revive 2021 ogramas

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REVIVE 2021 GUÍA DE PROGRAMAS

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UNIÓN MEXICANA DE CHIAPAS

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Jornada de evangelismo

público

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BÚSQUEDA INCOMPARABLE

Martes 23 de marzo 2021

Lucas 15: 1-7.

INTRODUCCIÓNA lo largo de estos temas analizaremos las tres parábolas registradas en Lucas

15. Algunos le llaman a este capítulo «El Evangelio dentro del Evangelio». Estas parábolas surgieron de una situación determinada. Los escribas y los fa-

riseos se escandalizaban de que Jesús se asociara con hombres y mujeres que los judíos practicantes consideraban pecadores. Los fariseos ponían en la misma categoría a todos los que no cumplían todos los detalles de la ley tradicional, y los llamaban la gente de la tierra; y había una barrera infranqueable entre estas dos clases de personas. Un fariseo tenía prohibido hospedarse en casa de un hombre de la tierra e invitarle a la suya. Tenía prohibido hasta donde fuera posible no tener ningún trato con él. Los fariseos tenían el propósito deliberado de evitar todo contacto con los que no cumplían todos los detalles de la ley tradicional. Está claro que se escandalizaban a tope de que Jesús se relacionara con gente que ellos consideraban no sólo extraños, sino pecadores, cuyo solo contacto contaminaba (William Barclay).

Así es como Jesús a través de estas tres parábolas muestra su misión: vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Analicemos la primera: “La oveja perdida”. En ella hay tres situaciones en que se encuentra la oveja y las veremos a continuación.

DESARROLLO

LA OVEJA PERDIDALa parábola comienza diciendo “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ove-

jas, si pierde una de ellas…” (vers. 4) La oveja perdida representa al pecador apar-tado de Dios y expuesto a ruina segura si no es llevado de vuelta a Él, ¿aunque no desee regresar (Matthew Henry)? La pregunta entonces es ¿por qué está perdida?

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¿qué puede causar tal situación? Está perdida al menos por dos razones: por su naturaleza inquieta y despreocupada, y por estar lejos de su dueño.

A. Por su naturaleza inquieta. Estos animales son muy fáciles de extraviarse, pierden el rumbo con facilidad, por eso es tan importante la figura del pastor. Y en aquellos lugares el pastoreo es muy diferente al que nosotros conoce-mos. Buscar lugares donde haya alimento y agua no es tarea fácil, eso ayuda a que se extravíen con mayor facilidad, pues exploran gran cantidad de terre-no. Así somos nosotros, la Biblia nos describe en estas palabras: “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Romanos 3: 10-12).

B. Por estar lejos de su dueño. Mientras las ovejas están cerca del pastor todo está bien, bajo control, están seguras. El problema es que con frecuencia se alejan de él, el dueño es el único que puede hacerlas que salgan de esa condición de perdición.

«Estas almas a quienes despreciáis, dijo Jesús, pertenecen a Dios. Son su-yas por la creación y la redención, y son de valor a su vista. Así como el pastor ama a sus ovejas, y no puede descansar cuando le falta, aunque sólo sea una, así, y en un grado infinitamente superior, Jesús el buen pastor te está buscando, siempre lo ha hecho, esa ha sido su obra desde que Adán y Eva cayeron, ¿dónde estás? fue la pregunta que hizo a nuestros padres y desde entonces Él siempre toma la iniciativa de buscarnos.

LA OVEJA BUSCADA¿Has perdido algo de mucho valor y por más que tratas de recordar dónde lo pu-

siste no lo encuentras? ¿Qué tal perder “momentáneamente” a un hijo? Hace unos años atrás cuando mi hijo era aún pequeño (quizá un año o año y medio), sucedió algo que aún nos estremece. Yo estaba preparando un material para una reunión de laicos, y recuerdo muy bien que mi esposa estaba poniendo ropa en el tendero para secarla, cuando de pronto entra a la sala y pregunta ¿dónde está Andrés? Lo llamamos por su nombre y buscamos en la casa, pero no estaba, en eso escuché el claxon de un auto que sonaba con insistencia, reaccioné de inmediato y salí a la calle para ver la siguiente escena: mi hijo sentado en plena calle y un auto parado frente a él. Afortunadamente vivíamos en un fraccionamiento pequeño donde no transitan tantos autos. Sólo recuerdo que tomé a mi hijo en mis brazos y el chofer en tono muy molesto me decía muchas cosas, era tanto mi nerviosismo que no es-cuchaba lo que decía, sólo le repetía gracias, gracias, y entré corriendo a la casa. No todos los finales son felices, pero gracias a Dios este lo fue.

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La parábola continúa diciendo: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” (ver. 4). ¿Ya notaron algo curioso en este relato?, ¿qué porcentaje representa la oveja que se perdió? ¡Es el uno porciento! ¡A Jesús le importa el uno porciento! Cualquiera puede razonar: “no es nada una de cien, se comprará otra, no vale la pena arriesgar la vida por una”. ¿Cuánto vale una oveja en esta zona, $1500, $2000? De hecho, este no sería un hombre pobre pues estamos hablando de un rebaño considerable. Supongamos que una oveja vale 1500 multiplicado por 100 serían $150,000.00 Así que perder 1500 no sería gran cosa, pero este relato realza aún más el amor de Jesús por nosotros: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5: 8).

En la parábola, el pastor va en busca de una oveja, la más pequeñita de todas. Así también, si sólo hubiera habido un alma perdida, Cristo habría muerto por esa sola.

LA OVEJA ENCONTRADALa parábola termina con un final feliz: “Y cuando la encuentra, la pone sobre sus

hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Go-zaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento (Lucas 15: 5-7).

“Con cuánto alivio siente a la distancia su primer débil balido. Siguiendo el so-nido, trepa por las alturas más empinadas, y va al mismo borde del precipicio con riesgo de su propia vida. Así la busca, mientras el balido, cada vez más débil, le indica que la oveja está por morir. Al fin es recompensado su esfuerzo; encuentra a la oveja perdida. Entonces no la reprende porque le ha causado tanta molestia. No la arrea con un látigo. Ni aun intenta conducirla al redil. En su gozo pone la temblo-rosa criatura sobre sus hombros; si está magullada y herida, la toma en sus brazos, la aprieta contra su pecho, para que le dé vida el calor de su corazón. Agradecido porque su búsqueda no ha sido vana, la lleva de vuelta al redil” (Palabras de Vida del Gran Maestro, 147).

Jesús el buen pastor y todo el cielo desean repetir esa escena de gozo contigo, quiere tener un argumento más de que su sangre no fue derramada en vano.

CONCLUSIÓNQueda claro que nuestra condición por naturaleza es de perdición, pero puede

cambiar. Jesús nos ama tanto que dejó en el cielo su trono para venir a buscarnos

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personalmente y ahora quiere encontrarse contigo y darte la condición de salva-ción.

Una de las historias de búsqueda y rescate más impresionantes fue la ocurrida a continuación. El derrumbe de la mina San José (Chile) se produjo el jueves 5 de agosto de 2010 alrededor de las 14:30, dejando atrapados a 33 mineros a unos 720 metros de profundidad durante 69 días. El domingo 22 de agosto, 17 días des-pués del accidente, los mineros fueron encontrados con vida, con considerables síntomas de desnutrición. En ese tiempo se habían organizado para racionar la muy escasa alimentación encontrada en el refugio, potabilizar agua y sostener un espíritu de solidaridad que les permitiera mantener el optimismo y la convivencia.

Comenzaron entonces las tareas para abrir un pozo suficientemente ancho para poder enviar una cápsula de rescate hasta el refugio, disponiéndose a tal efec-to tres planes alternativos. En este lapso, los sobrevivientes fueron alimentados y monitoreados a través de la perforación inicial, a la vez que se comunicaban con los familiares que se habían instalado en un asentamiento conocido como “Campamento Esperanza”. Tras 33 días de perforaciones interrumpidas sólo por problemas en la maquinaria, uno de los tres planes, el B, con la máquina Schramm T130 consiguió «romper fondo» a 623 metros de profundidad. Luego de encamisar parcialmente la perforación comenzó la extracción de los mineros mediante una cápsula individual, a las 00:00 hrs del miércoles 13 de octubre, y diez minutos des-pués se logró traer a la superficie al primer minero, continuando con los siguientes, a un ritmo de cerca de uno por hora.

Hasta la fecha es el mayor y más exitoso rescate de la historia de la minería a nivel mundial, siendo el evento con mayor cobertura mediática de esas caracte-rísticas con alrededor de 1000 a 1300 millones de telespectadores (sólo superado por el funeral de Michael Jackson de 2009 y superando por más de 400 millones de telespectadores a la misión del Apolo XI de 1969).

Si en esta tierra puede haber una búsqueda tan costosa (29 millones de USD), ¿puedes imaginar lo que costó al cielo la búsqueda de esa oveja perdida? Pero el costo no importó porque Jesús venía a rescatar a los suyos, le pertenecían, tal como le pertenecemos hoy, aunque a veces somos inconscientes o ingratos de este hecho.

Ptr. Gamaliel Méndez HernándezCatedrático de TeologíaUniversidad Linda Vista

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EL VALOR DE UN ALMA

Miércoles 24 de marzo 2021

Lucas 15: 8-10.

INTRODUCCIÓNContinuando con la serie de parábolas registradas en Lucas 15, nos enfocare-

mos en los versículos 8-10: “La moneda perdida”. Recuerden que estas parábolas presentan el evangelio de una forma especial y clara a la vez, era la forma como Jesús quería que entendiéramos el amor por los “perdidos”. Vamos a explorar tres lecciones importantes que nos deja esta parábola.

DESARROLLO

1. EL EXTRAORDINARIO VALOR DE UN ALMAEl versículo 8 comienza diciendo: “¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pier-

de una dracma…” Es interesante que Lucas tome en cuenta a las mujeres, ya que en la parábola anterior se dirigió a los hombres. Este escritor del evangelio tiende a incluir a ambos géneros en sus relatos, algo que quizá tenga la intención de influir en la mente “machista” de sus oyentes. Finalmente, el pecado nos ha contaminado a todos, hombres y mujeres, y la oferta de salvación igualmente es incluyente.

Lo primero que salta a la vista es el valor de una moneda, una sola. ¿Qué tenía de especial una simple moneda? Hay varias pistas que podemos ir juntando, va-mos a explorarlas.

Una dracma era una moneda griega que tenía aproximadamente el mismo valor del denario romano (CBA). Era el jornal de un día en Palestina (aunque a las muje-res se les pagaba la mitad del valor de una dracma, lo que equivaldría a dos días de trabajo). Los obreros vivían al día. Tal vez el perder aquella moneda desequili-braba la economía familiar, o ponía en peligro la comida del día.

«La dote matrimonial de la esposa consistía por lo general en monedas, que ella preservaba cuidadosamente como su posesión más querida, para transmitirla a sus hijas. La pérdida de una de esas monedas era considerada como una grave

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calamidad, y el recobrarla causaba un gran regocijo que compartían de buen grado las vecinas» (Palabras de Vida del Gran Maestro, 151). Barclay agrega algo más: “El adorno de una mujer casada era una diadema formada por diez moneditas de plata enlazadas con una cadenita de plata. Era el equivalente del anillo de boda, cuyo valor era aún superior al precio. Se consideraba algo tan personal que no se podía expropiar por deudas. Tal vez se trataba de una de esas monedas, y la mujer la buscaba como buscaría una casada ahora su anillo de boda”.

Ahora entendemos mejor por qué tanto alboroto por una “simple” moneda, real-mente tenía mucho valor, tanto de adquisición como sentimental. Así es el valor de un alma a los ojos de Dios. Curiosamente sus mejores sermones (de Jesús), fueron expuestos ante la audiencia de una sola persona: la Samaritana, Nicodemo y Pilato, entre otros. Ya vimos anoche que una sola alma perdida hubiera bastado para activar el plan de salvación. Surge entonces la pregunta ¿qué nos hace valer tanto a los ojos de Dios?, ¿realmente tenemos valor? Déjame mostrarte con la Biblia en dónde radica tu valor.

A) El valor radica en tu origen. Dice Génesis 1: 26-27 lo siguiente: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra seme-janza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Somos importantes porque venimos de la mano de Dios, ¿puedes dimensio-nar eso? Si fuimos hechos a su imagen eso implica varias cosas como, por ejemplo: semejanza física, lo que sugiere facultades racionales, semejanza moral, semejanza emocional, y libertad de elección (William Shea).

El enemigo ha atacado ferozmente el relato bíblico de la creación, ideas como la “evolución Darwiniana” han socavado la fe de muchas personas. Esta creencia es tan importante en la Biblia que forma parte del mensaje del primer ángel.

En el mundo antiguo los dioses estaban hechos a la imagen de los seres humanos, mientras que en la Biblia los seres humanos fueron hechos a ima-gen de Dios. No importa cuánto te alejes de Dios por el pecado, conservas la imagen de Dios, su imagen no se ha borrado del todo, le perteneces, él te hizo, te creó, te formó con sus propias manos. La próxima vez que pienses que no vales piensa en esto.

B) El valor radica en el precio que se pagó por tu salvación. El apóstol Pedro declara: “sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir,

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la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 Pedro 1: 18, 19). Sí, escuchaste bien, Cristo derramó su sangre en la Cruz, porque eso exigía el pago por cada uno de nosotros, por ti y por mí, y no escatimó nada con tal de ofrecer dicho pago. Alguien hubiera pensado: ya los formé, es su problema si se pierden, pero no obstante con reclamarnos como suyos por creación ahora somos suyos doblemente por redención. ¿Entiendes? por más que te hagas el desentendido sólo tienes un dueño: “Jesús”, incluso si no lo quieres aceptar, él es tu dueño, creador y redentor. Y ahí radica tu valor, ¡eres hijo del Rey! Ya no vivas más como un mendigo, ven a él para restaurar tu valor.

2. LA EXTRAÑA CONDICIÓN DE UN ALMA Noten la declaración de Lucas: “si pierde una dracma…” (vers. 8), no dice si se

pierde. La moneda no puede extraviarse por sí misma, no está consciente de su situación a diferencia de la oveja que se siente y sabe que está perdida, lejos de su pastor.

Ellen White explica que: «La moneda perdida simboliza a los que están perdi-dos en sus faltas y pecados, pero no comprenden su condición. Están apartados de Dios, pero no lo saben. Sus almas están en peligro, pero son inconscientes e indiferentes. En esta parábola, Cristo enseña que aun los indiferentes a los requeri-mientos de Dios, son objeto de su compasivo amor. Han de ser buscados para que puedan ser llevados de vuelta a Dios» (Palabras de Vida del Gran Maestro, 151).

Esta parábola entonces puede representar a los que dicen: “así estoy bien”, “soy mejor que muchos cristianos”, “no necesito de Dios”, “no es necesario bautizarse, con que tenga fe es suficiente”, “la religión es para los débiles”, “no he cometido grandes pecados”, etc. Realmente hay gente que piensa así, están perdidos, pero no se dan cuenta, no sienten la necesidad de perdón y salvación.

Marcos 8: 36, te invita a que hagas un autoanálisis, ¿estaré experimentando el orgullo y la suficiencia espiritual? Si la respuesta es positiva, pide perdón a Dios y acepta la salvación que te ofrece a través de nuestro Salvador Jesucristo.

3. EL GOZO QUE PROVOCA UN ALMA La parábola termina diciendo: “Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y

vecinas, diciendo: “Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (vers. 9-10).

«Es fácil imaginar la alegría de la mujer cuando vio relucir la moneda y la pudo

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apretar cariñosamente entre sus dedos otra vez. Así es Dios, dijo Jesús. El júbilo de Dios y de todos los ángeles cuando vuelve al hogar un pecador es como el de un hogar que recupera el sustento del día, o como el de una mujer que había perdido algo muy personal y valioso, y lo encuentra otra vez. El gozo por un alma perdida que es encontrada no tiene comparación. ¿Quieres provocar ese gozo angelical?

CONCLUSIÓNJesús ha hecho más de lo que tú y yo podemos imaginar con tal de salvarnos,

de encontrarnos, no te resistas más, quebranta ese orgullo, abandona esa falsa idea de “no necesitar a Dios” en tu vida. Todo el cielo, con los ángeles incluidos, aguarda tu encuentro. Ven a Jesús y tu vida tendrá la certeza de un futuro mejor.

Ptr. Gamaliel Méndez HernándezCatedrático de Teología Universidad Linda Vista

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EL CAMINO A LA SALVACIÓN

Jueves 25 de marzo 2021

Lucas: 15: 11-32.

INTRODUCCIÓNEstamos llegando al final de nuestra serie y hoy abordaremos una de las pará-

bolas más conocidas, quizá la más conocida de todas “el hijo pródigo”. Algunos piensan que el título no hace justicia al contenido de la misma, que debería llamar-se la parábola «del Padre Amante», porque nos habla más del amor del Padre que del pecado del hijo.

Esta historia nos dice mucho del perdón de Dios. El padre tiene que haber esta-do esperando y observando el camino, porque vio al hijo cuando aún estaba a una distancia considerable. Y cuando llegó, le perdonó sin echarle nada en cara. Hay un perdón que se otorga por hacer un favor; o aún peor: cuando se sigue recordan-do el pecado con insinuaciones o alusiones o amenazas. Una vez uno le preguntó a Lincoln cómo iba a tratar a los rebeldes sudistas cuando fueran derrotados y volvieran a la Unión. Él esperaba que Lincoln hablara de venganza; pero sólo recibió por respuesta: «Los trataré como si nunca hubieran estado separados». Es maravilloso que el amor de Dios nos trate así.

DESARROLLOEsta ocasión analizaremos tres acciones que realizó el hijo pródigo que lo lle-

varon a obtener el perdón. Acciones que necesitamos a llevar a cabo si queremos la salvación.

1. Reconoció su condición.En los versículos 11-16 se nos presenta un resumen de las decisiones que lo

llevaron a caer en una situación de miseria. «El joven no reconoce ninguna obli-gación hacia su padre, ni expresa gratitud; no obstante, reclama el privilegio de un hijo en la participación de los bienes de su padre. Desea recibir ahora la herencia que le correspondería a la muerte de su padre. Está empeñado en gozar del pre-

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sente, y no se preocupa de lo futuro» (Palabras de Vida del Gran Maestro, 156).Así vive la mayoría de la gente; “vive la vida” es el lema de la humanidad, pien-

san que las riquezas, la salud y la vida son para siempre. No saben que eso es pasajero y que tarde o temprano, se nos acabará el dinero, perderemos la salud o llegará el momento de nuestra muerte, cuando ese día llegue ¿estás listo para enfrentarlo?, ¿estás haciendo provisión para el futuro? Pero no hablo del futuro en términos de un ahorro, o hacer provisión para el retiro, hablo del “futuro glorioso” de la vida eterna, la que realmente importa y nunca pasará.

El hijo pródigo experimentó en carne propia que los placeres y el dinero no son para siempre, vivió “perdidamente”, “desenfrenadamente”, “en forma disoluta”, pero fue pasajero, descubrió un día que nada de eso lo había satisfecho, al contrario, lo había dejado en la vil miseria. No es extraño, Satanás sólo puede ofrecerte muerte, Jesús es el único que puede darte vida y en abundancia.

Fue tal el fondo que tocó que muy pronto se vio rodeado de cerdos (lo que era detestable para un judío, por ser animales inmundos), sus amigos habían desapa-recido y ahora sólo esos animales detestables lo acompañaban. Pero eso no es todo, deseaba el alimento de ellos (algarrobas), una vaina tan sencilla pero que ni eso podía comer.

Cuando reflexionó en su situación actual dice la Escritura: Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! (vers. 17). Ahí está la primera acción clave: volvió en sí, reconoció su condición de miseria. «El joven pródigo había estado, sin duda, fuera de sí, pero su terrible necesidad lo obligó a volver en sí. Quienes viven, o más bien existen, exclusivamente en un nivel físico nada más, no tienen la capacidad de comprender las lecciones de la vida excepto cuando éstas se les presentan bajo la forma de necesidades, deseos o dolores físicos. Este joven había vivido fuera de sí, pero ahora volvió en sí. Se encontró a sí mismo, indudablemente una experiencia nueva, y comenzó a comprender cuán necio había sido. El primer paso es reconocer que somos pecadores, que por nosotros mismos nunca podremos vencer, que es sólo a través de la ayuda de la persona del Espíritu Santo que lograremos vencer el mal.

2. Decidió volver a su padre.Entonces comenzó a recordar todas las bendiciones que tenía mientras estuvo

con su Padre y que ahora las había perdido. “¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (vers. 17-18).

La casa del Padre ¡cuántas memorias! Los que vivimos muy lejos de nuestros

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padres, con frecuencia anhelamos volver a ella. Sabemos que mamá preparará ese guiso especial favorito, que papá verterá su sabiduría a través de sus consejos y charlas amenas. Así de seguros y confortables estaremos mientras estamos en la “casa del Padre”. Pero con frecuencia los seres humanos cambiamos todo eso valioso por nada, por unas cuantas cervezas, por un momento de placer, por un estilo de vida diferente, o sencillamente por aceptación social.

Lo bueno fue que no se quedó ahí pensando y recordando lo que había perdi-do. Actuó, puso manos a la obra y decidió volver. Aquí es donde muchos fallan; se sienten mal por sus pecados cometidos, se avergüenzan de su pasado, pero no tienen el valor de decidir por Jesús. Este lo hizo, en un instante lo dejó todo y comenzó el camino de regreso a casa. Todo lo que el Espíritu Santo necesita para transformarnos es que tomemos la decisión de cederle nuestra voluntad.

3. Confesó su pecado.Pero la historia de salvación no termina aquí, de hecho, nuestra historia se va

construyendo una acción a la vez, y así lo hizo el hijo pródigo. Sus acciones fueron progresivas, una llevó a la otra: reconoció su condición, decidió volver, y ahora estaba listo para confesar su pecado. «Y el hijo le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo” (vers. 21).

Debemos confesar nuestros pecados diariamente, cualquiera que estos sean y serán perdonados, no lo dudes. La Palabra de Dios declara: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericor-dia” (Proverbios 28: 13).

Por si fuera poco, el apóstol Juan asegura: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2: 1). Qué confianza da el saber que, aunque somos culpables el abogado que lleva nuestro caso es Jesús nuestro amigo. Él no dejará que se nos condene si así lo confesamos. El pecado puede apresarnos fuertemente, pero basta con confesarlo delante de Dios para liberarnos.

4. Fue perdonado.Esas tres acciones realizadas por el hijo pródigo lo llevaron a su total restau-

ración: el perdón. No cargaría más con su pasado, no sería más pródigo, sería restituido a hijo. Ellen White lo describe de una manera fascinante:

«Poco se imaginaba el alegre e irreflexivo joven, cuando salía de la casa de su padre, el dolor y la ansiedad que dejaba en el corazón de ese padre. Mientras bai-laba y banqueteaba con sus turbulentos compañeros, poco pensaba en la sombra que se había extendido sobre su casa. Y cuando con pasos cansados y penosos

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toma el camino que lleva a su casa, no sabe que hay uno que espera su regreso. Sin embargo, “como aún estuviese lejos”, su padre lo distinguió. El amor percibe rápidamente. Ni aun la degradación de los años de pecado puede ocultar al hijo de los ojos de su padre. Él “fue movido a misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello”, en un largo, estrecho y tierno abrazo. El joven solloza arrepentido, dicien-do: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo”. El padre lo retiene junto a sí, y lo lleva a la casa. No se le da oportunidad de pedir el lugar de un siervo. Él es un hijo, que será honrado con lo mejor de que dispone la casa, y a quien los siervos y siervas habrán de respetar y servir. El pa-dre dice a sus siervos: “Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: porque éste mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado”. Y comenzaron a regocijarse» (Palabras de Vida del Gran Maestro, 159, 160).

En su juventud inquieta el hijo pródigo juzgaba a su padre austero y severo. ¡Cuán diferente su concepto de él ahora! Del mismo modo, los que siguen a Sata-nás creen que Dios es duro y exigente. Creen que los observa para denunciarlos y condenarlos, y que no está dispuesto a recibir al pecador mientras tenga alguna excusa legal para no ayudarle.

CONCLUSIÓNHoy es el día de perdón, lo único que necesitas hacer es reconocer y confesar

tu pecado, decide ir a Jesús y él cumplirá su promesa de perdón.

Ptr. Gamaliel Méndez HernándezCatedrático de Teología Universidad Linda Vista

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