¡salvadnos de los salvadores! por slavoj Žižek

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Zizek analiza críticamente los ataques especulativos contra la población griega y su intento de salvar la democracia a través de una alternativa de izquierda que luche contra el fundamentalismo neoliberal

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Page 1: ¡Salvadnos de los salvadores! Por Slavoj Žižek

¡Salvadnos de los salvadores!

Slavoj Žižek

(publicado en London Review of Books, volumen 34 nº11 7 June 2012. Traducción José Antonio Paredes)

Imaginen ustedes una escena de una película de ciencia ficción que trata de nuestra propia sociedad en un futuro cercano. Guardias uniformados patrullan por la noche ciudades semidesiertas, al acecho de inmigrantes, criminales y vagabundos. Cuando encuentran a alguno lo machacan. Lo que podría parecer una imagen fantástica de Hollywood es una realidad en la Grecia de hoy. Por la noche, vigilantes vestidos con camisetas negras del movimiento neofascista negador del holocausto “aurora dorada” –que ganó el 7% de los votos en las últimas elecciones y, según se dice, cuenta con el apoyo del 50% de la policía de Atenas- patrullan las calles y aporrean a todos los inmigrantes que encuentran: afganos, paquistaníes, argelinos. Así es como se defiende a Europa en la primavera de 2012.

El problema de defender la civilización europea contra la amenaza inmigrante es que la ferocidad de la defensa es una amenaza mayor para la “civilización” que cualquier cantidad de musulmanes. Con defensores como estos, Europa no necesita enemigos. Hace cien años G.K. Chesterton daba expresión al callejón sin salida en que en que se encontraban los críticos de la religión: “Hombres que combaten a la Iglesia en nombre de la libertad y la humanidad terminan renunciando a la libertad y a la humanidad cuando esto se hace necesario para atacar a la Iglesia. Los secularistas, que no han destruído las cosas divinas, han destrozado algunas mundanas, lo que tal vez sea un consuelo para ellos”. Muchos guerreros liberales son tan celosos en su combate contra el fundamentalismo antidemocrático que están dispuestos a acabar con la libertady la democracia si esto es necesario para combatir el terror. Si los “terroristas” están dispuestos a acabar con este mundo por amor al otro, nuestros luchadores contra el terror están listos para destruir la democracia por odio al otro musulmán. Algunos de ellos aman tanto la dignidad humana que son capaces hasta de legalizar la tortura para defenderla. Se trata de una inversión del proceso por el que los defensores fanáticos de la religión empezaron atacando la cultura secular contemporánea para terminar sacrificando sus propias credenciales religiosas en su celo por erradicar los aspectos que odiaban del secularismo.

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Pero los defensores antiinmigración de Grecia no son el peligro principal: solo son un subrpoducto de la verdadera amenaza: las políticas de austeridad que han producido los apuros de Grecia. Las próximas elecciones en ese país serán el 17 de Junio. El “establishment” europeo advierte que se trata de unas elecciones cruciales: no esta en juego únciamente el destino de Grecia sino, quizás, el destino de toda Europa. Cierto resultado –el correcto, según sus argumentos- permitiría continuar con el proceso doloroso, pero necesario, de la recuperación a través de medidas de austeridad. La alternativa –la victoria de Syriza, partido de extrema izquierda- sería votar por el caos, el fin del mundo (europeo) tal y como lo hemos conocido.

Quienes profetizan el caos tienen razón, pero no en el sentido que ellos pretenden. Los críticos de nuestro actual sistema democrático se quejan de que las elecciones no presentan una verdaedra alternativa: lo que se nos propone es la elección entre un partido de centro derecha y un partido de centro izquierda cuyos programas son prácticamente indistinguibles. El 17 de Juni habrá una elección real: el establishment (Nueva Democracia y Pasok) por un lado, Syriza, por otro. Y como pasa siempre que se ofrece una verdadera elección el establishment es presa del pánico. El caos, la pobreza y la violencia serán la consecuencia, dicen, de una elección errónea. Se dice que la mera posibilidad de una victoria de Syriza ha desatado una oleada de miedo que ha recorrido los mercados globales. Ha llegado la hora de la prosopopeya ideológica: los mercados hablan como si fuesen personas, manifestando su “preocupación” por lo que ocurrirá si las elecciones no traen un gobierno con el mandato de continuar el programa de austeridad fiscal y reformas estructurales de la UE y el FMI. Los ciudadanos griegos no tienen tiempo para preocuparse de estas perspectivas: bastante tienen con los problemas de su día a día, que ha llegado a unos grados de miseria desconocidos en Europa desde hace décadas.

Tales predicciones son un caso típico de “profecías que se cumplen a sí mismas” pues casuan el pánico y así producen ellas mismas los peligros frente a los que advierten. Si Syriza gana espera que aprenderemos lo males que resultan de intentar interrumpir el círculo vicioso de complicidad mutua entre la tecnocracia de Bruselas y el populismo anti-inmigración. Este es el motivo por el que el lider de Syriza, Alexis Tsipras, ha dejado claro en una entrevista reciente que su primera prioridad, en caso de ganar, sería contrarrestar el pánico. “La gente conquistará el miedo, no sucumbirá, no será chantajeada”. Syriza se enfrenta a una tarea casi imposible. Su voz no es la de la “locura” de la extrema izquierda, sino la de la razón hablando contra la locura de la ideología del mercado. En su disponibilidad para asumir la responsabilidad de gobierno han olvidado el miedo de la izquierda a conquistar el poder y tienen el corage de arreglar el desorden que otros han causado. Necesitarán llevar a la práctica una combinación formidable de principios y de pragmatismo, de ocmpromiso democrático y de disposición a actuar rápidamente y con decisión cuando sea necesario. Para tener una mínima posibilidad de éxito necesitarán un despligue de solidaridad que abarque a toda europa: no sólo el trato decente por parte de todos los países europeos, sino también más creativas ideas, como la promoción del turismo creativo en el verano.

En sus Notas para una definición de cultura. T.S. Eliot remarcaba el hecho de que hay ciertos momentos en los que la única elección posible es aquella entre la herejía y la descreencia, cuando el único modo de mantener viva una religión es a través de una escisión sectaria. Esta es la situación de Europa hoy por hoy. Solamente una nueva “herejía” –representada en estos momentos por Syriza- puede salvar lo que vale la pena

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del legado europeo: la democracia, la confianza en la gente, la solidaridad igualitaria, etc. La Europa a la que llegaremos si Syriza es neutralizada es una “Europa con valores asiáticos” – valores que, por supuesto , no tienen nada que ver con Asia y si con la tendencia del capitalismo contemporáneo a suspender la democracia.

He aquí la paradoja que sostiene al “voto libre” en las sociedades democráticas: uno es libre para elegir, a condición de que haga la elección correcta. Esto es lo que explica que, cuando se hace la elección incorrecta (como cuando Irlanda rechazó la constitución de la Unión Europea), se la interpreta como un error y el establishment demanda inmediatamente que el proceso “democrático” sea repetido, con el fin de que el error pueda ser corregido. Cuando George Papandreu, primer ministro griego, propuso un referendum sobre las negociaciones para obtener un rescate de la eurozona a finales del año pasado, el propio referendum fue rechazado como una elección equivocada.

Los medios de comunicación presentan dos narrativas sobre la crisis griega: la historia germano-europea (los griegos son irresponsables, perezosos, derrochadores, evasores de impuestos, etc por lo que deben ser puesto bajo control e instruidos en la disciplina financiera) y la historia griega (nuestra soberanía nacional está amenazada por la tecnocracia neoliberal impuesta desde Bruselas). Cuando se ha hecho imposible seguir ignorando la situación difícil del pueblo griego, ha aparecido una tercera historia: ahora se presenta a los griegos como víctimas humanitarias necesitadas de ayuda, como si una guerra o una catástrofe natural hubiesen golpeado al país. Siendo las tres historias falsas, esta tercera es la más irritante. Los griegos no son víctimas pasivas, están en guerra con el establishment de la economía europea, y lo que necesitan es solidaridad en su lucha, porque esta lucha es también la nuestra.

Grecia no es un caso excepcional. Es solo el banco de pruebas de un nuevo modelo socio-económico cuya aplicación es potencialmente universal: una tecnocracia despolitizada en la que banqueros y otros expertos tienen permiso para demoler la democracia. Salvando a Grecia de sus llamados salvadores, salvamos a la misma Europa.

25 Mayo