riley edgewood - rock and realease, act 1 - vip.pdf

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    Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels,

    por y para fans. Ninguna otra traducción de este libro esconsiderada oficial salvo ésta.

    Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas

    regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos

    relacionados con alguna editorial u otros ajenos.

    Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte

    de los staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y

    diseño, sea de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores queestán adentrándose y que ya están en el mundo de la lectura.

    Recuerda apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en

    cuanto llegue a tu localidad.

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    Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y parafans. Ninguna otra traducción de este libro es considerada oficial salvo ésta.

    Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en lasque no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con alguna

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    que ya están en el mundo de la lectura. Recuerda apoyar al autor/a de estelibro comprando el libro en cuanto llegue a tu localidad.

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    StaffSinopsis

    Capítulo 1Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capítulo 5Capítulo 6

    Capítulo 7Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16Capítulo 17

    Capítulo 18Capítulo 19Capítulo 20

    Starstruck (VIP #2)

    Sobre la Autora

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    Moderadora de Traducción 

    Soldadita Pelirroja 

    Traducción 

    Jeniquinterom 

    Dydy

    Apolineah17

    Soldadita Pelirroja

    Detz Skars 

    Blonchick

    BrenMaddox 

    Katiliz94

    Moderadora de Corrección 

    AldiiCipriano:3 

    Corrección 

    Pily

    Cande34

    Jazz23

    AldiiCipriano:3

    Katiliz94

     

    Recopilación y Revisión Final 

    Katiliz94 

    Diseño

    Michell♥ 

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    Cuando Cassidy Evans consigue entradas VIP para un concierto,ella decide usarlos para una noche despreocupada antes de comenzaruna pasantía de verano en la compañía de su padre Fortune 500. Perouna noche despreocupada se convierte en unos cuantos demasiadosmartinis- con dos giros inesperados: Un caliente encuentro con GageLogan, sexy cantante y guitarrista, y una tentadora oferta de trabajo del jefe de Gage para trabajar en el lugar del concierto que ella ahora

    conoce muy íntimamente.Ella definitivamente no puede tomar el trabajo. Su pasantía es

    una oportunidad por la que cualquier estudiante de negocios mataría.Pero el pensamiento de trabajar con su padre, un hombre furioso conpena sobre una tragedia familiar que golpeó seis meses atrás, la llenacon temor.

    Luego está Gage. Trabajar con él todo el verano podría

    ser caliente. Cassidy no puede dejar de ir en retrospectiva de vuelta a su

    noche juntos. Besos fundidos. Sus manos suaves a lo largo de la piel desu vientre. El peso de su cuerpo sobre el suyo propio...Y de pronto la decisión sobre como pasar su verano es mucho, mucho

    más difícil de tomar. 

    VIP (Rock & Release #1)  

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    Hay una pareja besándose alrededor de la esquina de donde mesiento.

    Sus manos ahuecan su cara; su pulgar traza gentilmente subarbilla. Un momento después sus dedos se deslizan arriba hacia sucabello, el cual es tan rubio como el mío, y él lo coge lo suficientementefuerte como para arquear su cuello mientras profundiza el beso. Esrudo y sensual a la vez, y mi respiración se traba en mi garganta.

    Ella agarra el pecho de su camisa de botones, tirándolo hasta queestán contra la pared, jalándolo más cerca hasta que la línea frontal desu cuerpo encaja sin problemas con ella. Cabello oscuro se riza detrásde sus orejas y sobre su frente, y el lado de su rostro muestraprofundos, pómulos esculpidos. Arquea su espalda baja, presionándosemás fuerte contra él,  y él tira de la más esencial de las pulgadas dedistancia, capturando su labio inferior con sus dientes. Se miranfijamente el uno al otro por el más breve, más caliente momento, yluego él va con todo de nuevo, su boca tomando control de la de ellacompletamente.

    Lo sé, lo sé,  no debería estar mirando esto, pero no aparto lamirada. En lugar de ello, mi imaginación me arrastra directo a ese lugaralrededor de la esquina, y de repente soy yo a la que está empujandocontra la pared. Es mi cuerpo, mucho más arqueado que el de ella,reaccionando al peso de él, y a la aspereza de los ladrillos blancos en miespalda. Es mi labio inferior el que está todavía hormigueando por elmordisco de sus dientes.

    Calidez me llena detrás de las costillas y baja en espirales por mivientre en cientos de pequeños riachuelos suaves, fluyendo más lento,

    más rápido, creciendo en fuerza hasta que mis dedos están curvados, yestoy luchando por no retorcerme en mi asiento y… 

     — Um, hola. ¿Cassidy?

     Teagan, compañera de cena, amiga de mi juventud, y,aparentemente una extraordinaria arruinadora de fantasías, chasqueasus dedos en frente de mi cara. Mis alrededores golpean de regreso enfoco, mientras pensaba que había estado viendo (viviendo) el beso através de un túnel que se rompe a mi alrededor con el chasquido de losdedos de Teagan. Mis otros sentidos vuelven a despertar con el aroma

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    de carne a la parrilla y frituras. El riff 1 de una guitarra flota en el airedetrás de mí, seguido por dulces y ásperas voces masculinas, unaversión acústica de una canción popular de hace unos años atrás. Elpegajoso calor del sol de principios de verano de Virginia golpea misbrazos y a través de mi falda larga de algodón.

    Sin embargo, no puedo apartar la mirada de la pareja. No quiero.Una gran parte de mí desea poder ser tan atrevida, incluso si el chicoestá demasiado… hecho  a propósito  para ser mi tipo. Como luce él, sinembargo, no es el punto. La escena lo es. La sexy, sexy escenadesarrollándose como si fuera mi espectáculo privado.

    La pared contra la que están presionados, tan caliente, tanpesada, se encuentra alrededor del borde de una esquinaescondiéndolos de casi todo el patio al aire libre. Nos encontramosrodeados de muchas personas sentadas en mesas de coctel metálicas

    negras, pero nuestra  mesa está ubicada en las afueras de la zona, y miasiento ofrece la vista perfecta del lado del edificio.

    Su boca se está deslizando a lo largo de la base de su gargantaahora, y sus ojos están cerrados, su cabeza inclinada hacia atrás. Supierna está doblada, deslizándola hacia arriba por su pierna. Él estáagarrando su muslo, jalando su pierna más arriba y...

     — ¿Vas a hacerme rogar? — Rompió Teagan nuevamente.

    Fuerzo mi cabeza en su dirección, y a regañadientes el resto de miatención, también. Está señalando ahora las patatas fritas en frente demí. Me aclaro la garganta para desalojar el aliento enredado en mitráquea.

     — No, no puedes tenerlas. — Meto una patata frita en mi boca tandespreocupadamente como puedo, manteniendo mis ojos trabados conlos de ella. No mires atrás, hacia la esquina, Cassidy. Ni si quiera sé porqué me permití entrometerme en ese momento por tanto tiempo como lohice. Tengo cosas más importantes en las cuales enfocarme. Cosasincluso más interesantes que secretos besos robados.

    Bueno. Cosas que deberían ser más interesantes, de todos modos.

     —  Todo lo que obtuve fue una ensalada. —  Teagan hace pucheros,empujando largas ondas castañas fuera de su cara.

    Golpeo su mano fuera cuando la estira hacia la canasta.

     — Deberías haber ordenado patatas fritas.

     —  Te lo dije, estoy haciendo un cambio a un estilo de vidasaludable.

     Justo como me dijo la semana pasada. Y la semana antes de esa.

    1 Riff : En la música rock es la introducción de guitarra.  

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    Mis padres disfrutarían escuchándolo. Así también lo haría mihermano, Jason… 

    Genial. Hecho. Casi quince minutos sin pensar en él.

    No puedo decir si esto me hace una horrible persona o si estodemuestra que estoy haciendo un progreso.

    Probablemente más lo primero, mientras los flashbacks quevienen con el pensamiento de su nombre me perforan con ansiedad,deseo solo poder apagarlos. El profundo timbre de su risa. El descaradoorgullo en su cara cuando su carta de admisión de Georgetown llegó.

    El brillo del ataúd caoba donde lo enterramos.

     — No me estás escullando en absoluto  hoy.

    Sacudo mi cabeza para despejar el carrete de la películasilenciosa de recuerdos reproduciéndose en mi mente. Vive en el presente, en el ahora,  me recordé a mí misma, las palabrasserpenteantes a través de mi conciencia en la voz de mi madre.

     — Disculpa. ¿Qué?

     — Dije   que él es bueno para los ojos y   los oídos.  — Inclina sucabeza hacia el chico en el escenario.

    Me encojo de hombros, todavía tratando de desenredarme delpasado.

     — Es talentoso, eso es seguro.

     — Sí, canta muy bien, pero míralo   a él.  — Sus palabras vinieronentrecortadas porque su boca estaba casi toda llena de patatas fritas.Las mastica y las traga antes de continuar — . Está delicioso. Como,súper delicioso. Como, no me dejes ir de aquí sin asegurarme de que élsepa cuan delicioso creo que es.

     — Hecho.

    Me reí, pero está en lo cierto. Solo mirarlo es una buenadistracción de los pensamientos que estoy tratando de mantener bajocontrol. Estoy un poco desanimada porque Teagan lo reclamó para ella,porque entre más lo estudio, algo acerca de él tira más de mí, justo enmi vientre.

     — Deberíamos hacer esto más a menudo  — dice ella, sonriendoastutamente como si supiera lo que estoy pensando.

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     — ¿Quieres decir que deberías llamar a un podcast2  para ganarpases VIP para un concierto de Demi Jade más a menudo?

     — Exactamente. — Extiende sus brazos hacia afuera, haciendo ungesto hacia el espacio que nos rodea, con un ramo de patatas fritas en

    una mano — . Quiero decir, mira este lugar. Ni siquiera sabía que existía.Yo tampoco. He estado aquí, en el anfiteatro BackBar, por unos

    pocos conciertos en mi vida, pero los pases de Teagan nos dan acceso aun pre concierto en un pabellón VIP al aire libre. Que viene completocon comida gratis y cerveza gratis. Bueno, Teagan está tomando sidragratis, pero aun así. Es un área espaciosa con un enorme barrectangular, sirviendo a los clientes de todos los lados, y dos barras decomida, además de aire acondicionado, baños limpios   (ubicados en eledificio de ladrillos blancos perteneciente a la pared de los besos).Cuando el concierto comience, solo tendremos que cruzar una amplia

    pasarela de acceso general para entrar al lugar real, un enormeanfiteatro, y a nuestros asientos. Y hasta entonces, hay música en vivoaquí en un pequeño escenario de madera.

    Cierro mis ojos, dejando que la voz del cantante se deslice sobremí. Es cálida y delicada y llena de emoción. En realidad prefiero suestilo que el del cantante original.

     — La música es la mejor parte.

     Teagan no está de acuerdo.

     — Las patatas lo son.

     — Claramente, tienes una vista equivocada de lo que esimportante en la vida — bromeo.

     — Lo que sea.

    Un momento después algo golpea mi pecho. Abro mis ojos yagarro la patata que ha tirado hacia mí fuera de mi regazo, lanzándoladentro de mi boca con una sonrisa.

     — Sí, está bien. Estas están muy buenas. Así que cuéntameacerca de… 

    Pero mis palabras desaparecen interrumpidas por un fuerteruido, el sonido de platos chocando con el suelo, y la exclamaciónincluso más fuerte de otra chica.

     — Mierda.

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     Podcast: Emisión de radio o de televisión que un usuario puede descargar deinternet mediante una suscripción previa y escucharla tanto en una computadoracomo en un reproductor portátil. 

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    Me doy la vuelta para ver a una camarera, no la que ha estadoatendiéndonos, abajo en el suelo, a unos pocos pies de nuestra mesa,luchando con las cestas volcadas de comida.

    El cantante detuvo la canción. Miré hacia el escenario, y estaba

    listo para saltar hacia abajo para ayudar a la camarera, pero le gané enhacerlo. Sus ojos, cálidos, salvajes y cafés, encontraron los míos,deteniéndose justo el tiempo suficiente como para que el tirón en mivientre se deslice un poco más abajo, y él se sienta vacilantemente ensu taburete, reanudando su presentación.

     — Aquí.  —  Tomo unas cuantas cestas de la camarera y las ubicoen una pila sobre una silla al lado de nosotras. De vuelta en elescenario, el cantante reinicia su canción.

     — Gracias. — Me sonríe, con hoyuelos en las mejillas, y sacude su

    cabeza, un llamativo revoltijo de rizos negros balanceándose de un ladopara otro detrás de ella. Tiene una hermosa piel castaña dorada ysuaves ojos preciosos — . Ni si quiera sé con qué me tropecé.

     Teagan se inclina hacia abajo, agarrando la bandeja de lacamarera y sosteniéndola para ella.

     — Probablemente estabas distraída por el señor los pantalones delinterprete Mr. McCaliente allá arriba. Al igual que todos los demás.

     —  Tal vez.

    Un lindo rubor se posa en los cachetes de la camarera y sumirada se mueve rápidamente hacia el escenario antes de que tome subandeja. La ayudo a cargar los platos de comida que ya no soncomestibles, y nos agradece otra vez antes de alejarse.

    El cantante se desliza en una versión de John Jackson   de “It’sOurs,”   y Teagan y yo lo observamos en silencio por un rato. Él eselegante, o por lo menos, en la manera en que está posado sobre sutaburete, con el obvio cuidado en cómo maneja su guitarra, conmovimientos suaves y un agarre ligero. Me preguntaba cómo se sentiríasi me estuviera sosteniendo de la misma manera.

    Está bien. Mis fantasías están un poco fuera de control hoy.Sacudo mi cabeza y cambio el objetivo de mis pensamientos.

     — No puedo creer que esta sea mi última semana de libertad.

     — Oh. Cierto. ¿Cuándo comienza tu pequeño y fantástico periodode prácticas?

    Ignoro el sarcasmo cortando a través de su tono.

     — Una semana desde el lunes.

     — Ew. ¿Y cuándo termina?

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     — El día antes de que me marche a la universidad.

     — Doble Ew. Así que básicamente esta es la última vez que te veoporque mi horario está a reventar en el salón esta semana. Fantástico. — Rueda los ojos y toma un largo trago de su sidra, endureciendo su

    expresión — . Simplemente asombroso. —  Teag. Vamos.  —  Tomo una profunda respiración. Odio cuando

    hace esto, cuando salta de estar bromeando a estar enojada en un abrir y cerrar de ojos. Mantengo mi tono lo más calmado posible — . Está apunto de ser mi último año de universidad. Eso es como algo enorme. Yeste periodo de prácticas es la oportunidad de mi vida.

     — ¿Para quién?  — Ese desprecio, que llamo   desprecio de mierda , juro que debe practicar sin fin para dar en el clavo de esa manera ensolo un par de palabras — . ¿Para ti? ¿O para Jass?

     — ¿Qué tal para cualquier  persona? — Puedo tirar mala actitud enmi tono, también. Con casi tanta habilidad como Teagan. Y estoydiciendo la verdad. No puedo pensar en ningún compañero de clase queno vendería su alma para hacer prácticas para la CEO de Chambers &Britt, una suerte de 500 compañías, durante el verano. Teagan no escomo yo, sin embargo. Unas prácticas como estas probablementesuenan como el infierno para ella — . Talvez tú  no lo querrías porq… 

     — Oh, vete a la mierda. — Ira real salta para morderme esta vez — .Incluso si escojo   ir a la universidad no dejaría mi verano para ser elsirviente de algún mandamás. De forma gratis, debo añadir.

     — Uh, en serio.  — No puedo envolver mi mente alrededor de estegiro repentino en su estado de ánimo. Algo ha cambiado en ella en losúltimos años; algo la ha endurecido mientras he estado lejos en launiversidad, y estos arrebatos fuera-de-la-nada se están volviendo más y más frecuentes. Extraño a la chica que solía reír todo el tiempo.Extraño a la chica que no dejaba que nada la derrumbara — . Eso esexactamente lo que iba a decir.

     — Créeme, lo sé.  — Bebe hasta que su sidra se ha acabado ygolpea la mesa con su botella lo suficientemente fuerte para que elsonido se escuche por encima de la música. Unas pocas personas en lasmesas alrededor de nosotras lanzan una mirada en nuestra dirección,pero no lo nota o no le importa — . Estoy harta de esto.

     — Estábamos diciendo lo mismo. — Hablo lentamente, tratando dellegar a ella, pero probablemente molestándola más. Apenas si lo helogrado a través de estos seis meses de tristeza. Necesito   esta nochepara pasar un buen rato, y quiero pasarla con Teagan — . Lo siento. Nome di cuenta de que este era un tema tan delicado. ¿No podemos solodivertirnos esta noche?

     — Dios, puedes ser tan engreída — se corta a sí misma, sus labiospresionados juntos, y sacude la cabeza.

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     — Estabas a… ¿Estabas a punto de llamarme perra?  — Agarro micerveza tan fuerte que mis dedos duelen.

    Se encoge de hombros.

     — Si el zapato encaja3… 

     — Uh, desde donde estoy sentada parece que tú eres  la que acabade caminar en una gran pila vieja de mierda.

     — No puedo lidiar contigo yendo toda Cassidy  sobre mí. Deberíahaber sabido que lo arruinarías esta noche.  — Sale rápidamente de susilla, la silla de hierro forjado chirriando a través de las piedras del patiolo suficientemente fuerte como para hacerme estremecer, y se gira paraalejarse.

     — ¿Qué se supone que significa eso? — Yendo toda Cassidy  sobre

    ella, como si eso fuera una cosa. Como si mi nombre fuera una malapalabra — . ¿A dónde vas? El concierto comienza pronto.

    Me lanza una mirada sobre su hombro y sostiene una mano haciamí, para detenerme de ponerme en pie.

     — Necesito algo de espacio.

    Sale como una tormenta y estoy muy impactada para seguirla.Estoy muy impactada para moverme.

     — No soy   engreída  — digo después de ella, dándome cuenta unsegundo muy tarde de que las personas a nuestro alrededor estánescuchando, y mirándonos fijamente.

    Y un segundo después, que ella tiene nuestras entradas delanfiteatro.

    Estupendo.

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     La frase completa a la que se refiere es “si él zapato encaja, úsalo” (If  the shoe fits,wear it) la cual suele utilizarse cuando te dicen algo despectivo que es cierto y debesaceptarlo. 

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     Teagan salió dando zancadas por la salida VIP entre la multitudde asistentes regulares a conciertos dirigiéndose hacia el anfiteatro. Yaun así, no puedo hacerme seguirla. Después de unos momentos,pierdo de vista la parte posterior de su cabeza, de esas ondas fresasbalanceándose con cada paso.

    Seguramente   va a volver después de que se enfríe. O tal vezincluso antes. Ella pensó que el cantante era lindo, y si conozco a

     Teagan, no va a permanecer lejos de él durante demasiado tiempo antesde hacer su movimiento, no importa cuán enojada esté conmigo… o,permitidme parafrasear: no importa cuán absurdamente   enojada ellaesté conmigo.

    ¿O es absurdo? Pienso de nuevo en nuestra conversación,tamborileando los dedos a lo largo de mi cerveza. De patatas fritas amierda, ¿así como así? Realmente no creo que hiciera nada malo, perohay una ligera tensión — del tipo que viene junto con culpa —  en la bocade mi estómago. ¿Hice yo algo?

    Seguramente   va a volver y me dirá qué demonios la puso así.Porque no puede ser simplemente que yo vaya a estar ocupada conunas prácticas este verano. E incluso si lo es, ella no suele saltar a migarganta así. Es tan fácil de molestar estos días. Bueno, estos años, laverdad. Pero cada vez que intento hablar con ella sobre eso, se encogede hombros  — o echaría chispas aún más calientes por la ira. Y depronto estará de regreso, la Teagan con la que crecí, la divertida yatenta amiga que podía intimidar al mundo cuando está de espaldas ala pared, pero nunca a mí. Simplemente nunca sé a cuál voy aencontrar. Supongo que me equivoqué al suponer que la diversión deun concierto, la diversión de una experiencia VIP, la mantendría feliz.

    Seguramente  va a volver y pedirá disculpas por lo que me dijo.

     — Debido a que no estaba siendo una perra presumida.  — Sesiente mejor murmurar las palabras en voz alta. Especialmente ya queson la verdad. Cualquier otra cosa que podría haber hecho mal, noestaba siendo eso.

    La gente sigue mirando hacia mí, puedo darme cuenta por lapresión extra en el aire contra mi piel. Manteniendo los ojos en lasalida, deseando que Teagan se dé prisa y vuelva, inclino mi cerveza a

    mi boca para beberme el resto de ella, pero ya se ha acabado.

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     — Excelente.

    Levanto la vista para encontrar a la camarera  — una chicadiferente a la que trajo la comida antes —  y ella está ya en dirección amí, una bebida de color rosa en un vaso de Martini extendida en mi

    dirección. — Ah, estaba a punto de pedir otra cerveza  — le digo, no estando

    segura de si tomar o no la bebida de ella — . Yo, uh, no pedí eso.

     — ¿Mi jefe pensó que parecía que podría venirte bien esto?  — Elladeja que su pelo corto, negro y sedoso caiga en su cara. Humillación searrastra hasta la parte de atrás de mi cuello. Ella siente vergüenza pormí.

     — Ay, Dios. ¿Porque causamos una escena? Lo siento mucho.  — Echo un vistazo hacia la barra, mis mejillas calientes, pero no veo a

    nadie que podría ser su jefe regresando la mirada. Sin embargo,algunos de los otros clientes me están viendo todavía. Me pregunto sidebo pedirles disculpas a ellos, también.

    La camarera espera hasta que mi atención está otra vez en ella,entonces me da la bebida y empuja hacia atrás su cabello, susprofundos ojos marrones mostrando un atisbo de compasión.

     — ¿Estás bien?

     — Sí. — Agito mi mano libre por el aire, tratando de quitar un poco

    la tensión sobrante. Levanto la copa de Martini en la otra — . ¿Qué esesto?

     — Es un Martini de sandía  — contesta — . Nuestro especial estanoche. Bueno, todas las noches — añade, con complicidad.

     — Eso suena dulce.  — Lo que hace que suene más al gusto de Teagan que al mío. Me pregunto lo grosero que sería cambiarlo por unwhisky.

     — Es dulce. También es muy fuerte — dice.

    Me retracto. Algo muy fuerte suena exactamente como lo quequiero.

     — Gracias.

     — Soy Vera. Déjame saber si puedo conseguirte cualquier otracosa.

    Levanto el Martini.

     — Ey, Vera, dile a tu jefe que gracias por esto.

     — Sí.  — Asiente, la compasión desapareciendo de su expresiónmientras me da la espalda y se dirige a reponer la cerveza vacía por los

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    pies del cantante. Él hace un guiño a ella sin perder el ritmo. Y unmomento después, cuando su canción acaba, cuando toma un trago deesa botella de cerveza, veo su nuez de Adán deslizarse de arriba abajopor su garganta, y quiero trazar su camino con mi boca.

    Incluso mi irritación con Teagan no es suficiente para sofocar elcalor en mi imaginación esta noche.

    Soy capaz de agradecerle al jefe de Vera por mí misma un par deminutos más tarde, cuando él llega a presentarse, todo hulkmentemusculoso, excesivamente bronceado, de cabello rubio de punta.Desaliñado en pocas palabras. No es que por lo general juzgue por lamera apariencia, pero a veces sólo sabes. Además, está prácticamentenadando en colonia. Una pista es una pista.

     — ¿Debo suponer que envié lo correcto?  — dice, señalando a la

    copa, ahora medio vacía. — ¿Debe ser el jefe de Vera? — Sonrío, aunque se siente de plástico

    a través de mi boca. O tal vez eso es porque mis labios se estánendureciendo en un esfuerzo por no fruncirse debido a la dulzuraempalagosa de la bebida. Vale la pena, sin embargo, porque Vera teníarazón acerca de que era fuerte. Iba por la mitad y estoy a mitad decamino hasta el punto de no preocuparme más por la rabieta de Teagan.

     —  Jared. — Él sostiene su mano hacia mí, así que la sacudo.

     — Cassidy. Gracias por la bebida, era exactamente la correcta.  — El contenido de alcohol lo era, de todos modos. Preferiría haberlo tenidoen forma de Manhattan, pero lo que sea.

     — Una bebida dulce para una chica de aspecto dulce  — dice,sosteniendo mi mano cuando la sacudida ha terminado — . Me fijé en tial segundo en que entraste por la puerta.

    Repugnante. Pero mantengo mi sonrisa enyesada en su lugar,porque, ¿qué otra cosa voy a hacer ahora mismo? ¿Irme? Tomo otrosorbo y deslizo mi otra mano fuera de la suya, resistiendo la tentación

    de limpiar mi palma en mi regazo. En su lugar, señalo hacia el chico enel escenario.

     — Él es bueno.

     — ¿Gage? Es un gran acto de entrada. No lo suficientementetalentoso para hacerlo por su cuenta, pero nuestros clientes habitualesle aman.

    Apuesto a que el cantante, Gage, tiene más que talento suficientepara hacerlo por su cuenta. Mierda, probablemente podría hacerlo aún

    si no pudiera cantar, él es tan malditamente caliente. Su cabeza sevuelve hacia mí y dejo caer mis ojos al Martini delante de mí, pero un

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    segundo después no puedo evitar que mi mirada se deslice de nuevo aél. Tiene esa perfecta, clase de belleza descuidada… como si no pudierasiquiera darse cuenta del tipo de efecto que tiene sobre las personas. Eltipo de efecto que tiene sobre mí. Tengo que tragar un par de vecesantes de que pueda responderle a Jared.

     — Su versión de Franklin Charles fue increíble.

     — ¿Conoces a Franklin Charles? — Hay un tono de sorpresa en lapregunta de Jared.

     — ¿Te ves confundido? — Hay un tono de grosería en la mía. Estechico simplemente me cae mal.

     — Estás aquí para un concierto de Demi Jade. Los fanáticos deestrellas de pop no siempre simpatizan por el estilo de Franklin Charles.

    Él tiene un punto. Asiento con la cabeza, concediendo.

     — Me gusta ella, también. Pero me encanta la música de él. Era elfavorito de mi hermano... Es un favorito de la familia. ¿Alguna vez tocaaquí?

     — Nah. Estoy seguro de que a nuestro director de reservas, Zach,le encantaría traerlo, pero ya no arrastra una multitud losuficientemente grande.  — Hace un gesto hacia el anfiteatro y arrastrasu silla alrededor de la mesa, un par de pulgadas más cerca de mí — .Hay veinticinco mil asientos para llenar ahí, y eso ni siquiera incluye el

    espacio en el jardín. — Eso es muy malo.  — Me encojo de hombros y deslizo mi propia

    silla lejos de él, preocupándome más por la distancia entre nosotros queel chirrido de sus piernas arrastrándose a través del patio — . Solía serenorme. Mis padres lo vieron un montón de veces en aquellos días.

    Él parece entender el punto y no se acerca más. Charlamos sobrela música un rato, y me relajo un poco  — esto   puedo conversarlocómodamente con cualquiera. Está en mi sangre. Sí nada más, y porsupuesto hay  mucho más, mis padres me criaron escuchando buena

    música. Y... resulta que Jared y yo tenemos algunos otros gustos quecoinciden, especialmente sobre algunas de las bandas menosconocidas. Me encuentro a mí misma ablandándome a él, un poquitito.

    Hasta que él dice:

     — A Zach probablemente le encantarías. Lo bueno es que te viprimero.

    Ruedo los ojos, pero no me está mirando.

     —Escucha, eso no es… 

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     — Vera, muñeca, — me interrumpe mientras la camarera pasa pornuestra mesa — . Trae otro Martini de sandía para Cassidy.

     — Estoy bien, gracias.  — Niego con la cabeza, pero él aún no estáprestando atención, sus ojos son todos para la bonita camarera ahora.

    Pobre cosa. Sin embargo, ella sonríe, así que o ella es indiferente haciaél o es una actriz lo suficientemente buena para actuar como tal.

     — Un Martini más no va a doler nada.  — Se encoge de hombros,como si el asunto está resuelto, y levanta sus gafas para descansarlasen la parte superior de su cabeza, empujándolas por su tieso ygelificado cabello. Estoy sorprendida de que las piezas no se rompan endos, pero simplemente saltan pequeños picos por debajo.

    Miro al cielo y me doy cuenta que puedo quitarme mis lentes,también. La capacidad del sol para cegar se está debilitando a medida

    que cae a través del cielo, sumergiéndose hacia la silueta de lasmontañas Blue Ridge en la distancia, brillando en una rosa dorado enlos primeros pequeños bordes de la puesta del sol.

    Vera espera por mi respuesta, con una mano en la cadera, y estoya punto de rechazarlo una vez más, porque... solo... no  debido a todo lorelacionado con Jared, sino a que de repente Gage está agradeciendo ala audiencia por escuchar y anuncia que el concierto está a punto deempezar y la estúpida Teagan no está de vuelta todavía. Así que enlugar de ello suspiro.

     — Gracias, Vera, más alcohol suena perfecto.

    Envío un mensaje rápido a Teagan, preguntándole taneducadamente como puedo dónde coño está.

     — ¿Dónde está tu amiga? — pregunta Jared como si hubiera leídoel mensaje por encima de mi hombro. Cuando levanto la vista, sinembargo, él está mirando el escenario, donde Gage está haciendo sucamino hacia una mesa de chicas que le están saludando. Afortunadaschicas.

     — Ni idea.  — Suspiro de nuevo cuando ella no me envía una

    respuesta de inmediato.

     — ¿Tal vez ya está en vuestros asientos?

     — No importa si lo está. Ella tiene las dos entradas.

     — Ah.  — Una lenta sonrisa se arrastra a través de su boca — .Supongo que estarás pasando el rato aquí un tiempo más entonces.

     — Supongo que sí.  — Excelente. Me trago el resto de mi bebida yveo como las mesas alrededor de nosotros empiezan a quedar limpias.Ansiedad pincha mi estómago. No porque esté sola con Jared ahora – éles zalamero, pero es de la variedad manejable –   sino porque no tengootro lugar adonde ir. Hay un coche programado para recogernos

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    después del espectáculo, lo que está a horas de distancia. Podría llamara mamá, supongo, pero, en serio, ¿quién quiere ser la chica que todavíatiene que llamar a mamá para que venga a recogerla?

    Seguramente Teagan estará de regreso antes de que el concierto

    realmente comience. 

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     Teagan no  está de regreso para el momento en que la artista deapertura, Kylie VanHaven, empieza su actuación. Me digo a mí mismaque no importa por qué, basada en lo que puedo escuchar de suprimera canción resonando desde el anfiteatro, ella no es muy buena envivo de todos modos. Termino mi segundo Martini de sandía, decidiendoque realmente disfruto lo dulce que es y pido un tercero, el cual Verame trae y luego se une a nosotros en la mesa, sacando una silla junto a Jared. 

     — El turno terminó. 

     — Gracias a Dios por otra chica. — Deslizo una cesta media fría denachos, una que nos trajo hace un rato, hacia ella — . Sírvete. 

     — Gracias. Estoy muriendo de hambre.  — Empieza a comer,agarrando una patata y quitando el queso antes de comerla. Estoy apunto de preguntar por qué omitiría la mejor parte, pero Jaredinterrumpe mi hilo de pensamientos. 

     — ¿Qué quieres decir con otra chica?  — Me frunce el ceño,claramente ofendido. 

    Bien. 

     — Eres un poco difícil para manejar por mi cuenta. 

     — ¿Soy demasiado caliente para manejar, quieres decir? 

     — Ni siquiera un poco.  — Los Martinis de sandía me han hechoaudaz. Y tal vez un poco mezquina. 

    Él desliza su mano lejos de mí, donde había estado descansandosólo un poco demasiado cerca. Finalmente, lo está entendiendo. 

    Vera mira hacia atrás y hacia adelante entre nosotros, tratandoarduamente de no reírse con cada intercambio. 

     —  Jared — dice, mordiéndose el labio por un momento para evitarpartirse de risa — . Ella te tiene todo descifrado. 

     — Debería regresar a trabajar si no me quieren aquí. 

    Digo — : Oh, relájate — al mismo tiempo que Vera dice — : Oh, como

    si alguna vez realmente trabajaras — así que nuestros — : Ohs — salen ensintonía y ambas comenzamos a reír. 

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     — Es genial  — digo un segundo después, cuando Jared aún tienela más herida de las expresiones, aunque no se ha movido de suasiento — . Tienes buen gusto musical. Respeto eso. Sólo despídete de losinvergüenza. Y mantén estos viniendo.  — Levanto mi copa hacia él ytomo un trago largo. 

     — Deja de llamarme sinvergüenza a menos que estés tratando  deser echada a patadas de aquí. 

    ¡Ups! Supongo que lo empujé demasiado lejos. Pero no me sientomal por ello, y me encuentro citando a mi madre, aunque mis palabrassalen un poco más mal articuladas que las que ella alguna vez diría. 

     — A veces necesitamos a gente que sostenga espejos para lascosas que no podemos ver por nosotros mismos. 

     — Cariño, no eres un sinvergüenza  — dice Vera poniendo una

    mano sobre su brazo y lanzándome una mirada que no conozco losuficiente bien para interpretar —. Sólo eres… tal vez un pocodemasiado agresivo con las chicas bonitas. 

     Jared baja la mirada hacia su mano, donde ella está frotando supulgar a lo largo de su piel, quizás para tranquilizarlo. Oh . Tienesentimientos por él. Al instante me siento mal por ella. E irritada con él.Más aún con Teagan, sin embargo, porque aún sigo aquí atrapada. Mirohacia la salida, con la intención de que regrese. Pero, por supuesto, nolo hace, y nosotros tres caemos en un incómodo silencio con la músicaamplificada de Kylie sonando a través del aire. 

    Nadie habla. 

    Vera sigue sosteniendo el brazo de Jared. 

     Jared continúa tenso. 

    Yo sigo bebiendo mi Martini. 

    Nadie se mira entre sí. 

    Agarro uno de los nachos abandonados, y cruje ruidosamente en

    mi boca. Ahora los dos están mirándome. 

     —Así que… — fracaso en conseguir decir algo. Debería irme. Estoes tan incómodo. 

    Pero entonces Gage se acerca a nuestra mesa, y no hay unaoportunidad en el infierno de que vaya a ir a alguna parte. 

    Saluda a Vera y a Jared y asiente en reconocimiento hacia mí,sus ojos, que de cerca son de un color marrón oscuro, casi dorados, sequedan mirando mi rostro (oh, hola allí, hormigueos estallan en el centro

    de mi estómago ). La comisura de su boca se levanta, como si supieraexactamente lo que estoy pensando. 

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     — Hola. 

    Empiezo a responder antes de recordar la boca llena de Martinique acabo de beber, y todo lo que sale es un farfullo estrangulado. 

    Giro mi cabeza y toso en mi mano por lo que se sienten comohoras, mis mejillas estás en llamas  —  y definitivamente de un rojobrillante. 

    Estupendo. 

     — Buena presentación la de hoy.  —  Jared desliza su mano fueradel agarre de Vera y la estira para estrechar la mano de Gage. Gageduda un momento antes de tomarla. Tal vez no es un gran fan de Jared. Tal vez eso lo hace incluso más atractivo. 

     — Voy de salida  — dice — . Os veo mañana.  — Su mirada cae de

    nuevo en mí, sin embargo, no se da la vuelta para irse. Esta vez cuandotengo problemas respirando por un segundo, no tiene nada que ver conahogarse. 

     — Deberías quedarte y tomar una bebida. — Las palabras salen demi boca antes de que pueda detenerlas, trastabillando sobre mi lengua y rodando por mis labios, y si pudiera agarrarlas y tragarlas de nuevo,lo haría. 

    O… Tal vez no. Quizás me gusta esta versión atrevida de mí quedice lo que quiere decir. 

    Él se encuentra con mi mirada, con una media sonrisa divertidaen sus labios, dejando al descubierto dientes blancos, con un caninoligeramente torcido, y, no, en realidad no me arrepiento de mis palabrasen absoluto. Su boca. Esos labios. Esa perfectamente imperfectasonrisa… Si lo que dije lo convence de quedarse, sería una loca porarrepentirme de lo que dije. 

     — Siempre y cuando no tenga que beber nada así de rosa.  — Golpea ligeramente el borde de mi copa con un largo y delgado dedo. 

     — Soy Cassidy. — Levanto mi mano hacia él, porque si voy a ser laCassidy toda segura y despreocupada aquí, no voy a retroceder. 

     — Gage. — No duda en extender la mano esta vez, lo cual me poneun poco mareada, aunque lo escondo tomando el resto de mi bebida,que afortunadamente baja suavemente esta vez. Cuando él sostiene misdedos un segundo más de lo necesario, no me importa en absoluto. Ycuando mantiene su mirada en mí mientras se desliza en el asiento ami lado, con su expresión amigable –  y un poco sugerente –  mis labios securvan hacia arriba en respuesta. 

    Vera guiña hacia mí y ladea una ceja, toda conocedora. 

     — ¿Dónde está Zoey? — le pregunta a Gage. 

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    Él se encoge de hombros. 

     —Terminamos hace un mes… pensé que lo sabías. 

     — Ooooh, sí. Lo siento, lo había olvidado. — Pero lanza un segundoguiño en mi dirección cuando él no está prestando atención, y sé que hapretendido olvidarlo, así yo sabría que está soltero. 

    Levanto mi barbilla hacia ella en un silencioso agradecimiento.Me gusta esta chica cada vez más, independientemente de su aparentedebilidad por Jared, quien tiene una sonrisita engreída cuando dice: 

     — Zoey se fue hace poco para un viaje con sus padres. Pero estoyseguro de que volverá por aquí antes de que te des cuenta. 

    Gage se encoge de hombros una segunda vez, su rostrocuidadosamente imperturbable. Hay palabras implícitas entre él y Jared

    aquí, pero no puedo entender muy bien el punto esencial. ¿Por qué Jared sabe tanto de la exnovia de Gage en primer lugar? Aunque tal vezson amigos. Apuesto a que Jared y Vera salieron en citas dobles conellos alguna veces.

     Jared llama a otra mesera. La rubia de la sesión épica de besos deantes. 

     — ¡Oye, te vi! — Los efectos de mi martini más reciente empiezan anotarse, y puedo casi sentir el zumbido de todas mis inhibicionesvolando por la puerta —. Estabas detrás de esa esquina… 

     — Estaba  a punto de tomar vuestra orden de bebidas — me corta,sus ojos parpadeando una advertencia para jodidamente callarme.Supongo que también me reconoce. 

    El alcohol en mis venas quiere decirle lo caliente que fue el beso,lo sexy que era el chico con el que había estado, pero me muerdo lalengua y levanto mi copa vacía. 

     —  Tomaré otro de estos. 

    Gage pide una cerveza, Vera y Jared ron con Coca-Colas.

    Mientras esperamos, le pregunto a Gage cuánto tiempo ha estadotocando. 

     — Se siente como una eternidad.  — Entrelaza sus dedos y estirasus brazos frente a él. Tiene brazos largos. Musculosos, pero nodemasiado voluminosos, como Jared. Se ven suaves, y mis palmas secalientan con la necesidad repentina de colocarlas en la parte superiorde su piel. La envuelvo alrededor de mi copa vacía en su lugar. 

     —  Tu talento ha sido el tema de muchas de mis conversacioneshoy. — Más palabras que no pienso antes de hablarlas. 

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     — Le gustó tu cover de Franklin Charles  — añade Jared, aunquesu atención está en Vera. Supongo que estoy perdonada. Tal vez porquela mano de Vera está debajo de la mesa, y su brazo está doblado haciadonde simplemente podría conectar por encima de su rodilla. 

     — Una fanática de Franklin Charles. Genial.  — Esta vez Gage melanza una enorme sonrisa. Es un poco como una sacudida deadrenalina, y envía deliciosas vibraciones por los costados de mi cuello. 

    No sé qué se me ha metido hoy, pero como que lo estoydescubriendo. 

     — ¿Quién? — pregunta Vera. 

     Jared se ríe. 

     —  Tal vez debería contratar a Cassidy ya que ella sabe más acerca

    de música que la mayoría de mi personal. 

     — Si no tuviera algo increíble programado para el verano, inclusopodría aceptar  — digo. No puedo evitar imaginar cómo sería: verano enel sol, lleno de música. Nada de oficinas tipo cubículo ni trajesincómodos. Nada de besarle el culo al presidente ejecutivo… 

    Pero eso también significaría nada de padres felices y orgullosos. 

    La mesera  — Nicole es su nombre, de acuerdo a Vera —  nos traenuestras bebidas, junto con una ronda de tragos, incluyendo uno para

    mí, del cual dice:  —  Tequila. Patrón. Sólo porque me agradas mucho. 

    No le agrado. No me conoce por parte de ningún otro cliente aquí.Bueno, la mayoría de los otros VIP ya están en el concierto, pero aunasí. El trago es un soborno para mantener mi boca cerrada. 

     — Gracias. — Asiento – mensaje recibido –   y apuro el trago con todoslos demás. Ah, tequila, mi viejo amigo. Nada de pegajosa dulzura desandía, sólo un fuerte calor bajando por mi garganta hacia mi vientre.Niego con la cabeza cuando me ofrece una lima. 

     — Buena chica.  —  Jared está impresionado — . Dulce como unasandía e  intensa como un tequila. 

    Vera, chupando una lima, pone los ojos en blanco. 

     — Gracias, Nicole.  — Gage se limpia la boca con el dorso de sumano, limpiando la pequeña salpicadura de tequila de su boca. Sumuy, muy, sexy y besable boca. Debería dejar de mirarla fijamente. 

    Y lo haré. 

    En cualquier momento. 

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     — No hay problema. — Después de empujarme con su rodilla hastaque la miro, con una advertencia silenciosa más  – no habrá discusión delo que viste, ninguna –  se dirige de regreso a la barra. 

    Pero incluso si no puedo hablar de su beso, eso no quiere decir

    que no esté pensando en él. Recordando cómo se veía cuando ellaestaba sostenida contra la pared, la forma en que su chico juguete decabello rizado presionaba contra ella… Una vez más, me encuentronotando los atractivos dedos de Gage, ahora envueltos alrededor de sucerveza. Era tan talentoso usándolos en su guitarra. Me pregunto quéotros talentos tienen… Me pregunto otra vez cómo se sentiríanincitando sonidos de mí. Y pronto el tequila no es lo único calentandomi vientre. 

     — Así que, ¿por qué estás aquí en lugar de allá afuera?  — pregunta, señalando hacia la salida y el anfiteatro. 

     — ¿Conoces a la chica que estuvo antes, la del cabello rojo?Quiero decir, no digo que nos notaste ni nada. Había un montón degente aquí.  — Reponte, Cassidy . Niego con la cabeza, para limpiar elrevoltijo de palabras que tratan de forzarse a través de mi boca — . Comosea, mi amiga, Teagan, se enojó conmigo y me dejó aquí sin mi entrada. 

     — Eso apesta. 

     — No es como si me estuviera muriendo por ver a Kylie VanHavende todos modos. 

     — No, perderte a Kylie no es gran cosa, me refería a que apestaque tu amiga esté molesta contigo. 

     Tomo mi bebida. 

     — Ella lo superará. 

     —  Jared puede conseguir que entres al concierto — dice Vera — . Élsólo tiene que caminar contigo. 

     — ¿Oh, en serio ?  — Lo miro fijamente — . Es curioso cómo esto nosalió antes. 

     — Ni siquiera pensé en ello.  — Ni siquiera se inmuta. Quémentiroso. Casi le reclamo, pero cambio de parecer al último segundo.Por respeto a los sentimientos de Vera. 

    Y tal vez un poco porque prefiero estar aquí que allá de todosmodos. 

     —  Te llevaré.  —  Jared toma el resto de su ron y su Coca-Cola ycomienza a ponerse de pie. 

    Le hago señas con la mano para que vuelva a sentarse. 

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     — Estoy bien. No me siento con humor para lidiar con Teagan decualquier forma. 

     — Oh, ¿eso es todo? — Me provoca con una sonrisa ladina. 

     —  Tal vez. — Mis ojos se deslizan hacia Gage, y él ya está mirandohacia atrás. Sabe tan bien como Jared por qué todavía estoy aquí. 

    Y él también sigue aquí. La anticipación es una plumasusurrando a lo largo de mi bajo vientre. 

     — Lo hice, por cierto  — me dice más tarde, después de que Nicoleviene con otra cerveza — . Te noté. 

    El placer hace que mis mejillas se calienten, pero entoncesrecuerdo: 

     — Oh, cierto. Cuando la mesera dejó caer su bandeja.  —Sí… pero la primera vez que te noté, estabas viendo el beso  — 

    confiesa, bajando la voz, aunque Vera y Jared están perdidos en supropia conversación — . Vi la forma en que te ruborizaste. De la maneraen que estás haciéndolo ahora. Vi la forma en que mordiste tu labioinferior. 

     —Uh… — Mi rostro se vuelve más caliente, mitad avergonzado,mitad algo que no puedo nombrar y que está enviando pequeñassacudidas por mis brazos y mis costillas. 

     — Me distrajiste  — admite, inclinándose un poco más cerca — . Tureacción. Me hizo perder un acorde. 

    Aclaro el nudo de aire que parece haberse enredado en migarganta. 

     — No lo escuché. 

     —Probablemente porque había algo más en tu mente… comoahora, ¿todavía estás pensando en ellos? — Golpea ligeramente un dedocontra su boca — . Estás haciendo eso de nuevo. 

    Mordiéndome el labio, quiere decir.

     — Oh.  —  Tiene que haber una mejor respuesta para eso, pero mimente está empezando a ser un revoltijo. Y está este calor deslizándosea través de mí y no tiene nada que ver con la puesta del sol. 

    Me empujo contra la mesa para ponerme de pie, necesitandoestirar las piernas o caminar alrededor o, no lo sé, hacer algo paraexpulsar este repentino subidón de energía, pero cuando mis piesgolpean el suelo el mundo se inclina por completo. La primera cosa a laque me aferro es a Gage. Él me estabiliza, sosteniendo por los brazos, yexhalo: 

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     — Ni siquiera lo hago a propósito. 

     — No pensé que lo hicieras.  — La presión de su toque es suave,pero la piel de sus manos alrededor de mis brazos es áspera, igual quesu voz, y bajo la piel, me derrito en miel. 

     —Pensé que simplemente estiraría las piernas… — callo. 

     — ¿Por qué no te muestro los alrededores? — No me suelta. En vezde eso sus dedos se mueven a lo largo de mis brazos, rasgueando,rasgueando, rasgueando contra mí. 

    Asiento. 

    Vera tiene una pequeña sonrisa secreta, ya sea por mí y Gage opor el hecho de que la estamos dejando sola con Jared, no lo sé, y nome importa porque lo único en lo que puedo pensar es en lo mucho que

    me encanta la perfecta presión de los dedos de Gage alrededor de mipiel. 

     — Vamos — dice. Pero pasa otro buen rato antes de que suelte unode mis brazos, como si estuviera disfrutando de la conexión tanto como yo. 

     —  Traed otra ronda en vuestro camino de regreso — grita Jared amedida que nos alejamos. 

    El lugar está prácticamente vacío de todos a parte del personal,

    además de un par de VIP tomando ventaja de los baños con aireacondicionado, y estoy bastante segura de que la presentación de KylieVanHaven casi termina. Pero en verdad, de verdad no me preocupa laposibilidad de perderme a Demi Jane. De hecho, no quiero que Teaganregrese en absoluto. 

    Gage me presenta a un par de personas cuyos nombres olvido tanpronto como me los dicen. Él me muestra los alrededores; el Bar (pidoagua, y la bebo de un trago; él consigue otra cerveza y un trago), elpequeño jardín recubriendo el patio en medio del lugar, el escenario enel que se había presentado antes. Vera y Jared nos observan, pero no

    les presto nada de atención, dando vueltas, en su lugar, en el taburetegiratorio en el que Gage me sentó para algunas de sus presentaciones.Estoy mareada en un instante, sin embargo, él me ayuda a bajar, susmanos descansando un par de segundos más en mis caderas. Laubicación de sus dedos envía chispas volando por mis piernas y através de mi estómago. 

    Me deslizo un poco más cerca de él, y él hace señas hacia uno delos mostradores de comida, preguntando si quiero algo, una de susmanos todavía está sosteniendo ligeramente una de mis caderas. 

     —Quiero… no comida. — Niego con la cabeza.  — ¿Otra bebida? 

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     — Una bebida no es lo que quiero, tampoco.  — Pretendo sonarsexy, provocativa, pero mis palabras apenas salen legibles. Por logeneral soy mucho mejor coqueteando que esto. 

    Normalmente no soy alguien de múltiples y profundos Martinis. 

    Pero él entiende a lo que quiero llegar porque sus ojos seoscurecen y me lleva alrededor de la esquina donde vi por primera vez aNicole. 

     — Aquí hay un lugar que creo que conoces muy íntimamente. 

    No tan íntimamente como me gustaría, casi digo. En lugar de esoasiento con la cabeza. 

    Me pregunto si va a besarme. 

    Espero que vaya a besarme.  Trato de transmitir el mensaje con mis ojos, pero él está un poco

    borroso alrededor de los bordes y no estoy segura de sí incluso estoyenfocando exactamente donde debería, mucho menos si soy capaz deenviar cualquier tipo de significado a través de una mirada. 

    Él sigue hablando, hablando y hablando. Algo sobre bandas. Algoacerca de dónde es. Algo, algo, algo, pero continúo olvidando suspalabras en el momento en que salen de su boca. 

    Me está haciendo preguntas. Le estoy dando respuestas, aunque

    no puedo estar segura de su fidelidad. Nos estamos riendo mucho, asíque debo estar entreteniéndolo. O tal vez es al revés. 

    Está tranquilo por un momento demasiado largo  — él quiere quediga algo más, que responda una pregunta, pero he perdido elseguimiento de todas nuestras palabras de nuevo. 

    Y está mirándome a los ojos y luego mira mi boca. Me doy cuentade que estoy mordiendo mi labio, pero eso tiene su atención, así quecontinúo mordiéndolo entre mis dientes, tirando un poco. 

     — Allí vas, distrayéndome de nuevo.  — Su boca se abre en unasonrisa lobuna — . Pero esta vez lo estás haciendo a propósito, ¿no? 

     Tal vez, casi le digo, pero los primeros acordes de Demi Jadegolpean a través del aire, interrumpiendo la palabra antes de que tengala oportunidad de salir. 

     —  Tanto por el concierto — digo en su lugar. 

     —  Tanto por ello — está de acuerdo. 

    Nos miramos entre sí por un momento que parece eones. En un

    segundo estamos escuchando a Demi Jade cantar sobre su amanteperdido y al siguiente el mundo se vuelve silencioso a mi alrededor. Hay

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    una pausa eléctrica  — como la de ese momento después un truenoviolento, cuando todo lo demás es aspirado lejos —  y entonces mi bocaestá sobre la suya, o la suya sobre la mía, y está burlando mis labioscon su lengua. Lo dejo entrar, y sabe a cerveza, a sal y a menta. 

     Jesús, es talentoso con su lengua. Sus manos se envuelven alrededor de mi cintura, me da un tirón

    hacia él, mis manos están en su cabello y quiero comer su malditaboca, él sabe tan bien. 

    Me preguntó si tengo el sabor de la sandía y deboaccidentalmente haber preguntado en voz alta porque de algunamanera ambos nos estamos riendo, tomando aire, pero todo lo quequiero es perder mi aliento con él de nuevo. Me inclino, y él duda. 

     — Has bebido mucho. 

     —  También tomé agua  — contrarresto, deslizando mis manos a lolargo de su pecho, envolviéndolas alrededor de su cuello. 

     — Estoy bastante seguro de que un agua no anula todo lo demásque… — Pero es interrumpido. 

     —  Tú verdadera y jodidamente apestas.  — La voz de Teaganserpentea desde detrás de mí. 

    El momento se rompe, derrumbándose alrededor de mí, y me giro

    para encontrarla mirando penetrantemente, con los brazos cruzadossobre su pecho. 

     — ¿Regresaste? — pregunto, estúpidamente. 

    Entonces me está gritando, y yo estoy riendo de nuevo, pero no sépor qué. Tal vez porque tiene algunas malditas agallas para ser la queestá gritando. Se acerca a mí, agarrando mi brazo y tratando dearrastrarme lejos. Me tironeo fuera de su agarre, y Gage sostiene mimano y le dice, de una manera más educada de la que yo habríaempleado, que se tranquilice. Ella se burla de él y me dice que estoysiendo una tonta, y Vera aparece, preguntando si todo está bien, y lodecido en el momento: 

     — Me voy a quedar con Vera esta noche, Teagan. Deberíassimplemente irte. 

    Un momento pasa antes de que Vera levante un hombro, como sidijera: claro, ¿por qué no? Teagan le da una mirada sucia y hay másgritos, sobre todo hacia mí, y Jared llega, diciéndole que se vaya  — asíque lo hace, furiosa. Hay un poco de conversación sobre todo con Vera y Jared… Y otra bebida. O dos. Y Gage está dándome agua y yoderramo la mitad de ella en el suelo y entonces parpadeo de algunamanera y nuevamente sólo somos Gage y yo, y estoy envolviendo mismanos alrededor de su cuello, arrastrando su rostro de regreso hacia el

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    mío. Él protesta de nuevo, pero lamo las palabras de su boca, y él medeja. 

    Y él me lo permite. 

    Y él me lo permite. 

    Después hay más risas y más personas cuyos nombresinmediatamente olvido y nunca logro salir al patio para ver a Demi Jadeen el escenario. 

    Hay un viaje en taxi. 

    Una puerta abierta. 

    Una pared en mi espalda y las manos de Gage debajo de miplayera, rasgueando mi piel de nuevo hasta que no puedo quedarme en

    silencio. Otra puerta se abre y luego se cierra detrás de nosotros. Susurro

    lo que quiero hacer. 

    Y él me lo permite. 

    Y él me lo permite. 

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    Caemos juntos a una cama que no es mía, cayendo en suavessabanas y retorciendo, girando, curvando nuestro camino hacia lasalmohadas. Trepo sobre él y beso su boca, su rostro, su cuello. Entierromi nariz en su piel, inhalando el limpio y jabonoso aroma que se aferraa él, y paso mis manos por su cabello y sobre sus brazos y hombros. Supiel es cálida, tan cálida.

    ¿Cómo llegamos aquí?

    No puedo recordarlo y ni siquiera me importa porque todo lo queimporta es justo ahora.

    Nada del pasado. Nada esperando en el futuro. No hay peso sobremis hombros, ni tirones de ansiedad en mi barriga, todo ha sidoreemplazado con el hambre que está creciendo, gruñendo, corriendo,con cada caricia de las manos de Gage contra mi piel.

    Solo está el ahora.

    Y justo ahora, mi falda está alrededor de mis tobillos, mi camiseta

    en el suelo. Su camisa perdió botones en nuestro apuro, y suspantalones se han ido. Él está en bóxer e incluso esos son demasiado. Tiro de su pretina, pero él toma mi muñeca, sosteniéndola por encimade mi cabeza, bajando besos a lo largo de mi mentón, pausando parasusurrar en esa voz manchada de whiskey:

     — No hay prisa, Cassidy. Tenemos toda la noche. Déjamedescubrirte.

     Te equivocas, quiero decirle. Hay prisa. Tengo esta… esta cosa …construyéndose en mi sangre, martilleando bajo mi piel, suplicando por

    encenderse. No puedo encontrar las palabras, pero estoy retorciéndomecontra él, debajo de él, mostrándole lo que no digo.

    Me engatusa para ponerme de lado, sus manos viajando por micuerpo, arriba y abajo y arriba y abajo, masajeando y tirando yretorciendo y acariciando, y luego se inclina sobre mí, empujando mihombro hasta que mi pecho está presionado contra las sábanas y estoymordiendo la palma de mi mano contra la arremetida de sensacionesque se propagan hacia abajo por mi piel con cada movimiento que élhace.

    La humedad de su lengua arrastrándose por mi espalda baja. Elmordisco de sus dientes a lo largo de mi espina, volviéndose más filoso

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     y filoso todo el camino hacia arriba al espacio entre mi hombro y micuello, donde él se entretiene.

    Entretiene.

    Entretiene.

    Su peso deslizándose sobre mí, el calor de su amplio pechoderritiéndose en la piel de mis omóplatos. Sus brazos cubriendo losmíos, sus dientes en mi oreja, mi gemido contra las sábanas. El arco demi espalda mientras presiono mi cuerpo más duro contra el suyo,necesitando saciar el creciente dolor   entre mis piernas, presiono,presiono, presiono hasta que no queda más espacio entre nosotros.

    La aspereza del gruñido que crece desde lo profundo de sugarganta, y la forma en la que se endurece contra mí, sólido como unmazo. Me levanto en mis rodillas y separo mis muslos, invitándolo. Con

    un único movimiento fluido él que me gira sobre mi espalda sin que suslabios nunca dejen mi piel. Y luego mi lengua está en su boca y misuñas están excavando, arrastrando y arañando a lo largo de su espaldahasta que él fuerza mis brazos por encima de mi cabeza, sosteniéndoloscautivos con una mano mientras que la otra se arrastra por mis pechos y se burla por mi vientre y lentamente, muy lentamente, tan lentamenteque casi suplico, acaricia su camino entre mis piernas.

    La uña de su pulgar roza a lo largo del pliegue de mi muslo y susdedos están rasgándome como a una guitarra y mi respiración estáatrapada en mi garganta.

     —Quiero… Quiero…  — Las palabras se mezclan, indescifrables. Lanecesidad  de terciopelo líquido rugiendo a través de mí está haciendoimposible el derivar una sola onza de precisión a mis palabras o a mispensamientos.

    Él pausa para mirarme  — para realmente   mirarme, sus ojosbarriendo arriba y abajo por mi rostro —   y desliza sus manosapartándolas. Mis palabras murmuradas rompen nuestro hechizo dealguna forma, y él se sienta, la cama hundiéndose con su cambio depeso. Hay demasiado espacio entre nosotros ahora, y yoinmediatamente lo anhelo. A su mano. Sus dedos.

    Está hablando, pero las palabras caen para mí en salpicones ycharcos. Algo sobre mí habiendo bebido demasiado y no queriendoaprovecharse y un suave suspiro y que tal vez él había bebido mucho,también, para haber tardado tanto en darse cuenta de estas cosas…Pretendo hacer pucheros y decirle que se equivoca y tomar su mano ymostrarle exactamente qué era lo que yo quería. Pero cuando me estiropor su mano, fallo por una milla, y la mirada en su rostro me dice quesolo he confirmado lo que está diciendo. Toda esa acumulación, esaavalancha de placer, se desinfla en la más desagradable de las formas.La afilada energía a lo largo de mis terminaciones nerviosas lentamentepierde el filo de su presión, y me quedo vacía, frustrada.

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    Me empujo arriba para refunfuñarle, pero la habitación comienzaa girar. Él toma un hombro para estabilizarme, y en algún lugar, en laparte posterior de mi mente, la parte más chiquitita de mí se preguntasi quizás él está haciendo lo correcto. Aunque la humedad entre mismuslos dice lo contrario.

    Él hace como si fuera a irse, pero tomo su muñeca y me lasarreglo para decir, “Quédate,” justo antes de que mi cabeza golpee laalmohada y el peso del sueño me reclame.

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    Un par de palillos con puntas de plomo golpean el interior de micráneo como un tambor. Mi cabeza se siente tan fina como el papel, esun milagro que no perforen directamente al exterior.

    Mi boca es un desierto y la arena alinea mi garganta. En algúnlugar debajo de toda la arena hay un animal muerto. Puedo saborear elcadáver cuando trato de tragar. Puedo olerlo cuando exhalo. Me hacetener arcadas.

    Mis ojos han sido cubiertos de cemento mientras dormía. Sonimposibles de abrir. Me los froto, con cautela, y trato de nuevo, a mediocamino de encontrar el éxito.

    El mundo está borroso, y mientras espero que entre en enfoque,algo en mi estómago se retuerce desagradablemente. La combinación detemor y alcohol agriado. Los pensamientos se desenrollan lentamentede mi subconsciente. El concierto. Bien. Estaba en el concierto. Quémás... Ah. Teagan me abandonó y... Gage.

    Me acosté con Gage.Ay, Dios.

    Pánico cae en la mezcla en mi vientre. Echo un vistazo a uno yotro lado, encontrándome en una cama que definitivamente no es lamía, pero al menos estoy sola.

    Sí. Sola, y en nada más que mi ropa interior.

    Pasé la noche junto a Gage usando nada más que mi ropainterior.

    Como que lo recuerdo de esa manera, por lo menos.

    Gran parte de la noche está demasiado confusa para recordar conclaridad, pero una cosa es segura: hice mucho más que acostarme conGage. 

    Yo... ni siquiera puedo pensar en todo eso ahora mismo.

    Excepto que cómo puedo no hacerlo, teniendo en cuenta quetodavía estoy en la cama en la que caímos la noche anterior. ¿Es suya?Esta cama king-size con sábanas blancas enredadas alrededor de mis

    brazos, piernas y estómago.

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    Si entrecierro los ojos, puedo ver el resto de la habitación un pocomejor. Muebles de madera oscura descansan a lo largo de paredesgrises pálidas. Dos armarios y un escritorio, compensados por durosacentos blancos, velas y jarrones y pequeñas piezas de arteenmarcadas. Un espejo de pie cerca del armario cubierto con un

    puñado de collares. Tal vez son de la ex novia de Gage. Tal vez ella losdejó aquí.

    Pero todos son brillantes y relucientes, incluso en mi no-totalmente-enfocada visión. Demasiados buenos para dejarlos detrás. Tal vez ellos no están realmente separados, y anoche me convertí enuna rompe-hogares.

    Vale, Cassidy. Enfoquémonos en una paranoia a la vez.

    Mi instinto me dice que Gage no es alguien que sería capaz de

    engañar. Tiene moral. Nos detuvo ayer por la noche cuando estaba listapara seguir adelante.

    Él nos detuvo anoche.

    Más específicamente, me detuvo.

    Me encontraba tan borracha. Estaba tan imprudente, tandescuidada.

    Me estremezco y me hundo en una bola de lado y espero a que losvoltios completamente cargados de vergüenza pasen.

    Cuando puedo respirar de nuevo, busco mi falda. Tengo que salirde aquí. Me inclino sobre un lado de la cama, ahí está mi camisa, perosin falda. No está en el otro lado, tampoco. Me giro a través de lassábanas, mis dedos en busca de la tela de algodón, sin suerte.

    Mierda.

    No puedo simplemente salir de aquí en la ropa interior de ayer.Lentamente, con cuidado, me siento y ruedo hacia adelante sobre mismanos y rodillas, para buscar debajo de las sábanas, deslizándomehasta llegar a los pies de la cama. El alivio me inunda cuando misdedos se cierran alrededor de mi falda, hecha una bola entre el colchón y el estribo.

    Está agradable debajo de las sábanas. Oscuro, y cómodo. Tal vezsolo voy a esconderme aquí por el resto de mi vida. Excepto querealmente, realmente necesito encontrar un cepillo de dientes. Mirespiración está rebotando alrededor de mi cara, atrapada conmigo bajolas sábanas y... simplemente... grotesco. Me muevo hacia atrás de lascubiertas, conteniendo la respiración hasta que mi culo golpea lacabecera, y saco las sábanas de mi cabeza, exhalando tan duro que

    temo que puedo vomitar. Cierro los ojos y descanso la frente en lassábanas entre mis manos, respirando profundamente de nuevo.

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     — Parece que te encanta esa posición.

    Mis ojos se abren, y me congelo, la mortificación pinchando cadapulgada de mi piel.

    Gage.

    De pie frente a mí.

    Mientras estoy sobre mis manos y rodillas vistiendo nada másque ropa interior.

    A la mierda mi vida. En serio.

    Me empujo de nuevo sobre mis talones, agarrando las sábanascontra mi pecho. Mi cerebro rebota en mi cabeza de atrás hacia delantedebido al movimiento repentino y un pequeño gemido de dolor se

    escapa de mi boca. — No escuché... Quiero decir, no estoy...

    ¿Qué pasa con mi incapacidad para terminar las frases con estetipo?

     — Pensé que podrías querer un poco de café.  —  Tiene una taza enla mano, pero miro más allá, al pecho. Está desnudo y tonificado, y séexactamente cómo se siente presionado contra mi piel. Sus pantalonesestán desabrochados en la parte superior y colgando bajo en la cinturamostrando el más mínimo indicio del rastro feliz, apuntando como una

    flecha hacia abajo por debajo de la línea de sus calzoncillos tipo boxer.

     — Ay, Dios.  — Pedazos rotos de recuerdos chocan contra miconciencia, llevándome de una escena a la siguiente como si estuvieranconectadas por piezas trenzadas, cuerdas deshilachadas.

    Su lengua contra mi piel. Su boca en mi cuello. Sus dedosarrastrándose. Cada. Simple. Pulgadas de mí...

    Nop . No iré allí. No terminaré esta línea de pensamiento.Organízate, Cassidy. 

     — Un cepillo de dientes estaría aún mejor.  — Me tapo la bocamientras hablo.

    Saca uno, todavía empaquetado, de su bolsillo trasero.

     — Nosotros pensamos que sería posible que desearas uno de esos,también.

    Camina alrededor de la cama hacia mí, con los pies caminandosuavemente en la alfombra, y lo extiende. Lo tomo, y me arreglo parafrenar mi suspiro de agradecimiento antes de que salga de mi boca y le

    mate. Pero…

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     — ¿Nosotros?

     — Vera y yo.

     — ¿Vera está aquí?

    Sonríe con esa pequeña media sonrisa que me metió en este lío enprimer lugar.

     — Esta es su casa.

    Alivio se escurre a través de mí. Eso explica los collares.

     — ¿Sois compañeros?

    Niega con la cabeza.

     — En realidad, este es su cuarto.

    Eso realmente   explica los collares. Entierro mi cara en mismanos. Ya es bastante malo que me invitara a mí misma a la casa deVera, ahora que me acuerdo de esa parte, ¿pero me robé su habitación?¿A esta chica que he conocido, literalmente, por menos de veinticuatrohoras?

     — ¿Me odia?

    Ríe.

     — No. Incluso te preparó huevos en la cocina, si tienes hambre.Pero...  — Espera hasta que lo miro — . Sí pidió que le cambiemos lassábanas a su cama. Ya sabes, a causa de lo que hicimos en ella lanoche anterior.

    Sus palabras cuelgan en el aire entre nosotros.

    No me puedo mover.

    No puedo.

    Esto es tan embarazoso.

    ¿Y quién sabría que era posible sentirse excitado a pesar delrastro de una resaca?

     — Nunca me di cuenta de que podría ser tan agradable hacer quealguien se sonrojara.  — Extiende la mano y aparta un mechón de pelode mi frente.

     Tal vez debería coquetear en respuesta. Acariciar el espacio juntoa mí y decir algo provocativo. Retomarlo donde lo dejamos anoche. Perosoy demasiado cobarde, estoy demasiado resacada. Solo quierodesaparecer. De él, de esta habitación, de los gráficos  flashbacks  de lanoche anterior que siguen palpitando a través de mi mente.

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    Y realmente necesito hacer algo respecto a mi aliento.

    Me envuelvo con más seguridad en una sábana y me deslizo fuerade la cama con ella, escapando, pasando junto a él y entrando al cuartode baño. Cierro la puerta tras de mí, apoyándome en ella por un

    segundo para combatir el remolino de náuseas y vergüenza. Encuentropasta de dientes en el mostrador y me tomo mi tiempo para cepillarmelos dientes frente al espejo brillante sobre el lavabo de Vera, haciendouna pausa para fruncir el ceño ante mi reflejo, las manchas de rímelbajo mis ojos, el cabello por-todo-el-lugar, la más mínima mancha deun moretón en la base del cuello.

    Uh, espera.

     — ¿Eso es un chupetón?  — Escupo la pasta de dientes y meinclino por una mirada más cercana. Sí. Lo es — . ¿Qué es esto, octavo

    grado?Casi estallo de vuelta en la habitación para echarle a Gage la

    bronca por ello, pero en primer lugar eso significaría traer la noche deayer a conversación de nuevo, lo que significa que seguiré reviviéndolo,lo que simplemente no va bien junto con esta resaca. Y en segundolugar, tengo que hacer algo con el maquillaje corriendo por mi rostro.

    Extraigo una gota de jabón de cara y salpico un poco de aguasobre mi piel. La encimera de Vera está abastecida con lociones yperfumes y más maquillaje del que he visto nunca en un solo lugar,pero por mucho que me encantaría refrescarme un poco más, no laconozco lo suficiente como para simplemente utilizar todas sus cosassin preguntar. Ojala hubiera pensado en llevar mi bolso conmigo, almenos hay un poco de brillo de labios ahí. Y un cepillo para el cabello.

    Meto la maraña despeinada de mi pelo en un moño desordenado,atándolo en sí mismo ya que no tengo ningún sujetador para coletas. Tendrá que funcionar. Ah, pero muestra mi cuello y la marca que Gagedejó.

    Pensándolo bien, robo la más pequeña cantidad de corrector de lacolección de Vera, suavizando el chupetón. Es un tono mucho másligero de lo que normalmente usaría, pero ayuda a ocultar la sombrapúrpura oscureciendo mi piel, casi por completo, pero todavía está allísi sabes qué buscar.

    A pesar de que tener una mordida de amor es la menor de mispreocupaciones en este momento.

    Debería volver ahí. Tengo que salir del cuarto de baño. Tengo queenfrentar la realidad, ir a casa, pero ese pensamiento trae una nuevaoleada de náuseas... Tal vez solo voy a tomar un pequeño descansoprimero.

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    Me siento en el borde de la bañera, sosteniendo la cabeza entrelas manos y usando los dedos para presionar en contra de todos loslugares que actualmente palpitan alrededor de mi cráneo. Vera debetener Tylenol  por aquí, pero no voy a husmear en sus gabinetes por ello.He invadido ya demasiado su casa.

    Pero eso significa que tengo que dejar la seguridad del baño. Tengo que enfrentar a Gage.

     Tomo unas cuantas respiraciones profundas, tanto para aliviarlas náuseas como para prepararme para el mundo real, y luego re-envolverme a mí misma en la sábana y abrir la puerta del baño.

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    Gage vestía su camiseta y estaba sentado a los pies de la cama,mi falda y mi blusa en sus manos. Cuando caminé dentro de lahabitación, detuvo las prendas frente a mí y giró su cabeza dejándomevestirme.

     —Bien, bueno… debería irme. — Me doy cuenta, sin embargo, queno tengo idea de cómo llegar a ningún lado. Llamar a un taxi, supongo.

     — Escucha — dice, esperando hasta que lo miro — . Me siento comoun idiota.

    ¿Pasó algo que yo no recuerde? Vacilo al preguntar.

     — ¿Por qué?

     — Bebiste demasiado anoche.

     — ¿Eso no me hace a mí la idiota?

    Él cruje una sonrisa.

     — Yo no actué muy responsable.

     —Um, nosotros no… — Ugh, no quiero decirlo — . Nosotros no, túsabes, lo hicimos … y fue todo gracias a ti. 

     — Probablemente no debimos hacer nada  — dice, un brillo dearrepentimiento cruza sus cálidos ojos ámbar — . No debí habertemolestado esta mañana. Te hice sentir incómoda, y… bueno, me sientocomo un idiota.

     — Estoy incómoda porque no creo haber tenido una resaca como

    esta en toda mi vida.  — Me siento en el lado opuesto de la cama,apoyada en la cabecera. Llevo una almohada hasta mi regazo — . Lanoche pasada fue… — Me detengo cuando eso me golpea. La nochepasada fue la primera noche que tuve en años, sin sentirme triste. Oansiosa. O tensa. Aunque todo eso esté quedándose atrás ahora. Hagotodo lo posible por detenerlo y me obligo a mantener el contacto visualcon Gage — . No me arrepiento por la noche anterior, ni una sola partede ella.

     —Probablemente no ahora, pero… 

     — No me arrepiento, incluso si no nos hubieras detenido de ir máslejos. — Froto la tela de la funda entre mis dedos. Tanto para no hablar

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    de ello. Pero él se siente tan mal, no puedo dejarlo pensar que cometióalgún error. Pero tampoco puedo mirarlo cuando digo mis siguientespalabras —. Yo quería… que me tocaras. Mucho antes de estar ebria. 

    El fuerte tirón en mi vientre, cortando las náuseas y el hambre

    floreciente, me hace darme cuenta lo mucho que me gustaría que metocara de nuevo.

     — ¿En serio?  — Él suena aliviado, y yo me arriesgo a mirar surostro. La preocupación en su rostro sustituida con un brillo malvado — . ¿Eso significa que puedo verte de nuevo?

     — Creo que eso me gustaría. — Sabía que lo haría.

     — La siguiente podemos intentarlo sobrios, con una cena en lugarde bebidas.

     — Oh, ya veo. ¿Algo público entonces? ¿No me querrás de nuevoen la cama?  — La felicidad que fluye a través de mí, recalca mi ladocoqueto. Él quiere verme de nuevo. Esto no fue solo de una noche. O loque sea como una noche sin sexo se llame. Incluso si puedo tener unanoche más con él, una noche más como la pasada, donde todo por loque hay que preocuparse es divertirnos y la forma en que los labios deGage se sienten, el sabor de su boca. Sus magníficos y ágiles dedos…firmando directamente encima de mí.

     — No me parece que los lugares públicos realmente te detengan. — Sonríe abiertamente ahora, y mis labios se curvan hacia arriba

    reflejando su expresión.

     — Entonces, definitivamente necesitamos bebidas en esa cena.

     — No. Si voy a tomar ventaja de tu ridículo cuerpo, quiero a esosbonitos ojos verdes limpios para observar.  — Él está de pie, tendiendouna mano — . Y, por si no delaté lo suficiente, amor, te quiero de nuevoen la cama.

    Enlazo mis dedos en los suyos, vacilando un momento,disfrutando del brillo que florece en mis costillas.

     — Si no tuviera tanta resaca, y no estuviera mortificada por robarla cama de Vera, te empujaría aquí y te daría una oportunidad ahoramismo.

     — Si no hubiera escuchado rugir tu estómago por los pasadoscinco minutos, probablemente la aceptaría.

    Oh diablos. Estúpidos ruidos hambrientos.

    Él me da un tirón y se mantiene cerca, susurrando.

     — Y si sigues hablando de esa manera, me forzaras a tener undesayuno bastante incómodo.

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    Hago mi mayor esfuerzo por ignorar la corriente que sus palabrasenvían por toda mi piel. Concéntrate en la necesidad más fácil desatisfacer. Trago la saliva extra que se forma en mi boca.

     — ¿Dijiste algo a cerca de huevos? Porque podría asesinar a

    alguien por un desayuno ahora mismo. — Hay tostadas, también.

     — ¡Debiste haberlo dejado ahí!  — Doy un paso hacia la puerta,repentinamente hambrienta para la sequedad salada de tostada en miestómago lleno de alcohol.

    Él no deja ir mi mano, en su lugar, me hala hasta que quedamosa una pulgada de distancia. Mi nariz está al nivel de su pecho. Inclinasu cabeza, hasta que su boca está a un suspiro de la mía.

     — ¿Y perder esta conversación? Ese es exactamente el por qué nomencioné la tostada. Sé cómo las resacas se sienten, hubieras estadofuera de aquí en un instante.

    Lo que, por alguna razón, me recuerda.

     — ¿Sabes cómo se siente dar un chupetón?

    Él no dice nada, así que inclino mi cabeza, extendiendo mi cuellopara que vea. Un segundo después se ríe, aliento mentolado por todo mirostro.

     — Es tu culpa.

    Me enderezo, y su boca está muy cerca de nuevo.

     — ¿Cómo es eso?

     —  Tu piel no debería saber  — su boca está sobre la mía, el másligero toque…— , tan —  y otra vez — , bien.

    Otra vez.

    Otra vez.

    Sus labios son esponjosos y suaves contra los míos. Me presionocontra él, pensando que podría estar así por siempre, pero mi estómagotiene otras ideas y gruñe ruidosamente, no estaría sorprendida si lagente de tres departamentos abajo pensara que fue un terremoto.

    Él ríe y toma mi mano otra vez, y la suelta para colocarla en mirostro (tan sexi).

     — Ven.

     — Sí. Dame huevos y tostadas o dame la muerte. — ¿Un poco de Abe Lincoln para empezar el día?

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     — Patrick Henry, de hecho.  — No quiero parecer una sabelotodo,pero eso es lo que parece — . Quiero decir, no es que él lo haya dicho acerca de su desayuno. — Ahora solo sueno como una idiota. Genial.

     — Lo sé.  — Él sonríe como lobo de nuevo — . Solo te estaba

    probando. — Claro  que lo estabas. — Sonrío de vuelta.

    Caminamos fuera de su dormitorio, dentro de un apartamentomás espacioso de lo que recordaba. Bien, bueno, realmente no recuerdonada, para ser honestos. Todo es bastante abierto, y las paredes estánpintadas en sutiles colores cafés. Pósters de moda enmarcados colgadosen los muros, mezclados con unos más pequeños y abstractos, todosrosas, blancos y dorados. Vera está sentada en la sala de estar en unmullido sofá azul marino con rayas blancas, hojeando una revista de

    chismes. Su cabello está perfectamente estilizado, y su rostro estaradiante, a pesar de que no tuvo acceso a su baño. Ella está en suspantalones de pijama y una blusa sin mangas, de alguna manerahaciéndolo ver bien todo junto. Se endereza en cuanto nos escucha.

     — Hola.

     — Hola.  — Agito mis dedos en una pequeña ola —. Yo… uh…lamento haber robado tu cama.

     —  Tú le diste más uso del que ella le daría. —  Jared está sentadoen una mesa de madera oscura, en la cocina. No lo había notado, pero

    el destello de la noche pasada, un recuerdo con él, riendo con nosotrosen el taxi y luego… ¿pagando al conductor, tal vez? Después de eso,todo lo que veo es a Gage. Jared apuñala un plato de huevos con untenedor, murmurando algo que no alcanzo a escuchar.

    Vera le lanza una mirada antes de responderme.

     — Está bien. De cualquier forma, había olvidado lo cómoda que micama de invitados es.

     — No puedo decir lo mismo de tu sofá.  —  Jared se empuja lejos de

    la mesa, llevando su taza para rellenarla en le cafetera. — Hagamos que la chica coma algo.  — Gage corta, jalándome a

    través de la cocina e ignorando la tensión entre los otros dos. Oprobablemente no lo notó. Los chicos pueden ser algo indiferentes.Debería estar bien. Disparo a Vera una mirada de preocupación peroella pone los ojos en blanco y sacude su cabeza.

    Un momento después, estoy en la mesa con Gage, engullendohuevos revueltos, tostadas y una taza de café recién hecho, la otra laolvidé en el dormitorio de Vera, y no podría estar más despreocupada

    por la tensión. No me importa nada más que la comida cayendo a miestómago.

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     — Este es el mejor desayuno que he tenido.

     — El secreto está en la grasa del tocino — dice Vera.

    Aunque el pensamiento de la grasa del tocino… hago una pausa ytomo algunas respiraciones profundas.

     — Dejemos que el ingrediente siga en secreto.

    Ella ríe, cambiando de página.

     — Claro.

     — Entonces  — Gage retira un mechón desordenado de su frente,las esquinas de su boca torciéndose en una media sonrisa — ,probablemente no quieras pensar en… digamos… ¿un grasososándwich de cerdo?

     — Oh Dios. Detente.  — Bajo mi tenedor, mi estómago dandovueltas.

     — ¿Ni siquiera uno en un cenicero sucio?

     — ¿Qué estás haciendo ? — Respira. Respira. Respira. Inhala por lanariz. Exhala por la boca. Me reflejo en la sonrisa que lleva puesta.

     — No lo pude resistir.  — La sonrisa se vuelve ahora en unadeslumbrante — . Un viejo hábito de mis compañeros del año pasado.Observar cómo sufrían por sus resacas, era un placer algo enfermo.

     — ¿No tuviste suficiente placer la noche pasada?  —  Jared sonríepor encima de su taza.

     — Amigo, no seas idiota.  — Gage frota su nuca en cortos yespasmódicos movimientos. Finge indiferencia a pesar de que sus ojosdelatan su irritación.

    No me molesto en pretender ser genial.

     — Asqueroso, Jared. ¿No discutimos a cerca de ti siendo sórdidoayer? Porque claramente parece que no lo entendiste.

     — Lo siento, lo siento.  —  Jared levanta sus manos en señal derendición — . Solo trato de entretenerme un poco, desde que anochealguien  me decepcionó.

     — Suficiente.  — Vera se levanta, su revista golpeando el suelo — .Dios, Jared. Solo detente. Tal vez si tú no hicieras comentarios comoese… no son necesarios. 

     — No es que nunca sean necesarios — agrego.

     — ¿Qué? — Él mira de un lado a otro entre nosotros, señalando aGage — . ¿Él puede molestarte, pero yo no puedo ni hacer una broma?

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     — Hacerme asquear por mi resaca es cruel   — encajo mi rodilla enGage debajo de la mesa — , pero él estaba bromeando, y tú solo estassiendo molesto.

     — Exacto.  — Ella se deja caer en la silla vacía de la mesa,

    frunciendo el ceño — . Tal vez solo deberías irte. — Está bien, lo entiendo. Mi error.  —  Jared da una mordida a su

    tostada, cuando nadie le dice nada, suspira — . Soy un idiota a veces. Túsabes que no es en serio.  — La última parte dirigida a Vera cuyaexpresión se ablanda ligeramente.

    Reconocer que uno actúa como un culo misógino (o como Jaredse llamó a sí mismo, idiota) no cuenta si no haces nada para cambiarlo.Pero muerdo el comentario en mi lengua, y en su lugar digo:

     — Si alguien debe irse, sería yo. Necesito llegar a casa.

    Me levanto y llevo mi plato hasta el fregadero, reteniendo mialiento para no pensar lo que significa llegar a casa.

     —  Te llevo — dice Gage, siguiéndome con su plato.

     — No tienes por qué hacerlo.

     — Quiero hacerlo.

     —  Tal vez viva a una hora de aquí. — No creo que lo haga.

     —  Tal vez eso me dé más tiempo para pasar contigo.

    Disculpadme mientras me derrito en un charco, aquí en la cocinade Vera.

     — Esto  — dice Vera, llegando al otro lado de la mesa y encajandosu dedo en el hombro de Jared — . Esa es la c