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Sigue sonando, en lo más hondo de nuestras entrañas, el triple aleluya de la Pascua. No es para menos, la presencia del Señor resucitado, hace que creamos que nuestra vida está llamada a un fin totalmente distinto: ya no conoce ocaso. Lo último, en todo caso, es Dios y, Dios, nos da una continuidad eterna. Llamea alumbrando el cirio pascual. El Señor estará para siempre en medio de nosotros. No existirá la oscuridad. La luz, ante tanta sombra que nos acecha, tiene un nombre: Jesucristo resucitado. Llueve, con el frescor del Espíritu, sobre nuestras cabezas el agua purificadora de la Pascua. Al igual que aquel pueblo israelita, también nosotros hemos pasado del dominio de poderes como el dinero, el poder, la frialdad, la arrogancia, la esclavitud… al encuentro con el Señor que nos lava en su Espíritu y nos hace acreedores de una nueva patria. Dignos de una liberación total. Pero ¿merece la pena vivir si no hay paz? ¿Sirven de algo tantas luces artificiales en el mundo si, luego, falla la fraternidad? ¿No estamos, a veces, supeditados a movernos en una constante violencia y acostumbrándonos a convivir con ella? Viene el Señor, con la misma fuerza con que lo hizo en el día de la Pascua, y nos pregona lo que en el mundo hace falta: ¡Paz a vosotros! Pero la paz no es aquella que proclamamos con lazos y pancartas. No es la paz del fruto de acuerdos internacionales o personales. La paz que nos trae Jesús, es El mismo. Es la vida interior. Es el convencimiento, firme y sólido, de que la paz es resultado de la verdad, del buen comportamiento, de la sed de justicia. El camino, para llegar a la paz, no son las armas, las grandes potencias ni las rúbricas que, en muchos momentos, son simples y eventuales escenas políticas. La paz irrumpirá cuando, lejos de poner a Cristo en la tangente de todo lo habido y por haber, lo coloquemos en el lugar que le corresponde: en nuestro día a día. En nuestro pensamiento y en nuestro quehacer o en nuestras decisiones. La presencia del Señor cambia todo de color. Y, el tono de la Pascua, es precisamente la vida. Una vida que está por encima de intereses partidistas o personales. Una vida, la de Cristo, que se nos da y se alimenta en la Eucaristía. Una vida que, cuando está sustentada en Cristo, hace que compartamos bienes, sentimientos y hasta las mismas ideas sin temor a la contienda. Segundo domingo de la Pascua. Es el momento de retratarnos ante Jesús de Nazaret: ¿Pensamos y sentimos lo mismo? ¿Ponemos algo de lo nuestro en común? ¿Estamos apegados al “dios tener”? ¿Damos testimonio de nuestra fe? ¿Se nota la alegría de ser cristianos? ¿Somos valientes a la hora de defender la paz y la vida de los demás? ¿Amamos a Dios sobre todo? ¿Somos creyentes o simplemente religiosos? ¿Exigimos demasiado a Dios sobre su presencia en el mundo? Estos interrogantes y muchos más podríamos hacernos en nuestra comunidad cristiana, y son distintos perfiles de ese retrato que, como cristianos, todos hemos de tener presente en nuestra vida. Que Jesús, resucitado y siempre presente en nuestras vidas, sea el motor de nuestra felicidad, de nuestra ofrenda personal y de todo lo que somos y hacemos. DANOS TU PAZ, SEÑOR. (De J. Leoz) Lunes, 9: 19.30h Curso de Biblia Martes, 10: 18:00h. Equipo de CARITAS Miércoles, 11: 19:30h. Oración R. Carismática Jueves, 12: 17:00 y 18:00h. Catequesis 20:00h. Oración de la comunidad Viernes, 13: 17.00 y 18:00h. Catequesis 19:30h Formación Hermandad del Rocío Sábado, 14: 10:30 a 17:00 h ENCUENTRO DE NIÑOS Arciprestazgo 19:00 h Sabatina Misa Hermandad del Rocío Domingo, 15: III DOMINGO DE PASCUA Catequesis Eucaristías: 11:00 y 12:30h. “Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos”. Papa Francisco. Vigilia Pascual 2018 II SEMANA DE PASCUA Lunes, 9 ANUNCIACION DEL SEÑOR (traslado) JORNADA PRO-VIDA Demetrio, Casilda, María Cleofe, Bta. Lindalva Justo de Oliveira. Is 7, 10-14; 8,10b Sal 39 Heb 10, 4-10 Lucas 1, 26-38 Martes, 10 Ezequiel, Miguel de los Santos, Pompeyo, Terencio y Africano. Hch 4, 32-37 Sal 92 Juan 3, 7b-15 Miércoles, 11 Estanislao, Bta. Elena Guerra, Bto. Sinforiano Félix Ducki. Hch 5, 17-26 Sal 33 Juan 3, 16-21 Jueves, 12 Julio I, Constantino, Florentino, Teresa de Jesús de los Andes. Hch 5, 27-33 Sal 33 Juan 3, 31-36 Viernes, 13 Martín I, Hermenegildo, Nª Sra. del Pueyo, Ida de Boulogne. Hch 5, 34-42 Sal 26 Juan 6, 1-15 Sábado, 14 Bernardo de Tirón, Liduvina, Bta. Josefina Calduch Rovira. Hch 6, 1-7 Sal 32 Juan 6, 16-21 Inscripciones ENCUENTRO NIÑOS Arciprestazgo (ENA) CONCURSOS de Fotografía, Pintura y Dibujo 70º Aniversario SEÑOR, AUMENTA NUESTRA FE En la plenitud de los tiempos, nos enviaste a tu Hijo Jesucristo, nacido de una mujer como un hombre cualquiera, que predicó por los caminos la esperanza de tu reino, liberó a los más pequeños de sus ataduras y nos descubrió los misterios de tu corazón. Sin embargo, sordos y ciegos, matamos nuestra esperanza, al confundirle con un desestabilizador. Resucitado por Ti a la nueva vida, unos pocos, sin ver, creyeron y difundieron, con su testimonio, su fe por toda la tierra. Nosotros, Señor, hoy, tampoco vemos y no acabamos de creer del todo, pues nuestro progreso, en forma de ciencia y técnica, nos lleva a pensar que sólo pesa lo que tiene consistencia real. Señor, limpia nuestros ojos, abre nuestros corazones, destapa nuestros oídos, para que podamos descubrirte, de la mano de tu palabra, más allá de la objetiva realidad. Danos la unión en tu Iglesia, para que gocemos de tu presencia por el amor que nos acerca y nos refiere a las necesidades de los demás. Bidean 70º ANIVERSARIO Las Matas. Madrid - Año XV - 933 II DOMINGO DE PASCUA ó DE LA DIVINA MISERICORDIA CICLO B - 8 Abril 2018 http://www.sanjoselasmatas.es [email protected]

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Page 1: S 70º ANIVERSARIOresultado de la verdad, del buen comportamiento, de la sed de justicia. El camino, para llegar a la paz, no son las armas, las grandes potencias ni las rúbricas

Sigue sonando, en lo más hondo de nuestras entrañas, el triple

aleluya de la Pascua. No es para menos, la presencia del Señor resucitado, hace que creamos que nuestra vida está llamada a un fin totalmente distinto: ya no conoce ocaso. Lo último, en todo caso, es Dios y, Dios, nos da una continuidad eterna. Llamea alumbrando el cirio pascual. El Señor estará para siempre en medio de nosotros. No existirá la oscuridad. La luz, ante tanta sombra que nos acecha, tiene un nombre: Jesucristo resucitado. Llueve, con el frescor del Espíritu, sobre nuestras cabezas el agua purificadora de la Pascua. Al igual que aquel pueblo israelita, también nosotros hemos pasado del dominio de poderes como el dinero, el poder, la frialdad, la arrogancia, la esclavitud… al encuentro con el Señor que nos lava en su Espíritu y nos hace acreedores de una nueva patria. Dignos de una liberación total. Pero ¿merece la pena vivir si no hay paz? ¿Sirven de algo tantas luces artificiales en el mundo si, luego, falla la fraternidad? ¿No estamos, a veces, supeditados a movernos en una constante violencia y acostumbrándonos a convivir con ella? Viene el Señor, con la misma fuerza con que lo hizo en el día de la Pascua, y nos pregona lo que en el mundo hace falta: ¡Paz a vosotros! Pero la paz no es aquella que proclamamos con lazos y pancartas. No es la paz del fruto de acuerdos internacionales o personales. La paz que nos trae Jesús, es El mismo. Es la vida interior. Es el convencimiento, firme y sólido, de que la paz es resultado de la verdad, del buen comportamiento, de la sed de justicia. El camino, para llegar a la paz, no son las armas, las grandes potencias ni las rúbricas que, en muchos momentos, son simples y eventuales escenas políticas. La paz irrumpirá cuando, lejos de poner a Cristo en la tangente de todo lo habido y por haber, lo coloquemos en el lugar que le corresponde: en nuestro día a día. En nuestro pensamiento y en nuestro quehacer o en nuestras decisiones. La presencia del Señor cambia todo de color. Y, el tono de la Pascua, es precisamente la vida. Una vida que está por encima de intereses partidistas o personales. Una vida, la de Cristo, que se nos da y se alimenta en la Eucaristía. Una vida que, cuando está sustentada en Cristo, hace que compartamos bienes, sentimientos y hasta las mismas ideas sin temor a la contienda. Segundo domingo de la Pascua. Es el momento de retratarnos ante Jesús de Nazaret: ¿Pensamos y sentimos lo mismo? ¿Ponemos algo de lo nuestro en común? ¿Estamos apegados al “dios tener”? ¿Damos testimonio de nuestra fe? ¿Se nota la alegría de ser cristianos? ¿Somos valientes a la hora de defender la paz y la vida de los demás? ¿Amamos a Dios sobre todo? ¿Somos creyentes o simplemente religiosos? ¿Exigimos demasiado a Dios sobre su presencia en el mundo? Estos interrogantes y muchos más podríamos hacernos en nuestra comunidad cristiana, y son distintos perfiles de ese retrato que, como cristianos, todos hemos de tener presente en nuestra vida. Que Jesús, resucitado y siempre presente en nuestras vidas, sea el motor de nuestra felicidad, de nuestra ofrenda personal y de todo lo que somos y hacemos. DANOS TU PAZ, SEÑOR.

(De J. Leoz)

Lunes, 9: 19.30h Curso de Biblia Martes, 10: 18:00h. Equipo de CARITAS Miércoles, 11: 19:30h. Oración R. Carismática Jueves, 12: 17:00 y 18:00h. Catequesis

20:00h. Oración de la comunidad

Viernes, 13: 17.00 y 18:00h. Catequesis

19:30h Formación Hermandad del Rocío Sábado, 14: 10:30 a 17:00 h ENCUENTRO DE NIÑOS Arciprestazgo

19:00 h Sabatina Misa Hermandad del Rocío Domingo, 15: III DOMINGO DE PASCUA Catequesis Eucaristías: 11:00 y 12:30h.

“Él resucitó y con él resucita nuestra esperanza y creatividad para enfrentar los problemas presentes, porque sabemos que no vamos solos”.

Papa Francisco. Vigilia Pascual 2018

II SEMANA DE PASCUA Lunes, 9 – ANUNCIACION DEL SEÑOR (traslado) JORNADA PRO-VIDA

Demetrio, Casilda, María Cleofe, Bta. Lindalva Justo de Oliveira.

Is 7, 10-14; 8,10b – Sal 39 – Heb 10, 4-10 – Lucas 1, 26-38 Martes, 10 – Ezequiel, Miguel de los Santos, Pompeyo, Terencio y Africano.

Hch 4, 32-37 – Sal 92 – Juan 3, 7b-15 Miércoles, 11 –Estanislao, Bta. Elena Guerra, Bto. Sinforiano Félix Ducki.

Hch 5, 17-26 – Sal 33 – Juan 3, 16-21 Jueves, 12 – Julio I, Constantino, Florentino, Teresa de Jesús de los Andes.

Hch 5, 27-33 – Sal 33 – Juan 3, 31-36 Viernes, 13 – Martín I, Hermenegildo, Nª Sra. del Pueyo, Ida de Boulogne. Hch 5, 34-42 – Sal 26 – Juan 6, 1-15 Sábado, 14 – Bernardo de Tirón, Liduvina, Bta. Josefina Calduch Rovira.

Hch 6, 1-7 – Sal 32 – Juan 6, 16-21

Inscripciones ENCUENTRO NIÑOS Arciprestazgo (ENA)

CONCURSOS de Fotografía, Pintura y Dibujo 70º Aniversario

SEÑOR, AUMENTA NUESTRA FE En la plenitud de los tiempos, nos enviaste a tu Hijo Jesucristo, nacido de una mujer como un hombre cualquiera, que predicó por los caminos la esperanza de tu reino, liberó a los más pequeños de sus ataduras y nos descubrió los misterios de tu corazón. Sin embargo, sordos y ciegos, matamos nuestra esperanza, al confundirle con un desestabilizador. Resucitado por Ti a la nueva vida, unos pocos, sin ver, creyeron y difundieron, con su testimonio, su fe por toda la tierra. Nosotros, Señor, hoy, tampoco vemos y no acabamos de creer del todo, pues nuestro progreso, en forma de ciencia y técnica, nos lleva a pensar que sólo pesa lo que tiene consistencia real. Señor, limpia nuestros ojos, abre nuestros corazones, destapa nuestros oídos, para que podamos descubrirte, de la mano de tu palabra, más allá de la objetiva realidad. Danos la unión en tu Iglesia, para que gocemos de tu presencia por el amor que nos acerca y nos refiere a las necesidades de los demás.

Bidean

70º ANIVERSARIO

Las Matas. Madrid - Año XV - nº 933 II DOMINGO DE PASCUA ó DE LA DIVINA MISERICORDIA

CICLO B - 8 Abril 2018

http://www.sanjoselasmatas.es [email protected]

Page 2: S 70º ANIVERSARIOresultado de la verdad, del buen comportamiento, de la sed de justicia. El camino, para llegar a la paz, no son las armas, las grandes potencias ni las rúbricas

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 32-35

El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y ser los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba. Palabra de Dios.

Salmo responsorial: Salmo 117

R/. DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO, PORQUE ES ETERNA SU MISERICORDIA. Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los que temen al Señor: eterna es su misericordia. R. «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es excelsa». No he de morir, viviré para contar las hazañas del Señor. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me entregó a la muerte. R. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 5, 1-6

Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama al que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos.

Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino en el agua y en la sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.

Palabra de Dios. + Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31 Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.» Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.» Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.» Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: « ¡Señor mío y Dios mío!» Jesús le dijo: « ¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su

nombre. Palabra del Señor.

Paz, alegría y espíritu son dados ahora a las personas que, sobre las huellas de Jesús y de sus enviados, prueban esta

verdad sobre el mundo, exponiendo su propia vida.

Avanzamos por el camino de la Pascua, y en este domingo resuena en nuestras comunidades uno de los rasgos que Jesucristo nos ha revelado acerca de Dios Padre: su misericordia. Hoy, se nos participa de cómo la noticia de la Resurrección tuvo efectos transformadores en la primera comunidad de Jerusalén. De estar acobardados y sin esperanza por la muerte de Jesús, el Maestro, pasan a llenarse de alegría porque han vuelto a ver al Señor. De esta experiencia pascual nace la comunidad donde “todos pensaban y sentían lo mismo”. Juan nos invita a no separar la fe de nuestras vidas y nuestras obras, peligro que vivía la comunidad de entonces, y peligro que vive nuestra comunidad hoy. La figura de Tomás nos estimula en nuestra vida cristiana para vivir con un mayor compromiso. Tomás tiene dificultad para creer que Jesús ha resucitado; no puede aceptar el testimonio de nadie. Necesita comprobarlo personalmente; exige, para creer, “ver” a Jesús. Solo creerá en su propia experiencia. Este discípulo que se resiste a creer, nos va a enseñar el recorrido que hemos de hacer para llegar a la fe en Cristo resucitado los que ni siquiera hemos visto el rostro de Jesús, ni hemos escuchado sus palabras, ni hemos sentido sus abrazos. A los ocho días, se presenta de nuevo Jesús a sus discípulos. Inmediatamente, se dirige a Tomás. No critica su planteamiento. Sus dudas no tienen nada de ilegítimo o escandaloso. Su resistencia a creer revela honestidad. Jesús le entiende y va a su encuentro. Le ayuda a creer. Le habla y le muestra las heridas en su cuerpo. Las palabras del Señor y la visión de las heridas conducen a Tomás a confesar su fe en Jesús. Tomás renuncia a verificar nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo experimenta la presencia del Maestro que lo ama, lo atrae y le invita a confiar. Este discípulo que ha hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús, llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: "Señor mío y Dios mío". Comprendió que aquel que estaba de frente a él era Cristo mismo que había resucitado y no moriría más. Tomás no quedó igual después de esta experiencia; salió como apóstol convencido, y anunció a sus hermanos a Cristo. El Evangelio de hoy puede adentrarnos en una experiencia de reconciliación con nuestras torpezas a la hora de reconocer al Resucitado en medio de la vida cotidiana. No hemos de asustarnos al sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas nos salvan de una fe superficial que se contenta con repetir fórmulas, sin crecer en confianza y amor, y también nos estimulan a ir hasta el final en nuestra confianza en el Misterio de Dios encarnado en Jesús. La fe cristiana crece en nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo rostro podemos vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas. "Dichosos los que crean sin haber visto". Nada ni nadie nos puede aportar hoy la fuerza, la alegría y la creatividad que necesitamos, como puede hacerlo la presencia viva de Cristo resucitado. Privados de su vigor espiritual, no saldremos de nuestra pasividad casi innata, continuaremos con las puertas cerradas al mundo, seguiremos haciendo «lo mandado», sin alegría ni convicción. Hemos de reaccionar. Necesitamos de Jesús más que nunca. Necesitamos vivir de su presencia viva, recordar en toda ocasión sus criterios y su Espíritu, repensar constantemente su vida, dejarle ser el inspirador de nuestra acción. Él nos puede transmitir más luz y más fuerza que nadie. Él está en medio de nosotros comunicándonos su paz, su alegría y su Espíritu. Pero es necesario estar con Él.