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ROMEO Y JULIETA WILLIAM SHAKESPEARE Ediciones elaleph.com

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  • R O M E O Y J U L I E T A

    W I L L I A M S H A K E S P E A R E

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz
  • Editado por

    elaleph.com

    1999 Copyright www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    PERSONAJES

    ESCALA, Prncipe de Verona.PARIS, pariente del Prncipe.MONTESCO.CAPULETO.Un viejo de la familia Capuleto.ROMEO, hijo de Montesco.MERCUTIO, amigo de Romeo.BENVOLIO, sobrino de Montesco.TEOBALDO, sobrino de Capuleto.FR. LORENZO, FR. JUAN, de la Orden de San

    Francisco.BALTASAR, criado de Romeo.SANSN, GREGORIO, criados de Capuleto.PEDRO, criado del ama de Julieta.ABRAHAM, criado de Montesco.Un boticario.Tres msicos.Dos pajes de Paris.Un Oficial.La seora de Montesco.

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    La seora de Capuleto.JULIETA, hija de Capuleto.El ama de Julieta.

    CIUDADANOS de Verona, ALGUACILES,GUARDIAS, ENMASCARADOS, etc., CORO

    La escena pasa en Verona y en Mantua

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    PRLOGO

    CORO.- En la hermosa Verona, donde acaecieronestos amores, dos familias rivales igualmente nobleshaban derramado, por sus odios mutuos, muchainculpada sangre. Sus inocentes hijos pagaron la pe-na de esos rencores, que trajeron su muerte y el finde su triste amor. Slo dos horas va a durar en laescena este odio secular de razas. Atended al tristeenredo, y supliris con vuestra atencin lo que faltea la tragedia.

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    ACTO PRIMERO

    ESCENA PRIMERA

    Una plaza de Verona

    (SANSN y GREGORIO con espadas y broqueles)

    SANSN.- A fe ma, Gregorio, que no hay por qubajar la cabeza.GREGORIO.- Eso sera convertirnos en bestias decarga.SANSN.- Quera decirte que, si nos hostigan, de-bemos responder.GREGORIO.- S: soltar la albarda.SANSN.- Yo, si me pican, fcilmente salto.

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    GREGORIO.- Pero no es fcil picarte para quesaltes.SANSN.- Basta cualquier gozquejo de casa de losMontescos para hacerme saltar.GREGORIO.- Quien salta, se va. El verdadero va-lor est en quedarse firme en su puesto. Eso que lla-mas saltar es huir.SANSN.- Los perros de esa casa me hacen saltarprimero y me paran despus. Cuando topo de ma-nos a boca con hembra o varn de casa de losMontescos, pongo pies en pared.GREGORIO.- Necedad insigne! Si pones pies enpared, te caers de espaldas.SANSN.- Cierto, y es condicin propia de los d-biles. Los Montescos al medio de la calle, y sus mo-zas a la acera.GREGORIO.- Esa discordia es de nuestros amos.Los criados no tenemos que intervenir en ella.SANSN.- Lo mismo da. Ser un tirano. Acabarprimero con los hombres y luego con las mujeres.GREGORIO.- Qu quieres decir?SANSN.- Lo que t quieras. Sabes que no soy ra-na.

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    GREGORIO.- No eres ni pescado ni carne. Saca tuespada, que aqu vienen dos criados de casa Mon-tesco.SANSN.- Ya est fuera la espada: entra t en lid, yyo te defender.GREGORIO.- Por qu huyes, volviendo las es-paldas?SANSN.- Por no asustarte.GREGORIO.- Tu asustarme a m?SANSN.- Procedamos legalmente. Djalos empe-zar a ellos.GREGORIO.- Les har una mueca al pasar, y ve-remos cmo lo toman.SANSN.- Veremos si se atreven. Yo me chuparel dedo, y buena vergenza ser la suya si lo toleran.(Abraham y Baltasar.)ABRAHAM.- Hidalgo, os estis chupando el dedoporque nosotros pasamos?SANSN.- Hidalgo, es verdad que me chupo el de-do.ABRAHAM.- Hidalgo, os chupis el dedo porquenosotros pasamos?SANSN (a Gregorio).- Estamos dentro de la ley,diciendo que s?GREGORIO (A Sansn).- No por cierto.

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    SANSN.- Hidalgo, no me chupaba el dedo por-que vosotros pasabais, pero la verdad es que me lochupo.GREGORIO.- Queris armar cuestin hidalgo?ABRAHAM.- Ni por pienso, seor mo.SANSN.- Si queris armarla, aqu estoy a vuestrasrdenes. Mi amo es tan bueno como el vuestro.ABRAHAM.- Pero mejor, imposible.SANSN.- Est bien, hidalgo.GREGORIO (A Sansn.).- Dile que el nuestro esmejor, porque aqu se acerca un pariente de mi amo.SANSN.- Es mejor el nuestro, hidalgo.ABRAHAM.- Mentira.SANSN.- Si sois hombre, sacad vuestro acero.Gregorio: acurdate de tu sabia estocada. (Pelean.)(Llegan Benvolio y Teobaldo.)BENVOLIO.- Envainad, majaderos. Estis pelean-do, sin saber por qu.TEOBALDO.- Por qu desnudis los aceros?Benvolio, quieres ver tu muerte?BENVOLIO.- Los estoy poniendo en paz. Envainat, y no busques quimeras.TEOBALDO.- Hablarme de paz, cuando tengo elacero en la mano! Ms odiosa me es tal palabra queel infierno mismo, ms que Montesco, ms que t.

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    Ven, cobarde. (Renese gente de uno y otro bando. Trbasela ria)CIUDADANOS.- Venid con palos, con picas, conhachas. Mueran Capuletos y Montescos! (EntranCapuleto y la seora de Capuleto.)CAPULETO.- Qu voces son sas? Dadme mi es-pada.SEORA.- Qu espada? Lo que te conviene esuna muleta.CAPULETO.- Mi espada, mi espada, que Montescoviene blandiendo contra m la suya tan vieja como lama. (Entran Montesco y su mujer.)MONTESCO.- Capuleto infame, djame pasar,aparta!SEORA.- No te dejar dar un paso ms. (Entra elPrncipe con su squito.)PRNCIPE.- Rebeldes enemigos de la paz, derra-madores de sangre humana! No queris or? Hu-manas fieras que apagis en la fuente sangrienta devuestras venas el ardor de vuestras iras, arrojad enseguida a tierra las armas fratricidas, y escuchad misentencia. Tres veces, por vanas quimeras y ftilesmotivos, habis ensangrentado las calles de Verona,haciendo a sus habitantes, aun los ms graves eilustres, empuar las enmohecidas alabardas, y car-

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    gar con el hierro sus manos envejecidas por la paz.Si volvis a turbar el sosiego de nuestra ciudad, meresponderis con vuestras cabezas. Basta por ahora;retiraos todos. T, Capuleto, vendrs conmigo. T,Montesco, irs a buscarme dentro de poco a la Au-diencia, donde te hablar ms largamente. Pena demuerte a quien permanezca aqu. (Vase.)MONTESCO.- Quin ha vuelto a comenzar la an-tigua discordia? Estabas t cuando principi, so-brino mo?BENVOLIO.- Los criados de tu enemigo estabanya lidiando con los nuestros cuando llegu, y fueronintiles mis esfuerzos para separarlos. Teobaldo searroj sobre m, blandiendo el hierro que azotaba elaire despreciador de sus furores. Al ruido de las es-tocadas acorre gente de una parte y otra, hasta que elPrncipe separ a unos y otros.SEORA DE MONTESCO.- Y has visto a Ro-meo? Cunto me alegro de que no se hallara pre-sente!BENVOLIO.- Slo faltaba una hora para que el solamaneciese por las doradas puertas del Oriente,cuando sal a pasear, solo con mis cuidados, al bos-que de sicomoros que crece al poniente de la ciudad.All estaba tu hijo. Apenas le vi me dirig a l, pero

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    se intern en lo ms profundo del bosque. Y comoyo s que en ciertos casos la compaa estorba, segumi camino y mis cavilaciones, huyendo de l contanto gusto como l de m.SEORA DE MONTESCO.- Dicen que va all confrecuencia a juntar su llanto con el roco de la ma-ana y contar a las nubes sus querellas, y apenas elsol, alegra del mundo, descorre los sombros pa-bellones del tlamo de la aurora, huye Romeo de laluz y torna a casa, se encierra sombro en su cmara,y para esquivar la luz del da, crea artificialmenteuna noche. Mucho me apena su estado, y sera undolor que su razn no llegase a dominar sus capri-chos.BENVOLIO.- Sospechis la causa, to?MONTESCO.- No la s ni puedo indagarla.BENVOLIO.- No has podido arrancarle ningunaexplicacin?MONTESCO.- Ni yo, ni nadie. No s si piensobien o mal, pero l es el nico consejero de s mis-mo. Guarda con avaricia su secreto y se consume enl, como el germen herido por el gusano antes dedesarrollarse y encantar al sol con su hermosura.Cuando yo sepa la causa de su mal, procurar ponerremedio.

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    BENVOLIO.- Aqu est. O me engaa el carioque le tengo, o voy a saber pronto la causa de sumal.MONTESCO.- Oh, si pudieses con habilidad des-cubrir el secreto! Ven, esposa. (Entra Romeo.)BENVOLIO.- Muy madrugador ests.ROMEO-. Tan joven est el da?BENVOLIO.- An no han dado las nueve.ROMEO.- Tristes horas, cun lentamente cami-nis! No era mi madre quien sala ahora de aqu?BENVOLIO.- S por cierto. Pero qu dolores sonlos que alargan tanto las horas de Romeo?ROMEO.- El carecer de lo que las hara cortas.BENVOLIO.- Cuestin de amores?ROMEO.- Desvos.BENVOLIO.- De amores?ROMEO.- Mi alma padece el implacable rigor desus desdenes.BENVOLIO.- Por qu el amor que nace de tandbiles principios, impera luego con tanta tirana?ROMEO.- Por qu, si pintan ciego al amor, sabeelegir tan extraas sendas a su albedro? Dnde va-mos a comer hoy? Vlgame Dios! Cuntame lo queha pasado. Pero no, ya lo s. Hemos encontrado elamor junto al odio; amor discorde, odio amante! ra-

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    ra confusin de la naturaleza: caos sin forma, mate-ria grave a la vez que ligera, fuerte y dbil, humo yplomo, fuego helado, salud que fallece, sueo quevela, esencia incgnita. No puedo acostumbrarme atal amor. Te res? Vive Dios!...BENVOLIO.- No, primo. No me ro, antes lloro.ROMEO.- De qu, alma generosa?BENVOLIO.- De tu desesperacin.ROMEO.- Es prenda del amor. Se agrava el peso demis penas, sabiendo que t tambin las sientes.Amor es fuego aventado por el aura de un suspiro;fuego que arde y centellea en los ojos del amante. Oms bien es torrente desbordado que las lgrimasacrecen. Qu ms podr decir de l? Dir que eslocura sabia, hiel que emponzoa, dulzura embria-gadora. Qudate adis, primo.BENVOLIO.- Quiero ir contigo. Me enojar si medejas as, y no te enojes.ROMEO.- Calla, que el verdadero Romeo debe an-dar en otra parte.BENVOLIO.- Dime el nombre de tu amada.ROMEO.- Quieres or gemidos?BENVOLIO.- Gemidos! Donosa idea! Dimeformalmente quin es.

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    ROMEO. - Dime formalmente?... Oh, qu frasetan cruel! Decid que haga testamento al que est pa-deciendo horriblemente. Primo, estoy enamoradode una mujer.BENVOLIO.- Hasta ah ya lo comprendo.ROMEO.- Has acertado. Estoy enamorado de unamujer hermosa.BENVOLIO.- Y ser fcil dar en ese blanco tanhermoso?ROMEO.- Vanos seran mis tiros, porque ella, tancasta como Diana la cazadora, burlar todas las pue-riles flechas del rapaz alado. Su recato la sirve dearmadura. Huye de las palabras de amor, evita el en-cuentro de otros ojos, no la rinde el oro. Es rica,porque es hermosa. Pobre, porque cuando muera,slo quedarn despojos de su perfeccin soberana.BENVOLIO.- Est ligada a Dios por algn votode castidad?ROMEO.- No es ahorro el suyo, es desperdicio,porque esconde avaramente su belleza, y priva deella al mundo. Es tan discreta y tan hermosa, que nodebiera complacerse en mi tormento, pero aborreceel amor, y ese voto es la causa de mi muerte.BENVOLIO.- Djate de pensar en ella.ROMEO.- Ensame a dejar de pensar.

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    BENVOLIO.- Hazte libre. Fjate en otras.ROMEO.- As brillar ms y ms su hermosura.Con el negro antifaz resalta ms la blancura de latez. Nunca olvida el don de la vista quien una vez laperdi. La belleza de una dama medianamente bellaslo sera un libro donde leer que era mayor la per-feccin de mi adorada. Adis! No sabes ensearmea olvidar.BENVOLIO.- Me comprometo a destruir tu opi-nin.

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    ESCENA II

    Calle

    (CAPULETO, PARIS y un CRIADO)

    CAPULETO.- La misma orden que a m obliga aMontesco, y a nuestra edad no deba ser difcil viviren paz.PARIS.- Los dos sois iguales en nobleza, y no de-bierais estar discordes. Qu respondis a mi peti-cin?CAPULETO.- Ya he respondido. Mi hija acaba dellegar al mundo. An no tiene ms que catorce aos,y no estar madura para el matrimonio, hasta quepasen lo menos dos veranos.

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    PARIS.- Otras hay ms jvenes y que son ya ma-dres.CAPULETO.- Los rboles demasiado tempranosno prosperan. Yo he confiado mis esperanzas a latierra y ellas florecern. De todas suertes, Paris, con-sulta t su voluntad. Si ella consiente, yo consentirtambin. No pienso oponerme a que elija con todalibertad entre los de su clase. Esa noche, segncostumbre inmemorial, recibo en casa a mis amigos,uno de ellos vos. Deseo que pisis esta noche elmodesto umbral de mi casa, donde veris brillarhumanas estrellas. Vos, como joven lozano, que nohollis como yo las pisadas del invierno fro, dis-frutaris de todo. All oiris un coro de hermosasdoncellas. Odlas, vedlas, y elegid entre todas la msperfecta. Quiz despus de maduro examen, os pa-recer mi hija una de tantas. T (al criado) vete reco-rriendo las calles de Verona, y a todos aquellos cu-yos nombres vers escritos en este papel, invtalospara esta noche en mi casa. (Vanse Capuleto y Paris.)CRIADO.- Pues es fcil encontrarlos a todos! Elzapatero est condenado a usar la vara, el sastre lahorma, el pintor el pincel, el pescador las redes, y yoa buscar a todos aquellos cuyos nombres estn es-

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    critos aqu, sin saber qu nombres son los que aquestn escritos. Denme su favor los sabios. Vamos.

    (BENVOLIO y ROMEO)

    BENVOLIO.- No digas eso. Un fuego apaga otro,un dolor mata otro dolor, a una pena antigua otranueva. Un nuevo amor puede curarte del antiguo.ROMEO.- Curarn las hojas del pltano.BENVOLIO.- Y qu curarn?ROMEO.- Las desolladuras.BENVOLIO.- Ests loco?ROMEO.- Loco! Estoy atado de pies y manos co-mo los locos, encerrado en crcel aspersima, ham-briento, azotado y atormentado. (Al criado.) Buenosdas, hombre.CRIADO.- Buenos das. Sabis leer, hidalgo?ROMEO.- Ciertamente que s.CRIADO.- Raro alarde! Sabis leer sin haberloaprendido? Sabris leer lo que ah dice?ROMEO.- Si el concepto es claro y la letra tambin.CRIADO.- De verdad? Dios os guarde.ROMEO.- Espera, que probar a leerlo. El seorMartn, y su mujer e hijas, el conde Anselmo y sushermanas, la viuda de Viturbio, el seor Plasencio y

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    sus sobrinas, Mercutio y su hermano Valentn, mito Capuleto con su mujer e hijas, Rosala mi sobri-na, Livia, Valencio y su primo Teobaldo, Luca y lahermosa Elena. Lucida reunin! Y dnde es lafiesta?CRIADO.- All.ROMEO.- Dnde?CRIADO.- En mi casa, a cenar.ROMEO.- En qu casa?CRIADO.- En la de mi amo.ROMEO.- Lo primero que deb preguntarte es sunombre.CRIADO.- Os lo dir sin ambages. Se llama Capu-leto y es generoso y rico. Si no sois Montesco, po-dis ir a beber a la fiesta. Id, os lo ruego. (Vase.)BENVOLIO.- Rosala a quien adoras, asistir a estafiesta con todas las bellezas de Verona. All podrsverla y compararla con otra que yo te ensear, y elcisne te parecer grajo.ROMEO.- No permite tan indigna traicin la santi-dad de mi amor. Ardan mis verdaderas lgrimas,ardan mis ojos (que antes se ahogaban) si tal herejacometen. Puede haber otra ms hermosa que ella?No la ha visto desde la creacin del mundo, el solque lo ve todo.

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    BENVOLIO.- Tus ojos no ven ms que lo que leshalaga. Vas a pesar ahora en tu balanza a una mujerms bella que sa, y vers cmo tu seora pierde delos quilates de su peso, cotejada con ella.ROMEO.- Ir, pero no quiero ver tal cosa, sino go-zarme en la contemplacin de mi cielo.

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    ESCENA III

    En casa de Capuleto

    (La seora de CAPULETO y el AMA)

    SEORA.- Ama, dnde est mi hija?AMA.- Sea en mi ayuda mi probada paciencia dedoce aos. Ya la llam. Cordero, Mariposa. VlgameDios. Dnde estar esta nia? Julieta...JULIETA.- Quin me llama?AMA.- Tu madre.JULIETA.- Seora, aqu estoy. Dime qu sucede.SEORA.- Sucede que... Ama, djanos a solas unrato... Pero no, qudate. Deseo que oigas nuestraconversacin. Mi hija est en una edad decisiva.

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    AMA.- Ya lo creo. No me acuerdo qu edad tieneexactamente.SEORA.- Todava no ha cumplido los catorce.AMA.- Apostara catorce dientes (ay de m, no ten-go ms que cuatro!) a que no son catorce. Cundollega el da de los ngeles?SEORA.- Dentro de dos semanas.AMA.- Sean pares o nones, ese da, en anochecien-do, cumple Julieta aos. Vlgame Dios! La mismaedad tendran ella y mi Susana. Bien, Susana ya estcon Dios, no mereca yo tanta dicha. Pues como ibadiciendo, cumplir catorce aos la tarde de los n-geles. Vaya si los cumplir! Me acuerdo bien. Haceonce aos, cuando el terremoto, la quitamos el pe-cho. Jams confundo aquel da con ningn otro delao. Debajo del palomar, sentada al sol, unt mi pe-cho con acbar. Vos y mi amo estabais en Mantua.Me acuerdo tan bien! Pues como digo, la tonta deella, apenas prob el pecho y lo hall tan amargo,qu furiosa se puso contra m! Temblaba el palo-mar! Once aos van de esto. Ya se tena en pie, yacorra... tropezando a veces. Por cierto que el daantes se haba hecho un chichn en la frente, y mimarido (Dios le tenga en gloria!) con qu gracia le-vant a la nia, y le dijo: Vaya, te has cado de

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    frente? No caers as cuando te entre el juicio.Verdad, Julieta? S, respondi la inocente limpin-dose las lgrimas. El tiempo hace verdades las bur-las. Mil aos que viviera, me acordara de esto.No es verdad, Julieta? y ella lloraba y deca ques.SEORA.- Basta ya. Cllate, por favor te lo pido.AMA.- Me callar, seora; pero no puedo menos dererme, acordndome que dijo s, y creo que tena enla frente un chichn tamao como un huevo, y llo-raba que no haba consuelo para ella.JULIETA.- Cllate ya; te lo suplico.AMA.- Bueno, me callar. Dios te favorezca, porqueeres la nia ms hermosa que he criado nunca. Qugrande sera mi placer en verla casada!JULIETA.- An no he pensado en tanta honra.AMA.- Honra! Pues si no fuera por haberte criadoyo a mis pechos, te dira que habas mamado lechede discrecin y sabidura.SEORA.- Ya puedes pensar en casarte. Hay enVerona madres de familia menores que t, y yo mis-ma lo era cuando apenas tena tu edad. En dos pa-labras, aspira a tu mano el gallardo Paris.AMA.- Nia ma! Vaya un pretendiente! Si parecede cera.

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    SEORA.- No tiene flor ms linda la primavera deVerona.AMA.- Eso una flor! S que es flor, ciertamente.SEORA.- Quiero saber si le amars. Esta nocheha de venir. Vers escrito en su cara todo el amorque te profesa. Fjate en su rostro y en la armona desus facciones. Sus ojos servirn de comentario a loque haya de confuso en el libro de su persona. Estelibro de amor, desencuadernado todava, mereceuna esplndida cubierta. La mar se ha hecho para elpez. Toda belleza gana en contener otra belleza. Losureos broches del libro esmaltan la urea narra-cin. Todo lo que l tenga, ser tuyo. Nada perdersen ser su mujer.AMA.- Nada? Disparate ser el pensarlo.SEORA.- Di si podrs llegar a amar a Paris.JULIETA.- Lo pensar, si es que el ver predisponea amar. Pero el dardo de mis ojos slo tendr lafuerza que le preste la obediencia. (Entra un Criado.)CRIADO.- Los huspedes se acercan. La cena estpronta. Os llaman. La seorita hace falta. En la co-cina estn diciendo mil pestes del ama. Todo estdispuesto. Os suplico que vengis en seguida.SEORA.- Vmonos tras ti, Julieta. El Conde nosespera.

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    AMA.- Nia, piensa bien lo que haces.

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    ESCENA IV

    Calle

    (ROMEO, MERCUTIO, BENVOLIO y mscarascon teas

    encendidas)

    ROMEO.- Pronunciaremos el discurso que traa-mos compuesto, o entraremos sin preliminares?BENVOLIO.- Nada de rodeos. Para nada nos hacefalta un Amorcillo de latn con venda por pauelo,y con arco, espanta pjaros de doncellas. Para nadarepetir con el apuntador, en voz medrosa, un prlo-go intil. Mdannos por el comps que quieran, yhagamos nosotros unas cuantas mudanzas de baile.

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    ROMEO.- Dadme una tea. No quiero bailar. El queest a oscuras necesita luz.MERCUTIO.- Nada de eso, Romeo; tienes quebailar.ROMEO.- No por cierto. Vosotros llevis zapatosde baile, y yo estoy como tres en un zapato, sin po-der moverme.MERCUTIO.- Pdele sus alas al Amor, y con ellas televantars de la tierra.ROMEO.- Sus flechas me han herido de tal modo,que ni siquiera sus plumas bastan para levantarme.Me ha atado de tal suerte, que no puedo pasar la ra-ya de mis dolores. La pesadumbre me ahoga.MERCUTIO.- No has debido cargar con tanto pesoal amor, que es muy delicado.ROMEO.- Delicado el amor! Antes duro y fuerte ypunzante como el cardo.MERCUTIO.- Si es duro, s t duro con l. Si tehiere, hirele t, y vers cmo se da por vencido.Dadme un antifaz para cubrir mi rostro. Una mas-cara sobre otra mscara!BENVOLIO.- Llamad a la puerta, y cuando este-mos dentro, cada uno baile como pueda.

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    ROMEO.- Una antorcha! Yo, imitando la frase demi abuelo, ser quien lleve la luz en esta empresa,porque el gato escaldado huye del agua.MERCUTIO.- De noche todos los gatos son par-dos, como deca muy bien el Condestable. Nosotroste... Si haces esto te salvaremos de tus miras. La luzse extingue.ROMEO.- No por cierto.MERCUTIO.- Mientras andamos en vanas pala-bras, se gastan las antorchas. Entiende t bien loque quiero decir.ROMEO.- Tienes ganas de entrar en el baile?Crees que eso tiene sentido?MERCUTIO.- Y lo dudas?ROMEO.- Tuve anoche un sueo.MERCUTIO.- Y yo otro esta noche.ROMEO.- Y a qu se reduce tu sueo?MERCUTIO.- Comprend la diferencia que hay delsueo a la realidad.ROMEO.- En la cama fcilmente se suea.MERCUTIO.- Sin duda te ha visitado la reina Mab,nodriza de las hadas. Es tan pequea como el gataque brilla en el anillo de un regidor. Su carroza vaarrastrada por caballos leves como tomos, y susradios son patas de tarntula, las correas son de gu-

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    sano de seda, los frenos de rayos de luna: huesos degrillo e hilo de araa forman el ltigo; y un mosquitode oscura librea, dos veces ms pequeo que el in-secto que la aguja sutil extrae del dedo de ociosadama, gua el esplndido equipaje. Una cscara deavellana forma el coche elaborado por la ardilla,eterna carpintera de las hadas. En ese carro discurrede noche y da por cabezas enamoradas, y les haceconcebir vanos deseos, y anda por las cabezas delos cortesanos, y les inspira vanas cortesas. Correpor los dedos de los abogados, y suean con proce-sos. Recorre los labios de las damas, y suean conbesos. Anda por las narices de los pretendientes, ysuean que han alcanzado un empleo. Azota con lapunta de un rabo de puerco las orejas del cura, pro-duciendo en ellas sabroso cosquilleo, indicio ciertode beneficio o canonja cercana. Se adhiere al cuellodel soldado y le hace soar que vence y triunfa desus enemigos y los degella con su truculento acerotoledano, hasta que oyendo los sones del cercanoatambor, se despierta sobresaltado, reza un padrenuestro, y vuelve a dormirse. La reina Mab es quienenreda de noche las crines de los caballos, y enma-raa el pelo de los duendes, e infecta el lecho de la

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    cndida virgen, y despierta en ella por primera vezimpuros pensamientos.ROMEO.- Basta, Mercutio. No prosigas en esacharla impertinente.MERCUTIO.- De sueos voy hablando, fantasmasde la imaginacin dormida, que en su vuelo excedela ligereza de los aires, y es ms mudable que elviento.BENVOLIO.- T s que ests arrojando vientos yhumo por esa boca. Ya nos espera la cena, y no escosa de llegar tarde.ROMEO.- Demasiado temprano llegaris. Tmomeque las estrellas estn de mal talante, y que mi malasuerte va a empezarse en este banquete, hasta quellegue la negra muerte a cortar esta intil existencia.Pero en fin, el piloto de mi nave sabr guiarla. Ade-lante, amigos mos.BENVOLIO.- A son de tambores.

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    ESCENA V

    Sala en casa de Capuleto

    (MSICOS y CRIADOS)

    CRIADO 1.- Dnde anda Cacerola, que ni limpiaun plato, ni nos ayuda en nada?CRIADO 2.- Qu pena me da ver la cortesa entan pocas manos, y stas sucias!CRIADO 1.- Fuera los bancos, fuera el aparador.No perdis de vista la plata. Guardadme un pedazode pastel. Decid al portero que deje entrar a Elena ya Susana la molinera. Cacerola!CRIADO 2.- Aqu estoy, compaero.CRIADO 1.- Todos te llaman a comparecer en lasala.

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    CRIADO 2.- No puedo estar en dos partes almismo tiempo. Compaeros, acabad pronto, y elque quede sano, que cargue con todo. (Entran Capu-leto, su mujer, Julieta, Teobaldo, y convidados con mscaras.)CAPULETO.- Celebro vuestra venida. Os invitan albaile los ligeros pies de estas damas. A la danza, j-venes. Quin se resiste a tan imperiosa tentacin?Ni siquiera la que por melindre dice que tiene callos.Bien venidos seis. En otro tiempo tambin yogustaba de enmascararme, y decir al odo de lashermosas secretos que a veces no les desagradaban.Pero el tiempo llev consigo tales flores. Celebrovuestra venida. Comience la msica. Que pasendelante las muchachas! (Comienza el baile.) Luz, msluz! Fuera las mesas! Nada de fuego, que harto ca-lor hace. Cmo te agrada el baile, picarillo! Una si-lla a mi primo, que nosotros no estamos para dan-zas. Cundo hemos dejado la mscara?EL PRIMO DE CAPULETO.- Dios mo! Hacems de 30 aos.CAPULETO.- No tanto, primo. Si fue cuando laboda de Lucencio. Por Pentecosts har 25 aos.EL PRIMO DE CAPULETO.- Ms tiempo hace,porque su hijo ha cumplido los treinta.

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    CAPULETO.- Cmo, si, hace dos aos, an nohaba llegado a la mayor edad?ROMEO.- (A su Criado.) Dime, qu dama es la queenriquece la mano de ese galn con tal tesoro?CRIADO.- No la conozco.ROMEO.- El brillo de su rostro afrenta al del sol.No merece la tierra tan soberano prodigio. Pareceentre las otras como paloma entre grajos. Cuando elbaile acabe, me acercar a ella, y estrechar su manocon la ma. No fue verdadero mi antiguo amor, quenunca belleza como sta vieron mis ojos.TEOBALDO.- Por la voz parece Montesco. (AlCriado.) Treme la espada. Cmo se atrever esemalvado a venir con mscara a perturbar nuestrafiesta? Juro por los huesos de mi linaje que sin cargode conciencia le voy a quitar la vida.CAPULETO.- Por qu tanta ira, sobrino mo?TEOBALDO.- Sin duda es un Montesco, enemigojurado de mi casa, que ha venido aqu para burlarsede nuestra fiesta.CAPULETO.- Es Romeo?TEOBALDO.- El infame Romeo.CAPULETO.- No ms, sobrino. Es un perfecto ca-ballero, y todo Verona se hace lenguas de su virtud,y aunque me dieras cuantas riquezas hay en la ciu-

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    dad, nunca le ofendera en mi propia casa. As lopienso. Si en algo me estimas, ponle alegre sem-blante, que esa indignacin y esa mirada torva nocuadran bien en una fiesta.TEOBALDO.- Cuadra, cuando se introduce ennuestra casa tan ruin husped. No lo consentir!CAPULETO.- S lo consentirs. Te lo mando. Yoslo tengo autoridad aqu. Pues no faltaba ms!Favor divino! Maltratar a mis huspedes dentro demi propia casa! Armar quimera con ellos, slo porechrselas de valiente!TEOBALDO.- To, esto es una afrenta para nues-tro linaje.CAPULETO.- Lejos, lejos de aqu. Eres un rapazincorregible. Cara te va a costar la desobediencia.Ea, basta ya! Manos quedas... Traed luces... Yo tehar estar quedo. Pues esto slo faltaba! A bailar,nias!TEOBALDO.- Mis carnes se estremecen en la durabatalla de mi repentino furor y mi ira comprimidaMe voy, porque esta injuria que hoy paso, ha de tra-er amargas hieles.ROMEO.- (Cogiendo la mano de Julieta.) Si con mi ma-no he profanado tan divino altar, perdonadme. Mi

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    boca borrar la mancha, cual peregrino ruboroso,con un beso.JULIETA.- El peregrino ha errado la senda aunqueparece devoto. El palmero slo ha de besar manosde santo.ROMEO.- Y no tiene labios el santo lo mismo queel romero?JULIETA.- Los labios del peregrino son para rezar.ROMEO.- Oh, qu santa! Truequen pues de oficiomis manos y mis labios. Rece el labio y concededmelo que pido.JULIETA.- El santo oye con serenidad las splicas.ROMEO.- Pues odme serena mientras mis labiosrezan, y los vuestros me purifican. (La besa.)JULIETA.- En mis labios queda la marca de vues-tro pecado,ROMEO-Del pecado de mis labios? Ellos se arre-pentirn con otro beso. (Torna a besarla.)JULIETA.- Besis muy santamente.AMA.- Tu madre te llama.ROMEO.- Quin es su madre?AMA.- La seora de esta casa, dama tan sabia cmovirtuosa. Yo cri a su hija, con quien ahora pocoestabais hablando. Mucho dinero necesita quien ha-ya de casarse con ella.

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    ROMEO.- Con que es Capuleto? Hado enemigo!BENVOLIO.- Vmonos, que se acaba la fiesta.ROMEO.- Harta verdad es, y bien lo siento.CAPULETO.- No os vayis tan pronto, amigos.An os espera una parca cena. Os vais? Tengo quedaros a todos las gracias. Buenas noches, hidalgos.Luces, luces, aqu! Vmonos a acostar. Ya es muytarde, primo mo. Vmonos a dormir. (Quedan solasJulieta y el Ama.)JULIETA.- Ama, sabes quin es este mancebo?AMA.- El mayorazgo de Fiter.JULIETA.- Y aquel otro que sale?AMA.- El joven Petrucio, si no me equivoco.JULIETA.- Y el que va detrs... aquel que no quie-re bailar?AMA.- Lo ignoro.JULIETA.- Pues trata de saberlo. Y si es casado, elsepulcro ser mi lecho de bodas.AMA.- Es Montesco, se llama Romeo, nico here-dero de esa infame estirpe.JULIETA.- Amor nacido del odio, harto pronto tehe visto, sin conocerte! Harto tarde te he conocido!Quiere mi negra suerte que consagre mi amor alnico hombre a quien debo aborrecer.AMA.- Qu ests diciendo?

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    JULIETA.- Versos, que me dijo uno bailando.AMA.- Te estn llamando. Ya va. No te detengas,que ya se han ido todos los huspedes.EL CORO.- Ved cmo muere en el pecho de Ro-meo la pasin antigua, y cmo la sustituye una pa-sin nueva. Julieta viene a eclipsar con su lumbre ala belleza que mataba de amores a Romeo. l, tanamado como amante, busca en una raza enemiga suventura. Ella ve pendiente de enemigo anzuelo elcebo sabroso del amor. Ni l ni ella pueden declararsu anhelo. Pero la pasin buscar medios y ocasinde manifestarse.

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    ACTO II

    ESCENA PRIMERA

    Plaza pblica, cerca del jardn de Capuleto

    (ROMEO, BENVOLIO y MERCUTIO)

    ROMEO.- Cmo me he de ir de aqu, si mi cora-zn queda en esas tapias, y mi cuerpo inerte viene abuscar su centro?BENVOLIO.- Romeo, primo mo!MERCUTIO.- Sin duda habr recobrado el juicio edose a acostar.BENVOLIO.- Para ac viene: le he distinguido a lolejos saltando la tapia de una huerta. Dadle voces,Mercutio.

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    MERCUTIO.- Le voy a exorcizar como si fuera eldiablo. Romeo amante insensato, esclavo de la pa-sin! Ven en forma de suspiro amoroso: respnde-me con un verso solo en que aconsonen bienes condesdenes, y donde eches un requiebro a la madredel Amor y al nio ciego, que hiri con sus dardosal rey Cofetua, y le hizo enamorarse de una pobrezagala. Ves? No me contesta ni da seales de vida.Conjrote por los radiantes ojos, y por la despejadafrente, y por los rseos labios, y por el breve pie ylos llenos muslos de Rosala, que te aparezcas en tuverdadera forma.BENVOLIO.- Se va a enfadar, si te oye.MERCUTIO.- Vers como no: se enfadara, si meempease en encerrar a un demonio en el crculo desu dama, para que ella le conjurase; pero ahora ve-ris cmo no se enfada con tan santa y justa invoca-cin, como es la del nombre de su amada.BENVOLIO.- Sgueme: se habr escondido en esasramas para pasar la noche. El amor, como es ciego,busca tinieblas.MERCUTIO.- Si fuera ciego, errara casi siempresus tiros. Buenas noches, Romeo. Voyme a acostar,porque la yerba est demasiada fra para dormir.Vmonos ya?

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    BENVOLIO.- Vamos, a qu empearnos en bus-car al que no quiere ser encontrado?

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    ESCENA II

    Jardn de Capuleto

    ROMEO.- Qu bien se burla del dolor ajeno quiennunca sinti dolores...! (Pnese Julieta a la ventana.)Pero qu luz es la que asoma por all? El sol quesale ya por los balcones de oriente? Sal, hermososol, y mata de envidia con tus rayos a la luna, queest plida y ojeriza porque vence tu hermosuracualquier ninfa de tu coro. Por eso se viste de ama-rillo color. Qu necio el que se arree con sus galasmarchitas! Es mi vida, es mi amor el que aparece!Cmo podra yo decirla que es seora de mi alma?Nada me dijo. Pero qu importa? Sus ojos ha-blarn, y yo responder. Pero qu atrevimiento es

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    el mo, si no me dijo nada! Los dos ms hermososluminares del cielo la suplican que les sustituya du-rante su ausencia. Si sus ojos resplandecieran comoastros en el cielo, bastara su luz para ahogar losrestantes como el brillo del sol mata el de una an-torcha. Tal torrente de luz brotara de sus ojos, quehara despertar a las aves a media noche, y entonarsu cancin como si hubiese venido la aurora! Ahorapone la mano en la mejilla. Quin pudiera tocarlacomo el guante que la cubre?JULIETA.- Ay de m!ROMEO.- Habl! Vuelvo a sentir su voz. ngelde amores que en medio de la noche te me apareces,cual nuncio de los cielos a la atnita vista de losmortales, que deslumbrados le miran traspasar convuelo rapidsimo las esferas, y mecerse en las alas delas nubes!JULIETA.- Romeo, Romeo! Por qu eres t Ro-meo? Por qu no reniegas del nombre de tu padrey de tu madre? Y si no tienes valor para tanto, ma-me, y no me tendr por Capuleto.ROMEO.- Qu hago, seguirla oyendo o hablar?JULIETA.- No eres t mi enemigo. Es el nombrede Montesco, que llevas. Y qu quiere decir Mon-tesco? No es pie ni mano ni brazo, ni semblante ni

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    pedazo alguno de la naturaleza humana. Por quno tomas otro nombre? La rosa no dejara de serrosa, y de esparcir su aroma, aunque se llamase deotro modo. De igual suerte, mi querido Romeo,aunque tuviese otro nombre, conservara todas lasbuenas cualidades de su alma, que no le vienen porherencia. Deja tu nombre, Romeo, y en cambio detu nombre que no es cosa alguna sustancial, tomatoda mi alma.ROMEO.- Si de tu palabra me apodero, llmame tuamante, y creer que me he bautizado de nuevo, yque he perdido el nombre de Romeo.JULIETA.- Y quin eres t que, en medio de lassombras de la noche, vienes a sorprender mis se-cretos?ROMEO.- No s de cierto mi nombre, porque taborreces ese nombre, amada ma, y si yo pudiera,lo arrancara de mi pecho.JULIETA.- Pocas palabras son las que an he odode esa boca, y sin embargo te reconozco. No eresRomeo? No eres de la familia de los Montescos?ROMEO.- No ser ni una cosa ni otra, ngel mo, sicualquiera de las dos te enfada.JULIETA.- Cmo has llegado hasta aqu, y paraqu? Las paredes de esta puerta son altas y difciles

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    de escalar, y aqu podras tropezar con la muerte,siendo quien eres, si alguno de mis parientes te ha-llase.ROMEO.- Las paredes salt con las alas que me dioel amor, ante quien no resisten aun los muros de ro-ca. Ni siquiera a tus parientes temo.JULIETA.- Si te encuentran, te matarn.ROMEO.- Ms homicidas son tus ojos, diosa ma,que las espadas de veinte parientes tuyos. Mramesin enojos, y mi cuerpo se har invulnerable.JULIETA.- Yo dara un mundo porque no te des-cubrieran.ROMEO.- De ellos me defiende el velo tenebrosode la noche. Ms quiero morir a sus manos, amn-dome t, que esquivarlos y salvarme de ellos, cuan-do me falte tu amor.JULIETA.- Y quien te gui aqu?ROMEO.- El amor que me dijo dnde vivas. De lme aconsej, l gui mis ojos que yo le haba en-tregado. Sin ser nauchero, te juro que navegarahasta la playa ms remota de los mares por conquis-tar joya tan preciada.JULIETA.- Si el manto de la noche no me cubriera,el rubor de virgen subira a mis mejillas, recordandolas palabras que esta noche me has odo. En vano

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    quisiera corregirlas o desmentirlas... Resistenciasvanas! Me amas? S que me dirs que s, y que yo locreer. Y sin embargo, podras faltar a tu juramento,porque dicen que Jove se re de los perjuros de losamantes. Si me amas de veras, Romeo, dilo con sin-ceridad, y si me tienes por fcil y rendida al primerruego, dmelo tambin, para que me ponga esquiva yceuda, y as tengas que rogarme. Mucho te quiero,Montesco, mucho, y no me tengas por liviana, anteshe de ser ms firme y constante que aquellas que pa-recen desdeosas porque son astutas. Te confesarque ms disimulo hubiera guardado contigo, si nome hubieses odo aquellas palabras que, sin pensarloyo, te revelaron todo el ardor de mi corazn. Per-dname, y no juzgues ligereza este rendirme tanpronto. La soledad de la noche lo ha hecho.ROMEO.- Jrote, amada ma, por los rayos de laluna que platean la copa de estos rboles...JULIETA.- No jures por la luna, que en su rpidomovimiento cambia de aspecto cada mes. No vayasa imitar su inconstancia.ROMEO.- Pues por quin jurar?JULIETA.- No hagas ningn juramento. Si acaso,jura por ti mismo, por tu persona que es el dios queadoro y en quien he de creer.

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    ROMEO.- Ojal que el fuego de mi amor...!JULIETA.- No jures. Aunque me llene de alegra elverte, no quiero esta noche or tales promesas queparecen violentas y demasiado rpidas. Son como elrayo que se extingue, apenas aparece. Aljate ahora:quiz cuando vuelvas haya llegado a abrirse, anima-do por las brisas del esto, el capullo de esta flor.Adis, y ojal aliente tu pecho en tan dulce calmacomo el mo!ROMEO.- Y no me das ms consuelo que se?JULIETA.- Y qu otro puedo darte esta noche?ROMEO.- Tu fe por la ma.JULIETA.- Antes te la di que t acertaras a pe-drmela. Lo que siento es no poder drtela otra vez.ROMEO.- Pues qu? Otra vez quisieras quitr-mela?JULIETA.- S, para drtela otra vez, aunque estofuera codicia de un bien que tengo ya. Pero mi afnde drtelo todo es tan profundo y tan sin lmite co-mo los abismos de la mar. Cuanto ms te doy, msquisiera darte!... Pero oigo ruido dentro. Adis! noengaes mi esperanza... Ama, all voy... Gurdamefidelidad, Montesco mo. Espera un instante, quevuelvo en seguida.

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    ROMEO.- Noche, deliciosa noche! Slo temo que,por ser de noche, no pase todo esto de un deliciososueo.JULIETA.- (Asomada otra vez a la ventana.) Slo te di-r dos palabras. Si el fin de tu amor es honrado, siquieres casarte, avisa maana al mensajero que teenviar, de cmo y cundo quieres celebrar la sa-grada ceremonia. Yo te sacrificar mi vida e ir enpos de ti por el mundo.AMA.- (Llamando dentro.) Julieta!JULIETA.- Ya voy. Pero si son torcidas tus inten-ciones, suplcote que...AMA.- Julieta!JULIETA.- Ya corro... Suplcote que desistas de tuempeo, y me dejes a solas con mi dolor. Maanair el mensajero...ROMEO.- Por la gloria...JULIETA.- Buenas noches.ROMEO.- No. Cmo han de ser buenas sin tusrayos? El amor va en busca del amor como el es-tudiante huyendo de sus libros, y el amor se aleja delamor como el nio que deja sus juegos para tornaral estudio.JULIETA.- (Otra vez a la ventana.) Romeo! Romeo!Oh, si yo tuviese la voz del cazador de cetrera, pa-

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    ra llamar de lejos a los halcones! Si yo pudiera ha-blar a gritos, penetrara mi voz hasta en la gruta dela ninfa Eco, y llegara a ensordecerla repitiendo elnombre de mi Romeo.ROMEO.- Cun grato suena el acento de mi amadaen la apacible noche, protectora de los amantes! Msdulce es que msica en odo atento.JULIETA.- Romeo!ROMEO.- Alma ma!JULIETA.- A qu hora ir mi criado maana?ROMEO.- A las nueve.JULIETA.- No faltar. Las horas se me harn sigloshasta que sa llegue. No s para qu te he llamado.ROMEO.- Djame quedar aqu hasta que lo pien-ses!JULIETA.- Con el contento de verte cerca me olvi-dar eternamente de lo que pensaba, recordando tudulce compaa.ROMEO.- Para que siga tu olvido no he de irme.JULIETA.- Ya es de da. Vete... Pero no quisieraque te alejaras ms que el breve trecho que con-siente alejarse al pajarillo la nia que le tiene sujetode una cuerda de seda, y que a veces le suelta de lamano, y luego le coge ansiosa, y le vuelve a soltar...ROMEO.- Ojal fuera yo ese pajarillo!

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    JULIETA.- Y qu quisiera yo sino que lo fueras?aunque recelo que mis caricias haban de matarte.Adis, adis! Triste es la ausencia y tan dulce ladespedida, que no s cmo arrancarme de los hie-rros de esta ventana.ROMEO.- Que el sueo descanse en tus dulcesojos y la paz en tu alma! Ojal fuera yo el sueo,ojal fuera yo la paz en que se duerme tu belleza! Deaqu voy a la celda donde mora mi piadoso confe-sor, para pedirle ayuda y consejo en este trance.

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    ESCENA III

    Celda de fray Lorenzo

    (FRAY LORENZO y ROMEO)

    FRAY LORENZO.- Ya la aurora se sonre mirandohuir a la oscura noche. Ya con sus rayos dora lasnubes de oriente. Huye la noche con perezosos pies,tropezando y cayendo como un beodo, al ver lalumbre del sol que se despierta y monta en el carrode Titn. Antes que tienda su dorada lumbre, ale-grando el da y enjugando el llanto que verti la no-che, ha de llenar este cesto de bien olientes flores yde yerbas primorosas. La tierra es a la vez cuna ysepultura de la naturaleza y su seno educa y nutrehijos de varia condicin pero ninguno tan falto de

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    virtud que no d aliento o remedio o solaz al hom-bre. Extraas son las virtudes que derram la prdi-ga mano de la naturaleza, en piedras, plantas y yer-bas. No hay ser intil sobre la tierra, por vil y des-preciable que parezca. Por el contrario, el ser msnoble, si se emplea con mal fin, es daino y abomi-nable. El bien mismo se trueca en mal y el valor envicio, cuando no sirve a un fin virtuoso. En esta florque nace duermen escondidos a la vez medicina yveneno: los dos nacen del mismo origen, y su olorcomunica deleite y vida a los sentidos, pero si seaplica al labio, esa misma flor tan aromosa mata elsentido. As es el alma humana; dos monarcas impe-ran en ella, uno la humildad, otro la pasin; cuandosta predomina, un gusano roedor consume laplanta.ROMEO.- Buenos das, padre.FRAY LORENZO.- l sea en tu guarda. Quinme saluda con tan dulces palabras, al apuntar el da?Levantado y a tales horas, revela sin duda intranqui-lidad de conciencia, hijo mo. En las pupilas del an-ciano viven los cuidados veladores, y donde reina lainquietud cmo habitar el sosiego? Pero en lechodonde reposa la juventud ajena de todo pesar yduelo, infunde en los miembros deliciosa calma el

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    blando sueo. Tu visita tan de maana me indicaque alguna triste ocasin te hace abandonar tanpronto el lecho. Y si no... ser que has pasado la no-che desvelado.ROMEO.- Eso es, y descans mejor que dormido!FRAY LORENZO.- Perdnete Dios. Estuvistecon Rosala?ROMEO.- Con Rosala? Ya su nombre no suenadulce en mis odos, ni pienso en su amor.FRAY LORENZO.- Bien haces. Luego dndeestuviste?ROMEO.- Te lo dir sin ambages. En la fiesta denuestros enemigos los Capuletos, donde a la vez he-r y fui herido. Slo tus manos podrn sanar a uno yotro contendiente. Y con esto vers que no conser-vo rencor a mi adversario, puesto que intercedo porl como si fuese amigo mo.FRAY LORENZO.- Dime con claridad el motivode tu visita, si es que puedo ayudarte en algo.ROMEO.- Pues te dir en dos palabras que estoyenamorado de la hija del noble Capuleto, y que ellame corresponde con igual amor. Ya est concertadotodo, slo falta que vos bendigis esta unin. Luegoos dir con ms espacio dnde y cmo nos conoci-

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    mos y nos juramos constancia eterna. Ahora lo queimporta es que nos casis al instante.FRAY LORENZO.- Por vida de mi padre SanFrancisco! Qu pronto olvidaste a Rosala, en quiencifrabas antes tu cario! El amor de los jvenes nacede los ojos y no del corazn. Cunto lloraste porRosala! y ahora tanto amor y tanto enojo se ha disi-pado como el eco. An no ha disipado el sol los va-pores de tu llanto. An resuenan en mis odos tusquejas. An se ven en tu rostro las huellas de anti-guas lgrimas. No decas que era ms bella y gentilque ninguna? y ahora te has mudado. Y luego acu-sis de inconstantes a las mujeres! Cmo buscisfirmeza en ellas, si vosotros les dais el ejemplo deolvidar?ROMEO.- Pero vos no reprobabais mi amor porRosala!FRAY LORENZO.- Yo no reprobaba tu amor, si-no tu idolatra ciega.ROMEO.- Y no me dijisteis que hiciera todo loposible por ahogar ese amor?FRAY LORENZO.- Pero no para que de la sepul-tura de ese amor brotase otro amor nuevo y ms ar-diente.

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    ROMEO.- No os enojis conmigo, porque mi seo-ra me quiere tanto como yo a ella y con su amorresponde al mo, y la otra no.FRAY LORENZO.- Es que Rosala quiz adivinarala ligereza de tu amor. Ven conmigo, inconstantemancebo. Yo te ayudar a conseguir lo que deseaspara que esta boda sea lazo de amistad que extingael rencor de vuestras familias.ROMEO.- Vamos, pues, sin detenernos.FRAY LORENZO.- Vamos con calme para notropezar.

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    ESCENA IV

    Calle

    (BENVOLIO y MERCUTIO)

    MERCUTIO.- Dnde estar Romeo? Parecianoche por su casa?BENVOLIO.- Por casa de su padre no estuvo. Asme lo ha dicho su Criado.MERCUTIO.- Vlgame Dios! Esa plida mucha-chuela, esa Rosala de duras entraas acabar portornarle loco.BENVOLIO.- Teobaldo, el primo de Capuleto, haescrito una carta al padre de Romeo.MERCUTIO.- Sin duda ser cartel de desafo.

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    BENVOLIO.- Pues Romeo es seguro que contesta-r.MERCUTIO.- Todo el mundo puede responder auna carta.BENVOLIO.- Quiero decir que Romeo sabr tratarcomo se merece al dueo de la carta.MERCUTIO.- Pobre Romeo! Esa rubia y plidania le ha atravesado el corazn a estocadas, le hatraspasado los odos con una cancin de amor, y elcentro del alma con las anchas flechas del voladorCupido... Y quin resistir a Teobaldo?BENVOLIO.- Quin es Teobaldo?MERCUTIO.- Algo ms que el rey de los gatos; esel mejor y ms diestro esgrimidor. Maneja la espadacomo t la lengua, guardando tiempo, distancia ycomps. Gran cortador de ropillas. Espadachn, es-padachn de profesin, y muy enterado del inmortalpassato, del punto reverso y del par.BENVOLIO.- Y qu quieres decir con eso?MERCUTIO.- Mala landre devore a esos nuevoselegantes que han venido con gestos y cortesas a re-formar nuestras antiguas costumbres. Qu buenaespada, qu buen mozo, qu hermosa mujer! De-cidme, abuelos mos, no es mala vergenza queestemos llenos de estos moscones extranjeros, estos

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    pardonnez moi, tan ufanos con sus nuevas galas y tandespreciadores de lo antiguo? Oh, necedad insigne!(Sale Romeo.)BENVOLIO.- Aqu tienes a Romeo! Aqu tienes aRomeo!MERCUTIO.- Bien roma trae el alma. No eres car-ne ni pescado. Oh materia digna de los versos delPetrarca! Comparada con su amor, Laura era unafregona, sino que tuvo mejor poeta que la celebrase;Dido una zagala, Cleopatra una gitana, Hero y Elenados rameras, y Ciste, a pesar de sus negros ojos, nopodra competir con la suya. Bon jour, Romeo. Salu-do francs corresponde a vuestras calzas francesas.Anoche nos dejaste en blanco.ROMEO.- Qu dices de dejar en blanco?MERCUTIO.- Que te despediste a la francesa. Loentiendes ahora?ROMEO.- Perdn, Mercutio. Tena algo que hacer,y no estaba el tiempo para cortesas.MERCUTIO.- De suerte que t tambin las usas aveces y doblas las rodillas?ROMEO.- Luego no soy descorts, porque eso eshacer genuflexiones.MERCUTIO.- Dices bien.

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    ROMEO.- Pero aquello de que hablbamos es cor-tesa y no genuflexin.MERCUTIO.- Es que yo soy la flor de la cortesa.ROMEO.- Cmo no dices la flor y nata?MERCUTIO.- Porque la nata la dejo para ti.ROMEO.- Cllate.MERCUTIO.- Y no es mejor esto que andar enlamentaciones exticas? Ahora te reconozco: eresRomeo, nuestro antiguo y buen amigo. Andabas he-cho un necio con ese amor insensato. (Entran Pedro yel Ama.)MERCUTIO.- Vela, vela.BENVOLIO.- Y son dos: una saya, y un sayal.AMA.- Pedro!PEDRO.- Qu?AMA.- Treme el abanico.MERCUTIO.- Dselo, Pedro, que siempre ser msagradable mirar su abanico que su cara.AMA.- Buenas tardes, seores.MERCUTIO.- Buenas tardes, hermosa dama.AMA.- Pues hemos llegado a la tarde?MERCUTIO.- No, pero la mano lasciva del relojest sealando las doce.AMA.- Jess, qu hombre!

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    MERCUTIO.- Un hombre que Dios cri, para queluego echase l mismo a perder la obra divina.AMA.- Bien dicho. Para que echase su obra a per-der... Pero me podra decir alguno de vosotrosdnde est el joven Romeo?ROMEO.- Yo te lo podr decir, y por cierto que esejoven ser ya ms viejo cuando le encontris, quecuando empezabais a buscarlo. Yo soy Romeo, afalta de otro ms joven.AMA.- Lo decs de veras?MERCUTIO.- Conque a falta de otro mejor, osparece joven? Discretamente lo entendis.AMA.- Si verdaderamente sois Romeo, tengo quedeciros secretamente una palabra.BENVOLIO.- Si querr citarle para esta noche...MERCUTIO.- Es una alcahueta, una perra?... Oh,oh!...ROMEO.- Qu ruido es se?MERCUTIO.- No es que haya encontrado yo nin-guna liebre, ni es cosa de seguir la liebre, aunquecomo dice el cantar: En cuaresma bien se puedecomer una liebre vieja, pero tan vieja llega a podrir-se, si se la guarda, que no hay quien la pueda mas-car. Vas a casa de tu padre, Romeo? All iremos acomer.

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    ROMEO.- Voy con vosotros.MERCUTIO.- Adis, hermosa vieja; hermosa,hermosa, hermosa. (Vanse l y Benvolio.)AMA.- Bendito sea Dios, que ya se fue ste. Mepodrais decir (a Romeo) quin es este majadero, tanpagado de sus chistes?ROMEO.- Ama, es un amigo mo que se escucha as mismo y gusta de rerse sus gracias, y que hablams en una hora que lo que escuchas t en un mes.AMA.- Pues si se atreve a hablar mal de m, l me lopagar, aunque vengan en su ayuda otros veinte desu calaa. Y si yo misma no puedo, otros sacarn lacara por m. Pues no faltaba ms. El grandsimoimpertinente! Si creer que yo soy una mujer desas?... Y t (a Pedro) que ests ah tan reposado, ydejas que cualquiera me insulte.PEDRO.- Yo no he visto que nadie os insulte, por-que si lo viera, no tardara un minuto en sacar miespada. Nadie me gana en valor cuando mi causa esjusta, y cuando me favorece la ley.AMA.- Vlgame Dios! todava me dura el enojo ylas carnes me tiemblan... Una palabra sola, caballero.Como iba diciendo, mi seorita me manda con unrecado para vos. No voy a repetiros todo lo que meha dicho. Pero si vuestro objeto es engaarla, cier-

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    tamente que ser cosa indigna, porque mi seoritaes una muchacha joven, y el engaarla sera muymala obra, y no tendra perdn de Dios.ROMEO.- Ama, puedes jurar a tu seora que...AMA.- Bien, bien, as se lo dir, y ha de alegrarsemucho!...ROMEO.- Y qu le vas a decir, si todava no mehas odo nada?AMA.- Le dir que protestis, lo cual, a fe ma, esobrar como caballero.ROMEO.- Dile que invente algn pretexto para iresta tarde a confesarse al convento de Fray Loren-zo, y l nos confesar y casar. Toma este regalo.AMA.- No aceptar ni un dinero, seor mo.ROMEO.- Yo te lo mando.AMA.- Conque esta tarde? Pues no faltar.ROMEO.- Esprame detrs de las tapias del con-vento, y antes de una hora, mi criado te llevar unaescala de cuerdas para poder yo subir por ella hastala cima de mi felicidad. Adis y sme fiel. Yo te lopremiar todo. Mis recuerdos a Julieta.AMA.- Bendito seis. Una palabra ms.ROMEO.- Qu, ama?AMA.- Es de fiar vuestro criado? Nunca osteisque a nadie fa sus secretos el varn prudente?

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    ROMEO.- Mi criado es fiel como el oro.AMA.- Bien, caballero. No hay seorita ms hermo-sa que la ma. Y si la hubierais conocido cuandopequea!... Ah! Por cierto que hay en la ciudad untal Paris que de buena gana la abordara. Pero ella,bendita sea su alma, ms quisiera a un sapo fesimoque a l. A veces me divierto en enojarla, dicindoleque Paris es mejor mozo que vos, y si vierais cmose pone entonces! Mas plida que la cera. Decidmeahora: Romero y Romeo no tienen la misma letrainicial?ROMEO.- Verdad es que ambos empiezan por R.AMA.- Eso es burla. Yo se que vuestro nombreempieza con otra letra menos spera... Si vieraisqu graciosos equvocos hace con vuestro nombre ycon Romero! Gusto os diera orla.ROMEO.- Recuerdos a Julieta.AMA.- S que se los dar mil veces. Pedro!PEDRO.- Qu!AMA.- Toma el abanico, y guame.

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    ESCENA V

    Jardn de Capuleto

    (JULIETA y el AMA)

    JULIETA.- Las nueve eran cuando envi al ama, ydijo que antes de media hora volvera. Si no lo ha-br encontrado? Pero s! Qu torpe y perezosa!Slo el pensamiento debiera ser nuncio del amor. lcorre ms que los rayos del sol cuando ahuyentanlas sombras de los montes. Por eso pintan al amorcon alas. Ya llega el sol a la mitad de su carrera. Treshoras van pasadas desde las nueve a las doce, y lno vuelve todava. Si ella tuviese sangre juvenil yalma, volvera con las palabras de su boca: pero lavejez es pesada como un plomo. (Salen el Ama y Pe-

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    dro.) Gracias a Dios que viene! Ama ma, queridaama... qu noticias traes? Hablaste con l? Que sevaya Pedro.AMA.- Vete, Pedro.JULIETA.- Y bien, ama querida. Qu triste ests!Acaso traes malas noticias? Dmelas, a lo menos,con rostro alegre. Y si son buenas, no las eches aperder con esa mirada torva.AMA.- Muy fatigada estoy. Qu quebrantados es-tn mis huesos!JULIETA.- Tuvieras tus huesos t y yo mis noti-cias! Habla por Dios, ama ma.AMA.- Seor, qu prisa! Aguarda un poco. No meves sin aliento?JULIETA.- Cmo sin aliento, cundo te sobra pa-ra decirme que no le tienes? Menos que en volverloa decir, tardaras en darme las noticias. Las traesbuenas o malas?AMA.- Que mala eleccin de marido has tenido!Vaya, que el tal Romeo! Aunque tenga mejor caraque los dems, todava es mejor su pie y su mano ysu gallarda. No dir que la flor de los cortesanos,pero tengo para m que es humilde como una oveja.Bien has hecho, hija! y que Dios te ayude. Hascomido en casa?

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    JULIETA.- Calla, calla: eso ya me lo saba yo. Peroque hay de la boda? dmelo.AMA.- Jess! qu cabeza la ma! Pues, y la espal-da... Cmo me mortifican los riones! La culpa estuya que me haces andar por esos andurriales,abrindome la sepultura antes de tiempo.JULIETA.- Mucho siento tus males, pero acaba dedecirme, querida ama, lo que te contest mi amor.AMA.- Habl como un caballero lleno de discre-cin y gentileza; puedes creerme. Dnde est tumadre?JULIETA.- Mi madre? All dentro. Vaya una pre-gunta!AMA.- Vlgame Dios! Te enojas conmigo? Buenemplasto para curar mis quebraduras! Otra vez vast misma a esas comisiones.JULIETA.- Pero qu confusin! Qu es en sumalo que te dijo Romeo?AMA.- Te dejarn ir sola a confesar?JULIETA.- S.AMA.- Pues all mismo te casars. Vete a la celda deFray Lorenzo. Ya se cubren de rubor tus mejillascon tan sencilla nueva. Vete al convento. Yo ir porotra parte a buscar la escalera, con que tu amante ha

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    de escalar el nido del amor. A la celda, pues, y yo acomer.JULIETA - Y yo a mi felicidad ama ma!

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    ESCENA VI

    Celda de Fray Lorenzo

    (FRAY LORENZO y ROMEO)

    FRAY LORENZO.- El cielo mire con buenos ojosla ceremonia que vamos a cumplir, y no nos castiguepor ella en adelante!ROMEO.- As sea, as sea! Pero por muchas penasque vengan no bastarn a destruir la impresin deeste momento de ventura. Junta nuestras manos, ycon tal que yo pueda llamarla ma, no temer ni si-quiera a la muerte, verdugo del amor.FRAY LORENZO.- Nada violento es duradero: niel placer ni la pena: ellos mismos se consumen co-mo el fuego y la plvora al usarse. La excesiva dul-

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    cedumbre de la miel empalaga al labio. Ama, pues,con templanza. (Sale Julieta.) Aqu est la dama; supie es tan leve que no desgastar nunca la eterna ro-ca; tan ligera que puede correr sobre las telas dearaa sin romperlas.JULIETA.- Buenas tardes, reverendo confesor.FRAY LORENZO.- Romeo te dar las gracias ennombre de los dos.JULIETA.- Por eso le he incluido en el saludo. Sino, pecara l de exceso de cortesa.ROMEO.- Oh, Julieta! Si tu dicha es como la ma ypuedes expresarla con ms arte, alegra con tus pala-bras el aire de este aposento y deja que tu voz pro-clame la ventura que hoy agita el alma de los dos.JULIETA.- El verdadero amor es ms prodigo deobras que de palabras: ms rico en la esencia que enla forma. Slo el pobre cuenta su caudal. Mi tesoroes tan grande que yo no podra contar ni siquiera lamitad.FRAY LORENZO.- Acabemos pronto. No os de-jar solos hasta que os ligue la bendicin nupcial.

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    ACTO III

    ESCENA PRIMERA

    Plaza de Verona

    (MERCUTIO, BENVOLIO)

    BENVOLIO.- Amigo Mercutio, pienso que deba-mos refrenarnos, porque hace mucho calor, y losCapuletos andan encalabrinados, y ya sabes que enverano hierve mucho la sangre.MERCUTIO.- T eres uno de esos hombres quecuando entran en una taberna, ponen la espada so-bre la mesa, como diciendo: ojal que no te nece-site, y luego, a los dos tragos, la sacan, sin que na-die les provoque.

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    BENVOLIO.- Dices que yo soy de sos?MERCUTIO.- Y de los ms temibles espadachinesde Italia, tan fcil de entrar en clera como de pro-vocar a los dems.BENVOLIO.- Porqu dices eso?MERCUTIO.- Si hubiera otro como t, pronto osmatarais. Capaz eres de reir por un solo pelo de labarba. Donde nadie vera ocasin de camorra, la vest. Llena est de ria tu cabeza, como de yema unhuevo, y eso que a porrazos te han puesto tan blan-da como una yema, la cabeza. Reiste con uno por-que te vio en la calle y despert a tu perro que esta-ba durmiendo al sol. Y con un sastre porque estrensu ropa nueva antes de Pascua, y con otro porqueataba sus zapatos con cintas viejas. Si vendrs t aensearme moderacin y prudencia?BENVOLIO.- Si yo fuera tan camorrista como t,quin me asegurara la vida ni siquiera un cuarto dehora?... Mira, aqu vienen los Capuletos.MERCUTIO.- Y qu se me da a m, vive Dios?

    (Teobaldo y otros.)TEOBALDO.- Estad cerca de m, que tengo quedecirles dos palabras. Buenas tardes, hidalgos. Qui-siera hablar con uno de vosotros.

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    MERCUTIO.- Hablar solo? ms valiera que la pa-labra viniese acompaada de algo, v. g., de un golpe.TEOBALDO.- Hidalgo, no dejar de darle si haymotivo.MERCUTIO.- Y no podis encontrar motivo sinque os lo den?TEOBALDO.- Mercutio, t ests de acuerdo conRomeo.MERCUTIO.- De acuerdo! Has credo que somosmsicos? Pues aunque lo seamos, no dudes que enesta ocasin vamos a desafinar. Yo te har bailarcon mi arco de violn. De acuerdo! Vlgame Dios!BENVOLIO.- Estamos entre gentes. Buscadpronto algn sitio retirado, donde satisfaceros, odesocupad la calle, porque todos nos estn mirando.MERCUTIO.- Para eso tienen ojos. No me voy deaqu por dar gusto a nadie.TEOBALDO.- Adis, seor. Aqu est el doncelque buscbamos. (Entra Romeo.)MERCUTIO.- Mtenme si l lleva los colores devuestro escudo. Aunque de fijo os seguir al campo,y por eso le llamis doncel. TEOBALDO.- Romeo,slo una palabra me consiente decirte el odio que teprofeso. Eres un infame.

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    ROMEO.- Teobaldo, tales razones tengo para que-rerte que me hacen perdonar hasta la brbara grose-ra de ese saludo. Nunca he sido infame. No me co-noces. Adis.TEOBALDO.- Mozuelo imberbe, no intentes co-bardemente excusar los agravios que me has hecho.No te vayas, y defindete.ROMEO.- Nunca te agravi. Te lo afirmo con ju-ramento. Al contrario, hoy te amo ms que nunca, yquiz sepas pronto la razn de este cario. Vete enpaz, buen Capuleto, nombre que estimo tanto comoel mo.MERCUTIO.- Qu extraa cobarda! Decdanlolas estocadas. Teobaldo, espadachn, quieres venirconmigo?TEOBALDO.- Qu me quieres?MERCUTIO.- Rey de los gatos, slo quiero una detus siete vidas, y luego aporrearte a palos las otrasseis. Quieres tirar de las orejas a tu espada, y sa-carla de la vaina? Anda presto, porque si no, la mate calentar tus orejas antes que la saques.TEOBALDO.- Soy contigo.ROMEO.- Detente, amigo Mercutio.MERCUTIO.- Adelante, hidalgo. Enseadme esequite. (Se baten.)

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    ROMEO.- Saca la espada, Benvolio. Separmoslos.Qu afrenta, hidalgos! Od, Teobaldo! Oye, Mer-cutio! No sabis que el Prncipe ha prohibido sacarla espada en las calles de Verona? Deteneos, Teo-baldo y Mercutio. (Se van Teobaldo y sus amigos.)MERCUTIO.- Mal me han herido. Mala peste aCapuletos y Montescos! Me hirieron y no los her.ROMEO.- Te han herido?MERCUTIO.- Un araazo, nada ms, un araazo,pero necesita cura. Dnde est mi paje, para queme busque un cirujano? (Se va el paje.)ROMEO.- No temas. Quiz sea leve la herida.MERCUTIO.- No es tan honda como un pozo, nitan ancha como el prtico de una iglesia, pero basta.Si maana preguntas por m, versme tan calladocomo un muerto. Ya estoy escabechado para el otromundo. Mala landre devore a vuestras dos familias.Vive Dios! Que un perro, una rata, un ratn, ungato mate as a un hombre! Un matn, un pcaro,que pelea contra los ngulos y reglas de la esgrima.Para qu te pusiste a separarnos? Por debajo de tubrazo me ha herido.ROMEO.- Fue con buena intencin.MERCUTIO.- Llvame de aqu, Benvolio, que mevoy a desmayar. Mala landre devore a entrambas

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    casas! Ya soy una gusanera. Maldita sea la discordiade Capuletos y Montescos! (Vanse.)ROMEO.- Por culpa ma sucumbe este noble caba-llero, tan cercano deudo del Prncipe. Estoy afren-tado por Teobaldo, por Teobaldo que ha de ser mipariente dentro de poco. Tus amores, Julieta, mehan quitado el bro y ablandado el temple de mi ace-ro.BENVOLIO (que vuelve).- Ay, Romeo! Mercutio hamuerto. Aquella alma audaz, que hace poco des-preciaba la tierra, se ha lanzado ya a las nubes.ROMEO.- Y de este da sangriento nacern otrosque extremarn la copia de mis males.BENVOLIO.- Por all vuelve Teobaldo.ROMEO.- Vuelve vivo y triunfante. Y Mercutiomuerto! Huye de m, dulce templanza. Slo la irague mi brazo. Teobaldo, ese mote de infame que tme diste, yo te lo devuelvo ahora, porque el alma deMercutio est desde las nubes llamando a la tuya, yt o yo o los dos hemos de seguirle forzosamente.TEOBALDO.- Pues vete a acompaarle t, necio,que con l ibas siempre.ROMEO.- Ya lo decidir la espada. (Se baten, y caeherido Teobaldo.)

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    BENVOLIO.- Huye, Romeo. La gente acude yTeobaldo est muerto. Si te alcanzan, vas a ser con-denado a muerte. No te detengas como pasmado.Huye, huye.ROMEO.- Soy triste juguete de la suerte.BENVOLIO.- Huye, Romeo. (Acude gente.)CIUDADANO 1.- Por dnde habr huido Teo-baldo, el asesino de Mercutio?BENVOLIO.- Ah yace muerto Teobaldo.CIUDADANO 1.- Seguidme todos. En nombredel Prncipe lo mando. (Entran el Prncipe con sus guar-dias, Montescos, Capuletos, etc.)EL PRNCIPE.- Dnde estn los promovedoresde esta reyerta?BENVOLIO.- Ilustre Prncipe, yo puedo referirostodo lo que aconteci. Teobaldo mat al fuerteMercutio, vuestro deudo, y Romeo mat a Teobal-do.LA SEORA DE CAPULETO.- Teobaldo! Misobrino, hijo de mi hermano! Oh, Prncipe! unMontesco ha asesinado a mi deudo. Si sois justo,dadnos sangre por sangre. Oh, sobrino mo!PRNCIPE.- Dime con verdad, Benvolio. Quincomenz la pelea?

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    BENVOLIO.- Teobaldo, que luego muri a manosde Romeo. En vano Romeo con dulces palabras leexhortaba a la concordia, y le traa al recuerdovuestras ordenanzas: todo esto con mucha cortesay apacible ademn. Nada bast a calmar los furoresde Teobaldo, que ciego de ira, arremeti con el ace-ro desnudo contra el infeliz Mercutio. Mercutio leresiste primero a hierro, y apartando de s la suerte,quiere arrojarla del lado de Teobaldo. Este le esqui-va con ligereza. Romeo se interpone, clamando:Paz, paz, amigos. En pos de su lengua va su brazoa interponerse entre las armas matadoras, pero desbito, por debajo de ese brazo, asesta Teobaldouna estocada que arrebata la vida al pobre Mercutio;Teobaldo huye a toda prisa, pero a poco rato vuel-ve, y halla a Romeo, cuya clera estalla. Arrjansecomo rayos al combate, y antes de poder atra-vesarme yo, cae Teobaldo y huye Romeo. Esta es laverdad lisa y llana, por vida de Benvolio.LA SEORA DE CAPULETO.- No ha dicho ver-dad. Es pariente de los Montescos, y la aficin queles tiene le ha obligado a mentir. Ms de veinte es-padas se desenvainaron contra mi pobre sobrino.Justicia, Prncipe. Si Romeo mat a Teobaldo, quemuera Romeo.

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    PRNCIPE.- l mat a Mercutio, segn se infieredel relato. Y quin pide justicia, por una sangre tancara?MONTESCO.- No era Teobaldo el deudor, aunquefuese amigo de Mercutio, ni deba haberse tomadola justicia por su mano, hasta que las leyes decidie-sen.PRNCIPE.- En castigo, yo te destierro. Vuestrasalmas estn cegadas por el encono, y a pesar vuestrohe de haceros llorar la muerte de mi deudo. Serinaccesible a lgrimas y a ruegos. No me digis pa-labra. Huya Romeo: porque si no huye le alcanzarla muerte. Levantad el cadver. No sera clemenciaperdonar al homicida.

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    ESCENA II

    Jardn en casa de Capuleto

    (JULIETA y el AMA)

    JULIETA.- Corred, corred a la casa de Febo, aladoscorceles del Sol. El ltigo de Faetn os lance al oca-so. Venga la dulce noche a tender sus espesas corti-nas. Cierra oh Sol! tus penetrantes ojos, y deja queen el silencio venga a m mi Romeo, e invisible selance en mis brazos. El amor es ciego y ama la no-che, y a su luz misteriosa cumplen sus citas losamantes. Ven, majestuosa noche, matrona de hu-milde y negra tnica, y ensame a perder en elblando juego, donde las vrgenes empean su casti-dad. Cubre con tu manto la pura sangre que arde en

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    mis mejillas. Ven, noche; ven, Romeo, t que eresmi da en medio de esta noche, t que ante sus ti-nieblas pareces un copo de nieve sobre las negrasalas del cuervo. Ven, tenebrosa noche, amiga de losamantes, y vulveme a mi Romeo. Y cuando muera,convierte t cada trozo de su cuerpo en una estrellarelumbrante, que sirva de adorno a tu manto, paraque todos se enamoren de la noche, desenamorn-dose del Sol. Ya he adquirido el castillo de mi amor,pero an no le poseo. Ya estoy vendida, pero noentregada a mi seor. Qu da tan largo! tan largocomo vspera de domingo para el nio que ha deestrenar en l un traje nuevo. Pero aqu viene miama, y me traer noticias de l. (Llega el ama con unaescala de cuerdas.) Ama, qu noticias traes? Esa es laescala que te dijo Romeo?AMA.- S, sta es la escala.JULIETA.- Ay, Dios! Qu sucede? por qu tie-nes las manos cruzadas?AMA.- Ay, seora! muri, muri. Perdidas somos.No hay remedio... Muri. Le mataron... Est muerto.JULIETA.- Pero cabe en el mundo tal maldad?AMA.- En Romeo cabe. Quin pudiera pensar talcosa de Romeo?

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    JULIETA.- Y quin eres t, demonio, que as vie-nes a atormentarme? Suplicio igual slo debe de ha-berle en el infierno. Dime, qu pasa? Se ha mata-do Romeo? Dime que s, y esta palabra basta. Serms homicida que mirada de basilisco. Di que si oque no, que vive o que muere. Con una palabrapuedes calmar o serenar mi pena.AMA.- S: yo he visto la herida. La he visto por misojos. Estaba muerto: amarillo como la cera, cubiertotodo de grumos de sangre cuajada. Yo me desmayal verle.JULIETA.- Estalla, corazn mo, estalla! Ojos m-os, yaceris desde ahora en prisin tenebrosa, sintornar a ver la luz del da! Tierra, vuelve a la tierra!Slo resta morir, y que un mismo tmulo cubra misrestos y los de Romeo.AMA.- Oh, Teobaldo amigo mo, caballero sinigual, Teobaldo! Por qu he vivido yo para vertemuerto?JULIETA.- Pero qu confusin es sta en que mepones! Dices que Romeo ha muerto, y que hamuerto Teobaldo, mi dulce primo? Toquen, pues, latrompeta del juicio final. Si esos dos han muerto,qu importa que vivan los dems?

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    AMA.- A Teobaldo mat Romeo, y ste anda deste-rrado.JULIETA.- Vlgame Dios! Conque Romeo de-rram la sangre de Teobaldo? Alma de sierpe,oculta bajo capa de flores! Qu dragn tuvo jamstan esplndida gruta? Hermoso tirano, demonio an-gelical, cuervo con plumas de paloma, cordero ra-paz como lobo, materia vil de forma celeste, santomaldito, honrado criminal, en qu pensabas, natu-raleza de los infiernos, cuando encerraste en el pa-raso de ese cuerpo el alma de un condenado? Porqu encuadernaste tan bellamente un libro de tanperversa lectura? Cmo en tan magnfico palaciopudo habitar la traicin y el dolo?AMA.- Los hombres son todos unos. No hay enellos verdad, ni fe, ni constancia. Malvados, prfi-dos, trapaceros... Dnde est mi escudero? Dameunas gotas de licor. Con tantas penas voy a en-vejecer antes de tiempo. Qu afrenta para Romeo!JULIETA.- Maldita la lengua que tal palabra osdecir! En la noble cabeza de Romeo no es posibledeshonra. En su frente reina el honor como sobera-no monarca. Qu necia yo que antes deca mal del!

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    AMA.- Cmo puedes disculpar al que mat a tuprimo?JULIETA.- Y cmo he de decir mal de quien es miesposo? Mat a mi primo, porque si no, mi primo lehubiera matado a l. Atrs, lgrimas mas, tributoque erradamente ofrec al dolor, en vez de ofrecerleal gozo! Vive mi esposo, a quien queran dar muerte,y su matador yace por tierra. A qu es el llanto? Pe-ro creo haberte odo otra palabra que me angustiamucho ms que la muerte de Teobaldo. En vano meesfuerzo por olvidarla. Ella pesa sobre mi concien-cia, como puede pesar en el alma de un culpable elremordimiento. T dijiste que Teobaldo haba sidomuerto y Romeo desterrado. Esta palabra desterra-do me pesa ms que la muerte de diez mil Teobal-dos. No bastaba con la muerte de Teobaldo, o esque las penas se deleitan con la compaa y nuncavienen solas! Por qu cuando dijiste: ha muertoTeobaldo no aadiste: tu padre o tu madre, o losdos? Aun entonces no hubiera sido mayor mi pe-na. Pero decir: Romeo desterrado! Esta palabrabasta a causar la muerte a mi padre y a mi madre, y aRomeo y a Julieta. Desterrado Romeo! Dime,podr encontrarse trmino o lmite a la profun-

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    didad de este abismo? Dnde estn mi padre y mimadre? Dmelo.AMA.- Llorando sobre el cadver de Teobaldo.Quieres que te acompae all?JULIETA.- Ellos con su llanto enjugarn las heri-das. Yo entre tanto llorar por el destierro de Ro-meo. Toma t esa escalera, a quien su ausencia privade su dulce objeto. Ella deba haber sido caminopara mi lecho nupcial. Pero yo morir virgen y casa-da. Adis, escala de cuerda! Adis, nodriza! Meespera el tlamo de la muerte.AMA.- Retrate a tu aposento. Voy a buscar a Ro-meo sin prdida de tiempo. Est escondido en lacelda de fray Lorenzo. Esta noche vendr a verte.JULIETA.- Dale en nombre mo esta sortija, y dileque quiero or su postrera despedida.

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    ESCENA III

    Celda de Fray Lorenzo

    (FRAY LORENZO y ROMEO)

    FRAY LORENZO.- Ven, pobre Romeo. La des-gracia se ha enamorado de ti, y el dolor se ha despo-sado contigo.ROMEO.- Decidme, padre. Qu es lo que mandael Prncipe? Hay alguna pena nueva que yo no hayasentido?FRAY LORENZO.- Te traigo la sentencia del Prn-cipe.ROMEO.- Y cmo ha de ser si no es de muerte?FRAY LORENZO.- No. Es algo menos dura. Noes de muerte sino de destierro.

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    ROMEO.- De destierro! Clemencia. Decid demuerte. El destierro me infunde ms temor que lamuerte. No me hablis de destierro.FRAY LORENZO.- Te manda salir de Verona, pe-ro no temas: ancho es el mundo.ROMEO.- Fuera de Verona no hay mundo, sinopurgatorio, infierno y desesperacin. Desterrarmede Verona es como desterrarme de la Tierra. Lomismo da que digis muerte que destierro. Con unahacha de oro cortis mi cabeza y luego os res delgolpe mortal.FRAY LORENZO.- Oh, que negro pecado es laingratitud! Tu crimen mereca muerte, pero la indul-gencia del Prncipe trueca la muerte en destierro, yan no se lo agradeces.ROMEO.- Tal clemencia es crueldad. El cielo estaqu donde vive Julieta. Un perro, un ratn, un gatopueden vivir en este cielo y verla. Slo Romeo nopuede. Mas prez, ms gloria, ms felicidad tiene unamosca o un tbano inmundo que Romeo. Ellospueden tocar aquella blanca y maravillosa mano deJulieta, o posarse en sus benditos labios, en esos la-bios tan llenos de virginal modestia que juzgan pe-cado el tocarse. No lo har Romeo. Le mandan vo-lar y tiene envidia de las moscas que vuelan. Por

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    qu decs que el destierro no es la muerte? No te-nais algn veneno sutil, algn hierro aguzado queme diese la muerte ms prono que esa vil palabradesterrado? Eso es lo que en el infierno se dicenunos a otros los condenados. Y tu, sacerdote, con-fesor mo y mi amigo mejor, eres el que viene a ma-tarme con esa palabra?FRAY LORENZO.- Oye, joven loco y apasionado.ROMEO.- Vais a hablarme otra vez del destierro?FRAY LORENZO.- Yo te dar tal filosofa que tesirva de escudo y vaya alivindote.ROMEO.- Destierro! Filosofa! Si no basta paracrear otra Julieta, para arrancar un pueblo de su lu-gar, o hacer variar de voluntad a un prncipe, no mesirve de nada, ni la quiero, ni os he de or.FRAY LORENZO.- Ah, hijo mo! Los locos nooyen.ROMEO.- Y cmo han de or, si los que estn ensu seso no tienen ojos?FRAY LORENZO.- Te dar un buen consejo.ROMEO.- No podis hablar de lo que no sents. Sifuerais joven, y recin casado con Julieta, y la adora-seis ciegamente como yo, y hubieras dado muerte aTeobaldo, y os desterrasen, os arrancarais los cabe-

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    llos al hablar, y os arrastrarais por el suelo como yo,midiendo vuestra sepultura. (Llaman dentro.)FRAY LORENZO.- Llaman. Levntate y ocltate,Romeo.ROMEO.- No me levantar. La nube de mis suspi-ros me ocultar de los que vengan.FRAY LORENZO.- No oyes? Quin va?... Le-vntate, Romeo, que te van a prender... Ya voy... Le-vntate. Pero, Dios mo, qu terquedad, qu locura!Ya voy. Quin llama? Qu quiere decir esto?AMA (dentro).- Dejadme entrar. Traigo un recado demi ama Julieta.FRAY LORENZO.- Bien venida seas. (Entra elama.)AMA.- Decidme, santo fraile. Dnde est el espo-so y seor de mi seora?FRAY LORENZO.- Mrale ah tendido en el sueloy apacentndose de sus lgrimas.AMA.- Lo mismo est mi seora: enteramente igual.FRAY LORENZO.- Funesto amor! Suerte cruel!AMA.- Lo mismo que l: llorar y gemir. Levantad,levantad del suelo: tened firmeza varonil. Por amorde ella, por amor de Julieta. Levantaos, y no lancistan desesperados ayes.ROMEO.- Ama.

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    AMA.- Seor, la muerte lo acaba todo.ROMEO.- Decas no s qu de Julieta. Qu es deella? No llama asesino a m que manch con sangrela infancia de nuestra ventura? Dnde est? Qudice?AMA.- Nada, seor. Llorar y ms llorar. Unas vecesse recuesta en el lecho, otras se levanta, grita: Teo-baldo, Romeo, y vuelve a acostarse.ROMEO.- Como si ese nombre fuera bala de arca-buz que la matase, como lo fue la infame mano deRomeo que mat a su pariente. Decidme, padre, enqu parte de mi cuerpo est mi nombre? Decdmelo,porque quiero saquear su odiosa morada. (Saca elpual.)FRAY LORENZO.- Detn esa diestra homicida.Eres hombre? Tu exterior dice que s, pero tullanto es de mujer, y tus acciones de bestia falta delibre albedro. Horror me causas. Juro por mi santohbito que yo te haba credo de voluntad ms fir-me. Matarte despus de haber matado a Teobaldo!Y matar adems a la dama que slo vive por ti. Di-me, por qu maldices de tu linaje, y del cielo y de latierra? Todo lo vas a perder en un momento, y adeshonrar tu nombre y tu familia, y tu amor y tu jui-cio. Tienes un gran tesoro, tesoro de avaro, y no lo

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    empleas en realzar tu persona, tu amor y tu ingenio.Ese tu noble apetito es figura de cera, falta dealiento viril. Tu amor es perjurio y juramento vaco,y profanacin de lo que juraste, y tu entendimiento,que tanto realce daba a tu amor y a tu fortuna, es elque ciega y descamina a tus dems potencias, comosoldado que se inflama con la misma plvora quetiene, y perece vctima de su propia defensa.Alienta, Romeo! Acurdate que vive Julieta, porquien hace un momento hubieras dado la vida. Estees un consuelo. Teobaldo te buscaba para matarte, yle mataste t. He aqu otro consuelo. La ley te con-denaba a muerte, y la sentencia se conmut en des-tierro. Otro consuelo ms. Caen sobre ti las bendi-ciones del cielo, y t, como mujer liviana, recibes demal rostro a la dicha que llama a tus puertas. Nuncafavorece Dios a los ingratos. Vete a ver a tu esposa:sube por la escala, como lo dejamos convenido.Consulala, y huye de su lado antes que amanezca.Irs a Mantua, y all permanecers, hasta que sepueda divulgar tu casamiento, hechas las paces entrevuestras familias y aplacada la indignacin del Prn-cipe. Entonces volvers, mil veces ms alegre quetriste te vas ahora. Vete, nodriza. Mil recuerdos a tu

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    ama. Haz que todos se recojan presto, lo cual serfcil por el disgusto de hoy. Dile que all va Romeo.AMA.- Toda la noche me estara oyndoos. Qugran cosa es el saber! Voy a animar a mi ama convuestra venida.ROMEO.- S: dile que se prepare a reirme.AMA.- Toma este anillo que ella me dio, y vete, queya cierra la noche. (Vase.)ROMEO.- Ya renacen mis esperanzas.FRAY LORENZO.- Adis. No olvides lo que te hedicho. Sal antes que amanezca, y si sales despus,vete disfrazado; y a Mantua. Tendrs con frecuencianoticias mas, y sabrs todo lo que pueda interesarte.Adis. Dame la mano. Buenas noches.

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    ESCENA IV

    Sala en casa de Capuleto

    (CAPULETO, SU MUJER, el AMA y CRIADOS)

    CAPULETO.- la reciente desgracia me ha impedidohablar con mi hija. Tanto ella como yo queramosmucho a Teobaldo. Pero la muerte es forzosa. Ya estarde para que esta noche nos veamos, y a fe ma osjuro que si no fuera por vos, ya hace una hora queme habra acostado.PARIS.- Ni es sta ocasin de galanteras sino deduelo. Dad mis recuerdos a vuestra hija.CAPULETO.- Paris, os prometo solemnemente lamano de mi hija. Creo que ella me obedecer. Puedoasegurroslo. Esposa ma, antes de acostarse, ve a

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    contarle el amor de Paris, y dile que el mircolesprximo... Pero, qu da es hoy?PARIS.- Lunes.CAPULETO.- Lunes! Pues no puede ser el mir-coles. Que sea el jueves. Dile que el jueves se casarcon el conde. Estis contento? No tendremosfiesta. Slo convidar a los ntimos, porque estandotan fresca la muerte de Teobaldo, el convidar a mu-chos parecera indicio de poco sentimiento. Os pa-rece bien el jueves?PARIS.- Ojal fuese maana!CAPULETO.- Adelante pues: que sea el jueves.Avisa a Julieta, antes de acostarte. Adis, amigo.Alumbradme. Voy a mi alcoba. Es tan tarde, quepronto amanecer. Buenas noches.

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    ESCENA V

    Galera cerca del cuarto de Julieta, con una ventanaque da al jardn

    (ROMEO y JULIETA)

    JULIETA.- Tan pronto te vas? An tarda el da.Es el canto del ruiseor, no el de la alondra el queresuena. Todas las noches se posa a cantar en aquelgranado. Es el ruiseor, amado mo.ROMEO.- Es la alondra que anuncia el alba; no esel ruiseor. Mira, amada ma, cmo se van tiendolas nubes del oriente con los colores de la aurora.Ya se apagan las antorchas de la noche. Ya se ade-lanta el da con rpido paso sobre las hmedas ci-

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    mas de los montes. Tengo que partir. O si no. Aqume espera la muerte.JULIETA.- No es sa luz de la aurora. Te lo asegu-ro. Es un meteoro que desprende de su lumbre elSol para guiarte en el camino de Mantua. Qudate.Por qu te vas tan luego?ROMEO.- Qu me prendan, que me maten! Man-dndolo t, poco importa. Dir que aquella luz grisque all veo no es la de la maana, sino el plido re-flejo de la luna. Dir que no es el canto de la alondrael que resuena. Ms quiero quedarme que partir.Ven, muerte, pues Julieta lo quiere. Amor mo, ha-blemos, que an no amanece.JULIETA.- S, vete, que es la alondra la que cantacon voz spera y destemplada. Y dicen que sonarmoniosos sus sones, cuando a nosotros viene asepararnos! Dicen que cambia de ojos como el sapo.Ojal cambiara de voz! Maldita ella que me apartade tus atractivos. Vete, que cada vez se clarea ms laluz.ROMEO.- Has dicho la luz? No, sino las tinieblasde nuestro destino. (Entra el ama.)AMA.- Julieta!JULIETA.- Ama!

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    AMA.- Tu madre viene. Ya amanece. Preprate y note descuides.ROMEO.- Un beso! Adis, y me voy! (Vase por laescala.)JULIETA.- Te vas? Mi seor, mi dulce dueo,dame nuevas de ti todos los das, a cada instante.Tan pesados corren los das infelices, que temo en-vejecer antes de tornar a ver a mi Romeo.ROMEO.- Adis. Te mandar noticias mas y mibendicin por todos los medios que yo alcance.JULIETA.- Crees que volveremos a vernos?ROMEO.- S, y que en dulces coloquios de amorrecordaremos nuestras angustias de ahora.JULIETA.- Vlgame Dios! Qu prsaga tristeza lama! Parece que te veo difunto sobre un catafalco.Aquel es tu cuerpo, o me engaan los ojos.ROMEO.- Pues tambin a ti te ven los mos pliday ensangrentada. Adis, adis! (Vase.)JULIETA.- Oh, fortuna! te llaman mudable: a miamante fiel poco le importan tus mudanzas. S mu-dable en buena hora, y as no le detendrs y me lerestituirs luego.SEORA DE CAPULETO (dentro).- Hija, estsdespierta?

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    JULIETA.- Quin me llama? Madre, ests des-pierta todava o te levantas ahora? Qu novedad tetrae a m? (Entra la seora Capuleto.)SEORA DE CAPULETO.- Qu es esto, Julieta?JULIETA.- Estoy mala.SEORA DE CAPULETO.- todava Lloras lamuerte de tu primo? Crees que tus lgrimas puedendevolverle la vida? Vana esperanza. Cesa en tullanto, que aunque es signo de amor, parece locura.JULIETA.- Dejadme llorar tan dura suerte.SEORA DE CAPULETO.- Eso es llorar la pr-dida y no al amigo.JULIETA.- Llorando la prdida, lloro tambin alamigo.SEORA DE CAPULETO.- Ms que por elmuerto lloras por ese infame que le ha matado?JULIETA.- Qu infame, madre?SEORA DE CAPULETO.- Romeo.JULIETA (aparte).- Cunta distancia hay entre l yun infame! (Alto.) Dios le perdone como le perdonoyo, aunque nadie me ha angustiado tanto como l.SEORA DE CAPULETO.- Eso ser porque to-dava vive el asesino.JULIETA.- S, y donde mi venganza no puede al-canzarle. Yo quisiera vengar a mi primo.

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    SEORA DE CAPULETO.- Ya nos vengaremos.No llores. Yo encargu a uno de Mantua, donde esevil ha sido desterrado, que le envenenen con algunamortfera droga. Entonces ir a hacer compaa aTeobaldo, y t quedars contenta y vengada.JULIETA.- Satisfecha no estar, mientras no vea aRomeo... muerto... Seora, si hallas alguno que secomprometa a darle el tsigo, yo misma le prepara-r, y as que lo reciba Romeo, podr dormir tran-quilo. Hasta su nombre me es odioso cuando no letengo cerca. para vengar en l la sangre de mi primo.SEORA DE CAPULETO.- Busca t el modo depreparar el tsigo, mientras yo busco a quien ha deadministrrselo. Ahora oye t una noticia agradable.JULIETA.- Buena ocasin para gratas nuevas! Ycul es, seora?SEORA DE CAPULETO.- Hija, tu padre es tanbueno que, deseando consolarte, te prepara un dade felicidad que ni t ni yo esperbamos.JULIETA.- Y qu da es se?SEORA DE CAPULETO.- Pues es que el jueves,por la maana temprano, el conde Paris, ese gallar-do y discreto caballero, se desposar contigo en laiglesia de San Pedro.

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    JULIETA.- Pues te juro, por la iglesia de San Pedro,y por san Pedro pursimo, que no se desposar. Aqu es tanta prisa? Casarme con l cuando todavano me ha hablado de amor? Decid a mi padre, seo-ra, que todava no quiero casarme. Cuando lo haga,con juramento os digo que antes ser mi esposoRomeo, a quien aborrezco, que Paris. Vaya una no-ticia que me trais!SEORA DE CAPULETO.- Aqu viene tu padre.Dselo t, y vers cmo no le agrada. (Entran Capu-leto y el ama.)CAPULETO.- A la puesta del sol cae el roco, perocuando muere el hijo de mi hermano, cae la lluvia atorrentes. An no ha acabado el aguacero, nia?Tu dbil cuerpo es nave y mar y viento. En tus ojoshay marea de lgrimas, y en ese mar navega la barcade tus ansias, y tus suspiros son el viento que la im-pele. Dime, esposa, has cumplido ya mis rdenes?SEORA DE CAPULETO.- S, pero no lo agrade-ce. Insensata! Con su sepulcro deba casarse.CAPULETO.- Eh? Qu es eso, esposa ma? Ques eso de no querer y no agradecer? Pues no laenorgullece el que la hayamos encontrado para es-poso un tan noble caballero?

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    JULIETA.- Enorgullecerme? No... agradecer, s.Quin ha de estar orgullosa de lo que aborrece?Pero siempre se agradece la buena voluntad, hastacuando nos ofrece lo que odiamos.CAPULETO.- Qu retricas son sas! Enorgu-llecerse!... S y no. Agradecer y no agradecer!...Nada de agradecimientos ni de orgullo, seorita.Preprate a ir por tus pies el jueves prximo a laiglesia de San Pedro a casarte con Paris, o si no, tellevo arrastrando en un zarzo, histrica, nerviosa,plida, necia!SEORA DE CAPULETO.- Ests en ti? Cllate.JULIETA.- Padre mo, de rodillas os pido que meescuchis una palabra sola.CAPULETO.- Escucharte! Necia, malvada! Oye,el jueves irs a San Pedro, o no me volvers a mirarla cara. No me supliques ni me digas una palabrams. El pulso me tiembla. Esposa ma, yo siemprecre que era poca bendicin de Dios el tener unahija sola, pero ahora veo que es una maldicin, yque aun sta sobra.AMA.- Dios sea con ella! No la maltratis, seor.CAPULETO.- Y por qu no, entremetida vieja?Cllate, y habla con tus iguales.AMA.- A nadie ofendo... no puede una hablar.

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    CAPULETO.- Calla, cigarrn, y vete a hablar contus comadres, que aqu no metes baza.SEORA DE CAPULETO.- Loco ests.CAPULETO.- Loco, s. De noche, de da, de maa-na, de tarde, durmiendo, velando, solo y acompa-ado, en casa y en la calle, siempre fue mi empeo elcasarla, y ahora que le encuentro un joven de granfamilia, rico, gallardo, discreto, lleno de perfeccio-nes, segn dicen, contesta esta mocosa que no quie-re casarse, que no puede amar, que es muy joven.Pues bien, te perdonar, si no te casas, pero no vivi-rs un momento aqu. Poco falta para el jueves.Pinsalo bien. Si consientes, te casars con mi ami-go. Si no, te ahorcars, o irs pidiendo limosna, y temorirs de hambre por esas calles, sin que ningunode los mos te socorra. Pinsalo bien, que yo cumplosiempre mis juramentos. (Vase.)JULIETA.- Y no hay justicia en el cielo que co-nozca todo el abismo de mis males? No me dejes..madre. Dilatad un mes, una semana el casamiento, osi no, mi lecho nupcial ser el sepulcro de Teobaldo.SEORA DE CAPULETO.- Nada me digas, por-que no he de responderte. Decdete como quieras.(Se va.)

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    JULIETA.- Vlgame Dios! Ama ma, qu har?Mi esposo est en la tierra, mi fe en el cielo. Y c-mo ha de volver a la tierra mi fe, si mi esposo no laenva desde el cielo? Aconsjame, consulame. In-feliz de m! Por qu el cielo ha de emplear todossus recursos contra un ser tan dbil como yo? Qume dices? Ni una palabra que me consuele?AMA.- Slo te dir una cosa. Romeo est desterra-do, y puede apostarse doble contra sencillo a que novuelve a verte, o vuelve ocultamente, en caso devolver. Lo mejor sera, pues, a mi juicio, que te casa-ras con el conde, que es mucho ms gentil y discretocaballero que Romeo. Ni un guila tiene tan verdes yvivaces ojos como Paris. Este segundo esposo teconviene ms que e