rosana guber - el informante

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Rosana Guber - El Informante

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  • L".

    er 5,012 yr,-Q/e 01E7~01/ Ko tI(56- rl... , e cf.

    VI. EL INFORMANTE, SUJETO DE LAINVESTIGACION

    on#I,

    Ya nos hemos referido a los informantes, quieres proveen informa-cin y con quienes se relaciona el investigador en el campo. Qu caractersticas tienen y cul es su papel en la invrigacin, particu-larmente en la etapa de campo?

    Sabemos que desde los primeros tiempos, los antroplogos han optado por comparecer "en cuerpo y alma", como diran los Panoff (PANOFF y PANOFF en LLOBERA, 1975), en "el lugar de los hechos", eliminando todo tipo de mediacinya sea temporal (hacia el pasado) o personal (por terceros)-- entre el investigador y la informacin, para obtener un conocimiento sobre otros grupos humanos ni etno ni sociocntrico. Este conocimiento requiere recentrarse en el informan- te; y para producir ese recentraraiento diversas corrientes de la antro-pologa social propgnaron la presencia directa del investigador ante la poblacin.-Sin embargo

    -, esta presencia no garantiza por s sola un acceso cabal y completo al objeto, en tanto no se reconozca la necesaria mediacin terica del sujeto cognoscente. Es desde el bagaje concep-tual y de sentido comn que se pueden aprehender realidades sociges, en el seno de una relacin donde se van aprehendiendo recprocamen- te dos mundos culturales.

    - Este proceso, que consiste en una deconstruccin de lo que se sabe de antemano y en una nueva col

    vale tanto para el investigador como para e ni ormantelno existe, pues, una perspecti-va unilateral de conocimiento entre los ujtbs humanos, como podra plantearse en otros aspectos de lo real y en ros campos del conoci-miento cientfico. La diferencia reside en que los hombres configuran mundos que no son nicamente su manifestacin externa, sino que estn preinterpretados por sus miembros y, de este modo, son cons-

    \

    trudos por ellos (GIDDENS, 1987). El antroplogo !aprende a cono-cer no slo lo que conocen sug_iormanies, salulno llegan

    on-deaetrci. ' El stijeici-ainjue trabajan los antroplogos es el que viabiliza este

  • lo ROSANA GUBER

    conocimiento. En este captulo, nos ocuparemos del informante, dando particular importancia a la concepcin que los investigadores han tenido sobre l y, por consiguiente, al valor que le han asignado a sus prcticas y verbalizaciones en la investigacin y en el TC.

    1. El informante: portador o constructor de una cultura?

    Los antroplogos se han puesto en contacto, casi invariablemente, no con la totalidad sino con algunos miembros del sistema social. De alguna manera, stos aparecan como sus representantes, corno la fuente ms confiable de informacin genuina, profunda y sistemtica acerca de cuanto ocurra en esa rea cultural; eran, al menos, mucho ms confiables que los 'blancos' funcionarios coloniales, quienes, segn observaba B. Malinowski (1986), slo podan elaborar imgenes entre fantsticas y degradantes de los nativos. La confiabilidad se fundaba en la ausencia de mediaciones que pudieran distorsionar el sentido de cmo esa cultura era vivida por sus protagonistas. Estas consideraciones obedecan, como ya lo adelantamos, al marco episte-molgico. En su aproximacin normativa 'a la Durkheim', sociedad y cultura equivalen a los patrones practicados y enunciados por sus miembros; las prcticas y las verbalizaciones deben coincidir, y lo que interesa al investigador son las prcticas generalizables a toda esa cultura y no las pequeas defecciones propias de la prctica individual (HOLY & STUCHLIK, 1983). El informante -todo aqul que proporciona alguna informacin al investigador-. es conside-.rial_.b tambin el portIslor de dichas normas. Y, como la concepcin prevalti

    -de las so-CTifde-Rr'-tRiai"cionzilniente estudian los 1 1 antroplogos es la de unidades relatiyamentes4nples" y "homog-

    .........__ , , S neas", se supone primero que un individuo lleva en s laTcasilo

    a.1111 de pautas, PerbeiltivsYliiSlos deSsaiii-ilfilroi-de Sti sociedad; y

    L

    segundo, que "los especialistas" -un3T-,-51-

    shamn, etc.--son quienes por excelencia pueden suministrar ms y mejores datos acerca de la organizacin poltica, religiosa, etc., de dicha unidad cultural. La informacin que cualquier informante provee puede reducirse a un conjunto de patrones asimilables a la sociedad total y a la cultura real. En busca de las normas, de las pautas ideales, el investigador contacta a los "ms entendidos en cada tema, a las voces 'autorizadas', pues as obtendr la norma vlida para todos los miembros. Para convalidar este modelo delineado por informantes 'autorizados', se registran casos para contrastar el seguimiento de las normas sobre las cuales se cimenta el modelo (COHEN,R 1984:223).

    EL SALVAJE METROPOLITANO 131,

    s ,

    k " La concepcin de las sociedades en estudio como simples y honnt: neas concuerda con este procedimiento inductivo por el cual la natu- raleza y posicin del informante no se somete a crtica terica y metodolgica. La pauta 'tal cual' la transmite el informante es tomada por elinvestlgo a so

    -Wide:611 ..c141- 11.r.q, 9.11.1, Este co-rioci- niroTrim- ediato-saitie-nde tambin desde el -marco intepretativis-ta, segn el cual el, investigdor se propone reviviripternamente la lgica y los sentidos de sus ir'do-riailit:e1:- Tanto desde elpositivismo como -des-de el interpretativismo, el infor-mante es visualizado .como portador y como sntesis total de su sociedad; sta aparece como externa a l, en la medida en que lo condiciona y en la medida, tambin, en que el informante no tiene ningn papel activo ms que contribuir a su reproduccin. Tal es, p.ej., lo afirmado desde la perspectiva parsoniana acerca de la sustentacin de normas y valores en virtud de su internalizacin por los sujetos. Se concibe al informante como - un sujeto constreido por la sociedad y la cultura y que, por lo tanto,

    no desempea ningn papel constructivo en el proceso histrico del cual aparece como mero ejemplar, como agente mecnico de deter-minaciones ajenas a su voluntad;

    - un individuo que puede suministrar 'datos" de manera directa y no mediada, pus l es el portador de su cultura y de sus pautas sociales;

    - en esta medida, el etnocentrismo y otros sociocentrismos pueden ser combatidos, sin ms, desde el momento en que el informante expresa dichas pautas en sus verbalizaciones y prcticas; el inves-tigador no tiene ms que escucharlo y observarlo -siempre 'en blanco' y sin presupuestos ni marcos de referencia- para dar cuenta de la realidad desde la PA;

    - en consecuencia, un buen informante es aqul que dice `la verdad', es decir, que refiere las cosas 'tal cual son'; las disidencias entre sus afirmaciones y lo real (lo observable o lo enunciado por otros) puede deberse a a mala fe, a la mentira Cese informante no es confiable')

    L o a la 'ignorancia' Cese informante no sabe, no tiene conocimiento de su sociedad'). Desde corrientes antropolgicas no empiristas, lo que hace y dice

    el informante no es ni puede ser una descripcin global ni mucho menos una explicacin terica de lo real. Cultura y sociedad son entidades abstractas que el investigador elabora a partir de sus premisas tericas y de los datos producidos en campo. Ningn infor-m_ante,por /114_1.es ppci alizAd o que sea, puede dar la,inkrriacin total sobre un_ acontecimiento, 4p, cl'Ippq de actividad, etc; habr de

    ..._

    limitarse a- la .informacin circunscripta por su Jugar especfico,

  • v.

    1'32

    ROSANA GUBER

    respecto de tal o cual acontecimiento. Complementariamente, la descripcin y la explicacin del informante no sustituyen la explica-cin del investigador: la fundamentan, la ponen a prueba, la especi-fican. As, el descubrimiento de definiciones mltiples y contradicto-rias acerca de la misma cultura, sociedad, o los mismos hechos, no es un obstculo sino parte fundamental de esa realidad; son versiones que no pueden alinearse en torno a los ejes de falsedad y veracidad, sino interpretarse en funcin de posiciones estructurales delimitadas por una serie de atributos o variables sexo, edad, lugar de origen, ocupacin, adscripcin tnica, religiosa, poltica, etc., que tanto la informacin del TC como la teora del investigador introducirn y jerarquizarn oportunamente.

    El informante es parte activa de un proceso social que lo determina pero.al

    que, a su vez, contribuye activamente; y sus puntualizaciones revelan esta participacin abierta y contradictoria, donde los disensos entre informantes y entre lo que se dice y se hace no son definiciones cerradas sino en proceso, desempeando un papel productivo de lo real cuya lgica hay que desentraar. Ni una prctica, ni una asercin discursiva tienen un sentido preestablecido ni una traduccin literal al nivel terico-explicativo. Por una parte, el informante participa de lo social desde un lugar determinado; sus impresiones no pueden homologarse ala constriccin del inveslfgadt ,Poil.-Otrili:rProcesb social se manifieiteTehprcticasTdiscursos sujetos a constantes reformulaciones.y.,resignificaciones1

    que resultan, a su vez, de varios . factores: la experiencia histrica' grupal, la posicin en el eje, hegem.o-na/subalternidad con referencia a aspectos significativos para el grupo, la situacin concreta en que se manifiestan dichas prcticas y discursos, etc. Estos y otros factores intervienen en los aspectos

    : comunicados por el informante mediatizando, una vez ms, la indirec-ta relacin entre informacin obtenida en campo y produccin de datos

    Lpor parte del investigador. Pero convendra aadir, ahora, otra dife-renciacin, por un lado, entre las instancias socioculturales de las cuales participan el informante y el investigador y por el otro, las instancias del TC en las que el informante se manifiesta al investiga-dor. Este slo tiene acceso al ltimo nivel el sujeto de una cultura como informante de campo; el investigador porta, a su vez, su propia carga terica y de sentido comn como miembro de esa u otra sociedad;

    1, aspira a construir un modelo interpretativo (anlisis cientfico) ms que un modelo para la accin (como hacen sus informantes). P.ej.,

    Gerald Berreman (1986) ha descripto, minuciosamente, cmo modifi-caba el acceso a una poblacin india el hecho de que su ayudante fuera brahmn o musulmn. La pertenencia permita establecer lazos diferentes con sectores diferentes de la comunidad, abriendo las

    EL SALVAJE METROPOLITANO 133

    puertas a determinada informacin y cerrndolas a otras. En este caso, el investigador conoca a la poblacin por la mediacin de una situacin de campo que descansaba fuertemente en la filiacin religio-sa y de status del ayudante. Esto no es ms o menos correcto que otros accesos, sino una Modalidad del canal, inevitablemente indirecto a lo

    ' social. El investigador, lo reiteramos, conoce ese mundo social no 'tal cual es' (es decir, como sera sin su presencia), sino a travs de la situacin de campo, situacin que introduce una serie de aspectos: la concepcin que los informantes tienen del investigador y viceversa, su presentacin, los roles a l asignados, las personalidades en juego, el

    ,Loontexto general del TC y de la investigacin, etc. Estos aspectos no J distorsionan al mundo social 'tal cual es', ni son un obstculo para su -..

    verdadero conocimiento; constituyen expresiones del mundo social, pero expresiones que no seran las mismas si no estuviera presente el investigador, y si no se enmarcaran en la situacin de TC.

    Resulta de vital importancia que el investigador tenga en cuenta que slo podr acceder al sujeto sociocultural a travs del informante de campo; y que conocer al informante de campo es, ya em ezar a

    191incer al sujeto sociocultural, Pero, a -dIferencirerseto sociocu -

    tural, en el reconocimiento del informante de campo interviene activamente el investigador. Por eso, la reflexividad del investigador y la de los informantes en el TC resulta fundamental para reconocer al sujeto cultural. As, el informante no es portador de una unidad sociocultural, sino un

    activo constructor de la misma; es, a la vez que su sujeto, objeto de determinaciones estructurales

    de dicha unidad; -- en tanto ubicado en determinada posicin social, sus comunicacio-

    nes son pertinentes a dicha posicin y no pronunciadas omnicom-prensivamente desde la totalidad;

    el informante es parte de un proceso histrico desde el cual aporta experiencias, expectativas y transformaciones;

    un individuo se transforma en informante al entrar en relacin con el investigador; esta relacin es social y se concreta en situaciones especificas; por eso, el informante suministra informacin condi-cionada por su experiencia histrica, por la posicin social que ocupa y por la situacin de encuentro con el investigador, a la cual subyace determinada definicin de la relacin en tanto relacin social;

    el informante suministra informacin coraplejizada por estos fac-tores para el investigador, quien eventualmente puede transfor-

    -- marla en datos de su investigacin. La tarea que se propone desde esta perspectiva no es tanto

  • 134 ROSANA GUBER

    reconstruir una versin nica y definitiva de la cultura, sino expl:. rar las relaciones socides...y los listems...designific.algIs de grupos o sectores dentro de dicha unidad (COHEN, R. 1984), consi-riiir su lgica tendiente a especificar la relacin planteada en el objeto de conocimiento. El investigador se propone, as, penetrar y comprender la organizacin particular de ese conjunto de relaciones sociales y de significados, y aprender el modo en que esas personas dan sentido a su mundo y viven en l. Ello no se logra sino a partir del descentra-miento que se produce cuando el investigador procede a especificar su objeto terico. Parte de esa especificacin concierne a los sujetos del objeto construido (las bolivianas, los puesteros, etc.) que hemos

    Identificado en la UA y en el universo o muestra. El investigador puede plantearse, entonces, dos tipos de preguntas; el _primer tipo incluye, entre otras, por qu stos son mis informantes? Por qu otros no lo son? Por qu quieren serlo? Por qu otros me rechazan? De qu modo son mis informantes? El segundo corresponde a: quines son mis informantes? Cul es su ubiTEErn en la unidad social? Cmo se diferencian entre s?

    Estos interrogantes no son slo un medio para realizar la investi-gacin, sino la investigacin misma; por eso, son un buen punto de partida para advertir que la mirada inicial necesariamente cargada de presupuestos deber ir amplindose progresivamente. Afortu-nadamente, el investigador no est solo en este proceso, Empecemos por la primera serie de preguntas.

    2. El informante como objeto: primeras categorizaciones

    Consecuente con la versin empirista, algunas corrientes (Agar, Spradley, da Matta) han definido al informante en la teora y la prctica de campo cmo un gua o maestro del conocimiento de otras culturas. Libre de presupuestos, el investigador se entregara a sus enseanzas hasta elaborar una descripcin de determinada unidad

    'gociocultural en trminos de sus pobladores. Como seala Da Matta (1983), el informante desempea la funcin de un docente que ensea a concebir, segn sus categoras y conceptos, lo que sucede alrededor y cmo se estructura su mundo social; ensea qu y cmo pensar lo que, al principio, le,resulta inexplicable al investigador.

    Sin embargo, esta enseanza no es recibida unilateral ni aterica-mente, en la medida en que el nico canal de conocimientos de que dispone el investigador es su bagaje conceptual, sensitivo y de sentido

    EL SALVAJE METROPOLITANO 1:15 "

    comn. Desde la perspectiva que venimos sosteniendo, el investiga-dor no puede eludir su propio bagaje, sino modificarlo progresivamen-te en su relacin reflexiva con el campo y los informantes. Adoptar una actitud reflexiVa implica poner en cuestin la propia presencia en el campo y las decisiones adoptadas eh cada una de las instancias del trabajo emprico. De este modo, se comienza a reconocer de qu se compone la situacin de campo en la que se accede a los sujetos. Una

    - de estas instancias es Al procaso_de_selec.cin_de.informantes y de.-..: armado de la mastra. En esta seccin discutiremos el carcter reflexivo del proceso de seleccin y vinculacin con los infor-mantes, para establecer el modo en que esta reflexividad, lejos de entorpecer, constituye el conocimiento social. Por su parte, los informantes tambin son sujetos de reflexividad, y ello en la medida en que orientan su accin de acuerdo a diversos factores y a las circunstancias concretas que les toca enfrentar. Por consiguien-te, y como ambas reflexividades la del investigador y la de los informantes se encadenan progresivamente, indagaremos tambin desde la perspectiva del informante en su seleccinJll investiga-dor; y esto no es un simple juego de palabras! ----El los considerandos de la seleccin de informantes o delimita-cin de la muestra, el:criterio prevaleciente consiste en identificar la pertenencia social del informante al interior de su sistema social

    sta identificacin est mediatizada por el vnculo que el investiga-dor mantiene con los informantes; desde aqu, el investigador puede aspirar al mayor conocimiento de una unidad social. Ahora bien: lejos de significar un vnculo acotado a cuestiones personales, la relacin entre investigador e informantes es relevante para el conocimiento social en.la

    medida en que constituye, ella misma, una relacin social y, por lo tanto, est inundada de situaciones socialmente significati-vas. Por eso la relacin entre investigador.e informantes no es una simple herramienta que permite acceder a informacin (como se supone desde la afirmacin de que la presencia directa garantiza una informacin ms veraz y genuina), sino que es la instancia misma

    'del conocimiento. En el marco de una concepcin reflexiva del TC, el proceso de seleccin de los informantes, y el mantenimiento de la relacin con ellos no son tanto medios de obtencin de

    material emprico, sino una parte fundamental del momento -,de la produccin de datos.

    A medida que progresa su TC, esta relacin adquiere una mayor fluidez, al punto de que su ritmo supera la posibilidad de un cuidadoso control del armado de la muestra. An sin quererlo, el investigador configura su universo y extiende su red de informantes cuando frecuenta ciertas reas de la UE ms que otras, cuando visita

  • 136 ROSANA GUBER

    reiteradamente algunas viviendas y olvida pasar por otras, cuando jerarquiza lo que dicen algunos individuos, y secundariza lo que le cuentan otros. Estas preferencias no equivalen a sesgos y errores que trastocan la objetividad, sino que son los canales concretos que recorre. el investigador para lograr su conocimiento. Porque estas preferen-cias no son generadas slo por el investigador, ni ste ni nadie adopta decisiones por s mismo en el seno de una interaccin. La presencia, la permisividad, el rechazo de los informanteualrikaliterizies tan ceigrales'iriblIttitiToTtrricos del inveitiF -"El primer coritad '''''''

    imprecisiones, slo delimitado por algunos conceptos que, casi con certeza, revisten contenidos etnocntricos. Desde esta necesaria e ineludible plataforma se comienza a producir conocimientos. Parte de estos primeros pasos es la seleccin de los informantes o, dicho con otras palabras, la delimitacin de la muestra sea evaluada o de oportunidad . Para incorporar sus flexibles criterios al TC, el investigador necesita ponderar a los pobladores y aprender a catego-rizarlos. 'La explicitacin y la reflexin, acerca de las circunstancias por las que atraviesa la investigacin de campo y los sucesivos encuentros, ataen principalmente a la etapa del trabajo en terreno, a los canales de acceso a cada informante, ya la naturaleza del vnculo entablado. Por su parte, con sus actitudes hacia el antroplogo, los informantes brindan material emprico acerca de diversos aspectos, como p.ej., las conductas valorizadas y denostadas, competencias y alianzas, encubrimientos y develaciones, etc. Pero todo esto slo constituye informacin significativa es decir, datos en la medida en que el investigador se ubique a s mismo y a la relacin con sus interlocutores dentro del campo de estudio y no slo como un medio (generalmente neutral) de recoleccin. Esta puesta en campo de la relacin incluye, tambin, reconocer las motivaciones que llevan a los informantes a conducirse de diversas maneras con el investigador. Un primer paso para este reconocimien-to es caracterizar alinform alist-e-B91111-11Terapir'3-1-'jiie establece.el.

    EL SALVAJE METROPOLITANO 137

    vez explicando por qu est all (cf.infra. Captulo VII). Al comienzo, parece inevitable cierto tartamudeo cultural, que es lo que comn-mente llamarnos malos entendidos, y que provienen de desconocer los usos y sentidos de ese universo cultural. Las primeras presenta-ciones del investigador no son una excepcin, como tampoco lo son las primeras reacciones de los informantes ante su extrajo visitante; desconocen para qu est all, qu desea, y cules son sus verdaderas intenciones. Ambos, investigador e informantes, actan de acuerdo a las expectativas mutuas, aun cuando los modelos para actuar procedan de situaciones diferentes que no son aplicables a sta en particular. Pero a pesar de este aparente vaco que los separa, algunos se acercan al extrao que balbucea en trminos poco comprensibles (o significativos) el por qu est all y qu es lo que se propone. Comienza aqu la caracterizacin de los primeros informantes a quienes M. Agar (1980) entre otros ha calificado como los "diplomticos" y los "desviantes".

    Hay quienes estn dotados por la comunidad o el grupo para oficiar de servicio exterior y tratar con extraos. Generalmente pertene-cen a las lites, tienen cierto manejo de las pautas burocrticas dominantes, del know how de los contactos en lugares clave y de las gestiones para obtener recursos; disponen, adems, de la capacidad de indagar las intenciones manifiestas y latentes de estos extraos; son los depositarios de la confianza grupal en la medida en que se les delega su seguridad y proteccin; son quienes saben qu puertas abrir, y cules mantener cerradas, para evitar que alguien resulte perjudi-cado. Ellos son quienes explican a los dems qu se propone el recin llegado, cuando se les pregunta, como pasaba en mi caso: "Ac estuvo una chica as y as; quin es?". No fueron pocas las dificultades que tuve en el TC debido al celo y la desconfianza que suscitaba mi presencia a las primeras personas contactadas, y cuando peda una nueva derivacin hacia otros informantes, se me replicaba: `cmo la voy a llevar de otra familia si yo no s lo que hace? Y perdone, no?, pero yo tengo miedo, no s... hay que ver. ..porque Ud. sabe, uno no quiere traer problemas a la gente, y ac, quien ms quien menos, algn problemita tiene..." Esto me deca un matrimonio a quien frecuentaba desde haca cuatro meses, dos a tres veces por semana. No poda explicarme qu deba hacer para que entendieran que no los pedudi-cara y, aunque sus dudas fueran legtimas y totalmente justificadas, cuando salan a la luz me inmovilizaban y caa en la ms absoluta perplejidad.

    Desde el polo opuesto, hay quienes no gozan del respeto de los dems miembros; son algo as como los parias o marginales de su propia unidad social. Estos individuos tienen poco o nada que perder

    investigador, con ,1..

    a. Segn la etapa de la investigacin

    En una primera etapa de TC, el investigador no sabe quin es quin en la poblacin ni cules son las lineas internas de alianza o de conflicto. Para empezar a averiguarlo, el investigador apela a su sentido comn, a lo que sabe de haber vivido experiencias similares, por lecturas o pelculas, etc. (y quizs, bastante poco de cuerpos tericos sistematizados); procede entonces a presentarse una y otra

  • ROSANA GUBER

    ante un extrao y, en cambio, mucho que ganar si el que llega resulta una fuente de poder, contactos y prestigio; entonces el desviante (como se lo suele llamar en la literatura tcnica) puede recibir algo de imagen y status derivados de esta relacin con un extico descono-cido: el antroplogo. Una seora mayor, doa Vina*, que viva con una ahijada de diez aos en un rancho de VT**, me dijo literalmente:

    "Yo quiero conocerle a tu mam." "Por qu?", le pregunt. "Yo me quiero sacar una foto con tu mam para, que los negros de

    ac 'Vean qu amistades tengo yo: eminencias, gente de abolengo, porque eso es lo que sos vos, gente de abolengo, vos vens de la Capital y vens ac, al barro".

    Concluir que un informante es desviante o diplomtico es una ardua tarea, que demanda la obtenc

    -Zriformacin y J'anlisis para establecer cules son las pautas valorizadas por la sociedad que el supuesto desviante infringira. En VT, p.ej., un hombre solo, sin familia, desempleado o con changas breves y que requieran el uso de la fuerza (cargar bolsas,,

    hacer mandados, etc) y que desde la maana ingiere bebidas alcohlicas ("le pega al trago") rene la condicin dual de protegido y despreciado. En algunos casos, es un 'arrimado' a alguna familia que lo ayuda en el cuidado de la ropa, en la alimenta-cin, etc.; en otros, es objeto de la burla de los vecinos y la agresin de barras de choque compuestas por jvenes. Esta caracterizacin de desviantes y diplomticos es ya una parte de la investigacin, y no slo

    __vinculacin con individuos en su calidad de medios para obtener informacin. Por eso, quiz en un comienzo el investigador deba limitarse a sospechar que sus informantes pueden pertenecer a cierta categora, y luego comprobar si es efectivamente as y de qu modos

    L se especifica esa categorizacin en dicha unidad social.

    Estas precisiones no significan que siempre los primeros en acer-carse sean desviantes o diplomticos, pero conviene tener presente es-ta categorizacin, ya que los primeros informantes no agotan el espec-tro posible de relaciones y, lo que es an ms importante, su signi-ficacin en la muestra debe relativizarse hasta ampliar el universo. b. Segn la modalidad de acceso

    Los primeros informantes con quienes me contact Anselmo, un * Todos los nombres 'de campo' han sido modificados para preservar, siguiendo la

    tradicin antropolgica, la identidad de los entrevistados y el secreto de su informa-cin.

    ** Con el mismo criterio VT designa un nombre ficticio de nuestra UE, Villa Tenderos.

    EL SALVAJE METROPOLITANO 139'''

    puntero poltico que pensaba retomar su actividad partidaria cuando culminara la veda poltica impuesta por la dictadura militar 1.976-1983, eran dos familias de su mayor confianza; haban seguido su gua y sus consejos desde haca por lo menos diez arios, en una activa militancia partidaria y vecinal. Para qu no quepan dudas, Anselmo me advirti : "Yo voy a saber todo lo que usted conversa con la gente, todo, todo", lo cual fue estrictamente cierto hasta que dej de preocu-parlo y 'me abandon'. Los Cantero y los Quiroga componan su crculo ms estrecho y, por consiguiente, compartan buena parte de sus puntos de vista sobre la villa y sus problemas. Pero yo no poda quedarme encerrada en ese sector, pues qu ocurra con otras posiciones y alineamientos (muestra evaluada)? Aunque el mero acto de derivarme a nuevos informantes me proporcionaba informacin acerca de las lealtades .y redes de clientela poltica, y aunque las dos familias me permitieran elaborar datos sobre l mismo Anselmo, tena que ampliar el espectro.

    El investigador no abandona esta apertura de su red de informan-tes hasta muy avanzado el Te, creando circuitos cada vez ms abarcativosi que se extienden a partir de los ya entablados. El sistema llamado bola de nieve del que acabamos de dar un ejemploconsiste en Se cada infornante recomienda al investigador una o rda,perAotialde_su..cfroulo copoptdm estos informantes dmpropedan., por ljaperal, de los ncleos de, cn-liaii'z' a d quien los..

    _.Apriya. Es claro qu hadiTTOjiiiidV7i"i'ta-Osib-Osn aqullos que' pertenecen a facciones opuestas, o bien con quien podra verse perju-dicado por la presencia de ese extrao. Para quien hace las recomen-daciones, es conveniente que los nuevos informantes ratifiquen el punto de vista de aqul. Recorrer crticamente el proceso de constitu-cin de estas redes puede surninistrar una muestra ms numerosa, pero tambin valiosa informacin acerca de cules son las alianzas y conflictos en la poblacin estudiada, los vnculos significativos, su naturaleza y extensin.

    Por todo esto, la bola de nieve no crece en:cualquier direccin ni azarosamente, sino a. travs de ciertos carriles que respon-d--ii, iiiTs que a cuestiones coyunturales, a la trama social ya tejida cuando el investigador accede al campo. Por eso conviene estar alertas y no permanecer en una seccin o en una red, pues ello -resultara en-un-a-im-agorp-r---trardl-krpci en estudio Si s persiste exclusivamente en-los-canales-tnocidos, se pierde la posibilidad de acceder a una perspectiva ms global de los distintos sectores que componen la poblacin. Es necesario entonces saltar el cerco: sin abandonar el rumbo que_ sealan los contactos ya entablados, se puede intentar otros nuevos que pertenezcan a fracciones distantes u opuestas a las

  • ROSANA GUBER

    iniciales. Generalmente, estas redes inexploradas pueden ser fuente de perspectivas y de informacin con diferentes puntos de vista y pertenecientes a los opositores de los primeros contactos. Por eso es necesario advertir que, prcticamente a cada fraccin de informantes, se contraponen o distinguen otras ya se plantee como clivaje o diferenciacin poltica, personal, religiosa, etc.. Cuanto ms amplio sea el acceso del investigador a todas las 'campanas', ms profundo y complejo ser su conocimiento sobre ese mundo social.

    Cuando empec a trabajar en VT a travs de Anselmo, me vincul con un sector poltico cuyos miembros tiempo despus controlaran la unidad bsica* local en tiempos de elecciones (en 1983); ese sector se opona al que diriga la organizacin vecinal durante el ltimo perodo de dictadura militar, uno de los pocos instrumentos de organizacin intermedia autorizados oficialmente hasta 1982. Yo slo tenia acceso a la perspectiva del sector de Anselmo, que poda suministrarme informacin acerca de las actividades partidarias, pero no del modo en que subsista la organizacin vecinal, cul era su poder de convocato-ria y si, realmente, el entonces presidente estaba slo y "no haca nada", como decan sus detractores. El solo hecho de que se lo mencionara en asociacin a un defecto o una crtica hizo que me interesara ms por contactarlo;

    -evidentemente, Pedro significaba algo especial; si no, cmo explicar la reiteracin de su mala imagen? Inicialmente, el conflicto se haba planteado por un enfrentamiento entre la mujer de Pedro y su madre, doa Silvia. Mi contacto, a travs de Anselmo, era slo con doa Silvia a quien ped, un buen da, que me presentara a su hijo, explicndole que quera saber de la Sociedad de Fomento. Ella me respondi:

    "Mire, ud. va a perdonar, pero no la voy a poder ayudar. Hay

    problemas, yo le cont a ud." Decid entonces ir sin derivacin ni contacto previo a casa del

    presidente de la sociedad de fomento y pedir directamente por l, procedimiento que nunca antes haba empleado, precisamente por-que siempre haba tratado de aligerar el acceso a los desconocidos y 'arrancar con ventaja' hacia un vnculo de confianza (cuestin de sentido comn antropolgico). Me atendi la esposa, el supuesto demonio intratable; el encuentro fue exitoso y me atendi como suele agasajarse a los desconocidos 'respetables', aunque sin entender todava mis verdaderos propsitos. Por mi parte, quera acceder a informacin de primera mano sobre la sociedad de fomento, su historia y gestiones recientes, sus perspectivas y dinmicas de accin; era posible que Pedro representara, en fin, la punta de un tmpano

    Comit partidario peronista

    EL SALVAJE METROPOLITANO 141

    que implicara una corriente poltica o vecinal disidente. Que no era as pude averiguarlo despus de saltar el cmodo cerco que se me haba ido tendiendo yo misma y Anselmo en la primera etapa de mi TC.

    . Segn la continuidad de la relacin

    Pueden distinguirse informantes ocasionales e informantes centrales.

    Aunque cualquier individuo puede proporcionarnos infor-macin valiosa en encuentros que dificilmente se repitan, las posibi-lidades de profundizar dicha informacin sern sustancialmente diferentes en uno y en otro caso; el desarrollo

    de un mnimo nivel de confianza, que permita ratificar ciertos datos,extylc

    ---feT-- muestra a -nt-lErol-15Itactos y rggfiti Vrbalililg7ties olltep.illas en ji-ro coritiex-to, son-ciralirtivamente-airerit entre informantes de

    _flo...11e-rriVOU ClTfresTIfliiiiii-fzaTn

    algunas limitaciones; la ms importante es establecer un vinculo de excesiva dependencia y construir una versin descriptiva que que el sentido comn de este tipo de informantes.

    Lo que aqu designamos como informante central puede asimi-

    larse a la ms conocida figura del informante clave, que es aqul que aparece como principal fuente dli

    -iforniallil-arda de una amplia gama de temas significativos de su propia cultura y unidad social. Este informante sera una puerta privilegiada y calificada hacia la cultura que estudia el investigador. Marc-Adlard Tremblay fue quien introdujo esta categora como clave tcnica para la obtencin de informacin en investigaciones antropolgicas. Habra, sin embar-go, dos sentidos posibles: uno genrico, en que el informante clave es la fuente de informacin sobre una variedad de temas, se lo entrevista intensivamente, en un prolongado perodo de tiempo, para obtener una descripcin etnogrfica relativamente completa de los patrones sociales y culturales de su grupo (TREMBLAY en BRGESS, 1982:98). En sentido restringido, el informante clave es una fuente de informacin especializada en el marco de objetivos altamente focali-zados (Ibid.: 99).

    De acuerdo con estas definiciones, la acepcin de informante clave est estrechamente relacionada con el trabajo intensivo con pocas personas, conocedoras globales y profundas de su cultura, capaces de proveer ciertas medidas de generalizacin. Dicho enfoque se aproxima a aquella postura con la que polemizbamos al comenzar el captulo, segn la cual cada individuo es un virtual portador de la totalidad de su cultura y de sus pautas sociales. En vez de retrotraer-nos a una perspectiva acrtica del valor de los informantes o de alguno de ellos, quizs convenga reconocer que son las caractersticas parti-

  • culares de la relacin mantenida por el investigador con algunos individuos lo que torna centrales o claves a algunos, y ocasionales a otros. Recordemos, entonces, que es preciso tomar las verbalizciones y prcticas alpnlquiera cle los miembros --cenTrilfes id*

    como el resultado de una posicin determinada

    .en su unidaci social, y de Vi:illites_intli-Vidirld y ituacion'als. Sin embarg, algo hay de cierto en que algunos interlocutores

    tienen al menos, frente al investigador una mayor capacidad de abstraccin, cierta facilidad para enlazar hechos y suministrar expli-caciones tentativas acerca de cuanto sucede en su medio; pero esto no se debe a qe sean --corno suele decirse observadores naturales de su contexto social, sino probablemente a que sustentan formas de expresin y conceptualizacin ms afines a las del investigador. En mi TC en Villa Tenderos, algunos residentes mantenan conmigo una relacin amable y me abran sus puertas a sus preocupaciones y algunos aspectos de su vida privada; conversaba con ellos, los obser-vaba mientras ellos me observaban a my poda producirse algn destello, alguna conexin significativa entre personas, hechos, cosas, que me ayudara a dr sentido a lo que estaba ocurriendo. Pero haba otros que, con mayor o! menor afabilidad, me transmitan tin saber estructurado con ejemplificaciones; eran lo que yo llamaba fuentes de hiptesis que, digmoslo una vez ms, no sustituan las explica-ciones provenientes de mi marco conceptual, pero ayudaban a espe-cificar el tema de investigacin. Quizs esta propiedad responda, adems de las condiciones personales e intelectuales, a una compren-sin ms cabal de lo que;

    pretende el investigador con su estada y sus charlas. Al informante le resulta entonces ms sencillo ntrar eri la misma frecuencia que el investigador. Parte de 'este vnculo preferen-cial con ciertos individuos atae a una caracterstica propia de la interaccin personal: e.lxgp_p_ezt(cf.infra., captulo XI), pues la myor empata con algunos hace que el investigador se sienta ms cmodo y reciba mayor cooperacin. Razones de tipo afectivo pueden promo-ver una disposicin ms abierta y maynr sensibilidad a los objetivos de la investigacin. Este canal viabiliza el desarrollo de un vnculo especial, como es el entablado con el informante clave en sentido restringido. El investigador puede aprovechar estos lazos, siempre y cuando no pierda el sentido crtico de todas sus fuentes, incluso de las ms afables y cooperativas.

    d. Segn el grado de seleccin por parte del investigador

    Una consecuencia de estas reflexiones se pone de manifiesto en la seleccin de muestras. En el captulo V nos hemos referido a las

    k., muestras de oportunidad y evaluadas como dos modalidaaes de muestra no probabilstica. Tal como se ha sugerido en el anlisis e identificacin de tipos de informantes segn modalidades de acceso y etapa de relacin, la muestra implcita en estas pginas es la de oportunidad (bola de nieve', como acceso ms generalizado). Sin embargo, esto no significa que el investigador vaya a trabajar slo con aqullos que se le ofrecen directamente y descuide a los ms renuen-tes. El investigador no es un sujeto pasivo a merced de las decisiones de los informantes, como tampoco lo son stos frente a las interroga-ciones del investigador. Tambin en las formas le acceso y encuentro, el investigador y los lialbizraantes_rigocin definiciones d La situacin 'y di los contenidos: el informante, propugnando 'mbitos inocuos' o raecuadosraricirintro con un extrao; el investigador, intentando avanzar a la mayor variabilidad posible de situaciones y de tipos sociales, segn sus supuestos tericos y de sentido comn. El resulta-do es una ardua negociacin que es el TC mismo pero ms an, el conocimiento generado en la produccin de las distintas instancias de campo. La seleccin de informantes sigue los mismos lineamientos. Por eso el investigador no se limita a la muestra de oportunidad sino que, por una parte, aprovecha las ofertas de los individuos ms abiertos y deseosos de colaboracin; por otra parte, se presta a ampliar la muestra y a introducir variantes y pluralidades, a la par que descubre las lneas de encuentro y las de divergencia entre los pobladores. En fin, el investigador se dirige en constante ida y vuelta, de la muestra de oportunidad a la evaluada, y viceversa. Si bien justificamos que se comience por la de oportunidad (en vez de hacerlo desde una muestra definida exteriormente por el encuestador, como al azar, estratificada o, incluso, evaluada), no proponemos detenernos ah, sino realizar el pasaje hacia una muestra evaluada, produciendo una ampliacin y sistematizacin de los vnculos emp-ticos, pero atendiendo adems a otros factores que pueden no haber

    .sido tenidos en cuenta. El investigador sabe que quienes se le ofrecen espontneamente como informantes son slo una parte de la unidad a estudiar, y sabe tambin que guardan determinadas caractersticas que pueden no ser compartidas por el resto. Pero. est dispuesto a develar la existencia de otros sectores, a medida que ampla la red de informantes.

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    )3. Conceptualizaciones ulteriores: el informante como expresin de su mundo social

    Nos detendremos ahora en la_legun.da serie de preguntas, que se, refieren a "quin es mi informante?". Est secuencia no

    -a-plica, sin embargo, un-a"secrici~noggica con la categorizacin anterior, ni tampoco pertenencias segregadas entre s. Como veremos, el hecho de que un informante sea caracterizado como desviante, o como infor-mante central, o como derivado por puede decirnos bastante acerca del lugar que ese informante central o desviado ocupa en su mundo social.

    a. Segn la ubicacin estructural el informante puede pertenecer a las franjas dominantes, intermedias o subalternas de su unidad social o de un sector de la misma. Esta distincin puede ser crucial para el relevamiento de informacin y para su interpretacin. Con-forme a la posicin terica del investigador, el sentido de las verba-lizaciones y las prcticas de quienes detentan el poder econmico y poltico puede revestir un valor distinto al de las mismas verbali-zaciones y prcticas en sectores subalternos o dominados. Es frecuente, p.ej., que en algunas investigaciones tendientes a 'des-cubrir' la 'identidad cultural' se homologuen datos obtenidos de distintos sectores de la entidad que supuestamente portara dicha identidad. Suele ocurrir que algunos investigadores consideran que la identidad nacional est constituda del mismo modo y con las mismas significaciones, tanto para sectores oligrquicos y terrate-nientes, como por militares nacionalistas o para los llamados sectores populares. Una visin alternativa reconocera, en cambio, sentidos diferentes de 'lo nacional' para unos y otros, segn su ubicacin estructural, aun cuando los smbolos empleados el amor a la bandera, el uso de la escarapela en fechas patrias, la sobrevaloracin de la argentinidad, etc, sean aparentemente los mismos. La concepcin terica de identidad resulta, pues, en asignar a las distintas pertenencias estructurales de los informan-tes uno u otro valor explicativo.

    b. Segn la posicin en los agrupamientos del sistema social, el informante puede encuadrarse por su sexo, edad, origen tnico o nacional, su ocupacin, su fe religiosa, su nivel de instruccin formal, su posicin en el ncleo domstico o en la actividad poltica, gremial, etc. Asimismo, hay quienes han tenido acceso a un saber esotrico que requiere preparacin especializada, ritos de inicia-

    ; cin o la adhesin exclusiva a logias. P.ej., el miembro de una

    EL SALVAJE METROPOLITANO 145

    sociedad secreta o de una banda delictiva dar una informacin distinta a la que, sobre esa misma logia o banda, proveern sus presuntas vctimas, testigos o represores.

    c. Segn las temticas dominadas por el informante. Otra distincin proviene de la posicin del informante en determinados agrupa-mientos del sistema social. Hay quienes tienen un especial conoci-miento sobre determinadas esferas o hechos, quiz porque han tenido de ellos alguna experiencia directa, quiz porque desem-pean un rol o funcin que les permite obtener mayor informacin. Todos los miembros de una unidad sociocultural dominan ciertas temticas por encima de otras: un portuario no es un docente; un dirigente gremial no es la 'base'; una madre no es un padre ; pero un obrero portuario puede ser, a la vez, padre de un hijo en edad escolar y dirigente de su sindicato. Un inkduo maneja informa-pin.relativa_a sus diversasy kimultnels pertenenpils; pero qui

    -a-le resulte ms sencillo o placentero comunicar sus expeHenciaagre-miales que las domsticas (sobre todo si su esposa est presente), o tenga mayores demandas acerca de la educacin de sus hijos que con respecto a la atencin en su obra social (p.ej., si estn por expulsar a uno de sus hijos de la escuela). Sin embargo, no creemos en los especialistas absolutos, sino en participaciones parciales en cierto sector de una sociedad; por eso quiz sea aconsejable no confundir estas caractersticas del informante (posicin social, ubicacin estructural, dominio temtico) con la pretensin de supuestas versiones nicas sobre el objeto en estudio. El investiga-dor capta, quizs ms velozmente de lo que alcanza a darse cuenta, qu temticas puede solicitar y trabajar con cada quien; esto es, en parte, una ventaja porque le permite contar con algunos entrevis-tados para relevar ms fcilmente ciertos temas; pero es tambin una desventaja si se transforma en la muletilla o estereotipo de la relacin, descuidando la exploracin de otras temticas que, proba-blemente, el mismo informante domine; tambin puede ser contra-producente dejar de lado cuestiones que le conciernen, quiz no como especialista de la actividad, sino como parte del llano (p.ej., indagar sobre las actividades de un sindicato no se reduce a contactar delegados gremiales; para obtener informacin sobre la organizacin vecinal no slo hay que recurrir a quienes componen su comisin directiva; la informacin de un vecino ms o de un afiliado es tan valiosa y necesaria como la de las lites y dirigencias

    complementa a la de los miembros de otras posiciones y roles). En fin: el recorte de portuario, padre y miembro del equipo de ftbol, corre por cuenta del investigador, aunque dicho recorte responda, en parte, a indicios provistos por el informante, que enfatiza

  • ROSANA OUBER EL SALVAJE METROPOLITANO 147

    algunas actividades y roles, y secundariza otros; y en parte, al objeto de investigacin. Para evitar la cristalizacin y encasilla-miento de los informantes en temas predeterminados, conviene hacer sondeos generales y comentarios puntuales sobre otras cuestiones a lo largo de toda la relacin y en cada encuentro, an cuando, finalmente, se respete la voluntad del informante de dete-nerse en determinados temas.

    d. Segn el grado de formalidad de su posicin social, un informante puede suministrar buena informacin en virtud de su posicin formal, p.ej., como director de un club social, o como presidente de una organizacin vecinal; pero tambin un vecino que no desem- pee ninguna funcin en dichas organizaciones puede suministrar valiosa informacin, si ocupa un punto central en la red de chismo-rreo local posicin informal o si es la 'eminencia gris' en la lista ganadora de un gremio.

    Estas son slo algunas de las posibles categorizaciones, pero merecen ensayarse y contrastarse en el campo. El camino ms efectivo del que dispone el investigador es la interaccin directa, a travs de la exploracin temtica y la prueba de congruencia entre la observacin y preguntas del investigador con las respuestas que le brinda el informante. La profusin en algunos aspectos, y la secundarizacin u olvido de otros, no slo significa aumentar el caudal de las notas de campo, sino ensayar explicaciones acerca de la selectividad. Aunque intervengan otros factores que analizaremos en las prximas seccio-nes, tambin es cierto que, p.ej., un trabajador del puerto ser ms locuaz al referirse a la estiba de barcos, que al trabajo fabril. Pero, como ya dijimos, es, sta una esfera de conocimientos que, necesaria-mente, queda mediatizada por la relacin reflexiva entre investigador e informantes y apela a uno o varios sistemas clasificatorios que se van redefiniendo a medida que el investigador ample sus conocimientos y avance en su TC. Estos sistemas clasificatorios se asemejan a los indicadores de un proyecto de investigacin y son en verdad guas fundadas tericamente pero planteadas empricamente, acerca del mundo social estudiado. El investigador comienza a asignar a sus informantes a las categoras de su sistema clasificatorio, a partir de sus apariencias, de sus respuestas, de su modo de conducirse, y de variadas referencias ala vida social.

    Lo dicho en estas pginas slo es el comienzo de una temtica ms vasta y de gran complejidad, que puede referirse como alcances de la reflexividad en el TC y que seguiremos tratando en los prximos captulos. Nos hemos detenido en estos aspectos de seleccin y catego- rizacin de los inforrnantes, dada la generalizada perplejidad que

    despierta la salida al canipo para la mayor parte d los investigadores

    L

    sociales jvenes. La problematizacin de las decisiones, al seleccionar a algunos individuos para integrar el universo, implica vincular das caras o fases del conocimiento: una, se refiere a las consideraciones sobre el lugar de los informantes en su unidad social; se incluyen, aqu, las variables de base (sexo, edad, grado de instruccin formal, nacionalidad, ocupacin, propiedades, etc.), pero tambin la

    sicin en la organizacin socio-poltica, en la unidad domstica, etc. Estas consideraciones son tenidas en cuenta por censistas, encuesta-dores, antroplogos, comuniclogos, etc. y, supuestamente, por todas las ciencias sociales. Otra se remite a considerar el lugar de los informantes y el investigador en la relacin de campo; para ciertos modelos epistemolgicos, este ngulo suele quedar a un lado al suponrselo en extremo subjetivo y, en consecuencia, inconducente para producir un conociiniento objetivo. Incluye las vicisitudes de la investigacin de campo, las etapas de la relacin, las estrategias para ampliar la red de informantes (de parte del investigador) o para evitar ser interrogado sobre todos o algunos temas (por parte del informante).

    Aunque las tcnicas cualitativas hayan dado un mayor espacio a estas consideraciones, la concepcin empirista prevaleciente ha oscu-recido tanto la activa y evidente participacin selectiva del investiga-dor desde su bagaje terico-afectivo y de sentido comn, como la decisin de los individuos de transformarse o no en informantes, desde su experiencia, sus tipificaciones sociales, sus expectativas y la situacin concreta. Las impresiones, sentimientos, intuiciones y todo aquello que compone lo que llamamos subjetividad no es un obst-culo para el conocimiento objetivo, en la medida en que la subjetividad es social y en la medida, tambin, en que lo real est integrada/ producida por ella. Subjetividad no es lo opuesto a sistematicidad o sinnimo de caos. Sin ella el conocimiento sera imposible.

    Si bien no existe separacin tajante entre los diversos tipos de informante ya que un individuo puede detentar un conocimiento general n algunos aspectos, y especfico en otros, ocupar una posicin formal en alguna dimensin, pero informal en otras conviene tener presente las caractersticas que hacen de una prctica o una accin, informacin cualitativamente diferente. Asimismo, saber quin puede ser un informante central en algunos momentos o etapas de la invectigacin y casual en otros obliga a ir delineando el mapa social y su sectorizacin. Averiguar el quin es quin es un proceso que el investigador vive en su propia experiencia de acercamientos y de rechazos. Sus instancias de relacin son ni ms ni menos que hiptesis tentativas, que desde la refiexividad de campo, motorizan la invest-

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  • 148 ROSANA GUBER

    gacin permitindonos ensayar nuevas preguntas y nuevos contactos, sin caer en la trampa de suponer que un informante nos resolver el conocimiento total de una cultura, o dirimir el conflicto entre las pautas reales y las pautas ideales de su sociedad. En todo caso, cada sector proveer su perspectiva, mientras que el investigador traza y recorre a la vez los caminos de este laberinto con mltiples salidas.

    VII. PRESENTACION Y ROLES: CARA Y CECA DEL INVESTIGADOR

    En el captulo anterior hicimos referencia a la negociacin que se lleva a cabo entre los dos polos de la relacin de campo, acerca del rol de los informantes. Vimos de qu modo el investigador recibe, simult-neamente, una serie de presentaciones que tratan de convencerlo de distintas cosas; por su parte, el investigador no se hace cargo pasiva-mente de estas presentaciones, sino que las interpreta y contrasta per-manentemente hasta construir una imagen de esa realidad social que d cuenta de su objeto de conocimiento desde la perspectiva ms amplia posible. Ahora le toca el turno al investigador; aunque con diferencias, _ _gna l tambin se le asi an roles, se

    -en Eayor o menor medida en la imagen qu. lesea . s'wiTt"an ir a sus informantes; en el campo tambin se negocia el sentido del investigador, de su labor inmediata y de su fin ltimo. En este capitulo, trataremos dos aspectos del TC que suelen analizarse por separado: la presenta-cin del investigador y la asignacin de roles por parte de los informan-tes al investigador; el trmino "negociacin" puede sintetizarse, en-tonces, como la configuracin del rol del investigador. No pareciera posible referirse slo a la parte del investigador y luego slo a la de los informantes, pues una existe en funcin de la recproca. Sin embargo, para ordenar la exposicin, analizaremos primero la presentacin del investigador y luego la asignacin de roles, teniendo en cuenta que ambos investigador e informante se remiten mutua y constante-mente entre s.

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