sánchez-la cue. de la ciudad, la identidad y los jóvenes

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La cuestión de la ciudad, la identidad y los jóvenes Maricela Portillo Sánchez http://comunicacion.boschce.es/articulos/nc014_01.htm El interés primordial del presente ensayo es reflexionar acerca de las transformaciones que está experimentando la sociedad moderna y de cómo estas transformaciones se han ido reflejando en la dinámica cotidiana de la ciudad y de lo que de ella podemos entender. El escenario económico, político y cultural se ha modificado también y esto trae consigo serias repercusiones en nuestras formas de organizarnos, en nuestras formas de convivir, de actuar y de reconocernos en sociedad. El advenimiento de la modernidad trajo severas consecuencias en el ámbito de las dinámicas estructurales en torno a las cuales se organizaba la acción social. En este sentido, Giddens caracteriza estas transformaciones como el conjunto de discontinuidades que asociadas, desde el inicio, al período moderno han actuado de manera peculiar con respecto a períodos históricos anteriores: "las formas de vida introducidas por la modernidad arrasaron de manera sin precedentes todas las modalidades tradicionales del orden social. Tanto en la extensión como en intensidad, las transformaciones que ha acarreado la modernidad son más profundas que la mayoría de los tipos de cambio característicos de períodos anteriores. Extensivamente han servido para establecer formas de interconexión social que abarcan el globo terráqueo; intensivamente, han alterado algunas de las más íntimas y privadas características de nuestra cotidianidad" (Giddens, 1990: 18). Queremos reflexionar, en un primer momento, acerca de las alteraciones que ha sufrido la ciudad como ese espacio de cotidianidad en el que se recrean y contraponen diversas identidades. La reconfiguración de estos conceptos, ciudad e identidad, en el contexto de la globalización es un asunto que parece agobiar y densificar los mapas conceptuales con los que se han venido planteando a nivel teórico y empírico. Acerca de la ciudad Cómo caracterizar a la ciudad, ese espacio de encuentros y desencuentros; luchas y desigualdades; tránsito y atropellamiento; orden y contradicciones; el lugar y no lugar. Espacio de paradojas inescrutables, de invenciones, de debate público, de experiencia civil, de construcción de discursos con los que se la nombra. La ciudad "es al mismo tiempo la maquinaria y el héroe de la modernidad" (De Certeau, 1990:

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Identidad y juventud

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  • La cuestin de la ciudad, la identidad y los jvenes Maricela Portillo Snchez

    http://comunicacion.boschce.es/articulos/nc014_01.htm

    El inters primordial del presente ensayo es reflexionar acerca de las

    transformaciones que est experimentando la sociedad moderna y de cmo estas

    transformaciones se han ido reflejando en la dinmica cotidiana de la ciudad y de lo

    que de ella podemos entender. El escenario econmico, poltico y cultural se ha

    modificado tambin y esto trae consigo serias repercusiones en nuestras formas de

    organizarnos, en nuestras formas de convivir, de actuar y de reconocernos en

    sociedad. El advenimiento de la modernidad trajo severas consecuencias en el

    mbito de las dinmicas estructurales en torno a las cuales se organizaba la accin

    social. En este sentido, Giddens caracteriza estas transformaciones como el

    conjunto de discontinuidades que asociadas, desde el inicio, al perodo moderno

    han actuado de manera peculiar con respecto a perodos histricos anteriores: "las

    formas de vida introducidas por la modernidad arrasaron de manera sin

    precedentes todas las modalidades tradicionales del orden social. Tanto en la

    extensin como en intensidad, las transformaciones que ha acarreado la

    modernidad son ms profundas que la mayora de los tipos de cambio

    caractersticos de perodos anteriores. Extensivamente han servido para establecer

    formas de interconexin social que abarcan el globo terrqueo; intensivamente, han

    alterado algunas de las ms ntimas y privadas caractersticas de nuestra

    cotidianidad" (Giddens, 1990: 18). Queremos reflexionar, en un primer momento,

    acerca de las alteraciones que ha sufrido la ciudad como ese espacio de

    cotidianidad en el que se recrean y contraponen diversas identidades. La

    reconfiguracin de estos conceptos, ciudad e identidad, en el contexto de la

    globalizacin es un asunto que parece agobiar y densificar los mapas conceptuales

    con los que se han venido planteando a nivel terico y emprico.

    Acerca de la ciudad

    Cmo caracterizar a la ciudad, ese espacio de encuentros y desencuentros; luchas

    y desigualdades; trnsito y atropellamiento; orden y contradicciones; el lugar y no

    lugar. Espacio de paradojas inescrutables, de invenciones, de debate pblico, de

    experiencia civil, de construccin de discursos con los que se la nombra. La ciudad

    "es al mismo tiempo la maquinaria y el hroe de la modernidad" (De Certeau, 1990:

  • 107). Tal parece que es casi imposible pensar las culturas contemporneas sin

    relacionarlas con el crecimiento de las ciudades.

    Pareciera ser que el origen de la ciudad se debe al resultado de la lucha del hombre

    para dominar la naturaleza. Y, en este sentido, la construccin de la ciudad ha sido

    entendida, desde un punto de vista sociolgico, como la revolucin urbana1. Sin

    embargo, no es ste el lugar desde el que deseamos partir. Aqu nos queremos

    referir a la ciudad a partir de quienes la viven y la construyen. Y a los modos en que

    podemos observar esta vivencia y construccin de la experiencia de quienes la

    habitan. As, "mirada desde y vivida desde dentro, la ciudad es memoria colectiva,

    que conectada a la experiencia prxima permite, no obstante, trascender esta

    experiencia y superar la atomizacin. En tal sentido es campo de posibilidades que

    permite el intercambio y el reconocimiento de algo que nos es comn a pesar de las

    diferencias" (Reguillo, 1995: 35). La vivencia cotidiana de la ciudad, catica,

    problemtica y contradictoria es campo frtil de observacin. Ah se expresan y

    segmentan los espacios (pblicos y privados) y se recrean y negocian los mltiples

    imaginarios de sus habitantes (Silva: 1993).

    La ciudad es punto de encuentro entre lo diverso, lugar de interrelacin entre los

    distintos grupos, es por esto que requiere, indiscutiblemente, de una constante

    adecuacin social (Aceves, 1994). Pero si, de acuerdo a lo que hemos venido

    afirmando, la ciudad es uno de los signos caractersticos de la modernidad, cmo

    pensarla a la luz del proceso de globalizacin2 que agobia a las sociedades

    actuales. Es bien cierto que, por una parte, el concepto Estado-Nacin es

    insuficiente, est dejando de ser el paradigma explicativo de las ciencias sociales.

    Dentro de este panorama podemos observar que la ciudad tambin se ha

    transformado.

    Javier Echeverra (1994) sintetiza este proceso de transformacin que se ha ido

    gestando en las ciudades como producto de esta nueva forma de organizacin

    social en un nuevo concepto: telpolis. Para l, es sta la nueva ciudad que se

    erige en el contexto de la globalizacin de la sociedad moderna: "Telpolis se

    sustenta en una nueva forma de economa, el telepolismo, que convierte los

    mbitos privados en pblicos y puede transformar el ocio en trabajo y el consumo

    en produccin " (Echevarra, 1994: 11). Con el concepto telpolis vislumbramos uno

    de los lugares en donde podemos observar los cambios que comienzan a marcar

    las transformaciones de la ciudad: lo pblico y lo privado. A este respecto, distintos

    autores coinciden en sealar que las fronteras entre espacio pblico y espacio

    privado son cada vez ms difusas. Lo pblico irrumpe cada vez con ms fuerza en

    los espacios privados. Esta situacin es peligrosa en el momento en que tambin la

    privacidad empieza a vivirse como una nueva forma de participacin pblica3. De

  • esta manera la dinmica del hogar -espacio privado por excelencia- se ha

    modificado. La irrupcin de las computadoras en casa (y todas las posibilidades que

    traen consigo) conjuntamente con la televisin permiten que la informacin llegue

    sin tener que salir. As, aunque podamos observar que hay una creciente tendencia

    al ensimismamiento de lo privado (estar en casa) en la sociedad moderna4, no

    podemos afirmar que se est aislado. Porque el estar en casa ya no significa estar

    ausente. Es sta una nueva forma de ver y estar en el mundo (Martn-Barbero,

    1996).

    La nueva organizacin social ha roto las fronteras clsicas entre lo privado y lo

    pblico. Es por esto que Rossana Reguillo (1996) advierte que la ruptura de las

    fronteras pblico-privado conlleva importantes consecuencias en el plano cultural:

    "hoy, en pos de los mismos objetivos: la expansin del mercado, el liberalismo

    modernizador avanza sobre el espacio privado al tiempo que reduce a su mnima

    expresin las manifestaciones pblicas de la cultura" (Reguillo, 1996: 72).

    Antiguamente se acuda a las plazas, a los atrios de las iglesias o al mercado para

    informarse de sucesos importantes, compartir visiones distintas de los hechos y

    ventilar las diferencias. En fin, para actuar en colectivo. Sin embargo, ahora los

    medios masivos de comunicacin (en particular la televisin) nos permiten hacer

    todo esto, cmodamente desde la privacidad acogedora del hogar. Encontramos

    aqu los rastros de una transformacin profunda: de la consagracin del pueblo

    ciudadano a la emergencia del pueblo espectador. Pero, hay que ser cuidadosos.

    Aunque tal vez ya no nicamente, an para protestar se requiere salir a la calle,

    espacio pblico por excelencia. Las multitudes an se aglomeran en las calles y en

    el zcalo para hacerse or. Nuestro pas, Mxico, cuenta con una larga experiencia

    al respecto: manifestaciones y mtines hoy son cosa de todos los das, "la ciudad

    lucha, pues, a diario contra el DDF, Sedesol, Telmex, CFE, PJF, SCT, SSA, DIF,

    R100, siglas que enmarcan la gestin delegada del poder" (Gonzlez, 1991: 91). El

    caos se ha vuelto cotidiano. No obstante, debemos reconocer que los medios

    masivos de comunicacin juegan un papel especial en este tipo de coyunturas

    poltico-sociales, "hoy da ninguna toma de la Bastilla puede prescindir de los

    medios de comunicacin, como una manera de irrumpir en la lgica de lo pblico,

    que se vive hoy de manera cada vez ms privada" (Reguillo, 1996: 74). Ya

    nombramos hasta aqu las dimensiones pblico-privado como espacios de

    transformacin importantes de la ciudad. Pero hay aqu otra cuestin que subyace

    en el horizonte de las transformaciones que se dibujan en la vivencia citadina: la

    identidad.

    Lo que sucede es que proponemos pensar la ciudad ya no como "un mero

    horizonte espacial o como un imperativo territorial (...sino...) pensarla como ese

  • espacio pluridimensional en el que coexisten identidades y proyectos diferenciados"

    (Reguillo, 1996: 76). Dejamos aqu la pregunta a la que intentaremos responder en

    las siguientes lneas: desde dnde pensar la identidad, cmo se ha ido

    transformando y en dnde podemos observar sus transformaciones. Pero y qu onda con la identidad

    Resulta interesante hacer notar que la aparicin del concepto de identidad en las

    ciencias sociales es relativamente reciente5; sin embargo, encontramos un inters

    creciente en diversos estudios tericos y empricos actuales por abordar la

    problemtica de la identidad como objeto de estudio. Este hecho, tal vez, se deba

    en parte a "la atencin de los estudiosos en ciencias sociales por la emergencia de

    los movimientos sociales que han tomado por pretexto a la identidad de un grupo

    (tnico o regional) o de una categora social (movimientos feministas, por ejemplo)

    para cuestionar una relacin de dominacin o reivindicar una autonoma" (Gimnez,

    1997: 1).

    Existen otra serie de elementos que nos hacen pensar que la cuestin de la

    multiplicacin de trabajos que tienen por eje central la cuestin de la identidad en

    las ciencias sociales se deba no solamente a la emergencia de movimientos

    sociales que han tomado como bandera el asunto de la identidad para de ah

    cuestionar y reivindicar diversas relaciones de dominacin, sino a la crisis del

    Estado-Nacin y la irrupcin del concepto de sociedades multiculturales, lo cual

    pone de relieve el debate serio acerca de grupos, etnias y minoras. La realidad nos

    apremia, ste es un asunto de fondo: por un lado asistimos al proceso de

    globalizacin de la sociedad y por otro los localismos resurgen con fuerza e

    interpelan constantemente el discurso neoliberal que manejan nuestros gobiernos.

    Es as entonces como "las nuevas problemticas ltimamente introducidas por la

    dialctica entre globalizacin y neo-localismos, por la transnacionalizacin de las

    franjas fronterizas y, sobre todo, por los grandes flujos migratorios que han

    terminado por trasplantar el mundo subdesarrollado en el corazn de las naciones

    subdesarrolladas, lejos de haber cancelado o desplazado el paradigma de la

    identidad parecen haber contribuido ms bien a reforzar su pertenencia y

    operacionalidad como instrumento de anlisis terico y emprico (Gimnez, 1997:

    2). De esta manera, diversos autores coinciden en sealar que la problemtica de la

    identidad puede ubicarse en el fondo del debate de la teora cultural

    contempornea.

    Parece que no podemos pensar ms la identidad como lo que nos es propio y partir

    de este supuesto para diferenciarnos de lo otro. Esta visin dicotmica de la

  • realidad parece no cobrar mucho sentido, sobre todo cuando observamos que

    cosas como sta suceden todos los das: "compramos un coche Ford montado en

    Espaa, con vidrios hechos en Canad, carburador italiano, radiador austraco,

    cilindros y bateras ingleses y el eje de transmisin francs. Enciendo mi televisor

    fabricado en Japn y lo que veo es un film-mundo, producido en Hollywood, dirigido

    por un cineasta polaco con asistentes franceses, actores y actrices de diez

    nacionalidades y escenas filmadas en los cuatro pases que pusieron

    financiamiento para hacerlo (en donde) los objetos pierden de fidelidad con los

    textos originarios (y la) cultura es un proceso de ensamblado multinacional, una

    articulacin flexible de partes, un montaje de rasgos que cualquier ciudadano de

    cualquier pas, religin o ideologa puede leer y usar" (Garca Canclini, 1995: 15).

    Partiendo de este ejemplo, podemos afirmar que la cuestin de la identidad y la

    cultura no puede seguirse pensando a la luz de sus referentes conceptuales

    clsicos6: "La transnacionalizacin de las tecnologas y de la comercializacin de

    bienes culturales disminuy la importancia de los referentes tradicionales de

    identidad" (Garca Canclini, 1995: 108).

    Garca Canclini seala la relacin medios de comunicacin, identidad y cultura en el

    contexto de la globalizacin econmica. En este sentido, argumenta que los medios

    masivos de comunicacin no tienen el suficiente poder para acabar con las formas

    tradicionales de expresin cultural, sino que en todo caso han contribuido a

    replantear los modos anteriores de concebir la cultura (Schlesinger, 1997).

    Este autor seala que el periodo actual se caracteriza por dos procesos:

    La descoleccin de bienes simblicos: reordenamiento individual de productos

    culturales en funcin del gusto personal y no de los cnones de consumo

    establecidos y consagrados socialmente.

    La desterritorializacin que implica la prdida de relacin natural de la cultura con

    los territorios geogrficos y sociales de origen y, al mismo tiempo, ciertas

    relocalizaciones parciales de producciones simblicas antiguas y nuevas

    (Schlesinger, 1997).

    Lo que Schlesinger propone es observar cmo se da el proceso de reconstruccin

    de identidades en el marco de la globalizacin, segmentacin e hibridizacin

    intercultural.

    Siguiendo el debate actual acerca del concepto de identidad, Renato Ortiz

    reflexiona en torno a las consecuencias que pueden acarrear las transformaciones

    de la modernidad mundial7 en las identidades locales. Asegura que "la proposicin

  • de que los principios clsicos de integracin, territorialidad y centralidad que se han

    sostenido para caracterizar a la nacin -y para poner las bases de la identidad

    nacional- han sido en buena medida desplazados por los procesos de

    globalizacin" (Schlesinger, 1997: 70). Para Ortiz es necesario desplazar la mirada

    y dejar de lado debates que slo ven en lo local y lo global lugares distintos en los

    que podemos percibir los procesos sociales. Propone captar el proceso cultural en

    otro nivel. Considera que el movimiento de desterritorializacin forma parte de un

    universo de smbolos compartidos mundialmente por sujetos situados en los

    lugares ms distantes del planeta (Ortiz, 1997).

    Retoma algunos planteamientos de Giddens8, sobre todo la nocin de desanclaje,

    con base en la cual argumenta que en realidad "el surgimiento de las sociedades

    modernas requiere que las relaciones sociales ya no se sometan al contexto local

    de la interaccin. Todo pasa, como si en las sociedades anteriores espacio y tiempo

    estuviesen contenidos en el entorno fsico" (Ortiz, 1997: 92). Con la modernidad, las

    relaciones sociales se desenvuelven en un territorio ms amplio. El desdoblamiento

    del horizonte geogrfico aparta cada vez ms a las personas de sus lugares de

    origen. Las sita en otra totalidad.

    La definicin que Ortiz hace de identidad es la siguiente: "Una construccin

    simblica en relacin a un referente" (Ortiz, 1997: 89). Los referentes pueden ser

    mltiples. De esta manera, para el autor, no sera til buscar la existencia de una

    identidad, sino ms bien definirla por su interaccin con otras identidades. De ah

    que la discusin bizantina acerca de lo propio y lo ajeno, lo autntico y lo falso deje

    de ser relevante. Pero qu dice Barbero al respecto

    Ya desde su obra De los medios a las mediaciones. Comunicacin, cultura y

    hegemona, Barbero plantea las ideas que an componen el debate actual acerca

    de la identidad en Amrica Latina. Es la razn dualista la que sigue permeando el

    pensamiento con el cual son vistos los procesos sociales en nuestro continente. Por

    un lado est el nacionalismo populista, que vive obsesionado con la idea del

    rescate de las races. Para los que as piensan, la pureza de lo indgena es un

    asunto legtimo y deseable. Por el otro, est el progresismo iluminista, para el cual

    lo indgena sigue siendo visto como el obstculo fundamental del desarrollo (Martn-

    Barbero, 1987).

    Cuando Martn-Barbero expresa sus dudas acerca de las categoras Estado y

    Nacin se cuestiona si el centrarse en la poltica de la actuacin pblica es el mejor

    medio para comprender el funcionamiento de la cultura popular. Lo que segn

  • Schlesinger y Morris (1997) est haciendo este autor es ofrecer una amplia

    concepcin de la comunicacin que va mucho ms all de percibir la problemtica

    de los medios masivos de comunicacin, desplaza la atencin hacia los usos y

    convierte a la mediacin9 en categora esencial de anlisis. Para Martn-Barbero, de

    acuerdo a estos autores, "la naturaleza sincrtica de las prcticas populares es de

    gran importancia en Latinoamrica. Tales prcticas contribuyen tanto a preservar

    las identidades culturales como a adaptarlas a las modernas demandas. En el

    fondo, por lo tanto, el inters por las mediaciones es un discurso sobre la formacin

    de las identidades" (Schlesinger, 1997: 62).

    Martn-Barbero percibe que el mundo vive hoy un acentuado proceso de

    fragmentacin en todos los niveles. Frente a este proceso expansivo debemos

    tener cuidado: "el elogio de la diversidad habla a la vez de una sensibilidad nueva

    de lo plural en nuestra sociedad, de una nueva percepcin de lo relativo y precario

    de las ideologas y los proyectos de liberacin, pero habla tambin del vrtigo del

    eclecticismo que desde la esttica a la poltica hacen que todo valga igual,

    confusin a cuyo resguardo los mercaderes hacen su negocio hacindonos creer

    (en) el simulacro hueco de la pluralidad" (Martn-Barbero, 1994: 75).

    Al mismo tiempo, frente a estos procesos de dominacin global capitalista que nos

    llegar por arriba, las manifestaciones populares, locales y regionales desbordan por

    abajo un espacio estratgico de resistencia10. En Latinoamrica contamos con una

    larga historia de encuentros y desencuentros de lo nacional con la identidad.

    Cuando se privilegia la relacin del Estado nacional con un sentido de pertenencia

    nico, el discursos de los gobiernos de nuestras naciones parece percibir un solo

    modo de ser y, en ese sentido, legitimar una sola identidad. Contradiccin tan

    grande, toda vez que nuestros pases han sido conformados al subsumir una gran

    cantidad de culturas. Hablar de una sola identidad nacional es negar las culturas

    que nos conforman como nacin11. A este respecto Martn-Barbero afirma que el

    proceso de conformacin del Estado-Nacin es ya un proceso globalizador. No

    podemos, pues, pensar la identidad en un solo sentido.

    La ciudad se erige como un lugar estratgico para pensar la identidad. La ciudad,

    afirma Martn-Barbero, est sufriendo un proceso de desintegracin acompaado

    de desterritorializacin y prdida de los sentimientos de pertenencia de sus

    habitantes. La ciudad privilegia el flujo y la circulacin de datos en detrimento de los

    encuentros personales (Martn-Barbero, 1996). Percibe, as, la constitucin de un

    nuevo sensorium de experiencia (en el que se confronta lo pblico con lo privado).

    Podemos observar ahora nuevas formas de estar juntos. Este fenmeno puede

    observarse con mucho ms fuerza en los jvenes. Desarrollar con ms cuidado

    esta afirmacin en las propias palabras del autor: "la juventud se est organizando

  • cada vez ms en tribus nmadas (...) La diversidad cultural es vivida por la juventud

    como una riqueza" (Martn-Barbero, 1995: 81). Tribus urbanas, nuevas formas de estar juntos

    Martn-Barbero dice que los jvenes organizados en tribus han logrado conformar

    un nuevo sensorium12. Existen nuevas formas de percibir la experiencia total, este

    nuevo sensorium se ha constituido en gran parte como resultado de estas nuevas

    realidades que los medios nos ofrecen, es decir, de la manera como median la

    experiencia. Ahora "la estructura discursiva de la televisin y el modo de ver que

    aquella implica conectan desde dentro con las claves que ordenan la nueva ciudad:

    la fragmentacin y el flujo" (Martn-Barbero, 1996: 16).

    En ellos, los jvenes, podemos observar estas nuevas formas de estar juntos. Estas

    tribus urbanas se entrelazan de acuerdo a sus propias formas comunicacionales.

    Su signo, la desterritorializacin.

    Al respecto, Maffesoli afirma que "lo que convoca y relega a las tribus urbanas es

    ms del orden del gnero y la edad, de los repertorios estticos y los gustos

    sexuales, de los estilos de vida y las vivencias religiosas" (Mafessoli, 1996: 19). Se

    identifican entre ellos mismo a partir de ciertos gustos y preferencias. Se comunican

    entre iguales y logran desarrollar peculiares cdigos. Reinventan el lenguaje para

    distinguirse e incluso defenderse del otro que es diferente de ellos. Tienen, en fin,

    nuevas formas de identificarse y de vivir la ciudad, de acuerdo a distintas lgicas, la

    fragmentacin y el flujo13.

    Aqu me gustara apuntar los trabajos de Urteaga y Cornejo (1996 y 1997) acerca

    de los usos de los centros comerciales por los jvenes clasemedieros en la Ciudad

    de Mxico. Las autoras encuentran que las plazas comerciales no son solamente

    sitios de compras, son tambin lugares donde se va a mirar y a ser mirado. Sealan

    que los jvenes asisten a este tipo de lugares sin ms objetivo que el estar. En este

    sentido se cuestionan: "a qu puede obedecer que los jvenes tengan que habitar

    un espacio de concreto, iluminado con luz artificial, deambular sin rumbo por los

    pasillos donde se exhiben productos que no van a ser adquiridos

    necesariamente(...)?" (Urteaga, 1996: 160). Las tribus urbanas crean sus propias

    matrices comunicacionales y conforman su identidad en torno a determinadas

    temporalidades y espacios. Para los jvenes "no es el lugar (...)el que congrega

    sino la intensidad de sentido depositada por el grupo y sus rituales lo que convierte

    una esquina, una plaza, un descampado o una discoteca en un territorio propio"

    (Martn-Barbero, 1996: 19).

  • Como una primera respuesta a los usos de las plazas por los jvenes, Urteaga y

    Cornejo (1996) parecen coincidir en que el centro comercial es un lugar de

    encuentro de jvenes en la ciudad. Es un espacio en el que pueden reconocerse

    con sus pares, se ven identificados por compartir prcticas culturales similares. De

    esta manera, el hecho de "ver pelculas en el cine, comer hamburguesas y pizzas,

    mirar el ir y venir de los paseantes, ligar, conversar con el novio o echar relajo con

    los amigos" (Urteaga, 1996: 159) les permite construir una forma de congregarse en

    torno a ciertos rituales, prcticas comunes y conformar su identidad al marcar el

    territorio que se habita por momentos, vivirlo y recrearlo en el imaginario. Las

    autoras encuentran que "es en la dimensin cultural simblica donde los jvenes

    agregados pueden negociar y ganar ciertos espacios y tiempos de autonoma para

    s mismos y en este proceso construyen identidades colectivas que llegan a

    constituirse en culturas juveniles" (Urteaga, 1997: 5). Sus afirmaciones coinciden

    con la postura de Martn-Barbero en cuanto a las formas en que el ciudadano vive

    las transformaciones que, bajo el paradigma del flujo, han cambiado sus formas de

    habitar, padecer y resistir la ciudad: la desespacializacin, el descentramiento y la

    desurbanizacin14. La relacin que los jvenes establecen con el territorio es ms

    del orden temporal. El territorio es el lugar por el que transitan, punto de encuentro

    significado de una fuerte carga simblica. Garca Canclini apunta algo similar

    cuando se refiere a las identidades desterritorializadas, alejados de su lugar de

    origen los individuos reacomodan sus marcos de referencia y se da el proceso de

    hibridizacin intercultural.

    Existen, sin embargo, otras posturas al respecto. En contraste con los resultados a

    los que han llegado las autoras encontramos el caso de una investigacin emprica

    que recientemente han llevado a cabo cinco universidades en las regiones del norte

    de Italia citadas por Gilberto Gimnez (1996). En esta investigacin, que se llev a

    cabo en mbitos rurales llegaron, entre otros, a los siguientes resultados:

    La pertenencia socio territorial no ha desaparecido ni tiende a perder relevancia en

    virtud de los procesos de modernizacin; slo ha cambiado su estructura simblica

    y su configuracin emprica.

    En el ltimo decenio puede documentarse el surgimiento de tendencias neo-

    localistas que revalorizan y recuperan la dimensin territorial de la convivencia

    social.

    La relacin entre edad y vnculo territorial no es la prevista por las teoras de la

    modernizacin. Se comprueba que entre los 18 y los 25 aos los jvenes

    manifiestan una fuerte vinculacin territorial de seleccin matrimonial; restringen el

    mbito territorial y registran mayor congruencia entre lugar de habitacin, de trabajo

    y de pertenencia (Gimnez, 1996: 7).

  • Estas conclusiones se contraponen a los planteamientos que hemos venido

    defendiendo hasta aqu acerca de la relacin ciudad, jvenes e identidad. En este

    sentido, podramos concluir en un primer momento que la cuestin de las

    transformaciones espacio-temporales, de identidad y de relacin con el territorio

    pueden observarse con mucha ms intensidad en el cruce de estas tres variables:

    ciudad, identidad y jvenes. Pero las transformaciones en mbitos no urbanos tal

    vez responda a otra dinmica, y quiz estas cuestiones estn redefinindose de

    manera distinta.

    El desarraigo que sufren los jvenes en las ciudades modernas se est

    convirtiendo, de acuerdo a lo que habamos afirmado, en la experiencia del no

    lugar, concepto que alude a una percepcin de la aceleracin de la historia y del

    achicamiento del planeta. El no lugar es un componente esencial de toda existencia

    social (Auge, 1995).

    El caso es que los jvenes15, ese obscuro objeto en el que podemos apenas ahora

    vislumbrar esta nueva forma de percibir la experiencia total, parecen estar

    aprehendiendo de una manera distinta a la ciudad, la ciudad real16, vivida, marcada

    por el cruce de identidades que poco a poco van conformndose en medio del

    caos. Alejados de sus mayores, con muy poca posibilidad de ser representados,

    an no incorporados de lleno a la etapa productiva, parecen encontrar entre ellos

    nuevas formas de asociacin que les permiten ser alguien a travs de la msica, el

    reven, la plaza, el atuendo y la facha. Pero a ver con calma, cmo estuvo finalmente: la ciudad, la identidad y los jvenes?

    Detengmonos un poco en la reflexin. Hasta aqu hemos dicho que la identidad no

    es una. Que la identidad no la da ya ms el territorio. Flujo y fragmentacin parecen

    revelar esta nueva forma de identificarnos y actuar en sociedad. Lo pblico y lo

    privado son dos mbitos que parecen desdibujar sus fronteras. La ciudad es ese

    espacio de confrontacin, de luchas, de reconocimiento simblico. Lugar en el que

    variadas identidades se contraponen. Ah, en donde nada es claro y donde cada

    vez es ms difcil sobrevivir. Pero a ver, pasemos de la ciudad a nuestra ciudad, la

    Ciudad de Mxico. Lugar en el que todo puede pasar: se ha convertido ya en unta

    telenovela gtica17. Nuestra ciudad con este crecimiento desordenado, ha

    engendrado una serie de desigualdades y contradicciones. A los habitantes de esta

    urbe parece preocuparnos la idea del fin del mundo" de la destruccin que

    engendra el hacinamiento (en donde) lo que se vive es una mentalidad

    postapocalptica, lo peor ya pas porque han nacido los millones que devastarn y

  • vivirn apretujados. Lo peor ha transcurrido porque lo peor es inevitable"

    (Monsivis, 1993: 86).

    Cmo pensar, en este escenario de apocalipsis y de confrontacin defea, a los

    jvenes en relacin con los procesos de conformacin de su identidad. Porque de

    acuerdo a lo que hemos comentado, existe evidencia emprica -al menos lo que se

    menciona en esa investigacin italiana- de que este tipo de procesos no se

    presenta siempre de la misma manera. Encontraramos seguramente distintos tipos

    de relaciones. Solamente en la Ciudad de Mxico, el 50% de los jvenes de entre

    los 13 y los 18 aos de edad no estudian ni trabajan ante la falta de oportunidades

    y, en consecuencia, 70% de los detenidos por las corporaciones policiacas son

    ciudadanos menores de edad18. Los jvenes clasemedieros que asisten a Plaza

    Universidad y Plaza Satlite son slo una parte del universo total de sus pares. Tal

    parece que en general la situacin entre la juventud en la Ciudad de Mxico es

    difcil, producto de la crisis que se vive actualmente. De ah que no podamos

    generalizar ni siquiera en este pequeo espacio. Hablar de jvenes en la Ciudad de

    Mxico: quines?; identidades: cules?. Existen distintas formas de pensar la

    ciudad, vivirla y recrearla; de construir la identidad y percibir la experiencia; distintas

    formas de ser joven, de reunirse y de sentir.

    Hablamos ya de los jvenes que asisten a una plaza comercial para estar. Y de

    cmo marcan el territorio, cmo dotan de identidad ese espacio por un tiempo

    Martn-Barbero seala que la relacin que establecen los jvenes con el territorio

    "no es la de un apego total, de fidelidad absoluta, sino de transitoriedad, de

    precariedad y de temporalidad" (Martn-Barbero, 1995: 81). Existen distintas

    maneras de relacionarse con el territorio -y de ah con la ciudad- pero al mismo

    tiempo y tal vez como consecuencia de lo anterior las identidades se construyen de

    distinta manera. En este cruce ciudad, identidad y jvenes, los medios de

    comunicacin y las nuevas tecnologas parecen cobrar un papel relevante en las

    transformaciones espacio-temporales y en el cambio de sensorium. A manera de eplogo

    Encontramos en la revisin de la postura de distintos autores una preocupacin

    constante y en algunos tal vez obsesiva por redefinir los conceptos que hemos

    venido trabajando aqu. Tal parece que la realidad est rebasando a pasos

    agigantados nuestra capacidad para aprehender estos procesos. Sin embargo, al

    interpelarnos, es la realidad misma la que nos apremia y tambin nos agobia. Las

    grandes certezas tericas se estn desmoronando. Y de ah que ahora tengamos

    que cuestionarnos todo. La ciudad, pero desde dnde. La identidad: sociedades

  • multiculturales, reivindicaciones sociales, redefinicin de categoras, la insuficiencia

    del concepto Estado Nacin, ruptura de la perspectiva antropolgica clsica, ya no

    ms el apego al territorio, distintos cruces y cosas as por el estilo. Cuando

    hablamos de jvenes, de quines estamos hablando?, cmo podemos

    construirlos como objeto de estudio?, quines son?, o mejor dicho, desde dnde

    los miramos?.

    Ciertamente observamos a partir de nuestra propia vivencia como jvenes -que

    vivimos en una misma ciudad, compartimos preocupaciones e incertidumbre acerca

    del futuro- que compartimos tambin la experiencia de un mundo desencantado

    (Martn-Barbero: 1995).

    Concluyo este ensayo con ms preguntas que respuestas. Me parece que es aqu

    donde la investigacin emprica puede aportar datos que nos den pistas para

    avanzar en el conocimiento acerca de estos fenmenos que estn necesariamente

    redefinindose a la luz del contexto actual: una sociedad globalizada. Observar en

    los jvenes las transformaciones que atraviesan las prcticas y las concepciones

    del mundo puede revelarnos algunas pautas acerca de la redefinicin de la

    identidad. Y no slo en el cruce de los jvenes con la ciudad, podemos tambin

    verificar lo que est sucediendo en distintos mbitos e incluir otro tipo de variables

    como la exposicin a los medios masivos de comunicacin, la mediacin

    tecnolgica o la cuestin e los espacios plbico-privado. Tenemos frente a nosotros

    realidades complejas. Urge revisar nuestros supuestos tericos y plantear

    preguntas pertinentes: parece ser que la gravedad de las preguntas desbordan las

    respuestas y nos llevan al plano de la filosofa19.

    Es cierto, necesitamos cada vez ms urgentemente dar respuestas que nos

    permitan explicarnos a nosotros mismos.

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    Notas

    1 Gabriel Careaga (1985) se refiere a la revolucin urbana cuando argumenta que

    la ciudad es el producto de un desarrollo econmico y tecnolgico.

    2 "Pensar la globalizacin de las sociedades es afirmar la existencia de procesos

    que envuelven a los grupos, las clases sociales, las naciones y los individuos (...)

    vivimos un momento en que nuevos elementos emergen al lado de una

    potencializacin de vestigios del pasado. En ese sentido, la sociedad

    contempornea corresponde a una nueva configuracin" (Ortiz, 1995).

  • 3 Hay severas crticas a este respecto. Ya los funcionalistas apuntan lo que

    denominan efecto narcotizante de los medios como una disfuncin en la que "el

    exceso de informaciones puede llevar a un repliegue sobre lo privado, a la esfera

    de las propias experiencias y relaciones sobre la que se puede ejercer un control

    ms adecuado (...) El ciudadano interesado e informado puede sentirse satisfecho

    por todo lo que sabe sin darse cuenta de que se abstiene de decidir y de actuar (...)

    Llega a confundir el conocer los problemas diarios con el hacer algo al respecto... "

    (Wolf, 1985: 75).

    4 Existen algunos trabajos empricos, sobre todo el de Nstor Garca Canclini

    (1993) que revelan el abandono de la esfera pblica a favor de la reclusin

    domiciliaria.

    5 Gilberto Gimnez seala que el trmino identidad resulta incluso difcil de

    encontrarlo entre los ttulos de una bibliografa antes de 1968. Admite, sin embargo,

    que los elementos centrales de este concepto ya se encontraban en la tradicin

    socioantropolgica clsica (Gimnez, 1997: 1).

    6 La antropologa clsica defini el concepto de identidad considerando a los

    miembros de una sociedad como pertenecientes a una sola cultura homognea y

    teniendo por lo tanto una identidad nica, distintiva y coherente. Esa visin singular

    y unificada, que consagraron tanto las etnografas clsicas como muchos museos

    nacionales organizados por antroplogos es poco capaz de captar situaciones de

    interculturalidad (Garca Canclini, 1995: 109).

    7 Siguiendo las premisas y argumentos de Braudel, "la formacin de la sociedad

    global reabre la problemtica de la modernidad en sus implicaciones filosficas,

    cientficas y artsticas" (Ianni, 1996: 135).

    8 Sobre todo los argumentos que desarrolla en Las consecuencias de la

    modernidad.

    9 Barbero distingue tres tipos de mediacin: la cotidianidad familiar, la temporalidad

    social y la competencia cultural (Martn-Barbero, 1987).

    10 Respecto a la relacin tecnologa-cultura, Barbero apunta que lo popular en

    Amrica Latina se configura cada da con ms fuerza como ese lugar en el que se

    hacen comprensibles los procesos culturales, tanto los que desbordan por arriba

    (procesos macro, transnacionales) como los que lo desbordan por abajo (desde la

    multiplicidad de formas de protesta regionales ligadas a la existencia negada pero

    viva de heterogeneidad cultural)(Barbero, 1987).

    11 Al respecto, Will Rimlicka afirma que "las sociedades modernas tienen que hacer

    frente cada vez ms a grupos minoritarios que exigen el reconocimiento de su

    identidad y la acomodacin de sus diferencias culturales, algo que a menudo se

    denomina el reto del multiculturalismo (...) existen diversas formas mediante las

  • cuales las minoras se incorporan a las comunidades polticas, desde la conquista y

    la colonizacin de sociedades que anteriormente gozaban de autogobierno hasta la

    inmigracin voluntaria de individuos y familias" (Rimlicka, 1995: 25).

    12 El sensorium es esta nueva forma de percibir la experiencia total, en cuya

    conformacin la televisin ha jugado un papel determinante, como antes fueron

    importantes en este sentido el cine y la radio, ahora "con la televisin toma forma

    otro sensorium en la ciudad diseminada el medio sustituye a la experiencia o mejor

    constituye la nica experiencia simulacro de la ciudad global" (Martn-Barbero,

    1996: 16).

    13 Martn-Barbero define la fragmentacin como la desagregacin social que la

    privatizacin de la experiencia televisiva consagra. Y del flujo dice que es el

    dispositivo complementario de la fragmentacin, no slo de la discontinuidad

    espacial de la escena domstica sino de la pulverizacin del tiempo que produce la

    aceleracin del presente... la televisin conecta con el rgimen general de la

    aceleracin social, de la experiencia total (Martn-Barbero, 1996).

    14 La desdespacializacin es la transformacin de los lugares en espacios de flujos

    y canales, lo que equivale a una produccin y un consumo sin localizacin alguna.

    El descentramiento alude a la llamada prdida de centro, se trata de la

    configuracin de una ciudad a partir de circuitos conectados en redes. Implica la

    supresin o desvalorizacin de aquellos lugares que hacan la funcin de centro,

    como las plazas y los zcalos. La desurbanizacin es la reduccin progresiva de la

    ciudad que es realmente usada por los ciudadanos (Martn-Barbero, 1996: 18).

    15 Al menos los jvenes que asisten al Centro Comercial Plaza Universidad y Plaza

    Satlite y que fueron encuestados para efecto de los trabajos de Urteaga y Cornejo

    (1996-1997): cosmopolitas, clasemedieros, mexicanos, habitantes del Distrito

    Federal.

    16 No la que nos contaron nuestros paps, la que ellos en su momento vivieron y

    ahora slo evocan y nombran a travs del recuerdo.

    17 Con estas palabras resume Germn Dehesa el panorama social, poltico y

    econmico de Mxico de 1994 para ac. Peridico Reforma, 21 de octubre, 1997,

    Secc. Ciudad, p. 1B.

    18 Informacin extrada de un artculo publicado en La Jornada, el mircoles 10 de

    septiembre de 1997.

    19 Este fue un comentario que hizo Barbero en el seminario Ciudad, comunicacin

    y democracia, UIA, Mxico, verano de 1997.