiales, recuerda la fractura dentro del propio clero.

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"(...) unos que estaban totalmente con el Gobierno, de la Guardia Civil y otros que estaban con (...) de la noche a la maana desaparecieron dos curas (...) haba la divisin poltica y religiosa (...)" (Entrevista en grupo n91: 9, prrafo 18 s y 10, prrafos Ia

Navidades, campamentos, he estado en Taiz, he hecho el camino de Santiago (...)" (Entrevista en grupo nB2: 2, prrafo 4S)

y 3)

a

En otros mbitos bien distintos, como el del servicio militar, tambin se poda participar en grupos que normalmente eran competencia pastoral del capelln. El informante que lo recuerda admite, por otra parte, que en muchos casos no era sino una oportunidad para evitar estar disponible para otros servicios."(...) yo le ayudaba mucho en la Iglesia y hacamos muchas cosas, hacamos grupos con gente (...) el primer paso ha sido por no hacer otra cosa" {Entrevista en grupo n3l: 20, prrafo 8a)

Y la de los todava menores de 25 aos, donde con ms frecuencia se suelen simultanear estilos de grupos y compromisos, que -digamos tambin- en no pocas ocasiones ha conducido y conduce a un activismo que puede llegar a crear problemas."(...) por un lado estoy en un grupo eskaut parroquial que se rene en los locales de abajo y por otro lado, estoy en un grupo de catecumenado, de catequesis que se rene en los locales de arriba, pero, bueno, es que al final son dos grupos paralelos, que alguna vez s que han creado algn conflicto, pero que se han mantenido bastante bien llevados (...)" (Entrevistas en grupo ne3: 3 1 , prrafo 3a)

Precisamente en coincidencia con el proceso de transicin poltica y de desinstitucionalizacin religiosa, la situacin de muchas parroquias cambia, detectndose una cierta sensacin de "desierto" al tiempo que las secularizaciones se siguen produciendo."(...) mi madre empez a dar catequesis a raz de que no haba catequistas cuando empezamos nosotros la comunin y en la parroquia, adems, haba despus de la transicin, hubo una poca c o m o de desierto, hubo problemas con los curas, yo no recuerdo muy bien (...) de los tres que estuvieron all dos luego se secularizaron (...) el que se qued, la verdad es que tuvo muchos problemas con el resto de la parroquia y, mi madre, en concreto, fue una de las que a pesar de las diferencias mantuvo siempre el tipo (...) por eso digo que mi relacin con la parroquia no se perdi (...)" (Entrevista en grupo n2: 29, prrafo 11a)

No cabe duda que el hecho de formar parte de un grupo, como apreciamos, es condicin suficiente para detectar incoherencias y otros aspectos negativos de la Iglesia. Pero tambin, al hilo de los relatos, podemos advertir que es condicin necesaria para propiciar una visin ms cercana y amable de la institucin, incluso entre los ms crticos. As lo manifiestan varios de nuestros informantes, como un joven militante jocista."(...) de lo que es la estructura de la Iglesia siempre he tenido una imagen negativa y actualmente la sigo manteniendo en gran parte (...) de nuestra dicesis no porque la he ido conociendo y comparando con otras (...) en esta dicesis tiene un peso bastante importante lo que es los laicos, en los distintos rganos (...) yo por lo que veo es un funcionamiento bastante democrtico aunque la estructura tradicional se siga manteniendo (...)" (Entrevistas en grupo nQ3: 24, prrafo 1 a y 25, prrafo 5a)

A diferencia de la franja de edad adulta (entre 45 y 55 aos), que, como hemos dicho, no ha conocido los grupos de forma tan estructurada y organizada, las siguientes s tuvieron esa oportunidad y una gama amplia y plural de grupos y actividades. La de quienes ahora tienen entre 25 y 45 aos."(...) he estado en la catequesis en la parroquia (...) todos los aos hasta la c o m u n i n , incluso despus de la c o m u n i n hasta que empec BUP, que pas a los grupos [del colegio] (...) hasta hace 3 aos (...) incluso ya cuando compaeros fueron a la U n i versidad, yo fui por FP (...) segua en los grupos rehu ionndome con la gente haciendo pues las Pascuas que se hacan, t osas m

Para los mayores de 25 aos y menores de cuarenta, los grupos son el cauce habitual y mayoritario para socializarse en lo religioso, por donde an pasaba casi todo el mundo, y ms en concreto para acceder a los sacramentos de la iniciacin cristiana."(...) hasta los 13 o 14 aos catequesis, primera c o m u n i n y por donde pasamos todos, o sea que bueno, que sin mucho, sin pena ni gloria (...)" (Entrevista en grupo nQ2: 8, prrafos 14a)

I a l.imilin se constituye en un soporte para toda una trayecto11,1 (MI )',IU|)OS.

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"(...) yo creo que c o m o todos los padres han hecho durante un tiempo (...) a travs del bautismo, pero, luego a travs de, bueno, de seguir en grupos parroquiales (...) la posibilidad suele empezar con lo que son los cursos de catequesis, la posibilidad de hacer la comunin (...) la posibilidad de hacer los grupos de confirmacin, catecumenado, iniciacin cristiana que van cambiando de nombre segn vamos creciendo, la posibilidad de dar el paso a la confirmacin y al mismo tiempo la posibilidad de seguir en un grupo de referencia y de incluso, insertarme en el seminario (...) cuando a los siete aos paso a vivir aqu, a Txurdinaga, empieza a crecer o empieza a nacer un grupo eskaut, Jaiotza y mis padres con muy buena voluntad y como les encanta el monte, y siempre se ha mezclado eskaut y monte, pues, me meten en el grupo eskaut a los 7 aos (...)"'{Entrevistas en grupo ng3: 29, prrafo 10Q)

"(...) haciendo una reunin de grupo valorando cundo nos podamos reunir, cada uno estaba haciendo su carrera, su trabajo'(...) todos haban llegado a que el mejor da era el domingo por la tarde y yo dije, pues, que yo tena novia y que sola quedar con ella y hubo alguien que no tuvo otra cosa mejor que decir, v pues tendrs que elegir entre tu grupo y tu n o v i a ' y decid (...) ahora estoy con mi novia, me voy a casar con ella en octubre (...)"(Entrevista en grupo n32: 2, prrafos 6 S y 8 S )

No obstante, la "cuadrilla eclesial", como decamos al hablar de los amigos, acaba convirtindose a esas edades, adems, en el mbito donde sus miembros pueden reivindicar y hacer uso de una cierta autonoma frente a las obligadas dependencias que caracterizan el resto de su experiencia vital. En el caso de estos jvenes que nos aportan sus experiencias en grupos eclesiales aparecen sugeridas razones para la incorporacin a la Iglesia y la permanencia en sus grupos donde el factor sicoafectivo es prioritario, a pesar de hacerse conscientes del hermetismo dogmtico y normativo del magisterio institucional."(...) cuando empiezas a descubrir un poco la hipocresa que hay, esa imposicin en las prohibiciones, el pecado (...) te planteas la sociedad, te planteas la Iglesia (...) yo nunca he dejado la parroquia (...) estaban tambin los amigos y era tambin un momento de encuentro y, bueno, siempre sacabas algo en limpio (...) mi cuadrilla de barrio era los de ikastola (...) las madres nos venan a buscar a clase, nos apuntaban juntos a catequesis, a krate y a ingls y a solfeo (...)"'(Entrevista en grupo nQ2: 9, prrafos 8 S y 1 39)

Aparece tambin como causa de crisis el contraste de modelos eclesiales, como en el caso de uno de los entrevistados individualmente, de 32 aos. Ha abandonado el modelo vivido en la infancia en el mbito escolar, de carcter conservador -con una concepcin, segn sus propias palabras, piramidal y secretista-, en sintona con paradigmas religiosos de un pasado de cristiandad, y se vincula a otro nuevo, el que est viviendo la realidad de la Iglesia diocesana ms volcada, a su juicio, en el anuncio cotidiano del Reino, abierta a las personas y socialmente comprometida."(...) fui descubriendo otro tipo de Iglesia que yo no conoca (...) una Iglesia preocupada por la (...) corresponsabilidad (...) por la madurez de las personas, preocupada por la gente en concreto por sus situaciones, una Iglesia que quera anunciar el Reino de Dios en el mundo de cada da, una Iglesia que no era solamente eso: ritos o sacramentos (...) una Iglesia universal porque est abierta (...) descubr la Iglesia Diocesana porque yo haba estado en (...) las comunidades neocatecumenales (...) Una Iglesia que a m me gust (...) con una tendencia a lo que es (...) el compromiso en el mundo social." (Entrevista individual n'-'l: 18, prrafos 2, 4 - y 6, prrafo 1")

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Nos remitimos, de nuevo, a las orientaciones pastorales a partir de 1973 y a -Ivo* pLincs diocesanos de evangelizacin.

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3 aos (...) trabajando de profesora de alfabetizacin en minoras, en un proyecto (...) he estado muchos aos en el paro hasta que tuve que hacer sustituciones (...) ha sido importante el c o m promiso (...) en la realidad en la que se est y el movimiento que tiene una especificidad obrera (...) mi compromiso se ha centrado ms en el barrio (...) en el paro, formando equipos con otra gente de bsqueda de empleo, como en el sindicato, en la secretara de juventud (...)" (Entrevista en grupo ne2: 30, prrafos 7 a y 9 s y 3 1 , prrafos 1 a , 3 y y 5a)

Entre los entrevistados ms jvenes (menores de 25 aos), el compaginar el compromiso social y el eclesial supone algo frecuente y normal. La insistencia al narrar sus relatos nos descubre el intento realizado durante aos de vincular y armonizar la opcin de la fe con un estilo de vida comprometido en la transformacin de la realidad tanto desde el mbito del voluntariado y de la militancia sociopoltica como de la especializacin profesional."(...) ahora estoy en un grupo de referencia que ahora estn tan de moda (...) he sido monitor de iniciacin durante 4 aos y (...) he colaborado en ciertas cosas as sociales (...) estuve metido en una especie de asociacin (...) la red ciudadana para la abolicin de la Deuda Externa con una votacin popular (...) una forma bonita de que la gente expresara su opinin (...) a nivel de distintas actividades dentro de la parroquia (...) pusimos una chozna solidaria el ao pasado (...) estamos intentando mover Kidenda (...) he hecho el curso Norte-Sur de la Dicesis (...)'''(Entrevistas en grupo nQ3: 6, prrafos 12 a , 18 S y 20 a y 7, prrafo 1a) "(...) he estado trabajando en el Consejo de Estudiantes (...) he hecho grandes cosas y actualmente tambin estoy participando en un taller de Elkarri (...) otros aos he tenido as compromisos un poco ms light (...) lo de la carta de Derechos Sociales (...) yo creo que el compromiso que he adquirido ahora en Elkarri (...) lo tengo ms madurado (...)"(Entrevistas en grupo n-3: 28, prrafo 5e) "(...) en mis estudios [voy a escoger] servicios sociales (...) porque a m donde me llama Jess a estar es ah, es con la gente joven y con la gente que lo est pasando mal (...)"(Entrevistas en grupo n'J3: 28, prrafo 7- y 9a)

Hay quienes en sus discursos, teniendo en cuenta que el dramatismo del tiempo de la dictadura est ya pasado, insisten tambin en la dimensin intraeclesial y en la presencia de lo ldico como factor motivacional del compromiso."(...) se volcaron tambin un poco con el tema social (...) mil testimonios de gente (...) en gente joven y en gente mayor (...) de una asamblea parroquial sali el hacer una asociacin de vecinos y luego tambin a nivel intraeclesial, pues, hombre, haciendo encuentros de oracin, bueno, pues, de hacer eucaristas en algunas fechas especiales (...) yo hice catequesis, confirmacin, todo, preadolescentes (...) en ese ambiente en el que se mezclaba, pues, eso, lo religioso con lo ocioso (...) de eso tengo un buen recuerdo (...)" (Entrevista en grupo nB2: 20, prrafo 1a)

Con todo, no se pueden echar las campanas al vuelo. Lo apuntbamos en la descripcin y anlisis del contexto socio-cultural y eclesial. Sociolgicamente nos encontramos con una minora que se compromete en distintos mbitos y una mayora sin compromiso alguno. Por otro lado, conviene indicar que la multiplicidad de compromisos, al margen de su intensidad y coherencia, guarda correspondencia con una escenario identificado por la diversidad y fragmentacin de referentes y mbitos de pertenencia. La plurimilitancia -perfil dominante entre nuestros informantes dada su extraccin eclesial- es un atributo que encarna con claridad la figura de un joven de la margen izquierda del Nervin que participa en Gesto por la Paz, en iniciativas contra la desindustrializacin, al tiempo que est en un grupo de confirmacin y luego en un grupo de referencia, adems de ser monitor Eskaut, porque lo importante, a su juicio, es tener conciencia de "(...) estar en la movida (...) y de vivir un modo de ser Iglesia y de ser cristiano (...) que era atractivo (...) moderno (...)" (Entrevista en grupo n2: 2 I, prrafo 3U).

En este mismo colectivo de jvenes, como ya ha aparecido, tanto la pertenencia a un determinado grupo como el compromiso constituyen elementos valorados por encima de la asistencia a la celebracin eucarstica para la identificacin religiosa 100 . Las historias de vida del trabajo Creencia e increencia en la Bizkaia del tercer Milenio muestran en qu consiste la ntima relacin entre grupo y compromiso en los jvenes "El compromiso asumido dentro de un grupo se convierte en elemento prioritario, llegndose a afirmar que no puede ser ~un buen cristiano una persona que no se compromete' (Entrevistas de Cetxo: 28, prrafo Ia). Dicho compromiso no se percibe tanto desde el punto de vista tico que como fuente de satisfaccin personal: 'me mola, me enrolla o lo que sea' (Entrevistas de Barakaldo: 28, prrafo 1H) (...) En sntesis, podemos decir que, en general, el acceso previo para iniciarse religiosamente est relacionado con un grupo en el que se concreta algn tipo de compromiso que produce satisfaccin. Van ,i ser el grupo y el compromiso los autnticos donadores de sentido y los cli'iHi'iilos i|ii")

La atmsfera contextual tambin provoca en los vocacionados cierta inseguridad ante un compromiso de por vida. Recordemos cmo, al abordar especficamente ese aspecto, se aluda al relativismo como factor desbaratador de proyectos y compromisos duraderos. Releyendo su experiencia personal, una de las religiosas entrevistadas advierte, adems, acerca de la dificultad de convivir en comunidades religiosas con importantes distancias generacionales y de estilos de vida. En el mismo tono, se refiere a la rigidez de las estructuras eclesiales y/o congregacionales, a esa falta de espacio vital para el ejercicio de la libertad y para el propio desarrollo, dficit que limita seriamente la incorporacin de personas

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PERPLEJIDAD ANTE LAS VOCACIONES

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jvenes crecidas en otra cultura que no es la que prevalece en tales instituciones."(...) el valor que se le da a cosas que no son realmente esenciales, o sea, la forma, a la estructura, a la jerarqua (...) una vida de rigidez que ahoga (...) habra que dar ms espacio vital (...) que cada uno nos desarrollemos de una manera y que mi experiencia personal no puede ser igual que una persona que tenga 70 aos (...) el modo de expresarme y las necesidades que yo pueda tener, igual para m puede ser muy necesario ir a dar una vuelta o irme a las piscinas y para otra es muy necesario sentarse en un silln y verse una pelcula." (Entrevistas en grupo n33: 16, prrafo 14 e y 17, prrafo 1e) "(...) la poca amplitud que se da en el desarrollo personal, en la personalidad, la libertad personal, que te dejen ser responsable dentro de una opcin, que puede ser cura y optar por esa vida, pero te tienes que desarrollar c o m o persona (...)" (Entrevistas en grupo n-3: 20, prrafo 5")

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de lo pequeo (...) yo no conozco a ningn maestro espiritual que diga que hay que arrastrar a las masas para seguir a Jess (...) tu lees la Biblia y dices (...) pues si aqu Dios no se manifiesta ni en el fuego ni en la tormenta, est en la brisa esa que pasa (...)" (Entrevista individual nq2: 39, prrafos 1 2Q, 14"; 40, prrafos 7Q y 1 1 s y 4 1 , prrafo 1a)

En algunos casos, puede resultar motivo de especial desasosiego la conciencia de lmite, la sensacin de que un cura tiene que ser un lder infalible y saber de todo: "(...) no me vea cura porque me vea una persona muy limitada, muy poca cosa, muy dbil (...) el cura tiene que ser imagen no? Y que sea un lder (...) y te fallan los estudios, te falla lo otro (...)" (Entrevista individual nQ3: 28, prrafo 3a) Encuentran tambin dificultades externas, ms all de los condicionantes socio-culturales. Nos referimos a las reacciones de su entorno humano ms prximo, a los amigos y las f