rorty r feminismo ideologia y deconstruccion una perspectiva pragmatista en ideologia un mapa de la...

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,, 1 O. Feminismo, ideología y deconstrucción: . . una perspecnva pragmausta Richard Rorty Ni la filosofía en general ni la deconstrucción en panicular deberían ser consi- deradas como un instrumento que marque nuevos rumbos o resulte innovador para la política feminista. La filosofla reciente, incluyendo la de Derrida, nos ayuda a ver que las prácticas e ideas (incluso las prácticas e ideas patriarcales) no son naturales ni inevitables; pero eso es todo lo que hace. Una vez que la filoso- fía nos ha mostrado que todo es un constructo social, no nos ayuda a decidir qué consuuctos sociales mantener y cuáles reemplazar. A la mayoría de los intelectuales le gustaría encontrar modos de unirse a la lucha de los débiles contra los fuertes. Por lo tanto, esperan que sus talentos y competencias puedan resultar relevantes para esa lucha. La expresión más co- múnmente utilizada en las últimas décadas para expresar esa esperanza es "críti- ca de la ideología". La idea es que los filósofos, críticos literarios, abogados, historiadores, y otros que son hábiles para hacer distinciones, redescribir y recontextualiz.ar, puedan aplicar esos talentos en la "exposición" o "desmitificación" de las prácticas sociales presentes. Pero el modo más eficiente de exponer o desmitif1car una práctica existente parecería ser sugerir una práctica alternativa, más que criticar la presente. En política, como en el modelo kuhniana de cambio teórico en las ciencias, las anomalías dentro de los viejos paradigmas pueden acumularse indefinidamente . sin aportar muchas bases para la crítica hasta que una nueva opción es ofrecida. La crítica "inmanente" del viejo paradigma es relativamente ineficaz.. Más espe- cíficamente, el modo más eficaz. de criticar las descripciones corrientes de un caso dado de opresión de los débiles como "mal necesario" (el equivalente polí- tico de una "anomalía insignificante") es explicar por qué no es de hecho nece- sario, mostrando cómo un cambio institucional específico lo eliminada. Eso significa esbozar un futuro alternativo y un escenario de acción política que podría llevarnos del presente al futuro. · 253

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Page 1: Rorty R Feminismo Ideologia y Deconstruccion Una Perspectiva Pragmatista en Ideologia Un Mapa de La Cuestion Zizek

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1 O. Feminismo, ideología y deconstrucción: . . una perspecnva pragmausta

Richard Rorty

Ni la filosofía en general ni la deconstrucción en panicular deberían ser consi­deradas como un instrumento que marque nuevos rumbos o resulte innovador para la política feminista. La filosofla reciente, incluyendo la de Derrida, nos ayuda a ver que las prácticas e ideas (incluso las prácticas e ideas patriarcales) no son naturales ni inevitables; pero eso es todo lo que hace. Una vez que la filoso­fía nos ha mostrado que todo es un constructo social, no nos ayuda a decidir

qué consuuctos sociales mantener y cuáles reemplazar.

A la mayoría de los intelectuales le gustaría encontrar modos de unirse a la lucha de los débiles contra los fuertes. Por lo tanto, esperan que sus talentos y competencias puedan resultar relevantes para esa lucha. La expresión más co­múnmente utilizada en las últimas décadas para expresar esa esperanza es "críti­ca de la ideología". La idea es que los filósofos, críticos literarios, abogados,

historiadores, y otros que son hábiles para hacer distinciones, redescribir y recontextualiz.ar, puedan aplicar esos talentos en la "exposición" o

"desmitificación" de las prácticas sociales presentes. Pero el modo más eficiente de exponer o desmitif1car una práctica existente

parecería ser sugerir una práctica alternativa, más que criticar la presente. En política, como en el modelo kuhniana de cambio teórico en las ciencias, las anomalías dentro de los viejos paradigmas pueden acumularse indefinidamente

. sin aportar muchas bases para la crítica hasta que una nueva opción es ofrecida.

La crítica "inmanente" del viejo paradigma es relativamente ineficaz.. Más espe­cíficamente, el modo más eficaz. de criticar las descripciones corrientes de un

caso dado de opresión de los débiles como "mal necesario" (el equivalente polí­

tico de una "anomalía insignificante") es explicar por qué no es de hecho nece­sario, mostrando cómo un cambio institucional específico lo eliminada. Eso significa esbozar un futuro alternativo y un escenario de acción política que

podría llevarnos del presente al futuro. ·

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254 IOEOLOG(A

Marx y Engels se refieren a esro en La id~ología alnnana cuando crirican a Feue:ba~h por h~ber transformado "b palabra 'comunisra', que en el mundo real s1gn1fica segUidor de un parrido revolucionario definido, en una mera care­goría".l La confianza de Marx y Engels en que sus críric:J.S a b rradición filosó­fica alemana susriruían la realidad por b ilusión y la ciencia por la fanrasía fue e_n gran medida porenciada por el hecho de que renían un panido revoluciona­

no-~ un pr~~rama; es decir, una propuesra concrera sobre cómo aporrar verifi­cacion empiC!ca sobre su declaración de que cienos males comemporáneos {como las diferencias de ingresos o el desempleo) eran innecesarios. La diferencia enrre su siruación y b nuesrra es principalmenre que ahora nadie quiere b revolución

. q.~e ellos re~ían en menee; ya nadie quiere nacionalizar los medios de produc­CIOn o abolir la propiedad privada. Por lo ranro, ala izquierda conrempodnea le falca la clase de parrido y la clase de escenario que apoyaban la afirmación de Ma:X Y Engels de que su pensamienro era "cienrífico" mis que "urópico"; es deCJC, la voz de la realidad mis que b de la fanrasfa.2

Lo m_is cercano a un parrido y un programa de esas caracrerísricas que noso­rros, los 1~re~ecruales de izquierda de las democracias riC:J.S, renemos hoy en día es el_ m~v1m1enro fc:minisra. Pero en su lado polírico el feminismo parece un mov1m1en.r~ reformisra más que uno revolucionario. Esto se debe a que sus meras polmcas son basranre concreras y no resulra difícil vislumbrar su realiza­ción; al abogar por esras meras, se apela a exrendidas inruiciones morales sobre la jusricia. ~~r e~o, la polírica feminisra conrempodnca presema más analogías con el abohc10msmo del siglo XVIII que con el comunismo del siglo XIX. Mien­rras ~ue era ~n el siglo XIX muy difícil concebir cómo podrían ser las cosas sin propiedad pnvada, en el siglo XVIII y a principios del XIX resulraba relarivamenre fácil concebir un mundo sin esclavos y ver a b esclavirud como los res ros de una era de barbarie, moralmenre repugname para cierras inruiciones morales am­pliamenre comparridas. De un modo análogo, es rebrivamenre fácil concebir : un :nundo con igual rerribución por igual rrabajo, responsabilidades domésri­c~s 1gualmeme comparrid:is, igual número de mujeres que de hombres en posi­cwne_s, de poder; -ere. Sólo en la medida en que el feminismo es más que una · cuemon de. r~formas específicas, resulra análogo al comunismo del siglo XIX •.

Los fernuusras se encuenrran en la siguic:nre siruación: como Marx y Engcls, sospechan que: las reformas graduales dejadn en gran medida imacro un mal

~ ~oberc Tucker (comp.), n~ Marx-F.ng~IJ R~ada, 2d• edici.Sn, Nuev3 York, 1978, p. 1 ~rJ unJ buenJ expresión de este comr~ste fantJSÍJ·realidad y¿Jse el texto de

"Socillism: Ucopi•n Jnd Sciemiflc" en· ibid pp 6"3 69/ [trJd s ' D { · ¡· • • • • t • • • • / ~ 1 • ~ p.: ~ JOCJfl 111110

sooalumo rtmtlfico, México, Era, 1955].

FEMINISMO. IDEOLOGIA Y DECONSTRUCCION ... 255

subyacente e innecesario. Pero a diferencia de Marx y Engcls, no pueden esbo­z:H fácilmeme un escenario polírico revolucionario o una uropía posrevolucio­n::~ria. El resulrado son largas discusiones sobre revoluciones jiloJójicas y revolu­ciones de la coná~ncia; sin embargo, esras revoluciones no se ven reflejadas en n:1d:1 que Marx y Engcls pudieran reconocer como "el nivel marerial". De modo que es fácil im'J.ginar a Marx y Engds rrarando a los feminisras conrempodneos con un sarcasmo ~gual al que aplicaban a Hegel, Feuerbach o Bauer. Los reóri­cos dc:l feminismo, podrían decir, han rransformado al"feminisra" en uná "mera caregoría; y no pueden esperar hacer más miemras el rérmino no signifique "seguidor de un parrido r(Vo/ucionario definido" .

Esras consideraciones llevan a pregunr:use si los feminisras pueden manre­ner la noción de "crírica de la ideología" sin invocar la disrinción enrre "mare­ria" y "conciencia" desplegada en La i&ología alnnana. Hay una larga y depri­menre bibliografía acerca de la equivocidad del rérmino "ideología", de la cual el úlrimo ejemplo es el primer capíwlo de !&ología, de Terry Eagleron.3 Eagleron rechaza la sugerencia frecuenre de que el rérmino ha ocasionado m:í.s problemas que venrajas, y ofrece la siguienre definición: "ideas y creencias que conrribu­yc:n a legirimar los inrereses de un grupo o clase dominanre, específicamenre medianre disrorsión y disimulo". Como alrernariva sugiere: "creencias falsas o eng:~í¡osas" que derivan "no de los inreresc:s de una clase dominanre sino de la esuucrura marerial del conjunro de la sociedad".4 Esra úlrima formulación in­corpora el conrrasre material/no material que es cenrral en La id~ología al~ma­na. Pero resulra difícil para los feminisras apropiarse de este comrasre, que exrrafa cualquier relevancia concrera que pudiera tener de la explicación del "cambio marerial", en referencia a la escarológica hisroria que hacía Marx de los cambios en la organización de los mecanismos de producción. Esa hisroria es mayormenre irrdevanre para la opresión de las mujeres por parte de los hombres. S

J Pan una explicación desv:tloriudora del uso nllrxista de "ideología", véase Daniel Bdl, "The Misreading of ldeology: The Soci:tl Determimlions of lde:u in Marx's \Vork", en: Bak~lry ]ournal ofSoriology, 35, 1990, pp. 1-54. Este aniculo conuibuye a Jc!Jur por qué Marx habrb cncomrJdo objetJble b expresión "ideología mJrxisra", y cuin insepu3ble era su uso de "ideal o-. de b Clr>Cteriución de su propio pens•miemo como "ciemiflco".

•Tmy Slglemn, Id~ology, Londres, 1991, p. 30. [1..:1 <;(• corresponde a b edición en español: "'"''ow,.,aBarcdona, Paidós, 1997, p. 54.) Ci10 la quima y sextJ de IJS distinciones progresivJmeme

cnnnnl•·•>< y >b'tldJS que provee Stgleton. !'Jra m:is considerJciones sobre este libro, vé:ue Rony, "We Ami·represenmionJiim", en: fútdiral P!Jilosoplry. 60, 1992, pp. 40-42.

5 Como dice CJtharine MacKinnon, b hismria de lls relaciones enue hombres y mujeres (a l:Cillerc:nci> de la historiJ de la sexuJiidad, "b historia de •qudlo que h•ce a los historiJdores

excir.dos") no tiene variaciones: "DebJjo de tod:u es:u colinJs y nlles, estos Oujos y esti este fondo, esu mJrea que no hJ cJmbiJdo mucho, a saber, la supremJcb masculina

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IDEOLOGÍA

No obsranre, si dejamos de lado la distinción materia-conciencia y volvemos a la primera de las dos definiciones de "ideología" de Eaglcron que cité, entramos en conflicto con las opiniones filosóficas sobre verdad, conocimiento y objetivi­

dad que sostienen la mayoría de los intelectuales feministas conrcmpodncos que desean aplicar sus talemos y competencias en la crítica de la ideología masculinista.

P~rque "distorsión" presupone un me<Jjo de representación que, al interferir entre nosotros y d objeto investigado, produce una apariencia que no se corresponde con la realidad del objeto. Este rcprescntacionalismo no concuerda ni con la insis­tencia pragmatista en que la verdad no es una cuestión de correspondencia con la naruralcz..1 intrínseca de la realidad, ni con el rechazo dcconsuuccionisra de lo que Derrida llama "la metafísica de la presencia".<> Los pragmatistas y los deconsrruccionistas están de acuerdo en que codo es un constructo social, y que no tiene objeto intentar distinguir entre lo "natural" y lo "meramente" culcural. Están de acuerdo en que la cuestión es qué construcws sociales desechar y cu:í.les mantener, y en que carece de sentido apelar "al modo en que las cosas son rcal­meme" durante las luchas alrededor de quién consigue construir una cosa u otra.

. Ambas escudas filosóficas pueden acordar con Eaglcton en que "si no hay valores y creencias no ligadas estrechamente con el poder, d término ideología corre el peligro de extenderse hasta dejar de ser reconocible"/ Pero, a diferencia de Eaglcron, ambas escudas encuentran que ésta es una razón para dudar acerca de la utilidad de la noción de "ideología (al menos si se supone que debe significar más que "un conjunto de malas ideas").

La distinción entre ciencia marxista y mera fantasía filosófica que atraviesa Lz it:úobgía almzana es un cxcdcnte ejemplo de una afirmación que alcanzó lo que Derrida llama "una presencia completa que está fuera del alc.1ncc del jucgo".s Como buen marxista, Eaglcton debe considerar las críticas dcrcc~isras estándar

y b subordin.ci6n de l.u mujeres" (MacK.innon, "Docs Scxuality luve a History?", en: /Yiichigan Quartnfy Rroinu. 30, 1991, p. 6). En subordinación atraviesa los siglos como una mon<I!Ona (y por lo unto geneulmenre in1udible) melodía de base: el sonido dd redobbr de los hombres sobre l.u mujeres. No puece posible una orquestación dramitica.

6 Presento una explicación del pragmatismo como ami-rcprcsenracion:tlismo en un prólogo a John Murphy .. Pragmatilm: fiom Picru to Davidson, Boulder, 1990; y mnbién en b introduc­ción a Richard Rorty, Objwivity. &Luivilm and Tnuh, Cambridge, 1992 [trad. ~sp.: Objaivi­dad. r~lativilmo, verdad, Barcelona, P:Udós, 2002]. Para los paralelos corre clami-rcprc;enucio­n:tlismo de Davidson y la 2lltimctafísica de Derrida, véa.se Samud Whcclcr, "lndeterminocy of French lnterprcurion: Derrida and Davidson", en Erncsr Le Pore (comp.). Tmrh and lntcrputation: Pmpwiv(J on thc Philosophy ofDona/J Davidson, Oxford, 1986, pp. 477-494.

7 T. Eagleton, lá~oÚJgy. ob. cit., p. 7. [!d~olagía, ob. cit., p. 27.] 1 Jacques Derrida, Writingand Diffirmct, Chicago, 1978, p. 279 [trad. esp.: Út acritura y Lr

áiftrrnria, Barcelona, Anthropos, 1989].

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rEMINISMO. IDEOI.OGlA y DECONSTRUCCION ... 257

d d. "1 is de que los objetos son totalmente internos a de Derrida cuan o ¡ce que a res . bl m a de cómo podemos los discursos que los consricuycnb~ldantca el ~-pmo:~i~:c:t~" y continúa con la . u e un discurso ha con ce 1 o a su o ¡ero • , . 1 fi ¡uzgar q " . 1 a.lida mis interpretaciones soctalcs son os mes siguiente pregunta: SI o que Vd rd fines'" 9 No se puede hablar de

líricos que sirven, ¿cómo puc o va 1 ar estos 1. . . " . b' -• po . . • ¿· . d " ... dcas que disrorstonan sm creer en o ¡ctos ex

"comuntcacton tsrorsiOna . a o 1 d r representados por esos discursos ternos a los discursos, y ob¡ctos cap~c:s e se , . -.

. · · • · ríf¡ca 0 fanrasncamentc. con o sm prcctston, ~~~n i debe ceder. Los inrdccrua.lcs feministas

Una de estas postct~ncs, po'r o tanto!: . r~ y utilizar la deconstrucción para d · · ¡ 1dcolog1a mascu llliS "• . .

que escan cnnc.1.r a "'d ·-.. ¡ ' " (2) desasociar · · fi d para 1 co ogta ; o • bac~rlo, deben ( l) pensar ~n un nuevo ~tgnalt .'ca o d !.rechazo a la idea de que po-

d ·, d 1 anmcpresenracton tsmo, e

la cconstruccton e 'd . b¡'cro válidammt' (en opo-d 1 "·He construl o m1 o

dríamos res pon cr a a pregunhta 1{ d do u' ril para los propósitos fcminis-. . • · 1 1 bcrlo ce 10 e un mo • ' .

stcton, por c¡cmp o, a 1a . , d . 'ric.1.s de las prácticas soctalcs ras)'"· o (3) decir que la cucsuon e SI sus en " la cues-. . , . . " . 'fi " "ftlosóftcamcnrc fundamentadas , como .

asculmtstas son ctetHI ¡cas o 1 ~. . asculinismo ha "tergiversado" las cosas, no es re cvanrc . uon de s1 el m . . La . . , n simplemente no vale la pena,

La mejor opción es la ulund1a. cal~nmcra opbcstooluro Me parece desafortunado 1 da puc a r tzarsc en a ·

y no creo que a segun 'd 'fi das con la deconstrucción hayan imcntado re-al unas personas 1 entl tea d P 1 d M

que g_ . . . , ista materia-conciencia, como cuan o au e an construir la dtsuncton marx c. d. 1 rialidad del significante con la

.. . d f, nado comun ar a mate · dijo que serta esa orr~ ·. .. d fi . . 1 ... deo logia" como "la confusión de materialidad de lo que stgntfica • Y e mto a a

1 . al e · o" 10 1 - manc-

I al 1 f, neta aenomemsm · 1-<1

la realidad lingüística con a narurl , o ~ rcl' ere . o la deconstrucción, "olvida la 1 · • d que a tcorta nerarta,

ra de refutar a acusacton e "l · • de los ob¡· eros por el . 'al 1 . • . " . nsistir en que a conccpciOn

rcaltdad soct e ustortca es 1 l ¡·d d" (social e histórica, astro-.. 1 1 "respeto por a rca t a

discurso es comp era, y que e ~~a·¿ d) '1 respeto por el lenguaje pasado, . 1 . clase de rca~l a es so o

fístca, o cua qUicr otra • . . l .. al .. ocurre. ti A veces ese respeto es.

Por formas pasadas de dcscnbtr o que re. mente .

1 D ende de lo que se qutcra. algo bueno, a veces n~ o cs. ~ 1 do social por lo que no pueden tener

. Lo~ fcminisr:;oqu~~rt:: ~::ril;~i~:Csu;asadas dc,las instituciones sociales. ~a demastado rcsp P d 1 Td d d la deconstrucción para el fcmt-cucsrión más interesante acerca e a un t a e .

l l · 205 [!tltología ob. cir. P· 2)7.] . ? T. Eag1eton, ldto ogy. o). Cl(., P· . . • r 1 ')86 11 [trad. esp.: La miJttTICIII lO P;lll1 De lvbn, TI" R~sistana to Thtory, Mtnneapo tS, • P·

11 Lr uoría, Madrid, Visor, 19S6.) . l n'te'ndosc a la realidad. T:mto ,.. 1 . . nactón es a mente opa -' 1

11 \'Q'allacc Stcvens ut¡o que 1 tmat;t . l l · · • n 3 h imaginación ue Derrida como Dewey nos ayudan a ver que esto equtva e a a oposteto

pasado.

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.. 258 IDEOLOG!A

nismo es si, una vez que Nietzsche, Dewey, Dc:rrida y o eros nos han convencido de que no hay nada "nacural" ni "cienrífico" ni "objetivo" en ninguna práctica o descripción masculinisca, y de que codos los objetos (neucrinos, sillas, mujeres, hombres, la teoríalireraria, el feminismo) son consrrucros sociales, haya alguna ocra ayuda que la deconstrucción pueda ofrecer para decidir qué consrrucros manrener y cuáles desechar, o para enconrear susrirucos para esros úlrimos. Dudo que la haya.

A menudo se dice que la deconstrucción ofrece "insrrumenros" que permi­ten a los feminisras mosrrar, como lo expresa Barbarajohnson, que "las diferen­~ias em~e enridades (prosa y poesía, hombre y mujer, liceracura y reoría, culpa e mocencta) son mostradas como basadas en una represión de las diferencias in­urnas de las enridades,los modos en que una entidad difiere de sí misma".l2 La cuestión de si esras diferencias estaban allí (amontonadas muy profundamenre en el interior de la enridad, a la espera de ser sacadas a la luz por los excavadores deconsrrucrivisras), o esr:ín en la encidad sólo después de que el feminista ha

terminado de reformar esa enrielad en un consrrucro social más acorde con el deseo de su corazón, me parece que no ciene interés alguno. En efecco, mi impresión es que una parre imporrante de la polémica antimerafísica común a los posnierzscheanos (pragmacisras y deconsrruccionisras por igual) es la afir­mación de que esra distinción "enconrear vasus hacer" es de escaso interés. De modo que no considero que renga propósito político alguno decir, como lo hact: Johnson, que "la dift:rencia es una forma de trabajo al punro de que ju~ga más all:í del conrrol de cualquier sujero".l3 Simplemenre no imporra si Dios ordena, o si "la m:1sa de las fuenas productivas" despliega dialécricamenre, o si ~a diferencia juega, más allá del control de cualquiera de nosorros. Todo lo que tmporra es lo que podemos hacer para persuadir a la genre de que acrúe de un modo discinro de como lo hacía en el pasado. L'l cuestión sobre lo que derermina en úlrima insrancia, profundamence, si cambiad o no sus cosrumbres es la clase de rema metafísico que los feministas pueden desatender sin riesgo alguno.14

En r:sum~n: ~~alquicr co:~ que la ~losofí~ ?ueda hacer para liberar un poco nuesrra tmagmac10n redunda en un b1en pol1C1co, ya que cuanto más libre es la

. 12

lhrbara Johnson, Th~ _Critica! Diffirmc~. lhhirnore, 1980, pp. X-XI. Vhsc d uso Jd paSJ­Je de Johnson que hace Jo>n Seo(( en su "DeconHructing EquJ.Iicy vs. difTerence: Or, the Uses of PosmructurlliH Theory for Ferninism", en: Marianne Hirsch y Evclyn Fox Kdler (cornps.) Conflim in F~miniun, Nueva York, 1990, pp. 137-138. '

lJ B. Johnson, Th~ Critica! Diffirmcr, ob. cir., p. XI. 14

Desarrollo esta anllogh emre feminismo comempodneo y b Nueva Ciencia Jd siglo xvu ligo m:is cxtensameme en "Fcminism and Pr>gnll[ism", en: .Michigan Quarurfy ~vinv, 30, 1991, pp. 231-258.

-~ ,. ~-

~· ~ ·•.·

, FEM!NlSMO. IDEO lOGIA Y DECONSTRUCC!ON ... 259

imaginación del presente, m:ís posible resulta que las prácticas sociales futuras sean diferentes de las prácticas pasadas. Los cracamientos de la objetividad, la verdad y el lenguaje de Nierzsche, Dewey, Derrida y Davidson nos han liberado un poco, así como lo hicieron los craramicntos del dinero de Marx y Keynes y los rraramiemos del amor de Jesucrisco y Kierkegaard. Pero la filosofía no es, como la tradición marxista desaforrunadamenre nos enseñó a creer, una fuenre de herramientas ~ara la actividad polfcica innovador:!.. Nada que renga urilidad política ocurre hasra que la genre comienza a decir cosas que no habf;:n sido dichas ames, que permiten, por ló ramo, visualizar nuevas prácticas en lugar de analizar las viejas. La lección de la filosofía kuhniana de la ciencia es imporran­ce: no hay una disciplina llamada "crítica" que uno pueda practicar para obte­ner una política norablemenre mejor, así como no hay algo llamado "m¿rodo científico" que uno pueda aplicar para obrener una física norablemenre mejor. La crícica de la ideología es, en el mejor de los casos, una rarea de limpieza mis que de innovación. Es parasitaria de la profecía más que un reemplazo de ella.

Es, en relación con la producción imaginaria de nuevas descripciones sobre lo que ha esrado ocurriendo (es decir, lo que los hombres le han esrado haciendo a las mujeres), aquello que Locke (quien se dcscribfa a sí mismo como un "peón" que quiraba la basura) era en relación con Boyle y Ncwton. La imagen de la filosofía como una actividad pionera es paree de una concepción logodntrica del rr:~bajo intdeccual con la que nosocros, lo admiradores de Derrida, no debe­ríamos rener rraro alguno.

Una razón por la que los feminisras resisren es re punto de visea pragmarisra sobre la ucilidad política de la filosofía es que el masculinismo parece can compleramenre incorporado a codo lo que hacemos y decimos eri la sociedad conrempor:ínea que da la impresión de que sólo un morm~ cambio incelec­cual podría desplazarlo. De modo que gran cancidad de feminisras piensan que sólo enfrendndose a un gran mal inrdeccual, del cipo que los filósofos se especializan en de cecear (algo en la escala dellogocenrrismo, o el "binarismo", o el "pensamiento tecnológico") -inrerprecando esre mal como inrrínseca­menre masculinisra, y el masculinismo como algo que exisre a causa de esre mal y desaparecerá junro con él-, pueden alcanzar la radicalidad y la exren­sión que su rarea parece demandar. Sin una alianza de ese cipo con una cam­paña contra algún gran monsrruo filosófico, l~ucha contra el masculinismo parece esrar condenada a alguna forma de complicidad con las prácticas pre­senres.15

15 Un buen ejemplo de esu acusación de complicid>d es la cri!ic3 que Drucilb Cornell h3ce de C>tlurinc M>cKinnon en /Jryomi Arcommod.uion: Ethical F~miniJm, Duonurucrion and tlu

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IDEOLOG{A

Me: parece: que: este: punco de vista comprende: mal todas las medidas relati­vas. El masculinismo es un monstruo mucho más grande y feroz. que: cualquiera de: los pequeños monstruos parroquiales con los que luchan los pragmatistas y dc:construccionistas. Esto se debe a que el masculinismo es la defensa de la gente: que ha estado en la posición superior desde el comienzo de la historia contra los incc:mos de: derribarlos; esc:)IÍpo de monstruo es muy adaptable, y sospecho que puede sobrevivir casi tan bien en un ambiente f1losófico ami­logocénrrico como en uno logocénrrico. Es cierto que, como Derrida ha adver­tido agudamente:, la tradición logocéntrica está relacionada estrecha y sutil­mente: con la búsqueda de: la pureza -la búsqueda de evitar la comaminación por los desórdenes femeninos- simbolizada por lo que él llama "la figura esen­cial y esencialmente: sublime de la homosexualidad viril" .16 Pero esa búsqueda de: purcz.a y esa "figura sublime" pueden sobrevivir c:n alguna forma aun más dc:vadamc:ntc: sublimada, incluso si los filósofos logramos de algún modo una

superación (o al menos una Vawindung) de la metafísica.

{.¡:rw, Nuev2. York. 1991. opírulo 3. Cornell piensa que :wnque M~cKinnon "rcc.luu supcrlici:U­mente el sueno de !2. simetría, que nos mide b~jo 1~ norma mJ.Sculin>, dl~. sin emb~rgo, "no puede mls que oer en ese viejo sueño por los llmices de su propio discurso teórico, que neccs~­ri~mencc repudi~ lo femenino como fcminid2-d porque el!.. sólo puede "ver" desde su propi~ pcrspectin m2.Sculinist2." (p. 151). Cornell picns~ que se necesiuri mls reflexión filosófio (de un cipo espedficl.mente deconstruccionist~) que ~quclb. con l2. que MlcKinnon esd dispuest~ ~ comprometerse p~u cvitu 1~ complicid~d con el m2.Sculinismo. T~mbién picos~ que M.cKinnon u1icion1 el punto de visu ético distintivo dd feminismo ~1 reducirlo ~ un2. tom~ de poder. Mi simp~d1 es h1ci~ M.cKinnon. No veo n~d~ de m:Uo en lll tomJ.S de poder, y soy menos optimis­u con respecto ~ la utilid~d polltic~ de l2. filosofí2. dcconmuccionista que Corndl. (P:m mis dud..s 2.cero de csu milid2d, vél.sc Thomll Mcúrthy, "The Politics of thc lndf .. ble: Ocrridú Deconmuctionism", en: Th~ Philosophical Forum 21, 1989, pp. 146-168. P2.r2. el punto de vist2. de M2.cKinnon de que "los hombres son como son porque tienen el poder r ·que "lll mujerc~ que cienen éxito en lll formJ.S mllculinll ser~n también m2.yormente lll", vélle Cnlurine

M2.cKinnon, Fcminism Unmodifi~d. C..mbridge, 1987, p. 220.) 16 Estoy de 1cuerdo con Cornell en que un1 de lll contribuciones ccnualcs de Oerrid2. al

feminismo es que "sostiene cxpllciumente que lll cuestiones filosóficJ.S fund2.ment..les no pue­den scpuuse del pens2.miento de l2. diferencia sexual" (Bryond Accomodation, ob. cit., p. 98). En efecto, deberll ir mls ..!U y decir que b contribución mis originll e importmte de DerridJ 2. L>. filosofh es su ent;ecruumiemo de Freud y Heidegger, su llocilción de b "diferencil ontológio" con b diferenci2. de género. Este entrecruumiemo nos permite ver por primer2. va.!.. conexión entre 12 búsquedl. de purcu de los filósofos, l2. opinión de que bs mujeres son en cieno modo impurll,l2 subordin2.ción de lll mujeres, y b "homoscxu..Iid•d viril" (el tipo de homosexu:Uid~d ml.Sculinl que Eve Sedgwick lllml "horno-homosexualidad", condensJdl en b frJ.Sc de Jeln Genec: "el hombre que tiene rebcion~ sexu..Ies con otro hombre es dos veces un hombre"). Comp2.udo con estl consider2.ción (que es propuesta de modo convincente en el "Geschlechc 1"

de Oerrid2.), el plquete de trucos reproducidos f.!cilmence denominado "deconmucción" me

puece rebtivlrneme sin imporuncia.

FEMINISMO. ;DEOLOGIA Y DECONSTRUCCION ... 261

· 'd lo como un con)'unto de opiniones f1losóftcas El pragmausmo -cons1 era< .

sobre la verdad, c:1 conocimiento, la objetividad y cllcnguaJC- es ~cutral cn~rc el · · 1 1· · De modo que si se buscan docrnnas espcclfica-

fcmm•smo y e mascu m1smo. l mente feministas sobre estos temas, el pragmatismo no l~s aportará. Pero os e · · (cotno MacKinnon) piensan en la filosof.a como en algo que temmlstas que ,

uede ser tomado y dejado según la ocasión lo demande, m~s que con:o un

~liado poderoso e indispensable, encontrarán en el pragmau~mo las ~~s~as doccrinas antilogocéncriGis que en Nicrzsche, Foucault y Dern~a. _La pnnc•pal ventaja del modo en que los pragmatistas presentan estas doctnn:IS cs. q~e acla­ran que no están dcvelando secretos profundos, secretos ~¡uc los femm1sras de­

berían conocer para tener éxito. Admiten que todo lo qu~_ucnen ~ara ofrecer son e uciíos y ocasionales consejos ad hoc, que son consejos sobre como co~test~r a

¡o;intcntos masculinistas de hacer que las prácticas presentes parezcan me:•:a· bles. Ni los pragmatistas ni los deconsuuccionistas pueden h~cc~ por el femm•~­mo orra cosa que ayudar a refmar intentos de basar estas practiC.15 en algo mas

fundo que un hecho histórico contÍngente; el hecho de que las personas con

~~sculos ligeramente más grandes han estado intin~idando a las personas

con músculos ligeramente más pequeños por mucho nempo.

Traducción d~ Pablo Pr~v~

. . :.)