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ROBERT KEGAN DESARROLLO HUMANO III PSICOLOGIA

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Page 2: Robert Kegan - Copia

El modelo que propone Robert Kegan es un modelo constructivista. Lo

que permite comprender que una persona se desarrolla sin dejar de ser

ella misma es el modo de elaborar y dar sentido a las cosas y a su propia

vida.

A lo largo de su existencia, la persona pasa por un cierto número de

etapas o estadios, caracterizados, por una manera particular de dar

sentido a su vida.

Las crisis son muy importantes en la evolución del ser humano; son una

oportunidad y un reto. Para lograr un nuevo modo de estar en el mundo,

es necesario aceptar que hay que abandonar y perder algo (de sí

mismo).

Page 3: Robert Kegan - Copia

La persona puede rehusar, y entonces se estanca

en su etapa o estadio en lugar de morir.

El proyecto de vida se logra cuando se es capaz de

arriesgar lo nuevo y de abandonar lo viejo.

Para Kegan es indispensable en cada etapa la

presencia de un ambiente que apoye y sostenga a

la persona.

Este ambiente tiene una función de acogida: recibe

temporalmente a la persona y le permite vivir

armónicamente en su seno.

Page 4: Robert Kegan - Copia

Ahora bien, este ambiente tiene una triple misión: sostener, abandonar, mantenerse cerca.

1) Sostener significa que este ambiente de apoyo proporciona a la persona toda la atención, el reconocimiento y la ayuda necesaria. A ella le corresponde confirmarla en su manera de dar sentido.

2) Pero, a la vez, ese ambiente debe abandonar, es decir, alentar el proceso normal y natural de separación del ambiente integrador. En este sentido, el ambiente contradice la manera demasiado unilateral que la persona tiene de ver las cosas.

3) Pero la misión sólo está completa si el ambiente se mantiene cercano y estrecha los lazos de unión. Esta es la respuesta a la necesidad de reconciliación, inherente al proceso de crecimiento.

Page 5: Robert Kegan - Copia

Kegan destaca cinco estadios del desarrollo que son, en cada momento, característicos del modo de dar sentido a la vida.

Los primeros estadios se refieren, sobre todo, a la infancia.

Page 6: Robert Kegan - Copia

Estadio 1: el Yo impulsivo (entre 2/3 y 6/8 años).

No tiene cólera, él es su cólera, y con ella da sentido a su disgusto o a su incapacidad.

En el primer estadio el niño está integrado e identificado con sus impulsos y no puede controlarlos

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Estadio 2: el Yo soberano (6/8 y 11/13 años, que puede prolongarse hasta la edad adulta).

En el estadio siguiente las necesidades, deseos e intereses condicionan su conducta, sin que el niño someta su poder a la reflexión.

Por el contrario, tiene sus impulsos (bajo control). A través de sus necesidades, el niño capta la realidad del mundo y la integra, porque justamente a través de ellas descubre su sentido.

En este estadio la persona parece actuar en función de lo que le es útil.

Page 8: Robert Kegan - Copia

Estadio 3: el Yo interpersonal o de referencia a los otros (de los 11/13 años hasta la entrada en la edad adulta o más).

El sentido lo dan las relaciones y los roles que se derivan de ellas: yo soy (existo a través de) mis relaciones y mis roles.

Este estadio favorece las actividades convencionales (pensar y actuar como las personas y los grupos de referencia).

El deseo dominante en este estadio es el de la pertenencia.

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Estadio 4: el Yo institucional o ejecutivo (30-35 años). El Yo debe buscar su fundamento (identidad) más allá de las relaciones. Lo que ahora dará sentido a la persona es su propia autonomía: poder decidir uno mismo y poder decir Yo.

Durante este estadio se elabora la ideología propia eligiendo en los modelos presentes (por ejemplo la religión) aquello que más conviene y que es coherente con las opciones personales.

En este estadio la persona es muy seria, reflexiva y crítica.

Algunas personas no llegan a conseguirla.

Page 10: Robert Kegan - Copia

Estadio 5: el Yo relacional o super-individual.

En el transcurso de su maduración, la persona tiende a descentrarse un poco más en cada etapa. Ahora este proceso llega a su plenitud.

Para el Yo relacional la identidad y el sentido que cada uno se da a sí mismo no dependen primordialmente del hecho de que uno lo decida por sí mismo: el sentido viene dado a partir del encuentro con diferentes sistemas culturales e institucionales.

También hay que aprender a reconciliar los polos opuestos del Yo: ser a la vez joven y maduro; aceptar ser, al mismo tiempo, constructivo (y positivo) y destructivo, razón y sentimiento, apertura y arraigo en la tradición.

El Yo unificado está en tensión dinámica (y lleno de tensiones).