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EL ASESINATO DED. PEDRO RIVAS

@ACAME "J. Arias" - Archivo Digital

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Il1troducciól1Ya en la publicación que nuestra Asociación realizó, donde tratamos la

Historia del Teatro en Santa Cruz de la Zarza nos referíamos al personaje quehoy traemos a este relato... Don Romualdo Rivas.

Nació en el año 1820 y según el acta de defunción, murió en 1895. Abogadode profesión, vivió en las Cuatro Esquinas de la C/. Mayor. concretamentedonde están ahora elluzgado y los Servicios Sociales. En sus años de univer­sidad coincidió con algunos hombres que luego fueron personajes de granrelieve en la política española de la época, entre ellos Don Nicolás Salmerónque fue el tercer Presidente de aquella efímera República que duró algunosmeses entre los años 1873 a 1874. antes en tan corto espacio de tiempo lo fue­ron: primero, Pigueras, que llegó a decir... "Yo no mando ni en mi casa".Segundo Pi y Margall y después el cuarto que lo fue Castelar.

Don Romualdo militó en el Partido Liberal pero no tuvo actividad fuera denuestro pueblo y dedicó toda su vida a promover sociedades culturales loca­les como el teatro y la música en cuyas actas de fundación siempre figuraba.

Este número de Crónicas de un Pueblo se lo vamos a dedicar a él. y másconcretamente a un hecho que le sudeció a este célebre Santacrucero poraquellos años.

Empezaremos recordando la gran cantidad de personas que por aquelentonces morían por falta de medios. sobre todo mujeres al dar a luz, por lo

cual era muy frecuente el matrimonio de viudas y viudos llevando en lamayoría de los casos hijos de los anteriores enlaces conyugales,

esto propiciaba a la muerte de alguno de los cónyu¡¡es ¡¡randesenfrentamientos y tragedias por las herencias.

Pues bien. Don Romualdo tenía varioshermanos y hermanas y uno de ellos, concre­tamente Don Pedro Rivas fue asesinado.

según parece por culpa de una desavenen-cia en una herencia. Hecho este queindujo a Don Romualdo a presentarsecomo Acusación Particular. haciendoeditar ésta en forma de libro en laimprenta de Raimundo Contreras deQuintanar de la Orden el año 1873.

Siendo representado en el juicio porel Licenciado Don Antonio BernabéArellano. Esta Acusación Particularconvertida en crónica negra que ocu­rrió en Santa Cruz hace 130 añoscomienza así:

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oE:c1:.:A"'se::.::s:::.in"'a::.::to:...:d::.::e:...:D"'"-'P-"e"'d::.::ro:...:R-ei...,va::.::s'--- Crórticas de Wl Pueblo 3

Plaza de la Constituci6n. Años 50.

Muchos y muy buenos amifí!os se apresura­ron a manifestarme el ~rande sentimiento que lescausó la desqraciada muerte de mi hermano que­rido. la indiqnación que les había inspirado el cri­men horrible de Que rué víctima y el vehementedeseo de una pronta justicia sobre el infame asesi·no: iprémieles su conciencia!

Entonces yo no pude contestarles. trastornadocomo Quedé con tan terrible qoIpe: entonces yo nopodía emplearme mas que en llorar. (¡nunca meaverqonzaré de decido!) y, lo que es más duro aún,en ocultar mis láqrimas para tener una razón-¡razón cruel!- para poder enjuqar las de mi pobrehermana Basilisa. ¡ay! cuando tuvo al fin la dichade mojar sus manos convulsas en ese dulcísimocalmante que tan difícilmente y tan tarde se obtie·ne en los !i'!randes dolores.

Por fin encuentro hoy esta ocasión y este modode expresar a mis buenos ami!i'!os todo mi affl'rade­cimiento; pues con ese objeto. y para que sepan laverdad de tan triste suceso. para que considerencuánta amar~ura habré bebido al estudiar deteni­damente los quinientos y más folios de que el pro­ceso se compone. para que vean también cómo alcumplir tan penoso deber he dado practicamentecrédito y culto a la bondad de mis ideas y un testi­monio de la profunda fe con que las profeso. paraellos. di~o. he dispuesto la impresión de la acusa­ción que he formulado en la causa y tal como hepodido hacerlo en el breve término del procedi­miento Je!i'!aL A causa de esta premura de tiempo yla dificultad de tratar este asunto con la tranquili­dad y la calma necesarias tiene este escrito !i'!ran­des defectos que reflejarán además mi estado alredactarle. y mis amilJos me perdonarán; por quea tan justos motivos añado mi humilde rueqo.

SOBRE LA DESIGNACIONDEL DELINCUENTE

ANTECEDENTES

Al morir José Rivas quedóencarlJado de practicar la parti­ción de sus bienes su primo D.Pedro Rivas. La viuda de JoséRivas. ÁlJueda Muñoz tenía otroscuatro hijos habidos en anteriormatrimonio. además de laBasiJisa habida en el ultimo, Unode aqueIlos hijos. LeoncioAlváres. vivía en la compañía dela madre; y él fue por encar!i'!o delD. Pedro quién trazó el inventa­rio. que D. Pedro encontró defec­tuoso por no resultar en él loslJananciales de que su primo fedejó advertido debían resultar,

D. Pedro Rivas dió cuenta de este resultado a launica interesada a quien podía perjudican y alcumplir este deber. y huyendo de intervenir en lasdiscordias Que preveía. advirtió a su sobrinaBasilisa que renunciaba el carqo, La Basilisa entróen cuestión con este motivo con su madre y suhermano; y convertida en acalorada disputa. huboentre ellos tan deplorable cambio de insultos yultrajes. principalmente a la memoria del difuntopadre y a la honra del ausente tio que la infelizBasilisa se empeoró del estado delicado en Queentonces se hallaba; creció la enfermedad. y decla­rada una tisis pulmonar. murió el día 5 de Mayo de1872. El viudo Euqenio Muñoz y Palacios achacó aD. Pedro Rivas y a su suelJra Á~ueda Muñoz laculpa de la muerte de su esposa.

Estos son los antecedentes a que se refierenLeoncio Alváres en su declaración folio 70 vueltodel sumario. Antonio Fernández AvHa al folio 59.José Rivas y Muñoz al mismo y Baldomero Fuentesal folio 16 de la prueba.

Ahora. y dadas las amenazas y los propósitosmanifestados por EU!i'!enio Muñoz contra D. PedroRivas. prose\1uiré aquí la relación del hecho prin­cipal constitutivo del delito. tomando del comien­zo del anterior periodo ordinal de este escritodesde la IIe~ada de D. Pedro Rivas a su tierra sem­brada de cominos,

ACUSASIÓN

D. Antonio Bernabé Arenano. Procurador deeste Juzgado, a nombre y en representación deD. Romualdo Ricardo Rivas. acusador privado enla causa criminal que se si~ue por el homicidio desu hermano D. Pedro Rivas. ante V, S. Sr. Juez de LaInstancia. como mejor proceda en derecho digo:

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4 Crónicas de Wl Pueblo El Asesinato de D. Pedro Rivas

ALEVOSÍA

SOBRE LA CALIFICACIÓN DEL DELITO

En la tarde del día 6 de Junio de 1872 y hora delas cinco salió D. Pedro Rivas de la población deSanta Cruz de la Zarza y bajó por el Camino deMadrid al sitio denominado La Vequilla. Iba solo, apie. en cuerpo y sin más arma ofensiva ni defensi­va que un bastoncillo que llevaba en (a mano

Que se me han entre1fado los se le ha causado: irreparable el malautos para formalizar la acusación moral, irreparable aún más el málque ya tengo iniciada; y hoy en uso físico. en el tiempo. en su entidad.del derecho que la ley me concede. en su naturaleza. en su forma.libre y espontáneamente. sin mala hasta en la parte más mínima.fe ninguna. antes bien con la mejor Mi representado no busca fabuena fe. coo la convicción más nimia. la para él estéril satisfacciónperfecta. llevado sólo de un espíri· de vencer en el juicio a su contrariotu recto de verdad JI denuncia. dentro del terreno de la más estríe·acuso grave y solemnemente al la leqalidad y fuera de fa razón legalprocesado Eugenio Muñoz y mucho menos: cree por el contra-Palacios el Qula. vecino de Santa rio que no fuera satisfacción; creeCruz de la Zarza. viudo de Basifisa que así como la defensa tiene susQivas. preso en la cárcel del parti- justos límites. traspasados los .Clla-

do. de haber sido autor y el ejecu- les se convierte en una punible pro-tor único de la muerte violenta de tección del crimen. así también. yD. Pedro Rivas: homicidio ejecuta- más estrechos deben ser los límitesdo en la tarde del día 6 de Junio de AJegofia de la Juslida en que ha de encerrarse toda acu-1872. entre seis y media y siete. con las circunstan- sación para no convertirse en un nuevo delitocias calificativas de premeditación y alevosía y las cometido a la sombra del ejercicio del derecho: no.~ravantes: en despoblado. con desprecio al respe- Es más diqno su fjn y su objeto va más alto que todoto y consideración que el D. Pedro merecía por eso.razón de diqnidad. con abuso de superioridad y con Mi representado persi~ue la realización de unarma de fueqo que le estaba prohibida. visto lo cual ideal más puro. Pretende obtener un bien que noresulta en el proceso plenamente probado. como sea dudoso para nadie: de verdadero interés ~ene-

he de demostrar y para lo que le presentaré. sacada ral y provechoso principalmente para el mismodel mismo proceso. la multitud de car~os que en el culpable: busca la expiación del delito pur~andoalorden conveniente aparecerán en este escrito. delincuente. en cuanto sea posible. de la horrible

Más el Juz~ado me permitirá que previamente mancha que en el alma lleva: pretende proporcio-cODsi~neaquí otras declaraciones. por exig;irlo así narle la ocasión de sufrir por causa de su culpa;la diqnidad de mi representado y ser de conve- pero acabado ese sufrimiento pueda esperar leqí-niencia suma para que de sus afirmaciones y su timarnente. siquiera sea un breve momento de sumodo de apreciar hechos y cosas se forme el con- vida. la inefable dicha de la tranquilidad de lacepto debido. conciencia. ¿Qué otra cosa Quiere decir el derecho

Mi representado se mostró parte en esta causa a la pena?transcurridos dos meses después de haberle sido Por lo demás y en cuanto al mal social produci-ofrecida; no vino. pues. a ella movido del primer do. el fundado temor de ser víctimas de un atenta-impulso. del arrebato que naturalmente produce y do i{;!ual. si la impunidad del presente diera alientoobra en Jos primeros momentos un tan {;!rande para eno: la triste insequridad de las personas. Quedolor como el que se le había inferido; vino des- cuando menos lo piensen. por un motivo leve o sinpués de un maduro examen y detenida reflexión. él. verdadero o soñado por la pasión febril. al sóloEn esta determinación entró por mucho la tan impulso del dañado corazón de un traidor asesinomanifiesta opinión pública de todo este pais hasta pueden ser presa de él: en cuanto a todo lo que esdonde cundió la triste noticia de tan horrendo de interés qeneral puramente y tiene por objeto lasuceso y despertó la indi~nación qeneral: esa opi- reposición del derecho perturbado y herido. alnión que asi pedía para la se~uridad de todos el ministerio público. al fiscal de la República corres-pronto castiqo del culpable. tan conocido y unáni- pende más bien la representación leqítima y a sumemente desi~nado. como no acertaba a explicar ilustrado y recto ceJo quedará confiado.la tardanza en intervenir como parte leqítima en lapersecución del delito principal interesado sin ne­~ar hasta caHficarla de culpable abandono.

Pues bien; mi representado no viene aqui ahoraa ejercer una miserable y estúpida ven~anza. enabsoluto reprobable. rechazada por toda almacristiana y borrada ya tanto hace como objeto oprincipio jurídico de todos los códig;os criminales.

Mi representado no busca en esta acusaciónuna reparación imposible. completamente imposi­ble ni en mucho ni en poco del daño inmenso que

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El Asesinato de O. Pedro Rivas

En el cadáver ni en sus ropas se halló ninqunaotra señal. además de la lesión del tiro. que indi­cara descompostura. fuerza ni violencia de ninqu­na clase: en la persona del presunto reo EuqenioMuñoz tampoco consta que se observara cosaalQuna que demostrase defensa de la víctima.

El cadáver estaba con fas pies en el camino. lasrodillas hincadas en el talud de la linde izquierda.sentado sobre las piernas. los brazos cruzadossobre el epigastrio y la frente descansando sobreel mismo talud. D. Pedro conservaba el sombreropuesto, un poco inclinado hacia la espalda porconsecuencia de reclinar la cabeza por delantecontra la tierra y por efecto necesario de la caídarepentina.

El cadáver de D. Pedro Rivas tenía la bocaentreabierta. el labio superior fuertemente con­traido y levantado por su lado derecho. expresióndel dolor y los ojos extremadamente abiertos yespantados. expresión no menos inequívoca de lasorpresa. Las pupilas elevadas y diriQidas a su ladoderecho indicaba claramente donde el peliQroestaba. de dónde había venido el daño y estaba elenemiq<>: por aquel lado y en aquella direcciónhuía efectivamente en el momento de caer. el ase­sino. Aquel cadáver conservaba el cabello erizado.expresión del terror. y el terror no le produce lalucha. la cual, y siendo a muerte mucho más. loQue despierta siempre es el coraje y la cólera.

D. Pedro Rivas llevaba el chaleco desabrochadoy abierto. costumbre suya y conveniencia de laestación: y su corbata de nudo. estrecha y larga demás de un pié. en completa libertad por la aberturadel chaleco. pendía sin embar~o en perfecta verti­cal -no hay duda- sobre el pecho. en el momentode recibir en él el tiro: porque la cortó éste por lapunta y en el punto precisamente que correspondíaa la herida del cuerpo: prueba indudable y seQuradel estado quieto y tranquilo de D. Pedro en aquelterrible momento que precedió al disparo.

1:'.Oo-;¡"¡""""'" ¡¡¡¡.........··~rr~.-o:ii.....~...Jacinta "Jaulilla n

, Segundo López Cid, M.' Sábados Garcia Cuenca,VlCloria. Luisa Rivas, Concha Hijón, Mflrced8s Paris, Fabiana Loriflnls,

Noemi Rivas, Julia Rivas, Andrs8 Garcis-Cuenca, Hada Riv8S,Elisa Teruel, Angeles Paris. Año 1910

ju~ando con él. demostración del contento y satis­facción de que iba poseído y sólo pudieran expli­car dos desconsolados hermanos que dejaba en sucasa para no volverlos a ver ya más. ¡ay! ¡cuándulce y santo motivo el de aquel contento y deaqueHa satisfacción que iban a apagarse bienpronto en un mar de lágrimas!

D. Pedro Rivas era de bastante estatura, más bienqrueso. robusto. fuerte y de ánimo sereno. pasó pordelante de Roqelia Gallo y su hija Anastasia GarcíaTrastos Que estaban coqiendo hierba en un sembra·do a la izquierda como se va por el camino, a 20metros de él y frente a la tierra de D. Juan AntonioGracia. A pocos pasos más entró D. Pedro por lalinde que separa esta tierra de otra de su propie·dad Que estaba sembrada de avena y se J1eQó alánQulo opuesto donde hay un cerrillo. a la sazónsembrado de cominos que estaban escardandoPetra Ravoso y Catalina Caballero. Allí estuvo pocomás de un cuarto de hora: paqó a aquellas dosescardadoras el trabajo de (a escarda del día y sediriqió otra vez hacia la población. volviéndose alcamino por donde había ido.

Anastasia García vió entonces a D. Pedro RivasQue venía acompañado de otro hombre. el cual lepareció ser Rula el casado: así lo manifestó a sumadre Ro~elia Gallo. Quien miró y vió también aD. Pedro acompañado efectivamente de otrohombre. o a lo menos Que venía a su lado. Estehombre Que la madre no conoció ya la hija pare·ció ser Eu~nioMuñoz y Palacios. venía montadoen una burra neqra: traía una escopeta atravesadapor delante. y se apeó a poco, siquiendo rueqoandando. como se ha dicho. al lado de D. PedroRivas. Pasó un momento y sonó un tiro y se oyóun ¡ay!: miraron la Roqelia y su hija y vieron que D.Pedro cayó al suelo. y el hombre que venía a sulado, el Que. seqún dice la Anastasia. le había tira­do. montó apresuradamente en su burra. pusootra vez la escopeta delante y echó a correr por elcamino hacia la población.

D. Pedro Rivas había caido herido de muerteinstantánea. porque tenía atravesado el estóma­qo. destrozados ambos pulmones y el ventrículoy la aurícula derechos del corazón. La lesión fueproducida con arma de fuego y proyectiles lla­mados perd410nes zorreros. El tiro había sidodisparado a Quemarropa: así lo demostró laestrecha abertura de la herida de dos pulgadasde diámetro y el hecho de cortar la corbatacomo si fuera con un solo proyectil: lo que nohubiera podido efectuarse si el tiro partieradesde lejos y llegara por consiquiente extendido.

En el sitio en que se halló el cadáver deD, Pedro Rivas no se notaron señales ninqu­nas Que denunciaran lucha de ninqún género: nise encontró arma de fueqo alguna en el cadáverni en sus inmediaciones: ni en el bastón, caído enel suelo. se observó cosa alquna.

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AureJÜi Fuentes Muñoz y Rosa/fa(mujer de Baldomero FU!'lnles)

6 Crónicas de W1 Pueblo

Ni una voz, ni una palabrasiquiera mediaron entre D. Pedro ysu matador; porque U<>qelia GalIo ysu hija Anastasia dicen Que nadaoyeron, y Jo hubieran oído precisa­mente, como oyeron fos "ayes", a lacorta distancia Que estaban.

Lueflfo. la lucha entre un hom­bre armado de una escopeta y otrocompletamente desarmado no seconcibe sin que éste no se pudieraasir al cañón de la escopeta, leapartara de sí e hiciera imposibleel disparo contra él. En la luchacuerpo a cuerpo es posible haceruso de un arma corta, pero de unaescopeta y de las la~ dimensio­nes de la que llevaba Rula comple·tamente imposible. Esta imposibi·lidad aumenta si se tiene presentela vifl!orosa fuerza de D. PedroRivas. fuerza acrecida naturalmen-te con la idea del peli~ro y Jo infundado e injustodel ataque; fuerza bastante sobrada en todo casopara haber sujetado al aqresor. impidiendo a lomenos la realización del delito.

Rula es pequeño en proporción a la estaturaque tenía D. Pedro Rivas: padece frecuentementedel estómaqo. enfermizo seqún indica la constantepalidez de su cara; débil de fuerza necesariamentepor consecuencia del uso inmoderado que hace dela bebida. y a la sazón aquella estaba en convale·cencia de una fuerte erupción cutánea: ¡niéquelotodo esto Quien se atreva. incluso el mismo reo!

Todas las anteriores consideraciones debióRula pesar una por una en la farqa meditación desu delito: él conocía bien a D. Pedro Rivas porquele había tratado mucho; y es bien sequro quenunca arries~aríael éxito de su infame propósito.advirtiendo a su contrario la intención que llevabae invitándole a la defensa.

Por otra parte. la descuidada educación deRula. su falta de instrucción rechazan de consunotoda idea de una manera noble. caballeresca ydiqna en su modo de obrar. mucho más cuandotratara de ejercer una brutal venqanza. No. Rula nopodía matar a D. Pedro Rivas sino a traición ysobre sequro.

PREMEDITACIÓN

Difícilmente se podrán separar la alevosía y lapremeditación; en ambas hay siempre alqo. tienensiempre alqü la una de la otra. Difícilmente se darácomisión de un delito en que no concurra ademásla premeditación: nihil volitum quin precQinitum.dijo San Aqustín. Pero no se trata aquí del juicioque aunque rápido y breve precede siempre a lavoluntad en todas las acciones del hombre. siquie-

El Asesinato de D. Pedro Rivas

ra preceda no más que un solomomento.

Cuando el suceso que sirvede fundamento al juicio y deter­mina la acción se encuentra deésta a la larqa distancia de unmes; cuando a raiz del suceso sehallan señales de empezar esejuicio determinando la voluntad ala acción; cuando en todo esemes y cuanto más inmediato aldelito median más las amenazas ylos conatos bien manifiestos deperpetrarle. entonces la preme­ditación que busca la ley comocircunstancia calificativa seencuentra indudable y clara:esto. esto es lo que hay aquí.

En la noche del 5 de Mayode 1872 se hallaba aqonizandoBasilisa Rivas esposa de Eur¡renioMuñoz y Palacios. D. Pedro Rivas.

tío de aquella pobre moribunda a quien queríaentrañablemente. se presentó en la casa. no obs­tante las amenazas proferidas por LeoncioAlváres. hermano de Basilisa. y aún con el temorde ser por éste nuevamente injuriado con lasinjurias que el mismo injuriante ha confesado enesta causa. que ya anteriormente a aquella nochele había diriqido. Esas injurias y el motivo quetuvo para lanzarlas. cual era la enfermedad de suhermana y de su madre por culpa, presumida, delo. Pedro. están también consir¡rnadas en autos.comprendiendo también en el mismo interés ymotivo al Eur¡renio Muñoz. seqún declaración deAntonio Fernández Avila.

¿Qué sucedió en aquella casa y en aquellanoche que D. Pedro Rivas tuvo que abandonarlaantes que su sobrina expirara, por el temor de cau­sar más escándalo en tan triste ocasión. y desdeentonces las relaciones con Euqenio Muñoz deparentesco y de amistad quedaron completamen­te rotas?

La conclusión de esas relaciones desde aquellaocasión les consta a los dos sacerdotes o. AqapitoSánchez Pozuelo y O. Manuel Diér¡ruez;, que lodeclaran en el sumario.

Desde entonces confiesa el mismo procesado.no volvió por allí D. Pedro, a donde antes de lamuerte de su sobrina iba todos los días.

AIIi ocurrió aquella noche. ser¡rún declara JoséRivas y Muñoz. primo del procesado. que éste.aprobando las injurias y amenazas de su cuñadoLeoncio. mandó que arrojaran a D. Pedro Rivas desu casa; a aquel bombre porque si nó saldría él.,...

Las amenazas de muerte, el propósito de reali­zarlas lI~aron a ser del dominio público; y elmismo D, Pedro Rivas tenía conocimiento de esto.aunque no lo creía realizable: los testiqos Jo dicen.

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El Asesinato de D. Pedro Rivas

Después el incidente que sólo, por des~racia.

refiere Melitana Amores en su declaración. aquelconcierto de la desi~naci6n por la suerte paramatar a D. Pedro Rivas entre Leoncio AIváres y elprocesado Euqenio. a 12 Ó 15 días antes de ocurriresa muerte, aunque no plenamente probado. perotampoco plenamente contrariado por la defensaen su prueba. hace ver claramente como sequíasu curso el propósito del delito.

En fin, dos días antes de la muerte de D. PedroRivas manifestó Rula terminantemente y con todadecisión su intención y el pensamiento que levenía trabajando. con [a causa impulsiva junta­mente, cuando intentó realizarla. BaldomeroFuentes le contuvo: así lo declara Baldomero.

Un mes hacía que había muerto la esposa deRula. esposa cuya falta lamentaba. parece. elesposo amar~amente: ¿cómo. pues. se compren­de que ese reciente viudo. poseido como debieraestar de su honda pena. tuviera ~usto Di valor nin­~uno para salir de caza llevando preparada faescopeta (la nevaba delante atravesada. ya essabido) con el cruel objeto y ruin placer de matara un pobre pajarillo? ¡Y con perdi~oneszorreros!¡Y disparando montado desde la burra! ¿Indicaeso un verdadero interés en la caza del pájaro?No: -Rula debió ver a D. Pedro Rivas en su tierra.y disparó quizás al aire -esto es lo más verosimil.natural y probable- para cargar después con másseguridad y mayor car~a aquel tiro que tanto sedistin~uió del primero por su fuerte explosiónque se oyó a tan lar~as distancias -hasta en lapoblación- y llamó la atención de los testiqos queunánimes dicen Que fue fuerte: y que un presaQiofatídico y funesto despertó en todos ellos con supotente sonido.

A Rula le acudió fa maldita idea de matar a D.Pedro. o acaso fue inspirada. quizá brotó al influ­jo nocivo y ponzoñoso del proceder y de (asvoces de su cuñado Leoncio. en la noche del 5 deMayo en que murió su esposa: la suerte sin dudale desi.qnó después entre ambos cuñados y desdeentonces ya se propuso acechar y esperar la oca­sión. Y la ocasión Hegada. nada hubo allí impen­sado. todo estaba previsto y calculado: llegó elmomento por sí solo. es posible. más tanardientemente deseado. y Rula le aprovechó.

En verdad que si cabe en caso alguno unamayor premeditación. será para los detalles de laejecución. cuando el delito por su naturaleza asílo exija. El medio aquí adoptado es tan sencilloque permitirá prescindir de otras cosas y en cual­quier instante que l1e~ara el caso se podía emple­ar rápidamente. como sin duda se empleó: elarma al brazo. pasarse un poco del D. Pedro.acaso sin mirarle. volverse de repente y dispararle:eso era todo.

fIN

VECINOS DE SANTA CRUZ QUE fUERONTESTIGOS EN EL JUICIO

- Raimundo del Nuevo- Ventura López- Antonia Rodríquez- Regina Sánchez Cabeza- Josefa de la Osada- Roqelia Gallo- Anastasia García Trastos- Manuel fuentes- Agustín fuentes- Petra Ravoso- Catalina Caballero- Benita López Cano

••••"Silencio en la noche. ,a todo esta en calma. el músculoduerme. la ambición descansa ., al amanecer con el nuevodía se contempla el alba, majestuosidad tan ~rande que tellena el alma. qué be[(a es la vida cuando la ambición des­cansa"

MORAUJA,la ambIción y la a.arIcla sao las mayores

promotoras de la mIserIa humana.

Nuestra Asociación ha creido conveniente einteresante volver a publicar esta historia. 130años después de que D. Romualdo Rivas lo hicie­ra. por [o curiosa y bien relatada que está. Nadamás lejos de nuestra intención que herir senti­mientos de algún posible familiar lejano Quepudiera existir.

RECOPILACIÓN. ADAPTACIÓN Y MAQUETACIÓN,Jcaquin Arias y Dionisio Torres.

AYúDANOS A ELABOIlAIl LA PIlOXIMAEDICION. SI TIENES ALGUNA HISTOIlIAQUE CIlEAS INTEIlESANTE CONTAIl NOOLVIDES AQUELLO DE, "No debemos sepullar enel olvido a aquellas personas, hecbos que hicieron nues­tra vida mas apacible. y a (a par que mostrarles todonuestro a~radecimlento. colaborar para que futuras~eneracíones sepan de las aeefoDes ., hechos por los cuá­les deben ser recordados."

Para mandar próximas colaboraciones.diri~irse a:

- Joaquín Arias- Dionisia Torres.

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Esta publicación ha sido financiada con la colaboración de:

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