ruiz de la pena, juan luis - las nuevas antropologias

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    LAS NUEVASANTROPOLOGASUn retoa la teologa

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    Coleccin PUNTO LIMITE17

    JUAN LUIS RUIZ DE LA PEA

    Las nuevasantropologas-Un reto a la teologa

    2.a edicin

    Editorial "SAL TERRAE"Guevara, 20 - Santander

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    1983by Editorial Sal Terrae,Guevara, 20, 39001-SantanderCubierta de Jess Garca-AbrilCon las debidas licenciasImpreso enEspaa -Printed in SpainISBN: 84-293-0647-1Depsito Legal: S.A.-293Impreso por: Artes Grficas ResmaProl.M. de la Hermida,s/n. - 39011-Santander

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    A Carlos Daz, a quien este libro y suautor deben ms de lo que l mismo sefigura.

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    N D I C EPgs.

    Al lector 91. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO:

    HUMANISMO Y ANTIHUMANISMO 17 El existencialismo: una ontologa antropocntrca 19 La antropologa estructural 34 El marxismo humanista 51

    2. LA DIALCTICA HOMBRE-ANIMAL:BIOLOGA ANTROPOLGICA Y REDUCCIONISMO BIOLOGISTA 73 El reduccionismo biologista 76 El planteam iento an.tropobiolgico 107

    3. LA DIALCTICA MEN TE-CER EBRO:ENTRE EL MONISMO Y EL DUALISMO 133 Identidad mente-cerebro: la versin del monismo fisica-lista 138 Identidad mente-cerebro: la versin del monismo emer-gentista 156 Diversidad men te-cereb ro: el dualismo interaccionista ... 174

    4. "IMAGE N DE DIOS" 203 Sobre el humanismo y el antihumanismo 204 Sobre el problema del alma 208 "Imagen de Dios" 219

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    Al lector"Qu es el hombre? Muchas son las opiniones queel hombre se ha dado y se da sobre s mismo. Diversas eincluso contradictorias. Exaltndose a s mismo como reglaabsoluta o hundindose hasta la desesperacin". Estas palabras del Vaticano II (Gaudium et Spes, 12) reflejan fielmente la crisis en que se debaten las antropologas actuales. La idea del primado ontolgico y axiolgico del hombresobre el resto de la creacin ha sido una de las persuasiones bsicas del Occidente cristiano, umversalmente defendida en el plano terico por telogos, filsofos y cientficos (si bien fuese regularmente escarnecida en el planosociolgico y poltico) con argumentos tanto religiosos (elhombre es imagen de Dios) como metafsicos (el hombrees algo ms que materia o cuerpo). Pero nada resta hoyde esa unanim idad; as lo constata el texto conciliar y as resulta del cotejo de otros dos, escogidos al azar entre losmuchos de igual tenor que podran aducirse, y que sonemblemticos en su difana contradictoriedad: "Espere treinta aos y entonces mire usted a laTierra. Ver maravillas sobre maravillas aadidas a aqullas cuyo nacimiento puede usted testificar, y presenciarel formidable resu ltado : el hombre alcanzando al fincasi su completa estatura Y todava creciendo, creciendovisiblemente mientras usted observa.. ." (Mark Tivain). "A todos aquellos que quieren hablar an del hombre , de su reino o de su liberacin.. . , no se puede oponerotra cosa que una sonrisa filosfica... El hombre es unainvencin cuya fecha reciente muestra con toda facilidadla arqueologa de nuestro pensamiento. Y quiz tambinsu prximo fin" (Miche Foucault).

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    10 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS UN RETO A LA TEOLOGA

    No es objeto de este libro reconstruir el proceso queconduce de Twain (1889) a Foucault (1966), de la euforia auroral a la escptica melancola crepuscular, del canto del gallo al canto del cisne. Rehacer palmo a palmoeste trgico desmoronamiento de la fe del hombre en smismo y en sus obras sera una empresa tan fascinantecomo osada; en cualquier caso no es lo que aqu se persigue. Estas pginas se ocupan, ms modestamente, de losltimos avatares de la cuestin, de su tramo postrero, elque discurre del existencialismo a nuestros das, articulando los materiales disponibles en torno a tres nudos deproblemas que se plantean como otras tantas contraposiciones dialcticas: sujeto-objeto (es el hombre realidadsubjetiva, personal, frente al mundo de las cosas, o slohay una realidad objetiva omnicomprensiva?: cap. I) ,hombre-animal (es el hombre una especie zoolgica ms,o dista cualitativamente de cualquier otro animal? : cap. II) ,mente-cerebro (encuentra la mente explicacin acabadaen el cerebro, o lo mental trasciende lo meramente cereb ra l?: cap. III) . Un ltimo captulo se dedicar a la relectura teolgica de los datos inventariados y a confrontar lainterpretacin cristiana del hombre con las antropologasexaminadas.Nacida al comps de la actividad docente, esta obratiene una intencin originariamente descriptiva o didc

    tica; de las aulas sali y para las aulas ha sido pensadaen principio. Se trata de poner al alcance de los estudiantes de teologa el marco de referencias en el que ha demoverse hoy el logos cristiano sobre el hombre si quiereser un discurso contextuado e inteligible. En este sentido,el libro aspira a ser no mucho ms que una crnica o informe sinptico de las discusiones antropolgicas en curso.De otro lado, empero, se tratar tambin de subrayaralgo que, a mi juicio, raras veces se destaca suficientemente y que se echa de menos incluso en la literatura especializada: el solapamiento, la mutua penetracin, la interdependencia de la tr iple dialctica antes enunciada. Si

    AL L E CT OR 11bien se mira, ms que con tres ncleos de problemas, tenemos que vrnoslas con un nico problema modulableen tres tonos. Cada una de las dialcticas implica las otrasdos, aunque sus portavoces no siempre se aperciban deel lo, y opera (de forma ya tcita, ya expresa) con elementos comunes. La temtica del libro es, pues, ms homognea de lo que la lectura del ndice pudiera sugerir;el subsuelo comn de las tres dialcticas analizadas, surecproca concatenacin tonal, su ndole contrapuntstica(para seguir con la metfora musical), a ms de ser sealada al comienzo de los primeros captulos, se ratificarcuando en el ltimo se aborde el problema del alma, entendiendo por tal la cuestin del fundamento objetivo, real,de la especificidad de lo humano. Especificidad que laBiblia y la fe cristiana dan por supuesta cuando designanal hombre como "imagen de Dios".Al autor no se le oculta el carcter de misin imposibleque reviste todo ensayo de sintetizar en pocas pginas (yen solitario) el proteico mundo de las antropologas actuales. El enjambre de modelos antropolgicos y el puzzlede problemas en ellos involucrados convierte en zona minada el territorio que se dispone a transitar. Las acusaciones de que puede ser objeto van del intrusismo ("heaqu de nuevo a la teologa allanando moradas ajenas")al dilettantismo (pues nadie puede ser especialista de todo s los continentes de este vasto mundo), el eclecticismo oel irnico concordismo (que redondea perfiles, lima asperezas y sobrepuja hegelianamente enconadas anttesispara ahormar en breve espacio una apacible sntesis), etc.Dios me libre de declararme virtuosamente inmune detales pecados, lo que les agregara el de presuncin. Mas,por si sirviera de atenuante, me atrevo a hacer al lectordepositario de una doble confidencia. En primer lugar, enel proyecto original del libro intervenan, junto al queahora lo firma temerariamente solo, un avezado cultivadorde la antropologa filosfica (Carlos Daz) y un expertofilsofo de la ciencia (Alfonso Prez de Laborda). A la

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    1 2 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGApostre, y como ha ocurrido ya ms de una vez, el proyecto tripartito pareci de ejecucin harto lenta y no pococomplicada. Pero si algo de l ve ahora la luz, se debeen buena parte a quienes tend ran que habe r sido sus CO:autores, de cuyos plurales saberes, impartidos desde la entraable amistad, el que esto escribe se ha beneficiado ampliamente.En segundo trmino, y supuestas las dificultades delproyecto, me adelanto gustoso a reconocer sin ambagesque, en su presente realizacin, todo es discutible, desdela delimitacin cronolgica hasta la seleccin de autoresy de obras, pasando naturalmente por los juicios de valorque se aventuren a lo largo de sus pginas. Por qu, enefecto -y por ejemplo, arrancar del existencialismo?En Engels se encuentran ya espectaculares antecedentes delestructuralismo (las leyes de la dialctica "deben regirtanto para el movimiento en la naturaleza, como para elque se da en el campo del pensamiento"; Dialctica de lanaturaleza, Mxico 1961, 228) o de la reduccin fsica-lista de la mente al cerebro ("si se considera ms de cerca qu sean pensamiento y conciencia y de dnde provienen, se ve que son el producto del cerebro"; ibid., 15).Pero o se acota discrecionalmente el campo de indagacinmerced al empleo de un criterio ms o menos razonable(algo se dir sobre esto al comienzo del primer captulo)o se pone en marcha un regressus in infinitum (la dialctica sujeto-objeto, antes que en el estructuralismo, se recoge en la gnoseologa de Marx-Engels y, antes que en stos,en Hegel y en Kant, y antes.. . Et ita porro) que acabapor paralizar todo programa de investigacin.Igualmente discutible se presenta la seleccin que seha efectuado con los autores y las obras. Por qu Hei-degger y no Jaspers, Garaudy y no Machovec, Monod y noJacob, Feigl y no Ryle, etc.? Por qu no aparecen sinofugazmente figuras de la talla de Skinner, Ayer, Piaget,Chomsky? El criterio manejado al respecto ha sido doble;ante todo, dejar hablar a los propios autores siempre queello sea posible, lo que condujo ya a una decantacin y

    AL LECTOR 13concentracin de nombres y ttulos por razones de extensin (forzosamente limitada) y claridad expositivas. Adems, dar cuenta de todas las dimensiones esenciales de cada una de las tres dialcticas consignadas, y no escamotearninguna de las posiciones significativas adoptadas en susrespectivos mbitos, lo que implic, por ejemplo, la referencia a la sociobiologa en el captulo segundo o la inclusin de un personaje tan secundario como Mackay enel captulo tercero.En fin, que los juicios emitidos sobre autores y teorassean discutibles, es cosa que se da pacficamente por convenida. Con todo, este libro ha sido dictado por la conviccin de que la interpretacin cristiana del problema humano goza hoy de (al menos) tantas posibilidades comocualquier otra para concurrir decorosamente en el mercado de las antropologas. A decir verdad, y segn estipulala clebre distincin marceliana, el cristianismo detectaen el hombre algo ms que un problema; habla de l entrminos de "enigma" (GS 18: "el enigma de la condicin humana. . .") o "mister io" ibid., 22: "el mister io delhombre. . .") . Permtaseme f inal izar estas l neas introductorias con dos apreciaciones a este propsito: por fortuna, no es slo la voz cristiana la que confiesa hoy la densidad enigmtica, el hondo espesor de lo humano, sinoque otras voces se suman a la suya corro bor ndo la; alldonde el estudio del hombre se emprende como si de unproblema exhaustivamente soluble se tratase, el objeto deindagacin se escurre entre los dedos y del mismo se retiene tan slo una falaz caricatura. De estas apreciaciones, ascomo de otras varias con ellas relacionadas, confo en quehan de dar cumplida razn las pginas siguientes.

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    ^ B La dialctica sujeto-objeto:humanismo y antihumanismo

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    Uno de los mritos innegables del existencialismo radica en haber actuado como detonante de la reaccin en cadena que, en torno a los conceptos sujeto-objeto, humanismo-antihumanismo, conmovi en los ltimos treinta aosa una franja significativa del pensamiento antropolgicoeuropeo. Qu es la existencia concreta del hombre concreto , qu es la subjetividad, en qu consisten la temporalidady la mundanidad especficamente humanas, el porqu dela angustia, el sentido de la muerte y, sobre todo, el significado de la existencia: he ah el paquete de cuestionesque no pueden menos de interesar al hombre y que los exis-tencialistas depositaron sobre la mesa de trabajo de losfilsofos.El horizonte frente al que se alza el existencialismo esun cielo vaco (Dios haba muerto a manos de los tres"maestros de la sospecha"), una tierra reducida a escombros por las convulsiones blicas, una sociedad desgarrada por antagonismos polticos y econmicos insanables y,en fin, una humanidad en el atolladero, que se preguntasi la historia no ser una broma siniestra o una aventurainsensata. Ante este panorama, qu salida le cabe al intelectual, cuando los diversos intereses y partidos en lizalo solicitan para que tome postura?La propuesta existencialista consistir en optar por elsujeto humano singular: la polaridad sujeto-objeto, hombre-cosa, y la consiguiente confesin de fe humanista sonel denominador comn de los diversos existencialismos.Como es bien sabido, esta propuesta ejerci una fascinacin magntica sobre el pensamiento y la literatura delperodo de entreguerras y de la dcada siguiente a la segunda gran guerra. Las respuestas existencialistas podano no ser estimadas vlidas; lo que no se discuta era lavalidez de sus preguntas.

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    18 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAQu ocurrira, sin embargo, si se negase el presupuesto existencialista, a saber, la realidad y la significa-tividad especulativa de la idea de hombre? Eso es lo queva a hacer la moda filosfica que tom el relevo del exis-tencialismo: la antropologa estructural. El efmero reinado del sujeto existencialista dar paso a la dictadura del

    objeto estructuralista; del humanismo confeso de Heideg-ger y Sart re 1 se girar al antihumanismo terico de Fou-cault y Althusser.Pero la moda estructuralista result an ms fugaz quela del existencialismo: dur apenas el decenio de los sesenta. Segn la confesin del propio Lvi-Strauss, los sucesos de mayo del 68 sealan el fin de su apogeo. Entretanto el pensamiento existencialista haba estimulado a unpuado de tericos marxistas que encontraban planteadasen l cuestiones para las que el marxismo clsico habasido ciego y mudo. Estos pensadores no estn dispuestos adar por bueno el subjetivismo individualista de un Heideg-ger o del Sartre de la primera poca. Pero discrepan conindignacin tanto de la relectura antihumanista que Althusser hace del marxismo como del ant ihumanismo prctico del estalinismo. El pndulo se pone, pues, en movimiento de nuevo, derivando ahora hacia un humanismomarxista restablecedor de la distasis sujeto-objeto y delprimado del hombre sobre la real idad.Es a travs de esta trayectoria cambiante como tomacuerpo la dialctica recogida en el ttulo del presente captulo y se delimita el primer crculo de cuestiones en lasque se debaten las antropologas actuales: la consistenciaontolgica y la relevancia axiolgica del fenmeno hombre.

    1 HEIDEGOER, M., Brief ber den Humanismus, Bern 1954 (escritoen el que, sintomticamente, su autor deja caer el trmino Dasein enfavor del vocablo comn hombre); SARTRE, J. P., L'existentialisme esiun humrosme, Pars 1946.

    El existencialismo: una ontologaantropocntrica 2

    1. Como no se ha cansado de repetir l mism o, lacuestin que interesa primordialmente a M. Heidegger esla cuestin del ser. Toda su reflexin discurre, en efecto,con vistas a este objetivo, al que dedica en su obra msconocida 3 una extensa introduccin titulada "la preguntapor el sentido del ser" (Die Frage nach dem Sinn vomSein).Qu es, pues, el ser? Para Heidegger tal interrogantees insep arable de este otr o: cmo entrar en contacto conl, cmo alcanzarlo? Las ontologas clsicas habran naufragado en el ocano de la inconcrecin y la abstraccin,y slo existe un medio de evitar que se reitere una vez msel nau frag io: localizar el ser, focalizarlo en concreto. Nohay ms que un ser capaz de preguntarse por el ser. Esteexistente privilegiado, que realiza al mximum la esenciadel ser, soy yo. La encuesta ontolgica, por consiguiente,debe partir del anlisis ntico del existente humano singular que no slo es , sino que sabe que es, que est ah,y que Heidegger denomina Dasein*. En los dems entes,su relacin con el ser es opaca y muda; en el Dasein tal

    * Cuanto sigue utiliza, con algunos retoques y aadidos, materialesya elaborados por m en El hombre y su muerte. Antropologa teolgica actual, Burgos 1971, pp. 69-116. Limito la presente exposicin aH eidegger y Sartre por bastar a mi prop sito ; sobre Jaspers y Marcel,cfr. ibid., pp. 94-115.8 Sein und Zeit (= SZ), Tbingen 19588.* Para el significado del binomio ontolgico-ntico , vid. FERRA-TER, J., art. Ontico , en Diccionario de Filosofa III, Alianza, Madrid 1980a. El trmino Dasein ha sido vertido al castellano de formastan diversas que parece ms prudente dejarlo sin traducir.

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    2 0 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGArelacin es reflejamente consciente y verbalizable; servirmagnficamente para el objetivo propuesto.Como se ve, aun apuntando a la construccin de unaontologa, lo que Heidegger emprende es el diseo de unaantropologa, desde cuyos cimientos se subraya enfticamente la oposicin sujeto-objeto, hombre-cosa: el Daseines ser; los dems existentes son "entes" (Seienden). Lasobras posteriores a Sein und Zeit continuarn atenindosefirmemente a esta concepcin antropocntrica de la ontologa ; al hom bre le concierne, frente a los entes, "un a relevancia ntico-ontolgica", puesto que el problema delser no puede comprenderse "huyendo hacia lo objetivo,sino merced a una pesquisa, constantemente reabierta,acerca de la subjetividad del sujeto" 5 ; el ente "es puesto(gestellt ist) por el hombre" y existe como "representac in" (Vorstellung) del ponente que el hom bre es " ; loque existe fuera del hombre existe como objeto frente alsujeto autoconsciente 7.Siguiendo un mtodo analtico-descriptivo, Heideggerseala los rasgos que, en una primera aproximacin, caracterizan al Dasein, y que son hoy otros tantos lugarescomunes de las antropologas contemporneas. Convieneadvertir, empero, que antes de Heidegger constituan ge-nuinas novedades y que, por tanto, el mrito de su puestaen circulacin corresponde a nuestro autor.

    Ante todo, el Dasein es aquel existente a quien su serle es dado como tarea: "la esencia del Dasein est en suexistencia". Y ello es as por cuanto el Dasein es ser-en-el-tiempo, capaz de autorrealizacin y maduracin progresiva: la temporalidad es constitutiva del Dasein. Las tresdimensiones en que se articula el tiempo (pasado-presente-5 Vom Wesen des Grandes, Halle 1929, p. 30.6 "D as Seiende im Ga nze n... erst un d nur seiend ist. sofern esdurch den vorstellend-herstellenden Menschen gestellt ist", Holzwege,Frank furt a.M . 1963 *, p. 83 ; ntese el juego de pa labras, tpicamente

    heideggeriano, stellen-vorstellen-herstellen.7 Der Satz vom Grund, Pfulligen 1971*, p. 132: "Das Seiende istSeiendes ais Gegenstand fr ein Bewusstsein".

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 21futuro) son llamadas por Heidegger "los tres xtasis dela temporal idad" (Ekstasen der Zeitlichheit); la temporalidad propiamente dicha no se identifica con ninguna deellas en solitario, sino con la unidad o mutua inferenciade todas con todas. De suerte que en el hombre los tres momentos del tiempo fsico se coagulan, conforman un con-tinuum que es el que permite hablar de aqul como serhistrico, como ser en el cual el pasado se presencializaen la memoria, el futuro se anticipa en el proyecto y cuyo presente consiste en la anamnesis del pretrito y en laprognosis del porvenir. En fin, de la descripcin del serdel Dasein como tarea se desprende el primado del futurosobre las otras dos dimensiones de la temp ora lida d; tambin aqu Heidegger ha sido el precursor de una idea queluego popularizarn otros pensadores, los filsofos y telogos de la esperanza 8. E l Dasein es el ser que no dejade proyectar jams, que no vive nunca pura y exclusivamente de o para el ahora, sino para el despus realizadorde sus sucesivas posibilidades. A su vez, este primado delfuturo certifica la ndole perennemente inconclusa, deficitaria, del Dasein: en tanto que es-en-el-tiempo (y nopuede ser de otro modo), es defectuosa e inacabadamente.Segn se ver luego, slo la muerte fin de la temporalidad puede colmar esta incomplecin constitutiva delDasein. Como es obvio, una temporalidad que se consumaen y por la muerte es temporalidad finita y afecta con esemismo coeficiente de finitud al ser a quien define.Por otra parte, el ser que concierne a este existenteque yo soy es siempre mo: el Dasein est sealado por elcarcter de ser-en-cada-caso-mo (Jemeinigkeit). No puede, por consiguiente, ser asido cual ejemplar annimo deuna especie: el Dasein es su propia posibi l idad. Por eso

    8 Cuando apareci Sein und Zeit, haca nueve aos que Bloch habapublicado Geist der Utopie, el primer alegato filosfico en pro de lascategoras futuro y esperanza. Pero este libro pas prcticamente desapercibido (tambin para Heidegger), lo que no ocurri con el otro. Cfr.SZ , pp. 142-145.

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    22 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAdebe optar entre autoelegirse, conquistndose, o dejarseir, perdindose. Con otras palabras, el Dasein ha de optarentre la autenticidad o la inautenticidad. 9El Dasein es adems ser-en-el-mundo: no se olvide que,etimolgicamente, "Da-sein" significa "ser (estar)-ah".Mas este ser-en no debe interpretarse como una determinacin espacial, al estilo de la relacin continente-contenido. El Dasein es-en-el-mundo en el sentido de que mundosignifica la totalidad representativa del conjunto de susposibilidades, su correlato existencial, la estructura o urdimbre de la propia existencia, algo que el Dasein crea,no porque las cosas le deban el ser, sino porque es l quien,ordenndolas a s, las confiere mundanidad. 10Justamente porque es-en-el-mundo, el Dasein se encuentra como arrojado en una situacin dada que l no ha escogido, en la que se siente extrao y abandonado; se aprehende como "facticidad" que le tienta al olvido de s mismo y a la submersin en lo sin nombre. Esa situacin, queHeidegger designa como "cada", conduce, si el Daseinno reacciona a tiempo, a la inautenticidad. El existir in-autntico, en vez de tener por sujeto al yo propio e intras-ferible, opta por el "se" (man) imp erso nal: se vive, setrabaja, se goza, se muere. . . El yo se autodisuelve en elincgnito, se pierde a s mismo ". Con lo que, adems, traiciona su historicidad constitutiva, pues slo si hay un yopuede haber un proceso de mo-realizacin. El se inautn-tico, el ente annimo, lo que no tiene nombre propio, tampoco tiene, ni puede tener, historia; en otro lugar de estecaptulo se nos revalidar esta banal observacin.Cul es el resorte que impide al Dasein difuminarseentre los entes, malograrse en la inautenticidad? Es la angustia. Angustia (Angst) y miedo (Furcht) son cosas di-

    0 SZ. pp. 41-43.10 SZ, pp. 52-57; los entes reciben del Dasein su razn de ser ltima, su inteligibilidad y verdad (SZ, pp. 80-113; 144 ss.). Ntese el pronunciado anttopocentrismo de esta comprensin del mundo.1 1 SZ, pp. 126-130, 140-143, 175 s.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 23versas. El miedo nace de una amenaza concreta, fcilmente sealable a primera vista. La angustia, en cambio, puede experimentarse sin que exista un mvil determinado.Asalta al Dasein de improviso, cuando ste se autodesvelacomo pura facticidad, como contingencia radical, comoexistencia arrojada a la angostura de unos lmites incan-celables; cuando la existencia se aprehende oprimida, cercada, "ang ust iada " ( = en aprieto) 12. Es sta una vivencia original, una suerte de congoja metafsica del hombreante el vaco de s, ante su desvalimiento ontolgico. Apercibindose como angustiado, el Dasein se autocomprendecomo "culpable", no en un sentido tico, sino ontolgico;cual ser ayuno de fundamento, afectado de una tasa insanable de negatividad, existente en precario y, no obstante,responsable de s y de su propia finitud. En todo caso, sinembargo, la angust ia reclama al Dasein a la conciencia desu yo porque se delata como angustia de la propia mis-midad.

    Alcanzado este punto en la dilucidacin analtico-des-criptiva del ser del Dasein, la reflexin heideggeriana hade echar mano ahora de la problemtica de la muerte . Enefecto, cuanto antecede nos ha proporcionado una aproximacin al Dasein que adolece de un doble defecto. En primer lugar nos ha presentado un Dasein incompleto; s i aste le atae, como se ha visto, su proyectarse hacia adelante en cuanto que es permanente inacabamiento, no podemos esperar haberlo captado hasta el momento en sutotalidad. Por otro lado, de lo visto hasta ahora se desprende una imagen del Dasein basculando entre la autenticidady la inautenticidad. Lograr una visin de la integridad deesa existencia, en trance continuo de sobrepujarse a s misma; apresa r e l Dasein en la autenticidad de su ser propio : he ah los motivos que imponen el recurso a la muerte para cobrar una interpretacin cabal del existente husmano.12 SZ, pp. 180 ss.13 SZ, pp. 231 ss.

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    24 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS UN RETO A LA TEOLOGA

    Mas una grave dificultad sobreviene aqu y parececondenar al fracaso la empresa de captar el Dasein en sutotalidad. Pues siendo la muerte la posibilidad extrema delDasein, el ser ntegro de ste slo estar listo cuando aqulla llega. Pero, llegando, nos lo arrebata, esto es, nos privadel objeto mismo de anlisis: "mientras el Dasein es existiendo, no ha alcanzado nunca su totalidad. Pero, en cuanto la gana, se convierte su ganancia en pura y simple prdida de su ser-en-el-mundo". Ntese adems que no valeapelar a la observacin analtica de la muerte ajena ytransferir el anlisis a la iluminacin de la existencia propia, puesto que uno de los rasgos distintivos del Daseines su mismidad: nadie puede endosar su muerte al otroni tomar la del otro sobre s."Heidegger desmonta la dificultad sealando que en ellala muerte es interpretada como un suceso ntico-puntual,algo que todava no es y que acontecer algn da al Dasein desde fuera. A esta interpretacin convencional nuestro autor opone la suya: la muerte no representa un "algo-an-no-llegado" (Ausstand), sino ms bien una inminenci a (Bevorstand). En cuanto ingrediente ontolgico (nomeramente ntico) del ser del Dasein, ella es una posibilidad perpetuamente presente, un modo de ser. Que el hombre , nada ms nacer, sea suficientemente viejo para morir, significa que la muerte pertenece a la estructura constitutiva de la existencia. "La muerte es un modo de serque el Dasein asume tan pronto como es" ls , haciendo del un ser-para-el-fin (Sein zum Ende), esto es, un ser-parala muerte (Sein zum Tode). Como tal, no debe ser confundida con el evento ntico-puntual (el no ser ms en elmundo) o con el acabar (Verenden) de los seres vivos nohumanos, que llegan al fin pero que no son-para-el-fin. Yas el Dasein muere "no slo.. . en la vivencia del fcticoexp i r ar . . . E l Dasein muere fcticamente mientras existe".18

    14 SZ, pp. 236-241.15 SZ, p. 245.SZ, pp. 247, 251.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 25La resuelta internalizacin de la muerte que aqu senos propone, a ms de invertir su representacin tradicional como asalto exterior e incalculable de las Parcas, lesirve a Heidegger para recuperarla en orden a los finesconsignados ms arriba. Incrustada en la entraa del Dasein, es ya posible acceder a una captacin integral de

    ste. Si el Dasein es posibilidad, slo se podr dar cuentacabal de l si hacemos entrar en su descripcin la posibilidad arquetpica, a saber, la muerte. Ella es, en efecto,la posibilidad "ms autntica" (eigenste), al ser la quems sealadamente le discierne del resto de los entes; laposibi l idad "ir refer ible" (unbezgliche), puesto que, contrariamente a lo que ocurre con las dems, no relacionaal Dasein, sino que lo desposee de toda relacin y lo remite en exclusiva a s mismo; la posibilidad "intrascen-d ib le" (unberholbare), dado que, como posibilidad extrema, el Dasein no puede ni sortearla ni sobrevolarla.17Comprehendido as el Dasein en su totalidad, al contemplarlo a la luz de su posibilidad por excelencia, restaahora asirlo en su totalidad autntica. Tambin para estoes menester apelar a la muerte. Ante su amenaza, el Dasein se distrae con la tranquilizante opinin pblica del" s e " : se mue re, uno ha de morir alguna vez .. . , pero todava no. El hombre reprime as el carcter de posibilidad permanente que concierne a la muerte. Con esta huidaencubridora, el "uno" coarta la angustia o se preocupapor traducirla en temor ante un accidente ms o menosprximo.18 Soslayando adems la posibilidad seera desu existencia, el Dasein capitula y se pierde en la inau-tenticidad.Muy otra es la situacin cuando, en vez de la huidaante la muerte, lo que tiene lugar es "el correr al encuentro de la muer te" (Vorlaufen in den Tod), la lcida asuncin de la misma como la nica posibilidad del poder-ser

    SZ, pp. 250 s.18 SZ, pp. 252 ss.

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    26 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAtotal y autnticamente. El Dasein queda entonces liberadode la dictadura del "se" incgnito y accede a la vivenciade la angustia ", en la que se le revela su desvalimientoen el inhspito mundo de los entes, la angostura inherentea su finitud y el horizonte ltimo de su condicin. "Lacarrera hacia la muerte expulsa toda casual e interina pos ibi l idad. . . y conduce al Dasein a la simplicidad de sudestino". De esta forma el Dasein recapitula en su presente el continuo retorno al pasado (en el acogimiento del serpara la muerte al que ha sido arrojado) y el proyecto hacia el futuro (en la aceptacin anticipada del deber morir): "el autntico ser-para-la-m uerte. . . es el oculto fundamento de la historicidad del Dasein".20 El Dasein, ensuma, se autorrealiza total y autnticamente en la intrpida confrontacin con lo que es su postrera y definitivaverdad, "en la l ibertad apasionada para la muerte" . 2 1La ltima palabra de la antropologa heideggeriana eseste titanismo trgico del amor a la muerte. Slo "podem os " (vermogen) aquel lo de que "gustam os" (mogen). E lhombre "puede" la muerte ( la muerte es su posibi l idad)porque "gusta" de el la; en la facul tad de poder morir sedelata la proclividad, el secreto gusto de la muerte. 2* Enese tropismo hacia el morir radica la clave hermenuticadel Dasein, la revelacin del sentido de la existencia.Alguien ha calificado esta antropologa de "msticade la mortalidad". Mstica a la que va a oponerse Sartre,que har suyos muchos de los anlisis de su maestro alemn, pero presentando, ya sin rebozo, con brutal crudeza,el balance que tales anlisis arrojan cuando no se les maquilla con lo que Adorno llamara "la jerga de la autent icidad".

    1 9 "Das Sein zum Tode ist wesenschaft Angst" (SZ, p. 266).2 0 SZ, pp. 384, 386.2 1 SZ, p. 387.2 2 Vortrage und Aufstze, PfuIIigen 1954, pp . 129, 177 ("Sie loshombres heissen die Sterblichen, weil sie sterben konnen. Sterbenheisst, den Tod ais Tod vermogen").

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 272 . A semejanza de Heideg ger, Sartre se prop one hacer una ontologa; El ser y la nada lleva como subttulo"Ensayo de una ontologa fenomenolgica". Y al igualque ocurriera con el precedente heideggeriano, lo que har en real idad es una antropologa, pergeada de algnmodo en un escrito titulado La transcendence de l'Ego ,

    con el que iniciaba su tarea filosfica y en el que ensayauna fenomenologa de la conciencia (de lo que ms tardedenominar el ser-para-s). No acaban aqu las analogasentre ambos pensadores en lo tocante al punto de partidade su reflexin. Pues tambin Sartre, como Heidegger, desdobla el mapa ontolgico en dos esferas ntidamente diferenciadas: la del "ser-en-si" (tre-en-soi: el objeto, la cosa) y la del "ser-para-s"(tre-pour-soi: el sujeto, el hombre).24El ser-en-s es definido con frmulas como stas: "El6er es. El ser es en s. El ser es lo que es." Con ellasquiere significarse que posee una entidad densa, compacta, espesa, sin fisuras. El ser-en-s es pura positividad; simplemente se limita a ser, porque no mantiene ninguna relacin; existe y se agota en s mismo. No es para ningnotro, fuera de s; no est remitido a lo que no es l; est lleno de s mismo y nada ms. Por eso es macizo, opaco , slido. El principio de identidad se aplica estricta yexclusivamente a este ser-en-s, nico que "es lo que es".Muy diverso es el estatuto ontolgico del ser-para-s,la conciencia o "realidad humana". Tal ser consciente eslgicamente anterior a todo objeto; se percibe a s mismoantes de percibir cualquier otra realidad. Pero en esteser-para-s Sartre creer detectar una extraa aleacin deser y no-ser. Es preciso, pues, anteponer un breve excur-sus sobre el no-ser al anlisis del ser-para-s.Segn Sartre, para individuar de forma elemental yrpida el no-ser, basta con recurrir a esa faceta trivial del

    23 Publicado originalmente en Recherches Philosophiques 6 (1936-37),pp . 85-123.24 Utre et le nant (= EN), Pars 1948, pp. 30 ss., 43 s.

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    comportamiento humano que es la capacidad para la pregunta. El no-ser, en efecto, emerge de la interrogacin portres vas diversas. Primero, porque se pregunta lo que nose sabe. Segundo, porque a toda pregunta se puede responder afirmativa o negativamente; aquello por lo que se inquiere puede ser o no ser. Tercero, porque toda respuestaconnota siempre una limitacin, un no ser "es esto, secontesta, y no otra cosa" 25. La posibilidad de esa presencia concomitante del no-ser en nuestros juicios se basaen su existencia real. Si no existiera ms que la total positividad del ser, no podramos emitir juicios negativos.Existe, pues, la nada. Y existe en el ser, acosndolo; enel corazn del ser, "como un gusano""; la condicin necesaria y suficiente para que sea posible decir no radicaen que el no-ser est permanentemente presente al ser.Hemos visto, empero, que el ser-en-s es todo l positividad sin fisuras. Luego es en el ser-para-s donde anida el no-ser. "El hombre es el ser por cuyo conducto aparece la nada en el mundo". 27 Veamos por qu. Mientrasel ser-en-s es lo que es, el ser-para-s no es todava, tieneque llegar a ser. La descripcin heideggeriana del Daseincomo proyecto es ratificada por Sartre: "el hombre noes otra cosa ms que su proyecto; existe slo en la medida en que se realiza".18 En el ser-en-s hay una tranquila posesin de algo que descansa sobre s sin cuestionarsea s mismo; en el ser consciente de s hay la intranquilidad inquisitiva acerca de la propia realidad; hay el deseo de ser ms o ser de otra manera; hay relacin a otrosseres que son el no-yo; existe la posibilidad de crear undistanciamiento respecto de s mismo, lo que equivale ainducir un vaco dentro del propio ser. A la entidad com-

    2 5 EN, pp. 37-40.28 EN, pp. 46 s., 57 ("le nant est au sein mme de l'tre, en soncoeur, comme un ver").2 7 EN, p. 60.2 8 L'existentialisme..., p. 55.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 29pacta del ser-en-s se opone, pues, la entidad agrietada,"agusanada", del ser-para-s .Esta descripcin de una entidad hbrida de ser y deno-ser se confirma y explicita por otro camino, el que discurre a travs del anlisis de la libertad. El hombre eslibre o, mejor, es libertad.*9 Pues bien, la libertad es lafuente de donde brota la nada. Siendo capacidad de decirno , se evidencia como fabricadora de negatividad o de ni-hilidad; es la facultad de aniquilar las posibilidades Ao B por el simple hecho de elegir la posibilidad C. "Lalibertad es el ser humano poniendo su pasado fuera dejuego al segregar su propia nada". 30 O con otras palabras :el ser libre est condenado a tener que op tar; y el hechode optar equivale a anular aquello por lo que no se haoptado.Ser deficiente, ser que no es todava, mezcla de ser yno ser, segregador de la nada en cuanto apto para la interrogacin y la opcin libre; todo esto significa que lapropia nada se aposenta en el interior del ser-para-s, essu ncleo. Cuando el hombre repara en que est habitadopor la nada, el sentimiento que lo asalta y enseorea es,no ya la aristocrtica angustia heideggeriana, sino (lisay llanamente) la nusea. La nusea le sobreviene al hombre sartriano como la angustia al hombre heideggeriano,a saber, como una sbita revelacin, deslumbrante, devastadora. As le ocurre a Roquentin, el protagonista de laprimera novela de Sartre; sentado un da en el banco deun parque pblico, a la sombra de un viejo castao, depronto todo se le ilumina. La realidad de cuanto le circunda (la raz del rbol, el banco, la verja . .) y de s mismose le impone como algo obscenamente gratuito, absurdo,superfluo. "Este momento fue extraordinario. Yo estabaall , inmvil y yerto, sumido en un horroroso arrobamiento . En el seno mismo de este xtasis algo nuevo vena a

    29 EN, p. 61; cfr. L'exiventialisme..., p. 37.30 EN, p. 65.

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    3 0 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAaparecer: yo comprenda la nusea, la posea . . . Lo esencial es la contingencia. . . Existir es ser ah s implemente. . .Todo es gratui to, es te jardn, es ta casa, yo mismo. . . Heah la nusea." 31A esta misma conclusin, anticipada en clave narrativa, llega Sartre tambin por la va especulativa. Se hadicho antes que el hombre es su proyecto. Pero el ser queyo perfilo en el proyecto es definitivo, indestru ctible : "lareal idad humana es anhelo de ser-en-s " .32 Yo querra ciertamente ser-para-m, pero en la forma inmutable y slidadel ser-en-s. Ahora bien, el proyecto contenido en estafrmula es clamorosamente quimrico (el en-s y el para-s se anulan mutuamente) y sirve tan slo para desvelarla cualidad insensata de la condicin humana: el ser quefija su desidertum en un objetivo contradictorio es un serdesgraciado, un absurdo, "una pas in int i l" . 33

    Si Heidegger pugnaba por otorgar sentido al Daseinmerced a la consumacin que la muerte le confiere, Sartre denuncia el carcter arbitrario de la tanatologa hei-deggeriana; la muerte no ostenta ninguna de las notascon que aquel la le adornaba. No es un suceso esperable;l lega demasiado pronto. . . o demasiado tarde, pero, encualquier caso, no a su debido tiempo; el azar le quitatodo asomo de fin armonioso, de acorde terminal de unameloda . No es de ninguna forma un suceso person al : "nohay ninguna virtud personalizante que sea particular a mimuerte" . No es mi posibi l idad, "bien al contrario, es laaniquilacin de todas mis posibilidades". No pertenece ala estructura ontolgica del para-s; siendo completamente extraa a la propia subjetividad, a la que adviene siempre desde fuera y por accidente, cosifica al ser-para-s,degradndolo a ser-en-s. Por la muerte, en efecto, se meexpropia de todo mi ser y mi haber y se me convierte en3 1 La nausee, Pars 1938, p. 171; cfr. ibid., p. 175: todo es igno-ble marmelade .3 2 EN, p. 653.3 3 EN, p. 708: 'Thomme est une passion inutile .

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 31botn de los supervivientes. Lejos, pues, de comunicar unsentido a la vida, la muerte le arrebata toda eventual signif icacin. "Es absurdo que hayamos nacido y es absurdoque muramos" .34Las palabras f inales de ha nausee adelantaban ya conbrutal rotundidad es te balance desencantado del anl is issart r iano de la condicin humana: " todo exis tente nacesin razn, se prolonga por debilidad y muere por tropiezo" . Todo es absurdo porque todc es t consagrado a lanada. El nico resto de este naufragio sin pena ni gloriaes la soberana autarqua de una l ibertad i l imitada, parala que todo est permitido con tal que se ejerza, porqueejercindose autoafirma a su sujeto frente al mundo de losobjetos. Esta libertad absoluta y absolutamente indeterminada, autrquica y anrquica, arbi t raria , improduct iva eintil , es con todo el testimonio pattico de la concienciadel yo, el arrogante heraldo de una altiva subjetividadque puede ser reputada absurda, mas cuya exis tencia nopuede ser desconocida o negada.

    3 . Recapitulem os. El existencialismo ha llevado a cabo su proyecto ontolgico guindose por un doble princip io : a) la exaltacin de la subjetividad; b) la abrogacinde la sustantividad, el sacrificio de la esencia en beneficiode la existencia. En cuanto a "a)", recurdese la oposicinDasein/Seiend, tre-pour-soi/tre-en-soi, y la reduccin programtica de la ontologa a la antropologa y de sta auna especie de antropocentrismo existencial para el que elmundo, la real idad extrahumana, pasa a ser mera funcindel sujeto humano y parece como si existiera tan slo para que de s te pueda predicarse la mundanidad. En verdad, como es t ipula Sart re , "el primer principio del existencialismo es lo que se llama la subjetividad".35

    34 EN, pp, 615-632.35 L'existentialisme..., p. 36; cfr. ibid., p. 63: Nuestro punto departida es efectivamente la subjetividad del individuo , a saber, el hechode que el hombre no puede ser considerado como objeto de inquisicinexterna, sino como sujeto de la autoexperiencia.

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    32 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAEn cuanto a "b)", desde el momento en que se disuelve el problema del ser en el del existir, se caracteriza alhombre como proceso abierto e inconcluso (contrariamentea los dems entes, que son en s porque estn acabados ycerrados) y se aade adems que, en el mejor de los casos(Heidegger), el proceso de autorrealizacin se remata en

    la muerte ( en la cesacin del ser de su su jet o ) , tiene queimponerse el primado 36 de la existencia sobre una esencia en rigor irrelevante ontolgicamente.Pero nos es posible mantener solidariamente durantemucho tiempo estas dos apreciaciones: la ponderacin retrica del yo y la desencantada admisin de su esculidoespesor real (que eso es, a fin de cuentas, lo que significa"el primado de la existencia sobre la esencia"). Efectivamente, un sujeto sin esencia es una magnitud no fundaday, a la postre, inconsistente, insostenible. "El para-s no esen modo alguno una sustancia autoconsistente", admiteSartre con saludable franq ueza; la conciencia es "un absoluto no-autoconsistente".37 El papel decisivo que recibela muerte en la analtica existencial hace de la antropologa una tanatologa; el sujeto humano termina siendo definido en base a un tropismo indeclinable hacia el no-serque deja al descubierto su estrechsimo parentesco con lanada. "Existir escribe Heidegger significa: estar sostenindose dentro de la nada", de forma que "la nada.. .pertenece originariamente a la esencia del ser mismo". 8Formulaciones que reiteran la desgarrada descripcin sar-triana aducida anteriormente: "la nada est en el senomismo del ser, en su corazn, como un gusano".

    La subjetividad existencialista accede as a un subjetivismo cuasi idealista. Sartre achacar a Heidegger una38 Heidegger habla de "preeminencia" (Vorran); Sartre, de "precedencia".37 EN, pp. 712 s.38 Was ist Metaphysik? (trad. cast. de X. Zubiri, Qu es la Meta

    fsica?, Buenos Aires 1967, pp. 97 s.); el Dasein est permeado de nega-tividad (Nichigkeit), atravesado de punta a cabo por la nada IdasNichts): SZ, pp. 255 s

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 33interpretacin docetista de la realidad que es, en ltimoanlisis, "una forma bastarda de idealismo .39 Pero el propio pensador francs no sale en este asunto mejor librado,pese a sus esfuerzos por desmarcarse del peligro subjeti-vista 4 0: su tesis de una libertad autrquica, arbitraria, segn la cual Q qu e importa es el mero hecho de elegir, nolo elegido, delata una concepcin solipsista, narcisista, delsujeto, indiferente a todo lo que no sea su autoafirmacin.En suma, el yo existencialista era un producto revalua-do artificialmente por la inflacin y, en consecuencia, fatalmente condenado a una drstica depreciacin. Cuandolas indagaciones sobre el valor real de este concepto desujeto llegan al punto de inflexin que acaba de consignarse (sujeto es lo inconsistente, lo infundado, lo desfondado),se impone en buena lgica decretar su absorcin en el mundo de los objetos: de la inconsistencia a la inexistencia,pasando por la irrelevancia ontolgica, hay slo un paso.El ciclo inflacin-deflacin se cumplir, efectivamente, eneste caso con la mecnica inexorabilidad de la ley de laoferta y la demanda. Y el brazo ejecutor de esta ley dehierro ser el estructuralismo.

    39 EN, p. 306.40 Cfr. L'existentialisme..., p. 24, con la distincin expresa entre subjetividad y subjetivismo.

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    La antropologa estructural411. A la proclamacin d e la inexistencia del sujeto nollegar el estructuralismo por la va directa de la refutacin explcita del existencialismo, sino a travs de un sutil rodeo por la epistemologa: mediante un anlisis delas nociones de saber, de verdad y de ciencia. Bajo el influjo del neopositivismo del primer Wittgenstein," se parte de la persuasin de que la filosofa y las ciencias humanas, si no quieren perderse en la mera retrica, han deadoptar el mtodo de las ciencias exactas. La premisa, pues,

    va a ser el axioma positivista: slo hay un tipo de sabery un tipo de verdad, el saber y la verdad de las cienciaspropiamente dichas, que son las ciencias experimentales ode la naturaleza.Como se ve, se trata de un presupuesto ciertamente discutible, ostensiblemente jactancioso, pero aparentementeinocente: una simple tesis para una teora del conocimiento. Sin embargo, el poder corrosivo de la misma se ponede manifiesto cuando al reduccionismo epistemolgico (s-41 Este rtulo sirve de ttulo a una conocida obra de LVI-STRAUSS, C ,Anthropologie structurale, Pars 1958 (trad. cast.: Antropologa estructural, Buenos Aires 19777 ); cfr. ID., Anthropologie structurale II, Pa rs 1973 (vid. GUERRA, M ., Claude Lvi-Strauss: Antropologa estructural, Madrid 1979). Con todo, ms indicativos de lo que tal designacinimplica son dos liaros de FOUCAULT, M ., Les mots et les choses. Pars 1966 (que citar por la traduccin castellana, Las palabras y las cosas, Mx ico 1968) y L'archologie du savoir, Pars 1960; a ellos mereferir, pues, preferentemente en lo que sigue.No har falta recordar que el estructuralismo es una ideologa anms proteica que el existencialismo. Lo que aqu se presenta como tales slo una de las varias corrientes que se acogen a esa comn denominacin; el estructuralismo de Piaget, por ejemplo, nada tiene que vercon el de Foucault.42 FOUCAULT, M ., L'archologie..., p. 164, dice ser "felizmente unpositivista".

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 35lo hay un tipo de saber, de verdad o de ciencia) sucede unreduccionismo ontolgico: slo hay un tipo de realidad,la que constituye el material de las ciencias de la naturaleza. Slo hay un tipo de verdad porque slo hay un tipode realidad. La nica verdad legitimable es la que puedecontrastarse empricamente. Y la nica realidad es la quecorresponde a esa clase de verdad: es real lo contante ysonante, lo mensurable y ponderable, lo empricamenteverificable. Hay realidad objetiva. La dialctica sujeto-objeto, en la que basaban toda la estrategia de su encuestaontolgica los existencialistas, no existe, como no existe ladialctica historia-naturaleza. Es preciso subsumir la cultura en la natura, la antropologa en la biologa, la historia en la fsica de los slidos o en la qumica de los procesos hormonales inconscientes.En puridad, pues , no hay (ni puede haber) cienciashumanas , puesto que no hay hombre. No hay (ni puedehaber) historia, puesto que no hay sujeto de la historia. Lafilosofa agoniza, al menos cuando se la entiende comoontologa segn pretenda el existencialismo. Slo sobrevivir transmutndose en anlisis lingstico o en lgica formal. La realidad es una constelacin de objetos, unconjunto de estructuras. Lo que llamamos hombre es unsimple nudo en la trama objetiva, un elemento infinitesimal de la estructura, soporte de relaciones (y no sujeto derelaciones, como pensaban los existencialistas).Pero examinemos ms detenidamente las articulaciones clave del discurso estructuralista sobre el saber y la(s)ciencia(s), la historia y la natura leza , el sujeto y el objeto. Bastar para ello ordenar sistemticamente unos cuantos textos y dejarles hablar; lo que en ellos se dice es sumamente claro y hace superflua cualquier glosa exegtica,aunque las razones para decir lo que se dice sean, por logeneral, exasperantemente oscuras.

    a) Sobre las ciencias humanas. Segn Foucault, hasta el siglo xvni los saberes se agrupaban en tres grandesreas: gramtica general, historia natural, anlisis de la

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    36 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAriqueza. Ciertamente haba otras ciencias adems de stascosmologa, fisiologa, exgesis bblica, etc., peroslo en stas se revelaba "la configuracin interdiscursiva" de la mentalidad propia de la poca. A partir del siglo XVIII dichas reas van a ser sustituidas respectivamente por la filologa, la biologa y la economa poltica. Talsuplantacin es factible porque ha evolucionado la infraestructura misma del saber, "la episteme", el conjunto derelaciones que se establecen en un momento dado entre diversas prcticas discursivas.48 En el seno de este giro epistemolgico se gestaron las ciencias humanas, "cuerpo deconocimientos. . . que toma por objeto al hombre en lo quetiene de emprico" y que se ubican "en un espacio de tresdimensiones" (biologa, economa, lingstica).44 Lo "nebuloso" de esta ubicacin "las hace aparecer a la vez comopoligrosas y en peligro. Peligrosas porque representan algoas como una amenaza permanente para todos los otrossaberes", debido a la imprecisin de sus lmites, que laslleva a menudo a invadir los dominios ajenos. Y en peligro justamente por lo mismo: por la indefinicin de sureal y legtima jurisdiccin.45 De ah "la invencible impresin de vaguedad, de inexactitud, de imprecisin quedejan casi todas las ciencias humanas"; "es intil decirque las ciencias humanas son falsas ciencias; no son ciencias en modo alguno".4"

    Foucault no emplea mucho espacio en la justificacin oexplicacin del giro epistemolgico que propici el surgimiento de las ciencias humanas. Prefiere hablar de l entrminos descriptivos, por lo dems no poco arbitrarios yescasamente convincentes; o bien se limita a sealar que"este acontecimiento [la disolucin del saber clsico y la4 3 L'archologie..., p. 250. Fouca ult habla de tres epistemes sucesiv a s : la renacentista, la clsica y la moderna.44 Las palabras y las cosas (= PC), pp. 355 s.4 5 PC, p. 337; cfr. pp. 341, 343.49

    PC, pp. 344 s., 355. Lvi-Strauss (Antropologa..., p. 29) salva detan inmisericorde veredicto a la lingstica, "la nica [de las cienciashumanas] que puede reivindicar el nombre de ciencia".

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 37constitucin de una nueva forma de sab er] se nos escapaen gran parte, indudablemente porque an estamos cogidosen su abertura. Su amplitud, las capas profundas que haalcanzado.. . , no podra estimarse ni medirse sino al trmino de una investigacin casi infinita que concernira nims ni menos que al ser mismo de nuestra modernidad". 47Es decir: al estar demasiado cerca del fenmeno, nos falta perspectiva para poder abarcarlo y explicarlo; slopodemos levantar acta de su emergencia. El lector de Foucault no puede, con todo, reprimir la sospecha de que ellaconismo en este punto crucial no es una buena recomendacin para la tesis patrocinada. Al cambio de epistemese va a atribuir no slo la aparicin de las ciencias humanas , s ino incluso como se ver la del propio homb r e : bien podra nuestro autor mostrarse menos parsimonioso ante tamao acontecimiento y arriesgar, al menos,una hiptesis explicativa del mismo.b) Sobre la inexistencia de la historia. La historia,prosigue Foucault, es la primera de las ciencias humanasy "como la madre de todas". Pero entrar en crisis cuando, a principios del siglo xix, se descubra "una historicidad propia de la naturaleza". A causa de tal descubrimiento "el hombre queda despojado de lo que constituanlos contenidos ms manifiestos de su Historia. . . El serhumano no tiene ya historia o, ms bien, dado que habla,

    trabaja y vive, se encuentra en su ser propio enmaraadoen historias que no le estn subordinadas ni le son homogneas" . El hombre queda, pues , "deshis torizado". Lo quean llamamos su historia no es sino "el nudo inextricablede tiempos diferentes, que le son extranjeros y son heterogneos unos a otros. . . El hombre mismo no es histricoconcluir Foucault con una manifiesta referencia polmica a Heidegger; el tiempo le viene de fuera de smismo, no. se constituye como sujeto de Historia sino por47 PC, p. 216.

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    38 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS.UN RETO A LA TEOLOGAla superposicin de la historia de los seres, de la historiade las cosas, de la historia de las palabras". 4 8As pues, hay (pequeas) his tor ias extrahumanas; nohay Historia que sea propia y privativa del hombre. Enparecidos trminos se expresa, por su parte, Lvi-Strauss 4*:"el hecho histrico consiste en aquello que ha sucedidorealmente. Pero dnde ha sucedido realmente algo? Todoepisodio de una revolucin o de una guerra se reduce auna multitud de movimientos psquicos e individuales. Cada uno de estos movimientos traduce evoluciones inconscientes, y stas se resuelven en fenmenos cerebrales, hormonales y nerviosos, cuyas referencias son tambin de orden fsico, o qumico... En consecuencia, el hecho histricono es ya dado por los otros; es el historiador.. . quien loconstruye por abstraccin".De este texto, frecuentemente citado, importa sealarla explicitud con que se postula ya la reduccin del ordenantropolgico al biolgico, y de ste al "orden fsico oqumico"; volveremos a encontrar este programa reduccionista en otros captulos del presente libro. Asimismo es denotar el papel del inconsciente como factor determinantede los sucesos reseables en las crnicas histricas. El giroepistemolgico al que nos ha remitido Foucault albergaratambin en su sustrato mecanismos inconscientes que elanlisis arqueolgico del saber pone al descubierto, desembarazndose as de una presunta conciencia humana quese arrogase la condicin de "sujeto originario del devenir" .50 Lo que, dicho sea de paso, ofrece una nada desdeable coartada a la ausencia de explicaciones que deplorbamos anteriormente en lo tocante al cambio de episte-m e ; difcil sera, en efecto, racionalizar un proceso en-

    48 PC, pp. 356-358.49 La pense sctuvage,Pars 1962, p. 315.50 L'archologie..., p. 22. No es preciso advertir al avisado lectorque la sombra de Freud se cierne sobre el teorema estructuralista delinconsciente cual resorte ltimo del acaecer humano. A fuer de buenosilustrados, los estructuralistas se afanan por prestar a sus postulados elargumentum auctoritatis.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 39raizado en el inconsciente; si las ciencias humanas se hanconstituido primordialmente merced a funciones inconscientes, por fuerza ha de resultar sobremanera arduo rastrear su gnesis y justificar su nacimiento.Una vez que se ha procedido, en la forma hasta ahorarecensionada, a la descalificacin de las ciencias humanas ,81 nos aproximamos ya al meollo de nuestra temtica, esto es, al problema del hombre.c) El hombre, criatura reciente... y efmera. La conviccin de base de cuanto se acaba de estipular sobre lasciencias humanas y la historia ha sido adelantada en laintroduccin a esta seccin. Reco rdmosla : si no hay, nipuede haber, ciencias humanas es porque no hay hombre.Si no hay, ni puede haber, historia es porque no hay sujeto de la historia. Hombre, sujeto, son meros constructosespeculativos. Conviene ahora consignar los textos dondese sientan tales aserciones; en ellos la parbola estructura-lista, a la vez que alcanza su momento cenital, se encamina hacia su vertiginoso declive."Antes del fin del siglo xvm el hombre no exist a. . .Es una criatura muy reciente que la demiurgia del saberha fabricado con sus manos hace menos de doscientos aos".Kant representa un papel estelar en esta demiurgia, al plantearse la cuestin neurlgica de qu es el hombre (ivas istder Mensch?) .** Mas por qu antes de esta fecha no existe el hombre?La respuesta de Foucault, bastante crptica, echa mano nuevamente de la idea del giro epistemolgico. Hastabien entrado el siglo xvm "no habra una conciencia epistemolgica del hombre como tal. La episteme clsica searticula siguiendo lneas que no aislan, en modo alguno,un dominio propio y especfico del hombre". En efecto,

    5 1 Foucault se contenta, en efecto, con esto. Es decir, no niega quelas ciencias humanas representen "configuraciones del saber", sino quesean equiparables en rigor, precisin y objetividad a las ciencias propiamente dichas.s 2 PC. pp. 300, 331.

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    40 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS.UN RETO A LA TEOLOGAesa episteme operaba con el supuesto de que la naturalezaes un continuum homogneo, en el que lo humano apareceresaltado ms en lo que tiene de idntico con el resto delos seres que en lo que tiene de diverso y propio. Los temas de los que se ocupan las ciencias humanas no tenancabida en el pensamiento clsico: "en aquel tiempo noera posible que se alzara, en el lmite del mundo, esta estatua extraa de un ser cuya naturaleza.. . sera el conocerla naturaleza y a s mismo en cuanto ser natural". Pues"el lenguaje clsico como discurso comn de la representacin y de las cosas, como lugar en el interior del cualse entrecruzan la naturaleza y la naturaleza humana, excluye en absoluto algo que sera la ciencia del hombre".Mientras dur el discurso clsico, no poda dibujarse unainterrogacin del estilo de la kantiana (qu es el hombre);no poda cuestionarse el modo de ser propio del sujeto co-gitativo de Descartes. Ocurre en esa poca con el hombrelo que ocurre con el rey en "Las Meninas"; Foucault seentrega a un sofisticado anlisis del cuadro, que sera ensu opinin la alegora premonitoria del giro epistemolgico que venimos comentando. Como el rey se queda fueradel escenario, pese a ser el objetivo de todas las miradasy reflejarse en el espejo de la sala, as el hombre estausente del pensamiento clsico, si bien la inminencia desu aparicin flota ya en el ambiente.Cuando la historia natural, el anlisis de la riqueza yla gramtica general dan paso respectivamente a la biologa, la economa y la filologa, desaparece el discurso cls ico; justamente entonces, "en el movimiento profundo detal mutacin arqueolgica, aparece el hombre con su posicin ambigua de objeto de un saber y de sujeto que conoce ; soberano sumiso, espectador contemplado, surge all,en este lugar del rey que le sealaba de antemano Las Meninas, pero del cual qued excluida durante mucho tiempo su presencial real". 5 3

    5 3 PC, pp. 301-304.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 4 1Ahora bien, esta emergencia del hombre, a caballo dela nueva episteme, va a ser efmera. "La finitud del hombre se anuncia y de manera imperiosa en la positividad del sa ber; se sabe que el hombre es finito". Y, porcierto, la suya es "una finitud fundamental", perceptibleen todas y cada una de sus manifestaciones. As pues, "el

    hombre moderno.. . slo es posible a ttulo de figura dela finitud. La cultura moderna puede pensar al hombreporque piensa lo finito a partir de l mismo". 84 Con otraspalabras: el mismo movimiento que ha sacado a la luz alhombre amenaza con devolverlo al oscuro continente dela objetividad sin sujeto.d) Sobre la inexistencia del sujeto. Tal devolucinest siendo puntualmente ejecutada por el discurso contemporneo, que se plantea ya sin ambages "una cuestin quesin duda parece aberrante.. . Esta cuestin consistira enpreguntarse verdaderamente si el hombre existe.. . Estamostan cegados por la reciente evidencia del hombre que yani siquiera guardamos el recuerdo del tiempo, poco lejano, sin embargo, en que existan el mundo, su orden y losseres humanos, pero no el hombre".55La arqueologa del saber, en cuanto mtodo analtico,ha de fijarse como meta el mostrar hasta qu punto sonsuperfluas las ideas de "sujeto" o "conciencia"; en qugrado resulta innecesario "buscar ms all de los enuncia

    dos mismos la intencin del sujeto hablante, su actividadconsciente, lo que ha querido decir . . .". Para el estudiode un determinado discurso no es preciso recurrir "al ncleo de la subjetividad fundante"; ms bien sera menester recusar "los poderes de una conciencia constituyente",poner entre parntesis "la instancia del sujeto creador". 58Recorriendo las tres grandes reas de saberes en las5< PC, pp. 305, 309. El dato finitud humana, que en el existencialis-mo proceda de la experiencia subjetiva, se hace aqu derivar, muy ca

    ractersticamente, de la ciencia, "de la positividad del saber".55 PC. p. 313.59 L'archotogie..., pp. 26, 39, 159, 265.

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    que ha eclosionado la figura del hombre, nos toparamosen opinin de Foucault con las razones que abonanesta derogacin del sujeto humano. "Cmo puede ser elhombre esta vida cuya red, cuyas pulsaciones, cuya fuerzaenterrada desbordan infinitamente la experiencia que deellas le es dada de inmediato? Cmo puede ser este trabajo cuyas exigencias y leyes se le imponen con un rigorextrao? Cmo puede ser el sujeto de un lenguaje quedesde hace millares de aos se ha formado sin l?" Esdecir: en la biologa, la economa y la filologa se asomay se hunde a la vez la fugaz aparicin hombre. De la manode estos tres saberes llegamos a un punto en el que "elpienso no conduce a la evidencia del so y [como creyeraDescartes] : acaso pue do decir, en efecto, que soy estelenguaje que hablo.. . pero que, sin embargo, no existe mjsque en la pesantez de sedimentaciones que no ser capazde actualizar por completo? Puedo decir que soy estetrabajo que hago con mis manos, pero que se me escapa.. .aun antes mismo de que lo haya iniciado? Puedo decirque soy esta vida que siento en el fondo de m, pero queme envuelve y.. . que me prescribe mi muerte?". 57

    El arquelogo del saber debe, en fin, rehusarse a smismo la propia identidad; he ah el sntoma inequvocode su clarividencia. "No me preguntis quin soy, ni me pidis que permanezca el mismo; eso es una moral de estadocivil que rige nuestros carnets de identidad", pero que,fuera de ese marco burocrtico, no tiene el menor inters.58Si, con todo, la cuestin del sujeto sigue pareciendosignificativa a algunos, es porque vivimos an en "el sueo antropolgico"; no es fcil cortar de un tajo con laantropologa, que ha representado "un papel constitutivoen el pensamiento moderno" y de la que "en buena parteno nos hemos separado todava". 58 Sin embargo, pretender

    PC, pp. 314-316.68 L'archologie..., p. 28. PC, p. 331.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 43tomar en serio "los nuevos humanismos" sera incurrir en"quimeras" anacrnicas. Frente a tentaciones de esta ndole , "reconforta y tranquiliza el pensar que el hombre esslo una invencin reciente, una figura que no tiene ni dossiglos, un simple pliegue en nuestro saber, y que desaparecer en cuanto ste encuentre una forma nueva".50

    Este carcter residual, liquidable a corto plazo, de lafe en el hombre va a dictarle a Foucault un prrafo decididamente antolgico, en el que el lector no sabe qu admirar ms : si la imperturbable seguridad en el propiopunto de vista o la altanera displicencia que le inspira elpunto de vista ajeno. Estas son sus palabras: "A todosaquellos que quieren hablar an del hombre, de su reinoo de su liberacin, a todos aquellos que plantean an preguntas sobre lo que es el hombre en su esencia, a todosaquellos que quieren partir de l para tener acceso a laverdad, a todos aquello s.. . que no quieren pensar sin pensar tambin que es el hombre el que piensa, a todas estasformas de reflexin torpe y desmaada no se puede oponer otra cosa que una risa filosfica, es decir, en ciertaforma, silenciosa." "

    e) La muerte del hombre. Si algo queda an por hacer, en esta lnea de demolicin del "sueo antropolgico",es simplemente entonar por el hombre del siglo xx el mismo rquiem que el siglo xix entonara por Dios. Y a fe quea Foucault le sobran arrestos para oficiar de sochantre eneste servicio fnebre sin que le tiemble la voz. Aunque,advierte, en realidad fue Nietzsche quien se apercibi elprimero de la prxima muerte del hombre, al encontrarel punto en el cual hombre y Dios se pertenecen mutuamente, de tal forma que "la muerte del segundo es sinnimo de la desaparicin del primero" y "la promesa delsuperhombre significa primero, y antes que nada, la inminencia de la muerte del hombre".8 0 PC, p. 9.PC p. 333.

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    4 4 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGANo se piense, sin embargo, que esta muerte anunciadasea un acontecimiento nefasto. Muy al contrario. "El findel hombre es el retorno al comienzo de la filosofa. Actualmente slo se puede pensar en el vaco del hombredesaparecido. . . Es te vaco. . . no es nada ms y nada menos que el despliegue de un espacio en el que por fin es

    posible pensar de nuevo"." O dicho de otro modo: la desaparicin del sujeto sera la conditio sine qua non parahacer de nuevo ciencia; disipado el mito subjetivista, cabepor fin, y de nuevo, el acceso a la realidad objetiva.Pero volvamos a Nietzsche. "En nuestros das yNietzsche seala aqu tambin el punto de inflexin, loque se afirma no es tanto la ausencia o la muerte de Dios,sino el fin del hombre." Y Foucault intercala aqu la niezs-cheana y sagaz observacin teolgica: la muerte de Dio9y la del hombre se relacionan estrechamente. "Se descubre entonces que la muerte de Dios y el ltimo hombrehan par tido un ido s: acaso no es el ltimo hombre el queanuncia que ha matado a Dios?. . . Ms que la muerte deDios. . . , lo que anuncia el pensamiento de Nietzsche es elfin de su asesino, es la desintegracin del rostro humanoy el retorno de las mscaras." Para decirlo brevemente unavez ms: si el siglo xix pudo extender el certificado dedefuncin de Dios, el siglo xx se dispone a hacer otro tanto con el hombre, quien ya "est en vas de extincin".* 3

    Las palabras y las cosas concluye con un ltimo prrafo que, a modo de epitafio, da por finiquitada la causadel hombre: "En todo caso, una cosa es cierta: que elhombre no es el problema ms antiguo ni el ms constante que se haya planteado el saber humano.. . El hombre esuna invencin reciente. . . El hombre es una invencin cuyafecha reciente muestra con toda facilidad la arqueologade nuestro pensamiento. Y quiz tambin su prximo fin.Si esas disposiciones [del saber] desaparecieran tal como6a PC, pp. 332-333.83 PC, pp. 373-374.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 45aparecieron.. . , entonces podra apostarse a que el hombrese borrara, como en los lmites del mar un rostro dearena."Si de Foucault pasamos a Lvi-Strauss, el diagnsticocontina siendo el mismo. La clave secreta de la enteraaventura humana es el inconsciente. La inteligencia, laconciencia, la mente, no son sino "choses parmi choses";sa es "sa nature" ." Razn por la cual "el f in primordialde las ciencias humanas no es constituir al hombre sinodisolverlo. . . , reintegrar la cultura en la naturaleza y, finalmente, la vida en el conjunto de sus condiciones fisicoqumicas" ." El hombre aparece hoy en disolucin l mismo ("el mundo ha comenzado sin el hombre y acabarsin l") y como el demiurgo de la disolucin csmica, "como una mquina, acaso ms perfecta que las dems, quetrabaja en la disgregacin de un orden originario y precipita una materia poderosamente organizada hacia unainercia cada vez mayor y que ser un da definitiva. . . Mejor que l lamarla antropologa, sera preciso l lamar entropologa a la disciplina destinada a estudiar en sus msaltas manifestaciones este proceso de desintegracin".Como se ve, el ciclo se ha cerrado; si la muerte deDios preludiaba la muerte del hombre, sta acontece, asu vez, a la par que la desintegracin de la entera realidad. No resulta fcil ensayar un juicio desapasionado sobre esta "entropologa" estructuralista. En parte porque,como se ha sealado anteriormente, la nitidez de las formulaciones a nivel de exposicin est contrapesada por elhermetismo de las razones a nivel de argumentacin: eldiscurso resultante transcurre a travs de una curiosa ydesazonadora alternancia de claroscuros que arrojan sobre la lectura la permanente sospecha de una mala inteligencia. En parte tambin porque la tesis nuclear (inexistencia del sujeto, muerte del hombre) suena hasta tal pun-

    6 4 Le cru et le cuit, Pars 1964, p. 18.6 5 La pense..., pp. 347 s.88 Tristes Trapiques, Pars 1955, p. 402.

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    4 6 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RE A LA TEOLOGAto abrupta y provocativa (amn de gratuita) que desalienta de antemano cualquier conato de comprensin y evaluacin ecunime.Por supuesto, la muerte del hombre aqu mentada nose refiere nunca al "ser en s" del individuo humano, sinoa su capacidad para instituirse en elemento central de unsistema significante, en pieza clave de la actual episteme;esto es 1Q que se niega y en este sentido se hab la de lainexistencia del sujeto o de la desaparicin del hombreen el universo del discurso contemporneo. Pero aun as,el lector se pregunta perplejo si es cierto que "el hombrees un invento reciente"; si no se da una concepcin delsujeto humano, de la persona, hasta el siglo xix; si, portanto, de la Biblia a Pascal no hay una reflexin antropolgica propiamente dicha.

    La perplejidad se extiende despus a la segunda parte del teorema "entropolgico": el hombre, criatura reciente, est en trance de desaparicin. Es decir, la antropologa no tiene ninguna chance en el concierto de los saberes presentes (y menos an en los futuros). Pero e?bastante querer acabar con el sujeto de nuestros discursospara poder liquidarlo de verdad? El hecho de querer aquello no muestra ya la imposibilidad de esto? En efecto,para declarar que no hay hombre hace falta un hombreque se haga cargo de la declaracin; no resulta, pues, tansencillo eliminarlo limpiamente.

    2 . Todo esto, es, sin em barg o, pur a logoma quia, diver-timento de espritus ociosos. Qu ocurrira si se integrara la posicin estructuralista en una filosofa de la praxis, en una teora sociopoltica? Puesto que no hay persona sujeto dador de respuesta, nadie responde, na die es responsable de nada. Ya Lvi-Strauss haba manifestado que las sociedades humanas deberan ser estudiadascomo sociedades de hormigas y que "la historia econmicaes en gran medida la historia de operaciones inconscien-

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 4 7t e s "*7; lo que cuenta en ella son factores impersonalestales como el juego de las leyes econmicas, el procesodialctico de una realidad objetiva autogenerada y autopropulsada por su propia inmanencia, las relaciones deproduccin, la lucha de clases, el desplazamiento y la colisin de las grandes masas annimas, etc.

    Todo esto, ms los consabidos tpicos de la necesariacientificidad del discurso, de la inexistencia de la historia(en el sentido convencional del trmino), de la negacindel sujeto, del carcter reciente de la idea hombre, etc., semodula en la versin estructuralista del marxismo acuada por L. Althusser. Lo que en esta melopea falta de originalidad, se suple con raudales de tediosa reiteracin.Ante todo, el prejuicio cientifista: Althusser quiere recuperar al Marx autntico (el "cientfico"), que sera posterior a la clebre (y presunta) "coupure pistmologique"de 1845," y que rompera con la retrica humanista-idealista de las filosofas del tiempo para crear un nuevo sistema cientfico, no ideolgico, el materialismo histrico-dialctico, que se expresa en conceptos igualmente nuevos(fuerzas de produccin, relaciones de produccin, modosde produccin, infraestructura-superestructura, etc.) , arrinconando las viejas categoras de sujeto, esencia humana,alienacin, humanismo, etc. Marx habra estatuido, en suma, un "antihumanismo terico", condicin de posibilidadde todo conocimiento objetivo de la realidad y de su posible transformacin. En efecto, "slo se puede conocer algo de los hombres a condicin de reducir a cenizas el mitofisosfico terico del hombre".69

    Ha sido la burguesa del siglo xvm (contina Althusser) la forjadora de este mito y, consiguientemente, del de67 Antropologa estructural, p. 24.68 Ao de redaccin de las once Tesis sobre Feuerba:h. Pero estafecha (clave en la interpretacin althusseriana de Marx) ha sido objetode ms de un retoque por el propio Althusser, quien acaba por diferirhasta 18 75 el drenaje de todo vestigio hegeliano en la produccinmarxiana; vid. sus Escritos, Laia, Barcelona 1974, pp. 37 s.89 Polmica sobre marxismo y humanismo, Mxico 19746, p. 15.

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    4 8 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAla ideologa humanista (igualdad, libertad, razn.. .) , ideologa que, astutamente universalizada, se promete a aquellos mismos hombres a quienes se explota para consolidarsu despojamiento. En realidad el concepto de hombre es"inutilizable desde el punto de vista cientfico", "no escientfico". 70 Lo mismo se diga de la idea de "personalidad", idea "inexistente en la teora marxista", pero queopera como caballo de Troya de los desviacionismos humanistas que hoy aquejan al marxismo genuino 7 \ y de laidea de "sujeto", nocin jurdico-ideolgica cincelada porel idealismo. "Para ser materialista-dialctica, la filosofamarxista debe romper con la categora idealista de Sujetocomo Origen, Esencia y Causa responsable". 72En consecuencia, si por historia ha venido entendindose tradicionalmente el escenario de la libertad decisoria de sujetos responsables, que conducen los acontecimientos hacia determinados fines, habr que decir que tal historia no existe. El marxismo-leninismo entiende por historia "un proceso sin sujeto", "un proceso dialctico, sinSujeto ni Fin". La explanacin de esta tesis se hace en lostrminos siguientes: "los hombres no son los sujetos de lahistoria. Los individuos no son sujetos libres y constituyentes. Obran en y bajo las determinaciones de las formasde existencia histrica de las relaciones humanas de produccin y reproduccin". Puede, pues, concluirse: "la historia no tiene, en el sentido filosfico del trmino, sujeto,sino motor: la lucha de clases".73

    70 Ibid., pp. 23, 51. Cfr. Rponse John Lew is, Pars 1973, pp. 33:"la idea de hombre, punto de partida absoluto, es el fondo de todaideologa burguesa... El hombre es un mito de la ideologa burguesa".BLOCH, E., Derecho natural y dignidad humana, Madrid 1980, p. 65.sostendr, por el contrario, que "la razn marxista tiene una gran deuda de gratitud con el derecho natural racionalista, no slo por su teorade la revolucin, sino por su declaracin de los derechos humanos".71 Rponse..., p. 66.7 2 Ibid., pp. 71-72.7 3 Ibid., pp. 69 s., 76. Cfr. ibid., p. 31: "la cuestin del sujeto dela historia desaparece [en la teora marxista]... La historia es un proceso, y un proceso sin sujeto". En 1974 Althusser emprenda su autocrtica,reblandeciendo por razones tcnicas (la avanzada eurocomunista) la crudeza de su "antihumanismo terico": Elements d'autocritique, Pars 1974.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 493. Antes de cerrar esta panorm ica del estructuralis-mo, no estar de ms referirnos a su ms tardo avatar,que, con la firma de un grupo de ensayistas espao les, renueva IQS ya manidos clichs del impersonalismo, la inin-dentidad, la desintegracin del sujeto, la negacin de lahistoria, etc. El epigonismo rampante de estos textos (im

    pvidamente cercanos al plagio en alguna ocasin) y supalmario anacronismo (obsrvense las fechas en que venla luz) nos dispensan de todo comentario; al lector seguramente le bastar cotejarlos con los modelos francfonosrecogidos ms arriba para engolfarse en una melanclicameditacin sobre la dudosa originalidad del pensamientohispano contemporneo. He aqu un ceido muestrario(multiplicar las citas no enriquecera los contenidos) delestructuralismo autctono:"El hombre, la persona humana, la existencia humanao el sujeto humano constituyen fetiches. El humanismo, elsubjetivismo, el personalismo, el existencialismo, han abonado un cierto fetichismo: fijar un papel social, una mscara o disfraz como patrn de una pretendida identidad oself. La m uerte del hom bre significa, po r tanto, la disolucin de esa identidad y la liberacin de una profusin demscaras o disfraces que todos nosotros almacenamos yque inhibimos en virtud de ese fetichismo... Es una filosofa carnavalesca la que propongo.. . Una filosofa que suspenda toda concepcin acerca de la unidad de la conciencia y su identidad consigo misma, y el conjunto de conceptos involucrados en esa concepcin, especialmente elconcepto de tiempo y temporalidad, de historia e historic idad . " 7i"La identidad personal es un mito, probablemente burgus . . . , que se halla asegurado por un bautismo y el consiguiente cobro de un nombre propio. Podemos decir enefecto: yo ahora soy yo . En efecto: me reconozco en el

    74 TRIAS, E. , Filosofa y carnaval, Anagrama, Barcelona 1973, pginas 8 s.

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    50 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS. UN RETO A LA TEOLOGAcarnet . El cogito pasa siempre por la comisara de distrito.E l eg o es eso: un trozo de papel recubierto de plstico." ""La verdadera real izacin de uno mismo es impersonal. . . Mientras la definicin o funcin de un coche es mso menos precisa, la del hombre es fundamentalmente variable, confusa y cul tural ."7B

    "El hombre como tal es una ficcin, y la nica ficcinracional en poltica es el nmero." "Pero volvamos a cuestiones ms serias, tras este frivolointerludio celtibrico. Los escritos de Althusser imprimieron al estructuralismo un sesgo indito, al poner en marchaun modo muy concreto de interpretar y, sobre todo, dirigirla praxis. El discurso estructuralista, trasvasado de la semntica y la etnologa a la sociologa y la poltica, dejade ser ticamente inocuo o neutro para convertirse, poten-cialmente al menos, en un artefacto altamente peligroso.As lo vieron muy pronto unos cuantos tericos marxistas,por cuyo conducto se ensayar de nuevo, una vez cerradoel parntesis estructuralista, una interpretacin de la realidad en clave inequvocamente humanista.

    75 Ibid., pp. 71 s. El atento lector recordar, sin duda, el prrafo deFoucault que aqu se est plagiando con imperturbable desenvoltura:"no me preguntis quin soy, ni me pidis que permanezca el mismo:eso es una moral de estado civil que rige nuestros carnets de identidad".76 RUBERT DEVENTOS, X. , Moral y nueva cultura, Alianza, Madrid1971, pp. 29, 40. El mismo ensayista escribir en un rotativo m adrileo(debo esta referencia, como las dems, a Carlos DAZ, El puesto delhombre e n la filosofa contemporn ea, Narcea, M adrid 1981, p. 20, nota 16): "Pero a qu insistir an en este yo que slo desde un humanismo trasnochado puede pensarse? .. .Porque el yo no es una estructura,sino una coyuntura".77 LAPORTA, F., "Estado y violencia", Sistema, octubre 1980, p. 120.

    El marxismo humanistaObviamente no es ste el lugar adecuado para una exposicin detallada del marxismo humanista. 78 Pero s importa a nuestro propsi to recordar sumariamente el pensamiento antropolgico de tres destacados representantesde esta corriente ideolgica: A. Schaff, R. Garaudy yE. Bloch. Los dos primeros interesan sobre todo porquetratarn de abrir una tercera va en confrontacin explcita con el subjetivismo existencialista y el antihumanismoestructuralista. Bloch, por su parte, merece ser trado a

    colacin no slo por el peso especfico asignable a su obraen el marco de la teora marxista ms evolucionada, sinoadems porque, en la l nea de un humanismo ateo, la suyaes la propuesta seguramente ms ambiciosa y sugestiva decuantas circulan por el firmamento filosfico actual. Yporque asistimos con l a la recepcin laica del tema hombre-imagen de Dios en su sorprendente reivindicacin deun dest ino teomrfico para la humanidad consumada.1. El filsofo polaco Adam Schaff fue uno de losprimeros tericos marxistas que prest atencin al fenmeno existencialista.79 Sorprendido por su "asombrosafuerza expansiva", se pregunta a qu se debe. La respuesta es que el existencialismo ha sabido plantear una seriede problemas que interesan vi talmente al hombre, mximeen momentos de crisis o de cambio social. Lo que significa, agrega Schaff, que las cuestiones "socrticas" (las pre-

    78 Cfr. Ruiz DE LA PEA, J. L., Muerte y marxismo humanista. Aproximacin teolgica, Sigeme, Salamanca 1978.79 Marx oder Sartre? Versuch einer Philosophie des Menschen ( =MS) .Fraiikfurt a.M. 1964.

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    guntas que el hombre se hace sobre s mismo) no puedencaducar en la filosofa, aunque slo sea porque, tarde otemprano, cada uno de nosotros nos las formulamos. Llamarlas "pseudoproblemas", como hacen los diversos positivismos (incluido el estructuralismo) es, estima Schaff,estpido; aun cuando no contaran con respuestas precisas,no por ello dejaran de ser problema. Como quiera quesea, continan haciendo "una buena carre ra filosfica",lo que demuestra (contra la engreda suficiencia de susdetractores) que son "problemas reales" y que, por tanto,el filsofo que se empecina en ignorarlos "sufre de embotamiento moral agudo".80Esta permanente vigencia de las cuestiones socrticasdesautoriza otro teorema positivista: el de la unicidad dela ciencia, con la imposicin exclusivista de los parmetros de las ciencias naturales a todo tipo de proceso discursivo. Es claro que problemas como el sentido de la vida,el valor de la existencia individual, la muerte, etc. , nopueden ser tratados con el mtodo propio de una Natur-forschung. Pero eso no equivale a decir que no son susceptibles de tratamiento cientfico, esto es, rigu roso , sistemtico y metodolgicamente correcto.81As pues, sera necio negar validez a las preguntas queel existencialismo plantea, aunque ciertamente, y desdeun punto de vista marxista, sus respuestas no sean de recibo , segn Schaff. Dnde se emplaza, a su juicio, el meollo de las diferencias entre marxismo y existencialismo?"En la concepcin del individuo humano." Ms concretamente, en la solucin al siguiente interroga nte: es el individuo un ser autnomo que crea la sociedad y la conducta social, o son las relaciones sociales las que crean alindividuo? Mientras el existencialismo defiende una interpretacin subjetivista, individualista, del fenmeno humano, el marxismo ve en el hombre "un producto de la vida

    80 MS, pp. 11-18, 33.81 MS, pp. 53-59.

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 53social" ; e l individuo el ige socialmente, se conduce social-mente, est socialmente determinado. Es decir : "para elmarxismo, el individuo. . . no es autnomo con relacin ala sociedad, sino que, al contrario, en cuanto producto dela sociedad, depende de ella". Esa es la razn por la queel proyecto sart r iano de "completar" el marxismo con elexistencialismo est condenad o al fracaso: amba s concepciones son contradictorias.8*Ahora bien, definir al hombre como "producto de lavida social" no implica necesariamente su cosificacin, lanegacin de su condicin de sujeto. El materialismo histrico no defiende "una necesidad impersonal" como fuerzamotriz de la historia. La tesis althusseriana de los dosMarx, uno humanista (el inautntico) y otro dialctico-materialista, es fals a; el de Marx es un pensamiento enevolucin, pero cuyo objetivo constante ha sido siempre"la cuestin de la liberacin del hombre"; se trata, pues,de un pensamiento que ve en el hombre al sujeto activodel acontecer histrico.*8Pese a ello, Schaff reconoce que el marxismo no haconsiderado suficientemente los temas de una "filosofadel hombre", acaso por el temor a convertirse en una antropologa individualista o idealista. Tales temas deben,empero, ser abordados sin ms dilacin: ha de perfilarseun "concepto del individuo" y reivindicarse para el marxismo su condicin de genuino "humanismo socialista".En cuanto a la comprensin marxista del individuo,Schaff seala que ste es, a la vez y en sentido dialctico,"criatura y creador de la sociedad", su "punto de llegaday de par t ida" (End-Ausgangspunkt). Las decisiones indi-\ iduales estn siempre determinadas por el medio social;pensar, como hace el existencialismo, que el hombre sloes libre cuando es absolutamente libre, cuando nada influ-

    82 MS, pp. 21-27, 40 s.88 MS, pp. 42 s.; Marxismo e individuo humano (= MIH), Mtico1967, pp. 24-36, 66 ss.

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  • 5/28/2018 Ruiz de La Pena, Juan Luis - Las Nuevas Antropologias

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    54 LAS NUEVAS ANTROPOLOGAS.UN RETO A LA TEOLOGAye en su decisin ni la limita, es confundir la libertad conel voluntarismo. Mas, de otro lado, la existencia de determinaciones sociales o de "leyes objetivas de la historia"no significa que la necesidad histrica sobrevenga desdefuera al individuo y sea independiente de su obrar. Lo queel marxismo entiende por necesidad histrica es un factorque funciona a travs de la libre operatividad de los individuos. "La historia es hecha por los hombres, pero lasacciones y opciones de los hombres estn inuidas por loscondicionamientos y necesidades de su entorno". La llamada necesidad histrica no es sino la resultante estadstica de una multitud de acciones individuales, bajo lasque acaba imponindose un concreto tipo de comportamientos y pautas de conducta. "Nada, pues, sucede sin loshombres; al contrario, todo sucede por los hombres." Lasleyes objetivas no eliminan la libertad de accin; creanel cimiento social sobre el que los hombres pueden desplegar su actividad.84En todo caso, uno de los elementos irrenunciables dela "filosofa marxista del individuo humano" consiste, enopinin de Schaff, en atribuir a ste el rango de "valorirrepetible". "La teora marxista ensea ciertamente quela personalidad es un producto social, que comporta uncarcter social; sin embargo, esto atae slo a la explicacin de la gnesis de la personalidad. La personalidadhumana est condicionada socialmente.. . ; pero en lo querespecta a su carcter complejo, en cuanto estructura total,es i r repetible." Con otras palabras: "el ideal del hombredel comunismo est unido a la norma de que el hombrees el supremo bien para el hombre, el summum bonum"."

    84 MS, pp. 76-81, 86 s.8 8 MIH, pp. 123, 277. Que el hombre sea el ser supremo para elhombre es una afirmacin de Marx en La cuestin judia (quien a suvez la tom de Feuerbach, La esencia del cristianismo). Pero Schaff estpredicando el axioma del hombre concreto singular, cosa que no suceda en los precedentes citados: "el problema central de todo socialismo... es el hombre... Y, por supuesto, no un hombre abstracto, no elhombre en general, sino el individuo humano concreto" (MIH, p. 65).

    1. LA DIALCTICA SUJETO-OBJETO 55Con tales antecedentes es fcil comprender ahora porqu , segn Schaff, el marxismo es un humanismo, y porqu Marx habra sido siempre humanista. Lo que se quiere decir con ello es que, para Marx y el marxismo, la realidad ha de ser leda antropocntricamente. Si humanismoes "un sistema de reflexiones sobre el hombre que reco

    nocen a ste como supremo bien", entonces "la quintaesencia del socialismo es su-humanismo; la quintaesencia deese humanismo es su concepcin de la felicidad del individuo". Todo en el marxismo se ordena a esta meta: tomaral hombre concreto y singular como punto de partida, objeto final y realizador de la idea del socialismo."El socialismo es ex definitione un orden social del total y verdaderodesenvolvimiento de la individualidad de todo individuohumano".8*Frente a los restantes humanismos concluye Schaff,el socialista es "el ms radical" (el que responde en msalto grado a las cuestiones neurlgicas del individuo) y"el ms real" (el mejor cualificado para alcanzar los ideales humanistas). Es adems un humanismo "combativo"(sabedor de las dificultades y resuelto a luchar contraellas) y "concreto" (tiene en cuenta las condiciones socio-histricas). En el actual conflicto de las antropologas (humanistas o antihumanistas), ninguna est mejor situadaque la teora marxista del individuo para dar salida a losproblemas que agobian a nuestros contemporneos; sloella, en efecto estima nuestro autor, patrocina un modelo realista de liberacin del mal social y acredita ensu praxis histrica la eficacia de tal modelo. 872 . Garau dy es sin dud a, por sus concretas circunstancias personales, el pensador en quien ms hondamente haincidido la confrontacin existencialismo